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LOS CAMINOS ANDALUCES EN
ULTRAMAR.
LA EMIGRACIÓN CONTEMPORÁNEA DE
ANDALUCES A AMÉRICA.
------
Trabajo de investigación presentado para la
obtención del Título de Doctor
Por el doctorando:
D. FRANCISCO CONTRERAS PÉREZ
Bajo la dirección del
PROF. DR. D. RAFAEL SÁNCHEZ MANTERO
Departamento de Historia Contemporánea
Universidad de Sevilla, 2011.
TD- Francisco Contreras Pérez
3
“Es mucha responsabilidad y mucha conmoción y mucha historia esto de dejar lo que es de uno [...]”.
DELIBES, M.: Diario de un emigrante.
“Claro, mi padre estaba más contento..., mi padre el giro que recibía era más plata que la que ganaba él en el ferrocarril...,
se lo daba a mi madre como si fuera un sueldo grande, y estaba la mar de bien.”
Entrevista a J.S.P. (emigrante malagueño, Buenos Aires)
TD- Francisco Contreras Pérez
4
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN.
CAPÍTULO 1. ESTADO DE LA CUESTIÓN, FUENTES Y MÉTODOS:
DESCRIPCIÓN Y ANÁLISIS CRÍTICO.
• Estado de la cuestión sobre la llamada “temprana emigración” contemporánea.
• ¿Y sobre la temprana emigración andaluza?
• Otras investigaciones de referencia.
• Las fuentes y los métodos.
o Los censos españoles del XIX y el cálculo de la
migración neta.
o La estadística española de pasaportes del siglo
XIX.
o El Censo de Buenos Aires de 1855 y el estudio
micro social de la migración andaluza.
o Las estadísticas de pasajeros por mar del
Instituto Geográfico de Emigración.
TD- Francisco Contreras Pérez
5
CAPÍTULO 2. EL TRASFONDO: ESTIMACIÓN DE LOS MOVIMIENTOS
MIGRATORIOS INTERIORES.
• Contraste del patrón teórico para el caso andaluz.
• La Migración Neta regional.
• Aproximación a la migración como estrategia en el ciclo
vital.
• Migración Neta de las provincias.
• Resultados de la estimación.
• Los saldos migratorios comarcales en Andalucía a
mediados del XIX.
CAPÍTULO 3. LA EMIGRACIÓN EXTERIOR ANDALUZA EN EL
PERIODO ISABELINO
• ¿Ruptura o continuidad respecto a la emigración del
XVIII?
• Aproximación a una cuantificación de la temprana
emigración.
• Los focos de emigración en el periodo isabelino.
• Participación provincial en la temprana emigración a
América.
TD- Francisco Contreras Pérez
6
• ¿Hay una pauta “andaluza” en la elección de país de
destino en América?
• Cuba: bases de un destino refugio durante el siglo XIX.
• Destinos minoritarios y coyunturales.
CAPÍTULO 4. LA TEMPRANA EMIGRACIÓN ANDALUZA A LA
ARGENTINA, 1830-1870.
• Argentina y Buenos Aires en el segundo tercio del XIX.
• ¿Cuándo emigraron? ¿Fue la R. O. de 1853 tan
decisiva?
• ¿De qué localidades andaluzas procedían? ¿Se
reproduce el mapa de la emigración colonial?
• ¿Llegaron directamente o hubo reemigración?
• ¿Cuál era el perfil demográfico del emigrante que
llegaba a Buenos Aires desde Andalucía?
• ¿A qué edad emigraban? La emigración y el ciclo vital.
• El estado civil: solteros, pero también casados.
• Cadenas migratorias familiares.
• Endogamia-exogamia: pautas matrimoniales de los
emigrantes andaluces.
• El hogar del emigrante: tamaño y estructura.
TD- Francisco Contreras Pérez
7
• Dependientes, comerciantes y artesanos: el andaluz en
la sociedad y el mercado laboral bonaerenses.
CAPÍTULO 5. ELEMENTOS PARA UNA COMPARACIÓN DE MODELOS:
DE LA EMIGRACIÓN TEMPRANA A LA EMIGRACIÓN EN MASA.
• ¿Cambiaron los destinos con respecto al período
anterior?
• Un factor nuevo: los pasajes gratuitos y el efecto
selectivo en el perfil del emigrante.
• Una emigración con un elevado componente rural.
• El nuevo mapa de la emigración.
o Ausente en la emigración temprana a América,
protagonista en la del siglo XX.
o ¿Qué ocurrió con los protagonistas de la
emigración temprana en la época de la emigración
en masa?
o Un perfil familiar en la emigración temprana y en
la finisecular.
o El reforzamiento de la emigración en Andalucía
Oriental.
• Hacia la integración en los mercados laborales
internacionales.
TD- Francisco Contreras Pérez
9
INTRODUCCIÓN.
“Invisibles”..., se ha dicho en alguna ocasión. Así parecen
haber permanecido, desde el siglo XIX, los emigrantes españoles
en las nuevas repúblicas americanas tras las declaraciones de
Independencia (de las que se conmemoran el bicentenario en estos
momentos). Quizás las nuevas élites políticas e intelectuales
republicanas veían en ellos algo que les recordaba el denostado
pasado colonial, y se les adjudicaban unos rasgos morales que no
encajaban en las ansias de “progreso” que regían sus proyectos
nacionales. O quizás eran demasiado cercanos a ellos mismos, que
pasaron desapercibidos, más allá de algunos chistes y estereotipos.
Y sin embargo estos millones de emigrantes españoles, anteriores
a la Guerra Civil española, participaron de manera casi siempre
TD- Francisco Contreras Pérez
10
anónima en los procesos de formación y modernización de las
nuevas sociedades tanto en las Américas como en España.
Más tarde que en otras tradiciones historiográficas, lo cierto
es que los historiadores de uno y otro lado del Atlántico hispano
sólo empezaron a atender de manera algo más sistemática el
estudio de la emigración contemporánea española hasta hace
relativamente poco, no más de dos décadas, a finales del siglo XX.
Y todavía quedaba por hacer...
“Invisible”, también se puede aplicar, si cabe con más
razón, a la participación de la población andaluza en estos
movimientos migratorios del XIX y principios del XX. Pero
existieron. Se ha estimado que cerca medio millón de andaluces
partieron de la región al algún destino de ultramar en esos años.
Este volumen emigratorio equivaldría, en término brutos, a casi
una décima parte de la población andaluza hacia mediados de ese
periodo. Algunos de ellos retornaron, en cifras aún más difíciles de
precisar. Las innovaciones en los transportes marítimos redujeron
los tiempos y los costes marginales con forme avanzaba el siglo
XIX, dando más sentido a la expresión “saltar el Charco”. Los que
se quedaron, los que retornaron y los que volvieron más de una
vez, todos ellos encontraron en la emigración un recurso
adaptativo para hacer frente, individualmente o apoyados en redes
TD- Francisco Contreras Pérez
11
familiares y de paisanaje, a los amplios retos históricos que definen
la gestación de las sociedades contemporáneas.
Las migraciones, interiores y exteriores, formaron parte de
los recursos adaptativos de la “gente corriente” de Occidente
durante el largo siglo XIX con mayor intensidad cuantitativa que
antes, aún siendo una constante de los colectivos humanos. La
modernización no sólo se ejecutaba mediante la transformación de
los viejos oficios en nuevas plantas fabriles, mediante la
movilización política y el largo camino hacia la democracia liberal, o
mediante la transición a nuevas pautas demográficas. La
modernización de las sociedades europeas también se define por la
transición a la movilidad, empezando por las migraciones en masa
del XIX, en un proceso de integración de mercados atlánticos de
mercancías, capitales y trabajo que la prensa andaluza de 1889 ya
conocía como la nueva “economía-mundo”, hoy globalización.
La historiografía actual viene analizando cómo la región hizo
frente a una serie de transformaciones, de adaptaciones, de
frustraciones... Pero, aplicado a estudios migratorios las teorías de
en esto se puede correr el riesgo de recurrir a esquemas
explicativos que reinciden en las ideas fuerzas de fracaso, de
retraso..., que no siempre permiten analizar en su complejidad los
procesos como los migratorios, que corren el riesgo de quedar
TD- Francisco Contreras Pérez
12
reducidos a síntomas de esos “males de la patria” de que se
hablaba en el XIX. Cuando descendemos del gran discurso
“modernizador” a la escala de la gente corriente, emigrar aparece
como un recurso más de adaptación a las nuevas oportunidades
disponibles en ese proceso de integración de mercados y
sociedades antes mencionado. Los países americanos pronto
valoraron el aporte de los emigrantes, tardaría más que así se
hiciera en España en tanto que país emisor.
La presente investigación aborda el tema de la emigración
contemporánea de andaluces a América. La inscripción en su día
del proyecto de Tesis Doctoral estuvo marcada por la renovación
que por entonces venía produciéndose en la historiografía española
sobre este sujeto de estudio. Cuando hicimos la inscripción
administrativa del proyecto bajo el título: “Los caminos andaluces
en ultramar. La emigración contemporánea de andaluces a
América”, y aun contando con un primer plan de trabajo, he de
reconocer que no teníamos plena conciencia de la envergadura real
del mismo, la constante renovación científica de la información y
los métodos que seguía produciéndose en este campo, las
dificultades de acceso a la documentación que posteriormente irían
surgiendo... Ese título, con ser exacto por ser precisamente
genérico, era propio de un recién licenciado con más predisposición
TD- Francisco Contreras Pérez
13
que competencias, un aprendiz más bisoño que ambicioso en el
“oficio de historiador”...
En todo caso, mi línea de investigación quedaba diseñada
para los años posteriores. No iba a renunciar a un tema que me ha
llegado a apasionar, tanto o más que a..., desesperarme.
Lo que aquí se presenta es el resultado del tratamiento y
explotación de parte de la documentación que he finalmente
recabado en este tiempo. Es una parte eso sí mayoritaria, nuclear.
Se explota la principal tipología de fuentes al uso en la literatura
científica, tanto en los estudios sobre agregados estadísticos como
en aquellos que hacen uso de información nominal.
Ello ha permitido integrar en este trabajo los enfoques
macro y micro históricos, esto es, desde las grandes líneas
evolutivas de la emigración en sus tendencias temporales, a la
mirada sobre los emigrantes anónimos que dejaron sus nombres
en cédulas censales y otras fuentes de corte nominativo. Hemos
abordado, hasta donde nuestra habilidad y las fuentes consultadas
permiten, las migraciones a distintas escalas geográficas (desde la
regional a la local). Desde los presupuestos de historia social, junto
a instrumental de la demografía histórica, hemos estudiado el perfil
sociodemográfico del emigrante y hemos intentado aprehender la
decisión de emigrar dentro de su ciclo vital. También se ha tratado
TD- Francisco Contreras Pérez
14
de su inserción en la estructura socioprofesional de la sociedad de
acogida.
Junto a estos enfoques y temáticas de lo que pretende ser
una historia social de estas migraciones, hemos recurrido
constantemente a la comparación como método de acercarnos a
tema de estudio. Entendiendo que la comparación constituye un
instrumento especialmente útil en Historia como ciencia social. Ello
ha supuesto un coste añadido al tener que reunir o elaborar
información de las migraciones de otros ámbitos espaciales con los
que establecer un marco de referencia científica homogénea (por
ejemplo, la atención sistemática que prestamos a la emigración
gallega tiene esta función, en tanto que región emigratoria por
excelencia). Saber algo de la emigración gallega ha permitido, o
eso pretendemos, comprender mejor la emigración andaluza.
Los resultados de la investigación que presentamos se
estructuran en cinco capítulos. El primero, obligado en toda
producción científica, hace un estado de la cuestión y expone las
principales fuentes y métodos de explotación empleados. Se pone
de especial relevancia algunas de las principales aportaciones de
investigadores que nos han precedido en el estudio de la
emigración exterior que tuvo lugar durante el llamado periodo
TD- Francisco Contreras Pérez
15
isabelino español grosso modo, también llamada “emigración
temprana” de la historia contemporánea.
En el segundo capítulo, estudiamos el “background”
compuesto por las grandes líneas de los movimientos migratorios
interiores que operaban en la región desde finales del XVIII.
Tratándose de la llamada etapa preestadística española y
naturalmente no existiendo información directa, hemos procedido
al estudio de los saldos migratorios provinciales mediante
operaciones de estimación de la emigración neta como se describe
en el capítulo 1 y este mismo. La razón de ser es aproximarnos a
ver en qué medida se integran las migraciones exteriores como
recurso alternativo o complementario, dentro de las limitaciones
impuestas por la documentación que repercute en una escala de
estudio bastante gruesa.
Los capítulos 3, 4 y 5 recogen el núcleo fundamental de los
resultados sobre el sujeto de estudio de esta investigación. En el
primero de éstos, abordamos el impacto de la ruptura del orden
colonial en América sobre la emigración andaluza. A continuación,
elaboramos las líneas interpretativas de la evolución de la
emigración exterior andaluza durante el periodo isabelino, hasta
donde el raquitismo de las fuentes estadísticas lo permite.
TD- Francisco Contreras Pérez
16
El capítulo 4 se centra en un estudio de caso: los
emigrantes andaluces en Buenos Aires hacia la mitad del siglo XIX.
Explotamos la riquísima información de las cédulas censales
originales y nominales del censo bonaerense de 1855, cuya
completa información que permite en primer lugar rastrear los
ritmos de llegada desde prácticamente la independencia de la
República Argentina. El trabajo con las cédulas censales ha
requerido de un importante esfuerzo de construcción de una base
de datos informática, que finalmente ha permitido explotar la
información desde los intereses de un enfoque micro social de la
emigración. Es de resaltar la especial originalidad de esta
información que permite dibujar un panorama “desde abajo” del
conjunto de la emigración andaluza a un espacio urbano en
expansión, y llamado a ser uno de los destinos fundamentales de la
emigración en masa posterior.
Para terminar, el capítulo 5 aporta los elementos para una
comparación de la temprana emigración del periodo isabelino,
analizada en los capítulos precedentes, con el modelo posterior y
clásico de emigración en masa, que es el más conocido. Qué
cambio de una a otra en distintos planos de estudio.
En el apéndice documental hay que resaltar que se recoge
una muestra de las características de la base de datos que hemos
TD- Francisco Contreras Pérez
17
construido, mediante tratamiento informático, para la explotación
del Censo de la ciudad de Buenos Aires antes mencionado.
La bibliografía recoge una selección de la literatura científica
del tema a la que he tenido acceso. Salvo error u omisión no
intencionada, ha sido consultada íntegra o parcialmente en algún
momento de esta prolongada investigación. Si bien no toda ha
tenido cabida finalmente en las citas a pie de página, por razón de
la conveniencia puntual relativa a la elaboración del escrito final
aquí presentado, todas ofrecen información que me ha sido útil en
este tema de estudio, y otras entre ellas han contribuido
magistralmente a mi formación en el “oficio de historiador” e
investigador.
Parafraseando a un argentino inmortal: Borges, cabe decir
que me enorgullezco más de mis lecturas que de lo que he podido
escribir.
Durante el desarrollo de esta investigación, varias personas
han contribuido en distintas etapas del proyecto a las eventuales
mejoras que pudiera contener. Me gustaría agradecer la amabilidad
con que fui acogido durantes las largas jornadas que pasé
consultando el modélico fondo documental del Centro de Historia
de la Familia de Buenos Aires (Sociedad Genealógica de Utah),
entre otros archivos, centros de documentación y bibliotecas
TD- Francisco Contreras Pérez
18
consultados, así como por los emigrantes andaluces que
compartieron conmigo sus historias vitales. El asesoramiento y
atención de las profesoras Hebe Clementi (Universidad de Buenos
Aires) y Nora Siegrist de Gentile (CONICET) hicieron sin duda más
productiva mi estancia investigadora en la capital argentina, que
pude iniciar gracias a una carta de invitación del CEMLA. En la
etapa de elaboración final de este trabajo, he de agradecer el
apoyo moral y ayuda de los compañeros del Área de Historia
Contemporánea de las Universidades de Huelva y Sevilla. Sin duda
he adquirido una deuda de gratitud con el profesor Rafael Sánchez
Mantero que, como director de este proyecto de investigación, ha
mostrado una infinita paciencia conmigo y ha estado siempre
accesible. Además del ocio, el esfuerzo dedicado a este trabajo lo
he tenido que restar de manera no justificable de cuidar la amistad
de dos queridas amigas, desde mis tiempos en la Universidad de
Michigan, que espero me puedan dar la enésima oportunidad. Y en
primera línea del frente, la del día a día de mi estado de ánimo y
mi desatención, mis padres, Asun y mis dos niños, en fin, han sido
y son la generosa fuente afectiva de mi vida, a los que desearía
corresponder como merecen.
TD- Francisco Contreras Pérez
19
CAPÍTULO 1.
ESTADO DE LA CUESTIÓN, FUENTES Y MÉTODOS:
DESCRIPCIÓN Y ANÁLISIS CRÍTICO
Estado de la cuestión sobre la llamada “temprana
emigración” contemporánea.
A mediados de la década de 1990, C. Yáñez Gallardo, en un
análisis crítico de estos presupuestos dominantes en la
historiografía sobre las migraciones españolas, no dejaba de
expresar su sorpresa ante las inercias todavía dominantes y los
vacíos historiográficos:
“Me sorprendía que historiografía española diera
la espalda al período que había seguido a la pérdida de
las colonias americanas continentales, como si
despreciara todo lo que fuera distinto del colonialismo
de Antiguo Régimen […] la ruptura de los lazos
coloniales ocurrida después hacía suponer que había
TD- Francisco Contreras Pérez
20
desaparecido cualquier vínculo entre España y el Nuevo
Mundo”.1
El marco cronológico situado entre la ruptura del orden
colonial y los inicios del periodo de emigración en masa cinco
décadas más tarde (1830-1870, en cifras redondas), venía siendo
un territorio historiográfico relativamente desatendido, a pesar del
filón historiográfico explotado en las décadas de 1980 y 1990 por
los investigadores sobre las migraciones españolas
contemporáneas a América.
Los términos “emigración temprana”/”temprana emigración”
habían sido introducidos en la historiografía española años atrás,
en 1988, por el propio C. Yáñez Gallardo en un trabajo titulado:
“Cataluña: un caso de emigración temprana”2. Formaba parte de
las distintas contribuciones a la obra colectiva dirigida por Sánchez
Albornoz que podría considerarse como el trabajo que daba carta
de naturaleza a los actuales estudios migratorios en la
historiografía contemporaneísta española.3
Aquel primer trabajo ponía en evidencia que la emigración
de catalanes a partir de 1830 retomaba la senda abierta por este
1 YÁÑEZ GALLARO, C.: Saltar con red. La temprana emigración catalana a
América ca. 1830-1870, Madrid, Alianza, 1996, p. 16. 2 YÁÑEZ GALLARDO (1988), [pp. 123-142] 3 SÁNCHEZ ALBORNOZ, N. (comp.) (1988).
TD- Francisco Contreras Pérez
21
colectivo regional en la época colonial de “libre comercio”, en una
tendencia que reactivaba los flujos migratorios tras las distorsiones
introducidas por las guerras “emancipadoras” de la metrópoli y las
primeras convulsiones políticas que jalonaron las relaciones entre
España y el fenecido imperio durante el primer tercio del XIX.
Dicha publicación era un avance de una investigación más
amplia que culminaría el investigador chileno con la publicación de
su tesis doctoral bajo el título: Saltar con red. La temprana
emigración catalana a América ca. 1830-1870. 4
Saltar con red había puesto sobre el tapete historiográfico
español y latinoamericano el interés de este primer ciclo
contemporáneo. C. Yáñez Gallardo empezó, como hemos indicado,
por revisar algunos "mitos" o lugares comunes todavía extendidos
en la historiografía española, ante todo aquél según el cual la
emigración transoceánica en la etapa preestadística era mínima
(una “ilusión cuantitativa”, como decía R. Robledo). Se parte de un
estudio de la normativa generada al respecto, invitando a la
consulta de archivos notariales en tanto que éstos deben contener
(a priori) los permisos solicitados por la ley para expatriarse
legalmente.
4YÁÑEZ GALLARO, C. (1996).
TD- Francisco Contreras Pérez
22
La primera emigración catalana contemporánea reactivaba
una corriente ya iniciada durante los años del libre comercio en el
Imperio español a fines del siglo XVIII. A este respecto, el autor
resuelve en la longitudinal del tiempo la dialéctica de factores
push-pull, distinguiendo dos grandes períodos: hasta las guerras
napoleónicas se emigraba por la atracción de las oportunidades
ofrecidas por el Imperio americano, mientras que después de la
Restauración se partía sobre todo por el empuje producido por la
crisis de las tradicionales industriales locales. Así pues, hasta 1850,
la mayoría de los emigrantes catalanes estaría constituida por
artesanos y por jóvenes que, hacia los doce años de edad,
terminaban su primera formación para ir a colaborar como
aprendices con parientes y amigos, ya activos desde antes, en el
terreno comercial de las antiguas colonias y nuevas repúblicas.
Dadas estas relaciones comerciales de base primaria, muy alta (12
por 100) resultaba ser, además, la presencia de "profesiones
liberales" entre aquellos que partían de la ciudad de Barcelona.
Igualmente sugerentes son algunas diferencias que el autor
señala entre la emigración de Barcelona y la de los pequeños
centros de la costa. De la capital catalana parece que se emigraba
por motivos diferentes y más complejos, a menudo conectados con
la antigua estructura gremial de la ciudad. La emigración urbana
TD- Francisco Contreras Pérez
23
respondía en suma a motivos y dinámicas de orden sobre todo
individual. De los pueblos costeros se partía en cambio siguiendo
los tiempos y los modos de la cadena migratoria. Se trataba esta
última, en otras palabras, de una emigración de características más
marcadamente "comunitarias" o "colectivas", que llevaban a la
formación de extensos núcleos de parientes y paisanos
concentrados en determinadas localidades de América.
Se sostiene en este trabajo que la emigración no puede ser
explicada como una consecuencia directa del proceso de
industrialización. La emigración catalana permaneció en efecto
como un fenómeno circunscrito solamente a los distritos de la
costa. De los centros del interior, que sin embargo experimentaron
una notable desarrollo industrial, poquísimos partieron para las
Américas. La diferencia, según el autor, se debe explicar según
variables culturales más que económicas.
Así pues, ofrece una interpretación del fenómeno migratorio
donde cobra relevancia la transmisión y la difusión de la
información entre parientes y paisanos. El autor ha focalizado su
interés sobre el proceso de formación de las redes sociales como
instrumentos de las migraciones catalanas de principios del siglo
XIX. La modélica metodología empleada permite una maximización
de las fuentes microhistóricas consultadas (pasaportes, protocolos
TD- Francisco Contreras Pérez
24
notariales,...), por lo que Saltar con red parece consolidarse como
una obra clave en la integración de nuevos enfoques en la
historiografía española, con lo que se contribuye a colmar el atraso
que se había achacado durante varias décadas.
En suma, aunque las consultas de archivos locales en
España pueden arrojar beneficios no siempre a la altura de las
expectativas, Yáñez consiguió dibujar con maestría los aspectos
cualitativos y microsociales de esta corriente regional en la
transición del XVIII al XIX, destacando que se adaptó y sobrevivió
a la ruptura del marco migratorio tardocolonial.
Desde entonces, la temprana emigración contemporánea ha
sido ante todo un tema abordado por los investigadores del otro
lado del Atlántico. En ello podría tener que ver mucho un cierto
atavismo de la historiografía española para abordar el periodo
anterior a la emigración en masa (finales del XIX), que denunciara
Yáñez Gallardo, asumiendo supuestos rupturistas tras la crisis del
orden colonial. En nuestra opinión, sin descartar esta explicación,
un factor también determinante según nuestra experiencia nos
remite a que las fuentes más apropiadas o fácil de consultar para el
periodo anterior a 1880 se encuentran en los países receptores: los
censos y registros de entradas.
TD- Francisco Contreras Pérez
25
Poco después de publicado Saltar con red, vio la luz en
forma de libro y tras un prolongado periodo de investigación
doctoral, el trabajo del profesor de Berkeley y origen
hispanocubano J. C. Moya: Cousins and Strangers. Spanish
Immigrants in Buenos Aires, 1850-1930.5 Esta abrumadora
investigación constituye uno de los principales referentes
ineludibles sobre las migraciones contemporáneas españolas, e
incluso para la propia Historia Argentina.
Cousins and Strangers aporta, en uno de sus capítulos, una
extensa explotación del Censo de Buenos Aires de 1855, que
permite rastrear la situación de la colonia española asentada en la
ciudad, como fruto de la evolución de las décadas anteriores a la
realización de dicho recuento demográfico. Aunque los casos de
estudio de corte comarcal se centran en las corrientes del norte
peninsular, introduce algunas consideraciones sobre la colonia
andaluza que nos han sido de gran utilidad a lo largo de nuestra
investigación.
En todo caso, el aporte informativo es abrumador y resulta
extremadamente original y sugerente el enfoque que Moya adopta
en su investigación combinando aspectos marco y microsociales.
5 MOYA (1998).
TD- Francisco Contreras Pérez
26
Son en casi todos los casos investigadores del otro lado del
atlántico quienes más han contribuido a este progresivo
conocimiento los años 1830-1870, justo donde se sitúa la
transición de las viejas formas migratorias hacia nuevas formas
que asentarían una economía atlántica a nivel de los mercados
laborales Podría tratarse de ese paradigma dominante en la
historiografía española de que habla Yáñez Gallardo, pero también
hay que considerar la mayor riqueza relativa de documentación
que, en especial con la aparición de las series de pasajeros por mar
en España, ha contribuido a determinar que las investigaciones se
hayan concentrado en abrumadora medida en el ciclo finisecular de
emigración masiva.
Esta desigual atención hace incluso más sobresaliente, más
llamativo, el contraste entre ambos periodos, y que todavía hoy
deja mucho por conocer, a pesar de los avances:
“Resulta llamativo que, pese a la relevancia del
tema señalado, los estudios sobre el mismo sean
bastante limitados. Por lo general, los trabajos sobre
las migraciones españolas al Río de la Plata se han
concentrado en el tránsito del siglo XIX al XX, dejando
en un segundo plano las etapas previas y posteriores a
esta fase de traslados masivos. Ello propició que las
TD- Francisco Contreras Pérez
27
dimensiones e importancia de las corrientes tempranas
o más recientes quedaran desdibujadas, o fueran
directamente ignoradas.”6
Dando todavía vigencia a las palabras de Yáñez Gallardo,
escritas en 1996, este extracto pertenece a un libro de aparición
más reciente (2010), cuya autora es la investigadora argentina
Nadia A. Cristóforis. Su trabajo transita por este espacio temporal
de la emigración temprana, tomando en esta ocasión como objeto
de estudio las corrientes del Noroeste peninsular (Galicia y
Asturias).
Como obliga el periodo bajo estudio, la autora hace uso de
fuentes de diversa índole dispersas a su vez en archivos y centros
de documentación de ambos lados del Atlántico (toda vez que para
estos años la documentación centralizada en único archivo como
era la extinta Casa de Contratación ya no puede ayudar al
investigador).
Superar estas dificultades iniciales es la condición necesaria
en estos ejercicios de compatibilizar las aproximaciones generales
previas, mediante el uso de los agregados estadísticos, la prensa o
el corpus normativo y consular de la época, con los enfoques
6 DE CRISTÓFORIS, N. A.: Bajo la Cruz del Sur: gallegos y asturianos en
Buenos Aires (1820-1870), [s.l.], Fundación Pedro Barrié de la Maza, [2010], p. 16
TD- Francisco Contreras Pérez
28
microsociales, que requieren del empleo de información de corte
nominal procedente de las cédulas censales y padrones disponibles,
los expedientes individuales de pasaportes o los listados de
pasajeros de pasajeros en uno y otro país.
Los seis capítulos que articulan la estructura de la obra
siguen una estructura académica y lógica mediante la que la autora
va resolviendo cuestiones básicas para un conocimiento del
“panorama general” de la emigración del noroeste peninsular en
esas décadas.
El capítulo primero, sumándose al debate historiográfico
preexistente, aborda el impacto que la ruptura del orden colonial y
los nuevos marcos normativos nacionales tuvieron en los flujos
migratorios heredados del siglo XVIII, lo que le lleva a concluir que
se dieron lo que podemos denominar como respuestas adaptativas
y, en todo caso, rechaza extrapolar las interpretaciones rupturistas,
más propias del plano político, a este fenómeno de la historia
social.
En el capítulo siguiente se parte de constatar un visible
incremento de las dimensiones de esta corriente regional desde
1840-60, para a continuación intentar abordar la cuestión sobre la
“coexistencia” o complementariedad con las migraciones exteriores
e interiores (en este caso, desde Galicia hacia otras partes de la
TD- Francisco Contreras Pérez
29
península, como sabemos). De hecho, podemos decir que las
fronteras entre exterior e interior en la práctica migratorio quedan
en ocasiones difuminadas, en la medida que saltar el charco
encubría un éxodo rural con destino urbano.
Aunque la autora no hace mención a ello, hay que señalar
que estas conexiones ya están presente desde hace años en la
historiografía internacional (por ejemplo, en Flight to America).
La autora argentina conviene en reconocer que el “nivel
analítico” elegido (provincia, ayuntamiento, parroquia…) puede
influir de manera determinante en el carácter provisional e, incluso,
aparentemente contradictorio de las conclusiones con las de otras
investigaciones sobre esta corriente regional.
Ahora bien, los censos y padrones de ambas orillas hacen
valer toda su virtualidad informativa en el capítulo 3, en el que la
autora consigue dibujar el mapa de las fuentes locales que nutren
este flujo migratorio y su evolución por destinos. De ello deduce
una especial vinculación entre localidades pontevedresas y Buenos
Aires. Resulta ilustrativo que esta sección finalice con un retrato del
perfil socioprofesional mediante un estudio de caso local.
Ciertamente, los emigrantes españoles serían reconocidos
tardíamente, casi “a regañadientes” por las nuevas élites políticas
argentinas, una vez fallidos los intentos de nutrirse de mano de
TD- Francisco Contreras Pérez
30
obra anglosajona. Esta es otra de las apreciaciones que se
confirman cuando la investigadora hace un repaso en el capítulo
cuarto a las “políticas y prácticas migratorias”. A partir del estudio
de los testimonios expuestos por la autora en torno a la
“hispanofobia”, cuyo origen ya había esboza en el capítulo inicial
del trabajo, se concluye que si bien se va amortiguando no sin
estallidos puntuales a lo largo de esas décadas, no se puede
decirse que fuera reemplazada por una franca “hispanofilia” lo que
no dejó de influir en las decisiones gubernamentales y la opinión
pública nativa con distinta intensidad. Ciertamente esto va hacer
chocar las visiones y deseos de esas élites dirigentes al frente del
proyecto de construcción de una nacionalidad republicana con la
demanda creciente de mano de obra de un mercado laboral
expansivo; tensión que se resolverá haciendo de la necesidad
virtud a finales del XIX en la época de las migraciones masivas y
los pasajes subsidiados por las autoridades argentinas, aún
persistiendo por entonces los estereotipos nacionales e incluso
regionales como hemos abordado también por nuestra parte. Los
antecedentes de estas prácticas de recluta en España en forma de
las primeras expediciones colectivas también completan este
apartado. La autora sopesa por igual el papel tanto de las redes
sociales (que sustentan, por ejemplo, las cadenas migratorias)
TD- Francisco Contreras Pérez
31
como la labor de esas primeras compañías y agentes de un
naciente negocio en torno a las migraciones contemporáneas.
Los dos capitulo finales abordan el proceso de integración en
su destino bonaerense de inmigrantes gallegos y asturianos de
mediados del XIX. Se intercalan estas consideraciones con una
aproximación a la segmentación del mercado laboral por origen
regional de los españoles, en “nichos laborales”, tema que cobrará
más completo significado una vez que pasamos al capítulo sexto y
último del libro. En este se rematan las conclusiones que la
investigación obtiene sobre los perfiles de la inserción ocupacional,
a partir de una completa explotación del resto de la información
que procura el rico censo de 1855 de Buenos Aires. Como
apreciamos todos los investigadores que han trabajado o
trabajamos sobre él, esta fuente como otras de su estilo ofrece una
amplia variedad de la información de índole no sólo demográfica y
con el máximo grado de desagregación en una única fuente. Aparte
de permitir por ejemplo perfilar las pautas matrimoniales o
establecer el patrón de asentamiento urbano de las migraciones en
los barrios porteños, como había hecho C. Moya en la obra citada
para el caso de los españoles, la investigadora completa esta
explotación de sus posibilidades con un original acercamiento al
trabajo de la mujer en este grupo migrante.
TD- Francisco Contreras Pérez
32
A lo largo de la obra la corriente de origen asturiano queda
algo difuminada, lo que sin duda se puede explicar en virtud de las
envergaduras tan disímiles de los componentes regionales
abordados (los gallegos eran con diferencia la comunidad regional
más importante ya en la Argentina del período).
¿Y sobre la temprana emigración andaluza?
Aunque los gallegos fuera la principal comunidad regional en
el Buenos Aires de 1855 a mucha distancia de los demás grupos
ibéricos, hoy estamos en condiciones de conocer que los andaluces
constituían la tercera de las comunidades españoles.
Siendo un período el segundo tercio del XIX escasamente
tratado para el caso español en su conjunto, esto se hace
extensible con especial relevancia para nuestros conocimientos de
la temprana corriente andaluza contemporánea.
Por ello, sumándonos a los propósitos de los autores
anteriores, proponemos contrastar estos presupuestos de
continuidad en un estudio de la emigración andaluza, asumiendo e
intentado solventar en la medida de nuestras posibilidades las
limitaciones documentales que supone el periodo inmediatamente
posterior a la independencia de las colonias americanas.
TD- Francisco Contreras Pérez
33
Para el caso andaluz “la temprana emigración” ha venido
quedando en ese espacio del vacío historiográfico definido por:
a) En un extremo, los estudios de
americanistas a partir de las licencias de
embarque del de la Casa de Contratación: Díaz
Trechuelo para el siglo XVIII y Márquez Macías7
para la época del “comercio libre”, adentrándose
hasta 1824.
b) Y en el otro, los trabajos de los
contemporaneístas: Bernal, Mateo Avilés y quien
escribe8, sobre la emigración en masa desde la
década de 1880.
"La emigración andaluza" es el título genérico del artículo
que A. M. Bernal aportaba a la compilación de N. Sánchez Albornoz
antes citada. El autor empieza por discutir muchos "lugares
comunes" que todavía predominan en la producción académica
sobre la región: su postrada riqueza. En este ensayo, por tanto,
7 DÍAZ-TRECHUELO LÓPEZ –SPINOLA, L. (dir.): La emigración andaluza a
América. Siglos XVII y XVIII, Sevilla, Junta de Andalucía, 1990, y MÁRQUEZ MACÍAS, R.: "La emigración española a América en la época del comercio libre (1765-1824): el caso andaluz", Revista Complutense de Historia de América, n. 19, 1993.
8 DE MATEO AVILÉS, E.: La emigración andaluza a América (1850-1936), Málaga, Editorial Arguval, 1993, y CONTRERAS PÉREZ, F.: Tierra de ausencias. La moderna configuración migratoria de Andalucía (1880-1930), Sevilla, Universidad de Sevilla-Secretariado de Publicaciones, 2000.
TD- Francisco Contreras Pérez
34
una supuesta teoría de la superpoblación relativa de la región
queda desestimada en Andalucía como factor explicativo. La
potencialidad económica presenta unos valores superiores a la
media nacional. Por último, los “coeficientes de inmigración”
vendrían a corroborar la idea inicial que articula esta la primera
parte del trabajo sobre las causas de la emigración exterior:
Andalucía hasta bien entrado el XIX es una tierra de inmigración,
más que de emigración.
A continuación, desarrolla su tesis basada en la relación de
las migraciones andaluzas con los complejos problemas agrarios de
la región. De esta manera, el autor identifica las variables
explicativas de los procesos migratorios dentro del marco de su
preferente línea de investigación sobre las cuestiones agrarias. En
concreto, estima que los procesos migratorios en las provincias
andaluzas van claramente ligados a las estructuras de la propiedad
agraria dominantes: minifundismo frente a latifundismo. Y, contra
lo que podía derivarse de una aproximación simplista al tema,
emigran allí donde la pequeña propiedad es lo característico,
especialmente la vitivinícola afectada por la filoxera.
Este análisis lo confirma el hecho de que, al subdividir el
territorio andaluz según los coeficientes inmigratorios, las zonas
TD- Francisco Contreras Pérez
35
con valores más negativos (emigratorios) son Granada, Málaga y
Almería.
Al entender la emigración como compuesta principalmente
de pequeños productores agrarios, encaja con el hecho de que
presuntamente sólo éstos podían hacer frente a los pasajes para
cruzar el Atlántico. Por contra, y paradójicamente, las masas de
jornaleros en las provincias latifundistas, las que presentan
coeficientes inmigratorios positivos, no emigran a América, en la
medida que carecían de recursos patrimoniales suficientes para
hacer frente a los costes del transporte trasatlántico.
En todo caso, Bernal no aborda el periodo de la temprana
emigración, donde como veremos la procedencia de ésta es
netamente urbana. Eso sí, adelanta la sugerente idea, que queda
sin corroborar empíricamente en su estudio, de una relación entre
las actividades exportadoras de vinos gaditanos y el
establecimiento de casas comerciales al otro lado del Atlántico,
como canal de emigración de individuos ligados a este trasiego
mercantil entre ambas orillas.
Aunque no trata el periodo como tema principal, a pesar de
la fecha inicial que aparece el título, la obra de Mateo de Avilés
cuenta entre otros méritos con:
TD- Francisco Contreras Pérez
36
a) Junto con Bernal, fue pionero en esta
línea de investigación sobre los estudios
migratorios contemporáneos en Andalucía.
b) Fue el primero en dibujar los ciclos de
la corriente andaluza a América a partir de las
Estadísticas de pasajeros por mar españolas de
finales del XIX y principios del XX.
c) Intentó encuadrar la emigración a
América en los cambios económicos y
demográficos de la región
En este intersticio de unos 60 años “de vacío de
conocimiento” sobre la emigración andaluza a América, entre los
estudios de americanistas y los de contemporaneístas, hay que
destacar una incursión sobre los gaditanos a mediados del XIX en
Buenos Aires realizada por la investigadora argentina Siegrist de
Gentile9 y basada en el Censo de 1855.
9 SIEGRIST DE GENTILE, N. L.: “Gaditanos en la ciudad de Buenos Aires hacia
la mitad del siglo XIX. Estudio de caso según el Censo de la Ciudad de Buenos Aires de 1855”, Nuestra Historia, n.º 35-36, diciembre de 1990, pp. 392-410 (Buenos Aires).
TD- Francisco Contreras Pérez
37
Este breve trabajo de N. Siegrist de Gentine llegó a las
siguientes conclusiones, que sin duda nos servirán como punto de
partida:
a) El elevado nivel de instrucción de los
gaditanos, “para la realidad de instrucción y
oficios que existían a mediados del XIX”.
b) Si asentamiento en los barrios de la
ciudad no varía significativamente de las pautas
de asentamiento del conjunto de españoles.
c) Los gaditanos ejercieron como
dependientes y comerciantes, y entre las mujeres
como costureras.
d) Destaca la importante cantidad de
“artistas, dentro de sus variantes cómico-
dramáticas” llegados de Cádiz a partir de 1852, lo
que explica en función de la caída del gobierno del
general Rosas.
Otras investigaciones de referencia.
En la bases de la globalización actual, las migraciones desde
1820 son el canal de conformación de los mercados laborales
TD- Francisco Contreras Pérez
38
internacionales en una economía integrada entre ambas orillas del
Atlántico.10
El primer intento de cuantificar las migraciones trasntlánticas
en este período es la recopilación estadística que hicieron Ferenczi y
Wilcox11. Las salidas brutas desde Europa suman unos 46 millones
de emigrantes, mientras que las entradas registradas con esta
procedencia se elevan a 51,5 millones. Entre otras razones, esto se
explica por las diferentes definiciones del migrante según los países.
Las dificultades para un conocimiento preciso de estos grandes
volúmenes precisión aumentan cuando sabemos que se produjo en
algunos casos doble contabilización, debido a las migraciones
golondrinas y las reemigraciones. Dentro de esas cifras millonarias,
medio millón de andaluces grosso modo emigraron al exterior antes
de la Guerra Civil, según estimaciones de Mateo Avilés en su obra
citada más arriba.
Desde un punto de vista macroanalítico, las pautas de este
trasvase de población están determinadas, en su base, por la
potencia relativa de las distintas ofertas y demandas de trabajo en
los mercados internacionales, compuesto por mercados regionales en
10 O'Rourke, K. H. y Williamson, J. G.: Globalización e historia : la evolución
de la economía atlántica en el siglo XIX, Zaragoza, Prensa Universitaria de Zaragoga, 2006, caps. 7 y 8.
11 FERENCZI, I. y WILLCOX, W. F.: International Migrations, vol. 7: Demographic Monographs, Nueva York, Gordon and Breach Science Publishes, 1969.
TD- Francisco Contreras Pérez
39
competencia. Esta reasignación geográfica del factor trabajo suponía
un reajuste del nuevo sistema económico mundial en pro de
incrementar la productividad de los factores, incluido el capital
migrante, aprovechando las ventajas comparativas que ofrecían las
diferentes economías regionales.
Teniendo en cuenta este enfoque, la rápida industrialización
de la Europa occidental y del norte, exigió que la nueva migración a
Estados Unidos en la primera década del siglo XX llegase cada vez
más de nuevas fuentes, cambiando el origen anglosajón y germánico
por el de Europa oriental y meridional. Este nuevo tipo de
inmigración, generalmente menos cualificada, fue a ocupar en gran
parte el segmento del mercado de trabajo más inestable, dentro del
acelerado proceso de crecimiento económico de Estados Unidos. Pero
no parece que hubiese ocurrido lo mismo con todas las comunidades
de migrantes ni en todos los destinos.
De todos modos, tras la década de 1920, los principales
países emisores parecen haber alcanzado el "nivel de saturación
emigratoria" (dejaban de expulsar población), aunque en muchos
casos fuera transitoria esta capacidad de absorción de los
excedentes laborales por los mercados de trabajo nacionales como
se demostraría posteriormente. Por entonces, estaban avanzando
entre los países receptores los estímulos a la restricción de la
TD- Francisco Contreras Pérez
40
inmigración, reforzados durante el paréntesis abierto por la crisis de
1929 y la Segunda Guerra Mundial.
En este contexto de modernización, los costes del transporte
de pasajeros por el Atlántico habían mejorado para las navieras.
Éstas, al generalizarse las máquinas de vapor y perfeccionarse las
hélices y los cascos de acero, pudieron reducir el intervalo de los
viajes al tiempo que se incrementaba la clientela. De hecho,
aparecieron nuevas compañías dedicadas al transporte de pasajeros,
se desviaron a este servicio antiguos cargueros y, a principio del
siglo XX, este floreciente negocio culminó en una "guerra comercial"
entre grandes compañías que puede quedar simbolizada por la
carrera para construir los “trasatlánticos” más potentes y capaces.
Igualmente disminuyeron los costes para los migrantes
particulares. Si a mediados del siglo XIX un viaje medio a través del
Atlántico en un barco a vela duraba casi un mes y medio, a fines del
siglo el buque a vapor lo había reducido a dos semanas. Aunque los
precios de los billetes no sufrieron cambios significativos hasta
principios del siglo XX, se reducía en todo caso el período en que el
emigrante no podía ganar dinero y, por lo tanto, disminuía el coste
de oportunidad que representaban los movimientos migratorios para
las economías familiares.
Desde una perspectiva microanalítica, uno de los mayores
TD- Francisco Contreras Pérez
41
cambios radicó en la información de que disponían los emigrantes
potenciales. Dado que los beneficios de las empresas de barcos y
ferrocarriles llegaron a ligarse en creciente medida del este nuevo
negocio, aquellas llevaron a cabo una política publicitaria bastante
activa para procurar acaparar el mayor volumen de clientes
potenciales. Las agencias navieras, en colaboración en ocasiones con
los países demandantes de trabajadores, hicieron desviar la labor de
sus tradicionales consignatorios portuarios hacia la recluta de
emigrantes, desarrollándose extensas redes de captación en el
interior de las regiones. Otro canal de información, que se hacía más
potente y funcional conforme pasaba el tiempo, fueron los amigos y
parientes que habían emigrado ya o que habían regresado. La
información sobre las condiciones existentes en el extranjero
circulaba hacia las comunidades de origen, desde donde
probablemente se propagaba lentamente a otras a través de las
redes sociales interpersonales.
Estas redes sociales o cadenas migratorias, establecidas entre
ambas orillas del océano, unían pequeñas comunidades en la
distancia. Si bien este modelo de difusión de la idea de migrar no
determina necesariamente los cambios en el volumen de las
corrientes (o lo hace en un largo período de tiempo, con una
progresión casi geométrica), explicar con toda seguridad la tendencia
TD- Francisco Contreras Pérez
42
a la concentración en destino por comunidades regionales y la
creación de mercados étnicos. Así se explica la fuerte personalidad
de potentes comunidades de emigrantes como los italianos
meridionales en el Noreste y la región de los Grandes Lagos de
Estados Unidos, los gallegos en Buenos Aires y Montevideo, los
chinos en las Indias orientales holandesas, ... En estos entramados
formados por las redes sociales, la toma de decisión de migrar
adquiere el aspecto de estrategias colectivas, y sólo entonces parece
cristalizar en la práctica la "elegante abstracción" de los factores
macrohistóricos ("push-pull").
En el período de entreguerras, los estudiosos sobre el tema
adoptaron la visión positivista de las migraciones como efecto de una
serie de fuerzas que impulsan a un individuo a dejar un lugar (push)
y lo atraen hacia otro (pull). El dominio por mucho tiempo de este
modelo refleja la tradicional influencia de las ciencias naturales sobre
las ciencias sociales. Esta teoría viene a reflejar un punto de vista
mecanicista que ha sido popular entre los economistas, que
posteriormente han afinado sus métodos econométricos (sobre todo
el uso de la regresión) entendiendo que las migraciones son un
elemento del sistema de balanza, esto es, de vuelta al equilibrio de
los mercados de trabajo. Entre los estudios clásicos basados en el
modelo push-pull, se encuentra el de H. Jerome: Migration and
TD- Francisco Contreras Pérez
43
Business Cycles (1926).
Una versión más refinada de esta teoría del "tira y afloja" se
debe a B. Thomas (Migration and Economic Growth. A Study of Great
Britain and the Antlantic Economy, 1954)12. Thomas, en mayor
medida que sus predecesores, recalca la interacción entre estos dos
tipos de factores. Pero, además, intentó incorporar factores sociales
y espaciales en su modelo. Así pues, una de las más interesantes
contribuciones del modelo de Thomas es el concepto de "economía
atlántica", que actúa como un marco integrador de las migraciones
masivas. El centro de este inmenso sistema migratorio fue Europa
Occidental, con Norteamérica, y otros continentes en la periferia.
Otros estudiosos han intentado formalizar, de manera más
completa, el modelo semicuantitativo de Thomas, llamado por otros
modelo de desarrollo económico en la medida que ponía en relación
fluctuaciones económicas cíclicas y volumen de migración.
Entre estos otros investigadores, destacan los trabajos que
han aplicado modelos econométricos, y que proceden
fundamentalmente del ámbito de la cliometría. Si bien poseen un
menor nivel teórico que el de Thomas, aportan ejemplos de
construcción y comprobación de modelos. Interpretan el movimiento
12 THOMAS, B.: Migration and Economic Growth. A Study of Great Britain and the Atlantic
Economy (2.ª ed.), Cambridge, Cambridge University Press, 1973.
TD- Francisco Contreras Pérez
44
migratorio como una función de la respuesta del hombre a la presión
económica y las oportunidades. Esencialmente, estos modelos
implican la investigación de la correlación simple o múltiple de la
migración respecto a variables explicativas que se intenta aislar,
tales como el cambio en el empleo o la población total sobre un
período de tiempo, los índices salariales y de desempleo, la
distancia,... Entre estos métodos de regresión, uno de los más
frecuentes al respecto pretende ponderar los efectos de las
variaciones en la composición de la fuerza de trabajo ("efecto de
cohorte"): la variable explicada es la tasa de emigración y la variable
explicativa es el porcentaje de variación de la fuerza de trabajo
(medida por la población en el intervalo de edad de 15-30 años).
Relacionado con ello, surge la cuestión de la "brecha permanente de
ingresos" (permanent income gap) y el diferencial salarial, que
pueden ser definidos como la diferencia en el P.N.B. por miembro de
la fuerza de trabajo entre el país de origen y el de destino.
Estos estudios econométricos han recibido importantes
críticas. Se les ha reprochado el no esclarecer la interacción de doble
vía entre las variables socioeconómicas y el nivel de migración. Pero
esencialmente se les ha criticado sus excesivos determinismo y
confianza en el comportamiento resueltamente racional de los
individuos, esto es, la aceptación implícita de presupuestos clásicos y
TD- Francisco Contreras Pérez
45
actualmente revisados sobre el homo oeconomicus. Además, desde
el punto de vista histórico estos instrumentos explicativos cuentan
con importantes problemas prácticos, que apuntan al uso de las
fuentes, abstracción de contextos sociohistóricos y problemas de
concepto. Por ejemplo, ¿cómo es posible convertir un concepto en
una variable mensurable? La distribución de los ingresos brutos
(P.N.B.) puede haber sido diferente entre el país de origen y de
destino, por ejemplo, con lo que queda inutilizado el cálculo lineal.
Un simple análisis de las estructuras económicas no explicaría
adecuadamente los movimientos migratorios; según el contexto
sociohistórico, situaciones similares de mercado de trabajo no
siempre conllevan el mismo comportamiento migratorio (recordemos
años recientes en España, con tasas de paro de hasta el 20% de la
población activa, pero al mismo una reducción de la emigración
exterior).
Por otra parte, los modelos econométricos tienden a obviar el
hecho de que, detrás de los factores que originalmente estimularon
el movimiento, debe reconocerse la voluntad de emigrar. Los
estudios sobre estadísticas agregadas deben completarse,
necesariamente, con investigaciones que pretendan la aprehensión
de las migraciones como procesos voluntarios, no exclusivamente
racionalizados. Se hace imprescindible un acercamiento a los
TD- Francisco Contreras Pérez
46
procesos migratorios, entendidos como procesos de toma de
decisión.
Los componentes de esta toma de decisión son la información
y la búsqueda13. En este sentido, los procesos migratorios se nos
muestran en su aspecto dinámico, donde la variable tiempo llega a
jugar un papel esencial. La acumulación de información sobre las
alternativas a una situación insatisfactoria, juega un papel esencial
en la toma de decisión de emigrar y por lo tanto en la creación de
flujos migratorios sostenidos. Flujos que llegan, por su dinámica, a
tener un grado de autonomía mayor del admitido en los modelos
deterministas.
Los vectores de estos flujos de información, que subyacen en
los movimientos migratorios, fueron los agentes reclutadores y las
cadenas migratorias. Desde los años 1960, se ha potenciado la
investigación sobre estos componentes de los procesos migratorios,
con apreciables resultados. En esta línea parece haberse desarrollado
parte de las ponencias, si bien no todas (43), presentadas al
Simposium sobre migraciones internacionales celebrado en
noviembre de 1986 sobre Historia de las migraciones
internacionales, auspiciado por la Universidad de Minnesota a través
13 RICE, J. G. y OSTERGREN, R. C.: "The decision to emigrate: a study in diffusion",
Geografiska Annaler, n.º 60 B, Estocolmo, 1978, pp. .1-15.
TD- Francisco Contreras Pérez
47
de su Immigration History Research Center. Reunión científica
internacional que, por entonces, supuso la obtención de la carta de
naturaleza para los nuevos enfoques analíticos
En estas líneas de estudio, se ha resaltado la importancia de
los agentes de compañías navieras, cuya labor sería posteriormente
ponderada en sus justos términos por la escuela sueca, con S.
Akerman al frente ("The Importance of the Transport Sector for Mass
Emigration", 197614). En la tendencia historiográfica europea sobre
estudios migratorios, que se inició al principio del decenio de 1960,
destaca precisamente el proyecto de investigación que cuajó en la
Universidad de Uppsala, cuyos importantísimos resultados en tesis y
publicaciones se transmitieron igualmente a otros países
escandinavos a través de la cooperación científica nórdica15. La
experiencia acumulada por los distintos componentes del grupo de
investigación permitió construir un consistente instrumental
metodológico (familiaridad con el uso de fuentes nominativas,
secuencias de investigación, construcción y contraste de modelos,
14 BRATTNE, B. y AKERMAN, S.: “The importance of Transport Sector for Mass
Emigration”, en RUNBLOM, H. y NORMAN, H. (eds.): From Sweden to America. A History of the Migration, Uppsala, Acta Universitatis Upsaliensis, 1976, pp. 176-200.
15 Un resumen de la trayectoria de este proyecto upsaliense es ofrecido por H. RUNBLOM: “A Brief History of a Research Project”, en RUNBLOM, H. y NORMAN, H. (eds.): From Sweden to America. A History of the Migration, Uppsala, Acta Universitatis Upsaliensis, 1976, pp. 11-18.
TD- Francisco Contreras Pérez
48
enfoque interdisciplinar,...)16, que ha quedado como un arquetipo de
obligada referencia a la hora de estudiar las migraciones históricas
europeas.
Así pues, desde el primer trabajo de Lachore en 1951 (From
Europe to New Zeland), la experiencia científica escandinava más,
para el conjunto europeo, las consideraciones de investigadores
como F. Thistlewaite ("Migration from Europe to Overseas in the
Nineteenth and Twentieth Century") y T. Hägerstrand (On the
Definition of Migration, 1970), hicieron que la comunidad científica
pasara a considerar de especial relevancia el papel de las cadenas de
amigos y parientes. Junto con la propaganda de los agentes
reclutadores, parecía constituirse como el otro gran canal de
información, ayuda financiera y apoyo para la emigración.
Denominando a este proceso en primera instancia “cadena
migratoria”, posteriormente también “red social” (ambos tan
interrelacionados como para justificar su uso indistinto en la
literatura científica)17, fue una pareja de investigadores sociales
americanos (J. S. y L. D. MacDonald) quien finalmente llegó a
acuñar su ya clásica definición en 1964:
16 AKERMAN, S.: “Theories and Methods of Migration Research”, en RUNBLOM, H. y
NORMAN, H. (eds.): From Sweden to America. A History of the Migration, Uppsala, Acta Universitatis Upsaliensis, 1976, pp. 19-75.
17 Véase por ejemplo el estudio de YÁÑEZ GALLARDO, C.: Saltar con red. La temprana emigración catalana a América, 1830-1870, Madrid, Alianza, 1996.
TD- Francisco Contreras Pérez
49
“Cadena migratoria puede ser definida como ese
movimiento por el que los migrantes potenciales conocen de
las alternativas, son provistos de transporte y obtienen
acomodo y empleo a través, principalmente, de su contacto
con migrantes previos”[ya sean estos parientes, amigos o
vecinos]18.
El análisis de este canal de migración se suele llevar a cabo a
partir de fuentes nominativas y orales, delimitando, en muchos de
los casos, el estudio al caso de pequeñas unidades administrativas,
como comarcas, barrios de grandes centros urbanos o comunidades
específicas19. Por consiguiente, las valoraciones alcanzadas tienen
una alta virtualidad explicativa, pero ésta debe ser contrastada en su
aplicación empírica para cada una de los pequeños ámbitos de
estudio, con el riesgo de no encontrar datos homogéneos.
Los historiadores en los Estados Unidos y, en contexto
europeo, los países escandinavos fueron los pioneros en resaltar la
riqueza de este tipo de los registros nominativos para los estudios
18 MACDONALD, J. S. Y MACDONALD, L. D.: “Chain Migration, Ethnic Neighborhood
Formation and Social Networks”, The Milbank Memorial Fund Quartely, n.º. 1, 1964, pp. 82-97 (traducción propia)
19 Véanse los estudios de S. Baily, a veces con enfoques comparativos entre dos comunidades étnicas en espacios de asentamiento diferentes (italianos en Buenos Aires y en Nueva York), y de F. Devoto, sobre los italianos en Buenos Aires. En todo caso, un estudio prototipo es el realizado para la ciudad de Tampa en Florida por G. R. MORMINO y G. E. POZZETTA: The Immigrant World of Ybor City. Italians and their Latin Neighbors in Tampa, 1885-1985, Chicago, University of Illinois, 1990. Se analiza la formación de la colectividad italiana local y su posterior interacción sociocultural con las nuevas generaciones migratorias procedentes de países latinoamericanos.
TD- Francisco Contreras Pérez
50
migratorios. Como consecuencia de ello, contamos en la actualidad
con un nada despreciable corpus bibliográfico como se recoge en el
apéndice B del trabajo de M. Tepper: American Passenger Arrival
Records (1988)20, constituyendo el cuerpo central de la esta obra un
estudio de los distintos modelos de registro por puerto
norteamericano. Entre los estudiosos europeos, aparte la citada
escuela sueca, es de destacar la tesis de doctorado del danés K.
Hvidt, un excelente ejemplo de investigación basada en la
explotación exhaustiva de dichos registros (Flight to America. The
Social Background of 300,000 Danish Emigrants, 1975)21. Resulta de
especial interés, desde nuestra preocupación por entender las
diferencias entre una Andalucía oriental francamente emigratoria
hacia el exterior y una Andalucía occidental donde los movimientos
eran interiores en su mayoría, señalar que este historiador,
partiendo de la distinción entre lugar de nacimiento y lugar de
residencia, constató para el caso danés que:
“Las áreas con mayores y crecientes
ciudades tendían a tener relativamente menos
intensidad de emigración [exterior], mientras
20 TEPPER, M.: American Passenger Arrival Records. A Guide to the Records of
Immigrants Arriving at American Ports by Sail and Steam, Baltimore, Genealogical Publiching, 1988. Apéndice B, pp. 127-134.
21 HVIDT, K.: Flight to America. The Social Background of 300,000 Danish Emigrants, Nueva York, Academic Press, 1975.
TD- Francisco Contreras Pérez
51
los condados con idílicos publecitos sin nuevas
factorías o talleres solían producir un gran
número de emigrantes”22.
Es la respuesta a una cuestión inicialmente planteada por el
ya citado B. Thomas en sus estudios sobre Gran Bretaña23 acerca de
la relación entre migraciones exteriores y procesos de urbanización.
Así pues, la aplicación de esta tesis a la comprensión de los saldos
migratorios calculados hace más de treinta años por A. G.
Barbancho24, podemos considerar que la cuarta ciudad española
hacia 1900, Sevilla, funcionó efectivamente como alternativa
migratoria a la migración exterior en la parte occidental de
Andalucía, a pesar de los limitadores obstáculos encontrados en su
proceso de modernización económica y urbana25. No obstante, como
el propio K. Hvidt precisa, estas consideraciones espaciales deben
también atender de igual manera a coordenadas temporales, esto
22 Ibídem, p. 62 (traducción personal). 23 Además del libro citado más arriba, B. THOMAS ha seguido su enfoque
macroanalítico que pone en relación los ciclos económicos y las migraciones en ambas orillas del Atlántico en: Migration and Urban Development. A Reappraisal of British and American Long Cycles, Londres, Methuen & Coltd, 1972.
24 GARCÍA BARBANCHO, A.: Las migraciones interiores. Estudio cuantitativo desde 1900, Madrid, Instituto de Desarrollo Económico, 1967, p. 39 y ss.
25 ARENAS POSADAS, C.: Sevilla y el Estado (1892-1923). Una perspectiva local de la formación del capitalismo en España, Sevilla, Universidad de Sevilla-Fundación Fondo de Cultura de Sevilla, 1995. En otro lugar, el autor califica sin paliativos el esquema de crecimiento sevillano de “provinciano”. BERNAL, A.-M. y ARENAS, C.: “Sevilla: el difícil despegue de una ciudad provinciana”, en GARCÍA DELGADO, J. L. (ed.): Las ciudades en la modernización de España (VII Coloquio de Historia Contemporánea de España, dirigido por M. Tuñón de Lara), Madrid, Siglo XXI, 1992, pp. 265-296.
TD- Francisco Contreras Pérez
52
es, a la peculiar evolución de la capacidad de absorción del ámbito
urbano en cuestión frente a la también cambiante masa de mano de
obra de procedencia rural; en el caso de la ciudad andaluza, el
decenio de 1960 mostraría finalmente a las claras las mencionadas
limitaciones al respecto no pudiendo compensar las pérdidas netas
de la población provincial. Por otra parte y como ha demostrado D.
Gregory26 para el caso de la comarca sevillana de Estepa, la decisión
de dejar el lugar de origen contaba con un tercer elemento a tener
en cuenta: el componente sociológico, en la medida que las clases
inferiores pasaban a nutrir peonaje industrial y urbano de Alemania y
otros países de Europa occidental, mientras los de mejor posición y/o
mayor instrucción encontraban de preferencia un más fácil acomodo
en los escasos oficios propios del centro administrativo y de servicios
en que se estaba convirtiendo la mencionada capital andaluza. Esto
dibujaba un nuevo e interesante escenario migratorio en el que las
clases sociales inferiores son las que alcanzaban un mayor radio de
desplazamiento continental en la búsqueda de trabajo. Situación
inversa a lo que había ocurrido en los primeros decenios de este siglo
según alguna de las hipótesis más consistentes empleadas para
explicar la emigración intercontinental, en la que el acceso al pasaje
26 GREGORY, D. D.: La odisea andaluza. Una emigración hacia Europa, Madrid, Tecnos,
1978.
TD- Francisco Contreras Pérez
53
(al alcance normalmente sólo de los que poseían algún bien que
poder hipotecar o vender) había supuesto un obstáculo (una especie
de selección previa, si se quiere) para los que podían finalmente
saltar a América huyendo de la crisis finisecular.
Finalmente, la historiografía sobre el uso de las listas de
pasajeros ha incidido en los países latinoamericanos que se vieron
favorecidos por las migraciones masivas igualmente, como Argentina
y bajo la denominación de “partes consulares” (por constar en ellas
el visto bueno de los cónsules argentinos en cada puerto de
embarque)27. A este respecto, debemos citar los trabajos que sobre
estas series se llevan a cabo en el seno del pionero Centro de
Estudios Migratorios Latinoamericanos (C.E.M.L.A.) de Buenos
Aires28, cuyos primeros resultados científicos para el caso de las
migraciones españolas fueron presentados por su codirector (F.
Devoto) en el V Congreso de Americanistas que organizó la
27 Antes de que el C.E.M.L.A. hiciera uso de las lista de pasajeros, la historiografía
argentina contaba ya con una cierta tradición en estudios migratorios, que hay que entender en el contexto de una sensibilización por el origen migratorio próximo de un parte considerable de la población del país. Para un repaso a los años anteriroes a la aparición de la revista de dicho centro, D. ARMUS ofrece una avaluación en “Diez años de historiografía sobre la inmigración masiva a la Argentina”, Estudios migratorios latinoamericanos, n.º 4, Buenos Aires, 1986, pp. 431-460. Entre las conclusiones obtenidas, destacan: a) la temática migratoria ocupa un prioritario en los estudios sobre la población argentina; b) relacionado con ello, la temática migratoria está subordinada a un interés demográfico principal; c) la colectividad más estudiada ha sido la italiana.
28 S. BAILY hace una reflexión sobre la labor llevada a cabo por este dinámico centro de investigación a través de su publicación, creada en 1985: “‘Esudios migratorios latinoamericanos’: una revista pionera en los estudios latinoamericanos sobre migraciones”, Estudios migratorios latinoamericanos, n.º 25, Buenos Aires, 1993, pp. 461-467.
TD- Francisco Contreras Pérez
54
fundación Sánchez Albornoz en la Universidad de Oviedo (noviembre
de 1994), y recientemente publicados por la revista francesa Exils et
migrations ibériques (1998)29. El autor, a partir de los partes de los
barcos llegados desde el norte de España en 1910 y bajo un enfoque
comparativo, propone un tipología regional en razón de las
cambiantes y específicas formas de interacción entre redes sociales y
mecanismos interpersonales, y entre familia, ocupación y modelo
migratorio (toma como caso de estudio tres áreas geográficas y
culturales distintas, representantes más o menos de otros tantos
ámbitos sociohistóricos: Pontevedra, Salamanca y Vizcaya). En
conclusión, F. Devoto introduce en la España de los ‘90 los esquemas
conceptuales y los instrumentos metodológicos que vienen
utilizándose, desde hace más de tres décadas, por historiadores
europeos y norteamericanos en la explotación de los registros
nominales de pasajeros de la época contemporánea.
Siendo este el marco general, donde sin duda no hemos
pretendido ser exhaustivo: ¿qué nos aporta la historiografía española
sobre las migraciones a contemporáneas a América? Partiendo de la
década de los 60 con los ya clásicos estudios de Gónzalez-Rothvoss,
29 DEVOTO, F.: “Las migraciones españolas a la Argentina desde la perspectiv de los
partes consulares (1910). Un ejercicio de tipología regional”, Exils et migrations ibériques au XXème siècle, n.º 5 (monográfico: Exils et migrations ibériques vers l’Amerique Latine), París, 1998.
TD- Francisco Contreras Pérez
55
García Barbancho, García Fernández y Vilar30, que establecieron los
principales precedentes en la historiografía española sobre
migraciones contemporáneas, sería en los años de 1980 cuando
asistimos a un renovado y hasta relativamente bullicioso interés
sobre estos argumentos históricos (con evidente desfase cronológico
respecto a otras historiografías occidentales).
A mediados de dicha década, R. Robledo abordaba uno de los
aspectos, hasta entonces no muy atendido, de la “crisis
agropecuaria” de finales del siglo XIX español: la emigración masiva
a Ultramar31. A este respecto, entiende que “la emigración exterior
española del último tercio del siglo resultaría en gran medida
inexplicable sin referirla a la depresión finisecular, que dio nuevos
impulsos al éxodo tradicional o lo inició en otros lugares”32. Esta
30 Véanse los artículos publicados por M. GONZÁLEZ-ROTHVOSS Y GIL en la Revista de
Investigaciones Sociológicas, que denotan su interés por un hecho que todavía le era contemporáneo y estaba alcanzando nuevas dimensiones: "La emigración española a Iberoamérica" (n.º 25, Madrid, 1949, pp. 97-116), "La emigración española a Iberoamérica (conclusión)" (n.º 26-27, Madrid, 1949, pp.179-211) , “Influencia de la emigración en el crecimiento de la población española en los últimos cien años (1850-1950)” (n.º 41, Madrid, 1957, pp. 62-84) y "Familia y emigración" (n.º 66, Madrid, 1959, pp. 233-258). Desde la perspectiva de la Geografía económica, J. GARCÍA FERNÁNDEZ destacaba las fuertes pautas regionales de la nueva Emigración exterior de España, Barcelona, Ariel, 1965.Rescatando la presencia española en Argelia, dentro de la línea del Instituto de Estudios Africanos, J. B. VILAR escribió un libro fundamental sobre sobre la Emigración española a Argelia (1830-1900), Madrid, Instituto de Estudios Africanos, 1975, que marcó en cierta medida las investigaciones posteriores sobre esta corriente mediterránea.
31 ROBLEDO, R.: “Crisis agraria y éxodo rural: emigración española a Ultramar, 1880-1920”, en GARRABOU, R. (ed.): La crisis agraria de fines del siglo XIX (I Seminari Internacional d’Historia de Girona), Barcelona, Crítica, 1988, pp. 212-244.
32 Ibídem, pags. 229. Situación que coincide por entonces con el espectacular incremento de las salidas registradas por las estadísticas de emigración e inmigración recién aparecidas en 1885 (advierte de la posibilidad de una “ilusión cuantitativa” a la hora de ponderar positivamente este incremento, teniendo en cuenta se carece de series de datos fiables para etapa preestadística).
TD- Francisco Contreras Pérez
56
distinción entre zonas migratorias con cronología diferenciada pasa a
ocupar su atención, para concluir que las más precoces contaban con
una “dinámica propia que permitía su retroalimentación” a la altura
del cambio de siglo (esto es, con un grado de autonomía respecto a
la extinción de los determinantes originarios: la ruina del viñedo en
Málaga, por ejemplo, por sobreproducción y después por filoxera),
mientras en las nuevas regiones migratorias intervinieron una serie
de factores que se para a dilucidar. Entre éstas, tomando como caso
de estudio Castilla-León (y que, en parte, podríamos extrapolar al
segmento de pequeños arrendatarios de Andalucía occidental, zona
también más tardía que la oriental en emigrar), identifica seis
determinantes: la última desamortización (la expropiación de los
bienes comunales), los reajustes en el sistema productivo después
de la crisis finisecular (la expulsión de colonos por la opción
ganadera), el triunfo de los propietarios (la presión alcista en los
arrendamientos), la aspiración al ser propietario potenciada por el
sindicalismo católico (con el consiguiente endeudamiento del
campesinado parcelario) y la crisis del viñedo por la filoxera (como
detonante final)33.
El autor establecía, en definitiva, una primera y consistente
base teórica para entender las causas de dicho éxodo transoceánico,
33 Ibídem, p. 240.
TD- Francisco Contreras Pérez
57
presuponiendo que tenía un principal componente rural. Estas
consideraciones generales sin embargo deben ser matizadas a
escalas geográficas inferiores en tanto que, como se había
puntualizado, el estudio de los determinantes concretos “resulta en
extremo difícil, por no decir inútil, sin distinguir las variaciones en el
espacio o en el tiempo o si los planteamos de forma excluyente”34.
Así pues, se propugnaba un enfoque a escala regional en los
estudios migratorios, que coincidió con un ambiente historiográfico
español propicio: profusión de estudios locales y sobre las nuevas
comunidades autónomas, a lo que se sumó las disponibilidades
financieras públicas y privadas abiertas para distintos proyectos de
investigación y reuniones científicas en las proximidades de las
conmemoraciones de 1992. En este nuevo escenario, se publicó a la
altura de 1989 la primera compilación de una serie de trabajos de lo
que, por aquellos años, se presentaba como un "nuevo filón"35 de la
investigación histórica en nuestro país: Españoles hacia América. La
emigración en masa, 1880-1930. N. Sánchez-Albornoz reunía en
este volumen catorce ensayos de otros tantos investigadores, de los
cuales ocho estudiaban la emigración desde el punto de vista de las
regiones españolas de origen y siete desde el de los países
34 Ibídem, p. 241. 35 GANDOLFO, R.: "Acerca de la emigración española en una compilación reciente",
Estudios migratorios latinoamericanos, n.º 10, Buenos Aires, 1988.
TD- Francisco Contreras Pérez
58
latinoamericanos de destino36. Evidentemente, la corriente
migratoria americana acapara los estudios, pues se trataba de
aquella sobre la que se centraba el más amplio interés historiográfico
del momento.
Esta compilación dejó claro que la elección de una escala
regional para el estudio de los movimientos migratorios resultaba
particularmente provechosa, marcando desde entonces la tendencia
en líneas de investigación y obras de síntesis posteriores37. La
primera parte del volumen abarca, en su conjunto, la variedad de
contextos (económicos, sociales y administrativos) en los cuales
maduró, para millones de españoles, la decisión de migrar. En la
segunda parte, se recogen, además de una contribución general de
B. Sánchez Alonso, cuatro artículos dedicados a la presencia
36 SÁNCHEZ-ALBONOZ, N. (comp.): Españoles hacia América. La emigración en masa,
1880-1930, Madrid, Alianza, 1988. Por entonces, se publicaron igualmente dos obras de conjunto que estudiaban diversas facetas de las migraciones españoles transoceáncias, primando el punto de vista del principal país receptor, Argentina. Así la revista bonaerense del Centro de estudios migratorios latinoamericanos (C.E.M.L.A.) dedicaba un número monográfico (Estudios migratorios latinoamericanos, n.º 13, Buenos Aires, 1989) a la “Inmigración española en América Latina”. Un año después, salían a la luz las actas del seminario auspiciado por la Oficina Cultural de la Embajada de España que, coordinado por H. CLEMENTI, llevaba por título: Inmigración española en la Argentina (Seminario, 1990), Buenos Aires, Oficina Cultural de la Embajada de España, 1991. Entre otros aportaciones a esta obra, el trabajo de la historiadora N. SIEGRIST DE GENTILE, haciendo uso del Censo bonaerense de 1855, aborda los inicios de las migraciones españolas (aspecto menos tratado por una historiografía centrada fundamentalmente en la emigración en masa de finales del siglo XIX).
37 Posteriores compilaciones y obras de síntesis pulicadas con motivo de los fastos de 1992, siguen este esquema regional ampliando el marco cronológico y geográfico. Véanse EIRAS ROEL, A. (ed.): La emigración española a Ultramar, 1492-1914 (Actas I Reunión Científica de la Asociación de Historia Moderna, dic. 1989), Madrid, Tabapress, 1991. El profesir gallego, cuya actividad fue crucial por estos años y marcó líneas de investigación, también coordinó: Emigración española y portuguesa a América (Actas del II Congreso de la Asociación de Demografía Histórica, Alicante, abril de 1990, vol. 1), Alicante, Instituto de Cultura Juan Gil Albert, 1991.
TD- Francisco Contreras Pérez
59
española en algunos países latinoamericanos. Ahora bien, se echaba
de menos un estudio sobre la emigración contemporánea de
españoles a México y a Estados Unidos. Esto se puede explicar
teniendo en cuenta la debilidad numérica de este contingente
emigratorio en el conjunto del flujo exterior español y, al mismo
tiempo, lo relativamente poco avanzado de estas investigaciones por
entonces38.
El ámbito regional más extensamente tratado, dentro del
volumen compilado por Sánchez-Albornoz, es Asturias (con tres
artículos), región donde la institución Archivos de Indianos (con sede
en la americanista “Quinta de Guadalupe”, Colombres) merecería
especial mención por convertirse en el principal centro potenciador
de las investigaciones y publicaciones sobre la materia hasta hoy
(seguida de algunas otras instituciones vascas)39. No obstante, el
38 Vacío que posteriormente se ha contribuido a llenar con la publicación de LIDA, C.
E.(comp.): Una inmigración privilegiada. Comerciantes, empresarios y profesionales españoles en México en los siglos XIX y XX, Madrid, Alianza, 1994. Númericamente más débil que la corriente rioplatense, la inmigración española en México es tratada por distintos especialistas que estudian ya su incidencia comercial y económica en zonas concretas del país, ya centrándose en contingentes tipológicamente definidos por el exilio de la posguerra civil. Entre estos últimos, merece destacarse el reciente libro de I. CORDERO OLIVERO: Los transterrados y España: un exilio sin fin, Huelva, Universidad de Huelva, 1997, que reconstruye la ambivalente reacción de la colonia de exiliados españoles a través de su percepción de los cambios políticos acaecidos en la España actual . Por otra parte, G. Rueda aborda el análisis de La emigración contemporánea de españoles a Estados Unidos, 1820-1950. De "Dons" a "Misters", Madrid, Mapfre, 1993. Ponderando los distintos aspectos macroanalíticos del estudio, destaca la consulta que realiza el autor de un considerables conjunto de fuentes primarias y secundarias originadas en destino, con lo que compensa el hasta entonces casi exclusivo peso dado a la documentación peninsular.
39 A través de la eidtorial Júcar, esta Fundación ha promovido una colección completa de monografías dedicada a los diferentes aspectos de la emigración española a América, bajo la competente dirección de los profesores Jordi Nadal, Jord Maluquer de Motes y
[Cont.]
TD- Francisco Contreras Pérez
60
ensayo de A. Vázquez González recuerda que entre 1880 y 1930
esta región aportó alrededor del 50 por 100 de los emigrantes
transoceánicos españoles. La emigración gallega contaba ya por
entonces con numerosos estudios de conjunto y monográficos, como
ejemplifica que las V Jornadas de Historia de Galicia (1987) versara
de manera específica acerca de la relación Galicia y América: el papel
de la emigración. Resulta a este respecto igualmente significativo
que, en años más recientes, las numerosas investigaciones
regionales tuvieran suficiente identidad como para justificar la
publicación de una guía bibliográfica sobre emigración gallega40.
En todo caso, a lo largo de esta parte (estudios desde las
regiones de origen) del volumen compilado por N. Sánchez-Albornoz,
destacan igualmente los artículos dedicados a Cataluña, el País Vasco
y Andalucía, a pesar del desfase historiográfico en esta materia de
esta última región hasta aquella fecha (este último, obra de A. M.
Bernal, ya ha sido comentado en páginas anteriores).
Antonio Macías. MARTÍNEZ SHAW, C.: “El paso a América. Cinco siglos de emigración española”, El País, Madrid, 6 de febrero de 1993 (suplemento “Babelia”, pp. 14-15).
40 JUANA, J. DE y CASTRO, X. (eds.): V Jornadas de Historia de Galicia. Galicia y América: el papel de la emigración, Orense, Diputación de Orense, 1990. HERNÁNDEZ BORGE, J. Y DURÁN VILA, F. R.: Guía bibliográfica de emigración galega, Santiago de Compostela, Universidad de Santiago de Compostela, 1992. Aparte las 566 referencias bibliográficas, los interesados en los procesos de integración y la vida asociativa de los migrantes encontrarán de especial utilidad la amplia sección: “Publicación periódicas galegas editadas fora de Galicia” (pp. 95-118), que recoge títulos editados por las colonias de gallegos tanto en otras regiones españolas como en los numerosos países americanos y europeos.
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61
Con el apoyo de un más voluminoso corpus documental, en
1984 M. E. Cózar Valero ya había publicado su tesis sobre La
emigración exterior de Almería41. Desde una perspectiva geográfica,
la autora venía a cubrir uno de los vacíos más sensibles existentes
en los estudios acerca de los movimientos de población, en la
medida que era conocida por otros estudios, como el ya citado de J.
B. Vilar (1975), la importante participación de esta provincia en casi
todas las corrientes migratorias españolas hacia el exterior. Ahora
bien, se abordan sólo a nivel introductorio los movimientos
migratorios anteriores a la etapa de emigración hacia Europa, lo que
resulta aún más acusado en el caso de la corriente americana (que,
como la de Argelia antes, tuvo una especial relevancia en la provincia
en partir de 1900-30). El trabajo de Cózar Valero ofrece, como más
destacado desde nuestras inquietudes investigadoras, propuestas
valiosas sobre la imprescindible comarcalización migratoria de
Andalucía, en este caso referente a la provincia almeriense.
La migración almeriense adquiere, por otra parte, un especial
tratamiento en la Presencia Andaluza en Argentina en la Posguerra
Civil Española42. Escrito por los A. García-Abásolo (Andalucía), J. R
41 CÓZAR VALERO, M. E.: La emigración exterior de Almería, Granada, Universidad de
Granada, 1984. 42 GARCÍA-ABÁSOLO, A. (coord.): Presencia andaluza en Argentina en la Posguerra civil
española, Sevilla, Consejería de Asuntos Sociales, 1992.
