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REVISTA “Literar” es un compendio de ideas, opiniones y consejos relacionados al ambiente cultural (vasado en el derecho de libre expresión, art 14 de la constitución nacional Argentina), en ningún modo la “Revista” asevera o confirma ningún contenido de la misma, la “Revista Literar” es un panfleto que solo difunde los contenidos culturales como opiniones de sus autores y estos no necesariamente reflejan la opinión de “Literar” o pasan por un proceso de verificación o censura. Las imágenes solo tienen un fin ilustrativo y pueden no corresponder a la realidad. “Literar” NO COBRA por publicidad u otro servicio ni persigue fines de lucro… AGOSTO 2013 LITERAR R

Literar agosto 2013

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Revista digital gratuita sobre el ambiente literario y cultura en general.

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REVISTA

“Literar” es un compendio de ideas, opiniones y consejos relacionados al ambiente cultural (vasado en el derecho de libre expresión, art 14 de la constitución nacional Argentina), en ningún modo la “Revista” asevera o confirma ningún contenido de la misma, la “Revista Literar” es un panfleto que solo difunde los contenidos culturales como opiniones de sus autores y estos no necesariamente reflejan la opinión de “Literar” o pasan por

un proceso de verificación o censura. Las imágenes solo tienen un fin ilustrativo y pueden no corresponder a la realidad. “Literar” NO COBRA por publicidad u otro servicio ni persigue fines de lucro…

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LITERARR

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Encuentra tu arte… ILUMINATE con LITERAR

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Encuentra tu arte… ILUMINATE con LITERAR

PROYECTO LITERAR

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Autores celebres Henri Beyle (Stendhal)-----------------pág. 6

Autores celebres Leopoldo Lugones---------------------pág. 10

Mentiras Forzadas-------------------------------------------pág. 16

La frase del mes --------------------------------------------pág. 22

Reseña “El espíritu del lince”----------------------------pág. 24

Rubén Darío Callejas--------------------------------------pág. 26

Reseña “La reina blanca”--------------------------------pág. 28

Reseña “La palabra se hizo carne”---------------------pág. 34

Ciencia Ficción con Vicente Hernándiz---------------pág. 36

“Yo fui colimba” por Domingo Sanchez---------------pág. 38

ÍNDICE

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R LITERAR

ÍNDICE

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Sección - Autores celebres!! Henri Beyle (Stendhal)...

Philibert Lescale.

Conocía superficial-mente a aquel M. Les-cale de seis pies de es-tatura; era uno de los hombres de negocios

más ricos de París: tenía una facto-ría en Marseille y varios buques en el mar. Acaba de morir. No era un hombre taciturno, pero si pronun-ciaba diez palabras al día era casi de milagro. Pese a eso le gustaba la ale-gría y hacía todo lo necesario para que lo invitáramos a las cenas que habíamos establecido los sábados y que celebrábamos casi en secreto. Tenía olfato comercial y yo lo habría consultado si se me hubiera presen-tado algún negocio dudoso. Al morir me hizo el honor de escri-birme una carta de tres líneas. Se interesaba en ella por un joven que

no llevaba su apellido. Se llamaba Philibert. Su padre le había dicho: -Haz lo que te venga en gana, no me importa: cuando cometas tonterías yo ya estaré muerto. Tienes dos her-manos; dejaré mi fortuna al menos torpe de los tres; a los otros dos les dejaré cien luises de renta. Philibert había recibido todos los premios en el colegio pero lo cierto es que, al salir de éste, no sabía abso-lutamente nada. Después fue húsar por tres años y realizó dos viajes a América. Cuando realizó el segun-do de éstos, se decía enamorado de una cantante que parecía una pícara empedernida, capaz de inducir a su amante a contraer deudas, a hacer

falsificaciones y más tarde incluso a cometer algún lindo delito que lo conduciría directamente a los tribu-nales. Así se lo dije al padre. El señor Lescale mandó llamar a Philibert, al que no había visto des-de hacía dos meses. -Si estás dispuesto a abandonar París y a viajar a Nueva Orléans -le dijo-, te daré quince mil francos que sólo recibirás a bordo del barco en el que trabajarás como sobrecargo. El joven se marchó y se arreglaron para que su estancia en América du-rara más que su etapa de pasión. Fue requerido por la noticia de la muerte de aquel pobre Lescale, que decía tener sesenta y cinco años

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Biografía

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Sección - Autores celebres!! Henri Beyle (Stendhal)...

Henri Beyle (Grenoble, 23 de enero de 1783 – París, 23 de marzo de 1842), más co-nocido por su seudónimo Stendhal, fue un escritor francés del siglo XIX.Valorado por su agudo aná-lisis de la psicología de sus personajes y la concisión de su estilo, es considerado uno

de los primeros y más importantes literatos del Realismo. Es conocido sobre todo por sus novelas Rojo y negro (Le Rou-ge et le Noir, 1830) y La cartuja de Parma (La chartreuse de Parme, 1839).

Henri Beyle utilizó diferentes seudónimos para firmar sus es-critos, siendo Stendhal el más conocido de ellos. Existen dos hipótesis verosímiles sobre el origen del seudónimo: la más aceptada es que tomara el seudónimo de la ciudad alemana de Stendal, lugar de nacimiento de Johann Joachim Winc-kelmann, fundador de la arqueología moderna y al que ad-miraba. Una segunda hipótesis es que el seudónimo sea un anagrama de Shetland, unas islas que Stendhal conoció y que le dejaron una profunda impresión.

FamiliaNacido Marie-Henri Beyle en una familia burguesa, su pa-dre Chérubin Beyle era abogado en la Audiencia Provincial. Quedó huérfano de madre cuando contaba sólo con siete años. Su padre, que se encargó junto a su tía de su educación, fue encarcelado en 1794 durante el Terror por su defensa de la monarquía. También mantuvo un fuerte trato con su abuelo materno, Henry Gagnon, médico de profesión, al que admiraba profundamente, y al que en alguna de sus obras llamará “padre”.

EstudiosEstudió desde 1796 en la Escuela Central de Grenoble y lo-

cuando en realidad tenía setenta y nueve. En su testamento, reconocía a su hijo y le dejaba cua-renta mil libras de renta; además, si vendiera to-das sus propiedades y se quedara completamente arruinado, uno de los amigos de Lescale le abona-ría doscientos francos todos los primeros de mes, y trescientos francos si se encontrara en la cárcel por deudas. Philibert vino a verme; se mostraba muy conmovi-do y cuando me pidió consejo le dije: -Permanezca en París pero con la condición de que se adscriba a la oposición legitimista y hable mal del gobierno, sea el que sea. Tome bajo su pro-tección a una cantante de la Ópera y trate de no arruinarse sino a medias; si hace usted todo eso, continuaré viéndolo y dentro de ocho años, cuan-do tenga usted treinta y dos, será sensato. -Lo seré desde hoy mismo, al menos en un senti-do -me respondió-. Le doy mi palabra de honor de que no gastaré más de cuarenta mil francos al año. Pero, ¿por qué adscribirme a la oposición? -Porque el papel es más brillante y además convie-ne más a quién no tiene nada que solicitar. * * * Esta historia no es gran cosa, pero he querido es-cribirla porque es auténticamente cierta. Philibert cometió bastantes tonterías, pero en el fondo si-guió mis consejos. El primer año despilfarró sesen-ta mil francos, pero está tan avergonzado que creo que este año no pasará de dos mil francos al mes. Por propia iniciativa, se ha puesto a aprender la-tín y matemáticas; tiene la pretensión de navegar algún día en un barco que sea suyo, volver a ver América y conocer las Indias. En resumen, pese a su inesperada fortuna, puede llegar a ser un hom-

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gró unas altas calificaciones en matemáticas. En 1799 fue a París con la idea de estudiar en la Escuela Politécnica, pero enfermó y no pudo ingresar. Obtuvo un trabajo en el Ministerio de Defensa, en el que ya trabajaba su primo Pierre Daru.

Entrada en el ejércitoAl año siguiente viajó a Italia como subteniente de drago-nes, acompañando a la retaguardia del ejército comanda-do por Napoleón. Su estancia en Italia le permitió conocer la música de Domenico Cimarosa y Gioacchino Rossini (del que escribió una célebre biografía, Vida de Rossini), además de las obras de Vittorio Alfieri. En 1801 partici-pó en la campaña de Italia con las tropas napoleónicas, sirviendo en el Estado Mayor del general Claude Ignace François Michaud como ayudante de campo.En esos años, Stendhal entra en contacto con los intelec-tuales de la revista Il Conciliatore, y se acerca a las expe-riencias románticas.

Abandono del ejércitoPlaca en la casa en que se alojó Stendhal en 1812 en el centro de VilnaEn 1802 deja el ejército, pasando a trabajar como funcio-nario de la administración imperial en Alemania, Austria y Rusia, pero sin participar en las batallas del ejército na-poleónico. Ese mismo año pasa a ser amante de Madame Rebuffel, primera de la decena de amantes que tuvo (de las que se conocen nombre y apellidos).Fue a vivir a Milán en 1815, y dos años después publicó Roma, Nápoles y Florencia, toda una declaración de su amor por Italia, y donde se describe el llamado síndrome de Stendhal, que es una especie de éxtasis y mareo que se produce al contemplar una acumulación de arte y belleza en muy poco espacio y tiempo. Stendhal lo experimentó al contemplar la basílica de Santa Croce de Florencia.Ese mismo año viajó a Roma, Nápoles, Grenoble, París, y por primera vez a Londres. En 1821 realizó un segundo viaje a Inglaterra para recuperarse de unos reveses amo-rosos, e hizo un tercero en 1826, también debido a proble-mas espirituales de la víscera rosa. Los años siguientes los dedicó prácticamente todos a un vagabundeo por Europa.De nuevo en Italia, fue expulsado bajo la acusación de es-pionaje, y tuvo que regresar a París. Allí empezó a trabajar en un periódico, desde el que pudo “diseñar” su programa esencialmente romántico, caracterizado y mejorado con el reconocimiento de la historia como parte esencial de la literatura.

