liahona_2009-12

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  • Cmo hallar la luz de Cristo durante la Navidad, pgs. 217Busquemos la revelacin mediante la reverencia, pg. 26Para qu decir: Por qu yo?, pg. 30Veinticuatro tradiciones navideas de diferentes partes del mundo, pg. A8

    L a I g L e s I a d e J e s u c r I s t o d e L o s s a n t o s d e L o s L t I m o s d a s d I c I e m b r e d e 2 0 0 9

  • En la cubiErtaFrente: Huida, por Rose Datoc Dall, cortesa del Museo de Historia de la Iglesia. Atrs: La Natividad, grabado por Gustave Dor.

    Liahona, Diciembre De 2009

    Adultosmensaje De La Primera PresiDencia

    2 en el hogar para navidad Por el presidente Henry B. Eyring

    mensaje De Las maestras visitantes 25 nutramos a los dems por medio del servicio

    caritativo

    artcuLos De inters 16 con el amor de mis hermanas

    Por Marina PetrovaEl servicio que nos prestaron nuestras maestras visitantes aquella Navidad marc una enorme diferencia.

    18 Los dones espirituales que se otorgan a un presidente de estacaPor el lder Neil L. AndersenLos presidentes de estaca son llamados por el Seor y se les otorgan las llaves y el poder espiritual para ministrar en las reas donde presiden.

    26 La adoracin por medio de la reverencia Por el lder Robert C. OaksNuestra actitud y conducta reflejan nuestra reveren-cia, o sea, nuestro respeto, amor y honor al Seor.

    36 La bendicin del trabajo Por el obispo H. David BurtonEl trabajo es tanto una bendicin como un man-damiento, y el Seor ayudar a aquellos que se esfuercen por guardar ese mandamiento.

    secciones 41 voces de los santos de los ltimos Das

    Durante la Navidad, un grupo de hombres y mu-jeres jvenes alegran a una hermana postrada en cama; unos nios deciden que no desean recibir regalos para la Navidad; una estudiante le testifica a su profesor; una hermana ayuda a su hermano moribundo a cumplir una promesa; los actos de una nia son la respuesta a la oracin de un hombre.

    48 cmo usar este ejemplarIdeas y temas para la noche de hogar de este ejemplar.

    artcuLos De inters 8 un nio nos es nacido

    Perspectivas de la profeca de Isaas en cuanto al Salvador.

    10 un don de amorPor Chastmier OkoroAceptara nuestra vecina el nico regalo que podamos hacerle?

    12 somos los tres reyesPor Wendy KenneyQuines eran los reyes magos que visitaron al nio Jess?

    30 Por qu a m?Por Elizabeth QuigleyTodo marchaba muy bien en mi vida; entonces, se me diagnostic cncer.

    secciones 24 Pster: aleluya! 34 Preguntas y respuestas

    Mis padres no son miembros de la Iglesia. Cmo puedo compartir el Evangelio con ellos sin ofenderlos?

    Jvenes

  • Los frutos de mis esfuerzos Me dio mucho gusto ver en la

    pgina 32 del ejemplar de la revista Liahona de septiembre de 2008 a un grupo de jovencitos y jovencitas en-frente del Foro Romano. En 1971 pres-t servicio en una misin en Italia, y mientras nos encontrbamos haciendo proselitismo en Roma, mi compaero y yo enseamos el Evangelio a dos nios maravillosos, Alberto y Massimo De Feo, quienes se bautizaron ms tarde. Imaginen la alegra que sent al ver a Denise De Feo en ese artculo y enterarme de que es hija de Massimo, quien actualmente es presidente de la Estaca Italia, Roma. Me enter tambin que Alberto es presidente de una rama

    Niosun mensaje De naviDaD De La Primera PresiDencia Para Los nios De toDo eL munDo

    A2 el motivo de la maravillaartcuLos De inters

    A4 Los buenos modales en la Primaria Por Jan Pinborough

    A8 La navidad en diferentes partes del mundo Por Chad E. Phares y Shara Braithwaite

    A10 La navidad en la manzana del templo secciones

    A7 Pgina para colorear A12 tiempo para compartir:

    recordar a jesucristo Por Cheryl Esplin

    A14 De la vida del profeta jos smith: un verdadero ejemplo de cristo

    Comentarios

    Busca el anillo HLJ en noruego que se encuentra en este ejemplar. Escoge la pgina correcta!

    en Canad. Estoy agradecido al Seor por las experiencias de mi misin y por ver los frutos de Su evangelio. Oscar Blanc, Argentina

    Gozo para mi almaDurante momentos de tristeza, mu-

    chas veces acudo a la revista Liahona para leer los mensajes del profeta y de los apstoles. Sus palabras brindan consuelo y gozo a mi alma. Gracias por esta revista! Me hace sentir el amor de mi Padre Celestial y de mi Redentor Jesucristo. Mara Elsy Waltero Orjuela, Colombia

    Tenga a bien enviar sus comentarios o sugerencias a [email protected]. Es posible que sea necesario editar las cartas que se vayan a imprimir en caso de que sean muy largas o para mayor claridad.

    cubiErta dE amigosIlustracin por Jim Madsen.

    Amigos

    LiaHona diciembre de 2009Vol. 33, nmero 12 04292 002Publicacin oficial de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los ltimos Das, en el idioma espaol.la Primera Presidencia: Thomas S. Monson, Henry B. Eyring, Dieter F. UchtdorfEl Qurum de los doce apstoles: Boyd K. Packer, L. Tom Perry, Russell M. Nelson, Dallin H. Oaks, M. Russell Ballard, Richard G. Scott, Robert D. Hales, Jeffrey R. Holland, David A. Bednar, Quentin L. Cook, D. Todd Christofferson, Neil L. AndersenEditor: Spencer J. Condieasesores: Keith K. Hilbig, Yoshihiko Kikuchi, Paul B. Pieperdirector administrativo: David L. Frischknechtdirector editorial: Victor D. CaveEditor principal: Larry Hillerdirector de artes grficas: Allan R. LoyborgEditor administrativo: R. Val JohnsonEditora administrativa auxiliar: Jenifer L. Greenwood, Adam C. OlsonEditores adjuntos: Ryan CarrEditora auxiliar: Susan BarrettPersonal de redaccin: David A. Edwards, Matthew D. Flitton, LaRene Porter Gaunt, Annie Jones, Carrie Kasten, Jennifer Maddy, Melissa Merrill, Michael R. Morris, Sally J. Odekirk, Joshua J. Perkey, Chad E. Phares, Jan Pinborough, Richard M. Romney, Don L. Searle, Janet Thomas, Paul VanDenBerghe, Julie Wardellsecretaria principal: Laurel Teuscherdirector de arte: Scott Van Kampengerente de produccin: Jane Ann PetersPersonal de diseo y de produccin: Cali R. Arroyo, Collette Nebeker Aune, Howard G. Brown, Julie Burdett, Thomas S. Child, Reginald J. Christensen, Kim Fenstermaker, Kathleen Howard, Eric P. Johnsen, Denise Kirby, Scott M. Mooy, Ginny J. Nilsonasuntos previos a la impresin: Jeff L. Martindirector de impresin: Craig K. Sedgwickdirector de distribucin: Randy J. Bensoncoordinacin de Liahona: Enrique Resek, Diana R. TuckerPara saber el costo de la revista y cmo suscribirse a ella fuera de Estados Unidos y de Canad, pngase en contacto con el Centro de Distribucin local o con el lder del barrio o de la rama.los manuscritos y las preguntas deben enviarse a Liahona, room 2420, 50 E. north temple street, salt lake city, ut 84150-0024, usa; o por correo electrnico a: [email protected] (un trmino del Libro de Mormn que significa brjula o director) se publica en albans, alemn, armenio, bislama, blgaro, camboyano, cebuano, coreano, croata, checo, chino, dans, esloveno, espaol, estonio, fidji, finlands, francs, griego, haitiano, hindi, holands, hngaro, indonesio, ingls, islands, italiano, japons, kiribati, latvio, lituano, malgache, marshalls, mongol, noruego, polaco, portugus, rumano, ruso, samoano, sinals, sueco, tagalo, tailands, tahitiano, tamil, telegu, tongano, ucraniano, urdu, y vietnamita. (La frecuencia de las publicaciones vara de acuerdo con el idioma.) 2009 por Intellectual Reserve, Inc. Todos los derechos reservados. Impreso en los Estados Unidos de Amrica.El material de texto y visual de la revista Liahona se puede copiar para utilizarse en la Iglesia o en el hogar, siempre que no sea con fines de lucro. El material visual no se puede copiar si aparecen restricciones en la lnea de crdito del mismo. Las preguntas que tengan que ver con este asunto se deben dirigir a Intellectual Property Office, 50 East North Temple Street, Salt Lake City, UT 84150, USA; correo electrnico: [email protected] aparece en Internet en varios idiomas en el sitio www.liahona.lds.org. Para los lectores de mxico: Certificado de Licitud de ttulo nmero 6988 y Licitud de contenido nmero 5199, expedidos por la Comisin Calificadora de Publicaciones y revistas ilustradas el 15 de septiembre de 1993. Liahona es nombre registrado en la Direccin de Derechos de Autor con el nmero 252093. Publicacin registrada en la Direccin General de Correos nmero 100. Registro del S.P.M. 0340294 caractersticas 218141210.For readers in the united states and canada: December 2009 Vol. 33 No. 12. LIAHONA (USPS 311-480) Spanish (ISSN 0885-3169) is published monthly by The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, 50 East North Temple, Salt Lake City, UT 84150. USA subscription price is $10.00 per year; Canada, $12.00 plus applicable taxes. Periodicals Postage Paid at Salt Lake City, Utah. Sixty days notice required for change of address. Include address label from a recent issue; old and new address must be included. Send USA and Canadian subscriptions to Salt Lake Distribution Center at the address below. Subscription help line: 1-800-537-5971. Credit card orders (Visa, MasterCard, American Express) may be taken by phone. (Canada Poste Information: Publication Agreement #40017431)POSTMASTER: Send address changes to Salt Lake Distribution Center, Church Magazines, PO Box 26368, Salt Lake City, UT 84126-0368.

  • Liahona Dic iembre De 2009 3

    P o r e L P r e s I d e n t e H e n r y b . e y r I n gPrimer Consejero de la Primera Presidencia

    Hay una cancin que o por primera vez cuando era nio, una cancin sobre la Navidad y el hogar. Aquellos eran tiempos de guerra en los que muchas personas se hallaban lejos de su hogar y su familia, das negros para los que teman no volver a reunirse en esta vida con sus seres amados. Recuerdo lo que sent poco antes de Navidad al pasar por una casa en camino a la escuela y ver en la ventana una pequea bandera con una estrella dorada; all viva una nia a la que conoca de la escuela y cuyo hermano, no muchos aos mayor que yo, haba muerto en la guerra. Conoca tambin a los padres y, en parte, per-ciba lo que ellos sentan. En el regreso a casa despus de las clases, me senta agradecido por la expectativa de la alegre bienvenida que me esperaba en mi hogar.