TD- Francisco Contreras Pérez
62
Saborido y A. Fernández de Almará (Argentina), fue financiado por la
Junta de Andalucía con motivo las celebraciones del '92, y que, como
tantas otras cosas, este equipo de trabajo no parece haber tenido
continuidad desde entonces, al menos en esta temática. No
obstante, el libro, dentro del horizonte historigráfico andaluz, e
incluso español43, ofrece algunos rasgos nuevos como el uso de
fuentes orales (entrevistas practicadas a miembros de 11
asociaciones andaluzas repartidas por la geografía argentina) y el
uso de distintos recursos documentales generados por dichos
colectivos44.
Por entonces, los estudios sobre las variantes regionales se
estaban consolidando, y muestra de ello es la aparición de una
nueva y ampliada compilación que aparecía igualmente al socaire de
la efemérides del ‘92: la Historia general de la emigración española a
Iberoamérica45, proyecto promovido y financiado por varias
43 Por entonces también, los testimonios orales constituyen igualmente una base
importante que permite a C. SOLDEVILLA ORIA aproximarnos a la relación humana entre Cantabria y America, Madrid, Mapfre, 1992. En esta ocasión, Soldevilla Oria adopta el método de las entrevistas semidirigidas realizadas a un grupo de retornados, que ofrecen así sus vivencias como contrapunto enriquecedor a los datos obtenidos a través de fuentes escritas.
44 Como ejemplo de estudio con metodología de muestreo basada en fuentes orales, traemos a colación la investigación realizada por R. CAVALLARO, cuyos elementos teóricos y metodológicos ya habían sido sintetizados en "La memoria biográfica. Significado y técnicas en la dinámica de los procesos migratorios", en Estudios migratorios latinoamericanos, n.º 1, Buenos Aires, 1985, pp. 62-76.
45 VV.AA.: Historia general de la emigración española a Iberoamérica, Madrid, Historia 16, 1992, 2 vols.
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63
instituciones estatales46, donde se aborda los cinco siglos de este
trasvase poblacional. La obra se ha vertebrado en dos volúmenes: el
primero sigue un criterio cronológico, con el objeto de ofrecer una
perspectiva migratoria en cuatro escenarios cronológicos (época
colonial, migración en masa de 1880-1930, exilio republicano y
decadencia hasta hoy); el segundo cubre las peculiaridades
migratorias de las actuales 17 comunidades autónomas,
completando así el abanico regional español que había quedado a
medias en la compilación de 1988.
En el primer volumen, R. Márquez y E. Lemus abordan los
siglos coloniales (para los que se calcula un total de medio millón de
migrantes) estableciendo una clara distinción entre los dos primeros
siglos y el siglo XVIII, en virtud de los determinantes (resumidos en
el binomio “expulsión/atracción”, siendo este último factor el que
adquiere progresivamente más importancia), el componente regional
(los originarios del sur y centro peninsulares van cediendo
protagonismo a los procedentes de la cornisa cantábrica y Cataluña)
y el perfil sociológico (se incrementa el trasvase de trabajadores
cualificados: funcionarios y religiosos, pero también menestrales y
comerciantes, que ocasionalmente se hacían acompañar de
46 Dirección General de Migraciones del Ministerio de Trabajo, el Quinto Centenario y
Funcación Centro de Español de Estudios de América Latina, perteneciendo a esta última los coordinadores: P. Vives, J. Vega y J. Oyamburi.
TD- Francisco Contreras Pérez
64
familiares o criados). Lo característico, frente a otras colonizaciones,
de la emigración española lo constituye su carácter urbano, tanto por
su origen como por su asentamiento en destino, no siendo extraños
los casos en que el “salto del charco” encubría de hecho un éxodo
rural.
En la segunda parte de este primer volumen, y después de un
breve análisis cuantitativo del “Aluvión, 1880-1930” a cargo de C.
Naranjo (calculado en 3,3 millones), A. Vázquez y B. Estrada enfocan
los factores de expulsión (por regiones) y atracción (por destino),
distinción que resulta realmente más compleja por la acción de
“mecanismos posibilitadores”, esto es, los agentes reclutadores y
especialmente las cadenas migratorias que retroalimentaron el
proceso migratorio proporcionándole cierta continuidad. En el caso
de Andalucía, se asume la tesis de A.-M. Bernal para el siglo XIX,
para a continuación resolver brevemente que el incremento del
período 1900-1920 (extensivo a las provincias latifundistas) fue la
consecuencia maltusiana del “crecimiento acelerado de la población y
una modificación en el mercado de trabajo”47. Como apunta P.
Cagiao en su análisis de la incorporación al mercado laboral, los
andaluces de Argentina tuvieron, en mayor medida que gallegos y
47 VÁZQUEZ, A. y ESTRADA, B.: “Causas de la emigración y tipología de los
emigrantes”, en VV.AA.: Historia general de la emigración española a Iberoamérica, vol. 1, op. cit., p. 218.
TD- Francisco Contreras Pérez
65
otras comunidades regionales, un destacado destino rural en faenas
que diferían escasamente de las realizadas en la propia Andalucía, si
bien también se localizaron en el sector servicios y, entre éstos,
había algunos agentes comisionados por las “casas exportadoras de
vinos, aceites o corcho de Jerez, Cádiz, Málaga o Almería, quienes
formaban parte de las élites económicas más importantes”48
(aspecto confirmado dos años antes por N. Siegrist de Gentile49).
A lo largo del segundo volumen de la Historia general, se
suceden los respectivos estudios sobre las corrientes migratorias
procedentes de las 17 comunidades autónomas actuales, quedando
implícita la relación entre el éxito de los estudios regionales en
España y el contexto político generado por la nueva organización
territorial del Estado. Volviéndonos concretamente sobre el caso
andaluz, de nuevo R. Márquez50 se encarga de la parte
correspondiente al período colonial, de la que entresacamos una de
sus conclusiones: “debe inferirse que sería un error hablar de
Andalucía como de un todo en relación con América”, refiriéndose a
la participación de las provincias orientales en esta corriente,
48 CAGIAO, P. y BERNAL, A.: “Incorporación al mercado laboral e inserción social”, en
VV.AA.: Historia general de la emigración española a Iberoamérica, vol. 1, op. cit., pp. 294-295.
49 SIEGRIST DE GENTILE, N.: “Gaditanos en la Ciudad de Buenos Aires hacia la mitad del siglo XIX. Estudio de caso según el Censo de la Ciudad de Buenos Aires de 1855”, Nuestra Historia, n.º 35-36, Buenos Aires, 1990, pp. 392-410.
50 MÁRQUEZ, R. y GONZÁLEZ, E. E.: “Andalucía y América: las alternativas de una comunidad migrante”, en VV.AA.: Historia general de la emigración española a Iberoamérica, vol. 1, op. cit., pp. 3-24.
TD- Francisco Contreras Pérez
66
situación que precisamente se invertiría a finales del siglo XIX. Para
estas fechas, E. E. González proporciona un fresco de la colonia de
jornaleros andaluces del estado de Sao Paulo, cuyos componentes se
calcula en 240.000 de un total de 400.000 españoles hacia 1932;
este llamativo estudio de caso, nos revela por otra parte la carencia
hasta entonces de una producción académica amplia que abordara el
conjunto de la emigración de Andalucía a América en los siglos XIX y
XX.
B. Sánchez Alonso publicó en 1995: Las causas de la
emigración española, 1880-193051. Se trata de una trabajo
sugerente y necesario, en la medida que ofrece una visión global de
los determinantes de la emigración exterior española, pero no
limitándose a esta categoría intenta una aproximación provincial. Es
precisamente esta última parte de la obra la que traemos a colación,
por ser un intento de explicación de las diversidades regionales que
revisten los flujos migratorios. Siguiendo el instrumental
econométrico de los capítulos precedentes, ejecuta un macroanálisis
de la evolución cronológica de la emigración española. Una vez
establecidas las hipótesis a ponderar, la autora hace un exhaustivo
51 SÁNCHEZ ALONSO, B.: Las causas de la emigración española, 1880-1930, Madrid,
Alianza, 1995. Unos años antes, Archivo de Indianos editó otro trabajo de esta autora bajo el título: La inmigración española en Argentina. Siglos XIX y XX, Colombres, Archivo de Indianos, 1992. Debemos destacar el estudio del perfil de la familia migrante española y el uso de los libros censales argentinos (mediante muestreo aleatorio), que permite precisar algunos aspectos difícilmente deducibles de los agregados estadísticos.
TD- Francisco Contreras Pérez
67
ejercicio de correlación múltiple que intenta aislar las variables
explicativas de las diferentes intensidades emigratorias provinciales.
Sin desestimar otras relaciones y atendiendo a los diversos
valores de R2 obtenidos, la autora concluye que la emigración ha
puesto de manifiesto cómo la alfabetización es uno de los factores
principales a la hora de analizar los comportamientos migratorios
regionales ( variable estimada a partir de la variación entre 1887 y
1910 de los porcentajes de alfabetos en la cohorte de 16-25 años de
las poblaciones provinciales, esto es, en el grupo de edad
potencialmente emigrante). Con ello, se puede confirmar la
importancia de la difusión de la idea en los procesos de toma de la
decisión de migrar, en tanto que se estima que los alfabetos
componen el grupo con mayor acceso a la información
proemigratoria o se presupone en ellos un mayor predisposición
psicosocial a hacerlo.
Aquí es donde sin embargo surgen los problemas, planteados
principalmente en el caso de Andalucía. Como la propia autora
matiza, la provincias de mayor emigración, aunque sea
predominantemente temporal como a Argelia pero no
exclusivamente, son las que dentro del conjunto andaluz presentan,
junto a Jaén, las tasas de alfabetización más bajas. Detrás de estas
hipótesis, subyace el supuesto de que la idea de emigrar se
TD- Francisco Contreras Pérez
68
transmitía sobre todo de manera escrita. Como ya se indicó en el
epígrafe anterior, los modelos de regresión se enfrentan a
importantes problemas de conceptualización y de excesivo
determinismo, de tal manera que los resultados no llegan a
responder exactamente a las expectativas abiertas en hipótesis
consistentes e interesantes.
En todo caso, el trabajo de B. Sánchez Alonso se inscribe
dentro de un nuevo horizonte teórico más abierto al contraste de
nuevos modelos explicativos aplicados en otros ámbitos
historiográficos. Posteriormente a la publicación de su tesis, la
autora, en una de sus conferencias en Argentina y diversificando los
objetivos de sus primeros estudios cuantitativos, parece invitar a
enfocar las investigaciones sobre la vida asociativa de las colonias
españolas asentadas en el exterior.
La mayoría de estos trabajos había hecho uso de los
resúmenes del movimientos de pasajeros por los puertos españoles
del antiguo Instituto Geográfico Estadísticos, con distinto grado de
profundidad y distinto peso en el conjunto de cada obra. Como venía
a confirmar Sánchez Alonso, estas series agregadas proporcionaban
el suficiente nivel de certidumbre como para obtener con relativa
exactitud las tendencias principales de la corriente exterior española.
Ahora bien, en la búsqueda de documentación alternativa que nos
TD- Francisco Contreras Pérez
69
ofrezca información sobre otros aspectos de las migraciones, el
citado libro Saltar con red de Yáñez Gallardo (1996) introduciría las
posibilidades contenidas en la documentación nominativa para
estudiar las redes sociales que servían de sustento a los que
cruzaban el Atlántico.
La producción académica española se ha caracterizado por su
desfase a la hora de interesarse por los movimientos migratorios
contemporáneos anteriores a 1950 y, en segundo lugar, por
predominar los viejos esquemas explicativos como los definidos por
los factores push and pull.
En cuanto al primer punto, estimo que ha operado, hasta
hace unos 20 años, la asunción de la idea, más o menos extendida,
más o menos razonada, de que las migraciones hacia América en
España se cortaron ex abrupto con la Independencia de las antiguas
colonias, de ahí que los escasos estudios existentes con anterioridad
a 1980 se debieran fundamentalmente a americanistas que
realizaron sus investigaciones en el Archivo General de Indias de
Sevilla (antigua casa de la Contratación). No es hasta mediados de
dicha década cuando se establece un consistente interés en lo que
N. Sánchez-Albornoz vino a llamar “la emigración en masa” entre
España y las nuevas repúblicas iberoamericanas, además de Cuba,
dentro del marco atlántico de creciente movilidad de los factores
TD- Francisco Contreras Pérez
70
productivos.
Ahora bien, los estudios realizados se han desenvuelto hasta
muy recientemente en coordenadas metodológicas ciertamente
rudimentarias, si se comparan con la producción académica de otros
países occidentales en torno a esta temática. La raíces de este
desfase habría que buscarla, además de por otros rincones, en las
deficiencias de lo que F. Devoto ha definido como
“intercomunicabilidad supranacional” 52, esto es, y excuse la
expresión, cierto aislamiento rayando el “onanismo” académico. Ello
supone, como dicho autor ha expresado en otro lugar, que la
producción académica española de las dos últimas décadas no ha
sabido aprovechar su ventaja como late comer en este espacio poco
transitado para adoptar, libre supuestamente de inercias, las nuevas
propuestas temáticas, conceptuales, documentales y metodológicas
surgidas de la experiencia y los debates científicos tenidos lugar en
los países pioneros al menos desde las décadas de 1950-60.
No obstante, estimamos que esta situación empieza a
corregirse, no en todos los casos, desde mediados de la década de
1990, fecha en la que aparecen trabajos como los de B. Sánchez
Alonso para el conjunto del país y C. Yáñez Gallardo para el caso
52 DEVOTO, F. J.: “En torno a la historiografía reciente sobre las migraciones
españolas e italianas a Latinoamérica”, op. cit., p. 443.
TD- Francisco Contreras Pérez
71
catalán, por citar dos modelos diferentes de aplicación de nuevos
enfoques e intereses (como también podríamos citar otros trabajos
sobre Asturias y las distintas provincias vascas). Nuevos aportes que
proceden igualmente de otros países, como los estudios sobre
migraciones españolas realizados desde distintos centros de
investigación argentinos (el citado C.E.M.L.A., el Museo Roca,...), y
por historiadores como C. Moya de la U.C.L.A., que recientemente ha
publicado Cousins and Strangers. Spanish Immigrants in Buenos
Aires, 1850-1930 (1998), fruto de una prolongada investigación
sobre los distintos aspectos del asentamiento urbano, las redes
sociales y la vida asociativa de las colonias españolas a partir de un
diverso y abrumador corpus documental53.
Conviene, visto lo dicho hasta aquí, introducir matizaciones
regionales, y en este caso la producción andaluza parece acusar una
mayor lentitud en la superación de este doble desfase: en el
volumen de la misma y en la adopción de nuevos enfoques distintos
a la elegante abstracción push and pull. No obstante, se cuentan ya
algunas monografías, más numerosas en el caso de la provincia de
Almería, y algún otro estudio que abre la puerta al uso de un tipo de
53 MOYA, C.: Cousins and Strangers. Spanish Immigrants in Buenos Aires, 1850-1930,
Berkeley, University of California Press, 1998. Anteriormente, había publicado un breve ensayo sobre las fuentes bonaerenses para el estudio de la colectividad española migrante, concretamente las publicaciones periódicas: “Notas sobre las fuentes para el estudio de la inmigración española en Buenos Aires”, Estudios migratorios lantinoamericanos, n.º 4, Buenos Aires, 1986, pp. 497-503.
TD- Francisco Contreras Pérez
72
fuentes locales escasamente conocidas hasta ahora (los pasaportes
de interior)54.
Las fuentes y los métodos.
Abordar un periodo con dificultades de documentación tan
notables, una documentación dispersa a ambos lados del Atlántico,
diversa en su tipología y por lo tanto requiere de una variedad de
tratamiento y metodología, y muy fragmentaria,..., las tareas de
consultas previas multiplican las exigencias, entre otras, en tiempo
y recursos metodológicos por parte del historiador que se propone
hilvanar el conocimiento las migraciones tempranas del segundo
tercio del XIX.
Para el siglo XVIII, los estudios migratorios se han basado
en las licencias de embarque hacia las colonias emitidas por la
Casa de la Contratación. Los americanistas e hispanistas han hecho
un extenso uso de ellas, lo que se explica por constituir un amplio,
rico y centralizado registro seriado de datos de los que salieron
54 En el “voluble” campo de las migraciones interiores, hemos de destacar la
presentación a la comunidad científica de los “pasaportes de interior”por parte de la pareja de historiadores sevillanos A. FLORENCIO PUNTAS y A. L. LÓPEZ MARTÍNEZ: “Migraciones estacionales y mercado de trabajo agrario en la Baja Andalucía en la primera mitad del siglo XIX”, en EIRAS ROEL, A. y REY CASTELAO, O. (eds.): I Conferencia Europea de la Comisión Internacional de Demografía Histórica, vol. II: Migraciones internas y medium-distance en la Península Ibérica, 1500-1900, Santiago de Compostela, Xunta de Galicia, 1994, pp. 789-809.
TD- Francisco Contreras Pérez
73
hacia el Nuevo Mundo, reunidos en un único archivo: el sevillano
Archivo de Indias.
Este registro dejó se estar operativo en 1824 al desaparecer
gran parte del viejo Imperio español. Ciertamente sus
características de contenido, localización y continuidad hacen de
estas licencias una documentación excepcional, una serie
documental sin parangón con otra en España para nuestro marco
cronológico de investigación.
Así pues, el periodo posterior a las declaraciones de
independencia se aproxima, desde el punto de vista de la
información sobre las migraciones exteriores, a la imagen de
secano documental que acuñara Nadal para las estadísticas
demográficas; en cuanto a la existencia de recuentos generales
susceptibles de sernos útiles todavía este desierto se extendería
dos décadas más hasta la aparición de las series de pasajeros por
mar del Instituto Geográfico y Estadístico de finales de 1880. Antes
de esta fecha, el esfuerzo se multiplica, las fuentes son más
esquivas, el trabajo más incómodo..., los resultado quizás no tan
agradecidos. Un trabajo en el que debemos renunciar, tras un
primer contacto, a un conocimiento globalizador de esas corrientes
migratorias, aunque sea en un primera acotamiento temporal
(segundo tercio del XIX) y espacial (andaluces hacia Argentina).
TD- Francisco Contreras Pérez
74
No existe pues una fuente de entidad globalizadora como
podía ser el registro de licencias de Casa de la Contratación o los
recuentos contemporáneos de pasajeros por mar, y es por ello que
se justifica el uso de la expresión “desierto” documental. Lo que no
quiere decir que no existan fuentes de información. Más bien la
imagen o término calificador a estos efectos sería el de “estepa
informativa” para el período de 1824 a 1880. Las fuentes
susceptibles de ser útiles para estos estudios están dispersas y son
muy diversas: padrones, pasaportes, registros de entradas y
salidas de pasajeros,..., informaciones parciales en el tiempo y
salteadas en su localización entre muchos centros de
documentación.
En su conjunto nos encontramos con lagunas temporales,
calidades no siempre homogéneas o deseables, reiteradas
soluciones de discontinuidad. Su rastreo nos ha llevado a centros
de documentación extranjeros y nacionales a ambos lados de
Atlántico, provinciales y locales a lo largo de Andalucía, archivos y
hemerotecas, en legajos y publicaciones de la época. Una consulta
exhaustiva supera las posibilidades prácticas de un joven
investigador.
Cubrir el estudio de la emigración contemporánea a
América, sobre todo en estas fases tempranas, requiere el
TD- Francisco Contreras Pérez
75
concurso de comunidades de historiadores que han venido y
seguirán aportando sus granitos de arena al corpus de
conocimiento.
Trabajar con un marco cronológico y geográfico tan amplio
supone finalmente un constante esfuerzo de renuncia, un duro
reconocimiento de nuestras limitaciones. Una renuncia dolorosa a
buscar otros oasis documentales que prometían completar los ya
consultados, posiblemente no resultaran ser más que meros
espejismos, o quizás el Eldorado documental que otros
explotarán... Toda selección es una renuncia. Un doble riesgo: por
lo que deja de consultar, y por que aquello que elige no siempre
cumple las expectativas después de horas de consulta. Todo, lo
elegido y lo descartado, debía cumplir una condición impuesta
objetivamente: haber sobrevivido a la incuria de los tiempos en
legajos de algún archivo.
Así pues, las fuentes para el segundo tercio del XIX son
ralas y están dispersas a uno y otro lado del Atlántico, son de muy
distinta índole y factura, en distinto estado de conservación... Un
mundo explorado en parte, y en parte todavía por explorar, que
pone a prueba constantemente, a cada paso, la formación
metodológica del investigador; cartografiar cada trocito de este
territorio de conocimiento legado por el pasado, esto es, poner en
TD- Francisco Contreras Pérez
76
orden cada apartado de un proyecto de investigación como éste es
un reto, marcado por archivos separados centenares e incluso
miles de kilómetros, documentación que fue generada por una
diversidad de instituciones y organismos públicos y privados, que
surgen con finalidades diversas y que tienen estructuras de
contenido y calidades muy diferentes... Nos han llevado a hacer el
viaje de los emigrantes de nuestro estudio, con la ventaja
tecnológica de reducir los 15 días de navegación a vapor que
separaban Andalucía de Argentina en 1900 en tan sólo 15 horas del
actual avión de pasajeros (con una única desventaja como marcan
los tiempos: sin fumar).
Y es que el historiador, para mal y para bien, depende en
exclusiva de las fuentes, pero también debemos ir más allá de
aquello para lo que fueron concebidas en su día. Revelar esas
respuestas que contienen aunque quienes las fabricaron no eran
totalmente consciente de ellas o estaban por resolver otras
preguntas, distintas en muchos casos a nuestros intereses
científicos actuales. Eran hombres al servicio del Estado, frente al
historiador actual que lo está al servicio de la sociedad, de su
conocimiento en el pasado. De hecho, la historia de cada una de
estas fuentes, en ocasiones proyectos de continuidad que
quedaban a medio hacer, aislados en el tiempo, también nos habla
TD- Francisco Contreras Pérez
77
de la historia de esos Estados en formación en los albores del
mundo contemporáneo, de sus vaivenes, de sus grandes fines
modernizadores, de sus desencantos, de esa historia hecha a veces
a sopetón de fuertes convicciones revolucionarias, de convicción en
el gobierno como fuente de felicidad pública, de fe en el progreso,
de confianza en desvelar las leyes universales de lo social como
base del ejercicio del estadística, de afán por numerar a los
individuos de la naciente nación, por controlar a los que entraban y
salían, por saber cuán fuerte “somos” frente al “otro” ...
En definitiva, esas fuentes también son, en sí mismas,
historia, por su propia existencia, testimonios de la concepción y la
construcción del poder en el mundo contemporáneo, y algunas de
ellas certifican cómo esos poderes y élites nacionales de nuevo
cuño se las tuvieron que ver con los primeros desafíos en toda
regla de la “globalización”, planteados por los movimientos
migratorios masivos del siglo XIX.
Este tipo de pesquisas le exige al historiador un ejercicio de
determinación y a la vez de flexibilidad, aparte que como todo afán
requiere de sacrificios personales. Tememos que no en todo
momento hayamos estado a la altura de estos retos ante la
expectativa de un universo de conocimiento inabarcable, tras la
toma de conciencia de tener que hacer renuncias a nuestras
TD- Francisco Contreras Pérez
78
primeras ambiciones, mal medidas. Y precisamente por todo ello
también hemos aprendido, y mucho, tanto del oficio del historiador
como de nosotros mismos.
Los censos españoles y el cálculo de la migración neta.
El Censo de Floridablanca consiguió reunir una serie de
características técnicas que, respecto a los anteriores del siglo
XVIII que avalan un proceso censal modélico en el sentido actual
del término: la cobertura total del territorio que abarca la España
contemporánea, la inclusión de toda la población, una información
individualizada (“sin tomar por eso sus nombres”, como preludio
del secreto estadístico, para lograr una mayor veracidad), la
simultaneidad en la realización y unas pautas estadísticamente
precoces en la elaboración y publicación de los resultados.55
Pero como es lógico este censo tiene también sus puntos
relativamente débiles, como se ha encargado Pérez Moreda de
poner de relieve56. Algunos de estos puntos débiles son de fácil
subsanación, como ya se ha hecho en la edición que el I.N.E.
publicara en 1987 y que constituye nuestra plataforma de consulta
55 GARCÍA SESTAFE (1992), pp. 59-70. 56 PÉREZ MOREDA (1983), pp. 283-299.
TD- Francisco Contreras Pérez
79
del Censo de Floridablanca57; trabajo que “puede considerarse
válido sin entrar en grandes disquisiciones y la misma utilización
que se ha hecho del mismo elimina buena parte de la problemática
que esas puntualizaciones conllevan”.58
Con todo, es el agrupamiento de la población de 50 y más
años lo que obliga a operar alguna adaptación, como también exige
el solapamiento entre los diferentes tramos de edad presente en el
Censo de Floridablanca; en cualquier caso, se trata de sencillas
operaciones con las que los investigadores habitualmente nos
encontramos cuando, en el empleo de éste y los restantes censos
contemporáneos, debemos partir de una mínima homogeneidad de
los datos estadísticos mediante su reajuste en tramos de edad
estándares59.
57 La fuente básica en esta ocasión, el Censo Español executado de orden del
Rey comunicada por el Excmo. Señor Conde de Floridablanca... en el año de 1787, Madrid, INE, 1987, ha sido consultada a través de la edición que hiciera el Instituto Nacional de Estadística en conmemoración de los 200 años de la realización del mismo, como digno antecedente de la estadística moderna.
58 SANZ SAMPELAYO (1992), p. 377. 59 Para salvar los solapamientos entre los grupos de edad presentes en el
Censo de Floridablanca, tomamos como base la redefinición de los tramos propuesta por Rowland:
[Cont.]
TD- Francisco Contreras Pérez
80
En cuanto a nuestro objeto de estudio, el valor añadido del
Censo de Floridablanca como fuente para el conocimiento de las
migraciones en el tránsito del siglo XVIII al XIX tomó carta de
naturaleza a raíz del trabajo de A. Eiras Roel. En su “Informe sobre
el Censo de 1787 como fuente para el estudio comarcalizado de la
emigración gallega”60, el autor proponía una metodología que
sirviera para elaborar inducciones a partir de una batería de
indicadores indirectos61, construidos expresamente para releer en
clave migratoria una fuente de concepción estrictamente
residencialista como es un censo, siempre que cumpla unas
condiciones básicas como así hacía el Censo de Floridablanca.
Tramos del Censo Redefinición de Rowland Número de Años
0-7 0-6 7
7-16 7-15 9
16-25 16-24 9
25-40 25-39 15
40-50 40-49 10
> 50 50 y más 50
Fuentes: Rowland (1988), p. 134 y Censo de Floridablanca, 1787.
60 EIRAS ROEL (1989), p. 157-175. 61 El índice “inverso” de envejecimiento [I(i)E = (P<40 / P)], los índice de
masculinidad (16-39 años) y los valores de la nupcialidad (expresados en soltería definitiva P>39 y edad matrimonial, por sexos).Eiras Roel emplea los grupos de edad tal como aparecen en el censo, aunque éstos tienen solapamientos, que nosotros hemos optado por clarificar siguiendo la propuesta de Rowland (véase más adelante).
TD- Francisco Contreras Pérez
81
“Una fuente que ofrece el estado de la población
clasificada por edad, sexo y estado civil y con el detalle de su
distribución local y comarcal es susceptible de análisis que
permite [sic] detectar las zonas de Galicia con mayor y
menor intensidad de flujo migratorio y los tipos de
emigración” 62
A finales de la década de 1980, R. Rowland expuso, en su
trabajo “Mortalidad, movimientos migratorios y edad de acceso al
matrimonio en la Península Ibérica”, la necesidad de un método de
“estimación de la magnitud y dirección de las distorsiones”63
introducidas por el diferencial de género de las migraciones (y la
mortalidad) en los indicadores nupciales originalmente propuestos
por Hajnal.
“ [...] Una vez que la emigración parece haber sido un
fenómeno casi exclusivamente masculino hasta finales del
siglo XIX, la estimación de la nupcialidad femenina será poco
afectada; pero en el caso de los varones habrá que elegir
62 EIRAS ROEL (1989), p. 158. 63 ROWLAND (1987), p. 45.
TD- Francisco Contreras Pérez
82
entre abandonar el análisis por medio de SMAM o recurrir a
métodos indirectos y aproximativos de estimación [...].”64
Aunque para Rowland este método de descontaminación
migratoria tendría un carácter subsidiario en el marco de su estudio
sobre los sistemas matrimoniales ibéricos, no cabe duda que
terminó proponiendo un sugerente instrumento para aproximarnos
a las migraciones desde perspectivas más globales que los
puntuales estudios locales. Por otra parte, adquiere una utilidad
añadida para etapas históricas sobre las que carecemos de fuentes
adecuadas y las existentes no permiten otros métodos indirectos
más empleados65.
La fórmula propuesta por Rowland la denominó cálculo de la
Migración Neta (M)66. Consiste en incluir la Ratio de Masculinidad
64 ROWLAND (1987), p. 54. 65 El método del saldo migratorio es también un método indirecto de conocer
las migraciones netas de una región, siempre que se disponga de datos censos para dos años y las series del movimiento natural de la población entre ambas fechas. Ciertamente, la segunda condición no se cumplirá en España, y sólo parcialmente, hasta el segundo tercio del siglo XIX. En nuestro país, el método del saldo migratorio fue propuesto en España en la década de 1960 por A. García Barbancho para el estudio provincial y comarcal de las migraciones interiores.
66 ROWLAND (1987), p. 55. La fórmula del cálculo de M se expresa como sigue:
Mx = [ PVx / (PFx) • (RMTx) ] ― 1
Donde:
Mx = Migración Neta en la cohorte de edad x PVx = Población Masculina en la cohorte de edad x
[Cont.]
TD- Francisco Contreras Pérez
83
Teórica (RMT) correspondiente a una población modelo de
Princeton67 como factor de ajuste en la ecuación de la Ratio de
Masculinidad real (RM) obtenida del Censo, de lo que se obtiene
una estimación numérica de la dirección y la dimensión de la
migración masculina en términos netos.
No obstante, estimamos que la dificultad, o mejor dicho: el
riesgo que debe asumir el investigador, no estriba en el cálculo
sensu stricto, sino en la elección del modelo teórico más análogo a
la población regional en estudio, es decir, aquel que comparta con
ésta última unos niveles demográficos básicos equivalentes
(mortalidad, fecundidad, crecimiento, esperanza de vida...)68.
En cualquier caso, el método de la Migración Neta descansa
sobre la premisa del efecto selectivo que las migraciones tienen en
la estructura por sexo (y también edad) de las poblaciones. Su
virtualidad explicativa, en consecuencia, debe resultar mayor para
aquellos casos y períodos en que la migración femenina-familiar
constituye todavía raros eslabones en las mecánicas migratorias,
PFx = Población Femenina en la cohorte de edad x RMTx = Relación de Masculinidad Teórica en la cohorte de edad
x (de las tablas-tipo de Princeton). 67 COALE, DEMENY, VAUGHAN (1983) (tabla tipo correspondiente).. 68 Pues se trata, en el estudio de su creador, de poder cuantificar y aislar el
efecto selectivo de las migraciones sobre la relación de sexos de la población y las proporciones de solteros
TD- Francisco Contreras Pérez
84
esto es, antes de los movimientos en masa que van a protagonizar
la España de finales del siglo XIX.
A su vez, dentro de la más amplia estrategia de nuestra
investigación dirigida a la comarcalización de la movilidad en
Andalucía a principios de la Edad Contemporánea, el presente
ejercicio busca el establecer las hipótesis de trabajo preliminares a
las escalas regional y provincial; hipótesis que se fundan, como
consecuencia del método elegido, en una primera definición amplia
de los movimientos migratorios, es decir, la movilidad en términos
netos con origen / destino en la región, provincia o comarca. Por
último, cabe señalar que nuestra mecánica de trabajo se sirve del
recurso a la comparación, por lo que hemos seleccionado Galicia en
tanto que paradigma regional contemporáneo de tierra de
emigración. A pesar de las a veces marcadas diferencias de distinta
índole entre ambos espacios regionales, no obstante el caso gallego
nos ofrece la oportunidad de situar un referente de máximos
migratorios en el marco contemporáneo de la Península Ibérica.
Con todo, nuestro objetivo puede considerarse elemental,
pues consiste en aproximarnos a los movimientos migratorios
mediante la estimación de su signo (negativo o positivo, in- o
emigración) e intensidad en las unidades territoriales que
componen las diferentes escalas de estudio de Andalucía.
TD- Francisco Contreras Pérez
85
La estadística española de pasaportes del siglo XIX.
La R. O. de 1853 que ponía fin a la prohibición de
embarcarse para los nuevos “Estados de la América del Sur y
Méjico” pues, asumida la pérdida del imperio y deseando reforzar
la ascendencia española en las antiguas colonias, ya por entonces
se venían normalizando las relaciones diplomáticas con las nuevas
repúblicas, habiéndose establecido en muchas de ellas
representantes del Gobierno español.69 Aquel decreto reguló la
expedición de pasaportes “a los que pretendan emigrar” quedando
a cargo de los delegados provinciales de la autoridad civil, esto es,
los “subgobernadores”, más tarde denominados gobernadores.
En esa década, coincidiendo con la entrada de la Unión
Liberal en el gobierno, la largamente aplazada modernización de la
estadística oficial española comenzó con los trabajos para la
realización del Censo de 1857, primero de la serie decenal del XIX
(junto a ello se llevaría a cabo la publicación de la primera Memoria
del Movimiento [natural] de la Población de 1858-1861). Era una
vieja aspiración del liberalismo desde su origen en España, que con
69 R.O. de 16 Septiembre de 1853. Regularizando la emigración para las
colonias españolas y para los Estados de América: pasaportes, garantías, etc.
TD- Francisco Contreras Pérez
86
ello también retomaba los precedentes incoados por el despotismo
ilustrado de finales del XVIII (los Censos de 1787 y 1797).
Dentro de estos esfuerzos modernizadores, debemos situar
la publicación del Anuario Estadístico de España, igualmente obra
de la Junta General de Estadística del Reino (al principio
denominada Comisión de Estadística General), integrada en el
Ministerio de la Gobernación. La tercera entrega del Anuario,
relativa a los años 1860-186170, incluía, en el apartado población,
dos tablas bajo el epígrafe: “Número de individuos que salieron del
reino con pasaporte”. Recogida para cada uno de los años, la
información que aparece desagregada por las provincias las que
salieron y los países de destinos. Desgraciadamente esta
publicación del registro de pasaportes para todo el país no tuvo
continuidad en las futuras reseñas geográfico-estadísticas
españolas del XIX.
Dichos documentos debían ser mostrados a los capitanes de
los buques, que estaban a su vez formalmente obligados a
requerirlos cuando embarcaban pasajeros en puertos españoles.
Con ello la administración quería evitar la salida del país de
prófugos de la justicia, si bien como en el propio Congreso se
70 JUNTA GENERAL DE ESTADÍSTICA DEL REINO: Censo de la población de
España según el recuento verificado el 25 de diciembre de 1860, Madrid, Imprenta Nacional, 1863 (Fondo documental del INE, Microfichas).
TD- Francisco Contreras Pérez
87
reconocería dicha medida no impedía esto, a la vez que entorpecía
la libertad de movimiento de la gente común. Otro problema
todavía más acuciante era que lo mozos pendientes del servicio de
armas y el propio capitán en connivencia podrían eludir este
requisito embarcándose una vez el buque había abandonado las
aguas del puerto (la territorialidad del mar –las 200 millas- es una
figura jurídica consagrada en el derecho internacional mucho más
tarde, a finales del siglo XX como es sabido).
También se recurría a embarques por Portugal, habiendo
reiteradas referencias en la propia normativa sobre este país. El
puerto luso de Leixoes (Oporto) será usado con frecuencia por
emigrantes mayoritariamente gallegos.71 Por el contrario, no hay
constancia en la frontera sur, Algarbe-Andalucía, más que de
intensos movimientos entre las propias comarcas a una y otra orilla
del Guadiana.72 Tampoco, hasta la década de 1880, se menciona ni
71 “Los puertos de Lisboa, Leixoes (Oporto), Burdeos y Gibraltar fueron
importantes para la emigración de gallegos, vascos, andaluces y castellanos”. VÁZQUEZ, A.: “La salida”, en Historia general de la emigración española a Iberoamérica, Madrid, Historia 16, 1992, [241-258] p. 250
72 En esta zona, la principal preocupación de las autoridades españolas, y suponemos que también portuguesas en función de los acuerdos alcanzados a finales del XIX, era el trasiego en un sentido y otro de prófugos del servicio de quintas, preocupación de la que ya hay constancia documental desde la época de formación de las milicias patrióticas en la guerra de la Independencia. Los lazos familiares que amparaban estas prácticas elusivas estaban asentados en las comarcas fronterizas de Andalucía, el Algarbe y el Alentejo, regiones históricas que constituían un espacio migratorio bastante integrado más que un lugar de tránsito (hacia puertos atlánticos). Un estudio reciente aborda esta cuestión de los prófugos en la zona a principios del siglo XIX: SALDAÑA FERNÁNDEZ, J.:
[Cont.]
TD- Francisco Contreras Pérez
88
en la normativa ni en los numerosos informes administrativos
consultados que para pasar a América los españoles se sirvieran de
manera notoria de Gibraltar, uno de los puertos naturales para los
andaluces. Así y todo, estas precauciones nos lleva a considerar
que dichas estadísticas pudieran contener cierta subestimación de
la emigración real, considerando que pudo ser muy abultada para
el caso de la emigración de andaluces a América
En suma el cumplimiento de estas y otras formalidades en
materia de emigración debieron no ser observadas con bastante
frecuencia, de tal manera que el propio Ministerio de la
Gobernación reconocería que:
“La práctica ha venido, sin embargo, á
demostrar la deficiencia de estas disposiciones debidas,
no tanto á la falta de celo en los delegados de la
autoridad, como á las reprobadas artes á que acuden
los que desean emigrar para eludir las formalidades
prevenidas.”73
“Isla Cristina en la Guerra de la Independencia: notas para una conmemoración”, en I Jornadas de Historia de Isla Cristina. Asociación Cultural “El Laúd”, Isla Cristina, ELD, 2008, pp. 9‐35.
73 R. O. Cir. de 8 de mayo de 1888, preámbulo.
TD- Francisco Contreras Pérez
89
A pesar del reconocimiento de este incumplimiento, las
formalidades lejos de desaparecer fueron sustituidas por otras. Una
nueva R.O. de 1888 reemplazó el requisito del pasaporte por un
“permiso de embarque” expedido el gobernador de la provincia,
previa presentación de una cédula personal y otros certificados
visados por el alcalde del pueblo de procedencia del emigrante.
Finalmente, poco después, las autoridades españolas de nuevo
reconocerían que se trata se garantías que nada garantizaban.
Sin despreciar estas y otras incertidumbres asociadas a los
pasaportes como fuente histórica, destaca Yánez Gallardo que se
trata de la “la primera estadística que puede ser utilizada para el
estudio de la emigración española a América” (pero no sólo para
estos destinos), además de ser la única del siglo XIX en incluir
tanto las salidas marítimas como las terrestres. 74 Dado que el
cruce de frontera por tierra resulta siempre menos dependiente de
medios de transportes públicos e, incluso en las comarcas
fronterizas, debía ser algo menos extraordinario, la información de
este origen parece sin duda más fiable de cara a aquellos destinos
que requerían pasar los controles de embarque en las aduanas
74 YÁÑEZ GALLARDO, C.: La emigración española a América (siglos XIX y XX).
Dimensión y características cuantitativas, Columbres, Fundación Archivo de Indianos, 1993, p. 23 y 24, nota 15. Este autor apunta que la suspensión de la publicación de la estadísticas de pasaportes en el Anuario se debe a la supresión de este requisito de embarque en 1862.
TD- Francisco Contreras Pérez
90
portuarias para cruzar el océano. Por otra parte, es imposible saber
cuántos de sus titulares eran emigrantes propiamente,
representantes comerciales o simples viajeros (desde luego el
turismo era un lujo al alcance de muy pocos y un hábito aún más
selectivo).
Dicho esto, cabe apreciar que, por encima de la vigencia de
la exigencia legal de este requisito, la Comisión Estadística
mostraba su interés por recabar de los gobernadores provinciales
la única información disponible que podría proporcionar
conocimientos acerca esta característica “física” - se decía entonces
- de la población española. Sin menoscabo de la vieja sensibilidad
poblacionista, heredada por el nuevo Estado liberal, podría verse
en la inclusión de esta información, cuando estuvo disponible, un
testimonio de que la emigración española era un fenómeno de
dimensión visible.
Sabemos que debió existir a lo largo del XIX una tendencia
de incremento de los contingentes migratorios en todo el país a la
luz de lo observado al final de dicho siglo con la emergencia de las
migración en masa, documentada por las listas de pasajeros que
permite cuantificarla a partir de 1885, y que solventa de algún
modo la inexistencia de información seriada desde 1824 a esa
fecha.
TD- Francisco Contreras Pérez
91
Los pasaportes permiten, más que conocer con certidumbre,
aproximarnos a lo ocurrido en sesenta años (1825-1884) que se
extiende entre la última etapa de emigración de época colonial y el
periodo clásico de “emigración en masa”. Es muy probable que
peque de subestimar los volúmenes, lo que debemos tener en
cuenta a la hora de valorar los datos obtenidos; no obstante
debemos tener en cuenta el hecho de que no hay testimonios
importantes hasta 1880 de que parte de la emigración a América
se pudiera estar canalizando por un puerto extranjero más cercano
a Andalucía: Gibraltar, como por el contrario si era usado para
exiliarse en Europa desde principios del XIX. Más tarde, veremos
que cambiará el papel de este puerto franco como sede de
agencias de reclutamiento, al margen de la fiscalización de las
autoridades españolas cambiará. Pero aún así algún actualmente
se tiende a relativizar el rango numérico de la llamada emigración
“clandestina” que desde 1853 había provocado la alarma de las
autoridades españolas.
En suma, en el marco del raquitismo documental del
segundo tercio del XIX, no podemos darnos el lujo de desdeñar la
estadística de pasaportes fuente a pesar de las dudas y de su
carácter escueto, existiendo poco o nulas alternativas viables
TD- Francisco Contreras Pérez
92
conocidas al día de hoy y sobre todo cuando abordamos un estudio
agregado a una escala regional tan amplia como la andaluza.
El Censo de Buenos Aires de 1855 y el estudio microsocial
de la migración andaluza
Entre la Constitución de la Primera Junta de Gobierno en
Buenos Aires (1810) y el censo urbano de 1855, se concretaron
algunos recuentos poblacionales y varias estimaciones sobre la
población de la principal ciudad argentina. Muestran el precoz
interés de los sucesivos gobernantes bonaerenses por disponer de
información sobre la población que estaban llamados a dirigir.
Tras el incompleto padrón levantado en 1815, se realizaron
cuatro recuentos de los pobladores de la ciudad: dos con Rivadavia
en el gobierno (1822 y 1827) y otros dos bajo Rosas (1836 y
1838). La falta de una clara periodicidad entre ellos nos indica que
los intereses eran otros que los estrictamente demográficos, y
obedecían por contra a los más coyunturales de la hacienda
municipal u otros propios de la facción política en el poder. Es más,
de cara a nuestros objetivos, debemos resaltar que estos trabajos
censales plantean entre sus conocedores una serie de problemas
ya por no haber llegados completos hasta nosotros, ya por existir
fundadas dudas sobre su fiabilidad, ya por el rango de la
TD- Francisco Contreras Pérez
93
información ofrecida (como la referida al origen de los pobladores
foráneos). Conociendo de estos antecedentes históricos, pero
imperando los criterios sobre el tipo de información y la calidad de
la misma en función de los objetivos de nuestra investigación,
llegamos al Censo del Estado de Buenos Aires de 1855.
Tras liberarse de dos décadas donde el terror fue un
instrumento ejercido por el presidente Rosas (1852), la ciudad
porteña y su provincia constituían una entidad política que se
resistía, en virtud de su preeminencia comercial y poblacional, a
quedar absorbida dentro del proyecto confederal liderado por
Urquiza, representante de los intereses agrarios del interior del
país. Eran los sangrientos años de luchas internas y externas en el
proceso consolidación de los poderes políticos y territoriales que
darían lugar a la organización nacional de la República Argentina
con B. Mitre en la década de 1860.
A partir del censo urbano de Buenos Aires de 1855, hemos
creado una base de datos que contiene 803 registros y 22 campos
de información relativa a los andaluces residentes en la ciudad.
Nuestro objetivo no se ha limitado exclusivamente a extraer las
informaciones individuales de aquellos residentes que declararon
haber nacido en Andalucía, sino que hemos operado mediante la
TD- Francisco Contreras Pérez
94
identificación de cluster censales o unidades domésticas para así
poderlos estudiar en el ambiente más cercano a ellos: sus familias.
Así pues, hemos introducido en nuestra base de datos la
información relativa a todos los miembros de todas y cada una de
las unidades domésticas censadas donde aparece algún individuo
que declaró ser natural de esta región española. Aunque en el
censo se las suele identificar con relativa facilidad por consignarse
por domicilio, para facilitar las operaciones en la base de datos
hemos añadido un nuevo campo y asignado a cada uno de estos
clusters un número de identificación, que es común a cada uno de
sus componentes individuales. A su vez, dado que la posición de
éstos últimos dentro de la respectiva cédula censal no era
arbitraria, sino que la norma seguida por el censor obedecía a la
jerarquía interna de la familia tradicional: el cabeza de familia al
frente y seguido de la madre y los hijos enumerados por criterios
de edad y/o sexo, les hemos igualmente asignado un número de
orden en cada nómina familiar. Mediante este segundo operador
podremos localizar a los “jefes” de familia, y estudiar
especialmente el papel de la mujer en una época y una sociedad
donde ésta solía ocupar eventualmente dicha posición por las altas
movilidad y mortalidad de los varones adultos y por el
sorprendente índice de ilegitimidad.
TD- Francisco Contreras Pérez
95
Los siguientes cuatro campos se refieren al domicilio,
incluyendo: parroquia, número y calle. Las cédulas censales
aparecen originalmente agrupadas en los 11 distritos eclesiásticos
bonaerenses, más el juzgado de Barracas Norte (al norte de la
meridional “Boca” del Riachuelo, barrio marginal de futuro
predominio italiano) y los censos colectivos (eclesiástico, militar y
marítimo, además de los establecimientos públicos habitados).
El cuadro urbano bonaerense de la mitad del siglo XIX (unos
3,5 km de fachada al Río de la Plata / 3 km de profundidad hacia el
W) podemos estudiarlo, de cara a una primera aproximación, en
tres grandes unidades dependiendo de su cercanía a lo que se
considera el centro fundacional y funcional de la ciudad:
constituyendo la parte noble y de cara al primer puerto, las
parroquias de Catedral Norte (antes de 1830, de La Merced) y
Catedral Sur están rodeadas (siempre hacia W) por un primer arco
formado (de norte a sur) por las de Ntra. Sra. del Socorro, S.
Nicolás, S. Miguel, Ntra. Sra. de Montserrat, Concepción y S. Telmo
(estas tres últimas extienden sus límites bastante hacia afuera); un
tercer grupo más exterior lo formarían las del Pilar y Ntra. Sra. de
Balvanera. Estos últimos distritos son los que más cambios
registrarían en las décadas siguientes, en la medida que por
entonces la ciudad todavía progresaba en especial sobre sus
TD- Francisco Contreras Pérez
96
márgenes por la adhesión de nuevos barrios (S. Cristóbal, Sta.
Lucía, S. Juan), en parte desgajados de aquéllos una vez
consolidado su poblamiento.
Entre estos apartados preliminares, lo primero que se
demandaba al censor era que anotara a grandes rasgos las
características de la casa (se pretendía hacer un censo de vivienda
y probablemente con fines fiscales): “si son de azotea, teja, paja y
de 1, 2 o 3 pisos”. Se trata de un comentario que podremos utilizar
para valorar las condiciones de vida y la estratificación social,
completando otros datos sociométricos, pero desgraciadamente en
numerosas ocasiones el censor lo pasaba por alto.
Después de haber consignado el nombre, otro dato definidor
y que enriquece la información censal desde un punto de vista
sociohistórico nos remite a la relación entre el individuo y el dueño
del inmueble que habita: “¿Qué es del dueño o de la dueña de la
casa?”. Se descubre entonces aquellos que son propietarios del
inmueble y de la vivienda, los que viven de alquiler, los empleados,
los sirvientes,... Tener una vivienda en propiedad ya nos denota un
estatus económico, que podemos completar cruzando los datos con
los de la localización y el tipo. Igualmente, la aparición de
sirvientes y el número de ellos nos ayuda en la clasificación social.
Una información de carácter socioeconómico que normalmente sólo
TD- Francisco Contreras Pérez
97
es accesible por la consulta interminable de archivos de protocolos
o de los catastros.
A continuación, aparecen un grupo de cuatro preguntas
relativas al perfil del habitante en cuanto a su estado civil, sexo,
edad, y grado de instrucción. Las dos preguntas siguientes son de
especial importancia para nosotros, pues a través de ellas podemos
localizar a los andaluces: naturaleza y tiempo de residencia en caso
de ser extranjero. No siempre se cumplimentaba la primera, pero
no hay razón para pensar que esta negligencia presente un sesgo
significativo a favor o en contra de los andaluces.
Por otra parte, otro gran valor añadido del censo de 1855
reside en consignar el “tiempo que hace que está en el país”. Los
censos son recuentos transversales, nos ofrecen la fotografía de un
momento, por lo que resulta difícil determinar cuál ha sido la
evolución anterior que concluye en ese punto. El tiempo de
residencia nos permite jugar para sacar más información del censo,
calculando la fecha y la edad de llegada a la ciudad. Con ello,
pretendemos hacer una retrospectiva de la evolución de la
emigración andaluza hacia Buenos Aires, aunque somos
conscientes de la inexactitud generalizada en las edades (se tiende
a redondeos) y las posibles reemigraciones anteriores y posteriores
a la llegada a Buenos Aires. En cualquier caso, se trata del único
TD- Francisco Contreras Pérez
98
censo argentino que ofrece esta última información, de especial
importancia sin embargo para los estudios migratorios en un país
que se estaba formando por entonces gracias fundamentalmente a
este factor.
Por último, completando la información que se ofrecía en el
epígrafe sobre la relación con el dueño, se pregunta acerca de la
ocupación o profesión del encuestado. Se trata naturalmente de
una información común a la generalidad de los censos, máxime
cuando conocer la mano de obra nacional suponía un elemento
imprescindible para los nuevos objetivos censales que ya no eran
meramente impositivos. Este dato es el que, contrastado con otros,
nos permitirá enfocar la teoría acerca de si la emigración
trasatlántica encubría de hecho un éxodo rural-urbano.
Las estadísticas de pasajeros por mar del Instituto
Geográfico de Emigración
En la memoria que acompañaba al primer volumen de las
estadísticas, el I.G.E. dejó constancia de las limitaciones que tenían
estos datos, al escaparse de su control la emigración clandestina y
las que se efectuaban por puertos extranjeros, tras cruzar las
fronteras terrestres. Entre estos puertos, olvidaron citar,
TD- Francisco Contreras Pérez
99
desestimaron o simplemente desconocían la importancia del de
Gibraltar, como más tarde reconocerían el propio I.G.E. y el Consejo
Superior de Emigración. Por otro lado, el I.G.E. hizo observar que, a
la hora de indicar "la provincia de última vecindad", había cierta
tendencia entre los emigrantes a señalar la última provincia de
residencia, con lo que este apartado adolece de un sesgo favorable a
las provincias marítimas (los emigrantes solían esperar varios días
en el puerto la llegada del buque).
TD- Francisco Contreras Pérez
100
Así pues, sabidas estas limitaciones, quedan planteadas
dudas obvias y serias sobre la fiabilidad de estos recuentos. Algunos
estudios críticos ya han abordado de manera rigurosa la valoración
de la fiabilidad e integridad de las estadísticas del I.G.E., que, sin
embargo, son las más frecuentemente empleadas en las
investigaciones sobre emigración exterior española a fines del siglo
XIX y principios del XX75.
Entre aquellos trabajos, merece destacarse el realizado por B.
Sánchez Alonso76. El objetivo de su ensayo era elaborar una nueva
serie anual de emigración española sobre la base de las estadísticas
de sus principales países de destino. Divide el ensayo en cinco
secciones donde, sucesivamente, lleva a cabo un análisis de los
rasgos definitorios de las estadísticas españolas, un examen
pormenorizado de sus limitaciones, un análisis de los motivos de
discrepancia entre las series españolas y latinoamericanas, una
75 Otras fuentes estadísticas son el Anuario Estadístico de España de 1860-61 (publicó el
número de pasaportes expedidos dichos años), la Estadística de Comercio Exterior y Navegación de España (basado en los registros de la Dirección de Aduanas, muy incompletos por la finalidad fiscal de los mismos), las estadísticas del Consejo Superior de Emigración (elaboradas desde 1907, adolece de importantes dificultades de definición) y del Instituto Español de Emigración (desde 1960, cuenta sólo la emigración asistida). Así pues, la estadística del I.G.E., además de ser la más completa, ofrece una mayor riqueza informativa. Para una crítica de estas diversas fuentes, véase YÁÑEZ GALLARDO, C.: La emigración española a América (siglos XIX y XX). Dimensión y características cuantitativas, Colombres, Archivo de Indianos, 1994.
76 SÁNCHEZ ALONSO, B.: "Una nueva serie anual de la emigración española: 1882-1930", Revista de Historia Económica, n.º 1, Madrid, 1990, pp. 133-170. También se puede encontrar este ensayo formando parte de su ya citada en capítuloas anteriores tesis doctoral: Las causas de la emigración española, 1880-1930, Alianza Ed., Madrid, 1995, pp. 94-133.
TD- Francisco Contreras Pérez
101
comparación de series de salida homogéneas y, por último, el cálculo
de un coeficiente corrector de la serie española, que le permite
ofrecer una nueva serie anual de la emigración española. Como
conclusión, observa que ésta presenta valores más elevados y
verosímiles que los de la serie oficial. Ahora bien, estima al mismo
tiempo que la serie oficial presenta en su comparación con las
estadísticas de los países receptores seleccionados (Argentina, Cuba
y Estados Unidos) una gran similitud en sus tendencias y
fluctuaciones, que permite, pese a su infravaloración, ser utilizadas
por los historiadores con un mayor grado de confianza que hasta
ahora. De hecho, es la que la autora llega a emplear en sus cálculos
posteriores.
Dicho esto, hay un punto que debemos destacar desde la
perspectiva del análisis de la emigración. A la hora de fabricar series
latinoamericanas homogéneas y debido posiblemente a razones de
disponibilidad y fiabilidad de las fuentes, Sánchez Alonso desestima
el caso de Brasil, a pesar de ser uno de los principales destinos de
españoles y andaluces. Los datos brasileños encierran otras
dificultades que derivan de las reemigraciones interfronterizas con
Argentina y por ser un destino frecuente de los embarcados
clandestinamente por Leixoes, Lisboa y, he aquí lo que nos interesa
TD- Francisco Contreras Pérez
102
en este caso, Gibraltar77. Por consiguiente, es razonable pensar que
el peso proporcional de la emigración clandestina vía Gibraltar en la
emigración andaluza sea mayor que en el conjunto de la española y,
teniendo esto en cuenta, podemos admitir que resultaría no sólo
estadística, sino históricamente a escala regional bastante sesgado y
poco representativo el coeficiente corrector propuesto por B.
Sánchez Alonso.
En todo caso, según las estadísticas oficiales sobre emigración
por mar, la emigración exterior acumulada de Andalucía superó los
460.000 individuos entre 1885 y 1930. Sin embargo, no se recogen
en esta cifra los datos de 1899-1910, al suprimirse la desagregación
por origen provincial en dichas estadísticas. Tampoco se contabiliza
obviamente la emigración clandestina vía Gibraltar. Haciendo un
cálculo puramente teórico, aquel total representa una migración
bruta media anual de 14.000 andaluces. Pero esto no es más que
eso, un cálculo teórico, pues realmente el flujo emigratorio bruto de
la serie oficial (desestimamos la inmigración, por poco fiable y
plantear problemas insolubles desde un interés regional) muestra las
77 A título indicativo, las estadísticas argentinas de inmigración nos permiten estimar que
la emigración vía Gibraltar representaba en 1888-89 y 1913-14 entre el 20,55 y 16,79 por 100 respectivamente de las embarcada por puertos andaluces. Consideramos que existen datos razonables para suponer que estos valores fueron superiores respecto a la corriente brasileña. De hecho, Gibraltar era considerada la puerta de la emigración española a Brasil: CONTRERAS PÉREZ, F.: "El negocio de la emigración a América: los ganchos de Gibraltar, ss. XIX y XX”, en ALCÁNTARA, M. (ed.): América Latina. Realidades y perspectivas. I Congreso europeo de latinoamericanistas, Salamanca, Universidad de Salamanca,1997, taller 17, pp. 196-227.
TD- Francisco Contreras Pérez
103
lógicas fluctuaciones. Debemos tratar de evaluar los diferentes
niveles de ésta a lo largo del tiempo, a través de indicadores que nos
permitan la comparación con otros ámbitos geográficos.
TD- Francisco Contreras Pérez
104
CAPÍTULO 2.
EL TRASFONDO: ESTIMACIÓN DE LOS MOVIMIENTOS
MIGRATORIOS INTERIORES
Los censos de la última década del XVIII constituyen, como
es bien sabido a estas alturas, un punto de partida doblemente
imprescindible para introducirnos en la sociedad de las primeras
décadas del siglo XIX. Durante un acto conmemorativo del segundo
centenario del Censo de Floridablanca de 1787, M. Livi-Bacci
concluía, tras un análisis comparativo de los recuentos europeos
coetáneos, que este censo “es, sin duda, el producto más refinado
de los gobernantes ilustrados del Antiguo Régimen”78; sintetizó con
estas palabras el acuerdo científico derivado de las ya por entonces
numerosas investigaciones deudoras de este recurrida fuente
cuantitativa.
Se ha dicho que “las huellas de la migración en el mundo
urbano y en el mundo rural son ubicuas en el Censo de
Floridablanca”79. Proponemos partir del Censo de Floridablanca en
un ejercicio que pretende exponer y plantear nuevas cuestiones
78 LIVI-BACCI (1992), p. 54. 79 PÉREZ MOREDA y REHER (2003), p. 123.
TD- Francisco Contreras Pérez
105
sobre las migraciones andaluzas contemporáneas. Las fuentes
censales facilitan, en el marco general de nuestra investigación,
una información homogénea para un amplio territorio y, en todo
caso, “uniformable” para estudiar modelos de cambio histórico a
largo plazo, elaborar comparaciones a distintas escalas de estudio
y abordar con más seguridad las cuestiones de la representatividad
de las hipótesis asentadas. En suma, el censo de Floridablanca nos
ofrece un punto de partida “preciso y concreto”80 sobre el que
replantear los cambios de etapas posteriores, con la opción de
agrupar los 798 núcleos de población de entonces,
correspondientes a la actual Andalucía, según los más convenientes
criterios de comarcalización.
A la hora de encarar el estudio de las migraciones
contemporáneas debemos salvar, de alguna manera, la “penuria
informativa” que denunciara con insistencia Nadal refiriéndose al
primer tercio del XIX español.81 Para este período, las migraciones
en Andalucía parecen haber continuado en claroscuro por la
parcialidad del conocimiento; esto no quita que se obtuvieran en
las décadas 1970 y 1980 alentadores resultados locales,
subsidiarios en comparación con el estudio del movimiento natural,
80 SANZ SAMPELAYO (1992), p. 377. 81 NADAL (1996), p. 128.
TD- Francisco Contreras Pérez
106
mediante el método de reconstrucción a partir de series
matrimoniales parroquiales. En todo caso, una vez que la década
de 1990 estuvo protagonizada por las publicaciones sobre
emigración exterior para las que se cuenta con series estadísticas
desde 1885, los movimientos interiores han recobrado cierto
interés entre los historiadores mediante la relectura de las fuentes
censales, el uso de otras fuentes nominales puntuales y la adopción
de nuevos enfoques teórico-metodológicos, como el que aborda la
conformación de mercados laborales sobre todo en la segunda
mitad del siglo XIX.
Contraste del patrón teórico para el caso andaluz
En función de los expuesto en la crítica y análisis de la
fuente (véanse páginas anteriores), como primer paso para hallar
la Migración Neta, debemos elegir una tabla-tipo, la más
aproximada al contexto demográfico de la Andalucía de finales del
siglo XVIII y principios del siglo XIX.
Dentro del modelo Sur de Princeton, Rowland seleccionó
para el conjunto español el nivel 5 de mortalidad, con una tasa de
crecimiento natural de 0,5% y una esperanza de vida femenina al
nacimiento de 30 años, correspondiente a una “mortalidad
relativamente severa”. Al basarse en una elección estimativa, la
TD- Francisco Contreras Pérez
107
fabricación de este indicador requiere de un mayor grado de
implicación por parte del investigador. De hecho, el propio autor
parece haberse decidido en sucesivos trabajos por tablas
diferentes, siempre dentro del modelo Sur de Princeton, para
estudiar la población del Censo de Floridablanca: si en el citado
artículo de 1987 elegía el nivel 5 para aplicarlo al Censo de
Floridablanca82, en un trabajo publicado poco después optaba por
el nivel 7 como el más idóneo para la España de finales del XIX;
había pasado a considerar que el nivel 5 contenía un mayor grado
de analogía con las condiciones demográficas españolas presentes
hacia finales del XVIII.83 Teniendo en cuenta esto, Rowland llega a
advertir que la elección del Modelo Meridional “puede no
corresponder exactamente a la estructura por sexos y edades de la
mortalidad de algunas regiones”. De concurrir esta circunstancia, el
autor estima que ello implicaría un escaso error máximo de ± un
mes en el cálculo de la edad al matrimonio.
“En las regiones donde la mortalidad era en realidad
más severa [que la admitida en la tabla-tipo elegida], el nivel
de la emigración habrá sido ligeramente sobrevalorado, pero
82 ROWLAND (1987), p. 55. 83 ROWLAND (1988), p. 136.
TD- Francisco Contreras Pérez
108
la estructura de edades de la valoración no habrá sido
afectada”84
Siendo prioridad de esta investigación el análisis de los
movimientos migratorios más que la pirámide de edades de la
población ad hoc, debemos tener en cuenta esta advertencia.
Estimamos a priori que, para el caso regional analizado, el nivel de
mortalidad 5 podría contener una sobreestimación de la emigración
neta, dado que, aunque tratándose de una mortalidad severa,
admite una elevada tasa de crecimiento natural de en torno al
0,5%, que se aleja de la tasa de crecimiento real que Andalucía
presentaba a finales del siglo XVIII: 0,35%85. Cabe esperar que
esta diferencia tienda a generar el artificio de una mayor pérdida
de población por emigración, efecto que sin duda se hará más
perceptible a edades más elevadas en función del creciente
diferencial de mortalidad específica de la población andaluza (tal y
como se observará más abajo entre las distintas tasas de Migración
Neta a los 50 años de edad ― M50 ―.)
84 ROWLAND (1987), p 55. 85 Tasa de Crecimiento Medio Anual (r) entre el Censo de Ensenada de 1752 y
el Censo de Floridablanca de 1787.
TD- Francisco Contreras Pérez
109
Contraste del modelo teórico
Princeton Andalucía
(1886-92) Modelo Sur,
Mortalidad 5
Valores Reales
TBN 38,55 37,52 TBM 33,55 33,06
R 0,50 0,45 e0(F) 30 --- e0(V) 29 ---
TBN: Tasa Bruta de Natalidad (‰). TBM: Tasa Bruta de Mortalidad (‰). R: Crecimiento natural (o intrínseco ) (%). e0: Esperanza de vida al nacer. Valores reales del promedio del Movimiento Natural de la Población de 1887-1892, y calculados como media aritmética de los valores provinciales andaluces. Fuentes: Tablas-tipo de COALE, A. J. et al. (1983), [tabla indicada]. Datos reales obtenidos de REHER, D.-S. et al. (1993), p. 228. Elaboración propia
Dado que la aparición de información seriada sobre las tasas
vitales reales a nivel provincial/regional se retrasa hasta bien
entrado el siglo XIX, hemos tenido en cuenta el promedio de
natalidad y mortalidad del período 1886-1892, y a efectos de
poseer un referente real mínimo de dichas variables como criterio
para seleccionar las tablas-tipo adecuadas.
Además de por un motivo documental, creemos igualmente
justificado este punto de referencia si partimos igualmente de la
conclusión general expuesta por Pérez Moreda sobre la pervivencia
de los parámetros demográficos de antiguo régimen hasta
aproximadamente 1900, con excepciones locales y regionales.
TD- Francisco Contreras Pérez
110
“La población española conoció, pues, sólo inicios
parciales y muy localizados de la transición demográfica en la
segunda mitad del siglo XIX [...] En el último cuarto del siglo
pasado [el siglo XIX] todavía el 60 por 100 de las provincias
españolas mostraban una tasa bruta de natalidad del orden
del 36-42 por mil y una mortalidad situada entre el 30 y el 37
por mil”86
Esto valores de las tasas vitales expuestas por Pérez Moreda
suponen un crecimiento natural limitado, que oscila del 0,6% al
0,5%, siendo el del conjunto de 0,54%, mientras que la mayor
parte de los países europeos avanzados estaban en plena
transición demográfica con tasas superiores al 0,72%. Como quiera
que el español es un tipo de crecimiento bastante lastrado y de tipo
pretransicional hacia 1887, Andalucía presentaba un crecimiento
natural aún inferior, del orden del 0,45% (provincialmente, iba del
1,01% de Huelva al 0,21% de Cádiz.)
86 PÉREZ MOREDA (1985), p. 45.
TD- Francisco Contreras Pérez
111
El método de verificación del cálculo de la migración neta
incluye, por tanto, las tasas brutas de natalidad y mortalidad,
acompañadas del cálculo del coeficiente de variación que mide la
diferencia de los valores obtenidos para Andalucía en 1886-92
respecto a los de la tabla-tipo de Princeton: el coeficiente tendrá el
valor de 1 cuando ambas magnitudes (la teórica y la real) de una
misma variable coincidan, de tal manera que un valor inferior
denotaría una sobrestimación en la tasa teórica y viceversa.
Contraste del modelo teórico en el ámbito provincia l
Variación de los datos reales sobre el modelo teóri co.
Andalucía, 1886-1992 v
AL CA CO GR H J MA SE Media Me DS
TBN 37,71 35,74 37,45 37,91 36,95 40,19 35,85 36,38
v 0,98 0,93 0,97 0,98 0,96 1,04 0,93 0,94 0,97 0,96 0,03
TBM 35,19 33,62 32,88 35,29 26,88 36,36 31,47 32,75
v 1,05 1,00 0,98 1,05 0,80 1,08 0,94 0,98 0,99 0,99 0,08
R 0,25 0,21 0,46 0,26 1,01 0,38 0,44 0,36
v 0,50 0,42 0,91 0,52 2,01 0,77 0,88 0,73 0,84 0,75 0,47
Valores teóricos del Modelo Sur, nivel 5 de mortalidad: TBN = 38,55; TBM = 33,55; R = 0,5.
Valores reales a partir del Movimiento Natural de la Población de 1887-1892 para cada provincia. TBN: Tasa Bruta de Natalidad (‰). TBM: Tasa Bruta de Mortalidad (‰). R: Crecimiento natural (o intrínseco ) (%). v = Coeficiente de Variación de los valores reales sobre el teórico. Media: Media Aritmética Simple. Me: Mediana. DS: Desviación Estándar. AL: Almería. CA: Cádiz. CO: Córdoba. H: Huelva. J: Jaén. MA: Málaga. SE: Sevilla. Fuentes: Tablas-tipo de COALE, A. J. et al. (1983), [tablas indicadas]. REHER, D.-S. et al. (1993), p. 228. Cálculos y elaboración propios.
TD- Francisco Contreras Pérez
112
Presentando un escaso margen de diferencia, la tasa de
natalidad de la tabla-tipo del Modelo Sur, nivel 5 de mortalidad, de
Princeton viene a ser ligeramente superior a la mayoría de los
valores reales de las provincias andaluzas, a excepción de Jaén, y
tanto la media como la mediana del coeficiente de variación lo
confirman con valores muy cercanos pero inferiores a 1.
No despreciando esta circunstancia en su justo valor, hay
que tener presente que la mortalidad constituye la variable
demográfica con más directas implicaciones de cara al cálculo
indirecto de la migración neta. A este respecto, observamos que,
comparado con la natalidad, las diferencias de los datos reales
respecto al patrón de Princeton elegido son aún menores,
arrojando un coeficiente de variación cercano a 1 (0,99 tanto en su
media como en su mediana.) Sin lugar a dudas, se trata de un
argumento a favor del realismo del supuesto teórico adoptado (el
Modelo Sur, nivel 5 de mortalidad), que en virtud de ello garantiza
la acuidad de los resultados del cálculo de la tasa de migración
neta. Ahora bien, ello no obsta para que descuidemos el hecho de
que la desviación estándar, sin ser abultada, nos muestra una
mayor disparidad provincial en el comportamiento de la mortalidad
y, por ello, una menor significación puntual para casos concretos
del valor teórico. Respecto a esto último, es también cierto que
TD- Francisco Contreras Pérez
113
sólo en el caso de la provincia de Huelva parece haber una
considerable diferencia, en función de que la mortalidad teórica
está bastante sobrestimada respecto a los valores reales. El
coeficiente de variación más favorable es el de Cádiz, al que le
siguen los de Córdoba y Sevilla.
Por último, el tercer parámetro es el que revela las mayores
discrepancias entre valores reales y el teórico. Éste último estima
que el crecimiento era mayor al que en efecto se estaba dando en
Andalucía, incluso con respecto a la situación demográfica posterior
y prototransicional87, la de finales del siglo XIX.
La tabla-tipo Modelo Sur, nivel de mortalidad 5, parece de
nuevo más idónea para retratar la situación de la provincia de
Córdoba, a tenor de la proximidad entre ésta y el valor real que
refleja su coeficiente. De nuevo, la población onubense es la que
menos similitudes presenta con respecto al modelo seleccionado,
arrojando un coeficiente de variación que duplica largamente la
media provincial andaluza.
En resumidas cuentas, cabria decir que, a tenor de lo
observado en los ejercicios de verificación efectuados, el patrón
87 La teoría de la transición demográfica establece que el primer cambio se
produjo por una reducción de la mortalidad general, mientras se mantenían las pautas de fecundidad, de lo que resultaría el fuerte crecimiento de la población.
TD- Francisco Contreras Pérez
114
seleccionado parece ofrecer ciertas garantías a la hora de
interpretar los valores de M16-49 de Sevilla, Córdoba y Cádiz.
Por contra, la mortalidad está especialmente sobrestimada
en el caso de Huelva, por lo que su tasa de migración neta ha de
tomarse con cierta precaución manteniendo su balance positivo.
En cuanto a Andalucía Oriental, se advierte que el patrón
teórico infravalora de manera sistemática la mortalidad de Almería,
Granada y Jaén, por lo que las magnitudes de M16-49 seguirán
siendo de signo negativo aunque de menor dimensión a la admitida
en nuestros cálculos.
Ahora bien, en cuanto a la provincia de Málaga tendría que
corregirse un eventual resultado negativo de M, dado que el patrón
teórico podría estar sobrestimando la mortalidad real.
La Migración Neta regional
Como último procedimiento metodológico previo al análisis,
hemos tenido que calcular, como es obvio, la Ratio de
TD- Francisco Contreras Pérez
115
Masculinidad Teórica en cada tabla seleccionada88, configurando la
fórmula original de Princeton de cara a nuestros objetivos.
Migración neta regional. 1787
Andalucía M16-49 - 3,20
M50 - 6,76
Galicia M16-49 - 12,85
M50 - 15,28
España* M16-49 - 4,79
M50 - 3,92
España: media aritmética de 13 valores regionales (%) en ROWLAND, R. (1988), p. 95. Fuente: COALE, A. J. et al. (1983), [tablas indicadas]; Censo de Floridablanca 1787. Cálculos y elaboración propios..
88 Para hallar la Ratio de Masculinidad Teórica, debemos conocer en primer
lugar la población por cada sexo y edad, a partir del ejemplo desarrollado por el equipo de Princeton, y que podemos expresar como sigue :
Px = P0 • (1― lx)
Fórmula que hemos adaptado para conocer la población en grupos de edad intermedios:
Px,x+1 = P0 • (lx, x+1 ―lx)
Donde:
Px: Población a la edad x P0: Población al nacimiento lx: superviviente a la edad x Px,x+1: Población en el grupo de edad x,x+1 lx, x+1: Superviviente en el grupo x, x+1
TD- Francisco Contreras Pérez
116
Tomando la población masculina como la más móvil, la
elección del grupo de 16-49 años coincide con las edades más
migratorias, a la vez que se añade el cálculo a los 50 años. De
ambas series del indicador M se pueden obtener conclusiones que
nos pueden apuntar no sólo diferencias regionales, sino también de
ciertas modificaciones intergeneracionales en la movilidad, desde
una perspectiva longitudinal, durante los 34 años89 anteriores al
Censo de 1787.
El valor del parámetro M16-49 está próximo a la media
también negativa del conjunto de regiones españolas, a la vez que,
de forma incontestable, queda relativizado en comparación con las
tasas de emigración neta que arroja Galicia. Por otra parte, como
quiera que el parámetro M50 nos sirve para estimar lo sucedido en
las tres décadas anteriores y aunque en él no debemos descartar el
efecto de una mayor tasa de mortalidad específica entre los
hombres andaluces que la admitida en las tablas-tipo de Princeton,
su valor más elevado que el del grupo 16-49 años nos hace pensar
que la región ha ido reduciendo la dimensión de su emigración en
el periclitar de la época colonial (y ello a pesar de la supuesta
89 La diferencia entre la edad migratoria máxima considerada por convención
(50) y la mínima (16).
TD- Francisco Contreras Pérez
117
mayor frecuencia del retorno a edades altas.) De todas formas, se
trata de un reajuste generacional de mayor importancia relativa
que en el caso gallego y de sentido inverso a la tendencia pro
emigratoria mostrada por el conjunto regional español en las
edades más jóvenes.
Aproximación a la migración como estrategia en el
ciclo vital
Como se ha dicho más arriba, el efecto selectivo de la
emigración no sólo opera por género, sino también por edades. Así
pues, se ha considerado conveniente desglosar el amplio grupo de
16-49 años con objeto de calcular la tasa de Migración Neta de la
población a distintas edades, a partir de los tramos recogidos en el
Censo de Floridablanca. De ello se obtiene un nuevo elemento del
perfil sociodemográfico del flujo migratorio regional: la edad y, por
ello, una estimación si quiera al papel de la movilidad dentro del
ciclo vital.
A la luz de las tasas de Migración Neta por tramos de edad,
la movilidad de la población masculina andaluza se concentra
mayoritariamente en el grupo 16-24 años. El emigrante andaluz se
configura, pues, como un individuo joven.
TD- Francisco Contreras Pérez
118
Migración neta por grupos de edad. 1787
M16-24 M25-39 M40-49 M50
ANDALUCÍA -6,36 -1,29 -2,53 - 6,76
GALICIA -13,58 -12,39 -12,60 - 15,28
Mx: Migración Neta Masculina en el grupo de edad x (%) Tabla-tipo de Princeton aplicada al cálculo de la RMT: Modelo Sur, nivel 5 de mortalidad, 0,5% de crecimiento. Fuente: COALE, A. J. et al. (1983), y Censo de Floridablanca de 1787. Elaboración propia.
Este último aspecto interesa cotejarlo con las pautas
nupciales más arriba comentadas. En este sentido, la edad media
de acceso al matrimonio de los andaluces (SMAM-V), como
veremos, se situaba en los 24,6 años, y justo a partir de esta edad
decae la tasa de emigración, de tal manera que esta parece muy
específica de una parte del ciclo vital: el anterior a las primeras
nupcias. Por el contrario, la emigración sigue siendo alta a edades
elevadas en el caso de la población masculina gallega. Asistimos a
su utilización como recurso a lo largo de la vida adulta, más allá de
la edad media al matrimonio. En resumidas cuentas, la migración
pasa a constituir para la población gallega, en mayor medida que
para la andaluza, una estrategia social compartida por diferentes
TD- Francisco Contreras Pérez
119
generaciones y a la que se recurre en diferentes momentos del
ciclo vital.
Así pues, la emigración extrarregional presenta un amplio
panorama en Galicia: si bien también puede cumplir la función de
mecanismo favorecedor de la constitución de nuevos agregados
domésticos, como adelantara Eiras Roel, dicho papel en el ciclo
vital de los migrantes gallegos no es puntual sino que constituye un
recurso al que acudir en otros momentos o circunstancias vitales.
Por su parte, la emigración andaluza extrarregional se muestra con
un más acentuado carácter selectivo por edad: los andaluces
emigraban a edad joven, a la vez que frecuentemente eran
solteros.
Migración Neta de las provincias
Si pasamos a aplicar el método propuesto por Rowland al
mapa provincial andaluz, observamos un casi absoluto predominio
de los valores negativos en las tasas de migración neta masculina:
seis de las ocho provincias han perdido o pierden población tanto
en el grupo de edad 16-49 como a los 50 años. Esto viene a
confirmar el perfil emigratorio observado, con anterioridad, para
los valores regionales de las dos series de edad de M (recordemos:
TD- Francisco Contreras Pérez
120
M16-49 = - 3,20, y M50 = de - 6,76 a - 6,41.) Dicho esto en términos
globales, el análisis detallado de las tasas provinciales M revelará
otros signos, nuevas magnitudes y algunas dinámicas internas de
la movilidad en Andalucía que suscitan el planteamiento de nuevas
cuestiones antes que el asentamiento de conclusiones
aseverativas.
Migración neta provincial y coeficiente de variació n. 1787
AL CA CO GR H J MA SE
M16-49 -2,12 8,25 -8,26 -5,85 2,28 -5,58 -7,16 -5,83
v16-49 0,70 -2,72 2,73 1,93 -0,75 1,84 2,36 1,92
M50 -5,54 3,73 -12,07 -9,31 -1,51 -8,99 -10,34 -8,73
v50 0,84 -0,57 1,83 1,41 0,23 1,36 1,57 1,32
Mx: Migración Neta Masculina a la edad x (%) vx: Coeficiente de Variación sobre la media aritmética de la región:
Andalucía: M16-49 = -3,03; M50 = -6,60 (Galicia: M16-49 = -12,78 y M50 = -15,13.).
Fuente: Censo de Floridablanca. 1787. Cálculos y elaboración propios.
