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HISTÓRICO, CRÍTICO Y JURÍDICO LAS LEYES DE TORO Continuacion del que empezó á publicar EL Excmo. SR. 11 JOAQUIN FRANCISCO PACHECO POR D. JOSÉ GONZALEZ Y SERRANO ABOGADO DEL COLEGIO DE MADRID OBRA pósrr-rxr.a.A. TOMO II MADRID IMPRENTA Y FUNDICION DE M. TELLO Isabel la Católica, 23 1876 .49

Leyes Del Toro y Sanciones

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  • HISTRICO, CRTICO Y JURDICO

    LAS LEYES DE TOROContinuacion del que empez publicar

    EL Excmo. SR. 11 JOAQUIN FRANCISCO PACHECOPOR

    D. JOS GONZALEZ Y SERRANO

    ABOGADO DEL COLEGIO DE MADRID

    OBRA psrr-rxr.a.A.

    TOMO II

    MADRIDIMPRENTA Y FUNDICION DE M. TELLO

    Isabel la Catlica, 23

    1876

    .49

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  • Una razon poderosa y apremiante excusba nuestro atrevi-miento al escribir en mnos de dos meses un apndice loscomentarios del Cdigo penal del gran Pacheco. La revolu-con, que nada respeta, puso su atrevida planta sobre nuestramejor obra jurdica, no limitndose las racionales modifi-caciones que aconsejra la experiencia de veinte aos.

    Las Crtes Constituyentes habian promulgado una Cons-titucion amalgamando principios y doctrinas que representa-ban verdaderamente el caos de la poltica espaola. Al lado deprincipios conservadores de la buena escuela, se asentabancomo axiomas teoras democrticas, que estaban en abiertacontradiccion con la verdadera doctrina monrquico-consti-tucional.

    La consecuencia inmediata de esta amalgama la sinti-

    bien pronto el Gobierno de la revolucion. Quera obedecer yque los espaoles obedecieran una ley impracticable, y el in-genio de sus jurisconsultos no encontr otro medio que el devariar el Cdigo penal en sus disposiciones ms importantes.

    La ley constitutiva del Estado en 'altecia los derechos lla-mados individuales sin cortapisa de ningun gnero, con le-vsimas excepciones, que coartaban y encerraban en un crcu-lo de hierro el gran principio de autoridad. Se quiso explicarel texto constitucional dando garantas la sociedad, y para

  • 6 PRLOGO

    eso se reform l Cdigo escribiendo artculos sangrientoscontra la prensa y contra sos llamados derechos ilegislables.

    Consecuencia forzosa era que con reformas tan notablesel Cdigo penal moderno introdujera grandes variaciones enel antiguo. Los comentarios que sobre este se habian escritopodran leerse en adelante por curiosidad; pero no eran nece-sarios para el estudio de la ley vigente. Los de Pacheco serianestimados siempre por todo jurista; pero no sera un libromanual para aplicar la ley; y la gran edicion, que era lacuarta, que acababa de hacer la viuda de aquel distinguidojurisconsulto, podria archivarse como otras obras de granvala.

    Dijimos en la introduccion de nuestro apndice que paraevitar esta ruina, y que los comentarios de Pacheco conserv-ran la nombrada que hasta entnces habian tenido, escri-bamos nuestro libro concordando el Cdigo moderno con elantiguo, y comentando cuantas variaciones se habian hechopor la escuela democrtica.

    Cul es el xito que ha tenido aquel apndice no nos toca nosotros decirlo. En mnos de tres aos casi se ha con-cluido la primera edicion, sin haber remitido un solo ejemplar Ultramar, pesar de habrsenos pedido algunos cientos.

    Pero no es esta la mayor satisfaccion del autor. Teniendorelaciones estrechas con la mayor parte de los distinguidosjurisconsultos de Espaa, de casi todos ha recibido finsimosplcemes aplaudiendo el pensamiento, la oportunidad de laobra y su excelente desempeo. Cartas de gran estima conser-var el autor como muestras de tierna y cariosa amistad, sinque por su contenido se aturda ni ensoberbezca el modestojurista, que vuelve dirigirse al pblico por una causa an-loga la que le oblig escribir el apndice sobre el Cdigopenal.

    Sabe Espaa que Pacheco habia emprendido un trabajo

  • PRLOGO

    7,

    fen que el de comentar la ley penal. No habla pensadoenbrni remotamente, cuando e los albores de su juventuds le ocurri ensayar la gran empresa de explicar nuestra le-gislacion civil, la parte ms sana de ella, las leyes de la reinaIsabel I, promulgadas en Toro al principio del reinado de suhija Doa Juana.

    Y en medio de sus inmensas ocupaciones, de su vida aza-rosa, de sus luchas parlamentarias, emprendi esa obra y pu-blic el primer tomo en Agosto de 1862.

    El ltimo libro que vernos de Pacheco nos 'parece el mejor,ya sean sus investigaciones sobre Italia, ya comente el Cdigopenal, ya comience una gran historia, la de la regencia deDoa Mara Cristina de Borbon. Pero la verdad es que ningu-no de esos libros, los ojos del filsofo, puede compararsecon los comentarios las ven ticuatro primeras leyes de Toro,que comprende el nico tomo .que escribi sobre esta dificil-sima materia.

    A su regreso, la tercera vez que estuvo en Roma de emba-

    ca tena nimo resuelto de dedicarse exclusivamente

    continuar esos estudios y escribir los otros dos tomos de esta

    dar obra magistral, y algunos dias ntes de morir decia al autorde estas lneas, mostrndole grandes resmas de papel: esospliegos se convertirn en dos libros que has de leer con mu-

    1cho gusto.Cuntas correcciones hars? le pregunt.Las

    Josmnos posibles , aunque el asunto es espinoso.

    No hay en esto exageracion. Pacheco no corregia nuncasus discursos, y fueron los ms elocuentes que se pronuncia-

    " ron en el Parlamento. Pacheco jamas enmendaba sus escritos.I, Salian de su pluma con una correccion admirable, no valin-

    dose jamas de amanuense, y esto lo saben, todos los procura-dores de Madrid, y ms an los impresores de sus obras.

    Aquel talento inmenso sucumbi en veinticuatro horas, yno escribi ni una lnea siquiera para el segundo torno de los

  • 8PRLOGO

    comentarios de las leyes de Toro. Hay posibilidad y oportuni-dad de concluir esta obra? Nuestra querida hija poltica, laviuda de aquel clebre hombre, nos viene animando hacecuatro aos emprender esta tarea, y nos estrecha tanto msdesde el feliz ensayo hecho en el apndice del Cdigo penal.Pero no es ella sola, y aqu nos vamos permitir una licen-cia. Ha habido en el Foro de Madrid un profundo jurisconsulto,admirado por todos sus compaeros en los debates jurdicos.Este jurista nos lo han arrebatado y encerrado en el SupremoTribunal. Pues bien; ese gran magistrado, nuestro quericlilmoamigo, el Sr. Gonzalez Acevedo, al acusarnos el recibo, y dar-nos cuenta de la lectura de nuestro apndice al Cdigo penal,nos ha dicho en una elocuente carta: Tienes obligacion, y laciencia exige que concluyas las obras de Pacheco, porque contu libro del Cdigo penal, t slo eres capaz de dar cima es-ta colosal empresa.

    Pobre de m! He apreciado esta lisonja amistosa, y me haparecido en efecto que debo cumplir esa mision. Vea el lec-tor cmo los ruegos de una dama muy querida, y los consejosde un apasionado amigo nos han obligado robar cuatro ho-ras diarias las nueve que dedicamos nuestra numerosaclientela, y ha decidido emprender el mprobo trabajo de ex-plicar ms de las dos terceras partes de las leyes de Toro,que abrazan en realidad toda la legislacion civil de Espaa.

    No debemos ocultar que ms de una vez nos hemos arre-pentido de emprender esta tarea. La materia es difcil y supe-rior las fuerzas de un hombre; pero en el curso de nuestralaboriosa vida y en medio de las luchas del Foro y del Parla-mento, nuestro carcter se ha distinguido por su constanciaen remover obstculos; y reconociendo la imperfeccion de es-tos comentarios nos queda un solo consuelo, y esque esta obrano

    es peor que las de los diez y seis comentaristas que hanglosado las leyes de Toro, dando lugar mayores duda ques

  • PR6L OG C1 9las cipt.

    trataron de explicar y resolver los Reyes Catlicos.Nuestra glosa tendr, sin embargo, dos ventajas sobre

    todas las demas. Ser la primera, star 'escrita con /a posibleclaridad, y siendo ms patente an la utilidad de la segunda,reducida consignar el derecho constituido, apoyndole enla doctrina de los varios y distinguidos jurisconsultos que hancomentado esas leyes, y ms an acudiendo las decisionesdel Tribunal Supremo de Justicia, que forman hoy la verda-dera jurisprudencia espaola, por ms que haya que lamen-'tar muchas veces el abuso de los casuistas, que para todo en-cuentran Una resolucion adecuada en esas sentencias, y conellas sostener la -causa que defienden. Achaque antiguo eseste, no slo en las discusiones forenses, sino en todo debateen que hay intePeses encontrados. Aunque la ley sea explcita,siempre habr comentadores, y los Cdigos modernos no handestruido todas las dudas que diariamente se ofrecen al hacerla aplicacion prctica de sus disposiciones.

    Interin se redacta y publica el Cdigo civil, que tantasveces se ha prometido los espaoles, de algo ha de servireste comentario esas tan renombradas leyes. Despues irnuestro libro formar parte del Catlogo de autores olvida-dos que han dedicado su vida al penoso estudio dela cienciadel derecho.

    En suma: hemos- querido encerrar en dos tornos todo lomejor que contienen los comentadores de las leyes de Toro,los glosadores de Febrero y las sentencias del Supremo Tri-bunal. Si hubiramos conseguido nuestro objeto, este librobastaria para resolver cualquiera duda de jurisprudencia ci-

    . vil, sin necesidad de engolfarse en el estudio de otras obras.

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  • LEY VIGESIMAQUINTA.

    (L. 9. a l LIB. T\T 7 N ov. REO.)

    El tercio quinto de mejora, fecho por el testador no sesaque de los dotes donaciones propter nuptias, ni de las otrasdonaciones que los fijos descendientes trajesen colacion particion.

    COMENTARIO.

    1. El texto de la Ley no puede estar ms claro y explcito,y su precepto deba evitar toda nueva duda sobre la manera dehacer las particiones de los bienes de un finado que hubiere he-cho mejoras en favor de uno de sus hijos, alguno de los cualeshubiera recibido dote donacion en pocas anteriores.

    2. Hasta entnces, no slo los jurisconsultos, sino los tribu-nales resolvan los casos en abierta contradiccion. Unos, supo-niendo que era caudal partible todo lo que formaba el cuerpode hacienda del testador, sostenian que de la totalidad de estosbienes debian sacarse las mejoras del tercio y quinto. Otros,por el contrario, y con ms razon, como lugo lo declar la ley,defendan que en realidad habian salido de manos del padre de la madre los bienes que habian dado en absoluto dominio sus hijos, y no podan formar ya parte del patrimonio que sehaban de dividir para sacar las mejoras, si bien debian tenerseen cuenta esos mismos capitales y traerlos colacion para queno hubiere desigualdad en las legtimas de los hijos.

    3. Con el fin de establecer un principio fijo, que debieranatenerse los tribunales, se promulg la ley que ahora comenta-

  • 12 COMENTARIO LAS LEYES DE TORO

    mos, y cuyo texto no deja lugar duda, ni mnos permite quese interprete con cavilosidades ni sutilezas.

