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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES Día Internacional del Migrante

Lea los microcuentos

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Día Internacionaldel Migrante

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

Las ciudades se construyen con ciudadanos, con personas, y con los valores que éstas aportan al conjunto social. La convivencia es uno de los fundamentos esenciales en cualquier núcleo urbano, formado por personas diversas y heterogéneas en cuanto a raza, pensamientos, formación, cultura, religión, sexo, aficiones o ideologías.

Los valores son guías de la conducta de las personas. Su finalidad última es la supervivencia del ser humano. Cada hombre y mujer posee algún tipo de valor que ordena su vida. No siempre estos valores son compartidos por todos los que nos rodean y tienen la función social de asegurar la convivencia y el respeto mutuo. Y se pueden aprender en el intercambio con las personas significativas en nuestras vidas.

Los valores son luces en las oscuridades de la existencia. Nos permiten ver salidas en los laberintos. En las decisiones más importantes nuestros valores constituyen una guía. No deciden por nosotros pero nos ayudan a elegir lo mejor para nuestro ser. Aunque lo que escojamos luzca difícil, arriesgado o incluso peligroso. Los valores son principios que nos hacen mantener posiciones. Los valores nos caracterizan como seres humanos. Y uno de los valores más importante es el del respeto a la dignidad de las personas y el respeto por las diferencias que, como personas nacidas en un entorno determinado, tenemos y compartimos.

León siempre ha sido un cruce de caminos, aquí han arraigado distintas civilizaciones, razas, religiones y culturas. Todas ellas han aportado algo a esta ciudad rica en patrimonio y excelente en personas. León quiere acoger con los brazos abiertos a cuantos nuevos vecinos lleguen a convivir con nosotros.

Vivimos en una sociedad heterogénea, caracterizada por un gran desarrollo de las comunicaciones y por los vaivenes migratorios. Lo que conlleva a una diversidad cultural y por ende a la coexistencia de diferentes culturas. Una diversidad de la que no hay que recelar y una coexistencia de sensibilidades culturales distintas, que se han querido plasmar en esta experiencia con los alumnos de la ciudad de León.

Antonio Silván RodríguezAlcalde de León

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Con motivo de la celebración el 18 de diciembre del “Día Internacional del Migrante” y enmarcado en el Proyecto “Un Espacio de Encuentro”, se convocó el Certamen “Microcuentos Interculturales”, dirigido a los alumnos de nivel de 6º de los centros educativos de la ciudad de León, subvencionado por la Consejería de la Presidencia de la Junta de Castilla y León.

El concurso tenía la finalidad de ofrecer un espacio de expresión y divulgación de las diversas visiones de los menores sobre la convivencia intercultural, que ha quedado reflejada en este documento en el que han participado 282 niños y niñas de los colegios Anejas, Antonio Valbuena, Carmelitas Sagrado Corazón, Carmelitas Nuestra Señora del Carmen, Divina Pastora, La Asunción, La Palomera, Leonés Corredera, Leonés San Isidoro, Leonés Jesús Maestro, San José Agustinas y Santa Teresa.

Muchos de los relatos muestran una visión muy particular, pero sin duda, con una carga importante de sentimientos relacionados con la fantasía, la cooperación, el compromiso, los retos, la soledad, el miedo, la solidaridad, la nostalgia, el desarraigo, la necesidad, la diversidad y la esperanza. En todos ellos hay una importante mirada puesta en la superación de las personas. Hacemos alusión al relato de Israel “Sin Fronteras”, en el que después de la narración de la experiencia de una niña africana por el mundo, dice que en el colegio decidieron celebrar este Día, que “Consistía en apoyar a todas aquellas personas que tienen que dejar su país para irse a otros en busca de un futuro mejor y una educación digna, para enseñar a los niños que todos somos iguales”. Sirva de homenaje a todas las personas que han tenido que iniciar un Proyecto de Migración, y al reconocimiento de las diversas identidades que ayudan a construir una sociedad mejor.

Aurora Baza RodríguezConcejala de Familia y Servicios Sociales

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Relatospremiados

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El árbol de los sentimientos

No dejo de pensar en aquel día en el que llovía. Los árboles se tambaleaban y mi mejor amiga llegó a clase. Me acuerdo que me acercaba a ella y le acompañaba al árbol más viejo del colegio “El árbol de los sentimientos” en el que se narraban momentos felices de nuestras vidas. Yo le comentaba que cada hoja nos mostraba aquellos días que habíamos compartido, ayudado, convivido e incluso respetado, y, que cuando una de esas hojitas se caía se empezaba a romper nuestra amistad. Ella a pesar de no entender nada, siempre me respondía con una sonrisa confiada y agradable. Venía de un lugar donde nadie apreciaba la amistad y nadie consideraba el amor como una forma de vida. En cambio ella me demostraba lo contrario, ceñida a la humilde historia del árbol que yo le recordaba todos sus días nublados, ella me demostró que podíamos cambiar nuestras formas de vida. Hamez, que así se llamaba mi amiga somalí, decidió reflejar en un pequeño relato la historia de nuestra amistad para enviarla a todas las personas de su país y así poder contribuir un poco en la erradicación de tanta desgracia como se vive cada día en su pequeño pueblo de Somalia. Grano a grano se construye una montaña, eso es lo que Hamez me repetía cada día desde que surgió nuestro encuentro. Mi amistad con Ham, que es como yo la llamo, hizo cambiar muchos de mis sentimientos y durará hasta que el destino decida lo contrario.

Camino Rubio Martín

Colegio Leonés Corredera

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Ondas

Mis padres no me dejaban jugar cerca de la Verja, pero yo la usaba de portería porque tenía mucha ropa colgada y rota, parecía una portería de tela. ¿Y ahora como les digo que la pelota está al otro lado...?

Solo hay un sitio por donde se puede pasar, pero hoy estaba lleno de agua, es por debajo de la Verja, me quedo mirando el charco que allí se había formado y de pronto,...

Ondas!, las mismas que las mías, me quedé ojiplático, paralizado, eran mis ondas. Cuando el volvió a la calma, empecé a ver el reflejo de un niño como yo, pero en el agua se le veía muy oscuro, pero cuando levanto la cabeza... era de otro color!, que alegría, era tan diferente... la ropa, el color, la forma de ser... pero nos unía lo más importante las ondas, en realidad no éramos tan distintos, pasamos horas tirando piedras y paramos de reír al ver que siempre hacíamos las mismas ondas, ERAMOS IGUALES!

Marcos Javier Juan Fernández

Colegio San José Agustinas

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El color carne

En otoño, en el cole de Ana y Laura su maestra les mandó hacer de tarea entre todos los niños y niñas de la clase, para que trabajaran en equipo, un enorme mural de otoño. Además de ardillas, setas, hojas, castañas, nueces, y todo lo que se les iba ocurriendo, los compañeros decidieron hacer un gran niño con una cesta de frutos secos. Se distribuyeron en grupos y a cada uno le tocaba dibujar una parte del cuerpo. A Ana y a Laura les tocó la cara y a la hora de pintar Ana le dijo a Laura: dame el color carne, al darle la pintura marrón Ana le dijo: este no es color carne y en ese momento se dio cuenta de que el color de la piel de Laura era marrón y que no todos los niños y todas las niñas tenían el mismo color ni de piel, ni de pelo. Cada uno tenía sus rasgos, todos distintos a los demás y eso era lo que hacía que cada niño y niña fuese diferente. Así que decidieron como harían el dibujo el mural pintando un niño que tuviera casi todos los rasgos de los niños de la clase. El dibujo les quedó precioso con una niña de piel morena, pelo liso, pelirrojo, más bien alta y un poco regordeta pero sobre todo con una gran sonrisa de ser única como cada niño y niña de aquella clase.

Mía Gordo Martín

Colegio Anejas

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El palacio de cristal

Hola, mi nombre es Laura y vivo en una pequeña ciudad de España llamada León. Hemos destinado parte de nuestros ingresos a construir un palacio multicultural. Para ello, nos hemos reunido cinco niños que nos conocimos en las últimas vacaciones de verano que pasamos en Lisboa: Abel de Francia, Ciri de Italia, André de Camerún y Bakary de Gambia.

El palacio tiene sus paredes de cristal. Mi sala favorita es el “Restaurante” donde podemos probar los platos típicos de cada país. A mi amiga Ciri le encanta el miyondo que prepara André y a Bakary los crepés de Abel. Nos entusiasma sentarnos juntos a la mesa y contar historias de nuestros respectivos países.

Otra de las salas está destinada a los deportes con fotografías de grandes deportistas y trofeos que ellos nos han donado. Yo me siento orgullosa de Rafa Nadal, pero también me gusta mucho Federer, como a Abel. El ídolo de Bakary es Kebba Ceasay, un futbolista de su país que juega muy bien.

Hay una sala que tiene sus paredes llenas de fotografías de paisajes típicos de distintos países. A André le gusta recordar la ciudad de Yaoundé capital de Camerún, y Bakary nos cuenta historias increíbles que ha vivido en los manglares de Gambia.

Nuestros corazones se han abierto y unido para siempre gracias a nuestro PALACIO DE CRISTAL.

Laura Diez Charro

Colegio Carmelitas Sagrado Corazón

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La ducha mágica

Todo ocurrió en Blancura, un pueblo con habitantes que estaban muy orgullosos de ser como eran: blancos.

Un día necesitaban personas para realizar los trabajos que nadie quería hacer: como limpiar las calles, trabajar el campo, cuidar ancianos, etc.

Llegaron unas familias de piel negra como el carbón, y todos se reían y se burlaban mucho del color de su piel.

Los habitantes de Blancura pidieron al alcalde que hiciera una ley para prohibir la entrada de más extranjeros, y que mantuvieran a los “negros” y “marrones” separados de los blancos.

No querían que sus hijos blancos se mezclaran con los negritos en la escuela.

Un buen día llegó al pueblo un mago con un número de magia que consistía en que todos los habitantes blancos, negros y marrones pasaran por debajo de una ducha mágica.

¡Sorpresa! Conforme el agua iba mojando la piel, iban cambiando de color. Unos salían azules, otros rojos, violetas, verdes, rosas, amarillos, negros, naranjas, etc.

Nadie era de un color fijo, cambiaban según las personas que tenían mas cerca.

Después de unos meses, ya nadie recordaba el color original de su piel. La gente empezó a sentirse orgullosa de poseer esa cualidad. El alcalde decidió cambiar el nombre de Blancura por el de Multicolor.

Jorge Diez Martínez

Colegio Divina Pastora

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Colegio Leonés

“Jesús Maestro”

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La Fortaleza de Willyam

Se conmemora el día de los derechos humanitarios de todos los migrantes y emigrantes, hoy en día está todo muy poco valorado, la gente se mete mucho con los emigrantes, lo definiré en una sola palabra racistas, ellos no piensan en sus sentimientos, como se pueden sentir al tener que abandonar su país, pero si ellos migraran, no les parecería lo mismo y vivirían en sí mismos la pura realidad y reflexionarían. Posiblemente, la gente empeore de tal manera que ya todos se meterán con todos, pero yo tengo esperanza. La sociedad, el mundo, podemos colaborar unos con otros y llegar a un estado de confianza con otras personas y el respeto con ellas, la gente lo está pasando muy mal en otros países de pobreza o de guerras y no debería ser así.

Esta es la historia de Willy un niño árabe con pobreza, un día Willy volvió a su casa y se encontró a su madre moribunda, pues la habían robado y pegado, tres días después murió y Willy tuvo que buscar alimento y dinero para comprar ropa, pero no lo encontró; tuvo que irse a un orfanato, gracias a Dios encontró una familia de acogida, pero a los 15 años ya tuvo que buscarse un trabajo. Tenía que mantener su nueva familia, pero no pudo, tuvo que migrar. Willy pasaba hambre, pidió ayuda por todos los medios, pero no se la dieron. Tres semanas después una familia del sur de España lo dio en acogida. Willy no paso hambre y tuvo lo necesario. Esta historia no es triste, lo triste de esto no es que Willy paso hambre sino que muchos como él la siguen pasando.

Pablo Jiménez Gaitero

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Marcus, el africano

Había una vez un niño africano, de Marruecos, que se llamaba Marcus. Cuando tenía 9 años se mudó con su familia a vivir a España. Una vez en el colegio, sus compañeros le insultaban y siempre estaba solo. Él se preguntó: ¿por qué me insultan? Eso se lo contó a sus padres y a su tutor. El tutor, en tutoría habló sobre ese caso y nadie salió cuando preguntó que por qué le insultaban. Cuando se lo dijo a sus padres le dijeron que no se preocupara... que cuando llega alguien nuevo a algún lugar, a veces es difícil que te comprendan y te acepten, sobre todo cuando tus costumbres son diferentes.

Al mes, cuando ya estaba acostumbrado a eso, no le daba importancia. Pasaron los días y como los que le insultaban veían que ya no les hacía caso, al final dejaron de hacerlo. Se lo explicó a sus padres y al tutor... Acabaron encontrando al niño que le insultaba y le castigaron. Además, le explicaron que con los inmigrantes no hay que comportarse así.

Al final resolvieron todo y Marcus se hizo amigo de ese niño.

Hugo Álvarez Blanco

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Mi mejor día

En mi clase, hay una árabe y había una hindú, que se marchó del cole, y por el Día del Migrante decidí hacer una fiesta para invitarla a ella y a sus amigos de diferentes culturas, lo mismo que Nada (la árabe). Y el día 28, allí estábamos todos, ¡Dios Mío! Había como 20 personas de distintas culturas. Y dije:

- Ahora nos vamos a presentar y conocer lo que hacéis -.

Entonces todos me empezaron a hablar de sus culturas. Una africana, me dijo que podían pedir hijos a una diosa; una china, que un día al año se celebraba la “Fiesta de las Muñecas” ; una americana, que se celebraba el “Día de Acción de Gracias”; una francesa me habló del “Jorobado de Notre Dame”... Y una hindú, me dijo que su madre migraba mañana, y las demás que las decían insultos de todo tipo. Entristecida, dije:

- ¡Basta ya!, no me gusta nada lo de los insultos y que nos dejes mañana... ¿Qué tal si nos manifestamos por ello?-.

Dicho esto, empezamos a preparar banderines, pancartas, camisetas... Y llegó el día. Supernerviosas empezó la manifestación... ¡Y se unió muchísima gente!. A esto, la madre de Waba, la niña hindú, nos dijo que ya había recuperado el trabajo y otras personas también.

- ¡Vivaaa! - Dijimos todas al unísono.

Se acabaron insultos, peleas... ¡El Día del Migrante fue el mejor de mi vida!.

Inés García Suárez

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La migración

La migración es el desplazamiento de personas y animales. Hay dos tipos de migración: inmigración y emigración.

La inmigración es la entrada a un país o región de personas que vienen de otro lugar a causa de motivos económicos sociales o temporales.

La emigración es la salida de un país o región de personas que proceden de otro sitio a causa de motivos económicos sociales o temporales.

Las personas a veces intentan cruzar a otros países. Unas personas legalmente y otras ilegalmente.

Al entrar legalmente en un país piden el permiso de residencia.

Al entrar ilegalmente intentan saltar las vallas.

Las vallas, dependiendo del país pueden tener alambres, otras pinchos, y otras simplemente son vallas; la altura de las vallas suele de ser sobre 4 o 5 metros.

En nuestro país, España, los inmigrantes que vienen de África, huyendo de guerras y del hambre, suelen intentar atravesar las vallas de Ceuta y Melilla y lo hacen en grandes grupos.

Adrián Llorente García

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Angie

El día que conocí a Angie, supe que iba a ser una buena amiga.

Ella tenía la misma edad que yo pero no era de mi país, era de Sudamérica.

Aquel día, ella, me contó que allí, en su país, tenía que recorrer kilómetros para ir a la escuela, que no había coches y que en su aldea había 20 viviendas y 70 habitantes. El río, estaba a 2 kilómetros y su madre tenía que ir varias veces al día por agua a él, transportándolo en cántaros que llevaba encima de la cabeza. Le pregunté que por qué se había venido a vivir a España, y me contestó muy apenada que su familia había muerto debido a una enfermedad que se trasmite por un mosquito de esa zona.

Entonces, una familia de mi barrio la acogió, y, desde principio de curso va al mismo colegio que yo.

Yo, le dije que no pasaba nada, que ahora, con la familia que estaba, seguro que iba a ser feliz, porque a mi, ellos, siempre me han tratado bien y son muy amables con todos.

Yo le empecé a contar cosas de aquí, de mi país, de mis amigos, de mi familia... Se sorprendió mucho al escucharme porque todo era nuevo para ella.

Le dije que ya que vivía al lado de mi casa, podría quedarse a jugar un rato y ella fue a preguntárselo a sus nuevos padres. Le dijeron que si, que se podía quedar, así que entramos en mi casa.

Mi madre se alegró de que viniera con una nueva amiga, la cual además era muy educada. Estuvimos jugando a un juego que le tuve que enseñar, porque ella no lo conocía.

Pasaron las horas y se hizo de noche. Angie dijo que se tenía que ir a su casa, así quedamos para el día siguiente.

Pablo Quiñones Tejerina

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Alí, el buen hombre

Había una vez un hombre africano llamado Ali que viajó a China por problemas de trabajo, al viajar a China, tuvo muchos problemas, lo único que encontraba era trabajos que pagaban menos de lo normal, pagaban 85 euros al mes y eso para el era muy injusto. Entonces no tuvo más remedio que trabajar en ese trabajo, para viajar a España, a Madrid, su tío, siempre le decía que si iba a visitarlo Alí iba a vivir con él y que le iba a buscar trabajo, un buen trabajo en el que con ese dinero, podría alquilar una casa o comprarla, al viajar a España paso todo lo contrario resultó que su tío había viajado a León Alí le llamaba pero no le contestaba. Alí se dispuso a pasear por la ciudad por si tenía suerte y encontrarse con algún trabajo bueno. En una columna había un cartel que ponía: NECESITAMOS UN TRABAJADOR PARA LIMPIEZA. Dijo Alí, hoy es mí día de suerte. Al llamarles le contrataron, el director se hizo muy amigo de Alí y como Alí trabajaba muy bien el director de la oficina le propuso a Alí una subida de sueldo, Alí esta muy encantado. Llegó un momento en que Alí se iba haciendo más rico ese dinero que ganaba lo mandaba para los más necesitados es decir los pobres de África...etc. EI tío volvió de León creyendo que Alí se había vuelto para África. Como Alí se hizo muy famoso colgaron un cartel con su imagen y a la de unos pobres, su tío cuando miró ese cartel tuvo mucha envidia y como tenía mucha envidia que quería robarle dinero a Alí pero no lo consiguió y Alí el buen hombre le dijo. Por qué no me pediste dinero en vez de querer robármelo. El tío le pidió perdón y Alí le perdonó con mucho amor.

Nada Tkenbi

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Mohamed

Érase una vez un hombre llamado Mohamed que vivía en Senegal, tenía mujer y dos hijos y eran muy pobres.

Este verano se le ocurrió la idea de venir a España junto con unos amigos para trabajar.

Se instalaron en una ciudad llamada Salou, una ciudad que tiene playa y muchos turistas en esta época.

Durante todo el verano estuvo paseando por la playa, durante las mañanas y las tardes vendiendo vestidos a los turistas.

Al final del verano ganó suficiente dinero para poder volver a su país y alimentar a su familia.

Daniel Castrillo Carballo

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Unión de continentes

-Ana, Ana- dijo Akane, una niña asiática. -Nos están esperando en el parque añadió. Al llegar a un pequeño parque, sobre un banco, tres niños esperaban ansiosos.

Chicas, la próxima vez daros más prisa casi me voy a casa a hacer los deberes de matemáticas. ¡”Hoy nos han puesto a dolor”! - dijo Daren un niño africano. Kanata, otro niño, pero esta vez australiano tomó la palabra: -Chicos, ¿habéis escuchado que, en algunos países no respetan a otros países? ¿Que organizan guerras sin motivo, se insultan y siembran el terrorismo, porque creen que su religión es la mejor? -A mí me parece fatal -dijo Amaru, un niño americano.

De repente, Ana levantó la mano decidida y, con aire de justicia dijo con firmeza: -Si todos trabajamos por un mundo mejor lo será-. -Recogeremos información sobre estos casos y nos pondremos manos a la obra- añadió Ana. Al día siguiente, encontraron bastante información: -Ana, he encontrado información sobre las guerras - dijo Akane. -Y yo, sobre el terrorismo - dijo ilusionado Daren. -Yo... ¡Sobre los insultos! -dijo Amaru.-Yo, sobre los países más amenazados - dijo Kanata. -Bien chicos, ahora vamos a hacer un libro con todas las investigaciones- dijo Ana emocionada. Amaru añadió: -Calculo que este libro estará listo dentro de tres semanas-. Un mes más tarde, Akane trajo el libro, ya había sido publicado. Comprendieron que juntos eran invencibles. Pero... ¿cuál será su próxima aventura?

Laura Vega Díaz

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Colegio Leonés

“Corredera”

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El topo inmigrante

Érase una vez una familia de topos que vivía en un bosque que no había comida. Decidieron irse por la noche, a otro bosque. Cuando llegaron todo el mundo les miraba como diciendo quiénes son estos, y de repente encontraron una casa abandonada y se quedaron allí, y estaban muy tristes porque no tenían dinero, su padre no tenía trabajo ni comida.

Al día siguiente el papá topo fue a buscar trabajo a la ciudad que estaba a 10 km del bosque, y cuando llego a la ciudad no sabía el mapa de la ciudad y decidió entrar a un quiosco, y encontró el mapa y visualizó el mapa

Y ya sabía dónde encontrar trabajo y se acercó hasta el edificio subió en el ascensor, y cuando llegó se encontró un zorro empresario que necesitaba a alguien para trabajar

Y el topo le dijo, yo estoy buscando trabajo y le dijo el zorro, mañana a las nueve de la mañana empiezas a trabajar. Y el topo volvió al bosque y le dijo a su familia he encontrado trabajo en la ciudad. Al día siguiente el topo fue a trabajar con alegría, y así alimentaba a su familia, y los topines saltaban de alegría porque su padre había encontrado trabajo. Su padre ganaba mucho dinero.

VIVIERON FELICES Y LOS TOPINES ALGO GORDETES

FIN

Raúl Rodríguez Camino

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La niña nueva

Hace dos años, una niña nueva vino a mi clase, era de Francia y no se sentía cómoda porque era nueva, pero nosotras la empezamos a acoger como si llevase con nosotros toda la vida.

Los chicos empezaron a burlarse de ella, como con todas, pero nosotras la defendimos porque era como una de las nuestras, y la dejaron en paz.

La empezamos a ayudar en las clases, la enseñamos todo el colegio, pero a ella le seguía costando el español y el inglés, pero nosotras la ayudábamos para que le costase menos y lo aprendiese más fácil y rápido.

Ella cada vez se sentía menos incómoda porque nos iba conociendo más, y los profesores hacían tantas bromas que no paraba de reír y de ser como de la familia, y de ser conocida y ayudada.

La ayudamos a que entendiese los juegos para poder jugar con ella, y ella nos enseñó a que jugaba con sus amigos del otro colegio, pero nos dijo que ella era de deportes, y algunas amigas y yo le enseñamos los gogos, que son unos muñecos pequeños con los que hay que tirar a derribar los del compañero, para que él pierda, y tu ganes, quedándote con todos.

Los chicos se dieron cuenta de que las chicas podemos ser más fuertes que ellos y nos dejaron en paz, y nos dejaron jugar a fútbol y metimos goles. Porque nosotras también sabemos de fútbol y de otros deportes como el esquí o baloncesto, y nos dejaron en paz porque no podían con nosotras.

Y la lección que aprendimos es que hay que acoger a la gente.

Celia Julián Martín

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El mejor verano

El anterior verano acogimos a un niño saharaui en casa, y lo fuimos a buscar a Madrid. Al principio no nos entendíamos y él estaba un poco asustado. Cuando llegamos a León, le enseñe la casa. El niño se llamaba Samir y cuando vio el frigorífico, se quedo alucinado porque no tiene en su casa ni agua corriente, ni luz como nosotros. Y una semana después, le llevamos a la piscina, el decía que era el mejor día de su vida, porque nunca había hecho nada igual, era divertidísimo verle metido en el agua. Como no sabía nadar, él estaba en la piscina pequeña y chapoteaba en el agua sin parar. A Samir le encantaba el agua.

Otro día fuimos a jugar a fútbol y al baloncesto, y el aprendió muy rápido. Luego fuimos a casa a comer. Después jugamos a la play 3 y a él le gustó mucho. Samir nos contó cosas de su país y de su casa, allí sus amigos se tiran por las dunas, nos contó que las casa son de barro y también duermen en el suelo.

Por la tarde fuimos a comprar le ropa, le compramos un balón para que juegue allí con sus amigos. Nos dio mucha pena por que se tenía que ir mañana y él también nos echaría de menos.

Después de cenar nos fuimos a casa a jugar al monopoli, y nos ganó a todos porque le enseñé yo.

Al día siguiente nos despedimos de él, nos dio mucha pena pero se lo pasó genial.

Alejandro Nonascués Amorín

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Colores - Colors - Cores - Koloreak - Colours - Farben - Renkler - Couleurs - Colorl - Imibala -

Kleures

Era una mañana espléndida. El cielo azul se reflejaba en el mar azul. Un sol azul brillaba en lo alto tiñendo todas las cosas de una bonita tonalidad azul. Los campos de hierba azul y sus flores azules llenaban el paisaje. Sin embargo, los habitantes de Tierra Azul vivían tristes y azules, aunque ellos no lo sabían.

El día que Amarillo llegó buscando trabajo, los Azules pensaron que ese color no podría convivir con ellos. Amarillo no solo buscaba trabajo, también buscaba algo que no sabía qué era, pero sí sabía que en su país no estaba y que eso le impedía ser totalmente feliz. Los Azules, de repente, se sintieron como él y, por solidaridad, le dejaron quedarse y establecerse.

Así fue como Amarillo y Azul crearon el Verde. Aunque al principio no les gustó a todos, con el tiempo vieron que no solo estaba bien, sino que, incluso en algunos sitios era mejor que ellos y pronto empezaron a usarlo en muchos sitios, sobre todo en sus huertas y jardines.

Poco a poco fueron llegando más inmigrantes buscando mejorar su vida, como Negro, Blanco, Morado, Rojo y otros muchos, y, entre todos, crearon un mundo más alegre y donde todos convivían perfectamente. Bueno, todos no, porque para algunos, ya se sabe, Rosa y Rojo, puñetazo en el ojo (según dice mi hermana).

Jorge Sánchez Llamas

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La clase de doña Pepina

Pues señor, esto érase que se era una clase que tenía problemas de comportamiento. Cierto día su profesora, doña Pepina, les dijo que iban a participar en una competición muy importante.

Se trataba de elaborar un proyecto sobre la paz. Si ganaban, tendrían más dinero para comprar ordenadores. La noticia emocionó mucho a los niños y por una vez empezaron a portarse todos bien. Doña Pepina les comentó que debían terminarlo muy pronto para entregarlo a tiempo. Ellos gritaron tan fuerte por la alegría que casi dejan sorda a doña Pepina. “¡Basta ya!” dijo la pobre mujer. “Así no acabaremos nunca. Debemos buscar una idea”. Y todos los alumnos miraron al suelo, pero allí no había ninguna idea. Así que miraron al techo y nada, pero al mirar a las paredes de los lados se dieron cuenta de que podían hacer un mural sobre la pobreza infantil en el mundo. Clara dijo que el la iba a traer las cartulinas; Luis, los pinceles; Carolina, las pinturas. Poco después todos iban a traer algo.

Llegó el gran día y comenzaron a trabajar. Doña Pepina estaba nerviosa por si se peleaban, pero los alumnos estaban trabajando aplicadamente, se pedían las cosas por favor y se ayudaban entre todos, incluso cantaban y se reían ¡Hasta se gastaban bromas sin enfadarse!

El mural era estupendo, muy bonito, pero lo mejor de él, según doña Pepina era que habían aprendido a trabajar juntos y a compartir la ilusión y ayudarse mutuamente.

Y colorín, colorado el premio les dio de lado.

Ana Fernández Urdiales

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Un buen futbolista

Todo empezó así. En el equipo de futbol entró un niño que era mexicano y cuando llegó, la mayoría le trataba mal. Pero un amigo mío y yo le ayudamos a incorporarse, pero aún muchos no le aceptaban, y ahí comenzó la dura tarea que teníamos asignada de ayudar a nuestro nuevo amigo, y así lo hicimos.

Todos los días después del entrenamiento todos tirábamos unos penaltis para ver a quien le tocaba recoger el material, y a él le tocaron los balones, y cuando estaba entrando al vestuario se tropezó, y yo acudí en su ayuda tras tirar las picas que llevaba en la mano, y se hizo una herida lo menos bonita que le sangraba. Rápido acudí a decírselo al entrenador, el cual cogió una gasa con betadine y se la puso encima.

Varios días después volvió a entrenar, pero los días que no estuvo no fueron iguales a cuando estábamos con él, nos lo pasábamos peor y le extrañábamos mucho, y los ejercicios que nos ponía el entrenador nos salían mal porque estábamos pensando en él. Cuando llegó el partido y le encontramos allí esperándonos para ponernos la equipación, todos sonreímos y fuimos a cambiarnos. Luego empezó el partido y un gol otro y otro. El marcador no paraba de aumentar. Luego nos fuimos a las duchas, y allí vimos lo fuerte que era nuestra amistad y seguimos hablando.

Julián Molero Matallana

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Emur

Érase una vez en el colegio Leonés, un chico que se llamaba Emur llegaba desde la India a León y no tenía amigos, le habían puesto en la clase 6ºC. Emur era muy tímido y nunca hablaba con nadie. Un día los de la clase de 6ºC, decidieron hacerle un regalo para que se sintiese bienvenido. Estuvieron ideando también una fiesta en su honor ambientada en la India. La fiesta la celebraron una semana después de que Emur llegase a León. Estaba todo muy bien decorado pero, ¡se les habían olvidado las invitaciones y la degustación !. Llamaron a los niños y niñas de la clase de 6°B y ellos les ayudaron. Se dividieron en tres grupos. Un grupo se encargaba de repartir las invitaciones, otro de preparar la comida, y el resto de poner las mesas y sillas. Cuando Emur llegó, se puso muy feliz porque el no sabía que la fiesta era para él.

Emur se divertía mucho con sus nuevos amigos, y desde entonces en la clase de 6°C es un grupo en el que todos son amigos y no hay ningún niño al que se le trate con indiferencia, ni se le desprecie.

Sara Susperregui Diez

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El puesto de limonada

Era una tarde de octubre, y unos niños llamados Juan, Pepe y Manuel, se dirigían al parque a jugar a fútbol. Al llegar al parque a lo lejos, donde ellos solían jugar al fútbol, había un niño de piel morena dando vueltas en el suelo sin nadie con quien jugar. Cuando llegaron al césped, le hicieron preguntas como cual era su nombre, donde vivía, cual era su nacionalidad... El les dijo que su nombre era Emilio y que nació en Marruecos, pero que había venido a España porque en Marruecos sus padres no tenían trabajo, pero también mencionó que aquí, en España, sus padres tampoco tenían trabajo, ni hogar, ni alimento que llevarse a la boca. Al escuchar eso, Juan, Pepe y Manuel se pusieron manos a la obra para buscar una solución. Al cabo de unos minutos una idea surgió. La idea era poner un puesto de limonada. Al día siguiente, muy temprano, ya estaba montado el puesto de limonada. Emilio, atendía a los clientes y el resto preparaban la limonada. Todos los días sacaban el suficiente dinero, para que Emilio y su familia pudieran comer. Juan en su casa preparaba la comida y en el patio comían todos juntos. La familia de Emilio no tenía casa, por lo tanto, Pepe les ofreció su trastero para que pudieran descansar y Manuel consiguió trabajo para los padres de Emilio. La familia de Emilio se compró una casa barata que pagaban poco a poco, y podía comprar alimentos todos los días. Emilio consiguió un montón de amigos con quien jugar. Pero el puesto de limonada no lo cerraron.

Javier de la Puente Reguera

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Todos somos iguales

Érase una vez una niña llamada Ayala que venía de la India. El primer día de colegio Ayala se fue a un colegio que se llamaba Ramón II, ella era nueva y cuando llegó a la clase, todos sus compañeros la miraban raro porque ella no era española, ella notaba que le miraban mal, por lo tanto no se sentía a gusto, se acercó a uno de sus compañeros y le preguntó: ¿Me puedo sentar aquí? Y él le dijo: no, no me hables niña rarita. Cuando Ayala oyó eso se echó a llorar porque eso que le decían estaba muy mal, ella se sentó para que pudiera comenzar la clase. Cuando llegó el recreo salió, y todas las niñas de su clase se reían y se metían con ella, excepto una que no decía nada, se acercó a Ayala y le dijo: tranquila yo quiero ser tu amiga y, ella en vez de seguir asustada, le sonrió y le dijo: muchas gracias por ser mi amiga, entonces las que se metían con ella se callaron. Estuvieron todo el recreo juntas, y cuando tuvieron que subir a clase, se pusieron las dos juntas; acabó la clase y su amiga le presentó a Ayala a su madre y Ayala contestó: hola, encantada de conocerte, y su amiga le dijo a su madre: Es mi nueva amiga del cole y viene de la India ¿se puede quedar a comer a casa? Y su madre le dijo: Claro que sí, pero primero tiene que avisar a su madre. Ayala marchó corriendo a su casa, y le preguntó a su madre si se podía quedar en casa de su amiga a comer, y su madre dijo que si, y desde entonces fueron amigas para siempre. Esto es una valiosa lección de que todos somos iguales.

FIN

Julia Martínez Portomeñe

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La igualdad

La igualdad es que todos somos iguales, no importa que seamos negros o blancos, porque Dios nos ha hecho iguales a todos.

Me parece muy mal que discriminen a un niño porque sea de otro país. Porque si no te gusta que te discriminen a ti, no se lo hagas tú a ellos.

Por ejemplo, si estáis jugando al fútbol, y viene un niño nuevo que es de otro país, lo que habría que hacer es enseñarle a jugar porque él estaría encantado de que le enseñes. A él no le importa tener un amigo guapo o feo, lo que le importa es tener un amigo con quien compartir sus risas, sus penurias y saber que cuando va al colegio puede ir tranquilo y feliz, y no pensando otro día más de sentirse mal. No le hagáis sentirse mal. Recuerda, que se sienten solos y que solo quieren buscar un sitio donde cobijarse, en un lugar donde vivir y que puedan llevarse algo a la boca.

Los niños pobres que pasan hambre en el mundo, y que tienen que ir a por agua hasta la otra punta del poblado, que tienen que tener y pasar miedo hasta cuando duermen.

En conclusión, todos deberíamos ser sociales e iguales. Aunque no creo que lo vayamos a conseguir. Y si todos nos unimos lo conseguiremos.

Pero para conseguirlo habrá que adoptar más niños, y que la gente joven y pequeña se den cuenta de que muchos niños mueren de hambre. Y que por eso no discriminéis.

Raquel Arias Rojo

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Nuestro colombiano

El año pasado acogimos a un niño de Colombia llamado Nacho. Era un niño de tamaño bajito, de tez morenita, pelo y ojos oscuros, y con un carácter muy gracioso, pero a veces un poco vergonzoso.

Cuando llegó se sintió un poco raro porque no conocía a nadie, pero poco a poco se fue acoplando a la ciudad, y yo hacía todo lo posible para que se sintiera a gusto. Le enseñé la ciudad, a mis amigos, mi colegio, nuestras costumbres... Pero lo que más le gustó fue nuestros embutidos de León.

Cuando le llevé al colegio para ir a clase, todos mis compañeros le acogieron muy bien, lo que más le gustaba del colegio no era el recreo como a todos, no, le gustaba las asignaturas de lengua y de lecto escritura, porque le encantaba escribir y redactar cosas sobre España y León.

Cuando comíamos, lo que más le interesaba era los tipos de comida y como comíamos los españoles. Cuando salíamos por la noche, lo que más le gustaba era que los españoles éramos muy fiesteros, cuando íbamos a clase, lo que más le gustaba era como nos enseñaban, y cuando paseábamos por el parque, le sorprendía que bonitos eran y cuantos árboles, flores, plantas...

Cuando se fue nos dio mucha pena porque nos lo habíamos pasado muy bien, y tanto él como yo, nos habíamos llevado una valiosa lección de que siempre podemos hacer amigos nuevos, aunque no sean de nuestra ciudad o país.

María Vivas Romero

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Ibrahim

Esta es la historia de Ibrahim, un niño senegalés que era maltratado, no tenía familia y lo usaban como criado.

Un día, mientras recogía los excrementos de las ovejas vio como a su hermano gemelo lo metían en un camión. Posteriormente, un hombre le dio unos cuantos billetes al padre de Ibrahim. Ya entrada la noche, tuvo el coraje de preguntar que le había pasado a su hermano. Descaradamente le contestaron que lo habían vendido por coger comida de la despensa, algo que tenían prohibido, ya que los criados solo podían alimentarse de las sobras del ganado y le advirtió, que si no regresaba a sus tareas también le vendería a él.

Mi familia y yo, entramos hace un par de años en una página web para adoptar niños en situación de esclavitud y vimos su historia. La tristeza que nos daba Ibrahim hizo que lo adoptáramos para que olvidara todo y comenzara una vida nueva. Y así fue, llego a León unos meses más tarde y mi hermano, mi madre y mi padre lo recibimos calurosamente. Pronto se incorporó al colegio en mi clase e hizo muchos amigos. También quiso participar en el equipo de baloncesto y en poco tiempo aprendió a jugar bastante bien.

En las últimas vacaciones hemos ido todos juntos a Senegal, para que Ibrahim recordara su país. Se alegró mucho de volver a estar allí, y una vez más nos dio las gracias por acogerle. Pasan los años e Ibrahim es feliz aquí y ahora ya es uno más de la familia.

Miguel Alcalde García

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Marco

Marco es un niño africano que emigró a España después de la muerte de su madre. Marco fue acosado y maltratado. Cuando llegó a España fue acogido con amor y cariño, pero por desgracia Marco estaba demasiado triste para sentir la mas mínima felicidad. En su primer día de clase los niños y niñas se arremolinaron entorno a él para conocerle, pero él no dijo ni media palabra. Sus compañeros sentían tanta pena por él, que decidieron hacerle una fiesta sorpresa para subirle la moral. Todos fueron a la casa de sus padres adoptivos para preguntarles si podían celebrar la fiesta, ellos accedieron encantados, se sentían muy felices de que se preocuparan tanto de su hijo. Cuando llegó el día de la fiesta compraron chuches, bebida, más chuches, pasteles, más chuches, juguetes, más chuches, una gran tarta de chocolate y fresas orgánicas, ya lo tenían todo preparado. Cuando Marco llegó a la fiesta, se puso muy contento pero no contaron con algo, Marco era diabético empezó a comer y a comer y a comer, y en menos de un minuto le subió el azúcar, llegó una ambulancia que le llevó al hospital. Cuando ya se encontraba mejor sus amigos entraron a verle. Marco por primera vez sintió que alguien le quería y rompió a llorar, pero esta vez de felicidad. Desde aquel día no solo formó parte de su país, de su clase o familia, sino que también de sus corazones. Marco ahora es un adulto se ha casado y ha formado una familia, pero jamás olvidará lo que sus amigos hicieron por él.

Esther Casado Calzado

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La llegada de July

No hace mucho tiempo en una pequeña ciudad llamada Flórili había un colegio con el extraño nombre de Kolus, no era un colegio muy grande por lo que tan solo había seis aulas. La historia que hoy os voy a contar ocurrió en el aula de sexto, a principios de curso había llegado una nueva alumna venida de la India que se llamaba July, era de tez tostada, tenía unos grandes ojos marrones y una larga cabellera negra. La mayoría de la clase la acogía muy bien, pero no a todos les agradó la llegada de July. Había una niña cuyo nombre era Mara, tenía muy mal carácter y sentía envidia porque a July le prestaban mucha atención. El odio de Mara hacia July iba creciendo cada día más porque July nunca cometía el más mínimo error. Mara tenía una gran afición que era ir a correr todos los días a un pequeño pabellón situado a las afueras de Flórili. Un día Mara decidió ir a correr por la ciudad, después de un rato se encontró a una niña que estaba corriendo junto a ella ¡Era July! Que enseguida reparó en ella y la saludó efusivamente. July se sorprendió al ver a Mara corriendo, las dos niñas empezaron a hablar y se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común. Desde ese día Mara y July son amigas inseparables, van a todas las carreras juntas y salen a correr todos los días por la ciudad.

Espero que os haya gustado esta historia y que hayáis aprendido algo importante acerca de que no hay que juzgar a la gente por su raza o por su manera de ser, porque en ellas puede que acabes encontrando un gran amigo.

Carmen Martínez Gutiérrez

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El futbolista tacaño

Érase una vez, un jugador de futbol que ganaba mucho dinero, pero no donaba nada y en las portadas de los periódicos aparecía como el más malo de todos.

Pero a él le daba igual y continuaba sin donar ni un solo céntimo.

Un día nadie de su ciudad le admiraba lo llamaban: «Desconvocado izquierdo». Fabricio se lesionó de la rodilla y por no ceder dinero a organizaciones no le acompañaba nadie.

Durante ese periodo Fabricio empezó a oír voces que le decían:

« Tacaño, egoísta»

Y a continuación se oía lo siguiente: «Dona dinero si no perderás la amistad, a tu afición, a tu familia y sobre todo tu dinero»

Fabricio no hizo caso y todos sus amigos le odiaron y perdió su confianza. Más tarde, cuando se recuperó de su lesión, si metía gol se escuchaban pitos en contra suya. ¡Había perdido a su afición como las voces decían! Fabricio después de esto se asustó y comenzó a donar un poco de dinero. Pasados cinco meses donando, Fabricio pensó que se había librado de la maldición, así que dejó de ceder dinero.

Luego la maldición recayó en él, y su tío se murió, que era el que le llevaba de niño a entrenar. Su tío era muy solidario y Fabricio volvió a donar dinero, y fue como si un rayo de luz le hubiese mostrado el camino a la realidad, y donó más dinero que nunca. Fabricio ahora lo entendía todo! “He sido un completo idiota, ¡como no he podido darme cuenta antes!”. Fabricio desde lo ocurrido era uno de los futbolistas más honrados del planeta, y se dio cuenta de que se vive mejor siendo solidario que siendo un egoísta.

Jorge Belinchón García

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Peter, un buen amigo

Peter era el hijo único de una familia inglesa. Su padre era un importante ingeniero de una multinacional. Un día el padre de Peter llegó a casa con una gran sorpresa, tenía que ir a trabajar a España (León). Peter se puso muy contento y se puso a hacer planes. Le apetecía mucho conocer a niños españoles, y aprender su idioma, y su forma de vivir.

Cuando llegaron a León los padres de Peter, le llevaron al colegio en el que él tenía que hacer muchos trabajos. En los primeros días, Peter hizo muchos amigos. El mejor día, fue uno en el que Peter tuvo una excursión con el colegio. En el autobús cantaron canciones divertidas y se les hizo el camino muy corto. Una vez allí, rodeados de la naturaleza, se dedicaron a hacer juegos divertidos, correr, saltar y jugar al escondite. Cuando llegó la hora del bocadillo, Peter sacó un gran bocata de tortilla de patata y dijo que era su comida española favorita, se lo comió en cero coma...

Cuando terminamos la comida con chistes y risas incluidos, decidieron echar un partido de futbol. Llegó la hora de marchar y descansar en el autobús. Este fue el mejor día para Peter, rodeado de sus compañeros y profesores, a los que cogió mucho cariño.

El año se le pasó muy rápido, conoció a mucha gente y luego le costó mucho separarse de ellos. Peter era un “buen amigo”.

Gonzalo Puente Aguirregomez Gorta

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Convivencia con Shamah

Hace poco tiempo mi amiga Sara hizo un intercambio con una niña de la India llamada Shamah. Shamah vive enfrente de mi casa con su hermano y dos amigas. Un día salí de casa y me la encontré. Fuimos al parque juntas y... ¡Hablaba perfectamente español! Me encontré a mis amigos del barrio, y empezaron a reírse de ella porque era de distinta tez, por sus ojos... Empezó a llorar y le dije: No pasa nada, tú eres igual que nosotros, no te preocupes. Al día siguiente la acompañé a clase y el profesor la presentó ante mis compañeros, los chicos empezaron a insultarla y decir cosas ofensivas. Salimos al recreo y las niñas no se acercaban a ella, yo dije que era muy maja, amable y divertida. Algunas de ellas prefirieron ir con los chicos, pero otras vinieron conmigo, jugamos al pilla-pilla, al escondite, a la comba... De camino a casa Shamah, me dijo que se había divertido mucho, pero no lo decía muy convencida... Cristina hizo una fiesta en honor a Shamah, Shamah se sintió muy agradecida pero la pasaba algo raro, estaba triste, desanimada, apagada... Yo la pregunté que la pasaba y me contó lo que pasaba; que estaba cansada de que en todos los sitios que iba la trataran mal. El lunes, me puse seria con los chicos y les dije: ¿Qué pasa con vosotros? Y contestaron que les parecía rara, y se fueron. Uno de ellos, pidió perdón a Shamah, luego los demás y Shamah les dijo: Os perdono. Ellos se dieron cuenta de que todos somos distintos pero iguales, y que debemos dar una oportunidad antes de juzgar.

Andrea Álvarez de la Fuente

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Multicuento

Érase una vez un niño que era muy rico, vivía con una buena familia, tenía dos hermanos, pero ellos no aprobaban ni se portaban bien con sus padres, su nombre era Pablo.