    Cuando encenda la radio en nuestra sala durante la poca navidea, escuchaba palabras y msica que todava conservo en la memoria. Unos versos de aquella cancin

    m e n s a j e D e L a P r i m e r a P r e s i D e n c i a

    En el hogar para Navidad

    me tocaban el corazn por el anhelo que ex-presaban de estar con familia. En ese tiempo viva con mis padres y hermanos en un hogar feliz, as que presenta que ese anhelo era al-go ms que el estar en una casa o con la vida familiar que disfrutaba entonces; se relacio-naba con un lugar y una vida del futuro, an mejores de lo que conoca o poda siquiera

    imaginar. La parte de la cancin que recuerdo ms es: Estar en mi

    hogar para Navidad, aunque slo sea en mis sueos1. La casa en la que adornaba el rbol de Navidad con mi madre y mi padre en aquellos das felices de mi infancia todava existe y no ha cambiado mucho.

    Hace unos aos volv a ella y llam a la puerta;

    los que me recibieron eran desconocidos para m, pero

    me dejaron entrar en los cuartos donde haba estado la radio y don-

    de nuestra familia se reuna alrededor del rbol de Navidad.

    Me di cuenta entonces de que el deseo de mi corazn no se relacionaba con el estar en una casa, sino que era el deseo de estar con mi familia, de sentirme envuelto en el amor

    Gracias al Salva-dor, ustedes pueden tener la seguridad de volver al hogar no slo en Navidad sino tambin para vivir eternamente con una familia a la que aman y cuyos miembros se aman entre s.

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  • 4y en la luz de Cristo, aun ms de lo que nuestro pequeo grupo familiar haba sentido en el hogar de mi infancia.

    El anhelo de un amor eternoLo que todos nosotros anhelamos profundamente, en

    la poca navidea y siempre, es sentirnos ligados por el amor con la dulce certeza de que esa unin durar eternamente. Tal es la promesa de la vida eterna, de la cual Dios ha dicho que es Su don ms grandioso para Sus hijos (vase D. y C. 14:7), y se hace posible gracias a los dones de Su Hijo Amado: el nacimiento, la expiacin y la resurreccin del Salvador. Es por medio de la vida y la misin de l que tenemos la seguridad de que podre-mos seguir unidos en amor y vivir con nuestra familia eternamente.

    Ese sentimiento de anhelo por el hogar es innato en nosotros. Es un sueo maravilloso que no puede hacerse realidad sin tener gran fe, lo suficiente como para que el Espritu Santo nos gue al arrepentimiento, al bautismo y a hacer y mantener convenios sagrados con Dios. Esa fe exige que soportemos valerosamente las pruebas de la vida terrenal; y luego, en la vida venidera, recibir de nues-tro Padre Celestial y de Su Hijo Amado una bienvenida a aquel hogar de nuestros sueos.

    Incluso en esta vida podemos tener la certeza de que llegar ese da y sentir algunos de los gozos que expe-rimentaremos cuando por fin lleguemos al hogar. La celebracin del nacimiento del Salvador en Navidad nos ofrece oportunidades especiales de disfrutar de ellos en esta vida.

    Cmo encontrar el gozo prometidoMuchos de nosotros hemos perdido a seres queridos

    por la muerte. Tal vez estemos rodeados de personas que tratan de destruir nuestra fe en el Evangelio y las promesas de vida eterna que nos ha hecho el Seor; algunos estaremos afligidos por enfermedades y por la pobreza; otros quizs enfrenten contencin en su familia o no tengan ningn familiar. Aun as, podemos pedir que la luz de Cristo nos ilumine y nos permita ver y sentir algunos de los prometidos gozos que nos esperan.

    Por ejemplo, al reunirnos en ese hogar celestial, esta-remos rodeados por los que hayan sido perdonados de todo pecado y, a su vez, se hayan perdonado los unos a los otros; podemos disfrutar algo de ese gozo ahora, especialmente al recordar y celebrar los dones que el Sal-vador nos ha dado. l vino al mundo para ser el Cordero de Dios, para pagar el precio de todos los pecados de los hijos de Su Padre en la vida terrenal, a fin de que todos reciban el perdn. En la poca de Navidad, sentimos un deseo ms grande de recordar al Salvador y meditar sobre Sus palabras; l nos advierte que no se nos puede perdonar a menos que perdonemos a los dems (vase Mateo 6:1415), lo cual muchas veces es difcil; por eso, deben orar para pedir ayuda. Muchas veces recibirn esa ayuda para perdonar si se les permite ver que ustedes han causado tanto o mayor dolor del que han recibido de otros.

    Si actan conforme a la respuesta que reciban a su oracin de pedir fortaleza para perdonar, sentirn que se ha levantado un peso de sus hombros. El resentimiento es una carga muy pesada; pero al perdonar, sentirn el gozo de ser perdonados. En esta poca navidea pueden ofre-cer y recibir el regalo del perdn; la felicidad que sentirn entonces ser una vislumbre de lo que sentiremos juntos en ese hogar eterno que anhelamos. La

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  • Sintamos el gozo de darHay otra vislumbre de ese futuro hogar

    gozoso que podemos percibir mejor en Navi-dad: es el sentimiento de dar con un corazn generoso, y lo experimentamos al pensar ms en las necesidades de los dems que en las nuestras y al comprender lo generoso que ha sido Dios con nosotros.

    Nos alienta el ver la bondad de otras per-sonas en la poca navidea. Cuntas veces han ido a dejar un regalo en el umbral de una puerta, esperando que nadie los viera, y se han encontrado con regalos que otro ya haba dejado all? O, habiendo tenido la im-presin de ayudar a alguien, como me ha pa-sado a m, se han enterado despus de que tuvieron la inspiracin de dar exactamente lo que esa persona necesitaba en aquel preciso momento. Eso nos da la maravillosa seguri-dad de que Dios conoce todas nuestras nece-sidades y cuenta con nosotros para atender a las de los que nos rodean.

    l nos enva esos mensajes durante los das de Navidad con mayor confianza, sabiendo que responderemos porque nuestro corazn est ms receptivo al ejemplo del Salvador y a las palabras de Sus siervos. Es la poca en la que es ms probable que hayamos ledo recientemente lo que dijo el rey Benjamn y nos hayamos conmovido con sus palabras. l ense a su pueblo, as como a nosotros, que el asombroso regalo del perdn que recibi-mos debe hacernos sentir llenos de generosi-dad hacia los dems:

    Y he aqu, ahora mismo habis estado invocando su nombre, suplicando la remisin de vuestros pecados. Y ha permitido l que hayis pedido en vano? No; l ha derramado su Espritu sobre vosotros, y ha hecho que vuestros corazones se llenaran de alegra, y ha hecho callar vuestras bocas de modo que no pudisteis expresaros, tan extremadamente grande fue vuestro gozo.

    Y ahora bien, si Dios, que os ha creado, de quien dependis por vuestras vidas y por todo lo que tenis y sois, os concede cuanta cosa justa le peds con fe, creyendo que reci-biris, oh cmo debis entonces impartiros el uno al otro de vuestros bienes!

    Y si juzgis al hombre que os pide de vuestros bienes para no perecer, y lo conde-nis, cunto ms justa ser vuestra condena-cin por haberle negado vuestros bienes, los cuales no os pertenecen a vosotros sino a Dios, a quien tambin vuestra vida pertenece; y con todo, ninguna peticin hacis, ni os arrepents de lo que habis hecho.

    Os digo: Ay de tal hombre, porque sus bienes perecern con l! Y digo estas cosas a los que son ricos en lo que toca a las cosas de este mundo (Mosah 4:2023).

    Ustedes ya han sentido el gozo de dar y de recibir generosamente; ese gozo en esta vida es un atisbo de lo que sentiremos en la vida venidera si somos generosos aqu motivados por nuestra fe en Dios. El Salvador es nuestro magnfico ejemplo, y en Navidad volvemos a reflexionar en quin es l y en la generosidad que l nos extendi al venir al mundo para ser nuestro Salvador.

    Por ser el Hijo de Dios, nacido de Mara, l tuvo el poder de resistir toda tentacin al pecado; y vivi una vida perfecta a fin de ser la ofrenda de sacrificio infinito, el Cordero sin mancha prometido desde el principio del mundo (vase Apocalipsis 13:8). l sufri el tormento de la culpa de nuestros pecados y de todos los de los hijos del Padre Celestial, para que podamos ser perdonados y volver limpios al hogar.

    Nos otorg esa ddiva a un precio que no podemos siquiera concebir; fue un don que a l no le haca falta pues no tena necesidad de ser perdonado. El gozo y la gratitud que sentimos ahora por Su ddiva sern magnificados y perdurarn

    El Salvador es nuestro mag-nfico ejemplo, y en Navidad volve-mos a reflexionar en quin es l y en la generosidad que l nos extendi al venir al mundo para ser nuestro Salvador.

  • 6eternamente cuando lo honremos y lo adore-mos en nuestro hogar celestial.

    La poca de la Navidad nos anima a recor-darlo y a pensar en Su generosidad infinita; el recordar esa generosidad contribuir a que sintamos la inspiracin de que hay alguien que necesita nuestra ayuda y respondamos a ella, y nos permitir ver la mano de Dios que se extiende hasta nosotros cuando l nos enva a una persona que nos auxilie, como lo hace tantas veces. Hay gozo en dar y en recibir la generosidad que Dios inspira, especialmente en Navidad.

    Somos bendecidos con Su LuzHay otro vislumbre del cielo que se aprecia

    con ms facilidad en la Navidad: es la luz. El Padre Celestial hizo uso de la luz para anun-ciar el nacimiento de Su Hijo, nuestro Salvador (vase Mateo 2; 3 Nefi 1), con una estrella nueva que fue visible tanto en el hemisferio oriental como en el occidental y que condujo a los Reyes Magos hasta donde estaba el Nio en Beln. Incluso el malvado rey Herodes reconoci la seal y tuvo miedo, porque era inicuo. Los magos se regocijaron por el naci-miento del Cristo, que es la Luz y la Vida del mundo. Y Dios dio como seal a los descen-dientes de Lehi tres das de luz, sin oscuridad,

    para anunciarles el nacimiento de Su Hijo.

    En la Navidad recordamos no slo la luz que anunci que Cristo haba nacido en el mundo sino tambin la que proviene de l. Muchos son los testigos que la han confirmado. Pablo testi-fic que la vio en su camino a Damasco:

    vi una luz del cielo que sobrepasaba el resplandor del sol, la cual me rode a m y a los que iban conmigo.

    Y habiendo cado todos nosotros en tierra, o una voz que me hablaba, y deca en lengua hebrea: Saulo, Saulo, por qu me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijn.

    Yo entonces dije: Quin eres, Seor? Y el Seor dijo: Yo soy Jess, a quien t persigues (Hechos 26:1315).

    Jos Smith, siendo muchacho, testific que haba visto una luz maravillosa en una arbo-leda de Palmyra, Nueva York, al principio de la Restauracin:

    precisamente en este momento de tan grande alarma vi una columna de luz, ms brillante que el sol, directamente arriba de mi cabeza; y esta luz gradualmente descendi hasta quedar sobre m.

    No bien se apareci, me sent libre del enemigo que me haba sujetado. Al reposar sobre m la luz, vi en el aire arriba de m a dos Personajes, cuyo fulgor y gloria no admiten descripcin. Uno de ellos me habl, llamndome por mi nombre, y dijo, sealan-do al otro: ste es mi Hijo Amado: Esccha-lo! ( Jos SmithHistoria 1:1617).

