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Discursos de la Conferencia General LA IGLESIA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS •MAYO DE 2004 Liahona

Liahona - La feuille d'olivierlafeuilledolivier.com/Liahona_castellano/2004/Liahona... · 2016-11-13 · 2 Resumen de la Conferencia General anual número 174 SESIÓN DEL SÁBADO

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Discursos de laConferenciaGeneral

L A I G L E S I A D E J E S U C R I S T O D E L O S S A N T O S D E L O S Ú L T I M O S D Í A S • M A Y O D E 2 0 0 4

Liahona

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Levantando a la hija de Jairo, por Jeffrey Hein.

El Salvador dijo en cuanto a la hija de Jairo: “...no está muerta, sino duerme... Y tomando la mano de la niña, le dijo: Talita cumi; que traducido es: Niña, a ti te digo, levántate. Y luego la niña se levantó y andaba...

Y se espantaron grandemente” (Marcos 5:39, 41–42).

2 Resumen de la Conferencia Generalanual número 174

SESIÓN DEL SÁBADO POR LA MAÑANA

4 La Iglesia se fortalecePresidente Gordon B. Hinckley

6 Jesús, en la corte celestialÉlder David B. Haight

7 La preparación para la SegundaVenidaÉlder Dallin H. Oaks

11 Cuando te hayas convertidoÉlder D. Todd Christofferson

14 La historia terminadaGayle M. Clegg

16 Con la fuerza del SeñorÉlder Henry B. Eyring

20 Su influencia personalPresidente Thomas S. Monson

SESIÓN DEL SÁBADO POR LA TARDE

24 El sostenimiento de oficiales de laiglesiaPresidente Thomas S. Monson

25 Informe del Departamento deAuditorías de la Iglesia, 2003Wesley L. Jones

26 Informe estadístico 2003F. Michael Watson

27 Raíces y ramasÉlder Russell M. Nelson

30 “Permaneced en mí”Élder Jeffrey R. Holland

33 Tan sólo con pensar en TiObispo Keith B. McMullin

36 Las palabras de Cristo: nuestraLiahona espiritualÉlder W. Rolfe Kerr

38 La aplicación de los principiossencillos y claros del Evangelio a la familiaÉlder Francisco J. Viñas

40 Deudas terrenales y deudascelestialesÉlder Joseph B. Wirthlin

SESIÓN DEL SACERDOCIO

44 Recordemos cuán misericordiosoha sido el SeñorÉlder Neal A. Maxwell

46 Confirma a tus hermanosÉlder Mervyn B. Arnold

49 Para la fortaleza de la juventudÉlder Earl C. Tingey

51 EleccionesPresidente James E. Faust

54 El llamado al valorPresidente Thomas S. Monson

58 “Tuve hambre, y me disteis de comer”Presidente Gordon B. Hinckley

SESIÓN DEL DOMINGO POR LA MAÑANA

61 ¿Recibieron el mensaje correcto?Presidente James E. Faust

69 El ser padre, un llamamiento eternoÉlder L. Tom Perry

73 Y si no...Élder Dennis E. Simmons

75 “Corazón de madre”Julie B. Beck

77 No temáisPresidente Boyd K. Packer

81 Ya rompe el albaPresidente Gordon B. Hinckley

SESIÓN DEL DOMINGO POR LA TARDE

84 La Expiación y el valor de un almaÉlder M. Russell Ballard

88 Con todo el sentimiento de untierno padre: Un mensaje deesperanza para las familiasÉlder Robert D. Hales

92 Presentarnos sin mancha ante el SeñorÉlder Clate W. Mask Jr.

94 El matrimonio y la familia: Nuestra sagrada responsabilidadÉlder W. Douglas Shumway

97 La Expiación: Todo por todoÉlder Bruce C. Hafen

100 Cómo vivir bien en medio de la creciente maldadÉlder Richard G. Scott

103 Palabras finalesPresidente Gordon B. Hinckley

REUNIÓN GENERAL DE LAS MUJERESJÓVENES

104 Todas las cosas obrarán juntamentepara vuestro bienSusan W. Tanner

107 Mi alma se deleita en las EscriturasJulie B. Beck

110 ¡Crean!Elaine S. Dalton

112 Permanezcan en el sendero de la rectitudPresidente Gordon B. Hinckley

64 Autoridades Generales de La Iglesiade Jesucristo de los Santos de losÚltimos Días

116 Se dirigen a nosotros: Hagamos dela conferencia parte de nuestra vida

118 Fuentes de consulta para lainstrucción

122 Presidencias Generales de las Organizaciones Auxiliares

123 Noticias de la Iglesia

L A I G L E S I A D E J E S U C R I S T O D E L O S S A N T O S D E L O S Ú L T I M O S D Í A S • M A Y O D E 2 0 0 4

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SÁBADO POR LA MAÑANA, 3 DE ABRIL DE 2004, SESIÓN GENERALPresidió: Presidente Gordon B. Hinckley.Dirigió: Presidente James E. Faust. Primeraoración: Élder Ronald A. Rasband. Últimaoración: Élder Wayne S. Peterson. Músicapor el Coro del Tabernáculo Mormón; CraigJessop y Mack Wilberg, directores; ClayChristiansen, organista: “Santos, avanzad”,Himnos, Nº 38; “Por la belleza terrenal”,Himnos, Nº 43; “Mi Padre Celestial me ama”,Canciones para los niños, 16; “Ya regocije-mos”, Himnos, Nº 3; “Hoy sembramos la se-milla”, Himnos, Nº 135, arr. de Wilberg,inédito; “¡Oh, está todo bien!”, Himnos,Nº 17, arr. de Wilberg, inédito.

SÁBADO POR LA TARDE, 3 DE ABRIL DE 2004, SESIÓN GENERALPresidió: Presidente Gordon B. Hinckley.Dirigió: Presidente James E. Faust. Primeraoración: Élder L. Whitney Clayton. Últimaoración: Élder Steven E. Snow. Música porun coro de la Sociedad de Socorro de esta-cas de Salt Lake City; Vanja Y. Watkins, direc-tora; Bonnie Goodliffe, organista: “Carosniños, Dios os ama”, Himnos, Nº 47, arr. deWatkins, inédito; “Jehová mi Pastor es”,Himnos, Nº 56, arr. de Yorgason, inédito;“Trabajemos hoy en la obra”, Himnos, Nº158; “Hijos del Señor, venid”, Himnos, Nº 26;“Al mundo ve a predicar”, Himnos, Nº 169.

SÁBADO POR LA TARDE, 3 DE ABRIL DE 2004, SESIÓN DEL SACERDOCIOPresidió: Presidente Gordon B. Hinckley.Dirigió: Presidente James E. Faust. Primeraoración: Élder Christoffel Golden Jr. Últimaoración: Élder Craig C. Christensen. Músicapor un coro del sacerdocio de institutos deOrem y de Salt Lake City; Douglas Brenchley,

Don Keaton y Ryan Eggett, directores; JohnLonghurst y Clay Christiansen, organistas:“Alabemos al Señor con nuestro corazón ynuestra voz”, Hymns, Nº 73, arr. de Beebe,pub. Larice; “Bello Salvador”, Children’sSongbook, 62–63; “Loor al Profeta”, Himnos,Nº 15; “Oh Dios de Israel”, Himnos, Nº 6,arr. de Wilberg, inédito.

DOMINGO POR LA MAÑANA, 4 DE ABRIL DE 2004, SESIÓN GENERALPresidió: Presidente Gordon B. Hinckley.Dirigió: Presidente Thomas S. Monson.Primera oración: Élder Walter F. González.Última oración: Élder James M. Dunn. Músicapor el Coro del Tabernáculo Mormón; CraigJessop y Mack Wilberg, directores; RichardElliott, organista: “Qué firmes cimientos”,Himnos, Nº 40; “Tengo gozo en mi almahoy”, Himnos, Nº 146, arr. de Wilberg, inédi-to; “Cuán preciados son los mensajeros”,Mendelssohn, pub. Jackman; “Jehová, sénuestro guía”, Himnos, Nº 39; “Yo sé que vivemi Señor”, Himnos, Nº 73, arr. de Wilberg,inédito (solista: Liriel Domiciano); “Fe encada paso”, Dayley, pub. Jackman.

DOMINGO POR LA TARDE, 4 DE ABRIL DE 2004, SESIÓN GENERALPresidió: Presidente Gordon B. Hinckley.Dirigió: Presidente Thomas S. Monson.Primera oración: Élder Robert F. Orton. Últi-ma oración: Élder Daryl H. Garn. Música porel Coro del Tabernáculo Mormón; CraigJessop y Mack Wilberg, directores; LindaMargetts y Bonnie Goodliffe, organistas:“Elévese Sión en su belleza”, Hymns, Nº 41,arr. de Wilberg, inédito; “Oh, las cancionesdel corazón”, Hymns, Nº 286, arr. deWilberg, pub. Deseret Book (flautistas:Jeannine Goeckeritz, Tiffany McCleary,

Jennifer Gremillion y Lisa Smith; arpista:Tamara Oswald); “Te damos, Señor, nuestrasgracias”, Himnos, Nº 10; “Señor, yo te segui-ré”, Himnos, Nº 138; “Para siempre Diosesté con vos”, Himnos, Nº 89.

SÁBADO POR LA TARDE, 27 DE MARZO DE 2004, REUNIÓN GENERAL DE LAS MUJERES JÓVENESPresidió: Presidente Gordon B. Hinckley.Dirigió: Susan W. Tanner. Primera oración:Selu Fotu. Última oración: Carly Runia.Música por un coro de Mujeres Jóvenes deestacas de Sandy, Utah; Marie Monson, di-rectora; Bonnie Goodliffe, organista: “La luzde Dios”, Himnos, Nº 200; “Oración de unniño”, Canciones para los niños, 6, arr. dePerry, pub. Jackman; “La oración delProfeta”, Himnos, Nº 14, arr. de Kasen, iné-dito; “Firmes creced en la fe”, Himnos, Nº166, arr. de Bastian, inédito.

LAS GRABACIONES DE LA CONFERENCIA A DISPOSICIÓN DEL PÚBLICOEn los centros de distribución se puedenconseguir las grabaciones de las sesiones dela conferencia, por lo general menos de dosmeses después de la conferencia.

DISCURSOS DE LA CONFERENCIA ENINTERNETPara tener acceso a los discursos de la confe-rencia en varios idiomas, por medio deInternet, conéctese con www.lds.org.Haga clic en el mapa del mundo que apare-ce en la esquina superior derecha de la pági-na inicial; luego seleccione un idioma.

MENSAJES DE ORIENTACIÓN FAMILIAR Y DE LAS MAESTRAS VISITANTESPara los mensajes de orientación familiar yde las maestras visitantes, sírvase seleccionaruno de los discursos que mejor satisfaga lasnecesidades de las personas a las que visite.

EN LA CUBIERTAFrente: La Última Cena, por Simon Dewey,cortesía de Altus Fine Art, American Fork,Utah; no debe copiarse.

FOTOGRAFÍAS DE LA CONFERENCIALas fotografías de la conferencia general quese tomaron en Salt Lake City son de CraigDimond, Welden C. Andersen, John Luke,Matthew Reier, Kelly Larsen, ChristinaSmith, Tamra H. Ratieta, Tamara Lamantia,Les Nilsson, Mark Hedengren, LawrencePorter y Royce Bair; las que se tomaron enRusia son de Vladimir Egorov; las que se to-maron en Japón son de Takuji Okada yOsamu Sekiguchi; las que se tomaron enGhana son de Michael y Marged Kirkpatrick;y las fotografías que se tomaron en Alemaniason de Mark McKenzie.

Resumen de la Conferencia General anualnúmero 174

L IAHONA MAYO DE 2004 3

LOS DISCURSANTES DE LACONFERENCIA POR ORDENALFABÉTICOArnold, Mervyn B., 46Ballard, M. Russell, 84Beck, Julie B., 75, 107Christofferson, D. Todd, 11Clegg, Gayle M., 14Dalton, Elaine S., 110Eyring, Henry B., 16Faust, James E., 51, 61Hafen, Bruce C., 97Haight, David B., 6Hales, Robert D., 88Hinckley, Gordon B., 4, 58,

81, 103, 112Holland, Jeffrey R., 30Kerr, W. Rolfe, 36Mask, Clate W., Jr., 92Maxwell, Neal A., 44McMullin, Keith B., 33Monson, Thomas S., 20,

24, 54Nelson, Russell M., 27Oaks, Dallin H., 7Packer, Boyd K., 77Perry, L. Tom, 69Scott, Richard G., 100Shumway, W. Douglas, 94Simmons, Dennis E., 73Tanner, Susan W., 104Tingey, Earl C., 49Viñas, Francisco J., 38Wirthlin, Joseph B., 40

ÍNDICE DE TEMASActivación, 20, 46Adversidad, 16, 54, 97Albedrío, 51, 73, 100Amor, 46, 92, 94, 104Arrepentimiento, 7, 11, 38,

51, 92, 97, 100, 103, 112Artículos de Fe, 27Ayuda humanitaria, 58Bienestar, 58Bondad, 81Confianza, 73, 104, 110Conocimiento, 107, 112Convenios, 7, 75Conversión, 11, 27, 30Crecimiento de la Iglesia, 4Deber, 54Deudas, 40Diezmos, 40Educación, 4Enseñanza, 88Esperanza, 81Espíritu Santo, 61, 77Estudio de las Escrituras, 11,

16, 33, 36, 88, 107, 110Expiación, 33, 38, 84, 92, 97Familia, 27, 38, 69, 77, 88, 94Fe, 6, 33, 38, 73, 77, 88, 104Finanzas, 40Fondo Perpetuo para la

Educación, 58Hijos, 75, 77, 88Hogar, 20, 38, 103Honradez, 40, 61Influencia, 20Inspiración, 61Jesucristo, 6, 20, 33, 36,

84, 92Juventud, 4, 49Libro de Mormón, 36Liderazgo, 69Maternidad, 75Matrimonio, 69, 94

Matrimonios misioneros,30, 58

Misericordia, 44Moralidad, 4, 112Mujeres, 75Noche de hogar para la

familia, 94Normas, 49Obra misional, 30Oración, 6, 11, 16, 33, 38,

51, 103, 110, 112Paciencia, 44Padres, 44, 69Paternidad, 88, 94Patrimonio, 27Perdón, 112Perseverancia, 14, 16, 27,

30, 44, 49, 104, 110Preparación, 7Profetas, 36, 61Responsabilidad, 20, 46,

51, 81Restauración, 81, 84Resurrección, 84Retención de conversos, 30Sacerdocio, 46Sacrificio, 30, 97Segunda Venida, 7Servicio, 4, 16, 44, 46, 100,

104Sumisión, 44Templos, 61Tentación, 100, 112Testimonio, 6, 33, 75Valía personal, 84Valor, 54, 104

LIAHONA, mayo de 2004Vol. 28, Número 5 24985-002Publicación oficial de La Iglesia de Jesucristo de los Santosde los Últimos Días, en el idioma español.La Primera Presidencia: Gordon B. Hinckley, Thomas S. Monson, James E. FaustEl Quórum de los Doce Apóstoles: Boyd K. Packer, L. Tom Perry, David B. Haight, Neal A. Maxwell, Russell M. Nelson, Dallin H. Oaks, M. Russell Ballard,Joseph B. Wirthlin, Richard G. Scott, Robert D. Hales,Jeffrey R. Holland, Henry B. EyringEditor: Dennis B. NeuenschwanderAsesores: E. Ray Bateman, Monte J. Brough, Jay E. Jensen, Stephen A. WestDirector administrativo: David FrischknechtDirector editorial y de planificación: Victor D. CaveDirector de artes gráficas: Allan R. LoyborgDirector editorial de la Revista: Richard M. RomneyEditor administrativo: Marvin K. GardnerPersonal de redacción: Collette Nebeker Aune, SusanBarrett, Shanna Butler, Ryan Carr, Linda Stahle Cooper,LaRene Porter Gaunt, Jenifer L. Greenwood, R. ValJohnson, Carrie Kasten, Melvin Leavitt, Sally J. Odekirk,Adam C. Olson, ÁJudith M. Paller, Vivian Paulsen, Don L.Searle, Rebecca M. Taylor, Roger Terry, Janet Thomas, Paul VanDenBerghe, Julie Wardell, Kimberly Webb, MonicaWeeksDirector ejecutivo de arte: M. M. KawasakiDirector de arte: Scott Van KampenGerente de producción: Jane Ann PetersPersonal de diseño y de producción: Kelli Allen-Pratt, Howard G. Brown, Thomas S. Child, Reginald J. Christensen,Kathleen Howard, Denise Kirby, Tadd R. Peterson, Randall J.Pixton, Kari A. Todd, Claudia E. WarnerGerente de mercadotecnia: Larry HillerDirector de impresión: Craig K. SedgwickDirector de distribución: Kris T ChristensenCoordinación de Liahona: Enrique ResekPara saber el costo de la revista y cómo suscribirse a ellafuera de Estados Unidos y Canadá, póngase en contactocon el Centro de Distribución local o con el líder del barrioo de la rama.Los manuscritos y preguntas deben enviarse a Liahona,Room 2420, 50 East North Temple Street, Salt Lake City, UT 84150-3220, USA; o por correo electrónico a: [email protected] (un término del Libro de Mormón que significa“brújula” o “director”) se publica en albanés, alemán,armenio, búlgaro, camboyano, cebuano, coreano, croata,checo, chino, danés, esloveno, español, estonio, fidji,finlandés, francés, haitiano, holandés, húngaro, indonesio,inglés, islandés, italiano, japonés, kiribati, latvio, lituano,malgache, marshallés, mongol, noruego, polaco, portugués,rumano, ruso, samoano, sinalés, sueco, tagalo, tailandés,tahitiano, tamil, telugu, tongano, ucraniano y vietnamita.(La frecuencia de las publicaciones varía de acuerdo con elidioma.)© 2004 por Intellectual Reserve, Inc. Todos los derechos reservados. Impreso en los Estados Unidos de América.El material de texto y visual de la revista Liahona se puedecopiar para utilizarse en la Iglesia o en el hogar, siempreque no sea con fines de lucro. El material visual no sepuede copiar si aparecen restricciones en la línea de crédi-to del mismo. Las preguntas que tengan que ver con esteasunto se deben dirigir a Church Copyrights andPermissions Office, 50 East North Temple Street, Salt LakeCity, UT 84150, USA; teléfono: 1-801-240-3959; correoelectrónico: [email protected] aparece en Internet en varios idiomas en el sitiowww.lds.org. Si lo desea, pulse “Gospel Library”, luego“PDF”. Ahora haga clic en la cubierta que está debajo deLiahona “International” y después pulse “Select a language”.Para los lectores de México: Certificado de Licitud de título número 6988 y Licitud de contenido número 5199,expedidos por la Comisión Calificadora de Publicaciones yrevistas ilustradas el 15 de septiembre de 1993. “Liahona”©es nombre registrado en la Dirección de Derechos deAutor con el número 252093. Publicación registrada en laDirección General de Correos número 100. Registro delS.P.M. 0340294 características 218141210.For readers in the United States and Canada:May 2004 Vol. 28 No. 5. LIAHONA (USPS 311-480)Spanish (ISSN 0885-3169) is published monthly by TheChurch of Jesus Christ of Latter-day Saints, 50 East NorthTemple, Salt Lake City, UT 84150. USA subscription price is $10.00 per year; Canada, $16.00 plus applicable taxes.Periodicals Postage Paid at Salt Lake City, Utah, and at ad-ditional mailing offices. Sixty days’ notice required forchange of address. Include address label from a recent issue; old and new address must be included. Send USAand Canadian subscriptions to Salt Lake Distribution Center at the address below. Subscription help line: 1-800-537-5971. Credit card orders (Visa, MasterCard,American Express) may be taken by phone. (Canada PosteInformation: Publication Agreement #40017431)POSTMASTER: Send address changes to Salt LakeDistribution Center, Church Magazines, PO Box 26368, Salt Lake City, UT 84126-0368.

4

Mis amados hermanos y her-manas, les damos una cordialbienvenida a otra conferencia

mundial de la Iglesia. Ya somos unagran familia internacional, que residi-mos en muchas naciones y hablamosvarios idiomas. Para mí, es maravillosoy milagroso que ustedes nos vean ynos oigan por todo el mundo.

Durante mi vida como AutoridadGeneral, hemos avanzado desde laépoca en la que pensábamos que erasorprendente que hablásemos en elTabernáculo de Salt Lake y que nosoyeran por radio por todo el estadode Utah. Hoy nos hemos reunido eneste gran y magnífico Centro deConferencias, y nuestras imágenes ypalabras llegan al noventa y cinco por

ciento de los miembros de la Iglesia.Una nueva tecnología se ha abierto

paso a medida que la Iglesia ha creci-do y se ha fortalecido. El número denuestros miembros llega hoy casi alos doce millones, y hay más miem-bros fuera de Norteamérica que losque residen en ella. En un tiempo senos reconocía como una Iglesia deUtah, pero en la actualidad, hemosllegado a ser una gran organizacióninternacional.

Hemos recorrido un camino muylargo en la labor de llegar a las nacio-nes del mundo y todavía queda muchopor hacer, pero lo que se ha llevado acabo es en verdad espectacular.

Cierto es que perdemos algunosmiembros, demasiados, pero a todaslas organizaciones que conozco lesocurre lo mismo; sin embargo, estoyconvencido de que retenemos y con-servamos en participación activa a unmayor porcentaje de nuestros miem-bros que cualquier otra Iglesia grandede las que tengo conocimiento.

En todas partes hay mucha activi-dad y mucho entusiasmo. Tenemos lí-deres firmes y capaces por todo elmundo que dan de su tiempo y de susmedios para hacer avanzar la obra.

Es magníficamente reconfortantever la fe y la fidelidad de nuestros jóve-nes. Ellos viven en una época en laque una gran oleada de maldad estácubriendo la tierra, la cual está por

todos lados. Las antiguas normas sedesechan y los principios de la virtud yde la integridad se dejan de lado. Perohallamos literalmente a cientos de mi-les de nuestros jóvenes que se mantie-nen firmes en las elevadas normas delEvangelio y que encuentran una feliz yedificante asociación con los que com-parten sus ideales. Ellos están cultivan-do su intelecto con instrucción y susconocimientos prácticos con discipli-na, y su influencia para bien se hacesentir más que nunca.

Me complace informales, mis her-manos y hermanas, que la Iglesia seencuentra en buenas condiciones.Seguimos construyendo templos y casas de oración, y llevando a cabo

La Iglesia se fortaleceP R E S I D E N T E G O R D O N B . H I N C K L E Y

Todavía queda mucho por hacer, pero lo que se ha llevadoa cabo es en verdad espectacular.

SESIÓN DEL SÁBADO POR LA MAÑANA3 d e a b r i l d e 2 0 0 4

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 5

muchas obras de construcción y demejoras, todo lo cual se hace posiblegracias a la fe de nuestra gente.

Seguimos adelante con la grancampaña humanitaria, que está bendi-ciendo la vida de muchas de las per-sonas menos afortunadas de la tierra,así como la de las que son víctimas delos desastres naturales.

Nos complace mencionar que el 1º de abril de este año, la Cámara deRepresentantes de Illinois aprobó porunanimidad una resolución de pesarpor la expulsión obligada de nuestragente de la ciudad de Nauvoo en 1846.Esa generosa moción se combina conla medida que tomó el entonces gober-nador Christopher S. Bond, de Misuri,

que en 1976 revocó la cruel e inconsti-tucional orden de exterminación con-tra nuestra gente, la cual dio elgobernador Lilburn W. Boggs en 1838.

Ésos y otros sucesos representanun cambio de actitud de magnitudconsiderable para con los Santos delos Últimos Días.

Cuán profundamente agradecidome siento para con todos y cada unode ustedes por su dedicado y consagra-do servicio. Les doy las gracias por lasmuchas atenciones que me dispensanadondequiera que voy. Soy su servidory estoy listo y dispuesto a ayudarles encualquier forma que pueda.

Dios los bendiga, mis amados cola-boradores. Cuánto los amo. Cuánto

oro por ustedes. Cuán agradecido es-toy a ustedes.

Ruego a Dios que los bendiga y quehaya amor, armonía, paz y bondad ensus hogares. Ruego que sean protegi-dos de daños y del mal, y que “el granplan de felicidad” (Alma 42:8) de nues-tro Padre sea la norma por la cual vi-van. Esto pido con humildad y gratituden el sagrado nombre de Jesucristo.Amén.

Ahora, tendremos el gusto de oír anuestro amado colaborador, el élderDavid B. Haight, del Quórum de losDoce, que ya tiene noventa y sieteaños de edad. Élder Haight, venga acáa dirigir la palabra a sus innumerablesamigos. ■

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Estoy ante ustedes con un cora-zón humilde, un corazón queestá lleno de amor por esta

obra, y por ustedes que están pre-sentes y los que nos escuchan. Ennuestra conferencia de hace seis me-ses, estuve de pie aquí junto al presi-dente Gordon B. Hinckley, quien meanimó a que los saludara con lamano, lo cual requirió de toda mienergía. Algunas personas me dije-ron que pensaron que me estabadespidiendo; pero he venido hoy díapara indicarles y decirles que he re-gresado y que nadie me está ayudan-do a levantar el brazo.

Reconozco el poder de la oración,de la fe y de la devoción, y de pre-ciosos testigos de los cielos. Demodo que estoy aquí hoy sólo para

dar mi testimonio y saludarles, y conla esperanza de que para la siguienteconferencia esté totalmente sanadoy pueda hacer lo que se me pida.

Dios vive; Él es nuestro Padre:nuestro Padre Celestial.

Eliza R. Snow, quien compuso algu-nas piezas de nuestra música famosa,en especial la música para la SantaCena, escribió estas palabras:

Jesús, en la corte celestial,Mostró Su gran amor…

Piensen en eso unos instantes; por-que nosotros estuvimos allí.

Jesús, en la corte celestialmostró Su gran amoral ofrecerse a veniry ser el Salvador.(“Jesús, en la corte celestial”,Himnos, Nº 116.)

Nosotros elegimos venir aquí a latierra y nos encontramos reunidos eneste vasto auditorio, en el que nos po-demos dirigir la palabra unos a otros ydar fe y testimonio. Les aseguro que enlas noches en las que no he podidodormir, cuando uno trata de solucio-nar todos los problemas y determinarcosas nuevas que se tienen que hacer,yo he tenido esos pensamientos celes-tiales que nos elevan. Dios nuestroPadre Celestial nos ama y nosotros de-bemos amarle a Él. Él escogió a Su Hijopara que viniese a la tierra para traer elEvangelio de Jesucristo, cuyo nombrelleva esta Iglesia y de quien damos tes-timonio. Es un honor ponerme de piey dar testimonio hoy día de la funda-ción de esta Iglesia y de nuestro amorpor el presidente Hinckley, quien nosguía en la actualidad.

El Evangelio es verdadero; lo sé; soytestigo de él. En el nombre de nuestroSeñor y Salvador Jesucristo. Amén. ■

Jesús, en la cortecelestialÉ L D E R D AV I D B . H A I G H TDel Quórum de los Doce

El Evangelio es verdadero; lo sé; soy testigo de él.

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 7

En la revelación moderna tene-mos la promesa de que si esta-mos preparados no debemos

temer (véase D. y C. 38:30). Llegué aconocer ese principio hace 60 añoseste verano cuando llegué a ser BoyScout y aprendí el lema scout:“Siempre listos”. Hoy me he sentidoinspirado a hablar acerca de la impor-tancia de la preparación para un acon-tecimiento futuro de supremaimportancia para cada uno de noso-tros: la segunda venida del Señor.

En las Escrituras abundan las refe-rencias acerca de la Segunda Venida,

un acontecimiento que los justos es-peran con ansias, y al que temen oniegan los inicuos. Los fieles de todoslos tiempos han meditado en la se-cuencia y el significado de los muchosacontecimientos profetizados que pre-cederían y seguirían a ese momentosumamente importante de la historia.

Hay cuatro asuntos irrefutablespara los Santos de los Últimos Días:(1) el Salvador regresará a la tierracon poder y gran gloria para reinarpersonalmente durante un Milenio derectitud y paz. (2) Al momento de Suvenida habrá una destrucción de losinicuos y una resurrección de los jus-tos. (3) Nadie sabe el tiempo de Suvenida, pero (4) a los fieles se les en-seña a estudiar las señales de laVenida y estar preparados para ella.Deseo hablar acerca del cuarto puntode estas grandes realidades: las seña-les de la Segunda Venida y lo que de-bemos hacer para estar preparadospara ella.

I.El Señor ha declarado: “Y aconte-

cerá que el que me teme estará es-perando que llegue el gran día delSeñor, sí, las señales de la venida delHijo del Hombre”, señales que “se

manifestarán arriba en los cielos yabajo en la tierra” (D. y C. 45:39–40).

El Salvador enseñó esto en la pará-bola de la higuera cuyas tiernas ramasnuevas dan una señal de la llegada delverano; “así igualmente”, cuando losescogidos vean las señales de Su veni-da “sabrán que Él está cerca, sí, a laspuertas” (José Smith—Mateo 1:38–39;véase también Mateo 24:32–33; D. yC. 45:37–38).

En las profecías bíblicas y moder-nas hay muchas señales de la SegundaVenida, entre ellas:

1. La plenitud del Evangelio, res-taurado y predicado en todo el mun-do como testimonio a todas lasnaciones.

2. Falsos cristos y falsos profetasque engañan a muchos.

3. Guerras y rumores de guerra,con nación levantándose contra nación.

4. Terremotos en diversos lugares.5. Hambruna y pestilencia.6. Una plaga arrasadora, una enfer-

medad desoladora cubrirá la tierra.7. La iniquidad abunda.8. Toda la tierra en conmoción; y9. El corazón de los hombres

desmaya.(Véase Mateo 24:5–15; José

Smith—Mateo 1:22, 28–32; D. y C.45:26–33).

En otra revelación, el Señor declara que algunas de esas señalesson Su voz que llama a Su pueblo alarrepentimiento.

“¡Escuchad, oh naciones de la tie-rra, y oíd las palabras del Dios que oshizo!…

“¡Cuántas veces os he llamadopor boca de mis siervos y por la mi-nistración de ángeles, y por mi pro-pia voz y por la de los truenos y lade los relámpagos y la de las tempes-tades; y por la voz de terremotos yde fuertes granizadas, y la de ham-bres y pestilencias de todas clases…y os hubiera salvado con una salva-ción sempiterna, mas no quisisteis!”(D. y C. 43:23, 25).

La preparaciónpara la SegundaVenidaÉ L D E R D A L L I N H . O A K SDel Quórum de los Doce Apóstoles

Tenemos que hacer preparativos… espirituales para losacontecimientos profetizados para la Segunda Venida.

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Esas señales de la Segunda Venidanos rodean y parecen ir aumentandoen frecuencia e intensidad. Por ejem-plo, en la lista de los terremotos másdevastadores en The World Almanacand Book of Facts 2004 [El almana-que mundial y el anuario 2004], figurael doble de terremotos en las décadasde los años de 1980 y de 1990 que enlas dos décadas anteriores (págs.189–190); también figura un aumentoconsiderable en los primeros años deeste siglo. La lista de notables inunda-ciones, maremotos, huracanes, tifo-nes y ventiscas en todo el mundomuestra aumentos similares en añosrecientes (págs. 188–189). El incre-mento, al compararlo con hace 50años, se puede descartar al atribuirloa los cambios en la forma de rendirlos informes, pero el patrón aceleradode los desastres naturales en las últi-mas décadas es aterrador.

II.Otra señal de los tiempos es el re-

cogimiento de los fieles (véase D. y C.133:4). En los primeros años de estaúltima dispensación, el recogimientoen Sión comprendía varios lugares delos Estados Unidos: en Kirtland, enMisuri, en Nauvoo y en la cima de lasmontañas. Aquellos recogimientossiempre fueron hacia futuros templos.Con la creación de estacas y la cons-trucción de templos en muchas na-ciones con un número considerablede miembros, el mandamiento actualno es de congregarse en un lugar sinoen las estacas de nuestros propios paí-ses. Allí, los fieles pueden disfrutar to-das las bendiciones de la eternidad enuna casa del Señor. Allí, en su tierranatal, pueden obedecer el manda-miento del Señor de ensanchar lasfronteras de Su pueblo y fortalecer lasestacas de Sión (véase D. y C. 101:21;133:9, 14). De esa forma, las estacasde Sión son “para defensa y para refu-gio contra la tempestad y contra la ira,cuando sea derramada sin mezcla so-bre toda la tierra” (D. y C. 115:6).

III.Aunque no podemos hacer nada

para alterar la realidad de la SegundaVenida y no podemos saber el mo-mento exacto en que ocurrirá, pode-mos acelerar nuestra propiapreparación y tratar de influir en lapreparación de quienes nos rodean.

Una parábola que contiene una en-señanza importante y desafiante so-bre este tema es la parábola de lasdiez vírgenes, sobre la cual, el Señordijo: “Y en aquel día, cuando yo vengaen mi gloria, se cumplirá la parábolaque hablé acerca de las diez vírgenes”(D. y C. 45:56).

Esta parábola, que aparece en elcapítulo 25 de Mateo, contrasta las cir-cunstancias de las cinco vírgenes in-sensatas y de las cinco prudentes. Lasdiez fueron invitadas a la fiesta de bo-das, pero sólo la mitad se preparó conaceite en sus lámparas cuando llegó elesposo. Las cinco que estaban prepa-radas entraron en la fiesta de bodas yse cerró la puerta; las cinco que ha-bían demorado su preparación llega-ron tarde; la puerta estaba cerrada yel Señor no las dejó entrar, diciendo: “…no os conozco” (ver. 12). “Velad,pues”, concluyó el Señor, “porque nosabéis el día ni la hora en que el Hijodel Hombre ha de venir” (ver. 13).

Los cálculos aritméticos de esta pa-rábola son espeluznantes. Las diez vír-genes obviamente representan a losmiembros de la Iglesia de Cristo por-que todas fueron invitadas a las fiestasde bodas y todas sabían lo que se re-quería para ser admitidas cuando elesposo llegara, pero sólo la mitad es-tuvo lista cuando Él llegó.

La revelación moderna contieneesta enseñanza que el Señor mencio-nó a los primeros líderes de la Iglesia:

“Y después de vuestro testimoniovienen la ira y la indignación sobre elpueblo.

“Porque después de vuestro testi-monio viene el testimonio de terre-motos…

“Y… el testimonio de la voz detruenos, y la voz de relámpagos, y lavoz de tempestades, y la voz de lasolas del mar que se precipitan allendesus límites.

“Y todas las cosas estarán en con-moción; y de cierto, desfallecerá elcorazón de los hombres, porque el te-mor vendrá sobre todo pueblo.

“Y ángeles volarán por en mediodel cielo, clamando en voz alta, to-cando la trompeta de Dios, diciendo:Preparaos, preparaos, oh habitantesde la tierra, porque el juicio de nues-tro Dios ha llegado. He aquí, elEsposo viene; salid a recibirlo” (D. y C. 88:88–92).

IV.Hermanos y hermanas, tal como

se enseña en el Libro de Mormón:“…esta vida es cuando el hombredebe prepararse para comparecerante Dios… el día de esta vida es eldía en que el hombre debe ejecutarsu obra” (Alma 34:32). ¿Nos estamospreparando?

En Su prefacio a nuestra compila-ción de revelación moderna, el Señordeclara: “Preparaos, preparaos para loque ha de venir, porque el Señor estácerca” (D. y C. 1:12).

El Señor también advirtió:“Sí, óigase el pregón entre todo

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pueblo: Despertad y levantaos y salida recibir al Esposo; he aquí, el Esposoviene; salid a recibirlo. Preparaos parael gran día del Señor” (D. y C. 133:10;véase también D. y C. 34:6).

Siempre se nos advierte que nopodemos saber el día ni la hora de Suvenida. En el capítulo 24 de Mateo,Jesús enseñó:

“Velad, pues; porque no sabéis aqué hora ha de venir vuestro Señor.

“Pero sabed esto, que si el padrede familia supiese a que hora el la-drón habría de venir, velaría, y no de-jaría minar su casa” (Mateo 24:42–43);“antes habría estado prevenido” (JoséSmith—Mateo 1:47).

“Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo delHombre vendrá a la hora que no pen-sáis” (Mateo 24:44; véase también D. y C. 51:20).

¿Qué tal si el día de Su venida fue-se mañana? Si supiéramos que maña-na nos encontraríamos con el Señor,ya fuese por medio de nuestra muerteprematura o de Su inesperada venida,¿qué haríamos hoy? ¿Qué confesionesharíamos? ¿Qué dejaríamos de hacer?¿Qué problemas o desacuerdos solu-cionaríamos? ¿A quién perdonaría-mos? ¿De qué cosas testificaríamos?

Si entonces hiciésemos esas cosas,

¿por qué no ahora? ¿Por qué no pro-curar la paz mientras se puede alcan-zar? Si las lámparas de nuestrapreparación están casi vacías, empe-cemos de inmediato a llenarlas.

Tenemos que hacer preparativostanto temporales como espiritualespara los acontecimientos profetizadospara la Segunda Venida; y la prepara-ción que es más probable que descui-demos es la menos visible y la másdifícil: la espiritual. Un equipo deemergencia de 72 horas puede ser devalor para los desafíos terrenales,pero tal como lamentablemente loaprendieron las vírgenes insensatas,un equipo de emergencia de 24 horasde preparación espiritual tiene un va-lor más grande y perdurable.

V.Vivimos en el tiempo profetizado

“cuando la paz será quitada de la tie-rra” (D. y C. 1:35), cuando “todas lascosas estarán en conmoción” y “desfa-llecerá el corazón de los hombres”(D. y C. 88:91). Hay muchas cosastemporales de conmoción, incluso lasguerras y los desastres naturales, perouna causa aún más grande de “con-moción” actual es la espiritual.

Al contemplar nuestro entorno pormedio del lente de la fe y con una

perspectiva eterna, vemos a nuestroalrededor el cumplimiento de la pro-fecía de que “el diablo tendrá podersobre su propio dominio” (D. y C.1:35). Nuestro himno describe: “Ya lahueste enemiga se apresta a luchar”(“Juventud de Israel”, Himnos, Nº168, 2da estrofa); y así es.

La maldad que solía estar restringi-da a un lugar y se cubría como un fu-rúnculo ahora se ha legalizado y seexhibe con orgullo; las raíces y baluar-tes más fundamentales de la civiliza-ción se ponen en tela de juicio y seatacan; las naciones rechazan su he-rencia religiosa; las responsabilidadesdel matrimonio y la familia se abando-nan como impedimentos para la satis-facción personal; las películas, lasrevistas y la televisión, que moldeannuestras actitudes, están llenas de his-torias e imágenes que representan alos hijos de Dios como bestias preda-torias, o en su mejor caso, como crea-ciones triviales que buscan nada másque el placer personal. Y muchos de nosotros aceptamos eso como entretenimiento.

Los hombres y las mujeres que rea-lizaron sacrificios heroicos para com-batir a gobiernos malvados en elpasado fueron moldeados por los va-lores que están desapareciendo de

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nuestra enseñanza pública. Lo bueno,lo verídico y lo hermoso está siendoreemplazado por lo que de nada sir-ve, por la indiferencia y por lo queproviene del impulso personal que notiene ningún valor. No es de sorpren-der que muchos de nuestros jóvenesy adultos queden atrapados en la por-nografía, en la costumbre pagana deperforarse partes del cuerpo, en labúsqueda egoísta del placer, en laconducta deshonesta, en la ropa in-modesta, en el lenguaje profano y enel degradante abuso del sexo.

Un número cada vez mayor de per-sonas que controlan o establecen laopinión pública y sus seguidores nie-gan la existencia del Dios deAbraham, de Isaac y de Jacob y sóloveneran a los dioses del mundo.Muchas personas en posiciones depoder e influencia niegan lo bueno ylo malo, según ha sido definido pordecreto divino. Aun entre aquellosque profesan creer en lo bueno y lomalo, hay quienes “a lo malo dicenbueno, y a lo bueno malo” (Isaías5:20; 2 Nefi 15:20). Muchos también

niegan la responsabilidad individual ypractican la dependencia en los de-más procurando, como las vírgenesinsensatas, vivir de cosas prestadas yde la luz prestada.

Todo esto es doloroso a la vista denuestro Padre Celestial que ama a to-dos Sus hijos y que prohíbe toda prác-tica que impida a cualquiera regresara Su presencia.

¿Cuál es la situación de nuestrapreparación personal para la vidaeterna? El pueblo de Dios siempre hasido un pueblo de convenio. ¿Cuánbien cumplimos los convenios, inclu-so las sagradas promesas que hicimosen las aguas del bautismo, al recibir elSanto Sacerdocio y en los templos deDios? ¿Hacemos promesas que nocumplimos; y somos creyentes queno actuamos según lo que creemos?

¿Seguimos el mandamiento delSeñor de “…permaneced en lugaressantos y no seáis movidos, hasta quevenga el día del Señor; porque heaquí, viene pronto” (D. y C. 87:8)?¿Cuáles son esos “lugares santos?”.Por cierto incluyen el templo y sus

convenios fielmente guardados; cier-tamente incluyen el hogar donde seatesora a los hijos y se respeta a lospadres; por seguro los lugares santosincluyen los puestos de deberes asig-nados por la autoridad del sacerdocio,incluso las misiones y los llamamien-tos que se cumplen fielmente en lasramas, los barrios y las estacas.

Tal como el Salvador lo enseñó enSu profecía acerca de la SegundaVenida, bienaventurado es “el siervofiel y prudente” que esté cumpliendocon su deber cuando el Señor venga(véase Mateo 24:45–46). Así como elprofeta Nefi enseñó acerca de aqueldía “…los justos no tienen por quétemer” (1 Nefi 22:17; véase también1 Nefi 14:14; D. y C. 133:44); y la revelación moderna promete que“…el Señor tendrá poder sobre sussantos” (D. y C. 1:36).

Por doquier nos rodean desafíos(véase 2 Corintios 4:8–9), pero con feen Dios, confiamos en las bendicionesque Él ha prometido a quienes guar-den Sus mandamientos. Tenemos feen el futuro y nos estamos preparandopara ese futuro. Utilizando una metáfo-ra del conocido mundo de las compe-ticiones atléticas, no sabemos cuándoterminará este partido y no sabemoscuál será el resultado final, pero lo quesí sabemos es que cuando el partidotermine, nuestro equipo sale vence-dor. Seguiremos avanzando “hasta quese cumplan los propósitos de Dios, y elgran Jehová diga que la obra está con-cluida” (History of the Church, 4:540).

“Por lo tanto”, nos dice el Salvador,“sed fieles, orando siempre, llevandoarregladas y encendidas vuestras lám-paras, y una provisión de aceite, a finde que estéis listos a la venida delEsposo. Porque he aquí, de cierto, decierto os digo, que yo vengo pronto”(D. y C. 33:17–18).

Testifico de Jesucristo; testifico queÉl vendrá, como lo ha prometido yruego que estemos preparados pararecibirlo. En el nombre de Jesucristo.Amén. ■

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Mis comentarios se dirigen enparticular a ti, joven, y a ti, jo-vencita, aunque espero que

sean útiles para todos.Hace años, cuando era presidente

de estaca, vino un hombre a confesaruna transgresión. Su confesión mesorprendió; por años había sidomiembro activo de la Iglesia y mepreguntaba cómo una persona consu experiencia podría haber cometi-do semejante pecado. Después demeditar en ello, se me ocurrió queese hermano nunca había tenido unaverdadera conversión. A pesar de suactividad en la Iglesia, el Evangelio nohabía penetrado en su corazón; era

sólo una influencia externa en su vida.Cuando estaba en entornos propicios,guardaba los mandamientos, pero enmedios diferentes, dejaba que otrasinfluencias controlaran sus acciones.

¿Cómo te puedes convertir tú?¿Qué puedes hacer para que elEvangelio de Jesucristo no sólo influ-ya en tu vida, sino que sea la influen-cia dominante, y de hecho, el núcleode lo que eres? El antiguo profetaJeremías dijo que la ley de Dios, elEvangelio, debería estar escrito ennuestros corazones. Hizo referencia alSeñor, que se dirigía a nosotros, Supueblo en los últimos días: “Daré miley en su mente, y la escribiré en sucorazón; y yo seré a ellos por Dios, yellos me serán por pueblo”1.

¿Quieres que esto te ocurra a ti? Yo te puedo decir cómo lo puedes lograr, pero debe ser algo que tú de-sees. El Evangelio no se puede escribiren tu corazón a menos que tengas uncorazón receptivo. Sin tener un deseosincero, puedes participar en las reu-niones sacramentales, en las clases yactividades de la Iglesia y hacer las co-sas que yo te diga, pero eso no tendráefecto alguno; pero si tienes un cora-zón receptivo y dispuesto, como el deun niño2, permíteme decirte lo quepuedes hacer para ser convertido.

En primer lugar, debes dejar a un

lado cualquier sentimiento de orgullo,que es tan común en el mundo dehoy; me refiero a la actitud que recha-za la autoridad de Dios para gobernarnuestra vida. El Señor describió esa ac-titud a José Smith, cuando dijo: “Nobuscan al Señor para establecer su jus-ticia, antes todo hombre anda por supropio camino, y en pos de la imagende su propio dios”3. Hoy día se oye ex-presado en frases como éstas: “Haz loque te plazca”, o “Lo bueno o lo malodependen de lo que yo considere con-veniente”. Esa actitud es una rebelióncontra Dios, así como Lucifer se rebe-ló contra Dios en el mundo preterre-nal rechazando el derecho de Dios dedeclarar la verdad y establecer la ley4.Satanás deseaba, y aún desea, el poderpara declarar por sí mismo lo que esbueno y lo que es malo. Nuestro ama-do Creador no nos obliga a aceptar Suautoridad, pero el estar dispuestos asometernos a esa autoridad es el pri-mer paso hacia la conversión.

Además, para que el Evangelio esté“escrito en tu corazón”, es necesarioque sepas lo que es y que llegues acomprenderlo más plenamente, locual significa que debes estudiarlo5.Cuando digo “estudiarlo”, me refiero aalgo más que leerlo. A veces es buenoleer un libro de las Escrituras en unperiodo establecido a fin de obteneruna impresión general de su mensaje,pero para los fines de la conversión,debes prestar más atención al tiempoque pases en las Escrituras que a lacantidad de texto que leas en esetiempo. A veces te imagino leyendo al-gunos versículos, deteniéndote a me-ditar en ellos, volviéndolos a leer condetenimiento y, al pensar en lo quesignifican, orando para recibir entendi-miento, haciéndote preguntas en tumente, esperando recibir impresionesespirituales y anotando las impresio-nes e ideas que recibas para recordar-las y aprender más. Al estudiar de estemodo, tal vez no leas muchos capítu-los o versículos en media hora, peroharás lugar en tu corazón a la palabra

Cuando te hayasconvertidoÉ L D E R D. TO D D C H R I S TO F F E R S O NDe la Presidencia de los Setenta

Suplica a Dios en el nombre de Cristo que escriba elEvangelio en tu mente, a fin de que tengas entendimiento, y en tu corazón, para que te agrade hacer Su voluntad.

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de Dios, y Él se dirigirá a ti. Ten pre-sente la descripción de Alma en cuan-to a lo que se siente: “…empieza aensanchar mi alma; sí, empieza a ilu-minar mi entendimiento; sí, empieza aser deliciosa para mí”6. Sentirás que elEvangelio se escribirá en tu corazón,que tu conversión se está llevando acabo, a medida que la palabra delSeñor, mediante Sus profetas pasadosy presentes, se haga cada vez más deli-ciosa para tu alma.

Mencioné la oración a medida que estudias para comprender lasEscrituras, pero tus oraciones no sedeben limitar a esa súplica. En el Librode Mormón, Amulek nos dice que de-bemos orar en cuanto a todo lo denuestra vida; él dice: “…[derramad]vuestra alma en vuestros aposentos, envuestros sitios secretos y en vuestrosyermos”7. Tu Padre Celestial desea queores en cuanto a tus esperanzas y te-mores, tus amigos y familia, tus estu-dios y tu trabajo, y las necesidades delos que te rodean. Más que nada, de-bes orar para tener el amor de Cristo.Este amor se da a aquellos que sonverdaderos discípulos de Jesucristo yque lo suplican con toda la energía desus corazones8. Ese amor es el frutodel árbol de la vida9, y el probarlo esuna parte importante de tu conversión

porque una vez que hayas sentido elamor que el Salvador tiene por ti, in-cluso la porción más pequeña, te senti-rás seguro, y en tu interior crecerá elamor hacia Él y hacia nuestro PadreCelestial. En tu corazón desearás hacerlo que esos Seres Santos te pidan ha-cer. Ve con frecuencia a tus aposentos,a tus sitios secretos y a tus yermos. Dagracias a Dios por tus bendiciones; su-plícale Su ayuda; pídele que te conce-da el amor puro de Cristo; a veces elayuno te será de ayuda.

Después que Amulek habló acercade la oración, habló de algo que esotro elemento importante de la con-versión: el servir a los demás. De otromodo, dijo él, “vuestra oración es envano y no os vale nada”10. En otras pa-labras, para convertirte, no sólo debestener un corazón receptivo al conoci-miento del Evangelio y al amor deDios, sino que debes llevar a la prácti-ca la ley del Evangelio, ya que no pue-des comprenderla ni apreciarla en sutotalidad a menos que personalmentela pongas en práctica. Jesús dijo quevino para servir, no para ser servido11.Lo mismo debe ocurrir contigo; de-bes mirar a tu alrededor y cuidar a losdemás; puedes ser caritativo, amiga-ble, puedes compartir y ayudar en in-finidad de maneras; y al hacerlo, el

Evangelio de Jesucristo se convertiráen parte de tu ser.

Permíteme mencionar algo más. Entiempos antiguos, cuando las personasdeseaban adorar al Señor y buscar Susbendiciones, a menudo llevaban unaofrenda. Por ejemplo, cuando iban altemplo, llevaban un sacrificio que co-locaban en el altar. Después de Su ex-piación y resurrección, el Salvador dijoque ya no aceptaría holocaustos deanimales; la ofrenda o sacrificio queaceptaría en adelante era el de “un co-razón quebrantado y un espíritu con-trito”12. Al buscar la bendición de laconversión, puedes brindar al Señor laofrenda de tu corazón quebrantado oarrepentido y tu espíritu contrito uobediente. En realidad, es la ofrendade ti mismo, de lo que eres y de loque estás llegando a ser.

¿Hay algo en ti o en tu vida que seaimpuro o indigno? Cuando logres des-hacerte de ello, será una ofrenda parael Salvador. ¿Careces de un buen hábi-to o de una buena cualidad? Si loadoptas y lo haces parte de tu carác-ter, le estarás haciendo una ofrenda alSeñor13. A veces es difícil hacerlo,pero, ¿serían las ofrendas del arrepen-timiento y de la obediencia ofrendasdignas si no te costaran nada?14. Notengas miedo del esfuerzo que se re-quiera; y recuerda: no tienes que ha-cerlo solo. Jesucristo te ayudará ahacer de ti una ofrenda digna. Su gra-cia te hará limpio, incluso santo.Finalmente, llegarás a ser como Él,“perfecto en Cristo”15.

Con la conversión, llevarás puestauna armadura protectora, “toda la ar-madura de Dios”16, y las palabras deCristo, que vienen por el EspírituSanto, te dirán todas las cosas que de-bes hacer17.

En 1992, dos misioneras en Zagreb,Croacia, regresaban a su apartamentouna tarde después de concluir unacharla, en un lugar ubicado a una dis-tancia considerable, y empezaba a ano-checer. Varios hombres que iban en eltrolebús hicieron unos comentarios

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vulgares y su comportamiento eraamenazador. Al sentirse en peligro, lashermanas se bajaron del trolebús en laparada siguiente, justo cuando laspuertas se cerraban y nadie pudieraseguirlas. Habiendo evitado esa situa-ción, se dieron cuenta de que no reco-nocían dónde se encontraban. Alvolverse para pedir ayuda, vieron a unamujer; las misioneras le explicaron queestaban perdidas y le pidieron que lasorientara. Ella sabía dónde podrían to-mar otro trolebús que las llevara a casay les dijo que la siguieran. Por el cami-no tuvieron que pasar frente a un barcon clientes que estaban sentados a lolargo de la acera en la penumbra. Esoshombres también parecían amenaza-dores. No obstante, las dos jovencitastuvieron la clara impresión de que esoshombres no podían verlas; pasaronpor allí, aparentemente invisibles paralos que hubieran tenido intencionesde hacerles daño. Cuando las herma-nas y su guía llegaron a la parada, eltrolebús que necesitaban llegaba enese momento; se volvieron para darle las gracias a la mujer, pero habíadesaparecido18.

A esas misioneras se les brindó unaguía y otras bendiciones para prote-gerlas físicamente. Cuando tú te con-viertas, tendrás proteccionessemejantes que te alejarán de la tenta-ción y de la maldad19. A veces la mal-dad no te encontrará; algunas vecesserás protegido cuando no puedasver la maldad, y aun cuando tengasque confrontarla directamente, lo ha-rás con fe y sin temor.

Hemos hablado del deseo, de lasumisión a Dios, del estudio, de laoración, del servicio, del arrepenti-miento y de la obediencia. De éstos,combinados con tu adoración y activi-dad en la Iglesia, provendrán el testi-monio y la conversión. El Evangeliono será tan sólo una influencia en tuvida, sino que será la esencia de loque eres en realidad. Suplica a Diosen el nombre de Cristo que escriba elEvangelio en tu mente, a fin de que

tengas entendimiento, y en tu cora-zón, para que te agrade hacer Su vo-luntad20. Procura esa bendición condiligencia y paciencia, y la recibirás,porque Dios “misericordioso es y cle-mente… y grande en misericordia”21.De esto testifico, en el nombre deJesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Jeremías 31:33. Ezequiel dijo que la con-

versión es como si el Señor nos quitara “elcorazón de piedra” y nos diera un corazónque lo ama a Él y a Su Evangelio (véaseEzequiel 11:19–29). Sin duda, eso es lo quele sucedió al pueblo del rey Benjamín,cuando dijeron que habían tenido un cam-bio en sus corazones y ya no tenían dispo-sición a obrar mal, “sino a hacer lo buenocontinuamente” (Mosíah 5:2).

2. Véase Mateo 18:3–4.3. D. y C. 1:16; véase también Helamán 12:6.4. Véase D. y C. 76:25–29.5. Somos sumamente afortunados de tener a

la mano una gran porción de la palabra deDios. En épocas pasadas de la historia delmundo, muy pocas personas tenían ejem-plares de las Escrituras; trataban de recor-dar lo que podían siempre que escuchabanlos pasajes de las Escrituras que se leíandurante los sermones. ¡Qué bendición in-comparable es el que tengas tu propioejemplar para leerlo cada vez que desees

hacerlo! Tú puedes ver cómo obra elEvangelio en las personas que fueron con-vertidas, desde la época de Adán hastanuestros tiempos.

6. Alma 32:28.7. Alma 34:26.8. Véase Moroni 7:47–48.9. Véase 1 Nefi 11:21–23.

10. Alma 34:28.11. Véase Marcos 10:45. Cristo le dijo a Pedro

que, una vez que se convirtiera, debía forta-lecer a sus hermanos (véase Lucas 22:32).

12. 3 Nefi 9:20.13. Además de las Escrituras, el folleto Para la

fortaleza de la juventud, 2001, te puedeservir de guía.

14. Una vez, cuando el rey David se preparabapara ofrecer un sacrificio al Señor, un sier-vo fiel dijo que daría al rey el lugar, los ani-males y la leña para hacer el sacrificio, peroDavid se negó, diciendo: “…por precio telo compraré; porque no ofreceré a Jehovámi Dios holocaustos que no me cuestennada” (2 Samuel 24:24).

15. Véase Moroni 10:32–33.16. Véase Efesios 6:13–17.17. 2 Nefi 32:3.18. Según el relato de la hermana Nicole

Christofferson Miller.19. Véase Mateo 6:13.20. Véase Hebreos 8:10; 10:16.21. Joel 2:13. “Allegaos a mí, y yo me allegaré a

vosotros; buscadme diligentemente, y mehallaréis; pedid, y recibiréis; llamad, y se osabrirá” (D. y C. 88:63).

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Hace un tiempo, hallé un gransobre blanco en el buzón, elcual contenía la historia escrita

por un muchacho al yo había enseña-do años antes cuando él estaba en elsexto grado. Recordé al alumno y la ta-rea en la que su clase había trabajadodurante meses. También recordé quea él le gustaba mucho escribir y que sesentaba a pensar y pensar. A veces, noescribía más que una o dos palabrasen la página y, en ocasiones, trabajabadurante el recreo; pero cuando llególa fecha de vencimiento, a él todavía lefaltaba escribir un capítulo. Le dije queme la entregase como estaba, peroJimmy tenía una visión distinta y quiso

entregar la historia terminada. El últi-mo día de clase me preguntó si podíaterminarla durante las vacaciones deverano. Volví a decirle que la entregasecomo estaba. Me rogó le diese mástiempo y, al fin, asentí, y se marchócon un montón de papeles arrugadosy emborronados, mientras yo lo felici-taba por su determinación y le reafir-maba mi confianza en su capacidadpara terminar una excelente historia.

Pensé en él aquel verano, pero latarea se alejó de mi mente hasta añosdespués cuando hallé la obra termina-da en el buzón. Asombrada, me pre-gunté qué habría hecho a Jimmyterminar la historia. ¿Qué clase de vi-sión, de determinación y de esfuerzohabía sido preciso tener? ¿Por quécualquiera de nosotros termina unatarea difícil, sobre todo, si nadie exigeque se acabe?

El bisabuelo de mi esposo, HenryClegg Jr., era un hombre que acababalo comenzado. Él se unió a la Iglesiacuando los primeros misioneros SUDllegaron a Preston, Inglaterra. Henrytenía una visión de su destino cuandoél, su esposa, Hannah, y sus dos hijosinmigraron a Utah. Henry dejó a suspadres ancianos, que se hallaban yamuy débiles para hacer tan largo y ar-duo viaje, sabiendo que nunca volve-ría a verlos.

Cuando cruzaban las llanuras,Hannah contrajo el cólera y falleció.La enterraron en una sepultura sinnombre, tras lo cual la compañía vol-vió a ponerse en marcha; a la seis dela tarde de aquel mismo día, el hijomenor de Henry falleció también.Henry volvió sobre sus pasos hasta lasepultura de Hannah, puso el cuerpodel pequeño en los brazos de su es-posa y los sepultó juntos. Después deeso, Henry tuvo que alcanzar la cara-vana de carromatos que ya se hallabaa unos ocho kilómetros de distancia.Padeciendo del cólera él también,Henry describió que se hallaba a laspuertas de la muerte cuando com-prendió que todavía debía recorrerunos mil seiscientos kilómetros más.Por asombroso que parezca, siguióadelante, dando un paso a la vez.Dejó de escribir en su diario personaldurante varias semanas después deque la muerte le arrebatara a su ama-da Hannah y a su pequeño hijo. Meimpresionan las palabras que empleócuando volvió a escribir: “Seguimosadelante”.

Cuando por fin llegaron al lugar decongregación de los santos, él formóuna nueva familia, guardó la fe y con-tinuó su historia. Lo más extraordina-rio es que su gran pesar por elentierro de su amada esposa e hijitodio lugar a nuestro patrimonio fami-liar de seguir adelante y de terminarlo comenzado.

A menudo me he preguntado trashaber oído relatos de pioneros comoel de Henry Clegg: “¿Hubiera podidoyo hacer eso?”. A veces me da temoresa pregunta, consciente de quenuestro patrimonio pionero siguevivo hoy día. Hace poco visité elOeste de África y vi a pioneros comu-nes caminando hacia adelante, unién-dose a una nueva Iglesia, dejandoatrás siglos de tradiciones, dejandoatrás incluso a familiares y a amigos, aligual que Henry. Mi admiración yamor por ellos son tan grandes comolo son por mis propios antepasados.

La historia terminadaG A Y L E M . C L E G GSegunda Consejera de la Presidencia General de la Primaria

Tenemos que seguir escribiendo, seguir caminando, seguirprestando servicio y aceptando nuevos retos hasta el finalde nuestra propia historia.

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¿Parecen los retos de la vida deotras personas más difíciles que losnuestros? A veces, al ver a alguien conenormes responsabilidades, solemospensar: “Yo nunca podría hacer eso”.No obstante, otras personas podríanpensar exactamente lo mismo conrespecto a nosotros. No es la magni-tud de la responsabilidad lo que pesa,sino lo que significa ser quien está enmedio de una tarea sin terminar. Parauna madre joven que tiene muchoshijos pequeños, cuidar de ellos de díay de noche podría equivaler a tenertodavía 1.600 kilómetros que recorrer.Dar una lección en la Sociedad deSocorro a hermanas que son mayoreso menores, o con más experiencia omás preparadas que una podría ser di-fícil, sobre todo, cuando el tema es di-ficultoso de entender y de observarpara una misma. Enseñar una clase dediez energéticos niños de seis añospodría ser una tarea de enormes pro-porciones, en particular, si su propiohijo de seis años está en la clase y siaún no ha logrado resolver el enigmade cómo enseñarle a él solo.

¿Qué aprendemos del joven Jimmy,de los antiguos pioneros y de los pio-neros actuales de todo el mundo, quenos sirva de utilidad en nuestros co-metidos específicos? Jimmy pasó añosde su vida escribiendo sin plazo de en-trega, Henry Clegg siguió adelantesolo y sin aliento ni siquiera para escri-bir su diario personal, y los santos afri-canos vivieron dignos de un temploque no hubiesen podido imaginar queun día se construiría en su propia na-ción. Seguir avanzando, conservarsefieles y terminar lo comenzado teníaque ser su propia recompensa.

Hace años una de mis hijas me pi-dió que saliera a jugar a la pelota conella. Me indicó que me sentase a verlagolpear una y otra vez la pelota atadaa una soga que daba vueltas alrededorde un poste. Después de haber vistoque la pelota dio vueltas al poste va-rias veces, le pregunté qué parte teníayo en el juego y ella me dijo: “Mamá,

tú tienes que decir ‘¡bien hecho!,¡bien hecho!’, cada vez que la pelotada vueltas alrededor del poste”.

La expresión “¡bien hecho!” haceque la faena parezca posible; podríaequivaler a la llamada telefónica de lamadre de uno de los niños de seisaños de la clase de la Primaria para ha-cer saber a la maestra que su hijo ayu-dó con todo esmero a su hermanitaen el asiento del coche sin que nadiese lo pidiese, reconociendo de esemodo la lección de la maestra de laPrimaria como la motivación de esenuevo proceder. Podría equivaler alesposo que lleva a los niños a la guar-dería y a la Primaria mientras su espo-sa dispone todo para la lección de lasMujeres Jóvenes. Podría equivaler aalgo tan sencillo como una sonrisa, unabrazo o una larga caminata para po-ner nuestros pensamientos en ordencon una persona amiga, con el esposoo con un niño.

Cada uno de nosotros debe buscary terminar su propia historia, perocuánto más grato es contarla cuandose recibe el aliento necesario, cuandoel haber llegado a nuestro destino sevalora y se celebra, no importa cuántotiempo atrás haya comenzado nuestroviaje.

Nuestro supremo Mentor yDefensor ha dicho: “…iré delante devuestra faz. Estaré a vuestra diestra y avuestra siniestra, y mi Espíritu estaráen vuestro corazón, y mis ángeles al-rededor de vosotros, para sosteneros”

(D. y C. 84:88). ¿Podrá alguno de no-sotros permitirse excluir esta parte desu trayecto personal?

Henry Clegg siguió adelante paravivir entre los santos fieles, así comopara ocupar su lugar, formar una fami-lia recta y servir a sus semejantes.Conservó esa imagen en la mente auncuando el corazón se le desgarraba dedolor. Oí a un niño de la Primaria deGhana responder a la pregunta:“¿Qué significa escoger lo justo todoslos días?”, con un: “Significa seguir alSeñor y Salvador todos los días y ha-cer lo mejor que podamos aun cuan-do sea difícil”. Ese moderno niñopionero conoce la admonición delpresidente Hinckley y sabe acerca delguardar los mandamientos todos losdías; comprende que su propia histo-ria se desarrollará sencillamente al darun paso a la vez y un día a la vez.

El otoño pasado, tuve la magnífica yretadora oportunidad de elaborar y en-señar una capacitación para la Primariamediante un video hecho totalmenteen español. En una época de mi vidahablé español, pero últimamente habíaestado hablando portugués y com-prendía lo difícil que sería volver aaprender español. Hice todo lo que us-tedes hacen para llevar a cabo una ta-rea que estiman en extremo difícil.Hallé la ayuda de capaces y dedicadashermanas hispanas, y juntas estudia-mos, oramos, ayunamos y trabajamoslargas horas. Llegó el día de ir y hacerlo que el Señor había solicitado, y no

sólo sentíamos temor, sino que pensá-bamos que nuestro trabajo era insufi-ciente. Trabajamos hasta el momentode comenzar a grabar y no podía ha-cerse nada más. Yo deseaba empezarde nuevo.

Nuestros respectivos esposos nosdieron bendiciones del sacerdocio ycomenzamos a sentir paz y calma.Como de los ángeles, recibí la ayudade mi amado esposo que puso la alar-ma de su reloj de pulsera para orarpor mí cada media hora durante lagrabación, así como la de un camaró-grafo cuyos ojos irradiaban “¡bien he-cho!” y la de los líderes de la Primariaque confían en las indicaciones delEspíritu y que nos comunicaron esaconfianza con potencia. E hicimos unvideo que fue útil para nuestros líde-res de habla hispana. Todos los queparticiparon en él estuvieron en partesorprendidos y del todo agradecidospor el éxito alcanzado. Caminamoshasta donde pudimos llegar y, cuandoestábamos a punto de abandonarnuestros carros de mano para dejar-nos caer junto al camino, ángeles acu-dieron a ayudarnos.

¿Qué aprendimos de esa tarea? Lamisma lección que aprendieron HenryClegg Jr. y Jimmy, y lo mismo que estánaprendiendo todos los fieles pionerosmodernos. Nada hay imposible paraDios (véase Lucas 1:37), pero cada unode nosotros tiene que terminar su pro-pia historia. El Señor envía Su Espíritu,nos damos aliento los unos a los otros,pero tenemos que seguir escribiendo,seguir caminando, seguir prestandoservicio y aceptando nuevos retos has-ta el final de nuestra propia historia.“Seguir adelante” es el requisito funda-mental de la jornada de la vida. Diosdesea que terminemos bien, deseaque volvamos a Él. Ruego que nuestrasrespectivas historias terminen en lapresencia de nuestro Padre Celestial y de Su Hijo, nuestro SalvadorJesucristo, los autores y consumadoresde nuestra fe. En el nombre deJesucristo. Amén. ■

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Siendo joven, serví como conse-jero de un sabio presidente dedistrito de la Iglesia que se afa-

nó por instruirme. Recuerdo que unade las cosas que me dejaron intrigadofue este consejo que me brindó:“Cuando conozcas a una persona, trá-tala como si tuviera un grave proble-ma… y más de la mitad de las veceshabrás acertado”.

