Letras CanariasChiqui García

Letras CanariasChiqui García

Arucas 2012

EXPOSICIÓN Y CATÁLOGOCoordinación y diseñoMilagrosa Caubín MartínTextos© Sus autoresCréditos fotográficos© Chiqui GarcíaMontajeACOSERPA Digital, S.L.SegurosMAPFRE Seguros GeneralesRealizaciónACOSERPA Digital, S.L.Mónica Pedrós-eltereteReproducción gráficaGráficas SabaterCréditos de la obra editorialFundación Canaria MAPFRE GUANARTEMECalle Castillo, nº 6. 35001 Las Palmas de Gran Canaria

ISBN 978-84-15654-02-5Depósito Legal GC 928-2012

Presidentes de HonorFernando Arencibia HernándezJulio Caubín HernándezPresidenteJosé Barbosa HernándezVicepresidenteIgnacio Baeza GómezSecretarioJaime Álvarez de las Asturias BohorquesVocalesJosé Luis Catalinas CallejaTeófilo Domínguez AnayaFundación Ignacio Larramendi- Repre. Miguel Hernando de Larramendi -César García Otero Santiago Gayarre BermejoJosé Hernández BarbosaTomás Hidalgo Aranda Andrés Jiménez HerradónFilomeno Mira CandelHumberto Pérez HidalgoJorge Carlos Petit SánchezAsunción Rodríguez Betancort Julián Pedro Sáenz CortésJuan Francisco Sánchez MayorIsabel Suárez VelázquezPatronos HistóricosManuel Jordán MartinónSilvestre de León García Santiago Rodríguez Santana Félix Santiago MeliánDirectora GeneralEsther Martel GilDirectora del Área CulturalAlicia Batista Couzi

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El fotógrafo escritorJuan Carlos de Sancho

Me gusta la imagen fija, disfrutar con lo que está quieto, parar y observar lentamente el detalle, los ajustes. Entonces mi cabeza se pone en marcha, se pierde por lo que ha visto y comienza a imaginar. Me gustan los fotógra-fos, esos cazadores de instantes: el instante, la puerta de la vida.

Pienso que el S. XXI debería parar en seco durante una larga temporada para dedicarse a contemplar lo que ya no se mueve, lo que va quedando. “Demasiada infor-mación conduce a la nada”, comenta el fotógrafo japonés Hiroshi Sugimoto. Ha llegado la era de la fotografía, del disfrute estético y filosófico de la imagen detenida. Chiqui García lo sabe y ha atrapado con su cámara a un grupo de escritores insulares. No debe haber sido un trabajo fácil: fotografiar a otro que también tiene por oficio mirar y atra-par mundos flotantes es una tarea bastante complicada.

¿Quién estuvo mirando a quién durante las sesiones fotográficas?, ¿el fotógrafo al escritor o viceversa?, ¿o am-bos a la vez? Me pregunto si un fotógrafo no será al mismo tiempo un escritor con doble mirada, con “miradazoom”, un escritor con anteojos, un poeta con periscopio. Y los escritores, en paralelo, fotógrafos con lápiz revelando a través de las palabras mundos insondables y pasajeros. El

objetivo es el mismo: detener un fragmento de eternidad para entender lo que pasa. Y de paso, vivir un poco más. Realmente tenemos oficios muy parecidos.

La imagen fija es más infinita que la imagen en mo-vimiento. Para comprobarlo puede dar usted un lento pa-seo por esta sala, sin prisas, buscando el secreto de la mi-rada de Chiqui García, la que quiso dejar en ruta pese a la instantánea. La foto sigue en movimiento mientras usted la mira y todo en ella sigue vivo. No es nada fácil atrapar lo esencial y perdurable. Puede ocurrir en un instante y quien lo supo ver puso luz a la noche, créame.

El renacimiento de la Fotografía es un verdadero bálsamo para el Arte actual, tan precipitado y previsible. Una buena fotografía da opción a quien la mira de cons-truir su propio relato, desmenuzar el tiempo y el espacio. Entonces el círculo se amplía en la ausencia del mundo, en el nuevo lugar revelado.

Hacer infinito lo finito es una tarea colosal, román-tica, como imaginó el poeta Novalis. No estaría nada mal imaginar un nuevo romanticismo para esta época desata-da, excesivamente movediza. Pasen y vean.

