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LAS COSTURAS DEL SER HECTOR CORDERO VITAGLIC LAS COSTURAS DEL SER POEMAS 2014 1 1

Las Costuras Del Ser

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Héctor Cordero

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HECTOR CORDERO VITAGLIC

PAGE 115LAS COSTURAS DEL SER

HECTOR CORDERO VITAGLICLAS COSTURAS DEL SERPOEMAS

2014NO PUEDO CON TANTA LUZ, TANTA SOMBRA.No puedo con tanta luz, tanta sombra,tanto valle verde y llanura desrtica;

no puedo con tanta vida, y, sobre todo,

con tan poca muerte, pese a todo lo que me ha sucedido,

y con tanta lgrima y tantos extendidos aplausos.

Algo, como un maquillaje, siento que se corre en mi alma,

en mi sangre;

como un sudor, pero interno.

No s si a ustedes les ocurre mis amigos

que cuando se llega a cierta calle,

a cierto punto incierto del alma del mundo que se ha vivido,

algo sucede,y hace que uno empiece a mirarse desde adentro,

y a sentirse extrao.

No son manos mas estas,

estos no son mis dedos.

En realidad tienen forma de lpices,

En realidad escriben lo que ellos quieren,como nios rebeldes.

Y lo mismo digo de mis piernas,

que se echan a caminar sin m.Y cuando estoy profundamente dormido,

recin se devuelven desde paisajes ajenos,y se encajan en mi cuerpo.

No soy yo, me digo, observndome

con la misma atencin que pone cada noche

en el ojo del telescopio el astrnomo,

o cuando hace planes veleidosos para eliminarme

el invisible enemigo.No soy yo el que navega como un barco viejo a la deriva,

justo en el tiempo en que se ha muerto el mar con sus olas

y ya no quedan cables ni sogas en los puertos.

Eso es, ms o menos, lo que siento.

Como el sol, sin sentido, si de repente

desapareciera el mundo y la humanidad,quedndose sin el trabajo de iluminarnos.

Yo me miro hacia lo alto, desconociendo

lo que he crecido, desde la nada, desde nio.

Y mi propia sombra me asusta, alargndose en el atardecer

de lo que no s si es la realidad o slo una pesadilla.Me arde en los ojos la pgina en blanco.

Ya no queda nada. Ya no quedan motivos.

Algn da deba salirle canas a mis palabras,algn da tena que ser el abuelo de m mismo.Est sucediendo en estos mismos momentos lo que ya me supona:

la ltima puerta de tan largo viaje no existe.En su lugar hay una equis atada a una boya

girando en el espacio silencioso, desolado y vaco.

JAMS.No s qu pas con nosotros dos,

conformndonos, llenndonos con tan poco.

Tanta vida que vivimos unidos

y tantas, tantas cosas que nunca hicimos juntos.

Jams bailamos un vals.Apenas s un ensayo en una tarde de violines imaginarios.

Jams nos baamos en un ro, en un lago,

en una playa de mar.

Nunca cocin algo rico para ti,ni tuve la oportunidad de llevarte el desayuno a la cama.

No viajamos en avin, ni en tren ni en automvil.

Jams contemplamos un atardecer desde un muelle.

Jams pegamos fotos ni estampillas en un lbum.

Jams tuvimos un perro o un gato.

Nunca fuimos a un circo, a la montaa, al cine,

ni siquiera a un estadio de ftbol.

Nuestro paisaje habitual es esta pieza oscura,donde nos juntamos para encerrarnos en nosotros mismos.

Jams elev un volantn contigo

(y eso s que es imperdonable).

Jams comimos algodn de dulce.Jams nos disfrazamos para jugar como dos nios.

Jams montamos un caballo; ni qu decir de elefantes.

Cerveza siempre. Nunca una copa de champnCmo haber soado con una torta de novios!

De los dos, fui el nico que imagin tener hijos propios.

Jams probamos una simple empanada;

y, no recuerdo si dos huevos fritos.

Jams anduvimos en bote. Tampoco en un trasatlntico.No estuvimos nunca en Roma o en Pars.

Ni siquiera recorrimos San Bernardo.

Otra cosa que no hicimos: arrojarnos por un tobogn.

Perseguir mariposas. Imitar el canto del gallo.

Tampoco supimos de un copo de nieve en la mano.

No tuvimos la alegra de un carrusel,

ni la ms mnima oportunidad de andar en zancos.

No s cmo nos hemos querido tanto,

con tantos y tantos jams. Slo Dios lo sabe.

Cada tarde nuestra es exactamente igual a la de antes.

Yo tomo tu cintura y te beso, imaginando tus guirnaldas.

T no pareces tener otra ambicin que la de entregarte

frente a estos xidos en que se deshacen nuestras carnes.

Cunto durar nuestro amor

que est hecho slo de labios y de abrazos?

Nada ms que de lluvias y recuerdos?

Nos cercan los retratos en las paredes.Otros, gozan de las alegras, de las libertades de la tierra.

Nuestra msica es una sangre interior;

el lamento de una campana que se ha quedado sin badajo.

Yo me quedo a contemplarte en este rincn,

enamorado de ti,

enamorado,

oh mi tierno maniqu de sastre!

EL RATN DE LAS 6.

El ratn de las 6 me despierta

puntualmente

royendo las paredes de la madrugada.Y roe justo detrs de los crucifijos

no lo habr enviado el Demonio?

Me levanto lleno de fro

y mordido por el hocico

ponzooso de la miseria.

El negro tubo de la soledad tieneun sonido triste de flauta andina,

hecha con un hueso de uno mismo, a la medida.

A esta hora,

cuando todava se desperezan

estrellas famlicas en el cielo,

yo tambin quisiera

cavar un agujero en la pared

para asomarme a su mundo de silencios distintos,

agobiado ya de ste.

Fumo.

Y como no le gusta el humo

del hosco cigarrillo,

el roedor se va,

pero siempre para volver puntualmente al otro da.

El ratn puede ser mi conciencia

que me reclama

el estampido en la sien, sorda de tanta edad,

o el hambre

sencilla y humana que anda a esa hora ya en pie,vestida con su chilaba guadaosa

y llena de agujeros, y tan terrible que es.

ME ANDA BUSCANDO SU SOMBRERO.

Seor tan aburrido no se encuentra

ni en los avisos comerciales.

Te conquist antes que sonara la campana,

antes que se inventara el cuadriltero,

cuando yo ni siquiera soaba con los guantes de box.

Fue en los das cuando los hombres regalaban bombones.En plena Edad del Diamante.

Y como ahora sabe

que ya perdi todos sus encantos

(y que yo te ech encima mis dos ojos lnguidos),

anda armado, buscndome, con una Smith & Wesson,

calibre 38.

El es un personaje equivocado

de una vieja pelcula del Far West.

PAISAJE INVERNAL.Bajo el blocao de la nieve duermen

en sueos rojos y lejanos las ardillas.

Los nios se arrojan bolas de nieve.

El mono de nieve luce una corbata amarilla.

Sobre las veredas se quejan sin alma las casasa travs de las esforzadas chimeneas.

La gente siente la mordedura del fro

como una jaura llena de sentimiento.

En el campo han tendido un sudario de nieve.Los ltimos petirrojos ofrecen acrobacias

y luego marchan en bandadas hacia el sol.

Llega el barquito de man que ilumina la calle

con dentelladas de calor y fragancia.

Un nio trae un violn, improvisndose un baile.

RQUIEM PARA UN SOLDADO.La sangre que se escap de ti en esa bala,

trozo inaudito de metal, yano tiene marcha atrs:

como negro narciso de odio

vuelve ms precaria la herida,

ms urgente el dilogo y el arado.

Los muertos, muertos estn bajo

aquella afrenta de humo y mal entendido coraje.

Ya no queda una gota de rencor. Pero tampoco hay olvido.Qu cosa haremos entonces con toda la tarde

por delante de los dos? El polvo trgico que levantael llanto nos divide en vctimas y verdugos.

Decdete, pues. O cargas de nuevo el arma

o derrites para siempre aquel metal.

La tierra espera ser arada o ser barrida.

Que el general se pudra en el cuartel.

Vayamos nosotros juntos por los surcos, sembrando

las noticias buenas del hombre de hoy.

A M ME DIO ZEUS LA FRAGILIDAD DEL ESCRIBIR.Ahora entiendo a los griegos:

las mujeres viejas estn llenas de maas

y de remilgos, como nosotros, los viejos,

los ms ancianos de la tribu, de impaciencia.

Ellas deberan conservarse para sus maridos,

como premio o castigo para quienes maleanla delicadeza del capullo femenil,

a veces, por nada; por orgullo, o porque

mam no alcanz a durarles su prolongada infancia.

Castigo o premio para el que apaga el fuego sagrado.

Zeus te devuelva a los brazos insoportables,pero consagrados, del que te ech a la vida

y nunca entendi de azahares.

Nunca subi al monte a cortarte una rosa silvestre.

Nunca te cant una cancin de amor al odo.

En cambio, te envenen el hgado con chocolates.Te hizo suyo a los odos de la gleba,

de los sacerdotes prevaricadores,

propalando por todo el mundo conocido

-y Zeus sabe que es grande- que le pertenecas.

Larga vida para l. Tendr suficiente tiempopara arrepentirse.

Los dioses castigan de forma misteriosa a los incapaces de amar.A m me dio Zeus la fragilidad del escribir.

Y hoy, en esta maana fra, anoto estas cosas tristes sobre el amor.

Los viejos debemos contentarnos con los recuerdos que quedaron abandonados

en el granero, junto a las mieses.

Los granos que en verdad alimentan, los ms rojos y maduros,

sos son para los hombres jvenes.

TARDE DE AMOR Y DULCES.Esta tarde canta Gardel

y ser ms dulce que nunca:

vendrs a tomar un caf conmigo;luego, haremos el amor sobre el piso.

Pero son las 12. Y he salido

por las calles mojadas a acortar el da.

No he visto asomar ni tu nariz

desde el invernadero donde trabajas.

Tampoco encuentro una carta para m

en el Correo.

Deben haberme borrado ya

de la lista de los mos, del listado de los vivos.

Qu importa.

Este tarde de fuego absuelve

todos los errores, todos los horrores

de los rencores y los olvidos.

T me quieres. Y voy llorando

de emocin por las calles. Es el amor,

el caf, los dulces; nosotros dos

y Gardel que canta su tango inolvidable.

LLAMADA TARDA.

Rodeado de silencio y de sombras,

el muerto siente sonar el celular

desde el bolsillo de su camisa,

iluminndole el rostro. Pero ya no tiene ganas de contestar.

AL QUEDARSE SOLO

Al quedarse solo,

el camino, como un idiota,

no sabe adnde ir.

SOLITARIO.

Me convertiste en el campen mundial del solitario.

Lstima que el juego no est an reconocido

por el Comit Olmpico Internacional.

COMO NUDOS MARINEROS.

Los enredos de ella

-que no son pocos-,

estn mejor atados que los nudos marineros.

No s cmo ni cundo aprendi a hacerlos.

Si ni siquiera sabe nadar!

VOLCN.

Mi pene

es un viejo volcn

que vomita semen.

