Lezama Lima

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    POESA

    Jos Lezama Lima

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    POEMAS

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    DCIMAS

    I

    La maana que no es mase quedaba en m, mas,nieve tuya estudiarsen la frente que huaformas de mundos; derretaun despierto tacto impar,que presagiaba quedarsobre la seda inconfesaperdido ya sin sorpresa,

    laberinto del jardn sin desear.

    II

    Gotas de cortesa, risa.En puntillas, desledasen arco, tarde y luna enlevecidas,mosaicos de coral desliza,que no se puede decir que pisalabios, ro de ngeles, amor.

    En toda pulsera el clarorque va hacia ningn delirio.Verde mo, dueo mo, alivioen el contorno del nardo y del flechador.

    III

    Garza, junco en salto, semillade agua en giro de amatista.Que el aire se desvistaen los espejos. Arquitectura sencillaen doble hasto, brillaen su presencia, no resbala, queda.Perfil concntrico vedasuspiro neutro, hielo galn,en su esquina o marfil recurvarnen retorno hacia la seda.

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    IV

    Luz violada ya se aleja,serenamente sin fin,del lirio blando que deja

    sin temblor hasta el confnverde-hendido en nube y queja.Borrando el temblor nevabasobre el labio que cegabaaprisionado en sus gritos.Diamantes saltan, aicosvuelan del papel que no volaba.

    V

    Escondido se apresurafirmando el marfil que brotadestruyendo su figuraa redondearse en la ignotafuga de su blancura.Cie el metal olvidadoel frutero ms nevadoque declina sin surgirde su intocable dormir,ya trbol, pecera ya, relumbre resucitado.

    VI

    Gira morosamente en el gustola mirada ya secreta.Escultura de la hoja buscola palabra en el aire quietahasta ahuecar el blancuzcoperfil de la sal canora.Despus de procaz demorase vuelve a perder marinero,pues mi aire fue el primeroque flech la exacta hora.

    VII

    Papel en el agua vadestrenzando su sigilo,

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    se extiende, se acabarvoluptuoso hilo a hilo,negndose se afirmaren salino mpetu helado,recobrar su olvidado

    plumn, su tmulo vago,hasta llevar nuevo halago,no al ojo, al ojo que ha escuchado.

    VIII

    Aduerme jaura tan verdeque el mrmol no se recuerdasi su memoria se pierdeen algas, si en limn concuerda

    con hielo que no se muerdala risa en guante dorado;si en el bamb nacaradoilesa queda una manchaque el aire niega y ensanchaen el bamb destronado.

    IX

    No ya la gota afinada

    desle su obra cruel,quedando ya en la enramadaolvidada del doncel;no ya en la risa peinadala gota cuaja y desleal ncar que me sonreretractndose al ocaso,siempre que al mimbre o al pasoplcidamente se fe.

    X

    Carbonizadas las plumaslevantan; islas suavesse pasean soplando alastersas encalladas; figurasno recordadas exhalastrazando vueltas en humo.

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    Se pierde presto si aludoal coral que el hilo enreda,paseando perfil de seda,creciendo nieve y desnudo?

    XI

    Ail, escama de porcelana,fronda de atril y bandadassi geomtricas, cuidadas.Flechado aire dimana,luna y amistas robadas,de espada que nunca alisala mansin de la sonrisa.Pirmide de agua trunca

    la sonrisa no se juntaal aire que muere en brisa.

    XII

    Galantsimo en el arco mudosu lisonja se meca,intil labio y escudoen que siempre se perda;hielo cansado se hasta

    al ir refluyendo imparformando la piel del marperdida en rubios tormentos,se va cerrando de acentos,sin ganas de or hablar.

    XIII

    La curva de mi deseo niego.Arin a los delfines persigue,extravo ya sin xtasis y frutos puedo.En roco o en acantos se desliguedel clavel, huella del ecosonrosado en la nevera, de su tristsimo huecode vuelo alto en teorema. Clavel, brisade giros claros no es escarcha. Traspasadacabellera, pez espada de la nada,clavel alcanzado no se desliza.

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    XIV

    Y las rosas en los cuchillos. Giradorpjaro muere framente. Niveladodel absoluto diedro no es dolor

    en gris o en verde. Ya nimbadose fija ms, mas en definicinno muere. Rosa-Luna es la invencinque va ciendo en el froy sed de la limonada es vuelo lentoimpulsado en su dormir. Lamido estodesteida Rosa-Luna se va enterrando en el viento.

    XV

    Final de curvadas plumas. Rumoradoodo cruje, vuela sin verano,vano espejo al margen congeladodesdoblar, decado desdibujo de la manose cierra ms, letra al fro,vena helada, amor lejos, mustio estocado de huidas frentes, no llevandoncar al humo, deslizada oscuridadva quedando su abril, canarios, deidadcansada, abril pautado en humo deseando.

    XVI

    Olvidando una esquina ilusatie el mantel revolado,ronda plumas, vuela excusa.Volando va trasnochado,su lengua, fiel a la suma,advierte que cuando apurala primavera se hielao en vano pulso conciertaescama al mantel que vuela,suplicio de alfombra muerta.

    XVII

    El girasol avisadoenva su sangre al ro.

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    S por girasol tan giradofcilmente el s envo.Se adelanta en el vaivn del estodemorado. Su transparente falsareduce sus tres colores, exquisita en demasa

    vuelca su llama clavadaen la brisa ya llamadapara olvidar que mora.

    XVIII

    Punta del largo guante, pez verticalal viento, Ganimedes, maduras recitacionesse derriten al escalarel paisaje desledo en sus dolores

    olvidados, cansados de congelarla fruicin del frenes distendidoen recurva hacia el odoque desle el ademn ms borradodel vuelo del sumergidoen junco y sueo, en jaspe destrozado.

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    CATEDRAL

    (Motivo)

    Los cinco dedos,

    por la sombra impulsados,en la pared se agrandan,pulpo de la noche cegada.

    En los rincones,entre pardos yerbales,apcrifos infantes, con la cruzde sus dedos, trazan crucesen la flor del agua.

    Viene el mar, ms caracol que sal.No llegan los bandoleros.

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    CATEDRAL

    (Noche y gritera)

    Para ngel Gaztelu

    Se llamaban.Llaman. Intercalaba el vientola sombra que no se oa,que pasaba su sedapara abrir las ventanas.La seda y su juego,su juego en la noche;

    en las largas pestaas de ayer.Que no se oa la sombray la seda se hunda.Se llamaban.Llaman. El viento entre la nochey la jerigonza pura de su crtaloentre la noche que llegay el viento que se la lleva.Se llamaban. / Llaman.Noche decepcionada,

    de ventanas sin gatos,sin perfil de barajas.Que hieren.Noche de viento / sin cielo.Noche.Sobrenadan sus ojosen espumas de alfombras.Noche,en su prisa el corcelde la niebla se tiende.De la mano en la nieblaa la niebla en la mano.Se llamaban. / Llaman.En la noche sin vientobajo el cielo tropiezanla noche y las barajas.

    Que hieren!

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    En el sur de la roca se ha quedado un pjaro detenido.

    Atardecer,la tarde en cigea de aqu para all.

    Atardecer,en el paladar una danza de cuchillos olvidados.

    Atardecer,las naranjas resbalan sopladas por la luna.

    Atardecer,los muslos guerreaban (arco luna feroz) con dos olitas.

    Atardecer,piel de letra y nardo en el abanico al romper la motera.

    En la nieve sin nieve, caballeros plomizos, blandas algas,sin nieve.

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    NACIMIENTO DE LA HABANA

    Qu aire!

    Camino de las playas, el aireciego.Qu aire!Pero mira qu aire!Puales, jacintos de torso acribillado,de torsos embistiendo las estatuasy de toros nadando por las fuentesy por el halago del aire.Pero mira qu aire!Mralo. Encirralo.

    Disclpalo!Que el aire pesa como platahacia arriba.Como brazos de nievehacia arriba.Oye la nieve. Chupa el aire.Avispa en una botella bajo el agua.El aire bajo el agua.Sobre el agua las estrellasy el aire.

    El aire ciego colocando su lenguaen el mrmol.Los peces ciegos.Como peces y agujas en el aire.El aire ciego.Qu aire!Pero mira qu aire,con sus dedos y pecesy sus arpas dobladas!El aire mirndolo clavado,chillando en todos los ojos.Sin que nadie coloque,entre el cuerpo y el aire,el aire intacto sin colores.Ahora s que todos estamos comprometidoscon el aire.Mira qu aire y aire liso.Aire de pedernal.

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    Aterido recuerdo en el aire sin frente.Olas de ciega acampaninexorables en el aire.Ya para siempre, silencio,pjaros amarillos bajo el agua,

    silencio, grises pjaros recuerdanel aire.

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    SE ESCONDE

    Se esconde triunfal en su cuerpo.

    De l me separa su vozque voy sintiendo en la manavegando sus brazos ya cristales.Menta que nieva del cielo a la gargantahasta el sueo veloz si distrado,t por el alto cuello disfrazadoy destrozado por el blanco rielar de las espaldas;t en contraluz de barco gobernando,guarnecido tumulto sin perderte,en toros blancos pasas a otros ros.

    Lejos, sopladas conchas sobre sueos,malos sueos chocando en los jardines,sobre el mismo nivel de los hastos.Lejos, pluma entre islas, solo de jazmines,girar de las sombrillas a la luna,inclinarse girndulas besadas.Patinados espejos entre islasalzan tu frente en cielo navegablepor sirenas de ail que mortecinas(entretejida lumbre de inmvil ocano)

    saltan de la prisin desvada de las manosal exacto lamento de sus ojos.Triunfal su cuerpo se esconde.

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    PLAYA DE MARIANAO

    Una ola

    aleja la amistad creadora.Lysis se sonredeibujando letrasen los anillos que cuelgan de sus alas.Lysis, luchando entre las olas,grita desesperado.Lysis detiene los remosde ritmo y oro.Lysis se alegra con las conchasfras del amanecer, y lo tapan las olas.

    Entreabre los prpadosdentro de la sonrisa,picado por el pezms fino del odo.Entre arenas se estira,no respira dormido.

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    HERIDA FRONDA

    Herida fronda

    se desfigura en redondezencendida y ponientessobre lamos apagados.Maanera deidad rehsa,el recuerdo y el humo pulsan hilosde lminas que tiemblan,o me escuchan y se recortan frosen cristal sobre arenas.Dioses altos, borrosos.El perfil de tu mano

    entre dioses perdidos.Claridad descompuesta! Se cierneen mimbres agitados, en peldaoshuidos marchita nube en verdecabecea sus hebras ms delgadas,cernidas tan heridas,me recorren, me olvidan,me despedazan, huyen.Tus esquinas unidas,perfeccin nadadora.