Las provincias que tienen tasas negativas en ambos grupos
de edad para los que hemos calculado M son: Almería, Córdoba,
Granada, Jaén, Málaga y Sevilla. De ellas, Almería presenta valores
levemente más cercanos al equilibrio (M16-49 = -2,12 y M50 = -
5,54) que las respectivas tasas generales de Andalucía, esto es, se
TD- Francisco Contreras Pérez
121
trata de una provincia por entonces algo menos emigratoria, como
se comprueba en sendos coeficientes de variación (0,70 y 0,84.)
Las otras cinco de este grupo presentan tasas bastante más
emigratorias, encontrándose los valores individuales dentro de los
siguientes intervalos: M16-49 = -8,26 (de Córdoba) a -5,58 (de
Jaén), y M50 = -12,07 (de Córdoba, también) a -8,73 (de Sevilla.)
En virtud de ello, sus coeficientes de variación se mueven en
niveles elevados con respecto a la media regional.
En virtud de ambas series del indicador M, parece
demostrado que la provincia de Córdoba se asienta como la de
emigración neta masculina de mayor dimensión en la Andalucía de
finales del siglo XVIII, presentando altos coeficientes de variación
(2,73 y 1,83.) Pero lo destacable de esta provincia del interior y
tradicionalmente considerada como componente de la emigración a
la América colonial española90, es que desde un punto de vista
generacional el aporte se reduce en los últimos años si
90 Desde otros objetivos científicos pero ocasionalmente colindantes, no
podemos dejar de mencionar los resultados obtenidos en los estudios americanistas interesados específicamente en el poblamiento del Nuevo Mundo a partir de la explotación del fondo documental del Archivo de Indias, que estuvieron inspirados inicialmente por pioneros como Boyd-Bowman, Morner. En concreto para Andalucía, el equipo dirigido por Díaz Trechuelo confeccionó una extensa relación de “viajeros” andaluces a América entre los siglos XVII y XVIII, corpus en el que basa su análisis dirigido a conocer esta aportación regional (Díaz-Trechuelo López-Spínola, L., 1990). En estas coordenadas, los perfiles de la población y su movilidad en Andalucía (y España) no eran objetivos prioritarios, contándose eso sí con otros estudios puntuales sobre determinadas colonias de comerciantes foráneos asentadas en Sevilla y Cádiz.
TD- Francisco Contreras Pérez
122
comparamos los valores de M50 con los de M16-49. Este último
aspecto de enfoque intergeneracional también se repite en las
siguientes provincias emigratorias: Málaga, Granada, Sevilla y
Jaén.
Las provincias del Golfo de Cádiz merecen mención aparte.
Huelva y Cádiz presentan tasas positivas, o sólo ligeramente
negativas en el caso de la población onubense a los 50 años. La
provincia gaditana aparece como un espacio de inmigración neta de
destacada dimensión. El elevado coeficiente de variación de M16-49
en Cádiz muestra la diferencia que separa esta provincia de un
panorama provincial de mayoritario signo emigratorio. En ambos
casos la inmigración neta toma cuerpo en el tramo 16-49, esto es,
un aporte de hombres jóvenes y por lo tanto de reciente recepción
en el territorio.
No obstante, la comparación con las tasas provinciales
gallegas significa, como hasta ahora, un instrumento de contraste
que nos permite introducir un mayor grado de matización en la
interpretación. Desde una visión de conjunto, las tasas gallegas
superan generalmente la barrera de los 10 emigrantes por cada
100 habitantes varones en ambos grupos de edad y, en el caso de
Pontevedra, los duplica. El escenario migratorio resulta
generalizado y de gran dimensión, donde esta última provincia ya
TD- Francisco Contreras Pérez
123
adelanta su protagonismo contemporáneo en esta región
migratoria. Ahora bien, aunque llega a duplicar el promedio
regional gallego, el coeficiente de variación no es tan elevado como
el que habitualmente encontramos entre las provincias de
Andalucía, donde se observa un más diverso panorama migratorio.
Por otra parte, la provincia andaluza inicialmente más
emigratoria, Córdoba, se acerca a los niveles de Orense, la de
menor emigración entre las gallegas. Hecho que a su vez confirma
los tan distantes planos de magnitudes migratorias en que se
desenvuelven sendas regiones ya a finales del siglo XVIII.
Resultados de la estimación.
Pretendemos establecer puntos de discusión de los
resultados arriba descritos y analizados con importantes estudios
publicados sobre distintos ámbitos provinciales andaluces, a modo
de botones de muestra, no pretendiéndose abarcar la producción
científica al respecto.
Desde un interés demográfico en sentido amplio, destaca en
primer lugar el estudio que Sanz Sampelayo hiciera para el
conjunto de Andalucía en 1787, en la obra ya citada. Nos interesa
en esta ocasión los apuntes sobre la estructura del poblamiento
TD- Francisco Contreras Pérez
124
andaluz, donde se vuelve a insistir en las “sustanciales diferencias
estructurales” entre la Baja y la Alta Andalucía. Esta última, según
el autor, “plantea una realidad poblacional con un amplio trasfondo
rural en el total provincial”, frente a una articulación urbana de
vieja formación y mantenida en el tiempo que caracteriza la
Andalucía del Guadalquivir. ¿Qué implicaciones tiene esta
distribución con respecto a las corrientes migratorias de finales del
XVIIII? Referencias a los movimientos migratorios se hacen cuando
se intenta explicar el alto índice de masculinidad de Cádiz. Ahora
bien, de la tabla regional de este indicador, que introduce el
autor91, nos llama también la atención el hecho de que Andalucía
Occidental en su conjunto eleva sus valores en el tramo de edad
más móvil (26-40), mientras desciende el valor en la mitad
oriental.
Así pues, todo parece apuntar a que Andalucía Occidental
era un destino favorecido de la movilidad interior española y
andaluza. Dado que, en principio, el contraste del método indica
una supuesta mayor garantía del estudio para esta parte de
Andalucía, propondremos la discusión de sus valores. Los valores
de M confirman claramente el carácter inmigratorio de las
provincias de Cádiz y Huelva. En el primer caso, parece fuera de
91 SANZ SAMPELAYO (1992), p. 383.
TD- Francisco Contreras Pérez
125
toda duda a tenor de los estudios sobre los núcleos urbanos de la
Bahía de Cádiz, en tanto que centro comercial y portuario
relacionado con América.92 En cuanto a Huelva, un siglo antes de la
expansión minera del norte de la provincia, el desarrollo de las
pesquerías en el litoral occidental93, que demandó trabajo
estacional trasfronterizo como paso previo a la fundación de
nuevos núcleos poblacionales94, así como la expansión del viñedo
en la “Tierra Llana oriental”95, parecen haber actuado como
verdaderos factores de atracción de mano de obra del norte de la
provincia y del vecino Algarbe, si bien otros testimonios apuntan a
que la presencia lusa en Andalucía adquiere más significación en
Cádiz durante el siglo XVIII.96
Llama la atención, no obstante, el hecho de que, en
especial, las provincias de Sevilla y Córdoba presenten tasas de
migración neta negativas a finales del siglo XVIII pese a
considerarse destino de mano de obra regional y extrarregional.
Además de tener núcleos capitalinos de especial relieve, parece
92 PÉREZ SERRANO (1989), p. 168-171, y DOÑORO RODRÍGUEZ (2002), p.
131-167. 93 SÁNCHEZ LORA (1987), p. 142. 94 Las guerras con Portugal pudieron interferir puntualmente en esta última
corriente transfronteriza, pero los avatares históricos no impidieron finalmente que perviviera hasta bien entrado el siglo XX. (Romero Rodríguez y Contreras Pérez, 1997: 91-103)
95 NÚÑEZ ROLDÁN (1987), p. 152. 96 LÓPEZ MARTÍNEZ (2001), p. 6.
TD- Francisco Contreras Pérez
126
haber indicios, si bien puntuales, de que los movimientos
migratorios estacionales con destino en la Baja Andalucía rural
venían funcionando de tiempo atrás, y se mantendrían al menos
hasta el primer tercio del siglo XIX, según se ha constatado
parcialmente para algunas localidades.
“Andalucía Occidental aparece como uno de los focos
tradicionales de atracción de migraciones tanto exteriores
como interiores. La provincia de Sevilla tiene especial
significación en estas actividades migratorias durante el siglo
XIX gracias a la diversificación de su agricultura y a los inicios
de la actividad minera [...] Por otra parte, la provincia
sevillana se halla en la encrucijada de dos importantes flujos
migratorios, uno, el que desde el norte, Galicia y Zamora, se
dirige hacia el sur a través de Extremadura y el otro, el que
cruza Andalucía de este a oeste, desde Almería hasta Huelva.
Por todo ello, es muy notable el movimiento de población que
se dirige a esta provincia o que transita por ella“.97
Meijide Pardo había estimado hace años en más de 40.000
los temporeros lucenses y orensanos que, anualmente durante el
97 FLORENCIO PUNTAS Y LÓPEZ MARTÍNEZ (1994), p. 790.
TD- Francisco Contreras Pérez
127
siglo XVIII, buscaban la necesaria subsistencia por Portugal, las
Castillas y Andalucía, entendiendo como tal el Valle del
Guadalquivir.98
En el ámbito urbano, el antiguo puerto del monopolio
americano, Sevilla, era todavía foco de atracción de un
componente poblacional forastero en el primer tercio del siglo
XIX99, como se deduce de su presencia en las actas parroquiales.
La mayoría procedía de migraciones de corta y media distancia,
originadas en las comarcas próximas o compuestas por el “bloque
procedente de Huelva y Cádiz” y el grupo extremeño. Estas
provincias debían constituir una región migratoria natural. De fuera
de este espacio, destacan también los hombres procedentes de
Asturias, Galicia y Segovia-Ávila, por este orden, llegados a la
ciudad hispalense.
Todos ellos son indicios más que suficientes para, como
primera opción, dudar sobre la exactitud de los valores de M de
Sevilla y Córdoba, entendiendo que pudieran estar condicionados
por una mortalidad realmente superior a la admitida en el modelo
teórico. Ahora bien, un siglo más tarde, en 1887, las tasas de
mortalidad de estas provincias no se encontraban precisamente
98 ROMERO DE SOLÍS (1973), p. 218. 99 ÁLVAREZ SANTALÓ (1974), p. 215.
TD- Francisco Contreras Pérez
128
entre las más altas de Andalucía100, donde por el contrario
sobresalían los valores de Almería, Granada y Jaén.
Podemos entender que tanto los gallegos como los
procedentes de otras provincias cercanas a Sevilla o Córdoba
constituían movimientos de salida y retorno, en tanto que
estrategias de complementariedad de las economías familiares. La
integración del espacio urbano en las estrategias de subsistencia de
familias rurales101 debe ampliarse a la integración de espacios
rurales entre sí a corta y media distancia.
Esto último nos lleva a plantearnos una posibilidad de
carácter técnico o documental, que podría igualmente ayudar a
despejar dudas. Para empezar, hay que precisar que las provincias
de Córdoba y Sevilla no se habrían beneficiado en términos
residenciales de este detectado aporte estacional, toda vez que sus
efectivos solían regresar a sus lugares de origen al finalizar la
época de la cosecha del trigo, de la recolección de la aceituna... Por
ello, estos desplazamientos de ida y vuelta no solían dejar huellas
estadísticas visibles, ni en la región de origen ni en la de destino.
Quizá entre los censos históricos deberíamos, no obstante, hacer
una excepción al respecto: el Censo de Godoy, en tanto que
100 SÁNCHEZ AGUILERA (1996), p. 152-171. 101 CAMPS I CURA (1993), p. 31.
TD- Francisco Contreras Pérez
129
consecuencia sobrevenida de las condiciones de realización del
mismo; distorsión que puede resultar paradójicamente útil de cara
a los estudios migratorios.
“Si la recogida de los datos del Censo de Floridablanca
se hizo, como en otras zonas, en los últimos meses de 1786
y en los primeros de 1787, y la del Censo de Godoy a partir
del verano de 1797, es muy posible que en Galicia miles de
emigrantes temporales, que en los meses centrales del año
se desplazaban a las dos Castillas, Andalucía y Portugal,
quedasen sin inscribir en 1797, y sin embargo se hallasen
presentes en sus lugares y fueran inscritos por ello en el
censo anterior”102.
Por otra parte, el trabajo de Sanz Sampelayo sobre la
Málaga del siglo XVIII, a partir también de las actas de matrimonio
parroquiales103, tiene un doble interés al revelar una serie de
movimientos internos entre las provincias andaluzas. Se insiste en
el escalonamiento de los movimientos migratorios, que no sólo
tienen una dirección rural-urbana o interprovincial, sino entre
102 PÉREZ MOREDA (1983), p. 298. 103 SANZ SAMPELAYO (1998), pp. 82-128.
TD- Francisco Contreras Pérez
130
espacios comarcales integrados. A grandes rasgos, el autor parte
por dibujar lo que vendría a ser un espacio migratorio andaluz de
doble direccionalidad.
“Parece como si aquella población actuara
escalonando sus asentamientos a la espera de encontrar o
poder acceder al idóneo y definitivo. Esta es la dirección que
adopta Andalucía, un modelo en el que a la línea de actuación
Norte/Sur se le une la que conecta con sus comarcas
orientales con las occidentales y viceversa”.104
La posición geográficamente intermedia de Málaga la
convertiría en un exponente de estos cruces entre la Baja y la Alta
Andalucía. Aunque naturalmente la ciudad se nutre igualmente de
su entorno inmediato, destacan dos provincias (o mejor dicho,
algunas comarcas de éstas) por su contribución al flujo migratorio,
en sintonía con los respectivos valores obtenidos por el cálculo de
M: Granada (10%) y Córdoba (5%.) Esta última podría ser ejemplo
de provincia a la vez destino estacional y origen de menor
temporalidad de movimientos migratorios de distinto perfil. Otra
104 SANZ SAMPELAYO (1998), p. 98.
TD- Francisco Contreras Pérez
131
constante obtenida por el autor vendría a apuntar una relación
positiva entre distancia y masculinidad del componente migratorio.
Sanz Sampelayo apunta que la inmigración almeriense en
Málaga refleja “las grandes diferencias que podían llegar a darse
entre las distintas comarcas” vecinas105, lo que dicho sea de paso
podría ser extrapolable a otras áreas de la región. En su conjunto,
la provincia de Almería, que será la llamada a encabezar las
migraciones masivas contemporáneas en la región y dentro de un
espacio natural levantino, extraña por presentar valores
migratorios negativos, aunque de escasa dimensión en
comparación con el promedio regional. En este sentido, como se
dijo, es difícil observar en el censo de Floridablanca los efectos del
trasiego estacional que, a finales del XVIII, llevaba a temporeros
almerienses a “marchar a las Andalucías” para la siega en Granada,
Jaén, Córdoba y Sevilla, o las faenas pesqueras de la costa
malagueña, movimientos que alcanzarían su apogeo en la primera
mitad del XIX.106 No obstante, en cuanto a los resultados de la
fuente censal, la relación de masculinidad en el conjunto de la
provincia, próxima en 1787 al equilibrio (1 ‰), resulta incluso
ligeramente superior a esta cifra en la mayoría de las comarcas, lo
105 SANZ SAMPELAYO (1998), p. 103. 106 SÁNCHEZ PICÓN (1992), p. 482.
TD- Francisco Contreras Pérez
132
que indicaría un cierto aporte externo de hombres107. Ciertamente,
confirmar que la provincia de Almería como conjunto es un foco de
inmigración a finales del XVIII (quizás procedente de Murcia o el
Levante) lleva a Donato Gómez a hablar de una situación con cierto
carácter coyuntural (en torno al año de realización del Censo):
“De forma general se deduce que, mientras en el
Censo de Aranda los sexos están igualados, aunque por
debajo de la media nacional, en el de 1787 se percibe cierta
inmigración o un sex ratio superior para los varones, lo que
en resumen muestra comportamientos migratorios arraigados
aunque probablemente temporales y pendientes de la
coyuntura económica”.108
Fuera o no una inmigración circunscrita a un momento, todo
indica que la tendencia de los valores del índice de masculinidad
parece invertirse conforme nos adentramos en el XIX. En todo
107 En un estudio por edades, el autor atribuye a la “lógica de la mortalidad”,
el hecho de que la relación se descompense a favor de las mujeres a partir de los 21-30 años. El que sea esta edad no parece encajar en un supuesto de inmigración, pero en todo caso, como el propio autor reconoce, las dudas legítimas sobre el Censo de Aranda (utilizado para este estudio de edades) suponen arriesgar conclusiones definitivas. De hecho, resulta extraño que la relación se vuelva de nuevo favorable a los hombres en las edades más avanzadas, que contraviene una pauta natural occidental ligada a la mayor esperanza de vida de las mujeres.
108 GÓMEZ DÍAZ (1995), p. 42.
TD- Francisco Contreras Pérez
133
caso, la integración de los movimientos migratorios en el marco
explicativo del desarrollo almeriense parece quedar fuera de toda
duda para finales de dicho siglo por los efectos de la emigración
exterior, que vendría, a modo de válvula malthusiana de purga, a
corroborar la hipótesis de mundo lleno mantenida por el autor.109
En todo caso, los datos almerienses nos llevan de nuevo, pero
ahora sistemáticamente, a cotejar los resultados del método de
migración neta con otro más comúnmente admitido: el índice de
masculinidad.
109 GÓMEZ DÍAZ (1992), p. 150.
TD- Francisco Contreras Pérez
134
Índices de masculinidad provinciales. 1787
AL CA CO GR H J MA SE
RMg 100,50 104,19 93,30 96,55 102,14 97,05 96,56 96,44
vg 1,02 1,06 0,95 0,98 1,04 0,99 0,98 0,98
RM16-39 97,68 108,92 91,45 92,71 102,34 94,38 92,18 93,63
v16-39 1,01 1,13 0,95 0,96 1,06 0,98 0,95 0,97
RM40-49 97,15 104,28 91,38 97,33 100,61 93,16 93,61 94,54
v40-49 1,01 1,08 0,95 1,01 1,04 0,97 0,97 0,98
RM50 94,77 100,27 87,77 93,58 97,31 90,44 90,92 92,88
v50 1,01 1,07 0,94 1,00 1,04 0,97 0,97 0,99
RMg: Ratio de Masculinidad General de la Población. RMX: Ratio de Masculinidad a la edad x (se ha calculado RM50 según la adaptación técnica de los grupos de edad del Censo de Floridablanca propuesta por Rowland para los indicadores nupciales.) vx: Coeficiente de Variación sobre la media aritmética de la región:
Andalucía: RMg = 98,34;RM16-39 = 96,66; RM40-49 = 96,51; RM50 = 93,49 (Galicia: RMg = 91,95; RM16-39 = 87,03; RM40-49 = 86,62; M50 = 86,41)
Fuente: Censo de Floridablanca. 1787. Elaboración propia.
En una primera lectura de la tabla, salta a la vista que se
puede efectuar un primer agrupamiento de tres provincias
andaluzas (en orden decreciente: Cádiz, Huelva y Almería) que
cuentan con más hombres que mujeres, situación anómala
respecto a lo esperado dada la más alta mortalidad de los varones
en casi todos los tramos de edad, tal como hemos comentado. Se
confirma un grupo provincial de signo migratorio positivo en el
mapa migratorio andaluz, como también sus respectivos
coeficientes nos ratifican en subrayarlo. Es decir, es muy probable
que estemos hablando de las más claras zonas importadoras netas
de hombres. A su vez, esta distintiva posición parece reproducirse
TD- Francisco Contreras Pérez
135
de manera sistemática en los sucesivos parámetros específicos por
edad, aunque ciertamente destacan para Cádiz y Huelva, más que
para Almería, los elevados valores del tramo 16-39 años,
significando la coincidencia con el segmento más móvil; por ello,
parece asentarse con más firmeza la lectura que detrás de esta
singular asimetría de género actúa como factor explicativo la
inmigración, en este caso, y como cabía esperar, de hombres en
plena edad activa.
Por otro lado, encontramos otro grupo esta vez de cuatro
provincias (Jaén, Málaga, Granada y Sevilla, por este orden) y
ciertamente más homogéneo, pues los valores de sus respectivos
índices de masculinidad se encuentran en un más estrecho
intervalo (97,05-96,44.) Su significación es tan escasa que no
permite lecturas distintas a la de situaciones próximas al equilibrio
migratorio entre emigración e inmigración.
En cualquier caso, los coeficientes de variación con respecto
a la media regional definen a este grupo provincial por bajos
índices de masculinidad, que, desde una forzada lectura, denotaría
una pulsión inmigratoria de menor impacto que la existente en las
provincias del grupo anterior. En una distribución por grupos de
edad de esta dinámica, la mayor irregularidad es la detectada en el
caso de Granada, que, aún sumándose a la tendencia natural que
TD- Francisco Contreras Pérez
136
explica la reducción de los valores de la ratio conforme se sube en
la pirámide poblacional, presentan, sin embargo, coeficientes de
variación crecientes, lo cual desvela una tendencia relativamente
diferente con respecto a la media andaluza y más acusada que en
la otras tres provincias de este segundo grupo provincial.
Compartiendo con estas últimas cuatro provincias el
meridiano central de Andalucía y su mayoritario carácter interior,
Córdoba cabría desde luego en este grupo si bien merece una
mención aparte por poseer el más desfavorable coeficiente de
variación general de las ocho (0,95.); ello se explica por presentar
la inferior simetría de género respecto de la ratio regional (93,30.)
Este valor sitúa a la provincia del Guadalquivir incluso en niveles
por debajo a los de la Galicia interior, siendo sólo aminorado por
los de Pontevedra y La Coruña en tanto que provincias costeras y
con notable protagonismo en la historia contemporánea de la
emigración exterior peninsular. Córdoba parece postularse como la
provincia que más población pierde de toda Andalucía.
En todo caso, la ratio de masculinidad nos ofrece más
seguridad para localizar las zonas que se configuran como
receptoras de inmigrantes que aquellas otras que pudieran ser
expulsoras, en tanto que los valores adjudicados a estas últimas,
esto es, los que son muy inferiores al promedio regional, no
TD- Francisco Contreras Pérez
137
permiten discernir con acuidad el efecto selectivo que comparten la
mortalidad y la emigración sobre la estructura por sexos.
A modo de recapitulación y tras este contraste que no ha
pretendido ser exhaustivo, no podemos ocultar que persisten
disensiones con algunos de los presupuestos vigentes en la
historiografía regional y provincial andaluzas. Ahora bien, las
hipótesis derivadas del cálculo de la migración neta se confirman a
la luz de un indicador que, sin depurar eventuales efectos de la
mortalidad en la interpretación de los valores resultantes, conviene
en ser más comúnmente aceptado a estos efectos: los índices de
masculinidad.
El método parece ofrecer más garantías para definir las
zonas de inmigración que las de emigración, en tanto que los
valores encajan con lo hasta ahora conocido o esperable. En virtud
de ello, a finales del XVIII, las provincias de Huelva y Cádiz eran
las únicas que presentan valores positivos de manera clara;
Almería podría encontrarse próxima al equilibrio. Respecto a Sevilla
y Córdoba, como también Granada y Jaén, los resultados no nos
merecen igual nivel de certidumbre más allá de situaciones
próximas al equilibrio migratorio. Los valores negativos de Málaga,
en todo caso, parecen revestirse de mayores incertidumbres,
debido a la sobrestimación de la mortalidad real implícita en el
TD- Francisco Contreras Pérez
138
modelo teórico empleado. En cualquier caso, es posible que ello
derive también de un marcado comportamiento migratorio
intraprovincial, como advirtiera Sanz Sampelayo, que impone
descender en esta escala de estudio para evaluar, en este caso, si
el método de cálculo de M solventa aparentes contradicciones, no
satisfactoriamente resueltas en un análisis provincial.
En última instancia, estimamos que, a falta de información
directa o estudios locales comparables, el método de cálculo de M
parece ofrece razonables garantías para la localización de grandes
zonas de inmigración, subsistiendo menos certidumbres para el
caso de las de emigración.
Este método a su vez corrobora su grado de bondad
igualmente cuando nos permite conocer algunas características no
sólo geográficas de la movilidad para aquella época. Ésta parece
constituir una experiencia bastante circunscrita en el ciclo vital del
migrante en la Andalucía de finales del XVIII. El descenso del valor
de M a partir de los 25 años induce a pensar que la decisión de
migrar podría estar ciertamente ligada a las estrategias
matrimoniales de sus protagonistas. Dicho esto, no se puede
precisar en este caso si es un recurso para la formación de un
nuevo núcleo familiar, o como adaptación en los inmediatos años
tras el matrimonio. Por otra parte, allí donde se emigra, esto
TD- Francisco Contreras Pérez
139
constituye un recurso menos socializado entre los andaluces que
entre los gallegos, es decir, resultaría más privativa de
determinados segmentos demográficos, geográficos y quizás
profesionales. A su vez, si a la vez algunos focos urbanos o
portuarios de Andalucía actuaban como destino para hombres del
Norte de España atraídos por la actividad mercantil ultramarina,
éstos llegarían fundamentalmente en el grupo de 25-39 años, en
función de la reducción del valor M en este tramo.
Finalmente, como impresión del que escribe, las
incertidumbres subyacentes a este método de estudio de la
Migración Neta, con exceso de “modelización” y bajo supuestos no
siempre contrastados empíricamente, impiden ser taxativo en estas
conclusiones. Desde de estas operaciones de tratamiento de la
información censal de 1787, lo dicho puede servir, no obstante, de
primera aproximación o punto de partida para investigaciones
posteriores que confirmen o rebatan las mismas.
Los saldos migratorios comarcales en Andalucía a
mediados del XIX.
Mediante el uso del "método de saldos", el profesor A. G.
Barbancho hizo observar que, atendiendo a Las migraciones
TD- Francisco Contreras Pérez
140
interiores110, Andalucía Occidental presentaba un balance favorable
mientras la Oriental uno claramente emigratorio en 1901-1930.
Ahora bien, el método de saldos obviamente no permite discriminar
entre tipos de migraciones, por lo que las exteriores permanecían sin
ponderación definida111.
Pero el aporte más interesante del trabajo de A. G. Barbancho
lo constituye, sin duda, el apoyarse en los partidos judiciales como
campo de estudio. Esta información permite alcanzar el detalle
suficiente para localizar las áreas de emigración y las áreas de
inmigración. Esto es así en tanto que esas divisiones administrativas
son las que más se acercan a las "comarcas reales", donde se
efectuaron los procesos migratorios. En suma, permite contar con un
instrumento de trabajo más riguroso que las simples referencias y
apreciaciones asistemáticas obtenidas de los textos contemporáneos
a la emigraciones.
En lo que respecta a Andalucía112, se ha de observar el papel
de ciertas comarcas con puntuales atractivos económicos y, en
110 GARCÍA BARBANCHO, A.: Las migraciones interiores españolas. Un estudio cuantitativo desde 1900, Madrid, Instituto de Desarrollo Económico, 1967. 111 A. García Barbancho desconfiaba de la utilidad genérica de la estadística española sobre migración exterior, en especial para las décadas de 1950 y 1960 en adelante, porque "fundamentalmente sólo se ha venido recogiendo la emigración a ultramar". Ibídem, pág. 36. 112 Para un estudio de las diferentes propuestas de comarcalización de Andalucía, véase PEZZI, M.: La comarcalización de Andalucía, Granada, Universidad de Granada, 1982. En el año 1834, uno después de la organización definitiva de España en provincias, se llevó a cabo una división del país en partidos judiciales, que sería objeto de algunas variaciones posteriores. En el ámbito andaluz, el primer investigador en utilizar como base de sus estudios los partidos judiciales fue G. Hermet (Problemas del Sur de España, 1965), según aquel autor.
TD- Francisco Contreras Pérez
141
especial, las capitales provinciales como focos de atracción de las
migraciones provinciales, e incluso intrarregionales como Sevilla113.
Esta ciudad es, sin duda, el más significativo ejemplo al respecto, en
la medida que actuó como una alternativa migratoria para la
emigración potencial de las provincias vecinas y del interior. De
hecho, el radio de atracción migratoria de Sevilla abarcaba a las
otras provincias de Andalucía Occidental y Badajoz, sin olvidar por
otra parte los desplazamientos hacia la llanura bética efectuados,
superando numerosos obstáculos hasta la extensión del ferrocarril,
por temporeros procedentes de zonas más alejadas como las
provincias de Granada, Málaga, Almería e, incluso, de Soria y
Orense114. En fin, se ha constatado que la inmigración fue un ele-
mento fundamental en la formación del mercado de trabajo en
Sevilla y su provincia, dentro del proceso de configuración del papel
económico de esta capital en el marco del capitalismo español de
principios de siglo.
113 ARENAS POSADAS, C.: Sevilla y el Estado (1892-1923). Una perspectiva local de la formación del capitalismo en España, Sevilla, Universidad de Sevilla, 1995. Véase también FERNÁNDEZ-CARRIÓN, R.: "La población de Sevilla y su mercado de trabajo en el siglo XX", en ARENAS POSADAS, C.(ed.): Industria y clases trabajadoras en la Sevilla del siglo XX, Sevilla, Universidad de Sevilla, 1995, págs. 55-83. GÓNZALEZ-DORADO, A.: Sevilla. Centralidad regional y consolidación de su espacio urbano, Madrid, Moneda y Crédito, 1975. 114 FLORENCIO PUNTAS, A. y LÓPEZ MARTÍNEZ, A. L.: “Migraciones estacionales y mercado de trabajo agrario en la Baja Andalucía en la primera mitad del siglo XIX”, en EIRAS ROEL, A. y REY CASTELAO, O. (eds.): I Conferencia Europea de la Comisión Internacional de Demografía Histórica, vol. II: Migraciones internas y medium-distance en la Península Ibérica, 1500-1900, Santiago de Compostela, Xunta de Galicia, 1994, pág. 802
TD- Francisco Contreras Pérez
142
Así pues, Sevilla, y no sólo hasta 1930, absorbió una parte
probablemente considerable de las migraciones de Andalucía
Occidental y el sur de Extremadura, ofreciendo una alternativa
efectiva a la emigración exterior. Y en ello tendría mucho que ver las
facilidades de comunicación que ofrecía la llanura aluvial vertebrada
por la ciudad hispalense, frente a las tradicionales dificultades del
transporte por tierra de las provincias orientales. En última instancia,
la superación de estas dificultades orográficas dificultarían la plena
integración de un mercado de trabajo de ámbito regional (la primera
vía terrestre andaluza de comunicación transversal no se construiría
hasta 1992)115, resultando de hecho más asequible a un trabajador
almeriense embarcarse hacia Argelia o a uno granadino hacia
Argentina que hacer el trayecto hacia Sevilla (la navegación de
cabotaje se dio entre algunas localidades costeras de Huelva y
Almería). Por ello, uno de los condicionantes ineludibles al explicar la
vocación migratoria exterior de Almería radicaría en la mayor
facilidad de acceder a los puertos cercanos, en tanto que vías de
comunicación y centros de operaciones de los agentes reclutadores
extranjeros.
115 En tanto no se extendió la red de ferrocarriles y se creó la red de firmes especiales cuando la Dictadura de Primo de Rivera, las deficientes comunicaciones e incluso aislamiento de muchas comarcas andaluzas fue un elemento que, a los ojos de los contemporáneos, explicaba el recurso a la emigración exterior. Véase el dictamen de la Memoria de la Comisión especial para estudiar los medios de contener en los posible la emigración por medio del desarrollo del trabajo, Madrid, 1882, pág. 34.
TD- Francisco Contreras Pérez
144
Siguiendo el método de saldo migratorio que Barbancho propusiera
para el siglo XX, hemos elaborado el mapa de las tasas anuales de
migración (neta se entiende) a nivel de los partidos judiciales
andaluces del período bajo estudio, entendidos como comarcas
naturales y en tanto escala de estudio idónea propuesta por dicho
autor.
Los saldos migratorios comarcales para el periodo 1860-
1887 reflejan un trasfondo migratorio complejo. Con focos de
emisión en la Andalucía interior y oriental, y focos de atracción en
la Andalucía urbana, costera y minera correspondiente al cinturón
de Sierra Morena y del Norte de Almería. La emigración exterior del
periodo demostrará que una misma comarca puede ser a la vez
destino del éxodo rural interior, y origen del éxodo exterior. Los
entornos urbanos de la Bahía de Cádiz y Málaga pudieron actuar en
este sentido como pasos intermedios en una emigración por
etapas, como se ha detectado en otras urbano-portuarias europeas
y españolas.
-over
TD- Francisco Contreras Pérez
145
CAPÍTULO 3
LA EMIGRACIÓN EXTERIOR ANDALUZA EN EL
PERIODO ISABELINO
Finalizando 1811, la guerra y los disturbios civiles se
extendían a ambas orillas del viejo imperio de los Borbones
españoles. Cuando las armas hablaban, un peninsular asentado en
el Río de la Plata escribía por entonces una carta de llamada a sus
hermanas de España, en nombre de los otros hermanos varones ya
emigrados y con instrucciones para su embarque. Cifraba sus
expectativas en que los “sobresaltos” vividos en las colonias, donde
se sucedían las primeras declaraciones de independencia por parte
de sus élites criollas, serían pasajeros o, en todo caso, valoraban
que estos eventos suponían un menor quebranto que el que debían
estar sufriendo sus hermanas en el Cádiz asediado por los ejércitos
TD- Francisco Contreras Pérez
146
de Napoleón, en función de las noticias recibidas en cartas
anteriores:
“Mis queridas ermanas: celebraré que al recibdo
de esta que gocen de perfecta salud como yo para mi
deseo, la mia queda bueno en compañía de mis
ermanos. Noticioso yo y mis ermanos de las miserias
que se estan pasando en estos tiempos por causa de
esta guerra, pues hemos determinado ya llamaros a
esta, aunque en esta también nos hallamos algo
sobresaltados pero con todo esperamos que por aquí
pronto se compondrá la cosa mediante la misericordia
de Dios […] “116
En la década siguiente el grueso continental del imperio
español habría de certificar su defunción, para dar paso a un
escenario compuesto por repúblicas independientes y rivalidades
políticas de distinta escala, como las vividas por la nueva
Confederación Argentina en las siguientes décadas.
116 Carta de Joseph Agustín de Aristegui a sus hermanas, fechada en
Montevideo el 20 de septiembre de 1811. Compilación de correspondencia privada en MÁRQUEZ MACÍAS, R.: Historias de América: La emigración española en tinta y papel, [Huelva] : Ertoil Lubricantes, D.L. 1994, p. 118.
TD- Francisco Contreras Pérez
147
Acalladas las armas, o más bien puestas en sordina interna,
y confirmándose hacia 1830, por elegir una fecha redonda, lo
irreversible de esta pérdida, la España isabelina pasa de ser
metrópoli a una potencia menor, involucrada a regañadientes en el
decisivo reto interno de construcción del proyecto liberal de estado.
Este paso de imperio a naciones no estuvo exento de
guerras civiles entre facciones intestinas a ambos lados del
Atlántico, a lo que hay que añadir el rosario de conflictos
fronterizos que vivirían en América las nuevas repúblicas durantes
las décadas siguientes. Este cambio de escenario, no pudo menos
que reflejarse en todos los órdenes de la vida militar, política,
económica, comercial y financiera de España y Andalucía.117
¿En qué medida afectó la escisión del viejo imperio al
ámbito de la sociedad española y andaluza, de los emigrados o con
perspectiva de saltar al otro lado del “charco”?
Desde luego, muy sensible desde finales del XVIII a los
conflictos bélicos, las comunicaciones marítimas vienen
interrumpiéndose con asiduidad, cuando franceses e ingleses
117 Junto a los aspectos políticos, también se ha hecho una síntesis del
impacto de esta situación en las clases mercantiles andaluzas ligadas al comercio americano por: SÁNCHEZ MANTERO, R.: “Consecuencia políticas de la Emancipación en Andalucía”, en Andalucía y América en el siglo XIX: Actas de las V Jornadas de Andalucía y América, Huelva, Universidad de Santa María de la Rábida, 1985, pp. 19-27.
TD- Francisco Contreras Pérez
148
competía por el dominio del Atlántico. La época de los convoyes
regulares quedaba muy atrás en dicho siglo.
La ocupación de la península y la guerra de la independencia
agravaron las comunicaciones. De hecho, hacia la década de 1810
se había complicado este trasiego trasatlántico, afectando al día de
los puertos y las poblaciones a ambos lados del océano; esos
retrasos y dificultades estaban contribuyendo a postergar el viaje
de las “hermanas” del autor de la carta anterior, queja que se
dejaba sentir en otras misivas particulares y comerciales de la
época.
De todos es sabido que este dislocamiento en las viejas
rutas marítimas no sólo impedía las flujos migratorios, sino incluso
incidió en las revoluciones políticas de múltiples maneras
(acostumbró a los criollos a no depender de la protección del Rey
ante los asedios de la armada inglesa en el Cono sur, e incluso
complicó la llegada de diputados americanos a las Cortes
convocadas en Cádiz en 1810, generando una casuística que
reforzó el factor de los imponderables históricos en la deriva de
esta trascendental institución).118
118 Los diputados que por las dificultades de transporte trasatlántico llegaron a
tiempo a las sesiones constituyentes de 1810-1812 eran “suplidos” por otros ciudadanos de Cádiz, entre los que se hallaban “algunos de los nombres más representativos del liberalismo”, en palabras de Artola. ARTOLA, M.: Los
[Cont.]
TD- Francisco Contreras Pérez
149
A la luz de lo que vamos conociendo en otros espacios
migratorios regionales, parece cobrar fuerza la hipótesis de que la
ruptura institucional que conllevó obviamente la proclamación de
las nuevas repúblicas americanas respecto a España no tuvo
necesariamente que implicar un desmantelamiento igualmente
tajante en el entramado de pequeños intereses particulares
heredados y que comprometían a los “españoles en ambos
hemisferios”.119
¿Ruptura o continuidad respecto a la emigración del
XVIII?
Los trabajos de Moya, Yáñez Gallardo y De Cristóforis
coinciden en un aspecto interesante a este respecto:
“Las guerras de independencia y civiles que se
desataron como consecuencia de la crisis del orden
colonial no produjeron la total interrupción de los flujos
de gallegos y asturianos hacia el Río de la Plata […]
orígenes de la España contemporánea, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2000, I, p. 405.
119 Así se expresaba en aquella coyuntura la Constitución de Cádiz en su art. 1, donde adquiría carta de naturaleza la fuente del nuevo poder político contemporáneo: la Nación.
TD- Francisco Contreras Pérez
150
[…] Se siguieron desplazando a Buenos Aires,
aunque a un ritmo más modesto que en los últimos
años de la etapa colonial”.120
M. Carmagnani defendió la existencia de un modelo
mediterráneo de emigración contemporánea a la nueva América de
estados independientes mediante un estudio comparativo de tres
corrientes nacionales: italianos, portugueses y españoles. Un
proceso de inflexión migratoria dentro del marco hispánico que
terminaría adquiriendo un patrón propio de las migraciones
masivas a finales del XIX.121 Siguiendo al investigador italiano,
dicho nuevo ciclo empezaría a dejarse sentir a partir de 1860,
aunque todo parece indicar que elementos indiciarios del periodo
anterior se resuelven pruebas ya significativas de estas nuevas
pautas generalizadas a partir de 1880, al menos en nuestra región.
122
Con este nuevo modelo de emigrar, la Europa del Sur se
sumaba a corrientes migratorias trasatlánticas ya en marcha en la
120 DE CRISTÓFORIS, N. A. (2010), pp. 52 y 53. 121 Ello supondrá un salto cuantitativo sin precedentes pero también significa
la participación más intensa de la población española y andaluza en particular a los procesos de integración de los mercados laborales trasatlánticos, a la vez que en esas nuevas poblaciones de españoles al otro lado del Atlántico permitía para algunos la oportunidad de abrir nuevos mercados étnicos y para otros de soñar con un renovado panhispanismo a principios del XX.
122 CARMAGNANI, M. Emigración mediterránea y América. Formas y transformaciones, 1860-1930, Oviedo, Archivo de Indianos, 1994.
TD- Francisco Contreras Pérez
151
Europa noroccidental en el segundo tercio del XIX. En el caso
español, durante este período de 1830 a 1870 podemos observar el
impacto proveniente de la desaparición del orden colonial y la
posterior normalización de los flujos, a la vez que van
introduciéndose nuevas pautas migratorias regionales.
Lo que hace pensar que desde la década de 1830 se tuvo
que dar una coexistencia entre la persistencia de viejos lazos
migratorios heredadas de finales del XVIII y los nuevos elementos
que apuntaban características de la etapa posterior. En este
espacio de tiempo se liquidaron viejas formas –la institucional y
eclesiástica- pero pervivieron en algunos destinos –Cuba- a la vez
que van reforzándose las de origen comercial e irán surgiendo
otras nuevas relativas a los perfiles regionales y sociales de las
migraciones a gran escala.
Tuvo que producirse la readaptación de las pautas
migratorias previas al nuevo escenario de relaciones
internacionales y económicas en función de cómo cada país y, en
nuestro caso, cada región dentro de éstos afrontó las
transformaciones ligadas al asentamiento de la sociedad liberal, el
emergente capitalismo industrial y la desaparición de la vieja
estanqueidad de los mercados agrarios. Conforme avanza la
segunda mitad del XIX, a ello se iría añadiendo la sustitución de la
TD- Francisco Contreras Pérez
152
navegación a vela por la navegación con automoción, cascos de
hierro y dotada de hélice, que vinieron a incidir en una mayor la
integración de las economías atlánticas. Son los factores
destacados de aquellos grandes cambios que entonces
denominaron los periódicos andaluces denominaban una
“economía-mundo”, base de la globalización actual. El aspecto a
veces más olvidado correspondió a la integración de los mercados
laborales entre la región y las economías atlánticas del Cono Sur:
Argentina y Brasil concretamente.
El siglo XVIII también en lo relativo a los ritmos migratorios
había mostrado perfiles expansivos, aunque siempre dentro de
números muy modestos en comparación con lo que ocurrirá en
época contemporánea.
Martínez Shaw en su repaso las cifras conocidas sobre el
trasvase emigratorio a América de 1492 a 1824 calcula un
montante acumulado de medio millón de individuos, incluyendo
todos orígenes y a lo largo esos casi tres siglos (por hacernos una
idea de las distancias en los volúmenes: se calcula que sólo entre
los andaluces se alcanzaría esta cifra en los cincuenta años de
1880-1930)
Dicho autor define el último periodo de existencia de las
Indias españolas (1700-1824) como el del “restablecimiento del
TD- Francisco Contreras Pérez
153
flujo emigratorio”, tras la crisis de la segunda mitad del XVII. Y ello
a pesar de que las guerras de alianzas entre Inglaterra y Francia,
con España como partner, por el control del centro del sistema
atlántico no dejaran de introducir un elemento de incertidumbre en
esta tendencia en a finales del siglo XVIII. Sería como el canto de
cisne de toda una tradición migratoria, que llevaría bruscamente a
una “sima” en las cifras. Las siguientes del citado historiador bien
podrían resumir esa tesis tradicional de corte rupturista en los
flujos migratorios que supuso la emancipación de las colonias, más
arriba comentada y que, hasta al menos las celebraciones de 1992,
ha estado vigente en la historiografía americanista y modernista
española, en virtud de la representatividad de tan significada
autoría.
“En el último tercio, la curva, sin alcanzar nunca
los valores del siglo XVI, se muestra en un nivel que
hace olvidar la crisis de las décadas centrales del
seiscientos y además animada de un movimiento
ascendente que se quiebra a penas rebasado el umbral
del siglo XIX, cuando la crisis bélica y el
desencadenamiento del proceso de emancipación
frenan su tendencia al alza antes de hundirse en la
TD- Francisco Contreras Pérez
154
sima abierta por la independencia de las antiguas
colonias”.123
El del “Río de la Plata” fue el último de los virreinatos
creados en las Indias españolas, precisamente en aquel periodo de
reactivación migratoria que fue la segunda mitad del siglo XVIII. En
lo que quedaba de vida a la Corona española en América, no
parece que llegara a poder competir con los consolidados
virreinatos de Nueva España, Nuevo Reino de Granada o de Perú.
No obstante, parece cierto también que estaba en cierta
tendencia expansiva su atractivo para los habitantes de la
metrópolis, incluido los emigrantes andaluces, por aquellos
decenios finiseculares. A lo largo de esa centuria, se han
identificado 167 andaluces entre los que pidieron autorización para
viajar al Río de la Plata, un 7,29 % del total regional de 2.200
embarques. En todo el siglo XVII, sólo se habían solicitado con este
destino 32 licencias de las casi 5.000 expedidas a vecinos de
Andalucía.
Cabe decir que mientras los Países del Río de la Plata
recibían un creciente número de andaluces, este hecho se produce
en un contexto recesivo de esta corriente regional a América que
123 Pertenece a las conclusiones del libro: MARTÍNEZ SHAW, C.: La emigración
española a América (1492-1824), Colombres, Archivo de Indianos, 1994, pp. 249 y 250.
TD- Francisco Contreras Pérez
155
ya venía detectándose durante el siglo XVIII con respecto a la
emergencia de más pasajeros de otros orígenes. En cualquier caso,
nos llama la atención lo realmente modesto de estas cifras,
tratándose de centurias completas, y si tenemos en cuenta los muy
superiores valores que la emigración va a registrar en algunos años
del XIX124.
Así pues, la situación en las décadas finales del Imperio
español en América está marcada por la recesión en términos
absolutos de la corriente emigratoria andaluza, si bien en lo
concerniente al Río de la Plata la tendencia es justamente la
opuesta.
Los Países del Río de la Plata incluían Montevideo, Paraguay,
Mendoza y Buenos Aires, pero de hecho la futura capital de
Argentina fue la que acaparó la mayoría de los permisos
concedidos durante el XVIII (147 de las 167 mencionadas). En la
centuria anterior ni siquiera se aparece en la relación de destinos
entre los andaluces
En el último tercio del XVIII se abre la etapa conocida como
del “comercio libre”, pero este trasiego de hombres y mercancías a
124 DÍAZ-TRECHUELO LÓPEZ –SPINOLA, L. (dir.): La emigración andaluza a
América. Siglos XVII y XVIII, Sevilla, Junta de Andalucía, 1990, pp. 73-82. Aporta una valiosa base de datos nominales publicada como grueso anexo a un estudio introductorio, donde se recogen los permisos concedidos a naturales de Andalucía hasta 1790.
TD- Francisco Contreras Pérez
156
través del Atlántico se verá con frecuencia dislocado por el
encadenamiento de distintas fases del conflicto entre viejas y
nuevas potencias del momento: España, Gran Bretaña y Francia,
precisamente por el control de espacio comercial que constituía la
economía atlántica. Tras las decisivas pérdidas inflingidas a la
marina franco-española en Trafalgar, último nexo de unión efectiva
entre la metrópoli y sus territorios ultramarinos, vendrá la
ocupación militar por las tropas napoleónicas y la guerra en la
Península en 1808-14. Seguirán dos décadas de inestabilidad
marcadas por la bancarrota crónica y el desafío liberal al modelo de
Estado. El poder heredado por Fernando VII se resolverá incapaz
de hacer frente con éxito a la cadena de proclamaciones de
independencia de las élites criollas liberales, que estaban
experimentando en aquellos convulsos años cómo vivir de facto sin
la tutela y las servidumbres de una decadente metrópolis.
Las investigaciones de R. Márquez Macías, a partir de las
mencionadas licencias de embarque conservadas en el Archivo
General de Indias, han permitido ampliar el conocimiento de los
rasgos sobresalientes del flujo migratorio español al primer cuarto
TD- Francisco Contreras Pérez
157
del siglo XIX125. La base de datos del estudio la constituyen 17.231
autorizaciones expedidas por la Casa de Contratación entre 1765 y
1824, de las cuales en 6.693 casos se hace constar la naturaleza
del titular. Entre estos últimos, la autora contabiliza 1.370
andaluces.
Ahora bien, cabe también decir que en las primeras décadas
del XIX se acentúa el declive absoluto y relativo de esta corriente
regional, justo cuando dibujan una tendencia inversa catalanes,
asturianos y vasco-navarros. La citada investigadora cuestiona que
el contexto bélico del país y el Atlántico sirva para explicar por
completo la drástica reducción de andaluces, en la medida que
otras corrientes regionales no parecen acusarlo de igual manera.
Termina por apuntar a eventuales circunstancias particulares de
Andalucía.
“Este fenómeno es contrario al catalán,
asturiano o vasco, en los que la emigración no sólo se
mantiene, sino que a veces aumenta al final del
período.
125 MÁRQUEZ MACÍAS, R.: La emigración española a América (1765-1824),
Oviedo, Universidad, 1995. Publicación que nace de la tesis doctoral de la autora.
TD- Francisco Contreras Pérez
158
Este descenso de andaluces, puede responder a
problemas internos dentro de la región, ya que las
coyunturas bélicas a uno y otro lado del Atlántico no
afectan [de igual manera y en este sentido] a las
regiones antes citadas”.126
En cualquier caso, los 1370 emigrantes andaluces de 1765-
1824 implican una media de 23 emigrantes/año en dicho periodo,
frente a los 90 emigrantes/año para el global del XVIII (2200
andaluces en 1700-1790 según la citada investigación dirigida por
Díaz-Trechuelo). El contingente andaluz queda reducido a un
cuarto de su dimensión secular a finales del XVIII, del mismo
modo, si centramos el cálculo al tramo más próximo a nuestras
fuentes (1800-1824), los 452 visados a andaluces en esas fechas
reducen el promedio incluso a 18 por año. Lo paradójico es que,
como acabamos de apuntar, por entonces otros peninsulares como
los catalanes incrementaban su entonces insignificante emigración
anual hasta alcanzar las 61 licencias/año.
Confirmada esta retracción relativa de los andaluces en la
corriente americana, también se constata que Andalucía continúa
aportando el mayor contingente poblacional regional a este flujo
126 MÁRQUEZ MACÍAS, R.: "La emigración española a América en la época del
comercio libre (1765-1824): el caso andaluz", Revista Complutense de Historia de América, n. 19, 1993, p. 240
TD- Francisco Contreras Pérez
159
migratorio atlántico (8,0 %), claramente por encima en valores
absolutos de otras regiones y también del epígrafe de
“extranjeros”, que suma 1157 individuos.
Junto con la residencia en dos de sus ciudades de los
centros de embarque y monopolio del comercio con América, la
propia dimensión demográfica de la región en el conjunto de la
población española ayuda a explicar parte de este protagonismo
migratorio. Pero si esto último pudiera contener alguna parte de
Licencias de embarque por áreas de destino. 1765-1824
Destinos
Las Antillas
México y Centroamérica
Países Andinos Centro-
Sur
Países Andinos
Norte
Países del
Plata TOTAL
Emigrantes andaluces por destinos
Número 124 361 128 225 129 973 Emigrantes/año 2,1 6,0 2,1 3,8 2,2 16,2
Importancia de los destinos en cada corriente regional (%)
Andalucía 12,7 37,1 13,2 23,1 13,3 100,0 España.* 26,2 33,9 11,7 16,0 12,1 100,0
Frecuencia de andaluces entre los emigrantes por destinos (%)
Andaluces 6,4 8,7 8,7 11,8 9,1 -- * Global de las licencias, incluyendo las de extranjeros, tramitadas por la Casa de la Contratación. Fuente: MÁRQUEZ MACÍAS, R. (1995), p.163, y MÁRQUEZ MACÍAS (1991), p. 246.Elaboración propia.
TD- Francisco Contreras Pérez
160
explicación, observamos que dicha participación quedaba muy por
detrás del peso demográfico global, pues en los reinos andaluces
residía el 18,0 % de la población española a finales del XVIII127. En
suma, qué duda cabe que el interés por la emigración entre los
andaluces no crecía en paralelo a su población a finales del
XVIII.128
En este punto se nos plantea la cuestión de observar qué
ocurre específicamente con los que se dirigían a Argentina, dentro
de los denominados Países del Río Plata129, entre los que la
posterior república Argentina uno de los destinos protagonistas de
las migraciones masivas desde finales del XIX. Entre los
embarcados según las licencias de principios de este siglo, la
mayoría de los naturales de Andalucía se dirigió a México y
127 En Andalucía fueron censado por entonces 1,8 millones de los 10,3
millones habitantes del país. Censo de Floridablanca 1787, vol. 1: Comunidades regionales, Madrid, INE, 1987.
128 A finales del XVIII la población andaluza estaba creciendo en el conjunto español, habiendo pasado de representar un 17,4 en 1752, según el Catrasto de Ensenada, al 18,0 % de 1787. Para los datos del Catastro de Ensenada, véase SANZ SAMPELAYO, J. F.: "Andalucía en el Censo de Floridablanca. Algunas consideraciones sobre su población", en La población española en 1787. II Centenario del Censo de Floridablanca, Madrid, INE, 1992, p. 376.
129 La distribución por destinos de los emigrantes andaluces la podemos obtener de las tablas de clasificación profesional de Márquez Macías, por lo que en este apartado nos basamos necesariamente en aquellas licencias individuales que ofrecen estas dos informaciones (origen y profesión); en función de ello, el universo a estos efectos lo confirman 973 de los 1370 emigrantes andaluces. Por otra parte, las cinco grandes áreas de América son las utilizadas por la autora de quien tomamos los datos. Como se explica, el grupo denominado Países del Plata (actuales Argentina, Uruguay y Paraguay) abarcaría numerosos destinos en los actuales Paraguay, Uruguay y República Argentina (“Montevideo, Buenos Aires, Tucumán, Paraguay, Mendoza y Río de la Plata”). Para la definición del conjunto de las áreas, véase MÁRQUEZ MACÍAS (1995), pp. 162.
TD- Francisco Contreras Pérez
161
Centroamérica como se observa por la frecuencia con que se
repiten los destinos de este área (37,1 %, frente a un 33,9 % del
total español). En extremo opuesto, se observa que la emigración a
Las Antillas resulta significativamente menos importante entre los
andaluces, aunque por el contrario es el segundo destino entre los
embarcados desde de la Península. En una situación intermedia,
después de estos territorios encabezados por el viejo Virreinato de
Nueva España, destacan los países Andinos-Norte que coinciden
con zonas del Caribe. Los Países del Plata (13,3 %) superan
también a Las Antillas entre las preferencias de los andaluces que
embarcaron para las colonias.
Puesto que la obra de Márquez Macías ofrece la información
cruzada de destino/región-de-origen sólo para aquellos que
además expresan tener una profesión, debemos estimar el
componente de población pasiva que completaba la emigración de
Andalucía al área de Río de la Plata lo hacía en igual proporción, al
tratarse de acompañantes (mujeres y niños) seguían o iban a
reunirse con cabezas de familia. Así pues, si extrapolamos aquella
proporción, observada para los 973 casos con ocupación declarada
al conjunto de los 1370 andaluces embarcados en el mismo
periodo, resulta que el total de aquellos que eligieron como destino
los países del Plata podría elevarse de 129 a 178. Esta diferencia
TD- Francisco Contreras Pérez
162
de 49 personas según estimamos sería atribuible a mujeres,
menores y otros acompañantes que habitualmente no declaraban
ocupación alguna; componente éste que representaría de este
modo un 27,5 % del total estimado.
Si constatamos que para el conjunto de la emigración
andaluza, sin distinción de destinos, Márquez Macías ha publicado
que el componente que no especificó una profesión representaba el
29,0 % (esto es, 397 de las 1370 licencias)130, creemos que se
encuentra dentro de márgenes razonables aceptar los 178
emigrantes como estimación razonable del número total de
andaluces embarcados para Río de la Plata en esos años, sumando
población activa y población dependiente.
Una vez evaluada la importancia relativa de los distintos
destinos y en especial haber determinado el peso de la corriente
rioplatense, abordamos otra perspectiva del fenómeno, interna de
cada destino: la proporción de los emigrantes andaluces en cada
corriente según su destino.
A este respecto, tal que se recoge en la última fila de datos
de nuestra tabla en este apartado, los valores parecen a simple
vista menos dispersos en puntos porcentuales, moviéndose el peso
de los andaluces dentro de la horquilla del 6,4-11,8 % y, en todo
130 MÁRQUEZ MACÍAS (1995), p. 202.
TD- Francisco Contreras Pérez
163
caso, siempre inferior al peso de la región en la población española.
Se confirma la abundante participación andaluza en la corriente
hacia los Países Andinos del Norte (11,8 %), entre cuyos destinos
Cartagena y Caracas concentraban más de la mitad de las licencias
solicitadas.
No obstante lo dicho, la peculiaridad mostrada por estas
tasas consiste en revelar que la presencia de andaluces resultó
también ser destacada en la corriente a los Países del Plata (en un
9,1 % de la misma). Al menos esto es lo que se extrae de la
elaboración de la información de la Casa de la contratación, situada
en un puerto andaluz, Cádiz.131
El área Países del Plata agrupa numerosas localidades de
destino consignadas en las licencias emitidas por la Casa de
Contratación, entre las que se destacan Montevideo, Buenos Aires,
Tucumán, Paraguay, Mendoza y Río de la Plata. En la práctica, las
dos primeras ciudades acapararon el 97 % de los embarques
efectuados hacia esta vertiente atlántica del Cono Sur, siendo la
131 No existe información disponible sobre cuántos pasajeros salieron desde
los nuevos puertos habilitados para el comercio con Indias en la etapa del libre comercio (desde 1768). Es probable que se empezara a derivar parte de los embarques por los puertos del norte, entre los habitante de comarcas y regiones más cercanos. Como es lógico igualmente se supone que la mayoría de los andaluces lo siguieran haciendo por Cádiz. En cualquier caso, aquellos eventuales embarques por los nuevos puertos no constan en la documentación consultada para la época, de tal manera que al día de hoy sólo se puede trabajar asumiendo un cierto grado de incertidumbre, eso sí, mayor cuanto más nos alejemos del Sur peninsular.
TD- Francisco Contreras Pérez
164
futura capital argentina la que justifica por sí sola el 58,2 % de los
mismos.132
Conocidos estos valores porcentuales, en tanto que
promedio de todas las licencias emitidas en aquellos años, y si
hacemos un ejercicio de interpolación sobre los datos conocidos del
componente regional que nos interesa en esta investigación, se
obtiene que del conjunto de 178 andaluces con destino hacia estas
zonas del Cono Sur, unos 104 se dirigieron específicamente a la
ciudad de Buenos Aires. En suma, esto significa que dicha localidad
habría recibido en torno al 7,6 % del total de 1370 andaluces que,
según lo publicado en las investigaciones citadas, embarcaron para
Indias entre 1765 y 1824.
Como veremos, el Censo de la ciudad de Buenos Aires de
1855 registraría más tarde hasta 360 individuos que dijeron ser
naturales de Andalucía. Este stock de carácter residencial
acumulado un cuarto de siglo después llega a triplicar aquella cifra
de emigrantes estimada hasta 1824, lo que apunta a que la
corriente migratoria no quedó cercenada más allá de la coyuntura
que rodeó la proclamación de la nueva República Argentina y las
puntuales alteraciones del tráfico marítimo en el Atlántico de
entonces. Pero siempre dentro de las modestas dimensiones
132 MÁRQUEZ MACÍAS (1995), p. 167.
TD- Francisco Contreras Pérez
165
cuantitativas que había caracterizado desde el XVIII el flujo
migratorio entre Andalucía y Argentina. Pues la época de las
masas, cuando entre otros aspectos se contabilicen los emigrantes
anuales por miles en lugar de decenas, se demorará unos treinta
años en aparecer en la relación Andalucía-América, Andalucía-
Argentina.
Aproximación a una cuantificación de la temprana
emigración.
Insistimos que no pretendemos, objetivo utópico según la
información disponible al día de hoy, cuantificar con ánimo
exhaustivo el fenómeno migratorio para este periodo, sino que
perseguimos modestamente obtener algún tipo de indicio razonable
sobre lo ocurrido a estos efectos durante esa “estepa informativa”
de sesenta años que se extiende entre la última etapa colonial y el
periodo clásico de “emigración en masa” (1824-1885).
De un total de más de 52.000 emigrantes en el conjunto del
país según la estadística de pasaportes de 1860-1861, unos 7 de
cada 100 procedían de las provincias andaluzas. Esto es, un total
de algo más 3.400 andaluces emigraron en esos dos años, lo que a
TD- Francisco Contreras Pérez
166
su vez representaba una tasa de 1,2 emigrantes por 1000
habitantes de la región.133
Entre los destinos europeos, Francia ocupó el primer lugar
tanto en el total español (32,6 % de los pasaportes) como entre los
andaluces (18,0 %); existe cierta distribución en el número, hasta
totalizar algo más de 600, entre las provincias de Sevilla, Cádiz,
Almería y Málaga (de cada una salieron entre 100 y 170 individuos
durante el bienio).
133 Andalucía estaba a punto de alcanzar entonces los 3 millones de
habitantes. Censo de la población de España según el recuento verificado el 25 de diciembre de 1860 por la Junta General de Estadística del Reino, Madrid, Imprenta Nacional, 1863 (Fondo documental del INE, Microfichas).
Pasaportes para el exterior por continentes. 1860-1 861
Europa África América Total Destino
Origen Número % Número % Número % Número
Andalucía 957 27,5 598 17,2 1.694 48,7 3.476
España 20.853 39,5 911 1,7 28.516 54,0 52.813
En el total computan los pasaportes a “Oceanía” y “Puertos indeterminados”, que en total significan un 6,6 % en Andalucía, cifra que prácticamente cubre el 5,7 % de Filipinas. Fuente: JUNTA GENERAL DE ESTADÍSTICA DEL REINO: Anuario estadístico de España […] 1860:1861, Madrid, 1862-1863. Elaboración propia.
TD- Francisco Contreras Pérez
167
Portugal le sigue en segundo lugar pero a bastante distancia
(3,6 % de todos los pasaportes y 4,1 % de Andalucía). Con este
país la región forma su frontera terrestre. Las solicitudes para este
destino se concentran en su inmensa mayoría en Cádiz (80
pasaportes) y Sevilla (41 pasaportes), mientras que para Huelva el
número llega a ser irrisorio (4). A este respecto es razonable
pensar que precisamente la vecindad con la frontera internacional
explica esta paradoja de las estadísticas oficiales, que
naturalmente no recogen el trasiego transfronterizo de carácter
irregular; poder pasar la frontera a pie o por el Guadiana facilitaba
obviar los trámites del pasaporte de un lado y del otro, por lo que
si buscamos orientación sobre los flujos migratorios debemos
advertir que la fiabilidad proporcional de los pasaportes como
fuente disminuye conforme vamos acercándonos a comarcas con
hábitos transfronterizos.
África significa en la práctica Argelia para los andaluces y
españoles de 1860-1861 a efectos de emigración. Por ello esta
colonia francesa explica hasta 16,6 puntos de los 17,2 de
porcentaje que representa este continente en los pasaportes
solicitados en Andalucía. Por otra parte, las solicitudes proceden de
manera abrumadora de la provincia de Almería (531 de los 576
andaluces salidos para Argelia).
TD- Francisco Contreras Pérez
168
Los españoles constituyen la contingente europeo más
importante en Argelia, después de los franceses, hecho que parece
constatarse desde los primeros días de la conquista. Tanto M.ª E.
Cozar Valero como J. B. Vilar y M.ª J. Vilar señalan cifras muy
similares a la hora de bosquejar la evolución de la colonia española
residente en Argelia durante el segundo tercio del XIX, señalando
que pasaron de ser un millar largo en 1833 hasta contabilizarse
entre 9.000 y 10.000 en la década siguiente y sobrepasar 110.000
a principios de la de 1880, concentrándose en su mayoría en el
distrito del Orán.134 Como veremos más adelante, los almerienses
van a monopolizar el aporte regional a este flujo mediterráneo.
En cualquier caso, Europa y África ocupaban el segundo y
tercer lugar respectivamente en el ranking de destinos de los
andaluces según se observa en el número de pasaportes; esto es,
América parecía seguir siendo el principal destino para andaluces
(el 48,7 %) y españoles (54,0 %) al final de este segundo tercio
del XIX.
134 En ninguno de estos dos estudios hemos encontrado citadas las
estadísticas de procedencia de esta información, por lo que no podemos despejar la duda de si se basan en estimaciones de la época, en trabajos censales o en registros de entradas, lo que no es un dato baladí teniendo en cuenta la presencia de migraciones golondrinas hacia este destino. COZAR VALERO, M.ª E.: La emigración exterior de Almería, Granada, Universidad de Granada, 1984, p. 74-75; VILAR, J. B. y VILAR, M.ª J.: La emigración española al Norte de África (1830-1999), Madrid, Arco Libros, 1999, pp. 18-19.
TD- Francisco Contreras Pérez
169
Los destinos americanos son los que nos permiten
establecer una comparación con los datos disponibles para el
período anterior, 1765-1824, con objeto de inferior elementos de
continuidad o cambio entre final del Antiguo Régimen y las
coordenadas migratorias de la recién estrenada Andalucía
contemporánea.
Esta primera descripción de la fotografía de 1860-1861 a
partir de los pasaporte cabe cotejarla con lo ya observado a la luz
de las últimas licencias de embarque cuarenta años atrás. A simple
vista los números absolutos ya nos apuntan a que estamos ante
nuevas dimensiones: frente a las 1370 licencias del todo el periodo
1765-1824, se pasa a contabilizar la emisión 1241 pasaportes en
un solo bienio.
Ahora bien, a estos efectos debemos descartar una duda
que surge: ¿este incremento del número de licencias/año significa
también una mayor propensión al recurso de la emigración o ante
la traslación lineal a los volúmenes migratorios del crecimiento de
la población constatado en el segundo tercio del XIX?
Dicho esto, y tratándose de series de datos de extensiones
cronológicas tan disímiles, hemos procedido incluir en nuestro
trabajo indicadores anuales. Con estos y otros complementarios,
podemos establecer una base comparativa para evaluar las
TD- Francisco Contreras Pérez
170
modificaciones del segundo tercio del siglo XIX respecto a la última
etapa de emigración colonial. Así pues, hemos completado la
información de las licencias y pasaportes con los datos censales,
sobre los que hemos elaborado las tasas de migración y otros
indicadores adicionales. Contamos con el Censo de Floridablanca de
1787 para el primer periodo y el Censo de 1860 coincidiendo con la
estadística contemporánea de pasaportes. Incluimos los datos de
Galicia con objeto de ganar capacidad comparativa a la hora de
calibrar este incremento de las dimensiones migratorias de nuestra
región de estudio. La elección de las provincias gallegas está
motivada por constituir en su conjunto paradigma de región
emigratoria en la edad contemporánea y en especial cuando
eclosione la emigración en masa. Nos servirá como referente de
máximos en repetidas ocasiones a lo largo de este trabajo.
TD- Francisco Contreras Pérez
171
Tránsito a nuevas dimensiones migratorias.
Andalucía Galicia España 1787 1860 1860 1860
Emigrantes/Año 22,8 847,0 2.464,0 14.223,0
Tasa Anual de Emigración
(x10.000)
0,1 2,9 13,7 9,1
% de la emigración 8,4 5,9 17,3 100 % de la población 18,0 18,9 11,5 100
Fuentes: para las licencias y pasaportes a América, véanse tablas anteriores. Los datos censales provienen de: INE: Censo de Floridablanca 1787, vol. 1: Comunidades regionales, Madrid, INE, 1987; JUNTA GENERAL DE ESTADÍSTICA: Censo de la población de España... de 1860, Madrid, Imprenta Nacional, 1863. Elaboración propia.
Del total de pasaportes emitidos en Andalucía en 1860-
1861, la mayoría tenían como destino América. Estos representan
por entonces un promedio de 884,5 pasaportes/año con este
destino, lo que supone haber incrementado en 37,0 veces el
número anual de licencias de embarques emitidas en el periodo
1765-1824 (22,8/año). También pero en mayor medida esto lo
hemos constatado para el conjunto del país, cuyo coeficiente de
incremento alcanza en este caso 53,1 respecto al periodo anterior
a 1824. Quizás sobra decir que este rango de incrementos en los
TD- Francisco Contreras Pérez
172
promedios emigrantes/año entre 1787 y 1860 superan
ampliamente al crecimiento demográfico intercensal para las tres
unidades de estudio, siendo en el caso de la población andaluza de
1,6.
En función de ello, estimamos que el crecimiento
demográfico no resulta una variable explicativa absolutamente
suficiente, o al menos no parece haber una correspondencia lineal
y directamente proporcional entre crecimiento demográfico e
incremento de la intensidad migratoria.
Existe una creciente propensión a emigrar a América en
mayor medida que antes, también si discriminamos
estadísticamente el efecto del crecimiento demográfico
contemporáneo en el incremento de los volúmenes. Así se
corrobora a la luz de las tasas de emigración anual por 10.000
habitantes. Pasar de una tasa del 0,1 al 2,9 supone multiplicar
unas 30 veces los valores iniciales (rango de incremento similar
arrojan las tasas del conjunto español).
Ahora bien, el retroceso se observa en la importancia
relativa que tienen los pasajeros andaluces frente al conjunto de
aportes regionales españoles. El porcentaje de emigrantes
andaluces decrece en el segundo tercio del XIX, pasando del 8,4 %
en 1765-1824 al 5,9 %. Si bien permanece inalterable o incluso se
TD- Francisco Contreras Pérez
173
incrementa ligeramente el peso demográfico de la región en el total
de la población española, el comportamiento recesivo del indicador
migratorio está mediatizado por el hecho de que nuevas regiones
se están sumando con fuerza a la corriente americana, con un
ritmo de crecimiento superior al que muestra Andalucía. En
cualquier caso, lo destacado es que para ambos momentos
históricos el aporte andaluz se presenta sistemáticamente por
debajo de su peso demográfico. Situación opuesta a la que refleja
la tabla para Galicia.
En resumen, estimamos que pueden interpretarse como
indicios de que en el segundo tercio del XIX ya se están gestando
ligeros cambios en las pautas migratorias de la región, si
atendemos a la tasa de emigración que cuantifica la frecuencia del
recurso a la emigración entre los andaluces. Ahora bien, la
comparación con otros espacios emigratorios, como el gallego al
final del periodo, nos permite adjetivar como menos importantes
esos incrementos positivos. Esta comparación sitúa los valores
andaluces también por debajo de la media española. Todo ello no
permite afirmar que exista una neta vocación emigratoria en la
región hasta el segundo tercio del XIX al menos; la región todavía
TD- Francisco Contreras Pérez
174
no se ha decantado por su futuro papel de proveedora de trabajo a
mercados externos.135
Los focos de emigración en el periodo isabelino
Si queremos seguir abordando el estudio desde una
perspectiva diacrónica, esto es, la evolución en el tiempo del
fenómeno emigratorio exterior en Andalucía, los datos disponibles
nos obligan a circunscribir, como hemos dicho, la comparación a
los destinos americanos, que, haciendo de la necesidad virtud
quizás, es el marco de referencia exterior que hemos elegido en
nuestra investigación. En esta ocasión podemos también establecer
una tabla de los orígenes provinciales para 1765-1824 y 1860-
1861, con todas las salvedades ya indicadas en el tratamiento a
efectos comparativos de la información obtenidas de las licencias y
los pasaportes respectivamente. La unidad provincial de estudio
viene determinada por la presentación de los datos en el Anuario
de 1860-1861.136
135 Esta afirmación en cualquier caso debe corroborarse en un estudio de los
saldos migratorios netos de la región, lo que hemos hecho en otro lugar. 136 Como es sabido, la planta provincial es creación del Estado liberal del
segundo tercio del XIX; en las licencias de época colonial constaba el municipio de naturaleza, lo que en sí no es un problema para identificar la provincia posterior en la que se integraría; ahora bien, en diecisiete ocasiones se expresó genéricamente como naturaleza “Andalucía”, lo que si bien resulta interesante en
[Cont.]
TD- Francisco Contreras Pérez
175
Como dijimos más arriba, a escala regional se registra un
incremento de la emigración anual a América entre los datos de
1787 y de 1860. Este cambio es visible en comparación con el
mismo indicador del siglo XVIII, aunque en modo alguno podemos
considerarlo destacado en comparación con las medias anuales de
otras regiones en esos años (véase Galicia) o de la propia corriente
cuanto a un estudio sobre los marcos identitarios regionales en el Antiguo Régimen, no podemos incluirlo en una distribución basada en el más delimitado ámbito provincial.
Tránsito en las pautas provinciales.
(I) Hacia 1787*
Provincia Emigrantes /Año
% emigrantes
Población %
población
Tasa Anual de
emigración (x10.000)
Almería 0,1 0,5 161.963 8,8 0,0
Cádiz 12,8 56,0 306.004 16,5 0,4 Córdoba 0,9 4,0 249.799 13,5 0,0 Granada 2,0 8,8 269.779 14,6 0,1
Huelva 0,8 3,6 118.450 6,4 0,1 Jaén 0,6 2,6 193.986 10,5 0,0
Málaga 2,2 9,8 246.830 13,3 0,1 Sevilla 3,4 14,7 303.346 16,4 0,1
Andalucía 22,9 100,0 1.850.157 100,0 0,1
* Año del Censo de Floridablanca (1787). Fuentes: el número de licencias provinciales pertenecen a MÁRQUEZ, R.: "La emigración española a América en la época del comercio libre (1765-1824): El caso andaluz", Revista complutense de Historia de América, n.º 19, 1993, p. 242. Los datos censales provienen de: INE: Censo de Floridablanca 1787, vol. 1: Comunidades regionales, Madrid, INE, 1987
TD- Francisco Contreras Pérez
176
andaluza un par de décadas más tarde. Hay que tener en cuenta,
eso sí, que en ambas tablas no se recoge la emigración al norte de
África, que hacia el siglo XIX tendería a mostrar una tendencia en
ascenso desde provincias orientales de la región y desde estos
primeros momentos en especial desde Almería.
Junto a este aspecto que esboza algunos cambios
cuantitativos respecto a los perfiles migratorios de la época de la
España ilustrada, encontramos no obstante ciertas continuidades
en la composición provincial del origen de los emigrantes. Las dos
tablas nos muestran ciertos elementos de continuidad con el
Tránsito en las pautas provinciales.
(II) Hacia 1860*
Provincia Emigrantes /Año
% emigrantes
Población %
población
Tasa Anual de
emigración (x10.000)
Almería 0,5 0,1 315.450 10,6 0,0
Cádiz 684,5 80,8 391.305 13,2 17,5 Córdoba 5,0 0,6 358.657 12,1 0,1 Granada 5,0 0,6 441.404 14,9 0,1
Huelva 2,0 0,2 176.626 6,0 0,1 Jaén 0,0 0,0 362.466 12,2 0,0
Málaga 77,0 9,1 446.659 15,1 1,7 Sevilla 73,0 8,6 473.920 16,0 1,5
Andalucía 847,0 100,0 2.966.487 100,0 2,9
*Pasaportes visados para América en 1860-1861 y censo de 1860. Fuentes: JUNTA GENERAL DE ESTADÍSTICA DEL REINO: Anuario estadístico de España. 1860-1861, Madrid, 1862-1863. JUNTA GENERAL DE ESTADÍSTICA DEL REINO: Censo de la población de España... de 1860, Madrid, Imprenta Nacional, 1863. Elaboración propia.
TD- Francisco Contreras Pérez
177
panorama emigratorio entre ambas fechas. Para cinco de las ocho
provincias las cifras de emigrantes/año siguen siendo ridículas en
sendas tablas, dentro de un rango de 0-5 individuos. Por el
contrario, Cádiz, Sevilla y desde finales del XVIII Málaga
proyectarán su más destacada participación en el trasiego andaluz
trasatlántico también hacia el segundo tercio del XIX.
Estas tres provincias son de las más pobladas hacia 1860,
hecho que podría estar determinando su mayor aporte al flujo
migratorio por una simple asociación. Ahora bien, la población
granadina también está entre las más importantes de la época,
superando incluso el peso demográfico de la de Cádiz, situación
que sin embargo no se traduce en esta ocasión en un similar peso
en la corriente emigratoria a América (ni tampoco parece ser al
Norte de África todavía).
Ante ello, las tasas anuales de emigración nos pueden
confirmar o corregir lo hasta ahora dicho. En este caso, siguen
presentando a esas tres provincias con los valores más destacados.
Es más, esto es así no sólo respecto al resto de Andalucía, sino que
también este indicador revela en sendos casos incrementos
sensibles respecto al siglo XVIII. Y, aunque de nuevo debemos
recordar que hacia 1860 se está lejos de los máximos emigratorios
venideros, vemos que la tasa anual de emigración sitúa a la
TD- Francisco Contreras Pérez
178
población gaditana, pero sólo a ésta entre las ocho, en un valor
equiparable e incluso superior al de la Galicia de entonces (17,5 y
13,7 por 10.000 hab. respectivamente).
Los gaditanos habían sido los titulares de la mayoría de
licencias de embarque de andaluces en el XVIII, y lejos de cambiar
esta situación se refuerza su peso relativo hacia 1860. Esto ocurre
en un marco demográfico en el que la provincia crece a menor
ritmo que el conjunto regional. En función de ello, el diferencial de
la tasa anual de emigración con respecto a la mayoría de las
restantes provincias y de la región es mucho mayor hacia 1860 que
antes.
Por el contrario, la vieja corriente sevillana, que incrementa
su promedio anual de una a otra tabla, lo hace pero en menor
medida que las otras dos provincias, lo que perfila una tendencia a
la pérdida relativa de peso en el flujo migratorio, que se continuará
en la época de la emigración en masa.
Por su parte, el puerto de Málaga se empezó a integrar en
las rutas que desde Barcelona a partir del decreto de libre comercio
de finales del XVIII y más tarde en las que incluso desde Italia se
establecerían hacia el Atlántico occidental. Esta provincia parece
mostrar una tendencia positiva más nítida que Sevilla entre los
TD- Francisco Contreras Pérez
179
datos de 1787 y de 1860, como se confirmará pasadas unas
décadas.
En virtud de todo ello, observamos que la corriente a
América está asistiendo a ciertos reajustes internos desde
Andalucía mientras se mantienen otros rasgos generales
heredados, aunque siempre sin dejar magnitudes modestas en
comparación con otras ciertas regiones españolas de llamada
“emigración temprana” contemporánea.
Podemos inferir de estos datos hasta ahora analizados que
la reproducción de anteriores intereses comerciales refuerza su
papel a la hora de determinar el origen geográfico de titulares de
pasaportes en 1860; componente antiguo junto a funcionarial que
pasa a primer término en las corrientes andaluzas con destino a las
nuevas repúblicas de Tierra Firme. El hecho de que aparte Cádiz y
Sevilla, titulares de viejas redes comerciales, también Málaga
refuerce sus indicadores coincide con la expansión en esta
provincia de cultivos netamente exportadores (viticultura). La
integración en los mercados internacionales en estas circunstancia
estuvo ligado, junto a la movilidad de bienes y capitales, también a
los flujos de información; en consecuencia, promueve o facilita la
movilidad humana al crear un acervo de conocimiento sobre
destinos migratorios de especial utilidad cuando una crisis como la
TD- Francisco Contreras Pérez
180
filoxera ponga fin en la década de 1880 a este primer ciclo
expansivo en el entorno agrícola del puerto de Málaga. Ese trasiego
de información de ida y vuelta incluía también clichés culturales
entre ambas orillas, de tal manera que hacia finales del XIX los
pagos malagueños y los jerezanos aparecían en la prensa de la
época como los únicos testigos andaluces de la laboriosidad de sus
habitantes; en estas zonas de la región, el gobierno de Argentina
primero, siguiendo la demanda de mano de obra entre otros de los
empresarios vitivinícolas mendocinos, pasará a canalizar su
campaña de reclutamiento a finales del XIX.
