Las Guerras de Pasto

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Las Guerras de Pasto

dgar Bastidas Urresty

Coleccin

Bicentenarios de Amrica Latina

Bogot, D. C., 2010

Primera edicin FICA bicentenarios. Agosto 2010

Edicin Fundacin para la Investigacin y la Cultura Cali Bucaramanga Bogot Correo: [email protected] www.cronicon.net/fica/index.html

Coleccin Bicentenarios de Amrica Latinawww.bicentenariodelasamericas.org Director Gerardo Rivas Moreno Direccin Cientfica Javier Ocampo Lpez Otto Morales Bentez Enrique Santos Molano Edgar Bastidas Olimpo Morales Bentez Miguel Eduardo Crdenas Rivera Edicin conmemorativa del grito de independencia de la Nueva Granada, 20 de julio de 1810 Coordinacin editorial Hctor Jos Arenas Amorocho Correccin Juan Sebastian Rivas Cartula Fotografia: Diseo de cartula Carlos Garzn, Cincco ISBN: 978-958-9480-34Hecho en Colombia Agosto de 2010

Coeditores

La Fundacin FICA y los COEDITORES DE LA COLECCIN Realizan el presente trabajo, como un homenaje a los doscientos aos del grito de independencia de nuestro pas. 1810 2010. Esperamos nuevas compaas

Universidad Libre Bogot Universidad Externado de Colombia Universidad Manuela Beltrn. Bucaramanga Gimnasio Moderno Curadura Urbana Primera de Bucaramanga. Ar. Farid Numa Hernndez Federacin Nacional de Profesores Universitarios. FENALPROU Asociacin de Profesores Universidad Libre. Cali Sindicato de trabajadores Bancolombia SINTRABANCOL Sindicato nacional de servidores pblicos. SINALSERPUB ICEM Colombia Sintra VIBEICOL Seccional Cogua Hotel Casern Plaza, Humberto Alcaraz Gladys Jimeno Santoyo Rosaura Mara Santander Cancino Martha Alicia Duque Carmen Luisa Castro. CALUCA Denys Emilia Pez Mara Consuelo Pinzn Ruth Quevedo Alina Crdenas Rey Estela Baracaldo Mndez

Aura Mara Puyana Clara Roco Rodrguez Pico Olympo Morales Bentez Edgar Bastidas Urresty Renn Vega Cantor Miguel Eduardo Crdenas Miguel ngel Herrera Zgaib ngel Nogueira Gonzalo Escobar Tllez Jos Miguel Snchez Camilo Duarte Rivas Hctor Jos Lpez Otty Patio Hernn Hermida Izquierdo Juan Manuel Charry Hctor Arenas Amorocho Armando Holgun Sarria Edgar Saavedra Rojas Juan Montes Hernndez Jaime Galarza Sanclemente Ricardo Snchez ngel Mateo Duarte Rivas Sebastian Rojano Rivas Carlos Hugo Noval Can Alejandro Castillo Rivas Marco A. Gonzlez Gmez Joe Broderick Jairo Muoz M Fred Kaim Torres

Augusto Csar Losada Silva Gabriel Ruiz Arbelaez Dolcey Casas Rubn Daro Guevara Corral Gabriel Restrepo Rubn G Espinel M. Santiago Duarte Naranjo Guillermo Martnez Galln Jairn Snchez Gutirrez Omar Hernn Benavides Caldern Mauricio Pinzn Alameda Antonio Pinzn Sarmiento Fabio Mojica Molina Carlos Humberto Moreno Johann David Moreno Rozo

Rodolfo Mantilla Gonzlez Hctor David Wilches Mendoza Miguel Antonio Cuesta Monroy Neyid Alberto Molina Len. Carlos Senn Escobar Rioja Ricardo Vargas Mesa Mario Orjuela William Len Len lvaro Daz Guillermo Solarte Lindo Diego Moreno Samuel Alfonso Len Mendoza Roberto Lobelo Villamizar Daro Gonzlez Posso

Prlogo

A la memoria de mi padre, Emilio BASTIDAS, espritu refinado, a quien deben tanto estas pginas.

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Margarita Gonzlez

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ContenidoPrlogo A Manera De Prembulo Motivos Para La Actitud De Pasto Primera Invasin De Quito A Pasto Ocupacin De Pasto Por Los Quiteos La Expedicin De Cayzedo Y Cuero A Pasto La Cuarta Invasin A Pasto La Batalla De Genoy Quinta Invasin Bombon Rebelin De Boves Agualongo Toma A Pasto Dos Veces Campaas De Agualongo Sobre Barbacoas, Su Derrota Y Fusilamiento ltimos Intentos Reaccionarios Pasto Ocupada Por El Ecuador La Revolucin De LoS Conventos La Batalla De Tulcan Batalla De Cuaspud Bibliografia Comentarios Sobre Las Guerras De Pasto 121 129 137 145 157 167 179 183 11 17 23 31 49 59 71 85 93 103 111

Prlogo

PROLOGOLa historia de la insurreccin americana de comienzos del siglo XIX encuentra su punto de partida en los acontecimientos europeos que provocaron en Espaa una crisis de la monarqua y el temor en las colonias de un probable predominio francs, fomentado por la invasin napolenica a la pennsula ibrica. Antes que abrigar proyectos de independencia absoluta en relacin con la metrpoli, y en medio de una confusin inicial, algunas capitales de las provincias coloniales procedieron a crear juntas locales de gobierno por medio de las cuales afirmaron su lealtad a Fernando VII. De este tipo fue la junta de Quito, establecida el 10 de agosto de 1809. En su libro Las guerras de Pasto Edgar Bastidas abre la historia de la reaccin de aquella regin con la reconstruccin de la batalla de Funes, del 16 de octubre de 1809, en la que se frustraron las pretensiones de la provincia de Quito de abarcarla en su jurisdiccin. Vendran luego todas aquellas acciones blicas, minuciosamente descritas por el autor, en las que la poblacin de Pasto se opondra al movimiento patriota, proviniera ste del Sur o del Norte. La primera fase de las luchas independentistas revelara los motivos que tena la provincia de Pasto para no adherir a la causa patriota: por una parte contaba con una sociedad fundada en fuertes lazos de servidumbre y, por otra, profesaba una estrecha alianza con la institucin de la Iglesia, el ms alto smbolo de la monarqua, lo que le otorgaba a todos los grupos del conglomerado social un

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punto de identificacin. Entre los pastusos se contaban los habitantes de la capital provincial y todos aquellos pobladores de su jurisdiccin; del lado de los seores estaban los grandes hacendados, terratenientes y mineros y del lado de los siervos, los indios de resguardo y los campesinos. Los pobladores del Valle del Pata o patianos conformaron parte muy importante de la comunidad que se designa en esta historia con el nombre general de pastusos, y llegaron a ser un componente particular de las guerrillas realistas que terminaran por propinarle a Nario y a su ejrcito el estruendoso descalabro de 1814 con el cual se cerrara el primer ciclo de la oposicin de Pasto a la independencia. Afirma Indalecio Livano Aguirre que a la hora de entregarse el Precursor a las autoridades locales y al presentarse como un desconocido que tena noticia del paradero del jefe patriota pidi que se la dejara salir a un balcn desde donde asever pblicamente que el General Nario deba sentirse muy honrado de haber sido vencido por un pueblo heroico como el pastuso y que la derrota a manos de un noble enemigo no deshonraba al vencido. El autor arriba sealado ha puesto de presente la similitud existente entre la comunidad de los patianos del Sur y la de los llaneros de Venezuela. De la primera indica que se trataba de una poblacin compuesta por la unin de esclavos fugitivos del Valle del Cauca con indios nativos del Valle del Pata, cuyos miembros eran mitad bandidos, mitad labriegos. Lo extremadamente inhspito del lugar que habitaban les proporcionaba a los patianos un refugio seguro, inalcanzable para quienes pretendieran ir en persecucin, y el profundo conocimiento que tenan de la topografa de la regin les otorgaba una ventaja incalculable sobre cualquier tipo de contendor. El aislamiento geogrfico en que vivan les hizo desarrollar un sentimiento de posesin del territorio, sentimiento reforzado por la connivencia de las autoridades coloniales.

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Prlogo

De este modo la alianza entre los individuos y una naturaleza completamente hostil estara en el origen del sistema de la guerra de guerrillas que prolifer en Amrica Latina desde comienzos del siglo XIX en muchos lugares y con diversas finalidades. Por lo que se refiere a las hordas llaneras stas surgieron en la regin de Venezuela, tambin durante el perodo colonial, al establecerse en vastas y lejanas zonas del llano un grupo humano conformado, fundamentalmente, por pardos libres quienes eran expertos jinetes, dedicados a una vida seminmada, a la recoleccin de ganado salvaje y al comercio de pieles y de otros productos animales. Al igual que los patianos, los llaneros buscaban mantenerse al margen del establecimiento colonial. El panorama social que se presentaba a fines del siglo XVIII en las extensiones territoriales del llano era el de un avance de la aristocracia criolla de Venezuela con el propsito de hacer fundacin de haciendas, crendose as una tensin entre los nuevos propietarios y las masas de la regin. Este fue el conflicto que explotaron los jefes de las guerrillas realistas del llano, en especial Jos Toms Boves, y que, como en Pasto, terminaron por derrotar a las fuerzas patriotas. Del escenario descrito arriba surgira el decreto de Guerra a Muerte de Bolvar (dado en la ciudad de Trujillo el 13 de junio de 1813) con cuyos trminos esperaba su autor contrarrestar las acciones casi invencibles de los llaneros contra los criollos. En el perodo comprendido entre 1813 y 1814 tanto Bolvar, en el Norte, como Nario, en el Sur, lograron, en empresas simultneas, sacar los enfrentamientos entre patriotas y realistas de la bsqueda de intereses puramente localistas para conducir la lucha al plano de una guerra de dimensiones continentales contra un enemigo comn: Espaa. Esto era lo que efectivamente se propona el mencionado decreto de Bolvar. Aunque estaba dirigido a los venezolanos no dejaba de tener un

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halo de universalidad. En su parte final rezaba: Espaoles y Canarios, contad con la muerte, an siendo indiferentes, si no obris activamente en obsequio de la libertad de Venezuela. Americanos, contad con la vida, an cuando seis culpables. (Si a alguien podan cobijar los trminos del decreto era justamente a los pastusos por su doble condicin de americanos y realistas). Que Venezuela era una nacin en contienda lo afirmaba aquel otro pasaje del decreto que pretenda ... mostrar a las Naciones del Universo, que no se ofende impunemente a los hijos de Amrica. Por ser Pasto el bastin realista ms fuerte de la regin granadina, Nario proyect su campaa al Sur como manera de derribar el escollo que representaba aquella provincia para la consecucin de la independencia absoluta de Espaa, meta que la oligarqua criolla haba perdido de vista. El fracaso de esta empresa hizo que durante el desarrollo de la segunda fase de las luchas independentistas Bolvar concibiera una nueva campaa al Sur, tomando a Pasto como punto de partida para rendir a Quito y al Per y consolidar as la emancipacin tanto de Venezuela como de Nueva Granada. En la dcada de 1820 Pasto respondera con redoblada reaccin a los intentos de los patriotas de dominar la provincia. De este perodo data la accin de la guerrilla realista, liderada por el guerrillero pastuso Agustn Agualongo y responsable de la derrota del Mariscal Sucre (en la Batalla de Guachi del 12 de septiembre de 1821) antecedida por la victoria realista en la localidad de Genoy (el 2 de febrero de 1821). Anota el autor que la aniquilacin de los patriotas en esta ltima contienda habra sido de grandsimas proporciones si no se hubiera producido el armisticio pactado entre Bolvar y Morillo el 25 de noviembre de 1820, cuyos trminos ponan fin a la Guerra a Muerte que, como ya hemos visto, supona el exterminio del enemigo. El armisticio dispona la regularizacin de la

