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Miguel Martín Gavillero
LADRONES DE ALBARDA
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Miguel Martín Gavillero
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Miguel Martín Gavillero
LADRONES DE ALBARDA
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Despierta el día de poco a poco.
Ha llovido. Una suave y fresca brisa acaricia el rostro, se respira un profundo olor a hierba mojada. Las gotas de lluvia depositadas en los verdes pastos brillan con los primeros rayos de
sol iluminando, si cabe, mucho más el amanecer. El cielo es un cielo azul sin nubes, en calma.
Una estampida de colores vivos inunda la
mañana. Es el tiempo de poder apreciar, en su máximo esplendor, la belleza del campo florido. Se observan todas las tonalidades posibles de verdes
salpicadas de amarillos, blancos, malvas… el intenso verdor de la vegetación conquista el
espacio entre los sinuosos cerros que rodean el pueblo, sobresale un arbusto muy peculiar, la
retama. Las también cada vez más escasas amapolas aparecen a rodales en algunas zonas, es más difícil encontrar grandes extensiones como
antiguamente.
Doblan las campanas de la iglesia. Tocan a señal o a muerto. Esta mañana Mestanza ha despertado con un vecino o vecina menos.
Unos gorriones se bañan gozosos en un pequeño
charco de agua que se ha formado en el campo de fútbol.
A lo largo del “paseo marítimo”, que descubre sus carencias y el paso del tiempo, el ambiente se va llenando de trinos, arrullos y zumbidos, de olores recién estrenados con el nuevo día.
Despiertan de su letargo las ranas que inician
su primer concierto del año en la charca del pueblo.
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Extramuros, hacia El Hoyo, se aprecia una de las paradojas del pueblo. Dos amplias
construcciones que representan eso que ahora han dado en llamar la “España vaciada”. Un fenómeno antiguo que quieren hacer parecer nuevo, al que nadie le ha prestado atención. Algo que sigue
desangrando a los pueblos, pero que por no se sabe qué motivos, ahora, alguien ha descubierto.
Más vale tarde…
- Pero ¿Han sido ya las elecciones? - Sí
- Pues hasta dentro de cuatro años.
Las edificaciones mencionadas se corresponden con el “Templo de la Enseñanza” - así llamaron a las antiguas escuelas el día de su inauguración - y la “Residencial Puerta del Cielo” o lo que es lo
mismo las Escuelas y el Cementerio.
En el primero de estos edificios disminuye la asistencia, en el otro, a pesar de muchos,
aumenta.
El complejo “Residencial Puerta del Cielo”, franqueado por una gran cruz, “la Cruz de Kiki”,
alberga adosados unipersonales y también confortables “chaletes” familiares a tres alturas
y una gran extensión de terreno para nuevas construcciones. Todos con vistas.
Se trata de una promoción de alta calidad, en una de las zonas más exclusivas del pueblo y a escasos minutos del centro. Hasta la fecha el porcentaje de reserva alcanza el 20%. Precios asequibles en comparación con los de otras
ciudades. Aprovechen aquí aún no ha llegado la burbuja
inmobiliaria. Este es el único lugar del pueblo que ve
incrementar su población, incluso acoge a gran número de retornados. Por buscar algo malo a este
bendito recinto, aquí no se viene por propia voluntad aquí te traen, si no te han pegado fuego
antes.
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Por el contrario, el “Templo de la Enseñanza” es de nueva construcción (2011). Consta de cuatro aulas de primaria y dos de Educación Infantil.
Seis aulas o clases donde la ley determina que la relación máxima de alumnos por aula tiene que ser de 25 niñas/os. En líneas generales las nuevas
escuelas están pensadas para albergar un máximo de 150 niñas/os.
Pero la realidad es que, hoy, solo acoge un total de 17 niñas/os. Siendo 3 de infantil y 14 de
primaria. Ocupan dos clases. Las sillas vacías es el ejemplo más evidente
del fenómeno que maltrata a los pueblos, la despoblación.
Además, las escuelas disponen de gimnasio, biblioteca, sala de profesores y diferentes aulas
para actividades, así como varios despachos (directora, orientadora, tutoría…).
En el exterior, se encuentra la pista
deportiva - a la sombra de un arbusto el banco de cuidar - y un enorme y desaprovechado espacio
sembrado de árboles.
Tumulto de pequeños colegiales que, al
salir en desorden de la escuela,
llenan el aire de la plaza en sombra
con la algazara de sus voces nuevas.
¡Alegría infantil en los rincones de las ciudades muertas!... ¡Y algo nuestro de ayer, que todavía vemos vagar por estas calles viejas!
- Esto de la despoblación de los pueblos avanza sin que nadie le ponga remedio.
Los pueblos que se vacían no se vacían ahora, llevan décadas haciéndolo. Así en nuestros pueblos, Solanilla del Tamaral, El Hoyo y Mestanza, en diez años hemos perdido 114
habitantes, en veinte 280, en treinta años 565 habitantes, en cuarenta 902, existiendo hoy un
censo de unos 688 vecinos. ¿qué quiere decir, que dentro de treinta o cuarenta años los pueblos del
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término municipal estarán abandonados? ¿seremos deudores de población?
¿Cuántas bodas se han celebrado este año?, ¿cuántos bautizos? y ¿cuántos entierros? parece que la balanza siempre se inclina hacia el mismo
lugar. ¿Y qué han hecho? y lo que es más importante ¿qué hemos hecho? Tenemos que tener muy claro que nadie vendrá a salvarnos, como no lo hagamos nosotros y no hay ganas… Aunque no sea posible cambiar las circunstancias porque a veces no
dependen de nosotros, al menos debemos comprometernos en cambiarla en lo que nos atañe.
La despoblación ha llegado a un punto de no
retorno, los mayores mueren, los hijos se van, no nacen niños. ¿Qué hacer?
Se añora las glorias lejanas del pasado de estos pueblos en los que llegaron a ser miles de
habitantes. Triste el pueblo que solo puede ilusionarse con su
pasado.
Se ha llegado a un punto de complacencia, de resignación, fatalismo, de inmovilismo que nuevos acontecimientos introducidos en el pueblo lleva a la molestia, a la desconfianza, ponernos a la
defensiva… Molesta hasta que llamen a la puerta.
La reina de Mestanza es la calma, le sigue en la
jerarquía cortesana la monotonía y la previsibilidad. Herederos al trono son el
aburrimiento, la apatía, las borracheras y las drogas.
Ante lo que está cayendo, pensamos, más vale malo conocido que bueno por conocer o ¡Virgencita, virgencita que nos quedemos como estamos!
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En lo alto del cerro donde se ubica el
complejo residencial y encaramado a lo más alto del mástil, como en galeón pirata, vigila y
controla cual centinela una pareja bien avenida de zancudas. Desde el otero, ojo avizor, avisa, divisa, transmite con especial sonido cuantos acontecimientos acaecen en las inmediaciones de
los puntos estratégicos de observación.
Y “esque” es este un pueblo pequeño donde todos nos conocemos y enseguida todo se sabe, aunque con las nuevas tecnologías las noticias
corren más rápido a otros lugares de la geografía española que a la misma población. La falta de distracciones determina un
desanimado transcurrir de la vida cotidiana que nos convierte en contadores de leyendas y
propagadores de rumores y cotilleos. ¡Cucha!¡fíjate!
“¡Cuántos debe de haber en el mundo que huyen de otros porque no se ven a sí mismos!”
- No es cotillear, ni criticar, es referir. ¡Ah!
Estas zancudas dejaron la residencia que tenían en el campo en el sitio llamado el Rasillo, y se trasladaron a esta nueva morada más cercana al hogar de sus parientes. Desde hace unos años
son tres las parejas que visitan la localidad. Año tras año, las mismas parejas vuelven a los mismos nidos para criar. Alegría, alegría, regocijo, hay nacimientos en el pueblo, otros que no volverán.
¡Ahora que lo pienso, no recuerdo si llegué a
creerme el cuento de que las cigüeñas eran las que traían a los niños de Paris…! ¡Seguro que sí,
éramos tan, emocionalmente, ingenuos!
Al bajar al prado, al prado de San Pantaleón, sobre lo que llaman M-30 o Variante Nacional,
sorteando baches y socavones, comienza a extasiar un perfume sin igual. Es la planta de destilería
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“Perfúmenes Mestanza” o para los extranjeros “Eau de toilette”, desprende una fragancia tan especial
que se va extendiendo por todo el contorno haciendo perder el sentido y la realidad.
Esta destilería funciona sobre la base de
mezclar y ebullicionar los líquidos y sólidos propios de los habitantes de Mestanza a diferentes
temperaturas, a más calor más olor.
Es tal la concentración de la esencia aromática local que la fragancia que desprende hace experimentar una euforia placentera y de relajación. Este bálsamo de Fierabrás en altas
cantidades puede producir alucinaciones y espejismos. No está demostrado que pueda curar la
locura a aquellos que lo saborean. Se dice, se comenta, se refiere, que incluso
causa daño a la capa de ozono y pérdidas a la corteza de la tierra.
La producción del perfume es caro, muy caro,
aunque el paso por el excusado nos hace a todos iguales.
No hay contento en esta vida que se pueda comparar al contento que es cagar.
No hay gusto más descansado que después de haber cagado.
Arroyo abajo, por el huerto del “Rata”, afectados, mucho, alucinados, más, por el
embriagador perfume y en el cruce con la “ruta del Colesterol”, allá donde se juntan los caminos,
allá donde los antiguos carreteros descargaban el corcho procedente de los ricos bosques de
alcornoque mestanceños, allí en ese mismo lugar invade una niebla densa y ennegrecida que oscurece
el sol. Aparecen nubarrones, suenan truenos y relámpagos, se ha hecho la noche. Oscuridad y
tinieblas. El sol se apagó.
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Desde el palo de acotar, camuflado por su pelaje, un par de ojos grandes, amarillos
brillantes, miran fijamente, parecen avisar.
Gritos, susurros, sollozos… atestan el ambiente con un gran alboroto, tamareo de ramas,
idas y venidas, entre grandes cantidades de excrementos, no se ve nada.
Al subir el repecho, sorprendentes criaturas
monstruosas, con multitud de brazos luengos se abalanzan hacia adelante y hacia atrás, de izquierda a derecha. Amenazantes sombras
gigantescas sin cabezas. Entre los pies cruzan grandes demonios. Demonio vete al infierno. Y desde el fondo profundo aullidos de la jauría y
los chillidos de las guineas. Media vuelta y para otro lugar…
- Que sepa señor andante que no son gigantes, que son álamos, álamos viejos, heridos por el tiempo…
- Y no son demonios, que son pacíficas lagartijas.
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- ¡Calla!, ¡escucha! - No oigo nada.
- Pues eso, que no se oye nada.
Enmudece el balido de las ovejas. Se aquieta el sonido de los cencerros. Acalla el cortejo monótono y repetitivo de la abubilla. Se
dispersa, por el viento, los trinos y el batir de alas de las totovías. Se aleja, sin decir ni
pío, la pequeña bandada de gorriones. Una mariposa blanca, volando en derredor, nos
acompaña picoteando de flor en flor.
- No hay nada más triste que escuchar el sonido del silencio.
En lo alto del cerro, en una cima de la
dehesa, vuelve la vida, regresa la algarabía. Desde la piedra de observar, a la sombra de
una retama suenan los cencerros, balan los borregos. Un grupo de grajos regañan con sus graznidos al verse importunados. Las ovejas se mueven de arriba abajo comiendo y abonando la tierra, con sus excrementos, para no dejarlas
yermas. Como dicen los pastores “La oveja, donde come, deja”. Una oveja coja que no echa la siesta, la negra de todo rebaño y un par de mastines que
hacen honor a su nombre de pila.
Hay un problema serio en el campo de falta de regeneración y reforestación que se debe
principalmente a la sobreexplotación que se ha hecho de la madera de encina y a la gran cantidad de cabezas de ganado que pastan en estos lugares. Los propietarios de las grandes fincas, pocas veces residentes en la localidad, se dedican a extraer el máximo beneficio a corto plazo, sobre
todo en forma de introducción de ganado o explotación en exclusivo de la caza.
Según algunos, gracias a las ayudas a las explotaciones de ovino y caprino se mantienen muchas de estas actividades ganaderas, para
provecho de otros.
- No hay historia más sombría que la del campo viejo, agotado y desierto.
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El semental blanco, temperamental y musculoso se pavonea alrededor de la manada, sabiendo que no
es el líder, la apacible yegua manda. -El día que sean consciente de ello podrán cambiar el mundo.
La franja gris del horizonte sufre el trasiego, idas y venidas, paso permanente de
carruajes. El azul cielo se llena de estelas que aparecen
y desaparecen. La autopista del cielo acoge a estas horas de la mañana un intenso tráfico aéreo.
Y desde la piedra de observar también se aprecia el vuelo circular de un ave rapaz. Vigila
el vigilante, avanzadilla de una cuadrilla, cabezas rapadas (Skinhead), viejos carroñeros sin suerte. Buitres “esmayaos”, “escaecíos”, con alas extendidas, planean reclamando los despojos de la
muerte.
Dicen que dicen que había una vez unas ovejas abandonadas. Temiendo quedar indefensas pensaron
que el mejor animal para defenderlas era el buitre. La razón, que desde el cielo podían controlar mejor los peligros que las pudieran
acechar. Cuidarían de ellas a cambio de aprovecharse de los despojos de las fallecidas.
Por aquellos contornos rondaban unos tristes buitres que fueron los elegidos para el cuidado de
las desvalidas ovejas. Apacible y sosegado transcurría el tiempo en
aquel idílico lugar. Bien organizadas vivían felices con sus custodios. Todos los años los
jóvenes borros se marchaban, en camiones, a otros lugares en busca de futuro.
Pero llega un momento en que el rebaño se hace viejo. Mientras, los tristes buitres pasaban el tiempo en las nubes. Vuela que te vuela hasta que se muera, y entre disputas de: “si eran churras o
merinas”. Con el paso del tiempo murieron todas las ovejas, pero también murieron los buitres ya que la muerte
lo mismo come cordero como carnero.
- Los pájaros de papel vuelan sin sueños dejando tras de sí páginas en blanco.
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De pronto, desde la lejanía un rumor transportado por el viento, más bien un gemido, un
clamor, como un lamento…
Ahora sí que estamos bien tú preñada y yo en la cárcel tú no tienes quién te meta yo no tengo quién me saque.
El que canta su mal espanta. Agarrado al
transistor, escucha y canturrea, pasea su soledad por tierra extraña. Puedes estar viviendo rodeado de gente, pero, en realidad, estar más solo que la una. Los recuerdos, la pérdida de familiares
o la lejanía de ellos llevan a la soledad.
Cuando se murió mi madre dijo una verdad mi agüela: si este chico tiene suerte vivirá hasta que se muera.
