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LAS DEVOCIONES POPULARES DEL ÁNIMA SOLA: UN CASO EN EL REAL HOSPITAL DE NATURALES DE LA CIUDAD DE MÉXICO (1735) José Antonio González Gómez Karla Rodríguez Venegas Licenciatura de Historia - ENAH – INAH jagonzalez@ghotmail.com miquiztli@hotmail.com Ensayo presentado en el II Coloquio Religión y Vida Cotidiana en la Nueva España, que se llevo a cabo los días 9, 10 y 11 de noviembre de 2009 en la ENAH, México, DF. Resumen El presente ensayo analiza un proceso inquisitorial de 1735 que se localiza en el Archivo General de la Nación (Ramo Inquisición, Volumen 1175, Expediente 16) que investigó una serie de prácticas religiosas no autorizadas, realizadas ante la complicidad implícita o explícita de funcionarios y eclesiásticos de un espacio institucional en problemas económicos, como era el caso del Hospital Real de Naturales de la Ciudad de México. Las prácticas denunciadas inquisitorialmente consistieron en la exhibición ritual de restos humanos no reconocidos formalmente como reliquias consagradas así como la devoción a una figura religiosa ajena a la ortodoxia católica, denominada “el ánima del pozo”. Los autores plantean que el análisis de dichas prácticas contribuye a entender mejor algunos elementos del actual catolicismo popular, sobre todo la figura popular conocida como la “Ánima Sola”. Introducción Dentro del proyecto de investigación histórica y etnohistórica denominado Comunidades y prácticas mágico-religiosas en el centro de México: Pasado y presente, realizado en la Licenciatura de Historia de la ENAH para el año de 2009 por los autores, se contempló el estudio y análisis de las prácticas y rituales mágico-religiosos que realizaron grupos y comunidades étnicas del centro de México en la época colonial (S. XVI – S. XIX). Tal fue el caso de los procesos de conformación y desarrollo de cultos y prácticas mágico-religiosas asociadas a la Muerte, a las Ánimas y a diversas advocaciones cristólogicas, que en conjunto, fueron la base de muchas características del denominado “catolicismo popular” contemporáneo. Al analizar uno de estos procesos, el ocurrido en el año de 1735 en la Ciudad de México, nos llamó la atención la génesis, desarrollo y término de uno de estos cultos, que en sus prácticas y entendidos, unió la devoción católica por las santas reliquias y por las benditas ánimas del Purgatorio, en una sola figura paradigmática, denominada “el ánima del pozo”, que a nuestro juicio ofrece la propia representación que algunos sectores urbanos de la Ciudad de México tenían del concepto del “Ánima Sola”.

Las devociones populares del Ánima Sola: Un caso en el Real Hospital de Naturales de la Cd. de México (1735)

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Se analiza la exibición publica para el culto popular de huesos humanos como reliquias no autorizadas en el Hospital de Naturales, en la Cd. de México en 1735

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LAS DEVOCIONES POPULARES DEL ÁNIMA SOLA: UN CASO EN EL REAL HOSPITAL DE NATURALES DE LA CIUDAD DE

MÉXICO (1735)

José Antonio González Gómez Karla Rodríguez Venegas

Licenciatura de Historia - ENAH – INAH [email protected]

[email protected]

Ensayo presentado en el II Coloquio Religión y Vida Cotidiana en la Nueva España, que se llevo a cabo los días 9, 10 y 11 de noviembre de 2009 en la ENAH, México, DF.

Resumen El presente ensayo analiza un proceso inquisitorial de 1735 que se localiza en el Archivo General de la Nación (Ramo Inquisición, Volumen 1175, Expediente 16) que investigó una serie de prácticas religiosas no autorizadas, realizadas ante la complicidad implícita o explícita de funcionarios y eclesiásticos de un espacio institucional en problemas económicos, como era el caso del Hospital Real de Naturales de la Ciudad de México. Las prácticas denunciadas inquisitorialmente consistieron en la exhibición ritual de restos humanos no reconocidos formalmente como reliquias consagradas así como la devoción a una figura religiosa ajena a la ortodoxia católica, denominada “el ánima del pozo”. Los autores plantean que el análisis de dichas prácticas contribuye a entender mejor algunos elementos del actual catolicismo popular, sobre todo la figura popular conocida como la “Ánima Sola”. Introducción Dentro del proyecto de investigación histórica y etnohistórica denominado Comunidades y prácticas mágico-religiosas en el centro de México: Pasado y presente, realizado en la Licenciatura de Historia de la ENAH para el año de 2009 por los autores, se contempló el estudio y análisis de las prácticas y rituales mágico-religiosos que realizaron grupos y comunidades étnicas del centro de México en la época colonial (S. XVI – S. XIX). Tal fue el caso de los procesos de conformación y desarrollo de cultos y prácticas mágico-religiosas asociadas a la Muerte, a las Ánimas y a diversas advocaciones cristólogicas, que en conjunto, fueron la base de muchas características del denominado “catolicismo popular” contemporáneo. Al analizar uno de estos procesos, el ocurrido en el año de 1735 en la Ciudad de México, nos llamó la atención la génesis, desarrollo y término de uno de estos cultos, que en sus prácticas y entendidos, unió la devoción católica por las santas reliquias y por las benditas ánimas del Purgatorio, en una sola figura paradigmática, denominada “el ánima del pozo”, que a nuestro juicio ofrece la propia representación que algunos sectores urbanos de la Ciudad de México tenían del concepto del “Ánima Sola”.

