34
PALACIO DE ORIVE Persiguiendo a una famosa leyenda encamino mis pasos a un precioso edificio renacentista del siglo XVI, hoy sede de la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Córdoba. La historia de la “Casa de los Villalones”, también conocida como “Palacio de Orive” comienza marcada por un hecho trágico: se levanta sobre el solar de una antigua casa perteneciente a la familia Hoces, destruida por el singular Pedro I El Cruel como premio al apoyo que éstos dieron a su querido hermano Enrique II de Trastámara. Ahí donde los veis, los hermanos Pedro y Enrique son los causantes de la Primera Guerra Civil española entre los años 1366 a 1369. Angelitos… pero eso es otra historia. El motivo de que fije mis ojos en este palacio, obra cumbre del arquitecto Hernán Ruiz II, no es Pedro I El Cruel ni su simpático hermano. Esto va de apariciones, fantasmas, leyendas y hechos inexplicables, como ya sabéis. Mi interés se centra en un antiguo inquilino de esta mansión: don Carlos Ucel y Guimbarda, corregidor de Córdoba a finales del siglo XVII. Aunque para ser sincero, me interesa más su hija Blanca. El fantasma de su hija Blanca. Cada fenómeno inexplicable tiene su propio origen, causa y significado. El fantasma de la hija del Corregidor don Carlos Ucel, también tiene su propio origen, causa y significado. Circulan varias leyendas sobre los trágicos hechos acontecidos tras los regios muros del palacio de Orive. Sin embargo, la historia real la relata con todo lujo de detalles don Teodomiro Ramírez de Arellano, en su libro “Paseos por Córdoba” escrito en el año 1873, libro que podréis encontrar completamente gratis pues es de dominio público, en la biblioteca iTunes de Apple, en Google Books o en la web http://www.bibliotecadecordoba.com/index.php/Portada . Es una historia muy bonita que os trascribo a continuación, tal cual la escribió Ramírez de Arellano en 1873: Don Carlos Ucel y Guimbarda había perdido a su bella y adorada esposa cuando más feliz se juzgaba con tan buena compañera. El cielo quiso, para consolar la amargura que aquella pérdida le causara, dejarle una hija, blanca y hermosa como su nombre, y tímida y sencilla como el espíritu de un ángel. Jamás salía de casa, sino acompañada de una dueña, en sus primeros años, y después de su padre, que en ella cifraba toda su ventura y sus esperanzas. Contaba unos 17 años cuando en uno, al llegar la velada entonces, hoy feria de la Fuensanta, la llevó a beber aquellas puras y apetecidas aguas y orar por su madre ante la venerada imagen, amor de todos los cordobeses. En la esquina del convento de San Rafael, conocido generalmente por Madre de Dios, se les interpuso una harapienta gitana de horrible aspecto y penetrante mirada, pretendiendo decir a Blanca la ventura que le esperaba. La tímida joven demostró al punto su repugnancia, y don Carlos, que temió un ligero disgusto en su hija, ordenó a la gitana se apartase, dejando de incomodarla por más tiempo. Ella insistió, y al fin fue preciso, mal su grado, retirarla, dejándola a un lado del camino, profiriendo mil palabras, entre las que se percibieron claramente: "Ellos pagarán su orgullo con raudales de llanto, que la desgracia les hará verter".

Leyendas Cordoba

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Leyendas Cordoba

Citation preview

PALACIO DE ORIVE

Persiguiendo a una famosa leyenda encamino mis pasos a un precioso edificio renacentista del siglo XVI, hoy sede de la Delegacin de Cultura del Ayuntamiento de Crdoba. La historia de la Casa de los Villalones, tambin conocida como Palacio de Orive comienza marcada por un hecho trgico: se levanta sobre el solar de una antigua casa perteneciente a la familia Hoces, destruida por el singular Pedro I El Cruel como premio al apoyo que stos dieron a su querido hermano Enrique II de Trastmara. Ah donde los veis, los hermanos Pedro y Enrique son los causantes de la Primera Guerra Civil espaola entre los aos 1366 a 1369. Angelitos pero eso es otra historia.

El motivo de que fije mis ojos en este palacio, obra cumbre del arquitecto Hernn Ruiz II, no es Pedro I El Cruel ni su simptico hermano. Esto va de apariciones, fantasmas, leyendas y hechos inexplicables, como ya sabis. Mi inters se centra en un antiguo inquilino de esta mansin: don Carlos Ucel y Guimbarda, corregidor de Crdoba a finales del siglo XVII. Aunque para ser sincero, me interesa ms su hija Blanca. El fantasma de su hija Blanca. Cada fenmeno inexplicable tiene su propio origen, causa y significado. El fantasma de la hija del Corregidor don Carlos Ucel, tambin tiene su propio origen, causa y significado.

Circulan varias leyendas sobre los trgicos hechos acontecidos tras los regios muros del palacio de Orive. Sin embargo, la historia real la relata con todo lujo de detalles don Teodomiro Ramrez de Arellano, en su libro Paseos por Crdoba escrito en el ao 1873, libro que podris encontrar completamente gratis pues es de dominio pblico, en la biblioteca iTunes de Apple, en Google Books o en la web http://www.bibliotecadecordoba.com/index.php/Portada. Es una historia muy bonita que os trascribo a continuacin, tal cual la escribi Ramrez de Arellano en 1873:

Don Carlos Ucel y Guimbarda haba perdido a su bella y adorada esposa cuando ms feliz se juzgaba con tan buena compaera. El cielo quiso, para consolar la amargura que aquella prdida le causara, dejarle una hija, blanca y hermosa como su nombre, y tmida y sencilla como el espritu de un ngel. Jams sala de casa, sino acompaada de una duea, en sus primeros aos, y despus de su padre, que en ella cifraba toda su ventura y sus esperanzas. Contaba unos 17 aos cuando en uno, al llegar la velada entonces, hoy feria de la Fuensanta, la llev a beber aquellas puras y apetecidas aguas y orar por su madre ante la venerada imagen, amor de todos los cordobeses. En la esquina del convento de San Rafael, conocido generalmente por Madre de Dios, se les interpuso una harapienta gitana de horrible aspecto y penetrante mirada, pretendiendo decir a Blanca la ventura que le esperaba. La tmida joven demostr al punto su repugnancia, y don Carlos, que temi un ligero disgusto en su hija, orden a la gitana se apartase, dejando de incomodarla por ms tiempo. Ella insisti, y al fin fue preciso, mal su grado, retirarla, dejndola a un lado del camino, profiriendo mil palabras, entre las que se percibieron claramente: "Ellos pagarn su orgullo con raudales de llanto, que la desgracia les har verter". Nadie hizo caso de sus palabras, que consideraron desahogo de su mala educacin, volvindose tranquilos a su casa, como si nada hubiesen odo. Dos o tres aos habran transcurrido cuando, a la altas horas de la noche, oyeron llamar a la puerta; asomronse y eran unos hebreos que iban a quejarse al corregidor de que no les queran dar posada en ninguna de las de Crdoba, y pedan o una orden para ello o que se les dejase pasar hasta el da, aun cuando fuera en el portal de su casa. Consinti Guimbarda en esto ltimo, y la duea que haba recibido el recado ponder a doa Blanca lo extrao de las figuras de los nuevos huspedes, hasta el punto que la curiosidad les hizo ir a examinarlos por el agujero de la llave del portn. Mas cul sera su sorpresa al ver que lean en un libro a la luz de una vela amarilla, y que pasaban muy deprisa las cuentas de una especie de rosario que uno de ellos llevaba pendiente de la cintura. A poco son un ruido extrao y la tierra se separ dejando una abertura que daba paso a una hermosa escalera de mrmol. Por ella baj uno, volviendo a poco acompaado de un joven que apenas frisaba en los tres lustros, de hermoso y gallardo aspecto, y un cofre, al parecer lleno de alhajas de gran valor. Aquel desgraciado, enterrado en vida, les rog repetidas veces para que lo llevasen consigo, siendo intiles sus quejas y splicas, pues despus de algunas prevenciones que le hicieron lo obligaron a bajar por la ancha escalera. Apagaron la vela, y con la luz desapareci tambin el hoyo formado en el portal, como si nada hubiese sucedido. Lleg la maana siguiente y los hebreos se despidieron del corregidor, dndole muchas gracias por la generosidad con que los haba hospedado; mas cunta desgracia se atrajo con ella! Tanto la duea como la hermosa Blanca ardan en viva curiosidad por saber el misterioso arcano del joven prisionero con tantas y codiciadas riquezas. Examinaron el portal y nada advertan en su pavimento, hasta que la duea vio esparcidas por l muchas gotas de cera desprendidas de la vela encendida por los hebreos. Juntolas cuidadosamente e hizo un cerillo, con el que crean que se abrira la tierra. Esperaron la noche, y cuando todos estaban recogidos, bajaron al portal y encendieron la luz, logrando por este medio que apareciese de nuevo la escalera, por la cual baj Blanca, recorriendo algunas galeras sin hallar el menor rastro. Cuando vio la duea que el pabilo se acababa, echaron a correr; pero al salir se le concluy, quedando dentro la desgraciada joven que vena tras ella. La pobre vieja empez a gritar; a sus voces acudi el corregidor y todos los criados, quienes se confundan ms con sus revelaciones. Luego llamaron a Blanca, que responda con acento de dolor desde el centro de la tierra. El corregidor hizo mil excavaciones, todas intiles, llorando en su desesperacin la prdida de tan querida hija. Varios aos pasaron. Don Carlos Ucel y Guimbarda muri solo y desesperado. Desde entonces se dice que una sombra misteriosa recorre de noche toda esta casa, atribuyndolo al alma de doa Blanca, que an vaga por aquellos contornos. Esta es una de las ms antiguas leyendas de fantasmas de Crdoba. Soy muy escptico con la historia pero lo cierto es que hay testigos que afirman haber visto el alma de Blanca vagando como una escalofriante sombra por los fros pasillos del palacio. Incluso hay quien sostiene haber odo gritos aterrorizados de mujer, implorando de forma agnica un socorro que nunca llega. La bella y virtuosa doa Blanca de Ucel, yace bajo tierra envuelta en tinieblas, en alguna recndita zona misteriosa del palacio.