Un día, los vecinos se quedaron sin calefacción, sin agua y sin comida. El niño dio la mitad de su dinero a todos los vecinos que eran tan pobres, los niños ya podían comer lo que querían.

La familia del niño era muy rica y podían hacer lo que ellos querían: dormir arropados, estudiar... pero un día se quedaron sin dinero y fueron ellos los que tuvieron que pedir a sus vecinos, no le dieron nada, luego fueron a pedir a la plaza y alguien le dio 50 €. Con ello, Pablo compró la cosa más necesaria para su familia, que era algo de comer.

Poco a poco, se fueron recuperando y empezaron a tener más cosas. Los niños del edificio querían jugar al fútbol, pero sin balón porque no podían comprarlo, pero Pablo, que no era rencoroso, le compró el mejor balón que habían visto jamás, y olvidó cuando nadie quiso ayudarle en los malos momentos.

No podía soportar ver a otros niños pasando hambre, ni teniendo que pasarlo mal por no tener con que jugar, así que un día cogió todos sus juguetes y los repartió entre los niños del vecindario.

Años más tarde este niño se fue a África y se convirtió en misionero para poder ayudar a niños muy necesitados. Dedicó toda su vida a ello y renunció a toda su riqueza para siempre.

Fin.

Mario Moratino Palazuelo

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Un amigo nuevo

Erase una vez un niño llamado Mojamet, que venía de un intercambio. Él eligió España para aprender su lengua y sus costumbres. Mojamet estaba muy nervioso, porque él pensaba que todos los niños se iban a burlar de él por ser de otro país, por su color de piel o simplemente porque era nuevo. Cuando llegó a clase todos los niños le acogieron con gran amabilidad, Mojamet estaba alegre. Después de las clases llego el recreo, Mojamet se sentó en el bordillo a pensar porque él creía que nadie iba a jugar con el, pero a pocos instantes, un grupo de niños se acercaron y le preguntaron sí quería jugar con él al futbol pero no sabía, entre todos le ayudaron. Cuando volvieron a las clase, Mojamet no entendía todas las palabras y le ayudaban algunos compañeros, él les decía gracias y les relataba alguna costumbre de Marruecos. Lo peor fue cuando Mojamet se tuvo que ir, pero se llevo muchos amigos y conocimientos que nunca olvidara. Cuando Mojamet llegó a casa les explica a su madre y a sus siete hermanos las aventuras que han vivido, y el conocimiento que ha recopilado de España, pero lo decía con mucha nostalgia de sus amigos.

Les sigue mandando cartas a sus amigos que dejo allí en España.

Moraleja

No puedes mofarte de una persona que sea de distinto país, tono de piel, distinta lengua o distinta religión. Tienes que respetarle, ayudarle en los problemas que tenga.

Como hicieron con Mojamet, todo el mundo le ayudó a entender mejor el idioma y socialmente.

Virginia Castañón Morán

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Uno más en clase

No se expresarme... ¡Un niño nuevo en clase!

Todo empezó así: Sebastián, un niño nuevo se mudó de Marruecos a España, porque su padre y su madre encontraron trabajo en España. Tuvieron mucha suerte, porque la madre del inmigrante tenía una enfermedad, así que la podrían curar con el dinero que ganara el padre de Sebastián.

Cuando Sebastián llegó a clase se sentó a mi lado, los dos nos hicimos amigos. Luego en el recreo le presenté a mis amigos, después jugamos al baloncesto. Como a Sebastián le gustó el baloncesto se apunto a la extraescolar. En los partidos de escolar jugaba muy bien, y eso que solo llevaba dos semanas entrenando. Llegó un campeonato de baloncesto llamado Trajanito. Ganamos todos los partidos, quedaba una semana para la final, que era el equipo de Sebastián y el mío contra Maristas.

Los padres de Sebastián le dijeron que sino aprobaba este examen de matemáticas, que no jugaría la final.

El día siguiente del examen, cuando nos lo dieron Sebastián... ¡Sacó un 10! ¡Podía jugar el partido!

En el partido estábamos muy igualados. Llegó el cuarto cuarto, íbamos 73-72, ganábamos. Nos quitaron la pelota en los últimos 10 segundos.¡Perdíamos de 2! Yo se la pasé a Sebastián, él esquivó a dos personas, tiró desde medio campo y la metió.¡Ganamos el partido gracias a él!

Adrián Álvarez Aller

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Sarah, la nueva de la clase

Hay una nueva en la clase llamada Sarah. Algunos niños no se llevan bien con ella, pensando cosas malas de ella. Pero en cambio otros la dieron una oportunidad, la conocieron mejor y se hicieron amigos. Un día, nada más y nada menos, Sarah preparó la fiesta que más la gustaba. La de Halloween. Debajo de su casa, donde había un parque siniestro. Ahí fue donde se celebró la fiesta. Acudieron todos los niños de su clase menos diez, que se escondieron pues, la querían dar un susto. Comenzó la fiesta, los niños escondidos oyeron ruido de música y murmullo de sus compañeros, pensaron que se lo estaban pasando muy bien, decidieron presentarse en la fiesta. Cuando fueron, Sarah les recibió muy bien, eran los únicos que faltaban en aquella divertida fiesta y quería causar buena impresión a toda la clase

Todos los días del reto de la vida de Sarah fueron los mejores. A continuación vinieron más niños emigrantes de otro sitios y después de lo de Sarah, todos los niños aprendieron que lo importante no es el físico: tono de piel, acento... solo su personalidad y cómo se comportan contigo.

FÍN

Elvira Zumel de Arriba

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Mi nueva vida

Se acercaba mi cumpleaños, mi doceavo cumpleaños, e iba a ser el mejor.

Estaba todo preparado para que así fuera. Ese día llegué a casa y mis padres estaban sentados en la cocina con el rostro desencajado. De repente, mi padre con voz de ultratumba me dice: Como sabes, llevo sin trabajar un año y lo único que me han ofrecido es un empleo fuera de España. Mi padre durante este año no ha hecho mas que deambular de un lado a otro e intentar buscar trabajo por todas las vías posibles. Su carácter se ha ido agriando y ya ni me recoge en el colegio, ni me va a ver actuar a ballet y apenas me pregunta como van mis estudios...

Mi madre por su parte, con voz más pausada me dijo: En un mes, nuestra vida va a cambiar. Nos iremos a vivir a Panamá porque aquí no tenemos futuro y el dinero que teníamos ahorrado, lo hemos ido gastando en comida, casa... La noticia fue para mí como un pelotazo de nieve en toda la cara. Miles de preguntas bombardeaban mi cabeza: Amigos, familia, cumpleaños, mi habitación... Qué horror... Los días siguientes a la noticia fueron una pesadilla: lágrimas, despedidas, maletas y de repente, me veo bajando del avión en la ciudad de Panamá. Ha pasado una semana desde que llegamos y todo extraño, casa nueva, colegio nuevo. Llegó el día, entro en clase y todo el mundo me mira pero al final de la clase, dos niñas se acercan a mí y me invitan a su casa a merendar. Este va a ser mi nuevo mundo, ya se que nada va a ser igual, pero siempre me quedan los recuerdos y la esperanza.

Beatriz Flecha del Río

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Emur, el chico nuevo en clase

Todo empezó el día 8 de septiembre, primer día de clase, todos nos volvíamos a ver después de las vacaciones de verano, aparentemente todo parecía igual que el primer día de clase de todos los años, pero no era así al fondo de la clase, en el último pupitre estaba sentado un niño de piel oscura y pelo rizado. Todos entrábamos riendo y hablando de nuestras vacaciones. El niño estaba en silencio y con cara de tristeza. Entre el bullicio de la clase me acerqué y le pregunté que quien era, él me contestó que se llamaba Emur y que venía de un país, que aunque cercano, era un país con muy pocos recursos, y que además estaban atravesando una guerra civil. Sus padres habían decidido abandonar su país y venir aquí para que tuviera una buena educación.

A la hora del recreo todos salimos a jugar al balón, Emur pidió jugar y todos le dijeron que no, rápidamente Emur se chivó al profesor que estaba cuidando el recreo. El profesor preguntó a Emur que quien no le dejaba jugar, Emur contestó que todo ese grupito que estaba jugando. El profesor reunió a todos esos niños y les contó por las malas situaciones que había superado, todos los niños se arrepintieron al conocer la triste vida de Emur, los niños entendieron su situación y así superaron todos los problemas, y por fin volvía a ser una clase tranquila y sin problemas. Emur al llegar a su casa pequeña y de alquiler, contó a sus padres lo sucedido y se contentaron mucho con él.

Hugo Lorenzo Muerga

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Dando la vuelta a la tortilla

Érase una vez una familia que se tuvo que ir de su país porque no tenían trabajo. Ellos fueron a España porque era el lugar más cercano de donde vivían. Cuando llegaron a España, la familia no tenía mucho dinero y no pudieron alquilar una casa. La familia sin casa, ni trabajo, se pusieron a pedir dinero y comida porque era muy difícil conseguirlo.

Una familia con dinero, les dejó quedarse unos días en su casa hasta que consiguieran trabajo. La familia que vino a España estaba muy contenta porque otra familia fue solidaria en dejarles estar en su casa.

Les ayudaron a buscar trabajo, y a ganar algo de dinero vendiendo magdalenas hechas por ellos mismos a la gente. Y gracias a la ayuda de todos consiguieron trabajo. Cuando ya llevaban unos meses trabajando, esa familia compraba la lotería para ver si eran los afortunados a quienes les tocaba. En navidades les tocó el gordo de la lotería y ganaron mucho dinero. Con ese dinero que les tocó quisieron darles una sorpresa a la familia que les había ayudado a conseguir trabajo y dinero, y les dieron la mitad del dinero que les había tocado. Las dos familias muy contentas se fueron de viaje a muchos sitios, y también construyeron un comedor social donde daban de comer a los más necesitados. Haciendo felices a muchas familias. También crearon un albergue para dar cobijo a esa gente que no tenía lugar donde pasar la noche. Y así una familia que necesitaba ser ayudada, acabó siendo de las personas que ayudan.

Alejandro Cantoral Laballós

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El verano de Gashlan

Mi prima es hija única y desde hace tres años adoptaron a una niña saharaui durante todo el verano, y desde entonces todos los veranos viene a León.

Gashlan era una niña delgadita, morenita de piel, con ojos oscuros y pelo marrón chocolate, largo y rizado. Es bastante inquieta y curiosa, y sobre todo es buena persona.

La primera vez que la vi casi no sabía hablar español y decía cosas bastante graciosas al intentar hablar nuestro idioma.

Cuando llegó estaba algo asustada porque no conocía a nadie, pero la acogimos tan bien que enseguida quitó el miedo y aprendió el idioma.

Todo lo que veía le encantaba la comida, las ciudades a las que iba, el McDonalds... pero lo que más le gustó fue el agua, porque en su país hay bastante escasez.

Gashlan me pareció una niña a la que podía observar por su bondad, su alegría y su personalidad.

El año pasado Gashlan llego más pronto de lo normal y pudo probar la experiencia de ir a un colegio con material, sillas, mesas, pizarras y libros.

En el patio todos los niños le preguntaban que de dónde era, cuantos años tenía o que por qué estaba en el cole, pero nadie la discriminó ni la insultó.

Cuando llego el día de irse ella decía que se fuera mi tío, pero al final llegó la hora de irse y hecha un mar de lágrimas se marchó.

Paula de Paz Vivas

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El niño nuevo

Un día en la clase de 6°D vino un chico llamado Marcos. Este chico era brasileño, así que al principio se burlaban un poco de él, sobre todo Luis, María, Roberto, Guillermo y Pablo, pero luego estaban chicos como Jorge, Mateo, Nacho, Adrián, Miguel, Darío y yo, que nos parecía un chico muy majo divertido sincero, bueno... un día nos dijo que le gustaba mucho el baloncesto y, yo le dije por que no te apuntas al equipo del colegio y él nos dijo que la razón era que Mario, Gabriel, Saúl y Alexander le decían que era muy malo, que mejor que no se apuntase que sino íbamos a perder.

Jorge y Nacho dijeron al unísono vamos a jugar un partido y lo comprobamos, fuimos y se lo propusimos también. Se unieron Luis, María, Roberto, Guillermo y Pablo, pero contra nosotros que siempre le pasamos el balón a Marcos, para que demostrase lo bueno que era y al final quedamos treinta a cinco, y esos cinco fueron los que le dimos de ventaja. Darío, Adrián y Miguel les dijeron antes de hablar tendríais que pensar. Yo le dije a Marcos, tranquilo son buenos chicos solo que a veces se les va la cabeza. A los pocos meses Marcos, era el chico más majo de la clase y el mejor del equipo, que bien empezó mal, pero ha acabado genial dije yo.

Carlos Mateos Flórez

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Juan el niño nuevo

Esta es la historia de Juan, un niño africano de 10 años que inmigró a España porque su madre tuvo un trabajo en una peluquería de Sevilla. Esta familia era muy pobre porque el padre no trabajaba y la madre tampoco. Tuvieron muchos problemas para llegar a España, pero al final pudieron llegar. La madre de Juan, que se llamaba Cathaline, los primeros días estuvo preparando la peluquería porque los propietarios de aquel local se llevaron todos los muebles y los objetos que había. Cathaline seguía con poco dinero porque todavía no había empezado a trabajar y además tenía que comprar peines, tijeras, toallas... Juan pronto empezaba el cole y estaba muy nervioso porque no sabía ni lo que era una escuela en África. Su madre acabó de preparar la peluquería y podía empezar a cortar y peinar. El primero que entró fue un chico joven. Cathaline estaba bastante nerviosa por si tenía algún fallo pero todo salió bien. El chico quedó contento con el corte de pelo que le hizo, y ella se llevó los primeros ocho euros de la peluquería. Al día siguiente, Juan empezó el cole y se presentaron todos los niños diciendo el nombre. Hasta el recreo bien, pero luego una pandilla de niños empezaron a insultar a Juan y él se iba de esquina a esquina del patio para alejarse de ellos, y así durante varios días. Pero un día, un niño de los que le estaba insultando se tropezó con el bordillo y de repente Juan le cogió en el aire antes de caerse y el niño le dio las gracias. Desde ese día esa pandilla de niños no le ha vuelto a insultar e incluso le han incluido en la pandilla de amigos. Cathaline estaba contenta de ver a su hijo jugando en el parque con todos los niños del colegio, y además tuvo mucho trabajo desde que abrieron el local. Ahora el padre también trabaja en la peluquería con Cathaline porque tienen mucho trabajo, y además ganan bastante dinero.

David García Gallego

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Juan el actor solidario

La semana pasada, vino un actor muy famoso a nuestra clase a dar una charla sobre la solidaridad. La profe, antes de que viniera, nos dijo que un cuarto del dinero que ganaba, se lo daba a los pobres, que era donante de órganos y de sangre y que había adoptado cuatro niños indios. La mayoría de mis compañeros no se lo creyeron, entre los que yo me incluyo.

Cuando vino Juan (que era como se llamaba el actor) nos contó la historia que hizo que nos creyéramos todo eso que nos dijo la profe.

Se supone que él solía ser conformista con sus guiones, el reparto, la escenificación... pero una vez su actitud normal dio un giro total. Juan, había viajado desde Finlandia, hasta Nueva York (Estados Unidos). EI día después de que le dieran el guión, se encontró con un grupo de inmigrantes, que trabajaban en la película: dos de origen chino, un negro de África y una joven india, estaban deprimidos. El problema que tenían era que no les trataban bien en ese estudio, así que iban a dejar la película, Juan les dijo que les ayudaría, si dejaban la película perderían dinero que necesitaban.

En fin, que a Juan no le echaron y consiguió que no discriminaran más a los inmigrantes.

Esa historia nos dejó boquiabiertos a todos, cuando sea mayor intentaré ser igual de solidaria que él, no MÁS.

Nuria Hernández Fernández

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El niño futbolista

Esta es la historia de un niño marroquí.

Llegó a España con 6 años y no sabía muy bien hablar español. Al principio, cuando llegó a su nuevo colegio, todos le acogieron bien pero como no dominaba el español, no tenía amigos y se pasaba el día sin enterarse de nada. Cuando aprendió a hablar un poco mejor empezó a tener amigos y era muy feliz.

Un día se apunto a un club de fútbol. Allí se encontró a Gonzalo, su amigo del colegio y a unos cuantos más como Alejandro, Hugo y Jorge. Se hicieron muy buenos amigos incluso de David, su contrincante en algunos partidos.

Cuando tenía 10 años se incorporó al club su hermano, y Miguel otro amigo de los niños, y todos juntos en el equipo de futbol, fueron compartiendo secretos, aventuras, tristezas,...

Ya no le trataban como un extranjero o como alguien raro, sino que era como otro español más, pero con acento marroquí. Pasaron los años y fueron creciendo. Siguieron juntos en la universidad y allí continuaron jugando en el equipo universitario.

Todos les decían: ¡qué bien os entendéis en el campo cuando jugáis!. Y él pensaba: claro tantos años juntos y entrenando con mis amigos...

Ahora ya nadie le ve como un extranjero. Se adaptó como uno más a esta vida en España. Y eso fue gracias a sus amigos. Hoy en día es el entrenador en el mismo club en el que jugó cuando era pequeño.

Gonzalo Diez López

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Rubén un chico nuevo en clase

Era un día muy especial. El día anterior nuestra profesora nos dijo que hoy tendríamos una sorpresa muy especial... Yo pensaba que era un pastel o una gominola... ¡Pero creo que no sería nada de eso! Estábamos en clase de lengua cuando de repente... ¡La directora entra por la puerta! Todos nos miramos los unos a los otros pensando que nos iba a regañar. Ella dijo – no me miréis con esa cara, no os voy a hacer nada solo quiero daros una sorpresa muy especial... En ese momento entro en clase un niño de piel marroncita,ojos verdes y con un precioso pelo negro lleno de rizos ¡Parecía mi príncipe azul! Al parecer aquel niño se llamaba Rubén. No le conocía de nada, pero ya me empezaba a caer bien... La directora nos dijo que ese chico a partir de ese momento iba a ser de nuestra clase. Al día siguiente en el recreo nos reunimos todos para hablar con él, parecía majo. Rubén nos dijo que su país natal era África, a mi eso no me importaba porque era un buen chico y seguro que también un muy buen amigo. También nos contó que tuvo que cruzar hasta aquí en una patera, yo le dije -¿y no fue muy duro? Él contestó bueno... fue duro pero lo peor fue que no teníamos nada para comer, yo enseguida le ofrecí un trozo de mi bocadillo, Rubén lo aceptó con buen gusto. Creo que le gustó porque enseguida dijo ¡Mmm qué rico! Le ofrecí otro trozo y también me lo aceptó, me asombré bastante al ver como comía. Bueno eso no tiene ninguna importancia, creo que desde aquel instante ha sido el chico que mejor me ha caído del colegio.

¡FIN!

Julia Rodríguez López

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La llegada de Sara

En el colegio Leonés Corredera llego una niña llamada Sara, de lrak. Todo el mundo la trataba genial, excepto una niña llamada Cristina. Cristina, era la chica más popular del colegio, y siempre sacaba unas buenas notas. Todos los días la quitaba la merienda, la ponía en ridículo en clase y la trataba fatal, sin darse cuenta del daño que a la pobre Sara le hacía. Un día, en ciudadanía estaban dando el tema de solidaridad y la profesora hablo de Sara, que tuvo que mudarse a España solo porque estaban en guerra y sus padres se habían muerto. Todo el mundo sentía pena por ella, menos Cristina que se estaba limando las uñas, sin embargo estaba escuchando cada palabra que decían. Cristina, en su casa se paró a pensar lo mal que la trataba, que estaba perdiendo una gran oportunidad de tener una amiga nueva y que a la pobre solo la quedan los amigos para ser feliz. Desde aquel momento, Cristina se comportó mejor con ella pero faltaba una cosa para pedirla perdón por lo que la había hecho. Un día, al final de las clases, reunió a todos los compañeros menos a ella para hacerla una gran fiesta de bienvenida. Sara se quedó sorprendida al ver que Cristina la pidió perdón. A partir de aquel momento, Sara y Cristina eran amigas inseparables.

Natalia Ruíz García

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ERICK. El niño nuevo

Un día, a principios de mes. Los niños de sexto de primaria. Recibieron a un chico venido de África central llamado Erick. A la hora del recreo, los chicos de la clase se fueron a pedirle a Erick que fuera a jugar con ellos. Pero, él era un poco tímido. Así que uno de ellos le dijo a Erick que porque no les contaba a los demás las diferencias entre su país y el del resto. Al principio Erick pareció no estar conforme con esa idea. Aunque luego se lo pensó mejor y todos acudieron allí para escuchar lo que iba a contar el niño. Primero, les dijo a todos que nuestra ciudad estaba muy limpia y que de donde él procedía, había montañas de basura al lado de las casas. Después contó que allí había mucha gente con poca comida y dinero, y había tenido que robar a los demás y a las tiendas para poder sobrevivir. A continuación dijo que había personas que iban por ahí matando a gente. También había niños que tenían comer de la basura para no morir. Luego comentó que la educación allí tenía muy pocos recursos y tenían que usar libros y material muy antiguo utilizado por muchas otras personas. Cuando el niño terminó de hablar. Comprendimos que tenemos que valorar más las cosas que poseemos. Entonces cogimos a Erick y nos lo llevamos a jugar con nosotros. Y desde aquel día Erick empezó a hablar con más gente y a hacer amigos. Y siempre que viene un niño nuevo a nuestro colegio Erick le cuenta su historia, y vienen a jugar como Erick hizo la primera vez que llegó al colegio.

Alexander del Llano Blanco

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Un niño nuevo en nuestra academia

El 10 de Enero de 2013 vino un niño musulmán a nuestra academia, se llamaba Mohamed.

Todos mis compañeros empezaron a reír cuando vieron entrar por la puerta a Mohamed, pero yo me quedé asombrado por ver un niño musulmán en nuestra clase. Los niños se reían de él porque le costaba mucho hablar y entender el inglés. Mientras ellos se reían yo intentaba ayudarlo en los ejercicios.

Mohamed y yo nos hicimos enseguida amigos a pesar de las risitas de mis compañeros, pero nosotros dos no les hacíamos ni caso. Por culpa de esas risas Mohamed se volvió tímido y empezó a faltar a las clases, tenía miedo de que los niños le insultaran o pegaran por ser distinto a ellos, por su color de piel,su forma de hablar.

Cuando volvió a las clases yo le protegía porque no me gustaba verle sufrir mientras los demás le insultaban,se reían o cuchicheaban a sus espaldas.

Porque él es un niño como nosotros y también tiene igualmente sentimientos. A nadie nos gustan que nos dañen nuestros sentimientos y les dimos una lección.

TODOS SOMOS IGUALES

Miguel Fernández Ovallo

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La hormiga azul

Érase una vez una familia de hormigas azules que vino a una comunidad de hormigas naranjas. En la comunidad los acogieron dándoles muchos regalos.

Lo hormiga más pequeña de la familia, fue al colegio, y cuando salieron al patio del cole se cayó, y no se podía levantar del suelo porque le dolía mucho una pierna.

Todas las hormigas que había conocido, rápidamente fueron a ayudarla a levantarse y lo hicieron con mucho cariño.

Rápidamente llamaron a su madre y a la ambulancia, y cuando estaba en el hospital, le llevaron un pastel para que se recuperara pronto, la ayudaron con los deberes y le decían que tenía que ser fuerte para volver pronto con ellos al cole.

Cuando empezó otra vez el cole..., todos estaban muy contentos de que se recuperara tan pronto y pudiera volver a jugar con ellos.

Los vecinos también, preguntaron a sus papás como estaba la hormiguita.

Cuando ya estaba recuperada del todo, la familia, amigos y vecinos le hicieron una gran fiesta, y la hormiguita se sintió muy contenta y agradecida. Al día siguiente cuando fue al cole les llevó a sus amigos, muchos caramelos en agradecimiento.

Sandra González Rodríguez

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El árbol de los sentimientos

No dejo de pensar en aquel día en el que llovía. Los árboles se tambaleaban y mi mejor amiga llegó a clase. Me acuerdo que me acercaba a ella y le acompañaba al árbol más viejo del colegio ”El árbol de los sentimientos” en el que se narraban momentos felices de nuestras vidas. Yo le comentaba que cada hoja nos mostraba aquellos días que habíamos compartido, ayudado, convivido e incluso respetado, y, que cuando una de esas hojitas se caía se empezaba a romper nuestra amistad. Ella a pesar de no entender nada, siempre me respondía con una sonrisa confiada y agradable. Venía de un lugar donde nadie apreciaba la amistad y nadie consideraba el amor como una forma de vida. En cambio ella me demostraba lo contrario, ceñida a la humilde historia del árbol que yo le recordaba todos sus días nublados, ella me demostró que podíamos cambiar nuestras formas de vida. Hamez, que así se llamaba mi amiga somalí, decidió reflejar en un pequeño relato la historia de nuestra amistad para enviarla a todas las personas de su país y así poder contribuir un poco en la erradicación de tanta desgracia como se vive cada día en su pequeño pueblo de Somalia. Grano a grano se construye una montaña, eso es lo que Hamez me repetía cada día desde que surgió nuestro encuentro. Mi amistad con Ham, que es como yo la llamo, hizo cambiar muchos de mis sentimientos y durará hasta que el destino decida lo contrario.

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Jesús el chico nuevo

Jesús era un niño de once años que venía desde Rusia, venía con sus hermanos y sus padres. Jesús era un niño muy tímido, pero cuando llegó a nuestro colegio le costó hacer amigos. Para él navidad en León fue diferente a la de Rusia. Después de las navidades hizo muy buenos amigos, llamados Claudia, Mario, Mateo, Julia, Daría y Sandra. Jesús, hizo esos amigos, porque eran majos con él, cuando no llevaba merienda ellos le daban de la suya, cuando se le olvidaban los deberes se los dejaban, o cuando no entendía algo se lo explicaban. Y así poco a poco Jesús fue perdiendo la vergüenza gracias a ellos. Un día sus amigos decidieron darle una fiesta por haber venido a León.

Él empezó a llorar de alegría porque en su país nunca le habían hecho una fiesta con regalos, chuches, tarta y una peli todos juntos. Jesús y su familia le dieron las gracias porque para Jesús fue un día estupendo. Tras un día tan genial como el que Jesús no había tenido en toda su vida, decidió invitarles a cenar, al final sus amigos tuvieron que llamar a sus padres para decirles que se iban a quedar en casa de Jesús a dormir. Al día siguiente estaban todos muy cansados por la fiesta. En el recreo no llevaron merienda ninguno porque habían cenado súper bien con la cena que les preparó la madre de Jesús. Al día siguiente Jesús se había puesto malo, y sus amigos decidieron llevarle a su casa un ramo de flores, le dijeron a Jesús los deberes que habían mandado. Después se fueron, deseándole que se recuperara pronto.

Claudia Suárez Domínguez

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Tame, mi nuevo compañero

Un día en clase, nuestra profesora nos presentó a un alumno nuevo. En lo primero que nos fijamos todos fue en su altura y parecía mayor que nosotros. Al principio, pensábamos que iba a ser muy tímido porque hablaba muy poco, pero cuando salimos al recreo estuvo jugando con nosotros, y nos lo pasamos muy bien todos juntos.

Era el mejor de todos jugando al baloncesto, nos quedamos con la boca abierta desde el primer minuto de juego. ¡Metía todas las canastas! Cuando se terminó el recreo, subimos a clase y nos tocaba mates. Tame se esforzaba tanto en clase como jugando en el patio. ¡Era muy trabajador!

Tiene ilusión por aprender cosas porque en su país es más dificil poder ir al colegio.

Un día se olvidó el estuche en casa y le dejé mi boli, le gustó mucho porque era de colores, y por ser tan buen compañero y amigo, se lo regalé. Entonces el me dio las gracias y a cambio, me regaló como una especie de tambor. Desde ese mismo día supe que ibamos a ser muy buenos amigos.

Es muy bueno en los deportes y no se cree el mejor, aunque se lo decimos.

Ha sido una suerte conocerle y nos ha enseñado a valorar cosas que nosotros no valoramos, porque estamos acostumbrados a tenerlas sin esfuerzo.

Jorge Carballo Gutiérrez

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Ulises, como un hermano

En mi barrio ha venido un niño nuevo llamado Ulises, parece que se ha adaptado como uno mas. El día en el que vino nos sorprendió a todos porque nunca un niño desde El Congo había venido hasta nuestro barrio. Cuándo llegó él, todos creíamos que no iba a hablar nuestro idioma, pero no fue así, hablaba perfectamente y además era muy listo, todos nos alegramos porque así ya podíamos jugar a baloncesto, un partido de fútbol... Un día le invité a mi casa a comer, pareció bastante educado y muy pero que muy amable. Esa misma tarde nos reunimos para hacerle una sorpresa sobre su nueva llegada, todos le regalamos unos presentes preciosos. Quiso venir a nuestro colegio, yo le dije que fuera al colegio Leonés Corredera, esa misma tarde se plantó en secretaría, y él y su madre hicieron todo lo posible para incorporarse el próximo día. Lo consiguieron, pero lo que pasó fue que se tuvo que incorporar a Quinto de primaria porque había repetido curso en tercero, desde ese día en todos los recreos jugábamos con él yo y mis amigos.

Al año siguiente se marchó para su país El Congo parecía que su madre había encontrado trabajo, como ya sabemos todos que el trabajo de tu familia es más importante que los amigos.

Ese año me sentía cada vez más alejado de él, así que tuve que aceptarlo que Ulises se fue para no volver. Me hice amigos nuevos, viví nuevas experiencias, pero siempre pensaba en que con Ulises hubiera sido mejor. Pero la persona que este leyendo esto, que piense que la amistad es lo que más se aprecia de una persona.

Nacho Rodríguez Martínez

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MANUEL el nuevo

En mi colegio todo era normal hasta que llegó Manuel, al principio todos (o casi todos) le hacíamos la vida fácil, hasta el segundo trimestre donde la mayoría se reía de él por su nombre, color de piel o como hablaba. Entonces yo y mis amigos le quisimos ayudar. Lo pensamos mucho y decidimos celebrar una fiesta en su honor y el haría lo que mejor se le da, como el dibujo, la comedia o los trucos de magia. Lo siguiente que hicimos fue pedir permiso al director, él nos dejó el permiso y también nos ayudó a preparar todo. Al cabo de dos días ya estuvo todo, y el director le hizo practicar a Manolo las exhibiciones hasta que llegaran lo compañeros.

Al día siguiente solo unos pocos se atrevían a jugar con él, y el resto no porque decían que no montó el espectáculo él solo. Pero Manolo nos confesó que se sentía más arropado e integrado, y que para que ese abusón se tragara sus palabras, celebraría una fiesta en su casa en la que estarían todos. El fin de semana se celebró la fiesta y todos estaban allí. La fiesta era chula e incluso con todos los juegos que hicieron, muchos se animaran, pero lo mejor fue cuando nos quedamos a dormir toda la clase, pero nos dormimos tarde porque nosotros seguíamos jugando. A la mañana siguiente nos despertamos con el aroma de uno deliciosos creps que cocinó Manolo. Y de esta manera Manuel fue uno más en la clase.

Saúl García Campos

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Anu

En mi colegio, hace poco hemos aceptado a un niño de un país lejano llamado Anu. Es muy majo y todos nos llevamos bien con él porque no hace daño ni insulta a nadie, sabe hacer cosas muy chulas, como: correr mucho, juega muy bien al fútbol, y aprende bastante rápido cosas nuevas.

Cuando Anu no entiende algo, nosotros se lo explicamos y él lo comprende.

Anu es muy listo, sobre todo en mates que siempre saca notas extraordinarias, en lengua también y le sobra talento para educación física. En el recreo siempre jugamos con él al “eliminator”, al escondite... y el fin de semana le invitamos a casa a jugar a los videojuegos, pero no suele ganar mucho porque no debe haber jugado nunca, aún así él se divierte igual, ya que cada vez que nos levantamos del sofá, nos empuja en la barriga para que nos sentemos y sigamos jugando sin parar.

Una vez fuimos a una fiesta y se puso a bailar como un campeón, unos minutos después pidió pista libre y nos dejó alucinados, ¡vaya marcha que tiene! Al acabar la fiesta no se quería ir.

En el colegio en la clase de E.F cuando nos pusieron a saltar vallas, Anu las saltaba puede que incluso el doble de lo que miden y, cuando todos estábamos cansados él se quedó con ganas de más.

Creo que Anu se lo pasa de maravilla en nuestro país.

Queremos a Anu y él también nos quiere, porque siempre le ayudamos en sus dificultades y jugamos con él.

Darío Fernández Arias

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Moroni, el niño negro

Un niño llamado Moroni, se trasladó a León. Allí le metieron en un colegio llamado San Juan de la Cruz con unos niños de su edad (12).

El primer día de colegio, en clase, cuando Moroni llegó, todos empezaron a reírse de él porque era negro, y casi no se le veía el pelo porque tenía poco y muy rizado. También decían que parecía un mono y entonces el pobre Moroni empezó a llorar, la profesora al ver que Moroni lloraba fue a ver lo que pasaba y castigó a todos los niños de la clase. Pero Moroni le dijo a la profesora que les dejara en paz, y dijo que era normal que le insultaran porque todo lo que habían dicho era verdad.

Al día siguiente, los niños fueron a decirle perdón a Moroni y el niño les perdonó de forma educada, entonces los niños dijeron que porque Moroni fuera negro no significaría que fuera malo y tonto, en cambio, era un buen niño y un buen ejemplo para todos ellos. Ahora todo iba a cambiar, los niños siempre querían estar con él porque para ellos, Moroni sería un gran ejemplo También querían invitarle a sus casas para que jugara con ellos, porque un negro no tiene que significar que sea tonto, un mal amigo...

El curso le fue genial con sus amigos, los exámenes,... Y es que encima había una niña que se había enamorado de él, pero no se lo quería decir porque le daba vergüenza. Pero un día Moroni se enteró y a él también le gustaba ella, entonces les daba vergüenza decírselo uno a otro a la cara, y un amigo de Moroni le dijo que por qué no se daban el número para hablar entre ellos y dijo que vale. Moroni, fue a preguntar a la niña que le gustaba que se llamaba Ángela, le dijo que si le podía dar su número y Ángela le dijo que sí, entonces Moroni se puso tan contento que por fin entendió que ser negro no tenía ninguna dificultad y allí, Moroni y su familia se quedaron para siempre porque ese era el lugar ideal para él.

Mario Garía Álvarez

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Blas, el niño de color

Desde muy lejos llegaba a nuestra ciudad un niño de ojos negros, pelo rizo, piel morena y delgado de nombre Blas. Tenía tan solo 11 años. Una mañana de septiembre Blas entró por una puerta negra con cara asustada donde el resto de futuros compañeros le observaban, cuchicheaban a los oídos que delgado estaba, y ningún niño se acercaba a Blas, hasta que yo me animé y me acerqué a saludarle y le presenté a mis compañeros. Algunos se reían de su pelo, otros de su color de piel y yo me enfadaba mucho. Entonces pensé ¿Qué podría hacer para ayudar a Blas? Y se me ocurrió organizar un partido de baloncesto con todos los compañeros, y Blas comenzó a jugar, era tan bueno que ninguno le paraba, y jugó tan bien en equipo que todos los compañeros menos Arlin le aceptaron. Pasaron los días y Blas cada día iba más contento al colegio, pero Arlin seguía sin hacer amistad con Blas, así que se me ocurrió otra idea ¿Porqué no preparar por parejas un herbario? Lo propuse en clase y todos estuvieron de acuerdo. A Arlin y a Bias les tocó juntos y Arlin no entendía eso de recoger hojas y Blas le ayudó mucho. Pasado ese fin de semana Arlin y Bias si hicieron inseparables.

¡DA IGUAL EL COLOR LO IMPORTANTE ES EL CORAZÓN!

Alejandra Suárez Morán

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Mi nuevo amigo Pepín

Un niño llamado Pepín fue a un nuevo colegio, Pepín vivía en otro país y por motivos personales tuvo que venir.

El caso es que mis amigos le trataban muy mal, le insultaban, le pegaban... Pepín iba triste a clase por todas las trastadas que le hacían, así que yo (María) fui con él y me explicó lo sucedido, se lo fui a comentar a mis compañeros pero nada, cabezotas como siempre dijeron que no era su problema.

Entonces expliqué todo a la profesora e intervino ocho días después, cuando vio cómo le insultaban. Entonces la profesora fue y les castigó a todos. Pasados unos cuantos meses al fin mis amigos comprendieron lo mal que Pepín lo había pasado, y los niños fueron rápidamente a pedirle perdón. Pero Pepín, antes de que la profesora hubiese visto eso,decía: No se si será por el color de mi piel o porque vengo de otro país, pero no me merezco esto.

Y cuando Pepín escuchó lo que sus nuevos compañeros decían no se paró a pensar ni un instante la respuesta y dijo que sí. Al final nunca más volvieron a molestar o a pegar a Pepín, y fueron todos muy amigos.

Verónica Juárez Soto

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Mohamed, mi nuevo amigo

Hola, mi nombre es Pablo y vivo en un pequeño pueblo a las afueras de León. Ahora os voy a contar la historia de Mohamed, un niño marroquí que emigró a España.

Mohamed había nacido y vivido en Marruecos. Sus padres tenían una gran fortuna, pero un mal día la perdieron toda. Mohamed y sus padres vinieron en patera a España, y estos encontraron trabajo en un bar del pueblo en el que yo vivía, y poco a poco fueron ganando el dinero que necesitaban para ir sobreviviendo. Tiempo después pudieron comprar una casa no muy lejos de la mía.

Mientras tanto yo estaba pasando el verano viendo la tele tumbado en el sofá, aunque preferiría estar jugando en la calle con mis amigos, pero allí no tenía. Los únicos niños que vivían allí tenían entre cinco y siete años y yo tenia doce, además, sus padres no les dejaban salir de casa sin que alguien les vigilara, un día harto de tener que pasar el verano encerrado en casa, decidí hacerme amigo de Mohamed. Le fui a buscar a su casa y le dije que si quería acompañarme al parque para jugar, el accedió y fuimos al parque. Allí me contó que había intentado hacerse amigo de muchos niños del pueblo, pero le habían rechazado por ser de otro país, al final del día Mohamed y yo éramos muy buenos amigos.

Al final tanto Mohamed como yo estábamos muy contentos a partir de ese día los dos compartimos juegos y el verano fue mucho mas divertido.

Pablo Rubio García

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Anoa la nueva chica de clase

Era una chica que se llamaba Anoa, Anoa era un poco tímida. Su madre decidió que debería ir al instituto, a ella le apetecía hacer nuevos amigos pero seguía pensando en los del cole. Tenía un chico en su clase que era muy majo con ella, a ella le gustaba ese chico que se hacia el chulito. Anoa decidió vestirse como Javier. Javier era un chico atractivo y guapo, tenía interés para la vida diaria, pensaba más en la ropa que en el estudio por que quería ser modista para todo el mundo.

Anoa decidió ponerse extensiones con mechas rubias oscuras y comprarse algo de ropa y zapatos. Cuando llego al instituto todos la miraban y decían como ha cambiado (Anoa entra a clase) Javier le pidió salir, Anoa le acepó.

Seis años después le pidió quería casarse con él, ella le aceptó, esta súper ilusionada. Como no sabía que vestido ponerse, su madre le ayudó a elegir, le dio el de su boda. Ella ya deseaba ponerse ese vestido tan bonito.

Después de casarse se fueron a un restaurante de lujo, que no tenía tanta importancia ir a comer a un restaurante de lujo, a ella le daba igual.

Como veis su vida al final acaba muy bien y no os olvidéis de este cuento tan bonito que nunca habréis oído ni leído.

Amanda Sánchez Montoya

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Antonio juega al baloncesto

Érase una vez, la historia de un niño llamado Antonio, que era de Marruecos, que vino a España porque sus padres estaban buscando trabajo.

Antonio se apuntó a un equipo de baloncesto, pero en el equipo había un niño llamado Jorge que le quería fastidiar.

Un grupo de niños, que estaban en contra de la conducta de Jorge, se pusieron a pensar una forma de que Jorge parase de comportarse de ese modo.

Estuvieron meses pensando una manera de lograr que Jorge actuase de otra manera, hasta que llegó la idea:

Una recogida de firmas para echar del equipo a Jorge por comportamientos racistas contra Antonio.

En las primeras semanas la recogida de firmas no tuvo mucho éxito, pero cuanto más tiempo pasaba más firmas se recogían.

Al fin, cuando ya habían recogido las suficientes firmas le entregaron el boletín al entrenador.

El entrenador habló con Jorge para que cambiase de actitud, pero el niño dijo que no quería cambiar su forma de ser, así que el entrenador decidió expulsar del equipo a Jorge.

Cuando Jorge fue expulsado todos se alegraron, sobre todo Antonio que se había librado de Jorge, y desde entonces Antonio es feliz porque sus padres encontraron trabajo, y porque Antonio empezó a tener muchos amigos.

David Redondo Martínez

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Thair tiene un amigo

En una aldea de León, los alumnos comenzaban de nuevo las clases, tras haber pasado las Navidades, todo el mundo estaba muy perezoso, pero muy contento. Todos hablaban de sus regalos, sus fiestas, estaban tan contentos que nadie se dio cuenta de que había un niño nuevo, Thair. Permanecía sentado en su silla, llevaba un jersey, sin calcetines y, especialmente ante lo que tenía frente a él, una manzana, le tenía distraído, nunca lo había visto en la India, su país, no sabía ni siquiera para que servía. El profesor comenzó a pasar lista, y llegó él, cuando pronunció su nombre no contestó, sólo hizo una reverencia con la cabeza, entonces todos se callaron, él sonrió, miró la manzana y Suso la cogió con sus manos y se la dio. Thair la probó, sonrió de nuevo, se quitó el jersey y se lo dio a Suso ¿Porque me das tu jersey? ¡hace frío! Yo tengo un amigo, una semana después Suso que era muy majo, dijo a todos los compañeros de la clase que jugaran con él porque era nuevo y no tenía amigos. Todos contentos por él organizaron una fiesta sorpresa en la clase. Thair entró en clase como un día normal pero, se encontró con una fiesta a la que acudieron todos sus compañeros y se lo pasó genial, su profesor felicitó a Suso por su gran compañerismo con Thair, al día siguiente Thair dio las gracias a Suso por todo lo que había hecho por él.

La semana siguiente salieron en el telediario por la bondad y el compañerismo de Suso.

Sergio Santamaría del Cano

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El niño de Londres

Esta historia se basa en la clase de 6ºC. Había llegado un niño que venía de Londres porque sus padres, por suerte encontraron trabajo el León, España. Estaba tan feliz de que por fin tendría comida rica, no las sobras. El único problema era que no tenía donde vivir. Me fijé que estaba preocupado por donde dormiría hasta que sus padres pudieran alquilar un piso. Rápidamente se lo pregunté, yo le dije que si quería podía dormir en mi antigua casa. No sabía que decirme de lo feliz que estaba. Ya no era el mismo. Por suerte me dijo su nombre, él me susurro: -muchísimas gracias por darme un techo, comida y lo más importante un nuevo amigo que nunca olvidaría, porque no había conocido otra persona más amable que Alex y su familia. En clase, los niños le decían de todo tipo de cosas, porque como no lo entendía no podía responderles, pero su amigo Alex sí. Se quedaron todos asombrados con el compañerismo del niño. Cuando le tiraban la mochila, el estuche, los libros...Alex los recogía porque ese niño no se merecía eso, porque él no había hecho nada para ese castigo tan duro que le habían puesto los niños de clase, en el recreo no le dejaban jugar con ellos al fútbol, Alex disgustado con ellos cogió disimuladamente el balón y lo encajó, porque si el niño no podía jugar, ellos tampoco. Así aprendían cada día una lección, hasta que le dejaron jugar correctamente. Todos alucinados de como jugaba él, decidieron que él tendría que entrenarles en el recreo. Parecía que todo iba sobre ruedas. Por fin se acabó todo lo malo y el castigo pasó a los compañeros.

Alejandro Santamaría del Cano.

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Colegio

“San José - Agustinas”

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Cumpliendo un sueño

Había una vez una pequeña familia que vivía en Sierra Leona. En ese país estaban en guerra y no veían futuro para su familia, así que decidieron emprender un duro viaje para ir a vivir a España, ya que les dijeron que allí les ayudarían. Tras un duro caminar cogieron un bote y se alzaron a la mar. El viaje fue muy duro: tormentas, sol abrasador, la travesía por mar, ocultarse de la policía nada más llegar a la costa... No sabían lo que les iba a pasar, pero tenían confianza en que la familia permanecería junta siempre en las cosas buenas y en las cosas malas. Tras unos días ocultos por diferentes lugares de España, encontraron un molino abandonado en Sariegos (León), donde se encontraba la presa del río Bernesga y muchos frutales. En su nuevo hogar los niños jugaban felices sin preocuparse de las bombas. Una pareja que paseaba por allí se quedó sin palabras al ver aquello. Tras mirarse fijamente comprendieron que aquella pequeña familia necesitaba mucho más que ayuda, necesitaban alguien con quien poder hablar, así poco a poco surgió una amistad. La pareja les enseñó a hablar español, compartió con ellos comida y les ayudaron a construir un pequeño hogar. La mujer española contrató a su nueva amiga para que le ayudara con la casa y su esposo contrató al señor como jardinero, y así con sus pequeños sueldos y con esa gran amistad que día a día habían cultivado, pudieron conseguir el sueño de que su familia tuviese la vida que toda persona se merece tener, sea de la raza que sea.