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Las ánimas, las reliquias de santos y la devoción católica popular novohispana Desde el siglo XII en el canon católico, se consideró que un elemento fundamental de la Iglesia Católica, la Iglesia Purgante o Iglesia Paciente, estaba conformada por el conjunto de las animas o almas de los fieles y justos cristianos ya fallecidos que están en el Purgatorio y que tienen parientes que ruegan por ellas, a fin de disminuir su periodo de penitencia para poder ascender, libres y purificadas al Paraíso. Este conjunto de ánimas llamadas “benditas”, por no estar condenadas y estar a unos pasos de integrarse al conjunto de las almas de los bienaventurados en el Paraíso (Iglesia Triunfante), no solo rogaban a Dios por ellas mismas, sino también lo hacían por sus parientes, conocidos y por todos los cristianos vivos, mismos que se beneficiaban de los ruegos e intercesiones de estas ánimas. El concepto de las “Benditas Ánimas del Purgatorio” estaba también ligado al del “Ánima Sola” y a diversas prácticas mágico-religiosas asociadas; el “Ánima Sola”, como paradigma representaba las almas que estaban en el Purgatorio y que no tenían deudos que intercedieran por ellas ante Dios con oraciones, misas y buenas obras. El “Ánima Sola” como tal, junto con el conjunto de las “Benditas Ánimas del Purgatorio”, fueron figuras importantes dentro de la ideología del mundo novohispano, al grado que se les dedico una serie de capillas especiales, llamadas “Capillas de Ánimas”, como la que se construyo entre 1721 y 1725, en la esquina noroeste del atrio de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México De esta forma, las “Benditas Ánimas del Purgatorio” y las “ánimas solas”, como almas sufrientes y a un paso de la salvación eterna, esperaban ansiosas la ayuda de los vivos y estos para auxiliarlas y para organizar el culto, generalmente se organizaron en las Cofradías de las Benditas Animas del Purgatorio 1, instituciones que con sus prácticas rituales trataron de vincular la comunidad de cristianos vivos (la Iglesia Militante) con la comunidad de las ánimas de los cristianos difuntos que están en el Purgatorio (la Iglesia Paciente) a fin de que esta comunidad pasara a ser parte de la comunidad de los justos y bienaventurados en el Paraíso (Iglesia Triunfante)

1 Dichas cofradías surgieron de los cambios establecidos por la Contrarreforma que derivo en los

postulados del Tercer Concilio Provincial donde se establece que se debe bien vivir para bien morir, es decir, el llevar una vida apegada a los preceptos religiosos y el cuidado de las ánimas de los difuntos para que alcanzasen el descanso y la paz. Alicia Bazarte Martínez, “El espacio vivo de la muerte” Marialba Pastor y Alicia Mayer (coor.) en Formaciones en la América colonial, México, UNAM, 2000, pp. 159-177.

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Sin embargo, en las creencias populares novohispanas, el “Anima Sola” y las animas del Purgatorio eran invocadas en auxilio de los seres humanos para adivinación y conocer situaciones del presente o del futuro o para intervenir en los asuntos afectivos (generalmente del tipo de la magia amorosa) 2 Dentro del periodo de estudio, el culto al “Ánima Sola”, pudo haber sido confundido por la población indígena con las reliquias de los santos, puesto que en ocasiones eran restos de los mismos, sumados a objetos o pertenencias de los sujetos santificados. Es necesario recordar, que el culto a las reliquias de los santos3 dentro de la Iglesia Católica, comprendía la veneración a partes de restos (cabellos, huesos) u objetos personales o característicos del personaje (jirones de ropa, cruces, trozos de madera); las reliquias se usaban en la Nueva España en la práctica como amuletos, esto es, objetos que confieren una cierta cantidad de energía positiva a favor del portador para librarlo de espíritus malignos y de los manejos mágicos negativos 4 El culto novohispano a las reliquias consagradas, se fortaleció en los siglos XVI y XVII, como parte de una estrategia de la Contrarreforma para fortalecer la cohesión de la feligresía y constituyo un método reconocido para convencer y convertir a los indios paganos5 . El origen de estas santas reliquias se encontraba generalmente en Europa y de allí eran remitidas a los dominios americanos desde España o Italia, aunque en muchas ocasiones en los nuevos territorios del Imperio Español, se comenzaron a venerar reliquias de frailes y sacerdotes martirizados por indígenas idólatras y rebeldes6. Sin embargo, las confusiones creadas entre la población de la Nueva España por los feligreses de todas las clases y niveles socioeconómicos y étnicos, en cuanto a sus creencias sobre la santidad alcanzada en vida por frailes, monjas, beatos, ermitaños, obispos o simples legos virtuosos de la sociedad novohispana, hacían que se manifestaran casos de culto a sus reliquias, en