D. DIEGO RODRIGUEZ LUCERO (EL TENEBROSO)

Las campanas de la Mezquita-Catedral y de todas las iglesias de la ciudad llevan repicando desde primeras horas de la maana. Por la puerta principal de la prisin del Santo Oficio, sita en los antiguos alczares de los Reyes Cristianos, una tenebrosa procesin surge de sus lgubres entraas. Encabeza la marcha una gran cruz ornamentada en oro y piedras preciosas, enarbolada por el fiscal del Tribunal del Santo Oficio. Monta un hermoso caballo de guerra y viste sus mejores ropas y alhajas para tan litrgico acto. Justo detrs de l, un grupo de frailes dominicos encapuchados, portando cirios y rezando en latn, preceden a ciento siete infelices convictos condenados a la hoguera. Muchos de los reos casi no se sostienen en pie debido al martirio sufrido. Algunos de ellos, la mayora, lucen miembros fracturados, articulaciones dislocadas, heridas todava sangrantes y horrorosas quemaduras. Las mujeres exhiben cabezas rapadas al cero. Todos visten el clsico sambenito adornado con demonios y escenas del infierno, coronado por un capirote engalanado con ms diablos y llamas del averno. Es el desfile de los desahuciados. Ciento siete falsos judos conversos, culpables de hereja y de ceremonias judaizantes. Marranos carne de hoguera. Cierran la marcha los lanceros a caballo para velar por el orden del espectculo, junto a un revoltijo de familiares de miembros de la Inquisicin y de representantes de las comunidades religiosas existentes en Crdoba para dar ms solemnidad al acto. A esta farsa de acto. A la cabeza, junto al fiscal del Tribunal del Santo Oficio, marcha a pie Diego Rodrguez Lucero, a la sazn Inquisidor de Crdoba, vestido de pies a cabeza de riguroso negro y escoltado por tres lanceros de gesto fiero y corazas relucientes. La poblacin cordobesa asiste perpleja, en un silencio desgarrador, al espectculo de esta infame procesin. Un silencio que es roto con insultos por algunas personas, los ms valientes, los ms desesperados, cuando distinguen la siniestra figura del inquisidor. Es el atardecer del viernes, veintids de diciembre de mil quinientos cuatro.

Entrada principal del alczar de los Reyes Cristianos

Durante siglos, la convivencia en Crdoba entre judos, moros y cristianos fue de lo ms pacfica. Incluso con la reconquista de la capital por el rey cristiano Fernando III, llevada a cabo en junio de 1236, se respet la vida y la libertad religiosa de todos sus habitantes, sin excepcin. Siglos despus, expulsados musulmanes y judos por los Reyes Catlicos, los cordobeses conversos no tuvieron excesivos problemas de convivencia con los cristianos y su cada vez ms influyente Iglesia. Con la fundacin de la Santa Inquisicin llevada a cabo por los Reyes Catlicos en 1478, la situacin apenas cambi hasta su abolicin definitiva en 1834 por la reina Isabel II. En Crdoba, el Santo Oficio fue una institucin de escaso relieve que, dentro de lo que cabe teniendo en cuenta la mentalidad de la poca, trataba con relativa humanidad a los condenados. En sus casi trescientos sesenta aos de funcionamiento, los Autos de Fe en Crdoba, en su inmensa mayora, consistan en una especie de confesin pblica que se saldaba con una multa econmica, un par de avemaras y alguna que otra misa. El uso del tormento era innecesario puesto que la mayora de los acusados confesaban sus faltas por iniciativa propia y los que no cantaban sus pecados, eran puestos en libertad por defecto de probanza. En casi cuatro siglos, en el quemadero cordobs de Ronda del Marrubial, apenas se asaron a dos decenas de infelices herejes si exceptuamos los algo ms de seis aos de reinado del terror del Inquisidor de Crdoba, don Diego Rodrguez Lucero, alias el tenebroso o el monstruo. Pero sigamos con nuestro relato.

El quemadero de Crdoba, situado a extramuros junto al camino de Madrid, cerca de los arroyos Piedras, Matadero, Hormiguita, Camello y Casitas Blancas, en el pago del Marrubial, est abarrotado por miles de cordobeses que aguardan expectantes la llegada de la ttrica procesin, mientras sta cruza la ciudad envuelta en rezos, lamentos, alaridos y quejidos. El lugar podra ser hasta bonito si no fuera por la suciedad acumulada, el absoluto abandono de la muralla y la gran pira que puede divisarse a centenares de metros de distancia. Una hoguera para ciento siete personas. Junto al lienzo exterior de la muralla, a un lado del inmenso brasero, se ha montado un estrado para las autoridades civiles y eclesisticas. Est colocado a una prudente distancia para que sus ocupantes no se chamusquen las cejas con el calor y las ascuas pero lo suficientemente cerca para poder disfrutar del macabro espectculo sin perder detalle. Frente a la multitud congregada se erigen un plpito y un altar provisional revestidos de pao negro.

Al contrario de lo que el lector pueda pensar, no es un da festivo. La gente no ha acudido para burlarse de los condenados, jalear al verdugo y disfrutar con el sufrimiento ajeno. Estn indignados. Si no fuera por la guarnicin de lanceros que velan porque el acto llegue a buen trmino, hace rato que se hubieran amotinado para salvar el pellejo de los que van a ser ejecutados con toda injusticia. Hoy no se atrevern. Tal vez ms adelante. En el pago del Marrubial, todo est preparado para poner un funesto broche al ms cruento de los Autos de Fe celebrados por todos los Tribunales de la Inquisicin espaola a lo largo de toda su historia.

Casa de Lucero, en la calle Encarnacin

En 1499, nombrado por el arzobispo de Sevilla, su amigo Fray Diego de Deza, Diego Rodrguez Lucero toma posesin de su cargo como inquisidor de la dicesis de Crdoba, instalndose en el nmero 7 de la Calle Encarnacin de la capital cordobesa, casa que an sigue en pie en nuestros das. Lucero es un tipo hosco, de difcil trato y carcter agrio como lo definen sus propios colegas. No lo traga nadie. Un tipo perverso que odia a todo el mundo y no se molesta en disimularlo. La historia no ha recogido el por qu de esa particular personalidad. Lo que s ha quedado documentado son las tropelas cometidas amparndose su cargo divino, al punto de convertir una ciudad tranquila de fcil convivencia, en un autntico polvorn a punto de estallar.

Obsesionado con descubrir falsos conversos, aplica a los sospechosos de hereja los ms refinados tratamientos de tortura para que confiesen sus pecados. Se vale de patraas, testimonios amaados y falsas denuncias para llevar al cadalso a cualquiera. No importa que sea rico o pobre, militar o clrigo, labriego o estudiante. Entre los aos 1499 y 1506 lleva a la hoguera a casi trescientos cordobeses, incluyendo las macro ejecuciones en masa llevadas a cabo en los Autos de Fe de los das 13 de febrero de 1501, con 81 personas asesinadas, 1 de mayo de 1502 con 27 ms y el da 22 de diciembre de 1504 con 107 personas quemadas en la hoguera.

Alczar de los Reyes Cristianos, antigua sede y prisin del Santo Oficio

Lucero sufre ataques fsicos por parte de la indignada poblacin cordobesa. Es apedreado varias veces cuando camina por la calle e incluso es agredido fsicamente en alguna ocasin. Ya no se atreve a salir a la calle, ni siquiera escoltado. Pasa la mayor parte de su tiempo en la prisin del Santo Oficio, el hoy conocido como el Alczar de los Reyes Cristianos de la capital cordobesa. Nobles cordobeses como el marqus de Priego y notables como Pedro Mrtir de Anglera, miembro del Consejo de Indias y primer Cronista de la poca, elevan quejas a las ms altas instancias del reino. Durante cinco aos se escriben cartas al Inquisidor General Diego de Deza y se viaja a la corte del rey Fernando pidiendo la destitucin del inquisidor Lucero por su crueldad, no consiguiendo nada positivo en todo este tiempo. Incluso apelan a la autoridad del Papa Julio II pero en esta ocasin es el propio rey Fernando quien defiende a Diego de Deza, a Lucero y a todos sus colegas. Los cordobeses no pueden creer que el rey Fernando haya sido capaz de mandar dos cartas al Papa Julio II, pidindole que no preste crdito a las quejas de la poblacin, pues a buen seguro los reos han sido juzgados con arreglo a la ley.

