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“Las mujeres hablan, actúan y transforman: Mujeres de Chiapas y su lucha por la paz, la justicia y la dignidad” INDICE Introducción……………………………………..……………………………………………….2 El Levantamiento: México, Chiapas 1994…………..…………………………………..3 De la opresión a la acción: el largo e inacabado camino………..…………….…10 La paz: una lucha silenciosa, pero sólida………………….………………………….16 Reflexiones finales……………………………………….…………………………………..25 Bibliografía…………………………..……………..…………………………………………..28 1

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“Las mujeres hablan, actúan y transforman: Mujeres de Chiapas y su

lucha por la paz, la justicia y la dignidad”

INDICE

Introducción……………………………………..……………………………………………….2

El Levantamiento: México, Chiapas 1994…………..…………………………………..3

De la opresión a la acción: el largo e inacabado camino………..…………….…10

La paz: una lucha silenciosa, pero sólida………………….………………………….16

Reflexiones finales……………………………………….…………………………………..25

Bibliografía…………………………..……………..…………………………………………..28

1

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“Las mujeres hablan, actúan y transforman: Mujeres de Chiapas y

su lucha por la paz, la justicia y la dignidad”

Cristina Velásquez Traipe1

Introducción

A través de la historia y en la actualidad, son muchas las mujeres que en todo el

mundo han iniciado procesos reivindicatorios, de reconocimiento como sujetas de

derecho, como ciudadanas. Esto ha permitido con más o menos dificultades cruzar

la frontera de lo privado a lo público y situarse de una forma diferente en el mundo,

constituyendo y creando así nuevos espacios de acción colectiva.

Estos procesos tienen sus particularidades, diferencias y semejanzas. Pues son

luchas que se han iniciado bajo diferentes contextos políticos, sociales, culturales y

económicos y cruzadas sin duda por un mosaico de experiencias de la vida

cotidiana. Las diferentes teorías de género nos recuerdan precisamente tener en

cuenta estos elementos a la hora de hablar de las mujeres, de emancipación, de

libertad, igualdad, etc. Pues estos procesos no se inician al margen de la coyuntura

nacional o internacional, si no muy por el contrario, se encuentran totalmente

inmersos en ella.

Al hablar de las mujeres de Chiapas, de sus luchas reivindicatorias y su consiguiente

lucha por la paz, debemos considerar el contexto particular en que esta se sitúa: el

de la comunidad indígena. Esto, es de vital importancia considerarlo, por que nos

sitúa en un espacio con dinámicas y tiempos muy diferentes a los que estamos

acostumbrados/as y en el que no deja de estar ausente la contradicción de la

sumisión y la rebeldía, de lo moderno y lo tradicional, etc., y que es precisamente lo

que va permitiendo que las mujeres vayan buscando nuevos espacios y nuevos

prácticas para hacer frente a esta situación de marginalidad.

Chiapas, ubicada al sureste de México es una zona marcada fuertemente por el

conflicto y en la que conviven diferentes grupos culturales. Conflictos en torno a la

propiedad, al uso de la tierra, étnicos, etc., en los que la problemática femenina se

deja sentir fuerte y violentamente. Es en este escenario, en el que las mujeres han

1 Socióloga de la Universidad de Concepción, Chile. Máster en Desarrollo y Cooperación Internacional, Fundación CIDOB, perteneciente a la Universidad Autónoma de Barcelona.

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comenzado a combatir la subordinación, la exclusión y la marginalidad social, así

como la ola de violencia y muerte, muchas veces silenciosamente, pero nunca

ausentes y en otros han alzado la voz intentando hacer cada vez más visible su

presencia y su causa, así como la de su pueblo.

Este breve artículo, solo intenta ser una mirada de la situación de las mujeres en

Chiapas en general y de su lucha por la paz en particular. Parte primero con una

contextualización de la situación de conflicto en Chiapas, sus causas, su historia y

como se inicia la participación de las mujeres en este contexto, no hay que olvidar

que el movimiento zapatista fue o ha sido uno de los principales impulsores de la

participación femenina, junto con la iglesia católica, que también se ha hecho parte

de este proceso, principalmente a través de la teología liberación, la que da un

vuelco a la mirada tradicional de la iglesia católica respecto de las mujeres y su rol

en la sociedad.

A continuación nos centraremos más en este cambio cualitativo que, es el paso a la

acción en sus diferentes aspectos _De la opresión a la acción_ es considerar y ver a

las mujeres en su fase organizativa y como la han llevado a cabo, como se origina y

se sustenta, a fin de terminar con exclusión a la que han sido expuestas.

Finalmente hablaré de este camino recorrido hacia la paz. Un recorrido que, por

otro lado, nos lleva a reflexionar sobre lo que entendemos por paz, incorporando

nuevos elementos que muchas veces están ausentes cuando se habla de ella, o bien

no se manifiestan de forma explícita.

El levantamiento: México, Chiapas 1994.

Un país, un lugar, un año. El 1 de enero de 1994 marca el inicio del levantamiento

armado y de la lucha zapatista en Chiapas, liderado por el Ejército Zapatista de

Liberación Nacional (EZLN), con sus controversias, apoyos y detractores. Este

hecho significa la confrontación total con el Estado Federal de México y el rechazo

absoluto al sistema capitalista y por consiguiente al neoliberalismo. Fecha por lo

demás no menos simbólica, cuando en ese mismo día entraba en vigor el Tratado

de Libre Comercio (TLC) entre Estados Unidos, Canadá y México con todas las

implicancias que significaba para el país y en particular para Chiapas, aumentando

con ello la dependencia con Estados Unidos.

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San Cristóbal de las Casas, se convertía así en el epicentro de la lucha y del sueño

transformador de una sociedad y de un sistema. El mundo observaba atónito la

dualidad de un país que por un lado mostraba un México moderno y resuelto,

mientras por otro se mostraba un México perdido en la miseria, en la pobreza y en

la exclusión, pero capaz de levantarse y confrontar a un gobierno que no satisfacía

las necesidades de la gran masa indígena. La consigna era “basta ya”, a la vez que

era un llamamiento a todos, mexicanos o no, chiapanecos o no, a enfrentarse a ese

temido monstruo llamado “neoliberalismo.” Se pretendía poner término o marcar el

inicio del fin al continuismo neoliberal.

El conflicto de Chiapas, por lo tanto, no debe verse ni comprenderse como algo que

surge de la nada, pues es el resultado de un largo proceso que considera reclamos

en aspectos económicos, políticos y sociales y que, intenta por la vía de las armas

poner fin a injusticias históricas, que afectan y han afectado tanto a las

comunidades indígenas, como a las que no. Sin embargo es importante señalar,

que el combate armado sólo duro 12 días, el rechazo de la sociedad civil mexicana y

también de la internacional a la guerra, llevo a poner fin a los enfrentamientos por

parte del EZLN. Para este, la sociedad civil es de vital importancia y su rechazo a

una guerra armada, más no a sus demandas, les hacía imposible continuar con esta

forma de acción. Esto implicó un giro en el accionar del EZLN, de tal forma que la

vía de la resistencia civil y las acciones políticas se transformaron en la práctica

rebelde de este ejército.2

Chiapas históricamente ha sido una zona de exclusión, marcada por la pobreza y la

marginalidad y donde la situación de las mujeres se ha visto fuertemente

violentada, siendo las excluidas de los excluidos, pero que también en un momento

determinado, como fue el 1 de enero de 1994 fueron capaces de romper con aquella

tradición de siglos que las mantenía relegadas a un espacio históricamente

subvalorado, como es el mundo privado. Por otra parte, esta zona se ha visto lejos

de los procesos de inclusión y de participación de las comunidades indígenas dentro

del propio México. Estas, cada vez se encontraron más lejos de los procesos

modernizadores, de los beneficios de la economía nacional y de los acuerdos

internacionales. A pesar de de ser un Estado tan rico en recursos naturales, con

una gran superficie cultivable, donde se produce la mayor parte del café de México,

esta, nunca ha gozado de los beneficios de la inversión extranjera. Por eso es el

indígena el que se convierte en el actor social y cultural de esta lucha armada.3

2 http://www.comunica-accion.org/IMG/doc/zapatismo-historia-y-naturaleza-charla.doc 3Le Bot, Yvon: “Subcomandante Marcos: El sueño zapatista.” Edit. Anagrama, S.A 1997, Barcelona, España, p. 22

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Ya en los años 70’ comienzan a organizarse y constituirse los primeros frentes de

resistencia ante el abuso al que eran sometidos los indígenas, principalmente bajos

salarios, malas condiciones laborales, sanitarias, educacionales, etc. Siendo en

1983, cuando el EZLN comienza a organizarse, el momento en que la lucha se torna

más fuerte y decidida (aunque clandestina), pese a lo fragmentada que se

encontraba la sociedad en ese momento. Aunque es esta misma fragmentación

como señalará el propio Subcomandante Marcos, la que va gestando la insurrección,

la que sin duda no surge de las capas más pobres de la sociedad chiapaneca, si no

de aquellos que habían logrado salir de esta condición.