Si el comercio antecede en Málaga a la emigración, este
binomio sobra decir que está presente con especial asociación en
Cádiz. El incremento del papel emigratorio de Cádiz está
relacionado con la continuidad de las redes comerciales
preestablecidas ante de la independencia de las repúblicas
americanas. No hay que olvidar a su vez el reforzamiento de ese
tipo de relaciones mercantiles con las todavía colonias antillanas
(Cuba y Puerto Rico) como veremos al estudiar los destinos. El
nuevo marco político y comercial, con otros puertos competidores y
perdido gran parte de su papel como intermediario en la economía
imperial, sin embargo se acompaña en la economía del entorno de
la ciudad con la expansión de la viticultura, con clara vocación
TD- Francisco Contreras Pérez
181
exportadora como hemos señalado en el caso malagueño. A pesar
de ello de la recesión acusada en la actividad comercial de la
ciudad de Cádiz, el puerto seguirá sirviendo a las nuevas líneas
regulares y de bandera así como al trasiego de funcionarios del
Estado y sus familiares hacia los restos de territorio ultramarino
bajo soberanía española.
En el caso de Cádiz también hay que tener en cuenta otro
rango de factores que pueden estar interviniendo en el origen de
las fuentes aquí empleadas. Los datos sobre el origen del titular de
las licencias respondían a la pregunta sobre la naturaleza (lugar de
nacimiento, adscrito a una posterior provincia); ahora bien, menos
certezas tenemos sobre el origen de los ciudadanos con
pasaportes, que la estadística recoge como emitidos por Gobierno
Civil provincial. Se entiende que, en este último caso, la provincia
de expedición solía ser la de naturaleza o al menos la de residencia
habitual del solicitante, pero no hay que descartar que los
importantes puertos de embarques como Cádiz pudieran tramitar
peticiones de visados de individuos provenientes de otros lugares
que pasaban algún tiempo de espera en esa ciudad o por estar
radicados en ese lugar privilegiado para las actividades comerciales
en tanto que nodo de comunicaciones. A lo que debemos sumar la
canalización por aquí de parte del personal funcionario de la
TD- Francisco Contreras Pérez
182
administración colonial antes y después de 1800. Dicho esto, este
factor de naturaleza documental en tanto que ya estaba presente
en el XVIII como en el XIX no explicaría las sustantivas diferencias
evidenciadas en las cifras migratorias de Cádiz entre 1787 y 1860,
máxime cuando en aquella primera fecha el poder del puerto
gaditano en la región era aún más acusado estando reciente la
época del monopolio.
Estas eventuales precauciones debemos tenerlas en cuenta
a la hora de explicar la distancia que Cádiz adquiere en esta
estadística respecto a otras provincias en la expedición de
pasaportes, pero no debemos en conclusión olvidar el papel
endógeno de la emigración gaditana: los propios habitantes de
Cádiz y su entorno siguieron proyectando a lo largo del siglo XIX
redes personales y comerciales de carácter privado, desde antaño
tejidas con la otra orilla. Lejos la época de los privilegios en el
comercio con América, Cádiz y su provincia refuerzan su posición
relativa a expensas del retroceso de las otras provincias andaluzas,
a excepción de Málaga, cuyo puerto es también punto de toque de
líneas mercantiles entre el Mediterráneo y el Nuevo Mundo hacia
1860.
Entendemos, en definitiva, que las redes comerciales en
torno a la exportación de vinos de Cádiz y Málaga estuvieron
TD- Francisco Contreras Pérez
183
asociadas a las pautas migratorias o viceversa, ya protagonizando
el flujo de personas ligadas a estas actividades, ya precediendo
futuros contingentes migratorios cuando la crisis económica
expulse población de sectores ocupacionales distintos de la propia
ciudad y su entorno agrario. Al comerciante como protagonista de
una tipo de emigración heredada del XVIII se unirán el comercio
relacionado con la exportación de producciones locales como canal
de información y el puerto más cercano como materializador de
alternativas factibles para las masas potencialmente emigratorias
del entorno comarcal y provincial.
Participación provincial en la temprana emigración a
América
A la luz de los datos de pasaportes, ciertamente se confirma
que casi la totalidad de los andaluces (90 %) que partieron hacia
Argelia en 1860-1861 procedían de pueblos de la provincia de
Almería.
Son datos que inopinadamente se les escaparon Cózar
Valero en su investigación sobre la emigración almeriense, y le
habrían aportado uno de los pocos referentes estadísticos para
valorar la emigración antes de la aparición de las estadísticas de
TD- Francisco Contreras Pérez
184
pasajeros por mar en la década de 1880. En su estudio sobre la
emigración exterior de esta provincia, centrada en el periodo
posterior a 1880, Cózar Valero se tuvo que enfrentar antes que
nosotros con el raquitismo de las fuentes para el segundo tercio del
XIX.
“Argelia fue la única colonia francesa que llegó a
atraer uno de los contingentes más fuertes de emigrantes de
origen español. La conquista de este país por los franceses se
llevó a cabo durante el primer tercio del siglo XIX y según
palabras de sus políticos: la colonización debía resultar del
desarrollo de una agricultura suficientemente rica para atraer
capitales y fijar en el país a los europeos [...] En primer
lugar, intentaron poner en cultivo en Argelia una serie de
cultivos muy rentables como eran los tropicales, al igual que
se había hecho en las colonias americanas [...]
Posteriormente, entre 1861 y 1865 se procedió a cultivar
algodón [...]”.137
La investigadora parece advertir que los almerienses
pudieron constituir el tercer componente provincial por estas
137 CÓZAR VALERO, M. E. (1984), p. 71.
TD- Francisco Contreras Pérez
185
fechas, después de alicantinos y baleáricos138 , si bien no aporta
evidencia estadística de esta afirmación, más allá de contenerse en
algunas sus otras referencias documentales como son las distintas
valoraciones de ensayistas de una época posterior.
A la luz de los datos de pasaportes, podemos decir que esta
provincia aportaba hasta las dos terceras partes de todos los
españoles con destino a Argelia hacia 1860-1861, lo que
representa un valor superior al estimado en su día por Cózar
Valero.
Así pues, estos datos, sin descartar por su concisión
cronológica un cierto riesgo de significado coyuntural, encajan en
esa tendencia a largo plazo de incremento del componente
almeriense en la colonia argelina, de tal manera que podría estar
señalando que el reemplazo en el origen provincial de los españoles
en el Oranesado se estaba gestando con dos décadas de antelación
a la de 1880139. De ser así, y cuando distintas crisis convergieron
en menoscabo de los principales sectores productivos de la
138 Antes de que, ya en la década de 1880, superaran a estos otros orígenes
provinciales. 139 De hecho, los conocidos entonces como ataques “berberiscos” sobre los
colonos españoles en el distrito del Oranesado, con un cierto impacto en la opinión pública española de entonces, fueron los detonantes de que el Estado emprendiera la hasta entonces aplazada elaboración de las Estadísticas de pasajeros por mar, a efectos de dotar a la Administración de un instrumento de conocimiento más cierto de un fenómeno social con nuevas dimensiones y características: la “fiebre de la emigración”.
TD- Francisco Contreras Pérez
186
economía provincial en las dos últimas décadas del XIX, estos
canales migratorios y sus redes familiares y de paisanaje se
extendían por distintas localidades y comarcas almerienses con
densidad suficiente como para vehicular un repunte masivo de los
contingentes con destino a la otra orilla del Mediterráneo. Para
entonces la emigración, y en primer lugar la de Argelia, formaba ya
parte del acervo de estrategias para afrontar la que sería conocida
como “crisis finisecular”.
Esta corriente argelina se mantendrá especialmente activa
entre destinos exteriores de los andaluces hasta que, a principios
del XX, se produzcan modificaciones en el mercado laboral de la
colonia francesa. Esto último coincidirá con el momento en que los
destinos americanos, en su apogeo como receptores de masas
migratorias de distintas regiones españolas, aparezcan como
destinos alternativos ante una parte de los almerienses.
A su vez, no sería descabellado pensar que viajar finalmente
a Argelia estuviera detrás del hecho de que los almerienses
también protagonizan las solicitudes de pasaportes para Francia,
donde la ciudad de Marsella actuaba desde entonces como puerto
preferencial para embarcarse con destino a la nueva colonia
francesa.
TD- Francisco Contreras Pérez
187
Estos viejos lazos migratorios entretejidos desde estos años
del XIX no desaparecerán por completo, de tal manera que el “pied
noir” de apellido español testimoniará este legado cuando llegue la
independencia de la ex colonia francesa pasado el ecuador del siglo
XX. La especialización de la emigración almeriense en los distritos
coloniales franceses del Magreb durante este primer periodo llega a
tal grado que resulta irrelevante en los restantes destinos, así
como representan prácticamente en exclusiva el único aporte
andaluz en esa corriente.
Así pues, los almerienses tenían en Argelina un mercado
laboral expansivo y relativamente cercano, pero sobre todo con
información suficiente llegada a través de los trabajadores
estacionales que volvían y de las campañas de recluta realizadas
por agentes franceses en el sureste peninsular.
A su vez, hay que tener en cuenta que la expansión minera
del interior de Almería empezada una importante expansión. A
finales de la década de 1830 parece haber comenzado la puesta en
explotación de las minas de plomo en Sierra Almagrera, en el valle
del Almanzora, que llegaría a ocupar a más de 6500 trabajadores a
mediados del XIX.140
140 CÓZAR VALERO (1984), p. 43.
TD- Francisco Contreras Pérez
188
Estos dos factores pueden contribuir a explicar la baja
presencia de almeriense en la corriente a países americanas
durante el siglo XIX, junto al hecho de que el puerto de Almería no
solía estar frecuentado todavía por líneas de vapores atlánticos.
Todo cambiará en las primeras décadas del siglo XX, cuando la
crisis de los sectores productivos locales, el agotamiento del
mercado laboral norteafricano y la acción de agentes de
información brasileños actúen direccionando la corriente almeriense
a Brasil, y también a Argentina
TD- Francisco Contreras Pérez
189
Emigración provincial y país de destino en América.
Pasaportes de 1860-1861
Origen
Destino
Almería Cádiz Córdoba Granada Huelva Jaén Málaga Sevilla
Brasil -- 3
(0,2) -- -- -- --
2
(1,3) --
Chile -- 5
(0,4) --
1
(10,0) -- --
7
(4,5)
2
(1,4)
Cuba --
1021 (74,6)
8
(80,0)
8
(80,0)
3
(75,0) --
88
(57,1)
113
(77,4)
EE. UU. --
16 (1,2)
-- -- -- -- 8
(5,2)
2
(1,4)
Guatemala --
11 (0,8)
-- -- -- -- --
2 (1,4)
Méjico --
13 (0,9)
-- -- -- -- 3
(1,9)
8
(5,5)
Montevideo -- 3
(0,2) -- -- -- --
4
(2,6)
2
(1,4)
Perú --
38 (2,8)
-- -- -- --
12 (7,8)
1
(0,7)
Puerto-Rico
1 (100,0)
61
(4,5)
2
(20,0) -- -- --
8
(5,2)
10
(6,8)
Argentina --
12 (0,9)
-- 1
(10,0) -- --
16
(10,4)
5
(3,4)
Sto. Domingo --
186
(13,6) -- --
1
(25,0) --
3
(1,9)
1
(0,7)
Venezuela -- -- -- -- -- --
3
(1,9)
--
Total
1 (100)
1369 (100)
10
(100)
10
(100)
4
(100) --
154
(100)
146
(100) Número de individuos y, entre paréntesis, su porcentaje sobre el total provincial. Fuente: JUNTA GENERAL DE ESTADÍSTICA DEL REINO: Anuario estadístico de España. 1860-1861, Madrid, 1862-1863. Elaboración propia
TD- Francisco Contreras Pérez
190
En el caso malagueño hay que empezar resaltando la escasa
proporción de individuos con destino a Cuba (57,1 %), y por el
contrario una relativa mayor importancia de Argentina como
destino en este marco regional comparativo (10,4 %). De hecho,
es en este destino donde los malagueños superan ligeramente a los
gaditanos, situación no repetida en ninguno de los otros casos
provinciales y por destino. Hay una ligera diversificación entre los
destinos principales.
El marco institucional del trasiego trasatlántico quedaba por
entonces reducido a Cuba, y ello contribuye a favorecer que éste
sea el destino señalado en la inmensa mayoría de los pasaportes
gaditanos (y del resto obviamente). El caso de Puerto Rico, con
dimensiones distintas, también encajaría en este contexto, pero
con una actividad económica menos expansiva que la cubana. Más
allá de este par de principales destinos, tanto gaditanos como
malagueños y sevillanos, en distintas dimensiones eso sí, suelen
estar presentes en la mayoría de países en una atomizada
diáspora. Entre éstos, en su momento ya destacamos un cierto
número de andaluces con destinos que serán minoritarios a finales
del XIX pero que ahora parecen, al menos de manera puntual,
TD- Francisco Contreras Pérez
191
mantener una relativa vitalidad entre los andaluces: Santo
Domingo y Perú.
Durante las últimas décadas del imperio, “Lima” y “Perú”
habían sido los destinos consignados en una décima parte de las
licencias emitidas por la Casa de la Contratación. Pero se ha
destacado en este caso la importancia de la repatriación de los
españoles a raíz de la independencia, y el escaso relieve de este
destino en la época de la emigración en masa:
“El Perú se mantuvo al margen del flujo
migratorio de españoles de la segunda mitad del XIX, el
retorno tras la independencia fue importante y el exilio
durante y después de la Segunda República fue
minoritario. La distancia, ausencia de transporte y el
propio desarrollo interno del país son elementos a
considerar para explicar en parte esa carencia”.141
Ahora bien, dentro de ese paréntesis hasta ahora bastante
desconocido que se extiende desde las guerras de independencia y
141 MARTÍNEZ RIAZA, A.: “Las relaciones el Perú-España, 1919-1939. Temas
clave y líneas de trabajo”, Boletín americanista, n.º 48, 1998, [pp. 153-177], p. 154. En este marco de alejamiento, la autora sin embargo señala que será el periodo 1919-39 cuando se detecta un incremento de los contactos entre ambos países en los planos diplomáticos y políticos, aunque no así en el migratorio.
TD- Francisco Contreras Pérez
192
la eclosión de la emigración en masa a finales del XIX, Perú como
otros destinos importantes en época colonial parece recuperar
cierto relieve dentro de las pequeñas magnitudes migratorias de
que todavía hablamos a la altura de 1860, antes que sea
desplazado por nuevos territorios más expansivos del cono sur. No
habiendo ya trasiego de “militares” y “burócratas”, cabe pensar en
la pervivencia de viejos flujos económicos desde las zonas
exportadoras de Andalucía, pues los individuos implicados proceden
prácticamente en exclusiva de Cádiz y en menor medida Málaga.
Constatado que en 1765-1824 Andalucía protagonizaba el
proceso migratorio a América pero con una tendencia de pérdida
de posiciones, esto no excluye que por entonces la vieja conexión
con el Atlántico había tejido numerosos lazos personales y de
intereses entre determinados puntos de la geografía andaluza y
americana. En estas localidades andaluzas, cruzar al Nuevo Mundo
se había constituido en cierto “acervo migratorio” acumulado
durante decenios hasta constituir parte de la cultura familiar y
empresarial asentada como en Cádiz o en expansión como en
Málaga.
¿Hay una pauta “andaluza” en la elección de país de
destino en América?
TD- Francisco Contreras Pérez
193
En un estudio comparativo de los destinos en época colonial
y el segundo tercio del XIX, los datos publicados para el primer
periodo comercio nos obligan a empezar operando con amplias
áreas geográficas en el hemisferio occidental como hemos visto
más arriba.142 Los promedios de emigrantes/año por áreas
geográfica en América no sólo confirman el nuevo
dimensionamiento de la emigración, sino que además revelan
ciertas modificaciones en los destinos entre la etapa colonial y
estas fechas del XIX, lo que va completando junto con el anterior
hecho el perfil de la primera etapa de emigración contemporánea.
142 A efectos de facilitar la comparación, hemos agrupado los once países
americanos de los pasaportes de 1860-1861 en cinco áreas geográficas, para poder cotejar los datos con la regionalización adoptada en la citada investigación de Márquez Macías sobre las licencias de embarque en 1765-1824. En consecuencia, los destinos de los pasaportes quedan encuadrados como sigue: Cuba, Sto. Domingo, Puerto Rico y EE.UU. (Las Antillas), México y Guatemala (México y Centroamérica), Perú y Chile (Países Andinos Centro-Sur), Venezuela (Países Andinos Norte) y, por último, Montevideo y Rep. Argentina (Países del Plata). Las medias anuales para 1765-1824 se han calculado sobre los 973 andaluces para los que se ha publicado la información cruzada destino específico/profesión, ahora bien la media anual del total hemos podido referirla al conjunto de 1370 permisos de embarque de naturales de a región (incluyendo los que no declararon profesión u ocupación, normalmente acompañantes de aquellos otros). Por otra parte, excluimos los 5 pasaportes de Brasil de 1860 por no estar este destino en el monopolio gaditano. Por otra parte, de nuevo la exposición de los datos en la bibliografía condiciona los cálculos base para 1765-1824: para obtener el coeficiente de crecimiento de España estas investigaciones nos permiten trabajar con el número total de visados para cada destino (sin la condición de declaración de profesión), pero incluyendo los extranjeros (1.157 individuos); estos últimos si los hemos podido detraer del total de España en 1765-1824. Como en las anteriores operaciones, esta última pretende homogeneizar, en la medida en que nos lo permite la información consultada, el universo estadístico de las licencias con los posteriores pasaportes nacionales de 1860-1861.
TD- Francisco Contreras Pérez
194
Considerando que la misma tendencia se detecta en el caso
español (coeficiente del 154,6), en cuanto a Andalucía salta a la
vista el incremento de la media anual de la emigración con destino
a Las Antillas (coeficiente del 366,7). En esta área, las todavía
colonias españolas de Cuba y Puerto Rico podían estar reforzando
su papel en tanto que destinos refugio. Es sin duda la que
protagonizará la emigración regional en el segundo tercio del XIX.
Hemos recogido en una nueva tabla la distribución por
países de destino de aquellos que salieron con pasaporte en 1860-
Cambios y permanencias en los destinos americanos d e los andaluces, 1765-1824 y 1860-1861.
Las Antillas
México y Centroamérica
Países Andinos Centro-Sur
Países Andinos Norte
Países del Plata TOTAL
Media anual de licencias a andaluces (1765-1824)
2,1 6,0 2,1 3,8 2,2 22,8
Media anual de pasaportes a andaluces (1860-1861) 770,0 18,5 33,0 1,5 21,5 844,5
Coeficiente de andaluces (pasaportes/licencias) 366,7 3,1 15,7 0,4 9,8 37,0
Coeficiente de españoles (pasaporte/licencias)
154,6 2,0 11,3 0,5 57,7 53,1
Fuentes: para los datos de 1765-1824: MÁRQUEZ MACÍAS, R.: La emigración española a América (1765-1824), Oviedo, Universidad, 1995; y para los datos de 1860-1: JUNTA GENERAL DE ESTADÍSTICA DEL REINO: Anuario estadístico de España. 1860-1861, Madrid, 1862-1863. Elaboración propia. Elaboración propia.
TD- Francisco Contreras Pérez
195
1861 de Andalucía y España. Para ganar en capacidad de analítica,
hemos incluido los datos de Galicia como hicimos más arriba.
Países de destino en América. Una comparación regio nal.
1860-1861
Andalucía Galicia España Origen
Destino Pasaportes
%
%
%
Brasil* 5 0,3 0,6 0,2
Chile 15 0,9 12,3 0,3 Cuba 1241 73,3 45,5 73,0
EE.UU. 26 1,5 0,0 1,2 Guatemala 13 0,8 0,0 0,1
Méjico 24 1,4 0,2 1,2 Montevideo 9 0,5 7,9 3,8
Perú 51 3,0 0,4 2,3 Puerto Rico 82 4,8 0,7 5,6
Argentina 34 2,0 32,3 10,3 Sto.Domingo 191 11,3 0,0 1,7
Venezuela 3 0,2 0,0 0,2
Total 1694 100 100 100,0 * Brasil no aparece en la relación de destinos de 1861. A su vez sobra decir que la estadística oficial no permite conocer los embarques irregulares –clandestinos- hacia cualquier destino. Fuente: JUNTA GENERAL DE ESTADÍSTICA DEL REINO: Anuario estadístico de España […] 1860:1861, Madrid, 1862-1863. Elaboración propia.
En efecto, como adelantamos, Cuba llega a recibir casi tres
cuartas partes (73,3 %) de los 1694 individuos que solicitaron
pasaportes en Andalucía para América en dicho bienio. Este
TD- Francisco Contreras Pérez
196
porcentaje resulta prácticamente idéntico al obtenido para en el
total de la emigración española (73,0 %). También en este espacio
antillano, si bien a considerable distancia estadística de Cuba,
Puerto Rico presenta otra destacable frecuencia como tercera plaza
entre las solicitudes de pasaportes, de nuevo tanto entre andaluces
(4,8 %) como en el conjunto español (5,6 %). De tal manera que a
mediados del XIX, y antes de la emigración en masa a las nuevas
repúblicas del cono sur, las colonias antillanas muestran destacado
papel, reafirmando un sensible “redireccionamiento” de la
emigración cuya tendencia se remontaría décadas atrás, a los
inicios de la crisis y liquidación del la soberanía española en el
continente hacia 1810. Entonces empezó a cambiarse las
tendencias migratorias de los españoles y andaluces durante los
decenios finales del XVIII.143
Como dijimos no son de extrañar estos resultados, esto es,
el redimensionamiento de Cuba y Puerto Rico en el flujo migratorio
trasatlántico desde 1824, a raíz de independencia de las nuevas
repúblicas y en algunos casos los conflictos subsiguientes con la
población española residente, en la medida que quedaban como
143 “A partir de 1810 la emigración va disminuyendo en casi todos los lugares
y desapareciendo en otros con la única excepción de las Antillas, esto responde a que tras la Independencia de Hispanoamérica, España sólo conserva sus posesiones en las Antillas”. MÁRQUEZ MACÍAS, R. (1995): p. 164
TD- Francisco Contreras Pérez
197
pequeños reductos donde la continuidad de la soberanía española y
la regularidad del transporte garantizaban la ida y venida de
personas y bienes.
La pregunta sobre en qué medida esto es algo más que una
explicación de recurso fácil, por aparentemente obvia, podemos
abordarla a la luz del caso de Santo Domingo. Este país muestra en
este año una peso relativo entre los pasaportes de Andalucía (11,3
%) diez veces superior al que significa en el total español (1,7 %).
Santo Domingo había sido un destino marginal en el conjunto de la
emigración española hasta 1824 (1,6%), y no volverá a tener
relevancia alguna durante las décadas posteriores cuando las
estadísticas oficiales españolas registrarían el fenómeno de las
migraciones masivas a otras repúblicas del Cono Sur. La coyuntura
política que enmarca la aparición de las estadísticas de pasaportes
podrá ayudar a explicarla, como lo demostramos en el epígrafe
siguiente.
Volviendo sobre la tabla regional anterior, los datos de
Galicia nos permiten conocer algún aspecto más del
comportamiento migratorio andaluz en este estudio comparativo de
escala regional. Ciertamente se destaca también entre los gallegos
como entre los andaluces la importancia de Cuba en tanto que país
de destino, siendo la diferencia regional una cuestión relativa de
TD- Francisco Contreras Pérez
198
matiz: Galicia, con ser el principal origen peninsular, presenta sin
embargo un menor grado de dependencia de este destino, no sólo
en términos numéricos, sino también geográfico, pues el segundo
país destino se sitúa en el Cono sur: la República Argentina. Esta
república y Cuba se reparten el 77,8 de la emigración gallega a
América, mientras los andaluces se concentran en rango similar en
la todavía colonia antillana.
Esto es, el contingente de individuos que salieron de Galicia
a la altura de 1860-1861 diversificó sus principales destinos tanto
en términos cuantitativos como en cuanto a las áreas geográficas y
económicas implicadas. De admitir que este indicio va
constituyendo parte del perfil migratorio de la región noroccidental
desde estas fechas, dicha pauta tiene la ventaja de reducir el
impacto de eventuales coyunturas particulares de cada destino en
los niveles migratorios globales de región.
En consecuencia, mientras la emigración sea un recurso
necesario, ésta debería presentar menor dependencia de
coyunturales particulares de uno u otro país americano, lo que se
debería traducir en oscilaciones menos acusadas en las curvas
migratorias de Galicia en comparación con las de Andalucía (este
menor grado vulnerabilidad no significa naturalmente vacunarse
TD- Francisco Contreras Pérez
199
ante los ciclos generales, como cabe esperar para las décadas
siguientes de mantenerse estas circunstancias).
Si bien resulta obvia esta lectura en el marco de destinos
americanos exclusivamente, cabe no olvidar que más allá de las
corrientes trasatlánticas el papel que por entonces desempeñaba
Argentina como destino alternativo y emergente para los gallegos,
en Andalucía lo está asumiendo las colonias francesas del llamado
Oranesado en el norte de África y protagonizado casi en
exclusividad por almerienses.
De todos modos, esta comparación con el caso gallego nos
permite conocer que, en Andalucía, la alternativa migratoria de
Argentina, destino protagonista de la emigración finisecular en la
región desde finales del XIX, presenta todavía un cierto retraso
como mercado laboral en expansión. Galicia ya enviaba allí el 10,3
% de sus emigrantes a América, frente a sólo el 2 % de Andalucía.
La modesta cuantía de este porcentaje, unos 34 individuos, nos
indica un pequeño flujo de personas ligadas a actividades
comerciales de representación más que a un proceso de trasvase
de mano de obra y población entre mercados laborales de ambas
orillas con los perfiles sociales de las migraciones masivas
posteriores.
TD- Francisco Contreras Pérez
200
Es cierto que, según el estado actual de los conocimientos,
no es posible despejar si esta fotografía refleja una situación
puntual o si representa algo más que el escueto bienio para el que
tenemos la información que nos sirve de base. Por lo que
adelantamos de lo que ocurrirá más adelante en el tiempo, desde
1889-90, la emigración andaluza parece que va a consolidarse en
esta pauta de tal manera que sus curvas migratorias a América
reflejarán las oscilaciones asociadas a la fuerte dependencia de
“monodestinos” sucesivos pero no coetáneos. Aunque no cesaría la
corriente entre Andalucía y las Antillas (Cuba especialmente), este
área no podrá competir en igualdad de dimensiones relativas un
cuarto de siglo después de 1860, cuando surja el ciclo de la
emigración en masa hacia los países del Cono Sur en la década de
1880 (Argentina y Brasil).
En un tercer plano de la fotografía de los destinos de los
andaluces en 1860-1861, tras Cuba y los otros dos plazas
antillanas, encontramos Perú, Argentina, los EE.UU. y, quizás,
Méjico. Se sitúan todos ellos en un rango del 3 al1 % de los
pasaportes. Ciertamente significan valores reales pequeños, de una
cincuentena de visados, pero alcanzados en dos años, por lo que la
media anual puede llegar a superar a la registrada para las
TD- Francisco Contreras Pérez
201
licencias de embarque de 1765-1824, último periodo período
colonial como vimos.
Entre éstos, resulta de especial interés para esta
investigación el caso de la República Argentina, cuya tendencia era
a incrementar su atractivo como área de destino en el momento
anterior a la declaración de independencia. En los últimos años del
virreinato del Plata (Argentina, Uruguay y Paraguay) este grupo de
Países del Plata venía concentrando más proporción de la
emigración regional en 1765-1824 (13,3 %) de lo que ahora
suman los porcentajes de la República Argentina y Montevideo,
como equivalentes geográficos en la serie de destinos de 1860-
1861 (2,0 % + 0,5 % respectivamente). Se trata de un ajuste
relativo a una sexta parte del anterior nivel. Además los pasaportes
con estos destinos emitidos en Andalucía presentan un diferencial
negativo bastante abultado respecto al conjunto español: -8,3
puntos porcentuales.
A este respecto puede tener cierto sentido pensar que
estamos ante los efectos en el tiempo de la natural inflexión
migratoria inducida por los procesos de independencia y de cese de
relaciones entre España y las nuevas repúblicas de la década de
1820. De seguir operando este argumento, tendríamos que verlo
reflejado tanto en el parcial andaluz como en el total español, pero
TD- Francisco Contreras Pérez
202
no sólo no es así en este último caso, sino que por contra la
importancia relativa del área rioplatense muestra una mejora
respecto a la situación previa a 1824: Montevideo y la República
Argentina acumulan el 14,1 % (3,8 y 10,3 respectivamente) de los
pasaportes españoles en 1860-1861, frente al 12,1 % del antiguo
Virreinato del Plata.
Cuba: bases de un destino refugio durante el siglo XIX
Cuba se presenta en el segundo tercio del XIX como el
destino con mayúsculas de los pasajeros andaluces y españoles
que embarcaron por entonces hacia América. Antes de 1824, los
destinos de la “Habana”, “Cuba” y “Matanzas” habían llegado a
contabilizar en torno al 30% de la licencias, registrándose un
significativo cambio desde la década anterior cuando el resto del
extinguible imperio se gestaban las fases iniciales de la cadena de
declaraciones de independencia.
“A partir de 1810 la emigración [española a
América] va disminuyendo en casi todos los lugares y
TD- Francisco Contreras Pérez
203
desapareciendo en otros con la única excepción de las
Antillas”.144
Estamos ante un diferencial de orden institucional como es
la continuidad de la administración colonial, mientras el caos se
extiende en tierra firme, y por ello de las comunicaciones
marítimas y las relaciones comerciales, que actúa como factor de
una creciente preferencia emigratoria por Las Antillas desde el
segundo tercio del XIX. En consecuencia, siguiendo a B. Sonesson,
habría que distinguir “en la emigración que parte de España
durante el siglo XIX es preciso distinguir la que se dirigía a Cuba y
Puerto Rico y la corriente que iba hacia las repúblicas del
continente. Comunicaciones regulares con la Península, una política
que promovía la inmigración blanca, y la protección que otorgaban
las leyes y las instituciones españolas, brindaban condiciones más
ventajosas a los españoles en las Islas”.145
A ese factor institucional diferenciado de Las Antillas
española, hay que añadir en el caso cubano que su economía
registraría, durante el segundo tercio del siglo XIX, un ciclo
144 MÁRQUEZ MACÍAS, R.(1995), p. 164. 145 SONESSON, B.: “La emigración española a Puerto Rico. ¿Continuidad o
irrupción bajo nueva soberanía?, en SÁNCHEZ ALBORNOZ, N. (comp.): Españoles hacia América. La emigración en masa, 1880-1930, Madrid, Alianza, 1988. p. 296. [pp. 296-321]
TD- Francisco Contreras Pérez
204
expansivo bajo un “modelo exportador” definido por la introducción
de procesamientos modernos de la caña de azúcar y una cada vez
más acusada escasez relativa de factor trabajo.
En los primeros años de este periodo, el saldo migratorio de
Cuba se vio favorecido por las incorporaciones de contingentes
blancos que huían de las oleadas revolucionarias del Tierra Firme y
la vecina Isla de Santo Domingo. Pero el gran posterior
sostenimiento de su crecimiento demográfico respondería después
no sólo a un efecto coyuntural o a variables vegetativas en
exclusiva, sino a un nuevo ciclo inmigratorio, como ha señalado
Maluquer de Motes.
A partir de la Ley contra el tráfico negreo de 1845, el
gobierno español promoverá el blanqueamiento de la fuerza de
trabajo, con el objetivo político de prevenir la amenaza de un
levantamiento general de los negros por extensión de lo sucedido
en las posesiones francesas. Inicialmente pensaron en familias
completas, pero pronto se abandonó esta fórmula por la de
priorizar a los hombres adultos, a raíz del desastre de la fragata
Paquete Gaditano núm. 4 con una de aquellas expediciones
familiares. En el lapso de tiempo que va del censo de 1846 y al de
1862, el número de residentes nacidos en España (canarios y
peninsulares) se duplicó hasta superar holgadamente los 100.000
TD- Francisco Contreras Pérez
205
individuos, pasando del 5,2 % a representar 8,5 % del stock
demográfico de Cuba.146 Pero, ¿qué papel tuvieron los andaluces
en este primer ciclo inmigratorio contemporáneo de Cuba?
Una antigua habanera, rescatada por Carlos Cano en
homenaje a los llamados cantes de ida-y-vuelta, jugaba en su
estribillo de este modo: “La Habana es Cádiz con más negritos /
Cádiz es La Habana con más salero”147. El puerto de Cádiz fue
durante decenios el “rostro familiar de la metrópoli”148 que lo fue
para el caso de Las Antillas hasta las vísperas del siglo XX, forjando
sobre relaciones burocráticas y mercantiles los lazos personales y
culturales entre ambas orillas.
Pese a este puerto y a los vestigios de cultura popular
ilustrados por los cantes de ida-y-vuelta, en verdad la historiografía
carece no ya de cierto corpus sino que incluso de algún estudio
más allá de las referencias en estudios de conjunto, o en todo caso
ocupan éstas un interés accesorio en trabajos centrados
principalmente en el tráfico comercial. A lo sumo quedan
agregados en los contingentes españoles, frente a otras corrientes
146 MALUQUER DE MOTES, J.: Nación e inmigración: los españoles en Cuba
(ss. XIX y XX), Columbres, Archivo de Indianos, 1992, pp. 24 y 32-35. 147 CANO, C.: “Habaneras de Cádiz”, en Una vida de copla, 2006 (CD de
música). 148 Es el título de un estudio sobre las clases mercantiles gaditanas a lo largo
del siglo XVIII, ubicadas en el nodo portuario del Imperio: FERNÁNDEZ PÉREZ, P.: El rostro familiar de la metrópoli. Redes de parentesco y lazos mercantiles en Cádiz, 1700-1812, Madrid, Siglo XXI, 1997.
TD- Francisco Contreras Pérez
206
regionales más visibles ya por sus abrumadores volúmenes como
es el caso de los canarios, ya por su especializada identidad social
tal que la diáspora comercial protagonizada por catalanes desde
finales del XVIII.149
Así por ejemplo, para M. D. Pérez Murillo el número de
eventuales pasajeros de origen andaluz no justifica su inclusión
entre las seis primeras regiones más destacadas, quedando
englobados aquellos en el total de 360 individuos procedentes de
“otras regiones”, a pesar de ser Cádiz el puerto natural de
embarque por entonces para América. La autora trabajó sobre las
licencias de embarque del Archivo General de Indias como fuente
para su estudio de la “inmigración legal de peninsulares a la Isla de
Cuba desde 1800 a 1835”. 150
Esta escasa relevancia relativa de los andaluces en términos
cuantitativos parece consolidarse en la segunda mitad del siglo XIX
e independientemente de la fuente empleada por los
investigadores. De igual modo que hiciera Pérez Murillo, Maluquer
de Motes considera que el número de residentes de origen andaluz
según el Censo de la Isla de 1859 estaría dentro de esas “cifras tan
149 YÁÑEZ GALLARO, C. (1996). O simplemente por un relativo mayor interés
prestado por algunos historiadores desde otras regiones. 150 PÉREZ MURILLO, M. D.: Aspectos demográficos y sociales de la Isla de
Cuba en la primera mitad del siglo XIX, Cádiz, Universidad de Cádiz, 1988, p. 122.
TD- Francisco Contreras Pérez
207
mínimas que puede casi negárseles el carácter de movimiento
migratorio, por tratarse de desplazamientos de personas que
explican obligaciones específicas de los funcionarios públicos dentro
de territorios de una misma soberanía” 151.
No obstante a finales del segundo tercio del XIX, Cuba
seguía siendo el principal destino de los andaluces en América,
aunque en términos relativos este aporte regional desde finales del
XVIII había ido perdiendo importancia relativa en el conjunto de la
emigración española protagonizada en creciente medida por
catalanes y gallegos, entre los peninsulares, y poco después de
canarios. Como hemos expuesto, sólo en el bienio 1860-1861 se
emitieron 1241 pasaportes para Cuba en Andalucía, esto es, el
35,7 % de todos los emitidos en la región con cualquier destino;
valor próximo al que representa éste en el universo de destinos de
todos españoles (39,4 %). Dicho lo cual, y regionalmente
considerado el aporte español, hay que añadir que ese millar largo
de andaluces significaba entonces sólo el 6,0 % de los pasaportes
españoles, eso sí, muy por debajo del peso demográfico de la
región en la población española.
El Censo de 1859 de Cuba es el único del siglo XIX que
permite completar esta visión mediante el estudio de la
151 MALUQUER DE MOTES, J. (1992), p. 67.
TD- Francisco Contreras Pérez
208
composición regional de los españoles residentes en la Isla152. J.
Maluquer de Motes153 estima que de dicho censo sólo ha llegado
hasta hoy un 72 % de la información, aunque no especifica si
pudiera introducir virtual sesgo en las conclusiones. De ser así, se
trataría del grueso de la información, lo que ha servido de base al
citado autor para establecer por primera vez para la Cuba del siglo
XIX una cuantificación de la inmigración por regiones de origen,
menos gruesa que la habitual distinción entre peninsulares y
canarios.
Si se incluye la población de origen canario y la proyección
que sobre los datos originales hace Maluquer de Motes, el total de
españoles en la Isla en 1859 se elevaría a los 83000 individuos. Lo
que parece claro es que canarios, catalanes, gallegos y asturianos
constituían el grueso de la población nacida en España y residente
en Cuba por entonces; todos ellos presentan porcentajes de
participación ampliamente superiores a los de sus respectivas
152 Este recuento obedece a las órdenes de elaboración del Censo español de
1857, que daba comienzo a la etapa estadística moderna en España. Los estadillos con la distribución de los españoles según su naturaleza provincial nunca llegaron a ser publicados según J. Maluquer de Motes, y confirmamos que tampoco aparecen incluidos en la edición del Censo de población de España de 1860, en cuyo preámbulo sin embargo se menciona la orden de elaboración del recuento en las posesiones de Ultramar del año anterior. Censo de la población de España según el recuento verificado el 25 de diciembre de 1860 por la Junta General de Estadística del Reino, Madrid, Imprenta Nacional, 1863 (Fondo documental del INE, Microfichas).
153 MALUQUER DE MOTES, J., (1992), p. 170.
TD- Francisco Contreras Pérez
209
regiones sobre la población del país. Los canarios por su volumen
y naturaleza esta corriente insular vendrá a proyectarse durante
los siglos XIX y XX como un ejemplo singular de “expansión de
frontera” demográfica, la del archipiélago, hacia Las Antillas y el
Caribe fundamentalmente. Los catalanes protagonizan un segundo
modelo migratorio: la diáspora de base comercial, mientras que,
como tercer tipo, los gallegos y asturianos recurrían a la
emigración en tanto que recurso adaptativo en un marco de
inviabilidad económica de sus reducidas explotaciones familiares
agrarias.
En función de las propias estimaciones del autor
compensando las ausencias de información del Censo de 1859, el
número de andaluces residentes en la Isla se elevaría de los 3066
comprobados a los 4300 estimados. Por otra parte, si se incluyen
los canarios en tanto que mayoría absoluta de los españoles y no
sólo los peninsulares, la participación andaluza del 9,8 % se
reduciría al 5,2 %.
A la luz de estos datos, podemos decir que dos fuentes, de
naturaleza distinta, como son este censo de 1859 y nuestro
registro de pasaportes de 1860-1861 acotan respectivamente una
horquilla del 5,2 al 6,0 % que bien podría servir para delimitar
cuantitativamente el componente andaluz entre los migrantes
TD- Francisco Contreras Pérez
210
españoles de Cuba para este segundo tercio del XIX (el máximo de
la horquilla sería del 9,8 % si hablamos sólo de peninsulares).
No obstante, los datos disponibles apuntan a que la
participación de andaluces en la corriente española no había
variado drásticamente con el tiempo. Puede ser ilustrativo
sintetizar en una tabla los datos disponibles a partir de diferentes
fuentes y para distintos periodo como son el Censo de 1859 y las
licencias de embarque del XVIII, a efecto de poder sacar algunas
ideas sobre el cambio en el tiempo o continuidad de la relación
migratoria de Cuba y Andalucía. Los datos de esta tabla recogen
sólo los peninsulares porque lo condiciona la información ofrecida
por Maluquer de Motes para 1859.154
154 La emigración canaria hacia 1850 había alcanzado tal magnitud que ellos
solos vendrían a representar una cantidad similar a la del total de peninsulares, por lo que a efectos prácticos la tabla tendría menos capacidad ilustrativa para analizar otros componentes regionales. Por otro lado, las licencias de embarque recogidas por MÁRQUEZ MACÍAS apuntan a que la presencia canaria en Cuba en 1765-1824 parece haber sido residual. Según apunta Maluquer de Motes, el interés por la Isla probablemente se incrementó tras la independencia de las repúblicas de Tierra Firme, entendiendo que éste había sido un destino prioritario de los canarios hasta entonces (y de nuevo con posterioridad).
TD- Francisco Contreras Pérez
211
Andaluces entre los peninsulares de Cuba.
1765-1861.
Fuentes
%
del total
Licencias de 1765-1824
9,2
Censo cubano de 1859 9,8
Pasaportes de 1860-1861 7,2
Fuentes: MÁRQUEZ MACÍAS, R.: “A contribución migratoria española ás Antillas entre 1765 e 1824, Estudios migratorios, n. 7-8, 1999, p. 165; y MALUQUER DE MOTES, J.: Nación e inmigración: los españoles en Cuba (ss. XIX y XX), Columbres, Archivo de Indianos (1992), p. 63; JUNTA GENERAL DE ESTADÍSTICA DEL REINO: Anuario estadístico de España […] 1860:1861, Madrid, 1862-1863. Elaboración propia.
Somos conscientes de que esta comparación inicialmente
peca de heterodoxa por tratarse de fuentes de naturaleza muy
diferente: registros seriados y un censo, pero en este marco de
escasez documental al menos pueden tener un mero valor
indicativo. Además el contraste que permite establecer también
tiene un interés añadido para nosotros, pues mientras licencias y
pasaportes sólo registran salidas desde España, la fotografía
demográfica que es un censo revela el resultado de los saldos
netos, esto es, aquellas menos los eventuales retornos a la
península. Ciertamente los registros de pasajeros y los censos son
métodos de recuentos de metodología y fines diferentes, aunque
TD- Francisco Contreras Pérez
212
ambos pueden recoger si coinciden en fechas a un grupo de
migrantes en dos momentos distintos de su ciclo vital: la salida y la
residencia en destino.
Las licencias anteriores a 1824 y el Censo de 1859 ofrecen
porcentajes no muy desiguales de andaluces entre los pasajeros y
la colonia española en la Isla. Puesto que en el Censo de 1859
quedan los rastros de la inmigración desde principios del XIX, se
puede considerar que se proyecta a lo largo del segundo tercio del
XIX una cierta estabilidad del peso relativo de este componente
regional en la colonial peninsular.
Por su parte, las diferencias son más destacables respecto al
flujo migratorio del bienio de 1860-1861. Esa diferencia de de -2,6
puntos entre la proporción de andaluces según los pasaportes y la
los datos censales viene a significar unos 900 individuos155, una
cifra que sin duda es elevada pues equivaldría a tres cuarta parte
de los pasajeros embarcado en esos dos años.
Al tratarse de una serie muy corta, este registro de visados
no permite despejar si estamos ante el reflejo de una situación
puntual o forma parte de una tendencia a medio y largo plazo. De
todos modos, no debemos perder de vista algunas posibles
155 Sobre el total de la colonia peninsular en la Isla hacia 1859: 35.079
residentes.
TD- Francisco Contreras Pérez
213
circunstancias que de uno u otro modo pudieron condicionar la
dicha diferencia cuantitativa respecto a los datos ofrecidos por el
Censo. Para empezar, y justo después de este censo, no hay que
olvidar la eclosión en 1861 de Santo Domingo como destino de
andaluces en la misma área geográfica y económica, lo que pudo
distraer parte del contingente anual de pasajeros visados para
Cuba.
Por otra parte, esa diferencia de porcentajes no debe ser
extraña tampoco a un matiz diferenciado en la naturaleza de
sendas fuentes: en el censo se recogió la población civil y la militar
de la Isla. Aunque todavía sin las dimensiones de las décadas de
finales del XIX, el contingente castrense tiene su importancia en
este caso porque se contabiliza en el total de residentes de origen
español en la colonia; es más, como apuntara Maluquer de Motes,
su importancia relativa fue quizás mayor en aquellas corrientes
regionales como la andaluza menos voluminosas, es decir, cuya
participación en el total de la emigración española resultaba inferior
a su peso demográfico156.
156 Las provincias andaluzas sumaban el 18,9 % de la población del país.
Censo de la población de España según el recuento verificado el 25 de diciembre de 1860 por la Junta General de Estadística del Reino, Madrid, Imprenta Nacional, 1863 (Fondo documental del INE, Microfichas).
TD- Francisco Contreras Pérez
214
Como acotación a esto último, no es menos cierto que el
servicio militar sirvió para algunos como “plataforma” o “vía” de
migración, hecho que pasaría desapercibido a la luz de fuentes
como los pasaportes emitidos por los Gobiernos Civiles. Tal que se
ha puesto de manifiesto por diversos investigadores a partir de
documentación de otra índole, no fue infrecuente entre los reclutas
permanecer en el sector civil de la economía colonial una vez
concluido su periodo de prestación, práctica que se constata desde
los primeros años y se prolongaría el fin de la soberanía española.
157
Llegados hasta aquí, entendemos que las dimensiones del
aporte demográfico andaluz en Cuba se incrementaron a lo largo
del segundo tercio del XIX, y se hizo de manera significativa con
respecto al periodo anterior a 1824. Junto a ello, la Isla también se
convertirá en el principal destino indiscutible para los emigrantes
andaluces, en mucha mayor medida que cuando el Imperio en la
América continental. Pero esto se produjo en un contexto de
incremento de los aportes migratorios desde otras regionales. En
resumidas cuentas, y desde este enfoque cuantitativo, Cuba era
157 En su día, M.D. PÉREZ MURILLO ya había tomado nota de este hecho en la
consulta de la Sección “Papeles de Cuba”. PÉREZ MURILLO, M. D., (1988), p.121, y sería estudiado monográficamente por M. R. MORENO FRAGINALS: Guerra, migración y muerte (el Ejército español en Cuba como vía migratoria), Colombres, Archivo de Indianos-Júcar, 1993.
TD- Francisco Contreras Pérez
215
hacia 1860 más importante para los emigrantes andaluces que
éstos para la población de origen peninsular de la Isla.
Destinos minoritarios y coyunturales.
Si atendiéramos al peso de los andaluces en cada corriente
migratoria, otros autores ya han señalado desde finales del XVIII al
menos un retroceso frente a la emergencia de otras regiones. Esta
tendencia parece confirmarse con el paso del tiempo y parece
durar al menos hasta este segundo tercio del XIX que estamos
analizando. Los datos muestran que siendo de andaluces el 9,1 %
de las licencias de embarque de 1765-1824, esta participación
vendría a caer hasta el 5,9 % entre los pasaportes con destino a
América emitidos en 1860-1861.
TD- Francisco Contreras Pérez
216
Los andaluces entre los españoles por destinos
en 1860-1861.
N.º de Pasaportes % de Destino España
(a) Andalucía
(b) Andaluces
(b/a)
Francia 123 27 22,0 Argelia 847 576 68,0
Brasil 70 5 7,1 Chile 84 15 17,9 Cuba 20.803 1.241 6,0
Estados-Unidos 352 26 7,4 Guatemala 39 13 33,3
Méjico 349 24 6,9 Montevideo 1.086 9 0,8
Perú 670 51 7,6 Puerto-Rico 1.608 82 5,1
Argentina 2.936 34 1,2 Santo Domingo 476 191 40,1
Venezuela 43 3 7,0
Destinos americanos 28.516 1.694 5,9 Todos los destinos 52.813 3.476 6,6
Fuente: JUNTA GENERAL DE ESTADÍSTICA DEL REINO: Anuario estadístico de España […] 1860:1861, Madrid, 1862-1863. Elaboración propia.
Si bien para el siglo XVIII no contamos con la cuantificación
de otras corrientes migratorias distinta a la de la América española,
los datos de 1860-1861 muestran que la corriente más andaluza no
tiene precisamente este continente como principal destino sino el
Norte de África, concentrándose en Argelia. Aquí el componente
andaluz alcanza su máxima representación a proveer el 68,0 % de
los españoles salidos con este destino en 1860-1861. En el polo
TD- Francisco Contreras Pérez
217
opuesto, destaca el escaso peso en Andalucía de los pasaportes
para Argentina y Montevideo, representando el 1,2 % y el 0,8 %
de los españoles respectivamente.
A la vista de lo hasta aquí expuesto, y sin minimizar la
incertidumbre derivada de comparar resultados de dos series de
tan desigual extensión, observamos que los andaluces representan
un porcentaje destacado en destinos a todas luces minoritarios
para el resto de españoles como Santo Domingo, pero también
aunque en menor medida como Guatemala y Chile.
Las cifras reales no superan nunca el centenar de
individuos, salvo en el caso de Santo Domingo por la coyuntura de
1860-1861 ya comentada. Parece que estos valores no variaron
desde entonces como para atraer la atención de la historiografía
más reciente. En consecuencia, y respecto a nuestro tema de
trabajo, se conoce poco o nada del componente andaluz antes del
exilio de 1939, siendo la presente investigación una de las escasas
incursiones científicas para un periodo anterior a 1939.
Guatemala y Chile juntas habían sumado sólo el 6,5% de la
licencias a españoles emitidas en 1765-1824 por la Casa de la
Contratación. Esto es, como en el caso de Santo Domingo en esos
años, venían ocupando lugares periféricos en la geografía
TD- Francisco Contreras Pérez
218
migratoria, al parecer en correlación con otros planos de análisis
sobre la relación metrópoli-colonias.
Tras tres décadas de luchas civiles poscoloniales y de
reajustes fronterizos con los vecinos de Centroamérica, en la
Guatemala de estas décadas centrales del XIX se abría un
paréntesis de cierta estabilidad política y de nuevas expectativas
económicas y comerciales, asociadas al inicio del que será su
principal cultivo exportador: el café, que tuvo que favorecer la
reactivación de viejos intereses mercantiles junto con sus redes
migratorias. Un indicio de estos intereses mercantiles comunes nos
lo da el hecho de que, aunque el tratado de paz hispano-
guatemalteco no se firmara hasta dos años después de
desaparecida la estadística de pasaportes española (1863), la
relación consular había empezado a operar en 1855.158
El estado actual de los conocimientos apuntan a que entre
los andaluces con destino a Guatemala a lo largo del siglo XVIII y
hasta 1824 la gran mayoría habían declarado salir para trabajar
como criados y en menor número como comerciantes, dos de los
158 “Las relaciones entre España y Guatemala comenzaron el 29 de mayo de
1863, a través de un Tratado de Paz, Amistad y Reconocimiento de la independencia, que se ratificó un año después. No quiere esto decir que anteriormente no se mantuvieran de tipo consular, teniendo en cuenta que el primer consulado aparece ya en 1855”. PERERIRA, J. C. y CERVANTES, A.: Relaciones diplomáticas entre España y América, Madrid, Mapfre, 1992, p. 126.
TD- Francisco Contreras Pérez
219
segmentos ocupacionales civiles por otra parte más comunes en la
mayoría de los destinos americanos. En virtud de los nuevos
factores operantes a mediados del XIX, el primer segmento
ocupacional estaba llamado a desaparecer por los cambios sociales
ligados a la nueva situación política y económica que generaría el
nuevo perfil emigratorio; los “agricultores” y jornaleros (mano de
obra no cualificada) sustituirán como principal rubro a los criados,
mientras que los comerciantes tendrán una representación más
reducida relativamente al incremento de los volúmenes
migratorios.
En todo caso, estas dos últimas repúblicas habían sido
territorios periféricos en el Imperio español y volverán ser
estadísticamente marginales para la época de la emigración en
masa, lo que puede ayudar a explicar aunque no a justificar el bajo
nivel de conocimiento que de ellos se tiene en las últimas
compilaciones de historia de la emigración española y regional a
América159. Por el contrario, también periferia colonial pero con
tendencia expansiva a finales del XVIII había sido el caso de
159 En las compilaciones historiográficas de finales del siglo XX seguían
estando ausentes total o parcialmente estudios sobre estos destinos “marginales”, y nos referimos a grandes estados de la cuestión como: SÁNCHEZ-ALBORNOZ, N. (comp.): Españoles hacia América. La emigración en masa, 1880-1930, Madrid, Alianza Editorial, 1988, e Historia general de la emigración española a Iberoamérica¸ Madrid, Historia 16, 1992, 2 ts.
TD- Francisco Contreras Pérez
220
Argentina; como destino se mantuvo a la zaga de México en la
época colonial, para posteriormente ser la república
hispanoamericana que recibió la parte más nutrida de la
emigración en masa a finales del XIX. En un momento intermedio
de esta evolución vendría a situarse 1860-1. Por entonces, el
retroceso porcentual de andaluces se debe más al efecto
estadístico del incremento de emigrantes procedentes de otras
regiones, y no a un descenso rotundo de los valores absolutos de
los aquellos. Pues, como cuando comparábamos las medias
anuales del periodo colonial y poscolonial, el número anual de
andaluces con dirección a los Países del Plata multiplica casi por
diez veces en 1860-1861 la cifra calculada para los últimos años
del virreinato. A su vez, esta intensificación de los valores anuales
no quedaría explicada en toda su amplitud como efecto de una
mera proyección lineal del crecimiento demográfico de la región
entre ambas fechas; estimamos que en casi un 80% debe
atribuirse a un incremento en términos netos del flujo emigratorio
propiamente dicho, sumando a los crecientes atractivos de una
economía floreciente las condiciones políticas y tecnológicas que se
van implementando desde mediados del XIX para saltar el charco.
La coyuntura diplomática hacia 1860 ayuda sin duda a
entender la relativa excepcionalidad de Santo Domingo para los
TD- Francisco Contreras Pérez
221
andaluces, según se induce de su presencia, que no pasó de ser
singular pero eventual. Dichas fechas coincidieron con el “anómalo”
proceso de reanexión a la corona española de Santo Domingo. Este
evento habría que situarlo en el marco de las directrices
diplomáticas del gobierno de Isabel II encabezado por O’Donnell,
definidas según Álvarez Junco por la política de prestigio y el
“sueño imperial”.160 A su vez, esta anómala y pasajera situación
parece poseer una lectura en clave política interna en la república
centroamericana: los enfrentamientos entre las principales
facciones políticas; el conflicto civil se había externalizado en la
medida que cada bando en lucha a su vez estaba asociado a uno
de los dos principales intereses rivales sobre la zona: los gobiernos
de Estados Unidos y de España161.
160 ÁLVAREZ JUNCO, J.: Mater dolorosa. La idea de España en el siglo XIX,
Barcelona, Taurus, 2009, pp. 509-523. 161 Más allá del conflicto entre élites locales, la posición estratégica de Santo
Domingo hacía de ella un objetivo más de la rivalidad entre una diplomacia española (a la defensiva) y la amenazante presencia norteamericana en el Caribe amparada en la “doctrina Monroe” , que justo entonces pasaba por una coyuntura interna que la debilitaba (la Guerra de Secesión). Frente a esta tesitura del imperio emergente, se ha destacado el activo interés mostrado hacia la opción anexionista por el entonces gobernador de Cuba, a la sazón F. Serrano, que parece tuvo que vencer las dudas iniciales del gobierno O´Donnell. En palabras del investigador A. Sánchez Andrés, “los cambios que afectaron a la región durante los primeros años de la década de 1860 mejoraron transitoriamente la posición española en la misma. El estallido de la Guerra de Secesión, en abril de 1861, apartó momentáneamente a los Estados Unidos del escenario internacional. Paralelamente, la consolidación en el poder en España de la Unión Liberal, que desde julio de 1858 ocupaba el gobierno bajo el liderazgo de Leopoldo O`Donnell, propició una etapa de estabilidad política, la cual coincidió con un ciclo de expansión económica que se extendería hasta 1866. Todo ello vino acompañado de la remisión de las tendencias anexionistas
[Cont.]
TD- Francisco Contreras Pérez
222
Desde 1861 a 1865, año este último de la “evacuación”162
española, el extraño paréntesis tuvo que incentivar la integración
de Santo Domingo en las comunicaciones y el comercio que,
amparados a su vez por los intereses políticos, militares y
administrativos del Estado, unía la metrópoli con las otras colonias
tan próximas del área antillana.
De hecho, el número de pasaportes emitidos en España con
este destino se dispara en 1861: se elevan a 390, cuando en 1860
habían sido 86. El 40 % de los mismos se emitió en Andalucía y
en Cuba y del inicio de un proceso de aproximación entre la elite cubana y los sectores del liberalismo español aparentemente dispuestos a tratar de integrar a dicha elite en la base de consenso del régimen isabelino. Este escenario permitió a España desplegar una intensa actividad diplomática y militar en el continente americano. De este modo, España participó —junto a Francia e Inglaterra— en la intervención tripartita que se desarrolló en México en 1861. Ese mismo año, el gobierno hispano procedió a reanexar la República Dominicana a instancias del propio presidente de este país, Pedro Santana.” SÁNCHEZ ANDRÉS, A.: “Una diplomacia defensiva: la política exterior española en el caribe y el Golfo de México entre 1865 y 1878”, Hispania, 2007, vol. LXVII, nº. 226 (pp. 487-516), p. 490.
162 Cuando la antigua Española iba a cumplir veinte años de su independencia de la vieja metrópoli (1844), la vuelta a la Corona española abrió un paréntesis cuyo cierre en 1865 da paso al periodo conocido como “Restauración”, en tanto que momento de refundación de la República Dominicana. El carácter reversible de aquel episodio estaba ligado a la liquidación de la coyuntura política que lo había favorecido, obligando a España a reasumir su posición “a la defensiva” que le era natural en América desde el siglo XVIII: “El final de la Guerra de Secesión norteamericana y el progresivo desgaste del régimen isabelino provocaron un nuevo repliegue de la influencia española en América Latina, especialmente perceptible en el Caribe y el Golfo de México. La evacuación de la República Dominicana en 1865, el desmoronamiento del Imperio de Maximiliano dos años más tarde y los renovados proyectos anexionistas de Washington hacia la República Dominicana y Haití amenazaron el frágil equilibrio regional del que, en última instancia, dependía la posición española en Cuba.” SÁNCHEZ ANDRÉS, A. (2007), p. 491.
TD- Francisco Contreras Pérez
223
entre éstos casi en exclusiva en Cádiz, cuyo puerto, sabemos,
seguía compartiendo en época isabelina un papel destacado en el
comercio así como la administración militar y civil de los jirones del
imperio.
A diferencia del personal civil, los contingentes militares no
quedan recogidos en las estadísticas de pasaportes, y tampoco se
ofrece información exacta sobre su cuantía en la bibliografía
disponible. El gobierno de O’Donnell en Madrid, secundado
activamente por F. Serrano desde la gobernación de la Isla de
Cuba, improvisó un cuerpo administrativo civil y militar enviado
desde la metrópolis; naturalmente desde Cádiz, tradicional puerto
de embarque a las Antillas para el personal del Estado.
“[…] se montó una burocracia frondosísima y
pingüemente remunerada, análoga a la existente en las
prósperas islas de Cuba y Puerto Rico; con personal en
gran parte incompetente y de aluvión, procedente casi
todo él de la Península y de las otras Antillas, sin que a
ella tuvieran apenas acceso los dominicanos”163.
A lo que habría que añadir el contingente militar enviado
para apoyar a la facción pro-española de la República (pudo
163 CASTEL, J.: Anexión y abandono de Santo Domingo (1861-1865), colec.
Cuadernos de “Historia de las Relaciones Internacionales y Política Exterior de España”, [Madrid], [1954], p. 36.
TD- Francisco Contreras Pérez
224
igualmente nutrirse de unidades no sólo provenientes de la
Península sino también de unidades destacadas en Puerto Rico y
Cuba). A este respecto, llama la atención por sí sólo el volumen de
bajas causadas en el cuerpo expedicionario español según recoge
J. B. Vilar: 30.000 muertos, de los cuales 25.000 entre los militares
enviados desde la Península y 5.000 entre las unidades
provenientes de Cuba y Puerto Rico164. Podemos hacernos una idea
de la sorprendente dimensión alcanzada por el grueso de la fuerza
expedicionaria organizada por el gobierno de O’Donnell durante
este a la postre frustrado episodio de reposición del “orgullo patrio”
en el Caribe en 1860-1865. Por cierto, todo indica que pudo ser un
precedente con plenitud de derechos de la capacidad de trasvase
de tropas mostrada por esta potencia ya decadente que era el
reino de España en la fase final de la guerra de Independencia de
Cuba, tres décadas más tarde
Pero quizás, después de todo, la mayor consecuencia no
buscada para el futuro emigratorio del país resultó ser la
oportunidad derivada de esa coyuntura para la consolidación de la
empresa del naviero Antonio López, el posterior marqués de
164 VILAR, J. B.: “Las relaciones internacionales isabelinas: precisiones
conceptuales y anotaciones bibliográficas (1833-1868)”, en VILAR, J. B. (ed.): Las relaciones internacionales en la España Contemporánea, Murcia, Universidad de Murcia, 1989 (pp. 37-78), p. 52.
TD- Francisco Contreras Pérez
225
Comillas, la que sería la mayor compañía naviera del país desde
entonces y concesionaria de las rutas a los grandes destinos
emigratorios desde entonces. La también conocida como “Cía.
Trasatlántica” realizaría durante aquel episodio dominicano su
primer gran servicio extraordinario al Estado en el transporte de
tropas y personal civil. Los requerimientos de transporte
excepcional con este fin debieron ser una envergadura excepcional,
al menos desde la época de los convoyes coloniales, en la medida
que la compañía tuvo que adquirir seis nuevos vapores.165
Si extrapoláramos linealmente los datos de pasaportes
emitidos en 1861 a los restantes años del paréntesis
contemporáneo de soberanía española en Santo Domingo (1861-
1865), el total rondaría los dos mil, de los que unos 800 habrían
salido de Andalucía.166
No podemos confirmar si, además de los grupos de
agricultores canarios y de funcionarios y militares, la situación
165 A la luz de la información disponible, se deduce que la armadora tuvo que dedicar toda la flota disponible o un parte significativa a fecha de finales de 1861 a este nuevo y perentorio servicio; la inversión debería tener como objetivo igualmente no dejar desatendidas las concesiones obtenidas previamente en otras rutas ya operativas. HERNÁNDEZ SANDOICA, E.: “La Compañía Trasatlántica y las comunicaciones marítimas entre España y sus colonias en el siglo XIX”, en BAHAMONDE, A. et al. (eds.): Las comunicaciones entre Europa y América 1500-1993. Actas del I Congreso Internacional de Comunicaciones, MOPT, Madrid, 1995, pp. 299-311.
166 El caso de Santo Domingo, en la medida que implicó una vuelta puntual a la soberanía española, reviste desde este enfoque un plano emigratorio ligado fuertemente a este hecho y su duración, que no nos consta en las otras aventuras diplomático-militares del régimen isabelino en México y Perú.
TD- Francisco Contreras Pérez
226
generó unas bases inmediatamente propicias al llamamiento
directo de peninsulares de otro perfil socioprofesional por parte de
las redes familiares de españoles tradicionalmente enraizadas en el
comercio y la industria de la isla, en una función similar a la que
venían ejerciendo en Cuba y Puerto Rico. Las redes comerciales
establecidas entre intereses peninsulares españoles y dominicanos
a través sus bases en estas colonias de Las Antillas debieron de
existir con independencia del estatus de soberanía de la república
dominicana. Es más, sabemos que los pasaportes emitidos en
Andalucía con destino a Santo Domingo provenían casi en su
totalidad de la delegación del gobierno de Cádiz, punto de partida
de la nueva línea a Santo Domingo, pero desde siempre nodo de
comunicaciones con las otras partes de Las Antillas.
TD- Francisco Contreras Pérez
227
CAPÍTULO 4.
LA TEMPRANA EMIGRACIÓN ANDALUZA A LA
ARGENTINA, 1830-1870
Ciertamente que la guerra con la metrópoli y los conflictos
civiles posteriores no pudieron menos que incidir en los flujos
migratorios establecidos en época colonial. En primer lugar, hay
que hacer notar que el tradicional trasvase de funcionarios,
militares y religiosos así como de aquellos factores comerciales
ligados de una manera u otra al aparato de la administración
colonial se interrumpió.
De hecho, este goteo de personal amparado en la estructura
administrativa colonial había mantenido una importante
prevalencia en el conjunto de licencias emitidas entre 1765 y 1824,
como se expresa en las investigaciones de R. Márquez Macías. De
acuerdo con esta autora, los burócratas y militares venían
representado el 33,5 por 100 del total de licencias del periodo
tardocolonial, seguidos por criados y comerciantes (32,0 y 20,7
por 100 respectivamente). El porcentaje de estos empleados del
TD- Francisco Contreras Pérez
228
Rey de España se elevaba al 48,5 por 100 en el caso de los
embarcados para los Países del Plata.167 Qué duda cabe que la
lógica desaparición de este componente, una vez abortado en 1823
el último intento de expedición militar desde la metrópolis, no pudo
por menos que incidir en la reducción del trasvase poblacional ya
afectado por la propia conflictividad del momento y la
“hispanofobia” colateral.
Por otra parte, este componente migratorio institucional
continuaría siendo importante en el trasvase desde la península a
Cuba y restos de posesiones americanas hasta 1898, con picos en
periodos de conatos independentistas antes de este año.
En este sentido, M. D. Díaz Trechuelo168 apuntaba que la
emigración en época colonial tenía unos matices propios con
respecto a la posterior en la medida que saltar el charco no suponía
una solución de continuidad en la soberanía del mismo rey, la
misma ley, la misma lengua, la misma religión, con usos y
costumbres similares. Sin duda esto facilitaba llevar consigo al
núcleo familiar. Cabe considerar que esto sería así en el caso de
167 MÁRQUEZ MACÍAS, R.: La emigración española a América (1765-1824),
Oviedo, Universidad, 1995, pp. 168 y 181. Se han sumado los porcentajes que la autora ofrece desagregados para las profesiones de “militares” y “burócratas”.
168 DÍAZ TRECHUELO LÓPEZ ESPÍNOLA, M. D.: “La emigración familiar andaluza a América en el siglo XVII”, en EIRAS ROEL, A. (ed.): La emigración española a Ultramar, 1492-1914, Madrid, Tabapress, 1991, pp. 190 y 1991.
TD- Francisco Contreras Pérez
229
funcionarios, militares y grandes comerciantes amparados por la
estructura administrativa colonial, máxime cuando además solían
ocupar en América la cúspide de la estructura social.169
Subyace en este enfoque el presupuesto de que el emigrar
debe suponer un acto de “ruptura” con el origen y su marco
cultural, circunstancia que la autora matiza en la emigración
colonial. Este enfoque en todo caso no tiene cabida en los
presupuestos actuales que dominan los estudios sobre migraciones
del XIX, a pesar de que el marco institucional colonial ya hubiera
desaparecido en gran parte de los destinos americanos.
En cualquier caso, la emigración no institucional venía ya
produciéndose con anterioridad con una creciente incorporaciones
de nuevas regiones de origen desde finales del siglo XVIII; esa
emigración no amparada directamente en la estructura
administrativa del imperio español, esto la que no atañe a los
servidores del Rey o de Dios, muestra un destacable interés por
zonas de más reciente expansión como el Río de la Plata. Por ello,
también sobreviviría una vez certificada la defunción de aquel
marco institucional colonial en esos territorios de América.
169 Otros autores emplean definiciones más amplias del emigrante,
incluyendo al funcionario e incluso otras más polémicas como la del esclavo. Véase como ejemplo MACÍAS DOMÍNGUEZ, I.: La llamada del nuevo mundo. La emigración española a América (1701-1750), Sevilla, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 1999, pp. 21 y sigtes.
TD- Francisco Contreras Pérez
230
Se ha dicho que Andalucía, en tanto que punto tradicional
de conexión con los territorios ultramarinos, fue la región que más
directamente sufrió los aspectos negativos de este nuevo orden de
cosas, como se refleja en la decadencia del emporio portuario de
Cádiz. Incluso a finales del XVIII, cuando ya estaban habilitados
otros puertos para el “comercio libre”, la ciudad andaluza todavía
canalizaba el 80 % de las reexportaciones de mercancías
extranjeras hacia Ultramar. 170
No obstante, el impacto de esta ruptura en la economía
andaluza parece haber sido mayor en el plano comercial que en el
productivo, en función de que era aquel sector el más íntimamente
ligado a los beneficios del Imperio. Según al citado investigador A.
García Baquero, si bien las ciudades portuarias andaluzas venían
sirviendo como nodos de comunicación y de distribución de
mercancías foráneas (y de personas, añadimos), los sectores
productivos de la región no habían aprovechado del todo esta
ventaja estratégica para acceder a los mercados americanos (y con
ello modernizarse hacia “nuevas formas de capitalismo”). Las
170 GARCÍA-BAQUERO GONZÁLEZ, A. : Andalucía y la carrera de Indias (1492-
1824), Sevilla, Editoriales Andaluzas Unidas, 1986, pp. 80 y 194. De ello se puede colegir, por otra parte, que el impacto directo de la pérdida de la gran parte de las colonias se concentró en las principales ciudades portuarias, afectando sólo en mucha menor medida o en nada al resto de poblaciones de una vasta región que en gran medida seguían viviendo como economías locales estancas y mal comunicadas.
TD- Francisco Contreras Pérez
231
exportaciones andaluzas parecían ser minoritarias y estar poco
diversificadas en dichos mercados, destacando los productos y
derivados de la vid, que tenían sus principales territorios de
cultivos en las proximidades de los puertos de Cádiz y Málaga.
Fueran productos locales o reexportaciones foráneas, las
intensas relaciones comerciales asentadas en Cádiz, y algo más
tarde en Málaga, establecieron desde la segunda mitad del XVIII
un acervo de conocimiento que se conviertan en los primeros focos
migratorios de la época contemporánea. A este respecto, cabe
decir que los comerciantes andaluces venían representando en
torno a una cuarta de todos los comerciantes, españoles y
extranjeros, que habían solicitado licencia para las Indias en el
periodo previo a la independencia.171
La hipótesis sobre la continuidad de las relaciones
particulares entre ambas orillas en el caso de Andalucía debe
asentarse en el hecho de que, en estas primeras décadas de
principios del XIX, emigración a América y tradición comercial
171 Para el último tercio del XVIII y primer cuarto del XIX, las licencias a
comerciantes originarios de Andalucía sumaron 194, de un global de 767 para esta profesión en las que consta la naturaleza del solicitante. Aquellos casi dos centenares de comerciantes venían a ser el 19,9 por 100 de todos los andaluces que declararon un profesión. De todas las licencias para españoles y extranjeros, los comerciantes representaban 2245 (incluye 1478 en las que no consta la procedencia del solicitante). Fueran de donde fueren, todos ellos tuvieron que embarcar en el puerto de Cádiz, pues estamos ante datos procedentes de la licencias conservadas de la Casa de Contratación (radicada por entonces en esta ciudad portuaria). MÁRQUEZ MACÍAS, R. (1995), pp. 201 y 202
TD- Francisco Contreras Pérez
232
constituyen un binomio determinante de la movilidad exterior en
Andalucía, y pretendemos demostrarlo en función de las fuentes
disponibles para el caso de la corriente a la República Argentina (lo
que no excluye otros determinantes pero de índole económica u
otra en la base de la decisión de los emigrantes). Esto es, ese
binomio explica tanto por qué se emigra de unas zonas, pero
también por qué se hace en ellas y no en otras a pesar de poder
compartir otros factores comunes.
En virtud de esta doble hipótesis de trabajo (recuperación
de las migraciones y el binomio emigración/comercio), el análisis
se centrará de la pregunta básica sobre cuáles eran esos elementos
de continuidad o ruptura que se pueden detectar a partir de las
fuentes documentales disponibles. Esto es, abordaremos el impacto
de los procesos revolucionarios en la corriente andaluza y cómo se
reactivó el flujo partiendo de una breve aproximación a los perfiles
que presentaba en la época tardocolonial
Así pues, mientras que tras 1824 las relaciones entre
Estados tardarían en normalizarse bajo un nuevo marco de
relaciones diplomáticas, el poso de cultura migratoria no
desapareció en Andalucía en ese segundo tercio del XIX. Este
universo de contactos personales se intensificaría a lo largo del
siglo XIX no sólo con los territorios que seguían siendo colonias –
TD- Francisco Contreras Pérez
233
como Cuba-, sino también con las nuevas repúblicas surgidas de
los antiguos grandes virreinatos y sobre todo aquel territorio
emergente desde finales del XVIII como era el Río de la Plata.
El Río de la Plata irá consolidando su preeminencia como
destino de las migraciones masivas contemporánea a lo largo del
XIX. Si bien con Cuba persistían las estructuras políticas coloniales,
no ocurría así en el Cono sur, donde los flujos migratorios quedan
al albur de las decisiones de particulares. Los Países del Plata
parecen presentar un mayor dinamismo como destino de las
migraciones en los años previos a la independencia. Como otro
elemento que apuntalan las tesis no rupturistas, la República
Argentina surgida del extinto virreinato del Plata no sólo
sobreviviría como destino emergente desde 1830, sino que sería,
junto con Brasil, el destino protagonista de la eclosión de las
migraciones masivas trasatlánticas en nuestra región cincuenta
años después.
Argentina y Buenos Aires en el segundo tercio del
XIX.
A finales del XVIII, se estaban operando importantes
cambios en las economías de los virreinatos que favorecieron las
economías de ciudades portuarias ligadas a la actividad comercial
TD- Francisco Contreras Pérez
234
como La Habana, Caracas y Buenos Aires, mientras decaían otras
“regiones neurálgicas” hasta entonces (México, Nueva Granada y
Perú) 172. El viejo orden colonial, reformado en sus instituciones por
el Estado, se estaba transformado por la fuerza del comercio y
ligado a las corrientes migratorias entre un punto y otro del
atlántico.
Parece ser una hipótesis bastante admitida entre los
americanistas que Argentina y muy especialmente Buenos Aires
obtuvieron rápidos y cuantiosos beneficios de la independencia de
la vieja metrópoli. A pesar de que de los trastornos asociados a la
ruptura con la corona española, y la siguiente etapa marcada por
de conflictos fronterizos y de rivalidades guerracivilistas que se
prolongó entre la constitución del primer gobierno independiente
en 1824 y el periodo 1860-1874173. Se ha señalado como factores
en este saldo positivo a medio plazo del caos inmediato los
siguientes: a) la destrucción del viejo edificio fiscal colonial,
especialmente oneroso en una economía netamente exportadora,
b) el cambio institucional general que incentivó la superación de la
viejas fórmulas precapitalistas, y c) el alto grado de productividad
172 MÁRQUEZ MACÍA, R. (1995), pp. 111-112. 173 Véase SURIANO. J. (coord.): Nueva historia argentina. III: Revolución,
República, Confederación (1806-1852), Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1998.
TD- Francisco Contreras Pérez
235
alcanzados en esta economía respecto al resto de América Latina,
ya visibles desde los últimos años de control español.174
“La transición más lograda, en términos
económicos, es quizás la de Argentina, donde se inició
un crecimiento impulsado por las exportaciones poco
después de la independencia, pese a las guerras civiles
e internacionales”.175
Pero también hemos señalado que el área del Río de la Plata
no parece haber sido nunca antes de la década de 1880 un destino
destacado de la emigración exterior andaluza. No obstante, estas
dinámicas ya se dejan sentir en torno a la fecha de creación del
viejo virreinato. Los últimos años estuvieron marcada no obstante
por el dislocamiento de las comunicaciones marítimas asociado a
las guerras con Inglaterra, Francia y en la propia metrópoli. No
obstante estas coyunturas de caos reinante en el tránsito del XVIII
al XIX, se pusieron las bases de una tendencia a largo plazo que
llevaría al puerto de Buenos Aires a protagonizar las migraciones
masivas desde la década de 1880. Rivalizando con Brasil y Argelia
174AMARAL, S.:”Del mercantilismo a la libertad: las consecuencias económicas
de la independencia argentina”, en PRADOS DE LA ESCOSURA, L. y AMARAL, S. (eds.): La independencia americana: consecuencias económicas, Madrid, Alianza Editorial, 1993, (pp. 201-218).
175 COASTWORTH, J. H.: “La independencia latinoamericana: hipótesis sobre sus costes y beneficios”, en PRADOS DE LA ESCOSURA, L. y AMARAL, S. (1993), p. 25 (pp. 17-30).
TD- Francisco Contreras Pérez
236
a finales del XIX, por el contrario tendría un más largo recorrido en
el siglo XX, pues seguiría perfilando el horizonte migratorio de los
andaluces hasta la década de 1940-1950.
A la altura de 1855, Argentina disfrutaba de más de un
cuarto de siglo de vida independiente, lo que no impide que queden
rastros demográficos de la emigración de cuando existía el
Virreinato del Río de la Plata.
El Censo de 1855 nos ofrece una fotografía del estado de
esta población migrante que no dejaría de renovarse durante el
siglo siguiente (hasta 1950). Este flujo siguió por el momento en
años inmediatos, con intensidad cíclica, como queda demostrado
en los registros de pasaportes españoles de 1860-1861, ya
explotado más arriba. Siendo conscientes de que de nuevo
operamos con fuentes de naturaleza distinta, la
complementariedad informativa de ambas nos permitirá arrojar luz
sobre el conocimiento de este periodo inicial de la emigración
contemporánea a Argentina, cuyo puzzle está condenado a no
poder ser terminado por falta de numerosas piezas
¿Cuándo emigraron? ¿Fue la R. O. de 1853 tan
decisiva?
TD- Francisco Contreras Pérez
237
A la par que se ponían los pilares de la nueva república, el
Censo de 1855 da indicios de que la colonia española en la ciudad
no sólo no retrocedió sino que estuvo sometida a un evidente
proceso de renovación como demuestra el caso de los andaluces.