Te he visto solo, cantando al viento, con el
alma rota, pero siempre sonriendo. Vagando por los caminos, amargo caminar, regando tristeza, sin
dejar de soñar. Pasa lenta la vida, detenida en el pasado,
llena de recuerdos y buenos momentos. Detrás de la ventana, espera, a ellos, duele el olvido, no hay
consuelo. Cuentan de un sabio, que un día tan pobre y mísero estaba, que sólo se sustentaba de unas hierbas que cogía. “¿Habrá otro”, entre sí decía, “más pobre y triste que yo?” Y cuando el rostro volvió, halló la respuesta, viendo que otro sabio iba cogiendo las hierbas que él arrojó.
Quejoso de mi fortuna yo en este mundo vivía, y cuando entre mí decía: ¿habrá otra persona alguna de suerte más importuna? Piadoso me has respondido. Pues, volviendo a mi sentido, hallo que las penas mías, para hacerlas tú alegrías, las hubieras recogido.
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Arrastrando el palo, escuchando su sonido,
sufriendo en silencio, hablo con el hombre que llevo dentro. En medio del campo, en el centro del olvido, alejado del mundanal ruido, camino sin
rumbo fijo. Con ojos cansados. Absorto en pensamientos. Te echo de menos, nunca sabrás
cuánto. Tu ausencia me ahoga, rodeado de gente, sola todo el día, entre tanta gente, solo todos
los días. Me falta el aliento.
Y al anochecer bajo el cielo infinito falta el aire, sobran los motivos. Temo a la madrugada y a las estrellas sombrías. Y cuando en las noches,
largas y oscuras, en sueños digo tu nombre despierto angustiado por los recuerdos. Las noches
son un infierno.
Amanece, los rayos de sol acallan los fantasmas de la madrugada. Nace un nuevo día. Hoy
será lo mismo que ayer… Soledad.
Pero… Cuentan de un sabio, que un día tan pobre y mísero estaba que sólo se sustentaba
de unas hierbas que cogía…
“Me siento SOLA, no tengo a nadie a quien acudir…”
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Las churras son las primeras que se han dejado el abrigo en el armario.
Hay un gran parque aquí en mi pueblo, un parque con columpios aburridos por no tener niños con quien jugar. Hay un parque aquí en mi pueblo con
unos bancos cansados por no tener a quien descansar. Hay un gran parque aquí en mi pueblo
lleno de árboles y rosas, habitado por pájaros que no dejan de trinar.
A veces, solo a veces, amanece sembrado de
cristales, botellas y plásticos consecuencia de la noche donde la juventud mestanceña hace gala de un
vandalismo innecesario. Tenemos que ser conscientes del privilegio que es
tener un lugar donde compartir.
- La importancia de este lugar debería ser para los mestanceños de incuestionable valor y de reconocimiento por vecinos y visitantes.
Los jóvenes no tienen donde divertirse. En los pueblos hay una gran escasez y, en muchos casos, inexistencia de infraestructuras y medios que
ofrezcan a la juventud opciones de pasárselo bien como alternativa a la fiesta y a la borrachera. Pero también es necesario que los jóvenes quieran aprovechar estas alternativas. Sería triste pensar
que para los jóvenes solo hay un tipo de entretenimiento: salir de botellón, emborracharse
y consumir drogas.
Al caso mestanceño hay que añadir otro fenómeno, somos “turroneros”, jóvenes y “bayayos”
aprovechamos todas las celebraciones de los pueblos de nuestro contorno para salir a sus
fiestas lo que conlleva el riesgo de utilizar los coches para desplazarse.
Por el contrario, los pueblos de nuestros
alrededores cuando llega el fin de semana o en la primera oportunidad que tienen se ven visitados
por aquellos, que por trabajo o por otras circunstancias han tenido que abandonar el pueblo.
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Emocionalmente deciden volver, aunque sea solo de fin de semana, por desgracia no existe el mismo
entusiasmo en los mestanceños.
A la puerta del Bar Los Arcos, en el kilómetro cero o quince, que a chulos no nos gana nadie,
“Poca cosa”, fiel escudero, a la pata de palo, me quito el sombrero. Juntos pasamos buenos momentos. Amigo. Eres un grande con alma de niño. No sientes
la cabeza, no te saldrá pelo.
Sobre uno de los dos barriles que franquean la puerta unos pastores se encuentran de “cutio”
plácidamente hablando.
- No tengo muy claro lo que representará el Parque natural del Valle de Alcudia. -Que se sepa todavía no han llegado inversiones. -El otro día aprobaron el Plan Rector de Uso y Gestión. - ¿Eso qué es? -Casi el 90% de la superficie del Parque es propiedad privada. Serán los dueños de las fincas quienes a través de compensaciones económicas se aprovechen de esta protección que da el Parque. Por el contrario, los arrendamientos de las fincas se encarecen y obligan a traer menos ovejas, pero si es merina mejor. Estas fincas sufren minusvalía en su valoración al estar afectas por el Parque. -Dijeron que vamos a tener un parque que va a ser la envidia de todos los que nos visiten. Suponemos que, aquí, será un turismo de desalambrar para poder atravesar las fortalezas valladas en la que están convertidas las fincas del municipio. -A veces parece que se piensa más en los que nos van a visitar, que no serán muchos y constantes, que en los habitantes de los pueblos.
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- ¡Ya veremos! Dice un adagio popular que “A todos los pastores se les aparece la virgen”. Claro que hay otro que
dice “Reunión de pastores ovejas muertas”.
En el interior, seis o siete personas alternan en la barra. En una mesa un grupo de mujeres toman
café. Al fondo, en otra mesa, se juega, con cierto bullicio, una partida de cartas, el juego típico
es el truque. Una fotografía de Fernando, respetado y admirado,
alma y vida de la familia Gutiérrez López, colocada estratégicamente, parece presenciar la
partida. Temprano levantó la muerte el vuelo.
El camarero tan presto como servicial atiende a los clientes. Un amplio surtido de aperitivos en
su vitrina domina la barra del bar, es su especialidad.
Y el Calvario, expositor de lo que viene y va, se
convierte en la plaza de esperar. Cruce de caminos por el que transitan vecinos y visitantes. Unos que vienen y otros que van,
Solana del Pino, El Hoyo, El Tamaral, Puertollano, el pantano, las diferentes fincas…
Esta plaza también ha sido y es testigo mudo de grandes acontecimientos, entre ellos ver como algunos mestanceños se ven forzado a irse del
pueblo con lágrimas en los ojos y en el corazón.
Ya desde primeras horas de la mañana la terraza de Los Arcos se convierte en animado punto de
encuentro de ganaderos y estudiantes. Los primeros para tomar un café antes de iniciar la jornada laboral y los segundos para ser transportados
hasta la localidad de Puertollano donde van todos los días para cursar sus estudios de ESO,
Bachillerato o FP. Ya no subo la cuesta que me acerca a los recuerdos
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Un extraño ruido, como un golpeo, como el aporreo de una lata, así suena una música procaz. Es la banda sonora que a diario señala que hay vida en
este misterioso lugar. Es el bueno de un frustrado músico apalizando su batería. Autodidacta. En
busca de su ritmo y de su sonido. Con asistencia y persistencia quiere hacer realidad su vocación de
baterista. Se dice, se comenta, se refiere… que los vecinos
están haciendo una colecta para poderle comprar la batería y que deje de hacer esa música tan
peculiar.
Y en la Plaza del pueblo, el mercadillo. Amparados por los brazos de la grandiosa farola se acobijan unos tenderetes que han tenido a bien visitarnos en este día frugal. Frutas, verduras, embutidos, jamones, chope, salchichón, bragas, sujetadores,
camisas, sandalias, zapatillas, bolsos, cinturones, juguetes… en general, alimentación,
frutas, conservas y vestiduras.
- Unas pocas mujeres han salido a “alquerir”. Observan con detenimiento el género de los diversos puestos, no están tan abarrotaos como antaño, hay menos gente cada año.
El mercadillo es un agravio para el comercio
local. Somos de los pocos lugares donde hay dos días a la semana y si no, Mercadona está cerca. Esta forma de solidaridad también forma parte de
los mestanceños.
Somos poco emprendedores, con pocas iniciativas innovadoras, por ello la carencia más grande que
tenemos es no contar con gente que quiera invertir en el pueblo. Somos más de nómina a final de mes y
de ayudas públicas. Y a los pocos emprendedores que tenemos ya nos encargamos nosotros mismos de imposibilitarle su progresión. “El Duende”, Casa Tutelada, Paseo, Piscina, Albañiles… ¡Lo de fuera es mejor!
En muchos casos carecemos de empatía, la falta de ella nos hace ser indiferentes a los pormenores de
nuestros convecinos.
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Y también en la Plaza, una terraza de verano disputa a los puestos del mercadillo su lugar, sillas y sombrillas, todo al “retortero”, se posicionan como si esperaran una avalancha inminente de clientes, “Bar Restaurante Casa
Gila”. Truhan o señor, bohemio y soñador… a veces,
recuerda a su homónimo humorista…
- ¿Es el enemigo?… ¿Ustedes podrían parar la guerra un momento?… ¡Que si pueden parar la guerra un momento!
- Le quería preguntar una cosa ¿ustedes van a avanzar mañana? ¿A qué hora? Entonces ¿cuándo? el Domingo.
- Pero ¿a qué hora? ¡Ah! A las siete estamos todos acostados. Y ¿no podrían avanzar por la tarde? Después del fútbol. ¡Gilaaaaaaaaaaaaaa!, una voz, poderosa, de mujer, desde el interior, llama. Teófilo como si no hubiera roto un plato en toda su vida esboza una media sonrisa y se introduce en el bar.
La calle del Casino, cerrado, alberga los coches
que normalmente ocupan la Plaza.
En la puerta del despacho del pan, tres o cuatro treintañeros se encuentran “chaspando”
amistosamente. Unos metros más allá el “Consultorio Médico”. En
la sala de espera se habla con toda naturalidad de enfermedades, también se crítica la atención de los médicos o de la Seguridad Social y en menor medida se reconoce la labor de alguno de estos
profesionales. Aquí se juzga a médicos y “practicantes”, pero también se aprovecha para “analizar”, “tomar el pulso” y el “colesterol” a la vida cotidiana del
pueblo.
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Llegará un día que se tendrá que prohibir ponerse malo en Mestanza. Las consultas dejaran de ser diarias.
Hay poco personal tanto médico como de enfermería para atender los consultorios de los pueblos, entre bajas, vacaciones, etc., los vecinos se encontrarán desprotegidos ante la falta de
asistencia médica y mucho más por la “cercanía a Puertollano”.
En verano es cuando más se notan estas deficiencias, cuando médica/enfermera tienen que
hacer las sustituciones de los compañeros de otros pueblos, dejando semi-abandonados las consultas de
sus propios pueblos.
¿Y las farmacias? No se avecinan buenos tiempos para las farmacias de los pueblos. Se han cerrado muchas porque no tienen medios para subsistir. El cierre de las farmacias supone un recorte sin precedentes en la prestación de los servicios
básicos en los pueblos.
¿Y el banco? Demos gracias a que de momento tengamos un “agente financiero”, de aquí al cierre
hay un paso. La falta de oficina bancaria complicaría la vida de la mayoría de los
residentes en el pueblo, sobre todo a los más mayores.
Como mucho, en algunos pueblos llevan el banco en un autobús ciertos días del mes, con lo que la gente saca grandes cantidades de dinero o los pensionistas sacan toda su pensión de golpe, acumulando gran cantidad de efectivo en casas donde la mayoría viven solos, con la excusa
perfecta, “Puertollano está cerca”.
- Me joden los agoreros.
- Ya, pero mira lo que pasa en el verano, que es cuando más gente hay en el pueblo, con la médica y la enfermera. Pregunta en Solana del Pino o San Lorenzo lo que ocurre con la
Miguel Martín Gavillero
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farmacia. Cuando las barbas de tu vecino veas pelar…
- Mira lo que ocurre con los niños de la escuela, guardia civil, el cura, el autobús, el secretario, los bares cerrados …
Lo cierto es que la gente ha colaborado, se ha
sacrificado en los tiempos difíciles, ha sufrido y aguantado todo tipo de recortes. Pensiones, sueldos, educación, medicamentos, copago
farmacéutico y un largo etcétera. Los gobiernos se han aprovechado de ello, pero la crisis, según dicen, ya ha pasado y todos esos
sacrificios y recortes parecen que se han convertido en una obligación impuesta, pero aquí
seguimos tragando.
El compromiso con nuestros núcleos de población es garantizar una calidad de vida a sus vecinos y la atención sanitaria es fundamental, sobre todo tratándose de poblaciones de gente mayor y de
ancianos precoces, ya que la administración tiene la excusa perfecta: “Puertollano está cerca”.
Miguel Martín Gavillero
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Es una tarde clara, de primavera. Y a las cinco de la tarde, hora lorquiana, eran las cinco en punto de la tarde, cuando a campana tañida se anuncia el
primer aviso del sepelio.
Mestanza parece sumido en un extraño abandono incluso a estas horas del día, y esa impresión no sólo se debe a las calles vacías, es el silencio
que hay. Es la hora en que los niños deberían estar
jugando, llenando de gritos la tarde. Pero por las calles apenas se ve un alma… algunos gatos negros, “algotros” blancos, siameses, atigrados tomando el
sol en los muros de las casas viejas o “espanzurraos” en mitad de las calles con miradas desafiantes y de paso, como en las películas del Oeste, un arbusto seco movido por el viento.
Vacía, vacía, vacía, caída, habitada…, cuento 20
casas, 15 vacías, 4 solares, 1 habitada. En los nidos de antaño no hay pájaros hogaño.
Hollando las calles en estas horas de la tarde, miro las casas vacías, algunas con las puertas
rotas y con “eslodones”. Y acude la nostalgia, al imaginar tiempos pasados con estas mismas calles llenas de gentes paseando y de niños jugando.
Pero estamos aquí y ahora, en el pueblo,
escuchando el rugido del silencio. La Plaza se ha convertido en un gran aparcamiento de coches de los acompañantes al entierro. Pero no hay rastro
de presencia humana. ¿Dónde está la gente? Casa Gila está cerrado.
Inesperadamente el silencio es roto por las campanas que anuncian la segunda llamada a la
ceremonia mortuoria.
Y en la puerta de la iglesia, VIDA, los hombres se quedan hablando, las mujeres pasan al interior
para la celebración de la misa y el responso. Qué paradójico en los entierros, la vida del pueblo.
Miguel Martín Gavillero
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La muerte de uno de los nuestros es un acontecimiento que sirve para encontrarnos.
El tercer toque de la campana espanta a una gran cantidad de las palomas que anidan en la torre.
Sentados en el banco de piedra adosado a la pared del jardín y de la casa del cura, a la sombra, se echa la vista atrás en un pequeño recuerdo al
difunto. La edad que tenía y acaso, la enfermedad de la que había fallecido. Hijos, familia y ya
está. ¡Qué bueno era!