En ese entonces pensé que él eramuy pesimista, pero ahora, más decuarenta años después, me doy cuen-ta de lo bien que entendía el mundo yla vida. Con el paso del tiempo, elmundo se torna cada vez más compli-cado, y nuestra capacidad física

merma lentamente con la edad; sehace patente que vamos a precisaralgo más que la fuerza humana. El sal-mista tenía razón: “Pero la salvaciónde los justos es de Jehová, y él es sufortaleza en el tiempo de la angustia”1.

El Evangelio restaurado deJesucristo nos ayuda a saber cómo sermerecedores de la fortaleza del Señormientras luchamos con la adversidad,nos dice por qué nos enfrentamoscon pruebas en la vida y, aun más im-portante, nos indica cómo recibir pro-tección y ayuda del Señor.

Tenemos pruebas que afrontar por-que nuestro Padre Celestial nos ama.Su propósito es ayudarnos a merecerla bendición de vivir con Él y con SuHijo Jesucristo eternamente en gloria ycomo familias. A fin de ser merecedo-res de ese don, teníamos que recibirun cuerpo sujeto a la muerte, y, conello, entendimos que seríamos proba-dos con tentaciones y dificultades.

El Evangelio restaurado no sólonos enseña por qué debemos ser pro-bados, sino que también nos aclara enqué consiste la prueba. El profeta José Smith nos lo explicó. Por mediode la revelación, pudo poner por es-crito palabras que se pronunciarondurante la creación del mundo refe-rentes a nosotros, los hijos espiritua-les de nuestro Padre Celestial que

Con la fuerza delSeñorÉ L D E R H E N R Y B . E Y R I N GDel Quórum de los Doce Apóstoles

Necesitamos una fortaleza que supere la nuestra paraguardar los mandamientos en cualquier circunstancia quenos depare la vida.

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descenderíamos a la vida terrenal. És-tas son las palabras:

“Y con esto los probaremos, paraver si harán todas las cosas que elSeñor su Dios les mandare”2.

Esa explicación nos permite com-prender por qué tenemos pruebas enla vida. Éstas nos conceden la oportu-nidad de demostrar nuestra fidelidada Dios. En la vida pasamos por tantasdificultades que el mero hecho deperseverar podrá parecernos casi in-comprensible, o al menos, eso fue loque las palabras de las Escrituras “[si]perseveráis hasta el fin”3 me dieron aentender la primera vez que las leí.Me parecía terrible, semejante a que-darme sentado, aferrado a los brazosdel sillón, mientras alguien trata deextraerme una muela.

Ciertamente puede parecerle así ala familia que depende de la cosechacuando no hay lluvia. Tal vez ellos sepregunten: “¿Cuánto podremosaguantar?”. Puede parecerle así al jo-ven que tiene que resistir el incremen-to de indecencia y de tentaciones.Puede parecerle así al joven que se es-fuerza con dificultad por recibir la for-mación que necesita para obtener unempleo a fin de sostener a su esposa ysu familia. Puede parecerle así a lapersona que no encuentra empleo oque ha perdido trabajo tras trabajocuando las empresas cierran. Puedeparecerles así a las personas afectadaspor la pérdida de la salud o del vigorfísico, lo cual puede llegar tarde otemprano en la vida, ya sea a ellas o aseres queridos.

Pero la prueba que nos da un Diosamoroso no es ver si somos capacesde sobrellevar la dificultad, sino si lasobrellevamos bien. Superamos laprueba cuando demostramos que lerecordamos a Él y los mandamientosque nos ha dado. Perseverar o sobre-llevar bien las pruebas consiste enguardar esos mandamientos sean cua-les sean la oposición, la tentación o laconfusión que nos rodee. Nuestracomprensión es así de clara porque el

Evangelio restaurado hace que el plande felicidad sea fácil de entender.

Esa claridad nos permite ver qué clase de ayuda precisamos.Necesitamos una fortaleza que superela nuestra para guardar los manda-mientos en cualquier circunstanciaque nos depare la vida. Para algunosserá la pobreza, para otros, la prosperi-dad; tal vez sean los achaques de laedad o la exuberancia de la juventud.La combinación de las pruebas y su du-ración son tan variadas como lo sonlos hijos de nuestro Padre Celestial: nohay dos iguales. Pero lo que se estáprobando es lo mismo en cada mo-mento de nuestra vida y para cada per-sona, a saber: ¿Haremos lo que elSeñor nuestro Dios nos mandare?

El saber por qué somos probados yen qué consiste la prueba son indiciospara obtener ayuda. Debemos acudira Dios; Él nos da los mandamientos yvamos a necesitar más que nuestrapropia fortaleza para observarlos.

Repito que el Evangelio restauradonos aclara las cosas sencillas que

debemos hacer y nos infunde confian-za en que recibiremos la ayuda necesa-ria si las hacemos con prontitud y conperseverancia mucho antes de la crisis.

Lo que hay que hacer primero, enmedio y al final es orar. El Salvadornos dijo cómo hacerlo. Una de las instrucciones más claras se halla en 3 Nefi:

“He aquí, en verdad, en verdad osdigo que debéis velar y orar siempre,no sea que entréis en tentación; por-que Satanás desea poseeros para za-randearos como a trigo.

“Por tanto, siempre debéis orar alPadre en mi nombre;

“y cualquier cosa que pidáis alPadre en mi nombre, si es justa, cre-yendo que recibiréis, he aquí, os seráconcedida.

“Orad al Padre en vuestras familias,siempre en mi nombre, para que seanbendecidos vuestras esposas y vues-tros hijos”4. Por tanto, debemos orarsiempre.

Otra cosa sencilla que permite queDios nos dé fortaleza es el deleitarnos

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en Su palabra: lean los libros canóni-cos de la Iglesia, así como las palabrasde los profetas vivientes, y meditenen ellos. Existe una promesa de ayudadivina cuando se lleva a cabo esa prác-tica diaria. El estudio fiel de lasEscrituras nos trae la manifestacióndel Espíritu Santo. La promesa está enel Libro de Mormón y se aplica tam-bién a todas las palabras de Dios queÉl nos ha dado y nos dará por con-ducto de Sus profetas.

“He aquí, quisiera exhortaros aque, cuando leáis estas cosas, si Diosjuzga prudente que las leáis, recordéiscuán misericordioso ha sido el Señorcon los hijos de los hombres, desde lacreación de Adán hasta el tiempo enque recibáis estas cosas, y que lo me-ditéis en vuestros corazones.

“Y cuando recibáis estas cosas, qui-siera exhortaros a que preguntéis aDios el Eterno Padre, en el nombrede Cristo, si no son verdaderas estascosas; y si pedís con un corazón sin-cero, con verdadera intención, tenien-do fe en Cristo, él os manifestará laverdad de ellas por el poder delEspíritu Santo;

“y por el poder del Espíritu Santopodréis conocer la verdad de todaslas cosas”5.

Debemos orar con ese fin más deuna vez y no sólo en cuanto al Librode Mormón. La promesa es cierta. El poder del Espíritu Santo es real, y lo recibiremos una y otra vez. Una

verdad preponderante de la que elEspíritu siempre testifica es que Jesúses el Cristo.

Ese testimonio nos conducirá alSalvador y a aceptar la ayuda que Élbrinda a todos los que son probadosen el crisol de la vida terrenal. En másde una ocasión ha dicho que nos jun-taría como la gallina junta a sus po-lluelos bajo las alas. También ha dichoque debemos decidir venir a Él conmansedumbre y con la suficiente feen Él para arrepentirnos con “íntegropropósito de corazón”6.

Una forma de hacerlo es congre-garse con los santos en Su Iglesia.Asistan a las reuniones, aun cuandoles parezca difícil; si tienen la determi-nación, Él les ayudará a encontrar lafortaleza para hacerlo.

Una hermana miembro me escri-bió desde Inglaterra. Cuando su obis-po le preguntó si estaría dispuesta aaceptar el llamamiento de ser la maes-tra de seminario matutino, le dijotambién que antes de aceptar seríamejor que orase. Ella lo hizo, y acep-tó. Cuando se reunió con los padresde los alumnos por primera vez, elobispo estaba a su lado. Ella dijo queconsideraba que el programa de semi-nario debía impartirse cinco días a lasemana. Algunos padres se mostrarondudosos; incluso alguien dijo: “Novan a venir. Las sillas vacías lo van aconfirmar”.

Bueno, la duda no estaba del todo

infundada, ya que las sillas confirma-ron la decisión de los alumnos, perola asistencia durante esas frías y oscu-ras horas matutinas supera ya el 90por ciento. Aquella maestra y su obis-po creían que si los alumnos comen-zaban a asistir, se verían fortalecidospor un poder superior al propio. Y asíha sido. Ese poder les protegerá cuan-do vayan a sitios donde sean los úni-cos Santos de los Últimos Días. Noestarán solos ni sin fortaleza, por mo-tivo de que aceptaron la invitación acongregarse con los santos cuando noera fácil.

Esa fortaleza se da tanto a los ma-yores como a los jóvenes. Conozco auna viuda de más de noventa añosque está en una silla de ruedas. Aligual que ustedes, también ora pidien-do ayuda para solucionar unos pro-blemas que escapan a su capacidadhumana. Su corazón recibe una res-puesta en forma de sentimiento quela induce a observar un mandamien-to: “Y he aquí, os reuniréis con fre-cuencia”7. Así que se afana por ir a lasreuniones. Las personas que asistencon ella me han dicho: “Nos alegraverla por el agradable espíritu quetrae consigo”.

Esa hermana participa de la SantaCena y renueva un convenio, recuer-da al Salvador y procura guardar Susmandamientos; de ese modo, lleva elEspíritu del Señor consigo, siempre.Tal vez no se solucionen todos susproblemas; de hecho, muchos deellos son el resultado de las decisio-nes de otras personas, pero hasta elPadre Celestial que oye sus oracionesy la ama no puede forzar a las otraspersonas a escoger lo correcto. Sinembargo, sí puede conducirla a la se-guridad del Salvador y a la promesade que Su Espíritu estará con ella.Estoy convencido de que esta herma-na, con la fuerza del Señor, superarálas pruebas con que se enfrenta por-que guarda el mandamiento de reu-nirse con frecuencia con los santos.Ésa es tanto la evidencia de que está

La familia Nepomnyatshiy, miembros de la Iglesia que residen en San

Petersburgo, Rusia.

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sobrellevando bien las pruebas comola fuente de su fortaleza para lo queestá por venir.

Hay otra cosa sencilla que debe-mos hacer. La Iglesia del Señor hasido restaurada y cualquier llama-miento a servir en ella es un llama-miento a servirle a Él. Aquel obispode Inglaterra fue muy sabio al pedirlea la hermana que orara sobre su lla-mamiento. Sabía que la respuestaque iba a recibir sería una invitacióndel Padre y de Su Hijo Amado. Él sa-bía lo que ella ha aprendido al acep-tar el llamamiento del Maestro, yaque, al estar a Su servicio, el EspírituSanto se convierte en compañero delos que se esfuerzan por dar lo mejorde sí mismos. Eso es lo que ella debede haber sentido mientras se hallabaante los padres y cuando vio a losalumnos decidir con respecto al ocu-par las sillas. Lo que parecía difícil,casi imposible para su propio poder,se convirtió en dicha con la fuerza delSeñor.

Cuando ella lee las Escrituras y me-dita en ellas, cuando ora para prepa-rarse para las clases, sabe que elSalvador le ha pedido al Padre que leconceda el Espíritu Santo, tal y comoÉl prometió a Sus discípulos que haríaen la Última Cena, cuando ya sabía eltipo de pruebas con que se iban a en-frentar y que Él tendría que dejarles,aunque no les dejó sin consuelo. Lesprometió el Espíritu Santo, tal comonos lo promete a nosotros que noshallamos a Su servicio. Entonces,siempre que se les presente la invita-ción a servir, acéptenla, pues les trae-rá ayuda para superar pruebas queexcedan a las del llamamiento.

Ahora bien, no todos reciben lla-mamientos formales, pero cada discí-pulo está sirviendo al Maestro al dartestimonio y ser amable con su próji-mo. Eso es lo que todos han prometi-do en las aguas del bautismo, y todostendrán la compañía del EspírituSanto al grado en que perseveren enobservar sus compromisos con Dios.

Cuando se está al servicio delMaestro, uno llega a conocerle y aamarle. Si perseveran en la oración yen el servicio fiel, percibirán que elEspíritu Santo se ha convertido en uncompañero. Muchos de nosotros he-mos servido durante un periodo detiempo y sentido ese compañerismo.Si recapacitan en ello, recordarán queha habido cambios en ustedes. La ten-tación de obrar mal pareció menguar,mientras el deseo de hacer el bien au-mentaba. Sus seres queridos y quie-nes mejor les conocen tal vez leshayan dicho: “Eres más amable y máspaciente. No pareces ser la mismapersona”.

Dejaron de ser la persona que ha-bían sido porque la Expiación deJesucristo es real, tan real como lapromesa de que podemos renovar-nos, cambiar y mejorar; podemos for-talecernos gracias a las pruebas de lavida. Entonces marchamos adelantecon la fuerza del Señor, con la fortale-za que hemos adquirido al estar a Suservicio; Él nos acompaña y, con eltiempo, llegamos a ser discípulosSuyos, probados y fortalecidos.

Notarán entonces un cambio ensus oraciones. Éstas se harán más fer-vientes y más frecuentes. Sus palabrasadquirirán un significado diferente.Hemos recibido el mandato de orarsiempre al Padre en el nombre de

Jesucristo; pero ustedes sentirán unamayor confianza al orar al Padre sabe-dores de que acuden a Él siendo discí-pulos de Jesucristo en quienes Élconfía y a quienes Él ha probado. ElPadre les concederá mayor paz y for-taleza en esta vida y, con ellas, la felizexpectativa de oír Sus palabras, unavez concluidas las pruebas terrenales:“Bien, buen siervo y fiel”8.

Sé que Dios el Padre vive. Testificoque Él escucha y contesta cada una denuestras oraciones. Sé que Su HijoJesucristo pagó el precio de todosnuestros pecados y que desea que va-yamos a Él. Sé que el Padre y el Hijodesean que superemos las pruebas dela vida. Testifico que Ellos nos hanpreparado el camino; mediante la res-tauración del Evangelio en los últimosdías, la vía se presenta despejada antenosotros. Podemos conocer los man-damientos, tenemos derecho a recla-mar la promesa del compañerismodel Espíritu Santo en la verdaderaIglesia de Jesucristo, y podemos so-brellevar bien las pruebas. En el nom-bre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Salmos 37:39.2. Abraham 3:25.3. 2 Nefi 31:20.4. 3 Nefi 18:18–21.5. Moroni 10:3–5.6. 3 Nefi 10:6.7. 3 Nefi 18:22.8. Mateo 25:21.

La familia Pilipenko, de San Petersburgo, Rusia, mira la conferencia en su hogar

con su amigo Michel Kotov.

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Mis queridos hermanos y her-manas, tanto los aquí presen-tes como los que se hallan

congregados en todo el mundo: soli-cito sus oraciones y su fe para respon-der a mi asignación y privilegio dedirigirles la palabra.

Hace más de cuarenta años, cuandoel presidente David O. McKay me lla-mó a servir en el Quórum de los DoceApóstoles, me recibió cálidamente conuna sincera sonrisa y un tierno abrazo.Entre los sagrados consejos que medio se hallaba la siguiente exposición:“Existe una responsabilidad de la quenadie puede huir, a saber: el efecto dela influencia personal”.

El llamamiento de los primerosapóstoles reflejaba la influencia delSeñor. Cuando Él buscó a un hombrede fe, no lo hizo entre la multitud delos que se consideraban justos y quese hallaban casi siempre en la sinago-ga, sino que lo llamó de entre los pes-cadores de Capernaum. Pedro,Andrés, Santiago y Juan oyeron el lla-mado: “Venid en pos de mí, y os harépescadores de hombres”1. Y fueronen pos de Él. Simón, el vacilante, llegóa ser Pedro, apóstol de fe.

Cuando el Salvador tuvo que esco-ger un misionero lleno de fervor y depoder, no lo halló entre Sus seguido-res, sino entre Sus adversarios: Saulode Tarso, el perseguidor, llegó a serPablo, el proselitista. El Redentor es-cogió a hombres imperfectos para en-señar el camino que conduce a laperfección. Lo hizo entonces y lohace en la actualidad.

Él les llama a ustedes, y me llama amí, para servirle aquí y nos asigna lastareas que desea que cumplamos. Elcompromiso es total y no podemosdudar de que estamos haciendo lo correcto.

Al seguir al Varón de Galilea, elSeñor Jesucristo, nuestra influenciapersonal surtirá un efecto positivo allídonde estemos, cualesquiera quesean nuestros llamamientos.

Puede que la tarea que se nos señale nos parezca insignificante, in-necesaria o que pase inadvertida.Algunos tal vez se sientan tentados apreguntar:

“Padre, ¿qué puedo hacer por Ti?”,y mi corazón de amor por Él

rebosó.Me dijo: “Cuida ese sitio para mí”,y un insignificante lugar me señaló.“¡No! ¡No! Ese rincón no quiero.Lo que yo haga nadie jamás verá;aun cuando trabaje con esmeromi obra inadvertida pasará”.Me habló, y su voz no era severa:“¿Lo haces por mí o para que te

vean?Sabes que Nazaret pequeña eray que también lo era Galilea”2.

La familia es el lugar idóneo paraenseñar y un laboratorio dondeaprender. La noche de hogar brindaprogreso espiritual a cada miembrode la familia.

“El hogar es el fundamento de unavida recta y ningún otro medio puedeocupar su lugar ni cumplir sus funcio-nes esenciales”3. Esta verdad la hanenseñado muchos Presidentes de laIglesia.

Es en el hogar donde los padres y las madres pueden enseñar a sushijos a llevar una vida próvida. Elcompartir las tareas y el ayudarsemutuamente constituye un modelopara las futuras familias a medida quelos niños crezcan, se casen y partandel hogar paterno. Las lecciones quese aprenden en el hogar son las másduraderas. El presidente Gordon B.Hinckley sigue haciendo hincapié enque se eviten las deudas innecesa-rias, en que no se caiga en el errorde llevar una vida que los ingresosno permitan ni en la tentación deque nuestros deseos se conviertanen nuestras necesidades.

La exhortación del apóstol Pablo asu bienamado Timoteo proporcionaun consejo que permite que nuestra

Su influencia personalP R E S I D E N T E T H O M A S S . M O N S O NPrimer Consejero de la Primera Presidencia

Al seguir al Varón de Galilea, el Señor Jesucristo, nuestrainfluencia personal surtirá un efecto positivo allí dondeestemos, cualesquiera que sean nuestros llamamientos.

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 21

influencia personal anide en el cora-zón de las personas con las que nosrelacionamos: “…sé ejemplo de loscreyentes en palabra, conducta, amor,espíritu, fe y pureza”4.

De muchacho, mi familia vivía enel Barrio Seis-Siete de la EstacaPioneer. La población del barrio laconformaba gente que estaba depaso, lo cual generaba frecuentescambios en los maestros de la EscuelaDominical. Cuando los jóvenes de en-tonces, muchachos y niñas, acabába-mos de familiarizarnos con unmaestro determinado y comenzába-mos a apreciarle, el superintendentede la Escuela Dominical iba a nuestraclase y nos presentaba a un nuevomaestro o maestra; eso nos hacía sen-tir muy desilusionados y se perdía ladisciplina en el aula.

Los candidatos a maestros, sabedo-res del desagradable comportamientode nuestra clase, declinaban amable-mente o sugerían la posibilidad deinstruir a otra clase con alumnos másmanejables. Nosotros nos deleitába-mos con nuestra recién adquiridafama y decidimos no defraudar lostemores de los maestros.

Un domingo por la mañana, una joven encantadora entró en la sala de

clase acompañada del superintenden-te, que la presentó diciéndonos queella había pedido tener la oportuni-dad de enseñarnos. Supimos que ha-bía sido misionera y que tenía afecto alos jóvenes. Se llamaba Lucy Gertsch;era hermosa, tenía una voz suave ynos demostraba su interés. Pidió acada uno de nosotros que se presen-tara, y luego nos hizo algunas pregun-tas que le ayudaron a comprendermejor los antecedentes de cada alum-no. Nos habló de su niñez en Midway,Utah, y al describir ese hermoso valle,nos hizo sentir la belleza del lugar y eldeseo de contemplar los verdes pra-dos que ella tanto amaba.

Cuando Lucy nos enseñaba, hacíaque las Escrituras cobraran vida paranosotros; conocimos personalmentea Samuel, a David, a Jacob, a Nefi, aJosé Smith y al Señor Jesucristo.Nuestro conocimiento del Evangelioaumentó; nuestra conducta mejoró;nuestro amor por Lucy Gertsch no te-nía límites.

Comenzamos a proyectar una fiesta de Navidad gigantesca y a aho-rrar los centavos para hacerla; la her-mana Gertsch llevaba un concienzudoregistro de nuestro progreso. Comojovencitos de excelente apetito,

mentalmente convertíamos el total monetario en pasteles, galletitas y he-lado. Iba a ser una ocasión gloriosa, lafiesta más grande de todas. Ningunode nuestros maestros había siquierasugerido una fiesta como la que pen-sábamos hacer.

Pasaron los meses de verano y llegóel otoño, y el otoño se tornó en invier-no. Ya teníamos lo necesario para lafiesta. Habíamos progresado espiritual-mente y prevalecía un buen espíritu.

Ninguno de nuestro grupo olvidaráaquella gris mañana en la que nuestraquerida maestra nos anunció la muertede la madre de uno de nuestros com-pañeros; pensamos en lo mucho quesignificaba nuestra propia madre paranosotros y todos sentimos pesar porBilly Devenport y por su gran pérdida.

Aquel domingo, la lección se basóen el capítulo 20, versículo 35, del li-bro de Hechos: “…se debe… recor-dar las palabras del Señor Jesús, quedijo: Más bienaventurado es dar querecibir”. Al terminar de enseñar subien preparada lección, Lucy Gertschnos habló de la situación económicade la familia de Billy. Era la época de laDepresión Económica y el dinero es-caseaba. Con un brillo especial en losojos, nos preguntó: “¿Les gustaría

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seguir esa enseñanza del Señor? ¿Quépiensan con respecto a tomar los fon-dos que tienen para la fiesta y darlos alos Devenport como una expresiónde nuestro afecto por ellos?”. La deci-sión fue unánime; contamos cuidado-samente el dinero, lo colocamos enun sobre y compramos una bonita tar-jeta en la que anotamos nuestrosnombres.

Aquel sencillo acto de bondad nosligó como si fuéramos uno. Por expe-riencia propia, supimos que cierta-mente es más bienaventurado darque recibir.

Los años han volado. La capilla yano existe, víctima de la industrializa-ción. Pero los jovencitos y las jovenci-tas que aprendimos, reímos ycrecimos bajo la dirección de aquellainspirada maestra de la verdad, jamáshemos olvidado su amor ni sus leccio-nes. Su influencia personal para elbien resultó contagiosa.

Una Autoridad General cuya in-fluencia personal se percibió por do-quier fue el difunto presidenteSpencer W. Kimball. Él sí que fue de-terminante en la vida de innumera-bles personas.

Cuando era obispo, una nochesonó el teléfono. La persona que lla-maba se identificó como el élderSpencer W. Kimball. Y me dijo:“Obispo Monson, en los límites de subarrio hay un predio de casas rodan-tes y, en una de las casas rodantes quehay allí, la más pequeña de todas, hayuna encantadora viuda navajo:Margaret Bird. ¿Podría hacer que lapresidenta de la Sociedad de Socorrola visitara y la invitara a asistir a laSociedad de Socorro y a participarjunto con las hermanas?”. Lo hicimos,y Margaret Bird asistió y recibió unacálida bienvenida.

El élder Kimball me llamó en otraocasión. “Obispo Monson”, me dijo,“me he enterado de que hay dos mu-chachos samoanos que viven en unhotel del centro de la ciudad y quese van a meter en líos. ¿Les haría

integrarse como miembros de su barrio?”.

Me encontré a los dos jóvenes amedianoche, sentados en la escalina-ta del hotel tocando el ukelele y can-tando. Llegaron a ser miembros denuestro barrio y con el tiempo se ca-saron en el templo y sirvieron convalor. Ejercieron una gran influenciapara bien.

La primera vez que fui obispo, medi cuenta de que nuestro registro desuscripciones a la Revista de laSociedad de Socorro en el Barrio 67era muy bajo. Con oración, analizamoslos nombres de personas a las que po-dríamos llamar como representantede la revista, y la inspiración nos dictóque se concediera la asignación aElizabeth Keachie. Como obispo suyo,le extendí esta tarea, a lo que ella res-pondió: “Obispo Monson, lo haré”.

Elizabeth Keachie era descendientede escoceses, y cuando dijo “lo haré”,supe sin duda que así iba a ser. Ella ysu cuñada, Helen Ivory, (ninguna delas dos medía más de metro y medio)comenzaron a ponerse en contactocon todos los del barrio, casa porcasa, calle por calle, manzana pormanzana. El resultado fue fenomenal:tuvimos más subscripciones para laRevista de la Sociedad de Socorro

que las registradas por todas las demásunidades de nuestra estaca juntas.

Un domingo por la tarde felicité aElizabeth Keachie y le dije: “Su tareaha terminado”.

Ella me contestó: “Todavía no,obispo; hay dos manzanas enterasque todavía no hemos cubierto”.

Cuando me dijo cuáles eran las manzanas, le dije: “HermanaKeachie, nadie vive por allí; es unazona industrial”.

“No importa”, me dijo, “me sentirémejor si Nell y yo vamos, y lo compro-bamos por nosotras mismas”.

En un día lluvioso, ella y Nell reco-rrieron esas dos manzanas finales. Nonotaron ninguna casa en la primera,ni tampoco en la segunda; y mientrasse preparaban para dar por finalizadasu búsqueda, notaron la entrada deun garaje cubierto de charcos de ba-rro debido a una tormenta reciente.La hermana Keachie miró hacia esaentrada, que estaba al lado de un ta-ller, quizás a una distancia de unostreinta metros, y divisó un garaje. Nose trataba de un garaje normal, puesla ventana tenía unas cortinas.

Se volvió a su compañera y le dijo:“Nell, ¿y si lo investigamos?”.

Las dos dulces hermanas camina-ron por la entrada llena de lodo haciaun lugar desde donde se veía todo elgaraje. Entonces distinguieron unapuerta por uno de los costados delgaraje y que no se divisaba desde lacalle; además, vieron una chimeneaque despedía humo.

Elizabeth Keachie llamó a la puer-ta, y un hombre de sesenta y ochoaños, William Ringwood, las atendió;ellas le hablaron en cuanto a la necesi-dad de que cada hogar tuviera laRevista de la Sociedad de Socorro.William Ringwood les contestó:“Mejor pregúntenle a mi padre”.Entonces, Charles W. Ringwood, de 94años, se acercó a la puerta y tambiénescuchó el mensaje; ¡y se suscribió!

Elizabeth Keachie me informó de la presencia de esos dos hombres en

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 23

nuestro barrio. Cuando solicité sus certificados de miembro a las OficinasGenerales de la Iglesia, recibí una lla-mada del secretario del Departamentode Miembros de la Oficina delObispado Presidente, quien me dijo:“¿Está usted seguro de que Charles W.Ringwood vive en su barrio?”.

Le contesté que sí, tras lo cual meinformó de que el certificado demiembro de ese hermano había per-manecido en el archivo de “perdidosy desconocidos” de la Oficina delObispado Presidente durante dieci-séis años.

El domingo por la mañana,Elizabeth Keachie y Nell Ivory lleva-ron a Charles y a William Ringwood anuestra reunión del sacerdocio; era laprimera vez que ponían un pie enuna capilla en muchos años. CharlesRingwood era el diácono de másedad que había conocido en mi vida ysu hijo era el miembro varón de másedad que no poseía el sacerdocio queyo había conocido.

Tuve la oportunidad de ordenar alhermano Charles Ringwood a los ofi-cios de maestro, de presbítero y luegode élder. Nunca olvidaré la entrevistapara la recomendación del temploque tuve con él. Me dio un dólar de

plata que extrajo de un viejo y gastadomonedero de cuero, y me dijo: “Éstaes mi ofrenda de ayuno”.

Le contesté: “Hermano Ringwood,usted no debe ninguna ofrenda deayuno; usted es el que la necesita”.

“Deseo recibir las bendiciones y noguardar el dinero”, me respondió.

Mía fue la oportunidad de llevar aCharles Ringwood al Templo de SaltLake y de asistir con él a la sesión deinvestidura.

Charles W. Ringwood falleció a lospocos meses. Durante el servicio fu-nerario, noté que su familia estabasentada en el banco de enfrente de lacapilla de la funeraria; pero también via dos encantadoras y dulces damassentadas en la parte de atrás de la ca-pilla: Elizabeth Keachie y Helen Ivory.

Al contemplar a esas dos fieles ydedicadas mujeres y reflexionar sobrelo positivo de su influencia personal,la promesa del Señor hizo rebosar mialma: “Yo, el Señor, soy misericordio-so y benigno para con los que me te-men, y me deleito en honrar a los queme sirven en rectitud y en verdad has-ta el fin. Grande será su galardón yeterna será su gloria”5.

Hay Alguien, superior a todos, cuya influencia personal abarca los

continentes, se expande sobre losocéanos y penetra en el corazón delos verdaderos creyentes. Él expió lospecados del género humano.

Testifico que Él es el Maestro de la verdad, pero es algo más que unmaestro. Es el Ejemplo de una vidaperfecta, pero es más que un ejemplo.Es el Gran Médico, pero es más queun médico. Es, literalmente, elSalvador del mundo, el Hijo de Dios,el Príncipe de Paz, el Santo de Israel, elSeñor resucitado, que dijo:

“…soy Jesucristo, de quien los pro-fetas testificaron que vendría al mun-do… Yo soy la luz del mundo”6.

“Soy el primero y el último; soy elque vive, soy el que fue muerto; soyvuestro abogado ante el Padre”7.

Como testigo Suyo, ¡testifico queÉl vive! En Su santo nombre, sí,Jesucristo, el Salvador. Amén. ■

NOTAS1. Mateo 4:19.2. Meade McGuire, “Father, Where Shall I

Work Today?”, en Best-Loved Poems of theLDS People, compilado por Jack M. Lyon yotros, 1996, pág. 152.

3. Carta de la Primera Presidencia, 11 de fe-brero de 1999; citada en Liahona, diciem-bre de 1999, pág. 1.

4. 1 Timoteo 4:12.5. D. y C. 76:5–6.6. 3 Nefi 11:10–11.7. D. y C. 110:4.

24

Mis hermanos y hermanas, elpresidente Hinckley me hapedido que ahora presente a

las Autoridades Generales, a losSetenta Autoridades de Área y a laspresidencias generales de las organiza-ciones auxiliares de la Iglesia para suvoto de sostenimiento.

Se propone que sostengamos aGordon Bitner Hinckley como Profeta,Vidente y Revelador, y Presidente de LaIglesia de Jesucristo de los Santos delos Últimos Días; a Thomas SpencerMonson como Primer Consejero de laPrimera Presidencia; y a James EsdrasFaust como Segundo Consejero de laPrimera Presidencia.

Los que estén de acuerdo, sírvanse

manifestarlo.Los que estén en contra, si los hay,

sírvanse manifestarlo.Se propone que sostengamos a

Thomas Spencer Monson comoPresidente del Quórum de los DoceApóstoles; a Boyd Kenneth Packercomo Presidente en Funciones delQuórum de los Doce Apóstoles; y alos siguientes como miembros deese quórum: Boyd K. Packer, L. TomPerry, David B. Haight, Neal A.Maxwell, Russell M. Nelson, Dallin H.Oaks, M. Russell Ballard, Joseph B.Wirthlin, Richard G. Scott, Robert D.Hales, Jeffrey R. Holland y Henry B.Eyring.

Los que estén de acuerdo, sírvansemanifestarlo.

Contrarios, si los hubiera.Se propone que sostengamos a los

Consejeros de la Primera Presidenciay a los Doce Apóstoles como profetas,videntes y reveladores.

Los que estén a favor, sírvanse manifestarlo.

Opuestos, si los hubiese, por lamisma señal.

Se propone que relevemos con un voto de agradecimiento al élderDennis B. Neuenschwander comomiembro de la Presidencia de losQuórumes de los Setenta.

Los que deseen hacerlo, sírvansemanifestarlo.

Se propone que relevemos a los si-guientes como Setenta Autoridadesde Área:

Adolfo Ávalos, Lowell C. Barber,David J. Barnett, R. Michael Duffin,Rowland E. Elvidge, SilvioGeschwandtner, Brent H. Koyle, A.Roger Merrill, J. Michael Moeller,Adrián Ochoa y Lindon J. Robison.

Los que deseen expresar su agra-decimiento, sírvanse manifestarlo.

Se propone que relevemos conun voto de agradecimiento comoPresidencia General de la EscuelaDominical a los élderes Merrill J.Bateman, John H. Groberg y Val R.Christensen; y como PresidenciaGeneral de los Hombres Jóvenes alos élderes F. Melvin Hammond,Lynn G. Robbins y Donald L.Hallstrom.

Los que deseen unirse con un votode agradecimiento, sírvanse manifes-tarlo.

Se propone que sostengamos al él-der John H. Groberg como miembrode la Presidencia de los Quórumes delos Setenta.

Los que estén a favor, sírvanse ma-nifestarlo.

Si hay opuestos, por la misma se-ñal.

Se propone que sostengamos a lossiguientes como Setenta Autoridadesde Área:

Jorge M. Alvarado, Homero S.Amato, John S. Anderson, Jorge D.Arrevillaga, A. Venâncio Caleira,Gabriel A. Campos, Mario L. Carlos,John J. Chipman, LeGrand R. Curtis Jr.,César A. Dávila, Mosíah S. Delgado,Keith R. Edwards, J. Roger Fluhman,Luiz C. França, Manuel González,Tohru Hotta, Bin Kikuchi, YongHwan Lee, Alfredo Heliton deLemos, Domingos S. Linhares,Alexander A. Núñez, Melvin R.Perkins, James C. Perry, Errol S.Phippen, John C. Pingree, Neil E.Pitts, Dinar M. Reyes, Jorge A. Rojas,Eric B. Shumway, Joseph W. Sitati,Terrence C. Smith, Lowell M. Snow,

El sostenimientode oficiales de la IglesiaP R E S I D E N T E T H O M A S S . M O N S O NPrimer Consejero de la Primera Presidencia

SESIÓN DEL SÁBADO POR LA TARDE3 d e a b r i l d e 2 0 0 4

Michael J. Teh, Stanley Wan y Allen P. Young.

Los que estén a favor, sírvanse ma-nifestarlo.

Si hay opuestos, por la misma señal.

Con una decisión reciente de quelos miembros de los Quórumes delos Setenta no presten servicio en laspresidencias generales de la EscuelaDominical ni de los HombresJóvenes, se propone que sostenga-mos a A. Roger Merrill comoPresidente General de la EscuelaDominical, con Daniel K Judd comoPrimer Consejero y William D.Oswald como Segundo Consejero.

Se propone que sostengamos aCharles W. Dahlquist comoPresidente General de los HombresJóvenes, con Dean Reid Burgesscomo Primer Consejero y MichaelAntone Neider como SegundoConsejero.

Los que estén a favor, sírvanse manifestarlo.

Si hay opuestos, por la misma señal.

Se propone que sostengamos a lasdemás Autoridades Generales, a losSetenta Autoridades de Área y a laspresidencias generales de las organi-zaciones auxiliares tal como estánconstituidas actualmente.

Los que estén a favor, sírvanse ma-nifestarlo.

Si alguien se opone, puede mani-festarlo.

El sostenimiento ha sido unánimey afirmativo.

Gracias, hermanos y hermanas,por sus continuas fe y oraciones.

Ahora les pedimos a los reciente-mente llamados miembros de lasPresidencias de la Escuela Dominicaly de los Hombres Jóvenes que tomensu lugar en el estrado. Hacemos no-tar, sin embargo, que William D.Oswald presta servicio actualmentecomo presidente de la Misión RusiaVladivostok y, por lo tanto, no estápresente. ■

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 25

Estimados hermanos:La Iglesia de Jesucristo

de los Santos de los ÚltimosDías mantiene en funcionamientoun departamento de Auditorías quefunciona en forma independiente de todos los demás departamentos yoperaciones de la Iglesia. El directorejecutivo del Departamento deAuditorías de la Iglesia informa directamente y con regularidad a laPrimera Presidencia. El Departa-mento de Auditorías de la Iglesiaestá conformado por contadoresacreditados, auditores internos acre-ditados, auditores acreditados de sistemas de información y otros profesionales acreditados.

Por mandato de la PrimeraPresidencia, el Departamento deAuditorías de la Iglesia tiene autori-dad para auditar todos los departa-mentos y operaciones de la Iglesia entodo el mundo. El Departamento deAuditorías de la Iglesia tiene acceso atodos los sistemas, registros, perso-nal y propiedades necesarios para la

realización de auditorías de los donativos, los gastos y los recursosde la Iglesia. Estas labores se rigenpor normas profesionales, financie-ras y operativas de auditoría, siendoel factor riesgo el elemento principalque dicta la realización de dichas auditorías.

El Consejo Encargado de lasDisposición de Diezmos es responsa-ble de la autorización del empleo delos fondos de la Iglesia en el año2003. Este consejo está compuestopor la Primera Presidencia, elQuórum de los Doce Apóstoles y el

Informe delDepartamento deAuditorías de laIglesia, 2003P R E S E N TA D O P O R W E S L E Y L . J O N E SDirector Ejecutivo del Departamento de Auditorías de la Iglesia

Para la Primera Presidencia de La Iglesia de Jesucristo delos Santos de los Últimos Días

Obispado Presidente, como se haprescrito por revelación. Bajo la di-rección de dicho consejo, los donati-vos, los gastos y los recursos de laIglesia se controlaron a través delgrupo encargado de las finanzas encada departamento y a través delDepartamento de Presupuesto yFinanzas de la Iglesia. Se auditó e in-formó la administración de los fon-dos a cargo de estos grupos deadministración, de presupuesto y definanzas.

Basándonos en nuestras auditorías,el Departamento de Auditorías de laIglesia es de la opinión que, en todoslos aspectos materiales, los donativosrecibidos, los gastos efectuados y losrecursos de la Iglesia usados duranteel año 2003 se han administrado deacuerdo con las pautas y los procedi-mientos y las normas establecidos por la Iglesia.

Las actividades financieras en lasorganizaciones afiliadas a la Iglesia,que se gestionan independiente-mente de la misma, no fueron audi-tadas por el Departamento deAuditorías en 2003. Las declaracio-nes financieras de estas organizacio-nes, así como sus correspondientesactividades de control, fueron audi-tadas por firmas de contabilidad pública independientes. Dichas or-ganizaciones incluyen, entre otras,Deseret Management Corporation,así como sus empresas subsidiarias,y las instituciones de enseñanza superior de la Iglesia, entre las que se encuentra la UniversidadBrigham Young; sin embargo, elDepartamento de Auditorías de laIglesia verificó que se presentaraninformes debidos de dichas firmasde contabilidad pública de las audi-torías realizadas por los comités deauditoría de cada organización.

Presentado respetuosamente,Departamento de Auditorías de la

IglesiaWesley L. JonesDirector Ejecutivo ■

26

P ara conocimiento de los miem-bros de la Iglesia, la PrimeraPresidencia ha emitido el si-

guiente informe concerniente al creci-miento y al estado de la Iglesia al 31de diciembre de 2003:

Número de unidades de la IglesiaEstacas...........................................2.624Misiones ...........................................337Distritos............................................644Barrios y

ramas ......................................26.237

Miembros de la IglesiaTotal de

miembros........................11.985.254Aumento de

niños inscritos........................99.457Conversos

bautizados............................242.923

MisionerosMisioneros de tiempo

completo................................56.237

TemplosTemplos dedicados durante

2003 .................................................2(Brisbane, Australia; Redlands,

California)Templos en funcionamiento ..........116

Miembros prominentes que hanfallecido desde abril del año pasado:

Élder Jacob de Jager, AutoridadGeneral emérita; Élder AndrewWayne Peterson, autoridad Generalemérita; Élder Robert L. Simpson,Autoridad General emérita; herma-na Elaine Cannon, ex presidentageneral de las Mujeres Jóvenes; her-mano Roy M. Darley, ex organistadel Tabernáculo. ■

Informe estadístico 2003P R E S E N TA D O P O R F. M I C H A E L WAT S O NSecretario de la Primera Presidencia

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 27

Cada vez que pasamos por lasección de seguridad de un ae-ropuerto, se nos pide que mos-

tremos un documento de identidadcon fotografía; entendemos el motivoy hacemos lo que se nos pide, sabien-do que es necesario y útil. Pero mues-tro mi foto como evidencia de miverdadera identidad un poco abo-chornado; si al mirar la foto de mi pa-saporte alguien dijera que es igual amí, yo sabría que debo volver a casapara acicalarme. Pero el bochorno tie-ne otra causa: la foto no indica nadade mis raíces ni mis ramas, y éstas sonpartes importantes de mi identidad.¿Podrían ustedes describir un árbol alver una fotografía de su tronco sola-mente? ¡No! Las raíces y las ramas de

un árbol proporcionan muchos másdetalles sobre éste. Lo mismo ocurrecon nosotros, tanto personalmentecomo con nuestra religión.

Las raíces personalesLas raíces personales son suma-

mente importantes. Mi esposa y yoconocemos a una familia que muestracon orgullo la evidencia de sus raícesancestrales mediante murales en lasparedes exteriores de su casa. Tienenallí pintadas hermosas representacio-nes del patrimonio familiar de las líneas de ambas familias.

Cuando los parientes se reúnen al-rededor de un niño recién nacido,inevitablemente se oyen comentarioscomo: “Es pelirroja como la madre”, o“Tiene un hoyuelo en el mentón,igual que el padre”.

Cada uno de nosotros tiene sus raí-ces ancestrales. Todo hombre ha reci-bido algunas características genéticasiguales a las de su padre; toda mujerha recibido algunas características ge-néticas iguales a las de su madre1.Además, cada uno de nosotros ha re-cibido otros rasgos genéticos que noshacen únicos.

Por tener un cuerpo espiritual asícomo uno físico2, tenemos tambiénraíces espirituales que se remontan alargo tiempo atrás; éstas dan forma anuestros valores, a nuestras creenciasy a nuestra fe. Las raíces espirituales

guían nuestro cometido hacia losideales y las enseñanzas del Señor3.

Los hijos tienen un deseo naturalde emular el ejemplo de sus padres.Generalmente, los varones se inclinanhacia las actitudes y el trabajo del pa-dre, mientras que las niñas aspiran aser como la madre. Padres, no seasombren mucho si, en algún mo-mento, sus hijos llegan a ser mejoresque ustedes.

Las raíces personales, físicas y espi-rituales merecen nuestra gratitud. Pormi vida doy gracias a mi Creador, asícomo también a mis padres y a misantepasados. Trato de honrarlos averi-guando quiénes fueron y prestándo-les servicio en el templo4. Los padrestienen la responsabilidad de transmi-tir a sus hijos y nietos el conocimientoque tengan sobre sus raíces persona-les. El aprender juntos su historia uni-fica a la familia.

Las raíces religiosasDebemos conocer también las raí-

ces de nuestra religión. La Iglesia deJesucristo de los Santos de los Últi-mos Días, aun cuando fue organizadaoficialmente en 1830, fue restauradade raíces que datan de mucho tiem-po. Ahora se han reunido, expandidoy aclarado verdades de dispensacio-nes anteriores5. Los padres y maestrostenemos una excelente fuente de en-señanza en los Artículos de Fe. Escritopor el profeta José Smith6, este docu-mento se refiere a las muchas doctri-nas que forman la base de nuestrareligión; habla de la Trinidad, del albe-drío moral, de la caída de Adán y de laexpiación de Jesucristo; explica losfundamentales principios y ordenan-zas de la fe, el arrepentimiento, elbautismo y la imposición de manospara comunicar el don del EspírituSanto; se refiere a asuntos de la auto-ridad del sacerdocio y de administra-ción. Reconoce como Escriturasagrada la Santa Biblia, el Libro deMormón y un canon de Escrituras queestá abierto a la revelación continua

Raíces y ramasÉ L D E R R U S S E L L M . N E L S O NDel Quórum de los Doce Apóstoles

Resumiéndolo sencillamente, digamos que recibiremos lasbendiciones más grandes de la vida si nuestro amor porJesucristo está profundamente arraigado en nuestrocorazón.

28

de Dios. Además, confirma que el re-cogimiento de Israel es un hechoreal7. Qué tesoro de verdad es ese in-valorable documento para enseñarnuestras raíces religiosas.

Otras doctrinas reveladas que for-man la raíz de nuestra religión son laCreación, la Resurrección, la ley deldiezmo, la oración y las bendicionessupremas del templo. Al enseñarlas,nos damos cuenta de cuán firme esnuestro cimiento; al aplicarlas a nues-tra vida, las raíces de nuestra religiónllegan a formar parte de nuestra pro-pia fortaleza espiritual.

Los conversos deben fortalecer susraíces religiosas. El presidenteGordon B. Hinckley ha enseñado quetodo converso necesita un amigo, unaresponsabilidad y ser nutrido por labuena palabra de Dios. Con esas raí-ces para sostenerlos a ellos y a sus hi-jos, los estimados conversos llegan aser pioneros para que su propia fami-lia los siga.

Lamentablemente, algunos miem-bros de familias fieles se apartan por-que sus raíces son débiles. Mi corazónse entristece cuando sé de alguienque se aleja de la fe de sus predeceso-res pioneros. Un amigo, reconocidoprofesional y descendiente inteligentede antepasados fieles, ha dejado queuna duda doctrinal oscurezca su vi-sión de la plenitud del Evangelio y co-loque entre él y el templo una cuña

que se ensancha cada vez más. Otrapersona conocida, una buena herma-na con ilustres progenitores pioneros,dice actualmente que no es “miembropracticante” de la Iglesia.

¿Han llegado esas queridas perso-nas a aceptar en tal forma el mundoque han olvidado sus raíces? ¿Han olvidado lo que en verdad significa laRestauración y lo que costó? ¿Han olvidado su patrimonio pionero y el linaje que se les declaró en su bendi-ción patriarcal? ¿Olvidarían y perde-rían la vida eterna por unas pocasventajas del momento? Indiferentes alas raíces que las han bendecido, yano disfrutan de las bendiciones espiri-tuales que animan a los santos que sehallan embarcados en la obra del DiosTodopoderoso.

Sus nobles antepasados “llegaronal conocimiento de la verdad… segúnel espíritu de revelación y de profecía,y el poder de Dios”. Sus antecesores“fueron convertidos al Señor, [y] nun-ca más se desviaron”8. ¿Qué sentiránaquellos antepasados con respecto asus descendientes que se hayan des-viado? Su desilusión se convertirá enaflicción, porque el fruto que se des-prende de la raíz no puede vivir mu-cho tiempo.

El Señor hizo esta advertencia solemne:

“…después de haber sido nutri-dos por la buena palabra de Dios…

¿rechazaréis estas palabras… de losprofetas; y rechazaréis todas las pala-bras que se han hablado en cuanto aCristo…? ¿…y el poder de Dios y eldon del Espíritu Santo… y haréis irri-sión del gran plan de redención quese ha dispuesto para vosotros?

“…la resurrección… os llevará apresentaros con vergüenza y con te-rrible culpa ante el tribunal deDios…”9.

Ruego a cada uno de ustedes que preste atención a esa sagrada advertencia.

Las ramas personalesAsí como nuestras raíces determi-

nan en gran parte quiénes somos,nuestras ramas son también una ex-tensión importante de nuestra identi-dad. Las ramas personales llevan elfruto de nuestros lomos10. LasEscrituras nos enseñan: “…por susfrutos los conoceréis”11. Hace años,mi esposa y yo nos encontrábamosmuchas veces con jóvenes que decíanque les parecía conocernos, porqueconocían a nuestros hijos. Ahora nossaludan cariñosamente personas quenos conocen porque conocen a nues-tros nietos.

Las ramas religiosasDe manera similar, nuestra religión

se conoce por el fruto de sus ramas.Hace poco, me reuní con oficiales gu-bernamentales de un país lejano queestaban sumamente impresionadoscon la Iglesia y con los esfuerzos queésta hace por todo el mundo; les gus-taron nuestras enseñanzas sobre la fa-milia y pidieron copias de laProclamación al mundo y manualespara la noche de hogar; también se in-teresaron por saber más sobre nues-tro plan de bienestar y de ayudahumanitaria. Hicimos lo posible porcumplir lo que nos pedían y luego lesdirigimos la atención hacia el por quélo hacemos, en lugar de lo que hace-mos. Para explicarlo, hice una analo-gía con un árbol. “A ustedes les atraen

Miembros miran una sesión de la conferencia en el centro de la Estaca Mashida,

Japón.

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 29

diversos frutos de nuestra fe”, les dije.“Esos son abundantes y convincentes.Pero no pueden saborear ese fruto amenos que conozcan el árbol que loproduce; y no pueden entender el ár-bol a no ser que entiendan sus raíces.En nuestra religión, no se pueden te-ner los frutos sin las raíces”. Elloscomprendieron eso.

Los frutos del árbol frondoso delEvangelio son “amor, gozo, paciencia,benignidad, bondad [y] fe”12. El presi-dente Harold B. Lee dijo una vez: “Losfrutos hermosos y abundantes no cre-cen a menos que las raíces del… ár-bol se hayan plantado en suelo rico yfértil, y que se cuide de él, podándo-lo, cultivándolo y regándolo adecua-damente. Así también, los abundantesfrutos de la virtud y de la castidad, dela honradez, la templanza, la integri-dad y la fidelidad no se hallarán enuna persona si su existencia no estáfundada en un firme testimonio de lasverdades del Evangelio y en la vida yla misión del Señor Jesucristo”13.

Los frutos del Evangelio son deli-ciosos para los que obedecen al Señor.Proseguimos estudios académicosporque sabemos que “la gloria deDios es la inteligencia”14. La bendicióndel diezmo se recibe al pagar el diez-mo15. Las recompensas de la Palabrade Sabiduría se obtienen alobedecerla16. Debido a experienciasque se tienen al vivir el Evangelio,aprendemos que la oración, la obser-vancia del día de reposo y la participa-ción de la Santa Cena nos protegen decaer esclavos del pecado. Evitamos lapornografía y la inmoralidad, sabiendoque sólo podemos obtener la paz dela pureza personal si vivimos de acuer-do con las leyes del Evangelio.

El Señor dio esta promesa y manda-miento: “Ya vosotros estáis limpios porla palabra que os he hablado…Permaneced en mí, y yo en vosotros…Yo soy la vid, vosotros los pámpanos”17.Resumiéndolo sencillamente, digamosque recibiremos las bendiciones másgrandes de la vida si nuestro amor por

Jesucristo está profundamente arraiga-do en nuestro corazón18.

El testimonioLa identidad individual es mucho

más que una fotografía de pasaporte.Tenemos también raíces y ramas. Ladivinidad está arraigada en cada unode nosotros; “…obra de tus manos[las del Creador] somos todos noso-tros”19. Somos seres eternos. En losámbitos premortales se nos preorde-nó, a los hermanos, para nuestras res-ponsabilidades del sacerdocio20. Antesde la fundación del mundo, se prepa-ró a las mujeres para tener hijos y glorificar a Dios21.

Vinimos a esta experiencia mortalpara adquirir un cuerpo y para serprobados22. Debemos formar familiasy ser sellados en los santos temploscon relaciones de amor y de regocijoque perduren eternamente. Estamospersonalmente arraigados a esas ver-dades sempiternas.

Las ramas de nuestra familia y delEvangelio dan frutos que ennoblecennuestra vida. La obra y la gloria deDios —“llevar a cabo la inmortalidad yla vida eterna del hombre”— puedenser nuestras también23. Podremos vivircon Él y con nuestra familia parasiempre. Él concederá esas bendicio-nes a los fieles a Su propia manera yen Su propio tiempo24.

Dios vive. Jesús es el Cristo. JoséSmith es el Revelador y Profeta deesta última dispensación. El Libro deMormón es verdadero. La Iglesia deJesucristo de los Santos de los Últi-mos Días es el reino del Señor esta-blecido una vez más en la tierra. Elpresidente Gordon B. Hinckley eshoy día el Profeta del Señor. Si nosmantenemos arraigados a estas verda-des, los frutos de nuestras ramas per-manecerán25. De ello testifico en elnombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Además de la información genética que

cada hijo o hija recibe de su madre y de supadre, un pequeño conjunto de ADN

mitocóndrico proviene de la madre y pasaa los hijos y también a las hijas.

2. Véase D. y C. 88:15.3. Véase Efesios 3:14–19; Colosenses 2:6–7.4. Véase D. y C. 128:15.5. Véase D. y C. 128:18.6. Los Artículos de Fe formaban parte de una

carta dirigida al señor John Wentworth,editor y propietario de un periódico deChicago; se publicó por primera vez en elperiódico Times and Seasons, 1º de marzode 1842; Véase Ensign, julio de 2002, págs.26–32.

7. En ese documento también se mencionandones del Espíritu que iluminan la vida delos miembros de la Iglesia. Se predicengrandes acontecimientos de los últimosdías, como la restauración de las diez tri-bus, el establecimiento de Sión y el reinadomilenario de Cristo sobre la tierra renova-da. El documento contiene principios delibertad de religión, de tolerancia y deobediencia a la ley; y concluye con una ex-presión pertinente a nuestra percepción dela vida y de ideales personales elevados.

8. Alma 23:6.9. Jacob 6:7–9.

10. Véase, por ejemplo, 2 Nefi 3:6–7.11. Mateo 7:20; 3 Nefi 14:20.12. Gálatas 5:22.13. Stand Ye in Holy Places, 1974, págs.

218–219.14. D. y C. 93:36.15. Véase Malaquías 3:10; 3 Nefi 24:10.16. Véase D. y C. 89:18–21.17. Juan 15:3–5.18. Véase Efesios 3:17.19. Isaías 64:8.20. Véase Alma 13:1–5.21. Véase D. y C. 132:63.22. “Así como Abraham” (D. y C. 101:4). Véase

también Hebreos 11:17.23. Moisés 1:39.24. Véase D. y C. 88:68. Cuando se obtiene

cualquier bendición de Dios, “es porque seobedece aquella ley sobre la cual se basa”(D. y C. 130:21).

25. Véase Juan 15:16.

Debido a la diferencia de horario,

miembros de Japón miran las sesiones

de la conferencia general en una

retransmisión vía satélite.

30

Cuando la Iglesia era aún joven,las Autoridades Generales amenudo rendían informe de

sus misiones en la conferencia gene-ral. Comprendo que estamos en elaño 2004 y no en 1904, pero quisieraen esta ocasión retornar a aquellapráctica y referirme a algunas de lasmaravillosas experiencias que mi es-posa y yo estamos viviendo enLatinoamérica. Al hacerlo, espero quepuedan tener alguna aplicación paraustedes, dondequiera que vivan opresten servicio.

Ante todo, quisiera agradecer acada uno de los misioneros que hanservido a lo largo de las épocas en

esta trascendental obra de los últimosdías que se nos ha dado. El desarrolloalcanzado por el Evangelio restauradoes un milagro en todo el sentido de lapalabra, e igualmente milagroso esque, en gran medida, ese desarrollosea el producto de los esfuerzos dejóvenes de diecinueve años. Al ver asus hijos e hijas, nietos y nietas (y enalgunos casos a sus padres y abuelos)trabajar fielmente en Chile, he pensa-do en las decenas de miles de otrosmisioneros como ellos a quienes he-mos conocido por todo el mundo.Esos jóvenes puros, transparentes yentusiastas que trabajan de dos endos, se han transformado en un sím-bolo viviente de esta Iglesia en todaspartes. Ellos mismos son el primermensaje del Evangelio que recibensus investigadores, y cuán magníficoes ese mensaje. Todos saben quiénesson, y los que les conocemos mejorsomos quienes más les amamos.

Cuánto me gustaría que conocie-ran a una hermana argentina que fuellamada a servir con nosotros. Con eldeseo de hacer todo lo posible porcubrir ella misma los gastos de la mi-sión, vendió su violín, casi su único yciertamente su más preciado bien ma-terial. Sencillamente dijo: “Dios mebendecirá con otro violín despuésque yo haya bendecido a Sus hijos

con el Evangelio de Jesucristo”.También me gustaría que conocie-

ran al élder chileno que, lejos de sufamilia e internado en un colegio, seencontró un día un Libro de Mormóny empezó a leerlo esa misma tarde. Al igual que la experiencia que tuvoParley P. Pratt, leyó insaciablementetoda la noche. Al amanecer del día si-guiente, se sintió conmovido por unaprofunda sensación de paz y de reno-vada esperanza. Se propuso averiguarel origen de ese libro y quién habíaescrito aquellas bellas páginas. Trecemeses después estaba sirviendo enuna misión.

Cómo quisiera que conociesen almaravilloso joven oriundo de Bolivia,que llegó a la misión sin una chaquetay pantalón que combinaran y con za-patos tres números más grandes. Eraalgo mayor que el promedio de losmisioneros debido a que era el únicoque sostenía a su familia y le había lle-vado algo de tiempo ganar el dinerosuficiente para su misión. Crió pollosy vendió huevos de puerta en puerta.Cuando su llamamiento finalmentellegó, su madre viuda tuvo que ser ur-gentemente operada de apendicitis.Nuestro joven amigo dio hasta el últi-mo centavo que tenía ahorrado parapagar la cirugía y la recuperación desu madre y después, sin decir nada anadie, juntó ropa usada entre sus ami-gos y llegó al C.C.M. de Santiagocomo estaba previsto. Les aseguroque ahora su ropa combina, sus zapa-tos son del número debido y tanto élcomo su madre están sanos y salvostemporal y espiritualmente.

Y así siguen yendo, de los hogaresde ustedes, a todo el mundo. Entreesa larga lista de dedicados siervos delSeñor, se encuentra un creciente nú-mero de matrimonios mayores quehacen una aportación indispensable aesta obra. ¡Cuánto amamos y necesita-mos a los matrimonios misioneros enprácticamente todas las misiones deesta Iglesia! Aquellos de ustedes queestén en condiciones de hacerlo,

“Permaneced en mí”É L D E R J E F F R E Y R . H O L L A N DDel Quórum de los Doce Apóstoles

Para que el fruto del Evangelio florezca y bendiga nuestravida, debemos ceñirnos con firmeza a Él, el Salvador detodos nosotros.

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guarden sus palos de golf, no se preo-cupen por el mercado de valores,dense cuenta de que sus nietos segui-rán siendo sus nietos cuando ustedesregresen ¡y vayan a una misión! Lesprometemos que tendrán la experien-cia más extraordinaria de su vida.

Quisiera contarles algo sobre losmaravillosos miembros de la Iglesia.Recientemente fui asignado a partici-par en la reorganización de una estacaque se extendía por una amplia zonay sentí la inspiración del Señor de lla-mar a un cierto hombre como miem-bro de la presidencia de la estaca,quien, según se me había dicho, teníauna bicicleta, pero no un automóvil.Muchos líderes en la Iglesia no tienenautomóvil, pero me preocupabacómo podría afectar eso a aquel her-mano en aquella estaca en particular.En mi desahuciado español, proseguíla entrevista y le pregunté:“Hermano, ¿no tiene un auto?”. Sinvacilar y con una sonrisa, me respon-dió: “No tengo un auto; pero yo ten-go pies, yo tengo fe”. Entonces añadióque podía viajar en bus, ir en su bici-cleta o caminar, “como los misione-ros”, me dijo sonriendo, y así lo hace.

Hace apenas ocho semanas asistí auna conferencia de distrito de misiónque se llevó a cabo en la Isla Grandede Chiloé, una localidad del sur deChile a la que no llegan muchos visi-tantes. Imagínense la responsabilidadque sentí al dirigirme a esa bella gentecuando se me hizo notar que unhombre muy anciano que se hallabasentado cerca de los asientos de de-lante de la capilla había salido de sucasa a las cinco de la mañana y cami-nado cuatro horas para estar en suasiento a las nueve, aguardando unareunión que estaba programada paralas once. Dijo que quería conseguiruna buena ubicación. Le miré a losojos, pensé en ocasiones de mi vidaen que mi actitud había sido algo indi-ferente y me vinieron a la mente laspalabras de Jesús, cuando dijo: “…niaun en Israel he hallado tanta fe”1.

La Estaca Punta Arenas, Chile, es laestaca de la Iglesia que se encuentraen la parte más austral de nuestro pla-neta y sus límites más remotos estáncasi acariciando la Antártida. Los líde-res de cualquier estaca que se organi-zara más al sur tendrían que serpingüinos. Los santos de Punta Arenastienen que cubrir un trayecto de ida yvuelta de casi 6.800 kilómetros en au-tobús para ir al Templo de Santiago. A un matrimonio, sólo los gastos detransporte pueden significarle hastaun veinte por ciento de sus ingresosanuales. En un autobús solamentehay capacidad para 50 personas, perocada vez que hay una excursión, secongregan unas 250 para llevar a caboun breve servicio con los viajeros tem-prano por la mañana antes de su partida.

Hagan una breve pausa y pregún-tense cuándo fue la última vez queustedes se congregaron en unestacionamiento con frío y vientoextremos cerca del Estrecho deMagallanes sólo para cantar con quie-nes viajaban al templo, orar por ellosy alentarlos al partir, con la esperanzade que sus ahorros les permitieranser parte de la próxima excursión. Elviaje lleva 110 horas, 70 de ellas porcaminos polvorientos y escabrosos dela Patagonia argentina. ¿Cómo se

siente uno tras pasar 110 horas en unautobús? Sinceramente, no lo sé, perosí sé que a algunos de nosotros noscuesta ir al templo si vivimos a más de110 kilómetros de distancia o si la se-sión dura más de 110 minutos.Mientras seguimos enseñando a esosdistantes Santos de los Últimos Díasel principio del diezmo, orando conellos y edificando cada vez más tem-plos, tal vez el resto de nosotros po-dremos hacer más por disfrutar conregularidad de las bendiciones y de lamaravilla del templo cuando tantosestán cada vez más cerca de nosotros.

Y esto me lleva al último puntoque quisiera tratar con ustedes. Haymuchas cosas que los miembros de laIglesia relacionamos con el liderazgovisionario del presidente Gordon B.Hinckley, entre otras (tal vez en formaparticular), la gran expansión en laconstrucción de templos. Pero meatrevo a decir que quienes estamosen este estrado, seguramente le re-cordaremos casi tan enfáticamentepor su determinación de retener enactividad permanente a los conversosque se unen a la Iglesia. Ningún otroprofeta de esta dispensación se ha re-ferido a este asunto más directamenteni ha esperado más que cada uno denosotros haga su parte para que ellosuceda. En tono humorístico y

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golpeando la mesa delante de él, nosdijo a los Doce recientemente:“Hermanos, cuando mi vida llegue asu fin y esté terminando el servicio fu-nerario, en el espíritu pasaré delantede cada uno de ustedes, les miraré di-rectamente a los ojos y les pregunta-ré: ‘¿Qué tal les va con el asunto de laretención?’ ”.

Este asunto de la retención com-pleta el círculo del servicio misional,uniendo la calidad perdurable de con-versión que los misioneros se esfuer-zan por lograr en sus investigadorescon el mayor cometido y la devociónque se ve en los maravillosos miem-bros de la Iglesia.

Cristo dijo: “Yo soy la vid verdade-ra, y… vosotros los pámpanos”2.“Permaneced en mí, y yo en vosotros.Como el pámpano no puede llevarfruto por sí mismo, si no permaneceen la vid, así tampoco vosotros, si nopermanecéis en mí”3.

“Permaneced en mí” es un concep-to comprensible y hermoso en la ele-gante versión del rey Santiago de laBiblia en inglés, pero el vocablo in-glés que corresponde a “permane-cer” ya no es una palabra que seemplee mucho. Personalmente, ad-quirí una apreciación aún más pro-funda de esta admonición del Señoral leer la traducción de ese pasaje en

otro idioma. En español, dice “per-maneced en mí”. Al igual que elverbo inglés “abide”, el verbo“permanecer” equivale a quedarse en un determinado lugar o manteneruna determinada posición y hasta ungringo como yo comprende que eneste contexto significa “quedarse,pero quedarse para siempre”. Tal esel llamado del mensaje del Evangeliopara los chilenos y para todo otropueblo del mundo. Vengan, pero ven-gan para quedarse; vengan con con-vicción y perseverancia; vengan yquédense permanentemente, por elbien de ustedes mismos y por el biende todas las generaciones que les se-guirán, y nos ayudaremos los unos alos otros a ser fuertes hasta el fin.

Mi maravilloso presidente de mi-sión nos enseñó en su primer mensa-je a los misioneros: “Quien levanta unpalo por un extremo, también levantael otro”4. Y así es como se suponeque debe ser cuando nos unimos aésta, la Iglesia verdadera y vivientedel Dios verdadero y viviente.Cuando nos unimos a La Iglesia deJesucristo de los Santos de los Últi-mos Días, subimos a bordo del BuenBuque Sión y empezamos a navegar adondequiera que éste vaya hasta lle-gar al puerto del Milenio. Permane-cemos en el buque en días de

tempestad y también de calma, bajolluvia y sol, pues ése es el único cami-no hacia la tierra prometida. EstaIglesia es el medio por el cual elSeñor expone Sus doctrinas, orde-nanzas y convenios de importanciacrucial, y otorga las llaves que sonesenciales para la exaltación; y nadiepuede ser plenamente fiel alEvangelio de Jesucristo sin esforzarsepor ser fiel en la Iglesia, la cual es sumanifestación institucional en la tie-rra. Tanto a los nuevos conversoscomo a los miembros de muchosaños, afirmamos con el mismo espíri-tu con el que Nefi hizo su última ex-hortación: “…habéis entrado por lapuerta… [pero] ahora bien… des-pués de haber entrado en esta estre-cha y angosta senda, quisierapreguntar si ya quedó hecho todo…os digo que no… debéis seguir ade-lante con firmeza en Cristo… y [si]perseveráis hasta el fin, he aquí…Tendréis la vida eterna”5.