ARRIENDAN ATAUD.Muerto todava respirando

arrienda atad las noches de luna llena,

poco uso,

con algunos rasguos por dentro.

Precio conversable.

MATERIALES.Al menos,

debo agradecerte los materiales que me regalaste:

unas cuantas tablas de pino,

unos metros de fieltro negro como la noche,

un puado (aunque de tu mano pequea) de clavos.El barniz caoba.Los candelabros con sus respectivos cirios.

Y, sobre todo, ese detalle final,

como la guinda de la torta:

el almohadn forrado en spero lino del desiertodonde habr de reposar mi crneo.Slo te falt el ciprs haciendo sombra.POSDATA.BEM:

as terminaban todas tus cartas.

BEM:

con B de bonita y M de mujer. Como posdata.

Pens en un principio-, que era una de tus clsicasfaltas ortogrficas,

pero que me urgas a reunirme contigo

en tu ciudad.

Lo dej todo por ti:

amigos, paisaje, familia, una vida tranquila.

Al llegar a Osorno, para sorpresa ma,negaste setenta veces siete que me necesitabas.

No es casualidad este nmero exagerado.

Ahora, que ya me corriste de tu ladoy que marcho, destrozado, de vuelta al Norte,

caigo recin en cuenta

que aquello al final de tus cartas

slo eran las iniciales de tu nombre.

LAS ALMAS MUERTAS Y LAS ALMAS VIVAS

Esta noche la muerte est trabajando como un dentistaen reparar el puente donde transitan

las almas muertas y las almas vivas.

Hay viejos rostros jvenescomo hay novedosas fragancias, rancias ya de tanto ser olidas.

Un jazmn real que encanta. Un lila sencillo y republicano.

Mi madre, mi madrina en la rubiedad de sus bellezas encapsuladas

y vestidas de negros chales de percal,

van del brazo juntas a misa.

Rezarn en la iglesia de san Francisco Javier por m,que ya he muerto,

luego de resolver el teorema cinco mil.

Enero del ao 13. Y ya comienza,

ms con menos, la Gran Guerra que lisiar la belleza del

mundo y para siempre.

Mi amor, entre la bruma de su llanto y sus pauelos de encaje,es como la lnea Maginot.

Y yo, perdido entre el temor y la sangre,

en pleno frente de guerra,

debo parecerme a Charlot.

Me quedo, recordndote,

mudo en el surco maligno de una bala

que me lacera en un muslo.

Dos pasos ms arriba,

ms bien como milagro retrasado de nochebuena,

el puente de las almas muertas sigue intacto y vivo.

CLAVOS QUE DESOVAN EN LA OSCURIDAD

Este martillo que golpea de adentro hacia afuera

y que desova los clavos como alevines, untndolos en claridad.Y justo cuando me dan ganas de beber, de olvidarme.

Este pedazo rodeado de oscuridad que es como una joya

donde el silencio adquiere rubes, plidas esmeraldas,

mientras ruedan los automviles cargados de sueo

y las horas se vuelcan sin heridos en la almohada.

Hay un ruido natural, de fondo, de gusanos royendo la

madera

y unos dientes que se afilan para el examen de maana.Cuando llegue el caramelo estpido a la punta de mi

lengua

y sienta asco de todo, de la corbata, de los bolsillos,y palabras hayan en otro idioma que no acierto en adivinar.

Ese desnudo tuyo que es toda la pared muda.Hay una junta de seres auxiliares

donde deciden la suerte de alguien tan idntico a m,

que por eso no duermo ni cavilo en paz. Inmenso estanquelleno de vctimas.

Costura del amanecer donde termina el comienzo

y empiezan los labios del fin.

Olas que estallan, saltando como elsticos.

Carpinteros que construyen un atad al otro lado.Desde lo ms alto del cielo, el piquero de un ave

transformndose en pez.

Costura del amanecer.

La aurora se esfuerza en levantar la noche con sus gatos

mecnicos,

con sus guios de semforo y hasta el alma chorrea en el

descampado blanco.

Saltan los clavos derrumbando la paredcomo si la sostuviera el ms sucio de los negocios.

Los gritos que se oyen corresponden a tu vestido sorprendido

justo en la mitad de su vuelo.Jams he visto tantos dientes juntos. Ni en sueos.

Ni en un festn de cocodrilos. Mi cama nocturna se parece

sospechosamente al ro Nilo.

Y la noche de adentro es ms grande que la de afuera.

Se han roto todas las hebras que nos unen, compaera.

MUERTE.Y la muerte, pluma, sentencia injusta,

desvaro supremo, es la ltima traidora.Fuga precipitada, hierro que no se funde

ni siquiera a siete mil grados.

Maana me levantar temprano, cobrar,

las mismas lanzas del crdito,los nmeros que ahogan desde el principio,

la figura depreciada de ti: tu pobreza injusta.

No es el color de tus ojos ni el de tu pelo, me digo,

ni siquiera el colegio donde estudiaste.

Es tu apellido. Es de donde NO vienes.

As de simple, lo siento, es tu condena.

Tu currculum vitae que no convence a nadie.

Tu inmilitancia.MORIR SIN ANSIA, POR UN CONVENIO ESCRITO.

Chispazos de cine mudo aceleran mis impulsos.Ocioso pararrayos de analefas crnicas.

Jirafa compra ser humano.Qu hace la alquimia del sueo poderoso aqu,

entre macho y hembra;y sin el roce de la mano, de la cadera y del labio,la calle se calla y en la resolana

alguien llora un llanto lejano

que parece otra historia constreida

y no la de esta venda misteriosa.

Placer que deshoja horas cansadas,

harinas plidas, pobres cadencias de sales vencidas.Ves? No hierve ni el agua,

no desespera ni el volumen del cntaro

ni la voluntad que llena todas las vidas.

Para estas ciertas costas se han acabado las velas

y los soplos ariscos del viento

y los atrevidos remolinos que re-re-reverberan al sol.

Llega la orden de quedarse quieto,

que es como morir sin ansia, por un convenio escrito.EL VIEJO MURO.Adis viejo muro,

Abracmonos por ltima vez. No llores.

Es el destino.

No habr ya ms sombras ni ms luces:

se acabaron para nosotros los escenarios.

El aire por delante es ahora

absolutamente azul

y mortalmente puro.

Un solo chasquido y desapareceremos.

Echo de menos

los humildes e ingenuos juegos de nios,

los rayones en tus lomos de greda.Pasaron los aos. En ti me apoy una tarde fantstica

para amarla,

bautizados por la rojedad inmensa del crepsculo.

Maana todo ser negro

como una calavera por dentro.

La conciencia, un gusano.

Y hasta el olor de tu adobe

ser siniestro.

Hasta siempre, viejo amigo.

Me voy hacia las estrellas ms lejanas, cuidate,

abrgate

T continas de guardia.

ALGO ME DICE QUE NO VENDRS.Nuestro rostros pasarn, olvidndose como una mala tinta,

cuando no alcanzaron a gestearse;hasta la fotografa de cajn, en trpode pirateado,

y rigurosa manguilla de luto, lleg tarde.Mi corazn cojeaba ese da

en pleno corazn de la plaza, llena de gente contenta,

dispuesto como nunca a esperarte.Pasaron las horas y entr un fro

de padre y seor mo, lloviendo a cntaros.

Todava sigo all, sin alma y todo humedecido,

esperando por volver a verte.Algo me dice que no, que no vendrs,

que se ha apagado ya nuestro fogoso volcn

y para siempre.

ESOS EJES QUE DAN VUELTAS.Esta noche tengo la mira del fusil enferma.

Se han dormido ya las pastillas en m

y el caminante, el fantasma que nunca duerme

entrega razones a la pgina en blanco;

uno que otro cabezazo me estremece.Afuera, estn la noche y la luna, despus de todo,

y hoy es catorce, una fecha difcil,

llena de rincones abstractos.

Tiraron de m, hasta dejarme

por all arriba en lo alto yalgo arde en mi vista, un sol,

un ardor que se niegan a partir

a pesar de todas las precauciones.

Nos olvidamos tan a menudo que somos parte de la Tierra,con el viejo deber de repoblarla.

Si ganaran los malos, si cayeran los plomos definitivos

qu terrible sera!

FRENTE A ESTE PORFIADO CARAJO DE HOMBRE.

Adis; ya no dir ms.

Est todo dicho.

Cierra la boca y la puerta,pero con una piedra de molino.

Luego...

tu cadver y el mo

-en distintas dimensiones-

se quedarn pensando en esta vaciedad del ser

-no cuando se marche el da-,

sino cuando llegue el instante del cero absoluto

y los tomos se congelen.

Qu hermosa te vers, mi amorcomo una estatua de hielo bordada! Y luego,

este llanto frente a este porfiado carajo de hombre.

EL OLOR DE LA SOMBRA.Se acaba todo de repente, hasta la sal.

El pual sale ardiendo de la sacrista

y el sol, aunque lejano y amarillento,

ms parece una pobre pelota de ftbol de barrio.

Yo, enfermo, soy el ente oficial que aplaudeen las graderas. Y luego, debo entregar todo un informe,

con el detalle de los codos y hasta de las sombras.

Y, de repente, uno se muere. Y los papeles salen catapultados al cosmos.Ms all de qu es eso de morir

-que no queda suficientemente aclarado-,

se acaba todo para uno mucho antes.

Lo sospechamos por las fichas que nos tocan

o por las cartas descarriadas que representansangre, hambre, horror, peste, y hasta los cuernos que nos podrn.

Tomo el ltimo desayuno de cicuta con pastelillos:

La cosa ms rica que te imaginas.

Y cuando entra tu seora en neglig,con todas sus presas superiores al aire,

y el bandido aquel est tan mudo como tieso,

zucatelas! el infarto fatal. El olor de la sombra. El aullido de la nebulosa.

EL RO MAGGIAR.De qu me sirve este Danubio?

De qu le sirve a mi alma, pregunto,

este Danubio, no azul s lejano

y verde como una serpiente de jade?

Al nio hngaro le sirve para arrojar

monedas y piedras al agua y desnudarse

y, luego, volver a la escuela, rondar la fbrica,

imaginarse a su madre. Pero a m,

esta maana, entre papeles y desperdicios,cuando he amanecido ms grande

y me cuesta doblarme para pasar bajo los mapas,

me duele, corriendo por mi memoria, con sus gemidos.Y duele con sus colinas llenas de catedrales,

con sus vitrinas sedientas, sus puentes metlicos,

sus barcazas repletas de turistas.

Qu ganas inmensas de sentir gaviotas,

de ver retozar en sus aguas a un lobo marino!

Pero nunca! El da all es ecunime, perfecto

en florines, a cien brazas del temblor,

a jornadas enteras de esta humanidad.

Maciza historia que devana la imaginacin:

Los museos, al aire libre. Sus muertos ilustresviven a diario. Trigo en los pedestales!

Tanta voz que se levanta en cada gra!

Fuentes y gitanos, una misma cosa!

Una ciudad errante en cada caf.

Orgullosos de su orgullo!

Nunca maldije tanto no hablarese idioma de slabas asfixiantes.