    Esa luz ser visible en nuestro hogar celestial y nos brindar gozo. Sin embargo, por medio de la Luz de Cristo, incluso en esta vida ustedes han sido bendecidos con una

    En la Navidad recordamos no slo la luz que anunci que Cristo haba nacido en el mun-do sino tambin la luz que proviene de l. Muchos son los testigos que la han confirmado.

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  • Liahona Dic iembre De 2009 7

    porcin de esa magnfica experiencia. Toda persona que nace en el mundo recibe esa luz como un don (vase Mo-roni 7:16). Piensen en las veces en las que les ha ocurrido algo que los hace testigos de que la Luz de Cristo es real y preciosa. En este pasaje de las Escrituras, que nos ofrece una seguridad maravillosa, reconocern que han sido guiados por esa luz:

    Y lo que no edifica no es de Dios, y es tinieblas.Lo que es de Dios es luz; y el que recibe luz y perse-

    vera en Dios, recibe ms luz, y esa luz se hace ms y ms resplandeciente hasta el da perfecto.

    Y lo digo para que sepis la verdad, a fin de que de-sechis las tinieblas de entre vosotros (D. y C. 50:2325).

    En un mundo que est oscurecindose con imgenes depravadas y mensajes deshonestos, ustedes han sido ben-decidos para reconocer ms fcilmente los destellos de la luz y la verdad. Han aprendido por experiencia propia que la luz resplandece con mayor fulgor cuando la reciben con alegra; y se volver cada vez ms brillante hasta el da per-fecto en que estemos en presencia de la Fuente de esa luz.

    Es ms fcil reconocerla en los das de la Navidad, cuando estamos ms motivados a orar para saber lo que Dios quiere que hagamos y cuando estamos ms incli-nados a leer las Escrituras y, por lo tanto, ms propensos a dedicarnos a la obra del Seor. Cuando perdonamos y recibimos perdn, cuando levantamos las manos cadas (vase D. y C. 81:5), nosotros mismos somos elevados al encaminarnos hacia la Fuente de la luz.

    Recordarn que en el Libro de Mormn se describe una circunstancia gloriosa cuando en los fieles discpulos del Salvador se reflej Su luz, para que otras personas la vie-ran (vase 3 Nefi 19:2425). Nosotros utilizamos luces para celebrar la Navidad. La forma en que adoramos al Salvador y el servicio que le rendimos brindan luz a nuestra vida y a la de aquellos que nos rodean.

    Podemos establecernos con confianza la meta de hacer que esta Navidad sea ms resplandeciente que la ltima, y que cada ao que siga lo sea ms y ms. Las pruebas de la vida terrenal podrn aumentar en intensidad, pero la oscu-ridad no tiene porqu aumentar para nosotros si enfocamos la vista ms particularmente en la luz que nos ilumina al seguir al Maestro. l nos guiar y nos auxiliar a lo largo del sendero que conduce hacia aquel hogar que anhelamos.

    i d e a s pa r a e n s e a r e s t e m e n s a j e

    Al prepararse para ensear este mensaje, asegrese de buscar la gua del Espritu Santo para que le ayude a adaptarlo a las circunstancias de las personas a quie-nes lo ensee. Considere las siguientes ideas:

    1. Cuando lee el material escrito bajo el ttulo El anhe-lo de un amor eterno, siente en su interior el anhelo de su hogar eterno? Analicen juntos lo que estn haciendo a fin de prepararse para regresar a ese hogar.

    2. Le son tiles los comentarios que se encuentran bajo Cmo encontrar el gozo prometido, para ver la forma de hallar gozo en esta vida? Hablen de lo que podemos hacer para hallarlo ahora, de da en da.

    3. Bajo el ttulo Sintamos el gozo de dar aprende-mos cules son los presentes incomparables que nos ofrece el Salvador y que ponen la vida eterna a nuestro alcance. Analicen lo que podemos dar a otras personas para que ellas reciban tambin ese don.

    4. En qu forma el mensaje del presidente Eyring nos ayuda a ver lo que debemos hacer para ser ms recepti-vos a la luz que nos ofrece el Salvador y compartirla con nuestra familia y con otras personas?

    Ha habido momentos, muchas veces en Navidad, en los que hemos percibido parte de lo que experimentaremos cuando por fin lleguemos al hogar, al Padre que nos ama y contesta nuestras oraciones y al Salvador que ha ilumi-nado nuestra vida y nos ha ennoblecido.

    Testifico que, gracias a l, ustedes pueden tener la segu-ridad de volver al hogar no slo en Navidad sino tambin para vivir eternamente con una familia a la que aman y cuyos miembros se aman entre s.

    NotA 1. James Kim Gannon, Ill Be Home for Christmas [Estar en mi

    hogar para Navidad], 1943.

  • 8Un nio nos es

    nacido

    Varios siglos antes del na-cimiento de Jesucristo, el profeta Isaas escribi la cosas que le fueron reveladas acer-ca de las circunstancias de la venida de Cristo. Una de esas profecas, que se encuentra en Isaas 9:6, nos brinda, en pocas palabras, valiosa informacin sobre el Salvador y la funcin que desempea en nuestra vida y en el plan del Padre Celestial. A continuacin se explican algu-nas de las ideas que se expresan en este versculo.

    Un nio nos es nacido, hijo nos es dado

    El Salvador se revel a Adn, el primer hombre, como el Hijo Unignito de Dios (vase Moiss 5:7, 9; 6:52, 57, 59, 62). A partir de entonces, todos los santos profetas han testificado de la venida del Hijo de Dios en la carne para redimir a Su pueblo (vase Hechos 10:43; Jacob 4:4).

    Porque un nio nos es nacido, hijo nos es dado;

    y el principado estar sobre su hombro; y se llamar su

    nombre admirable, consejero, dios fuerte, Padre eterno, Prncipe de paz (isaas 9:6).

    Isaas, el profeta de la anti-gedad, predijo la venida del

    Mesas y revel mucha informa-cin acerca de las diversas funcio-

    nes que l desempeara.

  • Liahona Dic iembre De 2009 9

    El principado estar sobre su hombroEn el antiguo Israel, los sacerdotes y reyes llevaban puestas ves-

    tiduras y portaban en el hombro la insignia de su posicin, (vase Isaas 22:2122). Jesucristo, el Hijo de Dios, vino como quien tiene autoridad (Mateo 7:29). l reinar como Rey de Reyes y Seor de Seores durante el Milenio, cuando reine aquel cuyo derecho es reinar (D. y C. 58:22; vase tambin Artculos de Fe 1:10).

    Admirable, ConsejeroLa palabra inglesa wonderful (admirable o maravilloso en

    espaol) procede de la palabra hebrea que significa milagro. Esto hace referencia al milagroso nacimiento del Mesas as como a los milagros que llevara a efecto durante Su vida. La palabra consejero tiene que ver con los mandamientos y las enseanzas que el Mesas traera para guiarnos en nuestro camino de regreso al Padre Celestial. Como dijo Jacob, el profeta del Libro de Mormn, [El Seor] acon-seja con sabidura, con justicia y con gran misericordia sobre todas sus obras (Jacob 4:10).

    Dios fuerteCrean en Jesucristo, el Hijo de Dios, el personaje ms grandio-

    so del tiempo y de la eternidad; crean en el hecho de que Su vida sin igual se remonta a mucho antes de la creacin de este mundo; crean que l fue el Creador de la tierra en la cual vivimos; crean que l es el Jehov del Antiguo Testamento, que es el Mesas del Nuevo Testamento, que muri y resucit y que l, el Hijo del Dios viviente, nuestro Salvador y nuestro Redentor, vive.Vase Presidente Gordon B. Hinckley (19102008), No seis incrdulos, Liahona, abril de 1990, pg. 2.

    Padre eternoJehov, que es Jesucristo el Hijo de Elohim, es conocido

    como el Padre e incluso el verdadero Padre Eterno del cielo y de la tierra (vase Mosah 16:15). Con el mismo significado, a Jesucristo tambin se le denomina Padre Eterno (Isaas 9:6; comprese con 2 Ne. 19:6) A Jesucristo, que es el Creador, se le llama constantemente Padre del cielo y de la tierra y teniendo en cuenta que Sus creaciones son de carcter eterno, muy apropiada-mente se le llama el Padre Eterno del cielo y de la tierra. the Father and the Son: A Doctrinal Exposition by the First Presidency and the Quorum of the twelve Apostles, Ensign, abril de 2002, pg. 13; de Improvement Era, agosto de 1916, pgs. 934942.

    Prncipe de pazQuizs nos apartamos del sendero que conduce a la paz, slo

    para descubrir que es menester efectuar una pausa para meditar y reflexionar acerca de las enseanzas del Prncipe de paz, y nos propongamos entonces adoptarlas en nuestros pensamientos y hechos, y vivir conforme a una ley superior, andar por caminos ms excelentes y ser mejores discpulos de Cristo.Presidente thomas S. Monson, La bsqueda de la paz, Liahona, marzo de 2004, pg. 3.

    La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazn ni tenga miedo (Juan 14:27).

    Qu significa el nacimiento de Cristo?El ngel que anunci el nacimiento del Salvador a los pastores declar nuevas de

    gran gozo, que sern para todo el pueblo (Lucas 2:10).Cuando Nefi tuvo la visin en la que contempl a la virgen Mara con el nio Jess

    en sus brazos, se sinti conmovido a proclamar el amor de dios que se derrama am-pliamente en el corazn de los hijos de los hombres (1 Nefi 11:22).

    El Salvador mismo declar: Porque de tal manera am dios al mundo que ha dado a su Hijo Unignito, para que todo aquel que en l cree no se pierda, mas tenga vida eterna (Juan 3:16).

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  • 10

    P o r C h a s t m i e r o k o r o

    Despus de que el negocio de distribucin de comidas de mi padre se vino abajo, mi familia se enfrent a una situacin financiera muy difcil. Recuerdo que un da mi madre volvi a casa con lgrimas en los ojos, pero se negaba a decirnos qu suceda cada vez que yo le pregun-taba cul era el problema. Poco despus, tuvimos que mu-darnos a un pequeo apartamento de una sola habitacin, que era lo que estbamos en condiciones de pagar.

    Antes de eso, la poca navidea siempre haba sido un periodo en el que mi madre cocinaba mucho, comprba-mos ropa nueva, participbamos en fiestas, visitbamos lugares interesantes y hacamos y recibamos regalos. Mi madre tena el talento de ser, como la llambamos, una autntica Mam Noel. Le encantaba dar a los dems y, cada Navidad, con entusiasmo y amor, comparta lo que tena con las personas que nos rodeaban. Al ir creciendo, el pensar ms en los dems que en nosotros mismos se convirti en una caracterstica que tambin tratamos de desarrollar.

    Sin embargo, aquel ao no sabamos qu hacer. A mam le preocupaba que bamos a pasar nuestra prime-ra Navidad en una casa que no era nuestra. Adems, no saba qu podra compartir con los dems. Sin embargo, la consolamos, ya que sabamos que podramos hacer algo sencillo para transmitir el espritu de la Navidad a nuestro alrededor.

