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Hacia una historia de la Compañía de Jesús, 1844-1861 Las vicisitudes de los jesuitas en Colombia Jorge Enrique Salcedo Martínez, S. J.

Las vicisitudes de los jesuitas en Colombia

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En esta historia de la Compañía de Jesús en Colombia en el siglo xix, el autor explica y analiza el proceso de restablecimiento de la orden y el contexto político, social y religioso en el que dicho retorno fue posible, así como el impacto del regreso de los jesuitas a Colombia después de 77 años de ausencia.

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Hacia una historia de la Compañía de Jesús, 1844-1861

Las vicisitudes de losjesuitas en Colombia

Jorge Enrique Salcedo Martínez, S. J.

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Este libro analiza la labor educativa y pastoral de los jesui-tas en Colombia durante el siglo XIX. El regreso de los je-suitas a la nueva república en 1844 se convirtió en un tema político altamente polémico hasta 1884, cuando se autorizó su permanencia estable. Los jesuitas permanecieron en la nueva república entre 1844 a 1850, año en el que fueron expulsados por el Gobierno de José Hilario López. Más adelante el Gobierno de Mariano Ospina Rodríguez invitó a la Compañía a territorio colombiano. En este año fueron expulsados por Tomás Cipriano de Mosquera, quien los acusó de no haber pedido permiso al Gobierno para es-tablecerse en el país. Estas dos estancias cortas (1844-1850 y 1858-1861) generaron un debate significativo entre los partidos Conservador y Liberal. El primer regreso de los jesuitas coincidió con la formación de estos dos partidos políticos y el debate sobre la separación de Iglesia y Esta-do. Una vez finalizada la Guerra de los Supremos, el go-bierno aprobó una ley que permitió el retorno de la Com-pañía después de su expulsión en 1767. En esta historia de la Compañía de Jesús en Colombia en el siglo XIX el lector encontrará un recorrido minucioso por el proceso de resta-blecimiento de la orden y el contexto político, social y reli-gioso en el que ello se dio, así como el impacto del retorno de los jesuitas a Colombia después de 77 años de ausencia.

Dr. Jorge Enrique Salcedo Martínez, S. J.Doctor en Historia de la Universidad de

Oxford, en Inglaterra. Teólogo y Magíster en Filosofía de la Pontificia Universidad Javeriana. Licenciado en Ciencias Sociales de la Universi-dad Pedagógica Nacional, Bogotá. Es miembro de la Compañía de Jesús desde 1993 y sacerdote desde el 2003. Fue decano del Medio de la Facul-tad de Ciencias Sociales y actualmente se des-empeña como profesor de historia de la misma Facultad. Es coordinador del proyecto de con-memoración del Bicentenario de la Restauración de la Compañía. Sus áreas de Investigación son: Historia del cristianismo, las relaciones Igle-sia-Estado en Latinoamérica y Colombia siglos XIX y XX y la historia de los Jesuitas durante los siglos XVII-XX.

En enero del 2012 el superior general de la Com-pañía de Jesús, Adolfo Nicolás, invitó a los his-toriadores jesuitas y laicos del mundo entero a reflexionar sobre las causas que llevaron a la ex-tinción de la Compañía de Jesús el 21 de julio de 1773 y a su restauración el 7 de agosto de 1814. La Pontificia Universidad Javeriana y la Provin-cia Colombiana se unen a esta reflexión a través de una serie de publicaciones que conmemoran los 200 años de la restauración de los jesuitas. En estos libros el lector encontrará significativas reflexiones y aportes de expertos que ayudan a entender este hecho histórico en el contexto de la historia mundial de los siglos XVIII y XIX.

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LAS VICISITUDES DE LOS JESUITAS EN COLOMBIA Hacia una historia de la Compañía de Jesús, 1844-1861

J O R G E E N R I Q U E S A L C E D O M A R T Í N E Z , S . J .

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Prohibida la reproducción total o parcial de este material, sin autorización por escrito

de la Pontificia Universidad Javeriana.

Reservados todos los derechos

© Pontificia Universidad Javeriana

© Jorge Enrique Salcedo Martínez, S. J.

Primera edición:

Bogotá, D.C., abril del 2014

ISBN: 978-958-716-688-0

Número de ejemplares: 200

Impreso y hecho en Colombia

Printed and made in Colombia

Editorial Pontificia Universidad Javeriana

Carrera 7a, No. 37-25, oficina 13-01

Edificio Lutaima

Teléfonos: 3208320 ext. 4752

www.javeriana.edu.co/editorial

Bogotá - Colombia

Corrección de estilo:

Rodrigo Díaz Losada

Diagramación:

Carlos Vargas Salazar

Kilka Diseño Gráfico

Impresión:

Javegraf

ASOCIACIÓN DE UNIVERSIDADESCONFIADAS A LA COMPAÑIA DE JESÚS

EN AMÉRICA LATINA

MIEMBRO DE LA RED DE

EDITORIALES UNIVERSITARIAS

DE AUSJALwww.ausjal.org

Salcedo Martínez, Jorge Enrique, S.J., 1967-

Las vicisitudes de los jesuitas en Colombia : hacia una historia de la Compañía de Jesús, 1844-1861 / Jorge Enrique Salcedo Martínez, S.J. -- 1a ed. -- Bogotá : Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2014.

353 p. ; 24 cm.

Incluye referencias bibliográficas (p. [313]-353).

ISBN: 978-958-716-688-0

1. JESUITAS - HISTORIA - 1844-1861. 2. JESUITAS EN COLOMBIA - HISTORIA - 1844-1861. 3. MISIONES JESUÍTICAS - HISTORIA - COLOMBIA SIGLO XIX. I. Pontificia Universidad Javeriana.CDD 271.530861 ed. 21Catalogación en la publicación - Pontificia Universidad Javeriana. Biblioteca Alfonso Borrero Cabal, S.J._________________________________________________________________________________________dff. Abril 21 / 2014

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Contenido

Agradecimientos 11

Introducción 13

C a p í t u l o IEl restablecimiento de los jesuitas en la Nueva Granada en 1842 hasta su expulsión en 1850 49

La presencia de los jesuitas en Bogotá. Los antecedentes coloniales 51

Negociaciones previas para el retorno de los jesuitas a la Nueva Granada, 1842-1844 52

Respuestas al decreto y las negociaciones en Europa para el retorno de los jesuitas 59

La presencia de los jesuitas en Bogotá entre 1844 y 1850 62

Formación académica de los misioneros jesuitas y su trayectoria apostólica 65

Nuevas peticiones del Gobierno neogranadino al P. Superior Roothaan 67

Nuevos jesuitas para la Misión Colombiana 69Trabajo apostólico en Bogotá 70Seminario Menor 71Capellanes de la Universidad Central 72Misiones populares 73 Apostolado con los artesanos

de la Sociedad Popular 75La presencia de los jesuitas en Antioquia

en la época de la Colonia, 1720-1767 76El retorno de los jesuitas a la Provincia

de Antioquia en 1844 79

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El trabajo apostólico de los jesuitas en Medellín 81

Los jesuitas se encargan del Colegio Provincial o Académico de Medellín y la polémica con el grupo Amigos del País 83

Misiones populares 88Congregaciones entre la sociedad

medellinense 89La presencia de los jesuitas en Popayán

en la época de la Colonia, 1640-1767 89Los jesuitas en Popayán, 1845-1850 92Los jesuitas en Pasto en tiempos

de la Colonia, 1712-1767 95El comienzo de las misiones

en el Putumayo y en el Caquetá y su corta duración 96

La correspondencia de José Segundo Laínez y sus compañeros sobre sus incursiones misioneras en el Putumayo y en el Caquetá 98

Fracaso de las misiones del Putumayo y del Caquetá 103

La residencia de Pasto 106

C a p í t u l o I ILas relaciones de los jesuitas con el clero secular y con el clero regular 107

El estado de la jerarquía eclesiástica después de la Independencia 108

Las relaciones de la Santa Sede con el Gobierno colombiano entre 1835 y 1861 111

Estado del clero secular y del clero regular entre 1810 y 1861 115

Situación de las órdenes religiosas en la Nueva Granada entre 1810 y1861 118Frailes dominicos 119Frailes franciscanos 120Frailes agustinos recoletos 121Frailes agustinos 122

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Hermanos de San Juan de Dios 122Órdenes religiosas femeninas 123

Monseñor Manuel José Mosquera, arzobispo de Bogotá 126

Fernando Cuero y Caicedo, obispo de Popayán 132

Juan de la Cruz Gómez Plata, obispo de Santafé de Antioquia 135

C a p í t u l o I I ILa recepción de las leyendas antijesuita y projesuita en la Nueva Granada, 1842-1850 141

Primer eje: la historia de la Compañía de Jesús y la literatura antijesuita 145

Segundo eje: ¿Es legal la presencia de los jesuitas en la Nueva Granada? 156El debate en los periódicos 156Los debates en el Congreso 161

Tercer eje: ¿Es cierto que los jesuitas pervierten a la juventud en los colegios y a las mujeres y a los artesanos en sus templos y confesionarios? 168

Cuarto eje: las supuestas riquezas de los jesuitas 173

Quinto eje: la estructura de gobierno de la orden de los jesuitas 175

Interpretación hecha por Julio Arboleda y Florentino González de los documentos fundacionales de los jesuitas: la fórmula del instituto y las Constituciones 178

C a p í t u l o I VRelaciones de los jesuitas con dos representantes de la clase política neogranadina 187

Mariano Ospina Rodríguez 188José Eusebio Caro 201Representaciones y cartas de apoyo

de la sociedad en general de la Nueva Granada 207

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C a p í t u l o VLa expulsión de José Hilario López, el retorno en tiempos de la Confederación Granadina y la expulsión de Tomas Cipriano de Mosquera 213

Contexto político de la expulsión de 1850 216La expulsión de 1850 221La elección de José Hilario López

el 7 de marzo de 1849 222Hechos previos a la expulsión 225Reuniones previas del presidente

López con Manuel Gil superior de los jesuitas en la Nueva Granada 230

Expulsión de los jesuitas de Bogotá 232Expulsión de los jesuitas de Medellín 239Expulsión de los jesuitas de Popayán 239Expulsión de los jesuitas de Pasto 240Hechos ocurridos entre la expulsión

de 1850 y el nuevo llamado del arzobispo Antonio Herrán 242

La guerra civil de 1851 244Expulsión del arzobispo Mosquera 246Regreso de los jesuitas en tiempos de la

Confederación Granadina, 1858 249La expulsión de Tomás Cipriano

de Mosquera en 1861 252Las relaciones entre Tomás Cipriano

de Mosquera y los jesuitas entre 1843 y 1850 252

Causas de la expulsión de 1861 258El decreto de expulsión de Mosquera 260Conclusión 263

Conclusiones generales 265

Anexos 273

Bibliografía 313

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Agradecimientos

Concebí la idea de investigar sobre la historia de la Compañía de Jesús en Colombia durante una conversación que tuve con el profesor José del Rey Fajardo acerca de las razones por las cuales los jesuitas fueron expulsados dos veces de Colombia durante el siglo xix. El profesor me sugirió un estudio del contexto político y social de Colombia que hizo posible el retorno de la orden después de las expulsiones. Al mismo tiempo, me propuso que conti-nuara el trabajo, comenzado por Juan Manuel Pacheco, un historiador de la Compañía, quien murió en 1987.

Quiero agradecer a los jesuitas de la Provincia Británica por apoyar mis estudios en la Universidad de Oxford durante cinco extraordinarios años y a los jesuitas colombianos amigos por apoyarme en la investigación en diferentes ciudades de Colombia y España. En el año 2008 recibí una beca del Instituto Histórico de la Compañía de Jesús que me permitió consultar los archivos en Roma. Quiero agradecer al profesor Malcolm Deas, mi tutor y director de tesis, quien me ayudó con sus valiosos comentarios y conoci-mientos acerca del siglo xix y con su extraordinaria biblioteca en la ciudad de Oxford. Él me insinuó que investigara la historia de los jesuitas a través de la compleja historia colombiana del siglo xix. Quiero agradecer también al profesor José David Cortés Guerrero, quien ha leído este texto y me ha hecho muchos comentarios y sugerencias invaluables. Agradezco a todos aquellos profesores, archiveros y estudiosos de diferentes ciudades de Co-lombia que me facilitaron la búsqueda de documentos. A las familias Caro y Ospina Duque, que generosamente me permitieron el acceso a la docu-mentación privada de dos grandes personajes del siglo xix colombiano: José Eusebio Caro y Mariano Ospina Rodríguez. Agradezco a los amigos jesuitas que han leído y comentado algunas partes o la totalidad de esta libro. Ellos

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son: Fabio Ramírez, José del Rey Fajardo y Joseph Munitiz. Me beneficié con sus valiosos comentarios; sin embargo, asumo toda la responsabilidad por la forma definitiva y el contenido de lo que se presenta aquí.

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Introducción

El retorno de los jesuitas a Colombia en 1844 se dio gracias a la iniciativa de un grupo de políticos conservadores que en el gobierno de Pedro Alcán-tara Herrán crearon nuevas leyes encaminadas a la evangelización de los indígenas del Casanare, San Martín, Andaquí, Mocoa, Goajira y Veraguas. Después de discernir acerca de la orden religiosa que podía cumplir esta labor, el Gobierno optó por la Compañía de Jesús, pues dado su desempe-ño en el periodo colonial, la consideraban idónea para tal labor. Una vez tomada esta decisión comenzaron las gestiones en Roma con el superior general de los jesuitas para que enviara un grupo selecto de hombres para este proyecto. De los religiosos neogranadinos y españoles que habían sido desterrados por el rey Carlos III en 1767, no regresó ninguno, pues la gran mayoría de ellos había muerto o se había incorporado al clero diocesano en el momento de la extinción de la orden en 1773. Los jesuitas que regresaron a la Nueva Granada en 1844 eran todos de nacionalidad española. En el momento en que el superior general los convocó para que atendieran a la invitación del Gobierno neogranadino, estos vivían en el exilio en Francia, Italia y Bélgica pues habían sido expulsados de España en 1835. Los religiosos por ser de nacionalidad española y por estar tan cerca los acontecimientos de la Independencia fueron mal vistos por algunos miembros del naciente Partido Liberal. Estos últimos relacionaban a los jesuitas con los elementos de la herencia colonial que seguían vigentes, como la persistencia de las preocupaciones religiosas y el predominio cultural de una iglesia tradicio-nalista. Los jóvenes miembros del Partido Liberal “creían que su generación

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tenía el deber de abolir cualquier vestigio de la era colonial y establecer una república verdaderamente democrática”.1

El retorno y la presencia de los jesuitas entre 1844 y 1861 coincidieron con el advenimiento del naciente Partido Liberal. Este lanzó como candi-dato a la presidencia de la República a José Hilario López, quien venció en las elecciones el 7 de marzo de 1849. López promovió una serie de reformas en las que prevalecía la idea de Estado moderno. Entre las medidas inter-vencionistas de la institución eclesiástica estuvo la expulsión de los jesuitas en 1850, de manera unilateral, sin juicio y sin defensa por parte de estos. Lo paradójico de esta medida fue que el mandatario argumentó que estaba vigente una ley colonial de Carlos III, rey de España, y que por tal motivo estaban ilegales en la República.2 Este proceder muestra la incoherencia de un estadista republicano que hablaba de democracia y tolerancia y que supuestamente quería acabar con todos aquellos elementos coloniales que persistían en la República. Después de lo anterior, el Gobierno decretó la elec-ción de párrocos por las autoridades municipales, la supresión del derecho de estola, el desafuero eclesiástico, la reducción y la supresión del diezmo, el matrimonio civil, el divorcio y la separación de la Iglesia y el Estado. El arzobispo de Bogotá se opuso a estas medidas, el Congreso y el Gobierno lo sometieron a juicio y lo expulsaron del país.3 Era la máxima autoridad eclesiástica del país y el primer prelado en ser juzgado por seglares. Esto ocurría en 1852. La medida conduciría a una profunda división de la Iglesia colombiana.4 Estas intervenciones no terminaron con la separación de la Iglesia y el Estado en 1853. Procedimientos como este se repetirían años más tarde en el segundo gobierno del general Tomás Cipriano de Mosquera en 1861. En esa ocasión el presidente expulsó al delegado del papa en Colombia Miecislao Ledochowski, al obispo Antonio Herrán, a otros de sus colegas y a los jesuitas. Más tarde suprimiría a las comunidades religiosas que no obe-decieran a su gobierno, y por último desamortizaría los bienes eclesiásticos y mantendría un fuerte debate con el papa Pío IX.5

1 Frank SAFFORD y Marco PALACIOS, Colombia: País fragmentado, sociedad dividida, Bogotá: Norma, 2002, 385.

2 José Hilario LÓPEZ, “Decreto de expulsión de los jesuitas de la Nueva Granada en 1850”, Gaceta Oficial 1123 (mayo 1850).

