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1 TÍTULO : “NOVEDADES DE FAMILIA: DIEZ AÑOS MÁS, Y VAN TREINTA...” AUTORIA : Mgter SILVIA GATTINO AMBITO DE PRESENTACIÓN / PUBLICACIÓN : Conferencia central de las JORNADAS DE ACTUALIZACIÓN EN TRABAJO SOCIAL “Las familias de la nueva pobreza. Lectura desde el Trabajo Social” FECHA: 14 y 15 de octubre de 2005 BAHIA BLANCA (BS. AS. - ARGENTINA) Publicada en formato CD DESCRIPCIÓN : Es una reflexión sobre los nuevos mapas sociales en Argentina y la interpretación de los problemas familiares hoy, revisando los procesos y efectos de la desestructuración y reestructuración de la sociedad argentina en los últimos ’30 años. Al paso de los años, ¿dónde quedaron esas vivencias? Sentimientos y pensamientos vividos en diferentes organizaciones familiares en su devenir cotidiano, requieren ser interpretados desde dicho contexto.

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TÍTULO: “NOVEDADES DE FAMILIA: DIEZ AÑOS MÁS, Y VAN TREINTA...” AUTORIA: Mgter SILVIA GATTINO AMBITO DE PRESENTACIÓN / PUBLICACIÓN: Conferencia central de las

JORNADAS DE ACTUALIZACIÓN EN TRABAJO SOCIAL

“Las familias de la nueva pobreza. Lectura desde el Trabajo Social”

FECHA: 14 y 15 de octubre de 2005

BAHIA BLANCA (BS. AS. - ARGENTINA)

Publicada en formato CD DESCRIPCIÓN: Es una reflexión sobre los nuevos mapas sociales en Argentina y la interpretación de los problemas familiares hoy, revisando los procesos y efectos de la desestructuración y reestructuración de la sociedad argentina en los últimos ’30 años. Al paso de los años, ¿dónde quedaron esas vivencias? Sentimientos y pensamientos vividos en diferentes organizaciones familiares en su devenir cotidiano, requieren ser interpretados desde dicho contexto.

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JORNADAS DE ACTUALIZACIÓN EN TRABAJO SOCIAL

Las familias de la nueva pobreza. Lectura desde el Trabajo Social

FECHA: 14 y 15 de octubre de 2005

BAHIA BLANCA

(BS. AS. - ARGENTINA)

CONFERENCIA: A cargo de : Mag. SILVIA GATTINO1

“NOVEDADES DE FAMILIA: DIEZ AÑOS MÁS, Y VAN TREINTA...”

Una reflexión sobre los nuevos mapas sociales en Argentina y la interpretación de los problemas familiares hoy.

NOVEDADES DE FAMILIA: DIEZ AÑOS MÁS, Y VAN TREINTA...

1 Lic. en Trabajo Social Magister en Ciencias Sociales y Metodología de Investigación Social Profesora Regular e Investigadora categorizada de la Universidad Nacional de Córdoba Socia fundadora de la Red Iberoamericana de Trabajos con Familia

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"Nuestra historia es no solamente la de las conquistas de la razón, sino también la de sus

cegueras, sus extravíos y su autodestrucción". E. Morin

Siempre me ha gustado razonar por analogía. Es por eso que remito a los lectores a tener presente, durante esta reflexión, a la imagen del “zoom” de una cámara fotográfica o filmadora, así como el efecto visual y emocional que este provoca: ¿qué vemos, cómo y desde dónde? ¿Qué nos pasa cuando dejamos de verlo? Creo que resulta adecuado para revisar los procesos y efectos de la desestructuración y reestructuración de la sociedad argentina en los últimos ’30 años, ya que los sentimientos y pensamientos de los actores, vividos en diferentes organizaciones familiares en su devenir cotidiano, requieren ser interpretados desde dicho contexto, reeditando sus necesidades y demandas tras sucesivas coordinaciones de redes y estructuras sociales que las producen. Sin embargo, al paso de los años, ¿dónde quedaron esas vivencias? ¿qué quedó de ellas y qué vemos nosotros? ¿cómo y desde dónde? Y si de repente dejamos de visualizarlas ¿es porque ya no existen? Estructuras estructurantes, coordinaciones sucesivas de redes entre redes, la metáfora del “zoom” nos habla de muchos mundos dentro del mundo 2, perspectiva que resulta la más fértil para adentrarnos y aprehender la complejidad, desde la complejidad, tratando de hacer visibles sus articulaciones. Nuestra perspectiva varía tanto como nuestra posición en el contexto observado. Contemplar los efectos expansivos de las sucesivas caídas como la gota que cae, sonora y única, en el agua de un estanque permite asimismo, comprender lo singular en el devenir de ciertas tendencias históricas. Finalmente, vemos lo que vemos porque somos lo que somos. El observador es participante y generador de lo que observa...3 Allá por Córdoba, hace casi 10 años: crónicas de una exploración

2 Me gustaría aclarar que esta última expresión _ ‘muchos mundos dentro del mundo’_ pertenece a una colega cuyo nombre no conozco, con la cual, sin embargo, he mantenido un intercambio en el marco de estas Jornadas y a propósito de la reflexión que aquí se propone. Advertí que dicha expresión alcanzaba un nivel de expresión sintética, por sí misma, y la incluyo, agradeciéndole de este modo su aporte a pesar del anonimato al que nos condena no saber su nombre. 3 Sintetizo en esta afirmación los aportes de cuarenta años de investigación del biólogo chileno, H. Maturana, quien postula que “no disponemos de mecanismos biológicos que nos permitan hacer referencia a un mundo separado del observador que está observando”. Leído en “Ver para Crear”, de M. Krynsky, Editorial Grafos XXI, Córdoba (Argentina), Mayo 2005.

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“Yo considero lo familiar íntimo a los padres con sus hijos, pero muchos amigos y vecinos son también parte de mí, me son familiares... lo

familiar próximo, digamos... todos ellos forman lo privado... es difícil, porque algo de lo público me pertenece y es mi mundo privado”

Andrea tenía 25 años, cuando en 1996 opinaba esto, en una entrevista en Bº Altamira, de Córdoba.

Cuando hablé con ella por aquellos años, me preguntaba cómo afectaría la

desocupación y el empleo precario en las distintas formas de organización familiar, adentrándome al estudio de las modificaciones estructurales que transformaron desde la década de los ’70 a toda la sociedad argentina, desagregando y reconstruyendo lazos y estilos familiares de vida, en un universo particular: el de la nueva pobreza, en Córdoba (Argentina)4

Por esa misma época, pero desde otro barrio cordobés llamado ‘Los Bulevares’,

una pareja _ Estela y Jorge _ aportaban a esta búsqueda su versión de lo que dicho universo podría ser:

“ Uno era de clase media, estábamos bien... con un solo empleo se podía hacer diez veces más las cosas que se hacen ahora... nosotros alquilando y

todo, hemos sido de clase media alta, por los gustos y todo eso... cuando nos juntamos ya éramos de clase media, y tratamos de mantener esto ahora... ahora

estamos en clase media baja (...) no, pobres no somos, no, no, porque yo entiendo al pobre cuando no se tiene ni para comer, ni para los remedios... pero

estamos cayendo, la clase media está cayendo, día a día.”

