Las Pandillas Juveniles desestabilizan la regi nvf1 · Las Pandillas Juveniles ... RESALTANDO el impacto de las pandillas delictivas ... En El Salvador las bandas se volvieron un

Reporte Confidencial

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Las Pandillas Juveniles Desestabilizan la

Región

“…RESALTANDO el impacto de las pandillas delictivas en el entorno económico y social que ponen en riesgo los progresos alcanzados por nuestras sociedades en el proceso de estabilidad, democratización y desarrollo sostenible y destacando la necesidad de los Estados de cooperar estrechamente entre sí y de adoptar una estrategia regional de cooperación para el tratamiento

de las pandillas delictivas. …” (Declaracion OEA 04 de Junio 2009)






Las llamadas “pandillas juveniles” es un problema político que reclama

acciones públicas integrales. En general, se puede afirmar que la inseguridad

es una de las mayores amenazas a la consolidación democrática y a la

vigencia de los derechos Humanos en América Latina y el Caribe.

¿Cómo ha evolucionado la situación en los últimos tiempos, en los

diferentes países de la región?

El aumento de la drogadicción y de la delincuencia asociado a las

pandillas juveniles son síntomas que muestran la magnitud y profundidad de

un problema de adaptación e inserción de los jóvenes en el mundo de los

adultos. Los indicadores de violencia juvenil, además, se van expandiendo

peligrosamente también al mundo infantil, al punto de convertirse hoy en






una de las principales causas de muerte de la población entre los 5 y 14 años

de edad.

La violencia de las pandillas juveniles es un problema serio. Aunque tiene

origen en las realidades específicas de los países de la región, también se

vincula con los problemas de las comunidades de inmigrantes

centroamericanos que hay en América del Norte.

Los cálculos sobre la cantidad de integrantes de pandillas son muy variados,

desde unos pocos 25.000 hasta la considerable cifra de 300.000 pandilleros

activos en Guatemala, El Salvador, Honduras, Chiapas, México y Venezuela

este último están haciendo presencia en los últimos años.

En El Salvador las bandas se volvieron un problema a finales de los años

ochenta; en Guatemala y Honduras, las bandas aparecieron en la primera

mitad de los noventa. Desde entonces su número se ha multiplicado.

La mayoría de las explicaciones sobre el crecimiento de las bandas se centran

en dos causas: las prolongadas guerras civiles que asolaron América Central

durante los años ochenta, y la política de deportación de Estados Unidos. Sin






embargo, estas teorías no reflejan las realidades locales. Honduras, el país

con el problema de bandas más serio, nunca experimentó una guerra civil.

Nicaragua y México, países que reciben muchos deportados de Estados

Unidos, nunca han tenido la cantidad de miembros de bandas que se ven en

El Salvador y en Guatemala.

Los integrantes de las pandillas juveniles tienen entre 12 y poco más de 30

años de edad. Muchas de sus señas de identidad, los tatuajes incluidos, así

como sus códigos lingüísticos se originaron en los barrios de Estados Unidos,

y los límites de sus territorios están marcados por graffiti. Sin embargo,

indudablemente su tarjeta de presentación en sociedad es, cada vez con

mayor fuerza, la violencia. La brutalidad sin utopía, sin proyecto, se ha

convertido para ellos en una forma de vida, en un artilugio de identidad, en

un mecanismo de reconocimiento.

Las dos pandillas juveniles más conocidas de América Central son la de “Mara

Salvatrucha o MS-13” y la pandilla de la “Calle 18”. Los maras son Pandillas

transfronterizas, hijas de la globalización.

Una, la MS13, surgió en Los Angeles, California, al igual que su rival, la

M18, fundada por jóvenes salvadoreños que huían de la guerra. Su nombre:






la marabunta; su apellido: el 13, la calle donde nació; la salva-trucha,

sinónimo a la medida de "identidad nacional y orgullo de ser abusados".

Ambas en la década de los 80.

Algunos otros nombres con los que se conoce a los grupos juveniles de las

barriadas marginales de grandes ciudades son: galladas, Pandillas, clicas,

chapulines, cholos, bandas.

Desde allí, volvieron para diseminarse en América Central. También son un

problema cada vez mayor en comunidades con poblaciones de inmigrantes

en América del Norte.

Las cifras y estadísticas de la violencia en Honduras son frías y

desalentadoras, cada tres horas y media un Hondureño es asesinado y

ubica a Honduras dentro de los tres países mas violentos de la región

Centroamericana con una tasa de 42 homicidios por cada cien mil

habitantes, misma que supera las estimaciones realizadas por la

Organización Panamericana de la salud para la región, de 18 homicidios por

cada cien mil habitantes.