    Lo que s era cierto es que apenas tenamos lo suficien-te para salir adelante, y adems no era fcil conservar la paz en nuestro nuevo entorno. La duea de nuestro apar-tamento no era cristiana, y estaba molesta con nosotros porque nos levantbamos temprano para hacer la oracin

    un regalo de amorA ella no le gustaba ornos cantar, de modo que para que nos encontrbamos frente a la puerta de su casa en Nochebuena, listos para compartir un regalo musical?

    familiar y cantar himnos. Nuestras canciones la desperta-ban, porque nuestro cuarto estaba al lado del suyo. Mu-chas veces se quejaba, as que procurbamos cantar bajito para no molestarla. Cuando vio que no bamos a dejar de hacer nuestra oracin familiar cada maana, poco a poco dej de quejarse.

    Entonces a mi padre se le ocurri una idea: sinti que debamos cantarle villancicos a nuestra duea, y que se sera nuestro regalo de Navidad para ella. A todo el mun-do le encant la idea, menos a m. Me negu rotundamen-te y le record a mi familia las quejas que present por nuestras oraciones familiares. Suger que le cantramos a alguien que lo apreciara, y no a ella.

    Pero pap insisti, explicando que sera una manera de mostrarle que ramos amigos suyos, a pesar de pertenecer a una religin diferente. No me qued ms remedio que unirme a mi familia para elegir y practicar villancicos y cantrselos.

    En Nochebuena, nos presentamos en su puerta y lla-mamos. Ella no abri, y yo estuve a punto de enfadarme y recordarle a mi padre que estbamos perdiendo el tiempo. Sin embargo, al mirar a mi alrededor, observ que todos los miembros de mi familia sonrean y que se sentan muy contentos por lo que estbamos haciendo. En mi interior dese experimentar el mismo sentimiento.

    Finalmente, la duea abri la puerta, y por un momento se qued sin saber qu hacer. Pap le dijo en voz baja que nos gustara cantarle y que, si le pareca bien, nos encantara entrar en su apartamento. Ella se hizo a un lado y entramos. Le cantamos todos los villancicos que pudimos recordar, tan-to los que habamos practicado como los que no. El cuarto se llen muy pronto de un sentimiento maravilloso. Aunque sabamos que tal vez no comprendiera el significado de las palabras, ella sonrea al vernos cantar. Tambin nos dijo que se haba sentido muy sola y que al vernos unidos echaba de menos a su propia familia. Antes de marcharnos, le desea-mos feliz Navidad y feliz ao nuevo. Nos lo agradeci, y regresamos a nuestro cuarto.

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  • Mientras procuraba dormir aquella noche, medi-t en lo que haba sucedido. Se me ocurri que un

    verdadero regalo de Navidad no se compra necesaria-mente en una tienda, ni tampoco es imprescindible

    elaborarlo a mano; la verdadera clave es la actitud y el deseo que tenemos de hacer lo que est de nuestra parte por hacer felices a nuestros seme-

    jantes. Me di cuenta de que el regalo ms gran-de que podamos dar en Navidad no requiere mucho dinero; ms bien, es un regalo de amor.

    Aquella noche me di cuenta de que, al prestar servicio de manera sencilla a esta vecina que se

    senta sola, mi familia haba disfrutado del espritu de la Navidad.

  • 12

    P o r W e n d y k e n n e y

    a l contemplar de cerca un Nacimiento, se han pre-guntado quines seran esos tres hombres con ropa-jes exticos portando regalos para el nio Jess? Por supuesto, sabemos que representan a los magos de oriente, pero, quines eran ellos? Por qu fueron a visitar a Jess, y por qu le llevaron aquellos regalos tan peculiares?

    El relato del nacimiento del Salvador que se menciona en las Escrituras revela muy poco sobre los magos (vase Mateo 2), pero debido a que su visita fue un hecho tan im-portante, a travs de los siglos los eruditos han tratado de hallar informacin sobre sus antecedentes y sobre el pro-psito que tenan al visitar al nio Jess. A pesar de que algunos detalles han surgido por medio de esas investiga-ciones, puede ser que mucho de lo que el mundo cristia-no ha credo tradicionalmente sobre los Reyes Magos est basado ms en mitos y especulaciones que en la historia.

    Esto es lo que sabemos:

    Los Reyes Magos se destacan de forma prominente en el tradicional escenario navideo, pero, qu sabemos de ellos en realidad?

    Cuntos eran?Cuenta la tradicin que fueron tres los hombres que vi-

    sitaron al nio Jess, una creencia que proviene del hecho de que fueron tres los regalos que le dieron: oro, incienso y mirra; segn se supone, cada uno de los hombres porta-ba un regalo. Sin embargo, algunos eruditos piensan que los magos podran haber sido ms, quizs hasta doce1. En el diccionario bblico en ingls se indica que, puesto que los magos eran fundamentalmente testigos de que el Salvador haba nacido, tendra que haber habido por lo menos dos o tres (vase Deuteronomio 19:15; 2 Corintios 13:1; D. y C. 6:28)2.

    La creencia de que los magos eran reyes tiene su origen en pasajes del Antiguo Testamento en los que se predice que habra reyes que visitaran al Seor. En Isaas 49:7, dice: Vern reyes, y se levantarn; y en Isaas 60:10 se registra esto: y sus reyes te servirn (vase tambin Salmos 72:10).

    Los estudiosos han encontrado otros registros que se refieren a los magos con el ttulo de reyes. Los escri-tos de Marco Polo, del siglo 13, contienen una mencin

  • Liahona Dic iembre De 2009 13

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    proveniente del pueblo persa de Saba sobre tres reyes que llevaron consigo oro, incienso y mirra en una larga jorna-da para visitar a un profeta recin nacido. De acuerdo con el registro de Marco Polo, los nombres de estos hombres eran Gaspar, Melchor y Baltasar, nombres por los que se conoce a los Reyes Magos en la actualidad3.

    El origen del trmino magosLa palabra magos, que se usa en la Biblia y que se

    tradujo del griego magoi, tiene en realidad origen persa y se refiere a sacerdotes de la antigua religin de Persia; debido a ese empleo del vocablo magos, algunos eru-ditos piensan que los Reyes Magos posiblemente hayan sido sacerdotes de una secta religiosa persa. No obstante, el lder Bruce R. McConkie (19151985), del Qurum de los Doce Apstoles, dice en su obra Doctrinal New Testament Commentary [Comentario doctrinal del Nuevo

    Testamento]: La suposicin de que eran miembros del culto religioso apstata de los Magos de la antigua Media y Persia es probablemente falsa. Ms bien, parecera que eran verdaderos profetas, personas ntegras como Simen, Ana y los pastores, a quienes Dios revel que el Mesas prometido haba nacido entre los hombres4.

    Venan del oriente?Eran los Reyes Magos del Oriente, como dice en Ma-

    teo, o sea, del este? Hay tambin una cancin navidea en ingls que dice: Somos los tres reyes del Oriente5. Cual-quier lugar que estuviera al este de Palestina se clasificaba exticamente de Oriente. La forma de referirse al este con esa palabra, en Mateo, podra simplemente indicar que nadie saba con seguridad de dnde haban venido los reyes6.

    Algunos eruditos citan el pasaje de Salmos 72:10 como evidencia de que los hombres provenan de regiones de lo que en el presente son Espaa, Etiopa y Arabia Saudita: Los reyes de Tarsis y de las costas traern presentes; los reyes de

  • 14

    Sab y de Seba ofrecern dones. Otros creen que los Reyes Magos eran de Persia (actualmente Irn) y que hasta podran haber sido judos, puesto que en aquella poca muchas per-sonas de ascendencia juda vivan en esa regin7.

    Cundo fueron los magos a visitar a Jess?Las representaciones artsticas de la Natividad por lo

    general muestran a los Reyes Magos adorando a un recin nacido, como si su visita hubiera tenido lugar inmediata-mente despus del nacimiento del Salvador. Sin embargo, las Escrituras revelan que ellos no se hicieron presentes en el establo cuando naci Jess ni en ningn otro momento de Su ms tierna infancia, sino que visitaron al nio Jess

    que estaba con su madre, Mara: Y cuando entraron en la casa, vieron al nio con su madre Mara, y postrndose, le adoraron; y le ofrecieron presentes: oro, e incienso y mirra (Mateo 2:11).

    Los presentes de los magosPor qu le llevaron los magos presentes tan extraos

    a Jess? La mayora de los estudiosos concuerdan en que los regalos eran simblicos: El oro simbolizaba la majestad de Jess, el incienso Su divinidad, y la mirra Su sufrimiento y muerte, puesto que era una sustancia que se utilizaba para perfumar los cuerpos de los muertos antes de sepultarlos8.

  • Liahona Dic iembre De 2009 15

    El aviso de Dios Cuando Herodes envi a los magos a Beln, les dijo:

    cuando le hallis, hacdmelo saber, para que yo tam-bin vaya y le adore (Mateo 2:8). No obstante, de acuer-do con la narracin de Mateo, ellos fueron avisados por revelacin, en sueos, que no volviesen a Herodes; por lo tanto, despus de visitar al nio Jess, los magos evitaron volver al rey y regresaron a su tierra por otro camino (Mateo 2:12). Herodes se qued furioso, no slo porque los magos no le haban hecho caso, sino tambin porque, segn pareca, en Beln haba un nio que un da llegara a gobernar la nacin.

    El mandato del SeorEn el Bible Dictionary

    [Diccionario Bblico, en ingls] se hace un claro resumen de nuestras creencias con respecto a los magos: Eran hombres de rectitud que fueron enviados con el mandato de ser testigos de la presencia del Hijo de Dios en la tierra Lo ms probable es que fueran representantes de una rama del pueblo del Seor, residentes de algn lugar al este de Palestina que, guiados por el Espritu, hayan ido a contemplar al Hijo de Dios para regresar luego a su pueblo y testificar que el rey Emanuel de cierto haba nacido en la carne9.

    LoS rEGALoS DEL CorAzNY cuando lo encontremos, estaremos preparados, como los magos de antao, para darle regalos de nuestros muchos tesoros? Ellos le presentaron oro, incienso y mirra, pero no es eso lo que Jess nos pide que le demos. l quiere que le demos del tesoro de

    nuestro corazn, de nosotros mismos: He aqu, el Seor requiere el corazn y una mente bien dispuesta (D. y C. 64:34).

    Presidente thomas S. Monson, La bsqueda para encontrar a Jess, Liahona, junio de 1991, pgs. 56.

    NotAS 1. Vase de John A. Tvedtnes, What Do We Know about the Wise Men?

    [Qu sabemos acerca de los Reyes Magos?], Insights: An Ancient Window (newsletter of the Foundation for Ancient Research and Mormon Studies [FARMS]), diciembre de 1998.

    2. Vase Bible Dictionary, Magi, pg. 728. 3. Vase de John A. Tvedtnes, I Have a Question, [Tengo una pregunta]

    Ensign, octubre de 1981, pgs. 2526. 4. Bruce R. McConkie, Doctrinal New Testament Commentary, [Comen-

    tario doctrinal del Nuevo Testamento], 3 tomos, 19661973, 1:103. 5. John Henry Hopkins, hijo, We Three Kings of Orient Are [Somos los

    tres reyes del Oriente], 1857. 6. Vase de Raymond E. Brown, The Birth of the Messiah [El nacimiento

    del Mesas], 1977, pg. 168. 7. Vase de John A. Tvedtnes, Ensign, octubre de 1981, pg. 25. 8. Vase de John A. Tvedtnes, Ensign, octubre de 1981, pg. 25. 9. Bible Dictionary, Magi, pgs. 727728.

