Lorenzo Anselmo El Proletariado Militante Libro Segundo

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    ndice:

    DEDICATORIAA James Guillaume.

    EXPLICACIN PREVIA

    CAPTULO PRIMERO. Jos Lpez Montenegro.

    CAPTULO SEGUNDO. El Congreso de Zaragoza (Pequeos dictmenes).

    CAPTULO TERCERO. El Congreso de Zaragoza (La Propiedad).

    CAPTULO CUARTO, El Congreso de Zaragoza (Incidente curioso.-La resisten-cia).

    CAPTULO QUINTO. Entre Valencia y Crdoba.

    CAPTULO SEXTO. La Repblica Espaola a vista de pjaro.

    CAPTULO SPTIMO. IV Congreso espaol y VI Congreso internacional. CAP-TULO OCTAVO. Renovacin de la Alianza.- Reforma de la Federacin.

    CAPTULO NOVENO. Puerilidades obreras y crueldades burguesas.

    CAPTULO DCIMO. ltimos congresos de La Internacional.

    CAPTULO DCIMO PRIMERO. Primera parte. Crisis de la Federacin RegionalEspaola de La Internacional.

    CAPTULO DCIMO PRIMERO. Segunda parte. Crisis de la Federacin Regio-

    nal Espaola de La Internacional.EPLOGO. Dos palabras como final.

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    Anselmo Lorenzo

    El proletariado militante(Memorias de un Internacionalista)

    Libro Segundo

    __________

    DEDICATORIA

    A James Guillaume

    Al viejo compaero, cronista de la Internacio-nal; al que dio norma salvadora de conducta al

    proletariado emancipador, proclamando noble-mente paz a los hombres, guerra a las institu-ciones, dedico la continuacin de este trabajo

    en testimonio de respetuosa consideracin yfraternal amistad.

    ANSELMO LORENZO

    EXPLICACIN PREVIA

    Han pasado muchos aos desde que termin el primer volumen deesta obra, que ha estado en peligro de no tener continuacin.

    Hice aquel trabajo en condiciones harto difciles: haba vuelto a mihogar despus del encierro y del destierro por el tristemente clebre

    proceso de Montjuich y trabajaba diez horas diarias como correctoren una imprenta de Barcelona, dedicando las veladas y das festivos ala composicin de mi obra; por eso escrib en la conclusin: Doy por

    terminada esta primera parte de mi trabajo, dudando mucho, a pesar

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    de mi buena voluntad, de poder emprender la segunda a causa degraves dificultades propias de mi estado.

    Despus se oper un cambio importante en mi mtodo de vida: Fran-cisco Ferrer Guardia, el fundador de la Escuela Moderna de Barcelo-na, el mrtir de la enseanza racionalista, me asoci a su obra, en-cargndome la traduccin de las obras francesas necesarias para la

    biblioteca. Abandon la imprenta y emprend la traduccin de aque-lla coleccin de libros que comprende, desde las Aventuras de Nono,de Grave, empezada en 1900, hasta El hombre y la tierra, de Recls,

    terminada en 1909, y que ha llegado a tener importancia histrica porsu significacin y por la ola de malicia que en su contra suscit lareaccin y la hipocresa.

    Mis nuevos deberes absorbieron por completo mi tiempo y hube deguardar mis notas y documentos para ocasin oportuna. Guardadoslos tena, hasta que un registro policaco, operado en mi casa, antesde mi prisin arbitraria, cuando estall la huelga general de Barcelo-

    na en 1902, caus la prdida de muchos y preciosos documentos, lomismo que un manuscrito francs que estaba traduciendo a la sazn yque no pude recobrar cuando se me abrieron las puertas de la crcel.

    Por desgracia, Ferrer cay en poder de sus enemigos; la Escuela Mo-derna fue cerrada, confiscada su librera y l mismo fue sacrificado.As qued tristemente libre y dueo de mi tiempo, en calidad de des-ocupado, cuando la vejez y los achaques me tenan ya invlido para

    el trabajo de mi oficio. Pens entonces en mi obra suspendida, y mepuse a trabajar en ella, hasta que por providencia del Tribunal Su-premo de la Guerra y Marina, se entregaron los bienes de Ferrer a suheredero, se abri la librera y volv a mis funciones de traductor dela Escuela Moderna.

    No obstante, no habiendo abandonado nunca la idea de continuar miProletariado Militante, le dediqu el tiempo que pude, alternando,entre mis traducciones, la redaccin de mis conferencias, publicadasen diversos folletos, y mi colaboracin a la prensa obrera.

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    En l me propuse ejecutar cuanto dej consignado en la introduccindel primer volumen y ejecutarlo de la misma manera, animado por

    las manifestaciones de aprobacin pblicas y privadas que he recibi-do.

    He escrito as este libro, y me he propuesto no hacer historia, sinorecoger datos para la historia, porque de este modo puedo garantizarla verdad y la autenticidad de todo, y porque as me ha sido ms fcily de mi gusto, y he considerado que era del nico modo que podadejar hecho algo til en lo que de utilidad pueda haber en mi trabajo.

    Sirva esta sinceridad de excusa por mi deficiencia literaria, ya que,aunque habiendo escrito mucho, nunca me tuve por escritor, comotampoco fui orador sino un modesto propagandista de la emancipa-cin proletaria que, segn las ocasiones, se serva para su objeto de la

    palabra escrita o hablada.

    Anselmo Lorenzo

    CAPTULO PRIMERO

    JOS LPEZ MONTENEGRO

    Al reanudar mis tareas escribo en primer trmino el nombre del quefue compaero de los que sufren y mi buen amigo particular.

    A la fecha del segundo Congreso regional espaolde La Internacio-

    nal resida en Zaragoza, y como en la celebracin de aquel acto, aun-que no fue delegado, lo mismo que en el desarrollo de las ideas en lalocalidad y en toda la esfera de accin de la propaganda espaolatuvo gran intervencin, le dedico estas lneas que, por nfimas queresulten, en mi propsito valen por una corona dedicada al luchadorconstante, al que, siguiendo el imperativo de la conciencia, se digni-fic colocndose al lado de los humillados rebeldes y abandonandolas dulzuras del privilegio, que le brindaba vida fcil y alegre, las

    troc por las amarguras de la lucha por la idea, no en un sacrificio

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    nico y decisivo, sino despreciando incesantemente las sugestionesde la buena vida, a que tena siempre libre acceso por el regreso a su

    antigua profesin, ante las estrecheces de la miseria.Militar caballeresco, romntico; arrastraba el sable con aquel desen-fado del que lleva la vida segn el impulso recibido, parecindoleque todo en el mundo haba de subordinarse a proporcionarle alegra,honores y riqueza, no importndole que otros sufrieran por causasque ignoraba, ni reparando siquiera en que l mismo pudiera arrancarlgrimas a algn desgraciado, y as hubiera seguido si el amor no

    hubiera representado para l su camino de Damasco.No es este lugar a propsito para una biografa, ni tampoco puedohacerla; me basta consignar que regenerado por el amor, descendien-do desde su posicin privilegiada y de porvenir brillante al nivel dela pobre mujer primeramente seducida y abandonada y despus to-mada por compaera de su vida, ingres en el proletariado militante,cambiando los trminos de la lucha: de servidor de la burguesa, bur-

    gus galoneado l mismo y sacrificador de obreros rebeldes, se con-virti en ardiente propagador de la igualdad social, sufriendo por ellopersecuciones y miseria. Su ardor guerrero y ciertos resabios polti-cos revolucionarios llevronle al Cantn de Cartagena, de donde sa-li ileso del fracaso por la clebre escapatoria de la Numancia, decla-rada pirata por el gobierno de la Repblica, bajo el poder del presi-dente Nicols Salmern.

    Vuelto a Espaa despus de larga y penosa emigracin, y reducido alos escasos recursos del maestro de escuela, en Sabadell y en Sallent,elabor conciencias infantiles, ilustr supersticiosos y rutinarios jor-naleros y trabaj como lo hacen los leales e inflexibles enamoradosde la idea. Como rebelde e inadaptable al rgimen tirnico de la so-ciedad actual, sufri en la Carraca por no jurar acatamiento a la di-nasta amadesta, y en Montjuich, por efecto de la persecucin pro-movida en Barcelona con motivo del famoso proceso del Castillo

    Maldito.

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    Le conoc en Madrid, antes de que se declarara anarquista; le vi enZaragoza y despus en Pars llevando la vida del emigrado pobre;

    asist con l en Reus a una conmemoracin de la Comuna de Pars,en una especie de gape celebrada con los compaeros reusenses enel Maset, donde hizo declaraciones acerca de su vida verdaderamentesensacionales.

    Le vi por ltima vez en Barcelona, poco antes de su viaje a Amrica,y por cierto en ocasin de haber de desengaarle acerca de la publi-cacin de cierta obra en verso. Si es cierto que nadie es perfecto, l

    pecaba por los versos. Teniendo grandiosidad de pensamiento y sa-biendo expresarle en prosa clara, enrgica y sugestiva, a veces empe-queeca todo eso en las estrechuras de la rima y del consonante, ydejaba de ser buen pensador para ser poeta malo, escribiendo versosramplones.

    Quiz presenta que no nos veramos ms: al despedirnos me es-trech fuertemente contra su pecho y me dio un beso. Conmovidos

    ambos, nuestra ltima mirada fue velada por lgrimas, y nuestraspalabras temblaban por efecto de intensa emocin.

    Volvi a Barcelona, donde la vejez, la enfermedad, las privaciones yla ingratitud pusieron punto final a una existencia dedicada al bien dela humanidad.

    Como buen recuerdo y til enseanza reproduzco el discurso quepronunci en Zaragoza en la inauguracin del casino obrero La Fra-

    ternidad.Vagan los pueblos por las regiones de una metafsica incomprensi-ble, en tanto remiten la mayora de sus dolencias al arte de la polti-ca.

    Mientras la humanidad estuvo en tutela, mientras los hombres nosupieron que lo eran, nadie poda salir de ese crculo de hierro lla-mado autoridad, gobierno, direccin; pero tan pronto como la ley

    indestructible del progreso revel al mundo que todos debemos ser

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    impotente para s, y el individualismo conduca a dejar a cada uno,por falta de auxilio, impotente para s y para los dems.