    Palidez de los librosen bostezo y velamen.Curva fragante, chorrode delfines cruzados.Cielo en fiesta. Resbalanblanduras hasta perderseen anillos ceidos.Dulce luz acompasaal raptor enguantado,y el herido blancorfrunce su frenes.Se desdobla el soneto,la arboleda y el raso,sus galantes excesosmiro, regusto, palpo.Mimbres encendidos.Las almohadas tan fielesa la fiel claridad,

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    alabastros acampan.Redondez pasajeraprisionera en sus viajesde intiles mandatos,alabanza a la fbula

    del riesgo marginal.Y las fresas reformanlos olvidos ms puros.Pureza del dormido.Pereza del sonido.Ms all de la auroradormidas hojas oyen.

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    ERRANTE

    Errante de colores,

    nadar sin existir, respiracin de brisas congeladas,agua vuela al castillo que pasa sin cesar.Fro de ncar muy picado(las torres crecen y el agua no recuerda)crece enterrado en los alcances del teorema rosa.Verstiles jaulas siderales,bandada de anillos pesaban sobre la lunainclinndola hacia la izquierda.Por qu la danza frente al humo,vino en el corazn del agua,

    es tan extensa que piensa por segundosy deshoja un polvo que suena en las columnas?Jaspe que abre su nudo de verano,nio que exprime franjas de divn,girasol sin sentido al lado de la tarde.Saeta, herldica del agua,rboles amanecidos, pluma cobarde,cola y ciempis no acantos influyen desvariando.Peregrino del humo,nieve por la piel de la naranja, siente

    las sienes estirarse alcanzando trigales,pasos de delirio se oprimen en las puertas,encerrados en el aire se erizan los cuchillos.Relumbres que vuelan sobre la fila de tanqueslas rosas brincan picadas por los segundos.Monumentos imprecisos, nervios despacios,squito de enjambres rectilneos si abren tallos no acombran,fuego de halcn, sonmbulo arenado.Peinan su irresponsable gradacin de espumas,quietos, prendidos a las manosentre el tacto despierto y la risa marinaqueman querencias, reducen deliciasy dejan a la luna cabecear en el barco.Sobrado da de anteriores extensiones,memoria desvalida,en la cristalera que reflorece despertadapor el concierto despiertode mandolinas y teoremas reavivados.

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    Cierto, robadoal negar el calor del intacto moemnto,sucesivas siestas ladeadas,ya cado en el humo,la estatua sepultada en el agua

    y la franja sepultada en el aguay la franja exprimida es la sangre y la sienque se hundan dormidas.

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    MUERTE DE NARCISO

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    MUERTE DE NARCISO

    Dnae teje el tiempo dorado por el Nilo,

    envolviendo los labios que pasabanentre labios y vuelos desligados.La mano o el labio o el pjaro nevaban.Era el crculo en nieve que se abra.Mano era sin sangre la seda que borrabala perfeccin que muere de rodillasy en su celo se esconde y se divierte.

    Vertical desde el mrmol no mirabala frente que se abra en loto hmedo.

    En chillido sin fin se abra la florestaal airado redoble en flecha y muerte.No se apresura tal vez su fra miradasobre la garza real y el fro tan dbildel poniente, grito que ayuda la fugadel dormir, llama fra y lengua alfilereada?

    Rostro absoluto, firmeza mentida del espejo.El espejo se olvida del sonido y de la nochey su puerta al cambiante pontfice entreabre.

    Mscara y ro, grifo de los sueos.Fro muerto y cabellera desterrada del aireque la crea, del aire que le miente sonde vida arrastrada a la nube y a la abiertaboca negada en sangre que se mueve.

    Ascendiendo en el pecho solo blanda,olvidada por un aliento que olvida y desentraa.Olvidado papel, fresco agujero al coraznsaltante se apresura y la sonrisa al caracol.La mano que por el aire lneas impulsaba,seca, sonrisas caminando por la nieve.Ahora llevaba el odo al caracol, el caracolenterrando firme odo en la seda del estanque.

    Granizados toronjiles y ros de velamen congelados,aguardan la seal de una mustia hoja de oro,alzada en espiral, sobre el otoo de aguas tan hirvientes.

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    Dcil rub queda suspirando en su fuga ya ascendiendo.Ya el otoo recorre las islas no cuidadas, guarnecidasislas y aislada paloma muda entre dos hojas enterradas.El ro en la suma de sus ojos anunciabalo que pesa la luna en sus espaldas y el aliento que en halo converta.

    Antorchas como peces, flaco garzn trabaja noche y cielo,arco y cestillo y sierpes encendidos, carmbano y lebrel.Pluma morada, no mojada, pez mirndome, sepulcro.Ecuestres faisanes ya no advierten mano sin eco, pulso desdoblado:los dedos en inmvil calendario y el hasto en su trono cejijunto.Lenta se forma ola en la marmrea cavidad que mirapor espaldas que nunca me preguntan, en venenoque nunca se pervierte y en su escudo ni potros ni faisanes.

    Como se derrama la ausencia en la flecha que se aslay como la fresa respira hilando su cristal,as el otoo en que su labio muere, as el granizoen blando espejo destroza la mirada que le cie,que le miente la pluma por los labios, laberinto y halagole recorre junto a la fuente que humedece el sueo.La ausencia, el espejo ya en el cabello que en la playaextiende y al aislado cabello pregunta y se divierte.

    Fronda leve vierte la ascensin que asume.

    No es la curva corintia traicin de confitados mirabeles,que el espejo rene o navega, ciego desterrado?Ya se siente temblar el pjaro en mano terrenal?Ya slo cae el pjaro, la mano que la crcel mueve,los dioses hundidos entre la piedra, el carbunclo y la doncella.Si la ausencia pregunta con la nieve desmayada,forma en la pluma, no crculos que la pulpa abandona sumergida.

    Triste recorre curva ceida en ceniciento airnel espacio que manos desalojan, timbre ausentey avivado azafrn, tiernos redobles sus extremos.Convocados se agitan los durmientes, fruncen las olasbatiendo en torno de ajedrez dormido, su insepulta tiara.Su insepulta madera blanda el fro pico del hirviente cisne.Reluce muelle: falsos diamantes; pluma cambiante: terso atlas.Verdes chillidos: juegan las olas, blanda muerte el relmpago en sus venas.

    Ahogadas cintas mudo el labio las ofrece.

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    Orientales cestillos cuelan agua de luna.Los ms dormidos son los que ms se apresuran,se entierran, pluma en el grito, silbo enmascarado, entre frentes y garfios.Estirado mrmol como un ro que recurva o aprisionalos labios destrozados, pero los ciegos no oscilan.

    Espirales de heroicos tenores caen en el pecho de una palomay all se agitan hasta relucir como flechas en su abrigo de noche.

    Una flecha destaca, una espalda se ausenta.Relmpago es violeta si alfiler en la nieve y terco rostro.Tierra hmeda ascendiendo hasta el rostro, flecha cerrada.Polvos de luna y hmeda tierra, el perfil desgajado en la nube que es espejo.Frescas las valvas de la noche y lmite airado de las conchasen su crcel sin sed se destacan los brazos,no preguntan corales en estras de abejas y en secretos

    confusos despiertan recordando curvos brazos y engaste de la frente.

    Desde ayer las preguntas se divierten o se cierranal impulso de frutos polvorosos o de islas donde acampanlos tesoros que la rabia esparce, adula o reconviene.Los donceles trabajan en las nueces y el surtidor de frente a su sonidoen la llama fabrica sus races y su mansin de gritos soterrados.Si se aleja, recta abeja, el espejo destroza el ro mudo.Si se hunde, media sirena al fuego, las hilachas que surcan el inviernotejen blanco cuerpo en preguntas de estatua polvorienta.

    Cuerpo del sonido el enjambre que mudos pinos claman,despertando el oleaje en lisas llamaradas y vuelos sosegados,guiados por la paloma que sin ojos chifla,que sin clavel la frente espejo es de ondas, no recuerdos.Van reuniendo en ojos, hilando en el clavel no siempre ardidoel abismo de nieve alquitarada o gimiendo en el cielo apuntalado.Los corceles si nieve o si cobre guiados por miradas la splicadestilan o ms firmes recurvan a la mudez primera ya sin cielo.

    La nieve que en los sistros no penetran, arguyeen hojas, recta destroza vidrio en el odo,nidos blancos, en su centro ya encienden tibios los corales,huidos los donceles en sus ciervos de hasto, en sus bosques rosados.Convierten si coral y doncel rizo las voces, nieve los caminos,donde el cuerpo sonoro se mece con los pinos, delgado cabecea.Ms esforzado pino, ya columna de humo tan agudoque canario es su aguja y surtidor en viento desrizado.

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    Narciso, Narciso. Las astas del ciervo asesinadoson peces, son llamas, son flautas, son dedos mordisqueados.Narciso, Narciso. Los cabellos guiando florentinos reptan perfiles,labios sus rutas, llamas tristes las olas mordiendo sus caderas.

    Pez del fro verde el aire en el espejo sin estras, racimo de palomasocultas en la garganta muerta: hija de la flecha y de los cisnes.Garza divaga, concha en la ola, nube en el desgaire,espuma colgaba de los ojos, gota marmrea y dulce plinto no ofreciendo.

    Chillidos frutados en la nieve, el secreto en geranio convertido.La blancura seda es ascendiendo en labio derramada,abre un olvido en las islas, espadas y pestaas vienena entregar el sueo, a rendir espejo en litoral de tierra y roca impura.Hmedos labios no en la concha que busca recto hilo,

    esclavos del perfil y del velamen secos el aire muerdenal tornasol que cambia su sonido en rubio tornasol de cal salada,busca en lo rubio espejo de la muerte, concha del sonido.

    Si atraviesa el espejo hierven las aguas que agitan el odo.Si se sienta en su borde o en su frente el centurin pulsa en su costado.Si declama penetra en la mirada y se fruncen las letras en el sueo.Ola de aire envuelve secreto albino, piel arponeada,que coloreado espejo sombra es del recuerdo y minuto del silencio.Ya traspasa blancura recto sinfn en llamas secas y hojas lloviznadas.

    Chorro de abejas increadas muerden la estela, pdenle el costado.As el espejo averigu callado, as Narciso en pleamar fug sin alas.

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    ENEMIGO RUMOR

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    I Filosofa del clavel

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    AH, QUE T ESCAPES

    Ah, que t escapes en el instante

    en el que ya habas alcanzado tu definicin mejor.Ah, mi amiga, que t no quieras creerlas preguntas de esa estrella recin cortada,que va mojando sus puntas en otra estrella enemiga.Ah, si pudiera ser cierto que a la hora del bao,cuando en una misma agua discursivase baan el inmvil paisaje y los animales ms finos:antlopes, serpientes de pasos breves, de pasos evaporados,parecen entre sueos, sin ansias levantarlos ms extensos cabellos y el agua ms recordada.

    Ah, mi amiga, si en el puro mrmol de los adioseshubieras dejado la estatua que nos poda acompaar,pues el viento, el viento gracioso,se extiende como un gato para dejarse definir.

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    RUEDA EL CIELO

    Rueda el cielo que no concuerde

    su intento y el grcil tiempoa recorrer la posesin del clavelsobre la nuca ms frade ese alto imperio de siglos.Rueda el cielo el aliento le coronade agua mansa en palaciossilenciosos sobre el roa decir su imagen clara.

    Su imagen clara.

