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Los cronistas, al recoger las noticias y obras de los monarcas incas, expusieron a través de los informantes detalles sorprendentes a pesar de ser “oficiales”, esto es: testimonios parciales sobre las vidas de los monarcas perpetuados por sus descendientes. Estos informantes dependían de aquella memoria, veraz o ilusoria, para conservar bienes y privilegios y se mantenían como una especie de regia burocracia encargada no solo de la generación de individuos de elite sino también de cimentar con sus narraciones, datos y aseveraciones su lugar de preponderancia con respecto a las demás “panacas” o familias reales. La naturaleza de estos informantes puede hacernos pensar que fueran todos de una misma fuente al narrar determinada vida de un emperador, pero en esto contrastan las exposiciones que se nos hacen sobre Pachacútec, el primer emperador, como persona y monarca. Las reducidas referencias no son tan contradictorias como lo son los mismos cronistas y sus intenciones para redactar sus informes y están bien lejos de ofrecer panegíricos del primer emperador de los incas. Pero en esto, como acabo de afirmar, tiene no solo que ver el informante sino también, obviamente, el escritor. El caso del cronista mestizo del siglo XVII Garcilaso de la Vega, el Inca, es el más elocuente: María Rostworovsky demostró, sin asomo de duda, no solo que invento su historia de cabo a rabo sino que omitió y tergiverso a sabiendas por cuestiones de orgullo y venganza dinástica. Siendo su familia victima de la

Las Vidas Del Emperador

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Vida de Pachacuti....

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Los cronistas, al recoger las noticias y obras de los monarcas incas, expusieron a travs de los informantes detalles sorprendentes a pesar de ser oficiales, esto es: testimonios parciales sobre las vidas de los monarcas perpetuados por sus descendientes. Estos informantes dependan de aquella memoria, veraz o ilusoria, para conservar bienes y privilegios y se mantenan como una especie de regia burocracia encargada no solo de la generacin de individuos de elite sino tambin de cimentar con sus narraciones, datos y aseveraciones su lugar de preponderancia con respecto a las dems panacas o familias reales. La naturaleza de estos informantes puede hacernos pensar que fueran todos de una misma fuente al narrar determinada vida de un emperador, pero en esto contrastan las exposiciones que se nos hacen sobre Pachactec, el primer emperador, como persona y monarca. Las reducidas referencias no son tan contradictorias como lo son los mismos cronistas y sus intenciones para redactar sus informes y estn bien lejos de ofrecer panegricos del primer emperador de los incas. Pero en esto, como acabo de afirmar, tiene no solo que ver el informante sino tambin, obviamente, el escritor. El caso del cronista mestizo del siglo XVII Garcilaso de la Vega, el Inca, es el ms elocuente: Mara Rostworovsky demostr, sin asomo de duda, no solo que invento su historia de cabo a rabo sino que omiti y tergiverso a sabiendas por cuestiones de orgullo y venganza dinstica. Siendo su familia victima de la persecucin vengativa de Atahualpa, perteneciente a la panaca de pachacutec, no solo hizo de Atahualpa un monstruo abominable sino que, adems, trato de disolver los hechos y obras de su gran abuelo. Distinta la postura de Juan de Betanzos un siglo antes, uno de los conquistadores hispanos que, casado con Ins Huaylas, hermana de Atahualpa, recoge gracias al testimonio de sus parientes nativos, una historia prehispnica cargada de tintas y de fuertes aromas. Pedro Sarmiento de Gamboa por el contrario, siendo hombre de mundo, gegrafo, explorador e historiador de Castilla recibe del virrey Francisco de Toledo la comisin de derribar la distorsionada imagen de indio puro, pacifico y bueno levantada por la ardorosa pluma que Las Casas haba esgrimido en defensa del nativo americano. Para ello solo tenia que recibir testimonio de las panacas cusqueas y exponer la forma como el Tahuantinsuyo logro ser el mayor y ms poderoso imperio del continente. La imagen del nativo conquistador en los andes fue una revelacin a despecho del acucioso Pedro de Cieza de Len, quien lo hacia movido por vocacin de informante e historiador. El Tahuantinsuyo de Sarmiento es un eficiente, colosal y letal estado imperialista, a la manera de los grandes reinos paganos de oriente y no un paraso virgen habitado por inocentes seres exticos y hermosos, desnudos e ingenuos, rodeados de aves multicolores y amigos de las fieras. Betanzos, con su franca exposicin y Sarmiento con su interesada percepcin parten de un mismo punto focal: Pachactec inca Yupanqui. Para el primero es un generador, un creador heroico y genio poltico militar para el otro un tirano cuyos crmenes hacan legtimo el gobierno de estos reinos por parte del cristiansimo rey de Castilla. Heredero de un reino curacal Pachacutec transforma dicha sociedad aguerrida, inculta y precaria en un imperio colosal a travs de la conquista, de la guerra y la matanza. Pero Sarmiento no puede sustraerse a la evidencia: la realidad de aquella magna obra tiene que asombrarlo y su pluma tiende a comparar aquella monumentalidad con los griegos y romanos, otros grandes pueblos paganos. El smil no es disparatado. Las obras de esta sociedad vencida y mutilada pueden comparase y, en algunos casos, superar a las que fueron atribuidas a los dioses y hroes mitolgicos. Los conquistadores primero y los religiosos y burcratas de la corte virreinal despus llegaron a ver restos de un esplendor de inmensas proporciones. No dej de conocer, serensimo y muy esclarecido seor, que para decir las admirables cosas que en este reino del Per ha habido y hay, conviniera que las escribiera un Tito Livio, o Valerio, o otro de los grandes escritores que ha habido en el mundo, y aun estos se vieran en trabajo en lo contar. Trasluce en aquellas noticias la imperfeccin del genio creador. De aquel ser humano redentor, conquistador y reformador absoluto transformado en ser sagrado, divino e infalible por la fuerza de su personalidad. El genio de Pachacutec debi de producir honda conmocin en una sociedad aletargada culturalmente y atomizada polticamente. Los curacazgos y sus curacas no pasaban de ser lderes duales ya sea religiosos y militares fundados sobre la inconstancia de los apetitos y las ceremonias sobre un pas agreste, pobre y difcil. En este ambiente no haba grandeza posible a no ser que una naturaleza humana terrible y maravillosa la transformara. Por qu en el Per? Si bien los andes haban sido cuna de grandiosas civilizaciones ninguna de ellas haba sido obra de un hombre en un lapso corto de tiempo. De todas formas el altiplano haba sido sede de Tiahuanaco-Huari cuyas estructuras estatales haban transformado los andes centrales alrededor del siglo IX. Pero siglos a que sus ciudades y monumentos yacan sepultados o arruinados. Pensar que aquellos pueblos y aldeas, divididas en clanes o parcialidades que adoraban a sus pacarinas y portaban a sus muertos resecados podran gestar en el siglo XV uno de los estados imperiales ms asombrosos y admirados del planeta nos llena de asombro. Durante siglos nada haca presagiar que aquello fuera a cambiar en las alturas andinas. Las civilizaciones costeras eran ms ricas, ms cultas y opulentas. Los curacas altoandinos eran en comparacin pobres y barbaros que permanecan en continua y endmica pugna por miserables parcelas frtiles de las quebradas y valles altos. Solo un hombre cambio todo ello y su nacimiento esta signado por la eventualidad el momento y la coyuntura. Se dice que naci en el palacio de cusicancha. Pero nada en el Cuzco de entonces poda llamarse palacio porque el Cusco aun no era una ciudad sino una aldea anegada por los desbordes de sus dos pequeos ros: el Huatanay y el Tullumayu y an permaneca flanqueada por aldeas de grupos humanos hostiles. Se dice que su madre fue la coya Mama Runto Caya. Segn Guaman Poma era triste de corazn lo que hace pensar en que fuera depresiva ya que segn el cronista nativo se rodeaba de gente con malformaciones, jorobados y enanos, que no departan en las fiestas ni asista a los bailes. Por lo contrario, el mercedario Martin de Mura afirma que era clebre por su gran belleza llegando a afirmar que fue una de las ms hermosas mujeres del Per de entonces. Que fue muy querida por el inca Viracocha y que gustaba de habitar en sus jardines que los tenia numerosos y galanos. Ambos retratos no pueden ser ms distintos y tendramos que dudar de ambos aunque no por ello sean extremos: hermosa pero triste, depresiva o introvertida. No obstante su hijo segn la historia oficial naci rico en virtudes que es lo que significa su nombre que despus cambio por Inca Yupanqui. Las lisonjas a la personalidad del prncipe no podan ser ms elocuentes: virtuoso y afable lo llama el parcial Betanzos. Pedro Sarmiento de Gamboa, quien lo retrata como un tirano sanguinario es tambin claro: llano y afable y daba fuera de esto muestras de nimo y de altos pensamientos. Pero estas grandiosas cualidades contrastaban con sus terribles defectos como la violencia y la soberbia, que tambin sealan las crnicas. Esto, que puede parecer una contradiccin es en realidad la complejidad de una personalidad compleja, llena de un inmenso talento y capacidades simplemente extraordinarias. Sarmiento de Gamboa asevera sin ambages y tambin interesadamente su voracidad sexual cuando al narrar sobre el establecimiento de vestales del sol le atribuye el vicio de servirse de ellas: Las cuales todas entraban doncellas, y pocas quedaban que no paran del inga. A lo menos era tan vicioso en esto, que se dice que con todas las que le daba gusto tenia acceso, y por esto tuvo tantos hijos como de el se dice. Como tambin su herosmo y genio militar: E Inga Yupangui, como era muy diestro en el pelear, andaba acudiendo a todas partes, peleando y mandando y animando a su gente. Amigo de la guerra y siempre sala con victoria seala Guaman Poma. Su vibrante y apasionada personalidad deba contener extremos tan radicales como la afabilidad y la crueldad, la soberbia, la calidad humana y la impulsividad apasionada en una raza que no conoca a individuos de tan sanguneo temperamento, y que era tambin, por contraste, reflexivo, llano y capaz. As Betanzos mismo anota: era mancebo de gran presuncin y hombre que tena en mucho su persona. Y Martin de Mura es elocuente: hombre cruel, severo, ambicioso y amigo de la honra y aun envidioso Guaman Poma, con su clsica rudeza, es an ms enftico: alocado, tronado, unos ojos de len. Guaman Poma es el nico cronista que nos ha dejado algo de su aspecto fsico. Adems de sus ojos de len afirma que Pachactec era alto de cuerpo y de rostro redondo y lo dibuja con rangos regulares y agradables. rostro austero, y ojos de Tigre cruel lo describe Valboa. Todo hace pensar que su persona no poda, aun siendo muy joven, dejar de notarse ya sea por su porte, maneras distinguidas (gentil hombre lo llama Guaman Poma) el valor en la guerra y lo explosivo de su carcter. De todos los hijos de Viracocha, aun los ms talentosos como Capac Yupanqui e Inca Roca, es l el nico favorecido por el destino y el sealado por la providencia no obstante ser, segn la mayora de las crnicas, menor que sus hermanos. Cul es la razn? Pachactec era realmente hijo de Viracocha? Mara Rostworovsky lo descarta como hijo del inca reinante basada en un dibujo en el cdice de Mura que lo coloca en la Iaca panaca no obstante que el mismo Mura lo reconoce hijo de Viracocha. La hiptesis es curiosa pero insuficiente para contradecir la historia oficial aunque plantea cuestiones. La iaca panaca, supuesto linaje matrilineal que se remonta a los orgenes mismos del Cusco, difcilmente tendra mayor aliciente poltico como para colocar a uno de sus hijos en el trono aun por encima del heredero, Urco, que en cierta informacin oficial se le quiere ver como hijo de una concubina: Y en otra india hermosa, llamada Curi Chulpa, de nacin Ayauilla del valle del Cuzco, hubo dos hijos varones: el uno llamado Urcon y el otro Inga Zoczo, aunque los descendientes de Inga Urcon dicen que era legtimo, mas todos los dems dicen que fue bastardo. (Sarmiento de Gamboa) Mencin aparte merece el detalle que fuera Mircoymana su ayo. Este misterioso noble cusqueo es el nico ejemplo de maestro mencionado en la historia de la capac cuna como educador de un inca y es Sarmiento el revelador de su nombre: ayo de Inca Yupanqui si queremos darle el significado occidental, este amauta se dedic a cuidarlo y educarlo y aos ms tarde figuro al lado de el en el momento ms importante de su vida hasta el punto en que se lo menciona entre los adalides de la defensa del Cusco. Si es cierta la aseveracin garcilasista que el yachayhuasi fuera fundado por Inca Roca aos antes, (lo cual es dudoso dado que por entonces el curacazgo inca tenia escasa importancia para establecer una institucin de enseanza) Inca Yupanqui debi de asistir como hijo de Viracocha a esta institucin si existiera en aquella poca. Presumiblemente Mircoymana fuera amauta en la misma pero lo ms probable es que por entonces los hijos nobles se dejaban al cuidado de un ayo que los educara y adiestrara para la guerra y la ceremonia del Huarachicuy en la que los jvenes nobles eran admitidos en la elite. Solo ms tarde esas enseanzas se sistematizaran en disciplinas o materias de instruccin y ocuparan una sede permanente en la joven ciudad imperial presumiblemente. Lo cierto es que el Yachayhuasi como escuela es nebuloso por no decir dudoso. Mas las aseveraciones de Mura parecen indicar un sistema institucionalizado imposible en la poca primigenia de la etnia inca y solo viable cuando el imperio necesitara personas con una adecuada formacin apropiada a su linaje. Lo cierto es que se afirma oficialmente no solo que fuera Inca Yupanqui hijo de Viracocha sino que habra triunfado en la ceremonia del huarachicuy convirtindolo inmediatamente en un prncipe de referencia para la elite. Si a eso le sumramos su carcter tan reflexivo como tenaz, su ambicin desmesurada y sus aires de superioridad de la que hablan los informantes tendramos a un conspirador en ciernes con la suficiente personalidad para reunir tras de s fuerzas polticas desmesuradas si ciertos acontecimientos se aliaban a su favor.