Eduardo y Mirta, desde Bº M. Fragueiro de dicha ciudad, opinaban por entonces:

“A razón de tres o cuatro años atrás nosotros todavía con el sueldo podíamos decir vamos a progresar, y a raíz de eso estábamos en la sociedad un poco más

arriba que otros... ahora hemos bajado dos o tres escalones (...) no llegamos a la pobreza total, pero estamos cerca”

Mientras tanto, Gladys de Bº Alberdi comentaba: “La clase media ya no está, ha

ido a parar abajo...”

Les propuse hablar de cómo veían ellos y ellas el impacto de la desocupación y de la precariedad laboral en sus familias y otras, por entonces, y Silvina de Bº Santa Isabel, exclamó:

4 Los testimonios y algunas de las reflexiones aquí presentes son el producto de mi investigación: “Organización familiar de la nueva pobreza en Córdoba” con Beca de Investigación de la Secretaría Extensión Universitaria- Córdoba, 1996- La misma que fuera publicada por primera vez, en co-autoría, en al año 1999, bajo el título “Las familias de la nueva pobreza. Una lectura posible desde el trabajo social” (Editorial Espacio, Buenos Aires)

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“(...) la desocupación es tremenda ¡me da miedo!.. que nos entren a robar o que nos peguen un tiro, es miedo a ¿qué es lo que va a pasar?! Si por una suerte del

azar tuviéramos dinero me gustaría irme del país..¡a Suiza, qué se yo!.. donde haya paz.”

“(...) y ahí empiezan los problemas de la familia, por el hecho de la desocupación, porque el ver que le faltan cosas a su familia y no alcanza, y te falta esto y lo otro... ahí empiezan los problemas... desde la violencia familiar hasta la separación o el divorcio(...) Muchas veces los abuelos se hacen cargo de los hijos o porque la madre se separó, o el padre se fue, la dejó y ella tiene que trabajar, y por lo general se recurre a los abuelos...” _ expresaba Marcela, acotando su versión desde Bº José Hernández, de Córdoba.

Andrea, la de Bº Altamira, avanza un poco más: “... y después que ya te digo, es un sentimiento general de... de pobreza”.

“Y un poco nos sentimos solos, salimos y le pedimos a los vecinos que nos miren la casa”, señala Eduardo; mientras que Silvina, por su parte expresa:”No hay paz aquí, y yo tengo mucho miedo, hay mucha delincuencia juvenil, son capaces de matar”

Pero con la intervención de Mónica que vivía hace 9 años en Bº Ameghino de esa ciudad, afloran algunas cosas más:

“(...)afecta al estado de ánimo, no sabés a quien echarle la culpa, te mirás y decís ‘por qué no hice un poco más, por qué no me esforcé y también por qué la suerte no me ayuda... uno se siente necesitado y lo que es peor, el hecho de no

tener a quién recurrir...¿a quién le pedís?”

Y es entonces cuando emerge uno de las claves del imaginario histórico de la actual nueva pobreza, que conservaba por entonces las huellas de la clase media argentina, configurada en las primeras décadas del siglo XX al calor del Estado como garante de equidad y regulador de los conflictos políticos - sociales.

Mónica dará la versión de un sentimiento y una imagen que los representa a todos:

“El estado... ¿qué es el Estado?.. en estos momentos parece que estuviera todo vacío...”

Imperceptible y tácita entre ellos y ellas se impuso, sólo en apariencia ajena,

esta pregunta: ‘¿qué hacer frente a niveles de pobreza nunca antes experimentado? ¿a quién recurrir?’

Fue así que se abrió una segunda ronda, donde cada uno a su turno, intentaba responderse y respondernos:

Jorge_ “Además de estar en el laboratorio de la Coca — Cola, hago trabajos de electricidad, plomería a los vecinos, cobro barato pero siempre sale algo... pero lo que yo pueda hacer, lo hago (...) yo antes era herrero(...) Recurrimos a los

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padres, sí, por ejemplo, yo a mi viejo y a mi madre de Bs. As. Le pido, poco pero le pido, y ella (suegra) bueno, está todos los días viendo qué hace falta”

Estela _ “Yo me anoté para un subsidio en Desarrollo Social, para.. de... acción

social laboral, pero los cortaron a todos, iba a comprar una máquina de coser, porque yo sé costura (...) Estamos pagando un crédito, eso nos tiene mal. Teníamos dos tarjetas, ahora no estamos usando ninguna” Luego de la intervención de ella, Jorge (la pareja), acota:

“Pusimos una heladería y nos fue mal, en el ’93 — ’94 tuvimos que vender el auto y

estamos arrastrando y no podemos terminar”

Podría tratarse de una charla de café, de un intercambio casual en la espera de un trámite, o de un colectivo urbano. También podría ser el intercambio provocado por un programa radial o televisivo; o formar parte del temario de una terapia de grupo, tal vez...

No obstante, este coloquio entre hombres y mujeres, emergentes de la cotidianidad de hogares empobrecidos allá por mediados de la década del ’90, arrojaba las primeras respuestas a algunos de mis interrogantes en torno a la realidad de las organizaciones familiares: ¿qué pasa cuando la familia debe enfrentarse a sus propios cambios y asumirlos en el marco de modificaciones sociales cuyos efectos en su seno aún no se perciben con claridad?

Dichos cambios acontecieron en varias esferas de la vida familiar y explican en gran parte el tipo, la cantidad y la calidad de sus transformaciones.

Tal como lo exponen sus protagonistas, los hallazgos conducían a entender que dichas esferas están constituidas alrededor de:

• La estructuración y composición de necesidades familiares al aumentar los niveles de pobreza por hogares.

• La estructura y dinámica familiar, recreando algunas de sus formas. • Los reagrupamientos y los lazos sociales entre las familias y otras instituciones

y organizaciones • Las estrategias de reproducción social cotidianas. • La representación de la ciudadanía y su particular relación con el Estado • El reposicionamiento de las familias en la estructura social y la recreación o el

desconcierto en sus prácticas sociales cotidianas.

Sin embargo, por entonces, la idea de familia tradicional y arquetípica de las clases medias, sus modelos organizativos para la constitución y convivencia familiar: sus representaciones, imágenes y autopercepciones, no alcanzaba a instalarse en el centro del ‘tembladeral’ cultural y estructural que se empezaba a poner de manifiesto a comienzos de esa década, inaugurando una tendencia histórica que mantuvo continuidad y agudización hasta el presente, permitiendo sólo en los últimos cinco (5) años aproximadamente, instalar la legitimidad de prácticas y estilos de vida aparentemente ‘novedosas’.

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Hoy puedo afirmar lo que durante la realización de mis estudios y de sus conclusiones a mediados de los años ’90 podía sostener en términos de interrogantes o premisas exploratorias, más cerca de la intuición que de la racionalidad: estas formas de organizaciones familiares existieron a la par de un mito occidentalizado de la familia nuclear. Los hogares unipersonales, los hogares a cargos de mujeres, en tanto producto histórico, no son un invento de estos años. Existieron como producto de la modernidad, pero ignoradas como posibilidades de proyecto familiar.