Jesús dijo: “…separados de mínada podéis hacer”6. Testifico que ésaes la verdad de Dios. Cristo es todopara nosotros, y debemos “permane-cer” en Él permanentemente, de con-tinuo, firmemente, para siempre. Paraque el fruto del Evangelio florezca ybendiga nuestra vida, debemos ceñir-nos con firmeza a Él, el Salvador de to-dos nosotros, así como a Su Iglesia,que lleva Su santo nombre. Él es la vidque es nuestra fuente verdadera defortaleza y la única fuente de vida eter-na. En Él no sólo perseveraremos, sinoque también prevaleceremos y triunfa-remos en esta santa causa que nuncanos fallará. Que nunca le fallemos aella ni a Él, ruego en el sagrado y santonombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Mateo 8:10.2. Juan 15:1, 5.3. Juan 15:4.4. Marion D. Hanks al citar de Harry Emerson

Fosdick, Living under Tension, 1941, pág. 111.

5. 2 Nefi 31:18–20.6. Juan 15:5.

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Recientemente se oyó al presi-dente Hinckley decirle a una jo-ven pareja de recién casados en

el templo: “¡Qué época tan maravillosaen la que vivir y estar enamorados!”.Su perspectiva y personalidad optimis-tas nos dan consuelo e infunden espe-ranza en un mundo sombrío. Sinembargo, éstas son más que merasmanifestaciones de una personalidadpositiva. Un rápido vistazo al pasadoservirá para ilustrar mis palabras.

A principios del siglo doce, el cléri-go San Bernard de Clairvaux, “hombrede fe intensa”1, escribió lo siguiente:

Tan sólo con pensar en TiMe lleno de solaz,

Y por Tu gracia, oh Jesús,Veré Tu santa faz2.

Estas líneas tienen que ver con laesperanza, la dicha y la paz, aun cuan-do se escribieron en una época en laque el mundo estaba sumido en la ig-norancia, la pobreza y la desespera-ción. Esas palabras expresan lacalmada certeza que siempre acompa-ña al testimonio de Jesús. Esta mismacerteza brinda aliento y optimismo anuestro amado profeta y a todos losfieles seguidores de Jesucristo.

Entonces, ¿qué es este testimoniode Jesús, cómo se obtiene y qué harápor los que lo reciban? El testimoniode Jesús es el conocimiento cierto yseguro, revelado al espíritu de unapersona mediante el Espíritu Santo,de que Jesús es el hijo viviente delDios viviente3.

Dado que el testimonio de Jesúsprocede de Dios, es vital y esencialpara una vida feliz; es el principio fun-damental de nuestra religión, y todaslas demás cuestiones referentes anuestra fe son apéndices de él4. Elpresidente Hinckley nos recuerda:

“Todo Santo de los Últimos Díastiene el privilegio, la oportunidad y laobligación de lograr para sí mismocierto conocimiento… de que Jesúses el Cristo, el hijo de Dios, elRedentor de toda la humanidad…

Ese testimonio… es la posesión máspreciada que podamos tener…

“Estoy convencido de que… siem-pre que una persona tiene en su cora-zón el testimonio verdadero de larealidad viviente del Señor Jesucristo,todo lo demás ocupará su lugar a sudebido tiempo”5.

Cuando es nutrido por una vida derectitud, ese testimonio de Jesús setorna en la fuerza gobernante de todolo que haga la persona. Es más, cual-quiera puede disponer de él, pues“Dios no hace acepción depersonas”6.

No obstante, la adquisición de esetestimonio no se logra sin cierto es-fuerzo personal. La persona debe de-sear saber, estudiar para aprender,vivir para merecerlo y orar para re-cibirlo. Si se busca con humildad y fese recibe el conocimiento, y con élviene tanto la dulce certeza de quetodo irá bien, así como la fuerza inte-rior para que así sea.

El deseo de saberEl deseo de saber es el primer paso

en nuestra búsqueda personal de untestimonio de Jesús. En las Escriturasse encuentra este consejo: “Si desper-táis y aviváis vuestras facultades hastaexperimentar con mis palabras, y ejer-citáis un poco de fe, sí, aunque no seamás que un deseo de creer, dejad queeste deseo obre en vosotros, sí, hastacreer de tal modo que deis cabida auna porción de mis palabras”7.

Estudiar para aprenderEl testimonio de Jesús requiere

que el que lo busca con sinceridad es-tudie para aprender. El Señor dijo:“Escudriñad las Escrituras; porque avosotros os parece que en ellas tenéisla vida eterna; y ellas son las que dantestimonio de mí”8.

De tapa a tapa, la Biblia enseña ytestifica de Cristo; Él es el Jehová delAntiguo Testamento y el Mesías delNuevo Testamento9. El Libro deMormón, otro testamento de Él, fue

Tan sólo con pensar en tiO B I S P O K E I T H B . M C M U L L I NSegundo Consejero del Obispado Presidente

Jesús, tan sólo con pensar en Ti, mi corazón se llena de ungozo inexplicable que controla cada fibra de mi ser.

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compilado, preservado y sacado a laluz con el expreso propósito de “con-vencer al judío y al gentil de que Jesúses el Cristo, el Eterno Dios, que semanifiesta a sí mismo a todas las na-ciones”10.

Vivir para merecerloJunto con el deseo y el estudio per-

sonal, uno debe vivir para merecersemejante testimonio. La persona quehace lo que Jesús dice, llega a saberquién es Jesús. Él dijo:

“Mi doctrina no es mía, sino deaquel que me envió.

“El que quiera hacer la voluntad deDios, conocerá si la doctrina es deDios, o si yo hablo por mi propiacuenta”11.

Orar para recibirloPor último, el testimonio de Jesús

se concede a todo el que ora pararecibirlo. “Pedid, y se os dará”12 es lainvitación que conduce al humilde yal penitente a ese conocimiento.Con ese conocimiento, la personalogra también un entendimiento desu origen y los propósitos de la vida,

ampliándose así una perspectivaque, de otro modo, permaneceríaoculta.

Por ejemplo, la vida del Señor nocomenzó en Belén13, ni la nuestra seinició al nacer. En el mundo preterre-nal, Él fue el defensor leal y firme delplan eterno de Dios para Sus hijos14, y nosotros estuvimos allí. En la granGuerra de los Cielos, Lucifer fue ex-pulsado gracias al poder delUnigénito15, y nosotros contribuimosa esa causa. Por medio del HijoUnigénito de Dios, “los mundos son yfueron creados” 16 y por esa razón no-sotros podemos lograr nuestro poten-cial divino. El presidente J. ReubenClark dijo:

“No fue un novato, ni un amateur,ni un Ser que hacía su primer intentoel que descendió en el principio… ycreó este mundo…

“Si suponen que nuestra galaxia tu-viera desde un principio, digamos…un millón de mundos y multiplicaneso por el número de millones de ga-laxias… que nos rodean, comenzarána hacerse una idea de quién es[Jesucristo]”17.

Maravillados, nos regocijamos conel antiguo clérigo: Tan sólo con pen-sar en ti me lleno de solaz.

Como progenie literal de Dios y dehaber nacido de una madre terrenal,el Cristo preterrenal se convirtió en elHijo Unigénito del Padre en la carne.Si bien no gozó de la plenitud de Sumajestuosidad, de Su calidad deMesías y de Su divinidad desde elprincipio, “continuó de gracia en gracia hasta que recibió la plenitud”,al igual que lo podemos hacer nosotros18.

Le fortalecieron ángeles, el EspírituSanto descendió sobre Él, llevó sobreSí todos los pesares del género huma-no por lo que nuestros pecados pue-den ser perdonados por medio deÉl19.

Este Jesús, llamado el Cristo, llevóa cabo una Expiación perfecta portoda la humanidad gracias a Su vidaincomparable, Su sufrimiento enGetsemaní, el derramamiento de Susangre, Su muerte en la cruz y Su glo-riosa resurrección. Él venció a la tum-ba y, gracias a Él, también lo haremosnosotros20. “Él es el Ser más grandioso

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 35

que haya nacido en esta tierra… Él esel Señor de señores, el Rey de re-yes…el Salvador… la estrella resplan-deciente de la mañana. Su nombre esel único nombre dado bajo el cielopor el cual podemos ser salvos”21. Éles el Ungido, y una vez más exclama-mos: Tan sólo con pensar en Ti me lle-no de solaz.

Dado que el mundo no pudo ven-cerle en el meridiano de los tiempos,tampoco el mundo puede prescindirde Él en nuestra época, como tampo-co podemos hacerlo nosotros. Su ob-jetivo es “llevar a cabo la inmortalidady la vida eterna del hombre” 22. Portanto, acudió al profeta José Smith,restauró el sacerdocio, reestablecióSu Iglesia y nuevamente proclamó elplan de redención. José lo vio, con-versó con Él y nos ha dejado esta tras-cendental relación poética:

Contemplé el trono, los ángeles, lashuestes,

Santos seres de mundos ya inertes,Adorando a Dios y al Cordero en

santidad,¡Amén y amén! Por toda la

eternidad.

Tras los testimonios que de Él se handado

De testigos que lo han contemplado,He aquí el mío y definitivo: ¡Que

vive, sí, Él vive!Y en Su trono se sienta, a la diestra

de Dios.

Del cielo descendió gran voz:Él es el Salvador, el Unigénito de

Dios,Los mundos por medio de Él creó,A lo largo y ancho de la gran

expansión.

Y a todos sus moradores,Redime el Salvador; engendrando

ÉlHijos e hijas para Dios,Por la misma verdad e idéntico

poder23.

Hoy en día tenemos a los apósto-les del Señor debidamente ordena-dos, quienes, fieles a su sagradocometido como “testigos especialesdel nombre de Cristo en todo elmundo”24, declaran:

“Jesús es el Cristo Viviente, el in-mortal Hijo de Dios. Él es el gran ReyEmmanuel, que hoy está a la diestrade Su Padre. Él es la luz, la vida y laesperanza del mundo. Su camino esel sendero que lleva a la felicidad enesta vida y a la vida eterna en el mun-do venidero. Gracias sean dadas aDios por la dádiva incomparable deSu Hijo divino”25.

Jesús, tan sólo con pensar en Ti, micorazón se llena de un gozo inexpli-cable que controla cada fibra de miser. Mi vida, mi amor y mis ambicio-nes se adaptan, cobran vida y tienensentido porque sé que Tú eres elCristo, el Santo.

Doy gracias a Dios por mi testimo-nio de Jesús y ruego que todos pue-dan ser bendecidos de igual modo, enel nombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Karen Lynn Davidson, Our Latter-day

Hymns: The Stories and the Messages,

1988, pág. 167.2. “Tan sólo con pensar en Ti”, Himnos,

Nº 76.3. Véase Job 32:8; 1 Corintios 2:11.4. Véase History of the Church, 3:30.5. Teachings of Gordon B. Hinckley, 1997,

págs. 647, 648.6. Hechos 10:34; véase también D. y C. 1:35;

38:16.7. Alma 32:27.8. Juan 5:39.9. Véase “El Cristo Viviente: El testimonio de

los Apóstoles”, Liahona, abril de 2000, pág. 2.

10. El Libro de Mormón, Otro Testamento deJesucristo, prefacio, pág. III.

11. Juan 7:16–17.12. Véase Mateo 7:7–8; D. y C. 4:7.13. Véase “El Cristo Viviente: El testimonio de

los Apóstoles”, Liahona, abril de 2000, pág.2; véase también Moisés 2:26.

14. Véase Abraham 3:22–27.15. Véase Moisés 4:1–3; D. y C. 76:25–27.16. Véase D. y C. 76:22–24.17. “Who Is Our Savior?”, Improvement Era,

noviembre de 1962, págs. 798–799.18. Véase D. y C. 93:12–20.19. Alma 7:11–13.20. Véase Lucas 24:36–39; 1 Corintios 15:55;

Alma 11:41–45; 3 Nefi 11:7–14.21. Bible Dictionary, “Christ”, pág. 633.22. Moisés 1:39.23. “A Vision”, Millennial Star, agosto de 1843,

pág. 51, traducción libre; véase Bruce R.McConkie, Mormon Doctrine, 2da. edición,1966, págs. 65–66; véase también D. y C.76:21–24.

24. D. y C. 107:23.25. “El Cristo Viviente: El testimonio de los

Apóstoles”, Liahona, abril de 2000, pág. 3.

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Considero que es un sagrado ho-nor y privilegio el haberme uni-do a los miembros de la Iglesia

de todo el mundo para sostener a laPrimera Presidencia y al Quórum delos Doce Apóstoles como profetas, vi-dentes y reveladores. Con humildaddeclaramos que ellos son “ testigosespeciales del nombre de Cristo entodo el mundo” (D. y C. 107:23).Testificamos que ellos hablan “confor-me los inspire el Espíritu Santo. Y loque hablen cuando sean inspiradospor el Espíritu Santo será Escritura,será la voluntad del Señor, será la

intención del Señor, será la palabradel Señor, será la voz del Señor y elpoder de Dios para salvación” (D. y C.68:3–4). El Salvador dijo: “…sea pormi propia voz o por la voz de mis sier-vos, es lo mismo” (D. y C. 1:38).Declaramos al mundo que estos sier-vos del Señor en los últimos días ha-blan las palabras de Cristo.

El Salvador dijo: “Escudriñad lasEscrituras; porque… ellas son las quedan testimonio de mí” (Juan 5:39). Elapóstol Pablo escribió a su leal com-pañero Timoteo lo siguiente: “Toda laEscritura es inspirada por Dios, y útilpara enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Timoteo 3:16). Declaramos al mundo que el Libro de Mormón esEscritura dada por Dios mediante ins-piración, y que de igual manera es útilpara enseñar, para redargüir, para co-rregir, para instruir en justicia.

Con fervor declaramos que el Librode Mormón es la palabra de Dios, tra-ducida de registros antiguos por eldon y el poder de Dios. Este antiguoregistro fue escrito y preservado parasalir a la luz como cumplimiento deprofecía, como compañero de laSanta Biblia, y que ambos se utiliza-rían como uno en las manos del

Señor (véase Ezequiel 37:16–20). Enel Libro de Mormón se nos amonestaa “…[deleitarnos] en las palabras deCristo; porque he aquí, las palabras de Cristo os dirán todas las cosas que debéis hacer” (2 Nefi 32:3).Testificamos que el Libro de Mormónes un segundo testigo de la vida y lamisión del Salvador; en verdad es“Otro Testamento de Jesucristo”.Declaramos que el Libro de Mormóncontiene las palabras de Cristo.

Seiscientos años antes del naci-miento de Cristo, el Señor le indicó alantiguo profeta, Lehi, que saliera deJerusalén con su familia y que empe-zara un maravilloso viaje que al finallos llevaría a través de las muchasaguas hacia una tierra que sería paraellos una “tierra prometida”. El Librode Mormón es el registro deEscrituras acerca de los viajes deaquella gente en el antiguo continen-te americano; contiene los escritosproféticos y las revelaciones que sedieron a ese pueblo. En estas comuni-caciones divinas se incluyen muchasprofecías del nacimiento del Salvador,Su ministerio y Su gran sacrificio ex-piatorio; se describen la crucifixión yresurrección que finalmente se lleva-rían a cabo y se predice Su venida aaquella antigua civilización deAmérica. Leemos en el Libro deMormón que después de Su resurrec-ción y poco después de Su ascensiónal cielo, Jesucristo en verdad se mani-festó a ellos. Escuchen la descripciónde este maravilloso acontecimientode la historia y experiméntenlo conmigo.

“Y aconteció que se hallaba reuni-da una gran multitud…

“Y… estaban conversando acercade este Jesucristo, de quien se habíadado la señal tocante a su muerte.

“Y… mientras así conversaban,unos con otros, oyeron una voz comosi viniera del cielo; y… no entendieronla voz que oyeron; y no era una voz ás-pera ni una voz fuerte; no obstante, y apesar de ser una voz suave, penetró

Las palabras deCristo: nuestraLiahona espiritualÉ L D E R W. R O L F E K E R RDe los Setenta

Con fe, llevemos las palabras de Cristo a nuestra mente y a nuestro corazón.

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 37

hasta lo más profundo de los que laoyeron, de tal modo que no hubo par-te de su cuerpo que no hiciera estre-mecer; sí, les penetró hasta el almamisma, e hizo arder sus corazones.

“Y… de nuevo oyeron la voz, y nola entendieron.

“Y nuevamente por tercera vezoyeron la voz, y aguzaron el oído paraescucharla; y tenían la vista fija en di-rección del sonido; y miraban atenta-mente hacia el cielo, de donde veníael sonido.

“Y he aquí, la tercera vez entendie-ron la voz que oyeron; y les dijo:

“He aquí a mi Hijo Amado, enquien me complazco, en quien heglorificado mi nombre: a él oíd.

“Y… al entender, dirigieron la vistahacia el cielo otra vez; y he aquí, vie-ron a un Hombre que descendía delcielo; y estaba vestido con una túnicablanca; y descendió y se puso en me-dio de ellos…

“Y aconteció que extendió lamano, y habló al pueblo, diciendo:

“He aquí, soy Jesucristo, de quienlos profetas testificaron que vendría almundo.

“Y he aquí, soy la luz y la vida delmundo; y he bebido de la amargacopa que el Padre me ha dado, y heglorificado al Padre, tomando sobremí los pecados del mundo, con locual me he sometido a la voluntad delPadre en todas las cosas desde el principio.

“Y sucedió que cuando Jesús hubohablado estas palabras, toda la multi-tud cayó al suelo; pues recordaronque se había profetizado entre ellosque Cristo se les manifestaría despuésde su ascensión al cielo”(3 Nefi11:1–12).

El Salvador bendijo a esa gente y le enseñó Su glorioso Evangelio, talcomo lo había hecho en Jerusalén.Somos bendecidos al tener en las pá-ginas del Libro de Mormón Sus pala-bras, a saber, las palabras mismas deCristo, tal como fueron proferidas aaquella antigua civilización.

Después de que a Lehi y a su fami-lia se les mandó salir de Jerusalén, lesfue dado un sagrado instrumento queles funcionaba como una brújula, queles mostraba el curso que debían via-jar. Leemos que sólo funcionaba deacuerdo con su fe en Dios. Alma, unprofeta del Libro de Mormón, le dijo asu hijo Helamán que la brújula se lla-maba “Liahona” (véase Alma 37:38). Él dijo:

“Y ahora quisiera que entendieses,hijo mío, que estas cosas tienen unsignificado simbólico; porque asícomo nuestros padres no prospera-ron por ser lentos en prestar atencióna esta brújula (y estas cosas eran tem-porales), así es con las cosas que sonespirituales.

“Pues he aquí, tan fácil es prestaratención a la palabra de Cristo, que teindicará un curso directo a la felicidadeterna, como lo fue para nuestros pa-dres prestar atención a esta brújulaque les señalaba un curso directo a latierra prometida.

“Y ahora digo: ¿No se ve en esto unsímbolo? Porque tan cierto como este

director trajo a nuestros padres a latierra prometida por haber seguidosus indicaciones, así las palabras deCristo, si seguimos su curso, nos lle-van más allá de este valle de dolor auna tierra de promisión mucho mejor.

“Oh hijo mío, no seamos perezo-sos por la facilidad que presenta lasenda…” (Alma 37:43–46).

Así vemos, hermanos y hermanas,que las palabras de Cristo pueden seruna Liahona personal para cada unode nosotros, mostrándonos el cami-no. No seamos perezosos por la facili-dad que presenta la senda. Con fe,llevemos las palabras de Cristo a nues-tra mente y a nuestro corazón, segúnse hallan registradas en las sagradasEscrituras y son proferidas por losprofetas, videntes y reveladores vi-vientes. Con fe y diligencia deleitémo-nos en las palabras de Cristo, porquelas palabras de Cristo serán nuestraLiahona espiritual que nos dice todolo que tenemos que hacer. De estodoy solemne testimonio, en el nom-bre de Jesucristo. Amén. ■

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En la Reunión General de laSociedad de Socorro de sep-tiembre de 1998, el presidente

Gordon B. Hinkley declaró: “Creo quenuestros problemas, casi cada uno deellos, salen de los hogares de la gente.

Si va a haber un cambio, si se va a ha-cer un regreso a los valores antiguos ysagrados, se debe comenzar en el ho-gar. Es allí donde se aprende la ver-dad, donde se cultiva la integridad, seinculca la autodisciplina y donde senutre el amor” (“Caminando a la luzdel Señor”, Liahona, enero de 1999,pág. 117).

Entre los valores antiguos y sagra-dos, a los que debemos regresar, seencuentran los principios sencillos yclaros del Evangelio de Jesucristo. És-tos se deben establecer firmementeen nuestros hogares con el fin de ase-gurar la felicidad en la vida familiar.

El presidente Wilford Woodruff de-claró: “El Señor tiene muchos grandesprincipios preparados para nosotros; ylos principios más grandes que tienepara nosotros son los más sencillos yclaros. Los primeros principios delEvangelio que los conducirán a la vida

eterna son los más sencillos y, sin em-bargo, son para nosotros los más im-portantes y gloriosos” (“Remarks”,Deseret News, 1 de abril de 1857, pág.27).

Es precisamente porque estos prin-cipios son tan claros y sencillos, quemuchas veces no se tienen en cuentacuando hay que afrontar los desafíosque afectan a la familia. Algunas veces,tenemos la tendencia a pensar quecuanto más grave sea el problema,más grande y más compleja debe serla solución. Esa idea puede llevarnos,por ejemplo, a buscar ayuda en perso-nas o en instituciones fuera del hogar,cuando en realidad la solución máseficaz se logrará al aplicar a nuestroshogares los gloriosos principios delEvangelio, en los pequeños actos ydeberes de la vida cotidiana. LasEscrituras nos recuerdan “que pormedio de cosas pequeñas y sencillasse realizan grandes cosas” (Alma 37:6).

En “La Familia: Una proclamaciónpara el Mundo”, la PrimeraPresidencia y el Quórum de los DoceApóstoles declaran que “Los matrimo-nios y las familias que logran teneréxito se establecen y mantienen sobrelos principios de la fe, la oración, elarrepentimiento, el perdón, el respe-to, el amor, la compasión, el trabajo ylas actividades recreativas edificantes”(Liahona, octubre de 1998, pág. 24).

Al analizar esos principios, pode-mos ver que la mayoría de ellos se relacionan y se complementan entre sí, y que el poder que hace posible que se puedan incorporar en nuestravida proviene del sacrificio expiatoriode nuestro Redentor y Salvador,Jesucristo.

Estos principios, una vez incorpora-dos, actuarán como una luz que ilumi-nará a cada uno de los miembros de la familia y, en forma progresiva, nosllevarán a incorparar otros valores yprincipios relacionados, los cuales fortalecerán las relaciones familiares.Sabemos que “el que recibe luz y per-severa en Dios, recibe más luz, y esa

La aplicación de los principios sencillos y clarosdel Evangelio a la familiaÉ L D E R F R A N C I S C O J . V I Ñ A SDe los Setenta

Los principios sencillos y claros del Evangelio deJesucristo… se deben establecer firmemente en nuestroshogares con el fin de asegurar la felicidad en la vidafamiliar.

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 39

luz se hace más y más resplandecientehasta el día perfecto” (D. y C. 50: 24).

Si logramos establecer y mantenera nuestras familias aplicando estosprincipios, observaremos el poderosoimpacto que éstos tendrán en aque-llas situaciones que afectan nuestroshogares día a día. Las heridas ocasio-nadas por los roces de la convivenciapodrán sanar, las ofensas se perdona-rán y el orgullo y el egoísmo serán reemplazados por la humildad, lacompasión y el amor.

Los principios que elijamos incor-porar a nuestra vida determinarán elespíritu que aportemos en nuestra re-lación con los demás. Cuando adopta-mos un principio, irradiamos lainfluencia que éste ejerce en nosotrosy los demás pueden percibirla.

Hoy, más que nunca, cuando ve-mos que la familia es el centro de losataques de las fuerzas del mal —comoen los días del profeta Mormón, cuan-do el poder del maligno se extiendepor toda la tierra (véase Mormón1:19)— se hace necesario que los pa-dres incorporemos esos principios anuestra vida e irradiemos su influenciapara que nuestros hijos la perciban.

Quisiera ahora demostrar cómo estos principios se pueden poner enpráctica formando parte de un proce-so que pondrá al alcance de los indivi-duos y de las familias los efectos de laExpiación. Este proceso comienza conel primer principio del Evangelio: la fe.

En un mundo de valores cambian-tes, donde a lo malo dicen bueno y alo bueno malo (véase Isaías 5:20), laspalabras pronunciadas por Mormónnos llenan de esperanza y de confian-za al darnos a conocer que Jesucristo“reclama a todos los que tienen fe enél; y los que tengan fe en él se allega-rán a todo lo bueno” (Moroni 7:28).

Esa fe que nos hace aferrarnos atodo lo bueno viene por el oír la pala-bra de Dios (véase Romanos 10:17), yesa palabra se escucha con más poderen las lecciones de la noche de hogar yen el estudio familiar de las Escrituras.

No hay un mejor lugar para edificar lafe que el hogar, donde las lecciones ylas aplicaciones prácticas se realizan yse viven en forma cotidiana.

Es en el hogar donde se aprendeque la fe está íntimamente relacionadacon la Expiación, “ya que es el propósi-to de este último sacrificio poner enefecto las entrañas de misericordia,que sobrepujan a la justicia y proveena los hombres la manera de tener fepara arrepentimiento” (Alma 34:15).

Sin los efectos de la Expiación ennuestra vida sería imposible desarro-llar la clase de fe que se necesita paraarrepentirse, y quedaríamos entoncesfuera del maravilloso plan de miseri-cordia, ya que es “únicamente paraaquél que tiene fe para arrepenti-miento [que] se realizará el gran y eterno plan de la redención” (Alma 34:16).

El arrepentimiento, ese cambioque se efectúa en el corazón, quenace del amor por el Señor, que noslleva a alejarnos del pecado y a some-ternos a Su voluntad, “se hace efecti-vo y es aceptado por Dios sólomediante la expiación de Jesucristo”(véase “Arrepentimiento,Arrepentirse”, Guía para el Estudiode las Escrituras, pág. 20).

Una vez que Dios ha aceptado elarrepentimiento, el proceso que esta-mos describiendo nos lleva a partici-par de las ordenanzas y los conveniosrelacionados con ellos, como son elbautismo y la confirmación. La reno-vación de los mismos se producecuando participamos con regularidady dignidad de la Santa Cena, y enton-ces se hace efectiva la remisión denuestros pecados.

Después de recibir la remisión de los pecados y de esforzarnos porretenerla mediante la obediencia alos mandamientos, recibiremos,como se describe en el libro deMoroni, “la mansedumbre y la hu-mildad de corazón”, que permitirá asu vez “la visitación del EspírituSanto, el cual Consolador [nos llenará] de esperanza y de amor per-fecto”, amor que perdurará deacuerdo con la diligencia que pres-temos al principio de la oración (véase Moroni 8:26).

La persona que obtenga la manse-dumbre y la humildad de corazón, yque goce de la compañía del EspírituSanto, no tendrá el deseo de ofenderni dañar a los demás, ni tampoco sesentirá herida por las ofensas que reciba de ellos. Tratará con amor y

respeto a su cónyuge y a sus hijos, ytendrá buen trato con todas las perso-nas con las que se relacione. Al ocu-par puestos de liderazgo en la Iglesia,aplicará los mismos principios que ensu hogar, demostrando que no existediferencia entre la clase de personaque es dentro de las paredes de suhogar y la que es en su relación conlos miembros de la Iglesia.

Los principios como la fe, el arre-pentimiento, el amor, el perdón y laoración, que se viven en el procesoque acabo de describir, se convertiránen la mejor vacuna para combatir laenfermedad del pecado, la que se ma-nifiesta en las familias en diversas for-mas, tales como la inmoralidad, elorgullo, la envidia, la contención, elabuso y otras prácticas que afectan lasrelaciones familiares y que traen comoconsecuencia el dolor, el engaño y laruptura de los lazos familiares.

La decisión de incorporarlos anuestra vida, y la posibilidad de co-menzar el proceso cada vez que seanecesario, depende exclusivamentede nuestro albedrío. Es un procesosencillo, que está al alcance de todos.Está basado en los principios funda-mentales del Evangelio que han apli-cado y siguen aplicando con éxitotodos aquellos que depositan su con-fianza en el Señor.

Es nuestro deber continuar ense-ñándolos a un mundo que cada vezlos necesita más, porque:

“¿Ha mandado él a alguien que noparticipe de su salvación? He aquí, osdigo que no, sino que la ha dado gra-tuitamente para todos los hombres; yha mandado a su pueblo que persua-da a todos los hombres a que se arre-pientan” (2 Nefi 26:27).

Comparto con ustedes mi testimo-nio de que estos principios son verda-deros. Testifico que la Expiación deCristo hace posible incorporarlos anuestra vida; lo sé porque me estoyesforzando, junto con mi familia, por vivir de acuerdo con ellos. En elnombre de Jesucristo. Amén ■

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Mis queridos hermanos y her-manas, qué maravilla es asis-tir a esta conferencia; nos

damos cuenta de que las palabras quese hablan son palabras de inspiración,y es una alegría estar presente.

Hoy quisiera hablar en cuanto anuestras deudas celestiales y nues-tras deudas terrenales. LosEvangelios registran que práctica-mente en todo lugar al que iba elSalvador, lo rodeaban multitudes depersonas, algunas con la esperanzade que las sanara, otras para escu-char Su palabra y otras para recibir

consejos prácticos. Hacia fines de Suministerio terrenal, hubo quienes sele acercaron para mofarse y burlarsede Él y para exigir Su crucifixión.

Un día, un hombre se acercó alSalvador para pedirle que ayudara a resolver una disputa familiar.“Maestro, di a mi hermano que partaconmigo la herencia”, pidió el hombre.

El Salvador rehusó tomar partidoen el asunto, pero sí enseñó una lec-ción importante. “Guardaos de todaavaricia”, les dijo, “porque la vida delhombre no consiste en la abundanciade los bienes que posee”1.

Hermanos y hermanas, guárdensede la avaricia. Ésta es una de las gran-des aflicciones de estos últimos días;genera codicia y resentimiento, y amenudo conduce al cautiverio, al su-frimiento y a las aplastantes y abruma-doras deudas.

Es sorprendente el número de ma-trimonios que se han hecho añicospor causa de asuntos monetarios. Elsufrimiento que resulta es grande, y elestrés que es producto de las preocu-paciones financieras ha impuesto car-gas a la familia y también ha causadoenfermedades, depresión e, incluso,la muerte prematura.

Deudas terrenalesy deudas celestialesÉ L D E R J O S E P H B . W I R T H L I NDel Quórum de los Doce Apóstoles

Tenemos deudas terrenales y deudas celestiales. Seamosprudentes al manejar cada una de ellas.

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 41

Deudas terrenalesA pesar de las enseñanzas de la

Iglesia, desde sus primeros días hastala actualidad, los miembros a vecescaen en la trampa de incurrir en mu-chas prácticas financieras impruden-tes y tontas. Algunos siguen gastando,con la idea de que, de alguna manera,el dinero se hará disponible y de quede alguna forma sobrevivirán.

Con demasiada frecuencia, el dine-ro anhelado no aparece.

Recuerden lo siguiente: la deuda esuna forma de cautiverio; es una termi-ta financiera. Cuando hacemos com-pras a crédito, obtenemos sólo unailusión de prosperidad; pensamos queposeemos cosas, mientras que, en rea-lidad, las cosas nos poseen a nosotros.

Ciertas deudas, como para unacasa modesta, gastos educativos o talvez para obtener el primer automóvil,quizás sean necesarias, pero nuncadebemos someternos al cautiverioeconómico de la deuda de consumosin antes sopesar cuidadosamente lasconsecuencias.

A menudo hemos oído decir quelos intereses son buenos siervos, perocrueles amos. El presidente J. ReubenClark lo describió de esta manera: “Elinterés nunca duerme, ni enferma nimuere; nunca va al hospital; trabaja losdomingos y días festivos; nunca sale devacaciones… Una vez que contraemosuna deuda, el interés es nuestro com-pañero cada minuto del día y de la no-che; no podemos huir ni escabullirnosde él; no podemos despedirlo; nocede ante súplicas, ni demandas, ni ór-denes; y si nos inmiscuimos en su vía oatravesamos su camino o no cumpli-mos con sus exigencias, nos aplasta”2.

El consejo sobre este asunto quehan dado otros profetas inspirados denuestra época es claro y lo que fueverdad hace 50 o 150 años también loes en la actualidad.

El presidente Heber J. Grant dijo:“Desde mis recuerdos más remotos,desde los días de Brigham Young has-ta hoy, he escuchado las palabras de

hombres que desde el púlpito… haninstado a la gente a no contraer deu-das, y yo creo que la causa de la granmayoría de todos nuestros problemasactuales es nuestra falta de obedienciaa ese consejo”3.

El presidente Ezra Taft Bensondijo: “No se queden ustedes, ni per-mitan que sus familias estén sin res-guardo ante las tormentaseconómicas… Aumenten sus aho-rros”4.

El presidente Harold B. Lee ense-ñó: “No sólo debemos enseñar a loshombres a salir de las deudas sinoque también debemos enseñarles ano contraerlas”5.

El presidente Gordon B. Hinckleyindicó: “Muchos de nuestros miem-bros viven al borde de sus ingresos;de hecho, algunos viven con dineroprestado…

“…Los exhorto a gastar en formamoderada, a disciplinarse en las com-pras que hagan para evitar las deudashasta donde sea posible. Liquiden susdeudas lo antes posible y líbrense dela servidumbre”6.

Mis hermanos y hermanas, muchoshan hecho caso a este consejo proféti-co; viven dentro de lo que sus ingresos

les permiten, cumplen con el pago delas deudas que han contraído y se es-meran por reducir la carga de lo queles deben a otras personas. Felicitamosa quienes así lo hacen, porque llegaráel día en que cosecharán las bendicio-nes de sus esfuerzos y comprenderánel valor de este consejo inspirado.

Sin embargo, hay quienes tienendificultades en el aspecto económico.Algunos han quedado maltrechoseconómicamente al convertirse envíctimas de situaciones adversas y porlo general imprevisibles. Otros se en-cuentran en el cautiverio económicoporque no han aprendido a discipli-narse ni a controlar sus impulsos degastar, lo que los ha llevado a tomardecisiones económicas imprudentes.

Para que reflexionen, permítanmeofrecerles cinco pasos clave para lo-grar la libertad económica.

Primero, paguen los diezmos.¿Quieren que se les abran las ventanasde los cielos? ¿Desean recibir bendi-ciones hasta que sobreabunden?7.Paguen siempre los diezmos, y dejenel desenlace en manos del Señor.

El fundamento de una vida felizestá en la obediencia a los manda-mientos de Dios. Ciertamente, sere-mos bendecidos con los dones delcielo al ser obedientes, mientras quequienes conozcan el principio delpago del diezmo y no lo cumplan ex-perimentarán sufrimiento en esta viday tal vez dolor en la venidera.

Segundo, gasten menos de lo queganan. Este consejo, aunque sencillo,constituye un poderoso secreto paralograr la dicha financiera. Con dema-siada frecuencia, los gastos de unafamilia se rigen más por lo que susintegrantes ansían que por lo que ga-nan. Ellos creen que de alguna mane-ra tendrán una mejor vida si serodean de muchas cosas, y con dema-siada frecuencia, lo único que les que-da son ansiedades y angustias quepudieron haber evitado.

Las personas que viven con lo que sus ingresos les permiten saben

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cuánto dinero reciben cada mes y,aunque les sea difícil, se disciplinanpara gastar menos de lo que cobran.

Es tan fácil obtener crédito que, enrealidad, casi se nos obliga a aceptar-lo. Las personas que se valen de tarje-tas de crédito para gastar, de formaimprudente, más de la cuenta, debe-rían considerar eliminarlas. Es preferi-ble que muera una tarjeta de créditoque permitir que una familia degene-re y perezca en la deuda.

Tercero, aprendan a ahorrar.Recuerden la lección de José deEgipto: durante las épocas prósperas,ahorren para el día de escasez8.

Muy a menudo, las personas su-ponen que nunca se van a lesionar,enfermar, quedar sin trabajo ni vercómo se desvanecen sus inversio-nes. Para colmo, la gente suele hacercompras basándose en prediccionesoptimistas sobre lo que esperan quepase el día de mañana.

Los prudentes comprenden la importancia de ahorrar hoy para el futuro, cuando haya una necesi-dad; tienen un seguro adecuadoque les servirá en caso de enferme-dad o muerte. Donde sea posible,almacenan un surtido de alimentos,agua y otras cosas indispensablepara un año; apartan dinero me-diante cuentas de ahorros e inver-siones; se esmeran diligentementepor reducir lo que deben a los de-más y se esfuerzan por librarse delas deudas.

Hermanos y hermanas, los prepa-rativos que hagan hoy podrán en al-gún día futuro servirles a ustedes delmismo modo que la comida almace-nada sirvió a los egipcios y a la familiadel padre de José.

Cuarto, cumplan con sus obliga-ciones económicas. De vez en cuan-do, nos enteramos de casos deavaricia y egoísmo que nos causanmucho pesar. Nos enteramos de frau-des, de gente que no paga los présta-mos recibidos, de engaños financierosy de bancarrotas.

Nos enteramos de padres que des-cuidan en lo económico a sus fami-lias. Les decimos a los hombres y a lasmujeres de todas partes que, si traenhijos al mundo, tienen la solemneobligación de hacer todo lo que estédentro de su alcance para mantener adichos hijos. No hay hombre al que selo pueda llamar así, si se rodea de au-tomóviles, lanchas y otras posesionesmientras descuida sus obligaciones fi-nancieras para con su esposa e hijos.

Somos personas íntegras. Creemosen cumplir con nuestras deudas y enser honrados en nuestros tratos conel prójimo.

Permítanme relatarles la historia deun hombre que hizo un gran sacrificiopara mantener su integridad y honorfinancieros.

En la década de 1930, FredSnowberger puso una farmacia en elnoreste del estado de Oregón. Habíasoñado con tener su propio negocio,

pero la recuperación económica quehabía esperado, nunca se hizo realidady, ocho meses después, Fred cerró laspuertas de su farmacia por última vez.

A pesar de que su negocio habíafracasado, Fred estaba dispuesto a pa-gar el préstamo que había consegui-do. Algunos se preguntaban por quéinsistía en pagar la deuda. ¿Por quésencillamente no se declaraba en ban-carrota para que se le perdonara ladeuda legalmente?

Pero Fred no hizo caso. Él dijo quepagaría el préstamo y había tomado ladeterminación de honrar la palabradada. Su familia confeccionó muchasde sus prendas de vestir, cultivó en unhuerto mucho de lo que después co-mía, y usó todo hasta que estuvo ple-namente deshilachado o gastado.Lloviera o tronara, Fred hacía el viajede ida y vuelta caminando hacia el tra-bajo todos los días, y todos los mesespagaba lo que podía de la deuda.

Pasaron los años y, por fin, llegó elmaravilloso día en que Fred hizo el úl-timo pago. Él lo llevó en persona. Elhombre que le había prestado el dine-ro le dijo, mientras las lágrimas le co-rrían por el rostro: “No sólo me hapagado hasta el último centavo, sinoque me ha enseñado lo que es ser unhombre de carácter y de honradez”.

Hasta el día de hoy, cerca de 70años desde que Fred firmó aquel do-cumento, los descendientes de Fred yErma Snowberger todavía relatan consatisfacción esta historia. Ese acto ho-norable y noble ha perdurado a travésde las décadas como ejemplo precia-do de integridad familiar.

Quinto, enseñen a sus hijos a se-guir el ejemplo que ustedes dan. Haydemasiados jóvenes que se involucranen problemas económicos porque encasa nunca aprendieron los principiosadecuados del sentido común finan-ciero. Enseñen a sus hijos mientrassean pequeños; enséñenles que nobasta con querer algo para obtenerlo;enséñenles los principios del trabajoarduo, de la templanza y del ahorro.

Miembros de la Estaca Christiansborg, Accra, Ghana, se congregan en un centro

de reuniones.

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 43

Si no creen tener el suficiente co-nocimiento sobre el asunto para ense-ñarles, con más razón ustedes debencomenzar a aprender. Existen muchasfuentes que varían desde clases hastalibros y otros materiales.

Hay entre nosotros quienes hansido bendecidos abundantemente,con lo suficiente y hasta de sobra.Nuestro Padre Celestial espera quecon nuestra riqueza hagamos algomás que construir lugares dondeguardarla. ¿Han considerado qué máspueden hacer para edificar el Reinode Dios? ¿Han considerado qué máshacer para bendecir a los demás y lle-var luz y esperanza a sus vidas?

Deudas celestialesHemos hablado de las deudas te-

rrenales y de nuestro deber de pagar-las, pero existen otras deudas, denaturaleza más eterna, que no se pue-den pagar tan fácilmente. Es más, al-gunas jamás estaremos en condiciónde pagarlas. Son deudas celestiales.

Nuestros padres nos dieron la viday nos trajeron a este mundo; nos brin-daron la oportunidad de obtener uncuerpo mortal y de experimentar ladicha y la angustia de esta abundantetierra. En muchos casos, ellos dejande lado sus propios sueños y anhelospor el bien de sus hijos. ¡Cuán ade-cuado es que los honremos y les de-mostremos, tanto mediante la palabracomo por nuestras obras, el amor y lagratitud que les tenemos!

También estamos en deuda connuestros antepasados, quienes nosprecedieron y esperan del otro ladodel velo para recibir las ordenanzasque les permitirán continuar su pro-greso eterno. Ésta es una deuda quepodemos pagar en nuestros templos.

Grande es la deuda que tenemoscon el Señor por restaurar Su divinaIglesia y verdadero Evangelio en estosúltimos días por intermedio del profe-ta José Smith. Desde que era un jovenhasta que sufrió el martirio, ese profetadedicó su vida a llevar a la humanidad

el Evangelio de Jesucristo que se ha-bía perdido. A él y a todos los hom-bres que hayan recibido el sagradollamamiento de llevar el manto parapresidir Su Iglesia les debemos el másprofundo agradecimiento.

¿Cómo podremos pagar alguna vezla deuda que tenemos con elSalvador? Él pagó el precio de unadeuda que no era Suya para librarnosde una deuda que nunca podremospagar. Por causa de Él, viviremos parasiempre y, por causa de Su expiacióninfinita, nuestros pecados pueden serexpurgados, lo cual nos permitirá ex-perimentar el mayor de todos los do-nes de Dios: la vida eterna9.

¿Se puede poner precio a un donasí? ¿Podremos en momento algunocompensar tal don? El rey Benjamín,un profeta del Libro de Mormón, en-señó: “…si diereis todas las gracias yalabanza que vuestra alma entera escapaz de poseer, a ese Dios que os hacreado… [y si] lo sirvieseis con todavuestra alma, todavía seríais servido-res inútiles”10.

Tenemos deudas terrenales y deu-das celestiales. Seamos prudentes almanejar cada una de ellas y tengamossiempre presentes las palabras delSalvador. En las Escrituras dice: “Noos hagáis tesoros en la tierra, donde lapolilla y el orín corrompen, y dondeladrones minan y hurtan; sino haceostesoros en el cielo…”11. Las riquezasde este mundo son como polvo en

comparación con las riquezas que es-peran a los fieles en las moradas denuestro Padre Celestial. Insensato esquien pasa sus días en búsqueda de loque se herrumbra y desvanece. Por suparte, sabio es quien pasa sus días enbúsqueda de la vida eterna.

Sepan dentro de su corazón queJesús el Cristo vive. Tengan paz, por-que a medida que se acerquen a Él, Élse acercará a ustedes. No sientan pe-sar en su corazón sino que regocíjen-se. Por medio del profeta José Smithse ha restaurado el Evangelio nueva-mente. Los cielos no están sellados; aligual que en los días de la antigüedad,tenemos un hombre que se comunicacon lo Infinito. Hoy por hoy, hay en latierra un profeta, el presidenteGordon B. Hinckley. De ello testificoen el nombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Véase Lucas 12:13, 15.2. En Conference Report, abril de 1938, pág.

103; véase también L. Tom Perry, “Si estáispreparados, no temeréis”, Liahona, enerode 1996, pág. 41.

3. En Conference Report, octubre de 1921,pág. 3.

4. Pay Thy Debt, and Live…, Brigham YoungUniversity Speeches of the Year, 28 de fe-brero de 1962, pág. 10.

5. Enseñanzas de los Presidentes de laIglesia: Harold B. Lee, 2001, pág. 190.

6. Presidente Gordon B. Hinckley, “A los jóve-nes y a los hombres”, Liahona, enero de1999, págs. 65, 67.

7. Malaquías 3:10.8. Véase Génesis 41:47–57.9. Véase D. y C. 14:7.

10. Mosíah 2:20–21.11. Mateo 6:19–20.

Santos de Accra, Ghana, se preparan para ver la conferencia en el centro de

reuniones.

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Hermanos, permítanme reme-morar, de manera informal ycon gratitud, días pasados.

Espero que podamos hacerlo cómo-damente, casi como una conversa-ción, citando unos cuantos recuerdos,unas pocas y pequeñas lecciones de lavida —nada espectacular—, y tam-bién varias frases clave para tener encuenta. El enfoque de esos recuerdosse centra en la forma en que un Señormisericordioso me ha hecho progre-sar (véase Moroni 10:3).

Si tan sólo uno de esos recuerdospuede “aplicarse” a ustedes (véase 1Nefi 19:23), quizás padres e hijos de-seen analizarlo juntos más tarde.

1. Remontémonos a sesenta añosatrás. Las actas del Barrio Wandamere,de la Estaca Grant, del 4 de junio de1944, indican que la Santa Cena fuebendecida por mis amigos Ward K.Jackson y Arthur Hicks, y por mí, parauna congregación de ciento cuarentay una personas. Después de eso, fui ala guerra. En mayo de 1945, bendijeotra vez la Santa Cena, pero en unatrinchera de Okinawa y para una con-gregación de una sola persona: yo.

Mi capacitación de joven me sirvióde guía sin bombo y platillo, y la apre-cié entonces sólo en parte, ¡incluso elabstenerme de tomar café en aquellascircunstancias en las que el agua eraescasa y tenía el mal sabor del cloro!

No sé lo que les espera a ustedes,jóvenes, pero les aconsejaría que sepusieran el cinturón de seguridad y seciñeran firmemente a sus principios.

2. En mis días de Primaria, cantába-mos “El arroyito da” (Canciones paralos niños, pág. 116), una canción deveras bonita y motivadora aunque no

exactamente llena de doctrina. Los ni-ños de hoy, como saben, cantan unamás espiritual: “Yo trato de ser comoCristo” (Canciones para los niños,pág. 40).

3. En aquellos días, tanto en familiacomo en el vecindario, en el barrio dela Iglesia y en la escuela, todos éra-mos pobres, pero no lo sabíamos.Nos dábamos unos a otros la libertadde progresar, de cometer tontos erro-res, de arrepentirnos y de empezar adesarrollar al menos cierta capacidadespiritual. Actualmente, hay padrespreocupados por sus hijos que insis-ten en arrancar de continuo las florespara ver cómo está la raíz.

4. Jóvenes o viejos, mis hermanosdel sacerdocio, sean agradecidos a laspersonas que los aman lo bastantepara corregirlos y para recordarles susnormas y sus posibilidades, aun cuan-do ustedes no quieran que les recuer-den nada.

Un querido amigo mío, que ya fa-lleció, una vez que yo hice un comen-tario sarcástico, me dijo: “Podríashaberte pasado todo el día sin decireso”. Su breve reconvención fue ama-blemente expresada, demostrandoque la corrección puede ser un actode afecto.

5. Cuando los seres queridos sonun ejemplo, eso es especialmente me-morable. Mi hermana Lois, casi ciegade nacimiento, no sólo superó el pro-blema sino que prestó buen serviciocomo maestra de escuela pública du-rante treinta y tres años. Tenía el mis-mo espíritu de aquellas almas pionerasque levantaron sin quejarse sus carrosde mano y se encaminaron al Oeste,un espíritu que todos necesitamos. Portanto, si se les presentan diversas prue-bas, beban las amargas copas de lavida, pero no se vuelvan amargos.

6. Poco después de volver a casa dela Segunda Guerra Mundial, yo “teníaque cumplir ciertas promesas”(Robert Frost, “Stopping by Woods ona Snowy Evening”, en The Poetry ofRobert Frost, editado por Edward

Recordemos cuánmisericordioso hasido el SeñorÉ L D E R N E A L A . M A X W E L LDel Quórum de los Doce Apóstoles

Muchos recuerdos han quedado firmemente grabados en lamemoria de cada uno de ustedes. Esos recuerdos puedenayudarnos a recordar “cuán misericordioso ha sido elSeñor”.

SESIÓN DEL SACERDOCIO3 d e a b r i l d e 2 0 0 4

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 45

Connery Lathem, 1969, pág. 225), osea, ir a una misión de inmediato. Mecansé de esperar al obispo y, en unrapto de olvido de los límites de la au-toridad, fui a su casa y le dije que ha-bía ahorrado dinero y que queríaponer manos a la obra. El buen obis-po vaciló y luego me dijo que habíaestado pensando en hablarme paraque fuese a la misión.

Años más tarde supe, por el quehabía sido un dedicado secretario delbarrio con aquel obispo, que éste opi-naba que era necesario que yo pasaraun corto tiempo más con mi familiadespués de haber estado tan lejos deella y durante una décima parte de mivida. Al oír eso, sentí remordimientopor haber sido tan propenso a juzgar.(Véase Bruce C. Hafen, A Disciple’sLife: The Biography of Neal A.Maxwell, 2002, págs. 129–130.)

No es de extrañar que el sabio pa-dre del élder Henry Eyring haya co-mentado en una ocasión que el Señortuvo una Iglesia perfecta ¡hasta quenos dejó entrar a todos nosotros enella!

7. Ahora quisiera dejar dos recuer-dos importantes para ustedes, los pa-dres jóvenes: Cuando yo lo era, un díaacababa de recibir una llamada telefó-nica en la que me avisaron que habíamuerto un amigo en un accidente. Mesenté en la sala, mientras las lágrimasme corrían por las mejillas. Mi peque-ño hijo, Cory, que pasaba en ese mo-mento por el corredor, vio mislágrimas, y después me enteré de que,preocupado, había supuesto que las lá-grimas se debían a que él me hubieradesilusionado en algo. No sabía nadade la llamada telefónica. Hermanos,muchas veces subestimamos la sinceri-dad y la frecuencia con que nuestroshijos quieren complacernos.

8. Por carecer casi completamentede habilidad matemática, era muyraro que pudiera ayudar a nuestros hi-jos con asuntos de aritmética o deciencia. Un día, nuestra hija Nancy, es-tudiante de secundaria, me pidió que

la ayudara “un poquito” con respectoa un caso de la Corte Suprema, queera de “Fletcher versus Peck”. Me en-tusiasmó la idea de ayudar despuésde tantas veces de no haber podidohacerlo. ¡Al fin una ocasión de demos-trar mi conocimiento! Empecé a ha-blar locuazmente del mencionadocaso. Finalmente, mi frustrada hija medijo: “¡Papá, necesito sólo un poquitode ayuda!”. Es que yo estaba satisfa-ciendo una necesidad propia en lugarde ayudarle “un poquito”.

Adoramos a un Señor que nos en-seña precepto por precepto, herma-nos, así que, aun cuando estemosenseñando el Evangelio a nuestros hi-jos, no les echemos encima la cargacompleta.

9. En años posteriores, vi a algunosque dejaban la Iglesia, algunos que enese entonces no la dejaban en paz, ysolían emplear sus dudas intelectualespara cubrir las fallas de su conducta(véase Neal A. Maxwell, All TheseThings Shall Give Thee Experience,1979, pág. 110). Ustedes observaránalgo similar. Al mismo tiempo, no es-peren que las soluciones del mundopara los problemas del mundo seanmuy eficaces. Esas soluciones muchasveces se parecen a lo que escribió C. S. Lewis acerca de los que corren deaquí para allá con extintores de incen-dio cuando hay inundaciones (véaseThe Screwtape Letters, 1959, págs.117–118). Sólo el Evangelio es siem-pre pertinente y los sustitutos no da-rán buen resultado.

10. En una ocasión en la que viaja-ba con el élder Russell Nelson y su es-posa, salimos de nuestro hotel enBombay, India, a tomar el avión paraKarachi, Pakistán, y de allí paraIslamabad. Cuando llegamos al caóticoaeropuerto, supimos que nuestro vue-lo se había cancelado. Con impacien-cia, le dije al empleado de la aerolíneaque estaba tras el mostrador: “¿Quéquiere que hagamos… que nos de-mos por vencidos y volvamos al ho-tel?”. Él me contestó con gran

dignidad: “Señor, no deben volver alhotel”. Anduvimos por el aeropuertohasta que encontramos un vuelo, lle-gamos a tiempo para la reunión enIslamabad y hasta pudimos dormir esanoche. A veces, la vida es así: no nosqueda más que seguir adelante y so-portar las esperanzas frustradas, rehu-sando “volver al hotel”. De no ser así,el síndrome de los vencidos nos afec-tará en todas las etapas de la vida. Porlo demás, el Señor sabe el número dekilómetros que tenemos que recorrer“antes de irnos a dormir” (“Stoppingby Woods on a Snowy Evening”).

11. En 1956, tras regresar a mi esta-do después de haber residido muchosaños en la ciudad de Washington, y ha-biendo rechazado varios empleosatractivos allá, recibí una oferta paratrabajar en la Universidad de Utah. Miesposa me dijo que debía aceptarla yañadió con clarividencia: “Pienso quesi lo haces, tal vez puedas tener algunainfluencia sobre los estudiantes”. Lerespondí con impaciencia: “Pero si noharé más que escribir noticias para laprensa y no trabajaré con los alum-nos”. Pero las oportunidades que seme presentaron incluían ser obispo deun barrio de estudiantes, decano delos estudiantes y profesor de cienciaspolíticas de cientos de alumnos exce-lentes. Por supuesto, lo importante noera el prestigio, sino el verme forzadoa progresar y tener oportunidades deprestar servicio.

Nuestra esposa es muchas vecesinspirada y a veces en formas que no parecen lógicas: una realidad,

jóvenes, que sus padres quizás tenganla valentía suficiente para explicarlesalguna vez.

12. También es interesante el he-cho de que creamos, en forma acu-mulativa, expectativas en nuestrosnietos aun sin darnos cuenta de ello.Hace algunos años, cuando nuestronieto Robbie tenía unos cinco años,pasamos a ver a su familia en Orem.El niño dormía en el piso superior ysu mamá lo llamó, diciéndole:“¡Robbie, el abuelo Neal está aquí!”.Con vocecita soñolienta, dijo: “¿Tengoque llevar las Escrituras?”.

Desde luego, era muy pequeñopara leerlas, pero las llevó, como mu-chos hacen en la Iglesia actualmentecomo nueva costumbre.

Hermanos, muchos recuerdos hanquedado firmemente grabados en lamemoria de cada uno de ustedes.Esos recuerdos pueden ayudarnos arecordar “cuán misericordioso ha sidoel Señor” (Moroni 10:3). ¡Ciertamentelo ha sido para conmigo!

Hermanos, al someter su voluntada Dios, están dándole lo único quepueden darle porque es lo que real-mente les pertenece. ¡No esperen de-masiado para buscar el altar ni paracomenzar a depositar en él la ofrendade su voluntad! No hace falta que es-peren el recibo, puesto que el Señortiene Sus propias y especiales formasde dar recompensas.

Les testifico que Dios los ha conoci-do individualmente, hermanos, duran-te mucho, mucho tiempo (véase D. y C. 93:23). Él los ha amado durantemucho, mucho tiempo. Él no sólosabe el nombre de todas las estrellas(véase Salmos 147:4; Isaías 40:26), sinoque Él sabe sus nombres y todos suspesares y sus alegrías. Y a propósito,nunca han visto ustedes una estrellaimperecedera; todas se extinguen. Sinembargo, sentadas a su lado esta no-che hay personas inmortales, que sonimperfectas, pero que “¡tratan de sercomo Jesús!”. En Su nombre, sí,Jesucristo. Amén. ■

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El hermano José de SouzaMarques era la clase de líderque comprendía verdadera-

mente el principio que enseñó elSalvador: “Y si de entre vosotros unoes fuerte en el Espíritu, lleve consigoal que es débil, a fin de que sea edifi-cado con toda mansedumbre paraque se haga fuerte también” (D. y C.84:106).

Como miembro de la presidenciade rama en Fortaleza, Brasil, el herma-no Marques, con los demás líderes delsacerdocio, crearon un plan para reac-tivar a los miembros menos activos dela rama. Uno de los menos activos era

un joven de nombre FernandoAraujo. Hace poco, hablé conFernando y él me contó su historia:

“Comencé a participar en las com-petencias de surfing los domingospor la mañana y dejé de ir a las reu-niones de la Iglesia. Un domingo porla mañana el hermano Marques llamóa mi puerta y le preguntó a mi madre,que no era miembro, si podía hablarconmigo. Cuando ella le dijo que yoestaba durmiendo, le pidió permisopara despertarme. Me dijo:‘Fernando, ¡se te hace tarde para ir ala Iglesia!’; y sin escuchar mis excusasme llevó a la Iglesia.

“Al domingo siguiente pasó lo mis-mo, así que al tercer domingo decidísalir temprano para eludirlo. Pero alabrir la puerta, lo encontré sentadoen su auto leyendo las Escrituras.Cuando me vio dijo: ‘¡Qué bueno! Televantaste temprano. ¡Hoy vamos abuscar a otro joven!’ Yo traté de ape-lar a mi albedrío, pero él replicó:‘Hablaremos de eso más tarde’.

“Pasaron ocho domingos sin poderlibrarme de él, por lo que decidí que-darme a dormir en casa de un amigo.A la mañana siguiente, me encontrabaen la playa cuando vi a un hombrevestido de traje y corbata que se acer-caba a mí. Cuando vi que se trataba

Confirma a tushermanosÉ L D E R M E R V Y N B . A R N O L DDe los Setenta

Qué cada quórum y cada uno de nosotros en formaindividual… sigamos el ejemplo de nuestro Señor ySalvador y “lleve consigo al que es débil… para que se hagafuerte también”.

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 47

del hermano Marques, corrí hacia elagua. De pronto, sentí una mano enel hombro; era el hermano Marques¡con el agua hasta el pecho! Me tomóde la mano y dijo: ‘Vamos, ¡se te hahecho tarde!’. Cuando me quejé deque no tenía ropa adecuada para po-nerme, me contestó: ‘Está en el auto’.

“Ese día, al salir del océano meemocionó el amor y la preocupaciónsinceros que el hermano Marquessentía por mí. Él comprendía verdade-ramente las palabras del Salvador: ‘Yo buscaré la perdida, y haré volver al redil la descarriada; vendaré la perniquebrada, y fortaleceré la débil’(Ezequiel 34:16). El hermano Marquesno sólo me llevó en su auto a la Iglesia,sino que el quórum se aseguró de que yo permaneciera activo. Ellos planearon actividades que me hicieronsentir necesitado y querido, recibí unllamamiento y los miembros del quó-rum se convirtieron en mis amigos”.

Después de su reactivación, el hermano Araujo sirvió una misión de tiempo completo, prestó serviciocomo obispo, presidente de estaca,presidente de misión y representanteregional. Su madre viuda, tres herma-nas y varios primos también entraronen las aguas del bautismo.

Al hablar sobre la obra de los quó-rumes del Sacerdocio Aarónico de subarrio, el hermano Araujo, que prestanuevamente servicio como obispo,declaró:

“Nuestra obra de rescate es el cen-tro de atención de los tres quórumesdel Sacerdocio Aarónico. Tenemosuna lista de nuestras ovejas perdidas ylas presidencias de los quórumes, losasesores y el obispado se la dividen ylas visitan regularmente. No sólo visi-tamos a los menos activos, sino tam-bién a los no miembros en las familiasmenos activas o en las que no todosson miembros.

“Se organizan actividades para llegar a cada joven. Hablamos sobrecada uno de ellos en las reuniones de presidencia de quórum y en las

reuniones mensuales del comité delobispado para la juventud. En 2003, al-canzamos rescatar a cinco presbíteros,a un maestro y a dos diáconos queahora están activos en sus quórumes.Hemos también reactivado a algunasfamilias y disfrutado de las bendicio-nes de ver a algunos no miembros en-trar en las aguas del bautismo”.

Al reflexionar en el deseo de esoshermanos del sacerdocio de cumplircon sus deberes sagrados, dedicandola mayoría de su tiempo a ministraren lugar de administrar, recordé estaspalabras del Salvador:

“Porque tuve hambre, y me disteisde comer; tuve sed, y me disteis debeber; fui forastero, y me recogisteis;

“estuve desnudo, y me cubristeis;enfermo, y me visitasteis; en la cárcel,y vinisteis a mí” (Mateo 25:35–36).

El ejemplo del Salvador de recorrerla segunda milla para buscar a Su ove-ja perdida se manifiesta a lo largo delas Escrituras. “¿Qué hombre de voso-tros, teniendo cien ovejas, si pierdeuna de ellas, no deja las noventa ynueve y va al desierto tras la que seperdió, hasta encontrarla? (JST Lucas15:4). El Buen Pastor sabía cuando lefaltaba una de Sus ovejas: “[Él] cuentaa sus ovejas, y ellas lo conocen” (1 Nefi 22:25), “y a sus ovejas llamapor su nombre” (Juan 10:3). Él fue aldesierto, el cual a veces se ha definidocomo a “una multitud o masa confun-dida” (véase Merriam-Webster’s

Collegiate Dictionary, 2003,“Wilderness” [Desierto], pág.1432), ybuscó lo que se le había perdido.

No se nos ha dicho cuánto tiempole llevó al Buen Pastor encontrar a Suoveja perdida o si otros le ayudaronen la búsqueda, pero sabemos queellas “[conocían] su voz” (Juan 10:4),y que Él las amaba. Sabemos tambiénque Él no se dio por vencido, que fue“tras la que se perdió hasta encontrar-la” y cuando Él regresó, traía a la ovejaperdida segura sobre Sus hombros. Yentonces exclamó: “Gozaos conmigo,porque he encontrado mi oveja quese había perdido. Os digo que así ha-brá más gozo en el cielo por un peca-dor que se arrepiente” (Lucas 15:6–7).

En Ezequiel, capítulo 34, leemos lavoz de amonestación del profeta:

“Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

“…¡Ay de los pastores de Israel, quese apacientan a sí mismos! ¿No apa-cientan los pastores a los rebaños?…

“Anduvieron perdidas mis ovejaspor todos los montes, y en todo colla-do alto; y en toda la faz de la tierrafueron esparcidas mis ovejas, y nohubo quien las buscase, ni quien pre-guntase por ellas…

“Vivo yo, ha dicho Jehová el Señor,que por cuanto mi rebaño fue paraser robado, y mis ovejas fueron paraser presa de todas las fieras del cam-po, sin pastor, ni mis pastores busca-ron mis ovejas…

El relato del élder Mervyn B. Arnold se recreó a fin de ilustrar la importancia de

tender una mano de ayuda a la juventud. En esta fotografía, el ya adulto Fernando

Araujo representa al líder del sacerdocio. Bruno Augusto representa al joven

Fernando Araujo.

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“…demandaré mis ovejas de sumano” (versículos 1–2, 6, 8, 10; cursi-va agregada).

El Señor siempre ha requerido queaquellos a quienes Él ha confiado Susanto sacerdocio, incluso los padres,los líderes de quórum y los miembrosde quórum, sean hallados responsa-bles de Sus rebaños. Hermanos, debe-mos examinar y buscar nuestrosrebaños, y no permitir que sean “pre-sa de todas las fieras del campo”.

En la sección 20 de Doctrina yConvenios, el Salvador nos enseñamuchos de nuestros deberes comoposeedores del sacerdocio y miem-bros de quórum. Las siguientes pala-bras y frases subrayan Su sentido deurgencia: “velar”, “dirigir”, “exponer”,“visitar la casa de todos los miem-bros”, “orar”, “fortalecer”, “amones-tar”, “mandar”, “enseñar”, “exhortar”,bautizar” e “invitar a todos a venir aCristo” (versículos 42, 44, 46–47, 53,59, 81–82; cursiva agregada).

También sentí la urgencia en la vozdel presidente Hinckley cuando dijo:“Hagámonos el firme propósito, cadauno, íntimamente, de aceptar esta re-novada oportunidad, este nuevo

sentido de responsabilidad, y de asu-mir la obligación de ayudar a nuestroPadre Celestial en Su gloriosa obra dellevar a cabo la inmortalidad y la vidaeterna de Sus hijos e hijas en toda latierra” (“Apacienta mis ovejas”,Liahona, julio de 1999, pág. 124).

Estoy agradecido por el ejemplo delBuen Pastor que no se dio por vencidosino hasta que tuvo a su oveja perdidasegura en casa; por los ejemplos delpresidente Thomas S. Monson, quecuando prestaba servicio en calidadde obispo, dejó a su rebaño al cuida-do del asesor y fue hasta un taller enla calle West Temple para rescatar aRichard de una fosa de engrase (véase“El camino del Sacerdocio Aarónico”,Liahona, enero de 1985, pág. 36); porel hermano Marques, que rescató aFernando del océano; por un asesorde quórum y varios miembros dequórum que conozco, que golpearonla ventana del cuarto de Scott todoslos domingos por la mañana duranteseis meses, hermanándole y brindán-dole amor hasta que él volvió al reba-ño; y por el ejemplo de muchos deustedes que recorrieron la segundamilla para encontrar a quien estaba

perdido. Sus esfuerzos tendrán un al-cance eterno en la vida de los miem-bros de su quórum y de su posteridaddurante futuras generaciones. Ellosserán testimonios vivientes de la pro-mesa que dio el Salvador cuando dijo:“Apacentad la grey de Dios que estáentre vosotros… Y cuando aparezcael Príncipe de los pastores, vosotrosrecibiréis la corona incorruptible degloria” (1 Pedro 5:2, 4), “a fin de quetraigas almas a mí, para que con ellasreposes en el reino de mi Padre” (D. y C. 15:6) y “¡cuán grande no serávuestro gozo” (D. y C. 18:16).