El carcter militar de la elite dualista del curacazgo inca tena la misin de establecer a travs de combates, matrimonios y ceremonias el tenue equilibrio poltico de una regin cada vez ms convulsa. Inca Yupanqui asumi seguramente un papel preponderante no solo desde el punto de vista militar como comandante sino tambin poltico. Casi todas las crnicas coinciden en afirmar su descollante inteligencia y su capacidad de asimilacin realmente sobrehumano. Siendo el menor o uno de los hijos menores de Viracocha, rodeado por prncipes tan conspicuos y notables como Inca Roca, Capac Yupanqui y Urcon, al amparo de los influyentes generales de Viracocha Apo Conde Mayta y Vicaquirao su persona fue tan notable o tan notablemente dirigida como para emerger en medio de aquella elite de personalidades descollantes, quiz la mas asombrosa estirpe de estrategas y estadistas del continente americano en su historia. El curacazgo inca haba logrado, aparentemente, la madurez no por sus riquezas o tierras, no por sus posesiones o dioses sino por sus hombres. De alguna forma surgi una generacin de talentos que los coloco inmediatamente en el sendero de la historia universal. No otra cosa pueden ser los fundamentos que se establecieron en tan corto lapso al amparo del genio y de la voluntad. Inca Yupanqui haba logrado descollar sobre ellos: se tena buena esperanza por el valor que mostraba en su florida adolescencia.(Sarmiento) La historia oficial cusquea afirma a travs de Betanzos que fue por este motivo que Viracocha viera en aquel mancebo una amenaza flagrante a la estabilidad y perpetuidad de su dinasta. Afirmaba que lo despreciaba e incluso le aborreca: E como l tuviese estas partes de virtud y valeroso seor, aunque mancebo, y fuese de grande nimo, considerando su padre este ser de Inca Yupanqui su hijo, rein envidia en l y aborresciale escribe Betanzos. Los curacas andinos, as como los europeos, esperaban dejar a sus preferidos el cargo de jefe. Hoy sabemos que los curacazgos andinos eran gobiernos duales en donde pesaban dos autoridades: la religiosa y militar y los incas no eran la excepcin. Antes del curaca Inca Roca, segn las fuentes, la dinasta de los Hurin Cusco, que asuma la autoridad religiosa era la dominante. De esta forma el clero dominaba sobre la milicia convirtindose en una teocracia. A partir de Inca Roca la dinasta de los hanan Cusco o la milicia obtendra mayor influencia relegando ms aun a la dinasta de los Hurin Cusco a tareas meramente ceremoniales. Los aztecas nunca superaron esta etapa dual y teocrtica del Tlatoani (gran orador) con respecto al Cihuacoatl (mujer serpiente) Esta caracterstica fue mal entendida por los cronistas hispanos y su incomprensin se manifiesta en sus narraciones sobre pugnas cortesanas que tenan por entonces carcter poltico. Todas estas etnias divididas en parcialidades duales que se estorbaban y conspiraban entre si no colocaban al curaca inca en posicin preponderante siempre sino en ocasiones peligrosa como habale sucedido al curaca anterior, el inca Yahuar Huacac, que muri asesinado en el mismo Cusco. La dinasta de los Hurin Cusco era el clero defenestrado desde las pocas de Inca Roca y que buscaban a viva fuerza recuperar su anterior preponderancia. Para ello no dudaban en conspirar bajo el auspicio de fuerzas forneas como los ayarmacas, otro de los grupos tnicos que se disputaban el valle. Ninguno de los curacazgos andinos haban podido sustraerse de la, en muchas ocasiones, nefasta influencia del clero que converta a los estados en teocracias lentas y torpes incapaces de progresar. Hasta las espectaculares naciones costeas constructoras de magnificas civilizaciones haban surgido y cado como teocracias brillantes pero endebles, fundadas bajo el auspicio de reyes guerreros manejados por sacerdotes an ms poderosos a semejanza de los antiguos egipcios. El estado Huari, presuntamente, haba quebrado esa tradicin teocrtica con su organizacin urbana y su administracin productiva pero eso es aun objeto de debate. Lo cierto es que hasta el siglo XV en el Per nada haca presagiar que las cosas fueran a cambiar en un futuro cercano y si los conquistadores espaoles hubieran arribado en el siglo XV hubieran encontrado un pas tremendamente distinto y la historia de Sudamrica seria completamente diferente. La historia que nos han narrado los cronistas hispanos adquiere en este captulo, correspondiente a la gnesis del Tahuantinsuyo o Imperio de los incas, tintes picos digno se un Tcito, un Polibio o un Jenofonte que nunca quisieron emular por carecer todos ellos de estilo e inters. La pica historia del hroe Inca Yupanqui que defiende heroicamente una ciudad estado ante el ataque de los, hasta entonces, invencibles chancas que haban hecho huir de la ciudad al propio inca Viracocha y su corte es narrada por casi todos los cronistas con ligeras variantes. La gran victoria eleva al trono al prncipe hroe y asume, de facto, la jefatura de su pueblo aun en vida de su padre y sube al trono con el sobrenombre de Pachactec. Esta historia, sin embargo, posee todas las caractersticas de una historia oficial andina prehispnica distorsionada por el filtro occidental. El Cusco por entonces, ya se ha dicho, no era una ciudad ni mucho menos. Era un villorrio ms populoso construido burdamente como cualquier aldea andina de las muchas que haba por entonces. Su misma situacin en un valle altoandino rodeado por montes lo haca poco apto para la defensa y no hay noticias de pucaras o fortalezas construidas por entonces con lo que las tierras frtiles del valle se hallaban protegidas solo por las alianzas establecidas con otros pueblos y el prestigio de la incipiente corte incaica. En el tiempo deste Viracocha Inca habia ms de doscientos Seores caciques de pueblos y provincias, cincuenta y sesenta leguas en la redondez desta ciudad del Cuzco, los cuales se intitulaban y nombraban en sus tierras y pueblos Capac Inca, que quiere decir Seores reyes; y lo mismo hacia este Viracocha Inca, intitulbase, como arriba diximos, Dios; de donde vieron los dems Seores ya dichos, que se intitulaba de ms sr que ninguno dellos. El ataque chanca se debi por otras causas muy distintas que las imperialistas. Los chancas, naturales de la actual Andahuaylas, tampoco eran un gran estado sino un conjunto de etnias emparentadas y divididas por la organizacin dual. En esta provincia hubo dos cinches, ladrones y crueles tiranos, llamados Uscouilca y Ancouilca, que viniendo robando con ciertas companas de ladrones desde los terminos de Guamanga, habian venido asentar al valle de Andaguayllas y alli habian hecho dos parcialidades. Uscouilca, que era el mayor y mas principal, ca hermanos eran, instituyo la una y llamola Hananchancas, que es decir los Chancas de arriba, y Ancouilca hizo la otra parcialidad y nombrola Hurinchanca, que suena los Chancas de abajo. Estos, despus que murieron, los embalsamaron, y porque eran en la vida temidos por sus crueldades, hicieron, los que de sus companas quedaron, la estatua de Uscouilca, y traianla consigo en las guerras y robando. Por lo cual, aunque llevaban consigo otros cinches, siempre se atribuian los hechos a la estatua de Uscouilca, por sobrenombre llamado Ancoallo. (Sarmiento) Tampoco posean artes que designaran algn desarrollo cultural. Eran tan brbaros como los dems pueblos altoandinos. Como los ayarmacas, los canas y canchis, los pueblos collas, etc. Cul era entonces la preponderancia de los chancas? Al parecer solo la de ser motivo y pretexto histrico para la ascensin de un monarca y su lugar preeminente en la historia de su dinasta. Se engrandeci y magnifico a los chancas para hacer an ms grande su derrota y la victoria del vencedor. En los poblados chancas, segn Gonzales Carr, no existen evidencias de palacios o templos pertenecientes a una clase dominante, ni de plazas o lugares de reunin. (Rostworowsky)Las embajadas y los tratos entre las elites chanca e inca antes de la presunta guerra al ms puro estilo de reciprocidad andino parecen mostrar un panorama bastante distinto al del agresivo y poderoso reino invasor que buscaba la destruccin de una ciudad estado que por entonces no exista. Tampoco parece ser exacta la cobarde huida de la misma del inca Viracocha. Ms justa parece ser la hiptesis sobre los tratos entre ambos dirigentes tnicos para la migracin en el valle o que simplemente el cambio de residencia del curaca cusqueo provocara el oportunismo de una faccin poltica dentro de la misma elite guerrera. Colonos chancas, pertenecientes a algunas parcialidades chancas, deban seguramente ocupar una buena porcin del valle cusqueo hasta entonces propiedad de los incas mientras que la corte curacal de Viracocha ocupaba un nuevo centro poltico que no era ni ms ni menos importante porque no exista un asentamiento estable sino tierras de labranza. De ah la confusin en cuanto al lugar de retiro de Viracocha inca que en realidad ejerca un nuevo dominio favorecido por la reciprocidad dejando un valle que tarde o temprano caera bajo la influencia chanca con claros intereses en la regin en caquia xaquixaguana en la regin de Calca, segn Betanzos, Cieza y Sarmiento, un territorio ms favorable para ser defendido y aprovechado poltica y militarmente. El curacazgo inca iba camino a convertirse en un pueblo de aldeas coronadas por pucaras o fortalezas a la manera de los chancas: Ms como en aquellos tiempos muchos de los pueblos estuviesen en los altos y collados de las sierras, con grandes cercas, que llaman pucaras, no se poda hacer muchas muertes ni queran cautivos ni ms que robar los campos.