Aralia Muñiz Fernández

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El pequeño Nicolás

El pequeño Nicolás era un niño de una familia muy pobre que vivía en las afueras de Madrid. El era muy feliz aunque no tuviera videoconsolas o juguetes, pero en los últimos días se sentía muy triste.

Sus padres le habían comunicado que tenían que migrar a Finlandia porque habían encontrado trabajo en una gran multinacional muy importante. Él se enfadó porque pensaba que no iba a volver a ver a su familia y amigos. Después, sus queridos padres le dieron a entender que tenían que irse y vendrían a ver a la familia en verano y en navidades.

Aunque no le gustó la idea tuvo que irse, y cuando llego exclamó: ¡Esto es increíble! A él le encantaba todo aquello, se quedó boquiabierto. Allí hizo nuevos amigos, aprendió idiomas, tuvo juguetes y venía a España todos los año en verano y navidad. Él se dio cuenta de que era más feliz y gritó con todas sus fuerzas: ¡GRACIAS PAPÁ Y MAMÁ TENÍAIS RAZÓN, TODO ESTO ES GENIAL! Y así vivió feliz en Finlandia con sus padres hasta que fallecieron, y él tomó como propios los trabajos de sus padres, y llegó a ser el jefe de la multinacional.

Alejandro Fernández Lourenzo

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El cariño y el amor dan resultado

Había una vez un niño pequeño que vivía en una ciudad española. Un día vino una chica joven a su casa para trabajar de cuidadora, pero tenía un acento un poco raro.

El niño, que tenía unos cinco años, no quería acercarse a ella porque no la entendía muy bien. La chica joven estaba triste porque ese niño la rechazaba. Pasaron días, semanas y meses y con su cariño la chiquita joven empezó a ganarse la confianza de ese pequeñajo. Un día, sin darse cuenta, el niño pequeño estaba abrazado a su cuidadora, esperando a que llegara su mamá. Además, su cuidadora le estaba enseñando su idioma ¡Qué divertido!

-¿Cómo se dice adiós?

-La reved ere, le respondía ella.

-Ja, ja ¡qué divertido!, ya sé hablar tu idioma.

Ahora tienes que aprender tú el mío, a ver di “perro” y ella contestaba “pero”. ¡Ja, ja ja!, que se dice “perro” y no “pero”.

Ese día, la joven se dio cuenta que ese pequeño la quería mucho y que no importaba que fuera del país del conde Drácula.

¿Sabes quién era ese niño? Pues ese niño era yo y mi cuidadora ahora es mi amiga.

Ignacio Zapatero Sánchez

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Que aventura más alucinante

Hoy es 30 de agosto y con ello finaliza el verano, Lucía una amiga del pueblo vuelve a migrar a Colombia porque su padre trabaja en la N.A.S.A, un trabajo muy divertido e interesante, pero yo la verdad es que no quiero qué se marche, somos muy amigas me da mucha pena, lleva migrando desde que tenía 2 años. Siempre que vuelve le pregunto muchas cosas, me cuenta historias alucinantes. Ella sí que tiene suerte porque hay gente que migra, pero no con tantas ventajas. Antes de marcharse el padre de Lucía nos cuenta la mejor historia, dice que un día casi se va a la luna sin pretenderlo, él se metió en la nave para arreglar unos cables, la limpiadora estaba limpiando los botones que hacían que la nave despegase y aterrizase, cuando de repente sin querer le dio a un botón y la nave despegó a unos 56 metros. Lucia cortó a su padre y le dijo, ¡Que aventura más alucinante! El padre continúa, pero como no funcionaba bien despegó hasta que al final bajo, yo añadí, ¡Menuda aventura! La madre dijo, ¿por qué no te quedas a comer y luego nos cuenta más historias? Yo respondí- vale, pero tendría que avisar a mi madre. Ella respondió- Ya voy yo a avisarla. Una vez que ya habíamos comido, el padre dijo me da tiempo a contaros una historia mas y nos vamos para Colombia. Así pasamos una buenísima tarde de risas, luego Lucía se fue, pero como sabía que cada vez quedaba menos tiempo para que volviese, no lloré tanto.

Elba Díaz Suárez

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Unos nuevos compañeros

Os voy a contar una historia que ocurrió hace años. Era el primer día de clase, había dos niños nuevos eran gemelos y venían de Alemania. Y ahora os preguntaréis ¿cuál es el problema?

Estos gemelos se adaptaban a los lugares y hacían buenos amigos juntos, por separado no podían, se llamaban José y Miguel, nombres muy poco comunes para ser de Alemania, pero bueno en vez de ponerlos juntos, en una clase, los separaron y uno fue para 6° A y otro para 6° B.

Al principio solo se limitaban a mirar, mientras nosotros por señas planeábamos un plan para acogerles y que se sintieran bien.

Llega el recreo: y... ¡ahí va 6° al ataque! Los sorprendimos de una forma impresionante y al final se adaptaron muy bien.

Desde entonces los grupos de 6° estuvimos más unidos, fue una experiencia tan bonita que decidimos que cada niño que entrara nuevo en el colegio, le íbamos a tratar igual de bien que a Miguel y a José.

En ese curso vinieron dos niños más nuevos y Miguel y José les contaron su experiencia. Después pasamos a 1° de la E.S.O. y a 2°...

Siguieron viniendo chicos y chicas nuevos y nosotros les ayudábamos, pero a Miguel y a José les mimábamos para que no echaran de menos a su familia, que no veían a menudo porque vivían en Alemania.

Raquel Méndez Llorente

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¡El voluntario mágico!

Desde que era pequeña, todo el mundo me decía que veía el lado positivo de todo lo que me rodeaba. Que siempre mirara al frente y nunca hacia atrás, que por muy bien que me salieran las cosas siempre habría algo que mejorar. Por eso, cuento esta historia de una madre y su hijo:

Era se una vez un niño que vivía con su madre en un pequeño poblado de África, donde todo el mundo pasaba hambre, no había donde refugiarse, no había agua, ni pan, ni nada. A causa de eso todo el mundo siempre pillaba alguna enfermedad, pero un día la madre del niño (Jaime) cogió una enfermedad muy grave, el único inconveniente es que en ese pueblo no había hospital, ni enfermeros. Todos se preguntaban que iban a hacer ahora. El niño se pasó días, y noches en vela, hasta que llegó a una conclusión. ¿Y si mandamos una carta a otro país para que nos manden a un auxiliar de enfermería? Dijo: Jaime. La madre le contesta que si, entonces lo hicieron. A la mañana siguiente, Jaime se encuentra con un señor al lado de su madre y le pregunta quien es, el contesta que el es voluntario que se ha ofrecido a ayudar a su madre, entonces Jaime le pregunta que le pasaba a su madre, el médico le contestó que tenía el ébola, una enfermedad muy grave, pero que él se lo curaría. Después de dos o tres semanas la madre ya estaba bien. Ella le dijo: Gracias, muchísimas gracias, que dios le pague todo lo que usted ha hecho por nosotros. El niño le preguntó: ¿Que eres emigrante o inmigrante? Soy inmigrante.

Vivieron felices y comieron perdices.

Nerea Sánchez García

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Mohamed

Mohamed estaba en una casa de acogida desde que era pequeño, porque sus padres eran muy pobres, y no podían cuidar de él, el pobre niño veía cómo los demás iban teniendo un hogar, pero él no y se preguntaba: Por qué él no tenía un hogar como los demás. Pasaron los años y el niño aprovechó para estudiar medicina, cuando cumplió la mayoría de edad salió de la casa de acogida, busco un trabajo. En un bar, conoció al amor de su vida, María que pasaba todos los días por el bar y pedía: un café con churros, desde entonces él se acercaba a ella, e intentaba hablar con ella sin ponerse nervioso, ni tartamudear. Después de un mes quedaron para cenar y desde entonces salieron, se casaron y... tuvieron una hija y la llamaron: Julia, pero Mohamed se tuvo que ir al extranjero para hacer un trasplante de corazón, desde entonces se convirtió en un médico sin fronteras, y todos los meses les enviaba dinero a su mujer y a su hija de diez años.

Yo me llamo Julia, soy su hija y os acabo de contar la historia de mí padre Mohamed.

Ainhoa Diéguez Suárez

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Mentira piadosa

Cada vez que llega a casa la carta de papá todos estamos muy alegres. Mamá nos la lee a mi hermano y a mí, nos encanta este momento en el que nos cuenta como es la vida de papá en España, donde se tuvo que ir hace unos años para que nosotros pudiéramos comer al menos tres veces al día, cosa que aquí no es nada fácil.

Nos cuenta que viajó en un gran avión, que trabaja en una empresa muy importante, que sus compañeros lo quieren mucho y que España es preciosa. Que algún día nosotros viviremos allí... y muchas cosas más. Yo era feliz pensando que mi papá también lo era lejos de aquí. Pero, hoy a llegado, otra carta de papá y mamá no estaba para recogerla, así que yo la he recogido y la he leído... me he dado cuenta de muchas cosas, mi papá no está nada bien, no trabaja en una empresa, recoge fruta solo cuando le llaman, gana muy poco dinero que nos manda a nosotros, apenas tiene para vivir, no viajó en un avión se fue en una lancha defectuosa y con mucha gente.

No es feliz para que nosotros lo seamos. Ahora me doy cuenta de su gran esfuerzo... no se lo diré a mamá, quiero que nos siga contando cosas bonitas, pero sabiendo la verdad, valoro mucho más lo difícil que es para él, ahora le quiero muchísimo más...

Aleida González Fernández

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El gran bailarin

Erase una vez un chico llamado Juan que vivía en Colombia, que su sueño era bailar. Un día bastante trágico para él, tenía que viajar a España porque le habían despedido del trabajo y no podía mantener a su familia. Cuando viajó a España había muchísima gente de color carne y él cómo era distinto color la gente le maltrataba, cuando encontró trabajo no le daban gran cosa, pero le bastaba para sostenerse a sí mismo y a su familia. Juan mientras trabajaba conoció a una chica que inspiró a Juan a cumplir su sueño, y en sus horas libres practicaba pasos de baile. Un día vio a un chico colgando papeles de un concurso de baile, y ahí se fue donde se hizo famoso. La gente dejó de insultarle y él se fue haciendo rico, pero el cambió su personalidad.

JUAN: “¡¡¡Que haces!!!”, me has empujado.

SEÑORA: No es verdad.

JUAN: Mentira, me has empujado, te voy a denunciar. Un día se encontró otra vez con la chica que le inspiró a ser bailarín, y le hizo ver en que se estaba convirtiendo en una persona desagradable, malvada, grosera y sin amigos, así fue como se despidió de su manager, de su fama y de todo su dinero y poder.

Pablo Centeno Ferinet

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El mapamundi de D. Genaro

La guerra había estallado y nada era como siempre; mi familia pasaba hambre, y mis padres no sabían cómo ingeniárselas para que mis dos hermanas y yo llenásemos nuestra diminuta barriga.

En la escuela, mientras el profesor nos enseñaba geografía con un viejo y roído mapamundi, yo imaginaba como podría ser un día sin disparos, sin sobresaltos, al otro lado del Océano Atlántico. D. Genaro nos hablaba de países donde nos tratarían como en nuestra casa; de países donde su origen era el nuestro.

El último viernes de un frío día de octubre, no pudimos ir al colegio. La escuela estaba completamente destruida y a todas las familias se les pedía que llevasen a sus hijos al puerto. Mamá nos recogió la ropa en un pequeño petate y nos llevó de la mano, entre sollozos y lágrimas. Sabía que probablemente no nos volvería a ver, aunque en Brasil, con sus gentes, recibiríamos el calor, el amor y el cuidado que un país derruido no podía darnos.

Nos subimos a ese barco, y nuestro corazón se encogió de tristeza al ver a nuestra madre como nos despedía.

Tras una semana de travesía llegamos a un pequeño puerto brasileño, allí nos esperaba la ilusión y la esperanza, porque decenas de humildes familias nos abrieron todo su corazón para que nos sintiéramos como en casa.

María Rodríguez Chamorro

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Mi primer viaje

Soy Jimena, vengo de china y ahora vivo en España con mi mamá, desde hace tres años. Mi madre en China no encontraba trabajo y mi padre murió en un accidente de tráfico cuando yo tenía dos años. Mi tío que vive en España, cada dos meses nos enviaba un poquito de dinero, mi madre no lo quería gastar, yo le preguntaba ¿Por qué?, ella me decía que era para un vuelo, pero como yo era tan chiquitita no entendía que quería decir.

El día que cumplí ocho años, mi madre me dijo que preparara mi maleta con todas mis cosas, que nos íbamos a ir con el tío. Cuando cogimos el avión y durante todo el vuelo yo estaba muy nerviosa por que no sabía como iba a ser esta nueva vida. Cuando llegamos, mi tío nos dio un abrazo y besos a mi madre y a mi. Yo le pregunté a que cole iba a ir, me dijo que me había matriculado en el colegio San José, Agustinas Misioneras que estaba cerca de casa.

Llegó septiembre y llegó el primer día de clase, todos me miraban y me puse colorada. A la hora del recreo me sentí sola, pero una niña llamada Clara se acercó a mi y me preguntó los años que tenía, de donde era, como me llamaba etc.... en esos momentos me sentí muy bien por que alguien se preocupaba por mi. A partir de ese día jugábamos juntas, también me presentó. A Sara una amiga suya y esta a otra y, así conocí a muchos niños, era genial.

Mi madre encontró trabajo y también hizo muchas amigas. Con ellas comparto muchas costumbres de mi país de nacimiento, y ellas me ayudan a conocer las de España. Aunque a veces echo de menos China, aquí me encuentro como en casa, por que lo importante no es donde estés, lo importante la gente que te rodea.

Lucía Corral Faba

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La familia Hormiga en España

Erase una vez la familia Hormiga (que eran una familia de hormigas) que vivían en el sur de África.

Un día esta familia Hormiga ahorró el suficiente dinero para viajar a España en busca de nuevas oportunidades de trabajo, pues en África no había un trabajo lo suficientemente bueno para alimentar a toda la familia.

Cuando llegaron a España, al principio todo fue muy bien. El padre le acogieron con gusto en su nuevo trabajo, la madre se encargaba de su nueva casa, y los pequeños acudían a un estupendo nuevo colegio. Pero los niños se sentían perdidos por los pasillos del cole, cuando llegaron a su nueva clase, el profesor y sus compañeros· les acogieron con gusto, pero cuando tenían que formar grupos de trabajo, les costaba un poco integrarse, pero sus compañeros les apoyaron y ayudaron a que este problema se fuera resolviera poco a poco, y tras varios días ya tenían su grupo de amigos.

En la clase, las pequeñas Hormigas relataban al resto de sus compañeros, sus costumbres y religiones de África. Y a su vez, el resto de los alumnos compartían las rutinas y tradiciones que tenían en común.

Así la familia Hormiga se integró perfectamente en su nuevo país, España.

Colorín, colorado, este Microcuento, se ha acabado.

Nadia Diez Martínez

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Mi viaje a España

Hola me llamo Sajara, tengo diez años y soy de un pueblo llamado Niumbi en África Central. Mañana me voy a España, yo no quiero ir, pero dicen mis padres que allí estaré mejor.

Por una parte me apetece, porque dicen que España es un país precioso y su gente es muy agradable, y tiene unas playas maravillosas, yo nunca he estado en una playa, mi país está en el interior y apenas hay agua.

Estoy un poco nerviosa porque no sé cómo me van a acoger en el colegio. Más que nada porque no hablo muy bien español y mis costumbres son muy diferentes, además tengo a mis amigos aquí.

En mi pueblo no tenemos colegio, el más cercano está a cuatro kilómetros, tardamos en llegar más de una hora, pero merece la pena, allí nos juntamos todos los niños. Mi profesor se llama Buba, o al menos así lo llamamos (creo que es un diminutivo) y tiene una paciencia...

Cuando sea mayor quiero ser como Buba, profesora, o quizás estudie medicina, bueno aún no lo sé me quedan muchos años para pensarlo.

Pero en el fondo estoy segura que después de unos días tendré grandes amigos y me ayudarán en lo que necesite.

Ahora me voy a preparar la maleta que mañana me espera un largo viaje.

Natalia Salvador Oreca

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Vacaciones con amigos

Durante el verano, en un pueblo de León, se juntaban un grupo de amigos que venían de diferentes países: África, Inglaterra y China.

Cuando llegaron les esperaba allí un niño sonriente que se llamaba Sergio, era muy blanquito de piel, alto, con ojos azules y una boca pequeña, le gustaba llevar una equipación de fútbol porque le encantaba jugar con el balón.

Cada día, disfrutaban jugando por todo el pueblo.

¿A qué jugamos? - Preguntó el niño de África.

Podemos jugar al pilla pilla - Dijo el español.

Vale - Dijo el africano.

Se pusieron a jugar al pilla pilla y de pronto... Se cayó el chino por resbalar con una castaña.

¿Qué te ha pasado? - Dijeron el africano y el inglés.

Creo que me he roto el brazo - Se asustó el chino.

No te preocupes - Dijo el africano.

Vamos a llamar a la ambulancia - Le comentó el español.

Si, por favor - Suplicó el chino.

Llegó la ambulancia, le llevaron al hospital para que le pusieran una venda o una escayola. Los amigos no se separaron de él porque estaban preocupados. Cuando el médico le dijo que lo tenía roto, el chinito se entristeció, le pusieron una escayola y le comentó que no podía hacer deporte durante un mes, pero que se le iba a curar.

Alba García García

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Colegio

“Santa Teresa”

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El tigre blanco

Érase una vez una manada de tigres. Una mañana la madre trajo un cachorro de tigre blanco. Pasados los años, cuando los tigres crecieron, empezaron a meterse con él. Se reían y le decían que se había quedado anticuado porque era blanco y negro. Todos se portaban mal con el tigre blanco, menos una tigresa que pensaba que por ser diferente no se era peor. Un día oyeron a unos amantes de la naturaleza decir que el tigre blanco estaba al borde de la extinción. Entonces fue cuando se dieron cuenta de que el tigre blanco era diferente y especial, así que decidieron protegerle.

Y... colorín, colorado estos animales convivieron juntos por siempre jamás como una manada habitual.

Emma Rodríguez Cantalapiedra

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Juntas pudimos

En el Colegio Santa Teresa de León, en el tablón de noticias, había un cartel de un concurso de baile y canto. La clase de 6° A, ha hecho un grupo para participar. En el recreo, las chicas se reúnen para ver quién entra en el grupo.

Entonces una niña dice:- ¿Por qué no metemos en el grupo a Malala?Y dice otra:- ¡NO! Esa niña es negra- ¿Y... ? Que más da, baila muy bien.Otra dijo: - Sí, metamos también a Elena¡NO¡ Esa niña es ciega.¿Y... ? Qué mas da, canta muy bien.Me da igual, no pienso meter en mi grupo a una niña negra y a unaciega. Pues menudo grupo...Al menos déjanos probar.Está bien, pero si perdemos, no quiero saber nada.¡Trato hecho!Las chicas invitaron a Malala y a Elena al grupo y ensayaron todos los recreos.El día del concurso, estaban muy nerviosas. Les tocó el turno. Iban a cantar

y a bailar una canción de Shakira “La, la, la”.Cuando se pusieron a cantar y a bailar, la gente se quedó boquiabierta.¡Era un éxito!Cuando iban a dar el resultado... no se lo podían creer, habían ganado. ¡Lo

habían conseguido!Así que la rechistona, les pidió perdón a Malala y a Elena y se dio cuenta

que a veces ser diferentes, no importa en absoluto.

Laura Rodríguez Villamoz

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Karim y Mohamed

Karim era un niño de color de 11 años, que vivía en el pueblo de Krati (África).

Un día a su padre le mandaron para un país del norte de Europa llamado Nociaf, en el que no vivía nadie de color. Él fue a la escuela y allí nadie le quería, salvo un niño marroquí llamado Mohamed.

Había sólo tres niños en la escuela de su edad, que se llamaban Truán, Trapat y Colitro. Truhán presumía de que tenía una gran mansión; Trapat de que tenía una limusina, y Colitro de que su padre era muy amigo del presidente del país.

Sin embargo los padres de Karim eran humildes, el padre era basurero y los de Mohamed también eran humildes, y el padre era carpintero.

Un día, Karim y Mohamed fueron llenos de curiosidad a investigar las cosas que contaban sus compañeros, a ver si era verdad todo.

Resultó que los padres de Truhán no tenían una gran mansión, sino que su madre limpiaba en una mansión, los padres de Trapat no tenían una limusina, sino que su padre era el chófer, y los padres de Colitro no eran amigos del presidente, sino que su padre era el que bajaba la basura al presidente. Koldo y Mohamed se hicieron muy amigos y decidieron no hacer caso a las burlas de los otros.

Cuando fueron mayores Karim y Mohamed fueron grandes empresarios que tenían negocios de alta tecnología, y como tenían un gran corazón ayudaron a sus compañeros de clase a trabajar en su empresa.

Guillermo González García

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Lucas es diferente

Era un día soleado, el sol estaba en lo más alto del cielo. En una casa normal, en una ciudad normal, en un país normal, vivía un niño muy raro al que llamaban el anormal. El día que fue al colegio todos se reían de él, pero le daba igual. Lucas era supercalifrajilisticoespilaridosamente, bueno porque daba dinero a los pobres, y le tocó sentarse con el peor niño de la clase y convivió con él.

Lucas era negro y por eso no le aceptaban. Cuando subía al autobús le mandaban sentarse atrás por lo que se sentía marginado, pero él seguía feliz. Al cumplir dieciocho no le dejaron hacer la carrera de medicina porque creían que no sabía salvar vidas. Así que se fue a New York a estudiar. Se convirtió en el mejor médico del país.

Muchos de sus compañeros cogieron el ébola, y Lucas los tuvo que curar a ellos y a 125 personas más: 18 alemanes, 32 chinos, 25 japoneses y 50 africanos. Todos se salvaron porque Lucas creía que todo el mundo tenía derecho a vivir.

Saúl García García

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Esteban y las otras culturas

Erase una vez un chico que se llamaba Esteban. A Esteban no le gustaban los niños que no eran como él, blancos. El día de principio de curso llegó a clase y resulta que habían llegado nuevos un chino y un árabe negro. A él no le gustó que estuvieran allí y siempre en el recreo pasaba de ellos. Un día tuvieron que hacer un trabajo y a él le tocó formar grupo con ellos. Esteban protestó mucho, pero el profesor le dijo que no se iban a cambiar los grupos. El trabajo consistía en hacer en una cartulina gigante una redacción con fotos y dibujos sobre otras culturas, y no valía buscarlo por internet ni por libros. Él pensó que les iba a salir fatal el trabajo, pero cuando empezaron a hacerlo, Esteban descubrió que el chino y el árabe sabían un montón de cosas sobre otras culturas y tenían un montón de fotos. Esteban descubrió que los niños de otros países son muy buenos y amables, y además aprendió un montón de cosas. Esteban y sus compañeros se hicieron muy amigos y además el profesor les dijo que era el mejor trabajo de la clase.

José Sánchez Diego

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Mohamed y su historia

Erase una vez un niño que se llamaba Mohamed, era árabe y su familia era pobre. Tenía tres hermanos, él era muy listo aunque apenas iba al colegio. Tenía ya 11 años y un día su jefe se puso muy malo y tuvieron que llevarlo a un hospital muy lejano. Todos los que trabajaban para él se pusieron muy contentos porque así no tendrían que trabajar más; mientras Mohamed se fue a dar un paseo. Se puso a ver plantas, tocarlas y olerlas, no fue a casa porque se hizo su propio refugio y ya era demasiado tarde. A la mañana siguiente, Mohamed hizo muchas mezclas con plantas, porque a él le gustaba mucho hacer este tipo de inventos. Pasaron unos cuantos días y Mohamed vio a una señora muy enferma, le dio su mezcla que había preparado y ella se sorprendió, pero decidió tomarla. Dijo que de todas maneras se iba a morir dentro de poco. Cuando la tomó, esperó cinco minutos y ya la había curado. Mohamed llegó a su casa y se lo contó a su familia y su madre le dijo que no se podía quedar de brazos cruzados, que fuera a decírselo y que podía darle una carrera muy buena. A la mañana siguiente se fue. Durante su viaje le pasaron muchas cosas y por fin llegó. Era allí, se encontró a un señor que no conocía de nada y le dijo lo ocurrido. Esa mezcla la llevaba en un papel y ese papel se lo quitó Mohamed, salió corriendo detrás de él y se lo dijo a un chico que se llamaba Pablo. Ahí Mohamed se dio cuenta de que él era una buena persona y había una cosa especial entre ellos: a Pablo y Mohamed les había pasado lo mismo, pero Pablo no lo consiguió. Pasaron días, semanas e incluso meses y dieron con él, lo encontraron y con la mezcla fueron a un sitio ideal. Años después se hicieron ricos y fueron por todo el mundo ayudando a la gente. Su madre estaría muy orgullosa de Mohamed.

TODO SE PUEDE CONSEGUIR EN EL MUNDO Y SOLO TÚ LO PUEDES LOGRAR.

Eugenia Blanco de la Fuente

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Kenay

Esta es la historia de un niño keniata que tuvo que emigrar a Inglaterra a causa de la guerra que estalló en su país. Se llamaba Kenay, era alto delgado y atlético. Era muy amable y bondadoso pero a causa de su color los niños ni le hablaban. Vivía en Londres, en una casa vieja y destartalada porque sus padres no tenían mucho dinero, aunque trabajaban muchas horas. Su madre, Kainda, era una sirvienta de unos ricachones que vivían en una mansión en el centro de la ciudad. Los ricos la trataban fatal y se reían de ella por su color. Su padre, Matú, trabajaba en una fábrica de muebles perteneciente a Lord Chamberland, un ministro que pensaba que Matú era mala persona por ser diferente a él. La familia al no tener mucho dinero inventó un juego muy interesante: Cada vez que encontraran un penique debían guardarlo hasta conseguir cien y comprar un boleto de lotería, cuando consiguieron los cien peniques, se compraron un boleto y les tocó. Todos los que se habían reído de ellos al enterarse de su fortuna, querían ser sus “amigos” pero ellos les rechazaron, y decidieron arreglar la pequeña casa en la que vivían y con lo demás hicieron un museo sobre la cultura keniata. Kenay y su familia fueron caritativos y amables toda su vida.

Andrés Fernández Núñez

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Emigración

Os voy a contar la historia de Mohamed Maher:

Mohamed vivía en Marruecos, en concreto en Zamba, una pequeña aldea, pobre como la mayoría de las aldeas vecinas. Tenía 8 años, vivía con su padre dado que su madre había fallecido al darle a luz. Su padre trabajaba de minero por 85 euros a la semana, lo que eran unos 340 euros al mes, aproximadamente.

Un día pasó algo inesperado, la compañía minera tuvo que cerrar, Maher y Wesan, su padre, ya sabían lo que esto significaba, que ya no tenía trabajo. Intentó encontrar otro, el que fuese, pero no hubo suerte.

Unas semanas después, su dinero estaba casi agotado, solo quedaban 40 euros para comida.

Wesan, al no encontrar trabajo y agotarse el dinero, se vio obligado a dejar a Maher con un primo suyo, Yanga, y decidió irse a España. Lo primero que hizo fue despedirse de su hijo, después, cogió una patera y embarcó hacia España.

Seguro que te preguntas que ha sido de Wesan y Maher; pues eso lo tendrás que averiguar tú, a lo mejor están más cerca de ti de lo que crees. Puede que sea tu mejor amigo, o tu vecino, o hasta puede que sea un familiar tuyo.

¿Quién sabe que ha sido de ellos?

Daniel Padrón Diez

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La historia inventada que todos conocen

Erase una vez tres personas cuya vida y cuya época eran diferentes, pero tenían algo en común.

La primera persona nació en 1932. Había grandes guerras de tribus en su continente, África. Esa persona quería irse, pero las fronteras lo impedían. Un día, sus hombres y él idearon un plan para llegar a España. En el intento murieron todos menos él, que llegó tras la pelea. Cuando llegó no tenía donde vivir y se murió.

La segunda persona nació en el 460 a.c. en Grecia. Se le llamaba el padre de la medicina (ya os suena el nombre, ¿verdad?) que creó las primeras bases éticas. Para cualquier persona y cualquier profesión, inventó un juramento importantísimo que vos deberíais leer.

La tercera persona vive en un lugar intercultural. Está habitado por rumanos, alemanes, ingleses,... Una persona que está leyendo este cuento, que podría saber muchas culturas, una persona sabia e inteligente, una persona que busca la paz, una persona... que eres tú.

Félix Quintana Toribio

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Un campeonato intercultural

En un país lejano, había una ciudad. La ciudad era muy pobre, se llamaba Shenkar. En Shenkar existía un barrio perdido. Los niños casi ni se conocían y no hablaban entre ellos porque eran de distintas culturas y no se entendían. Pasaron muchos años así.

Pero un día llegó un niño llamado Frankil, era canadiense. Como de costumbre los niños ni le saludaban ni le decían nada. Frankil vio que entre ellos discutían y ni si quiera se entendían. Nadie se llevaba bien con nadie. Así que un día Frankil decidió que tenía que hacer que todos se conociesen. Para ello intentó formar un equipo de fútbol en el barrio.

Al principio nadie quería acercarse a él. Lo intentó y lo intentó, pensó cómo lograrlo día tras día; y al final dio con la idea. Cogió un balón y se dirigió a la plaza a jugar cada tarde. Poco a poco se fueron animando niños y más niños. Cuando ya eran suficientes por fin pudo formar el equipo que quería.

Comenzaron a jugar juntos y poco a poco fueron mejorando. A principios del año se presentaron a la liga de Shenkar. Ni ellos sabían cómo, pero empezaron a ganar partidos, todos seguidos, no perdían ni uno. Llegaron a la final. El rival era muy bueno, pero a falta de dos minutos Frankil marcó un gol y consiguió la victoria. Con el dinero que obtuvieron construyeron un campo de fútbol en el que practicaron para el año siguiente. Frankil hizo que niños de distintas culturas se juntaran.

Frankil y los niños dieron ejemplo a los habitantes de Shenkar, descubriendo las cosas comunes en lugar de marcar lo que les separa.

Pablo Rodríguez Valbuena

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Josue y Tomás

Erase una vez un niño llamado Josue. Josue acaba de emigrar a España y este es su primer año de colegio. Cuando Josue llego al colegio nadie quería estar con él, él se sentía solo y triste, hasta que un niño llamado Tomás se le acerco, se presentó y le preguntó si quería ser su amigo. Josue feliz y contento respondió que si, Josue por fin había encontrado un amigo que le aceptase. Tomás y Josue todos los días jugaban juntos, eran inseparables, pasaban los años y no se separaban, pero una mala noticia iba a recibir Tomás. Al llegar Tomás a su casa sus padres le dijeron que debían emigrar a Alemania por causas de trabajo. Tomás no se lo podía creer, ¿como se iba a quedar Josue cuando se enterara? Al día siguiente a Tomás no le quedo más remedio que decírselo a Josue y Josue se quedó fatal con aquella noticia. Josue se preguntaba para si mismo -¿Ahora con quién jugaré, me quedaré solo?-. Y llegó el día, Tomás se tenía que marchar a Alemania, pero antes le dejó una nota a Josue que decía: Josue, llego la hora de irme, no quiero que te quedes solo, entonces hazme un favor, juega con la demás gente y muéstrales tal y como eres para que te acepten como te acepté yo. Es lo único que te pido. Josue ese mismo día preguntó a muchos niños y niñas de clase: -¿Puedo jugar?- Todos se quedaron alucinados, porque Josue no era de hablar mucho, y le dijeron que si que podía jugar. Se pusieron a jugar a fútbol y Josue se puso de portero y paró muchos goles. Josue jugó con ellos todos los días y no dejó de hablar con Tomás. Josue se sentía feliz y contento.

Celia Carral Rodríguez

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La campana

Érase una vez, una niña llamada Yitzhak que vivía en Israel. Sus padres no tenían trabajo e Yitzhak tuvo que mudarse a España. En España fue a un colegio público. Allí hizo muchos amigos entre ellos Castiel y Samael, unas de sus mejores amigas. Un día Yitzhak, Castiel y Samael encontraron una campana en una esquina de su clase. Castiel, que era muy aventurera, decidió coger la campana y hacerla sonar. De repente Samael, Yitzhak y Castiel se convirtieron en unas ranas asquerosas y repugnantes. Cuando llegaron sus compañeros se las encontraron en el suelo croando y todos gritaron. Samael intentó decirles quién era, pero en vez de eso salió:

-¡Croac! ¡Croac!

Uno de sus compañeros que era el más listo de la clase dijo:

-Esperad, creo que nos intenta decir que es Samael.

Luego hablaron Yitzhak y Castiel y el que hablaba con las ranas dijo que eran Yitzhak y Castiel. Su compañero les preguntó que cómo se habían convertido en ranas y ellas se lo explicaron. Entonces la profesora cogió la campana y la hizo sonar. Entonces Yitzhak, Castiel y Samael volvieron a su forma y las tres le dieron un fuerte abrazo a todos sus compañeros y a su profesora. A la hora de la cena, tanto Yitzhak como Castiel y Samael le contaron a sus padres lo que les había pasado. Aunque sus padres no les creyeron, ellas sabían que había pasado y no les importó nada más. Al día siguiente (viernes) Samael preguntó a sus padres si Castiel e Yitzhak se podían quedar a dormir y sus padres la dejaron. Esa misma noche se lo pasaron mejor que nunca y así fueron mejores amigas para siempre y vivieron muchas más aventuras.

Gala Tazón Aguirre

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Una navidad diferente para Kim

Una tarde de diciembre para mí, la más estupenda, porque venían a buscarme del orfanato de Minh, vinieron mis nuevos padres, estaba emocionada ya que no sabía como serían, mi madre guapísima morena y mi padre con cara de bonachón.

Me iba para España, a León, una ciudad nueva para mi, iba a llegar el día de Nochebuena, me habían dicho que me esperaban muchos regalos, ahora que soy mayor, tengo 12 años, recuerdo que fue un día muy emocionante, tenía 4 anos cuándo llegué a León, que hacía, estaba nevando, lo más emocionante fue eI viaje. Según monté ya me daba mala espina, al principio del viaje, todo estaba normal cuando, de repente empezó a moverse muchísimo el avión, después se cayeron todas las maletas al agua, vi como volaban todas mis cosas, ¡Vaya comienzo!, empezó a nevar, tuvimos que aterrizar en otra ciudad. Un sitio precioso, París. En el aeropuerto hice amigos, aunque no entendía muy bien su idioma, unos eran franceses, otros alemanes, cada uno contaba coma era la navidad en su país.

Cuándo pasó subimos al avión y llegamos a León, donde me estaban esperando con muchos regalos.

Lorena Martínez Fierro

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Colegio Público

“Anejas”

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

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Alika

Muchos años atrás, llegaron los primeros inmigrantes. Alika significa la más bella; ella iba en una barca destrozada, tenía diez años. Cada día que pasaba en el mar, Alika se sentía bien, orgullosa de seguir viva. Lo más difícil para ella era pescar y navegar; pasar las noches en una barca se iba haciendo normal, pero un día vio tierra. ¡Era una isla! Pensó que allí había comida y animales para cazar y no se equivocaba, pero en la isla había alguien más. Alika investigó la isla. Pensó quedarse allí unos días más y así lo hizo. Pasó una semana y notó que alguien la observaba. De pronto salió un niño, ella le preguntó por su nombre y él le dijo que se llamaba Fangnan. Le contó que sus padres habían muerto en el mar, ella sintió lástima por él. Entonces los dos construyeron una barca más consistente y emprendieron el viaje. Pasaron nueve años los dos juntos en el mar y de isla en isla, cazando animales para comer y vestirse. Cuando tenía diecinueve años llegaron a España, muy contentos por ver tierra, gente, casas... aquello era fabuloso, fascinante, era lo mejor de los últimos años. Comenzaron una nueva vida en un nuevo país, donde les recibieron con mucho cariño, hicieron muchos amigos y después de un tiempo, Alika y Fangnan se casaron rodeados de todas las personas que les acogieron al llegar. Meses después les dieron la noticia de que iban a ser papás, ¡de gemelos! Sus hijos tuvieron una vida feliz, rodeados de personas que les querían.

Thais Presa Vinagre

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Sin Fronteras

Había una vez una niña llamada Coco. Coco era una niña alta, guapa, morena, con el pelo rizado y los ojos verdes. Había viajado por todo el mundo por temas de trabajo de su padre. Un día llegó a León, una pequeña ciudad de España.

El primer día de colegio, Coco se presentó diciendo: Yo nací en África, aunque he viajado por todo el mundo. A la profesora le pareció interesante la idea de poder exponer para todo el colegio las diferentes costumbres que ella conocía. Cuando la profesora se lo preguntó, a ella le pareció bien. Al siguiente día Coco fue al salón de actos y les mostró las cosas que había aprendido, como: la danza de la lluvia, el festival del queso rodante, el festival de la quema de brujas, la ceremonia del té, las mujeres jirafa, etc.

Todos los niños y profesores quedaron fascinados con las explicaciones de Coco. Les gustó tanto que al director del colegio se le ocurrió celebrar el día del inmigrante, que consistía en apoyar a todas aquellas personas que tienen que dejar su país para irse a otros en busca de un futuro mejor y una educación digna, para enseñar a los niños que todos somos iguales.

Aquel día Coco sin pretenderlo ayudó a dar una importante lección y cambiar un poquito el mundo, ya que la gente se enteró de la celebración de aquel día, se fue extendiendo por el mundo y causó talo emoción y entusiasmo que se decidió llamar a ese día:

“EL DÍA INTERNACIONAL DEL INMIGRANTE”

Israel Diez Fernández

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¡Viaje sin rumbo!

Catalina, junto a su novio Gustavo iniciaron un proyecto de vida lejos de su gente, de su cultura, de su país; lejos, muy lejos de su querida Colombia.

Dejaron allí lo que más querían, su pequeño Nicolás.

El padre de Catalina tenía una vida acomodada, pero la inmadurez de Catalina hizo que desaprovechará todas las cosas buenas que su padre y la vida la daban, convirtiéndose en madre muy joven.

Su novio y padre del pequeño no podía sostenerlos, el trabajo escaseaba y su pequeña familia se venía abajo.

Gustavo aprendió varios oficios, entre ellos el de carpintería metálica, pero por su falta de recursos tuvieron que emprender un viaje sin rumbo y sin saber lo que les depararía la vida.

Llegaron a un pequeño pueblo de España, una tierra muy lejana de su gente.

Catalina encontró trabajo en un bar, pero por ser una persona sin papeles, tenía que hacer trabajos muy duros y con una jornada laboral cada día más larga.

Tenían que enviar dinero para su pequeño, y pronto se vieron sin recursos por lo que no podían pagar el cuarto donde vivían.

Pasado un tiempo Gustavo encontró trabajo, y su situación mejoró tanto que pudo montar su propio taller. Catalina se quedó de nuevo embarazada.

Años después pudieron traer a su hijo a España; su llegada fue el mejor regalo que les había dado la vida.

Lucía González Ganzo

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La Promesa

Según la historia, desde los principios de la vida de los seres humanos ha existido la migración, tanto para las personas como para las aves que marchan de un lugar a otro, tanto de allá para acá como de acá para allá dejándolo todo. Es muy triste ser emigrante y llegar a un país extraño dejando tu familia y amigos, sin saber si los vas a volver a ver. Por eso hoy les voy a contar un cuento.

Hace mucho tiempo en Senegal, una familia blanca era enemiga de una negra, los Kuruku. Un día, el niño de la familia blanca, José, se cayó en un pozo antiguo y profundo. El niño de la familia Kuruku, Falu, mientras cuidaba las ovejas de su padre escuchó gritar a alguien en el pozo. Acercándose vio a José en el fondo del pozo, luchó incansablemente hasta sacarlo. Se lo comunicó a la familia de José y sus padres corrieron a socorrerlo, ellos llevaban horas buscándolo. Cuando les contaron lo que había pasado los dos niños, la familia de José fue a darle las gracias a la familia Kuruku. Desde ese momento se pusieron a pensar por qué tenían tantas diferencias entre sí, y se dieron cuenta de que no había ninguna, porque en el fondo no importa la raza ni el color de la piel, delante de Dios todos somos iguales. A partir de entonces, mantuvieron su amistad y dándose apoyo mutuo en todo lo que necesitaban. Decidieron hacer un pacto de paz y se juraron unos a los otros que nada ni nadie les alejaría.

Jhulianny Quintín Corporán

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Aventura de Godofredo

Érase una vez un chico llamado Godofredo al que le gustaba la vida tal y como es. En el abril del año 1987 Godofredo se disponía a hacer la mili. Él allí era un muchacho feliz hasta que le dijeron que le tenían que trasladar a Afghanistán.

Godofredo antes del gran viaje, quiso despedirse de su familia y tomó unas vacaciones. Mientras se dirigían a un restaurante para cenar, se encontró a una chica tan bella como la luz de las estrellas. Quiso invitarla a cenar con ellos para conocerla.

Antes de partir del aeropuerto de Madrid se despidió de su gente. Justo el día que llegó a su destino, hubo un tiroteo de unos ucranianos que venían a declarar la guerra.

Allí luchando para defender el país nadie le ayudaba por ser nuevo. No tenía amigos y todos lo discriminaban. Encontró un perro al que llamó Jake. Jake ayudó a Godofredo a combatir.

A Godofredo y Jake les dejaron ir a su país y ser libres. Ya en Madrid feliz con su familia, notaba que necesita algo más y ese algo más era la chica que había conocido.

Godofredo conoció a fondo a Irina, que así es como se llamaba la chica, y se casaron. Godofredo había pasado de estar solo como la una, a estar con la persona más bella del mundo y un perro al que ama.

Miguel Calvo Caballero

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El viaje de Juan

Juan vivía con sus cuatro hermanos y sus padres en un pueblo de África. Su familia tenía cuatro vacas y un pequeño huerto.

Desde hace dos años no ha llovido ni una gota, el ganado no tiene para comer y la huerta se ha secado.

Una mañana el padre de Juan se acerco a un pueblo cercano, llevaba con él todos los objetos de valor de la familia y las dos vacas que quedaban vivas. Con el dinero que obtuvo compró comida y unos billetes de autobús para ir a Marruecos.

Juan se despidió de sus amigos con la promesa de escribirles, y emprendió el viaje más largo de su vida.

Atravesaron países y lugares que desconocían hasta llegar a Marruecos. Se veía el mar y mas allá las costas de España. Pensaban que lo peor ya había pasado, pero las fronteras Europeas estaban cerradas para los que no tenían trabajo.

Por la noche y junto a otros emigrantes se montaron en una pequeña barca. Juan asustado, no sabía nadar y el agua estaba muy fría. Le preguntó a su madre que iba a pasar, su madre lo besó y lo cogió de la mano con fuerza.

Antes del amanecer llegaron a las costas de España, ninguno de ellos hablaba castellano y el miedo a que les descubrieran empezó a crecer. Había gente con linterna y Juan y su familia se escondieron.

La suerte les acompaña, esa gente venía en su ayuda.

Hoy Juan tiene treinta años, es abogado y se dedica a defender a los emigrantes que como él buscan una vida mejor.

Roberto Carbajo Flórez

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Ailá

Ailá es una niña que vino a vivir a España porque sus padres en su país no veían un buen futuro para sus hijos. Al llegar a Madrid, que fue donde se instalaron, su padre tuvo que ir a buscar trabajo para poder alimentar a sus hijos. Mientras su madre, con el poco dinero que tenían, pudo alquilar un piso en el barrio más pobre de Madrid.

Ailá no llevaba mucho tiempo en España pero ya sabía algo de español. Un día, cuando estaba con sus hermanos en el parque, se sentó a descansar en un banco, cuando de repente oyó una voz que decía: “¡Qué ropa más rara llevas! ¿Cómo te llamas?”. Ailá giró la cabeza y vio a una niña a su lado. Tímida y costosamente le respondió: “No es ropa rara, es originaria de mi país. ¡Ah¡ Y me llamo Ail...”. Antes de que pudiera terminar de responderla, le volvió a interrumpir: “¿Cuál es tu país?” Ailá le respondió: “Nigeria y por cierto ¿Cómo te llamas?”. La niña le respondió: “me llamo Paula”. Las dos estuvieron hablando un buen rato. Era el final del verano y todos los día las dos quedaban para hablar. Un día Paula le dijo que al día siguiente no vendría porque empezaba el colegio.

Al día siguiente Ailá también empezaba en su nuevo colegio. Cuando llegó a su clase vio a Paula. Se sonrieron. En ese momento Ailá se olvidó del largo viaje que había tenido que recorrer para conseguir una vida mejor. La profesora empezó la clase...

Ainhoa Amor Fernández

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El color carne

En otoño, en el cole de Ana y Laura su maestra les mandó hacer de tarea entre todos los niños y niñas de la clase, para que trabajaran en equipo, un enorme mural de otoño. Además de ardillas, setas, hojas, castañas, nueces, y todo lo que se les iba ocurriendo, los compañeros decidieron hacer un gran niño con una cesta de frutos secos. Se distribuyeron en grupos y a cada uno le tocaba dibujar una parte del cuerpo. A Ana y a Laura les tocó la cara y a la hora de pintar Ana le dijo a Laura: dame el color carne, al darle la pintura marrón Ana le dijo: este no es color carne, y en ese momento se dio cuenta de que el color de la piel de Laura era marrón, y que no todos los niños y todas las niñas tenían el mismo color ni de piel, ni de pelo. Cada uno tenía sus rasgos, todos distintos a los demás, y eso era lo que hacía que cada niño y niña fuese diferente. Así que decidieron, cómo harían el dibujo el mural pintando un niño que tuviera casi todos los rasgos de los niños de la clase. El dibujo les quedó precioso con una niña de piel morena, pelo liso, pelirrojo, más bien alta y un poco regordeta pero sobre todo, con una gran sonrisa de ser única, como cada niño y niña de aquella clase.