3 Manuel José MOSQUERA, Documentos para la biografía e historia del Episcopado del Ilustrísimo Señor D. Manuel José Mosquera, arzobispo de Bogotá, t. 1., edit. Manuel María MOSQUERA, París: Tipografía de Adriano Le Clere, 1858, 637-744.

4 José David Cortés, Las relaciones Estado-Iglesia en Colombia a mediados del siglo XIX (tesis de doctorado, Colegio de México).

5 Fernando DÍAZ, La desamortización de bienes de eclesiásticos en Boyacá, Tunja: La Rana y el Águila, 1977, 11-130; José Restrepo POSADA, La Iglesia en dos momentos difíciles de la historia patria, Bogotá: Kelly, 1971.

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Las dos expulsiones de los jesuitas se enmarcan en ese contexto de agudos enfrentamientos entre la Iglesia y el Estado. Estos conflictos se ra-dicalizaron a mediados del siglo xix con las medidas del gobierno de López, lo que desencadenó la Constitución de 1853. En el capítulo I del artículo 5o de dicha carta política se consignó que todo granadino podía profesar libremente, de manera pública o privada, la religión que a bien tuviera, con tal de que no perturbara la paz pública, no ofendiera la moral ni impidiera a los demás el ejercicio del culto. Con base en dicho artículo constitucional se expidió la Ley del 15 de junio de dicho año, en cuyo artículo 1o se mandó “cesar toda intervención de las autoridades civiles, nacionales y municipales, en la elección y presentación de personas para la provisión de beneficios, y en todos y en cualesquiera arreglos y negocios relativos al ejercicio del culto católico, o de cualquiera otro que profesasen los habitantes de la República”.6 Con esta nueva legislación, en el gobierno presidido por José María Obando se llegó a la separación Estado-Iglesia en Colombia.

Es importante recordar que entre 1824 y 1853 los nuevos gobiernos con-tinuaron ejerciendo el régimen de patronato con la institución eclesiástica. El patronato fue el sistema colonial de acuerdo con el cual la institución católica concedió a los reyes españoles ciertos derechos y prerrogativas que por su naturaleza y esencia pertenecían a ella. Mediante la bula del papa Julio II, el 28 de julio de 1508, se dispuso que ninguna “Iglesia metropolita-na, catedral, colegial, abacial, parroquial, monasterio, convento, hospital, hospicio, ni otro lugar pío y religioso de la clase y graduación que fuese, se pudiese en todo el Estado de las Indias erigir, instituir, fundar, dotar o construir sin que precediese el permiso de sus Majestades”.7 De la misma manera, la Corona podía presentar y nominar a los arzobispos, obispos, prebendados y beneficiados idóneos para los oficios eclesiásticos. Durante el periodo de los borbones esta intervención de la institución eclesiástica devino en lo que algunos expertos colonialistas han denominado regalismo. El historiador Pedro Borges ha desarrollado este concepto en su extensa producción. Arguye el autor que es el poder que ejercieron los príncipes, no por privilegios papales, sino por su naturaleza de monarcas. Estos monarcas ejercieron este privilegio de forma unilateral sobre la institución eclesiástica en algunos momentos de la historia.

La regalía no es por supuesto una creación ni del siglo xviii ni tampoco, como de la alusión a Luis XIV pudiera desprenderse, de finales del siglo xvii. En sí misma, la regalía no es sino un derecho de la Corona, un derecho regio, algo que corresponde al rey por el hecho de serlo. El uso fue a lo largo del tiempo reservando la palabra, sino de modo exclusivo, sí acercándose a

6 Juan Pablo RESTREPO, La Iglesia y el Estado en Colombia, Londres: Emiliano Isaza, 1885, 372.7 Juan Pablo RESTREPO, La Iglesia y el Estado, 25.

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ello, para los derechos de los monarcas en el terreno eclesiástico. Tanto que hoy llamamos regalismo a la doctrina que consideró a los príncipes como detentadores de un poder de gobierno sobre las materias eclesiásticas, no en virtud de concesiones pontificias, sino con base en su propia condición de soberanos.8

José Hilario López como también Tomás Cipriano de Mosquera con sus intervenciones unilaterales en la institución eclesiástica actuaron como algunos reyes regalistas en el siglo xviii. La actuación autoritaria de Mosquera respecto de la institución eclesiástica hizo que Pío IX escribiera una extensa carta en la que le reclamaba acerca de las medidas opresoras tomadas y del pesar que causaba en él ver a la Iglesia privada de la libertad que le pertenecía.9

Objetivo y plan de este libro

Con esta historia de la Compañía de Jesús en Colombia en el siglo xix queremos mostrar el proceso de restablecimiento de la orden y el contexto político, social y religioso en el que ello se dio, así como el impacto del re-torno de los jesuitas a Colombia después de 77 años de ausencia. En 1767 los religiosos habían sido expulsados de Bogotá, Medellín, Popayán y Pasto por órdenes reales. A pesar de los años de ausencia, en la sociedad colombiana se conservaba el recuerdo de aquellos hombres que habían contribuido de manera profunda a forjar la cultura colonial. Ellos habían desempeñado un papel crucial en la educación a través de la Academia Javeriana, de los colegios en Santafé de Bogotá, Santafé de Antioquia, Popayán, Cartagena, Mompós, Buga, Honda, Pamplona y Pasto, pues sus bibliotecas fueron usadas por muchas generaciones de neogranadinos. En sus templos se impartió la doctrina cristiana y se evangelizó a las diversas clases sociales. Fueron muy significativas sus labores en la Escuela de Gramática Chibcha en Santafé de Bogotá y el trabajo en las misiones de los Llanos del Casanare y el Meta, así como su labor apostólica entre los negros de Cartagena. A través de las ha-ciendas, unidades productivas que tenían una función social, se dinamizó la economía.10 Estas haciendas mantuvieron a los estudiantes que no podían

8 Pedro BORGES, Historia de la Iglesia en Hispanoamérica y Filipinas, vol. 1. Madrid: BAC, 1992, 85.9 Luis Carlos MANTILLA, La guerra religiosa de Mosquera o la lucha contra el poder temporal de la

Iglesia en Colombia 1861-1878, Medellín: Departamento de Publicaciones Universidad de San Buenaventura, 2010, 300.

10 “La Provincia del Nuevo Reino de Granada contaba en 1767 con las siguientes casas: El Colegio Máximo de San Ignacio, el colegio-seminario de San Bartolomé y la residencia de Nuestra Señora de las Nieves en Santafé; la casa de Probación en Tunja; los colegios de Cartagena, Pamplona, Antioquia, Mompós, Honda, Mérida (Venezuela) y Santo Domingo; las residencias de Caracas y Maracaibo en Venezuela y la de Fontibón; las misiones de los Llanos del Casanare y Río Orinoco. La Provincia de Quito tenía en el territorio de la actual Colombia los colegios de Popayán, Buga y Pasto. El número de jesuitas que formaban la Provincia del Nuevo Reino era de 225, repartidos

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costearse los estudios en los colegios.11 En 1767 los jesuitas hacían presencia en los cuatro Virreinatos de Hispanoamérica: México, Perú, Nueva Granada y La Plata, y desde cada uno de estos lugares iniciaron su camino al destie-rro acatando la orden real, con una actitud de sumisión y obediencia a las autoridades virreinales que representaban a Carlos III y a todos aquellos a los que les correspondió ejecutar la pragmática.

El segundo objetivo de este trabajo está encaminado a llenar un vacío en la historiografía de la Iglesia colombiana entre 1842 y 1861, pues con la ayuda de cuadros estadísticos e informes de los obispados, del Congreso y de las historias de las órdenes religiosas, se analizará la situación de la Iglesia en el momento de llegada de los religiosos jesuitas. De la misma manera, se analizarán por un lado las relaciones de apoyo y de cercanía que se estable-cieron entre el clero diocesano y regular con los jesuitas que retornaron en 1844, y, por otro lado, las tensiones internas que se presentaron en algunos momentos entre los religiosos españoles y sus colegas neogranadinos. Estas relaciones se analizarán a través de la correspondencia inédita encontrada en distintos archivos jesuitas como el de Alcalá de Henares, el de Roma, el del San Bartolomé Mayor y el del Archivo Juan Manuel Pacheco de la Jave-riana, así como en la Biblioteca Nacional, la Luis Ángel Arango y el Archivo General de la Nación en Bogotá, y en los archivos del Cauca en Popayán y de la Universidad de Antioquia en Medellín. Esta correspondencia es muy rica en detalles y muestra la relación especial que los jesuitas mantuvieron con monseñor Manuel José Mosquera, arzobispo de Bogotá, Fernando Cuero y Caicedo, obispo de Popayán, Juan de la Cruz Gómez Plata, obispo de Antioquia, Mateo González Rubio, obispo de Pasto y el apoyo de algunos políticos como Mariano Ospina Rodríguez y José Eusebio Caro, y en general sectores del pueblo colombiano. Por ejemplo, en el Archivo del Cauca en la sesión de correspondencia de Tomás Cipriano de Mosquera se encontraron documentos que muestran la cercanía y el apoyo que recibieron los jesuitas de parte suya y de su hermano el arzobispo entre 1844 y 1850.

El tercero de nuestros objetivos es analizar la recepción de la leyenda pro y antijesuita en la Nueva Granada entre 1842 y 1850. Como novedad se ofrece

así: 101 sacerdotes, 67 estudiantes y 57 coadjutores”. Cfr. Daniel RESTREPO, La Compañía de Jesús en Colombia: compendio historial y galería de varones ilustres, Bogotá: Corazón de Jesús, 1940, 136; José YARZA, “La expulsión de los jesuitas del Nuevo Reino de Granada en 1767”, Revista Javeriana 188, (septiembre 1952): 170-183.

11 José DEL REY FAJARDO, “Función religiosa, social y cultural de las haciendas misionales en la Orinoquia”. En Sandra NEGRO y Manuel M. MARZAL, eds., Esclavitud, economía y evangelización. Las haciendas jesuíticas en la América Virreinal, Perú: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 2005, 155-181; Edda O. SAMUDIO y José DEL REY FAJARDO, Jesuitas, haciendas y promoción social en la Orinoquia, Mérida, Venezuela: Ediciones del Rectorado de la Universidad de Los Andes, 2006, 215-369.

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una serie de documentos que muestran los argumentos en pro y en contra utilizados, bien para defender, o bien para desprestigiar, a los jesuitas que retornaron al país. Toda esta propaganda fue reproducida en los periódicos de la época. Los historiadores del siglo xix conocieron esas fuentes, pero no las examinaron de manera exhaustiva.12 Es así como en la parte de este trabajo correspondiente con el objetivo mencionado, se analizan cinco ejes temáti-cos a favor y en contra de los jesuitas que destacados políticos colombianos debatieron en el Congreso. Los jesuitas españoles fueron objeto de crítica y calumnia por parte de un grupo minoritario de clérigos y laicos que hacían parte del Senado y la Cámara de Representantes de 1844 a 1850. Entre ellos destacan José María Samper, Manuel Murillo Toro, Ezequiel Rojas, Salvador Camacho Roldán, Florentino González y Julio Arboleda. Este último era un reconocido político conservador de Popayán. En 1848 escribió un texto en el que sostenía que la presencia de los jesuitas era peligrosa para el país.13 Sin embargo, en el momento de la expulsión de estos de Popayán en 1850, los defendió y se opuso a la medida del presidente José Hilario López.

Esta polémica adquirió más virulencia en las ciudades de Bogotá y Me-dellín, especialmente. Según los documentos analizados, en los decretos que se emitieron para el retorno de los jesuitas quedó bien clara la función que venían a cumplir, es decir, regresaban para la evangelización entre los indígenas y establecer misiones y casas de escala para los misioneros. Así lo entendieron el superior general y Eladio Urisarri, encargado de gestionar el regreso de los religiosos a la Nueva Granada. El superior general mandó sus hombres para abrir los colegios de misiones que formarían a los futuros misioneros. Pero otra fue la realidad que encontraron, pues a medida que fueron llegando los jesuitas a la Nueva Granada, los fueron requiriendo para otros menesteres como la educación de los jóvenes en las ciudades de Bogotá, Medellín, Popayán y Pasto. El grupo político adverso que los criticó desde su arribo, ganó las elecciones en 1849 y desde entonces implementó políticas como el decreto de expulsión del 28 de mayo y otras medidas tendientes a la separación de la Iglesia y el Estado. Este grupo de políticos se valió de esta falta de claridad respecto del papel que los religiosos venían a cumplir en la Nueva Granada, tomó la literatura antijesuita del siglo xix de España, Francia y en general de Europa para calumniar y denigrar los trabajos apos-tólicos de la Compañía y para acusarla, como dice el decreto de expulsión de 1850, de servir de apoyo al Partido Conservador. Desde 1844, en Bogotá y en Medellín empezaron a publicarse una serie de periódicos que reproducían artículos antijesuíticos provenientes de periódicos franceses. Tanto en la Cámara de Representantes como el Senado se les calumniaba y se denigraba

12 José Manuel RESTREPO, Historia de la Nueva Granada, vol. 1, Bogotá: El Catolicismo, 1963, 370.13 Julio ARBOLEDA, Los jesuitas, Bogotá: Imprenta de M. Sánchez Caicedo, 1848, I-IX.

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de los jesuitas. Este contexto ‘antijesuita’ nos dará elementos para entender las posiciones políticas de aquellos jesuitas que regresaron en 1884 a conti-nuar la labor apostólica en Colombia. En esa época, la así llamada Misión Colombiana de la Compañía de Jesús dependía de la Provincia de Castilla, hasta que se consolidó como Provincia autónoma en 1924. Es un proyecto de investigación futuro el que escriba la historia de la Provincia Colombiana que abarque los cien años que se celebrarán en el 2024.