No se puede negar que las guerras civiles de la región y las deportaciones de

Estados Unidos agravan la crisis de las bandas, pero las razones

fundamentales por las que hombres y mujeres jóvenes se unen a las bandas

radican en las condiciones sociales locales.

Es cierto que esas condiciones existen en toda América Latina, pero en otros

lugares no tienen la misma fuerza. Ni siquiera en Nicaragua, la cual comparte

muchas de las características de los otros países de la región, las bandas se

han dedicado a asesinar y aterrorizar a la población de la manera que lo

hacen en Guatemala, Honduras, El Salvador, Chiapas, México y ahora en






Venezuela. Parte del problema recae en la manera en que los gobiernos

abordan el fenómeno.

Protegidas por la indiferencia las bandas crecieron. Las autoridades

percibieron el aumento del crimen como un costo natural de la guerra y

muchos predijeron que a medida que los jóvenes miembros de las bandas

maduraran, éstas desaparecerían. Ello no ha sucedido y las autoridades ahora

reconocen que tienen un problema enorme en sus manos.

La respuesta de los países involucrados ha sido fragmentada y represiva. Se

han creado programas con nombres como “Mano dura” en El Salvador,

“Plan escoba” en Guatemala y “Plan libertad azul” en Honduras, para lidiar

con el problema pero todos ellos ignoran la prevención, pasan por alto las

causas sociales del fenómeno y se concentran en aplicar la fuerza.

La Organización de Estados Americanos en su última

asamblea de este año habían decidió como tema

principal "enfrentar el problema de las pandillas

delictivas" e intensificar el combate al narcotráfico.






Pero luego fue desplazado al insertarse en el tema la

reintegración de Cuba al organismo continental.

La OEA tiene en pleno conocimiento el grave problema que esta acarreando

las pandillas en varios países de la región, y las preocupaciones que provocan

en la sociedad.

Pero a pesar de todo este no fue impedimento para hacer la declaración de

San Pedro Sula, que establece la importancia de adoptar medidas que

prevengan, impidan y penalicen la "violencia, segregación, explotación y

discriminación ejercida" contra grupos vulnerables como niños, adolescentes,

adultos mayores, y personas con discapacidad. También se marcó la

necesidad de "combatir y erradicar la fabricación y el tráfico ilícito de armas

de fuego, municiones, explosivos y materiales relacionados", a fin de

enfrentar la delincuencia y la violencia en la sociedad, como parte de

consolidar la cultura de paz y no violencia.

La declaración de San Pedro Sula recoge la necesidad de organizar un sistema

penitenciario fundado en el respeto a la dignidad humana, además de

establecer programas de prevención contra el uso y abuso de drogas ante "la

violencia que este consumo genera" en escuelas, universidades y

comunidades.

Para ello insta a los Estados miembro de la OEA a asegurar que sus

respectivas legislaciones aborden la violencia contra esos grupos

discriminados y que puedan recibir la protección adecuada.

Paradójicamente la declaración de San Pedro "Hacia una cultura de no

violencia" fue adoptada cuando en la nororiental ciudad de Sabá fueron

asesinadas nueve personas, en lo que la policía hondureña definió como un

clásico ajustes de cuentas.

Justamente informes de las Naciones Unidas sobre violencia,

consideran a San Pedro Sula como la ciudad más violenta de






Honduras. El país es considerado el cuarto más violento en

Latinoamérica, con un promedio de 12 homicidios diarios

¿Venezuela uno de los países más

violentos de América Latina?

La inseguridad en Venezuela se vive a diario, pero con sus matices:

Como siempre, los que más la sufren son los humildes, que viven en

los cerros y barriadas. Sin lugar a duda la delincuencia juvenil es

uno de los hechos sociales más importantes, además es






considerado como uno de los temas criminológicos

internacionalmente hablando.

La inseguridad ha calado en la mentalidad venezolana. Mucha gente es

consciente que la inseguridad está a la vuelta de la esquina, por lo tanto

asumen la vida de forma distinta al resto de los venezolanos.

Unas de las ciudades de Venezuela donde reina con mayor frecuencia la

delincuencia es el distrito metropolitano (Caracas), Cuando cae la tarde

caraqueña, los vecinos se ocultan en sus casas, porque es el momento

cuando las pandillas hamponiles se disponen a dominar la escena común, con

potentes armas listas para disparar contra aquellos que se resistan a entregar

las pertenencias que al momento puedan llevar, la alarma está en toda la

ciudad desde más allá de Petare hasta Catia; desde La Pastora hasta el más

allá de la parroquia El Valle, pero los grupos policiales sólo son comisionados

para vigilar la zona plana de la capital, aunque en las partes altas las bandas

someten a los que menos posibilidades económicas tienen, a los que no se

resistan y opten por no denunciar, así salvan la vida y protegen a la familia.