    Va el cielo a presumirlos mastines desvelados contra el vientode un aroma aconsejado.Rueda el cielosobre ese aroma agolpadoen las ventanas,como una oscura potenciadesviada a nuevas tierras.Rueda el cielosobre la extraa flor de este cielo,

    de esta flor,nica crcel:corona sin ruido.

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    SON DIURNO

    Ahora que ya tu calidad es ardiente y dura,

    como el rgano que se rodea de un fuegohmedo y redondo hasta el amanecery hasta un ancho volumen de fuego respetado.Ahora que tu voz no es la importuna cariciaque presume o desordena la fijeza de un estoreclinado en la hoja breve y difcilo en un sueo que la memoria felizcombaba exactamente en sus recuerdos,en sus ltimas playas desodas.Dnde est lo que tu mano prevena

    y tu respiracin aconsejaba?Huida en sus desdenes calcinadosson ya otra concha,otra palabra de difcil sombra.Una oscuridad suave pervierteaquella luna prolongada en sesgode la gaviota y de la lnea errante.Ya en tus odos y en sus golpes durosgolpea de nuevo una larga playaque va a sus recuerdos y a la feliz

    cita de Apolo y la memoria mustia.Una memoria que enconaba el fuegoy respetaba el festn de las hojas al nombrarlasel discurso del fuego acariciado.

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    UNA OSCURA PRADERA ME CONVIDA

    Una oscura pradera me convida,

    sus manteles estables y ceidos,giran en m, en mi balcn se aduermen.Dominan su extensin, su indefinidacpula de alabastro se recrea.Sobre las aguas del espejo,breve la voz en mitad de cien caminos,mi memoria prepara su sorpresa:gamo en el cielo, roco, llamarada.Sin sentir que me llamanpenetro en la pradera despacioso,

    ufano en nuevo laberinto derretido.All se ven, ilustres restos,cien cabezas, cornetas, mil funcionesabren su cielo, su girasol callando.Extraa la sorpresa en este cielo,donde sin querer vuelven pisadasy suenan las voces en su centro henchido.Una oscura pradera va pasando.Entre los dos, viento o fino papel,el viento, herido viento de esta muerte

    mgica, una y despedida.Un pjaro y otro ya no tiemblan.

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    AVANZAN

    Avanzan sin preguntar,

    auxilios, campanillas,sin farol, sin espuelas.Intratable secreto,ganancias declamadas.Redondear, desaparecer,breve tacto sin fin,mano de lmites previos,peligros que la miradaargumentosno puede curvar,distanciar, desaparecer.

    Respiro la nieblade deshojar fantasmas;con humo me pinto.Como estrella sin firmasobrenadan mis manos.Sueo abejas reidorasy lunas destrenzadasy el abandonoencogido, dispersode secretos sobresaltos, nieves declamadas.

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    DISCURSO PARA DESPERTAR A LAS HILANDERAS

    Cuando advierte,

    leve agitacin, fronda inclinada,va muriendo, color que si preguntaen la sonrisa no puede ya ni respirarhoras grabadas en el aire dormitandoen los relieves, en la oquedaddel agua ascendiendo hasta los labios,hasta las manos entibiando la oquedaddesnuda entre los sistros, entre las ctarasfrunciendo el aire aprisionado en las sandaliasque el gong devuelve redondo en amatista,

    en la crujiente piel de la frente extendidaen pecho y raz multiplicado por un cero nveo,extendida en fra mano si en el gong advierte.All despierta, peina o recorre convulsa se adormece,suave de torresverde cabellera, silla de marfil.Hondero normando mide la altura de las mareas,de las mareas que por el brazo suben,de la pirmide que las aguas mueve.Oro peinado, peine mojado en aguamarde risa en las salinas, en el no odo

    nardo despierto en cabeceo arenosoy testa truncada en flor de la marea.Oh t de torres, oh t en la impedida nube alambradapara moler insectos redorados o sueos giradoresque ya la flecha narra, que ya el corcel entrega,que ya la sed en ros notariales cie en el lutorbol de marea y pirmides revueltas en vanoengendro de rosa y cordel o corcelete del corcela la nube que le pule reida ofrenda y pliegues salineros.Oh, usted cree que la nieve, delgada escama, lmina o sonido,cuela en sus bolsillos, mata como arena y dedo gordo?Oh s, yo creo, le dir la hora, la nieve no me importani el sueo divisor de cuantos peces perecieron juntos.Oh s de torres, torre y marea que ya la noche exprime.Torre entre lunas, sea ofrenda y caramillos de cartlagoslechosos en caracol destrenzan y martilladas islas afianzan.Nariz malaya, trampa sin caracol y moar de pjaros mojadosmieves escrutan en letras sealadas y querella avisada ya sin labios, se irisa en las

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    guitarras,busca el nivel de las palabras que nacieron juntaso el odo en vaivn de la marea en la madera que araando escucha,del caracol, de la guitarra, verde ladrido, multitud sangrienta.Escalinata es la sal, hacia la luna no pregunta, no despierta,

    y el jacinto enterrado y el sollozo del pjaro leves vienenhilo tras hilo hasta el cartlago de las ms fra anmonaque toca y devuelve la testa truncada en flor de la marea.

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    SE TE ESCAPA ENTRE ALONDRAS

    Se te escapa entre alondras el ruido de sienes

    para el agua desoda en las primeras horasque existen o no existen pero siempre aleteanbuscando la compuerta de un ruido viradopor el exceso de trabajo, por la risa.

    Que existen o no existensi t fueras el primeroa cazar en la nievelos insectos sin ojosque ruedan por la nieve.

    Oh, que t seas el fin que entorna los balconesque despiertan sin nunca despertaren la hora prestada al bao de los ciervos.Que lo que aprisiones sea ms que el ruidodel brazo donde todo es un mar afinadopara el solo momento de alcanzar el relente.Oh, que tus labios asciendan en la respiracin de los balconesque aceptan la prisa del humo deletreadoy tus miradas se estilen en la orilla de los ros

    reemplazando a los suicidas.Y su suerte se ha quedadobajo los prpados pobrescomo un pellizco en la rosadel aliento de los dedosy se reconoce y se pierdeen los insectos sin ojosque ruedan por la nieve.

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    NO HAY QUE PASAR

    I

    No hay que pasar puentes de conchas de despreciosde recomenzar la bsqueda de las vihuelas crecidaso por ms seas un brazo redoblante a castillo cerradoa traspis de araa que presagiaban los lotosvoy atravesando festones descolgados escamas destrenzadasmandando en las planicies bajo arco de boca moribunday boquiabiertos presagios que mueven la corteza a desmayoel agua a fresa nivelada y el latido a salto altopor ahora silenciosos quilates del timbre y embates despertados

    entre crisis de plateados placeres que chilla la peceray las escamas y la ms aislada hebra que asciendehasta confinar con la concha que ve sonar lo rubioa impulsos de los ojos tirados contra la pared cariciosaa rendijas de otoo por ahora no te creo crecidani olvidada intrusa rub decado en hilo por escamas furiosas.

    II

    Mi mano de mrmol gris mis olvidos o mi sola alma

    la navegacin a medianoche hasta abrirse las tijerasy destruirse la rosa para dar cinco campanadasdestruirse la rosa al pulsar el pjaro sin destruirseni hundirse si resbalan violines o perros al septentrino lo que ya cae en agua desluce su amarguray la medialuna se entierra y el balcn escampa por primera vezdime olvdame o deja de inclinar la torre y su sonrisay su plumn irisado acompasa el destilar del tmulopor ltima vez el vidrio espolvorea las herraduras no las rosasno las sortijas voladoras cuando el mrmol descorrecuando el mrmol detiene una mirada fatalo el inmoderado moribundo en azul rubio oscurodestruye el mrmol o la mujer viajera coloreasus estanques que se reafirme porque la torre muere y chorreao que franjas de mrmol de cuchillo y mi alma mojada.No sabes que las puertas abiertas voltean los perros lanudos mirando al

    septentrin?

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    MADRIGAL

    El tallo de una rosa se ha encolerizado con las avispas

    que impedan que su cintura fuese y viniese con las mareascuando estaba tan tranquila en las graderas de un temploy un marinero llamado por la palabra marease ha unido a los clamores de alfileres sin sueoy le ha dado un fuerte pellizco al tallo de una rosalo que no mereca lo que no alcanzaba en su sonrisaen su ctara en su respiracin tornasoladala clera de un marineromil manos que se alzaban en el remedo de un besoen esta pirmide de besos

    para que en lo alto ms despacio ms pauelo ms seoritauna rosa una rosaque no puede aislar ni unas cuantas avispas encolerizadasque la han vencido que se le han pegado tenazmente a los flancosy ya son ramita entre dos recuerdos.Desconchamiento de lunas que no vienensus escamas de otoopero el nio que se ha quedado detenido frente a los encantamientosde un caballo blancose apresura en su dulce memoria de lunares

    a evocar sus regalos para ingresar en la nieveentre dos recuerdos de aire pulsado entre dos conchasque recorren un hilo de sienes de sien a siencomo entre dos recuerdosun dedo besado atormentado desnudadouna muchedumbre de Perseos enlunadosque esperan a los ms crecidos cazadores de medianocheporque ha llegado el da que no se alcanza con media docena de ctarasredondas espinas siempre festn de nieve enhebradoque se adelantan con la crecida del airede dos conchas entre dos recuerdosentrecortados silbidos en las graderas de un templohasta el instante en que es la sangre de hoyhojas del recuerdo en las ventanas de las joyerasojos que miran cmodamente la avispa mordiendo el tallo de una rosapara negrtelo en el aire guante fronda lenta flautala misma rosa que ha inclinado su frente para recoger tu paueloy esconderlo hasta que pasen los cazadores de medianoche.

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    FIGURAS DEL SUEO

    I

    Quede tu brazo alzado,lo reconocer pendientems de prisa en su sueo.Refugio de uvas, de alondrasen sus grutas, en los rosde generosa vida prolongada.Adivino en las venasun tumulto que mira y se fijaen el primer chillido,

    en manzana ingenuaque la siesta desviste.Comprendes la mano alzadaflor de hilo y de venasla propia pertenencia realy el diapasn sin eco?

    II

    El sueo sobre mi carne

    asegura su isla leve.Lo que se abre por dentro,el almendro, la cal eterna,domesticado revuela,paloma que se vaal fuego o al nido pasajerocado de sus alas.Todo lo que se deja caer,mirada al pasary el sueo al decaer.La llama que se sabe alzar.El sueo que cae.La cal fugazque quiere destrenzarsmbolos en la pared.El gamo que atraviesa el sueose asustaen oblicuo chillido,

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    pero como sostiene al cieloel cristal rodar.

    III

    La elipse de la codornizmentiramas chilla el espejo cierto.Verde de aguas cansadasla codorniz se alzamentiraa un cielo blando y no nuevo,a desposadas preguntas.Intacto secreto mansoen los cuidados del mrmol

    es un girasol no al aire,a su cielo comprimido.Un cielo grande que caesobre la codorniz desvelada.De nuevo se alza escondida,ropa y pico enterradosen la flor y su desvelo.El hlito de su siestamentiraen el secreto decide

    la extensin de sus festejos,la curvatura de su chorroy maestra,y ya en su nuevo secreto,borra la codorniz su elipsey su mentira primera.La disciplina del cielocae justaen el nombre de su cuello,posado junto a la fuenteque en el sueolo reencuentra.Y este tono especial,blanco y grises divididos,que en lo blanco salta?

