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La "retirada" de lo político
Philippe Lacoue-Labarthe y Jean-Luc Nancy
Si hemos pedido la palabra hoy, no es para hacer un balance académico o un informe de conclusiones sobre los trabajos del Centro para el año que termina; menos aún para "retomar las cosas en nuestras manos". y rediseñar los contornos de una ortodoxia. Sino solamente para puntualizar, para ver dónde estamos en cuanto a las cuestiones que eran, y que siguen siendo, el origen de este Centro. Lo que designa por supuesto nuestras propias cuestiones - las cuestiones iniciales de la Apertura' -, pero a condición de añadirles o de incluir en ellas la manera en que esas cuestiones a su vez han sido cuestionadas, así como las nuevas cuestiones que en ese trayecto han hecho surgir. No hay ortodoxia en este caso, sino en verdad una problemática, aun cuando se trata de una problemática en vías de formación, de una problemática que se busca. Hoy quisiéramos volver sobre ella, muy brevemente.
Por lo tanto, simplemente: en la construcción de esa problemática (sel ría mejor decir: de ese espacio problemático, porque esa es más bien la j idea de un Centro semejante), ¿en dónde estamos? ¿Cuáles son las cues-1 tiones en litigio? Es decir: ¿cuáles son las cuestiones en las que estamos \de acuerdo en pensar que es necesario que se planteen?
Para avanzar rápido y no recargar las cosas hemos retenido tres, pero 1 que evidentemente recubren muchas otras. Son:
r}~! La (;\:'~-~-ti_ó.~_s!e _ _l.Q./J.{()~:r!ll.E!!.Y...E.~J~_r_~l_ació12..~tre)Jl~~.?fí:~J'.P_~lít!c~. ·2. La cuestión del totalitarismo. ~ ,.) "' ·-··· -·--- -----·-··--e·""'"~~~""" --··-~-··-- ''"' ~-·· -.. -~.----- - _, ~·
'\'.3) ~ª-t:llt.:.sti§_n_ c!~J9_,qt.1s:. b!:<mQ.sJJarrms:,iq .!ª_rf.tirncfq_.
Se trata en cada caso de cuestiones enormes. Pero en el punto en que estamos, nada nos impide señalar algunos de sus rasgos esenciales.
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) !
1
'. ~n primer lugar entcmces: la cuestL<?n.sf~ lg filos.§fic() I9.eJa. ~e.l,<tc!ón
1
entre filosofía y pol(tica: Al insistir desde el comienzo, y simplemente pa-1 ra e_x~licitar el títul? .del,,Centro, sobre la "co~pertenencia esencial ~e lg fr ; losof1co y de lo poht1co. (por otra parte se trata, salvo que nos eqmvoquei mos, de una formulación de !ac..ql!i::sQ~l!!~~..2), ¿qué teníamos en mente?
En esa época, lo siguiente, que repito sin más:
, La implicación recíproca de lo filosófico y de lo político (lo político ya no es 1 exterior o anterior a lo filosófico, así como lo filosófico, en general, no es inde, pendiente de lo político), esa implicación recíproca no remite solamente para no-sotros, incluso a la manera de la "historialidad", al origen griego -o sea de una reducción a la polis sofística y a su garante, el anthropos logikos. Es en realidad
'¡nuestra situación o nuestro estado: queremos decir, en la posterioridad mimética . o memorial del "envío" griego que define la edad moderna, la efectuación y la 1 instalación de lo filosófico como lo político, la generalización (la mundialización)
',de lo filosófico como lo político -y por eso mismo el reino absoluto o la "domí: mtción total" de lo político'.
Pero al parecer esas fórmulas se han prestado a confusiones. Es probable que no hayan sido muy claras o que no se hayan preocupado en explicitar los presupuestos que inevitablemente implicaban. En varias ocasiones además, y en último lugar para la lectura de Denis Kambouchner, aparecieron como un punto de gran dificultad. Por consiguiente, tenemos que explicarnos mejor.
Diremos en primer lugar, como ustedes lo esperan, que si utilizamos la expresión "lo filosófico" seguramente es para no decir "la filosofía". Un poco más adelante en el mismo texto, autorizándonos en un uso que empezaba a difundirse, habíamos efectuado además una operación análoga sobre lo político y la política. Aunque al parecer había resultado menos molesta o más admisible. ¿Por qué entonces lo filosófico? ¿Qué es esa especie de elemento o de ámbito con que parecíamos reemplazar la cosa en sí misma? ¿Y por qué, por ejemplo, no contentarnos con "la metafísica" en el sentido de Heidegger, que tampoco significa tal modo o tal zona del filosofar en general denominados por tal libro retitulado de Aristóteles así como nuestro "filosófico" no remite simplemente a la disciplina, a la lite-
<'..En "Les fins de l'homme", en Marges de la philosophie, Minuit, 1972. ' Rejouer le politique, p. 14-15.