2 (Ver Joseph P. Arendzen, et. al., Diccionario Enciclopédico de la Fe Católica, Ed. Jus, 1953: pgs. 41,

288 /Franco Brizuela, “Angustias por el fin del Mundo” en Tiempo y Milenarismo: Mitos en torno a

una Realidad, Ed. CONACULTA–INAH–Museo del Carmen–Saber Ver, México, 1999, pp. 49 – 55) 3 El término reliquia viene del latín reliquiae, “restos”; Se consideran reliquias santas, el cadáver de un

santo o cualquier parte del mismo (huesos, sangre o partes corporales) así como cualquier objeto (prendas y objetos personales). La veneración de las reliquias cristianas se remonta al menos hasta mediados del siglo II d.C. y fue regulada por el Concilio de Trento, que ordenó que ninguna reliquia debía admitirse sin autentificación o aprobación papal o episcopal (Arendzen, Diccionario.., 500, 501)

4 Este uso se consideró por la autoridad eclesiástica novohispana como una actitud supersticiosa, aunque tal actitud fue fomentada por los frailes de las diversas ordenes, especialmente los jesuitas, que intervinieron para el envió de las primeras reliquias de España a territorio novohispano (Idem.)

5 Ver Fray Diego Durán, Historia de las Indias de la Nueva España, Ed. Porrúa, México, 1998, pg. 80 / Mari alba Pastor, “El poder del Santo” en Cuerpos Sociales, Cuerpos Sacrificales, Ed. FCE, México, 2004, pg. 190.

6 Como era el caso de los numerosos franciscanos y jesuitas asesinados en las misiones del Norte novohispano durante los siglos XVI, XVII y XVIII (Antonio García Rubial, “La violencia de los santos en la Nueva España”en Bulletin du centre d`etudes medievales d`Auxerre, 2008, Serie Nº 2 –Le Moyen Âge vu d`ailleurs-, pgs. 1-4 )

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este caso, huesos de personas desconocidas, situación que las autoridades civiles y religiosas intentaron evitar , tal y como se puede constatar en los edictos inquisitoriales de 1637, 1643 y 1767 donde se consideran como supersticiones a denunciar y perseguir, el poner en altares domésticos, retratos e imágenes de personas no canonizadas o beatificadas, tener estampas no autorizadas de santos (s. Basilio Magno) 7, así como tener de reliquias, prendas, huesos o estampas de personas (religiosos y religiosas difuntos) sin reconocimiento oficial de santidad 8 Este paradigma de creencias heterodoxas, apartadas del canon formal católico novohispano, las hallamos al analizar el proceso inquisitorial seguido en 1735 sobre el hallazgo y posterior devoción vecinal a unos restos humanos (cráneo y huesos largos) que comenzó entre la población de la parcialidad de San Juan, en la ciudad de México y que luego se traslado a la Capilla del Hospital Real de Naturales (localizado en esa misma parcialidad), cuando el cráneo y los huesos fueron exhibidos abiertamente allí como reliquias, para recibir publica adoración, ante la interesada complacencia de los sacerdotes asignados a los rituales funerarios y devocionales de esas instalaciones hospitalarias. Presentación del caso: la adoración a la calavera o el ánima del pozo, en la Ciudad de México (1735) Los hechos que el expediente refiere, ocurrieron en la Ciudad de México a finales del año 1735, en el Hospital Real de Naturales y en el colindante barrio de San Juan, durante los brotes epidémicos que presagiaban la gran peste de matlatzahuatl de 1736-1739, el remozamiento del cementerio del Hospital Real de Naturales y el declive socio-económico y político de esta institución hospitalaria 9 El Hospital Real de San José de los Naturales (conocido también como Hospital Real de Naturales u Hospital Real de Indios) de la Ciudad de México, había sido fundado desde 1553, para cuidar y sanar indios enfermos de todas clases, fueran hombres y mujeres, quedando la institución bajo la autoridad real y no religiosa, estableciéndose la institución en el barrio de San Juan Moyotla 10 casi enfrente al Convento Grande de San Francisco, teniendo el hospital una capacidad de atención de casi 200 enfermos permanentes.

