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MINISTERIO DE EDUCACIÓN Material de apoyo para la continuidad educativa ante la emergencia COVID-19 Estudiantes 2. o año de bachillerato Guía de autoaprendizaje Fase 3, semana 17 Lenguaje y Literatura

Lenguaje y Literatura · 1 | Lenguaje y Literatura Guía de autoaprendizaje 2.o año de bachillerato Unidad 7. Literatura salvadoreña: romanticismo y costumbrismo Fase 3, semana

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  • MINISTERIODE EDUCACIÓN

    Material de apoyo para la continuidad educativaante la emergencia COVID-19

    Estudiantes 2.o año de bachillerato

    Guía de autoaprendizaje

    Fase 3, semana 17

    Lenguaje yLiteratura

  • 1 | Lenguaje y Literatura Guía de autoaprendizaje 2.o año de bachillerato

    Unidad 7. Literatura salvadoreña: romanticismo y costumbrismo Fase 3, semana 17

    Contenidos

    • La recepción de obras literarias: Cuentos y narraciones de Francisco Gavidia; Cuentos de barro de Salvador Salazar Arrué

    • Figuras literarias de intención: ironía, sarcasmo Otros recursos léxico-semánticos: parábola, símbolo

    Producción Comentario de texto

    A. Inicio

    Actividad 1. Lee el texto y resuelve lo que se solicita.

    Goyo Cuestas y su cipote hicieron un arresto, y se jueron para Honduras con el fonógrafo. El viejo

    cargaba la caja en bandolera; el muchacho, la bolsa de los discos y la trompa achaflanada, que tenía

    la forma de una gran campánula; flor de lata monstruosa que perjumaba con música.

    —Dicen quen Honduras abunda la plata.

    —Sí tata, y por ai no conocen el fonógrafo, dicen...

    —Apurá el paso, vos; ende que salimos de Metapán tres choya.

    Resuelve lo siguiente

    • ¿Qué tipo de lenguaje está caracterizado en el texto anterior? Explica. • Explica el significado de las siguientes palabras: cipote, choya, campánula. • ¿Qué significa la frase “tenía la forma de una gran campánula; flor de lata monstruosa que

    perjumaba con música”?

    • ¿El fragmento tiene características costumbristas?

    B. Desarrollo

    Actividad 2. Lee el cuento “La petaca”, de Cuentos de barro, escrito por Salvador Salazar Arrué, y

    presta atención a los ladillos, ya que contienen información que te será útil.

    La petaca

    Era pálida como la hoja-mariposa; bonita y triste como la virgen de palo que hace con las manos

    el bendito; sus ojos eran como dos grandes lágrimas congeladas; su boca, como no se había

    hecho para el beso, no tenía labios, era una boca

    para llorar; sobre los hombros cargaba una joroba

    que terminaba en punta. La llamaban la peche

    María. En el rancho eran cuatro: Tules, el tata; la Chón

    su mama, y el robusto hermano Lencho. Siempre

    María estaba un grado abajo de los suyos. Cuando

    todos estaban serios, ella estaba llorando; cuando todos sonreían, ella estaba seria; cuando todos

    reían, ella sonreía; no rió nunca. Servía para buscar huevos, para lavar trastes, para hacer rír...

    —¡Quitá diay, si no querés que te raje la petaca!

    —¡Peche, vos quizás sos lhija el cerro!

    Tules decía:

    —¡Esta indizuela no es feya; en veces mentran ganas de volarle la petaca, diún corvazo!

    Ella lo miraba y pasaba de uno a otro rincón, doblada de lado la cabecita, meciendo su cuerpecito

    endeble, como si se arrastrara. Se arrimaba al baúl, y con un dedito se estaba allí sobando manchitas,

    o sentada en la cuca, se estaba ispiando por un hoyo de la paré a los que pasaban por el camino.

    Tenían en el rancho un espejito nublado del tamaño de un colón y ella no se pudo ver nunca la

    joroba, pero sentía que algo le pesaba en las espaldas, un cuenterete que le hacía poner cabeza de

    tortuga y que le encaramaba los brazos: la petaca.

    Costumbrismo Movimiento literario que representa las costumbres, tradiciones y características de un pueblo: contextos, lenguaje e ideologías. El costumbrismo es casi una fotografía de la realidad, de la naturaleza y de los campesinos a través de descripciones pintorescas de sus vidas, formas de hablar y hábitos cotidianos.