Antiguamente eran las esquinas de las calles el lugar de reunión para contar cotilleos y hacer
chascarrillos sobre la vida diaria, ahora son los entierros los lugares elegidos para ello, ya que son uno de los mayores actos sociales que se
celebran en el pueblo.
De pronto se abre la puerta de la iglesia señal de que hay que pasar para dar el pésame a los familiares del difunto. Una larga y a veces tortuosa fila -por no perderse detalle de los
acontecimientos del interior- de mujeres y hombres recorre todo el lateral de la iglesia. Los
familiares más cercanos se sitúan en la escalinata del altar para recibir con una inclinación de
cabeza el pésame. Siempre y por lo general, alguna mujer, ¡machista!, se salta el protocolo y procede
al besuqueo de los familiares. El difunto, de cuerpo presente, se encuentra expuesto en su caja, menos mal, frente a la
escalinata.
A la salida de la iglesia la gente forma el cortejo fúnebre detrás del muerto, pero al llegar a la plaza se produce un “esturreo” de dolientes cada uno a su casa, hay que recogerse temprano. Solo los parientes más cercanos y los amigos más íntimos acompañan al coche de los muertos que
enfila la calle Carnicería y Pozo Nuevo hasta la “Residencial Puerta del Cielo”. La familia tiene comprado un unifamiliar a tres alturas con vistas
y soleado.
Miguel Martín Gavillero
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Al caer la tarde, cerca del ocaso, algunas mujeres salen a pasear.
El atardecer de Mestanza no desmerece al amanecer.
Y en la piedra de observar me detuve un rato para ver cómo se acostaba el sol. Miraba cómo, el sol,
caía lentamente salpicando con sus rayos el horizonte de un color rojizo que contracta con el
azul del cielo. Sobre una colina al fondo el pueblo, sobre él se cierne una alargada sombra. Y había armonía, había tranquilidad, se podía
reflexionar. Las ovejas se han retirado a descansar, los perros
en máxima alerta, pero en son de paz y los pastores en el bar. Las últimas estelas del cielo se van fundiendo con la oscuridad de la noche.
Algunos puntitos brillantes comienzan a centellear en el firmamento. También se ve la luna
resplandecer en el cielo despejado del atardecer…
Y al anochecer, las farolas iluminan la soledad de las calles tristemente vacías. Solo la gran farola de la Plaza se empeña en querer animar
la vida del pueblo. No te cambio la luna y el cielo mestanceño
salpicado de estrellas.
Como si de una película de miedo se tratara se comenta que si sales de tarde-noche por el pueblo
y te caes no te encontraran hasta la mañana siguiente.
“Anca” Gila está abierto, las sillas y las
sombrillas no se han movido del mismo lugar de la mañana. Hay algunos coches aparcados en sus
alrededores. Los mestanceños tenemos que coger el coche para ir al bar, también se dice que para ir
a mear. Y no pasa nada, ni la tenue voz del televisor rompe la monotonía de la noche, el Casino también está abierto… son los mismos
clientes de siempre que casi no tienen nada nuevo que decirse.
Miguel Martín Gavillero
LADRONES DE ALBARDA
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Los Arcos han cerrado, en la posada del pino
descansa la procesionaria. El “cantón de la Miguela” se ha quedado desocupado y tranquilo. Desde la lejanía, reclama compañía el aullido
lastimero de un perro solitario. Y a estas horas de la noche iluminada por una
luz nostálgica la Plaza del Calvario es una plaza triste, silenciosa y desierta con un cartel que
anuncia: “Cerrado hasta mañana”
Y el invierno sí que se hace largo en el pueblo. El invierno es más triste, a las seis ya
es de noche y hay poco que hacer, ver la tele. Las tardes se hacen largas y aburridas y de noche,
Mestanza, presenta un aspecto más solitario que de día.
Atrás queda tu pueblo, casi vacío, indiferente, sombrío, con sus casas vacías y sus sueños rotos. Amanece que no es poco.
- ¡Calla!, ¡escucha!
- No oigo nada. Pues eso, que no se oye nada. El mismo silencio, la misma soledad…
Un día es como otro día, y no pasa nada, monotonía…
“Lo tenemos que hacer hoy porque se nos acaban los mañanas”
Junio 2019.
Ladrones de albarda
Miguel Martín Gavillero
LADRONES DE ALBARDA
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El campo se ha teñido de rubio, solo las retamas y
algunos cardos borriqueros colorean el dorado pálido de los pastos arrasados por el ardiente sol
del verano de nuestro pueblo. El calor es sofocante, el viento quema la piel. La calima se
esparce por el horizonte. - Tierra seca, tierra quieta de noches inmensas.
Desde la piedra de observar se aprecian
incipientes rodales oscuros, borrones en el pasturaje, allí donde sestean las ovejas, de pie unas, tumbadas “algotras”, al cobijo de unas
retamas, apretujándose entre ellas, muy juntas, tapujadas del calor, metiendo la cabeza unas por
otras, para escapar del sol y las moscas.
Y al fondo, en el pueblo, la, prematura, danza virtual de las cigüeñas y sus retoños aprendiendo a volar. Primeros pasos de “ballet”, sobre una zanca, sobre la otra, extensión de alas, media vuelta, salto, salto, minué. Los cigoñinos se
preparan para volar, sus padres intentan enseñarles los entresijos de la vida. Al principio todos vuelan juntos explorando el mundo exterior,
pero un día sobrevuelan nuestras cabezas, abandonan el nido y se van.
- Que pena, que pena, que dolor.
“Enseñarás a volar, pero no volarán tu vuelo. Enseñarás a soñar, pero no soñarán tu sueño. Enseñarás a vivir, pero no vivirán tu vida. Sin embargo… en cada vuelo, en cada vida, en cada sueño, perdurará siempre la huella del camino enseñado.”
Miguel Martín Gavillero
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El pueblo se engalana, se barren algunas calles,
se quitan los “yerbulajos”, se espantan las telarañas. En la puerta de la casa en ruinas, del
otrora poderoso, crece la higuera. Se limpian las casas, se enjalbegan sus fachadas.
¡Tú, eso era antes! Ya llegan las fiestas, ya vienen por el puerto.
En las calles principales se colocan banderitas de papel que movidas por el viento aplauden al paso de la gente. Algunas colgaduras en los balcones
con la imagen del santo Patrón y en otros, también, la enseña nacional.
Hay banderas viejas, descoloridas y banderas nuevecitas, recién “alqueridas”.
Los pequeños colegiales de vacaciones. Como no hay a quien vigilar han guardado el banco de cuidar. También holganzas los vigilantes que vigilan. Y en la charca del pueblo no se bañan las ranas
sino las personas, también una pareja de marrulleras palomas y, a horas tempranas, una bandada de mojinos obscenos. Ahora sí que hay deleite, con tanta gente, es cuando funciona a
todo gas la planta de “Destilar”. Y en la confusión de esta gran revolución la vitalidad ha tomado el poder destituyendo la
tiranía de la calma. El pueblo se despereza de su letargo, de rutinas, de indiferencias. Se sacude ese silencio atronador solo interrumpido, algunas veces, por el ruido de la sopladora de hojas o el Dumper municipal y, de muy tarde en tarde, por la megafonía del melonero
o el tapicero.
“Atención señora, ha llegado a su ciudad el camión del tapicero. Se tapizan sillas, sillones, butacas, tresillos, mecedoras, descalzadoras y toda clase de muebles y tapicerías que tenga en mal estado. No deje pasar esta oportunidad. Tapizamos en tela, escai, terciopelo, y pana. Recogemos y entregamos en su propio domicilio.”
Miguel Martín Gavillero
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Y la Plaza del Calvario cuenta los días, cuenta las horas, abre las puertas de par en par, espera impaciente. Se prepara para dar el mejor de los
recibimientos a nativos y forasteros. Hace tiempo que algo “barrunta”, pues está “horquillá” de ver pasar, más a menudo de lo habitual, al camión de la Mahou, Amstel, Coca Cola, Fanta o el de Pascual… y se pregunta ¿Por
qué será? Y en el mismo Calvario se ha cambiado el cartel de
“Cerrado hasta mañana” por otro que advierte: “Este Pueblo se divierte”
¡Atención señoras y señores, niños y mayores, ha llegado a su ciudad el camión con las fiestas de
San Pantaleón! La primera impresión es que se ha producido la
gran invasión. ¿Hay coches en las calles? - Hay gente.
Poco a poco va aumentando el ruido de los autos que pasan, que aparcan, que anegan las calles
“güeras”. Pero lo principal es que, hay bullicio, en las calles, en las plazas, en el Parque. Hay adultos, pero también, muchos “filios”, haciendo
ruido en todos los sitios.
- ¡Niño deja de joder con la pelota! - Digo: ¡Deja de joder con el móvil y la
maquinita!
Miguel Martín Gavillero
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Pero, dentro de tanta algarabía me es imposible soslayar que la alegría de unos pasa por encima de
las tristezas de otros. Mientras unos nos divertimos otros lo pasan mal.
Y en el mapa de su cara distingo el paso del
tiempo y del sufrimiento. ¡Cómo pasa la vida! Con su andar vacilante. Con el cuerpo encorvado. No mantiene erguida la mirada.
No mira al cielo siempre al suelo. Luchando contra el tiempo y el desencanto de la edad.
Y pasan los días, llegan las horas, nada pasa y nada queda.
Es más cómodo dejarlos donde habita el olvido.
Se le quiebra la voz. No le salen las palabras. Se le empañan los ojos. No hay día que no te recuerde entre tanta gente. ¡Siento un gran vacío! Ando
solo, ando acompañado, estoy perdido. Acuérdate de mí, no me eches en el olvido.
Tristeza y frustración.
Cierto es que las fiestas no llenan las ausencias de los seres queridos, ni curan enfermedades, ni solucionan problemas, pero las fiestas son vida,
son colorido, animan el espíritu. Son la identidad cultural de un pueblo.
- La vida es como una caja de bombones: nunca se sabe el que va a tocar.
Miguel Martín Gavillero
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Hollando las calles de noche veo a gente, no tanta como antes, en las puertas de sus casas siguiendo el ritual de tomar el fresco cerca del umbral. No te cambio la luna y el cielo mestanceño
salpicado de estrellas.
Dentro de las casas no corre el aire y sí, en la puerta de la calle. Las noches de verano en Mestanza son largas, y si no tienes aire
acondicionado el calor “ocupa” las casas para quedarse. Durante el verano el mejor lugar para
pasar la noche es al raso. Quiso pegar el salto y cayó en el charco.
Días antes de las fiestas supuso un desafío poder
conciliar el sueño en este lugar. El calor “achuchaba” una barbaridad.
Pero después de la pólvora, ¡llévate la “rebeca”! si quieres estar en el recinto ferial.
Al ver estos días gente sentada a su puerta no he
podido evitar que me venga a la memoria el recuerdo de un tiempo donde este hecho era algo
habitual. Es una bonita estampa pasar por las calles con
gente sentada a las puertas de las casas. Y es especial eso de sentarse, después de cenar, en la calle para tomar el fresco, para hablar,
para saludar, también, para ver -algún día te darás cuenta- a ciertas
edades, cómo pasa el tiempo por delante.
Pero lo que nunca puede faltar, en esto de tomar el fresco, es el parloteo y lo más importante “el
cotilleo”. Se dice “el referir” ¡ah!
Niño ¿Y tú de quién eres?
Soy de Domingo el de la Elisa y de Francisco que en realidad se llamaba Silvestre, pero era más
conocido como Quico el de “Balanguera”.
Miguel Martín Gavillero
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En estos tiempos tan rimbombantes ya no abundan tanto las sillas de enea, ahora florecen las “gandulas”, mecedoras y sillas de plástico o plegables. También es característico, ver a hombres, machos, camisa abierta o a pecho
descubierto dejando respirar la barriga cervecera. En algún umbral, al fresco, he visto un botijo con elegantes vestiduras. Sus orificios protegidos con
caperuzas de ganchillo muy coloridos.
Tiene su gracia el pasear en la nocturnidad. Cuando pasas por donde está la gente sentada se hace el silencio, después de dar las buenas
noches, cuando ya has pasado, aunque creen que no los oyes, hay cuchicheo.
Noches al fresco, con sabor a pueblo.
Niño ¿Y tú de quién eres?
Soy de la María Dolores que en verdad se llamaba María del Carmen. Era la hija mayor de Maximino Gavillero y de la Victoria. Vivieron mucho tiempo en el campo y luego en la última casa del cerro
del Castillo.
Miguel Martín Gavillero
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Comienzan las celebraciones con algunas decepciones. La poca participación en el
Mestarock. Ni viejos ni jóvenes “roqueros”. Sí, “roqueros”. Somos como las rocas, impasibles, desagradecidos,
injustos. Los viejos rockeros nunca mueren, pero los matamos
nosotros. Como a casi todo lo nuestro.
Y no digamos del concierto de la Asociación Folklórico-Cultural “Virgen de la Antigua”.
Por no sé qué prejuicios locales no se le da la suficiente importancia y trascendencia a la labor
de ésta y otras Asociaciones desde todos los ámbitos de la vida local.
Lo único que pretenden es mantener vivo nuestro Pueblo.
Paradójicamente este reconocimiento, como en otras actividades locales, viene de aquellos que no se
encuentran en la población, de aquellos que llamamos “los madrileños”.
A la apatía y la crítica de los residentes se sitúa la participación, la colaboración de los que vuelven. Muchas de las actividades organizadas dan la sensación de estar hechas para ellos, son los
únicos que parecen disfrutarlas.
Miguel Martín Gavillero
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Sin disimulado orgullo local patrio ansiamos la llegada de las fiestas del Pueblo. A pesar de que
todos los años parecen lo mismo, el paso del tiempo las hace diferentes. Se intenta mantener la
esencia que es lo primordial. Mestanza presume y vive estos días con orgullo y
pasión las fiestas de San Pantaleón. Rompen con el silencio y la monotonía. Vuelve la alegría, pero lo más importantes es que nuestras
viejas calles recuperan la vida durante unos días. Cuando caminas por ellas escuchas voces en casas
que, ayer, estaban vacías. ¡Joder qué alegría!
Las fiestas son una ilusión entre el calor del verano, el frío del invierno y el silencio del
resto del año. Es sorprendente ¡cuánta juventud!
Vivimos estos días de prisa, vivimos acelerados. Se come, se disfruta, se bebe como si no hubiera
un mañana. ¡No tienen hartura! Los mestanceños vivimos con intensidad las
fiestas, las vivimos como nadie y las hacemos partícipes a forasteros y visitantes. Así es nuestro pueblo en estado puro.
Salir de cañas o a “chatear” con los amigos antes de comer no tiene precio. Y si se “tercia”, hacer una “lobá” como hacía tiempo que no lo hacías.
