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151 Paulo Freire fue profesor de la Pontificia Universidad Católica de Sao Paulo (PUC/SP) en el Programa de Postgrado en Educación: Currículo, a su regreso del exilio, por un periodo de 17 años (1980-1997). Tuve la gran alegría de participar con en él durante casi dos décadlibros, prohibidos en Brasil en la década de los 60, cuando estaba en el exilio. En ese momento sólo se podía tener acceso a sus escritos en reuniones secretas del movimiento universitario. En 1979 tuve la opor- tunidad de estar presente cuando la Universidad lo acogió a su retorno del exilio. En 1980 trabajé con él, invitada por la PUC/SP para el Programa de Postgra- do en Educación: Currículo. Yo era la responsable de una de las disciplinas obli- gatorias del curso y él estaba a cargo de una disciplina optativa en torno a la temática de la educación popular. Fuimos presentados formalmente en una re- unión administrativa del Programa, y una semana después, cuando me encontra- ba sola en el salón de profesores, en el horario del almuerzo, revisando algunas notas antes de entrar a clase, Paulo Freire me tomó por sorpresa. Cuando entró al salón, me saludó y me dijo: “Niña, ¿tú sabes desarrollar el programa del curso que tenemos que entregar a la coordinadora? [traía una tarjeta en la mano]. Los temas que voy a tratar están aquí [me mostró la tarjeta]; no sé cómo colocarlos en el formato del programa que me están solicitando; ¿me puedes ayudar?” Yo no sabía cómo reaccionar. Con una mezcla de respeto, cortesía y timidez le dije que yo sabía lo que acostumbraba pedir la PUC/SP como programa de curso y que podría intentar incorporar el contenido del curso en el formato del progra- ma; le dije además que se lo mostraría antes de entregarlo, con la finalidad de que lo revisara e hiciera las correcciones necesarias. Asumí esa tarea con gran respon- Ana Maria Saul** Lo que aprendí con Paulo Freire * Traducción del portugués de Dora Benveniste Levy. ** Educadora, con maestría y doctorado en educación por la PUC/SP, en donde es profesora titular de postgrado en Educación: Currículo. Es coordinadora de la cátedra Paulo Freire en esa Universidad; fue Directora de Orientación Técnica, durante la gestión de Paulo Freire, en la Secretaría Municipal de Educación de Sao Paulo (1989/1992). [email protected] *

Lo Que Aprendi de Paulo Freire

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Escrito para reflexionar su práctica docente.

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Paulo Freire fue profesor de la Pontificia Universidad Católica de Sao Paulo(PUC/SP) en el Programa de Postgrado en Educación: Currículo, a su regreso delexilio, por un periodo de 17 años (1980-1997). Tuve la gran alegría de participarcon en él durante casi dos décadlibros, prohibidos en Brasil en la década de los60, cuando estaba en el exilio. En ese momento sólo se podía tener acceso a susescritos en reuniones secretas del movimiento universitario. En 1979 tuve la opor-tunidad de estar presente cuando la Universidad lo acogió a su retorno del exilio.

En 1980 trabajé con él, invitada por la PUC/SP para el Programa de Postgra-do en Educación: Currículo. Yo era la responsable de una de las disciplinas obli-gatorias del curso y él estaba a cargo de una disciplina optativa en torno a latemática de la educación popular. Fuimos presentados formalmente en una re-unión administrativa del Programa, y una semana después, cuando me encontra-ba sola en el salón de profesores, en el horario del almuerzo, revisando algunasnotas antes de entrar a clase, Paulo Freire me tomó por sorpresa. Cuando entróal salón, me saludó y me dijo: “Niña, ¿tú sabes desarrollar el programa del cursoque tenemos que entregar a la coordinadora? [traía una tarjeta en la mano]. Lostemas que voy a tratar están aquí [me mostró la tarjeta]; no sé cómo colocarlosen el formato del programa que me están solicitando; ¿me puedes ayudar?” Yono sabía cómo reaccionar. Con una mezcla de respeto, cortesía y timidez le dijeque yo sabía lo que acostumbraba pedir la PUC/SP como programa de curso yque podría intentar incorporar el contenido del curso en el formato del progra-ma; le dije además que se lo mostraría antes de entregarlo, con la finalidad de quelo revisara e hiciera las correcciones necesarias. Asumí esa tarea con gran respon-