Si hay algo novedoso en el presente, es esta nueva mirada, que nos permite aceptar la heterogeneidad, admitirla también como estructurante de formas familiares, e incluirlas como posibilidades de crecimiento saludable para las personas, cualquiera sea su etapa, reconociéndolas como organización familiar (cuyas estructuras y dinámicas están atravesadas por la diversidad) y es, de alguna manera, desmitificar, desnaturalizar el modelo de familia. Todo ello implica una ruptura cultural en el ocaso de la modernidad.

Lo novedoso de esta época , y en tanto proceso, claramente ligado al fin de siglo, es el aprendizaje de admitir las diferencias, de reconocer las diferentes maneras de vivir, que supone también diferentes valores, distintas prácticas, una nueva división social y sexual del trabajo.

Sin embargo, por aquellos años, preguntando qué es la familia, asomaban estas ideas:

“Y... es padre, madre, hijo”

“Actualmente se sostiene... cuesta, pero uno está trabajando para eso... y creo que hay muchas, lo que ves alrededor tuyo es eso... la estructura familiar.”

“(...) hoy por hoy la familia sigue siendo igual, padre, madre, hijos... todo lo que está al

frente de los chicos, constituye una familia.” Altamente representativa, casi paradigmática al cierre de este intercambio, asoma otra vez Andrea en el escenario de la nueva pobreza de Bº Altamira, de Córdoba, argumentando:

“Yo vengo de una familia de tradición trabajadora, yo empecé a los nueve años con la vecina, cuidándole el nene,

mi mamá no tenía necesidad de que yo trabajara pero sí de crearme conciencia de trabajo, y mi hermano también

en el taller con mi papá... con la idea de aprender a trabajar... aprendí también a ahorrar, (...)”

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1999- 2001: otro sendero en el itinerario de mi exploración. Preguntándome cómo afectaría la desocupación y el empleo precario en las distintas formas de organización familiar, adentrándome al estudio de las modificaciones estructurales que transformaron desde la década de los ’70 a toda la sociedad argentina, descubrí otra manifestación empírica: el caso de los micro y pequeños empresarios.5 Este universo, referido a la estructura económico — ocupacional desbastada desde sus raíces a partir del modelo instalado desde el orden militar de 1976 en adelante, reestructuró ciertas prácticas, estrategias y trayectorias laborales de quienes empobrecieron con el impacto de tales transformaciones. Desde el ángulo de la composición ocupacional de la histórica clase media argentina, durante casi toda la primera mitad del siglo XX, la relación entre estrategias de desarrollo y estilos de vida, prácticas laborales y educacionales, conformó una amplia franja de sectores medios (no menos heterogéneos, por cierto) identificados con la cultura del trabajo asalariado, por un lado, y con la actividad autónoma o por cuenta propia, por el otro: la figura del emprendedor. En tal sentido, me interesó ver qué huellas de este proceso de transformación y reconversiones históricos — sociales encontraría en las historias familiares trigeneracionales de algunos micro y pequeños empresarios de la ciudad de Córdoba, nacidos casi todos ellos alrededor de 1970. Por ello incursioné en otros itinerarios biográficos, tratando de acercarme a una lectura e interpretación de las trayectorias sociales y culturales en la secuencia intergeneracional de los sectores medios, haciendo foco en la reproducción o reconversión de sus estrategias productivas y labores. Junto a la lectura de las nuevas prácticas, estrategias y representaciones de la nueva pobreza surgieron aspectos que se constituyen en bases objetivas de emergencia de nuevas estrategias productivas y ocupacionales en el presente, entre los que podríamos situar a las microempresas. Ahora bien, ¿por qué al hablar de la pequeña producción empresarial resulta central analizar el 'enigma’ de la heterogeneidad social? García Salord (1998), señala una “suerte de ambigüedad constitutiva que caracteriza al ser social identificado en las llamadas clases medias y que se localiza en tres cuestiones:

• En el enigma representado en la heterogeneidad de su composición social y en la homogeneidad de su unificación simbólica.

• En esa forma particular de reproducirse a través de ampliarse cuantitativamente y diversificarse cualitativamente.

• En esa casi terca y obsesiva expectativa de ascenso social, es decir, la fuerza de la movilidad social como elemento fundamental de su campo de representaciones.”

5 Me refiero ahora a otra investigación cuanti –cualitativa, efectuada entre 1999-2001, con el nombre: “Significados familiares, trayectorias laborales y condiciones socioculturales que se relacionan con el éxito de micro – pequeños empresarios de Córdoba”, con Beca de Secyt (UNC), para ser presentada como Tesis de la Maestría en Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba.

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Luego, en el análisis de las historias familiares, hallé que estas tres cuestiones aparecían hilando el discurso de los micro - pequeños empresarios _en la secuencia trigeneracional _ lo cual me llevó a conceptualizar dos ideas ejes de la reflexión: a) las estrategias de reproducción, y b) los procesos de reconversión social (Bourdieu.P,1991), que ayudan, coincidiendo con García Salord, a sacarnos de la visión topográfica de la ‘estratificación social’ y hacen posible algo que, a los fines de este estudio, resultaba central: diferenciar analíticamente el proceso de constitución social del grupo de micro - pequeños empresarios, y el de la construcción de su campo de representaciones.

La reproducción social alude al “conjunto de prácticas fenomenalmente diferentes por medio de las cuales los individuos y las familias tienden consciente o inconscientemente a conservar o aumentar su patrimonio y correlativamente a mantener o mejorar su posición en la estructura” (Bourdieu, 1991:122)

El concepto de reconversión social define específicamente a los procesos por los cuales

“se transforma el volumen de las diferentes fracciones de clase y de su estructura patrimonial”, advirtiendo que la reproducción admite una secuencia, pero no como repetición, sino que por el contrario provoca cambios en el volumen de capital global y en la estructura de distribución del capital económico, social y cultural de origen, propio de cada fracción resultando así agregados que tienen otro perfil que se expresa como cambios en la morfología de la estructura social “ (Bourdieu,P. 122-129)

Cuando entrevisté a Carlos, de 35 años, en su cerrajería de Bº V. Libertador, él reflexionaba sobre su propia historia familiar:

“Y porque él (Su padre) acá tuvo ganas, tuvo, vos decís, empezó como chofer de taxi, llegó a tener dos taxis, después bueno, y mirá vos, más o menos la historia se repite no?, porque él fue chofer, tuvo taxi, después quiso incursionar en otra cosa se fundió perdió todo y bueno yo calculo

que él después debe haber tenido ganas de arrancar de vuelta, me entendés, de a poquito, allá yo me acuerdo que le proponían un montón de cosas porque en esa época en el Chocón era tanta la plata que había

que él era camionero, pero era un tipo muy honesto, laburador y honesto, nunca le iba a decir “mirá sacá eso que no es tuyo” mirá una

cosa así” Y agregaba respecto de sí mismo:

“Y bueno empecé como cadete, fui, entré, fui a trabajar no por, por eso te digo que no fue por necesidad, era pura necesidad propia de trabajador, porque así,

antes era así, viste, no es como ahora que estás bancando a tu hijo hasta los 15 o 16 años. Fui y a donde yo fui, fui como cadete, como cadete. Me llevó mi papá,

vos vieras como me habían vestido, de punta en blanco íbamos, en serio, el hombre, en este caso se dirigía a mi papá, no hablaba conmigo, viste, y le dice,

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pero y dice “bueno — dice — el trabajo va a ser así, así, así —dice — no se, el tema es que lo que pretende que gane”, “No — dice — yo no pretendo que le pague

nada, enséñele a trabajar que él después se gane lo que aprendió, y bueno él pondrá sus pretensiones”. Y así me, lógicamente no me que�, llegaba el sábado y ellos me daban, pero me daban un, un billete de (...) un billete de 50 pesos o 5

pesos creo que me daban, claro ...” Al analizar la relación entre trayectoria laboral y escolar, Carlos define así sus elecciones

“� quería ver, quería ser, quería, era amigo de otro chico que ya en esta�, también puede ser eso también incentivado por otro compañero que iba a la

escuela y ya trabajaba, viste, en una casa de instrumental, me parece que era, C. L.6 me acuerdo, fue uno de los pocos amigos que tuve allá, y bueno él

trabajaba y justo ahí a media cuadra nece�, él había visto el cartelito que necesitaban, y bueno le dije a mi papá y..Sí. “Bueno - dice - yo lo voy a

acompañar, si quiere lo voy a acompañar”, pero no tenía que descuidar los estudios nada, pero faltaba, supuestamente era ese año, porque era 7mo.