El descontento, el hartazgo y la sensacin de abandono en Crdoba llega a tal extremo que la noche del 9 de noviembre de 1.506, el pueblo, arropado por los nobles, asaltan la crcel inquisitorial dejando libres a cuatrocientos presos, tomando como rehenes a un fiscal y a un notario de la Inquisicin. Todos los cordobeses menores de sesenta aos toman parte en el asalto. Cegados por la clera, mientras buscan al Tenebroso por todas partes, arrasan el interior del edificio sin respetar nada a su paso. Tienen la intencin de cogerlo vivo para torturarlo y quemarlo. No tendrn esa suerte. El Inquisidor Lucero, alertado en los primeros minutos del asalto, se ve obligado a escapar por la puerta trasera del Alczar, en el antiguo camino del ro Guadalquivir, a lomos de una mula.

Todos estos hechos, sumados a una carta de protesta escrita por don Gonzalo de Ayora, a la sazn Capitn General y cronista, dirigida al secretario personal del Rey, quejndose amargamente de los desmanes, agravios e injusticias cometidas, culminan por fin no solo con la destitucin de Diego Rodrguez Lucero, sino tambin con el cese de Diego de Deza como Inquisidor General. Tal fue el escndalo, que se sent tambin por primera vez en la historia a la Inquisicin en el banquillo de los acusados. No obstante y pese a todo, Rodriguez Lucero tras ser apresado y juzgado, logr salirse de rositas de todo el proceso, regresando poco despus a Sevilla donde hizo buen provecho de sus amistades y enchufes para seguir viviendo a cuerpo de rey al amparo de la bicoca eclesistica de la poca

LEYENDA DE COMENDADORES DE CORDOBA (MALMUERTA)

Fernando Alfonso de Crdoba era uno de los caballeros ms relevantes de la ciudad de Crdoba, donde destacaba por sus enormes posesiones y su inmensa fortuna, y adems gozaba de la amistad del rey Juan II de Castilla, padre de Isabel la Catlica, lo que le proporcionaba una slida y respetable posicin en la Corte castellana.

Este noble estaba casado con Beatriz de Hinestrosa, dama muy joven y de gran belleza, a la que amaba profundamente, y ella ejerca tal dominio sobre l que era capaz de trocar el carcter guerrero y agresivo de su esposo, a poco que se lo propusiera, por otro ms dulce, agradable y cordial, convirtindole en un persuasivo y sagaz diplomtico. Beatriz era envidiada por todas las mujeres de Crdoba a causa de su extraordinaria hermosura y a causa del amor que le profesaba su marido, que era absoluto e inquebrantable. Pero, sobre todo, la dama era respetada y admirada a causa del lujo y posicin social que haba alcanzado con su matrimonio. Pero a pesar de aquella plcida existencia, la pareja tena una frustracin, y era la de no haber tenido hijos, lo que enturbiaba la felicidad del matrimonio.3Las crnicas de la poca sealan que ambos cnyuges hicieron todo lo posible por lograr descendencia, desde solemnes votos y promesas religiosas hasta conjuros de adivinos orientales y sortilegios de hechiceros mahometanos, aunque sto ltimo les llenaba de remordimientos, pero confiaban en la misericordia de Dios, pues sus hijos seran fieles cristianos, al igual que sus padres. Sin embargo, todo fue intil, y Fernando Alfonso de Crdoba, desengaado de brujos y doctores, pens que tena que confiar ms en su amor y en la naturaleza y, convencido de que estas causas naturales se incrementaran en su palacio y en sus fincas de Crdoba, decidi abandonar la Corte y volver a su ciudad para no separarse de su esposa, y vivir su unin matrimonial alejado de las perturbaciones polticas y cortesanas.3

Iglesia de Santa Marina de Crdoba, frente a la que se alzaba la casona del caballero Veinticuatro Fernando Alfonso de Crdoba.

El monarca castellano, que le tena en gran estima, no quiso dejarle marchar sin entregarle un regalo que le sirviera como recuerdo de aquellos tiempos pasados junto a su rey. Se trataba de un valiossimo anillo, primorosamente trabajado, que se distingua por ser una verdadera obra de arte, y el profundo amor que el caballero cordobs senta hacia su esposa se puso de manifiesto en esa ocasin, ya que le entreg a ella el anillo que le haba regalado Juan II de Castilla.3No llevaban mucho tiempo en Crdoba ambos cnyuges, llevando una vida retirada, cuando un da recibieron la visita de dos primos de Fernando Alfonso, los comendadores Fernando Alfonso de Crdoba y Solier y Jorge de Crdoba y Solier, que eran hermanos de Pedro de Crdoba y Solier, obispo de Crdoba. Ambos visitantes eran caballeros de la Orden de Calatrava y cada uno de ellos era comendador en una localidad, siendo Fernando Alfonso comendador del Moral y Jorge comendador de Cabeza del Buey. Adems eran apuestos y gallardos y tambin hermanos gemelos, y haba tanta semejanza entre ellos que incluso su propio padre era incapaz de diferenciarlos. Beatriz se apresur a festejarlos y a dedicarles todas las atenciones que le fuera posible, pues no deseaba regatear ningn agasajo a aquellos familiares de su esposo, y de ese modo, las fiestas y banquetes en honor de los comendadores calatravos se fueron sucediendo.

El comendador Jorge de Crdoba se enamor perdidamente de Beatriz y pronto ese amor pas a ser una incontrolable pasin. Los comendadores continuaron durante algn tiempo en Crdoba y nada haca sospechar que Jorge tuviera ni siquiera la posibilidad de declararle sus sentimientos a la bella esposa de su primo, aunque un acontecimiento totalmente imprevisto modific sustancialmente el devenir de los protagonistas de esta historia. El Ayuntamiento de Crdoba tuvo que hacer una importantsima peticin al rey Juan II de Castilla, y como la persona ms idnea para acelerar la gestin en la Corte era el caballero Veinticuatro Fernando Alfonso de Crdoba, el Ayuntamiento aprob por unanimidad que sobre dicho caballero recayera la responsabilidad de desplazarse a la misma y transmitir al monarca castellano la peticin del concejo cordobs.

Retrato imaginario de Juan II de Castilla. Jos Mara Rodrguez de Losada. (Ayuntamiento de Len).

A Fernando Alfonso le desagradaba profundamente tener que distanciarse de su esposa pero no tuvo ms remedio que cumplir su obligacin. Parti entristecido, aunque confiando en el honor y en la lealtad de sus primos y, de hecho, solicit a los comendadores que cuidaran de su esposa durante su ausencia. Las gestiones de Fernando Alfonso en la Corte se fueron complicando y se vio obligado a retrasar su regreso a Crdoba, y lo nico que disminua su tristeza por estar alejado de su esposa eran las cartas amorosas que sta le enviaba, aunque al cabo de tres meses de ausencia las epstolas de Beatriz comenzaron a ser menos frecuentes y, al mismo tiempo Fernando Alfonso comenz a recibir cartas de un fiel criado suyo en las que se le conminaba a regresar a Crdoba lo antes posible.3Mientras permaneca en la Corte, Fernando Alfonso recibi un da la visita de su primo, el comendador Jorge, que vena desde Crdoba para solicitar una audiencia a Juan II. Los dos parientes hablaron encomisticamente de Beatriz, alegrndose su marido de poseer tan buenas noticias sobre su mujer y de que los comendadores la tuvieran en tanta estima. Jorge se entrevist con el rey y despus, regres rpidamente a Crdoba.3Mientras tanto Fernando Alfonso fue requerido por el monarca para que se presentara ante l con la mayor urgencia, y una vez en su presencia, el rey le habl visiblemente enojado, y al preguntarle el caballero cordobs por el motivo, el rey le indic que no se haba comportado como un buen vasallo, ya que le haba importado muy poco el anillo que le haba regalado, puesto que se lo haba dado a su primo Jorge. Fernando Alfonso dijo al rey que no saba a lo que se refera, y entonces el rey le contest que acababa de ver puesto en un dedo de la mano derecha de Jorge el anillo que l mismo haba regalado a Fernando Alfonso al despedirse de l.