7 Ver AGN, Edictos Inquisitoriales, Vol. 3, f. 53, f.54, f. 59 y AGN, Indiferente, Caja 1256, Exp. 003 y

Exp. 010). 8 Como son los casos referidos por A. García Rubial sobre Fray Martin de Valencia y por los expedientes

inquisitoriales sobre la devoción popular a imágenes y reliquias de la clarisa Sor Luisa de la Asunción en 1637 (Ver Antonio García Rubial, “Cuerpos milagrosos: creación y culto de las reliquias novohispanas” en Estudios de Historia Novohispana, Vol. 18, UNAM-IIH; México, 1998, pgs. 13-30 / AGN, Edictos Inquisitoriales, Vol. 3, f. 54)

9 Ver José Fierros Millán, El Hospital Real de Naturales (1701-1741), Tesis mecanoescrita de Doctorado en Historia y Etnohistoria, ENAH, México, 2007, pgs. 6-12 y 37-72.

10 Con claros antecedentes prehispánicos, el barrio de San Juan Bautista Moyotlan se encontraba fuera de la traza de la ciudad española de México y constituyo desde el siglo XVI, pues fue uno de los cuatro barrios parroquiales externos de la ciudad indígena de México; desde su fundación, conservo su propio cabildo indígena hasta el siglo XVIII, pero desde fines del siglo XVII, su población había crecido y se había vuelto pluriétnica, anulado en la practica las distinciones y las segregaciones raciales entre indios, mestizos, negros y españoles, como fue el caso del Barrio de San Juan. Ver Peter Gerhard, Geografía

Histórica de la Nueva España (1519-1821), UNAM-IIH, México, 2000, pp. 186-188.

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Para principios del siglo XVIII, la institución hospitalaria sufrió un serio declive y comenzó a decaer en cuanto a eficiencia administrativa y atención a los indios enfermos; los problemas se intentaron resolver, asignando a la Orden Hospitalaria de los Hipólitos 11, una participación en el cuidado de los indios enfermos y en la administración del hospital entre 1701 y 1740, situación que en vez de solucionar los problemas, los agravó pues los conflictos, acusaciones, abandono y desorden en el Hospital se acrecentó, en vez de disminuir con la presencia de los religiosos hipólitos. Una de las principales causas del crecimiento de estos conflictos, fueron los problemas generados en el acceso y manejo presupuestario del Hospital Real de Naturales, por los diversos grupos de funcionarios reales, ordenes religiosas y clérigos, que intentaron controlar la institución y obtener la supremacía para disponer de recursos y dineros. Esta situación de codicia ocasionaba una crisis permanente en la institución hospitalaria, misma que provocaba que todos los actores implicados (hipólitos, sacerdotes, administradores, boticarios, enfermeros, cirujanos, etc.) entre 1701 y 1741, estuvieran literalmente a la caza de recursos, utilizando cualquier medio para obtenerlos, como retener pacientes a la fuerza, cobrar cuotas indebidas, robar comida, ropa y medicamentos, alterar notas y facturas de obras constructivas y compras de insumos, alquilar ilegalmente espacios hospitalarios e incluso, inventar devociones para recibir limosnas y legados Dicha situación no solo existía al interior del Hospital, sino que estaba presente también en el cercano Barrio de San Juan, que para la época era residencia de una variada población de castizos, mestizos, indios y españoles de diferente condición y entre la que vivían, varios empleados y funcionarios del Hospital junto con sus familias. Este fue el caso de varios de los acusados del proceso inquisitorial, como la pareja de españoles que residían en dicho barrio, cerca del camposanto del hospital; sus nombres eran María Francisca Curiel y su cónyuge, cirujano del Hospital Real de Naturales, pero la acusación en sí, estaba dirigida en pleno hacia María Francisca apodada “la Almonte”, pues ella y en menor medida su pareja, se dieron a la tarea de hacer creer a vecinos y extraños, las virtudes milagrosas de unas calaveras y huesos que encontraron, al cavar un pozo en su hogar. Además el proceso implicó a varios sacerdotes del hospital como Joseph Castejón (capellán mayor), don Ignacio Pérez de Santoyo (capellán segundo) y al Colector Berdiguel, así como a Don Juan Joseph Bela del Castillo (quien ya 11 La orden hospitalaria de los Hermanos de la Caridad o Hipólitos (llamados así por su devoción a su

santo patrón san Hipólito) fue una orden religiosa novohispana que fue fundada en 1567 para atender a la población mediante un auxilio espiritual y físico, mediante el establecimiento de hospitales que administraban mediante la caridad pública; sin embargo su proyecto entró en crisis en el siglo XVII, por su fracaso en invertir capitales, por su ineficiencia administrativa y por depender de limosnas y legados para funcionar. Para el siglo XVIII, los hipólitos consiguieron apoyo real y lograron entrar al Hospital Real de Naturales, sin embargo su participación fue un fracaso y fueron retirados por orden real en 1740-1741; la orden sobrevivió vegetando algún tiempo y finalmente se extinguió en 1820. Ver Fierros, El Hospital Real…, pgs. 29-32.