Ana Maria Saul**Lo que aprendí con Paulo Freire

* Traducción del portugués de Dora Benveniste Levy.** Educadora, con maestría y doctorado en educación por la PUC/SP, en donde es profesora titular de

postgrado en Educación: Currículo. Es coordinadora de la cátedra Paulo Freire en esa Universidad;fue Directora de Orientación Técnica, durante la gestión de Paulo Freire, en la Secretaría Municipalde Educación de Sao Paulo (1989/1992)[email protected]

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sabilidad. Me parece que ya adivinaba que ese encuentro sería el inicio de unarelación privilegiada en la que se desarrolló una gran amistad y la posibilidad deun trabajo conjunto, singular. Después de esa ocasión tuvimos muchos contac-tos; el programa del curso fue un buen pretexto para ello.

Posteriormente el Programa de Postgraduados en el que trabajábamos fuereformulado y se propusieron seminarios para orientar las investigaciones de losalumnos. Paulo Freire y yo quedamos a cargo de la coordinación de esos semi-narios. Para planearlos, Paulo acostumbraba llamarme para compartir un al-muerzo o tomar un café en su casa; después “partíamos”, como decía, pararealizar la planeación. Él procuraba siempre escuchar lo que yo pensaba acercadel siguiente semestre; después discutíamos bastante y llegábamos a la formula-ción de propuestas. Él insistía en resaltar que nuestros deseos, nuestros sueñoscomo profesores, serían confrontados con los sueños de los alumnos, y por esolo primero que hacíamos en el aula era discutir con los alumnos nuestras pro-puestas. Para la elaboración de los programas tomábamos en consideración susexpectativas, las posibilidades de tratamiento de la temática y las evaluaciones de lossemestres anteriores hechas por los participantes del seminario. Esos diálogos conPaulo Freire siempre fueron muy productivos, enriquecedores y fraternales.

El primer día de clases escuchábamos a los alumnos para que sus necesidadesy expectativas estuvieran contempladas en el proyecto de trabajo que se desarro-llaría en el semestre. Esto se llevaba a cabo en el aula, donde nos organizábamosen círculo, creando así un ambiente propicio para el diálogo. Esta forma desituarnos le permitía a Freire dar suaves palmaditas a los estudiantes que se colo-caban a su derecha e izquierda, en un gesto muy espontáneo, como si quisieraque le entendieran mejor, o bien para pedir a su interlocutor que participara. Quienesconvivieron con él y tuvieron la oportunidad de estar cerca seguramente recordaránla expresividad de sus gestos. Era un hombre que hablaba con las manos.

Aunque los proyectos de los alumnos estuvieran en embrión, se preocupabapor estimularlos para que manifestaran sus sueños, hasta que estuvieran defini-dos o totalmente claros. A partir de la narración de sus proyectos, o de susintentos de investigación, se pasaba a una segunda instancia en la que se trabajabacon las diferentes temáticas, hasta encontrar los ejes importantes en cada uno deesos proyectos y los “lazos comunes” entre ellos. De este modo se profundizabaen las temáticas fundamentales que confluían en los diferentes proyectos. Ade-más de seleccionar los temas básicos de discusión, Paulo Freire consideraba queera importante proponer a los alumnos que se ejercitaran en la producción escri-ta y que discutieran su producción en el aula. Él me decía: “Vamos a proponer alos alumnos que en cada sesión, en cada clase, puedan actuar no sólo oralmente,en el momento, diciendo lo que piensan con respecto a los temas, sino quevamos a desafiarlos para que escriban pequeños textos, aunque sea de una pági-

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na, y en la siguiente sesión escucharemos esas páginas y manifestaremos nuestraopinión sobre ellas.”

Esos modos de “ser” y de “hacer” de Paulo Freire, centrados en propuestasfundamentales de su obra, como son: el respeto al educando, el diálogo, la im-portancia de partir del conocimiento del alumno en el proceso de enseñanza-aprendizaje, la defensa de la autoridad del profesor y no del autoritarismo, lapolitización de la educación, fueron en ocasiones criticados. Paulo Freire no secansaba de repetir las explicaciones, profundizando sus argumentos. Aún más,no dejaba de manifestar cierto justo enojo en relación con las críticas que lehacían sin fundamento.