    4. Sin embargo, si se abren los libros de los comentaristas estas leyes, desde Castillo hasta Llamas de Molina, se ver queaunque los ms ilustrados, como Antonio Gomez, Matienzo,Avendao y otros dan la verdadera significacion la ley, nofaltan algunos, como Tello Fernandez, y un Palacios Ruvios,que establecen casos en que suponen que las mejoras puedeny deben sacarse de las dotes y donaciones propter 9i2cptias da-das con anterioridad.

    5. Estas opiniones estn en oposicion abierta con el precep-to de la ley; y cuando sta no distingue, no es lcito ni permi-tido al jurista, y mnos al magistrado, establecer excepcionesy casos particulares. El precepto es uno, constante, absoluto invariable, y no es lcito ni permitido establecer ejemplos, delos cuales verdaderamente resulte una injusticia, que no la cau-sa por cierto, ni descansa en el precepto de la ley, sino que esproducto de las vicisitudes de los tiempos.

    6.. No es este lugar oportuno de hablar de la conveniencia inconveniencia de la libre y absoluta facultad de testar, dandola preferencia la legislacion de Castilla, que cre la herenciaforzosa de ascendientes y descendientes, los fueros de Na-varra y Aragon, que permiten desheredar los hijos y ascen-dientes, creando al propio tiempo un derecho de viudedad co-mo santificacion del matrimonio. Cuestiones rduas y difciles,y sobre las cuales no ha dicho su ltima palabra la ciencia.Quiz expongamos nuestro sentir en alguno de los comentariosde las leyes posteriores; pero por ahora nos basta indicar quela legislacion de Castilla, facultando para hacer donacionespropter 91uptias y mejoras de tercio y quinto, ha dado granamplitud la facultad de testar, estableciendo esas

    bdesiemalda-des para premiar los mejores servicios de los ascendientes ydescendientes, y un rendir homenaje al cario.

    7. No es, por lo tanto, razon bastante obligar decir laley lo que no expresa, porque resulte desigualdad en las leg-timas de los hijos, que puede ser tan grande, que uno recibamucho y otro no reciba absolutamente nada, como diaria-mente viene aconteciendo y acontece menudo en los tiem-pos modernos por la volubilidad de las fortunas. Un padrepose grandes capitales que dedica al comercio. Casa una desus hijas y la dota, dndola v. gr: medio millon de reales, cuyacantidad no excede la que otra ley, que lugo comentaremos,

  • LEY VZGSIMAQUINTA 13

    per -ddictar" estas larguezas. Pero al ao los dos ariosel Omlciante quiebra y queda arruinado. Los demas hijos norecibirn nada, ni por mejoras, ni por legtimas, y la hija ca-sada n tendr obligacion de restituir el capital que recibi endote, el cual sali del patrimonio del padre adquiriendo el ab-soluto dominio otra familia: que pudo tambien disponer de len especulaciones en cubrir las propias necesidades del nue-vo matrimonio.

    8. Y si esto acontece, no pudindose sacar de las dotes ydonaciones propter nuptias las legtimas de los hijos, resultan-do ricos los- que se hubiesen casado y recibido esas dotes y do-naciones, y pobrsimos los menores por los infortunios acaeci-dos en la familia, i mnos habr derecho sacar mejoras de ter-cio y quinto de caudales que han desaparecido de las familias;y que si es justo qu se traigan colacion para igualar las le-gtimas cuando verdaderamente existe caudal, no debe tenersepresente la antigua grandeza para aumentar ese desnivel delas fortunas de los hijos, dadas la utilidad y conveniencia de lalegtima forzosa.

    9. As es que, segun nuestra doctrina y la prctica cons-tante, no se hacen distinciones entre los casos en que las dotesy donaciones propter nuptias excedan no excedan de las le-gitimas, porque ya hemos dicho que esos capitales, que habiansalido de la familia, no podan figurar en los haberes del padresino para igualar los demas hijos en lo posible. La citadaley 25.' no hace ms que confirmar lo que ya estaba dispuestoen las 19. a y 23. a, tan admirablemente comentadas por Pacheco.En la primera se dice, de un modo rotundo, que el tercio noexceder de lo que montare valiere la tercia parte de todos losbienes del testador al tiempo de su muerte. Y ms explcita anes la ley 23. a, que aade: que cuando el padre la madre hicierealguna mejora del tercio de sus bienes, que la tal mejora ayaconsideracion lo que sus bienes valieren al tiempo de su muer-te, y no al tiempo que se fizo la dicha mejora.

    10. Y no queremos ocuparnos de lo que disponen las leyes26." y 29.' porque estas les llegar su turno y se demostrar quesu texto y sus disposiciones no estn en oposicion con lo que sedeclara en la 25.", en la que de un modo rotundo y absoluto semanda que no se saque ni el tercio ni el quinto de ninguna cla-se de donacion, sea de la especie qu quiera, porque tal es la fra-se, el espritu y letra de la misma ley. Y cuanto sobre el parti-cular dicen Teilo Fernandez, Palacios Ruvios, Matienzo y Lla-

  • COMENTARIO LAS LEYES DE TOBO14de Molina es inmeritorio y demostrar el ingenio y sutile-

    zmaaadse estos autores; pero no el juicio recto con que se deben en-

    tender y explicar leyes tan claras como la que nos ocupa. ,.11. No hay hoy jurista ni escribano de aldea, que interven-

    ga en divisiones y particiones de herencias, que no sepa la ma-nera cmo debe aplicarse esta ley al formar los inventarios yal distribuir lugo los bienes entre los hijos, dando cada unosu legtima y las mejoras correspondientes, si las hubiere.

    12. Para mayor ilustracion, recomendamos al lector el for-mulario de particiones que incluyen los Sres. Goyena y Aguir-re en su Febrero, tomo II, pg. 53. All figuran que un testadordej un caudal de 429.000 reales; y hechas las bajas correspon-dientes, qued reducido su haber hereditario 252.350 reales.De este caudal se saca primero el quinto, que asciende 50.470reales. De la suma de 201.880 reales restantes se extrae el ter-cio, que asciende 67.293 con 11 maravedises, quedando porconsiguiente reducido el caudal para legtimas 134.586 rea-les con 23 maravedises.

    13. Pero aqu viene el caso de la aplicacion de la ley 25.' Unade las hijas de ese testador, que llev en dote 15.000 reales, ynaturalmente los trajo colacion, sin haberse extrado can-tidad alguna para mejoras, y ya el caudal para legtimas noera de 134.586 reales con 23 maravedises, sino de 149.586 con23 que se dividi en tres partes iguales sean 49.862 reales con7 maravedises; y al hacer el pago la hija, que habia sido do-tada, se le aplic en vaco el capital de los 15.000 reales que ha-bia recibido en dote.

    14. El segundo ejemplo, aunque ms complicado, porque setrata de particion de bienes entre hijos de dos matrimonios, conreserva, mejora y/

    colacion, comprende tambien una distribu-cion idntica del caudal, no teniendo para nada, al liquidar lasmejoras, las cantidades que hubieren recibido los hijos por cual-quier clase de donacion, cuyo importe hay necesidad siemprede colacionar, pero no para fijar dicha mejora, sino para acre-cer las legtimas de los hijos que no han sido tan queridos.

    15. Dada la facultad de establecer esas diferencias de fortu-na entre los herederos, hay quien supone que la poca para co-nocer el importe de esas mismas legtimas deba ser aquella enque se hiciese el testamento, se dispusiese de la mejora, por-que entnces era cuando tena verdadera decision el donantey

    contaba con estos los otros recursos. Pero, prescindiendode la lede que el texto literal d ley no permite ms interpretado-

  • LEY. VIGSIMAQUINTA 4 5

    nes, lo cierto y positivo es que no hay verdadero capital partiblehasta ne ocurre la defuncion. El testador no ha perdido nuncala libre administracion de sus bienes y el absoluto dominio deellos, pudiendo dedicar sus capitales lo que tenga por conve-niente. Esas mejoras son revocables tambien en todo tiempo; ycuando el donante las ratifica implcitamente no variando sudisposicion testamentaria, es evidente que la fecha de sumuerte, y no otros tiempos, se debe atender para calcular es-tas mejoras.

    16. Pero hay otra razon de mayor peso para" que la ley seaplique segun nosotros 14, entendemos, y segun la entiendentodos los buenos juristas. Si las mejoras se extrajeran, no slodel haber que dejara el finado, sino de lo que en otros tiemposhubiere dado algunos de sus hijos, es indudable que los no fa-vorecidos sufririan no pequeo quebranto. Siempre que hay per-juicio de tercero, siempre que uno , se haya de enriquecer cos-ta de otro, la equidad aconseja que el texto de la ley se inter-prete estrictamente para no aumentar afliccion al afligido. Nopequeo desaire y un menoscabo hay para el hijo que ve sushermanos favorecidos por el padre recibiendo mayor caudal, locual no slo es disminucion de fortuna, sino imposicion de unapena moral que en ms de un caso imprime carcter y produceconsecuencias desastrosas, dando lugar. odios y enemistadesentre hermanos, como podramos citar ms de un ejemplar departiciones en que hemos intervenido.

    17. Para concluir el comentario de la ley diremos, que niuna sola vez se ha ocupado directamente el Tribunal Supremode la aplicacion de ella. Esta materia es clara, y ojal que entodas estas disposiciones legales no encontraran los cavilososmateria dispuesta para promover litigios. Si algunos comenta-ristas, segun ya dejamos insinuado, inventaron casos en quese reproducan en cierto modo las antiguas dudas que quisodesvanecer el legislador, promulgando la ley 25. a, esos glo-sadores quedaron en completo descrdito, porque ningun mo-derno legista les ha seguido, y tampoco tenemos noticia de queen ningun tribunal se haya promvido cuestion sobre el modode colacionar las dotes y donaciones propter nuptias.

    18. En el profundo y minucioso estudio que hemos hecho delas sentencias del Supremo Tribunal, no hemos encontrado nadaque pueda favorecer las opiniones contrarias las que deja-mos sentadas. Al contrario, la doctrina constante de ese respe-tabilsimo tribunal es coartar en todo lo posible esas mismas

  • 14 6 COMENTARIO LAS LEYES DE TORO

    mejoras, y por consecuencia su importe. Como muestra citare-mos la sentencia de 8 de Enero de 1861, en que se disput si unaverdadera concesion dotal era no era una mejora, y el Tribu-nal Supremo declar que no tena tal carcter.

    19. Al leer de nuevo este trabajo y refrescar las ideas vol-viendo recorrer los extensos comentarios de los doctores quesuponen que en muchos casos hay necesidad de tener en cuen-ta las dotes y donaciones propter nuptio para sacar las mejo-ras, nuestro nimo ha quedado por algun instante perplejo, sirealmente habria ejemplares en que se hubiera entendido de stamanera torcida lo que dice y determina la ley 25.' A muy cor-tas meditaciones nuestro nimo ha quedado tranquilo, no slocon lo que dicen los ms modernos escritores de derecho, sinocon lo qu arrojan de s las sentencias del Supremo Tribunal,que ni una sola vez ha tenido que dirimir esta contienda, comopuede convencerse el lector leyendo lo que el ilustrado Sr. Z-iga dice en la pg. 402 y siguientes de su tomo I de Jurispru-dencia civil. No se puede empeorar la situacion de los hijos nomejorados, y esto aconteceria aumentando el haber partible n-tes de sacar las mejoras, porque entnces estas serian mayores.La regla constante es que estas se saquen de lo que dej el me-jorante la poca de su muerte, y nada ms.