Mía Gordo Martín

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La esperanza de Luca

No podía sentir más que angustia cuando Luca llego a este país. Era demasiado pequeño y lo que le rodeaba era demasiado grande y extraño para él.

Todavía seis años después sigue recordando el día de llegada a España como si hubiera acabado de ocurrir.

La gente corría, había luces parpadeantes, niños llorando y padres gritando los nombres de sus hijos. Asustado se sentó llorando y fue cuando sintió como alguien le arropaba con una manta y mirándole a los ojos le sonrió, y aquel gesto hizo que Luca se tranquilizara momentáneamente.

Gente extraña, papeleo y lugares que jamás había visto era lo que le rodeaba, hasta que un día después de muchos traslados a diferentes centros ,apareció entre dos hombres uniformados y con gran sonrisa su padre.

Fueron numerosas las ayudas que recibieron de aquella gente que tenia una cruz roja en el pecho, tantas que hicieron que Luca y su padre pudieran quedarse en este país al que tanto esfuerzo les costó llegar.

Hoy, cuando Luca cuenta con doce años, cuando ya forma parte de este país, cuando juega y ríe con su grupo de amigos, es cuando mirándolos piensa que aquellas lágrimas que derramó, las cuales eran producto de su miedo, tuvieron su recompensa, y con su corta edad entiende que ningún niño debería pasar por aquella situación.

Daniel Calvo Castaño

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Pasado oscuro

Desde que se embarcó en aquel barco hecho de cajas, Ashanti nunca dejó de pensar en sus padres,que no pudieron acompañarla. Ella era una niña de sólo 9 años,pero se estaba yendo un lugar cualquiera donde le fuera bien. Después de miles de tormentas, rodeos y encuentros con barcos mercantes, Ashanti llegó a Galicia con unos 12 años.

Pero nada más llegar a la costa, vio problemas. La densa niebla dificultaba la vista,el fuerte oleaje le acercaba a las afiladas peñas y el frío le paralizaba las manos, dificultándole el control de la patera. Al final, la barca se destrozó contra los escollos y la marea arrastró a Ashanti.

Tres días después,encontraron a Ashanti en la playa. Le ingresaron en el hospital, y pronto se recuperó. En el orfanato al que le enviaron estuvo 1 año entero. Un matrimonio le acogió, y Ashanti vivió en tranquilidad durante toda su vida. Ahora ella es una eminente científica, y está a punto de ganar el Premio Nobel de Física. A pesar de esto,nunca olvidará su pasado oscuro.

Carlos Bayón Rodríguez

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Un gran cambio

Hace muchos años vivíamos de forma diferente: españoles en España, chinos en China, africanos en África...

Un día una familia francesa tuvo que venir a España y a los españoles no les gustó mucho, y pusieron una ley: “Quien se comunique con ellos será condenado a cárcel de por vida”.

Sara, una niña atrevida, sentía curiosidad y por la noche fue a ver a la familia. Ellos le abrieron y la dejaron entrar, y allí empezaron a hablar de sus culturas. Y como a Sara le cayeron tan bien, volvió cada noche.

Hasta que una noche, por desgracia, la pillaron y la metieron en la cárcel. Todos protestaron, pero no sirvió de nada.

Pero un día, el rey estaba en apuros y el padre francés lo protegió. Agradecido, el rey quitó la ley y liberó a Sara; y dejó que todo el mundo entrase en su país, al igual que hicieron los demás países.

Desde entonces, vivimos en armonía con diferentes culturas y todos juntos.

FIN

María Fernández Robles

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Segunda oportunidad

Érase una vez un niño que vivía con sus padres en un país muy lejano. Él no se lo decía a sus padres, pero por dentro estaba triste, ya que ellos no encontraban trabajo. Decidieron ir a probar suerte a otro país, pero tampoco les funcionó, así que pensaron que la mejor opción sería llevar al niño a un orfanato porque no tenían dinero para mantenerlo. Un día en el orfanato, la directora vio llorar al niño y le preguntó que qué le pasaba. Él confesó que estaba triste por el tema del trabajo de sus padres. La directora le dijo que no se preocupara y que pronto encontraría trabajo, después se fue, era la hora de dormir. Ésta se quedó pensando toda la noche, y decidió comunicarle al niño que había encontrado una buenísima oportunidad de trabajo para sus padres, pero eso sí, en otro país. Sus padres aceptaron porque era una gran oportunidad, y finalmente se marcharon. A veces le escribo y me dice que todo va bien por allí. Yo perdí un amigo, pero por su parte, si sus padres no hubieran aceptado la oferta de trabajo que la directora les ofreció, él habría perdido la ocasión de ser feliz por un tiempo.

Alba Fernández Morán

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Búsqueda de la libertad

En Un país muy lejano, vivía una mujer llamada Erika que tenía seis hijos. Allí, el sistema era una férrea dictadura, así que no podían expresarse con libertad.

Un día decidió irse de aquel país. Se montó entonces en un barco con sus seis hijos, y unos meses más tarde llegaron a un país donde no había dictadura y podían expresarse con libertad.

Cuando bajaron del barco se encontraron con un paisaje maravilloso y un montón de gente que les miraba; no sabían cómo actuar ante aquella situación, así que se metieron enseguida en el coche y fueron hacia la ciudad en la que se iban a alojar.

Pocas horas después, llegaron a un barrio humilde donde no solían contemplar extranjeros. Poco a poco se fueron acostumbrando al clima, a la ciudad, a sus costumbres. Allí vivieron felices durante muchos años.

Kendra Bapori Tranche

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El viaje de Abú

Abú es un niño negro como el carbón, musculoso y fuerte, con unos dientes blanquísimos que seguro brillan en la oscuridad.

Es nuevo en la escuela y por ser de ese color, algunos niños se burlaban de él. No sabía leer ni escribir y apenas hablaba español cuando llegó después de Navidad. Venía de un país lejano en el sur de África y había perdido a sus padres en el viaje a España.

Siempre estaba triste y callado. Durante las primeras semanas no jugaba a nada ni con nadie. Daba vueltas por el patio cabizbajo, o se quedaba sentado en un banco garabateando en su cuaderno extraños dibujos, en los que siempre aparecía una barca vieja de madera destrozada, varada en una playa desierta, rodeada de olas gigantescas y terribles, bajo una luna llena amenazante y furiosa.

Cuando me acerqué a él, le lancé mi balón y le animé a jugar. Resultó ser un gran delantero y todos queremos tenerlo en nuestro equipo cuando elegimos jugadores.

En clase de música nos enseñaron los instrumentos de percusión y Abú demostró tener un don con las congas. Todos le felicitamos y le pedimos que volviera a tocarlas.

Es uno de mis mejores amigos. Ahora sólo está triste a veces, como yo, y le encantaría volver a su país en avión.

Marcos Mateos Fernández

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Todos somos inmigrantes

En la estación de Atocha de Madrid hay un grupo de hombres jóvenes que rodean sus maletas, pues les han dicho que deben vigilarlas para que no se las roben. Vienen de diferentes pueblos de España y no se conocen de nada. Esperan un tren con destino a Holanda, y van en busca de trabajo que no encuentran en España, para enviar el dinero que ganen a sus familias, que se quedan en sus pueblos como si los dejasen abandonados.

A su llegada a ese nuevo país todo les resulta extraño: el idioma, las comidas, las costumbres. Trabajan en fábricas, en turnos agotadores y procuran no gastar mucho dinero para enviarlo a sus familias. En sus ratos libres se juntan con otros trabajadores españoles y con los holandeses, que les enseñan algo del idioma y las costumbres y comparten sus comidas: a los holandeses les gusta la tortilla de patatas pero el chorizo les resulta picante, a los españoles les gustan los chocolates, con sus nuevos amigos holandeses conocerán los paisajes de Holanda. Sólo vuelven a sus casas unos días en Navidad con la maleta cargada de juguetes y chocolates para sus familias, y se vuelven a marchar de nuevo a aquel país lejano. Algunos de aquellos hombres están unos años y regresan a España, otros, se quedarán para siempre en ese país que ya va a ser el suyo, donde forman una familia.

Uno de esos hombres es mi abuelo.

Jorge Menéndez Fernández

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Un amigo especial

Estaba un día mirando por mi ventana y oí que un niño me decía:

-¡Hola!

-¡Hola!- le respondí yo.

Me llamó la atención su gran sonrisa y empezamos a hablar. Me contó que venía de otro país y que vivía en una casa de acogida con otras familias. También me contó que iba a ir a un colegio, ¡qué casualidad era el mío!

Nos veíamos todos los días, en el recreo hablaba conmigo y con mis amigos.

Íbamos juntos para casa jugando a juegos de palabras.

Nos hicimos muy amigos, jugábamos en el parque y cuando nuestras madres nos decían:

-Hay que marcharse. Ninguno se quería ir.

Pasaron los meses y un día se acercó a mi muy triste y me contó que sus padres habían encontrado trabajo y ya no tenían que vivir en la casa de acogida, pero ese trabajo era en otra ciudad y ya no nos veríamos más.

Cuando se marchó me puse muy triste porque no iba a verle ni a jugar con él, pero a la vez me alegré al pensar, que su vida iba a ser un poquito mejor.

Me gustaría que en la ciudad a la que fue encontrara amigos como los que aquí dejó.

Yaiza García López

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Colegio Público

“Antonio de Valbuena”

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El vagabundo africano

Había una vez, en África, un pueblo cercano a un volcán. En una tarde soleada, el volcán entró en erupción y los habitantes tuvieron que abandonar el poblado. Uno de los habitantes llegó a España, donde estuvo varios días vagando por las calles, en busca de un hogar donde comer y dormir. Preguntó en muchas viviendas como si fuese Halloween. En la mayoría de ellas, le rechazaron, excepto en una. La persona que dejó que el vagabundo llamado Amid se quedase en su casa durante un tiempo se llamaba Billi, y era muy amable y considerado. Los dos eran de diferentes razas, rasgos y color. Pero Billi, que era una persona honrada, pensaba que· todas las personas valemos lo mismo y tenemos la misma dignidad; independientemente de la religión, la cultura o el color de la piel. En la casa de Billi pasó unos 2 o 3 años, donde era tratado como el resto de las personas de aquella ciudad; es decir, comiendo, durmiendo, y viviendo como uno más.

Billi, estuvo visitando muchas empresas solo para conseguirle un buen trabajo a Amid.

Al cabo de un tiempo, como muestra de agradecimiento, Amid llevó a Billi a su tierra natal que tanto echaba de menos.

Desde entonces, todos los años, los dos amigos pasaban unas vacaciones increíbles en África.

Amid fue muy feliz durante el resto de su vida.

Adrián Girón Rodríguez

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Marián, Evelyn y Barack son adoptados

Érase una vez tres niños de diferentes países del mundo, Marián de Siria, Evelyn de México y Barack de Sierra Leona.

Marián tiene que atravesar un campo de batalla donde allí ha habido guerras, hay tanques paralizados, campos de minas,..., pero ella no tiene miedo y sigue su camino hacia la escuela.

Evelyn tiene que recorrer andando con sus amigos un tramo de tres horas para llegar a la escuela. Van sin ningún temor y llegan sanos y salvos.

Barack para ir a la escuela tiene que pasar por barrios en los que puede ser secuestrado. Él sigue adelante y llega alegre a la escuela.

Marián, Evelyn y Barack son huérfanos y se conocen porque en el colegio tienen un programa de intercambio.

Un día los tres habían hecho un intercambio con un niño español. En España estuvieron juntos en la casa del niño y con su familia. Cuando tuvieron que marchar para volver cada uno a su país, la familia del niño español decidió adoptarlos, y desde entonces viven los cuatro juntos y felices, y no tienen que recorrer tramos peligrosos y de largo recorrido para ir a la escuela.

Claudia Villar Fernández

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Interculturidad

Hace mucho tiempo, había una niña que se llamaba Rocío y vivía en España. Un día en la escuela su profe les contó que iban a hablar con niños y niñas de otros países. Al día siguiente a Rocío le tocó con una niña de África, que se llamaba Sonia, y un día se pusieron a hablar por ordenador, Sonia contó que no tenía padres y vivía con sus abuelos, que el ordenador era de la escuela y que era pobre. Cuando terminaron de hablar Rocío sintió pena y se lo contó a sus padres.

El lunes cuando fue a clase la profe les dijo que solo quedaba una semana de clase, y en el verano podrían hablar con ellos. Rocío estuvo toda la tarde hablando con Sonia y contándose cosas... costumbres, tradiciones y sus cosas favoritas para hacer. Rocío le preguntó si le gustaría ir a España a vivir con ella. Sonia inmediatamente sin pensarlo dijo que sí. Pero luego contestó, si pudiera.

A Rocío la semana se le pasó volando, y el viernes al volver a casa, su madre le dijo, te has portado bien y sacaste notas buenísimas y te lo compensaremos. Cuando Rocío entró, allí estaba, sentada en su sofá, era ella, Sonia y sus abuelos, Rocío se quedó sin palabras, solo reaccionó abrazando a todos. Desde entonces Rocío y Sonia son BFF.

Todas las personas tenemos la misma dignidad y los mismos derechos y deberes, “somos iguales”.

Myriam Matilla Olivera

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Centro de acogida

Había una vez un inmigrante que vino a España. No tenía nada, ni casa, ni dinero... Siguió caminando por las calles de León y vio un cartel que ponía CENTRO DE ACOGIDA fue hasta allí y llamó al timbre, le abrieron la puerta y dijo: hola, soy un inmigrante vengo de África y no tengo casa ni dinero ni comida, quería que me acogierais aquí. La responsable dijo que sí. En el centro de acogida conoció a un inmigrante que venía de Asia, y dijo que se llevaba dos meses aquí y pregunto Nelson ¿Qué hacía allí? Tomas dijo: aquí se hacen muchas cosas, por ejemplo poner la mesa, fregar los platos... Nelson dijo a Tomás que si se podía salir a dar un paseo. Tomas dijo que si. Nelson salió a dar un paseo, en una farola vio un cartel que ponía: necesito dos empleados para una granja de pollos, si le interesa llame al 69825014 o si no, en la calle Ancha portal 14 nº 1F. Nelson fue allí y dijo, vengo a ver si me puedes contratar, he visto un cartel de que buscaba trabajadores. Nelson pregunto ¿Dónde es? Lucas le respondió, es un pueblo que se llama Cabreros del río y la nave esta nada más entrar a mano izquierda.

Paula Álvarez López

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Dos súper amigos

Andrés y Martín eran dos amigos inseparables: comían juntos, jugaban a los videojuegos juntos. Hasta que un día el padre de Andrés encontró trabajo en Japón, y por eso se tienen que mudar a Japón y aprenderse sus costumbres. Andrés, triste, se puso a buscar información sobre las costumbres japonesas. Encontró una costumbre muy rara: sentarse en el suelo para comer, jugar... Andrés empezó a sentarse siempre en el suelo para acostumbrarse, pero cada día se iba acostumbrando mejor al duro suelo de las casas, pero lo peor era aprender a hablar y escribir japonés. Andrés y sus padres iban dos horas diarias a clases particulares de japonés. Cada día al llegar a casa, Andrés tachaba un día del calendario para que se le hiciera más grande la convivencia en España. Tras dos meses, llegó el día de ir a Japón, Andrés y sus padres están en el aeropuerto esperando, pero el teléfono del padre de Andrés suena, es el jefe que no tiene que ir a Japón. Andrés muy contento llama a su amigo Martín y le cuenta la noticia.

Ismael Fernández Fernández

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Yahnete

Una niña llamada Yahnete me dijo que era de África. Yo le pregunté por qué se había ido de África y me dijo:

- Los que vienen y los que regresan.

Yo no lo entendí pero me lo explicó. Me dijo que había estado en muchas culturas diferentes y la pregunté:

- ¿Me explicas algunas tradiciones de Japón?

Me dijo que sí, algunas de ellas eran: comer sentado en el suelo, llevar kimono o yukata, tener un jardín de claveles, la lucha de sumo...

También me contó algunas de las normas de convivencia de Japón: son normas muy estrictas, pero si alguien no las cumple tiene que irse de Japón. Yahnete me dijo que ella había elegido España porque se come muy bien, y porque España no estaba tan afectada por el Ébola como en África.

Ana Holgado Fernández

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El salvador de los animales

Juan tuvo que ir a la selva para hacer una investigación sobre la vida de los avestruces, los tigres, los leones..., para hacerlo tuvo que hacer que lo aceptaran.

Juan tuvo que adaptarse al entorno, buscar comida, hacerse una casa y mucho más.

También aprendió a hablar con ellos.

Al cabo de 3 meses, se llevaba muy bien con los animales. Les daba de comer, les curaba las heridas que se hacían... Les quería tanto que un día andaban unos cuantos cazadores, estaban por todas partes y refugió a todos los animales en su cabaña; que era muy grande.

Tras días de caza, los cazadores se cansaron y se fueron. Los animales le resultaron agradecidos, y felices, se fueron a comer. Juan al ver lo que pasó, pensó un poco, y decidió quedarse para siempre. Y los animales y Juan fueron siempre felices.

Raúl Castizo Villazala

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La historia de Mali

Un chico que se llamaba Malí que vivía en Somalía, y un día se tuvo que ir porque sus padres estaban hartos de la pobreza, y se fueron a un país con más posibilidades de encontrar un trabajo se fueron a Dubái, que está en Asia. Allí sus padres buscaron trabajo y a él le buscaron un buen colegio. Mali pensaba que la gente no le aceptaría por venir de un país pobre, pero no fue así, sus compañeros le trataban igual que a todo el mundo, mientras pensaba en la cama en lo tonto que había sido al pensar que la gente no le querría, luego pensó en su país, lo echaba de menos, pero él sabía que estaba mejor allí. Al día siguiente se levantó muy feliz, desayunó y se fue a clase, allí estudió y también jugó con sus amigos. Cuando llegó a su casa, su madre le dio una muy buena noticia, la habían ascendido ahora cobrarían aún más. A Mali casi se le caen las lágrimas de felicidad, ahora vivirían aun mejor. Para celebrarlo se fueron él y sus padres a cenar a un restaurante de lujo, la comida estaba riquísima. Después de unos meses decidieron ir a visitar a sus familiares que se habían tenido que quedar allí, les dieron unos pequeños regalos que les habían comprado. Se quedaron allí una semana, y luego volvieron a su ciudad, Malí era la persona más feliz del mundo.

Joel Sánchez Presa

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La unión

Era un centro para adoptar niños de todo el mundo. Había tres niños uno chino, uno tailandés y otro africano. Los tres eran amigos inseparables. Cuando pedían jugar a los niños, les decían que no, o ni les contestaban. Un día los niños hartos de estar siempre solos idearon un plan para vengarse. Por la noche iban a grapar a los otros en la cama y les iban aponer bichos por encima. Al día siguiente cuando se despertaron, estaban rodeados por los profesores y las cuidadoras. Les habían pillado. Les llevaron al despacho del director y les dijo que si volvía a ocurrir algo de ese tipo tomaría medidas. Los niños muy arrepentidos fueron a pedirles perdón. Los otros niños no les perdonaban hasta que se dieron cuenta de que ellos también habían tratado así.

Ángel Cissé García

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Salvando vidas

Había una vez una joven mujer que se llamaba Natalia, era muy generosa y honrada. Una vez estaba en su casa, por la mañana temprano, recibe una llamada de teléfono, era su compañero de trabajo, Natalia era enfermera voluntaria en una ONG. Su vida era una emigración constante, llena de viajes y conviviendo con toda clase de gente.

Su compañero le dijo que tenía que coger un vuelo a SIRIA, necesitaban con urgencia médicos, enfermeras... Una vez allí, la situación era desesperante, los bombardeos eran constantes, todos los días había mucha más gente hospitalizada..., Natalia y su equipo tenían escasez de medicinas, pero, poco a poco la situación se fue tranquilizando. Pasado un tiempo Natalia y su equipo regresaron (inmigración) otra vez a España donde también vivieron situaciones límite.

Una vida de inmigración y emigración y convivencia con los más necesitados.

Andrea García Olego

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Intercambio de país

Érase una vez un colegio en el que hacían intercambio de alumnos a otro país. El alumno elegido se iría a Estados Unidos.

El chico que iba a disfrutar del viaje se llamaba lgor, era una persona que juzgaba a los demás sin conocerlos. Siempre que alguien le parecía diferente a él, le insultaba cruelmente.

Al llegar a New York le dejaron con sus cuidadores, Luis, Caren y su hijo Margan. lgor se fue con ellos, pero por el camino empezó a insultarlos porque pensaba que eran diferentes a él.

Cuando llegaron a casa nadie le atendió porque se habían enfadado todos.lgor estaba triste, no tenía que haberles insultado, así que a la hora de cenar pensó en pedirles perdón.

Cuando pusieron los platos lgor se quiso disculpar, pero no pudo porque ellos seguían enfadados y tuvo miedo a hablar. lgor se calló y no dijo ni una palabra.

Al día siguiente dieron un paseo por el parque, pasaron junto a la fuente. De repente Margan se resbaló, iba a caerse en la fuente. Entonces lgor lo agarró y lo puso en pie justo a tiempo. Después, lgor les pidió perdón por haberles insultado y ellos le dieron las gracias por haber ayudado a Margan.

Gracias a esa acción, lgor aprendió una lección sobre no juzgar a la gente que es diferente y que lo importante es el respeto.

Mario López Barazón

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El viaje de Nerea

Esta historia sucedió en Barcelona. A la escuela de Nerea llegó Sonia, una chica rusa. Al principio Nerea odiaba a Sonia, siempre la dejaba de lado y no la dejaba jugar con ella. Ella creía que no se molestaba en entender nada, pero no era así, porque Sonia iba todos los días a clases de español.

Pero un día trasladaron a los padres de Nerea a Francia. Y entonces entendió a Sonia; todos se reían de ella porque no sabía francés. Pero su estancia allí fue corta. Cuando volvió, lo primero que hizo fue pedir perdón a Sonia.

Y desde entonces siempre están juntas.

Lucía Peláez Fernández

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El nuevo amigo de Raúl

Como todos los días, después de hacer los deberes, Raúl baja al parque a jugar al fútbol con sus amigos. Raúl es un niño de once años al que le gustan mucho los deportes, en especial el fútbol.

Un día, se encuentra con un niño que está llorando en una esquina del parque porque no le dejan jugar al fútbol. Los amigos de Raúl dicen que sólo habla francés y que no le entienden. Raúl se acerca a él y, como sabe un poco de francés que ha aprendido en el colegio, le pregunta su nombre. El niño dice que se llama Didier. Raúl le pregunta qué tiene en la mano y Didier se lo enseña. ¡Son cromos de la liga francesa! Raúl, entusiasmado, corre a su casa y baja su taco de cromos de la liga española. Se sienta al lado de Didier y se los enseña. Didier sonríe y se intercambian los cromos. Raúl le enseña a pronunciar los nombres de los equipos y jugadores españoles, y Didier hace lo mismo, pero en francés. Cuando llega la hora de ir para casa, los padres de Raúl se encuentran con los padres de Didier. Los niños les cuentan la tarde tan divertida que han pasado. Raúl pide a sus padres que le dejen invitar a Didier al partido de fútbol del fin de semana. Los padres de Didier aceptan y quedan en verse en el campo de fútbol a la hora del partido.

Desde entonces, Didier y Raúl son los mejores amigos, y las dos familias se reúnen todos los fines de semana para ver algún partido, merendar o ir al cine.

Pablo Mencía Picón

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Alumno nuevo, amigos nuevos

Érase una vez, un niño llegado de Brasil. Su nombre era Joao y había venido porque su padre había encontrado trabajo en España. Era 11 de septiembre, el primer día de colegio.

Joao se pasó el recreo en una esquina solo y muy triste, entonces, se le acercaron José y Luis, dos niños de su edad. Charlaron un rato y se pusieron a jugar juntos. Joao era el mejor en fútbol y muy inteligente. Se hicieron los tres grandes amigos. Iban al parque todos los días, pero un día, Luis se enfado porque no jugaban a lo que él quería y se fue. Con el tiempo, dejaron de ser amigos y les cambiaron de clase. Joao hizo nuevos amigos. Pasó el tiempo y ya estaban en sexto cuando un día se pusieron a jugar sin reconocerse. Cuando se dijeron los nombres, se dieron cuenta de que un día fueron buenos amigos y sin decir nada, se dieron un abrazo ese día, lo pasaron en grande.

Acabó el curso y los tres fueron al mismo instituto. Allí conocieron a tres niños más, e hicieron una gran pandilla, que iban siempre juntos. Así es como un niño de otro país, sin conocer a nadie hizo grandes amigos.

FIN

Iker Pellitero Fernández

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Ayudar es importante

Un día de otoño, los padres de Sandra fueron a el parque con ella. Sandra había quedado con una amiga, pero ese día no fue porque tenía muchos deberes y hacía bastante frío. Sandra se acercó a unas niñas de África que estaban jugando a la pelota. La muchacha les preguntó que si podía jugar con ellas a la pelota. Una de ellas la dijo que sí, pero la otra se quedó muda. Les preguntó que como se llamaban y le respondieron. Una de ellas se llamaba Cloe. Pero la otra muchacha no respondió porque tenía un poco de miedo. Le quitaron el miedo, y se llamaba Aba. Estuvieron jugando mucho rato. Se lo pasaron muy bien. Después se fueron las tres juntas al Centro Comercial. Hicieron varias compras y se fueron a un bar a tomar un butano. Se dieron los teléfonos. Sandra las preguntó que si querían quedar mañana. La dijeron que sí. Vinieron los padres de Cloe y de Aba para recogerlas e ir a su casa a cenar. Las niñas les preguntaron a sus padres si Sandra podía ir a su casa a jugar y a dormir. Al final Sandra fue a dormir y se lo pasaron genial. Se hicieron buenas amigas.

FIN

María Arias Soutullo

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UNA VIDA MEJOR

Hace unos años a mi pueblo llegó una familia de Perú formada por dos niñas y sus padres, vinieron buscando unas mejores condiciones de vida. El padre trabaja como agricultor y la madre cuida a personas enfermas. Son unos vecinos más del pueblo. Mi familia les invitó un día a nuestra casa a merendar. Comimos embutido, tortilla de patata, croquetas caseras... Lo pasamos muy bien y ellos quedaron en invitarnos a probar comida de su país otro día. Soy amiga de las dos niñas, pero con la que mejor me llevo es con Zaida, la mayor. Me ha enseñado juegos a los que jugaba en Perú y yo le he correspondido jugando con ella a todos los que conozco. He aprendido muchas cosas de su país. La comida, los juegos, sus costumbres... No son tan diferentes a las nuestras. Son gente tranquila y amable. Nosotros los españoles somos más inquietos. Otra cosa que me llama la atención es su acento. Es gracioso y hace que suenen suaves sus palabras. Nos han comentado que tenemos mucha suerte de vivir en un país con colegios para todos los niños y niñas, con hospitales... Ya que en Perú eso no está al alcance de todos. Creo que se sienten muy cómodos aquí porque en el pueblo han sido muy bien tratados como ellos necesitaban. Han vuelto a su país este verano para ver a sus familiares y amigos que tenían antes de vivir aquí. Cuando volvieron estaban un poco tristes porque añoraban a los suyos. Pero creo que comprenden que su vida está aquí dónde mis amigas tienen mejores oportunidades para estudiar. Bueno, yo estoy aprendiendo mucho de su forma de vida y su cultura. Quiero seguir siendo amiga de ellos toda la vida.

Lucía Terán Carrera

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Mis amigos musulmanes

Una tarde en el parque estuve yo solo y unos niños musulmanes, y les dije si podía jugar yo también. Dijeron que si, al principio creía que no me lo pasaría bien, al cabo de un tiempo comencé a disfrutar con esos niños, al cabo de un rato ellos también se estaban divirtiendo.

Al cabo de un rato vinieron sus primos Alejandro y Brian, ellos también quisieron jugar el partido de baloncesto. Nos lo estábamos pasando bastante bien porque eran unos niños bastante majos, además eran bastante buenos jugando. Luego tuvieron que marcharse sus primos.

Me quede con Samuel y Javier, los dos hermanos eran unos niños que respetaban a los demás, fueran de la religión que fueran.

Los otros niños tuvieron que ir a su pueblo: Castellanos de Cea, los otros niños y yo seguimos jugando íbamos 12-7, luego me tuve que marchar a cenar. Al irme nos dimos los teléfonos y quedarnos en llamarnos.

Al cabo de un día volvimos a quedar, pero su hermano se hizo daño jugando. Así que le tuvieron que llevar al médico, se curó al cabo de una semana. Luego pudo volver a jugar, “que Alegría”.

Javier la pudo volver a jugar, así que para celebrarlo compramos gusanitos. Cuando los comimos nos fuimos a continuar jugando. Cuando llegamos ahí estaban sus primos, les contamos las aventuras que pasamos juntos, y se rieron un montón hasta que nos tuvimos que despedir.

Adolfo Gil López

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La amistad

El otro día vi que una familia de Colombianos le preguntaba a una familia de españoles que por dónde se iba a Guzmán el Bueno. Yo seguí paseando.

Media hora después mi padre iba a tomar un café y yo fui con el... ¡qué coincidencia! Los colombianos estaban allí reunidos con el resto de los familiares que habían venido de su país para poder verse todos, pues hacia muchísimos años no se habían visto.

Me llamó la atención la alegría que tenían ¡No paraban de abrazarse!

Estaban todos muy contentos.

Me imagino que después de estar tanto tiempo separados, por causa del trabajo lo pasarían muy bien todos juntos. No me gustaría pasar tanto tiempo lejos de mi familia.

Iván Martínez Fernández

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Mis vecinos marroquíes

Una tarde vine del colegio y mis padres me dijeron que teníamos vecinos nuevos, y que además tenían dos hijos, así que me alegré porque en mi piso nunca había habido niños ni niñas, así que creí que podía tener dos amigos nuevos. Esa misma tarde fui al piso donde vivían, y les propuse que si querían venir a jugar conmigo. Ellos me dijeron que vale, así que fuimos a un parque que había cerca de mi casa y allí en el parque, me dijeron sus padres que si podíamos ir dando un paseo mi hermano y yo con mis padres, así que fuimos a dar un paseo por el barrio y se lo fuimos enseñando. Al acabar de enseñárselo nos hicimos muy buenos amigos, nos invitaron a tomar un café, y nosotros dijimos que si mientras lo tomamos, íbamos charlando de cómo era su país, las esculturas que tenía el nuestro...

Al día siguiente mi hermano y yo después de hacer los deberes fuimos a llamarlos, y nos dijeron que no habían acabado los deberes porque no estaban acostumbrados a este idioma. En ese momento sus padres me dijeron que pasáramos y que les ayudáramos a hacerlos. Nosotros les ayudamos, al acabar de ayudarlos sus padres y ellos nos dieron las gracias. Después nos fuimos al parque, nos pasamos jugando hasta las 6.30 y ya luego fuimos todos para nuestras casas, pero antes me dijeron sus padres, que si los días que viniera a buscarlos no habían acabado los deberes, que si les podía ayudar, y eso hemos hecho todos los días.

Omar Fernández Tascón

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Mi nuevo amigo, en el pueblo

Un día en verano, cuando llegué a mi pueblo, salí a la calle a jugar con mis amigos, pero no había nadie y mi hermano me dijo que un amigo suyo le había dicho que había llegado al pueblo un niño nuevo, que se llamaba Jaime y que podíamos jugar con él, porque había llegado esta tarde y todavía estaba allí; fuimos a buscarle, su padre nos dijo que podíamos jugar un poco, así que fuimos al nuevo parque a jugar. En el parque había muchas cosas nuevas; un balancín, un rocódromo de escalada, un nuevo tobogán...

No sabíamos por dónde empezar; primero fuimos al tobogán, después al rocódromo y por último al balancín, nos lo pasamos genial. Después, nos fuimos al estanque a bañarnos, mientras estábamos bañándonos Jaime se hizo daño en el tobillo y le llevamos a su casa, y por el camino se nos puso delante un perro y nos cortó el paso, como su casa estaba al final del pueblo, tuvimos que dar la vuelta al pueblo entero y cuando llegamos a su casa, su padre nos dio las gracias, nos invitó a pasar a su casa y su madre nos hizo unas galletas por ayudar a su hijo.

Al día siguiente, fuimos a ver como estaba y nos dijo que mejor, pero que todavía le dolía un poco y nos pasamos un rato con el jugando a Mario Car. Al día siguiente, se había recuperado y volvimos al parque a jugar, nos lo pasamos tan bien que se nos pasó hasta la hora que nos habían dejado, y al volver, a su padre no le importó y nos hicimos buenos amigos.

Alexis Fernández Tascón

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Mis vecinos

Mis vecinos son americanos. Cuando se mudaron no se hablaban con nadie ni conocían a nadie. Un día, mi familia les invitó a tomar un café. Teníamos bizcocho, ellos dijeron que sabían hacer pastas.

Al final, preparamos una gran merienda que nos encantó a todos. También tenían hijos de nuestra misma edad con los que mi hermana y yo nos pusimos a jugar. Jugamos a juegos de mesa, nos disfrazamos y vimos una película que nos encantó. Ellos nos enseñaron a jugar un poco al rugby y nosotros les enseñamos a jugar al fútbol. En resumen, nos lo pasamos “pipa”. Mi hermana y yo nos lo pasamos tan bien aquel día que decidimos repetirlo, pero esta vez con más amigos para que conocieran a más niños. Al cabo de una semana nos habíamos hecho muy amigos. Después de unos meses ya tenían muchos amigos con los que jugar. Nuestros padres también se llevan muy bien y con frecuencia nos juntamos para pasar una tarde entretenida.

En algunas ocasiones no entiendo lo que quieren decir, pero como son mis amigos intento comprenderlos y aprender su lengua y su cultura, que es bastante diferente a la nuestra.

Raúl Franco

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Nunca estarás sola

Hoy, día 9 de septiembre, comienzan las clases. Este año me ha tocado con los mismos compañeros del año pasado; bueno, tenemos entre nosotros a una niña nueva que se llama Salma. Esta niña viene de Marruecos. Todos estábamos muy contentos con el nuevo curso y de volver a vernos después de las vacaciones.

Las clases han transcurrido sin agobios ya que es el primer día y, más bien, nos hemos presentado a los profesores. Llegó la hora del recreo, ¡todos al patio! El reencuentro con nuestros compañeros, reviviendo las anécdotas surgidas durante el verano y cada uno con sus amigos, pero al volver la vista vi a Salma, sola asustada en un rincón, observando a todos los niños cómo jugaban unos con otros. Al verla me dio mucha pena y me acerqué hasta ella y le pregunté si estaba bien. Ella apenas contestó. Me presenté y le dije que viniera conmigo para jugar y que me contara cosas suyas, de dónde venía y cómo eran sus costumbres.

Le costó mucho, pero finalmente empezó a hablar conmigo. A partir de ese momento, siempre jugamos juntas y nos hemos hecho muy buenas amigas.

Lucía Duarte González

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Mi nueva vida

La vida fuera de mi país de origen no es perfecta pero es mucho mejor. Aquí, en este país al que he venido voy al colegio, tengo amigos, tengo una casa y una familia. Al país que me ido por adopción es España y estoy muy contenta.

Aquí voy a empezar una nueva vida. Ay, perdón me llamo Yana. Hoy es mi primer día de clase, ya tengo todos los libros, vamos que tengo todo el material escolar. Espero tener muchos amigos. Me voy a esforzar mucho por tener un buen futuro y aprender bien el idioma. Ya llevo aquí tres meses y tengo muchos amigos. El otro día una amiga mía se cayó del pupitre y toda la clase se empezó a reír y yo la ayude a levantarse, fue una anécdota muy graciosa.

Aquí estoy aprendiendo muchas cosas nuevas e interesantes. En mi clase yo noto que me aceptan tal y como soy, como estoy en quinto doy ciudadanía, y lo más importante son los derechos humanos, y creo que es lo que están haciendo conmigo. De mayor me gustaría ser profesora o militar, sé que no se parecen en nada pero las dos cosas me gustan mucho. Espero pasar de curso fácilmente y aprender mucho.

Marina Blanco García

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La historia de Samuel

Cloe estaba embarazada cuando decidió venir a España junto con su marido. Era un poco arriesgado pero merecía la pena, en su aldea no había trabajo ni casi alimentos, porque vivían en el desierto y ella no quería que su hijo viviera allí.

Llegaron a León después de muchos meses de viaje y Cloe dio a luz a un niño muy sano en el hospital. Le pondrían de nombre Samuel. Su marido empezó a trabajar de carnicero y vivían en un piso pequeño pero acogedor.

Samuel creció y con 3 años empezó a ir a la escuela. Aprendió a hablar español con sus amigos del colegio y le gustaban las matemáticas. Sacaba muy buenas notas y se lo pasaba muy bien. Pasaron los años y Samuel fue al instituto y después a la Universidad. ¡Quería transformarse en un buen médico!

Con mucho esfuerzo lo logró, decidió ir a su país para ayudar a los necesitados y montó un hospital infantil para que los niños de su aldea pudieran curarse de muchas enfermedades. Allí conoció a una enfermera con la que se casó y tuvieron dos hijos.

Gracias a sus padres pudo estudiar, tener una carrera como médico, casarse, formar una familia y ser feliz.

Lucía Pérez Martínez

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

El banco de la amistad

La primera vez que la vi, fue sentada en un banco del parque, estaba sola. Ella era de otro país, se notaba por sus vestimentas y su color de piel. Yo estaba con mis amigas y fui la única que noté que no paraba de mirarnos, no sabía porque nos miraba. ¿Sería algo bueno o malo? Después de unos días la volví a ver en el mismo banco, mis amigas se dieron cuenta de que nos miraba, creían que era por desprecio, por lo que empezaron a criticarla y a meterse con ella. Me preguntaron qué pensaba sobre ella, no sabía que responder, porque no la conocía y no sabía cómo era, y puse una excusa diciendo que me tenía que ir. Al día siguiente llegué una hora antes al parque y ella estaba allí en aquel banco en el que siempre se sentaba, no estaba muy segura pero me atreví a sentarme en su mismo banco. Al principio, fueron unos minutos un poco incomodas, pero luego ya nos empezamos a hablar y se liaba un poco con el español pero la entendía. Me pareció una chica muy simpática y yo me preguntaba como mis amigas podían juzgar a una persona sin saber cómo es. Cuando llegaron mis amigas le dije que me tenía que ir un momento, me dijo que no pasaba nada. Les dije a mis amigas que había hablado con ella y que era muy simpática que yo no entendía como la podían juzgar, se enfadaron conmigo, pero me daba igual tenía la oportunidad de conocer a otra persona. Después de un tiempo ella se convirtió en mi mejor amiga.

Miriam Díez Aguado

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Eva en Nueva York

Había una vez una niña española llamada Eva, que su familia tenía que mudarse a Nueva York. Ella no quería dejar a sus amigos, pero volvería cuando empezaran las vacaciones.

Cuando llegó, todo para ella era impresionante. Entró en el colegio y el primer día no se lo pasó nada bien, pero al día siguiente una niña muy tímida la saludó y se hicieron amigas. Ella no entendía muy bien el inglés, así que estuvo leyendo y aprendiendo todo le pudo para poder defenderse mejor en su nueva ciudad, y con la ayuda de su nueva amiga todo resultaba más fácil. Los demás no le hacían caso y siempre susurraban cuando pasaba, aunque a Eva ya no le importaba y se lo pasaba en grande con su amiga. Llegó al colegio un niño de la India, se juntaron los tres y se hicieron amigos. Iban a la biblioteca, leían libros, se iban a dar un paseo y hacían trabajos. Ellos estaban muy contentos y pronto se les fueron añadiendo nuevos amigos y las burlas eran cada vez menores.

Consiguieron con su amistad vencer la injusticia de ser juzgados antes de conocerlos.

Raquel Fernández Carrizo

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

El día de excursión de fin de curso

Había una vez hace diez años, en un colegio de Sevilla, el treinta uno de mayo una excursión de fin de curso. Todos ya tenían pareja menos 2 chicos que no se llevaban precisamente bien. Uno era listo y tímido, mientras que el otro era fuerte, pero novato en los estudios. El chico tímido le pidió que fuese su pareja y él se negó. Diez minutos más tarde él pensó que su reputación quedaría arruinada si no iba con él, entonces aceptó. A ritmo que pasaba la excursión él tímido le iba contando cosas, pero él fuerte las ignoraba. En realidad cuando el listo no miraba él fuerte le hacía bromas sin que él se diese cuenta, pero a la hora de jugar, pasear, él iba con el tímido llamado Manuel. En la última parada para comer y jugar, él fuerte llamado Carlos, quería jugar con sus amigos pero no quería dejarle solo, entonces dijo, sí quieres yo jugaré un poco contigo y después un poco con mis otros amigos, y sino, pues juega con nosotros y Manuel contestó que sí. Esa excursión se lo pasaron genial ya eran verdaderos amigos.

Y desde entonces no han dejado de pasarlo bien. Durante los 2 años han reído, han jugado, y hasta a veces en el colegio han discutido. Pero siempre lo arreglaban. Ahora cada fin de semana quedan en casa de Manuel hasta dos horas, y siempre que alguien intenta enfadarles o hacer travesuras de mal gusto, ellos se defienden y ganan.

Adrían Manasés Rodríguez Barragán

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El pequeño pueblo migrante

Había una vez una aldea en la que vivían muchos enanos. En ella, trabajaban, vivían y prosperaban gracias a una planta muy especial que les daba energía para que sus cosechas fueran buenas, pero un día una magia negra hizo que la planta se secase.

Sin saber que hacer a uno de los enanos, llamado Félix, se le ocurrió consultar los antiguos libros de la biblioteca. Allí descubrió que en las altas montañas del Norte, existía otra planta similar que les permitiría seguir manteniendo sus costumbres y sus vidas.

Félix le contó su gran descubrimiento al consejo y decidieron que toda la aldea debía marchar hacia las montañas, y así lo hicieron.

En el largo viaje pasaron por bosques, atravesaron enormes lagos y conocieron a otros pueblos de enanos que les enseñaron nuevas formas de energía y de cultivo. Sin embargo, el pueblo de Félix necesitaba la fuerza que les daba aquella planta.

Por fin, después de mucho tiempo llegaron a su destino, encontraron la planta y con ello a un amable y generoso grupo de enanos que vivían de forma similar al pueblo de Félix.

Tuvieron que adaptarse porque allí hacía mucho más frío y las costumbres eran distintas a las que tenían, pero gracias a que los pueblos se ayudaron mutuamente ambos vivieron en paz y armonía.

Alejandro Millán Tulián

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

Mariana y su nueva vida

Mariana, es de la India, pero ha tenido que abandonar su país debido a motivos de desempleo, ahora; vive en la ciudad de Barcelona, en España va al colegio San José Obrero y, es su primer día allí está asustada pero en la puerta una niña le dice: -¿Tú eres la chica nueva? Ella que sabía un poco español respondió que sí con la cabeza entonces la chica respondió -Yo, me llamo Irene, ¿quieres que seamos amigas? - ¡Claro que sí! Respondió ella entusiasmada. Ahora eran muy amigas. También de sus otros compañeros. Hoy es su graduación, se va a la universidad, ya tiene dos premios de lectura y ha ganado varios concursos de lenguaje, su gran amiga Irene no puede evitar caer unas lágrimas de emoción y tristeza a la vez, cuando salen a la calle Mariana y Irene se dan un gran abrazo porque, saben que hay probabilidades de que no se vuelvan a ver, entonces Irene menciona una frase entre llantos que a Mariana no se la olvidará jamás: ¡Sabía que podrías!

Ana Riesco Herrero

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Mi nueva vida

Hoy vengo de Colombia a España pero estoy muy triste porque empiezo mi nueva vida, pero me toca ir a vivir con mi mama. Me crié con mis abuelos y mi tíos, etc. Les echo mucho de menos, pero también estoy contenta porque voy ha conocer a mi madre por primera vez. Pero lo bueno también es que voy a conocer cosas nuevas y voy a conocer niños nuevos. Pero eso si, no pienso olvidar a mis mejores amigas, porque las quiero mucho y las voy ha echar mucho de menos, y se que ellas también. Bueno, volviendo al tema, me lo paso muy bien y además mi madre me ha dicho que cada verano voy a ir a Colombia, y ahora que estoy en 6° y 5° he conocido nuevas creencias, como las argelinas que no comen carne de cerdo, igual que los árabes, y también hay una brasileña y se llama Rityelly, y la argelina se llama Naima, y la árabe se llama Mariba. Y me gusta estar aquí, pero hay veces que me pongo a llorar porque siento que estoy sola, y no tengo mi familia cerca, y me deprime muchísimo, pero es lo que toca. Además así lo eligió el destino y Jesús bueno, y aquí acaba mi historia y estoy muy feliz, como lo eligió el destino y Jesús.