  • 16

    Con el amor

    de

    mis hermana

    s

  • Liahona Dic iembre De 2009 17

    Estamos bien, le asegur a mis maestras visitantes; pero lo cierto es que el servicio que nos prestaron aquella Navidad marc una enorme diferencia.

    P o r m a r i n a P e t r o v a

    Cuanto ms se acercaba la Navidad, ms pesar sen-ta. En noviembre, ni mi esposo ni yo tenamos un trabajo estable. Yo pagaba el alquiler, la electri-cidad y el telfono con mis reducidos ingresos, y mi esposo pagaba la cuota del auto con su bajo sueldo. El dinero que nos quedaba apenas cubra nuestras ne-cesidades. En diciembre aument el trabajo y regresa-mos a la normalidad, pero no recibiramos el pago hasta enero. En esas circunstancias, no podamos

    permitirnos ni siquiera una cena especial de Navidad.

    Todo saldr bien, me dije a m misma. Aquel verano, mi esposo haba recogido mu-

    chas frambuesas y habamos hecho mermela-da. Comeramos panqueques (tortitas) con

    mermelada y prepararamos los regalos nosotros mismos. No obstante, cuando

    mis tres hijas (de seis, ocho y catorce aos) empezaron a colocar las guirnaldas que haban

    confeccionado ellas mis-mas, las escuch hablar de

    lo que sus padres les podran regalar en Navidad y me sent

    descorazonada.Una tarde, mis maestras

    visitantes me hicieron una visita inesperada. Como no tengo her-

    manos ni hermanas de sangre,

    las hermanas de la Sociedad de Socorro de mi rama, en especial mis maestras visitantes, se han convertido en verdaderas hermanas para m. Aquella tarde compartieron conmigo un mensaje interesante, y despus comenzaron a conversar acerca de la Navidad que se acercaba. Les asegur que todo estaba bien, pero les dije que aquella Navidad sera bastante pobre para nosotros. Me asegura-ron que oraran por nuestra familia.

    Un da, cuando mi esposo fue a recogerme al trabajo, dijo que todos me estaban esperando en casa con mucha impaciencia, ya que una hermana de nuestra rama nos haba llevado unas cajas. Cuando las abrimos, vimos que contenan todas las delicias navideas habituales para no-sotros: fruta, galletas, caramelos, otros alimentos, decora-ciones y regalos hermosamente envueltos. Los ojos se me llenaron de lgrimas de gratitud; pero eso no fue todo. La familia de una de mis maestras visitantes nos sorprendi la maana de Navidad con una caja de regalos.

    A fin de cuentas, nuestra pobre Navidad fue una llena de un gozo. Nuestro hogar se llen no slo del espritu navideo, sino de la calidez y del amor de mis maestras visitantes y de otros miembros de nuestra rama. Llegu a comprender que muchas veces el Seor en verdad satis-face nuestras necesidades por medio de otras personas, especialmente aqullas que l ha asignado e inspirado para que nos cuiden y se preocupen por nosotros.

    Dios nos ve y vela por nosotros; pero, gene-

    ralmente, es por intermedio de otra persona

    que l atiende a nuestras necesidades. Por

    lo tanto, es vital que nos sirvamos los unos

    a los otros.Presidente Spencer W. Kimball (18951985),

    La vida plena Liahona, junio de 1979, pg. 3.

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  • 18

    He conocido a cien-tos de presidentes de estaca; son hombres de xito e integridad. Estn llenos de fe y tienen un deseo inquebrantable de complacer al Seor.

    P o r e L L d e r n e I L L . a n d e r s e nDel Qurum de los Doce Apstoles

    El llamamiento de presidente de estaca es una experiencia sagrada y espiri-tual. Bajo la direccin de la Primera Presidencia, las Autoridades Generales y los Setentas de rea tienen esa responsabilidad. Durante los diecisis aos en que he pres-tado servicio como Autoridad General, he extendido llamamientos en muchas culturas y continentes, de norte a sur en toda Amrica

    y desde Europa hasta Asia.En cada una de esas ex-

    periencias, he atesorado dos enseanzas que recib durante mis

    primeras semanas como Autoridad General; una, del presidente Thomas S.

    Monson: Cuando ests cumpliendo el man-dato del Seor, tienes derecho a recibir ayuda de l; y la otra, del presidente Boyd K. Packer, Presidente del Qurum de los Doce Apstoles: En tu ministerio tendrs experiencias en las que, a travs del velo, hars una pregunta al Seor y recibirs una respuesta inmediata. Los

    dones espirituales que se otorgan

  • Liahona Dic iembre De 2009 19

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    En cada uno de los casos se han cumplido ambas promesas.

    La experiencia de llamar a un presidente de estaca es siempre la misma pero es siem-pre diferente. Es la misma en el sentido de que las dos Autoridades Generales o los dos Setentas de rea a quienes se enve tienen una sensacin de enorme dependencia del Seor y ambos deben recibir la misma inspi-racin antes de extender los llamamientos; el Espritu del Seor acompaa y confirma siempre el proceso de seleccin en forma extraordinaria. Y es diferente en el hecho de que los hombres a quienes se llama varan mucho de estaca en estaca; los presidentes de estaca son a veces hombres de gran expe-riencia y aos de servicio, y otras veces son jvenes y llenos de fe; sus respectivas ocupaciones son tambin muy varia-das y no siguen ningn modelo.

    dignos que no se hallaban prestando servicio en cargos de liderazgo. A las diez de la no-che, al reunirnos con un maestro de Doctrina del Evangelio, el Seor nos confirm, sin lugar a dudas, que aqul era el que l haba escogido. Slo despus de haberle extendi-do el llamamiento nos enteramos de que l haba estado en su casa, esperando nuestra

    Cmo se confieren las llavesAunque, en general, un presidente de

    estaca se encuentra entre los lderes de la estaca, hay excepciones. En una oportunidad habamos entrevistado a hermanos hasta bien entrada la noche sin poder sentir la confirma-cin del Espritu con ninguno de los exce-lentes hombres con los que nos reunimos. Al fin, despus de entrevistar a todos los que tenamos en la lista que se haba preparado, empezamos a hablar con otros hombres

    llamada, porque haca varios meses, antes de que se hubiese anunciado que habra un cambio en la presidencia de la estaca, que l y su esposa se haban despertado durante la noche con la seguridad de que iba a recibir ese llamamiento.

    Los que prestan servicio como presiden-tes de estaca no han buscado el cargo que desempean y, cuando se les llama, todos se sienten humildes y algunos incluso conmovi-dos. Una vez, en Europa, cuando llam como

    a un presidente de estacadones espirituales que se otorgan

    Los que somos enviados pone-mos las manos sobre la cabeza del nuevo presidente de la estaca y le confe-rimos las llaves del sacerdocio que sern necesarias para presidir y dirigir los asuntos de su estaca.

  • 20

    presidente de estaca a un hombre que era miembro desde haca unos diez aos, l exclam: Ay, no, no; no yo! No puedo hacerlo. Felizmente, su admirable esposa que se hallaba junto a l, lo abraz y le dijo: Mi amor, claro que puedes. Yo s que puedes. Ella tena razn, y l sirvi al Seor muy bien.

    En Filipinas, al llamar a un hombre que haba visto a la Iglesia progresar rpidamente con lderes muy jvenes, l respondi: No, no, yo no! Soy muy viejo. Cuando se le hizo notar que algunos de los miembros del Qurum de los Doce eran treinta aos mayores que l, acept el llamamiento y prest muy buen servicio.

    El Salvador dijo: No me elegisteis vosotros a m, sino que yo os eleg a vosotros, y os he puesto para que vayis y llevis fruto ( Juan 15:16). Nosotros no buscamos ni rehusamos los llamamientos que recibimos.

    En algn momento, ya sea antes, durante el proceso o despus, el Seor le confirma al hombre que su llama-miento proviene de Dios. Un joven presidente de estaca relat de esta manera la confirmacin que tuvo:

    Cuando me entrevistaron, tena treinta y dos aos y ha-ba sido obispo durante unos cuatro aos. Uno de los que diriga las entrevistas me hizo dos interesantes preguntas: (1) Cmo obtuvo su testimonio? y (2) Quiere compartir con nosotros su testimonio del Salvador? Les cont mi experiencia cuando era adolescente, poco despus de la muerte de mi madre, cuando llegu a saber, por m mis-mo, la veracidad del Evangelio restaurado, particularmente con respecto al Libro de Mormn.

    Al compartir mi testimonio del Salvador, recib la con-firmacin de que se me llamara para ser el prximo presi-dente de la estaca. Regres a casa y le cont a mi esposa la experiencia; cuando le dije que pensaba que me llamaran para ser el presidente de la estaca, me contest: T eres apto, pero no tienes experiencia. Dos horas despus son el telfono; me invitaron a regresar con mi esposa y me extendieron el llamamiento.

    Despus del voto de sostenimiento durante la sesin general de la conferencia de la estaca, los que somos enviados para tal ocasin, ponemos las manos sobre la cabeza del nuevo presidente de la estaca y le conferimos las llaves del sacerdocio que sern necesarias para presidir y dirigir los asuntos de su estaca; esas llaves provienen, por delegacin, del Presidente de la Iglesia y de los otros catorce Apstoles que las poseen en la tierra, y llevan

    inherentes autoridad y poder espirituales.El Seor ha dado siempre llaves a Sus Apstoles

    escogidos. A Pedro le dijo: Y a ti te dar las llaves del reino de los cielos, y todo lo que ates en la tierra ser atado en los cielos; y todo lo que desates en la tierra se-r desatado en los cielos (Mateo 16:19). Algunas de esas llaves se comparten despus con lderes locales. En Zarahemla, Alma orden sacerdo-tes y lderes por la imposicin de sus manos, segn el orden de Dios, para presidir la iglesia y velar por ella (Alma 6:1).

    La manifestacin externa de las llavesEs interesante notar que hubo un tiempo en que para

    obtener una recomendacin para el templo se necesita-ba la firma del Presidente de la Iglesia; hoy da, las llaves delegadas al presidente de una estaca comprenden esa autoridad. Con sus consejeros, l tambin recomienda obispos a la Primera Presidencia y los ordena una vez que hayan sido aprobados; adems, aprueba a los que vayan a ser ordenados al Sacerdocio de Melquisedec, recomienda y aparta a los misioneros de tiempo completo y sirve de juez en Israel para ayudar a los que hayan cometido peca-dos graves a obtener un perdn completo. Tambin gua en sus labores y decisiones a los obispos y presidentes de rama de la estaca.