El caballero cordobs se puso lvido y de repente comprendi todo la desgracia que haba cado sobre l, e invadido por la clera y por un irrefrenable sentimiento de odio y de venganza, solamente dijo al rey que consideraba que guardar el anillo que el monarca le haba regalado era lo mismo que guardar su honor, y que si haba perdido la joya es que tambin haba perdido su honor, y una vez dicho esto hinc su rodilla en tierra y solicit al monarca permiso para poder recuperar ambas cosas, anillo y honor, y el rey comprendi que algo grave le ocurra a su vasallo y le concedi licencia para regresar a su ciudad.4A lomos de su caballo, y sin tomarse ms descansos que los necesarios para que su cabalgadura pudiera continuar, el caballero Veinticuatro lleg a su casona de Crdoba, que se alzaba frente a la iglesia de Santa Marina. Su esposa Beatriz sali a su encuentro y se mostr ms enamorada y encantadora que nunca, tanto, que Fernando Alfonso lleg a dudar de que le hubiese sido infiel, y por ello decidi aguardar y comprobar si se haba cometido contra l alguna traicin. Adems, el aspecto de su casa era digno y satisfactorio y se oan risas y canciones, y Fernando Alfonso casi lleg a convencerse de que su esposa era inocente e incapaz de traicin alguna.

Torre de la Malmuerta, (Crdoba).

Al amanecer, Fernando Alfonso sali al jardn, donde le esperaba su fiel criado Rodrigo, y este le inform de que Beatriz y su primo Jorge eran amantes y que en infinitas ocasiones haban mancillado su hogar y su lecho conyugal. El caballero Veinticuatro, lleno de furia y de deseo de venganza, jur que se vengara, y aquella misma noche organiz una partida de caza con el fin de probar a sus primos, los comendadores calatravos, y tal y como l esperaba, ninguno de los dos quiso ir a cazar con l, pretextando que tenan asuntos urgentes que atender en la ciudad. Y entonces Fernando Alfonso simul ir solo a la cazar, dejndoles a ellos en libertad de obrar como quisieran.

En cuanto el caballero Veinticuatro parti de cacera, se reunieron en uno de los salones Beatriz y una prima suya con la que comparta secretos y pecados, y con las damas estaban tambin los caballeros calatravos, Jorge, amante de Beatriz, y su hermano Fernando Alfonso, amante de la prima de Beatriz. Cenaron los cuatro y bailaron al son de un lad, tocado por los jvenes y despreocupados comendadores. Y mientras tanto, el caballero Veinticuatro aguardaba sigilosamente en el jardn y se dedic a espiar a los culpables y a esperar el momento propicio para vengarse.

Y cuando las dos parejas de amantes dieron por terminada su alegre reunin, se retiraron a diferentes aposentos de la casa, siendo ese el momento que aguardaba el ofendido esposo de Beatriz para acabar con ellos. Rpidamente entr en el cuarto donde se hallaban su esposa y su primo Jorge, y primero apual a su esposa con una daga y despus, con su espada, mat al comendador, que corra en busca de la suya para defenderse. Y a continuacin Fernando Alfonso entr en la habitacin de su otro primo, que se llamaba igual que l, y los mat a l y a la prima de su ya difunta esposa.5 Las derivaciones de esta leyenda son espantosas, ya que hay autores que aseguran que no pararon aqu las muertes, y que el caballero Veinticuatro mat a cuantas personas se encontraban en su casa y conocan su deshonra, aunque en cualquier caso cuando ejecut su venganza, despareci acompaado por su fiel criado Rodrigo, para tratar de olvidar su tremenda desgracia, ocultndose en algn lugar lejano.6

Interior de la Mezquita-catedral de Crdoba, donde fue sepultado Fernando Alfonso de Crdoba en 1478.

Los documentos de la poca sealan, independientemente de la leyenda, que el rey Juan II de Castilla tuvo enseguida conocimiento de lo sucedido y que, a peticin de la ciudad de Antequera, en cuyo cerco se distingui valientemente Fernando Alfonso de Crdoba, se le concedi un indulto real en 1449, un ao despus del crimen, y que a l se acogi el asesino de su esposa y de sus desleales parientes, aunque al parecer el indultado jams volvi a aparecer en la Corte castellana.2El da 22 de abril de 1474 Fernando Alfonso de Crdoba dict testamento en la ciudad de Crdoba, ante el escribano pblico Fernn Gmez, y sus ltimas voluntades comenzaban as:2Yo Fernando Alfonso, vasallo de nuestro seor el rey, y su veinticuatro de la muy noble ciudad de Crdoba, hijo mayor de Alfonso Fernndez que Dios haya, Veinticuatro que fue en la dicha ciudad, vecino que so en la collacin de Santa Marina de la dicha ciudad de Crdoba...

Cuatro aos despus de haber otorgado testamento, en 1478, Fernando Alfonso de Crdoba falleci en su casern del barrio cordobs de Santa Marina y fue sepultado en la capilla de San Antonio Abad de la Mezquita-Catedral de Crdoba, y en ella descansan tambin los restos mortales de su segunda esposa, Constanza de Baeza y Haro. El patronato de la capilla de San Antonio Abad pas posteriormente a manos de los marqueses de Villaseca, como seores de Belmonte, hasta que en 1902 renunciaron a l en favor de los hijos de Jos Cabrera y Fernndez de Crdoba.7Leyenda de la torre de la Malmuerta

No obstante lo anterior, otra leyenda seal, aunque sin fundamento alguno, que Fernando Alfonso de Crdoba mat a su esposa por haber credo que le era infiel a pesar de que ella nunca lo haba sido. Y segn esta versin, el caballero, mostrndose arrepentido, pidi perdn al rey Juan II por el crimen cometido, y segn esta leyenda el monarca le orden construir una torre en Crdoba como expiacin por su crimen, llamndose desde entonces dicha torre la Mal-muerta. No obstante, la torre de la Malmuerta fue construda en realidad entre 1404 y 1408, durante el reinado de Enrique III de Castilla y varias dcadas antes de que se cometieran estos crmenes.8La Conquista cristiana de Crdoba

La Conquista de Crdoba dur varios meses y al contrario que la reconquista de Sevilla, no fue planeada en ese momento por Fernando III, sino que toman la iniciativa un grupo de cordobeses resentidos por odio, y animadversin hacia Muhammad Aben Hud, los que propiciaron la cada de la ciudad...

Eran muchos los andaluses que descontentos por la manera de actuar del prncipe andalus, ya que solo vean como su rey hacia la guerra a otras taifas mientras que sus ciudadanos pasaban hambre, los que se reunieron y acordaron dirigirse a los cristianos a quienes delataron el estado de abandono de las defensas de la ciudad, prometindoles hacerles entrega de Crdoba, y en especial de la llamada Axerquia que en aquel momento era la parte defensiva ms dbil de la ciudad por ser en su gran mayora huertos y estar muy poco poblada, a cambio de paz y bienestar para los cordobeses.

Los fronteros cristianos llamados almogvares, una vez enterados del apoyo de muchos andaluses, se reunieron en Andujar; all informaron del estado de Crdoba y que en aquella parte de la ciudad moraba poca gente, estudiaron la estrategia a seguir y decidieron que el mejor momento era durante la noche.

Entre los organizadores se encontraba Pedro Ruiz Tafur y Martn Ruiz de Argote, que notifican su plan a Alvar Prez de Castro, a cuyo cargo como "virrey" estaba la frontera, y a Pedro Ruiz de Castro, su hermano, que se hallaban en Martos, con el fin de que ellos tambin les prestaran su ayuda...

Mientras tanto, los de Andujar reunieron a sus gentes y, segn lo previsto, de noche y con escalas llegaron a los pies de los muros de Crdoba, encontrndose a los vigilantes dormidos, aunque ellos iban vestidos a la usanza andalus para as poder burlar la vigilancia si eran descubiertos.

Los primeros en saltar fueron Alvar Colodro y Benito Baos, que se hacen dueos de una de las torres, donde se encuentran cuatro vigas andaluses dormidos, uno de los cuales era de los delatores que estaba confabulado con los cristianos. Matan a los otros tres andaluses y, subiendo los dems a las murallas la ganan desde esta torre (llamada despus "Torre de Alvar Colodro", y ms popularmente "Puerta de Colodro" apellido del primero que subi a ella para la reconquista de la ciudad).

Al amanecer, abren las puertas y entran por ella Pedro Ruiz Tafur con otros a caballo.

Al ver los andaluses de la Axerquia ha sido conquistada huyen, con cuanto pueden llevar, y se refugian en Al-Medina (la antigua ciudad) cerrando las puertas entre ambos barrios.

Los almogvares siguen por la muralla y despus de abrir la puerta de Martos (llamada as porque los que vinieron de Martos fueron los que la abrieron), llegaron a la puerta de la Pescadera (esa puerta daba entrada a la que despus se llamo calle San Fernando en honor de su conquistador).

La alarma cunde y los andaluses se organizan prestos a la resistencia... Los castellanos se vieron repelidos con un dursimo ataque por parte de los cordobeses, que los fustigaron con flechas, hondas, dardos y piedras. Puestos en tal aprieto y ante el duro ataque de stos, los cristianos envan dos mensajeros a Fernando III, que se encontraba en Benavente (Zamora).