Viajó al sur de Francia en 1830, y en 1831 a Trieste. De 1832 a 1836 fue destinado como vicecónsul de Francia en Civitavecchia, puerto de los Estados Pontificios cercano a Roma. Dos años después fue a París y a Lyon. A finales de

bre muy distinguido y creo que pondrá muy buena cara cuando lea esto. Le he dado algunos pequeños consejos que han resulta-do positivos. Vive en una de las calles más recónditas del barrio de Saint-Germain y es muy estimado por lo porte-ros de su distrito. Gasta cincuenta luises en limosnas; sólo tiene tres caballos, aunque ha ido personalmente a Ingla-terra a buscarlos. No está abonado a ningún gabinete lite-rario y no lee jamás un libro si no es de su propiedad y no está lujosamente encuadernado. Sólo tiene dos criados, con quienes no habla jamás, pero a los que les aumen-ta el sueldo un cuarto cada año. Le han propuesto tres o cuatro matrimonios, pero yo le he dicho que si se casa antes de los treinta y seis, perderá mi protección. Temo constantemente que cometa alguna tontería, y temo to-marle cariño. Es muy apuesto y silencioso. Siguiendo mis consejos, viste siempre de negro como si estuviera de luto. Yo he comentado que no se consolaba por la muerte de una dama de Bâton-Rouge, cerca de Nueva Orléans. Le gustaría dejar a su amante de la Ópera, pero yo temo las pasiones y le obligo a conservarla. Donde se encuentra a gusto es en una propiedad que le obligué a comprar a cuatro leguas de Compiègne, junto

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1837 hizo dos largos viajes por Italia.En 1836 obtiene un permiso para residir en París, permi-so que en principio era para tres meses, pero que se alar-ga hasta tres años. Durante estos años alterna estancia en París con viajes por toda Europa. En 1839 viajó a Nápoles acompañado por su amigo Prosper Mérimée. En 1841 tuvo un primer ataque de apoplejía y consiguió, por motivos de salud, un nuevo permiso para ir a París.

El 22 de marzo de 1842, Stendhal sufre un nuevo ataque en plena calle. Trasladado a su domicilio, muere en la ma-drugada del 23 sin haber recuperado el conocimiento. Es enterrado al día siguiente en el cementerio de Montmartre.

a un bosque: lo que me animó fue la buena compañía, es decir, el carácter honesto de los ocho o diez propietarios de las fincas cercanas. Todos los holgazanes del país ala-ban al señor Lescale; da muchas limosnas y tiene constan-temente el aire ingenuo de todo el mundo. Ha hecho unas conquistas amorosas inconcebibles pero en el fondo sólo puede amar a una que ve sobre el escenario dos veces por semana. Considera que la comedia interpretada por las demás mujeres es a la vez seria y vacía. En definitiva, que Philibert Lescale es un hombre bien educado y lo que se llama un hombre amable. * * * N.B. (Dos años más tarde) Cometí un error al obligar al pobre Philibert a seguir con su cantante; a causa de ella, acaba de batirse en duelo con un supuesto príncipe ruso que le ha metido una bala en la frente a consecuencia de lo cual ha muerto. El príncipe ruso, que se había endeudado, y que además no era ni príncipe ni ruso, ha aprovechado rápidamente la ocasión para abandonar Francia y su asiento de palco en la Ópera.

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Sección - Autores celebres!! Leopoldo Lugones...

Abuela Julieta.

Cada vez más hundido en su misantropía, Emilio no conservaba ya más que una amistad: la de su tía la señora Olivia,

vieja solterona como él, aunque vein-te años mayor. Emilio tenía ya cin-cuenta años, lo cual quiere decir que la señora Olivia frisaba en los setenta. Ricos ambos, y un poco tímidos, no eran éstas las dos únicas condiciones que los asemejaban. Parecíanse tam-bién por sus gustos aristocráticos, por su amor a los libros de buena li-teratura y de viajes, por su concepto despreciativo del mundo, que era casi egoísta, por su melancolía, mutua-mente oculta, sin que se supiese bien la razón, en la trivialidad chispeante de las conversaciones. Los martes y los jueves eran días de ajedrez en casa de la señora Olivia, y Emilio concu-rría asiduamente, desde hacía diez

años, a esa tertulia familiar que nun-ca tuvo partícipes ni variantes. No era extraño que el sobrino comiese con la tía los domingos; y por esta y las ante-riores causas desarrollose entre ellos una dulce amistad, ligeramente vela-da de irónica tristeza, que no excluía el respeto un tanto ceremonioso en él., ni la afabilidad un poco regañona en ella. Ambos hacían sin esfuerzo su papel de parientes en el grado y con los modos que a cada cual corres-pondían. Aunque habíanse referido todo cuanto les era de mutuo interés, conservaban, como gentes bien edu-cadas, el secreto de su tristeza. Por lo demás, ya se sabe que todos los solte-rones son un poco tristes; y esto era lo que se decían también para sus aden-tros Emilio y la señora Olivia, cuando pensaban con el interés que se presu-me, ella en la misantropía de él, él en la melancolía de ella. Los matrimo-

nios de almas, mucho más frecuentes de lo que se cree, no están consuma-dos mientras el secreto de amargura que hay en cada uno de los consortes espirituales, y que es como quien dice el pudor de la tristeza, no se rinde al encanto confidencial de las intimi-dades. La señora Olivia y su sobrino encontrábanse en un caso análogo. Si aquella tristeza que se conocían, pero cuyo verdadero fundamento ignora-ban, hubiéraseles revelado, habrían comprobado con asombro que ya no tenían nada que decirse. Reservában-la, sin embargo, por ese egoísmo de la amargura que es el rasgo caracte-rístico de los superiores, y también porque les proporcionaba cierta in-quietud, preciosa ante la perfecta amenaza de hastío que estaba en el fondo de sus días solitarios. Un poco de misterio impide la confianza, esco-llo brutal de las relaciones en que no

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Biografía

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Sección - Autores celebres!! Leopoldo Lugones...

hay amor. Así, por más que se tratara de dos viejos, la señora Olivia era siempre tía, y Emilio se conservaba perpetuamente sobrino.Cuarenta años atrás -recordaba la señora Olivia- aquel muchacho sombríamente precoz, cuyo desbocado ta-lento, unido a sordas melancolías, hizo temer más de una vez por su existencia; aquel hombrecito, huraño ya como ahora, era su amigo. No tenía esos risueños abandonos de los niños en las rodillas del ser predi-lecto; pero miraba con unos ojos tan tristes, su frente era tan alta y despejada, que lo quería y estimaba al mismo tiempo. No se dio cuenta de los veinte años que le llevaba; considerolo su amigo, empezando a com-prender aquella diferencia sólo cuando lo vio regresar de Alemania, terminada ya su carrera, hecho todo un señor ingeniero, que vino a saludarla, muy respetuoso, muy amable, pero demasiado sobrino para que ella no asumiera inmediatamente sus deberes de tía. Las rela-ciones estrecháronse después, pero ya de otro modo. Ella, en su independencia orgullosa de solterona rica, acogió amablemente al joven cuya misantropía le pa-reció interesante; y cuando tres años después, éste se quedó huérfano, encontró en la casa de la vieja dama, a pesar de las etiquetas y los cumplimientos, el calor de hogar, no muy vivo, que le faltaba.

Por un acuerdo inconfeso aunque no menos eviden-te, fueron cambiando con los años sus pasatiempos. Después de las conversaciones, la música; después de la música, el ajedrez. Y de tal modo estaban compe-netrados sus pensamientos y sus gustos, que cuando una noche de sus cuarenta años, Emilio encontró en el saloncito íntimo el tablero del juego junto al cerra-do piano, sin notar al parecer aquella clausura del ins-trumento que indicaba el fin de toda una época, hizo sus reverencias de costumbre y jugó durante dos horas como si no hubiera hecho otra cosa toda la vida. Ni siquiera preguntó a la señora Olivia cómo sabía que a él le gustaba el ajedrez. Verdad es que ella habríase encontrado llena de perplejidad ante esa pregunta.