En estos años ochenta, comenzó una oleada de privatizaciones de las empresas

estatales, de pérdida del patrimonio nacional, de desigualdad creciente entre la

población, riqueza concentrada y pobreza masificada. El capitalismo se abría paso

cada vez con más fuerza. La caída de los precios del café supuso un golpe muy

fuerte para las economías del norte y la pérdida de tierra por parte de algunas de

las comunidades indígenas de la zona.

El 1 de enero de 1994, por lo tanto, es el punto culmine no solo de años de

marginalidad, si no de una historia en que se fueron conformando identidades

conflictuadas que evolucionaron hacia la lucha, por conseguir lo que el propio

movimiento manifiesta: “El zapatismo es portador de una triple exigencia –política,

ética y de afirmación del sujeto- que resume en su formula predilecta: democracia,

justicia, libertad, y más aún dignidad.”4 Esta idea aportará elementos claves para

comprender el proceso de paz en Chiapas.

En definitiva, se exigen cambios tanto a nivel cultural, como político y social, en pos

de la autonomía de los pueblos. Aquí, cabe destacar, que esta demanda de

autonomía y de autodeterminación, no es solo una demanda del movimiento

zapatista, si no que es una demanda que se instala en el seno de las luchas y del

discurso sociopolítico indígena en América Latina a partir de la década de los 80’.

Tras la primera Declaración de la Selva Lacandona, el EZLN hace un llamamiento al

pueblo mexicano de toma de conciencia de la realidad que se vive, de la

discriminación y desigualdad que afectan a las comunidades indígenas. Plantea

también su total rechazo al gobierno de Salinas de Gortari, cuyo ascenso al poder es

totalmente cuestionado y por lo demás considerado un fraude, desafiando con ello

4 Le Bot, Yvon: “Subcomandante Marcos: El sueño zapatista.” Edit. Anagrama, S.A 1997, Barcelona, España, p. 23

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al Partido Revolucionario Institucional (PRI) y ciñéndose a lo que establece la

Constitución de México, exige la salida del mandatario y señala: “La soberanía

nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo el poder público

emana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene, en todo

tiempo, el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.”5

El golpe al PRI, significaba comenzar a dar libertad a las organizaciones y

movimientos sociales de los campesinos, indígenas, obreros etc., junto con poner fin

a una derecha inamovible y que para ellos (los zapatistas) era totalmente contraria

a los intereses de las minorías, por lo tanto el único destino que le queda al PRI

según los zapatistas, es su desaparición. Por otra parte la derrota del PRI,

implicaba la posibilidad de establecer acuerdos políticos con la izquierda electoral e

ir generando con ello cambios concretos en estas esferas, en donde los verdaderos

beneficiados no sean los intereses políticos, si no las capas más bajas de la

sociedad.6

Esta primera Declaración, ya que después se sucederán otras más, también es un

llamamiento a no desvirtuar el movimiento: “Rechazamos de antemano cualquier

intento de desvirtuar la justa causa de nuestra lucha acusándola de narcotráfico,

narcoguerrilla, bandidaje u otro calificativo que puedan usar nuestros enemigos.

Nuestra lucha se apega al derecho constitucional y es abanderada por la justicia y la

igualdad.”7 Sin duda muchos han cuestionado el verdadero origen del movimiento, y

hasta que punto los indígenas han sido manipulados o no en esta lucha armada,

hasta que punto hay conciencia real de todas las demandas que se exigen, pero

quizá, es precisamente el hecho de que hayan sido los indígenas los que se hayan

levantado en armas lo que más sorprende y dudas suscita por la subvaloración del

“ser indígena” y por el poco conocimiento que a veces existe respecto a la

verdadera realidad organizacional de las comunidades más allá del movimiento. El

funcionamiento en comunidad no es algo nuevo para ellos, siempre han funcionado

bajo estas dinámicas y son esos ritmos y esas formas lo que a veces dificulta la

comprensión de este complejo conflicto.

Lo que no es discutible sin embargo, es la significación que ha tenido el

levantamiento zapatista más allá de las fronteras de Chiapas, trayendo consigo el

retorno del tema indígena bajo unas dimensiones insospechadas, no solo en México

sino a nivel mundial. Por otra parte, vuelve a poner en discusión la idea de

5 EZLN (1994): Primera Declaración de la Selva Lacandona. 6 http://www.nodo50.org/americalibre/ 7 EZLN (1994): Primera Declaración de la Selva Lacandona

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autodeterminación, de autonomía, que como señalaba anteriormente es una

demanda que vienen exigiendo todos los movimientos indígenas en América Latina,

pero que dada la dimensión social y mediática del movimiento zapatista, este ha

sido un motor y un empuje para orientar la causa indígena en esta dirección

autonómica y por otra parte, ha dado cuenta de que la autogestión es posible, que

la autonomía es posible al ver el buen funcionamiento de las Juntas de Buen

Gobierno y en las que poco a poco también se van incorporando las mujeres,

situación impensada hasta hace algunos años.

De acuerdo con lo anterior, por lo tanto, el alzamiento zapatista no debe reducirse

sólo a un problema de pobreza y precariedad, así como tampoco debe pensarse que

el movimiento zapatista es el conflicto, éste sólo fue una respuesta ante una

situación que cada vez se hacía más insostenible. Por ello sus causas son mucho

más complejas y profundas que estas, que pasan por evitar el arrasamiento de las

economías y de las tierras indígenas, la falta por ejemplo, de una reforma agraria,

lo que implicaba dejar a las comunidades indígenas en una situación de mayor

precariedad aún frente a un acuerdo de libre comercio y más cuando Chiapas se

convertía en una importante frontera sur con Estados Unidos. Por lo tanto la idea

de autoderminación y autonomía cobraban cada vez más peso, impulsando con ello

no solo el movimiento de las comunidades indígenas, si no de muchos sectores

sociales marginados. Lo indígena pasaba a ser en este sentido el representante

mediático de todos los excluidos y excluidas de la sociedad.

Por otra parte hablar de autonomía, de autodeterminación implica para el

zapatismo: “el articular experiencias de comunidades heterogéneas, divididas y

abiertas; la democracia nacional y el proyecto de una sociedad de sujetos

individuales y colectivos, que se reconozcan y puedan respetarse en su diversidad;

lucha por un mundo donde quepan muchos mundos, un mundo que sea uno y

diverso.”8 Pensar en la autonomía, en la autogestión, implica necesariamente

pensarlas en términos democráticos y no excluyentes, y sobre todo en términos de

participación. Aunque muchos movimientos indígenas han tenido tendencia a caer

en la intolerancia y convertirse en lo que ellos mismos critican y cuestionan. Por lo

tanto, a esta visión se le debe sumar la idea de pluralidad y de aceptación absoluta

de esta.

8Le Bot, Yvon: “Subcomandante Marcos: El sueño zapatista.” Edit. Anagrama, S.A 1997, Barcelona, España, p. 23

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Es quizá bajo esta idea de pluralidad, de considerar diferentes mundos lo que ha

hecho posible el comienzo de una participación más visible de las mujeres,

principalmente en el plano político, lo que en ningún caso quiere decir que haya sido

fácil, pues hay demasiados siglos de tradición, muy difíciles de combatir y de

cambiar, pero no imposible de lograr.

Ahora bien, la autodeterminación es un tema que no es fácil de abordar, pues los

gobiernos si bien ante esta demanda común de los pueblos indígenas en América

Latina la aceptan y la reconocen como justa y necesaria, terminan sin embargo

orientando su política hacia todo lo contrario: “llevan a cabo enmiendas legales,

para reconocer el carácter pluricultural de la sociedad y por otro, adoptan modelos

socioeconómicos que minan la identidad de los pueblos indios. Esto es lo que puede

llamarse la estrategia del indigenismo etnófago. Esto mientras se reconoce la

vigencia de las identidades, se busca engullirlas, socavarlas desde sus cimientos:

desde la misma comunidad.”9 Esto no ha sólo ocurre en Chiapas, si no en todos los

países donde existe presencia indígena. Sin embargo a mi parecer, Chiapas ha

logrado ser más consciente de esta situación y por lo mismo no declina en sus

demandas.