Tras pasar el día entero poniéndote hasta el culo de cervezas, de cubatas y de decir tonterías, no piensas en el tiempo que, a tu edad, necesitarás
para recuperar. -Tu marido tiene un acento extraño ¿de dónde viene?
- Del bar.
Las fiestas también sirven para enraizar, para recordar, para no olvidar.
- Quiero decirte señor juntaletras que a mí no se me olvida el lugar de dónde vengo.
“En los pueblos caló la idea perversa de que el éxito consistía en marcharse de aquí y los fracasados son los que se quedan”.
Miguel Martín Gavillero
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Hay un Parque, aquí en mi Pueblo, hoy, orgulloso. En verano verde y fresco, en invierno triste y
frío. Desde primeras horas de la mañana algunas personas mayores pasean, sorteando botellas de alcohol, a
medio consumir, plásticos y cristales. ¡Qué trabajo costaría echarlos en el contenedor
que tienes al lado! Se debe de apostar por evitar latas y plásticos y
usar materiales reciclados. Algunos “Bayayos”, luchando contra el colesterol y la alta tensión, suben y bajan, acompañados por el cántico placentero de los jilgueros. Entre las sombras de los árboles saborean el frescor
mañanero. Y en sus bancos, viejos precoces y algún que otro “carcamal” comparten amistades, viejos recuerdos, batallitas de chavales. Retroceden en el tiempo. Cavilan, con la experiencia y la sabiduría que da la edad, una “ringlera” de anécdotas, no exentas de nostalgia, de cómo eran las fiestas en su
juventud. En los charcos de la pista de baile lo mismo beben agua las palomas que los gorriones, también se
mojan los pies algunos osados viandantes. ¡Barata está el agua!
El verano se ha llevado la última fragancia mimosa del Paseo.
Y en este mismo lugar, en el “Pozillo”, por la noche, convertido en recinto ferial, pulula la vida social. Atracciones para los más pequeños y los no tan pequeños pueden beber, comer y hasta bailar. Hay familias enteras que salen a cenar. Entre los pollos, los churros, el kiosco y la
pista de baile la sociedad mestanceña se deja ver. Se entremezclan besos y conversaciones, encuentros
y abrazos. Corrillos de gente “chaspando” muy alegres.
Te pones tus mejores ropajes porque vas a salir. Y nada más llegar al “Pozillo” los primeros aromas
se impregnan en los lindos vestidos. Olor a pollo, churros y fritanga…
¡“Güele” a fiestas!
Miguel Martín Gavillero
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En la pista de baile, a primera hora que son pasada la media noche, junto al escenario, los más pequeños, asombrados, miran los juegos de luces.
Algo más alejado algunas parejas -pocas- de personas mayores o de maduritos intrépidos se agitan bailando pasodobles. Aunque ni con
pasodobles, merengues, ni rancheras… se consigue animar a esta gente. Otros, apoyados en la barra del bar vocean para hablar, “algotros” observan
armados con vaso en mano a los demás. Y la mayoría, sentados en las mesas saborean
bebidas y en algunos casos algunas comidas… pero en todos los casos hay que gritar.
Algunos para hacerse oír se acercan mucho a ti, con lo que, además del aliento te lanzan algún “plomazo”, algo que intentas evitar manteniendo
una prudente distancia de seguridad.
Y allá en el fondo, en el fondo del Paseo, en la oscuridad, el “botellón”. Grupos de adolescentes, hormonas en pie de guerra, deseos de experiencias
y con muchos pájaros en la cabeza, comparten alcohol, refrescos, tubos de plástico, hielo, una
música letal y más de una droga ilegal. Las calles Saturia Hidalgo y Juan Vallejo se
convierten en el “cagódromo” y el “meódromo” del “botellódromo”.
Algunos, ya talluditos, también se resisten a perder el frescor de la juventud y compiten con
los adolescentes en el botellón.
Algunos días de las fiestas se cambia la orquesta por algo que llaman discoteca móvil, donde unos DJs -Diyéi- Discjockey- lo que antes, cuando tú moceabas, llamabas “pinchadiscos”, ¡viejo! - acompañados de espectaculares equipos de luz y sonido, expelen música grabada a todo trapo y
siempre con el mismo ritmo.
Cuando la juventud, bien entrada la noche, en grupos, decide aparecer por la pista de baile, alguno ya casi en estado de coma etílico, ocupa estratégicamente todo el recinto. No han olvidado
Miguel Martín Gavillero
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el alcohol, el “yelo” y los refrescos. Lo demás lo traen puesto.
Los jóvenes se cimbrean al ritmo de sonidos estridentes y machacones. No se baila con los
pies. Hablan, es un decir, a voces por encima de la música para hacerse entender.
Creo que alguna vez también fuimos adolescentes.
Jóvenes e inconformistas. Más de una vez cerramos, sin música, el baile. Desayunasteis con los Cholet de Panta. Esperasteis, arremolinaos, al camión de los toros, en el cantón, ahora sí, de la Miguela.
Y ahora, después de tomar la papilla y las pastillas, me acuesto temprano y si vibran los cristales este jaleo no me vale. No sé qué pasa,
suena a escusa barata, la juventud se pasa. Estos días no canta a su hora el gallo de corral de la casa rural. Ha recibido la visita de unas
promiscuas gallinetas de la capital. Toda la noche bailando. Toda la noche saltando. El gallo se
durmió y esta mañana no cantó. Hay cosas que solo pueden pasar en las fiestas de
Mestanza.
Y cuando llegan las 6 o las 7 “u” las 8 de la mañana y los primeros rayos de sol impide, a la juventud, ver más allá de sus narices. Otros, nos acordamos del “pinchadiscos”, del alcalde y mucho más de las madres - ¡qué culpa tendrán las madres!
- de los que vuelven del baile “colocaos”, gritando, aporreando contenedores y meando en
cualquier sitio. Ya ha terminado el día, no tenemos muy claro qué hora es, parece que hace tiempo que amaneció, el
sol pega fuerte pero solo es el amanecer. Hay que despertarse, que todavía estamos de ayer. Y en las casas de Mestanza se produce el relevo, el cambio de turno. Unos se acuestan, otros se
levantan. Por más que lo intentes, no hay manera de hacer
coincidir a adultos y a adolescentes. Y digo yo, ¿no será qué, los adultos por el hecho de serlo, no somos tan adultos, al igual que los adolescentes, por el hecho de serlo, no son tan
inmaduros?
Miguel Martín Gavillero
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- ¡Calla!, ¡escucha! - Se oye música. - Suena la música en “el pueblo entero”.
Desde horas tempranas, para algunos, la banda de música toca alegres dianas, pasacalles
musicales, sin gigantes ni cabezudos. Son el preludio de los diferentes días festivos que
celebra el pueblo de Mestanza. Por puertas y ventanas el vecindario se asoma
para ver la marcha triunfal de la banda musical.
Ha amanecido un día claro y fresco.
Brilla el sol, pero corre una ligera brisa que refresca y mucho el ambiente.
Esta noche se ha podido dormir a pierna suelta, “arropaos” y con las ventanas “echás”.
Es 27 de julio, festividad de San Pantaleón. La población se despierta al ritmo de bonitos pasacalles. Hay prisas, hay emoción. Hay que
ponerse guapos para ir a la procesión. El Pueblo está como nunca, hay “apreturas” en el
pan, en la iglesia y en el bar. Un gran repique de campanas anuncia la gran solemnidad. Es el día grande de Mestanza. Las campanas no van a misa, pero avisan.
La gente se “acicala” vistiendo sus mejores galas. Antaño era el día señalado para estrenar ropas y
zapatos nuevos. Algún “andrajoso”, que todavía anda de noche, se
pasea, dando alguna “trabancá”, por los alrededores.
“San Pantaleón es una fiesta de hermandad popular. Todo el pueblo puede sentarse en estos días a la misma mesa sin distinción de clases ni edades y olvidándose hasta las desavenencias personales”
Miguel Martín Gavillero
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¿La iglesia? Concurridísima de fieles y devotos. Saludos, besuqueos, amasijo de perfumes, fuertes cuchicheos. A la salida, el Patrón, es recibido
con vítores y aplausos. Mientras, la banda musical interpreta el himno nacional.
A continuación, solemne procesión.
El desfile procesional encabezado por las insignias de la Hermandad. Presidido por el cura,
con su sombrero, y la autoridad local. Durante el recorrido mucho compadreo, ni se sabe
cuántos “autorretratos”, excesivo postureo.
- Se pasa más tiempo gravando la realidad que observándola.
Y todo lo anterior al son acompasado de marchas procesionales interpretadas por la banda de
música en desganada formación. Durante todo el trayecto un continuo repiqueteo. No se ha echado de menos el abanico. Tampoco
falta el cotilleo.
- “Cucha”, fíjate, va hecha un “adefesio”.
Para rematar, hace el agosto, aunque estamos en julio, el “retratero” con los posados robados entre el fervor religioso de la procesión del
santo Patrón.
- Pues “dioque” este año no puede venir a los toros porque tiene trabajo.
Religiosidad interesada, religiosidad agradecida.
Feligreses descalzos, promesas cumplidas. Los castillos de pólvora también son el pago de una promesa o para que se cumpla algún deseo. Algunos fieles acompañan la procesión en
cumplimiento de promesas hechas. En la procesión participan casi todos los
mestanceños, unos con su asistencia, otros desde las puertas de sus casas, desde los balcones,
desde las puertas de los bares o en las esquinas del recorrido.
Otros, llevan la procesión por dentro.
Miguel Martín Gavillero
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¡No sé que tienen los Santos de los pueblos que lo mismo acogen a fieles y devotos que a ateos,
agnósticos o protestantes! No puedo obviar a aquellos fieles mestanceños que lejos del hogar llegado este día tienen un momento para añorar. Mestanceños ausentes se acercan al
monasterio de la Encarnación para ver el milagro o el suceso inexplicable que año tras año, el 27 de julio, unas gotas de sangre de San Pantaleón se
empiezan a licuar y adquiere un color más brillante. Dura cuarenta y ocho horas y la sangre
vuelve a solidificarse.
“Los hermanos tenían la obligación de llevar velas encendidas, pagadas por ellos. Debían de confesar y comulgar para ganar las indulgencias que se concedieran”.
Terminada la procesión y precedidos de la Banda de Música, las Autoridades y la Hermandad de San Pantaleón, en blanco y negro, se trasladaban, a la casa de los señores cofrades de la Hermandad, para tomar el tradicional refresco, vino y garbanzos torrados. La casa se despojaba de todo mobiliario, en la estancia mayor, en el patio y adyacentes se colocaban mesas y algunos tableros, con sillas en todas ellas. La mesa presidencial con el alcalde a la cabeza, el cura, el comandante de puesto de la guardia civil y el presidente de la Hermandad, el resto, los hermanos de la Cofradía de San Pantaleón con sus escapularios al cuello con el fin de evitar abusos introducidos y que eran causa de disgustos entre los mismos Cofrades. Solo se sirve, en el convite o colación, de la tinaja, el refresco, de la garrafa de vidrio, algo de vino “a granel” y de algún “dornillo” se reparte, lo tradicional, los garbanzos torraos. Acaso, en alguna casa de los más pudientes, alguna vez, no siempre, se pone, además de lo anterior, aguardiente, “mantecaos”, magdalenas o rosquillos.
En la puerta de la casa un nutrido grupo de niños, - ¡qué hermosura de niños! - de ambos sexos, ordenadamente, esperan impacientes que alguien se digne en sacar un cesto con los torraos que a “puñaos” va introduciendo en los pañuelos de cada uno de ellos.
Miguel Martín Gavillero
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Cuando el pañuelo está lleno, se guardan en la “faltriquera” del pantalón y si ya no caben se corre hasta casa para dejarlos en algún tazón. Se vuelve nuevamente por si hay segunda “refacción”.
Algo excepcional, ha sobrado refresco de la colación. Alguien se ha acordado de los niños de la calle y les sirve una jarra. En el mismo vaso beben del líquido elemento todos los chavales. Algunos no lo pueden disimular van con los labios manchaos del polvo blanco (yeso) de los garbanzos torraos.
Al terminar la procesión los fervientes feligreses
se reparten por lo bares, pero en general, un Mestanza colorido se dispone a saborear el “puñao”
que se celebra en el salón municipal. La banda de música ameniza la velada con las más escogidas piezas de su extenso repertorio, entre
la que no puede faltar el “Paquito el chocolatero”.
A bombo y platillo se han promocionado las fiestas
patronales de nuestro pueblo. Invitación, al pueblo en general y forasteros que
nos honren con su presencia, con garbanzos “torrados”, vino y refrescos.
Pero en algún tiempo “pasao” la colación se convirtió en ver quién ponía más y mejor. Se nos fue de las manos y ahora a ver quiénes son los
“pobretones” que rectifican. Patatas fritas, almendras, revuelto de frutos
secos, berenjenas, queso, salchichón, sándwiches, aceitunas, cortezas…etc., etc.,
etc., y en algún rincón unos platos de garbanzos torraos.
Se ha “pasao” del “puñao” a las “almorzás” y en cuestión de cervezas hasta hartar.
- Y la pobre Esther se queja porque no se beben el refresco que tanto le ha costado hacer.
“Y en caso de que hubiera algún refresco o convite sea sin exceso, para evitar motivos de contiendas, de modo que no se puedan exceder a convidar a parientes ni amigos de ninguno de los soldados por ningún motivo”
Miguel Martín Gavillero
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- Giuston, tenemos un problema.
Hay voces disidentes. Hay gente que se queja. O la Plaza se hace más grande o las Peñas se hacen las
dueñas. Localidades gratis para todo el vecindario y forasteros que nos honran con su asistencia.
Por si lo necesitan, una palmadita de felicitación a la Organización.
Hay que habituarse, en estos días tan especiales se vive entre las críticas y el halago.
En esto de lo público se acaba con la cabeza al sol y los pies en el agua.
Algo que no se puede evitar es tener convecinos aviesos, de esos que siempre van buscando las
vueltas a todo.
- Gilipollas hay en todas las partes Días 28 y 29, a las nueve y a las diez, con
permiso de la autoridad superior competente y como el tiempo no lo impidió: suelta de reses bravas en la vía pública. Los encierros reúnen a todo el
Pueblo, llenando las calles, de gente, de coches, desde bien temprano. A los de aquí, también a los
forasteros. Por la tarde, a las dieciocho y diez, -este año el alcalde se ha levantado antes de la siesta- hora taurina por antonomasia, suelta de reses en la
plaza de España. A pesar del fuerte calor reinante la Plaza estuvo
“abarrotá”. Sauna bajo el sol.
La plaza está llena de gente, unas son conocidas y otras son caras nuevas. Pero lo que más sorprende
es la cantidad de mocerío existente. ¡Cuánto colorido!, ¡cuánta animación!, ¡cuánta juventud!