Grado, que ya hubiera terminado lo que pasa que yo fui a rendir allá libre y me prepararon todo para 6to., y yo era para 7mo., así que bueno ya estaba todo,

así, listo largué y seguí 6to, después seguí trabajando nada más(...) No, que se yo, no me voy a escudar en que necesitaba, porque veía que necesitaba mi viejo, te estaría mintiendo, si yo a mi viejo le decía que

quería estudiar iba a seguir estudiando. Fue, yo creo que fue para zafar del estudio también en parte, viste, era vago, no se lo recomiendo a nadie porque siempre te arrepentís de no haber estudiado, a mi me fue dentro de todo bien

porque siempre fui buscavida de, de aprender y a mi, ellos saben, yo acá me dicen, y todo trato de, todo yo siempre le digo a él “todo tiene una explicación porque el que lo hizo no, no era marciano” así que tiene alguna explicación, y

bueno no me fue tan mal gracias a Dios.” Y la narrativa tiene lo suyo. Así lo vemos en el relato de Adriana, de 30 años , para quien el trabajo equivale a un ‘pilar de la familia’:

“yo quisiera que mis hijos sean como, como su papá o como mi hermano o como mi papá o como mi suegro porque han sido personas de mucho trabajo

toda la vida y bueno por ahí no se les ha dado o que hayan tenido más de lo que tienen o que la posición económica este mejor, porque a lo mejor la

desaprovecharon, pero sí sabemos que pueden servir de ejemplos para mis hijos, todo lo que nosotros hacemos hoy en día es para ellos, y bueno que trabajando podemos alcanzar, eh, que sé yo, lo que nosotros anhelemos, tanto, porque vos

decir “Vos trabajás, tenés ingresos y de ahí depende mucho la felicidad”, no toda, pero si vos tenés un buen pasar económico y estás bien, si vos andás a los ponchasos para salir adelante porque no tenés dinero no, no, por ahí empiezan

los fracasos matrimoniales, todo, entonces al trabajo nosotros le damos mucho valor porque yo pienso que es el pie, el pilar de la familia.” (...)

“Mirá, para mi papá él siempre, siempre nos dice “Uds. tienen que trabajar

6 Iniciales del nombre propio (real) de su amigo.

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porque mirá”, mi papá a pesar de que él nos incitaba a que trabajáramos, él siempre le hubiese gustado que hubiéramos sido arquitectos (...) Pero por

ejemplo él siempre “Uds. tienen que trabajar porque Uds. tienen que salir adelante que nadie los lleve por delante, que nadie los esté pisoteando

porque Uds. trabajando y estudiando van a tener sus cosas”.

Así se presenta Adriana revelando las marcas de su historia social y familiar:

[Empecé a trabajar a los ] “- 8 años, 8 años porque era cuando recién nos fuimos para allá, 8 años , por ejemplo todos los días

que yo les llevaba café y bueno, mi mamá los fines de semana me daba $2, $3, que para a mi era mucho, porque yo era muy

ahorrativa, y a veces me alcanzaba, me compraba un�, que se yo, o juguetes o me compraba ropa o le daba a mi mamá para que

me comprara, una vez ella me dijo que me alcanzó para comprarme la mitad de mi primer bicicleta, entonces yo

me la fui comprando con cosas mías.”

"... Eh, siempre he trabajado en ventas, siempre desde, o sea desde que era soltera que trabajaba en la empresa de limpieza

como empleada de mi hermano y eh, una vez que me casé trabajé hasta que nació mi hijo y después me puse un local comercial, eh, desde allí estoy trabajando, desde el año 93, vendía ropa, vendía pañales, vendía distintos rubros, en alguno tenía que enganchar, bueno hace tres años que tuvimos con, con la heladería, después

cuando mi marido termina, o sea lo indemnizan de FIAT, eh, nosotros, o sea, un poco que la propuesta está dada por mi

hermano que era el que ya estaba en una empresa de limpieza, ya hace 10 años que está trabajando en la Cámara de Senadores, entonces me dice “ustedes no se preocupen, si no hay empleo”,

conque, bueno, todos tenemos manos y ganas de trabajar y empezamos, entonces así ya, eh, empezamos con la empresa.

Como parte de las apuestas que ella y su familia hacían , la escolaridad secundaria fue elegida por la madre en un colegio privado comercial (al que fueron todos los hijos), por pensar que luego estarían preparados para trabajar. Tal como ella define a sus parientes, puede decirse de Adriana que es una “persona de trabajo” Una de sus elecciones más contundentes ha sido no ser profesional sino trabajar, y obviamente abandonar sus estudios universitarios, lo que quedará así expresada:

“Porque, eh, me había cansado de estudiar, me había cansado, tomaba en cuenta 7 años, más 5 de facultad, sabiendo que me iba a ser útil terminarlo, pero me había cansado, no tenía ganas, entonces como yo veía que podía

trabajar, que en el negocio me iba bien, todo, por eso dejé, ..." Quizás el deseo de ser a través de estos itinerarios estaba presente desde niña en la hablante:

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“ No, mirá yo siempre dije cuando sea grande me gustaría tener un negocio grande.

Siempre me gustó siempre, siempre soñaba con vender, y jugaba con esas cosas de que vendía, de que empezaba, siempre me gustó, o sea siempre soñé

con tener mi negocio, que hay empleados o que hay algo así. No sé si empresa de limpieza, pero sí mi negocio.

Nunca he tenido un patrón. (...)“algo que me haya impactado no se, yo lo que si tengo es que yo desde

chica, en mi casa había negocio, porque por chiquito que haya sido siempre se ha trabajado en ventas, desde las comidas que hacíamos,

porque sabían que ganaban, porque sabían que había clientes entonces desde ahí siempre me ha gustado, siempre me ha gustado de lo que

era la venta, jugar a vender, o desde chiquita por ejemplo me hacía el mostrador y cualquier cosa hacíamos para vender o, siempre se que

desde mi innata conciencia creo que yo tengo la idea, la idea de tener negocio, porque me gustaba,

pero que me ha gustado por naturaleza.” Adriana, propietaria de una empresa de servicios de limpieza que compartía por aquellos años con su marido, percibía el proceso de reconversión social que se ha dado en la secuencia trigeneracional que se viene analizando, al representarse para sí un lugar social diferente al resto:

“ Y mirá, a mis abuelos los ubicaría en clase media baja; no era gente pobre, no era porque ellos tenían su casa, sus cosas y no eran pobres; pobres en el sentido

que hayan tenido un ranchito, no. Y a mi mamá, en una época la ubicaría en clase media alta, en otras en la clase media media y actualmente están en la clase media media media, porque no están muy alto ni tampoco muy bajo. - Y

nosotros estamos en clase media, a lo mejor más alta que mi mamá. No en clase alta.”