    Quin podr, quin se atrever, pues, a negar la conveniencia delmaana? ...

    Nos falta demostrarlo en otra forma. Por medio de la significacin,relacin y deduccin de las tres palabras que deben ser la nica ley

    y el exclusivo gobierno de los hombres: libertad, igualdad, fraterni-dad.

    En efecto; no hay libertad donde no existen los iguales y los herma-nos. No hay igualdad donde no existen los hermanos y los libres. Nohay fraternidad donde faltan los libres y los iguales.

    Todos los declogos del mundo, toda la moral consiste en este prin-cipio: no hay derechos sin deberes; no hay deberes sin derechos y laecuacin, el producto de la trinidad santa, es justicia.

    Dadnos un igual que no ame y esclavice... imposible!

    Dadnos un hermano que esclavice y supere... imposible!

    No hay tringulo equiltero sin tres lneas iguales...

    El hombre de raza, el de clase, el de privilegio, no es igual a los de-ms; por consecuencia, ni es libre ni ama como ellos.

    El plebeyo, el desheredado, el pobre, el trabajador, aunque ame yconsidere iguales a los otros, no es libre como ellos.

    A qu engaar, pues, a las naciones con falsas esperanzas e hip-critas denominaciones de la libertad?

    Hijos del trabajo, corazones honrados cuya salvacin pende de vues-tra separacin de la poltica y de vuestra solidaridad econmica,unos; cumplid, aunque solo sea entre vosotros, la obligacin delamor recproco; sed hombres dignos de la sociedad que viene,huyendo de los crmenes que manchan la solidaridad que se va; co-

    rramos todos a destruir las tiranas, las infamias, los privilegios, la

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    holgazanera, madre de todos los vicios, y realicmoslo sin oro y sinarmas, sin sangre y sin miserias. Slo con defenderos, slo con un

    esfuerzo pequesimo de nuestra voluntad, consumiendo y produ-ciendo entre nosotros y mirando a la poltica actual y a los que lahacen, como la plaga ms siniestra contra la redencin obrera, lle-

    gar, trabajadores, no lo dudis, la hora de la emancipacin, porqueen la organizacin de los trabajadores est el secreto de nuestra

    fuerza insuperable y de la debilidad de los privilegiados.

    En la prensa obrera de su tiempo dej muestra de su saber, de su en-

    tusiasmo y de su fe en el ideal, siendo notables sus artculos sobre laorganizacin y la eficacia revolucionaria de la huelga general.

    Como orador en las asambleas de organizacin y en los mtines depropaganda reuna excelentes condiciones y prest eminentes servi-cios. Con fcil palabra, voz grave y sonora, simptica presencia ylgica contundente dominaba al auditorio y difunda notablementelas ideas.

    La circunstancia de proceder de una clase superior le dio cierto as-cendiente sobre algunos atvicos de humilde extraccin que se sent-an especialmente favorecidos con el compaerismo y la amistad deun superior que se dejaba tutear y aun sufra ciertas familiaridadesque tocaban a la falta de respeto.

    Jos Lpez Montenegro dej buena memoria en el proletariado espa-ol.

    CAPTULO SEGUNDO

    EL CONGRESO DE ZARAGOZA. PEQUEOS DICTMENES

    La orden del da del Congreso de Zaragoza era grande y difcil. A suestudio haba dedicado mucho tiempo y preferente atencin el Con-

    sejo federal, tomndose en esto un trabajo que las pasiones suscita-

    das por el personalismo inutilizaron despus.

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    Hizo el Consejo por entusiasmo y energa lo que, segn los Estatu-tos, debieran haber hecho las secciones y federaciones, presentando

    proyectos de dictamen a todos los temas de la orden del da, y alhacerlo se extralimit en buen sentido, tanto como las entidadesmencionadas faltaron a su deber por indolencia, ignorancia o imposi-

    bilidad, ms bien esto ltimo, como veremos, resultando incumplidopor todos, unos por exceso, y otros por defecto, el pacto base de laorganizacin.

    El Consejo federalpresent una memoria en que daba extensa cuenta

    de todos sus actos (muchos de los cuales quedan expuestos en elprimer volumen), y del desarrollo de la Asociacin durante el tiempode su cargo, resultando que la Federacin regional espaola consta-

    ba de 102 Federaciones locales, 69 Secciones de oficios varios, 284Secciones de oficio, 13 localidades en que existan adhesiones indi-viduales y 8 Uniones de oficios smiles que, federadas a las corres-

    pondientes Federaciones de oficio, contenan todas las Secciones delos oficios respectivos.

    Terminada la lectura de la memoria del Consejo federal, Mora expu-so verbalmente las siguientes consideraciones:

    La Federacin regional espaola ha entrado en un perodo prcticoque ha de ser fecundo en brillantes resultados, no slo para s, sinotambin para todas las dems Federaciones regionales que componenla Asociacin Internacional de los Trabajadores.

    Dos aos escasos cuenta de existencia nuestra Federacin: en elCongreso de Barcelona, donde qued establecido el pacto federalentre las sociedades obreras que en l tuvieron representacin, sesentaron unas bases de organizacin tan cientficas y razonables, que

    bastaron por s solas para separar a la clase trabajadora de la funestainfluencia con que los burgueses de todos matices la tenan supedita-da. Mas un hecho de tal trascendencia no se lleva a cabo sbitamen-te; si siempre ha costado mucho trabajo a los hombres abandonar elerror y las preocupaciones. As se vio que nuestra Asociacin, com-

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    batida de un lado por la calumnia y de otro por las intrigas de los quenecesitan de los trabajadores como instrumentos ciegos, arrastr una

    vida lnguida y penosa en el primer ao.En la poca de la Conferencia de Valencia slo constaba nuestra Fe-deracin regional de 13 Federaciones locales. En aquella Conferen-cia se complet la organizacin, estableciendo las Uniones con locual queda una organizacin que causa la admiracin de todo el quela examina y se interesa por la reivindicacin de los derechos de laclase eternamente oprimida y explotada.

    A partir de la Conferencia de Valencia nuestros progresos han sidorpidos, los trabajos verificados anteriormente han producido susfrutos naturales; por todas partes brotaban federaciones locales yncleos organizadores, a cuya aparicin, anunciada por nuestros pe-ridicos, palpitaban de entusiasmo los corazones internacionales ytemblaban aquellos miserables que tienen la desgracia de tener susintereses unidos a las instituciones sociales vigentes, porque ven

    acercarse el momento de su ruina.Pero, aunque veamos estos magnficos resultados, no debemos dor-mirnos sobre nuestros laureles: queda an mucho que hacer. Todavahay gran parte de nuestra organizacin sin practicar, y no debemos

    perder nunca de vista, que sta es un mecanismo perfecto que slofunciona bien cuando se mueven con regularidad todas las partes quele componen.

    Hasta ahora pueden considerarse los trabajos hechos como encami-nados a constituir federaciones locales, o, lo que es lo mismo, agru-

    par los trabajadores bajo los pliegues de nuestra salvadora bandera;de hoy en adelante es necesario poner en movimiento la actividad detodos, que, regularizada por nuestra organizacin, ha de abrir honda

    brecha en el viejo y repugnante privilegio.

    Los importantes triunfos obtenidos contra el capital por la resistencia

    han hecho pensar a los explotadores, y les fuerza a buscar un mediocapaz de contrarrestarnos. Con este fin han intentado varios proyec-

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    tos, que todos han fracasado, tales como suponernos instrumentos deambiciones personales, formar centros de propaganda anti-

    internacional, conspirar con las autoridades o con los clrigos paraver si con la fuerza o la supersticin nos anonadaban, etc., etc. Esosmalos xitos les han hecho desistir de esos proyectos, pero no de susdaosas intenciones, y as vemos que en tanto sus intereses, siempreopuestos, se lo permiten forman uniones y pactos para negar el traba-

    jo a los obreros asociados. Estos trabajos de nuestros enemigos hancontribuido a excitar el celo de nuestros compaeros, que han com-

    prendido la necesidad de activar la prctica de la organizacin. Aesto se debe el gran movimiento que se ha observado durante el aoque ha transcurrido en la vida de las Federaciones de oficios funcio-nando como Uniones. Esto marca la serie de trabajos que ha de efec-tuar el nuevo Consejo.

    Nosotros todo lo podremos por la solidaridad, y para que sta exista,es necesaria la unin bien fundada. Saquemos todos los beneficios

    posibles de la unin y de la federacin, y alcanzaremos los derechosque por la naturaleza nos pertenecen y que esta infame sociedad nosniega, aunque sin la franqueza de declararlo, por lo cual ha inventadola hipcrita mscara del constitucionalismo y el sufragio universal;arranqumosla esa mscara y hagamos prctica sobre la tierra la re-ciprocidad entre los deberes y los derechos.

    Se nombr un Consejo Federalinterino, que despus se declar defi-nitivo, en previsin de una persecucin arbitraria de la autoridad,

    toda vez que el Congreso tena el carcter de clandestino, por reunir-se tres das antes del sealado pblicamente y celebrarse sin dar co-nocimiento al gobernador, eligindose los compaeros PelegrnMontoro, Franco Martnez, Francisco Toms y Anselmo Lorenzo.

    Sobre la proposicin qu se entiende por obrero? el Congresoacord someter a la discusin de las secciones un dictamen pocoacertado y un tanto declamatorio, presentado por el Consejo federal,

    cuyo acuerdo equivala a dejar el tema para otro Congreso.

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    Sobre una proposicin procedente del Congreso de Barcelona, acer-ca de la emancipacin de la mujer de todo trabajo que no sea doms-

    tico, se aprob el siguiente dictamen:DE LA MUJER

    A nuestro juicio, esta proposicin es hija de una preocupacin; estinspirada en un sentimentalismo tradicional que debe desaparecerdelante de las observaciones y conocimientos con que cada da seenriquece la ciencia social, porque ante todo est la fatalidad econ-mica y la verdad.

    Los que quieren emancipar a la mujer del trabajo para que se dediqueexclusivamente al hogar domstico, al cuidado de la familia, suponenque sta es nicamente su misin, para lo cual afirman tiene faculta-des especiales que se contraran sacndola de lo que ellos llaman sucentro.