Este inmediatamente organiza un ejrcito y se apresuran a marchar sobre Crdoba.

Mientras, el prncipe andalus, Muhammad Aben Hud, seor de Crdoba, que se encontraba fuera de la ciudad, al enterarse, reuni un numeroso ejrcito y se pone en camino hacia la ciudad, acampando en Ecija a la espera de saber noticias de cuantos son los cristianos que estn atacando su ciudad.

Con el emir de los andaluses, y formando parte de su squito est Lorenzo Surez, a quien haba expulsado de Castilla Fernando III. Aben Hud dudando de la noticia que le han dado sobre la escasez de contingentes militares de Fernando III, ya que no era propio de la estrategia seguida hasta entonces por el rey castellano; consulta a Lorenzo Surez (que haba sido caballero principal del reino de Galicia), quien para mejor informar al Emir, pide ir a efectuar un reconocimiento al campamento de los cristianos, acompaado por tres cristianos, renegados como l, y que servan como mercenarios en las fuerzas andaluses.

En realidad, Lorenzo Surez, una vez en el campamento cristiano solicita ver al rey Fernando III, se arrodilla pidiendo su perdn, y a continuacin le pone al corriente de la situacin, calidad y cantidad de las tropas de Aben Hud; luego le dice que enciendan todas las hogueras que puedan, para dar la impresin al ver las llamas, de que posee un gran ejercito.

Luego, de vuelta al campamento de los andaluses advierte a Aben Hud de la enorme capacidad del ejrcito castellano, logrando convencerlo de que sera mejor dirigirse al reino de Valencia, donde la presin del rey Jaime sobre la capital, en poder andalus, se hace insostenible, en la certeza de que los castellanos no lograran jams la rendicin de la ciudad de Crdoba.

Aben Hud cree en lo que dice a Lorenzo Surez dejando Ecija, para marchar a Valencia presuroso pero, Surez le tena guardada una gran sorpresa ya que haba pagado a un criado para que asesinara al prncipe camino a Valencia.

El criado as lo hizo y Aben Hud muri en su tienda una noche a manos de su propio sirviente.Los andaluses a sabiendas de la noticia de la muerte de Aben Hud y que ya no iban a tener ningn tipo de ayuda, se defienden con bravura, y se propusieron luchar hasta la muerte.

Fernando III de Castilla y Len necesit milicias de a pie y de a caballo, procedentes de Castilla, Len, Galicia, y asediar Crdoba que estuvo durante meses luchando contra los cristianos a pesar de su asedio.

Debilitados por el hambre y la guerra, los cordobeses hacen entrega de las llaves de la ciudad al monarca que pens que lo primero que entrara en Crdoba sera una Cruz y los estandartes reales.

As que se organiz una procesin que cruz el puente romano y que lleg a la Mezquita, despus de darle tres vueltas a su permetro y echando agua bendita para purificarla, se abre la puerta del perdn y entr la Cruz, ponindola en el techo del Al-mirhab como posesin del monumento ms bello y significativo de la religin musulmana para tristeza de los que se marcharon gimiendo angustiados la perdida de su ciudad

La toma de la ciudad de Crdoba fue un acontecimiento a nivel mundial. Toda la Europa cristiana se hizo eco del momentoLos siete Infantes de Lara

Qu gran da para los castellanos aquel en que se gan Calatrava la Vieja! Y qu bien pele en aquella ocasin Ruy Velzquez, el noble caballero! Siempre dando las heridas primeras, siempre adelantado en la haz. Y con trescientos hombres que llevaba mat a ms de cinco mil moros. Ojal hubiera muerto aquel da! Su nombre hubiera pasado limpio y glorioso al recuerdo de los castellanos y no sera maldecido; su cuerpo yacera bajo rico enterramiento y no bajo carretadas de piedras arrojadas por los caminantes. Y no hubiera tramado gran traicin contra sus sobrinos los siete Infantes de Lara. sta es la dolorosa historia.

Como recompensa por el triunfo de Calatrava, el Rey dio a Ruy Velzquez en matrimonio a doa Lambra, hermossima mujer. Celebrronse las bodas en Burgos y las tornabodas en Salas, de donde eran los siete Infantes, tambin llamados de Lara. Grandes fiestas se hacan, alegres en grado sumo. A ellas llegaron los siete Infantes, que fueron recibidos con muestras de cario por su madre doa Sancha, mujer de Gonzalo Gustioz y hermana de Ruy Velzquez. Uno a uno fueron abrazados y besados tiernamente, sobre todo Gonzalico, de ellos el preferido. Los siete Infantes eran de noble apostura y bravo corazn; la ms pura concordia, el cario ms acendrado entre ellos reinaba y cada uno estaba presto a dar la vida, si necesario fuera, por los dems; nunca existi ni la ms pequea diferencia. Hijos, les dijo la madre, id a descansad a vuestra posada de la calle Cantarranas, y no salgis, que las plazas estn llenas de gente, y por ftiles motivos se originan trifulcas peligrosas. Y ellos as lo hicieron.

En tanto, haba pasado la hora de la comida, y todos los caballeros que haban venido a las fiestas de tornabodas salieron a la plaza a correr *bohordos y a tirar *tablados, pero ninguno bohordaba bien: un caballero cordobs sali al campo y tir una vara con fuerza y gallarda, entre el aplauso de la concurrencia. Y volvindose al grupo de nobles damas que presida doa Lambra, grit:Amad, seoras, amad, que ms vale un caballero de Crdoba la llana que veinte ni treinta de los que son tan nombrados en esta tierra. Y doa Lambra, llena de entusiasmo, exclam:

Maldita sea la dama que su cuerpo te niegue. Y si yo fuera libre, tuyo sera mi favor!. Pero doa Sancha, que estaba presente, enrojeci de vergenza y le hizo ver que esas palabras no estaban bien en labios de una mujer recin dada en matrimonio a Ruy Velzquez. Doa Lambra, echando atrs su hermosa cabeza, mir a la madre de los siete Infantes y le escupi estas palabras: Callad, doa Sancha, que vos como puerca en cinaga paristeis siete hijos. Y un viejo servidor que all se hallaba, lleno de dolor y de indignacin, fue a la posada en donde estaban los Infantes.

Vena este buen hombre cabizbajo por la calle. Gonzalo, que estaba asomado al barandal, le dijo: Eh!, qu os pasa, ayo?; por qu esa cara de pesar?. Y el ayo, que tal era, le dijo Vengo lleno de dolor por algo que he odo que ofende a vuestra sangre Y entrando en la casa, quiso retirarse sin decir ms, temiendo que los Infantes quisieran vengar el insulto hecho a su madre; pero obligado por ellos, tuvo que relatar lo sucedido. Gonzalo, saliendo como una exhalacin, cogi su caballo, entr en la plaza y tomando una vara, la lanz con tanta fuerza, que el tablado cay estruendosamente, y volvindose a donde estaban las damas, les grit insultndolas: Amad, puercas, amad, que un caballero de mi sangre vale ms que cuarenta de Crdoba. Dona Lambra, llena de ira, se retir, y fuse al palacio de Ruy Velzquez, gritando: Venganza, venganza! Ruy Velzquez, vindola as, le pregunt qu haba sucedido, y ella contest: Vuestros sobrinos, los siete Infantes de Lara, me han insultado y amenazado injuriosamente, dicindome que me cortaran las faldas por vergonzoso lugar. Ruy Velzquez sali y fue a la plaza, en donde se haba trabado una gran pelea: Gonzalo haba matado a lvar Snchez, primo de doa Lambra, y contra aqul se lanz Ruy, hirindole y querindolo rematar, sin conseguirlo, por la intervencin de los hermanos, que haban acudido prestamente a la plaza. Y de esta manera comenz la lucha entre los de Lara y los caballeros de doa Lambra.

Durante algn tiempo la enemistad persisti, traducindose en continuas reyertas. Al fin intervinieron el Rey y Gonzalo Gustioz, establecindose la paz. Se decidi que para probar la buena voluntad de los hasta entonces enemigos, los siete Infantes escoltasen a doa Lambra a Barbadillo, que era heredad suya. Llegados all, el rencor de la vengativa dama renaci y orden a un criado que arrojase un cohombro lleno de sangre a Gonzalo. ste, al verse agraviado tan sin razn, quiso matar al sirviente, siendo ayudado por sus hermanos. Pero el sirviente huy a donde estaba su seora, la cual lo ampar, protegindolo bajo su falda, lo cual era signo de inviolabilidad. Pero los Infantes no hicieron caso de ello y all mismo dieron muerte a quien de tan mala manera haba insultado a uno de ellos. Doa Lambra fue de nuevo a pedir venganza a Ruy Velzquez, dicindole que si no se la conceda, ira a pedrsela a Almanzor. Ruy Velzquez, entonces, tram una gran venganza contra su cuado y sus sobrinos.

