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LIAHONA Octubre de 1976 NUMERO ESPECIAL DEDICADO A LA ORACION humilde; y el Señor tu Dios te llevará de la mano y contestará tus oraciones. {DOCTRINAS Y C ONVENIOS 112:10.)

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LIAHONA Octubre de 1976

NUMERO ESPECIAL DEDICADO A LA ORACION

Sé humilde; y el Señor tu Dios te llevará de la mano

y contestará tus oraciones.

{DOCTRINAS Y C ONVENIOS 112:10.)

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LIAHONA Número 1 O Año 22 Octubre de 1976

lA IGLESIA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS UlTIMOS DI AS SO [dst f',;orth TernpiP St. Sdlt Ldh· Ctty, Utdh H4110

lA PRIMERA PRESIDENCIA '->¡H'nt('r \\' Krmball

~- [ldor1 lculrwr ,\~drion C. Rornnev

CONSEJO DE LOS DOCE APOSTOLES [zrd f Jf\ i)l'I1SOn

,"v~Jrk E. Pdcr<,Pn

Delhert l '->tapley l.cCrand 1\rc hards Howarcl \V Hunter Cordon B. llinckley Thornas <.,_ .\\onson l)oyd K. 1\H ker .~c~rvin 1. ,\~hton lhuce R. ,"v\l Conkie 1 f o m Pvrr\ David B. H.1ight

COMITE ASESOR f-loward \\' llunter i)a.vid B. 1-L1ight Robert [)_ llall'S O. Leslil' Stone

EDITOR DE lAS REVISTAS DE lA IGLESIA Dean L. L,H'>l'll

REVISTAS INTERNACIONALES Larry Hiller.lditor Gerente Ca.rol Larsen. A.yudante Roger Gylling, Di sellador

EDITORA RESPONSABLE DELIAHONA Raqut:•l R.V. fokarz

COMPAGINADOR Coff Dowding

]LJ/h by tlw Corpordtioll ni th<'

Prr•:-.idl'nt ot lh\' Chur( h o( ](·~u~ Chmt

()1 Llltl'r-d<ly \,11nh. t\11 r1ghts r<'St.'rv<'d

lndice ARTICULOS DE INTERES GENERAL

1 La oración es la llave, presidente Marion G. Romney

5 El éJder David Haight forma parte del Consejo de los Doce, Jay M. Todd

7 El motivo de la oración, élder Bruce R. McConkie

21 La oración y el profeta José, Truman G. Madsen

26 Diario mormón 28 Establezcamos nuestras prioridades, Jannath R. Can non

SECCION PARA LOS NIÑOS

13 El gallo del diezmo, Alice Stratton

15 Para tu diversión 16 Las islas del alba, Joan Andre Moore

19 Amigos para siempre

NOTICIAS DE LA IGLESIA

30 El gobierno chileno honra a la Iglesia ... 31 El poder de una oración 32 "Predicaré el evangelio" 33 Nueva presidencia de estaca

Chilr· <:olr¡rniJIO (_,.,,,, R•t" i_{ Udd<Jr

11 ;,¡lvddor

Cudl••m,JI,, llo.-.duro'

"" ,Hd~lJ,l I\L1hln1ol

P"'''~"·" h·<LJ 1 ,p,ni,l liru¡_:u," \ f'nl'lll(''·'

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Anual IIIIXI

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Por ejemplar ~ 2SO

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fol'iS oo $ 'i.oo ~ l,'j{)

s; ~.zo

''" '\ {) 40 Q 1) 17 1 lll} 1 2,10 ~ 1 .20

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"' ,.¡ '<lb'' nptur ,¡,.,..,, qrw ,,. Ir· h.Jg.J r·l <'rh•1n por '""''" Jl•r<•o. dPbPd p.1g,lf IJ drll'rt'n< ¡, ''" r·l 1 o>lo del m1smo ~,·rva$e oohutar 'u sub·

'' "IK ""' ,,¡ n•prt'"'ni.Jnll· d•· '" <'n "' h.moo o ram,l dr· rc·,I<IPn< Id Cu,ol'l""'' <Jmb1o dP domocol1o dt'!Je comurw.Hsc J didw r~prc,entante

< on lwrnl,o rila- dP ,¡nll( op," ""l l_n ' ""' d<·h1· 1n< lu1N' la pt~e¡uPIJ de· la lJitlmJ [t'v.,ta rl'( •borla Pn lo qu<? opdre(en nombrP y direcc1ón dP 1

'UI>'< "P''" ~~'U hamo'' r,¡m,o "'' < LJ<•nta '""un ro•pwwnt,>nl¡•_ "'rva"' hoc<'r 'u IJ<'dlch, d 1.1 "'IM,l o m"1ón corrc>pondlf•nl¡• fudo 'ub1n1p< 1ón

<ic•ntrc• ,¡,. "" r,tod<J< U nodo', c,n,,l,i dc•lw "'1" ''·''"' dor<•c tam,·nt<· ,,

111 LI-t "'orth T<•mpl•· Sirt•PI ~.olt l,¡h• C1tv. UIJh 11-11 'iO

..,,,, <lnd < 1.1" il"''·'g" pa1d ,11 '>,111 1 .tkr• C1ty, Utdh

1 r,1nqupo rk wgunda <lo><·. p.1go ¡·n ..,.JIIl.akP Citv. Ut,lh

l'uhl"•'' rim d" La lgl<'"•' <k ¡,:,u, "'t'' dP ¡,, "·'''''" rlr· Lo' Ult"n"' ()¡·_,,_ <On ot" lr\.1<, t'n

'ill ¡-,,, '"nrth lr·mpl<· ílfl'PI. '>.lit 1 ,okr· C1IY. Utoh

1'1/h bv tlw Cr>rp.,r.ll ron ol 1 h•· l'"'"ri<·nl ot tlw Chur< 11 ot 1<->u' Clw'l ol lottc·r-d~y '>oints All r1ght-; "'\('IV\'d

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l{

MENSAJE DE LA PRIMERA PRESIDENCIA

LAORACION ES LA LLAVE

por el presidente Marion G. Romney

Oremos por nuestros rebaños, por nuestras .flnnilias y por el

reino, a fin de que A que/ que es perjixto, nos ayude en nuestro

esfuerzo por alcanzar la pet:f"ección.

A veces las personas -;e pregun­tan: ¿Por qué hemos de orar'?

Debemos orar porque la oración es indispensable para cum pi ir con el ver­dadero propósito de nuestra vida. Somos hijos de Dios y como tales, tcnc­nws la posibilidad de alcanzar su per­fección. El mismo Salvador nos inspiró a ello. cuando dijo:

"Por tanto, qui:>iera que fueseis per­fectos como yo. o como vuestro PaUre c¡uc está en los ciclos es perfecll)." (3 Nefl 12:48.)

:'-Jadie podrá alcanzar tal perfección menos que Aquel que es perfecto lo

gut'e: esa gu(a se consigue sólo por me­dio de la oración. Esta experiencia mor­tal que estamos pasando es un paso nc-

c¡:~ario en nucstm :!scensu: :! linde (lh­

tencr la pcr!'ección tuvimos que dejar nuestro hogar prclerrenal 'Y venir a la tierra. y Jurante esa transición. se colo­có un velo sohre nuestros ojos espiritua­les y se .JlOS horró la memoria de nuc~­tras cxpcrieneias anteriores. En el Jardin de Edén. Dio~ d(ltÓ a sus hijos con liherlad moral y podrla decirse que los dejó solos entre las fucu:as Jcl bien y del maL con el fin de ser prnbaJos y ver si andando por la fe alcanzar(an su e k vado potencial al hacer ·'toda~ lasco­sas que el Señor su Dius les mandare" {Abraham 3:25).

La primera instrucción que d Sei1or dio a Adún y Eva después de su expul­sión del Edén fue la de orar. (Véa~L: Moisé~ 5:5.)

Durante su ministerio terrenal. Jesu­cristo enseñó "sobre la nece:..idad de orarsiempre"(Luca<.; 18:1).

A la multitud neílta dijo: "Siempre debéis orar al Padre en mi nombre" (3 1\elí IR: 19).

Y lambién en esta última di~¡xn­sación. dos años ante::. de organintr la Iglesia. el Señor dijo en una rcvelaci(lll al pmCcta José Smith:

"Ora siempre para que salgas vence­dor: s{, para que venzas a Satanú~. y pa­ta que te escapes de las manos de lu~ siervos de Satanús. quienes apuyan su obra." (D. y C. 10:5.)

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Posteriormente añadió: "Lo que digo a uno. lo digo a todos;

orad a todo tiempo. no sea que aquel inicuo tenga poder en vosotros y os tlui­te de vuestra posición.'' {D. y C. 93:40.)

La experiencia que tuvo el hermano de Jared pone de relieve la gravedad de la desobedienci<l a este mandamiento.

U Señor condujo a la colonia jaredi­la desde la torre de Bah e 1 hasta la orilla del mar. donde ''vivieron en tiendas. por el término de cuatro años. Y ... a la conclusión de los cuatw años. el. Señor vino otra vez al hermano de Jared. y ha­bló cnn él desde Ull<l nube. Y por el es-

1 "Orad al Padre con vuestras

familias, siempre en mi nombre, para que sean

bendecidas vuestras esposas e hijos." (Nefi 18:21.)

pacio de tres horas habló el Señor con el hermano de Jared. y lo reprendió por­que no se habl'a acordado de invocar el nombre del Señor a favor de sus her­manos que estaban con él. Y el Señor le contestó: Os perdonaré vuestros peca­dos a ti y a tus hermanos; pero no ha- · béis de pecar más. porque debéis recor­dar que mi Espt'ritu no siempre conten­derá con el hombre; por tanto, si pecáis hasta llegar al colmo, seréis desechados de la presencia del Señor" ( Etcr 2: ~3-15).

El pecado que ocasionó esta repren­

sión fue el de no haber orado. Los pasajes citados dan abundantes

razones por las que debemos orar, y pa­rece no haber limitación acerca de cuándo. dónde y sobre qué debemos

orar. sean conocidas vuestras peti­

ciones delante de Dios en toda oración y ruego. con acción de gracias." (Fil. 4:6.)

Implorad su misericordia. porque es poderoso para salvar. .

Orad a él cuando e~téis en vuestros campos. si. por todos vuestros reb<tños.

Rogad le en vuestros hogares. si. por todos lo~ de vuestra casa. en la mañana. al mediodla \'en la tarde.

Sl. impl<;radle contra el poder de

vuestros ene m igus: SI. contra el diablo. que es el enemi­

go de toda justicia. Rogad le por las cosecha~ de vuestro~

campo~. a Jln de que prosperen .. Mas esto no es todo: e-. mene~ter que

derraméis vuestra alma en vuestros apo­sentos. en vuestros sitio" -.;ecretos y en \'UC~tws yermo~.

S( y cuando no estéis invocando al Señor. dejad que rebo~en vue:.tros cora­l.ones. orando constantemente por vues­tro propio bicnec;tar as\ como por el bienestar de lo:. que ns rudean." (Alma 34: 1~. 20-24. 26-27.)

[1 Salvador dijo: ·'Orad al Padre con vuestras l'ami1ias. siempre en mi nom­bre. para que sean bendecidas vuestras esposas e hijos" {3 ]'.;cJi 18:21 ).

"Te mando que ore~. tanto vocal­mente como en tu corazón: sl. ante el mundo as! como en secreto; en público asl como en privado." {D. y C. 19:28.)

"Implorad al Señor. a f·in de que se

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extienda su reino sobre la fuz de la tie­rra, para que los habitantes de ella lo reciban y estén preparados para los d{as que han de venir, en los cuales el Hijo de! Hombre descenderá del cielo, en­vuelto en el resplandor de su gloria, pa­ra recibir el reino de Dios establecido sobre la tierra.

"Por tanto. extiéndase el reino de Dios, para que venga el reino del cielo. a fin de que tú, Oh Dios, seas glorifica­do en los cielos as{ como en la tierra, para que tus enemigos sean vencidos; porque tuya es la honra, y el poder, y la gloria, para siempre jamás. Amén." (D. y c. 65:5-6.)

La oración es la llave que abre la puerta a la comunión con Dios.

"He aqut'", dice el Señor, "yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo." (Apoc. 3:20.)

Y dio una promesa parecida a los nefitas:

"Y cuando le pidáis al Padre en mi nombre, creyendo que recibiréis, si es justo, he aqut', os será concedido." (3 Nefi 18:20. Cursiva agregada.)

A nosotros, los de la última dispen­sación, se nos ha dicho de esta manera:

"'Cualquier cosa que le pidiereis al Padre en mi nombre os será dada, si júere para vue.\"!ro hien." (D. y C. gs:64. Cursiva agregada.)

Los registros sagrados están repletos de'pruebas que testiftcan sobre el cum­plimiento de estas promesas.

La oración le llevó a Enós el perdón de sus pecados. (Véase Enós 4-5.}

Las oraciones de Alma, lograron que un ángel fuera enviado a llamar a su hi­jo Alma al· arrepentimiento. (Véase Mosiah 27: 14.)

La oración de José Smith, hizo que el Padre y el Hijo lo visitaran. (Véase José Smith 2: 14-17.)

La oración hizo que las gaviotas vinieran desde el lago para salvar las cose.chas de los pioneros en Utah.

No toda oración trae necesariamente una respuesta espectacular: sin embar­go, toda oración sincera y fervorosa es escuchada y contestada por el Espíritu del Señor. La manera más frecuente de recibir una respuesta fue indicada por el Scl1or cuando le dijo a Oliverio Cow-

Liahona, octubre de 19 76

dery: ·'De ciq·to, de cierto te di&o·. Si quie­

res mús testimonio. piensa en la noche en que me clamó tu corazón a iln de saber la verdad de estas cosas.

¿No hablé paz a tu alma concernien­te al asunto? ¿Qué más testimonio pue­des tener que el que viene de Dios'?" (D. y c. 6:22-23.)

A todos los que vivimos en esta últi­ma dispensación, el Señor ha dado la promesa: "'si me pidiereis, recibiréis: si llamareis, os será abierto", y la repite en siete revelaciones distintas: Doctrina:-. -y Convenios 6:5, 11:5, 12:5, 14:5, 49:26, 66:9. 75:27.

En Doctrinas y Convenios 88:62-64, dice también:

··os digo, mis amigos. os dejo estos dichos para que los meditéis en vuestros corazones, junto con este mandamiento que os doy. de llamarme mientras esté cerca.

Acercaos a nü. y yo me acercaré a vosotros: buscadme diligentemente, y me hallaréis; pedid, y recibiréis; tocad, y se os abrirá;

Cualquier cosa que le pidiereis al Padre en mi nombre os será dada. s1 fuere para vuestro bien."

Os doy mi propio testimonio de la veracidad de estas promesas, sé que son verdaderas; sé que las oraciones son contestadas. Al igual que Neti y Enós de la antigi"1edad. naet' de "buenos padres"'. A una temprana edad se" me enseñó a arrodillarme junto a mi cama, en la mañana y en la noche, para dar gracias a nuestro Padre Celestial por sus bendi­ciones y pedirle su gu{a y protección continuas. Este procedimiento ha per­durado en nü a través de los año:..

En contestación a una oración, sien­do niño, encontré mis juguetes· perdi­dos: como joven, también en respuesta a mi oración, encontré nuestras vacas extraviadas. Conozco el sentimiento que deScribió el Señor cuando le dijo a Oliverio Cowdery: "¿No hablé paz a tu alma concerniente al asunto?" (D. y C. 6:23).

Y también cuando dijo: ''Pero, he aqu{, te digo que tienes

que estudiarlo en tu mente: entonces has de preguntarme si está bien; y si as¡' fuere, causaré que arda tu pecho dentro

"Implorad al Señor, a fin de que se extienda su reino sobre la faz de la tierra, para que los

habitantes de ella ... estén preparados para los días que han de ''enir, en los cuales el Hijo del Hombre descenderá

del cielo, em'uelto en el resplandor de su gloria. "

(D. y C. 65:5.)

de ti; por lo tanto, sentirás que estú bien.

Mas si no estuviere bien, no sentirús tal cosa, sino que vcndrú sobre ti un es­tupor de pcn:-.amiento" (D. y C. 9:8-9).

Sé lo que quiso decir Enós cuando dijo: ·']a voz del Señor de nuevo llegó a mi alma" { Enós 10). Por este medio he recibido respuesta a mis oraciones.

He sido testigo del cumplimiento de la promesa del Señor de qw: "quienes con re pidan en mi nombre, echarún fuera demonio:< sanarán enfermos; ha­rán que los ciego:. reciban su vista, Jos sordos oigan, Jos mudos hablen y los co­jos anden" (D. y C. 35 :9).

He probado la promesa de Moroni y en respuesta a mis oraciones he recibido un testimonio divino de la veracidad del Libro de Mormón. Sé también que si uno pide "con un corazón sincero, con verdadera intención, teniendo fe en Cristo", uno puede '·por el poder del Esp{ritu Santo. conocer la verdad de todas las co:-.as'-' (Moroni 10:4--5).

Os doy mi solemne testimonio per­sonal de que la oración es la llave que abre la puerta a la comunión con Dios.

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El élder David B. Haight forma parte del Consejo de los Doce

por Jay M. Todd

E 1 élder David B. Haight. quien ha sido Ayudante al Consejo de

los Doce desde hace seis años. ha sido llamado por el presidente Spenccr W. Kimball para forma parte del Consejo de los Doce Apóstoles. donde llena la vacante creada por el reciente f'allcci­n1icnto del élder Hugh B. Brown.