    En estas funciones, el Seor brinda abundante reve-lacin a Sus presidentes de estaca. Uno de ellos, que viva en el sur de Estados Unidos, me cont la siguiente experiencia:

    En octubre de 2007, fue a verme una hermana por la recomendacin para el templo; durante la entrevista le pregunt si, despus de ella, el esposo iba a entrar a verme para su recomendacin, y me contest que l no iba al tem-plo desde haca ms de veinte aos y que, en sus cuarenta aos de matrimonio, nunca se haban sellado en el templo. Sent la fuerte impresin de que deba hablar con aquel hermano de inmediato; la impresin fue tan fuerte que sal de mi oficina, lo encontr en el otro extremo del edificio y lo llev conmigo para entrevistarlo. Despus de la entrevis-ta, en la que estuvo presente el obispo de ellos, l recibi su recomendacin para el templo. Aquella fue una experiencia muy emotiva para todos nosotros, especialmente para su esposa. Hacia fines de esa misma semana, recib la invita-cin para asistir al sellamiento de ambos en el templo.

  • Liahona Dic iembre De 2009 21

    A principios de 2008, unos cuatro meses despus de que el matrimonio se haba sella-do, el hermano se levant para ir a trabajar una maana, se desplom y falleci en su hogar. Estoy por siempre agradecido por haber escuchado las impresiones del Espritu y haber animado a aquel hermano a hacer lo que era tan importante que hiciera en vida.

    Los dones espirituales y las promesas espirituales

    El Seor ha dicho que una estaca es para defensa y para refugio contra la tempestad (D. y C. 115:6). El presidente de la estaca es el pastor del Seor que debe cerciorarse de que haya entre los miembros de la Iglesia una sensacin de proteccin y seguridad es-piritual y debe asegurar que la doctrina que se ensea es verdadera y pura. El presidente

    Gordon B. Hinckley (19102008) dijo una vez: Los deberes de un maestro en el Sacer-

    docio Aarnico podran aplicarse al pre-sidente de estaca, que debe velar por los miembros de toda la estaca, estar con ellos y fortalecerlos;

    y cuidar de que no haya iniquidad en la Iglesia, ni aspereza entre uno y otro, ni men-tiras, ni difamaciones, ni calumnias;

    y ver que los miembros de la Iglesia se renan con frecuencia, y tambin ver que

    El presidente de estaca aprue-ba a los que vayan a ser ordena-dos al Sacerdocio de Melquisedec, entre-vista a los miembros para la recomenda-cin para el templo y sirve de juez en Israel.

  • todos cumplan con sus deberes (D. y C. 20:5355)1.En su labor se incluye la

    inspiracin para saber cmo fortalecer a las familias, fortificar a la nueva genera-

    cin, invitar a ms hijos del Pa-dre Celestial a entrar en las aguas

    purificadoras del bautismo, llegar hasta los que se hayan alejado de la Iglesia y tratar de que los miembros

    de su estaca y aquellos que nos han precedido reciban las ordenanzas del

    templo. En todas estas responsabilidades im-

    portantes, el Seor bendice al presidente de la estaca con un incremento de dones

    espirituales. En la seccin 46 de Doctrina y Convenios, l se refiere a los diversos

    dones espirituales y dice: no a todos se da cada uno de los dones;

    pues hay muchos dones, y a todo hombre le es dado un don por el Espritu de Dios.

    A algunos les es dado uno y a otros otro, para que as todos se beneficien (D. y C. 46:1112).

    Y luego agrega lo siguiente: a cuantos Dios nombrare y ordenare para velar por la Iglesia les ser concedido discernir todos esos dones para que haya una cabeza, a fin de que todo miembro se beneficie con ello (D. y C. 46:27, 29).

    A veces, esos dones se relacionan con pro-mesas espirituales que el Seor cumplir. Un ex presidente de estaca de Brasil me cont esta experiencia:

    Una fiel hermana con cuatro hijos adoles-centes a los que criaba sola, tena dificultades econmicas. Un da le pregunt: Hermana, asisten sus hijos con regularidad a semina-rio?, a lo que me contest: Tengo muchos problemas y vivo muy lejos de la capilla. Es peligroso [el camino]. En ese momento sent una fuerte impresin de aconsejarla y hacerle una promesa: Si no tiene dinero para el transporte, usted debe acompaarlos en esos kilmetros que deben caminar; vaya usted tambin y sintese en la clase con ellos. Si lo hace, salvar a sus hijos y todos se casarn en el templo. Me qued muy inquieto por lo que le haba dicho, pero no poda negar la fuerte inspiracin que haba recibido.

    El presidente de la estaca es el pastor del Seor que debe cer-ciorarse de que haya entre los miembros de la Iglesia una sensa-cin de proteccin y seguridad espiritual.

  • Liahona Dic iembre De 2009 23

    Ella acept el consejo y durante varios aos fue cami-nando con sus hijos a seminario. Aquella promesa ya se ha cumplido: todos se casaron en el templo y su hijo es actualmente obispo del barrio.

    Tal vez uno de los dones ms grandes que se dan a un presidente de estaca sea el amor ms profundo y cada vez ms grande que siente por las personas a las que se le ha llamado a servir. Cuando recib el llamamiento de presidente de estaca, me asombr el extraordinario sen-timiento de preocupacin y de amor que me invadi por los miembros de la estaca, incluso por los que haban cometido transgresiones graves; empec a sentir gran empata y deseos de ayudarles. Esos sentimientos de amor se combinan siempre con el deseo de ayudar a los miembros a convertirse verdaderamente al Salvador y a Su evangelio. Haba prestado servicio muchos aos como consejero pero cuando tuve las llaves de la presidencia, los sentimientos se volvieron ms potentes y motivado-res. Pens entonces que quizs estuviera recibiendo en parte aquel don de amor al que se refiri Mormn en esta exhortacin: pedid al Padre con toda la energa de vuestros corazones, que seis llenos de este amor que l ha otorgado a todos los que son discpulos verdaderos de su Hijo Jesucristo (Moroni 7:48).

    Esa manera de sentir lleva al presidente de estaca a ex-tenderse hacia los dems, y entonces ocurren milagros. Un presidente de estaca de Amrica del Sur relat un ejemplo de la forma en que esa clase de amor lo llev a buscar a alguien que se haba perdido:

    Tuve la fuerte impresin de que deba buscar a un hermano que muchos aos antes haba sido uno de mis compaeros de misin; se haba casado y era menos activo en la Iglesia. Su cdula de miembro se hallaba en una unidad pequea, a ciento cincuenta kilmetros del centro de estaca. Me traslad all y habl con el presi-dente de la rama, quien me dijo que mi ex compaero de misin viva lejos, en el campo, y me explic cmo llegar hasta el pueblito. Despus de un rato, el camino asfaltado termin y empez uno de tierra; luego de recorrer muchos kilmetros ms, me di cuenta de que me haba perdido. Detuve el auto, a punto de darme por vencido; era un da de mucho calor y el coche no tena aire acondicionado; adems, el polvo de la ruta haca el viaje ms difcil para mi esposa y mis hijos. Entonces me arrodill en el camino y ped ayuda al Seor.

    Unas horas ms tarde, llegamos al pueblecito, encontr a mi compaero de misin y lo invit a volver a la Iglesia. l se activ y prest servicio en muchos cargos de lideraz-go; su hijo cumpli una misin honorable, y en la actua-lidad mi amigo y antiguo compaero es consejero en el obispado de su barrio.

    En este oficio hay poder. El Seor est con Sus pre-sidentes de estaca. Este relato es del presidente de una estaca en Ecuador: Observ que haba un hombre en la estaca que muchas veces tena aspecto de tristeza. Un da tuve la impresin de que deba visitarlo y sal de inme-diato en direccin a su casa. Hablamos, y l me dijo que estaba muy triste porque desde haca muchos aos no intercambiaba una palabra con su padre; me explic que ste era un hombre de carcter difcil y que haba cortado toda relacin con l. Le pregunt si le gustara resolver la situacin, a lo cual accedi. Fuimos hasta la casa del padre y detuve el auto enfrente; llam a la puerta y o una voz que preguntaba: Quin es?. El presidente de la estaca, hermano, le respond. l abri la puerta y me vio, y a su hijo junto a m. Los dos se abrazaron sin pronunciar pala-bra y empezaron a llorar. La situacin qued resuelta.

    En el mundo hay ms de dos mil ochocientos presiden-tes de estaca y, en muchos sentidos, son personas comu-nes, como ustedes y como yo, que estn esforzndose por su salvacin, igual que nosotros. Sin embargo, ellos han recibido un llamamiento extraordinario; se les han puesto las manos sobre la cabeza y se les han conferido llaves del sacerdocio.

    He conocido a cientos de presidentes de estaca; son hombres de xito e integridad en su vida personal y en su trabajo. Estn llenos de fe y tienen un deseo inquebranta-ble de complacer al Seor.

    Me he quedado en su casa, me he arrodillado con ellos para orar y he escuchado sus sinceras splicas al Padre Celestial; he sentido el poder del Seor sobre ellos. l los ama y les confiere dones espirituales.

    Cada uno de nosotros debe orar por el presidente de su estaca. Debemos apoyarlo y ayudarle, escucharlo y confiar en l. E Israel ser salvo y ser conducido por las llaves que he dado, para nunca ms ser confundido (D. y C. 35:25).

    NotA 1. Gordon B. Hinckley, El presidente de estaca, Liahona, julio de 2000,

    pgs. 6061.

  • De tu trono has bajaDo y la muerte conquistaDo. (Vase Himnos, n 130.)

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  • Liahona Dic iembre De 2009 25

    m e n s a j e D e L a s m a e s t r a s v i s i t a n t e s

    Nutramos a los dems por medio del servicio caritativo

    Ensee los pasajes de las Escrituras y las citas o, si fuera necesario, otro principio que

    bendecir a las hermanas que usted visite. D testimonio de la doctrina e invite a las personas a quienes ensee a compartir lo que hayan sentido y aprendido.

    Qu debo hacer para llegar a ser una persona caritativa y para tener ms compasin?

    Moroni 7:48: Pedid al Padre con toda la energa de vuestros corazo-nes, que seis llenos de este amor que l ha otorgado a todos los que son discpulos verdaderos de su Hijo Jesucristo.

    Presidente Dieter F. Uchtdorf, Segundo Consejero de la Primera Presidencia: Los discpulos de Cristo en todas las edades del mundo se han distinguido por su compasin Al final, el nmero de oraciones que hacemos contribuir a nuestra felicidad, pero el nmero de oracio-nes que contestemos ser aun de mayor importancia. Abramos los ojos y veamos los corazones abrumados,

    notemos la soledad y la desespe-racin; percibamos las silenciosas oraciones de las personas que nos rodean y seamos instrumentos en las manos del Seor para dar respuesta a esas oraciones (La felicidad es su legado, Liahona, noviembre de 2008, pgs. 119, 120).

    Barbara Thompson, Segunda Con-sejera de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro: Tenemos que [rescatar] desde lo ms profundo de [nuestro] ser todo aquello que sea de valor para que, como hijas de Dios, hagamos nuestra parte para edificar el reino de Dios. Tendremos ayuda para hacerlo. Como lo declar Jos: Si vi-ven de acuerdo con estos privilegios, no se podr impedir que los ngeles las acompaen.

    Llevemos las cargas las unas de las otras, lloremos con los que lloran, y consolemos a los que necesiten consuelo, y de ese modo cumplamos con el convenio que hemos hecho [vase Mosah 18:810] (Ya regoci-jemos, Liahona, noviembre de 2008, pg. 116).