Fue a visitar a Gonzalo Gustioz, y saludndole, con grandes muestras de afecto, le dijo: Venturosamente ya pasaron los tiempos en que nuestras gentes eran enemigas. Quiero mostrarte mi buena voluntad encargndote de una importante embajada. Conviene conocer la opinin de Almanzor en ciertos asuntos de frontera. Yo os pido que llevis cartas mas al gran guerrero, que sin duda os recibir y honrar como a quien sois. Gonzalo Gustioz acept de buen grado y tom la carta que, escrita en rabe, le entregaba Ruy Velzquez. Maana, al alborear, saldr, dijo. Y, en efecto, al da siguiente, despus de haberse despedido de sus hijos, se puso en camino hacia la frontera.

Lleg a Crdoba, se dio a conocer como emisario a los guardias de las murallas y fue conducido a palacio. All Almanzor lo recibi con muchos honores, y habindole preguntado cul era su embajada, Gonzalo Gustioz le entreg la carta. El semblante del caudillo moro se ensombreci: Ah Gonzalo Gustioz!: mal haya la hora en que trajisteis esta carta. En ella me pide Ruy Velzquez que os d muerte. Gonzalo se estremeci, comprendiendo que haba sido traicionado, y as lo hizo ver a Almanzor. Mas ste, que era de natural caballeresco, no quiso prestarse a tan infame treta, y le dijo al cristiano: No har lo que se me pide, mas s he de retenerte aqu. No te duelas de esto, que estars bien tratado. Y le dio como sirvienta a una hermana suya, una bella mora.

En la misma carta deca Ruy Velzquez que, adems de entregarle a Gonzalo Gustioz, hara que los Infantes fuesen a la frontera con poca gente para que pudiesen ser muertos por los moros, sin peligro ni riesgo para stos. En efecto, un da pidi a los Infantes que le acompaasen en una pequea algarada que iba a hacer contra tierras de moros. Los Infantes aceptaron y se despidieron de su madre, quien en vano trat de retenerlos. Iban acompaados del viejo ayo Nuo Salido. Por el camino tuvieron varios ageros, y el ayo, interpretndolos como de mal presagio, quiso que se volviesen a Salas, mas los jvenes se burlaron cariosamente de l. Llegados por las sierras de Altamira, cerca del valle de Arabiana, Ruy Velzquez les dijo: Es hora de mostrar vuestro valor. Corred ese campo de moros, y si necesitis ayuda, yo os la prestar. Soltaron las riendas y se internaron en el valle, creyendo que todo ira bien. Mas de pronto vieron salir de los desfiladeros gran cantidad de enemigos que los rodearon y se lanzaron contra ellos. Los infantes no se amedrentaron por ello; empuaron sus lanzas, y a los primeros moros que llegaron les hicieron pagar cara su osada. Dios, qu bien peleaban! Sus brazos estaban empapados en sangre enemiga. Al fin saltaron sus lanzas, rotas, y empuaron las fuertes espadas. Durante varias horas continu la pelea; el moro Alicante, que era quien capitaneaba a la gente de Almanzor, estaba admirado de ver el valor de aquellos jvenes cristianos, y dando treguas, les hizo pasar a las tiendas que haba dispuesto, confortndolos con vino y alimentos. Nuo Salido se dola de la traicin, dirigindoles tiernas palabras. Alicante estaba presto al perdn cuando Ruy Velzquez, llegando de improviso, lo llam aparte y le dijo: Mal cumpls las rdenes de vuestro seor! Esta blandura sin duda engendrar la ira de Almanzor, que os har pagar cara vuestra transigencia. Y Alicante, temeroso de merecer un duro castigo, orden que se reanudase la pelea. De nuevo la lucha tom gran fuerza, los siete Infantes y Nuo Salido peleaban bien, pero al fin fueron cayendo uno tras otro en presencia de Ruy Velzquez, que desde un alcor prximo presenciaba el cumplimiento de su venganza.

El moro Alicante cogi las cabezas de los siete Infantes y la de Nuo Salido y parti hacia Crdoba; era vspera de San Cebrin. Lleg a la ciudad mora, entr en palacio y present su trofeo a Almanzor. ste puso las cabezas en un tablado y mand llamar a Gonzalo Gustioz. Lleg el cautivo, y Almanzor le dijo: Aqu tienes ocho cabezas de gente noble. Prueba a ver si las reconoces.

Gonzalo las limpi, y cogiendo una estall, al mirarla, en sollozos: Ay triste de m, que s las conozco! Nunca fue hombre tan desdichado!.

Y dirigindose a ellas comenz a hablarles con la voz que le temblaba de lgrimas, como las hojas del chopo tiemblan con la lluvia de abril: Dios os salve, Nuo Salido, buen compadre. Qu hicisteis con los hijos que os encomend? Mas perdonad, que bien veo que habis cumplido con vuestro deber. Tom la cabeza del heredero y le dijo: Oh hijo Diego Gonzlez, aqu par vuestra gallarda, vuestro porte de alfrez del conde Garci Fernndez! Mis tierras quedaron sin nadie que las heredara. Y as fue hablando con todas las cabezas, elogiando a cada hijo sus cualidades:

a Martn, su destreza en las tabas y su buena conversacin; a don Suero, lo estimado que era de todos; a Fernn, su maestra en la caza; a Ruy y a Gustioz, su valor en la guerra; y sobre todo, llor acariciando y besando la del menor, la de Gonzalillo, que era el preferido de su madre. Y de este llanto tuvo tan gran angustia, que cay como muerto en tierra. Todos los presentes hubieron gran lstima de l. Y Almanzor orden que fuera conducido a los aposentos que le haban sido destinados, en donde la hermana del caudillo atendi con todo cario al desdichado castellano.

En esa hermosa mora encontr gran consuelo Gonzalo Gustioz. Y pasando el tiempo, hubo amores entre ellos. Cuando ella tena en el vientre el fruto de esos amores, Almanzor determin dar libertad a Gonzalo, el cual, antes de partir de Crdoba, le entreg a su amada un anillo partido por la mitad, dicindole que si era varn el hijo que tuviera, que cuando llegase a su edad moza, lo enviase a la cristiandad para que vengase a sus hermanos.

Pas el tiempo, y el hijo de Gonzalo Gustioz y de la hermana de Almanzor fue creciendo, hasta hacerse un gallardo mancebo. Se haba criado en palacio y nadie le haba hablado de su origen. Mas un da, jugando al ajedrez con un prncipe moro, tuvo una disputa con l, y ste lo insult llamndole hijo de nadie. Mudarra, que as era el nombre del bastardo, mat al que lo haba insultado y fue a preguntar a su madre la verdad sobre su origen. La mora se lo cont todo, le entreg el anillo partido y le dijo que era llegado el tiempo en que haba de marchar a la cristiandad para vengar a su padre y hermanos.

Mudarra parti, despidindose de Almanzor, el cual le tena gran cario, y march a Burgos. All busc a su padre, se dio a conocer con el anillo y le pidi que le guiase al sitio en donde podra encontrar a Ruy Velzquez. Gran alegra recibi el buen viejo Gonzalo Gustioz al ver que al fin eran vengadas tantas traiciones e injurias, y bendijo a Mudarrillo. ste se puso en camino, persiguiendo a Ruy Velzquez, que al saber su llegada haba huido.

Al fin una tarde encontr Mudarra a un caballero reposando debajo de una haya. Le salud preguntndole su nombre, y al reconocerlo como Ruy Velzquez, le dio muerte sin que el traidor pudiera defenderse. Su cuerpo qued all sin sepultura, cubierto de piedras que los castellanos echaron sobre l; y desde entonces todos los que pasaban por aquella pedrera, en vez de rezar un padrenuestro, echaban otra piedra maldiciendo el nima del traidor.Doa Lambra fue ms tarde presa y quemada viva. Y as se cumpli la venganza por la traicin de que fueron objeto los siete Infantes de Lara.

PALACIO MARQUESES DE MEDINA SIDONIASe localiza en el nmero 13 de la calle Rey Heredia, antiguamente llamada calle del Duque, precisamente por radicar en ella este edificio. Se trata de un magnfico palacio mudjar del siglo XIV que perteneci a D. Enrique de Castilla, primer Duque de Medina Sidonia, Conde Cabra, Seor de Alcal y Morn, hijo bastardo del Rey D. Enrique II de Castilla y de la dama cordobesa Doa Juana de Sousa.

Al fallecer dicho duque sin descendencia en el ao 1404, el palacio pas a poder de los Sousas, sus familiares por lnea materna. Posteriormente el inmueble fue vendido a los Haro, Seores del Carpio, yms tarde a los Armentas. En 1636 el Arcediano D. Damin de Armenta realiz importantes reformas en el palacio, dando lugar a la fachada que hoy conocemos.Sobre el escudo de armas de los Armenta se sita la cimera con la particularidad que esta mira al frente, posicin que solo podan usar segn las leyes de la herldica los reyes e hijos de reyes legtimos o reconocidos, pero de ninguna manera otro caballero. Quiso D Damin significar con ello que su casa haba sido morada de un infante y en este caso reconocido. El fantasma de la noble dama en la Mezquita-Catedral.

