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LITERATURA LONCCA Y AUTOREPRESENTACIÓN Gregorio Torres Santillana Se cuenta que en los días del Mariscal Ramón Castilla, dos de sus subordinados discutían si Arequipa era costa o sierra. Como ninguno daba su brazo a torcer, acudieron al Mariscal para que dirimiera el asunto. ¿Arequipa es costa o es sierra? –habrían preguntado. El viejo caudillo, ducho en lides políticas y todavía con el recuerdo de los sucesos de 1858, habría respondido: Arequipa, ni costa ni sierra. Arequipa cuesta. Esta anécdota viene a la memoria porque muestra cómo los arequipeños hemos elaborado y manejado nuestras identidades a lo largo de la historia. En este contexto, es inevitable formularse una serie de preguntas: ¿Cuándo se elaboran los grandes mitos sobre la ciudad? ¿Desde cuándo nos creemos El León del Sur, la cuna de la jurisprudencia, la República Independiente, la Roma del Perú, etc.? ¿Quiénes construyeron estos mitos? ¿Qué perseguían con esto? etc. Existe en nuestro medio una manifestación literaria que es desdeñada por la cultura dominante. Se la mira desdeñosamente y a sus exponentes como aficionados jugando a ser poetas o escritores. Me refiero a la llamada Literatura Loncca. Es esta variante en la literatura de Arequipa la que me sirve como objeto de trabajo y a partir de ella intento explicar algo sobre nosotros los arequipeños. Sostengo que esta literatura es una categoría elaborada, durante las primeras décadas del siglo XX, por intelectuales de la clase media. La propuesta tuvo el objetivo de construir la identidad mestiza de Arequipa. Esto es lo que me propongo mostrar a lo largo del presente ensayo. Considero que aquello que contemporáneamente se conoce como Literatura Loncca, con lógicas variantes de forma y contenido, es una manifestación que viene desde los comienzos del mestizaje como proceso de hibridación, poco después de la llegada de los conquistadores y

LITERATURA LONCCA Y AUTOREPRESENTACIÓN

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Page 1: LITERATURA LONCCA Y  AUTOREPRESENTACIÓN

LITERATURA LONCCA Y AUTOREPRESENTACIÓN

Gregorio Torres Santillana

Se cuenta que en los días del Mariscal Ramón Castilla, dos de sus subordinados discutían si

Arequipa era costa o sierra. Como ninguno daba su brazo a torcer, acudieron al Mariscal para

que dirimiera el asunto.

¿Arequipa es costa o es sierra? –habrían preguntado.

El viejo caudillo, ducho en lides políticas y todavía con el recuerdo de los sucesos de 1858,

habría respondido:

Arequipa, ni costa ni sierra. Arequipa cuesta.

Esta anécdota viene a la memoria porque muestra cómo los arequipeños hemos elaborado y

manejado nuestras identidades a lo largo de la historia. En este contexto, es inevitable

formularse una serie de preguntas: ¿Cuándo se elaboran los grandes mitos sobre la ciudad?

¿Desde cuándo nos creemos El León del Sur, la cuna de la jurisprudencia, la República

Independiente, la Roma del Perú, etc.? ¿Quiénes construyeron estos mitos? ¿Qué perseguían

con esto? etc.

Existe en nuestro medio una manifestación literaria que es desdeñada por la cultura dominante.

Se la mira desdeñosamente y a sus exponentes como aficionados jugando a ser poetas o

escritores. Me refiero a la llamada Literatura Loncca. Es esta variante en la literatura de

Arequipa la que me sirve como objeto de trabajo y a partir de ella intento explicar algo sobre

nosotros los arequipeños. Sostengo que esta literatura es una categoría elaborada, durante las

primeras décadas del siglo XX, por intelectuales de la clase media. La propuesta tuvo el objetivo

de construir la identidad mestiza de Arequipa. Esto es lo que me propongo mostrar a lo largo del

presente ensayo.