(Cieza) abandonando el rico pero difcilmente defendible Cuzco en donde la poblacin estaba a merced de las incursiones rapaces de pueblos aguerridos. Esta medida provoca quiz la oposicin de un amplio sector de la elite cusquea que vea en el valle su centro religioso irremplazable. Creemos que una parte de la milicia y el clero se opuso a la medida que abandonaba parcialmente el valle sagrado o que posiblemente un grupo quiso formar en el lugar un curacazgo aparte debido a ello o que la actitud de esta faccin se debiera a razones mucho mas profundas, de carcter dinstico y poltico. Esta elite guerrera era muy consciente de su poder e influencia y esto debi convencerlos de la pertinencia y necesidad de un cambio radical, obviamente a su favor. Los generales Vicaquirao y Apo Mayta estaban al frente del partido poltico opositor en franca traicin al curaca que no quiso desalojar el valle amparando interesadamente a muchos pobladores que se haban visto de inmediato obligados a dejar sus heredades. Los prncipes Roca e Inca Yupanqui aparecen como abanderados reales de la secesin incaica y se aprestan a no dejar que los chancas dominen el valle. Sarmiento de Gamboa, tan dado a exageraciones para pintar a los incas como los seres ms viles de la tierra, afirma que todo fue tramado por ambos generales de Viracocha porque Apo Mayta estaba de amores con una de las esposas del inca. Debido a ello, segn el cronista, enga a Viracocha hacindole recular a Caquia zaquijaguana y us a Inca Yupanqui para liderar la rebelin. La historia de Sarmiento est, evidentemente, amaada ante al absurdo de que un general del inca pueda tramar tamao artificio y exponerse a la franca traicin y una guerra total solo por un romance. Segundo: Por qu optara justamente por Cusi Yupanqui para dicha maniobra? Si bien el prestigio y notabilidades prodigiosas del prncipe eran mas que elocuentes haban pretendientes mas a propsito para operacin tan arriesgada y extrema. Creemos que la causa era menos simple y novelesca. El curacazgo inca haba llegado a una encrucijada histrica en la que haba crecido y se haba robustecido, en que su poblacin permita aquellos movimientos de valle a valle desparramando pueblos en un amplio territorio productivo de propiedad de la etnia, realidad solo comprendida recientemente por los estudios de John Murra que demostraron que un mismo pueblo posea islotes territoriales de produccin a decenas de kilmetros en distintos pisos ecolgicos a manera vertical sin dominarlos militarmente y menos polticamente situacin bastante comn en el ande antes y despus de los incas pero que los cronistas hispanos no entendieron y que por ello, ante la extraeza del traslado de la corte cusquea por el avance de la etnia chanca, la pintaron como una grande invasin militar y el traslado de la corte del inca como una huda cuando lo que sucedi, gracias a las constantes embajadas entre los dirigentes de ambos pueblos, era un consabido trato de reciprocidad por medio del cual los inca traspasaban el dominio de parte del valle por otro territorio con el conocido traslado de mitmas de uno y otro lado. Este movimiento pudo ser ciertamente dramtico ya que los chancas no abandonaban nunca sus centros religiosos y los incas, si bien tenan su pacarina en Tamputoco, haban establecido en el valle un clero difcil de desarraigar y que, presumiblemente, fueran los ms contrarios a la medida tomada por Viracocha y su hijo y correinante Urco. Curaca y heredero se encontraban ya en nuevas tierras estableciendo su corte lo que demuestra que no haba guerra declarada entonces entre ambos pueblos. Solo con la rebelda de Inca Yupanqui y sus partidarios es que los chancas se dispusieron a tomar medidas militares y atacar las posiciones defensivas de aquella faccin inca que contaban seguramente con la alianza de otros pueblos que vean con desagrado la llegada de colonos indeseables provenientes de un pueblo tan belicoso. Que dicho trato resultara ultrajante es otro problema que tiene que ver ms con una intriga y conspiracin occidentalizada de poder que con el herosmo y la cobarda como maniqueamente lo pintaron los cronistas hispanos y aun mestizos. Inca Yupanqui no fue un hroe en defensa de una ciudad abandonada por su rey como lo pinta la historia oficial incaica sino un lder de una faccin militar dispuesto a tomar un feudo a costa del descontento de un amplio sector de la lite inca y de otros pueblos que no queran a los chancas como vecinos. Era el control de tierras y no de un centro poltico urbano inexistente entonces tanto fsicamente como en la estructura mental alto andina que basaba su produccin en el trabajo de los distintos pisos ecolgicos y que aun no creaban centros urbanos solo posibles con la aparicin de un estado y la fundacin del imperio por el mismo personaje que funga como defensor del Cusco. Inca Yupanqui y su faccin militar entraba, por ende, en colisin con la autoridad curacal establecida y lo haca solo al tener de su lado a la elite armada incaica liderada por los generales Vicaquirao, Apo Mayta y Quiliscanchi Urco Huaranca adems de sus hermanos mayores. Los cronistas, con la sola excepcin de Sarmiento, colocan como nico motivo el ascendiente que el joven prncipe impona sobre sus pares. Y es verdad que los hechos posteriores parecen dar algo de razn a la historia oficial. No es extrao ni el nico caso en la historia que un genio de la talla de Pachacutec logre conmover e influir en su entorno social y poltico. Pero esto solo es posible con eventos histricos precisos. No es ocioso sealar los cruciales motivos polticos econmicos y sociales que permitieron el encumbramiento de un Alejandro o un Napolen. De la misma manera una serie de hechos puntuales en medio de acontecimientos sociales y econmicos hicieron posible que una persona lo transformara todo actuando tanto como crisol como catalizador de las fuerzas y potencias nicas de su ambiente cultural y social. De esta manera los motivos de los generales incaicos para traicionar a su curaca ofrecen otro cariz: la certeza de un cambio ya visible aunque improbable. Convertir al Cusco en un campo de batalla estuvo adecuadamente planificado y asociado con todo ello y los chancas, por ms belicosos que fueran, no estaban preparados para soportar las terribles potencias que se habran de desencadenar sobre ellos. La historia oficial recogida por los cronistas casi hace ver a los chancas como el colosal y apocalptico ejrcito persa a punto de inundar a la pequea Grecia; y la realidad era completamente distinta. La confederacin Chanca ni era imperio ni bsicamente era un estado. Era un conjunto de etnias emparentadas como por entonces eran los collas y los ayarmacas. Este crucial momento por el cual inca Yupanqui y su hueste asumen la conduccin unificada de todas las fuerzas disponibles impusieron es cuando los incas se colocan decididamente por encima de todos sus adversarios. Libres de toda atadura religiosa personalidades tan pragmticas y militares como Vicaquirao, Apo Mayta y los prncipes Roca, capac Yupanqui e Inca Yupanqui establecen, por vez primera, el militarismo andino que habra de desembocar en el estado imperial del Tahuantinsuyo. Es muy probable que los imponentes ejrcitos conquistadores no se hubieran inventado aun en los andes y aun en la costa no parecen haberse dado grandes guerras destructivas aunque si conflictos entre metrpolis, ms semejantes a batallas rituales que a las terribles y sangrientas guerras de destruccin que los incas ya efectuaran en pleno siglo XVI. Por ello los guerreros conducidos por el mando dual de Tomay Huaraca y Asto Huaraca y que establecen su campamento en Ichupampa tienen una funcin religiosa y no de invasin y destruccin. Conducan su dolo creador Uscovilca que Juan de Betanzos retrata como un ser de carne y hueso cuando era en realidad el mallqui o momia o estatua de su progenitor legendario. De esta forma su valiossima crnica, adopta el lenguaje y pensamientos andinos en el cual el dolo se comporta, habla y acta como una persona con poder de decisin. Esto demuestra que la misin era salvaguardar el trato de reciprocidad inopinadamente irrespetado por la faccin militar liderada por el prncipe Inca Yupanqui y que aunque su proceder era ciertamente hostil estaba justificado por la autoridad del mismo curaca incaico y su heredero desde Caqui Xaquixaguana donde una misin chanca, presidida por Guamn Huaraca, estaba hospedada. El proceder del prncipe y su faccin debi de causar repulsin en los curacazgos vecinos pero tambin adhesiones de conveniencia. Al parecer el curacazgo incaico no era el nico que buscaba sacudirse del clero y las tensiones religiosas que provocaban. No habran sido pocos los curacas vecinos que buscaran en inca Yupanqui un motivo para impedir el establecimiento forzado de distintas etnias en los valles prximos como por entonces hacan los collas. Desde al altiplano y desde el Andahuaylas los curacazgos vecinos al cusco se hallaban presionados econmicamente por los excesivos tratos de reciprocidad mal regulados y eso debi de acarrear no pocos problemas sociales. No exista ninguna administracin eficiente ni organizacin estatal por entonces en aquella regin andina sur que permitiera ponerle freno a los excesos y el caos, agudizado por los curacas ms poderosos y sus apetitos debi de lograr que los curacazgos menos pujantes se unieran. Que mejor momento que el que ofrecan los incas jefaturados por un prncipe influyente y su milicia? Entonces las conversaciones de Inca Yupanqui con sus vecinos debi tener ese cariz: haba poco que perder y mucho por ganar al contrario de lo que afirma la historia oficial que retrata a un reducido grupo de defensores que se enfrentaban a los invencibles y poderosos chancas. Con todo, la tarea distaba mucho de ser fcil. Ciertamente los chancas eran una fuerza de combate de cuidado para los estndares andinos del siglo XV que no eran muy sofisticados: se trataba de producir miedo en el adversario y lograr helarles la sangre a los contrarios para que se batan en retirada, capturar botn y prisioneros y pisarlos en seal de triunfo. Era un proceso ritual que tena que ver con el prestigio y los efectismos escenogrficos. Se tena que convocar mucha gente, la mayora portando pututos (trompetas de caracol), tambores y flautas y hacer el mayor ruido mientras que los combatientes, seguramente en un nmero mucho menor al de los msicos o la banda militar, portaban sus macanas que agitaban mientras lanzaban alaridos estentreos, con los rostros pintados o de rojo o de negro para aumentar el efecto de amedrentamiento. La escena, por cierto, era un espectculo pblico que sola ser visto desde las cumbres por miles de pobladores, hombres, mujeres y nios de otros pueblos o etnias o pertenecientes a los bandos beligerantes pero no asignados u aptos para combatir. Tambin era visto por los curacas contendientes con toda su parafernalia cortesana en las zonas prominentes. El choque deba ser rpido y no muy sangriento. Los honderos hacan puntera sobre los enemigos que portaban escudos pequeos y ligeros hasta que los guerreros con hachas y porras de piedra y macanas de madera se embestan con furia. Las porras de piedra deban de causar las peores lesiones. No se usaban arcos ni flechas, aunque si propulsores o estlicas muy perforantes. Despus de una salvaje refriega se terminaba el combate con la huida de alguno de los dos bandos pasando el vencedor a capturar prisioneros y recoger botn. Lo esencial es comprender que la elite militar incaica rebelde