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guerra y dentro de sta, la preservacin de la vida de los prisioneros. Por esta va se reconoca la existencia de la Repblica de Colombia, creada en Angostura en 1819. La guerrilla realista de Pasto volvera a emprender nuevas acciones en la segunda parte de 1822 como respuesta a las victorias de Bolvar y Sucre que condujeron a la capitulacin de Quito y Pasto. En esta ocasin aqulla entrara a una fase muy singular. Sus lderes Agustn Agualongo y Benito Boves procederan (luego de la capitulacin de Pasto en junio de 1822) a fugarse de la prisin y a tomar la ciudad, empresa en la que no contaron con el apoyo ni del clero ni de los notables an cuando sta se llevara a cabo en nombre de la causa del rey. El fragor de la guerra durara en Pasto hasta finales de 1822 al poner Sucre en fuga a las guerrillas y ocupar la capital provincial. A esto sucedera la siniestra Nochebuena pastusa en la que el ejrcito patriota cometi toda clase de desafueros, tan brbaros como los de las guerrillas de Boves y Agualongo. De esta manera las fuerzas colombianas se presentaban ante el mundo como salvajes hordas destructivas, entregadas a la violencia con desesperacin. Por lo dems, muestra el autor que la accin de la guerrilla realista durante este perodo de las luchas de independencia perda cada vez ms las perspectivas de obtener el apoyo militar de Espaa, pues la aislada regin de Pasto se hallaba rodeada por todas partes de los triunfantes ejrcitos patriotas. Esto fue lo que se puso de manifiesto en el perodo ms lgido de las luchas de Boves y Agualongo (1823-1824). En las acciones blicas de esta coyuntura se registra un hecho sorprendente: si bien el decreto de Guerra a Muerte haba cesado formalmente, parte de sus actores volvieron a tener un gran protagonismo en el Sur. Para hacerle frente a la insurreccin promovida por la guerrilla realista en Pasto se reunieron en Quito aquellos mismos zambos y mulatos que una vez haban conformado las huestes de J.T. Boves y Morales que lo mismo combatan

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del lado de los espaoles o en contra suya. Eran aqullos que la Guerra a Muerte haba logrado reclutar entre 1813 y 1814 para conformar las fuerzas patriotas y que ahora, en la dcada de 1820, llegaran a constituir las mejores brigadas de choque contra espaoles y pastusos. Es sobrecogedor el panorama de destruccin y de violencia que muestra Edgar Bastidas a propsito de la actuacin de los patriotas en la provincia de Pasto durante la segunda fase de las luchas de independencia. Para la ilustracin de este aspecto se apoya en la obra del historiador Jos Rafael Saudo, quien se dio a la tarea de poner al descubierto aquel tipo de atrocidades que justamente impedan que el pueblo de Pasto estuviera de parte de los patriotas. Se asombra el autor por el hecho, tan significativo, de que varios de los autores que han estudiado la regin en cuestin no se hayan referido a los dolorosos aspectos de la actuacin de jefes y ejrcitos de la Repblica de Colombia. Concluye el autor que la iniciativa que surgiera del seno del gobierno central, en 1828, en el sentido de considerar el restablecimiento de la monarqua, con el objeto de mitigar el antagonismo caudillista que haca peligrar la estabilidad poltica del pas, le confiri a las guerras de Pasto un alto grado de sinrazn. Culmina este estudio con el recuento de las luchas en que se vio envuelta la provincia del Sur luego de la disolucin de la Gran Colombia, debidas a los reiterados intentos de la Repblica del Ecuador por anexar la regin a su territorio y a los enfrentamientos partidistas que conduciran a cruentas guerras civiles. A partir de la creacin de la Repblica de los Estados Unidos de Colombia, a mediados a 1863, y por la accin de las armas de Toms Cipriano de Mosquera, Pasto quedara vinculada a la Unin, concluyendo as su larga historia de conflictos blicos aunque no la de su posicin preponderantemente conservadora. Margarita Gonzlez

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A MANERA DE PREMBULO

Para ilustrar el tema que nos proponemos tratar, parece conveniente reproducir un texto donde se habla de cmo se llevaba a cabo en Pasto una jura del Rey Espaol. Esto despus de que se haban celebrado solemnes honras fnebres por el fallecimiento de Rey Don Carlos Segundo. Luego de una convocatoria para que Todos los habitantes y estantes de la jurisdiccin de esta ciudad acudieran a ella el da citado. La convocatoria se haca por Bandos, al son de cajas y de otros instrumentos. Yo, Don Lorenzo de Rosales, escribano... doy fe y el verdadero testimonio a los seores que la presente vieren de cmo ayer que se contaron 22 del corriente mes y ao (enero de 1702) como a las dos de la tarde, poco ms o menos se hizo la jura y aclamacin de Rey Nuestro Seor Don Felipe Quinto que Dios guarde muchos aos, en la forma siguiente:

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Estando en la plaza mayor de esta ciudad con cuatro compaas de infantera y una de a caballo con sus capitanes, banderas y dems oficiales superiores en buen orden militar, asistiendo asimismo el Licenciado Don Juan de Ricaurte del Consejo de su Majestad, su oidor ms antiguo y Alcalde, corte de la Audiencia y Cancillera Real, que reside en la ciudad de San Francisco de Quito, Y don Juan de Miera y Cevallos Gobernador y Capitn General de esta Gobernacin, recibido por tal en esta dicha ciudad; y estando en esta forma sali de su casa el Capitn Nicols Gregorio Zambrano, Alfrez real de esta ciudad, en un caballo color moro, bien aderezado como para semejante acto con una corbatilla de terciopelo liso carmes y esmaltada toda ella de rosas de plata y una silla engastada toda ella en plata de obra prima, que todo se hizo nuevo, asistido de todos los capitulares vestidos de negro, marchando dichas compaas por delante, lleg a las casas del cabildo donde estaba el estandarte real, colocado en el balcn con mucha decencia y adorno, que para ese da lo hizo el dicho Alcalde Real nuevo, que est apreciado en mucha cantidad con las armas reales bordadas; y habiendo llegado a dichas casas de Cabildo se ape del caballo y le salieron a recibir dos Regidores, a los cuales subi y por el Alcalde ms antiguo le fue entregado el dicho Estandarte. Me pidi testimonio de lo que all pasaba y lo ms que ah sucediere en el paseo que iba a dar por las calles acostumbradas de esta ciudad. Y baj con todos los capitulares y dems ministros, llenndole las borlas los dos Alcaldes ordinarios y con mucho alborozo de ministriles, atabales, trompetas, clarines y cajas de guerra y seis lacayos, lleg a un tablado que estuvo en la plaza mayor. Y habiendo subido en l con los capitulares yo, el escribano, el Alguacil mayor de esta ciudad en altas voces pidi silencio por tres veces, y habindolo, el Alfrez Real dijo en altas e inteligibles voces: Caballeros y hombres buenos de esta ilustre muy noble y leal ciudad de Pasto, VIVA DON FELIPE QUINTO, nuestro Rey y Seor natural,

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a quien Dios guarde muchos aos. Y a esta respuesta tremol el estandarte y derram tres puados de plata; y la segunda que se repiti derram tres puados de plata y a este tiempo se abatieron las banderas con igual estruendo de arcabuces. Y habiendo acabado esta funcin descendi del tablado y mont a caballo con los dems capitulares, y yo, el presente escribano... Refiere este minucioso escribano cmo recorri la comitiva las calles de la ciudad y en cada esquina tiraba puados de monedas que los chicos y las mujeres recogan con presteza. Luego la entrada a la Iglesia Mayor donde se celebr Misa cantada, se bendijo el Estandarte Real y pronunci un excelente sermn el Rev. p. Fray. Agustn de Benavides, del orden de Nuestra Seora de Las Mercedes. Y luego el regreso del Alfrez Real a su casa., acompaado de toda la nobleza de la ciudad. El historiador Saudo refiere de las rivalidades que se presentaban entre las distintas comunidades, por esto de las piezas oratorias que se pronunciaban con motivo de los funerales o las juras del rey muerto y del rey coronado, respectivamente. En tanto que la vida en Pasto transcurra sosegada y pacfica, en la Espaa de principios del Siglo XIX haban ocurrido trastornos increbles. Hacia 1809 las cosas empeoraban en Espaa y las esperanzas de expulsar a los invasores franceses disminuan. En Amrica se dudaba acerca del porvenir de Espaa y sus colonias Iran stas a parar a las manos de Napolen? Sera posible la intervencin de Inglaterra a favor de los borbones? Esta intervencin no podra ser desinteresada, sino que estara dirigida a apoderarse del imperio colonial en Amrica. Pero, cul fue en realidad la causa determinante de la insurreccin americana? El ejemplo dado por los Estados Unidos de Norteamrica? La invasin de Bonaparte a Espaa? Los estmulos de Inglaterra a Miranda, Bolvar

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y otros agitadores americanos? La impaciencia de los intelectuales criollos para tomar las riendas del poder confiado casi exclusivamente a los espaoles que venan de la pennsula? Acaso los excesivos impuestos que pesaban para el sostenimiento de la derrochadora corte de Madrid? O la labor soterrada de las logias fracmasnicas? Quizs todos estos factores obraban desde diferentes direcciones en el espritu de los americanos. Parece que la causa principal estuvo en la invasin napolenica. Sin embargo, la lealtad se mantena an dentro de este confusionismo. Porque cuando llegaron a Caracas, el 15 de Julio de 1808, los emisarios de Bonaparte, con el objeto de obtener el reconocimiento de este monarca, el pueblo los puso en fuga. Se afirm el respaldo y obediencia de Fernando VII, siguiendo el ejemplo de las juntas de gobierno creadas en Espaa. Despus de las asonadas de Caracas, Quito, Santaf, y otras capitales, se contentaron con crear juntas de gobierno que expresaban su intencin de gobernar las provincias sin descartar la obediencia al rey Fernando. Claro que hubo excesos y encarcelamientos de virreyes y funcionarios antiguos. Quiz en La Nueva Granada era donde la idea de independencia total se agitaba con mayor viveza, pues haba un considerable nmero de abogados, hombres de ciencia (Los de la Expedicin Botnica) y letrados con ideas nuevas en cuanto a gobierno de una nacin. Hasta 1810 se haban enviado a Espaa 80 millones de pesos para sostener la justsima guerra de independencia contra los franceses. La invasin a Espaa en vez de aflojar los vnculos entre la metrpoli y sus colonias, los haba estrechado an ms. La represin de Quito, donde fueron asesinados los gestores del diez de agosto sembr el odio y el disgusto contra Espaa. En Venezuela, Miranda y Bolvar empezaron a actuar en forma franca y decidida, lanzndose a una

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lucha que constituye uno de los captulos ms sangrientos de las guerras por la libertad americana. Porque si Bolvar, Rivas, Arismendi, Piar, etc., fusilaron a millares de espaoles y negros que no les eran adictos, Boves, Morales y muchos caudillos ms degollaron sin piedad a hombres, mujeres, nios y ancianos, cortaban orejas, sacaban ojos a militantes o civiles y cometieron las atrocidades ms increbles. Los negros y los pardos no entendan, como los granadinos, la idea de libertad, sino que iban detrs del caudillo que les diera manos libres para el saqueo, el robo y la matanza. Pasaban, alternativamente al bando que ofreca mejores probabilidades de desafueros. Boves comprendi este fenmeno y se atrajo masas enteras de llaneros negros y mulatos. Este hombre no obedeca a superior alguno, ni admita reconvenciones. Por otro lado, Piar, Pez, Mario, Bermdez disponan de un ejrcito suficiente para mantener su dominio en Guayana, Apure, el Orinoco o la isla Margarita. Tampoco obedecan a jefe ni autoridad alguna. Aqu es donde sobresale Bolvar, quien tena una visin ms extensa. Bolvar vala por todos los ignaros caudillos venezolanos juntos. Ingobernables, de ambiciones pequeas, sin espritu de unin, facilitaban los triunfos espaoles por la dispersin de los mandos y los ejrcitos. Por ello, apesadumbrado, despus de cada fracaso volva Bolvar los ojos hacia las provincias de la Nueva Granada, en donde si haba con quien entenderse, en donde quiz haba exceso de gobernantes, de legisladores y de congresos. No importa que todo esto fuera una caricatura de gobierno democrtico. As logr llevar a cabo la victoriosa campaa del ao trece y la jornada final de Carabobo: con fuerzas organizadas en la Nueva Granada. Los pastusos, por su parte, se aferraban a la tradicin monrquica por razones que se irn conociendo en el curso de esta breve historia. En el sur apareci la muralla contra

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los intentos de patriotas venidos de Quito, de Cali y de Bogot, en una pequea provincia llamada Pasto. E.B.U.