Esta idea de comunidad que, ha ido cambiando a través de la historia pero que

siempre ha estado presente en la vida cotidiana de los indígenas, pretende ser

retomada por las comunidades zapatistas. Muchos han sido los intentos de diálogo

luego del cese a los enfrentamientos, en pos de conciliar precisamente esta idea de

comunidad con el Estado mexicano, sin embargo estas instancias no han tenido

éxito. Ante esta imposibilidad, la primera ofensiva de los zapatistas, se realiza en

vísperas de las elecciones presidenciales. Se toman 38 municipios, los que son

declarados autónomos y rebeldes, ofensiva que se lleva a cabo sin derramamiento

de sangre. Tras estos hechos, el diálogo se retoma en 1995, en lo que serán los

diálogos de San Andrés de los pobres, firmándose en 1996 el Acuerdo de San

Andrés. Sin embargo este, no fue cumplido por parte del gobierno mexicano.

A raíz de estos incumplimientos, los procesos de paz quedan estancados. La

ofensiva militar mexicana va en aumento y el número de desplazados también, unos

4000 en la zona norte y unos 10.0000 en los Altos aproximadamente, siendo el

hecho más sangriento la matanza de Acteal (1997), en la que mueren decenas de

hombres y mujeres. A partir del año 2000 continúa en aumento el número de

detenciones y desplazamientos, situación que ha afectado fuertemente a las

9 Díaz, Héctor: “La rebelión zapatista y la autonomía.” Edit. Siglo XXI ediciones, 2001, p. 18

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mujeres, las que vienen sufriendo una violencia sistemática, expuestas a violaciones

y hasta a la propia muerte a causa de las fuerzas militares mexicanas.

Ante estas situaciones y gracias al apoyo de la sociedad civil, la que por un lado ha

actuado como un importante cinturón de paz ante la ofensiva militar y paramilitar y

que por otro, ha sido clave para seguir adelante con este proceso de autonomía, los

zapatistas deciden llevar a cabo un cambio importante en su accionar, tanto desde

dentro, como en su relación con la sociedad civil nacional e internacional. Surgen

así los “Los Caracoles” (antiguos Aguascalientes), siendo los nuevos referentes del

movimiento, los que se encaminan de forma lenta, pero segura hacia la autonomía:

“El verdadero reto, más que resistir la dominación, es construir el nuevo mundo en

el interior de las comunidades.”10

Éstos intentan construir una nueva cultura política, que apunta precisamente a

tener clara conciencia de la pluralidad y de la participación, principalmente en la

toma de decisiones y lograr con ello la anhelada libertad e igualdad, incluyendo ya,

no sólo a los sectores indígenas de Chiapas, si no a todos aquellos que también

comienzan a movilizarse. Los caracoles, suponen un importante avance en la

instauración de la Ley de Derechos y Cultura Indígena, recogida en los Acuerdos de

San Andrés.

Los Caracoles, son las regiones organizadas de los gobiernos zapatistas y operan

como una administración regional, en ellos se instalan las Juntas de Buen Gobierno

(JBG), las que se constituyen con los representantes de los Municipios Autónomos

Rebeldes Zapatistas (MAREZ) de las comunidades que forman cada caracol, siendo

estos, los MAREZ, los que llevan a cabo las funciones de: impartición de justicia,

educación, salud, vivienda, trabajo, cultura, información, etc. Los MAREZ, son

vigilados por el Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General

(CCRI-CG) del EZLN, a fin de velar por su buen funcionamiento y evitar así la

corrupción, las injusticias, las arbitrariedades, etc. Los Caracoles, se constituyen

así, como la acción más decidida por parte del EZLN de generar autogobierno.

Esta nueva estructura da una mayor solidez al accionar del EZLN, siendo un canal

de relación mucho más abierto con la sociedad civil nacional e internacional. Por

otra parte estas estructuras, se transforman en los interlocutores directos a quienes

dirigirse y en una forma de evitar más enfrentamientos hacia la sociedad civil. Para

ellos, esta es la vía y la respuesta ante la ausencia de diálogo y de disposición a

10 Ceceña, Ana Esther: A diez años del levantamiento zapatista, p. 8

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escuchar y cumplir sus demandas por parte del gobierno, es lo que llaman la “vía de

los hechos.”

Al ver estas nuevas formas de organización a través de las que comienza a operar el

EZLN, nos damos cuenta que nos encontramos ante un conflicto que no deja de

sorprender y que por lo mismo ha removido las conciencias de hombres y mujeres

que se han hecho parte de él, tanto de forma directa, como indirecta. Las mujeres

poco a poco también comienzan a participar dentro de estas nuevas estructuras y

dinámicas del movimiento. Cada vez se hacen más presentes para alzar la voz

antes las injusticias que se cometen día a día en Chiapas, en México y en el mundo.

Las mujeres comienzan así un proceso reivindicatorio intenso a fin de comenzar a

poner a fin a su situación de oprimidas e invisivilizadas y se unen a una causa que

también las cruza como mujeres y como seres humanas.

La situación, social, política y cultural de Chiapas, sin duda, nos presenta un antes y

un después del levantamiento. La sociedad chiapaneca no ha quedado indiferente

ante estos acontecimientos, si no más bien poco a poco se han ido haciendo parte

de ellos. Por otra parte, la contribución de las mujeres, ha sido fundamental en

estos nuevos procesos. Contribuyendo desde sus roles tradicionales, como desde

los nuevos roles que se asumen y surgen a raíz del levantamiento de 1994, como es

la insurgencia. Esta participación de las mujeres desde distintos frentes, las

convierte en sujetas activas y comprometidas, tanto con su causa reivindicatoria,

como con la del movimiento zapatista.

De la opresión a la acción: El largo e inacabado camino.

Sin duda pasar de la opresión a la acción es un largo e inacabado camino. Pues

parte de este, ha sido recorrido durante mucho tiempo por sujetas invisivilizadas

socialmente y marcadas por una movilidad autónoma restringida.11 Hablamos de

mujeres que durante mucho tiempo no han tenido derecho a opinar e incluso a

tomar decisiones sobre la propia vida, expuestas a la violencia y a simplemente

callar y resistir.

En todas las sociedades en general, los modelos de género han privilegiado a los

hombres, legitimando con ello un sistema de desigualdades que se ha ido repitiendo

a lo largo de la historia, y cuya consecuencia primera es la exclusión de las mujeres 11 Gil Tébar, Pilar: “Caminando en un solo corazón: Las mujeres indígenas de Chiapas.” Publicaciones

Universidad de Málaga, Málaga, España, p. 21

10

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de los diferentes espacios públicos, asignándoles por lo demás como función

principal sólo la reproductiva, lo que las relega al ámbito doméstico, por lo demás

un espacio subvalorado. Esta situación que sin duda no es nueva y parece ya muy

repetida, discutida e incluso superada, no es así para todas las mujeres. En las

comunidades indígenas, la división sexual del trabajo aún se encuentra fuertemente

marcada, lo que implica que la construcción social del género solo da valor

precisamente a esta función reproductiva. Los hombres detentan el poder y son

prácticamente los dueños de las mujeres. Por ello las mujeres indígenas son las

excluidas de los y las excluidos/as.

San Cristóbal de las Casas, por lo tanto, no es ajeno a esta situación.

Históricamente se ha caracterizado por un alto excedente de población femenina, lo

que fue situando a las hombres en una cómoda situación, por cuestiones

demográficas las hembras desarrollaron una cultura de concesión. “Con tal de

ganar y no perder al hombre, necesario para la supervivencia, ellas se sometían a

sus designios y acataban su voluntad, renunciando a buscar un plano de

igualdad.”12 Hablamos de procesos, de dinámicas histórico-culturales que son muy

difíciles de romper, cuando por lo demás, son las propias mujeres las que trasmiten

esta cultura de concesión, bajo un sistema que lo avala y lo exige. Por lo tanto, los

patrones patriarcales de género se van reproduciendo de tal forma que pasan a ser

socialmente aceptados.