Qué cada quórum y cada uno denosotros, en forma individual, obran-do en conjunto con los consejos de laIglesia, sigamos el ejemplo de nuestroSeñor y Salvador y “lleve consigo alque es débil… para que se haga fuer-te también” (D. y C. 84:106). Testificohumildemente que José Smith fue unprofeta de Dios, que el Libro deMormón es Escritura, que el presiden-te Gordon B. Hinckley es en verdadun profeta de Dios, que Jesucristo esel Redentor y el Buen Pastor y que Élvive. En el nombre de Jesucristo.Amén. ■

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 49

Mis queridos hermanos del sa-cerdocio, ¡qué honor es paramí estar con ustedes esta no-

che! Cuatro de mis nietos se encuen-tran en el Centro de Conferencias:Craig, Brent, Kendall y Michael; quie-ro dirigirme a ellos y a todos los po-seedores del Sacerdocio Aarónico einvitar a los demás a que escuchen.

En un mensaje de la PrimeraPresidencia que se halla en el folleto’’Para la fortaleza de la juventud, leemos lo siguiente:

“Nuestros amados jóvenes… tene-mos plena confianza en ustedes.Ustedes son espíritus escogidos quehan nacido en esta época en que lasresponsabilidades y las oportunidades,

al igual que las tentaciones, son suma-mente intensas. Están iniciando su jor-nada por esta vida terrenal; su PadreCelestial desea que vivan felices y de-sea llevarlos de nuevo a Su presencia.Las decisiones que tomen hoy deter-minarán mucho de lo que habrá devenir durante su vida y la eternidad”1.

Ustedes viven en un mundo degran incertidumbre; hay muchas vo-ces a su alrededor, muchos senderos;y no todos conducen a nuestro PadreCelestial. ¿Cómo sabrán a quién de-ben escuchar y a dónde deben ir?

El profeta Jacob responde a esaspreguntas en este versículo: “…elEspíritu habla la verdad, y no miente.Por tanto, habla de las cosas como re-almente son, y de las cosas como real-mente serán…”2.

Pero ¿cuáles son “las cosas comorealmente son” a las que se refiereJacob? Al hablar de ese tema, el élderNeal A. Maxwell dijo:

“Si no se responde obedientemen-te a ‘las cosas como realmente son’,surgen los interminables desvíos y lasbúsquedas infructuosas de otro cursode vida… Un curso de vida que estáequivocado ahora no puede ser niserá correcto más adelante…

“El Evangelio del Señor Jesucristonos ofrece muchas verdades… querealmente hay un Dios viviente; queen verdad hay una Iglesia viviente;

que en realidad hay profetas vivien-tes; que efectivamente hay Escriturasvivientes; y que verdaderamente ha-brá una resurrección con un juicio”3.

Existen ciertas verdades, ciertas“cosas como realmente son”, que es-tán reforzadas por normas, muchas delas cuales pueden medirse. Veamos va-rios ejemplos de esto en atletismo.

En la revista Liahona de marzo de2004, hay una fotografía de MoroniRubio, de México. Hace dos años, a losdieciséis años, ganó el primer lugar enlos Campeonatos Junior Centro-americanos, en los 100 metros planos.Su tiempo récord actual es de 10,46 se-gundos4. Se le toma el tiempo con uncronómetro que mide su rendimiento.

Un atleta cubano que saltó aproxi-madamente 2,4 metros tiene el ré-cord mundial de salto alto para loshombres. ¿Pueden imaginar un saltode esa altura? Los que compiten ensalto alto brincan por encima de unabarra horizontal que descansa en dospostes verticales; esa barra representauna norma, una medida que se debealcanzar o superar.

Imagínense lo que sería un eventode atletismo en el que no hubiera uncronómetro para tomar el tiempo alos corredores o una barra horizontalpara medir la altura de los saltos.

Al igual que en el atletismo, en lavida hay normas, o sea, cierta medidade comportamiento. Existe lo que escorrecto y lo que no lo es. Los posee-dores del sacerdocio no ejecutamosel salto alto sin una barra horizontalque lo mida.

Lamentablemente, en el mundo dehoy vemos que se quitan las normastradicionales de moralidad y de con-ducta. La frase coloquial de actualidades: “haz lo que quieras”; el mundocontempla las normas morales tradi-cionales como algo antiguo o pasadode moda.

Nosotros pertenecemos a unaIglesia en la que se espera que obe-dezcamos las normas. Lo que ha sidomalo en el pasado sigue siendo malo

Para la fortalezade la juventudÉ L D E R E A R L C . T I N G E Yde la Presidencia de los Setenta

Las normas de la Iglesia son firmes y verídicas; tienen porobjeto la seguridad eterna de ustedes.

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actualmente; la Iglesia no modifica lasnormas de moralidad para adaptarse alas costumbres cambiantes ni a los ca-prichos de la sociedad en que vivimos.

El presidente Gordon B. Hinckleynos habló de una experiencia quetuvo de muchacho, cuando él y suhermano Sherman se acostaban denoche en la cama de una vieja carretay contemplaban las estrellas en el cie-lo; “se turnaban para señalar las másconocidas y seguían la forma de laconstelación de la Osa Menor para en-contrar la Estrella Polar”. El presidenteHinckley dice que esa estrella lo fasci-naba, pues fuera cual fuera la rotaciónde la tierra su posición en el cielo nun-ca variaba. Él comentó: “La reconocíacomo una constante en medio de loscambios; era algo con lo que siemprese podía contar, algo de lo que se po-día depender, como un ancla en loque parecía ser un firmamento inesta-ble y de continuo movimiento”5.

Después de mencionar la posiciónfirme y constante de la Estrella Polar,un escritor relató, como contraste, loque le pasó a un niño que se perdiómientras estaba en un campamento.Cuando su padre por fin lo encontró,le preguntó si se había acordado defijarse en algo del paisaje que estu-viera siempre a la vista, puesto queeso le habría ayudado a mantenerseen la misma dirección. El niño ledijo: “Sí, me fijé.

“¿Y en qué te fijaste”, le preguntóel padre.

“En aquel conejo que está allá”,respondió el niño6.

Jóvenes del Sacerdocio Aarónico,fijen la mirada en las inalterables nor-mas del Evangelio y no en un movedi-zo conejo.

En el folleto Para la fortaleza de la juventud, las normas siguien-tes son, entre otras, como unaEstrella Polar para ustedes: elijanamigos que sigan normas elevadas;no desfiguren su cuerpo con tatua-jes ni perforaciones (body piercing);eviten la pornografía; no escuchenmúsica que contenga lenguaje gro-sero; no usen expresiones obscenasni profanas; salgan sólo con miem-bros del sexo opuesto que tengannormas elevadas; manténganse se-xualmente puros; arrepiéntansecuando sea necesario; sean honra-dos; guarden el día de reposo; pa-guen el diezmo y obedezcan laPalabra de Sabiduría7.

Hace doce años, en uno de los paí-ses de África, teníamos miembros fie-les de la Iglesia que habían pasadovarios años reuniéndose en sus pro-pias casas. Yo viajé a ese país con elpropósito de solicitar permiso del go-bierno para llevar misioneros y esta-blecer la Iglesia. Me reuní con un altoministro religioso del gobierno, queme concedió veinte minutos para ex-plicar nuestros puntos de vista.

Cuando terminé, me dijo: “En loque me ha dicho no veo nada que seadiferente de lo que actualmente tene-mos a disposición en nuestra nación.No veo ninguna razón para aprobarsu solicitud de traer misioneros anuestro país”.

Y con eso, se puso de pie paraacompañarme hasta la salida. Me diopánico. Había fracasado y al cabo deun minuto se daría por terminada laaudiencia. ¿Qué podía hacer? Ofrecíuna oración silenciosa.

Entonces tuve una idea inspirada yle dije al ministro: “Señor, si me con-cede cinco minutos más, me gustaríaexponerle otra idea. Después me mar-charé”. Él accedió cortésmente.

Saqué la billetera y extraje este pe-queño folleto Para la fortaleza de lajuventud, que siempre he llevadoconmigo.

Luego le dije: “Este es un pequeñofolleto de normas que damos a todoslos jóvenes de nuestra Iglesia”.

A continuación le leí algunas de lasnormas que he mencionado esta no-che. Cuando terminé, me preguntó:“¿Quiere usted decir que esperan quela juventud de su Iglesia cumpla esasnormas?”.

“Sí”, le respondí. “Y lo hacen”.“Eso es extraordinario”, me dijo.

“¿Podría enviarme algunos de esos fo-lletos para distribuirlos entre los jóve-nes de mi iglesia?”

Le contesté que sí. Y lo hice.Varios meses después recibimos la

aprobación oficial del gobierno deaquel país para ir a establecer laIglesia.

Jóvenes, esas normas que tienenel privilegio de seguir son en verdaduna perla de gran precio. El mundono las comprende; pero muchas per-sonas buenas las buscan. Y ustedeslas poseen.

El profeta José Smith recibió unarevelación que señala la forma en quepodemos saber hoy qué voces debe-mos escuchar, qué normas debemosseguir. En esa revelación se mencionaque en nuestra época, o sea, en estageneración, serían tiempos en que loshombres verían “una plaga arrasado-ra” y “una enfermedad desoladora[que cubriría] la tierra”8.

A continuación, el Señor dio la nor-ma de seguridad que protegerá a los

seguidores fieles, diciendo: “Pero misdiscípulos estarán en lugares santos yno serán movidos”9.

Los hermanos de la PrimeraPresidencia y del Quórum de losDoce Apóstoles son discípulos que es-tán en lugares santos; a ellos, los tiem-pos cambiantes no los mueven ni losdesvían de aquello que se ha estable-cido como verdad en todas las gene-raciones anteriores. Las normas de laIglesia son firmes y verídicas; tienenpor objeto la seguridad eterna de us-tedes. Cuando se comprometen acumplirlas, se les evalúa de acuerdocon normas cuyo valor ha puesto aprueba el tiempo y que han sido apro-badas por Dios.

Mis nietos y mis queridos hermanosdel Sacerdocio Aarónico, ustedes estánen una carrera que dura toda la vida.No es una breve carrera de velocidad;es más bien como una maratón.

Se les examinará y se les pondrá aprueba según las normas establecidaspor Dios. El Espíritu los guiará paraayudarles a saber qué hacer.

Somos casi la única organizaciónque tiene normas establecidas y pro-badas por el tiempo; casi todas las de-más han sucumbido a las costumbresmundanas. ¡Cuán bendecidos somosde tener profetas vivientes!

Que sean bendecidos al guardar lasnormas de la Iglesia.

En el nombre de Jesucristo.Amén. ■

NOTAS1. Para la fortaleza de la juventud, 2001,

pág. 2.2. Jacob 4:13.3. Things as They Really Are, 1978, págs.

xi–xii.4. Véase de Adam C. Olson, “Los pies de

Moroni”, Liahona, marzo de 2004, págs.8–11.

5. Véase de Sheri L. Dew, Go Forward withFaith: The Biography of Gordon B.Hinckley, 1996, págs. 5–6.

6. Véase de Jerry Johnston, “Following TrueNorth Is Lifelong Challenge”, DeseretMorning News, 14 de febrero de 2004, sec. E, pág. 1.

7. Véase Para la fortaleza de la juventud,págs. 12–37.

8. D. y C. 45:31.9. D. y C. 45:32.

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 51

Mis queridos hermanos delSanto Sacerdocio de Dios entodo el mundo, los saludo a

cada uno de ustedes con espíritu deamor y de hermandad. En esta vidatenemos que tomar muchas decisio-nes; algunas son muy importantes, yotras no lo son. Muchas se toman en-tre el bien y el mal. Sin embargo, lasdecisiones que tomamos determinanen gran parte nuestra felicidad o infe-licidad, ya que tenemos que vivir consus consecuencias. No es posible to-mar decisiones perfectas siempre; esono ocurre nunca, pero es posible to-mar decisiones buenas que podamosaceptar y que nos hagan madurar.Cuando los hijos de Dios viven dignosde la guía divina, llegan a ser “librespara siempre, discerniendo el biendel mal, para actuar por sí mismos, yno para que se actúe por ellos…”1.

A veces hacemos malas eleccionescuando cedemos a la presión de losamigos. Kieth Merrill tuvo esa clase deexperiencia cuando era joven. Él y susamigos se estaban lanzando al aguadesde las empinadas y peligrosas ro-cas que forman las paredes de la re-presa de un cañón que está alnoroeste de Salt Lake. En forma inevi-table, se convirtió en una competen-cia de adolescentes cuando uno delos jóvenes ascendió hasta la cima dela represa y se lanzó desde 14 metroshacia las profundas aguas del embal-se. El resto de los jóvenes subieronhasta la cima de la represa y se lanza-ron tras él. Uno de los muchachos nose quedó satisfecho y dijo: “¡Yo puedohacer algo mejor!” y subió 18 metrospor el acantilado. No deseando que-darse atrás, Kieth subió junto con él ydespués de que el joven se hubo lan-zado al agua, y parecía estar bien,Kieth se armó de valor y se lanzó tam-bién. La competencia estaba ahorasólo en manos de esos dos mucha-chos. El amigo de Kieth subió hastalos 21 metros y se lanzó. Salió delagua riendo y frotándose los hombrosy los ojos; y luego desafió a Kieth: “Y, ¿te vas a tirar?”.

“¡Por supuesto que me voy a tirar!”,y todos en la orilla dijeron: “¡Por su-puesto que se va a tirar!”.

Así que Kieth nadó de vuelta a laorilla y trepó por las rocas; sabía quesi saltaba de la misma altura de 21 me-tros, su amigo iba a querer saltar aúnmás alto, así que subió hasta los 24

EleccionesP R E S I D E N T E J A M E S E . FA U S TSegundo Consejero de la Primera Presidencia

Las bendiciones y las oportunidades del mañana dependende las elecciones que hagamos hoy.

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metros de altura, hasta la cima delacantilado. Nadie podría subir másalto que la cima. Cuando Kieth miróhacia abajo, se sintió aterrado al ver elagua tan lejos. Había tomado una de-cisión imprudente y no era algo quequería hacer ni que creyera que estu-viese bien, sino que había basado sudecisión en la insistencia y los desafí-os de media docena de jóvenes, cuyosnombres ni siquiera recuerda ahora.

Retrocedió y corrió tan rápidocomo pudo hacia el borde, encontróla marca que había hecho cuidadosa-mente en el filo de la roca y se lanzóal espacio. Mientras caía recordó quesus padres le habían enseñado quefuese cuidadoso al tomar decisionesporque una mala decisión lo podíamatar. “Acabas de hacerlo”, pensó,“porque cuando te estrelles contra elagua, irás tan velozmente que te pare-cerá que es de concreto”. Al estrellar-se contra el agua, así fue; la sintiócomo si en verdad fuera de concreto.Cuán agradecido se consideró cuandofinalmente su cabeza emergió delagua.

¿Por qué saltó? ¿Qué trataba de pro-bar? A los jóvenes que lo desafiaron no

les importaba y a lo mejor ni siquierarecuerdan aquella tonta acción, perodespués Kieth se dio cuenta de quehabía tomado una decisión que fácil-mente pudo haber sido fatal. Había ce-dido ante la presión de sus amigosque esperaban que él hiciera lo que élmismo no deseaba hacer y además sa-bía que no debía hacerlo. Dijo: “Estabaviviendo en el mundo, y en ese mo-mento era del mundo porque no teníacontrol de mí. No estaba tomando enmi vida mis propias decisiones, sinoque el mundo decidía por mí… y ape-nas había evitado estar en el mundo,enterrado en una tumba”2.

Se necesita cierta clase de valentíapara resistir, en vez de actuar en for-ma impulsiva, y permitir tontamenteque otra persona tome las decisionespor nosotros. Es más fácil mantener-nos firmes en nuestras conviccionessi tenemos una idea clara de nuestraidentidad como hijos de Dios y comoposeedores del santo sacerdocio, te-niendo un gran potencial para un fu-turo significativo.

Desgraciadamente, algunas denuestras malas elecciones son irrever-sibles, pero muchas no lo son.

A menudo podemos cambiar el cursoy regresar al sendero. Regresar a lasenda correcta puede implicar poneren práctica los principios del arrepen-timiento: primero, reconocer nuestroerror; segundo, abandonar la conduc-ta equivocada; tercero, nunca repetir-la; y cuatro, confesarla3 y restituirsiempre que sea posible. El aprendiza-je por medio de la experiencia tienevalor, y el aprender en la “escuela delos golpes” merece que se le llame así.El progreso viene más rápido y fácil alaprender de nuestros padres, deaquellos que nos aman, y de nuestrosmaestros. También podemos apren-der de los errores de otras personas,observando las consecuencias de susmalas elecciones.

Algunas decisiones presentan bue-nas oportunidades, no importa quérumbo tomemos; por ejemplo, al de-cidir qué carrera seguir o a qué insti-tución educativa asistir. Conozco aun joven brillante y capaz que queríaser médico, pero la oportunidad nose le presentó, así que escogió estu-diar derecho; ha llegado a ser unabogado de mucho éxito, pero creoque habría sido igualmente exitosocomo médico.

Algunas de nuestras decisiones im-portantes tienen un orden específicoy, si demoramos en tomarlas, la opor-tunidad se va para siempre. A vecesnuestras dudas evitan que tomemosuna decisión que requiere cambio yasí perdemos tal vez una oportuni-dad. Tal como alguien lo ha dicho:“Cuando tienes que tomar una deci-sión y no lo haces, eso en sí es unadecisión”4.

A algunas personas les es difícil ha-cer una elección. Una vez un psiquia-tra le dijo a un paciente: “¿Alguna veztiene problemas para tomar decisio-nes?”; y el paciente dijo: “Bueno, sí yno”. Espero y ruego que seamos tanresueltos como Josué cuando procla-mó: “…escogeos hoy a quién sir-váis;… pero yo y mi casa serviremos aJehová”5.

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 53

Algunas decisiones tienen conse-cuencias más grandes que otras. Nohay elección voluntaria más grande enesta vida que la de escoger a nuestrocónyuge. Esa elección puede brindarfelicidad y gozo eternos. Para encon-trar la sublime realización en el matri-monio, los dos esposos necesitanestar plenamente dedicados a él.

Algunas decisiones importantespara la realización y la felicidad debentomarse una sola vez, y después, unavez tomadas, nunca más se tiene quevolver a hacerlo. Por ejemplo: sólouna vez tenemos que tomar la deter-minación firme e inmutable de no fu-mar tabaco, de no tomar bebidasalcohólicas, de no usar drogas queafecten la habilidad para pensar.

En 1976, el élder Robert C. Oaks,entonces coronel de las Fuerza Aéreade los Estados Unidos, formó parte delequipo de negociación de Incidentesen el Mar, el cual había sido invitado auna cena auspiciada por el DistritoNaval de Leningrado. Cerca de 50 altosoficiales de la Unión Soviética y de losEstados Unidos se encontraban pre-sentes cuando el anfitrión ofreció unbrindis antes de la cena. Se pusieronde pie para el primer brindis y levanta-ron sus vasos, la mayoría de los cualesestaban llenos de vodka ruso. El her-mano Oaks tenía limonada en su vaso,lo cual lo notó de inmediato el almi-rante que hacía el brindis; por lo quese detuvo y exigió que el hermanoOaks llenase su vaso con vodka, mani-festando que no continuaría sino hastaque lo hubiese hecho. El hermanoOaks declinó explicando que estabacontento con lo que tenía en el vaso.

Una tensión bastante incómodaempezó a crecer, y aun sus colegas, lamayoría de los cuales poseían un ran-go más alto, comenzaron a sentirsecada vez más intranquilos con la situa-ción. El escolta soviético del hermanoOaks le susurró al oído: “¡Llene suvaso con vodka!” El hermano Oakspronunció la oración más corta de suvida: “¡Dios, ayúdame!”.

En segundos, el intérprete soviéti-co, capitán del ejército, con quien an-tes él había conversado de religión, lesusurró al almirante anfitrión: “Es acausa de su religión”. El almiranteasintió con la cabeza, la tensión se di-sipó de inmediato y el programa con-tinuó6.

El élder Oaks había decidido añosantes que nunca bebería alcohol, asíque en el momento de prueba notuvo que tomar la decisión de nuevo.El élder Oaks estuvo convencido deque habría sufrido más daño si hubie-ra transigido en un principio de su fe,que el daño que hubiese recibido porhaber bebido vodka. A propósito, elceñirse a sus principios religiosos nomenoscabó su carrera. Después deaquel incidente, llegó a ser general decuatro estrellas.

De una manera extraña, el hacer loincorrecto a menudo parece ser razo-nable, posiblemente porque pareceser la ruta más fácil. A menudo escu-chamos lo siguiente como justificaciónpara una conducta equivocada:“Bueno, todo el mundo lo hace”. Estaidea malévola distorsiona la verdad ysu autor es Satanás. Tal como Nefi nosdice: “…Y así el diablo engaña sus al-mas, y los conduce astutamente al infierno”7.

No importa de cuánta gente denuestra sociedad se trate, nadie tienemotivos justos para ser deshonesto,mentir, engañar, usar lenguaje profa-no, especialmente tomar el nombrede Dios en vano, tener relaciones se-xuales inmorales y no respetar el díadel Señor.

Las acciones de otras personas nodictan lo que está mal o bien. Unapersona que tenga la valentía para to-mar la decisión correcta puede influiren otros para que también tomen de-cisiones sabias. Quiero hacer eco a loque se manifiesta en el folleto Para laFortaleza de la Juventud:

“Tú eres responsable de las elec-ciones que hagas; no debes culpar atus circunstancias, a tu familia ni a tusamistades si eliges desobedecer losmandamientos de Dios. Eres un hijoo una hija de Dios que posee gran for-taleza; tienes la habilidad para seguirla rectitud y la felicidad, no importacuáles sean tus circunstancias”8.

¿Cómo hacemos elecciones correc-tas? Una decisión implica tomarla enforma consciente. Para tomar una de-cisión inteligente, tenemos que eva-luar todos los factores disponibles,tanto el pro y el contra; pero eso noes suficiente. Para tomar la decisióncorrecta, debemos orar y recibir

inspiración. La sección 9 de Doctrinay Convenios nos proporciona unagran clave. El Señor le dijo a OliverCowdery:

“He aquí, no has entendido; hassupuesto que yo te lo concederíacuando no pensaste sino en pedirme.

“Pero, he aquí, te digo que debesestudiarlo en tu mente; entonces hasde preguntarme si está bien; y si asífuere, haré que tu pecho arda dentrode ti; por tanto, sentirás que está bien.

“Mas si no estuviere bien, no senti-rás tal cosa, sino que te sobrevendráun estupor de pensamiento que tehará olvidar lo que está mal…”9.

Al contemplar el futuro, vamos a te-ner que ser más fuertes y más respon-sables de nuestras elecciones en unmundo donde las personas “a lo malollaman bueno, y a lo bueno malo…”10.No tomamos decisiones sabias si usa-mos nuestro albedrío en oposición ala voluntad de Dios o al consejo delsacerdocio. Las bendiciones y lasoportunidades del mañana dependende las elecciones que hagamos hoy.

Hermanos, creo firmemente y esmi testimonio que, como grupo, tene-mos la responsabilidad de dar elejemplo de la rectitud a todo el mun-do. Bajo el gran liderazgo del presi-dente Gordon B. Hinckley, debemosseñalar el camino por medio de laselecciones inspiradas que hacemos. El poder para elegir es de ustedes.Ruego que usemos sabiamente el al-bedrío dado por Dios al tomar estasdecisiones eternas. En el nombre deJesucristo. Amén. ■

NOTAS1. 2 Nefi 2:26.2. Adaptado de “Deciding about Decisions”,

New Era, junio de 1976, págs.12–13.3. D. y C. 58:43.4. William James, citado en la ed. Evan Esar,

20.000 Quips and Quotes, 1968, pág. 132.5. Josué 24:15.6. Adaptado de Believe!, Helping Youth Trust

in the Lord, 2003, págs. 27–28.7. 2 Nefi 28:21.8. Para la Fortaleza de la Juventud, 2001,

pág. 4.9. D. y C. 9:7–9.

10. 2 Nefi 15:20.

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Hermanos, es una inspiraciónverles; es algo maravilloso elpensar que en miles de capillas

por todo el mundo, a esta hora, suscompañeros en el sacerdocio de Diosestán recibiendo este programa me-diante una transmisión vía satélite. Lasnacionalidades varían y los idiomasson muchos, pero nos une algo en co-mún: Se nos ha confiado poseer el sa-cerdocio y actuar en el nombre deDios. Se nos ha conferido una sagradaresponsabilidad y es mucho lo que seespera de nosotros.

Hace mucho, el renombrado escri-tor Charles Dickens escribió acerca delas oportunidades que nos aguardanen el futuro. En el libro clásico titula-do Grandes Esperanzas, Dickens des-cribió a un niño llamado Philip Pirrip,más comúnmente conocido como

“Pip”. Pip nació en circunstanciaspoco comunes: era huérfano y desea-ba de todo corazón llegar a ser erudi-to y caballero. No obstante, todas susambiciones y esperanzas parecían es-tar destinadas al fracaso. Jóvenes, ¿nose sienten así a veces? ¿Pensamos losque somos mayores de esa mismamanera?

Entonces un día, un abogado lon-dinense llamado Jaggers se acercó alpequeño Pip y le dijo que un bienhe-chor desconocido le había heredadouna fortuna. El abogado pasó su brazoalrededor del hombro de Pip y le dijo:“Hijo, tienes grandes esperanzas”.

Esta noche, al verlos a ustedes, jo-vencitos, y al darme cuenta de quié-nes son y de lo que pueden llegar aser, declaro: “Ustedes tienen grandesesperanzas”, no como resultado deun bienhechor desconocido, sinocomo resultado de un bienhechor co-nocido, sí, nuestro Padre Celestial, yse esperan grandes cosas de ustedes.

La jornada de la vida no se viajapor una autopista libre de obstáculos,dificultades y trampas; por el contra-rio, es un sendero marcado por bifur-caciones y curvas. Constantementetenemos que tomar decisiones y, a finde tomarlas con prudencia, se necesi-ta valor, el valor para decir “No” y elvalor para decir “Sí”, ya que las deci-siones determinan el destino.

El llamado al valor nos llega cons-tantemente a cada uno de nosotros;siempre ha sido así, y siempre lo será.

El llamado al valorP R E S I D E N T E T H O M A S S . M O N S O NPrimer Consejero de la Primera Presidencia

Tengamos el valor de desafiar la opinión popular, el valorde defender lo que sea justo. El tener valor y no transigir eslo que trae la aprobación de Dios.

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 55

Un joven soldado de infantería quevestía el uniforme gris de laConfederación durante la Guerra Civilde los Estados Unidos anotó en un re-gistro en cuanto al valor de un lídermilitar. Con estas palabras describe lainfluencia del General J. E. B. Stuart:

“[En un momento crítico de la ba-talla], levantó la mano hacia el enemi-go y exclamó: ‘¡Adelante, hombres!¡Adelante! ¡Sólo síganme!’.

“Con valor y determinación, [elloslo siguieron] como un inmenso to-rrente embravecido”, se apoderarondel objetivo y lo retuvieron1.

En una época anterior, y en unatierra muy distante, otro líder emitióla misma súplica: “Venid en pos demí”2. No era un general de guerra,sino el Príncipe de Paz, el Hijo deDios. Los que lo siguieron entonces, ylos que lo siguen hoy, ganan una vic-toria mucho más importante, conconsecuencias eternas. La necesidaddel valor es constante.

Las Santas Escrituras representan la evidencia de esa verdad. José, hijode Jacob, el mismo que fue vendidopara Egipto, manifestó la firme deter-minación de valor cuando a la esposade Potifar, que intentó seducirlo, le

declaró: “¿cómo… haría yo este gran-de mal, y pecaría contra Dios?… y noescuchándola él… huyó y salió”3.

En nuestros días, un padre aplicóeste ejemplo de valor a la vida de sushijos, al declarar: “Si alguna vez se en-cuentran donde no debieran estar:¡salgan de inmediato!”.

¿Quién no se siente inspirado porlos 2.000 hijos jóvenes de Helamánque enseñaron y demostraron la ne-cesidad de tener valor para seguir lasenseñanzas de los padres y el valorpara ser castos y puros?4

Tal vez el ejemplo de Moroni so-brepase al de todos ellos; ya que éltuvo el valor de perseverar hasta el finen rectitud5.

Todos se sintieron fortalecidos porlas palabras de Moisés: “Esforzaos ycobrad ánimo; no temáis, ni tengáismiedo… porque Jehová tu Dios es elque va contigo; no te dejará, ni te de-samparará”6. Él no los dejó ni nos de-jará a nosotros; no los desamparó ninos desamparará a nosotros.

Esta dulce seguridad es la que puede guiarnos, a ustedes y a mí, en nuestra época, en nuestros días,en nuestras vidas. Sin duda, sentire-mos temor, soportaremos burlas

y experimentaremos oposición.Tengamos el valor de desafiar la opi-nión popular, el valor de defender loque sea justo. El tener valor y no tran-sigir es lo que trae la aprobación deDios. El valor llega a ser una virtudreal y atractiva cuando no sólo se con-sidera como el estar dispuesto a morircon hombría, sino también como unadeterminación de vivir con decencia.Un cobarde moral es el que tiene mie-do de hacer lo que sabe que es co-rrecto porque otros puedan estar ensu contra o burlarse de él. Recuerdenque todos los hombres tienen sus te-mores, pero los que enfrentan sus te-mores con dignidad también sonvalientes.

De mi experiencia personal con elvalor, permítanme compartir con us-tedes un ejemplo del servicio militar.

El entrar en la Marina de losEstados Unidos durante los últimosmeses de la Segunda Guerra Mundialfue una experiencia difícil para mí. Meenteré de hazañas valerosas, actos devalor y ejemplos de valentía. Uno delos que recuerdo mejor fue el calladovalor de un joven marinero de diecio-cho años, que no era de nuestra fe, yque no se avergonzaba de orar. De los

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250 hombres de la compañía, él era elúnico que todas las noches se arrodi-llaba al lado de su cama, a veces entrelas bromas de los curiosos y la burlade los incrédulos y, con la cabeza in-clinada, oraba a Dios. Nunca vacilabani titubeaba. Tenía valor.

Me encantan las palabras de la poe-tisa Ella Wheeler Wilcox:

Fácil es ser agradable,cuando la vida es placentera.Pero el que sonríe es el que valecuando todo mal le sale7.

(Traducción libre.)

Así era Paul Tingey. Hace sólo unmes asistí a los servicios funerarios deél, aquí, en Salt Lake City. Paul se crióen un buen hogar Santo de los ÚltimosDías y sirvió una misión honorablepara el Señor en Alemania. Uno de suscompañeros en el campo misional fueel élder Bruce D. Porter, del PrimerQuórum de los Setenta. El élder Porterdescribió al élder Tingey como uno delos misioneros más dedicados y demás éxito que haya conocido.

Al concluir su misión, el élderTingey volvió a casa, terminó sus estudios en la universidad, contrajomatrimonio con su novia, y juntos

criaron a su familia. Él prestó serviciocomo obispo y tuvo éxito en su vocación.

Entonces, sin ninguna advertencia,los síntomas de la temible enferme-dad esclerosis múltiple atacaron susistema nervioso. Viéndose esclaviza-do a ese mal, Paul Tingey luchó va-lientemente, pero el resto de su vidatuvo que estar confinado en un cen-tro donde se le atendía, lugar dondehizo sentir a los demás que es buenovivir8. Siempre que yo asistía a las reu-niones de la Iglesia allí, Paul elevabami espíritu, como lo hacía con el detodos los demás.

Cuando las Olimpíadas mundialesse llevaron a cabo en Salt Lake City en2002, Paul fue seleccionado para por-tar la antorcha olímpica un trecho delrecorrido. Cuando se hizo el anunciode ello en el centro de salud, los pa-cientes vitorearon de alegría, y unfuerte aplauso resonó por los pasillos.Cuando felicité a Paul, respondió consu limitada dicción: “Espero no dejarcaer la antorcha”.

Hermanos, Paul Tingey no dejócaer la antorcha olímpica; sino aúnmás que eso: con valentía portó la an-torcha que le fue dada en la vida y lohizo hasta el día de su muerte.

Espiritualidad, fe, determinación,valor: Paul Tingey poseía esas cualidades.

Alguien ha dicho que el valor no esla ausencia del temor, sino el dominiodel mismo9. A veces se necesita valorpara levantarnos del fracaso y hacerun nuevo intento.

Cuando era jovencito, participé enun juego de básquetbol de la Iglesia.Cuando el entrenador se dio cuentade que tal vez íbamos a perder el par-tido, me puso a jugar inmediatamentedespués del segundo tiempo. Recibíun pase, me abrí paso hacia el área detiro y lancé la pelota en dirección alcesto. En el momento en que la pelo-ta salía de mis dedos, me di cuenta dela razón por la que no había habidoninguna oposición de la defensa delequipo contrario: ¡Había lanzado untiro al cesto equivocado! Ofrecí unaoración en silencio: “Padre, por favor,no permitas que la pelota caiga den-tro del cesto”. La pelota rodó portodo el aro y luego cayó fuera.

En seguida, oí un cántico quellegaba de las gradas: “¡Queremos aMonson, queremos a Monson, quere-mos a Monson… fuera!”. El entrena-dor les concedió su deseo.

Muchos años más tarde, siendomiembro del Consejo de los Doce,otras Autoridades Generales y yo visitamos una capilla recientementeterminada donde, a modo de experi-mento, probábamos una alfombra detejido bastante ajustado instalada enel piso del gimnasio.

Mientras algunos de nosotros exa-minábamos el piso, el obispo RichardClarke, que integraba el ObispadoPresidente, de pronto me tiró la pelo-ta y dijo: “¡No creo que pueda ences-tar desde donde está!”.

Yo me encontraba algo retirado dela línea profesional que marca el áreade los tres tantos, y nunca en mi vidahabía acertado encestar desde esa dis-tancia. El élder Mark E. Petersen lesdijo a los demás: “¡Yo creo que sí pue-de hacerlo!”.

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 57

Mis pensamientos se volvieron aaquella situación embarazosa de hacíamuchos años en que lancé la pelota alaro equivocado. No obstante, apuntéhacia el objetivo y lancé la pelota alaire. ¡Y cayó dentro del cesto!

Lanzándome la pelota, el obispoClarke me retó nuevamente: “¡Estoyseguro de que no lo puede volver ahacer!”.

El élder Petersen contestó: “¡Claroque puede!”.

Las palabras del poeta resonaronen mi corazón: “Sácanos de las som-bras, gran Moldeador de hombres,para esforzarnos una vez más”10.Lancé la pelota; voló hacia el cesto ycayó dentro de él.

Eso concluyó la visita de inspección.Durante el almuerzo, el élder

Petersen me dijo: “Tú podrías habersido una estrella en la NBA”.

El ganar o perder en el básquetbolse esfuma de nuestros pensamientosal contemplar nuestros deberes comoposeedores del sacerdocio de Dios,tanto del Aarónico como delMelquisedec. Tenemos el solemne de-ber de prepararnos mediante la obe-diencia a los mandamientos delSeñor, y de responder a los llama-mientos que recibamos de servirle.

Nosotros, que hemos sido orde-nados al sacerdocio de Dios, pode-mos hacer sentir nuestra influencia.Cuando nos hacemos acreedores dela ayuda del Señor, podemos edificara jóvenes, corregir a hombres yobrar milagros en Su santo servicio.Las oportunidades que tenemos sonilimitadas.

Aun cuando la tarea parezca muygrande, nos fortalece esta verdad: “Lafuerza más grande del mundo hoy endía es el poder de Dios que se mani-fiesta por medio del hombre”. Si nosencontramos en el servicio del Señor,tenemos derecho a recibir Su ayuda.Esa ayuda divina, sin embargo, depen-de de nuestra dignidad. Para navegara salvo los mares de esta vida terrenal,para llevar a cabo una misión de

rescate humano, necesitamos la guíadel Marinero Eterno: el gran Jehová.Para recibir ayuda celestial levantamosla vista a Dios y extendemos las ma-nos para ayudar a otros.

¿Extendemos manos limpias? ¿Sonpuros nuestros corazones? Al mirarhacia atrás en las páginas de la histo-ria, encontramos una lección de dig-nidad en las palabras del agonizanterey Darío. A Darío, por medio de losritos debidos, se le había reconocidocomo el legítimo rey de Egipto; a suadversario, Alejandro Magno, se lehabía declarado hijo legítimo deAmón. Él también era faraón. Alejan-dro, al encontrar al derrotado Daríoal borde de la muerte, le puso lasmanos sobre la cabeza para curarlo,mandándole ponerse de pie y asumirnuevamente su posición de rey, di-ciéndole: “Juro ante ti, Darío, por to-dos los dioses, que hago esto consinceridad y sin engaños”. Darío lereprochó suavemente: “Alejandro…¿crees que puedes tocar los cieloscon esas manos?”11.

Hermanos, al aprender nuestro de-ber y magnificar los llamamientos quehemos recibido, el Señor guiará nues-tros esfuerzos y tocará el corazón deaquellos a quienes sirvamos.

Hace muchos años, al visitar a unaanciana viuda, Mattie, a la que conocíadesde hacía mucho tiempo y de lacual había sido yo su obispo, el cora-zón se me encogía al ver su terriblesoledad. Un hijo, al que ella queríamucho, vivía muy lejos y hacía añosque no la visitaba. Mattie pasaba lar-gas horas mirando por la ventana y es-perando. Tras la raída cortina queabría con frecuencia, la desilusionadamadre se decía: “Dick vendrá; Dickvendrá”.

Pero Dick no llegó. Los años pasa-ron uno tras otro, hasta que un día,como un rayo de sol, Dick se volvióactivo en la Iglesia; él vivía enHouston, Texas, lejos de su madre.Viajó entonces a Salt Lake para hablarconmigo. Me llamó por teléfono al

llegar y, entusiasmado, me contó delcambio que había experimentado; mepreguntó si yo tenía tiempo para verlesi iba directamente a mi oficina. Sibien mi reacción fue de alegría, ledije: “Dick, ve primero a ver a tu ma-dre y después ven a verme a mí”. Debuena gana hizo lo que le pedí.

Antes de que Dick llegara a mi ofi-cina, me telefoneó Mattie, su madre, yentre sollozos de alegría me dijo:“Obispo, sabía que Dick vendría; ledije a usted que vendría. Le vi por laventana cuando llegaba”.

Unos años después, en el funeralde Mattie, Dick y yo recordamos con ternura aquella experiencia.Habíamos presenciado el poder sana-dor de Dios a través de la ventana dela fe que una madre tenía en su hijo.

El tiempo sigue su curso; el debermarca el paso en esa marcha; el deberno opaca ni disminuye; conflictos ca-tastróficos vienen y van, pero la gue-rra emprendida por las almas de loshombres continúa sin menguar.Como el llamado del clarín llega la pa-labra del Señor a ustedes, y a mí, y atodos los poseedores del sacerdocioen todas partes: “Por tanto, aprendatodo varón su deber, así como a obrarcon toda diligencia en el oficio al cualfuere nombrado”12.

Que cada uno tenga el valor parahacerlo, lo ruego en el nombre deJesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Citado por Emory M. Thomas, Bold

Dragoon—The Life of J. E. B. Stuart, 1986,págs. 211–212.

2. Mateo 4:19.3. Génesis 39:9–10,12.4. Véase Alma 56.5. Véase Moroni 1–10.6. Deuteronomio 31:6.7. “Worth While,” en The Best-Loved Poems of

the American People, sel. de HazelFelleman, 1936, pág. 144.

8. Véase “¿En el mundo he hecho bien”,Himnos Nº 141.

9. Véase Mark Twain, en Gorton Carruth yEugene Ehrlich, eds., The Harper Book ofAmerican Quotations, 1988, pág. 111.

10. De “Alma Mater” de Yonkers High School.11. Adaptado de Hugh Nibley, Abraham in

Egypt, 1981, pág. 192.12. D. y C. 107:99.

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En 1936, hace sesenta y ochoaños, una de las secretarias delQuórum de los Doce me co-

mentó lo que un miembro de esequórum le había dicho, que en la si-guiente conferencia general se iba aanunciar un nuevo programa que sellegaría a reconocer como algo aúnmás notable que la llegada de los pio-neros a estos valles.

Haciendo un paréntesis, nuncadeben comentarle a su secretarianada que se suponga que deba ser

confidencial, y ella no debería com-partir con nadie ninguna informaciónconfidencial que se le haya dado.

Eso sucedió en aquel entonces,pero con toda seguridad que ya nosucede hoy. ¡Claro que no! Debo agre-gar que mis capaces secretarias nuncahan sido culpables de semejante abu-so de confianza.

Como bien lo saben quienes estén familiarizados con la historia, enaquel momento se anunció el Plan deSeguridad de la Iglesia, al que másadelante se le dio el nombre dePrograma de Bienestar de la Iglesia.

Me preguntaba en aquellos díascómo lo que hiciera la Iglesia podríaeclipsar en la mente de persona algu-na la histórica congregación de nues-tra gente en estos valles del oeste delos Estados Unidos. Aquel fue unacontecimiento de dimensiones tanextraordinarias que pensé que nadallegaría jamás a ser tan digno de men-ción, pero he descubierto algo intere-sante en los últimos tiempos.

En la Oficina de la PrimeraPresidencia recibimos a muchos visi-tantes distinguidos, entre ellos, jefesde estado y embajadores de naciones.

Hace pocas semanas nos visitó el al-calde de una de las ciudades más re-conocidas del mundo y después elvicepresidente y el embajador deEcuador, el embajador de Lituania, elembajador de Bielorrusia y otros. Ennuestras conversaciones, ni uno solode ellos hizo referencia al gran éxodode nuestros pioneros, pero cada uno,en forma independiente, habló congran admiración de nuestro programade bienestar y de nuestros esfuerzoshumanitarios.

Así que, al dirigirme a ustedes enesta gran reunión del sacerdocio, qui-siera decir algunas cosas sobre nues-tra labor a favor de los necesitados envarias partes del mundo, ya sea quefueren miembros de la Iglesia o no.

Cuando el programa de bienestarcomo lo conocemos hoy fue puestoen marcha, tenía como fin atender lasnecesidades de nuestra propia gente.En años subsiguientes, decenas demiles de personas han recibido asis-tencia. Obispos y presidentas deSociedad de Socorro han podido dis-poner de alimentos, ropa y otros artí-culos de primera necesidad parahacerlos llegar a los necesitados. Unacantidad incalculable de miembros dela Iglesia ha prestado servicio volunta-rio en la producción de lo que se requería. Ahora tenemos en funciona-miento 113 almacenes, 63 granjas, 105plantas de enlatado y centros de alma-cenamiento doméstico, 18 plantas deprocesado y distribución de alimentosy muchas otras instalaciones.

No sólo se han satisfecho las nece-sidades de miembros de la Iglesia,sino que la ayuda se ha extendido amuchos más. Aquí mismo, en la co-munidad de Salt Lake City, muchosdesposeídos son alimentados a diariopor instituciones no afiliadas a laIglesia pero que emplean nuestrasprovisiones de bienestar.

Aquí, en esta ciudad, así como enun buen número de otros lugares,operamos magníficos establecimientosdonde no hay cajas registradoras ni se

“Tuve hambre, y me disteis de comer”P R E S I D E N T E G O R D O N B . H I N C K L E Y

Dondequiera que hayan surgido necesidades de cualquieríndole, allí ha habido representantes de la Iglesia… Yo hesido testigo personal de la eficacia de nuestros esfuerzoshumanitarios.

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 59

hacen transacciones monetarias al po-ner alimentos, ropa y otros artículos adisposición de los necesitados. Nocreo que se pueda encontrar mejor le-che, carne ni harina en los estantes deningún mercado que las que se distri-buyen desde los almacenes del obispo.

Los principios sobre los cualesoperan estos establecimientos son básicamente los mismos que los delcomienzo.

Se espera que los necesitados hagan todo cuanto puedan para abas-tecerse a sí mismos. Después, sus respectivas familias tal vez puedanayudarles y por último, entran en jue-go los recursos de la Iglesia.

Creemos en las palabras de nues-tro Señor y las tomamos muy en se-rio. Él dijo:

“Venid, benditos de mi Padre, he-redad el reino preparado para voso-tros desde la fundación del mundo.

“Porque tuve hambre, y me disteisde comer; tuve sed, y me disteis debeber; fui forastero, y me recogisteis;

“estuve desnudo, y me cubristeis;enfermo, y me visitasteis; en la cárcel,y vinisteis a mí” (Mateo 25:34–36).

Es así como el Señor vela por losnecesitados, a quienes, dijo Él, “siem-pre tendréis con vosotros” (véaseMateo 26:11).

Los que están en condiciones, tra-bajan en forma voluntaria en bien deaquellos que no están en condiciones.El año pasado se donaron 563.000días de trabajo en instalaciones debienestar, el equivalente a un obreroque trabaja 8 horas diarias durante1.542 años.

En una reciente edición del ChurchNews se publicó un artículo sobre ungrupo de granjeros en una pequeñacomunidad del estado de Idaho.Permítanme leerles parte del mismo:

“Son las 6:00 de la mañana de undía de otoño y la helada se siente enel aire sobre las plantaciones de re-molacha en Rupert, Idaho.

“Los largos brazos de las máquinasremolacheras se extienden por

encima de las doce hileras de plantaspara cortar las hojas. Detrás de las re-molacheras, las cosechadoras clavansus dedos de metal en la tierra y ex-traen la remolacha, colocándola sobreuna cinta que la transporta hasta un camión…

“Estamos en la Granja de Bienestarde Rupert, Idaho y quienes están trabajando hoy aquí son volunta-rios… Por momentos vemos más desesenta máquinas trabajando al uní-sono… todas de propiedad de gran-jeros locales”.

El trabajo prosigue a lo largo deldía.

“Son las 7:00 de la tarde… el sol yase ha puesto, dejando la tierra nueva-mente a oscuras y fría. Los granjerosse marchan a sus hogares, exhaustosy felices.

“Otra jornada llega a su reconfor-tante fin.

“Esos hombres han cosechado las remolachas del Señor” (Neil K.Newell, “A Harvest in Idaho”, ChurchNews, 20 de marzo de 2004, pág. 16).

Ese magnífico servicio voluntariose lleva a efecto constantemente paramantener abastecidos los almacenesdel Señor.

Desde sus mismos comienzos, elprograma no se ha limitado a la ayudaa los necesitados sino que también hainstado a las familias de la Iglesia a es-tar preparadas. Nunca se sabe cuándopueda sobrevenir una catástrofe; o en-fermedades, desempleo o accidentes.

El año pasado el programa ayudó afamilias a almacenar 8.165 toneladasmétricas de alimentos básicos paratiempos de necesidad. Es de esperarque esos tiempos nunca lleguen, peroel saber que tales alimentos están al-macenados nos trae tranquilidad ynos proporcionan la satisfacción dehaber obedecido el consejo que senos dio.

Ahora se ha añadido otro objetivoal programa de bienestar. Comenzóhace algunos años cuando la sequíaen África causó hambre y muerte auna innumerable cantidad de perso-nas. Se invitó a los miembros de laIglesia a contribuir a un gran esfuerzohumanitario para satisfacer las necesi-dades de esa gente sumida en la po-breza. Las contribuciones de ustedeshan sido numerosas y generosas. Eltrabajo ha continuado pues hay gra-ves necesidades en muchos otros lu-gares. El alcance de esta ayuda se ha

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transformado en un milagro. Millonesde kilogramos de comida, medica-mentos, mantas, tiendas, ropa y otrosartículos han servido para prevenirhambruna y desolación en varias par-tes del mundo. Se han cavado pozos,se han plantado cultivos y se han sal-vado vidas. Permítanme darles unejemplo.

Neil Darlington es un ingenieroquímico que trabajó para una presti-giosa firma industrial de Ghana y conel tiempo se jubiló.

Él y su esposa fueron entonces lla-mados a servir una misión y fueronenviados a ese país. El hermanoDarlington dijo: “Estábamos como re-presentantes de la Iglesia en zonas dehambruna, enfermedad y disturbiossociales, extendiendo una mano deayuda a los indigentes, los hambrien-tos y los afligidos”.

En pequeños poblados perforaronnuevos pozos y repararon algunosque ya estaban viejos. Quienes disfru-tamos de agua fresca y potable enabundancia ni siquiera podemos ima-ginarnos las circunstancias de aque-llos que no la tienen.

¿Pueden visualizar a este devotomatrimonio misionero Santo de losÚltimos Días? Ellos perforan la tierraseca y el taladro llega a la capa deagua y el milagroso líquido brota en lasuperficie y humedece el suelo seco ysediento. Entonces hay regocijo ytambién lágrimas. Ahora hay agua

para beber, agua con la cual lavar,agua para los cultivos. No hay nadamás atesorado en una tierra seca queel agua. Qué cosa tan hermosa es elagua que brota de un nuevo pozo.

En una ocasión, cuando los jefesde la tribu y los ancianos del pobladose reunieron para agradecerles, elhermano Darlington y su esposa pre-guntaron si estaría bien si les cantaranuna canción. Miraron en los ojos deaquellos hombres y mujeres de tezoscura que tenían delante de sí y can-taron: Soy un hijo de Dios, como unaexpresión de hermandad entre ellos.

Este matrimonio, a través de susesfuerzos, ha llevado agua a cerca de190.000 personas en remotos pobla-dos y campamentos de refugiados.Piensen en el milagro de este logro.

Y ahora, literalmente miles de ma-trimonios como ellos, matrimoniosque pudiendo haberse entregado has-ta el fin de sus vidas a actividades sinmayor valor, han servido y sirven demuchas formas en muchos lugares.Han trabajado y siguen trabajando enzonas empobrecidas del continenteamericano; han trabajado y siguen ha-ciéndolo en la India y en Indonesia,en Tailandia y en Camboya, en Rusia ylos países bálticos, y así la obra siguecreciendo.

Uniéndonos al esfuerzo de otrasinstituciones, la Iglesia ha facilitadorecientemente sillas de ruedas a unas42.000 personas inválidas. Piensen en

lo que esto significa para quienes has-ta ahora habían tenido que arrastrarsepara desplazarse de un lugar a otro.Con la colaboración de abnegadosmédicos y enfermeras, se brindó ca-pacitación sobre resucitación de neo-natos a cerca de 19.000 profesionalestan sólo en el año 2003. Como conse-cuencia de ello se salvará la vida demiles de recién nacidos.

El año pasado se diagnosticó aunas 2.700 personas con problemasen la vista y se capacitó a 300 especia-listas de diferentes lugares en cuantoa nuevos procedimientos. Literal-mente, se les devolvió la vista a losciegos.

Donde hubo inundaciones, dondese verificaron desastrosos terremotos,donde el hambre sigue azotando latierra, dondequiera que hayan surgi-do necesidades de cualquier índole,allí ha habido representantes de laIglesia. El año pasado se hicieron con-tribuciones por un valor aproximadoa los 98 millones de dólares en efecti-vo y en especie, llevando la suma totalde donativos a los 643 millones de dó-lares en sólo 18 años.

Yo he sido testigo personal de laeficacia de nuestros esfuerzos huma-nitarios. Al viajar por el mundo, he es-tado con quienes se han beneficiadocon nuestra generosidad. En 1998 vi-sité las zonas de Centroamérica quefueron destruidas por el HuracánMitch. Allí la distribución de alimentosy ropa fue rápidamente organizada yel proceso de limpieza y reconstruc-ción de hogares destrozados y de vi-das despedazadas fue un milagro paranosotros.

No hay tiempo para seguir hacien-do un recuento del alcance de estosextraordinarios programas. Al darnuestra ayuda no hemos preguntadosi los damnificados eran o no miem-bros de la Iglesia pues sabemos quetodos los seres humanos somos hijosde Dios, dignos de recibir ayuda enmomentos de necesidad. En granmedida hemos hecho todo cuanto

hicimos sin que la mano izquierda es-tuviera enterada de lo que hacía la de-recha. No buscamos reconocimientosni agradecimientos. Es compensaciónsuficiente el saber que cuando ayuda-mos a uno de los más pequeños delos hijos de nuestro Padre Celestial, lohemos hecho también a Él y a Su HijoAmado (véase Mateo 25:40).

Y seguiremos adelante con estaobra, pues siempre habrá necesida-des. El hambre y las tragedias siempreestarán entre nosotros y siempre ha-brá personas a cuyo corazón haya en-trado la luz del Evangelio y que esténdispuestas a servir y trabajar y alentara los necesitados de la tierra.

Como parte de una labor similar,establecimos el Fondo perpetuo parala educación, el cual se ha hecho rea-lidad gracias a las generosas contribu-ciones de ustedes. Está ahora enfuncionamiento en 23 países. Lospréstamos se otorgan a jóvenes dig-nos de ambos sexos con miras a sueducación. De no existir este fondo,ellos seguirían atrapados en la mismapobreza que conocieron sus antepa-sados por generaciones. Llega a másde 10.000 el número de personas quereciben esta ayuda y la experienciahasta el presente nos indica que conesa educación ahora ganan tres o cua-tro veces más de lo que antes les eraposible ganar.

El Espíritu del Señor guía estaobra. Esta actividad de bienestar es denaturaleza secular y se manifiesta a símisma por medio de granos, cobijas,ropa y medicamentos, de empleo yde educación. Pero esta obra llamadasecular no es más que una expresiónexterior de un espíritu interior: elEspíritu del Señor de quien se dijoque “anduvo haciendo bienes” (véaseHechos 10:38).

Que los cielos hagan prosperareste gran programa y que las bendi-ciones celestiales descansen sobre to-dos cuantos sirven en él, lo ruegohumildemente en el sagrado nombrede Jesucristo. Amén. ■

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 61

Mis queridos hermanos, her-manas y amigos, los saludocon el espíritu de hermandad

y amor. Vivimos en la maravillosa épo-ca de la autopista informática. La can-tidad de información que se envía através del correo electrónico, el fax,los teléfonos celulares y otros medioses formidable, es excesiva. El volumenes tan vasto que es fácil perder unmensaje esencial, y esas son pérdidasque pueden tener consecuencias graves.

Por ejemplo, en tiempos de guerra,la pérdida de mensajes entre coman-dantes y soldados del frente ha dadocomo resultado gran confusión y mu-chas bajas. En la Primera GuerraMundial, el Batallón 308 de Infanteríarecibió la orden de ir al frente en unintento desesperado por tomar a cual-quier precio una parte del bosque deArgona. La batalla fue tan encarnizadaque las tropas de apoyo de los flancosderecho e izquierdo emprendieron laretirada y el batallón quedó aislado yrodeado por el enemigo. Debido aque el cuartel general perdió la comu-nicación con ellos, se les llegó a cono-cer como el Batallón Perdido.

El batallón se comunicaba con elcuartel general por medio de palomasmensajeras, pero, tan pronto comolas palomas levantaban el vuelo, lasfuerzas contrarias las mataban. La mis-ma artillería del Batallón Perdido, sinsaber dónde estaba éste, abrió fuegosobre ellos causando numerosas ba-jas. El batallón quedó sin alimentos ysin agua, pero resistió y no se rindió apesar de sus grandes pérdidas. Porfin, una de las palomas, llamada CherAmi [Querido Amigo], aunque herida,

¿Recibieron el mensaje correcto?P R E S I D E N T E J A M E S E . FA U S TSegundo Consejero de la Primera Presidencia

Debemos mantener nuestra vida en orden para que,cuando recibamos un… mensaje diciéndonos qué quiere el Señor que hagamos, podamos responder.

SESIÓN DEL DOMINGO POR LA MAÑANA4 d e a b r i l d e 2 0 0 4

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logró llegar hasta el cuartel generalllevando el mensaje que indicaba laposición del batallón. Los sobrevivien-tes fueron rescatados gracias a unmensaje crucial que llegó a destino1.

Cada vez que perdemos mensajesimportantes hay consecuencias serias,especialmente si esos mensajes pro-vienen de Dios. A lo largo de la histo-ria, Él ha enviado mensajes dediversas maneras. Moisés estaba pas-toreando las ovejas de su suegro en eldesierto cuando se encontró con“una llama de fuego en medio de unazarza”2. El hecho de que la zarza no seconsumía despertó su curiosidad yquiso saber el porqué3. Al volversepara mirar, “lo llamó Dios de en me-dio de la zarza, y dijo: ¡Moisés!¡Moisés! Y él respondió: Heme aquí”4.Dios le dijo: “…quita tu calzado detus pies, porque el lugar en que tú es-tás, tierra santa es”5. Dios había deter-minado hablar con Moisés desde unazarza ardiente; le dijo que tenía unaobra para él, que específicamente erala de sacar de Egipto a los hijos deIsrael y llevarlos “a una tierra… quefluye leche y miel”6.

La palabra del Señor provino sólouna vez de una zarza que estaba en

llamas pero que no se consumía. Elprofeta Elías tuvo una experiencia di-ferente. Él esperó mientras “Jehová…pasaba, y un grande y poderoso vien-to que rompía los montes, y quebrabalas peñas delante de Jehová; peroJehová no estaba en el viento. Y trasel viento un terremoto; pero Jehováno estaba en el terremoto. Y tras el te-rremoto un fuego; pero Jehová no es-taba en el fuego. Y tras el fuego unsilbo apacible y delicado”7.

Los mensajes se manifiestan por logeneral por medio de ese “silbo apaci-ble y delicado”, que nos habla a todosa través de las Escrituras, los profetasmodernos y la revelación personal.

A veces, no queremos escuchar losmensajes de Dios. Por ejemplo, la pa-labra de Dios llamó a Jonás para quefuera a Nínive a proclamar el arrepen-timiento; pero él no hizo caso delmensaje y huyó a Jope, donde, paraescapar de la presencia del Señor,abordó un barco que iba a Tarsis. Noobstante, el Señor hizo que se desata-ra una fuerte tempestad; los marine-ros se asustaron y, tratando deapaciguar al Señor, echaron a Jonás almar. Un gran pez lo tragó, y estuvo enel vientre del pez durante tres días y

tres noches. Jonás oró pidiendo per-dón y liberación, y el pez lo vomitó,echándolo a tierra. La segunda vezque el Señor le habló, él escuchó Suvoz y fue a Nínive a llamar a la gente alarrepentimiento8.

Algunos quizás necesitemos algoextraordinario como la experiencia dela zarza ardiente para despertar nues-tros sentidos. En tal caso, la naturale-za esencial de un elemento —unapersona, una situación, un objeto—se percibe súbitamente. Entendemosque ello representa la inspiración. Lacapacidad de percibir por inspiraciónlos elementos comunes y corrientesde la vida con su verdadero significa-do es un don especial. Muchas perso-nas no reciben inspiración porque el“gran poder” de Dios “puede parecerpequeño al entendimiento de loshombres”9, o porque éstos tienden “aasombrarse cada vez menos de unaseñal o prodigio del cielo”10.

A una edad temprana, aprendí quecualquiera de nosotros puede recibirinspiración. Al principio de la escuelasecundaria, tenía una clase muy difícilen la cual no entendía la mayor partede lo que se enseñaba. Un día, el pro-fesor me hizo una pregunta; no en-tendía la pregunta, cuanto menos larespuesta. Pero de pronto se me ocu-rrió la contestación, no sé cómo, y sela dije al profesor. Era correcta, peroyo sabía que no provenía de mí.

Así que, ¿cómo reconocemos la ins-piración cuando la recibimos? Enósdijo: “Y mientras así me hallaba lu-chando en el espíritu, he aquí, la vozdel Señor de nuevo penetró mi men-te…”11. La voz del espíritu de revela-ción no tiene que ser audible, peronos da una confirmación divina a tra-vés de nuestros pensamientos e im-presiones. Como dice en Doctrina yConvenios, “… hablaré a tu mente y atu corazón por medio del EspírituSanto que vendrá sobre ti y morará entu corazón”12. Debemos cultivar la sen-sibilidad para escuchar esa voz divina.

La primera radio que tuve fue un

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 63

Presidente Thomas S. MonsonPrimer Consejero

Presidente Gordon B. Hinckley

Jeffrey R. Holland Henry B. EyringRobert D. HalesRichard G. ScottJoseph B. WirthlinM. Russell Ballard

LA PRESIDENCIA DE LOS SETENTA

LA PRIMERA PRESIDENCIA

AUTORIDADES GENERALES DE LA IGLESIA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS

Charles Didier Merrill J. Bateman John H. GrobergEarl C. Tingey D. Todd Christofferson Dieter F. Uchtdorf David E. Sorensen

Abril de 2004

Presidente James E. FaustSegundo Consejero

EL QUÓRUM DE LOS DOCE APÓSTOLES

Boyd K. Packer L. Tom Perry David B. Haight Neal A. Maxwell Russell M. Nelson Dallin H. Oaks

Steven E. Snow

Carlos H. Amado Neil L. Andersen Monte J. Brough Sheldon F. Child L. Whitney Clayton Gary J. Coleman

Gene R. Cook Quentin L. Cook Claudio R. M. Costa Robert K. Dellenbach John B. Dickson Christoffel Golden Jr.

Donald L. Hallstrom F. Melvin Hammond Harold G. Hillam F. Burton Howard Jay E. Jensen Marlin K. Jensen

Kenneth Johnson W. Rolfe Kerr Yoshihiko Kikuchi John M. Madsen Richard J. Maynes Lynn A. Mickelsen

Glenn L. Pace Bruce D. Porter Carl B. Pratt Ronald A. Rasband Lynn G. Robbins Cecil O. Samuelson Jr.

Francisco J. Viñas Lance B. Wickman W. Craig Zwick

Richard C. EdgleyPrimer Consejero

H. David BurtonObispo Presidente

Keith B. McMullin Segundo Consejero

Spencer J. Condie

Walter F. González

Dennis B.Neuenschwander

EL OBISPADO PRESIDENTE

EL PRIMER QUÓRUM DE LOS SETENTA EL SEGUNDO QUÓRUM DE LOS SETENTA

Bruce C. Hafen

Mervyn B. Arnold E. Ray Bateman Douglas L. Callister Craig C. Christensen Shirley D. Christensen Val R. Christensen

Keith Crockett Adhemar Damiani James M. Dunn Daryl H. Garn D. Rex Gerratt H. Aldridge Gillespie

Spencer V. Jones Gerald N. Lund Clate W. Mask Jr. Dale E. Miller Merrill C. Oaks Robert C. Oaks

Robert F. Orton Stephen B. Oveson William W. Parmley Wayne S. Peterson H. Bryan Richards R. Conrad Schultz

Dennis E. Simmons Donald L. Staheli Robert R. Steuer David R. Stone H. Bruce Stucki

Richard H. Winkel Robert S. Wood

William R. Walker

Gordon T. Watts

Keith K. Hilbig

W. Douglas Shumway

Stephen A. West Robert J. Whetten H. Ross Workman

Darwin B. Christenson

Ronald T. Halverson

Ned B. Roueché

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L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 67

receptor de cristal; era muy difícil sin-tonizarla en la frecuencia de una esta-ción en particular; literalmente teníaque rozar con el fino alambre recep-tor la superficie del áspero cristal paraencontrar el punto exacto, una dimi-nuta muesca o punta en el cristal queera la que recibía la señal. Apenas unmilímetro hacia cualquiera de los la-dos de ese punto se perdía la señal ysólo recibía una estática discordante.Al cabo del tiempo, con paciencia yperseverancia, buena vista y pulso fir-me, aprendí a encontrar ese punto enel cristal con relativa facilidad.

Lo mismo sucede con la inspira-ción. Debemos estar sintonizados conla inspiración de Dios y eliminar la es-tática discordante; tenemos que esfor-zarnos por lograr esa sintonía. Lamayoría de nosotros necesita muchotiempo para conseguirla. Cuando ha-cía poco tiempo que me habían llama-do como Autoridad General, elpresidente Marion G. Romney, que enaquel entonces estaba en sus setentaaños, nos dijo: “Yo sé cuándo obro di-rigido por el Espíritu y cuándo no”. Lacapacidad de reconocer cuándo nosguía el Espíritu es un don supremo.

Si hablamos en términos de la co-municación moderna, los radiorre-ceptores de cristal nos ayudaron asalir de la edad del oscurantismo en

materia de comunicaciones. Con latecnología avanzada, utilizamos telé-fonos celulares para comunicarnos lamayor parte del tiempo; sin embargo,a veces hay puntos muertos en losque la señal falla para el celular; estosucede cuando el teléfono se usa enun túnel o cañón, o cuando hay otrainterferencia.

Lo mismo sucede con la comuni-cación divina. La voz, aunque es suave y apacible, es sumamente po-derosa y “a través de todas las cosassusurra y penetra”13. Pero, como mepasaba con el viejo radiorreceptor decristal, el mensaje puede estar allípero no lo escuchamos. Quizás hayaelementos en nuestra vida que nosimpidan oírlo porque hemos “dejadode sentir”14. Muchas veces nos pone-mos en un punto muerto espiritual,en lugares y condiciones que blo-quean los mensajes divinos. Algunosde esos puntos muertos pueden serel enojo, la pornografía, la transgre-sión, el egoísmo y otras situacionesque ofenden al Espíritu.

Los mensajes vienen a nosotros enforma individual y directa de unafuente divina y por medio de nuestrosoficiales que presiden en la Iglesia;también de gran importancia son losmensajes procedentes de nuestrospadres y abuelos. Los mensajes de los

padres quizás no se deseen; pero conla experiencia y con el paso del tiem-po, nos damos cuenta de que los querecibimos de nuestro padre y nuestramadre son mensajes de amor. La obe-diencia a los consejos de los padres esuna forma de cumplir el mandamien-to que dice: “Honra a tu padre y a tumadre”15.

Uno de los mensajes que muchaspersonas pierden en nuestros días esla palabra del Señor que nos mandaconservarnos “sin mancha del mun-do”16. Se nos dice que “muchos sonlos llamados, y pocos los escogidos”,y que la razón de ello es que “a talgrado han puesto su corazón en lascosas de este mundo”17.

El mensaje trascendental delSalvador en el Sermón del Monte tie-ne para nosotros la importancia deuna “zarza ardiente”: “…buscad pri-meramente edificar el reino de Dios, yestablecer su justicia”18. Es precisoque ese mensaje penetre nuestro co-razón y nuestra alma. Al aceptarlo, es-tamos estableciendo nuestra posturapersonal en esta vida. La asistencia re-gular al templo nos ayudará a procu-rar constantemente edificar el reinode Dios. Nunca han tenido tantas per-sonas acceso a las sagradas casas delSeñor como ahora que hay 117 tem-plos en el mundo.

La hermana Liriel Domiciano, de Brasil, canta con el Coro del Tabernáculo durante la sesión de la conferencia del domingo

por la mañana.