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    IV

    No es aqu.Cae columna hirviendo.Lo que me preocupa

    falta.Sus preguntas me divierten.Un solo ojo me alcanzacomo un ro de ceniza.De nuevo las ballestas,pregones y ciudadesde timbres falsos.Su primera muerteva creciendo tensa,alcanzando un tumulto

    ligerode flauta que se olvida,de bamb que no se mueve,ni suea,ni en el sueo oscila.

    V

    Ni el rostro preguntani el espejo contesta.

    En sus fuentes de mrmolel da nace entre dioses menoresy grandes abejas despiertas.Chorro de verdes plumasy amarillas y verdes.Taza de blancuray de cielo, entre sueosirrumpe, cantan sus deseos.El chorro del agua,de las plumas el salto.La curva de su brazo,planicie de sus espaldasy los ms lentos trineos.

    VI

    No era que ya el ritmodel almendro fuera ctara al sonido.

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    Por mi lado pasaba,sin saberlo,una escala de arenastiempo inapreciabledonde los colores

    juegan sus sonidosy se adormecenen marfil extendido.No era.Ahora escanpa el deseo,secreto mantenidoen secreta opulencia.Y lo que va pasando:una fuga de hojas,un rumor nunca odo,

    siempre odo.Una fuga de hojasy la secreta opulenciasobre taza de mrmollividez de la llamao tersura de olvido,pasa por el tiempoque no sabe de muertey que vuelve opulentoa un ritmo de hojas

    sin cesar encontradas.

    VII

    Bajaba las escalasdel poniente,como rosa olvidada.Cea el blancor y la urea hoja,batidos por espumas no impulsadas,en lentas bien medidascalmas siderales.Se escuchaba, borrabael milagro de alta esferaque mueven sus pisadas.Bajaba las escalas del poniente,y nadie la miraba.Pactaba en lentas hojassus milagros,

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    temprano redoradas.Y ahora pasa a nuestro ladoy nos golpeacomo viento hechizado.Caa del poniente

    bien quemada,la afirmacin de la hojasin presenteque nos trae sus pisadas.Lo que cae ahora del ponientecrujiendo en rsea grutamal mirada,su misma fuga heladaque baja del ponientepor altas neveras

    y nubes de mastinesen su gloriablancuratenazmente adormilados.

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    COMO UN BARCO

    Llamadas voces corran por el canto del cielo

    bordeando de los dedos las islas.Una voz que se aislaba,palmeras, islas nadadoras, hojas del recuerdo,nevando el perfil ms voraz,punto incierto volado del anillo que salta,del cuerpo que olvida al soplar las palmerasun perfil movedizo, congelando y batiendoel cuerpo que vidamente beba.

    Como un barco temblaban los cabellos

    atados a las ltimas palabras,finamente anudadas las pestaaserraban imponiendo silencios,obligando al hmedo recuerdo de las manos atadas,al contorno resuelto en guitarra y granizo.El lad o ese labio pinchadoque se qued prendido a la envidia del caracol,o a ese caracol que se fug de la reyerta al destierro.Esa ceniza y esos labios antao perseguidos,arco de la espiral aspirada,

    volvern a despertar despus de la llamada a tu rostro.Despus de las aguas que van invadiendolos sentidos, la guirnalda y las lmparas.Tambin las manos adelantadaspara adormecerse en el ajedrezo pulsar un verano que en pulseras y en sistros retrocedey nadando se cie la corona de la risa,o ya sopla desvanecido corceltan manchado, tan amargo,tan querido que crece amarrado a las espaldas de los diosesdesterrados y al amigo en el cielo.La sombra de la nube rpidamente caa.El cuerpo enrollado en su manto y su sombra vidamente beba.

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    PUEDO MIRAR

    Puedo mirar tus manos preferidasy el acanto de tus sienes redoradas.Puedo mirar las aves sepultadaspor las fras guirnaldas otoales.Quiero mirar lminas de arenay sus precisos fuegos rodadores.Estoy mirando tu pregunta preferida.

    Vuelan guirnaldas y ms arenas ruedan,mejor que en esa pregunta diferentecarroza de mariscos y delfinesque corra entre consejos de oro,

    tibia, vuelta y renacida,iris tan terco,que me obligaba a sealar los rosen el mapa de tu recuerdo,fro, desordenado por el viento.

    Si se acerca, dormida,extensa y prolongada,entre sbanas que su gloria envuelveny dulces la proclaman,

    abstrayndose en blanco, prolongndoseen celeste llamada a tu blancura.Si despierto, tropiezo,en el halo que tu respiracin empaay en aquella nueva humedadque pervierte el encantado tactoy es la caricia al fervor.

    Si dormido,esa reciente concha y medialuna,

    flecha de tu pregunta adormilada,ni divierte ni extiende,sillar semimoviente y hojas despedidashacia el centro de tu ciudadrendida, golpeadapor tu fuga y mi fuga.

    Estoy mirando tu pregunta preferida.

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    QUEDA DE CENIZA

    I

    Al llover sobre el cerco deslucido,t mismo, confundido,ya confundes la graciadel manantial seco y del jazmntorcido de tu sueo.Fro medialuna convocasiniestras aguas a nueva torceduray a los timbres convoca para araar el sueo de las hojasen flor y flor hundida.

    T borrabas, queras, alentabasla primer cabellera que el hasto detieneinterminablemente en bruscos corredores.Multiplicas puertas, rplicasque abren y olvidan sus pestaas.Vencedores y azules, penetrantesescuadrones de guerreros mustiosabren y olvidan sus pestaas,puertas, rplicas, fino bordede papel dulcemente doblado.

    Me persigues, pasas y repasas,vienes o te ausentas, la misma alfombraen la misma cmara de espejos murmurantessiente tus pasos que ruedano alza una estatua por tu ausencia.Ausencia ecuestre, horizontal, en sueos,plegada o suelta cabellera,luna de cartn o teln en risa abierto.Sueltas ya las nubes, los presagios,la misma voz que peina el mismo aire.Y tu msica rodea el mismo cuerpo?Y tu cuerpo se acuesta entre dos rbolesque la noche anterior haba nombrado?

    II

    Dulce reencuentro en tu luz anegado,como un ave penetra sin sonido en la tarde,

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    o como aquella sombra que entre la hierba surgeclamando por el nombre de esbeltos cuerpos duros.Su dureza es apenas una provocacin a las avispas y a la luz,pues entre la claridad su gesto amargo esbozaba una tregua.La resistencia de ese cuerpo se escolta

    de un silencio opulento como un manto olvidado.Comprendiendo su fin se abandona al ocaso,y cuando cae lava en el agua confusa,la pesantez de sus fragmentos que se hunden gimiendo.

    La miseria escondida de ese cuerpo siniestro,hasta ayer recorrido por el rumor de la gloriay ahora pisado y abandonado por las hormigas del desprecio,aumenta sus gemidos pues la noche se extiende.Pero aunque quiere descifrar su gloria anterior,

    Solamente le roza el fro del pez que busca su destinoy la frialdad de la luna que aumenta la desazn de sus huesos.

    III

    Cerrado el ltimo oleajedonde ya no se puede penetrary su constante envo de sorpresasprovocan un oscuro dominio impenetrable.Si ya la mirada contina el juego o el tormento,

    la sucesiva escala, el riente coro,la luna, ltima voz que se ha de or,soplar los espritus del lago, la impalpable melancola,quedando de las fuentes un rastro de cenizao un elegante esbozo de fuerza congelada.

    Aunque sus cabellos se prolongaban en rocoy sus brazos se abandonaban como palabras repletas,la sombra evaporada a humo lento de su cuerpo,el oleaje impulsado por su sombra,y la despertada voz que desprendida de su cuerpo,contina su viaje despaciosasin rozar la somnolencia de las arenasni sentirse detenida por el tosco impulsode una columna o de una voz no esperada.

    En ese ltimo lamento que era tambin el ltimoconfn a donde se acuda sin mirada y sin voz,

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    empezaba el oleaje a desentumecer,y su ltima meloda, el recuerdo de un destierrono sufrido, de una nube no vista,era una vida ms lenta, continua e indiferente,donde no caba la soledad del hombre ni el canto de los amigos,

    sino una meloda intil que rodaba sin fin,rodeada de fros lamentos y de blandos animalesque no sufran la dolorosa interrogacin de la luz.La ausencia vena a ser reemplazadapor la perpetuidad leve del roco,nutridor impalpable de la invisible melancola.

    IV

    Tu transparencia intocable muda las frondas

    y deshace en las ventanas un jardn con ojos de interminable tnel.El escondido sueo viene a doblar la arboleda,a colocar en el espejo que se hunde sin despedirsemltiples seres de pequeas miradas tintineantes.Las nicas miradas dueas del anochecer recargado.Las ltimas frondas que caen como el cansancio del humoy se despiden galantes en el crepsculo de los cambiantes ardores.En la medianoche de verano el ruiseor y sus letargoscierran todas las compuertas que conducen a los viejos espejoshabitados por lmparas erectas

    que no pueden inclinarse para descorrer los rostrosque los espejos han enviado como burbujas hacia la luna.La lmpara frente al espejo y el espantoso choque de las nubesno podrn compararse a los paseos de muertos y vivientesen torno al mismo lago del tedio,donde los seres esconden sus huesos blandosy sus lenguas crecidas en las excesivas frondasignoran que pueden volar mansamente por el cielo del paladar.Pero la nostalgia de esta noche crecidaentre dos ros breves, levemente impulsados,es algo ms que un fruncimiento de interpretacin venturosa,es un polvo que la noche propaga con manchas agrandadas,o una arena incontenible que detiene tus pasos y tus ltimas vocesal borde mismo de la noche extendida de una boca a otra boca.

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    II Sonetos infieles

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    SONETOS A LA VIRGEN

    I

    Depara, paridora de Dios. Suavela giba del engaado para sertuvo que aislar el trigo del ave,el ave de la flor, no ser del querer.

    El molino, Depara, sea el que acabela malacrianza del ser que es el romper.Returcese la sombra, nadie alabela fealdad, giba o milln de su poder.

    Oye: t no quieres crear sin ser medida.Inmvil, dormida y despertada, osteespiga y sistro, el ngel que sonaba,

    la nieve en el bosque extendida.Eternidad en el costado sentistepues dormas la estrella que gritaba.

    II

    Mais tes mains (dit lange Marie)sont merveilleusement bnies. Je suisle jour, je suis la rose; mais toi,tu est lArbre.

    R. M. RILKE: Vie de Marie

    Sin romper el sello de semejanza,como en el hueco de la torre nubese cruza con la bienaventuranza.Oh fiel y sueo del cristal que pule

    su roco o el rbol de confianza,reverso del Descredo pues si subesu escala es caracol o malandanza,pira gimiendo, palabra que huye.