    Los que esto afirman, suponen que la actual constitucin de la fami-

    lia es imperecedera, y este es el fundamento principal de su opinin.Pero los hechos, siguiendo una lgica severa, independiente de todosentimentalismo y de toda preocupacin, variando las condicioneseconmicas de las sociedades, sobre todo la forma de la propiedad,varan tambin las instituciones sociales.

    No entraremos aqu en la demostracin de este aserto, porque ya enotra parte lo hacemos, como tendris ocasin de ver.

    Por eso nos limitaremos a exponer las siguientes consideraciones:La mujer es un ser libre e inteligente, y, como tal, responsable de susactos; lo mismo que el hombre; pues si esto es as, lo necesario es

    ponerla en condiciones de libertad para que se desenvuelva segn susfacultades. Ahora bien; si relegamos a la mujer exclusivamente a lasfaenas domsticas, es someterla, como hasta aqu, a la dependenciadel hombre, y, por tanto, quitarle su libertad.

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    Qu medio hay para poner a la mujer en condiciones de libertad?No hay otro ms que el trabajo. Pero se dir: el trabajo de la mujer es

    origen de grandes inmoralidades, causa la degeneracin de la raza yperturba las relaciones entre el capital y el trabajo, en perjuicio de lostrabajadores, por la concurrencia que les hacen las mujeres. A estorespondemos: la causa de esos males no esta en el trabajo de la mu-

    jer, sino en el monopolio que ejerce la clase explotadora; transfrme-se la propiedad individual en colectiva, y se ver cmo cambia todo

    por completo.

    La cuestin de la familia, y, por consiguiente, la de los deberes y losderechos de la mujer, est tan ntimamente ligada con la del modo deser de la propiedad, que nos creemos dispensados de tratarla aqu

    porque ya hacemos su estudio en otro dictamen que hemos de some-ter a vuestra consideracin.

    Entre tanto, creemos que nuestro trabajo acerca de la mujer es hacer-la entrar en el movimiento obrero, a fin de que contribuya a la obra

    comn, al triunfo de nuestra causa, a la emancipacin del proletaria-do, porque as como ante la explotacin no hay diferencia de sexo,tampoco debe haberla ante la justicia.

    Sobre el tema Organizacin general de los trabajadores, recay elsiguiente acuerdo:

    Considerando que los delegados no pueden prolongar por ms tiem-po su estancia en el Congreso;

    Que por esta razn hay necesidad de apresurar la discusin de losEstatutos ms de lo que al buen acierto en este gnero de trabajosconviene;

    Enterado y conforme el Congreso obrero de la Regin espaola conlas resoluciones del Congreso obrero de la Regin belga, que diceas:

    La Federacin de las Secciones belgas reunida en Congreso los das24 y 25 de diciembre de 1871.

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    Vistas las calumnias absurdas esparcidas todos los das por la prensareaccionaria, que quiere hacer de La Internacional una sociedad

    desptica sometida a una disciplina y a una consigna que parte dearriba y llega a todos los miembros por una va jerrquica.

    Considerando que por el contrario La Internacional, queriendo obrarcontra el despotismo y la centralizacin, ha credo siempre de su de-

    ber arreglar su organizacin a sus principios.

    Declara una vez por todas que La Internacional es y ha sido siempreun grupo de federaciones autnomas; que el Consejo generalno es niha sido nunca sino un centro de correspondencia, de datos y reseas.

    La Federacin belga pide a todas las Federaciones regionales quehagan, la misma declaracin, para confundir a todos los que nos pre-sentan como instrumentos dciles entre las manos de algunos hom-

    bres,

    Considerando, por otra parte, que los Estatutos generales de La In-

    ternacional, hechos al principio de la Asociacin y completados unpoco a la casualidad en cada Congreso, no determinan bien los dere-chos de las Federaciones y no corresponden a la prctica existente,

    Declara que es necesario emprender una revisin formal de los Esta-tutos.

    En consecuencia, la Federacin encarga al Consejo federal belga laredaccin de un proyecto de nuevos Estatutos y su publicacin para

    que sea discutido en las Secciones y en seguida, en el prximo Con-greso belga.

    Una vez adoptado el proyecto por la Federacin belga, ser sometidoal prximo Congreso internacional.

    La Federacin belga pide a todas las dems Federaciones regionales,se ocupen del mismo trabajo, a fin de que en el prximo Congresointernacional pueda concluirse el pacto definitivo de federacin.

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    Por todas estas razones, el Congreso obrero de la Regin espaola,reunido en Zaragoza, declara su completa conformidad con las reso-

    luciones que anteceden y acuerda que el delegado o delegados de laRegin espaola al prximo Congreso internacional se ajusten a lostrminos y espritu de ellas en las votaciones.

    El Congreso invita a las Federaciones locales para que, ponindosede acuerdo, puedan enviar al prximo Congreso internacional el ma-yor nmero posible de delegados.

    Como vemos, los organizadores y reformadores de la organizacinproletaria espaola, secundaban la obra de los belgas, a pesar de con-tar con una organizacin que consideraban perfecta hasta el punto deofrecerla como tipo al proletariado internacional, como lo hizo consu acuerdo sobre el tema Organizacin social de los trabajadores.-

    Revisin de los Reglamentos, que es como sigue:

    Considerando que es de gran necesidad presentar al prximo Con-greso internacional un proyecto de organizacin general de los tra-bajadores;

    Considerando que la organizacin regional espaola en sus diferen-tes grupos, puede servir como tipo para presentarla al mismo;

    Considerando que la organizacin social adoptada por la Conferen-cia de Valencia, aunque no haya sido puesta en prctica en todas sus

    partes, ha producido resultados muy favorables;Considerando que slo la prctica de la misma puede demostrar susdefectos,

    El Congreso recomienda a todos los grupos que constituyen la Fede-racin regional espaola la organizacin social adoptada en la Con-

    ferencia de Valencia.

    Como consecuencia lgica de este acuerdo, viene al siguiente, adop-tado sobre el tema

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    De las huelgas:

    Considerando, que para el buen xito de las huelgas es de gran nece-sidad y suma importancia la propagacin de las Uniones y Federa-ciones de oficio y la marcha de stas sobre la base de la estadstica;

    Que las circunstancias en las que y por las que deben tener lugar lashuelgas han de estar determinadas de una manera clara y precisa enlos reglamentos de las Uniones de los oficios smiles y Federacionesde oficio;

    Que, por consiguiente, corresponde a los Congresos, de las Unionesdeterminar estas circunstancias;

    El Congreso invita a todas las Secciones de la Regin espaola queno tengan constituida su Unin respectiva, lo hagan a la mayor bre-vedad posible y que todas ellas cumplan lo que previenen los Estatu-tos y Reglamentos sobre este particular.

    El Consejo federalhar todo lo que considere oportuno para ayudar a

    las Secciones en estos trabajos, nombrando de su seno, como lo juz-gue conveniente, una Comisin encargada de activarlos, a fin de quequeden constituidas a la mayor brevedad posible las Uniones y Fede-raciones de oficio de la Regin espaola.

    Sobre el tema De la cooperacin de consumo se adopt el siguienteacuerdo:

    El Congreso recomienda a todas las sociedades cooperativas exis-

    tentes se reformen con arreglo a las bases acordadas por la Confe-rencia de Valencia, por creer que son las nicas que pueden confor-mar la cooperacin con las aspiraciones que se propone realizar la

    Asociacin Internacional de los Trabajadores.

    El Congreso declara que todas las sociedades cooperativas que noacepten estas bases, y, por consecuencia, tengan por objeto la for-macin de un capital en beneficio de sus individuos, son contrarias a

    la emancipacin de los trabajadores.

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    Anselmo Lorenzo: El Proletariado militante, tomo 2 - pg. 19 -

    Tomando en consideracin las indicaciones hechas por la Seccin deAgricultura de Sevilla, el Congreso cree de suma importancia que

    las agrupaciones de este oficio organicen sobre las bases antedichassociedades cooperativas que puedan reportar ventajas inmediatas alos asociados, mientras no se encuentren fuertes para hacer opera-ciones de resistencia, a cuyo fin deben encaminarlas y tender cons-tantemente.

    Para la inteligencia de este acuerdo, y para propagar una idea quepuede ser ventajosa y libre de desviacin egosta en que por reglageneral ha cado la cooperacin, inserto a continuacin las aludidas

    bases de la Conferencia de Valencia, que constan en el reglamentonmero 10 de la Organizacin Social:

    FEDERACION DE LAS SECCIONES COOPERATIVAS DE CON-

    SUMOConsiderando: Que el orden social presente, fundado en la explota-cin del hombre por el hombre, es injusto, porque hace a unos escla-vos de los otros;

    Que es intil esperar de la buena voluntad de los privilegiados eladvenimiento de la Justicia, y por lo tanto ha de ser ste debido alesfuerzo de los trabajadores mismos;

    Que la sujecin del trabajador al capital es la fuente de toda servi-dumbre, y para que los esfuerzos hechos hasta ahora para emanci-

    parse de ella han debido fracasar por falta de solidaridad y empleode los verdaderos medios;

    Que la federacin universal obrera proclamada por la AsociacinInternacional de los trabajadores, es la nica que puede dar a stosla fuerza necesaria para realizar la liquidacin social, y hacer posi-

    ble la prctica de la Justicia;

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    Anselmo Lorenzo: El Proletariado militante, tomo 2 - pg. 20 -

    Que mientras llega este da deseado y para acelerar su advenimien-to, es necesario hacer todo lo posible para mitigar el mal trato que

    nos da esta sociedad, madrastra del proletariado.Que esto se puede conseguir fcilmente con la creacin de cajas de

    socorro para casos de enfermedad; de comits de defensa para casode injuria, ultraje o persecucin; de comits de colocacin para losque se encuentren sin trabajo; con el establecimiento de escuelas,bibliotecas, gabinetes de lectura, y todo lo que contribuya al mejo-ramiento del proletariado:

    Que tanto para esto como para el pago de las cuotas de la organiza-cin internacional se necesita dinero, cosa de que el obrero no seencuentra muy abundante por quedar la mayor parte del producto de

    su trabajo en manos de los burgueses;

    Y por ltimo:

    Considerando; que siendo la cooperacin de consumo uno de los

    medios por el cual el obrero podr allegar recursos para el pago detodas las cuotas de la organizacin;

    Las secciones de esta Federacin local de la Asociacin Internacio-nal de los Trabajadores, forman una federacin de consumo que seregir por los siguientes

    ESTATUTOS

    1 El objeto de esta federacin cooperativa de consumo es contribuir

    a la emancipacin de los trabajadores, sustrayndolos a la explota-cin que sobre ellos ejerce la codicia de la clase media en el comer-cio de las subsistencias; con la falsificacin, exceso del precio y

    fraude en los pesos y medidas.