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MOTIVOS PARA LA ACTITUD DE PASTO

Si el hombre es naturalmente ambicioso y jams su ambicin se encuentra bastante satisfecha, tambin los pueblos, cuanto ms civilizados son, mayor suma de bienestar, libertades, cultura y podero reclaman. Pasto y su comarca no estaban contentos con el hecho de que la corona de Espaa hubiera concedido a Quito y Popayn los privilegios del gobierno civil y eclesistico en alto grado; que se les hubiera dotado de institutos de alta y media cultura, de otra categora de preeminencias, mientras que a Pasto, que vala casi tanto como esas dos ciudades se le haba dejado en una condicin subalterna. Por eso el 13 de Noviembre de 1809, luego de haber derrotado en Funes a los patriotas de Quito, el muy ilustre Ayuntamiento de Pasto formul una demanda, donde, entre otras cosas se peda: Solicitamos la independencia de los tribunales de Quito... y de ser posible, el establecimiento del Tribunal de la Real Audiencia en Pasto... La residencia de la Mitra; un colegio para estudios mayores, ya que por la rivalidad quitea las juventudes pobres de Pasto no pueden instruirse

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para el bien pblico y de la monarqua. Se pide adems: Una frontera fortalecida con tropas, puesto que los de Quito han sido siempre nuestros rivales. En 1813, luego del desastre de los patriotas en Catambuco y del fusilamiento de los prceres Caycedo y Cuero y Macaulay, ordenados por el presidente de Quito, Don Toribio Montes, el Ayuntamiento elev otro memorial, pidiendo: 1) La ereccin de un seminario con una ctedra de filosofa y otra de teologa moral ( aqu se ve la mano del doctor Toms de Santacruz) 2) La exencin del pago de alcabalas, privilegio que haba tenido y ganado esta ciudad por su manejo contra los de Quito, que no haban querido obedecer, pero que se haba vuelto a pagar por haberse perdido en el archivo la cdula del privilegio. 3) La libertad de estancos de aguardiente y tabaco ( recurdese que por este tipo de exacciones estall la revolucin de los comunero ( J. A . Galn) 4) Que a los indios de la regin se les exonerara de la contribucin conocida con el nombre de tributo, o al menos, en la mitad (digna de alabanza esta peticin enderezada a aliviar la suerte de los indios). 5) Que se condecorara al Ayuntamiento segn el agrado de su majestad. 6) Que se estableciera en Pasto el CENTRO DEL GOBIERNO (maysculas nuestras) 7) Que se la erigiese en SEDE EPISCOPAL. Ms tarde, en relacin enviada al General Pablo Murillo, Conde de Cartagena, se le deca: Con la mayor pobreza no tenemos rbitros para remitir a los colegios distantes a nuestros hijos y se pierden talentos grandes que pudieran servir a la Iglesia y al Estado. En las actuales circunstancias nos miran con odio las provincias limtrofes y se nos hace difcil la entrada de nuestros hijos a sus colegios

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Por toda respuesta, recibieron alentadoras promesas de Montes, Benito Prez, Aymerich, Smano, Morillo. Al parecer muchas de esas solicitudes no llegaban a su destino y esos jefes no les daban el curso correspondiente. Don Juan Smano, en su informe al general Morillo, luego en su victoria en la Cuchilla del Tambo sobre el ltimo ejrcito patriota, deca: Pongo en noticias de Vuestra excelencia lo mucho que se han distinguido en estas acciones el Comandante de Pasto, Ramn Zambrano y todos sus oficiales y tropa, que a porfa se me ofreca para acudir a todos los sitios de riesgo... Ha sido costosa la victoria y he tenido por de fatalidad el da que se ha logrado. Han muerto el pastuso don Eduardo Burbano, Capitn de la compaa de La Cruz, que tanto nos haba servido en la expedicin y el Teniente de Milicias de Pasto, Agustn Varela. El Capitn Burbano deja mujer y parte de hijos. Todos los sacrificios hechos por el rey; todas las prdidas en bienes y en vidas; todo el odio acumulado en contra suya por sus vecinos y tanta amenaza pendiente, apenas si sirvieron para que se le otorgara al Ayuntamiento de la ciudad ( rase el lector), el ttulo o tratamiento de MARISCAL DE CAMPO DE LOS REALES EJERCITOS!. Le fue comunicada esta distincin por el general Morillo el 23 de septiembre de 1816, desde Bogot. El Ayuntamiento, con amarga irona redact un mensaje donde poda leerse lo que sigue: Al salir de los conflictos a costa de nuestra sangre, se nos hacan promesas magnficas de poner en esta la capital del gobierno, el obispado, la Real Casa de Moneda y otras ms. Pasado el susto ha sucedido el olvido y an la envidia y la emulacin. Hasta aqu ignoramos si al Amado Soberano se le ha puesto en noticia de que en sus Amricas tiene una ciudad llamada Pasto. As fue como el coraje numantino de hombres, mujeres y nios no le aprovech en nada a Pasto. De todo esto

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les qued slo el sabor agrio del desencanto. Porque a pocos aos entendieron que las causas que defendan estaban irrevocablemente perdidas. Y cuando el valeroso Agualongo caa fusilado, gritando con toda la fuerza de sus pulmones VIVA EL REY, ignoraba que ste haba muerto definitivamente para los destinos del Nuevo Mundo. Como puede verse, Pasto peleaba tambin por surgir entre las otras ciudades, salir del aislamiento y la oscuridad en que su vida cotidiana se desenvolva. Y se observa a travs de solicitudes y respuestas una continuada serie de promesas incumplidas. Ese ha sido su destino. Y contina sindolo. Sus soldados se batieron valerosa y triunfalmente en Cuaspud y Tulcn, defendiendo las fronteras con el Ecuador. Se batieron victoriosamente en Gep, defendiendo las fronteras con el Per. Espritus ecunimes hablan con respeto y con elogio de las cualidades del soldado pastuso. Pero los gobiernos de todas las pocas se han mostrado avaros, olvidadizos y cerrados para entender lo que vale y significa en las fronteras del sur la gloriosa tierra que lleva el nombre de Nario. Errados andan, pues, cuantos suponen que el pueblo y los dirigentes de Pasto luchaban por algo que desconocan. La clase dirigente de entonces tena un gran sentido de responsabilidad. Porque del sentido de responsabilidad de la clase dirigente depende el destino de una nacin o un pueblo. Repetimos: los dirigentes de Pasto buscaban una oportunidad para alcanzar algo superior. El pueblo los entenda y peleaba como ellos lo queran y como lo enseaban con su ejemplo, Juan Mara y Blas de la Villota, Ramn Zambrano, los Santacruz, los Delgado, los Nieto Polo, todos estos bravos que parecan descender de lo mejor que diera el alma hispana para su historial magnfico. Se peleaba, claro est, por la ortodoxia catlica, por la tradicin monarquista, por la paz que estaba ahora perturbada, y por qu no decirlo, porque los dirigentes

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deseaban conservar los fueros y privilegios en la medida en que los venan disfrutando desde siglos atrs. Casi siempre las guerras se hacen entre los que desean alterar una situacin y los que quieren mantenerla a toda costa. Esto es elemental y humano, demasiado humano, como deca el seor Nietzsche. Por ltimo, los pastusos entendan que el ro Juanamb, por el norte y el Guitara, por el sur, haban sido puesto por Dios para protegerlos de todos sus enemigos, de cuantos vinieran en son de guerra a Pasto. Porque se ha dicho que a Pasto se poda entrar en son de paz, jams en son de guerra. Creemos haber dicho ya que Pasto era, administrativamente, una rueda suelta entre Quito y Santaf. Quiz contra el deseo de los dos gobiernos, Pasto disfrutaba de una autonoma ms de orden geogrfico que institucional, por lo inaccesible de su territorio. Estaba sujeta a las atracciones de Quito y de la Nueva Granada, de sta por intermedio de la gobernacin de Popayn. Por eso, la Junta Suprema instalada en Quito el 10 de agosto de 1809 resolvi enviar al Cabildo de Pasto un mensaje del cual extractamos lo ms importante: Las relaciones de comercio que tienen en este reino, de que ustedes no pueden prescindir para su subsistencia; el justo aprecio, que aqu hacemos de la probidad y talentos de sus habitantes; la elevacin a que la llevaramos en el evento de una total independencia; la dificultad de poder conservarla ( la independencia) en medio de dos reinos superiores en fuerza y recursos, y, finalmente, la necesidad que tendr sta de arreglar sus lmites, proporcionndose una posicin fronteriza capaz de consultar a su mayor seguridad, la cual puntualmente se halla ms all de esa ciudad ( quiz pensaba en el ro Mayo) , acordar preferir reunirse a Quito ms bien que a Santa Fe, que est a mayor distancia y que nada le interesa. Los trminos de esta comunicacin tienen pasajes de

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bastante inters cuando se habla de la dificultad de Pasto para mantener la independencia en medio de dos reinos ms poderosos en fuerza y recursos. Se admite aqu la posibilidad de que Pasto pudiera decidirse por su autonoma gubernamental. Se habla de los lmites que serviran para la demarcacin del que suponen un pequeo estado y le invitan a preferir a Quito, por ms cercano, antes que Santa F, a la cual interesa muy poco la posesin de Pasto. En otra parte de la misma comunicacin, la Junta suprema invita al Cabildo para que enve un representante suyo a Quito, el cual ganara dos mil pesos anuales como honorarios. Buenos estaban los pastusos de entonces para aceptar dinero a cambio de su independencia de criterio. La respuesta a tales requerimientos la dio Pasto en el combate de Funes. Las ambiciones territoriales de Quito volvieron a dejarse sentir sobre Pasto posteriormente. En agosto de 1812, al tiempo que se pactaba una tregua entre el Ayuntamiento y Alejandro Macaulay, mediante la cual se acceda a la libertad del presidente Caicedo y Cuero, sus oficiales y soldados, prisioneros de los pastusos, se hizo llegar al Cabildo un mensaje emanado del coronel Joaqun Snchez de Orellana, en el cual deca: ... en consecuencia de los tratados de alianza entre las dos provincias (Popayn y Quito) que ligan nuestras operaciones, solo puedo ofrecerles que entrar en la de los pastusos (Tquerres, Ipiales, Cumbal, etc) pacficamente sin ofender a sus habitantes, a menos que los mandones de Pasto se opongan a la ocupacin de aquel territorio perteneciente al gobierno de Quito, en cuyo caso, sin faltar a nuestra amistad, usar de la fuerza de las armas para sujetarlas. Ntese que los de Quito alegaban propiedad sobre la Tenencia de los Pastos, es decir, la mitad de la provincia de Pasto. Despus veremos cmo, una vez ocupado Pasto por las fuerzas del coronel quiteo Pedro Montfar, ste se resista