La ordenación del é!dcr Haight al apostolado tuvo lugar el jueves 8 de enero. en el Ten1plo de Salt Lake, unas cinco semana:. después de la muerte del élder Brown acaecida el 2 de diciembre de 1975.

Aunque nació y fue criado en el esta­do de ldaho, E.U.A., el nuevo micmhro de los Doce ha pasado la mayor parte de su vida de adulto en Calirornia, don­de se dio a conocer en los clrculos de negocios, asuntos Ci'vicos y de la lgtesia por su impresionante don de entendi­miento y dirección de gente, as! como por su talento administrativo.

A partir del 6 de ahril de 1970, fecha de su l!amamiento para servir como Ayudante del Consejo de los Doce. el élder Haight ha viajado a todas partes de la Iglesia cumpliendo con sus asigna­ciones semanales de conferencias. y dondeyuiera se le respeta y ama por su habilidad de enseñar a los directores del sacerdocio a cumplir cl)n sus llama­mientos.

"He sido lo que llamarútis un hom­bre de organización. Me he preocupado

Liahona, octubre de 1916

pon.1ue nuestra gente -todos ellos- com­prendan sus papeles, tan importantes en la edificación del reino de Dios. Cuando asisto a una conferencia de estaca, mi objetivo principal ha sido el de ayudar a los directores a comprender su impor­tancia como tales. Soy del tipo de per­sonas a quienes les gusta usar una piza­rra: la utilizo desde el momento en que empiezan las reuniones con las pre­sidencias de estaca, lm. sumos consejos y los obispos, hasta el momento de ter­minar. lhtercambiamos opiniones. Tra­to de hacerles ver cuán razonable y eficaz es [a organización de la Iglesia. y cómo afectará la vida de sus miembros si hacen lo que la Primera Presidencia ha pedido, y se organizan en la forma que lo sugiere la Iglesia. Me gusta ayu­dar a los demás a comprender que t.odo tiene su propósito y armoniza perfecta­mente, y cómo obrará en bencllcio de su gente cuando se organicen correcta­mente y cumplan con sus asignaciones."

Al término de estas conferencias .. el élder Haight regresa de nuevo a la sede de In Iglesia y al seno de su familia. El y su esposa, la hermana Ruby Haight. ce­lebrarán este año su 46 o aniversario de bodas; son padres de tres hijos casados. "Tengo un hijo que es obispo -dice el élder l-Iaight- y me gusta hablarle por teléfono para preguntarle: '¿Qué haces con tu tiempo. obispo?' Si él me contes­ta: ·Pues, tengo que hacer diversas cosas en la capilla', le respontlo: 'Recuerda que la Iglesia espera que coloques a tu

familia en primer lugar.' A menudo les digo a nuestros direc­

tores: 'Posiblemenk llegue a :-.er un obispo (o presidente de estaca) fuera de lo común. pero al mismo til:mpo pierdot a algún miembro de su familia por cau­sa de la negligencia. Uno de nuestros profeta<; nos habló al respecto cuando elijo: 'Ningún éxito en la vida puede compensar el fracaso en el hogar'. Y es verdad. De modn que, como directores y como miembros. todos necesitamos aprender nuestro:-. papelee; y nuestra:-. responsabilidades -para con la familia y con la Iglesia-, y comprender cómo .~e complementan mutuamente con el fln de bendecimos, a nosotros y a lo:-. de­mús.

Esto me recuerda el segundo ot:jcti­vo que procuro lograr cuando me reúno con otrcl'-' persona:-.. M e encanta ayudar­las a conocer la felicidad que se goza cuando se deja de preocuparse por uno mismo y se sirve a los dcmús. Siempre me ha gustado una declaración del poe­ta norteamericano Ralph Waldo Emcr­son quien dijo: ·Los anillos y las joyas no son Jos regalos mús valioso:.. :-.ino que se dan en rccmplaw dc é:-.tos. El único regalo verdadero es dar de sl mic;­mo: el servicio a !os dcmús es una parte inherente del evangelio, y el Salvador lo ensefló en una forma hermosa cuando respondió a la pregunta sobre cuúl era la ley mús grande. Algunos eruditos de­claran que los jud(os ten(an 613 leyes y reglamentos que gobernaban su vida,

5

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entre e! las cómo sembrar_ cosechar. lim­

piar las verduras. lavarse, cte. Un d{a le

preguntaron al Salvador: '¿Cuúl es el

gran mandamiento. . T. y El directa­

mente respondió: 'Amarás al Señor. .

Este es el primero y grande manda­

miento. Y el segundo es semejante:

Amarús a tu prójimo .. .' (Mateo 22:35-

40). Ambas significan servicio. Si amáis

al Señor. os preoeuparéi:, por :,u obra y por el éxito de la misma; ::.i amáis a

vuestro prójimo, os preocuparéis por éL

por vuestros amigos, vuestros a::.ociados,

vue.'itro cónyuge. vuestros hijos; y .<>i o.'>

prCocupúi::. por ellos, lo::. serviréis. ¿Có­

mo'? Haciendo algo por ellos. De modo

que. como vemos. el Señor dispu::.o que

el servicio fuera una parte fundamental

del plan eterno." Uno de los aspectos más cautivado­

res de la personalidad del nuevo miem­

bro del Consejo de los Doce es que es­

tos sentimientos e ideas, cxpre::.ados por

él con tanta facilidad. son más que ideas

para él. El élder Haight tiene sesenta y

nueve años y durante toda su vida ha

nutrido y probado los principios del

evangelio en diversos lugares y de di­

versas formas. Cuando nos dice. "el evangelio da resultado. os lo aseguro",

el que escucha sabe que habla por expe­

riencia propia. ba experiencia ha sido

muy variada. Nació en Oakley. ldaho,

el 9 de septiembre de 1906 y alll' tam­

bién creció. Su abuelo fue el primer

presidente de una estaca de ldaho. y su

padre (quien murió cuando el élder

Haight tenú.t apenas nueve aftos de

edad) era el banquero del pueblo, y fue

senador del estado y obispo. Durante su

adokscencia, el élder Haight estudió

hasta obtener su ccrtil!cado de maestro

a !ln de trabajar y ganar el dinero

suliciente pan.t asi::.tir a una universidad.

Se graduó en Administración de Em­

presas a los veintidós años en la U niver­

sidad del Estado de Utah. Dos años más

larde se casó con Ruby Olson y se mu­

daron a California donde él habt'a de

trabajar como gerente de la nueva

.'>LICUr.<><.t! de una tienda.

La mayor parte de su vida profe­

sional se ha desarrollado en administra­

ción de la industria mercantil. Al cabo

de cuatro años regre::.ó a Salt Lake City

para ::.cr gerente general de una gran

tienda y después trabajó para una ca­

dena de almacenes ::.upervisando 25

tiendas en el úrea de San Diego. Cali-

6

fornia. Posteriormente trabajó en Oak­

land. en la parte norte del mismo esta­

do, como gerente de distrito. Pero su vi­

da profesional se vio interrumpida por

la JI Guerra Mundial, durante la cual

obtuvo el grado de comandante en la

Marina .de los Estados Unidos. En esa

época supervisó la log(stiea y las opera­

ciones tácticas en los lugares corre::.pon­

dientes a la z.ona del Padí1co, su actua­

ción fue altamente elogiada por los je­

fes militares. Después de la guerra. la

cadena de almacenes lo asignó a la ciu­

dad de Chicago, donde supervisó 165

tiendas con miles de empleados. En

1951, a la edad de 45 años, decidió pro­

bar su suerte con un negocio propio y adquirió .varia:, ferreter(as en Palo Alto,

California.

Mientras vivt'a allá. fue relevado de

la asignación que tem'a C(JJ110 miembro

del sumo consejo, y llamado como pre­

sidente de estaca: y cuando trabajaba

en este cargo, se le pidió que presentara

su candidatura para el consejo de la ciu­

dad. Como resultado. sirvió dos veces

como alcalde de Palo Al_to, y después.

como director del Hospital de la Uni­

versidad Stanford-Palo Alto. ademús de

pre~tar servicio et'vico entre dirigentes

de negocios. profesionales y universita­

nos. Habiendo probado las ideas del

evangelio en muchas aplicacibnes, el él­

der Haight se encontraba listo para ob­

tener otro tipo de éxito: el presidente

David O. McKay lo llamó para servir

como Presidente de la Misión Escocesa.

Posteriormente fue miembro del Comi­

té Misional del Sacerdocio y después.

Representante Regional del Consejo de

los Doce ha::.ta LJUC fue llamado como

Ayudante de este Consejo en 1970. Du­

rante esa época se mudó a Provo, Utah

donde sirvió por tres años como ayu­

dante de Ernest L. Wilkinson. Rector de

la Universidad de Brigham Young, de­

dicando con éxito su esfuerzo principal

a la ampliación del programa de dota­

ciones para la escuela. El llamamiento como apóstol le lle­

gó aproximadamente a las 14 horas del

jueves 8 de enero. "Estaba en una

reunión cuando mi secretaria recibió

una llamada avisando que el presidente

Kimball quer{a verí11c. Naturalmente.

una llamada del Profeta no podla pasar

desapercibida. de modo que apenas rc­

cibt' el mensaje ::.a!t' de la reunión y mar-

qué el número que hab1'a anotado la se­

cretaria, sin saber a qué teléfono corre::;­

pond{a. Fue el mismo presidente Kim­

ball quien contestó y me dijo: 'David,

estoy en el templo y me gustar{a lwblar­

lc de un asunto importante. ¿Podrla

venir?' Puedo asegurar que el tiempo

que me llevó caminar hasta el templo,

será inolvidable para m{. Me pregunta­

b~ si había dicho algo en alguna confe­

rencia de estaca por lo cual tuviera que

ser reprendido. o si s·er(a que no estaba

cumpliendo bien con mi asignación co­

mo director del Departamento del

Sacerdocio de Melquisedec. Muchos

pensamientos similares me pasaron por

la mente, pero nunca se me ocurrió que

me llamarútn para llenar una vacante

en el Quórum de los Doce. Me he con­

siderado como una in::.ignificancia entre

el grupo de grandes hombres de la Igle­

sia qúe podrínn ser llamados para un

cargo as1', y jamás he ambicionado un

cargo en la Iglesia; jamás. Cuando lle­

gué, el presidente Kimball me condujo

a un cuart1) y me habló del llamamien­

to. Fue una experiencia que nunca olvi­

daré. Cuando era joven en ldaho, soHa

preocuparme por lo que lo~ grandes

teólogos y pensadores del mundo pu­

dieran decir de la Iglesia y sus miem­

bros. pues estaba consciente de sus am­

plios conceptos sobre el hombre y su

condición terrenal. Pero a través de los

años he conocido, observado, trabajado

y hablado con muchas personas impor­

tantes, en los negocios, en la vida mili­

tar y en las universidades. He aprendido

que mi preocupación como joven no

tent'a Cundamento. he aprendido que

esos grandes conceptos que yo pensaba

que tenúm otras personas y que podr{an

eclipsar a los nuestros, no existen. Con

mis propios ojos y o(dos, y por mi pro­

pia experiencia cls digo que s'ólo e!'

Señor tiene todos los grandes concep­

tos: las verdades. los gozos, la organiza­

ción, el plan, la visión para toda nuestra

felicidad. Me es grato poder daros este

testimonio. Quiero que la gente conozca

mis sentimiento~ acerca del evangelio y

del papel grande y glorioso que desem­

peña en la salvación del ser humano,

ayudúndole a desarrollar una visión de ·

la eternidad. No hay nada en el mundo

que pueda compararse con él. ¡Nada!

El Señor y su plan ~on la única respues­

ta a todo."

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E

El motivo de la oración

por ~~~itterMr:C;~t_ ~~¿~ki: '.X -~ -[ .~·.del ~ot~;cjo~~li~Als 6oceZ: .. -.. ·.-

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JI..·-. - t ' !("!. ,- .

n una de las parcdel$i de la Sa!aficlé G'üi1~ilios de lo.s Doce Apóstoles lkl0remplo d~ Sait._{ake City, ha;._.-· un cuadro "que ilus!ta al Señor Jeslci orando a su --

Padre en el Gctsemam·. .. ... En aquella ocasión, experimentando e! m{u,·_intc,nso sufri­

miento ft'sico y espiritual, un·pade_cimiento sin1

.Cd1~1paración que es incot)lprensible parc-t:la-mentalidad.dcl hombre, un· do­lor \que redUjo a la iii.signi·hhi.ncia la ÍOrtura fJ'sicU que habla de padecer en la cruz, nuestro Señor le suplicó a su Padre que le iri;fundiera fortaleza para ll:,evar a _cabo-la eterna expiación.

tntre t~das las oraciones !)ronuncihda~. ya en e( tiempo ya en la etermdad, por dioses, áhgeles'y mortales, ésta se destaca

ft ·"'· como la suprema y única en ~u género. _ . En el Jard1:n de Getsem4n1, fuera de las paredes_ que ro­

deaban la ciudad de Jerusaién, el más grandioSü hombre de la raza de Adán, Aquel que era perfecto en pensamiento y pá-, labra, le suplicó a su Padre "que pudiera salir triunfante de 'la más atormentadora prueba a que pudiera someterse persona alguna.

Allá, en la ti?rra de: Judea, en la quietud de la 11oche y mientras Pedro, Santiago y-Juan dormlan, con una oración ·en sus labios el Hijo de Dios tomó sobre sl los pecado~s de todos los hombres bajo la condic!_ón. dé! arrepentimiento; sl, alll, entre los olivos, con el espúitu de la adoración pura y d'e üt' perfecta oración, el hij{.)-¡f~J¡f't'!Vf:fu=1a se debatió bajo la carga más abrumadora que un hombre pudiera soportar.

En ese momento, el gran Elohim depositó s-obre su su­friente Siervo el peso de todos los pecados de todos los hom­bres de todas las épocas, que crean en Cristo y ¡)rocuren cono­cerlo. Y el Hijo, que era a la imagen- del Padr~, le>uplicó a su divino Progenitor que le diera las fuerzas que necesitaba para cúmplir con el propósito principal por el cual habla venido a la tierra.

En aquel!a hora toda la eternidad se detuvo en suspe-nso. _La agonla ocasionada por los pecados de los· hombres quepa­deció Aquel que no conoda el pecado fue tan inmensa, que hizo que echara sangre por cada poro y que aun El "deseara no tener que beber l<¡ amarga copa" (D. y C. 19: 18). Desde el alba de la creación hasta aquella suprema hora, y desde esa noche de la expiación a través de todas las etapas de la eterni­dad, no ha. habido ni habrá para nadie prueba semejante a és­ta.

'~El Señor Omnipotente, que reina, que era y que es desde todas las eternidades", que descendió "del ciclo entre los hi­jos de los hombres" (Mos{ah 3:5), el Creador, Sostenedor y Preservador de todas las cosas desde el principio y que habla nacido en el mundo siendo la única persona que ten{a a Dios como su Padre en la carne~el Hijo de Dios mismo, en cierto modo incomprensible para la mente mortal-, llevó a cabo en ese momento la expiación, gracias a la cual todos los hombres han de levantarse en inmortalidad, al mismo tiempo que los

Liahona, octubre de 19 76

que crean y obedezcan hari de levantarse ademús para here­dar !a-v~d;¡._c,tcr:l~~.;.D,io~, ~l Redentor, los redimiú de la muerte temporal,y espmtual que sobrevino sobre el gé-;11ero humano ·con la calda de Adún.

Y _fue e)l aq~c!la hora en que Ll pagó nuestro rescate con su ~11isma saúgre, que elevó la m{¡s fervictltc y conmovedora oracic')]'¡ personal que habrút d.e brotar Je labios mortales. Di9< el Hijo, rogó a Dios el Padre que la voluntad del Uno se rirl'diera <-).la del Otro y que pudiera cumplir la promesa que El. i11ismo habla _hecho cuand_o fue escogido para ser el Re­dCrJJor;. "P~tdl-e, Jiú~-asl':"tu_ voh11~a.J, y sea tuya la gloria para sien1pre'' (Moi.sés 4:2). ·

Efectivamcnt,e. Ó¿mo !-lijo obec\.·iente cuyo Lmico anhelo se cifraba en hacer' la voluntad dc(..Padre qüc lo hahla enviado, nucstn:? S~ilor·s~¡:;mpre oró durante su vidu mortal. Si hien Jc­·sú~::bcr,~O() ,de- aquel- Padre. los ,püdcn::s intelectuales y espiri­tuales ,n_~{ts-g.r'andes que homhrC ülguno haya poseldo jamús. siempre sintió la necesidad üe orar. Q quizús debiéramos de­cir cotlmús propiedad que si or~\la siempre era ¡)rccisamcnte porque· pmeú¡ más grandes poderes y dones. pues ciertamente mientras más perfecto espiritualmept~ es el individuo y mús dotado ·intelectualmente. mús clan.íménte reconoce su nece­sidad de' t~rür al darse cuenta cahahY\en-te del lugar que oeL;pa en el plan infinito, y cümprendcr que 1Ú:Ccsita la gula de Dios. _Por esta razón, Jesús s:intió con mayor intensidad y nüs q(fc cüalquier otro h-ombre la necesidad de mante-nerse en cons­tante comunión con su :Padre, la Cuente de todo poder, de to­da inteligencia y. de toe\() lo bueno.