Miguel Martín Gavillero
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Hay que sembrar fiestas, hay que sembrar pueblo. Tallos verdes de esperanza en un triste pueblo
agonizante. El estruendo del “cobete”, primeras voces,
primeras carreras, primer “esturreo” de gente, grandes aspavientos, algunos, pocos, chillidos de
mujeres, principia el encierro.
Ya no se chilla como antes. Entre la muchedumbre se escucha una forma singular de hablar, es una
mujer, es el “deje” mestanceño que se está perdiendo.
También se ha perdido, por motivos sanitarios, el reparto de la carne de las reses lidiadas
entre los componentes de la Hermandad.
- ¡Ni la purga de Benito! - Pues así es.
“¿no ha estado alguna vez en Mestanza, por Puertollano? allí si que son bestias, Dios Santo, barrigones de sesera y retorcidos como rabo de cerdo. Por San Pantaleón, los que van al unto del bodorrio ofrecen a las novias matar al toro de un estacazo, pero de un estacazo solo, no vaya a imaginarse de bulto que el toro necesite dos...”.
Lo de “barrigones de sesera”, entiéndase cabezones, es endémico, ya no nos lo quita nadie. Pero, pensaba que lo de “retorcidos como rabo de cerdo” solo tenía cabida con el maltrato animal de antaño, pero por lo que se ve ahora también con “saltarse”, a la torera,
el reglamento taurino. Todavía hay gente que no quiere darse cuenta de que la fiesta de los toros, sobre todo en los pueblos pequeños, pende de un hilo. Otros se creen los dueños del cortijo y otros están pendiente del más pequeño desliz para acabar
con la tradición… Somos toreros de salón y “maletillas” de
palabra. Y entonces vendrá el plañir, el rechinar de dientes, el rasgarse las vestiduras y alguien preguntará ¿quién ha matado al Comendador?
-Mestanza, señor.
Miguel Martín Gavillero
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Hay más, si hace unos cien años nos
calificaban como lo dicho en la cita anterior ¿qué dicen de nosotros ahora?
Además de “haberíos”, añadirán otros varios adjetivos calificativos: ¡“guarros”!,
¡“guarros”!, ¡“guarros”!, ¿qué imagen damos?, latas, plásticos, restos de comida, basura en general y para rematar el olor del Pueblo a “MEAOS”. Cerdos es una palabra muy fina para
calificarnos. En una zahurda no huele tan mal. Debemos de sentir vergüenza y tomar medidas al
respecto para no dar esta imagen. Las fiestas son algo tuyo, no actúes como si a ti
no te importara nada. Guardianes de nuestras tradiciones.
- Y la vida siguió como siguen las cosas que no tienen mucho sentido.
Miguel Martín Gavillero
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Han terminado las fiestas patronales en honor al
Glorioso San Pantaleón. Y desde la piedra de observar, en esa paz que los atardeceres guardan los silencios de Mestanza, es
el mejor momento para reflexionar.
- Volando han pasado las fiestas. Vuelve la melancolía. Desparece la gente y con ellos la
alegría.
Mestanza no ha sido, ni es, un pueblo de misa diaria, ni fiesta de guardar, pero defensor a ultranza de la celebración de sus dos fiestas
mayores, el “Voto de la Virgen de la Antigua” y el Patrón el “Glorioso San Pantaleón mártir”.
Definitivamente en ellas las actividades festivas dejan en un muy segundo lugar a los actos
religiosos.
Pero ¿existiría la misma devoción si a estas festividades les quitáramos la Romería y los
Toros? Y lo que es peor, ¿qué quedaría del Pueblo sin
ambas celebraciones?
- Y los Patrones de Mestanza volverán a su lugar con tiempo suficiente para meditar el grado de locura de los que le veneran.
Las fiestas son para divertirse, pero también para engrandecerlas y preservarlas, donde “Todos” -cada uno desde sus posibilidades- deberíamos participar activamente en la organización y promoción de las diferentes actividades que estas celebraciones requieren. Sin la colaboración del Pueblo todo
esfuerzo es “pan para hoy y hambre para mañana”.
Miguel Martín Gavillero
LADRONES DE ALBARDA
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Las fiestas de San Pantaleón de Mestanza gozaban, desde tiempos inmemoriales, y gozan, hoy, de una merecida fama entre los pueblos del contorno. Colaboremos entre todos a mantener viva nuestra historia, nuestras fiestas, como legado para las
futuras generaciones y testigo de nuestra existencia como pueblo. Pues muchos pueblos,
sobre todo, la de los más pequeños, está llena de olvidos, de páginas que no se llegaron a escribir
y el paso del tiempo las hizo olvidar.
¿No va siendo hora de dar otro empujón a la solicitud de declaración de Fiesta de Interés
Provincial o Regional?
¡Han terminado las fiestas de Mestanza!
¡Buenas van! Si lo hemos hecho bien, volverán.
“Lo tenemos que hacer hoy porque se nos acaban los mañanas”
Septiembre 2019
Ladrones de albarda
Miguel Martín Gavillero
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Asoma septiembre y los últimos aborígenes veraneantes “salen echando chispas” del pueblo en busca de cálidas temperaturas al cobijo de los ingentes edificios de las grandes urbes. Se acabaron las vacaciones, comienzan las clases,
los nietos, ¡hay que echar una mano, ir a buscarlos al
colegio!. Vuelta al trabajo, a las supuestas comodidades de
las colmenas de las ciudades. Y todo ello a costa de la inclaustración, al aire
viciado, al ruido, a las prisas… a no ver el cielo ni las estrellas.
No te cambio la luna y el cielo mestanceño salpicado de estrellas.
Ya nos dejaron solos. Ya quedamos “los de
siempre”. Ha vuelto el veraneante de la “Casita”.
Espanta su mal y canta. El pueblo vuelve a su rutina, a su anormalidad
cotidiana. Es la realidad que nos deja septiembre después de la algarabía del verano.
La charca cierra sus puertas, también el chiringuito del Pocillo.
Se echa de menos las risas, los gritos, los juegos de los “zagalillos”, los bares “abarrotaos”, los
paseos por el Pocillo con gente… ha vuelto el silencio.
Miguel Martín Gavillero
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Hay sueño, hay nervios, hay emoción los colegiales regresan al “Templo de la Enseñanza”.
Todo preparado. Ya está en su sitio el banco de cuidar.
Comienza el curso. Hay tres nuevos colegiales, tres son, también, el número de los que salen, a
Puertollano, a estudiar. Colegios, bares, tiendas cierran, esa es la
realidad. Cuando una escuela se cierra se da el primer paso para cerrar un pueblo. La escuela es fundamental para que el pueblo no se muera.
En cambio, en la “Residencial Puerta del Cielo” y
a ritmo acelerado se ha terminado una nueva promoción de “chaletes” adosados.
Y “esque” a pasos agigantados algunos ya se han “mudao” a sus confortables “adosaos”.
- No hay recuerdo que el tiempo no borre ni
pena que la muerte no acabe. Pensaba que estábamos curaos de espanto desde que, en un anuncio de televisión, vimos unas cabras
subidas en las ramas de un árbol. Pero esto no se puede comparar con lo que acaeció en esta Villa el día de la celebración de una
ceremonia nupcial. Fue lo nunca visto, un frenesí, una ilusión, una ficción… las sillas de la terraza del Bar Casa Gila sorprendidas infraganti “pingadas” en los
brazos de la farola de la Plaza mayor.
¡Nos dejaron embobaos, con la boca abierta! Esperemos que no se hallan “arregostao”, estos
hechos crean adicción.
De la devastadora gota fría que azotó el Levante se escaparon cuatro gotas que mojaron las finas
capas de tierra de nuestros campos. En este campo viejo llueve pocas veces al año.
Y donde la oveja comió vuelve a brotar la hierba.
Miguel Martín Gavillero
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No hay respiro para esta tierra castigada por el sol del verano y la sequía del resto del año. Tierra pobre, tierra agradecida, con poco se conforma, con pequeñas gotas florece la vida.
Tímidamente despunta la hierba. La berrea del venado irrumpe en nuestras sierras. Los grandes ciervos componen un gran espectáculo,
visual y sonoro, que inunda todo el entorno. Y “arreluce” entre el pasto marchito “pedos de lobo”, “quitameriendas” o “despachapastores” y
cuatro hongos poco curtíos. Pero la Carmen, “abuela”, todos los días recoge su
bolsa de romanzas, cardillos o collejas.
- Ya llevo el jornal.
Y llega el otoño siendo verano. Es la estación de la tristeza, de la melancolía,
de la recolección, de la caza, de las matanzas, de la depredación, digo, de la contribución…
Vuelve el desagradable sonido del silencio bajo el, todavía, ardiente sol del verano.
Los días de sestear se van terminando, aunque nunca viene mal, después de comer, echar una
“cabezá”. La reina de Mestanza vuelve a gobernar sobre toda
la población. Sus calles mucho antes de la puesta de sol ya
están vacías y eso que aún no hace frío. Como todavía brilla un poco el sol y hace calor,
por las mañanas, el pasatiempo de algunos tertulianos ajados se concentra en la Plaza del
Calvario. La terraza del Bar los Arcos se ha convertido en
el plató del “Sálvame de Mañana”, en contraposición con el “Sálvame de Tarde”
- Nocturno en verano - que se realiza a diario, al final de la calle El Charco.
En ambos sitios se chismorrea. El cotilleo es algo habitual, cotidiano y, en pueblos con tan poca
actividad es algo normal. “Pueblo chico, infierno grande”
Miguel Martín Gavillero
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Pero si antes se cotilleaba de boca en boca o a través del visillo, ahora se hace de tuits en retuits, es el cotilleo moderno que consiste en cotillear a los demás en las redes sociales
(Facebook, Tuenti, Twitter, Instagram…) Tampoco hay que hacer mucho esfuerzo algunos/as
exponen su vida a todas horas en directo.
- Las moscas están cada vez más pestosas.
Hay una avería en el servicio eléctrico y se va la luz, el teléfono, ¡la televisión! ¡qué horror! y nos quedamos sin móviles… es lo único que nos
faltaba para volver al pasado. A desempolvar, a desempolvar, velas que despiden un humillo negro que “güele” a sebo, colocadas en
el cuello de viejas botellas de cervezas. Fueron los candiles de aceite los más utilizados y
los de carburo también. La noche se hace más oscura y viajamos al pasado. Ya no podemos vivir sin luz, sin teléfono, sin
televisión, sin internet…
- Lo que tenemos que aguantar los padres solteros y sin hijos, dijo un cura.
- ¡Apaga y vámonos! Después de la exigua lluvia caída con la gota fría y de la bajada de temperaturas, el buen tiempo
vuelve otra vez, a Mestanza, para quedarse durante unos días.
Ha llegado el “veranillo de san Miguel”.
Por san Miguel se “ajustaban” los pastores. Durante mucho tiempo fueron trabajadores
contratados por los propietarios de rebaños de ovejas.
Lo hacían el día de san Miguel para todo el año. De los campos han desaparecido los lobos, pero
también los pastores. Hijos y nietos de pastor. Explotaciones ganaderas familiares. Se quedaron en el pueblo. Se hicieron
cargo del rebaño “de padre” y de todos sus “sacrificios”.
Miguel Martín Gavillero
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Son las explotaciones ganaderas familiares las que mejor aseguran el autoempleo y asientan población
en los pueblos pequeños. Necesidad de agua y el acceso a la tierra. Falta de relevo generacional por su gran dependencia y su escasa rentabilidad.
Es ésta la única actividad en esta comarca donde hay pocas alternativas económicas.
- Si hubiera tenido estudios, me habría gustado hacer otra cosa.
- Nuestro trabajo es igual que hace 200 años. Lo único que ha cambiado, es que vas en
“todoterreno”, en el “patrol” o en la “picá” a donde está el ganado, el campo está
“alambrao”, también está la PAC, duermes en casa… lo demás, igual, igual, ¡qué más dá…!.
- Casi ná.
Recuerdo que refería un pastor de la vieja usanza, de los que ya no quedan, de esos de cayado en
ristre, zurrón en bandolera, jumento “cancamoso” y mastín holgazán que, antaño, los rebaños de ovejas no eran de los pastores, eran de otros, del “amo”. El pastor, pastor, apenas si ganaba para que los
suyos no se murieran de repente. El “amo” como era muy generoso le pagaba lo suficiente para que la familia no se muriera de golpe sino poco a poco.
- Desde mayo a san Miguel, pastor de ovejas quiero ser, desde san Miguel a mayo, que las cuide el amo.
Y en el “veranillo de san Miguel”, también llamado del membrillo, primero la nuez, la castaña
después. Los nogales del pueblo, a pedradas primero apaleados también. Pero no hay capricho más
sencillo que hacer una “pega” de higos, “granás” o membrillos de los árboles silvestres de lo que fueron, en su tiempo, los vergeles del pueblo. Cada vez que paseo me doy cuenta de que hay huertos abandonados. Lo triste de esto es que
están yermos, derruidos, olvidados…
Miguel Martín Gavillero
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No sería mal pensamiento hacer huertos comunitarios. Los huertos desatendidos pueden ser de nuevo productivos mediante la cooperación entre sus dueños, hortelanos locales y el Ayuntamiento. Sería interesante hacer “talleres” para la gente que estén interesados en dar vida a los viejos
huertos abandonados.
Cultivar huertos comunitarios ayudará a fortalecer las relaciones entre la gente, se hará ejercicio físico para desgastar el colesterol, también será un buen entretenimiento, además, de
contar con la producción.
“No llueve, las tierras están secas, los arados quietos, en los campos no se escucha el canto mañanero del gañán. No hay trabajo, huelgan los braceros, descansan las yuntas, duermen los perros. Se adivina el fantasma del hambre, marchando sobre las ruinas de los campos. El clamor de los pueblos llega hasta la ciudad, en demanda de auxilios que remedien el infortunio de los hambrientos. No hay dinero. Las cosechas serán pobres, escaseará el pan, la vida de las clases humildes y humilladas se hará imposible...”.
Miguel Martín Gavillero
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Cuando la muerte viene a buscarte, no sabe ni de días ni de horas, ni de sexos ni de
edades. No pregunta, simplemente viene a llevarte.
- Cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte,
tan callando.
Un escalofrío seguido de desconcierto recorre el pueblo por no saber por qué pierde la vida, joven,
uno de los nuestros.
Llanto, duelo, desconsuelo y la vida sigue porque la muerte seguirá visitando el pueblo. Incredulidad, tristeza, dolor y rabia.
- Desde que tú eres muerto no alientan las
mañanas.
Los padres no deberían sobrevivir a los hijos. “Cuando haya muerto, llórame tan sólo mientras escuches la campana triste, anunciadora al mundo de mi fuga del mundo vil hacia el gusano infame.”