Desde estos senderos que yo recorría, convergía con otros enfoques, al reconocimiento de las clases medias como espacio social donde se han dado históricamente las condiciones de posibilidad para el desarrollo de la producción empresarial a pequeña escala. Clases medias que, en otros marcos históricos y estilos de desarrollo vigentes experimentaron su ser social desde una rutina estructurada en torno a su inserción salarial y su relación de estabilidad con el mercado laboral. A la vez, por su trayectoria social, (mayor volumen de capital cultural, social, material y simbólico que otros grupos sociales), han quedado mejor posicionados para generar campos alternos de empleo y producción en un nuevo contexto (el de las décadas del ’80 y ’90) que si no les tocaba directamente a aquellos, sí lo hacen con las generaciones que lo han sucedido (en la cual se ubican los entrevistados de este trabajo). La clase media como “lugar de indeterminación”(Bourdieu) revela así los múltiples significados de esta heterogeneidad, constituida en (y constituyente de) la desigualdad económica, la distancia social, la distancia cultural, la discrepancia y la divergencia político-ideológica, “conviviendo en la diferencia y en la desigualdad, buscando la distinción”(G.Salord,1998).

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En consecuencia puede sostenerse que la crisis de la clase media atraviesa, y en algunos aspectos ‘estructura’ el desarrollo de la pequeña producción empresaria, en tanto fenómeno en auge en estos años. No en el sentido de ser un espacio de estrategias para la subsistencia (alternas al desempleo), sino como espacio propicio de un nuevo ‘ser social’, esto es, como estrategia de reproducción y procesos de reconversión social que le pueda crear nuevas condiciones para: cubrir sus expectativas de ascenso social (en cuanto a sus representaciones), para alcanzar a construir un campo de unificación simbólica en este nuevo contexto histórico que les da sentido, en tanto clase. Y para que le asegure mínimas posibilidades de ampliarse cuantitativamente y diversificarse cualitativamente. Luego de haber andado por los itinerarios de alrededor de 40 casos, asomaron las primeras tendencias. Sin diferenciarse según el sexo, los entrevistados mayores de 50 años tienen un itinerario laboral bastante más largo como dependientes de un salario, en estructuras de las que se fueron por renuncia y donde habían logrado además de cierta estabilidad y seguridades, ascender en la jerarquía laboral. Por lo tanto al iniciar su actividad empresarial tardíamente en su ciclo productivo, las dificultades que enfrentan se relacionan directamente con la continuidad de su micro / pequeña empresa, es decir, con la proyección de los sueños, las ganas y los valores que sustentaron sus propias apuestas, opciones e inversiones, en la cuarta generación (sus hijos). Lo anterior se expresa en el discurso de los actores muy ligado a las elecciones de sus hijos y a las condiciones de vida actuales que éstos deben enfrentar, apareciendo temores y fantasmas relativos a la desorganización, la escasa rentabilidad del producto, la falta de inserción en el mercado, la ausencia de capital original, y el deseo de que la pequeña empresa pudiera constituirse en una empresa familiar (en el sentido de que sus descendientes puedan continuarla) para lo cual sienten que deben hacer los más relevantes esfuerzos en esta época de su vida. Los micro y pequeños empresarios / as más jóvenes, por su parte, sienten que éste es el proyecto de su vida, que “es todo", invirtiendo allí no solo tiempo, dinero y esfuerzo, sino ilusiones y proyectos que hagan a su futuro reconocimiento social. Éstos buscan ser recordados, reconocidos, constituirse en garantes de seriedad comercial y legitimarse en su campo a partir de su ‘nombre propio’. Los mayores, en cambio, buscan realizar sus sueños, en la medida que también les sirva para sostenerse económicamente. Por lo demás, puede decirse que si se consideran los contextos históricos de cada generación y las situaciones concretas generadas a partir de los campos de oportunidades y las posibilidades que sus épocas les dieron de acceder a ciertas condiciones de trabajo y producción, se advirtió una gran hibridez cultural en la primera generación, expresada en estilos de vida y en una cultura del trabajo muy disímiles dados por los diferentes orígenes geográficos y sociales: la mentalidad europea al respecto distaba bastante de la criolla, e internamente unos y otros poseían trayectorias muy diferentes. Todo esto adquiere significación por cuanto existe una estrecha relación entre esta hibridez cultural y la heterogeneidad productiva, ocupacional y social que signa las vidas, estrategias y decisiones cotidianas de la tercera generación .

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Acerca de las trayectorias escolares y los capitales acumulados en torno a ello, existen también notables diferencias acerca de su significación social. Las dos primeras generaciones contaron con muy poco capital cultural,(excepto en un caso), y daban a la escuela y al aprendizaje formal muy poca relevancia como clave de progreso. En la tercera generación, el esfuerzo de reconversión se notará en este campo (entre otros) pero en estos empresarios, no se puso en evidencia un interés por el título universitario como aspiración en su itinerario educativo (como punto de llegada) dado que la aspiración fuerte pasó por aprender a trabajar de manera autónoma, haciendo rentable su labor y su empresa para él y su familia. Ellos ven esto como el punto de llegada en sus proyectos personales - familiares. Pasado, presente..¿y futuro?: itinerario de una incertidumbre histórica al 2005. Los estudios anteriores muestran expresiones concretas, aunque diferentes, de una tendencia socio — histórica tan abrupta y profunda, como reciente.

Nuevamente, autores como Minujin y Anguita (2004)7 volvieron a decirnos, como a comienzos de 1990, algunas consideraciones acerca de la clase media abandonada en argentina, así como acerca de la medición, composición y magnitud de la pobreza en el país.

Dicen los autores que “los argentinos sufrimos de varios tipos de pobrezas. La pobreza económica es la más dura y la más reconocida. Pero no es la única, hay otras también graves, como las que podríamos denominar “pobreza de ciudadanía” y también la “pobreza de futuro”.(...) La pobreza de ciudadanía está relacionada con la falta de ética en las instituciones públicas y privadas, en la vida política y social. El proceso de empobrecimiento, sumado a la pobreza de ciudadanía, produce la sensación de falta de futuro(...)”8

Ya en 1996, Eduardo y Mirta, entrevistados en su vivienda de Bº Fragueiro (Córdoba) me aportaban la siguiente concepción:

“¿La pobreza?...bueno, la falta de... está la pobreza económica que es la falta de recursos, ésta influye en la pobreza social (...) y está la pobreza de espíritu... En todas

se supone que hay negación de algo, y esa negación es económica — cultural... la riqueza espiritual hace que uno pueda sentirse socialmente un poquito mejor.”