Luz Adrián Molina Fajardo

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El migrante

En un país muy lejano, donde casi no llovía y había poca comida, vivía un hombre llamado Kenai, como todos los que vivían en ese país estaban pasando necesidades. Él tenía una familia a la que mantener, tenía tres niñas muy pequeñas que no podían ir a la escuela por que estaba muy lejos. Un día Kenai fue a la playa a pescar, de repente oyó al capitán de un barco decir que iban a zarpar en quince minutos, rápidamente fue a buscar a su familia y se montaron en el barco y se escondieron. Tras varios días de viaje llegaron a su destino. Al llegar a tierra, la gente les miraba con cara extraña, no eran igual que ellos. Escuchaban a la gente hablar sobre un hombre enfermo. Él enseguida se preocupó y le intentó ayudar, pero nadie quería su ayuda por ser diferente. A él no le importó lo que pensaran de él. Consiguió ayudarlo con remedios caseros, desde entonces en este país mira a la gente migrante con otra perspectiva diferente a la de antes.

Yanire Sierra Fernández

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Dos hermanas, dos amigas

Había una vez una niña en un orfanato de África que soñaba con que la adoptaran. Esta niña se llamaba Bimba. Unos señores de Madrid tenían una hija que se llamaba Alba, ella era muy generosa y alegre y soñaba con tener una hermana.

Los padres de Alba viajaron al orfanato de África y vieron a una niña, Bimba. Ella les miró con los ojos llorosos, la señalaron y la eligieron. Le informaron de aquella buena noticia. Cuando volvieron a Madrid Alba le tenía hecho un regalo: un cuadro que hizo en el colegio para ella, que ponía TE QUIERO TAL COMO ERES, junto con un dibujo de dos niñas abrazándose.

Entonces le dijo Bimba a Alba ¿Somos amigas o hermanas? Alba le respondió: las dos cosas, y se abrazaron. Después Alba llamo a sus amigas: Alicia y Sandra; las llamó para decirles que si querían ir a conocer a su nueva hermana. Ellas dijeron que sí y fueron a su casa. Bimba les contaba que hacían en su país Alicia y Sandra cada poco se sorprendían: hacían la comida y caminaban mucho para coger agua.

Por la noche Bimba hizo la cena y todos dijeron que estaba buenísima, y se fueron a dormir todos. Bimba estaba muy feliz de haber cumplido su sueño.

Alejandra Sanz García

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La diversidad

Había una vez un niño llamado Pedro que cuando empezó el colegio no paraba de meterse con unos niños de otras nacionalidades: Niung de China, Catty de Rusia y Jemez de Afganistán. Pedro se pasaba el día insultándolos y despreciándolos. Hasta que un día los padres de Pedro le dijeron que por motivos de trabajo tenían que irse a Inglaterra toda la familia y al principio se puso muy feliz. Pero cuando llegó a Inglaterra cambió de opinión porque no entendía el idioma, no conocía las costumbres, no tenía a sus abuelos y lo peor de todo para él era que no tenía ningún amigo con quien jugar y Pedro se sentía muy triste. Un día en el colegio se pusieron unos niños a insultarle y no le dejaron jugar y, se dio cuenta de que a él le hacían lo mismo, que él había hecho a sus antiguos compañeros de clase. Y se sintió muy mal. Unos meses más tarde Pedro volvió a su país y a su antiguo colegio y lo primero que hizo fue pedir perdón a Niung, Catty y Jemez por lo que les había hecho, y se hicieron muy bueno amigos. Al cabo de un tiempo un día vio que un niño insultaba a sus amigos extranjeros y Pedro le dijo: “Si supieras lo que han sufrido para estar en este país, seguro que no te meterías con ellos, y además cualquiera de nosotros podemos por diferentes motivos, tener que vivir en otro país, y lo más importante, es la persona y no su nacionalidad ni su color de piel”.

José Carlos Rodríguez Martínez

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La historia de Mara

Esta historia trata de una niña de Siria que se llama Mara y se va a vivir a España. Se tiene que ir por que hay una guerra muy grande. Para llegar a España tiene que atravesar todo el Mediterráneo y dejar dos hermanos muertos. Pero llega a España sana con su padre, madre, hermano mayor, hermano pequeño y su tía. Cuando llegó todos los niños del colegio la recibieron muy bien. Cuando pasó un año ya sacaba buenas notas, tenía muchos amigo. Su familia quería tener pueblo. Se construyeron una casa cerca de Madrid y se adaptó muy igual que toda su familia. Sus padres encontraron trabajo. Su padre en una gasolinera y su madre de cuidadora. Se tenía que quedar cuidando de su hermano pequeño. Al fin le daba igual ser inmigrante, se consideraba Española. También es emigrante.

Carlos García Álvarez

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Un sueño cumplido

Había una vez una niña llamada Shira, tenía una hermana pequeña que se llamaba Zoevy, su padre y su madre, Shira y su familia se tuvieron que ir a vivir a España por que en su país había una gran guerra.

Ella se fue a un colegio de León, donde no conocía a nadie, y no hablaban su misma lengua. La profesora Patri era muy buena con ella. En los recreos estaba sola, sin nadie que le hiciera compañía.

A la semana siguiente, en el recreo, una niña de su misma clase se le acercó, la empezó a hablar y a enseñar español. Se hicieron grandes amigas, estaban juntas en todos los recreos.

Lo compartían todo, merienda, problemas, alegrías, tristezas, pero al final siempre encontraban algo que les hacía arrancar una sonrisa.

Su amistad fue creciendo día a día, de tal manera que lograron ser grandes amigas y confidentes. Carla, su amiga, se lo contó a sus padres, lo maja que era, lo que la enseñaba de su cultura, ropa típica y un montón de cosas más. Sus padres estaban orgullosos porque a ella le había pasado algo parecido. Carla vivía en Zamora feliz, pero por motivos de trabajo se tuvieron que mudar a León, y eso suponía cambiar de colegio. Ella estaba sola en el recreo, hasta que apareció Shira.

Ahora son grandes amigas y ya no se burla nadie de ellas, eso si que es una gran amistad.

Norma Quero de Dios

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

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Colegio Leonés

“San Isidoro”

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El destino de fatiha

Fatiha tenía 11 años, tenía problemas de corazón y estaba en el colegio cuando el padre Miguel (misionero de la orden de San Isidoro) le dijo que sus padres y sus dos hermanas acababan de morir. El autobús en el que viajaban había saltado por los aires, un hombre llevaba una mochila que era una bomba y explotó en pleno centro de Damasco, justo cuando el autobús en el que iban sus padres pasaba.

Fatiha se quedó sola, enferma y sin nadie que se ocupase de ella. El padre Miguel la trajo a León donde una familia de acogida la iba a tener un tiempo, hasta que le pusieran un corazón nuevo.

Ella tenía miedo porque aquí la gente vive de manera distinta a su país. Cuando llegó, lo primero que hizo fue ir al colegio Leonés, que era el más cercano a la casa de su familia de acogida.

Allí se encontró con niños que, como ella, provenían de otros países como China, India... Enseguida se dio cuenta de que todos eran muy felices y pensó que a ella también le gustaría ser tan feliz como ellos.

A Fatiha le hicieron un trasplante de corazón, nunca se separó de su familia de acogida y hoy es profesora en el COLEGIO LEONÉS.

Cuando se acuerda de su pasado siempre piensa:

¡TODOS PODEMOS SER FELICES CON AYUDA DE LOS DEMÁS!

Ainhoa Iglesias Méndez

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Sin mayores diferencias

Al llegar al parque, vi que estaba jugando en el tobogán una niña que no conocía. Estaba sola. Me acerqué a la escalera del tobogán, subí despacio y, cuando comprobé que me estaba mirando con sus enormes ojos azules, me tiré cabeza abajo para llamar su atención. Ella sonrió, subió corriendo y se tiró como yo.

-¿Cómo te llamas?- Le pregunté.

- Rita Yasinosequé – me contestó muy despacio.

Hablaba un idioma raro, pero con algunas palabras, gestos y movimientos de la cabeza acordamos volver al día siguiente. Después de una semana jugando juntas, Rita había mejorado mucho el español. Yo, aunque no entendía nada de lo que me decía cuando se le “iba la olla” y se expresaba solo en su idioma, me sentía fenomenal con ella. Me enseñaba sus juegos favoritos y yo los míos. Para mí, estar con ella cada tarde, ¡era una experiencia fantástica!

Sin embargo me encontraba totalmente perdida cuando me contaba cosas de su vida que yo no comprendía: Rita no conocía a Violeta ni Europa Fm, en su casa no había televisión ni Internet ni coche, y nunca había salido de su pueblo hasta que su familia vino a León para buscar trabajo. Una tarde me enseñó un mapa y me dijo que su pueblo estaba en Rusia, al oeste, muy cerca de la frontera con Ucrania.

Pasamos un feliz verano en el parque y montando a caballo. ¡A las dos nos encantan los animales! La verdad, aunque inmigrante, Rita Yasinosequé y yo somos ahora dos niñas más, amigas y sin mayores diferencias.

Sonia Robles Martínez

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El largo viaje de Isaac

En Alemania vivía un niño de 11 años llamado Isaac. Sus padres habían encontrado trabajo en una ciudad de Rusia, San Petersburgo. A Isaac le pareció una mala idea irse y se negaba a despedirse de sus amigos y familiares. Insistió mucho en quedarse, pero sus padres no cambiaron de decisión.

La familia se instaló en San Petesburgo. Después de varios años en Rusia, Isaac no había conseguido olvidar Alemania. ¡Tanta morriña tenía!, que se le ocurrió la idea de mentir a sus padres. Les dijo que iba a pasar unos días con un compañero del colegio, pero lo que había planeado era regresar a Alemania.

No se atrevió a pedir a extraños que lo llevaran hasta su país, así que emprendió el viaje solo y a pie. Tardó dos años en llegar desde san Petesburgo hasta la frontera de Bielorrusia y otros dos años en llegar a Polonia. En Polonia, hambriento y cansado de caminar, llamó a la puerta de una casa. Le abrió un joven chino llamado Chinlú. Isaac le explicó su situación y Chinlú lo invitó a pasar, le dio ropa limpia y le ofreció comida típica china. Mientras Isaac comía, Chinlú le habló de las costumbres y tradiciones de China. Congeniaban bien, pero Isaac tenía seguir su camino.

Chinlú convenció a sus padres para que le dejaran acompañar a Isaac en su viaje, así Isaac no estaría solo y él conocería otra cultura.

Juntos emprendieron el viaje.

Álvaro Sexmilo García

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

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Colegio Carmelitas

“Sagrado Corazón”

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La Navidad con Jolli

Érase una vez una niña muy risueña, simpática y guapa que quería perseguir el gran sueño de ser aventurera y viajar por todo el mundo. Un día Jolli se levantó de golpe y bajó por las escaleras como si le persiguiese una estampida de animales. Jolii entró a la cocina, cogió el bocadillo, le dio un beso a sus padres y se fue con la bicicleta. Jolli iba a la casa de su amiga Sandra porque Sandra la había llamado comentándole una estupenda idea. (Ding dong, ding dong), la madre de Sandra abrió la puerta y le dijo que Sandra estaba en su habitación esperándola. Sandra le contó que ayer vio en la calle un cartel que ponía : “Concurso para escribir un cuento”. La recompensa sería dar la vuelta al mundo y correr grandes aventuras.

Jolli se quedó con la boca abierta, y le preguntó a Sandra que si se podía hacer el cuento en parejas, Sandra le dijo que sí. Jolli saltó de alegría y propuso que lo podían hacer juntas. Sandra dijo es una extraordinaria idea.

Al día siguiente Jolli y Sandra se pusieron manos a la obra. Tic- tac, tic tac, se oía el reloj, y Jolli ya se cansaba de escribir, y le dijo a Sandra que si podíamos descansar un poco, y Sandra dijo que le parecía una idea estupenda. Pasaron tres horas y terminaron el cuento. Cogieron las bicicletas y se fueron a presentar el cuento.

Pasaron dos semanas y le dieron el resultado. ¡¡Habían ganado!!

Cuando los padres se enteraron prepararon las maletas y se fueron a dar la vuelta al mundo. Tardaron más de un mes en regresar y lo importante es que se lo pasaron ¡genial!

Sara Fernández de la Fuente

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La niña trotamundos

Érase una vez una niña a la que le encantaba viajar, se llamaba Carolina Serman. Carolina pedía continuamente a sus padres viajar, pero ellos no la dejaban, siempre le decían que cuando fuese mayor. Ella se enfadaba mucho con su madre por este tema, y se iba todas las noches a leer cuentos de viajes y aventuras a su habitación. Un día, su madre le dijo que cuando tuviese dieciocho años podría viajar. Ella aún tenía once y se desesperaba con su madre. Pasó el tiempo y por fin cumplió dieciocho, pero seguía enfada con su madre. El día de su cumpleaños, la madre le dijo: - “vamos a darte tu regalo” y el regalo eran nada más y nada menos que ¡unos billetes de avión para la India!. Carolina se puso muy contenta.

Al poco tiempo, emprendieron el largo viaje, viajaron todo el día; llegaron muy cansados al hotel, descansaron y estuvieron allí unos días haciendo turismo y viendo la ciudad de Nueva Delhi. Cuando estaban allí, le dieron otra sorpresa, esta vez mucho mayor: - “vamos a adoptar a una niña para que sea tu hermana, se va a llamar Raquel y tiene once meses”. La adoptaron y se fueron a León, ya con su nueva hija y hermana.

Carolina ayudaba mucho a su madre con su hermanita. Y así continuó su vida, alegre y feliz ayudando a los demás. Desde aquel viaje, en cada cumpleaños, Carolina pedía como regalo un nuevo viaje, siempre a distintos lugares y ya ella sola con sus amigas. Llegó a conocer muchos países interesantes, por eso sus padres la llamaban trotamundos, pero ningún viaje fue tan especial e inolvidable como el de la India, puesto que fue el primero y allí conoció a su hermanita.

Nora Álvarez-Higuera Fuertes

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

Las aventuras de Christian

En un país de África vivía un niño llamado Christian. Su país estaba en guerra. Un día Christian encontró una barca de madera cerca de la playa, y decidió irse.

Rumbo a España descubrió que había un agujero en su barca. Se estaba yendo a pique y él no sabia nadar. Cuando ya lloraba porque veía su muerte, cayó al agua y dijo: “Adiós”. Cerró los ojos y... ¿cuál fue su sorpresa? Que ya estaba en la playa de Cádiz.

Tres años después, se enamoró de una mujer que se llamaba Elena. Tuvieron tres hijos, que se llamaron Pablo, Xavier y el más travieso, llamado Diego.

Sus hijos fueron creciendo hasta convertirse en mayores de edad. Pablo trabajaba en una fábrica de herramientas en Letonia. Xavier trabajaba en un aeropuerto como piloto en Alemania y Diego trabajaba en un museo muy importante de Francia.

Un día llegó un señor a la casa de Christian. Al verlo Christian exclamó: ¡Papá!

Sí, era su padre, que había tenido que escapar de su país en guerra.

Al día siguiente Christian preguntó a Hugo, su padre, acerca de dónde estaba su madre. Hugo, con tristeza, le contó que fue asesinada en la guerra y que por eso se había tenido que marchar.

Así pasaron los años y, los que una vez fueron pobres, llegaron a ser una familia feliz que pudo vivir mejor gracias al esfuerzo y trabajo de todos.

Diego Azcárraga García

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

Verde y azul

Erase una vez dos equipos muy rivales, que no pegaban ni con cola. El deporte era sobre fútbol. Jugaban en el aire, es decir, fútbol en el aire, como que podían volar. Max era el entrenador de fútbol del equipo verde y Javier del azul. Solo sacaban de sus bocas: párala, tira, chuta, mete gol y así todo el rato. Se estaban preparando para un torneo Verde contra Azul y el que ganase jugaba contra el rojo; el equipo más bueno del mundo. El Azul tenía más cosas para calentar, pero el equipo Verde no tenía tantas, pero lo importante era que podían calentar. Quedaba poco para el gran día y lo hacían con todas sus fuerzas. Cuando llegó el día estaban muy nerviosos, pero Max dijo ni patadas ni nada; jugad limpio. Lo que os digo; siempre ser generoso, da fruto, así que al campo y a ganar. Javier en cambio sólo le dijo que jugasen como siempre. Entonces fueron al campo y uno, dos, tres, cuatro y cinco del azul, y del verde uno, dos, tres, cuatro, cinco y seis, el verde ganó al azul, pero se quedaron con que si no haces faltas ni nada, puedes conseguir metas, ser generoso, da fruto y el azul lo asumió bien. Cuando el verde fue a jugar contra el rojo, invitó al equipo azul. Todos se hicieron amigos.

Andrea Blanco Yudego

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

Fátima, la marroquí

Erase una vez una niña que se llamaba Clara, que nació con una lesión cerebral. Vivía en León, y como su madre, que se llamaba María Jesús, no la podía cuidar, porque trabajaba en una tienda, puso un anuncio en internet de “Se busca cuidadora”.

Fátima, que vivía en Marruecos, buscaba trabajo, así que cuando vio el anuncio, fue a que le hicieran la entrevista. María Jesús cogió una tarde libre para hacer las entrevistas y Fátima viajó dese Marruecos para hacerla.

María Jesús al hacer las entrevistas no se fijó en el color de piel, ni en las costumbres, sino que se fijó en coger a alguien a la que le gustasen los niños. Al final cogió a Fátima y como no sabía español, iba a clases todos los días antes de incorporarse al trabajo. Fátima tenía un hijo al que había dejado en Marruecos con sus abuelos. Cuando Fátima ganó suficiente dinero para mantener a su hijo, le dijo a sus padres que mandaran a Leo, su hijo, en un avión aquí, a León.

Leo ahora vive en León con su madre y se ha hecho muy amigo de Clara, a pesar de que Clara no puede ni hablar ni jugar con él. Ahora Leo va a mi colegio y todos le hemos acogido muy bien.

Aurea Fernández Guisasola

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

Harry, el niño de Inglaterra

Había una vez un niño que se llamaba Harry. Era un niño de Inglaterra que se había mudado a España porque su padre había encontrado trabajo aquí.

Hoy era su primer día en la escuela y estaba nervioso porque a lo mejor sus nuevos compañeros se reían de el.

Harry entró por la puerta de la clase de 6° A. Harry era muy bajito y tenía el pelo de color pelirrojo. Harry se sentó en la última fila, al cabo de media hora cuando ya estaban en mitad de la clase un niño llamado Alex le dijo:

- Hola, me llamo Alex, y ¿tú cómo te llamas?

- Hola, yo me llamo Harry, encantado.

Cuando estaban hablando vino la profesora y les mandó al despacho del profesor.

Después en el recreo vinieron cuatro chicos de su clase y empezaron a meterse con él por ser de otro país.

Harry se fue a su casa muy disgustado porque le habían insultado.

Al cabo de un mes su padre le dijo:

- ¡Vámonos ya para Inglaterra!

Y Harry saltó de alegría.

Cuando llegó a Inglaterra lo primero que hizo fue ir a visitar a sus amigos, les invitó al parque de atracciones y ese día se divirtieron mucho.

Al día siguiente fue a visitar a su abuela, luego fue con su padre y su madre a ver una peli al cine que se llamaba los tres Mosqueteros... y Harry fue feliz el resto de su vida.

Raúl Casas Velasco

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

Naiku y sus amigos

En una pequeña localidad madrileña llamada Cisneros se encontraba un colegio al que iban todos los niños del pueblo. Pronto conocerás a estos chicos pero, hasta entonces te los voy a ir presentando: Tomás era un chico muy simpático, tenía unas graciosas pecas en la cara y le gustaba jugar mucho. Y luego estaba la pandilla de las chicas. Eran Sara, Laura, Lucía y Cristina. Después del recreo todos los niños subieron a clase y entonces la profesora dijo: “chicos, hoy llega un compañero nuevo, se llama Naiku y es de Kenia”. Todos estaban muy sorprendidos. La profesora prosiguió: “Naiku habla bien el idioma porque ya ha estado en otro colegio; espero que le tratéis genial. Bueno..., pasa Naiku”. EI chico apareció tras la puerta. Un poco vergonzoso, pero era normal. Todos los compañeros se preguntaban muchas cosas sobre él. Al día siguiente, en el recreo, Naiku les pidió jugar al fútbol. Los compañeros le miraron con sorpresa. Y después... ¡a jugar!. Naiku jugaba en el equipo mejor, pero cuando le pasaban la pelota la perdía. Al poco rato dejaron de pasársela. En su país no jugaba mucho al fútbol. Naiku probó a jugar a otros juegos con otros compañeros pero le costaba acostumbrarse y le pasó lo mismo que en el fútbol. Estaba muy triste. Se sentó en un rincón del patio. Entonces Ling le vio. Ling era china y estaba en su misma situación. En el recreo, Naiku y Ling se sentaban en una esquina. Así pasaron muchos días hasta que los demás aprendieron a respetarles y jugaron con ellos.

Antonio Calvete González

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

Mauro, Anderson y la enfermedad

Mauro era un niño camboyano pero su familia era toda de Melilla, excepto su padre llamado Anderson Reminglon que también era camboyano. Mauro y su padre eran pobres y vivían en una casa hecha de barro, paja y piedra, mas bien era una choza. Mauro siempre quiso ir a Melilla a ver a su madre y a sus abuelos. Un día le dijo a su padre:

- Papá, ¿por qué no podemos ir a Melilla para ver a la familia?

Su padre triste te respondió: -No tenemos dinero suficiente para ir.

Anderson, el padre era médico y tenía que tratar a enfermos de Ébola. Anderson era un hombre valiente y humilde. Un día le dijo emocionado a Mauro:

- Hoy vamos a ir a Melilla, su sueño se había cumplido. Consiguieron saltar la valla y su sueño ya estaba cumplido.

Allí en un barrio cercano a una parte de la valla se encontraron con la familia.

Su familia era rica y les dieron a Mauro y a su padre un hogar feliz.

Un día saltó a la luz una grave noticia. Stephanie, la madre de Mauro, ha enfermado de Ébola. Al parecer Mauro y su padre también lo tenían. Todos se curaron excepto su madre. ¡No podía ser su madre ya no esta!

Con todo el dinero de la herencia Mauro formó muchos hospitales y colegios en Camboya.

Víctor Carrera Rabanillo

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

Una historia de buena gente

¡Hola!, me llamo Abdul y soy de África, y os quiero contar mi historia. El 24 de Mayo de 1995 llegué a España en una patera junto a mis padres. Yo tenía 2 años. Pero al llegar a España me separaron de ellos, me llevaron a una bonita ciudad llamada León. Me acompañó la policía a un centro de acogida, y como no me trataban con cariño, me fui. Me quedé a vivir en la calle y el día de mi tercer cumpleaños, el 25 de Agosto, fui a rebuscar comida en los contenedores de un restaurante muy famoso. Cuando estaba rebuscando, me vio María, una señora de apariencia amable. María me llevó hasta su casa y me acogió. Me trataba como un rey: me daba comida, calor, ropa y una cama para mí solo y muy bien mullida. El día 10 de Septiembre me vistió con uniforme, y me llevó a un colegio muy grande. El primer día me asombré mucho. ¡Era enorme! Aprendí a leer y a escribir, en español, inglés y francés. Pasaron los años y fui creciendo, creciendo y creciendo. Cumplí 12 años y María me contó que mis padres murieron al llegar a España. El día 25 de agosto de 2012 cumplí 20 años y acabé la carrera de medicina. Conocí a Daniela, una mujer muy guapa, con quien salí 2 años, y el 1 de noviembre de 2016 nos casamos en León. Con Daniela tuve 2 preciosos hijos: Mónica y Gabriel. Formamos una familia que ha ayudado a muchas personas tanto en España como en África. Abdul contó esta historia a hijos y nietos y la historia pasó de generación en generación.

Cristina Fernández Redondo

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

Los niños del parque

En la ciudad de Nueva York vivía una familia que tenía un piso en el centro. Esta familia estaba formada por cuatro personas: Susana, la madre; José, el padre; Leticia, la hermana mayor y Lucas, el hermano pequeño.

Leticia y Lucas quedaban con sus amigos en Central Park todas las tardes. Este grupo estaba formada por diferentes culturas: había gente de China, España, Rusia, África y Argentina, pero todos hablaban inglés porque si cada uno hablara su lengua, no se podrían comunicar.

A Leticia y a Lucas les encantaba estar con ellos. Siempre se divertían, nunca se aburrían, en conclusión, eran buenos amigos.

Cuando Lucas y Leticia llegaban a casa, veían cómo en las noticias había discriminación, cómo se discutía por ser de una cultura u otra, países que estaban en guerra...

A Lucas y a Leticia les parecía extraño y sin sentido ya que ellos convivían todos los días con gente de otros lugares y no había discriminación ninguna, ni peleas; todo lo contrario, se lo pasaban genial.

Entonces, como Lucas y Leticia no querían ninguna discriminación, ni guerras, ni peleas, decidieron demostrarles que todos somos iguales y que tenemos los mismos derechos, seamos de una cultura u otra.

Candela Fernández Astiárraga

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

Mauricia

La señora Mauricia era una nueva profesora en un colegio de León, era de otro país pero consiguió el trabajo gracias a su buena preparación.

Cuando llegó el primer día de clase Mauricia vio pasar a unos niños que se reían de ella o que decían :

- ¿Es negra ?

Un niño le dijo :

- ¡ Vete de aquí ! ¡ Vuelve a tu país !

La señora Mauricia al oírle no se enfadó, sino que sonrió y le dijo :

- Darme una oportunidad, ¡ por favor !

A los niños se les hizo muy corta la clase ya que les había explicado cómo era su país, como vivían ahí, y la de cosas que había tenido que hacer para llegar a España y conseguir trabajo.

Todos la valoraron mucho, y se dieron cuenta de que era un buena profesora y que no pasaba nada porque fuese distintos a ellos.

Qing Fernández Astiárraga

Page 182: Lea los microcuentos

CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

Una sorpresa en clase

Un día cualquiera sin avisar, llegó un niño a clase. Venía de China porque su familia se había mudado. En el recreo le preguntamos si quería jugar al fútbol, pero respondió que no. En ese momento la gente empezó a pensar “seguramente no le caigamos bien” y “ ese de que va, le invitamos a jugar y nos dice que no”. Se lo decían día tras día y él decía que no, entonces los niños dejaron de hablarle. El niño cada vez estaba más atento viéndoles jugar, ya que él no sabía, pero no se atrevía a decírselo, pero una mañana dijo “ quiero jugar” todos se empezaron a reír, pero lo dejaron. Lo intentó pero no lo hizo bien, entonces reunió todo el valor que pudo para decir “no sé jugar al fútbol, en mi país, aprendemos otros juegos. Además a mí me gustaba mucho la gimnasia y la practicaba horas y horas”, desde aquel momento sus compañeros le ayudaron. Ahora son muy amigos de él y juega bastante bien, marcando incluso algún que otro gol. Si llega otro niño nuevo a clase no cometerán el mismo error y lo tratarán a cuerpo de rey. En esta clase no hay discriminación y los nuevos son bienvenidos.

Samuel de la Puente Ramos

Page 183: Lea los microcuentos

CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

Los gestos hacen la felicidad

Había una vez una niña china que emigró a España. Todo le resultaba muy difícil ya que no conseguía entenderse con nadie. En el colegio de su nueva ciudad no tenía amigos, ella se apartaba de todos los niños porque no sabía hablar muy bien español, y sus compañeros no la entendían. Ella estaba muy triste, porque quería jugar.

Un día un niño se acercó a ella y le preguntó como se llamaba, por suerte eso lo entendió, y dijo: Kumiko. Después le ofreció jugar con él y ella por desgracia no lo comprendió. Cuando Kumiko no contestó, el niño se fue y la ella se puso muy triste. Después de unos días todos sus compañeros se acercaban a ella y se empezaron a comunicarse por gestos, Kumiko lo entendía todo. Paso poco tiempo y todos los niños se hicieron amigos, se entendían mediante gestos y alguna palabra, de ese modo Julia y sus compañeros eran muy felices.

Juan Álvarez Rueda

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

Lindi y la migración

Erase una vez una niña llamada Lindi. Ella vivía en la India, pero sus padres tenían muy poco dinero, así que tuvieron que marchar a España. Después de tres días en España Lindi empezó a hacer muchos amigos. Uno de ellos se llamaba Juan y una niña que conoció dos días después se llamaba Carlota. Los padres de Lindi ya encontraron trabajo, juntos consiguieron mucho dinero. Se compraron una mansión enfrente del mar. Un día cuando se despertó Lindi se dio cuenta que añoraba mucho a sus antiguos amigos de la India. Cuando cumplió veinte años, volvió a la India a visitar a sus amigos y a su abuela. Cuando volvió a España para ver a sus padres les contó miles de historias que le habían sucedido. Al día siguiente por la mañana se fue corriendo a la casa de Carlota y le contó todo lo que hizo. Después de un rato se marchó a la casa de Juan y también le contó todo lo que había hecho. Al día siguiente fueron los tres juntos al cine a ver una película de terror, lo pasaron muy bien. Lindi estaba muy contenta porque como era mayor de edad podía viajar sola desde España a la India siempre que ella quisiera.

Laura Acevedo Ayuso

Page 185: Lea los microcuentos

CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

La inmigración de Kiricú

Ayer vino a mi clase un niño que se llama Kiricú y es de África. Vino a España porque aquí no hay tanta pobreza como en África. Decidieron escoger la ciudad de León como ciudad para alojarse. El papá y la mamá de Kiricú encontraron un apartamento pequeño pero acogedor, cerca de donde va Kiricú al colegio. En cuanto la profesora lo presentó, quise hacerme su amiga y Sanjay, mi mejor amigo, también. A Kiricú se le ve muy feliz porque nadie le discrimina por el color de piel. Kiricú aprendió muchas actividades con Sanjay y conmigo, como jugar al fútbol. Nos lo pasamos genial. Cada día, más niños quieren ser amigos de Kiricú. Kiricú nos enseñó a qué jugaba en su país y sus costumbres y nosotros las nuestras. Sanjay se acordó de un juego muy típico en su país. Todos los días después de hacer los deberes todos, vamos al parque a charlar y a jugar al fútbol, al juego típico que recordó Sanjay y al sisey, un juego que le gustaba mucho a Kiricú y nos lo pasamos genial y le respetamos sus costumbres y opiniones. Aunque tenga diferente color de piel, siempre será nuestro amigo y un compañero humilde y amable.

María fernández herreras

Page 186: Lea los microcuentos

CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

Esta es la historia de tres niñas, una española y dos árabes.

Lucía era una niña que vivía en León. Su abuela acababa de fallecer y sus padres trabajaban, así que se quedó a cargo de una chica marroquí. Pasaron años y la chica marroquí se hizo amiga de la familia y al final quedó una gran amistad. Se enteraron que Sue, la chica marroquí, se casaba y que estaban invitados. Lucía y su familia cogieron un avión y... ¡Rumbo a Marruecos!

Allí Lucía se encontró con Salma y con Noha, que eran las sobrinas de Sue. Ellas se conocían pero no dudaron en darse un gran abrazo. Lucía tenía 11 años, Noha 14 y Salma 18, pero aún así eran muy amigas. Bajaban al barrio y jugaban con los niños que por razones económicas no podían ir al colegio, y les hacían disfrutar de pequeños y bonitos momentos. El día antes de la boda se ponían henna, un líquido que se pone en las bodas.

Lucía “flipó” con la boda; salones, bailes, cambio de vestido, la comida... Se lo pasaban genial pero llegó el día 20 de octubre, el día en el que Lucía se volvía para León. Su hermano tampoco se quería ir porque también tenía amigos. Ese día estuvo lleno de lágrimas, pero las tres niñas hicieron la mejor promesa de todas, que todos los veranos Lucía iría a Marruecos 15 días en verano y Salma y Noha a España. Esa promesa se cumplía todos los años. Gracias al fallecimiento del principio de la historia. ¡Se creó una gran amistad!

Lucía Álvarez Mateos

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

Un migrante, un buen amigo

Era un frío día de otoño, cuando un grupo de escoceses llegaron a la ciudad de León, después de recorrer casi todas las tierras españolas, en apenas dos semanas.

En este grupo un turista no llevaba dinero porque se lo había gastado en las otras ciudades.

Al día siguiente, mi padre y yo fuimos de compras al supermercado y por el camino nos encontramos a un señor con pinta de escocés que nos dijo:

Hola, mi nombre es Roald, soy un turista escocés que no tengo casa.

En este momento recordé que nuestra profesora nos había dicho que teníamos que hacer un acto de solidaridad y le dije a mi padre que si podíamos acoger a ese señor porque, además, nos ayudaría a aprender ingles.

Le acogimos durante una semana en la cual aprendimos mucho de él y de su cultura, pero llegó el momento de despedirse de él y nos dimos un abrazo muy fuerte.

Fue una experiencia muy bonita y si tuviéramos otra vez la misma ocasión, sin duda la repetiríamos.

Adolfo Caballero Suárez

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

Un amor verdadero

Érase una vez una niña llamada Elisa. Rubia, alta y de ojos verdes. Un día cualquiera su familia la dio una gran noticia: los vecinos de al lado iban a adoptar a un niño de su edad.

El niño se llamaba Alfredo y era de Colombia; muy moreno, también alto y de ojos tan negros como el carbón. Elisa cuando lo vio se dirigió rápidamente a hablar con él:

-¡Hola! ¿Cómo te llamas?

- Me llamo Alfredo ¿y tú?

-¡Bonito nombre! Yo me llamo Elisa.

Pasaron la tarde entre risas, y Alfredo le contó las tradiciones de su país. Alfredo y Elisa crecían y nada cambiaba. Ya tenían 15 años, Elisa se había convertido en una preciosa mujer y Alfredo en un apuesto hombre. Durante esos años sin darse cuenta se habían enamorado pero ninguno se atrevió a decir nada. Un buen día el destino les quiso juntar, iba Elisa corriendo cuando se tropezó con una piedra, Alfredo que estaba ahí la cogió, ellos se miraron a los ojos y se fundieron en un gran beso.

-Te quiero-le dijo él-

-Te quiero- contesto ella-

Y así demostraron que no hay que ser iguales en el físico y que lo importante, es el interior.

Bárbara García San Martín

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

Samhara, la niña marroquí

Érase una vez una niña de origen marroquí llamada Samhara. Tenía un hermano. Un día sus padres le comunicaron que se venían a España en busca de una mejora salarial, y por lo tanto una vida mejor.

Cuando sus padres acabaron de contárselo a su hermano, éste estaba muy entusiasmado y decidió ir a contárselo a su hermana. Cuando Samhara se enteró, se quedó petrificada, ya que eso suponía cambiar de colegio y hacer nuevos amigos.

Por la noche lo habló con sus padres. Al mes siguiente partieron hacia España cruzando el estrecho de Gibraltar y llegaron a Tarifa. Una vez aquí decidieron ir a León.

Los primeros meses se hospedaron casa de una familia muy acogedora. El padre empezó a trabajar en una empresa de construcción y la madre de canguro. Samhara y su hermano fueron al colegio Carmelitas.

Sus padres empezaron a ahorrar hasta que pudieron alquilar una casa. Samhara fue muy feliz en su nuevo colegio y se integró muy rápido, sus mejores amigas fueron: Sara, Camino y Alarawi, otra niña también de origen marroquí.

Su hermano tardó más en familiarizarse, le encantaban los deportes, en especial el baloncesto. Cuando la situación económica mejoró todavía más empezaron a viajar por Europa y a Samhara que antes no le gustaba la idea, al final fue lo que más le gustaba.

Pablo García Suárez

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El niño que se perdió en Madrid

Erase una vez una familia que vivía en Perú y que tuvo que emigrar a España por motivos de trabajo. Fueron a vivir a Madrid.

Tenían un hijo que se llamaba Nelson y que tenía once años.

En su país vivían en una aldea muy pobre donde no había coches, ni tiendas, ni cines,...

Nelson empezó a estudiar en un cole nuevo, y los niños le preguntaban cómo era su país, qué comidas tenían, a qué jugaban, y si le gustaba el fútbol. Enseguida hizo buenos amigos.

Los fines de semana aprovechaban para conocer Madrid. Fueron a ver el Parque del Retiro, la Puerta de Alcalá, La Cibeles y más sitios bonitos.

A Nelson lo que más le gustaba era el Metro de Madrid y le parecía impresionante que los trenes pudieran ir bajo tierra. Le encantaba montarse en él.

Un día cuando volvía del cole en el metro, Nelson de despistó y se confundió de línea. Se montó en un tren que no era el que tenía que coger. Se asustó mucho y se puso a llorar al ver que se había perdido. La gente que le vio llorar se preocupó por él y le ayudaron a coger el tren que le llevaba a su casa. Aunque Nelson echaba de menos su país y sus amigos se dio cuenta de que en España hay gente buena dispuesta a ayudar a los demás y se sintió feliz.

Adrián Zugazua Murciego

Page 191: Lea los microcuentos

CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

Unas vacaciones geniales

Estaba de vacaciones en un hotel en Tenerife, cuando me encontré a un niño que estaba llorando tirado en el suelo.

¿Qué te pasa?-le pregunté

Es que la gente se burla de mí sólo porque soy negro.

¿Qué te parece si quedamos mañana después de desayunar?- le dije.

¡ Me parece genial! Hasta mañana, me llamo Jorge.

Adiós Jorge, yo me llamo Iago.

Tras desayunar nos fuimos a jugar a la piscina y luego jugamos al fútbol. Mientras jugábamos, unos niños matones nos cogieron el balón y lo pincharon.

¡Oye, dejadnos en paz!- dijimos Jorge y yo a la vez.

Entonces llamamos a nuestros padres para que nos ayudaran.

¿Por qué le habéis pinchado el balón a los niños? ¿Os gustaría que os lo hiciesen a vosotros?- les preguntaron los padres.

Porque ese niño es negro, contestaron riéndose y burlándose.

¿Lo ves Iago? Se ríen de mí sólo porque soy negro.

Tranquilo Jorge, todas las personas somos iguales, da igual la raza o dónde hayamos nacido.

Finalmente los chicos se arrepintieron y se dieron cuenta de que el color de la piel no es ninguna barrera. Lo realmente importante va por dentro. Hicimos las paces y todos jugamos al fútbol en armonía. ¡Fue genial!

Iago Maira Rodríguez

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Clara y Kora

Era el primer día de curso y Clara estaba muy nerviosa. Se preparó el almuerzo, se puso su abrigo, cogió unas cuantas monedas por si las necesitaba y emprendió el camino hacia el colegio. Unos diez minutos después se encontró con unos niños pegando a una niña y burlándose de ella por el color de su tez. A Clara le pareció fatal y salió en defensa de esa niña. Los demás se dieron cuenta de que lo que estaban haciendo estaba mal, así que le pidieron disculpas. Clara se acercó a esa niña y la preguntó por su nombre. Se llamaba Kora y venía desde Marruecos. Resultó que los niños le habían hecho daño en una pierna. Clara miró a su reloj y se dio cuenta de que si quería llevar a Kora al hospital llegaría tarde a clase. No quería que eso pasara, pero no podía dejar a Kora herida, así que se montaron en un autobús hacia el hospital. Durante el camino Clara se interesó por saber más sobre la cultura de su país. Kora le habló sobre sus tradiciones, sobre comidas típicas y sobre su familia. Por fin llegaron al hospital y llamaron a los padres de Kora. Clara se despidió de ella porque tenía que llegar al colegio. Kora se lo agradeció muchísimo. Clara consiguió llegar al colegio, aunque no a tiempo. Se sentó en su sitio y esperó a que finalizara la clase para explicarle lo ocurrido a la profesora. Ella, muy asombrada, felicitó a Clara y le dio la bienvenida.

Alicia González Lorenzana

Page 193: Lea los microcuentos

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El diario de Cristian

24-11-2014

Hola, soy Cristian y este es mi diario.

Estoy encantado con mi nueva ciudad, emigré a España para una mejor vida, y sin duda la he encontrado. Mis padres me han apuntado a una clase de pintura. Allí todo el mundo quería ser amigo mío, y... además la profesora me ha dicho que tengo un gran talento para dibujar.

Mi nueva casa es genial está situada en un barrio con gente muy abierta. Esta mañana salí a dar un paseo, y me he hecho amigo de mi vecina Ana. Hemos estado hablando todo la mañana de la ciudad, me ha contado muchas historias y sucesos de la ciudad. El martes iremos al cine a ver la nueva película de su actor favorito. Espero conocerla mejor, creo que podemos llegar a ser muy amigos. En el colegio la profe y yo hemos explicado cosas sobre mi antiguo país. Creo que mis padres han acertado con esta ciudad.

25-11-2014

Hola hoy he visto una cosa que en mi antigua ciudad no lo había... ¡Han puesto las luces de navidad! Son una maravilla, me encantan estoy deseando verlas por la noche.

26-11-2014

En el colegio hoy hemos preparado la obra de navidad. ¡Voy a hacer de Baltasar! Mis amigos Héctor y Osear van a representar a los otros reyes.

Hoy mamá ha traído una paella tengo muchas ganas de probarla.

Bueno me voy que me llaman a comer.

Celia Ordás Orejas

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

El marciano Luping recorre la galaxia

Érase una vez un marciano que se llamaba Luping.

Es verde, con muchos tentáculos, pero es muy amigable.

Vive en Mercurio, aunque no tiene familia. Luping estaba cansado de Mercurio, porque hace mucho calor, entonces, quiso irse de Mercurio y fue pasando por todos los planetas, hasta seleccionar su favorito. Llegó a Plutón y decidió que Saturno era su preferido.

Le dio pena tener que irse de su planeta nativo, pero aparte vio que en Saturno iba a hacer muy buenos amigos. Como no tenía familia, decidió buscarse una en Saturno. Al principio no había ninguna familia interesada en acogerle y no hizo ningún amigo. Al cabo de un periodo de tiempo encontró una interesada en aprender más sobre Mercurio y sobre su cultura y también encontró unos amigos que querían saber más sobre él. Al final, Luping llegó a conseguir lo que buscaba que era encontrar un lugar acogedor, amigos y una familia. Aparte, él también pudo aprender las costumbres de Saturno.

Allí, se aclimató perfectamente al clima y al ambiente. Él estaba muy agradecido con su familia y amigos porque le trataban genial.

Cuando llegaron las vacaciones decidió ir a Mercurio a ver a sus antiguos amigos, les informó y ellos le esperaron impacientemente. Cuando llegó, se saludaron felizmente. ¡Se alegraban mucho de verle!

Luping pasó unas vacaciones geniales.

Beatriz Rabanal Villayandre

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

El desván mágico

Érase una vez un niño llamado Álvaro. Era bajito, estudioso, educado y alegre. Al empezar el curso, vino un niño nuevo a clase, procedente de Kenia, llamado Alí Hasummara. Al llegar a clase, la profesora se lo presentó al resto de compañeros. Cuando llegó la hora del recreo, Álvaro fue a ver a Alí. Alí estaba triste porque había llegado nuevo y no tenía aún amigos. El viernes Álvaro invitó a Alí a pasar el fin de semana en el pueblo, en casa de su abuela Sara.

Cuando llegaron al pueblo, su abuela Sara les recibió con entusiasmo. A Sara le gustó mucho que su nieto se relacionara con personas de otras culturas. A la mañana siguiente Sara fue a hacer la compra y les dejó solos en casa. Álvaro decidió enseñar a Alí el desván. Estaba lleno de recuerdos y cachivaches. Encontraron una gran caja de madera que tenía una inscripción: “La magia del mundo, dame cuerda y verás”. En un lateral había una llave, la giraron y abrieron la caja. ¡Qué sorpresa! Cientos de muñecos de metal, por parejas y vestidos con trajes de diferentes países y culturas, bailaban al ritmo de una musiquilla que decía: “Todos somos iguales, sin importar cómo somos, de dónde venimos y qué pensemos”. Los niños se quedaron asombrados con la caja. Cuando llegó Sara le pidieron permiso para llevársela y así mostrarla al resto de sus compañeros.

El lunes, se la enseñaron a los demás niños de la clase. Desde ese día todo el mundo respeta y quiere a Alí, porque no importa cómo sea ni de dónde venga cada persona, pues TODOS SOMOS IGUALES.

Juan Antonio Salvador Nogal

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El riñón de Yerusok

Érase una vez un niño que vivía en Moscú. Tenía 12 años y padecía una enfermedad muy extraña. Necesitaba un riñón y la única persona que se lo podía trasplantar era procedente de China. Yerusok al principio no quería un trasplante de otro país, porque decía que ese riñón le podía contagiar otra enfermedad.

Al fin y al cabo pensó Yerusok que todos somos iguales. Entonces llamó a sus padres y les contó sobre lo que había reflexionado. Sus padres le dijeron que había escogido la mejor solución. Además pensó él, que si una persona de otro país se ofrece para dejar trasplantar su riñón a otra persona, sería que ese riñón sería sano.

Los médicos le dijeron que había hecho muy bien.

Después de 20 días desde el trasplante, Yerusok se sentía fenomenal, y estaba muy agradecido de la generosa persona que le había donado su riñón. A partir de ese momento la persona que le había donado el riñón, sería ahora un ejemplo a seguir.

Jorge Iglesias Oricheta

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Miko

Miko es un niño Tailandés que vive en Francia desde hace un año. Él nos cuenta que fue una experiencia muy bonita viajar hasta allí y que le acogieron muy bien los niños y niñas. Su hermana Nanji le dijo antes de viajar a París:

-Miko va a ser una experiencia inolvidable y preciosa ir a Francia y, además, tenemos muchas cosas en común como el fútbol, el baloncesto, bailar, como te gusta a ti. Y lo mejor para mí es que aprenderemos nuevos idiomas, en este caso el francés.

-Lo sé, Nanji, pero tendrán costumbres bonitas, ¿verdad?

-Por su puesto, Miko.