    COMITE PERICIAL DE LA FEDERACION DE CONSUMO

    2 El comit pericial de la federacin cooperativa de consumo, secompondr de un individuo por seccin federada, que se reunir en

    sesin los sbados por la noche.

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    Anselmo Lorenzo: El Proletariado militante, tomo 2 - pg. 21 -

    3 Este comit ser el encargado de recoger todos los datos que serefieran al precio y calidad de los artculos de consumo, al precio de

    coste en el mercado, con cuyos datos har estados demostrativosmandando uno a cada seccin.

    4 Har contratos con los panaderos, almacenistas de vino y con losexpendedores, cuyos artculos no se encuentren en el mercado, paraque los federados puedan obtener dichos artculos al precio corrien-te en la plaza.

    DEL COMITE DE CONSUMO

    5 Cada seccin federada nombrar un comit de consumo, com-puesto de cinco individuos, que se reunir en sesin todos los sba-dos por la noche. En estas reuniones el comit recibir las demandasde consumo de los federados, pagando stos el valor de dichas de-mandas por adelantado, segn los precios indicados en los cuadrosdemostrativos remitidos por el comit pericial de esta federacin.

    6 Una vez hechas todas las demandas, uno o ms individuos delcomit de consumo, y los federados que quieran acompaarles lasllevarn al Comit pericial de la Federacin Cooperativa de consu-mo.

    7 Reunidas las demandas de todas las secciones, se nombrar porel Comit pericial una comisin de compra de los artculos deman-dados.

    8 Al da siguiente, ir esta comisin al mercado a efectuar la com-pra de los artculos demandados por los federados, cuyos artculosllevarn a las Secciones los individuos encargados de hacer las de-mandas siendo stas repartidas a los federados que las hubiesenhecho.

    9 No haciendo falta para esta clase de cooperacin ninguna especiede capital, los federados obtendrn los artculos demandados al pre-

    cio de coste, incluidos los pequeos gastos de administracin.

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    Anselmo Lorenzo: El Proletariado militante, tomo 2 - pg. 22 -

    10 Las Secciones federadas nombrarn una comisin que revisarlas gestiones hechas por el Comit pericial.

    Acerca de la enseanza integral se ley el siguiente dictamen:

    LA ENSEANZA INTEGRAL

    Considerando que la idea nace de la accin y que a la accin vuelve;o lo que es lo mismo, que la idea, hija de las impresiones que la na-turaleza causa en nosotros. reacciona otra vez sobre la naturalezamisma, transformndola en provecho del ser que concibi la idea;

    Considerando que el trabajo y la inteligencia no son antitticos, co-mo han sostenido todos los sistemas msticos, sino al contrario, sondos fenmenos de una misma serie, o dos aspectos diversos de unamisma cosa;

    Considerando que, por lo tanto, en el orden social no hay ms quetrabajos ms o menos manuales y ms o menos intelectuales;

    Considerando que cuanto ms parte toma la inteligencia en el traba-jo, ms ligero y productivo a la vez ser ste para el hombre, pasan-do a hacer las fuerzas de la naturaleza misma, en virtud de su accininmanente que el hombre dirige, la parte ms fatigosa de la obra.

    Creemos que en el estado de emancipacin del proletariado, cuandola sociedad est compuesta de individuos que a la vez produzcan unacantidad equivalente a lo que consuman, deber todo hombre ser

    preparado para emprender su industria respectiva, por medio de una

    enseanza integral; que equivale a decir, por medio de una instruc-cin que le desarrolle todas las facultades, hasta el punto de podercomprender todos los fenmenos que en el orden natural se verifi-can.

    Para esto, pues, proponemos el siguiente plan de enseanza integral,dando al alumno previamente el conocimiento de la lectura y la es-critura.

    Basamos este plan en las tres fases o perodos por que pasa la idea.

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    PERODO DE IMPRESIN.- Accin de la naturaleza sobre el hom-bre.

    PERODO DE COMPARACIN.- Formacin de la idea.

    PERODO DE ACCIN.- Fenmenos sociales que la idea verifica.

    El perodo de impresin es el que determina los afectos o sentimien-tos. A l corresponden las artes.

    Estas se dividen en dos grupos: artes de relacin, que comprenden lamsica y la arquitectura, y artes de imitacin, que comprenden la

    literatura, la pintura y la escultura.

    Con ms nociones terico-prcticas de estas artes, el hombre seeduca de la facultad de recibir las impresiones, percibindolas conms precisin e intensidad; lo cual es causa de que las ideas se pro-duzcan con claridad y exactitud.

    El perodo de comparacin es el que constituye la parte intelectualpropiamente dicha, y comprende las ciencias.1.

    Estas se dividen en ciencias que se refieren a los fenmenos en s;2yciencias expositivas del desarrollo de la gran serie de la naturaleza.

    Al primer grupo pertenecen:

    Las Matemticas.- Ciencias de la cantidad o de la relacin pura.

    La Mecnica.- Ciencia del movimiento.

    La Fsica.- Ciencia del movimiento de los cuerpos, en cuanto no al-tera su posicin molecular ntima.

    1 Toda ciencia tiene por objeto el estudio de las leyes que rigen tal o cual serie defenmenos, y como la ley es slo una relacin que nicamente puede ser adqui-rida por medio de una comparacin, de aqu que todas las ciencias se incluyan eneste grupo.

    2 Las ciencias que se refieren a los fenmenos en si, nos dan la explicacin destos, la cual nos entera del porqu de las evoluciones de la Naturaleza; y lasciencias expositivas explican el cmo tales evoluciones se han verificado, hastala poca presente, determinando la ley que las rige.

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    Anselmo Lorenzo: El Proletariado militante, tomo 2 - pg. 25 -

    La Zoogenia, o sea la descripcin de la formacin y progreso de losanimales.

    La Antropogenia, o sea la descripcin de la formacin del hombre.

    La Historia, o sea el desarrollo del hombre en los estados sociales, yevoluciones progresivas habidas hasta la fecha.

    El perodo de accin comprende todas las acciones humanas.

    Estas pueden estudiarse tambin en los resultados, o sea en la pro-duccin de obras: Teora de la industria.

    La industria comprende la tcnica de todos los oficios y profesiones,cuya tcnica no puede entrar en la enseanza integral preliminar,

    sino en teora; pues si bien el hombre debe comprenderlo todo, esimposible que aprenda a hacerlo todo simultneamente.

    As, al haber recibido el hombre toda la enseanza integral deberescoger el oficio que ms le plazca, e instruirse en las ciencias querequiera su especialidad, ensayndose en los medios de produccinque para ellos sean necesarios; lo cual constituir la parte tcnicade la industria que hayan de ejercer.

    Esta enseanza, por lo completa que es, necesita de medios que noestn al alcance del individuo ni de colectividades reducidas; por lotanto debe ser proporcionada por la Federacin de cada localidadla cual dispondr de medios para proporcionarla, creando escuelas,bibliotecas, museos, gabinetes, laboratorios, etc., etc.; en una pala-

    bra, coleccionando todo lo que pueda contribuir a ella, cuya propie-dad deber ser colectiva para que la enseanza no sea objeto de

    privilegio alguno.

    Este dictamen fue aprobado con la siguiente observacin propuestapor la comisin dictaminadora:

    Por ms luminosas que se consideren las ideas en que se funda elmtodo propuesto, no debe aprobarse ste ni otro alguno, por ser de

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    Anselmo Lorenzo: El Proletariado militante, tomo 2 - pg. 26 -

    la incumbencia de las colectividades del porvenir resolver lo quejuzguen mejor respecto al particular.

    Haba en el Congreso de Zaragoza un doctor en ciencias, TrinidadSoriano, cuya figura se me representa, despus de tantos aos, contodo el admirable relieve que le daba su superioridad intelectual.

    Ya cit su nombre en mi primer volumen; formaba parte de la Alian-za Socialista de Barcelona, donde, con sus compaeros, influy po-

    derosamente en la orientacin anarquista que all tomaron las socie-dades obreras internacionales.

    Era hijo de un propietario andaluz. En su infancia se inclin a lasideas democrtico-revolucionarias, dominantes en su pas, y despus,estudiante en Barcelona, en contacto con la juventud burguesa libre-

    pensadora, y asistente al Ateneo Obrero, contrajo amistad con FargaPellicer y Santin y entr a formar parte de la Alianza.

    Su trabajo en La Federacin, rgano del Centro Federal de Socieda-des obreras, primero, y despus de la Federacin barcelonesa de laAsociacin Internacional de los Trabajadores, fue importantsimo, yno menos til fue su participacin en la organizacin de aquellasfuerzas obreras catalanas a las que haba necesidad de inspirar laconciencia y la fe en el ideal emancipador.

    El mtodo de enseanza integral presentado por Soriano al Congreso

    de Zaragoza, era un trabajo precursor de la enseanza racionalista dela Escuela Moderna; con la nica diferencia de que aqul era unaidea fugaz expuesta en un medio circunstancial, mientras que sta haconstituido el pensamiento y la voluntad de un propagandista enrgi-co y entusiasta, como Ferrer, que ha dado su vida por su ideal y hadejado muchos continuadores.

    Dos notas importantes avaloran el dictamen: la comunista, dada por

    el autor, por cuanto se encarga su planteamiento a las Federaciones,considerando incapacitados para ello al individuo y a la familia; y la

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    do poltico burgus, presenta los mismos vicios que la propiedadpuramente individualista.