Durante su mi,riisterio Cristo se'l-;C:cionó a sus Doce Após­toles. ¿Cómo hii.q· la elección de aquellos hombreS que hablan de ser'los testigo~ especiales que diesen testimonio de El y su ley "'hasta los- cabos de la tierra" (D. y C. 109:23\ y que hablan de sentarse con El en los doce tronos parajuzgúr a toda la casa de .Israel? La Bibliü" dice·: ". fue al monte a orar, y pasó la.noche orando a Dios". Habien,do de. este ;11odo llegado a conocer la intención y la voluntad de Aquel cuyo vústag,o El era." ... cuando era de día, ... escogió a doce . _ . a los cuales la m bién llamó ap(Jstoles" ( Lw;as 6: 12-13 ).

Cuando se acercaba la hora de su arresto y su Pasión yue­daba una gran verdad mús que grabar de Jm)do indeleble en los Doce: que para que tuviesen éxito en la obra r..¡ue ~e les habla asignado y merecieran un galürdón eterno con El y ;-;u Padre, deb{an ser uno aun como el Padre v El eran uno. E1'r aquella hora de suprema importancia les e~1scñó esta verdad intcgrúndola en su eminente oración intercesora. fragmentos

1

"Sobre todas las cosas de­bemos suplicar por la compañía del Espíritu

Santo en esta vida y por la vida eterna en la exis­

tencia venidera."

7

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de la cual ~e han con~ervado ha:-.ta hoy y -;e encuentran en -:1 cap1'tltlo !6 de Juan.

E incluso despué~ de su rcsurrecci<"ln continuó orando al Padre. Recordemos que, cuando ya glorificado perfecto. qui~o otorgar a los nefitas la experiencia espiritual mús trascen­dental que pudiesen soportar, no se valió de un ~crmón sino de una oración. El registro dice:" ... y la o. cosas c1uc dijo en su oración no se pueden escribir". pero lo~ que lo oyeron dieron el siguiente testimonio:

".lamús el ojo ha visto o el 01"do escuchado, hasta ahora. cosas tan grandes y maravillo~a~ como las que vi m o~ y olmos que Jesús habló al Padre:

Y no hay lengua que pueda hablar. ni hombre que pueda escrihirlo. ni coradlll de hombre que pueda concebir tan grandes y maravillo~as co:-.as como las que vimos y olmos que habló Jesús: y nadie ~e puede imaginar el gozo que llenó n·uestras almas cuando lo olmos rogar por nosotros al Padre." (3 Nen 17: ló-17.)

Y allú, en el Getseman{, dando el ejemplo a todos los que se sientan agobiados por el sufrimiento y las grandes atlic­ciones, El abrió su alma al Padre. Ignoramos el contenido de aquc!la oración; tal vez. como la oración que elevó entre los neJitas. sus palabras en el GetscnHlJÜ no hubieran podido e~­cribirse sino entenderse ~ólo por el poder del Espiritu. Si, sabemos que en tres ocasiones diversas dijo en su oración: ''Padre m(o. si es posible, pase de m{ esta copa: pero no sea eomo yo quiero. sino como tú" (Mateo 26:39).

La Biblia dice que cuando Jesús le dijo al Padre._"' ... no se haga mi voluntad, sino la tuya", sucedió que "se le apareció un úngel del cielo para fortalecerle. Y estando en agon{a. ora­ba mús intensamente: y era su sudor como grandes gotas de sangre que ca{an hasta la tierra'' (Lucas 22:42-44).

Reparemos en el hecho notable de que el Hijo de Dios '\)J"Ó más intensamente". EL que fue el único Ser perfecto que habr(a de recorrerjamús los senderos polvorientos de este planeta: EL a quien el Padre dio su Esp{ritu sin medida; el Hijo de Dios '"Ofó más intensamente", cnseñúndonos de este modo que no todas las oraciones son iguales incluyendo las suyas, y que las pruebas mús diflcilcs de la vida' originan sú­plicas mús fervorosa~ y más llenas de fe ante el Alt{simo.

De esto se desprende entonces. que debemos procurar aprender y vivir la ley' de la oración para c.:¡ue también poda­mo<.; ir adonde El J' su Padre están. Teniéndolo presente, ha­gamos un rcsumei1 de los factores que integran el glorioso privilegio de elevar nuestras oraciones a Dios. Aprendamos a orar libre y c1kazmcnte, no sólo con palabras sino con verda­dera intención y fervor a fin de atraer sobre nosotros. aun co­mo Cristo, los poderes mismos del ciclo. Tal ve?: los siguientes die7. puntos nos ayuden a concretar nuestnls ideas y nos sir­van de gu{a para perfeccionar nuestras oraciones personales.

1. Qué es la oraci6n

A ntes de venir a esta tier~a morúbamo,s en la presencia de nuestro Padre Celestml, donde velamos su rostro y

conodamos su voluntad: le hablábamos, escuchúbamos su voz y El nos aconsejaba y nos instrula. En ese entonces andú­bamos por vista (véase 2 Corintios 5:7) mientras que ahora, que nos hallamos alejados de la presencia de Dios y no vemos su rostro ni o(mos su voz como antes, andamos por fe; no

Liahona, octubre de 1976

"Refiriéndose a los miembros de la Iglesia,

Santiago dice: 'Orad unos por otros, para que seáis

sanados. La oración eficaz del justo puede mu­

cho' (Santiago 5:16)."

obstante. necesitamos '>U consejo v'su dirección tanto o n1ú~ que cuando nos encontrúbam(;S. :ntrc la:-. huestes ccl~:-.tialcs antes que el mundo fuese. En su inllnita sabidurla y conocien­do nuestras necesidades, nuestro bondadoso Padre instituyó la oración como el medio para que nm comunicúramos con El. A continuación quisiera citar algo llliC cscribi hace un tiempo:

"Orar es hablar a Dios, sea vocalmente o con el pen­samiento. En las oraciones bien pueden incluirse expresiones de alabanza, acción de gracias y adoración_, puesto que el tno­mcnto en que se eleva una oración es un ocasión solemne. en que Jos hijos de Dios piden a su Padre Eterno aquellas coo.as temporales y espirituales que necesitan para seguir adelante en medio de las diversas pruebas que la villa terrenal les im­pone. La oración da lugar a la conl'csión. pues es el momento en que Jos santos confiesan sus pecados a Dios implorúndolc les conceda su perdón purificador." (A1omwn Doelrine, segunda edición. púg. 581.)

2. Por <Jné oramos

E xisten tres rawnes fundamcntalc:-. por las cqalc~ ora­mos:

a. ,)'e nos ha dado el mandamiento de orar. La oración no es ale.o relativamente insignillcantc que podamos hacer cuando se ... nos antoje únicamet~tc: mús bien, es un ett:rno decreto de Dios. En la. primera dispensación []dijo: -· ... te anepentirús e invocarás a Dio~ en el nombre del Hijo para ~icmpre jamús.

Y Adún y Eva, su esposa, no cesaron de invocar a Dios" (Moisés 5:8, 16). En nuestros cha:-. se nos ha dicho: "Pedid y recibiréis, llamad y se os abrirú" (D. y C. 4:7). En la Iglesia se han designado los maestros orientadores para que cumplan con la tarea ele "visitar las ca~as de todo~ los miembro-;. ex­hortándolo~ a orar vocalmente)"' en secreto" (D. y C. 20:47). Y el Señor, hablando a su pueblo de los últimos días por vía de "mand<tmiento", dice: "Quien no cumpla con sus ora­ciones ante el Señor, cuando sea tiempo, serú tenido en cuen­ta ante el juez de mi pueblo" (D. y C. 68:33).

b. Las oraciones que se e!euan en la dehida jómw, traen consiKO bendiciones !empora!e.J y espirituales. Tal como lo in-

9

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di can todas !as revelaciones !as puertas ~e los ciclos se abren

de par en par para aquellos que nran wn re: el Señor derra­

ma justicia abundantemente sobre ellos. son preservados en

peligrosas circunstancias. la tierra les da sus rrutos y el inmen­

so gozo del evangelio mora en sus cora1.oncs.

c. La oracilin es esencial paro la s(l/uacibn. Ninguna per­

sona responsable ha logrado nunca ni obtcndrújamús desc:ln­

so celestial. c;ín aprender primem a comunicarse con el Anw

de ese reino .. "Porque ¿cómo conoccrú un hombre al amo a

quien no ha servido. c¡ue es un extralw para él. y se halla lejos

de los pensamientos e intenciones de su corazón?" (Mosr'ah

5: 14.)

3. Oramús al Padre

S e nos ha mandado orar al Padre (E!ohim) en e! nombre

del !lijo (.lchovú). U Señor Jesús les dijo a los ne!ltas:

siempre dcbéi.'i urar al Padre en mi nombre (3 NeJl

I~L 19). Las revelaciones son perfectamt;nte claras en cuanto a

esto y sin embargo l!S asombrosa la abundancia de falsa doc­

trina y erradas prúcticas en las iglesias cristianns y m:asional­

menlc, aun entre los santos licles.

Hay quienes oran a l(lS llamados '"santos'' rogúndolcs in­

tercedan por ellos ante Cristo. Los libros de oraciones o licia­

les de las diversas sectas religiosas contienen algunas ora­

ciones dirigidas al Padre. otras al Hijo y otras al Esplritu San­

to. siendo la excepción mús bien que la regla. que en alguna

iglesia se ofrezcan oraciones en el nombre de Cristo. llay

quienes consideran c¡uc logran una comunicación especial

con nuestro Señor dirigiéndole directamente a El sus plega­

rias. Cierto es que cuando oramos al Padre la respuesta viene

del Hijo. puesto c¡ue "hay ... un solo mediador entre Dios y

los hombres. Jesucristo hombre" ( 1 'fimoteo 2:5). Por ejem­

plo. José Smith le pidió al Padre. en el nombre del Hijo. res­

puesta a sus preguntas. y la voz (jUC le contestó no fue la del

Padre sino la del Hijo, porque Cristo es nuestro intercesoL el

10

"La práctica de la Iglesia ... es efectuar la oración familiar dos veces al día, además de nuestras coti­

dianas oraciones persona-les y de la oración para pedir la bendición de los alimentos a las horas de

las comidas."

Dios·que gobierna y regula este planeta (bajo el Padre).

También es cierto que a veces en sus respuestas, Cristo,

por invcstidun1 divina de autoridad, asume la prerrogativa de

hablar como si fuera el Padre. es decir, que habla en primera

persona usando el nombre del Padre porque Dios as! lo ha

autorizado. Podemos aprender mayores detalles en cuanto a

esto en el pronunciamiento oficial: "El Padre y el Hijo: Una

Exposición Doctrinal de la Primera Presidencia y los Doce".

que comicr11;a en la púgina S 12 de libro de Los Ar!lculos de

Fe. por el éldcr James E. Talmage.

Adem;b. cabe afí.i1dir que tanto nosotros como todos los

profetas podemos con toda propiedad expresar alabanzas al

Sl!ñor Jehovú (Cristo): cantar a su santo nombre "Aleluya",

que signillca "alabado sea Ya o .!ah" y equivale a "alabado

sea Jchovú". Mas debemos entender claramente que siempre

hemos de orar al Padre y no a! Hijo. y que hemos de orar

siempre en el nombre del Hijo.

4. Pedimos bendiciones tanto temporales

como espirituales

S e nos ha otorgado el derecho de orar. y se espera que lo

hagamos. pidiendo las cosns deb.idamente necesarias.

tantn temporales como espirituales: mas nuestras peticiones

deben fundamentarse en la justicia. "Pechs. y no recibls, por~

c¡uc pedr's mal. parü gastar en vuestros deleites.'' (SUntiago

4:3.) Amule k. al hablar de aquellas cosas por las que debemos

orar menciona cosechas y rebaños. asr' como misericordia y

salvación. (Véase Alma 34:17- 19.) La oración del Señor habla

del "pan nuestro de cada dr'a" (véase Mateo 6:11). y Santiago

nos insta a pedir sabidurla (véase Santiago 1 :5). lo que en

principio significa que debemos procurar todos los santos atri­

butos. Nuestra revelación dice: " ... en todo se os manda pe­

dir a Dios" (D. y C. 46:7). Y Nefi dice: "M<lS he aqu{. os digo

que debéis orar siempre. y no desmayar: L1uc nada debéis ha­

cer en el Señor. sin antes orar al Padre en el nombre de Cris­

to. a íln de que él os consagre vuestra acción, y vuestra obra

sCH para el bc-nefkio de vuestras almas"' (2 NeO 32:9). Y la

promesa del Señor a todos los lleles es la siguiente:

'·Si preguntares. recibirás revelación tras revelación. cono­

cimiento sobre conocimiento. a lln de que llegues a conocer

los misterios y las cosas pad!icas---aque!lo que trae gozo.

aquello que trae [a vida eterna." (D. y C. 42:6 J.) ·

Es tú claro entonces que hemos de orar con sabidurla y jus­

ticia por_ todo lo que debemos tener. Ciertamente debemos

procurar un testimonio. revelaciones. todos los dones del

Esplritu. incluyendo el cumplimiento de la promesa que se

encuentra en Doctrinas y Convenios 93:1, de llegar un d{a a.

ver [a faz del Señor. Mas. sobre todas las cosas. debemos su­

plicar por la compañia del Esplritu Santo en esta vida. y por

la vida eterna en la cxi:..tencia venidera. El relato dd Libro de

Mormón dice que cuando los doce nef!tas "pidieron lo que

más deseaban", aquel "deseo era que les fue:.e dado el Esplri­

lu Santo. asr· como el mús grande que se puede ganar en la

eternidad es la vida cternn.

5 .. Oramos por los demás

N ue.stras oraciones no deben ser egolstas ni egocéntricas:

procure m oc, el bienestar de todos los hombres. Algunas

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de nue:-.tras oraciones son para el beneílcio y bendición de los santos y otras para el bien de todos los hijos de nuestro Padre. En su oración intercesora Jesl1s dijo: ·'No ruego por el mun­do, sino por los que me diste" (Juan 17:9), mas El también mandó: ''Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen" (Mateo 5:44).

Y as1', tal como Cristo "es el Salvador de todos los hom­bres. mayormente de los que crean" ( 1 Ti moteo 4: 10), del mismo modo nosotros oramos por todos los hombres, pero mayormente por nosotros mismos. nuestros familiares, los santos en general, y aquellos que procuran diligentemente creer y conocer la verdad, interesándonos especialmente por los enfermos que pertenecc.n a la casa de fe y por aquellos que investigan e! evangelio restaurado. Refiriéndose a los miembros de la Iglesia. Santiago dice: ''Orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración ellcaz del justo puede mu­cho" (Santiago S: 16 ). Y en cuanto a los que asisten a n ucstras reuniones y se esruerzan por aprender la verdad, el Señor Je­sús dice: .... rogaréis al Padre por ellos en mi nombre", con ~la esperanza de que se arrepientan y se bauticen. (3 Nefl 18:23. Véase además el vers1'ctdo 30.)

6. Cuándo y dónde oramos

O rad siempre." (Véase 2 Nefl 32:9.) As( está escrito, y significa: orad regularmente. constantemente, dt'a tras

dt'a: y además, vi\:id siempre con el esplritu de oración en vuestro corazón para que vuestros pensamientos, palabras y hechos sean siempre agradables a la vista de Dios. Amulek insta a orar "en la mañana, al medí o dú1 y en la tarde" y dice que es menester que derramemos nuestras alma:; ante el Señoc en nuestros aposentos, en nuestros sitios secretos y en nuestros yermos. (Véase Alma 43:17-19.) Jesús mandó tanto la oración perwnal como la de la familia: "Velar y orar siem­pre", dijo, y además: "Orad al Padre con vuestras familias, siempre en mi nombre, para que sean bendecidas vuestras es­posas e hijos" (3 Nell 18:15. 21).

La práctica de la Iglesia en la actualidad es erectuar la ora­ción familiar dos veces al d{a, además de nuestras cotidianas oraciones personales, de la oración para pedir la bendición de nuestros alimentos a las horas de las comidas (excepto en los sitios públicos o en otras circunstancias en que seria ostentoso e inadecuado hacerlo), y las oraciones que se orrecen en nues­tras reuniones.

7. Cómo oramos

S iempre hemos de dirigirnos al Padre, agradecerle sus bendiciones, pedirle lo que con justicia necesitamos, y

hacerlo en el nombre de Jesucristo. Cuando la ocasión y las circunstancias lo requieran y lo

permitan, confesad vuestros pecados, consultad al Señor con respecto a vuestros problemas personales; alabadlo por su bondad y su merced, y expresadlc vuestra adoración de un modo tal que lleguéis a sentiros unidos con Aquel a quien adoráis.