Con estas palabras Miko supo que iba a ser una pasada viajar hasta allí. En París conoció a muchos amigos, Gulliver que era alemán, Bili que era inglés, Diego que era español, Nayara que era africana... Entre ellos no les importaba ser de diferente país o color de piel, ial contrario! A ellos les gustaba tener distintas costumbres. Cada año, como no tenían familia aquí, quedaban todos juntos en casa de uno y hacían su comida y sus costumbres. A Miko le encantó.

Entre ellos solían hablar francés, Miko poco a poco fue aprendiendo. Su hermana Nanji ya sabía francés porque lo había estudiado años anteriores.

Lo que más le sorprendió a Miko fue que, aunque por fuera fueran distintos, por dentro eran totalmente iguales. No les importaba ni el idioma, ni el país, ni el color de piel, ni a Miko tampoco.

Toda su familia estaba encantada con sus amigos y lo bien que les acogieron.

Lucía Rabanal Vaquero

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

¡Nos vamos a Londres!

Hace no muchos años en Oviedo, había una familia que vivía feliz. Los padres, Yolanda y Ramón tenían un trabajo en el Corte Inglés y las hijas, Eva y Carla iban al colegio de las Carmelitas, todos estaban felices hasta que por falta de dinero tuvieron que despedir a Ramón y a Yolanda. Las hermanas algo asombradas se pusieron algo tristes y fueron a su cuarto pero no a llorar, al contrario, la pena les duró unos segundos y decidieron el destino. Cuando salieron de su habitación dijeron a sus padres: - ¡Nos vamos a Londres! - Los padres se quedaron alucinados, pensaban que dirían cosas como: no nos movemos de aquí, buscad trabajo en España..., ese tipo de cosas, pero no, lo aceptaron muy bien. Así que, Eva y Carla con toda ilusión hicieron sus maletas y llamaron a todos sus amigos y les preguntaban si podían instalar el skype para poder hablar con ellas, todos podían, hecho esto, cogieron el coche hacía Madrid y recibían muchas llamadas y Yolanda cogía todas las llamadas, aunque la mayoría eran para las hermanas. Al llegar a Madrid se encontraron con una gran sorpresa, ¡toda la familia estaba allí! Eva emocionada dijo: - abuelo, abuela, tía, primo, ¡todos habéis venido! Su tía Carmen dijo: - No podíais iros sin despediros de mi. - Pasaron diez minutos mágicos. La familia subió al avión y se marcharon de España. Al llegar a Londres Ramón les dijo que ya tenían casa, cuando la vieron se quedaron asombrados, era de tres pisos y con ascensor y es que en España estaban ahorrando para tener una casa mejor y lo habían conseguido en Londres. Al día siguiente la familia les contó a los vecinos las tradiciones españolas e hicieron la semana española.

Marta Hernández Población

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Ganko y el viaje que le cambió la vida

Ganko es un niño que nació en la India, pero tiene que irse porque su padre va a trabajar a otro país. La madre de Ganko había fallecido cuando él tenía cinco años, y desde entonces su padre hacía todo para que Ganko estuviera bien. Llegó el día del viaje, y todos sus amigos fueron a despedirse. El avión despegó y Ganko estaba dolido. Su padre le dijo: “No te preocupes, harás muchos más amigos”. Ganko se durmió hasta que de repente el avión empezó a hacer turbulencias y el piloto tuvo que aterrizar en España. Pasaron las turbulencias y Ganko se tranquilizó. La compañía aérea les llevó a un hotel. Al día siguiente había un señor organizando a los pasajeros del vuelo. Había un niño, Lendo, escondido detrás de una señora. El organizador llamó a Lendo, pero él no contestaba. Le contestó un señor: “Detrás de su madre”. Ganko comprendió que Lendo era tímido. Después de la reunión Ganko y su padre se fueron al hotel. En él encontraron algo peculiar ¡ Lendo se hospedaba en el mismo hotel ! En el hall estaba Lendo sentado en una silla y de pronto un señor muy peinado y elegante le tiró de la silla bruscamente, Ganko fue al lado de Lendo y le ayudó, y pasó algo extraordinario: La gente que estaba allí se les acercó y les empezaron a defender. Finalmente la madre de Lendo le dio las gracias a Ganko, y de pronto vio al padre de Ganko y se enamoraron. Parecía que a Lendo le había pasado lo mismo que a Ganko con su madre, y unos años después Ganko y Lendo fueron hermanos.

Enrique Jiménez Soto-Río

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

Viaje a New York

Un frío día de invierno, los niños llegaban del colegio. ¡Hola mamá! exclamó Nicolás. ¡Hola mamá, hoy en el colegio hemos aprendido inglés! Dijo Laura, que acababa de empezar el cole.

Al cabo de unas horas el padre llegó y reuniendo a toda la familia les dio la noticia: Mi empresa se va a Nueva York. Si quiero seguir trabajando tenemos que trasladamos.

Nicolás estaba emocionado en cambio Laura no se quería ir.

En la clase de Nicolás estaba de moda viajar a Nueva York, incluso a veces le discriminaban por no haber ido nunca.

Laura decía que no se quería ir porque aquí había hecho muy buenos amigos y allí no serian tan buenos.

Nicolás empezó a hacer la maleta. Metía una camisa y Laura se la tiraba, metía un pantalón e igual y así todo el rato. ¡Laura! ¿Porqué haces eso?. Laura dijo: no nos vamos a marchar. Yo no quiero.

Llegó el momento de irse. El viaje se hizo muy largo.

Cuando llegaron se dirigieron al hotel. Al día siguiente los niños fueron al colegio. Hicieron cosas nuevas. Muchos amigos nuevos; y aprendieron de nuevas culturas.

Llegaron a casa encantados.

Aunque echaban de menos a sus amigos de España con quienes hablaba por e-mail, se lo estaban pasando muy bien. Allí había niños de todas las procedencias pero todos se sentían iguales.

Irene Hernández Lacruz

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

Rebelión en la sabana

Las personas, desde pequeños, creemos que los animales ni hablan, ni sienten emociones. Pero los de este cuento, sí lo hacen.

Hace tiempo un conejo se fue a vivir a la sabana. El pequeño animalillo estaba impresionado por toda la hermosura del lugar. De pronto se le acercaron un grupo de enormes jirafas que le dijeron con desprecio:

-¿Qué hace un conejo en la sabana?¿Es que no sabes que tu lugar está en el bosque?

Y siguieron metiéndose con él, hasta que se aburrieron. Cuando se fueron el conejo se echó a llorar, pero se dio cuenta de que no le servía de nada; se decantó por buscar más animales maltratados por las jirafas y proponerles que se rebelasen contra ellas.

Al principio, asustados, le dijeron que no:

-¿Cómo iban a hacer tal locura?- pensaron.

Aunque como suele pasar, después de mucho pensar, dijeron que sí. Se rebelaron; las jirafas no se percataron de lo que estaba ocurriendo, hasta que una comentó:

-¿No encontráis la sabana muy vacía?

Así trascurrieron los días y cada vez se sentían más solas y tristes. Claro está, se dieron cuenta de lo mal que habían tratado a los demás animales. Muy avergonzadas se disculparon con los demás animales.

Desde ese día no volvió a haber ninguna injusticia en la sabana y decidieron hacer un día al mes en el que todos los animales hablarían de su lugar de origen y otras cosas interesantes.

Paula Prada Almazán

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

El migrante perdido

España, año 1950, la crisis ha sucumbido a gente, algunas personas por dinero, otras por trabajo y otras por vivienda.

Hoy día 23 de Mayo de 1951, sale una embarcación camino a Inglaterra. Un chico llamado Jaime está llegando al puerto con su familia.

-Jaime, tranquilo, conocerás a nuevas amistades y nuevas costumbres.--Dijo preocupada su madre. Pero, pero... ¡NO me quiero ir!

-Al entrar al barco fueron a su camarote. Cuando fueron al comedor había lentejas, salmón y yogurt. Volvieron al camarote y se echaron una siesta. Fueron a merendar y había para elegir bocadillo de jamón o de cecina. Tres horas después llegaron a Londres.

Al llegar fueron a un centro de acogida, y llamaron a Cáritas para ayudarles. Se quedaron en el centro de acogida 4 meses. Esos meses sirvieron para que su padre se colocase en un restaurante como camarero. Y su madre de vendedora de coches.

Encontraron casa por 20.000$. Era suficiente para ellos, un día mandaron a su hijo a comprar a la panadería de abajo. Volvió a casa, pero sus padres no estaban. Miró, y buscó en todos los bares o restaurantes de la zona; los encontró comprando sus juguetes. No eran mucho, tampoco eran poco. Pero le habían comprado lo que más le gustaba...

-¡Maquetas! -Grito en niño al verlo.

Estaba perdido con su ciudad, si. Con las calles, si. Pero sus padres, ellos le ayudaban. Eran en quienes podría confiar.

Gabriel Pérez Manovel

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La experiencia inolvidable

Fátima era una niña marroquí, vivía en un pequeño pueblo cerca de Tánger. A Fátima siempre le gustó viajar y conocer otros países, pero sus padres estaban siempre trabajando y no tenían tiempo, ni dinero para salir de Marruecos.

Un día de verano, sus padres le dijeron que se iban a vivir a Madrid en septiembre. Cuando llegó el día, Fátima hizo la maleta y guardó en su maleta las cosas y recuerdos que mas quería y se fueron al aeropuerto con una alegría inmensa. En el avión unos señores estaban hablando de la discriminación infantil en Europa y ella les preguntó: -¿Qué es eso? Ellos le dijeron que es cuando a una persona le tratan de distinta forma por ser de otra cultura, país, o tener otra religión. Fátima se empezó a preocupar; no paraba de pensar: -¿Y si me pasa a mí?

Fátima y sus padres se fueron a vivir a casa de unos tíos. En unos días, tendría que ir a su nuevo Colegio y estaba muy nerviosa y preocupada. El primer día de clase, la profesora le presentó a su compañeros. Nadie le hacía caso y les llamaba la atención su forma de vestir y también su forma de hablar. Cuando volvió a casa Fátima les dijo a su padres que no estaba a gusto, que no había hecho ningún amigo y que quería volver a Marruecos.

Pasado un tiempo, Fátima se seguía sintiendo sola y distinta, y fue sorprendida por su profesora llorando durante el recreo. Al volver a la clase, todos los niños le recibieron con un fuerte aplauso. Una niña, le había reservado el sitio a su lado. Durante la clase, la profesora le pidió que contase como era el lugar en donde vivía. Fátima les contó cómo era su vida y sus costumbres. En los recreos de los días siguientes, jugaban todos con ella y, al poco tiempo, fue invitada al cumpleaños de una compañera. ¡Fue el mejor año de su vida!

Paula Muñiz Gallardo

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

Chichoko

Érase una vez un niño llamado Chichoko, tiene 12 años y vive en Escocia. Un día se dijo, me gustaría viajar mucho para conocer otras culturas, otra forma de vida en otros países. Desde pequeño le ha gustado hacer amigos, no distingue quiénes y de dónde son, porque le da igual.

Tiene amigos de todo tipo, chinos, africanos, árabes... En la clase la profesora mandó hacer un trabajo sobre las diferentes culturas, y como a él le interesaba mucho estas cosas, sacó un SOBRESALIENTE. Un día de diciembre llegó una niña nueva a clase que era india, se llamaba Taimara. Chichoko lo primero que hizo fue preguntar:”¿Cómo te llamas? ¿Quieres ser mi amiga?”.

Los dos siempre en el recreo del colegio jugaban juntos a todo. La niña estaba muy contenta porque no se imaginaba que iba a hacer un amigo tan rápido. El mejor amigo de Taimara era Chichoko.

Llegó el momento de las vacaciones, sus papás le hicieron un regalo inesperado, era... un viaje a India. Según lo supo, llamo a Taimara y le dijo: “Me voy de viaje a India estas vacaciones. ¡Qué bien!”. Llevó un cuaderno para el viaje, quería apuntar los sitios que iban a ver, a conocer, con tanta fortuna que se hizo un amigo indio que se llamaba Huasgate. Se conocieron en el restaurante donde comían, los dueños eran sus papás. Jugaron hasta el momento de irse. Llegó el fin del viaje, el regreso a casa. Chichoko no se quería ir ni de dejar de tener relación con su amigo indio.

Según llegó a su casa, llamó a sus amigos y les contó el viaje tan divertido que tuvo. Sus amigos decían: “¡Qué bien y qué suerte! ¿Hiciste amigos en el viaje?”. Él, respondió, sí y se llama Huasgate. Chichoko emocionado les dijo a sus amigos: “Agradezco a mis padres este viaje inolvidable”.

Lario Lan Rojas Díez

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La verdad sobre Álvaro

Erase vez un niño llamado Kramat, era un joven marroquí de unos doce años. Vivía en el sur de España, concretamente en Cádiz. El iba a la escuela como cualquier otro niño.

Un día llegó a su clase un niño con un aspecto un tanto diferente; tenía una cresta enorme y el resto del pelo lo tenía todo rapado, eso daba la sensación de que era una persona peligrosa y eso hacía que sus compañeros no quisieran jugar con él. Kramat lo mismo que los demás pero había algo que no le terminaba de convencer y se dijo: ¿Por qué estamos juzgando a Álvaro de esa manera si a lo mejor es una buena persona? Kramat pensó eso porque cuando llegó él nuevo, tardaron un tiempo en jugar con Kramat porque tenía un tono de piel y costumbres diferentes pero luego, al darse de que era bueno jugaron con él.

Un sábado por la mañana Kramat y sus primos fueron a un parque al cual no habían ido nunca. Allí empezaron a jugar al escondite y sin quererlo Kramat se alejó mucho. Se escondió en unos arbustos y desde allí vio algo que le dejó asombrado: Álvaro estaba repartiendo con su familia juguetes y comida a gente pobre.

Al día siguiente invitó a toda su clase a merendar a ese parque. Al acabar les dijo a todos que le siguieran, fueron hasta donde estaba Álvaro con su familia repartiendo comida y juguetes. Los compañeros de Kramat se quedaron asombrados al ver lo que hacía Álvaro. En la próxima clase le pidieron perdón a Álvaro y le invitaron a jugar con ellos.

Pablo Alonso Pereira

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Colegio

“La Asunción”

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Amigos por el futbol

Omar, era un niño marroquí. Le encantaba jugar al fútbol, era delantero. Desgraciadamente, se tuvo que ir de su país, y dejar su equipo y sus amigos. Su padre encontró trabajo en España. El no sabía si allí podría jugar a fútbol. No sabía si tendría oportunidad de encontrar un equipo. Y eso le ponía muy triste. Cuando llegó a España, fue a un parque al lado de su nueva casa. Allí, se hizo amigo de Manuel. Manuel le comentó que había un equipo que necesitaba un delantero. El primer día estaba un poco nervioso, era extranjero y no sabía si le iba a caer bien a la gente. Al llegar al entrenamiento, estaba Manuel, él iba a hacer también las pruebas pero de portero. Se puso muy contento al ver a su nuevo amigo. Al final a los dos les salió muy bien y entraron en el equipo. Cuando llegó el primer partido, conoció a sus compañeros. Omar les cayó bien, pero no sabían si jugaba bien al fútbol. Omar jugó muy bien y metió un gol. Todos sus compañeros se alegraron y fueron a abrazarle. Desde entonces Omar disfrutó de su nuevo país y de sus nuevos amigos.

Héctor Martín Renedo

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El principe de África

John era muy alto, de piel morena y delgado. Tenía los ojos grandes, los labios gruesos y los dientes blancos como la leche. Era el nuevo alumno procedente de África. “¡¡Vaya sorpresa!!”, pensó Fernando cuando se enteró de que él iba a ser su compañero de pupitre. Juntos se divirtieron mucho con sus costumbres tan diferentes. Pero además ¡¡zambombas¡¡ ¡¡tambores¡¡ ¡¡platillos¡¡ John era un auténtico príncipe africano, pero no quería que en el colegio se enteraran de esa situación para integrarse como un niño más, como los demás. Fernando era de clase media baja, era el niño más bueno de la clase y ayudó mucho a John a integrarse rápido en la clase, los demás niños criticaban a Fernando por tal hazaña y esa ayuda, iban todas las tardes a casa de Fernando a merendar, hasta en eso Fernando se desmarcaba de sus compañeros, lo poco que tenía lo compartía con John. Paso el curso y nada cambió, John solo tenía a Fernando para apoyarse y tirar para delante. El último día de clase John quiso premiar el buen hacer de Fernando contándole su secreto e invitándole a pasar el verano con él en África, Fernando se puso muy contento, pero a la vez todos sus compañeros quisieron de repente hacerse amigos rápidos y urgentemente de John, él les dijo que no les guardaba rencor pero que su gran amigo fue el que siempre estuvo a su lado, ese no era otro que Fernando.

Moraleja: no juzgues a alguien por su aspecto, si no por su corazón.

Janira García del Campo

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

María y su sueño

María era una niña de origen africano que tenía 11 años, pero vivía en Melilla. Cenando en casa con sus padres, oyó en al tele que un grupo de inmigrantes había intentado saltar la valla. María se fue a la cama preocupada y tardó en dormirse. Empezó a tener pesadillas recordando lo que había visto en la televisión, pero pronto cambió su vida... en un día soleado se levanta y oye muchos gritos. Se asoma por la ventana y ve que muchos inmigrantes africanos invadían aquel pequeño barrio donde ella vivía. La policía los perseguía. María piensa que si ella sale a la calle no la van a perseguir porque no es una inmigrante como todos ellos. María salió y ocurrió lo que estuvo pensando: Ella dio un grito muy fuerte y quedó la calle en silencio. María dijo: Aquí todos somos iguales, si yo soy africana ¿por qué a mi no perseguís? Se miraron unos a otros muy asombrados. La policía se fue y todos los inmigrantes empezaron a saltar de alegría. María se despertó y fue a mirar a la ventana. Se asomó y se dio cuenta de que todo era un sueño. En la calle había inmigrantes heridos, policías, protección civil,... Pero también vio a algunos de sus vecinos ayudando a los inmigrantes. Ella empezó a llorar de alegría “debemos ayudar, podemos cambiar, podemos ser más solidarios, más felices”. Ella salió a la calle y no gritó, solo les llevó su taza de leche caliente para compartirla.

Paula Sanz Blanco

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

El país no importa

Amelia era una niña de 11 años que vivía en Perú. Un día al llegar del colegio sus padres la dijeron que la tenían que dar una noticia importante. Sus padres la explicaron que en un mes se irían a vivir a España. Ella se emocionó porque iba a conocer otras culturas pero a la vez estaba triste porque iba a alejarse de sus seres queridos. Llegó el día de irse y Amelia estaba nerviosa no paraba de pensar en lo que pasaría en la ciudad en la que iba a vivir, si conocería gente, si tendría nuevos amigos... Cuando llegó a Madrid, que era la ciudad donde iba a vivir, se asombró porque la gente hacia cosas distintas a las que se hacían en su país. Llegó el primer día de colegio y cuando llegó a su nueva clase nadie la prestaba atención. A la hora del recreo se fijó en un grupo de niñas que tampoco eran de España. Se acercó a ellas y las preguntó si querían jugar con ella y ellas la dijeron que sí. La contaron que ellas tampoco eran de España y que habían formado un club llamado “El club de los inmigrantes” cuyo lema era El país no importa y ella se unió a él. Cada día contaban tradiciones de su país. Un día un niño se fijó en lo bien que se lo pasaban y fue a ver como jugaban y Amelia le peguntó si quería jugar con ellas. El dijo que si y que le diría a sus amigos que también jugaran con ellas. Desde aquel día no paraban de unirse al club niños y niñas. Amelia al ver que no todos los niños eran inmigrantes tuvo la idea de cambiar el nombre al club y al final se llamó NlÑOS POR EL MUNDO y desde aquel día todos fueron felices. Fin.

Alejandro Cid González

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El inmigrante

Erase una vez un pequeño niño de 8 años llamado Karín. Era colombiano,y unos padres ricos lo acogieron y se lo llevaron a España, su nuevo hogar. Llegó su primer día de colegio intentaba hacer amigos pero los otros niños no le aceptaban porque era distinto y el pobre estaba triste. A final de curso llegaron las olimpiadas escolares. Faltaban 2 días El se iba a presentar a la prueba de los 100 metros. El resto de niños le decían:”no podrás ganar Karín” pero él se esforzaba en entrenar. Llego el ansiado día y comenzó la carrera, Karín salió disparado mucho más rápido que el resto de sus compañeros,que no daban crédito a lo que estaban viendo. Karín ganó la carrera sin ningún tipo de problema. Desde entonces sus compañeros( ahora amigos)no se volvieron a meter con él y paso de raro a popular.

Jorge Caballero Barragán

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La inmigración

Era una vez una niña que se llamaba Lucy. Ella tenia 10 años y tenia una hermanita de 6 años. La madre de Lucy y de Ana se llamaba Sofía. Un día Sofía les comentaba a sus hijas que tenían que hacer un viaje muy largo y Lucy y Ana se pusieron muy tristes porque tenían que dejar a sus amigos a sus tías, abuelas etc... Cuando llegó el día de marcharse de República Dominicana se pusieron muy tristes, cuando ya se estaban subiendo al avión para trasladarse a España su madre les dijo: “no pasa nada ya volveremos otra vez a nuestro país ahora nos queda irnos por las circunstancias”. La madre de Lucy y Ana tuvo que viajar a Estados unidos por cuestiones de trabajo. Cuando llegaron a Estados unidos se sorprendieron muchísimo porque era un país muy bonito. El primer día de colegio para Lucy y Ana no les fue nada bien porque les miraban raro, no jugaban con ellas, en fin que ellas ya empezaban a extrañar su país. Pasado unos días, Lucy que estaba en cuarto de primaria se le acerco una niña que se llamaba Elena y le dijo: “¿por qué estás triste?”, y Lucy respondió: “porque no estoy con nadie parece que les caigo mal a todos”, y Elena dijo: “yo quiero ser tu amiga ¿tú quieres se mi amiga?”, y Lucy dijo: “si claro”, y desde ese día se lo pasaron genial. Un viernes Lucy y Elena estaban hablando cosas sobre ellas y Lucy le dijo: “yo no soy de Estados Unidos soy de República Dominicana y tengo una hermanita llamada Ana”, y Elena le contestó: “yo si soy de este país y me gustaría contarte muchas cosas sobre él”. Al siguiente día Elena invitó a Lucy y Ana a su casa a quedarse a dormir y ellas les dijeron que si les dejaban ir. Cuando estaban en casa de Elena se lo pasaron muy bien, la madre de Elena les enseñaba fotos de las comidas típicas de Estados Unidos. Pasados unos años Lucy, Ana, Elena fueron amigas por siempre y la madre de Lucy y de Elena se llevaban muy bien y Lucy le dijo a su madre en este país también me quiero quedar pero me gustaría ir a República Dominicana de vacaciones. La madre de Elena ayudó a la madre de Lucy a conseguir un trabajo y al final todos estaban muy contentas y vivieron felices.

FIN

Diarreris Familia Ceballos

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Mi amiga dominicana

Erase una vez una niña que llegó a nuestro colegio. Ella era inmigrante y venía de la República Dominicana. Pronto nos hicimos amigas y jugábamos todos los recreos. Nadie la trataba mal por ser negra.

Un día nos trajo un trabajo de inglés sobre su país que era muy bonito y hablaba de sus tradiciones y su cultura. Poco a poco, fue aprendiendo nuestras costumbres. ¡Nunca había visto una procesión de Semana Santa! Al siguiente año, llegaron al colegio unos amigos suyos, también dominicanos. Ella les ayudó a integrarse para que no se sintieran solos.

Mi amiga es alta, con el pelo muy largo y le encanta bailar con sus amigas. Es muy maja aunque se enfada mucho, pero todos sus compañeros la quieren. Hemos llegado a la conclusión de que porque seas de otro país, y seas físicamente distinto, no eres raro, ni peor y no te tienes que sentir mal.

Si alguna vez, vuelve a su país todos la vamos a extrañar mucho.

Elena Fernández Morán

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

Inmigración

Esto eran dos hermanos, Cristian y Carla, procedentes de China. Por problemas de trabajo sus padres tienen que trasladarse a vivir a España. Ellos muy tristes por despedirse de sus amigos y emocionados por viajar a España, hacen las maletas. Al día siguiente, temprano, cogen rumbo hacia el aeropuerto. Tras montar en el avión Carla, ilusionada, va contando cuánto dinero tiene para gastarse en España, pero al ver que solo tenía 20 céntimos se decepcionó un poco. Cristian la consoló. Sin darse cuenta, ya estaban en España. Ya era tarde, y se fueron a dormir. Por la mañana se levantaron pronto, desayunaron un poco de leche y se pusieron la única ropa que tenían, para marchar a su nuevo colegio. En el colegio todos tos niños les aceptaron muy bien y a la hora del recreo, ya eran todos una piña. Cristian y Carla llegaron a casa emocionados y muy contentos porque tenían muchos amigos. Llegaron las vacaciones de navidad y Cristian y Carla volvieron a su país. Allí contaron a sus amigos todas sus aventuras en España, sus nuevos amigos... Chani, que era la mejor amiga de Carla, se sorprendió mucho y sintió mucha curiosidad. Ellos les dijeron que se lo habían pasado muy bien, que habían ido a ver muchas ciudades y que la gente de España era muy agradable.

Paula Calvo Casado

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

“Descubrir otras costumbres”

La inmigración es la entrada a un país de personas que proceden de otro lugar, y ya que tengo que hablar de este tema voy a hacerlo de mi compañera Dianneris, entre nosotros Diana.

Diana viene de República Dominicana, de su capital Santo Domingo.

Ella tiene una tez más oscura que la nuestra, su pelo es muy negro y siempre lleva unos peinados muy originales.

Resulta interesante tener una compañera que ha nacido en otro sitio, porque comparte con nosotros cosas de su país.

Hace poco hablamos de comidas en el cole y ella nos expuso platos típicos de su país y algunos tenían muy buena pinta. De los que nombró me llamaron la atención por su nombre:

Soncocho, es un caldo con patatas y carne. Habichuelas con dulce, Bollitos de Yuca y Tostones que es plátano frito.

Hoy hemos expuesto fotos de nuestras etapas de la infancia, y Diana nos trajo una foto muy bonita de Punta Cana.

A mí me gusta mucho que nos cuente cosas de su país con su dulce acento y me gustaría conocer República Dominicana. Espero que todo el mundo que venga a España se sienta cómodo, con nuestras costumbres, nuestra comida, nuestro clima y nuestro idioma, a mí me gustaría sentirme así si tuviera que inmigrar para no echar tanto de menos mi país.

Carlota Fernández Muñiz

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

Un inmigrante llega a mi barrio

Un día llegó un inmigrante a mi barrio. Se llamaba, se llama, Juampi, porque así lo llamo yo, porque no se pronunciar su nombre verdadero. Él, ahora es un profesor de inglés en una escuela.

Un día un niño en el recreo no tenía merienda para comer y Juampi le ofreció un poco de la suya. Era una comida típica de su país, con lechuga, remolacha, pimiento y frutas. El niño no la quería comer porque no le gustaban las verduras. Pero Juampi insistió en que la probase, que le iba a gustar, además le dijo que en su país la comían los niños. En ese momento pasaba la directora del centro y dijo: Ahí veo la solidaridad.

Otro día decidió ir con la clase a una excursión. Se trataba de convivir con otras personas de otros países y conocer su cultura. Y el dijo en voz alta “siempre hay que tener solidaridad y optimismo con todos, aunque seamos diferentes”.

Juampi dijo: A mi no me respetan fuera del colegio, pero yo a ellos sí. Si yo respeto dentro y fuera del colegio, ¿Por qué ellos no hacen lo mismo? Uno de los alumnos, le dijo: Así nunca lograremos la paz en el mundo. Por eso la paz es importante para todos y todas.

Cuando salieron de la escuela a Jumpi le insultaron. Al día siguiente, él propuso en clase hacer una campaña con él sobre la inmigración y la integración, NO a la discriminación. Todos estuvieron de acuerdo. La socialización y el respeto a todos también lo tenemos que poner en práctica.

Álvaro Sanz Blanco

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Una clase más que divertida

Os voy a hablar de mi tía, mi tía Flor. Es profesora de primero de Infantil y siempre está contando cosas de sus niños. A veces parecen cuentos, pero todo es verdad.

Este año dice que en su clase hay más niños de otros países que españoles. Cuando pasaba lista los primeros días todos se reían por lo mal que pronunciaba sus nombres y apellidos. Me imagino a un montón de niños de tres años sin saber hablar español en una clase, ¡qué lío! todo lo que cuenta me parece divertido.

Para este curso ha organizado unos cuantos talleres: cocina, baile, moda,... Se trata de que cada uno explique su cultura y costumbres de esa manera. Ya hizo el de cocina y dice que se pusieron las botas de tantas cosas ricas que llevaron los niños (¡hecho por sus madres claro!).

Mame, Lúa, Desiré, Said y Hassan son algunos de los protagonistas de esta historia y antes de que termine el año les pienso ir a ver para jugar con ellos.

Supongo que no será todo tan fácil como dice Flor, pero a mí me hace imaginar sentir y casi vivir sus historias como si me estuvieran pasando a mí, y por eso siempre que puedo comparto con ellos mis juguetes y disfraces, que según mi tía les hace mucha ilusión.

Espero que todo lo que me cuenta... no sea un cuento, y que ellos y sus familias sean felices en León o donde elijan vivir.

Cecilia Arias López

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

Todos somos iguales

María era una niña china que era nueva en el cole. Tenía once años. Los niños del cole la trataban muy mal porque decían que era diferente a nosotros.

Cada vez María tenía más vergüenza y más miedo a ir al cole porque como la trataban muy mal le daba miedo de que le hicieran algo.

Un día una niña de su clase la preguntó si ·quería ser su amiga. María, tan ilusionada, le dio un abrazo y dijo que sí.

Su amiga les explicó a sus compañeros de la clase que María era una niña como los demás, una niña que solo quería hacer amigos. También les explicó que María sabía hablar español como los demás, que si no hablaba era por vergüenza y que desde los tres años vive en España. Los niños se preguntaron entre sí:

- María, ¿qué cosas diferentes tiene a nosotros?-

- Nada, sonríe, se enfada, se pone contenta y tiene miedo, como todos nosotros- Dijeron todos en voz baja.

Al día siguiente le dieron una sorpresa. Querían ser todos amigos de María.

Marta Gómez Moreno-Galvache

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

El nuevo mundo de María

María era una niña que se había tenido que ir junto con sus padres de Malí a España para que sus padres consiguiesen trabajo. Llegaron a España en verano y, durante ese tiempo aprendió algunas costumbres españolas. Cuando llegó el primer día de colegio, María estaba muy nerviosa porque no conocía nadie, llegó al colegio y vio que los demás estaban hablando con sus amigos de lo que habían hecho durante el verano. Ella estaba sola porque no tenía amigos allí, pero, un rato después un grupo de niñas se acercaron a ella y empezaron a hablar; ella les contó que se había venido a España porque en su país no había trabajo y no podría tener un buen futuro.

Ellas empezaron a contarle las costumbres de aquí y María les contó las de su país. Al cabo de unos días conocía a toda la clase y ya tenía muchos más amigos. Entonces, ella les explicó algunos juegos a los que solían jugar en su país, y, en los recreos jugaban unos días a los juegos españoles y otros a los de Malí, porque todos eran muy divertidos.

Al igual que María, sus padres también hicieron amigos y consiguieron trabajo. Porque, hay que acoger a las personas aunque sean de otro país o color, además, así nosotros también salimos ganando, porque aprendemos las costumbres y mucha información sobre otras culturas.

Andrea Alonso Martínez

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

Una gran amiga

Conocí a Diana en mí colegio, hace un par de años.

En realidad se llama Dianneris, y vive en La República Dominicana, ella vino con sus padres y sus hermanos.

Seguramente que la costaría adaptarse a mí país, en el mío hace frío, en el suyo calorcito.

Cuando la vi pensé que era un poco más morenita que yo, pero sin embargo la única diferencia que hay entre nosotras es el color. Somos iguales, ella y yo tenemos grandes sueños, reímos, jugamos, trabajamos, y aunque a veces pensemos diferente, siempre seremos amigas.

Me dí cuenta que ir a un nuevo país y un nuevo colegio resulta dificil, y la costó hacer nuevas amigas.

Fueron pasando los años y pudimos ver que nuestra amistad era irrompible, también supimos apreciar la amistad más.

También hizo nuevos amigos, pudo aprender de nosotros tanto como nosotros pudimos aprender de ella.

Y así seguiré siendo su amiga hasta un prolongado tiempo, y espero que ella también.

Zoe Sousa Morán

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

Amigos sin fronteras

Hola me llamo Miriam y quería hablaros de mis amigos. Son Vasile, Moussa, Aicha y Lin. Todos somos diferentes unos de otros, pero juntos nos lo pasamos siempre bien. Es difícil entenderles, aún no saben bien el español pero yo intento enseñarles y creo que lo consigo. Vasile habla rumano, Moussa es negrito y sabe francés, Lin es chinita y Aicha... nunca recuerdo su idioma, es raro para mí. Pero todos la miran por llevar un pañuelo en la cabeza. No entendía por qué cuando la conocí y me explicó que ella tenía una religión diferente, no reza a Jesús. Tampoco Moussa. ¡Qué de nombres gasta Dios!, le dije a Vasile cuando nos lo contaron. Cada día me enseñan cosas nuevas que no sabía que existían. En casa de Aicha toman un rico té, en vez de café como hacen mis papás y Lin come mucho arroz que no se parece a la paella.

Hoy después de muchos años me apasiona la comida asiática gracias a Lin, me encanta el té gracias a Aicha y he conocido muchas ciudades preciosas en Rumanía con Vasile. Viajo con Moussa a África en calidad de misioneros y ayudamos a su poblado que se muere de hambre.

Aquello que me enseñaron de año tras año en el colegio cuando éramos niños, ahora es mi día a día y mi forma de pensar.

Paula González Blanco

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En la piel de otros

En África había una niña que se llamaba Jane, vivía en Kenia, en Usigu situado en la provincia de Nyanza, en la costa del Lago Victoria al sudoeste del país. Su poblado vivía en pobreza extrema. Cuando mis padres la apadrinaron siempre me escribía con ella. Me contaba que le gustaría venir conmigo, yo siempre pensaba por qué no ayudar a todo su pueblo, porque allí no había dinero y aquí si había. Me contó que su padre se fue a otro país a trabajar. Porque eran tres hermanos más su madre. Decía que le echaba de menos. Cuando la dije que tenía que ir al colegio, dijo que ella también quería porque su cole está muy lejos y no tenía libros y así se quedaba en casa ayudando a su madre con las tareas domésticas de su casa. La dije que dentro de poco podrían ir a otro país como su padre y quedarse allí a vivir y así conseguir dinero. Su padre la contó que al principio le resulto difícil mezclarse con personas blancas por que se sentía incómodo, dijo que se había quedado alucinado con la de tecnología que había y que hubiera gente durmiendo en los portales, dijo que no había derecho a que personas durmieran en la calle ya que ellos dormían en el suelo con tanto dinero que tenían, entonces le propuse a mi madre que diéramos ropa a los que más lo necesitaran. Jane me dijo que ya tenía libros y ropa y sus hermanos ya sabían leer y escribir, yo la dije que ella ahora podía ser libre y hacer lo que ella quisiera. Ahora ya podía irse a estudiar lo que ella quisiera.

Kenia Rubio Álvarez

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Diego y su mundo de color

Diego es un niño que ha nacido en una gran familia, vive en una casa grande, con muchos juguetes, un jardín donde disfruta con su perro y unos papás que le dan todo lo que pide. Ese sábado su papá le va a llevar al cine. Preparan la mochila, unos refrescos, palomitas y se suben al coche. Cuando llegan a la puerta del cine, la película ha comenzado y solo un niño, está en la puerta.

Es un niño pequeño, que mira impresionado las imágenes que la pantalla exterior proyecta. Diego se ríe del niño ya que no entiende porque le hace tanta gracia la televisión. Tampoco entiende que vaya tan mal vestido, ni que su cara esté sucia. Ni tampoco porque está sentado en la calle solo.

Finalmente y gracias a las influencias de su papá consiguen entrar a ver la película. En ella se cuenta la historia de una familia muy pobre, en la que Ben, el niño, no tiene la suerte de tener un papá. Su vida transcurre trabajando y no sabe leer ni escribir. Una mañana su suerte cambia y gracias a la ayuda de una persona noble y bondadosa, consigue estudiar y llegar a ser un gran médico.

Cuando acaba la película, Diego se da cuenta de lo injusto que ha sido, ya que ahora ha descubierto que quiere hacer en su vida. Quiere ser el hombre noble del cuento. Sale del cine y le pide a su papá que compre otras dos entradas para la próxima película, “pero esta vez no la veré contigo papá, sino con el niño de la puerta”.

Juan Luis del Prado Fernández

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

Todos somos iguales

Érase una vez un niño llamado Juan. Juan tenía diez años. Vivía en Marruecos, pero se vino para España a vivir. Un grupo de niños del colegio decían que como era de otro color de piel había que insultarle. Juan estaba cansado de recibir insultos de esos niños. Así que Juan se hartó y se lo dijo a Jorge, el tutor de la clase.

Después de dos días de clase nos fuimos de excursión a la parroquia de las Ventas. Esos niños se quedaron en la clase castigados. Cuando volvimos de la excursión me fui para casa. Cuando se hizo de noche me fui para la cama. Me quedé pensando en Juan y pensé que tenían que acabar esos insultos hacia Juan, hablando con los que le insultaban.

Al día siguiente vi hablando a esos niños. Yo les dije que porque sea de otro país y tenga otras costumbres no había que tratarle diferente. A Juan no solían insultarle porque en su país eran todos del mismo color de piel. Lo único bueno de los niños que insultaban es que reconocían las cosas. Así que reuní a Juan y a los niños después del colegio a comer a mi casa. Después de comer hablamos sobre el tema. Yo dije a los niños que no debían insultar a nadie por color de piel o por diferentes costumbres. Les dije: TODOS SOMOS IGUALES.

Los niños y Juan acabaron abrazándose. Los niños le pidieron disculpas y quedaron como amigos.

Roi Castro Dacosta

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

El niño inmigrante

Érase una vez un niño llamado Halib. Vivía en una remota aldea de un país africano llamado Guinea Ecuatorial. Su familia era muy pobre. Halib tenía que desplazarse todos los días junto a otros niños de su aldea hasta un pequeño pozo que estaba a más de tres kilómetros del poblado. Un día su padres les llamaron a él y a su hermana mayor de 15 años, y les dijeron que habían decidido que toda la familia viajaría hasta un país llamado España en busca de una vida mejor.

A los pocos días, Halib, sus padres y sus cuatro hermanos, uno todavía apenas un bebé, se pusieron en camino hacia la costa donde les esperaban unos hombres que les trasladarían a ellos y otro grupo de gente hasta España en una patera.

Estuvieron muchos días en el mar y Halib pasó mucho miedo aunque intentaba no demostrarlo para no asustar aún más a sus hermanos pequeños. Cuando parecía que ya aquella aventura no llegaría a buen puerto, llegaron por fin a España.

Halib estaba muy contento porque por fin podría ir al colegio y aprender a leer. En su pueblo natal no iba a la escuela porque quedaba demasiado lejos.

A la hora del recreo Halib salió con los otros niños al patio, pero nadie quería jugar con él porque hablaba diferente y su piel era de otro color. Halib se puso muy triste y grandes lagrimones empezaron a resbalar por su cara redondita. Por suerte andaba por allí Paula que se le acercó, y agarrándole de la mano le llevó hasta su grupo de amigos donde se pusieron a jugar todos juntos. Poco a poco, primero por gestos y luego ya con palabras, cuando Halib aprendió nuestro idioma, les fue contando cosas de su país y de su viaje hasta España. Halib y Paula se hicieron inseparables y llegaron a ser los mejores amigos del mundo.

Lucía García Gómez

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

El pequeño Khan

En Irán, vivía un niño llamado Khan que tuvo que venir a España porque su padre había encontrado trabajo en nuestro país.

En el colegio no todos le aceptaban, algunos le insultaban y le trataban mal, pero él nunca devolvió un mal gesto ni una mala contestación.

Un día, estando en su casa, vio por la tele unos inmigrantes saltando la valla y le preguntó a su padre:

- ¿Papá, porque saltan esa valla y se pegan unos a otros?

Su padre le contestó:

- Quieren una vida mejor, y por ello están desesperados y son capaces de cualquier cosa.

Khan entonces pensó en voz alta y dijo:

- ¿Y no es más fácil que los que más tienen den su ayuda para que mejoren las cosas en sus países y no tengan que abandonar a sus familias? ¿Por qué no podemos pensar un poco más en los demás?

El padre de Khan se puso triste y por su mejilla rodó una lágrima y le dijo a su hijo:

Hijo mío:

- ¡Ojalá todos tuviéramos un corazón tan grande como el tuyo!

Adrián Vinagre Villaverde

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El Viaje de Liang

Liang estudió informática en Pekín, sin embargo, la falta de trabajo le obligó a regresar a la aldea de origen con su mujer y su hijo; donde también tenía que hacerse cargo de sus padres.

Trabajó durante un tiempo cultivando arroz, pero los beneficios eran insuficientes para alimentar a toda la familia. Entonces, decidió emigrar a otro país, en busca de un buen trabajo. Tras viajar por varios países donde ni le aceptaron ni le contrataron en ningún puesto, llegó a España desanimado y decepcionado. Al gastar todos sus ahorros durante el viaje, tuvo que dormir en la calle; hasta que un empresario informático llamado Pedro, se cruzó en su camino.

Pedro, al observar el pesimismo de Liang, recordó que en su escuela le habían transmitido valores como: solidaridad, optimismo y respeto a otras culturas y no dudó en ayudar a Liang. Le acogió en su casa, le enseñó el idioma y le ofreció un puesto de trabajo en su empresa.

Al cabo de unos años recaudó el dinero suficiente para comprarse una casa, e instalarse con su familia en España, ya que este país le había acogido, cuidado y querido como a uno más.

Pablo Domingo Fernández

Page 230: Lea los microcuentos

CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

Soñé

Ayer soñé que mis padres me daban una mala noticia.

Me decían que se iban a vivir a Alemania, a vivir porque aquí no encontraban trabajo.

Que nosotros viviríamos con los abuelos hasta que ellos encontraran trabajo y una casa.

Soñé que mis padres sufrieron mucho por marcharse a un país totalmente desconocido, solos con distintas lenguas y culturas.

Soñé que 2 años más tarde llegaba yo y, mi casa era nueva, mi barrio era nuevo, mi colegio era nuevo y no tenía amigos.

Cuando me desperté entendí que el inmigrante no deja su país por placer, si no por necesidad.

Y que hay que tratar al inmigrante como te gustaría que te trataran a ti en una situación igual.

Miguel Villafañe Alonso

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La historia de Mireia y su familia

Erase una vez hace un tiempo una niña llamada Mireia que era inmigrante, ya que tenía que irse de su país con sus padres para que consiguieran trabajo y decidieron irse a España, Mireia al instalarse en su nuevo colegio se sentía muy rara con gente diferente y desconocida, todos la miraban de forma extraña e incómoda. Unos días después Mireia ya se estaba acostumbrando, pero no tenía amigos. Ese día en el colegio se preguntaba porque no tenía amigos, entonces se intentaba acercar a la gente pero ellos se marchaban hasta que se acercó a un niño y él respondió bien y entonces se volvieron amigos. Los niños se sorprendían porqué como una niña que no era como ellos estaba con uno de los suyos. Tiempo después todos se hicieron amigos de ella, en los recreos los unos a los otros se contaban su forma de comer, vivir, sus sitios favoritos... etc. Entonces los niños de España aprendieron como sería vivir en África y Mireia a vivir en España. Ella recordaba lo que lo que le había sucedido al principio y pensaba la suerte que tenía de haber hecho unos amigos tan buenos y así siguió siendo, contenta al ir todos los días al colegio.

Ana Pérez Arias

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

Colegio Carmelitas

“Nuestra Señora del Carmen”

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La llamada de las sombras

Este era un niño llamado Nathan, tenía padres y amigos, pero un día ocurrió una catástrofe en la que él quedó huérfano, no tenia explicación y nadie sabía que le había pasado a sus padres, habían salido a pasear y nunca más se volvió a saber de ellos, paso el tiempo, nadie lo sabía, por eso, desde aquel día se dedicó a buscarlos.

Ahora Nathan ya tenía esposa e hijos, se dice que la esperanza es lo último que se pierde, él ya la había perdido, vivía en paz con su familia.

Un día mientras dormía, oyó un ruido cada vez más y más fuerte, se levantó, oyó tres golpes, se dispuso a ir pero en cuanto vio lo que había, se quedó petrificado y grito: ¡fantasmas!, ellos al oírlo fueron a por él. Nathan intentó huir pero no pudo y su casa con todo lo que había en ella desapareció de su vida para siempre. Lo mismo pasó con sus hijos poco, pero no con sus nietos, el día en el que fueron los fantasmas a su casa no se despertaron, pero a la mañana siguiente, el nieto pequeño supo qué había pasado, creyó ver restos de electoplasma por el suelo y dijo; hay electoplasma en el suelo.

Sus hermanos mayores se rieron de él diciéndole que lo que había en el suelo era zumo o algo así. Pocos días después también sus hermanos mayores desaparecieron quedándose solo en su casa. Él se mudó de inmigrante a París, creyó estar seguro, pero no sabéis lo que se equivocaba. ¿fin?