La diferencia de edades había concluido por desapare-

Leopoldo Lugones nació el 13 de junio de 1874 en la localidad de Villa de María del Río Seco, ubi-cada en el norte de la provincia de Córdoba. Era el primogénito de Santiago M. Lugones y Cus-todia Argüello. Su padre, hijo de Pedro Nolasco Lugones, regresa-ba de la Ciudad de Buenos Aires a Santiago del Estero cuando co-

noció a Custodia Argüello al detenerse en Villa de Ma-ría, localidad que era en ese entonces disputada entre las provincias de Santiago del Estero y Córdoba. Fue su madre quien le enseñó a Leopoldo las primeras letras y fue responsable de una formación católica muy estricta.Cuando Lugones tenía seis años y luego del nacimiento del segundo hijo del matrimonio Santiago Martín Lu-gones (1878, Villa de María del Río Seco), la familia se trasladó a la ciudad de Santiago del Estero y más tarde a Ojo de Agua, una pequeña villa situada en el sur de la provincia de Santiago del Estero cerca del límite con la provincia de Córdoba, donde nacieron los dos herma-nos menores del poeta: Ramón Miguel Lugones (1880, Santiago del Estero), y el menor de los cuatro herma-nos, Carlos Florencio Lugones (1885, en Ojo de Agua, Santiago del Estero). Más tarde sus padres lo enviaron a cursar el bachillerato en el Colegio Nacional de Mon-serrat, en Córdoba, donde vivió con su abuela materna. En 1892 su familia se trasladaría a esa ciudad y en esa época comenzó a realizar sus primeras experiencias en el campo del periodismo y la literatura.

Contrajo matrimonio en la Ciudad de Córdoba con Juana Agudelo y en el año 1896 se trasladó a Buenos Aires. En 1897 nació su único hijo, Leopoldo “Polo” Lu-gones, a quien José Félix Uriburu nombraría Comisario Inspector de la Policía durante su dictadura, tarea que realizó sin pertenecer a la fuerza de seguridad y con el único antecedente de haber sido Director de un Institu-to de menores durante la presidencia de Marcelo T. de

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cer para aquellos dos seres. Ambos tenían blancas las cabezas, y esto les bastaba. Tal vez la misma diferencia de lo sexos ya no existía en ellos; sino corno un ra-zón de cortesía. La señora Olivia conservábase fresca, pues estaba cubierta por una doble nieve: la virgini-dad y la vejez. Aun sonreía muy bien; y para colmo de gracia apostataba de los anteojos. Su palabra era fluida y su cuerpo delgado. La vida no la aplastaba con su peso de años redondamente vividos; al contra-rio, la abandonaba, esto volvíala translúcida y ligera. No podía decirse, en realidad, que fuese vieja; apenas advertíanse sus canas.

Emilio, sí, estaba viejo; mas no parecía un abuelo. Ca-recía de esa plácida majestad de los ancianos satisfac-toriamente reproducidos. Era un viejo caballero que podía ser novio aún. Sus cabellos blancos, su barba blanca, su talante un poco estirado, mas lleno de va-ronil elegancia, sus trajes irreprochables, sus guantes, constituían un ideal de corrección. Llevando un niño de mano, hubiéranlo tomado por un fresco viudo; pretendiendo una señorita de veinticinco años, ha-brían tenido que alabar su amable cordura.

Su tía y él eran dos mármoles perfectamente aseados. Por dentro, eran dos ingenuidades que disimulaban con bien llevada altivez candores tardíos. La delica-deza de la anciana encubría un estupor infantil; la frialdad del sobrino velaba una desconfianza de ado-lescente.

Además, hablaban en términos literarios, hacían fra-ses como las personas ilustradas y cortas de genio que no han gozado las intimidades del amor, ese gran va-lorizador de simplicidades. También eran románticos.

Precisamente, hacía tres meses que Emilio regaló a su tía un ruiseñor importado a mucho costo de Praga, por los cuidados del famoso pajarero Gotlieb Wa-neck, y en una legítima jaula de Guido Findeis, de Viena. Dos noches antes, el pájaro cantó, y ésta fue la noticia con que la señora Olivia había sorprendido a su sobrino un martes por la noche, mientras ocupa-ban sus casillas las piezas del ajedrez. Emilio, galante como siempre, traía para el pájaro un alimento espe-cial: la composición de M. Duquesne. de l’Eure; pues, en punto a crianza, prefería los métodos franceses.

Aquel ruiseñor fue un tema de que se asieron ansiosa-mente, cansados ya por un año de plática sin asunto. Y del ruiseñor... ¡a Shakespeare!

-En Verona -decía la señora Olivia- aprendí, precisa-

Alvear. Años más tarde Leopoldo “Polo” Lugones intro-dujo el uso de la picana eléctrica como método de tortura para sacar información a los detenidos que se oponían al régimen.

En 1898 Mariano de Vedia le presentó al presidente Ju-lio Argentino Roca, quien en ese momento iniciaba su segundo mandato al frente del Poder Ejecutivo Nacional. En 1906 y 1911 realizó viajes a Europa, travesías entonces consideradas imprescindibles en la élite intelectual por-teña. Mientras tanto, en Buenos Aires, generó constante polémica no tanto por su obra literaria sino por su prota-gonismo político, que sufrió fuertes virajes ideológicos a lo largo de su vida, pasando por el socialismo, el liberalismo, el conservadurismo y el fascismo. Decepcionado por las circunstancias políticas de la década de 1930 y quizás por su propia militancia, se suicidó el 18 de febrero de 1938 en el hotel “El Tropezón” de Tigre (Buenos Aires) al ingerir una mezcla de cianuro y whisky.

Actividad literaria y políticaLa actividad literaria y política de Lugones comienza en Córdoba, con su incursión como periodista en El Pensa-miento Libre, publicación considerada atea y anarquista, y participa en la fundación del primer centro socialista en esa ciudad. En esa época publica poesía con el seudónimo de “Gil Paz”. Poco después, ya en Buenos Aires, se une al grupo socialista que integran, entre otros escritores, José Ingenieros, Alberto Gerchunoff, Manuel Baldomero Ugar-te y Roberto Payró y escribe de manera esporádica para varios medios, entre los que se cuentan el periódico socia-lista La Vanguardia, y el periódico roquista Tribuna.En esta época conoce a Rubén Darío, quien tendría im-portante influencia en su obra y cuyo prestigio le facilitaría el ingreso al diario La Nación. En 1897 Lugones publica su primer libro, Las montañas del oro, de estilo inspirado en el simbolismo francés. Algunos capítulos de este libro habían sido publicados en una revista dirigida por Paul Groussac llamada La Biblioteca. El 13 de noviembre de 1899 adhirió a la masonería al iniciarse en la logia1 En 1903 es expulsado del socialismo al apoyar la candidatura conservadora de Manuel Quintana para la presidencia de la República.

En 1905 publica Los crepúsculos del jardín, obra cercana al Modernismo y recoge también las tendencias de la lite-ratura francesa, en particular el simbolismo, estilo que se profundizaría con su celebrado Lunario sentimental pu-blicado en 1909. Experimenta con cuentos de misterio en 1906 con su obra Las fuerzas extrañas; este libro junto con Cuentos fatales (1926) son considerados precursores de la narrativa breve en Argentina, que tendrá una vasta tradi-

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mente, a preferir la alondra; como que, al fin mujer, había de quedarme con la centinela de Romeo. Profé-sanle allí una predilección singular, llamándola, fami-liarmente, la Cappellata.

-Pero este ruiseñor -afirmó Emilio- no es de los vero-neses. Es la clásica Filomela, ruiseñor alemán, el úni-co pájaro que compone, variando incesantemente su canto; mientras aquellos recitan estrofas hechas. Un verdadero compatriota de Beethoven.

¿Cuánto tiempo hablaron?... La luna primaveral que había estado mirándolos desde el patio, veíalos aho-ra desde la calle. Y Emilio contaba una cosa triste y suave como la flores secas de un pasado galardón. ¿Recordaba ella cuando la tifoidea lo postró en cama, siendo muy niño aún, de doce años creía? Ella fue su enfermera -se desveló tanto por él!... Miraba todavía sus ojeras, sus cabellos desgarbados por el insomnio en ondas flavas de fragante opulencia. Él sabía por los dichos de los otros, de los grandes, que era be-lla, aunque no se daba bien cuenta de lo que venía a ser una mujer hermosa. Pero la quería mucho, eso sí, como una hermana que fuese al mismo tiempo una princesa. Su andar armonioso, su cintura, llenában-lo ante ella de turbado respeto. Poníase orgulloso de acompañarla; y por esto, siempre que iba a su lado, estaba tan serio. Durante sus delirios febriles, fue la única persona que no viera deformada en contorsio-nes espeluznantes; y cuando vino la convalecencia, una siesta -llevaba ella un vestido a cuadritos blan-cos y negros- el niño, repentinamente virilizado por la enfermedad, comprendió que el amor de su tía le ocupaba el corazón con la obscura angustia de un miedo. Fue una religión lo que sintió entonces por ella durante dos años de silencio, siempre contenidos por su pantalón corto y su boina de alumno, ridículos para el amor...

Después, el colegio, los viajes, el regreso -¡y siempre esa extraña pasión poseyéndole el alma! Se hizo mi-sántropo... ¡y cómo no! Esterilizó su vida, gastó el per-fume de ese amor de niño concentrado por la edad, inútilmente, como un grano de incienso quemado al azar en el brasero de una chalequera dormida... Mas ¿para qué le estaba él diciendo todo eso?...