Cronología

Este libro fija su atención en el periodo comprendido entre 1842 y 1861, en el cual se realizaron todas las gestiones pertinentes para el regreso de los jesuitas y se llevaron a cabo dos expulsiones: una en 1850 y otra en 1861. Este no es un trabajo sobre la Colonia, pero hace una contextualización de tal periodo puesto que los jesuitas, por un lado, desempeñaron un papel muy importante durante esos años, y por otro, el Gobierno neogranadino los escogió como la orden más idónea para crear misiones y casas de escala, pues conocía esa historia colonial de la orden. Esto se constata en los artí-culos publicados en el periódico El Día, en donde se hizo una semblanza del trabajo de la Compañía en Colombia e Hispanoamérica durante el periodo colonial.14 Nuestro trabajo tampoco trata sobre la Compañía antigua, es decir, de 1540 a 1773, sino que hace referencia a ella en lo que toca a la leyenda antijesuita que se originó desde su fundación y que fue una de las razones que se tuvieron en cuenta en el momento de su supresión. Por supuesto, esta leyenda se alimentó con algunos hechos reales y con los conflictos que tuvieron algunos jesuitas con la jerarquía eclesiástica y con algunos actores sociales en los lugares donde hicieron presencia. Sin embargo, esta leyenda se agrandó a tal punto que los jesuitas fueron culpados de todas las calamidades que pasaban en el mundo. Una vez llegaron a la Nueva Gra-nada en 1844, esta leyenda fue retomada por algunos neogranadinos. Con dicha literatura, según sus detractores, querían hacerle tomar conciencia a la sociedad del peligro de tener a los jesuitas en el territorio, y sumar motivos para expulsarlos del país. Esta propaganda no solo se difundió en la Nueva Granada, sino que traspasó a otros países latinoamericanos como México, los de Centroamérica, Ecuador, Brasil y Argentina. En este último, en 1846, la Gaceta Mercantil, un periódico oficialista y partidario de Rosas, argüía que la historia de los jesuitas estaba llena de una serie de atentados contra el orden social y político de las naciones y que estos se aprovechaban del elemento

14 El Día 103, (marzo 1842).

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religioso para excitar el fanatismo y aprovecharse de las conciencias de sus seguidores.15

Un breve esbozo de la historia de la Compañía de Jesús

En el siglo xviii los jesuitas fueron expulsados de Portugal en 1759, de Francia en 1764 y de España y todos sus dominios en 1767. Luego de estas expulsiones los Gobiernos regalistas y antijesuitas de Portugal, Francia, España, Nápoles y Parma abogaron por la extinción de la orden dentro de la Iglesia Univer-sal.16 Los monarcas, sus ministros, los superiores generales de los agustinos, dominicos, carmelitas y algunos obispos y cardenales en Roma presionaron al papa Clemente XIII, quien se opuso a la supresión de la orden y la defen-dió hasta el final de sus días. Pero su sucesor, Clemente XIV, franciscano y acorralado por los políticos borbones, suprimió la Compañía mediante el breve Dominus ac Redemptor Noster el 21 de julio de 1773.

Afortunadamente, este documento tendría validez solo en aquellos lugares donde se publicara, y por aquellas paradojas de la historia, la em-peratriz Catalina II de Rusia prohibió promulgar dicho documento en sus territorios. Allí un grupo de jesuitas, a los cuales se añadieron otros miem-bros llegados de distintos lugares, continuaron con las labores apostólicas propias del instituto.17 A pesar de esta extinción oficial, poco a poco, y de manera silenciosa, la Compañía fue restableciéndose en 1782 en Italia, en el ducado de Parma, en donde Pío VI les permitió abrir un noviciado. Más adelante se extendieron a Cerdeña y al reino de las dos Sicilias. San José de Pignatelli fue quien lideró este restablecimiento en Italia.18 En la Rusia blanca la Compañía fue oficialmente restablecida por Pío VII el 7 de marzo de 1801, y el 30 de julio de 1804 en el reino de Nápoles. La orden fue resta-blecida en todo el mundo el 7 de agosto de 1814. En la ceremonia que tuvo lugar en la Iglesia del Gesu en Roma, antigua iglesia de los jesuitas, Pío VII después de celebrar la misa en el altar de San Ignacio, se dirigió a la capilla de los nobles, la cual había sido organizada para tal evento. Una vez en el lugar y con la presencia de cardenales, varios prelados, algunos invitados insignes y más de un centenar de antiguos y ancianos jesuitas, se leyó la bula

15 Roberto DI STEFANO, Ovejas negras. Historia de los anticlericales argentinos, Buenos Aires: Suda-mericana, 2010, 92.

16 Teófanes EGUIDO, Javier BURRIEZA SÁNCHEZ y Manuel REVUELTA, Los jesuitas en España y en el mundo hispánico, Madrid: Fundación Carolina/Marcial Pons Historia, 2004, 225-78.

17 Marek INGLOT, La Compagnia di Gesú nell’Impero Russo, 1772-1820, e la sua parte nella restaurazione generale della Compagnia, Roma: Editrice Pontificia Universitá Gregoriana, 1997, 1-40.

18 José A FERRER BENIMELI, José Pignatelli, 1737-1811. La Cara humana de un santo, Bilbao: Editorial Mensajero, 2011, 1-101.

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Sollicitudo omnium ecclesiarum.19 Esta bula de restauración de la orden indica que ello, la restauración, se llevaba a cabo porque había habido peticiones de un significativo número de arzobispos, obispos y personas notables de todo el mundo cristiano. Además, se enumeran una serie de calamidades que habían sucedido mientras los jesuitas estuvieron extinguidos. El papa estaba convencido del papel que cumpliría la Compañía frente a las amenazas que había tenido la Iglesia Universal. Así, en la bula sostiene:

Diariamente nos llegan de casi todo el orbe cristiano, de parte de nuestros venerables hermanos arzobispos y obispos y de toda clase de personas notables, instantes súplicas para que restablezcamos a la Compañía de Jesús […] La dispersión misma de las piedras del santuario, a causa de las recientes calamidades, que más vale llorar que recordar; el decaimiento de la disciplina en las órdenes religiosas, que son el esplendor y el sostén de la religión y de la Iglesia Católica, y cuya reparación es el objeto de nuestros pensamientos y cuidados, reclaman el que demos acogida a deseos tan justos y universales. Nos creeríamos reos de gravísimo crimen delante de Dios si, en tantos peligros para la sociedad, omitiéramos el utilizar los saludables remedios que Dios nos depara en su providencia, y si colocados en la nave de Pedro, sacudida por tan continuas tempestades, rechazáramos los expertos y vigorosos remeros que se nos ofrecen, capaces de vencer la marejada que nos amenaza a cada momento con el naufragio y la muerte. Movido nuestro ánimo por motivos tan numerosos y graves, hemos decidido ejecutar lo que desde el comienzo de nuestro pontificado deseábamos ardientemente.20

Situación de los jesuitas en España entre 1815 y 1835

Después de su restauración los religiosos seguirían sufriendo expulsiones de la convulsionada Europa. En España fueron suprimidos en dos periodos. La primera vez en 1820, supresión impuesta por el liberalismo regalista durante el trienio constitucional. Según Revuelta, los suprimieron por haber sido restablecidos por el rey absoluto y en forma absolutista, por la alarma de los liberales debido a un crecimiento de la Compañía que consideraban muy pe-ligroso. En ese momento los jesuitas de España eran 436 y eran prominentes en la enseñanza de la juventud.21 La segunda supresión fue impuesta por la

19 Juan Manuel PACHECO, “El sesquicentenario del restablecimiento de la Compañía de Jesús”, Revista Javeriana 307 (agosto 1964): 146-48.

20 Pío VII, “Sollicitudo ómnium ecclesiarum”, en Bullarii Romani continuatio Summorum Pontificum Benedicti XIV. Clementis XIII. Clementis XIV. Pio VI. Pio VII. Leonis XII. Pio VIII. Constitutiones, litteras in forma brevis, epístolas ad príncipes viros, et alios, atque allocutiones complectens, vol. 7, Prati: Typographia Aldina, 1850, 1096-1098.

21 Manuel REVUELTA, Once Calas en la historia de la Compañía de Jesús, Madrid: Universidad Pon-tificia de Comillas, 2006, 211-31.

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minoría de Isabel II en 1835. Este fue el primer decreto del gobierno de María Cristina en contra de una orden religiosa. La medida fue precedida por la “Matanza de Frailes” en Madrid en 1834.22 Para prever estas situaciones los superiores jesuitas organizaron comunidades en el exilio para los novicios y los jóvenes escolares. Los jesuitas se resistieron a desaparecer y mediante estas comunidades tuvieron hombres dispuestos a retornar a España. Cuando España les cerró la puerta, se abrieron otras en Suramérica. Este momento coincidió con la invitación que les hizo la República de Argentina en 1836 y la Nueva Granada en 1844. Los liberales de los años veinte y treinta del siglo xix tomaron la antorcha antijesuítica de Carlos III, no en lo que este rey tuvo de absolutista, sino en lo que tuvo de regalista, es decir, una intervención unilateral del poder civil en la reforma de estructuras externas de la Iglesia.

Fuentes para escribir la historia de los jesuitas

La Compañía de Jesús ha sido una de las órdenes religiosas católicas más estudiadas a nivel mundial. Esto se debe a que existe un significativo acervo bibliográfico y fuentes para su estudio que datan desde su fundación en 1540 por Ignacio de Loyola y otros compañeros, hasta nuestros días. En la parte octava de las Constituciones de la Compañía de Jesús, “De lo que ayuda para la unión de los ánimos”, san Ignacio pide que los jesuitas se mantengan en permanente comunicación y contacto con sus superiores a través de la co-rrespondencia y que sus colegios, residencias, elaboren las historias de sus obras, con el fin de enviarlas cada año a Roma.23 Desde muy temprano en la historia de la orden y gracias a estas recomendaciones del fundador y a los postulados de los jesuitas en las Congregaciones Generales, se ha podido escribir la historia de los religiosos en Europa, Norteamérica, Suramérica, Asia, África y Oceanía.

En Roma los jesuitas cuentan con un archivo histórico que conserva y guarda las Cartas Annuas, cartas que se escribían desde aquellos lugares donde los religiosos hacían presencia y que eran dirigidas al superior general en Roma para informarle del estado de las respectivas provincias. En las cartas se relacionan los documentos sobre las fundaciones de colegios, residencias y misiones, la vida cotidiana de las comunidades durante el año, etc. En este archivo cada provincia cuenta con un estante, en donde se pueden encontrar las copias de la correspondencia entre los jesuitas y sus superiores en Roma. El quinto superior general de la orden, Claudio Aquaviva, por el año de 1581 ordenó que se enviasen a Roma las historias de cada uno de los colegios o

22 Lesmes FRÍAS, Historia de la Compañía de Jesús en su asistencia moderna de España, vol. 1, Madrid: Razón y Fe, 1923, 592-667.

23 Ignacio de Loyola, Obras completas, Madrid: BAC, 1997, 606-12.

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domicilios de la Compañía con el fin de preservar y escribir su historia.24 Insistió que en dichas cartas se enfatizara en las dimensiones religiosas y edificantes de sus miembros.25

Desde finales de la década de los cincuenta del siglo xx, el jesuita László Polgár publicó una bibliografía sobre la Compañía de Jesús.26 Esta bibliografía recoge los estudios históricos publicados sobre los jesuitas a nivel general, por países en donde están presentes, de aquellos destacados en teología, filosofía, literatura, historia, matemáticas, física, etc. Desde el deceso de Polgár esta tarea la ha continuado el jesuita holandés Paul Begheyn.

Al final del siglo xix, el superior general Luis Martín lanzó una de las más valiosas iniciativas en la moderna compañía que consistió en la producción y publicación de documentos como las cartas de san Ignacio y aquellos docu-mentos que trataban sobre el origen y la historia de la Compañía.27 Este fue el origen de la Monumenta Historica Societatis Jesus, que comenzó a publicarse en Madrid en 1894 y que luego se trasladó a Roma en 1934 para dar origen al Instituto Histórico de la Compañía de Jesús. En 1930 el vigesimosexto superior general Wlodimir Ledochowski fundó un colegio de escritores de historia de la Compañía que hacía parte de la curia y que en 1935 comenzó a llamarse Instituto Histórico de la Compañía de Jesús. El objetivo de este instituto era continuar con la labor de la Monumenta Historica Societatis Jesus (mhsi), que se había trasladado de Madrid a Roma en 1934. Más adelante, a la mhsi se unieron la revista Historicum Societatis Iesu, revista semestral que había comenzado en 1932 con algunos jesuitas que escribían sobre la his-toria de la Compañía, y en 1940 la Bibliotheca Instituti historici S.I.28 Para

24 John W. PADBERG, Martin D. O’KEEFE y John L. MCCARTHY, For matters of greater moment. The first thirty Jesuit General Congregations. A brief history and a translation of the decrees, St. Louis, Missouri: Institute of Jesuit Sources, 1994, 178.

25 Para Aquaviva y otros generales, cfr. M. FOIS et ál., “Generales”, en Charles E. O’NEILL y Joaquín M. DOMÍNGUEZ, eds., Diccionario histórico de la Compañía de Jesús. Biográfico-temático, vol. 2, Roma/Madrid: IHSI/Universidad Pontificia Comillas, 2001, 1614-21. En sus 470 años de historia los jesuitas han tenido treinta superiores generales. Después de la restauración de la orden en 1814, los superiores generales fueron: Tadeuz Brzozowski (del 7 de agosto de 1814 al 5 de febrero de 1820), Luigi Fortis (del 18 de octubre de 1820 al 27 de enero de 1829), Jan Roothaan (del 9 de julio de 1829 al 8 de mayo de 1853), Pieter Beckx (del 2 de agosto de 1853 al 4 de marzo de 1887), Anton Anderledy (del 4 de marzo de 1887 al 18 de enero de 1892) y Luis Martín García (del 2 de octubre de 1892 al 18 de abril de 1906).

26 Desde 1957 hasta su muerte en el 2001, Polgár recogió pacientemente todo lo publicado sobre jesuitas entre 1901 y 1980. Cfr. Lazlo POLGÁR, Bibliographie sur L’Histoire de la Compagnie de Jésus 1901-1980, Roma: Institutum Historicum S. I., 1990; Bibliography of the history of the Society of Jesus, Roma: Institutum Historicum S. I., 1967.

27 Manuel REVUELTA, Memorias del P. Luis Martín, general de la Compañía de Jesús 1846-1906, Bilbao: Universidad de Deusto, 1988.

28 Mario COLPO, “Instituto Histórico de la C. J.”, en Diccionario histórico de la Compañía de Jesús, vol. 3, 2049.

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apoyar y complementar este proyecto que recoge las fuentes de la historia de la Compañía, se fomentó la escritura de la historia de los jesuitas en varios países. La invitación que hizo Martín dio como resultado el estudio y la pu-blicación de la obra de la Compañía en la Asistencia de España, escrita por Antonio Astráin. Este historiador redactó siete volúmenes, muy bien docu-mentados, que abarcan los generalatos desde san Ignacio de Loyola hasta la supresión de la orden por el papa Clemente XIV en 1773 en la Asistencia de España.29 En el prólogo del primer volumen explica lo que se entendió por la figura de la Asistencia. En la primera Congregación General de la Com-pañía en 1558 se siguió lo prescrito por de Loyola en las Constituciones en la parte 9ª, capítulo 5º, al nombrar cuatro padres llamados asistentes para que ayudaran al general en el gobierno de toda la orden, y para que fuesen sus consultores ordinarios en los asuntos concernientes a su buen gobierno en aquellos regiones que la Compañía les asignaba. A esta figura se le llamó Asistencia. “De estos cuatro Asistentes, el uno representaba a Portugal, con todas las provincias y misiones dependientes de aquel reino. El segundo a España, al cual correspondían las provincias y misiones que luego se fueron fundando en los dominios españoles. El tercero era para Italia, y el cuarto para el Septentrión. Bajo este nombre se comprendía entonces a Alemania, Flandes, Francia y Polonia”.30

Este mismo procedimiento fue seguido por los jesuitas de la asistencia de Alemania con Bernhard Duhr, quien se propuso abarcar todos los lu-gares de lengua alemana en donde los jesuitas hicieron presencia entre la fundación de la compañía y la supresión.31 Esta historia “contiene una gran cantidad de información valiosa sobre la renovación de la vida católica en los siglos xvi y xvii. Su fuerte es la objetividad, el uso y la cita copiosa de las fuentes”.32 La historia de la Asistencia de Portugal fue escrita por Francisco Rodríguez y se caracteriza por ser muy exhaustiva y de gran erudición. Sin embargo, le faltó estudiar el papel que desempeñó el marqués de Pombal en el proceso de la expulsión de Portugal y sus colonias.33 La historia de la asistencia de Italia fue escrita por Pietro Tacchi Venturi, quien no logró su cometido, pues su obra solo abarcó la historia del periodo de vida de san

29 Antonio ASTRÁIN, Historia de la Compañía de Jesús en la Asistencia de España, Madrid: Est. Tip. Sucesores de Rivadeneyra/Razón y Fe, 1902-1925, 7 vols.