Juan Carlos de Sancho.Gran Canaria, octubre 2012.

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Sombras en el tiempoSantiago Gil

Una fotografía aspira a desnudar el alma. A veces lo consigue penetrando en el fondo de la mirada del retratado o con esa alquimia que tienen las imágenes que logran eternizar los momentos. Chiqui García ha logrado captar esa mirada que hay más allá de nuestros propios ojos, el brillo que alguna vez reconocemos en los espejos pero que siempre se nos acaba difuminando en el vaho del tiempo. Nos pedía un lugar, un espacio en el que vernos reflejados, el sitio en el que solemos llenar de palabras nuestras respectivas soledades. Creo que nuestro lugar en el mundo es aquel que vamos habitando con todos los sentidos. Yo he elegido La Cícer, en la playa de Las Canteras, porque mis casas y mis mesas de trabajo han ido cambiando tanto últimamente que apenas he llegado a reconocerme en ellas. En la orilla, en cambio, sí reconozco lo efímero de todo lo creado y, al mismo tiempo, asisto al milagro de la marea que sube y baja dejando espumas y palabras cuando las olas rompen en la orilla. Pero nunca sabes dónde hallarás el paraíso. Un abrazo convierte un paisaje anodino en un recuerdo

inolvidable que tu memoria recrea cada día más luminoso. También hay muchas más playas y muchas más orillas, más bolígrafos con los que escribir versos, otros teclados que resonarán con tus palabras y espacio de sobra como para acomodar todos los sueños que imagines. No hay que ponerle límites al deseo ni al hedonismo cuando te sientes vivo y reconoces cada pequeña piedra del camino que atraviesas. Hay mariposas que se eternizan en tu memoria, flores bellas que descubriste en medio de la mala hierba y sebas que dejan reposando en la orilla el olor de todos los fondos oceánicos. No busques. Si te dejas llevar terminarás encontrando. Los lugares que habites serán siempre mágicos si tú eres capaz de mantenerlos a salvo. No pases nunca de largo. La fotografía aspira a perpetuar lo efímero antes de que el tiempo y las mareas borren todos nuestros pasos. La orilla se renueva varias veces cada día para que podamos seguir caminando como si estrenáramos el mundo. Una fotografía es una sombra que dejamos en el tiempo, un reflejo que va más allá de nuestra propia mirada.

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El rostro de las palabrasMª Jesús Alvarado

Ser escritor significa haber elegido la palabra para rela-cionarse con la vida. Aunque quizás sería mejor decir: haber sido elegido por la palabra para acercarse al mundo, pues generalmen-te no hay otra opción posible. El arte es para el artista la mejor manera, por no decir la única, de estar presente, de participar, de expresarse, de ofrecer al mundo su manera de sentir y su ansia de mejorarlo.

Durante mucho tiempo, la literatura ha sido un mundo de palabras sin rostro.

Lo habitual era conocer la obra sin saber a qué rostro per-tenece, sin conocer la personalidad de quien ha creado esas histo-rias o esos versos, tendiendo el lector a inventar y adjudicar en su imaginario una cara que frecuentemente no coincide con la real.

Gracias a los medios de comunicación esto ha cambiado, y aunque los rostros del arte y la cultura no constituyen por des-gracia el foco de atención principal, podemos ver la cara del autor en la solapa de los libros, en el cartel anunciador, o incluso en la televisión.

Por eso ahora fotografiar a un escritor tiene que buscar algo más que darnos a conocer sus facciones. El buen fotógrafo debe ahora penetrar su mirada y mostrar el rostro de todos esos perso-najes, traernos las miradas que se cruzan en todas esas historias que ha contado, y en todas las que tiene pendientes de contar.

Chiqui García se ha atrevido a hacerlo. Todo un reto para él, que se atreve así a descubrirnos, no solo a la persona, al autor, al artista, sino sutilmente también a cada uno de los personajes a los que ese autor ha dado vida y a la emoción que ha volcado en cada uno de sus textos. Y lo que es más difícil, invitarnos a intuir la multitud de almas que se asomarán al mundo a través de las palabras pendientes de escribir.