al mando de Inca Yupanqui era veterana en este tipo de combates anodinos pertenecientes a un mundo a punto de morir y que fueron ellos los que le daran muerte en aquel acontecimiento que si bien no fue una gran batalla como nos la fue pintada por los panegiristas incsicos imperiales s tuvo trascendentales consecuencias histricas a nivel continental. Este aparentemente poco especial encuentro fue, de hecho, el nacimiento del estado imperial ms grande y poderoso del continente americano. El hecho puntual, en el caso de la batalla del Cusco, era que no estaba siendo asistida por los curacas contendientes. Los incas no tenan curacas presentes. Solo la milicia del prncipe y que, por ende, no estaba sustrada a ningn ritual de guerra ceremonial. Inca Yupanqui y su ejrcito reforzado por unidades combatientes de otros pueblos estaban convencidos que no habra suspensin de las hostilidades ni banquetes ceremoniales al final de la justa. El nico objetivo de Inca Yupanqui era la destruccin total del adversario. Toda sobrevivencia de la elite chanca equivale a perderlo todo: el respaldo de los aliados y el prestigio poltico-militar de la faccin militarista incaica. Los incas se parapetaron en el valle y lo fortificaron hasta convertirlo en una trampa mortal. Se cavaron fosos y trampas y se apuntalaron barricadas usando los ros del valle como barreras naturales. Inca Yupanqui incluso visti y arm piedras de los montes para inflar artificialmente sus efectivos convirtindose con ello en el primer general moderno de la Amrica precolombina. haze vnas hileras de piedras de pururauca y les pone, arrimandole, las adargas y morriones con porras, para que aparecieran desde lejos como los soldados asentados en hilera (Santa Cruz Pachacuti) Estaba construyendo el valle como una trampa para realizar una matanza en la que no habra rendicin ni cuartel y cuyos objetivos principales eran los puntales religiosos o msticos de sus enemigos: sus lderes y su dolo Uscovilca. Viracocha y su heredero en su corte de Caqui Xaquixaguana debieron preguntarse qu sucedera si los chancas eran vencidos, desprovistos como estaban de jefes militares de confianza. Fue quiz entonces, y no antes, que Urco, el heredero oficial, asumira las funciones de curaca inca tratando de neutralizar las acciones polticas de su hermano y rival, confiando, adems, en la victoria de los chancas. Juzgando los hechos futuros Urco, por entonces, se dedica a obtener alianzas con otros pueblos para enfrentar la amenaza de los traidores. Pero el vertiginoso curso de los acontecimientos le daran poco tiempo para contener a aquella fuerza de la naturaleza llamada Inca Yupanqui cuya pujanza resida no solo en su valor sino en una personalidad eminente y genial rodeada para colmo de una elite de hombres poderosos capaces de arrastrar tras s verdaderas masas humanas hacia un objetivo tangible. Inca Yupanqui comprendi muy pronto la importancia de la propaganda y la imagen. Mientras su enemigo se aprestaba a realizar su consabido acto de amedrentamiento ritual el prncipe inca asuma su papel de personaje predestinado, embriagador, inspirador. Pinta en su estandarte la imagen de un puma bajo un arco iris. Era la imagen de la nueva realidad que representaba. Se visti con la piel del puma colocando la cabeza del felino sobre la suya y, aferrando su porra y escudo arengaba a los suyos. Toda esta teatralidad debi de surtir efectos inditos en aquellas sociedades aisladas, completamente ajenas a la sofisticacin del viejo mundo oriental o europeo. El genio del futuro Pachactec nace entonces en todo su esplendor como gua de un pueblo e inicia su propia leyenda, el culto a la personalidad y apuntala su divinidad gracias a mitos fabricados exprofeso para asombrar y capturar mentes ganando voluntades. Napolen se lamentaba el haber llegado demasiado tarde, envidiando la poca de Alejandro cuando los sacerdotes egipcios le declararon hijo de Ammn y era credo por todo el oriente. El racionalismo europeo del siglo XVIII ya no le permita al gran corso asombrar y divinizarse. En los andes del siglo XV las mentes estaban vrgenes de aquellos sofisticados artificios manipuladores hasta entonces circunscritos a los sacerdotes de los grandes templos costeos pero que en manos de un poltico y genio militar se convertira en un suceso de carcter universal ya que un militar pragmtico de mente y progresista asuma poderes religiosos y polticos de dimensiones nunca antes vistas hasta entonces. Todo ello surge de aquellos preparativos militares en el valle cusqueo en las que entrena a su gente y apresta a sus guerreros a realizar la pesada tarea de hacer un milagro: Mas Inga Yupangui, aunque mozo de veinte o veinte y dos aos, provea en todo, como quien pensaba pelear por la vida. (Sarmiento) La realidad era que los chancas y su fuerza armada estaba ms capacitada para atemorizar que para combatir en una batalla real, como que nunca se dieran con este dilema antes que Inca Yupanqui les planeara el problema. Segn las crnicas la romera blica invasora se asoma por el cerro Carmenca en donde seguramente Asto Huaraca y Tomay Huaraca se disponen, en su cima, con todo el aparato ceremonial para presenciar la justa. Podemos presumir que lo que vieran era atpico: unos miles de guerreros parapetados en sus posiciones seguramente con los tambores y pututos y dems artificios ruidosos tradicionales pero a la defensiva. La confeccin de fosos hace intuir que Inca Yupanqui y sus comandantes habran de tomar una posicin defensiva para equiparar sus efectivos inferiores y, sobre todo: para producir el mayor dao posible a los atacantes. El combate estaba siendo presenciado, como se acostumbraba, por distintos pueblos en las alturas, entre ellos los canas y los canchis que haban sido convocados por el prncipe para participar en la batalla pero que haban preferido sustraerse de tomar partido seguramente no por temor a los chancas, como se ha escrito, sino por inters poltico. Deban apoyar al vencedor sea cual sea ya que habran de ser sus vecinos con los cuales era preciso estrechar lazos antes que combatir y es por ello que miles de ellos contemplaban, armados, el desarrollo de los acontecimientos. Las piedras vestidas por el prncipe en notable estratagema causo seguramente el impacto esperado pero no evito que los chancas trajeran en andas a su dolo Uscovilca y en postes a las momias de sus ancestros notables. El alma y la fuerza de su pueblo que yaca en el mundo espiritual. Esta era la fuerza y la debilidad de los chancas: su dependencia mstica que los incas rebeldes estaban decididos a destruir. No se atacaban los dolos y momias consideradas sagradas. Tamao sacrilegio era inimaginable entonces como lo demuestra el hecho de que los pueblos combatientes llevaran sus reliquias en las batallas y estas no eran destruidas e incluso como botn no eran consideradas ya que el concepto de un dios como trofeo era inadmisible. Era mejor para un pueblo andino no ganarse la enemistad o la ira de los dioses, por ms forneos que fueran, ya que la supersticin trabajaba poderosamente en la mente de cada ayllu perdido en la inmensidad de los andes. De todas formas el prncipe Inca Yupanqui debi de ofrecer un espectculo distinto vestido con aquella piel de puma agitando su colorido estandarte y compitiendo en grita con los chancas que hacan sus respectivos alardes de poder terreno y ultraterreno con chamanes y tambores de piel, agitando sus macanas y lanzas hasta dejarse caer hacia sus enemigos que no fueron por ellos en medio del campo. Sarmiento afirma que el valle fue atacado por cuatro lados, maniobra poco probable y difcil de concebir dada la incomprensible divisin de fuerzas. Debi ser un caos. Entre las barricadas, zanjas y fosos el terreno embarazo el movimiento de los atacantes chancas y debi neutralizar su embiste que fue replicado seguramente por una lluvia de proyectiles. Las hondas y estolicas debieron de jugar un papel sangriento y atroz en aquel momento cuando Inca Yupanqui, segn las crnicas, es el primero en arrojar su arma hacia su enemigo dndose inicio al ataque incaico que barre a sus adversarios que son victimados sin piedad. Sarmiento y Santa Cruz pachacuti recuerdan el nombre de una mujer viuda que combate varonilmente en la batalla: Chaan Cury Coca, smbolo del lugar prominente que algunas mujeres haban conseguido en la sociedad incaica. Y acometiendo por otras dos partes Inga Roca y Apo Mayta y Uicaquirao hicieron mucho estrago de los Chancas. (Sarmiento) mientras que el prncipe se dirige, ante el estupor de sus enemigos, hacia las andas de Uscovilca rodeado seguramente solo por sacerdotes. y el con sus amigos enderezo hacia donde vena la estatua y estandarte de Uscouilca (Sarmiento) Derriba el anda y captura el dolo. Los canas y canchis, hasta entonces simples espectadores de la escena toman partido y descienden de los montes que los chancas atribuyen a las piedras convertidas en guerreros o pururaucas que arremeten contra ellos en el momento justo. Los chancas se recogen bruscamente de pnico y se desbandan en todas direcciones. Asto y Tomay Huaraca abandonan el carmenca ante la matanza y retroceden hasta Ichupampa rodeados por su corte e impactados por la derrota. En el campo se tomaron solo unos pocos prisioneros. Esta victoria impresionante por lo sangrienta y enconada debi de producir un impacto tremendo en aquellas sociedades. Era la prueba de que su mundo estaba cambiando y no estaban seguros si para bien; el victorioso prncipe de inmediato se enfundo en su personaje y tomando el anda y los despojos del dolo Uscovilca que dejo en el valle emprendi la marcha, junto con sus capitanes y prisioneros, hacia Caquia Xaquixaguana, donde Viracocha estaba fundando un curacazgo pero totalmente despojado de todo poder poltico ante la victoria de su odiado hijo. La presencia de Inca Yupanqui en el lugar era una maniobra poltica plena. Inca Yupanqui mostraba, ante propios y extraos, su poder y legitimidad disfrazada de merced hacia Viracocha como curaca de los incas, le extendi los trofeos y prisioneros a sus pies y le pidi los pisara en seal de triunfo tal como se acostumbraba. Viracocha, comprensiblemente incomodo ante la total perdida de su autoridad poltica y militar rechazo la merced y exigi que fuera su hijo y heredero Urco el que pisara los trofeos. Guaman Huaraca, el curaca chanca de la corte de Viracocha reconoce los ornamentos de su dios tutelar y estalla en llanto. El espectculo debi ser tremendo y psicolgicamente poderoso. Inca Yupanqui con seguridad espera y hasta