    20. Para que el partidor quede tranquilo puede acudir lasolemne declaracion comprendida en la sentencia de 14 de Ju-nio del mismo ao de 1861. All se dijo de un modo terminante,categrico y expreso, que ni las donaciones ni las mejoras en-tre descendientes y ascendientes en perjuicio de tercero coniguales derechos, se suponen y presumen, sino que es necesarique se prueben para que sean adjudicadas.

    21. Si hiciramos mayores comentarios estando el texto de laley tan claro, y siendo tan constante la Jurisprudencia, incur-riramos en el mismo defecto que criticamos hablando de va-rios juristas que se ocuparon de la ley. Por desgracia otras da-rn lugar mayores explicaciones, porque su espritu y su letra;ofrecen no pocas dudas.

  • LEY VIGSIMA SEXTA.

    (L. 10.', TT. 6., LIB. X 7 Nov. REC.)

    Si el padre la madre en testamento en cualquier lti-ma voluntad por otro algun contrato entre vivos que fiziesenalguna donacion alguno de sus hijos descendientes, aun-que no digan que lo mejoran en el tercio y en el quinto, en-tindase que lo mejoran en el tercio y quinto de sus bienes; yque la tal donacion se cuente en el dicho tercio y quinto de susbienes en lo que cupiere, para que ni l, ni otro no puedamejorar ms de lo que ms fuere el valor del dicho tercio yquinto; y si de mayor valor fuere, mandamos que vala fastaen la quantidad del dicho tercio y quinto, y legitimo de lo quedebian haber de los bienes de su padre, y madre y.abuelos, yno en ms.

    COMENTARIO.

    1. Gran analoga y enlace tine esta ley con la anterior, su-puesto que en ella se trata de los actos de generosidad de los -ascendientes favor de los descendientes.. El legislador no seatrevi tornar una medida decisiva y resolutoria, declarn-dose favor de uno de los dos sistemas que hoy se disputanen la legislacion europea la preferencia sobre la herenciaforzosa la testamentifaccion libre, y cuyas teoras tenianno slo partidarios, sino leyes escritas en los dos reinos queiban formar la nacionalidad espaola. Pero un cuando el ReyD. Fernando, promulgador de las leyes de Toro, tuviera ms in-clinacion la legislacion de su pas, al fin esas disposiciones le-gales se daban principalmente para Castilla, y venan resol-ver las dudas que habian ocurrido y en lo sucesivo ocurrieran los tribunales que administraban justicia en los reinos quehabian sido de la Corona de la gran Isabel.

    TOMO II 2

  • 8 COMENTARIO LAS LEYES DE TORO4 2. - Sin embargo, ntase, , que tanto la ley 26. a

    como las de-mas que tratan de herencia, en sus preceptos se inclinan siem-pre ensanchar la facultad de testar. Si en la ley anterior sedijo que las dotes y donaciones propter 9atptias no se tuvieranen cuenta para sacar las mejoras, y si ya estaba dispuesto queestas entregas no se consideraran nunca como mejoras ni detercio ni de quinto, en esta ley se determina que toda otra do-nacion hecha en testamento, cualquier otra ltima voluntad, yms an en contrato entre vivos, se tenga por mejora del tercioy tambien del quinto.

    3. Siempre la tendencia de ensanchar la libertad de testarfavoreciendo al descendiente que hubiera sido objeto de unadistincion paternal, es lo que sirve de base al legislador pararesolver las cuestiones. Sin embargo, la dificultad estar en dis-tinguir la naturaleza de esa misma donacion. Los padres no es-casean sacrificio alguno cuando establecen sus hijos, y por locomun se descuidan en formalizar en verdaderos documentosestos actos de la vida ntima. Hay en Espaa una repugnanciainvencible para otorgar escrituras pblicas, y esto se funda enno pequea parte en los desembolsos que produce, sin repararque las consecuencias son lugo ms funestas. En nuestra lar-ga prctica, hemos aconsejado siempre que esas donaciones seformalizaran, valindose al efecto de notarios ilustrados, y pre-viniendo los donantes que explicaran minuciosamente el con-cepto y el nimo con que hacan esos regalos, porque si la leylo considera como mejora, aunque no se diga, con ms razonse respetarn si el testador donante lo explica as. No cumpli-r con su deber ningun escribano, si al otorgar estos instru-mentos, no pregunta al padre madre qu es lo que quiere quesuceda despues de su muerte. Se comprende que cuando existenestas aclaraciones y explicaciones, no hay lugar discutir si sedebe aplicar no el precepto de la ley 26. a

    La facultad de mejo-rar .es omnmoda, no excediendo del tercio y quinto de los bie-nes; y cuando el padre la madre cualquier ascendiente de-clara su voluntad de un modo explcito y , terminante, no haypara qu interpretar ni aplicar otro principio que el de la abso-luta potestad que tiene el padre de familia, para mejorar la con-dicion de cualquiera de sus hijos descendientes.

    4. No se ha escrito por lo tanto esta ley para esos casos, si-

    /10 para en los en que se hiciera la donacion sencillamente sinel aditamento y

    explicacion de que se tuviera por mejora. Pue-den ocurrir y en efecto ocurren ordinariamente casos de esta

  • LEY VIGSIMASEXTA 4 9

    naturaleza, y para ellos se ha hecho la ley; pero antes que lasfamilias se devoren en pleitos disputando entre si; si la dona-clon se debe no reputar por mejora, el comentario legal msoportuno sobre la explicacion de esa ley es inculcar en el ni-mo de los ciudadanos que, al querer favorecer uno de sus hi-jos, dndoles en vida por causa de muerte, un capital, unafinca un alhaja, hagan la declaracion competente de cul essu deliberada voluntad al usar de tal largueza.

    5. Y si los donantes no tienen esa prevision, porque no co-nocen la fuerza del derecho ni la utilidad y conveniencia de ex-plicarse con esa claridad, el jurista, quien se consulta, comoacontece muchas veces, el escribano ante quien se otorga elinstrumento pblico, son los que deben hacer las oportunas pre-venciones para cortar de raz controversias enfadosas que per-turban lugo la tranquilidad y bienestar del hogar domsticoal partir y dividir el caudal paterno.

    6. y despues de estos consejos prudentes y previsores, nohay necesidad de dar ms explicaciones sobre el espritu y letrade la ley, que ha sido objeto de extensos comentarios por auto-res de mrito, desde Palacios Ruvios, uno de los autores de ese-cdigo, hasta el Sr. Llamas de Molina, ltimo comentarista de lasleyes de Toro.

    1. Es triste por ms de un concepto que nuestros glosadoresdejen atras en sutilezas cuantos intrpretes han tenido las le-yes en los demas pases. Reconocemos el motivo por el que elcomentarista de cualquiera materia cientfica agota su ingenioy se deja llevar de su fantasa creando casos y buscando reso-lucion todas las cuestiones. Pero de esta licencia, que nos-otros llamamos abuso, al constante propsito de crear casos que no se presta el texto, hay gran diferencia, haciendo msconfusos los comentarios que el mismo precepto de la ley, aun-que sta fuera enigmtica y difcil de entender. Por eso sonmuy pocos los que tienen la paciencia de engolfarse en la lec-tura y estudio de autores antiguos que, aunque contengan s-bia doctrina, no todos tienen el distinguido mrito de entresa-car de esas teologas lo que es til y pertinente.

    8. Y confirma nuestra opinion el exmen de esta ley 26.a,que no puede ser ms clara y explcita. Considera mejora enprimer lugar la donacion hecha en toda ltima voluntad, seatestamento, codicilo memoria testamentaria, porque aunque no cita estos dos ltimos apndices del primero, se ha-llan comprendidos en la frase de cualquiera otra 21ltim2rolun-

  • 20COMENTARIO LAS LEYES DE TORO

    tad. Y como las leyes admiten y clasifican como tal los codi-cilos, y una prctica constante y no interrumpida de los tribu-nales tienen por parte integrante de esos mismos testamentoslas memorias, que despues de todo no son otra cosa que el tes-tamento holgrafo de otros pases, nadie se atrever decirque no son vlidas las mejoras hechas en estos escritos, que nopor tener mnos solemnidades que los testamentos en regla, de-jan de ser vlidos y subsistentes.

    9. Quede, pues, sentado que, aunque el testador no haya di-cho en cualquiera de esas ltimas voluntades que mejora unode sus hijos nietos, se le tiene por mejorado, si le don algo,y vale esa donacion siempre que quepa en el tercio, quinto ylegtima que corresponda al agraciado. No hay una sola dispo-sicion que contenga ese mandato, que no sea obedecida y cum-plida al hacer la particion y adjudicacion de bienes, y as lohemos practicado en muchos trabajos de esta especie que se noshan encomendado.

    10. Pero la ley ha querido ademas que se consideren tam-bien como mejoras otras donaciones, y son las que se hacenpor algun contrato entre vivos. Esta disposicion ya da lugar mayores explicaciones, y en su exmen se han detenido todoslos escritores que ntes hemos citado, empezando por discutircuntas y de qu especie son las donaciones entre vivos, y cu-les pueden estar comprendidas en la ley, y cules se puedendesechar. No los seguiremos en esa tortuosa senda, porque nosparece que los ciudadanos no pueden distinguir lo que la leyno distingui. Todo contrato donaticio entre vivos produce me-jora; luego las donaciones por causa, las que se ,apellidan submodo, las que se hacen simplemente, efecto de un intenso cari-o, todas estn comprendidas en la ley y se tienen por mejo-ras. ,Explicaremos aqu la naturaleza y condiciones de la do-nacion, los requisitos que se necesitan para que valga en juicio,y lo que otras leyes disponen sobre este acto importante de lavida? No, porque,

    esta no es nuestra mision. Comentar las leyesde Toro no es escribir una obra lata sobre toda la legislacioncivil. Demasiadas materias abraza ese cuaderno de los ReyesCatlicos para que nosotros le convirtamos en tratado univer-sal. El que haya de otorgar una donacion entre vivos, ya sabr' -acudir otros libros para que este contrato tenga validez. Aqulo que nos importa saber es que esa donacion en favor de un'hijo es una mejora, si la donacion se ha hecho en regla y elascendiente no ha dicho nada que pueda servir de pauta para

  • LEY VIGSIMASEX!rA 21

    cuando se haya de dividir su caudal entre los demas hijos des-pues de su fallecimiento.

    11. Acontecer suele que despues de hecha una donacion en-tre vivos, y que con arreglo esta ley se reputa como mejora,y andando el tiempo el padre se arrepiente, ya por la ingratituddel hijo, ya tambien por capricho del donante, ya porque msde una vez adquiere otras afecciones la vejez y quiere destruirlo que ntes ejecut.

    12. La ley no admite este arrepentimiento. Los actos vlidosque se han consumado creando derechos, no se pueden destruiren perjuicio del tercero perjudicado, y cuando ste no ha dadocausa ni motivos bastantes para destruir lo ya consumado. Si laingratitud de que ntes hablbamos es de aquellas las quepueden aplicarse las reglas de la desheredacion, podr privarseal hijo de los derechos de la legtima, no de lo que ya tieneadquirido y tal vez consumido. Regla constante y universal: eldominio de las cosas donadas no se pierde, cualesquiera quesean los accidentes de la vida del donante y donatario. Esteprincipio comun y general de todas las donaciones entre vivosno puede admitir excepcion alguna, cuando el amor paternales la base; y no haciendo diferencia alguna la ley, su observan-cia tiene que ser igual y constante en todos los casos que ocurran.