La tuve conmigo, y no bes a una madre

en su frente. Vieja como una sabia rodilla.Caminando la ciudad, pueblos enteros,

no hay nada que descubrir con esta ambigua cabeza.

Hay que descender a sus vsceras,

dejarse caer en sus miedos seculares,

trepar hasta su dura espiga y esquivar el mal.

Afuera, como en todas partes, venden

sonajeras, tarjetas al pasar, estrellas congeladas,

triste ropa de Taiwn, reflejos del ser nacional

El Danubio repercute hasta aqu,sucio de paredes, ambicioso de mpetus.

Es por ese afn, ese padrinazgo de los ros,

ese oficio de sonar bisagras, como notarios de la tierra.Humea en mi soledad y en mi silencio,

hace crujir sus botas,

dando un ltimo relincho en sus escaparates

con olores a loza y a librosy desaparece.

STRAUSS.Cmo conseguir que un solo adjetivo

entre en un sustantivo naturalmente

como una herida en el vidrio

as una cebra que va con su segundo lomo a cuestas

a la caza de la sabana

o con su tercera cabeza cruzando la meta

tendra rayas de dolor o de lejana

sola de piel nunca y africana yaencuentro no palabra esapor ms que busco en el llavero

que se niega y niega a abrir los secretos

a marzar los arcanos

a juniar las promesas

y queda atrapado engominado todo se abordo

y en la sentina de un libro viejo de viaje

qu mximo al esfuerzo los ligamentos mentales

el con espanto escuchar de

a Strauss en un mgico tan bosque memorioso como

tener no y despus esconderse dndeni en qu retrete orinar mente espantosa

en la Quinta Avenida de Nueva York larga

cuando al medioda se ven rascacielos mariposas

oblicuos negras

sintindonos perdidos en el bosque de la memoria desde luego

SOLILOQUIO.

Dentro del cajn y afuera

del cajn, y, en fin,

en ninguna de sus partes,

toda una multitud, la muerte,

para el soliloquio de la vida.

SUEOS.

Nunca, jams anoto

nombres ni direcciones.

Y despus, en los sueos,

no s cmo llegar, me pierdo.

VIDRIOS ROTOS PARA SIEMPRE.

El fro es blanco sudario y negro querer

de bandidos lejanos

que han entrado a tu casa a robarte todo,

el corazn del trigo y el calor de los abrazos.

Al irse deja ignominiosas pisadas de cosas muertas:

Astas resecas de animales hinchados y amarillos;

el ladrido todava del perro vigilante, un vidrio roto.

No es slo lo que falta, que es mucho, amor,

esperanza, sino el hlito baldo

con que lisiaron los bandidos la intimidad.

T contemplas los deshechos, a tus seres queridosdesarmados por piezas que ya nunca encajarn,

porque se han robado tambin las instrucciones de la

paz y el mismsimo plan maestro del silencio.

Ya no puedes, lo sientes, estar seguradentro del tronco de tu rbol, el eje, el nido, el mbolo

de la humanidad.

Y acudes a Dios, preguntando por tus cosas muertas, porlas causas. La aureola hierve en la cabeza,

y no hay respuestas. El fro es una daga enmascarada.

Cuando respiras est en tu sangre,

tentando con sus filos agnsticos los alvolos ms delicados.

Un poco ms all, contaminando el mismo aire,

han de rer los bandidos, luciendo las joyas

que exhumaron de tu cuerpo

todava vivo, ms mortal que nunca, y llorante.

Y que pasen ahora los abogados, para hablarnos de justicia.

EL CORAZN DE LA NADA.Las cosas empiezan a caer hacia arriba.Si no me creen, miren cmo estn dadas vueltas la encuestas.

Cmo suben las adhesiones a nuestra seora Presidenta,

disminuyendo errneamente en los nmeros.

Salen disparados los colores de los objetos.

Las zanahorias, de ahora en adelante, sern absolutamente

blancas.

O mejor dicho, negras. Porque negro es el color de lostomos, de la materia.

Y negro es el corazn de la Nada,que lo es casi todo.

Las olas del mar no aprendieron a llorar

a pesar de los millones y millones de aos que llevan

haciendo esos pucheritos blancos.Cierra las ventanas de mi pecho, te lo ruego,

me quemara tanta luz que entra.

Cirralas. O morir como la mujer de Lot.

Tu silencio es el ancla para fondear el barco de la noche

en el mar infinito de tu presencia.

Tienes que olvidarte siempre de quien erespara dormir conmigo?

Nos pena una estrella que no hemos visto nunca.

Ao tras ao, lo mismo:

Recogiendo frutos de la temporada

para poder sobrevivir.

Alcanzo a comprarme zapatos nuevos.

Pero cada vez hay ms calles en la ciudad.

Pero t sales de vacaciones sola. O te pones a dormir.

Cmo caeran hacia el cielo las iglesias de Cristo,si supieran soltarse de las races

hechas de la fe y de la candidez del pueblo.

Caeran hacia arriba con el peso de la cruz,

con el peso de tantos santos,

y con su fija obsesin por los metales.

Caeran como caen los ruidos de las orejas,como caen los anillos de los dedos.

Volvemos a ser libres, a pesar del amor, a pesar de los

juramentos y de las entregas sin restriccin a domicilio cada

viernes.

Esta pobre jirafa no sabe qu hacer con sus cuatro remos

y el pesado mascarn de proa de su cuello.

Nadie le ense a nadar en el espacio. Se va, se va

ramoneando estrellas en cada galaxia.

Las pechugas de silicona les tapan las orejas a las bellas.Toda preciosura vuelve a ser sorda como las estatuas.

Sorda como la Venus de Milo. Sorda como la sonrisa gorda

de la Gioconda.

Las estrellas se duermen cada noche

repitiendo tu nombre,

como se repite el beeeee! del pio de ovejas

en el caracol del infinito que suea.

Entre tantas cosas lindas,yo me quedo con la tristeza mojada de una hormiga, despus de la tormenta.

Con ese adis de un cigarro.

Con esa desnudez tuya, entrando en las llamas vivas,

de rosa absolutamente negra.

GUERNICA.Los pies se me asoman por la boca del corazn

sin tinta

y mis rodillas gotean lquidas,

desde la impresin impvida del cielo-lcuma del cuarto,

a eso de las seis,

cuando voy cayndome del galope tendido

sobre el volcn de la sbana

que arde justo al lado del humo, que envuelve nuestros

cadveres.

Una ampolleta, estallada de reflejos, rasga el aire contenido,

pero no la veo.Est a siglos, a arrobas infinitas de los dos.

Yo cavo una trinchera con mis rodillas clidas, dulces,

mientras un pajarito tibio sube a trinar en mi aorta.

Luego, en el resplandor fatal de la batalla,lanzo a fondo mi pincelada genial

y un Ohhhhhhh!!!, de locura, recorre las galeras,y nos imaginamos el amanecer, diez horas antes.

Aunque s que dentro de una solaya no estars,sino como el amarillo faltante de un instrumento

que ha apagado en mis labios toda la potencia.

Te besar, te besar en el aire, cuando mis pies descienden

al camino y mi sangre encuentra, al fin, la paz de las arterias.

LIVING BREVE. UNA SILLA TAN SLO.

No tengo enemigo.

El enemigo est viviendo dentro de m.

Pagara la mitad de la pieza que arriendo. Debiera.

O deja sus dolores solsticios fuera,

su cochambre de atardecido pampino desgastado.

Ese que me da consejos falsos.

Que quiere hacer de m

un polglota para poder entenderlo.

Justifica todas las malas acciones de los dems;

trata de quedar bien con Chvez, con Dios y con el Diablo.

Chvez trabaja para ambos de intrprete.

Y eso es todo.

Living breve. Una silla tan slo

hacia el horizonte electrnico del computador.

El resto del cuchitril es slo sueo

en una estirada cama,

grande como un transbordador

para mis huesos croatas.

DESDE LO ALTO DE LOS SIGNOS.

Y caas a la tumba, Seor, desde lo alto de los signos,desde los cabellos erizados de la tarde.

Caas sin detenerte, sin desear detenerte,

como un nio goloso sobre una torta de chocolate.

La concentracin de gentes, algunos con sus mejores atuendos,

otros, casi desvelados, en pijama,pareca ms una reunin de tunantes, de mercaderes

alegres y casuales como en un viernes de feria.

Cuando el cielo cerr sus labios y oscureci sus dientesy la tierra agit violentamente las colinas con sangre,

al fin parecieron comprender a plenitud el deicidio.

Pero, as y todo, discutan para quin era el perdn:Si para Barrabs, el terrible bandido que emblemaba

la revolucin del pueblo judo contra el invasor de occidente,o para Jess, El Nazareno, El Hijo del Hombre,

alabado en un pesebre por los Reyes de Oriente.

Los romanos eran codiciosos y crueles, con espadas y lanzas.

Los sacerdotes, slo fanticos lectores al pie de las Letras.

No haba nada ni nadie que te salvara, Seor,

de su sed de poder y de su ignorancia.

Alguien jug a los dados tu vestidura, y la lanzaque se clav tan honda, tan terrible en tu costado,

hiri el clamor de las montaas, la mansedumbre de los ros

y la horizontalidad de los siglos.

Hasta el gallo cant triste ese da. Y fue el llanto de tu madre

las alas de un cielo irreparable que se qued sin golondrinas.

Ahora, buscamos tu dolor: Ahora adoramos tus espinas.Qu fcil conclusin! Llenamos de templos tu augusta ausencia.

Martirizamos la carne por encontrar un rastrojo siquiera

de tu verdadero Amor, que cambi la faz del mundo.

Y el Seor baj los ojos, mortalmente vencidos,

luego de exclamar su estremecida queja de abandono.

Somos los gusanos que habitamos el lodo,luego de haberlo tenido todo, y perdido en nuestras manos.

Dos maderos quedaron para siempre vacos.

Tiemblan por ese horror los cruces de los caminos.

Desde lo alto, mi Dios, caas esa tarde, lleno de signos.

Nadie puede decir que, de estar all no los comprendera:

Cualquiera de nosotros puede ser Barrabs, y cualquiera

el Judas cobarde. Han pasado veinte siglos, y todo sigue igual que antes.TODOS Y UNO SOLO.

Los muertos se agolpan en la memoria

y rebalsan los alambiques.Los muertos son todos iguales

y equivalentes al grito

de vida roja que ensaya uno solo,

detenido ante el pbulo de la Duda:Ser slo el sueo,

la marca indeleble de tantos recuerdos

que urgieron en la oscuridad del no-ser un rostro?

Sin duda,

porque al dormir asumimos

la vanidad de un reposo incierto

...que, en verdad, es una fuga.

PECADO BASAL

Nosotros fuimos los atrevidos

que soamos el amor,

nunca arrepentidos,para que otros pudieran besarse

sin piel y sin escndalo.

ESTE PASO QUE DOY.

Este paso que doy es tan, tan falso,

que me gritan los pies en los zapatos.

Me gritan: Cobarde, poltico tal por cual,

arreglado a ltima hora,

acarreador de ideas truncas.

No poder perseguirme a m mismo.

Y hacer as, justicia.

Me acosan porque ya pas a desconocerme.

Las cosas que hago no son a mi nombre.