Fernández Arlaud ya había recogido a través de la
información del Archivo Histórico Nacional de España testimonios
sobre esta reactivación del aporte español en el periodo isabelino,
en parte mediante partidas clandestinas que evadían la prohibición
de emigrar vigente en España desde la Emancipación. Parece ser
que las partidas de emigrantes, reclutados por empresas dedicadas
a este ramo del transporte marítimo con Buenos Aires y otros
puntos del Cono Sur, estaban operando desde costas gallegas y
canarias al menos en la década de 1850.176
En las calles de la ciudad de Buenos Aires, según el censo
de 1855, tenían domicilio 360 individuos que declararon como lugar
alguna localidad de Andalucía (la mayoría de ellos así lo hicieron, si
bien no todos). Este grupo regional representaba el 0,3 % de los
92.000 habitantes censados en Buenos Aires en ese año. De la
colonia española en la ciudad, compuesta por algo más de 5.700
individuos, significaban el 6,0 %, mientras que el peso demográfico
176 FERNÁNDEZ ARLAUD, S.: “La emigración española a América durante el
reinado de Isabel II”, Cuadernos de Historia, Madrid, CSIC, 1973, vol. 4, pp. 419-455.
TD- Francisco Contreras Pérez
238
de Andalucía en la población de España se situaba por entonces en
el 18,9%. Esos tres centenares largos de andaluces residentes en
aquella capital del Cono Sur equivalían a un 0,2 ‰ del stock
demográfico de la región de procedencia, que por entonces ya se
situaba en torno a los 2 millones177.
Entre otros aspectos de interés, el censo ofrece un dato no
siempre presente en otros recuentos de la época: el tiempo de
residencia178. Esta información nos ha permitido esbozar un perfil
temporal de la formación de la colonia de origen andaluz en la
capital argentina en los años y décadas previos. La pregunta sobre
el tiempo de residencia ciertamente se refería a su tiempo de
residencia en la ciudad de Buenos Aires. Es probable que de haber
habido retornos intermedios y reemigración a otros puntos de
Argentina no quedara muy claro, al no precisarse en la plantilla si
se trata de su última llegada o de la primera en el caso de que se
hubiera diferencia entre ambos momentos.
Dicho esto, la información volcada en el censo nos indica
que los andaluces presentes en Buenos Aires en 1855 llevaban un
177 Según el Censo de la Población de España de 1860, las ocho provincias
andaluzas sumaban 1,9 millones de habitantes. Censo de la población de España según el recuento verificado el 25 de diciembre de 1860 por la Junta General de Estadística del Reino, Madrid, Imprenta Nacional, 1863 (Fondo documental del INE, Microfichas).
178 La mayoría de los andaluces identificados como tales por su naturaleza consignaron también esta información sobre el tiempo de residencia (sólo en 12 casos no).
TD- Francisco Contreras Pérez
239
promedio de 12 años de residencia en la ciudad. Hay un individuo
que dice estar establecido desde 1780, cuando contaba unos 5
años y llegó con toda o parte de su familia desde Cádiz al viejo
Virreinato; entre dicho año y 1835 la serie presenta una acusada
irregularidad y una mínima dimensión, fruto como no podría ser de
otra manera no sólo de procesos migratorios reducidos y de
eventuales retornos sino también de las tasas de mortalidad y la
esperanza de vida en la época. En consecuencia, como resultado
acumulado de estas décadas de saldos migratorios y vegetativos
de signo opuestos el universo estudiado a la altura de 1855
presenta una acusada dispersión de los valores, como era de
esperar por otra parte.179
No obstante desde aquellos solitarios testimonios de una
corriente que se remonta al extinto virreinato, conforme nos
acercamos al punto censal los datos tendrán una menor
incertidumbre derivada de factores extra migratorios. Vemos que
el comportamiento de la serie dibujará algunos ciclos más o menos
visibles. Cabe destacar que desde 1835, y a diferencia del periodo
179 Por otra parte, en la gráfica se observa una concentración de las llegadas
en los años terminados en 0 y en 5, que pueda obedecer a una tendencia a redondear los años en estos dígitos al ser preguntados los emigrantes por el tiempo de residencia en Buenos Aires. Conforme el año de llegada quede más acerca del punto censal (1855), esta tendencia tenderá a ser corregida con datos más precisos.
TD- Francisco Contreras Pérez
240
precedente, todos los años pasan a computar sin excepción, a
pesar de que la población estudiada seguiría estando sometida a
las mermas lógicas por mortalidad, reemigraciones interiores y
retornos durante las dos décadas siguientes hasta 1855. Ahora
bien, a mitad de estos veinte años, la línea de tendencia parece
destacar en todo caso con cierta nitidez el sexenio 1840-1845;
estimamos que, en función de la información disponible, este
momento puede considerarse el primer punto de inflexión hacia el
restablecimiento de la corriente emigratoria andaluza a la
República Argentina.
TD
- Fran
cisco C
on
treras Pérez
241
Años de llegada de los andaluces residentes en Buen os Aires en 1855
0
5
10
15
20
25
30
35
40
45
1775
1780
1785
1790
1795
1800
1805
1810
1815
1820
1825
1830
1835
1840
1845
1850
1855
1860
Años de llegada
Em
igra
ntes
0
10
20
30
40
50
60
70
80
90
100
Fuente: Censo de Buenos Aires, 1855. Elaboración propia
Por
cent
ajes
acu
mul
ados
TD- Francisco Contreras Pérez
242
Al final de la serie, parece que nos encontramos un nuevo
ciclo que tuvo que ser “fotografiado” en pleno desarrollo al coincidir
con la realización del censo de 1855 de la ciudad (de hecho, la
línea de tendencia alcista parece proyectar aún después de a esta
fecha). Por entonces los recién llegados, esto es, individuos con un
año o menos de residencia sumarán algo más del 20% de los
andaluces censados. Si contamos junto con éstos aquellos otros
que tenían menos de tres años de residencia en aquel momento,
este segmento de recién establecidos alcanzaría el 30,7% del total
de los andaluces censados.
Durante esos dos últimos años y algunos meses venía
estando vigente el decreto de 1853 por el que se había levantado
la prohibición en España de emigrar a las repúblicas hispanas de
América.
Esta política liberalizadora de las migraciones no pudo más
que tener un impacto numérico positivo en las corrientes
migratorias, como se confirma a la luz del comportamiento de la
curva de llegadas a Buenos Aires de andaluces durante el último
trienio.
Además, por el lado argentino, la caída del gobierno de
Rosas en 1852 y la consiguiente paz entre la Confederación
TD- Francisco Contreras Pérez
243
Argentina y la Banda Oriental, facilitó la llegada al Río de la Plata
de los buques y la reactivación del comercio. Con las mercancías
llegaron también colonos reclutados en España.180
Ahora bien, el gráfico nos muestra que, en
aproximadamente la década anterior a la publicación del decreto,
las llegadas anuales venían incrementándose hasta alcanzar con
más frecuencia los dos dígitos en 1840-1845, con un máximo en
20 individuos/año. De tal manera que desde 1847 la tendencia al
alza parece consolidarse con cierta solidez, no exenta de alguna
puntual solución de continuidad, para alcanzar un máximo de 40
individuos llegado en 1855. Es interesante que el año anterior
asistimos a un breve mella en las llegadas anuales, como reflujo o
reajuste a consecuencia al haberse dado salida el año anterior,
1853, a la demanda embolsada.
En consecuencia, a la altura de 1840 la colonia andaluza
sólo había acumulado menos de un tercio de su stock poblacional
(27,9%), mientras que a fecha de 1852, a las puertas del decreto,
ese porcentaje se había elevado hasta el 69,3%. Es decir, algo más
de dos quintas partes (41,4%) de la colonia andaluza de Buenos
Aires de 1855 se había creado en los años inmediatamente
anteriores al decreto de liberalización.
180 FERNÁNDEZ ARLAUD (1973), p. 435.
TD- Francisco Contreras Pérez
244
Por consiguiente, hay que señalar que el nuevo marco
institucional vino a sumarse a unas dinámicas de hecho ya
preexistentes, y autónomas respecto a estas medidas, sobre las
que no podría más que coadyuvar positivamente. En 1853 la cifra
de llegadas duplicó la del año anterior, marcando un ritmo de
crecimiento en esos siguientes casi tres años hasta conformarse el
20% restante del porcentaje acumulado de la colonia andaluza en
1855. No sería descabellado adjudicar, a la luz de las cifras anuales
de llegadas anteriores y posteriores al decreto, que algo más de la
mitad de ese tirón final del crecimiento se adjudique como efecto
inmediato del nuevo marco legal liberalizador en España.
En definitiva, el gobierno de Isabel Il con aquel decreto de
septiembre de 1853 venía a reconocer que la prohibición formal de
emigrar a América estaba siendo superada por la fuerza de los
hechos en distintos puntos del país. Se supone que no pudo más
que tener un efecto positivo el levantamiento de la prohibición de
emigrar a Estados de América, pero la entrada en vigor de dicho
decreto en septiembre de aquel año fue seguida en la curva de
llegadas analizadas por un descenso en 1854 respecto a los datos
de año anterior, dilatándose el supuesto impacto positivo a un año
más. Los datos de 1855 normalizan la tendencia del ciclo. Hay que
recordar que esa medida liberalizadora pudo hacer posible
TD- Francisco Contreras Pérez
245
embarques por puertos españoles de un flujo que venía haciéndose
de manera clandestina por otros puertos extranjeros próximos
(como Gibraltar). Ahora bien, la norma incluía la regulación de las
salidas sometiéndolas a requisitos administrativos como la solicitud
y obtención de pasaportes en lo gobiernos civiles provinciales, lo
que suponía una serie de trámites que pudieron diferir el efecto
real al medio plazo.
En suma, este factor institucional actuó sin duda como un
determinante no explicativo pero tampoco desdeñable en la
coyuntura de los procesos migratorios, en la medida que la
prohibición por ley primero o la mera regulación burocrática
después suponen un incremento de costes de distinta índole
(buscar puertos extranjeros, burocracia...), añadidos a los propios
del transporte y la estancia en el barco durante varias semanas
(suspendiendo la actividad laboral).
En todo caso, emigrar había sido, era y lo seguirá siendo
una estrategia más de las disponibles para la mejora de las
condiciones materiales de vida de individuos y familias, más allá de
las legislaciones. En definitiva, por la R.O. de 1853 venía a
reconocer una situación de facto, dando nombre de ley a un
TD- Francisco Contreras Pérez
246
fenómeno social, con lo que comenzó al marco legal que el
liberalismo generaría en España en tema de emigración.181
¿De qué localidades andaluzas procedían? ¿Se
reproduce el mapa de la emigración colonial?
La mayoría de los andaluces censados en Buenos Aires en
1855 procedía de la provincia de Cádiz (207), seguidos a
considerable distancia por los de las provincias de Málaga (65) y
Sevilla (29). Ninguno de los censados declaró haber nacido en
Almería. A la pregunta del censista: “¿En donde nacio?”, hay que
señalar que algo más de un 11% de todos ellos nombraron
Andalucía. Si a estos datos unimos los de pasaportes para
completar las fuentes de estos años centrales del siglo XIX, los
promedios nos indican que Cádiz y Málaga explican tres cuarta
parte cuartas partes de los andaluces censados o con destino en
Buenos Aires.
De asistir a una recuperación de las anteriores redes
sociales y cadenas migratorias debemos observar en nuestros
datos una continuidad de los lugares emisores de emigrantes entre
el virreinato y estas décadas centrales del XIX. Y en efecto, a ello
181 PÉREZ PRENDES (1993).
TD- Francisco Contreras Pérez
247
apunta como una primera aproximación la tabla donde se
sintetizan los porcentajes de participación de las distintas
provincias según las fuentes disponibles para estos años de
transición entre la emigración colonial y la contemporánea. En la
siguiente tabla mostramos la secuencia de datos que hemos podido
reunir para estos decenios previos a estadísticas seriadas de
emigración.
Del Virreinato a la República: cambios en el origen provincial de los emigrantes
Licencias Censo Pasaportes Promedio Provincia 1700-1790 1855 1860/1 1855-1860/1
Cádiz 54,8 65,1 35,3 46,4 Málaga 14,4 20,4 47,1 32,6 Sevilla 15,1 9,1 14,7 11,4
Granada 4,1 1,9 2,9 2,3 Córdoba 4,1 1,6 0 0,7
Huelva 6,2 0,9 0 0,4 Jaén 0,7 0,9 0 0,4
Almería 0,7 0 0 0
Andalucía 100 100 100 100 En tantos por 100 del total regional. No se contabilizan en esta tabla esos 42 individuos que, originarios de Andalucía, no han podido identificarse con un origen provincial. Fuentes: a) para 1700-90: "Relación de viajeros" (con destino a Buenos Aires) en DÍAZ TRECHUELO (1990), b) para 1855: Censo de Buenos Aires de 1855 y c) para 1860-1: Anuario estadístico de España […] 1860:1861. Elaboración propia
En un estudio comparado con las estadísticas de la etapa colonial
(primera columna de la tabla), observamos pautas territoriales que
se reproducen hasta los años centrales del XIX. Los de Cádiz
TD- Francisco Contreras Pérez
248
constituyen el aporte mayoritario en la serie de licencias del siglo
XVIII como entre los censados en Buenos Aires en 1855. La
horquilla de valores se mueve en valores próximos.
Es razonable ver en ello un indicio de que esta última fuente
respecto a la primera viene a ser el reflejo en términos de stock
residencial de la corriente migratoria que hubo entre el principal
puerto andaluz y el virreinato del Mar del Plata a finales del XVIII y
principios del XIX. Ahora bien, sin negar la existencia de individuos
supervivientes de la etapa colonial, estos son muy pocos si
atendemos a los años de residencia, y dadas las décadas
transcurridas el retorno o la extinción biológica habrían mermado
esta población. Los supervivientes son aquellos llegados entonces
con cortos años de edad, en grupos familiares desaparecidos cuyos
adultos han desaparecido.
En consecuencia, el peso mayoritario de los gaditanos entre
los censados en 1855 no parece ser simplemente el “fósil”
demográfico de la emigración de aquella etapa. Como hemos visto
en la serie de años de llegada, la colonia andaluza en Buenos venía
renovando sus efectivos en dos últimas décadas anteriores al
censo, de lo que deducimos también el segmento de origen
gaditano.
TD- Francisco Contreras Pérez
249
Por otra parte, observamos también entre los datos del
XVIII y del XIX reunidos algunos detalles relativamente nuevos.
Siguiendo con el segmento de gaditanos, la serie última de
pasaportes (1860/1) acusa una reducción visible de su proporción.
Por contra resulta aún más destacable el ascenso de los originarios
de la provincia de Málaga. Éstos últimos constituyen forman ya
para entonces el contingente más importante, con un 47,1 % de
los pasaportes solicitados para Argentina (dentro de las
dimensiones reducidas de estos contingentes por ahora: 34
pasaportes desde Andalucía a Argentina).182
Con bases en el siglo XVIII, la tendencia a largo plazo de los
emigrantes malagueños a incrementar su aporte en la corriente
exterior andaluza continúa afianzándose durante el siglo XIX según
lo visto a la altura de 1860/1, sin menoscabo de las distorsiones
coyunturales que con carácter general produjeron los ciclos bélicos
que protagonizaron el tránsito de un siglo al otro.
La tendencia opuesta las marcan las demás provincias,
algunas como Sevilla de una más larga tradición comercial y
administrativa con las antiguas Indias occidentales. Dicho esto, los
182 Si bien es cierto que, con excepción de este destino, los gaditanos siguen
protagonizando el resto de las rutas emigratorias americanas en dicho bienio, como venía siendo así desde el periodo anterior. Ver los análisis anteriores sobre los destinos andaluces a partir de los pasaportes de 1860/1.
TD- Francisco Contreras Pérez
250
viejos lazos de la plaza sevillana tejidos con América desde antaño
y en menor medida con el más reciente virreinato del Río de la
Plata se dejaban sentir todavía a mediados del XIX, aunque con
valores muy alejados tanto de Cádiz y Málaga y también de su
peso demográfico en la población regional de entonces hacia 1860.
Finalmente, las restante cuatro provincias andaluzas presentaban
en el siglo XVIII porcentajes que a lo más rozan el 5 % (como
Granada), para finalmente verse reducidas a niveles testimoniales
en las siguientes columnas del XIX de nuestra tabla.
Según hemos analizado en la serie de años de llegada, la
población procedente de Andalucía y censada de Buenos Aires en
1855 venía renovándose desde tiempo atrás. Una vez reducidos los
obstáculos para emigrar, podemos partir de la idea, por otra parte
razonable, de que se estaban retomando con más fuerza viejas
redes familiares y sociales que había permanecido en estado de
latencia durante el caos posterior a la independencia y la ruptura
de relaciones entre la ex colonia y la metrópoli. Esta es la situación
descrita por C. Moya para la que propone aplicar el término de
“dormant chains” (“cadenas durmientes”):
“[...] resurrected chains that had lain dormant
during the postindependence chaos but dated back to
TD- Francisco Contreras Pérez
251
the late eighteenth century, when Cadiz was the main
commercial link between the metropolis and the River
Plate vicerreinalty. [...], in the dormant chains the
previous success of immigrants determinated how long
transatlantic family ties could survive without actual
physical contact.”183
“Cadenas migratorias dormidas” nos remite a la existencia
de antiguas redes de tipo interpersonal que, en función de las
coyunturas políticas marco, quedaron suspendidas pero no
definitivamente rotas entre España y Argentina a raíz de los
procesos de independencia. Estas relaciones interpersonales sobre
las que se sustentaban el comercio y también la emigración hacen
que ésta salga de este estado de latencia una vez que empiezan a
desaparecer todos o parte de esos factores obstaculizadores. En la
nueva coyuntura, se irán materializarán nuevos trasiegos vía estos
canales interpersonales (familiares y de otra índole) que
virtualmente unen a las gentes a un lado y otro del Atlántico.
De los 360 individuos que forman la población nacida en
Andalucía, para 313 conocemos la localidad de nacimiento. Esta
información es de especial trascendencia a la hora de acotar una
183 MOYA, J. C. [1998], p. 142.
TD- Francisco Contreras Pérez
252
respuesta a la pregunta sobre la continuidad o innovación en los
patrones territoriales de la emigración andaluza a Argentina. Esto
es, significa el mayor grado de concreción que en fuentes censales
podemos obtener para confirmar la hipótesis sobre la reactivación
de las cadenas durmientes heredadas de los últimos decenios de
dominio colonial en el virreinato.
Estos emigrantes dicen proceder de 21 de los 805
municipios de la región, esto es, sólo el 2,6 % de las localidades184
que articulaban por entonces el mapa municipal de Andalucía. Un
80 % de los mismos dice proceder de estos tres núcleos urbanos:
Cádiz, Málaga y Sevilla, por orden de frecuencia. Es cierto que esas
tres ciudades son las tres más importantes del mapa urbano
andaluz de mediados del XIX, reuniendo dos tercios de la población
de las capitales de provincia, si bien sobre la población regional
sólo representaban el 9,6 %. El conjunto de las capitales
representaba sólo el 15,4 % de la población andaluza. Por lo tanto
estamos ante una marco demográfico eminentemente rural en caso
un 85 %185. En consecuencia, no estamos ante una traslación de
184 Total de municipios de las ocho provincias en 1860. Censo de la población
de España según el recuento verificado el 25 de diciembre de 1860 por la Junta General de Estadística del Reino, Madrid, Imprenta Nacional, 1863 (Fondo documental del INE, Microfichas).
185 Censo de la población de España según el recuento verificado el 25 de diciembre de 1860 por la Junta General de Estadística del Reino, Madrid, Imprenta Nacional, 1863 (Fondo documental del INE, Microfichas).
TD- Francisco Contreras Pérez
253
los pesos demográficos rural-urbano al flujo emigratorio regional,
sino más bien ante un reverso de esa distribución tal como
observamos en la región de origen.
Por consiguiente, los datos disponibles para mediados del
XIX, que consideramos extensibles al conjunto de este segundo
tercio de la centuria, apuntan a que esta la etapa contemporánea a
la capital de la recién constituida República Argentina está
protagonizada está protagonizada por individuos de origen urbano.
Puede tratarse de la reactivación de cadenas migratorias
durmientes entre poblaciones que habían salvado de la ruptura
política parte de los lazos comerciales forjados bajo el extinto
marco mercantilista, más otras procedentes de otras ciudades
entonces todavía menos ligadas al mismo. En todo caso, se
presenta bajo el carácter de un trasvase migratorio interurbano, a
modo de un goteo individuos y familias algo más intenso por año
que durante el siglo XVIII, y de menor envergadura e intensidad
que durante las migraciones masivas del último tercio del XIX.
TD- Francisco Contreras Pérez
254
Localidades de origen de los emigrantes andaluces censados en Buenos Aires en 1855
Localidad Provincia Número de Emigrantes
%
Cádiz CA 169 54,0
Málaga MA 61 19,5 Sevilla SE 27 8,6
Puerto de Santa María CA 19 6,1 Jerez de la Frontera CA 8 2,6
Granada GR 5 1,6 Córdoba CO 4 1,3
San Fernando (Isla de León) CA 3 1,0
Nerva H 2 0,6
Puerto Real CA 2 0,6
Puebla (del Río) SE 2 0,6 Villanueva del Ariscal SE 2 0,6
Aguilar CO 1 0,3 Algeciras CA 1 0,3
Jaén J 1 0,3
Montejícar GR 1 0,3
Caronila, La (Real Carolina) J 1 0,3
Ronda MA 1 0,3
Rota CA 1 0,3 San Bartolomé (de la Torre) H 1 0,3
San Roque CA 1 0,3
Subtotal 313 100 Dato no disponible 47
Total 360
Fuente: Censo de Buenos Aires de 1855. Elaboración propia.
TD- Francisco Contreras Pérez
255
Y de todas ellas, los procedentes de la capital gaditana constituyen
más de la mitad de los andaluces residentes en Buenos Aires, con
un 54,0 %. Este porcentaje viene a ser claramente superior al 37,7
% que habían representado en las “listas de viajeros” andaluces
con destino a Buenos Aires de 1700-90, así como al 34 % que
habían significado entre aquellos con viajaron a distintos destinos
de América en 1765-1824. Por consiguiente, estos datos apuntan a
un reforzamiento de la posición relativa de los emigrantes nacidos
en Cádiz en la corriente andaluza a Buenos Aires, al menos,
durante la primera mitad del XIX, una etapa previa a la emigración
en masa.
En una traslación cartográfica de estos datos de 1855
(véanse mapas), observamos que los cuatro municipios que
circundan la Bahía de Cádiz (además de la propia Capital, Rota, El
Puerto de Santa María, Puerto Real y San Fernando) totalizan algo
más de dos terceras partes de los lugares de nacimiento de los
andaluces residentes en Buenos Aires (64,6 %). Un protagonismo
migratorio que multiplica por diez su peso demográfico en el
TD- Francisco Contreras Pérez
256
conjunto de la población regional, que se situaba por entonces en
el 6,3 %186.
En consecuencia, se confirma un perfil netamente urbano
de la emigración andaluza de la primera mitad del XIX, y se
identifican concretamente el área de la Bahía de Cádiz más la
colindante Jerez de la Frontera como una cuenca emigratoria de
especial relevancia, territorialmente acotada y económicamente
integrada en torno a un viejo entramado de actividades
comerciales con el Nuevo Mundo. Hay que señalar que esta perfil
territorial constituye un elemento también de continuad en el
patrón del origen de la emigración del siglo XVIII, tal y como
también se refleja en el mapa que recoge los municipios de origen
de los emigrantes a Buenos Aires en dicha centuria.
186 Censo de la población de España según el recuento verificado el 25 de
diciembre de 1860 por la Junta General de Estadística del Reino, Madrid, Imprenta Nacional, 1863 (Fondo documental del INE, Microfichas)
TD- Francisco Contreras Pérez
259
Comparando ambos mapas, se puede demostrar que un
grupo de al menos diez municipios, de los 21 andaluces
consignados como lugar de naturaleza en el censo bonaerense de
1855, cuentan con antecedentes emigratorios, de diversa
envergadura, a la luz de las licencias emitidas en el siglo XVIII para
el antiguo virreinato del Río de la Plata. De nuevo, se trata de
cuatro grandes poblaciones de la provincia de Cádiz: la propia
Cádiz junto al Puerto de Santa María, Jerez de la Frontera, San
Fernando y Algeciras, más las capitales de Sevilla, Málaga,
Granada y Córdoba; como única excepción netamente rural, hay
que contar con San Bartolomé de la Torre (Huelva)187.
En total, de esta decena de localidades había procedido
también una mayoría absoluta de los andaluces: el 73 %, que
habían obtenido licencia para Buenos Aires a lo largo de los años
1700-1790188. Ello nos habla de una relevancia emigratoria de este
187 Esta localidad onubense contaba según el Censo de Floridablanca con poco
más de 600 habitantes, mientras el resto de poblaciones de este grupo presentaba dimensiones bastante considerables en un rango que iba de los algo más de 6.000 de Algeciras y los 76.000 de Sevilla Censo de Floridablanca 1787, vol. 1: Comunidades regionales, Madrid, INE, 1987.
188 Datos de licencia según el citado trabajo de de Díaz Trechuelo para 1700-1790. Entre estas fecha y la declaración de independencia, a estos diez municipios con naturales con relación migratoria con Buenos Aires, más otros cinco que también están presentes en el Censo bonaerense de 1855, fueron el origen nada más y nada menos del 80 % en la emigración a toda América en 1765-1824, según las citadas investigaciones de Márquez Macías. Se reiteran los nombres Cádiz, Málaga, Sevilla, Puerto de Santa María, Jerez de la Frontera, Granada, Córdoba y San Fernando, a los que se sumaron en esta ocasión Nerva, Puerto Real, Puebla del Río, Villanueva del Ariscal, Aguilar, Algeciras y Jaén.
TD- Francisco Contreras Pérez
260
grupo a lo largo de dichos años que resultaba estar muy por
encima de su peso demográfico, que rondaba el 20 % a finales del
XVIII (Censo de Floridablanca)189; denota de nuevo una fuerte
concentración territorial de las fuentes emisora que se acentuaría
según lo estudiado para los andaluces residentes en Buenos Aires
durante la primera mitad del XIX.
Surge a raíz de este estudio una cuestión más: ¿El origen
puede estar asociado a la antigüedad en la residencia? En el
momento del censo, los tiempos de residencia de todos los
individuos arrojan una media de algo más de una docena de años
de residencia en Buenos Aires (12,2 años). Ahora bien, la
dispersión media de los valores presentes llega ser superior a este
promedio. Ciertamente esto es lógico teniendo en cuenta que
estamos ante un universo poblacional pequeño pero que se ha ido
formando en una marco cronológico dilatado, que cubre toda la
primera mitad del XIX y hunde sus raíces en los últimos años del
XVIII, en función de diferentes aportes periódicos que hemos
sintetizado con anterioridad (de hecho, los tiempos de residencia
van de los 75 años a otros inferiores al año). Aquellos que dicen
haber nacido en “Andalucía”, sin definir la localidad o la provincia,
189Censo de Floridablanca 1787, vol. 1: Comunidades regionales, Madrid, INE,
1987.
TD- Francisco Contreras Pérez
261
son los que muestran un mayor tiempo de residencia por entonces,
junto con los dos individuos que dicen proceder de algún pueblo de
Jaén.
Por otra parte, la mediana de los tiempos de residencia si
sitúa en 6,5 años; esto es, la mitad de los valores reales de los
andaluces censados en 1855 se concentra en un lapso de tiempo
de residencia bastante más acotado con respecto a la media
estadística que se obtiene de ellos.
En consecuencia, de este análisis se infiere que, siendo el
aporte andaluz un componente no nuevo en la ciudad de Buenos
Aires, como cabía suponer por su vieja relación colonial, este
aporte regional se ha multiplicado por 2 en los años
inmediatamente anteriores a la realización de este censo de
mediados del XIX.
TD- Francisco Contreras Pérez
262
Origen y tiempo de residencia
de los andaluces en Buenos Aires (1855).
Provincia Hombres Mujeres Total
Media Mediana Desv. est. Media Mediana Desv.
est. Media Mediana Desv. est.
Cádiz 13,3 10,0 15,4 11,2 8,0 12,9 12,6 8,0 14,7 Málaga 8,7 6,0 9,5 11,0 2,0 14,3 9,5 5,0 11,1
“Andalucía” 18,9 13,5 14,9 11,8 8,0 12,4 16,4 10,5 14,3
Córdoba 11,9 5,0 16,9 --- --- --- 10,7 5,0 14,9 Granada 7,6 3,0 11,0 --- --- --- 6,2 3,00 10,0
Huelva 5,5 5,5 6,4 --- --- --- 8,3 10,0 6,7 Jaén 15,0 15,0 12,7 --- --- --- 12,3 7,0 10,1
Sevilla 12,8 6,0 17,0 8,0 8,0 6,3 11,8 6,0 15,4
Andalucía 12,6 6,0 14,4 10,9 8,0 12,5 12,2 6,5 14,0
Fuente: Censo de Buenos Aires de 1855. Elaboración propia
Aunque hemos reflejado en la tabla los datos a nivel
provincial, hemos ceñido los comentarios a las dos provincias, en
virtud de los escasos valores de otros orígenes. En este sentido,
sólo de las provincias de Cádiz, con 207 emigrantes, y Málaga, con
65, provienen algo más del 85 por 100 de los andaluces con origen
provincial definido.
De estos datos, podemos observar que los emigrantes
malagueños son de estos dos el componente provincial más
reciente en términos relativos, situándose la mitad de los censados
TD- Francisco Contreras Pérez
263
en un tiempo de residencia inferior a los 5 años. A su vez, la mayor
heterogeneidad entre los valores de los gaditanos también nos
habla de su más antigua presencia, conviviendo diferentes
generaciones migratorias de este origen en el Buenos Aires de
mediados del XIX.
Expresadas estas acotaciones, nos llama la atención en la
tabla de tiempos de residencia el caso de las mujeres malagueñas:
su media es superior a la de los hombres de igual origen, pero la
mediana (y éste es el indicador relevante en nuestra opinión) se
sitúa por debajo de los 2 años de residencia.
Los hombres malagueños presentan un tiempo de residencia
inferior que los gaditanos por término medio, pero superior al de
las mujeres del mismo origen. La mitad de ellos habría llegado en
los ocho años anteriores al Censo, frente a los 2 de las mujeres
Resumiendo las principales conclusiones obtenidas en este
apartado, al menos para estas poblaciones disponemos de
constancia documental que certifican la existencia de esa condición
teórica necesaria para que consideremos la posibilidad de cierta
tradición migratoria anterior al siglo XIX; lazos que, por
numéricamente reducidos que pudieran ser según el caso,
sobrevivieron como “cadenas durmientes” durante la vorágine
política del primer tercio del XIX. Relaciones de tipo familiar,
TD- Francisco Contreras Pérez
264
vecinal y/o comercial que, superada esa fase, se reactivarían entre
esta región y aquel puerto del Cono Sur. Como vimos con
anterioridad, el decreto del Gobierno español de 1853 que terminó
revocando la prohibición de emigrar a América se sumará, al
menos de manera pasiva, a un proceso previo que venía
mostrando nuevas constantes vitales. Además, hay otros indicios
de cierto grado relativamente dinámico de renovación de la colonia
andaluza como reflejan los datos malagueños, con un menor peso
relativo de individuos con extensos años de residencia frente al
más antiguo componente gaditano (sin duda, en este último
también se detectan aportes igualmente recientes).
¿Llegaron directamente o hubo reemigración?
Las reemigraciones de emigrantes europeos una vez en
América es un tema del que se viene hablando en la historiografía,
aunque las fuentes siempre son esquivas a documentarlo. El área
del Río de la Plata constituye un espacio integrado por múltiples
relaciones comerciales y económicas, entre la que se desenvolvían
los hombres e intereses españoles en la zona, que llegarían a
englobar en determinadas épocas territorios brasileños más o
TD- Francisco Contreras Pérez
265
menos lejanos como Río de Janeiro desde principios del XIX.190
Cuando las convulsas décadas de 1810-20, algunos españoles
pudieron encontrar un refugio temporal en la cercanía de
Montevideo y en los viejos lazos con determinados puntos de la
costa brasileña, a la espera de que la hispanofobia amainara en
Buenos Aires.191
Las comunicaciones fluviales y las marítimas de cabotaje
hacían totalmente permeables esas fronteras, así como difíciles el
control y la cuantificación de los pasajeros. Las primeras
estimaciones de este trasvase de españoles entre países vecinos
sólo están disponibles para fechas muy posteriores, cuando la
emigración en masa. Los cálculos de Yáñez Gallardo cifran las
entradas provenientes de Brasil en un 3% de la llegada de
españoles a Argentina para las décadas de 1920-1930.192
En cualquier caso, estas estadísticas recogen la nacionalidad
de los pasaportes presentados, no el origen regional de sus
titulares. A su vez, las estadísticas de pasaportes de la época son
deficientes, pues era un trámite que no siempre se cumplía,
190 YÁÑEZ GALLARDO, C. (1996), p. 156. 191 DE CRISTÓFORIS, N. A. (2010), p. 53. 192 Estas estadísticas como todas no son nunca exactas, y para periodos
históricos lo que debemos esperar a lo más es que sean orientativas. A su vez, el autor tiene que asumir presupuestos no fácticos a la hora de elaborar estos cálculos de la reemigración brasileña a Argentina. YÁÑEZ GALLARDO, C.(1993), p. 84.
TD- Francisco Contreras Pérez
266
máxime en la primera mitad del XIX cuando quedaba un trecho en
el perfeccionamiento de estos controles fronterizos entre los
débiles estados de la zona.
Por contra, este acercamiento desde un interés investigador
sobre un componente regional de los españoles sí lo permite el
censo de Buenos Aires de 1855. Las cédulas censales nominales
consultadas nos permiten estudiar las unidades familiares en
diversos planos, y también pueden arrojar luz sobre esta cuestión
de la reemigración.
Dado que los individuos aparecen registrado por hogares,
donde se establece la relación con el cabeza de familia, esto
permite abordar no sólo el tamaño y composición de estos
“clusters”, sino también otros aspectos relativos a la historia previa
de esa familia como son los lugares de residencia previos a la
llegada a Buenos Aires. Hemos operado en nuestra base de datos
con la filiación de los miembros de ese hogar, cuando corresponde
a hijos, y sus lugares de nacimiento. Este cruce de información
hace factible rastrear las trayectorias migratorias de las familias a
las que pertenecen, en el caso de ser distintos los lugares de
nacimiento de esos hijos a la ciudad donde fueron censados
(Buenos Aires).
TD- Francisco Contreras Pérez
267
Los estudios clásicos de Henry y Fleury conocidos como
método de reconstrucción de familias nos han servido de
inspiración, mutatis mutandis, para intentar explotar en esta
perspectiva longitudinal las posibilidades de las cédulas censales
por hogar del censo bonaerense de 1855; posibilidades que son
mucho más limitadas, como se comprenderá, que las fuentes
originalmente propuestas a tales efectos por los historiadores
franceses.193
Los resultados obtenidos se refieren a aquellas unidades
domésticas que declararon algún “hijo” entre sus integrantes, en el
apartado del censo donde se pregunta sobre la relación con el
propietario o en su caso cabeza de familia. Ciertamente suelen ser
las de más reciente constitución aquellas que todavía tienen
descendientes que por su minoría de edad y/o soltería conviven
con los padres.
193 El método de reconstrucción de familia se basaba en la explotación de la
información contenida originalmente en las series vitales (bautismo, matrimonio y defunciones) parroquiales y del Registro Civil. La obra fundacional de este método se recoge en: FLEURY, M. y HENRY, L.: Nouveau manuel de dépouillement e d’exploitation de l’état civil ancien [tercera edición, s.d.]; en castellano consultamos en su día la obra: HENRY, L.: Manual de demografía histórica, Barcelona, Crítica, 1983.
TD- Francisco Contreras Pérez
268
Trayectorias migratorias de las familias de andaluc es
según el lugar de nacimiento de los hijos
Lugar de nacimiento de los hijos %
Buenos Aires 74,7
Montevideo 7,4
Cádiz 7,1
Málaga 4,1
Sevilla 1,9
Andalucía 1,1
Rio Grande do Sul 1,1
Rio de Janeiro 0,7
Otros 1,9
100,0
Fuente: Censo de Buenos Aires, 1855. Elaboración propia.
La mayoría de hijos de andaluces en el Buenos Aires en
1855 habían nacido en esta plaza (74,7%). Estamos ante el
resultado de una emigración de solteros como dominante en el
perfil migratorio, y por tanto de varones que solían constituir
familia una vez en destino. Como veremos, lo más frecuente es el
prototipo de varón gaditano soltero que formalizaría matrimonio
con una mujer bonaerense (60,6%), dentro de unas prácticas
nupciales claramente exogámicas y distintivas de la colonia
andaluza. Este porcentaje de hijos nacidos en Buenos Aires
TD- Francisco Contreras Pérez
269
también se compone igualmente de hijos de familias ya
constituidas en origen pero que nacerían en destino.
Por su parte, los hijos de emigrantes andaluces que
emigraron con sus padres o madres desde distintos lugares de
Andalucía suman el 14,1% (Cádiz, Málaga, Sevilla y Andalucía),
certificando ese proceso de emigración de corte familiar que
observaremos como un segundo plano igualmente distintivo de la
corriente andaluza.
En el caso de las unidades familiares andaluzas para las que
tenemos constancia a través de la explotación de la información
contenida en dicho censo, el número de hijos nacidos en terceros
países de la zona representa un 9,2%; son los casos de varias
ciudades de Brasil (tres que suman un 2,2% en su totalidad)194
como sobre todo de Montevideo (7,4%). No debemos ver en este
porcentaje una valoración cuantitativa exacta de estas prácticas
reemigratorias, como por otra parte sería iluso con cualquier
fuente; se trata de una estimación orientativa que debemos
aquilatar con los resultados de otros investigadores, pero a la vez
debemos subrayar en su justa valía por ser la única manera
194 Aparte las expresadas en la tabla, hay que añadir Pernambuco que por su
menor entidad porcentual forma parte del agregado “otros” lugares de nacimiento.
TD- Francisco Contreras Pérez
270
disponible de aproximarnos a este plano de los procesos
migratorios tempranos de principios del XIX.
En suma, estos datos constatan que la experiencia de la
reemigración no era extraña entre los andaluces de Buenos Aires
en la primera mitad del XIX. La presencia de hijos nacidos en
terceros países constituye un indicio de las reemigraciones previas
de algunas de estas unidades familiares compuesta por andaluces,
y como vemos se producían fundamentalmente en el ámbito del
Río de la Plata aunque también entre Brasil y Argentina. Grosso
modo, y si extrapolamos estos datos, pudo haber afectado a casi
una décima parte de los emigrantes andaluces en Buenos Aires.
Esta proporción lógicamente es superior a la estimada por Yáñez
Gallardo, en la medida que los cálculos de este autor se refieren a
la reemigración de españoles desde Brasil; en nuestra estimación
consideramos además la reemigración desde Montevideo, que
lógicamente tuvo que representar una frecuencia mayor por su
cercanía, toda vez que hacia 1855 quedaban por venir la época de
las migraciones masivas de españoles hacia las fazendas paulistas,
de las que algunos finalmente reemigrarían en busca de Buenos
Aireas (fenómeno que empezará a ser importante a partir de la
década de 1880 y sobre todo a principios del siglo XX, junto con la
masiva emigración directa al Río de la Plata).
TD- Francisco Contreras Pérez
271
¿Cuál era el perfil demográfico del emigrante que
llegaba a Buenos Aires desde Andalucía?
Las migraciones actúan sobre las poblaciones con una
función selectiva en virtud de diferentes variables. La fuerte
acotación de esa selección por sexo y edad es quizás el sesgo más
sistemáticamente verificado en los movimientos de población por
motivos económicos.
Desde una teoría clásica, las migraciones constituyen un
mecanismo de reasignación de factor trabajo desde mercados
menos productivos a otros más productivos. En virtud del diferente
grado de integración de los sexos en esos mercados laborales, los
flujos migratorios suelen presentar un grado de masculinidad
mucho más elevado que el conjunto de la población de
procedencia.
Esto parece haber sido una constante histórica. También es
cierto que en la experiencia europea, las mujeres participaron más
en las migraciones de corta de distancia, que vehiculaban desde el
mundo rural población femenina destinada a cubrir los nichos
laborales reservados a la mujer en los mercados urbanos,
especialmente el de servicios domésticos y sólo puntualmente
TD- Francisco Contreras Pérez
272
algunos manufactureros. Ya el propio Ravenstein estableció en una
de sus Leyes de las migraciones esta relación migración femenina y
corta distancia (1889), obtenida de la observación de las
migraciones internas británicas durante la industrialización y
urbanización del XIX.
Frente a un fenómeno que se desarrolla en una secuencia
temporal, un censo parece una fuente poco adecuada, en la
medida que nos dibuja el estado de una población en un solo
momento, esto es, una instantánea sociodemográfica congelada de
ese corte temporal, del “instante” censal (medido en pocos días o
semanas).195 No obstante estas primeras limitaciones del censo, es
cierto que el estado la población no deja ser el fruto de fuerzas
dinámicas, históricas, que dejan su huella en esa fotografía censal,
y por lo tanto contiene explícita o implícitamente información
195 Ahora bien, el uso de un censo a estos efectos se encuentra sin duda
condicionado por dos elementos que no permiten detraer lecturas concluyentes de los datos:
a) Por la mayor ratio de masculinidad presente en los flujos migratorios, lo que hace que en un universo ya de por sí pequeño la dimensión de lo femenino todavía quede reducida a números absolutos testimoniales, con un valor anecdótico de cara al estudio histórico de pautas sociales;
b) por las esperanzas de vida diferenciadas entre hombres y mujeres (más alta en el caso de éstas últimas), lo que genera un factor de incertidumbre al no estar aislado en los datos reales este efecto demográfico respecto de las pautas estrictamente migratorias que pretendemos estudiar.
Esta última constante demográfica propia de las poblaciones occidentales tendría el efecto de disminuir la ratio de masculinidad en las promociones de emigrantes con más tiempo de residencia.
TD- Francisco Contreras Pérez
273
susceptible de ser leída en una perspectiva temporal más amplia.
Se trata de plantear las preguntas adecuadas y cruzar la propia
información ofrecida en una plantilla inicialmente dirigida a
responder a dar otras respuestas.
Por ello, una vez dibujado el mapa de las fuentes de la
emigración en Andalucía hacia Argentina en la primera mitad del
XIX, el análisis del perfil de este trasvase no sólo lo debemos
entender en una dimensión estática, esto es, la composición
hombres-mujeres de la colonia andaluza en un momento dado
(1855).
Las fuentes documentales que constituyen series temporales
(por ejemplo, los pasaportes de un periodo amplio de tiempo)
parecen más propicios para seguir los cambios en el tiempo de los
perfiles migratorios. Ahora bien, si filtramos los datos censales con
criterios temporales, toda vez que se pueda contar con información
de los tiempos de llegada, este método subsidiario de acercarse a
las variaciones en la participación relativa de ambos sexos en
función de esos tiempos de llegada nos puede poner sobre la pista
de la implementación de unas u otras estrategias migratorias. Por
ejemplo, el hecho de que los hombres de una población emigrante
dada presenten un tiempo de residencia en destino mayor que las
TD- Francisco Contreras Pérez
274
mujeres de igual origen nos pudiera estar hablando del efecto de
estas cadenas familiares.
Dicho de manera más concreta, a partir de la información
procedente del Censo de 1855 sobre la que hemos elaborado
nuestra base de datos, hemos podido operar cruzando los datos de
tiempo de residencia y sexo, para obtener índices de masculinidad
específica según la antigüedad de esa residencia en la ciudad.
TD- Francisco Contreras Pérez
275
Ratio de masculinidad y tiempo de residencia
de los emigrantes andaluces en Buenos Aires (1855) Ratio según el tiempo de residencia
Provincia Hombres (núm.)
Mujeres (núm.) La serie
completa Inferior a 10 años
Inferior a 5 años
Inferior a 2,5 años
Cádiz 146 61 239,3 215,6 243,5 264,7
Málaga 47 18 261,1 254,5 181,8 180,0
"Andalucía" 27 14 192,9 Córdoba 4 1 400,0 Granada 4 2 200,0
Huelva 2 1 200,0 Jaén 2 1 200,0
Sevilla 23 6 383,3
Andalucía 255 105** 242,9 222,8 218,6 245,2
* Ratio de masculinidad es un índice que expresa el núm. de hombres por cada 100 mujeres en una población dada. Desplazando la coma a la izquierda dos dígitos, se expresaría como el núm. de hombres por cada mujer, lo que quizás facilite la lectura teniendo en cuenta la pequeña dimensión de la población estudiada. ** Se ha sumado 1 a las “mujeres” por una “niña” que, de una familia de andaluces, en el censo le consignan la bonita expresión de haber nacido “en el mar” (esto es, probablemente en ese trayecto hacia Buenos Aires). Fuente: Censo de Buenos Aires de 1855. Elaboración propia.
Nos centramos en las dos orígenes provinciales más
numerosos (Cádiz y Málaga), sobre las que hemos realizado tres
cortes en función de los siguientes tiempos de residencia: inferior a
10, a 5 y a 2,5 años sucesivamente. Mediante esta extrapolación
TD- Francisco Contreras Pérez
276
podemos acercarnos a esos cambios a través de los datos
censales196.
Como cabía esperar de toda población emigrante en sus
fases iniciales y en especial las de larga distancia, los índices de
masculinidad de la colonia andaluza residente en Buenos Aires a
mediados de siglo muestran que los varones duplican largamente a
las mujeres con independencia del origen provincial o regional
(242,9 hombres por cada 100 mujeres). Igual ocurre en casi todos
los índices de masculinidad específicos por tiempo de residencia.
Salvo aquellos índices que no pasan del rango de anecdótico
por la escasa dimensión del subgrupo provincial al que se refieren,
de existir alguna singularidad en esta pauta general cabría destacar
la que presentan los emigrantes malagueños con un tiempo de
residencia inferior a 5 y 2,5 años respectivamente. Aun sin poner
en cuestión el predominio claro del elemento masculino tampoco
en estos subgrupos, los datos (181 y 180 hombres por cada 100
mujeres) significan una visible matización en términos comparados
con los niveles habituales observados.
En consecuencia, asumiendo las tesis más aceptadas a este
respecto, un componente femenino relativamente más importante
196 Bajo el supuesto de que no ha habido transformaciones sustantivas en el
comportamiento de las variables estudiadas en los últimos 10 años anteriores al censo.
TD- Francisco Contreras Pérez
277
entre los malagueños de más reciente llegada a Buenos Aires
apunta a un mayor peso del componente familiar en esta corriente
provincial. Otra cuestión es si estamos ante un tipo de emigración
del núcleo familiar al completo en una única fase emigratoria, es el
resultado de un proceso de arrastre de familiares en los cinco años
previos al Censo por parte de varones ya emigrados en una fase
temporal anterior.
Respecto a este último tema que atañe a los mecanismos
migratorios implementados para emigrar por la joven corriente
malagueña, y sin perjuicio de que más adelante volvamos sobre
ello, llamamos la atención a propósito de dos consideraciones:
a) el hecho de que en el conjunto de la serie de
residentes malagueños, sin distinción de tiempos de
residencia, nos encontramos paradójicamente con una ratio
de masculinidad equivalente o incluso superior a la de
andaluces y gaditanos.
b) Esto último hay que sumarlo al hecho ya
resaltado de que la corriente malagueña tiene una media de
tiempo de residencia menor respecto a otros orígenes, pero
con una claro componente por sexo: es una emigración más
joven en su conjunto, dicho lo cual la mediana de los
tiempos reales de residencia se situaba para los varones
TD- Francisco Contreras Pérez
278
malagueños en 6 años, y en 2 años para las mujeres, como
vimos en la tabla anterior.
Por consiguiente, estos dos rasgos pueden estar reflejando
la acción del arrastre de mujeres y familias en los cincos años
inmediatos anteriores, precedida por una primera fase liderada por
un componente más masculinizado en la primera mitad de la
década anterior al censo.
En todo caso, fuera esta emigración el resultado del
reagrupamiento con el padre ya emigrado, o el viaje de todo el
grupo en un único viaje, parece que la eliminación de trabas a la
emigración en España a partir del decreto de 1853 pudo haber
favorecido singularmente la emigración de las esposas e hijos,
dadas las dificultades de movilizarlos con anterioridad en un
entorno institucional más hostil.
En contraste, donde no cabe duda es en que la reactivación
de la emigración proveniente de Cádiz, y también la de Sevilla, en
esos mismos dos años anteriores al Censo presentó un componente
masculino que reforzaba los valores tradicionales generales.
Para la temprana emigración española a América, las
investigaciones de Yáñez Gallardo han puesto de relieve el elevado
perfil masculino de los emigrantes y más concretamente en este
TD- Francisco Contreras Pérez
279
periodo que estamos estudiando.197 En el caso catalán, se trata de
una emigración amparada en las redes familiares y de paisanaje
tejidas a partir de los intereses mercantiles que unían
determinadas localidades catalanas de las proximidades de
Barcelona con las Antillas y las nuevas repúblicas.
Ahora bien, según los trabajos de dicho autor, las
proporciones de hombres entre los emigrantes catalanes que
emigraron en las décadas anteriores a 1850 oscilan en una
horquilla que va del 81,4 al 98,1 por 100.
“[...] hay que destacar, por encima de cualquier otra
característica, su juventud y su carácter fundamentalmente
masculino.”198
Los porcentajes manejados por Yáñez Gallardo equivalen a
ratios de masculinidad de 437 hombres por cada 100 mujeres
como mínimo. Es obvio que estamos ante unos índices
considerablemente más elevados que los que presentan los
197 Para esta época temprana de emigración a América (1830-70), el
emigrante como hombre joven va asociado a un componente socioprofesional de destino urbano. YÁÑEZ, C.: “Los mercados de trabajo americanos para la emigración española ultramarina” (siglos XIX-XX)”, en FERNÁNDEZ, A. E. y MOYA, J. C.: La inmigración española en la Argentina, Buenos Aires, Biblos, 1999, p. 45 y sigtes. [pp. 43-70]
198 YÁÑEZ GALLARDO, C. (1996), p. 57.
TD- Francisco Contreras Pérez
280
emigrantes andaluces como conjunto y cada uno de sus perfiles
provinciales.199
En suma, el componente masculino era el mayoritario en la
corriente emigratoria de Andalucía a Argentina en las décadas del
segundo tercio del XIX, encajando en lo previsto por los modelos
generales y los estudios sobre españoles para unas fechas
coetáneas; dicho lo cual, también debemos puntualizar que el
componente femenino en dicho trasvase poblacional muestra una
impronta más visible que en otros casos, siempre sin salir de su
carácter minoritario.
Así pues, el emigrante andaluz del Buenos Aires de
mediados del XIX coincide con ese perfil del emigrante típico como
hombre, junto a lo cual los datos del Censo de 1855 parecen ser
sensibles en mayor medida a reflejar la existencia entre los
andaluces de esos perfiles migratorios asociados a la mecánica de
arrastre del núcleo familiar de origen. Todo lo cual nos lleva a ir
completando ese perfil sociodemográfico con la edad del
emigrante.
¿A qué edad emigraban? La emigración y el ciclo vital.
199 YÁÑEZ GALLARDO, C. (1996), p. 61
TD- Francisco Contreras Pérez
281
Al igual que Yáñez Gallardo para la temprana emigración
catalana, Sánchez Albornoz había sido igualmente de tajante al
dibujar el perfil que tendrá el emigrante entre las principales
corrientes regionales españolas a América, incluso durante la
emigración en masa de finales del XIX y principios del XX:
“este fue un hombre joven [...], tan joven que
apenas era un adolescente”200
Y termina añadiendo que, siendo una constante fuera de
toda duda, este perfil tipo podría arrojar matices por destinos, por
origen o temporales:
“los rasgos varían de tanto en tanto. Las
proporciones por edad, sexo, alfabetismo, etc.,
cambian”.201
En la riqueza de información individual que aportan los
libros de cédulas del Censo de Buenos Aires de 1855 también no
podía faltar ese dato que nos permite aproximarnos al
conocimiento del perfil por edad del emigrante. Dato que en primer
lugar, a estos efectos, cruzaremos con el de tiempo de residencia
para obtener el perfil de ese emigrante en el momento de su
llegada a la ciudad. Así pues, frente al eje cronológico en que
200 SÁNCHEZ-ALBORNOZ, N.: “Medio siglo de emigración masiva de España a
América”, en ídem (comp.) (1988), [pp. 13-29], p. 22. 201 SÁNCHEZ-ALBORNOZ, N. (1988), p. 23.
TD- Francisco Contreras Pérez
282
hemos trazado la conformación de la colonia andaluza en Buenos
Aires en las décadas anteriores al censo, ahora abordamos otra
dimensión de esa información temporal: la emigración como una
decisión enmarcada en el tiempo sujetivo, esto es, en ciclo vital del
emigrante para ser exactos.
Así pues, la estructura de edades no sólo es un dato
demográfico que traza uno de los rasgos imprescindibles de toda
población, sino que el poder conocer esa edad a la emigración
también nos llevará a aproximarnos, a situarnos esa emigración
entre los mecanismos de adaptación asociados a determinadas
etapas en la vida de estos individuos y sus familias. Todo ello con
ayuda de lo ya estudiado sobre las pautas migratorias
diferenciadas por sexos.
TD- Francisco Contreras Pérez
283
Edad del emigrante andaluz a su llegada a Buenos Ai res
(1780-1855)
Ambos sexos Hombres Mujeres
Provincia Media Mediana Desv. estándar Media Media
Cádiz 23,5 21,5 12,3 23,1 24,0
Málaga 23,1 23 12 23,8 21,6
“Andalucía” 24,2 21 12,7 Córdoba 18,1 21 7,7 Granada 25,8 34 12,2
Huelva 13,7 13 4 Jaén 45,7 56 40,5
Sevilla 21,3 21,5 10,4
Andalucía 23,3 21,5 12,5 23,4 22,6
Fuente: Censo de Buenos Aires de 1855. Elaboración propia.
El emigrante tipo procedente de Andalucía frisaba los 23
años en el momento de su emigración, con algunos meses de edad
de diferencia entre hombres y mujeres (23,4 y 22,6 años). Hay que
tener en cuenta que la edad media de la población andaluza se
encontraba en torno a los 26 años por entonces (calculada a partir
de los datos de la población regional del Censo español de 1860)
202, siendo la de las mujeres levemente superior a la de los hombre
202 La edad media se ha calculado a partir de ponderación de la distribución de
la población por los tramos de edad en los que se retabuló por el Instituto de Estadística de Andalucía los datos de población de hecho del Censo de 1860 (
[Cont.]
TD- Francisco Contreras Pérez
284
como resultado natural de su mayor esperanza de vida.203 Estas
diferencias por el contrario se invierten, como hemos visto, entre
emigrantes masculinos y femeninos, dado que los factores
demográficos que determinan esta pauta natural en el conjunto de
una población quedan neutralizados en los segmentos
poblacionales más móviles por los factores selectivos de raíz
sociolaboral que intervienen decisivamente en los procesos
migratorios.
En todo caso, se trata pues de un segmento joven de la
población de origen. Ahora bien, también tenemos que resaltar que
siendo efectivamente un emigrante joven, ha emigrado en todo
caso al alcanzar la edad adulta.
Este dato parece no corresponder del todo en ese perfil de
casi “adolescente” que mencionaba Sánchez Albornoz. Lo que nos
ha hecho, para despejar dudas, atender al otro indicador: la JUNTA GENERAL DE ESTADÍSTICA: Censo de la población de España a 25 de diciembre de 1860, Madrid, 1863). INSTITUTO DE ESTADÍSTICA DE ANDALUCÍA: “Población por edad y sexo según los censos de población 1787-2001. Andalucía y sus provincias”, en Evolución histórica de la población de Andalucía, Sevilla, IEA, 2004 (http://www.juntadeandalucia.es/institutodeestadistica, miércoles, 12 de mayo de 2004, 12:14:51).
203 Se ha estimado que la esperanza de vida al nacimiento (e0) en Andalucía hacia 1863-70 se situaba en los 30,6 años para el conjunto de la población; un tercio de siglo más tarde, en 1900-1, habría experimentado escaso incremento (menor de un año) hasta los 31,2 para ambos sexos; por sexos, para los hombres era algo menor (30,6 años) que para las mujeres (31,7 años). Véase DOPICO, F. y REHER, D.-S.: El Declive de la mortalidad en España, 1860-1930, [Huesca], Asociación de Demografía Histórica, 1999, pp. 43 y 114.
TD- Francisco Contreras Pérez
285
mediana, que nos aproxima al grado de representatividad de esa
abstracción estadística que puede parecer la expresión edad media.
Esto nos lleva a nuevas consideraciones que esbozan a un
conjunto de pautas migratorias relativamente más complejo y
diversificado entre los andaluces presentes en Buenos Aires en
esta primera mitad del XIX:
a) La mediana tanto del conjunto
andaluz como en casi todos los subgrupos
provinciales con entidad suele ser inferior a dos años
respecto a la edad media; esto es, la mitad de sus
componentes se situaba por debajo de los 21,5 años
de edad a la emigración. Pero de nuevo el caso de
Málaga se presenta como una excepción a esta
regla, en virtud de que no presenta diferencia
significativa entre la media y la mediana.
b) Por otra parte, la diferencia de edad
en el caso de los gaditanos favorece a las mujeres;
contra lo esperable en las poblaciones migrantes,
ellas muestran una edad media ligeramente al
hombre.
A modo de hipótesis, los valores de edad media y sus
pautas por sexos de Málaga podrían resultar de un modelo
TD- Francisco Contreras Pérez
286
migratorio familiar, que sería avalado por el mayor peso relativo de
las mujeres de este origen. Los indicadores de Cádiz muestran una
mayor incertidumbre para su análisis: su perfil es ligeramente
distinto al de la emigración malagueña, tanto por una edad de sus
hombres algo menor que la de los malagueños, pero sin llegar
absolutamente diferente, como por un índice de masculinidad algo
más elevado que estos otros.
Conviene traer a colación que, según los datos ofrecidos por
Yáñez Gallardo, los emigrantes que salieron hacia América desde
localidades próximas a Barcelona eran varones en más de un 80%,
y tenían mayoritariamente entre 12 y 17 años.
“El resultado indica con claridad que la
emigración se incrementa a partir de los 12 años,
alcanza su máximo entre los 14 y 15 años, se mantiene
elevada hasta los 17 y luego decae. La afirmación de
que es el tramo de población más joven el más
propenso a emigrar, no deja lugar a dudas”. 204
El caso gaditano se acercaría un poco más a ese prototipo
de emigración de hombres jóvenes y solteros, ligados al comercio y
los oficios fundamentalmente, que Yáñez Gallardo identificara como
protagonista indiscutible de la coetánea emigración catalana; pero
204 YÁÑEZ GALLARDO, C. (1996), p. 58.
TD- Francisco Contreras Pérez
287
aún así, sus indicadores de edad y masculinidad siguen siendo
distintos, esto es, no son tan abrumadoramente elocuentes en este
sentido, situándose para entendernos como a medio camino entre
el perfil catalán y el del emigrante malagueño.
Con el fin de despejar algunas de las incertidumbres
asociadas a un modelo internamente tan complejo como el
andaluz, hemos creído necesario desglosar los datos para aquellos
tramos de edad que podrían ayudar a despejar las incógnitas que
persisten y para facilitar las lecturas comparativas interregionales
que venimos haciendo. En especial queremos llamar la atención
sobre el tramo de 10 a 29 años en el que se concentran más de
dos tercios de los emigrantes en el momento del viaje, y que
hemos subdividido: el grupo de 10-19 pretende ponderar la
impronta para el caso andaluz de un modelo migratorio a edades
tempranas como el catalán; por su parte, el grupo de 20-29 nos
permitirá cotejar la primera hipótesis que hemos barajado a partir
de la edad media del emigrante andaluz (en torno a 23 años), que
nos remite a la existencia de una emigración de adultos jóvenes;
finalmente, el primer grupo de 0-9 años iría asociado a este último
modelo, al tratarse de niños que emigrarían integrando grupos
familiares encabezados por adultos.
TD- Francisco Contreras Pérez
288
Como podemos observar, el tramo de edad de 10-19 años
es el mayoritario con un 32,2% entre los emigrantes procedentes
de Cádiz; y de esas 64 personas, 49 son varones. Por tanto, se
confirman los indicios anteriores que apuntaban a una mayor
incidencia en este flujo provincial de hombres jóvenes o muy
jóvenes, encajando en el perfil clásico del que hablara Sánchez
Albornoz y el de la temprana emigración catalana de Yáñez
Gallardo, asociada a los flujos de activos propios de redes
Emigración y población de Andalucía por tramos de e dad
(1780-1860)
Emigrantes (por origen y edad a la emigración)
Edad Cádiz Málaga Andalucía
Población de
Andalucía
Núm. % Núm. % Núm. % %
0 a 9 20 10,1 8 12,5 40 11,5 24,9
10 a 19 64 32,2 13 20,3 97 28,0 19,8
20 a 29 62 31,2 30 46,9 123 35,4 17,4
30 y más 53 26,6 13 20,3 87 25,1 37,9
Total 199 100,0 64 100,0 347 100,0 100,0
A estos efectos, se han purgado de la base de datos aquellos individuos para los que no constan la edad y/o el tiempo de residencia. De ahí que pudieran existir discrepancias puntuales con los números de emigrantes de otras tablas donde esta información no se demandaba. Los tramos de edad de la información censal para la población de Andalucía (1860) presentan una leve irregularidad en la fuente consultada, respondiendo con esta distribución: 0-10, 11-20, 21-30 y más de 30. Fuentes: Censo de Buenos Aires de 1855 y Censo de España de 1860. Elaboración propia.
TD- Francisco Contreras Pérez
289
comerciales y gremiales. En todo caso, siempre en valores
porcentuales inferiores a ésta última corriente, en la que este
tramo de edad representaba un horquilla del 44,4 al 53,9 % del
total de emigrantes.205
Frente a la mayor heterogeneidad del perfil de la corriente
gaditana, se puede afirmar que es el tramo de población de
jóvenes maduros de 20-29 años el que nutre en mayor número la
emigración malagueña con un 46,9%. Entendemos que esto a su
vez casa con el valor también destacado en el caso malagueño de
emigrantes 0-9 años de edad (12,5%). La presencia de valores
relativamente altos en los dos tramos señalarían la existencia de
una notable emigración de grupos familiares compuesta por padres
(adultos jóvenes de 20-29 años) e hijos menores de edad (0-9
años).
Para el conjunto regional, al comparar la distribución por
edad de los emigrantes de Andalucía con la distribución que
presenta en su población de origen según un censo español
cercano (1860), resulta evidente la mayor propensión a emigrar
que se concentra en las edades de 10-19 y 20-29, que aparecen
205 Valores agregados de los tramos de 11-15 y 16-20 años para tres
municipios catalanes: Sant Feliu de Guixols, Arenys de Mar y Blanes, según los pasaportes estudiados para el lapso temporal que va de 1828 a 1857. YÁÑEZ GALLARDO, C. (1996), p. 58 y 60, Cuadros 3.3 y 3.5.
TD- Francisco Contreras Pérez
290
sobrerrepresentadas. Lo que nos vuelven a hablar de ese efecto
selectivo que tienen los procesos migratorios.
En resumidas cuentas, se confirman los indicios que
habíamos detectado a partir del estudio de la edad media a la
emigración, que sin embargo no eran concluyentes. Así pues, los
valores agregados de este segmento de edad de 20-29 años de las
dos corrientes provinciales principales contribuyen a explicar que
sea también el grupo más propenso a emigrar en el conjunto de
Andalucía con un 35,4% de los emigrantes.
En términos comparados, este adulto joven de la primera
mitad del XIX partió desde Andalucía con algo más de edad que el
emigrante catalán coetáneo. Pertenece al siguiente tramo de edad,
y en este caso se situaría también en un momento distinto del ciclo
vital del hombre de la época, previo o en torno a la edad de
formación de nuevos agregados familiares según los cálculos de la
edad media al primer matrimonio para la época (indicador de
primonupcialidad).206 En función de esta pauta, la emigración
206 En Andalucía la edad media al primer matrimonio se situaba en los 26,8
años para los hombres y los 23,2 años entre las mujeres. Ahora bien, Andalucía presenta “bastante complejidad” también en sus sistemas matrimoniales, con edades elevadas al matrimonio en el triángulo Cádiz-Sevilla-Huelva, y una zona oriental de nupcialidad “precoz”. Si atendemos a los casos provinciales que en estos momentos más nos interesan, los edades al casarse son en Cádiz de 28,25 y 24,19 años para hombres y mujeres respectivamente, mientras que en Málaga bajan a los 26,65 y 22,78. REHER, D.S. et al.: España a la luz del Censo de 1887, Madrid, INE, 1993, pp. 37, 72 y 227. Son pues datos obtenidos a partir
[Cont.]
TD- Francisco Contreras Pérez
291
estaba ligada de una u otra manera a este acto vital, ya como
mecanismo de obtención marginal de rentas por parte del varón
núbil de cara a un inmediato matrimonio, ya como estrategia
adaptativa del varón y la nueva familia a los nuevos costes
asociados a la llegada de la primera descendencia.
La menor edad del emigrante catalán queda asociada al
perfil del hombre, joven y soltero, que estaba en proceso de
formación profesional como aprendiz en tareas comerciales y
gremiales habitualmente, por lo que la emigración constituiría una
nueva fase de este aprendizaje que pasaría a completar al otro
lado del Atlántico. Por contra, el emigrante andaluz es un joven
adulto, que ha alcanzado ya plena capacidad productiva. Pues
dados los tiempos de formación e integración en los mercados
laborales del siglo XIX (cuando la adolescencia era corta y suponía
la integración en el mundo laboral como aprendiz de un oficio),
del Censo de 1887, no sólo por ser la serie de cálculos disponible más cercana en el tiempo, sino también porque no cabe esperar cambios sustantivos en los sistema matrimoniales de la región en este periodo previo a los procesos modernizadores del siglo XX. Por otra parte, entendemos que en el caso gaditano la edad media está determinado por la mayor tasa de solteros de 16 a 50 años, a la que es muy sensible este método de J. Hajnal (denominado SMAN, de “Singulate Mean Age at Marriage”), lo que podría explicarse en estos casos por un sobredimensionamiento de la población religiosa y/o militar (de hecho, en la capital y San Fernando, por ejemplo, estas edades incluso son algo superiores). En todo caso, y es aquí lo que nos interesa en esta ocasión, esas edades medias se sitúan sistemáticamente en el tramo 20-29 años, que también resulta ser también el más emigratorio en nuestra región.
TD- Francisco Contreras Pérez
292
resulta altamente probable que un hombre de entonces al emigrar
a los 23 años ya hacía tiempo que había completado el periodo de
formación en origen y poseía ya capacidades y destrezas para
desenvolverse en el mercado laboral.
Esto es, el emigrante andaluz solía zarpar aportando consigo
un bagaje de competencias profesionales u ocupacionales maduras,
que desde su llegada pasaría a ofrecer en el mercado laboral de
acogida. Esto no tiene por qué excluir, una vez en destino, eventos
de movilidad ocupacional de carácter adaptativo, en función de las
oportunidades económicas y nichos laborales encontrados por los
recién llegados al Buenos Aires de la época (sobre el perfil
socioprofesional volveremos más adelante para cotejar estos
indicios con nuevos datos).
En función de los perfiles por edad y sexo presente en la
emigración andaluza a Buenos Aires se asiste a un trasvase de
capital humano sin lugar a dudas: hombres jóvenes pero adultos.
El impacto de esta “pérdida” laboral y demográfica para la región y
país de origen no pasó desapercibido para las élites cultas del siglo
XIX. Se hizo muy popular entre los ensayistas y publicista de
Madrid y Andalucía alguna estimación adjudicada al economista
clásico J. B. Say, que hacía equiparar esta “pérdida” de población
joven al traspaso de ejércitos completos a otro país. La primera
TD- Francisco Contreras Pérez
293
Comisión creada en España para el estudio de la emigración
reflexionó desde esta perspectiva (1882):
“por regla general son los emigrantes de nuestro
suelo la flor de la población viril y robusta, de edad de
veintiuno a cuarenta años […] Y al par con esos
varones adultos suelen ir esposas jóvenes, y la
generación próxima a ellos […] Con que viene a resultar
que […] llévale [al Estado extranjero] tanta prosperidad
cuanto es el enflaquecimiento que le origina a la patria
española, y más en especial a la región nativa de los
emigrantes”.207
Así también lo vería el editorialista de un periódico andaluz
a raíz del aluvión migratorio de poco más tarde; como sabemos
hoy, la emigración constituía parte integrante de ese proceso de
movilidad de factores y productos que de manera irreversible iba
precipitando la integración de las economías atlánticas
finiseculares:
“[...] los españoles que se vayan allá y sepan
cultivar viñas producirán vinos como harán los de Jerez,
207 COMISIÓN ESPECIAL PARA ESTUDIAR LOS MEDIOS DE CONTENER EN LO
POSIBLE LA EMIGRACIÓN POR MEDIO DEL DESARROLLO DEL TRABAJO: Memoria prresentada por la Comisión al Excmo. Sr. Ministro de Fomento, Madrid, 1882, p. 53.
TD- Francisco Contreras Pérez
294
que ya se han ido á la Jerez Argentina, los que sepan
producir hierro, producirán hierro, los que sepan hilar
algodon ó tejer el hilo, eso harán, y serán otros tantos
competidores que tendrán los de por acá para poder
entrar en el mercado del mundo [...]".208
Por otra parte, también es de destacar que las corrientes
migratorias andaluzas presentan una mayor diversidad y
complejidad que obliga a huir de cómodas generalizaciones y a un
ejercicio constante de cotejo de los datos; lo que por otra parte es
comprensible, en tanto que hablamos de un conjunto geográfico
más amplio y comarcalmente diversificado que la muestra de siete
localidades del entorno municipal de Barcelona estudiada como
fuente de la emigración catalana de la época.
Dicho lo cual, y a modo de recapitulación, estamos en
condiciones de asentar algunas afirmaciones con un mayor grado
de certidumbre, toda vez que hemos ido contrastando y refinando
los primeros indicios sobre el perfil por edad del emigrante andaluz
a Buenos Aires:
a) la importancia del segmento clásico
de 10-19 años entre los nacidos en Cádiz nos remite
208 "Cuestiones Económicas II", en LA ANDALUCÍA política, económica y
literaria, Sevilla, 23 de mayo de 1889, p. 3.
TD- Francisco Contreras Pérez
295
a la existencia de un perfil del emigrante como un
varón muy joven, equivalente al modelo de Yáñez
Gallardo para la temprana emigración catalana.
b) Ahora bien, su preeminencia no es tan
abrumadora, en la medida que también detectamos
un valor significativo próximo de emigrantes de 20-
29 años, y cierta presencia de menores de edad; en
ambos casos con valores porcentuales superiores a
los presentes en el modelo catalán.
c) Así pues, el escenario migratorio de
Cádiz podría definirse como algo más complejo y
diversificado, en razón de la coexistencia de un perfil
clásico del emigrante, propio de redes mercantiles,
junto a una emigración familiar en segundo plano.
d) Esta última tipología resulta sin duda
más frecuente para los nacidos en Málaga, entre los
que la propensión a emigrar con 20-29 años resulta
ser la más elevada de todas, a la vez que se detecta
una participación algo mayor de los menores de
edad (0-9 años).
En resumidas cuentas, el perfil del emigrante andaluz del
Buenos Aires de la primera mitad del XIX era efectivamente el de
TD- Francisco Contreras Pérez
296
un hombre, pero no casi un adolescente, sino joven adulto (20-29
años) y, por tanto, en un punto de su ciclo vital plenamente
productivo y en el que se formaban los nuevos agregados
familiares; algunos de estos emigrantes, en una proporción
comparativamente alta a la luz de estos perfiles, implementarían
mecanismos de arrastre de la unidad familiar en origen (esto
último explicaría esa cierta presencia de la mujer en esta migración
regional y a la vez su menor tiempo de residencia en destino
respecto al hombre, como vimos en el apartado anterior).
El estado civil: solteros, pero también casados.
El tercer rasgo del emigrante tipo del XIX era el de ser
soltero, esto es, un varón, joven y soltero. Vamos a contrastar este
prototipo con la estructura según el estado civil de la colonia
andaluza en el Censo de 1855, que a su vez la analizaremos a la
luz de las conocidas para la población regional de origen y otros
casos regionales.
Como es común a los censos, la información sobre el estado
civil del emigrante se refiere a su situación a fecha de realización
del recuento poblacional, esto es, no corresponde necesariamente
con el que portaba el emigrante en el momento de su llegada.
TD- Francisco Contreras Pérez
297
En el conjunto de la colonia andaluza de Buenos Aires, entre
los hombres sobresale el porcentaje de los solteros (50,8%),
mientras que entre las mujeres destacan las casadas (49,5%). Y
en sendos casos los valores porcentuales son superiores siempre al
de los respectivos segmentos de la población regional de origen, lo
que justifica subrayar estos datos como singulares de la población
más móvil.
La explicación a este mayor peso de solteros entre hombres
y de las casadas entre mujeres podríamos encontrarla en ese pauta
de los procesos migratorios por la cual las mujeres no emigran
solas, sino asociadas al trasvase de unidades familiares,
protagonizando ya como hijas ya como esposas procesos de
reagrupamiento con un hombre (el cabeza de familia o un el hijo
mayor) que habría emigrado con anterioridad. Esto implica también
que hay casados junto a los solteros entre los varones emigrantes,
pero en términos relativos sus valores porcentuales son siempre
menores. También cabe suponer que conforme se va asentando
una colonia de emigrantes el porcentaje de mujeres (y casadas)
tiende a incrementarse, como recuerda Yáñez Gallardo para el caso
de la temprana emigración catalana.
TD- Francisco Contreras Pérez
298
Emigración y población andaluzas por estado civil ( en %)
(comparada con la emigración catalana)
Hombres Mujeres
Solteros Casados Viudos Total Solteras Casadas Viudas Total
Todos los emigrantes andaluces 50,8 43,3 5,9 100 39,0 49,5 11,4 100
Emigrantes de Cádiz* 53,1 42,1 4,8 100 44,3 44,3 11,5 100
Emigrantes de Málaga 42,6 53,2 4,3 100 27,8 55,6 16,7 100
Población de Andalucía
59,2 36,1 4,7 100 53,9 36,3 9,8 100
Emigrantes catalanes 70,0 29,0 1,0 100 50,0 43,0 7,0 100
*1 varón no declaró estado civil. En el caso andaluz, se refiere a la emigración de las provincias indicadas. Fuentes: Censo de Buenos Aires de 1855, para los datos de emigrantes andaluces. SORIA MEDINA, E.: “Estructura de la población andaluza” (separata Tomo III de la Enciclopedia de Andalucía, Sevilla, Tartessos, 1988, datos del censo de 1858 para la población de las ocho provincias andaluzas, p.107). YÉÑEZ GALLARDO, C. (1996), p. 62, estado civil de los emigrantes de Sant Feliu de Guixols según el registro de pasaportes entre 1835 y 1862. Elaboración propia.
TD- Francisco Contreras Pérez
299
Dicho efecto selectivo de las emigraciones hace que los mercados
matrimoniales de las poblaciones migrantes resulten habitualmente
más desequilibrados. Como hemos visto, los hombres y las
mujeres emigrantes están presentes en números muy desiguales,
representando el 71% y el 29% respectivamente de la colonia
andaluza en Buenos Aires. En número reales, los varones solteros
eran 129 frente a 41 solteras; había 110 casados frente a 52
casadas. Lo que sin duda también tendría que influir en pautas
matrimoniales de endogamia y exogamia (véase más abajo).
Como muestran los datos de la población de la región, en
una población dada los valores porcentuales de casados y casadas
suelen ser muy similares (las diferencias son explicables en todo
caso por haber más viudas que viudos en función del diferencial
por sexos que presenta la esperanza de vida). Se trata de
mercados matrimoniales relativamente equilibrados en términos
globales, más allá de puntuales distorsiones más localizadas en el
espacio. Un agregado estadístico tan grande de varios millones de
individuos funciona de facto como un mercado matrimonial
autárquico, siempre que los movimientos migratorios hacia o desde
el exterior no tuvieran gran de relevancia demográfica.209
209 Dicho esto, en el caso de los varones solteros en Andalucía observamos un
sobreaporte relativo, que podría estar relacionado con ligeros saldos [Cont.]
TD- Francisco Contreras Pérez
300
En cuanto al estado civil, los datos se hacen eco también de
ciertos matices diferenciadores entre la corriente que partió de
Cádiz y aquella otra proveniente de Málaga. Correspondiendo con
ese perfil del emigrante como varón algo más joven del gaditano,
resulta en este caso más importante el grupo de los solteros. A su
vez, el mayor peso de los casados se deja sentir en ese perfil de
emigración familiar que venimos observando entre los malagueños.
Y como en indicadores anteriores, incluso el caso de la corriente
gaditana, queda a considerable distancia del prototipo de varón
soltero que vemos que también domina la emigración catalana.
Ciertamente, los gaditanos aportan el mayor número de
solteros, pero lejos de ser tan contundente este aporte de un tipo
provincial de emigración de solteros. Del total de los 129 varones
de estado civil soltero, unos 77 son gaditanos lo que equivale al
59,7%; se trata de porcentaje inferior al peso de este origen
provincial en la colonia en su conjunto (65,1%). Y desde luego, los
solteros malagueños sólo representan el 15,5%, que está
inmigratorios netos masculinos (y en especial en el ámbito urbano), que encajaría en la tesis mantenida por Bernal y ya comentada en este capítulo sobre Andalucía como tierra de inmigración hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XIX.
TD- Francisco Contreras Pérez
301
igualmente por debajo del porcentaje de emigrantes de este origen
entre los andaluces de Buenos Aires (20,4%).
Estos indicios de nuevo nos llevan a actuar con un mayor
nivel de contraste y de manera más metódica. Hemos creído
necesario centrarnos en el segmento de población que podría
ayudarnos a precisar esta aparente diferencia, y en consecuencia
hemos desagregado el estado civil de los hombres para las edades
más relevantes a efecto de las pautas migratorias que venimos
contrastando en esta investigación.
Emigrantes varones según el estado civil y la edad
Estado civil (%)
Edad Número Solteros Casados Viudos Total
10-14 13 100,0 0,0 0,0 100
15-19 21 100,0 0,0 0,0 100
20-24 30 96,7 3,3 0,0 100
25-29 39 59,0 41,0 0,0 100
30-34 34 44,1 52,9 2,9 100
Fuente: Censo de Buenos Aires, 1855. Elaboración propia
TD- Francisco Contreras Pérez
302
Todos los hombres de 15-19 permanecen solteros. Es más,
la proporción de solteros continúa muy alta, casi absoluta, en el
siguiente tramo de edad (20-24 años). Pero justo entre este último
tramo y el siguiente (25-29 años) se produce el gran reajuste del
estado civil, por el que los casados alcanzan valores promedios a
costa de los solteros, que en cualquier caso no dejan de ser la
mayoría.