Dos aspectos importantes con respecto a la debida forma de orar, que muchas veces se pasan por alto y sin hacer es-

Liahona, octubre de 19 76

fucrws por mejorarlus. y c1uc -~in cmharg'\ lllL:ITCCil digna consideración, son:

a. Orad ferviente y sincemnwnle, con ucrdaclaa illl encii)}l y con !odas las jiter::as de uueslm a!IJia. Las meras palabras no bastan: las vanas repeticiones no son suficiente:-. La buena ca­lidad literaria es de esca.c:,o valor. En realidad la verdadera elocuencia no consiste en la excelente dicción (si bien esto de­be procurarse). sino en el sentimiento que impregna las pala­bras, no importa cuún ddlcientcs éstas sean. Mormón dijo: ".

pedid al Padre con toda la energ1'a de vuc:-.lros corazones"· ( Moroni 7:48). Ademús, ''le es imputado a mal si un hombre ora y no lo hace con verdadera intención de corazón:~~·. y na­da le aprovecha, porque Dios no recibe a ninguno de éstos" ( \lloroni 7:9).

"Si después de haber he-cho todas estas cosas,

despreciáis al indigente y al desnudo y no visitáis al enfermo y afligido, si no dais de vuestros bienes, ... a los necesitados, . vuestra oración será en

vano y no os valdrá nada. (Alma 34:28.)"

• ,... ~ \11

h. Orad por el poder del E1pirít11 .)'anto. Este constituye el supremo logro en la oración. La promesa es la siguiente: "Y se os darú el Espt'ritu por'la oración de f'c" (D. y C. 42: 14), "y si sois purificados y limpiados de lodo pecado, pediréis lo que quisiereis en el nombre de Jesús y se harú" (D. y C. 50:29). De la era milenaria que está por venir. cuando las oraciones Serán perfectas, la Escritura dice: "Y entonces se le concederú a cualquier hombre cuanto pidiere" (D. y C. 101 :27).

8. Pongamos en práctica el libre albedn'o y la oración

N unca ha sido !a intención del Señor ni !o serú jamú:-.­no obstante cuánto oremos-···. contcqar a todos nue.s­

tros problemas y preocupaciones sin que nosotros hagamos esfuerzo alguno por nuestra parte. Esta vida terrena es un período probatorio en el que gozamos del libre ejercicio de nuestro a!bedrl'o: se nos está probando para ver cómo respon­demos en diversas situaciones, qué decisiones tomamos, qué curso seguimos al encontrarnos en este planeta andaJldo no

11

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por vista. sino por re. De aht' que no~otros mismos hemos de

resolver primero nuestros problemas para pasar después a

consult¿\r al Seiior en oración y recibir una cDnlirmación espi­

ritual de que nuc"tras decisiones son correctas.

Cuando José Smith comen1.ú la obra de la traducción del

Libro de Mormón. no se limit('J simpkmentc a preguntarle al

Scñnr qué signillcaban los caracteres grahados en los anales.

sino que se le indic(J que estudiat'a el asunto en su mente, que

decidiera si le pareda bien 'y' yue en seguida le preguntara al

Señor si sus conclusiones eran correctas. (Véase D. y C. 8 y 9.)

Lo mismo hemos de hacer nosotros con respecto a todas

nuestras decisiones. La oración y el csruerzo yue debemos ha­

cer de .nuestra parte. van siempre ünidos. Cuando hayamos

hecho todn lo posible de nuestra parte en cuanto a cualquier

asunto. procediendo en seguida a consultar al Señor en pode­

rosa y e!lca1. oraci{H1. estaremos capacitadm, para obtener la

l'Onclu.->ión col-recta.

9. Adhirámonos a las formalidades de la oración

E stas (aun cuando son muchas), son sencillas y fáciles de

seguir y contribuyen al esp¡"ritu de adoración que acom­

paña a la oración sincera y dlcaz. Nue'>tro Padre Celestial es

un Ser glorificado y exaltado, un Ser omnipotente; nnsotro:-.

comparados con EL somos como e! polvo de la tierra. y sin

embargo somos sus hijos y como tales, tenemos acceso a ~u

prcscnl·ia por medio de la oración. Por lo tanto, el acatamien­

to de las sugerencias que contribuyan a acondicionar nuestra

disposición espiritual para nrar en la debida forma. siempre

nos J:woreccrü. En nuestras qraciones procuramos la guút del Esp{ritu

Santo y meditamos profundamente en los asuntos :-.olcmnes

de la eternidad: nos acercamos a Dios con sumisión y esp!'ritu

de intensa reverencia y adoración; hablamos en voz baja y en

tono solemne: entonces. esperamos la respuesta. La oración

nos transporta a una óptima experiencia: nos lleva a la pre­

sencia divina del Padre.

12

Por lo tanto cuando oramos. casi por instinto indinamos la

"Nos acercamos a Dios con sumisión y espíritu de intensa reverencia y ado-

ración ... Por lo tanto, casi por instinto inclina­mos la cabeza, cerramos

los oJos, cruzamos las manos, nos arrodillamos."

cabeza. cerramos los ojos, cruzamos las manos. nos arrodilla­

mos, usamos el lenguaje sagrado de la oración y decimos

'·amén·· D la.'> omciones de nuestros hermanns. haciéndolas

también nuestras.

10. Vivamos conforme a lo que oramos

U n antiguo dicho reza lo siguiente: "Si lo que quieres ha­

cer no es lo sufkientcmentc digno como para orar al

respecto. no lo hagas", lo cual tiene por objeto que nuestros

actos estén de acuerdo con nuestras oraciones. Y es cierlo que

la oración ejerce una profunda inJ1ucncia en el proceder de

!as personas. Si después de orar actuamos, nuestras ~úplicas

justas producen el efecto de tra1.arnos uÍ1 recto sendero de

conducta. El muchachito que ora con fervor, devoción y fe,

·"uplicando poder ir un d1'a a la misión. se prepararú para la

misma y as( rccibirú un d{a su llamamiento misional. Los jó­

venes que siempre oran con fe rogando poder casarse en el

templo y se esfuerz11n por hacerse merecedores de esta bendi­

ción. nunca se sentirán satisfechos con un matrimonio del

mundo. Con respecto a la estrecha relación que existe entre la ora­

ción y las obras del individuo, Amulek, después de haber ex­

puesto detalladamente la ley de la oración, concluye dicien­

do: "Y he aqtu', amados hermanos mios. os digo que no

creúis que esto es Lodo: porque si después de haber hecho to­

das estas cosas, despreciáis al indigente y al desnudo y no vi~

sitúis al enfermo y alligido, si no dais de vuestros biene:-., si los

tenéis. a los necesitados, os digo que si no hacéis ninguna de

estas cosas. he aqu!', vuestra oración serú en vano y no os val­

drú nada. mas seréis como los hipócritas que niegan la re."

1 Alma 34:28.)

Hasta aqul. hemos tratado en forma breve e imperfecta,

sobre la oración y algunos de sus grandes y eternos principios

concomitantes. Nos queda una cosa mús: testificar que esta

doctrina e:-. verdadera y que la oración es una realidad vivien­

te que conduce a la vida eterna.

Para la mente carnal la oración puede carecer de sentido y

ser una necedad, pero para los santos de Dios es el conducto

de comunicación con AquéL a quien no podemos ver. Para el

incrédulo y rebelde puede parecer un acto de necia religio­

sidad. resultante de la inestabilidad mentaL pero para aque­

llos que han probado sus frutos. ha llegado a constituir la for­

talcz.a del alma a través de las tormentas de la vida.

La oración es de Dios. No las vanas repeticiones del pa­

gano. ni b retórica de los libros de oraciones, ni los falsos

balbuceos de los hombres la:-.civos, sino la oración t¡ue nace

del conocimiento. que es alimentada por la fe en Cristo y que

se oJ'rcce con el esp1'ritu y la verdad.

Esta abre las puertas de la paz interior en esta vida y de la

vida eterna en la existencia venidera. Mientras no hagamos

de ella una parte vital de nuestro ser para hablarle al Padre y

obtener su respuesta por el poder de su Esplritu, continuare­

mos en nuestros pecados.

Tes tilico de la veracidad de todas estas cosas y ruego al Pa~

dre en el nombre del Hijo. yue todos los Santos de los Ulti­

mos (){as, as{ como todos los que están en el mundo y se unan

a nosotros, puedan--mediante la oración y el recto vivir yue

de ella se deriva-. l~)grar la paz y la felicidad aqu¡' y una eter­

na plenitud de todo lo que es bueno en lo que ha de venir. As{

sea. Amén.

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1' n los primeros tiempos

..dd"t de la 1 oJesia oeneral-c ' b

mente los miembros pagaban su diezmo en _especies, sacándolo de sus cosechas y de los animales que criaban. Aun­que mucha gente no tenia dine­ro, todos deseaban demostrar su obediencia a la ley del diezmo por ser una ley de Dios. Se le­vantaron muchos almacenes del obispo, con el propósito de al­macenar el producto del diezmo. Pero al crecer la Iglesia fue más fácil para los obispos recibirlo en dinero y en la actualidad, rara­mente se paga en especies.

El siguiente relato tuvo lugar en Hurricane, Utah, cuando to-

El gallo del diezmo por Alice Stratton

Liahona, octubre de 19 76

dav{a se hallaba en boga la cos­tumbre de pagar el diezmo en es pectes.

Las hermanas mayores de Ali­cia entraron a la .sala llevando cada una un brillante recipiente de lata, que sonaba con el movi­miento de las monedas que las

nii'las habúw guanJado en ellas. y que ambas vaciaron sobre la mesa.

Contando el contenido, Mil­dred dijo con satisfacción:

'""-El obispo estarú contentó cuando le demos el dinero del diezmo.

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--Si-dijo Kathy-. Y verá que amamos a nuestro Padre

Celestial. Mientras Alicia, la pequeña

de cuatro años, observaba a sus

hermanas y las ola hablar del diezmo, sintió el súbito deseo de poder pagarlo también. Algo sabia del diezmo, porque le en­cantaba sentarse sobre la carga de heno mientras los caballos trotaban por el polvoriento ca­mino que conduela al lugar don­de éste se depositaba: y también le gustaba contemplar a su ma­dre cuando sacaba la apetitosa mantequilla del molde de made­ra, y la envolvia cuidadosamente diciendo que era la "mantequilla del diezmo". Además, Alicia sabia que algunas gallinas ponian los "huevos del diezmo".

De pronto, la niñita se dirigió a la cocina donde su madre esta­ba amasando pan.

-Mamá-dijo-¿Cuándo po­dré yo también pagar mi diez­mo?

Las manos cubiertas de masa de la mamá, se detuvieron den­tro del gran tazón como por arte de magia.

-¡Oh, oh 1-cxclamó- ¡Te estás volviendo toda una señori­

ta! ¿Verdad'' Pronto cumplirás cinco af1os. ¡Pues claro que quie­res pagar tu diezmo! Di a tus hermanas que te esperen. que apenas termine yo de amasar po­

drás ir con ellas. Alicia entró en la sala bailo­

teando y anunció con gran con­

tento: ·-¡Y o también voy a ver al

obispo' -Puedes ir con nosotras-le

respondió Kathy-, pero no tienes ningún diezmo que llevar­le.

La madre entró secándose las

14

manos en el delantal. -Ven conmigo-le dijo a Ali­

cia. Esta la siguió hasta el granero,

donde sacó un recipiente de tri­go que luego desparramó en el suelo, al mismo tiempo que lla­maba a las gallinas. Las aves se amontonaron a su alrededor pi­coteando el grano con glo­toneria; sin dificultad alguna, la madre de Alicia asió a un joven gallo por las alas, separándolo de los demás a pesar de sus alar­madas protestas. Entregándoselo a la pequeña, le dijo:

-Toma. Ten lo firmemente mientras yo busco un cordel pa­ra atarle las patas.

Tomó un trozo de cordel de un rollo que habla sobre la cerca y le ató las patas al animal.

-Alicia, tú has trabajado mu­cho ayudando a dar de comer a los pollos y recogiendo los hue­vos. Con tu trabajo te has gana­do este gallo para darle tu diez­mo al obispo.

La niña no cabla en sí de con­

tento y a cada paso exclamaba: -¡Voy a pagar mi diezmo!

¡De verdad voy a pagarlo! Sus hermanas se rieron al ver

los esfuerzos que hacia el ave por librarse.

Las margari las 11orecian en profusión junto a las cercas y la suave brisa agitaba las hojas de los árboles, mientras las tres niñas recorrían la corta distancia que las separaba de la casa del obispo. Alicia llevaba firmemen­te apretado entre los brazos al gallito, que de vez en cuando ha­cia oir sus protestas; la luz del sol se retlejaba en las negras y brillantes plumas, haciéndoles despedir destellos tornasolados. Alicia pensó que con toda segu­ridad, su gallo seria el más her-

m oso que hubiera ido a visitar al obispo.

Al ver acercarse a las niñas, éste abrió la puerta de par en par y las recibió con un alegre:

-Pasen, pasen. Y, ¿qué tene­mos acá? -le preguntó a la pe­queñita.

--Es un gallo del diezmo­declaró ésta con orgullo.

-Es un hermoso animal ---di­jo el obispo, mientras lo tomaba de los brazos de la niña y lo de­positaba suavemente a la entra­

da. Después, hizo entrar a las tres

hermanas, las invitó a sentarse y también él se sentó. Mildred y Kathy le entregaron las monedi­tas que llevaban y lo observaron con curiosidad mientras él es­cri bia los recibos. Luego arrancó los tres y le entregó a cada una el suyo. Alicia le devolvió el trozo de papel, diciendo:

-Obispo, ¿puede leerme lo que dice en mi recibo?

--Con mucho gusto -replicó él. Y procedió a leer solemne­mente-: "Alicia lsom ha contri­buido voluntariamente a la Igle­sia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Olas ... un gallo ne­gro."

Ella contuvo el aliento. -¡La Iglesia de Jesucristo es

tan grande y yo tan chiquita! Pe­ro de verdad he dado algo para esta gran Iglesia.

Tomó el recibo alegremente y se f'ue con él adonde estaba el gallo. Mostrándoselo, le dijo:

-Mira gallito, tú perteneces ahora a la Iglesia. porque yo te he contribuido. Asi que eso te convierte en un gallo mormón.

Después, brincó todo el ca­mino delante de sus hermanas,

porque era la niña más feliz de todos los alrededores.

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L os nillos de Fiji viven en

una tierra muy distinta a

los grandés co1;tincntes en

los que la mayor{a de nosotros vi vi~

mos. La zona que los rodea es toda

océano salpicado con cientos de pe­

queñas y hermosas islas, la zona del

Pa6!1co del Sur. La gente que vive

al!l' relata muchas leyendas acerca

de la formación de dichas islas: pero

el relato verldico es cienüllco: la.s is­

las de r"'i_ji se formaron. de gigantes­

eos volcanes y de animales marinos

tan pequeños como la cabeza de un

alliler.

Hace millones de años se abrió

una grieta en el rondo del mar y con

un ruido estruendoso brotó la hir-

16

Las islas del alba

Escrifo e ilustrado por ]oan Andre Moa re

Las principales islas Fiji se

formaron a través de la erupción de volcanes en el fondo del mar.

vicnte lava: el agua bullt'a~ cayeron

cenizas y se formó una pequeña

montaña debajo del mar. El volcán

hizo erupción una y otú vez. cre­

ciendo constantemente por los de­

pósitos de lava. hasta que la mon­

.taña llegó a ser tan grande que em­

pezó a sobresalir en la superHcie del

océano. El volcán siguió activo y hu­

meante por mucho tiempo, hasta

que al iln se calmó para siempre y sólo 4uedó una masa de dura roca

árida y negra, toda rodeada por el

mar. Otras islas del grupo Fiji se

rormaron en la misma manera. Posteriormente. en las aguas po­

co profundas _que hay alrededor de

las islas. sucedié algo igualmente

fantástico: dichas aguas estaban re-

pletas de pólipos de coral de minús­

culo tamaño. cada uno de los cuales

era una burbuja de materia viviente

en forma de una bolsa; su abertura

o boca estaba guarnecida con tentá­

culos que parcelan pétalos de una

!lor. Este raro animal tiene cualida­

des maravillosas, como por ejemplo,

puede colocar un mineral (carbona­

to de calcio) del agua de mar y pa­

sarlo a través de las pared6s de su

cuerpo; con este procedimiento se

puede producir piedra caliza.

En la creación de las islas Fiji ca­

da pólipo de coral construyó su pro­

pia casita de piedra caliza en rninia­

t ura, y al morir, dejó la casa vada.

Un sinnúmero de estos pólipos

vivt'an juntos en colonias y constru-

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ycron sus casas de muchas formas y tamaños: las colonias se adhirieron a los lados de las montañas volcáni­cas y empezaron a formar arrecifes de coral, haciendo sus casitas una encima de la otra. También otras criaturas de mar ayudaron a los co­rales Cn esta tarea. Las estrellas, ca­racoles y erizos de mar (c.¡ue ¡)a­redan pelotas de púas), añadieron sus esqueletos calizos a los arrecifes. Existe una planta de mar, el alga co­rah'gcna, que también manufactura piedra caliza y ayudó en la edifica­ción. En poco tiempo algunos arre­cifes salieron del agua formando un tipo de isla que se llama atolón de coral.

Pasó mucho tiempo y hubo poco cambio en las islas que el sol cal­cinclba, las lluvias baüaban, las olas castigaban y los vientos soplaban sobre ellas enfurecidos. Sin e m bar­~go, poco a poco, el sol, la lluvia, el mar y el viento desintegraron las superficies rocosas formando arena y -un suelo pobre y de poco espcsor;-

En ocasiones, durante esos años, algunos vientos fuertes procedentes de Asia y la Pen{nsula Malaya lleva­ron a las islas alglllios pasajeros c.¡ue consistútn en una bacteria, pe­queüisimos puntitos que notaban en

Muchas criaturas de mar ayudaron a edificar las islas menores de Fiji y los arrecifes que rodean a las islas volcánicas. Desde arriba: erizo de marl abanico de mar (coral)l cuerno de cieno (coral)l cuerno de alce ( coral)l caracoll coral ccrebriforme y estrella de mar.