Hay miradas, gestos o poses que las palabras no dicen, y que una foto puede descubrir a los ojos de todos los que la miran. Por eso aquí el fotógrafo ha ido a los lugares de inspiración y de

creación de los autores fotografiados, porque sabe que es en esos lugares donde el alma del escritor está más a flor de piel y una foto puede captar mucho más de lo que el propio autor imagina.

La inspiración surge en cualquier lugar: junto al mar, en la tranquilidad de un parque, contemplando las montañas, en el silencio de la casa vacía, en la guagua, en el trabajo, o en una mesa esquinada entre el bullicio de un bar. En cualquiera de esos lugares puede germinar una historia, puede latir una emoción… Después, el espacio donde el escritor deja salir esa emoción sin miedo, allí donde tiene lugar el trabajo de orfebrería que supone la creación, es casi un lugar sagrado, y pocas veces se tiene acceso a él.

El fotógrafo ha buscado ambos espacios: los de inspiración y los de creación, sabiendo que en cualquiera de ellos, su capa-cidad para descubrir la luz y las sombras, será la mejor manera de desvelar el alma del artista y ofrecernos lo que late en su interior.

¿Acaso no nos preguntamos siempre qué hay del escritor en sus libros? ¿Hasta qué punto el autor se expone en su obra y hasta qué punto se esconde?

¿Y podría la fotografía decir lo que las palabras no dicen? ¿Qué hay del escritor que leemos en la imagen fotográfica

que se nos muestra, en la pose que adopta, en la mirada o la sonrisa que nos ofrece?

¿Qué hay de lo que nos cuenta en sus libros?Todo está ahí, en esas caras, en esos ojos, en esas manos.

Todo está ahí: lo escrito y lo que está por escribir. De modo que el autor, que en principio era el objeto de la muestra, pasa ahora a un segundo plano.

Su rostro ya no importa. Solo importa el rostro de las palabras.

M.J. AlvaradoAgüimes (Gran Canaria). Octubre 2012.

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“La palabra es arena que se lleva el tiempo”

Santiago Gil

“La palabra es ar ena que se lleva el ti empo”

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No es que el pa ís no esté en los mapas, pero nadi e puede negar

que, comparado con otros, es indudablemente pequeño. Por ello, las

autor idades deciden alzar sobr e el suelo patr io una bandera enorme,

tan grande como el propio pa ís. Una vez i zada, la gigantesca enseña

ya no enseña, sino oculta, lo cubr e abso lutamente todo con monotonía

inmiser i corde. El ordinar i o desar ro llo de la vida comunitar ia se ve

alterado. El tupido tejido, tintado de co lor es sólidos, impide el paso

de la luz del so l, la llegada de la lluvia, el habitual r ecor r ido de

los vi entos. Como los avi ones no pueden despegar ni ater r i zar, como

los bar cos no pueden zarpar ni ar r ibar, como las ondas de radio y

Del tamaño de las banderasNo es que el país no esté en los mapas, pero nadie pue-de negar que, comparado con otros, es indudablemente pequeño. Por ello, las autoridades deciden alzar sobre el suelo patrio una bandera enorme, tan grande como el propio país. Una vez izada, la gigantesca enseña ya no enseña, sino oculta, lo cubre absolutamente todo con monotonía inmisericorde. El ordinario desarrollo de la vida comunitaria se ve alterado. El tupido tejido, tintado de colores sólidos, impide el paso de la luz del sol, la llegada de la lluvia, el habitual recorrido de los vientos. Como los aviones no pueden despegar ni aterrizar, como los barcos no pueden zarpar ni arribar, como las ondas de radio y telefonía no pueden atra-vesar la plúmbea masa textil, la comunicación con el exterior se paraliza. Geógrafos y aviadores muestran su confusión: el país ha dejado de divisarse desde el cielo; en su lugar hay solo una bandera. Debe de haber sucedido algo terrible, un cataclismo, un adelanto del Apocalipsis. A la espera de nuevas informaciones, se considera seriamente la posibilidad de borrar al país de mapas y cartas de navegación. Al fin y al cabo, nin-guno de sus habitantes puede haber sobrevivido: nadie podría respirar bajo algo tan asfixiante.