30 Antonio ASTRÁIN, Historia de la Compañía…, vol. 1, VII-VIII.31 Bernhard DUHR, Geschichte der Jesuiten in den Ländern deutscher Zunge, Freiburg, Herdersche

Verlagshandlung/München-Regensburg, Verlagsanstalt vorm. G. J. Manz, 1907-1928, 6 vols.32 Klaus SCHATZ, “Bernhard Duhr”, en Diccionario histórico de la Compañía de Jesús, vol. 2, 1165.33 Francisco RODRIGUES, História da Companhia de Jesus na Assistência de Portugal, Oporto: “Apos-

tolado da Imprensa” - Emprensa Editora, 1931-1950, 7 vols.

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Ignacio de Loyola.34 Estos estudios abarcan desde las fundaciones de los colegios, residencias y misiones en estas asistencias, hasta la supresión de los jesuitas en 1773. Esta iniciativa del superior general fue una respuesta a las leyendas antijesuitas antiguas y nuevas que circularon abundantemente en Europa e Hispanoamérica en la segunda mitad del siglo xix.

A este grupo de historiadores también estaban vinculados otros jesuitas como Lesmes Frías y Rafael Pérez. Al primero se le encomendó investigar y escribir la historia de la Asistencia de España después de la restauración y al segundo que escribiera la historia de la Compañía en Suramérica. En 1923 Frías publicó el primer tomo de su historia que abarca desde 1815 hasta 1835, fecha en que la Compañía fue suprimida en España. Después de la muerte de este historiador se publicó el segundo volumen que abarca de 1835 a 1868.35 Estos dos volúmenes solo describieron las regiones de España y Portugal. Sin embargo, Frías dejó un manuscrito inédito sobre las regiones de ultramar y misiones que no se ha publicado y que reposa en el Archivo Histórico de Roma.

En su momento todos estos escritos describieron, con la ayuda de fuentes primarias, la historia de la Compañía. Surgieron con dos objetivos: el primero, mostrar y defender la labor de los jesuitas en sus cuatro siglos de historia, y el segundo, responder a la propaganda antijesuita que se publicó en Europa tanto dentro como fuera de la Iglesia. Dichas obras se caracterizan por ser manuales oficiales de historia de la orden. Ellas serán utilizadas en las casas de formación de los nuevos estudiantes jesuitas y para el interés de aquellos que desearan conocer la historia de tan “controvertidos” hombres. Es pertinente recordar que desde su restauración oficial en 1814, los jesuitas fueron el punto de ataque de muchos pensadores y políticos europeos libe-rales en Francia,36 España, Alemania,37 Suiza, Portugal e Italia. En estos países se expulsaría a la Compañía a lo largo del siglo xix y se publicaría toda serie de folletos, panfletos y periódicos con propaganda antijesuita.

Después de la restauración de la orden por el papa Pío VII, el 7 de agosto de 1814, uno de los más dinámicos e importantes superiores generales fue Juan Felipe Roothaan. Algunos historiadores lo han llamado el segundo

34 Pietro TACCHI VENTURI, Storia della Compagnia di Gesù in Italia, narrata colsussidio di fonti inedite, Roma/Milán: Società Editrice Dante Alighieri/Civiltà Cattolica, 1910-1951, 4 vols. Cabe anotar que Tacchi, en estos dos volúmenes solo abarca la historia del periodo de vida de san Ignacio de Loyola.

35 Lesmes FRÍAS, Historia de la Compañía de Jesús en su asistencia moderna de España. 36 Geoffrey CUBITT, The Jesuit myth. Conspiracy theory and politics in nineteenth-century France,

Oxford: Clarendon Press, 1993, 1-18.37 Róisín HEALY, The jesuit specter in imperial Germany, Boston: Brill Academic Publishers, 2003,

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fundador de la orden.38 Roothaan dinamizó el espíritu apostólico de la orden traduciendo del castellano antiguo al latín los Ejercicios Espirituales de San Ignacio. Asimismo, actualizó la Ratio Studiorum e impulsó el espíritu misionero de la orden. Estos tres propósitos fueron sugeridos en la Congre-gación General 22 que lo eligió como superior general de la orden. Fue el vigesimoprimer superior general. Resultó elegido como tal a los 44 años, el 9 de julio de 1829, y desempeñó esa función hasta el 8 de mayo de 1853. Fue testigo de muchas expulsiones de los jesuitas en diferentes países europeos y en Latinoamérica. Durante su generalato el número de jesuitas creció consi-derablemente: de 2137 a 5209; de 727 sacerdotes a 2429; de 777 estudiantes a 1365; de 633 hermanos coadjutores a 1415. Los colegios jesuitas crecieron de cincuenta a cien entre 1844 y 1854. La Compañía de Jesús se expandió geográficamente a Norteamérica y Suramérica, Asia, África y Australia. El número de jesuitas en ultramar aumentó significativamente: de 119 en 1829 a 1014 en 1853.39

Administrativamente, los jesuitas se encuentran organizados en asistencias y provincias, y en ellas cuentan con archivos provinciales que generalmente se ubican en la curia, sede del gobierno de cada provincia. En su gran mayoría se conservan en buen estado, lo que permite al inves-tigador obtener información sobre la vida cotidiana de las comunidades, las relaciones entre los miembros de una comunidad y sus superiores, los problemas y tensiones que surgen con el día a día, y las percepciones de los jesuitas sobre la vida política, económica, social, religiosa, cultural del lugar en el que se encuentran. Para nuestra investigación hemos contado con la ayuda del Archivo Histórico de San Bartolomé en la ciudad de Bogotá y el Archivo de la Provincia Colombiana.40

38 Pedro PIRRI, El P. Juan Roothaan, XXI General de la Compañía de Jesús, Bilbao: El Mensajero del Corazón de Jesús, 1934, V-X; Cornelius J. Ligthart, The return of the jesuits, the life of Jan Philip Roothaan, Londres: Shand Publications, 1978, XIII-XV.

39 Marcel CHAPPIN, “Jan Philip Roothaan”, en Diccionario histórico de la Compañía de Jesús, vol. 2, 1665-71.

40 En la época colonial, el actual territorio de Colombia, junto con Venezuela, Ecuador, Panamá y República Dominicana formaron la llamada antigua provincia de la Compañía de Jesús del Nuevo Reino y Quito. En el año 1604, el superior general Claudio Aquaviva había determinado la erección de la Viceprovincia de Nuevo Reino de Granada, dependiente de la Provincia del Perú. La nueva viceprovincia debía formarse con el colegio de Quito, la residencia de Panamá y las casas que se fundaran en el Nuevo Reino de Granada. Debido a las distancias entre Santafé de Bogotá y Quito, el 3 de febrero de 1609 Aquaviva escribió un decreto en el que separaba el colegio de Quito de la viceprovincia del Nuevo Reino. En 1610, como respuesta a uno de los postulados enviados por los jesuitas de la viceprovincia, reunidos en Cartagena, de que la constituyera for-malmente en provincia y que se les dieran las mismas facultades que a los provinciales de Perú y México. En esa fecha Aquaviva le otorgó al provincial del Nuevo Reino todos los derechos que tenían los provinciales de Perú y México. Cfr. Juan Manuel PACHECO, Los jesuitas en Colombia, vol. 1, Bogotá: San Juan Eudes, 1957, 146.

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Si queremos hacernos una idea de las publicaciones de historias gene-rales que tratan sobre la orden de los jesuitas y que son significativas tanto en español como en inglés, las cuales este libro no pretende cubrir, pues este proyecto sería inabarcable,41 vale la pena tener en cuenta que en 1997 un grupo de jesuitas y laicos de habla inglesa organizaron un congreso internacional Boston al que llamaron The Jesuits: Culture, Learning, and the Arts, 1540-1773. En dicho evento los académicos de distintas disciplinas se aproximaron a la historia de la Compañía de Jesús con nuevas preguntas y métodos. En los 35 ensayos se estudió a la antigua Compañía de 1540 a 1773. Además, se exa-minó el aporte de los jesuitas a la música, el arte, la arquitectura, los escritos devocionales, las matemáticas, la astronomía, la física, la historia natural y la educación. Asimismo, se quiso mostrar la interacción de los jesuitas con otras culturas distintas a la europea. En este sentido, se estudiaron los casos de Norteamérica y Suramérica, China, India y las Filipinas.42

Existe una exhaustiva bibliografía, que se ha publicado en la revista Archivum Historicum Societatis Iesu, a la cual tendríamos que remitirnos para conocer detalles más específicos. Además, siguiendo la tradición histórica e interesados en dar a conocer una historia general de la orden, en el año 2001 los jesuitas publicaron en español el Diccionario histórico de la Compañía de Jesús, una obra que contiene seis mil artículos y en la que participaron sete-cientos autores, casi todos ellos jesuitas. Con esta obra se pretendió sintetizar la historia de la Compañía de 1540 a 1990. Según uno de sus autores, la obra colectiva “intenta alejarse del menologio laudatorio y presenta al jesuita en sus varios aspectos, sin excluir el negativo; asimismo incluyendo a ex jesuitas, y a no-jesuitas, que han mantenido una relación notable __positiva o negativa__ con la Compañía de Jesús”.43 Esta obra colectiva fue el fruto del esfuerzo de muchos miembros de la orden a nivel mundial.

Es importante mencionar que desde su restauración en 1814 hasta nues-tros días, un significativo número de historiadores no pertenecientes a la orden religiosa han escrito historias generales sobre los jesuitas, unas veces para alabar sus aportes al conjunto de la Iglesia en aspectos tales como la teología, la educación, la cultura y la ciencia, y otras veces para criticarlos. Por ejemplo, en el siglo xix contamos con una historia de un reconocido

41 En el año de 1976, Bangert publicó en inglés un ensayo bibliográfico sobre la historia de la Com-pañía de Jesús. Con este trabajo pretendía proveer cuatrocientas referencias bibliográficas sobre la historia de los jesuitas traducidas al inglés. Cfr. William BANGERT, A bibliographical essay on the history of the Society of Jesus. Books in English, St. Louis: Institute of the Jesuits Sources, 1976.

42 John W. O’MALLEY et ál., The Jesuits. Cultures, sciences, and the arts, 1540-1773, Toronto: Univer-sity of Toronto Press, 1999, XIII; John W. O’MALLEY et ál., The jesuits II. Cultures, sciences, and the arts, 1540-1773, Toronto: University of Toronto Press, 2006.

43 Charles E. O’NEILL y Joaquín M. DOMÍNGUEZ, eds., Diccionario histórico de la Compañía de Jesús, vol. 1, XV.

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defensor de los jesuitas en Francia: Crétianeau-Joly,44 y con la de un crítico de la orden en Italia: Gioberti.45 En el siglo xx después del Concilio Vaticano II han aparecido publicaciones en francés traducidas al español y al inglés. Es el caso de Lacouture.46 Desde la perspectiva inglesa, debe mencionarse la obra de Wright, entre otros muchos estudios.47

Historiografía de los jesuitas en Hispanoamérica

Las historias generales sobre los jesuitas en Hispanoamérica han sido más bien escasas. En los respectivos países se encuentran obras que describen esta historia, pero hacen falta obras generales que ayuden a entender glo-balmente el trabajo de esta orden religiosa. Hace algunos años salieron a la luz pública dos historias generales sobre los jesuitas en las cuales se estudia el periodo colonial. Una de ellas se titula Soldiers of God. The Jesuit in Colonial America, 1565-1767,48 y la otra: Los jesuitas en América. Esta última contiene un ensayo bibliográfico sobre los jesuitas en la época colonial.49 Reciente-mente ha sido publicada una obra sobre los jesuitas en América Latina, que recoge 450 años. Klaiber no pretende relatar toda la historia de los jesuitas en Hispanoamérica desde el siglo xvi hasta nuestros días, sino mostrar los hitos más esenciales, es decir, quiere “destacar las líneas de continuidad que conectan a los jesuitas del siglo xvi con los del siglo xx. Para hacerlo centra su enfoque en ciertas figuras, situaciones y regiones que le permiten ilustrar el cuadro mayor”.50 Esta obra se distancia de las lecturas “institucionales” y de los manuales de Astrain y de Pérez porque utiliza variables interpretativas y resalta tres temas que son los hilos conductores de una época a otra: “la inculturación, la defensa de los pueblos nativos y otros grupos marginados y la capacidad creativa para adaptarse a nuevos tiempos”.51 Algunos historia-dores jesuitas han escrito manuales de historia que se caracterizan por una gran riqueza de fuentes primarias y secundarias, pero carecen de variables interpretativas y acusan una cierta visión providencialista del aporte de la

44 Jacques CRÉTINEAU-JOLY, Histoire religieuse, politique et littéraire de la Compagnie de Jésus, Bruselas: Société des Bonnes Lectures, 1844-46, 6 vols.

45 Vincenzo GIOBERTI, Il gesuita moderno, Nápoles: Dalla Stamperia del Vaglio, 1848-61, 5 vols.46 Jean LACOUTURE, Jésuites: Une multibiographie, París: Editions Du Seuil, 1991-92, 2 vols.47 Jonathan WRIGHT, The jesuits. Missions, myths and histories, Londres: Harper Collins, 2004.48 Nicholas CUSHNER, Why have you come here? The Jesuits and the first evangelization of native

America, Oxford: Oxford University Press, 2006. 49 Ángel SANTO, Los jesuitas en América, Madrid: Mapfre, 1992.50 Jeffrey KLAIBER, Los jesuitas en América Latina, 1549-2000, 450 años de inculturación, defensa de

los derechos humanos y testimonio profético, Lima: Fondo Editorial Universidad Antonio Ruiz de Montoya, 2007, IX.

51 Jeffrey KLAIBER, Los jesuitas en América Latina, 1549-2000, 1; Jesús LÓPEZ-GAY, “Misionología”, en Diccionario histórico de la Compañía de Jesús, vol. 3, 2696-2711.