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en otra ocasión había denunciado a la Almonte) clérigo de menor orden y residente en la ciudad de México y finalmente a otra mujer llamada Felipa, de la que ignoramos sus apellidos y casta, y que vivía en la casa del denunciante. El día 10 de diciembre de 1735, inició el proceso, al presentarse el clérigo Juan Joseph Bela, quien explico a la autoridad inquisitorial la historia de la calavera y su auge como figura milagrosa, centro de culto y devoción en el dicho Hospital Real de Naturales. Dicha historia comenzó según relato del sacerdote Bela, con la difusión y creencia de varios sucesos y relatos extraordinarios e inéditos entre los habitantes o vecinos del barrio de San Juan. Según la declaración del padre Bela, la calavera fue hallada por María Francisca Curiel, en un pozo situado en su casa; el cráneo fue guardado por María y cuando esta perdió unas pulseras y quiso recuperarlas, ella pidió ayuda al alma de la calavera que encontró, a fin de recuperarlas. Para María Francisca Curiel, el alma de la calavera del pozo respondió a su petición ya que ella recupero sus pulseras; el hecho fue contado por María Curiel a todas las personas del barrio 12 y les recomendó encomendarse al anima del pozo para cualquier cosa que quisiesen; además Bela declaró que por oídas, sabía que María Curiel conservó por un tiempo, la calavera en la cabecera de su cama. Según el clérigo Bela, la atención supersticiosa hacia este cráneo pasó de la casa de María Francisca Curiel a los espacios institucionales y religiosos del cercano Hospital Real de Naturales, cuando posiblemente por influencias y contactos del marido de María Francisca Curiel (que era cirujano adscrito del nosocomio) se traslado la calavera hallada, a un nicho en la Capilla del Rosario, al lado del cementerio de la institución, siempre en la vecindad del barrio de la casa de la Curiel. Esto fue posible, ya que en esta capilla del Hospital de Naturales, se hallaban varios nichos con huesos y cráneos, y al parecer junto a ellos, en un velatorio se depositó la calavera del pozo; este fue el lugar donde un naciente culto se presentó y comenzó a extenderse, no solo entre los vecinos del barrio, sino entre los indios que asistían al Hospital y a la Capilla, de tal forma que el denunciante Bela, afirmó que los integrantes del culto denominado como idolátrico, eran en su mayoría, indios. Al parecer, dentro de la Capilla referida, existían varios nichos que contenían restos óseos humanos; dichos nichos estaban alternados con pequeños atares o mesas adosadas. Debajo de cada nicho con huesos y calaveras se hallaba una cruz, pero según las declaraciones, los indios que acudían allí, no lo

12 “…a oydo a barias personas y entre ellas a phelipa cuia casta y apeido no se sabe, pero es soltera y de

oficio ….. que bibe en la casa de el declarante dice que dicha calavera la allo maria francisca curiel, madre de theresa, la alma en el pozo de su casa y que a publicamente encomendándose a el alma de aquella calavera, se consigue lo que se desea que abiendo executado, una suplica por unas pulseras que se le abian perdido, urtado…” en AGN, Inquisición, Año 1735, Vol. 1175, Exp. 16, Fs.152f -152v.

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hacían devoción cristiana, sino para ver la calavera del pozo y encomendarse al ánima de esta, y así se dirigían a la mesa donde estaba el cráneo, desdeñando todos los demás símbolos y representaciones del culto católico formal. Además el denunciante Bela aclaró que los días en que se reunían más los devotos a esta culto en la ya mencionada Capilla, era los lunes, días en que se arrodillaban frente a la imagen de la calavera, le encendían velas en una mesa (un velatorio), le rezaban y contribuían con limosnas para que los sacerdotes le oficiaran misas, aprovechando la presencia que estos hacían en los entierros realizados en el vecino cementerio del Hospital. Finalmente el Padre Bela aclaró que diariamente hallaba en la Ciudad de México, nuevos lugares y sitios de veneración a esta calavera o ánima del pozo, aparte del mencionado velatorio de la Capilla del Rosario del Hospital Real de Naturales. Bela terminó su denuncia, diciendo que sus afirmaciones podrían ser verificadas por varias personas que estaban relacionadas con el culto a esta calavera; los datos y nombres de los involucrados y aparentes promotores de este culto, fueron expuestos por Bela ante las autoridades inquisitoriales, por lo que los nombres de la amiga de la acusada, doña Teresa apodada “la Cordobesa”, del marido de la Curiel, del sastre Antonio Garnica que presencio la idolatría 13, del colector Berdiguel, del clérigo don Ventura (sacerdote quien oficiaba las misas), de Joseph Castejón, así como los nombres de otras personas que asistían regularmente al culto de este cráneo. Con los datos aportados por el único denunciante, se iniciaron las indagaciones sobre lo que ocurría con dicha práctica, por lo que los funcionarios inquisitoriales mandaron llamar a los implicados en las celebraciones a dicha ánima o ánimas. El tribunal inquisitorial comenzó a iniciar la pesquisa, por lo que citó a declarar a los implicados, iniciándose el proceso; al primero que se le tomaron declaraciones fue al clérigo Don Buenaventura, presbítero natural de la ciudad de México, de edad de cuarenta y cuatro años que vivía en la calle de Ortega. Este mencionó que el Colector Berdiguel le refirió que la calavera provenía de un pozo y que había hecho algunos milagros a “la Almonte”, esposa de un cirujano del Hospital; además, Buenaventura observó como muchas personas le rezaban y le prendían veladoras.

