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LIBROS SIGLO NUEVO 79 Los amantes caníbales Pablo Illanes Tapia C uando Baltazar Durán, un famoso escritor chi- leno, se suicida en una lujosa suite de un hotel en Nueva York, todos parecen ansiar un pedacito de su fama. Pero, ¿quién era realmente Baltazar Durán? Junto al cadáver aparece su autobiografía, un manuscrito inédito para el que su editorial ya prevé unas ventas astronómicas. Susana, la herma- na de Baltazar, por el contrario, siente una mezcla de curiosidad y vergüenza de lo que pueda develar. Pero el único que tendrá acceso a ellas será Da- vid, su viudo, quien descubrirá que el único amor de su difunto marido fue Emilio Ovalle, novio de la adolescencia de Susana y con quien Baltazar pasó su última noche. Publica: Planeta / Páginas: 440 La sangre erguida Enrique Serna E E n Barcelona se entrecruzan los destinos de tres hombres maduros obsesionados por el funcio- namiento de su miembro viril: el mexicano Bul- maro Díaz, reducido a la servidumbre y a la ruina económica por el despotismo sexual de una mulata dominicana; el catalán Ferrán Miralles, un galán impotente con vocación de donjuán; y el argentino Juan Luis Kerlow, un actor porno en el declive de su carrera. Ellos son los protagonistas de una tragicomedia erótica que escudriña los abismos neuróticos del machismo, el miedo a la desintegración de la per- sonalidad en la entrega amorosa, la autonómica del pene con respecto a la voluntad y los misterios que encierra. Publica: Seix Barral / Páginas: 328 La tumba del tejedor Seumas O’Kelly M M ortimer Hehir, el tejedor de un pequeño pue- blo irlandés, ha muerto, y sólo dos ancianos, el picapedrero Cahir Bowes y el fabricante de clavos Meehaul Lynskey, pueden encontrar la tumba de su clan en el lúgubre y ancestral cementerio de Cloon na Morav -el Prado de los Muertos-, donde únicamente las familias más antiguas del lugar tie- nen derecho a ser enterradas. En su tragicómica búsqueda les acompañan dos jóvenes enterradores y la viuda del tejedor, quie- nes asisten a las continuas trifulcas de los viejos, obcecados en probar su conocimiento del cemen- terio y, por ende, de la historia de sus inquilinos como última oportunidad de demostrar al mundo su utilidad. Publica: Sajalín / Páginas: 77 El beso del cosaco Eduardo Mendicutti T ras sesenta años de ausencia, Elsa Medina Osorio aparece un día en La Desembocadura, el viejo caserón familiar, que reconoce enseguida por un inconfundible olor y al que vuelve para celebrar una gran fiesta antes de morir. Tal vez su fantasía o tal vez las historiadas car- tas de su hermana Magdalena, la dotan del mágico poder de resucitar incluso a los muertos, sobre todo a aquellos que habían sucumbido al beso del enig- mático Vladimir el Cosaco. Poco a poco acuden al caserón los Medina, en particular Genaro, un primo algo dandi al que encon- traron en una celda de un convento asesinado por el joven Diego, con quien la víctima mantenía lazos. Publica: Tusquets / Páginas: 264

Los amantes caníbales El beso del cosaco€¦ · LIBROS SIGLO NUEVO•79 Los amantes caníbales Pablo Illanes Tapia C uando Baltazar Durán, un famoso escritor chi-leno, se suicida

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S I G L O N U E V O • 79

Los amantescaníbales

Pablo Illanes Tapia

Cuando Baltazar Durán, un famoso escritor chi-leno, se suicida en una lujosa suite de un hotel

en Nueva York, todos parecen ansiar un pedacito de su fama. Pero, ¿quién era realmente Baltazar Durán? Junto al cadáver aparece su autobiografía, un manuscrito inédito para el que su editorial ya prevé unas ventas astronómicas. Susana, la herma-na de Baltazar, por el contrario, siente una mezcla de curiosidad y vergüenza de lo que pueda develar.

Pero el único que tendrá acceso a ellas será Da-vid, su viudo, quien descubrirá que el único amor de su difunto marido fue Emilio Ovalle, novio de la adolescencia de Susana y con quien Baltazar pasó su última noche.

Publica: Planeta / Páginas: 440

La sangre erguida

Enrique Serna

EEn Barcelona se entrecruzan los destinos de tres hombres maduros obsesionados por el funcio-hombres maduros obsesionados por el funcio-

namiento de su miembro viril: el mexicano Bul-maro Díaz, reducido a la servidumbre y a la ruina económica por el despotismo sexual de una mulata dominicana; el catalán Ferrán Miralles, un galán impotente con vocación de donjuán; y el argentino Juan Luis Kerlow, un actor porno en el declive de su carrera.

Ellos son los protagonistas de una tragicomedia erótica que escudriña los abismos neuróticos del machismo, el miedo a la desintegración de la per-sonalidad en la entrega amorosa, la autonómica del pene con respecto a la voluntad y los misterios que encierra.

Publica: Seix Barral / Páginas: 328

La tumba del tejedor

Seumas O’Kelly

MM ortimer Hehir, el tejedor de un pequeño pue-blo irlandés, ha muerto, y sólo dos ancianos, el blo irlandés, ha muerto, y sólo dos ancianos, el

picapedrero Cahir Bowes y el fabricante de clavos Meehaul Lynskey, pueden encontrar la tumba de su clan en el lúgubre y ancestral cementerio de Cloon na Morav -el Prado de los Muertos-, donde únicamente las familias más antiguas del lugar tie-nen derecho a ser enterradas.

En su tragicómica búsqueda les acompañan dos jóvenes enterradores y la viuda del tejedor, quie-nes asisten a las continuas trifulcas de los viejos, obcecados en probar su conocimiento del cemen-terio y, por ende, de la historia de sus inquilinos como última oportunidad de demostrar al mundo su utilidad.

Publica: Sajalín / Páginas: 77

El beso del cosaco

Eduardo Mendicutti

T ras sesenta años de ausencia, Elsa Medina Osorio aparece un día en La Desembocadura, el

viejo caserón familiar, que reconoce enseguida por un inconfundible olor y al que vuelve para celebrar una gran fi esta antes de morir.

Tal vez su fantasía o tal vez las historiadas car-tas de su hermana Magdalena, la dotan del mágico poder de resucitar incluso a los muertos, sobre todo a aquellos que habían sucumbido al beso del enig-mático Vladimir el Cosaco.

Poco a poco acuden al caserón los Medina, en particular Genaro, un primo algo dandi al que encon-traron en una celda de un convento asesinado por el joven Diego, con quien la víctima mantenía lazos.

Publica: Tusquets / Páginas: 264