ansia esta reaccin de su curaca y padre, coge los trofeos y, desafiante, regresa al Cusco con lo cual declara la guerra civil. Urco, obligado a defender la autoridad de su padre y suya propia no tiene mas remedio que mostrar energa y don de mando. Urco se apresta para la lucha pero est en clara desventaja. La presencia del joven prncipe Yupanqui, regio y triunfante en su propio territorio trastorno el ambiente y sus partidarios se vieron de pronto ante la disyuntiva de permanecer fieles a Viracocha y su hijo granjendose la enemistad del prncipe que acababa de derrotar a los chancas y que regresara para tomar por la razn o por la fuerza lo suyo como aspirante al trono o regresar al Cusco y apoyar al bando ganador que encima se haba granjeado la devocin del pueblo. La situacin de Viracocha, lejos del Cusco se hizo definitivamente insostenible y el prncipe Yupanqui lo saba. No poda librar una guerra en dos frentes con los chancas al frente y su padre a la retaguardia as que convoco un nuevo ejrcito, esta vez con la franca alianza de casi todos los curacazgos del Cuzco y busco su enemigo en su campamento para destruirlo. Operacin sin duda indita en los andes. Quiz por primera vez un ejrcito emprenda un ataque de aniquilamiento sobre el ncleo mismo del adversario quien ya reciba refuerzos para una nueva justa en el cusco sin percatarse que el prncipe cusqueo haba llevado la guerra a las entraas mismas del pueblo chanca. Simplemente Asto Huaraca y Tomay Huaraca no estaban preparados, como en el cusco, para afrontar el problema que el prncipe cusqueo les colocaba al frente. No estaban preparados para una guerra total y no conocan ciertamente ni siquiera la idea de la misma. La ventaja psicolgica de los incas fue en este caso ms importante y decisiva que la estratgica o tctica. Inca Yupanqui cay sobre su enemigo como un alud destructor y abominable y los aniquilo. Las cabezas de Tomay Huaraca y Asto huaraca, esta ltima cortada por l mismo en la batalla, dejaban en medio de la sangre y los montculos de cadveres la atrocidad de un mundo nuevo, maravilloso y trgico emprendido por un mesas inesperado, no advertido por ninguna profeca, pero que no tardara en crear su propia leyenda divina, su propio evangelio y su propia imagen. Primero fue el campo de batalla. Se dice que tanta fue la sangre vertida en Ichupampa (pampa del ichu) que se le cambio el nombre a Yahuarpampa (campo de sangre) se dice que el riachuelo que corra en el lugar se torn rojo por la sangre y, ms all de la leyenda, no cabe duda que fue una acontecimiento nico. El pavor que inspiro esa victoria vala un imperio. Los chancas se paralizaron terror sin dios y sin alma, los ayarmacas no se recuperaron jams del impacto y Urco vea la empresa de reconquista de su trono punto menos que imposible. La faccin del prncipe Inca Yupanqui ingresaba al valle cusqueo en medio de las aclamaciones de un pueblo alborozado y frentico, el primer canto de victoria de los incas destinados a construir un imperio, el ms colosal de las amricas. Para ello necesitaban a un dios nuevo, alguien tan grande y legendario como el sol mismo. Pachactec, el que trastorna la tierra se adopt como su nuevo nombre. Una palabra de fcil pronunciacin y de fcil recuerdo, que poda ser tan benfico como destructor, tan afable como amenazador. Este dios se deca haba sido elegido por Viracocha, el dios creador de todo lo visto, para defender a su pueblo. Se le apareci en sueos y le dio la seguridad de su victoria y le legitim como rey y divinidad. El ungido andino aparece en este relato tan occidental como un Cristo o mejor: como Moiss elegido para guiar a su pueblo a la tierra prometida y se dudara mas de su origen prehispnico si no fuera repetido por buena parte de los cronistas. No sabemos si engaados por sus informantes que haban escuchado historias parecidas en las narraciones bblicas de los frailes. Sea como fuere, la aparicin del dios y la transformacin de las piedras en guerreros ms la genialidad poltica y militar de Pachactec obraron milagros en tiempo record salvando momentos que a otras civilizaciones les tomara siglos con el agravante que los incas estaban completamente aislados en el continente americano y solo tenan ante si al semejante andino o al distinto costeo o selvtico pero nada ms. Pachactec careca de antecedentes en su mundo, careca de inspiraciones histricas o referentes ancestrales. Era ya entonces completamente genuino y se dio a la tarea de redondear su obra tan ambiciosa que cualquier otra personalidad que no fuera la suya se arredrara ante su inmensidad.La pendencia con su hermano era una simple formalidad en ese aspecto. La historia oficial quiere ver un atentado por parte de Urco hacia su triunfante hermano, fracasado el cual y despus de cierto enfrentamiento armado Urco fue victimado. Seguramente su cabeza fue mostrada a su atribulado padre quien no quiso regresar al Cusco abdicando de hecho y definitivamente ante su hijo transformado en dios. Matle en Cache, hechndolo de una huerta en la delantera y mando a un capitn suyo que por detrs lo matase y hizo llanto fingido por l, y cuando su padre, Viracocha Inga, lo entendi, muri de pena y as quedo con el seoro (Mura). De inca Urco no digo ms, porque los indios no tratan de sus cosas sino es para rer (Cieza) lo cual no es de sorprender. Sarmiento narra la guerra civil que Urco desencadena en Yucay pero acusa que fue Inca Roca, el hermano mayor y nigromante de Pachactec el asesino: E Inga Urcon esforzndose, dejose ir, huyendo nadando por el agua bajo, con su hacha de armas en la mano, y de esta manera fue hasta una pena llamada Chupellusca, una legua abajo de Tambo, adonde le alcanzaron sus hermanos y le acabaron de matar. (Sarmiento) O inca Urco fue dejado con vida, lo cual es poco probable, o se le asesin en un combate o fallida emboscada que narra con precisin cierta o inventada Betanzos tanto el padre como el hijo dejaron de existir como entes de poder poltico y quiz fuera Viracocha Inca un virtual prisionero de su hijo en Cacha donde morira pocos aos despus. E Inga Viracocha, al cabo de poco tiempo, muri de enojo por la muerte de Inga Urcon, privado y despojado de toda honra y hacienda, y sepultaron su cuerpo en Caquia Xaquixaguana. (Sarmiento) Lo evidente y real es que Pachactec, tan pragmtico como cruel, simplemente no consentira ningn tipo de cuestionamiento o atisbo de duda sobre su origen o legitimidad. La historia oficial recrea entonces toda una historia imperial sobre heroicidad, traicin del padre y hermano y apotesico triunfo divino. La verdad o lo que ms se aproxime a la verdad es que el prncipe Inca Yupanqui sostenido por una faccin militar escindida del curacazgo cusqueo efectu un colosal golpe de estado que transformara la sociedad andina para siempre ya que en su misma naturaleza, en su misma esencia, resida la gloria como fundamento de su poder y ya no ms la inactividad teocrtica contemplativa o acumulativa de la nobleza curacal de entonces. Pachactec era hijo de la accin y es en la accin y su obra en la que descansar inamoviblemente bajo un concepto renovador dentro de los parmetros andinos que hasta hoy nos produce asombro. Estimulado por aquellas perspectivas Pachactec se rodea tanto de la elite militar que lo llevo al poder como de un halo de grandeza divina propia de un monarca oriental del viejo mundo. El fasto, la ceremonia, los canticos y fiestas interminables sellaron su unin con el pueblo incaico, el nico que poda sostener tamaa figura incorporada sobre los imponentes andes. Pero aquello era insuficiente sin la accin. Con el fasto y la opulencia no pasaba de ser un curaca afortunado ms, un sinchi aletargado por el xito. La nica forma de embriagar los sentidos es con victorias y Pachactec sabia lograrlas con una efectividad pavorosa. Todo parece indicar que fuera en aquellos momentos en que Pachactec, el inca de facto, se colocara as mismo la corona o Mascaypacha como hara siglos ms tarde Napolen sin esperar la muerte del monarca legtimo. y teniendo en poco a sus hermanos le quito la borla de la cabeza a Viracocha Ynga, y se la puso asi mesmo sin aguardar a los sacerdotes del Sol que se la pusiessen con las cerimonias, y solemnidad que se tena entre ellos de costumbre (Valboa) Despus de todo l se haba hecho sin haber recibido nada de su presunto progenitor a no ser desprecios e invectivas y de inmediato alista sus masas armadas. Cmo fueron posibles? Qu las hizo marchar? Las sociedades andinas haban llegado a un momento en que la acumulacin de excedentes, que los curacas usaban para su propio beneficio, poda ser administrada o redistribuida con mayor elegancia y efectividad. Forjado en la guerra Pachactec hizo posible la movilizacin de decenas de miles de guerreros que no tardo en transformar en soldados los que a su vez conformaron escuadrones y estos batallones y estos divisiones y estos ejrcitos. Se trasladaban abriendo caminos salvando quebradas y remontando cumbres. Por primera vez se abran paso desde el valle hacia afuera dejando de girar sobre si mismos, desbordndose en legiones transformadoras y destructoras. Los incas estaban flanqueados en un tringulo poderoso: los chancas desde Andahuaylas, los ayarmacas inmediatos al valle y los collas desde el altiplano. Neutralizados los chancas Pachactec gui sus tropas hacia el endeble y centenario curacazgo ayarmaca que tanto pugn por la posesin del valle cusqueo durante generaciones mandado por el Tocay capac, primer curaca del valle del Cusco. Los incas eran realmente forneos o fueron una rama escindida de la dualidad ayarmaca Tocay Capac y Pinagua capac? Porque en sus orgenes sin duda se confunden y separan. Aparecen como seores cusqueos y despus como rivales de los incas a los cuales combaten, rien y retan en una convivencia tensa y hostil. Los ayarmacas lideraban constantes luchas desde los primeros incas que supuestamente se asentaron brutalmente en sus dominios. Ahora el destino se haba tornado en su contra despus de haberlos tenido a su merced el anteriormente pujante curacazgo vio ante s el encumbramiento de la bestia imperial y no pudo hacer nada para impedir su propia desaparicin. Con el pretexto de que no fueran a rendirle pleitesa el da de su coronacin Pachactec invade su territorio donde los ayarmacas intentan resistir en vano en la batalla de Huanancancha. Su definitiva derrota los pone a merced del virtual emperador andino que decreta la desaparicin de los ayarmacas. Cmo lo logra sin obrar un genocidio? Pachactec obra entonces una de sus maniobras sociales ms