13 El mencionado sastre conversó con el denunciante, sobre ello refiere Juan Joseph: “… que abiendo ydo

dicho garnica un lunes, a oir misa al hospital, se allo presente a la conversación que tuvieron el colector Berdiguel y don Bentura sacerdote, que regularmente dice misa en dicho hospital, y bibe en la calle de ortega enfrente del sastre, sobre las velas que se ponían a dicha calavera, y jenero de culto se le daba …reprovaba dicha permisión, y persuadía al colector, quitase ese abuso porque era natural que el santo oficio tomase en mano si lo sabia, respecto de no poder ser licito, hazerce señas de culto con una calavera que no se sabia si era de algún ereje o facineroso: y que oy dia se esta haciendo lo referido con la calavera en dicho hospital y que con este motivo se acordado el declarante, que en el tiempo que frecuento la casa de la curiel… vio junto a la cama…una calavera” en AGN, Inquisición, Año 1735, Vol. 1175, Exp. 16, Fs.152f-152v.

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El declarante refirió que tras observar las cosas que se hacían, conminó al Colector Berdiguel a que retirase el cráneo de la vista y del culto público, enterrándolo en el campo santo; al parecer Berdiguel para evitar perder las limosnas que proporcionaban los devotos del ánima de pozo, simplemente cambió la calavera de lugar, colocándola entre los restos humanos de los nichos de la capilla del cementerio del Hospital. 14 El segundo en declarar fue Don Pedro de Villavicencio y Berdiguel, clérigo presbítero colector del Hospital Real de Naturales, natural del Real del Monte, residente en la Ciudad de México y de edad de cuarenta años, que vivía en la calle de los Medinas. Era de suponerse que este personaje, por su carácter de administrador de las limosnas colectadas por los servicios religiosos ofrecidos en la Capilla y el Cementerio del Hospital, fuera uno de los mejores enterados sobre los hechos; a pesar a ello, solo declaró algunos detalles interesantes sobre el hallazgo de la calavera del pozo y de su culto en la capilla del cementerio del Hospital Real de Naturales 15 En su relato, el colector Berdiguel mencionó que los huesos y la calavera fueron llevados a la capilla del Hospital para que se les diera debida sepultura; como se había pasado ya la fecha de los entierros (23 de noviembre), los huesos y el cráneo fueron colocados en los nichos, pero al paso de los días se corrió entre vecinos y asistentes a la Capilla, la voz de los milagros del ánima del pozo, surgiendo con fuerza la devoción a estas pretendidas reliquias. Don Pedro subrayó con énfasis ante los inquisidores, que los que tendrían más culpa en el asunto de la devoción a estas falsas reliquias, serian los sacerdotes Joseph de Castejón e Ignacio de Santoyo, por no retirarlas en su momento de la Capilla del Hospital y suprimido así cualquier práctica religiosa indebida. Luego de estas acusaciones directas, llegó el turno de declarar del siguiente implicado, el sacerdote Joseph Castejón, clérigo presbítero, capellán del Hospital Real de Indios y natural del Real y minas de Taxco, de edad de sesenta años cumplidos.

14 “…sequito antes del entierro de guesos de dicho nicho la calavera y se llevo al rosario donde esta al

presente con otras dos o tres y despues de dicho entierro solemne a bisto el declarante asta el presente concurrir mucha gente a mandar decir muchas misas la señalada Almonte para la calavera del pozo y encima de una mesa…dicho rosario, ay velas encendidas y cada dia va creciendo esta devoción de la anima del pozo, sin que el declarante haya visto que aiga flaqueado… a observado que dichos días lunes, en los que un dia se dice misa en dicho camposanto y que concurría tanta gente ni se daba limosna para tantas misas como decía desde que se llevo dicha calavera que abra dos o tres meses. Y que dos o tres meses despues de dicho entierro solemne de los guesos, pregunto si abia enterrado la calavera, y le dixo que no por que estaba entre las demás…” AGN, Inquisición, Año 1735, Vol. 1175, Exp. 16, Fs. 155f-155v.