Es como si un desconocido caminara en m:

Aunque sigo siendo yo el que yerra, el mentiroso, el asesino.

Los pasos no pueden,

como los punteros del reloj,

moverse hacia atrs, blanquendolo todo.

El futuro es slo una condena de lo que ya fue.

Permanecer quieto en el prximo paradero.

LAS COSTURAS DEL SER.

Veo en la mano rota, desnuda,

los dedos difusos como un amanecer;las cinco llagas de amor y de luz

que formarn cada una el medioda del hgase!.

Flagelados ya los cinco destinos, continentes carpos,

el campo se suaviza bajo las sombras del trigo

y la ladera del sueo se vuelve cumbre calva.

Quiero todava soar, Seor, que es lo mo,

con un artejo en lo alto, como un esnorquel,

divididas, en tanto, oscuras, rotundas,

las aguas de tu barba patriarcal.

Los sentimientos embaldosan el patio fro del olvido

como la luna perseguida por el ciego azogue del espejo.

Despus vendrn los aos mos, escarabajos de los males,

y volver a la tierra a nacer.

Ilumina mi miedo, Seor,

es todo lo que te pido

y permite dejar escritos mis sueos

en las maleables arenas de la memoria,,,

a sabiendas del agua y del viento, y de mis enemigos.

LA LETRA A.

La A semeja, vista desde abajo,un tringulo, un tragaluz sobre dos ganchos.

De ida y de vuelta,

a caballo o a pie,Adn andante.

Qu dulce o amarga

argamasa de papel.

La A se eleva sobre las aguas

con sus largos zancos,y emprende el vuelo de abeja zumbante.

Mientras le sigue, por tierra,

como un tren ciegotodo el abecedario de metal.

OH SUBPARTCULA ATMICA! OH CUANTO!Ahogado en una funda de calor y soledad,catre rojo entre cuatro paredes verdes,son las nueve y no puede ser ms tarde.

No puedo dormir y despertar en otro mundo si no en ste.Es absurdo. Es diciembre.

Las puras plumillas del quitasol dando vueltas

como una boca hambrienta y sin dientes.

Tengo slo dos mil en mi billetera hasta el sbado

de la semana siguiente.

Tendr que multiplicarme yo mismo?

Oh terrible y pequeo problema mo en esteinmenso y desolado plpito del universo!

Oh subpartcula atmica! Oh cuanto!

La flor, como el alacrn,hace la posicin invertida antes de morir.SEPARACION.

Mis padres se separaron el 82.

El yace en el Cementerio Municipal de Taltal;

ella, en el Parque del Recuerdo de Antofagasta.

LAS MARIPOSAS SON

Las mariposas son tringulos de papel

sobre el sollado de las tristezas.

LUZ, TELFONO Y SORDERA.

T tienes la voz y yo, disuelta en sal,la sordera del celular.Slo puedo leer tus mensajes,

que pasan como candentes meteoritos de largo.

Me cuentas que venden un auto.

Yo tengo hambre a las 10,30 pm.

Qu cosa!

Mi hambre que concita un millnde carreteras, de automviles y citas.

Hambre que echa a correr,

que hace caminar a pura pena

la cordillera de mis huesos.

T tienes la luz y yo

esa lmpara donde debera desarrollarse la Idea.

Donde tiene que congraciarse con el vaco el puente.

El sueo me vence. Tambin

las palabras socarronas de los dems huspedes:colombianos irreductibles,

paquetones, extrovertidos,

nios siempre en vas de crecer,

y, por mientras, ruidosos, cacareantes de todos lados.

Les sobran labios y gargantas,

nombres les sobran tambin, levaduras

de cocciones as de chicasque se agrandan como italianizadas

por el ritmo y el calor guajiros.DA LO MISMO AVESTRUZ QUE SIRENA U ORNITORRINCO.

Para instalar la pobre letra A delante de todo,se han muerto el caballo y el camino,

el sol es un reflejo inexacto,una referencia de color amarillo.

Nunca ha sido ms plido el corazn.

Nunca como ahora una caja de chocolates que todos raspan,hasta que no huele a nada.

Y, luego, mi soledad se llena de hormigas.

El cielo gira como un reloj.

Zumba la arena en mis odos.

Y t sigues tan lejos,

como la lnea de pleamar.

Retumba, retumba el mar en la retrica

del pasado.Pero qu..! Da lo mismo avestruz que sirena

u ornitorrinco. La firma del jams nos desdice.

YA NO HAY PALABRAS QUE DECIR.

Ya no hay palabras que decir.Hay que grabar los temblorosos nmeros en la losa,

y ya.

ESTALLIDO ANIMAL.Las hojas estn sucias del ayer,

como rosas de tanto ser vistas.

Las paredes de mi cerebro,

impregnadas de ti,

no saben soar otra cosa.

Blanqueas en la oscuridad, como un pezen el estanque, hembra ma,

y hasta el agua que gotea cae dulce.

Yo, borracho y solo, y afuera

el coito de la noche y la tempestad.Pienso en el big-bang,

en el gran orgasmo que lo comenz todo:

lo actoral all y lo periodstico de este lado.

Y entre dos algodones, encerrado el grito.

Mi corazn llora, sordo de alcohol,

mientras las estrellas se desploman.

En el borde de mi cerebro

sigue igual que ayer el universo.

Mi cerebro mojado de las ecuaciones

del deseo por dentro.

Quin te vio entonces, big-bang,

y quin te ve ahora:

un tortazo en la cara de la huda.

Las lgrimas son el filo de la nada.

ES DE AMIANTO EL RECUERDOEs de amianto el recuerdo que se quema, mam.

All, a solas, en el frescor rotundo de las llamas,

cual caricias de tu propia madre,

sin saber yo cmo cubriras el temor a la desnudez,rotos tambin los hilos de la comunicacin,tu letra redonda habr de afanarse por lograr decirnos algo.Te veo tratando de escribir.

El viejo problema es que ya no existen brazos ni ojos.

Ya no existen formas ni contenidos ni gramtica.

No quedan tormentos a que someter la alegra

ni suficientes sombras para contrastar las alas.

Tu boca es una ciruela que da vueltas remotas

en un parque sin bellotas, barandas ni gorriones,que suena extraa la tarde,

para ser perfecta.

MARILYN, T QUE NO PUEDES MORIR.Marilyn, t que no puedes hacer lo que muchos:

saltar desde un puente y caer en el anonimato.

Sin embargo, te las ingenias para que vaya

borrndose tu sonrisa en los montajes fotogrficos.

Ya lo sabes, por la Esfinge:

los pmulos alzados los atrae el infinito.

No te perdonaron ser joven y audaz

en esta Amrica hambrienta de dolos.

Uno de tus retratos, el oficial, te muestra con los prpados

cayendo sobre los labios eternamente rojos.

El otro, cuando sorprenden todo tu cuerpo, rubia pantera,

saliendo del bao. Senos de miel. Nalgas de oro.

Y as se divide Norteamrica:tu retrato oficial en la oficina del gobernador,

que hasta los cuqueros aceptan (la fotografa),o arrimada a las mesitas de t

de las generosas negras de Harlem.

El desnudo famoso, en cambio, fichado en las cabinas

de los transportistas de carne,

en los camarines de los boxeadores,

en los bolsillos de los cantantes annimos de blues,

en las billeteras de las estrellitas de poca monta; en fin,

de los miserables comunes de la barriada

de donde surgiste como el cometa Halley,

rutilante, entre lo ms oscuro del cielo,

con tu cabellera hermosa y plateada.

Tu retrato oficial, rescatado, como siempre, de las cenizas,para esta Amrica que comercia granos e imgenes;

frmulas qumicas, y senos de plstico;

letreros de nen, y mrtires increbles;

placeres intensos, y escritores sangrientos;

un nuevo Cristo, y muchachitas anhelantes entre plumas.Tu fotografa desechable, inorgnica y sin memoria

para un pas que suea con alcanzar su estrella definitiva.

Porque donde debe haber amor, hay fro. Donde debe

haber paz, hay decenas de maleantes.

Donde est sentado Lincoln, apalean a los negros.

Donde duerme Whitman, se robaron la hierba, y ya no hay nada.Pidieron prestado, y sin retribuirte por ello,

tu smbolo, muchachita de aqu y de all.Esperaron que murieras sola,

cicatrizada por las angustias,

para obligarte a hablar sin ensayos;

para que te irguieras de nuevo sobre un pedestal,

dando otra mirada intensa a lo que ya no soportabas.

Si cavaran en tu tumba, no te encontraran:

tendran que buscar tu cuerpo, tus cenizas,

en millones de billeteras, en escritorios,

en cabinas telefnicas, en los autos de alquiler,

y en las sucias paredes de los hotelitos,

donde la gente entra y sale y entra,,,

y ya nadie recuerda cmo se llamaba ese desconocida,

y por qu sigue all, con sus senos de miel y sus nalgas de oro,

ocupando el lugar de otra muchacha desnuda.

LA CARRETA.

Redobla su paso cansado la carreta.

La tarde, como una jarra de agua, se exalta,

tiembla, resplandece.

Adivino su combate feroz en la mano del pintor quela bloquea pegajosa.

Yo soy como un navo de estrellas

atrapado en la cara nudosa de la tierra.

Algo cae del pensamiento y deja sobre la huella

una huella olorosa

como los labios rojos de las fresas.

Un nombre de virgen llena todo el espacio

con sus senos redimidos en alas,y desde la cerca bajo con un salto de nio destemplado.Se ha roto mi camisa como una camisa de fuerza

y mis cabellos fluyen naturales hacia el ro.

Tengo el presentimiento de que todo me pertenece,no siendo nada mo.

Dios lo dira mejor, pero as ha sido.

En el alma hay un crujido de fierros:

son dos duros bujes que se estremecen

al paso indolente de los cansados bueyes que,

hundidos en el polvo del tiempo,

los gasta mi recuerdo,,,y sobreviven.

QU BUENO SERA!

Qu bueno sera poder vivir dos vidas y media ms.La mitad, para terminar de ensayar esta amarga vida

que siempre me duele como a un chiquillo.

Una entera para vivir sin anillos;y la otra, para existir sin mentiras.

Porque ya presiento que anda por dentro la enemiga fatal,

olfateando mis amadas heridas.

La vieja pizarra donde anotamos lo mal hechono resiste blancas tizas,

slo oscuros carbones.

Y despierto. Sueo que orino,

justo en medio del pantano de todo

como una lata encallada,

y no existe huerto ni burro ni olvido.

De Taltal no quedan ms que nubarrones.

Y de mi vida,

slo las estras de un ensayo.Ahora, que estoy despierto, garganta arriba,

me desgaito con un qu bueno sera!.

Y, si me permiten, me siento igual que el

cachorrillo de los primeros aos,

cuando le cambiaron paales por puales,

en una maana tan solemne como fra.

EL CENTINELA.

Hay algo de femenino en el centinela que nos cuida de noche.Algo de ngel, guerrero y asexuado. Que no se mide en su espada.

Que no pesa en su lanza.

Ser su ronda acinturada de pasos, tan medida, tan exacta?Su celo de muchachita enamorada bajo la forma inequvoca del macho?