    Para caer de tu corona alzadalos ngeles permanecen o se esconden,

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    ya que t oste a la luz causada

    por el cordero que la luz descorrepara ofrecer lo blanco a la nevada,para extender la nieve que recorre.

    III

    Cautivo enredo ronda tu costado,pluma nevada hiriendo la garganta.Breve trono y su instante destronadotiemblan al silbo si suave se levanta.

    Ms que sombra, que infante desvelado,la armadura del cielo que nos canta

    su aria sin sonido, su son deslavazadomaraa ilusa contra el viento anda.

    Lento se cae el paredn del sueo;dulce costumbre de este incierto paso;grita y se destruyen sus escalas.

    Ya el viento navega a nuevo vasoy sombras buscan deseado dueo.Y si al morir no nos acuden alas?

    IV

    Pero s acudirs; all te veo,ola tras ola, manto dominado,que viene a invitarme a lo que creo:mi Paraso y tu Verbo, el encarnado.

    En ramas de cerezo buen recreo,o en cestillos de mimbre gobernado;en tan despierto trnsito lo feose ir tornando en rostro del Amado.

    El alfiler se baar en la rosa,sueo ser el aroma y su sentido,hasto el aire que al jinete mueve.

    El rbol bajar diccin hermosa,

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    la muerte dejar de ser sonido.Tu sombra har la eternidad ms breve.

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    ORDENANZA DEL MARQUS DE ACAPULCO

    En edad, flor o ciudad de pocos conocida,

    pues por all calz el viento grave llama,orden de muerte a bien cifrada heridatoca, se acerca astuta, burla y clama:

    La que de pronto cierra su proclamaleda es al revs, y pausa a la medida,pues sobre el muro clama y reclamacifras de ecuestre hoja a nueva vida.

    Yo no vea y el Marqus sangraba

    dulces secretos de invisible flora,y es su desdoble en lo que pasaba.

    Forrando su jazmn la muerte acrece.Una mitad, la tierra inclina y llora.Otra, en nueva cita inclina, y resplandece.

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    COMIENZO DEL HUMO

    Corolas del otoo el humo comenzando

    alas y muertes si la mano empiezaa imponer cuidados, a doblar abejas,abejas en pauelo de agua dura.

    Silbido, flecha hacia atrs, batientese apresura o se duerme tan furiosamenteque la espalda interpreta su plumaje:prendida escarcha que hacia el labio vuelve.

    La frase vana vuelve y se concierta

    al pauelo herido si la abeja cruje.El humo letargo del contorno, el labio reluciente.

    Oh, ya la nieve recobra las hilachas amarillas.Y las manos ciendo el aire impuro, el labio ciego,las lunas olvidadas: inmvil abeja cae.

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    PRIMERA LUZ

    Primera luz de una ceniza atarte

    al borrado principio que nos llevafino aliento extendido como seda,galopando al espejo donde recobrarte.

    ltimo desdn que sus cenizas nieva,nacido ya el abismo de olvidarte,si fro el recuerdo escaso vedael mnimo paladeo de nombrarte.

    La igual destreza de su entendimiento,

    la madurez en su comps se vierte.Hurao reptil la cola del viento

    y el guio del diamante se diviertesin destruirse en su incesante envo,yerto en su luz de oscuro desafo.

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    SU SUEO TOCA

    Traste de mbar por su sueo toca

    y tiene en dura corona regodeo.Botacillas, a lebrel y pjaro convocadulce verano de pinta y festoneo.

    La hoja de oro, de tu cielo gota,trocada en nuevo sueo deletreo.En esa altiva hoja pronto agotalas minas de malva y errante paladeo.

    Por dondequiera, en hojas, tu albedro,

    hasta en el mar creciendo tu coronay en cada hoja la estacin de gloria

    abre un castillo al ciervo del esto.Y el ms celeste junio vuelve y perdonallamas al viento, nieve a la memoria.

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    MELODA

    Meloda de la sombra penetra la dureza

    de la piel acompaante y ya me pideun anhelar pasivo que la inclineal borde nveo donde el aire empieza.

    Dulce secreto la gaviota o ya se afinela sombra que extenda la perezade la piel, negando que al irse se desliguede la sonrisa en que muere su destreza.

    No es meloda ni fuga en la marina

    onda rota que recuerda el sueo salpicadode pluma y pleamar en piel que el aire olvida.

    Corvo vidrio en la mano destrenzado.Fro dardo cayendo ms afinael humo hacia la flauta y olvido deseado.

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    VUELTA DEL AIRE

    Nuevo ncar recurva a nuevo fro.

    Hmedas cenizas al vientre de la nube,dulce riesgo navega su desvo.Soplada torre la frente sube

    desterrando al recuerdo en desvaro?Unido al jinete que ms huyeel recuerdo, pauelo por el ro,o vagaroso doncel que restituye

    cierzo al espejo y a la nube olvido.

    Escamas alisando su sonidoentre fronda y perfil del lento

    tumulto que rechina en la neblina.Desterrado se afirma y ms sedientoo el aire devuelve lo que afina.

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    NO YA EL OTOO

    No ya el otoo sin cesar termina

    al abrigo de un cielo en que no sigosino al alcance de rondar contigosu frente que saltando inclina.

    Doblado en surtidor de ngeles empinael marfil de brisas al postigo,despertando nuevamente en lo que digoo se remoja al cielo que camina.

    Amarillez de manos entre tibias sierpes

    por el aciago labio desledastodas las veces de su andar bruido.

    Hostilizado mbar ya escindido,rumor de abejas entre peines viertes:el ro de su sombra me ha perdido.

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    ESPUELAS

    Espuelas y abejas flechan la alborada,

    orillas del hasto en halos de sinfines.Muslos y conchitas desligabaen la crcel sin red de los delfines.

    Rezagos de la seda la tarde silbabademorados desvos en confinesde suerte para el fresno si helabatizne en las plumas, fiesta en los patines.

    Espejo impar intacto creca

    en la juncia sin garza de la orillaque doble suma de baistas encenda.

    Grave sobre el borde de s mismo extendidoen la carne del espejo rebrillaya dueo de su rostro, ya extendido.

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    FCIL SUEO

    Largos pjaros blancos en su mano enguantada

    de nombres cabales y dobles hojas de miel.Su peluca de algas, su cintura enastada.Su ausencia: desfile de un blancor de papel.

    Se ha ido, su presencia, un silbido,le anuncia por los aires quemados.En la sombra, lenta mana su latido.En el sueo, define sus muslos enjaulados.

    Oh qu zumbido se posa en mis odos algodonados

    cuando nos golpean sus nieves invitadasa la pleamar hinchada de peces mantecados.

    Rompironla sin fro, extendidas dos nalgadasentre Preciosa y su lebrel. Es el sueo, cansadosse tienden al agredir doncellas despreciadas.

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    LLOVIDA

    Llovida, anudada en metal o cuitada

    en el sereno confiar que la deshace,va creando su primera y nica miradanieve su suerte, muerte que complace.

    Ya en la garganta, recta y deletreada,voz no le advierte ayer no dividida.Tocada huella es columna adormeciday sonrojo la niebla en mano no escanciada.

    Si su escala es borrosa, aire en punto

    por metfora y viento contrapuntoque persigue su aliento y no lo toca.

    Si lo toca se apresura la rosa, en el frutoy por cadalso en la ascensin ya brotalquida forma, mas su ausencia culpo.

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    BREVE SUEO

    Cdice el aire en su miniado pliego

    alarga en derechura sueo o suertesu contorno de plumas, que conviertemanso cielo, a mi gozo azul y juego.

    mbito ya sin fin de plumas ciegoy cado en cenizas, llamas vierte,hasta el vestigio de una sola muerte,y hasta lo dulce de tan breve fuego.

    Frente nevada, mano aljofarada

    son al destierro y a la cifra levepuados si de nube alcanforada,

    risa o pecera, ejemplos de lo breve.Costumbre en ceniza meditada,cuajada en extensin de trigo y nieve.

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    PEZ NOCTURNO

    La oscura lucha con el pez concluye;

    su boca finge de la noche orilla.Las escamas enciende, slo brillaaquella plata que de pronto huye.

    Hojosa plata la noche reconstruyesus agallas, caverna de luz amarillaen cogulos de fango se zambulle.Fro el ojo del pez nos maravilla.

    Un temblor y la mirada extiende

    su podredumbre, lo que comprendeligera asla de lo que acapara.

    Aquel fanal se pierde y se persigue.La espuma de su sueo no consiguereconstruir la lnea que saltara.

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    AHORA QUE ESTOY

    Ahora que estoy, golpeo, no me siento,

    rompo de nuevo la armadura hendida,empiezo falseando mi lamento,concluyo durmindome en la herida,

    que no en m, en la pared, procura el viento,y no es mi herida, si la luz perdidaprocura ironizar el firmamentoo se recuesta en la cometa huida.

    Cnico lebrel, gamo biselado,

    de la luna soporto la blandura,no su misterioso ro de leche.

    Me aduermo, que la sombra flechelo que es mi ser y lo que est flechado,golpe o bostezo, luz o sombra quemadura.

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    CIFRA DE MUERTE

    Lo coron con nmeros la muerte

    y amenazas de grieta la alboradade la pluma, verde y fcil, espejadaen el rincn que pjaros divierte.

    En su infinito pedernal advierteluz insolente, fuego que no es nada.El paisaje del ave le conviertea la pausa sin gesto por cansada.

    Una mitad desvela, y otra mitad

    farol, puente celoso y agua rebotantecambia sus caballos, viene de muy lejos,

    pues de la nada, crujiendo, caerla flecha que viene ms distantey el roco que sudan los espejos.

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    LTIMO DESEO

    De la fe que de la nada brota

    y de la nada que en la fe hace espino,ileso salto de mgica pelotaque paga en sangre el buen camino.

    Y si rebota ms, slo nos tocaal desempedrar los bordes del destino,la mgica epidermis que rebotaen el coral de un arenal divino.

    En el murmullo de pinos siderales

    las nubes a bien medido engaodel cuerpo, flor del viejo espacio.

    Previa al no ser enva sus cristalesa la ciudad de amanecer extrao,y sigue hilando sus nubes muy despacio.

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    A SANTA TERESA SACANDO UNOS IDOLILLOS

    ...por hacerme placer, me vino a darel idolillo, el cual hice echar luego enun ro.

    SANTA TERESA: Vida

    Los dolos de cobre sobre el ropusiste en obra del amor llagado.Su casta fuera, redoble enamoradotuerce la mueca de inhumano bro.

    Cuando la imagen balbuciente al frolastima su rostro, espejo despreciado,y demonio alado disfraza el poderoque es menester para no ser penado.

    Navega el dolo y no se cierra,flor especial en noche eterna crece,cerca al roco, ngel de la tierra.

    Y as en enojos al barro se decrece.Slo el fuego libera si se encierray sin buscar el fuego, palidece.

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    INVISIBLE RUMOR

    I

    Cuando en el cielo despojado asoma,danzando en el abismo de la alturaque borra en el fruto la figuraque forman los sentidos de su aroma.