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ratura, a la tradición, e incluso a la categoría escolar llamadas "filosofía"? Hay dos razones para ello.: - en primer lugar el uso que la mayoría de las veces hace Heidegger, a
1 partir de una época determinada, de la palabra y del concepto de metafísi-
1
ca, aun si nos suscribimos a él y si nuestro "filosófico" para nada es ajeno a esa metafísica, preserva sorda pero obstinadamente una especie de "valor positivo" ligado a la filosofía o al filosofar. A pesar de tal o cual de-claración de la Carta sobre el humanismo, a pesar de la conferencia "¿Qué es la filosofía?" -a pesar incluso de la oposición entre el "pensamiento" y la filosofía-, la metafísica sigue siendo demasiado frecuentemente aquello de la filosofía que la sustrae al pensamiento. Podríamos decir esquemáticamente: algo de la interpretación kantiana de la metafísica sobredetermina todavía la delimitación heideggeriana. Sin contar con que dicha delimitación parece a veces demasiado simple (en su recorte histórico, por ejemplo) o demasiado homogeneizante (aunque sólo fuera por la unicidad de su rasgo específico y de su despliegue). De allí nuestra preocupación no simplemente por impugnar, sino por reservar, con miras a una evaluación, el uso de un concepto semejante. No ignoramos que las cosas son muy complicadas en Heidegger. Pero sabemos también que ningún pensamiento está a salvo de su propia simplificación ni de simplificaciones epigonales. Sobre la palabra "metafísica" se ha construido todo un código, se ha elaborado todo uu lenguaje estereotipado de los cuales nos parece necesario procurar salir;
- pero por otro lado nuestro "filosófico" es también la misma cosa: es ¡ la metafísica. S_ij() prt:_fi.~~el!t.J:?. fi!gsó!}_c..Q cl~.~.IB.1lª.-u11'!: e_str_u<;:t~r;i_~i-~tóri, c;_o:_si~te,I11ática.g.e,ne,r~Ll.2. 9.1J~<?c!ía..:".e.~Jl_'1F!!9:42_ Occid_e.!1_~e._ha,s~il es.tos ú!
ti!11os tiem2os-. de. la, c;_u_<JJ. lª_fllo§gfía. .. ~s. eµ ca,d_a _cas_o laJe111a,tiz_ac,jón1 l~ .12!efiguración _o la_ a11ticjp(l¡:igg,J~1 reflex_ión (crít_ic:A o_ po), la_refutación_, etc., pero que desborda ampliamente el campo de ejercicio en el fondo P~Y restringido d~i fiÍosofar pr~"iJi~me1)t~ dicho..: Si los conceptos o los cuasi-conceptos de civilización, de cultura, de ideología, de mentalidad, de representación o de lo simbólico no estuvieran tan fuertemente marcados (filosóficamente) y no hubieran sido empleados en discursos o contextos tan ajenos o tan poco atentos (cuando no hostiles) al fenómeno filosófico o a la especificidad occidental, tal vez serían utilizables o susceptibles de una reelaboración. Aparentemente, ése no es el caso. De allí nuestro "filosófico" que a pesar de todo tiene el mérito de la claridad y que
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no engaña demasiado acerca de la mercancía. i;:e!liet~Q.O e11 _cu_e11,tª e.st.a~ .. c;Qn0ü:le.rní.:)o_n~s, !lRS. .. P"1Tt'..C~.l?9§..il:>l~ hc,il:ll~u;,
desde losgriegos? de una co~12~rtt:~'lci.':1: . .ese.11c:~aJ ºe.Jo .fi!Q§[email protected] y ~eJ9 r\)lí!ICO ~lo poÍí~ÍCI) qlle a S.!J n9._.d.e.~~g~<_l1 _~~B1:11! Jo 11:1~11C:ÍOI1§ h,a,<:;e_ l1,f! f!lC'.!1'.t':n~Q,.la..P()l[tjc;¡i, l<;l4e. los_~!!_!Pt!r.a.~()I~:> chin_9s? <l,e l~.~t:e.Y.C?~ d~B.~ni~, ~e Luis XIV o_ d,e la S()c!al:Qe!l!_()ff<lCÍ<;i.a!e.I!l~'lª .C?i.bien e.El9Ji.QQS,_últjmos ajerr.iplQs ~stª .no .. e..s. pªr'lD.ªPª_gje11<!.~ÜQJUi~.rol. De nuevo una simple evocación, que no es la evocación de un dogma sino más sencillamente de una precisión. En la Apertura estas líneas se encadenaban con el pasaje
1 que leí anteriormente:
Ésa es por otra parte la razón por la cual, cuando hablamos de lo político, consideramos que no estamos designando la política. La interrogación sobre lo político o sobre la esencia de lo político es por el contrario lo que debe remontarse para nosotros hasta el mismo presupuesto político de la filosofía (o sí se prefiere. de la metafísica), es decir, hasta una determinación política de la esencia. Pero esa
\!determinación no constituye una posición política; es la posición misma ele lo político, desde la polis griega hasta lo que se ha desplegado en la edad moderna como la calificación de lo político por el sujeto (y dd sujeto por lo político). Dicho
(!!:_l!~r<?. !!J.gcf_Q,_J.<¿. 9. l!S .t~!).C.I!!.9§ _q!:!!:J2~J.1.§í.1.l.5.L~~-illill..!1ue ya i ns ti tQ.ci órL( o í n§_t;~c:: c i ón ).(jg)11JH~títicl!Jl.Qr_~1Jl2!l~i1.1!1].~füQL.~~l.C!..!.l!..i!~ütució.r!_2Ql(tLs~sl.s:! Qe_l}E.~i~n~ to llamado occidental4
• .... .,, ·~ . --~· ,,,, ___ -·-~·' ,_, .. Más allá de estas precisiones, por supuesto, quedan las cuestiones. Y
para nosotros, principalmente ésta: lo político tal como aparece y domina actualmente -y si fuéramos sencillamente heideggerianos diríamos: la técnica, aunque justamente, por razones imposibles de desarrollar ahora, preferimos no decirlo-, l~_j)Qlf!i~.e.11tonct:_~_gtL~Q..n.lQ..~lJl.f!:!:~ce Y.QQE!lina.J!f~ tllf!Lrrie111e.~J.n2_e.§.~L~f~s.~Q..Q.~ cierta -~e..!i!l!9~.<!t;U.2_f.i~:~9lic:~,s~~.9~~-ir,.~a.!11: bi~n de cjert;.a.~fe<;ttgts;iQ.n.9~. !.Q fil.o§ófico _(e.11 el .§en.~i,<l(). en que Heidegger l}apl(l deUI) ef~_ctuació.n ge)(l J!!~.t(l.físif-ªlJ
Una cuestión semejante, que ya hemos planteado y que por consiguiente no volveremos a desarrollar en sí misma, implica la sospecha de una clausura conjunta de lo filosófico y de lo político -donde clausura conjunta no quiere decir que se trate de una clausura única, menos aún, en uno y otro caso, de una clausura simple. La palabra "clausura", como la palabra
' lbíd., p. 15.
