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La Sayona La Sayona es un relato originario de los llanos y data de la época colonial. Se trata de la historia de una mujer muy celosa que mató a su marido y su mamá, pensando que éstos tenían un romance. Su madre, en la agonía de muerte, la maldijo diciéndole: "Sayona serás para siempre y en nombre de Dios, que así sea". Desde ese entonces vaga sin descanso ni paz, persiguiendo a los hombres infieles para conquistarlos y luego matarlos. Entre las muchas historias que se cuentan en los llanos venezolanos se encuentra la siguiente: Una noche un hombre se escapó para encontrarse con su amante, en medio del camino se sorprendió al ver que ella venía a su encuentro, aunque le extrañaba su caminar tambaleante. Corrió detrás de ella, pero al llegar a su casa la mujer siguió de largo. El hombre desconcertado le dijo: Pero bueno, ¿Qué pasa? Cuando volteó, se encontró con una mujer blanca con cara de muerte, dientes afilados como hachas y unas enormes uñas como garras. Salió corriendo hacia su casa y el ánima lo persiguió con los brazos abiertos para estrecharlo. El hombre logró escapar y al llegar a su casa, se encontró con su suegra despierta, quien al verlo tan agitado le preguntó: Mijo ¿Y a ti qué te pasó? ¡Qué buen susto me llevé! Salí un momentico a orinar y me salió esa mujer...

Leyendas Venezolanas

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Recopilacion de varias leyendas de Venezuela

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La Sayona

La Sayona es un relato originario de los llanos y data de la época colonial. Se trata de la historia de una mujer muy celosa que mató a su marido y su mamá, pensando que éstos tenían un romance.

Su madre, en la agonía de muerte, la maldijo diciéndole: "Sayona serás para siempre y en nombre de Dios, que así sea". Desde ese entonces vaga sin descanso ni paz, persiguiendo a los hombres infieles para conquistarlos y luego matarlos.

Entre las muchas historias que se cuentan en los llanos venezolanos se encuentra la siguiente:

Una noche un hombre se escapó para encontrarse con su amante, en medio del camino se sorprendió al ver que ella venía a su encuentro, aunque le extrañaba su caminar tambaleante. Corrió detrás de ella, pero al llegar a su casa la mujer siguió de largo. El hombre desconcertado le dijo: Pero bueno, ¿Qué pasa? Cuando volteó, se encontró con una mujer blanca con cara de muerte, dientes afilados como hachas y unas enormes uñas como garras. Salió corriendo hacia su casa y el ánima lo persiguió con los brazos abiertos para estrecharlo.

El hombre logró escapar y al llegar a su casa, se encontró con su suegra despierta, quien al verlo tan agitado le preguntó:

Mijo ¿Y a ti qué te pasó?

¡Qué buen susto me llevé! Salí un momentico a orinar y me salió esa mujer...

¡Ay mijito, tú como que le estás montando los cuernos a mi hija! Déjese de eso, yo que se lo digo...

El hombre asegura que tras esa experiencia no le quedaron mas ganas de volver a engañar a su mujer.

Por lo tanto, es mejor que aquellos hombres que disfrutan engañando a su pareja, se lo piensen bien antes que se le aparezca LA SAYONA que tiene la particularidad de desdoblarse, es decir, puede aparecer como un perro o un lobo.

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El Reloj de Güigüe

En la Plaza Ávila de la población de Güigüe, perteneciente al municipio Carlos Arvelo en el Estado Carabobo se encuentra un antiguo reloj, genuino y auténtico monumento, como los relojes públicos de Caracas, traídos durante los gobiernos del General Antonio Guzmán Blanco y Joaquín Crespo.