Considero que aquello que contemporáneamente se conoce como Literatura Loncca, con

lógicas variantes de forma y contenido, es una manifestación que viene desde los comienzos

del mestizaje como proceso de hibridación, poco después de la llegada de los conquistadores y

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de la fundación de las ciudades de Camaná y Arequipa. En el horizonte de su existencia la

expresión loncca presenta cuatro momentos. Esto no tiene que ver con la perspectiva de

desarrollo lineal o gradual de dicha expresión. Tampoco con la concepción acumulativa

positivista, de que el momento siguiente contendrá una manifestación más evolucionada que el

pasado. La idea es que la expresión loncha se nuestra en cada momento de modo diferente,

con rasgos particulares producto de las circunstancias sociales, sin que esto signifique que sea

peor o mejor. Los cuatro momentos a que hago referencia son: momento inicial, momento de la

apropiación, momento regionalista y momento de la ficcionalización.

I. MOMENTO INICIALEste momento de la expresión loncca se inicia con la primera generación de mestizos,

producto de la unión de nativos lugareños y conquistadores españoles. Como es de

conocimiento, la fundación española de Arequipa ocurre en el año 1540. Desde ese momento la

nueva ciudad se convierte en centro de irradiación de la cultura europea. Instalado el dominio

español, se produce el transplante de un variado tipo de instituciones que hicieran más eficaz

este dominio. Aparecen las encomiendas, las reducciones, la mita, el yanaconaje, los obrajes,

etc. (Carpio 1976: 57). Y para que estas instituciones funcionen llegan una serie de personajes:

encomenderos, corregidores, mercaderes, artesanos, soldados, curas, etc. Este caudal de

habitantes europeos va a agregarse a los indios que habitaban este valle.

Sin embargo, la convivencia de ambos grupos étnicos no es pacífica. La violencia de manifiesta

por ambos lados. La peor parte la llevan los nativos que, finalmente, acabaron como mitayos,

yanaconas o simples esclavos de los conquistadores. Pero es en esta liminal y precaria

relación que tiene lugar el mestizaje. “El amestizamiento de los indios chacareros a que nos

referimos se dio como un proceso lento, prácticamente desde la fundación de la ciudad hasta

1700” (Carpio 1976: 51). Hacia la segunda mitad del siglo XVII se puede hablar ya de dos

generaciones de mestizos por lo menos. Estos mestizos, por la regia inmovilidad social de la

colonia, tenían como natural lugar de vida el campo. Su ingreso al espacio del blanco era

francamente impensable. De modo que los mestizos se dedicaron a la agricultura y a

ocupaciones manuales (artesanos, mercachifles, arrieros, etc.) fuera de la ciudad. Por ello

adquirieron una personalidad tosca y poco cultivada. Y de ahí su denominación de lonccos.

Estos mestizos lonccos, herederos de la fusión cultural europea y nativa, son los iniciadores de

una forma particular de expresión que se materializa en canciones, versos, refranes y

narraciones. Es de suponer que la expresión loncca, en su forma inicial, era una manifestación

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inherente a la vida del hombre loncco, el mestizo que vive en la chacra. Una fórmula natural

para exteriorizar sus vivencias, sus emociones cotidianas por el paisaje, la naturaleza, el dolor,

la alegría, etc. Y de conservar la historia de su pueblo. Una muestra de los afirmado es esta

vieja canción popular anónima:

Por esta pampa pa’abajo

Hierba santa me has pediu

Hierba santa te he dar,

Si tu no me pagáis mal

(Cuadros 1939: 168)

