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Bogotá
CASA DEL LIBRO H.RAJUL CIA LTD CONTEMPORANEA FRANCESA LA GRAN COLOMBIA INVERSIONES ALPIE DE LA LETRA LERNER NORTE LERNER LTD MEGATIENDAS S.A. MUNDIAL NORTE MUNDIAL NORMA RAMOS POPOL VHU-PULlDO CASA DE POESIA SILVA SOTA DE BASTOS PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA CENTRAL- HANS B. UNGAR EL ALEPH LIBROS BIBLOS L1BRERfA CAJA DE HERRAMIENTAS Suc- Bavaria CAJA DE HERRAMIENTAS ALEJANDRIA LIBROS NACIONAL
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EDICIONES EL PRADO ALEGRIA DE LEER FUNDACION MUJER y FUTURO
Distribuye: Siglo del Hombre Editores Carrera 32 No. 25-46 Tels. 3377700 3377666 fax 3377665 Santafé de Bogotá D.C. - Colombia
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Puclicación especializada editada por: Grupo Mujer y Sociedad de la Universidad Nacional de Colombia. Corporación Casa de la Mujer, Bogotá Fundación Promujer.
Coordinación Editorial: Florence Thomas Patricia Prieto Juanita Barreto Gama Norma Enriquez María Eugenia Sanchez Gómez Margarita Escobar De Andreis
Consejo Editorial Juanita Barreto, Maria Elvia Domínguez, Guiomar Dueñas, Margarita Escobar, Beatriz García, Maria Cecilia González, Patricia Jaramillo, Marta López, Patricia Prieto, Xatlí Murillo-Sencial, Yolanda Puyana, Maria Eugenia Sánchez, Circe Urania Sencial , Florence Thomas, Angela Robledo, Lya Yaneth Fuentes, Maria Hlmelda Ramírez, Norma Enriquez.
Diseño y Diagramación: Fernando Pieschacón
Fotografía María Esther Galvis
Impresión: Siglo XXi, Impresores, LTDA
Coordinación administíativa, circulación, suscripciones y publicidad: Xatlí Murillo-Sencial , Carrera 6 # 58 -49 of. 204 Tels. 2 496 304 - 2 492 854 Fax: 2 115 723 Santafé de Bogotá, Colombia.
Distribuído en Colombia por Siglo del Hombre Carrera 32 # 25-46 Tel: 3 377 700
Los artículos de esta revista pueden re- . producirse citando la fuente. Su contenido es responsabilidad de sus autoras.
Tarifa Postal Reducida No. 830
ISSN: 0122 - 9613.
Conten.ido Rteh;atdtendlo §;a¡]bllelF<es
Espacio y diferenciación de género Maria Inés Garc ía Canal ______________ _
Andamios para un nueva ciudad
7
Rossana Reguillo ________________ 1 7 El género y el desorden en 5antafé Colonial (1 750-1810) Maria Himelda Ramírez _______________ 26
Las mujeres y los lugares del morar Beatriz García Moreno _______________ 38
Ni sólo campesinas , ni sólo citadinas Yolanda Puyana Villamizar ______________ 50
Mujer y medio ambiente Gloria Patricia Zuluaga S. ______________ 62
Bogotá en la escritura de las mujeres Angela I Robledo ________________ 74
§uelñlos ][Hll,'átg(elnlteS y sLm!bolos
La Mujer Urbana a través del lente de María Esther 6alvis Notas de una charla con Beatriz Garcia Moreno. _________ 83 De ciudades y personas Nayibe Peña Frade ________________ 86
Hab ita r Florence Thomas ________________ 92 Poemas Malú ____________________ 97
Doss~(elr
Las mujeres y el hábitat Marisol Dalmazzo Peillard _____________ 103
La escuela y la ciudad Imelda Arana Sáenz _______________ 109
Una ciudad que vigila Nohema E. Hernández Guevara ____________ 116 Ciudad, desequilibrios sociales y desplazamiento forzoso Xatll Murillo-Sencial _______________ 1 20
Orónic;als y lEnltlF<ev~slt<clls
Luz Amorocho. Pionera de las arquitectas colombianas Converzación con Circe Sencial ____________ 1 31
NoltÚ.d.as (en oltlr;a\s p "lltat!blr,clls ________ 137
Las mlUljtelrtes y llos UlblrúS
Reseñas __________________ 1 23
Bibliografía : Mujer y ciudad Lya Yaneth Fuentes ________________ 159
Esta edición fue posible gracias a la Dirección Nacional de Equidad para las Mujeres y al Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)
Hasta no hace muchos años, por lo menos en Colombia, las mujeres conformaban en las ciudades una constelación de trabajadoras invisibles, ocultas dentro de las casas, asignadas a las labores domésticas, a los oficios innumerables. Tanto era así -y además continúa en buena medida ocurriendo así- que con demasiada frecuencia las mujeres respondían no trabajo, sayama de casa cuando se les preguntaba por sus obligaciones.