Alejandro Rodríguez Peláez

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

Un viaje muy especial

- ¡Hola! Soy Noelia Gutiérrez. Tengo el pelo rubio y ojos verdes. Mi padre, José Gutiérrez es un famoso empresario. Mi vida no es nada aburrida, pues cada poco, tengo que viajar con él. ¿Y mi madre? Mi madre es cocinera en un famoso restaurante en Andalucía. Tienen muchos clientes y no se puede ocupar de mí. Viajar con mi padre es súper divertido siempre antes de marchar comemos en un sitio familiar. Él me habla de lo que ha hecho y yo que he aprendido con mi institutriz. Se llama Carlota es morena y tiene los ojos azules. Nos acompaña en todos los viajes y es muy agradable. Después de comer nos fuimos a otra ciudad. Estamos a lunes y mi padre me dijo que al día siguiente nos iríamos a Madrid. No me quejé, pues quería ver la ciudad. Viajamos unas 3h. Al llegar mi padre me avisó de que nos quedaríamos más tiempo de lo normal. Y me dio una sorpresa, ¡me había buscado ya un colegio! ¡Qué nervios! ¿Qué hacía? ¿Cómo me comportaba? No tenía ni idea. Era miércoles y empecé el colegio. Había muchas razas en aquel colegio pero no me importó, me gustaba conocer nuevas culturas. La profesora me presentó a los que serían mis compañeros, y un niño llamado Juan me acompañó a mi pupitre y me indicó mis libros y el material (te los daban en el colegio). En el recreo todos se presentaron y jugaron conmigo. Yo me sabía sus nombres y ellos el mío. ¡Qué día tan fantástico! Había hecho muchos amigos y aprendí muchas culturas. Ese día me sentí FELIZ.

Sandra Barrientos del Valle

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Andrea y su emigración

Hola me llamo Andrea y tengo 25 años. Soy española y he acabado mi carrera de medicina. Me han ofrecido un trabajo en Estados Unidos y tengo que emigrar, porque aquí en mi país no he encontrado trabajo. En Estados Unidos me han ofrecido un trabajo, en un instituto de investigación medica, la verdad es lo que quería hacer. Ya estoy instalada en mi puesto de trabajo, las condiciones son mejores de lo que yo me imaginaba aunque no gano mucho porque soy becaria . El trabajo es duro y echo mucho de menos a la familia , a mis amigos, a los compañeros del instituto y de la facultad . A veces me pongo triste porque no tengo cerca a mi familia ni a nadie que conozca, aunque poco a poco voy conociendo a más gente. Echo de menos la comida de mis abuelas, pasear por el barrio Húmedo, tomarme algo con mis amigos y tomarme unas tapas en el barrio Romántico de León, también echo de menos ir a Oviedo donde estudié la carrera y pasear con mi padre por Gascona tomándonos unas sidras, ya que mi padre es de allí. La verdad es que me acuerdo mucho de mi abuelo porque el fue emigrante en los años 50, el emigró a Bélgica a trabajar en las minas, más tarde tubo un bar y allí conoció a mi abuela y estuvieron unos cuantos años trabajando allí, a veces me contaba historias de lo duro que era estar lejos de su tierra natal. Ahora creo que ser emigrante en otro país es duro pero las necesidades obligan. Cada vez comprendo más a la gente que emigra de sus países para mejorar. Mi corazón siempre estará con los míos. Poco a poco me estoy acostumbrando a estar fuera, pero siempre recordaré los buenos momentos que pasé con mi gente, como decía mi abuelo: “el emigrante siempre quiere volver a sus orígenes”.

Me despido de vosotros con la ilusión de que algún día volveré a mi tierra.

FIN

Cecilia Robles Alba

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Dos amigos inseparables

Esta historia trata de dos chicos muy amigos, Luka, curioso y obediente, y Alí, juguetón y trabajador. Eran amigos desde muy pequeños, siempre se les veía juntos, a pesar de pertenecer a diferentes culturas, uno judío, el otro musulmán. Compartían las mismas opiniones y casi las mismas ideas. Uno era como la sombra del otro, tan parecidos...como dos gotas de agua...

Un día Luka descubrió que tenía que marcharse a su país natal porque su padre había encontrado trabajo allí, y se lo dijo con pena a Alí. En su país natal hizo nuevos amigos, pero seguía echando de menos a Alí, que había dejado un vacío en su corazón.

Después de veinte años, cuando Luka tenía veintinueve años, volvió a su ciudad de la infancia porque un amigo suyo le había comentado que necesitaban gente donde él trabajaba y Luka lo aceptó sin dudarlo.

Un día mientras Luka trabajaba tranquilamente, le llamó su jefe, a quien aún no había conocido. Se llevó una alegría enorme, resultó que su jefe era Alí, su amigo de la infancia. Se miraban incrédulos. De nuevo unidos rememoraron viejos recuerdos, pasaban muchos momentos juntos, eran inseparables como en su infancia, y poco a poco reforzaron su amistad.

Ahí fue donde Luka se dio cuenta de que a pesar de no ser su país, de no estar entre los suyos, ese era su lugar en el mundo, junto a Alí. Su amistad estaba por encima de todo. Habían visto que a pesar de los años, de su separación y sus dificultades, habían sabido valorar el mayor tesoro que existe, la amistad.

Victoria Santos Marcos

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

El niño emigrante

En aquellos tiempos había un pequeño niño llamado Oto, que viva en Alemania, tenía cinco añitos y era muy inteligente y educado además de ser amable.

Un día, tuvo que emigrar porque su padre, era arqueólogo, tenía que irse a Siria. Para que su padre llamado Jeremay pudiera buscar más pueblos enterrados, porque en Alemania ya no encontraba más. Al irse, Oto se despidió de todos sus amigos y amigas en especial de Greta su mejor amiga, llevaban siendo amigos desde que eran muy pequeños.

Seis años después el padre de Oto, Jeremay se muere. Oto tiene once años y su madre llamada Marie regresan a su tierra, Alemania. Oto se encuentra con Greta y se fueron a un bosque, de allí cerca van a ese bosque raro y extraño porque nunca lo habían visto, allí Oto y Greta se encuentran un rió, no sabían cómo se llamaba así que Oto y Greta decidieron llamarlo el rió de Oto y Greta. Ese rió tenía unas inmensas cascadas y animalitos que se acercaban a beber de sus cristalinas aguas.

Cinco años después Oto y Greta son novios, van al rió y allí se encuentran con un oso muy hambriento, Oto le suplica a Greta que huya lejos donde el oso no pueda alcanzarla. Mientras Oto lucha contra el oso, al tiempo que Greta fue a buscar a sus amigos para que le ayudaran a espantar al oso. Oto seguía luchando contra el oso y de repente llegan sus amigos, el oso después de verlos a todos decide huir.

Greta y Oto se van con sus amigos a casa felices y contentos, por haber derrotado a aquel terrible oso.

Eva Briz Fernández

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El sueño

La barca es muy pequeña, vamos muy apretados. Dicen que ya queda poco. Pero poco ¿para qué? Por el camino perdí a mis padres y soy una niña. Llevan años hablándome de un sueño, pero de momento está siendo mi peor pesadilla.

A pesar del poco espacio la gente empieza a moverse, ya se ve tierra. La barca se queda atascada en la arena y unas voces nos dicen: ¡corred, corred! Me pongo a correr pero no sé a dónde voy.

Sin darme cuenta unos brazos me levantan por el aire. Un señor con un chaleco rojo se dirige a mí en un idioma que no entiendo. Poco a poco me voy calmando, me envuelven en una manta y me dan a beber un vaso con algo caliente. A muchos nos trasladan en una furgoneta hasta una casa donde hay muchas personas compatriotas mías.

Sobresaltada, me vuelvo a despertar en mi cama. Pasaron ya muchos años desde aquello, pero cada noche a la misma hora me levanto de esta manera. Entonces me miro en el espejo y esbozo una sonrisa a la que siempre siguen dos lágrimas.

Aunque fue duro aproveché las oportunidades que tuve y hoy disfruto de una muy buena posición en este país que me acogió.

Pero detrás de las dos lágrimas se esconden mis padres perdidos en aquel mar y hoy todavía no sé si vivo en un sueño o es todo una pesadilla.

Estela Pérez Alonso

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Raúl se va a Estados Unidos

Raúl tiene que migrar a Estados Unidos por motivos de trabajo. Tiene miedo porque no conoce a nadie. No sabe lo que se encontrará, ni como se le tratará. Prepara las maletas un poco triste pero a la vez algo contento porque por fin ha encontrado trabajo. Se despide de sus familiares y amigos. El viaje se le hizo muy corto, sale del avión y mientras espera por las maletas mira a su alrededor, las maletas no salen y va a preguntar por ellas y se le indica que cuando las reciban se las envían al domicilio. Llega al domicilio y se instala con lo poco que lleva, llama a su familia para informarles que ya había llegado. Al día siguiente se levanta para ir a trabajar, va andando y se pierde, por lo que pregunta a los transeúntes que llevan prisa pero aún así le indican por dónde ha de ir. Una vez que llega al trabajo es bien recibido por todos sus nuevos compañeros, le indican dónde tiene que ir y cuál va a ser su nueva labor. Terminada su jornada laboral se va para casa a llamar a su familia y contarles como le ha ido su primer gran día. Al día siguiente se levanta para ir de nuevo al trabajo, al llegar la hora de la comida, Raúl no se da cuenta de la hora y sus compañeros le van a proponer ir a comer a un restaurante cercano, ya que después hay que continuar con el trabajo. Raúl acepta muy contento. Durante la comida estuvieron contándose anécdotas, chistes, lo que fue muy divertido y también le preguntaron a Raúl qué tal llevaba el estar tan lejos de su casa y lejos de sus seres queridos y él les contestó que a pesar de estar lejos, en el principio de su nueva vida lo estaba pasando muy bien, se le estaba tratando como nunca esperó y tendría unos buenos amigos.

Sinay Prudencio Fernández

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Un año para amar

Érase una vez, una niña que se llamaba María, la encantaba viajar y conocer cosas nuevas.

Cuando María se hizo mayor, empezó a viajar y a viajar. Un día, María emprendió un viaje por el resto del mundo, un viaje para amar, para sentir, para vivir, un viaje lleno de ilusión. María, como no encontró trabajo en su país porque las cosas estaban muy mal tuvo que emigrar a otros países.

Al primer país que emigró para buscar trabajo fue a Rusia, y se quedó allí durante un mes, pero decidió emigrar a otro país porque Rusia era muy frío.

Después, fue a Alemania, todo era muy bonito pero por aquel entonces había mucha crisis.

El mes siguiente emigró a Estados Unidos, donde estaba su padre y tuvo que quedarse allí a cuidarle, cuando se encontraba mejor, María, emigró a Gran Bretaña, pero al mes la despidieron porque no necesitaban más empleados.

Los tres meses siguientes los pasó en Italia donde encontró un piso con una chica de su edad, Irene, se hicieron muy amigas. En el trabajo, también tenía muchos amigos y era libre, no como en Rusia. Podía conocer sitios nuevos y además el italiano era uno de sus idiomas preferidos. Pero tenía que irse a España, su país natal, porque las cosas estaban mejor que antes y se llevó a Irene con ella.

Desde entonces, María e Irene siguen viajando juntas por el resto del mundo.

Lucía Peláez Reguera

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Joao el brasileño

Había una vez un niño brasileño que se llamaba Joao, tenía 12 años, su padre se murió. Entonces se fue a vivir a España con su madre y su hermano pequeño. Toda su vida había trabajado en el campo. Cuando llegó a España, todo era muy diferente, enormes edificios, ruidosos coches, etc. Todo era muy artificial, le costó mucho adaptarse. Hablaba mal el idioma, en el colegio le miraban mal, se reían de su acento brasileño.

Pero poco a poco fue conociendo a gente.

Después de un tiempo, ya conocía bastante gente, y aunque todavía no hablaba muy bien el idioma ya no se reían de su acento brasileño. Pasaron cuatro años.

Un día, Joao volvía del colegio, su madre le dijo que iban a volver a Brasil. Él por una parte estaba contento de volver a su país, a ver a su familia y amigos de allí, pero por la otra estaba triste porque había hecho nuevos amigos y no quería despedirse de ellos. Al día siguiente se lo dijo a sus amigos, todos se pusieron muy tristes, le montaron una gran fiesta de despedida. A la semana siguiente. Joao se marchó a Brasil sabiendo que tenía nuevos amigos en España.

Pablo García Presa

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

La escuela del pueblo

En un pueblo escondido entre las montañas de León se iba a cerrar la escuela por falta de niños. Solo quedaban dos Alfredo y Osear. Sus padres estaban muy preocupados pues el próximo curso tendrían que recorrer varios kilómetros en un autobús para ir a un nuevo colegio. Hablaron con el alcalde del pueblo y después de estar varios días pensando sobre el asunto, se les ocurrió una brillante idea que solucionaría el problema. Anunciaron en el periódico que ofrecían una vivienda gratuita a familias con niños pequeños que vayan al colegio del pueblo. La noticia corrió como la pólvora y en pocas semanas se instalaron en el pueblo varias familias con niños. Algunas familias vinieron de las provincias limítrofes. Pero una familia llegó de África con cinco niños y niñas pequeños, eran todos de pelo muy rizoso y piel de color negro. Se enteraron del anuncio por el padre Francisco, misionero natural del pueblo y que vivía en África. La llegada de esta familia tan diferente de las nuestras causo muchas sorpresas. Eran muy diferentes de nosotros, vestían de forma distinta y hablaban de manera muy rara. El maestro el primer día de clase nos explicó que las personas aunque tengamos distinto color de piel, tenemos los mismos sentimientos y necesidades. Empezamos a convivir con ellos, a compartir nuestras cosas como: los libros, el material escolar, y sobre todos los juegos. Ellos nos han enseñado juegos africanos, son muy buenos corriendo. Nosotros estamos muy contentos porque gracias a todos los que han llegado no se ha cerrado la escuela y tenemos nuevos compañeros para jugar.

Álvaro Cascallana González

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Baltasar, y la amistad

Érase una vez, un niño llamado Baltasar, que había nacido en África (Etiopía). Su padre había conseguido trabajo en España, y se mudaron a una ciudad, llamada León.

Baltasar tenía miedo porque no sabía cómo le iban a recibir en su nuevo colegio, y si iba a tener amigos. Llegó a León un lunes 10 de Noviembre de 2014, ese mismo día empezó el colegio. Intentó con toda su fuerza, con toda su alma y con todo su corazón, integrarse en su nueva clase.

Era muy tímido, y apenas conocía alguna palabra en castellano, e inglés; pero intentó comunicarse con sus compañeros a través de signos y dibujos en el papel, explicándoles de dónde venía y como era su tierra natal.

Poco a poco llegó a una conclusión: no hay que mentir sobre quién eres, tú eres así y ya está. Y empezó a aplicarlo. Descubrió, que todos los niños se interesaban por él, y le preguntaban cosas como por ejemplo: ¿De dónde vienes? ¿Dónde vivías? ¿Cómo se llaman tus padres? Etc... En muy poco tiempo hizo muchos amigos, que le querían tal y como era.

Lucía González Montaña

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La mala suerte

En la preciosa ciudad de los sueños, situada en la gran colina roja, rodeada por el gran río negro, como era conocido por los habitantes de la ciudad, vivía un niño que se llamaba Luís.

Él creía que tenía mala suerte, porque todo le salía mal, sacaba malas notas, sus padres le reñían y él siempre estaba enfadado. Un día Luís fue a una colina para estar tranquilo y despejar su mente.

Ese mismo día habían dado en las noticias que iba haber una lluvia de estrellas que podría verse desde cualquier punto de la ciudad. Luís se sentó sobre la verde hierba y con fresco olor a recién cortada ,estuvo esperando durante más de una hora hasta que vio pasar una estrella fugaz y pidió un deseo “había deseado que se le acabara la mala suerte”. Regreso a casa convencido de que su deseo se cumpliría. A la mañana siguiente Luis se levantó contento, lo que produjo una gran alegría a sus padres y comenzó a tener mejor suerte y sacaba buenas notas, ya no había castigos ni malas caras, ni en el colegio, ni en casa y sus padres siempre estaban contentos con el, dio gracias a la estrella fugaz a la que había pedido el deseo.

Sin pensar que todo lo había conseguido él, con su cambio de actitud. Nada tuvo que ver la suerte, ni la estrella fugaz del deseo, todo lo que nos propongamos lo podemos conseguir con trabajo y esfuerzo si estamos convencidos de ello.

Daniel Pérez Olaiz

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Soy inmigrante

Hoy empieza mi nueva vida. Me llamo Aisha y vivo, mejor dicho, vivía en Khobar, una ciudad de Arabia Saudita. Hoy me mudo a España y, como he estado practicando español durante varios años, domino el idioma.

Hoy empecé el colegio. Todos me han aceptado bien excepto un grupo de niños, y no sé por qué. Por ahora, lo que más me cuesta, es ir con niños a clase. En Khobar los niños y las niñas estaban en diferentes colegios. También vi raro que las chicas no llevaran pañuelo en la cabeza. En el recreo, hice amigas y me enseñaron juegos a los que yo no podía jugar en Arabia, como el fútbol. Me está costando mucho adaptarme.

Hoy el grupo de niños que no me aceptan bien me han insultado. Me han dicho que yo no debería estar aquí quitándoles el trabajo a los españoles. Yo no sabía qué decir y me he puesto a llorar. No sabía que los inmigrantes fueran mal recibidos y me estoy planteando si soy un estorbo.

Han pasado muchos días desde mi llegada a España. Hoy mi padre tiene una reunión con un grupo de hombres y mi hermana y yo hemos ayudado a mi madre a preparar la comida, se la hemos llevado a los hombres y lo que ha sobrado, para nosotras, como de costumbre. He investigado y aquí en España eso es diferencia de género. Ahora que lo pienso, las costumbres de Arabia y todo lo que se hace allí es todo para el hombre. Ahora no puedo hacer nada, pero de mayor, lucharé por la igualdad de género y por la interculturalidad.

Cristina Guerrero Puente

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Epi

Érase una vez un niño que se llamaba Epi. Él venía del Sur de África, de un pueblo muy pobre. Él tenía muchas culturas como por ejemplo los bailes tradicionales. En el sur de España, que es donde se había ido Epi, tenía otra danza, las sevillanas le gustaban mucho y un día Epi le preguntó a una niña ¿Sabes bailar sevillanas? Ella le contestó que no pero que tenía muchas ganas de aprender. Epi le preguntó otra vez ¿Cómo te llamas? Me llamo María, le contestó. María le preguntó cómo se llamaba y de dónde venía y él le contestó me llamo Epi y vengo del sur de África. Y desde ese día, cuando María salía del colegio, los dos se ponían a imitar sevillanas en la plaza del pueblo. Siempre que Epi iba a casa de María se ponían a bailar en el salón. Y así fue como se hicieron muy amigos.

Carlota Ojembarrewd

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Jake y Peter, una amistad inolvidable

En 1960, había un niño llamado Jake que vivía con su familia en un pequeño pueblo de Holanda. A Jake le interesaba mucho el tema de la inmigración y la intercultura.

El día 10 de Septiembre comenzaba la escuela y Jake acudía entusiasmado.

Al llegar se encontró con sus compañeros, pero había uno que no conocía, se llamaba Peter. Peter era Africano y no era de su misma religión. En su país no había suficiente trabajo así que decidieron ir en busca de trabajo y pensaron que Holanda era un buen sitio. Jake estaba muy interesado en saber cosas de él, y cuando fueron cogiendo más confianza Jake estaba todo el día preguntándole cosas sobre su país natal. Jake y Peter se hicieron muy buenos amigos. El curso se había pasado muy rápido pero a Jake y a Peter no les importaba porque sabían que después del verano se iban a volver a ver. Pero los padres de Peter habían encontrado trabajo en la ciudad y se tenían que mudar. Cuando Peter se enteró se puso muy triste. Fue rápidamente a contárselo a Jake. Se pusieron muy tristes, disfrutaron de su última semana juntos.

Llegó el día, Peter y Jake se despidieron, pero siempre se acordarían de esa amistad inolvidable, y así aprendieron que para la amistad no hay fronteras.

FIN

Erika Agúndez Rodríguez

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Mi sueño

Hola, soy Abdel y vivo en un pequeño pueblo marroquí. Mi familia es bastante pobre, igual que muchas personas del pueblo. Hace tiempo que sé que se me da muy bien correr, soy el niño que más corre del pueblo. Mi sueño es ir a España y correr en un club como los profesionales. Pero eso es imposible.

Mis padres han hablado conmigo, no sé cómo, pero saben lo que quiero. Han sacado dinero de un cajón que no había visto en mi vida y me han dicho que harán todo lo posible por cumplir mi sueño. Al día siguiente partimos hacia Ceuta. Estoy impresionado, nunca pensé que mi sueño se podría cumplir, aunque tengo mucho miedo porque he oído que allí no tratan muy bien a los de mi raza. Creo que será difícil de conseguir, pero hay que intentarlo. Acabamos de llegar a Ceuta sin ningún problema, estamos todos contentísimos, hemos tenido mucha suerte. Solo nos queda coger un barco y llegaremos.

Ya han pasado varias semanas desde que llegamos. Mis padres han encontrado trabajo y me han metido en un club. También, han podido llevarme a la escuela. La vida es mucho más sencilla aquí, es mucho cambio para mí, pero me estoy esforzando muchísimo para aprender el idioma. En mi club todos me tratan muy bien, nunca creí que serían tan buenos conmigo siendo de otro país. Mi entrenador me quiere mucho, me dice que soy el mejor y que dentro de unos años estaré corriendo en las olimpiadas. Es increíble, ¡he cumplido mi sueño!

Raquel Lozano Segovia

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Pedro y Rum, amigos y hermanos para siempre

Había una vez un niño español que vivía muy feliz, se llamaba Pedro, pero como era hijo único se sentía muy solo. Viendo esto sus padres decidieron adoptar a un niño. Dio la casualidad que tenía los mismos años que Pedro. El niño que adoptaron se llamaba Rum y era de raza negra. Pedro y Rum pronto se hicieron amigos. Rum envidiaba a Pedro por que él tenía amigos, en el colegio se sentía un poco solo porque Pedro pasaba de él, pero en casa no se separaban, pasaron días, semanas, meses, años... Un día se enfadaron y el dolor que sentían al enfadarse no les dejó estar un solo segundo enfadados. El motivo de que se hubieran enfadado no era nada más ni nada menos que porque Rum había hecho muchos amigos y estaba pasando de Pedro. Pedro se dio cuenta de lo que le había hecho a Rum años atrás; pero no estaban enfadados solo por eso también porque Rum sacaba mejores notas que Pedro (por un segundo Pedro deseó que Rum no hubiera sido adoptado). Esa noche en un sueño se dio cuenta de que Rum se aplicaba más porque nunca había ido a la escuela puesto que en su país no había dinero para escuelas, también se dio cuenta de que en el país de Rum tampoco había hospitales, ni agua limpia y, también vio a niños de tres años trabajando; él con esa edad estaba jugando con trenecitos y cochecitos. Se dio cuenta de que Rum había tenido una infancia horrible, y cuando vio a niños que se estaban muriendo de hambre y a dos personas que llevaban un niño pequeño a una especie de cesto pensó - ¿será ese Rum? -Cuando se despertó, sin pensarlo dos veces le pidió perdón a Rum.

Laura Sánchez Alba

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De Egipto a España

Abdou era un inmigrante egipcio de siete años. Emigró de su país a España porque sus padres eran cristianos y allí les perseguían. Nadie quería trabajar con él, menos un niño llamado Iker al que le encantaba hacer todo con él. A veces, cuando Abdou no entendía alguna cosa, Iker se lo explicaba, para que supiera como hacerlo. Cuando quedaban para jugar, hacían primero los juegos que quería Abdou, y luego los de Iker, aunque a veces lo hacían al revés. El problema era que a algunos juegos, la otra persona no sabía jugar, y había que explicárselo. Los juegos que le contaba Abdou a Iker, eran muy raros, aunque divertidos y graciosos, e Iker los contaba en el colegio a sus amigos. Cuando los demás niños se enteraron de que los juegos de allí eran tan divertidos, querían que Abdou les contara más cosas sobre la cultura de África. También los niños le explicaban cosas sobre la cultura española. Mezclando las dos culturas, se inventaban muchos juegos, palabras, canciones e incluso poemas. También se contaban las películas que habían visto, como eran las casas, que animales y plantas había, que transporte usaban más a menudo, cómo era el clima, cuáles eran las comidas típicas, qué canciones escuchaban... Con el paso del tiempo, Abdou parecía una persona que hubiera nacido y vivido siempre en España, aunque fuera de Egipto y hubiera venido a vivir a nuestro país con solo siete años.

Víctor Martínez Prieto

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La historia de Manolito

Manolito es un niño de Melilla que ha emigrado a España. Su sueño era venir a España y ser profesor. Él quería ir a un país que no fuera pobre, que pudiera trabajar y formar una familia. Pasaron unos meses y consiguió hacer realidad su sueño: ser profesor. Años después, con el dinero que había ahorrado volvió a Melilla. Estuvo en verano y le reveló su secreto a toda su familia.

-Mamá, tengo trabajo, soy profesor. También tengo una familia y mis hijas se llaman Sara y Clara, que son gemelas.

Su madre le dijo, “me alegro muchísimo después de tantos años sin saber nada de ti. Tienes trabajo Y has formado una familia...”

-Mamá y papá tengo otra cosa para vosotros: como he trabajado durante cinco años he ahorrado y me he comprado dos casas una para mí y para mi familia y otra para vosotros. Allí la gente te respeta, no como aquí. ¿Queréis iros a vivir a España conmigo?

-Sí, iremos contigo, respondieron sus padres.

Conocieron a sus nietas, eran guapísimas. Allí les acogieron muy bien pues la gente les trataba igual que los demás sin importarles de dónde eran.

Pasaron unos meses y Manolito se casó con su prometida Ana.

Sus hijas crecieron y tuvieron trabajo, pero lo peor fue la muerte de Manolito en un accidente de tráfico con solo cincuenta y cuatro años y con una de sus hijas embarazada.

Sara Andrés González

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Un amor sin fronteras

Era una princesa española llamada Elena que un día fue a la frontera entre España y África y vio la violencia que había en África ,al ver tanta violencia pensó en que podía hacer algo inmediatamente y decidió juntar los países pero la única manera era casarse con el príncipe africano Jasan no estaba muy convencida pero al ver a ese chico se enamoró de él , era humilde gentil y apuesto, todo había cambiado, todo el mundo era amigo y amiga de todos y se pasaron las culturas del reino de España y el reino de África.

Carlos Álvarez Rodríguez

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Bajo la lluvia

Berlín, 8 noviembre 1989

El muro que lo separaba de la libertad estaba ante él, alto e impenetrable, lo habían construido allí en 1961 después de la Segunda Guerra Mundial, no había nacido todavía, pero su madre se lo había dicho.

Se llamaba Bastean, y en sus 14 años de vida, ya tenía bastante experiencia. Su madre le había criado, porque su padre se había muerto antes de que naciera. Ellos no vivían mal; acababan de pasar una guerra, tenían una casa, su madre un trabajo y él iba a la escuela, pero le faltaba algo: libertad.

Una tarde de lluvia, mientras miraba el muro, vio algo saltar hacia donde estaba él: era un muchacho. Parecía de su edad y se dirigía directamente hasta él, se fijó en sus rasgos, era de piel oscura, ojos negros y pelo castaño. Llevaba la ropa hecha jirones y en su mirada se leía desesperación. Se estaba acercando y cuando llego a sus pies se desplomo.

Miró alrededor, no lo había visto nadie y recogió el cuerpo del chico y se lo llevó a su casa. Cuando su madre le vio llegar, sudoroso y con un cuerpo, grito, Bastean para tranquilizarla le dijo: “está vivo” y se lo llevo a su habitación, su madre volvió a abrir la boca pero esta vez no dijo nada. Bastean cuidó al chico, que se llamaba Daniel, era judío y le perseguía el estado, se lo dijo cuando despertó, él no sabía lo que era eso así que Daniel se lo explicó: Bastean se empezó a apasionar por la religión y cuando se derribó el muro, él empezó a recorrer el mundo para encontrar a los padres de Daniel y conocer el judaísmo.

Amparo Ramos Fernández

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La amistad no tiene fronteras

Había una vez un grupo de amigos que estaban en el parque. En eso, otro niño se acercó a ellos y les preguntó si podía jugar con ellos. Los niños observaron que tenía rasgos diferentes y le preguntaron, además de su nombre, de dónde venía. El les contestó que se llamaba Shafie y que venía de Afganistán. Los niños jugaron toda la tarde, como verdaderos amigos.

Al llegar la hora de volver a casa, Daniel (que era uno de los niños que jugó más con Shafie) le comentó a su papá sobre su nuevo amigo. El papá de Daniel, preparaba una taza de chocolate caliente y le dijo que le iba a enseñar algo que debería aprender como una lección.

Él le dijo que conocía el problema de Afganistán porque había trabajado allí más de cinco años. Le dijo que la gente de allí había sufrido mucho por la guerra y por la sequía y que por ello, miles y miles de personas habían tenido que escapar y dejar sus casas, sus familias y sus amigos.

También le dijo que hace algunos años en España, cuando la situación política y económica no estaba bien, a muchos españoles les tocó salir y dejar todo (como en el caso de Shafie) para buscar una nueva vida con oportunidades.

Mientras que acababan de tomarse el chocolate, le explicó que la migración podía ser emigración o inmigración. En otras palabras, gente que sale de España o gente que llega a nuestro país. Pero que en todas ellas, tanto la gente que sale como la gente que recibe a esas personas, tienen que estar unidas porque, si la migración se maneja bien y se hace de forma ordenada y legal, puede beneficiar a ambas partes. Tan sólo, hay que usar la inteligencia y el corazón para lograrlo.

Daniel Jesús Costilla Jumakuliyeva

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Por una vida digna

Erase una vez dos niños de África Central llamados Entí y Amir. Los dos eran hermanos y habían nacido en uno de los peores lugares para vivir del planeta: Nigeria.

Vivían en una chabola hecha por sus padres y trabajaban duro para ayudar a su familia. Un día pensaron que esa vida no podía seguir así, emigrarían hacia una vida mejor.

Al día siguiente muy temprano, emprendieron el viaje. Por el camino encontraron muchos peligros. Tuvieron que pasar por un puente prácticamente derruído con la amenaza de cocodrilos, dormir en la fría noche del desierto con la ropa mojada y al más pequeño, Amir, le picó un escorpión. Fue un viaje terrible, a veces las fuerzas les fallaban, echaban de menos a su familia, a sus amigos y a su pueblo.

Después de tres meses y más de 900 kilómetros a pie, llegaron al Estrecho de Gibraltar. Desde la orilla africana vieron su sueño, España, el paso a una vida digna.

Con una patera y otra gente con iguales ilusiones, llegaron a su destino y fue un sueño hecho realidad. Pisaron tierra española y todos los que iban en la patera empezaron a correr. Ellos tuvieron suerte y la policía no les atrapó.

Empezaron su nueva vida realizando pequeños trabajos a una familia de labradores. Pronto se ganaron su confianza y les acogieron. Ellos desde el principio, respetaron las costumbres de España: distinta comida, distinta religión, distinto comportamiento... Pero nunca se olvidaron de su familia y todo lo que significaba su pueblo y su país.

Así cumplieron su sueño... VIVIR UNA VIDA DIGNA!!!

Mateo Fernández Orbaneja

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Colegio

“Divina Pastora”

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Azim el niño

Un día normal y corriente como otro cualquiera nació en un pueblo de Marruecos un niño llamado Azim.

Pasaron años, exactamente tres, y Azim ya sabía andar, hablar y leer. Todo el mundo decía que era un prodigio, pero por desgracia no fue así y al cabo de cuatro años Azim tenía siete años y la madre temía por su hijo porque no estudiaba y todos los días tenía bronca con el profesor.

Su madre, llamada Adila, como cualquier otra madre, no quería que su hijo acabara trabajando en una tienda o arando la tierra. Adila tenía una preocupación por su hijo inimaginable, y no sabía qué hacer. Su amiga le dijo: pues muy fácil emigra a España.

Adila le hizo caso y se lo dijo a Azim.

No hubo ningún problema en decírselo ya que, su sueño era viajar a España.

Una vez que llegaron allí, no fue lo que se esperaban. Todos les gritaban: ¡fuera, fuera! Lo pasaron fatal, sin exagerar. Se pasaban todo el día encerrados en casa y ¡solo llevaban dos meses allí! y ya le habían asaltado la casa nueve veces.

Al cabo de un año, hubo un cambio repentino, ya nadie les perseguía. Los ciudadanos se habían acostumbrado a vivir con ellos, Adila les enseñaba las costumbres de Marruecos y Azim les enseñaba a los niños juegos tradicionales de su país y todos se quedaban siempre boquiabiertos.

Claudia Sarmiento Garrido

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La niña nueva

Cuando empezaron las clases Julia vio a una niña nueva en el Colegio. Paula también la vio y se acercó a ella. Supo que se llamaba Elisabeth y que venía de Estados Unidos.

Paula y Elisabeth se hicieron muy amigas, mientras que Julia se puso verde de envidia. Julia estaba planeando hacerles la vida imposible a las dos amigas. En clase las molestaba, hablaba mal de ellas, se reía cuando hacían algo mal, etc.

Paula y Elisabeth aguantaron hasta Navidad. Pensaban decirle que parara antes de las vacaciones, pero no sabían cómo hacerlo.

Cuando llegaron las vacaciones, Paula y Elisabeth se armaron de valor y se lo dijeron, pero... Julia no reaccionó como esperaban si no que se disculpó y les prometió que no volvería a molestar.

Después de las vacaciones, Julia, Paula y Elisabeth se hicieron muy amigas y todos los de la clase fueron más amables con los demás y con los nuevos.

Las tres amigas se dieron cuenta de que no habían compartido ningún momento juntas en Navidad. Decidieron convencer a sus padres para quedar a cenar un sábado todos juntos. La cena fue estupenda y las tres prometieron ser amigas toda la vida.

Ángela García García

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¿Y si decido irme a Roma?

Era lunes por la tarde y Eiffi, el verdadero nombre de la Torre Eiffel, contemplaba a los turistas que se sacaban fotos a su lado o charlaban mientras esperaban para sacar una entrada que les permitiría subir a lo más alto de ella.

Eiffi soñaba con ir a Roma.

–Me encanta la cultura de allí– comentó a una flor mientras se imaginaba al lado del Coliseo.

–No creo que te acepten, – dijo la flor, tú eres muy francesa y allí es todo tan italiano...

–Eso no me preocupa, creo que no me discriminarán por ser de aquí– aclaró Eiffi.

A la mañana siguiente, los franceses se encontraron con que su enorme torre había desaparecido.

Mientras tanto Eiffi estaba en el Vaticano:

– ¡Viva el Papa!– gritó a la vez que daba un mordisco a un dulce típico de Roma.

En dos zancadas Eiffi ya se encontraba en el Coliseo.

– ¡Qué haces tú aquí!– exclamó el Coliseo– pensaba que eras de París.

–Estoy de viaje, ¿me puedo quedar?-dijo Eiffi un poco nerviosa.

– ¡Claro!, el Papa dice que debemos aceptar a gente de otros países.

–Muchas gracias, creo que me quedaré una temporada.

Y Eiffi se quedó un largo año en Roma.

Raquel Argüello Vitorio

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Los viajes de mi amigo

Yo tengo un amigo llamado Ribaldo, que emigró desde Brasil hasta España. El primer día de clase no le entendíamos porque él hablaba varios idiomas ya que a su padre le mandaban viajar mucho y claro ellos iban con él. Cuando aprendió el español nos dijo que ya se iba a quedar aquí para siempre. También nos comentó que tenía mucha diversidad cultural porque había viajado por China, América e Inglaterra. Nos contó que en Brasil la gente se peleaba mucho y había muchos tiroteos. Nos contó que en China las fiestas eran divertidísimas. Dijo que en América los videojuegos y las pelis las estrenaban muy pronto. En Inglaterra las cosas eran muy tranquilas. Lo que más le gusto fue el Big Ben y la noria porque era de las más grandes del mundo. Me encantan las historias que cuenta Ribaldo.

Sergio Rodríguez Presa

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Julio y su familia en su nuevo hogar

Había una vez un niño llamado Julio. Él vivía en Marruecos en una ciudad llamada Tan-Tan. Su familia y él vivían en una casita situada a las afueras de la ciudad. Él tenía una hermana mayor. Sus padres no tenían trabajo, ganaban su dinero haciendo gorros y bufandas de lana y vendiéndolas en las calles y tampoco podían pagar el alquiler de la casa.

Un día los llamó el jefe de una empresa llamada El Corte Inglés y los informó que si no tenían trabajo que estuvieran en uno de los Corte Inglés de Castilla y León, a las diez y media de la mañana, el día veinticuatro de octubre.

A la semana siguiente, ya estaban allí. Se encontraron con uno de los jefes de El Corte Inglés de León. El padre de Julio no podía pagar una casa nueva y el jefe le dijo que se la pagaría él.

Al final, sus padres empezaron a trabajar y Julio y su hermana se matricularon en el Colegio Divina Pastora.

Julio y su hermana tuvieron que aprender dos idiomas más: el inglés y el francés. Tuvieron que adaptarse a los alumnos del colegio y poco a poco hicieron amigos y amigas.

Diego García Díez

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Un amigo diferente

Este año en el colegio Divina Pastora ha venido un niño nuevo que es de África y se llama Juan. Siempre está solo en el recreo y en clase. Nunca habla con nadie porque apenas sabe español.

Un día, cuando teníamos que presentar un trabajo del día de los derechos del niño, el presentó su país, África.

Al terminar el trabajo la profesora lo felicitó y desde ese día todos hemos sido sus amigos. También le estamos dando clases para que pueda aprender español y podamos jugar, entendernos y ser más amigos todavía.

Ahora sabe que nunca jamás estará solo.

Juan Morán Manga

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El pájaro aventurero

Esta es la historia de un pájaro que vive en el parque de una ciudad muy grande donde hay mucha gente, edificios muy altos, incluso rascacielos.

Vive con su familia y tiene muchos amigos pero no está muy a gusto pues hay mucha contaminación, pocos árboles, poco trabajo y para buscar algo de comida tiene que volar y volar durante horas.

Un día decide marcharse con su familia a buscar una vida mejor y llega a un pueblecito pequeño donde no hay contaminación, hay muchos árboles y pocas casas y le gusta mucho.

Pero los demás pájaros que viven allí no quieren ser sus amigos. Piensan que les van a quitar el trabajo y la comida. Con el tiempo ven que es un buen pájaro y que tienen que darle a él y a su familia una oportunidad.

Ahora, vive feliz con su familia en su nuevo hogar.

Pablo Verdejo Hernández

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El sueño de Sara

Una niña llamada Sara, alegre, rubia y de ojos azules vivía en un país en guerra .Su sueño era irse a vivir a España. Su padre que se llamaba Lucas, trabajaba en una tienda de alquiler de vehículos y su madre se llamaba Araceli.

Todo el día se oían disparos de aquí para allá y los coches que alquilaba su padre, no se alquilaban tan fácilmente como antes. Si no alquilaba cinco coches en este mes iban a despedirle. Su madre se pasaba toda la mañana en la calle. Por lo tanto Sara se sentía sola. El último día de este mes, su padre había llegado muy pronto a su casa y las dijo:

-Me han despedido y he tomado la decisión de que mañana por la mañana temprano nos vamos a España.

Sara se entusiasmó mucho y esa noche no pudo pegar ojo, porque sabía que allí iba a vivir muchísimo mejor.

Cuando Sara miró el reloj, eran la cinco y se levantó de un sopetón y fue a despertar a sus padres. Se vistieron y fueron al aeropuerto. Allí cogieron el avión y se fueron felices a España.

Natalia López Calzado

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Katrina, la estudiante viajera

Érase una vez una chica llamada Katrina. Era una chica guapa, con ojos azules, alta, pelo corto y rubio. Katrina era muy buena estudiante; aunque estudiaba en una universidad de Massachusetts llamada “Holly cross”.

Vivía en Florida con sus padres y con su hermana. Katrina tenía mucho interés en aprender a hablar español y decidió venir un año a España para poder seguir con sus estudios; eligió la Universidad de León. Estuvo durante un año en nuestra ciudad conociendo sus costumbres, su gastronomía y por supuesto su idioma.

La conocí y nos hicimos amigas. Ella aprendía cosas de aquí y yo cosas de allí. Me enseñó en google maps donde vivía, su casa era blanca con un pequeño jardín y al lado de un lago ¡qué divertido! Cuando llegaron las vacaciones de Navidad le hicimos unos regalos, turrón y cava, para que los llevase a su casa. Ella también nos dio regalos.

Volvió a León al empezar el curso de nuevo y volvimos a nuestra divertida rutina de clases con ella. Nuestra amistad seguía creciendo a medida que pasaban los días, hasta que llegó mi cumpleaños y con él, las vacaciones de verano. Ella estuvo en la celebración de mi cumpleaños y me regaló una bonita pulsera, fue un día muy feliz pero también un día triste porque ella se despedía de nosotros, ya que, al día siguiente regresaba a su casa.

La despedida fue un “hasta la vista” porque ella nos dijo que volvería a León y al cabo de dos años así lo hizo, volvió.

Katrina ha estado estos días con nosotros para despedirse por otros dos años, ya que, nos ha contado que ha terminado sus estudios y que ahora trabajará en Nicaragua durante dos años enseñando inglés a niños pobres de primaria y ayudando a niños autistas.

Katrina es una feliz viajera que reparte felicidad allá donde va.

Lucía Aguilar Mateos

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S.O.S.

Javier es un inmigrante que vino con sus amigos a España. Cuando llegó vio a sus amigos heridos. Él les ayudo junto a los médicos día tras día y noche tras noche, hasta que un día pasó algo importante. Cuando los médicos volvieron le dieron: dinero, transporte, oficio y hogar.

En su empresa todos eran sus amigos pero el mejor era sin duda Lorenzo. Este lo ayudó en los momentos difíciles y lo presentó a mucha gente. Eran los mejores amigos.

Hay gente que puede ayudar y se queda de brazos cruzados, pero hay otros que no, otros que lo dan todo por ayudar.

Pablo Herreras Cosme

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

La adaptación de Leila

Me llamo Alonso y tengo once años. Vivo en Villatoro, un pueblo del norte de España. Mi mejor amigo desde la guardería es Felipe. Los dos vamos al colegio Santa Cristina.

Hace unos días vino una niña marroquí que se llama Leila. En clase no habla nada y en el recreo siempre está sola ¡se la ve tan triste! Es un poco “rara”, sobre todo en su forma de vestir: un pañuelo en la cabeza que casi impide ver su cara y un vestido largo de muchos colores.

Un día en clase de religión, la profesora le pidió que hablara un poco de su vida en Marruecos. Sus padres tuvieron que emigrar por falta de trabajo y había tenido que dejar en su país a primos, abuelos, amigos... También nos habló de su cultura: no puede enseñar el pelo, tiene que rezar cinco veces al día, no todos los días come y no puede probar el jamón ¡con lo que a mí me gusta!

Cuando terminó la clase, todos queríamos ser sus amigos. Descubrimos que es la niña mas maja del mundo. Por su gran corazón y respeto hacia los demás fue elegida “mediadora” para conflictos del colegio.

Javier Llamazares Rodríguez

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

Mohamed y su nuevo colegio

Era un día como todos los demás y yo, Nadia, me fui al colegio. Como era el primer día de clase, seguramente tendría compañeros nuevos.

Al llegar al colegio, en el salón de actos, anunciaron quien iba a ser nuestro nuevo compañero. Dijeron que se llamaba Mohamed y que era de Marruecos. Era una situación muy extraña porque en mi clase todos éramos españoles. Después de anunciarnos la llegada de Mohamed y ponernos una peli, nos dijeron que podíamos irnos a casa.

Al día siguiente, todo el mundo pensaba que Mohamed era muy raro y no querían jugar con él, así que, mis amigos y yo nos acercamos y hablamos con él.

Después de varios días descubrimos que era muy majo, y nos propusimos explicar a nuestros compañeros que sería un buen amigo. Después de un tiempo, todo el mundo escuchaba las historias de Mohamed sobre su cultura.

Querían ser sus amigos. Escuchando sus historias aprendimos sobre su forma de vida, religión, etc. Y poco a poco, toda la clase se fue interesando por las diferentes culturas del mundo.

FIN!!!!!!

Nadia Leyre Pérez Rodríguez

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

El gato que salvó al mundo

Érase una vez un gato que hablaba el idioma de los humanos, pero nadie lo sabía excepto su dueña que se llamaba Elsa. Un día pasó algo raro, pero nadie se dio cuenta. Se trataba de que dos hombres malvados pretendían poner una bomba y destruir el planeta Tierra. El gato lo supo enseguida y se lo dijo a Elsa. Ella se lo contó inmediatamente al resto de los hombres, pero por desgracia, no la creyeron.

Luego, el animal viendo que no creían a Elsa, decidió hablar él en persona. Al escucharlo, los demás lo creyeron. Más tarde, vinieron emigrantes de otros países para ayudarlo y así salvar al mundo.

Al final, todos se habían juntado, hasta los más pobres. Juntos lograron salvar al planeta Tierra, derrotando a los malos y destruyendo la bomba.

Este microcuento quiere decir que si todos ponemos un poco de nosotros mismo, juntos lograremos conseguir lo que nos proponemos.

Nerea Pintado Delgado

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

Liu nos abre nuevas puertas

Esta es la historia de una niña llamada Liu, había emigrado a España desde un pueblecito del norte de China.