El silencio del saloncito se volvió angustioso. Con la mano apoyada en la mejilla, la tía y el sobrino, separa-dos apenas por el tablero donde las piezas inmóviles eternizaban abortados problemas, parecían dormir. Allá en el alma del hombre, en una obscuridad espan-tosamente uniforme, derrumbábanse grandes mon-

ción a lo largo de todo el siglo XX.De regreso de sus experiencias europeas, Lugones publica su ensayo Historia de Sarmiento (1911). En 1913 pronun-cia en el Teatro Odeón una serie de conferencias, titulada “El Payador”, ante la presencia, entre otros personajes ilus-tres, del entonces presidente Roque Sáenz Peña; el tema principal de las conferencias (recopiladas y publicadas en 1916) era el poema gauchesco Martín Fierro y la exaltación de la figura del gaucho como paradigma de nacionalidad. En la obra de Domingo Faustino Sarmiento y de José Her-nández, Lugones encuentra lo que él llama “la formación del espíritu nacional”: “Facundo y Recuerdos de provincia son nuestra Ilíada y nuestra Odisea. Martín Fierro nuestro Romancero.” (Historia de Sarmiento, Leopoldo Lugones, 1911). La consideración del Martín Fierro como emblema de la literatura argentina se debe, en gran medida, a la in-terpretación de Lugones sobre la influencia de esta obra en la formación de una identidad cultural.

En 1915 asume como director de la Biblioteca Nacional de Maestros, cargo en el que se desempeña hasta su muerte. En 1920 comienza a advertirse un giro hacia las ideas na-cionalistas con la publicación de un libro de doctrina po-lítica, Mi beligerancia. Al año siguiente publica una obra que puede considerarse de divulgación científica, El tama-ño del espacio y en 1922, en un retorno al simbolismo, publica Las horas doradas. En 1923 pronuncia una confe-rencia en el teatro Coliseo de Buenos Aires, titulada “Ante la doble amenaza”, que le reporta un inmediato repudio de parte del espectro político democrático. En esa ocasión el dirigente socialista Alfredo Palacios lo califica de chauvi-nista.

En 1926 recibe el Premio Nacional de Literatura y en 1928 preside la Sociedad Argentina de Escritores. Ya en esa épo-ca era un ferviente impulsor de las tendencias fascistas que caracterizaban a parte de los militares argentinos. Lugones es un importante propagandista del golpe militar protago-nizado por José Félix Uriburu el 6 de septiembre de 1930, que derroca de la presidencia al caudillo radical Hipólito Yrigoyen. Su estrecha relación con el régimen instaurado ese año le vale el rechazo de los círculos intelectuales por-teños.A pesar de su adhesión al nacionalismo autoritario des-de la década de 1920, Lugones se opuso al antisemitismo mientras muchos intelectuales destacados lo profesaban abiertamente. En 1935 escribe el prólogo al libro “La men-tira más grande de la historia: los protocolos de los sabios de Sion”, de Benjamín W. Segel (Ediciones D.A.I.A., Bue-nos Aires 1936). La obra denuncia el célebre panfleto an-tisemita conocido como Protocolos de los Sabios de Sion, invento del funcionario de la Rusia zarista Matías Golov-insky, destinado a culpar a la minoría judía por los distur-bios populares de comienzos del sXX contra la monarquía

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zarista.

El 18 de febrero de 1938 se quita la vida en un recreo del Delta de Tigre, llamado El Tropezón, al ingerir una mezcla fatal de whisky y cianuro. La frustración política, como causa de su decisión de suicidio, ha sido siempre la versión más difundida. Empero, publicaciones recientes en bibliografía argentina, han echado otra luz. Lugones estuvo muy enamorado de una muchacha que conoció en una de sus conferencias en la Facultad de Filosofía y Letras. Mantuvo con ella una relación sentimental y apasionada. Descubierto y presionado por su hijo, debió abandonarla. Esto lo habría precipitado en un declive de-presivo que acabaría así con su vida.

Se cree que Leopoldo Lugones Hijo, comúnmente llama-do Polo, quien fue jefe de policía durante la dictadura de José Félix Uriburu, fue el creador de la picana eléctrica, y quien la introdujo como método de tortura. Polo Lu-gones se suicidó en 1971. Su hija, Susana Piri Lugones, fue detenida y desaparecida en diciembre de 1978 por el terrorismo de Estado que impuso la última dictadura cí-vica-militar desde 1976 hasta 1983. Su otra hija, Carmen, a quien llamaba Babú, sigue con vida. Uno de los hijos de Pirí, Alejandro, se suicidó, al igual que su bisabuelo, en Tigre. Esto conforma un destino familiar trágico, curiosa-mente muy parecido al de la estirpe de Horacio Quiroga, amigo y admirador de Leopoldo Lugones.

tañas de hielo. Y la señora Olivia meditaba también. Sí, fue tal como él lo decía. Ella estaba en la trágica crisis mental de los veintinueve años. Aquel chiqui-llo la interesaba; pero ella descubrió primero que ese interés era un amor descabellado, imposible, una ten-tación quizá. Una noche deliraba mucho el pobrecito; los médicos presagiaban cosas siniestras con sus caras graves. Llorábase en la casa, sin ocultarlo ya. Entonces sus desvelos de tía, sus sobresaltos de vulgar ternura, reventaron en pedazos su desabrida corteza. Loca sin saber lo que hacía, corrió a la pieza contigua, y allá, desarraigándosele el corazón en sollozos, se comió a besos, locamente, el retrato del enfermo. Fue un re-lámpago, pero de aquel deslumbramiento no volvió jamás. ¡Y hacía cuarenta años de eso, Dios mío! Cua-renta años de amarlo en secreto consagrándole su virginidad, como él le había consagrado también su alma. ¡Qué delicada altivez surgía de ese doble sacri-ficio, qué dicha no haberse muerto desconociéndolo!

Poco a poco, un nebuloso desvarío ganó la concien-cia de la anciana. Los años, las canas, el influjo de las conveniencias, fueron desvaneciéndose. Ya no había sino dos almas, resumiendo en una sola actualidad de amor, el ayer y el mañana. Y la niña, intacta bajo la dulce nieve de su vejez incompleta, se desahogó en un balbuceo:

-Emilio... yo también...

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Él tuvo un estremecimiento casi im-perceptible, que hizo palpitar, sin abrirlos, sus párpados entornados. Allá dentro, en la negrura remota, las montañas de hielo continuaban derrumbándose. Y pasó otra hora de silencio. Emilio... Olivia... suspiraban los rumores indecisos de la noche. La luna iluminaba aquella migaja de tra-gedia en la impasibilidad de los astros eternos.

Inmediato a ellos, sobre el piano, un viejo Shakespeare perpetuaba en me-nudas letras las palabras celestes del drama inmortal. En la blancura lu-minosa de la noche, muy lejos, muy lejos, diseñábanse inalcanzables Vero-nas. Y como para completar la ilusión dolorosa que envolvía las dos viejas almas en un recuerdo de amores irre-mediablemente perdidos, el ruiseñor, de pronto, se puso a cantar.

Espectral como un resucitado, Emi-lio abandonó bruscamente su silla. Y ya de pie, estremecidos por algo que era una especie de inefable horror, la

señora Olivia y él se contemplaron. Debía de ser muy tarde, y tal vez no fuese correcto permanecer más tiem-po juntos...

Era la primera vez que se les antojaba aquello. No advertían, siquiera, que fuese ridículo, pues dominábalos la emoción de su paraíso comprendido. Mas la luna, propicia por lo común a los hechizos, rompió esta vez el encan-to. Uno de sus rayos dio sobre la ca-beza de la anciana, y en los labios del hombre sonrió, entonces, la muerte. ¡Blancos! ¡Sí, estaban blancos, como los suyos, esos cabellos cuya opulen-cia fragante recordaba aún a través de tanto tiempo! Era Shakespeare el que tenía la culpa. ¡Quién lo creyera! ¡Tomar a lo serio un amor que repre-sentaba el formidable total de ciento veinte años!

El ruiseñor cantaba... Cantaba, sin duda, los lloros cristalinos de su au-sencia, las endechas armoniosas de su viudez.

Una viva trisadura de cristal mordía

lentamente los dos viejos corazones. De pie, frente a frente, no sabían qué decirse ni cómo escapar al prestigio que los embargaba. Y fue ella la que tuvo valor por fin, la que asumió he-roicamente esa situación de tragedia absurda (porque, después de todo, no sabía que la luna le estaba dando en la cabeza). Como Emilio hiciera un mo-vimiento para retirarse:

-Quédate; ya tienen bastante con los cuarenta años de vida que les hemos dado.

Es probable que el destino estuviera incluido en ese plural.

Bajo el bigote de Emilio se estiró una sonrisa escuálida como un cadáver. El lenguaje literario se le vino a la boca, y con una melancólica ironía que acep-taba todos los fracasos del destino, hizo una paráfrasis de Shakespeare:

-No, mi pobre tía, el rocío nocturno hace daño a los viejos. El ruiseñor ha cantado ya, y el ruiseñor es la alondra de la media noche...