Por ello, cuando hablamos de mujeres indígenas, necesariamente tenemos que

hablar de exclusión social, la que no solo apunta a una situación de pobreza. Pues

la situación de subordinación y de exclusión social que cruza la vida de las mujeres

es posible verla en una triple dimensión: género, clase y etnia. Lo que se traduce

por consiguiente, en una triple forma de opresión, represión y exclusión: por ser

mujer, por ser pobre y por ser indígena.

Nos encontramos así, con que las mujeres están muy lejos de los que participan y

se benefician de las dinámicas sociales. Así, cuando hablamos de la exclusión de las

mujeres indígenas, esta tiene que ver con la propia dinámica social de las

comunidades indígenas, entendiendo por exclusión: “la manifestación, expresión y

resultado de una determinada estructura social.”13 Por lo demás, esta exclusión y

esta subordinación de las diferentes esferas del accionar en la sociedad, se traduce

12 Rovira, Guiomar (1999): “Mujeres de maíz: la voz de las indígenas de Chiapas y la rebelión zapatista.”

Edit. Virus, 2º edición 1999. Barcelona, España, p. 23 13 Bell Adell, Carmen: Exclusión Social: origen y características, año 2002.

11

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para muchas en: violencia, la que no siempre se manifiesta de la misma forma, ni

con la misma intensidad. Pero es esta misma situación, la que también las ha

llevado a decir “basta”, comenzando a cuestionar, todo un sistema que las ha

mantenido y en muchos casos aun las mantiene en una condición de subordinación.

Hoy rechazan abiertamente el sistema patriarcal imperante y se resisten a seguir

formando parte de este.

Es esta resistencia a continuar en esta condición de exclusión, la que les ha

permitido ir ganando un lugar en los diferentes espacios públicos y pasar a ser

sujetas de pleno derecho. Las mujeres se rebelan contra esta forma de poder que

se ejerce sobre ellas en los diferentes ámbitos de su vida social, atrás quieren dejar

aquellas prácticas tradicionales asumidas como válidas y únicas. Las mujeres

quieren poner en debate temas que hasta ahora no eran legitimados. Así, nos

encontramos que los diferentes grupos y organizaciones de mujeres luchan por la

defensa de los derechos humanos, económicos, sociales, políticos y culturales de las

mujeres y por supuesto por el ejercicio de la plena ciudadanía. Cabe destacar los

avances que se han logrado en materia legislativa respecto de la violencia

intrafamiliar gracias a estas organizaciones.

La situación de las mujeres en Chiapas, sin embargo, es particularmente conflictiva,

contradictoria y compleja, pues luchan por reivindicaciones sociales, políticas, de

reconocimiento como sujetas de derecho en un escenario hostil, en medio de una

guerra no resuelta y en una constante contradicción por querer cambiar situaciones

que su cultura indígena ha avalado desde siempre, pero que saben que no puede

seguir así. Basta de vivir en la precariedad absoluta, de no poder acceder a un

trabajo asalariado que no sea el servicio doméstico, de no contar con educación,

basta de explotación. Las mujeres se revelan ya no quieren ver repetir estas

situaciones generación tras generación, por ello su lucha se dualiza

permanentemente y se funde en una sola: combatir un sistema que no solo las ha

mantenido marginadas a ellas, si no a todo su pueblo.

Dentro del movimiento de mujeres que se ha ido gestando en Chiapas, podríamos

distinguir 2 importantes motores que han impulsado este cambio por diferentes

vías. Por un lado esta el Movimiento Zapatista y por otro lado la iglesia católica,

especialmente la Diócesis de San Cristóbal de las Casas.

La Diócesis de San Cristóbal de las Casas, a través de la Teología de la liberación, se

hace parte importante en los procesos de movilización de las comunidades

12

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indígenas, y en especial de las mujeres, a fin de construir por otras vías un espacio

de diálogo y de comunicación y sobre todo de denuncia de la situación de pobreza

que afecta a las comunidades indígenas, de la discriminación étnica y dominación

política a la que son sometidos, haciendo un llamado también a la toma de

conciencia de la creciente feminización de la pobreza en Chiapas.

En este sentido la contribución de la teología de la liberación tanto al proceso

iniciado por los zapatistas, como a los procesos de participación y reivindicación de

las mujeres ha sido muy importante. Al ser una corriente teológica critica a la

actual institución católica, también se aleja de la postura oficial de la iglesia

respecto de cómo esta concibe a la mujer y a su rol en la sociedad. En este sentido

la iglesia católica, mantiene una visión totalmente conservadora del accionar de las

mujeres en la sociedad. En su momento el Papa Juan Pablo II, expone claramente

cual es el papel de la mujer, el que una vez más queda relegado al mundo privado y

de la reproducción. Siendo los hombres, los que detentan el poder, deciden,

reflexionan y se mueven en el ámbito público.

La teología de la liberación, surge como una corriente teológica critica a partir del

Concilio Vaticano II y que busca superar en síntesis la relación opresor/oprimido.

Se instaura como la iglesia liberacionista o de los pobres. Busca trabajar desde las

bases y desde ahí lograr las reivindicaciones sociales de los más desposeídos y

marginados de la sociedad. Esta, también ha ido presentando y de acuerdo a la

contingencia nuevas alternativas de teología, como es la teología india o la teología

feminista, las que nuevamente nos sitúan en la dialéctica opresor/oprimido.

La teología feminista, tiene por lo tanto como objetivo y como opción, la liberación

de la mujer pobre. Esta apunta a que la iglesia cambie su discurso y su práctica

respecto a las mujeres y de esta forma acabar con la hegemonía masculina. Esta

teología se nutre tanto de las experiencias de la vida cotidiana de las mujeres, como

de la interpretación de la palabra de Dios y su reelaboración.14

La Iglesia en este sentido, ha acompañado a los pequeños grupos de mujeres que

se constituían de manera informal en aras de buscar formas de satisfacer sus

necesidades básicas, formando pequeños grupos principalmente de carácter

económico. Por lo demás, su contribución ha sido importante en el proceso de

fomentar y potenciar el asociacionismo en las mujeres y la importancia de este. De

14 Gil Tébar, Pilar: “Caminando en un solo corazón: Las mujeres indígenas de Chiapas.” Publicaciones Universidad de Málaga, Málaga, España, p. 53

13

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esta forma las mujeres ya sea que estuvieran involucradas directamente o no con el

movimiento, comprendían lo importante que eran los grupos de mujeres y sobre

todo, que estos no fueran dirigidos por hombres. Así, sería más fácil poder

compartir experiencias de todo tipo y encauzar de mejor forma sus intereses. Todo

esto siempre bajo el contexto comunitario. Surge así la Coordinadora Diocesana de

Mujeres (CODIMUJ), como un espacio de resistencia y participación para el cambio.

Por otro lado, 1994 fue sin duda un año clave para muchas mujeres en el inicio de

un proceso individual y colectivo de participación que ya no se detiene: “el

zapatismo trajo una toma de conciencia de la realidad. Es verdad que estamos

aplastadas, dicen ellas ahora. Nosotras, en el olvido del olvido, ni cuenta nos

habíamos dado. Ahora empezamos a hablar, a decir nuestra palabra. Ahora al

menos sabemos como estamos de aplastadas.”15 Estas palabras tomadas ya hace

un par de años son el reflejo de cómo las mujeres comienzan primero por darse

cuenta, a ser conscientes de la situación en la que se encuentran para luego dar

paso a la acción. Es un despertar hacia nuevos horizontes, es comenzar a abrir

camino a una nueva conciencia de su condición y de su situación de mujeres

indígenas: esta puede cambiar. Se dan cuenta por lo tanto, de que tienen derechos

que hasta entonces les habían sido negados, como la posesión de la tierra, ocupar

cargos, ser capaces de exponer y de exigir sus propias demandas, en definitiva de

organizarse.

Muchas mujeres se han incorporado desde muy jóvenes a las filas del EZLN, con la

resistencia total de sus madres y de sus familias, lo que las ha llevado a

incorporarse muchas veces de forma absolutamente clandestina al movimiento para

evitar precisamente el rechazo familiar y la discriminación social. Para ellas, esta

incorporación ha significado adentrarse en un mundo que les ha abierto nuevos

mundos y que les ha reportado importantes herramientas, como aprender a leer,

escribir, saber algo más de política e ir abriendo con ello conciencia en otras

mujeres y dar fuerza al movimiento y a las propias demandas de las mujeres,

ganando espacios en el terreno de las decisiones y de las acciones a seguir.