    13. Un solo ejemplar se puede presentar y se nos presentaen la prctica y en el que el partidor est expuesto cometeruna injusticia. El amor paterno, y ms an el materno no tienelmites y se significa de cien mil maneras. Hemos conocido ytratado una respetable dama que se estaba privando todo el aode los goces ms inocentes para ahorrar y juntar una cantidadimportante, y con ella hacer un regalo su hija mayor el diade su santo. Repetido esto por espacio de veinte aos, montabasu importancia una cantidad considerable. Cabiendo en lasmejoras de tercio y quinto, no habria cuestion, porque esas me-joras estarian dentro de la ley. La duda que se nos consult fusi el exceso deberia imputarse en la legtima, porque de otromodo serian perjudicadas en demasa otras dos hijas que dejaquella seora donante.

    14. La mision del jurisconsulto en muchas ocasiones es lade aquietar y tranquilizar las familias, tomando un trminomedio en cuestiones muy difciles de resolver, ya en pro, ya encontra. En el caso que analizamos decia la hija favorecida: escierto que nuestra madre me di en alhajas una cantidad quesegun las cuentas de los joyeros ascendia dos millones de rea-

  • 22 COMENTARIO LAS LEYES DE TORO

    les; pero yo no puedo admitir cuenta de mejoras y de legti-ma esas sumas en realidad mal gastadas, y cuyos desembolsosera la primera en censurar.

    15. El raciocinio tena fuerza, pero no era tampoco inme-ritorio lo que otras dos herederas decan. Esas donaciones lashizo nuestra madre en pocas de prosperidad, y sin duda algu-na, si hubiera podido testar hubiera declarado, como ms deuna vez lo deca en las conversaciones ntimas de familia, quesu hija mayor habia llevado lo bastante por razon de mejorasy de legtima.

    16. El autor de este libro, que hizo la particion del haberhereditario, propuso, con arreglo otra ley, que se trajeran colacion esas alhajas, no por el precio que costaron, sino porel intrnseco que entonces tenian, y se adjudicasen la hijamayor por mejoras de tercio, quinto y legtima. Pareci pru-dente y racional la proposicion las tres hermanas, y as seevit un litigio, en que despues de crearse odios, que tarde nunca se extinguen, producen gastos cuantiosos. Mision hon-rossima es la del jurista, que, despreciando sus intereses, unevoluntades y sirve y desempea el filantrpico encargo que laley encomienda al inflexible magistrado. Este no hubiera podi-do dar otro fallo en justicia, porque as se lo previene y mandaotra ley de Toro que nosotros no podemos comentar, porque yalo hizo Pacheco de la manera que l sabia hacerlo. La ley 23.'est terminante, y no admite' sobre el particular distinciones,ni mnos hay derecho para suponer que podr tomarse por tipootro valor que el que los bienes tuvieren la muerte del testador,salvo si ese mayor valor se le hubiese dado el donatario concapitales suyos, porque hasta podria acontecer que las mejorasimportaran ms que el precio ,primitivo de las cosas donadas.

    17. El Tribunal Supremo ajust su falle; en 21 de Noviem-bre de 1867 lo que la expresada ley 23. a

    de Toro hablaba so-bre el valor de los bienes, sea la poca que se ha de tomarpara apreciar este mismo valor, no el de la donacion sino el dela muerte. Dice el ltimo considerando de esa sentencia: Con-siderando que si bien la donacio que hace el padre los hijos,se entiende mejora de tercio y quinto y vale hasta esta canti-dad y

    no ms, segun la ley citada 26.' de Toro, ha de compu-tarse el valor que tuvieren los bienes donados al tiempo de lamuerte del otorgante y no al en que se hizo la donacion me-jora, como lo dispone la 23. a

    sea la 7. a, ttulo 6., libro X de laNovsima Recopilacion, fallamos, etc.

  • LEY VIGSIMASEXTA 23

    18. Es una satisfaccion cumplida confirmar lo que dice laletra de la ley,, con las sentencias

    -del Supremo Tribunal. Ya nopodr ocurrir nadie duda de lo que son mejoras hechas en do-nacion entre vivos, y cundo se han de justipreciar los bienespara regularlas.

    19. Queda sentado que el principio de toda mejora por con-trato entre vivos ha de descansar en el hecho cierto y positivo deque se quiso hacer la donacion en ese sentido, porque en estamateria no caben presunciones y conjeturas. La legislacion deCastilla establece perfecta igualdad entre los hijos, y si otorga los padres el derecho de favorecer los descendientes que msquieran, sean ms desgraciados, se hayan hecho ms dig-nos de recompensa, exige que el testador as lo declare, y cuan-do no por razon de muerte, y s en donacion entre vivos dispo-ne que uno de estos hijos recoja el premio, tiene que ser expl-cito y dar muestras patentes de su liberalidad. Este principiodescansa en un axioma de indisputable justicia. Siempre que seperjudica el legtimo derecho de un tercero, no caben presun-ciones ni conjeturas para causar este dao. Es indispensableque el que tiene autoridad y fuerzas para hacerlo, declare y de-termine con lenguaje expresivo y claro su voluntad.

    20. Con arreglo esta deduccion lgica, pronunci el Tri-bunal Supremo su sentencia de 14 de Junio de 1861, en la queescribi la siguiente razon de decidir: Considerando que aun-que ese libro no mereciese f en juicio, est circunstancia tam-poco robustecerla la excepcion, en tal sentido alegada por el de-mandado, porque las donaciones y mejoras entre ascendientes ydescendientes en perjuicio de terceros, con, iguales derechos parasuceder, 920 se suponen 92,i presumen. 21. No incurriremos en el defecto de los antiguos glosado-res que se mezclan en la explicacion de materias que no estncomprendidas en la ley, por ms que con ellas tengan algunaanaloga. Discutir si la donacion simple es un contrato unila-teral bilateral; si los legados por causa son semejantes lasdonaciones de esta especie; si la disposicion de dicha ley 26.aest tomada de la 35.a prrafo 5. 0 C. de donationibus; si el tes-tador se priva al hacer estas donaciones del derecho de dispo-ner del quinto de sus bienes, son cuestiones que podrn tratar-se al explicar otras leyes, pero no de modo alguno glosando ycomentando lo que se establece y manda en la expresada ley26. a , cuyo texto nos parece queda suficientemente analizado.

  • LEY VIGESIMASPTIVIA.

    (L. 11 a , TT. 6., LIB. X, Nov. REe.)

    Los padres pueden poner los gravmenes que quisiesenen las mejoras de sus hijos.

    Mandamos que ! cuando el padre la madre mejorasen alguno de sus hijos descendientes legtimos en el tercio quinto de sus bienes en testamento en otra cualquiera l-tima voluntad, por contrato entre vivos que le pueda ponerel gravmen que quisiere, as de restitucion como de fideico-miso, facer en dicho tercio los vnculos submisiones substituciones que quisieren, con tanto que lo fagan entresus descendientes legtimos, falta de ellos que lo puedanfacer entre sus descendientes ilegtimos que hayan derechode les poder heredar, y falta de los dichos descendientes quela puedan hacer entre sus ascendientes, falta de los suso-dichos puedan hacer las dichas submisiones entre sus parien-tes, falta de parientes entre los extraos, que de otramanera no puedan poner gravmen alguno, ni condicion enel dicho tercio, los cuales dichos vnculos submisiones, orase fagan en el dicho tercio de mejora, ora en el quinto, man-damos que valan para siempre por el tiempo que el testadordeclarare, sin facer diferencia de cuarta ni de quinta genera-cion.

    COMENTARIO.

    1. El contexto de esta ley presta materia para escribir msque una disertacion, un extenso libro. La opinion de los co-mentaristas sobre la utilidad perjuicio de su promulgaciones tan varia y contradictoria, que su simple anlisis nos ocu-

  • LEY VIGESIMASPTIMA 25

    paria tambien muchas pginas, y haria fatigoso nuestro tra-bajo si llevramos al lector por ese camino y examinramos tanabigarradas apreciaciones. Nuestra tarea ser ms agradable,presentando al estudioso una verdadera crtica de la ley, sinque nos fascinen las acerbas censuras del gran Jovellanos, nilas apologas que en contraposicion hace de esta ley el buenode D. Sancho Llamas de Molina.

    2. En una sola cosa convienen los comentaristas, y es enque, promulgada que fu la ley, todo el mundo tuvo la facul-tad de vincular. Los mayorazgos de aldea fueron los inmedia-tos engendros de esta disposicion, que llama brbara el autorde la Ley Agraria. No nos apasionemos con esta calificacion, yestudiemos con calma el objeto y fin con que se promulg esadisposicion legal, que si merece la malquerencia de tod bueneconomista, encuentra en ella el historiador filsofo un pensa-miento poltico que habia de influir mucho en el descrdito de,una clase poderosa y hasta omnipotente de Espaa un en eltiempo de los Reyes Catlicos.

    3. Sin perjuicio de discutir en el comentario de alguna otraley lo ms interesante sobre la creacion del mayorazgo, es in-dudable que hasta despues de la reconquista no era permitido, al mnos no hay noticia que vincularan sus bienes ms quelos ricos-homes. En muchos escritos ha defendido el autor deeste libro que ntes del siglo xvi no era, permitido amayoraz-gar las riquezas sin la obtencion de reales facultades. No existeuna casa de la grandeza, no hay ejemplar de ninguna funda-cion de aquellos hroes que tanto influyeron en la reconquista,en que no acudieran los monarcas de su tiempo y les pidie-ran la gracia de amyorazgar sus bienes. Si algunos otorga-ban sus ltimas voluntades creando vnculos sin esta autoriza-cion, muy lugo los primeros poseedores se acercaban al tro-no para que confirmara esas mismas instituciones.

    4. En cuarenta aos de penoso estudio en el ejercicio de laabogaca, hemos defendido infinitos pleitos de las ilustres casasde Osuna, Benavente, Arcos, Bjar, Ganda, Infantado, Valle-hermoso, Santa Colonia, Abrantes, Valmediano, Alba, Altami-ra, Fernan-Nuez, Gramosa y otras muchas, y no recordamosuna sola fundacion de esos ricos Estados la que no fuese uni-da la real gracia del monarca otorgada generalmente ntes,por lo mnos en el mismo ao de la fundacion.

    5. A. los escritores ligeros que reclaman la ley escrita, queciertamente no se promulg, en que tal cosa se previniese, les

  • es COMENTARIO LAS LEYES DE TORO

    diremos que esa costumbre invariable de pedir el permiso r-gio era una verdadera ley, cuyos custodios fueron induda-blemente los aristcratas, que no admitan de modo alguno ensu clase cualquiera que quisiese imitarlos amayorazgando suspropiedades. Las excepciones, los casos particulares en que setuvieran por vinculados bienes sin la salvaguardia de la reallicencia, no destruirian de modo alguno esa srie no interrum-pida de peticiones dirigidas los monarcas por los primeroscaudillos de la reconquista, para poder dejar sus hijos primo-gnitos en calidad de mayorazgo los grandes territorios quehabian adquirido.

    6. Cuando se empezaron crear esos pequeos mayorazgos;cuando el estado llano quiso imitar los ricos seores, fu enesa poca en que se celebraron, despues de la entrega de Gra-nada, aquellas famosas Crtes de Toledo donde tantas reformaspolticas y econmicas se hicieron y se discuti lo que en esa fa-mosa ley 27. a de Toro se manda, ampliando la facultad de dispo-ner perpetuidad de las mejoras de tercio y quinto. Con la pro-mulgacion de esa ley qued derogada la 9. a del ttulo de lasmandas del Fuero Real, que prohibian se impusiesen gravme-nes al tercio de los bienes, y tambien dejaron de estar vigen-tes las 11. a l tt. 1. 0 , 11. a, tt. 4. y 1. a, tt 11 de la Part. VI, quetodas ellas trataban de la distribucion y manera de hacerlas mejoras.