La característica fundamental de la expresión loncca, tanto en este momento inicial como en los otros,es su oralidad. Ong, al hablar del tema, distingue tres tipos de oralidad: la oralidad primaria (pueblosque no tienen idea que exista algo llamado escritura), oralidad secundaria (comunidades que saben de laexistencia de la escritura, aunque no la posean) y oralidad terciaria (la oralidad electrónica de nuestrosdías). La del mestizo loncco está considerada en la segunda clase. En efecto, este sujeto posee unaconciencia oral secundaria producto del momento histórico y del contexto social que vive. Lasmanifestaciones que crea y recrea tienen marcas orales. En otros términos, cuando el loncco canta unacanción, recita un verso, parafrasea un refrán lo hace en la misma forma que habla cotidianamente. Sinbuscar la función poética del lenguaje. Esta categoría está fuera de su mundo. Su expresión tiene comofin primordial comunicar. Esterasgo de la utilidad se puede distinguir en el siguiente diálogo popular queincluye en su texto el autor de Folklore Botánico Medicinal: ¡Ay! Suspiro de huatacay,Que se guarda cuando no hay.

Si estará en su casaO estará por hay

(Cuadros 1939: 179)

El rasgo de oralidad no es exclusivo de los lonccos. Otras comunidades análogas en el

tiempo y en lo social lo practicaron, con resultados similares en sus expresiones culturales.

Son los casos del gaucho argentino y del guaso chileno (Veiravé 1976: 128). Este momento

se prolonga hasta finles del siglo XVIII. Considero que el quiebre se da cuando surgen los

primeros brotes de las luchas de independencia.

II. MOMENTO DE LA APROPIACIÓNEste segundo momento se inicia con la llamada Rebelión de los Pasquines (1780). Este

suceso es un acto simbólico que marca el cambio de los tiempos. De alguna manera,

también coincide con el Romanticismo en la historia de la literatura. Uno de los postulados

del romanticismo se refería a la búsqueda del color local, el rescate de las tradiciones

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olvidadas. En el caso de las colonias hispanoamericanas, los propósitos románticos se

trasladan a las luchas de independencia y al afianzamiento de las nuevas repúblicas. Así

surgirá el romanticismo político. En este sentido, dos movimientos libertarios que tuvieron

gran influencia en la ciudad fueron los liderados por José Gabriel Condorcanqui (1780) y el

Brigadier Mateo Pumacahua (1814).

En este entramado de luchas y conflictos, se elabora una serie de estrategias para legitimar

el discurso de la libertad. Con tal propósito, como ha sido largamente demostrado, se idea el

discurso de la homogeneidad. Fieles a los postulados del romanticismo y a la causa de la

independencia, los intelectuales criollos de la ciudad se entregaron a elaborar una imagen

homogénea para la colectividad arequipeña. Práctica, por lo demás, usual en otras áreas de

Hispanoamérica. Esto supone un complicado proceso de autopoiesis. Y en este contexto, la

mejor manera de exhibir la imagen de una ciudad cohesionada, con todas sus clases

sociales comprometidas en la misma causa, era construir algún símbolo cultural (capital

simbólico) que englobara a todos. Ese fue el melancólico yaraví. Emerge la figura de

Mariano Melgar quien recoge la expresión loncca, la transpota a la escritura, la estetiza, la

afina, la blanquea, la castellaniza y le otorga ele statuto de literatura.

Estas composiciones, hasta entonces sólo conocidas como canciones, a partir de 1862

recibirán el nombre de yaravíes melgarianos (Carpio 1976: 29). Lo que hace Melgar no es un

hecho aislado ni producto de la genialidad. Fue una práctica recurrente en el contexto

latinoamericano (poesía gauchesca y la canción del guaso) como parte de las luchas

ideológicas. Lo interesante de este trasvase de oralidad a la escritura tiene que ver con la

práctica que continuó desarrollando el pueblo mestizo. Por un lado su forma expresiva fue

asimilada y resemantizada por la élite letrada que la transforma en manifestación culta,

admitida por la oficialidad; por otro lado, los lonccos continuaron haciendo uso de ella sin

mayores pretensiones literarias. Este segundo momento de la expresión loncca concluye

con un hecho por demás simbólico: el traslado de los restos de Mariano Melgar al

Cementerio General de Arequipa (1833).