68

Otro mensaje muy importante es la necesidad de fortalecer y salva-guardar a nuestras familias. Son demasiadas las familias que están de-sintegrándose. Esta penosa tendenciatrae aparejada una serie interminablede consecuencias. La felicidad en elmatrimonio comienza con el maridoy la mujer conviviendo con amor,bondad y respeto mutuo, y andandorecta y humildemente delante delSeñor. Esa felicidad depende de la fi-delidad a todos los votos y convenios.Cuando la familia se deshace, sea cualsea la causa, los padres deben esfor-zarse especialmente por sostener yayudar a los miembros inocentes quela componen.

Otro mensaje esencial es que sea-mos honrados con el Señor, con no-sotros mismos y con los demás.Debemos pagar honradamente eldiezmo, vivir de acuerdo con nuestrosingresos y ahorrar para tiempos de es-casez. La deuda es una esclavitud por-que “el que toma prestado es siervodel que presta”19. A veces es necesariotener una deuda, como para compraruna casa o costearse una carrera. El

consejo del Señor al respecto es “Pagala deuda que has contraído… Líbratede la servidumbre”20.

Dios nos da mensajes de instruc-ción o de aliento con objeto de capa-citarnos para hacer Su voluntad;muchas veces lo hace a fin de prepa-rarnos para una tarea determinada.Ese fue el caso de Moisés y el mensajeque provino de la zarza ardiente.Debemos mantener nuestra vida enorden para que, cuando recibamosesa clase de mensaje diciéndonos quéquiere el Señor que hagamos, poda-mos responder. Es preciso que nosaseguremos de estar en situación dereconocerlo y llevarlo a cabo.

En esta época nos bombardeancon mensajes de muchas proceden-cias, tanto profanos como espiritua-les. ¿Cómo podemos determinarcuáles son los más importantes paranosotros? Sugiero que nos fijemos enel origen que tienen y en lo que losmotiva. El Señor nos ha dado unaguía por medio del profeta Alma:“…todo lo que es bueno viene deDios; y todo lo que es malo, del dia-blo procede”21. Debemos esforzarnos

por ser dignos a fin de no perdernoslos mensajes profundos que provie-nen de Dios. Al fin y al cabo, estosmensajes contienen la suma total delEvangelio de Jesucristo.

He tenido el gran privilegio de co-nocer y relacionarme con más de lamitad de los presidentes que ha teni-do la Iglesia desde el profeta JoséSmith. Conocí al presidente Heber J.Grant cuando yo era presbítero en elSacerdocio Aarónico; sentí amor porél, así como lo he sentido por todoslos presidentes desde entonces.Siempre he querido vivir en armoníacon sus consejos.

En los nueve años que el presiden-te Thomas S. Monson y yo hemosprestado servicio como consejeros delpresidente Gordon B. Hinckley, he lle-gado a saber y a sentir absolutamentey sin duda alguna que el presidenteHinckley es el Presidente y Profeta ins-pirado para nuestra época. Testificoque él ha sabido y ha recibido y conti-nuará recibiendo la voluntad delSeñor para Su pueblo y para el mundoentero. Siempre debemos estar aten-tos y hacer caso a los mensajes proféti-cos que provienen de aquel que es elactual Presidente de la Iglesia. Que po-damos hacerlo, lo ruego en el nombrede Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Véase Buck Private McCollum, History and

Rhymes of the Lost Batallion (1939).2. Éxodo 3:2.3. Éxodo 3:3.4. Éxodo 3:4.5. Éxodo 3:5.6. Éxodo 3:8.7. 1 Reyes 19:11–12.8. Véase Jonás 1–3.9. Éter 3:5.

10. 3 Nefi 2:1.11. Enós 1:10.12. D. y C. 8:2.13. D. y C. 85:6.14. 1 Nefi 17:45.15. Éxodo 20:12.16. D. y C. 59:9.17. D. y C. 121:34–35.18. Traducción de José Smith, Mateo 6:38;

véase también Mateo 6:33.19. Proverbios 22:7.20. D. y C. 19:35.21. Alma 5:40.

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 69

A l contemplar detenidamente elmundo actual, se hace cadavez más evidente que Satanás

se esmera sin respiro a fin de esclavizarlas almas de los hombres. Su blancoprincipal es la unidad fundamental dela sociedad: la familia.

Durante el transcurso de las últi-mas décadas, Satanás ha hecho unaagresiva campaña para denigrar a esaorganización, la más básica e impor-tante de todas. Su éxito se vuelvecada vez más obvio, y a diario se ven,

se reportan y se escuchan hechos de-salentadores que tienen que ver conel desmoronamiento de muchas fami-lias. Con la decadencia de la familia,presenciamos los terribles efectos dedicho deterioro en nuestra sociedad:más delitos, problemas de comporta-miento, pobreza, consumo de drogas,y la lista sigue aumentando.

A mi modo de ver, el visor de lamira telescópica de Satanás apunta alos esposos y padres. Por ejemplo, losmedios de comunicación actuales lan-zan ataques despiadados de burla ymenosprecio a los maridos y a los pa-dres en sus funciones que Dios les hadado.

Ejemplos de las EscriturasTal vez sea útil refutar con las

Escrituras la forma en que los mediosde comunicación presentan a los ma-ridos y a los padres, puesto que enellas tenemos tantos excelentes mo-delos.

El Padre y el Salvador. En elNuevo Testamento alcanzamos a vislumbrar la relación del Salvadorcon el Padre. Una de las vislumbresmás vívidas es lo que ocurrió en el

huerto momentos antes de que fue-se traicionado.

“…y puesto [Jesús] de rodillas, oró,“diciendo: Padre, si quieres, pasa

de mí esta copa; pero no se haga mivoluntad, sino la tuya.

“Y se le apareció un ángel del cielopara fortalecerle”1.

Moisés y Jetro. En Éxodo contamoscon el ejemplo de Jetro, el suegro deMoisés, que observaba la forma enque su yerno gobernaba a los hijos deIsrael:

“Viendo el suegro de Moisés todolo que él hacía con el pueblo, dijo:¿Qué es esto que haces tú con el pue-blo? ¿Por qué te sientas tú solo, y todoel pueblo está delante de ti desde lamañana hasta la tarde?

“Y Moisés respondió a su suegro:Porque el pueblo viene a mí para con-sultar a Dios…

“Entonces el suegro de Moisés ledijo: No está bien lo que haces.

“Desfallecerás del todo, tú, y tam-bién este pueblo que está contigo;porque el trabajo es demasiado pesa-do para ti; no podrás hacerlo tú solo”2.

A continuación Jetro enseñó aMoisés cómo delegar esta responsabi-lidad al llamar a hombres capaces y te-merosos de Dios y dejar que ellosjuzgaran como gobernantes en Israel:

“Ellos juzgarán al pueblo en todotiempo; y todo asunto grave lo trae-rán a ti, y ellos juzgarán todo asuntopequeño. Así aliviarás la carga sobreti, y la llevarán ellos contigo”3.

Alma. En el Libro de Mormón te-nemos el relato de Alma, hijo deAlma, el cual se contaba entre los re-beldes que obraban toda clase de ini-quidad. Alma padre oró con mucha fepara que su hijo fuera traído al cono-cimiento de la verdad, una oraciónque fue contestada de manera muyespecial:

“Ahora bien, aconteció que mien-tras se ocupaba en destruir la iglesiade Dios… el ángel del Señor; y des-cendió como en una nube; y les hablócomo con voz de trueno…

El ser padre, un llamamientoeternoÉ L D E R L . TO M P E R R YDel Quórum de los Doce Apóstoles

Prestemos atención a la voz de los profetas quienes, desde elprincipio de los tiempos, nos han amonestado acerca de laimportancia de los padres en el hogar.

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“y tan grande fue su asombro quecayeron por tierra, y no comprendie-ron las palabras que les habló.

“Sin embargo, clamó otra vez, di-ciendo: Alma, levántate y acércate,pues ¿por qué persigues tú la iglesiade Dios? Porque el Señor ha dicho:Ésta es mi iglesia, y yo la estableceré;y nada la hará caer sino la transgre-sión de mi pueblo.

“Y dijo además el ángel: He aquí, elSeñor ha oído las oraciones de supueblo, y también las oraciones de susiervo Alma, que es tu padre; porqueél ha orado con mucha fe en cuanto ati, para que seas traído al conocimien-to de la verdad; por tanto, con este finhe venido para convencerte del podery la autoridad de Dios, para que lasoraciones de sus siervos sean contes-tadas según su fe”4.

Cuando Alma joven se recuperó de esa experiencia, era un hombrecambiado.

La función del padre se vadesvaneciendo

Satanás, como parte de un plan mi-nuciosamente creado a fin de destruira la familia, procura reducir la funcióndel padre. La falta de la influencia po-sitiva del padre en el hogar se mani-fiesta en el incremento de violenciaentre los jóvenes, los delitos juveniles,el aumento de pobreza y la falta de se-guridad económica5. La familia necesi-ta del padre a modo de ancla.

No cabe duda de que a estas altu-ras, tras siglos de experiencia, hemosaprendido que la familia básica pro-porciona el fundamento más estable yseguro para la sociedad, y que es

básica en la preparación de los jóve-nes para sus responsabilidades futu-ras. Ya deberíamos haber aprendidoque los estilos de estructuras familia-res alternativas no han funcionado, nijamás lo harán. La Primera Presidenciay el Quórum de los Doce Apóstoles loafirmaron claramente en “La familia:una proclamación para el mundo”.

“Nosotros, la Primera Presidencia yel Consejo de los Doce Apóstoles deLa Iglesia de Jesucristo de los Santosde los Últimos Días, solemnementeproclamamos que el matrimonio en-tre el hombre y la mujer es ordenadopor Dios y que la familia es la partecentral del plan del Creador para eldestino eterno de Sus hijos.

“Todos los seres humanos, hom-bres y mujeres, son creados a la ima-gen de Dios. Cada uno es un amadohijo o hija espiritual de padres celes-tiales y, como tal, cada uno tiene unanaturaleza y un destino divinos. El serhombre o mujer es una característicaesencial de la identidad y el propósitoeternos de los seres humanos en lavida premortal, mortal y eterna…

“El primer mandamiento que Diosles dio a Adán y a Eva tenía que ver conel potencial que, como esposo y espo-sa, tenían de ser padres. Declaramosque el mandamiento que Dios dio aSus hijos de multiplicarse y henchir latierra permanece inalterable. Tambiéndeclaramos que Dios ha mandado quelos sagrados poderes de la procreaciónse deben utilizar sólo entre el hombrey la mujer legítimamente casados,como esposo y esposa…

“Por designio divino, el padre debepresidir sobre la familia con amor yrectitud y tiene la responsabilidad deprotegerla y de proveerle las cosas ne-cesarias de la vida. La responsabilidadprimordial de la madre es criar a loshijos. En estas responsabilidades sa-gradas, el padre y la madre, comoiguales, están obligados a ayudarsemutuamente. Las incapacidades físi-cas, la muerte u otras circunstanciaspueden requerir una adaptación

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 71

individual. Otros familiares debenayudar cuando sea necesario…

“Advertimos a las personas que vio-lan los convenios de castidad, queabusan de su cónyuge o de sus hijos,o que no cumplen con sus responsa-bilidades familiares, que un día debe-rán responder ante Dios. Aún más,advertimos que la desintegración dela familia traerá sobre el individuo, lascomunidades y las naciones las cala-midades predichas por los profetasantiguos y modernos”6.

La función del padreEn vista de advertencias tan ur-

gentes sobre el futuro de los hijos denuestro Padre Celestial, las madres ylos padres deben hacerse un examende conciencia a fin de asegurarse deque estén siguiendo las indicacionesdel Señor sobre cómo edificar fami-lias eternas. Para los padres, la pre-gunta es: ¿qué espera el Señor quehagamos?

Una vez que se ha establecido unafamilia, las funciones del padre inclu-yen lo siguiente:

1. El padre es cabeza de familia.“La paternidad es liderazgo, el lide-

razgo más importante. Siempre lo hasido, y siempre lo será. Padre, con laayuda, el consejo y el aliento de tucompañera eterna, tú presides en elhogar. No se trata de que tú seas másdigno o estés mejor preparado, sinoque tiene que ver con [una asignacióndivina]”7.

El liderazgo que presten en sus ho-gares debe incluir dirigir a la familia aladorar.

“Tú presides cuando la familia sesienta a la mesa y cuando hace la ora-ción familiar. Presides la noche de ho-gar y, con la guía del Espíritu delSeñor, te aseguras de que tus hijos re-ciban la enseñanza adecuada con res-pecto a principios correctos. Turesponsabilidad principal consiste enbrindar la dirección relacionada contoda la vida familiar.

“Ofreces bendiciones de padre.

Tomas parte activa en el estableci-miento de reglas y disciplina familia-res. Como director de tu hogar, hacesplanes y te sacrificas para lograr lasbendiciones de una familia unida y fe-liz. A fin de convertir esto en una her-mosa realidad, toda tu vida debe giraralrededor de tu familia”8.

Tal como aconsejó el presidenteJoseph F. Smith: “Hermanos, en el ho-gar son demasiado limitados la devo-ción religiosa, el amor y el temor deDios; la mundanería, el egoísmo, la in-diferencia y la falta de reverencia en lafamilia son excesivos; de lo contrario,no existirían tan abundantemente al-rededor. De manera que es el hogarlo que debe reformarse. Hoy, mañana,procuren efectuar un cambio en suhogar…”9.

Recuerden, hermanos, que en sufunción de líder de la familia, tienen asus esposas por compañeras. Comoenseñó el presidente Gordon B.Hinckley: “En esta Iglesia, el hombreno camina delante de su esposa ni de-trás de ella, sino al lado de ella. Sonmutuamente iguales…”10. Desde elprincipio, Dios ha indicado a la huma-nidad que el matrimonio debe de

juntar a marido y mujer en unión11,por lo cual en la familia no hay presi-dente ni vicepresidenta. Ambos cón-yuges trabajan juntos eternamentepor el bien de la familia. Al liderar,guiar y dirigir a su familia, se unen enpalabra, obra y acción. Se encuentranen igualdad de condiciones, y así, jun-tos y unánimes, avanzan en la planifi-cación y organización de los asuntosfamiliares.

2. El padre es maestro.El consejo del presidente Joseph F.

Smith se aplica hoy en día: “No dejena sus hijos en manos de especialis-tas… sino instrúyanlos por su propioprecepto y ejemplo, en su propio ho-gar. Sean ustedes mismos especialis-tas de la verdad”12.

“Cuando reconoces la importanciade enseñar a tus hijos, te vuelves hu-milde, ya que inmediatamente com-prendes que sólo puedes lograrlo por medio del precepto y del ejem-plo. No puedes ser de una manera yenseñar con eficacia lo contrario.Debes vivir, estudiar y orar para lograrla constante compañía del EspírituSanto. Debes purificarte y organizartu vida de tal modo que tu ejemplo y

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dirección reflejen la luz del Evangeliode Jesucristo.

“Debes planificar tu día según laguía recibida del Espíritu del Señor,buscando afanosamente tanto tu bie-nestar como el de tu familia antes deque las otras preocupaciones ence-guezcan el cuidado que debes brindara las primeras responsabilidades. Talcomo los profetas vivientes nos hanenseñado: ‘Ningún éxito en la vidapuede compensar el fracaso en el ho-gar’ (David O. McKay, en ConferenceReport, abril de 1964, pág. 5; citadode J. E. McCulloch, Home: The Saviorof Civilization, 1924, pág. 42)”13.

3. El padre es la fuente de sustentotemporal.

El presidente Ezra Taft Benson loexpresó con claridad: “El Señor le hadado al hombre la responsabilidad deproporcionar el sustento a su familia,de tal manera que la esposa puedacumplir con su función de madre en elhogar… a veces la madre trabaja fuerade la casa animada por su marido, e in-cluso ante la insistencia de él… [por]las conveniencias que puede comprarel dinero extra. Hermanos, en esos ca-sos no sólo sufrirá la familia, sino quesu desarrollo espiritual y su progresoquedarán obstaculizados”14.

Padres, por decreto divino, ustedeshan de presidir sus familias. Tal res-ponsabilidad es seria, y debido a quees eterna, es la más importante quejamás asumirán. Denle a la familia laprioridad debida. Es la parte de sus vi-das que perdurará más allá de la tum-ba. Testifico que la siguientedeclaración es verdadera:

“La posición de los hombres den-tro de la familia, especialmente losque poseen el Sacerdocio deMelquisedec, es de suma importancia,y se la debe reconocer y guardar en elorden y con la autoridad que Diosconfirió al varón cuando lo colocó a lacabeza del hogar”.

“No hay autoridad más alta en los asuntos relacionados con la organi-zación familiar que la del padre, especialmente cuando preside esa or-ganización un hombre que posee elSacerdocio Mayor… El orden patriar-cal es de origen divino y continuará através de esta vida y de la eternidad.De modo que existe una razón parti-cular por la que hombres, mujeres yniños deben entender este orden yesta autoridad en los hogares del pue-blo de Dios, y procurar convertirlo enlo que Dios tuvo por objeto que fuese:una habitación y preparación para la

exaltación más elevada de Sus hijos.En el hogar, la autoridad presidentesiempre se confiere al padre, y no hayotra más primordial que ésta en todoslos asuntos del hogar y de la familia”15.

Ahora bien, no identifiqué variasde las citas que presenté, pues lo hicea propósito, pero estarán claramenteanotadas en la edición de mayo de lasrevistas Ensign y Liahona. Les invito aestudiar dichas fuentes y repasar es-tos mensajes de la conferencia; sonrevistas magníficas que desde luegodeberían estar en todo hogar, de esamanera el espíritu de esta conferenciapuede vivir en sus páginas durantetodo el año.

Prestemos atención a la voz de losprofetas quienes, desde el principiode los tiempos, nos han advertidoacerca de la importancia de los padresen el hogar. Que tomemos una deter-minación más plena de cumplir conlos deberes y responsabilidades queel Señor nos ha dado como padres enSión es mi humilde plegaria, en elnombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Lucas 22:41–43.2. Éxodo 18:14–15, 17–18.3. Éxodo 18:22.4. Mosíah 27:10–14.5. Véase David Blankenhorn, Fatherless

America: Confronting Our Most UrgentSocial Problem, 1995, introducción, págs.25–48; David Popenoe, Life Without Father,1996, págs. 52–78.

6. Liahona, enero de 1996, pág. 117.7. El Quórum de los Doce Apóstoles, Padre,

considera tus obras: Un mensaje de LaIglesia de Jesucristo de los Santos de losÚltimos Días (folleto. 1973); reimpreso enEnsign, junio de 2002, pág. 16.

8. Ensign, junio de 2002, pág. 16.9. “Worship in the Home”, Improvement Era,

diciembre de 1903, pág. 138.10. En Conference Report, octubre de 1996,

pág. 68; o, Ensign, noviembre de 1996,pág. 49. Presidente Gordon B. Hinckley,Liahona, enero de 1997, pág. 59.

11. Véase Génesis 2:24.12. Enseñanzas de los Presidentes de la

Iglesia: Joseph F. Smith, 1999, pág. 373.13. Ensign, junio de 2002, pág. 14.14. En Conference Report, octubre de 1987,

págs. 60–61; o Ensign, noviembre de 1977,pág. 49.

15. Joseph F. Smith, “The Rights ofFatherhood,” Juvenile Instructor, 1 de marzo de 1902, pág. 146.

Teniendo como telón de fondo el Templo de Frankfurt, Alemania, una familia llega

al centro de reuniones para ver una de las sesiones de la conferencia general,

llevada a cabo en abril de 2004.

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 73

Cuando era jovencito, volví undía a casa después de un tor-neo de básquetbol del octavo

año escolar desanimado, desilusiona-do y confuso. “¡No sé por qué perdi-mos! ¡Yo tenía fe en que íbamos aganar!”, me quejé a mi madre.

Ahora me doy cuenta de que no sa-bía entonces lo que es la fe.

La fe no es una bravuconada, noes sólo un deseo, ni sólo una espe-ranza. La verdadera fe es fe en elSeñor Jesucristo, es la confianza y se-guridad en Él que llevan a la personaa seguirlo1.

Hace muchos siglos, Daniel y susjóvenes compañeros se vieron depronto lanzados de su lugar seguro almundo, a un mundo extraño y ame-nazante. Cuando Sadrac, Mesac yAbed-nego rehusaron inclinarse ante

la estatua de oro que había mandadohacer Nabucodonosor y adorarla,éste, furioso, les dijo que si no lo ha-cían, se les echaría en un horno ar-diente, y agregó: “…¿y qué Dios seráaquel que os libre de mis manos?”2.

Los tres jóvenes respondieron deinmediato y con confianza: “He aquínuestro Dios a quien servimos puedelibrarnos del horno de fuego ardien-do; y de tu mano, oh rey, noslibrará”. Esas palabras reflejan la cla-se de fe que yo tenía cuando estabaen el octavo grado. Pero entoncesellos demostraron que comprendíanplenamente lo que es la fe, al decir: “Y si no… no serviremos a tus dioses,ni tampoco adoraremos la estatuaque has levantado” 3. Ésa es una decla-ración de verdadera fe.

Ellos sabían que podían confiaren Dios, aun cuando las cosas no sa-lieran de acuerdo con sus esperan-zas4. Sabían que la fe es algo másque un asentimiento mental, másque el simple reconocimiento deque Dios vive. La fe es confianza total en Él.

La fe es creer que aunque no locomprendamos todo, Él lo compren-de; fe es saber que aunque nuestropoder es limitado, el Suyo no lo es. Lafe en Jesucristo consiste en una com-pleta confianza en Él.

Sadrac, Mesac y Abed-nego sabíanque siempre podían confiar en Él,porque conocían Su plan y sabían queÉl no cambia5. Sabían, como nosotros

sabemos, que la mortalidad no es uncapricho de la naturaleza sino un bre-ve segmento del gran plan6 de nues-tro amoroso Padre Celestial parahacer posible que nosotros, Sus hijose hijas, alcancemos las mismas bendi-ciones de las que Él disfruta, si esta-mos dispuestos.

Sabían, como nosotros sabemos,que en nuestra vida premortal Él nosenseñó el propósito de la condiciónmortal: “…haremos una tierra sobrela cual éstos puedan morar; y conesto los probaremos, para ver si harántodas las cosas que el Señor su Diosles mandare”7.

Ahí está, bien claro: es una prueba.El mundo es un lugar de probaciónpara hombres y mujeres mortales.Cuando comprendemos que todo esuna prueba, administrada por nuestroPadre Celestial, que quiere que con-fiemos en Él y le permitamos ayudar-nos, entonces vemos todo con mayorclaridad.

Su obra y Su gloria, nos dijo Él, es“llevar a cabo la inmortalidad y la vidaeterna del hombre”8. Él ya ha alcanza-do la condición de Dios y ahora Suúnico objetivo es ayudarnos, habilitar-nos para regresar con Él, y ser comoÉl es y llevar, eternamente, la clase devida que Él lleva.

Por saber todo eso, no fue difícilpara aquellos tres jóvenes hebreostomar su decisión: seguirían a Dios,tendrían fe en Él y Él los libraría… ysi no… ya sabemos el resto de la historia.

El Señor nos ha dado el albedrío, elderecho y la responsabilidad de deci-dir9. Él nos prueba permitiendo quetengamos dificultades; y nos aseguraque no permitirá que seamos tenta-dos más allá de nuestra capacidad deresistir10. Pero debemos comprenderque los grandes desafíos forman agrandes hombres. No buscamos lastribulaciones, pero si reaccionamoscon fe, el Señor nos fortalece. Los Y sino… pueden convertirse en extraor-dinarias bendiciones.

Y si no…É L D E R D E N N I S E . S I M M O N SDe los Setenta

Los hombres logran cosas maravillosas al confiar en elSeñor y obedecer Sus mandamientos; ejerciendo la fe, auncuando no sepan cómo los va a formar el Señor.

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El apóstol Pablo aprendió esa im-portante lección y declaró, después dedécadas de un dedicado servicio mi-sional: “…nos gloriamos en las tribula-ciones, sabiendo que la tribulaciónproduce paciencia; y la paciencia,prueba; y la prueba, esperanza; y la es-peranza no avergüenza…”11.

El Salvador le había asegurado alApóstol lo siguiente: “…Bástate migracia; porque mi poder se perfeccio-na en la debilidad”12.

Pablo respondió: “Por tanto, debuena gana me gloriaré más bien enmis debilidades, para que repose so-bre mí el poder de Cristo. Por lo cual,por amor a Cristo me gozo en debili-dades, en afrentas, en necesidades, enpersecuciones, en angustias; porquecuando soy débil, entonces soy fuer-te”13. Cuando Pablo se enfrentó consus dificultades a la manera del Señor,su fe aumentó.

“Por la fe Abraham, cuando fueprobado, ofreció a Isaac”14. Por sugran fe, a Abraham se le prometió unaposteridad más numerosa que las estrellas en los cielos, y que tendría

esa posteridad por medio de Isaac.Pero Abraham obedeció inmediata-mente el mandato del Señor, porqueDios cumpliría Su promesa; y si noera de la manera que Abraham lo es-peraba, de todos modos confiaba enÉl completamente.

Los hombres logran cosas maravi-llosas al confiar en el Señor y obede-cer Sus mandamientos; ejerciendo lafe, aun cuando no sepan cómo los vaa formar el Señor.

“Por la fe Moisés… rehusó llamarsehijo de la hija de Faraón, escogiendoantes ser maltratado con el pueblo deDios, que gozar de los deleites tempo-rales del pecado, teniendo por mayo-res riquezas el vituperio de Cristo quelos tesoros de los egipcios…

“Por la fe dejó Egipto, no temien-do la ira del rey…

“Por la fe pasaron el Mar Rojocomo por tierra seca…

“Por la fe cayeron los muros deJericó…”15.

Y otros: “…por fe conquistaron reinos… alcanzaron promesas, tapa-ron bocas de leones,

“apagaron fuegos impetuosos, evi-taron filo de espada, sacaron fuerzasde debilidad, se hicieron fuertes enbatallas”16.

No obstante, en medio de todosesos resultados gloriosos en los queconfiaban y esperaban los participan-tes, siempre existieron los Y si no:

“Otros experimentaron vituperiosy azotes… prisiones y cárceles.

“Fueron apedreados, aserrados,puestos a prueba, muertos a filo deespada; anduvieron de acá para allá…pobres, angustiados, maltratados… 17

“…proveyendo Dios cosas mejorespara ellos mediante sus padecimien-tos, porque sin padecimientos no po-dían ser perfeccionados”18.

Nuestras Escrituras y nuestra histo-ria están repletas de relatos de gran-des hombres y mujeres de Dios quecreían que Él los libraría… y si no,demostraron que igual confiaban yeran leales.

Él tiene el poder, pero nuestra es laprueba.

¿Qué espera el Señor de nosotroscon respecto a nuestras dificultades?

Espera que hagamos todo lo que po-damos, y Él hará el resto. Nefi dijoque “es por la gracia por la que nossalvamos, después de hacer cuantopodamos”19.

Debemos tener la misma fe queSadrac, Mesac y Abed-nego.

Nuestro Dios nos librará del ridículo y de la persecución… y si no… de enfermedades y dolencias… y si no… de la soledad, de la depresión y el temor… y si no… de amenazas, de acusaciones e inseguridad… y si no… de la muerte o de daño de nuestros seresqueridos… y si no… confiaremos en el Señor.

Nuestro Dios hará que recibamosjusticia y equidad… y si no… Él seasegurará de que se nos ame y reco-nozca… y si no… se nos dará uncónyuge perfecto y tendremos hijosíntegros y obedientes… y si no…tendremos fe en el Señor Jesucristosabiendo que si hacemos todo loque podamos, a Su tiempo y a Sumanera seremos librados y recibire-mos todo lo que Él tiene20. De esotestifico, en el nombre de Jesucristo.Amén. ■

NOTAS1. Véase “Fe”, en la Guía para el estudio de

las Escrituras, págs. 78–80 Hebreos 11:1;Alma 32:21; Éter 12:6.

2. Daniel 3:15.3. Daniel 3:17–18; cursiva agregada.4. Véase Mosíah 7:33.5. Véase Alma 7:20; 3 Nefi 24:6; Mormón

9:19; Moroni 8:18.6. Véase 2 Nefi 11:5; Alma 12:25; 34:9; 41:2;

42:5, 11–13; D. y C. 84:35–38.7. Véase Abraham 3:24–25.8. Véase Moisés 1:39.9. Véase 2 Nefi 2:27; Helamán 14:30; D. y C.

101:78.10. Véase 1 Corintios 10:13; Alma 13:28.11. Romanos 5:3–5.12. 2 Corintios 12:9.13. 2 Corintios 12:9–10.14. Hebreos 11:17.15. Hebreos 11:24–27, 29–30; cursiva

agregada.16. Hebreos 11:33–34; cursiva agregada.17. Hebreos 11:36–37.18. Hebreos 11:40; véase también el mismo

versículo en la traducción de José Smith de la Biblia, en inglés.

19. 2 Nefi 25:23.20. Véase D. y C. 84:35–38.

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 75

Amenudo he oído a mi padredescribir a mi madre comouna mujer con “corazón de

madre”, lo cual es cierto. Su influen-cia maternal la han sentido muchoscentenares, o quizás miles, de perso-nas, dado que ella ha refinado su fun-ción de madre en grado superlativo.Su testimonio del Evangelio restaura-do de Jesucristo y la clara percepciónde su identidad y propósito han guia-do su vida.

Ella tardó más que la mayoría delas mujeres en conocer al que sería sumarido, pero antes de casarse, dedicósu vida a progresar. Aunque era pococomún en su tiempo, prosiguió estu-dios universitarios y era una destaca-da profesional. Después de casarse,los hijos llegaron en rápida sucesión,y dentro de unos años, era madre de

una familia numerosa. Todo el conoci-miento que había adquirido, todas susfacultades y dones naturales, y toda supreparación, ella los invirtió en unaorganización que no tenía límites te-rrenales. Como hija de Dios fiel a susconvenios, se había preparado toda lavida para la maternidad.

¿Qué es tener “corazón de madre”y cómo se logra tenerlo? Se aprendenalgunas de esas cualidades en lasEscrituras. Parafrasearé Proverbios:“Mujer… [con corazón de madre]…¿quién la hallará? Porque su estima so-brepasa largamente a la de las piedraspreciosas… con voluntad trabaja consus manos… y planta viña del fruto desus manos… Alarga su mano al po-bre… Fuerza y honor son su vestidu-ra… Abre su boca con sabiduría, y laley de clemencia está en su lengua.Considera los caminos de su casa, yno come el pan de balde” (Proverbios31:10,13, 16, 20, 25–27). La mujer con“corazón de madre” tiene un testimo-nio del Evangelio restaurado y enseñalos principios del Evangelio con con-vicción; guarda los convenios sagra-dos que ha hecho en los santostemplos; comparte sus talentos y susconocimientos con generosidad; ad-quiere toda la instrucción que sus cir-cunstancias le permiten, elevando suintelecto y su espíritu con el deseo deenseñar lo que aprenda a las genera-ciones que la siguen.

Si tiene hijos, es una “buena ma-dre” (véase 1 Nefi 1:1) que observa y

“Corazón de madre”J U L I E B . B E C KPrimera Consejera de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes

Al cultivar un “corazón de madre”, cada niña y cada mujerse prepara para su misión divina y eterna de maternidad.

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enseña las normas de conducta en ab-soluta conformidad con las enseñan-zas de los profetas vivientes. Enseña“a sus hijos a orar y a andar rectamen-te delante del Señor” (D. y C. 68:28).En lugar de prestar oídos a las opinio-nes y a las verdades parciales delmundo, sabe que las normas delEvangelio se basan en verdades eter-nas e invariables; cree que la “respon-sabilidad primordial de… criar a [sus]hijos” es una “responsabilidad sagra-da”, fundamental y digna (véase La fa-milia: Una proclamación para elmundo). Alimentarlos físicamente estan honroso como alimentarlos espiri-tualmente. Ella “no [se cansa] de ha-cer lo bueno” y se deleita en servir asu familia, puesto que sabe que “delas cosas pequeñas proceden las gran-des” (D. y C. 64:33).

Cuánto anhelo que toda niña y todamujer tengan un testimonio de su po-tencial eterno de ser madres si guar-dan sus convenios terrenales. “Cadauna es… una amada hija espiritual depadres celestiales y, como tal, cada unatiene… un destino divino” (La familia:Una proclamación para el mundo).Como hijas espirituales de Dios, lasmujeres “recibieron sus primeras lec-ciones en el mundo de los espíritus, y fueron preparad[as] para venir” (D. y C. 138:56) a la tierra; “se hallabanentre los nobles y grandes” (D. y C.138:55) que “se regocijaban” (Job 38:7)por la creación de la tierra porque seles daría un cuerpo físico junto con laoportunidad de ser “probados” en unaesfera mortal (véase Abraham 3:25).

Desearon trabajar codo a codo conhombres justos a fin de alcanzar las

metas eternas que ni ellas ni ellos po-drían alcanzar cada uno por su lado.

La función de la mujer no comenzóen la tierra y no termina aquí. La mujer que valora la maternidad en latierra valorará la maternidad en elmundo venidero, y “donde esté [su]tesoro, allí estará también [su] cora-zón” (Mateo 6:21). Al cultivar un “co-razón de madre”, cada niña y cadamujer se prepara para su misión divi-na y eterna de maternidad. “Cualquierprincipio de inteligencia que [logre]en esta vida se levantará con [ella] enla resurrección; y si en esta vida unapersona adquiere más conocimientoe inteligencia que otra, por medio desu diligencia y obediencia, hasta esegrado le llevará la ventaja en el mun-do venidero” (D. y C. 130:18–19).

He visto en la vida que algunos delos más auténticos “corazones de ma-dre” laten en el pecho de mujeres queno criarán a hijos propios en esta tie-rra, pero ellas saben que “todas las co-sas tienen que acontecer en su hora”y que están “poniendo los cimientosde una gran obra” (D. y C. 64:32–33).Al guardar sus convenios, están invir-tiendo en un gran y prestigioso futuroporque saben que “a quienes guardensu segundo estado, les será aumenta-da gloria sobre su cabeza para siem-pre jamás” (Abraham 3:26).

Hace poco estuve en un parquedonde conocí a un grupo de mujerescon “corazón de madre”. Son mujeresjóvenes y fieles a sus convenios, inteli-gentes y con licenciaturas de respeta-das universidades. Dedicaban susmuchos dones a proyectar la cenapara aquel día y a compartir ideas sobre el gobierno de una casa.Enseñaban a pequeños de dos años aser bondadosos unos con otros, cal-maban a los bebés, consolaban a loschiquitines que se quejaban de algo yles enjugaban las lágrimas. Pregunté auna de esas madres cómo pudo tras-ladar sus talentos de tan buen grado ala función de madre. Ella me respon-dió: “Sé quién soy y lo que debo

hacer. Todo lo demás deriva de eso”.Esa joven madre edificará la fe y el ca-rácter en la próxima generación conuna oración familiar a la vez, una se-sión de estudio de las Escrituras, un li-bro leído en voz alta, una canción,una comida familiar tras otra. Se haembarcado en una gran obra y sabeque “herencia de Jehová son los hi-jos… [y]… [bienaventurada la mujer]que llenó su aljaba de ellos” (Salmos127:3, 5). Ella sabe que la influenciade una madre recta y concienzudaque persevera día tras día es muchomás perdurable, mucho más podero-sa y mucho más prestigiosa que cual-quier puesto o institución terrenalesinventados por el hombre. Entiendeque, si es digna, tiene el potencial deser bendecida como Rebeca de anta-ño de llegar a ser “madre de millaresde millares” (Génesis 24:60).

Las mujeres fieles a sus conveniosque tienen corazón de madre sabenque, ya sea que la maternidad lleguetemprano o tarde, ya sea que seanbendecidas con “su aljaba” llena de hijos aquí en la vida terrenal o no, ya sea que sean solteras, casadas oque hayan quedado solas a cargo desus hijos, en los santos templos son“[investidas] con poder de lo alto” (D. y C. 38:32) y que, con esa investi-dura, reciben las bendiciones prome-tidas y “las creen y las [aceptan]”(véase Hebreos 11:13).

Toda niña y toda mujer que hace y guarda convenios sagrados puedetener “corazón de madre”. No hay lí-mite para lo que una mujer con “cora-zón de madre” puede llevar a cabo.Las mujeres justas han cambiado elrumbo de la historia y continuarán ha-ciéndolo, y su influencia se extenderáy crecerá a un ritmo cada vez más rá-pido a lo largo de las eternidades.Cuán agradecida estoy al Señor porconfiar a las mujeres la divina misiónde la maternidad. Al igual que la ma-dre Eva, “me regocijo” (véase Moisés5:11) por saber esto. En el nombre deJesucristo. Amén. ■

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 77

Hace unas semanas, nuestro hijomenor con su esposa e hijosfueron a vernos a casa. El pri-

mero que salió del coche fue nuestronieto de dos años, que fue corriendohacia mí con los bracitos abiertos ygritando: “¡Abelo!, ¡abelo!, ¡abelo!”.

Al abrazarme las piernas, contem-plé su carita sonriente y sus grandes einocentes ojos, y pensé: “¿Qué clasede mundo le espera?”.

Durante un momento, sentí angus-tia, ese temor del futuro que tantospadres nos dicen sentir. Por todas par-tes adonde vamos, padres y madresse preocupan por el futuro de sus hi-jos en este mundo tan turbulento.

Pero entonces me sobrevino unsentimiento de confianza y mi temordel futuro se desvaneció.

El Espíritu que guía y consuela, con

el que en la Iglesia estamos tan fami-liarizados, trajo a mi memoria lo queyo ya sabía. El temor del futuro se es-fumó. Ese pequeñito de dos años yojos vivarachos tendrá una vida buena—una vida muy buena—, y tambiénsus hijos y sus nietos, aun cuando vivi-rán en un mundo lleno de muchamaldad.

Presenciarán muchos aconteci-mientos durante su vida, algunos delos cuales pondrán a prueba su valen-tía e incrementarán su fe. Pero si bus-can, con oración, ayuda y orientación,se les dará poder para vencer lo ad-verso. No se permitirá que esas tribu-laciones obstaculicen su progreso,sino que éstas les servirán para llegara adquirir mayor conocimiento.

Como abuelo y como uno de losDoce, les daré algunos consejos, algu-nas advertencias y mucho aliento.Podría hacerlo mucho mejor si laabuela de mis nietos, mi esposa du-rante cincuenta y siete años, estuvieraaquí, a mi lado. Las madres saben mu-cho más acerca de la vida que los pa-dres, pero haré lo mejor que pueda.

No le tememos al futuro, tantopara nosotros mismos como paranuestros hijos. Vivimos en tiempospeligrosamente difíciles. Los valoresmorales que estabilizaron a la huma-nidad en los tiempos pasados se estánechando por tierra.

No debemos pasar por alto las palabras de Moroni cuando vio nues-tra época y dijo: “despert[ad] a un

No temáisP R E S I D E N T E B OY D K . PA C K E RDel Quórum de los Doce Apóstoles

Los valores morales de los cuales debe depender lacivilización misma van bajando en espiral a un ritmo cadavez más rápido. No obstante, no temo al futuro.

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conocimiento de vuestra terrible si-tuación” (Éter 8:24).

No podemos tomar con ligerezaesta advertencia del Libro deMormón:

“…el Señor en su grande e infinitabondad bendice y hace prosperar aaquellos que en él ponen su confian-za… haciendo todas las cosas para elbienestar y felicidad de su pueblo; sí,entonces es la ocasión en que endu-recen sus corazones, y se olvidan delSeñor su Dios, y huellan con los piesal Santo; sí, y esto a causa de su co-modidad y su extrema prosperidad.

“Y así vemos que excepto que elSeñor castigue a su pueblo con mu-chas aflicciones, sí, a menos que lo vi-site con muerte y con terror, y conhambre y con toda clase de pestilen-cias, no se acuerda de él” (Helamán12:1–3; cursiva agregada).

¿Se han fijado en la palabra terrorde esa profética advertencia?

Los valores morales de los cualesdebe depender la civilización mismavan bajando en espiral a un ritmocada vez más rápido. No obstante, notemo al futuro.

La Primera Guerra Mundial termi-nó sólo seis años antes de que yo na-ciera. Para los que entonces éramosniños, los efectos de la guerra estabanpresentes en todas partes. La SegundaGuerra Mundial estalló sólo quinceaños después y ya comenzaban a ocu-rrir sucesos amenazantes.

Teníamos las mismas preocupacio-nes que muchos de ustedes tienenahora. Nos preguntábamos qué nosreservaría el futuro en un mundoinestable.

Cuando yo era niño, aparecían ca-sos de enfermedades infantiles regu-larmente en todas partes. Cuandoalguien tenía varicela, sarampión o pa-peras, el inspector de salud visitaba lacasa y colocaba un letrero que decía“cuarentena” en el porche o en unaventana para advertir a la gente queno se acercase. En las familias grandescomo la nuestra, esas enfermedades

se presentaban en serie, puesto queuno de los niños contagiaba al otro,por lo que el cartel quedaba a la vistadurante muchas semanas.

No podíamos ponernos barrerasdentro de casa ni quedarnos escondi-dos para evitar esos espantosos conta-gios. No teníamos más que ir alcolegio, o al empleo y a la Iglesia: ¡a lavida!

Dos de mis hermanas cayeron gra-vemente enfermas del sarampión. Alprincipio, parecieron recuperarse,pero pocas semanas después, al mirarnuestra madre por la ventana, vio aAdele, la menor de las dos, apoyadacontra el columpio (hamaca); estabadesfallecida y débil de fiebre: ¡era fie-bre reumática!, una complicación quesurgió del sarampión. La otra herma-na también tuvo la fiebre.

Fue poco lo que pudo hacerse. Apesar de todas las oraciones de mispadres, Adele falleció; tenía ochoaños de edad.

Aunque Nona, dos años mayor queAdele, se recuperó, fue delicada de sa-lud la mayor parte de su vida.

Cuando yo estaba en el sexto gradode la escuela, la maestra leyó un artícu-lo sobre una madre de familia que, alenterarse de que los hijos de la vecinatenían varicela, como existía la proba-bilidad de que sus hijos la contrajesentambién, quizás uno tras otro, decidióacabar con ello de una vez.

Por tanto, mandó a sus hijos a ju-gar con los niños de los vecinospara exponerlos al contagio y, así,ponerle punto final. Imagínense elhorror de esa mujer cuando fue elmédico y le hizo saber que no era lavaricela lo que tenían los niños, sinola viruela.

Lo mejor que había que hacer enese entonces y lo que debemos hacerahora es evitar los lugares en los quehaya peligro de contagio físico o espiritual.

No es una gran preocupación quenuestros nietos vayan a contraer el sa-rampión, puesto que se les ha inocu-lado la vacuna.

Si bien en gran parte del mundo elsarampión casi se ha erradicado, la va-cuna aún es indispensable para salvara los niños de la muerte.

Con dinero generosamente obse-quiado por Santos de los ÚltimosDías, hace poco la Iglesia donó un mi-llón de dólares a un esfuerzo conjun-to por vacunar a los niños de Áfricacontra el sarampión. Por un dólar, seprotege a un niño.

Hoy en día, los padres se inquietanpor las enfermedades morales y espi-rituales, de las cuales pueden surgirespantosas complicaciones si se aban-donan las normas y los valores mora-les. Todos debemos tomar medidasde protección.

Con las vacunas adecuadas, el or-ganismo queda protegido de enfer-medades. También podemos protegera nuestros hijos de las enfermedadesmorales y espirituales.

El vocablo inocular consta de dospartes: in “estar dentro” y oculareque quiere decir “ojo para ver”.

Cuando a los niños se los bautiza yse los confirma (véase D. y C. 20:41,43; 33:15), se les pone un ojo dentrode ellos, es decir, el inefable don delEspíritu Santo. Con la restauración delEvangelio se recibió autoridad paraconferir este don.

El Libro de Mormón nos da la clave:

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 79

“Los ángeles hablan por el poderdel Espíritu Santo; por lo que decla-ran las palabras de Cristo… Deleitaosen las palabras de Cristo; porque heaquí, las palabras de Cristo os dirán [ytambién dirán a vuestros hijos] todaslas cosas que debéis hacer” (2 Nefi32:3).

Si ustedes los aceptan con la men-te y les dan cabida en el corazón, elconocimiento del Evangelio restaura-do y el testimonio de Jesucristo inmu-nizará espiritualmente a sus hijos.

Hay un hecho muy claro: el lugarmás seguro y la mejor protección delas enfermedades morales y espiritua-les los constituyen el hogar y la familiaestables. Esto siempre ha sido cierto yserá cierto para siempre. Debemosconservar eso en primer lugar en lamente.

Las Escrituras hablan de tomar “elescudo de la fe”, y el Señor dice: “conel cual podréis apagar todos los dar-dos encendidos de los malvados” (D. y C. 27:17).

Donde mejor se fabrica ese escudode la fe es en la industria casera. Sibien ese escudo se puede pulir en lasclases de la Iglesia y con las activida-des de ésta, debe confeccionarse encasa y a la medida de cada persona.

El Señor ha dicho: “…tomad sobrevosotros toda mi armadura, para quepodáis resistir el día malo, después dehaber hecho todo, a fin de que podáispersistir” (D. y C. 27:15).

En muchos aspectos, nuestros jó-venes son mucho más fuertes y mejo-res de lo que fuimos nosotros. Niellos ni nosotros debemos tener mie-do de lo que yace adelante.

Den ánimo a nuestros jóvenes.Ellos no tienen por qué vivir atemori-zados (véase D. y C. 6:36); el miedoes lo contrario de la fe.

Aunque no podemos borrar lamaldad, podemos “cultivar” jóvenesSantos de los Últimos Días que, alestar espiritualmente alimentados,quedan inmunizados contra las in-fluencias malignas.

En calidad de abuelo que ha vivi-do largo tiempo, les aconsejo tenerfe. Las cosas suelen arreglarse.Permanezcan cerca de la Iglesia yconserven a sus hijos cerca de laIglesia.

En la época de Alma “la predica-ción de la palabra tenía gran propen-sión a impulsar a la gente a hacer loque era justo —sí, había surtido unefecto más potente en la mente delpueblo que la espada o cualquier otracosa que les había acontecido— portanto, Alma consideró prudente quepusieran a prueba la virtud de la pala-bra de Dios” (Alma 31:5).

La verdadera doctrina, cuando seentiende, cambia la actitud y la con-ducta. El estudio de las doctrinas delEvangelio mejorará la conducta más

rápido de lo que el estudio del com-portamiento mejorará el comporta-miento.

Busquen la felicidad en las cosashabituales y conserven el sentido delhumor.

Nona se repuso del sarampión y dela fiebre reumática, y vivió lo suficien-te para sacar provecho de una inter-vención quirúrgica de corazón abiertoy disfrutar de años de mejor salud.Cuando le comentaban de sus renova-das energías, ella decía: “Tengo motornuevo en mi máquina vieja”.

¡Conserven el sentido del humor!No tengan miedo de traer hijos al

mundo. Hemos hecho convenio deproporcionar cuerpos físicos paraque espíritus ingresen en la vida te-rrenal (véase Génesis 1:28; Moisés

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2:28). Los niños son el futuro de laIglesia restaurada.

Pongan su casa en orden. Si lamadre de familia trabaja fuera decasa, busquen las formas de cambiareso aunque sea un poco. Pueda quesea muy difícil hacer cambios en es-tos momentos, pero hagan un análi-sis esmerado y oren siempre (véaseD. y C. 9:8–9). En seguida, esperenrecibir inspiración, que es revela-ción (véase D. y C. 8:2–3). Esperenla intervención del Poder de másallá del velo que les ayudará a cam-biar las cosas, a su debido tiempo,para lo que sea mejor para su familia.

Alma denominó el plan de salva-ción “el gran plan de felicidad”(Alma 42:8; véase también 2 Nefi 11:5;Alma 12:25; 17:16; 34:9; 41:2; 42:5,11–13, 15, 31; Moisés 6:62).

Cada uno de nosotros vino a lavida terrenal a recibir un cuerpo terre-nal y a ser probado (véase Abraham3:24–26).

La vida no estará libre de dificulta-des y algunas de ellas serán muy durasy difíciles de soportar. Tal vez desee-mos librarnos de todas las tribulacio-nes de la vida, pero eso sería contrarioal gran plan de felicidad “porque espreciso que haya una oposición en to-das las cosas” (2 Nefi 2:11). Esas prue-bas son la fuente de nuestra fortaleza.

De niña inocente, la vida de mihermana Adele fue cruelmente inte-rrumpida por la enfermedad y el sufri-miento. Tanto ella como todos losdemás que han fallecido continúan laobra del Señor al otro lado del velo. Aella no se le negará nada de lo que esesencial para su progreso eterno.

También perdimos una nietecitacuando era un bebé; se llamabaEmma como mi madre. Recibimosconsuelo de las Escrituras.

“Y [los] niños pequeños no necesi-tan el arrepentimiento, ni tampoco elbautismo…

“…los niños pequeños viven enCristo” (Moroni 8:11–12).

Recuerden la expiación de Cristo.No se desesperen ni consideren per-didos para siempre a los que han caí-do ante las tentaciones de Satanás,puesto que ellos, después de haberpagado la deuda hasta “el último cua-drante” (Mateo 5:26) y tras la curaciónque acompaña al arrepentimientocompleto, recibirán una salvación.

Sigan a los líderes que han sido lla-mados para presidirlos, pues se ha he-cho la promesa:

“Y si los de mi pueblo escuchan mivoz, y la voz de mis siervos que henombrado para guiar a mi pueblo, heaquí, de cierto os digo que no seránquitados de su lugar” (D. y C. 124:45).

La Iglesia de Jesucristo de losSantos de los Últimos Días seguiráadelante “hasta que llene toda la tie-rra” (D. y C. 65:2) y el gran Jehováanuncie que Su obra está concluida(véase History of the Church, 4:450).La Iglesia es un refugio seguro.Seremos protegidos por la justicia yconsolados por la misericordia (véaseAlma 34:15–16). Ninguna mano impíapodrá detener el progreso de estaobra (véase D. y C. 76:3).

No estamos ciegos ante las condi-ciones del mundo.

El apóstol Pablo profetizó de “tiem-pos peligrosos” en los días postreros(2 Timoteo 3:1) y nos advirtió: “Porqueno tenemos lucha contra sangre y car-ne, sino contra principados, contra po-testades, contra los gobernadores delas tinieblas de este siglo, contra hues-tes espirituales de maldad en las regio-nes celestes” (Efesios 6:12).

Isaías prometió: “Con justicia serásadornada; estarás lejos de opresión,porque no temerás, y de temor, por-que no se acercará a ti” (Isaías 54:14).

El Señor mismo nos ha alentado:“Sed de buen ánimo, pues, y no te-máis, porque yo, el Señor, estoy convosotros y os ampararé; y testificaréisde mí, sí, Jesucristo, que soy el Hijodel Dios viviente; que fui, que soy yque he de venir” (D. y C. 68:6). En elnombre de Jesucristo. Amén. ■

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 81

¿No fue absolutamente espectacu-lar? Gracias a Liriel Domiciano yal coro. ¡Qué gran declaración de

fe!: “Yo sé que vive mi Señor”. Graciasnuevamente por esa música conmo-vedora y maravillosa.

Quisiera decir, en primer lugar, atodos los miembros de la Iglesia y de-más personas: gracias por la bondadque han extendido a mi esposa y a mí;han sido ustedes tan gentiles y gene-rosos, y nos sentimos conmovidospor todo lo que hacen por nosotros.Si a todo el mundo se lo tratara comose nos trata a nosotros, sería un mun-do muy diferente; nos trataríamosunos a otros en el Espíritu delMaestro, que tendió la mano paraconsolar y sanar.

Hermanos y hermanas, ahora queel presidente Packer se ha dirigido austedes en calidad de abuelo, me gus-taría explayar uno de los temas que él

ha presentado. Yo, también, ya soy unhombre entrado en años, incluso ma-yor que él, si eso es posible. He vividoya largo tiempo, he viajado a lugareslejanos y he visto gran parte de estemundo. En momentos de tranquilareflexión, me pregunto por qué haytantas dificultades y tanto sufrimientoen casi todas partes. Nuestros días es-tán llenos de peligro; a menudo sehace referencia a las palabras de Pabloa Timoteo: “También debes saberesto: que en los postreros días ven-drán tiempos peligrosos” (2 Timoteo3:1). Procede luego a describir lascondiciones que prevalecerán en esaépoca. Creo que es sumamente obvioque estos últimos días son en verdadtiempos peligrosos que encajan conlas condiciones que Pablo describió(véase 2 Timoteo 3:2–7).

Pero el peligro no es algo nuevopara la familia humana. En Apocalipsisse nos dice que “hubo una gran bata-lla en el cielo: Miguel y sus ángeles lu-chaban contra el dragón; y luchabanel dragón y sus ángeles;

“pero no prevalecieron, ni se hallóya lugar para ellos en el cielo.

“Y fue lanzado fuera el gran dra-gón, la serpiente antigua, que se llamadiablo y Satanás, el cual engaña almundo entero; fue arrojado a la tie-rra, y sus ángeles fueron arrojadoscon él” (Apocalipsis 12:7–9).

Qué tiempo tan peligroso debióhaber sido. El Todopoderoso mismose enfrentaba con el Hijo de laMañana y nosotros nos encontrába-mos presentes. Debió haber sido una

lucha desesperantemente difícil, conuna gran victoria triunfal.

En cuanto a esos tiempos de de-sesperación, el Señor le habló a Jobdesde el torbellino, y dijo:

“¿Dónde estabas tú cuando yo fun-daba la tierra…

“Cuando alababan todas las estre-llas del alba, y se regocijaban todos loshijos de Dios?” (Job 38:4, 7).

¿Por qué éramos felices entonces?Creo que era porque lo bueno habíatriunfado sobre lo malo y toda la fami-lia humana estaba del lado del Señor;le dimos la espalda al adversario y nosunimos a las fuerzas de Dios, y esasfuerzas salieron triunfantes.

Pero habiendo tomado esa deci-sión, ¿por qué debemos tomarla una yotra vez después de nuestro naci-miento en la tierra?

No puedo comprender por quétantas personas han traicionado en lavida la decisión que una vez tomaroncuando se lidiaba la gran guerra en loscielos.

Pero es evidente que la lucha entreel bien y el mal, que dio comienzocon esa guerra, nunca ha terminado,sino que ha seguido ininterrumpidahasta el día de hoy.

Creo que nuestro Padre debe llorarporque muchos de Sus hijos, a travésde las edades, han hecho uso del al-bedrío que Él les dio y han elegido elcamino del mal, en vez del bien.

El mal se manifestó en los prime-ros días de este mundo cuando Caínmató a Abel, y fue aumentando hastaque en los días de Noé “vio Jehováque la maldad de los hombres eramucha en la tierra, y que todo desig-nio de los pensamientos del corazónde ellos era de continuo solamente elmal.

“Y se arrepintió Jehová de haberhecho hombre en la tierra, y le dolióen su corazón” (Génesis 6:5–6).

Le mandó a Noé que construyeraun arca “en la cual pocas personas, esdecir, ocho” serían salvas (1 Pedro3:20).

Ya rompe el albaP R E S I D E N T E G O R D O N B . H I N C K L E Y

¡Qué época tan gloriosa ha sido y sigue siéndolo! Ha nacidoun nuevo día en la obra del Todopoderoso.

82

La tierra fue limpiada; las aguas seretiraron y se estableció de nuevo larectitud, pero no pasó mucho tiempohasta que la familia humana, muchosde ellos, volvieran a sus antiguas cos-tumbres de desobediencia. Los habi-tantes de las ciudades de la llanura,Sodoma y Gomorra, son ejemplos dela depravación en la que cayó el hom-bre, y “destruyó Dios las ciudades dela llanura” con una asolación comple-ta y total (Génesis 19:29).

Isaías exclamó:“…vuestras iniquidades han hecho

división entre vosotros y vuestro Dios,y vuestros pecados han hecho ocultarde vosotros su rostro para no oír;

“Porque vuestras manos están con-taminadas de sangre, y vuestros de-dos de iniquidad; vuestros labiospronuncian mentira, habla maldadvuestra lengua” (Isaías 59:2–3).

Así fue con otros profetas delAntiguo Testamento, cuyo mensajeprincipal era la censura de la maldad.

El peligro de esos tiempos no era ex-clusivo del Viejo Mundo. En el Librode Mormón se documenta que en elhemisferio occidental, los ejércitos delos jareditas lucharon hasta la muer-te. Los nefitas y los lamanitas tambiénlucharon hasta que miles murieron yMoroni tuvo que andar errante paraproteger su vida (véase Moroni 1:3).Su súplica final, dirigida hacia los denuestros días, fue un llamado a la rectitud:

“Y otra vez quisiera exhortaros aque vinieseis a Cristo, y procuraseistoda buena dádiva; y que no tocaseisel don malo ni la cosa impura”(Moroni 10:30).

Cuando el Salvador estuvo en latierra, “anduvo haciendo bienes”(Hechos 10:38), pero también censu-ró la hipocresía de los escribas y fari-seos, refiriéndose a ellos como“sepulcros blanqueados” (véaseMateo 23:27). A latigazos echó deltemplo a los cambistas, diciendo: “Mi

casa es casa de oración; mas vosotrosla habéis hecho cueva de ladrones”(Lucas 19:46). Ese, también, fue untiempo de grandes peligros. Palestinaformaba parte del Imperio Romanoque gobernaba con mano de hierro,era opresivo y lleno de maldad.

Las epístolas de Pablo implorabanque hubiese fortaleza entre los segui-dores de Cristo, no fuera que caye-ran en los caminos del maligno; peroal final se impuso un espíritu deapostasía.

El mundo se vio envuelto en la ig-norancia y la maldad, lo que resultóen lo que se conoce como la edadde las tinieblas. Isaías había predi-cho: “…tinieblas cubrirán la tierra, yoscuridad las naciones” (Isaías 60:2).Durante siglos proliferaron las enfer-medades y reinó la pobreza; duranteel siglo catorce murieron cerca de 50millones de personas a consecuenciade la peste bubónica. ¿No fue esauna época de peligros terribles?

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 83

Me pregunto cómo sobrevivió la humanidad.

No obstante, de algún modo se en-cendió una luz en ese largo períodode oscuridad; la era del Renacimientotrajo consigo un florecimiento del co-nocimiento, las artes y la ciencia, y sesuscitó un movimiento de hombres ymujeres valientes e intrépidos que le-vantaron la vista al cielo en reconoci-miento de Dios y de Su Hijo divino; loconocemos como la Reforma.

Entonces, después de que muchasgeneraciones hubieron andado por latierra —muchos de ellos en conflictos,odio, tinieblas y maldad— llegó elgrandioso nuevo día de la Restaura-ción. Aquel glorioso Evangelio se intro-dujo con la aparición del Padre y delHijo al joven José. El alba de la dispen-sación del cumplimiento de los tiem-pos se alzó sobre el mundo. Todo lobueno, lo bello, lo divino de todas lasdispensaciones pasadas fue restauradoen esa época tan extraordinaria.

Pero existía también la maldad; yuna manifestación de esa maldad fuela persecución, ese odio que ocasionóexpulsiones y marchas obligatorias enmedio del invierno.

Fue tal como Charles Dickens lodescribió en las primeras líneas de sulibro Historia de dos ciudades: “Era elmejor de los tiempos, era el peor delos tiempos;… la era de la luz y de lastinieblas; la primavera de la esperanzay el invierno de la desesperación”.

A pesar de la gran maldad de estostiempos, ¡qué época tan gloriosa hasido y sigue siéndolo! Ha nacido unnuevo día en la obra del Todopo-deroso, obra que ha progresado, seha fortalecido y se ha extendido portoda la tierra y que ha influido parabien en la vida de millones de perso-nas; y eso es sólo el comienzo.

Ese gran despertar ha resultadotambién en que sobre el mundo sederramase un enorme torrente de co-nocimiento secular.

Piensen en el aumento en la longe-vidad; piensen en las maravillas de la

medicina moderna; me lleno deasombro. Piensen en el florecimientode la educación; piensen en los mila-grosos adelantos en los medios detransporte y de comunicación. El in-genio del hombre no tiene fin cuandoel Dios de los cielos inspira y derramaluz y conocimiento.

Hay aún mucho conflicto en elmundo; hay terrible pobreza, enferme-dad y odio. La crueldad del hombrepara con el hombre es aún atroz; noobstante, ha ocurrido un glorioso ama-necer. El “Sol de justicia” ha venido “yen sus alas traerá salvación” (Malaquías4:2). Dios y Su Amado Hijo se han re-velado a Sí mismos; los conocemos;los adoramos “en espíritu y en verdad”(Juan 4:24). Los amamos; los honra-mos y deseamos hacer Su voluntad.

Las llaves del sacerdocio eternohan abierto las cerraduras de las pri-siones del pasado.

“Ya rompe el alba de la verdad“y en Sión se deja ver,“tras noche de obscuridad,“el día glorioso amanecer”.(“Ya rompe el alba”, Himnos, Nº 1)

¿Tiempos peligrosos? Sí; son tiem-pos peligrosos, pero la raza humanaha vivido en peligro desde antes de lacreación de la tierra. De algún modo,en medio de la oscuridad, ha habidouna luz leve pero hermosa que ahora,con brillo adicional, resplandece so-bre el mundo; lleva consigo el plan defelicidad de Dios para Sus hijos; llevaconsigo las grandiosas e incomprensi-bles maravillas de la expiación delRedentor.

Cuán agradecidos estamos al Diosde los cielos por el bondadoso cuida-do que brinda a Sus Hijos al propor-cionarles, a lo largo de todos lospeligros de la eternidad, la oportuni-dad de obtener la salvación y la bendi-ción de la exaltación en Su reino, sitan sólo viven en rectitud.

Y, hermanos y hermanas, esto de-posita en nosotros una grandiosa y

abrumadora responsabilidad. En 1894,el presidente Wilford Woodruff dijo:

“El Todopoderoso está con Su pue-blo. Nosotros tendremos todas las re-velaciones que necesitaremos sicumplimos con nuestro deber y obe-decemos los mandamientos deDios… Mientras viva, deseo cumplircon mi deber; deseo que los Santosde los Últimos Días cumplan con sudeber. Tenemos el SantoSacerdocio… La responsabilidad deellos es grande y poderosa. Los ojosde Dios y los de todos los santos pro-fetas nos observan. Ésta es la gran dis-pensación de la que se ha habladodesde el principio del mundo. Nosencontramos reunidos… por el podery el mandamiento de Dios. Estamosefectuando la obra de Dios…Llevemos a cabo nuestra misión” (deJames R. Clark, comp., Messages ofthe First Presidency of The Church ofJesus Christ of Latter-day Saints, 6 to-mos, 1965–1975, 3:258).

Éste es nuestro enorme y exigentedesafío, mis hermanos y hermanas;ésta es la decisión que constantemen-te debemos tomar, al igual que las ge-neraciones anteriores han tenido queelegir. Debemos preguntarnos:

“¿Quién sigue al Señor?“Toma tu decisión.“Clamamos sin temor:“¿Quién sigue al Señor?”(“¿Quién sigue al Señor?”, Himnos,Nº 260)

¿Comprendemos y entendemos deverdad la tremenda importancia de loque poseemos? Ésta es la culminaciónde las generaciones del hombre, el úl-timo capítulo del panorama entero dela experiencia humana.

Pero esto no nos coloca en unaposición de superioridad, sino quedebería llenarnos de humildad. Estodeposita en nosotros una responsa-bilidad ineludible de tender nuestramano por el bienestar de todos, enel Espíritu del Maestro, que enseñó:

“Amarás a tu prójimo como a ti mis-mo” (Mateo 19:19). Debemos dejarde lado las pretensiones de superio-ridad moral y elevarnos por encimade nuestros mezquinos interesespersonales.

Debemos hacer todo lo que seanecesario por adelantar la obra delSeñor al edificar Su reino en la tie-rra. No podemos transigir nunca so-bre la doctrina que ha venido através de la revelación, pero pode-mos vivir y trabajar con los demás,respetando sus creencias y admiran-do sus virtudes, uniendo nuestrosesfuerzos para oponernos a las false-dades, los pleitos, el odio… esos pe-ligros que desde el principio hanestado con el hombre.

Sin renunciar a ningún elementode nuestra doctrina, podemos serbuenos vecinos, podemos ser deayuda, podemos ser amables y generosos.

Nosotros, los de esta generación,somos la última cosecha de todo loque nos ha antecedido. No es sufi-ciente con sólo ser conocidos comomiembros de esta Iglesia; sobre noso-tros descansa una solemne obliga-ción; aceptémosla y esforcémonospor llevarla a cabo.

Debemos vivir como verdaderosdiscípulos del Cristo, con caridad ha-cia todos, haciendo un bien por elmal que recibamos, enseñando pormedio del ejemplo los caminos delSeñor, y llevando a cabo el extensoservicio que Él nos ha señalado.

Que vivamos dignos del gloriosodon de luz, entendimiento y verdadeterna que hemos recibido a través delos peligros del pasado. De algunamanera, de entre todos los que hanandado sobre la tierra, a nosotros senos ha permitido salir a la luz en estasingular y extraordinaria época. Seanagradecidos y, sobre todo, sean fieles.Ésa es mi humilde oración, al testifi-carles de la veracidad de esta obra, enel sagrado nombre de Jesucristo.Amén. ■

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El mes de enero pasado nuestrafamilia sufrió la trágica pérdidade nuestro nieto Nathan en un

accidente aéreo. Nathan sirvió en laMisión Báltica ruso hablante; amaba ala gente y sabía que era un privilegioservir al Señor. Ese accidente acabócon su vida tres meses después deque yo oficié en su matrimonio eter-no a su querida Jennifer. El queNathan haya sido arrebatado tan re-pentinamente de nuestra presenciaha vuelto nuestro corazón y nuestramente a la expiación de nuestroSeñor Jesucristo. Aunque me es impo-sible expresar el pleno significado dela expiación de Cristo, ruego poder

explicar lo que Su expiación significapara mí y para nuestra familia, y loque también podría significar para us-tedes y sus familiares.

El precioso nacimiento delSalvador, Su vida, Su expiación en elJardín de Getsemaní, el sufrimientoen la cruz, Su sepultura en la tumbade José y Su gloriosa resurrección seconvirtieron en una renovada realidadpara nosotros. La resurrección delSalvador nos asegura a todos que al-gún día, nosotros, también, lo segui-remos y experimentaremos nuestrapropia resurrección. Qué gran paz yconsuelo nos da este don, el cual vie-ne mediante la amorosa gracia deJesucristo, el Salvador y Redentor detoda la humanidad. Gracias a Él, sabe-mos que podremos estar con Nathanotra vez.