Serpientes y lagá~rtos llegaron a Fiji sobre "balsas" de vegetación. Las islas también tienen enormes boas y otra variedad de serpientes más pequeñas.

el aire e iban adonde el viento los llevara. Hubo bacterias que aterri­zaron alli' y cm pezaron a preparar una tierra mús fértil.

Probablemente los primeros seres vivientes que hay'an visto estas nue­vas islas que se levantaban desde el mar, fueron los bulliciosos pújaros marinos. Golondrina~ de mar, ga­viotas. petrelcs y fragatas bajaban para verlas mús de cerca; no encon­traban alimento. pero en cambio, dejaban alimento para el futuro: las semillas que hab{an tragado y les hab{an pasado por el cuerpo. ca(;;ln a tierra y brotaban.

Otras partfculas de vida, como !_as esporas y semillitas con su propio paraca{das (parecidas a las del dien­te de león), llegaron a las islas por medio de los vientos de América del Sur, y brotaron en forma de hierbas, caüas y helechos.

El mar también contribuyó. lle­vando continuamente vegetación de otras tierras: un poco pOl!J'a navegar sobre las olas por cientos de kilóme­tros, echar rat'ces en una playa, ger­minar y crecer hasta ser una hermo­sa palmera: el úrbol del pan, cuyo fruto es redondo, probablemente llegara por mar; as{ también los

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pandanúceos, con sus rakes que pa­recen zancos.

El maravilloso verde prof'undo de las plantas y los árboles se vda acentuado con el rojó, lila, rosa y anaranjado de las llores tropicales que brotaban aqul y al\ú: ade\f'as, hibiscos, orqu{deas. Las islas esta­ban listas para dar la bienvenida a toda criatura viviente.

Fue entonces que l!cgaron los in­sectos. Arañas. mariposas, mosqui­tos y moscas llegaron empujados por el viento. encontraron alimento, y se reprodujeron. Llegaron tam­bién los reptiles: los estincos de cola azul viajaron sobre llotantes cásca­ras de coco, e inmensas tortugas lle­garon nadando. Las enormes ser­·pientes podlan enrollarse en un tronco y trasladarse cómodamente a esta nueva tierra: evidentemente muchas lo hicieron, porque F'iji tiene más serpientes que la mayorla de las islas del Pac{fko. Los arrecifes se poblaron con pequeños peces de variados colores. Grandes manadas de ballenas optaron por radicarse en las cercan{as del lugar; pero sólo hu­bo otro mamlf'ero capaz de hacer el viaje, el murciélago, pues sólo él ten{ a alas para volar.

18

Finalmente, el hombre descubrió las Islas Fiji. Los primeros habitan­tes fueron melanesios. un artlstico pueblo de tez obscura. Con rústicas herramientas de piedra, ahuecaron troncos para hacer canoas, las carga­ron con batatas (ñames), taro, plá­tanos (bananas) y caña de azúcar. y emprendieron el viaje en busca de una nueva tierra: llevaron consigo puercos y perros. además de unos pasajeros inadvertidos: ratas y ra­tones que se escondieron en las canoas.

Cuando los primeros europeos descubrieron Fiji hace unos doscien-

tos años, encontraron una tierra her­mosa como un jard1'n: las altas mon­tañas estaban cubiertas casi hasta la cima con bosques densos: habla her­mosos rlos, preciosas cataratas, la­

gunas de un azul subido, manantia­les de aguas termales y aun depó­sitos de oro.

Poco a poco rueron llegando más personas a las fabulosas Fiji, desde la India, China y algunas islas del Padfico; ellos también llevaban sus animales especiales, como la man­gosta y plantas como la sand{a y el repollo chino; los hawaianos intro­dujeron un tipo de sapo gigante, los europeos llevaron sus propios ins­trumentos y as{. todos contribuyeron para que r-;'iji fuera un ¡~¡gar hermo­so y moderno.

Actualmente. se dice de Fiji que es la tierra donde comienza el dút; porque está precisam~ntc sobre la !Inca internacional del cambio de recha; otros prefieren llamar a estas tierras de las hermosas alboradas, "las islas del alba".

Si llegas a tener la oportunidad Je visitar Fiji. encontrarás un pue­blo hospitalario y alegre. porque sus habitan tes tienen aún otro nombre para su nación: las islas felices.

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~ ~

Amigos para siempre

l)espués que David mató a Goli~tt, el r~y Saúl quedó tan 1111 pres10nado por la

habilidad y la valen ti' a del joven que lo recibió en su propia casa. Fue alh' donde el joven llegó a hacerse ami­go de Jonatán, el hijo mayor de Saúl. -La admiración que ten{an el uno por el otro, rápidamente llegó a ser un lazo tan fuerte que la Biblia dice que "eLalma de Jonatún ligada con la de David, Y. lo amó Jonatán como as¡' mismo"; y los dos hicieron un pacto de honrar su amistad para siempre.

El pacto tuvo tan gran signillcado para Jonatán que "se quitó el manto gue llevaba, y se lo dio a David, y otras ropas suyas, hasta su espada, su arco y su talabarte*".

David se esmeraba por cumplir cualquier tarea que le encargase el rey Saúl. Salió victorioso cuando el rey Jo puso como jefe de una legión de soldados para pelear contra los filisteos. Los israelitas !o hablan aceptado como un gran líder, y cuando regresó de la batalla hubo canto, y danza, y mucha celebra­ción. Mientras las mujeres tocaban sus instrumentos y cantaban, se re­gocijaban Y. se decían la una a !a otra: ''Saúl hirió a sus miles y David a sus diez miles."

Cuando Saúl escuchó tantas ala­banzas para David, se enojó grande­mente y cayeron en su corazón

*Talabarte-Cinturón

Liahona, octubre de 7 9 76

semillas de celos y sospecha. Al día siguiente. tal como lo habút hecho muchas veces con el lln de calmar los nervios del rey, David tocó el ar­pa ante él; pero la música no lo cal­mó. Al contrario, un esp{ritu de mal­dad entró en su corazón y arrojó una lanza contra el joven tratando de matarlo; y no lo hizo sólo una vez, sino dos. Pero en ambas opor­tunidades David pudo esquivar el golpe.

Entonces el rey lo puso como ca­pitán sobre mil soldados, con la es­peranza de que lo mataran en bata­lla. Pero "David se conduda pru­dentemente en todos sus asuntos, y Jehová estaba con él. Y ... Saúl. .

Fntograf(as de grabados de Uu~tavc Doré

tenía temor de él. Mas todo Israel y Judú amaba a David".

Cuando no pudo deshacerse de David como habút querido. Saúl or­denó a todos sus siervos y tam hién a Jonatán. que lo mataran: pero .lona..; tán hab{a hecho pacto con David de ser su amigo. de modo que le dio aviso para que pudiera escapar. En­tonces habló con su padre, diciéndo­le: "No peque el rey contra su siervo David, porque ninguna cosa ha co~ metido contra ti, y porque sus obras han sido muy buenas para contigo".

Jonatán le recordó a su padre cuán valiente hab{a sido David en batalla y cómo hab{a salvado a Is­rael de sus enemigos fllisteos; y ter~

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minó con estas palabras: "'Tú lo vis­

te. y te alegraste: ¿por qué. pues, pe­

carás contra la sangre inocente, ma­

tando a David sin causa'?'"

Al o1'rlo .. -;e ablandó el corazún de

Sal!! y le prometió que no matart'an

a su amigo. Jonatún se quedó muy

contento y llevó a David otra \'TI.

ante su p~H.Jre. Pero cuando hubo

una tlllcva guerr<t ':'David y su ejér­

cito salieron otra vet. victoriosos, el

rey Saúl .se puso furioso al ver que el

Señor f<l\·oreda demasiado al joven.

; en una ocasilm en que éstL' toca ha

}' cantaba inocentemente para el

rey, un esp{ritu maligno se pose­

sionó de Saúl y de nuevo intentó

matarlo con su lanza. ACortunada­

mcnte. quedó clavada en la pared al

lado de éste.

David huyó en la noche: en su ira

Saúl envió mensajeros para que lo

siguieran y lo mataran. Su actitud

era atemorizante y dejaba perplejo a

David. Cuando se encontró en se­

creto con Jonatán. le dijo: '"¿Qué he

hecho yo? ¿Cuál es mi maldad. o

cuúlmi pecado contra tu padre, pa­ra que busque mi vida?"

Era difl'cil para .Ion atún creer que

su padre pudiera raltar a su prome­

sa de dejar vivo a su amigo: pero

cuando Saúl enrurecido quiso tam­

bién matarlo a él. su propio hijo. és­

te dio aviso a David a través de una

~eñal con saetas y u e habt'an estable­

cido de antemano, la cual daba a

entender a su amigo que su vida co­

rr(a grave peligro.

Cuando los dos amigos supieron

que para seguridad de David tent'an

que separarse. se besaron como her­

manos y lloraron amargamente.

··y Jonatán dijo a David: Vete en

paz. porque amhos hemos jurado

por el nombre de Jehovú. diciendo:

.lchovú esté entre tú y yo. entre tu

descendencia y mi descendencia.

rJara sic m pre. y él .se levantó y se

rue: y .lonatún entró en la ciudad."

(Véase 1 Samuel 18-211.)

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La oración y el

profeta José por Truman G. l\1adsen

M uchos me han preguntado ''i,Cómo es que el profeta José Smith. a lo:-. catorce aiios de edad pudo ir a la ar~

holeda y siti haber orado vocalm~.:ntc (implicando que habút orado en silencio). recibir en la primera oración tan grandes}' maravillosa~ hcndicionc:<? ¡,Sig,nlflca que. simpkmcnll' tcni'a mús re y dignidad que cualquiera de nosotros'.'

Una explicación es que las visita:-, r\:cibidas por el profeta José Smith no fueron solamente en rcc.pucsta <1 'ill prclpÍ<l or;t­ción. sino a las de millonc:-. de personas, c¡ui;.ú'> incltL..,tl ];_¡s de aquello" que c-;tún al otro lado del velo. quienes han prucurcl­do la rco,tauración del evangelio durante gcncracion<.:-;: rc'>­tauración que eS el cumplimiento de la pcticilln hech<l pur bi­llones de almas: "'Venga tu reino" (Mateo 6:H)). Este e:-. un importan[(: punto de \'isLa. \Josotros no 1"1..:"/.arno . .., soltl\. si1w que nuestras oraciones :-.on parte di.? un nwvimienlt) general.) ohticncn poder en el mismo proceso. Si nos prcncupanws pt)l' ser in,..,trumenloo. del Señor, por lo meno:-. lo suficiente COlllll

21

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para prepararnos, recibiremos privilegios exclusivos entre los

cuales figuran la autoridad, los dones y las bendiciones' del

Esp{ritu Santo y del sacerdocio.

El punto relevante de la vida de oración de José Smith. es

su intimidad con el Padre. "El dijo a los hermanos que esa era

la clase de re que necesitaban: la fe de un niño pequeño que

va en humildad a su padre y le pide el deseo de su corazón.''

(Vida de J/eher C. /{imho/1, SHit Lake City: Stevens and Wa­

llis 1945, págs. 69~70.) Muchos se imaginan que a Dios le

agrada que se dirijan a El o hablen de El como un ser distan­

te. completamente diferente, totalmente incomprensible. Su

imagen de Dios, si es que la tienen, es la de un alto principio,

una "pura inteligencia" o una inmutable luz. Para José, el pri­

mer principio de religión (y tarnbién el primer principio de la

oración). era conocer con certc?.a el carácter paternal de Dios.

Saber yue Dios no solamente tiene una relación personal con

nosotros y nosotros con EL sino que es una persona, la más

elevada y la mús completa. y que nosotros podemos conversar

con El como Moisés lo hizo, "tomo un hombre conversa con

otro". Daniel Tay!or registró en ejemplo demostrando la rela­

ción cercana que el Profeta ten{a con Dios:

"He o!'do owr a hotnbres y mujeres, desde los mús igno­

rantes y pobres de inte-lecto hasta los mús doctos y elocuentes,

pero h<tsta que escuché la oración del prof'eta José nunca

habút ot'do a un hombre dirigirse a su Creador como si El es­

tuviera presente escuchando. como un padre cariñoso escu~

chart'a las penas de un hijo obediente. En aquella época José

tenú_t poca cultura. pero en aquella oración pidió por los que

le acusaban de haberse desviado y caldo en pecado, para que

el Señor les perdonara y abriera sus ojos para que pudieran

ver. En aquella oración. a mi humilde entender, participó de

las enseñanzas y elocuencias del cielo. No hubo en ella osten­

tación. ni voz elevada por el entüsiasmo, sino fue expresada

en un tono sencillo, conw un hombre hablarla a un á migo

que estú presente. Me pareció que si el velo se corriera poclr{a

ver al Señor frente al más humilde de sus siervos." ("Recolec­

tions of Daniel Taylor", .!uuenilc lnstruclor. 27: 127.)

Ahora hagámonos algunas preguntas elementales sobre las

oraciones del ProCela, para ver en' qué modo sus experiencias

pueden ser similares a las nuestras y ayudar a que éstas sean

más intensas. ¿Eran sus oraciones breves o prolongadas? Una conversa a

ILl Iglesia. Mary Elizabeth Rollins Lightncr, a la sazón de ca~

torce años de edad. describe que fue con su madre a la casa

del Profeta, donde oyó un glorioso sermón durante el cual el

semhlantc de José resplandeció totalmente y testificó queJe­

sucristo se hallaba entre ellos. Después solicitó a todos los

presentes que se arrodillaran y él oró. La hermana Lightncr

lo describe con estas palabras: "Desde enÚ)nccs, nunca he

oldo nada parecido. Scnt{ que él estaba hablando con el

Señor y que el poder permanCct'a sobre todos nosotros. La

oración fue tan larga que algunas personas se levantaban.

descansaban y vo!vlan a arrodillarse" (Diario de Elizabeth R.

Lightncr, B YU S'pecial Co!!ections. púg. 3).

Por otra parte. en Kirtland, un d{a en que en su casa habla

muy poca comida en la mesa. el Profeta se levantó y dijo:

"Oh Señor, te agradecemos por este pan de malz y te pedimos

que nos proporciones algo mejor. Amén." Al cabo de poco

rato !Jamaron a la puerta y al abrir vieron a un hombre que

ten{a un jamón y un poco de harina en bs manos. Regocija­

do. el Profeta dijo: "Ya ves Emma. Yo sabia que el Señor res-

22

ponderú:t a mi oración" (Juuenite Instructor, 17:172). Aquella

habt'l:t sido una oración breve.

En resumen, digamos que hay oraciones que deben ser

cortas y otras que deben ser largas.

¿Se dirigút el Profeta al Señor como "Padre", o le daba al­

gún titulo especial? Lo más !'recuente era que dijera "Padre

nuestro" o simplemente "Padre" o "Oh Señor", y no ten{a in­

clinación a cmbe!lccer esos t{tulos con adjetivos ni frases

O oreadas: tales adjetivos pueden ser apropiados, pero para él

el simple "Padre" era suficiente. En eso y en muchos otros as­

pectos sus oraciones eran parecidas al modelo que Cristo mis­

mo dejó establecido.

"Oró en el sufrimiento y la persecución, así como en sus momentos de gratitud.

Enseñó a los santos que debían practicar la virtud y

la santidad ... "

En una oca:.ión .losé dijo: "Sed scncilk~s y pedid simple­

mente lo que necesitáis. del mismo modo en que ir{ais a un

vecino a decirle 'Necesito un caballo prestado para ir al mo~

lino." (.Juveni/e 111sfruc!or, 27:151-2). Ese es un modo directo

y espontáneo.

En sagradas circunstancias hubo ocasiones en las que el

ProCcta oró en un tono muy formal y la oración se convirtió

en una especie de ordenanza. como la oración dedicatoria ele\

Templo de Kirtland que, registrada en la sección l09 de Doc­

trinas y Convenios, ha servido de modelo a todas las ora­

ciones dedicatorias-que siguieron. Este hombre habla apren­

dico por revelación del Seflor lo que deb{a decir en su ora­

ción, la que a El mismo dirig{a. Pero con ello el Profeta de­

muestra que una de las cosas por la que debcrlamos orar más

a menudo, es para saber cuáles son las cosas que debemos pe­

dir mús a menudo en nuestras oraciones. (Véase C01~jáence

Report, oct. de 1960. púg. 90.)

Gran parte del proceso de orar depende de que nuestro es­

píritu sea receptivo para yue podamos ser fervorosos oyentes

y aprender cómo, cuando y sobre qué orar. Hay una promesa

del Seflor de que el que recibe el evangelio "es poseedor de

todas las cosas". La frase "todas las cosas" se define como "La

vida y la luz, el Esp{ritu y el poder, enviados por la voluntad

del Padre mediante .Jesucristo, su Hijo". Y entonces, "pediréis

lo que quisicreis en el nombre de Je:.ús y se harú. Muo. enten­

ded esto, que os será mmúfestado lo que debéis pedir': (D. y C.

50:27-30. Cursiva agregada.)