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Mentiras Forzadas…

Es difícil juzgar gestio-nes de unas vidas tan intrincadas en perso-nas tan frágiles que su firmeza es solo produc-

to de la torsión de sociedad, de los empujones proporcionados por las erradas convicciones de la familia. Simplemente estar simplemente allí afrontando adversidades con la solución más fácil, la única defini-da por la genética, la única que en la familia es considerada prudente, solamente la única conocida, por contagio, por reflejo todo les lle-vaba a la política y al derecho de manera complementaria, a la res-petabilidad por creerlo necesario, en los nuevos años nacen la nuevas ilusiones movidas al son de estas influencias tan malas pero procla-madas tan buenas, todo se relativi-za en número de votos, a consenso, basándose en las amistades y con-

tactos que pronto serán escalón de la ya conocida escalera. Algunos intentan escapar de este destino tan agotador pero este no es el caso, ya que no hubo intento de escapar de lo que no sabían que debían, de lo que pronto se conver-tirá en tangible y sufrible destino, que en pos de ganar quita la tran-quilidad y acelera la vejez, los años en gobierno trascurren más rápido que el tiempo real. Dijo el mismísi-mo tiempo: tras cuatro años seis se habrán ido. Almas absorbidas por la penum-bra del castigo que de inmediato se aplica sin ser reconocido, sin ser los alabados se sacrifican por corruptas monedas entregando sueños y revocando sonrisas que pronto absorberán las suyas mis-mas sin saber que el Hades no tra-baja en pesos ni conoce divisas. En años lentos, en tiempos anti-

guos estos dos amigos, cuyas fami-lias eran de renombre, respetables corruptas, una de las cuales negó los fondos para arreglar una olvi-dada plaza y la otra rechazó subsi-dios para los destruidos transpor-tes, ambas familias ensalzadas por el poder y ambos niños enlazados por la amistad. En la juventud experimentaron sueños limpios y aspiraciones ta-chadas de banales que pronto a tenor de las familias que alenta-ron sus carreras políticas se fueron desvaneciendo hasta ser destrui-dos por el olvido que sin reparo las fue tirando disolviéndolos cons-tantemente. Sin obsequiarles más opciones, ambos en familias dife-rentes, en circunstancias similares fueron llevados forzosamente por un camino que pensaron querer, pero que eran sueños de padres in-culcados a hijos, infelicidad de és-

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Unos cuentos del libro “El ángel del olvido”

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tos derramada a la sociedad. Como un virus, como hanta para el alma serán afectados por decisiones ajenas que plasmarán en acciones propias. En algún punto de su crecimiento se fueron achicando hasta ser tan grandes y a la vez tan pequeños en dimensiones desiguales en concep-tos diferentes, aquellos futuros re-presentantes de un pueblo emergen sin siquiera poder representarse a sí mismos doblegados por la codi-cia implantada cuya vergüenza yace nueva aun sin salir de su empaque. Si se los describe se verán como crueles hombres sin merecer bon-dad alguna, sin embargo estas ca-racterísticas les fueron impuestas y como tales no reflejan la noción de libertad, atrapados por débiles no tienen el coraje de salir del camino que les marcaron y que solo cono-cen por temor a lo incierto de los

senderos que quizás pudieran brin-darles más felicidad de la que creen posible, ya desde aquel punto conti-núan produciendo decisiones que les son aplaudidas y festejadas por intereses económicos. De forma natural casi sin notarlo se adentraron en carreras cuyo fin no termina y a los escalafones se sube por voto y se baja por tiempo, en ese ir y venir en luchando constan-temente para mantenerse siempre los más alto posible, eran víctimas de olvidar lo que desean cambián-dolo por lo que una vez les dijeron querer. Uno es nieto de un Clemente que yació olvidado en su amplia casa hasta morir al lado de un viejo eu-caliptus; el otro es nieto de una can-sada Esperanza que entre las innu-merables flores de su rosal nunca encontró aquel aroma perfecto. Es difícil ver con anticipación la

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vida que misteriosa se tapa develan-do ciertas coincidencias que suceden más a menudo de lo que deberían ¿será que por allí trabajan manos in-visibles bajo alas anónimas? Pregun-tas que no hicieron ninguno de los dos políticos, ni siquiera las personas del bar sino un ángel del olvido que sentado los observaba pensando du-rante horas en aquel segundo. Ya cansado del incómodo asiento di-señado para seres sin alas prosiguió su camino no sin antes regalar un temporal de olvidos y algunas dosis de recuerdos lejanos, que en la oscu-ridad de la noche en aquel bar hicie-ron nacer risas y lágrimas. Terminó así una segunda noche de aquel abril en que una feliz camarera no sintió la soledad. Así ya de madrugada, acompañado por el piar de algún gorrión notó que el rocío enfriaba la brisa y humede-cía el pasto, se encontró con un indi-gente al que hace tiempo tildaron de loco quizás por su desagradable apa-

riencia, anunciada desde lejos por la sucia y enmarañada barba. Ese era el motivo por el cual la gente no se le acercaba. Parecía ser la escoria de una sociedad poco ética, sin embar-go en la mente de aquel vagabundo había pensamientos que vagaban sin rumbo cierto. A buscar entre sus recuerdos encontró muchos pensa-mientos complejos prudentes y há-biles, tenía una inteligencia innata pero era un incomprendido, posible-mente otra gran mente sin voz. Quizás en otra vida, en otro espa-cio u otro tiempo el folio del destino de aquel indigente le depare más que una vida de ignorado en un mundo de hipócritas, quizás le brinde alas, un mejor destino digno de aquellos humanos que parecen no encajar en el mundo que los concibió. Son es-peciales, diferentes, pero basta la mi-rada sincera para notar algún fugaz resplandor que los descubre como guardianes de misterios mayores. Fue así que ante la primera gota de

lo que sería una tormenta alzó la mi-rada y como se disuelve ante la vista lo que no queremos ver, desapareció sin ruido, sin dejar rastros, sin si-quiera ser notado. Pero esta vez no fue el ángel sino el indigente el que desapareció entre personas que vien-do tal sufrimiento lo olvidan sin más esfuerzo, con egoísmo sintiéndose el centro de su propia nada.Los helados vientos entraron de re-pente en ráfagas unidas a tal caudal de agua que se dejaron sentir y ver tan definidas que parecían traza-das por las manos de un mal artista. Arremetían con tal tenacidad y fuer-za que algunas aves hallaron su fin y quizás un nuevo comienzo. Sin em-bargo aquel ángel sin mojarse y sin moverse estaba allí parado como si de una estatua se tratara, sus plumas no mostraban el efecto del viento ni su traje señales de la más mínima hu-medad, debido a su incomprensible e incorpórea presencia de memorias eternas y olvidos perpetuos.

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Aquel amanecer perdió los rayos de luz atrapados entre espesas nubes ne-gras que hicieron de la mañana una larga noche donde el oscuro olvido reposaba quieto entre ráfagas y ra-yos tan atípicos, tan extraños que le permitieron percibir claramente al destino que posaba cerca de una in-cendiada tapera. Todo ocurre simultáneamente, ni las perspectivas ni el tiempo bastan, el tan complejo destino esgrimien-do fuerzas se encuentra en el punto mismo donde el olvido sucumbe, el mismo donde el destino se desvane-ce. Existen tanos controles que nin-guno tiene poder total sino solo una ilusión. No sería difícil para los grandes pensadores notar tal ilusión pero en-salzados por el poder y la dicha del control no ven más allá de lo que les prometieron, cayendo en la arrogan-cia de una sesgada visión. La tormenta tardó en disiparse pero al hacerlo el firmamento se mostró

en todo su esplendor regalando tibios rayos de luz que alentaron el canto de las aves. Pero ningún sol alentó a los recuerdos perdidos, que en juris-dicción del olvido esperaban el dicta-men para su destrucción o su caída en la bolsa cuyo fondo nadie recuer-da haber visto. En tal bolsa se encuentran los re-cuerdos ajenos que degradados, transformados a su esencia misma y tergiversados, para cuando la situa-ción lo amerite ser implantados en los sueños de los despiertos y en la imaginación de los ilusionados. Por-que alguna vez habremos imaginado lo que no podemos crear, tantos ma-tices, tanta esencia que sin definirse se plasman tan vívidamente que bas-ta evocarlos para producir arritmias poco explicadas y tan comprendidas. Sería el factor de decisiones erradas y comportamientos ingenuos que da lugar a posibilidades que intentan huir del destino, que atareado deja escapar ciertas decisiones de los mor-

tales ocultos tras las alas del olvido. Éste al bajarlas nos vuelve a exponer a las risas que nadie realmente escucha. De nuevo en sus andadas el olvido entró en una casa de estilo moderno en cuyo patio se limpiaba una piscina vacía, por momentos aquel hombre se retiraba a una de las esquinas para ver su progreso, arreglando imperfec-ciones e instalando nuevas agarrade-ras entre otras reformas, parecía con-cretar su trabajo muy concentrado. Las apariencias no muestran lo que hay más allá de nuestra imperfecta mirada. Aquel empleado tenía más en la mente que las refacciones, que incluso en su consciente ni siquiera estaba presente. Los años en la pro-fesión le brindaban una forma de tra-bajo instintivo, casi automático que lo liberaba para surcar pensares vastos. Extrañamente aquel que ni siquiera terminó sus estudios primarios y fue criado en el campo es un complejo ingenuo de grandes pensamientos. En aquellas sombras de luces cam-