Alexis Ravelo

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Estoy en estado de coma desde hace un par de semanas. No consigo

despertar de este sopor hipnóti co. No logro adelantar el argumento por -

que de inmediato, sin avisar, apar ece el estado de coma. La coma invade

mi r elato, se cuela como un lagarto por las r endijas de las oraciones,

cortando la simetría y la r espi raci ón del cuento. ¡Maldita sintax is, pe -

sada gramáti ca, continuamente acosando! Esta coma se r eproduce una y

otra vez como un saltimbanqui , sin contro l, f r enando la idea que qui ero

contar, como si deseara fulminarme de una muerte súbita.

D eli ro en estado de coma, f r enado tenazmente por esta maldita e indo -

mable coma, inqui eta y af i lada. Y no cr eo que este cuento despi erte

nunca.

En estado de comaEstoy en estado de coma desde hace un par de semanas. No consigo despertar de este sopor hipnótico. No logro adelantar el argumento porque de inmediato, sin avisar, aparece el estado de coma. La coma invade mi relato, se cuela como un lagarto por las rendijas de las oraciones, cortando la simetría y la respiración del cuento. ¡Maldita sintaxis, pesada gramática, continuamente acosando! Esta coma se reproduce una y otra vez como un saltimbanqui, sin control, frenando la idea que quiero contar, como si deseara fulminarme de una muerte súbita.

Deliro en estado de coma, frenado tenazmen-te por esta maldita e indomable coma, in-quieta y afilada. Y no creo que este cuento despierte nunca.

(Extracto de “Isla sombrero. Cuentos y descuentos”)

Juan Carlos de Sancho

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Esta es la huella de mis r englones,

los claroscuros de mi r espi raci ón,

los c í r culos del ti empo que forman la instantánea

de un so lo segundo de vida.

Esta es la huella de mis renglones,los claroscuros de mi respiración,los círculos del tiempo que forman la instantáneade un solo segundo de vida.

Berbel

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Vive, que yo, juez de mí mismo, me he juzgado y he decidido abso lvermeVive, que yo, juez de mí mismo, me he

juzgado y he decidido absolverme.

(Final de la novela El llano amarillo)

Emilio González Déniz

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“Quise ser escr itor para contar todo aquello

que no compr end ía. Probablemente sigo sin

compr ender lo pero si ento que ahora ya no sa -

br ía hacer otra cosa que escr ibi r. D igo es -

cr ibi r. A mano. Sobr e papel. El o lor de la

tinta mezclándose con el del pergamino con la

misma cadencia con que la idea se mezcla con

la palabra escr ita” .

“Quise ser escritor para contar todo aque-llo que no comprendía. Probablemente sigo sin comprenderlo pero siento que ahora ya no sabría hacer otra cosa que escribir. Digo escribir. A mano. Sobre papel. El olor de la tinta mezclándose con el del perga-mino con la misma cadencia con que la idea se mezcla con la palabra escrita”.

José Luis Correa

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“Aquello que me hi z o arder permanece

seguro al soco de los d ías y pone ros -

tro a mi ti empo, haci éndome cr eer que

es importante tan so lo por ser mío. ”“Aquello que me hizo arder permanece segu-ro al soco de los días y pone rostro a mi tiempo, haciéndome creer que es importante tan solo por ser mío”.

María Jesús Alvarado

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“A Martín los gomeros le par ec ían tr istes y después de lo que escuchó , motivos no les faltaban. Eran los pr imeros de su estirpe que habían perdido la soberan ía de su isla. Y la isla, para un isleño es toda la Ti e -r ra. Habían tenido que apr ender otra lengua y no pod ían usar la suya en pr esencia de los nuevos amos; tambi én habían tenido que esconder sus cr eencias, apr ender las nuevas y someterse a la infamia del último de los P e-raza ” .

“A Martín los gomeros le parecían tristes y después de lo que escuchó, motivos no les faltaban. Eran los primeros de su estirpe que habían perdido la soberanía de su isla. Y la isla, para un isleño es toda la Tie-rra. Habían tenido que aprender otra lengua y no podían usar la suya en presencia de los nuevos amos; también habían tenido que esconder sus creencias, aprender las nue-vas y someterse a la infamia del último de los Peraza”.