15 “…lo que sabe es, de oir decir al cirujano del hospital almonte y a su meger que tratando de hazer un pozo en la casa que esta pegada al dicho hospital vivienda asignada para el cirujano…en cierta parte de ella hallaron dos cuerpos humanos cullos guesos llevaron al hospital y una calavera se quedo en casa de la almonte de donde ha salido la voz que dicha calavera hace milagros contando al declarante la mujer del dicho almonte como es fecho prodigioso, en aber aparecido una perlas..”. AGN, Inquisición, Año 1735, Vol. 1175, Exp. 16, Fs. 157v-158f.

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En su declaración, Castejón refirió que no sabía quien llevo la calavera, y que solo escucho que la trajo el cirujano de la casa inmediata al Hospital de Naturales, y que la entrego al sobreestante Nicolás de Coria, diciéndole que no la sacase de allí; y del mismo modo oyó que por encomendarse al anima de esta calavera se habían encontrado unas perlas o pulseras perdidas. Además el sacerdote Castejón refirió que cuando se llevo dicha calavera al Hospital, observo allí que los asistentes encendían muchas velas en el suelo para la calavera; pero que él, ante la preocupación de esta situación, opto por mandarla quitar y depositarla en la capilla del Rosario del mismo Hospital, junto a otros restos humanos que se habían encontrado en la vecindad, para así darles sepultura y que en suma y en definitiva, él no era responsable de este culto. Pero los funcionarios inquisitoriales preguntaron a Castejón, el porque no actuó rápidamente para evitar esa indebida adoración, y porque no revolvió los huesos con otros o porque no los enterró rápidamente para evitar el supersticioso culto, pues al retirar de manera tardía los huesos, la gente siguió frecuentando la capilla del Rosario por seguir el culto al ánima del pozo. Ante estas preguntas, Castejón intentó defenderse diciendo que los asistentes a la Capilla del cementerio del Hospital, no venían a encomendarse a la calavera del pozo y su ánima, sino a visitar el remozado campo santo del Hospital; además dijo que si la gente que asistía a la capilla hizo alguna vez devoción en relación al cráneo, la habían hecho en general para todas benditas ánimas del purgatorio 16 Luego de la comparecencia de Castejón, el interrogatorio inquisitorial continuó con el sacerdote Ignacio Pérez de Santoyo, clérigo presbítero capellán del Hospital Real, natural de la ciudad de México y de edad de treinta años. La declaración de Santoyo ante los inquisidores versó sobre el mismo tema que Castejón había expuesto, que el cirujano llevó la calavera al Hospital y que esta era milagrosa, pero al ver las acciones de culto y adoración que se derivaron de dichos actos, se cambiaron los huesos y cráneo de lugar, llevándolos a la Capilla del Rosario del mismo Hospital y que la gente acudía a esta capilla para ver la remodelación del camposanto del Hospital y no por devoción o culto al ánima del pozo. Santoyo intentó defenderse de las acusaciones y reproches que los inquisidores le hicieron durante el interrogatorio, declarando que la asistencia, las limosnas y las misas en la Capilla del Rosario anexa al cementerio del Hospital, se debía a las nuevas obras en el camposanto hospitalario; que no sabía sobre las limosnas atribuidas al culto del ánima del pozo, pues estas si

16 “Dijo que que si es verdad visto alguna vez o veces personas paradas en la capilla con el rosario en la

mano pero no de rodillas y también que el concurso de gente ha sido mayor, lo que no tanto atribuye el declarante a la calavera quanto a el echo nuevo el camposanto y estar oy puesto y decente, y confiesa el declarante de si que también echo sus responsabilidades en aquel paraje por las animas en general y con alguna diricion del animo de comprender entre ellas a la de la calavera del pozo…” AGN, Inquisición, Año 1735, Vol. 1175, Exp. 16, Fs. 163v-164f.