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biantes provocadas por las nubes que cruzaban el cielo, el olvido notó que aquel hombre ese día no se dedicó a los típicos pensamientos que tenía a diario, sino que se planteaba una duda pendiente, excluyente, que revoloteaba entre sus pensamien-tos. Duda que le sugería un sinfín de irónicas rea-lidades plasmadas por él, curioso ignorante de poco ignorar. Aún atacado por las dudas continuaba su trabajo de manera profesional, realizando varias tareas a la vez de manera sorprendente, al parecer cuan-do dejamos el mando corporal al inconsciente éste realiza las labores mejor de lo que podríamos proponernos. El inconsciente de manera autóno-ma nos administra cuando las circunstancias nos sobrepasan y con mayor agilidad y sin el vicio de la conciencia trabaja sin más trabas que las mar-cadas por el propio cuerpo. En un trabajo perfecto con los pensamientos erráticos pero no del todo equivocados, aquel hu-mano hacía frente a la mejor vida que pudiera ele-gir, irónicamente una que nunca elegiría. La felicidad y el goce están ligados al azar que tratamos de controlar con doctorados, prácticas, influencias o materialismo, que al momento jue-gan un rol pero no dan garantías. Sería aquel que bajo las manos del destino y nosotros sobre el em-blema de lo dispuesto que al fin caeremos en una incerteza que pocas veces nos puede brindar más adelanto de lo que nos dicen tener. Así terminó el día, la luz, el trabajo, pero la mente de aquel extraño aún buscaba respuestas inexpli-cables para mortales tan efímeros como la verdad misma. Únicamente por eso aquel albañil en ese instante se convirtió en el ser más inteligente, para volver a caer en la mediocridad acostumbrada sin siquiera notarlo, solo por el olvido que aún lo re-cuerda. Frente a una lujosa casa quinta una plaza daba hogar a aves y recibía sus cantares. En el centro se encontraba una gran escultura sobre cuatro pila-res, se erguía en recuerdo de un prócer, un héroe descripto en las hojas de la historia. A sus pies, a su sombra, se encontraban una muchacha de ca-bellos casi rubios, ojos marrones y aroma a café y un joven cuyo corazón al latir superaba sus pa-labras. ¡La joven era locutora y de su boca salían muchas palabras, quizás tanto habló y tan poco dijo! Solamente relleno, plasmado por la necesi-dad de mostrarse a sí misma dando la sensación de una conversación de uno y la ilusión de otro. El olvido se posó en lo alto sobre la gran escultu-ra abriendo sus alas y dejando a cada uno bajo la

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sombra de un ala. Aquel joven tras un suspiro y una pausa como quien va a una batalla, con la mirada asustada actuó en contra de su innata timidez para decir algunas pocas palabras que no causaron ningún cambio por verlas venir, quizás por no tenían im-portancia para la joven. Circunstancia que el joven no imaginó entre las miles que no le sucedieron. Tras despedirse ella se fue llena de certezas y el joven se quedó inundado de dudas, tantas que no habría libros en la tierra que las respondiera to-das. Sin embargo bastaría con un par de palabras de ella para despejarlas todas por completo. En este caso sería la certeza de unas pocas pala-bras y la verdad solo legítima en labios de una per-sona. En aquella ocasión fue del olvido el regalo de unos momentos para los seres que a la sombra de sus alas intentaban construir ilusiones parale-las habiendo tenido impresiones diversas. Su próxima reunión se posterga para caer en la realidad esquiva a su imaginación, por más que lo imagine no logra acercarse a la verdadera reali-dad, que en un juego macabro huye de su imagi-nación dejando el misterio sin develar, afrontando situaciones nuevas para las que toda preparación sería inútil. Será quizás la realidad un anticipo de próximos inmanejables para conciencias limitadas por sen-timientos que corrompen la ya poca visión, a fin de tornarlos más manejables que los duros golpes del porvenir en los que aquella imaginación al-canza a la realidad que no le será favorable, escu-chando duras palabras de un hecho imaginado y rememorados en el futuro por una salada gota y la más hipócrita mueca de una sonrisa. Los valores se pierden y en ocasiones jugamos con las personas sin siquiera darnos cuenta. Sería piedad golpearlos en esos momentos, sin esperar ni postergar dando agonías. Es algo que el olvi-do conoce y por ello no espera para robar dulces tesoros, pero sí en muchas ocasiones postergó el borrar duros momentos que considera maléficos en el presente y benévolos en el futuro. Engaños como gracias, certezas incumplidas re-pitió en voz baja aquel ángel cuyas alas ensombre-cieron la valentía. “Engaños como gracias, en certezas incumplidas” dijo por última vez mientras recogía sus alas para desaparecer entre los últimos rayos de luz del oca-so tardío.Sería por entonces que a un joven le pareció vi-vir una noche en plena tarde dividido solo por un adiós que no fue escuchado.

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Los libros son las abejas que llevan el polen de una inteligencia a otra.

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Los libros son las abejas que llevan el polen de una inteligencia a otra.

James Russell Lowell. 1819-1891

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Gentileza del UNIVERSO LA MAGA hoy les traemos el análisis de nuestro amigo Antonio Pascual García sobre el libro de Javier Pellicer “El espíritu del lince”, editorial Pámies.

Reseña “El espíritu del lince”, Ed. Pámies

Icortas, padre del protagonista, abando-na Iberia dejando a su familia y marcha a Sicilia apoyando a los cartagineses en

su lucha contra Roma. Junto a él van cin-cuenta íberos a los que no tarda en acau-dillar. Los púnicos en multitud de ocasio-nes habían puesto a los romanos contra las cuerdas, pero la racanería de su senado ha-bía hecho retrasar el triunfo final. Debido a esta circunstancia llega por fin el turno de un gran estratega de Cartago para buscar la definitiva victoria, Amílcar Barca. Cin-co años después, en Iberia, un mensajero anuncia la llegada de Icortas. Junto a la ori-lla del mar Mediterráneo, su hijo Icorbeles espera con impaciencia su llegada. Junto al caudillo Íbero viene un peculiar mensaje-ro con su curiosa familia, que hizo un tra-to con Icortas: Prestarle una embarcación para regresar a Iberia a cambio de dejarle vivir una temporada con él en su poblado.

La llegada de Icortas junto a la familia cartaginesa es el acontecimiento que utiliza el escritor para adentrarnos en

la magnífica y apasionante trama. Con gran maestría el argumento es narrado, teniendo como telón de fondo, una de las épocas más importantes en la Historia de la Humani-dad. A pesar de la dificultad impuesta por los extraños nombres de los personajes, el

El espíritu del lince

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lector será conducidos por éstos a lo largo de los épicos y míticos escena-rios donde transcurre el relato. Monu-mental obra en la que el joven escritor logra mantenernos enganchados al argumento gracias a su fácil y cómo-da prosa, la documentación histórica, la divinidad de la Madre Tierra y por supuesto al Espíritu del Lince.

NOTA DEL RESEÑADOR:

A medida que empecé la obra sentí como cierto cariño por los personajes, ¿ será porque

soy valenciano y ellos a fin de cuen-tas son mis antepasados? o ¿ Quizás también porque la ambientación geo-gráfica me recuerda a la naturaleza de mi tierra? El espíritu del lince es una de las mejores novelas que podido leer hasta la fecha. Si bien he notado una gran madurez del autor a partir de medio libro, mejorando y facilitando aún más su lectura. Lo que me lleva a pensar que Javier Pellicer va a ser, y de hecho lo es ya, un gran escritor.

Pag. 25

Fuente original

http://universolamaga.com/http://universolamaga.com/

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Conozcamos nuestros artistas. Hoy: Rubén Darío Callejas

De la ciudad de Rosario Argentina, Rubén Callejas es un Realizador audiovisual, egresado de la escuela provin-cial de cine y televisión de la provincia de Santa Fe, Ar-

gentina, actual estudiante de la carrera de antropología de la Fa-cultad de Humanidades y Artes dependiente de la Universidad Nacional de Rosario.

Editor de un blog: www.rubendariocallejas.blogspot.com.ar desde diciembre del año pasado, amante de la literatura Latinoamericana , sobre todo de la poesía , de autores ,

como Juan Gelman , Mario Benedetti , Oliverio Girondo, Pablo Neruda , José Martí, Cesar vallejos, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges. “Escribo poesía desde que tengo memoria, la poesía para mí es una forma de ver la vida, es posicionarse desde un lugar de be-lleza, de lirismo y al mismo tiempo de reivindicación de la lucha desde la palabra”

“Desde la emoción, desde el temblor que recorre tu cuerpo cuando sentís que un poema está terminado y te traspasó”

“Desde la responsabilidad de tener una voz y que no caiga en saco roto, desde el deseo del grito”.

Web de Ruben Callejas

www.rubendariocallejas.blogspot.com.ar

Hoy les traemos unos poemas de este talentoso escritor nacional, por supuesto hablamos de Darío Callejas

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Algunos poemas.

El tren El tren le grita por última vez a la estación,

zigzaguea en el horror y la noche es complaciente.Estandartes de cenizas rubrican la infamia.

El tren ahora susurra,¿ será vergüenza o terror?Una boca besa el silencio apelmazado en los ojos de un niño,

un nuevo ciclo de luz se estrella en los durmientesy junto con este el final del viaje.

El cartel de bienvenida solo dice Auschwitz.

La muerte de esa mujer La sombra amenazadora de la mujer preludió su caída

muerta, cayó muerta.El surco oyó la bala y sospecho compañía

negra, la mujer era negra.Dios hizo el último intento por lavar sus culpas

fría, el agua era fría.La tierra hedía un rojo y acallado temor

silenciosa, la muerte siempre es silenciosa.La lluvia se dividía entre odiar la sangre o amar el cadáver

ingrata, demasiado ingrata.Lentamente el barro fue dejándola sin manospecaminosas, endiabladamente pecaminosas.

Un cuervo vanidoso se pinto los labios en su heridaopaca, la sangre ya era opaca.

La morbosidad de la noche corola el espanto.negra, fría, silenciosa

ingrata, pecaminosa, opacaSu muerte no pudo definir mejor su vida.

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Gentileza del UNIVERSO LA MAGA hoy les traemos el análisis hecho por nuestra amiga Claudia Cardozo sobre el apasionante nuevo libro de Philippa Gregory “La reina blanca” de la editorial Planeta.