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a dejarla en poder del presidente Caicedo y Cuero, cuando ste la reclamaba para la Nueva Granada. Montfar accedi a marcharse cuando supo que en Quito se haba agudizado la pugna entre montufaristas (Marqus de Selva Alegre) y sanchistas (Marqus de Villa Orellana). Se trataba de una violenta rivalidad que a la postre condujo a la cada de la Junta Suprema de los patriotas de Quito. En el curso de estas pginas podr notarse cmo Quito a travs de Flrez, Garca Moreno y el propio Obando, trat de hacer suya la provincia de Pasto. Y podr notarse tambin cmo el pueblo de Pasto se resisti persistentemente a ello. A travs de las comunicaciones de los dirigentes pastusos siempre se advierte esta resistencia. Sin embargo, tampoco se nota mayor entusiasmo por pertenecer al gobierno de Bogot. El general Pablo Morillo siquiera daba respuesta a los mensajes del Ayuntamiento de Pasto. No as los jefes Smano, Tacn, Aymerich, quienes, a cada derrota, iban a refugiarse y hacerse fuertes en Pasto. El 9 de julio de 1816, desde Bogot el general Morillo responda: Han dado los leales habitantes de la provincia de Pasto el ejemplo ms honroso y grande que pueda presentarse como nico en todos los pueblos de Amrica. Y prometa llevar al conocimiento de su majestad los hechos heroicos de la provincia en la defensa del rey. El 13 de octubre del mismo ao, la Sala Capitular de San Juan de Pasto elev el general Morillo una representacin escrita, la cual contiene una relacin sinttica de los hechos de armas acaecidos en el sur dentro de la guerra de la revolucin americana en Pasto y sus contornos. Luego formulan algunos reparos acerca del olvido en el que han cado las solicitudes hechas por el Ayuntamiento y cmo, en cambio, a la ciudad de Cuenca, en la presidencia de Quito, se le ha concedido privilegios como una Real Universidad, un Colegio Real, y Seminario, un Hospital de San Lzaro, la apertura de un camino al puerto de Guayaquil y otras

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preeminencias. Luego, con palabras que an parecen tener vigencia, manifiestan: Ha sido feliz (Cuenca) porque ha tenido quin eleve su mrito a la real consideracin. Pero esta ciudad desgraciada que lo tiene (el mrito) incomparablemente mayor, no ha encontrado quien la coloque a los pies del trono. El historiador Sergio Elas Ortz afirma que el 16 de mayo de 1817, el Consejo de Indias concedi a los indgenas de Pasto una medalla, que deba traer una leyenda as: FERNANDO VII A LA FIDELIDAD DE LOS CACIQUES DE PASTO. Pero no llegaron ni las medallas, ni la resolucin que las otorgaba. El mismo Consejo de Indias decret otras condecoraciones, entre ellas una de tercera clase para el doctor Toms Santacruz, cosa bien mezquina por cierto si se considera que a este doctor le fueron arrasadas y saqueadas sus propiedades con prdida cuantiosa para l. Justamente el doctor Ortz hace hincapi en el hecho de que PASTO haba sufrido en su economa una verdadera catstrofe; que se contaban por centenares las viudas y los hurfanos de un continuado guerrear de diez aos contra el Norte, contra el Sur, contra todos. (Ntese que los pueblos de la tenencia de los Pastos tambin estaban por la causa de la independencia). Que la ciudad haba sido la vctima de los saqueos de los enemigos y de exacciones de los mismos jefes espaoles. Ciertamente que el amor de los pastusos a Fernando VII jams estuvo bien correspondido.

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PRIMERA INVASIN DE QUITO A PASTO

La ciudad de Pasto era, al llegar el ao 1800, un retazo de Espaa, arrinconado entre unos riscos de los Andes. Pero no de la Espaa borbnica sino de aquella de Felipe II, con un recio sentido de la Contrarreforma. El pueblo se mantena prevenido contra el contagio revolucionario gracias a la vigilancia estrecha que ejercan las autoridades civiles y eclesisticas. Todo era lealtad al Rey, a la Iglesia y a los ministros. Algn motn por el alza en el precio o la mala distribucin del aguardiente no llegaba a turbar la tranquilidad de la comarca. Cinco comunidades religiosas ejercitaban su apostolado en una regin a donde no llegaban los vientos revolucionarios. De las ocurrencias en Francia algo se supo por una colecta que se orden el 23 de agosto de 1793, para ayudar a la Corona que haba declarado la guerra a los revolucionarios franceses, colecta que produjo la suma de 367 pesos tres reales. Adems, se hicieron rogativas por el buen xito de la guerra. El espritu piadoso de las gentes estaba guiado por lecturas que no iban ms all de los devocionarios, las novenas de la Santsima Virgen y de algunos santos preferidos. En el colegio se ensea latinidad y las muy altas especulaciones metafsico teolgicas, una jerga

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escolstica pomposamente llamada Arte de Pensar. De algunos inventarios testamentarios extrajo el prolijo historiador J Rafael Saudo los siguientes datos: El cura y vicario Guerrero dej entre sus libros a Virgilio, Ovidio, Alonso Rodrguez, Larraaga, Seeri, Lacroix, una lgica metafsica, Tamburini, y Domingo Torres, por todo 55 libros. El Alfrez Real, Burbano de Lara entre otros, el Quijote y dos tomos de la Geografa del jesuita Velardo Murillo. El vicario Ignacio Salazar dej, entre otras obras, 14 tomos de Feijo, uno de Quevedo y el Quijote. Fray Fernando Paredes 16 tomos de Feijo, la Historia Literaria de Espaa, de 10 tomos, el Ao Cristiano en 16 tomos, un Massilln, Bourdaleue en 16 tomos, 28 tomos de la obra de Santo Toms, la obra del Marqus de Caracciolo, cartas de Benedicto XIV, Gramtica Castellana y 4 tomos del Quijote, todos avaluados en 679 pesos cuatro reales. Ntese que en las listas de libros no aparece un solo autor heterodoxo de tantos como abundan en Francia y en toda Europa, cuando en la Nueva Granada se extenda el Plan de Estudios de Moreno y Escandn; cuando la Expedicin Botnica acometa investigaciones en las ciencias naturales y cuando en el mundo civilizado se impona una nueva concepcin del universo y un general despertar del sentido crtico. En Pasto viva una sociedad ordenada segn el modelo de la Ciudad de Dios. Las preocupaciones sobrenaturales estaban por encima de las materiales. Cuidbase del alma, con vistas a la vida eterna, antes que el cuerpo mortal y corruptible. En el colegio se enseaban las mejores tradiciones espaolas: Guzmn el Bueno, las Hazaas del Cid Compeador, etc. Los hombres fervorosos sentan la nostalgia de las Cruzadas y vivan como propias las guerras de Espaa contra la morisma. Un Auto de buen Gobierno de 14 de febrero de 1776, prohiba que persona alguna anduviera por las calles despus de las nueve de la noche. Lo firma el Alcalde del

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Primer Voto, Melchor Ortz de Argueta. Ordena que nadie sea osado a formar fandangos desde las seis de la noche en adelante. Que todo pasajero a los tres das indique la razn y objeto de su venida y su ocupacin. Si las mujeres son esposas o han fingido serlo para vivir a rienda suelta y sin temor de Dios nuestro Seor. Manda as mismo Que las mujeres de doce aos comparezcan dentro de diez das a patentizar de qu viven, para dedicarlas al oficio a que se inclinen.(16 de abril de 1766). Que no anden los hombres por los ros y puentes cuando se estn lavando las mujeres, bajo la pena de cuatro patacones. Parece mentira que el pueblo fuera tan creyente cuando, segn el mismo doctor Saudo, haba fallas notables en algunas comunidades. Dice que los frailes, al quebrantar el voto de pobreza adquirieron bienes y se relajaron tanto que Lejos de servir de edificacin al pueblo eran dechado algunos de corrupcin. Parece que en Quito ocurra otro tanto, segn lo cuenta el ilustrsimo seor Federico Gonzlez Surez. Siempre se consider como espejo de vida austera y contemplativa la que llevaban las monjas del monasterio de la Concepcin al cual ingresaban damas de la nobleza pastusa. Pero se cuenta que Hacan fiestas de toros en el monasterio y fabricaban aguardiente que a hurto lo vendan, en 1793, en la puerta falsa del convento. Se negaban a admitir como capelln al sacerdote designado por la autoridad eclesistica, sino al que ellas escogieran. Este era un padre Chaves. Cuntase que los indios de Chapal, cuando estaban ebrios, iban a dormir al Convento. En 1737 entre monjitas, criadas y doncellas recogidas llegaban a doscientas. Olvidbamos decir que estas monjitas establecan una desleal competencia a los padres jesuitas, quienes destilaban aguardiente en sus trapiches de tierra clida. La fundacin del Colegio de los PP. Jesuitas se llev a cabo en 1711 gracias al donativo de 20.000 pesos hecho por

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doa Mara Sierra de Quito. Parece que el vasco Ignacio Ormaegui fue el primer rector. De este ao en adelante llovieron los obsequios para el colegio en Plata, oro, ganados vacunos, yegunos y haciendas. Entre estas las de Iles, Putis, Guastar, Gualmatn, y ms de 250 cabezas de ganado. Luego recibieron el potrero de Anganoy y la finca de Obonuco. El 14 de febrero de 1814 recibieron la hacienda Cimarrones y la de Merlo. Despus adquiri la comunidad por compra, las haciendas de Funes, Sapuyes, y otras. El Cabildo y los vecinos se impusieron contribuciones voluntarias que oscilaban entre los 2 y 3 mil pesos. El P. Jos Mangueri, sucesor del padre Ormaegui adquiri la hacienda de Panamal y lotes en Pandiaco y el Tejar. Un nuevo rector, el P. Nicols Latorre, adquiri una propiedad en el Ejido. Adems, un negro de 13 aos llamado Carlos Cartagena y una negra de 20, Lorenza Criollo, en 725 pesos ambos y en septiembre de 1740, otro negro de 12 aos en 300 pesos y otro en Honda por 400, porque los jesuitas necesitaban esclavos para el laboreo de sus tierras calientes. Antes, en abril del 36 haban comprado una esclava de 14 aos en 480 patacones alma en boca , costal de huesos segn la formula en uso. Esta negra estaba marcada. Al decretarse la expulsin de los PP. jesuitas los funcionarios se resistieron a dar cumplimiento a la orden real. Una vez cumplida la expulsin, la junta provisional de temporalidades de Pasto sac a remate y vendi las propiedades dejadas por los jesuitas. La finca Convalecencia comprendi 20 negros, apreciados cada uno en $ 400 y una negrita de tres meses avaluada en 40. El 28 de junio de 1772 remat Matas Paz 21 negros por 7705. El doctor Toms Santacruz, que aparecer despus actuando en los primeros lugares de esta historia, remat la hacienda Cimarrones en $ 27.000.00. Pero como no cumpli con el pago de las cuotas fue puesto en la crcel