    7. Qu espritu presidi esa reforma? Cules fueron losmviles de esa medida legal de tan inmensa trascendencia? Mu-cho hemos meditado para dar solucion estas preguntas, y sinel necio orgullo de saber lo que tanto sabian los profundos ju-risconsultos que ntes comentaran las leyes de Toro, nos vamos permitir iniciar una opinion que estimarn en lo que vale losque nos lean, y despues los que hayan de escribir la verdaderahistoria de Espaa de los cinco ltimos siglos. Esta ley, al pare-cer tan insignificante, tena por objeto atacar por sus cimientos la clase ms poderosa de la nacion, que si bien habia prestadoservicios inmensos la patria, y con provecho propio tambien,cometi no pocos abusos y di motivos y pretextos los mo-narcas para rebajar su influencia, reducindola hasta la nulidad.

    8. Despues de la catstrofe de la monarqua goda, no hayque buscar distinto origen las monarquas de Espaa y susaristocracias. El amor la independencia y el odio al benemicrocomun, reunieron masas de hombres en los confines de Asturiasy en las crestas de los Pirineos. Eligieron caudillos; y si el ms

  • LEY VIGESIMASPTIMA 27

    autorizado pudo llamarse Rey, sus Lugartenientes se distinguie-ron Cambien y ocuparon un lugar privilegiado, que andando eltiempo, form la poderosa aristocracia, que tanto en Navarra,Aragon y Catalua, como en Leon y Castilla contribuy la re-conquista. Sin ella el absoluto dominio de los rabes se hubieraconsumado, desapareciendo totalmente las antiguas razas.

    9. Por ms que hoy lancen un anatema las escuelas demo-crticas contra las verdaderas supuestas usurpaciones '

    de laantigua nobleza, el crtico severo no desconocer nunca que enla Edad Media tuvo que existir una raza de hombres que susti-tuy al patriciado romano, y que por lo menos en Espaa pres-t inmensos servicios la causa pblica, cooperando de un mo-do directo lanzar los enemigos del patrio suelo.

    10. Los primitivos caudillos de la Reconquista no fueronms que guerrilleros como los que nuestros padres conocieron principios de este siglo. Esos guerrilleros se convierten des-pues en renombrados capitanes, y ms tarde en distinguidos aris-tcratas. Esta es la historia de la humanidad y de todas las guer-ras de independencia. En Espaa no hay que buscar el origendel predominio militar ms que en la topografa de este suelo,en nuestro carcter aventurero y en las vicisitudes por que hapasado el pas desde los ms remotos tiempos.

    11. Creci por consiguiente al lado del rbol de la monar-qua otro rbol an ms robusto, que era el de los ricos-honres,que pusieron en duro trance hasta los monarcas de mayor ce-lebridad. Cuando un hurfano un Rey dbil ocupaba el solio,las turbulencias fueron sin cuento y la Espaa se convirti enesos perodos histricos en un campo en que no dominaba msque la anarqua y el despotismo de cada seor que desde su cas-tillo era absoluto en aquella comarca. Los cronicones de los si-glos xiv y xv son fieles comprobantes de nuestro aserto.

    12. Pero cosa notable: al paso que era vergonzosa la situa-cion del gobierno de Espaa en tiempo de los Enriques y Jua-nes, siempre iba adelante ms mnos perezosamente la recon-quista del pas. Si enflaqueci la monarqua, lo contrario le su-cedi la aristocracia, que lleg toda su pujanza en el tor-mentoso reinado de Enrique el Doliente. Los aristcratas, y sloellos hicieron aquella verdadera revolucion que puso la coronaen las sienes de la infanta Isabel, postergando la desventura-da que habia nacido en el tlamo del monarca. Quin haba dedecir los aristcratas revolucionarios que desde aquel tiempoempezaba su decadencia!

  • 28 COMENTARIO LAS LEYES DE TORO

    13. Los Reyes Catlicos no se declararon abiertamente ene-migos de la aristocracia, y s por el contrario la halagaron paraconseguir con su ayuda la total expulsion sarracena. Los grandescapitanes de aquel siglo herico, todos eran aristcratas, y espreciso convenir que cumplieron como buenos en el reinado deFernando Isabel, por ms que en alguna ocasion dieran mues-tras de su fiera independencia.

    14. Cuatro elementos haban crecido en podero en el si-glo xv. La monarqua, la aristocracia, la Iglesia y las comuni-dades. Estos cuatro elementos se conciliaban unos con otros pa-ra disputarse la supremaca. Ocasiones hubo en que el monarcahalagaba la plebe para atacar los ricos-homes y al cleroinsolente representado por algun obispo turbulento. Otras ve-ces, por el contrario, la grandeza y los municipios se unianpara cortar los desmanes de su rival, ya fuera el monarca ya elepiscopado.

    15. No puede negarse que esos cuatro elementos de poderbien organizados pueden hacer la felicidad de un pas, y estosson los que vienen mandando hace siglos la Gran Bretaa. Losespaoles no supieron aprovecharlos, porque primero mataronsu aristocracia y lugo sus comunidades. La consecuencia fuel despotismo de los reyes y la omnipotencia de la inquisicion.

    16. ntes de que esto se Consumara, se promulg esa leyque es objeto de nuestro exmen. En ella vino decirse laaristocracia que l ltimo patan po4ia vincular su riqueza,, de-jando memoria de su existencia. Esto, y no otra cosa, dice laley 27. a

    de Toro. Cualquiera puede imponer las mejoras elgravamen que quisiere, ya sea de restitucion fideicomiso, facer en el dicho tercio los vnculos submisiones sustitucio-nes que quisiesen. Ya desde este tiempo no habla verdadera dis-tincion de clases, porque si realmente el mayorazgo es la per-sonificacion de la hidalgua, no poniendo la ley ninguna cor-tapisa para la creacion del vnculo, todo poseedor podria con-siderarse como descendiente de la ms privilegiada casta. Sa-bed, ricos-homes, que todos los ciudadanos son idnticos vos-otros, porque m, me place halagar los instints populares,igualando todos mis sbditos, no slo ante la ley, lo cualsera muy justo, sino para que se convierta en aristcrata el msdesconocido labriego que podr, semejanza del seor de supueblo, dejar amayorazga o el campo que labra enfrente de suVhabitacion.

    El propsito era maquiavlico, y en menosprecio de esas or-

  • LEY VIGESIMASPTIMA 29

    gullosas familias que se creian descender' de una raza distinta.Perb si el fin poltico era excusable, no se repar en los malesde gran trascendencia que habia de producir y produjo, enefecto, la promulgacion de esa ley.

    Pl. La existencia de una clase privilegiada, que cuente conmuchos medios de vivir, puede defenderse en el rden polticoy el patriciado de Roma, y nuestra antigua nobleza y los aris-tcratas ingleses tienen muchos partidarios, y nosotros cree-mos que sin este elemento no hay posibilidad de constituir go-biernos permanentes. Mas lo que no tiene excusa, lo que nodebieron hacer los legisladores de Toro fu crear una clase quehabia de ser la polilla del Estado. No hubo labrador que tuvie-ra algun desahogo en su manera de vivir, que ,

    no creyera queya estaba en el caso de trasmitir su nombre las futuras eda-des. Las mujeres, que tanta influencia tienen en la vida social,son las ms aficionadas distinciones; y cuando ellas no fun-daban, inclinaban sus esposos que lo hicieran. Si fuera po-sible enumerar los vnculos creados desde la promulgacion deesa malhadada ley, se conoceria una de las causas ms princi-pales del empobrecimiento de este desventurado pas.

    18. Y no fu lo peor la amortizacion civil. A su semejanzaadquiri proporciones colosales la entrega de bienes la Igle-sia. No bastaba que el alto clero y las comunidades religiosasposeyeran la cuarta parte del territorio espaol. Era precisoque hubiese soldados en esta milicia, y el fanatismo encontruna rica mina en el carcter religioso, y ya no hubo familiaque no tuviera un individuo beneficiado con una capellana desangre, ni un testador que no creyera que iba subir al cielofundando una memoria de misas. Qu extrao es que la Espa-a de los siglos xvi, xvn y xviii se convirtiera en un convento,y que los que no fueran frailes curas se creyeran nobles ydescendientes del Cid, porque en su familia habia un vinculilloque, la sombra de esa ley inicua, estableci un orgulloso fielde fechos?

    19. Remedio puso el gran Carlos III, no derogando la ley,sino exigiendo requisitos para fundar mayorazgos. La pragm-tica de 14 de' Mayo de 1789, que es la ley 16. a, ttulo 17 del li-bro X de la Novsima Recopilacion, demuestra cuntos habiansido los males y cuntos los abusos cometidos en esta materia.La facilidad que ha habido en vincular toda clase de bienes per-petuamente, abusando de la permision de las leyes y fomentan-do la ociosidad y soberbia de los poseedores de pequeos vncu-

  • 30COMENTARIO LAS LEYES DE TORO

    los patronatos y de sus hijos y parientes, y privando de mu-chos brazos al ejrcito, marina, agricultura, comercio, artes yoficios, he resuelto que desde ahora (dice el Monarca) en ade-lante no se puedan fundar mayorazgos aunque sea por va deagregacion de mejora de tercio y quinto, etc.

    20. Por qu el legislador, ademas de prohibir, no suprimiesos mismos mayorazgos, de los que hace tan severa crtica? Sereconoce el mal, y no se pone remedio, cuando era tan fcilhalagar el interes individual de los poseedores. Lo que podia, re-gularizarse, lo que tal vez mereceria ms meditacion, era el ar-reglo de los vnculos anejos las grandes dignidades. Los pe-queos, los que no producan ms que males, bien podan des-aparecer con gran contentamiento de esos fidalgos que tan du-ra. crtica habian merecido nuestros grandes escritores. Desdeesa fecha, no se crearon mayorazgos pequeos; pero s siguie-ron produciendo los Males que la ley describe los que tenian fe-cha ms antigua.

    21. Y no se diga que esos inmensos perjuicios no los cau-saba la ley, porque en el mismo cdigo que comentamos seencuentra la 42. a que prohibe fundar mayorazgos sin Real li-cencia. Ya llegaremos ese exmen y demostraremos que nipor un instante estuvo vigente tan sbia disposicion. La po-ltica, que todo lo envenena, era favorable la creacion de pe-queos mayorazgos; y no la ley 42. a de Toro, sino la 27. a fu laque estuvo en vigor hasta que Carlos III promulg su decreto,que no hubiera sido necesario, si la Real licencia se hubiese exi-gido como requisito para amayorazgar. Sobre esta materia dis-curriremos profundamente cuando lleguemos al comentario dela indicada ley 42. a

    y otras sobre mayorazgos que comentare-mos juntamente. Por ahora conste que desde la promulgaciondel decreto de Crlos III, qued sin efecto la vinculacion de lamejora de tercio y quinto, segun se prevenia en esa mala im-previsora ley que no consigui el objeto que se propuso msque en una pequea parte, porque el desprestigio de la noblezatena por origen otras causas, y no que su lado se crearan hi-josdalgo hambrientos ignorantes. Lo que se consigui conesto, fu robar muchos brazos las industrias, como grfica-mente se dice en la ley de Crlos III, y no inutilizar. la aristo-cracia antigua, que ya no tena ningun poder desde que vis-tieron los ricos ropajes de la servidumbre.