Quizás en nuestro caso bastaría observar con un mínimo detenimiento las fotografías de calles y espacios públicos de ciudades como Bogotá, Medellín, Cali o Barranquilla, hace 50 años, para ver tales sitios poblados casi exclusivamente por hombres. Con la excepción, eso sí, de los cafés y cantinas atendidas por meseras o trabajadoras sexuales.
Entonces también eran limitadas al extremo las posibilidades de acceso de las mujeres a la educación superior, y las universidades estaban convertidas en exclusivo refugio de la inteligencia masculina. Incluso, cuando se planteó más en serio y de forma más consistente la necesidad y el derecho de las mujeres a la educación superior, la primera respuesta consistió en especies de escuelas de dudoso nivel académico, posteriores a la secundaria, donde se enseñaba a las mujeres aquellas artes indispensables para atender una casa y responder por una familia, con frecuencia orientadas por monjas. Pocos años después aparecieron las carreras femeninas, aquellas más cercanas a los oficios tradicionalmente adjudicados a las mujeres, más allegadas a las labores de asistencia social y unidas extrañamente al concepto machista de feminidad y quizás emparentadas en el fondo con la creencia de que la capacidad mental de las mujeres resultaba inferior a la de los señores, por lo que había que tener ciertas consideraciones.
Sin embargo el mundo cambió tan rápido en todos los órdenes, en comparación con el ritmo de los cambios en épocas anteriores, que la contundencia y la presencia de nuevos valores, entre los cuales fueron decisivas las luchas y contrapropuestas de los movimientos de mujeres en el mundo occidental, que estas fueron saliendo de 'la oscuridad de sus obligaciones domésticas a la contundencia de los espacios públicos -físicos y políticos- de tal manera que hoy resultan escasas las instancias académicas, sociales, laborales y políticas que les resulten ajenas. Se visibilizaron las mujeres en los espacios del afuera.
Las calles de nuestras ciudades, y obviamente de todas las ciudades, se ven atestadas ahora de hombres y de mujeres, a la par en apariencia pero aún en grandes desventajas frente a la aplicación de la ley y al reconocimiento y valoraciones de sus diferen-
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cias existenciales en cuanto constructoras y habitantes de ciudades.
De hecho hoy, las mujeres seguimos siendo discriminadas en todos los espacios. En los que nos han sido gentilmente adjudicados culturalmente y en los que hemos conquistado a pesar del rechazo y del escándalo. Ahora las mujeres sobrellevamos las dobles y triples jornadas, a manera de costo adicional; seguimos casi exclusivamente cargando con la responsabilidad de la educación en familia y de la formación de los hijos e hijas; nos convertimos en jefas de hogar cuando los hombres salen despavoridos, y sobre todo, en este país y en nuestras ciudades, conformamos ahora el ejército lastimero de desempleadas y desplazadas por la violencia.
Salimos de la oscuridad de las cuatro paredes, del confinamiento cultural, de la imposición del silencio, llenamos las calles y aparecimos en los espacios públicos que nos eran vedados antes, reclamamos y obtuvimos a brazo partido derechos y reconocimientos, pero muchas de nosotras parecen haber accedido a nuevos dolores y preocupaciones, sin compensaciones.
Como que apenas las ciudades se han enterado de la presencia de las mujeres, de su contundencia y parecería que les quieren cobran con nuevas argucias cada centímetro.
Este No.S de la Revista "EN OTRAS PALABRAS .. " ha querido centrarse en el encuentro de las mujeres con la ciudad; preguntarse cómo las mujeres viven la ciudad y cómo la ciudad ha pensado y piensa las mujeres - si las piensa - ; qué ha significado la transición del campo a la ciudad para miles de mujeres y sus famjlias, el desplazamiento forzoso, el aprendizaje de nuevos espacios desconocidos por ellas y de nuevas prácticas de si generadas por la vivencia cotidiana de experiencias ciudadanas en contextos de empobrecimiento creciente y de múltiples violencias tanto políticas como sociales e intrafamiliares.
Las mujeres, cuando esperan a un hijo o una hija, son habitadas, son claustros vivos, albergan, abrigan y protegen con una generosidad sin limite. Sin embargo ellas todavía tienen muchas dificultades para sentirse ciudadanas de tiempo completo, sujetas habitantes con derechos propios y desde imaginarios que las signifiquen verdaderamente.
En fin la ciudad y sus espacios plantea múltiples preguntas a las mujeres, al menos de que sean las mujeres de este fin de siglo que cuestionen a la ciudad y su lógica tan excluyente y patriarcal.