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"fin", indica en primer lugar el acabamiento de un programa y la coacción de una programación. Esa delimitación y su carácter infranqueable nos parece que .merecen cuestionarse.
¿De qué se trata? Para nosotros -pero se habrá notado que la cuestión es ampliamente común en este caso- de aquello que, siguiendo a Heidegger, aunque con más claridad y determinación rigurosamente políticas, fue pensado y analizado por primera vez por Hannah ArendJ con el nombre de J,qtaliJWÜ!"/lP,5
• Nos habíamos distanciado de la fónnula de Sartre sobre el marxismo, pero igualmente hubiéramos podido decir, esta vez sin tomar distancia, que "el horizonte insuperable de nuestro tiempo" es el totalitarismo. En todo caso, lo decimos hoy.
Pero todavía habría que entenderse sobre lo que esa fórmula implica. ¡Y antes incluso sobre el sentido que aquí le damos al concepto de totalitarismo. Pasamos pues a la segunda cuestión.
En primer lugar señalaremos -una precisión más- que para nosotros en ese concepto se superponen en realidad d..Q;>_~~!lli<!º~' Es probable que a determinada profundidad esos dos sentidos no sean más que uno, pero siempre es más útil empezar distinguiendo.
4 Po.r:.'!l!ªJfilrt.e., en efecto hay un sentido muy general (se dirá tal vez:
demasiado general o demasiado lábil) que es el que aparecía, bajo el nombre de "fenómeno totalitario", en nuestra declaración de Apertura. Designaba el cumplimiento sin más de lo político, es decir, a la vez el reinado completo de lo político (la exclusión, como dice Hannah Arendt, de cualquier otro dominio de referencia, el "todo es político" que domina hoy casi universalmente) y, en ese reino o bajo esa dominación, el cumplimiento de lo filosófico, y de lo filosófico principalmente en su figura moder-
1, na, la que delinearon las filosofías (o bien en rigor: la metafísica) del Sujeto. Bajo esa dominación, pensábamos -y seguimos pensando- que lo poi lítico se vuelve inaparente (tiene la evidencia de lo que "cae por su pro. peso") y que su inapariencia está a la medida de su omnipotencia. Y
' El trabajo sobre el totalitarismo evidentemente se ha desarrollado mucho desde enton· ces, pero el análisis de H. Arendt sigue siendo el primer gran análisis del fenómeno. Sin duda aunque hasta ahora no se haya hecho un uso temática de esa autora en el Centro, la referencia implícita a ella sin embargo ha sido constante, y si hoy retomamos algunos motivos de sus descripciones, esto no significa de ninguna manera una pura y simple adhesión a la totalidad de su pensamiento de parte nuestra.
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,¡ ... 1
vice versa. Lo que por eso mismo nos hacía hablar de "retirada de lo po-1 lítico" -sobre lo cual volveremos en un momento.
Someter el fenómeno totalitario a esa de
1 dentemente sustraerlo de todo acceso y de todo tratamiento Nos lo reprocharán. Pero sin embargo eso empezar a gunos "hechos" de nuestro mundo, en cuya primera categoría ubicaríamos de buen grado el siguiente, ampliamente trabajado por Hannah Arendt y que es absolutamente paradójico: l-ª._de~J?l!Ii.s:.!Qn de J_oda "especific;idad, P.2.!JJi~a.''..E~!!~E2..9~J.i!. misl!la don.:_¡in~ión ckJ.2 político, donde lo .E2J!tic~: n2ci~ia.!ád~_C<?f.!f1J}!.d.ir_~~-S:.9.I!.JSJda.flas~ .. Q~S:l.~~i~E! .. Q~ime!)E,g.~E,1.:?fÍ.<?:.es_Q_n_<5gi,is:~ .. J2~LQ_tªJ.12.b.~!!J~i;;niq§....91J!11.m~sicológicas1 etsir~ y_ist!~n.do~~. e.11.to~i,os. lQ~.S.!,~~Q.§,_<l ~~fl.LQ~)!!:§..l:?!it~!!t'!fi.9JW.~ .. '.~m~dJ.~!_i 5:'!.~'j/, lp. "espectacuJar_Íz;!:l~i<)n'.' .d.~_!:!Q_ e31:ms:i.2J?Yl?E~2 .. él!:!.S.~!1J~c..c..2!fl..2. ~~n~! ge_~!ión.pentro del fenómeno totalitario entendido así, lo que sucede es que ya no se plantea en ninguna parte la menor cuestión específicamente política, en ninguna parte una cuestión política nueva (a la medida de las transformaciones del mundo) tiene la más mínima posibilidad de emerger, salvo en el interior de una fraseología ideológica admitida, ya sea que la ideolrnúa (en el sentido de Arendt") corresponda a la clase, a la nación, al
de la historia, a los derechos del hombre, al Estado, etc. Lo que de modo impide que durante ese tiempo se la política.