Pero ¿oró alguna vez el Profeta por cosas que no se le con­

cedieron o por gufa que le fue negada? Efectivamente. como

nosotros, a veces se esforzó en vano. Por ejemplo, ansio­

samente anhelaba saber cuándo se cumpliría la segunda veni­

da de Cristo: por lo tanto, oró "muy fervientemente'' al res­

pecto. La respuesta del Señor no fue realmente una respucsla

como "No quiero decirte lo" sino yue El le dijo: "José, hijo

m lo. si vives hasta cumplir ochenta y cinco años verás la faz

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del Hijo del Hombre; por tanto que te baste esto, y no me molestes más sobre el asunto" (D_ y C. 130: 15). De este modo .José Smith, llegó a la siguiente conclusión: "Yo creo que la venida del Hijo del Hombre no se verificad antes de ese tiempo"(D.yC.l30:17).

Aparentemente el Scf1or no quer!a que ni él ni nosotros supiéramos el momento exacto, porque desea que vivamos como si su gloriosa venida fuera maf1ana. Desde el punto de vista espiritual debert'amos estar preparados de ese modo. Además, nos dice y nos repite, "vengo en breve'', pero tam~ bién quiere que nosotros vivamos con una visión inspirada del futuro, en lugar de asumir la falsa actitud de muchos alar­mistas que opinan que. si todo ha de terminar dentro de unos pocos años, no hay motivo para procurar ningún tipo de pro­greso. Esta en una idea superficial y escapista.

El profeta oró en otra ocasión para saber porqué su pueblo tent'a que sufrir tanto en Missouri. Hay una conmovedora car­ta en la cual se lamenta diciendo, "El no me contestará. No me contestarú".Y hubo algunas oportunidades en que pidió al Señnr cosas que el Señor le habla dicho que no le dar!' a.

Recordemos el asunto de Martin Harris. Tres veces habla orado el Profeta a ll.n de obtener permiso para entregarle el manuscrito; y tres veces la respuesta fue no.

Pero él insistió: "Pero Señor ¿no lo entiendes? El ha hipo­tecado su granja. Su esposa le presiona, Señor. ¿Qué pe1juicio puede hacer?'' Finalmente obtuvo el permiso. La madre de .José relató mús tarde cómo Martín llegó un poco después a la casa del Profeta y, paseúndose de arriba abajo vacilaba en cn­tr<tL Jmé Smith le vio a través de la ventana y sospechando lo peor salió corriendo; ''Martin, no lo habrás perdido ... "Este asintió. Durante dos semanas el Profeta no tuvo sosi.ego, se vda atormentado por tremendo pesar y no habla forma de encontrar alivio a su aflicción~ no había nadie en su familia capaz de confortarle porque se senu'a completamente con­denado. La a-lcgr{a del consuelo que embargó su corazón cuando recibió la revelación que se encuentra registrada en Doctrinas y Convenios, sección 3, vers1'ctdo 10, fue inenarra­ble: "Arrepiéntete. _y todav{a .. _eres de nuevo llamado a la obra". Posteriormente escribió_ seguramente como resultado de su experiencia: "Hago .de esto mi regla: cuando el Señof manda, obedeceré" ( The /Ji.\'101Y t~j'the Church of Jesus Christ (~f Laf!er-dt~'v' Saints, 2:270). El Profeta habla aprendido una lección, pero como nos sucede a nosotros, la aprendió dura­mente.

"Primero debe haber total concentración y silencio ... a continuación, la oración

vocal con una intensa y reverente manifestación de

gratitud y ruego ... Y finalmente, un período de espera en el Señor, con el

corazón receptivo y sensible a la inspiración del

Espíritu " Liahona, octubre de 19 76

;,Tenia Jo:-.é Smith sus oraciones familiares'! En una OC<t­~ión, llegó de visita un hermano que no conoda al Profeta ni a su familia. Estaba a punto de llamar a la puerta. pero se dt:­tuvo porque oyó que adentro estaban cantando. La hermana Emma dirigút a la familia y algunos invittldos en una especie de servicio religioso htmiliar: después el Profeta oró y d vi­sitante percibió embelesado lo que mús tarde él llamó. "un goce anticipado de felicidad celestial".

Los registros dicen que el Profeta oraba tres veces al dla con su familia; mañana, tarde y noche. Una ve:r. dijo. citando el libro de DanieL que debcrlamos "trahar conocimiento con esos hombres que ... oran tres veces al d{a con el rostro vuelto hacia la Casa del Señor" (1/i.\'IOIY o/ the C/wrch. 3:391), Daniel Jo hada diariamente.

¿Cuál es el significado de mirar al Templo? Aparcntem.en­te, es un sagrado modo de recordar las promesas que el Scfwr nos ha IH~cho y las que nosostros le hemos hecho a El. Cuan­do el presidente Wilford Woodrulr dcdlcó el Templo de Salt Lake, en su oración pidió especlJ-1camentc que cuando los miembros fueran tentados o atormcntadm, recordaran las promesas del templo, que pudieran mirar <i la Santa Casa y que el Señor aceptara sus oraciones.*

Oró en el sufrimiento y la persecución. asl como en sus momentos de gratitud. Enseñó a los santos que dcb1'an practi­car la virtud y la santidad y "dar gracias a Dios en e! esplritu por cualquiera bendición con la cual fuereis bendecidos" (D . y C. 46:32)_ ¿Con cuánta frecuencia dedicamos una oración entera simplemente para dar gracias y alabar? El enseñó a los santos que si aprenden a ser agradecidos en todas las cosas, ser{an gloriJ-1cados (D. y C. 78: 19) . .José demostró una innata y notable capacidad para sentir gratitud, aun por los mús in­significantes favores del Señor o de sus compañeros. Es con­movedor leer en su diario las oraciones por sus hermanos: "Bendice al hermano._., Padre. que tiene las manos llenas de ampollas por remar para llevarme a través del r(o". Aun el más pequeño favor le inspiraba afecto y agradecimiento.

En ocho puntos diferente.'> de Doctrinas y Convenios el Señor, a través del Profeta, usa la expresión "ora siempre". ¿Cómo podrlamos hacerlo? Si lo que quiere decir es que ore~ m os vocalmente, nadie podn'a orar siempre. Pero si se re!lerc al tipo de oración silenciosa que sale del corazón, entonces es más probable. Y más aún, si significa e¡ u e debemos estar cons­tantemente en esp{ritu de oración, no obstante Jo que estemos haciendo, entonces, todos podemos lograrlo. Con ese csp1'ritu, el diario de .José Smith mientras estaba en un viaje mision;ll, es una continua oración: "Oh, Señor, sella nuestro testimonio en sus corazones", "Oh. Seilor. alivia a mi familia". La última frase de su vida fue una oración. la culminación de todas las otras: "¡Oh, Señor, Dios mt'o!".

¿Qué importancia tienen las palabras? Comentando un verst'culo del Nuevo Testamento, el Profeta cambió una de~ claración crucial que se encuentra en Romanos: Pablo, ha­blando de cómo el Esplritu nos asiste en la oración, dice: "El Espiritu mi.<>mo intercede por nosotros con gemidos indeci­bles" (Romanos 8:26). La versión del Profeta es: "El misn1o esplritu intercede por nosotros con afán inexpresable" (En­señanzas del Pn~jeta José Smilh, pág. 341 ). Cuandn tenemos

* Nota de la editora: Con esto no debemos suponer que el autor insinúe que debernos mirar hacia el templo cuando oramos, sino que afirma que mirar el sagrado edificio puede ayudarnos a recordar nuestros convenios hechos en él y a ser más dignos.

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su!kiente confianw en e! poder de discernimiento del Espúi­

tu. dejamos de preocuparnos demasiado sobre las formas y

nos ocupamos mús por descubrir aLJuc!lo que estú profunda­

mente dentro de· nosotros. las cosas que no podemos expresar

con palabras o sonidos; entonces el Esp{ritu traduce y trasmi­

te nuestros csfuer;.os. Los esfuerzos son diCerentes a los la­

mentos. Podemos quejarnos su111idos en el desánimo y la de­

sesperación, y ello tendcrú a aumentar nuestra depresión; pe­

ro los csfucr7.os nos elevan y sabemos que aunque haya al­

gunos que no podemns cxpresm. cuando silenciosa y devota­

mente los encauw1nos todos hacia el Padre y el Hijo. el

Espi'ritu los traducirú perl'eclanlente.

"La mayor tragedia ... es que, habiendo pagado el

tremendo precio del sufrimiento ... y ahora

preparado para llegar hasta nosotros y ayudarnos, no

puede hacerlo porque no le dejamos, porque dirigimos la mirada hacia abajo en lugar de hacia arriba."

A su vez. el Espt'ritu puede comunicar las respuestas del

Señor. como no puede hacerlo ninglln otro poder. Podemos

experimentar un sentimiento de seguridad y libertad cuando

confiamos en E!. La oración vocal nos ayuda a que nuestra mente siga la di­

rección de las palabras. Pero también a veces hay ventajas en

la oración silenciosa y aun en cierta clase de deliberada diva­

gación. en la que podamos dejar que la mente y el corazón

vayan en la dirección L]UC parecen señalar.

¡,Cómo aprendemos a concentrarnos espiritualmente? En

las instrucciones del Profeta a los quórumes del sacerdocio

hay un notable modelo para éste y otros elementos de poder

de !a oración. Aqui cstún sus palabras textuales: ··¡.¡e tabaja­

do con cada uno de esos quórumcs [sumos sacerdotes. seten­

tas. élderes, obispos. apóstoles] para conducirlos al orden que

Dios me ha mostrado y que es el siguiente:'' (Histrny rd'the

Church. 2:391 ). Se refcn'a a un esfuerl.':o especial de Jos quóru­

mes en el Templo de Kirtland. "La primera parte transcurrirú

en solemne oración ante Dios. sin conversación alguna ni

confusión.'· Aparentemente .. esto signi11cnba solemne. silen­

ciosa. qui;>;ús susurrante oración. pero sin que nadie hablu.w

en v01. alta ni hubiera ninguna voz predominante. •·y al J-lnaL

tendremos !a oración selladora por el presidente Rigdon.'' En

otras palabras. un hombre orarla vocalmente con e! grupo en­

tero y en nombre de Lodos. Después "todos los quórum es ex­

clamar{m a! unisono un solemne hosanna a Dios y al Corde­

ro. con un 'Amén. Amén y Amén' ... La "exclamación del Ho­

sanna" muy frecuentemente asociada con !as dedicaciones de

los templos. tenia también esta:, otras sagradas funciones per-

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son al es. Tres veces gritaban ·'l·loSanna'' y tres veces "Amén".

"Después. a sentar:.c todo:. y elevar su corazón a Dios en

silenciosa oración: y si alguien obtiene una profeda o visión

que se levante y hable a todos. a !-in de que puedan elevarse y

regocijarse juntos.·· Esta es una reveladora serie de instrucciones. Ese mismo

esp¡'ritu puede aplicarse a nuestn:ts propias oraciones privadas

o secretas. Notemos que primero debe haber total concentra­

ción y silencio. sin que nadie se sienta confuso; a continua­

ción, la oración vocal con una intensa y reverente manifesta­

ción de gratitud y ruego. desde el fondo del alma misma. Y

llna!mente. un per(odo de espera en el Señor. con el eor<EÓn

receptivo y sensible a la inspiración del Esplritu. expresando

a nuestros hermanos o guardando en nuestro ruero (ntimo lo

que hayamos recibido. ;,Qué sucedió cuando se puso en prúctiea este consejo? A

continuación cit¿1mos lo que el Profeta dice en .w diario:

''El Quórum de los Setenta disfrutó de la potente presen­

cia del Espiritu Santo. Muchos hermanos se levantaron y ha­

blaron, testificaron que estaban llenos del Espiritu Santo. el

cual era como fuego en sus huesos. en modo tal que no

pod¡'an permanecer quietos. sino que se sentian impulsados a

gritar alabam;as a Dios." (J-listOJ:v ofthe Chur(·h, 2:392.)

Y acerca de s¡' mismo dijo: "Después que se fueron !m quórumcs. volvt' a mi casa

lleno del Esp{ritu y mi alma gritaba alabanzas a Dios y al

Cordero. a través de la silenciosa vigilia de la noche; y a! ce­

rrarse mi:. ojos en el sueño, !as visiones me rodearon dulce­

mente." (I-Iislrny (d'lhe Church, 2:378.)

Pero ;,qué decir de las veces en que nos sentimos indignos?

E! mismo Profeta esdibió en una carta a Emma: "Vienen a

mi memoria momentos pasados de mi vida y me al1ijo y vier­

to lágrimas por mis debilidades". Si lo estudiáis detenida­

mente. veréis que todos los profetas han pasado por esas no­

ches oscuras. !a misma lucha que han tenido y tienen otros

grandes hombres y mujeres. Por ejemplo. Net1 escribe con tal

claridad de fe en sus primeros libros, que hace que el lector se

pregunte si alguna vez sentir{a temor o desaliento. Pero des­

pués en su salmo exclama: "Mi a! m a se aJlije a cüusa de mis

ini4uidades. Y cuando deseo regocijarme. mi corazón gime a

causa de mis pecados" (Véase 2 :--Jell 4: 17-19). Y después. ora

con gran poder: "Oh Señor. cnvuélvcme con el manto de tu

justicia'' (2 :"let14:33). Ninguno de nosotros escapa <l los perioLh(.'> de altibajos es­

pirituales. Pero debemos pensar que no se han'a ning(Jn tra­

bajo en la Jgle:.ia si esperáramos a :.er perfectos.

Recordemos que el Profeta vio en una visión por lo menos

a nueve de los Doce Apóstoles en una tierra extranjera (él no

menciona a Inglaterra. pero allí es donde ellos fueron). Los

vio reunidos en un círculo. sin zapatos. abatidos. harapientos,

desanimados: por encima de ellos. en el aire. estaba el Señor

Jesucristo. El Profeta supo que el Salvador deseaba mostrarse

a e \Jos. alcanzarlos y elevarlos hasta El para como!arlos. pero

ellos no le vieron. Cristo les contempló y lloró. Dos hermanos

que oyeron a José narrar esta visión dicen que nunca podía

hablar de ella sin que las lúgrimas asomaran a sus ojos. ¿Por

qué se conmovút tanto? Porque Cristo vino voluntariamenie a

la tierra para que todo:, los de la familia del Padre pudieran ir

a El con valor. con la seguridad de que El sabe lo que :.u cede

dentro de nosotros cuando pecamos. que El conoce nuestros

sentimientos y preocu.paciones. La mayor tragedia de la vida

es que. habiendo pagado el tremendo precio del sufrimiento,

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.. lleno de compasión hacia los hijos de lo~ hombre~" y ahor¡t preparado para llegar hasta no:.otros ':/ a;'udarnos, no puede hacerlo porque no le dejamos, porque dirigimos [a miradct hacia abajo en lugar de hacia arriba.

Puede haber cosas en la vida que -nos hacen mú:. o menos indignos de ci~rtos privilegios: pero de una <;osajamús somos indignos y es de orar. El pro!Cta José Smith no solamente io enseñó, sino que lo ejempliftcó. Aparte de la condición en que pueda encontrarse nuestra alma, podemos y debemos ir <;iempre al Señor; El nunca cierra la puerta contra nosotros sino que nos sostiene cuando le llamamos y le necesitamos. Y a menudo esto sucede cuando nos sentimos menos digno~. Termino dando mi testimonio de que en el profeta José Smith tenemos un ejemplo de vida de oración inspirada, ora­ción ú1tima la que puede cambiar nuestra vitla. Más aún. el Prof'eta demuestra que en todo momento esa oración es mu­cho más que una idea en nuestra mente; no es auto-hipnosis: es el plan y el modelo por el cual podemos pasar a través del velo para recibir la mano del Dios viviente, a través de Jesu­cristo.

Se ha establecido una MISIO N INTERNACIONAL, gue se hará responsable de to­dos los miembros de la Iglesia que vivan Cuera de los li'mites de las estacas y mi­siones regulares. Rogamos a nuestros lectores que si tienen conocimiento de algún miembro de la Iglesia que viva en zonas remotas, donde ésta no esté oficialmente es­tablecida, por favor le hagan saber que puede comunicarse con dicha misión, a fm de obtener la gu{a y las enseñanzas de la Iglesia. Además, los miembros que tengan intenciones de mudarse a regiones similares, pueden ponerse en contacto con las au­toridades responsables, por los mismos medios. La dirección es:

INTERNATIONAL MISSION 50 East North Temple Salt Lake City, Utah, 84150 U.S,A.

Liahona, octubre de 19 76 25

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DIARIO MORMON

Las experiencias diarias de vivir el evangelio

y amar al Señor, se encuentran escritas en el

corazón de cada Santo de los Ultimos Dias y

son comunes a muchas personas. Comparta con otros miembros de la Iglesia las

experiencias que hayan fortalecido su

testimonio: respuestas a oraciones,

bendiciones del sacerdocio. influencia de

familiares o amigos amorosos, etc. Envíelas

a: Liahona Magazine 50 East N orth Temple Sal! Lake City, Utah 84150 U.S.A.