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Compañía en América Latina. Existen algunas historias particulares mo-dernas de los jesuitas en América Latina durante la Colonia y los siglos xix y xx. Algunas de ellas escritas por miembros de la orden y otras por laicos. Entre ellas destacan varias obras en México, Perú, Centroamérica, República Dominicana, Nicaragua, Ecuador, Brasil, Paraguay, Uruguay y Argentina.52 En 1901 Rafael Pérez escribió una obra que cubre la presencia de los jesuitas en Argentina, Chile, Uruguay y Brasil durante el siglo xix.53

Balance historiográfico sobre la historia de la Compañía de Jesús en la actual Colombia de 1604 a 1767

Este libro, como lo aclaramos previamente, no trata sobre el periodo de la Colonia. Sin embargo, creemos pertinente mencionar los distintos estudios que se han publicado sobre aquella época. Estos muestran el importante papel desempeñado entonces por los religiosos y ayudan a comprender por qué un político como Mariano Ospina Rodríguez optó por ellos. Una de las obras más exhaustivas y eruditas escritas en el siglo xx sobre la historia de la

52 Para México cfr. José GUTIÉRREZ, Jesuitas en México durante el siglo XIX, México: Porrúa, 1972; Gerard DECORME, Historia de la Compañía de Jesús en la República Mexicana durante el siglo XIX, Chihuahua: Tipografía El Regional, 1959; Gerard DECORME, La obra de los jesuitas mexicanos durante la época colonial, 1572-1767, México: Antigua Librería Robredo de J. Porrúa e Hijos, 1941; Manuel Ignacio PÉREZ, La Compañía de Jesús en México: Cuatro siglos de labor cultural, 1572-1972, México: Editorial Jus, 1972. Para Perú cfr. Rubén VARGAS, Historia de la Compañía de Jesús en el Perú, Burgos: España, 1963, 2 vols. Para Centroamérica cfr. Jesús Ma-nuel SARIEGO, Aquellos tenaces misioneros proscritos… Los jesuitas en la Centroamérica moderna 1842-1896, Guatemala: Estudios Centroamericanos, 1999. Para República Dominicana cfr. José Luis SÁEZ, Los jesuitas en la República Dominicana, Santo Domingo: Museo Nacional de Historia y Geografía/Archivo Histórico de la Antillas, 1988-1990, 2 vols. Para Nicaragua cfr. Franco CERUTTI, Los jesuitas en Nicaragua en el siglo XIX, San José de Costa Rica: Libro Libre, 1984. Para Ecuador cfr. Wilfrido LOOR, Los jesuitas en el Ecuador: Su ingreso y expulsión, 1850-1852, Quito: La Prensa Católica, 1959; José JOUANEN y Jorge VILLALBA, Historia de la Compañía de Jesús en la República del Ecuador, 1850-1950, Quito: 2003. Para Brasil cfr. Serafim LEITE, História da Companhia de Jesus no Brasil, Lisboa, Livraria Portugália/Rio de Janeiro, Civilização Brasileira, 1938-1950, 10 vols. Para Paraguay cfr. Pablo PASTELLS, Historia de la Compañía de Jesús en la Provincia del Paraguay (Argentina, Paraguay, Uruguay, Perú, Bolivia y Brasil) según los documentos originales del Archivo General de Indias, Madrid: Librería General de Victoriano Suárez/Consejo Superior de Investigaciones Científicas/Instituto Santo Toribio de Mogrovejo, 1912-1949, 9 vols. Para Uruguay cfr. Julio FERNÁNDEZ, Jesuitas, masones y Universidad, Montevideo: Ediciones de La Plaza, 2007, 2 vols. Para Argentina cfr. Guillermo FURLONG, Los jesuitas y la cultura rioplatense, Buenos Aires: Editorial Huarpes, 1946; Historia del Colegio del Salvador y de sus irradiaciones culturales y espirituales en la ciudad de Buenos Aires, 1617-1943, Buenos Aires: El Colegio del Salvador, 1944.

53 Rafael PÉREZ, La Compañía de Jesús restaurada en la República Argentina y Chile, el Uruguay y el Brasil, Barcelona: Imprenta de Henricii y C.a en comandita, 1901.

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Compañía de Jesús en el actual territorio de Colombia, durante el periodo colonial, es la de Juan Manuel Pacheco.54

Este historiador tuvo la oportunidad de consultar los archivos de la Compañía de Jesús en Roma, Madrid, Loyola, Quito y Bogotá, el Archivo General de Indias en Sevilla, el Archivo Nacional de Bogotá, el Archivo Histórico de Tunja, el Archivo del Estado del Cauca y el Archivo Histórico de Antioquia. Además, se valió de la Historia de la Provincia del Nuevo Reino y Quito de la Compañía de Jesús, una obra escrita por Pedro de Mercado, jesuita riobambeño.55 La obra de Mercado, escrita en 1689, permaneció inédita hasta 1957 cuando se publicó por primera vez en la Biblioteca de la Presidencia de Colombia.56 Se mantuvo inédita porque los censores de la antigua Provincia de Toledo juzgaron que no debía publicarse, sin antes someterla a una serie de correcciones. Según ellos, la obra tenía un estilo incorrecto y desigual, y no mencionaba la vida de san Pedro Claver. Recomendaron al historiador José Cassani escribir una nueva historia de la Compañía que corrigiera y puliera la escrita por Mercado. Este es el origen de la Historia de la Provincia de la Compañía de Jesús del Nuevo Reino de Granada, publicada en 1741.57 Cassani resumió la obra de Mercado y omitió lo referente a la Compañía de Jesús en Quito, porque en la época en que escribió su obra ya estaban divididas las Provincias del Nuevo Reino de Granada y la de Quito.

Pacheco tuvo en cuenta la obra de Juan de Rivero58 y la de Astráin. Este en su Historia de la Compañía de Jesús en la Asistencia de España tuvo en cuenta las Provincias de Castilla, Aragón, Toledo y Andalucía. Esta era la división administrativa de los jesuitas en dicha época. Astráin describió los aportes y sucesos de estas cuatro Provincias. Además, estudió las nuevas Provincias y misiones que se fundaron en ultramar. Desde el tercer tomo de su obra se dedica a analizar el trabajo que se llevó a cabo en las antiguas Provincias de México, Perú, Paraguay, Chile, Nuevo Reino, Quito y Filipinas. Investigó en las cartas y documentos originales de los personajes que intervinieron en esta historia, y leyó las narraciones y manuscritos que se habían elaborado en cada una de las Provincias. Contó con abundantes fuentes para escribir

54 Juan Manuel PACHECO, Los jesuitas en Colombia, Bogotá: San Juan Eudes/Oficina de Publica-ciones Pontificia Universidad Javeriana, 1959-1989, 3 vols.

55 Juan Manuel PACHECO, “Pedro de Mercado”, en Diccionario histórico de la Compañía de Jesús, vol. 3, 2632.

56 Pedro MERCADO, Historia de la Provincia del Nuevo Reino y Quito de la Compañía de Jesús, Bogotá: Empresa Nacional de Comunicaciones, 1957, 4 vols.

57 José CASSANI, Historia de la provincia de la Compañía de Jesús del Nuevo Reyno de Granada en la America, descripción, y relación exacta de sus gloriosas missiones en el Reyno, Llanos, Meta, y Rio Orinoco almas y terreno, que han conquistado sus missioneros para Dios, aumento de la christiandad y extensión de los dominios de su Mag. Católica, Madrid: En la Imprenta y Librería de Manuel Fernández, 1741.

58 Juan RIVERO, Historia de las misiones de los Llanos de Casanare y los ríos Orinoco y Meta, Bogotá: Empresa Nacional de Comunicaciones, 1956.

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sobre el origen y la supresión de la orden. En cada volumen inicia su obra con una introducción bibliográfica, en la que describe las fuentes primarias y secundarias. En el caso de la antigua Provincia del Nuevo Reino, consagra un capítulo en cada tomo, a partir del cuarto. Esto le permite entrelazar de nuevo la historia de la Provincia valiéndose de los documentos de los archi-vos jesuíticos de Roma y Madrid, y de los del Archivo General de Indias para el periodo colonial.59 Sin embargo, en lo que se refiere a la Nueva Granada, su visión es providencialista, al dar unas explicaciones sobrenaturales a las experiencias vividas por los religiosos en las misiones. Destaca las falencias de los jesuitas en algunos periodos y carece de los contextos políticos, eco-nómicos y sociales.

Juan Manuel Pacheco se propuso escribir la historia de los jesuitas en cuatro tomos. Los dos primeros fueron publicados en vida del autor. El ter-cero se publicó después de muerto y el cuarto no se llegó a publicar. La obra de Pacheco está dividida en tres tomos. El primero cubre los años de 1567 a 1654 y se subdivide en cinco libros. En el primer libro: Antecedentes, hace una descripción del territorio de la Nueva Granada, el gobierno eclesiástico y civil, los religiosos, los primeros contactos y la nueva fundación. En el se-gundo libro: Las fundaciones, muestra el establecimiento de los colegios de Cartagena, Santafé, el Colegio-Seminario de San Bartolomé, la erección de la provincia del Nuevo Reino, el noviciado de Tunja, los colegios de Honda, Pamplona, Mérida, Mompós, Popayán, el Colegio-Seminario de San Francis-co, la residencia de Pasto y sus incursiones en la Isla de Santo Domingo. En el tercer libro: Apostolado, narra de manera exhaustiva las actividades desa-rrolladas por los jesuitas con los esclavos, la obra del P. Alonso de Sandoval, de san Pedro Claver, las doctrinas entre los muiscas, las misiones populares y las misiones de los Llanos. En el cuarto libro: Hombres y sucesos, muestra las dificultades experimentadas con algunas autoridades civiles y religiosas, los distintos superiores provinciales, las congregaciones provinciales, la vida en el interior de las casas y las haciendas, con las cuales sostenían los colegios y a los estudiantes jesuitas. En el libro quinto: Los Estudios, hace una síntesis de la historia de la Universidad Javeriana y sus pleitos con la Universidad Tomista. Explica acerca de los estudios mayores y menores, la defensa de la Inmaculada Concepción de la Virgen y los jesuitas teólogos, filósofos, literatos y científicos más sobresalientes en dicho periodo. Este tomo cubre cincuenta años de historia, a través de los cuales se muestra la consolidación de la Provincia del Nuevo Reino y la fundación de los principales colegios y de la Universidad. En esta última se impartirían clases de filosofía y teología que no tenían nada que envidiar a la enseñanza en Europa. A ella acudían asiduamente los jóvenes estudiantes jesuitas junto con los seminaristas y

59 Antonio ASTRÁIN, Historia de la Compañía de Jesús en la Asistencia de España.

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3 2 L A S V I C I S I T U D E S D E L O S J E S U I T A S E N C O L O M B I A

seglares. A través de los ministerios propios de la Compañía de Jesús, como son las misiones evangélicas, los jesuitas recorrieron pueblos y ciudades. La catequización de los esclavos negros en Cartagena alcanzó su apogeo, sobresaliendo hombres como Alonso de Sandoval y san Pedro Claver. Las doctrinas entre los muiscas fueron un éxito porque los jesuitas establecieron escuelas de aprendizaje de la lengua.

Con estas lograron un mayor acercamiento y mejor comprensión de la evangelización. Con la publicación de este volumen Pacheco se propuso mostrar la historia de los religiosos de manera objetiva, sin evitar sus luces ni sus sombras. Para el autor, su obra no tiene un carácter apologético, sino el de la búsqueda de la verdad: “Virtudes y defectos han salido a relucir. Los documentos son los que han hablado”.60

El segundo tomo abarca los años de 1654 a 1696. Está dividido en cuatro libros. En el primero, titulado En el interior de la Provincia, se narran las nuevas fundaciones que emprendió la Compañía de Jesús con la resi-dencia de Las Nieves, los colegios de Pasto y Ocaña, y las dificultades que empezaron a experimentar los jesuitas con los seglares y miembros de otras órdenes religiosas. Desde Roma enviaron visitadores a poner orden en la Provincia porque faltaba celo y abnegación de sus miembros. El segundo libro: Actividades culturales, se refiere a los grados que se otorgaban en la Academia Javeriana a teólogos, filósofos, historiadores y poetas eminen-tes. En el tercer libro, de título La misión de los Llanos y el Orinoco, se refiere la evolución de las misiones en dichas regiones. En el cuarto libro: Otros campos de misión, se narran las misiones populares en el Chocó, en el río Marañón y en el Amazonas.

Para redactar este volumen, en lo que respecta a la segunda mitad del siglo xvii, Pacheco no encontró mucha documentación. La poca que halló mostraba que en la Provincia vivían hombres de profunda virtud y vida in-terior, pero también había casos de mediocridad. En ese periodo se “sufrió cierta crisis religiosa. Esto se observó en la facilidad con que se pedían las dimisorias, los nacionalismos exasperados, la falta de respeto y obediencia a los superiores, el poco espíritu de mortificación. Todos estos aspectos eran síntomas que indicaban una preocupante decadencia en algunos de los religiosos que formaban la provincia”.61

El tercer tomo no fue publicado en vida de Pacheco, quien falleció el 30 de diciembre de 1986. Su idea original para este tomo era incluir temas como la expulsión de los jesuitas neogranadinos y el itinerario de los expulsados hasta su arribo a Gubbio (Italia). No lograría este propósito, pues había es-

60 Juan Manuel PACHECO, Los jesuitas en Colombia, vol. 1, 585.61 Juan Manuel PACHECO, Los jesuitas en Colombia, vol. 2, 484.

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tado dedicado a la redacción de la Historia eclesiástica en la Nueva Granada.62 Dicha labor le requirió la totalidad de su tiempo y por tal motivo no escribió el cuarto tomo. Este último lo pensaba iniciar con un estudio exhaustivo de las haciendas en el Nuevo Reino, proveniente de los inventarios de los bienes incautados con motivo de la expulsión y que ameritaban un capítulo sobre la historia económica de tales entidades.63

Manuel Briceño Jáuregui, Fortunato Herrera, Ignacio Acebedo y José del Rey Fajardo fueron encargados por el superior provincial colombiano, entonces Gerardo Remolina, de verificar las notas con su fuente de proce-dencia, la elaboración de los índices y la bibliografía del manuscrito que dejó sin publicar Pacheco. Este es el origen del tercer tomo que salió a la luz pública en 1989.64 Sin duda alguna, Pacheco fue un gran estudioso de la historia de la Iglesia y de los jesuitas en Colombia. Esto se constata en su sólida producción bibliográfica. Su obra refleja la profundidad de quien ha pasado muchos años en los archivos y bibliotecas nacionales indagando y revisando fuentes para responder a sus interrogantes. Sin embargo, su obra carece de un contexto político, social, económico y cultural, es decir, pareciera como si la historia de los jesuitas fuera aislada y sin relación con la sociedad, pues el autor se dedica a analizar lo que pasa en el interior de la orden, sin ofrecer un contexto que haga referencia a la historia política y social del periodo colonial.

José del Rey Fajardo es otra de las autoridades contemporáneas del perio-do colonial. Ha publicado una extensa obra de los jesuitas en los territorios coloniales de lo que hoy son Colombia y Venezuela. Este historiador se ha dedicado a estudiar la historia de los colegios coloniales de Bogotá,65 An-

62 Juan Manuel PACHECO, Historia eclesiástica, Bogotá: Lerner, 1971, 5 vols.63 En este propósito se le adelantó un prolijo historiador colombiano, quien consultó sobre el tema

de las haciendas de los jesuitas y publicó un estudio sobre ellas. Cfr. German COLMENARES, Haciendas de los jesuitas en el Nuevo Reino de Granada, siglo XVIII, Bogotá: Antares Tercer Mundo, 1969; “Los jesuitas: Modelo de empresarios coloniales”, Boletín Cultural y Bibliográfico 2, (1984): 42-53. Más adelante otros investigadores han publicado estudios y artículos. Cfr. José Eduardo RUEDA, Relaciones interétnicas en los Llanos de Casanare y Meta 1767-1830, Bogotá: Fundación para la Promoción de la Investigación, 1987; “El complejo económico-administrativo de las antiguas haciendas jesuitas del Casanare”, Boletín Cultural y Bibliográfico 20, (1989): 3-15. Héctor P. PÉREZ, La hacienda Caribabare estructura y relaciones de mercado 1767-1810, Yopal, Colombia: Corpes Orinoquia, 1997.