Así, tanto desde el EZLN como desde la iglesia católica, se comienza a hacer un

llamado para luchar contra la situación que afecta a las mujeres, sobre todo respeto

de la pobreza feminizada y de la violencia.16

15 Rovira, Guiomar (1999): “Mujeres de maíz: la voz de las indígenas de Chiapas y la rebelión zapatista. “ Edit. Virus, 2º edición 1999. Barcelona, España, p. 16 16 Gil Tébar, Pilar: “Caminando en un solo corazón: Las mujeres indígenas de Chiapas.” Publicaciones Universidad de Málaga, Málaga, España. Caminando en un solo corazón. P. 23

14

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En este sentido, el Movimiento Zapatista, ha traído una creciente movilización de las

mujeres y una fuerte toma de conciencia de lo que significan los territorios

militarizados para la vida de las comunidades y para ellas mismas. Las mujeres

insurgentes o no, se sienten más seguras en las zonas en que hay mayoría

zapatista, rechazando totalmente la presencia de las fuerzas militares mexicanas,

pues estas solo traen más violencia: “la militarización y la actuación de grupos

paramilitares agrava aún más la situación de las mujeres a través de la prostitución,

el alcoholismo, así como por medio de la violencia física, emocional y política.”17

Esto sin duda, es una causa muy importante que refuerza su accionar hacia la paz.

Las mujeres quieren el cese de la violencia y de las masacres en contra de ellas y de

sus compañeros. Por ello muchas en la insurgencia han encontrado el camino para

acabar con esta histórica marginación y lograr el gobierno autonómico y por ende la

pacificación, “al aumentar su participación como milicianas, insurgentas, operadoras

de radio, promotoras de salud y dirigentas de lo político, junto con todas las bases

de apoyo se prepararon para la guerra: Demostramos nuestro valor y coraje contra

el mal gobierno, las injusticias y el olvido. Y que las mujeres podemos tomar las

armas y pelear contra la fuerza represiva".18 Aunque nadie quiere la guerra, la

resistencia es dura, las armas están, pero no se disparan, no se quiere más

derramamiento de sangre.

El Movimiento Zapatista por lo tanto, ha sido muy importante en la integración de

las mujeres, les ha dado un valor que históricamente muy pocas veces se les había

otorgado a las mujeres, no sólo en un contexto indígena. Incluye dentro de sus

demandas las demandas de género, lo que permitió encauzar una lucha que a

través de muchas organizaciones se encontraba dispersa y sin peso político real. Es

lo que se conoce como la “Convención Estatal de mujeres chiapanecas,” la que se

constituye en vísperas de las elecciones de 1994. Era necesario aunar fuerzas para

poder alcanzar los objetivos que las diferentes organizaciones tenían por separado.

Participaron en ella todas las organizaciones y ong’s que trabajaban con mujeres

que quisieran hacerse parte de este proceso.

La exposición de las demandas, sería presentada a la “Convención Nacional

Democrática (CND).”19 Dentro de sus exigencias, están aquellas en las que se

solicita la salida del ejército mexicano y la desmilitarización del Estado. Por otra

17 http://www.nodo50.org/pchiapas/chiapas/noticias/chiapas8.htm 18 http://www.jornada.unam.mx/2007/01/04/index.php?section=politica&article=013n1pol 19 Convención Nacional Democrática: Conjunción de todos los movimientos y asociaciones políticas reunidos en Aguascalientes, a fin de constituirse como el principal oponente a la propuesta del partido gobernante (PRI). Todas estas agrupaciones, se denominaron como “sociedad civil”.

15

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parte y con carácter de urgente también, se pide el cese y el castigo de los

hostigamientos militares y de las violaciones a mujeres. Por otra parte, en estas

demandas también se solicita la paz, pero esta necesariamente y para que se

establezca y se consolide, debe ir ligada a las justicia y a la dignidad, si no es así, es

imposible hablar de paz. El resto de demandas apuntan a las mejoras en salud,

educación, alimentación, etc. Dentro de las que se enmarcan en el contexto

político, se exige la participación equitativa de las mujeres, y que esta sea efectiva,

dejando atrás el sistema patriarcal de organización imperante.

Sin duda, tras entrar el movimiento zapatista, se ha iniciado un antes y un después.

Tras ya muchos años de lucha y de sumarse a ella, son muchos los avances que se

han logrado en la defensa de los derechos indígenas y de las mujeres. Atrás va

quedando aquella época en que el valor de las mujeres no se veía. Hoy son muchas

las mujeres que forman parte de una generación que podríamos decir ha nacido

libre. Tienen acceso a la educación y tienen nuevos referentes femeninos de acción

y participación. Por lo tanto ya no hay marcha atrás en este proceso de

emancipación que ha surgido desde dentro del movimiento y de las comunidades,

reflexionado y dirigido por las propias mujeres indígenas de Chiapas.

La paz: una lucha silenciosa, pero sólida.

Hablar de paz en general no es fácil, y hablar de paz en Chiapas es aún más

complejo. Nos encontramos ante un contexto totalmente diferente al que estamos

habituados y en el que se presentan muchas aristas. Es necesario plantearnos por

lo tanto, primero que nada, que entendemos por paz y luego de ello no simplificar

su significación y comprender también que detrás de ella, de su búsqueda, hay un

tema de poder y de política importante, aunque no siempre explicito.

Entonces, ¿qué es la paz?, ¿un estado de quietud y tranquilidad?, ¿ausencia de

conflicto, de guerra? o de acuerdo a lo que señala el Derecho Internacional, ¿un

acuerdo o convenio que pone fin a un conflicto? Sin duda, todas ellas son

acertadas, pero creo que ninguna de ellas menciona, por lo menos no

explícitamente, algo que para el Movimiento Zapatista y para las mujeres indígenas

de Chiapas es esencial: justicia y dignidad. Sin estos dos componentes es imposible

concebir la paz en Chiapas, lo que complejiza aún más el poder hablar de ella, sobre

todo en los términos tradicionales o clásicos a los que estamos acostumbrados/as.

16

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Por otro lado, lo que igualmente torna difícil hablar de paz en Chiapas, es que no

nos encontramos ante un conflicto abierto, si no más bien ante un conflicto que no

esta resuelto y que se enmarca absoluta y totalmente bajo las dinámicas de las

comunidades indígenas, las que por lo demás no siempre son comprensibles para el

mundo no indígena. Cuando hablamos de que no es un conflicto abierto, nos

referimos a que no hay enfrentamientos directos, pese a los hostigamientos de las

fuerzas militares mexicanas para provocar la respuesta armada de los zapatistas.

Lo que no significa que no exista violencia, ni muertes, pues estos se suceden cada

día. Por lo tanto, los enfrentamientos directos han cesado, pero los hostigamientos

de militares o de grupos paramilitares continúan. El conflicto se manifiesta así, bajo

otras y nuevas dimensiones: la guerra de baja intensidad (GBI) o de desgaste.

Siendo las mujeres las que más fuertemente se ven afectadas por ella.

En este sentido el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, lleva

a cabo constantes denuncias sobre las violaciones a derechos humanos en las

comunidades indígenas, a la vez que se constituye como memoria histórica del

conflicto armado y del proceso que viven las comunidades en aras de alcanzar su

libre determinación.

Este Centro, da cuenta en su último informe sobre derechos humanos en México

(2007) sobre lo que ha significado la GBI para las comunidades y el desgaste que

ha implicado. Al respecto señala, que la ocupación militar de las Fuerzas Armadas

en Chiapas, sigue siendo un factor importante para la continuidad de la guerra de

baja intensidad. El despliegue de campamentos militares continúa, puestos

militares que hostigan a la población civil, reactivación de grupos paramilitares,

entrenados por el propio ejército mexicano. Por otra parte continúan los

hostigamientos a las comunidades indígenas, con el pretexto de investigar presencia

de grupos armados, así como operativos militares y policíacos con el motivo de

lucha contra el narcotráfico cometiendo violaciones contra la sociedad civil, abuso de

autoridad, privación arbitraria de la libertad y tortura.20

Por otra parte, respecto de los desplazados por el conflicto armado, señala en este

mismo informe que: “el desplazamiento interno es uno de los efectos no atendidos

en su totalidad por los gobiernos federales y estatales. No se han creado políticas

públicas, ni legislación que brinde atención integral a las personas internamente

desplazadas. Los desplazamientos según este Centro son una estrategia militar y

20 Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas (2007): Balance Anual 2007 sobre derechos humanos México .