Este reloj de Güigüe era utilizado para medir el tiempo a las personas que recogían café de la producción sureña de Copetón, Santa Efigenia, Altamira y las Palmas. Muchos lugares aseguran que este reloj fue testigo de las vivencias de Don Antonio Pimentel y el General Juan Vicente Gómez, durante sus estadía en la Hacienda el Trompillo, una de sus tantas propiedades; al morir el General Gómez, el reloj fue trasladado a la plaza Ávila de Güigüe totalmente descompuesto, allí fue reparado y marcaba las horas parroquiales del pueblo; hay quienes dicen que la persona que lo reparó murió a los pocos días, luego un hombre de origen italiano de nombre Salvador Consoli, fue operario de dicho reloj y cuando abandonó este oficio y se marchó para su tierra natal, a los pocos días dejó de existir, después un señor de nombre Andrés Mijares, a quien llamaban “Chipia” murió luego de reparar el reloj. El casó más reciente de los operarios del aparato fue el conocido maestro de esa localidad, Juan Lorenzo, quien se atrevió a poner a funcionar el reloj y al poco tiempo murió en Valencia.

Desde entonces se corrió la Leyenda en toda la región central de Venezuela, de que aquel que repare “El Reloj de Güigüe”, que prepare el testamento porque le quedan pocas horas de vida.

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El Silbón

En los llanos venezolanos se conoce como El Silbón y la narrativa dice que es un hombre alto y delgado que mide como seis metros.

La descripción que presentan quienes lo han visto y escuchado; dicen que es la de un hombre desproporcionado, muy alto, que camina sobresaliendo por encima de la copa de los árboles emite un silbido espeluznante y lleva un costal lleno de huesos que los hace sonar como una matraca de Semana Santa.

La leyenda dice que el Silbón es el ánima en pena de un hijo que mató al papá y le comió la asadura (o sea el hígado, el corazón y el bofe). El muchacho fue criado toñeco (mimado), no respetaba a nadie. Un día le dijo a su padre que quería comer vísceras de venado. Su padre se fue de cacería para complacerlo pero tardaba en regresar. En vista de esto, el muchacho se fue a buscarlo y al ver que no traía nada, no había podido cazar el venado, lo mato, le sacó las vísceras y se las llevó a su madre para que las cocinara. Como no se ablandaban, la madre sospechó que eran las "asaduras" de su marido. Preguntándole al muchacho, este confesó la verdad.

De inmediato lo maldijo "pa' to' la vida". Su hermano Juan lo persiguió con un "mandador", le sonó una tapara de ají y le azuzó el perro "tureco" que hasta el fin del mundo lo persigue y le muerde los talones.

En los llanos orientales de Colombia se conoce como el silbador; se dice que es el espanto sin rumbo de un alma en pena de un hombre parrandero y mujeriego que murió solo y abandonado y busca la compañía de alguien que cabalgue a deshoras de la noche por los senderos de esta llanura.

Otros dicen, que persigue a las mujeres en estado de embarazo; este silbador emite un silbido largo y agudo que penetra por los oídos y al mismo tiempo se siente un frío intenso que congela a las personas. Hay la creencia de que cuando silba bien agudo es una mujer que se va a morir; pero si por el contrario el silbido es grueso, es un hombre o un amigo el que muere.

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LEYENDA DE QUIRPA

“JOSE ANTONIO OQUENDO”

A mediados del siglo XIX, cuando cesaron un poco las revoluciones del país, como la Guerra Federal, la Revolución de Azul o la Guerra del 92, aprovechaban los comerciantes de la época para trasladarse por los difíciles caminos que venían ó Iván, desde los llanos orientales ó centrales a vender sus mercancías y a comercializar el ganado, siendo el único medio de transporte los burros, bueyes y mulas que conformaban los arreos, y por supuesto el caballo, animal importante y primordial del llanero parra arrear las madrinas de ganado que serían vendidas a las tropas del gobierno y exponiéndose al peligro de los asaltadores de caminos, los cuales asesinaban para robar el ganado y así satisfacer el hambre de sus tropas de forajidos, diezmados por la guerra.

Uno de estos tantos comerciantes, fue JOSÉ ANTONIO OQUENDO, al que apodaban “QUIRPA”, llanero de a caballo, buen ganadero de soga en mano y a píe, cantador recio de la sabana, buen coplero, buen contrapunteador, su voz era reconocida en cada uno de los pueblos y rincones mas apartados de la inmensidad del llano. Con certeza no se sabe su lugar de origen, algunos decían que era de Apurito, Palmarito ó Guasdualito, lo cierto es que era hijo de la inmensa tierra llanera.