Cuenta una leyenda, que...

" Era tal el amor maternal de la dama le profesaba a su nico vstago, que muerta ambula como fantasma entre el laberinto de columnas de la Mezquita-Catedral en constante llanto por la muerte de su hijo, el duque.Aunque parezca una aventura novelesca y que no deja de ser una historia de fantasmas, es cierto que una noble dama cordobesa se refugi en la Mezquita a la muerte de su hijo...

La dama se llamaba Doa Juana de Sousa.

Doa Juana de Sousa era hija de Don Basco Alfonso de Sousa que provena de la rama bastarda de la casa real portuguesa que en tiempos de D. Juan I vino de Portugal y se avecin en Crdoba y de Doa Mara Daz Carrillo hija del seor de Santofimia.

El matrimonio era de muy elevada posicin social en la ciudad cordobesa. Muestra de ello, es que piden al Cabildo poseer una capilla en la Mezquita- Catedral para enterramiento de su familia.

El Cabildo le da para tal fin, un lugar inmediato a la capilla de San Clemente o sala capitular junto al muro sur de la ampliacin de Almanzor.

En la carta de dotacin de la misma, don Basco Alfonso de Sousa y Mara Carrillo ofrecen al Cabildo el cortijo de la aldea Gil Crespo de treinta yugadas de extensin y otras cuatro yugadas de Castro del Ro y piden que el ttulo de la misma sea de la Encarnacin.De este matrimonio nacieron: Diego Alfonso, Juana, Juan Alfonso y Leonor.

Juana naci en la casa de la plaza Jernimo Paez antes llamada plaza de los Parasos. La casa linda con la cuesta de Pero Matocontado en este blog un triste suceso que all ocurri.

En la batalla fratricida que hubo entre D. Enrique de Castilla y D. Pedro. Don Basco Alfonso, al igual que lo hiciera la mayora de la nobleza cordobesa, se pronunci de parte del Trastamara y en agradecimiento el Rey Enrique II, le otorg el ttulo de Alcalde mayor de la ciudad, regalndole adems el seoro de Castillo Anzur, a la vez que a doa Mara Carrillo recibi tambin del Rey una tienda, de las dos nicas que existen en la ciudad, para hacer y vender jabn cuya renta anual alcanzaba los 12 mil maravedes.

Doa Juana de 21 aos conoci al Rey cuando el de Trastamara todava no haba ocupado la corona castellana y de ah naci un largo romance...

Cuentan que D. Enrique qued prendado de ella, aunque a razn de la cantidad de amantes que tuvo y su fama de mujeriego era de esperar...

El Rey le mandaba al cancionero Alfonso Alvarez de Villasandino hacerle poesas a doa Juana y pasaba largas noches de pasin en el Alczar de Crdoba.

"Bivo ledo con razn, amigos, toda sazn""Piensa que si contina sirvindola,un da conseguir su premio, su amor, ese galardn. Desde luego consigui el galardn porque Doa Juana, perdidamente enamorada, para un hijo del Rey al que llamaron Enrique de Castilla y Sousa.

Enrique II, que aunque tuvo muchos hijos extra maritales a todos los dej bien situados, dot a su hijo bastardo con el titulo de duque de Medina Sidonia y de Cabra y los seoros de Alcal de los Gazules y Morn.

Las visitas a Doa Juana duraron unos diez aos, que vivieron apasionadamente sus encuentros en el Alczar de Crdoba, pasados estos el rey perdi el inters por ella dando el romance por concluido ta vez porque ya tena otra manceba llamada Constanza de ngulo cordobesa tambin.

Despus del desplante del Rey, que doa Juana lo calific como traicin, se consagr exclusivamente a su hijo... Jams se cas a pesar de que el propio Rey le busc hombres ilustres para ello...

Viva para y por D. Enrique, su adorado hijo. Pero el infortunio se pos en la vida de doa Juana, la muerte prematura del duque, la hizo enloquecer de dolor ordenando a sus criados que no entraran en los aposentos de su hijo para estar a solas con l todo el tiempo posible...

Luego, cuando por fin lograron convencerla de que tena que ser enterrado, encarg doce aniversarios por su alma y llevada por el gran amor que le tena se retir del mundo a vivir dentro de la misma iglesia pidiendo al Cabildo los cuartos que le llamaban "Cabezas de la rentas" donde vivi hasta el fin de sus das (Solo queda la lpida que hay en la pared cerca del evangelio

Cuentan que jams sali de la Mezquita- Catedral y que las noches las pasaba caminando por la misma llorando por su hijo... A su muerte fue enterrada all y que todava pasea sollozando por el duque.

mircoles, 22 de junio de 2011

Leyenda de la Cruz de Jurez

Hace ms de dos siglos viva en esta ciudad un caballero de una fortuna considerable, que entre sus muchas fincas contaba la llamada la Cruz.El caballero se llamaba Antn de Jurez y era muy estimado por todos, porque haba tenido habilidad para adquirirse la fama de honrado auque solo en apariencia...Su esposa enferma, padeciendo grandes hemorragias, perdi la hermosura de su juventud, y slo las huellas de sus padecimientos se vean en su amarillo semblante.

Jurez de misa diaria, se acompaaba con los ms respetables padres de la Merced y San Pablo. Pero a espaldas de ellos traa ciertos "trasteos" y manejos con un compadre suyo que viva Santa Marina y que sus antecedentes no eran los ms honrosos.Con l moraba una joven bastante bella, de quien Antn de Jurez estaba ciegamente enamorado.

Por este motivo, su esposa le inspiraba hasto, y el amor que antes la profesaba pas a ser indiferencia, hasta llegar a odio. Ella, por el contrario, redoblaba sus afanes por reconquistar su perdido cario, sin lograr que su esposo la compadeciese.

Llevado por los malos consejos de aquella mujer que le venda su recato a cambio de parte de su fortuna... Antn de Jurez fue madurando la idea de matar a su esposa y as poder casarse con la joven con la que mantena un idilio.

As que cuando lleg la primavera le dijo a su esposa que para aliviar sus padecimientos sera mejor que se marcharan a la finca de la Cruz, ya que all adems de estar ms tranquila los aires del campo le sentarian bien.Se hicieron los preparativos y al da siguiente los esposos ocupaban su casa de recreo.Pocos das transcurrieron cuando Antn de Jurez dispuso una monteria con su compadre y otros amigos. Su esposa crey encontrar una ocasin de complacerlo y, afanosa, prepar cuanto aqul poda necesitar para la excursin a la sierra.Quedandose sola con sus hijos, sus criadas y los hombres que cultivaban la hacienda...

Pasaron unos cuantos das desde la marcha de Jurez, cuando una noche por el camino que dirige al molino de Sansuea bajaba un hombre a caballo, par al llegar cerca de la finca, y despus de atar al animal fuertemente a uno de los olivos, salt la cerca de la hacienda, lleg a una puerta de la casa y a pesar de dos enormes mastines salieron al punto a su encuentro como fieles guardadores de aquel recinto, la presencia de aquel hombre slo les produjo un efecto de alegra, pues movieron sus largas colas como en seal de respeto.Una llave preparada al efecto le dio entrada por la puerta de la casa de campo, siguiendo sus pausados pasos hasta llegar a la habitacin en que reposaba la esposa de Jurez.Entonces sac una daga, a la cual haba quebrado la empuadura, y la introdujo en el cuerpo de aquella desgraciada, de manera que su muerte pudiera atribuirse a la enfermedad que esta padeca...Al dolor, la seora volvi de su sueo, y un grito de amargura ahog en sus labios una mano que se pos en ellos con gran fuerza para que no gritara. Cualquiera que hubiese estado cerca tal vez percibira estas palabras: "Antn!, mi esposo! Dios mo..., yo lo perdono!"

Jurez, sali corriendo de la casa no sin antes tirar un candil a unas cortinas para prender fuego, vacil un momento, y sin temer lleg al sitio donde haba dejado su caballo... Un momento despus iba con la velocidad de un rayo por el camino de la Asomadilla.Solo le qued mirar hacia atrs para descubrir que toda la hacienda estaba en llamas...Los criados, al darse cuenta del incendio corrieron a socorrer a la pobre enferma a la que descubrieron muerta, nadando en sangre.

Al da siguiente cundi por la ciudad la triste noticia de que la hacienda de Antn de Jurez haba sido devorada por un incendio, y que aquella virtuosa mujer, sobrecogida por el susto, haba sido vctima de uno de los terribles flujos que padeca.Un criado corri a llevar esta triste nueva al lugar donde estaba de montera Antn de Jurez, quien se apresur a bajar a Crdoba, dando las mayores pruebas de dolor, que todos pretendan calmar con los religiosos consejos empleados generalmente en tan tristes circunstancias.