En el colegio los compañeros se reían de ella, por ser distinta, principalmente se burlaban de sus ojos rasgados y sus dificultades con la lengua, había giros y palabras del español, que todavía no entendía bien, por eso normalmente no hablaba o hablaba muy poco y siempre estaba retraída, cosa que preocupaba a su joven profesora llamada Nonia .

Nonia tuvo una idea, se llevó a toda la clase al barrio chino de su ciudad.

Y allí Liu, ayudó a sus compañeros a relacionarse con los demás, lo que hizo que todos los compañeros de Liu, al ser ellos los extraños, la aceptasen y dejasen de burlarse de ella.

Liu les enseñó su idioma y en el colegio empezaron a impartir un nuevo idioma, el chino.

Lo que demuestra que a pesar de ser de distintas culturas todos podemos convivir.

Paula Domínguez Juan

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

Panty es una más

Había una vez una pantera negra típica en el Amazonas pero también en peligro de extinción, se llamaba Panty; era amable, divertida, agradecida y atrevida, pero tenía un problema se sentía encadenada ante las barras del zoo de central Park. Ella tenía algo especial podía hablar con los seres inertes.

-¡Hola verja! Hoy es fiesta así que tenemos que aguantar el flash de las cámaras más de lo normal- dijo Panty.

-¿Cómo lo sabes? preguntó la verja con rapidez y muy extrañada.

-Muy fácil la comida está rica y me lo dijo el señor calendario. Panty no quería aguantar más dentro de la jaula, y decidió irse del zoo. Lo primero que hizo fue esperar a que llegara la noche. A las doce y doce minutos y cincuenta y seis segundos terminó de despedirse; su técnica para ello era decir a todas las tazas de café y papeles de los guardias que se cayeran al suelo causando un desastre, luego decir a doña verja que la dejara salir y lo último y más importante despedirse de todos.

Tras un largo viaje, Panty llegó al Amazonas de madrugada. Sus viejos amigos al enterarse de su llegada prepararon una gran fiesta. Los animales que no la conocían pasaron de pensar que era una inmigrante a una más.

Marta Bermejo Pastrana

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

Un viaje impresionante

Érase una vez, una niña llamada Giselle. Era muy alegre y vivía en África. Un día, la madre, le dijo: mañana nos vamos a España. ¿Por qué Mamá? Aquí es donde nací y es un país muy bonito, ¡tú haces lo que yo te mande! protestó la madre.

A la mañana siguiente, Giselle y su madre se despidieron de los demás...hija, no te preocupes, allí harás muchos amigos, ya lo verás, Giselle se fue tranquilizando. A su llegada a España se alojaron en un piso cercano al colegio de Giselle.

¡Qué ciudad más grande! dijo impresionada. Mira Giselle ese es tu colegio al que irás mañana, ¡qué guay! haré ¡muuuchos! amigos.

Al llegar a clase, la profesora dijo a los demás alumnos que comenzaba una nueva compañera muy especial.

¡Pasa Giselle! Al pasar, los niños comenzaron a reír y cuchichear... ¡niños! no os riáis, comentó la profesora, ¡Giselle! explica a tus compañeros de dónde vienes.

Hola me llamo Giselle, tengo 10 años y vengo de África. Vine a España porque allí no hay colegios para estudiar, ni hospitales donde curarse, tampoco tenemos comida suficiente y bueno..., eso es todo.

Pero... ¿Por qué vistes así? - Dijeron sus compañeros sorprendidos al ver su indumentaria...

Es costumbre en mi país vestir así.

¡Qué Guay! - dijeron sus compañeros, que dándose cuenta de que en su país llevar esos vestidos era típico, empezaron a hablar y preguntarla más cosas sobre su país y ya no volvieron a reírse de ella.

Bárbara Ordóñez Zamorano

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Una vida complicada

En una ciudad de Marruecos, a las doce menos veinticinco de la mañana, iba a dar a luz una mujer llamada Fátima.

Al acabar el parto, el niño estaba bien pero la madre había muerto.

A Faruq, que así le habían llamado, lo llevaron a un centro en España, en ese centro los mandaban coger piedras, los pegaban, etc. Faruq estaba cansado de cumplir órdenes y decidió excavar un túnel para escaparse. Por la noche, cuando estaba todo el mundo durmiendo se fue de ese sitio tan raro.

Con trece años fue vagabundeando, cuando no podía más se tiró al suelo y entonces un señor con pinta de sabio lo levantó y le dijo:

-Vas a tener una vida complicada pero aventurera. Faruq lo miró con una cara de estar pensando: este señor está chalado.

El señor lo cogió en brazos y se lo llevo a su casa donde le curó las heridas, le dio de comer...y Faruq se lo agradecía sembrándole las tierras, montando muebles, limpiando la casa...

Cuando Faruq cumplió los veintidós años, ese señor murió y Faruq se quedó muy deprimido. Cuando iba a cenar, se encontró un sobre en el que ponía:

“Vete a otros países a recorrer mundo porque si no vas a acabar mal y no quiero eso. “El señor que te parecía chalado”

Faruq recorrió mundo y volvió a España para escribir un libro titulado” La vida complicada” que iba sobre su vida y sobre “ese señor chalado”.

Aitana Lozano Pol

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El asalto a España

Había una vez en África un niño que se llamaba Karim. Era un niño de una altura aproximada de un metro y cuarenta centímetros, con el pelo negro y un color de piel oscuro, más o menos como el del café. Él quería vivir en España con su padre, ya que, su madre había muerto.

El primer año después de que su padre hubiera emigrado a España, Karim se sentía solo. Entonces intentó colarse en España en una patera con una gran cantidad de africanos. Un policía los vio y les dijo que volvieran a su país de origen, África. Cuando Karim llegó a su humilde casa de África llamó a su padre y le dijo que no conseguía entrar en España, y su padre le contestó que conseguiría un pasaporte para entrar en España. El padre fue a la oficina y de acuerdo a las condiciones de inmigración le dejaron un pasaporte.

Karim esperaba el correo un día, otro, y otro más. Hasta que por fin llegó un correo a su casa en el que ponía: “Pasaporte de África hasta España”.

Nada más que lo leyó, cogió su maleta grande y roja donde metió: un pantalón, una camiseta y un par de zapatos. Fue a despedir a su pueblo casa por casa y por último cogió su amuleto de la suerte en el que aparecía el escudo del pueblo africano.

Cogió el avión y en tres horas estaba en Madrid, Barajas. Allí le esperaba su padre todo emocionado. Su padre le dio un abrazo y se fueron a su casa.

Al día siguiente, en el colegio Karim hizo muchos amigos: Luis, Víctor, Carlos, Pablo y otro que también se llamaba Karim. Entre los seis amigos se contaron muchas cosas sobre la religión de cada uno. Karim les enseñó tradiciones de África, como: canciones, sus dioses y otras cosas que dejaron alucinados a sus amigos.

Javier Vega Cabello

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El niño nuevo

Había una vez, no hace mucho tiempo, un niño llamado Sazi.

Tenía once y vivía en Marruecos, con su padre, su madre, su hermana y su hermano.

Un día decidieron hacer un viaje a España en una patera, ya que la situación allí no era muy buena. Al llegar, se encontraron con varios policías. Ellos cinco y más gente se pudieron escapar.

Después del viaje vendieron todo lo que tenían para poder vivir y llevar a los niños al colegio. El primer día de Sazi fue muy malo, ya que, la gente le miraba raro porque en su colegio no había nadie de su mismo país. Fue un día espantoso.

A lo largo del año, Sazi tuvo muchos más amigos.

Después de dos años, un niño nuevo llegó al colegio. Era del país de Sazi. Como él ya había vivido esa situación, decidió ser su amigo. A Sazi le estaba gustando la experiencia del colegio.

Un día, pasado un año, sus padres dijeron que no podían pagar el colegio, entonces los hermanos dejaron de ir, todos estaban muy tristes.

Un día a Sazi se le ocurrió una idea: si empezaba a trabajar podría pagarlo.

Enseguida empezó a servir mesas en un restaurante. Sus hermanos también empezaron trabajar. Al final pudieron pagarlo.

Al acabar el colegio, Sazi se convirtió en uno de los mejores médicos.

Raquel García Gato

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Raúl y su amiga Noelia

Cuando yo era pequeña y tenía cinco años, fui con mis padres a Egipto. Allí conocí a un niño llamado Raúl, me pareció muy majo, y me hice muy amigo de él. Cuando tuve que volver para España, nos despedimos y me subí al avión. Al llegar a España, fui al pueblo a jugar con mi prima.

Pasó un año, y resulta que fui a buscar a mis padres al aeropuerto porque llegaban de Madrid, y me encontré con Raúl, me puse súper contenta de volver a verlo.

Me contó muchas cosas de su país y de lo mal que lo estaban pasando algunas familias conocidas de él. Me comentó que quería conocer mi casa y yo le invité, le gustó mucho y me dijo que en Egipto no había casas tan bonitas, eran más pequeñas y sencillas. Lo pasamos muy bien.

Después de un tiempo tuvo que volver para Egipto y yo me puse muy triste.

Cuando marchó, tuve que volver al pueblo, y aunque allí me lo paso bien prefiero estar con Raúl.

Al pasar una semana, me llegó una carta de Raúl, comunicándome que sus padres se habían quedado en paro y que venían a España a buscar trabajo. Yo me puse contenta porque iba a poder estar todos los días con Raúl pero también triste porque sus padres no tenían trabajo.

Cuando pasó una semana todos estábamos contentos, los padres de Raúl encontraron trabajo y yo podía jugar con él todos los días.

Noelia Álvarez Arias

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La amistad de las personas

Érase una vez dos niños que estaban en el parque jugando con el balón. Se fijaron en que había un hombre americano sentado en el banco mirando como jugaban. El niño se llamaba Luis y quería ir a hablar con él, pero su amigo José no quería porque era de otro país. Luis preguntó:

-¿Por qué no quieres ir a hablar con él?

-Pues muy simple, porque es diferente y es de otro país -contestó.

Luis no entendía por qué su amigo no quería hablar sólo porque era de otro país.

Un día Luis se puso malo, no pudo ir a jugar con José y se tuvo que quedar en la cama. José fue al parque solo. Se aburría tanto que se sentó al lado del hombre americano. José sacó el bocadillo que tenía, lo partió a la mitad y le dio un trozo y el hombre americano se lo agradeció. Se pusieron a hablar los dos. José se fijó en que era un hombre amable y también, se había dado cuenta de que se había equivocado con él.

Luis ya se había curado y José le dijo:

-Cuando estaba hablando contigo sobre el hombre americano me había equivocado, hablé con él y es una persona amable y si quieres te lo presento.

-Sí –asintió

José presentó al hombre americano y los tres se hicieron tres buenos amigos.

Elizabeth Calvo Martínez

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

Mi nueva vida

Se despertó en su habitación. Abrió la ventana y pudo comprobar que el cielo de España estaba más claro, sin una sola nube y que el sol brillaba.

Era su primer día de colegio y no era como otros días, hoy no tenía que caminar tanto.

Cuando se dispuso a entrar al patio nadie la había visto, solo yo. Me acerqué, la enseñé toda la escuela y la llevé a su correspondiente clase. Se presentó y se sentó al lado mío.

Hoy justamente, al llegar teníamos tutoría y la preguntó la profesora cómo se sentía y respondió: ¡Hoy comienza mi nueva vida!

Beatriz Santos Mayo

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Hamez el inmigrante

Érase una vez un chico de 17 años llamado Hamez que vivía en Marruecos en unas condiciones muy malas y quería vivir mejor. Un día decidió esconderse en un camión dejando allí a su familia y hermanos. Ese camión iba a España.

Al llegar a España lo encontró el camionero y lo llevó al hospital más cercano porque venía muy enfermo. Allí se curó y se fue a un centro de inmigrantes. En este lugar tenia comida, cama y se podía asear todos los días. Para él esto era como un sueño. También recibía educación, cosa que él nunca había podido tener, pues desde muy pequeño había tenido que trabajar.

En el centro de inmigrantes también les ayudaban a buscar trabajo, cosa que deseaba con mucho entusiasmo. Un día a él y a sus compañeros, les dijeron que había trabajo para ellos en una huerta de Almería. Sin pensárselo dos veces se fueron para allá. A él le cogieron para trabajar junto con otros compañeros del centro de inmigrantes. Allí también trabajaba con españoles, los cuales unos les trataban mejor que otros.

Hamez se hizo muy amigo de un español que trabajaba con él. Se llamaba Juan y les ayudo a él y a sus amigos a conseguir una casa de alquiler. Para ellos esto era otro sueño más: tener un trabajo, ganar un dinero que nadie les quitaba y con ese dinero poder ser independientes, Pero Hamez todavía tenía otro sueño más, era volver a reunirse con su familia, por ello trabajaba lo máximo posible que podía para ganar dinero y así traerlos con él.

Al cabo de unos años Hamez consiguió dinero suficiente y trajo a su familia a España y vivieron felizmente.

Marta Fernández Franco

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

El tesoro de los hermanos brasileños

Un día tres hermanos brasileños llamados Rodrigo, Rafael y Carlos, iban caminando por el desierto y Rodrigo vio algo brillante.

Rafael lo desenterró y Carlos lo sacó de la arena y los tres lo llevaron al poblado más cercano. ¡Era un tesoro! Rodrigo dijo que el tesoro le pertenecía porque lo vio brillar, Rafael dijo que le pertenecía porque lo desenterró y Carlos dijo que le pertenecía porque lo sacó. Entonces cogieron el tesoro y volvieron a Brasil, le preguntaron a su padre a quién le pertenecía el tesoro y su padre les respondió:

-Debe ser de todos porque uno lo vio brillar en la arena, otro lo desenterró y otro por sacarlo de la arena y por llevarlo al poblado más cercano.

Entonces los hermanos no quisieron compartir el tesoro y cada hermano se fue a un país diferente.

Rodrigo se fue a China, Rafael se fue a Australia y Carlos se fue a España.

Vivieron muchas aventuras, al cabo de unos años volvieron a Brasil y hablaron con su padre.

Los tres hermanos decían que le diera una parte.

Entonces su padre dijo:

-Está bien os daré una cuarta parte y para mí la otra cuarta parte.

Los tres hermanos aceptaron la oferta de su padre. Cuando su padre les dio una parte se fueron al país donde estuvieron tanto tiempo. Allí se gastaron todo el dinero en apuestas, lo perdieron todo.

Pero el padre se lo gasto en sus bienes, mientras sus hijos se arruinaban.

FIN

Sergio Rodríguez San Millán

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Los amigos inmigrantes

Un día en un parque un niño que no era muy de por allí porque era bastante moreno, de ojos verdes y de estatura baja, vio a un niño blanco, alto y con unos ojos azules muy luminosos. Se preguntaron el nombre, el niño de los ojos verdes se llamaba Carlos, y el niño de los ojos azules que su nombre era Fernando. Se vieron las caras y tuvieron curiosidad.

Carlos le dijo a Fernando, que si quería jugar con él. Fernando pensó que no, porque era moreno y bastante raro. Pero por probar no pasa nada-dijo Fernando. ¡Me encantaría jugar contigo! Carlos se puso muy feliz.

Al día siguiente quedaron en el parque y se divirtieron mucho. Como no sabían el país del que eran, se lo preguntaron. Fernando era de España y Carlos de la India. Carlos llego a España como inmigrante porque su madre necesitaba trabajo. Fernando vivía en Estados Unidos y vino a vivir a España por su familia. En su país ahora es un emigrante. ¡No pasa nada! -Dijeron.

Seremos amigos para siempre. Ahora son mayores y muy buenos amigos. Mucho tiempo después Carlos se puso a trabajar de agricultor en una huerta pequeña de dos tomates y Fernando empresario es decir administrador.

Tatiana Rivas Pireda

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Viaje contrarreloj

El protagonista de esta historia se llamaba Nikaregua. Tenía diecisiete años cuando su abuela enfermó. Él sabía que en España tenía un hermano al que no conocía. Pensó que al emigrar si encontraba a su hermano, le sería más fácil obtener un trabajo y pagar las medicinas de su abuela. Nikaregua sabía que su abuela no se iba a curar, pero si mejorar poco a poco. Creía que en España iba todo bien, pero no contaba con la crisis que había allí.

Tras pasar en un camión seis días hasta llegar a la playa, reunió alimentos para el viaje y partió en una balsa rumbo a España. Transcurridas unas dos semanas aproximadamente llegó a su destino, habiendo superado numerosos momentos de peligro en el mar, que casi acaban con su vida.

Tres semanas más tarde se encontraba en la frontera. Después de lo que había pasado pensó que no era momento para rendirse. Con todas sus fuerzas se armó de valor e intentó saltar la valla. Cuando lo consiguió se sintió muy orgulloso de sí mismo. Pensó que lo difícil ya había pasado y así era, aunque encontrar a un hermano perdido no era tarea fácil.

Después de largos meses de búsqueda, le encontró. Su hermano Yerusok, que así se llamaba, no se creía que fuesen hermanos, pero le enseñó una foto y entró en razón. Gracias a Yerusok, Nikaregua encontró trabajo y todos los meses le enviaba a su abuela seiscientos cincuenta euros de los mil que ganaba. Al morir su abuela se quedaron a vivir juntos en España.

FIN

Carmen García Pérez

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El sueño de Maica

Maica por fin había llegado a España después de largos días de caminata, casi sin comida ni agua. Su viaje desde el Norte de África había llegado a su fin. Pero se sentía sola ya que había dejado a su familia y amigos en África, donde había nacido y crecido.

Maica tenía 19 años, y su pasión era el baile, por eso se fue a España, para poder cumplir su sueño de ser bailarina, porque allí donde vivía no podía verlo cumplido. Ella siempre se preguntaba si lo conseguiría, pero aun así lo intentaría. Llevaba muy poco dinero, tan solo 10 € y sabía que no le iba a dar para mucho pero le daba igual, lo único que quería era bailar y disfrutar, y nadie se lo podía impedir.

Estaba en Ceuta, pero quería llegar a Madrid, así que se puso a caminar hacia la playa de Ceuta donde cruzaría en una pequeña barca hasta Andalucía para llegar a Madrid. Antes de partir se compró un poco de comida para recuperar energías y luego comenzó a remar para poder llegar cuanto antes a su destino sin problema.

Por fin consiguió llegar a Madrid, a la Plaza de España. Rodeada de mucha gente, Maica se puso en pie, dejó sus cosas, pensó un momento y se puso a bailar. Nunca había bailado delante de tantas personas pero estaba disfrutando y a la gente le estaba gustando mucho. Maica había comenzado a vivir su sueño en la ciudad más bonita de España.

Julia Martínez Rodríguez

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CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

El mejor amigo

En Marruecos un joven llamado Jordi quería buscar trabajo, pero por sus condiciones de vida tenía que emigrar a España en busca de ese trabajo. Cogió su ropa y se metió en un barco rumbo a España.

Cuando llegó a España, como no obtenía dinero, tuvo que vivir en una casa de una señora llamada Ana, que en cuanto le vio, quiso que se fuera con ella a su casa porque vio que no tenía mucho dinero. Jordi quería encontrar un trabajo.

Él le dijo a Ana que quería encontrar un trabajo, entonces le fue a encontrar uno rápidamente. Pero por desgracia no encontró ninguno. Un mes después Jordi había encontrado un trabajo como dependiente en una tienda de chucherías. En la tienda había dos dependientes: Jordi y Raúl.

Raúl y Jordi se hicieron muy amigos porque trabajaban juntos. Raúl le pregunto a Jordi si quería comprar una casa con él y Jordi le dijo que sí. Los dos amigos trabajaban y hacían las tareas domésticas. Por eso a Jordi, como no le gustaba el trabajo quiso cambiar. Dos semanas después encontró un trabajo de camionero, pero seguía siendo amigo de Raúl.

Rubén Pintado Delgado.

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Jon el inmigrante

Jon, un pobre niño de 15 años marroquí, junto a su hermano Alex de 16,quisieron venir a España a trabajar. Un día a Alex se le ocurrió una cosa: Fue a casa de su hermano Jon y le preguntó que si quería cruzar la frontera con él. Jon se puso rojo, él creía que no era mala idea ,lo que pasa es que de cada cien, setenta y siete se morían en el intento. Pero debían intentarlo, y al final Jon le dijo:

-¡Vale!-

Alex creía que era una idea excelente.

Al día siguiente por la mañana se pusieron rumbo al mar, donde había bastante gente. Con ellos estaban otras treinta y siete personas más que iban a cruzar a España. El más listo de todos, que se llamaba Moja, contó tres y se pusieron a nadar rumbo a España. Diez de todos los que cruzaron se ahogaron porque no sabían nadar del todo bien, y los primeros en llegar a la costa fueron Alex, Jon y Moja, que eran los que mejor nadaban de cruzar.

Los tres se hicieron muy amigos y con el paso del tiempo se compraron una casa con el dinero que habían ganado de albañiles.

La experiencia que estaban viviendo no se la creían, ningún marroquí que había cruzado la frontera le había salido tan bien la cosa.

Rodrigo Martínez González

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El inmigrante

Había una vez un niño llamado Mohamed. Estaba triste porque sus padres habían fallecido. Estaban tan tranquilamente en su casa cuando explotaron unas bombas, era de comprender ya que estaban en guerra. Mohamed fue el único que sobrevivió. Era muy pequeño cuando eso ocurrió. Ahora tenía once años.

Vivía con el alcalde y su mujer. Tenían muy ``mala leche´´ y no le gustaría nada pasar con una ``bruja´´ toda su infancia-adolescencia.

Así que Mohamed empezó a pensar en irse sin que le descubrieran. Cada día preparaba una mochila para ver si tenía oportunidad de marcharse de allí.

Mohamed todavía tenía la esperanza de poder abandonar ese lugar. Pero pasados tres meses, una mañana de Noviembre, salió a la luz una oportunidad. Y como Mohamed no desperdicia nunca el tiempo, cogió su mochila con las provisiones y una buena ropa, ya que hacía bastante frío y se marchó de allí.

Llegó hasta Ceuta y saltó las dos vallas con otras doscientas cincuenta personas más. ¡Y lo logró!

Una vez pasada toda la ciudad de Ceuta arribaron en una de las muchas playas de Ceuta y se escondieron en una patera, pero claro, se ocultaron en pateras distintas.

Mohamed se despertó porque se chocaron contra unas rocas pero salió. Les faltaban cinco kilómetros para llegar a tierra firme. A Mohamed le costó mucho pero llegó.

Cuando estuvo en España cogió unos canalones y se puso a hacer paralelas porque era lo único que sabía hacer. La gente alucinaba con él y cada mes iba recibiendo más y más dinero. Un día pasó por allí una familia y le quiso acoger ya que no tenía familia. Mohamed volvió a ser feliz.

FIN

Mario López Sarabia

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La emigración en España

Maroteli era un niño de 12 años que vivía en Venezuela mejor dicho era Venezolano. En este país había muchas guerras, drogas, violencia... etc. Él no se preocupaba por eso, si no por la cara que tenían sus padres. Su cara estaba muy asustada,por que tenían miedo que les mataran.

El gran día llegó, a su padre le despidieron del trabajo. Decidieron que lo mejor era irse a vivir a España. Allí sería más fácil encontrar trabajo, y para no sufrir y asustarse por miedo a que los matara. Sabían que tenían que esforzarse mucho para conseguir el trabajo e ir a España. Tuvieron un largo viaje con mucho sufrimiento pero al final consiguieron llegar a la frontera. Su destino fue Barcelona, España.

Sus padres consiguieron trabajo y les dieron los papeles para poder vivir en el país. Maroteli se puso a estudiar le resultaba muy dificil, le parecía todo muy complicado. Pero se aplicó mucho y sacaba de notas, 7, 8 y 9... Los niños se metían con él porque era emigrante, pero no le importaba, se hizo un amiguito llamado Luca que era Italiano y también le insultaban.

Un día le hicieron una broma en la silla de su clase que al final terminó en hospital, habían puesto un gas tóxico que le entró en los pulmones. Tenía que estar ingresado para recuperarse pero no tenía dinero para pagar, así que su profesora propuso que los niños que le gastaron la broma pagaran su ingreso en el hospital, y así fue, se lo pagaron.

Maroteli se recuperó pronto, a la semana siguiente fue al colegio como un día normal. A partir de aquello, iba feliz para su casa, porque ya no le insultaban.

Patricia López Calzado

Page 292: Lea los microcuentos

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La historia de Juan

Juan era un niño de 18 años, que vivía con sus padres en una pequeña aldea de Rusia, Ribaverde. Sus condiciones de vida eran pésimas. Él veía que sus padres sufrían, por lo mal que vivían y porque ya eran mayores, y comenzó a buscar trabajo. Tras varios meses de búsqueda no había encontrado trabajo.

Un día Juan escuchó hablar a unos señores de la aldea, decir:

-¡Qué contento vienes hoy!-dijo el más bajito, Ignacio.

-Es porque mi hija se ha ido a España porque ella quiere trabajar. Esta mañana me llamó y dijo que está muy feliz -contesto el otro señor, Felipe.

A Juan se le ocurrió una idea: irse a España a trabajar para ayudar a sus padres, y así fue. Al pasar 8 años, ya estaba trabajando de herrero, en la ferretería más famosa de todo Madrid, es decir Juan era inmigrante. Los padres de Juan murieron, primero su madre y luego su padre, Juan volvió a Ribaverde para enterrar a sus padres.

Al volver a Madrid le esperaban sus mejores amigos, Mario que era panadero y su mejor amigo, David y Pedro que eran hermanos y administradores. A Juan se le ocurrió otra idea, forman una asociación para inmigrantes sin recursos, y así lo hicieron. La idea fue porque Juan no quería que otros inmigrantes pasaran por la misma situación que él, la asociación se llamaba:

UN DESTINO MEJOR

FIN

Zaira Larralde Hernández

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El negrito Kamachi

En África, mejor dicho en Sierra Leona, había una familia pobre que estaba formada por: el padre Nigerio, la madre Bushama, y los hermanos, Shubasha, Kamachi y Budamimbre.

Los padres habían cogido el terrible virus del ébola y les dijeron a sus hijos que emigraran a España y que no volvieran nunca a Sierra Leona.

Viajaron escondidos en todoterrenos hasta que llegaron a Marruecos donde eligieron un sitio para vivir temporalmente y poder comer. Estuvieron en un mercado donde de vez en cuando robaban algo para poder comer.

Pasaron varios meses y los del mercado se fueron a otra parte de Marruecos, ellos fueron a la playa y se colaron en una patera y navegaron escondidos hasta que llegaron a las costas de Andalucía. Budamimbre se había puesto muy enfermo y se murió. Al salir de la patera, ellos estaban muy tristes y cuando cruzaron la frontera vivieron en los callejones de Málaga hasta que una familia rica les adoptó.

Ellos pudieron ir al colegio y aprender, hasta que con 40 años pudieron crear su propia empresa de ayudar a otros inmigrantes que lo estuvieron pasando muy mal.

FIN

Jorge Franco López

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La migración de África

África es una chica de diecinueve años que vive en Marruecos. Su madre es española y su padre marroquí. Además tiene dos hermanos mayores y una hermana más pequeña.

Todos los días cuando se levanta, piensa en toda la pobreza que hay en su país. Entonces un día decide consultar con sus padres la idea de irse a España para pode trabajar y formar una familia. Sus padres creen que sería lo mejor para ella, así podría formar su propia familia en mejores condiciones. Más tarde cuando reunió todos los ahorros que tenía hasta el momento, se marcho de su tierra para irse a España. Después de tres meses, África tenía trabajo, dinero y su vida era perfecta. Se compró un piso y decidió quedarse allí el resto de su vida. Escribía siempre a sus hermanos y padres y les mandaba algo de dinero para que pudiesen vivir mejor.

Pasados diez años, la joven estaba casada y tenía dos hijos. Su padre y uno de sus hermanos murieron debido a una enfermedad por la contaminación del agua y decidió pagar el viaje en avión a su hermana y madre para que pudiesen venirse a vivir a España.

Sus antepasados no tuvieron una vida como la que ella tiene ahora, pero se alegra de poder darle a sus hijos una vida mejor a la que no habrían podido aspirar estando en Marruecos.

Patricia García Aller

Page 295: Lea los microcuentos

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Martín y el dinero

Martín era un inmigrante de África que tenía nada más y nada menos que 1€ para poder sobrevivir. Tuvo que dejar a su familia, para venir a España y conseguir trabajo. El día que partió, se despidió de toda su familia. Cuando llegó, se encontró con dos gamberros, que le decían que todos los inmigrantes venían para quitarles los puestos de trabajo. Él se sentía muy triste, y se fue a pasar la noche debajo de un puente.

A la mañana siguiente se levantó con energías para conseguir trabajo, y de repente se encontró con un niño que volvía del colegio. Se llamaba Luis, tenía diez años, bastante dinero y decidió ayudar a Martín. Luis les contó lo ocurrido a sus padres y decidieron contratarle de canguro para que cuidara a Luis y a su hermana pequeña. Sin pensárselo dos veces, Martín aceptó, porque le pagaban 1.000€ al mes. Cuando le dijeron esto del dinero se asombró mucho, ya que él lo máximo que ha tenido es 1€.

Pasó un año trabajando y decidió que como tenía bastante dinero para alquilar una casa, trajo a su familia para que vivieran allí. Pasaron unos días y volvió a ver a aquellos gamberros. Estaban sucios, como él antes, y les dijo:

-Yo vine a España a por trabajo y me dijisteis que os lo quitaba, pero ni siquiera os habéis molestado en buscaros uno.

Se quedaron asombrados y empezaron a mandar currículos. Dos días más tarde les llamaron para trabajar y fueron corriendo a darle las gracias a Martín.

Verónica García Fernández

Page 296: Lea los microcuentos

CERTAMEN MICROCUENTOS INTERCULTURALES

Una nueva vida

Erase una vez un niño llamado Juan, vivía en una ciudad muy grande con sus padres y su hermana Pilar, en una casita muy pequeña. Eran todos muy felices. Un día, su padre quedó sin trabajo. Al principio no notaron gran cambio pero luego las cosas empezaron a empeorar. Su padre no encontraba trabajo y sobrevivían con el dinero de su madre. La situación no mejoraba y decidieron irse a otro país.

Al principio tuvieron un poco de miedo porque no sabían nada sobre el país al que se irían. Al final tomaron la decisión, hicieron las maletas, cogieron sus más preciados recuerdos y tomaron rumbo a Francia para trabajar en la vendimia.

Cuando llegaron allí sus padres encontraron trabajo y los niños fueron a un colegio donde sus compañeros les ayudaban mucho y volvieron a ser otra familia muy feliz.

David Armesto Gil

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Amigos inseparables

En un pequeño pueblo de Francia vivía una niña llamada Jessica. Todos los días montaba una yegua, su fiel amiga Amira. Pasaron los años y los padres de la chica fallecieron. La chica se quedó sola y triste. En la mesa de la cocina encontró una nota que decía:

“Hija, te dejamos esta nota para que te vayas a otro país a buscar empleo. Tienes que cuidar muy bien de Amira... Queremos que vayas a España para encontrar trabajo y al amor de tu vida.

Te quieren, tus padres.”

Jessica se fue junto Amira para montar y buscar la frontera con España. Al cabo de una hora se encontró con un chico que iba a caballo llamado Jaime. También iba camino de España y los dos juntos decidieron seguir el camino juntos.

Cuando llegaron a la frontera pasaron sin problema a los caballos, les hicieron una revisión. Los chicos decidieron ir a Asturias, llegaron allí en tres días. Encontraron un empleo y se compraron un solar, allí construyeron una gran casa. Tuvieron dos hijos llamados Lily y Jame. Los niños se divertían jugando con los caballos a sí que sus padres les compraron unos ponis. Así es como se formó esta familia tan GRANDE.

Jimena Santos Mayo

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Niños con sueños

Álvaro era un emigrante que se quería marchar de Siria para irse a México.

En Siria había guerra y no tenía donde vivir porque una bomba había caído en su casa. Sus padres durante el estallido de la bomba murieron. Y decidió partir

En busca de otra familia. Llegó a México y se encontró con una señora que aparentaba 60 años. Y le llevo a un orfanato donde le acogieron hasta que le adopto una familia.

Lo llevaron a su casa que estaba a las afueras de una ciudad llamada Tijuana. Esa casa era una de las más grandes de la ciudad ya que eran ricos. La madre se llamaba Elena, el padre Julián y la niña Lucia. El sueño de Álvaro era ser defensor de la gente que emigra. Y compartía con su nueva hermana los sueños que tenían desde que le acogió esta familia. Cuando se fue haciendo mayor y tenía aproximadamente 25 años, decidió apuntarse a las elecciones para ser candidato en las elecciones para ser el presidente de los emigrantes. Al final lo consiguió. Hoy en día Álvaro ha decidido que ante todo ningún emigrante debe ser discriminado.

Irene Santos Mayo

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Lulú en España

Lulú era una niña de 13 años que vivía en Noruega. Sus padres habían muerto y ella vivía con sus tíos que la trataban mal. Pero ella vivía feliz a pesar del mal trato que sus tíos le daban.

Lulú no sabía nada de sus padres. En la cama, todas las noches, intentaba recordar algo de su infancia. Pero ella solo sabía que sus padres se conocieron en España.

Una noche, con mucha tormenta, ella soñó con ir a España. Al día siguiente, su sueño se cumplió. Sus tíos le dijeron que se iba a vivir a España, a casa de sus abuelos. Se puso muy contenta. ¡Iba a conocer la ciudad de sus padres! En el aeropuerto se despidió de sus tíos y de su primo, cogió su billete y se marchó en un avión rumbo a España.

Lulú no esperaba nada bueno de sus abuelos. Pero se llevó una sorpresa al salir del avión y ver a sus abuelos con una sonrisa esperándola. Al verla llegar le dieron un gran abrazo y un precioso regalo.

Después de un tiempo en España, acudió al colegio por primera vez pero al entrar en clase deseó no haber entrado. Todo el mundo se reía de ella. Lulú no sabía por qué. Al llegar a casa les preguntó a sus abuelos por qué se reían de ella. Sus abuelos le dijeron que porque hablaba otro idioma y tenía distintas costumbres. Por eso a Lulú no le importaba que los demás se rieran de ella.

Con el tiempo sus compañeros se dieron cuenta de que sus costumbres eran de lo más interesantes y Lulú fue muy feliz en España.

Claudia Álvarez Pérez

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La joven dependienta

Rebeca era colombiana, tenía veinte años y ya tenía dos hijos y una hija, que se habían quedado en Colombia cuando ella vino a España hace dos años. Su familia no quería que viniera pero allí, no tenía trabajo y una amiga que tenía en España la consiguió un trabajo. Era la dependienta de la frutería de debajo de mi casa.

En su país tenía muchas carencias económicas, ya que su marido los había abandonado. Su hija se tuvo que quedar en Colombia con su abuela en una casa muy pequeña y con pocas comodidades.

Ella trabajó mucho para conseguir dinero y mandárselo a su familia ya que quería construir una casa más grande.

El único contacto que tenía con su familia era a través del teléfono pero solo llamaba una vez al mes porque era muy caro.

Ella quería volver a Colombia, porque echaba mucho de menos a su familia, pero sabía que tenía que seguir trabajando porque en su país había mucha pobreza.

Poco después con el dinero que había ganado se fue a Colombia se hizo una casa, consiguió un trabajo y fue capaz de sacar a su familia adelante.

Alba Calvete García

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Los emigrantes

Un día por la calle pasó un niño muy siniestro. Era de piel blanca y con los ojos muy azules. Estaba tan quieto que parecía que buscaba algo o alguien. Empecé a hablarle y no me hacía caso. De repente se dio la vuelta y se fue, yo empecé a seguirle y me paró preguntándome qué quería. Yo le contesté si le podía ayudar, ya que estaba buscando algo. Me dijo que no buscaba nada que a mí me importase. Yo le contesté que sentía haberle molestado. Le pregunté que si podía ser su amigo, me dijo que sí. ¡Qué alegría! -pensé. Me preguntó cómo me llamaba. Wulka, le contesté. Entonces yo le pregunté cómo se llamaba él. Su nombre era lván.

Le dije que era de la India, que era un emigrante y que mis padres eran de allí, le dije. Habían venido a España a buscar trabajo. lván nunca había tenido relación con personas extranjeras, porque siempre había estado influenciado por la opinión de los demás que giraban en su entorno, pues siempre le habían dicho cosas malas sobre los emigrantes. Empezamos una relación amistosa, de juegos, risas, compañerismo... pero su entorno no terminaba de aceptarme. Un día, sus amigos comenzaron a insultarme diciéndome cosas desagradables por mi condición emigrante y mi color de piel, a lo cual, lván respondió para mi sorpresa defendiéndome y diciéndoles que había terminado su amistad. Desde ese día comenzó una gran amistad, casi de hermanos para nosotros. Nuestros padres se conocieron y se llevan genial, y su entorno, por suerte, cambió la percepción que tenían sobre nosotros, los emigrantes.

Ariadna Hernández Valcárcel

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La maravillosa historia de Amanda

Amanda era una joven chica de diecinueve años que vivía en Marruecos. Su madre había fallecido y su padre estaba enfermo. Amanda no tenía ni casa, ni dinero, ni comida y casi estaba sin familia. Un día ella vio que su padre no podía más y que iba a fallecer. No tenía medicamentos ni ayuda de un médico, así que solo la quedaba rezar y dar fuerzas a su padre para que siguiera luchando. Pero desgraciadamente su padre falleció. En esos momentos Amanda recordó lo que su padre la había dicho :

- Pronto tendrás que irte de este país-

Entonces empezó a llorar porque no sabía lo que tenía que hacer.

Amanda se moría de hambre y se puso a buscar en el contenedor, lo único que encontró fue un trozo de periódico en el que ponía:

Más de 3.670 personas emigran en busca de recursos.

Ella se quedó impresionada aquello era lo que tenía que hacer, tenía que emigrar de su país así que cogió la única cosa que poseía y se puso en rumbo hacia otro sitio mejor. Anduvo kilómetros y kilómetros y por fin encontró la frontera de España con Marruecos, no sabía qué hacer y descubrió un grupo de chicos con una cuerda, les pidió ayuda y Amanda consiguió pasar la frontera. Por la calle se encontró con una familia que dentro de poco sería la suya. Al final Amanda consiguió lo que quería ella y su padre, irse a otro país y encontrar trabajo y familia. Y así es como acaba la historia, muchas personas son inmigrantes en nuestro país pero han encontrado la felicidad.

Marta González Montero

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Colegio Público

“La Palomera”

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Los migrantes

Esta historia está basada en hechos reales. El nombre de los personajes ha sido cambiado para proteger sus identidades.

En Marruecos hay muchas familias pobres; por ejemplo este caso que voy a contar que trata de un niño nuevo que vino a mi clase, 6 C del c. p. La Palomera. El niño que vino nuevo se llamaba Sahal. Llegó al colegio a principios del segundo trimestre, alrededor del día 14 de abril de 2013. Llegó sin saber nada de español, ni de inglés y sabía muy poco de francés. No sabíamos cómo comunicarnos con él, puesto que ni él sabía español, ni nosotros sabíamos árabe. Al principio, ni la gente de mi clase y ni los niños del colegio, no queríamos hablar con él ni tampoco jugar y por esa razón, siempre estaba solo en él recreo. Nuestra profesora, Teresa, hacia todo lo que podía por intentar entenderse con Sahal. Mientras esto pasaba, nosotros éramos los más atrasados en nuestro curso con el tema que estábamos dando, porque con Sahal en clase no podíamos dar la clase ni tan rápido, ni tan seguida como en el primer trimestre.

Con el tiempo, todos los compañeros de clase, incluida yo, que me llamo Kira, Kira Suárez, empezamos a tratar a Sahal como se lo hubiera merecido el primer día de clase que vino. Con el tiempo todos los compañeros de clase nos fuimos comprendiendo con Sahal. Sahal lo único que quería era encajar bien con nosotros. Pero nosotros no nos dábamos cuenta, de que él era perfecto tal y como era. A día de hoy Sahal juega con todos nosotros y los chicos son muy amigos suyos. Como dice el dicho, dale tiempo al tiempo.

Carla Sánchez Álvarez

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Lo que la convivencia consiguió

Hace no mucho tiempo, en un país multicolor situado allá en el sur por donde están las playitas caribeñas, vivía mucha gente que era súper feliz. Todos querían a todos porque nadie tenía más que otro. Pero un buen día la paloma de la paz volvió herida a este fantástico y mimoso país. Y ese mismo día estalló la guerra. Un país vecino, liderado por un pelele sinvergüenza y ácido como un limón, quiso conquistar a este país desarmado, lanzándoles bombas destructoras y aprovechándose de su debilidad. Al final, murió mucha gente y ese país quedo hecho un asquito, una plastita de territorio. La gente que sobrevivió construyó una barcaza y se hizo a la mar salada. Después de días y noches de pura angustia, llegaron a un país llamado España. Cuando llegaron, se encontraron con un grupito de niños que les saludaron y les dieron cobijo y alimento por pura compasión. Esos infelices quisieron que los autoritarios padres les ayudaran a que pudieran tener una casa, y todo el vecindario contribuyó. Pero un personaje mentiroso y recortador llamado Antonio se interpuso. Él no quería que gente de otros países posiblemente buscados fueran a su país. Eso originó una violenta revuelta por parte del vecindario y consiguió que Antonio quedara humillado y los inmigrantes a salvo. Ese día el mundo aprendió que hay que ayudar a los desamparados y que la guerra es no mala, peor.

Jesús Sánchez Alonso

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Soy lo que quiero ser

Tras las Segunda Guerra Mundial, el mundo quedó muy mal, triste y oscuro.

Un pueblo en Rusia, en la ciudad de Saratov, no quedó muy destruida, pero aún así había poco dinero, huelgas de trabajadores, mineros, etc...

Una familia, los Waterson, eran una familia muy normal, pobre. El padre, Robbie, era minero y la mujer de Robbie se había muerto. Tuvieron una hija, lrina.

La niña lrina quería ser boxeadora pero el padre le decía que eso era para hombres y no para señoritas. lrina insistía pero el padre decía que para las mujeres era el ballet. lrina, cuando el padre iba a la mina, ella iba a boxeo sin que el padre se diera cuenta. Su profesora de boxeo lo sabía y un día entrenando la llamó y dijo que quería hablar con su padre. lrina le dijo que vale. Al día siguiente la profesora le dijo al padre de lrina que a el la le había pasado lo mismo y dijo que ella fue fuerte y siguió con el boxeo. La profesora le convenció al padre. Robbie comprendió que no había que discriminar.

Desde aquel día la niña podía ir a boxeo sin preocuparse. Los niños que iban a boxeo aceptaron a la niña como uno más, menos un niño, Álvaro. La niña dijo por qué no me dejas boxear si yo a ti no te hago nada, podemos ser amigos, el niño dijo que si lucho contra ti y pierdo se reirán de mi. lrina dijo no se reirán porque a mi me han aceptado y a ti te aceptarán como eres. Desde aquel día el niño no se volvió a preocupar.

Jorge González Martínez

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Un niño nuevo en clase

Me llamo Sara. Voy al instituto. Estoy en 3° de la E.S.O. Hace unos días. mas bien semanas, estaba hablando con mi mejor amiga. Nuria. Cuando entró el profesor con un niño morenito detrás de él.

-Chicos -dijo-, este es Naser, es nuevo y quiero que todos os llevéis bien con él. Es de Túnez, así que puede contaros muchas cosas sobre su país. Bueno Naser, siéntate al lado de la niña rubia.

Acabó la clase de Matemáticas y salimos todos al recreo. Nadie se acercó a él en todo el recreo. Me dio lástima, así que Nuria y yo nos acercamos para ver que hacía

-Hola, me llamo Sara -dije yo con mi tono más amable-. y ella es Nuria ~ ¿qué tal?

El pobre no dijo nada, siguió sentado en la esquina mirando a la pared.

-¿Te apetece un poco de mi sándwich? Es de mortadela.

Me miró, miró el sándwich, yo corté un trozo grande y se lo di. Rápidamente se lo comió. Aunque no entendía mucho nuestro idioma, nos pusimos a hablar las dos con él. Al principio, admito, que me pareció un chaval extraño, pero luego me di cuenta que no. Así pasaron los días y nos hicimos grandes amigos. Nos contó cosas de su país: sus costumbres, sus comidas (que probamos), sus ropas... Nosotras le enseñamos nuestro idioma a la perfección. Nunca jamás volvió a estar solo.

Lucía González Redondo

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Las ayudas se recompensan

Un hombre vivía con su madre, ya mayor y enferma. Hacía varios meses que había perdido su trabajo y desde entonces la cuidaba.

Una tarde, en la que llovía mucho, se encontró con su amigo Alí, habían sido compañeros de trabajo pero casi no lo reconoció porque estaba sucio, mal vestido y decía que lo perseguían. El hombre decidió ayudarlo, lo llevó a su casa y lo atendió. No sabía si fiarse de él, había sido siempre amable y buen compañero. Pensó, necesitaba una oportunidad. Así que, le ofreció los pocos ahorros que le quedaban y le deseó suerte.

Pasaron los meses, y cada vez el hombre estaba más preocupado y agobiado sin trabajo ni dinero. Su madre necesitaba medicinas... y llegó una carta. En la carta había una dirección. Él pensó que sería para un trabajo, se arregló y acudió. Allí encontró a Alí. Estaba tan agradecido que en cuanto tuvo una oportunidad la aprovechó y buscó a su amigo para trabajar con él, no sólo le devolvió su dinero si no mucho más: un trabajo y su confianza y amistad.

Julio Manuel Rodríguez Díaz

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