Siempre le acompañaba su amigo y compañero de faena y parranda, “EL GUITARRERO”, y junto a ellos no faltaba la mula, la cual llevaba sobre su lomo, “la camoruca” ó arpa llanera, instrumento musical, el cual “QUIRPA”, ejecutaba magistralmente, convirtiéndose en el coplero que se auto-acompañaba, con su grito de guerra: “...llego “QUIRPA”, el arpista y buen coplero. Vamos a ver quien responde, acompáñame guitarrero” . y así se prendía la fiesta, donde se divertía la gente en tarantines y pulperías, entre palos de aguardiente y el relancino contrapunteo.

En uno de estos viajes, JOSÉ ANTONIO OQUENDO, “QUIRPA”, venía hacia Caracas, con una madrina de ganado llegando a San Sebastián, le comento a su “GUITARRERO”: “...mire compa ya vamos llegando a San Sebastián, dejamos allí los peones que cuiden el ganaó y usted y yo nos ajilamos un poquito más arriba, y nos llegamos a Güiripa pueblo fresco y de mujeres bonitas, yo tengo muy “guenas” relaciones con esa gente, y vamos a parrandeá tó la noche, y “jembra” que se me alebreste, me la llevo en los cachos...”

Fue así como ”EL GUITARRERO” preparo la mula con el arpa, en un saco metió unas garrafas de ron, su “porsiacaso” con queso, casabe y papelón, limpió y afino su guitarra (cuatro) y emprendieron el viaje hacia Güiripa.

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Ya “QUIRPA”, era conocido ampliamente en el pueblo, su fama había llegado hasta Güiripa, y en una sola voz se oían a los lugareños: “...epa cuñaó a pararse que llego Quirpa..” Es así como uno a uno, los moradores se fueron preparando para el gran parrando, llegaron hasta las orillas del río, donde se prendió la gran fogata, y las treinta y dos cuerdas del arpa, ejecutadas por “Quirpa” y acompañado por el guitarrero; arrancaron con una “guacharaca”, la cual puso en calor a hombres y mujeres que al compás del zapateo, comenzaban la gran fiesta.

A medida que las horas pasaban, el parrando tomaba más color, y bajo los efectos del alcohol, “Quirpa” y “El Guitarrero” no dejaban de tocar, lanzando coplas tras coplas en recios contrapunteos, entre “Quirpa” y los cantadores de la zona, los cuales uno a uno caían vencidos por los versos “mata copleros” que con destreza “Quirpa” les refutaba. Bajo el fragor del baile, cuentan, que “Quirpa” puso los ojos en una morena despampanante que también le correspondía, haciéndole “ojitos”. “Quirpa” inspirado por la belleza de esta mujer, se olvido de sus contrarios, y comenzó a galantear con sus versos a la fémina, destacando todos los atributos que a ella adornaban; pero, como siempre hay un “pero”, la mujer tenía “dueño”, y su “dueño” también era coplero, y así salió retando a “Quirpa” improvisándole versos fuertes u ofensivos, los cuales a “Quirpa” no le hicieron mella y le replicaba en forma tan relancina, ridiculizándolo, viéndose ya perdido y muerto de rabia por los celos y la impotencia por no lograr su objetivo contra “Quirpa”, el marido celoso, dicen, lanzo este verso: “... si has llegado a estos lares, viniendo desde tan lejos, ya se te acabo el carburo, tu eres un pobre pendejo y que se sepa en Caracas también en el mundo entero que aquí en Güiripa señores, no quieren a los llaneros..”, he inmediatamente dando un salto felino, puñal en mano, de un solo tajo corto las 32 cuerdas del arpa que con maestría tocaba “Quirpa”, y es así como se prende el berenjenal, “Quirpa” como buen llanero, se enfrento a puño limpio contra quien ozó dañar su arpa, en medio de la trifulca “Quirpa” recibe certera puñalada, que le quita la vida en el acto. El Guitarrero en defensa de su patrón y compañero de parranda sale en su defensa, pero también es herido, dicen, recibió hasta dieciséis puñaladas, salvando la vida de puro milagro.