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existían, eran recibidas por el colector y no por los clérigos que asistían a los eventos de la capilla y del cementerio 17 Con esto terminaron las investigaciones; como resultado, nadie fue preso ni castigado, pues solo se exhortó a los sacerdotes y funcionarios del Hospital Real de Naturales a que eliminaran dicha devoción. Esta medida se complemento con el mandamiento de que un oficial real retirara la calavera expuesta, el día lunes diecinueve de enero, cuando hubiera más gente en el Rosario, y que los capellanes implicados públicamente explicaran a los feligreses y asistentes a la Capilla del Rosario del Hospital Real de Naturales, la verdadera causa de todos estos hechos y que los dichos huesos y calavera los enterrasen en la iglesia o capilla del Hospital, sin que nadie, viera ni supiera dónde quedaban sepultados dichos restos.18 Consideraciones sobre el caso La práctica de cultos populares y el proceso de transformación de los dogmas católicos en devociones y prácticas mágico-religiosas, no sólo fueron realizados en pueblos indígenas alejados, sino fueron elementos comunes en la población pluriétnica novohispana de fines del periodo colonial, población que se remitía a los elementos que les fueran funcionales o efectivos para obtener las finalidades que perseguían. Así en la Nueva España se conjuntaron y conformaron cultos y devociones de diversa índole, en base a las reglas de experiencia y la aprehensión de la religión católica mezclada con el diverso bagaje religioso resultado de la convivencia de las distintas étnias, originando así cultos paradigmáticos, como el que se analiza en el presente estudio. Podemos plantear en base a las características analizadas en el estudio, que las ideas-guía del culto a las calaveras en el siglo XVIII podrían ser:

1) La identificación en la mentalidad de mestizos, indos y españoles novohispanos de estos restos como reliquias, semejantes en todo a las reliquias de los santos expuestas en templos y catedrales y por lo tanto, poseedoras de un poder sobrenatural.

2) La seguridad de que venerando estas reliquias, se podía convocar la

protección y la intervención de una entidad sobrenatural, ligada a las reliquias (el ánima sola)que por un poder milagroso, aseguraba la protección y obtención de favores de diversa índole, mediante una

17 “…confiesa que hizo mal en no haberse enterrado el mismo dia veintitrés de noviembre con los demás

guesos pero que… no se reparo asta despues de que hubiera sido mejor enterrarla con los demás y que en cuanto a las misas es cierto que ha crecido el numero de ellas despues de que sea compuesto el camposanto, pero que no sabe el modo que se daban las limosnas pues esas las recibe el colector, que esta destinado para ello, quien no les da a los capellanes, o encarga en decir algunos, si no es la deliciones que es cantada de difuntos, y la del aniversario solemne anual porque los demás las llevan a la coleturia general del arzobispado, por lo cual a ignorado el destino de dichas misas.” AGN, Inquisición, Año 1735, Vol. 1175, Exp. 16, Fs. 167f.

18 AGN, Inquisición, Año 1735, Vol. 1175, Exp. 16, Fs. 168-169.

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retribución humana que se realizaba vía misas, oraciones, limosnas y ofrendas.

Es posible que estas ideas se anclaran en las creencias religiosas establecidas para florecer y expandirse, en forma de devociones “populares” o no controladas por la jerarquía y el dogma católico establecido, mediante nociones que permitiesen a grupos y sectores sociales novohispanos, legitimar una imagen como milagrosa y protectora que destaco en el colectivo, muchas veces por casualidades del destino o por intereses de influyentes personajes o grupos locales, que trataban de manipular o explotar estas devociones en busca de prestigio, poder y control de recursos económicos. Las condiciones que presenta el documento analizado, nos hacen pensar que esta situación se presento cuando en 1735, una devoción surgida de una serie de circunstancias fortuitas o preparadas, encontró condiciones propicias para expandirse y divulgarse entre varios sectores urbanos de la Ciudad de México, por los intereses de un grupo de funcionarios religiosos de un espacio institucional en crisis, el Hospital Real de Naturales. Los promotores del culto, aprovecharon su posición en este proceso y al estar en pugna con otros grupos (hipolitos y administradores seglares) de la institución hospitalaria, trataron de impulsar y aprovechar una devoción de raigambre popular (el conjunto cráneo milagroso / reliquia popular - Anima Sola - Anima del Pozo) en beneficio propio, tratando de pasar desapercibidos dentro de las formas ortodoxas e institucionales del sistema religioso novohispano o bien, tratando de crear espacios propios dentro de estas formas, esperando integrar el culto de alguna manera a la ortodoxía, intentando utilizar el paradigma aceptado formalmente de las “Benditas Ánimas del Purgatorio”. Creemos que estos serían los casos de los cultos del tipo al Justo Juez, de la Muerte Triunfante o del Ánima Sola; entidades concebidas como participes del sistema formal católico, con un carácter de igualadoras de suertes y fortunas, dispensadoras de protección y consuelo ante las adversas condiciones de incertidumbre, necesidad y angustia, como las existentes entre las poblaciones del Centro de México durante los frecuentes periodos de hambrunas, epidemias, sequías y crisis socioeconómicas, que caracterizaron los últimos tiempos del periodo novohispano y que en su momento fueron ser utilizadas y manipuladas en provecho propio, por diversos individuos, grupos e instituciones sociales a lo largo del periodo colonial tardío, con diversa suerte, difusión y éxito.

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