    En la propiedad burguesa o individualista es preciso distinguir dosclases:

    1 La pequea propiedad explotada por el mismo propietario;

    2 La gran propiedad que no puede ser explotada sino por asalariadosque trabajan para enriquecer al propietario y proveerle de nuevosmedios para ejercer la tirana sobre un nmero cada vez mayor de

    asalariadosEsta forma actual de la propiedad ha dado diferentes resultadoseconmicos y sociales que vamos a examinar.

    I

    Resultados econmicos

    La consecuencia inmediata de la forma burguesa de la propiedad, esla concurrencia; es decir, la guerra econmica.

    La pequea propiedad individualista es el punto de partida de la pro-piedad burguesa. Se encuentra an en las comarcas donde los mediosde comunicacin son escasos, como en los Pirineos franceses y espa-oles, Asturias, Galicia y parte de Andaluca, etc., donde los produc-tos elaborados en dichas comarcas deben consumirse all mismo,

    porque no pueden salir sino con un recargo que la concurrencia notolera; los productos extranjeros o los de otras comarcas no pueden irall por la misma razn. A medida que los medios de comunicacinse facilitan, los productos extraos se introducen en gran cantidad yhacen perder el valor a los productos del pas, entonces la pequeaindustria y la pequea propiedad del pas, perecen, confundindoseen la gran propiedad y la gran industria, nicas que pueden resistir ala invasin por medio de la concurrencia.

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    Anselmo Lorenzo: El Proletariado militante, tomo 2 - pg. 29 -

    La desaparicin de la pequea propiedad y de la pequea industriaes, pues, un hecho fatal y una consecuencia lgica de la propiedad

    burguesa.Desde el momento que la gran propiedad y la gran industria puestaen contacto con la pequea propiedad y la pequea industria, hacendesaparecer a stas, es preciso reconocer en aqullas una superiori-dad econmica.

    La condicin esencial de la concurrencia es producir pronto y barato,y esto no puede efectuarse sino por la aplicacin constante de todaslas invenciones de la ciencia moderna, y la gran propiedad es la nicaque posee medios para hacerlo. Por esta causa el pequeo propietarioy el pequeo industrial se encuentran impotentes ante los grandes

    propietarios e industriales, como el villano de la Edad Media cuandoquera oponerse a uno de los indignos privilegios del seor feudal,que slo tena el derecho de ponerse desnudo y armado de un palodelante de su seor, que se presentaba a caballo armado de punta en

    blanco. La consecuencia de esta lucha desigual es necesariamente laexpropiacin del dbil en provecho del fuerte, y la transformacindel propietario libre en asalariado esclavo.

    En la Edad media, el poderoso se apropiaba de la propiedad y hastade la persona del desvalido: hoy se produce el mismo hecho, slo sediferencia en las armas; en la Edad media era la espada, hoy es elcapital. Como ejemplo podemos citar este hecho: los tejedores a la

    mano de Catalua son en este momento arruinados por la enormeconcurrencia que les hacen las mquinas de tejidos a vapor; para sos-tener la lucha se ven precisados a redoblar sus esfuerzos, a vivir msmiserablemente, en una palabra, a vivir en una agona terrible,haciendo esfuerzos estriles, porque estn irremisiblemente condena-dos a desaparecer por la fatalidad de las leyes econmicas y su des-aparicin ser tanto ms rpida cuanto ms los aranceles se transfor-men en sentido librecambista. Por doquiera las mquinas a vapor se

    extienden, los mtodos manuales estn condenados a desaparecer.

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    Las mismas leyes econmicas que han introducido la mquina laharn permanecer y progresar indefinidamente, y esta ley slo puede

    ser contrariada por una invasin de brbaros o por un cataclismo uni-versal.

    As, merced a la forma burguesa de la propiedad, todas las aplicacio-nes de la ciencia moderna a la produccin en sus diversas manifesta-ciones agrcolas e industriales no hacen sino dar a los capitalistasnuevas armas para aumentar su poder tirnico sobre un nmero cadavez creciente de proletarios. A esto llaman progreso los burgueses.

    Mientras la propiedad y la industria han sido pequeas, siendo unomismo el productor y el proletariado, la concurencia era solamente elestmulo que le llevaba a mejorar su producto. Pero hoy, la gran pro-

    piedad y la gran industria impulsan nicamente al propietario a hacerproducir pronto y barato. Por el antiguo mtodo, la concurrenciaconduca a la perfeccin del producto; hoy, por el contrario, nos llevaa la adulteracin de las primeras materias y a la inferioridad de la

    produccin: los antiguos tejidos de Toledo y Talavera, comparadoscon los modernos de Valencia, Murcia y Barcelona, nos dan la prue-ba material de esta afirmacin. A esto llaman progreso industrial losburgueses.

    La concurrencia engendra el desorden en la produccin. Para impedirque el enorme capital invertido en el instrumento de trabajo quedeimproductivo, el capitalista se ve obligado a hacer producir incesan-

    temente, ocurriendo con frecuencia que cuando sus productos notienen demanda en el mercado se sobrecarga la produccin de unamanera considerable, lo que da lugar a una crisis industrial que obli-ga al capitalista a vender a menos precio o a que se pierdan sus gne-ros en el almacn; entonces la fbrica se cierra para los obreros, en-contrndose stos que antes no podan vivir por el exceso de trabajo,expuestos a perecer de hambre por falta de trabajo. A esto llamanorden los burgueses.

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    Esta misma concurrencia tan desorganizadora la han presentado loseconomistas como la redentora del mundo bajo la conocida frmula

    de Dejad hacer, dejad pasar. Pero esta misma concurrencia que pro-claman eterna se destruye por s misma, porque en esta lucha econ-mica en que la gran propiedad acaba por absorber la pequea, engen-dra la centralizacin de la propiedad, y crea el monopolio que go-

    bierna el mercado, fija arbitrariamente el valor, se hace proteger pormedio de aduanas y tratados de comercio contra la concurrencia ex-tranjera y por el ejrcito contra los ataques de los proletariados quequieren destruir el monopolio. A esto llaman libertad los burgueses.

    La centralizacin de la propiedad, que ha permitido la aplicacin delas mquinas de vapor, ha venido a economizar el empleo de la fuer-za muscular y a relevar al hombre de la parte ms penosa del trabajo,

    por medio de la divisin, la cual, llevada hasta el infinito en las fbri-cas e introducida an en aqullas donde el vapor no se ha aplicado,como en los talleres de sastre, donde unos cortan, otros cosen ciertas

    prendas, otros otras, etc., ha aumentado considerablemente la pro-duccin disminuyendo los gastos generales y el precio del producto.

    Estos son los resultados buenos que produce la centralizacin de lapropiedad.

    Veamos ahora su reverso.

    La gran propiedad que hace del productor un asalariado, es decir, unhombre que no tiene con la produccin en general otra relacin que

    el msero jornal que le pone delante de la satisfaccin de sus necesi-dades, en el suplicio de Tntalo, hace que el trabajador no tenga in-ters en la conservacin del instrumento de trabajo, ni en la econom-a de las primeras materias, ni en la perfeccin del producto; por elcontrario, cuando ve la tendencia a hacerle trabajar ms a menos cos-te, o lo que es lo mismo, a hacerle la ltima vctima de la concurren-cia descuida su obra, maltrata la herramienta y slo desea salir deltaller, que considera como lugar de tormento.

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    La razn de esto es sencilla: el poseedor del capital y por consecuen-cia de las primeras materias y los instrumentos de trabajo es el que

    pasa como productor, es quien est en aptitud para resolver en vistade las oscilaciones de la oferta y la demanda;5 el pago de sus obrerosentra en sus clculos como una parte de lo que llama sus productos;as, por ejemplo, calcula el coste de primeras materias, herramientas,

    jornales, local, contribucin, etc., y aade el tanto por ciento que lepermite la concurrencia, al paso que el obrero carece por completo deestmulo, de inters y de libertad; el jornal que recibe es la reparacinnecesaria para seguir trabajando. Segn el criterio mercantil que do-mina, no hay diferencia ninguna entre la mquina de vapor que man-tiene su actividad por medio del gasto continuo de carbn y el obreroque mantiene tambin su actividad por el consumo de una racin de

    pan y garbanzos. Para el obrero moderno no hay medallas de honoren las exposiciones ni gloria por la perfeccin de los productos; ladivisin del trabajo ha hecho ya totalmente invisible su personalidad.

    En estas condiciones se siguen consecuencias graves: es proverbial laconducta de los albailes, que por no dar un paso ms despus de lahora de dejar el trabajo, tiran la herramienta o el material que tenganen la mano. En muchas imprentas hemos tenido ocasin de ver pua-dos de letras en los lugares excusados, arrojados all por no emplearcinco minutos ms de trabajo. En las minas, este abandono es mu-chas veces causa de terribles accidentes. Convenimos en esto con loseconomistas; es necesario el inters individual para que el hombre d

    de s todo lo que sus facultades le permiten, pero el salario es la ne-gacin de este inters para el obrero; por esto le importa poco lo queinteresa a los otros y piensa en lo que verdaderamente le interesa.

    5 El artculo 359 del Cdigo civil espaol dice textualmente: Todas las obras,siembras y plantaciones se presumen hechas por el propietario

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    IIResultados sociales

    Si los resultados econmicos de la forma individualista de la propie-dad son grandes, no lo son menos los resultados sociales.