Pero a este nrimcr sentido se le superpone u_n .. ~.egundQ, más restringido una y otra vez en :málisis politológicos pre
cisos lde H. Arendt, por ejemplo, o de CL efectuados sobre casos, o más bien sobre los casos notorios: nazismo y fascismo, stalinismo (o más
~:~,.¡",.¡~,.de
s_entido Lo que casi siempre quiere decir que el es la resouesca queda de salida al atolladero ofrecido por, en y como lo que mar la "crisis democrática": la democracia como crisis. Desordenadamente: la desaparición del tríptico autoridad-tradición-religión, la desencarnación del poder, el derrumbe del fundamento o la pérdida de la trascendencia tico-religiosa o filosófica: razón, naturaleza, etc.), el trastocamiento de las
' Es decir, como la lógica de una idea que "permite explicar el movimiento de la historia como un proceso único y coherente" (Le Systeme totalitaire, Seuíl, 1972, p. 216-217).
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y de los modos de diferenciación social, la deslocalización de lo vacío" del poder, y la de la alternan-
oesusranc1alización del cuerpo político que ya no se forma sino en la la cosa política llevada a cabo en el juego de
los intereses, etc. Y conocemos en los términos y los modos de esa respuesta, o esa tentativa de salida. Pienso que no es muy útil aquí elaborar la lista de las contra-medidas, ni hacer el inventario de sus resultados.
No rechazamos en absoluto este o esta descripción, de lo to-Incluso pensamos por el contrario que, a falta de reconocer la
realidad y la naturaleza de ese fenómeno, la de los discursos que pretenden ser políticos no rozan ni por un momento la cuestión de lo político, así como tampoco lo hacen aquellos que se contentan con "denunciar" el totalitarismo -y en tanto que estamos allí, lo político- como una nueva especie de "mal radical". Sin embargo, nos parece necesario conti-
. nuar interrog{mdolo, y en primer lugar en su aparente heterogeneidad con 1 respecto al primer concepto evocado anteriormente. Particularmente, y ési te es aproximadamente el estado de nuestras cuestiones, pensamos que ha' b , ; na que preguntarse: (\l. si ese análisis no es válido antes que nada, por un conocido efecto retardado, para las figuras en lo sucesivo históricas (aunque no todas "pasadas") del totalitarismo, e incluso para una especie de figura primera y pu~a, en su radicalidad y su brutalidad, y por consiguiente si: ., 2)una forma más insidiosa, más "suave" como se dice de algunas tecnologías, no se instaló desde entonces, más o menos a nuestras espaldas o en la inapariencia de la que hemos hablado. Vean por ejemplo los análisis de Lyotard en La Condition postmoderne sobre el "sistema social" concebido por quienes deciden como una "totalidad en busca de su unidad lo más performativa posible"; vean lo que dice sobre la nueva clase de "terror" que semejante sistema está en condiciones de imponer 7 • ¿No habría en
de otro modo, bajo la dominación muy general de los crite-rios de tecnicídad y de rendimiento, reencarnaciones subrepticias del cuerpo político, una ocupación relativamente constante y "olena" de los
de poder, una cierta del "pueblo del sólo fuera a causa de las técnicas de espectacularizai;
electoral y político), unas fabricaciones forzadas de consenso fuera en el nivel del consumo económico-cultural), una iocv1v¡;,rn
'La Condition vostmoderne, Minuit, 1979, p. 102-103.
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cologizante difusa (pero poderosa)? En suma, una manera de respuesta, interna a la democracia o a lo que todavía llamamos así, para la "crisis democrática". Pero que no se efectuaría al modo de un restablecimiento. Digamos: un totalitarismo de crisis, cuya fragilidad aparente sería la fuerza wás temible. De allí que también podamos preguntamos si:
3.1cierta oposición consabida y que circula mucho, entre totalitarismo y deí'nocracia, aun cuando sea verdadera y las diferencias sean patentes, no es en realidad demasiado simple. No están los campos y nuestros policías, cualesquiera sean sus "avances tecnológicos", no son policías políticos omnipresentes. Pero eso no quiere decir sin embargo que la democracia que tenemos sea la que describió Tocqueville. Y si la democracia de Toc
contenía en germen el totalitarismo clásico, nada prneba que la ¡nuestra no esté a punto de segregar otra cosa, una forma inédita de totali-1 tarisrno. Al menos es una cuestión que se plantea y para la cual no nos pa'rece aberrante generalizar (una vez más: a determinada profundidad) el iconcepto de
\
Planteado esto, queda la tercera cuestión, es decir, la cuestión de la "retirada". Pero como ustedes lo sospechan, en muchos aspectos está irnpl icada en lo que acabarnos de decir. Evitaremos pues algunas repeticiones.
-!2\ _ haJ:>!ar 9:c: rf?J.l[<l.4fl, h~IDQ.~ .<;rt1g!Q.2 fl_~<ei!..9!!tt •. ªJgQ_ §!i.H1ÍLflJ¿!1.(9 __ dt;) 19 gue lJ¡imaré.L.ª l_a ve~2a.r.~. ~-~f,C:\lt.if )' ~2-~.2.PEC?.~SE:~i§Q1Ja...l::!!!.4~01. !TI derni.l, En la constitución del enorme conjunto complejo que ya ni siquiera podemos llamar Estado -ni en el sentido maquiaveliano y quizás tampoco en el sentido hegeliano- se retira justamente algo así como la ciudad, o como la "civilidad" de la ciudad. Ese conjunto complejo (eco-socio-tecno-cultural) corresponde a lo que podemos determinar económicamente mediante tres rasgos tomados de la descripción de Hannah Arendt: ~bla "victoria del animal laborans", es decir, del hombre definido como
ti:a\)ajador o productor 8;
' 2.i la determinación o el recubrimiento del "espacio público" por lo socia?, por la sociedad como tal ( Gesellscha.ft, diferenciada de Gemeinschaft), es decir, por una vida-común o una interdependencia regulada en
' Habría que rclacíonar también este motívo con el análisis de Jünger en Der Arheíter y sobre todo en su "recuperación crítíca" por parte de Heidegger en la "Contribution a la question de L'etre" (Qr~estions l, Gallimard, 1968, p. 197 sq.), es decir, la de-limitación de la Figura (Gestalt) del Trabajador. o del Trabajador como Figura del hombre moderno.