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y la hacienda vendida a Bernardo Burbano de Lara en $28.600.000. Las comunidades de Santo Domingo, San Francisco, La Merced y San Agustn posean extensas haciendas y molinos de trigo dentro de la ciudad. Fuera de los diezmos las gentes pagaban censos cuantiosos. Algunos indios eran azotados cuando no pagaban oportunamente y luego encarcelados. Desde 1720 se formulaban reclamos para pedir la libertad de los encarcelados, a cambio de que pagaran en trigo los tributos. Se amenazaba con la excomunin a los que no pagaban. El pueblo alegaba, con justicia, que no era posible pagar tan altos tributos cuando los cultivos se perdan por la langosta, las heladas o las erupciones del volcn Galeras que cubran de cenizas las sementeras, echndolas a perder. Los cargos se vendan al mejor postor. En 1797 don Miguel Angel Zambrano remat el alguacilazgo mayor por $ 490 y dio poder al doctor Camilo Torres para que pidiera la confirmacin al virrey de Santa Fe. Esta se otorg en 1802. Ramn Tinajeros remat en el mismo ao, el cargo de depositario general por $ 1525. En 1795 remat Martn Ordez de Lara el apetecido cargo de escribano por $ 300, pero Francisco Prez de Ziga viaj a Popayn y lo remat por $ 600. Poco despus pagaba Miguel Arturo $ 1130 por el mismo empleo. El cultivo del tabaco fue prohibido para las regiones de Bombon, Cariaco, Castigo y Pisanda, en la jurisdiccin de Pasto. Se reserv el cultivo a las regiones aledaas a Popayn. Desde entonces haba privilegios para ciertas zonas en perjuicio de Pasto. De Pasto partan hacia el Putumayo las misiones a evangelizar a los indios. Muchas tribus se resistan y mataban a veces a los misioneros. Aqu cerca, en el valle del Sibundoy, en 1812, los indgenas escondieron 60 muchachos para evitar que los misioneros los adoctrinasen. Quiz tendran buenas razones para ello.

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La poblacin de la provincia de Pasto se ha calculado para 1800 en 36.000 habitantes. Discriminados as: los blancos se calcularon en 2.450, los mestizos en 12.000 y los indios en 21.500. A la ciudad se le calculaban siete mil vecinos. El conjunto citadino comprenda unas cien manzanas bien trazadas en cuanto a la simetra y extensin. El permetro de la ciudad se desenvolva desde los Dos puentes sobre el ro Pasto y su afluente el Chapalito, en el norte. De all hacia el oriente abarcaba la iglesia de San Sebastin y el barrio El Churo. Suba luego por la Calle Angosta abarcando el templo y el convento de La Merced hasta el barrio de Santiago, en cuya altura se levantaba el templo del Apstol y en donde a veces se hacan fuertes los pastusos cuando la defensa de la ciudad era necesaria. Hacia el occidente iban las calles hasta la iglesia de Jess del Ro y por el occidente descenda por el barrio de San Andrs hasta el ro Pasto, abarcando el cementerio. La economa de Pasto efectuaba su intercambio comercial principalmente con Quito, pues los caminos hacia la Nueva Granada eran escabrosos y el clima malsano. Pasto perteneca a la gobernacin de Popayn o sea al virreinato de Santa Fe. Nominalmente dependa del Obispado de Popayn, pero por aquello de los malos caminos se le dejaba el gobierno eclesistico al Obispo de Quito. En el aspecto judicial, los pleitos iban en ltima instancia, ante el tribunal supremo de justicia de Quito. Los vnculos de Pasto con Santa Fe eran puramente tericos y el correo con Bogot demoraba casi tanto como el que vena desde la metrpoli espaola, es decir, algunos meses. La comarca de Pasto fue y es, fertilsima. Las dehesas han estado siempre pobladas de ganados y en la ciudad el pan ha sido y es abundante y exquisito. Nunca ha faltado la papa, el maz y la cebada. De las vegas y laderas del Guitara, el Juanamb y el Pata llegan el arroz, el frjol, el caf y la panela. La variedad de climas hace fcil el abastecimiento

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de vveres lo que permite a la comarca soportar tanto las calamidades de orden militar, como el abandono y la incomprensin por parte de todos los gobiernos colombianos. Ya en 1747 don Carlos Burbano de Lara dejaba en su testamento una fortuna de $ 40.000. En 1801, los bienes de Liberata Aguirre fueron tasados en $ 41037. El doctor Santacruz y su hermano Gabriel prestaron una fianza por $ 65.000. En 1810, Basilio Delgado y Narvez test bienes por $ 30. 000. La autoridad de la regin pastusa recaa en el cabildo, el cual dispona de facultades omnmodas para decidir en casi todos los aspectos de la administracin, la cual daba a Pasto cierta autonoma que se aproximaba a lo que suele llamarse repblica independiente. El gobierno ejercido por la tenencia y el cabildo estaba en manos de criollos hijos de espaoles, mientras Santa Fe, Lima, Quito o Caracas estaban bajo el mando de virreyes, presidentes o gobernadores codiciosos, venidos de Espaa a hacer fortuna y a exhibir su irritante arrogancia. Esto hizo que los pastusos defendieran como cosa propia, su gobierno. Como defendieron con fiereza su hogar, sus mujeres, sus tradiciones. Por todo lo que se ha dicho es fcil comprender la dificultad de introducir ideas y hechos revolucionarios all donde se miran con recelo las innovaciones forasteras. Adems, el temperamento del pastuso, producto de su aislamiento geogrfico toma aspectos de trgica desesperacin cuando de defender su comarca se trata. El pastuso forma un conglomerado social muy diferente, por su hablar, su carcter y su modo de vivir, del de otros pueblos. No se parece ni a los colombianos del resto del pas, ni a los ecuatorianos, excepcin hecha de los habitantes del Carchi, quiz por haber hecho parte de los aborgenes de esta regin de la misma nacin de los pastos que se extendi por el ro Guitara hasta el Chota. Se mantena vigente al concepto acerca del origen divino de los reyes. DEI GRATIA se lea en todas las

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monedas acuadas en Espaa como en Santa Fe, Lima, Mjico o Popayn. A Pasto era muy difcil que llegaran los ecos de los cambios polticos, filosficos y sociales que se operaban en los Estados Unidos y Francia. Las cadas de las cabezas bajo la guillotina- de los reyes franceses quiz se conoceran como un episodio brbaro de tantos como se lean en los textos de la historia universal, pero sin consecuencia de mayor extensin. No era posible pensar que alguien en Pasto, como lo hiciera Nario en Santa Fe, fuera a acometer la traduccin de los Derechos del hombre. El doctor Toms de Santacruz (doctor in utroque jure de la Universidad de Salamanca) pensaba y obraba al comps de los religiosos residentes en Pasto. Ignorbase que desde 1806 un inquieto revolucionario, Francisco Miranda, incursionaba por las costas de Venezuela tratando de darles libertad a unos pueblos que an no la deseaban. Aqu ser oportuno hacer notar cmo Inglaterra prestaba ayuda a todos los revolucionarios americanos hasta cuando se consigui la independencia total. Pero se ha entendido mal porque se ha credo que Inglaterra, uno de los pases ms colonialistas de la tierra, lo haca por amor a la libertad. No. Lo haca simplemente para minar la grandeza del imperio espaol; para arrebatarle colonias en Trinidad, La Guayana, Bahamas, etc.; para apoderarse de las riquezas que los galeones espaoles transportaban de Amrica a Espaa, an por medio de los feroces piratas y bucaneros; para clavarle una espina dolorosa en Gibraltar, en el propio cuerpo de la geografa espaola. En Pasto ignorbase, sin duda, cmo la Espaa de Carlos IV estaba dirigida segn los caprichos de Manuel Godoy, el cochero o choricero de Badajoz y la reina Mara Luisa, la misma que cansada de los amoros con Godoy, haca que ste le trajera otros amantes para complacer sus liviandades de Mesalina. En este mismo 1800 la vida en Madrid parece sonriente y Goya traslada a sus cuadros el

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espritu alegre de la corte y las formas graciosas de doa Mara Pilar Gayetana Silva Alvarez de Toledo, duquesa de Alba. Cuenta don Ramn Gmez de la Serna que uno de los ltimos borbones, acaso Alfonso XII, se par ante el cuadro de la Maja Desnuda y le dijo al Duque de Alba: Duque, qu bella antepasada habis tenido. Se ignora si el Duque respondi a la alusin real. Era una duquesa de Alba, frvola y coqueta, que traicionaba al clebre pintor y a todo el mundo. Por las calles de Madrid transitaban majas y estudiantes, frailes y pretendientes a cargos en ultramar, golillas, hidalgos y militares con uniformes vistossimos. Pero empieza a disgustarse la gente seria y ya se gesta la cada de Carlos para la ascensin del prncipe de Asturias. Napolen, entretanto, comienza su carrera asombrosa de victorias y conquistas por toda Europa. Parece que los borbones de Espaa eran ms testarudos y ciegos de lo que se cree. Fresca estaba la memoria de lo ocurrido a la corte francesa, como consecuencia de la quiebra de seculares estructuras. El fin del feudalismo y el ocaso parcial de la nobleza. Decimos parcial, porque das despus esa nobleza reapareca con nuevos ttulos y honores, como quiera que el gran Corso se dedic a regalar coronas, ducados y ttulos a sus familiares, a sus generales, a todos sus amigos y fieles soldados, luego de coronarse l mismo con el resonante ttulo de emperador. Espaa y su corte parecan entender que no haba cambios. Empezando por el sistema mtrico decimal que vena a remplazar al que rega desde los tiempos del emperador de la Barba Florida y que empezaba a extenderse por otras naciones. La aplicacin de este sistema de pesas a las monedas de plata y oro. La reforma del calendario, que no alcanz a durar mucho, pese a haber sido propuesta por los mejores fsicos de Francia. Los innovadores- dice Cournot- tuvieron ms fortuna para medir el espacio que para medir el tiempo. Ya estaba prxima la aparicin del Cdigo Civil Napolenico, preparado por doctos, juristas, con reglas normativas del

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derecho de propiedad ms all de la vida. Se preconizaba el matrimonio civil y tambin el divorcio en un pas en donde la iglesia catlica haba sido la nica encargada de regular los actos y las relaciones matrimoniales, no el Estado. Se consagraba el sufragio universal, como la fuente del poder pblico. La soberana de la nacin como residente en el pueblo, y se echaba a un lado el principio de que toda autoridad vena de Dios. La separacin y autonoma de los tres poderes, ejecutivo, legislativo y judicial, vena a limitar al absolutismo de los reyes. los tiranos o los presidentes. La implantacin del jurado de conciencia, que ya se aplicaba, hasta cierto punto en Inglaterra. El jurado reemplaz a los Juicios de Dios medioevales, donde se entregaba la justicia a maniobras y pruebas crueles y absurdas, antes que a los dictados de la razn. Como hay mitos religiosos hay mitos polticos. Hasta 1789 haba prevalecido en Francia el mito de la monarqua. Pero los monarcas de Francia venan tambaleando por obra de la Enciclopedia, la Pompadour, la Dubarry y tambin la viruela a la cual parecan muy susceptibles los borbones de Pars. Jenner estaba apenas en vsperas del descubrimiento de su portentosa vacuna. Adase a esto la proliferacin de cortesanas que se prostituan en el Parque de los Ciervos y en los refugios de secretos palacetes reales. Todo con la gentilsima complicidad de los ministros, los nobles y hasta de los eclesisticos. Pareca revivir la poca turbia de los Csares de la Decadencia. Los Borbones de Espaa, padre e hijo, llevaron las cosas a tal punto que le fue fcil a Napolen recluirlos en Francia cmodamente y colocar a su hermano Jos en el trono de Espaa. El orgullo nacional de los espaoles se sinti herido en lo ms vivo. Jams se haba inferido tal ultraje a la dignidad nacional. Y el pueblo se volvi contra sus opresores y estall la nueva guerra de independencia de Espaa contra Napolen y sus ejrcitos, donde se vieron