Hacia fines de 1980 se comenzaron a ver signos de que los sectores medios estaban siendo afectados en forma creciente por las constantes crisis y los permanentes cambios económicos. No obstante, cuando se comenzó a estudiar este fenómeno inédito de caída masiva en la Argentina, se lo caracterizaba como un fenómeno transitorio. Cuando en algunos estudios se comienza a mencionar el fenómeno de los “nuevos pobres”, hoy reconocido y aceptado, se generaron dudas y cuestionamientos respecto a

7 Minujin A. - Anguita E: “La clase media seducida y abandonada.” Edit. Edhasa, Buenos Aires. (2004 ) 8 Minujin A. - Anguita E: “La clase media seducida y abandonada.” Edhasa, Buenos Aires. (2004 )Página 17

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su existencia misma (Minujin, 1989). Con esa denominación se trataba de sintetizar en un término claro el proceso de caída de las familias de sectores medios a tener ingresos por debajo de la “línea de pobreza”, noción que se utiliza para medir de carencia de ingreso(...) En aquellos tiempos se discutía si se trataba de nuevos pobres o de nueva pobreza. El tiempo mostró que estábamos en los comienzos de una nueva conformación social que se integraría con nuevos pobres y nuevas expresiones de la pobreza (Minujin, 2001)

A comienzos de los ’90 el proceso de empobrecimiento de los sectores medios se hizo evidente, lo que continuó más allá de avatares como la hiperinflación y la convertibilidad, la profundización del modelo liberal, el desmantelamiento del estado y los servicios públicos y el ajuste estructural.

En los aspectos cualitativos de la investigación con hogares de la nueva pobreza en Córdoba, el registro de la caída se sitúa en 1994-1995:

“Este año se sintió tremendamente desde mediados del ’95, ya hace un año(...) el nivel alimentario de los niños es bajísimo. Yo el año pasado por semana a lo mejor me gastaba 10 pesos en verdura y comían verduras que es lo más necesario para la salud, este año, la comida se basa en harina, arroz, cereales... y la carne también se reduce,

ya no es la misma cantidad que se comía antes. Yo calculo que los que no tienen ya ni deben comer. Acá se hace una comida al día

y si sobra se le da a la noche, sino café con leche.”

(Eduardo y Mirta, Bº Fragueiro, Córdoba)

A fines del 2001 el acoso económico quitaría la respiración a casi todos, pero

principalmente a los sectores medios confiscando sus ahorros: “cacerolazos”, “piqueteros” “¡que se vayan todos!”

Fue a mediados de los años ’90, que Minujin y Kessler (1995)9,se preguntaban: “¿qué pasó en las últimas décadas con gran parte de nuestra clase media?” La primera respuesta que surge es: prácticamente ha desaparecido o está en vías de extinción. Por ello, en 1996, uno de mis dudas giraba en torno a ¿qué hacen los nuevos pobres para proveerse de ingresos y de recursos para el hogar? (Gattino —Aquín, Op.Cit)

La tendencia al respecto demostraba que el 82% de las familias pedía ‘trabajo’. En orden de frecuencias, las demandas se estructuraban en torno a los servicios de educación, salud10, vivienda (61,54%), tierra para los que no tienen (43,6%),ayuda económica, beca y subsidios (38,5%) y con los mismos valores, aparecían también demandas de buen trato a la gente pobre y ayuda al esfuerzo propio para acceder a bienes y devolverlo con trabajo (35,9%).

En el orden de lo que hacen o a quiénes apelan los hogares de la nueva pobreza, se advertía hace 9 años atrás que la clase media recurre al Estado sólo en segunda instancia (84,6% de los encuestados) apelando en primer orden y en forma inmediata a sus relaciones personales, sociales, informales para resolver sus problemas y

9 Minujin-Kessler- “La nueva pobreza en la Argentina”- Edit. Planeta, Buenos Aires (1995) 10 Sugiero consultar el gráfico de la página 15 de este trabajo, que ilustra las condiciones objetivas y estructurales de tales resultados,

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necesidades cotidianas: parientes, para el 97,5% de la muestra, amigos, en el 38,5% de los casos, y vecinos (25,6%). Acuden a sus propios recursos sociales en primer lugar, conservando coherencia histórica con la cultura de una clase media ‘reticente’ a ser ‘clientes ‘ del estado pero que ahora ha empezado a necesitar ayuda. (Gattino — Aquín, Op. Cit.)

Extraído de Minujin A. – Anguita E.- “La clase media seducida y abandonada” (2004) Edhasa (Notas

de los autores: Obra Social: incluye a los afiliados del Pami)

Hoy, si bien el proceso de empobrecimiento se ha generalizado, habría que repensar la idea de ‘nuevos pobres’ y volver a reflexionar sobre una sociedad argentina en buena medida ha incorporado los rasgos de una movilidad masiva descendente.

Las trasformaciones, lejos de ser transitorias, han mantenido y profundizado una tendencia acelerada de empobrecimiento que hasta el presente se mantiene, en cuanto a sus rasgos estructurales, si bien hoy es el orden de las prácticas y las representaciones de los actores las que estarían mostrando, aunque leves, algunos cambios con los que se puede identificar a los hogares empobrecidos.

Tal vez sea temprano para saber cuál será la identidad que los integrantes de la fragmentada clase media tomará en el futuro. Sin embargo sabemos que la ubicación de cada uno dentro de la estructura social no tendrá la claridad en cuanto identidades

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sociales que tenían tiempo atrás, en donde estaban los ricos, la clase media y los pobres. (Minujin- Anguita, Op. Cit.)

Trabajo, seguridad, acceso a la vivienda, educación y salud siguen siendo expresiones de las necesidades cada vez más insatisfechas de estas familias, tanto como de sus demandas, ahora más instaladas que una década atrás, en la esfera de atención público — estatal.

Hoy, cuando el 70% de los que habitan el norte argentino están en condición de pobreza crónica, parece imposible que hasta hace 25 años la pobreza no era un tema de debate en la Argentina. Mientras en 1974, el porcentaje de la población pobre era del 8% en gran Buenos Aires, y la indigencia era una “rareza estadística” (Minujin-Anguita, 2004) hoy tenemos que registrar un 54% de pobreza y un 24,7% de indigencia para las mediciones relativas al año 2002.Por su parte, la nueva pobreza registrada en 1980 en Gran Buenos aires representaba el 3% de la población, mientras que asciende al 35,8% para el mes de Mayo 2002.