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¡ función de la vida sin más o de la subsistencia, y no en función de un fin · i;.úblico o político en : 3; la pérdida de la autoridad como elemento distinto al poder, y que se
1
remitía a la trascendencia de una fundación (cuyo modelo es para Arendt la fundación de Roma), lo cual es paralelo a la pérdida de la libertad 9 •
Estos rasgos circunscriben en el fondo, para nosotros, la cuestión de lo que acabamos de llamar un "totalitarismo inédito", frente al cual ya no podemos contentarnos con la crítica del "totalitarismo clásico". Digamos (o reiteremos) que si el totalitarismo clásico, para seguir utilizando los términos de Lefmt y de Lyotard, proviene de la incorporación y de la presentación de la trascendencia (como obra de arte en el nazismo y como razón de la historia en el stalinismo), ~H°-.t!LiJ<tri~J!l.S.U.I!.é!ii!!2.~Y.eE~~i~!1.~J~.d!; spl~ción .el~ la ~r.a,sc_ei:ist~11c;ia 1 q~~.Q.e§si.~_1:.~s_e .f112.T)1.~fl.t..9..i!1Jll!.~.&~a.r,~_t2_~~s)p..~ ~sfe.r<.L? cit:: .Ia YJ.ci.<tY-ª..§!11ningw-rn ªH~r!Q.<}A Por supuesto, es una alusión a la fórmula con la cual Marx definía la democracia en el 43, y pensando en
fórmula nos apartábamos de la declaración de Sartre sobre el marxiscomo "horizonte insuperable de nuestro tiempo".
, .L.f1:. ~eti_rad_a _(l.QªE~C.~ • .12!1~~-~!1-P.~il'fl~r_ l_l:I_g(lE. C:.<? .rn.o ! a retirada ?~ _l_(j- . !!.a~¡ <;:engencj_a 9 Q~- L<:uiJt~rjJi.aq: Lo que evidentemente no que para nosotros se trate de apelar de nuevo a una trascendencia, ya sea de Dios, del Hombre o de la Historia: son esas trascendencias las que instalaron el totalitarismo, o dentro de las cuales se instaló, convirtiéndolas en inmanencia total de la vida-en-común. En este caso además la cuestión de la
1
, rt?.ti_r'!1.51 ,n_?_e_~'.'Eec1;1pe_rar". una J!l~S.~~~9.~~~fa.ie~iªª'!·_S.!~~~~~jiiintarie,~6.~ . 1!1º la. retira_d¡i irr,:i,e()_i:!e q~~ ~~-~~~pl<tc~1.11.e .. ~~~]_a~,Cl_r~. y_ se,r.t?iqtro~uzca _ C?,I ! ~oncept.o d~ ''t~¡i§~_end~f}~ͪE()!ític~·~ Y teniendo en cuenta toda una trans: formación de la idea misma de trascendencia (o si resulta menos ambiguo ·decirlo así, de la idea de alteridad), para nosotros se trata en verdad de una trascendencia y de una alteridad de lo político bajo el título de "la esen-
, cía" de lo político. Razón por la cual ésta no puede ser nada !::O q_ut0. se refü1! ~t?r.í(l ]:111~:'> J.o J?.()Jíti~Q.lllism2_f~!E..<?.slirr,t~,.:.;~<.51! ~~pecí:
[ca.o .C:.º!n()_ c!i!l!erisi~p ge.u11a.aJtºrj_da9 .. ~W.~~ms.<J:, . .l.P.~ .. 9.l!~~l'. .. c().n_ipon5.: altt~riclac!? P!&<u.~1_(1.s). tme .Y~z .mI!§...c!~J!!1W.~r.a.. ~~qut:!ll.~Jica~ de la articulación del poder, como potencia material y coercitiva, sola autoridad, como trascendencia; o bien, esta vez en ténninos toma
dos de Bataille io, de la articulación del poder "homogéneo" del Estado so-
' Cf. "Ou'est-ce que l'autorité?" en l,a Crise la io La reterenda a Bataille es nueva y anticipatoria:
41
1
ir
li 11 cj
bre la autoridad "heterogénea" de lo "sagrado" (articulación cuya reactivación en el fascismo pudo fascinarlo por un tiempo). No solamente esa articulación se ha perdido sino que, como también lo dice Bataille, todas las realizaciones del orden militar-religioso han desembocado en un "inmenso fracaso";
"2.:ide la relac,i§n d(:': Ja_ coml)nÍ<:lt.ld con l}n<1 in,!llortalidaq que le sea propia en este mundo -y no la de los individuos en otro mundo-, en el sentido en que Hannah Arendt escribe por ejemplo en su Vita activa: "La polis para los griegos -como la res publica para los romanos- era en primer lugar una garantía contra la vanidad y la fugacidad de la vida del individuo, el espacio destinado a asegurarles una inmortalidad a los hombres mortales." Inmortalidad que había resurgido, aunque de manera completamente distinta, primero de Fichte a Heidegger en el elemento del Volk, luego en la HuaJanidad comunista más allá de los Volker;
· t de una relaciónAe.Ja. ('.QJ_TJ_llt:i!d.a.9cqp~ig<:u11i.~.Il}<J.É2!1~~..<§:;_!?p~~~~E~~sefitar~e o representar.s~ _( s~4an:t~l/~n) .. ~l1-~e.r-c9111_ún_e.n .S:Y.:ªf!t<? t_al. Esa relación está por ejemplo en el fondo de la definición de lo político para Le-
y de su problemática de lo político como "manifestación de lo social para sí mismo".