A su vez, entre la colonia de andaluces en Buenos Aires,
resulta útil saber que el número de mujeres casadas a los 25-29
triplica al de todas las mujeres (solteras, casadas y alguna viuda)
del tramo de edad inmediatamente anterior (20-24). Las mujeres
se concentran como hemos visto en los tramos de edad de 25-29 y
30-34, y en éstos son mayoría las casadas; son edades por lo tanto
posteriores a la edad media al matrimonio de Andalucía.
La pirámide de edades es un instrumento gráfico tradicional
para conocer el resultado de esos procesos de crecimiento de una
población, y su distribución por tramos de edad y sexos. Como la
radiografía del estado de conjunto poblacional a resultas de los
modos en que va creciendo.
El crecimiento de cualquier población está determinado por
su sistema de variables vegetativas (natalidad y mortalidad), cuya
experiencia histórica para la Europa de los siglos XIX y XX se
TD- Francisco Contreras Pérez
303
sintetiza en la famosa teoría de la transición demográfica. Ahora
bien, la idea de una población cerrada (aquellas que crece en
función exclusiva de esos factores) no deja de ser una abstracción
teórica, pues ni siquiera para el Antiguo Régimen este supuesto
resulta hoy en día realista (quizás sólo para la población de la
Tierra pudo serlo durante milenios, hasta 1969). Sabemos que
junto al balance “natural” que surge de las ganancias por natalidad
y las pérdidas por mortalidad, todo crecimiento o merma
demográfico depende también del saldo entre los que entran y los
que salen de una población dada.
Los segmentos migrantes de la población humana son los
vectores de ese balance no vegetativo, sino de etiología social, que
intervienen tanto en las sociedades de origen como en las de
destino pero de manera inversa. Aunque ellos mismos no dejan de
estar sujetos a los factores naturales, con singularidades quizás
respecto a su contexto demográfico, qué duda cabe que es el saldo
migratorio el factor básico que constituye, nutre y termina
liquidando con el tiempo una colonia210 de emigrantes (cuando los
210 Como hasta ahora y en tanto no se diga lo contrario, empleamos el
término “colonia”, y equivalentes, con la siguiente acepción recogida por el Diccionario de la Real Academia Española (21.ª edición, Madrid, RAE, 1992): “Conjunto de los naturales de un país, región o provincia que habitan en otro territorio”. Salvo que el curso de la investigación nos lleve a advertirlo, no presuponemos de ningún modo identidad ni acción colectivas de origen étnico o
[Cont.]
TD- Francisco Contreras Pérez
304
nuevos aportes no compensan los retornos y la extinción biológica
de sus componentes)211.
En este epígrafe abordaremos la estructura demográfica que
presenta la población de origen andaluz residente en Buenos Aires
a fecha de 1855. Estas características surgen de los ciclos
migratorios, de los perfiles del emigrante y de mecanismos
implementados por ellos durante las décadas anteriores, aspectos
éstos que han sido objeto de estudio en las páginas precedentes
mediante el empleo en nuestra base del filtro “tiempo de
residencia”. Siguiendo con el símil arriba usado, una vez visionado
los procesos migratorios en perspectiva diacrónica, como una
sucesión de secuencias, nos paramos en el último fotograma, el
estado demográfico de esa población.
La pirámide de edades de la colonia andaluza en Buenos
Aires refleja gráficamente su estructura demográfica, que hemos
regional, aparte de las relaciones surgidas de redes sociales informales de familiares y de paisanaje..
211 Respecto a esto, un censo refleja siempre el saldo neto, más la información sociodemográfica que permite estudiar la estructura de esa población identificada por su lugar de nacimiento. En todo caso, incluso las series temporales que contabilizan las entradas y salidas de un país también sufrirán importantes deficiencias a efectos de contabilizar los retornos; los recuentos de éstos cuando existan seguirán mereciendo tanto o más desconfianza que las primeras series de registros de mortalidad de la etapa protoestadística, que se iniciaba precisamente en esta década de 1850 en España.
TD- Francisco Contreras Pérez
305
superpuesto a la de la población de Andalucía en el censo más
cercano (1860).
Empezando por el perfil de la pirámide de la región, éste
refleja una distribución de la población por sexo y tramos de edad
que de un antiguo régimen demográfico, con algunos rasgos
novedosos. Es el perfil que da nombre a esta representación
gráfica: ancha por la base y estrechamiento conforme subimos en
los tramos de edad; el estrechamiento se hace algo más visible a
partir de los cuarenta años, pero sin llegar al salto notable que
presentaba la pirámide de edad del Censo de Floridablanca en
1787, dado que las esperanza de vida ha ido incrementándose por
la reducción de la mortalidad catastrófica.
La distribución por sexo en cada tramo de edad es simétrica
grosso modo, si bien es ligeramente más ancha en la base de los
hombres para en la medida que subimos quedar anulada esta
ventaja inicial, que a edades avanzadas finalmente favorece algo
más a las mujeres por su mayor esperanza de vida específica.
Como nota a esta descripción, ciertamente no hay más que
indicios primarios de la futura de transición demográfica, que
supondría el mantenimiento de esos valores porcentuales de la
base de 0-9 años junto con un estiramiento de los tramos
TD- Francisco Contreras Pérez
306
superiores por incremento de la esperanza de vida; rasgos que se
harán notorios en la pirámide de 1930.
Por último, el estrechamiento por la base asociado a la fase
final de la transición demográfica se diferirá en Andalucía y España
a la pirámide del Censo de 1970, con un falso antecedente
coyuntural en la de 1940 a resultas de las concepciones
suspendidas durante la guerra civil y la primera autarquía.
En cuanto a las variables no demográficas, a la altura de
1860 la población de la región como gran agregado no refleja de
manera visible, a nuestro entender, efectos de saldos migratorios,
de uno u otro signo. A lo más, a fuerza de ser exhaustivo en el
detalle, se detecta que el salto entre los tramos de 20-29 y 30-39
resulta sólo levemente menos pronunciado, en algunas décimas
porcentuales de diferencia, en el lado de hombres que en el de las
mujeres. Por pequeño que sea es en cualquier caso contradictorio
con la mayor esperanza de vida de las mujeres en estas edades,
una vez superado el tramo anterior de 20-29, donde puede
esperarse en las sociedades tradicionales un incremento de la
mortalidad específica femenina ligado a los riesgos en torno al
parto.
Los índices específicos de masculinidad, que hemos
calculado a raíz de este indicio visual del singular ancho del tramo
TD- Francisco Contreras Pérez
307
masculino de 30-39, corroboran en efecto un incremento de casi
siete puntos porcentuales respecto tanto al tramo anterior (20-29)
como respecto al del conjunto de la población.212 Ante esto último,
¿nos podría estar indicando a la altura de 1860 el rastro de un
saldo migratorio positivo masculino obtenido desde una década
atrás?
En función de esta hipótesis, Andalucía213 habría registrado
un saldo migratorio ligeramente positivo en década de 1840-49 o
incluso principios de la siguiente, si asumimos como razonable una
inmigración compuesta de varones en la veintena; un margen neto
de ganancias de efectivos que por mínimo que fuera explicaría este
menor estrechamiento del tramo masculino de 30-39 años de la
212 Los índices de masculinidad por tramos de edad de la población de
Andalucía en 1860 corresponden a estos valores:
Ratio masculinidad a los20-29 años
103
Ratio masculinidad a los 30-39 años: 110
Ratio masculinidad del total de la población: 103
Fuente: Censo de población de España, 1860, según el IEA, 2004 (cálculos elaborado sobre los tramos de edad e información del archivo de datos de acceso público en la página web IEA.es, por consulta en línea del 12 de mayo de 2004)
213 Más bien, algunas de sus comarcas y ciudades, en especial de la parte
Occidental y ante todo Sevilla.
TD- Francisco Contreras Pérez
308
pirámide regional de 1860. Recordemos que A.M. Bernal adelantó
algo en este sentido cuando afirmó:
“Pese a la insuficiencia de estudios
poblacionales que abarquen la totalidad de Andalucía
en la época contemporánea, los rasgos generales en
aproximación apresurada nos muestran que, en su
conjunto, esta región fue territorio de inmigrantes al
menos hasta algunos años pasada la mitad del siglo
XIX”.214
Esta afirmación se de ser correcta debe entenderse en
términos netos; y más allá de matices como el analizado, en
términos globales tuvo efectos a efectos poco contundentes en la
pirámide de edades. Ciertamente, como el propio autor advertiría
entonces, una perspectiva de estudio globalizadora en el caso de
Andalucía corre el riesgo de pasar por alto diversificados procesos
ejecutados a nivel local y comarcal, como los identificados en
nuestra investigación al estudiar el mapa de las fuentes de la
emigración andaluza.
214 BERNAL, A. M.: “La emigración de Andalucía”, en SÁNCHEZ ALBORNOZ,
N. (1988), [pp. 143-165], p. 143.
TD- Francisco Contreras Pérez
310
En este sentido, una situación de saldo regional equilibrado
e incluso positivo resulta en la práctica compatible con eventos de
emigración bruta, si quiera geográficamente puntuales y en
dimensiones reducidas como estamos estudiando. Hacia 1860 y
quizás todavía en 1870, puede localizarse un punto de inflexión
migratoria en la región, entre su papel histórico de importadora y
su futuro como exportadora neta de factor trabajo, que tenderá a
asumir en el mercado laboral contemporáneo conforme van
incidiendo los multifacéticos, asimétricos y dilatados procesos
modernizadores en la población y la economía españolas.
Por su parte, la pirámide de edades de la colonia andaluza
en Buenos Aires en 1855 refleja con claridad en su perfil que
estamos ante un segmento de población fundamentalmente
determinado por el carácter selectivo de los procesos migratorios.
El contraste con la población de origen hace francamente visible la
estrechez el tramo infantil y la asimetría entre sexos (un 71% de
hombres, frente al 29% de mujeres).
En canto a la distribución de esta población por edades, se
trata una población madura más que envejecida para el contexto
demográfico general de la época (hoy en día podríamos encontrar
casos próximos, mutatis mutandis). Por un lado, destaca el
TD- Francisco Contreras Pérez
311
sobredimensionamiento de los tramos 20-29, que reproduce lo
dicho sobre el perfil de joven pero adulto del emigrante andaluz y
que es la generación más reciente del segmento por el que suele
crecer esta colonia. En ese sentido, un aspecto nuevo que la
pirámide revela es que el siguiente tramo de 30-39, igualmente
sobresaliente, refuerza ese perfil de adulto del emigrante, que
correspondería a una generación anterior de ingresos en la colonia
producidos entre 10 y 20 años atrás (véase la gráfica de años de
llegada). De hecho, al pasar al siguiente de 40-49 años de edad se
produce un recorte acusado.
Dicho esto, estas edades mayores, en los 40 y más años,
muestran no obstante una anchura mayor que en la población
masculina en Andalucía; diferencia que se refuerza conforme
avanzamos hacia la cúspide de la pirámide, por los más viejos
aportes a la colonia de Buenos Aires. Este patrón se reproduce,
aunque no de manera no tan sistemática y visible, en el lado de las
mujeres. Estas evidencias pueden ser indicio de que hay una
persistencia residencial en la emigración, y por lo tanto que los
retornos de existir no solían constituir una pauta significativa como
para normalizar el perfil de esos tramos superiores.
El resultado es que la edad media de los habitantes de
origen andaluz es de 35,4 años, y tanto hombres como mujeres
TD- Francisco Contreras Pérez
312
superan la treintena (edades medias de 36,3 para los hombres y
33,7 para las mujeres). Esto es extensible a los segmentos
provinciales de esta colonia. En este sentido, los gaditanos tienen
una edad media superior a la del conjunto regional (35,6 años,
siendo la masculina de 36,1 y la femenina de 34,5), mientras que
los naturales de Málaga son algo más jóvenes que los gaditanos
por término medio aunque, entre ellos, hombres presentan en una
media de algunos meses menos debido a la presencia de más niños
varones de corta edad y un destacado peso del número de
mujeres en la cuarentena (de ellos resulta una media de edad de
32,5 en total, 32,3 para el sexo masculino y 33,0 para el sexo
femenino). Frente a ello, el mayor número de mujeres gaditanas se
concentran en la treintena, pero la presencia de mujeres de más
edad eleva la media en mayor medida que en el caso malagueño
(la desviación típica por tanto entre las gaditanas es mucho mayor,
fruto de una tradición migratoria en este destino más dilatada
hacia el pasado).
Como consecuencia del otro rasgo del funcionamiento
selectivo de las migraciones, la estructura de esta población se
evidencia una acusada asimetría entre sexos: la pirámide parece
escorada para el lado masculino. Esto implica finalmente las
importantes ratio de masculinidad que antes hemos estudiado.
TD- Francisco Contreras Pérez
313
Como elemento no obstante más reseñable, dentro del esquema
general normal de una colonia de emigrantes, hemos detectado
una elevada ratio de masculinidad en el tramo de edad de 20-29
entre los naturales de Málaga (533,3). Un nivel tan alto resulta
aparentemente contradictorio con los resultados de la ratio de
masculinidad cuando analizamos el perfil del emigrante en función
de los tramos más cortos de tiempo de residencia, como vimos
más arriba, donde detectamos una singularmente ratio de
masculinidad en la más reciente corriente malagueña.
Hemos abundado en el detalle de este grupo compuesto por
16 hombres y 3 mujeres que naturales de Málaga contaban entre
20 y 29 años a la altura de 1855. Por una parte, el estado civil de
estos 16 varones se distribuye de esta manera: 10 solteros (62,5
%) y 6 casados (37,5 %). Este porcentaje de casados, en las
edades en torno a la edad de emigración, resulta algo más elevado
que entre todos los emigrantes andaluces de ese tramo de edad
(24,64 % de casados) y que entre los gaditanos Cádiz (21,95 % en
dichas cohortes). De hecho, en el conjunto de tramos de edades,
los varones malagueños muestran estar casados con mucha mayor
frecuencia que los gaditanos, aun no habiendo emigrado con sus
esposas e hijos. Esto parece ser un indicio razonable de un perfil de
origen familiar más acusado que el mostrado por los solteros
TD- Francisco Contreras Pérez
314
gaditanos; algunos de estos cabezas de familia iniciará tras un
lapso de tiempo un proceso de arrastre del resto de los
componentes de la familia. Por otra parte, como acabamos de
señalar, las pocas mujeres adultas malagueñas tienden a
concentrarse especialmente entre los 30 y 49, casi todas ellas
casadas.
La paradoja, surgida al comparar esta fotografía del grupo
de 20-29 años con la evolución a la baja de la ratio de
masculinidad entre los malagueños en función del tiempo de
residencia, puede resolverse si entendemos que estamos ante el
reflejo estático de procesos que se extienden más allá del encuadre
puntual del censo; dicho de otra manera, algunos de estos
hombres casados solos en Buenos Ares estarían ejecutando la fase
inicial de algunos procesos de arrastre de unidades familiares que
ellos lideraban en tanto que cabezas de familia. Esto último,
insistimos, no cuestiona el perfil general del emigrante andaluz
como joven maduro y casi siempre soltero, que deja su impronta
en la pirámide de la colonia andaluza en la distribución de las
edades e sexos.
Resumiendo lo dicho sobre el estado civil y la pirámide de
edad, la relación migración-estado civil actúa de manera distinta o
resulta menos decisiva entre los hombres que entre las mujeres.
TD- Francisco Contreras Pérez
315
Dicho esto, y comparada con la población de origen, la intensidad
nupcial del emigrante varón muestra ser inferior (o más tardía) en
virtud de la persistencia de mayores tasas de soltería a edades
posteriores a la edad media al matrimonio y a la edad media a la
emigración: 52% de solteros frente a 46 % de casados a los 25-34
años. Con una menor presencia numérica, la mujer como
emigrante por contra se haya más ligada a su estatus de esposa,
en la medida que las casadas representan el 80% de las andaluzas
de Buenos Aires a los 25-34 años. Y en todo caso, estas
consideraciones a la luz del estado civil, como antes también con
otros indicadores del perfil del emigrante, nos ponen de nuevo ante
la perspectiva de un sistema migratorio andaluz más complejo, que
se resiste a la extrapolación sin más de los prototipos estudiados
en otros espacios regionales.
Por tanto, no podemos decir taxativamente que estamos
ante el emigrante joven y soltero; sino de nuevo ante el resultado
en la pirámide de edades por sexo de un modelo migratorio
diversificado, dominado por jóvenes adultos y, en el caso de los
malagueños, a veces casados que han llegado en los últimos ocho
años anteriores al censo.
Cadenas migratorias familiares.
TD- Francisco Contreras Pérez
316
Incluso en el tránsito del siglo XX al XXI, en que se revive
una nueva “era de las migraciones”215, la mujer (como esposa o
hijas) sigue dependiendo de procesos de reunificación familiar en
respuesta a la llamada de un varón previamente emigrado, como
durante las migraciones históricas desde Europa en el siglo XIX. El
fuerte sesgo selectivo por sexo y edad sigue operando como la
constante más importante en la mayor parte de los procesos
migratorios (en mayor medida incluso que otros criterios como
podría ser la cualificación).
“The trend towards the migration of skilled
labour and more differentiated age groups observed
since the 1980s has been accompanied by an
increasing feminisation of migration flows. In 1999
roughly 50% of international migrants were female,
compared with approximately 48% in 1990. Although
the proportion of women differs between countries [...]
215 Algunos países de Oriente Medio compiten como principales destinos con la
tradicional Europa occidental. Asia en su conjunto es un espacio de intensos reajustes internos e internacionales en función del su fuerte crecimiento económico desde finales del XX. UNITED NATIONS: “International Migration Report 2002”, en MESSINA, A. M. y LAHAV, G. (eds.): The Migration Reader. Exploring Politics and Policies, Londres / Colorado, Lynne Rienner Publishers, 2006 [pp. 24-33], p. 27.
TD- Francisco Contreras Pérez
317
Family unification continues to be the main reason for
female migration [...]”.216
Como se expresa en las palabras “reagrupampiento” o
“reunificación” familiar asociadas a la emigración de la mujer, los
procesos migratorios se desarrollan a lo largo de una secuencia
temporal, se prolongan un lapso de tiempo más allá de la primera
emigración, tienen su cadencia. En los estudios migratorios se
conoce desde hace tiempo el funcionamiento de las “cadenas
migratorias”, en tanto que patrón común en la mayor parte de los
procesos de movilidad residencial, tal como sintetizara Castles y
Miller en The Age of Migration: el “first comer” (un hombre, padre
o hijo mayor) emigra en una primera fase para, con el tiempo,
llamar a su mujer, hijos/as y hermanos/as, si los hubiere en
origen.217
Ciertamente, estas cadenas no sólo suponen el “arrastre” de
la familia por parte el varón inicialmente emigrado, sino que
también pueden implicar redes sociales más amplias e informales
como las de conocidos y paisanos de un mismo lugar de origen. En
216 DEUTSCHE BANK RESEARCH: “International Migration: Who, Where and
Why?,” en MESSINA, A. M. y LAHAV, G. (eds.) (2006), [pp. 15-24], p. 19. 217 CASTLES, S. y MILLER, M.J.: The Age of Migration, Londres, MacMillan
Press, 1994, 18 y sgtes. (capítulo 2 dedicado a “The Migration Process and the Formation of Ethnic Minorities”, antes del resaso a los ciclos históricos de migraciones internacionales desde el siglo XIX hasta nuestros días).
TD- Francisco Contreras Pérez
318
uno y otro caso, la información fluye a escala interpersonal por lo
que, junto el tiempo necesario para que el “first comer” se asiente
en destino, precisa de un lapso tiempo para su difusión; en una
población o comarca la evidencia agregada de que están actuando
estos mecanismo es una cuestión de tiempo, máxime en una época
donde la carta o el boca-oreja eran los canales habituales para ello.
Quizás en el caso andaluz de mediados del XIX estuviera ya
operando, a la vez que emigraban varones solteros, lo que Yáñez
Gallardo llegó a considerar una excepción fruto de la evolución
posterior del perfil inicial de la emigración catalana durante
segundo tercio del XIX:
“La emigración de la mujer [de darse
excepcionalmente] solía producirse en circunstancias de
reunificación familiar; son mujeres casadas, por una parte, y
menores de edad, por otra, las que emigran a América, por lo
cual se puede descartar del todo oportunidades laborales
para la emigración catalana femenina en el período. También
conviene destacar que a medida que pasa el tiempo y que se
consolida una colonia catalana en América, la emigración
femenina se hace más frecuente.”218
218 YÁÑEZ GALLARDO, C. (1996), p. 59-60.
TD- Francisco Contreras Pérez
319
El estudio de la emigración de la mujer como esposa en un
proceso de reunificación familiar supone despejar varias preguntas:
¿cómo confirmar esto si los datos censales ofrecen el estado civil a
fecha de 1855 y no en el momento de la emigración?; esta tesis
supone una fase de emigración del hombres que posteriormente
llamaría a su esposa e hijos/as: ¿cómo conocer las pautas
temporales de este mecanismo?, ¿cuánto tiempo pasaba de la
emigración del varón a la de la familia?
Según los cálculos disponibles más próximos sobre la edad
media al primer matrimonio de la población andaluza, los hombres
llegaban a éste con 26,9 años de edad por término medio,
mientras que las mujeres lo hacían a los 23,3 años de edad.219 En
las ciudades, las edades medias al matrimonio solían ser algo más
elevadas que las provincias. Este último aspecto es de interés al
tener en cuenta el origen principalmente urbano del emigrante
andaluz. Por ceñirnos a las localidades más importante como
fuentes de la emigración andaluza, la edad media al primer
matrimonio era de 29,5 años entre los hombres y de 28,2 entre las
mujeres en Cádiz, en Málaga de 27,6 y 24,4, en Sevilla de 29,1 y
219 Para la población regional como conjunto. REHER, D.S. et al. (1993), p.
251.
TD- Francisco Contreras Pérez
320
25,3, en el Puerto de Santa María de 29,2 y 25,8 respectivamente,
etc.
Ahora bien, como hemos visto, la edad media a la
emigración se sitúa entre los andaluces de Buenos Aires en los
23,4 años entre los hombres y los 22,6 para las mujeres.
¿Implicaría ello que no sólo los hombres sino también las mujeres
solían emigrar antes de casarse?
No parece lo lógico en el caso de estas últimas, en virtud de
su dependencia legal al hombre en aquella época y en función de
las pautas migratorias habituales de cualquier momento.
Para resolver esta paradoja, por una parte, hay que tener
en cuenta que el celibato definitivo femenino solía ser mayor que el
masculino en las poblaciones de la época, al contrario de lo que
ocurre entre los segmentos poblacionales emigrantes. La
persistencia de tasas de soltería elevadas en los tramos de edad
madura distorsiona al alza el resultado del método de cálculo de la
edad media al matrimonio, sobre todo allí donde se daba una
mayor concentración de población religiosa, como solían ser los
espacios urbanos.
Por otra parte, una mirada más de detalle sobre los datos
de los andaluces según el censo de Buenos Aires sin duda nos
ayuda a despejar algunas incertidumbres. Podemos cruzar los
TD- Francisco Contreras Pérez
321
datos de estado civil, con los de edad a la llegada. El estado civil
puede haber cambiado respecto a ese momento de arribo, pero es
muy probable que los cambios hayan sido menores si
contabilizamos aquellos/as emigrantes que llevan menos tiempo de
residencia. Seleccionamos los que presentan un tiempo de
residencia inferior a 5 años, pues según vimos en las ratio de
masculinidad en estos últimos años la participación femenina
parece haberse hecho más visible, al tiempo que seguían llegando
hombres como antes.
Entre los solteros, los hombres con 20 años encajarían en el
perfil clásico antes ya analizado. Las mujeres solteras presentan
una edad inferior a la llegada, lo que implica una fuerte presencia
Emigración y ciclo familiar de los andaluces de Bue nos Aires en 1855
Edad a la llegada según el estado civil de 1855
Solteros/as Casados/as Viudos/as SMAM
Años entre el matrimonio
y la emigración
(A) (B) (C) (D) (B-D)
Hombres 20,1 33,3 59,5 26,9 6,4
Mujeres 18,4 32,6 32,3 23,3 9,3
Emigrantes con un tiempo de residencia inferior a los 5 años. SMAM (Singulate Mean Age at Marriage): edad media al primer matrimonio. Fuentes: Censo de Buenos Aires de 1855; SMAM de la población andaluza en 1887 según REHER, D.S. et al. (1993), p. 251. Elaboración propia.
TD- Francisco Contreras Pérez
322
de niñas en grupos familiares. Por su parte, el dato sobre el que
llamamos la atención es el correspondiente a los casados. Los
hombres llegaron en torno a los 33,3 y las mujeres a los 32,6 años
de edad. Esto significaría que emigraron en sendos casos después
del matrimonio, según las edades medias al matrimonio de ambos
sexos en Andalucía.
Considerando la horquilla en que se mueven las diferentes
edades medias al primer matrimonio según los sexos y según lo
rural-urbano, la emigración parece ser que solía producirse entre
los 4 y 10 años siguientes al matrimonio. Estos lapsos de tiempos
entre el matrimonio y la emigración tuvieron que estar
determinados por factores coyunturales, pero parecen mostrar una
pauta ligada a las crecientes necesidades de la primera parte del
ciclo familiar marcada por la llegada de la descendencia.
Por sexos se registra una pauta distintiva respecto al tiempo
transcurrido después del matrimonio. En efecto, los hombres solían
hacerlo primero, en torno a los 6 años después de la edad media al
matrimonio, mientras que las mujeres lo harían 3 años más tarde
que los hombres: 9 años después de las nupcias.220
220 Viudos: dos hombres de 49 y 70 años; Viudas: tres mujeres de 17, 33 y
47 años. Aparte de ser un número testimonial entre los llegados en los últimos 5 años, es un segmento que no resulta relevantes a efectos de la hipótesis que estamos contrastando en esta ocasión.
TD- Francisco Contreras Pérez
323
Así pues, los emigrantes casados y arribados en los cinco
años anteriores al censo muestran que el matrimonio antecedía a
la emigración en ambos sexos. En virtud de los lapsos de tiempos
estimados, la emigración se confirmaría así, según ello, como un
recurso adaptativo propio de los primeros años de vida de la nueva
unidad familiar. Y esa emigración a su vez se ejecutaría,
confirmando lo ya visto, mediante un mecanismo por fases, por el
que el hombre arrastraría a su esposa, y eventualmente algún
primer hijo o hija del matrimonio.
No obstante la emigración de casados y el eventual arrastre
de sus familias, el componente de hombres solteros en edad núbil
no deja de ser mayoritario, aun en proporciones más contenidas
que en otros perfiles regionales. La emigración tiene una
motivación laboral de distinta índole, pero en destino el emigrante
se encontrará con una sociedad dotada de un mercado laboral,
cuya inserción es el principal objetivo de todo emigrante, y también
de otros espacios de relaciones sociales, entre ellos el mercado
matrimonial. El efecto selectivo de las migraciones por el trasvase
de varones jóvenes solteros tiende a descompensar los mercados
matrimoniales de origen y destino en medida proporcional a sus
dimensiones y naturalmente en sentido opuesto en uno y otro
caso.
TD- Francisco Contreras Pérez
324
Endogamia-exogamia: pautas matrimoniales de los
emigrantes andaluces
La importancia del estudio demográfico de la nupcialidad
asume que el matrimonio juega un importante papel en tanto que
marco institucional y culturalmente sancionado de la reproducción
en las comunidades tradicionales. En tanto que el acceso al
matrimonio forma parte del ciclo vital de los individuos en estas
sociedades, las distintas pautas nupciales en combinación con las
prácticas sucesorias y las estructuras de la propiedad generan
peculiaridades en los sistemas demográficos entre países e incluso
regiones europeos.
En la literatura científica sobre esta temática, existen
diversos indicadores de las pautas nupciales construidos a partir de
la explotación de los datos de sexo, edad y estado civil de los
censos de población históricos. En esta información se basa el ya
citado método de cálculo de la Edad Media al Matrimonio (SMAM),
introducido a mediados del siglo XX por J. Hajnal para el estudio de
la evolución de los sistemas matrimoniales europeos, al igual que
también los emplea el índice de nupcialidad (Im), diseñado por A. J.
TD- Francisco Contreras Pérez
325
Coale en el seno del Proyecto Europeo de Fecundidad de la
Universidad Princeton.
Estos métodos son empleados para abordar
transformaciones relacionadas con las premisas de la transición
demográfica. Su efectividad está en función de que no hubiera
cambios en esas pautas demográficas entre las generaciones o
grupos de edad recogidos en un censo. También requieren como
condición la ausencia de procesos migratorios que afecten
selectivamente a población en razón de su sexo, edad o estado
civil. En tanto que, como venimos viendo, este sesgo constituye un
factor ineludible de las migraciones y por tanto resulta
consustancial a la colonia de emigrantes que venimos estudiando,
nos plantea desde un principio dudas sobre su realismo y por tanto
su exactitud, aunque sólo aproximada; la utilidad de uso queda en
entredicho a efectos de nuestra investigación.
Dicho esto, para obtener unas primeras pautas
comparables, hemos realizado los cálculos correspondientes sobre
nuestra base de datos, la de la colonia andaluza censada en
Buenos Aires en 1855. Dicho esto, los resultados de SMAM que
hemos obtenido han confirmado la lo acertado de las precauciones,
pues no siempre han sido razonables en función de lo que
conocemos para la época y lo que vamos observando en nuestro
TD- Francisco Contreras Pérez
326
tema de estudio sobre el perfil de la colonia. En todo caso, los
valores devueltos por raros o inesperado que sean son explicables
en virtud del diseño de este método, que en última instancia nos
remite a lo poco realistas que resultan sus presupuestos de cara al
estudio poblaciones migrantes.221
El indicador Im mide la intensidad general de la nupcialidad
femenina. Consiste en el cálculo de las proporciones de mujeres
casadas para los tramos de de 15 y 49 años, que son
estandarizadas con respecto a un patrón natural.222 Si el resultado
es 1 significa que el 100% está casado a esas edades, si bien lo
corriente en las sociedades previas a la revolución cultural de la
221 El conjunto de la población andaluza en Buenos Aires presenta una edad
media al matrimonio de 34,6 años entre los hombres y 28,8 años entre las mujeres. Estos niveles son ligeramente superiores a los de la población de origen; la diferencia en todo caso es más acusada entre los varones. Aún así podrían sin embargo no resultar del todo descabellados estos valores: este método es sensible a las elevaciones de las tasas de soltería que implica en el país de destino la llegada de más hombres solteros, como ocurría según hemos visto. Ahora bien, el resultado más incierto sería el que presentan las mujeres malagueñas, para las devuelve una edad media al matrimonio de poco más de 17 años. Este último valor no parece realista a la luz de las pautas nupciales presentes en la provincia de origen, como tampoco en función del perfil de edad y estado civil que hemos analizado para el segmento femenino de esta colonia andaluza; la explicación que encontramos es que, dada la mencionada sensibilidad de este método a los sesgos en el estado civil en poblaciones migrantes, el valor tan bajo pone en evidencia o subraya lo que venimos comentado sobre la excepcional importancia de la llegada de mujeres casadas y en consecuencia los bajos cocientes de soltería femenina.
222 Este patrón “natural” corresponde con las pautas de fecundidad matrimonial más altas de las conocidas, que el equipo de Colae en Princeton identificó con las adoptadas por las mujeres huteritas en la década de 1920. Como es convención y dado que la fuente lo permite, hemos operado con los tramos de edad entre 15-19 y 45-49 años, durante los cuales transcurre el ciclo fértil de la mujer.
TD- Francisco Contreras Pérez
327
segunda mitad del XX es que las casadas se muevan en la
horquilla del 40 al 70% de la población femenina en edad fértil.223
El estudio de las mujeres de la colonia andaluza de Buenos
Aires a mediados del XIX muestra que sus prácticas nupciales no
son muy diferentes a la población de origen: una intensidad nupcial
del 62,0 % para las emigrantes de nuestro estudio, y del 61,8 %
para región (según los cálculos de Reher y otros). Por provincia de
origen, las mujeres de la corriente gaditana presentan un
nupcialidad algo menos intensa, pero dentro de la horquilla antes
señalada. Lo sobresaliente en cualquier caso es la muy elevada
frecuencia de las casadas entre las malagueñas, con un porcentaje
del 90,3%, a bastante distancia incluso del valor que registra el
indicador Im para el conjunto de la población en la provincia de
origen (63,8%)224 y de los parámetros habituales. Por
consiguiente, si las migraciones tienen un efecto selectivo por
estado civil, haciendo que emigren más los solteros entre los
hombres y las esposas entre las mujeres, esto último resulta aún
más notable en la emigración de las malagueñas según el Censo de
Buenos Aires de 1855. Es otro indicador que confirma el
223 REHER, D.S. et al. (1993), p. 123. Otro indicador técnicamente menos
laborioso sería la Tasa Bruta de Nupcialidad, pero los censos no suelen ofrecer (pues no su cometido) el número de mujeres que contrajeron matrimonio durante ese año.
224 REHER, D.S. et al. (1993), pp. 227 y 251.
TD- Francisco Contreras Pérez
328
componente familiar de los que emigraron desde Málaga, en
especial entre las aportes más recientes de esta corriente
provincial que definen su reactivación por esas fechas.
En nuestro caso, el estudio de las pautas matrimoniales va
más allá de un fin demográfico stricto sensu (esto es, el
matrimonio en tanto marco institucional tradicional para la
reproducción), e implica dentro de los objetivos de esta
investigación el poder abordar uno de los planos del proceso de
inserción del emigrante en la sociedad de destino mediante el uso
de las fuentes censales que no están sirviendo de base informativa.
En este sentido, el cálculo de la frecuencia de los
matrimonios entre personas de un mismo origen geográfico (o tasa
de endogamia) puede ser empleado como un indicador de los
procesos de inserción social de una comunidad de inmigrantes en
el país de destino. Este estudio del matrimonio por origen de los
cónyuges se suma a otros indicadores de los procesos de inserción,
entre los que veremos también la estructura del hogar y
socioprofesional. Hay estudios históricos precedentes, algunos de
los cuales referidos a grupos para la misma época y destino.225 Por
lo tanto, encontramos en la literatura científica un marco de
225 DE CRISTÓFORIS, N. A. [2010], cap. 6, que lleva por título: « Los
procesos de inserción en la sociedad porteña”.
TD- Francisco Contreras Pérez
329
referencia para el análisis comparado de las prácticas
matrimoniales como un indicio más de las pautas sociales de esta
colonia de andaluces de mediados del XIX.
Entre estos últimos, nos referimos al estudio que N. A. de
Cristóforis ha realizado sobre las pautas matrimoniales de los
emigrantes gallegos a partir del Censo de Buenos Aires de 1855,
dentro de su libro Bajo la Cruz del Sur: gallegos y asturianos en
Buenos Aires (1820-1870).226 Según este estudio, el 39% de los
gallegos casados que residían en dicha ciudad forman matrimonio
con un cónyuge de igual origen, y el 43% lo formaban con
bonaerenses. Por contra para las mujeres la frecuencia de
matrimonios étnico-endogámicos era mucho más eleva, situándose
en el 81%.Este patrón de comportamiento era común entre
gallegos como entre asturianos, según muestra la investigación.
Estos patrones de comportamiento diferenciado por sexo,
esto es, exogámico entre los varones y la endogámico entre las
mujeres de una colonia de emigrantes están relacionados con los
papeles por sexo que, como hemos dicho, muestran habitualmente
los procesos migratorios tradicionales: con un predominio de
varones solteros, que pasaban a concurrir por las oportunidades
del mercado matrimonial de destino, que a su vez solía estar
226 DE CRISTÓFORIS, N. A. (2010), cap. 6.
TD- Francisco Contreras Pérez
330
descompensado por una sobreoferta de hombres solteros; mientras
tanto, la mujer adulta solía emigrar como esposa, por lo que no se
integraba en el segmento de oferta femenina a efectos del mercado
matrimonial de la población bonaerense de la época.227
Para observar estas pautas en el caso de los andaluces de
Buenos Aires, hemos construido una tabla donde se recoge la
frecuencia de matrimonios en función del origen de los cónyuges,
para aquellos casos constados en el que al menos uno de ellos
procediera de una localidad andaluza. La muestra debía reunir dos
condiciones: a) que estuviera casado el individuo, y b) que
aparecieran los dos cónyuges para conocer su origen. Finalmente,
la selección de esas dos ciudades viene determinada por la
dimensión del universo poblacional que sólo en estos casos reunía
un número más que anecdótico. Hemos considerado operar a nivel
de la localidad de origen en lugar de otra unidad administrativa de
mayor amplitud, pues el municipio solía ser el espacio “natural”
donde tenía lugar la mayor parte de las relaciones sociales, entre
ellas el mercado matrimonial y el establecimiento de las cadenas
227 A este respecto, no debemos descartar eventuales prácticas en destino
que, en función de pautas culturales tradicionales y de la dependencia legal de la mujer, cuando la joven hija que emigrara con el núcleo familiar alcanzara una edad núbil podía ser objeto de arreglos o acuerdos familiares dentro de submercados étnicos matrimoniales. En cualquier caso, estas prácticas que la literatura de la época testimonió no podemos corroborarla a partir de las fuentes disponibles.
TD- Francisco Contreras Pérez
331
migratorias. Posterioremente hemos realizado alguna agregación
cuando la casuística de orígenes de los cónyuges no nacidos en
esas ciudades recomendaba agruparlos en categorías geográficas
de interés analítico.
Por lo tanto se han excluido sobre todo los numerosos
varones procedentes del resto de municipios de las provincias de
Cádiz y Málaga, a excepción de las capitales, pues o eran solteros
o, en su caso, casados que residían en Buenos Aires sin su
cónyuge. De hecho, concurren entre los de Cádiz también muchos
de solteros, y algunos casados sin cónyuges, pero sin duda este
perfil es mayoritario en los emigrantes procedentes muy
singularmente del Puerto de Santa María; ya hemos trabajo el
hecho de que la literatura científica asocia este perfil con la
migración con base en redes comerciales, lo que casa con la vieja
tradición mercantil de esta población de la Bahía de Cádiz.
TD- Francisco Contreras Pérez
332
Los resultados de este estudio permiten extraer lecturas
analíticas más allá de las expectativas previas. Nos ha sorprendido
el hecho de que además de cubrir el objetivo inicial de conocer algo
más de las prácticas matrimoniales en sus niveles de endogamia-
exogamia, también arrojan luz sobre un interrogante abierto en
páginas anteriores a raíz de observar que la participación femenina
entre los emigrantes andaluces era proporcionalmente más
destacada que en otras corrientes españolas.
En un primera lectura general, observamos que para el caso
de los andaluces el matrimonio entre naturales del mismo
municipio oscila entre el 18,2% y 30% entre los hombres, mientras
Frecuencia del matrimonio según localidad de origen de los cónyuges*
Hombres % Mujeres % Gaditanos casados con: Gaditanas casadas con:
Gaditanas 18,2 Gaditanos 28,6 Bonaerenses 60,6 Otros europeos 38,1
Otras argentinas y americanas 12,1 Otros españoles (no andaluces) 14,3 Otras 9,1 Otros 19,0
100,0 100,0 Malagueños casados con: % Malagueñas casadas con: %
Malagueñas 30,0 Malagueños 54,5 Bonaerenses 25,0 Otros europeos 27,3
Otras argentinas y americanas 20,0 Otros andaluces 18,2 Otras 25,0 Otros 0,0
100,0 100,0 *Siendo al menos uno de ellos naturales de las ciudades de Cádiz y de Málaga. Fuente: Censo de Buenos Aires, 1855. Elaboración propia.
TD- Francisco Contreras Pérez
333
que se eleva como cabía esperar entre las mujeres a una horquilla
del 28,6 y 54,5%. Esto es, la frecuencia de los matrimonios por
lugar de origen de los cónyuges entre los emigrantes andaluces
tiende a significar unas prácticas nupciales visiblemente más
exogámicas que endogámicas, pudiéndose hablar sólo para el caso
de las casadas naturales de Málaga de algo más endogámicas.
En cualquier caso, la tasa de estos matrimonios entre
paisanos es sistemáticamente inferior para ambos sexos si los
comparamos con los datos de De Cristóforis para gallegos y
asturianos. Como en ocasiones anteriores, nuestro estudio sobre
las prácticas endogámicas-exogámicas se revelan, si cabe, más
elocuentes si adoptamos esta perspectiva comparativa con las
pautas de otros grupos regionales como los gallegos (y asturianos)
de Buenos Aires según el mismo censo de 1855, que se
corresponden con un patrón esperable o estándar en el
comportamiento diferenciado por sexos en las colonias de
emigrantes.
Llegado aquí hay que precisar que De Cristóforis se expresa
en términos de endogamia entre “gallegos”, por lo que no podemos
conocer en que medida esta amplia categoría,, regional, encubría
realmente unas prácticas de matrimonios de un perfil más local, de
cónyuges de la misma localidad o comarca, como hemos intentado
TD- Francisco Contreras Pérez
334
precisar en nuestra investigación. No obstante, y a efectos de
establecer un criterio homogéneo de cara a solventar la
comparación, sumamos los matrimonios de gaditanos y
malagueños, de ambos sexos, con otros andaluces de cualquier
localidad de la región. Pero incluso bajo este nivel de agregación,
los resultados volvieron a negar un supuesto comportamiento de
endogamia “regionalista” en estas pautas matrimoniales.
Al moverse estos últimos casos en tasas más pequeñas los
hemos recogido, salvo en un caso, en el epígrafe “otros” que
alberga el resto de la casuística matrimonial sin suficiente entidad
por separado (y en pro de la mayor claridad de la tabla). Entre los
matrimonios entre andaluces, salvo los de la localidad de
nacimiento, la tasa más elevada la muestran las mujeres
malagueñas, cuya frecuencia en esta tipología es del 18,2%. Si
agregamos este valor al porcentaje correspondiente al de
matrimonios de malagueñas con hombres de su ciudad, obtenemos
lo que vendría a ser el equivalente a una tasa de endogamia
“regional” andaluza entre estas mujeres, al modo de De Cristóforis
en el citado estudio. La tasa agregada sigue dando un valor inferior
TD- Francisco Contreras Pérez
335
(72,6%)228 al registrado para las gallegas por parte de esta última
autora (81%).
Por su parte, el matrimonio de andaluces varones con
bonaerenses muestra unas frecuencias elevadas, que destacan aún
más por la nula relevancia de esta casuística entre las mujeres; sin
duda ello se debe al mayor peso entre el sexo masculino del
emigrante soltero a su llegada a Buenos Aires. Ahora bien, dentro
de esta tipología, la tasa de los naturales de la ciudad de Cádiz
arroja un valor que resulta ser más del doble la de los procedentes
de Málaga (60,6 % y 25,0 %), lo que refuerza ese perfil
sensiblemente diferenciado que venimos detectando entre los
emigrantes de sendas corrientes andaluzas. Es más, en el caso
gaditano este tipo de matrimonio con nativas de la ciudad de
destino resulta incluso más relevante que entre los hombres
gallegos (43%), denotando que esta corriente local andaluza
presentaba una tendencia de largo recorrido a una emigración de
corte menos familiar.
Otra cuestión que nos llama la atención de los datos sobre
la frecuencia de matrimonios según el lugar de origen de los
cónyuges son aquellos habidos entre gaditanas y malagueñas con
228 Tasa de “endogamia regional” de las casadas malagueñas: 54,4%
(casadas con malagueños) + 18,2% (casadas con otros andaluces) = 72,6%.
TD- Francisco Contreras Pérez
336
naturales de países europeos. Lo curioso es que en ambos casos
registran una relevancia cuantitativa que justifica por sí sola ser
destacados en la tabla (“Otros europeos”). En ocasiones indican la
ciudad otras el departamento o el país, como Atenas, Córcega y
otras partes de Francia continental, Cerdeña, Génova y otras
partes de Italia, Oporto, Lisboa y Gibraltar... Gibraltar debe
entenderse como parte de la región migratoria entre Cádiz y
Málaga, y de hecho son numerosos los gibraltareños censados en
Buenos Aires. Pero son en la mayor parte de los casos italianos y
franceses los cónyuges de estas mujeres andaluzas.
En un 75% de los casos ambos cónyuges tienen el mismo
tiempo de residencia, y la edad suficiente, para suponer que habían
llegado como familia ya constituida a Buenos Aires. En un caso de
estos matrimonios “mixtos” tenemos constancia de que la única
hija, de 16 años, había nacido en Montevideo, pero no podemos
afirmar que la reemigración fuera más habitual o por contra solían
llega directamente de Málaga o Cádiz.
Según el censo español de la época, en las provincias de
Cádiz y Málaga se concentraba el 67,7% de la población extranjera
TD- Francisco Contreras Pérez
337
de Andalucía,229 con la peculiaridad de que, al contrario de lo que
ocurría en Sevilla o Huelva, el índice de transeúntes frente a los
establecidos era más elevado, en lo que sin duda intervenía la
condición de Cádiz y Málaga como puertos internacionales,
favoreciendo ser etapa emigratoria y de trasbordo entre líneas
navieras.
Por lo que estaría justificado aventurar alguna relación entre
este hecho y la relevancia, entre la colonia andaluza de Buenos
Aires, de matrimonios de gaditanas y malagueñas con hombres de
dichas nacionalidades, que como jóvenes solteros habrían pasado
por Andalucía como etapa de una escala migratoria entre ciudades
portuarias mediterráneas que finalmente les conduciría a la otra y
próspera orilla del Atlántico.
Además de un “médico dentista” y un comerciante, el resto
de estos cónyuges europeos de la andaluzas de Buenos Aires son
menestrales de distintos oficios, algunos muy cualificados y
demandados en las ciudades de una y otra orilla: botero, cigarrero,
229 JUNTA GENERAL DE ESTADÍSTICA: Censo de la población de España según
el recuento verificado en 25 de diciembre de 1860, Madrid, Imprenta Nacional, 1868
TD- Francisco Contreras Pérez
338
zapatero, herrero, carpintero, “bosquetero”230...; no hay ningún
“peón” o “jornalero”.
Recapitulando lo dichos en este apartado, y toda vez que
hemos considerado que los hombres antecedían a las mujeres
como en las migraciones familiares en toda época, hemos estimado
que para el caso andaluz a mediados del XIX lo hacían unos tres
años antes que aquellas. En consecuencia, resulta razonable
admitir que este trienio era el periodo empleado por término medio
por el cabeza de familia (o el “first comer”) para el asentamiento
en destino y el ahorro del capital necesario de cara a llamar y
financiar el viaje de la esposa y el resto de la unidad familiar
dejada en origen, si la hubiere y de activar dicho mecanismo de
arrastre.
Por otra parte, el estudio de la frecuencia de los
matrimonios de los emigrantes andaluces por lugar de origen de
los cónyuges nos lleva a concluir que entre los andaluces de ambos
sexos presentes en Buenos Aires en 1855 prevalece un patrón
nupcial exogámico más que endogámico. Constituyen una relativa
230 “Bosquetero” puede hacer referencia a un jardinero especializado. El
término carece de entrada en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española., donde la palabra más cercana es bosquete: “bosque artificial y de recreo, en los jardines o en las casas de campo” (DRAE, 1992). Las búsquedas en el Corpus de Referencia del Español Actual (CREA) y en el Corpus Diacrónico del Español (CORDE) de la página oficial www.rae.es (fecha de la consulta: 28.08.11) han sido igualmente infructuosas.
TD- Francisco Contreras Pérez
339
excepción a esto la tipología matrimonial que a tal efecto muestran
las malagueñas, pero incluso en este caso su tasa de endogamia
reviste una intensidad claramente inferior a los elevados valores
que se conocen para las mujeres gallegas residentes también en la
capital argentina por esas fechas.
En consecuencia, unas pautas más exogámicas entre los
andaluces de Buenos Aires, junto al menor tamaño de la colonia
con respecto a otros grupos regionales, no coadyuvaron a la
recreación colectiva en destino de señas de identidad étnica o
regional, lo que se relaciona con una inhibición en la visibilidad
institucional y formal de las mismas (asociaciones, periódicos...).
El hogar del emigrante: tamaño y estructura.
¿Qué tipo de hogar es el del emigrante? Esto es un aspecto
menos tratado en los estudios migratorios españoles pero sobre
todo en la historia de la familia, a pesar de la importancia de los
procesos migratorios contemporáneos. Estudiar el hogar del
emigrante es saltar del plano del análisis del perfil individual al
estudio del entorno social en el que se desenvuelve, en este caso
en destino.
TD- Francisco Contreras Pérez
340
Aunque desatendido durante largo tiempo en España por los
historiadores,231 el estudio del hogar es un campo privilegiado para
observar la interrelación de distintas variables: demográficas,
económicas, sociales, jurídico-culturales... Su tamaño y estructura
están determinados por la natalidad y mortalidad (en especial la
mortalidad infantil), las estructuras productivas y las prácticas de
herencia que propician modelos corresidenciales de dos o más
generaciones o, por el contrario, los simples y..., naturalmente, las
migraciones. Éstas últimas inciden en las poblaciones emisoras
reduciendo el número de varones adultos, que, como sabemos,
suelen protagonizar en solitario o, en todo caso, encabezar los
procesos de movilidad en el seno de las familias (salvo el caso de
migraciones de mujeres jóvenes que acuden prestar servicios
domésticos urbanos desde las áreas rurales).
El tamaño del hogar se suele relacionar con el tipo de
familia dominante en una región, en la medida que el dominio de
familias extensas se relaciona con un tamaño medio superior,
frente al tipo de familia simple o nuclear.
Pese a nuestras falsas creencias sobre el pasado que Laslett
denunciara, en España dominaba desde el siglo XVIII a principios
del XX un hogar pequeño (4 a 5 miembros) y un tipo simple de
231 REHER, D.S. et al. (1993), p. 48.
TD- Francisco Contreras Pérez
341
familia (poca corresidencia); se trata de un hogar más pequeño y
de estructura menos compleja que en la Europa campesina (donde
los eran más frecuentes los hogares de 6 a 8 miembros).
Andalucía esta dentro de este panorama español de hogar
pequeño y familia simple, si bien el tamaño medio del hogar tiende
a ser superior en la parte oriental de la región frente al dominante
en la cuenca del Guadalquivir según el censo de 1887. Un mayor
tamaño del hogar se ha relacionado con el predominio de
estructuras agrarias minifundista, mientras que la comarcas
latifundistas se asocian a tamaños menores en este caso. A su vez,
en el espacio urbano el tamaño del hogar suele ser mayor, en lo
que interviene la mayor presencia de personal del servicio
doméstico (sobre todo más mujeres en el caso español).
El tamaño medio del hogar es un indicador muy limitado
como un instrumento analítico, si bien constituye una aproximación
casi obligada a tenor de su uso en la literatura científica.
Pretendemos llegar a un mayor grado de conocimiento
aprovechando la riqueza de datos de las cédulas censales y su
tratamiento informático, por lo que recurrimos en primer lugar a la
observación de cómo se distribuye la población por tipos de hogar
según su tamaño, para más tarde abordar su composición y
estructura.
TD- Francisco Contreras Pérez
342
Como hemos dicho en más de una ocasión, trabajar con las
cédulas censales nominales nos permite estudiar a los individuos
pero también sus hogares. La organización de la información censal
es por domicilio, esto es, por hogar y dentro de ellos con expresión
de lazos de parentesco.
Cuando consultamos las cédulas censales de Buenos Aires
tomamos nota no sólo de los emigrantes que declararon haber
nacido en Andalucía, sino también de resto de miembros del hogar
en que fue censado. Cada hogar le dimos un código propio igual a
todos sus componentes, y a éstos un número de orden interno que
seguía el expuesto en la cédula censal. Estos dos códigos permiten
identificar los hogares y a su vez estudiar la composición interna,
junto a datos tan importantes que aparecen en el censo como el
que respondía a la pregunta qué es del propietario. Esto último que
puede suponer un dato a estos efectos irrelevante, sin embargo en
la práctica las cédulas censales sólo lo cumplimentan para el primer
miembro del hogar (se dice si es propietario o inquilino); siendo
este primer miembro como el cabeza de familia, para el resto de
miembros el censo consigna en este apartado de la cédula las
relaciones de parentesco con éste, esto es, si es esposa, hijo/a,
cuñado/a...
TD- Francisco Contreras Pérez
343
Por todo ello, siendo 360 los nacidos en Andalucía, sin
embargo nuestra base de datos se enriquece hasta alcanzar los
casi 800 individuos que componen el espacio de relaciones sociales
inmediato y documentado de los emigrantes andaluces, esto es, el
paisaje humano que conforman su hogares y sus familias en
destino. Esta población se distribuían en 330 hogares con al menos
un componente nacido en Andalucía, de los cuales casi 260 tenían
a un individuo de esta procedencia al frente del mismo.232
232 Hay que anotar que esta contabilidad general de 803 se encuentran 79
individuos nacidos en Gibraltar. Toda vez que algunos que observamos durante nuestra consulta que algunos mantenían relaciones familiares con andaluces o convivían en entorno próximos en destino, tomamos también notas de ellos. De éstos, 41 encabezaban hogares, de los cuales 27 eran hogares solitarios.
TD- Francisco Contreras Pérez
344
Tipos presentes de hogar según el tamaño
Tipo por n.º de
miembros
N.º de hogares
% de los hogares
N.º total de miembros
% de los miembros
1 186 56,4 186 23,2
2 37 11,2 74 9,2
3 24 7,3 72 9,0
4 28 8,5 112 13,9
5 19 5,8 95 11,8
6 11 3,3 66 8,2
7 12 3,6 84 10,5
8 8 2,4 64 8,0
9 2 0,6 18 2,2
10 1 0,3 10 1,2
11 2 0,6 22 2,7
330 100,0 803 100,0
Fuentes; Censo de Buenos Aires, 1855. Elaboración propia.
TD- Francisco Contreras Pérez
345
La mayoría de los hogares, hasta el 56% del total de los hogares
del andaluz, estaba compuesta por un sólo miembro, lo que
ciertamente determinará el tamaño reducido del hogar medio
resultante. Son 186 los que viven en este tipo de hogar, varones y
solteros en su mayoría, pero también los hay casados que viven en
Buenos Aires sin sus familias (especialmente entre los
malagueños). Hay que tener en cuenta que los jefes de hogar (el
primero en la cédula censal) andaluces se distribuyen casi por igual
entre solteros (45,1%) y casados (48,2%).233
Se trata pues de varones (solteros y casados) naturales de
origen andaluz, entre los que, según las cédulas censales, no
consta ninguna relación familiar si bien son corresidentes, pues
aparecen como “inquilinos” en el mismo edificio o próximos; en
estos casos podríamos estar ante emigrantes unidos por relaciones
de paisanaje o de conocimiento. Otros estarían iniciando un
proceso migratorio que posteriormente arrastraría al resto del
núcleo familiar que quedó en origen. De ser así, la categoría “hogar
solitario” tendría un significado más nominal o temporal que real y
definitivo, aunque en última instancia la fuente no permite
discriminar en esta cuestión.
233 Más los viudos, que suman el 6,8% restante.
TD- Francisco Contreras Pérez
346
Por otra parte, siendo el hogar unipersonal la tipología más
frecuente (186 casos de “solitarios”), no quita que muchos otros se
distribuyan en una tipología de hogares más diversificada. Los
restantes tipos que completan el total de 330 hogares, con al
menos un andaluz (y en ocasiones con alguno más), se distribuyen
en una escala de frecuencia de casos decreciente, conforme
subimos en el número de miembros: desde los hogares de 2 a 4
miembros que suman el 19,5% de los casos, hasta los hogares de
9-11 componentes que representan el 1,5%.
Si observamos las dos columnas a la derecha de la tabla, la
que recoge el número de personas implicadas en cada tipo de
hogar (no al número de casos de éste), convendremos que el
definir como hogar “solitario” el espacio doméstico del emigrante
andaluz requiere ser matizado. Sin negar la mayoría relativa
compuesta por esos 186 andaluces residiendo en hogares
unipersonales, un número sólo algo inferior a éste estaba formado
por el resto de andaluces (hasta los 360 del total) que integran
otros tipos de hogares más amplios.
A su vez, también hay que tener en cuenta que estos
hogares no unipersonales albergaban al conjunto de los familiares
que componen el paisaje doméstico del emigrante. En esta
situación se encuentran las 3/4 partes de los casi 800 individuos de
TD- Francisco Contreras Pérez
347
nuestra base de datos ampliada, que venimos en denominar el
paisaje doméstico del emigrante andaluz, esto es, los propios
emigrantes más sus familiares y otros corresidentes relacionados
de algún modo; y una ¼ parte de ese total concretamente lo hace
en unidades de 4 a 5 miembros.
El tamaño medio del hogar resultante es muy pequeño
(2,17 miembros), la mitad del tamaño medio del hogar en
Andalucía (4,16). Naturalmente este promedio está en gran medida
determinado por el perfil dominante entre los emigrantes: el de
varón soltero o en su caso el de casado sin familia formando hogar
“solitario”. Hay que tener en cuenta que la emigración del varón
soltero o el casado sin familia está en función de una estrategia de
adaptación a los riesgos de la movilidad, en la medida que
desplazarse con la familia incrementa los costes y lastra las
posibilidades de afrontar con éxito futuras reemigraciones ante las
coyunturas eventuales de los mercados laborales de destino.
TD- Francisco Contreras Pérez
348
Tamaño medio del hogar.
Hogar en Buenos Aires(**) Origen
Tamaño del hogar en origen (*) Todos los
miembros Miembros nacidos en
Andalucía
Cádiz 4,20 2,15 1,22
Málaga 4,10 2,51 1,39
Andalucía 4,16 2,17 1,26
(*) El tamaño medio del hogar se ha hallado dividiendo la población por el número de cédulas censales recogidas en cada provincia, y la misma operación agregando las ocho provincias para el conjunto de Andalucía. Es mucho menos preciso que el que elaboramos a partir de nuestros datos sobre Buenos Aires, pero está avalado por el uso en la literatura científica y tiene en este caso un valor orientativo de las diferencias entre los tamaños del hogar en origen y destino. (**) Hogares cuyo cabeza de familia o primer componente en la cédula censal es natural de alguna localidad de estas dos provincias seleccionadas (Málaga y Cádiz) y de cualquier lugar de la región para el epígrafe “Andalucía”. Fuentes: Censo de la población de España... de 1860, Madrid, Imprenta Nacional, 1863, y Censo de Buenos Aires de 1855. Elaboración propia.
En el tamaño del hogar del migrante inciden dos factores
específicos que lo determinan, sumándose a aquellos otros
generales a la población: el tiempo de residencia y el tipo de
migración (comercial, familiar,...). Esto se deduce de que los
migrantes con un mayor tiempo de residencia han tenido más
tiempo para formar sus propios hogares en destino, como podría
estar ocurriendo con los dicen venir de “Andalucía”, sin especificar
TD- Francisco Contreras Pérez
349
localidad o provincia, y presentan el mayor promedio de tiempo de
residencia234.
También habría que tener presente otros posibles factores.
La tercera columna es interesante porque nos expresa cuántos de
ese hogar proceden de Andalucía. La diferencia entre la segunda
columna y esta tercera son los cónyuges e hijos adicionados en
destino. En estas dos series que miden el tamaño del hogar del
emigrante observamos que Málaga ofrece siempre un valor
ligeramente superior, denotando ese componente de migración
familiar desde el origen (y que en destino llega completarse). En
virtud de estos datos, cabe suponer que una parte destacada de los
núcleos familiares en destino ya estaba constituida antes de llegar
a Buenos Aires.
En última instancia, la relevancia del componente de
emigrantes solteros o sin su familia sesga a la baja el tamaño
medio del hogar que finalmente un valor de 2-3 individuos. Esta es
la media que nos sirve para hacernos una idea del efecto numérico
de las migraciones si comparamos este valor con el tamaño medio
de la región de origen, como vimos más arriba (4-5 individuos). No
234 Los jefes de hogar (el primero en la cédula censal) casados son el 59,0%
de los varones que indicaron esta procedencia; este segmento presenta el mayor promedio de tiempo de residencia tanto entre hombres como entre mujeres (18,9 y 16,4 años respectivamente).
TD- Francisco Contreras Pérez
350
obstante, y como hemos advertido, el tipo de hogar más frecuente
estaría compuesto por un único individuo (56,4% de los hogares y
el 23,2% de los individuos); por otra parte, los hogares de 4,5 y 6
miembros son muy frecuentes en el paisaje doméstico del
emigrante andaluz (13,9, 11,8% y 10,5% de todos los familiares
respectivamente). Esto último nos habla de una pauta de
constitución de hogares más amplios que el tamaño medio
obtenido y que el mismo promedio estadístico de Andalucía.
Por todo ello, el “tamaño medio del hogar” se revela un
indicador demasiado bruto, limitado e insuficiente si no tuviéramos
en cuenta la diversidad de situaciones antes analizadas. Cualquier
estudio sobre el hogar y la familia requiere prestar atención, si la
fuente lo permite, a otros aspectos que nos den más información
sobre el escenario doméstico de la colonia andaluza en Buenos
Aires, relacionados con la dimensión de sus hogares pero que
atienda a otras variables que podemos rastrear en la cédula censal
manuscrita.
Abordado el estudio del tamaño medio del hogar del
emigrante andaluz, y sus variantes más significativas, un segundo
plano de cualquier análisis histórico del hogar consiste en ver su
estructura, esto es, su composición en función de las relaciones
familiares o de otra índole entre corresidentes. Como
TD- Francisco Contreras Pérez
351
recordaremos, a estos efectos la base de información que articula
este estudio es la respuesta a la pregunta del censo: ¿Qué es del
propietario? Salvo en el caso de primer individuo, para el que se
solía indicar si era él mismo el propietario o un inquilino, para el
resto de componentes de ese hogar los censistas anotaban en este
apartado el tipo de relación que los unía al cabeza de familia.
La casuística de relaciones corresidenciales recogida por el
Censo de 1855 para los hogares de dos o más personas es
naturalmente bastante amplia, no limitándose a las estrictamente
familiares. Recogemos en una tabla la relación de expresiones
censales corresidenciales y su frecuencia dentro de nuestro
universo de andaluces de Buenos Aires.
TD- Francisco Contreras Pérez
352
Las relaciones familiares y corresidenciales en
el hogar.
Tipo de relación Núm. %
Hijo/a 284 50,6
Esposas 109 19,4
Empleado/a 59 10,5
(No consta) 31 5,5
Nieto/a 15 2,7
Cuñado/a 14 2,5
Hermano/a 11 2,0
Suegro/a 9 1,6
Nuera/yerno 8 1,4
Sobrino/a 6 1,1
Sirviente/a 4 0,7
Ahijado/a 3 0,5
Doméstico/a 2 0,4
Agregado/a 2 0,4
Recogida 1 0,2
Primo/a 1 0,2
Padre 1 0,2
Familiar/otro 1 0,2
561 100,0
Fuente: Censo de Buenos Aires, 1855. Elaboración propia.
TD- Francisco Contreras Pérez
353
Para analizar este abanico de situaciones corresidenciales y lazos
familiares que estructuran los más de 250 hogares encabezados
por un andaluz, hombre o mujer (259 hogares de los 330, aunque
algunos con más de un individuo natural de la región), hemos
partido del sistema de clasificación propuesto por P. Laslett para el
estudio del hogar y la familia en el pasado. Hemos seguido el
trabajo publicado por Laslett bajo el título: “Family and household
as work group and kin group: areas of traditional Europe
compared”.235
La tesis de Laslett es que la familia y el hogar no son sólo
espacios de parentescos, sino que su estructura y composición
obedecen a los sistemas productivos y sociales imperantes en las
distintas regiones europeas.
Por otra parte, en nuestro estudio del hogar del emigrante
hacemos extensión de esta tesis, en la medida que queremos
comprobar si el hogar también se adapta en el corto plazo marcado
por las migraciones, no sólo como resultado de un poso de cambios
de longue durée (una visión estática y territorializada de los
sistemas domésticos que subyace en el trabajo de Laslett).
235 LASLETT, P.: ““Family and household as work group and kin group: areas
of traditional Europe compared”, en WALL, R. (ed.): Family forms in Historic Europe, Cambridge, Cambridge University Press, 1983, [pp. 513-560]
TD- Francisco Contreras Pérez
354
Pretendemos abordar en qué medida la familia y el hogar
acometieron cambios, al menos temporales, coadyuvando al
proceso de adaptación que es toda migración, mediante la
transformación de su estructura y las formas de cohabitación.
Partimos de dos presupuestos:
a) Como queda asentado en la literatura científica, la
decisión de emigrar se toma en el núcleo del hogar, incluso
cuando sea inicialmente sólo uno de sus componentes el que
cruce el Atlántico,
b) La composición y estructura del hogar en origen y
en destino tuvo que verse, en consecuencia, afectada por los
mecanismos migratorios implementados, quedando ligada al
perfil del andaluz en Buenos Aires que hemos analizado más
arriba.
Los domicilios del censo los hemos tratado como “cluster”
domésticos, hogares que suelen estar formado por una familia,
pero que en ocasiones también revelan composición y estructura
más diversificada que pasa por el hogar de un único individuo a
formas más extensas que las familia nuclear. Las diferencias o
similitudes en comparación con el tipo de hogar dominante de la
región de origen permitirán conocer las peculiaridades del hogar
TD- Francisco Contreras Pérez
355
del emigrante como el resultado de los mecanismos y procesos
migratorios.
Sobre este modelo clásico de Laslett, hemos operado con
dos adaptaciones en función con los objetivos propios de una
investigación sobre hogares para una población de emigrantes, y a
fin de abordar de los sugerentes pero singulares indicios de este
segmento móvil, que en parte nuestra investigación sólo ha podido
esbozar o hacernos intuir hasta este punto. En fin, estas ligeras
variantes pretenden facilitarnos el estudio de determinadas
características de la composición familiar en un contexto de
movilidad espacial.
La primera adaptación consiste en discriminar, dentro del
grupo de hogares unipersonales (“solitarios”), aquellos formados
por un varón que, encontrándose en esta situación, están sin
embargo casados. Otros solitarios son en su mayoría varones
solteros, que como sabemos es el perfil más frecuente del
emigrante. Pretendemos obtener a través de esta discriminación un
indicador aparente de cierto grado de migración en cadena dentro
de los núcleos familiares (migración de arrastre, también llamada),
y caracterizada por distintas fases migratorias abiertas por la
migración del cabeza de familia.
TD- Francisco Contreras Pérez
356
Por otra parte, en nuestra segunda adaptación se trata de
distinguir dentro de la categoría de las familias simples de P.
Laslett dos subgrupos: familias simples nucleares (completas) y las
familias simples con padre ausente. Éstas últimas suelen ser en la
práctica falsas monoparentales, esto es, casos temporales de
casadas con o sin hijos suponiéndose que el esposo está ausente
en el momento del censo; estos casos son de familias simples
eventualmente incompletas, pero también recogemos aquí los
casos de madres solteras, las monoparentales en el sentido actual
del término, cuyos casos son anecdóticos.
Con esta segunda adaptación del modelo de Laslett
pretendemos contar con un instrumento que nos permita abordar
en nuestro trabajo la propuesta de M. C. Cacopardo y J. L. Moreno
en su estudio de la familia del interior de la Argentina del XIX. La
movilidad interior de los varones era destacable, ya por mor de las
distintas guerras que se sucedían por entonces, ya por los
requisitos del mercado de trabajo nacional argentino. El hecho es
que llegó a ser frecuente que las mujeres hicieran frente a las
responsabilidades del hogar con el cónyuge ausente. Pretendemos
pues observar este aspecto en el caso de las jefas de hogar
andaluzas y si, en el ámbito urbano de esta colonia de emigrantes,
TD- Francisco Contreras Pérez
357
estas situaciones solían ser tan frecuentes como se han observado
en el rural del país de destino.
De todo ello, obtenemos las siguientes categorías analíticas,
con un ejemplo práctico de situación que se suele darse en el
Censo para cada una de ellas:
1. “Solitarios” (hogares unipersonales):
soltero/a, viudo/a y varón casado pero sin cónyuge ni
hijos.
2. “Familias simples nucleares”: núcleo
conyugal con o sin descendencia; hombre casado y
viudo/a con hijo(s).
3. “Familias simples con padre ausente”:
mujer casada con o sin descendencia estando el marido
ausente (temporalmente incompleto); mujer soltera
con hijo(s) (monoparental).
4. “Familias extensas”: núcleo conyugal con
ascendente viudo/a y colateral(es) soltero(s)
(hermanos, cuñados, sobrinos,...).
5. “Hogares Múltiples”: núcleo conyugal
principal más otros núcleos conyugales adicionales de
ascendientes, descendientes y/o colaterales (suegros,
yernos, nueras, hermanos casados).
TD- Francisco Contreras Pérez
358
6. “Otros”: lazos aparentes de paisanaje y/o
contractuales expresos o probables en una misma
cédula censal, esto es, entre corresidentes.236
236 También pueden registrarse en varias cédulas censales pero consecutivas,
esto es, no son formalmente corresidentes pero sí vecinos que ocupan un mismo inmueble, por ejemplo el de cuartos individuales en régimen de alquiler. Eran situaciones bastante comunes a los espacios urbanos del XIX y principios del XX, cuando los censos de viviendas crecían más lentamente que el censo poblacional, y existía una cultura del alquiler de la vivienda como una práctica habitual. En ocasiones se ha precisado documentar con información complementaria presente en otros epígrafes de la(s) cédula(s) implicadas: naturaleza, edad, tiempo de residencia, profesión...
TD- Francisco Contreras Pérez
359
Estructura del hogar del emigrante andaluz
Solitarios Familias simples
Casados (v)
Otros Nuclear
Con padre ausente
Familias extensas
Hogares múltiples
Otros
Total
Cádiz
19 (12,42)
79 (51,63)
36 (23,53)
6 (3,92)
9 (5,88)
3 (1,96)
1 (0,66)
153 (100)
Córdoba 1 (20,00)
4 (80,00)
--- --- --- --- --- 5 (100)
Granada --- 4 (80,00) --- 1
(20,00) --- --- --- 5 (100)
Huelva --- 2 (66,67)
--- 1 (33,33)
--- --- --- 3 (100)
Jaén --- --- 1 (50,00) --- --- 1
(50,00) --- 2 (100)
Málaga 7 (17,07)
14 (34,15)
14 (34,15)
1 (2,44)
4 (9,75)
1 (2,44)
--- 41 (100)
Sevilla 2 (9,09)
12 (54,55)
6 (27,27) --- --- 2
(9,09) --- 22 (100)
S/p 4 (14,28)
11 (39,29)
11 (39,29)
1 (3,57)
--- --- 1 (3,57)
28 (100)
Andalucía* 33 (12,74)
126 (48,65)
68 (26,25)
10 (3,86)
13 (5,02)
7 (2,70)
2 (0,78)
259 (100)
* La tabla recoge sólo los hogares a cuyo frente está un individuo natural de alguna de las provincias españolas de Andalucía. No se contabilizan los 27 individuos naturales de Gibraltar que estaban en los 186 hogares solitarios de la tabla sobre el tamaño del hogar según el número de sus miembros. Por otra parte, se expresa entre paréntesis, debajo del número de casos de cada categoría, el porcentaje que representan en el total provincial. Definición de las categorías: “Solitarios” (hogares unipersonales): soltero/a, viudo/a y varón casado sin cónyuge ni hijos. “Familias simples nucleares”: núcleo conyugal con o sin descendencia; hombre casado y viudo/a con hijo(s). “Familias simples monoparentales”: mujer casada con o sin descendencia estando el marido ausente; mujer soltera con hijo(s). “Familias extensas”: núcleo conyugal con ascendente viudo/a y colateral(es) soltero(s) (hermanos, cuñados, sobrinos,...). “Hogares Múltiples”: núcleo conyugal principal más núcleos conyugales ascendente, descendente y/o colateral (suegros, yernos, nueras). “Otros”: lazos aparentes de paisanaje y/o contractuales reconocidos en una única cédula censal. Fuente: Censo de Buenos Aires (1855). Elaboración propia.
TD- Francisco Contreras Pérez
360
En función de los resultados de aplicar las propuestas de categorías
de Laslett, el hábitat doméstico del los emigrantes andaluces en
Buenos Aires a mediados del XIX lo conforman en un 48,7 %
hogares de individuos solitarios, mayoritariamente solteros. Esta
afirmación se hace extensible a los distintos orígenes provinciales
presentes en el censo, a excepción de los malagueños. Entre estos
últimos el porcentaje de esta categoría se reduce singularmente
hasta el 34,2 %, por debajo de la media regional citada. Por el
contrario, entre los de esta última provincia, el peso relativo de los
hogares solitarios compuestos por un hombre casado destaca
comparativamente en este contexto andaluz, aunque siempre con
cifras absolutas menores que la de los solteros.
El hogar solitario constituye un rasgo distintivo de esta
comunidad de emigrantes que adquiere relevancia si tenemos en
cuenta que el hogar tipo de la población regional de origen era el
hogar simple. Esta categoría mayoritaria en origen, compuesta por
el núcleo familiar, pasa a ocupar el segundo lugar de prevalencia
en el hogar del emigrante a bastante distancia del hogar solitario.
Estos hogares simples se presentan en su mayoría completos (26,3
%). Sólo un 3,7 % son hogares simples incompletos, ya fuera por
una circunstancia temporal (el padre estaba ausente en el
momento de realizarse el censo) o por tratarse de una madre
TD- Francisco Contreras Pérez
361
soltera con su descendiente. La escasa relevancia porcentual del
hogar con un padre ausente, por ejemplo por realizar actividades
estacionales en otro punto del territorio, no avala la existencia de
mecanismos migratorios que condujeran a estos emigrantes fuera
del mercado laboral bonaerense.
Cádiz Córdoba Granada Huelva Jaén Málaga Sevilla S/p Núm %
Balvanera --- --- --- --- --- 2 2 --- 4 1,1
Barracas N. 5 --- --- --- --- --- --- -- 5 1,4
Boca 2 --- --- --- --- 1 --- 1 4 1,1Catedral
N. 16 1 1 --- --- 2 2 --- 22 6Catedral
S. 68 2 3 2 2 27 14 10 128 35,2Concepci
ón 13 --- 1 --- --- 12 --- 1 27 7,4Montserr
at 22 --- --- --- --- 8 5 8 43 11,8Piedad 8 --- --- --- --- 4 1 6 19 5,2
S. Miguel 25 --- 1 --- --- 1 2 6 35 9,6
S. Nicolás 12 --- --- --- 1 2 1 3 19 5,2
S. Telmo 6 --- --- --- --- 4 1 1 12 3,3Socorro 12 1 --- 1 --- 2 --- 3 19 5,2
Pilar 14 --- --- --- --- --- --- --- 14 3,9Otros(1) 7 1 --- --- --- 2 1 2 13 3,6
100(1) El epígrafe “otros” incluye los censos marítimo y militar, así como los de determinadas instituciones(Hospital de mujeres, Comisaría de Puerto, serenos,...).Fuente: Censo de Buenos Aires (1855). Elaboración propia.
Pautas de asentamiento de los andaluces en Buenos Aires (1855)
Parroquias
Provincia de origen Total
TD- Francisco Contreras Pérez
362
Dependientes, comerciantes y artesanos: el andaluz
en la sociedad y el mercado laboral bonaerenses.
El Buenos Aires de 1855 es un espacio urbano marcado por
el proceso de integración de los mercados laborales y comerciales
que definen el mundo contemporáneo. La mitad de su población no
había nacido en el país, y tres cuartas partes de su mercado laboral
se nutría de estos inmigrantes extranjeros.
Las emigraciones son un fenómeno social ligado a los
mercados laborales trasatlánticos en una economía que se iba
integrando cada vez intensamente. Toda emigración es una
emigración económica en la medida que el expatriado, sea o no por
motivaciones económicas, tiene que reconstruir su vida laboral en
destino.
En este apartado abordamos estas fenómeno a partir de las
siguientes preguntas básicas que articularían el estudio de la
inserción del emigrante andaluz en el mercado laboral y la
estructura social del Buenos Aires de mediados del XIX: ¿cuál es la
estructura socioprofesional de los emigrantes andaluces?, ¿el
migrante pertenece al segmento laboral poco cualificado de la
población de origen?, ¿al proceder en su mayoría de espacios
urbanos ligados al comercio trasatlántico, qué importancia
TD- Francisco Contreras Pérez
363
adquieren las ocupaciones del sector mercantil entre los
emigrantes andaluces?, ¿hay alguna relación entre origen y la
ocupación de nichos laborales?, ¿cuál es la posición relativa del
emigrante andaluz en la distribución profesional de los españoles
residentes en Buenos Aires?
Empecemos por esta última cuestión. Del conjunto de
españoles empleados según el Censo de 1855, un 30 % si situaba
en el escalafón inferior de las categorías laborales, compuesto por
jornalero y peonaje urbanos en puertos (changadores) o en
pequeños establecimientos manufactureros de corte protoindustrial
(hornos de ladrillos, molinos, mataderos, fábricas de velas y
muebles).
Dentro de ese porcentaje se cuentan también las mujeres y,
en mayor proporción que en España, los varones que se ocupaban
en el que podemos denominar sector de los servicios domésticos:
sirvientes, mucamas, lavanderas... Entre los sirvientes abundaban
los menores de edad.237
En un segundo escalón, los empleos manuales
semicualificados y otros servicios daban cabida al 16% de los
españoles. Son los trabajos de marineros, cocineros, barberos,
237 MOYA (1998), pp. 205 y sgtes.
TD- Francisco Contreras Pérez
364
jardineros... Un conjunto de ocupaciones con una importante
diversidad interna.
Un tercer nivel sociolaboral lo formaban los trabajadores
manuales cualificados, que sin embargo era el tercero más
concurrido entre los españoles con el 22% de esta población
ocupada. Esta categoría engloba a los artesanos preindustriales e
independientes: carpinteros, albañiles, zapateros, panaderos,
costureras..., más otros oficios de nuevo cuño industrial: gasistas,
plomeros, electricistas, mecánicos... Un elemento común a todos
ellos es que eran emigrantes de origen urbano por lo general, o
relacionados con tradiciones preemigratorias de cierta población
rural que había previamente residido en alguna ciudad de su región
de origen.238
Pasando a los trabajos no manuales, encontramos una
cuarta categoría que ocupa al 23% de los españoles, entre
propietarios de pequeños negocios y empleados. Englobaría a la
“petite bourgeoisie” compuesta por tenderos independientes
(“shopkeepers” analizados por la nueva historia social), herederos
del mercado urbano preindustrial como los antes mencionados
artesanos. También ocupaciones cada vez más numerosas en lo
que Weber llamaría la nueva sociedad burocrática, que nutrirían las
238 MOYA (1998), p. 208
TD- Francisco Contreras Pérez
365
clases medias urbanas con trabajadores por cuenta ajena y con
cierta formación académica (“white collars” como los trabajadores
de la administración pública y, en el caso que estudiamos, sobre
todo privada, los “oficinistas”).239
Estas cuatro categorías socioprofesionales engloban grosso
modo el 90% de las población española que declaró una ocupación
en el censo de 1855. El restante 10% estaría compuesto por una
especia de clase media alta en la sociedad del XIX: de
comerciantes e industriales medianos, capitanes de barco,
farmacéuticos, profesores de música, periodistas. También se
encuentran las otras profesiones liberales con una status más
próximo a las élites locales y ligadas a éstas, como médicos,
abogados, agentes de bolsa.