17

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contra insurgente aplicada en Chiapas y que vulnera directamente el territorio de los

pueblos indígenas. En este sentido, el desplazamiento interno tiene que ver

fundamentalmente con el objetivo de controlar los territorios de la población que

lucha por la tierra y el territorio.”21

Por otro lado las mujeres no solo sufren violencia en sus territorios a través de

violaciones y hostigamientos. Cuando son detenidas, son totalmente vulnerados

sus derechos, alejadas de sus familias, con menos días de vista que la población

masculina, etc. En estos espacios se vulneran todos los derechos consagrados en

los tratados internacionales como la Convención Interamericana para Prevenir,

Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer.

Las dimensiones del conflicto en Chiapas, por lo tanto, se tornan cada vez más

complejas, siendo la dimensión y el espacio de la vida cotidiana el que más afectado

se encuentra, principalmente el de las mujeres. Las zonas militarizadas, impiden el

desarrollo normal de la existencia de las mujeres y de sus familias, viendo estas

restringida casi todas sus actividades diarias, como aquellas tan sencillas y simples,

como recoger la leña, dirigirse a lavar la ropa, etc., incluso sus actividades como

trabajadoras han quedado prácticamente paralizadas producto de la presencia

militar.

La vida de las mujeres, por lo tanto, y de acuerdo a lo que señala el Servicio

Internacional para la Paz (SIPAZ), se ve afectada en todas sus dimensiones,

ejerciéndose sobre ellas una violencia que no acaba. Hostigamientos y violaciones

que no siempre son denunciados, generando un fuerte desgaste físico y emocional.

Terror y rumores, que no generan más que división al interior de las comunidades y

de los propios grupos de mujeres, llevando a un estado de pánico, desconfianza y

paranoia permanente. La prostitución en las zonas militarizadas también ha ido en

aumento. Se vive o sobrevive en un estado de violencia omnipresente y

permanente, que no hace más que socavar la convivencia comunitaria y familiar,

trayendo como consecuencia un aumento de la violencia intrafamiliar.

Al ver esta situación de violencia que no se cesa, que no duerme, sin duda exige

una nueva mirada, un nuevo análisis respecto de la paz y del imaginario que existe

en torno a ella. Por lo tanto, el planteamiento que los zapatistas y las mujeres

tienen respecto a la consecución de la paz en Chiapas, la complejiza, la dinamiza, y

21Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas (2007): Balance Anual 2007 sobre derechos humanos México.

18

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también nos enseña, por que ¿de que sirve la paz, cuando la justicia y la dignidad

no se encuentran presentes? o ¿es posible hablar de paz sin dignidad y sin justicia?,

¿es válido firmar acuerdos o convenios en pos de “la paz”, si eso implica acabar con

formas de organización ancestrales y que por consiguiente implicarían una violación

a la propia dignidad e identidad de hombres y mujeres?

La verdad es que son muchas las interrogantes que se plantean y por lo mismo

hablar de paz en Chiapas, del camino que se recorre y se ha recorrido hacia ella,

implica adentrarse en la intimidad da las dinámicas de las comunidades indígenas.

Las Juntas de Buen Gobierno (aquellas que se forman con representantes de los

municipios Autónomos Zapatistas), sin duda han sido un logro importante en pos de

alcanzar esta trilogía: paz, justicia y dignidad, pues han logrado establecer sus

propios procesos legales y de justicia en un contexto de autogobierno. “Construir

gobiernos que manden obedeciendo, con cargos rotativos, no remunerados y no

profesionalizados, constituyen un auténtico desafío que, por un lado permite ir

experimentando esa nueva cultura política para gobernarse sin reproducir relaciones

de poder y dominación y, por otro, permite darle la vuelta al posibilismo avanzando

ya en la construcción de una sociedad distinta.” 22

Estas cada vez van siendo mas legitimadas por los indígenas y por los que no.

Púes no solo recurren a ellas los indígenas de esos municipios, si no que están

abiertas para todo el mundo, en ningún caso son excluyentes. Estas operan

satisfactoriamente y dan cuenta de que el autogobierno, la autonomía es posible y

que ello en ningún caso tiene por que significar conflicto, si no muy por el contrario.

Hasta el año 2003, solo participaban hombres en las Juntas de Buen Gobierno, un

año más tarde comienzan a incorporarse mujeres, las que ocupan puestos de

decisión por designación popular mediante asambleas. Son consejeras municipales,

jefas, presidentas, etc. A través de esta incorporación, las mujeres se convierten en

elementos de suma importancia para la promoción de la participación de hombres y

mujeres. Dentro de sus labores están las de dirigir algunos pueblos, velar por los

intereses colectivos, buscar un desarrollo equitativo, evitar los centralismos,

equilibrando los recursos entre los municipios y las regiones, etc.

De esta forma las mujeres se esfuerzan cada día por lograr la autonomía, siendo la

educación una herramienta de vital importancia. Surge así, lo que se conoce como

22 Ceceña, Ana Esther: A diez años del levantamiento zapatista, p.8

19

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educación autónoma, a la que en un primer momento era muy difícil de acceder si

se era niña. Sin embargo hoy en día, las comunidades autónomas tienen

promotoras de educación, las que elaboran planes de estudio y se relacionan

directamente con las familias a fin de que estas comprendan la importancia que

tiene que sus hijas estudien y vayan a la escuela.

En este sentido Chiapas, nos presenta formas de ejercer autogobierno y justicia de

la forma en que las comunidades lo han hecho siempre. Sin embargo y como

plantea María Teresa Sierra profesora de CIESAS (México), estas formas que apelan

al reconocimiento de la diversidad cultural y a la revalorización, implican también un

reinventar la justicia tradicional, y un repensar de la propia democracia, pues estas

nuevas/antiguas formas planteadas desde el movimiento zapatista de autogobierno

y justicia, permiten la expresión de las voces subordinadas, como por ejemplo la de

las mujeres.

En este escenario de conflicto, el accionar de las mujeres, por lo tanto, ha estado y

está siempre presente, siendo un elemento clave de resistencia y de búsqueda de la

paz. Lo que es importante señalar, es que muchas de estas acciones, no pueden

traducirse en acciones concretas como a las que estamos habituados/as, por que

estas se enmarcan dentro de un contexto netamente indígena y comunitario, lo que

implica que opera bajo otras dinámicas socio-culturales, de tiempos y espacios.

Gran parte del trabajo que realizan las mujeres en pos de la paz, no es un trabajo

que se encuentre institucionalizado o si lo es, es a modo de las comunidades

indígenas. Esto por supuesto, no implica que sea ajeno al trabajo que realizan los

organismos de derechos humanos o que no se impliquen con las redes que trabajan

por la paz. Sin embargo para poder apreciar esta situación, es necesario ver como

nos situamos nosotros/as ante una cultura diferente a la nuestra y con otras formas

de proceder. En Chiapas, el paso lo marcan las comunidades indígenas y las

mujeres se mueven dentro de las comunidades. Esto es, si queremos hablar desde

el interior de las comunidades y no desde el exterior como es el accionar y la visión

de los diferentes organismos internacionales que velan por los derechos humanos y

por la pacificación.

Las mujeres trabajan arduamente desde sus propias dinámicas y son ellas las que

generan los procesos y plantean los debates y eso es lo que hace difícil introducirse

en esta búsqueda, cuya transmisión es básicamente oral, lo que implica que hay

muy poco material escrito al respecto. Por otra parte, la paz pasa también por sus

20

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propias reivindicaciones, por el cese a la violencia contra ellas, los indígenas y la

sociedad civil. La paz, viene de la mano con la concientización de las mujeres

respecto de su propia realidad. Pues la participación de ellas, implica

transformaciones en las relaciones sociales y potencialmente una transformación del

propio orden social, planteando con ello, a veces como suele ser el caso de las

mujeres indígenas, sin ser conscientes de ello, una propuesta alternativa de

sociedad.

Las insurgentas son una lucha por la paz, ellas se transforman en ese símbolo, en

ese referente para el resto de mujeres. De hecho son consideradas como el icono

de la rebelión. Así lo fue por ejemplo, la comandanta Ramona, siendo una de las

representantes más importantes en los primeros años del movimiento. Por lo tanto,

la insurgencia, se transforma en una acción concreta a la que muchas mujeres han

adherido en aras de la consecución de la paz.