64 Juan Manuel PACHECO, Los jesuitas en Colombia, 1696-1767, 5-10.65 José DEL REY FAJARDO, La enseñanza de las humanidades en los colegios jesuíticos neogranadinos

1604-1767, Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2005; Jesuitas, libros y política en el Real Colegio Mayor y Seminario de San Bartolomé, Bogotá: Publicaciones, 2004.

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tioquia 66 y Cartagena,67 de la Universidad Javeriana y sus catedráticos68 en Colombia, y de los colegios de Mérida,69 Coro70 y Maracaibo71 en Venezuela,72 sus bibliotecas,73 los jesuitas insignes74 y sus escritos, y también las misiones y las haciendas en los Llanos del Casanare y la Orinoquia.75 Este intelectual, a diferencia de Pacheco, explica cómo la presencia de los jesuitas ayudó a forjar la cultura colonial. Según él: “Al asumir los jesuitas la educación de las juventudes en Santafé de Bogotá y en otras ciudades se situaron obligatoria-mente en las encrucijadas de la historia civil, social, intelectual y económica; y de forma paralela dentro del ámbito de la historia religiosa de Colombia. La genuina historia de los pueblos granadinos quedaría mutilada sin la voz de la compañía de Jesús”.76

66 José DEL REY FAJARDO, Los jesuitas en Antioquia 1727-1767 aportes a la historia de la cultura y el arte, Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2008.

67 En la introducción a su obra, Del Rey Fajardo describe la labor realizada por los jesuitas en Car-tagena. “Dentro del sistema jesuítico el ‘Colegio de Cartagena’ actuaba a través de tres grandes estructuras: el ‘Colegio’ que atendía a la juventud para formarla en virtud y letras; el ‘templo’ que servía tanto al culto divino como a la vida sacramental y organizaba en su seno congregaciones por estamentos, sermones, procesiones y demás actos religiosos; y finalmente la ‘Residencia’ en la que laboraban los ‘operarios’ y en el caso específico que nos atañe el trabajo con la raza negra esclavizada. Todo este complejo entramado era dirigido por una autoridad única que residía en el Rector”. Cfr. José DEL REY FAJARDO, Los jesuitas en Cartagena de Indias 1604-1767, Bogotá: Centro Editorial Javeriano, 2004, 18.

68 José DEL REY FAJARDO, El aporte de la Javeriana colonial a la cartografía orinoquense, Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2003; Catedráticos jesuitas de la Javeriana colonial, Bogotá: Ceja, 2002.

69 José DEL REY FAJARDO, El Colegio San Francisco Javier en la Mérida colonial germen histórico de la Universidad de los Andes, Mérida, Venezuela: Universidad de los Andes, 2003, 3 vols.

70 José DEL REY FAJARDO, Un sueño educativo frustrado los jesuitas en el coro colonial, Caracas: Uni-versidad Católica Andrés Bello, 2005.

71 José DEL REY FAJARDO, Virtud y letras en el Maracaibo hispánico, Caracas: Universidad Católica Andrés Bello, 2003.

72 José DEL REY FAJARDO, Los jesuitas en Venezuela, Caracas/Bogotá: Universidad Católica Andrés Bello/Pontificia Universidad Javeriana, 2006-2007, 6 vols.

73 José DEL REY FAJARDO, Biblioteca de escritores jesuitas neogranadinos, Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2004.

74 José DEL REY FAJARDO y Germán MARQUÍNEZ ARGOTE, Vida, obra y pensamiento del maestro javeriano Juan Martínez de Ripalda (1641-1707), Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2007; Denis Mesland amigo de Descartes y maestro javeriano 1615-1672, Bogotá: Ceja, 2002.

75 José DEL REY FAJARDO, Una utopía sofocada, reducciones jesuitas en la Orinoquia, San Cristóbal, Venezuela: Universidad Católica del Táchira, 1998; Misiones jesuíticas en la Orinoquia, San Cris-tóbal, Venezuela: Universidad Católica del Táchira, 1992.

76 José DEL REY FAJARDO, “Los jesuitas en las raíces de la colombianidad”, Revista Javeriana 709 (octubre 2004): 32-41.

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Balance historiográfico de los jesuitas en Colombia: 1842 a 1861

Sobre este periodo histórico se encuentra una significativa producción que data de finales del siglo xix y que se extiende a través del siglo xx. La pri-mera obra que en este sentido puede mencionarse es el trabajo inédito de José Joaquín Cotanilla, que reposa en el Archivo de la Provincia de Castilla, en Alcalá de Henares. Cotanilla arribó a la Nueva Granada en 1846 con el objetivo de fortalecer la Misión Colombiana y experimentó la expulsión de 1850. La obra en mención está dividida en cuatro volúmenes, el primero de los cuales consta de 31 capítulos y describe el periodo de la restauración por el papa Pío VII, la restauración en España por el rey Fernando VII y la situa-ción que vivió la Compañía en ese país hasta 1835. El segundo, de treinta capítulos, da cuenta de la presencia de los jesuitas en la Nueva Granada hasta su expulsión en 1850. El tercero relata el itinerario seguido por los religiosos dispersos: unos fueron hacia Panamá, Ecuador, Jamaica, México, Cuba y Guatemala. Los religiosos fueron acogidos en el Ecuador, pero dos años más tarde fueron expulsados. De allí pasaron a Guatemala. El cuarto volumen describe el restablecimiento de los jesuitas en Colombia entre 1858 y 1861 y las políticas anticlericales de Tomás Cipriano de Mosquera.77 Al parecer, estos cuatro volúmenes eran los borradores inéditos de Cotanilla. En el archivo existe otro manuscrito de 1029 páginas, que recoge la misma información de estos cuatro tomos, con significativas correcciones a la primera redacción. La obra fue escrita en La Habana entre 1864 y 1869, pues los cuatro volúmenes están fechados en 1864, en tanto que el segundo manuscrito en la primera hoja y en la última página está fechado en 1869. Igualmente, existen cuatro pequeños manuscritos de su Diario, que se compilan en un solo volumen titulado Diario 1834-1866 y Viaje a Italia 1883. Suponemos que se valió de este diario para escribir la historia de la Misión Colombiana. En sus pági-nas registra experiencias personales acompañadas de los acontecimientos ordinarios y extraordinarios tanto de la orden religiosa como de los hechos políticos y sociales de los países por donde pasa.

La obra de Cotanilla describe el arribo de los jesuitas a la Nueva Granada en 1844. Como está fechada muy cerca a los acontecimientos de 1861, en ella se observa un sentimiento de malestar con las políticas del general To-más Cipriano de Mosquera. El autor intenta hacer una historia de los que él llama “liberales y masones” que, según él, expulsaron a los jesuitas en 1850 y 1861. En uno de sus capítulos muestra cómo el origen de la masonería está directamente ligado al pecado de Caín y Abel. La obra engrandece a los

77 Archivo Histórico de la Provincia de Castilla de la Compañía de Jesús, Alcalá de Henares (AHPCSJ), “Historia de la Misión Colombiana de la Compañía de Jesús”, C-92, 4 vols.

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defensores de la orden y denigra de aquellos que se opusieron a su presencia en la Nueva Granada en estas dos fechas.

La segunda obra es la de José Joaquín Borda, quien fue alumno de los jesuitas. Su escrito es una apología de la Compañía de Jesús.78 Para la redacción de su primer tomo, que corresponde a la época colonial, tuvo en cuenta las obras de Cassani, de Rivero y de Manuel Rodríguez, quien escribió El Marañón y Amazonas.79 Para el segundo tomo, que abarca el siglo xix, consultó periódicos y panfletos de la época. Según Borda, con su obra se propuso ampliar el trabajo de Cassani, de cuya lectura estuvo insatisfecho, y para tener un gesto de agradecimiento con sus maestros, quienes habían desempeñado una importante labor en estos territorios. Para Borda esta labor no había sido tenida en cuenta y era ignorada en la prensa y en los escritos de los gobiernos liberales. Pretendía poner en claro la verdad de la orden y de su obra apostólica en Colombia, de manera objetiva, tanto en el periodo de la Colonia como en el de la República. Según Borda, con este estudio desmentía las falsas diatribas que proclamaban los enemigos de la Compañía de Jesús.

La tercera obra fue escrita por Rafael Pérez, un jesuita guatemalteco, que por pocos años trabajó en Colombia en el periodo de la Regeneración. Escribió la historia de la Compañía en Colombia y en Centroamérica desde mediados del siglo xix. Pérez formó parte del grupo de historiadores a los que el superior general Luis Martín encomendó el estudio y publicación de historias de la Compañía en las asistencias de ese tiempo. Su estudio abarca cuarenta años, los cuales divide en cuatro décadas marcadas por varios he-chos relevantes: “Desde el llamamiento de la Compañía a la Nueva Granada, hasta su expulsión y pasajera permanencia en Jamaica. Desde su estable-cimiento en Guatemala, hasta la segunda expulsión de la Nueva Granada 1851 a 1861. Desde esta fecha, hasta la expulsión de Guatemala en 1871. Su permanencia en Nicaragua hasta 1881. El poco tiempo que aún permaneció la Compañía en Costa Rica podría servir de enlace para unir esta historia con la que esperamos que mejor pluma escribirá de la nueva era, más larga y más feliz de la Compañía en Colombia”.80

78 José J. BORDA, Historia de la Compañía de Jesús en la Nueva Granada, vol. 2, Poissy: Imprenta de S. Lejay et c., 1872, VIII.

79 Manuel RODRÍGUEZ, El Marañón y Amazonas: Historia de los descvbrimientos, entradas, y redvc-ción de naciones, trabajos malogrados de algvnos conqvistadores, y dichosos de otros, assi temporales como espiritvales, en las dilatadas montañas, y mayores ríos de la America Marañón y Amazonas, El descubrimiento del Marañón, Madrid: Imp. de Antonio Gonçalez de Reyes, 1684.

80 Rafael PÉREZ, La Compañía de Jesús en Colombia y Centro-América, después de su Restauración, Va-lladolid: Imp., Lib., Heliografía y Taller de Grabados De Luis N. de Gaviria/ Imprenta Castellana, 1896-1898, vol. 1, VII.

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El autor se propuso dos objetivos: el primero edificar y el segundo en-señar a las generaciones católicas de su momento la obra apostólica de los jesuitas y los avatares vividos por ellos en Colombia y Centroamérica. Con ello quería mover el celo misionero de sus miembros y la adquisición de herramientas necesarias para combatir la propaganda antijesuita.81 Su obra está colmada de apologías para la fracción política y para los miembros de la sociedad que hicieron posible el retorno y la presencia de los religiosos. Según Pérez, todas aquellas obras realizadas por los jesuitas fueron buenas y prudentes, mientras que las medidas tomadas por los gobiernos liberales de mediados de siglo habían sido obras del mal espíritu liberal decimonónico. Se podría aseverar que su obra es una respuesta a toda aquella leyenda antijesuita que se difundió no solo en Colombia, sino, en general, en Latinoamérica.

Pérez consultó la obra inédita de Cotanilla. Este, como se mencionó pre-viamente, escribió sobre las dos expulsiones que había sufrido la Compañía en 1850 y 1861. Sin embargo, su escrito tiene límites porque no se refiere a la presencia de los religiosos en Centroamérica, pues no tuvo la posibilidad de vivir estos hechos. Cotanilla al retornar a España escribió una historia a mano de más de mil páginas y que nunca llegó a ver la luz. Quizá por hallarse incompleta, los superiores designaron a Pérez para que escribiera una nueva versión de esta historia. Del manuscrito inédito de Cotanilla dice Pérez:

Recién llegados a España, no faltó quien, sabedor de nuestros antiguos designios y aficiones, pusiera en nuestras manos diversos apuntes del labo-rioso P. Joaquín Cotanilla, bastante ordenados como para formar la historia de la Misión de la Nueva Granada en sus dos primeras épocas: leímos con verdadero placer y entusiasmo aquellos escritos, creímos haber encontrado un tesoro, y lo era en realidad, pero no tan rico como lo deseábamos. En efecto, desde luego notamos que, como era natural, había deficiencia en los puntos en que no había intervenido sino sólo visto de muy lejos, ú oído referir: que de los veinte años que trabajó la Compañía en Guatemala, sólo tocaba los dos primeros: nada de su traslación a Nicaragua y Costa Rica, ni de su larga permanencia en estas Repúblicas, porque sin duda su plan se restringía a la Nueva Granada. Sin embargo, pues, de que dichos apuntes no satisfacían ni con mucho nuestros deseos, sacamos de su lectura dos grandes utilidades: primera la que proporciona de por sí una colección de datos de indiscutible autoridad, y segunda ampliar nuestras antiguas ideas y animarnos a emprender este trabajo.82

Pérez, además de esta fuente inédita se dedicó a buscar documentos y cartas de la época en América y en Europa. En el Viejo Continente visitó los archivos de Loyola y Castilla. Allí revisó cuidadosamente la correspondencia

81 Rafael PÉREZ, La Compañía de Jesús en Colombia y Centro-América, vol. 1, VIII.82 Rafael PÉREZ, La Compañía de Jesús en Colombia y Centro-América, vol. 1, VI.

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que se produjo entre los superiores locales de Suramérica que dependían del provincial de España y del asistente general, quienes vivían en el exilio. Pérez, para la redacción de los tres tomos, tuvo oportunidad de leer los folletos y los artículos que le ofrecieron sus colegas. Unido a este acervo de documentos, el autor fue testigo de las vicisitudes que les ocurrieron a los jesuitas de la Misión Centroamericana desde 1857, fecha en la cual había ingresado a la Compañía de Jesús.83

Los historiadores del siglo xix utilizan un significativo número de fuentes, pero nunca mencionan el lugar en el cual están ubicadas. En las introducciones a sus obras monumentales se refieren a ellas, mas cabe anotar que los archivos del siglo xix no estaban organizados ni catalogados. Pérez efectuó un laborioso trabajo de archivos, pero desafortunadamente no citó la procedencia de sus fuentes. Al confrontar estos documentos con las cartas y documentos encontrados en los archivo de la Compañía de Jesús en Roma y en las bibliotecas archivos colombianas encontramos que hay coincidencia. La honestidad de Pérez en el manejo de las fuentes se refleja en la bibliografía que consigna al final de sus escritos. Por ejemplo, narra que en Guatemala conoció la obra inédita del P. Rafael Cáceres, quien escribió la Historia latina de la Misión de Guatemala. Pérez escribió en un contexto de persecución y de anticlericalismo de parte de los gobiernos liberales, tanto en Europa como en Suramérica. Se puede afirmar que su obra es una defensa de la institución eclesiástica y de la Compañía de Jesús, pues según él: “los gobiernos se proponen como fin último oprimir a la Iglesia, coartar sus libertades, poner toda clase de óbices a su acción salvadora, privar a los pueblos de los consuelos de la religión”.84

La cuarta obra es la de José Manuel Groot. En ella se presenta la historia de la Iglesia desde la época de la Colonia hasta 1856.85 Su objetivo es mostrar a la obra civilizadora de la Iglesia en el periodo mencionado. Según el autor, con esto pretendía mostrar:

… el establecimiento y el desarrollo de la Religión Católica en la Nueva Granada, porque me parecía poco honrado para un país católico y civilizado carecer de la historia de su Iglesia y mayormente cuando su clero ha sido tan injustamente calumniado por algunos escritores nacionales de nuestros tiempos, que lo han presentado a las nuevas generaciones como enemigos de las luces y hostil a la causa de la independencia americana.86

83 José L. SÁEZ, “Rafael Pérez”, en Diccionario histórico de la Compañía de Jesús, vol. 3, 3092.84 Rafael PÉREZ, La Compañía de Jesús en Colombia y Centro-América, vol. 1, XX.85 José Manuel GROOT, Historia eclesiástica y civil de la Nueva Granada, Bogotá: M. Rivas, 1889-1893,

5 vols.86 José Manuel GROOT, Historia eclesiástica y civil de la Nueva Granada, vol. 1, XI.