    La pequea propiedad haca del trabajador un artista: l coga la ma-teria y la transformaba en producto, y esto le permita la satisfaccinde recrearse en su obra. Por esta razn haba en todos los oficios ar-tistas especiales que continuamente se presentaban como modelosque los dems trabajadores procuraban imitar o sobrepujar, cada cualse esforzaba en alcanzar el mayor nmero de conocimientos en suarte y en armonizar la buena, calidad de los gneros con la belleza desu forma. Esto ha producido obras de arte de extraordinario mrito,verdaderas obras maestras en que no se sabe qu admirar ms, si el

    buen gusto de su forma o la paciencia necesaria para construirlas.Todava se ven obreros, cuyos oficios, por circunstancias diversas,

    principalmente locales, no han sufrido an la influencia de la marcha

    centralizadora del capital, que conservan cuidadosamente en su casaalguna muestra de ingenio como la prueba de su competencia en suarte. No le bastaba al obrero acreditar su capacidad en su profesin;rale necesario, para que el pblico le dispensase sus favores, alcan-zar fama de honrado, y a este fin amoldaba su conducta segn el cri-terio corriente sobre lo que constitua la honradez, segn la moral a lamoda; as a la par de buen artista era buen cristiano, caritativo y pa-triota; no trabajaba los domingos y fiestas de precepto; cumpla fiel-

    mente los mandamientos de la Iglesia; concurra a los autos de felleno de santo ardor contra los herejes y estaba siempre dispuesto adar su sangre por su patria y por su rey. La familia completa ha elcuadro de la vida del obrero; el pensamiento sobre el porvenir de sushijos era el origen incesante de actividad de donde sacaba nuevas

    perfecciones, nuevos medios de asegurar su crdito. Esto llenabacompletamente su vida, satisfaca sus aspiraciones, sealaba un giro

    a su existencia, del cual no poda apartarse. Todo su afn era avanzaren ese camino, colocarse a la mayor altura, alcanzar a los que vea

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    delante, impedir que los que venan detrs le alcanzasen. Al efectopeda privilegios que muchas veces obtena a costa de su dignidad y

    de su honra, o se reservaba el secreto de algn procedimiento, quesolamente confiaba a sus hijos como una herencia. El obrero, bajoesta forma de la propiedad tena cierta independencia, viva en elseno de la familia como un pequeo patriarca y posea un pequeo

    patrimonio, no slo material sino tambin intelectual. Esto dio sinduda origen al proverbio Quien tiene oficio, tiene un beneficio.

    La consecuencia de este estado era una completa insolidaridad, no

    tanto por efecto de la concurrencia, que entonces revesta la fama dela emulacin, como porque cada obrero se senta realmente indepen-diente; no era en ningn modo necesaria la asociacin; los obrerosentre s tenan ms inmediata a su consideracin la guerra que podanhacerse, que el auxilio que pudieran prestarse. Todo march as hastaque el nmero de obreros que vivan en estas condiciones se en-sanch y se crearon dificultades que amenazaron seriamente su exis-tencia. Entonces se crearon los gremios o asociaciones obreras, des-tinadas a garantirse mutuamente los obreros el goce de los beneficiosde su oficio; para esto obtuvieron del poder una reglamentacin yunos privilegios que al mismo tiempo que por medio de tarifas lesaseguraban una ganancia regular, un buen jornal como podra decirsehoy, dificultaba que otros obreros les perjudicasen. Se pusieron gran-des trabas para el ingreso en los gremios por medio de unas condi-ciones onerossimas de aprendizaje, y por la exigencia de circunstan-

    cias difciles de reunir, pues que en muchos casos se exiga lo que sellamaba patente de pureza de sangre y otras cosas no menos absur-das. El poder no tena inconveniente en rodear a estos gremios decuantiosos privilegios y eximirles de ciertos deberes, porque conven-a a sus miras polticas en muchas ocasiones proteger a los plebeyos

    para crearse un apoyo que le ayudase a resistir las demasas y ambi-ciones de los nobles.

    En la forma que actualmente tiende a constituirse la propiedad, segnla serie de transformaciones que antes hemos indicado, el obrero ha

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    nimo no puede ser permanente en las colectividades, se vio obligadoa buscar las satisfacciones que antes haba tenido all donde fuera

    posible, y esta posibilidad no estaba ya dentro de los lmites de lodigno y fue preciso buscarla en lo indigno, y de aqu se sigui unadegradacin horrible para el obrero, y una plaga de vicios y un au-mento extraordinario en la criminalidad, dio ocasin a que una multi-tud de moralistas burgueses disparataran muy doctamente sobre lainmoralidad del siglo y la perversin de las costumbres.

    Como el obrero perdi por la introduccin de la divisin del trabajo y

    de las mquinas la ocasin de brillar personalmente, como murieronlas especialidades, se vio como clase envuelto en una igualdad de-gradante, casi salvaje, peor an, puesto que a la vez que se sentaigual a sus compaeros de clase en ignorancia y en miseria, vea lasuperioridad de las otras clases que se haban apropiado todos lostrabajos intelectuales y materiales efectuados por las generacionesanteriores.

    H aqu el momento histrico decisivo. Este hecho vino a sealar unadireccin nueva al pensamiento humano. Hasta aqu todos los indivi-duos haban credo posible exceptuarse individualmente de los malessociales, y esto haba dado lugar a una lucha en que cada cual se pro-curaba todos los medios conducentes a su fin siempre en perjuicio delos dems. El estado social era la guerra, pero la guerra ms cruel, sintregua ni compasin, en la cual no son ya dos ejrcitos que combatende una manera regular bajo una direccin inteligente, sino que pue-

    den considerarse tantos ejrcitos como individualidades, porque sonotros tantos intereses opuestos los que luchan: los vencidos son des-

    pojados sin piedad de todo medio de subsistencia, y los vencedoresgozan sin remordimientos de las riquezas y honores alcanzados. Enmedio de estas luchas se levantan algunos reformadores generososque dirigen crticas acerbas contra la sociedad y predican la fraterni-dad y hasta presentan encantadores ideales de organizaciones socia-

    les, pero es una ley fatal que las reformas no se alcanzan por el sen-timiento sino cuando la necesidad las reclama.

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    Era necesario que todos los que sufren vieran la imposibilidad abso-luta de substraerse individualmente al mal para que pensaran en

    hacerlo en comn, Era necesario que la lucha social del individua-lismo hubiese privado a un nmero considerable de individuos detoda arma y de toda esperanza para que estos pensaran en unir susesfuerzos. Era necesario la necesidad, en una palabra, para que nacie-ra la solidaridad.

    Cuando los obreros de un mismo taller vieron que dependan de lavoluntad de un maestro, que un obrero poda ser despedido en la se-

    guridad que se encontrara otro en seguida que le reemplazase, co-menzaron a comprender los obreros que tenan un enemigo comn, el

    patrono, por lo cual era preciso unirse todos para resistir a sus capri-chos. Primer paso de la solidaridad.

    Cuando se vio que el nmero de trabajadores de un oficio era supe-rior al trabajo que se haca, y esto permita al patrono renovar, de lanoche a la maana, todos los obreros de su taller, comprendieron la

    necesidad de unirse todos los de un mismo oficio en una localidad.Segundo paso de la solidaridad.

    Cuando se vio que los obreros de una localidad, podan ser reempla-zados por los de otras y aun extranjeros y que por otra los progresosde la divisin del trabajo y el empleo de las mquinas y el vapor

    permite el empleo de trabajadores de otras profesiones, y que cuandoun oficio se detiene, se detienen tambin todos aquellos que concu-

    rren a la elaboracin del mismo producto, comprendieron la necesi-dad de unirse todos los trabajadores de todos los oficios y de todoslos pases, naci la Asociacin Internacional de los Trabajadores.Tercer paso de la solidaridad.

    La pequea propiedad era el paraso prometido de los obreros; todossus esfuerzos se dirigan a alcanzarla, y mientras esto fue posiblegozaron de cierto bienestar, pero a costa tambin de un empequee-cimiento moral que no les permita ver ms all de su familia y delcampanario de su aldea. Cuando empez la actual transformacin de

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    la propiedad, los esfuerzos de los obreros para alcanzar su paraso seestrellaban casi siempre delante de los usureros. En algunas provin-

    cias de Espaa la propiedad territorial no ha sido an bastante con-centrada; pero el agio y la usura aceleran esta concentracin rpida-mente y pronto veremos el suelo de Galicia, la Mancha, las Castillasy parte de Aragn, convertido en enormes posesiones como las deAndaluca.

    La gran propiedad quita toda esperanza al obrero de ser rico. Por ladivisin del trabajo rebaja sus condiciones intelectuales, puesto que

    slo se ejercitan de una manera nfima, lo cual facilita el cambio deprofesiones. Por el empleo de la mquina se crea incesantemente unexcedente de trabajadores, lo cual, en unin de la consideracin ante-rior, deprime cada vez ms el valor del obrero.

    Cuando el obrero crea accesible la propiedad era su defensor. Hoyque ve la imposibilidad de alcanzarla y sin embargo no renuncia aalcanzar su bienestar, escoge el nico medio que le queda, el de la

    solidaridad, y proclama la propiedad colectiva de la tierra y de losinstrumentos de trabajo.

    Si la gran propiedad ha despojado al obrero de su carcter de hombrelibre, le ha transformado en asalariado esclavo, le obliga a trabajarms y en peores condiciones y le ha robado su oficio, le ha dado lasolidaridad, que une a todos los miembros de su clase y facilita suemancipacin.

    Bajo el rgimen de la pequea propiedad la familia estaba bien cons-tituida. La propiedad era el lazo que una a todos los individuos entres. Haba una herencia, tanto material como intelectual; el padre erael encargado de la educacin de sus hijos, y la herencia era el lazoque subordinaba los hijos a los padres.

    En el rgimen de la gran propiedad, el obrero no slo no tiene bienesmateriales que trasmitir a sus hijos sino que ni tampoco intelectuales,

    porque, como hemos visto antes, por la divisin del trabajo y el em-

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    pleo de la mquina el obrero no tiene ya oficio, y su hijo forma sueducacin y sus ideas fuera de la casa paterna.

    La mujer tena una gran importancia en el rgimen de la pequeapropiedad y de la pequea industria, que provena de las grandesfunciones domsticas que le estaban encomendadas. En efecto, ellahilaba la lana, teja, cortaba y haca los vestidos, lavaba la ropa, cocael pan, etc., etc., y llenando todos estos mltiples trabajos era un serverdaderamente precioso; representaba en el seno de la familia elorden y el amor.

    Hoy que la propiedad ha sufrido la transformacin que dejamos sea-lada, la industria domstica, que constitua la importancia de la mu-

    jer, ha sido destruida por la gran industria social; ya el pan, las telas yhasta los vestidos hechos se encuentran en las tiendas en condicionesmucho ms econmicas; las habitaciones destinadas para los obrerosen las grandes ciudades impiden a la mujer ciertos trabajos, porejemplo, el lavado de la ropa, que tambin la grande industria se en-

    carga de efectuar por medio de grandes lavaderos mecnicos; lasgrandes distancias que les separan de las fbricas y el poco tiempodestinado para las comidas obligan a los obreros a comer en bodego-nes inmediatos. A qu queda, pues, reducida la misin de la mujeren la familia que produce el rgimen de la gran propiedad? Lo dire-mos con franqueza, aunque se escandalicen hipcritamente los adu-ladores de la burguesa. Al lecho.