Miguel Martín Gavillero
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Apenas se han apagado los últimos ecos de la berrea, cuando los cazadores afinan las escopetas. La caza se ha convertido en el aprovechamiento principal de muchas fincas, lo que ha llevado a
crear cotos artificiales a través de altos vallados, superpoblándolos de especies cinegéticas, introduciendo ejemplares no autóctonos, con alimentación artificial
suplementaria, etc., etc., Pero ¿es la caza una actividad generadora de empleo, es motor económico o herramienta de
desarrollo social y medioambiental para nuestro pueblo?
- Cazar, en las monterías, no es una actividad al alcance de todos.
Las cacerías se suelen organizar en fincas privadas – gancho en Cerros Tontos - unas veinte se celebran en la localidad, tienen un amplio
abanico de precios, desde unos cientos de euros a alcanzar varios miles. Se mueve mucho dinero. Pero la caza no es una actividad que ayude al desarrollo y bienestar del pueblo. Ni ayuda a
fijar población. Hoy la caza solo es una actividad de ocio – “no da para mantener una casa” - para los cerca del medio centenar de aficionados locales que la practican.
Según parece, alguna vez, el café y la copa ha sido servida por establecimientos locales. De
tarde en tarde o nunca, alguna comida. Lo normal es que el Catering sea servido por alguna empresa
de otra localidad. Hay ¿dos, tres…? emprendedores promotores de
monterías, un realero, algunos, pocos, ojeadores y acompañantes son del lugar. Pocos guardas son
locales. - Ni carne ni sangre pasan por el pueblo.
Como durante toda nuestra historia, la mayor parte del término está en manos de grandes propietarios, que no son de aquí, no dan trabajo a la gente y no se preocupan de nuestros problemas. Los beneficios de sus explotaciones apenas dejan huella ni en el
pueblo ni en los habitantes.
Miguel Martín Gavillero
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La “Residencial Puerta del Cielo” se ha vestido de gala para celebrar estos días el Día de Todos los
Santos. De día se llena de vida, de flores y de recuerdos. Los muertos de fiestas. Los vivos de nostalgias. Es normal, por estas fechas, hacer una visita a la
“Residencial Puerta del Cielo”. Recordar, incluso llorar y poner flores donde
yacen los seres queridos. El Día de Todos los Santos debería ser una celebración de la vida y no de la muerte.
“La muerte no viene con la vejez, ni con la enfermedad, sino con el olvido y yo no te olvido”
- Nadie más muerto que el olvidado
Tres formas hay de volver a Mestanza, la primera y principal, para el disfrute de sus fiestas, la segunda, con la jubilación y
cuando los nietos son mayores, y la última, no vienes te traen - cuando muera que me
entierren en el pueblo donde nací -, porque los “chaletes” de la “Residencial Puerta del
Cielo” son más económicos y no se paga “derecho de sucesiones”.
- Alguien retirará las flores muertas de las
tumbas de los difuntos.
El pueblo se vuelve a llenar de coches, de niños, de “bayayos”, de mucha gente… Se abren las casas, hay movimiento.
Vuelven las apreturas en la iglesia, en el bar y en la panadería, una cochura más.
Y de noche, los muertos descansando y los vivos
danzando. Váyase el muerto a la sepultura y el vivo a la hogaza o lo que es lo mismo, el muerto al hoyo y
el vivo al bollo.
Miguel Martín Gavillero
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Antaño, por estos días eran típicos los “Calbotes” de castañas y de hongos. También era normal “aviar” trigo “tostao”, “Nuégados” - trigo “tostao” con miel -, “rebanás” con miel, arrope, carne de membrillo, pan de higo, pestiños… y por
la noche, gachas dulces.
Los jóvenes, de entonces, hoy “carcamales”, disfrutaban de fiestas particulares apodadas “guateques” y la gente mayor se escandalizaba
porque había música estos días. - Ya no tenéis respeto ni a los muertos.
Y después de cenar y de danzar, con las gachas sobrantes se embadurnaban las cerraduras de las puertas de las casas de aquellos que nos caían
mal. Algo que para nosotros era una gamberrada o una costumbre arraigada se convirtió, con el paso del tiempo, en un acto violento al mezclar las gachas
con cemento o con cola de pegar. Qué dirían, hoy, nuestros ancestros, cuando ellos lo único que pretendieron para su protección, al tapar las cerraduras con gachas, era impedir la entrada a las casas de los malos espíritus que vagaban, estos días, por las calles de Mestanza.
Cuánto hemos crecido, ahora en los bares se hace la “Ruta de la Tapa”. En el Bar los Arcos: El
quinto pecado de la Mesta, en El Casino: Duelo y Quebrantos y en el Bar Casa Gila: Pisto manchego y
Pipirrana Isabelita. Y de noche escasean las gachas, pero jóvenes y niños disfrutan disfrazados de muertos o de
esqueletos. Nos ha invadido “Jalogüin”
Las tradiciones sobre los muertos han sido desplazadas por esta festividad americana.
- Pues mire usted que le diga señor “arrejuntaletras”, no me gusta, pero lo importante es que la gente se divierta.
Miguel Martín Gavillero
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Y sigo escribiendo, busco en el rincón donde se guardan los recuerdos cómo ha trascurrido el otoño
en el pueblo. Llegó el otoño, otoño, en noviembre disfrazado de invierno. Se hicieron cortos los días grises,
largas las noches oscuras. El bajón de las temperaturas ha traído campos
sombríos, llueve, hace frío. Hace días que se encienden los braseros de picón y
la calefacción. Las churras esperan el invierno con abrigo de
lana, la cara y las uñas pintadas. Sobre el olivar, hartos de aceitunas, los tordos
vienen y van. Y volvieron los del pueblo de la televisión sin el
jamón que regalaba Ramón.
Esparce noviembre, de los árboles del Paseo, las hojas muertas.
Me gusta pisar contigo la alfombra de hojas secas, “Arrebuscar” las nueces del nogal caídas,
Y ver brotar tallos vivos de la mimosa muerta. “Para mi corazón basta tu pecho, Para tu libertad bastan mis alas. Desde mi boca llegará hasta el cielo Lo que estaba dormido sobre tu alma”.
Y otra vez a Votar.
- Nuestros políticos nos toman por idiotas. - “Esque” realmente lo somos y se aprovechan.
“Los hombres son tan simples y de tal manera obedecen a las necesidades del momento, que aquél que engaña encontrará siempre quién se deje engañar”.
Miguel Martín Gavillero
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Al trascacho de las esquinas apenas queda gente que hable, que comparta, que cotillee…
Por ello cuando salen a comprar o al médico y se encuentran, se paran para echar un rato
“chaspando” de las cosas cotidianas de cada cual o del vecino que lo mismo da. Llevan tiempo sin
verse, llevan tiempo sin hablar. No tienen prisa, hay que aprovechar.
No hay nada peor que la soledad silenciosa, esa donde no hay relación con otras personas.
Otros, solo aparecen después de cobrar, ¡eh padre!
Cubierto por una cúpula de nubes ha amanecido el pueblo.
Asciende del río, baja de la sierra. Es un día plomizo, mezcla de nubes bajas y niebla fría, una lluvia prudente, lenta, “cae a su amor”,
un “mea”, “mea”. ¡Calabobos! Llueve, llueve y llueve…
La lluvia cae con fuerza sobre una tierra que lleva tiempo pidiendo agua.
El día no invita a salir, es más deseable quedarse en casa. Pero hace feliz ver caer el agua tras la
ventana.
- La lluvia lava conciencias y ablanda recuerdos Los días grises del otoño son tristes y mustios. Esta tristeza se transmite a la gente del pueblo.
Haría falta algo. Algo no, mucho, mucho de dinamismo para animar a la comodidad.
Se ha adueñado de nosotros la pereza. Sería necesario un plan de motivación y dinamización donde participaran todos los
colectivos locales. La forma más fácil de “desaburrirse” es formar
parte y participar en las actividades que programan las Asociaciones y el Ayuntamiento.
Dicho también para la juventud. Observo cómo mi pueblo y sus gentes hemos caído en la desmotivación, en la apatía… Encontramos la excusa perfecta culpando a la dejadez de las
instituciones - que también -, a que “somos pocos y mal aveníos”, - que puede ser - a que tenemos
Miguel Martín Gavillero
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pocas inquietudes, que somos muy conformistas, que no queremos problemas, tampoco responsabilidades…
– verdad es – Todas, disculpas baldías son.
Es bueno que intentemos realizar todo tipo de actividades, pero siempre contando con la
participación, el compromiso y la colaboración de todos o de la mayoría, si no es así poco se puede
hacer.
Algunas Asociaciones se afanan en organizar actividades para sus asociados.
Pero, en la mayoría de los casos, la elevada edad de sus componentes hace que resulte más difícil animar a los demás. Por ello sería necesario conseguir la participación de los más jóvenes.
Suelen ser las mujeres las principales
responsables de llevar a cabo la dinamización de las Asociaciones. Aunque las actividades están pensadas también para hombres, suelen ser las
mujeres las que más participan. Se echa de menos el paso adelante de las mujeres. Un paso adelante para Presidenta de la Hermandad, Hermana mayor o Alcaldesa de la población. Es
necesario dejar de conformarse con ser “Camarera”, Vocal de la Hermandad, Concejala y nada más. Un paso adelante para perder el miedo a las responsabilidades públicas y alzar la voz.
Es necesaria la presencia y la participación de las mujeres en la vida de la población.
- Las mujeres de nuestro pueblo tiene voz y voto en las decisiones de las Hermandades, en el
Ayuntamiento, pero sigue habiendo discriminación.
Viajes, manualidades, cursos de música, comidas-merienda-cenas son algunas de las actividades que
se realizan. - Hay gente, que aún, no ha salido del pueblo
con el único objetivo de divertirse. Como mucho a Puertollano o a otra ciudad, pero al
médico o al hospital.
Miguel Martín Gavillero
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- Es más fácil llenar un autobús para ir de excursión que llenar el salón, ya no de Usos Múltiples, sino de la Casa de Cultura para
algún tipo de actividad cultural. Pero ya ni las excursiones atraen a la gente.
– ¡Ahí ya hemos ido unas cuantas veces!
Las Asociaciones junto al Ayuntamiento deberían ser los dinamizadores de la vida social y cultural
de los mestanceños. El Ayuntamiento se apoya en estas
Asociaciones a la hora de organizar algunas actividades de las distintas fiestas locales. Habría que empezar facilitándoles un lugar más céntrico para el desarrollo de sus funciones.
- Ocio para pueblos vivos
Miguel Martín Gavillero
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Distraídos mirando las musarañas nos ha pillado, este año, el paso, andando, de las ovejas de la
familia Cardo desde la Serranía al Llano. Nos hemos perdido ver el cansado caminar del
pastor, cayado en mano, seguido de sus ovejas y sus mastines blancos.
Analizando, esta acción, solo por lo que tiene de bucólico, es una satisfacción que quieran
continuar una tradición, como es la de traer sus ovejas, como antiguamente, a través de las cañadas reales, veredas o cordeles. Auténticas autopistas por donde no solo viajaba el ganado, sino también
las ideas, las costumbres, el lenguaje…, la cultura de aquellos que vienen y van.
- La trashumancia es parte de una identidad cultural que no debería perderse.
Desde no se sabe cuándo bajan los pastores desde la sierra al pueblo. Hoy, solo unos ocho o nueve vuelven a Mestanza a pasar en nuestras tierras el invierno. Traen consigo algo más de una decena de
miles de ovejas. En otros tiempos eran más abundantes las decenas de millar que bajaban a
pastar, también eran muchos más los “serranos” que poblaban nuestra tierra.
- Siempre pendientes del cielo, si llueve mucho malo, si llueve poco peor.
- Dependiendo del precio que ponga el dueño de la finca para el arriendo de los pastos.
De estos pastores y cabreros trashumantes hemos heredado su cultura, sus romances, refranes,
adivinanzas, cuentos y leyendas, que se contaban alrededor de las lumbres de chozos y rediles, en las largas noches de invierno de nuestro pueblo.
-“El decir de los abuelos en el campo. El decir de las abuelas tras el fuego”-
“Gracias a la trashumancia que hacía de transmisor de las formas de vida y costumbres entre estas tierras y las de la Alcarria y Meseta Norte así como con zonas extremeñas y andaluzas de Sierra Morena, el aislamiento en que se encontraban estos pequeños pueblos encontraban en los pastores mesteños una salida al exterior y el enlace con otras zonas. Los ganaderos trashumantes, en su mayoría jóvenes y de mediana edad, terminaban, muchos de ellos, quedándose en estas tierras, casándose con naturales...”
Miguel Martín Gavillero
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Silencio, soledad, aburrimiento… y ahora miedo.
Una oleada de robos en casas del pueblo ha soliviantado a la población.
Hay sensación de inseguridad. Los vecinos tienen miedo.
Con la excusa de que hay poca gente, la comarca se ha ido quedando cada vez con menos Guardias para
su protección. Es el resultado del olvido, de la dejadez de las
autoridades hacia los pueblos pequeños.
Si tuviéramos, que tampoco tenemos, una vecina del quinto, gritaría a los cuatro vientos:
“Ni podemos decir que estamos dejados de la mano de Dios, porque Dios cada vez viene menos ya que
el cura también se ha ido del pueblo”.
Vivimos en un lugar precioso donde las aves o el
lince están más protegidos que la gente. Y aquí seguimos, esperando, porque los políticos llevan ya un tiempo llenándose la boca con la España vacía o vaciada y todavía no han hecho
nada.
- ¿Cómo quieren que la gente no se vaya si no nos dan servicios – nos quitan - ni se
invierte en los pueblos?
Miguel Martín Gavillero
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Mestanza cambia la cara, se viste de gala cuando llega algún puente, las fiestas o la romería. Ve con añoranza cómo sólo vuelve la vida estos
pocos días. Al llegar al pueblo parece que no hay un alma.
Llega el puente de la Constitución, pero Mestanza celebra con más devoción las festividades de santa Bárbara, patrona de los mineros pero sin mineros,
y san Damas, sin ladrones de albarda. Buena ocurrencia avenir estas fiestas en estos
días. La Herminia es la única que cumple con la
tradición, como era la costumbre se acerca a la candela con un cencerro.
Da alegría ver tanta gente “reunía” alrededor de la lumbre.
La Plaza del pueblo vuelve a ser el lugar del “desenfado”, del encuentro de jóvenes y “bayayos”, ¡vamos un gentío!, entorno a la hoguera y al ruido
de la música. - Buenos “relamíos” de panceta y sardinas
“asás”. ¡Como son de “balde”!, diría el “cordelero”.
Son las celebraciones más humildes pero las que más simbolismo atesoran.
San Damas, el “orgullo local patrio”, la lucha por la tierra y santa Bárbara - junto a la
trashumancia – “las raíces”, nuestros antepasados.
Mestanza ha tenido en la minería uno de sus principales Patrimonios, la huella de esta
actividad forma parte de nuestro entorno, aunque para muchos pase desapercibida, bien por
resultarnos como algo normal dentro del paisaje, o bien, por encontrarse la mayoría de las
concesiones mineras dentro de las grandes fincas del término.