Es probable que esas tres determinaciones se puedan reunir, junto a otras, dentro de lo que J?ataille H:in!a la sober_an[g, Y si a su vez la bra soberanía reúne las determinaciones esenciaks de lo político (no solamente como el carácter indispensable de un Estado digno de ese nom-
si no también y sobre todo como el fin supremo al cual lo político destina a todos y cada uno), entonces la retirada_ de_JQ_polf_ti~.f1.<.?_~-~~-s_'l1:1~ IJ!lª.[~Jjrada Q~ JE..§[email protected]
Dicho esto, tal retirada hace aparecer o libera algo. Procuramos al menos interrogamos no siguiendo la regla de una lamentación nostálgica de lo que se habría retirado (suscribimos el veredicto del "inmenso fracaso"), ~no.siguiendo la hipóte§Í§ d~ q1:1e -~~a i:e.ti_ra_ga_ g-~-~~~i~is~i!.1<::l11.~PJW..pon~r, g11e se re-traqe _de !111e_y2.J'!..ª~..§.t-ª_cJsUc.> p9Iftif:Q 1~.
Y a partir de allí, pensar que lo que se retiró tal vez de hecho nunca tuvo lugar. Bataille mostraba que la soberanía gloriosa y trascendente de un Rey Sol presentándoles a todos su soberanía común nunca había tenido lugar más que tomada y avasallada en la instalación del poder burgués, de .. l ,;; Nos remitimos aquí a los recursos de !a re-tirada explotados por J. Derrida en "Le Retrait de la métaphorc" (Poésie 7, 1978).
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la economía mercantil, del Estado moderno, etc. -y tal vez habría que decir otro tanto, mutatis mutandis, de soberanías más arcaícas. Desde este punto de" vista además, habría que interrogar a Hannah Arendt sobre lo que tuvo o no lugar con respecto a la polis y a la fundación romana. De manera análoga el "monarca" hegeliano del que uno de nosotros hablaba el año pasado corrobora, en el colmo del fundamento filosófico de lo político, una tensión extrema (y la ruptura de esa tensión) hacia la soberanía que nunca tuvo lugar, y cuyo lugar "futuro" sigue siendo enigmático para esa razón o, en el límite, inapropiable. Y la esencia de la democracia tal como la señala Lefort no deja de implicar a su vez un "no-lugar" o un "notener-lugar" del mismo género.
Todo esto de ninguna manera significa que se trataría en el presente de dar lugar a lo que no tuvo lugar, como si lisa y llanamente se pudiera sacar lo político de su retirada (o como si la retirada de lo político no fuera más que un simple retiro). t{o h.!i.Y.q11~-~§?J!!:''. ~~J~ r5:.:tÍ[<.td_a2.~_ri5:> _da_i: pi:~~b~!:.Lcl~.9.l!e lo J?!?!.ítico ~~~rti~_llJ~ sin c!_u~~~~E_~l!_n~.'.:!et~r.~~~~esi::~-~~~9 s~gún..11!!~~· r.el!!fl.<:i.!!-.'.'..~se~_hi1. 9..1!.e.J~l .. Y..t:'.~ -~~J<.1.I~t!f~c!'L~Ja_u.rii.cia.tJ,. el':'. L<t~~<?.t<.tli9ft.2.Lq~- la_!!}~!.1JftE.g~s;!2.!.1_efe:qliv'!.9~J.'L~<]mY]id~ Esto supone toda una elaboración, tanto más compleja si lo que así debe volver a "trazarse" es lo político (o la soberanía). Pero en todo caso esto supone -y a este respecto es preciso que no se confundan nuestras intenciones- que esa problemática no puede ser la de un fundamento (o un nuevo fundamento) de lo político.