No deja sombra sin resolver, militante, a la luz de su lmpara.Y hasta se esfuerza en interpretar el barro de nuestros sueos.

Por ms que cie una armadura pesada, unos recios mostachos,

es tan delicado con sus pies!

Tan alfombra es l, que no lo sentimos entrar desde el zagun,

y se queda descorporizado en un transepto de la oscuridad,pero siempre velando por nosotros.

Y, luego, vuelve a salir a la noche. Se perpeta en la torre,

adelantndose de qu otra manera podra ser- no slo al canto del gallo,

sino a la crucifixin del sol en el Glgota del cielo.Volviendo a la dedicada, a la delicada filigrana de su papel de celador;

levitando,

levitando entre las sombras ya ms claras,

hasta desaparecer!

CUARTO DE LUNA.Viramos a la luna, al frente de las tinieblas,

cansada de habitar la otra orilla.

Sus blancas corzas ya oxidadas.Todas las lienzas que arrojamos en ella,

que no devolvi ningn pez palpitando.

Viramos a la reina de las brujas, de las sotas,

volar en el cielo, en su escoba mgica,chorreando gatos negros y tizones rojos.

Desde nuestro cuarto,

que nunca estuvo lleno ni del todo satisfecho.

Que pareca otra ceremonia,

una ms del encuentro misterioso.

Aletazo de la nada en el vaco.Lneas borroneadas de los rostros

que se iban completando en ojos.

Y, de pronto, crujamos los dos en el calendario.

La pieza se iluminaba de nosotros.

MORIR AFUERA.

Morir afuera de nuestro cuerpo,

como un acontecimiento externo.

Me gustara morir as, en cmara lenta,

si se pudiera,

con alguien contndome la noticia infausta en mi oreja.

Mientras escucho el rumor de la tarde

corriendo todava,

entreverado en los pasos de mi infancia sobre la Tierra.

Con los mapas abiertos, del otro ladode las puertas de bronce del silencio.

El viento despeinando pjaros,

las sombras de los lamos

enredadas en mis tobillos.

El temor como una ropa vieja en la memoria.

Durmiendo sobre el pozo,

como un forado hecho

en la oscuridad de la noche sin fondo.

ME PASEO POR LAS VITRINAS DEL DA.

Me paseo por las vitrinas del da,y donde menos me esperan, canto.

Comparando los precios de las cosas todava vivas, y ajenas;

la salud irredenta de mi enemigo.

Me llevan, me traen las veredas.Al frente, hay ms sol, ms energa.

Rueda una manzana de aquella canasta,

la tomo al vuelo, la regreso a su duea.Es como un cilio lleno de redondeces,

un sueo que camina.

Ya somos diez, me digo, dndome nimo. Slo faltan dos.

Y volteo el camino, y cae todo abajo.

La enorme camisera, el hartazgo del no tener nada.

El repasado diente del mondar.

Me paseo al pelo de la multitud,al galope, en andas, entre los vidrios, fumando,

cantando, al desgaire de la cifra, del valor,

de lo que soy siendo ya sido, la dulce gratificacin

y el oficio dudoso del estar;donde otros cuelgan pendientes de la orejas,

diamantes de sus dedos,

y yo no dejo nada. Agito apenas mi salero. Fumo. Pienso.

Canto.

EL RO Y LA TORMENTA.Nuestro amor es una ciudad enormedividida por un ancho ro, torrentoso,

y sin puentes.

Las buenas intenciones tienen que cruzar a nado.

No se han inventado todavams que el ala de las palomas

y los reflejos espordicos del sol.

Arrojamos botellas con mensajes dentro.

De ms est decirlo: vivimos en orillas opuestas,amndonos en la misma proporcin de nuestras dificultades.

Algunos aos ha habido una crecida del ro,

y se inundan nuestros corazones de un lgamo rico.

Pero el fenmeno no alcanza a cubrir

el largo tiempo de las sequas.

T te dedicas a fabricar botellasque resultan cada vez ms frgiles y hermosas.

Te da mucha pena arrojarlas al agua.

Yo consumo el hasto

en escribir poemas

a prueba de tormentas.

UN LIENZO DE GAUGUIN.

Cmo es la cosa! La Tierra es inmunda o es sagrada?

La Tierra, que tiene plvora en las sienes,

como madre que huele a cadveres al mismo tiempo que a lilas.

Ya ven que, por nuestra perfidia, hasta los ngeles

han adoptado el hbito de las espadas, y merodean,al caer las sombras, sobre esta pelcula de espanto.

Qu les da por hacer esto? No tienen, para soar,

todo el cielo del infinito? La inmensa galaxia?

Hay un ngel mirndonos en el acto sexual?

Algo de Dios empuja mis vsceras dentro de ti?

Yo cre que estbamos solos con nuestra conciencia,ardiendo. Que besar y morderte aquellas partes

era un pecado enorme.

Y, ahora, alguien sujeta tus espaldas para que no se desplomen?

Manos no mas te cierran cuando he huido?

Mustrenme el teorema de tamaa falacia

y pondr ms cuidado al limpiarme mis xidos,

al cortarme las uas.Que ya no dar alaridos de felicidad: cantar plegarias.

Y t, en la cama, ten cuidado; no posas

precisamente para un lienzo de Gauguin.

Andate la bata, y junta las piernas.

Hblame discreta al odo. No derretida en palabras.

No quiero que maana lo sepa todo el cielo.

Mucho antes de llegar, ya seramos famosos.LA CORONA DE LATA.

Todo en m suena a Paraso Perdido.

Voy por las calles con una triste corona

de lata, sonrindole a viejos desconocidos,

mientras recojo del suelo boletos de micro.

Alimentndome de todos los aires de nostalgias,

mis banderas desgarradas, nunca airosas,

por los grises sucesos de los accidentes de otros.

Para ellos tengo mi consuelo. Y algo de magia.

Mi alegra qued relegada en una carpa de circo

abandonada en la llanura celeste de mi infancia.

Voy de regreso a mi pueblo, que campea

en la provincia ms remota. Pero el camino ya no existe.Est sembrado de cruces metlicas y oxidadas:

plantaron un cementerio en aquella planicie.

Soy el ltimo de mi especie. El espejo devuelve mi sonrisa

con mucho ms de huesos que de carne apacible.

Aqu, en cambio, como mis sueos son tan extraos,

colecciono los residuos de otros, sin que nadiese espante. Mi cubculo no tiene paralelo ni latitud.

Donde me pilla el sueo duerme toda mi quietud.

Al morirme, nadie ni nada me echar de menos,,,

ni la prolijidad del panteonero ni la tristeza del atad.

Soy algo menos que un sueo. Apenas las astillas de un leo

que vaga por los caminos sin dueo.

Y slo humilde jergn de paja soy

cuando me tiendo en mi sombra, y me duermo.

CAMBIO CABALLO POR DAMA.

El ajedrecista vislumbra en la cima del tableroque est por perder a la izquierda- su caballo diestro.Pero tiene colocados en avanzada tres peones,

amagando los aposentos del rey contrario.

La dama, que se hace la lesa, observa la amenaza

y no hace nada. No s si atnita. O casquivana.El monarca negro se protege con un enroque corto,

quedando sumido en un rincn, desvalido y sin mando.Y, entonces Oh sorpresa! Ella se entrega al enemigo

sin vacilar. Al tomarla, tiemblo. Y en la jugada,

la otra torre, descubierta, me da un jaque mortalque no haba previsto, engolosinado por el cambio.

Moraleja: Cuando te ofrezcan una dama, arrncale

el corazn (y la lengua).Despus, puedes no tener tiempo. Mas s cauto:

Ellas nunca dejan de trabajar por el rey que aman.

Ayer temprano se efectuaron las exequias del ajedrecista,

muerto sobre el tablero, con una sonrisa triste.

SUFRIR, ESCRIBIR, GOZAR.Entre sufrir y gozar, prefiero escribir.

Que la vida se me vaya en tinta y no en sangre.

Quedarme hasta la eternidad misma con todas

estas tardes. Brotando de m a cada instante.

Entre gozar y escribir, prefiero sufrir

el oscuro ostracismo que en las letras arde.

Mi tormento mayor ha de ser el obrar

como un arquitecto de luz en cada tarde.

Entre escribir y sufrir, prefiero gozarcon los cinco sentidos puestos en mi carne.

Pues, ante todo, soy un hombre; luego, poeta.

Soy el auriga de mi sino. Un dilettante.LA MUJER DE ARRIBA.

A esta mujer le sale por la boca el cuerpo,,,cmo ser!

Le sale el lamento, el resplandor,

la lana toda y los dos palillos.Es como un ro ms grande que la Tierra.

Parece que pariera, que naciera,

pero gime de placer. Y uno sigue, no muy lejos,

sin querer, la lnea loca de su geografa.

Qu leona en la soledad del catre!Y qu codorniz para el detalle..!

AaaaaAyyyy!...Ah viene saliendo viva, entera,

otra criatura de su grito; y ella

la lanza contra las paredes, la precipita

al brasero donde arda,

desde su abismante campanilla.

A esta mujer le sale por la boca el cuerpo,

gritando, enloquecida,

roja,

ante la culebra extraa

que Adn empuja,

con una vara entre sus piernas,

de vuelta hacia la madriguera.

CAUSAS Y CONSECUENCIAS.Dios, si T no hubieras hecho

lleno de maravillas el universo,

si el universo entero siempre fue as,yo lo hiciera slo para que desde tus manos puras

nacieran los campos de trigo,

como florecen en las manos del poeta los versos.

Dios, que jams descubra la ciencia

que T fuiste el inventor de todas las ciencias.Acaso pudo El Quijote

haber soado a Cervantes?

Antes, yo borrara todas las obras de arte y no hubiera

Cervantes ni Quijote. Slo letras mudas esperando a que las hablen.

No hubiera hogar, sino fuego informe.Agua y soledad antes que pjaros y rboles.

No te preocupes, mi Dios. Cuando todo est descubierto,nosotros, los que te amamos,

pondremos una tijera en tus manos

para que T lo inaugures todo.

Acaso la consecuencia puede

preceder a la causa?

Puede la lana ser anterior a la oveja?

Y el fuego a la madera?

Si as fuese, que arda todo el paisaje.

Ten paciencia, mi Dios; nosotros te amamos.

AMANECIENDO.

Cesa el anhelo nuestro rabo

debe morir?

Entre las cenizas y el sueo,

no logro encontrar mi cabeza,y ya voy a despertar!

Est a punto de hervir el agua

y los frutos crujen de maduros.

Los animales

revientan las cuerdas que los atan.

Despierto ahora, o me muero!

Pero cesa el anhelo;y todo es tan ancho, tan ligero

que no sabe mi angustia

de dnde afirmarse.

Escribo de nuevo el pacto, o renuncio!

Alguien pasa.

Ausculto su deslizarse

como una montaa de sal sobre mi sbana.Se queja, se atora

todo el universo en una migaja.

Dnde est la hembra del parir?

Bsquenla rpido,,,por favor,

que me he quedado, y no s

si para siempre,entre el ayer y el hoy.

TEMBLANDO BAJO TUS ALAS.