De: La Señora. Beatriz de Bobadilla, Señora deGomera y Fierro. (hora antes editorial. 2012)

Carlos Álvarez

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“Quisi era que entendi eras que si empr e debes estar ahí : baranda envejecida tentada por el vac ío. ”“Quisiera que entendieras que siempre debes

estar ahí: baranda envejecida tentada por el vacío”.

Juan R. Tramunt

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Como esquirlas de luz en la alta noche iluminan las palabras el sentido de los días.

Alicia Llarena

Como esqui r las de luz en la alta noche Iluminan las palabras el sentido de los d ías

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La esperanza, para quienes amamos Irak, exige un supremo sacrificio: el de confor-marnos con no ser nosotros, sino nuestros hijos, quienes tengan el privilegio de ver-lo algún día como el país que nunca debió dejar de ser: una tierra habitada por gente sencilla y trabajadora, apegada a su suelo y a su historia, amante de su cultura y su libertad. Aunque eso, quizá, no sea posible hasta que lo hayan vaciado de la sangre que corre por las venas de sus desiertos.

Extracto de Las cenizas de Bagdad

Antonio Lozano

La esperanza, para qui enes amamos Irak, e x ige un su-pr emo sacr if i ci o : el de conformarnos con no ser nosotros, sino nuestros hijos, qui enes tengan el pr i v i legio de ver lo algún d ía como el pa ís que nunca debió dejar de ser : una ti er ra habitada por gente senci lla y trabajadora, ape -gada a su suelo y a su histor ia, amante de su cultura y su libertad. Aunque eso, qui zá , no sea posible hasta que lo hayan vaciado de la sangre que cor r e por las ve -nas de sus desi ertos

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Chiqui GarcíaLas Palmas de Gran Canaria, 1970

Desde que descubrí la forma de obtener “el instan-te decisivo” (Henri Cartier-Bresson) he pasado muchas horas con una cámara entre las manos, horas y horas de trabajo en el laboratorio bajo la luz roja, intentando bus-car la exposición perfecta con la ampliadora, el olor de los químicos, aquellos papeles Valca, Ilford… y un largo etcétera de combinaciones entre estos elementos (quizá por esto la dominante del blanco y negro en mi trabajo). Ahora todo esto se consigue con un buen ordenador e imaginación.

Hablando de mí, nací en Las Palmas de Gran Ca-naria donde sigo viviendo, soy técnico especialista en imagen y sonido, abrí mi primer laboratorio-estudio en el año 1999 en Arucas (Gran Canaria), ese mismo año comienzo a estudiar el ciclo superior de fotografía ar-tística en la Escuela de Arte de Gran Canaria donde se combina entre muchos aspectos de la fotografía, la ar-tística del revelado y positivado manual con el proceso digital (Photoshop).

Desde mis primeras fotos hasta el día de hoy he tenido la suerte de conocer y fotografiar a mucha gente, desde figuras conocidas como D. José Saramago en su casa de Tías en Lanzarote, hasta los habitantes anóni-mos de las comunidades de población en resistencia de la sierra guatemalteca.

Desde lo comercial hasta el disfrute personal, la fotografía ha sido y es mi pasión, disfruto sobre todo fotografiando a personas, dando mi personal visión en cada uno de esos retratos o plasmando momentos im-portantes e irrepetibles de sus vidas.

Aquí les muestro la última y por supuesto perso-nal visión de algunos escritores canarios, que más que retratos son la mínima parte de una conversación entre el fotógrafo y el fotografiado.

EXPOSICIONES

2003 Colectiva de fotógrafos “La mirada a la solidaridad”.

(Sala de exposiciones del Teatro Víctor Jara)

2002 “Guatemala, la paz incierta”. (Reportaje realizado en las comunidades CPR en Guatemala)

Fundación Mapfre Guanarteme, Arucas

2002 Colectiva, cinco artistas Aruquenses. Barcelona y Sevilla.

2001 “Gente” (Retratos). Fundación Mapfre Guanarteme, Arucas

Este catálogo se terminó de imprimir el27 de septiembre de 2012 en los talleres deGráficas Sabater en Santa Cruz de Tenerife.

Este catálogo está elaborado siendo respetuoso con el medio am

biente

9 788415 654025

ISBN 841565402-2