III. MOMENTO REGIONALISTAEl tercer momento se inicia, no podía ser de otro modo, con los primeros alzamientos

armados en la ciudad (1834). La elite criolla, en cu condición de libres, se apodera de los

cargos políticos, sociales y económicos. Asume una separación separatista del Perú. Una

de esas cabezas, sin duda la más influyente de la época, fue la del Deán Juan Gualberto

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Valdivia (1796 – 1884). Este personaje se declara, de modo abierto, a favor de la

confederación Peruano­Boliviana y de la separación de Arequipa del centralismo limeño y

por último, si fuera el caso, del Perú. Esto explica los numeroso levantamientos que se

producen en Arequipa en los años que siguen a 1834 y se prolongan, incluso, hasta bien

entrado el siglo XX. En este agitado panorama la expresión loncca terminada contaminada

por el discurso político regionalista. No debe sorprender que esta época date un refrán muy

conocido en la ciudad: “Arequipeño, ni grande ni pequeño”. El discurso regionalista criollo se

legitima en la expresión loncca. Es decir, se traslada a un nuevo lugar de enunciación. Con

eso fabrica una semiosis de doble efecto en el imaginario colectivo: a) Borra el pasado que

la ciudad tuvo en el Virreinato, pasado de sometimiento a la metrópoli colonial que le valió el

título de “La muy noble, muy Leal y fidelísima Ciudad de la Asunción de Nuestra Sra. del

Valle hermoso de Arequipa”; b) otorga una nueva identidad a la colectividad arequipeña,

presentándola ahora como rebelde, inconforme con los dictados de la nueva metrópoli

(Lima) y orgullosa de sus potencialidades sociales y geográficas.

En este período se originan los grandes mitos sobre Arequipa: León del sur, cuna de la

jurisprudencia, república independiente, etc. Esta nueva identidad de Arequipa se valida con

su funcionalidad en el nuevo contexto político, social e histórico que vive el país y

particularmente la ciudad.

IV. MOMENTO DE LA FICCIONALIZACIONEl cuarto momento de la expresión loncca parte, aproximadamente, de los primeros años

del siglo XX y se prolonga hasta nuestros días. El mestizo loncco prácticamente va

desapareciendo como sujeto real a consecuencia de la ciudad letrada y la marginación de lo

oral. A fines del siglo XIX e inicios del XX se producen una serie de cambios por influencia

del positivismo, la revolución industrial y las prédicas del socialismo. La ciudad vive con

pasión el inicio del nuevo siglo. Instituciones como la universidad San Agustín y otras de

índole educativo abren sus puertas a jóvenes de la clase media emergente. Este hecho va a

cambiar la marcha cultural de la ciudad. Para la tercera década del siglo, estos nuevos

intelectuales dominarán la escena local. Nombres como Francisco Mostajo, Guillermo

Mercado, Manuel Gallegos Sanz, Renato Morales, José María Cuadros, César A. Rodríguez,

etc. Aparecerán junto a Eduardo López de Romaña, Francisco Gómez de la Torre, Juan

Manuel Polar Vargas, José A. Mendoza del Solar, etc. El primer grupo de los nombrados

asumirá un proyecto nuevo para la ciudad, proyecto que tiene que ver con la modernidad y el

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mestizaje. Hasta entonces el arte (aquel aceptado como tal por la oficialidad y el poder

hegemónico) que produce la ciudad, era de criollos y para criollos. Los cholos no entraban

como destinatarios (incluso el destinatario de los yaravíes melgarianos es blanco).

Recién con la generación de Mostajo se rompe esta regla y se piensa en un destinatario

cholo, mestizo. Son los integrantes de esta generación quienes proponen la categoría de

Literatura Loncca para referirse a la manifestación que, a lo largo de este trabajo, he venido

denominando expresión loncca. Pero además, para designar a lo que ellos mismos

escribirán en adelante. Es decir, construyen un nuevo objeto (Literatura loncca) y a su vez,

un nuevo destinatario (el cholo arequipeño).