Hueles a celda, acaso, que,como un pajarillo libertario te encaramas

en lo ms alto de una rama..

sin echar una sola mirada dentro de m.

Ahora demoras, como una rueda gigante,toda una eternidad en dar una sola vuelta,

y llegar,

temblando bajo tus alas!

Sea que es hoy o ayer,

siempre a ti te parecer maana. Y me dejarspara una hora de mayor gloria.

Y siempre encantada, a partir desde una rama.

Es ahora, es ahora, te digo. Y no me crees.

Y esperas que arda el barco en la drsena.

Debes oler, con tu dulce piquito, pajarillo tierno mo,a fuego, quizs, a hierro. Y te despides desde el fragor

de una rama.ESA LENTITUD DE AGUAS QUE HABITA EN SUS OJOS.Los gatos son como pequeos caballos esquivos

en las lentejuelas de cada maana.

Los gatos son ronroneos de abismos

que se quedaron a vivir entre nosotros.

Algo as como un recelo emplumado

y corolario a la vez de un sueo que no se comprende.

Los gatos son como pjaros sin horario, sin jaula.

Un infinito, agazapado, que duerme.

Anttesis de todas las aulas,libertad de todos los armarios.

Con sus ojos oblicuos, con sus garras,

con ese desgano que tienen de no saber de los hombres.

Los gatos son como un ocano a la deriva

lamiendo lejanas e infinitas orillas.

Un dios arrebolado de crines

descansa en cada una de sus orejas.

Un gato parece un silencio recin despeinado.

Un viajero al que acaban de desprenderle

como espinas dolorosas los caminos desde sus patas.Y yace atnito de libertad

debajo de la curvatura inusual de una mesa;gordo, a reventar, sobre el silln.

Hinchado de una muy sabia experiencia.

Y repasa objetivos lamentos con su lengua colosal.

Meditabundo, arrojado hacia dentro.

Profundamente quieto. El sueo apenas

parpadeando en sus pupilas,

como si cualquier murmullo lo fuera a despertar.

Yo creo que presienten el lento transcurrir de la Tierra.

Que tantean en sus patas los meridianos y sienten en el lomo arqueado la lnea del Ecuador, pesndole

en su felino sueo.

Tienen esa tristeza del cuarzo.

Esa remota sonoridad de la piedra que descansa.

Un gato, por dentro, debe resolverse en olas. Pero nadie entiende sus marejadas.Esa lentitud de aguas

que habita en sus ojos.ERES PARTE DEL VIAJE.

Eres parte del viaje:

La bisagra que se exalta y queda quieta, por fin abierta.El horizonte que azulea y promete

la estrella que gira en torno a mi rostro amargo.

Cuando voy de gris en gris,

color de cadalso sediento,

traicionando la astronoma.

El mar a toda vela,el impulso ciego del colon irritable.

Fugada, naturalmente,

la rubiedad de la playa, la bitcora de viaje desaparecida.

EL AO TODAVA ES AJENO.El ao todava es ajeno.Hasta que no hagamos una diablura,hasta que logremos escribir algo grande,

todos los labios nos sern prestados,y, por mientras, las lluvias sern simples

lgrimas de utilera.EL ENFERMO.Seor, lo que se sabe es que nohay remedio para el enfermo.

Se sana un rato,

se sienta del lado ms alegre,poquito a poquito, y al rato

est tosiendo sangre, y necesita

de un mdico bueno, del alma,

de un hospital con remedios que no llegan.

El alma se pone colorada, y se muere,y uno, el muerto, vuelve a ser un alma viva, sola,

como antes era, slo un nmero colgado del infinito.Eso mismo, como si nunca hubiese tenido

un cuerpo.

Siempre desde arriba y desde abajo te convencan

que no eras nada, nadie.

EL VIEJO ALDEBARN.

El viejo Aldebarn ha congregado

todas sus miserias,

todas sus cojeras

para comer en la resolana de la tarde

bajo los tilos de la 5. Avenida.Nosotros hacemos con Alicia

la ronda del buen samaritano,

y los pasos nos llevan

a esa vieja perrera

donde las tristezas se oxidan como latas.

Ladra y ladra el viejo dobermanrecordando su paso de estrella,

mientras Alicia lo alimenta.

Y el bruto, noble, agradece,

junto a la puerta, levantando una pata enferma.

El viejo Aldebarn, pronto

se quedar sin cielo, sin ladridos,atormentado por sus tumores malignos,

apagndose lentamente

como el clculo de una cifra sin ceros.

Sus ladridos son astillas que parten

el alma

bajo los tilos de la 5. Avenida,,,

donde se niega a encerrarlo en el olvido

el viejo candado sin dientes.

UN DA SE ROMPERN LOS LATIDOS.Un da se rompern los latidos que unen mis palabras

y corrern confusas, furiosas y libres,

vengativas.

Lo que ellas llevan, tan diferentes de sus hermanas,

sus propios impulsos nacidos de mis sueos,

volarn blancura, palomar,

saltarn por encima del aire acumulado,en la mano exacta de lo que perdido

flota en m en adjetivos densos.

Extrao ser tambin como t,

mas en el otro extremo de la tierra punzante.

Entonces, no s quin contestar tus ojos,quin ver cmo se abren tus heridas resecas.

Dejas tu harina para el final,

con los ojos hastiados de paisaje

y este nombre que me pesa.

Nada descifr. Todo es tan puro y tan mortal,directo, diablico, extenuante,

no comparable a las alas de las slabasque echbamos a volar en nuestros besos

desde la ms pobre cpula oscura.

Y en las castigadas repeticiones

de la tarde, en las voraces horas matinales,me llega el aroma de tu arbusto,

la continencia de tu bosque,

la jaura de tus alas.

Llegan plidas, equivocadas de estacin,

tarde al reloj, al sendero luminoso,

a mi corazn sumergido.

Entonces, hermana, explicacin de lo lejos,

de lo nunca, slo escucho el rojo pecho de mis palabras

como corceles refrenados en el latido,en las speras piedras del recuerdo,

dudando que hayas renacido siempre

y que un da derribamos juntos el muro.

YO SOABA LAS VIAS CRESPAS

A Mireya Porras, Mendoza.As te recuerdo, ms o menos, amigacon tu aire triste detrs de los Andes.

Hielo y ms hielo. Una mirada desolada, lejana,

y, en medio, como casi perdida,

tu iluminada voz latiendo dentro de un sobre

como un pjaro pequeo.

Yo soaba las vias crespas de aquellos cerros.Los caminos infinitos perdindose en lontananza.

Los atardeceres heridos por mil batallas.

Pesan las mariposas en la insistencia de sus alas.Los sueos tienen su propio peso especfico y aparte.

Es demasiado grande, demasiado

enorme el barco que llevo temblando

entre mis manos terrenales en busca de un puerto.

Recorr Chile entero, sin hallarlo.

Sabas t que lejanos, pretritos antepasados mos,

con una espada y un arado, domearon esas tierras

donde has soado tanto?

Se llamaban a s mismos, maragatos. Llegaroncon los primeros conquistadores desde el norte de Espaa.

Cuando escribo todo esto, me sacude el fro brutal de la historia.Siento las lanzas del maln, el gritero atroz de la sangre,

los ros que enrojecieron urgidos por los sables.

Despus, todo fue medido y pavimentado.

Hubo sinrazones humanas y locos desvaros.

Y fue en lagares como esos, donde crecimos

vidos de ensayarnos, y cada uno por su lado.

Como en una obra magna, pero entre precarios bastidores.

Llegaron los encantadores de serpientes,los vendedores de oportunidades.Los que transportaban el rayo y la energa en los bolsillos.

Por todos ellos, tu carne y tu sombra pudieron crecer sin dudas.

Vino la pila bautismal, la salud, el podero,

al igual que la enfermedad y la sepultura junto a los parronales.

Se uncieron en cruz los senderos desconocidos.Y las calles del pueblo, antes annimas ras,

ahora llevaron nombre de hroes.

Slo que las mariposas dentro de tu sobre

no resolvieron nunca sus temblores azules

y las naves en mi baha siguieron sueltas,

sin conocer su destino, su rumbo.

Hubo un aqu y un all. Un ahora y un entonces.

Y nos palpamos un da en la inmensidad del camino

sin reconocernos.

Desde ese da vamos sin memoria y perdidos,como marchan hacia el sol del invierno,

presintindolo con sus ojos oscuros,

todos los ciegos del mundo.

AL SUR DEL SENTIMIENTO. A Federico Tatter, cantor y encantador del bosque.(fragmentos)

III

Hay gallos en este silencio

profundo de la tarde.

Un pozo que, no por ser infecundo,fosforece en el aire lleno de plumas.

V

Espuela del agua

entre los crespones verdes y ariscos

de las vias

quin oyera cantar tu tintineo de estrellas dormidascuando te quedas as traspuesta!

VII

Paisajes de otra vida nos transformanms all de las cercas,

ms all de las sombras de los lamos.Morir es como cuando alguien dibuja tu sonrisa

y desapareces en el grano ntimo del papel.

Lo ultimo que sientes es el calor de esa mano.

VIII

Rosa negra. Negra rosa del destino.Rosa que nunca fue plantada en la tierra.

Y, sin embargo, floreces en mi certeza.

Qu importa que nadie sino yo te vea?

IX

Est por partir el barco del amanecer.Han subido a bordo las abejas, las valijas.

Y entre las sombras de las acacias,

Retrasados como siempre, t y yo,

Arriando nuestros sueos de nios hacia la cubierta.

XLos espejos nada ms saben que reflejar el futuro, el presente.

Y slo de tarde en tarde maravillosa,como una broma macabra,

develan nuestras figuras jvenes al ritmo de un fox-trot.

Pero ha cado la nieve en la pista de bailey los bailarines viejos nos desbandamos como garumas

bajo la tempestad del tiempo.

XIII

El silencio est en todas partes.

Pero slo en el cementerio, entre las losas ruines,

tiene la frente del recuerdo como roca slida.

Escucha, hijo mo, el rumor de sus sienes.

El silencio es como un pjaro que sobrevuela

las hojas en blanco que van quedando en tus cuadernos.XIV

Pareciera que los caballos perdieron anoche el camino.Que toda la tierra cojea por falta de herraduras;

y slo se oye galopar el viento.

Quejarse de tanta noche las lechuzas sobre los rboles.XVI

Quin acort el camino entre los abismos

que ya estamos de vuelta en casa?

Crujen en el establo el agua, el heno amarillo,

los ladridos blancos con que nos reciben las jarrasy el loco cacareo de los utensilios oxidados.Mejor no miremos hacia atrs,

donde quedaron insepultas las pesadillas de nuestro viaje.

XVII

Es Dios, amor mo.

Dios, el autor de todos los milagros.

Dios, quien abre los candados con slo soplarlos

con su aliento.

Dios, que nos ilumina

en la sonrisa inocente de nuestros hijos.

XXV

El caballo del invierno en nada se asemeja

al corcel del verano,

que renace bajo sus propias crines.En verdad no s por qu se los digo!

XXVI

Estoy arrancndome algo, algo

que me sobra bajo el abrigo,algo que tiene de tenebrosa telaraa y de sombra maligna,

y descubro

que no hay tales espinas ni en los cardos.