geniales. Divide a los vencidos en distintos ayllus nuevos que no conserven entre si ningn vnculo de parentesco y los desperdiga en todas direcciones separndolos y matando de raz toda identidad de pueblo, territorio y religin que pueda sobrevivir al tiempo. Pujantes desde los tiempos de Manco Capac desaparecen como tragados por la tierra (Del Busto) En realidad hubiera realmente desaparecido su memoria si los espaoles no llegaran solo un siglo despus lo que impidi que su recuerdo realmente desapareciera; aunque las memorias imperiales conservaran ciertamente la gesta de tan brillante y maravillosa victoria. No est claro el momento preciso en que Pachactec invade Andahuaylas, hogar de la nacin chanca con cuatro divisiones: Vicaquirao, Apo Mayta, Quiliscanchi Urco Huaranca y Cusi (el mismo?) si fue antes o despus de su coronacin y sometimiento de los ayarmacas. No pudo ser antes, como algunos autores basados en ciertas crnicas proponen, puesto que es difcil que inmediatamente despus de la batalla del Cusco y sin contar con la corona en sus sienes pudiera levantar tan enorme ejrcito y enviarlo a invadir un territorio otrora inexpugnable. Al parecer su objetivo primordial era llevarlos a la completa sumisin como sello de su grandeza. Cuando fuera momificado al lado mantendran a Uscovilca y as sera encontrado un siglo despus. Sin duda Pachactec consideraba a los chancas como el inicio de su gloria y por ende de su poder que le permitira ejercer una autoridad sin precedentes lo que ocasionara el nacimiento de un imperio que era a su muerte la gloria del continente. El pos de aquel anhelo el joven monarca, arma sus ejrcitos y se dispone a batir a los chancas parapetados en sus fortalezas que tenan la debilidad de dominar los campos sin defenderlos totalmente. Al talar sus campos y asediar sus fortalezas los incas lograron lo que los chancas no pudieron con ellos gracias al genio de Pachactec quien no carece de contrastes y perdidas notables como la muerte de Vicaquirao, su ms estimado comandante cofundador del imperio que cae vctima de una emboscada. Sabindose cercano a la muerte expreso su ltimo deseo: ser sepultado en el lugar donde fue introducido en un rbol que ahuecaron presuntamente despus de momificarlo. Todo el valle del Apurmac cae en poder de los incas y empieza la cada del castillo de naipes que era su confederacin. El pueblo de Jaquijaguana, que se haba aliado a los chancas es perdonado por el emperador victorioso quien los convierte en incas de privilegio ordenndoles vestirse y cortarse los cabellos como ellos. Serian entonces los primeros ciudadanos privilegiados del naciente y fulgurante imperio asentado sobre el poder de sus armas pero que se vea ante el sbito problema de su desproporcionada grandeza y poder. Los curacas aliados y simples espectadores se vean obligados a decidir si someterse por completo a un reino colosal y unipersonal u ofrecer alguna resistencia que garantizara su propia supervivencia como entes autnomos. Haban observado que Pachactec no admita ningn tipo de confederacin; no haba en el plan a seguir algo que indicara que estaba dispuesto a compartir el poder con sus aliados y vecinos cusqueos y que despus de ayudarlo a librarse de los chancas y ayarmacas ellos eran los siguientes en este puzzle pavoroso que el inca haba armado con astucia. Los endebles lazos de reciprocidad se quebraron ante exigencias an mayores y el miedo constante, patente, de la tirana indita de este joven coloso que se trataba como un dios y que posea la mayor fuerza armada de su poca gracias a sus propios recursos humanos. De pronto los curacazgos que rodeaban el Cuzco y que la mayora de los cuales haban participado activamente en las brillantes campaas del Pachactec se convirtieron de aliados en vecinos hostiles pero no pudieron combinar sus esfuerzos para derribar el imperio. A pesar de la sangra por venir Pachactec aun contaba con Apo Mayta y, ante la prdida irreparable de Vicaquirao Inca Roca, su hermano mayor, descrito por Sarmiento como notable nigromante, se convierte en su comandante y respaldo militar. Pachactec era incomparable eligiendo a sus jefes militares. Como estratega reconoca entre los suyos a otro estratega y como genio militar saba emplearlos como pocas veces se ha visto en la historia militar. La nobleza inca era fecunda de hombres aguerridos, incansables, valientes e inteligentes y dicha hueste de mariscales haba de pesar decisivamente en las campaas sobre los pueblos que osaran enfrentarlos. En estas campaas Pachacutec deba ser cruel y certero. Cualquier vacilacin a las puertas del Cusco le sera fatal, a l y a su pueblo. Ya antes estuvieron en trance de desaparecer y ahora no sera la excepcin. Aprovechando la desunin de sus enemigos se arroj sobre Ollantaytampu a solo seis leguas del Cusco donde los curacas guerreros Paucar ancho y Tocari Topa pensaban resistir. El lugar es una posicin militar formidable que en el futuro deba ser escenario de la nica batalla campal ganada por un estado nativo a los invasores castellanos combatidos por su bisnieto: Manco Inca. Pachactec llev a cabo en el lugar el terrorismo de estado que haba de sostener su prestigio de gran creador y gran destructor, el artista y el homicida: arras el pueblo y mutil los cuerpos de los curacas vencidos. Los despojos deban figurar desde entonces como sangrientos restos de furia y venganza: cabezas y pieles humanas curadas para hacer grandes tambores que izaban en estacas como estandartes horripilantes. Mucho tuvo que ver seguramente la muerte en esta campaa de su hermano y augur Inca Roca. El mismo fin tuvo Illacumbi, curaca de dos pueblos que se resisti a una leva forzada, se confeder a los curacas Paucar Topa y Poma Lloqui para aumentar sus fuerzas y equipararlas a las del emperador y que acab con la desaparicin de sus pueblos en sendas masacres organizadas. Cada ejrcito rebelde era aniquilado; cada pueblo hostil arrasado y se levantaron bosques de estacas con cabezas y despojos. Ascaguana y Urcocona en Huancara; Alcapariguana en Toguaro, todos ellos acabaron como cabezas trofeo en los victoriosos desfiles imperiales. Para todo aquel que enfrentara a los incas era evidente que ya el nmero no contaba al momento de combatirlos. Se poda ser ms numeroso y no poder detenerlos. Pachactec dispona de campesinos endurecidos capaces de marchar decenas de kilmetros sobre terreno montaoso y rocoso a velocidades excepcionales. Irresistibles al asalto eran ya soldados disciplinados y adoraban a su emperador. Al enfrentarse con guerreros revulsivos estos escuadrones de lanceros e infantera apretaban filas ordenados por sus jefes y al ejemplo de ellos su embiste era tan extremo y feroz como implacable. Muchas tropas enemigas preferan huir mejor antes de caer en manos de un dios que poda transformar las piedras en guerreros y que hablaba con los elementos. Era en estos vencimientos Pachacuti cruelsimo con los vencidos, y con estas crueldades tenia las gentes espantadas de tal manera, que de miedo de no ser comidos de las fieras o quemados o cruelmente atormentados, se le rendan y obedecan, los que no eran para le resistir por armas. (Sarmiento) y por el camino yva haciendo tantos y tan crueles castigos, que sembr terror, y espanto en toda la tierra y fue notado (y lo es oy de los antiguos) de el ms cruel y sanguinolento hombre, que naci en el Mundo. (Miguel Cabello de Valboa) La sugestin cargaba con una poderosa mstica al ejrcito inca e impona un severo complejo de inferioridad a sus adversarios. Todo curaca que se le resisti lo hizo por razones polticas y no por un anhelo de libertad, concepto desconocido en los andes del siglo XV. Lo hacan para defender su derecho a ser su igual, a ser iguales a Pachactec sin percatarse del tremendo abismo que los separaba de aquel curacazgo perdido en un valle y que ensanchaba sus dominios hasta horizontes fantsticos. Los curacas y sus gobiernos pauprrimos pertenecan pasado, mientras que Pachactec tena un pie bien firme en el futuro. Un futuro pensado por l y para l tal como rezaba su sobrenombre: hombre que trastorna la tierra, la cambia, la fertiliza o la aniquila, comienza una nueva era, una nueva poca cargada de fatalidad como ciertamente haban imaginado los peruanos a sus dioses desde poca inmemorial. No haba en la teogona peruana los dioses buenos y malos en constante lucha para crear el mundo como lo concibieron otros pueblos y culturas. Para el peruano precolombino las divinidades eran siempre dolorosamente impredecibles, funestas y maravillosas, pavorosas y benignas. Toda divinidad era demonio y ngel en una sola entidad salvaje y luminosa. Pachactec encarnaba dicha esencia carnal y metafsica. De ah que Guaman Poma de Ayala describiera su poca como un infierno en la tierra marcado por desastres, calamidades y hasta cataclismos. En su tiempo deste dicho Ynga abia muy mucho mortansa de indios y hambre y sed y pistelencia y castigo de Dios, que no llovio siete aos; otros dizen que diez aos. Y aba tempestades, lo mas tiempo era todo llorar y enterrar defuntos. Es el trastorno del genio, del atroz transformador de la tierra y los hombres, de las sociedades y las ideas, del pensamiento y la forma como asumir ese pensamiento. El hombre andino despert con Pachactec y vio ms lejos que ningn otro pueblo americano hasta entonces pero eso no se hara ciertamente sin dolor y sangre, sin opresin y tampoco sin genio creador, sin prosperidad y desarrollo. El surgimiento de un imperio debi ser una conmocin para cualquier sociedad, incluso para la imperialista misma y el hecho se vea ms dramtico aun en el escenario en el que surgiera, tan ausente de cultura y civilizacin, tan apartado y brbaro el medio geogrfico, poltico y social; tan carente de todo lo que ejemplifica a una gran cultura o el residuo del mismo. traan en sus andas de oro a el Emperador Ynga yupangui con aquel rostro austero, y ojos de Tigre cruel, con que mataba y espantaba el Mundo (Valboa) Ni siquiera fue un reino antes de ser imperio ni siquiera fue un estado pujante y prspero el que creciera y se convirtiera en un gran imperio. Simplemente estall incontenible y las verdaderas razones nunca fueron explicadas por los historiadores, arquelogos o antroplogos. Nunca se preguntaron porque ah y no en otro lado, acaso ms favorable y frtil para tal acontecimiento. Falt siempre el genio como factor. Falto individualizar el fenmeno y verlo como es: un hecho social, cultural y econmico solo posible con el ingrediente rarsimo del genio en ese mismo instante propicio y espectacular.