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En el primer tomo de su obra dedica dos capítulos a narrar el estable-cimiento de los jesuitas en Santafé de Bogotá, Cartagena y Tunja, y en el segundo tomo emplea dos capítulos para hablar sobre la expulsión de la Compañía de la Nueva Granada en 1767.87 Esta obra fue una respuesta al descrédito que sufrió la institución eclesiástica a mediados del siglo xix y un intento por construir una historia nacional desde las élites.88 Estudios similares se efectuaron en otras Repúblicas como Brasil, Chile y México.89

La quinta obra fue escrita a finales del siglo xix por el historiador Juan Pablo Restrepo. En su trabajo Restrepo dedica varios capítulos a mostrar las leyes que permitieron el establecimiento de los jesuitas en Colombia de 1842 a 1861. Su obra, escrita en el periodo de la Regeneración, trata sobre el contexto de enfrentamiento entre la Iglesia y el Estado. El estudio está muy bien documentado respecto de la posición, situación y cosmovisión de la Iglesia. Sin embargo, es una apología a la obra civilizadora de esta en Co-lombia. Sin duda alguna, esta obra ha sido de consulta obligada para todos los miembros de la institución. Su objeto es bien claro desde el comienzo:

Si hojeamos, aunque sea rápidamente, los códigos de las leyes expedidas en nuestra Patria, desde la época de la independencia hasta ahora, encontrare-mos frecuentemente disposiciones que afectan, de un modo más o menos directo, los derechos y las prerrogativas de la Iglesia, y que, al menos en los últimos veinte años, constituyen un verdadero estado de persecución permanente, más o menos franca y violenta, contra el catolicismo.90

El autor divide su extensa obra en dos partes. En la primera estudia las relaciones entre la Iglesia y el Estado durante la época colonial, para observar cómo se entendieron el patronato real, el fuero eclesiástico, los bienes de manos muertas, los diezmos, las primicias y otros impuestos eclesiásticos, las iglesias y los cementerios, las comunidades religiosas y la instrucción pública. En la segunda parte analiza cómo fueron interpretados estos temas por los gobiernos republicanos. Su estudio comprende tres épocas: “[…] la época del gobierno español; la del gobierno republicano, durante la unión de la Iglesia y el Estado; y la de la separación de las dos potestades. Com-prende la primera desde el origen de la monarquía hasta la independencia de estos países; la segunda, desde este último suceso hasta el año de 1853; y la tercera desde dicho año hasta el presente”.91 Con este estudio exhaustivo,

87 José Manuel GROOT, Historia eclesiástica y civil de la Nueva Granada, vol. 2, 74-136. 88 Sergio A. MEJÍA, El pasado como refugio y esperanza. La historia eclesiástica y civil de José María Groot,

1800-1878, Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, 2009.89 José David CORTÉS, “Las relaciones Estado-Iglesia en Colombia a mediados del siglo XIX”, 26.90 Juan Pablo RESTREPO, La Iglesia y el Estado en Colombia, VI.91 Juan Pablo RESTREPO, La Iglesia y el Estado en Colombia, 55.

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el autor pretendió asumir la defensa de la Iglesia católica desde la Colonia hasta los ataques del liberalismo radical de mediados del siglo xix y mostrar la comunión y lealtad de la Iglesia neogranadina con la Santa Sede. En la primera parte dedica unos capítulos a analizar la presencia de los jesuitas en las misiones, el apostolado de Alonso de Sandoval y de Pedro Claver con los negros en Cartagena y la expulsión de 1767. En la segunda parte describe los motivos de odiosidad contra los jesuitas en su permanencia entre 1844 y 1850.

La sexta obra data de 1914. Su autor, Luis Javier Muñoz, jesuita guatemal-teco, escribió para conmemorar el centenario de la restauración de la orden. Muñoz fue uno de los pioneros en la Misión de la Provincia de Castilla en Colombia. De su experiencia escribió un pequeño texto en el que resume a Rafael Pérez. No cita la obra inédita de José Joaquín Cotanilla, lo que nos hace suponer que desconocía o no consultó el Archivo de la Provincia de Castilla en donde estaba ubicado el manuscrito. Al igual que los historiadores del siglo xix, no da referencias de los documentos consultados en su síntesis.92 Coincide con los dos autores anteriores en afirmar que los jesuitas no tenían claro a qué venían a la Nueva Granada.93

La séptima obra se remonta a 1940. Ese año se conmemoraron los cuatrocientos años de historia de la Compañía de Jesús a nivel mundial. Aprovechando la efeméride, Daniel Restrepo escribió una síntesis de la his-toria de los jesuitas en Colombia que abarca de los años de la fundación en tiempos coloniales hasta 1940. Su obra está dividida en cuarenta capítulos. Los primeros catorce se dedican a los tiempos coloniales que van desde 1589 hasta 1767. Del capítulo 15 al 28 describe la restauración de la orden

92 Ángel SANTOS, “Luis Javier Muñoz”, en Diccionario histórico de la Compañía de Jesús, vol. 3, 2768-2769.

93 Estos vendrían a evangelizar a los indígenas y crear casas de escala en donde se formaban los misioneros. Sin embargo, de las principales ciudades como Bogotá, Medellín, Popayán y Pasto los llamaron para encargarse de la educación de la juventud en los seminarios y colegios. En Bogotá y en Popayán los obispos les entregaron los seminarios para que se encargaran de formar a los futuros sacerdotes. En Medellín el gobernador les encargó la enseñanza en el Colegio Académi-co. Este encargo duró unos meses, pues los religiosos tuvieron que devolver el colegio porque surgieron algunas tensiones con el grupo que fundó el periódico El Amigo del País. Los miembros de este grupo, aunque no eran anticlericales, se ensañaron contra los tres jesuitas que vivían en Medellín. Para Muñoz, el gobierno de Tomás Cipriano de Mosquera que comenzó en 1845 fue autoritario e inflexible con los jesuitas. Mosquera, de manera despótica, les exigió trasladarse a Popayán para abrir un Colegio de Misiones y les solicitó que renunciaran a ser miembros de la orden, para hacerse ciudadanos de la Nueva Granada, con el fin de poder recibir un pequeño salario que el Gobierno les proporcionaba. Frente a este hecho, el nuevo superior de los jesuitas en la Nueva Granada, Manuel Gil, arguyó que era la primera vez que un gobierno les exigía a los religiosos renunciar a ser miembros de la orden para hacerlos ciudadanos de un país, y que con su ayuda económica o no, los jesuitas irían a las regiones del Caquetá y del Putumayo. Cfr. Luis Javier MUÑOZ, Notas históricas sobre la Compañía de Jesús restablecida en Colombia y Centro América, Oña: Imprenta Privada del Colegio, 1929, 1-60.

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en 1814, su regreso en 1844 y las expulsiones de 1850 y 1861. Del capítulo 29 al 40 narra los años de 1884 a 1940. Finalmente, hay una sesión titulada “Galería de varones ilustres”, en la cual proporciona un acervo bibliográfico sobre los jesuitas en Colombia hasta 1940 y reconoce que las obras escritas en los siglos anteriores “distan mucho de ceñirse a las normas que la crítica moderna impone a la obra histórica”. Para él no existe ninguna obra que abarque la historia de la Compañía en Colombia, y en este sentido propone:

[…] sería menester refundir las obras enumeradas: formada una masa de su contenido, aumentado con lo mucho digno de conocerse que en ellas se omitió, separar cuidadosamente lo que haya de leyenda, de mero panegírico, de inexactitud, de inepta amplificación o digresión innecesaria: y luego, escogidos los materiales, bien criticados, ponderados con sentido de las proporciones, tejer de nuevo la trama de los hechos, y construir el edificio, artístico y científico a la par, de una historia cumplida.94

Restrepo admite que su obra no es una historia, sino un boceto para una historia. Sin embargo, en ella se ofrece una abundante información. El autor es muy riguroso a la hora de suministrar y citar las fuentes de las cuales ha extraído información para su obra. Al igual que otros historiadores del siglo xix, muestra una posición adversa hacia los gobiernos liberales que expulsa-ron a los jesuitas y no oculta su cercanía y aprecio por aquellos personajes conservadores que favorecieron, defendieron y apoyaron la labor apostólica de los religiosos entre 1844 y 1850 y entre 1858 y 1861.

Artículos en revistas sobre los jesuitas del siglo xix

Después de esta producción de libros se han encontrado una serie de artículos en las revistas fundadas y publicadas por los jesuitas una vez establecieron su residencia en Colombia. Estos se han escrito para conmemorar celebraciones especiales. El primero data de 1944. Su autor, Daniel Restrepo, introduce un nuevo dato que desconocen los historiadores del siglo xix. Hace mención de dos iniciativas que se presentaron antes de 1842: la primera de ellas, cómo desde 1817 el Cabildo secular de Santafé de Bogotá, en un memorial firmado por Juan Sámano le pidió al rey que restableciera la Compañía de Jesús en estos territorios y que enviara a algunos jesuitas al Nuevo Reino de Granada. En uno de los apartes del memorial dice: “remitir a esta ciudad y a todo el Nuevo Reino de Granada una Misión de Jesuitas, porque con su frecuencia en el púlpito y asiduidad al confesionario, etc., mantenían el bueno orden, y todo este Nuevo Reino pacato y dócil estaba en una racional, gustosa y

94 Daniel RESTREPO, La Compañía de Jesús en Colombia, 8.

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justa subordinación, a la cual subrogó después una loca y mal entendida libertad”.95

Como se puede apreciar, se requería a los jesuitas para que aseguraran la armonía y ayudaran a encaminar nuevamente a los súbditos hacia la su-misión y respeto del rey. La segunda iniciativa se presenta en 1820 cuando el provisor del Arzobispado de Santafé, Nicolás Cuervo, escribió al papa Pío VII urgiéndole que les enviara una misión de jesuitas, que preferiblemente no fueran de nacionalidad española. A la vez, exhortaba a Francisco Antonio Zea, quien iría como diplomático a Europa, para que buscará por todos los medios el retorno de los religiosos, quienes ayudarían a afianzar el Estado de la República.96

El segundo es un artículo publicado por la Academia de Historia Ecle-siástica, en el que Pacheco hace una síntesis del retorno de los jesuitas en el siglo xix. De manera sistemática y diligente se citan fuentes que provienen de los archivos de la Compañía de Jesús. El autor sigue los argumentos de Cotanilla, Pérez, Borja y de los dos historiadores apellidados Restrepo, de acuerdo con los cuales los gobiernos de López y Mosquera habrían procedido con los jesuitas de manera regalista, es decir, atribuyéndose poderes por el hecho de ser presidentes y ejerciendo su autoridad de manera unilateral. El varias veces presidente Mosquera quiso sujetar y tratar a los jesuitas como empleados oficiales, de los cuales pudiera disponer cuando quisiera, desco-nociendo las directrices y normas internas de la orden.97

En todas estas obras y artículos redactados por miembros de la orden y algunos de sus amigos laicos, se quiso mostrar los dos bandos en los cuales se dividió la sociedad neogranadina ante la presencia de los jesuitas. Por un lado, se hacía referencia a los enemigos liberales, quienes reprodujeron propaganda antijesuita de los siglos xvi al xviii, y de la nueva que se empezó a publicarse en el siglo xix, proveniente de Europa, especialmente de Fran-cia. Los liberales son llamados también volterianos, impíos y enemigos de la religión a los cuales hay que frenar para que no reine la irreligión, el desorden y el libertinaje. Sin embargo, no se contextualiza ni se profundiza en las razones que tuvieron estos “enemigos” para expulsarlos. A su vez, los “liberales” veían a los jesuitas como propagadores de “doctrinas”, “enseñan-zas” que retrasaban las reformas y el progreso de la nación y cuestionaban el que los religiosos se responsabilizaran de la educación de la juventud,

95 Daniel RESTREPO, “Centenario de la Restauración de los Jesuitas en Colombia, 1844-1944”, Revista Javeriana 105, (junio 1944): 195-200. Según Daniel Restrepo, la cita es de Jesús María Henao. No da la fuente.

96 Daniel RESTREPO, “Centenario de la Restauración de los Jesuitas en Colombia”, 196.97 Juan Manuel PACHECO, “Regreso y nueva expulsión de la Compañía de Jesús”, Revista de la

Academia de Historia Eclesiástica 32, (1974): 81-97.

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porque mediante ella __en el decir de los liberales__ introducían doctrinas perniciosas y corruptoras que luego reproducirían en las reuniones en las asociaciones de los conservadores.98

En el otro bando estaban los amigos de los jesuitas en la Nueva Granada. Estos mediante leyes hicieron posible el regreso de los religiosos, los acogie-ron, les prestaron toda clase de ayudas materiales y les responsabilizaron de importantes obras. Esto se constata en el número de representaciones que escribieron a los gobernantes civiles y eclesiásticos. En ellas solicitaban a los religiosos de las principales ciudades como Bogotá, Medellín, Popayán, Pasto, Mompós y Girón. Estas ciudades requerían jesuitas para que se encar-garan de la educación de la juventud, pues anhelaban una sólida formación cristiana para sus hijos. Los amigos los defendían en los periódicos y en las cámaras. Un significativo número de ciudadanos de estas ciudades envió representaciones al presidente López persuadiéndolo de la no expulsión de la orden, argumentando que como católicos tenían derecho de escoger a los sacerdotes que fueran más idóneos para la formación de sus hijos, alabando la labor educativa y misionera de los religiosos. Igualmente, podemos aseve-rar que en estas historias se aprecian dos bandos: los unos buenos, los otros malos. Este tipo de historias, pese a que contienen una sólida información documental, no permiten observar la complejidad de los contextos políticos, sociales y culturales de este periodo.

Ahora bien, tanto los jesuitas historiadores del siglo xix como los que es-criben antes del Concilio Vaticano II fueron formados en un contexto histó-rico de antiliberalismo. En la encíclica Quanta Cura y el Syllabus o Compilación de los errores del mundo moderno del papa Pío IX, del 8 de diciembre de 1864, se condena el liberalismo.99 En el Syllabus se formulan ochenta anatemas que finalizan con la condena de quien considere que “el Romano Pontífice puede y debe reconciliarse y entenderse con el progreso, con el liberalismo y con la civilización moderna”.100 La postura antimoderna promovida por el papa no fue acogida por buena parte de pensadores católicos, pese a que quiso imponer su indiscutida potestad con la definición de un magisterio infalible por parte del Concilio Vaticano I, celebrado entre 1869 y 1870.101

Rafael Pérez escribió su obra en este contexto del Syllabus y del Concilio Vaticano I. Lo mismo pasa con los historiadores Restrepo y Pacheco. Sus

98 Gaceta Oficial 1123, (mayo 1850).99 Papa Pío IX, “Quanta Cura. Sobre los principales errores de la época”. En Colección de encíclicas

y documentos pontificios, 6ª edición, vol. 1. Madrid: Publicaciones de la Junta Nacional, 1962, 899-904.

100 Papa Pío IX, “Syllabus. De los errores modernos”. En Colección de encíclicas y documentos pontificios, 6ª edición, vol. 1. Madrid: Publicaciones de la Junta Nacional, 1962, 905-911.

101 Antonio BENTUÉ, “Neoescolástica, teología liberal protestante y crisis modernista”. En Historia del cristianismo, vol. 4: “El mundo contemporáneo”, Madrid: Trotta, 2010, 220.