Cuentan, que después de la escaramuza, todo quedó en silencio, y en medio de la semioscuridad, solo se destacaban dos cuerpos tendidos sobre la tierra, el de “QUIRPA” y “EL GUITARRERO”, y la sangre que fluía de las heridas, llegaba hasta el río, tiñendo las aguas de rojo, los cuales serpenteaban corriente abajo, siguiendo su propio cause.

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La loca Luz Caraballo

Muchos habrán oído la historia de la loca Luz Caraballo en voces de niños andinos, la proeza está en entender lo que sus veloces lenguas pronuncian. Cuentan de una mujer enloquecida por perder a sus cinco hijos. Se dice que dos de ellos partieron a la guerra junto a Simón Bolívar, los que, según la leyenda, “se fueron detras de un hombre a caballo”

Desde entonces, esta mujer enloquecida permanece penando por todo el páramo, de Chachopo a Apartaderos, buscando a los hijos que perdió.

Momoy

Los Momoyes, Mamóes o Mumúes son un tipo de duendes del folklore venezolano, habitantes de la zona andina desde tiempos precolombinos.

Los Momoyes son descritos como pequeños hombrecitos de unos 40 cm de altura. Pueden estar vestidos a la manera india, adornando su cuerpo con plumas, hojas y flores, ayudándose a caminar con un bastón. También se los describe como ataviados por enormes sombrero y barba. Los Momoyes habitan las zonas de Mérida y Trujillo, especialmente sus lagunas y ríos.

Se las describe como criaturas benignas, traviesas, y defensoras del medio ambiente.

Por su carácter de duendes protectores de las sementeras, la agricultura y el medio ambiente en general, se cuentan anécdotas acerca de las airadas reacciones que los Momoyes pueden tener hacia aquellos visitantes de la selva que dejan sus desperdicios contaminantes en forma desaprensiva. Se cuenta que un Momoy devolvió, arrojándosela violentamente a su dueño, una lata de refresco que previamente éste había intentado hundir en una laguna. También se cuenta de un Momoy del Páramo de la Culata (Mérida) de personalidad muy violenta, y que azotaba con su bastón a los viajeros que acampaban en el lugar, especialmente si no eran cuidadosos con sus desperdicios.

A los Momoyes les gusta hacer víctimas a los viajeros de sus bromas pesadas, las cuales generalmente no son más terribles que el esconderles o extraviarles alguno de sus enseres domésticos. Por lo demás, su presencia es percibida por todo tipo de actividades, como por ejemplo cantando, silbando, etc. De todos modos, si los viajeros no quieren ser molestados por los Momoyes, les bastaría con ignorarlos, actitud que no podrían soportar.

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El pájaro hueco

El pájaro hueco es un ave mítica que procede de los pueblos indígenas de Venezuela, extendiéndose posteriormente la leyenda a las poblaciones rurales. Se identifica con una especie de garza gris, aunque en realidad es una especie de lechuza de pequeño tamaño.

Existen varios mitos: el primero dice que es un ave que lleva la muerte al lugar donde se escuche sus chirridos. El segundo dice que es un ave mensajera que avisa con su chirrido cuando una persona esta a punto de morir.

Segun los habitantes mas ancianos del pueblo de las morochas, un pueblito ubicado en una ciudad al este de venezuela dicen con firmeza que este pájaro es un mensajero de mal augurio ya que según ellos es verídico que cuando el pájaro sobrevuela una casa y se deja escuchar su chirrido, (el chirrido al parecer es muy parecido a la palabra hueco, y he de allí que surge su nombre), no pasa mucho tiempo en que se da una muerte en el lugar, algunos creen que al ver a este pájaro se le deben decir improperios para alejar al mismo y con el, a los malos augurios.

Se dice que cuando este pajaro se deja ver, ocurren dos cosas, si se escucha su chirrido es porque esta anunciando una muerte, si por el contrario pasa sin emitir sonido alguno es anuncio de un embarazo oculto.