El establecimiento de la “Ley revolucionaria de mujeres”, por ejemplo, también ha

sido un paso importante por lograr la paz en Chiapas, pues implica la necesidad y la

exigencia de lograr justicia, igualdad y dignidad para las mujeres. Las mujeres son

miembros de la comunidad y los zapatistas lo han dejado claro, por lo tanto

reclamar justicia y dignidad para ellas, es reclamar también justicia y dignidad para

las comunidades.

Esta ley, ha sido de vital importancia, pues plantea demandas y exigencias que

hasta no hace mucho tiempo eran impensadas. Muchas de sus exigencias

parecieran ser tan básicas y que para muchas mujeres ni siquiera ha presentado un

problema en algún momento de sus vidas, como es por ejemplo el decidir cuantos

hijos tener, con quien casarse, rechazar la violencia, poder optar a cargos públicos,

etc. Realmente es una ley revolucionaria, por que rompe con tradiciones que

habían tenido a la mujer en un estado de violencia permanente, privadas de

cualquier derecho, violencia que llevaba prácticamente a que no se perteneciesen a

si mismas. La paz por lo tanto, se puede traducir como una consecuencia de la

participación de las mujeres en sí. La reivindicación de sus demandas es una acción

por la paz.

Esta participación, sobre todo, apunta a una participación política, siendo el

colectivo el medio fundamental para dar más fuerza y sentido a esta, lo que implica

ir ganando más espacios a nivel político como dirigentas. Por otra parte el trabajo

colectivo siempre significa beneficios para los demás y en este sentido los colectivos

21

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de mujeres han sido un importante apoyo al movimiento. Se constituyen es un

medio que da más solidez a sus demandas y potencia por otra lado la educación

popular desde dentro.

Por otra parte los colectivos, son encuentros muy importantes para las mujeres, por

que estos también se traducen en espacios de contención, donde es posible superar

los miedos, las miserias vividas, siendo importantes también por que se realizan

dentro de la comunidad lo que implica que son legitimados y apoyados por esta.

En este sentido, dentro de la revolución zapatista, se instala otra revolución que es

la de las mujeres, pues trae consigo una revolución de las costumbres, un cambio al

interior de las propias dinámicas culturales, dentro de lo cual lo destacable es que el

cambio viene provocado desde dentro. Y digo destacable, por que algunas

feministas que han trabajado en Chiapas fueron rechazadas por las propias

mujeres, exigiendo estas que las dejaran a ellas resolver sus situaciones, a sus

propios tiempos y bajo lo que ellas consideraran que estuviera bien o mal.

Lo logrado a través de esta declaración es vital, por que si bien no ha sido fácil, hay

muchas cosas que han ido cambiando. Las mujeres insurgentes ya deciden sobre

cuantos hijos quieren tener, pueden decidir con quien casarse, etc. Y esto sin duda

se convierte en un nuevo imaginario de la mujer indígena, pero con un referente

que surge desde sus propias bases. No son modelos exportados desde fuera, lo que

va creando una base de cambio mucho más potente y más accesible para las

mujeres.

Por lo tanto, son ellas las que irrumpen al interior del propio movimiento y lo hacen

como actoras importantes y activas, removiendo tradiciones que parecían

inamovibles. Esta irrupción, surge de su propia concepción del mundo, de su

conciencia, de sus deseos de transformación y cambio. Aunque hasta el día de hoy

es un mundo que aun resulta algo desconocido y cerrado. Por lo mismo muy poco

se ha escrito al respecto. Toda la transmisión es oral y el anhelo por alcanzar la paz

se encuentra presente en cada una de sus acciones.

Por otra parte y como señalábamos anteriormente, la sociedad civil ha sido

fundamental para el movimiento zapatista, tanto a nivel nacional como

internacional, es esta la que ha encauzado el camino del diálogo y de la no

violencia. En este sentido, las mujeres que no son parte activa del movimiento,

pero si forman parte de la sociedad civil, se constituyen en una importante

resistencia civil a fin de evitar enfrentamientos con los militares y por consiguiente

22

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evitar más muertes. La sociedad civil, es la vía cívica y de participación pública en

la que el EZLN se apoya, pues es ahí "donde se forma la voluntad colectiva, se

organiza el convencimiento y la adhesión de las clases subalternas."23 Elementos

claves para el EZLN y por supuesto un espacio de vital importancia para la

participación de las mujeres.

Podríamos decir y como bien lo plantea Guiomar Rovira, las mujeres hacen labor de

hormigas, de forma paciente y minuciosa. Y es precisamente esta paciencia, las

que las ha llevado a tener clara conciencia de que sin su participación es imposible

ganar la lucha, hoy se saben necesarias y por lo mismo luchan por que su trabajo

no vuelva a ser subvalorado o ignorado.

Las mujeres también se hacen parte por lograr la autonomía, el autogobierno, pero

sin violencia. Las juntas de buen gobierno han dado prueba que es ahí donde

muchas de sus demandas tienen cabida real y concreta y por lo demás

participación. De esta forma, donde hay mayoría zapatista y más mujeres

organizadas no hay conflictos y los problemas se resuelven. A diferencia de donde

no hay mayoría zapatista, ni mujeres organizadas, pero si hay presencia militar y

paramilitar, se evidencia un aumento de los conflictos, lo que se traduce en más

violencia, en particular en contra de las mujeres.

Ahora bien, como señalaba anteriormente hay grupos internacionales trabajando

por la paz, como es por ejemplo el SIPAZ (Servicio Internacional para la Paz), cuya

labor principal se ha centrado en trabajar temas de resistencia civil, apuntando por

la transformación pacifica de los conflictos, trabajando directamente con diferentes

ONG’s presentes en Chiapas.

También esta la Red por la paz en Chiapas, que surge en el año 2000, tras la

convocatoria de tres organizaciones que trabajan con el estado: el Colectivo de

Educación para la Paz (CEPAZ), la Comisión de Apoyo a la Unidad y Reconciliación

Comunitaria (CORECO) y el Servicio Internacional para la Paz (SIPAZ).

Estas intentan trabajar con organizaciones chiapanecas a fin de terminar con el

deterioro social que ha significado el conflicto y el estancamiento de los procesos de

paz, en donde nuevamente es necesario reflexionar sobre lo que entendemos por

paz y los intereses políticos que suelen estar a veces detrás de ella, la discusión

esta abierta. Esto en ningún caso implica desconocer la situación de conflicto _los

23www.ecoportal.net/Contenidos/Temas_especiales

23

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que por lo demás son diversos_ que se vive en Chiapas, pero si profundizar más en

lo que realmente se persigue cuando se habla de paz y en valorar y dar clara cuenta

de cual es el verdadero accionar de las comunidades y en particular de las mujeres

en pos de la paz, así como por parte del gobierno, el que no da clara cuenta de la

situación.

La Comisión Civil Internacional de Observación de los Derechos Humanos

(CCIODH), avala esta falta de respuestas concretas por parte del gobierno, la que

no puede si no traducirse en más vulneraciones a los indígenas de Chiapas y en las

que por lo tanto el gobierno sería responsable. Una vez más creo se hace necesario

recordar que la paz no es una sola, si no que tiene muchos más elementos que

considerar y que son indispensables para poder hablar de vías pacificatorias, de

resolución de los conflictos.

Por otra parte en el informe de febrero 2008 tras su visita a Chiapas, la CCIODH

afirma que continúa el clima de hostigamientos contra las organizaciones sociales y

que siguen ingresando a las cárceles nuevos presos políticos y de conciencia. Para

la CCIODH, en México se siguen implementando “políticas encaminadas al

debilitamiento del tejido social por medio de la división de las comunidades

indígenas y campesinas y el hostigamiento frente a las organizaciones sociales más

reivindicativas.”24 Siendo inquietante también la continuidad y la impunidad de los

grupos parapoliciales y paramilitares.

En este contexto, uno de los actos importantes llevado a cabo por las mujeres en la

lucha por la paz es el “Primer encuentro de mujeres zapatistas del mundo”,

celebrado a principios del 2008. En la que plantean: “'Con muy poco hemos

conseguido mucho, la lucha que hemos desarrollado dicha en palabras parece muy

sencilla, pero detrás hay coraje, rabia, dolor, sufrimiento y el trabajo y el llanto de

muchas mujeres.”25 Esto refleja que el accionar de las mujeres siempre ha estado,

solo que, no siempre ha sido entendido ni valorado. Por otra parte, en este

encuentro se plantea claramente la necesidad de seguir por la vía que ha llevado el

movimiento zapatista. Que la lucha continuará para acabar con el mal gobierno y

que sus derechos deben ser reconocidos y respetados.