En la cúspide de la pirámide social de la ciudad, se situaría
la élite propietaria y gestora de las empresas ligadas a las
actividades mercantiles que eran de ser de Buenos Aires como
239 Los viejos oficios artesanales y el pequeño comercio es lo que se considera
“petite bourgeoisie” en la moderna historia social. Son herederos de ciudad preindustrial, y tendrán que hacer frente a los retos de la industrialización y la integración de los mercados. Frente a ellos, las nuevas clases medias (“middle classes”) crecerán hasta constituir el estrato social emergente de las sociedades industriales, sobreviviendo a las clases obreras industriales en la sociedad postindustrial. La pequeña burguesía en la encrucijada de la modernización del espacio urbano europeo ha sido el tema de análisis de G. CROSSICK y H-G. HAUPT, de cuyo libro recomendamos la síntesis sobre la evolución de los estudios de estas categorias socioprofesionales que se hace en la introducción. CROSSICK, Geoffrey y HAUPT, Heinz-Gerhard (1995).
TD- Francisco Contreras Pérez
366
centro distribuidor que ponía en contacto la economía argentina
con el mercado global: comerciantes mayoristas, exportadores e
importadores, hacendados y terratenientes absentistas, algún
fabricante.
Como visión de conjunto, los españoles, como otros
inmigrantes de la época poscolonial, suelen integrarse en las
categorías intermedias de las aquí expuestas, de tal manera que su
participación porcentual en estos grupos es superior
(sobrerrepresentación) al peso de esta población de nacionalidad
española en el conjunto de la población de la ciudad. A su vez, en
los extremos de la estructura social, tanto por abajo como por
arriba, la presencia inmigrantes es destacadamente inferior. Dicho
de otra manera, al integrarse en los estratos intermedios
participaron en un proceso de modernización de la sociedad local,
entendiendo por tal el empuje hacia una sociedad “multiclasista”
frente a la acusada dualidad social heredada del siglo XVIII. Todo
ello es lo que ha llevado a autores como Moya a resaltar el papel
de la inmigración en la construcción social de la moderna capital
rioplatense durante el segundo tercio del XIX frente a lo ocurrido
en otras partes de la América hispana:
“Because foreigners constituted more than half of
Buenos Aires inhabitants and about three-quarters of the
TD- Francisco Contreras Pérez
367
working population, their more layered social arrangement
was destined to overwhelm the old dual structure, which had
its roots in the colonial chasm between the white elite and
the mostly colored populace.”240
¿Qué situación presentan los trabajadores andaluces en este
escenario urbano y a tenor de los visto sobre el conjunto de la
población activa de origen español?
El estereotipo compartido por los escritos de las élites
políticas e intelectuales argentinas del XIX reproducía una imagen
marcadamente peyorativa del andaluz (y de Andalucía), dentro de
una consideración inicialmente poco favorable al conjunto de los
españoles por una subyacente hispanofobia, cuya intensidad varió
pero no llegó a desaparecer a lo largo de la centuria.
Esto es, una vez aceptada "por necesidad" en Argentina la
inmigración de grupos ibéricos, los andaluces seguían sufriendo en
general una extendida "mala fama", en el sentido que quedaría
ilustrado por esta descripción de un periodista bonaerense años
después:
240 MOYA (1998), p. 221. Añade dicho autor que este proceso de
modernización social de la Argentina urbana se vio favorecido igualmente por el más tardío desarrollo de la sociedad colonial en el territorio rioplatense, lo que produjo unas estructuras sociales menos rígidas y polarizadas que las que dio tiempo construir en Méjico, Perú o en las economías esclavistas del Caribe (donde por otra parte las poblaciones no blancas eran más numerosas).
TD- Francisco Contreras Pérez
368
"Fuera de los olivares de Granada y de los viñedos de
Jerez y de Málaga; en el resto de Andalucía no se ve nada
que atestigüe la laboriosidad de sus pobladores".241
Los testimonios de la época, en forma de chistes, historietas
y otros escritos de distinta índole, sobre supuestas “singularidades
idiosincráticas” de los distintos pueblos ibéricos, en el caso de los
andaluces reproducen estereotipos poco apreciativos o en mejor de
los casos jocosos que sustancia una imagen de folclórica, de escasa
cualificación profesional y de laxos hábitos tanto laborales como
morales. Lo prototipo social del andaluz quedaban en estos
testimonios asociados a los estratos inferiores de la población
obrera.
241 Extracto reproducido en el Diario de Cádiz, Cádiz, 1 de agosto de 1889, p.
1, que dice haberse tomado del “Diario de Buenos Aires”. No era necesario que el periodista que escribía desde Buenos Aires hubiera pisado territorio andaluz. Aunque algunos estereotipos sobre los españoles y sus distinciones regionales no fueran necesariamente de nuevo cuño, no cabe duda que la imagen de una España y una Andalucía como tierras potencialmente ricas pero postergada por la indolencia de sus pobladores constituye una constante en la imagen acuñada por escritores románticos. El papel que en ello tuvieron los viajeros europeos y americanos desde principios del XIX se plasma en los escritos que se difudieron entre ambas orillas del Altántico. El estudio de esa imagen exterior a lo largo del XIX ha sido encabezado a través de numerosas publicaciones por R. Sánchez Mantero: SÁNCHEZ MANTERO, R., ÁLVAREZ REY, L. y MACARRO VERA, J. M.: La imagen de España en América, 1898-1931, Sevilla, Escuela de Estudios Hispano-Americanos, 1994.
TD- Francisco Contreras Pérez
369
Estos rasgos contrastaban aún más con la percepción que se
tenían de otros grupos regionales ibéricos; muy especialmente con
respecto a la excelente consideración en que se tenía a los
vascos.242 De tal manera que mientras el vasco simbolizaba el éxito
profesional y comercial, suponiéndose una especie de superioridad
racial, el emigrante andaluz solía considerarse una mano de obra
poco cualificada y, en suma, nada recomendable de cara al
proyecto nacional impulsado por las élites argentinas de
construcción de una país próspero y moderno a imagen de los
Estados Unidos.
En este contexto de estereotipos dominantes en la opinión
pública o al menos publicada, J. C. Moya en su estudio destaca
haberse quedado sorprendido por un hecho inesperado que resultó
de su investigación: la discrepancia existente entre la realidad de
las percepciones sobre el andaluz dominantes en la Argentina del
XIX y la realidad de los datos cuantitativos que se desprende de las
estadísticas socioprofesionales de la época.
Los prejuicios de los contemporáneos sorpresivamente
quedaban en entredicho cuando se someten como hace Moya al
método de investigación de la actual historia social, mediante el
cual se contrasta lo cualitativo con lo cuantitativo. El autor advertía
242 MOYA, J. C. (1998), pp. 232-239.
TD- Francisco Contreras Pérez
370
en este sentido ante los riesgos de limitar una investigación a la
visión contemporánea de la época a través de sus escritos y
publicaciones.
“This gross discrepancy between my findings and the
qualitative evidence once again confirms what we
encountered in previous chapters; the potential for deception
inherent in qualitative sources and the peril of relying solely
on this type of material. It validates the need for quantitative
methods in social history if its aim is to remain the
uncovering of past social realities and not simply –as its
literary criticism- the analysis of texts. Qualitative sources,
particularly before the advent of mass communication,
usually express the point of view of elites –those who can
both write and publish- and there were several reasons why
the Argentine one should exalt Basques and berate
Andalusians”.243
En efecto, en términos comparados con otros grupos
regionales de emigrantes españoles, los datos cuantitativos nos
llevan a poner en cuarentena la imagen que reproducía la prensa y
ensayistas de la Argentina del XIX muestran una mayor
243 MOYA, J.C. (1998), p. 233.
TD- Francisco Contreras Pérez
371
cualificación socioprofesional de éstos de la inicialmente admitida
en dichos estereotipos.
Los datos cuantitativos a que hacemos mención son los
derivados del Censo de 1855, donde se ofrece información socio
profesional como la alfabetización y las ocupaciones ejercidas por
los habitantes.
Según nuestros cálculos sobre el Censo de 1855, entre los
andaluces en Buenos Aires la población activa ocupada asciende al
81,4% del conjunto de la población de este origen residente en la
ciudad (hemos detraído de este cálculo aquellos individuos que no
declaran una profesión en el censo ya por edad o por defecto del
registro, y la población femenina adulta que declara “su casa” o ser
“madre de familia”).
Tasa de actividad de los andaluces. Buenos Aires, 1855 .
Total de andaluces Gaditanos Malagueños Población ocupada 293 173 48 Tasa de Actividad 81,4% 83,6% 73,8% Fuente: Censo de Buenos Aires, 1855. Elaboración propia.
Esta intensa tasa de actividad está determinada por el factor
selectivo que la emigración ejerce sobre la población al movilizar
TD- Francisco Contreras Pérez
372
fundamentalmente segmentos de edad activa, en tanto que
fenómeno articulado como un proceso de trasvase de mano de
obra entre dos mercados de trabajo. Hemos confirmado para el
caso andaluz este sesgo en páginas anteriores, cuando abordamos
sobre la estructura por edades de la colonia andaluza presente en
la capital rioplatense.
Como cabía esperar de estos patrones migratorios, no
exclusivos de los andaluces por otra parte, resulta obviamente una
tasa de actividad mucho más elevada con respecto a la que
presenta la población activa en la región de origen.
Ahora bien, la tasa de actividad por segmento provincial
varía ligeramente. La menor tasa de actividad entre malagueños
debemos ponerla en relación con cierto mayor peso que tiene el
componente femenino e infantil en este grupo, propio de una sesgo
algo más familiar en esta corriente frente al dominio de varones
solteros en el caso gaditano. Aspecto que vimos a la hora de
analizar
Sobre la distribución ocupacional, J. C. Moya hizo un estudio
para los grupos regionales españoles más numerosos en el Buenos
Aires de mediados del XIX. Los andaluces se encontraban en la
tercera posición, detrás de los vascos, en un ranking encabezado a
bastante distancia del resto por gallegos.
TD- Francisco Contreras Pérez
373
La distribución ocupacional de los tres principales grupos
regionales españoles en Buenos Aires, 1855 (%)
Tipo de trabajo Gallegos Vascos Andaluces
No cualificado 39,6 37,6 12,2
Semicualificado 17,1 12,0 11,0
Cualificado 16,3 21,2 38,2
Trabajo no manual bajo 21,7 21,7 22,1
Trabajo no manual intermedio y alto 3,9 6,3 11,0
Profesional 1,4 1,2 5,5
100 100 100
Valores porcentuales. Fuente: MOYA, J.C.: Cousins and strangers. Spanish Immigrants in Buenos Aires, 1850-1930, Berkely,University of California, 1998, p. 229.
En función de estos datos, la cualificación profesional de los
andaluces es marcadamente distinta a la podríamos deducir de los
estereotipos mencionados. Un 38,2 % de estos andaluces se ocupa
en los trabajos cualificados, correspondientes a los viejos oficios de
artesanos y de propietarios de pequeños comercios. El segundo
TD- Francisco Contreras Pérez
374
grupo de andaluces es aún un escalón socioprofesional más
elevado, esto es, propietarios de pequeños negocios o empleados
no manuales hasta alcanzar el 22,1%.
Así pues, estas dos categorías intermedias y cualificadas
suman casi dos tercios de la población ocupada de origen andaluz
residente en Buenos Aires hacia 1855. Por el contrario, las
ocupaciones más frecuentes entre gallegos y vascos si sitúan en la
base de la estructura socioprofesional de la ciudad: trabajos no
cualificados, en un rango porcentual del 39,6 al 37,6 %, frente a
sólo el 12,2% que representaban para los andaluces.
¿Qué trabajos concretos son los ejercidos por los andaluces?
Dentro de esas categorías intermedias compuestas por oficios y
empleados, las principales ocupaciones concretas que declararon
los andaluces son por este orden de relevancia: “dependientes”,
“comerciantes” (al detalle), “carpinteros” y “cigarreros”.244
Entre las mujeres emigrantes se mantiene el patrón social
de la época con una menor presencia en el mercado laboral. No
obstante, entre las que declaran un trabajo fuera del papel de
“madre de familia” o similar, el colectivo más numeroso lo forman
las costureras (sobre todo gaditanas), aunque también hay casos
de “mucamas”/“sirvientas”. En esta última ocupación participan
244 Censo de Buenos Aires, 1855.
TD- Francisco Contreras Pérez
375
tanto hombres como mujeres, como adelantamos para el caso
español.
Por provincia de origen, entre los dos centenares de
gaditanos la diversidad de oficios y ocupaciones es la más elevada
en tanto que grupo más numeroso. Las principales ocupaciones
son: dependientes, comerciantes, carpinteros, Zapatero, artista y
cigarrero.
Entre las actividades mercantiles y empresariales, de mayor
envergadura que el comerciante al detalle, cabría mencionar casos
siempre individuales de “consignatario”, “corredor”, “empresario”,
“fabricante”, “hacendado”
Dentro de los oficios mercantiles, la denominación
comerciante se refiere propietario de un negocio de venta al
detalle, siguiendo los estudios ya citados de J. C. Moya. Hay otras
actividades mercantiles o empresariales de más envergadura entre
los andaluces, para las que el Censo usa denominaciones como
“consignatario” (comercio internacional), “corredor”, fabricantes,
“hacendado”... Estos sin embargo son casos individuales,
testimoniales.
El segundo grupo provincial andaluz lo constituyen como
sabemos el de malagueños. Las dos ocupaciones principales son,
por este orden: comerciantes y dependientes. Algunos oficios están
TD- Francisco Contreras Pérez
376
también representados pero de manera más testimonial. En todo
caso siempre en cifras que nunca superan la decena de individuos
por denominación laboral, lo que se explica no sólo por el menor
número de malagueños en comparación con gaditanos, sino
también porque presentan una menor tasa de actividad. El peso de
las mujeres sin ocupación fuera de su casa y de menores sin
ocupación interviene en ello. Esto debemos poner en relación con
lo comentado sobre el perfil visiblemente más familiar de la
emigración malagueña.
N. Siegrist de Gentile ha destacado en sus conclusiones la
singular importancia de “artistas” y “cómicos” de origen gaditano,
con estas consideraciones:
“La importante cantidad de artistas, dentro de sus
variedades cómico-dramáticas, que expresa el
empadronamiento analizado y el cuadro de profesiones y
oficios, es revelador en cuanto a que esta actividad fue
mayormente exhibida por los gaditanos con posterioridad a la
caída del general Rosas. En efecto, la mayor cantidad de
cómicos arribaron al país después de febrero de 1852”.245
Quizás radique aquí parte de la popularización del
estereotipo del andaluz que más arriba hemos comentado; el
245 SIEGRIST DE GENTILE (1990), [pp. 392-410], p. 410.
TD- Francisco Contreras Pérez
377
prototipo del andaluz es el del artista, o más bien el personaje que
el artista hace de sí mismo. Esta afirmación tiene más de conjetura
que de empirismo por supuesto; no disponemos de más
información que la aquí expuesta, que sin embargo puede ser
indiciaria, a falta de más información disponible al día de hoy.
No obstante, el número de artistas gaditanos en el Buenos
Aires de 1855 era de 12 individuos. Esto equivalía a un 3% de los
andaluces de entonces en la ciudad, y al 4% de la población activa
de este origen. Pero quizás era el emigrante andaluz más visible.
La visibilidad en razón de la proyección pública que se le presupone
al artista, actuaría entre los andaluces en la medida que el número
dominante de los gallegos en oficios poco cualificados generó otros
estereotipos en el Buenos Aires de entonces.
Por lo tanto, después de este análisis comparativo, podemos
afirmar que la emigración andaluza de estas épocas tempranas de
la emigración contemporánea procedía de oficios tradicionalmente
ligados a los espacios urbanos y mercantiles.
Debemos poner esto en relación con el origen local de la
mayoría de los emigrantes: Bahía de Cádiz y Málaga. Zonas
urbanas y portuarias, con contactos comunicaciones con Buenos
Aires, tradiciones mercantiles y punto de salida de comarcas
exportadoras.
TD- Francisco Contreras Pérez
378
Al contrario de otros grupos regionales españoles, no
emigraban agricultores. Cuando emigraban, éstos solían ocupar en
Buenos Aires ocupaciones de peonaje, pues no encontraban fácil
acomodo en el mercado laboral urbano a las competencias
profesionales que traían como bagaje. Así se ve reflejado en los
casos de la emigración gallega y vasca.
Por contra, el peso del peonaje era minimo en esta
temprana emigración andaluza contemporánea. Los emigrantes
que salieron de Andalucía a Buenos Aires procedían de segmentos
del mercado laboral de la región relacionados con actividades
artesanales y comerciales, urbanas en definitiva, que superaban la
del mero peonaje urbano.
En resumidas cuentas, la emigración no sólo seleccionaba
pues a los individuos por edad, sino que en el caso andaluz ejercía
el mismo efecto selectivo en el mercado laboral de origen sobre las
ocupaciones urbanas y con un relativamente alto grado de
cualificación como son los artesanos y comerciales
(“dependientes”, “comerciantes” y “artesanos”). Estos podía
permitirse pagar el pasaje, tanto por poseer un patrimonio con que
financiarlo, como por las redes mercantiles previamente
establecidas al otro lado del Océano. Y no hay que olvidar que los
naturales de zonas portuarias como la Bahía de Cádiz y Málaga
TD- Francisco Contreras Pérez
379
tenían acceso a la información privilegiada que llegaba con esos
intercambios mercantiles y el arribo de navíos, como es la relativa
a las oportunidades que el mercado laboral de Buenos Aires podía
ofrece a gentes con cualificaciones muy demandadas en los
mercados laborales de espacios urbanos en expansión como era el
Río de la Plata.
En conclusión, durante el periodo isabelino en España, el
andaluz que emigró a Buenos Aires fue un joven adulto, soltero,
procedente de un espacio urbano y portuario (la Bahía de Cádiz y
la ciudad de Málaga), alfabeto, que se ocupa en pequeñas
actividades comerciales y otros oficios artesanales, integrados en
los escalones intermedios de la estructura sociolaboral de la
sociedad de destino.
TD- Francisco Contreras Pérez
380
CAPÍTULO 5.
ELEMENTOS PARA UNA COMPARACIÓN DE MODELOS:
DE LA EMIGRACIÓN TEMPRANA A LA EMIGRACIÓN EN MASA.
Con la aparición de las Estadísticas de pasajeros por mar en
la década de 1880, en España comienza la etapa estadística en
temática migratoria. Y en ello tuvo que ver que las dimensiones y
consecuencias del nuevo éxodo de mano de obra rural venía
escandalizando y alarmando a una opinión pública y unas elites
político-intelectuales netamente poblacionistas y agraristas.
La primera gran oleada emigratoria andaluza tiene lugar en
los años finales de la década de 1880, siendo el de máxima
emigración 1889. Por el contrario, toda la década de 1890 es de
descenso, aún con pequeñas fluctuaciones. Reactivada a principios
de siglo, la emigración andaluza alcanza un nuevo máximo en 1912.
Máximo que fue en realidad el momento de apogeo emigratorio,
TD- Francisco Contreras Pérez
381
tenida cuenta que este nuevo flujo regional está infravalorado en
mayor medida a raíz que, entrada en vigor la Ley de 1907, las
agencias reclutadoras desviaran con mayor frecuencia los embarques
hacia el puerto de Gibraltar. A partir de la Primera Guerra Mundial se
retoma la tendencia a la caída que, después de un fuerte rebrote en
1920, se hizo clara en 1923-24 y se acentuaría en la década de
1930.
La comparación de estas tendencias de la emigración bruta
andaluza con las de España y Galicia, región emigratoria por
excelencia246, resulta significativa. A simple vista, se observan
similitudes, pero también discrepancias. Existen tres momentos de
coincidencia entre las series: la orientación claramente ascendente
de los años 1885-89, más tardía y acusada en el caso andaluz; una
segunda tendencia alcista en los años 1911-1913, cuando España y
Andalucía alcanzan sus mayores máximos emigratorios; por último,
en el período 1914-19, una profunda crisis durante la Primera Guerra
Mundial, seguida por un fuerte rebrote en 1920 que fue
especialmente acelerado en el caso gallego y más moderado en el
caso andaluz.
Las mayores discrepancias se producen a causa de la gran
246 JUANA, J. de y CASTRO, X. (eds.): V Jornadas de Historia de Galicia. Galicia y
América: el papel de la emigración, Orense, Diputación, 1990.
TD- Francisco Contreras Pérez
382
aceleración de la emigración andaluza en 1889, y a su brusco
descenso posterior, incluso más acusado que en el caso español y,
desde luego, opuesto a la tendencia ascendente de la emigración
gallega en 1891-95. La emigración andaluza se mantiene, excepto
en 1889 y 1891, por debajo de los niveles de la gallega.
Así pues, lo que resulta específico del caso andaluz, no sería
tanto que se produjera un incremento de la emigración en la década
de 1880, sino que esa subida fuera más pronunciada y, a la postre,
menos sostenida que en los conjuntos español y gallego. Del mismo
modo, se podría señalar que la aceleración de la emigración
andaluza en los primeros años del siglo XX fue menor que en España
y Galicia, como se observa comparando las tasas de crecimiento
medio anual acumulativo de la emigración en las tres unidades
geográficas.
TD- Francisco Contreras Pérez
383
En el conjunto de este período clásico de la emigración
transoceánica (1885-1912), Andalucía presentó la tasa de
crecimiento menos elevada de las tres unidades geográficas
expuestas. Las mayores discrepancias sin embargo se observan en
los períodos correspondientes a los siglos XIX y XX respectivamente.
Andalucía alcanzó la mayor aceleración migratoria en 1885-1889,
superior a la de otras regiones. Pero en la década de los 90, la
desaceleración resultó también más acusada. La subida de principios
del siglo XX fue, por otra parte, bastante más moderada, y estuvo
seguida de la más fuerte caída al final del período de emigración en
masa.
Aun suavizando las fluctuaciones de estas series temporales,
las líneas de tendencia siguen mostrando discrepancias significativas
entre los comportamientos migratorios de Andalucía y Galicia en los
Crecimiento de la emigración exterior. Tasas de crecimiento medio anual, periodos de 1885 a 1930
1885-1912 1885-89 1885-98 1898-1912 1920-30
Andalucía 5,25 41,23 -1,87 7,47 -12,09 Galicia 7,90 31,86 2,71 15,65 -9,43 España 7,77 38,22 1,53 13,90 -8,10 Fuente: I.G.E.: Estadística de emigración... (varios años). Elaboración propia.
TD- Francisco Contreras Pérez
384
períodos considerados: 1885-1895 y 1911-1930. La emigración
andaluza presenta en ambos períodos una tendencia descendente, si
bien resulta más acusada en 1911-30. Esto indica que no hubo en
los años inmediatos un flujo migratorio sostenido de entidad tras el
"aluvión" de 1889. Por el contrario, la serie gallega presenta una
línea ascendente en el primer período, resultado de un fuerte y
conocido proceso de retroalimentación de la corriente migratoria. A
su vez, en 1911-30 la pendiente de la emigración gallega, siempre
presentando niveles migratorios superiores, es ligeramente menos
acusada que el declive trazado por la emigración andaluza. El
resultado global del período 1885-1930 es una línea de tendencia
ascendente en la emigración gallega y descendente en la andaluza.
Hasta ahora hemos estudiado movimientos migratorios de
dimensiones muy diferentes, por lo que para una mejor comprensión
se requiere introducir criterios relativos. Uno de estos parámetros es
el de la intensidad migratoria, es decir, el grado de emigración
relativo a la población de cada unidad geográfica considerada. Se
comparan así las tasas de emigración bruta por mil habitantes de
Andalucía, España y Galicia en la longitudinal del tiempo.
En líneas generales, se observan las fluctuaciones
coincidentes en los años de ascenso (1885-90 y 1911-13) y caída
(1895-98, 1913-20 y 1925-30). Desde finales del siglo XIX las tasas
TD- Francisco Contreras Pérez
385
de Galicia son las mayores, si bien la guerra colonial con Cuba
provocó un descenso relativamente más acusado en comparación
con las otras dos series. Descenso que se explica por el mayor peso
relativo de este destino americano en la emigración gallega. No
obstante, las tasas gallegas siguieron siendo con diferencia las más
altas en el siglo XX. Galicia confirma tener ya una potente vocación
emigratoria, como causa y efecto de lo que podríamos denominar
como un común acervo migratorio cristalizado en virtud de las
experiencias de sucesivas generaciones desde principios del siglo
XIX.
En 1885-98, Andalucía presenta tasas de emigración
ligeramente mayores que las españolas, destacando
excepcionalmente en 1889 y, en menor medida, en 1896. Estos años
las provincias de Cádiz y, sobre todo, Málaga fueron receptoras
excepcionales de los pasajes subsidiados de los gobiernos argentino
y brasileño. En el primer tercio del siglo XX, Andalucía muestra en
casi todos los años una intensidad emigratoria inferior a la española
y, por supuesto, a la gallega.
Un segundo criterio relativo mide lo que podemos llamar el
esfuerzo emigratorio, esto es, si la participación de una región en la
emigración española es proporcional a su peso demográfico en el
conjunto del país. Galicia participa en mayor proporción en la
TD- Francisco Contreras Pérez
386
emigración española que peso tiene en la población del país. Este
esfuerzo emigratorio se mantiene a lo largo del período 1885-1930.
Su parte en la emigración española desciende en 1889 a causa del
mayor incremento de la emigración en otras regiones españolas,
especialmente la andaluza. El fenómeno inverso se produce en
1895. Este esfuerzo migratorio sostenido se mantiene en buena
parte durante los años de caída de la emigración española (la
Primera Guerra Mundial), mostrando una fuerte predisposición
migratoria que cuenta con mecanismos de retroalimentación
autónomos (a su vez, este esfuerzo migratorio "sobredimensionado"
ayuda a explicar la pérdida de peso de la población gallega, del
orden de 1,3 puntos, en el conjunto español en el período intercensal
1887-1930).
Mientras la emigración gallega tiende a tomar mayor
importancia en la emigración española, la andaluza lo fue perdiendo
a largo plazo. En Andalucía se presentan de nuevo claras
discrepancias entre la emigración de fines del siglo XIX y la de
principios del XX. En líneas generales, la participación andaluza en la
emigración española del período 1885-1898 es superior al peso
demográfico de Andalucía, destacando también los años 1889 y
1896. Los niveles de participación migratoria en algunos años no
están muy lejos de los máximos de Galicia. Por el contrario, el
TD- Francisco Contreras Pérez
387
período 1911-30 muestra que la participación migratoria andaluza
descendió hasta situarse por debajo del peso demográfico de
Andalucía en la población española (peso que, habiendo descendido
en 1887-97, se incrementó entre 1910 y 1930), en parte debido al
incremento relativo de la difusión de la idea de migrar en nuevas
regiones del país.
En resumen, según estos dos parámetros (porcentajes de
participación en la emigración exterior española y tasas de
emigración bruta por 1000 habitantes), se pueden establecer las
características específicas de la emigración andaluza y los cambios
que se produjeron a lo largo del tiempo. Desde el punto de vista
emigratorio, Andalucía presenta características visiblemente distintas
en los siglos XIX y XX. En el siglo XIX, la participación andaluza en la
emigración española anual es superior, excepto en un año, al peso
demográfico regional en la población del país. Las tasas anuales de
emigración por 1000 habitantes también son similares o ligeramente
mayores que las españolas. Andalucía aparece pues como una región
con niveles intermedios, incluso intermedios altos en 1889 y 1896,
de emigración exterior. Por el contrario, estas características
cambian en el primer tercio del siglo XX. En estos años, el porcentaje
de andaluces en el conjunto emigratorio español es inferior a la
población española que representan, y en casi todos los años
TD- Francisco Contreras Pérez
388
Andalucía registra intensidades emigratorias inferiores a la media
española. Si bien puede aumentar sus aportes en términos
absolutos, Andalucía se convierte a principios del siglo XX en una
región con niveles emigratorios relativamente modestos. Por el
contrario, Galicia se mantiene tanto en el siglo XIX como en el XX
dentro altos niveles emigratorios.
Recordemos, sin embargo, que escapa a estas estadísticas la
emigración vía Gibraltar. Las agencias de emigración con agentes en
casi todas las provincias andaluzas desviaban hacia la colonia
británica los embarques, en mayor medida desde que la Ley de 1907
endureciera las condiciones para el transporte de emigrantes por
puertos españoles. Estos emigrantes andaluces reclutados por los
agentes gibraltareños a principios del siglo XX fueron transportados
hacia América, y en número significativo a Sao Paulo y Hawai247.
¿Cambian los destinos respecto del período anterior?
Las fuentes utilizadas nos imponen otra limitación a la hora
de estudiar el destino de las migraciones por origen regional. Sólo
para los años 1885-1895 el I.G.E. ofrece el estadillo con los datos
247 RUEDA, G.: "Vida y desventuras de ocho mil españoles en Hawai durante las primeras
décadas dels siglo XX", Revista de Historia Contemporánea, n.º 3, Sevilla, 1984, p. 125-142.
TD- Francisco Contreras Pérez
389
cruzados "provincia de última vecindad" y "país de destino". Así
pues, a partir de estos años empezaremos nuestro análisis de los
destinos de la emigración andaluza y, a continuación, ensayaremos
una estimación para el período posterior a partir del conjunto de
pasajeros embarcados por los distintos puertos andaluces.
Comparada con escenario migratorio más próximo, la
corriente migratoria española en 1882-1930 se concentra de manera
abrumadora en países de América Latina, y esto es así en mucha
mayor medida que la Italiana (donde esta opción tenía un rango
menor respecto a la de Estados Unidos y Europa)248. Ahora bien, al
contrario de la portuguesa, que se dirigía casi exclusivamente a
Brasil, cuatro países latinoamericanos acapararon el grueso de la
emigración hispana: Argentina, Brasil, Uruguay y Cuba. Sólo estos
cuatro países acapararon progresivamente el 69,1 por 100 de los
españoles salidos en 1888-90, el 70,68 por 100 de los de 1904-
1906, el 80,04 por 100 en 1911-13 y el 57,08 por 100 en 1919-
1921. Por su parte, el norte de África dejó de ser un destino regular
al cambiar el siglo (21 por 100 de los emigrantes de 1888-90) y
Francia, como la primera alternativa europea, no empezaría a
248 CARMAGNANI, M.: Emigración mediterránea y América. Formas y
transformaciones, 1860-1930, Colombres, Archivo de Indianos, 1994, pp. 148-167. Un estudio comparativo de tres corrientes migratorias nacionales del sur de Europa: Italia, España y Portugal.
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390
destacar puntualmente hasta la década de 1920 (28,87 por 100 de
los emigrantes españoles en 1819-21)249.
A escala regional y como veremos más abajo, el éxodo de
Andalucía presenta unas pautas significativamente específicas
respecto al conjunto español, sobre todo en lo referente a la forma
de alternarse en los destinos. En relación con los destinos de la
emigración andaluza en el siglo XIX, empezamos calculando la media
de tres años en dos momentos, que representan otras tantas y
diferentes situaciones migratorias: 1889 (año del mayor ápice del
siglo XIX) y 1894 (retroceso finisecular de la corriente trasatlántica).
En el siglo XIX, cuatro son los destinos mayoritarios de la
emigración andaluza: Argelia, Argentina, Brasil y Cuba. Estos cuatro
países concentran el 86,98 por 100 de la emigración en 1888-90 y el
85,85 por 100 en 1893-95. Sin embargo, es la colonia francesa el
destino principal en la generalidad de los años en ambos períodos:
este éxodo resulta pues más regular que el existente hacia Argentina
y Brasil, aunque, al contrario de éstas, el cambio de siglo le supone
249 Para los comentarios sobre el conjunto de la emigración exterior española, nos hemos
básicamente apoyado en esta bibliografía: VILAR RAMÍREZ, J. B.: Emigración española a Argelia (1830-1900), Madrid, Instituto de Estudios Africanos, 1975, obra citada en capítulos anteriores; VILAR RAMÍREZ, J. B.: Los españoles en la Argelia francesa (1830-1914), Murcia, Universidad de Murcia-C.S.I.C., 1990, es una actualización de la obra anterior, haciendo mayor hincapié en la labor desempeñada por los españoles específicamente en la antigua colonia francesa; BONMATÍ ANTÓN, J. F.: Los españoles en el Magreb (siglos XIX y XX), Madrid, Mapfre, 1992, introduce en el estudio a Marruecos y Túnez;. SÁNCHEZ ALONSO, B., Los causas de la emigración española, 1880-1930, op. cit., pp. 142-158, ofrece una perspectiva general de los diferentes destinos de la emigración exterior incluyendo América.
TD- Francisco Contreras Pérez
391
un descenso de envergadura; también este flujo está mucho más
localizado en la provincia de Almería. En suma, estos últimos tres
países participan a lo largo del tiempo muy desigualmente como
destinos de la emigración andaluza, siendo el caso más llamativo el
de Argentina. Cuba, aunque menos importante para la emigración
andaluza que para la española en su conjunto, también presenta
gran regularidad como destino de los andaluces.
Como hemos dicho, la importancia de Argelia como destino
del conjunto de la emigración española decayó en los primeros años
del siglo XX. En realidad, esta corriente migratoria había alcanzado
su máximo desarrollo desde las décadas centrales del siglo XIX, en
concreto en la década de 1840, con un segundo momento de auge
en los años 1860-70. No obstante estas fluctuaciones, este éxodo se
caracterizó por su regularidad a largo plazo y, especialmente, por su
estacionalidad anual que oscilaba según los ciclos del esparto y
posteriormente la vid. Al ser una emigración temporal,
"golondrina"250, es presumible que, si tuviéramos datos fiables de
retornos, la posición de Argelia cambiaría. Establecidos sobre todo en
el Departamento de Orán, los españoles (procedentes del Sudeste y
250 Como adelantamos, J. F. Bonmatí critica este “mito” señalando que, en algunos
períodos, el componente de emigración definitiva llega a superar a este otro de carácter estacional. BONMATÍ ANTÓN, J. F.: Los españoles en el Magreb (siglos XIX y XX), op. cit., p. 91.
TD- Francisco Contreras Pérez
392
el Levante) sufrieron la competencia de los trabajadores magrebíes
(marroquíes y argelinos) a partir de 1900. En consecuencia, los
salarios bajaron y la corriente emigratoria a Argelia disminuyó en
líneas generales aunque se produjeron algunos rebrotes en años
posteriores.
Los andaluces formaban el 46,59 por 100 de la emigración
española hacia Argelia en 1885-95. La inmensa mayoría de estos
andaluces procedía de Almería (89,98 por 100). Su evolución
presenta una mayor regularidad de la corriente andaluza respecto a
la española, no obstante la tendencia descendente de ambas. Por
otra parte, el año 1889, máximo en el total de emigración de
Andalucía, no se destaca en igual manera sobre la corriente que se
dirigía a Argelia. El máximo de 1889 señala el inicio de la emigración
ampliamente masiva de andaluces a América. La tabla que sigue
muestra los porcentajes de participación de las diez principales
corrientes regionales en la emigración española a América en 1885-
95 y las tasas de crecimiento medio anual de 1885-89.
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393
La emigración a América, 1885-1895. Comparación regional.
Regiones % de la emigración
española, 1885-95
Tasa de crecimiento medio anual,
1885-89 Andalucía 12,52 133,53 Asturias 11,27 58,50 Baleares 1,80 77,83 Canarias 10,41 51,15 Cantabria 2,88 25,19 Castilla-León 4,15 96,37 Cataluña 10,15 42,74 Galicia 36,31 31,86 P. Vasco 2,04 56,45 Valencia 1,34 88,85 Fuente: I.G.E.: Estadística de emigración... (varios años). Elaboración propia.
A considerable distancia de Galicia y en proporción similar a
otras regiones más pequeñas, Andalucía se sitúa como la segunda
región española que más emigrantes aportó a América, participación
que sin embargo es inferior al peso de la población andaluza en el
total de la española (19,5 y 19,0 por 100 en los censos de 1887 y
1897 respectivamente). En los primeros años, Andalucía también
registra la máxima tasa de crecimiento medio anual, por encima de
regiones emigratorias por excelencia. Ahora bien, una consideración
más precisa de la emigración andaluza a América requiere atender a
su evolución temporal y por países de destino.
TD- Francisco Contreras Pérez
394
Para el conjunto español, no cabe duda de que el gran foco
de atracción era Argentina. Entre 1880 y 1930, Argentina tuvo pocos
rivales a la hora de atraer inmigrantes no sólo desde España, sino de
otros países europeos. El máximo emigratorio hacia Argentina se
alcanzó en 1911-1913. Los inmigrantes se encontraron con un país
en expansión, con abundancia de tierra y falto de mano de obra, que
respondió al reto de la industrialización europea mediante su
especialización en productos primarios. La decidida voluntad
poblacionista del gobierno argentino es otro de los elementos a tener
en cuenta a la hora de explicar el éxito en la atracción de
emigrantes251. Tras la Independencia, el gobierno estableció
agencias de publicidad en Europa y creó una infraestructura de
acogida de los inmigrantes. Asimismo, el gobierno argentino llevó a
cabo una breve política de pasajes subsidiados (1888-1890) con el
objeto de hacer frente a la competencia brasileña. A pesar de la
brevedad de la etapa de pasajes subsidiados, éstos tuvieron una
considerable incidencia en la emigración española y, especialmente,
andaluza.
251 En histotiografía más reciente ha discutido profusamente sobre la legislación pro
inmigratoria en los países del Cono Sur. S. PALAZÓN ofrece una valoración de los vaivenes de estas políticas hasta fechas recientes: "La política inmigratoria en los países de América del Sur: del estímulo a la restricción (1850-1980)", en EIRAS ROEL, A.: Emigración española y portuguesa a América (Actas del II Congreso de la Asociación de Demografía Histórica. Alicante, abril de 1990, vol. 1), Alicante, Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, vol. 1, pp. 127-136.
TD- Francisco Contreras Pérez
395
Desde abril de 1889 y por el período de un año, harían su
recluta en Andalucía los agentes de una empresa argentina
concesionaria de 30.000 de estos pasajes (la “Italo-Argentina”). La
rescisión adelantada de este contrato en otoño de 1889 a causa de
las numerosas críticas aparecidas en la prensa nacional argentina
(contra la “emigración artificial”, frente a la tradicional “emigración
espontánea”) y la crisis económica de 1890, no impidió que se
facilitara la emigración a miles de andaluces. Gracias
fundamentalmente a estos pasajes, este origen regional representa
el 16,07 por 100 de los españoles emigrados a Argentina en 1885-
1895, porcentaje menor al peso demográfico porcentual de
Andalucía en la población española de entonces. En su mayoría eran
gaditanos y malagueños (el 29,14 y el 51,34 por 100 de los
andaluces embarcados para Argentina ese año).
La evolución de la emigración andaluza a Argentina muestra
que sólo en 1889 se registra un nivel considerable en este destino.
La dimensión de este aluvión emigratorio fue lo suficientemente
grande como para justificar el que Argentina sea considerada como
destino americano preferido de los andaluces en el cómputo global la
etapa estadística del siglo XIX (y quizás también desde antes). No
obstante, esta primera oleada no parece haber garantizado una
TD- Francisco Contreras Pérez
396
corriente migratoria sostenida para los años posteriores en niveles
relativos parecidos a la gallega.
En realidad, a partir de 1890 otros andaluces en número
desconocido también eligieron como destino Argentina, a donde
reemigraron desde Brasil tras aprovechar los pasajes subsidiados por
el Estado de Sao Paulo para llegar a América. Al contrario de
Argentina, la política brasileña de pasajes subsidiados fue la más
sistemática y poderosa entre todos los países desde los años
ochenta, al abolirse la esclavitud. Anticipándose a esta medida legal
inminente, los productores de café del estado paulista iniciaron un
programa de reclutamiento, transporte y distribución de trabajadores
migrantes europeos que facilitara la transición de la esclavitud al
sistema de trabajo libre y que hizo posible la extraordinaria
expansión de la industria cafetalera en los años siguientes a la
abolición.
En 1886 se fundó la Sociedade Promotora de Inmigraçao,
financiada por el gobierno de Sao Paulo. Sus actividades se
centraron en la financiación de pasajes, el establecimiento de
agencias de inmigración en Europa y la firma de contratos con la
compañías navieras para transportar inmigrantes. Los subsidios se
otorgaban a familias en las que hubiera cierta proporción de adultos
en edad productiva y cuyo cabeza de familia declarara ser agricultor.
TD- Francisco Contreras Pérez
397
Cuando la esclavitud quedó abolida en 1888, el programa de
inmigración paulista estaba en funcionamiento.
El máximo emigratorio español tuvo lugar en vísperas de la
Primera Guerra Mundial, algo más tardío que el portugués e italiano.
Así como en el caso argelino, el esparto y, posteriormente, la vid
determinaban las necesidades de mano de obra, y ,en el cubano, el
cultivo de la caña de azúcar, en Brasil el ritmo de la inmigración
española estuvo fuertemente ligado a la demanda de mano de obra
agrícola para el cultivo del café.
Ante los anteriormente dicho, se comprensible que la
población andaluza, como también la de otras regiones europeas, se
concentrara en el estado de Sao Paulo252. Recordemos que, según
las estimaciones de E. E. González, en 1932 residían 240.000
oriundos de Andalucía en este territorio, inmerso en un proceso de
expansión económica en torno a los cafetales, cifra aquella que venía
a representar el 60 por 100 de la colonia española (400.000
252 Si la presencia española en Río de la Plata cuenta con una prolija tradición
historiográfica, en la Universidad Pontificia de Sâo Paulo se lleva a cabo actualmente un proyecto de investigación para rescatar las experiencias de la comunidad histórica española, como han puesto de manifiesto M. A. ANTONACCI (“Espanhóis em Sao Paulo: modos de vida e experiências de associaçao”, pp. 4-27) y L. ANTUNES MACIEL (“Comunicaçao de pesquisas: ‘Imigrantes espanhóis na urbanizaçao da cidade de Sao Paulo: 1890-1920”, pp. 28-56) en el I Congreso Europeo de Latinoamericanistas (Salamanca 26-29 de junio de 1996) organizado por el Instituto de Estudios de Iberoamérica y Portugal y cuyas actas se encuentran en: ALCÁNTARA, M. (ed.): América Latina. Realidades y perspectivas. I Congreso europeo de latinoamericanistas, Salamanca, Universidad de Salamanca,1997, taller 17. Debido a su estadío incipiente, las pautas españolas regionalmente consideradas no han sido todavía esclarecidas según hicieron saber las investigadoras paulistas citadas.
TD- Francisco Contreras Pérez
398
miembros) 253. Se tiene constancia que esta presencia andaluza se
remontaba al siglo XIX, gracias a la continua labor de los agentes
reclutadores brasileños a cargo de los hacendados paulistas, iniciada
justo a raíz de la reconversión y final abolición formal del sistema
esclavista en la década de 1880, y gracias a los efectos desarrollados
por las virtuales cadenas migratorias establecidas con posterioridad.
En la evolución de la emigración andaluza y española hacia Brasil en
1885-95 se observa que ambas series presentan las mismas
fluctuaciones anuales y tendencia ascendente, marcadas en gran
medida por un factor externo a las condiciones socioeconómicas
españolas y andaluzas: los pasajes subvencionados desde Sao Paulo.
Curiosamente, y aun siendo la tendencia de la emigración andaluza
en su totalidad descendente, la corriente a Brasil presenta el signo
contrario gracias al carácter sistemático de esta política y la
organización de los agentes comisionados254 en Andalucía. La
tendencia se inicia en 1888, con la puesta en funcionamiento de esta
política de financiación a la emigración, y resulta especialmente clara
a partir de 1890, cuando la competencia de Argentina se hizo
253 MÁRQUEZ, R. y GONZÁLEZ, E.: "Andalucía y América: las alternativas de una
comunidad migrante”, en VV.AA.: Historia general de la emigración española a Iberoamérica, Madrid, Historia 16, 1992, vol. 2, pp. 14-24.
254 CARMAGNANI, M.: Emigración mediterránea y América, op. cit., pp. 148-167.
TD- Francisco Contreras Pérez
399
inoperante en Andalucía al rescindir sus contratos de pasajes
subsidiados.
Este cambio en la orientación de la emigración andaluza
transoceánica indica su fuerte dependencia de la financiación oficial
de los pasajes. Como los argentinos en 1889, los pasajes brasileños
tuvieron una considerable incidencia entre los andaluces, que
representan en el período considerado el 28,44 por 100 de los
españoles embarcados hacia Brasil. Esta participación está muy por
encima del peso demográfico de Andalucía en la población de
España, y es superior a la proporción de andaluces en otras
corrientes migratorias españolas hacia América. Casi todas las
provincias andaluzas enviaron pobladores a Brasil, pero la recluta de
los agentes de emigración comisionados por el Estado de Sao Paulo
se realizó principalmente en Málaga y Granada, siguiendo las pautas
de la recluta para Argentina (ambas provincias suman el 88,16 por
100 de esta emigración andaluza). No obstante, y aun siendo más
sostenido en el tiempo, el flujo migratorio a Brasil nunca alcanzaría
la magnitud del aluvión hacia Argentina. Ahora bien, estimamos que,
en mayor proporción que para otros destinos, una buena parte de los
embarques hacia Brasil se ejecutaron clandestinamente vía Gibraltar.
Tampoco la tradicional emigración a Cuba superaría a la de
Argentina. El período que estamos considerando corresponde a los
TD- Francisco Contreras Pérez
400
últimos años de la colonia, por lo que los españoles seguían siendo la
mayoría de los inmigrantes blancos. Este predominio numérico, pero
también económico y social, se retomó tras el paréntesis abierto en
los años inmediatos a la guerra de la Independencia de 1898, para
llegar a alcanzar cifras ciertamente espectaculares en 1920.
Como en el caso de la inmigración en Brasil, en Cuba las
cifras conocidas confirman la vinculación entre inmigración privada
española y abolición del patronato, última cobertura de la esclavitud,
en 1886, a la vez que relacionan ambas realidades con la producción
de azúcar. Al recrudecerse el eterno problema de la escasez de mano
de obra y con el objetivo político de aumentar las filas “leales”, el
gobierno metropolitano dispuso, en la ley presupuestaria de 1886-
1887, el pago total del pasaje desde los puertos españoles hasta la
Isla a aquellos inmigrantes aptos para el trabajo agrícola que
quisieran arraigarse con sus familias. Esta política de estímulo a la
entrada de familias obreras sería retomada posteriormente por el
gobierno de la República desde 1910, fecha de la aplicación efectiva
de la nueva Ley de Inmigración y Colonización255.
Por estos y otros motivos relacionados con la polémica "crisis
agraria de fin de siglo" en la misma metrópoli, la salida de
255 MALUQUER DE MOTES, J.: Nación e inmigración: los españoles en Cuba (ss. XIX y
XX), Colombres, Archivo de Indianos, 1992, pp. 43-59 y 95-104.
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401
inmigrantes de España comienza a aumentar justo en 1886 y sigue
haciéndolo, ya más decididamente, desde 1889 en paralelo a las
cosechas azucareras. Los niveles máximos se alcanzaron en 1892 y
1894, a la vez que la zafra se situó en sus más altas cotas. Entre
1882 y 1894 entraron cerca de 300.000 españoles en Cuba (sin
contar funcionarios ni militares, algunos de estos últimos también se
radicaron como civiles en la isla tras licenciarse)256. En el quinquenio
1895-1899 los retornos a España superan a las salidas.
Los datos analizados por Maluquer de Motes acerca del
componente regional y ocupacional de los españoles en Cuba,
revelan que, aun a riesgo de simplificar, los canarios, como braceros
agrícolas estacionales, y los catalanes y más recientemente los
cantábricos (gallegos, asturianos y santanderinos), como
intermediarios comerciales urbanos, componían el grueso de esta
inmigración. Los andaluces (3.060 individuos) ocupan el quinto lugar
entre las comunidades regionales, aunque el autor no señala su perfil
ocupacional y tampoco se dispone de información que confirme esta
256 Moreno Fraginals y Moreno Masó han defendido, recientemente, la tesis de que
tradicionalmente el ejército español en Cuba fue una vía migratoria para muchos reclutas. No hay datos concluyentes al respecto pero sí indicios de la importancia de esta vía migratoria, en particular entre los trabajadores gallegos de ingenios azucareros de la provincia de Matanzas. MORENO FRAGINALS, M. R. y MORENO MASÓ. J. J.: Guerra, migración y muerte. (El ejército español en Cuba como vía migratoria), Colombres, Archivo de Indianos, 1993, p. 62.
TD- Francisco Contreras Pérez
402
posición relativa para años posteriores257. Así pues, los andaluces
habían perdido a mediados del siglo XIX el predominio que habían
tenido en el siglo XVIII, cuando representaban en primer
componente regional español en la colonia258.
Cuba ocupó el tercer lugar entre los destinos americanos de
los andaluces en 1885-95. Pero, al contrario del caso español, esta
posición relativa no fue sistemática, en tanto que estuvo
condicionada en gran medida por los fluctuantes porcentajes
migratorios hacia Brasil y, sobre todo, Argentina (véanse las figs. 3.8
y 3.9), y también por las necesidades militares en la colonia.
Las series de las emigraciones española y andaluza a Cuba
muestran una tendencia ascendente y, no obstante, ciertas
particularidades en sus fluctuaciones. Como se ha mencionado más
arriba, los niveles máximos de la inmigración española se alcanzan
en 1892 y 1894, coincidiendo con las más altas cotas de la zafra (a
su vez, el calendario de la zafra imponía una marcada estacionalidad
a esta emigración de braceros). Por su parte, en la corriente
andaluza los máximos se localizan al principio y, de manera más
sostenida, al final del período considerado. El año 1887 es el
257 MALUQUER DE MOTES, J.: Nación e inmigración: los españoles en Cuba (ss. XIX y
XX), op. cit., pp. 63-94. 258 MORENO FRAGINALS, M. R. y MORENO MASÓ. J. J.: Guerra, migración y muerte. (El
ejército español en Cuba como vía migratoria), op. cit., p. 64.
TD- Francisco Contreras Pérez
403
momento en que se hacen efectivos los nuevos gastos estatales
presupuestados para subvencionar la emigración de braceros hacia
Cuba. Ahora bien, y desde al menos 1885, la emigración de
andaluces estuvo fundamentalmente marcada por las necesidades
militares, sobresaliendo los que declararon tener su última vecindad
en Cádiz259. Entre 1895 y 1898 España realizó el mayor esfuerzo
militar jamás llevado a cabo por una potencia colonial antes de la II
Guerra Mundial. La Guerra de Independencia de Cuba se inició el 24
de febrero de 1895 y en ese mismo año arribaron a la isla 103.761
soldados (el año anterior no habían superado los 5.400)260.
El considerable contingente castrense (destacado o de paso)
con base en la provincia gaditana jugó un papel cada vez más
importante conforme se recrudecía el conflicto colonial y, dado su
mayor peso relativo en el conjunto andaluz, explica que esta
"emigración" se incrementara en paralelo a la disminución de la
corriente española en general y, por ello, tendiera a compensar la
caída de la de otras provincias andaluzas en el total regional. En
1895, de los emigrantes andaluces a Cuba el 95,80 por 100 estaban
259 Para evitar eventuales errores en la interpretación posterior de las estadísticas, el
I.G.E. recomendó que a partir de 1896 se desagreguen las cifras de los funcionarios civiles y militares del cómputo provincial de "verdaderos emigrantes" (agricultores y comerciantes). El "desastre del 98" desveló, entre otras cosas, lo parcialmente tardío de esta decisión. I.G.E.: Estadística de la emigración é inmigración [...] 1891-1895, Madrid, 1898.
260 MORENO FRAGINALS, M. R. y MORENO MASÓ. J. J.: Guerra, migración y muerte. (El ejército español en Cuba como vía migratoria), op. cit., p. 127.
TD- Francisco Contreras Pérez
404
avecindados en Cádiz (sobra decir que en su inmensa mayoría eran
hombres jóvenes), guarismo algo más alto al de su participación
media en esta corriente andaluza (81,18 por 100) y
abrumadoramente superior al de su participación en las otras
americanas. No obstante este aporte emigratorio "oficial", los
avecindados en Andalucía sólo representaron el 6,46 por 100 del
total de españoles que se dirigieron a Cuba a lo largo del período que
estamos analizando.
Estas fueron las formas de emigración directa a Cuba. Pero
también se dio una reemigración desde otros países americanos.
Según los informes generados por el consulado general de España en
Argentina, un "número ingente" de los empobrecidos españoles
llegados en 1889, al difundirse los proyectos de inmigración y
colonización presupuestados para Cuba en 1887, solicitaron la
"repatriación" oficial hacia la isla. Como se ha dicho, en Argentina se
pasaba en la década de 1890 por un período de recesión económica,
que hacía más difícil la integración sociolaboral de estos recién
llegados, entre ellos gran proporción de andaluces. Como respuesta,
y en coordinación con los consulados españoles a cuyas puertas se
agolpaban españoles solicitando ser repatriados, el gobierno colonial
de Cuba y el Círculo de Hacendados llevaron a cabo algunos
proyectos de trasvase de españoles desde Argentina y Brasil para ser
TD- Francisco Contreras Pérez
405
asentados como colonos. Estos proyectos de repatriación imponían
ciertas condiciones a los beneficiados, destacando la de que todos
debían permanecer como mano de obra agrícola en las explotaciones
cubanas a las que se destinaran261.
En el siglo XX, la segmentación del flujo emigratorio andaluz
por destino parece presentar otros rasgos significativos. Ahora bien,
la dificultad de su análisis radica en que el I.G.E. no ofrece ya, como
adelantamos, los estadillos con los datos cruzados: origen
provincial/país de destino. Aunque sólo sea a modo indicativo,
emplearemos la proporción de cada destino entre el conjunto de
embarques efectuados por los puertos andaluces para aplicarla,
como coeficiente distribuidor, al cómputo total de todos aquellos que
declararon tener su vecindad en Andalucía. Con este cálculo,
estimamos la segmentación de la corriente andaluza por destino. a
partir de la media de los años en torno a los dos últimos máximos
emigratorios de este primer ciclo masivo contemporáneo (1912-3 y
1920-1).
261 Archivo General de la Administración (A.G.A.), Sección de Asuntos Exteriores (A.E.),
caja 9007.
TD- Francisco Contreras Pérez
406
Estimación de la participación de los principales p aíses de destino en
la emigración andaluza, 1912-3 y 1920-1 Destino 1912-13 1920-21 Coeficiente
emigratorio Emigración estimada
Coeficiente emigratorio
Emigración estimada
Argentina 0,64 21291 0,23 7049 Brasil 0,03 998 0,00 0 Cuba 0,03 998 0,25 7662 Pto. Rico 0,00 0 0,01 306 EE.UU. 0,01 333 0,09 2758 Argelia 0,09 2994 0,36 11033 Marruecos 0,14 4658 0,28 8581 Otros 0,07 2329 0,03 9119 El coeficiente se ha hallado sobre la base del número de embarcados por destino en los puertos andaluces para, una vez calculado, ser aplicado a la media anual de la emigración exterior andaluza en cada período considerado. Fuente: I.G.E.: Estadística de emigración... (varios años). Elaboración propia.
Debemos señalar que las cifras de los puertos de Málaga y
Almería deben ser más aproximadas al destino real de su respectiva
emigración provincial que las del puerto de Cádiz, en tanto que este
último puede presentar un sesgo debido a que, con respecto a
aquellos otros dos, presenta una mayor heterogeneidad regional
entre los pasajeros embarcados262. La proporción de andaluces entre
el pasaje embarcado en los puertos de la región presenta, en 1912,
262 Por otra parte, hay que tener en cuenta que, sobre todo tras la 1.ª Guerra Mundial,
aumenta el número de andaluces que deciden embarcar por otros puertos españoles, como los de Pontevedra, al haberse reducido el número de buques que tocaban Cádiz y utilizarse el ferrocarril en los trasalados terrestres. En concreto, 1033 andaluces embarcaron en otros puertos gallegos en 1920, de ellos algo más de la mitad eran de Almería, provincia todavía mal comunicada con el resto de su región.
TD- Francisco Contreras Pérez
407
estos valores: Málaga (84,27 por 100; siendo el 61,60 por 100
malagueños), Almería (77,15; 61,03 almerienses) y Cádiz (59,55;
20,78 gaditanos).
Considerando estas precauciones, en los máximos
emigratorios considerados del siglo XX, observamos que los destinos
tradicionales (Argentina, Brasil, Cuba y Argelia) pierden, en su
conjunto, peso en la emigración por puertos andaluces. Si en 1888-
90 atraían el 87 por 100 de la emigración andaluza, a principio del
este siglo bajan hasta representar menos del 78 por 100.
Marruecos surge en el norte de África como alternativa
geográfica a la corriente argelina. Las nuevas perspectivas surgidas
del establecimiento del doble protectorado franco-español
favorecieron el flujo emigratorio, con lo que, por una parte, se
confirmada la tendencia iniciada durante coyuntura bélica de 1914-
19 (aparece como alternativa cercana al dislocarse el transporte
trasatlántico) y, por otra, se respondía a la demanda de trabajadores
suscitada por el incremento de las inversiones francesas en su parte
del territorio.
En América, Estados Unidos viene a reemplazar a Brasil como
destino en 1920-21, confirmando la tendencia de principios del siglo
cuando los pasajes de la Board of Immigration of Hawaii competía
con los brasileños. Cuba en 1920 adquiere un renacido interés para
TD- Francisco Contreras Pérez
408
los malagueños en concreto, tras haber sido prácticamente
desechado como destino en 1912 en favor de Argentina. La
emigración a Argentina explica de nuevo en gran parte el máximo de
1912-3, siendo en esta ocasión Almería (por delante de Cádiz y
Málaga) la provincia que más embarques registra con este destino.
Son numerosas las dudas que existen sobre los
determinantes de este rebrote emigratorio. Bernal no lo intenta,
Mateo Avilés no lo aclara y Sánchez Alonso no concretiza. Lo cierto
es que la emigración a América de 1912-3 afecta, en general, más
intensamente a nuevas provincias andaluzas que en 1889. Una
explicación puede deducirse del cambio del tipo de arancel estudiado
por Sánchez Alonso, que arruinaría a los pequeños propietarios
cerealícolas, con lo que a la crisis de la agricultura exportadora se
unía la crisis de las mayoritarias zonas de secano.
Ahora bien, en las nuevas provincias el censo agrario muestra
una menor importancia de los pequeños propietarios, los más
vulnerables a las crisis y con recursos para pagarse el pasaje. Una
segunda posibilidad explicativa se dirigiría a buscar entre los
determinantes de este segundo aluvión el efecto acumulado de la
información y las cadenas migratorias que se generaban desde 1889.
No existe, a la espera de las investigaciones que estamos realizando
sobre los partes consulares, datos que confirmen esta suposición,
TD- Francisco Contreras Pérez
409
máxime cuando Almería no había participado de manera importante
en el aluvión americano de 1889.
A la luz de los datos del Primer Censo Agrario de España
(1962)263 y desde una perspectiva macro analítica, resulta razonable
adelantar que este rebrote podría estar relacionado con la crisis de
otros tipos de tenencia de tierra: no sería tanto la crisis de la
pequeña propiedad como la de la pequeña explotación en su
conjunto, esto es, la del arrendatario también (y en menor medida el
aparcero). Estas dos últimas son formas de tenencia más extendidas
en las comarcas occidentales de Andalucía que la pequeña
propiedad, compatible con la existencia de una gran propiedad y con
un tradicional aprovechamiento cerealícola. La extensión del
arrendamiento había sido el fruto del proceso de "campesinización"
que acompañó a las reformas liberales de la primera mitad del siglo
XIX en Andalucía264.
En concreto, si tomamos como variable explicativa la
proporción de arrendatarios en las provincias andaluzas y como
variable dependiente sus tasas de emigración por 1000 hab. en
263 Instituto Nacional de Estadística (I.N.E.): Primer Censo Agrario de España (octubre de
1962). Resúmenes nacionales, Madrid, 1966. 264 Véanse los estudios realizados por los miembros del Grupo de Estudios Agrarios,
donde el "proceso de campesinización" es definido como "el acceso a la propiedad o a la explotación de la tierra del campesinado". Grupo Estudios Agrarios (G.E.A.): "Transformaciones agrarias y cambios en la funcionalidad de los poderes locales en la Alta Andalucía, 1750-1950", Noticiario de historia agraria, n.º 10, Zaragoza, 1995, pp. 35-66.
TD- Francisco Contreras Pérez
410
1911-13, el indicador R2 arroja un valor aproximado al 30 por 100.
Advertimos que esta hipótesis está en proceso de elaboración, y, por
lo tanto, pendiente de ser asentada a partir de la introducción de
otras variables.
Un factor nuevo: los pasajes gratuitos y el efecto
selectivo en el perfil del emigrante.
En similar proporción al conjunto de la emigración española,
la corriente emigratoria andaluza es, en el período 1885-95,
mayoritariamente masculina, estando compuesta de varones en el
73,33 por 100 del total. Esta apreciación general encubre, sin
embargo, una serie de comportamientos diferenciados desde un
enfoque longitudinal y atendiendo al origen/destino.
La tabla siguiente muestra las ratios de masculinidad (H/M *
100) de la emigración andaluza distinguiendo entre sus distintos
destinos. Especialmente llamativo es el contraste entre los índices de
Argelia y de Brasil. Anualmente considerada, la más alta relación de
hombres por cada cien mujeres se da sin embargo en la emigración
a Cuba de 1887, mientras que por el contrario la tasa más favorable
a las mujeres se produce entre los embarcados hacia Brasil en 1894.
TD- Francisco Contreras Pérez
411
La emigración a Argelia fue claramente una emigración
masculina. La relación de masculinidad en esta corriente es la más
alta de todas las andaluzas en el total del período e, incluso, para
casi todos años. Esto se explica por ser una emigración
fundamentalmente de braceros varones, en su inmensa mayoría
almerienses265, que estacionalmente se dirigían a las labores del
esparto y la vid en la colonia francesa. No se trata generalmente de
265 Véase la citada obra de CÓZAR VALERO, M. E.: La emigración exterior de Almería,
Granada, Universidad de Granada, 1984, pp. 73-84. No comprendemos que la autora no se refiera al ya clásico, y uno de los más importantes trabajos de por entonces acerca de su temática: el también citado de J. B. Vilar sobre la emigración a Argelia. En lo que respecta al presente trabajo, esta corriente provincial será analizada más adelante con detalle.
Ratio de masculinidad en la emigración exterior de Andalucía por destinos, 1885-95
Exterior Argelia Argentina Brasil Cuba
1886 291,10 291,22 175,00 500 260,64 1887 488,41 459,99 233,96 0 1280,00 1888 321,41 382,69 160,77 123,13 207,64 1889 169,57 449,38 116,18 111,63 226,56 1890 360,90 464,90 152,71 129,56 267,06 1891 327,64 465,12 167,09 137,48 260,93 1892 350,52 503,70 121,43 111,36 279,59 1893 265,66 478,91 204,17 112,57 243,45 1894 319,13 506,48 194,96 109,99 214,04 1895 270,52 499,44 150,94 111,94 290,70 1896 282,11 --- --- --- --- 1897 234,16 --- --- --- --- 1898 347,40 --- --- --- --- 1885-95/98 275,02 421,86 122,62 116,18 294,78 Fuente: I.G.E.: Estadística de emigración... (varios años). Elaboración propia.
TD- Francisco Contreras Pérez
412
emigraciones por tiempo indefinido, sino más bien de una ruta
migratoria periódicamente frecuentada por temporeros
("golondrinas") y favorecida por la cercanía geográfica entre Almería
y Argelia. En este caso, el de los almerienses en Argelia, se puede
aplicar la expresión empleada para describir la tradicional emigración
de temporeros canarios a Cuba: una expansión de frontera.
Argelia atrajo un 34,61 por 100 de las mujeres andaluzas
emigradas en 1885-95, porcentaje francamente inferior al peso de
este destino en el conjunto de la emigración exterior andaluza. Por el
contrario, y para el mismo período, el poder de atracción de
Argentina (19,74 por 100 emigradas) y Brasil (13,40 por 100
emigradas) sobre el total de las mujeres emigrantes fue superior a
su importancia global como destinos (11,72 y 7,73 por 100
emigrantes respectivamente).
Las relaciones de masculinidad de la corriente migratoria a
Argentina presenta cambios más significativos que la argelina. Los
mayores porcentajes de hombres se localizan en los primeros años.
Como indica Bernal266 y ha estudiado Siegrist de Gentile267,
266 BERNAL, A.M.: "La emigración de Andalucía", en SÁNCHEZ ALBORNOZ, N. (comp.):
Españoles hacia a América. La emigración en masa, 1880-1930, Madrid, Alianza, 1988, p. 165.
267 SIEGRIST DE GENTILE, N.: "Gaditanos en la ciudad de Buenos Aires hacia la mitad del siglo XIX. Estudio de caso según el Censo de la Ciudad de Buenos Aires de 1855", Nuestra Historia, n.º 35-36, Buenos Aires, 1990, pags. 392-410. Según la investigadora argentina,
[Cont.]
TD- Francisco Contreras Pérez
413
Andalucía tenía desde antiguo en las repúblicas latinoamericanas
multitud de agentes de casas comerciales y exportadoras vinculados
al negocio de vinos, aceites, corcho y minerales. Dada la importancia
de las casas bodegueras de Cádiz en este tráfico, no resulta extraño
que esta provincia presente a la altura de 1885 una tasa de
masculinidad superior a la media de la emigración andaluza a
Argentina.
Protagonistas de una antigua diáspora comercial, el peso
relativo de estos hombres de negocio en la emigración andaluza se
difumina sin embargo con el aluvión migratorio de 1889, momento
en el que el peso de las mujeres se deja sentir de manera más
evidente en el conjunto de la emigración exterior andaluza. Este año,
la participación de mujeres embarcadas hacia Argentina llega a casi
igualarse con la masculina, debido al nuevo factor seleccionador de
migrantes introducido con los pasajes subsidiados. Los pasajes
estaban dirigidos a la recluta de agricultores, fundamentalmente en
grupos familiares. No sólo se beneficiaban los agentes reclutadores
por conseguir con mayor prontitud los cupos asignados en cada
barco, sino que las familias de trabajadores introducían un elemento
había 125 varones entre los 177 gaditanos en la capital argentina. Entre estos hombres, la ocupación más frecuente, sin ser claramente la mayoritaria, era la de "comerciante".
TD- Francisco Contreras Pérez
414
de estabilidad que, a los ojos de los gobiernos americanos,
garantizaba el poblamiento y la explotación de los territorios a los
que irían destinadas (también el I.G.E. relacionaba el alto porcentaje
de mujeres emigrantes con la presencia de familias, y la mayor
fijación en destino). Al mismo tiempo, y desde la perspectiva de los
emigrantes potenciales, al ser anunciados los pasajes como
"gratuitos" los costes de transportar a toda la familia resultaban
comparativamente mínimos. Esto hacía innecesaria la emigración en
cadena encabezada, como primer eslabón, por los varones del grupo
que, una vez establecidos y realizados los primeros ahorros, podrían
ir llamando sucesivamente al resto de sus familiares.
Suspendidos los pasajes subsidiados argentinos a finales de
1889 en Andalucía, las relaciones de masculinidad vuelven a subir al
año siguiente y hasta el final del período. Este último sesgo de la
corriente argentina contrasta con la creciente participación femenina
en el conjunto de la emigración española hacia este país. Esta
creciente participación femenina a nivel español puede estar
relacionada, pasado un tiempo prudencial para el asentamiento de
los primeros eslabones, con el progresivo establecimiento de
cadenas migratorias funcionales y numerosas268. Mecanismo que,
268 Esta disminución de la relación de masculinidad en el conjunto de la emigración
española, según Yáñez Gallardo, se debe al incremento de la emigración familiar, la [Cont.]
TD- Francisco Contreras Pérez
415
tras la oleada de 1889, estimamos que no se dio con rapidez y en
proporción similares dentro del conjunto andaluz, a la luz de los
datos analizados sobre la evolución de este segmento regional y de
su perfil social.
Entre los andaluces embarcados hacia Brasil, se registra la
mayor participación de mujeres, presentando, en consecuencia, sus
ratios de masculinidad los mínimos anuales desde que, en 1888, el
Estado de Sao Paulo empezara a financiar la inmigración de familias
agricultoras. El hecho de que esta política fuera sistemática hasta
principios del siglo XX explica que, a lo largo del período analizado, la
relación de masculinidad se mantenga en valores comparativamente
más bajos. Es más, la participación de mujeres en esta corriente
emigratoria regional es algo más elevada que en la del conjunto
español con igual destino. Con todo, el conjunto de la migración
española en Brasil era de un carácter familiar mayor que la de otros
grupos inmigrantes europeos, y de igual manera contenía la mayor
proporción de niños.
reunificación de familias en que el marido o el hijo ha iniciado antes la emigración en busca de trabajo, y en las posibilidades de ocupación para mujeres jóvenes que encuentran colocación en las grandes ciudades americanas. La proporción de hombres por mujeres bajó a lo largo del tiempo en la emigración española a Argentina, en tanto que en los retornos a España tiende a incrementarse por la mayor fijación de las mujeres en la emigración. YÁÑEZ GALLARDO, C.: La emigración española a América (siglos XIX y XX). Dimensión y características cuantitativas, op. cit., p. 160.
TD- Francisco Contreras Pérez
416
Pero no todos los países americanos atraían a las mujeres
andaluzas en igual proporción que Brasil o Argentina. Cuba, después
de Argelia, es un país de inmigración eminentemente masculina.
Este carácter viene desde los primeros años de la emigración en
masa a la colonia. Según el censo cubano de 1859, residían en la isla
680,61 andaluces por cada 100 mujeres con igual origen, si bien se
trata de una ratio bastante inferior a la media de los españoles
peninsulares (1563,34)269. Esto nos puede indicar que, más que por
una idiosincrasia particular, el carácter familiar del éxodo andaluz
viene a explicarse en parte considerable por otros factores, entre
ellos la dependencia de la financiación por parte de algunos países
latinoamericanos demandantes de familias de colonos. En el caso de
la corriente hacia Cuba en el período 1885-95, y al contrario de la
emigración hacia Argentina, los más altos índices de masculinidad
coinciden paradójicamente con los años de máximos: en 1887, a raíz
de la subvención a la inmigración de braceros sin familia, y en 1895,
al incrementarse las necesidades de militares en la colonia. A su vez,
y a medida que se recrudecía el conflicto bélico desde 1895, la
269 Estos cálculos se derivan de la tabla censal que ofrece MALUQUER DE MOTES, J.:
Nación e inmigración: los españoles en Cuba (ss. XIX y XX), op. cit., p. 65. Es muy probable que la mayor proporción de mujeres entre los andaluces, se deba a la presencia de familias de funcionarios castrenses (mandos), cuyo peso en la emigración fundamentalmente embarcada desde Cádiz era más importante que la de otras provincias. Los comerciantes cantábricos y los braceros canarios viajaban con mayor frecuencia sin familia.
TD- Francisco Contreras Pérez
417
proporción de mujeres, así como de "inmigración privada",
disminuyó aún más.
Además de la composición por sexos, la distribución por
grupos de edad es otro indicador clásico del carácter de una
corriente emigratoria. Como hemos analizado, la emigración
andaluza a América cuenta con un alto porcentaje de mujeres, lo que
señala un alto componente familiar debido a la fuerte incidencia de
los pasajes subsidiados. Rasgo que, por otros mecanismos, parece
que se venía reproduciendo en la emigración andaluza con cierta
frecuencia desde el siglo XVIII, como ha intentado destacar L. Díaz
Trechuelo270.
Este componente debe reflejarse también en una alta
frecuencia de niños. Ahora bien, el I.G.E. ofrece la información sobre
la edad de los emigrantes por provincias marítimas de embarque y
sin distinguir países de destino. Así pues, las conclusiones a partir del
estudio de la composición por grupos de edad a nivel regional
también adolecen de limitaciones.
Por atender normalmente a razones de trabajo, es
característico de todo movimiento migratorio que el mayor número
de individuos se encuentre comprendido en el tramo de lo que se
270 DÍAZ TRECHUELO, L.: "La emigración familiar andaluza a América en el siglo XVIII",
en EIRAS ROEL, A. (comp.): La emigración española a Ultramar, 1492-1914, Madrid, Tabapress, 1991, pp. 189-198.
TD- Francisco Contreras Pérez
418
define como población en edad activa. En el conjunto del movimiento
emigratorio español a América en 1882-1956, alrededor del 83,5 por
100 de los emigrantes estaban en el amplio tramo de edad entre los
14 y 60 años; el 16 por 100 era menor de 14 años y el 0,5 por 100
eran adultos que superaban los 60 años. Esta distribución también se
confirma en líneas generales para el total de la emigración exterior
española en 1882-1930.
A nivel de Andalucía, la distribución de los emigrantes por
grupos de edad varió con el tiempo y diferenciando entre las
distintas corrientes. De acuerdo con los datos ofrecidos por el I.G.E.
para 1887-1900, el porcentaje de menores de 14 años entre los
embarcados por el puerto de Málaga fue el más alto (33,74 por 100),
seguido a distancia por el puerto de Almería (9,37 por 100) y el de
Cádiz (6,39 por 100). No obstante, el porcentaje gaditano es
excesivamente bajo, y se debe al efecto de un fenómeno extraño a
la corriente emigratoria propiamente dicha: los embarques de tropas
españolas se hacían mayoritariamente por este puerto; todos son
hombres en edad militar y por lo tanto en el tramo de 14-60 años
que cuenta, de esta manera, con una sobredimensionada
participación en detrimento relativo de los otros grupos de edad. En
1895 y 1896, al multiplicarse los efectivos militares españoles en
ultramar, el puerto de Cádiz registra respectivamente 32.729 y
TD- Francisco Contreras Pérez
419
35.681 embarques de individuos comprendidos entre los 14 y 60
años de edad. Justo el año anterior las personas con estas edades no
habían superado las 3.800. En 1899, consumado el "desastre del
1898", se volvió a las cifras de embarques de antes de la guerra,
siendo incluso inferiores. No obstante, no deja de ser significativo la
mayor proporción de menores de 14 años embarcados en el puerto
de Málaga, en tanto que provincia más favorecida por los subsidios
de los Gobiernos americanos a la inmigración de familias
agricultoras.
La evolución temporal de los emigrantes por grupo de edad
embarcados en los principales puertos andaluces muestra que la
emigración por el puerto de Almería presenta una pequeña
proporción de menores de 14 años, incluso con tendencia
descendente a lo largo del período. Por el contrario, este puerto
presenta en casi todo el período la mayor proporción de pasajeros
mayores de 60 años, que se explica por la vieja tradición emigratoria
de esta provincia hacia los campos argelinos. Entre los embarcados
en Cádiz, los menores de 14 años alcanzan su más alta participación
relativa en 1889, coincidiendo con la llegada de pasajes subsidiados
argentinos para familias obreras, y decae claramente desde 1895 por
efecto del incremento de los embarques militares con destino a
TD- Francisco Contreras Pérez
420
Cuba271. Por último, en el puerto de Málaga como era de esperar se
incrementa acentuadamente la proporción de menores de 14 años
en 1889, al ser esta la provincia más beneficiada por los pasajes
argentinos de 1889. La tendencia se hace sistemáticamente
ascendente a partir de 1891 trazando leves fluctuaciones anuales
paralelas a la evolución de la emigración andaluza hacia Brasil,
igualmente subsidiada y compuesta en su mayoría por familias de
Granada y Málaga que tenían en este puerto su salida natural (en
1895 el efecto de estos pasajes se dejó sentir puntual y levemente
en Almería, influencia que se reforzaría en las primeras décadas del
siglo XX).
Una emigración con un elevado componente rural
Los pasajes subsidiados iban destinados a la recluta de mano
de obra agraria y artesanal que, por otra parte, formaba el grueso de
la población activa en las sociedades de origen. El I.G.E. utilizaba
generalmente las siguientes categorías profesionales al clasificar a
los pasajeros: agricultores, industriales y artesanos, comercio y
transportes, profesionales liberales, funcionarios civiles del estado,
271 El 92 por 100 de la tropa, propiamente dicha (sin mandos), oscila entre los 20 y 29
años; hay un 6 por 100 de 30 y más años, y un 2 por 100 de 16 a 19 años. Moreno Fraginals y Moreno Masó, Guerra, migración..., p. 67.
TD- Francisco Contreras Pérez
421
militares, dedicados al culto, rentistas, sirvientes y profesiones sin
clasificar. Estos criterios de clasificación son demasiado amplios y
ambiguos, ya que, entre otros aspectos, no distinguen entre los
agricultores si son propietarios, arrendatarios o simples braceros.
Distinción que, desde los intereses historiográficos actuales, habría
sido sumamente pertinente para el caso andaluz.
A propósito de las características profesionales de la
emigración española a América, Yáñez Gallardo distingue tres etapas
que coinciden con las fluctuaciones generales de la emigración:
1882-1930, 1931-48 y 1949-62. Los años 1882-1930 tienen,
también a este respecto, un denominador común: la emigración de
agricultores marca la tendencia ascendente de la corriente española
de emigración. Entre 1882 y 1930, los agricultores partieron de un
porcentaje relativamente bajo (algo más del 60 por 100 de los
emigrantes) en 1882-90, para alcanzar la máxima participación (casi
el 80 por 100) en 1890-1900 y 1911-20.
La segunda posición en 1882-1930 la ocupan los
comerciantes y transportistas (entre el 20 y 5 por 100), grupo
profesional comparativamente más afectado por la recesión
emigratoria impuesta durante la guerra cubana en 1895-98.
Al igual que los comerciantes, los trabajadores industriales y
artesanos españoles tienen dos momentos de expansión, el primero
TD- Francisco Contreras Pérez
422
durante los años 1888 y 1889, coincidiendo con la recluta que realizó
el gobierno argentino en España, y posteriormente entre 1907 y
1913, en el período de mayor expansión de la emigración española.
Se a interpretado la primera y más significativa emigración de
artesanos como la reacción de este grupo socioprofesional ante el
riesgo de proletarización introducido por la competencia fabril e
industrial272. La aparición de industrias nuevas, el impulso de las
antiguas y la pervivencia de formas artesanales son características
propias de la época estudiada, donde vemos que las primeras se
expanden, que las segundas se renuevan y que las terceras entran
en crisis273. La participación media de los agricultores en 1888-90
fue del 42,79 por 100 y la de los artesanos del 9,71, los dos grupos
más importantes a excepción del capítulo "sin profesión y sin
clasificar" (17,79 por 100).