    Ola deshecha y breve en la redoma,iluso imperio de su mano impura,despego, fuego domado, blancurade un mar finito sus cenizas doma.

    Por el olor del fruto detenidolas manos elaboran un sentidoque reconstruye la sonrisa inerte.

    As la flecha sus silencios mueve,ciega buscando en la extensin de nievesu propia estela como fruto y muerte.

    II

    Flecha y distancia suean su rumor.Blando roco cayendo hasta la seda,luz medialuna de un nuevo dolorque su silencio magistral nos veda.

    En su articulacin tan blanda quedalenta la sombra del ro burladordel cielo que en propia muerte nieva,embriaguez del propio escanciador.

    No es lo que pasa y que sin voz resuena.No es lo que cae sin trampa y sin figura,sino lo que cae atrs, a propia sombra.

    El pecado sin culpa, eterna penaque acompaa y desluce la amargurade lo que cae, pero que nadie nombra.

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    III

    Como el amor si el tiempo lo detieneapresura su sueo en dulce espera,o cumpliendo su fruto solo viene

    a su forma, y de nuevo desespera.

    Indiferente al signo advieneaunque incesante sus deseos ardiera,pues cuando ya el fuego le enajene,danza en la sombra, desapareciera.

    Oh t impedido, sombra sobre el muro,slo contemplas roto mi silencioy la confusa flora de mi desarmona.

    Yerto rumor si la unidad maduro,nuevo rumor sin fin slo presenciolo que en oscuros jirones desafa.

    IV

    Desdicha de la luz la voz se alzabaembistiendo mi escasa negativa,que cuando ms el ceo se negaba,

    ms huellas de la oscura fugitiva.

    Como la pluma en su don furtivacaa en el plomo que quemaba,y as la voz, potencia muy unitiva,en el fuego tambin est sumada.

    Curvas voces y sumadas, vocero,abejas de apariencia y desvaro;un extrao silbo se detiene.

    Que cuanto ms las voces se destruyen,ondas de vihuelas restituyeny el extrao silbo se mantiene.

    V

    Si con tus cautelas slo muerte,

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    logras ver la confusin de tu ser,ya que perdida forma, queda inertela nada: medusa, cero su poder.

    Si nube de un bostezo comprenderte,

    o como reino de nube slo arderdonde extendido hasto slo adviertela confusin vaca del acaecer.

    Ilusa cisterna del entendimiento:linfa es la forma que no fluyediscurso que misterioso restituye.

    Otoo en dulces pasos prevaleceen ese mundo que no suma ni decrece

    la embriaguez viciosa del conocimiento.

    VI

    La selva hizo navegar, y el viento alcamo en sus velas respetaba.

    QUEVEDO

    Cubre de nieve solcita figuraque alada medianoche esplende.Negro festn, granada que se tiende,

    como un astro en su fra luz impura.

    Cansado el aire su esbeltez procuraen el cobre del halo que desprende,pues si camo de cobre es atadura,la cabellera como cordel extiende.

    Calza la sombra en la figura, dormams all de los brazos, atanorel aliento, las nubes, las pisadas,

    ya que con luz violada desafael sonido miniado en las nevadasy el rostro huido en fro rumor.

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    III nico rumor

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    FIESTA CALLADA

    I

    Es el secreto poner dos dedos en la bola de cristal.Sortijas que se derriten porque los oidoresclavan juncos para apuntalar la monarquadestruida por el granizo indivisible, golpeada por el bambsuspirado, franjas de frentes destacan sus graciosas elegas.El verdadero rey forma la estatua del humopara colocarla en el recodo ms fro de la perfeccincada y vuelta a levantar, ya nada entre mrgenessueltas que le persiguen y no le invaden;

    le ciegan y le despiertan por la maanacreyendo que es cobarda llamarse Nadie como Ulises.La ordenacin o clasificacin impensada:hacen escuadras los delfines,las pamelas tropizan en las puertas del ciney los cisnes se han esclavizado voluntariamente para ofrecerun simulacro de espumas.Solimn piensa en la sombrilla abandonada en una planicie,pero el chopo se abra en un sombrero o en un jardny el sabio saludaba con una gran mariposa blanca.

    II

    La costumbre puede ser la mesa de nube y marfil donde soplan sus ondulanteschismes los oidores, ella nos hace sentir las profecas.El que juega pierde, el que no duerme esperando nueve mesestambin pierde, y si pasan las banderas,y si los malayos siembran en el ro,y si los ciegos amansan las inundaciones,seguirn hablando de la elegancia y de la fuerza,de las fresas robadas y de la mano guardadaen la urna de la categora sensible, de cartn y de nieve,de pecho redoblante, de mordidas armaduras salobres,y si pasan las banderas, parar su mquina o seguir cantndole a la lotera.Los peces de noche no dejarn pasar ningn navo,cazadoras agujas con sus lunas.Cuando vendan peces las doncellasse llegarn a oprimir en las puertas

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    si han abandonado la idea de saber la hora por los encogimientosde las arenas, por los pasos que formarn el sentidode creer que la unidad mojada en vino sanguinososurga de Nemsine, dulce y exacta,sentada en su corte de ardillas blancas y nueces talismnicas.

    El trampoln es eficaz y puede ser vistoso.El anillo se presentar para unir los sexos o para ensear los dientes de su

    redondezy tendremos un circo ensangrentado o un da de lluvia.El da de la lluvia en las arpas engendra las cabelleras.Los mercaderes saben que ha de llegar la princesa agraciada,regalando pestaas, mirando fijamente.La ordenacin ser el roce social.Viva red crecida servir de vitrina a los cuerpos tachados.Inadvertidos cometas y chispas en los acantilados

    suenan sus alamedas robadas, sus bifrontes injuriasde corceles marinos en el aire reclaman,en el agua rebotan, se apresuran gimiendo.El agua que caa dentro del anillo robadobuscaba una playa de muslos,recoge con el odo la temperatura del agua.El revs de la sombra no es el cuerpo ante el agua,donde los ciervos han huido del paisaje,helado jardn persiguiendo una rosahasta la terraza donde los turistas no quieren pagar.

    Los pajes, los comunistas y los sultaneshan desfilado provocando la inclinacin de las banderas y el voceo de losperidicos.

    III

    El problema de la cuaresma del ruiseor est ya alegremente resuelto.Si canta bien, golpea; si canta mal, estalla.Nemsine y Jpiter no salen por las ventanas,pero su nica hazaa es deslizarse por las murallassin manchas y entregar el flautido cerrado como carta.El ruiseor en cuaresma vive frente a las ventanas.Lunares, monstruos y cohetes,el estallido de las salutaciones galantes,son meras riquezas paradojales en el derretido discurso de los cisnes.Se habrn cado todas las manoscomo el jams especial de los ros,cuando la luna se fija para el duelo de los periodistas,

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    como las abejas que recorren las estatuasy saben que tienen que ir a morir a un biombo.Su juego de abstraccin aislar la rosa de la terraza,hundir al ruiseor en trapos morados,los cisnes sern excesivamente crueles, vivirn despus de Nemsine

    y Jpiter, entregarn el plumaje por el espejo mentido,por ilustres mareos o la vida mentida en los ojos de las cigeas.Ya no hay ms que empezar a contar para sentir la alegra final,si empieza con un paseo acaba con una medicin.Los oidores sollozan ante el follaje de las paradojas,su mesa de marfil, la crema de los colores llorosos.Como si se separara un da de otrodcil jardn y el reposo del agua,preclaro pecho de bocina y de mielse acuesta su trabjo en el cielo

    para establecer definitivamente el campamento de los cisnes.

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    CUERPO, CABALLOS

    I

    Cuando el chorro de la respiracin, entre una escala de voces amansadas,iba a fijarse en el centro del cuerpo glorioso.Cuando la oscuridad se paseaba sigilosamentepor el cuerpo verde de los rboles y por el cuerpo blanco de los hombres.Cuando los ojos describan crculos voladores, ardientes esferas,y al alejarse se perdan en un tnel que crujay al acercarse esperaban que las manos les despertasende estas nieves que laten olvidndose que se agitan las despedidas,que los pjaros moran contorsionados envueltos en la misma sombra

    que lama los cuerpos que esperaban la dulzura de las miradas.Cuando la sangre olvidada de los pasajeros ms dormidos,de los ms frutecidos ocios, quemaba las oscilaciones del cuerpoante el espejo cerrado y la desnudez ms ciega gozabalas noches empujadas por una mano inmvil.Cuando el misterio o la marcha de las tortugas no alla,pero se vuelve blanco, como el hilo blanco que separa los labiosde la piel, como el cuerpo cuando es traspasado por el sol,sealando cada uno de sus peligros y de sus islas fragantes,como el pjaro que gira hasta morir en el centro del reloj

    Su cuerpo fosforado, olvidado de la arribada de la niebla metlica,de la mano mordida dentro del agua, de los ojos que azulean cerrados,la plumada sombra que paseaba olvidando su cuerpo fosforado y dorado.Olvidado tambin de su cuerpo escapado de otro cuerpo ms antiguo.Fosforado como el voltear de los ojos, dorado como el msantiguo cuerpo fosforado. Fosforado y dorado hasto, las plumasque se desprenden de los planetas cansados y las manos que borranlas letras que no se han escrito en las paredes. Ay, ay, y este cuerpoextendido en el aire, olvidado de ti, vendr cayendo de los planetasms dormidos hasta el fondo rapidsimo, verdinegro del estanque sin recuerdos,sin acariciable cuerpo que detenga el mustio oleaje de tus suspiros,sin sombra que ajuste tu cuerpo a la destreza del ojo acariciadopor la espalda musgosa donde asoma el latido que no se oye,que no se oye, pero que viene a rebotar contra el cuerpo dorado,que va bruendo y destruyendo las caderas sueltas en la crcel del sueo,aprisionando el cuello de un caballo enterrado, intocable,hasta ensear el belfo pellizcado, el donaire o la mirada de despreciosobre el marinero nadando a los pies de un castillo

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    o el hilo de ojos que el aire suelta en flechasquemadas en esta pradera donde los caballos adolescenteshan roto sus belfos al borde de las fuentes para redimir a la tierray olvidar que maana despertarn resucitadossin que las mecangrafas asciendan hasta el lugar donde las palomas

    dorman olvidadas que los caballos heridos fijen sus ojos espumassobre esta piel flechas de los acechos tan peces que en las mareasno encuentran para dormir esta playa, para escanciar penetradode este silbido tan lento que ha araado este sueo tan intil si yalos ojos han volteado esta espuma para afirmar que pesan ms que los labiosy las cabelleras se escapan de los frontones para nadar silenciosas.El caballo Ritra o Dicoglioneonorester huele mis manos tan lentamente y larespiracin subterrnea rebota contra el ms antiguo de mis cuerpos.