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posturas antiliberales obedecen a esa posición que asumió la institución eclesiástica europea del siglo xix y que durará hasta el Concilio Vaticano II. Recordemos que un significativo número de miembros estuvieron ligados a las corrientes restauracionistas y tradicionalistas que reaccionaron en Europa contra la Revolución Francesa. Aquellos miembros de la sociedad y de la institución eclesiástica que pretendieron reconciliarse con las ideas de progreso, liberalismo y nueva civilización fueron condenados por dichos documentos. En el caso de la Nueva Granada, los miembros del Partido Liberal que criticaron, desacreditaron y denigraron eran católicos y hasta familiares de los conservadores, pero esto no impidió que se ensañaran contra los jesuitas y los expulsaran en 1850 y 1861.

Este libro no pretende hacer una apología del papel desempeñado por los jesuitas en dicho periodo. Ellos como miembros de la institución eclesiás-tica defendieron las doctrinas católicas, los derechos de la Iglesia y las labores propias de su instituto, como lo eran la catequización y la propagación de la doctrina cristiana. Esta se realizaba a través de los colegios, las misiones que desarrollaron en el Caquetá y en el Putumayo, y en general a través de las congregaciones de católicos que ayudaron a forjar. En este apostolado experimentaron conflictos y malentendidos con algunos miembros de la sociedad y de la institución eclesiástica.

Otros intentos de aproximación a la historia de la Compañía de Jesús en Colombia

Aparte de estas historias “institucionales”, como las ha clasificado Cortés Guerrero en su tesis doctoral, algunos historiadores laicos han intentado abordar esta historia con nuevos instrumentos teóricos. El primero de ellos es una tesis de pregrado redactada en 1980 por Daniel Turriago. Esta se centra en la expulsión de los jesuitas de 1850. El autor analiza el contexto regalista del gobierno de López y el deseo del Partido Liberal de separar la Iglesia del Estado. Su trabajo es una buena síntesis de las fuentes secundarias, sin em-bargo, es muy limitado, pues ignora y omite las fuentes primarias de este periodo. En esos años se publicaron diversos periódicos, folletos, panfletos y hojas sueltas que suelen ser de gran utilidad para entender la época.102

El segundo trabajo se produjo con motivo de la celebración de los cien años de presencia de los jesuitas en Colombia en 1984.103 En dicha oportu-nidad fueron publicados una serie de artículos en la Revista Javeriana. De allí

102 Daniel TURRIAGO, “La expulsión de los jesuitas en la Nueva Granada, 1850” (tesis de pregrado, Pontificia Universidad Javeriana).

103 Fernán GONZÁLEZ, “La otra verdad de una expulsión: el mito anti jesuítico”, Revista Javeriana 509, (octubre 1984): 271-280.

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se destaca el artículo del historiador Fernán González, miembro de la orden, quien se sale de los esquemas tradicionales para explicar la historia de los jesuitas en el siglo xix y con la ayuda de las Ciencias Políticas da cuenta del contexto político y social del periodo y la actitud intransigente tanto de la institución eclesiástica como de los partidos políticos Liberal y Conservador. Para explicar el conflicto entre los religiosos y algunos políticos liberales se ayuda de la teoría de León Poliakov, quien estudia las motivaciones detrás de las persecuciones comparando la leyenda antijesuita con el antisemi-tismo.104 Según González, “La polémica con la Reforma protestante y con la Ilustración fue generando una jesuitofobia, que se expresó en una serie de fábulas y novelas anti jesuitas: una de las más conocidas es la llamada Monita Secreta, que pretendía ser una colección de instrucciones secretas para afianzar el dominio universal de la Compañía y de las que se conocen más de 300 ediciones”.105 González analiza cómo en la primera mitad del siglo xix la jesuitofobia alcanzó su punto culminante en París, donde los jesuitas fueron asociados con la restauración y el absolutismo borbónico. Desde ese momento empezaron a publicarse en los pasquines liberales leyendas populares antijesuitas como El judío errante de Eugenio Sue. Esta novela tuvo un gran impacto político, pues el progreso representado por el judío Samuel, es contrarrestado por el jesuita Rodin y sus compañeros, quienes se convierten en símbolo de la reacción a nivel mundial, ya que los jesuitas se empeñan en “aniquilar toda voluntad, todo pensamiento, toda inteligencia latente en los pueblos, para entregarlos embrutecidos e inermes al despotismo de los reyes”. Esta moda de ridiculizar y de denigrar de los jesuitas se expandió a otros literatos como Víctor Hugo y Alejandro Dumas. Este último llegó a transformar al mosquetero Aramís en el superior general de los jesuitas, pasando por el folletinesco Ponson du Terrail hasta llegar a Tolstoi y Dostoievski.106 El tema projesuita y antijesuita llegó a tal polarización en 1849, que en el primer programa del Partido Liberal colom-biano redactado por Ezequiel Rojas, entre sus ideas estaba la expulsión de los jesuitas.107 Para Fernán González el liberalismo de hoy se ha despojado de su anticlericalismo decimonónico y “ha descubierto las limitaciones sociales y económicas que se oponen al optimismo decimonónico del pro-greso limitado y se ha hecho consciente del espíritu de tolerancia que lleva implícita su propia doctrina”.108

104 Leon POLIAKOV, La causalidad diabólica. Ensayo sobre el origen de las persecuciones, Barcelona: Muchnik Editores, 1982, 49-66.

105 Fernán GONZÁLEZ, “La otra verdad de una expulsión”, 276.106 Fernán GONZÁLEZ, “La otra verdad de una expulsión”, 277.107 Ezequiel ROJAS, “La razón de mi voto”, El Aviso, (julio 1848).108 Fernán GONZÁLEZ, “La otra verdad de una expulsión”, 271-72.

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El tercer trabajo es una tesis de maestría de Floriberto Sánchez de 1988. En ella se analiza de manera exhaustiva la expulsión de los jesuitas en 1861.109 En el primer capítulo se hace un resumen corto de la presencia de los jesuitas en Colombia desde la época de la Colonia y su influencia en la sociedad, desde la perspectiva económica, social y cultural. Se describe someramente la expulsión decretada por José Hilario López, quien para tal fin utilizó la pragmática de Carlos III. En el capítulo II trata brevemente de las gestiones que realizó Francisco Antonio Zea para hacer retornar a los religiosos jesuitas. La obra no muestra el debate pro y antijesuita que se dio en las Cámaras en la prensa neogranadina. Sin embargo, lo novedoso de esta tesis es el intento de recopilación de la historia de las acusaciones contra los jesuitas desde su origen. Estas acusaciones van desde su moral laxa hasta la severidad de sus doctrinas, desde sus riquezas económicas hasta su influencia en las cortes y en las monarquías. Se hace referencia al cuarto voto de obediencia que los profesos jesuitas le hacen al papa. Para Sánchez este voto dio herramientas a los enciclopedistas y a los liberales para desprestigiar a la orden y luego para descristianizar a Occidente e imponer el racionalismo.

La cuarta obra que menciona la presencia de los jesuitas en el siglo xix es la del historiador norteamericano David Bushnell, en la que se muestra cómo la cuestión jesuita fue la que determinó la división entre los partidos políticos Liberal y Conservador.110 Esta idea será defendida también por la quinta obra, de los profesores Frank Safford y Marco Palacios.111 Estas obras han mencionado el papel desempeñado por los jesuitas en el tema de la configuración del Partido Conservador. De acuerdo con estos autores, uno de los puntos en donde se encuentran diferencias entre estos dos partidos, es en la cuestión jesuita.

El sexto trabajo es del profesor Francisco Javier Gómez, un historiador de la Universidad Complutense de Madrid. Este publicó un texto en el 2007 en el que caracteriza la actividad desarrollada por la Compañía de Jesús en la segunda mitad del siglo xix en la Nueva Granada, Ecuador, Centroamérica y las Antillas. El estudio evidencia la dimensión misionera de los jesuitas que retornaron a América del Sur. Según Gómez, los jesuitas, “se sabían, antes que ninguna otra cosa, misioneros y tenían la ilusión, mucho más que el objetivo, de restablecer la presencia de la Compañía en los límites definidos a lo largo de casi doscientos años hasta la expulsión decretada por

109 Floriberto SÁNCHEZ, “El problema de la Compañía de Jesús en la Nueva Granada, con énfasis en la expulsión de 1861” (tesis de Maestría, Pontificia Universidad Javeriana).

110 David BUSHNELL, The making of modern Colombia. A nation in spite of itself, Berkeley and Los Angeles: University of California Press, 1993.

111 Frank SAFFORD y Marco PALACIOS, Colombia: País fragmentado, sociedad dividida, Bogotá, 2002, 385-86.

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Carlos III”.112 Este novedoso estudio se realiza a partir de la documentación primaria conservada en tres archivos: el Archivo Histórico de la Provincia de Castilla de la Compañía de Jesús en Alcalá de Henares, el Archivo His-tórico Nacional de Madrid y el Archivo Romano de la Compañía de Jesús. Sin embargo, creemos que su visión de la problemática antijesuítica queda sesgada, porque no tiene en cuenta la información que proporcionan los artículos de periódicos y los folletos que se publicaron en la Nueva Granada y en otras Repúblicas con motivo de la presencia de los jesuitas.

Finalmente, un séptimo trabajo es la tesis doctoral del profesor José David Cortés Guerrero del año 2008. En ella se ofrece una nueva lectura ponderada y exhaustiva de las relaciones Estado-Iglesia desde mediados del siglo xix hasta el año de 1877. La obra es muy consistente, por el uso de fuentes primarias y por el análisis crítico de este periodo. En la primera parte de su estudio analiza el regreso de los jesuitas en 1844 y su expulsiones de 1850 y 1861. Para Cortés, la llamada persecución a la institución eclesiástica en el periodo liberal del siglo xix, de 1849 a 1877, “no debe ser entendida como tal, es decir, como un acorralamiento de liberales anticatólicos hacia la Iglesia, sino que esa persecución, que parece darse, no es más que el resul-tado del enfrentamiento entre el ideal de un Estado liberal modernizador y el mundo tradicional, característico de la sociedad colombiana a mediados del siglo xix, donde la institución eclesiástica jugaba un papel fundamental en el control sociopolítico y económico”.113

En el trabajo de Cortés se examina cómo se fueron configurando las relaciones entre el Estado y la Iglesia católica a partir de 1849 hasta el año de 1853, fecha en la cual se redactó una nueva Constitución y en el que oficial-mente se separaron el Estado y la Iglesia. El autor en este periodo analiza la manera en que se ensalzó el 7 de marzo de 1849 como una fecha en la cual se iniciaron una seria de reformas que abrirían a la Nueva Granada hacia el progreso. Para ello estudia las reformas con su defensa y sus oposiciones. Dentro de estas reformas dedica una parte de su trabajo a la expulsión de los jesuitas porque cree que este significativo evento “le permite ver la forma como los liberales delinearon su posición respecto a la institución eclesiás-tica. Por ejemplo, expulsaron a los jesuitas por ser extranjeros y obedecer al Papa con lo que pretendían, quienes los expulsaron, dar a entender que todos los habitantes de la Nueva Granada debían, ante todo, obedecer a las leyes y las autoridades del país”.114 Igualmente, le dedica una parte a mostrar la forma como fue expulsado el arzobispo por sus detractores y la defensa que este

112 Francisco J. GÓMEZ, Resistencia y misión. La Compañía de Jesús en la América del siglo XIX, Madrid: Forum Hispanoamericano Francisco de Vitoria, 2007, 10.

113 José David CORTÉS, “Las relaciones Estado-Iglesia en Colombia a mediados del siglo XIX”, 21. 114 José David CORTÉS, “Las relaciones Estado-Iglesia en Colombia a mediados del siglo XIX”, 57.

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tuvo por parte de sus amigos. Esta tesis ofrece el contexto político y social, sin el cual no se entienden las motivaciones que tuvieron los gobiernos de José Hilario López y el de Tomás Cipriano de Mosquera para expulsar a los religiosos. Por otra parte, nos proporciona herramientas para entender por qué los conservadores apoyaron a los religiosos y los consideraban idóneos para educar y evangelizar a la juventud neogranadina.

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L a s v i c i s i t u d e s d e l o s j e s u i t a s e n C o l o m b i a

Se terminó de imprimir en el mes de abril de 2014,en los talleres de Javegraf, Bogotá, D.C., Colombia.Compuesto con tipos Stone serif y Stone sans serif

e impreso en marfil de de 75g.

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Hacia una historia de la Compañía de Jesús, 1844-1861

Las vicisitudes de losjesuitas en Colombia

Jorge Enrique Salcedo Martínez, S. J.

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Este libro analiza la labor educativa y pastoral de los jesui-tas en Colombia durante el siglo XIX. El regreso de los je-suitas a la nueva república en 1844 se convirtió en un tema político altamente polémico hasta 1884, cuando se autorizó su permanencia estable. Los jesuitas permanecieron en la nueva república entre 1844 a 1850, año en el que fueron expulsados por el Gobierno de José Hilario López. Más adelante el Gobierno de Mariano Ospina Rodríguez invitó a la Compañía a territorio colombiano. En este año fueron expulsados por Tomás Cipriano de Mosquera, quien los acusó de no haber pedido permiso al Gobierno para es-tablecerse en el país. Estas dos estancias cortas (1844-1850 y 1858-1861) generaron un debate significativo entre los partidos Conservador y Liberal. El primer regreso de los jesuitas coincidió con la formación de estos dos partidos políticos y el debate sobre la separación de Iglesia y Esta-do. Una vez finalizada la Guerra de los Supremos, el go-bierno aprobó una ley que permitió el retorno de la Com-pañía después de su expulsión en 1767. En esta historia de la Compañía de Jesús en Colombia en el siglo XIX el lector encontrará un recorrido minucioso por el proceso de resta-blecimiento de la orden y el contexto político, social y reli-gioso en el que ello se dio, así como el impacto del retorno de los jesuitas a Colombia después de 77 años de ausencia.

Dr. Jorge Enrique Salcedo Martínez, S. J.Doctor en Historia de la Universidad de

Oxford, en Inglaterra. Teólogo y Magíster en Filosofía de la Pontificia Universidad Javeriana. Licenciado en Ciencias Sociales de la Universi-dad Pedagógica Nacional, Bogotá. Es miembro de la Compañía de Jesús desde 1993 y sacerdote desde el 2003. Fue decano del Medio de la Facul-tad de Ciencias Sociales y actualmente se des-empeña como profesor de historia de la misma Facultad. Es coordinador del proyecto de con-memoración del Bicentenario de la Restauración de la Compañía. Sus áreas de Investigación son: Historia del cristianismo, las relaciones Igle-sia-Estado en Latinoamérica y Colombia siglos XIX y XX y la historia de los Jesuitas durante los siglos XVII-XX.

En enero del 2012 el superior general de la Com-pañía de Jesús, Adolfo Nicolás, invitó a los his-toriadores jesuitas y laicos del mundo entero a reflexionar sobre las causas que llevaron a la ex-tinción de la Compañía de Jesús el 21 de julio de 1773 y a su restauración el 7 de agosto de 1814. La Pontificia Universidad Javeriana y la Provin-cia Colombiana se unen a esta reflexión a través de una serie de publicaciones que conmemoran los 200 años de la restauración de los jesuitas. En estos libros el lector encontrará significativas reflexiones y aportes de expertos que ayudan a entender este hecho histórico en el contexto de la historia mundial de los siglos XVIII y XIX.

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Nota adhesiva
Imagen de cubierta: Padre José Segundo Laínez, S. J., misionero de la Compañía de Jesús en el Caquetá. Museo Juan Lorenzo Lucero, Pasto, Colombia.