No hay mayor expresión de amorque la heroica Expiación que llevó acabo el Hijo de Dios. Si no hubierasido por el plan de nuestro PadreCelestial, establecido antes de que elmundo fuese, en verdad toda la hu-manidad —pasada, presente y futu-ra— habría permanecido sin laesperanza de progreso eterno. Comoresultado de la transgresión de Adán,los seres mortales fueron separadosde Dios (véase Romanos 6:23), y lohubiesen estado para siempre, a

La Expiación y elvalor de un almaÉ L D E R M . R U S S E L L B A L L A R DDel Quórum de los Doce Apóstoles

Si en verdad pudiésemos comprender la expiación delSeñor Jesucristo, nos daríamos cuenta de lo valioso que esun hijo o una hija de Dios.

SESIÓN DEL DOMINGO POR LA TARDE4 d e a b r i l d e 2 0 0 4

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 85

menos que se encontrase el modo deromper las ligaduras de la muerte.Eso no sería fácil, ya que requería elsacrificio vicario de uno que fuese sinpecado y que, por lo tanto, pudiesetomar sobre Sí los pecados de toda lahumanidad.

Estamos agradecidos porqueJesucristo valientemente llevó a caboese sacrificio en la antigua Jerusalén.Allí, en la tranquilidad del Jardín deGetsemaní, se arrodilló entre los tor-cidos olivos, y de manera milagrosa,que ninguno de nosotros puede com-prender totalmente, el Salvador tomósobre Sí los pecados del mundo. A pe-sar de que Su vida era pura y libre depecado, Él pagó el castigo máximo delpecado — el de ustedes, el mío y elde todos los que hayan vivido. Su ago-nía mental, emocional y espiritual fuetan grande que hizo que sangrara porcada poro (véase Lucas 22:44; D. y C.19:18). No obstante, Jesús sufrió vo-luntariamente a fin de que todos pu-diésemos tener la oportunidad de serlimpios— mediante la fe en Él, al arre-pentirnos de nuestros pecados, al serbautizados por la debida autoridad

del sacerdocio, al recibir el don purifi-cador del Espíritu Santo mediante laconfirmación y al aceptar todas las de-más ordenanzas esenciales. Sin la ex-piación del Señor, ninguna de esasbendiciones estarían a nuestro alcan-ce, y no podríamos llegar a ser dignosy estar preparados para regresar amorar en la presencia de Dios.

Más tarde, el Salvador soportó laagonía de la inquisición, los cruelesazotes y la muerte por crucifixión enla cruz del Calvario. Recientemente sehan hecho muchos comentarios encuanto a esto, ninguno de los cualesha aclarado el punto singular de quenadie tenía el poder para quitarle lavida al Salvador; Él la ofreció comorescate por todos nosotros. ComoHijo de Dios, Él tenía el poder de alte-rar la situación; no obstante, en lasEscrituras se establece claramenteque Él se entregó a la flagelación, lahumillación, el sufrimiento y, final-mente, a la crucifixión, debido a Sugran amor para con los hijos de loshombres (véase 1 Nefi 19:9–10).

La expiación de Jesucristo fue unaparte indispensable del plan de

nuestro Padre Celestial para la misiónterrenal de Su Hijo y para nuestra sal-vación. Cuán agradecidos debiéramosestar porque nuestro Padre Celestialno intercedió, sino que retuvo Su ins-tinto paternal de rescatar a Su HijoAmado. Gracias al amor eterno que Él tiene por ustedes y por mí, Él per-mitió que Jesús llevara a cabo su mi-sión preordenada de ser nuestroRedentor. El don de la resurrección yla inmortalidad se da libremente me-diante la gracia misericordiosa deJesucristo a toda la gente de todas lasépocas, sin importar si sus hechosson buenos o malos. Y a aquellos queeligen amar al Señor y que manifies-tan su amor y fe en Él al guardar Susmandamientos y se hacen merecedo-res de todas las bendiciones de laExpiación, Él ofrece la promesa adi-cional de la exaltación y la vida eter-na, que es la bendición de vivir en lapresencia de Dios y de Su AmadoHijo para siempre.

Con frecuencia cantamos un him-no que expresa lo que siento cuandopienso en el sacrificio expiatorio y be-nevolente del Salvador:

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Asombro me da el amor que me daJesús.

Confuso estoy por Su gracia y porSu luz,

y tiemblo al ver que por mí Él Suvida dio;

por mí, tan indigno, Su sangre Élderramó.

(“Asombro me da”, Himnos Nº 118)

Jesucristo, el Salvador y Redentorde toda la humanidad, no está muer-to. Él vive—el Hijo resucitado de Diosvive—ése es mi testimonio, y Él guíalos asuntos de Su Iglesia hoy día.

En la primavera de 1820, un pilarde luz iluminó una arboleda del nortedel estado de Nueva York. NuestroPadre Celestial y Su Amado Hijo apa-recieron al profeta José Smith. Esa ex-periencia dio inicio a la restauraciónde poderosas verdades doctrinalesque por siglos habían estado perdi-das. Entre esas verdades que habíanquedado opacadas por las tinieblas dela apostasía estaba la conmovedorarealidad de que todos somos hijos ehijas espirituales de un Dios amorosoque es nuestro Padre; somos parte deSu familia; Él no es un padre en unsentido simbólico o poético; Él es lite-ralmente el Padre de nuestro espíritu;Él se ocupa de cada uno de nosotros.Aunque este mundo se las arreglapara disminuir y degradar al hombre ya la mujer, la realidad es que todosprovenimos de un linaje real y divino.En aquella maravillosa aparición delPadre y del Hijo en la ArboledaSagrada, la primera palabra que emi-tió el Padre de todos nosotros fue elnombre personal de “José”. Ésa es laclase de relación que nuestro Padretiene con cada uno de nosotros; Élconoce nuestro nombre y anhela queseamos dignos de regresar a vivir con Él.

La restauración del Evangelio vinopor medio del profeta José Smith. ElSeñor Jesucristo una vez más ha reve-lado, a través de Su profeta escogido,las ordenanzas y la autoridad del

sacerdocio para administrarlas para lasalvación de todo aquel que crea.

A otro profeta, en otra época, se lemostraron “las naciones de la tierra”(Moisés 7:23). “Y el Señor le mostró aEnoc todas las cosas, aun hasta el findel mundo” (Moisés 7:67). Enoc tam-bién vio que Satanás “tenía en sumano una cadena grande que cubrióde obscuridad toda la faz de la tierra;y [Satanás] miró hacia arriba, y se rió”(Moisés 7:26).

Con todo lo que Enoc vio, huboalgo que pareció captar su atenciónpor encima de todo. Enoc vio queDios “miró al resto del pueblo, y llo-ró” (Moisés 7:28). El registro sagradodice que Enoc le preguntó a Dios unay otra vez: “¿Cómo es posible que túllores…? ¿cómo es posible que llo-res?” (Moisés 7:29, 31).

El Señor le contestó a Enoc: “…Heallí a éstos, tus hermanos; son la obrade mis propias manos… a tus herma-nos… he dado mandamiento, que seamen el uno al otro, y que me prefie-ran a mí, su Padre, mas he aquí, notienen afecto y aborrecen su propiasangre” (Moisés 7:32–33).

Enoc vio las condiciones de estosúltimos días. Él y otros de los prime-ros profetas sabían que únicamente siaceptamos la Expiación y nos esforza-mos por vivir el Evangelio, podremoshacer frente a los desafíos de la vida yhallar paz, gozo y felicidad. El llegar acomprender ese grandioso don esuna búsqueda personal de cada unode los hijos de Dios.

Hermanos y hermanas, creo que sien verdad pudiésemos comprender laexpiación del Señor Jesucristo, nosdaríamos cuenta de lo valioso que esun hijo o una hija de Dios. Creo queel propósito eterno de nuestro PadreCelestial para con Sus hijos general-mente se logra mediante las cosas pe-queñas y sencillas que hacemos unospor otros. La palabra “uno” es unaparte importante de la palabra expia-ción en inglés. Si toda la humanidadcomprendiera esto, no habría nadie

de quien no nos preocupáramos, sinimportar edad, raza, género, religióno nivel social o económico; nos esfor-zaríamos por emular al Salvador ynunca seríamos descorteses, indife-rentes, irrespetuosos ni insensibles alos demás.

Si en verdad entendiésemos laExpiación y el valor eterno de todaalma, iríamos en busca del joven, dela jovencita y de todo hijo descarriadode Dios; les ayudaríamos a saber delamor que Cristo tiene por ellos; haría-mos todo lo que estuviese a nuestroalcance por ayudarlos a prepararsepara recibir las ordenanzas salvadorasdel Evangelio.

En verdad, si la expiación de Cristofuera lo más importante en la mentede los líderes de barrios y ramas, nose descuidaría al miembro nuevo ni alque se reactiva. Puesto que todaalma es tan valiosa, los líderes delibe-rarían en consejo para ver que se leenseñase a cada una las doctrinas delEvangelio de Jesucristo.

Cuando pienso en Nathan y lomucho que lo queremos, puedo very sentir más claramente lo que nues-tro Padre Celestial debe sentir portodos Sus hijos. No queremos queDios llore porque no hicimos todo loposible por compartir con Sus hijoslas verdades reveladas del Evangelio.Ruego que cada uno de nuestros jó-venes trate de conocer las bendicio-nes de la Expiación y se esfuerce porser digno de servir al Señor en elcampo misional. Ciertamente mu-chos más matrimonios mayores yotras personas cuya salud se los per-mitiera desearían ansiosamente ser-vir al Señor como misioneros simeditaran en el significado del sacri-ficio expiatorio del Señor Jesucristo.Fue Jesús quien dijo: “Y si aconteceque trabajáis todos vuestros días pro-clamando el arrepentimiento a estepueblo y me traéis aun cuando fuereuna sola alma, ¡cuán grande serávuestro gozo con ella en el reino demi Padre!” (D. y C. 18:15, cursiva

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agregada). No sólo eso, sino quegrande será el gozo del Señor en elalma que se arrepiente, porque todapersona es valiosa para Él.

Hermanos y hermanas, nuestroPadre Celestial nos ha tendido lamano para que lleguemos a Él me-diante la Expiación de nuestroSalvador. Él invita a todos “que [ven-gan] a Cristo, el cual es el Santo deIsrael, y [participen] de su salvación ydel poder de su redención” (Omni1:26). Él nos ha enseñado que pormedio de nuestra fiel adherencia a losprincipios del Evangelio, que al recibirlas ordenanzas salvadoras que hansido restauradas, que mediante el ser-vicio constante y al perseverar hasta elfin, podremos volver a Su presenciasagrada. ¿Qué otra cosa podríamos sa-ber en este mundo que fuese más im-portante que esto?

Lamentablemente, en el mundo ac-tual, la importancia de la persona mu-chas veces se determina por eltamaño del auditorio ante el cual él oella se presenta. Ésa es la forma enque se clasifican los programas de de-portes o de comunicación, como sedetermina la prominencia de las em-presas y a veces como se obtiene elrango gubernamental. Tal vez ésa seala razón por la que los papeles comoel de “padre”, “madre” y “misionero”raras veces reciben el aplauso de lagente. Los padres, las madres y los mi-sioneros llevan a cabo su tarea anteun público muy reducido. Sin embar-go, a los ojos del Señor, tal vez hayasólo un tamaño de auditorio que esde importancia perdurable: es el deuno, cada uno, ustedes y yo, y cadauno de los hijos de Dios. La ironía dela Expiación es que es infinita y eter-na, y no obstante se aplica en formaindividual, una persona a la vez.

Hay un nivel en el que el himno delos niños “Soy un hijo de Dios”(Himnos Nº 196), armoniza con lamúsica de la eternidad. Somos hijosde Dios; cada uno de nosotros es va-lioso hasta el grado de hacer que el

Señor Dios Todopoderoso sienta unaplenitud de gozo, si somos fieles, oque llore, si no lo somos.

Lo que el Salvador resucitado dijoa los nefitas podría decirlo a nosotroshoy día:

“…Benditos sois a causa de vuestrafe. Y ahora he aquí, es completo migozo. Y cuando hubo dicho estas pa-labras, lloró, y la multitud dio testimo-nio de ello; y tomó a sus niñospequeños, uno por uno, y los bendi-jo, y rogó al Padre por ellos” (3 Nefi17:20–21, cursiva agregada).

Hermanos y hermanas, nunca ja-más subestimen el valor de una per-sona. Recuerden siempre la sencillaadmonición del Señor: “Si me amáis,guardad mis mandamientos” (Juan14:15). Esfuércense siempre por vivirdignos de las sagradas y plenas bendi-ciones de la expiación del Señor

Jesucristo. En nuestro dolor por la se-paración de nuestro querido Nathan,ha venido la paz que únicamente elSalvador y Redentor puede dar.Nuestra familia se ha vuelto a Él, unopor uno; y ahora cantamos con mayoragradecimiento y entendimiento:

“Cuán asombroso es que poramarme así

muriera Él por mí.Cuán asombroso es lo que dio

por mí”.(“Asombro me da”, Himnos Nº 118).

Estimados hermanos y hermanas,ruego que den a los demás, y que re-ciban por ustedes mismos, toda ben-dición que brinda la expiación delSeñor Jesucristo, lo ruego humilde-mente, en el nombre de Jesucristo.Amén. ■

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Tal como lo profetizó Pablo, vivi-mos en “tiempos peligrosos”1.“Satanás [ha estado yendo] por

todas partes extraviando el corazónde los del pueblo”2 y su influencia si-gue creciendo. Pero no importa cuánmalvado llegue a ser el mundo, ennuestras familias puede haber paz y, sihacemos lo correcto, seremos guia-dos y protegidos.

El himno que a menudo entona-ban nuestros antepasados pionerosnos dice qué hacer: “Ceñid los lomoscon valor; jamás os puede Diosdejar”3. Ese valor y esa fe son lo quenecesitamos como padres y familiasen estos últimos días.

Lehi tenía ese valor; él amaba a sufamilia y se regocijaba en el hecho deque algunos de sus hijos guardabanlos mandamientos del Señor. Perodebe haberse sentido acongojadocuando sus hijos, “Lamán y Lemuel no

comieron del fruto” que representabael amor de Dios. Él “temía en granmanera por Lamán y Lemuel; sí, temíaque fueran desterrados de la presen-cia del Señor”4.

Todo padre se enfrenta con talesmomentos de temor, pero, si ejerce-mos nuestra fe al enseñar a nuestroshijos y al hacer todo cuanto podamospara ayudarles, nuestros temores dis-minuirán. Lehi ciñó sus lomos y confe “exhortó [a sus hijos], con todo elsentimiento de un tierno padre, a queescucharan sus consejos, para quequizá el Señor tuviera misericordia deellos y… les mandó que guardaran losmandamientos del Señor”5.

También nosotros debemos tenerla fe necesaria para enseñar a nues-tros hijos y pedirles que guarden losmandamientos, pero no podemospermitir que sus decisiones debilitennuestra fe. Nuestra dignidad no semedirá por la rectitud de nuestros hi-jos. Lehi no se vio privado de la ben-dición de deleitarse con el fruto delárbol de la vida simplemente porqueLamán y Lemuel no quisieron partici-par de él. Hay veces que, como pa-dres, sentimos que hemos fallado sinuestros hijos cometen errores o sedesvían. Ningún padre que haga todolo posible por amar, enseñar, orar yvelar por ellos, habrá fracasado. Su fe,sus oraciones y esfuerzos serán consa-grados para el bien de sus hijos.

El Señor desea que nosotros,como padres, guardemos Sus man-damientos. Él ha dicho: “[Enseña] atus hijos e hijas la luz y la verdad,conforme a los mandamientos;…[pon] tu propia casa en orden”…“[procura ser] más [diligente] y[atento] en el hogar”6.

Quisiera que todos recordásemosque ninguna familia ha alcanzado laperfección y que todas ellas están su-jetas a las condiciones de la mortali-dad. A todos se nos concede el dondel albedrío, para escoger por noso-tros mismos y para aprender de lasconsecuencias de nuestras decisiones.

Con todo el sentimiento de un tierno padre:Un mensaje de esperanza para las familiasÉ L D E R R O B E R T E . H A L E SDel Quórum de los Doce Apóstoles

No importa cuán malvado llegue a ser el mundo, ennuestras familias puede haber paz y, si hacemos lo correcto,seremos guiados y protegidos.

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 89

Cualquiera de nosotros puede te-ner en su familia un cónyuge, un hijo,un padre o madre o algún parienteque esté sufriendo de algún modo, yasea mental, física, emocional o espiri-tualmente, y por momentos nosotrosmismos podemos experimentar esastribulaciones. En resumen, la vidamortal no es fácil.

Cada familia tiene sus propias cir-cunstancias particulares, pero elEvangelio de Jesucristo trata cada unode esos desafíos y ésa es la razón porla que debemos enseñarlo a nuestroshijos.

En “La familia: Una proclamaciónpara el mundo”, se declara:

“Los padres tienen la responsabili-dad sagrada de educar a sus hijosdentro del amor y la rectitud, de pro-veer para sus necesidades físicas y es-pirituales, de enseñarles a amar y aservirse el uno al otro, de guardar losmandamientos de Dios y de ser ciuda-danos respetuosos de la ley donde-quiera que vivan. Los esposos y lasesposas, madres y padres, serán res-ponsables ante Dios del cumplimien-to de estas obligaciones”7.

El cumplir con estas obligacioneses la clave para proteger a nuestra fa-milia en los últimos días.

Moisés aconsejó: “Y estas pala-bras… las repetirás a tus hijos, y ha-blarás de ellas estando en tu casa, yandando por el camino, y al acostarte,y cuando te levantes”8. Nuestra familiadebe estar en nuestros pensamientoscontinuamente.

Moisés comprendió la necesidadde una enseñanza constante, pues élcreció en tiempos difíciles. CuandoMoisés nació, Faraón había decretadoque todo niño varón hebreo enEgipto fuera arrojado al río, pero lospadres de Moisés tomaron muy en se-rio su deber como tales.

En las Escrituras leemos: “Por la feMoisés, cuando nació, fue escondidopor sus padres… y [ellos] no temie-ron el decreto del rey”9. CuandoMoisés llegó a una edad en la que ya

no lo podían ocultar, su madre,Jocabed, tomó una arquilla de juncosy la calafateó con asfalto y brea y colo-có a su hijo en ella. Entonces la guiórío abajo, hacia un lugar seguro, don-de la hija del faraón tomaba sus ba-ños.

Sin dejar nada librado al azar,Jocabed también envió una ayuda ins-pirada, a su hija María, para ver lo queacontecía. Cuando la hija del faraón,la princesa, encontró al pequeño,María valientemente se ofreció parallamar a una nodriza hebrea. La nodri-za era Jocabed, la madre de Moisés10.

Gracias a la fidelidad de esa madre,la vida de Moisés fue preservada. Con el tiempo él llegó a enterarse dequién era realmente y “dejó a Egipto,no temiendo la ira del rey”11.

Me uno a los fieles padres en todaspartes para declarar que nosotros sa-bemos quiénes somos, entendemosnuestras responsabilidades como pa-dres y no tememos la ira del príncipede las tinieblas, pues confiamos en laluz del Señor.

Al igual que lo hizo Jocabed, cria-mos a nuestras familias en un mundoperverso y hostil, un mundo tan peli-groso como lo eran las cortes deEgipto que gobernaba Faraón. Pero, aligual que Jocabed, también nosotrosentretejemos una arquilla o cestaprotectora alrededor de nuestroshijos, a la que llamamos “familia”, y les

guiamos por lugares seguros dondenuestras enseñanzas se ven reafirma-das en el hogar y en la Iglesia.

Finalmente, los encaminamos ha-cia la mayor de todas las institucionesde enseñanza divina: el santo templo,donde un día ellos se puedan arrodi-llar, rodeados por los fieles miembrosde su familia, para ser sellados poresta vida y por toda la eternidad a uncompañero digno o una compañeradigna. Lo que hayan aprendido denosotros, lo enseñarán a sus hijos yasí continuará la obra de las familiaseternas.

En el transcurso de la vida, en losmomentos en los que nuestros hijosse encuentren separados de nosotros,el Señor proporciona “Marías” inspira-das para que velen por ellos, personastales como los líderes del sacerdocio yde las organizaciones auxiliares, maes-tros, parientes y amigos dignos.Algunas veces el Espíritu nos indica alos padres que debemos buscar ayudaespecial fuera del círculo inmediato,tales como médicos y terapeutas es-pecializados. El Espíritu nos hará sa-ber en qué casos hacerlo y la maneraen que tal ayuda deberá conseguirse.

Pero la mayor de todas las ayudaspara la familia llega por medio delEvangelio, viene de nuestro PadreCelestial, mediante la guía del EspírituSanto, en las doctrinas y los princi-pios, y por conducto del sacerdocio.

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Permítanme mencionarles cinco importantes elementos que nos ayu-darán como padres a fortalecer anuestra familia.

Llevar a cabo consejos familiares.Hay veces que pareciera que temiéra-mos a nuestros hijos y nos abstene-mos de darles consejos por temor deofenderlos. Son enormes las bendi-ciones que resultan de aconsejarnosmutuamente como familia, mostran-do un interés genuino por la vida delos integrantes de nuestra familia. Devez en cuando, los consejos familiarespueden dar participación a la familiaentera en una noche de hogar u otraactividad especial, pero, en forma re-gular, también debemos llevar a caboconsejos individuales con cada unode nuestros hijos.

Sin este intercambio personal,nuestros hijos se sentirán inclinados apensar que papá y mamá o el abuelo yla abuela no entienden o no están in-teresados en los desafíos a los queellos se enfrentan. Al prestar amorosaatención y evitar las interrupciones, elEspíritu nos ayudará a discernir cómopodemos servir de ayuda a nuestroshijos y enseñarles.

Por ejemplo, les enseñaremos queellos pueden escoger sus accionespero no las consecuencias de ellas.También podemos pacientementeayudarles a entender cómo las conse-cuencias de sus acciones pueden lle-gar a afectarlos en su propia vida.

A veces, cuando a nuestras ense-ñanzas no se les preste atención ycuando no se cumplan nuestras ex-pectativas, debemos asegurarnos dedejar abierta la puerta de nuestrocorazón.

En la parábola del hijo pródigo en-contramos una potente lección paratoda familia y especialmente para lospadres. Cuando el hijo menor “[vol-vió] en sí”,12 decidió regresar a su hogar.

¿Cómo sabía él que su padre no lorechazaría? Lo sabía porque conocía asu padre. Por encima de los inevitables

malos entendidos, los conflictos y el proceder insensato de juventudde su hijo, puedo ver a ese padreaguardándolo con un corazón tiernoy compasivo, una blanda respuesta,un oído dispuesto a escuchar y unabrazo de perdón. También puedoimaginar al hijo sabiendo que podíaregresar al seno familiar pues conocíala clase de hogar que le aguardaba.Las Escrituras dicen: “Y cuando aúnestaba lejos, lo vio su padre, y fue mo-vido a misericordia, y corrió, y seechó sobre su cuello, y le besó”13.

Yo testifico que nuestro PadreCelestial siempre deja la puerta abier-ta. También testifico que nunca es de-masiado tarde para abrir la puerta quehay entre nosotros y nuestros hijoscon palabras sencillas tales como: “Teamo”, “lo siento” y “por favor, perdó-name”. Podemos empezar ahora acrear un hogar al cual ellos deseen regresar, no sólo ahora sino en laseternidades.

También podemos ayudar a nues-tros hijos obedientes a dejar abiertala puerta del perdón al expresarnuestro amor y agradecimiento ha-cia ellos, al ayudarlos a regocijarseen el arrepentimiento de sus herma-nos o hermanas.

Con la puerta de nuestro corazónabierta, debemos aprender cómoaplicar las Escrituras a nuestra vida.

A menudo hablamos sobre enseñara nuestros hijos de las Escrituras,pero, ¿cómo lo hacemos?

Hace varios años le estaba ense-ñando a nuestro joven hijo sobre lavida y las experiencias del hermanode Jared. A pesar de que la historiaera interesante, mi hijo no estabacompenetrado. Tiene mucho signifi-cado cuando les preguntamos a nues-tros hijos: “¿Qué quiere decir estopara ti?”. Entonces le pregunté quésignificado tenía el relato para él per-sonalmente, a lo que respondió:“¿Sabes?, no es muy diferente de loque hizo José Smith en la arboledacuando oró y obtuvo una respuesta”.

“Tú tienes más o menos la edad deJosé Smith”, le dije, “¿crees que unaoración como la suya te ayudaría?”.De pronto, ya no estábamos hablandode un relato de mucho tiempo atrás,en una tierra lejana, sino que hablába-mos de él, nuestro hijo, sobre su vida,sus necesidades y el modo en que laoración podía ayudarlo.

Como padres, tenemos la respon-sabilidad de ayudar a nuestros hijos a“[aplicar] todas las Escrituras [de he-cho, todo aspecto del Evangelio deJesucristo] a nosotros mismos [y anuestros hijos], para [el] provecho [y la] instrucción [de nuestras familias]”14.

¿Estamos aplicando todas las expe-riencias que nuestros hijos viven en el Evangelio a las necesidades realesque tienen en su vida? ¿Les estamosenseñando en cuanto al don delEspíritu Santo, el arrepentimiento, laExpiación, la Santa Cena y la bendi-ción de la reunión sacramental parahacer frente a los desafíos en su vida?Puesto que no hay suficiente tiempoen las reuniones formales para ense-ñar a nuestros hijos todo cuanto deben saber, debemos aprovechartodos los momentos propicios para laenseñanza.

Esos momentos son invalorables.Se presentan cuando estamos traba-jando, divirtiéndonos y esforzándonosjuntos. Cuando se hacen presentes, elEspíritu del Señor nos ayuda a saberqué decir e inspira a nuestros hijos aaceptar nuestra enseñanza.

¡Qué dicha y qué bendición es te-ner el Espíritu en nuestro hogar! ¡Yqué bendición es invitarlo por mediode la oración, del estudio de lasEscrituras, al expresarnos con consi-deración y al demostrar respeto losunos por los otros! Preparémonospara los momentos propicios para laenseñanza al orar como oró Alma porsu hijo, “con mucha fe”15 y con toda laenergía de nuestro ser mediante elayuno, el estudio de las Escrituras, elarrepentimiento de nuestros pecados

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y al permitir que el Espíritu Santo nosllene el corazón con amor, perdón ycompasión; entonces llenará nuestroshogares. Después debemos confiaren el Buen Pastor.

La madre de Moisés, Jocabed, guióa su hijo por el río con fe en el“Pastor… de [nuestras] almas”16.Como padres, también nosotros po-demos confiar en que el Buen Pastornos guiará. Isaías prometió que Él“pastoreará suavemente”17 a todosaquellos que tengan responsabilidadpara con los jóvenes.

Él nos ayudará a confiar en losprincipios del albedrío, la oposición yla Expiación, y a honrarlos, aun cuan-do nuestros hijos tomen decisionesimprudentes. Mediante Su Espíritu, Élnos ayudará a enseñar a nuestros hi-jos a enfrentar todo reto, toda pruebay tribulación en la vida al recordarlesque son hijos de Dios. A nosotros nosinspirará con formas de ayudarles aponerse “toda la armadura de Dios”18,a fin de estar en condiciones de resis-tir “los ardientes dardos del adversa-rio”19 con “el escudo de la fe”20 y “laespada del Espíritu”21. Al estar nues-tros hijos espiritualmente armados yfortalecidos, Él les bendecirá para queperseveren fielmente hasta el fin y re-gresen al hogar, dignos de vivir en lapresencia de nuestro Padre Celestialpara siempre.

Por todo eso, nos entristecerá ver alos miembros de nuestra familia serblanco de las piedras y de las flechasde la experiencia terrenal, pero nosasombraremos ante el amor que Jesúsles da. Gracias a Él, las sacudidas nolos destruirán, sino que los ablanda-rán, los fortalecerán y santificarán.

A los padres y las familias en todaspartes del mundo les testifico que elSeñor Jesucristo es poderoso para sal-var. Él es el Sanador, el Redentor, elPastor que rescata, que dejará a lasnoventa y nueve ovejas para ir tras laque está perdida. Si estamos buscan-do la salvación de “esas” almas perdi-das en nuestras familias, les doy

testimonio de que están dentro del alcance del Señor. Nosotros le ayuda-remos a rescatarlas si vivimos elEvangelio fielmente, nos sellamos enel templo y somos leales a los conve-nios que hacemos en él.

Todo padre puede encontrar con-suelo en las palabras del élder Orson F.Whitney refiriéndose a las enseñanzasde José Smith:

“El profeta José Smith dijo —y ja-más enseñó una doctrina más consola-dora— que el sellamiento eterno depadres fieles y las divinas promesasque se les hayan hecho por su valienteservicio en la Causa de la Verdad lossalvarán no sólo a ellos, sino también asu posteridad. Aunque algunas ovejasse descarríen, el ojo del Pastor está so-bre ellas, y tarde o temprano sentiránlos tentáculos de la Divina Providenciaextenderse hacia ellas y acercarlas denuevo al rebaño. Ellos volverán, ya seaen esta vida o en la vida venidera.Tendrán que pagar su deuda a la justi-cia; sufrirán por sus pecados y tal vezanden por caminos espinosos; pero siesto finalmente los conduce, como alhijo pródigo, al corazón y al hogar deun padre amoroso que perdona, la do-lorosa experiencia no habrá sido envano. Oren por sus hijos descuidadosy desobedientes; manténganse cercade ellos mediante su fe. Continúencon esperanza y confianza hasta quevean la salvación de Dios”22.

Expreso mi testimonio especial deque Jesús dio Su vida, haciendo posi-ble la salvación y la exaltación de to-das las familias de la tierra. Con todoel sentimiento de un tierno padre, ex-preso mi amor y el amor que nuestroPadre Celestial tiene por ustedes y susfamilias.

Que podamos juntar a nuestros se-res queridos a nuestro alrededor y“[ceñirnos] los lomos con valor;[pues] jamás [nos] puede Dios dejar”.Con fe, valentía y amor, las familias enverdad serán eternas, lo testifico en elnombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. 2 Timoteo 3:1.2. 3 Nefi 2:3.3. “¡Oh, está todo bien!”, Himnos, Nº 17.4. 1 Nefi 8:35–36.5. 1 Nefi 8:37–38.6. D. y C. 93:42–43, 50.7. Liahona, octubre de 1988, pág. 24.8. Deuteronomio 6:7.9. Hebreos 11:23.

10. Véase Éxodo 2:3–10; véase también Jerrie W. Hurd, Our Sisters in the Bible,1983, págs. 36–37.

11. Véase Hebreos 11:24–27.12. Lucas 15:17.13. Lucas 15:20.14. 1 Nefi 19:23.15. Mosíah 27:14.16. 1 Pedro 2:25.17. Isaías 40:11.18. Véase Efesios 6:11, 13; véase también

D. y C. 27:15.19. 1 Nefi 15:24; D. y C. 3:8; véase también

Efesios 6:16.20. Efesios 6:16; D. y C. 27:17.21. Efesios 6:17; véase también D. y C. 27:18.22. En Conference Report, abril de 1929,

pág. 110.

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Hace años, mi aventurero hijoJeff y yo nos encontrábamos ala una de la mañana en un vie-

jo autobús que se bamboleaba en uncamino de tierra de América Central.Habíamos tomado el autobús que sa-lía más temprano porque era el únicoque había ese día. Media hora des-pués, el conductor paró para dejar su-bir a dos misioneros; al verlos, lespreguntamos con curiosidad a dóndeiban a esa hora tan temprana. ¡A unaconferencia de zona! Y estaban resuel-tos a hacer cualquier cosa por llegar aella. A las dos de la mañana, otros dos

élderes subieron al autobús y abraza-ron con entusiasmo a sus compañe-ros de misión. Esa escena se repitiócada media hora mientras el vehículosubía por el remoto camino montaño-so. Para las cinco de la mañana, tenía-mos a 16 escogidos del Señor comocompañeros de viaje y disfrutábamosdel Espíritu que trajeron a bordo.

De pronto, el autobús se detuvohaciendo chirriar los frenos, ya queun enorme deslizamiento de barrohabía cubierto el camino. Jeff me pre-guntó: “¿Qué hacemos ahora, papá?”.Nuestros amigos Stan, Eric y Allan tenían la misma preocupación.Entonces, el líder de zona gritó a losdemás: “¡Vamos, élderes, nada nos vaa detener!”, y todos salieron apresu-rados del autobús. Nosotros nos mi-ramos y dijimos: “Sigamos a losélderes”, y salimos todos chapotean-do en el barro tratando de seguir alos misioneros. Dio la casualidad deque había un camión del otro lado ytodos subimos. Pero menos de doskilómetros más adelante nos encon-tramos con otro deslizamiento, y unavez más, los élderes cruzaron entre ellodo mientras nosotros los seguía-mos de cerca, pero esa vez no encon-tramos a ningún camión. El líder de

zona dijo: “Vamos a llegar a donde te-nemos que estar aunque tengamosque ir a pie el resto del camino”.Años más tarde, Jeff me dijo queaquellos misioneros y la foto que setomaron lo habían inspirado y moti-vado enormemente cuando sirvió alSeñor en Argentina.

Aunque pudimos atravesar losmontones de barro, quedamos todossucios. Los misioneros estaban unpoco nerviosos pensando en presen-tarse ante el presidente de la misiónel día de la conferencia de zona, cuan-do él y la esposa estarían examinandocuidadosamente su aspecto.

Al atravesar nosotros los desliza-mientos de tierra de la vida, inevita-blemente recibiremos algunasmanchas de lodo a lo largo del cami-no, y no queremos presentarnos em-barrados ante el Señor. Cuando elSalvador estuvo en la antigua América,dijo: “…Arrepentíos, todos vosotros,extremos de la tierra, y venid a mí ysed bautizados en mi nombre, paraque seáis santificados por la recep-ción del Espíritu Santo, a fin de queen el postrer día os presentéis ante mísin mancha” (3 Nefi 27:20).

Alma nos advierte sobre algunas delas maneras en que podemos man-charnos con barro: “Porque nuestraspalabras nos condenarán, sí, todasnuestras obras nos condenarán; nonos hallaremos sin mancha, y nues-tros pensamientos también nos con-denarán…” (Alma 12:14).

Y Alma también dijo lo siguiente:“…no podéis ser salvos; porque

nadie puede ser salvo a menos quesus vestidos hayan sido lavados hastaquedar blancos; sí, sus vestidos de-ben ser purificados hasta quedar lim-pios de toda mancha… ¿Cómo sesentirá cualquiera de vosotros, sicomparecéis ante el tribunal de Dios,con vuestros vestidos manchados desangre y de toda clase de inmundi-cia?” (Alma 5:21–22).

Y además habla de: “…todos lossantos profetas, cuyos vestidos están

Presentarnos sinmancha ante elSeñorÉ L D E R C L AT E W. M A S K , H I J ODe los Setenta

Gracias a la expiación de Jesucristo, todos podemospresentarnos ante el Señor sin mancha, puros y blancos.

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 93

limpios y se hallan sin mancha, purosy blancos…” (Alma 5:24).

Después, pregunta en qué situa-ción estamos al atravesar los lodazalesde la vida: “¿Habéis caminado, conser-vándoos irreprensibles delante deDios? Si os tocase morir en este mo-mento, ¿podríais decir… que vuestrosvestidos han sido lavados y blanquea-dos mediante la sangre de Cristo…?”(Alma 5:27).

Gracias al arrepentimiento y a laexpiación de Jesucristo, nuestros ves-tidos pueden ser sin mancha, puros,hermosos y blancos. Moroni suplicó,diciendo: “Volveos, pues, oh incrédu-los, volveos al Señor; clamad fervien-temente al Padre en el nombre deJesús, para que quizá se os halle sinmancha, puros, hermosos y blancos,en aquel grande y postrer día, habien-do sido purificados por la sangre delCordero” (Mormón 9:6).

En 1 Samuel leemos esto: “…Nomires a su parecer, ni a lo grande desu estatura, porque… el hombre miralo que está delante de sus ojos, peroJehová mira el corazón” (16:7).

Los nefitas se fijaban en el aspectoexterior de los lamanitas; por eso,Jacob les dijo: “Por tanto, os doy unmandamiento, el cual es la palabrade Dios, que no los injuriéis más acausa del color obscuro de su piel…”(Jacob 3:9).

Nuestro Padre conoce y ama a Sushijos de todo el mundo, desdeBoston a Okinawa, desde San Antonioa España, desde Italia a Costa Rica. EnGhana, hace poco tiempo, el presi-dente Gordon B. Hinckley agradecióal Señor: “…la hermandad que existeentre nosotros, que ni el color de lapiel ni la nacionalidad pueden sepa-rarnos como Tus hijos e hijas”(Oración dedicatoria del Templo deAccra, Ghana, en “BrotherhoodExists”, Church News, 17 de enero de2004, pág. 17).

Invitamos a los hombres y las mu-jeres de todas partes, sea cual fueresu lenguaje o cultura, a venir a Cristo,

“… y participen de su bondad; y a na-die de los que a él vienen desecha,sean negros o blancos, esclavos o li-bres, varones o mujeres… [porque]todos son iguales ante Dios…” (2 Nefi26:33).

Venimos a este mundo en muchoscolores, formas y circunstancias. Paraser salvos en el reino de Dios, no te-nemos que ser ricos, altos, delgados,muy inteligentes ni hermosos; sólo te-nemos que ser puros. Debemos serobedientes al Señor Jesucristo y guar-dar Sus mandamientos. Y eso es algoque todos podemos hacer, sea cualsea nuestro lugar de residencia onuestro aspecto.

Cuando los cuatro hijos de Mosíahenseñaron el Evangelio a los salvajes yferoces lamanitas, tuvo lugar en éstosun fuerte cambio de corazón:

“…cuantos lamanitas creyeron ensu predicación y fueron convertidos alSeñor, nunca más se desviaron.

“Porque se convirtieron en un pue-blo justo; abandonaron las armas desu rebelión de modo que no pugna-ron más en contra de Dios, ni tampo-co en contra de ninguno de sushermanos” (Alma 23:6–7).

Actualmente, hay muchos de susdescendientes que leen estas cosas ensu propio ejemplar del Libro deMormón y deciden seguir a Cristo. Megusta encontrarme con los descen-dientes de Lehi, vestidos de inmacula-do blanco, en los muchos templos delÁrea de México Sur donde estoy pres-tando servicio. Siento lo que sintió el presidente Gordon B. Hinckley al

dedicar el Templo de la Ciudad deGuatemala:

“Bondadoso y misericordiosoPadre, nuestros corazones están lle-nos de gratitud por haberte Tú acor-dado de los hijos y las hijas de Lehi,de las muchas generaciones de nues-tros padres y madres que sufrierontanto y anduvieron tan largo tiempoen la oscuridad. Tú has oído sus cla-mores y has visto sus lágrimas. Ahorase abrirán para ellos las puertas de lasalvación y de la vida eterna” (Oracióndedicatoria del Templo de la Ciudadde Guatemala, Guatemala, en “TheirCries Heard, Their Tears Seen”,Church News, 23 de diciembre de1984, pág. 4).

He visto a humildes descendientesde Lehi bajar de las montañas para ir aese templo y llorar abiertamente alcontemplarlo maravillados. Una vez,uno de ellos me dio un abrazo y mepidió que llevara ese abrazo de amor,gratitud y hermandad a todos losamados misioneros que les habían lle-vado el Evangelio, y a todos los santosque por su fidelidad al diezmo habíanpuesto a su alcance las bendicionesdel templo. Gracias a la expiación deJesucristo, todos podemos presentar-nos ante el Señor sin mancha, puros yblancos.

Con gran gratitud, elevo mi vozjunto con la de Nefi: “Y hablamos deCristo, nos regocijamos en Cristo,predicamos de Cristo, profetizamosde Cristo y escribimos según nuestrasprofecías, para que nuestros hijos, [ynuestros nietos], sepan a qué fuente

Misioneros transitan por un camino de Centroamérica, parte de un relato verídico

que contó el élder Clate W. Mask Jr., de los Setenta.

han de acudir para la remisión de suspecados” (2 Nefi 25:26).

A mi esposa y a mí nos gusta tantoeste versículo, que ella lo pintó enuna pared de nuestra sala, bajo unahermosa estatua de Cristo de porcela-na blanca. Esas palabras son un cons-tante recordatorio de que debemoscentrar nuestra vida en Cristo.

Un día, nuestro hijo estaba leyendolas Escrituras con su familia y nuestronieto de siete años leyó: “Y hablamosde Cristo, nos regocijamos en Cristo…”y exclamó: “¡Eh! ¡Eso es lo que abuelitay abuelo tienen en la pared!”. Ahora esuno de sus pasajes favoritos.

En otra ocasión, estábamos en elcentro de visitantes de la Manzana delTemplo con esos mismos nietos;Ashley, de dos años, estaba cansada yquería irse. Mi esposa le preguntó si legustaría ver a un Jesús grande, comoel que teníamos en casa, en la pared, yella preguntó: “¿Es grande como yo?”.“Más grande”, le contestó mi esposa.Cuando esa pequeñita levantó los ojospara mirar la majestuosa estatua deCristo, corrió a pararse frente a lospies y la contempló con reverencia du-rante unos minutos. Cuando su papále dijo que era hora de irse, ella res-pondió: “¡No, no, papá! ¡Él me ama yquiere darme un abrazo!”.

El camino de la vida está lleno delodazales espirituales. Sean cualesfueren nuestros pecados e imperfec-ciones, ataquémoslos con el mismocelo misional que tuvieron aquellosélderes para luchar contra los lodaza-les que ellos encontraron. Y agradez-camos diariamente a nuestro Padre el habernos enviado a Su HijoJesucristo para que nos perdone lasmanchas de barro a fin de que nospresentemos sin mancha ante Él. Minieta Ashley tenía razón: Él nos ama yen aquel gran día nos dirá: “Bien,buen siervo y fiel… entra en el gozode tu señor” (Mateo 25:21).

Testifico que Él vive y que nos ama.Él es nuestro Salvador y Redentor. Enel nombre de Jesucristo. Amén. ■

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Poco después de casarme, mistres hermanos y yo, nos encon-tramos en la oficina de mi pa-

dre para realizar una reunión denegocios. Al terminar nuestra reunióny disponernos a salir, nuestro padre se detuvo, nos miró y dijo:

“Muchachos, no están tratando a susesposas como deberían hacerlo, de-ben demostrarles más bondad y res-peto”. Las palabras de mi padre mellegaron al alma.

Hoy somos testigos de un ataquesin fin al matrimonio y a la familia.Ellos parecen ser los principales blan-cos del adversario para el menospre-cio y la destrucción. En una sociedaden la que a menudo se evade el matri-monio, se evita la paternidad y se de-grada a las familias, tenemos laresponsabilidad de honrar nuestromatrimonio, de educar a nuestros hi-jos y de fortalecer nuestras familias.

Honrar el matrimonio requiereque los cónyuges se amen, se respe-ten y sean leales el uno hacia el otro.Se nos ha dado la sagrada instrucciónde “amarás a tu esposa con todo tucorazón, y te allegarás a ella y a ningu-na otra” (D. y C. 42:22).

El profeta Malaquías enseñó: “…Porque Jehová ha atestiguado entre

El matrimonio y la familia: Nuestra sagrada responsabilidadÉ L D E R W. D O U G L A S S H U M W AYDe los Setenta

En una sociedad en la que a menudo se evade elmatrimonio, se evita la paternidad y se degrada a lasfamilias, tenemos la responsabilidad de honrar nuestromatrimonio, de educar a nuestros hijos y de fortalecernuestras familias.

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ti y la mujer de tu juventud, contra lacual has sido desleal, siendo ella tucompañera, y la mujer de tu pacto…Guardaos… y no seáis desleales conla mujer de vuestra juventud”(Malaquías 2:14–15). En verdad, esun privilegio pasar la vida junto a lamujer de nuestra juventud, guardarlos convenios, adquirir sabiduría ycompartir amor ahora y en toda laeternidad.

Me acuerdo de la expresión:“Cuando la satisfacción o la seguri-dad de la otra persona llega a ser tansignificativa como la satisfacción o laseguridad personal, entonces existeel amor” (Harry Stack Sullivan,Conceptions of Modern Psychiatry,1940, pág. 42–43).

Se supone que el matrimonio es, ydebe ser, una relación amorosa, vin-culante y armoniosa entre un hombrey una mujer. Cuando los cónyuges en-tienden que a la familia la decretóDios y que el matrimonio puede estarlleno de promesas y bendiciones quese extienden hasta las eternidades, laseparación y el divorcio rara vez se lle-garán a considerar en un hogar Santode los Últimos Días. Las parejas se da-rán cuenta de que las ordenanzas ylos convenios sagrados realizados enla Casa del Señor les proporcionaránlos medios para regresar a la presen-cia de Dios.

A los padres se les ha dado el sa-grado deber de “cri[ar] [a los hijos]en disciplina… del Señor” (Efesios6:4). “El primer mandamiento queDios les dio a Adán y a Eva tenía quever con el potencial que, como espo-so y esposa, tenían de ser padres”(“La Familia: Una proclamación parael mundo”, Liahona, octubre de1998, pág. 24). Entonces nuestra res-ponsabilidad no sólo es el bienestarde nuestro cónyuge sino que se ex-tiende al cuidado atento de nuestroshijos, porque “… herencia de Jehováson los hijos” (Salmos 127:3).Podemos escoger educar así a nues-tros hijos y “[enseñarles]… a orar y a

andar rectamente delante del Señor”(D. y C. 68:28). Como padres, debe-mos considerar a nuestros hijos comodones de Dios y debemos comprome-ternos para hacer de nuestro hogarun lugar para amar, enseñar y educara nuestros hijos e hijas.

El presidente Thomas S. Monsonnos recuerda: “El manto de liderazgono es la capa de la comodidad sino elpeso de la responsabilidad… La ju-ventud necesita menos críticos y másejemplos buenos. Dentro de cienaños no tendrá ninguna importanciael tipo de casa en la que hayamos vivi-do, cuánto dinero hayamos tenido enla cuenta de ahorros ni la aparienciade nuestra ropa, pero el mundo quizásea un poco mejor por la influenciaque hayamos tenido en la vida de unniño” (“En pos de la vida plena”,Liahona, agosto de 1988, pág. 7).

Aunque a veces nos sintamos can-sados, impacientes o muy ocupadospara atender a nuestros hijos, nuncadebemos olvidar el infinito valor de

lo que tenemos en nuestro hogar:nuestros hijos e hijas. Lo que tenga-mos que hacer, ya sea una cita de ne-gocios o un nuevo auto, es de pocovalor comparado con el valor de unaalma joven.

John Gunther, un padre que per-dió a su hijo a causa de cáncer al cere-bro, nos instó: quienes todavía tengan“hijos e hijas, abrácenlos con una ma-yor sensación de dicha por tenerloscon ustedes” (Death Be Not Proud,1949, pág. 259).

El presidente Harold B. Lee contóque el gran educador, Horace Mann,“quien era el orador en la dedicaciónde una escuela para varones, dijo ensu discurso: ‘Si esta escuela, que hacostado tantos millones, logra salvar aun solo muchacho, ha valido la penatodo ese gasto’. Después de la reu-nión uno de sus amigos se le acercó yle dijo: ‘Parece que te dejaste llevarpor el entusiasmo, ¿no?… Dijiste quesi esta escuela que ha costado milesde dólares logra salvar a un solo

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muchacho, ¿habrá valido la pena elcosto? No creo que hayas queridodecir realmente eso’ ”. Horace Mannlo miró y dijo: ‘Sí, amigo. Si ese joven fuera tu hijo, ¿no crees que se justificaría?’ ” (Véase “Un paladínde la juventud”, élder Vaughn J.Featherstone, Liahona, enero de1988, pág. 26).

El amar, proteger y educar a nues-tros hijos están entre las cosas más sa-gradas y eternamente importantesque hagamos. Las posesiones materia-les se desvanecerán, la película o lacanción más popular de hoy será irre-levante mañana, pero un hijo o unahija es eterno.

“… la familia es la parte central delplan del Creador para el destino eter-no de Sus hijos” (“La Familia: Unaproclamación para el mundo”). Por lotanto, los padres y los hijos deben tra-bajar en forma unida para fortalecerlas relaciones familiares, cultivándolastodos los días.

Tengo un hermano que trabajabaen una gran universidad y que noscontó acerca de un atleta, destacadocorredor de vallas, que era ciego. Rexle preguntó: “¿Nunca te caes?”, a loque el atleta respondió: “Tengo queser exacto. Mido antes de saltar. Unavez no lo hice y casi me mato”. Luego

el joven habló de las incontables ho-ras que su padre le dedicó durantemuchos años para enseñarle, ayudarley mostrarle cómo saltar vallas, hastaque llegó a ser uno de los mejores.

¿Cómo iba a fallar ese joven con unequipo como ése, el de un padre y unhijo?

Jóvenes y jovencitas, ustedes pue-den ser una gran influencia positivaen sus hogares al ayudar a lograr ob-jetivos familiares dignos. Nunca olvi-daré la noche de hogar hace años,en la que se colocó el nombre decada integrante de la familia en unsombrero. El nombre que se escogíasería el “amigo secreto” durante lasemana. Ya se imaginarán el amorque llenó mi corazón cuando lleguéa casa al martes siguiente despuésdel trabajo para limpiar el garaje, talcomo lo había prometido, y lo en-contré ya barrido. Había una notapegada en la puerta del garaje quedecía: “Espero que hayas tenido unbuen día, tu amigo secreto”. Y elviernes por la noche al sacar la col-cha de la cama descubrí una barrade mi dulce favorito, envuelta cuida-dosamente en papel blanco, con unanota que decía: “¡Papá, te quieromucho! Gracias, tu amigo secreto”.Luego ocurrió algo mejor. Cuando

regresé a casa tarde un domingo,después de asistir a una reunión ves-pertina, encontré en mi lugar de lamesa del comedor una servilleta her-mosamente colocada, y escrito enella: “SUPER PAPÁ” con letras gran-des, y entre paréntesis: “Tu amigosecreto”. Realicen su noche de hogar, porque allí se enseña elEvangelio, se obtiene un testimonioy se fortalece a la familia.

Aunque el adversario busque des-truir los elementos claves necesariospara un matrimonio feliz y una familiarecta, permítanme asegurarles que elEvangelio de Jesucristo provee las he-rramientas y enseñanzas necesariaspara combatir y vencer al agresor enesta guerra. Si tan sólo honramosnuestro matrimonio impartiendo másamor y abnegación a nuestro cónyu-ge; educamos a nuestros hijos con de-licada persuasión y con el mejormaestro, el cual es el ejemplo, y forta-lecemos la espiritualidad de nuestrafamilia por medio de la noche de ho-gar constante, y la oración y el estudiode las Escrituras, les testifico que elSalvador viviente, Jesucristo, nos guia-rá y nos dará la victoria en nuestrosesfuerzos por alcanzar la unidad fami-liar eterna. Lo testifico en el nombrede Jesucristo. Amén. ■

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En años recientes, nosotros, losSantos de los Últimos Días, he-mos estado enseñando, cantan-

do y testificando mucho más encuanto al Salvador Jesucristo. Me re-gocijo de que nos regocijemos más.

Al “[hablar más] de Cristo”1, la ple-nitud doctrinal del Evangelio saldráde la obscuridad; por ejemplo, algu-nos de nuestros amigos no puedenver cómo se relacionan nuestras cre-encias de la Expiación con nuestrascreencias sobre cómo llegar a ser máscomo nuestro Padre Celestial; otrosequivocadamente piensan que nues-tra Iglesia se desliza hacia un entendi-miento sobre la relación que existe

entre la gracia y las obras, que se acer-ca a las enseñanzas de las religionesprotestantes. Tales malentendidos,hoy me instan a tratar la singular doc-trina de la Expiación, recibida en laRestauración.

El Señor restauró Su Evangelio porconducto de José Smith porque habíahabido una Apostasía. Desde el sigloquinto, la cristiandad enseñaba que laCaída de Adán y Eva había sido un trá-gico error, lo que llevaba a la creenciade que la humanidad tiene una natu-raleza maligna intrínseca. Ese puntode vista es erróneo, no sólo en cuantoa la Caída y en cuanto a la naturalezahumana, sino también en cuanto alpropósito mismo de la vida.

La Caída no fue un desastre; no fueerror ni accidente, sino una parte deli-berada del Plan de Salvación. Somos“linaje”2 espiritual de Dios, enviados ala tierra “inocentes”3 de la transgresiónde Adán; aun así, el plan del Padre noshace propensos a la tentación y al su-frimiento en este mundo caído comoel precio que hay que pagar para com-prender el gozo auténtico. Sin probarlo amargo, en verdad no podemoscomprender lo dulce4. Se precisa ladisciplina y el refinamiento de la vidaterrenal como “el próximo paso en[nuestro] perfeccionamiento” para sercomo nuestro Padre5. Es más, crecer

significa padecer los dolores del creci-miento; también significa aprender denuestros errores en un proceso conti-nuo hecho posible por la gracia delSalvador, la cual Él extiende tanto du-rante, como “después de hacer cuan-to podamos”6.

Adán y Eva aprendieron constante-mente de sus experiencias a menudodifíciles; sabían lo que siente una fa-milia con problemas: piensen en Caíny Abel. Aun así, merced a la Expiación,ellos pudieron aprender de su expe-riencia sin ser condenados por ella.El sacrificio de Cristo no anuló suselecciones y los volvió a un Edén deinocencia; eso hubiera sido una histo-ria sin argumento ni crecimiento delcarácter. El plan de Él es uno de desa-rrollo: línea por línea, paso a paso,gracia por gracia.

Por tanto, si tienen problemas, nopiensen que algo anda mal con uste-des; el luchar con ellos es la esenciamisma del propósito de la vida. Alacercarnos a Dios, Él nos mostraránuestras debilidades y, por medio deellas, nos hará más sensatos yfuertes7. Si están descubriendo mássus debilidades, es posible que esosignifique que se están acercando mása Dios, y no que se estén alejando.

Uno de los primeros conversosaustralianos dijo: “Mi vida pasada [es-taba] llena de hierbas malas, con unaque otra flor entre ellas; [pero] ahoralas hierbas han desaparecido y brotanflores en su lugar”8.

Nosotros crecemos de dos mane-ras: quitando las hierbas negativas ycultivando las flores positivas. La gra-cia del Salvador bendice ambas mane-ras si hacemos nuestra parte. Primero,y repetidamente, debemos arrancarlas hierbas malas del pecado y de lasmalas elecciones; no es suficiente po-darlas; hay que sacarlas de raíz, arre-pentirnos totalmente para satisfacerlas condiciones de la misericordia;pero el ser perdonados es sólo partede nuestro crecimiento. No sólo setrata de pagar una deuda; sino que

La Expiación: Todo por todoÉ L D E R B R U C E C . H A F E NDe los Setenta

Cuando el todo del Salvador y nuestro todo se unan, nosólo recibiremos perdón por el pecado, sino que… “seremossemejantes a él”.

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nuestro objetivo es llegar a ser serescelestiales; por lo tanto, una vez quehayamos limpiado el interior de nues-tro corazón, debemos plantar y nutrirlas semillas de las cualidades divinas, yarrancar las hierbas en forma conti-nua; entonces, a medida que nuestroesfuerzo y disciplina nos faculten me-recer Sus dones, “aparecerán las flo-res de la gracia”9, como la esperanza yla mansedumbre; incluso un árbol dela vida puede echar sus raíces en esejardín del corazón y dar un fruto tandulce que aligere nuestras cargas “me-diante el gozo de su Hijo”10. Y cuandoallí florezca la caridad, amaremos a losdemás con el poder del propio amorde Cristo11.

Necesitamos la gracia tanto para li-brarnos de las hierbas del pecadocomo para que crezcan las flores divi-nas. No podemos hacer nada de ellopor nosotros mismos; pero la graciano es barata, sino que es muy costosa,incluso muy preciada. ¿Cuánto cuestaesa gracia? ¿Es suficiente sólo creer enCristo? El hombre que encontró laperla de gran precio dio “todo lo quetenía”12 por ella. Si deseamos “todo loque [el] Padre tiene”13, Dios pide todolo que tengamos. Para merecer ese te-soro exquisito, de la forma que nossea posible, debemos dar de la mismaforma que Cristo dio: cada gota queÉl tenía: “cuán dolorosos no lo sabes;cuán intensos no lo sabes”14. Pablodijo: “si es que padecemos juntamen-te con él”, seremos “coherederos con

Cristo”15. Él dio todo Su corazón y, nosotros debemos dar todo nuestrocorazón.

¿Qué perla valdría ese precio, paraÉl y para nosotros? Esta tierra no esnuestro hogar; sino que estamos enuna escuela intentando dominar laslecciones del “gran plan de felici-dad”16 para regresar a casa y saber loque significa estar allí. Una y otra vezel Señor nos dice por qué el plan me-rece nuestro sacrificio; y el de Él. Evalo llamó “el gozo de nuestra reden-ción”17; Jacob lo llamó “esa felicidad…preparada para los santos”18. Por ne-cesidad, el plan tiene espinas y lágri-mas: las de Él y las nuestras. Pero,puesto que Él y nosotros trabajamosen eso juntos, el ser “uno” con Él paravencer toda oposición nos dará un“gozo incomprensible” 19.

La expiación de Cristo está en elcentro mismo de ese plan. Sin Su tanpreciado sacrificio, no habría manerade regresar al hogar ni modo de estarjuntos ni de llegar a ser como Él. Élnos dio todo lo que Él tenía; por eso,“cuán grande es su gozo” 20, aun cuan-do uno solo de nosotros “lo compren-de” y alza la vista por sobre las hierbasmalas y nuestro rostro se vuelve haciael Hijo.

¡Sólo el Evangelio restaurado tienela plenitud de esas verdades! Aun así,el adversario se mantiene ocupado enuno de los engaños más grandes de lahistoria: trata de persuadir a la genteque esta Iglesia sabe menos —cuando

en realidad sabe más— sobre cómonuestra relación con Cristo nos con-vierte en verdaderos cristianos.

Si debemos dar todo lo que tene-mos, entonces el dar sólo casi todono es suficiente. Si casi guardamoslos mandamientos, casi recibiremoslas bendiciones. Por ejemplo, algunosjóvenes piensan que pueden revolcar-se en el lodazal del pecado y luegodarse una ducha de arrepentimientoantes de ser entrevistados para ir a lamisión o al templo. Algunos planeanarrepentirse en el acto mismo de latransgresión; ellos se burlan del donde la misericordia que se logra me-diante el verdadero arrepentimiento.

Algunos desean mantener unamano en las paredes del templomientras tocan las “cosas inmundas” 21

del mundo con la otra. Debemos po-ner las dos manos en el templo ymantenerlas allí si deseamos ser sal-vos. Una sola mano ni siquiera es casisuficiente.

El joven rico había dado casi todo;y cuando el Salvador le dijo que debíavender todo lo que tenía no hablabasólo de las riquezas22. Podemos tenerla vida eterna si la deseamos, perosólo si no hay nada que queramosmás.

De modo que de buena gana debe-mos darlo todo, porque Dios mismono puede hacernos crecer en contrade nuestra voluntad y sin nuestra par-ticipación total; no obstante, auncuando utilicemos toda nuestra ener-gía y todos nuestros recursos, carece-mos del poder para crear laperfección que sólo Dios puede efec-tuar. Nuestro todo sigue siendo sola-mente casi suficiente, hasta que seaconsumado por el todo de Él, que esel “consumador de la fe” 23. En esepunto, nuestro imperfecto pero con-sagrado casi es suficiente.

Mi amiga Donna creció con el de-seo de casarse y de criar una numero-sa familia, pero esa bendición nuncallegó. En lugar de eso, pasó su vidaadulta prestando servicio a la gente

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de su barrio con gran compasión yaconsejando a niños con problemasen un gran distrito escolar. Ella sufríade una artritis que la inmovilizaba ypasaba largos días de tristeza; aun así,siempre edificaba a sus amistades yéstas y su propia familia siempre laalentaban. Un día, al enseñar sobre elsueño de Lehi dijo con fino humor:“Me imagino que estoy en el senderoestrecho y angosto asida a la barra dehierro, pero me desplomo de fatigaen él”. En una bendición que le dio sumaestro orientador antes de que ellafalleciera, se le dijo que el Señor había“aceptado” su vida. Donna se emocio-nó; no había pensado que su vida desoltera fuera aceptable. Pero el Señordijo que si están “dispuestos a cum-plir sus convenios con sacrificio…son aceptados por mí”24. Y yo creoverlo a Él andando por el sendero,desde el árbol de la vida, para ayudara Donna a ponerse de pie con alegríay llevarla de regreso a casa.

Piensen en otras personas que, aligual que Donna, se han consagradotan plenamente que, para ellas, el casies suficiente; por ejemplo:

Muchos misioneros que están enEuropa y lugares similares, que nuncadejan de ofrendar su corazón herido apesar del rechazo continuo.

Esos pioneros de los carros demano que dijeron haber llegado a co-nocer bien a Dios en sus dificultades,y que el precio que pagaron para co-nocerlo a Él fue un privilegio.

El padre que hizo todo lo posible,pero que aun así no pudo influir enlas decisiones de su hija; y lo únicoque pudo hacer fue acercarse con hu-mildad al Señor y suplicar, comoAlma, por esa hija.

La esposa que alentó a su marido apesar de los años de debilidad de élhasta que las semillas del arrepenti-miento finalmente brotaron en el co-razón de él. Ella dijo: “Traté deconsiderarle como Cristo me hubieraconsiderado a mí”.

El marido cuya mujer padeció por

años un desorden emocional que laimposibilitaba, pero que para él siem-pre fue “nuestro pequeño problema”y nunca “la enfermedad de ella”. En elreino de su matrimonio, el padeciócon ella en todas sus aflicciones25, dela misma manera que Cristo, en sureino infinito, “en todas [nuestras]aflicciones… fue afligido”26.

El pueblo que se menciona en 3 Nefi 17 había sobrevivido la destruc-ción, la duda y las tinieblas a fin de lle-gar al templo para estar con Jesús.Después de escucharlo por horas, sesintieron demasiado fatigados paraentenderle; y cuando Él se preparópara partir, lo miraron con lágrimas ycon un gran deseo de que se quedaray bendijera a sus afligidos y a sus hi-jos. Ni siquiera lo comprendían, perodeseaban estar con Él, más que nin-guna otra cosa; por lo tanto, Él sequedó. El casi de ellos fue suficiente.

Casi es suficiente en especial cuan-do nuestros sacrificios hacen eco dealguna forma el sacrificio del Salvador,sin importar lo imperfectos que sea-mos. No podemos en realidad sentirla caridad —el amor de Cristo por losdemás— sin por lo menos probar Susufrimiento por los demás, porque elamor y el sufrimiento son dos partesde una misma realidad. Cuando nosaflijan las aflicciones de los demás, po-dremos unirnos a “la participación desus padecimientos”27 lo suficientepara ser coherederos con Él.

Que no nos espantemos al descu-brir, paradójicamente, cuán alto es elprecio que debemos pagar para reci-bir lo que finalmente es una dádiva deÉl. Cuando el todo del Salvador ynuestro todo se unan, no sólo recibi-remos el perdón del pecado, sino que“lo veremos tal como es” y “seremossemejantes a él”28. Lo amo. Deseo es-tar con Él. En el nombre deJesucristo. Amén. ■

NOTAS1. 2 Nefi 25:26.2. Véase Hechos 17:28.3. Véase D. y C. 93:38.4. Véase D. y C. 29:39.5. Jeffrey R. Holland, Christ and the New

Covenant, The Messianic Message of theBook of Mormon, 1997, pág. 207.

6. 2 Nefi 25:23; cursiva agregada.7. Véase Éter 12:27.8. Martha Maria Humphreys, citado por

Marjorie Newton, Southern Cross Saints:The Mormons in Australia, 1991, pág. 158.

9. “Tengo gozo en mi alma hoy”, Himnos Nº 146.

10. Alma 33:23.11. Véase Moroni 7:48.12. Mateo 13:46; véase también Alma 22:15.13. D. y C. 84:38.14. D. y C. 19:15.15. Romanos 8:17.16. Alma 42:8.17. Moisés 5:11.18. 2 Nefi 9:43.19. Véase Alma 28:8.20. D. y C. 18:13; cursiva agregada.21. Véase Alma 5:57.22. Véase Mateo 19:16–22.23. Hebreos 12:2; véase también Moroni 6:4.24. D. y C. 97:8; cursiva agregada.25. D. y C. 30:6.26. D. y C. 133:53.27. Filipenses. 3:10.28. Moroni 7:48; 1 Juan 3:2; cursiva agregada.

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Todos nosotros nos hemos dadocuenta del medio ambiente endecadencia en el que se vive.

Aún así, tenía que ser un profeta deDios, el presidente Gordon B.Hinckley, quien pusiera las condicionesdel mundo y nuestras oportunidadesen una perspectiva clara y transparen-te. En dos de sus recientes comenta-rios a los líderes del sacerdocio y de lasorganizaciones auxiliares, se ilustra esavisión profética. Primero en relacióncon el desafío que afrontamos:

“La familia tradicional está bajo unintenso ataque. No sé si las cosas eranpeores en los tiempos de Sodoma yGomorra… Vemos condiciones simi-lares hoy en día, que reinan por todoel mundo. Pienso que nuestro Padredebe llorar al contemplar a Sus hijos ehijas descarriados”1.

Ahora concerniente a nuestrasoportunidades extraordinarias:

“¿Quién, en los albores de laIglesia, hubiera siquiera soñado contodas las oportunidades que tenemosen esta época?… La Iglesia se encuen-tra en una condición maravillosa…[ella] crecerá y se fortalecerá… ahoratenemos nosotros la oportunidad y eldesafío de continuar en esta granobra, cuyo futuro apenas si podemosimaginar”2.

Tú decides: retorcerte las manos ydejarte consumir por la preocupaciónhacia el futuro o elegir poner en prác-tica el consejo que el Señor ha dadode vivir con paz y felicidad en un mun-do impregnado de maldad. Si decidesconcentrarte en lo tenebroso, eso eslo que vas a ver. A la mayor parte delmundo lo envuelve un río que se des-borda con degenerada indecencia,

con el abandono de la virtud, la recti-tud, la integridad personal, el matri-monio tradicional y la vida familiar.Sodoma y Gomorra fueron la repre-sentación misma de la vida pecamino-sa del Antiguo Testamento. En eseentonces eran dos ciudades aisladas,pero ahora esa condición se extiendepor todo el mundo. Satanás manipulacon destreza el poder de todos losmedios de comunicación; su éxito haaumentado mucho el alcance y la dis-ponibilidad de esas influencias degra-dantes y destructivas por todo elmundo. En el pasado, se requeríacierto esfuerzo para encontrar esamaldad, pero ahora satura partes con-siderables de virtualmente casi todorincón del mundo. No podemos secar el creciente río de influenciasmalignas, puesto que éste es el resul-tado del ejercicio del albedrío moralque nuestro Padre concedió divina-mente al hombre; pero sí podemos, y debemos, advertir, con claridad, sobre las consecuencias de acercarse asu corriente tentadora y destructiva.