La natural resistencia al cambio provocaron atentados contra la vida del primer emperador: una que ocasiono la masacre de una poblacin entera despus que un golpe en la cabeza produjera sangre y conmocin en el naciente imperio. Si el atentado tena xito nadie podra detener a los pueblos y sus curacas temerosos del curso de los acontecimientos: Mientras se entretena en el Cuzco este Ynga yupangui tomo estrecha amistad con los Caciques y Seores que poco antes auia conquistado en la Tierra de Cuyo capac, y Changuar Chuchuca, y otros de la misma nacion y subcedio que un Senor de aquestos tenia un criado extranjero, grandsimo oficial de hacer unos vasillos que los Yngas usavan llamados Ulti, donde echaban la cal, y otras confaciones a que llamauan Llipta, con que comen la Coca, y por ser tan singular en aquel oficio, priuaua mucho con el Ynfante Yngayupangui, y estando solos un dia (ora que el oficial estubiesse borracho, ora que el Demonio le insistiesse en ello), alzo la mano con un vaso de aquellos diole en la cabeza a el Ynga, y fue tal el golpe que lo descalabro, y el Ynga (porque no se le fuesse sin castigo, y por ver y entender quien le auia mandado hacer tan gran traicin) mando prenderlo y en la prisin le fueron dados crueles tormentos, y con el dolor de ellos, y el temor de otros mayores confeso (falsa y mentirosamente) que los Senores de Cuyocapac, y de Chaguar chuchuca estauan con jurados contra el, y que ellos lo auian embiado para que lo matasse: indignados Ynga yupangui y su padre y hermanos de tan notable maldad mandaron matar el Yndio, y luego armaron sus esquadras y fueron a la tierra de Cuyo Capac, y prendieron a los principales y Senores, y pasaron a cuchillo 900 Yndios no perdonando a mugeres y ninos y ansi quedo aquella tierra destruida, y despoblada como se muestra oy dia.(Valboa 1586) Despues de esto Inga Yupangui tomo por mujer a Mama Anaguarqui, natural de Choco, y para holgarse y regocijarse mas, apartado de negocios fuese al pueblo de los Cuyos, cabeza de la provincia de Cuyosuyo. Y estando un dia en un gran regocijo, un ollero, criado de un cinche, sin saber por que, dio con una piedra o, como otros dicen, con un jarro, a que ellos llaman ulti, en la cabeza a Inga Yupangui y lo descalabro. Y preso el delincuente, que era extranjero de aquella nacion, dieronle tormento para que dijese quien se lo habia mandado. Y confeso que todos los cinches de Cuyosuyo, que eran Cuyo Capac y Ayanquilalama y Apu Cunaraqui, los cuales estaban de concierto para lo matar y alzar. Aunque en efecto era falso, porque el lo haba levantado por el temor del tormento, o porque, como otros dicen, era de nacin enemiga de los Cuyos, y por les hacer mal lo dijo. Mas el inga, como oyo lo que el ollero dijo, mando luego Pachacuti matar a todos los cinches con grandes crueldades. Y despus de muertos, dio sobre la comunidad, que no dejo hombre a vida sino algunos ninos y viejas; y asi quedo aquella nacion destruida y los pueblos asolados hasta hoy. (Sarmiento 1572)Miguel Cabello de Valboa, evidentemente, plagia a Pedro Sarmiento de Gamboa en su relato de la destruccin del pueblo de Cuyo. Lo cierto es que el atentado quiz dej la indeleble marca que el licenciado Polo de Ondegardo vio en la encanecida cabeza de la momia del emperador. Pachactec, como todo ser maldecido por el genio, pareca contener dentro un lado oscuro que lo haca exponerse ms de la cuenta tanto en la guerra como en la paz. Gustaba del licor y de las mujeres al contrario del retrato parcial de Betanzos que lo retrata casto y de actuar pulcro. Gran bebedor, dej inmensa descendencia en cuanta mujer le fue conferida como concubinas y esposas menores adems de las pallas y la coya misma. Mama Anahuarque pareca asumir la grandeza de su esposo con resignacin ms no sin carcter. No cabe duda que era una mujer de excepcionales cualidades a la cual el inmenso monarca le delegaba funciones de estadista cuando abandonaba el Cuzco o le acompaaba en sus campaas ms arduas: mujer del mayor entendimiento y sagacidad y de gran valor refiere de ella Mura. Tena su cara redonda y hermosa y ojos chicas y la boca chica, blanquilla, muy damada las manos y pies, de cuatro puntos. la describe Guaman Poma. Mujer de temperamento tan espeluznante que segn Guaman Poma, que de estas ancdotas suele narrar sin sabrsele fuente, afirmaba que cuando se encolerizaba se daba terribles golpes en el pecho diciendo: Valgame Ticsi Huiracocha Runacamac que quiere decir segn Poma: Seor Fundamental, creador de la gente y diciendo eso afirma que la gente se desplomaba al suelo presa seguramente de espanto o temor. Pero no llegaba a tanto su orgullo y fuerza temperamental que pudiera lidiar con la majestad y autoridad de su real esposo. Segn Guaman Poma cuando Pachactec estaba disgustado de ella la coya permaneca con la frente en el suelo y no osaba moverse de ah hasta que el emperador no la llamara. Tan fantico y spero comportamiento de la pareja real hubo de ser tan impactante para la corte que dichas ancdotas fueron muy bien recordadas o inventadas de una base real hasta ser recogidas por los cronistas. La tensin y el aparato ceremonial hizo que Pachactec se expusiera terriblemente a los atentados y estos mismos son prueba que haba una resistencia velada en las cortes principales que vean a las mesnadas imperiales asomarse imperturbables en cada rincn de sus dominios y que exigan el mayor de los respetos y deferencias. Genio militar y poltico, adems de poseer un espritu arrogante y megalmano provoco las emociones ms extremas: de la pasin al odio, del pavor a la devocin. Con todo, las represalias, que deban ser dantescas, ataban a los curacas cuya tirana no era menor a la del emperador cusqueo sino que no se les permita ejercerla como estaban acostumbrados. Los curacas vasallos del emperador y que empezaban a ser requeridos por su fuerza de trabajo y efectivos para las guerras, tenan que dar cuentas de su proceder con respecto a los pueblos de su jurisdiccin y si esto no era del agrado del emperador era defenestrado o castigado pblicamente lo que acarreaban resentimientos y hasta enemistades siempre latentes y peligrosas. Pachactec sabia tambin recompensarlos y mimarlos sin confiar jams en ellos regalndoles mujeres, vestidos y sirvientes (yanaconas) aparato que aumento conforme el poder estatal imperial aumentaba y que estaba dentro de la reciprocidad andina tan importante para el dominio poltico incsico. Pero en este periodo de ajuste, en el que el imperio estaba en la infancia, Pachactec tena que usar aun su gran ejrcito y limpiar el horizonte en los cuatro puntos cardinales sin tolerar jams vecinos poderosos como el que estaba, presumiblemente, levantando el colla capac (apodo inca de un supuesto gran seor del lugar) en el collao. Este gran enemigo de los incas haba, segn las crnicas, unificado en confederacin a varias etnias del altiplano a orillas del lago Titicaca y se le consideraba una gran amenaza. Lo cierto es que todo imperio, a falta de enemigos, se los inventa y fuera cierto o no, aun si existiera un monarca tan poderoso en esas latitudes (lo cual es dudoso e improbable) ostenta la verdad de una campaa imperialista convertida en defensa o ataque preventivo. Pachactec hacia uso masivo de esta poltica y considero que el altiplano del collao, con su gran lago navegable y cuajado de curacazgos que haban llegado a un apreciable grado de desarrollo cultural, sobre todo en la metalurgia donde haban ya dominado hasta el bronce y quiz hasta el hierro, y cuya mampostera era tan admirable que seguramente era la envidia del joven monarca sea un objetivo estratgico. El pueblo inca, como otros en la historia, al principio sin mayores riquezas culturales, sin artes ni ciencias desarrolladas, tomo de otros pueblos los modelos necesarios para confeccionar y labrar su propia identidad cultural a travs de las artes monumentales y suntuarias, que puedan corresponder a su podero. El arte, para un estado imperialista americano como el inca, no estaba hecho para la contemplacin ni para el goce esttico sino para el intercambio, el regalo y la ofrenda, pilares de los tratos de reciprocidad. Cuanto ms rico y poderoso, militarista y desptico es un estado ms necesarios son los artistas y sus oficios en los metales, lito-escultura, cermica, textileria y arquitectura. La calidad, en la confeccin, en la tcnica y en el diseo, acrecentaba el valor de dicho artculo de intercambio. No solamente era ornamento sino mercanca a travs del cual poda mostrase en estado imperial poderoso a travs del objeto suntuario o del edificio. Sin artistas, Pachactec tena que tomarlos, como haca con los pueblos y sus territorios, y eso era un buen motivo para una de sus grandes campaas militares: la conquista del collao. Pero la invasin y conquista de tan amplia regin tena un motivo mucho ms profundo. La fe en el gran dios hacedor Wiracocha, creador de todo lo terreno y ultraterreno, de prestancia semejante a la del Jav judo, fue dominante en aquellos tiempos sobre todos los pueblos andinos de la regin sur y haba nacido en las entraas mismas del altiplano, a orillas del lago Titicaca o Puquinacocha cuna de una gran civilizacin: Tiawanaku cuyas ruinas colosales aun sobrecogan a sus nuevos moradores y que eran origen de leyendas y mitos. Viracocha era el gran dios tambin de los incas y su padre, para legitimarse, haba adoptado el nombre de aquella divinidad en un momento aciago: el inca Yahuar Huacac haba sido asesinado en el mismo Cusco. Su ascensin al trono, siendo de origen seguramente ilegitimo pues los principales hijos y mujeres del inca haban sido tambin ultimados haba llevado su culto a la cima considerndose hijo del mismo. El mismo dios Viracocha se le aparece a Inca Yupanqui para insuflarle valor antes de la batalla contra los chancas asegurndole la victoria a manera de orculo segn dice la leyenda propalada por la misma maquinaria de propaganda imperial. El golpe de estado haba provocado que su culto fuera molesto para el nuevo rgimen militarista del joven emperador de facto. Su razn de emprender esta guerra tena entonces un fin econmico, estratgico, poltico y religioso. Iba a conquistar el corazn de aquel lugar sagrado para defenestrar al mismo Viracocha a favor de uno propio: El Sol, su nuevo blasn y smbolo. Fcil de adorar y de admirar, refulgente siempre en las inmensidades andinas, y vital para la vida. Era un dios popular; mientras que el culto a Viracocha, que Pachactec no tena intenciones de desaparecer, quedara la teologa de los sabios y sacerdotes, Su genialidad poltica estribaba en acomodar un mundo completo tanto en los cielos como en la tierra y que vaya de acuerdo a sus designios sin ningn tipo de conflicto o supersticin que le hiciera dudar de sus radicales y revolucionarias medidas. Coloco y casi creo una divinidad como Dios supremo y se nombro a si mismo hijo de ese Dios. En otras palabras, tal como haba derribado del poder a su padre Viracocha, as tambin atacaba al collao para derribar del primer lugar del panten andino al dios Viracocha en su propio centro y, para colmo, se haca hijo del dios usurpador. No hay mayor prueba de la secularidad de este monarca y de la conviccin que posea para mandar a realizar reformas tan a contrapelo de la tradicin sin causar un cisma, seguramente por la veneracin irracional que haba encendido en sus adeptos como caudillo de una verdadera secta destinada a labrar con tierra piedra y sangre un mundo de gigantes. Para tal empresa Pachactec tena que habrselas con pueblos naturalmente aguerridos, desconfiados y poseedores de hachas de bronce, cortantes y livianas. Hasta entonces el ejrcito incaico era un ejrcito del calco ltico cuyas hojas de cobre de lanzas y dardos eran muy raras. El comercio con las manufacturas de aquellos pueblos aymaras haban convencido a Pachactec que su tecnologa superior era una necesidad de estado. Si de verdad en el collao existiera un caudillo este era un simple sinchi o jefe guerrero denominado Chuchi Capac. Sarmiento lo dota de territorios verdaderamente imperiales comprendiendo una inmensa regin de 160 leguas de norte a sur con la exagerada dimensin que comprendiera las regiones de Arequipa, Atacama y los Mojos en la selva. Esta es la dimensin en que la muy anterior cultura Tiawanaku se expandi y quiz la historia oficial