Las bandas en Venezuela al igual que en centro América

luchan entre sí por el control de la zona. Además, se

reproducen y generan nuevas bandas. También crecen

incorporando niños de cuatro años, que avisan a los

mayores cuando alguien lleva algo atractivo para robar.

En Venezuela la prensa nacional informó que tanto en el 2007 como en el

2008 fueron asesinadas más de 13.000 personas y que en la década de

mandato de Chávez los muertos por delincuencia superan los 100.000.

Homicidios por bandas. Pero el Gobierno no revela las cifras.






Según el noveno ministro de Interior y Justicia del Gobierno Revolucionario,

el criminólogo Tareck El Aissami, afirmó que los homicidios bajaron 20% en

el 2008 respecto del 2007, sin precisar cantidades, pero el despacho dejó de

incluir bajas calificadas como “riñas entre bandas”.

Encuestas señalan que los venezolanos consideran que su mayor problema es

la delincuencia.

¿Usted cree que con este método podremos enfrenta las bandas en

Venezuela?

Para el presidente de la República Hugo Chávez la mejor forma de enfrentarla

es a través de programas sociales los cuales inició en el año 2003 en diversas






áreas como educación y cultura, además de la creación de empleos, esto sin

contar la misión negra Hipólita.

Sin embargo, el mandatario aseguró en medio de su campaña por la

reelección sin límite que el control de la delincuencia es el gran desafío para

su periodo de Gobierno. “Estamos lejos de la meta de dar a Venezuela una

calle tranquila”.

Desde hace dos años el Gobierno está organizando un cuerpo de policía que

centralice a 140 organizaciones estatales y municipales, lo que se suma a

operativos de control. Mientras, la población venezolana esta perdiendo “la

paciencia”. Debido a los altos índices de delitos cometidos por estos grupos

pandilleros.

En la actualidad los mismo cuerpos policiales venezolanos están llenos de

vicios y cada uno de los venezolanos sabemos que dentro de estos organismo

exciten bandas bien organizadas para el robo de vehículos, secuestros,

sicarito y hampa común entre otros delitos como el narcotráfico y lavado de

dinero y/o estafas, muchos son los delincuentes que están uniformados en

Venezuela.

Análisis:






El Instituto de Investigación de Convivencia y Seguridad Ciudadana (IICSC),

presentó los resultados obtenidos en una investigación que realizaron en

cinco estados venezolanos para medir los niveles de violencia alcanzados en

el país.

Durante seis meses, el instituto observó a los estados Mérida, Anzoátegui,

Nueva Esparta, el municipio Libertador del Distrito Capital y el municipio

Sucre del estado Miranda. Los resultados arrojaron, que Venezuela ha

alcanzado uno de los niveles más alto a nivel internacional con una tasa de

entre 48 y 49 homicidios por cada cien mil habitantes.






En los municipios Libertador y Sucre, “la tasa es incluso

superior ya que son las zonas más violentas de Caracas. En

Sucre, aumenta a 130 o 140 homicidios por cada 100 mil

habitantes.”

El estudio ha permitido que el instituto identifique a los barrios más

peligrosos del país y las principales víctimas y victimarios de la violencia.

“Petare cuenta con 4 de los 5 barrios más peligrosos del país y los principales

involucrados y afectados por la violencia son hombres jóvenes entre 15 y 29

años de género masculino que viven en zonas populares del país.”

En Venezuela hay una gran cantidad de armas cortas, según el Instituto de

Investigaciones de Convivencia y Seguridad Ciudadana, se calculan en

alrededor de entre 6 y 7 millones, y en un 80% son ilegales.

Según el estudio es necesario dar un enfoque multifactorial a la situación, ya

que se ha demostrado que factores como las bebidas alcohólicas, drogas y el






parque de armas, en su mayoría ilegales, tienen una importante incidencia en

el tema de la violencia juvenil.

® Trabajo especial Reporte Confidencial: Autor Ángel Luís Rausseo Rojas (Jefe de Contenido)

Fuentes.

• Pandillas de la globalización : Luis Hernández Navarro

• PARA EL TRATAMIENTO DE LAS PANDILLAS. DELICTIVAS/ OEA/ 04 de junio 2009.

• DIARIOS: EL NACIONAL . EL UNIVERSAL.

• SEMINARIO PANDILLAS JUVENILES .CASA DE LAS AMERICAS.

• Maras y pandillas: el desafío de la inclusión, la democracia y el Estado de Derecho Por: Edgardo

Amaya Cóba

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