  • 2 | Lenguaje y Literatura Guía de autoaprendizaje 2.o año de bachillerato

    Tules la llevó un día onde el sobador.

    —Léi traido para ver si usté le quita la puya. Pueda ser que una sobada...

    —Hay que hacer perimentos defíciles, vos, pero si me la dejás unos ocho días, te la sano todo lo

    posible.

    Tules le dijo que se quedara.

    Ella se jaló de las mangas del tata; no se quería quedar en la casa del sobador y es que era la

    primera vez que salía lejos, y que estaba con un extraño.

    —¡Papa, paíto, ayéveme, no me deje!

    —Ai tate, te digo; vuá venir por vos el lunes.

    El sobador la amarró con sus manos huesudas.

    —¡Andáte ligero, te la vuá tener!

    El tata se fue a la carrera.

    El sobador se estuvo acorralándola por los rincones, para que no se saliera.

    Llegaba la noche y cantaban gallos desconocidos. Moqueó toda la noche. El sobador vido quera

    chula.

    —Yo se la sobo; ¡ajú! –pensaba, y se reiba en silencio.

    Serían las doce, cuando el sobador se le arrimó y le dijo que se desnudara, que liba a dar la primera

    sobada. Ella no quiso y lloró más duro. Entonces el indio la trincó a la juerza, tapándole la boca con

    la mano y la dobló sobre la cama.

    —¡Papa, papita!...

    Contestaban las ruedas de las carretas noctámbulas, en los baches del lejano camino.

    El lunes llegó Tules. La María se le presentó, gimiendo... El sobador no estaba.

    —¿Tizo la peración, vos?

    —Sí, papa...

    —¿Te dolió, vos?

    —Sí, papa...

    —Pero yo no veo que se te rebaje...

    —Dice que se me vir bajando poco a poco...

    Cuando el sobador llegó, Tules le preguntó cómo iba la cosa.

    —Pues, va bien –le dijo–, sólo quiay que esperarse unos meses. Tiene quírsele bajando poco a

    poco.

    El sobador, viendo que Tules se la llevaba, le dijo que por qué no la dejaba otro tiempito, para

    más seguridá; pero Tules no quiso, porque la peche le hacía falta en el rancho.

    Mientras el papa esperaba en la tranquera del camino, el sobador le dio la última sobada a la niña.

    Seis meses después, una cosa rara se fue manifestando en la peche María.

    La joroba se le estaba bajando a la barriga. Le fue creciendo día a día de un modo escandaloso,

    pero parecía como si la de la espalda no bajara gran cosa.

    —¡Hombre! –dijo un día Tules–, esta babosa tá embarazada.

    —¡Gran poder de Dios! –dijo la nana.

    —¿Cómo jue la peración que tizo el sobador, vos?

    Ella explicó gráficamente.

    —¡Aijuesesentamil! –rugió Tules– ¡Mianimo ir a volarle la cabeza!

    Pero pasaba el tiempo de ley, y la peche no se desocupaba.

    La partera, que había llegado para el caso, uservó que la niña se ponía más amarilla, tan amariya,

    que se taba poniendo verde. Entonces diagnosticó de nuevo.

    —Esta lo que tiene es fiebre pútrida, manchada con aigre de corredor.

    —¿Eee?...

    —Mesmamente; hay que darle una güeña fregada, con tusas empapadas en aceiteloroco, y

    untadas con kakevaca.

    Así lo hicieron. Todo un día pasó apagándose; gemía. Tenían que estarla voltiando de un lado a

    otro. No podía estar boca arriba, por la petaca; ni boca abajo, por la barriga.

    En la noche se murió.

    Amaneció tendida de lado, en la cama que habían jalado al centro del rancho. Estaba entre cuatro

    candelas. Las comadres decían:

    Conoce a

    Salvador Efraín Salazar Arrué

    Conocido como Salarrué, nació en Sonsonate, en 1899, y estudió en el Liceo Salvadoreño. Se destacó como narrador y pintor. Es considerado el máximo exponente de la narrativa salvadoreña. Inició la literatura de carácter costumbrista, con el que, a través de su estilo metáforico, retrató la idiosincrasia del campesino salvadoreño.