Mi hija ... esa extraña por Janc P. Covcy

e uando cum pil' los once años, mis padres me

regalaron una her-mosa obra clásica de litera­

tura. bellamente encuadernada, que Id t:on

dedicación y amor; al volver la última página los ojos se

me llenaron de lúgrimas. porque hab{a vivido cada pa­

saje del libro. Lo cuidé amorosamente a través de los

años, esperando el momento en que pudiera dárselo a

mi propia hija. Cuando Cathy cumplió los once años, le obsequié el

preciado libro. Ella se mostró muy contenta y conmovi­

da con mi regalo, y valientemente batalló con Jos dos

primeros cap{tuloS: después lo depositó en un estante y

no volvió a abrirlo mús. Yo me sentl profundamente de­

silusionada. Por alguna razón inexplicable siempre me habú:t ima­

ginado que mi hija seria como yo, que le gustarlan los

mismos libros que a m( me gustaban de niña, que ten­

drút un temperamento similar al mio y que compar­

tirlamos las mismas preferencias. Los años han pasado y

tengo cuatro hijas ... ninguna de las cuales es como yo.

Ahora. me regocijo en las diferencias que existen entre

nosotras. Pero entonces. me hen'an profundamente.

-Cathy es una criatura encantadora, vivaz)' alegre

·"dect'an sus maestras.

-¡Es tan divcrtida!-exclamaban sus amigas.

---Tiene alegria de vivir. sentido del humor y un

csplritu scnsiblc-·a!lrmaba su padre.

·-Me resulta tan dif'Jcil entenderla--le dije un d1'a a

mi marido-. su cncrgla sin limites, su insaciable afán

de jugar. su chispeante risa y su constante bromear, son

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demasiado para mi. Yo nunca fui así; el gozo de mi

11i'ñez era la lectura. En mi fuero {ntimo sabla que estaba equivocada, pe­

ro de toda~ maneras, en lo más profundo de mi ser

sent{a una gran desilusión. Mi hija era un enigma para

nü, era como una extraña; y ello me produc(a resenti~

miento. tsos sentimientos inexpresados se comunican a los

niños rápida y protímdamente. Yo sabia que Cathy los

intuirla y que habrlan de herirla, si ya no lo hablan he­

cho. Esta cruel actitud mía, me hada sufrir indecible­

mente: sin embargo, a pesar de ello y de que sabla que

mi desilusión no tent'a sentido, no lograba sobreponer­

me a ella. Noche tras noche, semana tras semana, después gue

todos se hablan ido a dormir y que la casa estaba oscura

y silenciosa, yo me presentaba sola ante mi Padre Celes­

tial para rogarle que me ayudara a comprender a mi hi­

ja. Ante Aquel que la había conocido y amado eterna­

mente, inclinaba la cabeza y suplicaba su ayuda.

Hasta que una mañana, muy temprano, algo sucedió.

Cuando he tratado de recordarlo, he pensado varias ve­

ces en que quizús fuera un sueño. Pero no; sé bien que

no estaba soñando, sino completamente despierta y des­

pejada. En una imagen que duró apenas unos segundos,

tuve una visión de Cathy y yo en el mundo espiritual,

antes de que viniéramos a esta tierra: estábamos juntas,

los brazos entrelazados y nos sonrelamos: éramos dos

mujeres, dos personas adultas, en una relación fraternal.

Pensé entonces en mi hermana, en cuán diferentes

somos una de la otra y, no obstante, jamás se me ocurrió

desear que ella fuera como yo. Imaginé entonces a mi

hija y yo como seremos después de esta y· Ja, la relación

de madre e hija que habrá entre nosotr<.LS y, al mismo

tiempo, de amigas Intimas. Con fuerza, un pensamiento me atravesó la mente

como un relámpago iluminador: "¿Cómo te atreves a

tratar de imponerle tu personalidad? ¡ Regoc(jate en las

difere·ncias que existen entre las dos!"

Aunque sólo duró unos segundos, aquella imagen

fue para mi un despertar que me cambió totalmente con

un resultado positivo, donde ningún razonamiento lo

habla logrado. Sentl entonces renoVada mi profunda

Ul .... ~·

"En una imagen que duró apenas unos segundos, tuve

una visión de Cafhy y yo ert el mundo espiritual.

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gratitud hacia el Señor, porque El hab{a hecho que se realizara en m{ aquel cambio por el que yo hab{a lucha­do tan denod<Idamentc.

]ane P. Covey sirve actualmente en la Misión de Ausfralia­Melbourne, de la cual su esposo es presidenfe.

Inspirado a ayunar por Frank Aydelottc

U n domingo por la noche acababa de hablar en una Charla Fogonera, y me iba para mi casa, cuando me sentí inspirado a ayunar. Como no

tenia ninguna razón para hacerlo rechacé la idea y no le di más in1portancia. Pero, a la mañana siguiente desper­té más temprano que de costumbre, y otra vez senli' que debla comenzar un ayuno; la sensación era tan fuerte que no pude ignorarla y ah{ mismo lo comencé.

En mi oficina, en el transcurso del dla, varias veces sentJ' una vocccilla que me advert{a de que iba a perder el trabajo, pero que no debla reaccionar con enojo sino con calma, porque los acontecimientos subsiguientes ser{an beneficiosos par nü. Aquella advertencia se repi­tió varias veces durante el d{a y yo tuve la certeza de que se me estaba preparando para lo que hab{a de venir.

Me sentía confuso. Sab{a que estaba recibiendo reve­lación personal, pero me costaba creerlo porque eran muchas las veces en que hab{a o{do comentarios respec­to a mi capacidad para aquel trabajo y a la evidente seguridad de mi cargo, del cual disfrutaba mucho; no podía aceptar serenamente la idea de perderlo, pero al mismo tiempo, tampoco pocii'a negar Jo que la voz del Esp{ritu me dec{a.

A la mañana siguiente, no hada todav{a una hora que hab{a llegado cuando el jefe me llamó a su ollcina; allí me comunicó que había decidido poner a otro en mi puesto, que tendr{a que dejarlo al cabo de dos semanas. Aunque quizás él estuviera preparado para que yo hi­ciera una escena, el Señor me hab{a preparado a m{ pa­ra no hacerla.

Siendo un empleado público, el estado no pod{a sim~ plemente despedirme; por lo tanto, me transfirieron a otro departamento con un trabajo en el cual no hab{a tareas definidas. En esa forma, mis superiores espera­ban que yo presenta"ra mi renuncia en lugar de resignar­me a ocupar un cargo sin importancia. Pero cumpliendo con las instrucciones que me habúln sido reveladas, hice un esfuerzo por ser útil en mi trabajo y buscar cosas pa­ra hacer, aun cuando el más insignificante de los em­pleados desempeñaba tareas de más valor que las m{as.

Traté de encontrar otro trabajo, pero no hab{a nada dentro de mi especialización. Poco a poco, el desánimo se fue tornando en desesperación. 0{a a d{apreguntaba en mis oraciones: "¿Conseguiré algún d{a algo mejor?"

Líahona, octubre de 1916

Busqué consuelo en la lectura del rdato de la expe­riencia que tuvo José Smith en la cárcel de Liberty. y que se encuentra en la sección 121 de Doctrinas y Con­venios. Estaba aprendiendo a acrecentar mi conllanza en la gu{a del Esp{ritu Santo, y I::J me indicaba que deb{a ser paciente.

Un cl{a me senü inspirado a visitar a un hombre que ocupaba LJna posición de considerable importancia en nuestra universidad. Me atendió bondadosamente y, a[ saber que andaba buscando empleo, se mostró intere­sado en procurármelo. Pero me sugirió que continuara ton el que tenú.l hasta que se produjera una vacante en el que ocupar{a alH. Mi esperanza se agigantó.

Esperaba que el hombre me llamara de un momento a otro; mas mi prueba de fe no hab{a terminado y pa­saron largos y lentos meses sin que oyera ni una solapa­labra de él. Muchas eran las veces en que me sen ti' a des­consolado. Pero cuando el obispado de nuestro barrio se reorganizó y me pidieron que continuara como segundo consejero, sent{ la seguridad de que el Jln de mi prueba estaba cerca. Y poco después tuve la conHrmación del Esp{ritu de que mis tribulaciones pronto se tcrminar{an.

Poco después, tuve una entrevista de dos horas con el caballero, que dos d{aS más tarde me llamó por teléfono para que fuera a su casa, donde procedió a explicarme los deberes de mi nuevo trabajo. '

Al recordar ahora aquellos siete meses de profunda afEcción, pero al mismo tiempo, de constante gu{a espi­rituaL sé que pasé por un crisol de sufrimiento que me fortaleció y me enseñó el valor inefable de permanecer cerca del Señor.

Frank Aydelotte es escritor y vive en la Es faca de Kansas City, donde sirve como misionero de es faca.

Una v•a de . . , comun1cac;on por Myrna T. Bchunin

S ucedió aproximadamente una semana des­pub que e[ pequeño \Vayne, de diez años, ha~ b{a llegado a nuestra casa como participante

del Pro¡.;rama de la 1¡.;/esia para los Niños Indios*. Era un niño hermoso e inteligente. Constantemente estaba tratando de demostrar a Jos otros niños que era igual a ellos: y muy a menudo ten{a peleas e1Í las que les mos­traba a los demás que era tan bueno como el mejor.

Es"e ch'a, yo habla recibido una llamada telefónica de

''Programa que ha establecido la iglesia, por medio del cual se cnv{a a los niüos indios a vivir con familias en bs ciud<tdes, durotnte el aiw escolar.

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su maestro, diciéndome que Wayne estaba- causando

problemas en la escuela y que no lo respetaba a él, ni a

los demás maestros. Aquel fue un golpe para mí, que

nunca hab(a tenido dificultades con mis propios hijos en

ese sentido. Me disgusté mucho y por supuesto, me em­

bargó la ira como muchas veces me sucede e inmediata­

rúente comencé a ensayar todas las cosas que le iba a

decir cuando volviera a casa. Me prometí cortar el pro­

blema de raí1 .. Para empeorar la situación, Wayne \1olvió tarde de la

escuela. porque estaba peleándose con otro: hab{an pe­

leado todo el camino y. finalmente, continuaban el al­

tercado en el rrente de nuestra casa. Estuve mirándolos

por un momento y cuando vi que las cosas estaban to­

mando un cariz más serio, sall' y le grité a Wayne que

entrara en la casa. El me ignoró: naturalmente no esta­

ba dispuesto a ser él (jUicn emprendiera la retirada de­

jándole la victoria al otro. Su actitud me puso más furio­

sa y le ordené que entrara inmediatamente. Me sentl'a

tan enojada que sab(a que me sen'a imposible resolver

el problema en ese momento: por lo tanto, envié el niño

a su cuarto y le dije que se pusiera a estudiar.

Temblando de cólera, me t'ui yo también a mi dormi­

tório y una vez al\{. me arrodillé y me puse a orar. En mi

oración rogué la sabidur{a necesaria para resolver el

problema y supliqué que, mediante el Esp¡'ritu, me fue­

ra posible encontrar las palabras apropiadas para ha­

blark: a Wayne. Al ponerme de pie, sentí una sensación

de calidez y serenidad que me recorr(a de pies a cabeza.

Cuando abrí la puerta de su cuarto y lo vi sentado en

el borde de la cama. con un libro en la mano, un sinf{n

de pc-nsamicn tos me cruzaron por la mente. ¡Parecía tan

Cuera de lugar en aquel cuarto! Al mirarlo. lo imaginé

corriendo por los campos, libre como el viento: una

gran ternura invadió mi ser al verlo tan solo, arrancado

ele su medio familiar y lanzado a un mundo diferente,

para vivir entre extraños regido por reglas distintas a las

que acostumbraba obedecer. Era natural que sintiera la

necesidad de demostrarles a los otros niños que era tan

bueno, o mejor aún que ellos.

Me senté a su lado y le pasé un brazo alrededor de

los hombros. Hasta yo misma me Sorprend{ de mis pri­

meras palabras. que brotaron espontáneamente: "Wa­

yne, perdóname por haber sido injusta contigo''. Enton­

ces le hablé de la llamada telefónica de su ma'estro y le

di la oportunidad de (jliC me diera una explicación con

respecto a su conducta: él me confió sus dudas y dificul­

tades en una conversación sincera y serena, muy dife­

rente a la que yo hab{a imaginado antes de pedir la ins­

piración del Señor. Fue una verdadera experiencia es pi~

rituaL que ayudó a mejorar nuestra mutua relación.

Desde entonces, mús que nunca pienso que debemos

sentir profunda gratitud por la oportunidad que tene­

mos de orar y por e! don del Esp{ritu Santo '-JUC nos

guú.t, si tan sólo nos molestamos en pedirlo.

Myrnu T. Behurtin sirve como conseiera en la Primaría de su

esfaca.

28

Establezcamos nuestras

prioridades por Janath R. Cannon

e ada una de nosot~as desea alcanzar la excelencia en su

vida personal y también en el cumplimiento de sus

responsabilidades en la Iglesia. Para las que dirigimos a las

mujeres en la Iglesia, este es un deseo grande y digno. y he­

mos sido llamadas a proporcionar el ejemplo.

¿Qué tipo de excelencia debemos lograr? El Señor nos ha

dado el principio del libre albedr{o: cada dla nos da a esco­

ger, no tan sólo entre el bien y el mal (lo que es fácil para mu­

chos), sino también entre el bien y el bien. "Si hay algo virtuo­

so. bello. de buena reputación o digno de alabanza. a esto as­piramos" (Décimotercer Art{culo de Fe). Mas es imposible ir

en pos de todas las c·osas buenas al mismo tiempo. "Todo

tiene su tiempo." (Eclesiastés 3: 1.)

Hay un dicho que dice as{: "Si hay algo que valga la pena

hacer, vale la pena hacerlO bien." El hermano Richard L.

Evans comentó una vez que algunas cosas son dignas de ha­

cerse sólo en caso de que no interfieran con otras más impor­

tantes. Establecer nuestras prioridades es la da ve del éxito al ir en

pos de la excelencia. A tln de ayudarnos a establecer algunas

que son básicas. quisiera daros dos ejemplos de personas que

no lo hicieron. La historia de M ical, hija de Saúl. primer amor y esposa

de David, es una de las mús conmovedoras en el Antiguo Tes­

tamento: as¡' también de las más signillcativas para la mujer.

No puede dudarsc t¡ue David y Mica\ se amaban. Saúllo ob­

servó cuando David era un joven en su corte:

"Pero Saúl, viendo y considerando que Jehová estaba con

David. y que su hija Mica! lo amaba. tuvo müs temor de Da­

vid: y fue Saúl enemigo de David todos los di' as.'' ( 1 Samuel

18:2R. 29.) Sin embargo. gracias a la intercesión de Jonatán. Saúl per­

mitió que David tomara a Mica\ como esposa: cuando éste

finalmente tuvo que huir para escapar de la ira de Saúl. fue

ella quien avisó a su esposo y le ayudó a escapar. Muchos

años después, cuando Jos ejércitos de David hab{an sido vic­

toriosos y Saúl habút muerto, David insistió en que se le de­

volviera a su esposa Mica! y nuevamente estuvieron juntos.

Posteriormente. David llevó el arca del pacto a Jerusalén,

lo que fue causa de gran regocijo: hubo un desfile, con mú­

sica y danza. "Y David dann.tba co.n toda su fuerza del~nte de

Jehov{t'', dicen las Escrituras; "y estaba David vestido con un

efod de lino" (2 Samucl 6: 14), siendo éste un atuendo ccre-

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monial. Parece que era bastante corto, pues cuando Mica] mi­ró desde una ventana y vio a su esposo danzando a la cabeza del desfile en su efod de lino, se sintió ofendida. Leemos:

"Volvió luego David para bendecir su casa; y saliendo Í\.1 i­cal a recibir a David, dijo: ¡Cuún honrado ha quedado hoy el rey de Israel, descubriéndose hoy delante de las criadas de sus siervos, como se descubre sin decoro un cualquiera!" (2 Samuel6:20.)

Podéis imaginar cómo se sentirla aquel hombre triunfante e impetuoso al o(r esas palabras.

Debemos comprender que Mica! era hija de un rey y sabi·a que los reyes deben comportarse con dignidad, siendo ejem­plo de cxcelenc·la en su vestido y su porte. Su reacción era co­rrecta. ¡Pero cuán equivocadas estaban sus prioridades!

David se sintió lastimado y también enojado y replicó: "Fue delante de Jehová, quien me eligió en preferencia a

tu padre y a roda tu casa, para constituirme por pr{ncipe sobre el pueblo de Jehová, sobre Israel. Por tanto, danzaré delante de Jehová." (2 Samucl6:21.}

Y la historia de Mica! concluye con estas tristes palabras: "Y Mica] hija de Saül nunca tuvo hijos hasta el d1·a de su mUerte" (2 Samuel 6:23).

¡Si a(luella mujer sólo hubiera aprendido que se debe tra­tar al esposo con dulzura y cariño! Si hubiera comprendido siquiera la prioridad que tienen las relaciones personales con respecto a otras cosas, entonces hubiera sido m~ts paciente tra­tando de enmendar los modales de su marido con tacto amo­roso y un buen ejemplo. Debemos poner el éxito de nuestras relaciones personales, especialmente con nuestros seres mús cunados, muy cerca del encabezamiento de nuestra lista de prioridades.

La experiencia del padre de Mica], o sea SaúL describe la forma en que éste faltó a aquello que debe tener prioridad so­bre todas las demás cosas: la obediencia a la palabra del Señor.