Miguel Martín Gavillero
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La riqueza extraída no se sabe dónde se invirtió,
se llevaron la riqueza de la tierra dejando enfermedades y miseria, ruinas del trabajo y sacrifico de mujeres y hombres que creyendo encontrar un futuro para los suyos se vieron
despojados de sus raíces.
“Y muertas, como vosotros, están las viejas minas con sus entrañas vacías, con su historia muda, vencidas por el noble trabajo del hombre convertido en riqueza y pan, en bienestar y alegría o tragedia fatal cuando el capricho del destino empuja a la desgracia o a la muerte…”.
Miguel Martín Gavillero
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- “Siempre volveremos a donde fuimos, a donde somos”, dicen que dijo a la gente.
Y continuó su plática diciendo: - “Camino vacilante por las calles frías y desiertas de un pueblo triste, de un triste
pueblo, sin esperanzas, sin ilusiones… Escucho el gemido del silencio.
Las calles desiertas, la plaza vacía, los bares cerrados, el silencio... ¡No se ve a nadie!
Miro las casas, pero no tienen vida. Casas con interiores rotos, mañana serán fantasmas sus
fachadas. No quedará nada más que el esqueleto de casas
vacías y silenciosas, ruinas de un pasado que se fue y un futuro que no existe.
Parece haberse detenido el tiempo, no se mueve el pasto, no se escucha ni el silencio.
No hay nada más triste que vivir con calles vacías, en la soledad de un pueblo sin niños,
rodeado de casas que se van hundiendo… Dicen que ha muerto de soledad - tal vez lleven razón - porque ya no pasean por sus calles la
gente, todos se fueron hace tiempo al cementerio o a la ciudad.
Y asciendo por la cuesta que lleva a la iglesia y que sube al “Castillo”. Orgullosa y altanera se
mantiene la torre de la iglesia. El tiempo, las palomas y los pájaros dejan su
rastro en ella. Desde el “Castillo” se domina todo el pueblo. Como estrella de mar se desparrama por la falda
del cerro. A sus pies casas blancas de tejados viejos y
nuevos cubiertos de escarcha. Esta noche ha caído un buen “pelao”. Algunas, pocas, chimeneas
humeantes. ¡Hay vida! Es un pueblo fantasma sin nadie por las calles. Esta soledad produce desasosiego, sería agradable encontrar a alguien para hablar aunque sea de
males o del tiempo. El pueblo se nos ha quedado grande, con más casas
que habitantes. Día y noche, mañana y tarde cómo pasa el tiempo
por delante.
Miguel Martín Gavillero
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El silencio es roto por el tañido de las campanas
del reloj del Ayuntamiento. ¡Qué lentas, pero qué deprisa, pasan las horas! Al echar la mirada hacia el horizonte, al chocar la vista con el campo desierto, me viene a la
memoria el recuerdo del balido de las ovejas, del sonido de los cencerros.
La misma tristeza que presenta el campo tiene el pueblo.
Alzando la mirada hacia la sierra, encinas y chaparros, pasto seco, en bravos cerros van
cubriendo la tierra. Y levantando la vista al cielo… Mestanza cielos claros, cielos serenos, y en ellos, la silueta de
buitres leonados o negros”.
Y terminó su disertación aseverando que “a pesar de todo, hay vida en el pueblo, sobre la franja gris en medio del campo yermo, “arde la zarza”,
“en la llama de fuego”, vida, esperanza, hojas verdes…”
“Lo tenemos que hacer hoy porque se nos acaban
los mañanas”
Diciembre 2019
Ladrones de albarda
Miguel Martín Gavillero
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Cuando tú no estás los días son siempre tristes
El invierno ha llegado con temperaturas de primavera.
¡Este tiempo no es normal! - El cambio climático es una realidad y sus
consecuencias ya las sufrimos.
El soniquete del cántico de los niños de san Ildefonso, en la televisión, anima el chocolate y los churros en el incesante trasiego mañanero del
Bar Los Arcos. La banda sonora la ponen infantiles voces, cuya
letanía se cuela por los rincones de las casas, en espera de ser agraciados con algún premio de la
Lotería de Navidad. Pero la suerte no es especialmente generosa con los mestanceños en Mestanza. El azar no suele
estar de nuestra parte. Los premios pasan de largo de la misma forma que se abandona el pueblo una vez finalizados los grandes acontecimientos. El Sorteo no ha “dejao” ni una “pedrá”, ni el
reintegro, ni un pellizco…
Al día siguiente del sorteo el Consultorio médico se encuentra con el mismo holgorio que cualquier
día de consulta. - Hijo, que tengamos salud es lo que hace falta. - A lo que objeta otro asiduo:
“Nosotros tenemos la salud “apuntalá”” Es el “Día de la Salud” en la consulta del
médico.
Miguel Martín Gavillero
LADRONES DE ALBARDA
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A duras penas el almanaque puede soportar los avatares de la última hoja.
Se va un tiempo y viene otro. Todo pasa y todo queda.
En este constante ir y venir, del tiempo, un algo se nos escapa de las manos, otro tanto
malgastamos, sin contar con el tiempo que perdemos perdiendo el tiempo.
¡Cómo si le pudiéramos poner puertas al tiempo! Solo la memoria nos hace viajar en el tiempo.
Y seguiremos caminando mientras “haiga” tiempo por delante.
Parafraseando a John Lennon, la vida es eso que pasa mientras estás perdiendo el tiempo haciendo
otras cosas.
Juntos llegaron, el invierno y la Navidad, pero antes, mucho antes de su llegada nos atosigaron con un sinfín de publicidad.
Vuelve a casa el turrón, también el calvo pero con bigote, la Merce es un Elfo, sí lo es, sí lo es, colonias, para guapas y guapos, de todos los
olores… Cada vez la Navidad empieza antes, pronto, un año de estos, en lugar de la “canción del verano” se
bailarán villancicos en las fiestas de los pueblos.
Como no lo podemos evitar plagiamos otras americanadas, un tal, “black friday” - viernes
negro - para que compremos “sin ton ni son” y le sigue, el “ciberlunes” para que la gente compre por internet o pague con dinero de plástico. - Hemos dado trabajo a la cartera que viene al
pueblo. Y para gastar la extra, las compras de Navidad.
Mis respetos para aquellos que viven estas fiestas
con la misma ilusión que cuando eran niños. Mis deseos para que mantengan la ilusión y la
magia de los niños cuando sean mayores. Pero… no me gusta la Navidad.
Miguel Martín Gavillero
LADRONES DE ALBARDA
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Para muchos es tiempo de felicidad, de reuniones familiares, de buenos deseos, de gastar dinero…
Para “algotros”, tiempo de creerse revolucionarios acomodados “de tres al cuarto”, renegando de sus
dioses a cambio de “cuatro perras gordas”. - Se puede confiar en las malas personas, no
cambiarán nunca. Poner el Belén, el árbol, las luces, villancicos… No estoy en contra de las costumbres que tiene la
gente durante estas fiestas. Pero tener que estar alegre, solo por el hecho de que es Navidad, no me parece normal. Hasta diría
que es hipocresía. Impostada alegría. ¿Por qué todos los días del año no son Navidad?
Se ha llegado al extremo de ser unas fiestas para el derroche sin más, también, para aparentar que somos felices y que deseamos la felicidad a los demás, pero ahora, sin dar la cara, es decir, en
las redes sociales, mucho más… Reenviado…
Parece ser que, también, en estos días somos más solidarios, ¿no debería ser igual durante todo el
año? Se ha convertido en una fiesta que para muchos ya no tiene nada que ver con lo religioso. La Navidad
es un negocio. Y para rematar, por si no había bastantes gastos, Reyes Magos, y desde hace unos años dejamos la puerta abierta -por la chimenea se baja mal- a
Santa Claus o Papá Noel que lo mismo da si es para gastar.
Noches mágicas donde los más pequeños y no tan pequeños sueñan con los regalos que Papá Noel y
los Reyes Magos les dejarán. - Tan malo es para un niño no recibir nada como
recibir demasiado. También son días para añorar, para recordar… para
percibir la presencia de las ausencias. - Nunca había sido tan consciente de lo triste que son estas fiestas cuando no puedes juntar
a toda la familia.
Miguel Martín Gavillero
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Debe de ser cosas de la edad. Ya no se abre la mesa grande del salón de mi casa.
La ausencia de un ser querido, se nota mucho más en Navidad.
Percibo que para los mayores es inevitable recordar a aquellos que no están.
- Cuando llego a casa y abro la puerta, no se oyen las voces de mi gente, la casa está
vacía.
Miguel Martín Gavillero
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Sopla frío el viento en el inicio de enero seco. Bajan las temperaturas, vuela bajo el grajo. Vienen vientos del norte con hielos que van apagando el verdor de la hierba que cubre el
campo. Mestanza amanece con grandes heladas como consecuencia de las temperaturas bajo cero
registradas en los últimos días. Una fina capa de hielo aguanta, bien entrada la
mañana, en el campo, en calles y en coches aparcados en zonas sombrías.
Pero del hielo matinal, con paisajes blancos, pasamos, hacia el mediodía, a un tiempo
primaveral. - Joder qué frío hace en este pueblo.
Hace falta echar una buena firma, al brasero
de picón, para entrar en calor. “No hay luna como la de enero ni amor como el
primero” No te cambio la luna y el cielo mestanceño
salpicado de estrellas.
Mientras tomaban el sol en la sabana africana, han sido desocupadas, con premeditación y alevosía,
del mástil pirata las zancudas vigías. En un acto de protesta, sin precedente en nuestra geografía, se vieron, en el cielo mestanceño,
cigüeñas bailando con buitres. Refieren que ya las han visto “haciendo sábado” en
su vieja residencia… pero la televisión sigue con interferencias.
Miguel Martín Gavillero
LADRONES DE ALBARDA
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“Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta un charco era un océano la muerte lisa y llana
no existía.
Luego cuando muchachos los viejos eran gente de cuarenta
un estanque era un océano la muerte solamente
una palabra
Ya cuando nos casamos los ancianos estaban en los cincuenta
un lago era un océano la muerte era la muerte
de los otros.
Ahora veteranos ya le dimos alcance a la verdad el océano es por fin el océano pero la muerte empieza a ser
la nuestra.”
Como siempre, amigo Monchi, te has ido sin despedirte. No te has esperado ni a saber el resultado del partido. Evidentemente, hemos
perdido. Echaré de menos tu incesante bombardeo de whatsapp de sarcástica inmoralidad.
¡Que disfrutes allá donde te encuentres! - Nunca caminarás solo
Miguel Martín Gavillero
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Nos amenaza, el hombre o la mujer del tiempo, que lo mismo da, con la llegada de una borrasca
responsable de lo que vendrá, a la que “Gloria” han tenido a bien bautizar.
Rachas de viento intensas que pueden ser como huracanes trae lluvias abundantes.
El viento y la lluvia aporrean con fuerza tejados y ventanas de casas y calles desiertas.
La dichosa “Gloria” está en boca de todos. “Hace un día de perros”
Pero una nevada sorprendió a los vecinos de Mestanza que se encontraron vestidos de blanco coches, tejados, calles y como en una estampa
siberiana, campo blanco. - Joder qué frío hace en este pueblo.
Viento, frío, nieve… andando viene el grajo. - Fenómenos meteorológicos extremos sucedidos en
épocas inesperadas. También en este mes se dan otros prodigios
imprudentes como son las rebajas y la cuesta de enero. Y en el pueblo, miedo y alarma social de
los que no están, “nos quieren meter las cabras en el corral”.
A partir del 6 de enero, el mes se vuelve más aburrido de lo habitual.
Después de las fiestas enero llega con la nevera famélica, solo queda el recuerdo del “güeso” del
“pata negra”. Pero todo son buenas intenciones, propósitos de enmienda, gimnasio, dietas, dejar de fumar, que
al final no cumplirás. Es lo que nos deja el inicio del año, un mes largo, aburrido y de desanimado caminar.
Ustedes me van a perdonar, por si no se han dado cuenta ya, pero cuando no hay mucho que contar es muy socorrido hablar de enfermedades o del tiempo,
por no volver a repetir lo del silencio y la soledad.
Así de emocionante está el pueblo que solo da para garabatear…
“¡Qué tristeza de vagos misterios en sus nieblas heladas esconden esas tardes sin sol ni luceros!... Cuando el frío desciende a la tierra, inundando las
frentes de invierno, se reflejan las almas marchitas a través de los pálidos
cuerpos.”, dejó escrito Juan Ramón Jiménez en un poema sobre las tardes de enero.
Miguel Martín Gavillero
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Ha finalizado el año, la población sigue bajando de forma exagerada en el término municipal. Según
los últimos datos ofrecidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE) referidos al 1 de enero de 2019, el número de habitantes en la
localidad alcanza los 667, lo que supone 21 menos que en el año 2018, cuando se registraron 688
vecinos. De esos 667 habitantes, 337 son hombres, 9 menos que hace un año, mientras que 330 son mujeres, 12
menos que en 2018. Mestanza ha perdido 21 habitantes por lo que prosigue una caída continuada desde no se sabe
cuándo. Este prolongado descenso poblacional ha supuesto una reducción de 57 personas en los últimos 5
años, por referenciar. De la misma manera, en este mismo periodo de
tiempo de cinco años, en el municipio, han sido registrados el nacimiento de 4 niñas y 3 niños.
Igualmente, se han celebrado una decena de matrimonios, civiles y eclesiásticos, lo que no
supone que todos sean de residentes. Y han fallecido 16 moradores, 8 mujeres y 8
hombres. Para que conste, quiero aclarar que se ha celebrado un mayor número de entierros
correspondiente a retornados. Un par de curiosidades, casi la mitad de los
residentes actuales no han nacido en Mestanza o en su término municipal. Y solo algo más de una
decena son de otros países. En pueblos como los nuestros, incluyo a El Hoyo y El Tamaral, la tasa de natalidad es muy baja, la
juventud debe de marcharse y quienes se quedan son en su mayoría personas mayores que con sus
pensiones mantienen la precaria economía de estas pequeñas poblaciones.
El envejecimiento de los pueblos es una realidad. Envejecen sus gentes, sus casas, sus calles. Se cierran escuelas, tiendas y hasta bares. También es inusual ver a “bayayos” sentados al sol en la
plaza del pueblo.
Miguel Martín Gavillero
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Cuando doblas la esquina de los sesenta apenas le das ya importancia al vello que sale de las orejas, de las narices y de las cejas. A la
prominente barriga “cervecera” que no te deja ver… la punta de los pies.
Mal síntoma es. Sin darte cuenta has llegado a eso que de joven
oías llamar como la tercera edad, cargado de años y de dolores que el
envejecimiento trae consigo. Tu cara es una pasa de arrugas,
sigues soñando con la eterna juventud, pero el tiempo se ha ido para no regresar.