    Ironía. Figura retórica que da a entender lo contrario de lo que se dice. Sarcasmo. Es cuando la ironía pasa al tono amargo o cruel. Parábola. Es una alegoría que cuenta un suceso fingido del que se deduce una verdad o enseñanza. Símbolo. figura retórica que consiste en utilizar un objeto real para referirse a algo imaginario o para evocar la realidad.

  • 3 | Lenguaje y Literatura Guía de autoaprendizaje 2.o año de bachillerato

    —Pobre; tan güena quera; ¡ni se sentía la indizuela, de mansita!

    —¡Una santa! Si hasta, mirá, es meramente una cruz!

    Más que cruz, hacía una equis, con la línea de su cuerpo y la de las petacas. Le pusieron una

    coronita de siemprevivas. Estaba como en un sueño profundo; y es que ella siempre estuvo un

    grado abajo de los suyos: cuando todos estaban riendo, ella sonreía; cuando todos sonreían, ella

    estaba seria; cuando todos estaban serios, ella lloraba; y ahora, que ellos estaban llorando, ella no

    tuvo más remedio que estar muerta.

    Responde.

    1. ¿De qué trata el texto? Explica las situaciones que enfrentan los personajes. 2. Caracteriza al personaje principal del cuento. Explica y ejemplifica textualmente. 3. ¿Qué significa la expresión: “Contestaban las ruedas de las carretas noctámbulas, en los baches

    del lejano camino”?

    4. ¿Consideras que el texto refleja una situación problemática de la sociedad? Explica. 5. ¿Crees que se evidencia una parábola al final del cuento? Explica. 6. ¿Qué simboliza el título del cuento “La petaca” con la historia? 7. ¿Cuál crees que es el propósito principal del autor con el texto? Argumenta. 8. Elabora un cuadro con las tres partes que conforma el texto: inicio, desarrollo y desenlace.

    Actividad 3. Lee el texto extraído de la obra Cuentos y narraciones, del escritor Francisco Gavidia.

    El códice maya

    Era un indio de esa región de Quintana Roo, donde las ruinas, que protege la fiereza de los mayas

    a quienes no ha sometido la conquista, no han recibido aún la visita de exploradores ni arqueólogos.

    ¿Conservan allí la antigua religión, como conservan el idioma? ¿Descifran o más bien leen

    corrientemente esos jeroglíficos que desde hace ciento cincuenta años estudian sabios eminentes

    del mundo civilizado? […]

    ¿Sobre todo, hojean, engolfados en esa ciencia que hace tanto tiempo inquiere con avidez el

    sabio europeo, esos analtés, tiras de papel de maguey de muchos metros, plegadas como abanico,

    en que desfilan su ciencia, su vida, su historia? Si es así, ellos han comprado este derecho al precio

    de cien combates y el extranjero ha pagado su curiosidad con su sangre.

    Este indio, cuyo nombre es Kanob en Quintana Roo, ha leído en un pedazo de periódico, hallado

    en un camino, arrojado al acaso por un viandante, la noticia de que una expedición científica

    formada por ingleses, alemanes, mexicanos y franceses, se dirige al país "misterioso" de que hablan

    antiguas tradiciones, que él lee a diario en sus piedras y amatles o libros: van a Tlapalan.

    Indudable es que en ese país podrá él completar sus nociones sobre la época trágica de la lucha

    de Tula y Palenque. Se dirige, pues, a esa ciudad de Tula que hoy se llama Ciudad Real, en Chiapas,

    donde se halla la expedición.

    Se presenta, no como práctico, menos, entre aquellos sabios, como el único que puede leer en

    monolitos, graderías, relieves y analtés, lo que es habitual para Kanoh desde sus primeros años, sino

    como simple bracero.

    —¿Cuál es tu nombre? –le pregunta Mr. Koenigsberg, el jefe de la expedición.

    Se llama como todos los indios:

    —José.

    -¿Y tu apellido? –insistió el arqueólogo.

    ¿Su apellido?, el de todos los indios:

    —Pérez.

    Su nombre para todos es José Pérez. Sólo él sabe cuál es su verdadero nombre. Su nombre es

    Kanob –el Firmamento–.

    Llegada la expedición a Copán, su oficio de bracero le da tiempo, al remover los bloques

    esculpidos, de leer fragmentos o frases sueltas de las inscripciones.

    ¡Nada!, no hay nada de lo que busca.

    Un día, la única vez que habló, exclamó dirigiéndose al sabio:

  • 4 | Lenguaje y Literatura Guía de autoaprendizaje 2.o año de bachillerato

    —¡Si estos bloques se pusieran en fila como estaban en las graderías!