Sin embargo, un primo de la vctima se abstena de dar consuelos, y no cesaba de hacer preguntas a cuantos operarios y criados pasaron la noche en la hacienda. Pero ocult sus recelos por no hallar el menor indicio que los aclarase, al par que tema perder el favor de Jurez, a quien era deudor de muchos y sealados beneficios. Los funerales se celebraron con la mayor suntuosidad y el cadver fue depositado en un panten que la familia tena en uno de los conventos de Crdoba.Poco a poco fueron desapareciendo las muestras de dolor dadas por Antn de Jurez. Al ao contrajo segundas nupcias con la mujer con quien mantena ilcitos amores. Todos los parientes huyeron de l, quedando aislado con su nueva consorte, que, al revs de la primera, lleg a dominarlo hasta el punto de hacerle sufrir las mayores bajezas.

Diez aos transcurrieron y ya casi nadie se acordaba de ellos cuando la Providencia, dispuso que una casualidad viniese a descubrir tan inaudito crimen.Falleci otro familiar, y ste, como era costumbre, dispuso llevar el cadver a la misma bveda en que yacan los restos de la primera esposa de Jurez.Entran los sepultureros y algunos parientes, entre ellos el que sospechaba la infamia de aqul. Para colocar el nuevo atad era preciso internar el de la infeliz seora, y he aqu que al moverla se deshizo el esqueleto, apareciendo entre los fragmentos la hoja de una daga que todos reconocieron por haberla visto alguna vez en poder de Antn de Jurez.Al da siguiente tuvieron una reunin para ocuparse de un asunto sumamente delicado, en el que todos haban concebido un mismo pensamiento y es que solo Antn de Jurez tena algo que ver con el asesinato de su esposa.La noticia tard muy poco en extenderse por toda la ciudad, dando pbulo a los curiosos y noticieros para hacer mil diferentes comentarios.

- Jurez, Jurez, estamos perdidos -entr diciendo en casa de aqul el compadre le serva de consejero, y que por tanto no dejaba de tomar una parte muy activa en todos sus asuntos- Han encontrado entre los restos de tu mujer la daga que puso fin a su existencia!- Terrible casualidad! -contest Antn-. No importa, nadie me vio y yo no he de revelar este secreto.- Que mal conoces el mundo! Ahora, as que te vean con los bienes confiscados, no faltar quien declare en contra tuya.Entre los monteros no falta quien asegure que aquella noche no la pasaste con nosotros, que antes de amanecer volviste muy azorado, y que al da siguiente faltaba una daga de entre las armas, la cual debi haberse quebrado, porque la empuadura fue encontrada despus hecha pedazos en el monte.- Y qu haremos; la huida en estos momentos confirmara las sospechas- dijo Jurez- Mtete en el lecho -continu el compadre-; de esa manera saldremos del primer momento. Despus iremos viendo la marcha de tu proceso, y obraremos segn convenga. T tienes confianza en tu mdico y no desmentir tu padecimiento.

Aquella misma maana se present en casa de Jurez el corregidor de Crdoba seguido de su corte de escribano, guardia y alguaciles. Antn los recibi en la habitacin en que tena el lecho, y en el cual estaba fingiendo una aguda dolencia.Al saber el objeto de tan extraa visita demostr la mayor sorpresa, protestando contra tan terrible acusacin, sacando en apoyo de sus palabras el grande amor que profesaba a su primera esposa.

La presencia del mdico y la seguridad que dio del padecimiento de Jurez lograron que el corregidor lo dejase en su casa, con unos cuantos alguaciles que custodiasen su persona. Conforme el proceso iba tomando un giro desfavorable al enfermo, ste se agravaba en su dolencia, hasta el extremo de disponer el mdico que si al da siguiente no se notaba alivio, fuese inmediatamente sacramentado.Con este parecer de persona tan entendida, los alguaciles se descuidaban, no ejerciendo con tanto celo la vigilancia encargada por el corregidor. Aquella noche varios frailes franciscos entraron a ver a Jurez; poco despus salieron, quedando todo en calma.

Aquella noche sali un hombre con tres caballos, dos preparados como para dos jinetes y el otro con unos cofres y cajones, al parecer de mucho peso. Se sent donde hoy est la cruz, y a poco tiempo se present otro, vistiendo el hbito de San Francisco.- Est todo preparado? -pregunt el segundo.- S, todo est dispuesto.- Vamos, pues; no perdamos tiempo.- Espera; antes tenemos que hablar -dijo el primero sin moverse del sitio en que estaba sentado-.- Ahora no hay tiempo; ahora slo importa aprovechar la noche a fin de estar por la maana en sitio seguro.- No me mover de este lugar sin que me hayas antes escuchado.- Sea lo que quieras; di pronto.- Bien sabes, Antn, que por ti abandono a mi mujer y mis hijos, hacindome cmplice de un crimen del cual t solo debes responder. Ese caballo est cargado de dinero y joyas de gran valor. T puedes vivir cmodamente en un pas extrao, pero antes quiero saber qu lugar voy a ocupar a tu lado, ya que pierdo mi tranquilidad y mi familia.- Vivirs a mi lado,- Le dijo Jurez- sers como mi hermano, pues contigo partir mi buena o mala fortuna.- Perdona, pero francamente, no me fo de ti.- Miserable -exclam Antn de Jurez, llevndose una mano a la cintura.-No hay que alterarse -sigui con calma su interlocutor-; si tus palabras son verdaderas, lo mismo es partir la fortuna antes o despus. Ahora dividimos el dinero y alhajas en dos partes iguales, y en seguida t tomas el camino que gustes; yo elegir otro. Ambos juraremos no descubrimos.- Es imposible, yo no puedo acceder a esos descabellados planes.- Tampoco yo puedo, ni quiero sujetarme a ser tu criado toda mi vida; a ser siempre el que obedezca, cuando estoy en el caso de ser quien mande.- Y qu intentas?- Vivir con entera independencia, o entregarte a la justicia si no accedes a lo propuesto.- Oh, no! Bien me conoces para creer que he de dejarme burlar de esa manera.- Cuidado, Antn, que ahora la lucha es igual; que no te presentas ante una dbil mujer enferma y dormida para arrancarle la vida impune y miserablemente.-Bien est. Sea lo que quieras; toma lo que te se antoje.

Estas ltimas palabras fueron pronunciadas con una especie de irona que revelaba las peores intenciones. El compadre las comprendi perfectamente.-Vamos los dos -le dijo, dirigindose al caballo cargado con el oro y las alhajas-.

Jurez lo sigui y, cuando lo crea descuidado, se lanz sobre l con una daga, dicindole:- "Muere, infame ladrn"Pero por muy veloz que quiso dar el golpe, no pudo sujetar a su adversario, que se lanz sobre l derribndolo al suelo, y arrancndole el arma que tena en la mano la hundi en su pecho, pronunciando con la mayor sangre fra estas palabras:-"Adivin tus pensamientos, miserable. No has querido partir conmigo tus riquezas; ahora yo las tomo todas".

Despues de darle muerte, el compadre se repuso un poco y le coloc la daga en la mano derecha. En seguida subi en uno de los caballos y, tomando a los otros del diestro, desapareci por el camino de la sierra.

Al amancer descubrieron el cadaver del que crean monje franciscano con una daga en la mano. Horrorizados fueron a la ciudad, contando a cuantos encontraban el repugnante hallazgo que haban presenciado...A poco lleg a este sitio el corregidor de Crdoba seguido de sus alguaciles, la hermandad de la Caridad con el objeto de recoger el cadver, varios padres de San Francisco ansiosos de aclarar aquella alarma que tanto interesaba al buen nombre de sus conventos, y por ltimo, esa multitud de curiosos que acude a todas partes donde creen hallar algo que los entretenga.Los alguaciles no los dejaban acercarse al cadver, hasta tanto que fuese reconocido. Se quit la capucha y todos se asombraron al reconocer a Antn de Jurez, a quien el da antes haban mandado sacramentar los facultativos.

Bien pronto se aclar este misterio, pues aunque nadie presuma otra causa de aquella muerte que el temor a un castigo seguro, la viuda de Jurez manifest al corregidor la fuga de su esposo, al cual acompaaba el compadre, quien deba tener el dinero y alhajas que se haban llevado.Esta declaracin y los malos antecedentes del acusado decidieron a la justicia ponerse en su busca, las cuales tuvieron resultado.

La pesada carga del caballo que llevaba el dinero y alhajas le impeda marchar con la celeridad deseada... Lleg a un pueblo de Extremadura, donde lo conocan por sus malos antecedentes, lo cual hizo que se extraaran de verlo con aquella carga y con un hermoso caballo que para nada poda costear.No tardaron en denunciarlo a la justicia, quien lo detuvo, registrndole la carga y preguntndole la procedencia de tanta riqueza, a lo cual no pudo dar una respuesta nada satisfactoria. Entretanto llegaron las requisitorias de Crdoba, a donde fue trado con los caballos y cargamento.El proceso no tard en fallarse. Aquel miserable fue sentenciado a perder la cabeza bajo el hacha del verdugo.La hermandad de la Caridad recogi el cadver para darle sepultura y, conforme a las costumbres de aquellos tiempos, erigi esta cruz en memoria de tan lamentable suceso.

_1480243427.unknown