Ya no te queda nada más que ponerte en el andén del tiempo y que sean los recuerdos los que te
transporte a los buenos momentos.
Actualmente, la mayoría de esta juventud “ye-yé” está aparcada en residencias o casas tuteladas.
Otros viven, solos, en sus propias casas. -Prefiero ser viejo en mi casa que en otro
lugar. Se llega mejor a viejo en el pueblo que en la gran
ciudad. - Aquí, haciendo barriga, hasta que el reloj
deje de marcar las horas.
- Qué más da, son viejos, un gasto menos para la hucha de las pensiones. Además del ahorro que supone en medicinas y médicos de la Seguridad
Social. - Tranquilo “majete”, aún eres joven, es cosa de
tiempo… “por mi puerta pasarás”.
Miguel Martín Gavillero
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Febrerillo loco de verdes campos con alfombras de flores amarillas, almendros en flor y borreguillos
entre la hierba fresca. El sol calienta más de lo habitual, los días se
van alargando. Colores vivos van cambiando el paisaje.
El tañer, pausado, de las campanas a primera hora de la mañana presagia que la muerte ha vuelto a
visitar el pueblo. No ganamos para sobresaltos, no ganamos para tanto
duelo. La luminosidad del día choca con el desconsuelo y
la tristeza que reina en el pueblo. Llora, está de luto, por la muerte, joven, de otro
de los nuestros. El campo, también, está más triste y solitario que
de costumbre.
“Por el sentimiento del recuerdo hacia él y a cuantos cayeron en igual combate, les saludo, no con la invocación de una oración vacía sino con el amado recuerdo salido del alma, con la soledad que su ausencia causa a nuestros corazones”.
Miguel Martín Gavillero
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Febrerillo loco, veintiocho días tiene, pero como es bisiesto, échale veintinueve.
- En febrero, un rato al sol y otro al brasero. En este mes celebramos en el pueblo -sin
convidados de piedra- a san Valentín, siempre enamorado.
- “Mi Unicornio azul”, Silvio Rodríguez. Jueves lardero o el día del hornazo, los niños en
Cerros Tontos, los “yayos” en el Paseo, los jóvenes solteros en otro “lao”. Y el Carnaval, en corta cantidad.
Insulso, con poca jarana. Aquí sí que me cuentan cuánto hemos “perdío”, estudiantinas, comparsas, máscaras graciosas.
Pocas máscaras, espontáneas, con buen humor y divertidas.
Y en el entierro de la sardina, “a la vejez viruelas”, plañidera juventud.
- Hace tiempo que nadie le llora a la sardina como el secretario…
La Plaza no ha estado tan de “bote en bote” como en san Damas. Alguno se ha dado una “pechá” de sardinas, ¡claro como son de
“gorra”! Gracias a las personas disfrazadas – AMPA - a su deseo por seguir disfrutando y transmitiendo esta
tradición.
Pero quien ha ganado el primer premio de carnaval ha sido el invierno por su disfraz de primavera.
“Viva el pueblo de Mestanza con su buen Ayuntamiento, con sus salones de baile y para cine de invierno. Nos tienen un buen Casino y buen apaño de tabernas,
y en casa del Regalao gaseosas a sesenta.”
También ha llegado al pueblo, la inquietud, el
miedo, por el bicho suelto, llamado coronavirus… En la farmacia de Mestanza, otra más, se han
agotado la existencia de mascarillas por el temor al contagio.
- Comienza el negocio del miedo
Febrerillo loco se despide con “mala mar”.
Miguel Martín Gavillero
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Suenan tambores de guerra al amanecer, grandes nubarrones se ciernen en el horizonte.
Esto no presagia nada bueno. Se fue la luz, vino la oscuridad.
Entre las tinieblas aparecen infinidad de demonios.
- Demonio vete al infierno - Tiemblan los cimientos de la humanidad.
No se ha apagado el eco de los tambores al anochecer.
La noche se hace larga, nunca amanecerá. No es un sueño es la realidad.
A mi gente, cuando lleguemos a ese puente ya lo cruzaremos.
- Debe de ser valioso, me cuesta un riñón.
De la noche a la mañana vivimos tiempos inciertos, vivimos un tiempo excepcional. Lo nunca visto. Situaciones de alarma. Hay realmente peligro. Muchas imprudencias, más irresponsabilidades.
Compras masivas de alimentos. Alguien se está equivocando para que tengan que ser los pueblos quienes tomen las decisiones en
temas como éstos. Lo peor que nos puede pasar es el miedo y que
gobierne la desconfianza. Se ha decretado el Estado de Alarma en nuestra
apacible vida mundana. Es un hecho histórico. - Vivir para contarlo.
Miguel Martín Gavillero
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Apartado y solo, en la piedra de observar, acabo, sin que terminen de cuajar brotes verdes, estos relatos que quisieron ser
reflexión. Brota en el ánimo la tristeza y la
melancolía por un pueblo que, pienso yo, se apaga día a día.
Reflexiono en voz alta lo que pensamos la mayoría pero callamos, por desidia, por
hastío o como se diría, glosando al poeta, porque vivimos entre un Mestanza que muere
y otro Mestanza que bosteza. Ha cundido el conformismo de que todo está
perdido y nada se puede hacer. Este sentimiento bulle en las calles, en
las casas, en el campo… y cala la resignación en toda la población.
Pueblo dividido, ¿por envidias, por
inquina, por politización…? pero que sufre una preocupante desmovilización.
Este desinterés está unido a una gran desmotivación, hace tiempo que se acabó la imaginación, hace tiempo que se vive con
evidente frustración. - Esto empequeñece más el pueblo.
Me pregunto, ¿cuál es nuestro mayor
defecto, el cainismo o el conformismo?
- Si alguien tiene una iniciativa, por pequeña que sea, seguro es que habrá algún detractor que poco tardará en desacreditar, “ponerlo como un trapo” aunque solo sea por “joder la
marrana”. ¡Ah! pero eso sí, defensores, en las redes y de palabra, del postulado localista de los
ocho apellidos mestanceños. Cuando un mestanceño se encuentra con otro mestanceño en un lugar que no es Mestanza, aunque en el pueblo apenas se miren y se hablen, terminaran hablando de Mestanza.
- Lo que pasa por aquí es “para mear y no echar gota”, no tiene explicación.
Miguel Martín Gavillero
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Es este un pueblo estático, “alicaído”, de carácter pasivo y conformista. Un pueblo que parece aletargado, dormido en el paso de los días. Solo recupera algo de vida durante el verano y de fiesta en fiesta. Pronto, pueblos como el nuestro serán como
las bicicletas, solo para el verano. Y los que nos visitan en fechas puntuales que no
se conformen con venir a mesa puesta. Que estén tan dispuestos para comer como para hacer la comida, que luego tienen la
lengua muy suelta. Nuestra situación actual es el resultado de décadas de conformismo. Supongo que algún día
cambiaremos…, no todo está escrito. - “Cuán largo me lo fiáis, amigo Sancho”
Creía haber llegado a esa edad en la que me daba igual lo que pensaran y pasara a
los demás. Pero no, me he dado cuenta que me sigue importando todo aquello que me rodea.
No sé si estas pequeñas reflexiones llegan tarde, aportan algo, si aún hay tiempo o “a burro muerto, la cebada al rabo”. Quiero pensar que no todo ha sido
“predicar en desierto y majar en hierro frío”, que no todo ha “caído en saco
roto”. - Muchos creemos que tiramos de este carro, pero
solo de palabra.
Pero aquí seguimos, después de un año, sin hacer nada, debemos de hacer algo en lugar de quejarnos y echar la culpa a los demás.
“Lo tenemos que hacer hoy porque se nos acaban los mañanas”
Marzo 2020
Ladrones de albarda
Miguel Martín Gavillero
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Miguel Martín Gavillero
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A UN OLMO SECO…
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido, con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores que guardan el camino y la ribera, habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero te convierta en melena de campana, lanza de carro o yugo de carreta; antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas de alguna mísera caseta, al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino y tronche el soplo de las sierras blancas; antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas, olmo, quiero anotar en mi cartera la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
Antonio Machado
Miguel Martín Gavillero
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Seguramente “Ladrones de Albarda” no debería
haber sido leído por la gente, al menos, hasta
haberlo terminado de escribir totalmente.
“Ladrones de Albarda” es el resultado de una
personal reflexión realizada a través de la
observación de la realidad cotidiana del pueblo,
durante algunos momentos de las cuatro
estaciones climáticas del año. Revuelto con
nostálgicos recuerdos y los sentimientos - podía y
pude ponerme cursi y escribir - más íntimos que
provoca esta observación, como son la
despoblación, la resignación, la soledad y la
muerte.
En su composición pretendía utilizar los localismos
que debía de encontrar en el diccionario
autónomo de Mestanza, publicado en foro-
ciudad.com, pero que ha desaparecido o borrado
de la mencionada página. De la misma manera, la
utilización de otros recursos lingüísticos como
alguna que otra ingeniada metáfora, y, algún que
otro, dicho popular usado por estos andurriales.
Por ello, me he tomado la libertad de buscar,
recopilar y usar algunas de estas expresiones en
estos cortos relatos.
El nexo que une los cuatro relatos es la Portada. En
ella se refleja, el dibujo - la imagen en la realidad o
en fotografía es mucho más tenebrosa - de un
“Olmo” y el título, “Ladrones de Albarda”.
Miguel Martín Gavillero
LADRONES DE ALBARDA
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Al inicio del siglo pasado, nuestros antepasados
dan los primeros pasos para realizar lo que hoy
conocemos como “El Paseo” o “Pocillo”.
Hay un Parque aquí en mi pueblo…
Todo ello en torno a un pozo - “Pozillo”- de agua
potable.
Desmonte del camino de la Rejada para hacer la
explanada, encauzamiento del arroyo y siembra
de árboles.
Entre estos árboles sobresalen los Olmos.
Estos Olmos, sembrados en el cauce del arroyo del
Pueblo, servían para asegurar el suelo de los
márgenes del mencionado arroyo.
Por su gran porte ofrecían una imagen de árbol
robusto y fuerte. Su presencia era impactante
debido a su gran tamaño, además daban una
gran sombra.
Estaban localizados desde el pozo llamado, hoy,
de “La Rejá” hasta el matadero, hoy, Salón de Usos
Múltiples.
Recuerdo tres, uno en el Pozo de arriba, hoy de “La
Rejá”, su tronco hueco era utilizado – por todos -
para hacer fuego en su interior. Otro en lo que hoy
es el campo de fútbol – hizo, entre otras cosas, el
papel de vestuarios - fue derribado por las
máquinas y el tercero, es el que hoy a duras penas
mantiene parte de su tronco, al final del Paseo,
desmoronándose día a día un poco más, aún
muerto se resiste a caer.
Este último fue atacado por un hongo que le causó
la enfermedad – grafiosi- hasta llegar a matarlo. El
encargado de transmitir el hongo es un tipo de
escarabajo que transporta las esporas del hongo
desde los olmos enfermos a los olmos sanos.
Miguel Martín Gavillero
LADRONES DE ALBARDA
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Una vez infestado, no existe otra solución más que
cortar…
De la misma manera, me viene a la memoria que
siendo niño, en el siglo pasado, llegado el día de
“san Damas” se hacía una gran lumbre en la Plaza
del pueblo. La gente, solidaria, traía leña para
hacer esa hoguera. Entre el combustible utilizado
para encenderla se utilizaba “la Albarda”.
Llamábamos “Albarda” a la hiniesta o retama
puesta encima de las paredes de tierra de los
corrales, entre ellos los que daban al exterior del
pueblo, - se colocaba en la misma forma de las
albardas de las caballerías - para protegerlas del
agua de lluvia y sujeta por el centro con barro y
piedras.
Niños y no tan niños teníamos como principal
objetivo quitar esa “albarda” de las tapias de los
corrales y la misión de los dueños protegerlas. Era
una noche de vigilia para propietarios. De
provocación y diversión para los “ladrones de
Albarda”.
Y estando en estos menesteres llega mi amigo
Pedro – he conseguido que se lea El Quijote - y me
pone sobre aviso.
- Eh tú!
- Pues anda que tú!
- Que no es “Albarda”, sino “Barda”.
El propio Cervantes lo menciona en El Quijote y no
una vez sino varias…
“Y confirmo ésto, por haber visto que cuando
estuve por las bardas del corral mirando los actos
de tu triste tragedia, no me fue posible subir por
Miguel Martín Gavillero
LADRONES DE ALBARDA
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ellas, ni menos pude apearme de Rocinante,
porque me debían de tener encantado”
Y el diccionario de la lengua española RAE, Real
Academia Española, en una de sus acepciones
define “Barda” como “Cubierta de sarmientos,
paja, espinos o broza, asegurada con tierra o
piedras, sobre las tapias de los corrales, huertas y
heredades, para su resguardo”.
Hago una pequeña consulta y pregunto… ¿Cómo
es, albarda o barda?
Conclusión: algunos lo conocen por “la Barda”,
otros por “Labarda” y otros por “Albarda” que es la
que yo conozco, otro vocablo más para el
diccionario local.
En resumen con “Ladrones de Albarda” he querido
simbolizar - torpemente ya lo sé - la existencia del
“Olmo”, consumido y seco, que se encuentra al
final del Paseo, con el Pueblo.
Y con los “Ladrones de Albarda” - esos pequeños
escarabajos que transportan el hongo que destruye
el árbol - zancudas, vigilantes que vigilan, mujeres
mutiladas, turroneros, agoreros, gobernantes,
palomas marrulleras, mojinos obscenos, la vejez, la
soledad, los que se mueren, la falta de niños, los
juntaletras, el gallo de corral, los aviesos, los que se
creen dueños del cortijo, los que se apropian de lo
que no es suyo, los que se mean en cualquier sitio,
la reina de Mestanza, los adolescentes inmaduros,
los viejos precoces, los tertulianos aburridos, los
amos, los cordeleros, los que solo vienen a mesa
puesta…, con nosotros mismos.
Miguel Martín Gavillero
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Pero aunque produzca tristeza ver el árbol, fuerte y
robusto, muerto, cayéndose a cachos, sin ramas,
sin su dura corteza que nos deja ver su interior
marchito, que se desmorona con el paso del
tiempo…
…mantiene un hilo de esperanza, algunos tallos
suyos han empezado a brotar no lejos de él, como
las “hojas nuevas” que nacen en el poema de
Antonio Machado.
Y para terminar estos pequeños relatos, una última reflexión,
me apropio, con su permiso, de lo dicho por Juan Ramón
Jiménez para con su pueblo y diré con satisfacción:
“Te llevaré Mestanza a todos los lugares y a todos los tiempos,
serás por mí, pobre pueblo mío, a despecho de los logreros,
inmortal”.
Miguel Martín Gavillero