    II

    El peso de sus manos, sus uas pesadas le obligan a dejar caer las manosque buscan la mariposa cuyo centro est en la nariz,y las dos alas reposan sobre ambos lados de la cara seca y olvidada,aunque el lado derecho es el que ostenta el ojo azul, el que olvida los

    pensamientosy el que resguarda el perfil de la adherencia total de las alas de la mariposa.El insecto que chilla contra los dientes cuando se agita el Macareuptpteroy el caballo Ritra est dispuesto a taladrar el fuego,a seguir los pasos del hombre ciego. Los ojos

    se baan en las cabelleras flotantes sobre las olas hasta que las seque el sol.El sol en la flecha, en las arrugasde la piel reluciente de los caballos. Los dioses mascando los insectosy los insectos que quieren ser aplastados por los dientes.La amistad del Macareuptptero y el caballo Ritra.El zumbido de ro viejo del insecto aplastado por la mano rpidaque niega que el insecto pueda asomar la cabeza por las ventanasque huelen a cristal detenido para siempre, eternamenteprendido al cristal que gira por encima del fuego,que detiene los cambios de las mareas, la fijeza de las miradasdel hombre obligado a caminar el mismo corredor y caminando tranquilamentems all del ruido del baile, del doblegado ncar,regado acaso por la saliva para apresurar su crecimiento y olvidarsus adioses tiernos como la madera acabada de insultar, tiernocomo el agua que sacada del ro de los dioses viene a moriren agua verde de fbula y de diosas abandonadas al doblar la esquina.Se te quemaron las manos. No tenemos agua ni ganas de olvidar.Ni ganas de amar si el aire no es agradable.

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    Si no es agradable la mirada del gato incendiado.La rosa en su charolada simetra de metal nuevo muy despierto,mientras la linterna se arrastra por el desierto.Por qu se apresurarn los minutos para que el vaso se derramey t eches el agua verde por las narices?

    Ya el ro pasa zumbando de la mano a la mano,y se va estrechando hasta zumbar en el sueo de la sien,derecha a la izquierda, clamando por una mano que me seque el sudor,por una hoja nueva donde pueda apoyar la sien,y sobre todo que detenga el paseo de la linterna por el desiertoo por el lmite fro de la crcel de mis manos que estn en laparte ms verde de la hoja, de la hoja donde puedan navegarms finamente mi sien, mis labios, las espigas movedizas.Ya tengo el ro entre mis dos manosy veo la linterna sobre el detalle de mi cuerpo,

    sobre el caballo Ritra, sobre cada uno de mis movimientos heridos.El caballo con una espina de acero en la lengua pasa chillandocon un flechazo en las caderas.El ojo verde de la linterna sigue buscando por el desiertoy mi sien apoyada en la hoja verde se duerme dentro del ro.El pez con un ojo cerrado mira fijamente el paso de la linterna por el desierto.Sin embargo nadie ha dicho que la hoja verde sea una concha.Nadie ha dicho que el pez se emocione.Nadie ha dicho que la concha sea una hoja verde.

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    AISLADA PERA

    Lennui, le clair ennui de mirer leur nuance.P. VALRY

    Las peras para siempre sonreirn en las azoteasentre las muertas noches sin olvidos marinos.En la aldea de techos bajos los gamos amanecen cantando,como nios profusos que vuelan por los recuerdos.El tapiz que leas en las esperas de las manos coloreadas,de las voces rodadas hasta perderse por las espaldas,de los fros dormidos sin nubes, sin escudo, sin senos escamosos,sin los antifaces robados en la cmara de los venenos.

    Recordado tapiz, enjoyado por los donceles madrugadores,

    saltando entre banderas con la cara quemada de los bandoleros,con los guitarreros que les llevan agua a los caballosy con las dormidas anmonas falsas de la mujer despreciada.En las endurecidas endechas de las azoteasque borraban las noches notarialesque si se abran sobre la muerte, pestaas y peinecillosgrises del estanque recurvaban como un barco amarillo.

    Para qu poner las manos en el estanque si existen las heridas de mrmol,si existen los aos que se tienden como el morir del marfil en los pianos,o del que vive separando el hasto de las armadas quejumbrosas,del galope de un corcel ciego que come en las azoteas.

    Para qu redondear la nieve de los brazos de la ruina moralsi los corales tiernos han de acudir a la cita de las cuchilladasy los infantes han de remar al borde de los suspirosque envan sus olas sobre un gran perro flechado.Las joyeras que salvarn sus vidas,sus preciosas vidas de cristal detenido y mariposas contadas,brillarn sintiendo sus pecados doloridos tocarse en el lamento o el insultocon las oscuras caracolas recostadas en una mano tirada al fuego.

    La noche perezosa despertar para recoger las playasolvidadas junto a un sonmbulo que mira a todas partes sin odios.El peine que adelgaza oyendo a las sirenas sus gritos entumidospuede separar la aguja de la amistad de los espejos mal llorados.

    Oh los bordes tan negros para las manos que se perdern en el ro,que no podrn reconstruir la estatua de la mujer apagada

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    por las prisas de la mandolina sumergida hasta el talle del clavel,errante en un mercado de matemticos japoneses.

    Las prisas se tendern en un equilibrio de gaviotassobre las pestaas o viva red de las inexactitudes

    que han de gritar a las gaviotas paseando sobre techos de zinc y cabellerasteidas y seguir aburridas sobre el mar apagado para el arco de la viola.

    Al brillar la malaria sanar el odo.Quedar escondido en el ojo de los naipes raptados,ante una voz que anunciarn las samaritanas o las salamandras presasen el temor de una muralla bordada de pobreza elegante.

    Quedar detenido ante el temor de incendiar las alfombras,pero resultar un juego de manos y un itinerario de ajedrez encerrado

    por el atardecer que palidece ante una coleccin de fresasque en ruido de vitrinas al borde de los labios deshacen sus cristales.Oh, cmo manchan el paso tardo de los mandarines iletrados,cmo despiertan entorpecidos los faisanes.La invasin de las aguas se va tendiendo en pesadillassin despertar al escalar el surtidor o fijar un lucero.

    En un solo pie, despierto en ruidos postreros de vuelos entornados,quedar en una gruta recorriendo la precisin de las tarjetas polares,despertado por los timbres ocultos y por el ruiseor

    que despierta para bruir sus pesadas canciones.

    Pero all un momento, un solo momento entre el adis y el tlamo.Un momento de siglos que tardar en desnudarme,en quedarme hasta or los pasos que van a romper el cntaro.Quedar entre el tlamo y el ruido del arco.

    Por el cielo de ahora los toros blancos pasan con un muslo vendado.Quedar cosiendo insectos, despertado inseguro entre el tlamo y el ruido del

    arco.Para qu habr largas procesiones de marquesassi la traicin de la luna nieva un largo bostezo?

    Una amapola sangra las manos al coger un insectoentornado en el hueco que han dejado los recuerdos.Si el surtidor se asla y las amapolas ruedan,los nios con el costado hundido continuarn rompiendo todos los clavicordios.Para qu habr venido esta noche?

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    DOBLE DESLIZ, SEDIENTO

    El desliz que comprende su figura

    en nuevo centro y en esfera nueva.Doble desliz, sediento,mueve en las paredes sus nmerosde recuerdo eficaz y bienvenido.De nuevo borro aquellas letrasdel convite con que amanecaa nuevas nubes y a dulcificadarueda de tortura.Dnde se aposentaban sus misterios,sus noches dobles y sus colecciones

    de dolos perpetuos?La rueda de poderosa nube imperialy el tornillo que en espesasespaldas ya nada o golpea.Y el tornillo que rompe en dos los mares:los poderosos dioses borradoresy el presagio que toca y persigue.Rueda la nube por debajo del sueoy all acomete nuevos reinosde apenas pronunciada meloda.

    Despus del cordero sin preguntas,recin nacido en amansada plata,los reinos del carbn, los vaporososparasos sin proporcin y sin justicia.Los que olvidan que la elegancia,gamo nutrido de roco o pulpa de nievecortesana, es el ser inminente que penetraen la nube central, cuerpo de almendra:celeste dignidad del fuego en fuga.Yo me escapaba de esa tierra hinchada,sediento Marco Polo entre carbunclos,aseguraba el confn del sueo vago.Y crea alcanzar entre las rocas de oro,el pez an casi dormido y separadonica especie de un metal viviente,de la noche y su sombra bailadora.All en las flautas, la nueva maldiciny la nueva ciudad del cuerpo airado,

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    los puentes oscuros, donde animales de canelarompen en la noche colecciones de porcelana.All abierta la hora en que la florasimila hasta el insecto y agrupa,largas pirmides de roco,

    el zumbido que engendr el clavel.Cayendo y tocando, zumbido presagioso,extensa columna de fuego estremecido,retrocede, hnchate, solloza el balbuceo,te clama la ternura del agua y sus guirnaldas.Y las ninfas entre el agua y lo oscuro,sus manteles con gracia y son revierten,sus cabellos eternos frente al espejo dicen:defneme, no es en mis pasos, es en mi estatuadonde el tiempo me muerde y as en las arenas

    que caen de mis manos est el tiempo mejor,nico tiempo creador sin su par y no el costadosangrando hasta el ocaso, sino la frente:estatua del ciempis y un solo centro.

    La caballera hace un remolinoy se inclinan a vista de las aguas no tocadasla luna y el insecto y caballero.Lo que cae, errante hasta su centro.Lo desnudo se nutre por sus huellas.

    La luna, sueo doble de luna acompasada,va cayendo y tocando las hojas sealadas:las hojas del almendro en la frente de los enamorados.Las hojas pintadas por los cmbalos del destierrofabrican la arena y mueven la lluvia.

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    SAN JUAN DE PATMOS ANTE LA PUERTA LATINA

    Su salvacin es marina, su verdad de tierra, de agua y de fuego.

    El fuego en la ltima prueba total,pero antes la paz: los engendros de agua y de tierra.Roma no se rinde con facilidad, ni recibe por el lado del mar:su prueba es de aceite, el aceite que mastica las verdades.El aceite hirviendo que muerde con dientes de madera,de blanda madera que se pega al cuerpo, como la nocheal perro, o al ave que cae hacia abajo sin fin. Roma no se fa y su prueba es de aceite hirviendo,y sus dientes de madera son la maderamucho tiempo sumergida en el ro, blanda y eterna,

    como la carne, como el ave apretada hasta que ya no respira.San Pablo ganara a Roma, pero la verdad es que San Juan de Patmosganara tambin a Roma.Ved su marca, su fuego, su ave.Los ancianos romanos le cortan la cabellera,quieren que nunca ms la forma sea alcanzada,tampoco el ejemplo de la cabellera y la pleamar de la maana.San Juan est fuerte, ha pasado das en el calabozoy la oscuridad engrandece su frente y las formas del Crucificado.Ha gozado tanto en el calabozo como en sus lecciones de feso.