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Primer Gráfico: Evolución de la población según pobreza por ingresos y estructural Gran Bs As, 1980 —2001

Extraído de Minujin A. – Anguita E.- “La clase media seducida y abandonada” (2004) Edhasa

La idea de familia: acerca de novedades y antigüedades generacionales. Como decíamos ya desde mediados de los ’90, reafirmamos para el presente a la luz

de últimos estudios de Eva Giberti (2005), que “(...) las nuevas organizaciones familiares, no son nuevas; nuevo es el registro de lo que existía omitido, silenciado o negado. Nuevas son las tecnologías que facilitan la aparición de vinculaciones sociales y familiares y de identidades y subjetividades ligadas a tales tecnologías”11

Si atendemos a lo que nos informa Susana Torrado 12, en el año 2003, puede advertirse también una abrupta caída de los “valores familiares”, fuertes raíces de nuestra cultura hasta los años ’60. Dice esta autora que el “casamiento legal está camino a convertirse en una especie en extinción en la Argentina. Las uniones consensuales han llegado a niveles históricos: el 42,7% del total de las mujeres de 25 a 29 años que están en pareja en el país optó por la modalidad de cohabitación, sin pasar por el Registro Civil, según se desprende de los datos del último censo” Tal porcentaje (...) ha crecido a un ritmo muy acelerado en las últimas tres décadas” Como lo ha estado demostrando el conjunto de datos vertidos a partir de mis dos estudios ya mencionados, con el soporte de otros a nivel nacional, en el presente confirmo lo que allí ya se proponía, parafraseando a S. Torrado otra vez: “La desacralización del ‘matrimonio — institución’ es sólo una de las manifestaciones de esta búsqueda de ampliación a la libertad individual. A partir del modelo de ajuste, sobre todo de su profundización en la década del ’90, hay otros factores que inciden mucho en el deseo de no casarse, de probar a ver si la pareja tiene sustento como para seguir adelante antes de embarcarse en un matrimonio legal: la desocupación y la precarización del trabajo” y agrega: “hay una postergación de uniones(...) asimismo, las familias monoparentales es otro de los tipos de hogar que más rápidamente se ha incrementado en las últimas décadas. Pero si en el pasado la cabeza de familia eran mayoritarias las personas viudas, en la actualidad lo son las divorciadas y o separadas.” En mi investigación de 1996 en Córdoba decía, en resumen, que “conforme a su trayectoria histórica como clase media, los nuevos pobres mantienen vigente el modelo nuclear de familia, aunque los más empobrecidos opinan que esta está desapareciendo, y que ambos grupos(...) hablan de la familia como un grupo de parientes.” (Gattino-Aquín, Op. Cit.) Agregaba, que “el ascenso creciente de este fenómeno estaría probando que el momento que transitamos es el de la aparición de un nuevo paradigma que aún dista de consolidarse, respecto del género y de la organización

11 Eva Giberti- “La familia a pesar de todo” Edit. Noveduc, Buenos Aires. Mayo 2005- Página 342 12 Susana Torrado, “Historia de la familia argentina moderna”, Buenos Aires, Edic. De la Flor (2003)

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familiar ante la caída de los ingresos y la transición histórica de clase media a pobres(...)” En ese momento, advertía que el impacto de la situación ocupacional (precariedad laboral y desocupación) incide en el modelo produciendo una distorsión del mismo, hacia una forma de nuevo tipo que podría denominarse familia nuclear compuesta , con manifestación prevalente en la nueva pobreza, constituyendo modos de convivencia entre parientes, a partir de una familia nuclear, pero no bajo el mismo techo (tal como es el caso de las extensas), sino el mismo terreno, construyendo habitaciones al fondo del mismo, o en otro espacio físico, pero sobre el mismo terreno, lo que garantiza entre otras cosas, asegurar de modo compartido el pago de impuestos y servicios e infraestructura mínima. Casi en igual proporción, prevalecían los hogares monoparentales con jefatura femenina, y en tercer lugar las organizaciones familiares extensas con jefatura compartida. Buscando la relación entre estas formas familiares y la situación ocupacional de sus miembros, asoma el escenario de sus articulaciones con el Estado ante sus necesidades. Más precisamente, tal relación se concretó en torno al descubrimiento de que las familias de la nueva pobreza que por entonces demandaban al estado son en mayor medida ‘nuclear compuesta con jefatura compartida’, de las cuales el 62,5% eran asalariados sin cobertura legal; 75% eran no asalariados, y el 87,5% eran desocupados. También demandan al Estado las ‘familias monoparentales con jefatura femenina’, de cuyos miembros el 57 % eran asalariados sin cobertura legal, igual porcentaje eran no asalariados, y el 28,6% desocupadas. Veíamos mediante este estudio, también, que las demandas familiares que llegan al Estado correspondían a los nuevos tipos de familia que producen la desocupación y la precariedad laboral, los nuevos modos de vinculación social y las distintas maneras de pensar y asumir la realidad. “Estos nuevos tipos de familias, no demandan lo mismo, ni tienen los mismos recursos que los pobres que históricamente demandaron al Estado, por lo tanto sus estrategias también son diferentes, y en el diseño que implícitamente hacen de ellas el recurrir al Estado empieza a ser, en los ’90, una nueva práctica familiar” (Gattino — Aquín,1999/2002, pág 126) Coincidiendo con E. Giberti (Op. Cit.), hoy corregiría mi insistencia inicial en el hallazgo de ‘tipos de hogar’ _ aunque sin abandonar el objetivo _ relativizando como aquella autora lo hace, estas búsquedas en tanto clasificaciones rígidas, sostenidas en supuestos ordenadores. Sin embargo, haciendo muy presente las recomendaciones de Matus Sepúlveda 13, diré que la “creciente complejidad de nuestras sociedades ha provocado un derrumbe de los antiguos sistemas clasificatorios” ya que según Lechner, Norbert (citado por la autora) “Se encuentran cuestionados los límites entre lo interno y lo externo, lo político y lo social, lo público y lo privado, lo femenino y lo masculino, lo material y lo simbólico. Ello ha erosionado también, las delimitaciones dentro de las ciencias sociales, tanto entre las diversas disciplinas, como entre el análisis macro y microsocial.”

13 Matus Sepúlveda, Teresa. “Propuestas contemporáneas en Trabajo Social. Hacia una intervención polifónica” Edit. Espacio, Buenos Aires. 1999- Pág 66

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Como ya fue dicho, todos estos tipos son un producto histórico de la Modernidad, y al respecto de ello la novedad es la ruptura ideológica que marca el comienzo de una apertura a nuevos registros de dichas formas ocultadas, no legitimadas, ante la hegemónica imposición de un modelo, que en tanto proceso histórico también fue producto de miradas y registros del contexto, aunque en sentido inverso. Más bien estos ‘tipos’ deberían ser aprovechados como combinaciones de propiedades y características siempre cambiantes, en sí mismo como en su relación con cada contexto y momento. En tal sentido, como desde el 2003 nos aporta Torrado, las novedades devienen también de nuevos significados y prácticas generacionales, que diseñan hoy nuevas reglas de constitución de estos tipos de hogar forjando nuevos “valores familiares” en esta cultura. Otra de las novedades de familia _ diría las principales _ tienen que ver con las “novedades que en el contexto social sacuden los que, se suponían, ordenados cánones convivenciales.” (Giberti, 2005, Pág. 190) En tal sentido, emergentes históricos del empobrecimiento del país, resuenan en la vida de cada familia, escándalos judiciales y corrupción, diseminadas a la opinión pública por la información periodística; los piqueteros en las rutas junto a niños y niñas que mendigan entre nosotros; la toma de fábricas para que no sean cerradas, los universitarios con semanas enteras de paros y reclamos masivos en las calles que no son escuchados; el tráfico de niños y la desnutrición infantil; las asambleas barriales, el trueque y los cacerolazos; los cartoneros; las reivindicaciones homosexuales; los avances tecnológicos que se filtran en las familias hasta como posibilidades de constitución y reproducción asistida... el HIV/SIDA... Y “a pesar de todo, la familia”... en ella se inscriben dichas evidencias de lo novedoso del contexto, en el psiquismo individual y como matriz gestora de los posicionamientos sociopolíticos de quienes ahora son niños y niñas, y adolescentes... Este contexto se ha estructurado arrojando claves de interpretación de algunos cambios, tales como (siguiendo a Matus Teresa, Op. Cit, ), la noción de pobreza y exclusión en Américo Latina; las transformaciones culturales y la caída de un modelo único de racionalidad. Entre otras cosas, una nueva cartografía asoma como rasgo de lo anterior, dejando el bosquejo de mapas nunca antes recorridos por las intervenciones de diferentes prácticas con las realidades de las familias. El registro de estos cambios sociales, desde la evidencia profunda de una país que como dice Torrado, “nunca volverá a ser lo que fue” acumulando pérdidas en menos de dos décadas, ¿planteará nuevos problemas y necesidades en los hogares de la nueva pobreza?