    22. Por si alguno le quedaba, la legislacion moderna se loarrebat desvinculando toda la riqueza. La ley de 11 de Octu-

  • LEY YIGESIMASPTIMA 31

    bre de 1820, restablecida en 30 de Agosto de 1836, acab conesta antigua institucion. No slo se prohibi fundar nuevosmayorazgos, sino que se destruyeron los que ya existan. Porlo tanto, ni por mejora, ni de ninguna otra manera, se permi-ti imponer esta clase 'de gravmenes sus bienes. Ocasiontendremos de discutir muchas de las decisiones de esta refor-ma, la mayor que ha hecho la revolucion de Espaa, comen-tando otras leyes que con ella tengan ms analoga. Spase,por lo que nuestro propsito conduce, que ningun juristatendr que devanarse el cerebro sobre cmo y de qu manerapodian en lo antiguo gravarse los bienes de las mejoras amayo-razgando estas, porque ya desde el ao 89 estaban prohibidosesos vnculos, y hoy ni un sombra existe sobre perpetuidad ytrasmision de las mejoras.

    23. Innovacion tan trascendental nos excusa engolfamosen las sutilezas de los antiguos comentaristas. Quin sosteniaque el gravmen perptuo podia imponerlo el padre en favorhasta de los hijos ilegtimos; quin defendia que esa facultadestaba limitada hacer fundaciones regulares, llamando loshijos y descendientes segun y en los trminos en que se sucedeen la corona de Castilla; quin se atreve sostener que tambienpodian ser favorecidos los parientes colaterales y hasta los ex-traos, para que no se acabase la perpetuidad. Y todo esto erapoco, porque al fin se parta del principio de que la ley habiaquerido todo trance aumentar el derecho de amayorazgar.Lo bueno y sublime es el cmulo de casos que Avendao yLlamas de Molina examinan sobre la facultad de sustituir, y c-mo debe entenderse la expresion de sus descendientes, palabraque ms de una vez usa la ley. Dejemos que las obras de tanbuenos varones descansen en el polvo de las bibliotecas, y di-gamos que ya no hay precision de consultar sus pareceres,porque no existen gravmenes perptuos, y por consiguiente,tampoco se pueden hacer esos llamamientos que tanto dabanque hacer los tratadistas.

    24. Lo mismo podemos decir sobre el mejor derecho quesegun esas doctrinas se concedia los hijos ilegtimos con pre-ferencia los ascendientes que, segun la ley 6.a de Toro, eranherederos forzosos cuando no habia descendientes legtimos.Por ms esfuerzos que hicieran los partidarios del mayorazgo favor de los hijos naturales, la verdad es, que con su doctrinaderogaban una ley clara que cre un derecho favor de losascendientes. Los hijos ilegtimos no podian ser mejorados en

  • 32 COMENTARIO LAS LEYES DE TORO

    el tercio en perjuicio de los ascendientes por lo que dijera estaley, sino por otro principio ms conocido y es, que cuando nohay hijos legtimos ni otros descendientes y slo padres, la le-gtima de estos es de toda la herencia, mnos del tercio, que sepuede dejar hasta los extraos, y mucho mejor los hijos na-turales, que tienen tambien derecho por lo mnos los ali-mentos.

    25. Abandonemos las suposiciones casusticas de antiguoscomentadores, y vengamos los verdaderos casos prcticos quediariamente ocurren. Para ello sentemos algunos verdaderosaxiomas. Es inconcuso que el padre la madre puedan dejar eltercio uno de sus hijos, y por lo tanto, pueden tambien im-poner gravmenes este mismo tercio, pero en favor de otroshijos descendientes. Si la facultad fuera ilimitada, compren-diendo los extraos parientes colaterales, es decir, que fa-vor de stos pudiera imponerse el gravmen, resultaria que porun medio indirecto se menoscababa y disminuia la legtima deesos mismos hijos, dejando colaterales extraos ms delquinto de los bienes, lo cual no lo permite la legislacion. deCastilla. Una disposicion testamentaria, que hiciera declaracio-nes de esta especie, no producira resultado, porque atacaba elderecho hereditario. Mas inmediatamente ocurre la duda de sireal y verdaderamente vale la mejora, teniendo por no puestoel gravmen. Nuestra opinion es que entnces se considerarcomo no existente el legado, si el gravamen importara tantocomo ste. El padre madre, al pensar en un tercero para querecibiera el beneficio no favoreci sus hijos, sino al extrao colateral quien designaba, y la ilegalidad del acto no debeconvertirse en provecho de uno y perjuicio de los otros hijos descendientes. Cuando el gravmen no ascendiera tanto comoel importe de la mejora, se tendr 'sta por subsistente en laparte que favorezca al tercero. Ejemplo : vale la mejora del ter-cio mil duros mandando que el mejorado entregue quinientos personas extraas. Entnces no valdr la mitad de la mejora,y s se cumplir la voluntad del testador en l parte que bene-ficiaba al hijo. As lo hemos resuelto en algun caso que se nosha consultado.

    26. Pero de aqu nace otra duda. Ese gravmen, que es unverdadero legado, quedar p

    siem re ineficaz y nulo? Si el tes-tador no dispuso del quinto, de l debe sacarse el pago de lamejora. La voluntad del finado ha de cumplirse cuando haya tr-minos hbiles para ello. Dueo absoluto de la quinta parte, puede

  • LEY VIGSIMSPTIMA 33

    dejarla los hijos y los extraos. Si por un error de derechogravara el tercio sin tocar al quinto, no ha de quedar defrau-dada su intencion porque equivocara el modo de disponer desus bienes. Hay bastante con el quinto para pagar el grav-men? Pues no hay ms que satisfacerlo. La dificultad ocurriracuando un padre haya dejado un hijo la mejora del quinto y otro la mejora del tercio con gravmen en favor de un extra-o. Qu suceder entnces? ,Se quedar ste sin percibir nada?Se pagar al favorecido con el quinto, puesto que el mejoradoen el tercio no puede hacerlo, porque sus demas hermanos pue-den decir y dirn que esa mejora es inoficiosa? En aprieto sehabla de encontrar el tribunal al que se le sometiera la decisionde este caso. Alguno semejante hemos transigido, pero esto noes resolver la cuestion judicial en que luchan derechos encon-trados. Si el padre no quiso gravar el quinto; si slo puso estaobligacion al que leg el tercio, y ste no_ puede satisfacerlaporque no se puede dejar este mismo tercio extraos por me-dios indirectos, siempre resultar que, no se cumple la vo-luntad del testador, se causa un perjuicio notorio al que la leyfavorece.

    27. Referiremos el complicado caso que en el ao de 1844se present en nuestro estudio. Un testador dej tres hijos. Alms pequeo le leg el quinto sin ms gravmen que lo pia-doso. Al mayor le mejor en el tercio, pero mandando' que re-dujera este tercio metlico y entregara un extrao seis pen-siones anuales de dos mil duros. El importe del tercio era deveinte mil duros, y por consecuencia se llevaba ms de la mitadde la mejora del tercio esa persona. El favorecido con el quintodefendia su causa de este modo: Yo no debo pagar ese legadoque va inherente al tercio. El hijo segundo decia : Yo no per-mito que se saque esa mejora en la parte de los doce mil duros,porque se ha hecho en perjuicio de las legitimas, que no pue-den ser disminuidas por legados hechos extraos, y el favo-recido con la pension de los doce mil duros defendia que eselegado caba en el quinto de los bienes, y que, por lo tanto;habla que pagrselo. Como partidor, propuse que la pension seredujera diez mil duros, pagara la. quinta parte el legatariodel quinto, y los ocho mil restantes se extrajeran de la mejoradel tercio percibiendo dos mil duros el hijo que no tena msque su legtima. Pero un arreglo no es una decision legal, ycuando no haya avenencia entre mejorados y no mejorados,y los que , su favor tuvieren algun gravmen, los tribunales

    TOMO II 3

  • 34CCLMENTARIO LAS LEYES DE TORO

    han de decidir, y entnces no hay ms remedio que inclinarsea los que tienen peor situacion, y estos son los que se encuen-tran defraudados en su legtima. Si respetable es la voluntadpaterna, ms digna de obediencia es la ley que se inclina laPigualdad entre los derechos de los hijos, y no la habria ni tam-poco quedarian premiados los servicios de los ms dignos, sipor rodeos parte de esas mismas mejoras fueran parar per-sonas extraas, que son los casos que vamos examinando.

    28. Y aqu viene de molde discutir lo que ms de una vezse nos ha consultado despues del restablecimiento de la ley de11 de Octubre de 1820, en 30 de Agosto de 1836, suprimiendolos mayorazgos, y por consecuencia toda clase de' gravmenesperpetuos de que trata esta ley. En buen hora que no haya yavinculaciones; se impedir por eso que se prohiba los posee-dores de bienes la libre disposicion de lo que se les deja? (), msclaro, pueden dejarse uno, dos ms usufructos? H aquplanteada una proposicion que ha de dar materia largos de-bates. Antes que existieran mayorazgos, y en todas las legisla-ciones antiguas y modernas, se reconoce la facultad de dividirel usufructo de la propiedad, y es muy comun el ejercicio deeste derecho concediendo un heredero el aprovechamiento delos frutos por un tiempo determinado por toda la vida. Las le-yes desvinculadoras no han mermado este atributo propio deldominio, y diariamente se estn acatando estas ltimas volun-tades distribuyendo bienes que se condeden unos herederos enusufructo, y otros en propiedad.

    29. Que esto segrega de la circulacion una masa de rique-za, y que de sta no se puede disponer en cierto perodo, nohay que controvertirlo. Pero esto no es amortizar; esto no Me-rece reprobacion los ojos del jurista ni del poltico, ni lo re-pugna la ciencia econmica. Al contrario, quiz secunde lasideas del cultivo en grande, que tantos partidarios tiene ; quizdesarrolle el amor de la patria, que se borra completamente enel alma de esos especuladores, que en un dia trasladan inmensasriquezas, tal vez mal adquiridas, otros pases en donde no seles conoce. Sus vinculaciones, y en muchas comarcas donde seama el suelo en que se naci, se trasmiten en las familias hon-radas la heredad de sus antepasados. La mltiple subdivisiones un grave dao para la nacion y para el poseedor; pero nopor eso hemos de convenir en que la produccion aumenta entodos los casos en que pasa de mano en mano el fondo hereda-do. Haya, s, libertad en las especulaciones; pueda trasmitirse

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    / LEY VIGESIMASEPTIMA 35

    -propiedad inmueble con la misma facilidad que los objetos tan-gibles; pero no se coarte el dominio hasta el punto de que no:se le pueda imponer la limitacion del usufructo.

    30. Por cunto tiempo? La ley no lo dice, y en esto hayque atenerse lo que dicta la prudencia. Consultado el autorde este libra por un distinguido aristcrata sobre el medio le-gal de perpetuar todo lo posible el nombre de su casa., le acon-sej que dejara en usufructo su inmediato sucesor el tercio yquinto de sus bienes, y que en el mismo concepto gozara deesta rica herencia el nieto, el cual podra tirar por la ventanaestas mejoras, si era un calavera, imitar SU abuelo hacien-do iguales llamamientos en favor de su hijo primognito y desu nito. No de otro modo se ha trasmitido la propiedad en la()Tan sociedad inglesa. All no hay mayorazgos, y sin embar-go, dentro de la legislac ion comun se ha trasmitido de padres hijos la propiedad del suelo, que esos mismos aristcratas hanmejorado, porque siendo la herencia libre le imponiah el gra-vmen del usufructo por medio de fideicomisos de dos vidas, ycuando stas se acaban, guardan fidelidad las grandes tradi-ciones de familia.