Dentro de las organizaciones que trabajan con mujeres y que se incorporan a la red

por la paz en Chiapas, están: CIAM (Centro de Investigación y Apoyo a la Mujer).

24 http://cciodh.pangea.org 25 http://www.kaosenlared.net/noticia.php?id_noticia=49970

24

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Centro de derechos de la Mujer, que se plantea como objetivo la construcción de

una cultura de derechos humanos y surge como la necesidad de estructurar el

movimiento de mujeres en Chiapas. COFEMO (Colectivo Feminista Mercedes

Olivera). Estos grupos en cuanto a la paz, se definen como críticos al gobierno,

siendo un actor civil que intenta fortalecer a los actores locales y regionales.

También se encuentra presente en Chiapas la CODIMUJ (Coordinadora Diocesana de

Mujeres de San Cristóbal de las Casas). Su preocupación esencial son los derechos

de las mujeres y la visibilización de su accionar. En ella participan diversas

organizaciones de mujeres, políticas y sociales. Por otra parte la Organización

Pueblo Creyente de carácter religioso, también colabora con las mujeres,

principalmente asistiendo a aquellas que tienen familiares detenidos. También se

encuentra en esta lucha por la paz y por el respeto a los derechos humanos el

Grupo de Mujeres de San Cristóbal de las casas COLEM, el que se centra

básicamente en el trabajo contra la violencia de las mujeres.

Las acciones de las mujeres por la paz, se traducen por lo tanto en resistencia civil,

insurgencia, participación en diferentes colectivos y asociaciones de mujeres, tanto

de carácter económico, como político y social. Por otra parte, también se vinculan

con entidades promotoras de derechos humanos y con organismos que buscan la

pacificación en Chiapas, siendo estas últimas muy importantes par afrontar las

secuelas de la guerra de baja intensidad que las afecta, a la vez que una

concientización a seguir luchando por poner fin a ello. Por lo tanto, las mujeres

continúan en esta lucha a veces silenciosa y aniquiladora por alcanzar la anhelada

trilogía: paz, justicia y dignidad.

REFLEXIONES FINALES

Difícil es concluir cuando los procesos aún se encuentran abiertos, latentes y

pareciera ser, muy lejos de resolverse, como es el conflicto en Chiapas. Sin

embargo no se puede evitar reflexionar ante un fenómeno que ha venido a remover

conciencias, no solo las de Chiapas, si no las del mundo y en que un conflicto marca

una nueva mirada y una nueva lectura ante el conflicto en sí y su resolución.

Chiapas, más allá de los cuestionamientos que pueda suscitar en torno al

movimiento que ha generado, nos plantea sin duda nuevas formas de mirar el

mundo y nos lleva a abandonar ciertas certezas que tenemos en cuanto a las

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formas de proceder de las sociedades. Por otro lado, evidencia que los conflictos y

su solución no se pueden universalizar, así como tampoco se puede universalizar la

propia idea de la paz y menos concebirla sin dignidad y justicia.

Vuelven a recobrar importancia las identidades, la cultura, las tradiciones, como

herramientas válidas y exigibles para la resolución de conflictos y para asentar las

bases del propio desarrollo, sin caer en culturalismos, si no muy por el contrario,

siendo precisamente conscientes de la existencia del pluralismo cultural y social, en

que ninguna cultura se superpone a otra. Por lo tanto, nos lleva a valorar la

diferencia como un aspecto enriquecedor del desarrollo de los pueblos.

Chiapas nos plantea nuevas miradas ante muchos aspectos de la sociedad y una

valorización permanente de todos los actores sociales que intervienen en ella y en

un conflicto. En este sentido es importante destacar, que no solo se ha valorado el

activismo de las mujeres cuando participan directamente en el movimiento, si no

que también se ha considerado de vital importancia el aporte que hacen desde sus

roles tradicionales, como resistencia civil, dando clara cuenta que cada uno/a es

necesario/a y fundamental para la consecución de la paz y para el desarrollo de una

sociedad más equitativa y justa.

Las mujeres se constituyen así en un motor importante de cambio y que en su

cotidianeidad y de manera concertada construyen alternativas para un nuevo orden

social. Al integrar las comunidades de manera activa, cambian las relaciones de

género y de poder, planteando nuevas formas de pensar y construir lo colectivo,

constituyéndose ellas en si mismas en sujetas de cambio social.

Los movimientos sociales, se han entendido como agentes que intervienen en el

proceso transformador de la sociedad y en este sentido el movimiento de mujeres

en Chiapas ha sido fundamental para caminar hacia la paz, aunque lentamente y

con costos, muchas veces, demasiado altos y generar transformaciones importantes

en la vida de las comunidades, replanteando las costumbres y modificándolas.

En este sentido, esta acción conjunta con intereses comunes, es lo que ha permitido

caminar hacia cambios en las formas de proceder como sociedad al interior de las

comunidades, como en la consecución de sus derechos, como ciudadanas y como

seres humanas, aunque el proceso como mencionaba sea lento.

La participación de las mujeres, por lo tanto, no sólo puede traducirse en la

ejecución de acciones sociales, éstas van mucho más allá, transformándose en

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importantes espacios de socialización. Esto ha evitado la ruptura de los lazos

sociales, pese a las diferencias y divisiones que a veces se presentan, los ha

fortalecido, siendo una herramienta importante para la lucha por la paz y para la

lucha en contra del capitalismo. Pues el capitalismo, junto con todas las diferencias

que genera en el plano económico, también genera sociedades cada vez más

individualistas, en que el accionar de forma colectiva se va viendo más debilitado.

Por lo tanto, esta fuerza en los lazos sociales, se torna fundamental para dar más

consistencia a cualquier movimiento social y en particular cuando hablamos de un

movimiento indígena.

Las mujeres, en este sentido, dan cuenta de un fenómeno colectivo que va más allá

del simple reflejo de una crisis social, pues ellas han apuntado hacia la consecución

de nuevas normas y formas de solidaridad, construidas colectivamente, para con

ellas mismas en función de toda su lucha reivindicatoria y en relación al movimiento

zapatista.

Chiapas en definitiva, es un movimiento en permanente cambio, que no desconoce

que se enmarca dentro de un contexto global y transnacional, lo que le lleva a

repensar y resignificar constantemente el accionar de las comunidades,

enriqueciendo con ello aún más los planteamientos del movimiento zapatista y el

movimiento de mujeres de Chiapas.

En este sentido, creo que en Chiapas también se hace necesario hablar de un

desarme cultural, siguiendo el planteamiento de Raimon Panikkar, quien señala que

hoy en día para lograr la paz, no sólo se requiere de un desarme bélico, pues este

no es suficiente para alcanzar la paz y solidaridad entre los pueblos y naciones. Y

creo que Chiapas es un claro ejemplo de ello. El movimiento no sólo quiere deponer

armas, quiere justicia, dignidad, reconocimiento y respeto a la cultura, que ninguna

se superponga a otra, ni se crea superior. Ya lo menciona el Subcomandante

Marcos, se quiere un mundo donde quepan muchos mundos y creo que ellos han ido

dando cuenta de ello poco a poco al ir reconociendo la pluralidad de las culturas.

Basta ya de opresión y de exclusión innecesaria.

El accionar de las mujeres por la paz, por lo tanto, también nos lleva a reconocer

esta diversidad, pues ellas nos dan clara cuenta de que existen otras formas no

institucionalizadas que permiten avanzar hacia la paz, bajo dinámicas heterogéneas

y múltiples, las que por lo demás a veces son sumamente simples, lo que las torna

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complejas y difíciles de percibir y aprehender, de capturar y las que sin duda nos

invitan a adentrarnos en estas dinámicas comunitarias.

Por lo tanto, ya no hay marcha atrás en este proceso de emancipación y

dignificación iniciado por las mujeres dentro del movimiento y de las comunidades.

Ya no hay marcha atrás para un proceso que ha sido reflexionado y dirigido por las

propias mujeres indígenas de Chiapas y que nos muestran una parte de la historia

de Chiapas, que sin ellas no sería completa. Ellas hoy, como sujetas sociales de

pleno derecho escriben su historia y la del movimiento zapatista, desde sus propias

vivencias y experiencias de la vida cotidiana. Las mujeres, hablan, actúan y

transforman.

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