La dinámica y los problemas familiares hoy, ¿alguna novedad? Lo novedoso en este sentido es el doble efecto de estas evidencias contextuales en lo vincular, en lo generacional y en lo intergeneracional. Si tal como nos aporta Giberti (Op. Cit, pág 327), el registro de los cambios no está ajeno a la vivencia del malestar permanente, aparece un primer componente del complejo campo de problemas y necesidades familiares hoy, traducido como “sufrimiento en familia”, designando con ello a ”una impregnación tóxica entre quienes la componen, producto de estímulos externos asesinos que son tramitados traumáticamente por el psiquismo individual(...)”

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Sólo mencionar: Terrorismo de Estado , Guerra de Malvinas y Diciembre 2001. Complemento de otros tantos hechos, han destruido _ real y simbólicamente _ a miles de organizaciones familiares en nuestro país, como bien precisa dicha autora. En lo vincular, además de la complejidad de la violencia en los hogares (así como fuera de ellos, ligados a la delincuencia y la inseguridad social), hoy es coincidente la denominación, entre especialistas de la salud mental, de las denominadas ‘patologías de la crisis, como rompimiento de vínculos’ (también denominada ‘patología de los vínculos’) “Se trata de crisis provocadas por el rompimiento encadenado de diversos tipos de vínculos, laborales, sociales, familiares. Esto lleva a situaciones que van creciendo desde ataque de pánico a depresiones graves” (Minujin-Anguita,2005, Pág. 273)

En lo generacional e intergeneracional, tanto en término de proyectos personales como de acceso a recursos _ bienes y servicios _ necesarios para vivir, las novedades hasta aquí señaladas han afectado más directamente a los niñ@s14 y adolescentes. Al respecto, Minujin — Anguita (2004) aportan datos de UNICEF para el 2000 en el país: “murieron en argentina 11.649 chicos antes de cumplir el primer año de vida. Seis de cada diez de estas defunciones podrían haberse evitado con intervenciones de bajo costo. (...) Tendremos que tomar conciencia que el descuido de las políticas públicas ese solo año costó la vida de más de 7.000 niños y niñas...¿Quién se hace responsable por esta tragedia?” No es menor el costo de lo que sucede a los adolescentes y jóvenes. La ‘des — escolarización’ como opción ante la necesidad de contribuir a los ingresos del hogar, los orienta a la búsqueda de un trabajo que, por lo común, son changas de corto tiempo mal pagas, o bien permanecen desocupados. “La tasa de desocupación entre los chicos de 15 a 16 años de las familias de clase media baja llega a más del 45% y entre los de clase media — media a más del 30%.(...) La des-educación se acumula.” (Minujin- Anguita, 2004, pág 162) Pero lo que es peor es la devaluación de la oferta educativa como la otrora clave de movilidad social ascendente. Muchos adolescentes no están interesados en insertarse en el sistema educativo, dado que un título no les garantiza su plena ocupación laboral posterior. Paradojas de un mundo donde el conocimiento se propone como recurso clave de las economías más poderosas... Entre los jóvenes la situación de crisis socio — laboral es muy común, asociadas frecuentemente a depresiones, conductas adictivas, delictivas, broncas que pueden desembocar en comportamientos violentos, apatías. S. Torrado dice que “(...) tres generaciones de argentinos, nacidos entre 1975 y1985 (los que hoy tienen entre 15 y 25 años) fueron socializados en hogares excluidos, algunos con carencias extremas. (...) en la Argentina hay 3.300.000 adolescentes, de los cuales el 40% no trabaja ni estudia, y el 55% son pobres” (Conicet- 2003)

14 A modo de advertencia, tomo la recomendación de Eva Giberti (Op. Cit. Pág. 20) acerca de la utilización del código @ que internacionalmente ha comenzado a aplicarse para resolver el conflicto entre las categorías ‘masculino’, ‘femenino’ y evitar la repetición (niño/niña, hombre / mujer, abogado/a, etc)

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Extraído de Minujin A. – Anguita E.- “La clase media seducida y abandonada” (2004) Edhasa

FUENTE: Ministerio de trabajo, Boletín de Estadísticas laborales, 2003. En www.trabajo.gov.ar Extraído de Minujin A. – Anguita E.- “La clase media seducida y abandonada” (2004) Edhasa Asimismo, los nuevos desafíos a hombres y mujeres, tanto en la vida pública como privada, que interpelan y replantean sus posicionamientos desde el género, así como la profundización y agudización crítica de situaciones de violencia familiar, agudizada en cuanto al ejercicio de violencia contra las mujeres. Entre las mujeres adultas y jóvenes, la vivencia de la sexualidad y su salud reproductiva, así como el conocimiento y defensa de sus derechos al respecto.

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Sur, paredón...¿y después? Los autores de referencia mencionados hasta aquí. coinciden en no olvidar la resiliencia social, para algunos como ’resistencia’, para otros, como adaptación activa a los datos del contexto y la diversidad. No se puede afirmar cómo hará para resistir la clase media empobrecida y el total de familias argentinas, pero tras señalar ciertas tendencias asoma la certeza de que justamente el ‘después’ aún no existe, y ello será además lo novedoso, atendiendo a la continuidad de las transformaciones histórico — sociales hasta aquí referidas. Decía en uno de mis estudios, a mediados de los ’90, que el “impacto es estructural, es emocional y es en consecuencia, relacional. Se podría suponer que se está estructurando un circuito dialéctico entre necesidades, ingresos, soledad, frustración, incertidumbre; tensiones, conflictos, desestructuraciones y reestructuraciones en las formas de organización social existente.” (Gattino — Aquín, 1999/2002) Posiblemente, en tanto protagonistas — testigos — observadores de este contexto, todos estemos hoy involucrados en la construcción del ‘después’, por aquello de que el observador es participante y generador de lo que observa... Ello requiere el desarrollo de la capacidad de una comprensión social compleja dirigido a “lograr que el entramado discursivo logre iluminar las apelaciones existentes en las prácticas sociales”, al decir desde otro ángulo de Matus Teresa (Op. Cit) Instados por Alan Poe, cuando dice

«Quizás alcanzaba a ver uno o dos puntos con singular acuidad, pero procediendo así perdía el conjunto de la cuestión.

En el fondo se trataba de un exceso de profundidad, y la verdad no siempre está dentro de un pozo. Por el contrario, creo que, en lo que se refiere al conocimiento más importante, es invariablemente superficial. La profundidad corresponde a los valles,

donde la buscamos, y no a las cimas montañosas, donde se la encuentra».

Edgar Allan Poe: “Los crímenes de la calle Morgue”, (Alianza)

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