    31. No hay temor de que en Espaa tengan muchos pros-litos tan venerandas costumbres. Las casas de la aristocracia sehan deshecho casi todas, y no slo se han distribuido en manosde los hijos, sino que han pasado las de los prestamistas yotros compradores. Si esto ser un mal un bien, lo dir la his-toria, cuando se consolide un gobierno y cesen las perturba-ciones revolucionarias. Por el pronto spase que si no se puedenimponer gravmenes perpetuos las mejoras, como permitiaesa ley de Toro, no impiden las disposiciones modernas que seconcedan uno y hasta dos usufructos, es decir, que se impidala venta de los bienes en un periodo bastante largo.

    32. Con gran satisfaccion nuestra, hemos sabido que un pro-fundo jurisconsulto y dignsimo magistrado ha dado el mismo-consejo un su amigo que quera dejar asegurado el porvenirde un hijo y nieto. Y aunque difusos, creemos que la ley de lasmejoras y sus gravmenes merecia un largo y extenso comen-tario. Ha ejercido gran influjo en la sociedad espaola y erapreciso explicarla en todos sus detalles.

    33. Y ponemos aqu punto esta materia, no porque estagotada la discusion, sino porque tenemos que escribir un lar-go tratado de mayorazgos al comentar las leyes 40.' la 47.a,adonde remitimos al lector.

  • LEY VIGtSIMAOCTAVA.

    (L. 8. a , TIT. 20., LIB. X, Nov. REO.)

    No se puede mandar al.hijo ni descendiente en vidamuerte, ms de un quinto de los bienes del padre madre.

    La ley del fuero que permite que el que tuviera fijo des-cendiente legtimo, pueda hacer donacion fasta la quinta par-te de sus bienes e no ms, e la otra ley del fuero que assi mes-mo permite que puedan mandar teniendo fijos, descendien-tes legtimos al tiempo de su muerte la quinta parte de susbienes, se entienda e platique que por virtud de la una ley ede la otra, no pueda mandar el padre ni la madre ningunode sus fijos ni descendientes mas de un quinto de sus bienesen vida e en muerte.

    COMENTARIO.

    1. Los que no se remonten al estado social de Espaa finesdel siglo xv y principios del XVI, no llegarn comprendercul fu el objeto de esta ley y cules los abusos que trat decorregir. Sin embargo, las escuelas jurdicas estaban muy di-vididas y se daban contradictorios fallos sobre el abono de losquintos, defendiendo unos que los padres podan dejar diversosquintos sus hijos y sosteniendo otros que esa facultad estabalimitada un solo quinto.

    2. Prestbase esta inteligencia tan diversa la ley '7. a deltt. 12., lib. III del Fuero Real, la cual, de un modo terminan-te, manda que el que tuviere descendientes legtimos no pu-diese darles ms que la quinta parte de sus bienes, y que si msles diera, no fuera vlida la donacion. Doctrina que estaba cor-

  • LEY VIGSIMAOCTVA 37

    rolorada con lo que mandaba la ley 3.' del mismo ttulo ybro, que trata de las donaciones que se hicieren los cnyugesantes de tener hijos, los cuales quedaban sin efecto al tener sti-.cesion, menos en lo que montare el quinto. Ya veremos en ade-lante lo que mandan y disponen otras leyes. Por el pronto spa-se, que en virtud de estas dos leyes del Fuero Real, no se podianhacer donaciones entre vivos habiendo descendientes ms quede la quinta parte de los bienes, y que en armona con ellas es-taba otra del mismo Cdigo, que es la 9. a, tt. 5., lib. III, queordenaba lo propio respecto de las donaciones legados que shacian en ltima voluntad.

    3. Naturalmente se interrogar : luego con arreglo laley 28.' de Toro, no se puede disponer ms que de un quinto,aunque sea en favor de los descendientes, y todo lo que sena di-cho en las leyes anteriores sta sobre las mejoras del tercio,queda derogado. Bien se comprende que esto sera absurdo yque el legislador no podia incurrir en semejantes contradiccio-nes. Si con palabras claras separ de las legtimas el tercio yel quinto de los bienes que equivale casi la mitad de la he-rencia, cmo habia de venir despues decir que ya no tenaderecho condonar ceder, un sus hijos, ms que la quintaparte?

    4. La ley 28.' trat d limitar una sola facultad, y era la dedejar varios quiibtos, con lo cual se daba lugar perjudicar laslegtimas. Por eso mand en la parte dispositiva que no puedamandar el padre ni la: madre ninguno de sus hijos ni descen-dientes ms de u,n, -quiitto de sus bienes en vida en muerte.El adjetivo ?tito es bien expresivo ; slo una parte, la unidad,la singularidad es lo que se permitia dejar en esas leyes quehabian sido mal interpretadas, permitiendo y defendiendo loscasuistas que valieran muchos quintos dejados en distintas oca-siones, lo cual se quiso corregir, y se corrigi por la expresadaley 28.' de Toro.

    5. Deben ser tan general el abuso y tan uniforme la malaprctica, que pesar de ser tan claro y expreso el texto de laley {,rtntes citada, an domin por mucho tiempo la misma preo-cupacion y ello di lugar el parecer de. un eminente jurista:El Sr. Palacios Ruvios, que tanta participacion tuvo en la con-feccion de esas leyes aclaratorias, dice en su comentario laque ahora nos ocupa, que el padre bien puede dejar uno desus hijos el tercio y quinto de sus bienes y otro, otro quinto.Los posteriores glosadores, y principalmente Tello, Matienzo

  • .1

    38COMENTARIO LAS LEYES DE TOBO

    Sancho de Llamas, refutan opinion tan errnea y que est enabierta contradiccion, no slo con el precepto de esa ley 28.a,sino con otras del mismo cdigo. Limitada la facultad de tes-tar, cuando existen descendientes, no pudindose dejar estosms que el tercio de los bienes y el quinto quien quiera eltestador, las legtimas de los hijos sufririan mayor quebranto,pudiendo dejar, ademas del tercio, ms de un quinto.

    6. El Sr. Covarrubias, en el captulo de testamentis, prrafo3., nm. 2., explica con la claridad que acostumbra en qu con-sisten las mejoras y cmo han de sacarse. Divide el haber hereditario en quince partes. Como lo primero que se extrae es elquinto, quiere decir que este se compone de tres partes. Que-dan doce y el tercio asciende cuatro partes, quedando porconsiguiente para legtimas ocho, las que se han de dividir en-tre los hijos mejorados y no mejorados. Todo lo que' sea extraermayor suma, es inoficioso ilegal, y as sucedera sacando pri-mero dos quintos y lugo un tercio, porque no quedaran ochopartes de las quince para legtima.

    `7. Mas as como estos clculos son racionales y estn apo-yados en los textos de varias de las leyes de Toro, tambien espreciso convenir que cuando el testador no se estralirnita y de-ja dos quintos, sin hablar nada del tercio, su voluntad debe serrespetada, porque esas dos mejoras nicamente importan seisquindcimas partes cuando en su arbitrio estuvo disponer dedos ms y no lo hizo, mejorando en esto las legtimas de loshijos. No porque se diga dispongo de dos quintos se infringe laley 28.' que habla de un solo quinto. Esta hay que armonizarlacon las que tratan del tercio y quinto; y cuando no se menos-caban los derechos hereditarios, no hay posibilidad de perjudi-car los mejorados, sea el que quiera el lenguaje que hayausado el padre en el testamento.

    8. Dicho e est que al defender que se puede dejar doshijos uno dos quintos, este beneficio no hay posibilidad deconcederlo los extraos. La autoridad paterna es ms ampliacuando piensa en sus descendientgs. Si su mirada la dirigefuera del hogar, entnces un slo quinto puede distribuir entresus amigos parientes trasversales de quien quiera. Por for-tuna no hay en todo esto divergencia alguna en la prctica, yhasta el ltimo notario sabe qu atenerse al hacer particionesen que existan estas mejoras, por lo que serian intiles mayo-res explicaciones.

  • LEY VIGESIMANOVENA..

    (L. 5. a 7 TT. 1. 0 7 LIB. N--) 0V. REO.)

    Obligacion de los hijos de colacionar en la participacionde la herencia de los ascendientes la dote y donaciOnes prop-ter nuptias y otras donaciones que hubieran recibido ellos.Cuando se considerarn oficiosas dichas dote y donaciones.

    Cuando algun fijo fija viniesen heredar partir losbienes de su padre, de su madre, de sus ascendientes, seanobligados ellos sus herederos traher collacion parti-cion la dote donacion propter nuptias las otras donacionesque obiesen recibido de aquel cuyos bienes vienen heredar.Pero si se quisiesen apartar de la herencia que lo puedan ha-cer, salvo si la tal dote donaciones fuesen inofficiosas, queen este caso mandamos que sean obligados los que las reci-biesen, ans los hijos descendientes en lo que toca las do-naciones, como las fijas sus maridos en lo que toca los do-tes: puesto que sea durante el matrimonio tornar los otrosherederos d el testador aquello en que son inofficiosas paraque lo partan entre s. Es para se decir la tal dote inofficiosase mire lo que escede de su legitima de tercio quinto demejoria, en caso que el que la di porfia hacer la dicha me-jora cuando fizo la dicha donacion, di la dicha dote ha-biendo consideracion al valor de los bienes del que di, pro-meti la dicha dote, al tiempo que -la dicha dote fu constitui-da, mandada, al tiempo de la muerte del que di la dichadote, la prometi, do mas quisiera escoger aquel quienfu la dicha dote prometida, mandada. Pero las otras dona-ciones que se refieren los fijos, mandamos que para se de-

  • COMENTARIO LAS LEYES DE TORO

    cir inofficiosas se haya consideracion lo que los dichos bie-nes del donador valiesen al tiempo de su muerte.

    COMENTARIO.

    1. El nima decae cuando, despues de ver el texto de unadisposicion legal, se extiende la vista sobre los muchos librosy prolijos comentarios que sobre la misma ley se han escrito.Comprendemos que en no pocos casos ocurrirn en la vidaprctica ejemplares que tal vez no se hallen ni en el esprituni en la letra del precepto del legislador; pero esto no dar de-recho para que los casuistas, en vez de explicar ese mismo tex-to, lo oscurezcan y confndan al que con nimo sereno quiereencontrar lo que en la ley se manda. Ms de una vez nos haocurrido registrar para el despacho de nuestros negocios unadeterminacion dada y comprender perfectamente, no slo suparte dispositiva, sino su orgon y tendencias. Consultados lu-go los comentarios, hemos creido, no que mandase otra cosa laley, sino lo peligrosa que es la lectura de tanto glosador que,en vez de ensear, perturban el sano criterio de la juventud yhacen vacilar magistrados demasiado rgidos, que no tie-nen toda aquella comprension que se necesita para resolver lascuestiones judiciales que ofrezcan dificultad.

    2. Nos han ocurrido estas observaciones al querer comen-tar la ley 29.' de Toro. Para nosotros la letra de la ley es clara,y sin embargo, hemos tenido que emplear muchas semanas pa-ra leer los comentarios extensos de todos los glosadores . A losjueces ilustrados y los escolares de derecho les recomendamosque arrojen ljos de s esos libros llenos de sutilezas, que en vezde aclarar, confunden y hacen aborrecer el estudio del derecho.Para no incurrir nosotros en el mismo defecto, que tanto cen-suramos, procuraremos describir con claridad el precepto deesa ley, su origen y las vicisitudes por que ha pasado todo lo quehace referencia la materia de colaciones.