Cuando el Señor concedió la victoria sobre los amalecitas, mandó que se destruyera completamente a todos éstos\' a sus rCbaños. Pero Saúl tcn{a sus propias ideas; le faltaba -la hu­mildad necesaria para considerar que el concepto que tenia él de la excelencia, no fuera el mejor. Pensó que no era razona­ble matar !odas aquellas vacas y ovejas; seguramente seria

Liahona, octubre de 19 76

preferible salvar las mejores. Saúl habJ·a sido pastor cuando joven y apreciaba la calidad en los animales; ademús, su pue­blo quería que se salvara la mejor parte de los rebaños amale­citas y él pensaba que un gobernante deb{a escuchar la voz de su pueblo.

Cuando Samuel, el profeta le pidió explicaciones de su de­sobediencia a la palabra del Señor. él pensó en otra buena ra­zón para salvar a los mejores animales: ademús, su pueblo quer{a que se salvara la m.ejor parte de los rebaños amalecitas y él pensaba que un gobernante debla escuchar la voz de su pueblo.

Cuando SamueL el profeta le pidió explicaciones de su de­sobediencia a la palabra del Señor, él pensó en otra buena ra­zón para salvar a los mejore;; animales, declarando que scr(an excelente ofrenda para sacrificar al Señor en las ceremonias apropiadas. Pero Samuelle dijo:

'·Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrir-lcio~. v el prestar atención que la grosura de. los carneros." ( l San;'ucl 15:22.)

Como consecuencia, el Señor rechazó a Saül como rev de IsraeL porque sus prioridades estaban equivocadas. -

La palabra del Señor a través de sus profetas tiene priori­dad sobre cualquiera de nuestras ideas, no importa cuún exce­lentes éstas sean. Asi también la obra del Señor debe tomar precedencia sobre las demás actividades cuando vamos en pos de la excelencia.

Deseamos instar a las hermanas a que traten de alcanzar la excelencia en educación, en las artes domésticas, en la Socie­dad de Socorro y en todo esfuerzo justo. Pero es necesario re­cordar siempre que debemos establecer nuestras prioridades, siguiendo la voz de la inspiración y escuchando a los profetas del Señor.

Testifico que los hombres que dirigen la Iglesia actuai. mente son profetas; que nuestro S~dvador Jesucristo vive, y dirige a ésta, s.u Iglesia, a través de dichos pro!'etas, y que por medio de la obediencia y el amor. del estudio, la oración y las enseñanzas, podemos recibir la .inspiración necesaria para fijar nuestras. prioridades.

La hermana Janath R. Can non es Consejera de Educación en la presidencia general de la Sociedad ele Socorro.

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Noticias de la Iglesia

El gobierno chileno honra a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimes Dfas

El general Urbina, en momentos de entregar la medall;;~ conmemorativa al presidente Kimball

U na medalla conmemorati­

va le fue presentada a la

Iglesia de J csucristo de los

Santos de los Ultimas Dúts en re­

conocimiento por las contribuciones

de los mormones al bienestar espiri­

tual y social del pueblo de Chile.

El general Orlando Urbina, pre­

sidente y jefe ejecutivo de Codelco

Chile y ex segundo en rango en las

fuerzas armadas de ese pa{s, presen­

tó la medalla al Presidente de la

Iglesia. Spcncer \V. Kimbal!, duran-

3D

te una visita a la sede central de la

Iglesia en Salt Lake City.

El general Urbina manifestó que

el medallón es un obsequio del go­

bierno y el pueblo de Chile, para

''expresar a la Iglesia su aprecio por

la contribución que la misma está

haciendo al bienestar espiritual y

social" de la república sudameri­

cana. Explicó que los chilenos, en un

esfuerzo nacionaL han contribuido

con más de 10 millones de dólares

para reconstruir el pals luego de la

revolución de 1973. Casi el 85% de

las contribuciones fueron anillos de

casamiento y otras reliquias familia­

res. En un lado de la medalla hay

slmbolos de la industria y en el otro

un pensamiento: "Construyamos

Chile" "Los clúlenos mormones son

buenos ciudadanos", dijo el general

Urbina al presidente Kimball y a

sus consejeros. El total de miembros

de la Iglesia de Jesucristo de los

Santos de los Ultimos D¡'as en Chile

_llega a 25.000. "Conocemos la obra de la 1 gle­

sia," expresó el General. "La encon­

tramos muy ú1teresante y nos damos

cuenl a de la ardua labor de su gem e,

tanto en su capacidad e.'>piritual como

social." También destacó favorable­

mente la obra de los misioneros

mormones en Chile.

E11 la actualidad la Iglesia tiene

establecidas dos misiones en esta

nación sudamericana, con sedes en

Santiago, y en Concepción, y con un ·

número aproximado de 275 mi­

siOneros. Además, hay cuatro estacas, tres

en Santiago y una en Viña del Mar,

todas dirigidas por miembros chi­

lenos que conducen la obra eclesiás­

tica de las congregaciones locales.de

la Iglesia.·

En 1963 la Iglesia autorizó la

construcción de cinco escuelas que

ahora ofrecen sus servicios educa­

cionales a más de 1.500 estudiantes~

de los cuales no todcís son mor­

mones. Durante su visita a la Primera

Presidencia, el general Urbina estu­

vo acompañado por tres asistentes,

Frederico Willoughby. José Miguel

Gonzálcz y Patrick Gubbins.

Codelco Chile, compañ¡'a que di­

rige dignamente el distinguido· vi­

sitante, controla aproximadamente

el 30% de las reservas mundiales de

cobre conocidas en la actualidad.

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FE Y VALOR

Los hermanos Gómez cantan durante una noche de hogar.

La hermana Gómez y el pequeño Poul, que es un niño hermoso y saludable.

El poder de una oración

S e oyó un grito, que resonó a través del patio de la escuela,

seguido por las voces asustadas de los niños. Después, silencio.

Jaqueline Gómez, de 11 años, se dio vuelta a tiempo para ver horro­rizada cómo su hermri.nito de 5 años quedaba apretado entre dos ómni­bus escolares. El pequeño Poul hab{a ido detrás de su hermana, con los libros en la mano y una expre­sión de felicidad en su carita ri­sueña; ese era su primer año de es­cuela.

Pasando entre los dos ómnibus, que acababan de dejar su carga de alumnos, vio de pronto que el ele

/ adelante se le iba encima, pero no tuvo tiempo de escapar y sóto pudo gritar pidiendo auxilio. Era el día 3 de junio de !975.

Al instante, la enfermera de la es­cuela, advertida por los niños, lo to­mó en brazos y le pidió al conductor que los llevara hasta la ch'nica más ce.rcana; su hermana Jaqueline les acompañó. Pero al llegar se entera­ron de que no habút médico all{ que pudiera atenderlo; desesperados, se dirigieron a otra cl{nica, donde ob­tuvieron la misma respuesta. Por fin, en el tercer intento, ul!a enfermera se acercó al ómnibus, examinó al chico' y dijo con pesar: "Está muer-

Liahona, octubre de 1976

lo': El conductor y la enfermera es­colar se echaron a llorar, Jaqueline también sintió las lágrimas que le corr{an por las mejillas, pero en ese momento recordó todo lo que le hab{an enseñado en la-Primaria so­bre el poder de la oración, entonces se arrodilló y oró a su Padre Celes­tial rogándole que bendijera a su hermanito y lo ayudara a recuperar­se. Apenas se levantó, el pequeñito abrió los ojos lentamente y pidió agua. Con renovada esperanza, se apresuraron a llevarlo a la ch'nica, donde un prof'esor de medicina se hizo cargo de la situación.

lnm'ediatamente trataron de avi­sar a los padres. Cuando éstos llega- , ron, les informaron que Poul nece­sitaba sangre, la cual ser{a muy dif{cil conseguir porque la suya era de un tipo. poco común.

"Comprendfamos la ur¡;encia del monzento", dice el hermano Gómez, Primer Consejero en la presidencia de la Misión de Colombia. "El ban­co de sangre quedaba al otro lado de la ciudad .Y el riempo era un factor fundamental. Pero una vez más el Señor se hizo cargo de nuestros pro­blemas y contes!b a nuestras ora­ciones. Cuando estábamos en la cllni­ca llegó una hermana, miembro de la iglesia, y al vernos preocupados !lOS

La familia comparte el evangelio con unos vecinos en una noche de hogar.

preguntiJ qué nos pa.<,·aha, al explicar­le la {!,raue situacihn, nos respondió que ella ti!nia el úpo de sanp,re que necesaábamos para nuestro lujo y que r,us/oscunente nos darla la que se requiriera."

Se usó sangre de esta buena her­mana, y un adecuado equipo de J;lé­dicos llevó a cabo una operación de cuatro horas y media para reparar los daños causados por el accidente. El cirujano les advirtió a los atribu­lados padres que sen'a necesario operar varias veces mús. Quince d{as más tarde, Po u! se ha h{a recu­perado lo suficiente como para vol­ver a la escuela, y cuando lo lleva­ron un mes después al doctor, éste no le encontró nada serio. El comen­tario que hace el presidente Gómez es: "Sabemos que el Señor contestó nuestras oraciones y esto ha sido un lesthnonio para nosotros."

La f'amilia entera se habla con­vertido a la Iglesia después que el hermano Gómez, al pasar un d¡'a por un lugar donde los misioneros ten{an una exhibición, se mostró in­teresado en comprarles una de las láminas. Desde entonces, esta bmi­lia ha dado a los misioneros más de 200 referencias, una de las cuales dio origen a la conversión de otra familia Gómcz.

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"Predicaré el evangelio"

1 en un m1nuto mas e pa-,,.T . . d

11 ciencia!", le rogaban sus

compañeros y am1gos. Pero los

minutos se arrastraban y asl pasaron

seis horas antes de que el élder Ells­

worth püdiera ser librado de la

enorme viga de cemento y acero que

lo mantcn1'a apretado contra el piso

del salón cultural de la capilla de

Patzida. en Guatemala. Era el 4 de

febrero y toda la zona se encontraba

en medio de la pesadilla producida

por el terrible terremoto que sacu­

dió el pa{s en las primeras horas de

aquel <..Ha. Después de un di a agotador el él­

der Ei\sworth y su compañero

hab{an puesto colchones en el piso

del salón cultural y se hab{an dormi­

do profundamente. Durante unos

breves segundos, el terremoto fue

sólo un sueño mús para los jóvenes,

pero pronto se despertaron con el te­

rrible estruendo y el balanceo de la

tierra. "l'v'o me senfi asuswdo", dice

el é\der Ellsworth. "porque habla es­

tado en otro terremoto y nada malo

nos lwhla sucedido." Acostado sobre

el estlJmago, trató de arrastrarse im­

pulsándose con los codos; entonces

se dio cuenta de que en esa opor­

tunidad habia sucedido algo malo.

"El dolor que senfi de pronto era

tan intenso, que m_e dejb sin respira­

ción. Ola ruidos, ecos, vibraciones. Y

el dolor se hacia insoportable."

La fuerza del movimiento habla

levantado a !Ós misioneros y los

habla lanzado hacia los pies de los

colchones. La viga, de varias tonela­

das de peso, hab{a caldo sobre la

parte donde estaban las almohadas

y seguramente los habrla matado a

ambos si hubieran estado al\(; la

otra parte de la viga era la que apre­

taba al éldcr Ellsworth. Este le pidió

a su compañero que le ayudara a

salir de all!' y no comprendió el por­

qué de la respuesta: "Espera unos

minutos; iré por ayuda".

32

"lv'o podio enlender porqué no po­

drfa a_vudarme a salir él solo. Mien­

tras estaba al//, pod¡'a ver las estrellas

a través del espacio abierto que habla

quedado donde antes se levantaba

una pared. De vez en cuando ola mi

propia voz, gritando; de pronto me

pregumé: '¿Es que me vo_y a morir?'.

Recordé mi bendición patriarcal, en

la que se me promete que mi vida será

larga y que tendré una familia; en­

tonces se borró de mi mente la idea de

la muerte." Hubo un momento en que al­

guien estuvo observando con una

linterna el lugar donde se hallaba y oyó una voz que exclamaba: "¡Oh,

no.'': Al cabo de un rato uno de sus

compañeros se acercó a él, lo abrazó

y comenzó a hablarle. "Me habló de

su novia)'' un sinfln de cosas más. Por

unos instantes dio resultado; me sentí

rec01~j'ortado y mils tranquilo. Pero

cuando él se fue, otra vez la de.1:espe­

ración hizo presa de ml. El dolor era

terrible. todo el edificio se sacudla y el peso de la viga era t.al, que pen:-:é

que me iba a hacer pedazos."

Dos de los misioneros llegaron

con un martillo y un formón y co­

menzaron a trabajar en los escom­

bros. Cuando el élder Ellsworth los

vio sacar astilla por astilla, pensó

que hab{an emprendido una tarea

imposible. Los éldcres le habían da­

do una bendición, y después a uno

de ellos se le ocurrió bendecir tam­

bién las paredes para que se mantu­

vieran firmes hasta que pudieran

sacar a su compañero. "A pesar de

que el ed~ficio con! inuaba sacudién­

dose", comenta Randall Ellsworth.

"ellos seguian trabajando sin siquiera

tilubear." Mientras trabajaban, tra­

taban de alentarlo: "Aguanta un po­

co más, hermano, ya te sacaremos."

Finalmente pudieron, hacer un

hueco lo suficientemente grande co­

mo para poder liberarlo de la viga:

A través del hueco por el que unas

El élder Randall Ellsworth

horas antes habla visto las estrellas,

penetraba a raudales la luz del día;

un d{a de tragedia y destrucción pa­

ra el pals. Los misioneros pusieron a

su compañero herido sobre un col­

chón, en la parte de atrás de un ca­

mión en el cual intentarían trans­

portarlo a un hospital; dos de ellos

fueron con él consolándolo, alentán-

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dolo y masajeándole las piernas en aquel viaje terrible, donde cada ba­

. che representaba una agont'a de su­frimiento.

Sus compañeros decidieron aven­turarse a llevarlo hasta la ciudad de Guatemala, a pesar de que los ca­minos estaban cortados por desliza­mientos y que el tráfico era suma­mente lento y trabajoso. Pero una vez en la ciudad, lo llevaron a la Ca­sa de la Misión, donde el presidente se hizo cargo de él. Desde allí fue transportado a Panamá y, finalmen­te, a un hospital en Washington.

El daño que sufrieron algunos nervios de la columna vertebral, le produjeron parálisis de la cintura para abajo. Pero con horas de trata­miento diario y mucha fuerza de vo­luntad, el élder Ellsworth va recupe­rándose poco a poco, y ha llegado a caminar con la ayuda de muletas y aparatos ortopédicos.

Liahona, octubre de 19 76

Al contar su espeluznante expe­riencia, este valiente joven no da muestras visibles de emoción. Pero, en cambio, le corren las lágrimas por las mejillas cuando habla de su amor por la gente de Guatemala y de su intenso deseo por terminar su misión entre ese pueblo.

"Se me prometió que predicaré de nuevo el evangelio, y una de las cosas que deseo con todo mi corazón es vol­ver y terminar mi misión. Aquella gente es especial para mí y siento gran amor por ellos. Hay dos motivos por los cuales quiero volver: Quiero estar con ellos de nuevo y por otra parle. fui llamado por un Proj(eta del Señor a cumplir una misión de dos años para la 1 glesia. Quiero terminar esa misión."

Y no nos cabe duda de que así lo hará.

NUEVA PRESIDENCIA DE ESTA.CA EN ARGENTINA

NOTICIA DE ULTIMO MOMENTO

Después de escrito este artJ'culo, nos hemos enterado de que el élder Ells­worth ha regresado a terminar su misión en Guatemala. Luego de salir del hospital, estuvo trabajando con los misioneros de Rockville, Maryland, lugar donde viven sus padres. Poco a poco ha ido reco­brando la facultad de caminar, y ac­tualmente sólo necesita la ayuda de un bastón y unos pequeños aparatos ortopédicos; los médicos pronosti­can que se irá recuperando gradual­mente durante los dos próximos años, hasta recobrar totalmente el uso de sus piernas. El 30 de julio el élder Ellsworth partió de regreso a Guatemala donde, tal como él mis­mo se lo había prometido, terminará la misión que el Señor le tenía reser­vada.

La presidencia de la estaca de Buenos Aires Oeste fue reorganiza­da con motivo del llamamiento del presidente Hugo Catrón a presidir la Misión de España-Sevilla. El nue­vo presidente de la estaca es el her­mano Angel Abrea, quien ha elegi­do como consejeros a Ricardo Osear Michalek y Juan Carlos Cittadini.

El presidente Angel Abrea

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)

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(Jb22 ANGFt lT0SARüU:>; BOENnS ltJRFS 2ND

Orad a él cuando estéis en vuestros campos,

sí, por todos vuestros rebaños. Rogadle en vuestros hogares,

sí, por todos los de vuestra casa, en la mañana, al medio día y en la tarde. Sí, imploradle contra el poder de vuestros

enemigos; Sí, contra el diablo, que es el enemigo de toda justicia.

Mas esto no es todo; es menester que derraméis vuestra alma en vuestros aposentos, en vuestros sitios secretos y en vuestros yermos.

Sí, y cuando no estéis invocando al Señor, dejad que rebosen vuestros corazones,

orando constantemente por vuestro propio bienestar así como por

el bienestar de los que os rodean.

(Alma 34:20-23, 26-27.)