    De qu manera puedo nutrir a los dems por medio del servicio caritativo?

    D. y C. 81:5: Socorre a los dbiles, levanta las manos cadas y fortalece las rodillas debilitadas.

    lder Russell M. Nelson, del Qu-rum de los Doce Apstoles: El Buen Pastor dijo: Apacienta mis corderos ( Juan 21:15). Es as que una mu-jer apacienta a sus seres queridos, proporcionndoles ayuda y apoyo

    tal como lo hara el Salvador. Su don divino la lleva a nutrir, a ayudar al joven, a velar por el pobre y a dar paz al apesadumbrado.

    El Seor dijo: Mi obra y mi gloria [es] llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre (Moiss 1:39). Entonces, Su devota discpula puede decir: Mi obra y mi gloria es ayudar a mis seres queridos a alcan-zar esa meta celestial.

    El ayudar a otro ser humano a lograr su potencial celestial es parte de la misin divina de la mujer. En su papel de madre, maestra o miembro de la Iglesia, ella modela la arcilla viviente conforme a sus esperanzas. En colaboracin con Dios, su divina misin es ayudar a los espritus a vivir y a las almas a levantarse. Tal es el propsito de su creacin, y se trata de un fin enno-blecedor, edificante y conducente a la exaltacin (El valor infinito de la mujer, Liahona, enero de 1990, pgs. 2223).

    Silvia H. Allred, Primera Consejera de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro: El Seor ha bendecido a las mujeres con atributos divinos de amor, compasin, bondad y caridad. A travs de nuestras visitas mensuales como maestras visitantes, tenemos el poder de bendecir a cada hermana al ofrecer nuestro amor y bondad y brindar los dones de com-pasin y caridad Es mi oracin que nos comprometamos a estar ms dedicadas a extender nuestros brazos de amor y compasin para bendecir, ayudar y fortalecernos las unas a las otras al llevar a cabo nuestras visitas de maestras visitantes con un corazn dispuesto y feliz (Apacienta mis ovejas, Liahona, noviembre de 2007, pgs. 113, 115).

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  • Liahona Dic iembre De 2009 27

    P o r e L L d e r r o b e r t c . o a k sFue miembro de los Setenta desde 2000 hasta 2009.

    Estas palabras del presidente David O. McKay (18731970) nos dan una perspectiva ms clara del tema: La reverencia es un respeto profundo mezclado con amor1. Esa perspectiva se ensancha con las palabras de una cancin de los nios:

    La reverencia es ms que estar quietos;es recordar al Seor,ver las bendiciones del Padre en los cielos;es un sentimiento de amor2.

    Las palabras esenciales relacionadas con la reverencia que se encuentran con ms fre-cuencia en las Escrituras son: respeto, amor y honor. Si utilizamos la misma norma, vemos que la reverencia indica una actividad del corazn y no simplemente la pasividad de la lengua.

    La reverencia es una parte integral de la adoracin al Seor. El lder Dallin H. Oaks, del Qurum de los Doce Apstoles, ense esto:

    La adoracin al Seor muchas veces incluye acciones, pero la verdadera forma de adorar implica una actitud mental particular.

    La actitud de adoracin provoca los senti-mientos ms profundos de fidelidad, vene-racin y admiracin; en ella se combinan el

    La adoracin por medio de la reverencIa

    amor y la reverencia en un estado de devo-cin que lleva a nuestro espritu ms cerca de Dios3.

    Ciertamente, el propsito principal de entrar en un lugar de adoracin es acercarse ms a Dios.

    Al estudiar la vida y las enseanzas de Jesucristo y obtener comprensin del extraor-dinario impacto de Su expiacin en nuestra vida, tanto terrenal como eterna, sentimos naturalmente que respondemos a ello con las emociones de respeto, amor y honor. Surgen entonces la obediencia al Evangelio y el ser-vicio cristiano como expresiones apropiadas de esas emociones; pero las manifestaciones de respeto, amor y honor son incompletas sin la reverencia.

    Al ir desarrollando la reverencia por Jesu-cristo, nos habilitamos mejor para modelar nuestra vida siguiendo Su ejemplo perfecto. Esa reverencia presenta muchas facetas, entre ellas la fe en que l vive, la confianza en Sus prometidas bendiciones y la obediencia a las normas del Evangelio; pero una de las ms importantes es el sentimiento de nuestro corazn: el respeto, el amor y el honor que sintamos hacia Dios. Los que respetamos, amamos y honramos al Seor no tomaremos nunca Su nombre en vano y nos disgustarn Ilus

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    La reverencia es mucho ms que la ausencia de ruido; la reverencia sincera consiste en la aten-cin para escuchar, en poner los pen-samientos en todo aquello que proviene de Dios y en los sen-timientos de respeto, amor y honor hacia nuestro Padre Celes-tial y hacia Su Hijo Jesucristo.

  • 28

    las bromas degradantes o triviales que se refieran a l. En cambio, alabamos y veneramos a nuestro Padre Celestial y a Aqul a quien adoramos como nuestro Seor y Salvador.

    En Levtico 19:30, el Seor

    da clara instruccin de lo que l espera en cuanto a la reverencia, cuando dice: Mis das de reposo guardaris, y mi santuario tendris en reveren-cia. Yo Jehov. El respeto que demostremos hacia Sus templos y capillas es una forma de reflejar la reverencia que sentimos por l en nuestro corazn. El grado de respeto, amor y honor al Seor que sintamos se refleja di-rectamente en la reverencia que demostremos en nuestra actitud y decoro.

    Las bendiciones de la reverenciaEn 1836, al orar en la dedicacin del Templo de

    Kirtland, el profeta Jos Smith proporcion un concepto interesante sobre la reverencia cuando or suplicando que los arrepentidos pudieran volver y que les fueran restauradas las bendiciones que t has decretado que se derramen sobre los que te reverencien en tu casa (D. y C. 109:21). La oracin del Profeta describe cules pueden ser esas bendiciones que se reciban por ser reve-rente: palabras de sabidura, la plenitud del Espritu Santo, gracia ante el Seor, el poder de Dios y el perdn (vanse los versculos 14, 15, 21, 22, 34). En verdad, las recompen-sas de ser reverentes son muy grandes.

    Generalmente, la mayor parte de lo que hablamos en

    la Iglesia sobre la reverencia se concentra en el hecho de guardar silencio en los lugares de adoracin, ponien-do nfasis especialmente en hacer que los nios perma-nezcan callados. Ciertamen-te, el silencio es parte de la reverencia, pero el significado profundo y completo del concepto de ser reverentes abarca mucho ms que la au-sencia de ruido y conmocin. El silencio no necesariamente equivale a reverencia.

    Nuestras capillas son principalmente casas de adoracin en las que pode-

    mos sentarnos en silencio durante la msica del preludio y reflexionar sobre la belleza del Evangelio restaurado, preparar el corazn y el intelecto para la Santa Cena y meditar sobre la majestad de nuestro Padre Celestial y la magnificencia de la expiacin del Salvador. Qu lugar podra ser mejor para considerar asuntos tan sagrados y trascendentales? Esas manifestaciones de nuestra forma de adorar al Seor irn naturalmente acompaadas de una actitud de reverencia.

    Las oportunidades de adoracin mencionadas son fundamentales para fortalecer nuestra fe y proporcionan un medio por el cual el espritu de testimonio y revelacin puede fluir a nuestra alma. Un da de reposo, sentado durante el preludio de la reunin sacramental, tuve una demostracin impresionante de esta realidad: Mi esposa y yo habamos estado buscando direccin espiritual en cuanto a un asunto que nos preocupaba; afortunadamen-te, recibimos la respuesta por medio del himno que se haba elegido para el preludio, y durante la dulce meloda del preludio el Espritu nos indic claramente el curso que debamos seguir. Pero, lamentablemente, antes de que terminara el himno, alguien que estaba sentado cerca se inclin y empez a hablarme; el Espritu se alej de

    Los sentimientos de nuestro corazn son una faceta importante de la reverencia: el respeto, el amor y el honor hacia Dios.

  • Liahona Dic iembre De 2009 29

    inmediato y aquel tesoro de revelacin se vio disminuido por la falta de reverencia.

    Gracias a aquella expe-riencia obtuve un aprecio especial por la santidad de un momento sereno de preludio. El presidente Boyd K. Packer, Presidente del Qurum de los Doce Apstoles, recalc esta verdad cuando dijo: La irreve-rencia satisface los propsitos del adversario al obstruir los delicados canales de revela-cin tanto de la mente como del espritu4.

    Preparativos para ser reverentes

    Los preparativos para ser reverentes no son complicados; en lugar de permitir que nuestros pensamientos vaguen hacia los aspectos mundanos de la vida, al estar en lugares y momentos de reverencia debemos disciplinarnos a fin de pensar en todo lo que proviene de Dios: en la majestad de la Expiacin, en la familia eterna y en la restauracin del Evan-gelio en su plenitud. Eso incluye tambin el disciplinar nues-tra conducta para que refleje las actitudes de respeto, amor y honor; implica, adems, que nos vistamos modestamente con nuestra mejor ropa, evitando las modas extremadamen-te frvolas que estn al da, as como las conversaciones en voz alta y el comportamiento bullicioso en el edificio de la Iglesia. Y cuando estemos en la capilla, debemos procurar que nuestro silencio tenga un nivel de sosiego y concentra-cin, especialmente durante la Santa Cena.

    El deseo de ser reverentes nos llevar a prepararnos de antemano si pensamos que tendremos que salir de la reu-nin por algn motivo, y a sentarnos en la parte de atrs, cerca de la puerta, para salir silenciosamente. El hecho de salir durante un servicio, particularmente en medio de un discurso o de otra presentacin, distrae al discursante y a los que estn sentados cerca de nosotros. Por respeto a

    los dems, as como al Seor, debemos evitar esos movi-mientos inoportunos.

    Muchas veces relaciona-mos la reverencia de una congregacin con la conduc-ta de los nios presentes. Es cierto que los nios peque-os pueden presentar dificul-

    tades para mantenerla, pero la primera regla con respecto a ellos es llevarlos a la iglesia! Se les puede ensear, se les puede sacar por un momento y volver a llevarlos a la reunin; y para esa enseanza, es mejor reducir el nme-ro de instrumentos que se lleven, tales como juguetes y alimentos. Las congregaciones de Santos de los ltimos Das son generalmente bendecidas con un considerable nmero de nios y jvenes, y debemos estar agradecidos por eso. Ellos son el futuro de la Iglesia.

    La reverencia sincera es una parte importante de nues-tra adoracin al Padre Celestial y al Seor. Que en todos los pensamientos y actividades de nuestra vida diaria podamos evitar cualquier cosa que indique una falta de reverencia hacia Ellos. Que en todas nuestras acciones de adoracin procuremos expandir y profundizar nuestros sentimientos de respeto, amor y honor hacia nuestro Padre Celestial y Su Hijo Jesucristo. Esos sentimientos son las seales de un carcter verdaderamente cristiano. NotAS 1. David O. McKay, en Conference Report, abril de 1967, pg. 86. 2. La reverencia es amor, Liahona, Seccin para los nios,

    febrero de 1992, pg. 5. 3. Dallin H. Oaks, Pure in Heart [Pureza de corazn], 1988, pg. 125. 4. Boyd K. Packer, La reverencia inspira la revelacin, Liahona,

    enero de 1992, pg. 24.