Como corolario, esto quiere decir que en verdad es de Ja retirada de lo político de donde surge lo político "en sí mismo", su cuestión o su exigencia. Y que surge, tal como lo recordábamos hace un momento, como ineluctablemente filosófico. Desde este punto de vísta, nos parece que Lyo
. tard ha retranscripto de manera sugestiva el recorrido del Centro al decir el año pasado:
El campo abierto por la perforrnativa inaugural (del Centro) es igualmente político. La filosofía en efecto (como discurso que tiene su regla en tanto fin) es situada como el género de discurso, de disposición de frases, dentro del cual se ga conveniente frasear lo político, con preferencia a muchas otras familias de frases que exhiben también la pretensión de frasear lo político: la científica (politológica), la narrativa (historia de las doctrinas políticas o de los hechos políticos), la epidíctica (elogio de lo político), y me auedo corto L .. ). Mediante esa conve-
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niencia presupuesta de lo filosófico con lo político se ha presupuesto necesariamente el principio según el cual lo político no se deja (o ya no) frasear como un dato presentable según unas reglas mediante frases asimismo reguladas. No obstante, y esto también forma parte de la presuposición, a pesar de todo se "da" 12
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J:lal?i.c!ii_C:]Je.n t(l_cl.~_11.J]!l_ cijf_~r~~fi~ .ele. )é.;~.ic;g _t:.!1_!él _c;_y_é1L.P .. º~.-~L~2pep t0
!!9-.1.1.?.S d~~ene!l1()S¡__f!()S. r_ec ()I1()Ce.f!!.()S_ e.1!_~~-ª !@11scrjp_c;i2ri.;_!!:l . .P.2!!~i~g-~e~~!jr~-~.!1 .. ?1:1 e_specifi.cid_(ld_c!e..~e.f!lli¿l_~~l~ll?E~.~S'.!!!.'!Q.l~1~.1!':1.<l.1::<:'._t?.12_~3-.~~~rp~~ac. i_ón,_ql1e al_ r.i:}~!E .. ?_E~_!!l.P()~q~s.P~9.~~-~~ s!i_s~!!:.cJ~!2 .. i'. . .9-_l.u -~~ -P~I!.ac;_ic)I}_geI1e~eL .~t:....9.él ... 5Lt::.!ll2..~'!.SD'. li~E~.11.D .. ~ .. C:~~~~i.2!1_2._é'.LC:_()nto~~.9~ 1E.1ª .. c11.estj§11: ... ~i ,s_e pf~fie.Ee._:___la_ r~tir~cl~_<:!t'.'.JS:P9lí!i_c;() __ c;g.rEesr.~i:de.~ <Jausf.!!9. ~'J. J_)()r -~~g a,)~-~e.!!l:!r?: 9_~},9-_c;y~sti_c?E_:_¿~.J23-1:_ti_~9~_ql_l~:.5:.~1_1tr~ ~~-º _(l_l())(l_rgo ele. q11.é __ §~_JI.a?:él~§_C:!él1:1§.11.r_a] No se traza simplemente "contra" lo no-político. Es decir, por ejemplo, que no basta con designar la "sociedad" con relación al Estado: piensen solamente en las dificultades planteadas por los análisis de Clastres o en la evocación, aquí mismo, hecha por Balibar de la primera definición de la "sociedad civil" como "sociedad política 11
". Por el contrario, la clausura se abre a "algo", como
1 dice Lyotard, que sería "lo político" -o "la esencia de lo político"-, retira
¡ do del cumplimiento total de lo político dentro de lo tecno-social.
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Ese "algo" no deja de ofrecer algunos rasgos determinables y para con-cluir nos gustaría enumerarlos rápidamente. Son: ~ lil e._~igen_ci(l _cl~ §11.§.tr.'!e.I~~ .f!!".!..füf14a~e.t!tQ..!P~ tafi§if_o__Qe 1 o _ _QQ lí tj~()!..d~
U_!l fl¡nclament()_ .. tra~c;e.I1dt:1.:i!~.0!!3!.~e~g~11t_aJ_,_p2r _ _ej~1EPJ2 .é'.~.11.~. ~1:1j~t(), tal ~()I1_1()_!,,12t_ard leJ.Le.g_<? a . .12!.e.l!t_e31r l.e_~~-stió_n~e.J~?n (lo que tal vez no tenga ninguna razón para prohibir una interrogación sobre la diferencia que es conveniente establecer entre "fundamento" y "fundación", en el sentid,o en que la entiende H. Arendt); \b e_p_g122§ic:.!.c5!:U!..!9..L'l1..Qtiv9s del funda_IE.~.E_~_y-~~l sujet.2J9 biel_lu2~D.
'. ~~~~ _t:n .et élil_~lisj.s._ 9.e..B--ª11ci~é'.,. 9~.lfl.<1§.l!~i§~~~ljg !1.!1ª !sf.e..nti_djlg __ C,:_()~ l~-d~ ~ª-~'.c_:}31_se._~) 1_~~.t§~!. I!!_()Ei':'.g __ g~Jll.liIÜ!J.!fl Por lo menos se lo ha hecho intervenir aquí en varias ocasiones, ya sea desde la consideración del aspecto solamente simbólico o regulador de la Idea de la totalidad política,
1 ya sea desde la perspectiva (adoptada en parte por J. Rogosinski) del Marx 1 de Michel Henry, que es la del individuo y del "numeroso uno". Pero no
12 Rejouer le politique, p. 131-132. 13 !bid., p. 161.
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, es cierto, como se hizo notar, que así se pueda evitar un gesto de funda, mento .. Y agreguemos que tampoco es cierto que así se llegue a pensar algo distinto a la democracia "liberal" tal como hemos supuesto conocerla. El motivo de la finitud nos parece entonces que implica, como el verdadero lugar de su determinación, la cuestión de la relación; 13Jdicha "cuestión de la relación" sigue siendo para nosotros la cuestión capital; quizás es incluso, como tal, la cue_g!.2!!..2.~-~~ncia de lo 29.!f!.i_co .. Por otra parte es notable que aflore en casi todos los trabajos del Centr¿, independientemente del acento que nosotros pusimos sobre ella. (Interviene por ejemplo a propósito del "presupuesto del nosotros" que Lyotard ha observado en Lefort, o en el único predicado común de la clase para Ranciere -"estar en el lugar del otro"-, o también en la recuperación del problema de "la madre" hecha por Soulez.) Q~ m~~!.~~~ral, ~~em?.~ afif!Q.'-1:.i:....9.l!~ esa cuestión interviene con la insist~_ncia 9e un tema -a -~~C:~X
1, verdad, poco tematizado todavía, si es que_P.uede serlo íntegramente-, el
...,-- -·---~ ------·----,.--·· -·-··----- ~ \Jr.;.L'{[g_~!].f_UTarniento o la_ aisocil1:_<¿lQ!~ y que remite por consiguiente a lg c¡ve hemos llamado:
. ·:4') l.il .. "..11~~ti§_1,1'"d._e _ _!a"'?.1:.qi:fr~ Tanto para Lyotard como para Soulez, se tra' tit de una designación "arriesgada". La mantenemos sin embargo, al me-
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nos provisoriamente, y la mantenemos antes que nada como el indicador . de una cuestión. Cuestión que recibimos de Freud y que tratamos prácti-
1 camente en sus propios términos. Es la cuestión de la identificación, que
1 podemos y debemos referir a una problemática general de la mímesis: ¿có
\ mo, según qué relación, ocurre la identificación que según Freud es "la · primera Stellungnahme hacia otro'"? ¿Y que podría revelarle esa rel<tción
-en su vinculación con el lenguaje, con el arte, con la muerte y con el erotismo- al sujeto de lo político? Una vez más, no hacemos más que indicar un orden de cuestiones: por ejemplo, la de la identificación como constitución social de la identidad (y como constitución de la "identidad" social); o la de una socialidad "originaria" o archi-originaria, o incluso de una archi-socialidad, en la cual o según la cual se da toda la retirada de lo político (hay que recordar que esta cuestión sigue siendo la gran obsesión
\ y el lugar donde tropieza prácticamente todo el pensamiento contemporá-1 neo, de Bergson a Heidegger y Lévinas, pasando por Freud, Husserl, Ba-
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! tai .. lle .. y proba.blem .. en.te .a.lgunos más). ~_?~~~~2or el_~ual la~!_Ilada cu~3-tjó1_1 ~eJa.Jl!.éld.Ee.. e..s_p~j-~er_Q.._Qara nosotros la de una retirada maternaJ._:j~ lit 11:m~g~_fQ.DJQ.E.t.irn.!:L<LY. d~l<!.J:.~irnda de _tl_rriadre.;.