XXX

Todo libro parece que huyera de las hojas naturales

del rbol,

como huyen los pjaros

espantados de su propia sombra que aletea en tierra.Pero qudate quieta, amor mo, para leerme en tus ojos!

XXXI

Cae la noche y todo vuelve a la normalidad.El libro de los sabios se cobija

bajo las alas del bho, que no pierde el tiempo

en dormir. Todo pasa por su pensamiento para ser.

Lentamente, va convirtindose en rbol, en pensamiento fijo,

como un mascarn de proa milenario.

Desde mi lecho escucho el goteo de ese vaso comunicante,y me siento ms que nunca hermano de todos los hombres, Lavoisier.

CMO AZULEA EN LOS TEJADOS EL DA

Cmo azulea en los tejados

el da despierto.Orillan sin miedo las cornisas.

En el parque

alguien vende sonrisas.

Aqu, prisionero,

con mi cigarrillo lnguido,

el reloj da las cuatro

campanadas de mi rostro.

(La soledad

terminando mi retrato).

Voy por las calles,

suelto, sin rumbo,

escuchando mis pasos.

HAY SIETE BANDERAS ROJAS.

Hay siete banderas rojas en el tejado.Por favor, no dejes de escribirme.

Me lo he llorado todo, pensando en el pobre

pajarillo a dos mil kilmetros de su nido.

No ha llovido hace aos, pero es lo mismo.

No dejes, no dejes de escribirme.

Hay siete carniceros con sus aceros.

Y no te ras, recuerda que soy un corderillo.

Nunca fui tan sensible como ahora.

Levito, pensando en cosas hermosas

que ni siquiera t te imaginas.

Es terrible. La nostalgia me tira del pelo,me sofoca los pulmones, me retuerce el hgado.

Estoy pagando por lo que soy. No dejes de escribirme.

Sobre el tejado hay siete banderas rojas.

No s si estn ah. O si slo las imagino.

Cualquier cosa sucede en estos das. Hasta que mis alas encuentren el camino de vuelta.CANCIN CON SOMBRA.

A Hayde Leiva.

Tengo en el alma un temor tan grande

por ti, por m, por esos tantos

que vendrn en olas, en rebaos.

Echado est el lazo. Ellos nacen,

se buscan como dos hermanos.La vida los desata en la muerte,

y la muerte acepta este engao.Mi temor es el beso a ultranza

que en leve arquitectura de labios

lo traiciona una cierta esperanza.

Una vez que se agota el plazo,

ni horario ni pacto retroceden.

La fe calla; es sorda la ciencia.

El cuerpo muere y la luz procede

a borrar tu insobornable esencia.

Nos hubieran dado la certeza,no de perpetuarnos aqu,

de seguir sintiendo bajo tierra

que los recuerdos se aman entre s!

Morir, no sera esa comediade incontables besos en la escena,

,,,para dejar el ltimo a medias!

ARTE POTICA?

Es cierto que para escribir intentamos

huir de las palabras que nos deforman

pero al final del da en la angustia de esa hoja en blanco

debemos hacer inciertas concesiones

como las de la aguja al hilo de la emocin o el relatoen bien slo de la costura invisibleRepito que no soy yosino el que suele estar siempre en mi lugar

a falta inmensa del inalterable ego de este pequeo dios

una suerte de mdium o de comerciante ingenuo

que trafica con el olor ctrico de las naranjasno de la belleza insigne del lustroso rbol

Quisiera renovado revolucionario como soy

hacer un poema con actitudes rabiosas elementales

con los deslindes ciegos de anatoma de un mimoo las simples rabietas de un cabro chico

y el Arte Potica al final se transforma en algo podolgico demasiado enrgico

dinmico frente al terror inadvertido de la inmovilidadQu desesperacin la de comunicarnos

si todava no logramos ir en verdad a ninguna parte?

Me encontraris donde mismo y a cada instanteal pie del can de la pluma aguzando el obs de mi creacin

no necesariamente para que llegue ms lejos

sino para que haga ms dao en el muralln de nuestro verdadero enemigo: el silencio

Son slo puntos de vista distintoscomo diran los japoneses en el precioso Mar del Norteal pretender justificarse a s mismos

asesinando los cnticos cristalinos de las ballenas

Yo por lo menos intento

redimirte hombre en el poema aunque todava sin lograrlo

LOS CARROS DE LA MEMORIA.

Van desenganchndose uno a uno en los ojos de la abuelalos carros del tren de su desvencijada memoria,

creando lneas nuevas que no llegan a ninguna parte,porque no alcanzaron a salir del saln,

donde ahora duerme,,,sobre un silln,

su justa paz, arrebujada en su vieja chalina de lana.

Afuera, el golpe ardiente del sol y las garras del vientoacaban de dorar la tarde, y para siempre,

volvindola ms anciana y sabia que ella.

Yo encuentro por fin- el pabilo de aquella velaque buscaba desde mi niez, y al encenderla,

las lneas ya maduras de mis manos brillan y escapan como serpientes,

dejando el molde preciado de la oscuridad, donde se sentan a salvo.Al estirar los dedos, doy con el libro mayor,

regalo de Dios,

que permite que las cosas sonran todava y sean eternamente jvenes.

Hace todo el trabajo sucio de la noche

el tren a carbn de la abuela

que suda, subiendo las laderas de sus arrugadas sienes.Es bueno, me digo, desengancharse de la cruda realidad,

mientras se pueda,

dejando atrs las banderas de incomprendidas luchas.

Y, mientras, algo cruje en el saln:

no s si es el silln de juncos o los huesos fros de la abuela,ya arteriados de cruces.

Vuelvo a visitar esos pueblos fantasmas, como el nuestro,

relegados en el olvido de un andn.

Y entro como una visin al bigrafo, a la boticaatiborrada de pomos verdes, de frascos misteriosos;mientras vislumbro en mi sueo la gramola que gira en otro saln,

junto al piano aoso y desdentado,y, sobre el linleo, el pasado: nosotros dos,

bailando un vals, vestidos de novios.PERROS NUFRAGOS.

Perros nufragos de la vida como yo,perros que mendrugan el silencio esa voz de nadie-

en las esquinas astilladas,y han perdido hasta la memoria, o, al menos, sus grandes

orejas no escuchan nada.

Cuando uno es parte del paisaje

y las miradas de todos siguen de largo,resbalando gelatinosas a las 4 de la tarde-

en las vitrinas de nuestros ojos.Un ltimo aullido y se ahogan, perros nufragos,

en el agua del reloj.

Las dos manecillas locas, por ms que se persiguen, no alcanzana formar la cruz.

Nunca se exhumar ese da

que ha pasado a ser annimo,

cuando dej mi corbata colgada y muerta en vida

junto a las astillas de mis ropas de perro nufrago.

Las semillas de ti y la muerte ma

apenas se miraron de reojo en la intimidad sorda de un closet.Maana alguien llorar ante mi collar vaco.

Quin sino yo sabr que existieronlas dos cuencas hermosas de tus ojos

nufragos de m, y que as me lloran.DAS DE HOSPITAL.

Est bien, mdico impasible; yo lo he querido.

yeme morir en el fondo a pulso.

Debajo de mi pecho y junto a mi huella ardiente.

Cuando abras mi esternn, entre las palabras,

barcos de papel, cigeas de humo

continuarn su viaje hacia occidente.

Despus, entrars a lo tuyo.

Mis conocimientos de m te hubieran podido guiar,

entre tus manos despiadadas,

en lnea recta hacia mis gemidos

que escaparn como dormidos murcilagos.

Luego, ya no sentir tus manos.

Habr bajo ellas un fro de campanas en ayuno.

En el patio se despertar como un perro rabioso la lluvia,

y t dars la ltima puntada al da con fastidio.

QUIERO COMER MIERDA.Quiero comer mierda.Necesito comer mierda.

Antes de que se te ocurra comprarme

como a un esclavo, de nuevo.

Cmo un hombre libre y en pleno ejercicio de su razn,

y con sus aos a cuestas,

no puede por causa de su dignidad pisoteada,

comer mierda?

Quiero que, despus, nadie me apunte con el dedo.se fue un vividor. Un abusador.

Y que t, como es natural a tu gnero, te victimices.

Por favor, a ti te hablo, y a ti te ruego:

jntame toda la mierda de los perros de tu casa!

Me la servir al da siguiente,

a la misma hora cuando le reces al dios que me enseaste

(pero al que yo respeto y amo mucho),

las vanas oraciones tuyas de siempre.

Me la servir fresca, slo libre de moscas,y aderezada con un poco de vinagre y mayonesa.

Necesito castigarme por haber sido tan necio.

Luego, por el favor concedido, te prender velitas

al llegar a mi casa.

Te doy desde ya las gracias. T repteselas a tus perros,que pusieron sus mejores ganas.

Yo te digo adis para siempre.

T slo contstame

buen provecho!

EL GATO.

El olvido va repasando en los ojos del gato

estaturas siniestras.

Algo ve, que nosotros no vemos,

y se encandila.

Ser una verdad, una burbuja de vida

que el silencio lleva de pieza en pieza?

Se vuelven maestros los silencios del gato,

rozan eternidad sus pezuas,

y l, docto, se desplaza

como un relamido dios por la casa.

El gato sabe cundo se acabar todo.

Cuando el amor ya no sea

la dulce intencin de ser, el asombro del da a da,

sino la espina del quizs.

No llora. Sabe que de nada sirve llorar.

Entonces, se despedir de nuestros sueos,

de nuestra ingenuidad.

Simplemente, archivar sus pasos,

marchndose con su silenciosa sabidura,

dejndole

todos los escombros a las ratas.CUNTA SAL Y CUNTO CIDO.El amor en el pex mental:

silogismo. Ejercicio plstico que nos devuelve

cuando ramoneamos los misterios

ya cristalizados del ser.

Descendemos, besando sus granates,

y alguna medalla impvida nos mira pasar.

Vamos al compromiso diario del abrazo.

En la simblica estacin, aparcamos nuestras ansias.

El cirujano, en tanto, nos abre el esternn

y sale un pjaro de ceniza, volando.

Sucios, borrachos de amor, cavilamos;

satisfecho ya el animal.

Golpeamos en el fro de aquella estatua,

a sabiendas que ya nadie responde.

En la plaza interpretan un vals,

y se alejan nuestras cinturas, bailando.

Volvemos a lo nuestro, a hurgar

no muy lejos de las nomenclaturas,

viendo cunta sal y cunto cido

queda de aquello llamado ternura!ELLA CONOCE PERFECTAMENTE SU OFICIO

Ella conoce perfectamente su oficio.

Sabe que me arrebata una alegra nueva,

pero

no se atreve a romper el silencio.

Me hace ver que no est all, cuando est.

Que no me preocupe.

Que me tome mi tiempo.

Mientras me estudia de reojo,

dando un toquecito rutinario a las cosas,

carga en tanto el terrible arcabuz de la ocasin.

As como distrada,

le echa dos cucharaditas de t al azucarero;

y revuelve el saldo de sus sospechas, pacientemente.

Yo le mando continuas seales.

Le hago ver que estoy all, cuando no estoy.