    3. Dada la existencia del derecho hereditario ms mnosforzoso, tena que ocuparse el legislador naturalmente de lasentregas que hiciera el padre la madre sus hijos al es-tablecerlos emanciparlos. Antes de hablar de la legislacionespaola, debemos decir algo especialmente cuando ejecu-taba el acto ms solemne de la patria potestad, el ciudadanoromano, que tantas facultades y atribuciones tena sobre sus

  • LEY VIGSIMANOVENA 44

    hijos. De aqu dimana, que todos los comentaristas dela ley,-partidarios de aquella clebre legislacion, se, engolfen en expli-carla para venir despues significar lo que quiso mandar y\mand la 29.

    de Toro. Sin incurrir en la misma preocupacion,.nos permitiremos una sucinta resea para entrar de lleno encl examen de la legislacion espaola-.

    4. Collatix, significa contribucion, subsidio; pero no se apli-,caba en este sentido por los jurisconsultos. Colacionar era traer,al acervo comun, la herencia paterna la cantidad, al valor de.lo que se habla recibido. Acumular parte de los bienes donadosen vida por el padre sus hijos, ya sea en especie ya sea por,su valor, y con los existentes y los acumulados formar un todoy repartirlo en legtimas.

    5. Es esta una materia que se roza -grandemente con aque-lla terrible patria potestad romana que conceptuaba los hijoscomo los primeros esclavos del jefe de la familia. Era un in-menso beneficio la emancipacion y hacindose suijuris el hijod familia, en compensacion perdia el derecho la herenciapaterna, porque slo los hijos de familia que perffianecian en lapatria potestad eran los herederos necesarios. La dureza de es-ta legislacion se empez modificar por la magistratura. Aque-lla gran institucion del Pretor . tuvo una influencia directa ydulcific la aspereza de las antiguas instituciones. Preterido unhijo emancipado, el Pretor daba la posesion de los bienes contratabulas, es decir, pesar del testamento paterno.

    6. De aqu nuevos inconvenientes, perjudiciales los hijosde familia. Era el primero que si los hijos emancipados se lesreputaba como herederos y se les igualaba con los que ya ha-bian salido de la familia, sin tener presente lo que stos pudie-ron recibir del padre al tiempo. de la emancipacion, stos eranmucho ms favorecidos con gravsimo perjuicio de los herma-nos. La equidad exiga adoptar una medida que compensase losperjuicios y equiparar los derechos de todos. La Pretera de Ro-ma fu la inventora de colacionar estos valores que se habianllevado los hijos al ser emancipados. Se quit por lo tanto unmotivo de queja; pero an quedaba otro, y este era, que como elpadre recibia y haca suyos todos los bienes adquiridos por elhijo que estaba bajo la patria potestad, era injusto y hasta cruelque estos bienes formasen parte de la herencia paterna y entra-sen , participar de ellos los hijos emancipados. Tambien el Pre-tor puso remedio esta desigualdad mandando que el hijoemancipado trajera tambien colacion todos aquellos bienes

  • 12 COMENTARIO A LAS LEYES DE TORO

    que habia adquirido para su padre si hubiera permanecido enla patria potestad. Bajo el punto de vista romano, pudo enca-recer el gran jurisconsulto Ulpiano el precepto del Pretor. Enlas legislaciones modernas se ha dado distinto giro esta partede la legislacion, porque el padre no adquiere el dominio abso-luto de los peculios de sus hijos y mnos de las adquisicionesque hace el que se encuentra emancipado.

    7. En la misma legislacion Romana se fueron dando reglaspara casos concretos. El emperador Antonino Pio mand que lahija de familia trajera colacion la dote recibida de su padre.(Ley 19.' Ff. de dotis collatione). El emperador Leon estableciigual mandato respecto de las donaciones propternupcias, (ley17. a, cdice de collationibus). Justiniano, en la ley 19.' del mis-mo ttulo, dispuso como regla universal, que los hijos y nietos,concurriendo con sus tios, colacionasen cuantos bienes hubie-sen recibido.

    8. Quede establecido que desde los tiempos ms , antiguosno habia trminos hbiles para obligar colacionar aquellosbienes que selabian adquirido por el hijo con la toga con laespada. Los peculios castrenses cuasi castrenses eran de do-minio absoluto del que los adquiria. No as cualesquiera otrosbienes que tenan distinta procedencia, y los cuales eran cono-cidos en el derecho con los nombres de peculios adventicios yprofeticios, que todos eran del padre romano. Andando' el tiem-po, modific Justiniano las disposiciones legales en punto al pe-culio adventicio, cuyo dominio lo adquirian para s los hijos defamilia, porque era, la verdad, bien injusto inicuo que lasherencias adquisiciones que el hijo tuviera por distintas lneasde la de su padre, fuera ste el verdadero adquirente y no lapersona favorecida. Debi suceder infinitas veces con legisla-cion tan tirante que muchos hijos de familia no fueran favore-cidos por parientes maternos extraos, porque los testadoresno querian, y con razon, que en realidad fueran sus herederospersonas aborrecidas, por lo mnos indiferentes. Cuando altravs de los siglos se estudia la legislacion de un pueblo, no secomprenden estas anomalas que, al parecer, no debieron exis-tir nunca. Sin embargo, respondan un principio, ms que ju-rdico, poltico. Este principio era que el padre de familias, elciudadano romano lo habia de absorber todo, porque era el quetena que responder -la patria de todos esos derechos que se leotorgaban. El militar y el togado eran los nicos que podiantrabajar para si, y la historia resea ms de un ejemplo en que

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    LEY VIGSIMANOVENA .43

    los primeros dignatarios del Estado bajaban la cabeza al granprincipio de la autoridad paterna . Cuando aquel imperio colo-sal venia su disolucion, y todos los derechos del ciudadanaromano, cayendo por tierra igualndose hasta los habitan-

    11'1 tes de las naciones conquistadas en el uso de estos mismos de-rechos, la legislacion civil tena que modificarse admitiendoprincipios de 'equidad y justicia, que ntes se despreciaban porconsideraciones de otro gnero. Por estos motivos ya no se co-lacionaron los peculios adventicios que los hijos emancipadosy no emancipados habian adquirido para s.

    9. Regla universal y absoluta desde el tiempo de Justiniano,que el peculio profecticio, sean los bienes adquiridos del pa-

    111

    dre y de la madre se traigan nicamente colacion al hacer ladistribucion de los bienes del donante, ya sea dote donacion

    11propternupcias, y con lo cual est conforme la legislacion deCastilla desde la proaulgacion de las Partidas. Pero de aqusurge una duda que ya la hemos iniciado al comentar la ley26. 81, y que la hemos resuelto ms de una vez en nuestro bufete,teniendo en cuenta los principios de equidad y las circuns-tancias de las personas interesadas. Nos referimos las dona-ciones simples, y ciertamente no se puede discutir este intere-sante punto de derecho sin tratar de la herencia forzosa. Es inne-gable que cuando la libertad de testar es absoluta pudiendodejar los bienes al que elija el testador, toda la materia de co-laciones desaparece, porque el nico que legisla es el -quedistribuye sus bienes, y lo hace como tiene por ms convenien-te. Pero la legislacion romana y ms an la de Castilla, consi-deraron los hijos condminos de los bienes de los padres, ysin limitar las facultades de estos, para que en vida dispusierande sus bienes vendindolos y haciendo de ellos el uso que tuvie-ran por oportuno, se limitaron estas facultades, no en absoluto,sino fijando una cuota como legtima de los descendientes. Laley romana sancion, que si un padre dispusiera y donara to-dos sus bienes uno de sus hijos, no acordndose de los otros,estos podran, segun la ley 2. a C. de inoffidosis don,atiouibus, por la 18. a C. familice erciscumcl, pedir la rescision y que seles reservara la cuarta parte de los bienes del padre. Quiere de-cir, que por la antigua legislacion romana, la legtima de loshijos era la cuarta parte, pudiendo dejar uno solo las otrastres cuartas partes. De esto, la absoluta facultad de testar,hay poca diferencia.

    10. Justiniano modific tambien esta parte de la legislacion

  • COMENTA RIO LAS LEYES DE TORO

    y mejor la situacin de los descendientes. En la Novela 18, ca-ptulo 1., de la que se sac la autntica novsima C. de inoffi-cioso testamento, se dispuso que la legtima de los hijos fuerala tercera parte del haber paterno. Cuando los hijos pasaban decuatro debian percibir la mitad, regla que tambien establecenuestra ley de Partida XVII, tt. 1. 0, lib. VI. Por pasos conta-dos, vamos parar , las mejoras de tercio y quinto, que no sonotra cosa que la libre disposicion entre los hijos de la mitadcasi del caudal.

    11. Pero sin desviarnos de la cuestion planteada, saber:si se traen no colacion las donaciones simples, tenemos quesometernos las reglas sentadas por los tratadistas. Es induda-ble que, cuando un hijo ha sido favorecido por su padre hastael punto de dejar sin fortuna sus hermanos, stos tienen de-recho para atacar como inoficiosa la donacion que as los per-judica, y obtener por lo mnos la legtima forzosa. Mas cuandoesas donaciones simples no afectan esas legtimas, ,se trae-rn colacion? Aqu empezaban las distinciones por derechoromano. Si un padre di dotes hizo donaciones pro_prias 9139-tiaS unos de sus hijos y otros les agraci con donaciones sim-pies, todos tienen que traer colacion los bienes recibidos,porque sera injustsimo que los primeros tuviesen que aportarlos bienes recibidos para formar el acervo coman, y los otrosno. Los que sosti'enen esta doctrina la apoyan en la ley penl-tima 1. h. t., y no van descaminados. Todo lo que sea establecerel principio de igualdad debe ser grato los tribunales, y nopuede desecharse esta base cuando en la ley se encuentra, si-quiera sea una sola indicacion la que lo apoye.

    12. Mas de aqu deducen los partidarios de la donacion sim-ple que cuando no existen otras donaciones que sirvan de com-pensacion no habr lugar colacionar lo que el padre por unacto de liberalidad haya dado uno de sus hijos. Las leyes dePartida estn conformes con estas ideas. En la 4. a, tt. 15., Par-tida VI, se marca especficamente el mismo caso citado porJustiniano. Sobre ello no puede haber dificultad, siempre quequepa en las mejoras de tercio y quinto. Pero la gran cuestionconsiste, si esa donacion simple se colacionara cuando por suimporte exceda de dichas mejoras y de la legtima. No se puedeprescindir al tratar de esta materia de lo que otras leyes de Torotienen establecido. Pero como este es el punto m,s culminantedel comentario de esta ley, lo dejaremos para su final y recor-daremos lo que se manda en las leyes 17.' y 26.' de Toro.

  • ig

    LEY VIGSIMANOVEN 45

    13. -Dejemos - los antiguos comentaristas engolfarse en ellaberinto de 'casos que 'ocurran en la legislacion romana paradeclarar inoficioso el testamento cuando tena lugar la posesiondada por el pretor contra tabulas, cuando, en fin, se ejercitarala accion familice erciscumdce. Lo propio decimos respecto lasdistinciones sobre lo que se entiende por colacion y lo que signi-fica imputacion. Nada de esto se necesita en, el terreno prcticoy mnos para