Ahora mira el lado positivo. A pesarde esos focos de maldad, el mundoen general es majestuosamente her-moso, lleno de mucha gente buena ysincera. Dios ha proporcionado elmodo de vivir en este mundo y de noser contaminados por las presionesdegradantes que los agentes malignossiembran por él. Tú puedes vivir unavida virtuosa, productiva y recta al se-guir el plan de protección que nues-tro Padre Celestial creó; es Su plan de felicidad, que se encuentra en lasEscrituras y en las declaraciones inspi-radas de Sus profetas. Él invistió tu in-teligencia con espíritu e hizo posibleque disfrutaras la maravilla de uncuerpo físico. Si utilizas ese cuerpo dela forma en que Él ha decretado, cre-cerás en fortaleza y capacidad; evita-rás transgredir y serás bendecidoabundantemente.

Cuando Dios, nuestro Padre Eternoy Su Amado Hijo aparecieron a JoséSmith en esa sublime visión de la

Cómo vivir bien en medio de lacreciente maldadÉ L D E R R I C H A R D G. S C O T TDel Quórum de los Doce Apóstoles

Mientras [el Señor] sea el centro de tu mente y de tucorazón, Él te ayudará a tener una vida rica y plena sinimportar lo que suceda en el mundo que te rodee.

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 101

Arboleda Sagrada, Ellos establecieronnuevamente sobre la tierra ese plande felicidad y todo lo necesario pararespaldarlo. Parte de esa restauraciónincluye Escrituras sagradas adicionalespara complementar el preciadoregistro de la Biblia. Esas valiosasEscrituras se encuentran en el Librode Mormón, en Doctrina y Conveniosy en la Perla de Gran Precio. NuestroPadre conocía nuestra época, y prepa-ró las Escrituras y proporcionó guíadivina y constante para apoyarnos.Esa ayuda asegurará que tú vivas conpaz y felicidad en medio de la crecien-te maldad.

Reflexiona en estos versículos:“Mas todas las cosas tienen que

acontecer en su hora. [Dios sabía losdesafíos que enfrentarías cuando dioeste consejo.]

“Por tanto, no os canséis de hacerlo bueno, porque estáis poniendo loscimientos de una gran obra. Y de lascosas pequeñas proceden las grandes.

“He aquí, el Señor requiere el cora-zón y una mente bien dispuesta; y losde buena voluntad y los obedientescomerán de la abundancia de la tierrade Sión en estos postreros días”3.

Ésa es una promesa invalorable.Mientras Él sea el centro de tu mentey de tu corazón, Él te ayudará a teneruna vida rica y plena sin importar loque suceda en el mundo que te rodee.

Pablo sabiamente enseñó: “No seasvencido de lo malo, sino vence con elbien el mal”4.

Debemos emular a Josué: “…esco-geos hoy a quién sirváis… pero yo ymi casa serviremos a Jehová”5.

Jesús enseñó: “Sé paciente en lasaflicciones, porque tendrás muchas;pero sopórtalas, pues he aquí, estoycontigo hasta el fin de tus días”6. “Y elque sea fiel vencerá todas las cosas yserá enaltecido en el postrer día”7.

Finalmente ese modelo de éxito:“…venid a Cristo, y perfeccionaos enél… absteneos de toda impiedad…am[ad] a Dios con toda vuestra alma,mente y fuerza… para que por su

gracia seáis perfectos en Cristo”8.Sé que el plan de felicidad enaltece

y bendice a quienes lo viven, sea don-de sea.

Una Nochebuena, hace 37 años,bajo la luz de una luna llena, subí unapequeña colina de la apartada aldeade Quiriza, Bolivia. Cuatro élderes jó-venes y yo pasamos el día atravesandoun paso de montaña por un peligrosocamino. Después subimos penosa-mente por el lecho de un río para versi las enseñanzas del Salvador ayuda a esa gente indigente. Lo que vimosese día fue desalentador: niños des-nutridos, adultos subsistiendo conexiguas cosechas, algunos de elloscon los ojos turbios como consecuen-cia de haber buscado refugio en el al-cohol y las drogas. Miré hacia abajo, ala pequeña y desolada aldea; un con-junto de casas de adobe con techo depaja abatidas por el inhospitalario am-biente. La única evidencia de vidaeran un perro ladrando en busca decomida. Allí no había electricidad, niteléfono, ni agua corriente, ni cami-nos, ni sanitario apropiado, ni médi-co. Todo parecía sin esperanzas; sin embargo, una oración solemneconfirmó que debíamos estar allí.Encontramos una gente humilde

que aceptó el Evangelio restauradocon la determinación de vivirlo. Lo hicieron bajo condiciones difíciles,donde abundaban la extrema pobre-za, el alcohol, las drogas, la brujería yla inmoralidad.

Bajo la guía de misioneros excep-cionales, la gente aprendió a trabajarfuerte para cultivar los campos; cose-charon verduras nutritivas y criaronconejos para obtener una proteínamejor; pero las lecciones mejores lasrecibieron de los amorosos misione-ros que les enseñaron de un Diosque los amaba, de un Salvador quedio Su vida para que ellos tuvieranéxito. La apariencia física de ellos co-menzó a cambiar y la luz de la verdadirradió de sus rostros felices. Comoemisarios devotos y amorosos delSeñor, los misioneros enseñaron conpaciencia a una gente dispuesta.Esposas y maridos aprendieron a viviren armonía, a enseñar la verdad a sushijos, a orar y a sentir la guía delEspíritu. Vi a un pequeño de seisaños, que había observado con aten-ción nuestro primer bautismo, repre-sentar con su pequeña hermana loque había visto. Con sumo cuidado leacomodó las manos, levantó su braci-to en escuadra, murmuró algunas

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palabras y con gran cuidado la inclinóhacia una depresión que había en latierra endurecida por el sol; luego, lallevó hasta una piedra donde la confir-mó y finalmente le dio la mano. La ju-ventud aprendió con más rapidez.Fueron obedientes ante la luz de laverdad que les enseñaron los misio-neros y, con el tiempo, sus propiospadres. He visto cómo, mediante la fey la obediencia, en una sola genera-ción, algunos jóvenes que se bautiza-ron en esa aldea superaron un futuroque parecía sin esperanzas. Algunosfueron misioneros, se graduaron deuniversidades y se sellaron en el tem-plo, y por medio de la diligencia y laobediencia, encontraron propósito yéxito en la vida a pesar de un ambien-te que había sido físicamente duro ylleno de maldad. Si se pudo hacer enQuiriza, Bolivia, se puede hacer encualquier lado.

¿Te has dado cuenta de cómo actúaSatanás para capturar la mente y lasemociones con imágenes destellan-tes, música estridente y la estimula-ción de todos los sentidos físicos alextremo? Con diligencia, él se esfuer-za por llenar la vida con acción, diver-siones y estímulos para que nadie se pueda detener a reflexionar en las consecuencias de sus tentadorasinvitaciones. ¡Piénsalo! Algunos sesienten tentados a violar los manda-mientos más básicos de Dios debidoa que las acciones seductoras se re-presentan como aceptables; se lashace parecer atractivas e incluso de-seables; no parecen tener serias con-secuencias, sino una dicha y felicidadperdurables; pero debes tener encuenta que esas actuaciones estáncontroladas por libretos y actores, yque las consecuencias de las decisio-nes que se toman son a la vez mani-puladas para que sean lo que elproductor quiere.

La vida no es así. Sí, el albedrío moral permite que tú elijas lo que de-sees, pero no puedes controlar lasconsecuencias de esas elecciones.

A diferencia de las creaciones falsasdel hombre, nuestro Padre Celestialdetermina las consecuencias de tuselecciones. La obediencia proporcio-nará felicidad, mientras que la viola-ción de Sus mandamientos no lo hará.

Reflexiona en la vida de quienesproducen lo que para algunos sonimágenes cautivantes de la vida. Por logeneral, disfrutan de las influenciasdestructivas más depravadas que ellosrepresentan tan atrayentes en los me-dios. Podrán ser ricos, pero son míse-ros y sin conciencia; en verdad, ladeclaración de Alma, profeta inspira-do y padre compasivo, se ve confir-mada en sus vidas: “…la maldadnunca fue felicidad”9.

Si alguna vez te sientes tentado aexperimentar con los ofrecimientosseductores de Lucifer, primero analizacon calma las consecuencias inevita-bles de esas elecciones y tu vida noserá destruida. Tú no puedes probaresas cosas que Dios ha prohibido porcuanto son destructivas para la felici-dad y corrosivas de la guía espiritualsin sufrir trágicos resultados.

Si estás envuelto en una maraña depecados debido a las malas eleccio-nes, por favor, decide volver ahora.Tú sabes cómo comenzar. Hazlo aho-ra; nosotros te amamos; te necesita-mos. Dios te ayudará.

Joven o jovencita, a pesar de que lavida parezca difícil ahora, mantenteasido a la barra de hierro de la verdad.Tú haces progresos mejores de losque piensas y tu esfuerzo define tu ca-rácter, tu disciplina y la confianza enlas promesas de tu Padre Celestial ydel Salvador al obedecer de maneraconstante Sus mandamientos. Tú erestan importante; se te necesita tanto.Son pocos los que están dispuestos ahacer el sacrificio que tú haces paravivir rectamente. Tú puedes desarro-llar la sensibilidad, el amor y la bon-dad para obtener felicidad supremadentro del convenio del matrimonioeterno. Tú bendecirás a tus hijos conuna perspectiva que el mundo nunca

podrá darles; tu ejemplo marcará elcurso para que tengan una vida deéxito al volverse el mundo aún cadavez más difícil. Se te necesita para quefortalezcas el reino creciente delSeñor y para que seas un modelo deconducta para muchos que no po-seen la luz de la verdad que tú tienes.

Evita la iniquidad del mundo; de-bes saber que Dios tiene el control. Ensu tiempo, Satanás fracasará por com-pleto y será castigado por su perversamaldad. Dios tiene un plan específicopara tu vida. Él te revelará partes deese plan a medida que lo busques confe y obediencia constantes. Su Hijo teha hecho libre, no de las consecuen-cias de tus actos sino libre de hacerelecciones. El propósito eterno deDios es que tengas éxito en esta vidaterrenal y, a pesar de lo inicuo que sevuelva el mundo, tú puedes obteneresa bendición. Busca y presta atencióna la guía que se te brinda por mediodel Espíritu Santo, y sigue digno de re-cibirla. Ayuda a quienes tropiecen y seencuentren desorientados, sin saberqué sendero seguir.

Tu seguridad está en Dios, tuPadre, y en Su Amado Hijo Jesucristo.Como uno de Sus Apóstoles autoriza-dos para dar testimonio de Él, testifi-co solemnemente que sé que elSalvador vive, que Él es un personajeresucitado, glorificado y de amor per-fecto. Él es tu esperanza, tu Mediador,tu Redentor. Por medio de la obedien-cia, permite que Él te guíe a la paz y ala felicidad en medio de la maldadcreciente del mundo. En el nombrede Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Gordon B. Hinckley, “El permanecer firmes

e inquebrantables”, Reunión mundial decapacitación de líderes; 10 de enero de2004, pág. 21.

2. “El estado de la Iglesia”, Liahona, noviembre de 2003, págs 4, 7.

3. D. y C. 64:32–34.4. Romanos 12:21.5. Josué 24:15.6. D. y C. 24:8.7. D. y C. 75:16.8. Moroni 10:32.9. Alma 41:10.

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 103

Mis hermanos y hermanas, yacasi terminamos. Al llegar alfinal de esta conferencia his-

tórica, me vienen a la mente las pala-bras del imperecedero himnoRecessional de Rudyard Kipling:

“Vano poder los reinos son;huecos los gritos y el clamor.Constante sólo es tu amor;al compungido da perdón.No nos retires tu amor;haznos pensar en ti, Señor”(“Haznos pensar en ti, Señor”,Himnos, Nº 35).

Ruego que al regresar a nuestroshogares llevemos el espíritu de estagran reunión. Ruego que lo que he-mos escuchado y experimentado nosquede como una porción de amor y depaz, una actitud de arrepentimiento

y una resolución de esforzarnos unpoco más por ser mejores ante la ra-diante luz del sol del Evangelio.

Que nuestros testimonios de losgrandes principios fundamentales deesta obra, a los cuales se les ha sacadomás brillo, resplandezcan con el ful-gor de nuestras vidas y acciones.

Que aumente el espíritu de amor,de paz y de aprecio mutuos en

nuestro hogar, que prosperemos ennuestras labores, que nos volvamosmás generosos al compartir y que nosacerquemos a quienes nos rodeancon amistad y respeto.

Que nuestras oraciones se convier-tan en expresiones de gratitud alDador de todo lo bueno, y de amor aAquel que es nuestro Redentor.

Ahora, mis hermanos y hermanas,con renuencia deseo tratar algo per-sonal por un momento. Algunos deustedes habrán notado la ausencia dela hermana Hinckley. Por primera vez,en los 46 años desde llegué a serAutoridad General, ella no ha asistidoa la conferencia general. A comienzosdel año estuvimos en África para dedi-car el Templo de Accra, Ghana. Al salirde allí, volamos a Sal, una desérticaisla del Atlántico, donde nos reuni-mos con miembros de una rama de lalocalidad. Después volamos a Saint

Palabras finalesP R E S I D E N T E G O R D O N B . H I N C K L E Y

Que nuestros testimonios de los grandes principiosfundamentales de esta obra… resplandezcan con el brillode nuestras vidas y acciones.

Thomas, una isla del Caribe, y allí nosreunimos con unos cuantos miem-bros. Regresábamos a casa cuandoella se desmayó del cansancio y ha pa-sado días difíciles desde ese entonces.Ahora ella tiene 92 años, un poco másjoven que yo. Creo que al reloj se leestá acabando la cuerda y no sabemoscómo darle cuerda.

Es un momento profundamentetriste para mí. Hemos estado casadosdurante 67 años este mes. Ella es ma-dre de nuestros cinco talentosos ycapaces hijos, abuela de 25 nietos ycon un número cada vez más grandede bisnietos. Hemos caminado jun-tos, lado a lado a lo largo de estosaños, en igualdad y como compañe-ros a través de la tormenta y bajo elresplandor del sol. Ella ha hablado alo largo y a lo ancho en testimoniode esta obra; ha impartido amor, áni-mo y fe doquier que ha ido. Las her-manas le han escrito cartas deagradecimiento desde todas partesdel mundo. Seguimos teniendo espe-ranza y oramos por ella, y expresa-mos desde lo más profundo denuestro corazón nuestro agradeci-miento hacia los que la han atendidoy cuidado, así como por la fe y lasoraciones de ustedes a favor de ella.Ahora, al irnos a nuestros hogares,siento que debo decir:

Para siempre Dios esté con vos;con Su voz Él os sostenga…Cuando el temor os venga,en Sus brazos Él os cubra…que os guíe Su bandera;que la muerte no os hiera;para siempre Dios esté con vos.(“Para siempre Dios esté con vos”,Himnos, Nº 89.)

Cada hombre, mujer, niño, jovenci-to y jovencita debe salir de esta confe-rencia siendo una persona mejor delo que él o ella era al empezar hacedos días. Dejo mi bendición y miamor a cada uno de ustedes, en el sa-grado nombre de Jesucristo. Amén. ■

104

Me encanta leer, pero no so-porto si una novela se ponedemasiado seria, si la vida del

héroe peligra, si es triste o complica-da; por eso tengo que leer el final poradelantado para asegurarme de quetodo saldrá bien para el personajeprincipal.

En cierto modo, todas estamos enmedio de nuestra propia novela, la

historia de nuestra vida. A veces éstasse complican y nos gustaría leer poradelantado para saber nuestro propiofinal y asegurarnos de que todo va asalir bien. Aunque no sepamos los de-talles particulares de las experienciasde nuestra vida, afortunadamente sísabemos algo de nuestro futuro si vi-vimos dignamente.

Se nos dan estas palabras enDoctrina y Convenios 90:24:“Escudriñad diligentemente, oradsiempre, sed creyentes, y todas las co-sas obrarán juntamente para vuestrobien, si andáis en la rectitud”. Estamaravillosa promesa del Señor, deque todas las cosas obrarán juntamen-te para nuestro bien, se repite mu-chas veces en las Escrituras, enparticular a las personas o a los profe-tas que están sufriendo aflicciones enla historia de su propia vida.

Percibo que esta promesa provienede un Padre tierno y amoroso que de-sea bendecirnos y darnos motivo paratener esperanza en nuestra jornadaterrenal. El saber que al final las cosas

Todas las cosas obrarán juntamente paravuestro bienS U S A N W. TA N N E RPresidenta General de las Mujeres Jóvenes

Al escudriñar, orar y creer reconoceremos los milagros ennuestra vida y nos convertiremos en obradoras de milagrosen la vida de los demás.

REUNIÓN GENERAL DE LAS MUJERES JÓVENES2 7 d e m a r z o d e 2 0 0 4

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 105

obrarán juntamente para nuestro biennos servirá para soportar las afliccio-nes al igual que los fieles pueblos delas Escrituras que sabían y confiabanen cuanto a lo que Dios había prome-tido, “mirándolo de lejos, y creyéndo-lo, y saludándolo” (Hebreos 11:13).Nosotros también podemos creer esapromesa.

A veces vemos el cumplimiento in-mediato de una promesa; otras veces,suplicamos durante años antes de verel cumplimiento de las promesas de-seadas. A veces, al igual que el fielAbraham, quizás aceptemos las pro-mesas, pero morimos conforme a lafe “sin haber recibido lo prometido”(Hebreos 11:13) mientras estemos enla tierra. Si bien es cierto, en algunoscasos, que las bendiciones que se noshan prometido se cumplirán única-mente en las eternidades, también escierto que al escudriñar, orar y creercon frecuencia veremos que las cosasobrarán juntamente para nuestro bienen esta vida.

Al leer los relatos de los apóstolesde Jesús después de Su muerte, veoque a menudo eran brutalmente per-seguidos, apedreados y encarcelados;sin embargo, vivieron con valor y fe.Ellos sabían que al final las cosas obra-rían juntamente para su bien; sabíantambién que, mediante bendiciones ymilagros que recibían mientras tanto,las cosas marchaban bien; fueron sos-tenidos, guiados y protegidos; abraza-ron las promesas no sólo de lejos,sino aquí y ahora.

En la vida de Pedro ocurrió un ma-ravilloso milagro cuando fue encarce-lado por el rey Herodes. A sucompañero apóstol, Jacobo, le acaba-ban de quitar la vida, y ahora Pedroera encarcelado, bajo la guardia de 16hombres. Me pregunto si sentiría elsufrimiento que sintió el profeta JoséSmith en la cárcel de Liberty. Fue allíque el Señor le prometió que “todasestas cosas te servirán de experiencia,y serán para tu bien” (D. y C. 122:7).Sería difícil creer en esa promesa en

medio de esas tribulaciones, peroPedro, al igual que José, fue bendeci-do por el Señor.

Los de la Iglesia estaban reunidosorando “sin cesar” por Pedro; enton-ces ocurrió algo maravilloso. Durantela noche, mientras dormía entre dossoldados, sujeto con dos cadenas, unángel del Señor “se presentó” y “ledespertó”, y “las cadenas se le caye-ron de las manos”. Pedro pensaba queera un sueño; siguió al ángel pasandola guardia a través de una puerta dehierro que daba a la calle, “y luego elángel se apartó de él”. Pedro se diocuenta de que no era un sueño; habíasido milagrosamente librado y elSeñor lo estaba bendiciendo en esepreciso momento.

Se dirigió a la casa donde estabanreunidos miembros de la Iglesia oran-do por él y, cuando llamó a la puerta,una jovencita (alguien como ustedes)llamada Rode salió a escuchar y

reconoció la voz de Pedro. En lasEscrituras dice que le dio “gozo”;pero con la emoción, olvidó dejarloentrar, corriendo adentro para com-partir con los demás las buenas nue-vas de que Pedro estaba a la puerta.Ellos no le creyeron y discutían conella, diciéndole que no sabía lo quedecía. Mientras tanto, Pedro persistíaen llamar y esperar. Cuando por finfueron a él, “se quedaron atónitos”(véase Hechos 12:4–17).

Esas personas habían estado oran-do continuamente para que ocurrieraun milagro, pero cuando el Señorcontestó sus oraciones, se llenaron deasombro; se sorprendieron ante labondad del Señor por su milagrosarespuesta. ¿Reconocemos nosotros elcumplimiento de promesas en nues-tra vida? Así como el Salvador pregun-tó: “¿Teniendo ojos no veis…?(Marcos 8:18), ¿tenemos nosotrosojos para ver?

En todas partes hay jovencitas queestán en medio de la historia de supropia vida, enfrentando peligros y dificultades. Como ocurrió conPedro, habrá “ángeles alrededor devosotros, para sosteneros” (D. y C.84:88); nos sostendrán al llevar nues-tras cargas terrenales. Muy a menudo,esos ángeles son las personas quenos rodean, las personas que nosaman, los que aceptan ser instrumen-tos en las manos del Señor. El presi-dente Spencer W. Kimball dijo: “Diosse ocupa de nosotros y vela por nues-tro bienestar; pero, generalmente, espor intermedio de otro ser mortalque atiende a nuestras necesidades.En consecuencia, es vital que nos sir-vamos unos a otros en el reino” (cita-do en “Verdaderos seguidores”,Liahona, julio de 1999, pág. 35).

Estoy agradecida por las maravillo-sas jovencitas y hermanas líderes delas Mujeres Jóvenes, madres y padresy buenos amigos que se fortalecenunos a otros. Ustedes son los ángelesque colaboran en el cumplimiento de las promesas de nuestro Padre

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Celestial para con Sus hijos amados.Un grupo de Mujeres Jóvenes de

Oklahoma acudió a nuestro PadreCelestial en oración para determinarla mejor forma de que una nuevaAbejita, que era sorda, se sintiera par-te de ellas. Se esforzaron para ser ins-trumentos en las manos del Señorpara ayudar a esa jovencita. Un mila-gro se extendió por todo el barrio alconvertirse en ángeles que sostendrí-an a Alexis, la nueva Abejita.

Ésta dijo: “Me sentía nerviosa yemocionada al empezar a ir a lasMujeres Jóvenes. Mamá siempre vaconmigo para interpretar por señas,ya que soy sorda. Después de la pri-mera oración y el himno, la hermanaHoskin, presidenta de las MujeresJóvenes, dijo: ‘Alexis, queremos obse-quiarte algo’. Luego todas las jovenci-tas se pusieron de pie y empezaron adecir algo por señas; yo sabía que eraalgo especial. Más tarde supe que erael lema de las Mujeres Jóvenes; todaslas muchachas del barrio lo habíanaprendido para darme la sorpresa.

“Sé que mi Padre Celestial me amaa causa de personas maravillosas en latierra que me demuestran amor, espe-cialmente las chicas de las MujeresJóvenes y las líderes que se comuni-can conmigo por señas y me ayudan aaprender el Evangelio” (Carta a la

Presidencia de las Mujeres Jóvenes).La hermana Hoskin, la presidenta

de las Mujeres Jóvenes, había oradodiligentemente para saber cómo ayu-dar a Alexis; ella escribió:

“Apenas tenía una semana de serPresidenta de las Mujeres Jóvenes delbarrio cuando me empecé a preocu-par por una de mis futuras Abejitas.Alexis tiene problemas de audición, yme preocupaba cómo podría ayudarlaa sentirse aceptada. Después de mu-chos días de preocupación y muchasoraciones, desperté a medianoche deun sueño en el que vi de pie a mi gru-po de mujeres jóvenes expresar ellema de las Mujeres Jóvenes por se-ñas; sabía que era la respuesta a misoraciones.

“Fue un gran desafío; tomó horas:una noche entera de la Mutual, y lue-go prácticas semanales antes de queestuviésemos listas. Cuando llegó elcumpleaños de Alexis, todas nos sen-tíamos emocionadas y nerviosas pornuestra sorpresa. Coloqué a Alexis y asu madre frente a las muchachas y medirigí por señas a Alexis: ‘Queremoshacerte un obsequio; ahora eres unade nosotras’. Luego nos pusimos depie y repetimos el lema, por medio deseñas. El Espíritu se sintió muy fuertey no había muchas voces porque to-das llorábamos, pero las muchachas

hicieron una bella labor. Alexis radia-ba de alegría; sabía que era una de no-sotras.

“Aprendimos que nuestro PadreCelestial nos ama a todos y que habráocasiones en las que seremos Su voz ySus manos para ayudar a los demás asentir ese amor. Aprendimos que elservir a los demás brinda el mayor delos gozos; yo aprendí la importancia deseguir las impresiones del Espíritu, auncuando exija mucho trabajo y parezcainalcanzable” (Carta a la PresidenciaGeneral de las Mujeres Jóvenes).

Imaginen cómo a través de losaños la madre de Alexis había oradopor su hija, con las mismas esperan-zas y sueños que toda madre añorapara su hija. Ella dijo:

“Por ser la madre de una hija disca-pacitada, estoy acostumbrada a hacerun poco más para que todo le vayabien. Debido a que es sorda, a menu-do la acompaño para interpretarle. Seimaginarán lo que sentí cuando todaslas mujeres jóvenes empezaron a de-cir por señas el lema de las MujeresJóvenes. Al encontrarme allí, con lá-grimas en los ojos, acudió a mi menteel versículo que se encuentra enMateo 25:40: ‘…en cuanto lo hicisteisa uno de estos mis hermanos más pe-queños, a mí lo hicisteis’.

“El extraordinario amor y servicioque esas jovencitas demostraron co-menzó tan sólo ese día. Muchas deellas han dado de su tiempo y esfuer-zo para aprender el lenguaje por se-ñas, y ahora ayudan a interpretar paraAlexis en la Iglesia. Mis oracionessiempre han sido para que Alexis seafeliz, progrese y se sienta aceptada.

“Como madre, mi testimonio delSalvador se ha fortalecido al ver el ser-vicio y el amor de esas jovencitas ysus líderes. A veces, hemos sentido elpeso de la preocupación por nuestrahija, pero se ha aligerado por mediode las acciones de esas fieles jovenci-tas y sabias líderes”.

Esa madre había orado por la ayu-da del Señor, y ahora, mediante la

ayuda de los demás, de esos ángelesen la tierra, ella vio que todas las co-sas trabajaban juntamente por el biende su hija.

Otras jovencitas del barrio hablaronde lo mucho que progresaron al pres-tar ese servicio. La presidenta de la cla-se de Laureles dijo que el aprender ellema en el lenguaje por señas fue muydifícil, pero que sintieron la ayuda delEspíritu en esa empresa. Ella dijo: “Aldecir el lema, no nos apresuramoscomo de costumbre; meditamos enlas palabras y las hicimos por señaspara que alguien más pudiera enten-derlas, y eso me hizo feliz, el saberque ella podría entender nuestro lemay saber que también era hija de Dios”.

En ello participaron también los jo-vencitos; en el lenguaje por señasaprendieron a decir “¿Te gustaría bai-lar conmigo?”, al prepararse para unbaile de una actividad de la Mutual delbarrio. Fue por eso que Alexis bailótodas las piezas. Los presbíterosaprendieron a decir por señas las ora-ciones sacramentales, y el barrio ente-ro se vio envuelto en un espíritu deamor.

En todo barrio o rama, en todo ho-gar o familia, hay una Alexis que tieneuna necesidad especial, física, emo-cional o espiritual, que ora y confía enque, de algún modo, a través de susdesafíos, al final “todas las cosas obra-rán juntamente para [su] bien”. Cadauna de nosotras puede ser un instru-mento en las manos del Señor, un án-gel terrenal, que puede ayudar a queocurran milagros.

Testifico que nuestro PadreCelestial es un padre tierno y amoro-so que desea bendecirnos con todo loque Él tiene. Al escudriñar, orar y creer reconoceremos los milagros ennuestra vida y nos convertiremos enobradoras de milagros en la vida delos demás. Nos convenceremos de Supromesa, de que “todas las cosasobrarán juntamente para [nuestro]bien”. En el nombre de Jesucristo.Amén. ■

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 107

De recién casada, le pedí a misuegra, que cocina muy bien,que me enseñara a hacer los

deliciosos panecillos que hacía ella.Con animación, me dijo ¡que le habíallevado veinticinco años aprender ahacer un buen panecillo!, y añadió:“Más te vale comenzar a hacerlos aho-ra”. Seguí su consejo y hemos disfru-tado en casa de muchos y muybuenos panecillos.

Por aquel mismo tiempo, me invi-taron a un almuerzo que se daba a to-das las hermanas de la Sociedad deSocorro de mi barrio que hubiesen le-ído ya fuese el Libro de Mormón o al-gún libro breve de historia de laIglesia. En ese entonces, yo sólo leía

las Escrituras de vez en cuando, por loque llené los requisitos para ir al al-muerzo por haber leído un libro bre-ve, lo cual era más fácil y llevabamenos tiempo. Durante el almuerzo,experimenté la fuerte sensación deque, si bien el libro de historia erabueno, yo debía haber leído el Librode Mormón. El Espíritu Santo me ins-piraba a cambiar mis hábitos de lectu-ra de las Escrituras. Aquel mismo díacomencé a leer el Libro de Mormón ydesde entonces nunca he dejado deleerlo. Aunque no me considero ex-perta en las Escrituras, en verdad meregocijo al leerlas todas y me sientoagradecida por haberme formado elhábito de toda una vida de leerlas.Sería imposible aprender las leccionesque contienen las Escrituras al leerlastodas sólo una vez o al estudiar versí-culos seleccionados en una clase.

Saber hacer panecillos es un granconocimiento práctico para el ama decasa. Cuando los horneo, un aromadelicioso llena la casa. Me posibilitamostrar mi amor a mis familiares com-partir con ellos lo que he hecho.Cuando estudio las Escrituras, elEspíritu del Señor llena mi casa, a lavez que adquiero un importante cono-cimiento que en seguida compartocon mis familiares, y mi amor por ellos aumenta. El Señor nos ha dicho:“…dedicaréis vuestro tiempo al

Mi alma se deleitaen las EscriturasJ U L I E B . B E C KPrimera Consejera de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes

Si todavía no se han formado el hábito del estudio diario delas Escrituras, comiencen ahora y continúen estudiándolas.

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estudio de las Escrituras” (D. y C. 26:1)y que “el Libro de Mormón y las SantasEscrituras [se nos han dado]… para[nuestra] instrucción” (D. y C. 33:16).Toda mujer puede ser instructora dedoctrina del Evangelio en su hogar ytoda hermana de la Iglesia debe tenerconocimiento del Evangelio como lí-der y como maestra. Si todavía no sehan formado el hábito del estudio dia-rio de las Escrituras, comiencen ahoray continúen estudiándolas a fin de es-tar preparadas para sus responsabilida-des tanto en esta vida como en laseternidades.

Mis primeras tentativas de hacerpanecillos y de leer las Escrituras nosiempre fueron satisfactorias, perocon el tiempo se volvieron tareas másfáciles. Para las dos labores, debíaprender las debidas técnicas y adqui-rir un conocimiento de los procedi-mientos adecuados. La clave fuecomenzar e intentarlo una y otra vez.Una forma útil de comenzar a estu-diar las Escrituras es “aplicarlas” a no-sotras mismas (véase 1 Nefi 19:23).Hay quienes comienzan por escogerun tema en la Guía para el Estudiode las Escrituras del cual deseen sa-ber más. O empiezan al comienzo deun libro de las Escrituras y buscan enseñanzas específicas a medida quelo leen.

Por ejemplo, cuando me llamarona ser líder de las Mujeres Jóvenes,compré un nuevo juego de Escriturasy, al leerlas y marcarlas, buscaba loque me serviría en mi llamamiento. Aveces, pongo en ellas papelitos de co-lores, para tener un rápido acceso alos temas que esté estudiando. Hepuesto lengüetas de papel en misEscrituras para indicar con ellas mu-chos de mis versículos preferidos so-bre el arrepentimiento y la Expiación,y hallarlos fácilmente mientras meditodurante la Santa Cena cada semana.Por lo general, tomo notas de lo quevoy aprendiendo, las cuales a vecesguardo en mis Escrituras y otras vecesapunto en un cuaderno separado.

De vez en cuando compro un nue-vo ejemplar del Libro de Mormón.Cuando empiezo a leer ese nuevo li-bro, hago apuntes en los márgenes, afin de llevar un registro de lo que voyaprendiendo al estudiar. Para recordarlo que voy aprendiendo, trazo líneaspara conectar los conceptos, sombreoversículos y subrayo palabras clave.Cuando encuentro conceptos que serelacionan entre sí, hago una cadenade pasajes para enlazar las ideas (véa-se “Conexión entre pasajes deEscrituras”, La enseñanza: El llama-miento más importante, 2000, pág.63). Me agrada pensar en mis libros

de las Escrituras como en un cuader-no de ejercicios, por lo que a vecesanoto dónde me encontraba cuandoaprendí algo importante o el nombrede la persona que me lo enseñó. Deese modo, la experiencia se refrescaen mi memoria cuando vuelvo a leerese pasaje.

Muchas de ustedes estudian idio-mas extranjeros. Si desean, podríancomenzar a leer el Libro de Mormónen otro idioma. Cuando se leen lasEscrituras en otra lengua, se aprendelo que significan las palabras de unaforma nueva. Hay personas que co-mienzan por buscar respuesta a suspreguntas, pues desean saber quiénesson y qué deberían estar haciendo enla vida. Un amigo mío me sugirió quecomenzara por buscar las preguntasque el Señor nos hace en las Escriturasy que luego meditase en ellas (véaseJohn S. Tanner, “Responding to theLord’s Questions”, Ensign, abril de2002, pág. 26). Desde entonces hedescubierto muchas preguntas impor-tantes, como por ejemplo: “¿qué es loque tú deseas?” (1 Nefi 11:2) y: “¿Quépensáis del Cristo?” (Mateo 22:42). Yoguardo una lista de esas preguntas enla parte de atrás de mis Escrituras.Suelo escoger una en la cual pensar enlos momentos de tranquilidad pormotivo de que la meditación me ilumi-na la mente, “para que [comprenda]las Escrituras” (Lucas 24:45). Cuandono las tengo a la mano, para comenzarmi estudio, repaso las enseñanzas que he memorizado. El recitar losArtículos de Fe u otros versículos paramí misma me permite conservarlos enla memoria.

Sea cual sea la forma en la que lapersona comience a estudiar lasEscrituras, la clave para desentrañarconocimientos importantes es conti-nuar estudiando. Nunca me canso dedescubrir los ricos tesoros de la ver-dad que hay en las Escrituras debido aque ellas enseñan “con claridad, sí,con toda la claridad de la palabra” (2 Nefi 32:7). Las Escrituras testifican

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 109

de Cristo (véase Juan 5:39) y nos di-cen todas las cosas que debemos ha-cer (véase 2 Nefi 32:3); nos “puedenhacer [sabias] para la salvación” (2 Timoteo 3:15).

Gracias a la lectura de las Escriturasy a las oraciones que acompañan miestudio, he adquirido un conocimien-to que me da paz y me sirve para con-servar mis energías concentradas enlo que tiene importancia eterna.Gracias a haber comenzado a leer lasEscrituras a diario, he aprendido acer-ca de mi Padre Celestial, de Su HijoJesucristo y de lo que debo hacer paraser como Ellos; he aprendido acercadel Espíritu Santo y de cómo hacermemerecedora de Su compañía; heaprendido acerca de mi identidadcomo hija de Dios. Esencialmente, heaprendido quién soy, por qué estoyaquí en la tierra y lo que debo hacercon mi vida.

De muchacho, el profeta JoséSmith tuvo un interrogante que lepreocupaba intensamente. Comenzóa leer las Escrituras y halló la soluciónen la Biblia (véase Santiago 1:5). Éldijo: “Ningún pasaje de las Escriturasjamás penetró el corazón de un hom-bre con más fuerza que éste en estaocasión, el mío”, y meditó en ello “re-petidas veces” (José Smith—Historia1:12). Debido a que José Smith pusoen práctica lo que leyó en lasEscrituras, llegó a saber acerca denuestro Padre Celestial, de Su HijoJesucristo, del Espíritu Santo y de suidentidad como hijo de Dios; Joséaprendió quién era él, por qué estabaaquí en la tierra y lo que debía haceren esta vida.

Las Escrituras son tan importantesque Nefi arriesgó su vida para obteneruna copia de ellas y deseó “ver, oír ysaber” (véase 1 Nefi 10:17); escudriñólas Escrituras y descubrió “que eran de-seables… [y]…de gran valor” (1 Nefi5:21). En ellas, él aprendió “acerca delos hechos del Señor en otras tierras,entre los pueblos de la antigüedad” (1 Nefi 19:22). Comenzó a estudiar las

Escrituras y aprendió acerca de nuestro Padre Celestial, de Su HijoJesucristo, del Espíritu Santo y de suidentidad como hijo de Dios; aprendióquién era y lo que había de hacer.

Tengo gran confianza en las muje-res jóvenes de la Iglesia; mediante su hábito de estudiar a diario lasEscrituras, serán “conducid[as] a creer las Santas Escrituras, sí, las pro-fecías escritas de los santos profetas”(Helamán 15:7). Ustedes serán las ma-dres y los líderes que ayudarán a pre-parar a la generación que viene con elentendimiento y el testimonio delEvangelio. Sus hijos serán los hom-bres y las mujeres de fe que continua-rán edificando el reino de Dios sobrela tierra gracias a lo que ustedes lesenseñen de las Escrituras.

Si la lectura de las Escrituras no es todavía un hábito de ustedes, hoyes un gran día para comenzar. En

realidad, no me llevó veinticincoaños aprender a hacer buenos pane-cillos; sólo me hacía falta el alientonecesario para comenzar. Si bien lospanecillos han sido un placer parami familia, la mayor dicha ha prove-nido del hábito de la lectura diariade las Escrituras que comencé haceya muchos años. Algunos días tengomucho tiempo para meditar en ellasy, otros, reflexiono sobre unos cuan-tos versículos. Del mismo modo quecomer y respirar sustentan mi cuer-po físico, las Escrituras alimentan miespíritu y le dan vida. Y ahora puedodecir al igual que Nefi: “…mi alma se deleita en las Escrituras, y mi co-razón las medita… He aquí, mi almase deleita en las cosas del Señor, ymi corazón medita continuamenteen las cosas que he visto y oído” (2 Nefi 4:15–16). En el nombre deJesucristo. Amén. ■

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Hace varios meses, me invitarona hablar a las mujeres jóvenesde la estaca en la que crecí. La

expectativa me llenó de entusiasmo.Mi madre me acompañó y llegamosalgo temprano. La reunión se realizóen el edificio al que yo había ido a laIglesia hasta que me fui a la universi-dad. No había vuelto allí desde hacíamucho tiempo y no imaginaba lo quesentiría al volver; entonces acudierona mi memoria tantos recuerdos quecomencé a llorar. Mi madre me miró yme dijo: “Elaine, no vas a llorar aho-ra”; pero me brotaron las lágrimas alver la oficina que estaba a la subida dela bella escalera de mármol y que ocu-paba mi padre cuando era obispo.Tras subir allí, como la puerta estabaabierta, entré y vi que la habían con-vertido en una pequeña sala de clase;otra vez, me llené de recuerdos. Vi en

mi mente a mi padre sentado al escri-torio y me vi yo misma de niña peque-ña, sentada en una silla enfrente de él,pagando el diezmo, y más adelante,de jovencita, en entrevistas y recibien-do bendiciones del sacerdocio. Mi ca-riño a ese edificio está íntimamenteligado con las experiencias y los senti-mientos espirituales que tuve allí.

De pequeña solía acompañar a laIglesia a mi padre, que era el obispo,y le esperaba hasta que terminaba lasreuniones y entrevistas. Yo me dedi-caba a explorar, por lo que conocíatodos los rincones de ese edificio.Una de mis salas preferidas era la dela torre, que era espaciosa y estaba enlo alto de una empinada escalera.Había allí un cuadro del Salvador so-bre una gran chimenea. Siempre meatraía ese lugar. Tras subir los pelda-ños, entraba con reverencia. Me sen-taba en una silla a contemplar lalámina del Salvador y a orar a nuestroPadre Celestial. Mis oraciones eransencillas, pero siempre que oraba, meinvadía una sensación muy especialque me hacía saber que Él oía misoraciones infantiles. Entonces fuecuando comencé a creer.

El Señor nos ha prometido que si“[escudriñamos] diligentemente,[oramos] siempre, [y somos] creyen-tes… todas las cosas obrarán junta-mente para [nuestro] bien” (D. y C.90:24; cursiva agregada). Eso no quie-re decir que todo será perfecto ni queno tendremos tribulaciones, pero sísignifica que todo marchará bien si

seguimos adelante. Nuestra es laoportunidad de ser “ejemplo de loscreyentes” (1 Timoteo 4:12), y elSalvador ha prometido que “al quecree todo le es posible” (Marcos9:23). Por tanto, crean en ustedes mis-mas. Crean que nunca están solas.Crean que siempre serán guiadas.

Crean en ustedes mismasEl élder David B. Haight, del

Quórum de los Doce Apóstoles, dijode ustedes: “Nosotros creemos en us-tedes, sus padres, sus hermanos yhermanas creen en ustedes; y Diosespera lo mejor de ustedes. Ustedestienen que creer en ustedes mismos.No se den por vencidos cuando lascosas se presenten difíciles, porqueestán poniendo los cimientos de unagran obra. Esa gran obra es su vida”(“Una etapa de preparación”,Liahona, enero de 1992, pág. 43).

El presidente Gordon B. Hinckleynos ha dicho: “Creo en mí mismo. Nodigo esto con egotismo; lo que quierodecir es que creo en mi capacidad (yen la de ustedes) de hacer el bien, decontribuir en alguna forma al benefi-cio de la sociedad en que vivimos, dedesarrollarnos y progresar y de llevara cabo empresas que ahora nos pare-cen imposibles… Creo en el principiode que con mis acciones puedo lograrun cambio en el mundo; quizás elcambio sea muy pequeño, pero con-tribuirá al bien general” (“Yo creo”,Liahona, marzo de 1993, pág. 8).

Ustedes son una de las mejores ge-neraciones de mujeres jóvenes quehayan vivido sobre esta tierra. Antesde venir a esta tierra, ustedes recibie-ron enseñanzas de su Padre Celestial.Han sido reservadas para venir a latierra por un propósito especial. Haytareas que cada una de ustedes ha dellevar a cabo y que nadie más podríarealizar tan bien; ustedes tienen undestino que cumplir.

Su ejemplo individual de rectitudcomo creyentes logrará un cambio enel mundo; por tanto, “no os canséis

¡Crean!E L A I N E S . D A LT O NSegunda Consejera de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes

Crean en ustedes mismas. Crean que nunca están solas.Crean que serán guiadas.

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 111

de hacer lo bueno, porque estáis po-niendo los cimientos de una granobra” (D. y C. 64:33).

Crean que nunca están solasAl esforzarse por ser ejemplos de

los creyentes, podrían pensar que es-tán solas; podrían pensar que son laúnica joven que se esfuerza con tan-to ahínco por ser recta y pura.Podrían pensar que son la única jo-ven que pone empeño en ser modes-ta en sus acciones, en su hablar y ensu apariencia. Pero no están solas.Hay miles de jovencitas como uste-des por todo el mundo que se es-fuerzan por ser ejemplos de loscreyentes.

Carmelita y Rosario, dos jóvenesde Jalapa, México, se cuentan entreesos creyentes; son los únicos miem-bros de la Iglesia de su familia y vivensolas. Cuando visité su pequeña vi-vienda, me dijeron que sabían quenuestro Padre Celestial las ama mu-cho porque Él envió los misioneros aenseñarles el Evangelio. Aun cuandolas cosas son difíciles, todos los díasellas confían en el amoroso cuidado yla guía de su Padre Celestial.

A Carmelita y a Rosario, y a cadauna de ustedes, les testifico que noestán solas. El Señor ha prometido:“…iré delante de vuestra faz. Estaré avuestra diestra y a vuestra siniestra, ymi Espíritu estará en vuestro corazón,y mis ángeles alrededor de vosotros,para sosteneros” (D. y C. 84:88).

Crean que serán guiadasSi escudriñan las Escrituras con di-

ligencia y oran siempre, serán guiadaspor el Señor. Una joven que vivía enMongolia prestó oídos a las palabrasde los profetas al leerle los misionerospasajes del Libro de Mormón. El Librode Mormón aún no se había traduci-do al idioma de ella, pero como losmisioneros le traducían los pasajes,ella creyó y se bautizó, y llegó a ser ejemplo de los creyentes enMongolia.

Después la llamaron a la misión aSalt Lake City. ¡Cuán dichosa se sintió!Aprendió inglés y se compró sus pro-pias Escrituras. Cuando iba a visitar-nos a casa, ella leía con reverencia ensus nuevas Escrituras. Tenía un granamor por ellas. Me fijé en que casitodo de cada página estaba subrayadocon amarillo y le dije: “HermanaSarantsetseg, sus Escrituras parecenlas planchas de oro”. Ella me respon-dió: “Sólo subrayo lo que me gusta”.

Todo lo de las Escrituras se aplica anuestras vidas. En ellas, hallamos res-puesta a nuestras preguntas, ejemplosde personas buenas y de héroes, a lavez que nos sirven para comprendercómo enfrentarnos con los retos y lastribulaciones de la vida. Muchas ve-ces, las Escrituras que lean serán larespuesta a sus oraciones.

Cuando yo tenía la edad de uste-des, mi padre enfermó gravemente.Pensamos que era sólo la gripe, peroal pasar los días, fue empeorando másy más. Durante ese tiempo, aprendíen verdad lo que significa “orar

siempre” (2 Nefi 32:9). Llevaba unaoración constante en el corazón ybuscaba sitios solitarios donde derra-mar mi alma en oración a mi PadreCelestial para que sanara mi padre.Tras unas semanas de enfermedad, mipadre falleció. Eso fue un golpe paramí y sentí miedo. ¿Qué haría nuestrafamilia sin nuestro padre a quien que-ríamos tan entrañablemente? ¿Cómoseguiríamos adelante? Pensé quenuestro Padre Celestial no había oídoni contestado mis fervientes oracio-nes. Mi fe se puso a prueba. Acudí ami Padre Celestial y le pregunté:“Padre Celestial, ¿estás realmente ahípara oírme?”.

A lo largo de muchos meses, orépidiendo ayuda y guía. Oré por mifamilia y oré para comprender porqué mi papá no había sanado.Durante un tiempo, me pareció quelos cielos guardaron silencio, aun-que en familia seguimos pidiendo enoración consuelo y guía. Yo tambiéncontinué orando. Entonces un día,muchos meses después, mientras

me encontraba en una reunión sa-cramental, recibí la respuesta en unpasaje de las Escrituras. El oradordijo: “Fíate de Jehová de todo tu co-razón, y no te apoyes en tu propiaprudencia. Reconócelo en todos tuscaminos, y él enderezará tus vere-das” (Proverbios 3:5–6). La sensa-ción que entonces me embargó mehizo pensar que yo era la única per-sona que estaba en la capilla. Ésa fuemi respuesta. ¡Mi Padre Celestial síhabía oído mis oraciones!

Aunque aquel suceso ocurrió hace ya muchos años, lo recuerdo ví-vidamente y testifico que mi PadreCelestial ha enderezado mis veredas.Sé que si creemos y confiamos en Él,“todas las cosas obrarán juntamentepara [nuestro] bien”.

La petición que se hace a cada una de ustedes es la misma que elapóstol Pablo hizo a su joven amigoTimoteo: “…sé ejemplo de los cre-yentes” (1 Timoteo 4:12). ¿Lo harán?¿Mostrarán al mundo y al Señor queson creyentes por la forma en que sevistan, por la forma en que hablen,por la forma en que respeten su cuer-po y por la pureza misma de sus vi-das? El mundo necesita mujeresjóvenes que sean creyentes.

Crean en el Salvador. Él las ama, yles testifico que Él no las dejará solas,pues ha prometido:

Pues ya no temáis, y escudo seré,que soy vuestro Dios y socorro

tendréis;y fuerza y vida y paz os daré,y salvos de males, y salvos de males,y salvos de males vosotros seréis.(“Qué firmes cimientos”, HimnosNº 40; véase también Isaías 41:10;43:2–5.)

Creo que cada una de ustedes tie-ne poder para cambiar el mundo.Crean en ustedes mismas. Crean quenunca están solas. Crean que seránguiadas. En el nombre de Jesucristo.Amén. ■

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Mis queridas jóvenes amigas,hermosas jovencitas, hemosescuchado testimonios inspi-

radores y maravillosos discursos deesta Presidencia de las MujeresJóvenes. ¡Son líderes muy talentosas ycapaces! Y respaldándolas, hay unamesa general de la misma calidad, yen conjunto, brindan liderazgo a estegrandioso programa para las mujeresjóvenes que se extiende a lo largo delmundo.

Es ahora mi turno de hablarles ycasi no sé que decir. Me siento

abrumado al ver a tantas de ustedes.En este grandioso Centro deConferencias hay miles de personas;los edificios de los alrededores aco-modarán el exceso de cupo. Estos ser-vicios están llegando a centros dereuniones de muchos países de estagrande y vasta tierra.

Hay tantas de ustedes, y de todocorazón les tiendo la mano. Las apre-cio, las honro y las respeto. Qué tre-menda fuerza para bien son ustedes.

Ustedes son la fortaleza del presen-te; la esperanza del futuro.

Ustedes son el producto de todaslas generaciones que las han precedi-do, la promesa de todas las que ven-drán después.

Deben saber, como se les ha dicho,que no están solas en el mundo. Haycientos de miles de ustedes, que vi-ven en muchos países, que hablan di-ferentes idiomas, y cada una lleva algodivino en su interior.

No hay nadie que las supere; uste-des son hijas de Dios.

Han recibido como patrimonioalgo bello, sagrado y divino. Nunca loolviden. Su Padre eterno es el granMaestro del universo. Él gobierna so-bre todo, pero también escuchará sus

Permanezcan en el sendero de larectitudP R E S I D E N T E G O R D O N B . H I N C K L E Y

Pidan la fortaleza para transitar por el sendero de larectitud, el cual a veces puede parecer solitario, pero quellevará a la paz, a la felicidad y al gozo supremos.

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oraciones como hijas Suyas, y las es-cuchará cuando le hablen. Él contes-tará sus oraciones y no las dejarásolas.

En mis momentos de quietud,pienso en el futuro con todas sus ma-ravillosas posibilidades y con todassus terribles tentaciones, me pregun-to qué les pasará a ustedes en los pró-ximos diez años. ¿Dónde estarán?¿Qué estarán haciendo? Eso depende-rá de las elecciones que hagan,algunas de las cuales parecerán sin importancia en el momento, pero que tendrán consecuenciastremendas.

Alguien ha dicho: “Es posible quelo que hagamos hoy, sea bueno omalo, afecte toda la eternidad” (JamesFreeman Clarke, en Elbert HubbardScrap Book, 1923, pág. 95).

Ustedes tienen el potencial de lle-gar a ser cualquier cosa que se pro-pongan; tienen una mente, un cuerpoy un espíritu, y con esos elementostrabajando unidos, podrán recorrer el sendero de la rectitud que lleva al

éxito y a la felicidad. Pero eso requeri-rá esfuerzo, sacrificio y fe.

Entre otras cosas, debo recordarlesque es preciso que obtengan toda laeducación académica posible. La vidase ha vuelto tan compleja y competiti-va. No deben asumir que se les debenprivilegios. Se espera que hagan gran-des esfuerzos y que utilicen sus mejo-res talentos para labrarse el futuromás maravilloso del que sean capaces.En ocasiones, lo más probable es quetengan serias decepciones, pero ha-brá manos que se les tenderán a lolargo del camino, muchas de ellaspara darles aliento y fortaleza para seguir adelante.

El otro día fui al hospital para visi-tar a un querido amigo. Observé a va-rias de las enfermeras que estaban deturno; eran sumamente capaces; meimpresionaron porque parecían sabertodo lo que estaba pasando y qué ha-cer al respecto. Habían recibido unabuena enseñanza, lo cual era obvio.En la pared de cada habitación habíaun lema enmarcado que decía: “Nos

esforzamos por la excelencia”.¡Qué tremenda diferencia hace la

capacitación! La capacitación es la cla-ve de la oportunidad; trae consigo eldesafío de ampliar el conocimiento, yla fortaleza y el poder de la disciplina.Quizás no tengan los medios econó-micos para obtener todos los estudiosque desean; hagan que su dinero lesrinda lo más posible y aprovechen lasbecas y los préstamos que tendrán lacapacidad de devolver.

Por esa razón es que se establecióel Fondo Perpetuo para la Educación.Nos dimos cuenta de que unos pocos dólares podrían surtir una tre-menda diferencia en las oportunida-des que tuviesen los jóvenes y lasjovencitas para obtener la capacita-ción necesaria. El beneficiario obtie-ne la capacitación y paga el préstamopara que alguien más tenga la mismaoportunidad.

Hasta ahora nuestra experiencia in-dica que los efectos de la capacitacióndan como resultado una ganancia tres o cuatro veces mayor a la que se

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recibiría sin ella. ¡Piensen en ello!Aunque ese programa no está dis-

ponible en todas partes, está estable-cido donde viven algunas de ustedesy, si está disponible, podría llegar a seruna gran bendición en sus vidas.

Al transitar por el sendero de lavida, cuídense de las amistades, yaque pueden ayudarlas o destruirlas.Sean generosas al ayudar a los menosafortunados y a los afligidos, peromantengan amistades que sean de sumisma clase, amistades que las alien-ten, que las apoyen, que vivan comoustedes desean vivir, que disfruten dela misma clase de diversiones y que seopongan a la maldad a la cual ustedesestán resueltas a resistir.

Para lograr Su plan de felicidad, elGran Creador plantó en nuestro inte-rior un instinto que hace que los mu-chachos se interesen en las jovencitasy éstas en los muchachos. Esa pode-rosa inclinación puede llevar a expe-riencias hermosas o a experienciasterriblemente desagradables. Al ob-servar el mundo, parecería que la mo-ral se ha dejado de lado. La violaciónde las viejas normas se ha convertidoen algo común. Los estudios, uno trasotro, demuestran el abandono deprincipios aprobados por tanto tiem-po. La autodisciplina se ha olvidado yla satisfacción promiscua ha llegado ageneralizarse.

Sin embargo, mis queridas amigas,no debemos aceptar lo que se ha he-cho tan común en el mundo. Ustedes,como miembros de la Iglesia, tienenuna norma más elevada y exigente, laque declara, como una voz desde elSinaí, que no deben ceder, que debencontrolar sus deseos. Para ustedes noexiste futuro en ningún otro camino.Debo modificar eso para decir que elSeñor ha provisto el arrepentimientoy el perdón. Sin embargo, el ceder a latentación se puede convertir en unaherida que nunca parece sanar y quesiempre deja una fea cicatriz.

El recato en el vestir y en los moda-les servirán de protección en contra

de la tentación. Quizás sea difícil en-contrar ropa modesta, pero se consi-gue con el debido esfuerzo. A vecesdesearía que cada jovencita tuvieseacceso a una máquina de coser yaprendiera a utilizarla para confeccio-narse ropa atractiva. Creo que ese esun deseo poco realista, pero no dudoen decir que pueden ser atractivas sinser inmodestas; pueden ser alegres,optimistas y bellas tanto en su modode vestir como en su comportamien-to. Su atractivo dependerá de su per-sonalidad, la cual es la suma de suscaracterísticas individuales. Sean ale-gres; sonrían; diviértanse, pero tracenestrictos parámetros, una línea en laarena, por así decirlo, la cual no traspasarán.

El Señor habla de los que rechazanconsejo, de los que “tropiecen y cai-gan cuando desciendan las tempesta-des y soplen los vientos y vengan laslluvias, y den con ímpetu contra sucasa” (D. y C. 90:5).

Manténgase alejadas de la diver-sión vulgar; tal vez sea atractiva, peroen muchos de los casos es degradan-te. No quiero ser mojigato sobre esto;ni deseo que se me considere unaguafiestas; no quiero que se pienseque soy un viejo que no sabe nada dela juventud ni de sus problemas. Creoque sé algo sobre esas cosas y es detodo corazón y con todo mi amor queles ruego que se mantengan en elsendero de la rectitud. Diviértansecon sus buenas amistades; canten ybailen, vayan a nadar y a caminar, par-ticipen juntos en proyectos y vivan lavida con fervor y entusiasmo.

Respeten sus cuerpos. El Señor losha descrito como templos. En estosdías hay muchos que desfiguran suscuerpos con tatuajes. ¡Qué poca vi-sión! Esas marcas permanecen toda lavida; una vez que se hacen, no se pue-den quitar, excepto mediante un pro-ceso difícil y costoso. No puedocomprender por qué una jovencita sesometería a algo así. Les ruego queeviten desfigurarse de esa forma.

Y mientras hablo sobre las cosasque se deben evitar, menciono nueva-mente las drogas. Por favor, no experi-menten con ellas; aléjense de ellascomo si fueran una enfermedad in-munda, porque eso es lo que son.

Nunca piensen que van a lograrlosolas; necesitan la ayuda del Señor.Nunca duden de arrodillarse en algúnlugar a solas y hablar con Él. ¡Qué ma-ravillosa y extraordinaria es la oración!Piensen en ello. En verdad podemoshablar con nuestro Padre Celestial; Élescuchará y contestará, pero debe-mos prestar atención a esa respuesta.Nada es demasiado grave ni nada esde tan poca importancia para compar-tirlo con Él, quien ha dicho: “Venid amí todos los que estáis trabajados ycargados, y yo os haré descansar”(Mateo 11:28). Y continúa: “porquemi yugo es fácil, y ligera mi carga” (v. 30).

Eso sencillamente significa que alfinal, Su camino es fácil de recorrer ySu sendero es fácil de seguir. Pablo es-cribió a los Romanos: “porque el rei-no de Dios no es comida ni bebida,sino justicia, paz y gozo en el EspírituSanto” (Romanos 14:17).

La fe en el Señor Jesucristo debeser un faro de luz delante de ustedes,una estrella polar en su firmamento.

El presidente George Albert Smithsolía hablar acerca de permanecer dellado de la línea del Señor. Qué impor-tante es eso.

Hace muchos años relaté una his-toria en una conferencia que creo querepetiré. Es sobre un jugador de béis-bol. Reconozco que algunas de uste-des, en diversas partes del mundo, nosaben mucho acerca del béisbol ni tie-nen interés en él, pero esta historiaencierra una lección extraordinaria.

El hecho ocurrió en 1912; se juga-ban las Series Mundiales y era el últi-mo partido para determinar quiénsería el ganador de las series. El parti-do iba 2 a 1 a favor de los Gigantes deNueva York, que estaban en el campo,mientras que los Medias Rojas de

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 4 115

Boston iban a batear. El bateador gol-peó la pelota que salió disparada agran altura en forma de arco. Dos delos jugadores del equipo de NuevaYork corrieron para agarrarla. FredSnodgrass, que estaba en el centrodel campo, le hizo una señal a sucompañero de que iba por ella. Él lle-gó directamente debajo de la pelota yésta le cayó en el guante, pero nopudo sostenerla; se le resbaló de lamano y cayó al suelo. Desde las tribu-nas se oyó un clamor de desazón. Losespectadores no podían creer queSnodgrass hubiera dejado caer la pe-lota. Cientos de veces había atrapadopelotas en vuelo, pero en ese mo-mento, el más crítico, no había podi-do retenerla y los Medias Rojas mástarde ganaron el campeonato.

Snodgrass volvió la temporada si-guiente y siguió jugando béisbol enforma brillante durante nueve años.Vivió hasta los ochenta y seis años ymurió en 1974. Sin embargo, despuésde aquel error, durante sesenta y dosaños, cada vez que lo presentaban aalguien, el comentario esperado era:“Ah, sí, usted es el que dejó caer la pelota”.

Lamentablemente, vemos personasque dejan caer la pelota todo el tiem-po. Tenemos a la alumna que piensaque le va bien en las clases y luego,bajo la tensión de los exámenes fina-les, reprueba. Tenemos al conductorque es sumamente cuidadoso, peroque en un momento de descuido, seve envuelto en un trágico accidente.Tenemos al empleado bueno y deconfianza, pero en un instante, en-frenta una tentación que no puede resistir; sobre él recae una marca queparece que nunca desaparecerá completamente.

Tenemos la explosión de ira quedestruye en un solo momento unaamistad de mucho tiempo. Tenemosel pecadillo que de algún modo vacreciendo y finalmente lleva al aleja-miento de la Iglesia.

Tenemos la vida que se vive con

decencia, pero de pronto se producela caída moral destructiva, siemprepresente e inquietante, cuyo recuerdoparece que nunca se desvanecerá.

En todos esos casos, alguien dejócaer la pelota; la persona tal vez hayatenido gran confianza en sí misma;quizás haya sido un tanto arrogante yhaya pensado: “En realidad no tengoque esforzarme”. Pero cuando él oella trató de alcanzar la pelota, pasópor el guante y cayó al suelo. Es ciertoque existe el arrepentimiento y claroque existe el perdón, y también el de-seo de olvidar; pero de alguna forma,el momento en que se dejó caer la pe-lota se recuerda por largo tiempo.

Ahora, mis queridas y maravillosasjovencitas, les hablo con el amor depadre que siento por ustedes. Lesagradezco que hayan andado tan bienhasta ahora. Les ruego que nunca ba-jen la guardia, que se establezcan unpropósito, que se mantengan firmes ysigan adelante inmutables ante cual-quier tentación o fuerza enemiga quepueda cruzarse en su camino.

Ruego que no desperdicien su

vida, sino que den fruto de un gran-dioso y eterno bien. Los años pasarány yo no estaré aquí para ver lo que hayan hecho de su vida; pero habrámuchos, sí, muchos otros, que de-penderán de ustedes, cuya paz y feli-cidad dependerá de lo que ustedeshagan. Y sobre todos ellos, estaránuestro Padre Celestial que siemprelas querrá como hijas Suyas.

Deseo recalcar que si cometen unerror, éste se puede perdonar, se pue-de superar, se puede seguir adelante.Podrán continuar hacia el éxito y la fe-licidad, pero espero que no tenganque pasar por esa experiencia, y ten-go la plena confianza de que no suce-derá si toman la determinación y oranpara pedir la fortaleza para transitarpor el sendero de la rectitud, el cual aveces puede parecer solitario, peroque llevará a la paz, a la felicidad y algozo supremos en esta vida y porsiempre en el más allá.

Eso lo ruego en el sagrado nombrede Aquel que dio Su vida para que fue-se posible que viviésemos eternamen-te, sí, el Señor Jesucristo. Amén. ■

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Al hacer de la conferencia gene-ral de abril de 2004 parte de tupropia vida y de la de tu familia,

tal vez desees utilizar las siguientes ideas para tu estudio personal y la noche de hogar; o quizás desees creartus propias preguntas, actividades eideas para analizar. (Los números depágina se refieren al comienzo delos discursos.)

PARA LOS NIÑOS1. ¿Quiénes son los

consejeros del presiden-te Gordon B. Hinckley en la Primera Presidencia?¿Cuántos años han sido susconsejeros? (Clave: Discursodel presidente James E. Faust, pág. 61.)

2. ¿Cuánto hace que el presidenteThomas S. Monson fue llamado a sermiembro del Quórum de los DoceApóstoles? ¿Quién le extendió el lla-mamiento? (Clave: Discurso del presi-dente Monson, pág. 20.)

3. ¿Cómo se llaman los miembrosdel Quórum de los Doce Apóstoles?¿Cuántos hermanos sirven en laPresidencia de los Setenta? ¿Cuántossirven en el Primer y el SegundoQuórum de los Setenta? (Clave: Mirala gráfica de las AutoridadesGenerales, págs. 64–65).

4. ¿Aproximadamente cuántosmiembros hay en la Iglesia? ¿Qué porcentaje de miembros de la Iglesiapuede ver y escuchar la conferencia?(Clave: Discurso del presidenteHinckley, pág. 4).

5. ¿Cuántos conversos se bautiza-ron el año pasado? (Clave: InformeEstadístico, pág. 26).

6. ¿Quién escribió el poema queempieza: “Contemplé el trono, los ángeles, las huestes”? (Clave: Discurso

del obispo Keith B. McMullin, pág. 33.)

PARA LA JUVENTUD7. Si supieras que el Salvador ven-

dría mañana, ¿qué harías hoy para estarpreparado para recibirlo? ¿Qué pon-drías en tu “equipo de emergencia de24 horas de preparación espiritual?”

(véase el discurso del élder DallinH. Oaks, pág. 7). Establece

algunas metas personales y anótalas en tu diario.

8. ¿Cómo puedes encontrar pazcuando muere un ser querido?Entérate de cómo el élder M. RussellBallard sobrellevó personalmente esaexperiencia (pág. 84).

9. Una jovencita de Argentina ven-dió su preciado violín para costearse sumisión (véase el discurso del élderJeffrey R. Holland, pág. 30). ¿Qué sacri-ficios podrías hacer tú para ser más fiel?Por ejemplo, podrías decidir llegar atiempo a seminario o ver menos televi-sión a fin de que tengas más tiempo pa-ra prestar servicio o leer las Escrituras.

10. Un líder del sacerdocio deBrasil recorrió la segunda milla paraayudar a un joven a volver a la activi-dad en la Iglesia (véase el discurso delélder Mervyn B. Arnold, pág. 46).¿Tienes un amigo o una amiga que no asiste a la Iglesia con regularidad?¿Qué podrías hacer para darle aliento?

11. “Para ser salvos en el reino deDios, no tenemos que ser ricos, altos,delgados, muy inteligentes ni hermo-sos; sólo tenemos que ser puros”, dijoel élder Clate W. Mask Jr. (véase la pág.92). ¿Cómo puedes evitar las manchasdel barro del mundo, o quitártelas, ymantener tu pureza personal?

12. ¿Hay algún requisito del progra-ma Deber a Dios o del ProgresoPersonal que debas terminar? Lee en cuanto a los ejemplos que da la hermana Gayle M. Clegg sobre perso-

nas que terminanlo comenzado (véa-se la pág. 14). Losrelatos de esas per-sonas quizás sirvanpara inspirarte a ter-minar tus proyectos y perseverar hasta el fin.