    Cuando estemos en lugares y momentos de reverencia, debemos disciplinarnos a fin de pensar en todo lo que proviene de Dios.

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    Por qu a m?

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    Por qu a m? Por qu ahora? Acababa de regresar de una competencia en un importante espectculo ecuestre que tuvo lugar en California y me encon-traba en el punto ms alto de mis habilidades hpicas en salto con caballos de caza; me mantena ocupada con los estudios, las clases de piano y las Abejitas. Estaba hacien-do todo lo que se me haba enseado y pensaba que mi vida era lo ms perfecta que poda ser. Entonces todo cambi.

    La pruebaMe diagnosticaron leucemia linfoblstica aguda y me

    encontr de pronto en una cama de hospital, demasiado enferma hasta para abrir los ojos. Cuando enferm, haca apenas cuatro aos que mi mam haba muerto de un cncer similar. Me sometan a intensa quimioterapia para librarme del cncer, y los mdicos afirmaban que tendra que someterme a ese tratamiento durante dos aos y me-dio a fin de asegurarnos de que quedara totalmente libre de la enfermedad. No me era posible entender por qu me suceda eso a m y por qu en aquel preciso momento.

    Poco despus supe que el diagnstico de cncer no era el nico desafo que enfrentaba: Una de las drogas para tratar la leucemia era un esteroide que se daba en dosis extremadamente altas; es muy eficaz para matar las clulas cancerosas pero presenta un pequeo riesgo de provocar necrosis vascular (una condicin que destruye los huesos cercanos a las articulaciones), particularmente en joven-citas adolescentes. Mis mdicos pensaron que, por tener doce aos, yo era demasiado joven para que eso sucedie-ra. No obstante, antes de que se cumpliera un mes desde que haba empezado la quimioterapia, los esteroides me destruyeron la mayora de las articulaciones principales

    y partes de la columna vertebral; el dolor era constante. Cuatro meses despus de haberme diagnosticado leuce-mia, me somet a una ciruga de cadera con el objeto de empezar a reparar el dao causado por los esteroides y de aliviarme un poco el dolor. La operacin quirrgica no dio el buen resultado que esperaba, y el traumatlogo que me trataba me dijo que probablemente nunca ms podra montar a caballo. De pronto, vi desvanecerse el futuro que haba planeado.

    Era una alumna aplicada y me gustaba mucho la es-cuela, pero no poda asistir ni tampoco salir entre la gente porque la quimioterapia me haba destruido el sistema inmunolgico. En cambio, tuve que quedarme en casa; mi madrastra me acompaaba. Al llegar a ese punto, pensaba que ya todo estaba muy mal, pero la situacin empeor.

    Seis meses despus de la ciruga, tuve que someterme a otra operacin quirrgica de la cadera, porque la primera no haba dado resultado; estaba en silla de ruedas, pues el caminar me provocaba un intenso dolor. Ya tena la seguridad de que no volvera a andar a caballo otra vez, y ahora lo que me preocupaba era si siquiera podra volver a caminar. El vivir enferma, en constante dolor y confinada a una silla de ruedas me resultaba totalmente opuesto a la vida divertida que hubiera querido tener.

    Las oracionesOraba a mi Padre Celestial y saba que muchas otras

    personas estaban tambin orando por m. A travs de to-das mis pruebas, or pidiendo ser sanada, que se me res-tauraran las articulaciones y que no tuviera que pasar por el resto de la quimioterapia; pero pens que mis oraciones no eran contestadas, porque todava tena que ir todas las semanas al Centro Mdico Peditrico de la Primaria para

  • La adversidad me ense a no preocuparme de esa pregunta ni de ningn otro asunto que no tenga verdadera importancia.

  • 32

    ms quimioterapia; todava tena mucho dolor; todava estaba atada a la silla de ruedas. Hubo un momento en el que empec a pensar que mis padres estaban locos por creer en un Dios que ni siquiera escuchaba a una pobre nia enferma.

    Aos antes haba pasado por una prueba similar de mi fe cuando or para que mi mam mejorara; tena que recibir oxgeno continuamente y estaba tan dbil que no poda siquiera caminar por la casa. Or y tuve esperanza, y or ms pidiendo al Seor que la sanara milagrosamen-te; sin embargo, no fue as. Despus de que ella muri, aprend que podemos orar todo lo que queramos pidien-do lo que deseamos, pero que, para que nuestras oracio-nes reciban respuesta, debemos orar pidiendo lo que sea justo, suplicando que se haga la voluntad del Seor.

    Cuando record aquella leccin, cambi mis oracio-nes de: Te suplico que me sanes a: Padre Celestial, de todo corazn quisiera que terminaran estas prue-bas, pero aceptar Tu voluntad. Tan pronto como las cambi, me di cuenta de que me era posible soportar ms fcilmente la quimioterapia y mi actitud mejor. Aquello fue el principio de las bendiciones y de las respuestas que recib a mis oraciones y dudas.

    Mi padre y mi abuelo me dieron muchas bendi-ciones del sacer-docio; siempre que tena que someterme a una operacin,

    les peda una, y la bendicin contribua a que tanto yo como mi familia nos sintiramos tranquilos sobre la intervencin. Una vez en que la fiebre me haba subido mucho y que tuvimos que ir al hospital, antes de salir recib una bendicin de mi pap y un vecino; cuando llegamos a la entrada de Urgencias, la temperatura me haba bajado y no tuve que pasar la noche all. S que el poder del sacerdocio es un don de nuestro amoroso Padre Celestial.

    Las leccionesUn momento que siempre se destacar en mi memoria

    fue el del da en que regres a casa del hospital, despus de que me diagnosticaron la leucemia. Las hermanas de las Mujeres Jvenes y de la Sociedad de Socorro haban cambiado todas mis cosas de mi dormitorio a un cuarto de la planta baja para que estuviera ms cerca de mis padres y no me fuera necesario subir ni bajar las escaleras; adems, haban limpiado y decorado el cuarto, tratando de que fuera un lugar muy agradable para m mientras es-tuviera enferma. Mi familia recibi tambin muchos otros servicios. Al principio, me era difcil aceptarlo; cuando la gente haca algo por m, aquello me haca pensar que no poda hacer nada por m misma. Sin embargo, poco despus aprend que estaba bien pedir ayuda; y al empezar a sentirme mejor, comenc a buscar oportuni-dades de prestar servicio a otras per-sonas. Ahora trato

  • Liahona Dic iembre De 2009 33

    de hacerlo en todo lo que me sea posible y tengo un sentimiento agradable cuando lo hago; adems, he llegado a la conclusin de que cuando dejo que los dems me presten un servicio, les doy a ellos la oportunidad de tener ese mismo sentimiento.

    Por haber estado tan cerca de la muerte, he aprendido a pensar ms en el futuro y en las opciones que se me presentan. En la escuela oa a otras chicas quejarse de que ese da no haban podido arreglarse bien el pelo; y yo, sentada en mi silla de ruedas y usando una peluca, pensaba: Por lo menos ustedes tienen pelo! Se quejaban tambin de que les dolan los pies por caminar con zapatos de tacn altos; y yo pensaba: Al menos ustedes pueden caminar. Ahora trato de concentrarme ms en el panorama general de mi vida en lugar de en los pequeos detalles que me preocupaban antes.

    A lo largo de los aos, he aprendido muchas otras lecciones a travs de las bendiciones por tener leuce-mia y de las complicaciones de la quimioterapia. Me he

    acercado ms a mi Padre Celestial; mi testimonio ha aumentado y he aprendido algo realmente impor-tante: he aprendido a apreciar y agradecer todos los pequeos actos de servicio que la gente hace por m. Actualmente la enfermedad est en remisin, tengo menos dolores y gradualmente voy recobrando algo del uso de mis articulaciones. Mientras sigo mejorando y sanan-do, las bendiciones y las expe-riencias de aprendizaje continan presentndose.

    As que Por qu me pasa a m? y Por qu ahora? son preguntas que ya no hago, pues he crecido espiritualmente durante mis prue-bas; he descubierto quin soy en verdad, porque el Seor me am lo bastante para dejarme experimentar la adversidad y las bendiciones que la acompaan.

    Nota: La enfermedad de Elizabeth est en remisin y ella acaba de pasar su tercer aniversario tras haber suspendido la quimioterapia. Las articulaciones le estn sanando y ya no est en silla de ruedas. Aunque todava corre el riesgo de una recada, no piensa en ello sino que, en cambio, como estudiante universitaria de primer ao, se concentra en estudiar para los exmenes y en practicar el oboe y la trompa.

    UNA GUA Por ENtrE LAS torMENtAS DE LA VIDAEn ocasiones el Seor permite que tengamos pruebas a fin de que nos transformemos en

    siervos productivos Su ojo que todo lo ve est sobre nosotros y siempre nos observa, ya que l es nuestro Padre Celestial Eterno. Cuando vengan las pruebas y de seguro que todos ten-dremos pruebas durante nuestra vida terrenal, no nos hundamos en el abismo de la auto conmiseracin, sino recordemos quin est al timn; recor-demos que l est ah para guiarnos por entre las tormentas de la vida.Presidente James E. Faust (19202007), Segundo Consejero de la Primera Presiden-cia, No temis, Liahona, octubre de 2002, pg. 5.

    Elizabeth toc el oboe en marzo de este ao, durante la reunin general de las Mujeres Jvenes (que se puede ver en www.generalconference.lds.org).

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    Preguntas y respuestas

    Mis padres no son miembros

    de la Iglesia. Cmo puedo

    compartir el Evangelio con ellos

    sin ofenderlos?

    recuerda el mandamiento: Honra a tu padre y a tu madre (xodo 20:12). Al mismo tiempo que respetes sus deseos, procura traer el Evangelio a tu hogar. Por ejemplo, podras pedirle a tus padres que te ayuden con el Progreso Personal o con Mi deber a Dios, a fin de que se enteren de los buenos programas que tiene la Iglesia. Podras invitar a amigos de la Iglesia a tu hogar y hablar con ellos acerca del Evangelio; esto podra dar pie a que tus padres te pregunten acerca de tus creencias. Por encima de todo, diles a tus padres lo agradecido que te sientes por ellos y por el Evangelio.

    Cuando sientas que es el momento propicio, con espritu de oracin y sin presionarlos, invita a tus padres a orar contigo, a asistir a las reuniones o a una actividad de la Iglesia, o a efectuar la noche de hogar, por ejemplo. Si no desean hacerlo, respeta su postura. Si no estn preparados para recibir el Evangelio en estos momentos, podran estarlo en el futuro. Ora y mantn la esperanza de que llegue ese da.

    Esfurzate siempre por reconocer las virtudes de tus padres. Si los amas, la puerta de la oportunidad permanecer abierta. Procura vivir el Evangelio lo mejor que puedas. Es posible que tus padres se inte-resen ms al ver tu buen ejemplo y la forma en que el Evangelio te bendice.

    Utiliza los psteres de LiahonaAntes de mi bautismo en 2006, haba estado asistiendo a otra iglesia a la que mis padres pertenecan. Al principio tena miedo de hablar acerca de la Iglesia a mi familia porque tena