    El sabio aceptó. […]

    Después de lo cual Pérez murmuró:

    —¡Nada!, ¡no hay nada!

    Entonces pidió que se le diese una de las barras; y, obtenido esto, se lanzó a los montículos.

    Dentro hallaría los templos cuyo plano litúrgico le era tan conocido –el sitio de la cripta, la

    orientación de la entrada o puerta de los sacerdotes, que daría frente al Bacab que sostiene los

    cielos por el lado en que sale el Sol; el lugar en que está la masa de piedra donde se halla la vasija

    sagrada en que guardaban los analtés–, los libros sagrados.

    A los pocos barretazos la tierra se hunde, y José Pérez desaparece de la vista de sus

    compañeros. El caporal dice al cabo de pocos instantes:

    —Un hombre perdido! Los gases le han dado la muerte. Todos se alejan aterrados. […]

    Mientras tanto en el seno de la cripta, un haz de luz que penetra por dos lejanas claraboyas que

    horadan la pirámide alumbra la vasija sagrada: una tira de maguey está allí intacta: el negro, el

    toro, el azul de las escrituras han palidecido muy poco.

    Kanob en aquella cripta estaba transfigurado. Leía, leía con la serenidad de un Sol de los bajo-

    relieves.

    […] El analté explicaba en torno de las figuras, en signos aglutinados, que la raza de Acolhua o

    Aculhua, eran los señores del poblado de Aculhuac, en Cuscatlán de Tlapalan. […]

    Una ojeada le bastó a Kanob para leerlo todo: eran signos y dibujos familiares para los de su clase.

    ¿Qué hacer con el códice? ¿Entregarlo a los arqueólogos que lo insultaban con su impertinente

    curiosidad? ¿Cuánto valdría ese códice, si sabía ocultarlo? Toda una fortuna. Una sonrisa de

    desprecio se dibujó en su faz de ídolo moroso. Además, sería registrado. Se le daría si bien le iba, la

    gratificación de unos pocos duros.

    —¡Ah! –pensó–, algo debemos al extranjero, que en vez del sagrado malahuaste de donde sacaba

    un príncipe cada medio siglo, el don terrible del fuego que conservaban las vestales, nos vende

    estas cajillas de fósforos que son tan baratos, portátiles y manuales! ¿Llevar este analté? ¿Para qué?

    Con nuestra fácil escritura todo lo tengo en la memoria. Puedo escribir estos signos y trazar estas

    figuras cuando yo quiera.

    Y al decir esto encendió hasta tres fosforillos que aplicó a la valiosísima tela. El libro que a través

    del ánfora sagrada había calentado el rayo del sol por tantos siglos, ardió con más rapidez aún que

    la yesca.

    Al mismo tiempo Kanob dirigía hacia arriba el puño cerrado, en señal de desafío a los

    arqueólogos.

    Vuelto a salir del sumidero, José Pérez, con fingido enojo, pretextó que se le había dejado sin

    auxilio en el percance, y pagada su liquidación, manifestó que se volvía a su tierra, pues era de

    Quintana Roo.

    Los arqueólogos lo vieron alejarse con estupefacción:

    —¡Un indio de Quintana Roo!

    Responde.

    1. ¿De qué trata el texto? Explica las situaciones que expone. 2. ¿Por qué Kanob tomó la decisión de quemar el enalté? 3. ¿Cuál crees que es el propósito principal del autor con el texto? Argumenta.

    C. Cierre

    Actividad 4. Reflexiona y escribe un comentario de los textos leídos a partir de las siguientes

    preguntas:

    1. ¿Cuál es tu valoración personal sobre el cuento “La Petaca”? Explica la función de la trama. 2. ¿Cuál es tu punto de vista con respecto a las acciones desarrolladas por los expedicionarios y

    Kanob?

    Reúne a los integrantes de tu grupo familiar y lee en voz alta el cuento “La petaca” y “El código

    maya” con el fin de compartir tus conclusiones y respuestas para motivar el diálogo.

    ¿Sabías que…? El códice maya es un libro escrito antes de la conquista española del continente y muestran algunos rasgos y cálculos matemáticos y astronómicos de la civilización maya. Están escritos en jeroglífico. Analté. Es la forma de decir libro que habla en lengua maya.

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