La presencia de Paulo Freire en el aula siempre fue muy querida, determinan-te y significativa. Su actuación era discreta. A pesar de saber que sus palabrasmarcaban la diferencia, rara vez era el primero en hablar. Ejercitaba de estamanera uno de los saberes que en su último libro mencionó como necesariospara la práctica educativa: “saber escuchar”. Oía a todos atenta y respetuosa-mente, y sólo intervenía cuando lo juzgaba oportuno, o cuando alguien del gru-po se dirigía a él. En esos momentos escuchábamos su voz suave que revelaba,sin embargo, una postura enérgica que invitaba a pensar sobre los desafíos pre-sentados por él, en la dirección de una lectura crítica del mundo, en la defensaintransigente de la ética del ser humano y de la lucha a favor de los oprimidos.

El clima democrático y cordial del salón de clases permitía que los alumnosse iniciaran en la producción de escritos y al mismo tiempo pudieran externar susdificultades. A veces Freire hacía exposiciones muy interesantes con respecto a lasuperación de las dificultades para producir un texto. Platicaba sobre la formaen que escribía; decía que a veces se sentaba ante una página en blanco y eltiempo pasaba sin que llegara la posibilidad de escribir. Con esto revelaba, en lapráctica, el valor que necesita tener un profesor, según él, para exponer frente ala clase, expresando sus sueños, su ideología, su comprensión de la realidad y dela producción del conocimiento, así como sus sentimientos.

En el penúltimo semestre en que trabajamos juntos él estaba escribiendo ellibro Pedagogía de la autonomía, que se terminó en septiembre de 1996. Alpresentar la página que había escrito para discutirla en clase (era una página parala tesis de maestría que estaba realizando), un alumno le dijo: “Oye, Paulo, aveces tengo la sensación de que lo que escribo no vale mucho la pena, y me danganas de romper todo y tirarlo al basurero”. Él le contestó en tono incisivo ycon buen humor: “No hagas eso, yo también estoy escribiendo un libro... (¡era suúltimo libro!) y te puedo decir que si para ti puede ser un libro rompible, no esasí. A veces yo también tengo la sensación de que lo que la gente está producien-do no siempre está totalmente bien, no siempre la gente está satisfecha con loque hace”.

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En casi todas las semanas que siguieron a este hecho le pedíamos a PauloFreire noticias sobre su “libro rompible”. Un martes por la tarde llegó y dijo:“Hoy les quiero dar una noticia, ya terminé aquel libro rompible.”

Al comentar sobre su forma de producir, Paulo Freire sugería a los alumnosalgunos procedimientos para enfrentar las dificultades de la escritura. Una de lascosas que decía que era muy seguro era revisar, al día siguiente, lo que se habíaescrito la víspera, releer lo que ya se había hecho, como una manera de volver aver, reformular o ir adelante. Mencionaba constantemente otra práctica que élacostumbraba, y que nos recomendaba a todos nosotros: el uso de buenos ydiferentes diccionarios. Tuve la oportunidad de visitarlo en su casa, en el estudiodonde escribía, y observé que mantenía los diccionarios muy a la mano, parautilizarlos en todo momento. Apreciaba mucho la calidad del lenguaje, y por ellono dejaba, en el momento oportuno y siempre con mucha amabilidad, de hacer“algunas sugerencias sobre el lenguaje” a los alumnos. Decía que eso era comouna necesidad, como un método para garantizar la “belleza” del lenguaje. Enesas situaciones insistía en que la seriedad del educador no debe estar separadade la alegría, no debe estar separada de la estética. Insistía en que ser político, enel sentido de tener una orientación clara, un compromiso con el cambio, no nosexime de la responsabilidad de hacerlo de una manera estética, de una manerabonita, alegre y placentera. Decía, además, que no es necesario ser serio para sersabio. Es muy posible y deseable que se practique la educación con buen humor,alegría y amor.

La gran oportunidad que tuve de convivir y aprender con Paulo Freire, en laUniversidad, se amplió y profundizó cuando me invitó a dirigir la reorientacióncurricular de la Secretaría Municipal de Educación del Municipio de Sao Paulo1

y coordinar el programa de formación permanente de los educadores. En nues-tros encuentros de casi todas las mañanas, en su oficina, en un edificio de laAvenida Paulista, me encontraba con un hombre alto, elegante, de traje y corba-ta, cabellos blancos, casi siempre largos, con suaves ondas sobre los hombros.Bien dispuesto, llegaba puntualmente en las primeras horas de la mañana. Mos-traba siempre su preocupación por los aspectos más generales de la políticaeducativa. Me sorprendía la manera creativa y concreta con la que manejaba locotidiano. Quien se imagina al Secretario Paulo Freire como alguien que manejabasolamente las directrices más generales de la Secretaría de Educación, se engaña.