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~or ~.lt~mo" ~¡ cad':l. l!_f!O d~ estos r~~g9s remit~.11 l?~~.!1_oso.~:~s-~ l~ll.ª e~p.ecificidad de lo p9lítico.., justamente -para proseguir la discusión con Kambouchner- no es una especificidad de lo empírico, mediante lo cual se señalaría lo político, sino ese "hecho", que es un "hecho filosófico" suerte de factum ratíonis de la razón filosófico-política), de que al menos desde Aristóteles el ser-conjunto de los hombres, el zoon polítikon, no se refiere al dato factual de necesidades y exigencias vitales, sino a ese otro dato que es el reparto de la palabra ética y "evaluadora" en general: ese "hecho" desafía toda asignación dentro de la factualidad empírica, a pesar de que tal factualidad exista. '(ale cleciLque, lo que JlOS Q_c~pa -~s eL~:tcede_l}te ge ese .'.'he.<2.ho'',. e~ el e,x~e,sg P.<:lí. encii:n.a d_el'\1 i_vi('. -J.PºF e!!cim~ geJ. '.'.vivir-jt,mt()s-" sin;ple.me.D.te. .§o.c;ü1I- 9e,l_~'.Y-~yir)i_en,''. .. 9l1~ E()f_~í ~.'?.!<?_de:
Q.etz.89n pczlifif<gn, "bie,n'.' t;fl st~ma ~e,~e, "rriás~· gu~ organización d.e h1s !lece,sidade.s y q~e to_c_lél E~S:1:.1!ac:,ió(l_~~.ft_I,~~z'.1~~, e~
e_§e_ >!b.ien.", que porcie,rto no cargª111Q~ con niT1g~n_p~S() 1110.r:fl!.,_ e.s_ es~ '.'b.ien" actualmentejnde~ennina_do Jo qt}e sjgue es.t~gpQ dC,!1I~9 de, !a reti; r:ada _y cuya retiracia entreg_a o)ibe.ra la_c::iesfÍÓf!;
Traducción de Si/vio Mattoni
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La perspectiva de lo impolítico
Roberto Esposito
1 /~Buscaré concentrar esta intervención en torno a la categoría que des
de hace algún tiempo estoy volviendo a proponer al debate filosófico-político italiano, esto es la categoría de lo "impolítico". Una categoría que, como se sabe, tiene ya una historia no breve, pero que considero legítimo someter a un significado diferente del que tenía originalmente: podemos decir que todas las categorías filosóficas han sido ya pensadas y el trabajo filosófico no puede tener hoy otra tarea que la de repensarlas en el interior de una red de significaciones semánticas. Hago esta precisión preliminar para señalar la distancia radical del significado que atribuyo a la expresión "impolítico" con respecto al uso que de ella hizo por ejemplo Thomas Mann en sus Consideraciones homónimas -un uso que, como Massimo Cacciari ponía de relieve en un importante ensayo sobre Nietzsche, confiere al término el sentido reductivo de "no-político", o, más precisamente aún, de valor opuesto en cuanto tal a la esfera de lo político (M. Cacciari, en F. Nietzsche, 1978, pp. 105-120). Pero igualmente lejana de mi intención es la interpretación de lo impolítico que recientemente ha dado Julien Freund en cuanto modo subrepticio de hacer política rechazando y desconociendo toda forma política de organización de la sociedad: lo impolítico concerniría a la ideología organicista y a la vez desestabilizante contra la que arremete (él sí de manera ideológica) Freund (J. Freund, 1987).
En este punto, despejado el campo de posibles equívocos, me toca la ingrata tarea de intentar especificar el significado que yo mismo le atribuyo a la expresión en cuestión. Ingrato en un doble sentido: en primer lugar en el plano subjetivo: porque no es fácil condensar en el espacio de pocas páginas lo que desde hace algunos años ha sido el objeto principal de un exten-
' so trabajo (ver R. Esposito, 1988). Y luego porque la de impolítico es una ¡categoría (o mejor: un horizonte categ01ial) esencialmente negativa, critica; I y a tal negatividad, a su inexpresabilidad positiva, se halla necesariamente ¡ligada bajo pena de invertirse en su propio opuesto, esto es en la categoría lde lo político. Esto no quiere decir, desde luego, que de lo impolítico no
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