    El calabozo no es una terrible leccin,sino la contemplacin de las formas del Crucificado.El calabozo y la prdida de sus cabellos deban de sonarle como un ro,pero l, slo es invadido por la ligereza y la gloria del ave.Cada vez que un hombre salta como la sal de la llama,cada vez que el aceite hierve para baar los cuerposde los que quieren ver las nuevas formas del Crucificado Gloria!Ante la Puerta Latina quieren baar a San Juan de Patmos,su bao no es el del espejo y el pie que se adelanta,para recoger como en una concha la temperatura del agua.No es su bao el del cuerpo remilgado que vacilaentre la tibieza miserable del agua y la fidelidad miserable del espejo.Gloria! El agua se ha convertido en un rumor bienaventurado.No es que San Juan haya vencido el aceite hirviendo:ese pensamiento no lo asedia, no lo deshonra.Se ha amigado con el agua, se ha transfundido en la amistad omnicomprensiva.No hay en su rostro el orgullo levsimo, pero s dice:All donde me amist con el aceite hirviendo, id y construid una pequea iglesia

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    catlica.Esa iglesia es an hoy, porque se alza sobre el martirio de San Juan:su prueba la del aceite hirviendo, martirizada su sangre.Levantad una iglesia donde el martirio encuentre una forma.Todos los martirios, la comunin de los Santos,

    todos a una como rgano, como respiracin espesa, como el sueo del ave,como el rgano alazando y masticando, acompaando la voz,el cuerpo divino comido a un tiempo en la comunin de los Santos.El martirio, todos los martirios, alzando una verdad sobrehumana:el senado consulto no puede declarar sobre la divinidad de los dioses.Slo el martirio, muchos martirios, prueban como la piedra,hacia s, hacia el infierno sin fin.Los romanos no crean en la romanidad.Crean que combatan sus pequeos dioses, hablandode la ajena soberbia, y que aquel Dios era el Uno que exclua,

    era el Uno que rechaza la sangre y la substancia de Roma.La nueva romanidad trataba de apretarse con Roma,la unidad como un rgano proclamando y alzando.Pero ellos volvan y decan sobre sus pequeos dioses,que haba que pasar por la Puerta Latina,que el senado consulto tena que acordar por mayorade ridculos votos que haban llegado nuevos dioses.Llegara otra prueba y otra prueba,pero seguiran reclamando pruebas y otras pruebas.Qu hay que probar cuando llega la noche

    y el sueo con su roco y el rumor que vuelve y abate,o un rumor satisfecho escondido en las grutas, despus en la maana?En Roma quieren ms pruebas de San Juan.El martirio levantando cada pequea iglesia catlica,pero ellos seguan: pruebas, pruebas.Su ridcula peticin de pruebas,pero con mantos sucios y paos tiznadosesconden sus llagas abultadas,como la espiral del canto del sapo enviada hacia la luna,pero le ha de salir al paso el frontn de la piedra,del escudo, del cuchillo errante que busca las gargantas malditas.San Juan de nuevo est preso,y el Monarca en lugar de ocultar el cuadrante y el zodacoy las lmparas flicas que ha hecho grabar en las paredes altivasha empezado a decapitar a los senadores romanos,que llenos de un robusto clasicismo han acordado que ya hay dioses nuevos.San Juan est de nuevo en el calabozo, serensimo,como cuando sus lecciones de feso y cuando vio que el leo hirviendo

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    penetraba en su cuerpo como una concha pintada,o como un pao que recoge el polvo y la otra mitades de sudor y el aire logra tan slo la eternidad de ese pao y polvo y sudor.Dan Juan pasa del calabozo al destierro , y su madre,desmayada que fue en una nube,

    se acoge a la muerte, y puede estar serena:el destierro es tambin otra nube, acaso pasajera.Y mientras San Juan est en el destierro,el cuerpo de su madre est escondido en una caverna.Las pesadillas de la madre insepulta,escondida en una caverna, no corroen su visin admirable.Cuando San Juan quiso cort las ramas de la sombra reproducida,que ya no volver a saltar en el bastn del Monarca.Y salt del destierro a la nube, de la nube baj a la caverna,como en la lnea de un ave,

    como la memoria de un astro hmedo y remontado.La madre est muerta en la caverna,pero despide lentas estrellas de un aroma perpetuo.La nube que trajo a San Juan se va extendiendo por la caverna,como el rgano que impulsa las nuevas formas del Crucificado.San Juan no tiembla, apenas mira, pero dice:Haced en este sitio una pequea iglesia catlica.

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    SUMA DE SECRETOS

    Pisa Roco y el Deseo Plidoen la morada de los dioses lquidosy de las nubes sueltaspor entre la carne de dulces animalesmortecinos. Saetillas de mar,pez al roco de sus medidas extensiones.Estrella de mar, sonada reciedumbrede la pasta amorosa de la luna.Sonren, curvan sus espaldasen los balcones de ese templo yerto,

    las estrellas de mar hinchadas de roco.No por las rocas que aprietan sus heridas,sino el rumor de arcilla para el lmiteque presagia el saber, la celeste cantidadde olas necesarias a la tersa visin.No por las rocas ni el delfn sonandomal herido, fuera del conocer y el ms de amor.Penetrador rebao el mar colmadocie celeste, abraza cadencioso,extiende por las rocas tersas tribus

    movientes al ocaso de nieve.Las tnicas y especial firmamentoconsagran su eternidad de timbre marinero.Fruncen sus vidas de pequeas olassopladas por el perverso impulso del odo:sopla mareas, sopla las torres hacia el sur plomizo.No es en el lmite donde asomala agona del convidado clavel,ni el ilusorio crculo de garzasdesviste techo a la nieve impuray corona a las furias sorprendidas.Lmina de la madera aspiradora,tumba de la abeja sonrosada.Por herida y clavel,elsticas islas de sus poros,pasa el zumbido y su gotear de plata.Franjas zumbando su anunciacin celeste.El dolor de la madera aisladora,

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    su sueo de molusco acariciado.Las invisibles barcas somnolientas,menos pesadas que el paso de las nubespor las espaldas de las aves quietas.Las invisibles barcas serenizan

    la piel de los jardines del esto.Las sirenas del aire le taladrany sus entraas azules bien convidana la meloda del arco enrojecido.As de la inmovilidad de la mareaa la renunciacin de los extensos lquidos,el aire que es deidad ms divididale abre los crculos del goce,donde la vida y el caracol resuenan.La madera y el aire en su destino,

    como la flecha su rumor colmando.Flotando en la marea no sopladala levedad de ese polvillo inertedora las manos en el peine mustias.Nadie crece, tal vez golpeala misma voz desenfrenada y vana.El mismo estribillo de diamantemuestra el mismo cuello con la misma nieve.Y la morena gloria de ese gestoolvida los trabajos lentos de mil cntaros

    y los sueos que impulsan remadoressus flotas de garzas a la muerte.Las hebras que el viento justifican,sus dulces proclamas esparciendo,junto a la gruta que una sola vozresguarda. En sus nocturnos labiosse detiene la orquesta de msicos dormidosy la flor de la nacin nevada.Como apretarse de rboles coralesy extenderse de lneas y vihuelas marinas,por encima del aire y la madera,siento a la muerte y su escasez de ruidos,el mar creciendo y rostros sumergidos.Siento a la muerte y a sus furias suavestocar el aire y extender las formas.Su cortesa de diosa giradora siento.Y la tierra y el mar lentos creciendoen cpula y sonidos implacables.

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    Y prolongar las formas que la burlanen medio de la negada nieve eternizada.

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    NOCHE INSULAR: JARDINES INVISIBLES

    Ms que lebrel, ligero y dividido

    al esparcir su dulce acometida,los miembros suyos, anillos y fragmentos,ruedan, desobediente son,al tiempo enemistado.Su vago verde giraen la estacin ms leve del rocoque no revela el cuerposu oscura caja de cristales.El mundo suave desperezasu casta acometida,

    y los hombres contados y furiosos,como animales de unidad ruinosa,dulcemente peinados, sobre nubes.

    Cantidades rosadas de ventanascrecidas en esto,no preguntan, ni endulzan ni enamoran,ni sus posibles sueos divinizanlos nmeros hinchados, hipogrifosque adormecen sonmbulas tijeras,

    blancas guedejas de guitarras,caballos que la lluvia ciede llaves breves y de llamas suaves.

    Lenta y maestra la ventana al fuego,en la extensin ms ciega del imperio,vuelve tocando el sigiloso juegodel arenado timbre de las jarras.No podr hinchar a las campanasla rica tela de su pesadumbre,y su duro tesn, tiendacon los grotescos signos del destierro,como estatua por ros conducida,disolvindose va, ciega labrndose,o ironizando sus prstamos de gloria.

    El halcn que el agua no acorrala,extiende su amarillo helado,

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    su rumor de pronto despertadocomo el roco que borra las pisadasy agranda los signos manualesdel hasto, la ira y el desdn.Justa la seriedad del agua arrebatada,

    sus pasiones ganando su recreo.Su rumor nadando por el techode la mansin siniestra agujereada.

    Ofreciendo a la brisa sus torneos,el halcn remueve la ofrenda de su llama,su amarillo helado.Mudo, cerrado huertodonde la cifra empieza el desvaro.Oh cautelosa, diosa ma del mar,

    tus silenciosas grutas abandona,llueve en todas las grutas tus silenciosque la nieve derrite suavementecomo la flor por el sueo invadida.Oh flor rota, escama dolorida,envolturas de crujidos lentsimos,en vuestros mundos de pasin alterada,quedad como la sombra que al cuerpoabandonando se entretiene eternamenteentre el ro y el eco.

    Verdes insectos portando sus fanalesse pierden en la voraz linterna silenciosa.Cenizas, donceles de rencor apagado,sus dolorosos silencios, sus errantesespirales de ceniza y de cieno,pierden suavemente entregadosen escamas y en frente acariciada.An sin existir el marfil dignificael cansancio como los cuadrados negrosde un cielo ligero.La esbeltez eterna del gamosuena sus flautas invisibles,como el insecto de suciedad verdeoro.El agua con sus piernas escuetaspiensa entre rocas sencillas,y se abraza con el humo siniestroque crece sin sonido.

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    Joven amargo, oh cautelosa,en tus jardines de humedad conocidatrocado en ciervo el jovenque de noche arrancaba las florescon sus balanzas para el agua nocturna.

    Escarcha envolvente su gemido.T, el seductor, airado cande liviana llama entretejido,perro de llamas y maldito,entre rocas nevadas y frentes de desaznverdinegra, suavemente paseando.Tocando en lentas gotas dulcesla piel deshecha en remolinos humeantes.

    La misma pequeez de la luz

    adivina los ms lejanos rostros.La luz vendr mansa y trenzandoel aire con el agua apenas recordada.An el surtidor sin su espada ligera.Brevedad de esta luz, delicadeza suma.En tus palacios de cpulas rodadas,los jardines y su gravedad de hmeda orquestarespiran con el plumnde viajeros pintados.Perdidos en las ciudades marinaslos corceles suspiran acariciadas definiciones,

    ciegos portadores de limones y almejas.No es en vuestros cordajes de morados violinesdonde la noche golpea.Inadvertidas nubes y el hombre invisible,jardines lentamente iniciandoel dbil ruiseor hilando los carbunclosde la entreabierta siestay el parado ro de la muerte.

    La mar violeta aora el nacimiento de los dioses,ya que nacer es aqu una fiesta innombrable,un redoble de cortejos y tritones reinando.La mar inmvil y el aire sin sus aves,du