    Por otra parte, a medida que el trabajo domstico disminua, el traba-jo social encontraba medio de emplear la actividad de la mujer. Ladivisin del trabajo y el empleo del vapor como fuerza motriz ha

    permitido al industrial reemplazar al hombre por la mujer y a sta porel nio, y por consecuencia se han roto completamente todos los la-zos que podan unir a la mujer con el hombre, a los hijos con los pa-dres. En efecto, desde que la mujer gana por si misma su vida, no esya como en la antigua familia un ser que deba acomodarse a la vo-

    luntad de su seor y dueo, sino que puede contratar, imponer condi-

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    ciones, y en todo caso es su compaera libre e independiente. Loshijos del obrero no se someten ya a los caprichos de sus padres por la

    esperanza de ver aumentar su herencia, porque saben perfectamenteque no la hay; adems, no teniendo necesidad de ellos para sostenermaterialmente su vida, se encuentran independientes, y no tienennecesidad, como el hijo del burgus, de la mayor edad legal paraemanciparse de la tutela paterna.

    Se nos acusa a cada momento de que predicamos la destruccin de lafamilia. Si fuera verdad, predicaramos un hecho que se cumple en

    nuestros das, pero sin que tengamos en l la ms pequea responsa-bilidad. Es que la burguesa nos acusa siempre de los crmenes quecomete. La destruccin de la familia es una consecuencia fatal, inevi-table de la gran propiedad individualista y burguesa.

    La introduccin de la mujer y del nio en el trabajo social es de unaimportancia capital para la burguesa industrial. En efecto, en tantoque el sustento de la familia corri a cargo del hombre, los medios,

    salvas ms o menos privaciones, estuvieron al nivel de las necesida-des; mas cuando la gran industria oblig a la mujer y al nio a entraren el taller, el jornal del obrero disminuy en proporcin de la canti-dad representada por el de su mujer y de sus hijos. Este hecho se ex-

    plica perfectamente por la ley de la concurrencia. Empleando la mu-jer y el nio que tienen menos fuerza de resistencia, el capitalistaencuentra obreros cuyo jornal puede fijar a su gusto.

    Arrebatando a la mujer y al nio al hogar domstico y trasplantndo-los al taller, el capitalista ha despojado al proletariado del sentimien-to de la familia, el amor que antes la tena se dirige ahora a toda suclase, a la humanidad; quitndole toda propiedad y toda esperanza de

    poseerla y condenndole al salariado, el gran propietario ha trans-formado al hombre, a la mujer y a los nios en seres que viven al da,sin previsin y por consecuencia prontos a lanzarse en cualquier em-

    presa revolucionaria por temeraria que sea. La mujer, participando de

    estos sentimientos, lejos de ser reaccionaria y fanatizada por los

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    monstruos del confesionario, siempre dispuesta a comprimir los ins-tintos revolucionarios de su marido y de su hijo, como haca en la

    antigua familia, al contrario los exalta por su entusiasmo. Todos sab-is qu importancia tienen las obreras en las huelgas de Catalua.Todo el mundo sabe cmo las mujeres y los nios en Pars han mane-

    jado el chassepoty la estopa. Si desorganizando la familia obrera elcapitalista ha encontrado un gran inters, en cambio ha engrosado lasfalanges revolucionarias con nuevos y poderosos aliados; ha creadola canalla.

    Como la propiedad est vinculada en un nmero relativamente pe-queo de individuos, queda por este hecho constituida una clase pri-vilegiada, la cual para conservar sus privilegios ha debido convertirseen clase reinante y emplear todos los medios conducentes a este fin;los principales son: la fuerza intelectual y la fuerza material.

    La fuerza intelectual de que la burguesa dispone, supone la necesi-dad de la debilidad intelectual de la clase obrera. Para que esta fuerza

    y esta debilidad existan ha convertido la enseanza en un privilegiosocial con lo cual resulta necesariamente la ignorancia de los trabaja-dores. En efecto, slo pueden ir a la Universidad aquellos cuyas con-diciones sociales les permiten poder pagar las matrculas, comprarlos libros y sobre todo eximirse del deber de trabajar; claro est quelos obreros que no pueden reunir estas condiciones no pueden pene-trar en el santuario de la ciencia. As la ignorancia de la clase traba-

    jadora es un elemento constitutivo del actual orden social. Como

    consecuencia de esto la religin, la moral, la filosofa, la legislacin,la economa poltica, etc., son obra de la clase reinante. Los trabaja-dores no han podido llevar la menor influencia a la formacin deestas cosas, y por otra parte, privados de todo conocimiento no han

    podido juzgarlas. El uso de la razn ha sido prohibido al obrero; paral no hay ms que la fe y la obediencia.

    La clase reinante no ha confiado por completo en la ignorancia de la

    clase sometida, y para lo que pudiera suceder ha creado una fuerza

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    material representada por la jerarqua poltica, la jerarqua militar, lajerarqua religiosa, el ejrcito, la polica, etc., y a cada movimiento

    de protesta o de reivindicacin ha aplicado inmediatamente las bayo-netas y despus una condenacin cientfica.

    Ha hecho bien la clase que manda en desconfiar de nuestra completasumisin por la ignorancia y en apelar a la fuerza material, porquelos obreros no han prestado toda la fe ni toda la obediencia a losdogmas y a las instituciones que inventaron sus seores, y en diferen-tes ocasiones han hecho necesario para la conservacin del orden el

    empleo de la metralla y de las bayonetas, y hasta tal punto se ha lle-gado, que ya hasta de la fuerza material desconfan, y se hacen con-cesiones a la creciente ilustracin de la clase trabajadora, y es de ad-ministrar el ingenio que los burgueses emplean en presentar progra-mas en los que pretende armonizar la satisfaccin de las exigenciasde los obreros con la conservacin de la actual organizacin social.As, por ejemplo, se proclama la libertad de enseanza, y tambin laenseanza gratuita y obligatoria, la libertad de crdito, de trabajo,etc., se promete la abolicin de las quintas, algunos aspirantes a bur-gus se atreven a hablar de la abolicin de los ejrcitos permanentes,y se reconoce al mismo tiempo como garanta de la libertad, la pro-

    piedad individual, se procura rodearla de todo gnero de seguridadesy unos en nombre de Dios, y los ms a la moda, en nombre de laRazn, afirman solemnemente que la miseria es eterna.

    III

    Queda hecha a grandes rasgos la crtica del rgimen de la propiedadindividual, as como las transformaciones que ha sufrido y las gravesconsecuencias que de la misma se desprenden.

    Veamos ahora los resultados que producir la transformacin de lapropiedad individual en colectiva, as como la fatalidad inevitable

    que a ella nos lleva.

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    Hemos visto como por la lgica fatal de los hechos econmicos setransforma la propiedad de pequea en grande, a causa de la superio-

    ridad econmica que sta tiene sobre la otra. Tambin hemos seala-do los grandes males econmicos y sociales que produca; pero de-

    bemos ahora hacer constar que estos males no se deducen directa-mente de ella, sino del enorme monopolio que con ella se ejerce porsu carcter de individual. Si este monopolio se destruyera convirtien-do la propiedad de individual en colectiva, quedara toda la parte

    buena que tiene, se aumentara sta considerablemente y desapare-ceran completamente todos los malos resultados. Para comprobaresta afirmacin vamos a presentar las consecuencias probables deesta ltima transformacin de la propiedad.

    IVRESULTADOS ECONMICOS

    Hemos visto que todas las aplicaciones de la ciencia a la produccin

    causan trastornos graves en las condiciones econmicas y aumentanla miseria extraordinariamente. La razn es sencilla: como estas apli-caciones quedan monopolizadas por los propietarios que las explotanen su beneficio, y la concurrencia les obliga a rodearse de todas lasgarantas de xito, a proveerse de toda clase de armas para asegurarsu triunfo en la lucha que la misma concurrencia supone, se siguecomo consecuencia, la privacin para el obrero de todos los medios

    de resistir a esta funesta tendencia y hasta de lo ms elemental parasu desarrollo, de lo cual resulta una terrible atrofia. Esto justifica,como antes hemos visto, la aversin que el obrero tiene por la intro-duccin de las mquinas que le quitan el bienestar relativo de queantes gozaba en el rgimen de la pequea propiedad y el trabajo engeneral despus, donde no slo tiene emulacin alguna, sino que nitampoco lo ms indispensable para la vida. Ya hemos visto adems,la prdida que esto ocasiona de tiempo, de materias primeras y hasta

    de herramientas.

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    Si la propiedad fuera colectiva todos estos males se trocaran engrandes beneficios. La divisin del trabajo, origen hoy de degrada-

    cin y embrutecimiento para los obreros se convertira en un mediode facilitar la produccin, de cambiar fcilmente de ejercicio y detener ocasin para desarrollar indefinidamente las facultades fsicas eintelectuales del hombre. No habiendo ya exploradores intermedia-rios y siendo las colectividades productoras las directas responsablesen la produccin, estando adems el inters del individuo ntimamen-te ligado con el de la colectividad a que perteneciese, cada cual traba-

    jara con afn para ellas en la seguridad de que luego disfrutara suparte.

    La adulteracin y mala calidad de productos a que obliga la concu-rrencia por la necesidad de producir pronto y barato, desapareceran,cuando los obreros, en posesin a ttulo de usufructuarios de los ins-trumentos de trabajo, y tomando las primeras materias slo con elrecargo equivalente al trabajo efectuado por las sociedades encarga-das de su preparacin y transporte, se encontrasen en condiciones dedesplegar toda la actividad e inteligencia de que el hombre es capazcuando trabaja con gusto y para s.