Reseña “La reina blanca”, Ed. Planeta

Hoy deseo hablarles de La Reina blanca, de Philippa Gregory, un libro acerca del que no sabía qué

esperar porque mis conocimientos de la historia de Inglaterra no son muy amplios; me gusta, y la encuentro interesante, pero sé que hay millares de acontecimientos y personajes de los que no sé nada, y algo así me ocurría con esta misteriosa reina.

Al parecer algo similar le pasó a la autora, ya que ella comenta que se-gún hacía su investigación, encon-

tró mucha información acerca de los mis-terios que rodeaban a los hijos de Eduardo IV, pero poco se sabe respecto a la que fue su reina y madre de estos niños.

Bien, respecto a la historia que Gregory nos ofrece:

La acción transcurre durante la tris-temente célebre Guerra de las Dos Rosas, entras las familias York y Lan-

caster y sus respectivos partidarios, por el poder del trono. Eduardo IV acaba de ser coronado como tal, gracias en gran parte al apoyo y las artes de Lord Warwick, tam-bién conocido como “El Hacedor de Reyes”. Eduardo es joven, muy valiente, y cuenta con el apoyo de sus dos hermanos, Jorge y Ricardo. El problema, si puede llamársele así, es que conoce a la viuda Isabel Wood-

La reina blanca Ed.

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ville, se enamora perdidamente de ella y se casan en secreto. Warwick, que pensaba tenía al Rey en el puño y que podría concertar un matrimonio más conveniente para Inglaterra, ve frus-trados sus planes y se desata una gue-rra fría que estalla cuando él y el Rey se enfrentan en una serie de rencillas.

Si bien muchas personas que co-nocen más de la historia de In-glaterra que yo deben de conocer

los acontecimientos que se suceden, que son muchísimos, creo que lo ver-daderamente interesante de esta no-vela es que todo está narrado desde el punto de vista de Isabel, tanto así que la narración es en primera persona, pero ello no nos impide conocer todo lo que ocurre a su alrededor, porque la autora se las arregla con mucha habi-lidad para mantenernos informados.

Algo que disfruté mucho es que Isabel es a mi parecer un per-sonaje muy humano, con mu-

chos defectos y virtudes; intrigante si debe serlo, maliciosa cuando le con-viene, astuta para asegurar sus privile-gios, aunque a mi parecer su peor de-fecto es esa ambición desmedida que no puede controlar. El que se casara con Eduardo por amor es, a mi pare-

cer, un punto a su favor, ya que si bien reconoce las conveniencias de casarse con un rey, en ningún momento nie-ga sus sentimientos, se mantiene fiel y amante aún en los momentos más difíciles.

La historia inglesa está plagada de sucesos terribles y La Gue-rra de las Dos Rosas es uno de

ellos. La autora pone especial atención en los personajes femeninos, aquellos que muchas veces son dejados de lado. Con frecuencia leemos acerca de “la esposa de…” o “la madre de…”; aquí estas mujeres cobran un valor propio, y eso es algo que disfruté muchísimo.

Recomiendo mucho este libro porque es de aquellos que se devoran, por usar una expre-

sión, que no pueden dejarse, de esa forma nos envuelven en la trama.

Como si fuera poco, por el título del reto, imaginarán que tene-mos una adaptación a puertas,

y nada menos que de la BBC, una mi-niserie de diez capítulos con un cast de primera, así que si desean leer una historia envolvente y luego verla en la pantalla, esta es una excelente oportu-nidad.

Fuente original

http://universolamaga.com/

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“Una de las sorpresas más impactantes que nos podemos llevar es descubrir que la mujer más

hermosa que nunca hemos visto es la que nunca hemos observado”

Nelson Damian Cabral (1990).

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Gentileza del UNIVERSO LA MAGA hoy les traemos el análisis hecho por nuestra amiga Aquimarisa (seudóni-mo) sobre “La palabra se hizo carne” de Donna Leon, editorial Seix Barral.

Reseña “La palabra se hizo carne”

,Ed. Seix Barral

En “La palabra se hizo carne“, una vez más, Donna Leon nos regala un caso del comisario Brunetti. En su queri-

da Venecia ha aparecido el cadáver de un hombre desfigurado en un canal, apuñala-do por la espalda, no lleva documentación, ha perdido un zapato y según el forense el hombre padecía una extraña enfermedad: Madelung, en la que la grasa se acumula en la nuca y en los pechos. Esta dolencia suele asociarse con el alcoholismo y con el con-sumo de drogas, pero según los informes toxicológicos el muerto no era ni una cosa ni otra. Tampoco hay denuncias de desa-pariciones, pero Brunetti sabe que ha visto a ese hombre: no recuerda dónde, pero le resulta familiar, antes de confirmárselo el forense sabe que el difunto tiene los ojos azules.

Comienza así una interesante novela que nos llevará hasta el matadero de Preganziol, en Mestre, donde la víc-

tima, por fin identificada, trabajaba como veterinario certificando que animales eran aptos para el consumo humano y los que deberían ser incinerados por estar enfer-mos. Veremos el sistema que se sigue para su sacrificio y que oscuros intereses se mue-ven en ese negocio. También conoceremos que el difunto tenía su consulta privada en la cual era un respetado profesional, un hombre honesto, apreciado por sus clientes y también a quienes formaban parte de su

La palabra se hizo carne Ed.

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familia y en que terrible drama se encontró envuelto.

Las conversaciones con la ele-gante y siempre inquietante “signorina” Elettra, secreta-

ria de Patta, nos pone ante la evi-dencia de que la Unión Europea se ha formado “para que los más listos de la piara puedan comer”. Ella preferiría una lavadora a un voto, tal es su desencanto.

El atractivo “vicequesto-re” Guiseppe Patta, jefe de nuestro comisario y que lle-

va más de diez años en el puesto, inútil como nadie pero con la no tan rara habilidad de no molestar a la Mafia, pese a su introducción cada vez más numerosa en Vene-cia. Únicamente tienen garanti-zado el traslado de la gran ciudad a puntos recónditos de Molise o Cerdeña los que luchan con éxito contra la delincuencia.

También trata del paro de los jóvenes, aunque los dos hijos de Brunetti no se ve-

rán afectados al ser sus abuelos maternos personas relevantes en la ciudad algún amigo de la fami-lia les buscarán el acomodo nece-sario.

A través de Brunetti, Donna Leon nos refleja una Italia a la deriva (puede servir

para muchos países). Venecia ha abandonado cualquier tipo de in-dustria y se dedica al turismo. El precio de la vivienda es prohibi-tivo, la hostelería también, la la-guna cada vez más contaminada. Se siguen normativas europeas para su conservación, con presu-puesto delirantes, sin resultados positivos. Se han abandonado las técnicas antiguas y efectivas sin escuchar a los viejos pescadores del lugar que saben que así se en-caminan al desastre. Los venecia-nos tienen que huir de su ciudad al no poder afrontar los precios que se han impuesto, el comercio que no esté relacionado con el tu-rismo también desaparece.

Brunetti, una vez más en-cuentra consuelo en su fa-milia, pero de una forma

diferente al de las anteriores nove-las. En esta son su refugio, le dan fuerza, es una persona vulnerable, pesimista. La falta de ética e inclu-so de sentido común que siempre ha dominado la sociedad que le rodea, es ahora asfixiante. Nuestro comisario se pregunta, entre otras muchas cosas, el miedo que da explicarles a los jóvenes los me-canismos del sexo. Lo realmente

preocupante es explicarles los me-canismos del poder.

Es una novela sobre la avari-cia, la avaricia de sus per-sonajes, la avaricia de sus

empresarios, la avaricia de sus banqueros, la avaricia de sus po-líticos, la avaricia de Europa, la avaricia de la clase dominante en general. Es una novela tremenda-mente actual.

El final me ha conmovido. No siempre ganan los ma-los, aunque con frecuencia

pierdan los buenos.

Ya me diréis que os parece la novela de esta escritora nacida en Estados Unidos

que reside en Venecia desde 1881 y que tiene prohibido que sus li-bros se editen en Italia para así poder vivir tranquila: la avaricia no está servida para ella.

Fuente original

http://universolamaga.com/

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Gracias a la gestión de LITERAR hoy tenemos de nuevo con nosotros al famoso autorespañol especializado en ciencia ficción Vicente Hernández que nos regala estas palabras….

Ciencia ficción…

Vicente Hernándiz se abre al mundo en el seno de una familia donde el trabajo, la responsabilidad y el entorno familiar son los motores principales de sus valores.

Época complicada de una España en la que a muchos de los nacidos en sus mismas circunstancias se les decía que venían al mundo con un pan bajo el brazo.

Este ambiente de dedicación y parquedad marcó en él ese afán de superación y de logro que ha ido imperando cons-tantemente en su vida.

Vida esta no señalada ni por el fracaso ni por el rotundo éxito, ya que pequeños logros y algunas vicisitudes, con sus correspondientes sacrificios, fueron forjando su con-ciliador talante.

Cursa sus estudios primarios como alumno libre en el Instituto Luis Vives de Valencia, y posteriormente se Li-cencia en Psicología por la Universidad Literaria de Va-lencia. Desde joven fue apasionado lector y gran fan de Asimov, Arthur C. Clarke y Ray Bradbury.

Este hecho y su afición por escribir, han sido los detonan-tes de “Cuando las estrellas nos llamen” novela escrita tras muchos años de navegar por este terreno con narraciones cortas, donde ha sido galardonado en dos ocasiones.