PARA LA NOCHE DE HOGAR O EL ESTUDIO INDIVIDUAL

13. El presidente Hinckley dijo: “Esmagníficamente reconfortante ver la

Se dirigen a nosotrosHagamos de la conferencia parte de nuestra vida

El élder Mervyn B. Arnold habló acerca de un líder del sacerdocio que se negó a

darse por vencido y abandonar a un joven menos activo.

VÉASE Nº 10

VÉASE Nº 12

VÉASE Nº 5

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fe y la fidelidad de nuestros jóvenes.Ellos viven en una época en la queuna gran oleada de maldad está cu-briendo la tierra... Pero hallamos lite-ralmente a cientos de miles denuestros jóvenes que se mantienenfirmes en las elevadas normas delEvangelio” (pág. 4). En la noche dehogar, repasa las secciones del folletoPara la fortaleza de la juventud; sihay niños pequeños, repasa Mis

normas del Evangelio, que se encuen-tran al final del folleto Fe en Dios.

14. ¿Te preocupas por el mundolleno de maldad en el que tus hijosnacerán? ¿Qué puedes hacer para ino-cularlos de las desenfrenadas enfer-medades espirituales del mundoactual? (véase el discurso del presi-dente Boyd K. Packer, pág. 77).

15. Como padres, ¿cuáles son al-gunas de sus funciones? (véase el

discurso del élder L. Tom Perry, pág.69). ¿Qué significa tener “corazón demadre”? ¿Cómo se obtiene? (véase eldiscurso de Julie B. Beck, pág. 75).

16. El élder Neal A. Maxwell dijo:“Dios los ha conocido individualmen-te... [y] los ha amado durante mucho,mucho tiempo... Él sabe sus nombresy todos sus pesares y sus alegrías”(pág. 44). Al orar hoy, tengan presen-te que nuestro Padre Celestial los co-noce muy bien y los ama mucho.

17. El élder Joseph B. Wirthlindijo: “La deuda es una forma de cauti-verio” (pág. 40). Piensen en suspropias deudas terrenales y analicen

los cinco pasos que el élderWirthlin sugiere para obtener li-bertad económica. Asimismo,tengan en cuenta sus deudas ce-lestiales y la forma en que pue-den demostrar gratitud.

18. El élder Dennis E.Simmons explicó: “...fe es saberque aunque nuestro poder es limi-tado, el Suyo no lo es. La fe enJesucristo consiste en una comple-

ta confianza en Él (pág. 73).Piensen en una dificultad es-

pecífica por la que esténpasando; ¿cómo puedendemostrar más fe enJesucristo? ■

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VÉASE Nº 15

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RELATOS QUE LEER Y COMPARTIR¿Estás preparando un discurso o una lección? En los discursos de la con-ferencia, a partir de las páginas que figuran a continuación,encontrarás historias que puedes relatar e impresiones quepuedes compartir.

Un muchacho termina su historia, mucho después de que lahubo empezado,14

Pionero camina hasta Utah, 14Maestra de la Escuela Dominical surte una influencia positiva

en los jóvenes, 20Spencer W. Kimball demuestra preocupación por las personas, 20Se descubre y se hermana a una familia menos activa, 20Un hombre paga una deuda, 40Joven brasileño vuelve a la actividad en la Iglesia, 46El jovencito Gordon B. Hinckley contempla la Estrella Polar, 49

Oficial africano acepta Para la fortaleza de la juventud, pág. 49Oficial militar rehúsa beber alcohol, 51Hombre con esclerosis múltiple porta la antorcha olímpica, 54

Thomas S. Monson juega básquetbol, pág. 54Una viuda espera la visita de su hijo, 54Voluntarios trabajan en una granja de remolacha, 58Matrimonio misionero presta servicio en Ghana, 58El batallón perdido reanuda contacto, 61Madre expone a los hijos a la varicela, 77Misioneros van a pie a través de los deslizamientos de barrio, 92Corredor de vallas ciego recibe instrucción de su padre, 94Amigos secretos se sirven mutuamente en una familia, 94El Evangelio cambia a las personas en Quiriza, Bolivia, 100Jovencitas aprenden el lema en el idioma por señas, 104Jugador de béisbol deja caer la pelota, 112

118

Las reuniones del Sacerdocio deMelquisedec y de la Sociedad

de Socorro que se llevan a cabo elcuarto domingo del mes se debendedicar a “Enseñanzas para nuestraépoca”. Cada año, la PrimeraPresidencia asigna 10 temas conmateriales de consulta designadospara utilizarse en esas reuniones. A continuación se proporcionan lostemas y los materiales de consultapara el año 2004. Las presidenciasde estaca o de distrito escogeránlos dos temas adicionales.

Los temas que se sometan a discusión en las reuniones del cuar-to domingo deben basarse en unoo quizás en dos de los materialesde consulta designados que mejorsatisfagan las necesidades de losmiembros del quórum o de la clase,y se adapten a sus circunstancias.No es necesario que los maestrosutilicen todos los materiales deconsulta. Los líderes y los maestrosdeberán poner los temas a discu-sión de la clase, en vez de presen-tarlos como sermones odisertaciones; ellos deben pensaren la forma de alentar a los miem-bros del quórum o de la clase aaplicar los principios del Evangelioque se hayan analizado. En La ense-ñanza: el llamamiento más impor-tante [36123 002] y en la Guía parala enseñanza [34595 002] se pue-den encontrar sugerencias sobrecómo preparar y realizar análisis dequórum o de clase.1. La familia es primordial en elplan del Creador

Éxodo 20:12; Malaquías 4:6;Mosíah 27:14; D. y C. 93:36–40;Moisés 5:4–5, 9–12.

Gordon B. Hinckley, “La nochede hogar para la familia”, Liahona,marzo de 2003, págs. 2–5.

James E. Faust, “Enriquezcamosnuestra vida mediante la noche dehogar”, Liahona, junio de 2003,págs. 2–6.

Boyd K. Packer, “La edad de oro”, Liahona, mayo de 2003, págs. 82–84.

L. Tom Perry, “La importanciade la familia”, Liahona, mayo de 2003, págs. 40–43.

“La familia puede ser eterna”,capítulo 36 en Principios del

Evangelio, pág. 233.2. Demos gracias

Lucas 17:11–19; Mosíah26:38–39; Alma 37:37; D. y C. 78:19;98:1–3.

David B. Haight, “¿No son diezlos que fueron limpiados?”,Liahona, noviembre de 2002, págs. 24–26.

Dallin H. Oaks, “Demos las gracias en todas las cosas”, Liahona,mayo de 2003, págs. 95–98.

“Gratitud”, en Para la fortalezade la juventud, pág. 6.

“Formemos el hábito de la gratitud en la familia”, lección 35 enLa Mujer Santo de los Últimos Días,Parte B, pág. 349.3. Trabajemos en la viña delSeñor

Mateo 16:24–26; Juan 12:26; 1 Nefi 3:7; Mosíah 2:17; 4:27; D. y C.123:17.

Thomas S. Monson,“Permanece en el lugar que se te ha designado”, Liahona, mayo de 2003, págs. 54–57.

Jeffrey R. Holland, “Llamados a servir”, Liahona, noviembre de2002, págs. 36–38.

Henry B. Eyring, “Elévense a la altura de su llamamiento”,Liahona, noviembre de 2002, págs. 75–78.

“El sacrificio”, capítulo 26, pág. 171, y “El servicio”, capítulo28, pág. 185, en Principios delEvangelio.4. Autosuficiencia espiritual ytemporal

Malaquías 3:8–10; Mateo6:5–13; Alma 37:37; D. y C. 88:119.

Gordon B. Hinckley, “A los hombres del sacerdocio”, Liahona,noviembre de 2002, págs. 56–59.

Russell M. Nelson, “El serenopoder de la oración”, Liahona, mayo de 2003, págs. 7–9.

Robert D. Hales, “El diezmo:Una prueba de fe con bendicioneseternas”, Liahona, noviembre de2002, págs. 26–29.

“El trabajo y la responsabilidadpersonal”, capítulo 27, pág. 179, enPrincipios del Evangelio.5. Las bendiciones que se recibenpor medio del sacerdocio

D. y C. 13; 27:12; 107:39;110:11–16; 128:20; José Smith—

Historia 1:68–74.Boyd K. Packer, “El patriarca de

estaca”, Liahona, noviembre de2002, págs. 42–45.

L. Tom Perry, “Llamados porDios”, Liahona, noviembre de 2002,págs. 7–10.

David B. Haight, “El progreso en el sacerdocio”, Liahona, mayo de 2003, págs. 43–45.

“El sacerdocio”, capítulo 13,pág. 81, y “La organización del sacerdocio”, capítulo 14, pág. 85,en Principios del Evangelio.6. Ejerzamos la fe en épocas deincertidumbre

Hebreos 11; Santiago 1:3–6;Helamán 12:1; Éter 12:6; D. y C. 6:20; 59:21.

Gordon B. Hinckley, “La guerray la paz”, Liahona, mayo de 2003,págs. 78–81.

Joseph B. Wirthlin, “¿Hallará[Él] fe en la tierra?”, Liahona, noviembre de 2002, págs. 82–85.

Richard G. Scott, “El poder sustentador de la fe en tiempos de incertidumbre y de pruebas”,Liahona, mayo de 2003, págs. 75–78.

Robert D. Hales, “La fe en medio de la tribulación trae paz y gozo”, Liahona, mayo de 2003,págs.15–18.

“Fe en Jesucristo”, capítulo 18,pág. 117, y “La obediencia”, capítulo 35, pág. 223, en Principiosdel Evangelio.7. La enseñanza de los niños

Jeremías 31:15–16; Lucas15:11–32; Juan 1:43; 3 Nefi17:11–24; D. y C. 68:25, 28.

Thomas S. Monson, “Modelos que debemos seguir”,Liahona, noviembre de 2002, págs. 60–67.

James E. Faust, “Ama el Pastorlas ovejas”, Liahona, mayo de 2003,págs. 61–68.

Jeffrey R. Holland, “Una oraciónpor los niños”, Liahona, mayo de2003, págs. 85–87.

“Las responsabilidades familia-res”, capítulo 37, pág. 238, enPrincipios del Evangelio.8. El éxito en el servicio misional

Juan 21:15–17; 1 Juan 4:18–19;Mosíah 28:3; D. y C. 4:5; 88:81.

Dallin H. Oaks, “A donde me mandes iré”, Liahona, noviembre de 2002, págs. 67–70.

M. Russell Ballard, “El papelesencial de los miembros en la obramisional”, Liahona, mayo de 2003,págs. 37–40.

M. Russell Ballard, “La

generación más grande de misione-ros”, Liahona, noviembre de 2002,págs. 46–49.

Henry B. Eyring, “Hijos y discípulos”, Liahona, mayo de2003, pág. 29–32.

“La obra misional”, capítulo 33,pág. 213, en Principios delEvangelio.9. La Santa Cena y la reunión sacramental

Se recomienda que este tema seenseñe en la reunión de un cuartodomingo durante los últimos tresmeses del año.

Mateo 26:26–29; 3 Nefi18:1–12; Moroni 4, 5; D. y C.59:9–14.

Gordon B. Hinckley, “A los hombres del sacerdocio”, Liahona, noviembre de 2002, págs. 56–59.

Russell M. Nelson, “La adoración durante la reunión sacramental”, Liahona, agosto de 2004, pág. 10.

Dallin H. Oaks, “El Evangelio en nuestra vida”, Liahona, julio de2002, págs. 36–39.

Dallin H. Oaks, “Testigos especiales de Cristo”, Liahona, abril de 2001, pág. 14.

“La Santa Cena”, capítulo 23,pág. 151, en Principios delEvangelio.10. El ser un discípulo de Cristo

Mateo 11:28–30; Gálatas 6:8;Alma 38:8–9; D. y C. 64:34;101:36–38.

Thomas S. Monson, “Paz, cálmense”, Liahona, noviembre de2002, págs. 53–56.

James E. Faust, “El fortaleci-miento del yo interior”, Liahona,febrero de 2003, págs. 2–7.

Neal A. Maxwell, “ ‘Afanaos... por la vida del alma’”, Liahona, mayo de 2003, págs. 68–70.

Richard G. Scott, “Para quedarlibre de las pesadas cargas”,Liahona, noviembre de 2002, págs. 86–88.

“El arrepentimiento”, capítulo19, pág. 122, y “Debemos desarrollar nuestros talentos”, capítulo 34, pág. 219, en Principiosdel Evangelio. ■

Enseñanzas para nuestraépoca, 2004

FUENTES DE INSTRUCCIÓN

L IAHONA MAYO DE 2 0 04 119

Para utilizarse en 2004: lecciones26–50. Las siguientes fuentes de

consulta se pueden utilizar paracomplementar las lecciones 26–50,pero no para reemplazarlas. En lasreferencias, Deber a Dios se refierea las guías Sacerdocio Aarónico:Cumplir nuestro deber a Dios.Algunas de las referencias de Debera Dios se pueden utilizar durante el tiempo de la lección, o alentar alos miembros del quórum a que lasterminen en casa. En la sección“Cómo utilizar la revista Liahona”,aparecen sugerencias adicionalespara la enseñanza.

Tenga a bien enseñar las leccio-nes en el orden en que aparecenimpresas. El manual no contieneuna lección específica paraNavidad. Si desea enseñar una lec-ción especial de Navidad, considereutilizar las Escrituras, discursos delas conferencias, artículos de la re-vista Liahona, láminas e himnosque se centren en la vida y la mi-sión del Salvador.

Para buscar en línea versionesde esta guía en otros idiomas, co-néctese con www.lds.org y en lapágina inicial seleccione el iconodel mapa del mundo. Seleccione elidioma que desee y haga clic en lacubierta de la revista Liahona.Luego seleccione el ejemplar demayo de 2004.

Las futuras guías de fuentes deconsulta se imprimirán en los ejem-plares de mayo y de noviembre dela revista Liahona. La revistaLiahona se puede encontrar en lí-nea (en algunos idiomas) conectán-dose a www.lds.org.Lección 26: Pensamientos dignos.

Gordon B. Hinckley, “El consejoy la oración de un profeta en bene-ficio de la juventud”, Liahona, abrilde 2001, pág. 30. La sección “Seanlimpios” complementaría la leccióndel análisis acerca de la filmina.

Boyd K. Packer, “El estandartede la verdad se ha izado”, Liahona,noviembre de 2003, pág. 24. Utiliceeste artículo para analizar por qué

la Iglesia tiene normas tan elevadasde conducta moral.

Deber a Dios (Maestro),“Actividades familiares”, Nº 6.Lección 27: La ley de salud delSeñor.

Boyd K. Packer, “Sois templo deDios”, Liahona, enero de 2001,pág. 85. Comparta el relato acercade la bendición patriarcal del presi-dente Packer y analice las bendicio-nes de la obediencia.

Harold G. Hillam, “No es para elcuerpo”, Liahona, julio de 1996,pág. 26. Comparta el relato del fa-moso cirujano dental en lugar deun artículo de noticias recientecomo se sugiere en la lección.

Deber a Dios (Diácono),“Desarrollo académico, personal yde orientación profesional o voca-cional”, Nº 12.Lección 28: El día de reposo.

H. Aldridge Gillespie, “La bendi-ción de santificar el día de reposo”,Liahona, enero de 2001, pág. 93.Añada las citas de los profetas mo-dernos a su análisis.

David Oscar Sarmiento,“Honrar el día del Señor”, Liahona,junio de 2003, pág. 41. Compartaeste relato para complementar laexperiencia del élder Cook que seencuentra en esta lección.

“Entonad sagrado son”, HimnosNº 81.

Deber a Dios (Maestro),“Desarrollo espiritual”, Nº 2.Lección 29: El propósito de la vida.

W. Craig Zwick, “El Señor tuDios te sostendrá de la mano”,Liahona, noviembre de 2003, pág.34. Repase los relatos familiaresque se mencionan en este artículoa medida que analizan la importan-cia de la fe.Lección 30: La caridad

Gene R. Cook, “Caridad: amorperfecto y eterno”, Liahona, julio de2002, pág. 91. Comparta las tres su-gerencias que da el élder Cook acer-ca de vestirnos con el vínculo de lacaridad a medida que analizan el

modo de llegar a brindar más amor.Emmanuel Fleckinger, “La me-

dalla de valor de mi padre”,Liahona, septiembre de 2003, pág.40. Comparta este relato como unejemplo de que la caridad “no guar-da rencor”.Lección 31: El perdón.

Cecil O. Samuelson Jr., “Las pa-labras de Jesús: el perdón”,Liahona, febrero de 2003, pág. 26.Utilice ejemplos de perdón de lavida de Jesús para complementar laúltima historia de la lección.

Jane McBride Choate, “La pie-drecilla del perdón”, Liahona, fe-brero de 2003, pág. A6. Utilice lalección práctica para demostrar elprincipio del perdón mientras anali-zan los tres casos de estudio de lalección.

Deber a Dios (Diácono),“Desarrollo social y cívico”, Nº 8.Lección 32: Cómo cultivar losdones del Espíritu.

Joseph B. Wirthlin, “El inefabledon”, Liahona, mayo de 2003, pág.26. Analice la función del EspírituSanto con relación a recibir y ejer-cer los dones espirituales.

“Preguntas y respuestas”,Liahona, abril de 2003, pág. 44.Considere utilizar las ideas de esteartículo a medida que analizan eldon del testimonio.

“Deja que el Espíritu te ense-ñe”, Himnos Nº 77.Lección 33: Buscad conocimiento.

Gordon B. Hinckley, “El consejoy la oración de un profeta en bene-ficio de la juventud”, Liahona, abrilde 2001, pág. 30. La sección “Seaninteligentes” explica lo que el Señorespera que aprendamos.

John K. Carmack, “El FondoPerpetuo para la Educación: Un bri-llante rayo de esperanza”, Liahona,enero de 2004, pág. 32. Analice losprincipios que aprendemos delprograma “El Fondo Perpetuo parala Educación”, acerca de obteneruna educación académica.

Deber a Dios (Presbítero),“Desarrollo académico, personal yde orientación profesional o voca-cional”, Nº 1 y 2.Lección 34: El poder del ejemplo.

Gordon B. Hinckley, “Un estan-darte a las naciones y una luz almundo”, Liahona, noviembre de2003, pág. 82. Analice las tentacio-nes que se mencionan en este dis-curso durante la conclusión de lalección.

Gabriel González, “Graduacióncon honor”, Liahona, julio de 2003,

pág. 34. Considere añadir esta his-toria al primer relato de la lección.

Deber a Dios (Diácono),“Desarrollo espiritual”, Nº 12.Lección 35: Obedecer, honrar ysostener la ley.

Gordon B. Hinckley, “La guerra yla paz”, Liahona, mayo de 2003, pág.78. Si lo desea, agregue cuál es la po-sición de la Iglesia acerca de la gue-rra al último análisis de la lección.

Deber a Dios (Diácono),“Desarrollo cívico y social”, Nº 5;(Maestro), “Desarrollo cívico y so-cial”, Nº 6; (Presbítero),“Actividades familiares”, Nº 8.Lección 36: Expresemos nuestragratitud en todas las cosas.

Dallin H. Oaks, “Demos las gra-cias en todas las cosas”, Liahona,mayo de 2003, pág. 95. Hable sobrelas ideas que se mencionan en esteartículo al analizar cómo podemosdemostrar agradecimiento a nues-tro Padre Celestial.

Juan Carlos Rodríguez, “La lluviatan necesaria”, Liahona, junio de2003, pág. 40. Utilice este relato pa-ra complementar los de la lección.

Deber a Dios (Maestro),“Desarrollo espiritual”, Nº 10.Lección 37: Debemos entender lafunción de la mujer.

M. Russell Ballard, “Mujeres derectitud”, Liahona, diciembre de2002, pág. 34. Las ideas que se pre-sentan en este artículo podrían aña-dir variedad a la última actividad yser un desafío durante la lección.Lección 38: Vivir con rectitud enun mundo inicuo.

James E. Faust, “La garganta deldiablo”, Liahona, mayo de 2003,pág. 51. Utilice la analogía de la cas-cada que se encuentra en este ar-tículo para comenzar la lección.

John B. Dickson, “Cuando lavida se pone difícil”, Liahona, mayode 2002, pág. 28. Al concluir la lec-ción, comparta los cuatro princi-pios mientras explica que nos esposible ser fieles a la fe.

Deber a Dios (Diácono,Maestro y Presbítero), “Actividadesfamiliares”, Nº 2.Lección 39: La valentía moral.

Thomas S. Monson, “Modelosque debemos seguir”, Liahona, no-viembre de 2002, pág. 60. Utilice al-gunos de los ejemplos antiguos ymodernos de valentía que se men-cionan en este artículo para añadirvariedad a la última sección de lalección.

H. Ross Workman, “El poder pa-ra quedarse”, Liahona, octubre de

Guía de fuentes de consultapara utilizar con elSacerdocio Aarónico:Manual 2

Guía de fuentes de consultapara utilizar con MujeresJóvenes: Manual 2

120

2003, pág. 6. Comience la leccióncon este relato de valentía moral.Lección 40: Debemos evitar ysuperar las tentaciones.

Boyd K. Packer, “Cocodrilos es-pirituales”, Liahona, octubre de2002, pág. 8. Utilice las ilustracionesde este artículo al narrar el primerrelato de esta lección.

“Preparémonos para resistir latentación”, Liahona, julio de 2003,pág. 25. Considere utilizar uno delos pasajes de las Escrituras o citasque se mencionan en este mensajepara finalizar la lección.

Véase Génesis 39; Daniel 3;Mateo 4:2–11.Lección 41: La Santa Cena: Enmemoria de Él.

Russell M. Nelson, “La adora-ción en la reunión sacramental”,Liahona, agosto de 2004, pág. 10.Al final de la lección, repase el con-sejo del élder Nelson de cómo ben-decir y repartir, y participar de laSanta Cena.

Peter B. Gardner, “Más que pala-bras”, Liahona, febrero de 2002,pág. 28. Comparta este relato paraañadir variedad a su lección.

“Nos reunimos, Padre, hoy”,Himnos Nº 115.

Deber a Dios (Diácono),“Actividades del quórum”, Nº 7.Lección 42: Seguid a lasAutoridades de la Iglesia.

L. Tom Perry, “Creemos todo loque Dios ha revelado”, Liahona,noviembre de 2003, pág. 85. A me-dida que enseñe esta sección de lalección, repase cómo recibe laIglesia revelación.

Sheldon F. Child, “Un funda-mento seguro”, Liahona, noviembre

de 2003, pág. 8. Para comenzar lalección, considere compartir el re-lato que se encuentra en la seccióndos.

“Dios manda a profetas”Himnos Nº 11.Lección 43: Cómo prepararmeespiritualmente para la misión.

Richard G. Scott, “Logra tu má-ximo potencial”, Liahona, noviem-bre de 2003, pág. 41. Para comenzarla lección, lea el consejo que el él-der Scott da a los jóvenes.

Monte J. Brough, “Los jóvenes:poseedores de las llaves”, Liahona,noviembre de 2003, pág. 47. Terminela lección con los relatos de cómo al-gunos jóvenes ayudan a los misione-ros de tiempo completo.

Deber a Dios (Diácono,Maestro y Presbítero), “Actividadesfamiliares”, Nº 1.Lección 44: Ahora es el momentopara prepararse para el matrimo-nio en el templo.

Gordon B. Hinckley, “El matri-monio que perdura”, Liahona, juliode 2003, pág. 3. Lea el ejemplo ima-ginario que se encuentra debajo delsubtítulo “Cásense correctamente yvivan con rectitud”, y luego hablensobre las bendiciones del matrimo-nio en el templo.

Richard G. Scott, “Haz tú lo jus-to”, Liahona, marzo de 2001, pág.10. Use las sugerencias que se danpara evitar cruzar los límites al ana-lizar el esfuerzo personal que se re-quiere para prepararse para elmatrimonio celestial.

Utilice D. y C.132:15–17 con D. y C.131:1–4.

Deber a Dios (Presbítero),“Desarrollo cívico y social”, Nº 2.Lección 45: La orientaciónfamiliar eficaz.

David Head, “Los maestrosorientadores que no se dieron porvencidos”, Liahona, septiembre de2002, pág. 36. Comparta este relatoal analizar qué se necesita para serun buen maestro orientador.

John L. Haueter, “El compañeromenor”, Liahona, noviembre de2001, pág. 28. Utilice este relato alinstar a los jóvenes a ser maestrosorientadores más eficaces.

Utilice D. y C.107:99 con Jacob1:19.

Deber a Dios (Maestro),“Actividades del quórum”, Nº 1.Lección 46: Debemos cuidarnosde la degradante influencia delos medios publicitarios.

Thomas S. Monson, “La porno-grafía: Ese propagador mortal”,

Liahona, noviembre de 2001, pág.2. Comparta la forma en que actúael escarabajo de la corteza mientrasla clase analiza la influencia de ladegradación de los medios de co-municación

“¡Peligro a la vista! Evitemos latrampa de la pornografía”, Liahona,octubre de 2002, pág. 12. Al com-partir la cita del presidente Benson,considere presentar las cinco ideaspara evitar la pornografía.

Deber a Dios (Maestro),“Desarrollo cívico y social”, Nº 9.Lección 47: El lenguaje decorosoy apropiado.

H. David Burton, “Manten-gámonos erguidos”, Liahona, ene-ro de 2002, pág. 75. Utilice elsegundo ejemplo que da el obispoBurton al analizar por qué nuestraforma de hablar revela lo que guar-da nuestro corazón.

“A donde me mandes iré”,Himnos Nº 175, la segunda estrofa.Lección 48: Debemos observarnormas correctas.

David E. Sorensen, “Con las ser-pientes de cascabel no se juega”,Liahona, julio de 2001, pág. 48.Utilice la analogía de la serpiente de

cascabel al analizar qué significa es-tar dentro del mundo pero no serparte de él.

“ ‘Verdades simples y llanas’:Los Hombres y las Mujeres Jóvenesponen en práctica los seis princi-pios”, Liahona, septiembre de2002, pág.16. Utilice los testimoniosde los jóvenes de este artículo paradar fin a la lección.Lección 49: La honradez y la integridad.

Quentin L. Cook, “¿Es usted unsanto?”, Liahona, noviembre de2003, pág. 95. Utilice las tres pre-guntas de la autoevaluación a me-dida que analizan las formas enque somos tentados para ser deshonestos.

Deber a Dios (Presbítero),“Desarrollo espiritual”, Nº 1.Lección 50: Debemos apreciar yalentar a los discapacitados.

Elizabeth Quackenbush, “Yo fuisu respuesta”, Liahona, junio de1999, pág. 36. Utilice esta historiapara complementar su análisis de lacompasión que se asemeja a la deCristo.

Deber a Dios (Presbítero),“Desarrollo físico”, Nº 11. ■

Para utilizarse en 2004: lecciones26–49. Las siguientes fuentes de

consulta se pueden utilizar paracomplementar las lecciones 26–49,pero no para reemplazarlas. En lasreferencias, El progreso personal serefiere al cuadernillo El progresopersonal para las Mujeres Jóvenes.Algunas de las referencias de Elprogreso personal se pueden utili-zar durante el tiempo de la lección,o alentar a los miembros de la clasea que las terminen en casa. En lasección “Cómo utilizar la revistaLiahona”, aparecen sugerenciasadicionales para la enseñanza.

Tenga a bien enseñar las leccio-nes en el orden en que aparecen im-presas. El manual no contiene unalección específica para Navidad. Sidesea enseñar una lección especialde Navidad, considere utilizar lasEscrituras, discursos de las conferen-cias, artículos de la revista Liahona,

láminas e himnos que se centren enla vida y la misión del Salvador.

Para buscar en línea versionesde esta guía en otros idiomas, co-néctese con www.lds.org y en lapágina inicial seleccione el iconodel mapa del mundo. Seleccione elidioma que desee y haga clic en lacubierta de la revista Liahona.Luego seleccione el ejemplar demayo de 2004.

Las futuras guías de fuentes deconsulta se imprimirán en los ejem-plares de mayo y de noviembre dela revista Liahona. La revistaLiahona se puede encontrar en lí-nea (en algunos idiomas) conectán-dose a www.lds.org.Lección 26: La Santa Cena.

Russell M. Nelson, “La adora-ción en la reunión sacramental”,Liahona, agosto de 2004, pág. 10.Al final de la lección, repase el con-sejo que da el élder Nelson sobre

L IAHONA MAYO DE 2 0 04 121

cómo bendecir, repartir y participarde la Santa Cena.

Dennis B. Neuenschwander,“Ordenanzas y Convenios”,Liahona, noviembre de 2001, pág.6. Utilice la explicación acerca de laconexión que existe entre el bautis-mo y la Santa Cena al hablar sobrelos convenios.

“Nos reunimos, Padre, hoy”,Himnos Nº 115.

El progreso personal,“Experiencias con el valor ‘Fe’”, Nº 4; “Experiencias con el valor‘Naturaleza divina’ ”, Nº 4.Lección 27: Fortalezcamos nues-tro testimonio por medio de laobediencia.

Gordon B. Hinckley, “El vivir deacuerdo con nuestras convicciones”,Liahona, septiembre de 2001, pág.2. Por medio de este artículo, analicecómo la valentía de ser obedientesfortalece nuestro testimonio.

James E. Faust, “Señor; ‘Creo:ayuda mi incredulidad’ ”, Liahona,noviembre de 2003, pág. 19. Utilicela analogía del palo, que se encuen-tra casi al final del artículo, paradescribir cómo se obtiene un testimonio.Lección 28: El albedrío

Joseph B. Wirthlin, “Tres deci-siones”, Liahona, noviembre de2003, pág. 78. Analice las tres deci-siones que se mencionan en esteartículo para finalizar la lección.

“Póster: Mantente libre”,Liahona, febrero de 2003, pág. 33.Muestre el póster y analice su men-saje al comenzar el análisis acercade las consecuencias de nuestrasdecisiones.

“Haz el bien”, Himnos Nº 155.El progreso personal,

“Experiencias con el valor ‘Eleccióny responsabilidad’”, Nº 3.

Véase 2 Nefi 2:26–27; Mosíah4:30; Helamán 14:30–31.Lección 29: La exaltación.

David E. Sorensen, “La doctrinade la obra del templo”, Liahona,agosto de 2002, pág. 30. Use ideasde este artículo al analizar las orde-nanzas del templo. Véase Romanos8:17; Apocalipsis 3:5, 20–21.Lección 30: Fortalezcamosnuestro testimonio por mediodel servicio.

Thomas S. Monson, “El ejemplodel Maestro”, Liahona, enero de2003, pág. 3. Incluya relatos de esteartículo durante el análisis del servi-cio a la humanidad.

Dallin H. Oaks, “A donde memandes iré”, Liahona, noviembre

de 2002, pág. 67. Analicen la expli-cación del servicio que se mencio-na en este artículo para finalizar lalección.

El progreso personal,“Experiencias con el valor ‘Buenasobras’ ”, Nº 1, 2, 5 y 6.Lección 31: La ley del país.

Gordon B. Hinckley, “La guerray la paz”, Liahona, mayo de 2003,pág. 78. Si lo desea, incluya la posi-ción de la Iglesia acerca de la gue-rra con el análisis del duodécimoArtículo de Fe.

Russell M. Nelson, “Bienaven-turados los pacificadores”, Liahona,noviembre de 2002, pág. 39. Utilicela sección “Obligaciones cívicas” deeste artículo al analizar el amor quese siente por el país.

Considere cantar el himno na-cional del país o alguna otra canciónpatriótica.Lección 32: La importancia de lavida.

Dallin H. Oaks, “Lo más impor-tante”, Liahona, marzo de 2000,pág.14. Utilice la sección “Elección,o sea, albedrío” de este artículo alanalizar cuán sagrada es la vida.

Ricardo Lopes de Mendonça,“Mi Padre Celestial me ama”,Liahona, agosto de 2003, pág. 44.Considere utilizar este relato al co-mienzo de la lección.Lección 33: El sagrado poder dela procreación.

Neal A. Maxwell, “Razones paramantenerse puros”, Liahona, mar-zo de 2003, pág. 6. Utilice las diezadvertencias que se mencionan eneste artículo durante el análisis dela castidad.

“Preguntas y respuestas”,

Liahona, febrero de 2003, pág. 22.Comparta algunas de las respuestasde este artículo al analizar por quéla castidad brinda felicidad.

Véase Génesis 39; 2 Samuel 11;Alma 39; D. y C.42:22–23.Lección 34: Debemos asirnos alas normas morales del Señor.

Gordon B. Hinckley, “El consejoy la oración de un profeta en bene-ficio de la juventud”, Liahona, abrilde 2001, pág. 30. Incluya los seispuntos al analizar las normas delSeñor.

Boyd K. Packer, “El estandartede la verdad se ha izado”, Liahona,noviembre de 2003, pág. 24.Analice las ideas que se presentanen este artículo acerca de recono-cer y vencer la tentación.

El progreso personal,“Experiencias con el valor‘Integridad’ ”, Nº 1.Lección 35: Para escoger conprudencia.

Richard G. Scott, “Cómo adqui-rir conocimiento y la entereza deutilizarlo con sabiduría”, Liahona,agosto de 2002, pág.12. Considereutilizar los relatos de los dos jóve-nes junto con la cita del presidenteTanner.

El progreso personal,“Experiencias con el valor “Eleccióny responsabilidad”, Nº 1 y 2.

Véase 2 Nefi 2:26–27; Mosíah4:30; Helamán 14:30–31.Lección 36: La honradez.

Quentin L. Cook, “¿Es usted unsanto?”, Liahona, noviembre de2003, pág. 95. Utilice las tres pre-guntas de la autoevaluación a medi-da que define a una personarealmente honrada.

D. Rex Gerratt, “Encontré unafortuna”, Liahona, septiembre de2003, pág. 8. Comparta este relatoal finalizar la lección.Lección 37: Conservar la castidadpor medio de una vida recta.

James E. Faust, “Las virtudes delas hijas rectas de Dios”, Liahona,mayo de 2003, pág.108. Incluya al-gunas de las 10 virtudes en su análi-sis acerca de las formas demantener la castidad.

El progreso personal, “Proyectoscon el valor ‘Integridad’”, punto 5.Lección 38: Para conservar elcuerpo sano.

Boyd K. Packer, “Sois templo deDios”, Liahona, enero de 2001, pág.85. Comparta el relato acerca de labendición patriarcal del presidentePacker al analizar las bendiciones decuidar de nuestro cuerpo.

El progreso personal,“Proyecto con el valor‘Conocimiento’”, punto 3.Lección 39: Para prevenir enfermedades.

Harold G. Hillam, “No es para elcuerpo”, Liahona, junio de 1996,pág. 26. Comparta el relato de esteartículo sobre el cirujano dental alcomienzo de la lección.

Colleen Whitley, “No le hagodaño a nadie”, Liahona, marzo de2000, pág. 40. Utilice este relato ensu análisis de los beneficios de lapráctica de una buena salud.

Véase 1 Corintios 3:16–17.Lección 40: El autodominio.

James E. Faust, “El fortalecimien-to del yo interior”, Liahona, febrerode 2003, pág. 2. Utilice las sugeren-cias que se mencionan en este ar-tículo como claves del autodominio.

122

El progreso personal,“Experiencias con el valor‘Naturaleza divina’ ”, Nº 3 y 7.Lección 41: El optimismo.

Joe J. Christensen, “Razón parasonreír”, Liahona, septiembre de1998, pág. 28. Aliente a la clase ahacer “la hoja de la sonrisa” paraterminar la lección.

John B. Dickson, “Cuando lavida se pone difícil”, Liahona,mayo de 2002, pág. 28. Utilice el re-lato que está al comienzo de esteartículo para complementar la his-toria acerca de Mari.

“Tengo gozo en mi alma hoy”,Himnos Nº 146.

Véase Mosíah 2:41; 24:13–15.Lección 42: La gratitud y elreconocimiento.

Dallin H. Oaks, “Demos las gra-cias en todas las cosas”, Liahona,mayo de 2003, pág. 95. Hable sobrelas ideas que se mencionan en esteartículo al analizar formas de expre-sar sentimientos de gratitud.

Juan Carlos Rodríguez, “La llu-via tan necesaria”, Liahona, juniode 2003, pág. 40. Utilice este relatopara complementar la historia de lalección.Lección 43: El empleo prudentede nuestro tiempo libre.

Joseph B. Wirthlin, “Leccionesaprendidas durante la jornada de lavida”, Liahona, mayo de 2001, pág.34. Utilice ideas de este artículopara analizar la mesura en el usodel tiempo libre.

Véase D. y C.58:27; 88:118, 124.Lección 44: Desarrollemosnuestros talentos.

Ronald A. Rasband, “La parábolade los talentos”, Liahona, agostode 2003, pág.34. Utilice ideas deeste artículo al analizar la parábola.

Marissa D. Thompson y JannaNielsen, “Cómo descubrir y desa-rrollar tus talentos”, Liahona, mayode 1999, pág. 40. Incluya algunas delas sugerencias de este artículo enla lección.

El progreso personal,“Experiencias con el valor‘Conocimiento’ ”, Nº 2.Lección 45: Participemos en lasBellas Artes

Shanna Ghaznavi, “Nota trasnota tras nota”, Liahona, septiem-bre de 2003, pág. 18. Utilice este ar-tículo para hablar sobre las formasde participar en las Bellas Artes.

El progreso personal,“Experiencias con el valor‘Individual’ ” Nº 4; “Experienciascon el valor ‘Conocimiento’ ”, Nº 6.

Véase D. y C.25:12; 88:78–80.Lección 46: Nuestra responsabili-dad económica.

Marvin J. Ashton, “Una guíapara la economía familiar”,Liahona, abril de 2000, pág. 42.Use algunos de los 10 puntos deeste artículo para analizar la con-fianza en uno mismo.

“Preparémonos por medio deuna vida próvida y el pago de losdiezmos y las ofrendas”, Liahona,diciembre de 2003, pág. 25.Considere utilizar algunas de las ci-tas o de los pasajes de las Escrituraspara complementar la lección.

El progreso personal,“Experiencias con el valor “Eleccióny responsabilidad”, Nº 7.Lección 47: Un ambienteedificante.

Thomas S. Monson, “La porno-grafía: Ese propagador mortal”,Liahona, noviembre de 2001, pág. 2. Explique cómo el escarabajode la corteza destroza los olmos ycompárelo con el estar en un am-biente malsano.

Anya Bateman, “Fantástico... deno ser por esa parte”, Liahona,junio de 1999, pág. 22. Considereutilizar el relato de este artículo amedida que analizan el modo deelevarse por encima de un ambien-te malsano.

El progreso personal,“Experiencias con el valor‘Naturaleza divina’ ”, Nº 3.

Véase Moroni 7:14–19; D. y C.45:31–32; 88:119.Lección 48: El arte de la comuni-cación en el liderazgo.

Brad Wilcox, “Cómo ayudar alos jóvenes a sentirse aceptados”,Liahona, junio de 1999, pág. 42.Elija algunas de las sugerencias deeste artículo para analizar la sec-ción acerca del amor de estalección.

“Jóvenes que guían a otros jó-venes”, Liahona, enero de 2003,pág. 24. Incluya algunas ideas deeste artículo en su análisis sobre lascaracterísticas del liderazgo.

“A donde me mandes iré”,Himnos Nº 175, estrofa 2.Lección 49: Debemos valorar ydar ánimo a las personasdiscapacitadas.

Peter B. Gardner, “Más que pa-labras”, Liahona, febrero de 2002,pág. 28. Use este artículo para finalizar.

El progreso personal,“Experiencias con el valor ‘Valorindividual’”, Nº 3. ■

Presidencias Generales de las Organizaciones Auxiliares

Charles W. Dahlquist IIPresidente

Dean R. BurgessPrimer Consejero

Michael A. NeiderSegundo Consejero

A. Roger MerrillPresidente

Daniel K JuddPrimer Consejero

William D. OswaldSegundo Consejero

Bonnie D. ParkinPresidenta

Kathleen H. HughesPrimera Consejera

Anne C. PingreeSegunda Consejera

Susan W. TannerPresidenta

Julie B. BeckPrimera Consejera

Elaine S. DaltonSegunda Consejera

Coleen K. MenlovePresidenta

Sydney S. ReynoldsPrimera Consejera

Gayle M. CleggSegunda Consejera

ESCUELA DOMINICAL

SOCIEDAD DE SOCORRO

MUJERES JÓVENES

PRIMARIA

HOMBRES JÓVENES

Setenta. Los nuevos líderesde esas organizacionesauxiliares no servirán comoAutoridades Generales, sinoque continuarán su empleomientras presten servicio parcial en sus puestos de laspresidencias de las organiza-ciones auxiliares.

Entre otros cambios figu-ra el llamamiento del élderJohn H. Groberg a laPresidencia de los Setenta.Fue relevado el élder DennisB. Neuenschwander, quien, apartir del 15 de agosto del2004, empezará a servircomo Presidente del ÁreaEuropa Este.

Además, se llamó a 35 nue-vos Setenta Autoridades deÁrea y once fueron relevados.

Más de 100.000 miembrosse congregaron en el Centrode Conferencias y en laManzana del Templo durantelas cinco sesiones de la confe-rencia general; millones másparticiparon por medio detransmisiones de televisión,satélite, radio e Internet pararecibir consejo de los líderesde la Iglesia.

“Ya somos una gran familiainternacional”, dijo el presi-dente Gordon B. Hinckleydurante sus palabras de aper-tura. “Para mí, es maravillosoy milagroso que... nuestrasimágenes y palabras llegan al

Los miembros de la presi-dencia general de laEscuela Dominical y la

de los Hombres Jóvenes ya noserán llamados de las filas delos Quórumes de los Setenta,anunciaron los líderes de laIglesia durante la sesión de laConferencia General AnualNº 174 del sábado por la tarde. (Para obtener el nom-bre de los que fueron sosteni-dos y relevados, véase la

página 24. Para obtener información en cuanto a los miembros de las nuevaspresidencias, véanse las bio-grafías en las páginas que si-guen a continuación.)

Desde octubre de 1979, la presidencia de la EscuelaDominical y la de los HombresJóvenes las han compuestoAutoridades Generales quesirven como miembros detiempo completo de los

noventa y cinco por ciento delos miembros de la Iglesia”.

A fin de llegar al mayornúmero posible de los casi 12millones de miembros, las se-siones de la conferencia seinterpretaron en 66 idiomas,incluso en árabe y varios idio-mas micronesios, por prime-ra vez. ■

Se avecina elaconteci-miento de laconmemora-ción de larestauracióndel sacerdo-cio

El 16 de mayo de 2004, alas 18:00 horas (hora deSalt Lake City), se lleva-

rá a cabo en el Centro deConferencias una transmisiónpara conmemorar el 175 ani-versario de la restauración delsacerdocio. El acontecimientose transmitirá en 66 idiomasen 80 países. Se alienta a to-dos los hermanos mayores dedoce años a asistir en sus res-pectivos centros de estaca,donde se reciba.

En una carta dirigida a los líderes de la Iglesia, elpresidente Boyd K. Packer,Presidente en Funciones del Quórum de los DoceApóstoles, alentó a los barriosy a las ramas para que conme-moraran el aniversario en unareunión sacramental especialefectuada entre el 16 de mayoy el 13 de junio de 2004. ■

L IAHONA MAYO DE 2 0 04 123

Los miembros que están en el Centro de Conferencias

sostienen a los líderes de la Iglesia durante la sesión de

la conferencia general del sábado por la tarde.

Cambios en las presidenciasde las organizacionesauxiliares; la conferenciallega a un número depersonas cada vez mayor

La transcripción de laConferencia GeneralAnual Nº 174 está ac-

tualmente disponible en lí-nea, o pronto lo estará, enwww.lds.org en español,alemán, danés, finlandés,francés, holandés, indonesio,

inglés, italiano, noruego,portugués, sueco y tagalo.

Los archivos en inglés yespañol de video y de audiode las cuatro sesiones gene-rales están actualmente dis-ponibles en línea. Losarchivos de audio de las

sesiones estarán disponiblesen 35 idiomas adicionales.Para obtener información so-bre un idioma específico, vi-site www.lds.org y haga clicen el mapa del mundo quefigura en la esquina superiorderecha de la pantalla. ■

La conferencia disponible en línea

N O T I C I A S D E L A I G L E S I A

Durante 67 años,Marjorie Pay Hinckleyse mantuvo a la par de

su esposo, el presidenteGordon B. Hinckley, a medidaque él viajaba por el mundo.El 6 de abril de 2004 ella aca-bó su trayecto terrenal.Rodeada de familiares y seresqueridos, la hermanaHinckley pasó silenciosamen-

te de este mundo al siguien-te, debido a causasrelacionadas con su edad.Nació el 23 de noviembre de1911 y tenía 92 años.

A menudo, al expresar susorpresa por el rumbo que suvida había tomado, la herma-na Hinckley decía, en son debroma: “¿Cómo una señoritatan buena como yo terminóen una situación así?”. En unaentrevista con las revistas dela Iglesia algunos meses antesde su fallecimiento, la herma-na Hinckley dijo: “Bueno, re-sultó mejor de lo que yo

esperaba. Ha sido una buenavida”. Conocida por su cora-zón bondadoso y buen senti-do del humor, declaró a lasrevistas de las Iglesia: “Si nonos reímos de la vida, esta-mos en serios problemas”(véase “En casa con el matri-monio Hinckley”, Liahona deoctubre de 2003, págs.32–37). En los servicios fune-rales llevados a cabo en suhonor fue elogiada como la“caridad personificada”.

Como evidencia de las muchas vidas en las que influyó, miles de personas fueron a verla en su ataúd,algunas de ellas en una filaque se formó al aire libre en un borrascoso día de primavera durante más de tres horas. Miles asistierona los servicios funerales que se llevaron a cabo en elTabernáculo el 10 de abril, yotras decenas de miles los vieron por televisión y vía satélite.

“Ella conversó con reyes yreinas; amaba a los niños pe-queños”, dijo el presidenteThomas S. Monson, PrimerConsejero de la PrimeraPresidencia, refiriéndose a la capacidad que tenía la hermana Hinckley para relacionarse con personas detoda condición. No había undefecto en su carácter... Comoel Maestro, Marjorie ‘anduvohaciendo bienes’ ”.

“Ella tuvo una vida tan bue-na”, dijo el presidente JamesE. Faust, Segundo Consejerode la Primera Presidencia.

“Sería de beneficio para todossi siguiéramos su fe, su come-tido y su devoción”.

Durante los servicios fune-rales, los hijos del matrimonioHinckley: Kathleen, Richard,Virginia, Clark y Jane, compar-tieron citas de la hermanaHinckley y expresaron gratitudhacia su madre. Clark Hinckleyleyó una carta escrita por elpresidente Hinckley a su espo-sa después de casi 60 años decasados. “Mi amor... te he co-nocido durante mucho tiem-po... y ha resultado como yoesperé que fuera... Ahora he-mos envejecido juntos... Y enun futuro día cuando la manode la muerte suavemente se

pose sobre uno de nosotros,habrá lágrimas, sí, pero tam-bién habrá una convicción,cierta y segura de la reunión y la compañía eterna”.

Sheri L. Dew, ex integrantede la presidencia general dela Sociedad de Socorro y biógrafa del presidenteHinckley, dijo que aunque 12 millones de miembros no pueden ocupar el lugar de la hermana Hinckley, cada uno orará para que elpresidente Hinckley tenga la fortaleza para seguir adelante; además, dijo quecada miembro intentaría unpoco más aliviar la carga delProfeta. ■

124

Fallece Marjorie PayHinckley a los 92 años de edad

Marjorie Pay Hinckley

falleció el 6 de abril 2004.

El presidente Gordon B. Hinckley camina tras el ataúd de su

esposa en el momento de entrar en el Tabernáculo.

L IAHONA MAYO DE 2 0 04 125

Cuando era misionero,Ariel Roger Merrill oyópor primera vez en

cuanto a la filosofía que elprofeta José Smith tenía sobreel liderazgo, de enseñar a laspersonas “principios correctosy [dejar que se gobernaran] así mismos”. “Ése se convirtióen uno de los momentos cru-ciales de mi vida”, afirma elhermano Merrill; llegó a ser eltema de la enseñanza, delaprendizaje y del liderazgo delnúcleo de su vida personal yprofesional durante los últi-mos cuarenta años.

“Gran parte de lo que ocu-rre en el mundo, sea bueno omalo, proviene de la influen-cia de los líderes”, observa elhermano Merrill. “El Salvadory Su influencia de rectitudocupan el lugar central de labatalla que se libra por las al-mas de los hombres, y entrelas armas más poderosas queposeemos se encuentran laenseñanza de principios ver-daderos y el poder de elegir”.Para el hermano Merrill, esasideas se manifiestan en la uni-dad familiar; él considera que

la familia proporciona laoportunidad más grande paraenseñar, aprender y dirigir.

“Las grandes familias creangrandes sociedades, y lasgrandes sociedades fomentangrandes familias”, afirma elhermano Merrill, “y uno delos factores más importantesde una buena familia es el li-derazgo que ejercen los pa-dres. En ese sentido, la familiaes la actividad más importantede la experiencia humana”.

Él señala a su esposaRebecca como un buen ejem-plo. “Una de las cosas más im-portantes de mi persona esque tengo una esposa increí-ble”, dice. “Somos muy uni-dos en nuestra fe y en elamor que sentimos el unopor el otro, por el Señor y pornuestra familia”.

El hermano Merrill, de 59años, nació en Salt Lake City,Utah, el 2 de mayo de 1945,siendo sus padres ArielCarden y Edith HorsleyMerrill. Se crió en Carmel,California, sirvió en la MisiónTexas y se graduó de laUniversidad Brigham Young.Es asesor adjunto de unacompañía de capacitación deliderazgo y socio en su propiafirma asesora.

El hermano Merrill con-trajo matrimonio conRebecca Rippy, en el Templode Salt Lake, el 7 de junio de1967; tienen siete hijos y 16nietos. ■

La vida de Daniel K Juddha sido una combina-ción singular de capaci-

tación sagrada y académica.Al regresar de la MisiónCalifornia San Diego, realizóestudios para obtener una li-cenciatura en zoología de laUniversidad Southern Utah(SUU), la maestría en cienciasfamiliares y el doctorado enasesor de sicología de laUniversidad Brigham Young(BYU). Durante esos añostambién trabajó como maes-tro de seminario e institutoen el Sistema Educativo de laIglesia.

“Al aconsejar a familias encalidad de profesional, obispoo presidente de estaca, he vis-to cuán importante es elEvangelio para ayudarnos asanar”, dice. “Espero que através de la Escuela Dominicallos Santos de los Últimos Díascomprendan el poder queestá a nuestro alcance para ve-nir a Cristo mediante las ense-ñanzas de nuestros profetas yde las Escrituras”.

El hermano Judd, que na-ció el 17 de septiembre de

1956 en Kanab, Utah, era elmenor de los cuatro hijos deLeRoy P. y Phyllis FarnsworthJudd. Conoció a su futura es-posa, Kaye Seegmiller, en laUniversidad Southern Utah(SUU); contrajeron matrimo-nio en el Templo de St.George, Utah. Actualmente,como padres de cuatro hijos,destacan al Salvador en suvida personal y familiar.

“La salvación tiene muchomás que ver con Él que connosotros”, afirma el hermanoJudd. “He aprendido que sitenemos el fundamento deCristo y Su Evangelio nadapuede salir mal de manerapermanente”.

El hermano Judd, de 47años, que prestaba serviciotanto como presidente de laEstaca Canyon View, Orem,Utah, y presidente delDepartamento de EscriturasAntiguas de la UniversidadBrigham Young cuando fuellamado a integrar la presi-dencia general de la EscuelaDominical, espera seguirechando mano de su expe-riencia tanto en el sector se-cular como en el académicopara ayudar a los demás.

“Mientras esté en laEscuela Dominical, deseo po-ner de relieve a Jesucristo ySu sacrificio expiatorio”, afir-ma. “Según dice en 2 Nefi32:3, si nos deleitamos ‘en laspalabras de Cristo... [éstasnos] dirán todas las cosas que[debemos] hacer’ ”. ■

A. Roger MerrillPresidente General de la Escuela Dominical

Daniel K JuddPrimer Consejero de la Presidencia General de laEscuela Dominical

126

William DuncanOswald afirma queel “dedicar tiempo

cada día a la lectura de lasEscrituras” ha sido una pode-rosa influencia para bien ensu vida.

El servicio que ha presta-do como maestro de la clasede Doctrina del Evangelio, lla-mamiento que ha desempe-ñado en cuatro diferentesocasiones, lo considera comouna de las experiencias másagradables que ha tenido enla Iglesia. Su entusiasmo porenseñar el Evangelio y su ser-vicio en la Iglesia lo han pre-parado para su nuevollamamiento, el cual asumirácuando en julio del presenteconcluya su servicio comopresidente de la Misión RusiaVladivostok.

En la década de 1970, elhermano Oswald sirvió en lamesa general de la EscuelaDominical y más tarde en lapresidencia general de laEscuela Dominical, como pri-mer consejero de Russell M.Nelson, que actualmente esmiembro del Quórum de los

Doce Apóstoles. En el nuevollamamiento a integrar la pre-sidencia de la EscuelaDominical, el hermanoOswald siente emoción de te-ner la oportunidad de termi-nar lo que empezó hace másde veinticinco años.

En el interín, tuvo el privi-legio de presidir como obispodel presidente Spencer W.Kimball y su esposa Camilla,una experiencia que él descri-be como un “magnífico terre-no para la capacitación” a finde aprender a amar a los demás.

“Fue una maravillosa expe-riencia que me ha impresio-nado a lo largo de mi vida, alreconocer el gran hombreque fue; la habilidad que te-nía de expresar y manifestaramor hacia los demás me im-presionó profundamente.Gracias a esa experiencia, hetratado de expresar amor yagradecimiento a las personasque me rodean, más de loque lo habría hecho si no lahubiese tenido”.

El hermano Oswald, de 68años, nació y se crió en SaltLake City, Utah; asistió a laUniversidad de Utah, dondeobtuvo su licenciatura en le-yes. Sirvió una misión enInglaterra y Escocia. En 1961contrajo matrimonio conMavis Morris, en el Templo deSalt Lake; tienen seis hijos. ■

Charles WinstonDahlquist II afirma quesu testimonio ha creci-

do “poco a poco, simplemen-te por hacer las cosas que elSeñor me ha pedido hacer,como ir a seminario y respon-der a los llamamientos en laIglesia”.

Él tiene la esperanza deque los jóvenes tengan unaexperiencia semejante a esadurante el periodo que él seapresidente general de losHombres Jóvenes. “Quisieraayudar a edificar una genera-ción de jóvenes que no sólosepan quiénes son, sino quetengan cierto entendimientode por qué fueron enviadosaquí, y la parte que juegan enel Plan de Salvación”, afirma.

El hermano Dahlquist hatenido experiencia trabajan-do con los hombres jóvenesde la Iglesia. Habiéndoseleconferido el Premio SilverBeaver, ha participado acti-vamente en el programa delos Scouts durante la mayorparte de su vida, y ha sidopresidente de los HombresJóvenes de barrio. Entre

otros de los llamamientosque ha desempeñado se en-cuentra el de presidente de laMisión Alemania Hamburgo,misionero de tiempo comple-to en la Misión Suiza, presi-dente de estaca, consejero deuna presidencia de estaca ymiembro del sumo consejo.El hermano Dahlquist es abo-gado de profesión, y participaactivamente en el servicio a lacomunidad.

El hermano Dahlquist, de56 años, nació en Provo,Utah, siendo sus padres C.Winston y Afton AhlanderDahlquist; pasó su niñez enBoise, Idaho. Al concluir sumisión, el hermano Dahlquistcontrajo matrimonio conZella B Darley, en el Templode Salt Lake, el 2 de junio de1969; actualmente residen enSandy, Utah; tienen cinco hi-jas y siete nietos.

“Me casé con la que fue minovia en la escuela secunda-ria”, dice el hermanoDahlquist. “Éramos del mis-mo barrio de Boise; yo era eldirector de música en laEscuela Dominical, y ella erala organista; y decimos quedesde entonces nos hemosacoplado muy bien”. ■

William D. OswaldSegundo Consejero de la Presidencia General de laEscuela Dominical

Charles W. Dahlquist IIPresidente de los Hombres Jóvenes

L IAHONA MAYO DE 2 0 04 127

La primera prueba ver-dadera de mi tiernotestimonio ocurrió

cuando tuve que decidir en-tre ir a la misión o jugar bás-quetbol”, afirma Dean ReidBurgess. Habiéndosele otor-gado una beca deportiva, elhermano Burgess integró du-rante el primer año universi-tario el equipo de básquetboldel College of Southern Utah.

Era 1965, el apogeo de laguerra de Vietnam, y no to-dos los jóvenes tenían laoportunidad de servir en unamisión debido al reclutamien-to en las fuerzas militares delos Estados Unidos. Pero alhermano Burgess se le pre-sentó la oportunidad y pudodecidir. “Requirió mucha ora-ción y ayuno”, afirma, “perosabía que servir en una mi-sión era un verdadero privile-gio, de modo que interrumpílos estudios para servir”. Alservir en la Misión Brasileña,el hermano Burgess afianzósu testimonio del Evangeliorestaurado.

Al volver a casa, terminósus estudios en administración

de empresas en laUniversidad Brigham Young yse graduó en 1970. Más tarde,conoció a AnnetteChristensen en un barrio deestudiantes de la universidad.“Ella era presidenta de laSociedad de Socorro y yo erapresidente del quórum de él-deres”, dice. “Siempre estabaocupada con tareas edifican-tes y positivas”. Empezó elcortejo, y más tarde contraje-ron matrimonio en el Templode Provo, Utah, el 27 de di-ciembre de 1973; tienen cin-co hijos y residen en Sandy,Utah

El hermano Burgess, de 57años, nació el 24 de mayo de1946, en Alpine, Utah, siendosus padres Reid y Ethel KingBurgess. Se crió trabajandoen el almacén comercial, pro-piedad de la familia, y en lagranja de ocho hectáreas quetenían. Sus padres le enseña-ron el valor de la familia, deltrabajo arduo y de los princi-pios del Evangelio: valoresque él ha tratado de instilaren sus propios hijos.

En 1997, el hermanoBurgess volvió a Brasil, dondefue presidente de la MisiónBelo Horizonte Este, Brasil;otros llamamientos incluyenconsejero de presidencias deestaca, presidente de losHombres Jóvenes de la esta-ca, obispo y miembro delsumo consejo; en total, hatrabajado con la juventud dela Iglesia durante más de 24años. ■

Uno de los primeros re-cuerdos que MichaelAntone Neider tiene

en cuanto el desarrollo de sufe fue cuando trató de encon-trar las pelotas de golf de supadre que él le había perdido.

Habiéndose criado en lapequeña comunidad agrícolade Tyhee, Idaho, sin permisohabía sacado del garaje los pa-los de golf de su padre y habíalanzado todas las pelotas haciala pastura de los caballos. “Notenía idea de lo difícil que se-ría tratar de buscar las pelotasentre la hierba alta. Sentí la im-periosa necesidad de buscar laayuda divina. Después de orar,volví a salir y encontré todaslas pelotas, excepto una, almismo tiempo que aprendíuna lección que jamás olvida-ría: de que Dios me ama”.

El hermano Neider diceque no está seguro de si elSeñor lo ayudaría a encontraresas pelotas hoy día. “Alaprender y progresar, elSeñor espera más de mí;pienso que me ha enseñado atener más sabiduría y fe alacercarme a Él”.

El hermano Neider apren-dió a sentir la influencia guia-dora del Espíritu, tanto de sumadre, como en la pequeñacapilla de Tyhee. “Recuerdoque cuando nos encontrába-mos en la Iglesia notaba que aveces a mi madre la acogíansentimientos de emoción.Entonces empecé a prestaratención y a sentir algo espe-cial cuando oía testimoniosacerca del Salvador”.

El hermano Neider, de 55años, nació en Pocatello,Idaho, siendo sus padres H.Boyd y Donna Neider; fue eltercero de seis hijos. Asistió ala Universidad BrighamYoung, donde obtuvo su li-cenciatura y su título en leyes.Sirvió una misión de tiempocompleto en la Misión CentralAtlantic States. En 1971, él yRosemary Curtis contrajeronmatrimonio en el Templo deSalt Lake; tienen ocho hijos yseis nietos. Residen en Sandy,Utah, donde el hermanoNeider es director de su pro-pio negocio de fabricación demateriales de construcción.Ha prestado servicio comoconsejero de la presidenciade la Misión Utah Sur SaltLake City, presidente de esta-ca, presidente de losHombres Jóvenes de estaca,obispo, líder misional de ba-rrio y maestro Scout. ■

Dean R. BurgessPrimer Consejero de la Presidencia General de losHombres Jóvenes

Michael A. NeiderSegundo Consejero de la Presidencia General de losHombres Jóvenes

Tanto las canciones comoel baile, la oratoria y elarte dramático han sido

parte de la historia de laIglesia desde hace largo tiem-po. Los coros, los bailes, lasobras teatrales y otros espec-táculos de las artes culturalesreúnen a los miembros yconstituyen formas exclusivasde expresar devoción a Dios.

Teniendo esos fines encuenta, los líderes de la Iglesiainstan a las estacas, a los distri-tos, a los barrios, así como alas ramas de todo el mundo ahacer también de las artes culturales parte del futuro dela Iglesia, para lo cual han deplanear actividades en esteámbito y participar en ellas.

“Instamos a los líderes locales a llevar a cabo espec-táculos y actividades de estacay multiestaca con el fin debrindar un ambiente de uni-dad y oportunidades para cultivar amistades, especial-mente entre la juventud”, es-cribió la Primera Presidenciaen una carta que envió a to-dos los líderes de la Iglesia.“En esos espectáculos se po-dría incluir música, baile, dra-ma, oratoria, deportes o artesvisuales”.

Ante la expectativa de verun aumento de solicitudespara obras de teatro y obrasmusicales adecuadas, laDivisión de Música y ArtesCulturales de la Iglesia aceptaen la actualidad el envío deguiones, de teatros de lecto-res, de oratorios y demás ar-tes culturales. (En el númerode junio de las revistas Ensigny Liahona se publicará másinformación con respecto aesto, incluidas pautas para ha-cer los envíos).

Como parte del impulsoque las AutoridadesGenerales están dando a lasactividades culturales, laIglesia está organizando cele-braciones grandes y peque-ñas de artes culturales enconexión con la dedicaciónde templos. La primera se

efectuó en enero, antes de ladedicación del Templo deAccra, Ghana. Espectáculos si-milares se han realizado enAnchorage, Alaska y en SãoPaulo, Brasil. Los santos deCopenhague, de Dinamarca yde la Ciudad de Nueva Yorkestán dando los últimos to-ques a sus propias celebracio-nes, programadas para el 23de mayo y el 13 de junio respectivamente.

Sol en Ghana

Como parte de una cele-bración especial en Ghana, unestadio local se llenó con2.000 jóvenes que cantaban ybailaban bajo el sol del veranoen la actividad de la juventudde la Iglesia más grande que sehaya llevado a cabo en África.

Basado en leyendas folcló-ricas y danzas del ÁfricaOccidental, el argumento dela celebración seguía la vidade Kwaku Anansi, quien bus-caba las buenas cosas queofrece el mundo, pero las re-tenía para sí. Cada estaca ydistrito cantaba y danzaba, yofrecía algo bueno, como elvalor, el amor y la familia. Depronto, Anansi vislumbra elTemplo de Accra, Ghana, y labelleza del templo lo conven-ce de que debe compartirtodo lo bueno que habíaguardado para sí.

Nieve en Alaska

Los santos de Alaska pre-pararon una producción mu-sical titulada En el Refugio delas Montañas como parte deuna celebración cultural quecontó con 600 artistas; la pro-ducción representaba el lega-do cultural de los nativos deAlaska, de los pobladores delOeste y de los pioneros mormones.

El espectáculo presentódanzas típicas de Alaska, unaanimada danza de bodas delOeste, un coro de niños de laPrimaria de 300 voces y otrascanciones que fueron partedel argumento. El aconteci-miento se llevó a cabo bajotecho en una escuela de en-señanza media en pleno invierno.

Lluvia en Brasil

Unos 60.000 miembros lle-naron el Estadio Pacaembumientras miles presenciabanvía satélite por todo el país amás de 8.000 santos locales y1.200 misioneros que canta-ban y bailaban en la celebra-ción de la rededicación delTemplo de São Paulo, Brasil,el 21 de febrero de este año.

Una continua lluvia noamedrentó a la multitud queestaba en el estadio, mientraslos bailarines vestidos con tra-jes típicos, un coro de 1.200personas de 60 estacas y figu-ras gigantes de animales yotros títeres, así como juga-dores de fútbol participabanen el evento.

La presentación, de unahora y media, requirió cuatromeses de práctica y cientosde voluntarios que planifica-ron, velaron por la seguridady la limpieza, y prestaron asis-tencia médica. ■

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Los jóvenes de Ghana se preparan para presentar su

espectáculo frente al profeta antes de la dedicación del

Templo de Accra, Ghana.

Los miembros representan escenas del pasado de Brasil

durante la celebración.

Celebración del Evangelioalrededor del mundoPor Adam C. Olson, Revistas de la Iglesia

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Abajo de Spring Hill (Adán-ondi-Ahmán), por Valoy Eaton.

Adán llamó a los de su posteridad que eran justos al valle de Adán-ondi-Ahmán, para conferirles “su última bendición” (véase D. y C. 107:53–57).Daniel profetizó que Adán volvería a ese lugar antes de la Segunda Venida (véase Daniel 7:9–14). El profeta José Smith recibió una revelación en

la que el Señor le había dado a Spring Hill, Condado de Daviess, Misuri, el nombre de Adán-ondi-Ahmán (véase D. y C. 116).

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“Nosotros, los de esta generación, somos la última cose-

cha de todo lo que nos ha antecedido. No es suficiente

con sólo ser conocidos como miembros de esta Iglesia;

sobre nosotros descansa una solemne obligación; acepté-

mosla y esforcémonos por llevarla a cabo. Debemos vivir

como verdaderos discípulos del Cristo, con caridad hacia

todos, haciendo un bien por el mal que recibamos, ense-

ñando por medio del ejemplo los caminos del Señor, y

llevando a cabo el extenso servicio que Él nos ha señala-

do”, dijo el presidente Gordon B. Hinckley durante la

Conferencia General Anual Nº 174, efectuada el 3 y 4 de

abril de 2004.