    Las crisis industriales de que hemos hablado ms arriba, ocasionadaspor la necesidad que hoy tiene el propietario de mantener en activi-dad constante el capital, produciendo inconsideradamente sin contarcon el estado del mercado, desapareceran, cuando una estadsticaexacta y completa regularizase la industria, sirviendo de norma a las

    colectividades productoras, que si fuera preciso a alguna variar deprofesin porque la necesidad fuera menor que la produccin quehacia, como tendra el campo libre por una educacin cientfica y

    profesional, y adems, por la facilidad de toda clase de medios noocasionara la ms leve perturbacin.

    En ltimo trmino, la gran propiedad individualista mata toda concu-rrencia y alcanza un poder dictatorial con el cual impone a su antojo

    el precio y la calidad de los productos. La propiedad colectiva que

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    ofrece siempre al individuo todos los medios de aplicar su actividad,que hace que el bienestar individual no dependa ya de una eventuali-

    dad, quita por este hecho toda ocasin a la vez que toda necesidad deque nadie se rodee de privilegios y fuerza que se oponga a los inter-eses generales, a la sociedad entera. Con esta forma de la propiedad,la concurrencia pierde todo el carcter de lucha y desaparecen todassus funestas consecuencias para convertirse en estmulo, en satisfac-cin y para derramar igualmente sobre todos los beneficios, y progre-sos de esta gran emulacin.

    Las condiciones en que hoy estn los obreros respecto del capitalistay del trabajo, es causa, como ya hemos visto, de que descuiden laconservacin de los instrumentos de trabajo, de lo que se siguengrandes prdidas. Este mal se ha querido evitar convirtiendo a algu-nos obreros en una especie de polica que con los nombres de regen-tes, oficiales mayores, capataces, etc., hacen cuanto creen til a susamos, aunque sea indigno y perjudicial para sus antiguos compaeros.

    En la propiedad colectiva, donde cada cual tiene el mismo inters, ypor lo tanto, desaparece todo gnero de antagonismo, todos conser-varn los instrumentos de trabajo y economizarn materiales y tiem-

    po, sin necesidad de excitaciones humillantes; como el obrero serdueo de su trabajo, de su actividad y nadie podr robrselos, losaplicar en una escala superior a la en que hoy lo hace, y como porotra parte ser responsable delante de la colectividad de la conserva-cin y renovacin del instrumento de trabajo, le cuidar necesaria-

    mente a fin de perjudicar menos sus intereses.

    VRESULTADOS SOCIALES

    La participacin de las mujeres y los nios en el trabajo es una con-secuencia fatal del progreso de la industria. Si las instituciones socia-

    les, creadas en virtud del estado de una poca determinada y autori-zada por muchos siglos de existencia, una religin, unas leyes y unas

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    costumbres especiales, no armonizan con el progreso y, por conse-cuencia, se derrumban, es necesario aceptarlo, porque todos los es-

    fuerzos humanos seran impotentes para evitarlo; en su consecuencia,si los hechos econmicos trastornan estas instituciones, todo nuestrotrabajo debe dirigirse a conformarlas con ellos; no a contrarrestarlas,

    porque es imposible. Todas las lamentaciones que los tradicionalistashacen son vanas e intiles y no deben distraer por un momento laatencin de hombres serios.

    El empleo de la mujer y del nio en el trabajo es una abominacin

    hoy por la explotacin a que se los somete, y porque es un medio deque los burgueses se valen para reducir el trabajo al ms nfimo esta-do, para tiranizar ms al proletariado; pero ser un bien cuando la

    propiedad sea colectiva, porque librar a la mujer de la tirana brutaldel hombre, de la raqutica estrechez del hogar domstico, abriranchos horizontes a su inteligencia y a su actividad, y al hacerla librela har digna de la libertad. El nio no seguir ya el sendero que lamiseria y la ignorancia de sus padres le indiquen, sino que, unido asus infantiles compaeros y al amparo de convenientes sistemas deeducacin y desarrollo, formarn al hombre que debe vivir la vida dela libertad, de clara inteligencia y de carcter enrgico.

    La forma en que esto debe hacerse no es de este momento ni puedepreverse ahora; pero s aseguramos, sin temor de equivocarnos, quela actual familia est destinada a desaparecer por la fatalidad de lasleyes econmicas.

    Con el rgimen de la propiedad individual desaparece toda diferenciade clase y por consecuencia todos los medios que la clase reinanteemplea para sostenerse.

    Lejos de tener inters la sociedad, como sucede hoy, en el embrute-cimiento del obrero, har todo lo posible por hacerle instruido, por-que estando el individuo interesado en el desarrollo general de lasociedad y consistiendo este desarrollo en el de todas las individuali-dades, procurar por todos los medios alcanzarle.

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    La instruccin integral, que pondr a disposicin de la generacinnueva la ltima palabra de la ciencia, producir seres en perfecta

    disposicin de desarrollar todas sus facultades fsicas e intelectuales.El Estado, el ejrcito y la poltica, que slo viven hoy para la conser-vacin de los privilegios, desaparecern por carecer de base y deobjeto el da en que por la transformacin de la propiedad desaparez-can.

    El Estado, que slo sirve para la garanta de la conservacin de lapropiedad individual, se transformar en la administracin de losintereses colectivos, perdiendo todo el carcter de autoridad que ledistingue.

    La religin, como institucin social, desaparecer, y sean cualesquie-ra los mritos y virtudes que los sectarios atribuyan a sus religionesrespectivas, revestirn un carcter privado que no ser ya perjudicial.

    VIEstas consecuencias probables del planteamiento de la propiedadcolectiva pierden su carcter de hiptesis por la siguiente considera-cin histrica:

    El rgimen de la pequea propiedad individual produca emulacin,gusto para el trabajo y una perfeccin relativa en la produccin, perocontena sta en unos lmites estrechos y comprima las facultades

    humanas impidiendo el desarrollo moral de los individuos a la parque el desarrollo social.

    El rgimen de la gran propiedad individual ha hecho posible la apli-cacin de la ciencia a la industria por medio de esos grandes instru-mentos de trabajo, ha desarrollado en gran manera la navegacin yha llenado todas las naciones de una inmensa red de telgrafos y fe-rrocarriles, fbricas y manufacturas asombrosas, pero ha creado el

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    pauperismo, verdadera llaga social que quita toda belleza al cuadrodel progreso.

    Ni el uno ni el otro rgimen han podido formar la base definitiva dela sociedad, porque no han podido conformarse con las condicioneshumanas.

    En el colectivismo, la parte buena que tienen ambos regmenes secombinan perfectamente, la emulacin, el gusto y el inters indivi-dual con los grandes medios de la gran concentracin de la propie-dad.

    La ciencia en las civilizaciones pasadas ha sido como la religin,propiedad exclusiva de ciertas clases privilegiadas. En nuestros das,la ciencia, aunque todava monopolizada, porque el obrero que notiene dinero ni tiempo apenas puede aprender a leer y escribir, se hageneralizado mucho, y en consecuencia de esta generalizacin haaumentado. Lo mismo suceder con los instrumentos de trabajo,cuando en lugar de ser monopolizados por una clase pertenezcan a

    todos; entonces, lejos de disminuir y deteriorarse se aumentarn yperfeccionarn.

    Como vemos, tanto los resultados econmicos como los resultadossociales tienden a legitimar nuestras ideas y nuestros propsitos, estoes: la transformacin de la propiedad individual en colectiva.

    Tendramos necesidad de enumerar estos hechos y basarnos en ellossi la justicia pudiese tocar la conciencia de las clases reinantes, si larazn pudiese iluminar su inteligencia, si la piedad pudiese conmoversus corazones? Pero no somos los desheredados, y la misma clasereinante nos da este nombre?

    Porque es preciso declararlo: la ciencia es el producto de todos lostrabajos, de todas las observaciones, de todos los conocimientos delas generaciones que nos han precedido.

    Los instrumentos del trabajo son la aplicacin de la ciencia a la pro-duccin.

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    Los dones espontneos de la naturaleza son medios de trabajo ofreci-dos a todos los humanos.

    Y hecha esta afirmacin incontestable, quin osar en justicia re-clamar un privilegio o una limitacin?

    Todos estos bienes intelectuales y materiales no son la propiedad denadie; constituyen la herencia universal, y a esta herencia tiene dere-cho la generacin presente sin limitacin ni exclusin alguna.

    VII

    Con la muerte de la pequea propiedad y con su consecuencia la di-visin del trabajo y el empleo de la mquina se hizo innecesario al

    propietario para la produccin, quedndose ste en la categora derecipiente de las utilidades. En la moderna industria es ms frecuenteque el propietario carezca hasta de los primeros rudimentos del oficioque explota.

    Conviene notar que este hecho ha venido a constituir una clase queno slo no se contenta con vivir sin producir, sino que necesita, tanto

    para sus honores y goces como para su seguridad. una multitud es-pantosa de personas intiles.

    Por la existencia de los ricos se explica la de ese inmenso ejrcito

    que se compone de lacayos domsticos y lacayos ms o menosdomsticos, pero ms considerados y mejor retribuidos, que abrazadesde el militar hasta el magistrado, y que cuenta en sus filas con lainfinita variedad de abogados, escribanos, agentes de polica, litera-tos, prostitutas, clrigos, monjas, hombres de Estado, etc., etc., ver-dadera lepra social, de que hay que limpiarse haciendo el trabajo undeber para toda esa canalla, que ha llevado su brutal ceguedad hastaescandalizarse cuando los obreros han tenido la candidez de pedirel

    derecho al trabajo.

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    Los ricos se han visto obligados a disponer todo de un modo muyconveniente y que facilita extraordinariamente el procedimiento re-

    volucionario. Existen, por ejemplo, grandes propietarios que tienenorganizados ejrcitos de trabajadores, que bajo una inteligente admi-nistracin se encuentran hecho el trabajo y se llevan muy bonitamen-te el producto sin haber contribuido en lo ms mnimo y sin quehayan sido tampoco necesarios. Hay compaas de ferrocarriles quese componen de accionistas que no contribuyen en nada al movi-miento y al trabajo de su empresa, son todos los empleados los tiles,los que trabajan; sin accionistas podran seguramente salir los trenes,

    pero sin mozos, fogoneros, maquinistas, etc., sera imposible. Hayposeedores de inmensos terrenos que conservan el