EL AUTOR

LOS OVNIS ¿EXISTEN? ¿SON UN MITO? ¿Desde cuando tenemos noticias de extraños objetos voladores? Si coge-mos textos antiguos de cualquier lati-tud, en todos podemos encontrar na-rraciones o comentarios que hacen referencia este tipo de fenómeno; ba-tallas en el cielo o personajes que han viajado al interior de algo que volaba, son parte de lo que podemos encon-trar en ellos. ¿Qué eran? ¿A que se referían estos escritos? ¿Eran extrate-rrestres? ¿Nuestros ancestros? ¿Han estado desde siempre tutelándonos?

¿O tal vez nos estaban llamando las estrellas en esos momentos? – Todas estas preguntas y muchas más pue-den surgir cada vez que tratemos de escudriñar sobre este tema arañando en los confines del pasado; la lejanía, las transcripciones y, posiblemente, una narrativa de algo que no se en-tendía, puede que hayan enmasca-rado una realidad que bien podría hacer referencia a nada, o a algo que nos valdría un todo y saber sobre nuestro origen, o conocer lo que pu-

diera existir más allá de nuestro en-torno.Si nos interesa este tema, muy liga-do a otros enigmas que sobre nues-tro planeta andan vagando, en donde las explicaciones científicas brillan por su ausencia o solamente tratan de desmitificar el fenómeno, pode-mos recurrir a una publicación de la Editorial A.T.E. de 1977, en sayo escrito por Brinsley Le Poer Trench, cuyo titulo en castellano es “La eter-na cuestión: LOS OVNIS”. Autor que

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Ciencia ficción…

http://www.cuandolasestrellasnosllamen.com

para mi ha reunido seriedad en la investigación y minuciosidad en su narración y recopilación de datos y hechos.

Llegado a este punto y si queremos ver el fenómeno “OVNI” desde una más reciente perspectiva, hay que ir a finales de la 2ª Guerra Mundial, momento en el que se desata, con nutridas apariciones, estos aconteci-mientos. En esos días se registraron múltiples avistamientos de lo que los pilotos comenzaron a llamar “Foo Fighters”. Extrañas luces que acom-pañaban a la aviación y que se mo-vían alrededor de ellos y al poco des-aparecían con extrema rapidez.

Después de esto, aunque antes tam-bién hay registros de avistamientos, la presencia del fenómeno comenzó a generalizarse y durante los años 50 y 60 llegó ha generarse una verdade-ra alarma social ya que estos aconte-cimientos fueron hachos sumamente frecuentes en casi la totalidad del pla-neta. Los estamentos oficiales, y de ellos la Aviación Militar de muchos países, abrieron un sin fin de expe-

dientes al tener que investigar cien-tos de hechos que puntuaban con un alto grado de credibilidad, dado que estaban siendo protagonizados, por pilotos, militares, agentes de poli-cía, médicos, prestigiosos profesores y todo un elenco de personas que a todas luces habían sido testigos de algo que no tenía explicación dentro de los parámetros tecnológicos en los que nos movíamos. Un ejemplo de esto es el muy conocido inciden-te de Manises (Valencia), en el que a las 23 horas del día 11 de noviembre de 1979, el comandante de vuelo JK-297, Francisco Javier Lerdo de Teja-da, con 109 pasajeros y su tripula-ción observaron dos luces rojas que se dirigían hacia la propia aeronave. Estas luces llegaron a colocarse a me-nos de media milla (la distancia mí-nima entre aerovías es de 10 millas) y en rumbo de colisión, obligando al piloto a realizar maniobras evasivas, viéndose finalmente obligado a ate-rrizar en Manises. Este avistamien-to fue detectado por varios radares, tanto militares como civiles, hasta llegó a despegar un Mirage F-1 de la base de Los llanos en Albacete. El ca-

pitán que tripulaba este aparato estu-vo persiguiendo el extraño artefacto más de 2 horas, acelerando y decele-rando con una rapidez no atribuible a construcción humana conocida. No ha habido explicación oficial del hecho. ¿Qué era eso que fue avista-do?

Con este espíritu y un enorme acopio de datos y hechos, Brinsley Le Poer Trench en su escrito, nos va introduciendo paulatinamente en un conglomerado de acontecimientos que nos irán acercando al plausible pensamiento de que puede que en algún momento las estrellas nos lla-men, aportándonos una visión clara de lo que está ocurriendo en nuestro entorno y que, como ya he dicho, al igual que otros enigmas o misterios, nadie trata de desvelarlos desde un marco científico y no de especula-ción, siendo sólo abordado por parti-culares interesados en su divulgación y con ello ejercer la presión social suficiente para que gobiernos y cien-tíficos se involucren, y por otros que aprovechan la oportunidad.

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Hoy les traemos una apasionante reflexión sobre la antigua vida de colimba de nuestro autor-poeta y cantante chamamerso Domingo Sánchez. Sin lugar a dudas una reflexión

digna de escucharse

Domingo Sanchez…

“YO FUY COLIMBA”

Nací el 4 de agosto de 1953 e intentaré contarte mi vida de soldado, esto fue hace

38 años atrás fui enviado a servir en el Regimiento de Infantería 5 (R.I.5) con asiento en pasos de los libres Corrientes-Argentina

Me incorporé el día 31 de marzo del año 1975 (a los 21 años) y estuve sir-

viendo en la banda militar bajo las ordenes del teniente contra maes-tre Farinella hasta el 15 de mayo de1976 que me dieron la baja, por esos días el jefe del regimiento de infantería 5 era el General Flores Yubet posteriormente relevado por el general Roberto Arrechea él fue quien firmó mi baja.

Puedo decir que mis 3 prime-ros meses como soldado re-cluta fue a puro rigor, nos le-

vantaban a las cuatro y media de la madrugada con un toque de silbato y al pie de la cama carrera march , al puesto que tenían carrera march varias veces, así comenzaba todo la mayoría de los días, después del cuerpo a tierra y los saltos de ranas nos llevaban por los pasillos hasta la ducha con agua fría aun en invier-no, posteriormente regresábamos al cuartel a practicar con la banda de música para tocar el incesante tambor con el agobiante ritmo del “tarara tata tarará” hasta el “desa-yuno” después hasta el “almuerzo” luego hasta la “cena” con tanto rui-do me daba pesadilla el constante sonido de las trompetas, trombo-nes, tubas, saxo clarines y clarinetes

me ponía de muy mal humor pero lo descargaba hiriendo el tambor tanto que me salió un forúnculo en la axila derecha y nunca se me fue el dolor de espalda. Extrañaba mi vida civil y me deprimía mucho pero a nadie le importaba.

Lo que más me gustaba (y quizás lo único) era desfilar y creo que a todo soldado

les encanta hacerlo, en ocasiones cuando escucho la “Marcha de San Lorenzo”, “Avenida las came-lias” o “Alti camarada” se me he-rriza la piel y sin darme cuenta ya estoy caminando a paso redobla-do, hoy a mis 60 años de edad, el saludo uno y dos , la media vuelta haciendo sonar los tacos lo ejecuto perfectamente aunque sin olvidar que mis recuerdos tristes son los

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Domingo Sanchez…

compañeros que fueron a combatir a Tucumán en los cañaverales, no-sotros tuvimos que dejar el tambor y empuñar el fusil sin tener la mí-nima idea de su funcionamiento. Aún recuerdo claramente a nuestros compañeros cuando regresaron de Tucumán, eran una “piltrafa”, hara-pientos, demacrados y tan flacos que daban lastima, y ¿Qué podemos de-cir de los del CPRIORI? O sea cen-

tro de producción del “RI” eran los ladrilleros del regimiento, de verlos cualquiera diría que eran de algún moderno centro de exterminio nazi.

Muchos opinan y argu-mentan que sería bueno que vuelva a implemen-

tarse el servicio militar obligatorio para aplacar la delincuencia juvenil, otros opinan que la cosa comien-

za por casa, yo sugiero el servicio comunitario obligatorio donde se les enseñe cosas útiles, en vez de manejar un arma para matar se les entrene a salvar vida como prime-ros auxilios, a cultivar el espíritu, la mente, o algún oficio que sea útil para la sociedad, y seguramente la cosa sería muy diferente, digo.

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Donar sangre es dar vida... no niegues dar lo que podría salvar a otro.

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Donar sangre es dar vida... no niegues dar lo que podría salvar a otro.

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LITERAR... a tu lado siempre

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LITERAR... a tu lado siempre

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LITERAR es una organización con el noble objetivo de difundir la cultura de forma amena y gratuita.

El nombre LITERAR surge de la unión de las pala-bras “Argentina” y “literatura” sin embargo lejos del hu-milde símbolo creador hoy intentamos expandirnos del gran mundo de la literatura hacia el universo de la cul-tura en todas sus facetas, fomentándola y difundiéndola.

Bajo estos términos surge LITERAR que hoy en día cuenta con el valioso aporte intelectual de muchos colaboradores dispuestos a brindarnos contenidos para enriquecer aquel sueño emprendedor de promover elambiente artístico.

Sabemos lo difícil que puede ser para un artista o incluso para un arte en sí mismo difundirse y promocionarse por eso hemos puesto nuestro granito de arena en pos de con-tribuir con un ambiente cultural más diverso y saludable.

Sin más preámbulos esperamos que disfruten de este espacio simbólico que no es más que el compendio de opiniones enmarcado en el entrañable formato revista.

--DIRECTIVA DE LITERAR--