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los ms sangrientos hechos militares, el mayor espritu de herosmo y sacrificio de una nacin por un Fernando VII, el deseado, el Borbn tan insulso como cualquier otro. Ocupada Espaa por los franceses, los reyes presos, crase una Junta Central de Sevilla, que haba de representar al rey cautivo. La guerra, con la ayuda de los ejrcitos ingleses, se prolong desde 1808 hasta mediados de 1813 cuando Napolen vencido por obra de quienes menos lo esperaba, se vea obligado a poner en libertad a Fernando VII. La crisis colonial estall en casi todas las capitales americanas. Desde antes, dijimos, en Venezuela hubo intentos de Miranda por la libertad de su patria. La clase culta de Santa Fe, abogados, botnicos y letrados, tena conocimiento de que algo en el mundo estaba cambiando. Ocurra entonces lo que Danton deca al referirse a la Francia de 1789: La repblica viva en los espritus veinte aos antes de ser proclamada. Sabidas son la vicisitudes del precursor Nario y sus amigos en Santa Fe. Los abogados de Quito y Santa Fe discutan acerca de si la Junta Central de Sevilla dispona de autoridad suficiente para representar al rey. Como Carlos IV haba revocado su abdicacin, para muchos poda considerrsele tambin rey. El otro Fernando VII, y una tercera autoridad, la Junta de Sevilla. Como los presidentes y virreyes derivaban su autoridad de un rgimen ya desaparecido, argan los abogados que era del caso formar Juntas ac en Amrica como la existente en Sevilla, aprovechando de paso, la oportunidad para darles participacin en el gobierno a los criollos o hijos de espaoles, cosa muy justa, por cierto. Fue en Quito donde surgi la primera Junta Suprema, el 10 de agosto de 1809. Empez reconociendo a Fernando VII como legtimo rey, a semejanza de lo hecho por la Junta de Sevilla, a la cual adhiri. Expres su rechazo a Jos Bonaparte, rey intruso y luego encarcel al presidente de

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Quito, Conde Ruz de Castillo. Este seor conde era uno de tantos nobles como venan de Espaa, casi siempre con el fin de recoger dineros de ac y salir de deudas en Espaa. El autor principal del golpe contra las autoridades espaolas de Quito fue don Juan de Dios Morales, sacrificado despus en el mismo Quito por los espaoles, un colombiano a quien parece, se le han hecho pocos honores en Ecuador. Los pueblos de Ibarra, Latacunga, Ambato, Riobamba, adhirieron a la Junta quitea. No as Cuenca donde el obispo Quintin se puso al frente de las tropas en actitud francamente belicista. Guayaquil tampoco acept lo hecho en Quito. Pero entonces la Junta dirigi sus miradas hacia la gobernacin de Popayn y la provincia de Pasto y al efecto dirigi mensajes al gobernador don Miguel Tacn quien adopt una actitud equvoca para luego afirmarse en su posicin de rechazo a la Junta de Quito. Esta decidi tambin ganarse la provincia de Pasto, para su causa. La idea de muchos aprendices de historia respecto a Pasto es la de aqu y slo aqu se peleaba por el rey y se le serva incondicionalmente. En Santa Marta y en Popayn, para no citar ms casos la mayora de las gentes estaba con el rey. Miranda vena desde 1806 luchando con armas y con hombres por la libertad de Venezuela. Sin embargo, la ciudad de Coro estaba del lado de la Corona, quiz con la esperanza de recuperar la categora de capital que ahora tena Caracas. En Pasto, un pequeo grupo que encabezaba don Jos Vivanco y Miguel Arturo era republicano, pero la mayora se burlaba de las ideas republicanas, a las que consideraba ilusorias y descabelladas. Lo cierto es que, al conocerse la venida de tropas enviadas por la Junta Suprema de Quito, en son de guerra, empez la agitacin en Pasto, con los preparativos para una cosa inusitada, algo que vena a ocurrir luego de trescientos aos de paz. El gobernador Tacn, desconfiado de la lealtad de algunas autoridades, decidi nombrar como teniente de gobernador al doctor Toms de Santacruz. Este dio una

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proclama en la que ratificaba la adhesin y lealtad de Pasto al rey Fernando VII. Se prevena a la poblacin para que no se dejara seducir por las mentiras de los sediciosos de Quito. El cabildo hizo lo propio. Llegaron algunas armas y plvora tradas de Barbacoas y Popayn. El gobernador anunci que vena con tropas a la defensa de Pasto. Pero no lleg sino mucho despus de que los pastusos haban derrotado a los patriotas de Quito, en Funes. Ciertamente salieron de Quito los Seores Asczubi y Zambrano con una tropa que pasaba de mil hombres, no bien armados, pero con cuatro caones. La mayor parte fueron gentes reclutadas en la provincia de Imbabura. A esta tropa se agreg la gente de las provincias de los Pastos ( Tquerres e Ipiales) que simpatizaba con la causa patriota. Del otro lado se contaba con una compaa de gentes de Popayn, Almaguer y Pata que lleg bajo el mando del capitn Gregorio Angulo. La nobleza de Pasto acudi a las armas. El propio gobernador envi a sus hijos Toms Miguel, capitn; Francisco Javier, subteniente; capitn Miguel Nieto Polo, yerno; teniente Juan Mara de la Villota, yerno; Jos Mara Delgado y Polo, sobrino y teniente tambin. Todos los Santacruces, los artesanos y los indios. En todo ms de mil hombres que acudieron a guardar los distintos pasos del Guitara, barrera infranqueable para defender a Pasto por el sur como lo ha sido siempre el Juanamb por el norte. Las dos fuerzas no chocaron con la totalidad de sus efectivos porque los patriotas cometieron el error de dividir sus fuerzas en dos grupos, mientras los realistas de Pasto atendan la vigilancia del ro en distintos puntos. Pero dejamos el relato de lo que fue la batalla al capitn Nieto Polo en el parte que rinde a sus superiores, Gregorio de Angulo: El Capitn de la 6 Compaa de Milicias Urbanas de Pasto don Miguel Nieto Polo, rinde al seor Capitn Gregorio Angulo, Comandante en Jefe, acerca de la

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completa victoria que Dios ha servido concedernos hoy contra los insurrectos de Quito: Sabiendo que el enemigo situado desde el 13 de los corrientes al lado de la tarabita del Guitara, en frente de nuestro cuartel, tena 183 hombres y esperaba reforzarlos con los auxilios que tenamos noticia venan de Ipiales por Chapal dispuse que pasasen por arriba de la tarabita 97 hombres con lanzas y espadas al mando del teniente Jos Sobern y del subteniente Jos Mara Delgado y Polo. Al mismo tiempo pasaron por el lado de debajo de la tarabita 80 hombres armados tambin con lanzas y espadas al mando del teniente Francisco Javier de Santacruz, del Teniente Juan Mara de la Villota y del subteniente Lucas Sobern. Por el centro y al frente del enemigo, pas yo con el capitn don Ramn Benavides y el teniente de Yucuanquer don Lucas de Benavides con 35 fusileros de la compaa de Popayn Inmediatamente que pasaron las tropas al otro lado del ro marcharon todos contra el enemigo que se haba situado en una meseta a una distancia de tiro de fusil, con tres piezas de caones de bronce, de vara y cuatro de largo y cinco dedos de dimetro interior, doce fusiles, varios pares de pistolas y el resto de la gente armados de lanzas y otras armas blancas. Como puede verse, de parte y parte, fuera de los tres caones, la tropa estaba armada en forma casi primitiva. Los efectivos militares apenas si alcanzaban a doscientos por cada bando. Los pastusos peleaban en un terreno que les era conocido. Era esta su ventaja sobre los patriotas de Quito. Contina el parte: Al aproximarse nuestras tropas pusieron bandera blanca los enemigos, con cuyo motivo se adelant el teniente Juan Mara de la Villota, previnindoles rindiesen las armas, pero la contestacin fue pegar fuego a los tres caones, que no causaron avera alguna, porque al fogonazo se postraron de bruces los nuestros, e inmediatamente avanzamos y aunque con

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bastante resistencia, se rindieron despus de tres cuartos de horas de combate. Hemos hecho 107 prisioneros hombres y 8 mujeres con dos hijos, entre ellos el capitn de artillera don Jos Ipinza y al de fusileros don Antonio Donoso. Al Teniente don Marcelino Narvez Guerrero y Mariano Jaramillo, y los sargentos Narcizo Espinavete, Antonio Ortz, Jos Espinosa y Jos Cebadas. Tambin hemos cogido alguna bala de can y fusil, plvora y metralla, lanzas, pistolas y fusiles, algn dinero, caballeras y otros pertrechos de boca y guerra cuyo nmero, peso y medida an no se ha podido particularizar. Destaca la actuacin de las compaas de Pasto 4 y 5, la de Popayn- Pata y sus auxiliares de Yacuanquer, 2 y 3 de Pasto con sus respectivos oficiales, que, aunque no entraron en accin por haber comenzado sta cuando llegaron, estuvieron prontos y deseosos de ser empleados. Elogia a los indios de los pueblos de Obonuco, Jongovito, Catambuco y todos los de este pueblo de Funes, quienes con su Cura Prroco, nuestro Capelln el doctor Jos Palacios, han estado siempre prontos a sacrificarse de nuestra causa. El parte est suscrito el 16 de octubre de 1809 el mismo da del encuentro. A l se agrega la lista de los 107 prisioneros hechos en el combate. Los tenientes Narvez eran ipialeos y tambin las mujeres que vinieron acompaando a la expedicin quitea. Los muertos patriotas fueron ocho y los realistas de Pasto tuvieron apenas un muerto. Esta accin de armas abri la etapa sangrienta de las guerras de la independencia en los pueblos de Latinoamrica. La expedicin organizada por la Junta Suprema de Quito fracas lastimosamente por la ineptitud de sus jefes Zambrano y Asczubi, pues dividieron las tropas en dos grupos, el uno que se dirigi hacia el camino de Barbacoas, dizque para cerrar el paso a los pocos realistas de ese cantn y el otro sigui con direccin a Pasto, para fragmentarse en partidas que pugnaban por pasar el Guitara por algn