Con la experiencia de sus 70 años y con la autoridad de su saber, reconocidopor muchos pueblos del mundo, tenía siempre algo nuevo que dar, en la pers-pectiva de poner en acción la política más general, avanzando paso a paso, rum-

1 Paulo Freire asumió el puesto de Educación del Municipio de Sao Paulo en 1989, invitado por laPrefecta Luiza Erundina de Sousa.

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bo a la construcción de una escuela pública, popular y democrática. En el len-guaje coloquial de Paulo Freire, era necesario “cambiar la cara de la escuela”; sinembargo, era fundamental que la escuela quisiera cambiar su cara y por ellorequería ser respetada, consultada, ser sujeto de su propia historia. Analizabadetalladamente cada programa en proceso de desarrollo; estaba absolutamenteatento a la lectura de la realidad, a los avances y dificultades, demostrando unprofundo respeto por la historia y viviendo un tiempo de cambios con pacien-cia/impaciencia.

Se entusiasmaba con cada avance, por pequeño que fuera; el relato de accio-nes sencillas de escuelas que demostraban estar caminando rumbo a una escuelaseria en la producción de conocimientos y, al mismo tiempo, alegre y democrá-tica, era suficiente para mantenerlo animado y estimulado. Siempre me desafiabacon nuevos proyectos, casi todos atrevidos. Parecía que en las noches los soñabay los hacía explotar al día siguiente, al rayar un nuevo día, en una atmósfera declaridad de propósitos, determinación, alegría y esperanza.

Con cada nuevo proyecto sus ojos mostraban el brillo y la emoción de unniño. Toda su creación, a pesar de ser osada, estaba rodeada por un marcodemocrático en el que el diálogo siempre era la piedra fundamental. Paulo Freiresiempre escuchaba con atención los puntos de vista de su equipo acerca de todassus propuestas. Escuchaba con prudencia, recreaba sus propuestas, estimulaba ydaba espacio para nuevas propuestas; externaba sus preocupaciones, establecíaparámetros.

Con Paulo Freire experimenté el verdadero sentido de lo que es la participa-ción. Al contrario de la falsa participación que manipula colaboradores, centrali-zando todas las decisiones en las manos del jefe, y delegando la ejecución de sóloalgunas tareas, la participación, en el equipo de Paulo Freire, asumió el más radi-cal de los significados, caracterizándose como una verdadera participación en elnivel político. Esto significaba, en efecto, compartir las decisiones. Y hay quetomar en cuenta que pedir un equipo para integrar el proceso de toma de deci-siones implicaba, necesariamente, una división del poder del dirigente. PauloFreire dividía su poder como Secretario con su equipo. Y lo hacía con tranquili-dad, pero sobre todo por convicción política. Eso no lo amenazaba ni lo hacía“menos poderoso”. Por el contrario, como él mismo decía en tono humorístico:“Soy el Secretario que tiene menos poder, y por eso, como contradicción, soy elque tiene más poder.”

Mi vivencia al trabajar con Paulo Freire, en cuanto gestor de una red públicade educación, se puede resumir como sigue: un enorme aprendizaje de política,de teoría y de práctica. Más que un aprendizaje, el privilegio de aprender lecciones devida con un hombre que era sorprendente, especialmente por su coherencia.

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Después de su fallecimiento, en su homenaje, la PUC/SP creó, en el segundosemestre de 1998, la Cátedra Paulo Freire, bajo la dirección del Programa dePostgrado en Educación: Currículo.

En la PUC/SP entendemos la Cátedra como un espacio para el desarrollo deestudios e investigaciones sobre y a partir de la obra de Paulo Freire, enfocandosus repercusiones teóricas y prácticas en el área de la educación, y la potenciali-dad de la pedagogía freireana para dar vida a nuevas ideas. En otras palabras,homenajeamos a Paulo Freire de la manera que creemos que le gustaría ser ho-menajeado, estudiando con rigor su pensamiento, para comprenderlo y pararecrearlo.

Añoramos a Paulo Freire por su lucidez para interpretar los hechos del mun-do, por su poder de indignación, por su contagioso amor a la vida y al serhumano, por su lucha incesante por la justicia, por la libertad, y por su presenciasolidaria y siempre amiga.

ANA MARIA SAUL