imperial incsica recogi la grandeza legendaria del gran Tiawanaku para trasladrselo a un adversario imaginario del propio Pachactec. El a su vez consideraba al gran estado wari, heredero de Tiawanaku, como el gran modelo a seguir. No sabemos hasta qu punto en el siglo XV pudieron haber sobrevivido algo del conocimiento del supuesto imperio pan-peruano denominado por la arqueologa actual Wari cinco siglos despus de desaparecido. La ausencia supuesta de escritura hara de aquel acervo cultural algo improbable. En cambio, si hemos de presumir en la sobrevivencia de algunos quipus o killkas que hablaran y describieran el poder poltico de aquel gran estado en aquella poca a manera de leyendas e historias es fcil deducir que dichas tradiciones, orales u escritas, debieron de servir de orientacin u inspiracin al joven emperador. Pero esto es pura conjetura. Este supuesto gran estado colla es difcilmente defendible hoy puesto que no hay rastros arqueolgicos que corroboren tal centralismo de poder poltico o cultural posterior a Tiawanaku. Lo ms probable es que los curacazgos de la regin, rivales entre s, se confederaran ante la inminente amenaza. No sera sorprendente sin embargo que algunos de dichos curacazgos colaboraran con el invasor incaico a cambio de prebendas. Cieza de Len menciona a Cari y Zapana como una supuesta jefatura dual del collao seores del hatun colla y Chucuito. Tambin a Humalla, curaca de Azngaro. La realidad entonces es que Pachacutec no se enfrentaba a un estado poderoso jefaturado por un gran seor rey de esos dominios y menos de tan luengos como lo describen las fuentes cusqueas de Sarmiento, sino de un conjunto de curacazgos de lengua aymara o puquina, apartados o vecinos que se disputaban esas inmensas regiones altiplnicas; tal como aconteci con los chancas y ms tarde acontecera con los huancas, Chachapoyas y araucanos en el extremo sur de los andes. Los incas, como todo estado imperialista, tenda a resumir al brbaro o al enemigo en una sola entidad reconocible, como hicieron en el viejo mundo los romanos al llamar galos, germanos, iberos, britanos a un grupo de clanes o tribus que compartan el mismo espacio geogrfico y rasgos culturales sin que ellos constituyeran alguna unidad poltico-militar. Ayarmacas, Chancas, yungas, Chachapoyas, huancas, collas, caaris constituan para los incas otros tantos adversarios barbaros o forneos contra los que libraron sendas guerras y que fueron o asimilados o sometidos segn el grado de dificultad que entraara su conquista. Solo los pueblos recolectores y cazadores del extremo sur andino como los araucanos o de los antis en la selva amaznica no fueron sometidos por la dificultad que entraaba su sumisin y porque no eran viables para conformar la amplia estructura imperial al no constituir el prototipo de pueblo agrcola y sedentario que el imperio necesitaba para ampliar su red administrativa. Los pueblos collas, todos ellos, eran una riqueza de mano de obra potencial no solo de produccin agrcola sino de metalrgicos y canteros de gran habilidad. Pachactec deba someter esa regin si quera dotar a su naciente imperio de fundamentos econmicos y tecnolgicos slidos para realizar las reformas y remodelaciones que su febril imaginacin ya concebida y, adems, como ya se ha dicho, la no menos importante misin de dominar la cuna donde supuestamente habitaba el dios Viracocha ya que sometindola someta al dios hacedor de todo al poder de su hijo: el Sol, justo como l, Pachactec, hijo del sol, haba hecho con su padre: Viracocha. La historiografa moderna suele mencionar esta conquista inca del collao como una ms; no obstante es evidente que dicha conquista sera fundamental para el encumbramiento final del incario como estado imperial. Sin las fuerzas vivas del altiplano andino y su valiosa mano de obra seran impensables las enormes y geniales obras de infraestructura que se daran aos despus. Como impensables seran las campaas guerreras sin los enormes recursos collas que hasta en los postreros momentos del incanato, en la guerra civil entre Huscar y Atahualpa y despus en la guerra insurgente de Manco Inca contra la invasin castellana habran de tener amplio y crucial protagonismo siempre al lado de los incas y en contra de sus enemigos. Dicha fidelidad tendra que pasar por distintas etapas, felices y traumticas; la primera de las cuales se inaugurara con la campaa de invasin de Pachactec hacia aquellos territorios con Apo Conde Mayta, su veterano mariscal, al mando de la vanguardia. Las fuerzas imperiales vencen en Ayaviri, primer puesto de avanzada colla, para despus enfrentarse al grueso de fuerzas opositoras en Pucar, estratgica llave sobre el lago navegable ms alto del mundo. Narran los informantes incas que se dio una gran batalla en la que Pachacutec luci por su fuerza derrotando al mismo Chuchi capac en pica batalla con arenga clsica por aadidura. Sarmiento narra el cortejo triunfal hacia el cusco en donde destacaban los prisioneros y el abundante botn, las mercedes y sumisin de los dems curacas collas antes sujetos al Chuchi Capac y la instalacin de una gobernatura incaica en la zona. Esta es la primera evidencia de la designacin de un gobernador o Tucricut en una provincia recin sujeta, y es prueba adems de la gran importancia que para el emperador tenia dicha regin y sus recursos. Luego fueron acabadas las fiestas, trazo el pueblo por mejor orden que sola tener, y hizo las calles principales que tenia cuando los espaoles entraron en el Cuzco, y reparti los solares para casas de comunidad y publicas y particulares, hacindolas edificar de cantera muy pulida (Sarmiento) En el cortejo triunfal no solo llegaban los guerreros enemigos maniatados para ser pisados por el vencedor sino adems quienes Pachacutec sin duda valoraba mas: metalrgicos, mamposteros y picapedreros expertos. Este era en realidad el gran botn de la guerra y una de las principales razones para emprenderla. Los cronistas insisten en colocar la remodelacin del templo del sol o inticancha antes de la guerra contra los collas, pero aquello es obviamente improbable, ya que fue la tcnica y tecnologa collas las que permitieron las grandes obras arquitectnicas del emperador imposibles antes por escases de mano de obra y sobre todo de expertos agrimensores y mamposteros collas. Y como Inca Yupanqui viese tan mal parado este pueblo del Cuzco, ansmismo las tierras de labranzas que en torno dl eran, parescile, viendo que tenia tiempo y gran aparejo para de nuevo reedificarla. Betanzos. Quiz lo mas probable haya sido la planificacin de aquellas reconstrucciones y planeamientos concebidos por el emperador antes de su campaa sobre el altiplano y que adquirieran las dimensiones que el mundo hoy admira gracias al concurso de los collas cuyas obras Pachactec ciertamente debi admirar en las chullpas o tumbas aymaras y las megalticas ruinas de Tiawanaku que entonces deba causar un impacto aun mayor que el que produce hoy despus de siglos de depredacin durante el virreinato y primeros aos de la repblica. Pachacutec no poda disponer de los artistas tiawanacotas ya que estos haban desaparecido hacia siglos pero si dispona de los mismos picapedreros que levantaban aquellas fabulosas tumbas de piedra con piedras que se ajustaban unas con otras de forma fantstica, primorosamente labradas y que despus serian el sello de la mampostera inca luego de un veloz periodo de perfeccionamiento y estilizacin. El mismo Pachacutec se hara personalmente de la tarea de planeamiento y creacin de una gran ciudad donde antes exista un pueblo anegado entre sus dos pequeos ros: el Huatanay y el Tullumayu. Para ello, segn los cronistas, mando despoblarlo para que los obreros, en la primera empresa de mita de gran envergadura, realizaran lo que el mismo emperador y sus arquitectos haban diseado gracias a maquetas que el mismo haba creado o retocado pintando las modificaciones. Aqu vemos al gran guerrero tomar una pausa despus de las campaas militares (de hecho sus ejrcitos al mando de su hermano Capac Yupanqui continuaban con su tarea expansiva) y dedicarse a la creacin artstica cuyas obras, sin dudarlo, ocupan un puesto de honor entre las mayores y mas bellas creaciones hechas por el hombre. Una vez mas la contradiccin del genio, destructor y conquistador sin parangn (solo superado por su propio hijo) haba generado una verdadera revolucin continental generando tanto muerte y destruccin como veneracin y pavor. Estratega y genio poltico, haba llegado a la conclusin que no era posible una verdadera grandeza estatal imperial sin realizaciones y monumentos que reafirmen dicho poder. Como toda grande obra en la historia de la humanidad el monumento arquitectnico es a la vez reafirmacin y conviccin, proselitismo y propaganda de un ideal de poder completamente distinto al que estaban llevando a cabo los aztecas en Mesoamrica. La ciudad incaica no gira alrededor del templo sino del palacio y tanto uno y otro no es pirmide. La plaza central, espaciosa para los grandes desfiles y ceremonias, esta enmarcada por los palacios de los monarcas y su intencin urbana esta exaltada por las elites que la ocupan. Cusco fue creada para ser una ciudad aristocrtica, hogar de la elite dirigente, rodeada de un pueblo devoto amante de las fiestas y exhibiciones multitudinarias. Pachacutec no conceba el espacio urbano como un hogar de los dioses en donde estos deban ser honrados con sacrificios sino un espacio funcional carente de ornamentaciones y policromas en donde se lucieran los nobles y su boato lo suficientemente cerca como para ser admirados por la poblacin enfervorecida. El plan de Pachacutec y que corresponda exactamente con su concepcin poltico militar del mundo era fundar una ciudad con dos ejes: uno poltico militar y el otro religioso. El palacio y la plaza (hogar tambin del ceremonial religioso no menos importante) serva de contrapeso al templo ubicado a cierta distancia en donde antes se ubicaba el inticancha. Dejo de ser el centro poltico del pueblo cusqueo para ser solo un lugar religioso tal como haba convertido a la clase sacerdotal y sus dioses: instrumentos polticos al servicio del estado. Es decir: del emperador. De esta forma Pachactec lograba extrapolar ambas dimensiones sin oponerlas. El templo era una casa regia en donde habitaban los dioses y el personal de servicio pero jams el lugar en donde se dirigiera nada. Se mantendra al clero ocupado en la manutencin de las divinidades propias y extranjeras y, como estos, se hallaban representados en un polticamente adicto Huillac Umu o sumo sacerdote. Neutralizaba de esta manera y en su centro mismo cualquier atisbo de preeminencia poltica, injerencia o intriga sobre la elite militar. La ciudad del Cusco, desde su concepcin, es fiel reflejo del militarismo incaico que coloco a Pachactec en el trono y lo convirti en el monarca mas poderoso de un continente. La supuesta y forzada forma de puma del trazado de la ciudad corresponde ms bien a la intencin del monarca por diferenciar las dimensiones de poder y dominarlas. De esta forma, el inticancha, quedaba en la parte baja de la ciudad dominada por la gran plaza y la fortaleza de sacsayhuaman que domina a ambas y que tienen dimensiones y envergaduras que sobrepasan al templo. Si bien de esta parten los llamados ceques o lneas imaginarias hacia todos los adoratorios del naciente imperio y que se multiplican conforme contina la expansin y se capturan mas huacas es desde la ciudad donde surgen los caminos hacia los cuatro puntos cardinales y desde donde parten los ejrcitos y donde se celebran las ceremonias mas importantes y significativas. Es el clero el que tiene que trasladarse desde el templo hasta la plaza dominada por los palacios de los emperadores al contrario de lo que suceda con los mayas o aztecas cuyos templos eran sedes de poder sagrado y centros polticos a la vez. El carcter anti teocrtico del rgimen de Pachactec se hace patente cuando se compara su imperio con las civilizaciones precolombinas contemporneas y su ciudad es por ello tan distinta a Tenochtitln. No hay pirmide ni edificio que por si solo resuma la importancia y complejidad de su genio poltico. Como la mayora de los genios el monarca quechua es desigual, inestable, terriblemente creativo y febril. Y todo ello se ve reflejado en su ciudad a la que quiere ordenar sin