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punto favorable. De all que los 200 hombres que estaban frente a Funes no pudieron resistir la embestida de fuerzas superiores y de un gran espritu combativo. Pero esta invasin a Pasto constituy la mejor demostracin del espritu revolucionario que animaba al gran movimiento quiteo del 10 de agosto de 1809, razn muy buena para que esa ciudad reclame el ttulo de luz de Amrica. Las tropas de Pasto avanzaron sobre Tquerres e Ipiales y capturaron los restos diseminados de las fuerzas patriotas. El desconcierto se propag desde Tulcn e Ibarra hasta la misma capital quitea y fue parte importante en el fracaso que haba de culminar con la masacre de los patriotas de Quito el dos de agosto de 1810. Esta sangrienta y sanguinaria represin encendi los nimos de los patriotas de todo el continente y acab con el realismo de muchos que se mantenan fieles a la monarqua. Tres das despus de constituida la Juan Suprema de Quito, el doctor Juan de Dios Morales curs circulares a gobernadores, cabildos, etc. de Popayn, Cuenca, Guayaquil, Pasto. A simple vista se trataba de una invitacin a constituir Juntas a semejanza de la de Sevilla, dadas las circunstancias de encontrarse prisionero el rey Fernando VII, a fin de que tales Juntas actuaran en representacin de l. Todo dentro de normas de la ms perfecta lealtad a Espaa. Pero en Pasto estaban advertidos de la treta y a la circular dio repuesta el Alfrez Real don Gabriel de Santacruz, por medio de un bando concebido estos trminos: Considerando que arbitrariamente se han sometido los revoltosos de Quito a establecer una Junta sin previo consentimiento de Espaa, y como se nos exige una obediencia independiente de Nuestro Rey don Fernando VII, por tan execrable atentado y en defensa de nuestro Monarca,

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DECRETO: Artculo nico. Toda persona de toda clase, edad y condicin incluso los dos sexos, que se adhiriese o mezclase por hechos sediciosos o comunicaciones a favor del Consejo Central, negando la obediencia del Rey, ser castigado con la pena del delito de lesa majestad. La ley espaola, Partida Sptima, Ttulo III, Ley I define lo relativo a los delitos de lesa majestad y la regulacin de las penas: Lase majestatis crimen, tanto quiere decir en romance como yerro de traicin que face ome contra la persona del rey. La pena consista casi siempre en la decapitacin del reo y el envo de su cabeza enjaulada para ser expuesta a la sdica curiosidad del pblico. Tal se hizo con Jos Antonio Galn y sus compaeros y otros casos similares de rebeliones contra las autoridades del rey en pases de Amrica. El 22 de noviembre de 1802, haban sido decapitados en Pasto Lorenzo Piscal, Ramn Cucs Remo y Julin Carlosama, cabecillas de la rebelin del pueblo de Tquerres contra los altos impuestos. Se les cort los brazos y las cabezas fueron expuestas al pblico para que las gentes se horrorizaran y no volvieran jams de los jamases a convertirse en rebeldes contra el Rey.

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OCUPACIN DE PASTO POR LOS QUITEOS

Don Juan Montalvo deca alguna vez: Entre el Juanamb y el Guitara vive un pueblo que, por sus defectos y sus virtudes se ha vuelto notable para sus vecinos: este es Pasto nombrado ya como singular en la historia de Colombia. Si algn pueblo pudiera recordarnos en Suramrica a la antigua Esparta, ste sera, sin dudas. Rasgos hay en sus costumbres, en su complexin, que en verdad nos recuerdan a Lacedemonia Pueblo eminentemente guerrero, en un siglo de conquistas hubiera sido conquistador. Pasto es el norte, fragua de hombres fuertes, sobrios; al pastuso vigoroso, no le rinde la fatiga ni le retrae el miedo. El pastuso es, lo que llamamos todo un hombre. Pasto padeca, y padece an, de un anacronismo histrico. Un mantenerse al margen de los ciclos renovadores. A ello conspiran el aislamiento geogrfico y el celo de los eclesisticos que lo han gobernado. Para la poca que historiamos puede decirse que aquellos hombres peleaban por una verdad, por una vieja verdad religiosa. Y empujados por una clase dirigente que defenda un status

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quo de venerable antigedad y, sobre todo, el bienestar que les deparaba ese status. Hacan lo mismo los funcionarios y los sacerdotes. Pero tambin se iba a pelear en defensa de la comarca amenazada por las acometidas de los quiteos y los patriotas del Valle del Cauca. La tenacidad de los pastusos creaba por contrapartida, un empeo mayor de los republicanos para someter la provincia testaruda e indmita. Despus, cuando las guerras han cesado, el pueblo vencido desciende a la humillacin. Se ha enterado de la inutilidad de sus esfuerzos y de que Fernando VII ha sido definitivamente barrido de sus posesiones americanas. Apenas si le quedan dos colonias antillanas. Los sacerdotes consuelan al pueblo con las esperanzas de la vida futura, exhortndolo a no desmayar en la fe. Y le infunden una virtud negativa que se llama humildad. De la humildad a la humillacin no hay sino un paso. El pueblo se torna pacfico y resignado. An hoy, despus de 184 aos de independencia poltica, intelectual y de cambios en el modo de vivir y pensar, en Pasto existen 18 comunidades religiosas femeninas y ocho masculinas, encargadas de dirigir la conciencia y la mentalidad de la niez y de la juventud. Sirven en hospitales, asilos e intervienen en la direccin de la vida privada de las familiares. Como consecuencia de esta influencia, han acumulado riquezas que no es fcil evaluar. Puede decirse que Pasto sigue an al margen de las corrientes renovadoras que agitan el mundo. Dicen unos que eso es para bien. Otros no piensan lo mismo. En Pasto casi no hay libreras; las que ofrecan libros profanos, como Artes y letras o la que tuvo una seora argentina en la dcada de 1960 cerraron por prdidas; otras se han sostenido porque no slo venden libros sino tambin papelera. La nica que perdura es la que abri un padre

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jesuita en los aos 70 donde se aplicaba el ndice de los libros prohibidos. El mismo sacerdote adoctrin durante cincuenta aos a sus fieles con un celo religioso extremado a travs de dos radiodifusoras. En el nuevo siglo se abri la librera Hispana como una buena alternativa cultural cuando la ciudad ha crecido y cuenta con un gran nmero de universidades y centros de educacin primaria y secundaria, pero cerr sus puestas en el 2010. Todava se mantiene, mejor que en muchas otras ciudades, la fe religiosa. Los magnficos y grandes templos se llenan de fieles en los das festivos. Y ocurren cosas extraordinarias como esta. En el ao 1960 un gobernador dispone la cremacin de una novela titulada Gritaba la noche, de don Juan lvarez Garzn, por considerarla inmoral y peligrosa porque ofenda a una familia aristocrtica de Pasto. Cuando al fin se edit la novela pudo comprobarse que sta poda ponerse hasta en las manos angelicales de una hermana novicia. Retornemos a 1811 y veamos cmo mientras en el sur, en Funes haba corrido sangre americana, en una guerra civil, entre pastusos y quiteos, los idelogos de Bogot se devanaban los sesos tratando de averiguar si la camisa institucional que les pusieron a los franceses poda servir para los hispanoamericanos. O si ms vale podra servir el molde federativo de los Estados Unidos. Se discuta acerca de las verdaderas fuentes del poder. Vena ciertamente de Dios, como lo haba enseado la ortodoxia cristiana? O vena del pueblo segn ahora se deca? Sera el sufragio universal el instrumento adecuado para encontrar el mejor gobierno de un pas? Carecan de experiencia y la historia universal no daba suficientes ejemplos acerca del mejor modelo de gobiernos republicanos. La palabra democracia, sonora y sugestiva, envolva algn peligro. El sufragio universal que igualaba en derechos a todos los ciudadanos pareca un fraude a los valores consagrados, los valores llamados eternos.

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No se imaginaban ninguno de los recursos con los cuales se burla la democracia, cuando un da cualquiera unos seores poderosos se renen y escogen a uno de ellos para entregarle el poder, en una hora de emergencia casi siempre artificial. Ni prevean cmo los altos militares de hoy, que tentados por la codicia del mando y las riquezas, resuelven formar una junta Militar que asume el poder ante el asombro y la sorpresa de las gentes. O el gobernante que luego de ser electo presidente con todas las de la ley, decide, por s y ante s, quedarse otros aos en el mando. O el guerrero victorioso en una guerra estpida, civil, que toma el mando luego de fusilar unas docenas o centenares de opositores y se hace proclamar Salvador de la patria, Padre del pueblo, Libertador de los esclavos. O los grupos financieros, econmicos, los monopolistas de la industria que arman una convencin, lanzan un candidato y con una avasalladora propaganda lo imponen en el gobierno. O una familia que ejerce sobre la Repblica una especie de dinasta favorecida por otras familias y grupos de presin donde actan el clero, los millonarios, los contratistas y eso que se llama la maquinaria poltica. O gobiernos tteres cuyos hilos se mueven desde Washington. Da tristeza recordar cmo el Libertador Bolvar dio su nombre a una repblica, le regal una constitucin, con la esperanza loable de hacer del nuevo pas un dechado de democracias. Los resultados? Un pas en donde durante 145 aos de existencia, han subido al poder 184 presidentes, tiranos, dictadores etc., por los ms extraos medios, por los ms singulares y salvajes recursos. Pero a los americanos les tocaba ahora consolidar su independencia y ajustarla a las normas y leyes bienhechoras dentro de la mejor estructura jurdica. El 4 de abril de 1811 se promulg por don Jorge Tadeo Lozano la primera Constitucin de Cundinamarca. Todava se invocaba el nombre de Fernando VII pero ms por guardar las

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apariencias. En el articulado se trasluca la constitucin de los Estados de la Amrica del Norte. Fue don Camilo Torres, principal idelogo de la revolucin, quien present el proyecto de constitucin aprobado. Empezaba as: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espritu Santo. Amn. 1) El ttulo de esta confederacin ser el de: PROVINCIAS UNIDAS DE LA NUEVA GRANADA. 2) Son admitidas y parte de esta confederacin todas las provincias que al tiempo de la resolucin del 20 de julio de 1810 eran consideradas como tales. 3) Lo sern igualmente todas aquellas provincias que quieran asociarse 4) En todas y cada una de las provincias Unidas de la Nueva Granada se conservar la Santa Religin Catlica, Apostlica y Romana en toda su pureza e integridad. 5) Todas y cada una de las Provincias Unidas que en adelante se unieren a la Nueve Granadareconocen expresamente la autoridad del poder ejecutivo, Regencia de Espaa, Cortes de Cdiz, Tribunales de justicia 6) Las provincias unidas de La Nueva Granada se reconocen como iguales, independientes y soberanas. El artculo 6 fue el causante de todas las perturbaciones disociadoras. Luego aparecieron la Repblica de Tunja, el Estado Soberano de Antioquia, la Repblica de Cundinamarca y despus la suicida lucha entre federalistas y centralistas. Esta constitucin federalista se dict el 27 de noviembre de 1811, pero no la firmaron la provincia principal, Cundinamarca y la del Choc. Llama la atencin el hecho de que los intelectuales de la revolucin hicieran tan sealadas promesas de fe, ellos que haban nutrido sus inteligencias en la Enciclopedia y