Mientras escucho el viejo cuco de la pared dando

los cuartos, las medias y las horas enteras tan lentas!

Es inevitable perderme. Y me perden

hormigas verdes bajo mi camisa

y una tos ostentosa como una montaa.

Ella, sonre y se alegra, y me alcanza

una copita de ginebra, que bebo de un trago

bajo su cara de perro San Bernardo.

EL POLIEDRO Y EL MAR.

En homenaje el poeta Eduardo Anguita

Cada cima, cada loma del mar baado por la luna

es un ngulo recto a esta hora,

un crter lleno de maldad.

La brisa trae mensajes fros de palomas.

El cielo se ha detenido, acantonado en una plaza fuerte,

dispuesto a resistir.

El ltimo jirn del espacio es una fuga roja

de violines alienados, peinados como copihues.

Es un crter cada patio, cada estancia de la luna loca.

Cada monte, cada valle, cada ua del mar,

de la mujer rosa martima, roza una cicatriz de espanto.

Tengo el alma enferma de tangentes,

de turgentes sombras a babor, hinchadas de ballenas.

Aunque el mar, generalmente, es un santuario de sal,

no me devuelve la fe sino a gotas de medallas.

Aunque el mar es un remolino, hoy es una dura bofetada,

gracias a Dios, slo un da a la semana.

Me desangra entre sus dientes, sus molinos de piedra, sus cascabeles;

y cambio, no slo de semforo, de rojo a verde, a olivo,

pasando por la muerte, el desnudo y el olvido.

Qu sombra sin labios!

Qu enorme escenario sin actores ni cortinas!

Ahora, es una sirena enloquecida;

despus, un muslo lleno de pavor y gritos de guitarra.

Su sangre derramada como un vino

a lo largo de mi pechera, en la cimera de mi camisa,

con sus tintos ojos de mirar de vicio, de vidrio impuro;

boya nica su ombligo donde cambia de direccin el viento,

donde se desnudan, suicidndose los cometas bajo el sol,

mientras cae un roco de leves azucenas.

Y los pulpos desatan el nudo de sus pies.

El mar da doce volteretas de sal y resucita

en las estatuas heladas de sus orillas,

de sus rodillas tan cristianas, tan crislidas!

Y me convence con sus espejos

donde pululan araas gigantes,

granates finos de orfebrera,

y esa voz casi madre, casi nia,

sediento de sonidos y de tomos.

Soy el nuevo Ulises,

partiendo de taca en una barca,

remendadas sus velas por el destino.

Es el pbulo de mi sangre, el pabelln a proa.

Es mi estancia que gira sin estrellas, sin luna,

de tabernculo en tabernculo,

en busca de la hostia marina

escondida en el fondo de sus ojos.

Mi duda, en tanto, es enorme, densa, como una gota de parafina

contenida en una botella falsa que flota a la deriva.

Suda el cliz en las lejanas vias,

las simientes de rodillas rotas,

en cada herida la flor de un nio.

S que me esperan en casa,

y son dos monstruos, Penlope y su hijo,

nuestro hijo,

padre de todos los monstruos paridos.

En tanto yo marche

por el mar y sus estatuas vigentes y vrgenes

en una gira, en torno al dios primitivo, y ciega,

segando los remolinos como trigo. SENTIMIENTO DE CULPA.

Arrepentido, como todos,

en las cuatro esquinas del lienzo,

busco mi solidario

sentimiento de culpa.

Caen debido a Newton- las hojas de los parques.

Caen moribundos en las plazas,

cuando recin aprendan a vivir

-A quin habr que darle las gracias?-,

los ilustres lustrabotas bajo los rboles.

Hay la mecnica de los latidos intrnsecos

donde desembarca el mar su agobiante ejercicio;

y la pupila redimida, pura

en la que se adora el horizonte a s mismo.

Y, desesperado, busco y busco.

Tiene ms gloria el brillo de una moneda.

Ms calor, la tiniebla.

Ms corazn, la piedra y la soledad.

En las cuatro esquinas,

cuatro verdugos hay en m;

y, sobre la colina,

crucificado entre ladrones y soldados,un sentimiento de culpa que ayud a morir!UNA ESPADA VIEJA EN LA PARED.

Si aguzis los odos, los tomos

se desgranan sin caones fsicos

y con un dios paraltico en la testera.

Al muerto le molesta el nombre

enredado todava en su crneo,

como al autobs amarillo el vuelo

azimutal de una mosca

y el siseo insistente de los viejos duelistas

que vienen a llorar aqu,

precisamente profesionales,

y el silencio de una espada vieja en la pared

que adquiere silueta de inevitable mujer.

Pnganse en el caso del muerto,

que ya presiente gusanos;

mrchense con vuestras actas a otra parte.

Llvense el ruido aleve de los pies,

alejen para siempre las abejas, las campanas.

Al cadver le molesta la solemnidad de su traje;

le acosan el pelo, las uas, los zapatos.

Y le dan ganas de llorar,

entrando al gran misterio

con la corbata anudada perfectamente,

con las uas cortadas al sesgo,

calzoncillos blancos que ya no huelen a nada

y calcetines de ridculos rombos verdes.

PIENSO EN LAS PALMAS, LEJANAS Y HELADAS

Mi madre ha muerto hace cuatro semanas.

Y recin me entero hoy,

al faltarme en el sueo.

Muri, primero, cuando el telfono,

y el mensaje fro

y la nota del diario.

Y hubo de morir al llevarnos

en su camino y en sus cenizas,

recin convencindose de que nos faltaba.

Pienso en las palmas,

lejanas y heladas,

y tengo la certeza de que

arribarn algn da.

Pienso en la piedra desnuda

que retorna de su exilio,

convertida otra vez en frente piadosa.

Y pienso en el cachorro del hombre,

pequeito en su trono,

destetado as, violentamente.

Y en que ya no se pueda,

una vez arrancados,

pegar los ptalos de esta rosa

para siempre.LA PELIRROJA DE LA NOVELA.

Estoy esperando todava el carro de tercera

que auguran venir tosiendo,

entre sus labios rojos y mi cigarro;

la impaciencia por toda epstola.

Estn rotos los geranios de la estacin

y sobre el cerro se acicala una nube como ante un espejo.He clavado los ojos en esa mujer,

nada ms que cintura: desesperacin del valle.

Pienso en una manzana, en una barra de jabn,

pienso en un kilo de clavos.

Del otro extremo, berrea la ternera

y los cerezos comienzan a parir.

Estoy luchando con las hojas de un libro

mientras el viento revolotea su falda,

y me muestra en dos maduros captulos, ntimos, finales, el crimen del amanecer.

Y en el fuego de su pelo se confiesa

culpable de todas las cosas.

Le sonro. Me sonre,

y ya est defendindose, engaosa como es,

aquella pelirroja de la novela.DEL LBUM FAMILIAR

Recuerdos que le arrancan lonjas a la muerte,

con el balcn, afuera, ennegrecido de palomas.

Borrachos nosotros,

nunca sabremos quines somos

y nos da por atesorar el oro que se escapa

a raudales por la puerta abierta de las miradas.

Un da annimo, por fin dormiremos,

y al despertar no habr ya nada.

La mesa, la tertulia y el patio entero

se los habrn llevado los ladrones.

Riamos, pues. Riamos junto al to que se deshace,

y que antes que nosotros ya no habr de estar.

Lo sospecha, al abrazarnos:Dos paredes altas junto a una sombra.

Volvemos a rer y a beber,

cuando, otros ausentes, cuelgan sus nudos de los ganchos en la pared.

La vida, esa cosa urgente, bien puede esperar

mientras callamos yo, t y l.

VIDA Y MUERTE.

La vida es una madre con sus hijos.

La muerte, el velo de una novia

flotando sobre el agua, roto el puente.

CCLICA.

La muerte est esperando en una esquinade la vida que est esperando

en una esquina de la muerte que

BALCN Y HUMO.

Es su sombra que est fumandocon un clavo en cada mejilla,

su hermoso pelo de grandes ondas

que reclama airado el mar;

el cortinaje lento del humo, un celaje de sedas oscuras;los gobelinos de sus pulmones de ocho brazos;

y es tan cido su nombre que se me olvidaque no lo s; un crepitar de cristales,un torbellino, un incendio fro

en el octavo piso de enfrente, a plena noche.LA HOJA EN BLANCO.

La leche tiene diez mil ojos, uno por cada vaca muerta,y de superar esas cruces, todava hay que enfrentar

la pureza del pezn en la pgina en blanco.

Todo para que el poema pueda ser

esa mano abandonada dentro de una ollao la paloma que pervive cuando el cielo se agota.

Escribo con el peso de la eternidad

que debe mover mi pulso.

Ah qu mecnica tan absurda sta la de enfilar,

apenas despierta la maana, la proa del lpizentre los duros arrecifes; encontrar el estmulo necesario,

como un nervio escondido en el fondo del cajn,

y all echar el ancla de nuestro agrado impar.

Y mientras afuera siguen muriendo el da y la gente

de puro aburrimiento, se abren las caracolas impuras de

la rutina

y debo competir con el canto matemtico del gallo,t traficas entre sartenes, entre gargantillas de oro,

y yo fijo con alfileres precarios este dilogo con la Esfinge.

No s si vali la pena de que muriera un rbol, en pleno

ejercicio.

Que una vaca abra sus cuartos traseros para siempre

y se eche a volar por sobre el Misterio.No sabemos si a Dios le gustan los versos.

Slo s que mis manos se evangelizan, que se enlutan los

espejos,

que el sol se vuelve un pjaro despeinado y amarillo;que t ests en casa, bebiendo tu leche natural,

y mientras mi barco zozobra en el remolino del papel.

TRAICIN.Estoy tan aburrido esta tarde,

que quisiera oficiar de tuercerrabos,

de salvavidas; milagrear,poner de pie a la multitud.

Cmo sern las salmodias con lechuga?

Cmo sern las mismas cosas, pero en manuscrito,

con ms dedos, con menos sesos,

con una pajita de sorber?

Tan aburrido,que creera en los ovni,

en las playas soleadas de las tarjetas postales,

y de nuevo, de nuevo en ti.

Pero te traiciona el pelo recin lavado,ese olor que traes a sbanas limpias

y dos balas que humean

en la recmara.

HAY UN LADRILLO ROTO

Hay un ladrillo roto en el muro del cielo,en el cielo a diario que construyen los hombres.

Nadie puede subir a l sin ms que sus alas,

nadie, con un poco de cemento o de barro.

Cada sueo es una promesa al infinito

y cada olvido va agrandando este agujero.Los hombres viven y, antes de morir, emprenden

un vuelo, torpe muchas veces, por sus sueos.

Los rboles les dicen adis, y los pjaros,

asustados, creen que es slo una broma.

Hay un ladrillo roto en el cielo

y en la frontera misma entre los hombres y Dios. INVENTARIO.

Una cuchara, un mantel, una espiga,

un microbio, una lupa, un elefante,

una fe, un cansancio, una podredumbre,

un sueo, un abismo, un paracadas.

Un dolor, una muleta, una lgrima,un sol, un enfermo, un patio amarillo,

una moneda, una fraz