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en todos los panegiristas de la Revolucin Francesa. Quiz obraban as para no alarmar la conciencia catlica de su pueblo y no sublevar a un clero capaz de echar a perder los logros de la revolucin. Porque la iglesia ha sido factor decisivo en los ms importantes sucesos histricos del mundo occidental. Nada menos que el Papa Alejandro VI fue quien por medio de la Bula Pontificia, entreg en 1493, a los reyes catlicos, el dominio de las tierras descubiertas y por descubrir en el continente nuevo. Como si suyos fueran el globo y sus moradores. Con semejante autorizacin ya pudieron los conquistadores echarse sobre Amrica (Indias Occidentales) y despojar a los indios de sus tierras, sus habitantes, sus joyas, su cultura y su libertad. Todo a cambio de inculcarles la fe catlica as fuera a arcabuzazo limpio. Y empieza entonces el camino doloroso de la humilde raza indgena, calvario que no sabemos cundo va a terminar. Porque la raza autctona, el indio, contina hoy igual que hace mil aos. Habla, viste y vive como entonces. Quiz ms oprimido. Tenemos a la vista el expediente por el cual la Corona, orden devolver a los indios de Consac las tierras que les haban sido arrebatadas por un gamonal de Pasto, Ignacio Rosero. El pleito se tramit entre los aos de 1818 y 1822 en la ciudad de Quito. Con sentencia favorable fue a Madrid, donde el rey Fernando VII confirm la sentencia y orden su cumplimiento. El expediente trae los sellos del monarca y las firmas de don Melchor de Aymerich y otros funcionarios de la presidencia de Quito. Por los aos de 1660 la situacin de los indios en la provincia de Pasto era la siguiente: Yo el dicho Sebastin Guerrero, escribano de su Majestad y pblico, doy fe y verdadero testimonio de cmo entre certificaciones que para recin hechas por el Capitn Andrs de la Villota Corregidor de Naturales de este partido, consta lo siguiente: Que el pueblo de Sapuyes tiene

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96 indios tiles, tributarios, tasados a veintids reales por ao, una manta blanca a dos patacones por ella, que todo importa al ao 468 patacones, de los cuales se quitan para las contribuciones ordinarias de estipendio del doctrinero, salario del corregidor, cacique y cartacuentas 139 patacones de a ocho reales. Y que el pueblo del Calcn tiene noventa y nueve indios tiles, tributarios tasados en la misma forma de los Sapuyes y que monta la renta por entero por ao 482 patacones, de que se quiten 155 pesos para la mismas contribuciones, con que queda por renta lquida para el encomendero 326 patacones de a ocho reales. Y en el pueblo del Sacampus (hoy Samaniego) hay 29 indios tiles, tributarios tasados por un ao a veintids reales en plata, una fanegada de maz, o por ella un patacn, una ave de Castilla o un real por ella que todo monta a 102 patacones, de los cuales se sacaban para contribuciones cuarenta y dos patacones y cinco reales con que quedan lquidos para el encomendero sesenta y nueve patacones y cinco reales. Y las tres partidas de renta lquida para el encomendero suman setecientos y veinticinco patacones. Como se ve un solo encomendero espaol posea tierras, gentes y tributos en aves, en mantas y en dinero en la extensin de los pueblos llamados Sapuyes, Calcn y Sacampus. Un total de 220 indios tiles, es decir en capacidad de rendir trabajo. Hemos tomado los datos anteriores del libro de Juan Friede El indio en la lucha por la tierra. * * * La Junta Suprema de Quito haba fracasado totalmente y sus principales animadores perecieron en la sangrienta represin del dos de agosto de 1810, cuando fueron asesinados en el propio lugar de su prisin. El pueblo de Quito reaccion en protesta por el horrible fin de los patriotas, lo cual dio lugar a que fueran sacrificadas en las calles muchas gentes ms.

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Lo curioso de estas masacres fue que ninguno de los nobles quiteos pereci en ellas. Actuaron con valor y murieron como rebeldes los doctores Morales, Quiroga, el padre Riofro y el capitn Salinas. Tambin otros elementos de la clase media y popular. Los nobles fueron perdonados, defendidos o se fugaron. Esta quiz la razn para que Benjamn Carrin bautizara el movimiento del 10 de agosto con el mote Revolucin de los Marqueses. Hay que estar de acuerdo con el doctor Carrin pues las revoluciones jams las hacen los nobles. Las hacen los de abajo, los miserables, los oprimidos. Estos nobles y estos ricos viven siempre contentos con la posesin de honores, el poder y las riquezas. No desean cambios, y si los aceptan, preservan sus privilegios y riquezas. La llegada del Comisionado Regio, Don Carlos Montfar vino a mejorar la situacin de los patriotas de Quito, pues aunque su misin era apaciguadora, la nueva Junta Suprema rest poderes al Conde Ruiz de Castilla y permiti el ingreso a ella de elementos que eran tenidos por leales a Espaa, pero que en realidad simpatizaban con los intereses americanos. As fue como el 11 de abril de 1811 se proclam la independencia de Quito, en forma absoluta. Carlos Montfar que era militar experimentado en las guerras de Espaa contra Napolen organiz un pequeo ejrcito y lo dirigi hacia el sur. En Ambato derrot al coronel Arredondo, el mismo que con las tropas que trajo del Per haba cometido los cobardes asesinatos del dos de agosto. Luego se dirigi contra el baluarte realista de Cuenca, donde operaba don Melchor Aymerich y el obispo Quintin. Montfar los derrot y estaba a las puertas de Cuenca cuando decidi regresar intempestivamente a Quito, en donde parece conspiraban contra l los Sanchistas, o sea los partidarios del Marqus de Villa Orellana. Una intrincada red de ambiciones, intrigas, envidias, dieron al traste casi siempre con todas las campaas por la independencia de

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Quito. Es verdad que en la Nueva Granada ocurra otro tanto. Pero a los dirigentes granadinos puede abonrseles el hecho de que disputaban por formas de gobiernos ms que por ambiciones de grupo o de familia, como ocurra en Quito. Con todo, esta Junta Suprema de Quito se interesaba por abrirse paso, pues tropezaba con el inconveniente de que tena cerradas todas las vas de comunicacin con el exterior por Guayaquil, Esmeraldas, Cuenca y Pasto. Fue por este lado por donde hall contacto con los patriotas que estaban en Popayn. Lo logr por la va del Castigo sirviendo de intermediario el cura de Ancuya, padre Jos Diego Snchez. Nuevamente trat la Junta de Quito con el cabildo de Pasto para encontrar un entendimiento pero el cabildo rechaz la propuesta. Y he aqu que el 4 de julio de ese mismo ao 11 la Junta de Quito declar la guerra al cabildo de Pasto. Ya estaba en marcha hacia el norte una numerosa tropa al mando de don Pedro Montfar, militar de mucha experiencia y sagacidad. Estaba echada la suerte y era el momento de arreglar cuentas con los de Pasto. El gobernador Tacn acudi a la lnea del ro Charchi para tratar de cerrarles el paso a los patriotas, pero no tuvo xito. Entonces cometi la cobarda de venir a Pasto a reclamar la entrega del tesoro, cosa que apenas logr en pequea parte. Pero se llev consigo hacia Barbacoas 120 hombres entre oficiales y soldados, dejando abandonadas las defensas de Pasto. Los dirigentes de esta ciudad se vieron ahora ante la amenaza de los patriotas que estaban en Popayn en son de triunfo; la tenaza estaba cerrada con los patriotas que venan desde Quito. Sin embargo, acudieron, aunque en pequeos grupos a defender el Guitara y el Juanamb. En el sur se hizo clebre don Juan Mara de la Villota, quien sorprendi y liquid algunas avanzadas de quiteos. Pero ante el mayor nmero hubieron de replegarse hacia el Guitara.

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Entre tanto, las fuerzas de Montfar se haban engrosado con gentes del Charchi, Cumbal, Tquerres y Guaitarilla. Durante 4 das estuvo ensayando el paso del ro, pero los pastusos corran hasta defenderlo por todas partes. Estos hombres permanecan sin comer hasta dos das pero no cedan. Montfar al fin logr burlar la vigilancia y sobrepas a los realistas por los lados del Cebadal y march sin mayor resistencia sobre la ciudad. Entr a Pasto el 22 de septiembre delante de un ejrcito de ms de dos mil hombres. Fue directamente a la bsqueda del famoso tesoro. Se dira que ste haba sido el objetivo primordial de esta guerra. Y se apoder de l. Luego las tropas se dedicaron a un minucioso saqueo de la ciudad, mientras el jefe encontraba las 418 libras de oro y monedas, cuyo paradero le fue indicado por el cabildante Jos Vivanco, simpatizante de la causa independiente. Las calles de la ciudad estaban solitarias y las casas abandonadas por sus moradores que haban ido a esconderse en los campos. Dos testigos del saqueo afirmaron que los quiteos no dejaron ni los clavos. El tratamiento salvaje que las tropas de Quito, por consentimiento de Montfar, dieron a la ciudad fue acaso una venganza por la derrota de Funes? Los pastusos, a su vez se preguntaban si esta era la libertad de que tanto se enorgullecan los patriotas y si stos eran los sistemas de gobierno y los mtodos para la convivencia en sociedad que se iba a tener en el futuro.

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LA EXPEDICIN DE CAYZEDO Y CUERO A PASTO Muerte de Cayzedo y Macaulay

En Cali, como en las dems poblaciones del Valle, eran numerosos los simpatizantes de las ideas de libertad. En la capital de la Gobernacin, Popayn, los escasos partidarios de esas ideas haban sido superados por la habilidad del gobernador Tacn. Ms el Teniente gobernador de Cali, doctor Joaqun Cayzedo y Cuero, hombre de gran espritu y cultura era un decidido amigo de la libertad. Ante la actitud negativa de Popayn, Caicedo no vacil en recorrer las poblaciones del Valle y reunir luego una Junta que se design con el nombre Ciudades Confederadas del Cauca. Asistieron, adems del doctor Caicedo, Fray Jos Joaqun Escobar, por Toro, quien fue aclamado vicepresidente; por Cartago, Fray Jos J. Melndez; el doctor Nicols Ospina, por Buga; don Jos Mara Cabal, por Caloto y por Anserma, el doctor Jos Mara Caicedo y Cuero. La secretara fue encargada al doctor Caicedo y Cuero y la presidencia se reserv para quien debiera ejercerla si la capital formara parte de esta nueva Junta de Gobierno. Con extraordinario fervor y patriotismo los pueblos vallecaucanos iniciaron colectas de fondos para armar el

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ejrcito que habra de imponer la libertad donde fuese necesario, empezando por liberar a Popayn de la tutela del Gobernador Tacn. La Junta dio cuenta de lo hecho al gobierno popular de Santa Fe y le solicit el envo de tropas para reforzar las organizaciones en Cali. Santa Fe no tard en enviar una fuerza compuesta por trescientos hombres al mando del Coronel Antonio Baraya. Estas tropas unidas a las de Cali, en nmero de 1.100 hombres, batieron a Tacn en el combate del Bajo Palac, el primer triunfo republicano, que habra de alentar el entusiasmo de las provincias amantes de la libertad en la Nueva Granada. En esta accin figuraron dos militares que ms tarde habran de obtener la celebridad: el teniente Atanasio Girardot y el capitn Jos Mara Cabal. Era de esperar que Tacn se hiciera fuerte en Popayn y defendiera la sede de su gobernacin. Pero no fue as. Huy a Pasto precipitadamente. Saba de la calidad guerrera y del espritu realista de la gente que en Funes haba mostrado su reciedumbre y haba acabado con la revolucin quitea. Llev Tacn todo el dinero y el oro que haba en las cajas reales y en la Casa de Moneda, lo cual ascenda a ms de cuatrocientos mil pesos. Este considerable tesoro lo entreg en custodia al cabildo. Baraya y sus patriotas ocuparon Popayn y desde all enviaron una compaa a explorar hacia el sur, al mando del Teniente Eusebio Borrero. Esta tropa cometi la torpeza de i