Aunque la mayoría fueran agricultores, en destino no todos
éstos se dedicaban a tareas agrarias. En este sentido, se ha
constatado un trasvase de mano de obra al sector terciario entre los
migrantes llegados a América, al ofrecerles el ámbito urbano
mayores expectativas socioeconómicas. Es por ello que, en cierta
272 Ha hecho uso de este prisma teórico, entre otros autores, la historiadora SÁNCHEZ
ALONSO, B.: Los causas de la emigración española (1880-1930), op. cit, pp. 191 y 192. 273 SOTO CARMONA, A.: El trabajo industrial en la España contemporánea (1874-1936),
Barcelona, Anthropos, 1989, p. 116.
TD- Francisco Contreras Pérez
423
medida, la emigración transoceánica supone también una migración
rural-urbana. Esto parece ser tónica dominante entre las colonias de
cantábricos, especialmente gallegos274, que llegaron a dominar un
gran segmento del comercio rioplatense. Este trasvase se ejecutó
gracias a los canales de estímulo, ayuda financiera y apoyo a la
inserción social entre migrantes sucesivamente establecidos a partir
de las relaciones de paisanaje, y reforzados por la consolidación
exitosa de estas comunidades regionales en la América urbana275.
A largo plazo, los agricultores parecen tener una mayor
fijación en la emigración, superando las salidas a los retornos, si bien
esta apariencia puede acusar el sesgo virtualmente derivado de la
conversión profesional (u ocupacional) de los migrantes una vez en
destino: pasarían de ejercer la labores rurales de su lugar de origen,
a integrarse en las mejor consideradas funciones típicas del sector
terciario urbano. En el extremo opuesto destaca el movimiento de
vaivén de comerciantes y transportistas, pauta migratoria
explícitamente estudiada por Maluquer de Motes para el caso de los
274 CAGIAO, P.: "Cinco siglos de emigración gallega", en VV.AA.: Historia general de la
emigración española a Iberoamérica, op. cit., p. 306. Esta investigadora de la Universidad de Santiago ha trabajado en los últimos años especialmente sobre las experiencias de la comunidad gallega en Uruguay, de las que habló en su ponencia titulada: "La emigración española, especialmente gallega, al Uruguay", IV Encuentro de Americanistas: La emigración asturiana y española al Río de la Plata, 1870-1930 (Oviedo, 9-11 de nov. 1994) (Ejemplar reprografiado e inédito).
275 VÁZQUEZ, A.: "La emigración gallega. Migrantes, transporte y remesas", en SÁNCHEZ ALBORNOZ, N. (comp.): Españoles hacia a América. La emigración en masa, 1880-1930, op. cit., p. 95.
TD- Francisco Contreras Pérez
424
intermediarios comerciales catalanes y cantábricos en Cuba276. La
mayor fijación de los agricultores en la emigración se podría haber
debido a varias circunstancias. Por una parte, los tipos de vinculación
a la tierra les pudieron arraigar más intensamente en las nuevas
regiones. En este sentido, especialmente los emigrantes que se
asentaron como colonos y accedieron a la propiedad de la tierra al
contar con algunos ahorros. Por otra parte, el grupo de jornaleros
agrícolas, trabajadores con muy poca cualificación y que no poseían
ahorros o herramientas propias, debieron contentarse con los
trabajos de menor remuneración, permaneciendo en América frente
a la incertidumbre del retorno (al no poder acumular un ahorro con
el cual volver a España)277. El carecer de estos ahorros no sólo
impidió la vuelta a España, sino también el establecimiento de
mecanismos interpersonales de estímulo y ayuda financiera a la
emigración de paisanos, o sea, de cadenas migratorias.
Estas carencias parecen haber afectado en gran medida a la
emigración andaluza tras la oleada de first comers de 1889, como ya
adelantamos y desarrollaremos más ampliamente en el capítulo final.
Las fuentes consulares generadas en los destinos indican que los
276 MALUQUER DE MOTES, J.: Nación e inmigración: los españoles en Cuba (ss. XIX y
XX), op. cit. 277 YÁÑEZ GALLARDO, C.: La emigración española a América (siglos XIX y XX).
Dimensión y características cuantitativas, pp. 195-197.
TD- Francisco Contreras Pérez
425
andaluces tuvieron de manera relevante un destino agrario (en
grupos familiares de braceros y a jornal) y como mano de obra no
cualificada en el ámbito urbano278. La estadística del I.G.E. sin
embargo no permite un estudio más o menos regionalizado de las
profesiones de los emigrantes españoles hasta 1891, cuando aparece
el estadillo con los datos cruzados de profesión y provincia marítima.
En una primera observación de la distribución por profesiones
de los emigrantes españoles atendiendo a los países de destino, y en
concreto comparando Argelia y Argentina, parece claro la
abrumadora participación de agricultores en la primera corriente.
Porcentaje que permaneció bastante estable a lo largo del siglo XIX,
al tratarse básicamente de una emigración de braceros en torno al
80 por 100.
Menos simple resulta la participación relativa de los grupos
profesionales en la emigración hacia Argentina. Los que se declaran
como agricultores arrojan un porcentaje inferior a su peso en la
población activa de España279. Es más, también significa una
disminución respecto al porcentaje registrado el año inmediatamente
278 CONTRERAS PÉREZ, F.: "Un mecanismo financiador de la emigración contemporánea
de andaluces a América", Revista de Historia Contemporánea, n.º 6, Sevilla, 1995, pp. 61-94.
279 Según A. Soto Carmona, en España la población activa agraria (agrícola y ganadera) es en el período estudiado la más numerosa y su crecimiento en términos absolutos es manifiesto hasta principios del siglo XX, constituyendo más de la mitad de la mano de obra disponible hasta 1930, en que por primera vez la suma de los trabajadores empleados en la industria y en los servicios supera a los obreros agrícolas. SOTO CARMONA, A.: El trabajo industrial en la España contemporánea (1874-1936), op. cit., pp. 53-63.
TD- Francisco Contreras Pérez
426
anterior, 1888 ( 53 por 100), aunque en términos absolutos se
constata un considerable incremento. Por el contrario, el epígrafe
"sin profesión y sin clasificar" engloba un número de individuos
verdaderamente crecido, 14 punto por encima del registrado en
1888.
Aquí radica la base de la polémica abierta en Argentina sobre
la conveniencia de financiar la inmigración, atendiendo al poco celo
selectivo mostrado por los agentes reclutadores al respecto. Se
consideraba que la "emigración espontánea", mayoritaria antes de la
década de 1880, era el resultado de un estricto proceso de selección
"natural" (sólo migraban los que contaban con recursos previos como
los "agricultores" -labradores o pequeños productores agrícolas- y,
en consecuencia, con una capacitación y una posibilidad de inserción
supuestamente mayores), movidos por la privación relativa y las
expectativas de mejora tal que por entonces se decía también en
algunos diarios andaluces. Mientras que por el contrario, la
"emigración artificial" llevaba a Argentina a los "más débiles" de las
sociedades de origen, que no tenían por qué disponer de ahorros
previos y a los que se les suponía menores capacidades para los
intereses productivos del país de acogida.
TD- Francisco Contreras Pérez
427
De hecho, como ha puesto de manifiesto Devoto280, los
pasajes subsidiados hacían cambiar en determinadas coyunturas la
composición profesional de los inmigrantes a Argentina: decrecía el
número de los agricultores (o de los que declaraban al llegar a
Buenos Aires ser agricultores) y crecía en cambio tanto el de
"jornaleros y sin profesión" como el de los "artesanos" (esto es
respectivamente, trabajadores no cualificados -rurales o urbanos- y
en menor medida menestrales).
En el incremento de la categoría genérica de "jornaleros y sin
profesión" se incluye a más de 12.000 mujeres (siempre
mayoritarias en este epígrafe de indefinidos), o sea casi cuatro veces
más que en 1888, y que se encuadra dentro del componente familiar
de 1889. Por el contrario, y frente a los cambios registrados en las
dos grupos anteriores, el grupo de los que se declaran como
"industriales y artesanos" presenta una participación ligeramente
superior a la registrada en 1888 (20 por 100). En suma, el destacado
incremento de los "sin profesión y sin clasificar" en 1889 matizó, en
términos relativos, el incremento real de los migrantes que se
adscribían como "agricultores" e "industriales y artesanos".
280 F. DEVOTO ha estudiado la evolución y consecuencias de las "Políticas migratorias
argentinas y flujo de población europea (1876-1925)", Estudios migratorios latinoamericanos, n.º 11, Buenos Aires, 1989, pp. 144-147.
TD- Francisco Contreras Pérez
428
Desde 1891 contamos con las clasificaciones profesionales a
nivel de provincias marítimas. Para su estudio, hemos sustraído los
datos correspondientes a funcionarios civiles, militares y religiosos
para concentrar nuestro estudio en la por entonces llamada
"verdadera emigración" o " emigración privada". Esto resulta
especialmente necesario para el puerto de Cádiz, donde la
abrumadora presencia de militares embarcados (75,40 por 100) nos
dificultaba discernir las pautas emigratorias de los restantes grupos
profesionales emigrantes. Por otra parte, hemos incluido
sistemáticamente en el grupo "otras profesiones" a aquellas que
agrupan menos del 1 por 100 de los emigrantes de cada puerto en el
total del período, y a los individuos "sin profesión o sin clasificar".
Un estudio de conjunto de los tres puertos andaluces (1891-
1900) confirma que, tal que sucede a nivel de España, los grupos
mayoritarios son los de agricultores (65,31 por 100), comerciantes y
transportistas (11,48 por 100) e industriales y artesanos (2,45 por
100). Este porcentaje de "agricultores" se encuentra dentro del
margen (60-75 por 100) marcado por el peso del conjunto del sector
primario en la población activa andaluza entre 1887 y 1900281.
281 Véase la distribución en sectores económicos de la población activa andaluza en
SOTO CARMONA, A: El trabajo industrial en la España contemporánea (1874-1936), op. cit., p. 59, y "Aproximación al estudio de la fuerza de trabajo en Andalucía en el primer tercio del siglo XX", en Actas del III Coloquio de Historia de Andalucía, Córdoba, Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, 1985, pp. 415-427.
TD- Francisco Contreras Pérez
429
Ahora bien, los porcentajes de participación de estos grandes
agrupamientos profesionales son diferentes según los puertos
andaluces de embarque y, por lo tanto en cierta medida, según los
destinos.
Como cabía esperar, en Almería el epígrafe "agricultores"
agrupa el 89,58 de los embarcados por este puerto en 1891-1900,
su inmensa mayoría braceros con destino al Oranesado. La tendencia
es sin embargo descendente determinando la del conjunto de la
emigración almeriense. Al final del período la caída se hace clara a
causa de la competencia de los braceros “moros”, que provocó una
disminución de los jornales y, con ello, la pérdida del atractivo de la
colonia francesa para los trabajadores almerienses y levantinos en
general.
"Las causas principales de este
decrecimiento son la competencia que los
moros indígenas hacen a nuestros emigrantes,
las trabas que á estos se ponen en el ejercicio
de la industria y el comercio, por la decidida
protección que dispensan las leyes á los
naturales del país y á los naturalizados, y la
TD- Francisco Contreras Pérez
430
negación de socorros á los jornaleros españoles
indigentes"282.
En el extremo opuesto al puerto de Almería, el puerto de
Cádiz registra la más baja participación media de agricultores (3,99
por 100) entre los embarcados por puertos andaluces. Porcentaje
excesivamente bajo que se compensaría si se poseyesen datos sobre
los embarcados en Gibraltar, entre los que cabe suponer había una
mayoría de mano de obra agraria reclutada con destino a Brasil por
las agencias de emigración allí afincadas. Los comerciantes y
transportistas constituyen el grupo profesional que más frecuenta el
puerto de Cádiz, cuya tradición mercantil así lo justifica junto a su
amplio radio de atracción sobre el resto de España. Estos hombres
de negocio, más los rentistas, se ven muy afectados por la crisis
bélica cubana. Disminuyen su participación en los años
inmediatamente anteriores a 1898, pero en esta fecha remontan.
Esto es especialmente visible entre estos últimos que, al
considerarse inminente la pérdida de Cuba llegado 1898, salieron en
gran número hacia la colonia para finiquitar sus negocios y hacer
líquido su capital patrimonial283. Por último, resulta también
282 I.G.E.: Estadística de la emigración é inmigración [...] 1901 y 1902, Madrid, 1903, p.
LIII. 283 Las posturas rupturistas, sin embargo, han sido matizadas por la nueva historiografía
que resalta los apectos continuistas con respecto a la relación España-Cuba tras el 98, y [Cont.]
TD- Francisco Contreras Pérez
431
llamativo los altos porcentajes de "otras profesiones", formadas en
una gran parte por los pasajeros "sin profesión o sin clasificar".
En el caso de Málaga, los agricultores presentan una
participación media (83,84 por 100) casi tan elevada como en
Almería, pero con tendencia ascendente. En los años 1893-98 las
tasas anuales fueron constantemente superiores a esta media,
coincidiendo con la mayor importancia de los pasajes subsidiados
brasileños para colonos agrícolas y el descenso en términos relativos
y absolutos de otros grupos profesionales (industriales y artesanos,
comerciantes y transportistas). En todo caso, también cabe la
posibilidad razonable que frecuentemente se declarase
fraudulentamente una ocupación agrícola para acogerse a las
ventajas de los pasajes.
El nuevo mapa de la emigración.
concretamente en lo referente a la masiva y total repatriación de los capitales. Véase al respecto BAHAMONDE, A. Y CAYUELA, J.: Hacer las Américas. Las élites coloniales españolas en el siglo XIX, Madrid, Alianza, 1992, pp. 15-52. De hecho, las remesas americanas en su conjunto siguieron afluyendo a la Península hasta el declive de las mismas en los años treinta, como se ha puesto de manifiesto en: GARCÍA LÓPEZ, J. R.: Las remesas de los emigrantes españoles en América. Siglos XIX y XX, Colombres, Archivo de Indianos, 1992, basándose en los libros de cuenta de varias casas de banca asturianas.
TD- Francisco Contreras Pérez
432
Se ha dicho que, desde el punto de vista migratorio, la escala
regional podía resultar en "demasiado holgada" en el caso andaluz,
en lo que tendría mucho que ver la dimensión y la variedad
geográficas presentes284. De hecho, tanto A.-M. Bernal285 como E. de
Mateo Avilés286 confirmarían en sus respectivos trabajos estas
diferencias territoriales.
En este sentido, confirmaban el análisis que hiciera en la
década de 1960 el que es, hoy en día, un clásico de los estudios
migratorios en España. Mediante el uso del "método de saldos", el
profesor A. G. Barbancho hizo observar que, atendiendo a Las
migraciones interiores287, Andalucía Occidental presentaba un
balance favorable mientras la Oriental uno claramente emigratorio
en 1901-1930. Ahora bien, el método de saldos obviamente no
permite discriminar entre tipos de migraciones, por lo que las
exteriores permanecían sin ponderación definida288.
284 SÁNCHEZ-ALBORNOZ, N.: "Medio siglo de emigración masiva de España hacia
América", en SÁNCHEZ-ALBORNOZ, N. (comp.): Españoles hacia América. La emigración en masa, 1880-1930, Madrid, Alianza, 1988, p. 21.
285 BERNAL, A.-M.: "La emigración de Andalucía", en SÁNCHEZ-ALBORNOZ, N. (comp.): Españoles hacia América. La emigración en masa, 1880-1930, op. cit., pp. 147.
286 MATEO AVILÉS, E. de: La emigración andaluza a América (1850-1936), Málaga, Arguval, 1993.
287 GARCÍA BARBANCHO, A.: Las migraciones interiores españolas. Un estudio cuantitativo desde 1900, Madrid, Instituto de Desarrollo Económico, 1967.
288 A. García Barbancho desconfiaba de la utilidad genérica de la estadística española sobre migración exterior, en especial para las décadas de 1950 y 1960 en adelante, porque "fundamentalmente sólo se ha venido recogiendo la emigración a ultramar". Ibídem, p. 36.
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433
En lo que respecta a la emigración exterior, Andalucía
Oriental aportó el 68,5 por 100 de este contingente emigratorio al
exterior (316.706 emigrantes según los datos del I.G.E.), mientras
Andalucía Occidental completó el 31,5 por 100 restante
(145.478)289, a pesar de que su peso en la población andaluza era
del 48,2 por 100 hacia 1900290. Es más, en la parte oriental la
extensión de la idea fue marcadamente desigual, oscilando entre la
provincia más emigratoria de Andalucía, Almería (43,8 por 100 de la
emigración andaluza), y la menos emigratoria, Jaén (1,1 por 100).
Así pues, quedaba perfilada una zona oriental y costera
principalmente emigratoria, frente a un interior relativamente
excluido en este primer ciclo de propagación migratoria en la
Andalucía contemporánea.
Las provincias que más población proporcionaron fueron,
como se ha adelantado, las costeras (a excepción de Huelva) y la de
289 Como hemos analizado en el primer capítulo a través de la historiografía al uso, los
determinantes de estos comportamientos heterogéneos variaron en el tiempo y en su dimensión, y por ello debemos remitirnos en última instancia a los diferentes incidencias de la crisis finisecular por provincias. El término "crisis finisecular" encierra una realidad compleja que comprende multiples variables como la crisis de la producción y de sus mercados tradicionales, la crisis de los aprovechamientos y usos atávicos, la crisis de ciertas formas de tenencia de la tierra,..., en un contexto de modernización e internacionalización de las economías regionales. Para una estudio seriado de cómo afectaron estos procesos a Andalucía, los estudios del Grupo de Estudios Agrarios. En lo referente a las fluctuaciones de las producciones agrarias, se han elaborado dos tesis que minuciosamente recogen y evalúan las estadísticas existentes al respecto: JIMÉNEZ BLANCO, J. I.: La producción agraria de Andalucía Oriental, 1879-1914, Madrid, Servicio de Reprografía de la Universidad Complutense, 1986, 2 ts., y ZAPATA BLANCO, S.: La producción agraria de Extremadura y Andalucía Occidental, 1875-1935, Madrid, Servicio de Reprografía de la Universidad Complutense, 1986, 2 ts.
290 Calculado a partir de los datos recogidos en: GARCÍA FERNÁNDEZ, P.: Población de los actuales términos municipales 1900-1981, Madrid, I.N.E., 1985, p. 4.
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434
Andalucía Oriental. Por el contrario, las provincias de Jaén291,
Córdoba, Sevilla y Huelva forman un conjunto con escasa emigración
exterior. Ahora bien, sólo Almería entre las ocho provincias
andaluzas presenta niveles emigratorios altos tanto en el siglo XIX
como en el primer tercio del XX. Tras de Almería, la segunda
provincia más emigratoria fue Cádiz (24,8 por 100). Ambas
provincias suministraron la mayoría de los emigrantes andaluces al
exterior entre 1885 y 1930 (68,6 por 100).
Estas dos primeras posiciones en el ranking de provincias
emigratorias (Almería y Cádiz) se mantuvieron tanto en la primera
etapa del ciclo analizado (1885-1898), como en la siguiente (1911-
1930). No obstante, se dio una serie de cambios de uno a otro
período en cuanto a la importancia emigratoria del conjunto de las
provincias: 1) decremento relativo de la proporción de almerienses y
malagueños en el conjunto de la emigración exterior andaluza; 2)
esto se debió fundamentalmente al incremento de la participación
del resto de las provincias; 3) Huelva sustituyó a Jaén en 1911-30
como provincia que menos emigrantes aportaba al contingente
291 Sin embargo, según los datos de A. G. Barbancho, Jaén presenta constantes saldos
migratorios negativos desde al menos 1901-10. Recordemos que no se trata de una provincia con importante presencia de la pequeña propiedad, como definía Mateo Avilés las provincias más emigratorias.
TD- Francisco Contreras Pérez
435
emigratorio andaluz, si bien en ambas también aumentaron los
emigrantes exteriores en términos absolutos.
Amén de esta foto fija de las emigraciones provinciales, un
estudio de su evolución anual se hace necesario para una más
precisa comprensión de las pautas emigratorias, en tanto que
respuesta a sus variables determinantes, a los procesos que se
desencadenan y a las alternativas de destino que se presentan. En
este estudio en el tiempo, seguiremos el enfoque y los criterios
comparativos empleados en el capítulo anterior. Con ello no
pretendemos únicamente emplear un recurso descriptivo más útil de
los empleados hasta ahora. El análisis de estos parámetros, dentro
de las limitaciones inherentes a la escala provincial, permite a su vez
establecer hipótesis razonables sobre la incidencia general de los
mecanismos migratorios propiamente dichos, como paso previo al
proyecto en curso sobre su funcionamiento local desde un enfoque
micro histórico.
Ausente en la emigración temprana a América, protagonista
en la del siglo XX
La emigración exterior almeriense muestra un claro ápice en
1911-13, que será seguido de una profunda caída en los años de la
TD- Francisco Contreras Pérez
436
Primera Guerra Mundial. Esta emigración provincial sin embargo no
reproduce con similar claridad el conocido primer máximo andaluz de
1889, al no ser directamente favorecida de manera significativa por
los pasajes subsidiados por el gobierno argentino. De todos modos,
los valores del siglo XIX, aun descendentes, presentan una mayor
regularidad que los registrados en años posteriores.
En tanto que aspecto más sobresaliente, la emigración
exterior almeriense muestra altos niveles en todos y cada uno de los
años considerados. Esto es así en la medida que la participación de
los migrantes almerienses en la corriente andaluza es
sistemáticamente superior al peso que representan en la población
de la región. El esfuerzo emigratorio de la provincia en su conjunto
alcanza sus máximos en el siglo XIX, siendo su participación en el
total superior al 40 por 100.
Los altos niveles emigratorios se confirman igualmente
atendiendo al segundo parámetro. La intensidad emigratoria de la
población almeriense es también superior a la media andaluza. Las
tasas de emigración por 1000 habitantes presentan un máximo
destacado en 1911-13, si bien de nuevo el siglo XIX revela un
comportamiento más regular a la luz de este parámetro.
Debemos precisar que, en especial para los últimos años del
ochocientos, el esfuerzo emigratorio reflejado por los indicadores
TD- Francisco Contreras Pérez
437
empleados aparecería considerablemente matizado si dispusiésemos
de datos fiables sobre retornos, al tratarse en parte de una
emigración de vaivén marcada por las tareas estacionales en los
campos argelinos.
En definitiva, la evolución en el tiempo que muestran los
distintos indicadores de la emigración almeriense es el resultado de
los cambios efectuados en las características y destinos.
Efectivamente, según los datos sobre los emigrantes avecindados en
los municipios de la provincia, la abrumadora mayoría (80,46 por
100) de éstos se dirigieron a Argelia entre 1885 y 1895; otros
destinos, aunque de mucha menor importancia, fueron Brasil (1,24)
y Argentina (0,30). Estas preferencias parecen cambiar en el siglo
XX, según los datos sobre pasajeros salidos por la provincia marítima
de Almería. Argentina pasa a ocupar el primer lugar (63,06 por 100)
reemplazando en gran parte a Argelia (22,59) como destino
preferente, mientras Brasil queda reducido a la tercera plaza (3,74)
aun incrementando relativamente su poder de atracción.
Como hemos indicado en páginas anteriores, los almerienses
constituyen en todos los años el grueso del contingente andaluz
emigrante a Argelia. A finales de los años 1870, en plena crisis del
esparto de Almería, se sabe que las primeras noticias sobre las
posibilidades que se abrían en Argelia llegaron, además de por otros
TD- Francisco Contreras Pérez
438
supuestos, a través de la labor llevada a cabo por agentes
reclutadores comisionados por una sociedad francesa recién
constituida, la Compagnie Franco-Algèrienne292. Ésta compañía
francesa tenía intereses en la promoción del esparto como cultivo
industrial en las colonias francesas. Tal como ya observara M. E.
Cózar Valero293, la emigración almeriense hacia Argelia llega a
superar en 1885-86 a provincias levantinas con más antigua
emigración. Este predominio se mantendrá hasta finales del siglo
XIX, según los datos explotados por J. B. Vilar294 sobre el origen
provincial de los emigrantes españoles hacia aquella colonia. El arco
sudeste formado por las provincias mediterráneas de Almería,
Alicante y Murcia, las más próximas geográficamente a la colonia
francesa, suministra más de las tres cuartas partes de los españoles
a la otra orilla del Mediterráneo.
Facilitado por esta cercanía geográfica, la corriente argelina
tiene un marcado carácter estacional, que determina una fuerte
concentración de las salidas en los meses de máxima actividad en las
economías magrebíes, y un número de retornos anuales mayor que
292 VILAR, J. B.: Emigración española a Argelia (1830-1900), Madrid, Instituto de
Estudios Africanos,1975, pp. 156-159. Dicho autor presentaría un extracto de sus investigaciones referente a Almería en la ponencia "Emigración almeriense a Argelia en el siglo XIX", en (Actas del) Congreso de Historia de Andalucía (Córdoba, 1976), Andalucía Contemporánea, Córdoba, Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, 1983, t. 2, pp. 241-254.
293 CÓZAR VALERO, M. E.: La emigración exterior de Almería, Granada, 1984, pp. 68-85. 294 VILAR, J. B.: Emigración española a Argelia (1830-1900), op. cit., pp. 107-110.
TD- Francisco Contreras Pérez
439
en las corrientes americanas en su conjunto. Para el estudio de la
estacionalidad y la temporalidad de la emigración, debemos recurrir
a los ya conocidos datos del I.G.E. sobre de emigración e inmigración
por provincias marítimas. Ahora bien, en la medida que no todos los
emigrantes salían o retornaban necesariamente por los puertos de su
provincia, en el caso de ser costera, podemos afirmar que los datos
sobre retorno debemos tomarlos incluso con mayor prudencia si
cabe.
Hechas estas consideraciones generales, podemos estimar
que, teniendo en cuenta la cercanía geográfica y las concurridas
rutas marítimas entre ambas costas, una gran parte de los
emigrantes almerienses al norte de África regresaban por el puerto
de su capital, salvo una pequeña parte que los hacía por Cartagena.
Por ello, los datos referentes al puerto de Almería son, en opinión de
Vilar, bastante "fiables", en comparación con Alicante o Murcia. El
contingente almeriense que se servía de Cartagena en sus
desplazamientos podría considerarse equilibrado aproximadamente
con respecto a aquellos otros que, procedentes de las comarcas
interiores de la provincia de Granada, encontraban salida más
cómoda por Almería.
La estacionalidad está relacionada con la considerable
movilidad profesional y espacial del trabajador almeriense que
TD- Francisco Contreras Pérez
440
pasaba de las cuencas mineras a las campos para la siega de
primavera-verano, o a la recolección del esparto, sin que fuera difícil
verlo tanto dentro de la provincia como en otros cotos mineros
meridionales, en la campiñas béticas formando cuadrillas de
segadores o en los atochares del Oranesado295. En la siguiente tabla
se recoge el balance de los agregados estacionales de los embarques
practicados desde los puertos de Almería en 1887, año más próximo
a 1886 para el que disponemos de esta estadística.
Como se observa, otoño concentra el mayor número de
salidas (42,16 por 100), coincidiendo con el incremento de la
demanda de mano de obra para las tareas del esparto y la vid en las
295 SÁNCHEZ PICÓN, A.: La integración de la economía almeriense en el mercado mundial (1778-1936). Cambios económicos y negocios de exportación, Almería, Instituto de Estudios Almerienses,1992, p. 275.
Movimiento estacional de pasajeros. Puertos de Alme ría, 1887
Primavera Verano Otoño Invierno Año Entradas (E) 654 3798 898 685 6035 Salidas (S) 1986 1011 3393 1658 8048 Saldo (E-S) - 1332 2787 -2495 -973 -2013 Fuente: I.G.E.: Estadística de emigración..., 1891. Elaboración propia.
TD- Francisco Contreras Pérez
441
colonias magrebíes de Francia. En consecuencia, los meses otoñales
registran los mayores excesos de salida. Los regresos se producían
de manera aún más concentrada en verano (62,93 por 100), esta
vez coincidiendo con las faenas de la siega en Almería. Un número
considerable de los retornos parece, pues, diferirse al verano del año
siguiente al de salida, pauta que indica una ligera fijación estacional
en la emigración y que se debe tener en cuenta a la hora de
interpretar los agregados anuales. J. F. Bonmatí296 confirma estas
pautas estacionales para el conjunto de la emigración española, que
sin embargo presenta ciertos cambios a principios del siglo XX por
efecto de una mayor concentración de las salidas en otoño (para
entonces, venida a menos la ruta hacia Argelia, los podadores de
viña son los únicos emigrantes temporales que siguen
frecuentándola).
Anualmente considerada, y relacionado con lo anterior,
debemos destacar el hecho de que la emigración española al Magreb
presenta alto número de regresos anuales, arrojando un signo
próximo al equilibrio entre entradas y salidas297. Ahora bien,
mientras son sólo ligeramente favorables los saldos para la
emigración en Alicante y Murcia, el número de salidas desde Almería
296 BONMATÍ, J. F.: Los españoles en el Magreb (siglos XIX y XX), Madrid, Mapfre, 1992,
pp. 91-97. 297 VILAR, J. B.: Emigración española a Argelia (1830-1900), op. cit., p. 109.
TD- Francisco Contreras Pérez
442
supera ampliamente el de entradas, como ha quedado manifiesto
para el año 1887. Esto se confirma para períodos más amplios de
tiempo, tal como recoge la tabla de abajo para los años 1882-1886.
Movimiento anual de pasajeros. Puertos de Almería, 1882-1886 (destino: Argelia).
1882 1883 1884 1885 1886 Total Entradas (E) 6065 6336 3330 5062 7681 28474 Salidas (S) 8915 7396 2766 7660 8878 35615 Saldo (E-S) -2850 -1060 564 -2598 -1197 -7141 Fuente: VILAR, J. B.: Emigración española a Argelia..., p. 108.
Este relativo grado de fijación en la emigración de los
almerienses es un dato específico a tener en cuenta, sin que llegue a
cuestionar el carácter temporal de estas emigraciones. Quizás
Alicante y Murcia, provincias con mayor tradición emigratoria, hacia
fines de los años 1880 ya habían superado su momento de máxima
saturación emigratoria.
Si aceptamos esta hipótesis, tendríamos que poner en
relación esta relativa fijación en destino de los almerienses con la
persistencia de una situación socioeconómica crítica en origen.
Según las investigaciones de Sánchez Picón sobre la
TD- Francisco Contreras Pérez
443
internacionalización de la economía almeriense298, en estas fechas y
hasta principios del siglo XX se asiste en Almería a la conjunción de
la "gran crisis" minera y la crisis-reconversión de la vid almeriense,
mientras la industria del esparto se recupera sólo lentamente de la
rápida caída de las exportaciones de 1870-77. Por lo demás, parece
que las mujeres presentan una menor tasa de retornos, confirmando
la tesis clásica de que la emigración femenina, y por extensión la
familiar, tienen un mayor grado de fijación en la emigración. En todo
caso, el número de "retornos" acumulados representa casi el 80 por
100 de las salidas contabilizadas durante los años 1882-1886 en el
puerto de Almería, esto es, el grado de fijación no sería muy superior
al 20 por 100 (el tiempo medio de permanencia en la emigración
debe ser precisado a través de estudios micro históricos).
En el siglo XIX, y sin cuestionar el predominio de la
emigración a Argelia, los mayores cambios se producen en los
destinos americanos alternativos, siendo Brasil el país con un poder
de atracción decisivo tras decaer la primera y escasa emigración a
Argentina. La importancia de Brasil en la emigración de Almería es
superior a la que tiene en el conjunto de la emigración regional.
298 SÁNCHEZ PICÓN, A.: La integración de la economía en el mercado mundial (1778-
1936). Cambios económicos y negocios de exportación, op. cit.
TD- Francisco Contreras Pérez
444
No obstante, el máximo emigratorio almeriense de 1911-13
se explica, como también a nivel andaluz, por el espectacular
incremento de la emigración a Argentina. La corriente argentina
presenta tras 1920 un mayor grado de sostenimiento que en el siglo
anterior, no obstante su tendencia descendente. Esto puede deberse
no sólo a la disminución del atractivo de Argelia, sino también al
mayor número y funcionalidad de las cadenas migratorias
establecidas entre localidades argentinas y almerienses tras el
aluvión de 1912299. Estas redes sociales establecidas en la segunda
década del siglo XX fueron un mecanismo que permitiría incluso
superar los obstáculos debidos a los nuevos aires restrictivos de la
inmigración que se imponían en la política argentina (Ley y
Reglamento de inmigración de 1923), que limitaban entre otros
aspectos las posibilidades de ingreso de aquellos que se presuponía
limitados en su capacidad de autosustento300.
Aceptando esta hipótesis, esta mayor proporción de cadenas
migratorias almerienses se debería explicar por varios factores
coadyuvantes a su asentamiento en Argentina: el acervo migratorio
299 En un estudio de caso, M. Ceva ha señalado la existencia de cadenas migratorias entre
Huercal-Overa y Flandria (Argentina): "Movilidad social y movilidad espacial en tres grupos de inmigrantes durante el período de entreguerras. Un análisis a partir de los archivos de fábrica", Estudios Migratorios Latinoamericanos, n.º 19, Buenos Aires, 1991, pp. 345-361. En una primera impresión que he obtenido de los partes consulares argentinos que estoy explotando, la emigración almeriense a Argentina tiene un apreciable grado de concentración en su origen comarcal.
300 DEVOTO, F.: "Políticas migratorias argentinas y flujo de población europea (1876-1925)", Estudios migratorios latinoamericanos, n.º 11, Buenos Aires, 1989, pp. 135-158.
TD- Francisco Contreras Pérez
445
adquirido por los almerienses en sus experiencias migratorias al
norte de África (mutatis mutandis), la selección "espontánea" que se
ejecutaba en origen impuesta por la capacidad de acceso al pasaje
trasatlántico (reservado a los que contaban con algún tipo de
recursos económicos, al no existir financiación pública de los
mismos) y, desde luego, las condiciones económicas encontradas por
los migrantes llegados en 1912 a Argentina, que resultaban en
general mejores que las sufridas por el aluvión de malagueños y
granadinos en la década siguiente a 1889.
Por último, y más reducidos en su conjunto, fueron
importantes algunos contingentes emigratorios a Cuba, Estados
Unidos (con pasajes subvencionados por el Board of Immigration of
Hawaii y especialmente dirigidos a viticultores) y, finalmente,
Uruguay, sobre todo, en el siglo XX, con un grado de estabilidad en
la emigración desconocido por ahora.
Este "boom" americano de los años diez terminará a
comienzos de la década de los treinta y provocará el resurgimiento
nuevamente de la dirección hacia Argelia; sin embargo, en términos
absolutos este nuevo contingente argelino fue insignificante en
comparación con la enorme corriente que había salido hacia este
destino a finales del ochocientos. Esta pérdida de importancia
también se dará respecto a la emigración total exterior, para
TD- Francisco Contreras Pérez
446
retomarse con fuerza en los años siguientes a la Posguerra Civil
primero hacia Argentina y después hacia las más atractivas
alternativas ofrecidas por otras regiones españolas y centroeuropeas.
¿Qué ocurrió con los protagonistas de la emigración temprana
en la época de la emigración en masa?
En términos absolutos, la emigración gaditana presenta
ciertas variantes sobre la andaluza. La tendencia de la provincia es
ascendente en el siglo XIX, cuando la del conjunto andaluz y la de
Almería son descendentes. En ello tiene bastante que ver el mayor el
peso en la estadística provincial de los militares y funcionarios civiles
embarcados hacia Cuba, que aumentaron desde 1895 al tiempo que
caía la emigración propiamente dicha. En cuanto a las pautas
anuales, Cádiz presenta los máximos regionales de 1889 y 1912.
Ahora bien, la importancia emigratoria de 1912 es
comparativamente menor en el caso gaditano, conclusión que puede
adolecer del sesgo originado por el desvío de parte del flujo
migratorio vía Gibraltar. Por el contrario, la depresión emigratoria de
1918, debida a las restricciones provocadas en el tráfico marítimo
por el primer conflicto mundial, no se deja sentir en igual medida en
el caso de Cádiz, cuyo importante puerto resulta relativamente
TD- Francisco Contreras Pérez
447
menos afectado que otros andaluces por el proceso de reducción y
concentración de las grandes líneas de vapores que se arriesgaban
por el Atlántico. La última subida destacada de 1920 se retrasa a
1921 en el caso gaditano, pudiendo estar relacionada en parte con el
fuerte contingente militar salido de esta provincia con motivo del
recrudecimiento de otra guerra colonial: Marruecos.
Teniendo en cuenta lo anterior, se nos plantean algunas
particularidades. Los parámetros de Cádiz la presentan como una
provincia con altos niveles migratorios, en la medida que los
porcentajes de emigración exterior son superiores al peso de su
población en el total andaluz, excepto en el primer año estadístico
(1885). La especificidad estaría marcada por el crecimiento relativo
destacado a fines del siglo XIX y en 1917-9, signo de la mayor
resistencia de esta emigración provincial en momentos en que
aumentan los obstáculos a la movilidad internacional. Por el
contrario, las tasas de emigración bruta por 1000 habitantes nos
muestran a Cádiz como una provincia con escasa intensidad
emigratoria, es decir, cuyos valores son siempre menores a los del
conjunto regional al que pertenece.
Se puede argumentar que el importante peso que registra
Cádiz en la emigración exterior andaluza resulta probablemente de la
inflación de las cifras de la emigración provincial, por una concepción
TD- Francisco Contreras Pérez
448
residencialista inducida por las fuentes: la inflación vendría dada por
la comentada tendencia de los emigrantes a declarar como
"provincia de última vecindad", la del puerto de embarque. Aquí
solían parar algunos días a la espera del vapor para el que tenían el
billete o lo había apalabrado con el gancho y el agente en sus
respectivas comarcas. A este respecto, resulta sorprendente que la
comarca de San Roque, paso hacia el puerto internacional de
Gibraltar, rompiera su tendencia a presentar saldos migratorios
negativos en el decenio 1911-20301, precisamente cuando se alcanza
el ápice emigratorio andaluz (1912) hacia América o, con el colapso
de las comunicaciones trasatlánticas durante la I Guerra Mundial,
surgiera Marruecos como un destino cercano para el éxodo potencial
andaluz y español.
En fin, todo ello supone descartar este parámetro, en favor de
aquel que muestra bajas intensidades emigratorias. Pero una vez
más habría que apuntar, por el contrario, que las estadísticas
emigratorias gaditanas también pueden sufrir el sesgo opuesto, esto
es, la deflación de sus valores reales justamente por la cercanía del
puerto franco de la colonia británica. En todo caso, estas dudas
razonables no nos permiten definir de manera concluyente la
301 GARCÍA BARBANCHO, A.: Las migraciones interiores españolas. Un estudio
cuantitativo desde 1900, op. cit., apéndice: tabla A.1
TD- Francisco Contreras Pérez
449
emigración gaditana. Pero Cádiz llegó a perder peso en el conjunto
de la población andaluza de 1885 a 1930, y en ello tendría algo que
ver las migraciones exteriores e interiores. De hecho, la provincia de
Cádiz presentó un saldo migratorio negativo en 1901-10 y 1921-
1930 según los cálculos de A. G. Barbancho302 y destacando en este
último período, pero ahora con signo contrario al del decenio
intermedio, la mencionada comarca de San Roque, que veía cómo el
trasiego de migrantes para embarcar en el puerto calpense
retrocedía al final del ciclo que estamos estudiando.
Atendiendo a la segmentación del flujo por destinos, éstos
fueron en 1885-95 para el caso de Cádiz: principalmente Cuba
(33,42 por 100) y, a cierta distancia, Argentina (23,91) y Marruecos
(22,07). Aun atrayendo estos destinos casi al 80 por 100 de los
pasajeros avecindados en la provincia de Cádiz, se ha de señalar que
existe una mayor diversificación que en el caso de otras provincias
andaluzas. Esta diversificación de destinos secundarios (Gran
Bretaña, México, Uruguay y, más tarde, Estados Unidos) es fruto de
una vieja tradición comercial y de las alternativas ofrecidas a los
potenciales emigrantes por el puerto de Cádiz, donde tocan
numerosas líneas de vapores.
302 Ibídem.
TD- Francisco Contreras Pérez
450
Si Cuba ocupa el cuarto lugar entre los países preferidos por
el conjunto de andaluces, entre los que se declaran vecinos de Cádiz
la isla caribeña pasa por ser el destino más favorecido a lo largo del
período (excepto quizás en 1888-91). No es extraño que, como ya
dijimos, los gaditanos representen una media del 81,18 por 100 de
los andaluces salidos para Cuba (donde había fuertes intereses
comerciales y económicos), protagonizando la singular tendencia
ascendente de esta corriente colonial entre 1885 y 1895. Ascenso
que se reafirma en 1895, cuando el resto de los destinos gaditanos
decaen, y gracias fundamentalmente al ya mencionado componente
militar creciente con motivo de la guerra.
Provenientes de Barcelona, el otro gran puerto de embarque
de tropas, los buques de transporte militar atracaban en Cádiz para
recoger a los que había caído en suerte marchar a Cuba. Algunas de
las unidades embarcadas en Cádiz llevaban largos años destacadas
en la provincia, por lo que parte de la tropa y sus mandos (incluso
los de origen foráneo) tenían su última vecindad aquí303.
303 Uno de los primeros batallones gaditanos en marchar fue el de cazadores de Tarifa,
con base en Jerez, en el mes de marzo. El vapor "Buenos Aires", por ejemplo, recogió los regimientos Alava y Soria el 22 de agosto de 1895 entre música y vítores que, con el paso de los meses, cambiarían de tono. En un bando del alcalde de Cádiz, que convocaba al pueblo para la despedida, se decía: "[...] el regimiento de Alava ha estado durante largos años custodiando nuestra plaza; aquí dejan los expedicionarios lazos de familia, vínculos de amistad [...] La mayoría de los soldados de Soria, son hijos de esta provincia y de esta querida ciudad [Cádiz]; por eso estamos ligados los unos a los otros con relaciones de gratitud, de simpatía y de cariño". Bando municipal reproducido en el Diario de Cádiz, Cádiz, 24 de agosto de 1895.
TD- Francisco Contreras Pérez
451
Un trasvase de tropas de estas dimensiones a través del
Atlántico no tenía precedentes, y no será superado hasta los años de
la Segunda Guerra Mundial. Fue un aporte masivo, y se ha admitido,
según la tesis de Moreno Fraginals y Moreno Masó, que una parte de
los miles de soldados españoles que cruzaron el charco por motivos
militares se planteó a posteriori una emigración propiamente dicha,
lo que convirtió a la postre su carácter coercido en una residencia
voluntaria. Para los reclutas españoles que no habían podido reunir
los 300 duros de la redención y sobrevivieron al ‘98, la Cuba de
posguerra ofrecía claras oportunidades laborales. El 80 por 100 de
los grandes centros productores cubanos no sufrió en su maquinaria
daños apreciables durante la guerra. Terminada ésta, la demanda de
trabajadores era tan alta que inmediatamente los intereses
azucareros se preocuparon de que los españoles residentes no
abandonasen la isla, y que los inmigrantes “golondrinas” continuasen
llegando. En efecto, el Círculo de Hacendados (dominado
fundamentalmente por intereses peninsulares) dirigió una circular a
los trabajadores españoles en 1899, expresando que "el pueblo
cubano no hizo la guerra a los españoles: combatió al gobierno
español".
No obstante, el uso del servicio militar como vía migratoria,
incluso como decisión a posteriori, no resulta tan fácil de cuantificar.
TD- Francisco Contreras Pérez
452
Los autores citados calculan que, entre 1887 y 1899, no regresaron
prácticamente 200.000 (en su mayoría tropa) de los 300.000
militares enviados a Cuba. Esta diferencia, argumentan, no puede
ser sólo el saldo de muertes, desaparecidos y deserciones. De
acuerdo con sus cálculos, la morbilidad y mortalidad durante la
guerra fueron altísimas, pero nunca como para acabar con el 60 por
100 del ejército español en pocos años304. En todo caso,
desconocemos la incidencia de este comportamiento migratorio entre
los reclutas de las distintas regiones españolas.
Sobra decir que esta serie de consideraciones no son
aplicables al caso de la emigración a Argentina a fines del siglo XIX.
Como a nivel del conjunto andaluz, la corriente rioplatense desde
Cádiz marca un clara tendencia a la caída durante el siglo XIX, en la
medida que el aluvión de 1889 no garantizó, aunque fuera
obviamente con niveles inferiores pero significativos, una emigración
posterior de manera sostenida. Ahora bien, es cierto que las
estadísticas españolas no nos permiten este tipo de análisis para
después de 1895, año en que podríamos apreciar posiblemente el
resultado cuantitativo del funcionamiento efectivo de las cadenas
migratorias no abortadas y sólo diferidas. En cuanto al siglo XX,
304 MORENO FRAGINALS, M. R. Y MORENO MASÓ, J. J.: Guerra, migración y muerte. (El
ejército español en Cuba como vía migratoria), Colombres, Archivo de Indianos, 1993, p. 136.
TD- Francisco Contreras Pérez
453
teniendo en cuenta que las fuentes sólo permiten observar la
evolución de los embarcados sin distinción de origen por el puerto de
Cádiz entre 1911 y 1930, estimo que un mero ejercicio de
interpolación no ofrecería conclusiones apreciables acerca
específicamente de los gaditanos, al ser un puerto frecuentado en
número considerable por pasajeros de varias regiones.
El tercer destino del conjunto de pasajeros gaditanos parece
haber sido otro territorio colonial: Marruecos. En el Magreb, este país
atrajo a los gaditanos en mayor medida que Argelia. Siguiendo a
Bonmatí, se pueden distinguir varias etapas en la evolución general
de esta corriente. Bastante más tarde que hacia Argelia (1830-48),
el despegue migratorio español hacia Marruecos se produce en
1890-99 con volúmenes siempre inferiores a 1.000 individuos
anuales. En las dos primeras décadas del siglo XX, el ritmo de las
salidas sigue siendo lento, puesto que hasta 1912 no se rebasan los
3.000 emigrantes, una vez firmado el tratado que establecía un
Protectorado dual hispano-francés en el Sultanato. Con la I Guerra
Mundial descendieron los niveles, pero pronto, a partir de 1921,
vuelven a dispararse las cifras en los capítulos de salidas, en paralelo
al ya estudiado descenso de la corriente argelina (que afectó, en
Andalucía, a almerienses y malagueños). En la década de 1930-39,
al endurecerse las condiciones para encontrar empleo y la política de
TD- Francisco Contreras Pérez
454
visados en la parte francesa, la corriente migratoria se estanca, e
incluso retrocede durante la Guerra Civil española. En la segunda
mitad de los cuarenta, bloqueada la alternativa argelina durante la II
Guerra Mundial, y sobre todo en la primera mitad de los cincuenta,
se disparan las cifras de la corriente marroquí. Detrás de este último
tirón están los programas colonialistas (a la postre fracasados) del
régimen de Franco y los de reconstrucción del Marruecos francés de
la segunda posguerra mundial.
En todo caso, Marruecos representó una alternativa
emigratoria a la caída de la corriente argelina desde 1912, pero una
alternativa nunca bien aprovechada por el conjunto emigratorio
español305. Situación que, como apuntamos, resulta diferente en el
caso de Cádiz. Según datos censales, en 1877 apenas había 799
residentes españoles en territorio marroquí. La mayoría procedía de
la provincia de Cádiz -casi la mitad-, anunciando la tendencia de
tiempos futuros en que la corriente marroquí tuvo mayor importancia
numérica. Unos quince años más tarde, en la colonia española
estaban censados 8.000 habitantes (contando a los naturales
protegidos por el Gobierno), lo que la convertía en el colectivo
"europeo" más importante. A pesar de todo, estaba muy lejos de los
305 BONMATÍ, J. F.: Los españoles en el Magreb (siglos XIX y XX), op. cit., pp. 68-69 y
219-223.
TD- Francisco Contreras Pérez
455
aproximadamente 150.000 españoles registrados por entonces en
Argelia. A comienzos de la presente centuria, el mayor contingente
residía en la ciudad comercial y bulliciosa por excelencia, Tánger
(5.000 individuos), y el resto en Tetuán y otras poblaciones del
litoral atlántico.
Las estadísticas anuales españolas de emigración e
inmigración registran unas cifras muy bajas antes de 1921, a pesar
del despegue producido desde 1890 con respecto a la década
inmediatamente anterior. La causa por la que no cuajó el total de la
emigración española a Marruecos en el siglo XIX hay que buscarlas,
en opinión de Bonmatí, en un conjunto de explicaciones entre las
que destacamos, por resultar ser las más acertadas, que: " [...]
Marruecos, a diferencia de Argel, continuó bajo soberanía de una
dinastía nativa, reacia [como sus súbditos] a la inmigración; [...] [y
más interesante para nuestro objetivo específico] las provincias
españolas más cercanas constituían los puertos de salida tradicional
hacia América (Canarias, Andalucía Occidental) [...]; hay
superpoblación en territorio marroquí ..."306. En realidad, Andalucía
306 El componente provincial cambia en 1940, según las cifras censales sobre las
posesiones españolas. Málaga y Almería pasan a suministrar los principales aportes, con cerca de 15.500 y 11.500 individuos respectivamente; Bonmatí supone que esos últimos residían, ante todo, en Melilla, por razones de proximidad geográfica, mientras que los malagueños estarían "repartidos". Los gaditanos constituyen el tercer contingente, con más de 7.700 efectivos, probablemente concentrados en Ceuta. En general, los españoles censados en las posesiones del Norte de África proceden de toda Andalucía, principalmente
[Cont.]
TD- Francisco Contreras Pérez
456
Occidental estaba representada casi de manera exclusiva por la
provincia de Cádiz. De todas formas, Bonmatí plantea que el escaso
volumen de la emigración a Marruecos fue el resultado, en parte, de
la competencia ejercida por América como destino migratorio entre
los andaluces.
Ahora bien, respecto a esta hipótesis de Bonmatí, debemos
hacer observar que el despegue de la corriente marroquí desde Cádiz
resulta paralelo al de la corriente argentina en 1885-90, e incluso
llega a superar a esta última y a la de Cuba desde entonces para
disminuir en los últimos años del pasado siglo. Estimamos que la
explicación debe buscarse en que Argentina y Marruecos atraen a
grupos profesionales distintos, como inducen a pensar las
estadísticas a nivel nacional. Si los países americanos (Argentina y
Brasil) atraen principalmente mano de obra agrícola y artesanal, los
agricultores sin embargo tienen escaso peso en la corriente marroquí
antes de 1911-15 (entre el 2 y el 6 por 100). El apartado "comercio
y transporte" constituye el principal componente laboral (del 31 al 64
de la parte costera -a excepción de Huelva-, y en menor medida de otras provincias. Ibídem, p. 248. Respecto a los onubenses, se ha de señalar que, si bien su peso en la colonia andaluza era escaso, tuvo un importante impacto la emigración a Marruecos en la postguerra a nivel de las localidades pesqueras de la costa de Huelva. Si bien fue emigración coyuntural, tuvo un importante impacto en estos pequeños municipios y se sumó a los tradicionales golondrinas que se movían según el calendario de faenas de la sardina y el atún en la zona del Golfo de Cádiz (integrando en un campo migratorio localidades onubenses, gaditanas y marroquíes).
TD- Francisco Contreras Pérez
457
por 100) en este período, y se caracteriza por presentar altos
retornos periódicos que definen un movimiento por tiempo definido o
de vaivén que, más que en golondrinas estacionales, nos hace
pensar en un concurrido campo migratorio integrado por frecuentes
lazos personales e intereses de pequeños comerciantes.
Detrás de esta escasa participación del elemento agrícola de
origen peninsular, está la gran masa de mano de obra nativa en el
sector. Frente a la escasez relativa de mano de obra en Argentina y
Argelia, según otra vez el propio Bonmatí, en Marruecos la mayor
parte de los braceros fijos, la práctica totalidad de los jornaleros
eventuales y la mayoría de los colonos es musulmana, al menos en
número suficiente a las necesidades relativas de su economía307.
Economía que las autoridades españolas no intentaron desarrollar en
igual medida que el gobierno francés la de Argelia, al menos antes
de 1940, viendo en Marruecos más bien un campo de batallas.
Por ello, se ha de apuntar que, al igual que en el caso de
Cuba hasta 1898, hubo un alto componente militar entre los grupos
profesionales españoles en Marruecos (caldo de cultivo de la llamada
"corriente africanista" del Ejército). Como hemos advertido, en las
estadísticas de emigración por provincias el I.G.E. no sustrae los
militares del conjunto de pasajeros con el exterior, y aquéllos
307 Ibídem, pp. 219-226.
TD- Francisco Contreras Pérez
458
presentan una destacada frecuencia entre los gaditanos embarcados
con destino a las colonias. Este componente militar explica una
aparente paradoja: las cifras de gaditanos, civiles y militares, salidos
para Marruecos fueron en algunos años superiores al total de
españoles (sin militares) embarcados con igual destino.
Así pues, y sobre la base de esta estadística, resulta muy
difícil conocer la evolución e importancia específicas de la emigración
privada gaditana a Marruecos. Ahora bien, si tomamos el dato de
1895, cuando España desvió el máximo potencial militar hacia la
guerra cubana, la cifra de ese año puede acercarnos al peso real de
emigración privada a Marruecos.
Otra característica peculiar de la emigración gaditana
respecto a la media andaluza, aparte la importancia de las colonias
como destino preferentes, es el escaso peso de la corriente
brasileña. Se trata de un claro efecto de las limitaciones de las
Emigración exterior. Cádiz y España, 1885-95 (desti no: Marruecos) 1885 1886 1887 1888 1889 1890 1891 1892 1893 1894 1895 España 73 130 145 483 598 401 698 674 731 589 407 Cádiz 79 51 71 803 1070 684 1201 1038 1183 882 121 En las cifras de España se han descontado los militares; las de Cádiz los incluyen. Fuente: Para España, datos recogidos en BONMATÍ ANTÓN, J. F.: Los españoles en el Magreb (ss. XIX y XX), p. 220. Para Cádiz, I.G.E.: Estadística de emigración...., 1891 y 1898. Elaboración propia.
TD- Francisco Contreras Pérez
459
estadísticas oficiales, más que de una tendencia real a nuestro
entender. La emigración hacia Brasil se realiza, en mayor número
que las otras, vía Gibraltar, y esto se constata no sólo para Cádiz
sino igualmente para Málaga y posteriormente incluso para Almería.
Como ya hemos apuntado en el segundo capítulo, las reticencias
oficiales españolas y de la prensa andaluza contra las pésimas
condiciones ofrecidas por el país amazónico, y los fuertes intereses
gestionados por las agencias de emigración gibraltareñas en este
negocio, desviaron los embarques a la colonia británica en mayor
medida que la emigración a Argentina.
El estudio de las series brasileñas y gibraltareñas pone de
manifiesto al menos dos características significativas:
A) Ambas series presentan una línea de tendencia
ascendente, como la corriente brasileña del conjunto andaluz; esto
confirma la relación de la emigración vía Gibraltar con la emigración
clandestina gaditana específicamente hacia Brasil.
B) El hecho de que la evolución de la serie anual gibraltareña
sea un negativo casi fotográfico de la brasileña, parece indicar que
los puertos de Gibraltar y Cádiz funcionan efectivamente como
alternativas para los emigrantes de la provincia beneficiados por los
pasajes subsidiados y reclutados por las distintas agencias
TD- Francisco Contreras Pérez
460
comisionadas por el Estado de Sao Paulo y, ya en el siglo XX, por el
Board of Immigration of Hawaii308
Un perfil familiar en la emigración temprana y en la finisecular
Después de Almería y Cádiz, Málaga fue una de las tres
provincias andaluzas que más población expulsó en este primer ciclo
plenamente masivo de emigración al exterior (1880-1930). En
términos generales, podemos afirmar que las tendencias de la
emigración malagueña en el tiempo vienen a representar como
ninguna otra la media andaluza, lo que no es óbice para que se
detecten ciertas particularidades. La evolución de la emigración bruta
malagueña, comparada con la andaluza, se muestra las
especificidades de la provincia en cuestión están determinadas en
gran medida por el extraordinario aluvión emigratorio de 1889, año
en que resultó ser el territorio más favorecido por los 30.000 pasajes
subsidiados repartidos por la naviera Italo-Argentina en la región.
Careciéndose de una tradición emigratoria considerable hasta
entonces (al menos en la medida de Cádiz, aunque no faltaron
comerciantes en vinos y pasas que habían establecido lazos con
308 RUEDA, G.: "Vida y desventuras de ocho mil españoles en Hawai durante las primeras
décadas del siglo XX", Revista de Historia Contemporánea, n.º 3, Sevilla, 1984, pp. 125-142.
TD- Francisco Contreras Pérez
461
América), los 10.000 pasajes llegados a Málaga explican que se
adelante a fecha tan relativamente "temprana" su cenit emigratorio,
de tal manera que ni siquiera en 1912 sería superado como sí ocurrió
en otras provincias y también a nivel andaluz. Otro aspecto a
comentar es la subida de 1893, en esta ocasión debida a la recluta
realizada por agentes comisionados por el Estado de Sao Paulo,
confirmando la fuerte vinculación de la emigración potencial
malagueña a la acción puntual y "poco selectiva" de los pasajes
subsidiados americanos. Dada esta inicial falta de autonomía para
financiar la emigración, los aluviones emigratorios parecen no
generar efectos significativos de cadena y, en parte por todo lo
anterior, las líneas de tendencia resultan siempre descendentes en el
período 1885-1930 (descenso claro en el siglo XIX, y más acusado
en el XX).
A excepción de los años 1889 y 1893, la participación de los
malagueños en la emigración andaluza resulta inferior al peso que
representan en la población regional durante el siglo XIX. Este bajo
nivel emigratorio queda algo corregido al alza en el primer tercio del
siglo XX, pero siempre manteniéndose en todo caso en valores
porcentuales medios. El aumento de los porcentajes de participación
emigratoria entre 1925 y 1930 se debe a un más acusado descenso
de otras corrientes provinciales andaluzas, que a un incremento en
TD- Francisco Contreras Pérez
462
términos absolutos de la malagueña. Esta capacidad de resistencia
muestra que, también en el caso malagueño como en el almeriense,
las nuevas condiciones encontradas por los migrantes en destino
permitían un mayor grado de realimentación de la corriente.
En lo que respecta a la tasa de emigración por 1000
habitantes, las consideraciones confirman lo adelantado: nivel
emigratorio intermedio tirando a bajo (aunque no despreciable) en el
siglo XIX, y nivel intermedio en el XX. No obstante, destaca de
nuevo, por su gran dimensión, la extraordinaria aun puntual
intensidad emigratoria de 1889, y en menor medida también de
1893. En resumen, la provincia de Málaga presenta, salvo
significativas excepciones, niveles emigratorios intermedios en el
período de emigración en masa.
El aluvión de 1889 también determina que el país rioplatense
aparezca, en el total acumulado del período, como el país preferido
por los malagueños en el siglo XIX (41,58 por 100 de éstos),
situación que no parece variar en el siglo XX a la luz de los datos
sobre el destino de los pasajeros embarcados en el puerto de
Málaga. Entre 1885 y 1895, junto aquel destino, otros dos países
concentraron más del 80 por 100 de los emigrantes malagueños:
Brasil (32,73) y Argelia (7,91). A excepción de la emigración hacia
Argelia (más regular aunque en descenso como ya hemos analizado
TD- Francisco Contreras Pérez
463
para el caso de Almería), las corrientes hacia Argentina y Brasil no
fueron sin embargo uniformes a lo largo del período, alternándose
como destinos americanos entre los malagueños y, en consecuencia,
apareciendo como el negativo fotográfico en el perfil dibujado por las
series temporales.
La emigración a América sólo llega a superar a la
norteafricana en 1888, siendo Argentina el primer destino. En 1889
los malagueños representaron la mayoría de los andaluces
embarcados hacia el país rioplatense (51,35 por 100). Pero esta
corriente cae abruptamente, al rescindirse a fines de 1889 y por
parte del gobierno argentino el contrato de pasajes subsidiados
gestionados por la naviera Italo-Argentina desde abril de ese año.
Como hemos apuntado, no se generó una corriente sostenida
posterior a 1889, al menos en la medida que se podía esperar tras el
aluvión migratorio de esta fecha, y estimamos que en todo caso lo
hizo en menor medida que otras provincias españolas. Tras iniciarse
la crisis argentina de 1890, la caída de esa década llega a ser tan
acusada que la media anual de emigrantes (49 emigrantes/año) se
sitúa, incluso, por debajo de los valores anteriores a 1889 (158
emigrantes/año).
Por otra parte, los pasajes subsidiados por el estado de Sao
Paulo, efectivos desde 1888, hicieron de Brasil un destino
TD- Francisco Contreras Pérez
464
competitivo frente a Argentina, si bien con dimensiones algo
inferiores. Siendo más sistemática y poderosa la política brasileña de
pasajes, se explica que la corriente malagueña hacia el país
amazónico sea la única con tendencia ascendente hasta 1895 y
quizás hasta los primeros años del siglo XX. De hecho, como apunta
J. de Souza-Martins, “el inmigrante español que llegó a Sao Paulo
fue, fundamentalmente, el subvencionado” 309. Esto sería asimilar
categorías distintas (nacional-regional), si no fuera porque, como
recordaremos, la mayoría de ellos eran andaluces (240.000, esto es,
el 60 por 100), según los cálculos de E. E. González para el final del
ciclo migratorio (1932)310. De hecho, las agencias de emigración
malagueñas habían podido gestionar los pasajes brasileños a veces
en mayor proporción que los argentinos de 1889. En este sentido se
explica que, hacia 1893, el 88,30 por 100 de los andaluces
embarcados hacia Brasil procedieran de esta provincia. Si tomamos
este porcentaje aunque sólo sea con el valor de la excepción,
podremos estimar que, de aquellos andaluces de Sao Paulo en el
primer tercio del siglo XX, 177.000 eran oriundos de estas tierras.
309 SOUZA-MARTINS, J. de: “La inmigración española en Brasil y la formación de la
fuerza de trabajo en la economía cafetalera, 1880-1930”, en SÁNCHEZ-ALBORNOZ, N. (comp.): Españoles hacia América. La emigración en masa, 1880-1930, op. cit., pp. 259-261.
310 MÁRQUEZ, R. y GONZÁLEZ, E. E.: “Andalucía y América: las alternativas de una comunidad migrante”, en VV.AA.: Historia general de la emigración española a Iberoamérica, Madrid, Historia 16, 1992, vol. 2, pp. 15.
TD- Francisco Contreras Pérez
465
Para estudiar lo sucedido en dicho primer tercio de siglo,
empleamos los datos de pasajeros embarcados por Málaga, pues al
igual que Almería y al contrario de Cádiz el puerto malagueño tenía
un carácter estrictamente provincial o a lo máximo infrarregional. Lo
más destacable es el tirón coyuntural de la emigración a Cuba en
1920. Por esos años, empezaba a funcionar la nueva Sociedad de
Fomento de la Inmigración311, creada por las autoridades cubanas
para la importación especialmente de temporeros para las labores de
la zafra. Al parecer muchos de éstos españoles terminaron por
afincarse en la isla. En todo caso, esto lleva implícito que la
emigración potencial malagueña seguía dependiente en alto grado de
las políticas inmigratorias del otro lado del Atlántico, denotando
todavía una endémica falta de autonomía financiera en mayor
medida que otras provincias andaluzas como Almería.
Confirmando en parte este aspecto, la emigración de 1912-3
a Argentina no tuvo, al dejar de ser financiada con fondos públicos,
las dimensiones de 1889. Sin embargo, este nuevo contingente de la
emigración muestra mayor grado de retroalimentación. Es muy
probable que, por entonces, se asista al efecto diferido y acumulado
de considerables redes sociales, suspendidas mientras duró la crisis
311 MALUQUER DE MOTES, J.: Nación e inmigración: los españoles en Cuba (siglos XIX y
XX), Colombres, Archivo de Indianos, 1992.
TD- Francisco Contreras Pérez
466
económica del cono sur americano en la década de 1890 y que, en la
primera década del siglo XX, encontrarían un contexto más
favorables a su puesta en funcionamiento312 (incluyendo un
abaratamiento de los pasajes por la guerra comercial entre
compañías navieras). Esto es, posteriormente a 1912-13 (excepción
hecha del período de conflagración mundial) la corriente presenta
valores superiores en términos relativos al conjunto regional que los
registrados en los años posteriores al máximo de 1889. Aunque
advertimos cierto remonte migratorio hacia 1895, cuando se había
superado la fase crítica de la depresión económica latinoamericana,
es innegable que estos primeros 20.000 malagueños y granadinos,
fundamentalmente, habían desbrozado el camino migratorio en una
época de pocas oportunidades.
El reforzamiento de la emigración en Andalucía Oriental
La emigración de Granada está muy vinculada a las corrientes
de Almería y de Málaga, en tanto que desde estos puertos actuaban
las agencias de emigración y salían los vapores hacia el Magreb y
Sudamérica. Los habitantes de las comarcas del interior de Granada
312 CORTÉS CONDE, R. y GALLO, E.: La formación de la Argentina moderna, Buenos
Aires, Paidos, 1967, pp. 43 y ss.
TD- Francisco Contreras Pérez
467
encontraban salida más cómoda por los puertos almerienses de la
Garrucha, Adra o la misma capital, donde se sumaban a la corriente
emigración argelina en el siglo XIX. En el otro extremo, el puerto
malagueño presentaba más oportunidades para embarcarse con
destino a América. Como Almería, la emigración granadina tiene su
máximo en 1911-13, si bien la subida de 1889 había sido también
destacada sin llegar a los niveles de la vecina Málaga. El tercer
máximo de la emigración granadina tiene lugar en 1895, año que
registra una importante emigración a Brasil. En contraste con
Almería y Málaga, y gracias a que parte de valores bastante
inferiores y en parte también debido a observarse una cierta
remontada en el último año observado (1895), el conjunto de la
emigración granadina presenta entre 1885 y 1898 una línea de
tendencia suavemente ascendente que, en 1911-1930 y como en el
resto de las provincias, se hará sin embargo de signo contrario.
Es precisamente en el siglo XX cuando Granada realiza su
mayor esfuerzo emigratorio anualmente considerado. En 1895,
1912-13 y 1922-25 la participación de Granada en la emigración
consigue ser más o menos proporcional a su peso en la población
andaluza, manteniéndose el resto de los años en niveles inferiores.
Casi lo mismo cabe decir con respecto al otro parámetro que
utilizamos: las tasas de emigración por 1000 habitantes indican una
TD- Francisco Contreras Pérez
468
intensidad emigratoria media en el cenit de la emigración granadina
(1912).
En el siglo XIX, la corriente argelina es la más importante
(43,64 por 100), aunque con un poder acaparador inferior al ejercido
en Almería. En realidad, Granada es una provincia con menor
tradición migratoria entre las provincias españolas representadas en
la colonia francesa313. En parte por ser de reciente incorporación a
esta corriente, la población granadina no parece haber alcanzado su
punto de saturación emigratoria en el siglo XIX, lo que explica que
presente líneas de tendencias ascendentes tanto en su corriente
argelina como brasileña.
Brasil constituye el segundo destino mayoritario de los
granadinos (33,52 por 100), muy por encima de Argentina. Aunque
la emigración hacia Brasil no supere en ningún año el volumen de
salidas de 1889 hacia Argentina (gracias a los pasajes subsidiados
gestionados desde agencias malagueñas), el mayor sostenimiento de
la política brasileña de pasajes subsidiados justifica este predominio
atendiendo a los totales acumulados del. El máximo de la corriente
brasileña se sitúa en 1895, tal como también sucedió en Almería y
años antes en Málaga (1893). Esto indica que las agencias de
emigración por cuenta del Estado de Sao Paulo, en paralelo al
313 VILAR, J. B.: Emigración española a Argelia (1830-1900), op. cit., p. 110.
TD- Francisco Contreras Pérez
469
aumento de su capacidad reclutadora, van expandiendo su negocio,
y con él la idea de emigrar a América, progresivamente con una
doble dirección: hacia el este de Andalucía y hacia el interior, aunque
no llegarían a penetrar de manera notable.
El conjunto formado por las provincias de Huelva, Sevilla,
Córdoba y, fronteriza con la meseta castellana, Jaén no representan
más del 8 por 100 de la emigración exterior andaluza en 1885-1930,
si bien albergan el 51 por 100 de la población regional a la altura de
1910314. Repartiéndose en gran parte un territorio aluvial, las tres
primeras son provincias vertebradas en torno a los recursos
económicos generados por la cuenca bética y Sierra Morena,
presentando una escasa distribución de la propiedad de la tierra
(producción cerealícola) y una importante presencia de capital
extranjero en las explotaciones mineras (cobre, mercurio,...).
Aunque Cádiz se incluye en este marco geográfico occidental315,
desde el punto de vista de los procesos migratorios de la época todas
las otras poseen por el contrario un handicap: no son distritos
costeros o, como en los casos de Huelva y del puerto interior
hispalense, quedan desviados respecto de las grandes líneas del
transporte transatlántico de pasajeros.
314 Calculado a partir de las cifras censales recopiladas en GARCÍA FERNÁNDEZ, P.:
Población de los actuales términos municipales 1900-1981, op. cit., p. 4. 315 BOSQUE MAUREL, J.: Andalucía. Estudios de Geografía agraria, Granada, Aljibe, 1979.
TD- Francisco Contreras Pérez
470
Clasificamos de marginales, respecto a la media andaluza, las
corrientes emigratorias de Jaén, Córdoba, Sevilla y Huelva porque:
1) participan con niveles considerablemente pequeños en el
contingente regional;
2) esta participación se mantiene, en todos los años, muy por
debajo del peso de cada provincia en la población andaluza;
3) las intensidades emigratorias anuales de cada una de ellas
son siempre inferiores a la media regional.
Otra característica común a estas últimas provincias radica en
que, con matizaciones puntuales, se sumaron al éxodo trasatlántico
más tardíamente. Se dieron circunstancias a principios del siglo XX
que obligaron a emigrar a algunos habitantes de estas provincias,
que presentaban, excepto, Jaén saldos migratorios positivos en las
tablas de A. G. Barbancho316. Estas circunstancias, según
estimamos, deben estar ligadas probablemente a los efectos que
generó el cambio del tipo de arancel exterior, al afectar
especialmente al importante grupo de arrendatarios (y aparceros)
cerealícolas que convivían con los latifundios en estas provincias. Así
pues, atendiendo a estas circunstancias, las emigraciones exteriores
de estas cuatro provincias toman sólo cierta entidad en el siglo XX.
316 GARCÍA BARBANCHO, A.: Las migraciones interiores españolas. Un estudio
cuantitativo desde 1900, op. cit., apéndice: tabla A.1
TD- Francisco Contreras Pérez
471
Pero puede aducirse otro tipo de consideraciones derivadas
de los propios procesos migratorios. Este retraso de Huelva y de toda
la Andalucía interior, deriva en parte del tempo propio de los
procesos migratorios, entendiendo éstos como el resultado de la
difusión espacial de una "innovación" marcada por la distancia real
(no lineal) respecto a los grandes centros difusores de la idea de
migrar (situados en los puertos), al tratarse todavía de zonas con
escasa tradición de cadenas migratorias radicadas en el interior317. A
ese respecto, resulta interesante el escenario migratorio dibujado en
Jaén. Esta provincia, la más alejada de la costa, presenta una
situación ambivalente: escaso éxodo hacia el exterior, pero
sistemáticos saldos migratorios negativos. Es decir, existía una
importante migración potencia o latente, para la que la alternativa
migratoria venía dada por los movimientos interiores hacia lo cotos
mineros de la propia provincia318 o en tareas agrícolas de otras319.
317 Con gran éxito y seguimiento posterior, los investigadores suecos han destacado por
entender los procesos migratorios en términos de difusión de una innovación (en este caso, las nuevas perspectivas económicas y sociales que se daban en determinado destino). Véase al respecto, Akerman, S., "Towards an Understanding of Emigrational Processes", en McNeil, W. y Adams, R. (eds.): Human Migration. Patterns and Policies, Bloomington, Indiana University Press, 1978, pp. 287-306.
318 MORENO RIVILLA, A.: “Repercusiones de la actividad minera en la demografía linarense”, VV.AA.: La minería de Linares (1860-1923), Jaén, Instituto de Cultura, 1987, pp. 147-151. Hacia 1868, eran más de 2.000 los individuos nacidos en otra localidad de la provincia (15,2 por 100), algo más de 1.300 provenían de la de Almería (8,8 por 100) y en torno a 1.000 procedían de localidades granadinas (6,9 por 100).
319 A través de los pasaportes de interior, desde principios del siglo XIX se detectan emigrantes jienenses (estacionales o no) en la campiña sevillana. FLORENCIO PUNTAS, A. y LÓPEZ MARTÍNEZ, A. L.: “Migraciones estacionales y mercado de trabajo agrario en la Baja Andalucía en la primera mitad del siglo XIX”, op. cit., p. 802.
TD- Francisco Contreras Pérez
472
Entre 1900 y 1930, sobre todo en la última década, la mayoría de las
comarcas jienenses expulsa más población de la que ganan,
incluyendo entre ellas a la capital provincial, que, al contrario de
otras ciudades andaluzas, no ofrece los necesarios atractivos a la
población del entorno. Balance desfavorable que progresivamente irá
incrementándose hasta llegar a la gran explosión de la década de
1951-60 y siguientes, al abrirse las nuevas oportunidades laborales
al norte de Despeñaperros y los Pirineos.
La corriente exterior sevillana registra un período de
crecimiento significativo en la primera mitad de la década de 1910 y
al igual que la jienense, aunque en el caso de la primera la mayor
emigración anual se había alcanzado en 1889, a lo que no debía ser
extraño su facilidad de comunicación con Cádiz y las características
comunes de su población agrícola. Por su parte, Huelva alcanza su
ápice emigratorio en 1919-1920 y Córdoba en 1925-27. En las
capitales de estas provincias, como ha estudiado C. Arenas para el
caso de Sevilla320, se pasaba entonces por una profunda crisis de las
formas tradicionales de producción, de tal manera que
perfectamente estas ciudades podían a la vez demandar mano de
obra poco cualificada (procedente del campo a raíz de los cambios
320 ARENAS, C.: Sevilla y el Estado (1892-1923). Una perspectiva local de la formación
del capitalismo en España, Sevilla, Universidad de Sevilla-Fundación Fondo de Cultura de Sevilla, 1995.
TD- Francisco Contreras Pérez
473
demográficos y los generados por la liberalización de los mercados,
para ser destinada a los sectores económicos urbanos en expansión -
la construcción y los nuevos terciarios-), mientras que los artesanos
y menestrales, petite bourgeoisie321 en general, podían encontrar en
América nuevas oportunidades comerciales (esto es, una resistencia
a la proletarización en terminología marxista).
En esta circunstancias podía situarse al menos el 10 por 100
de los andaluces que hemos entrevistado en Buenos Aires (durante
una más extensa investigación), casi todos ellos emigrados en los
epílogos de la corriente americana hacia el final de la década de
1940. Podríamos citar a título ilustrativo al granadino R.M.V.322, hijo
de un maestro de escuela muerto durante la contienda civil pero sin
estar personalmente encausado por el régimen franquista, decidió
dejar su puesto de funcionario local por los sueños de montar un
negocio en la rica Argentina de aquellos años (manufactura y venta
al mayor de correas de reloj). El sevillano J.M.C.323, recién acabados
sus estudios profesionales, fue uno de los andaluces que se
321 Para un análisis de la encrucijada de las clases medias europeas en los años de la
modernización económica y social, resulta exhaustivo y sugerente el análisis hecho por dos de los mayores expertos internacionales: CROSSICK, G. y HAUPT, H.: La petite bourgeoisie in Europe, 1780-1914: enterprise, family, and independence, Routledge, London, 1995.
322 De padres jienenses y nacido en Madrid (03/06/1918), cuando contaba tres años de edad la familia se trasladó a Granada, donde residía cuando salió para Argentina (mayo de 1950, por el puerto de Vigo). ENTREVISTA realizada en Buenos Aires, 18/10/1995.
323 Nacido en la ciudad de Sevilla (24/06/1932), llegó a Buenos Aires en julio de 1949. ENTREVISTA realizada en Buenos Aires, 18/10/1995.
TD- Francisco Contreras Pérez
474
beneficiaron del convenio de emigración hispano-argentino para
acudir a la capital bonaerense, donde ya vivía una tía desde años
atrás; con el tiempo llegaría a montar su propia empresa tipográfica.
Respecto a los destinos, el puerto onubense presenta los
perfiles más peculiares y autónomos respecto de la regla regional,
por lo que su análisis posee, al menos, el valor de la excepción. En
1887-1895, algo más del 50 por 100 de los pasajeros que declaran
tener su última vecindad en esta provincia, pusieron rumbo a Gran
Bretaña324. Hecho que se explica por la fuerte presencia de ingleses
relacionados con las explotaciones mineras del Andévalo y la Sierra.
Se trata presumiblemente de retornos de técnicos de las compañías
mineras inglesas, protagonizando un reducido trasiego humano
ligado a modernas situaciones neocoloniales. Aunque en menor
medida que la emigración a Argentina o Brasil, es también una
corriente con cierto componente familiar, arrojando una relación
media de masculinidad de 158 (hombres por cada 100 mujeres) y
que incluso puede ser muy inferior en períodos puntuales. Los
324 Como segundo destino europeo aparece Portugal (5,35 por 100 de todos los
emigrantes). Se trata de una pequeña parte del importante flujo migratorio real facilitado por la situación fronteriza de Huelva con el Algarve, y en su origen muy relacionado con las pesquerías estacionales del atún y la sardina en las localidades costeras onubenses. La importancia de este constante trasvase migratorio interfronterizo, infravalorado y obviado por los agregados estadísticos del I.G.E., se desprende del estudio nominativo de los asentamientos censales municipales, pudiéndose hablar de la existencia de un campo migratorio con sólidas redes sociales. Véase al respecto una aproximación en ROMERO, P. y CONTRERAS, F.: "Tavira en Isla Cristina. Un movimiento migratorio en el siglo XIX", en Actas de las III Jornadas de História de Tavira (Tavira -Portuga-), 3-5 de noviembre de 1995), Tavira, Clube de Tavira, 1997, pp. 91-103.
TD- Francisco Contreras Pérez
475
técnicos ingleses destinados por cierto tiempo en Huelva llevaban
consigo a sus esposas e hijos, siendo alojados por las compañías en
colonias con fuerte "sabor británico" de las que todavía hay
constancia urbanística en distintos puntos de la provincia. Por todo
ello, en el siglo XIX el puerto de Huelva dio salida al 71,37 por 100
de los pasajeros “residentes” en la propia provincia.
Por otro lado, para emigrar a América los naturales de Huelva
recurrían sin embargo al puerto de Cádiz. Así en 1889 se
embarcaron aquí 152 onubenses, cifra casi idéntica a la del total de
éstos embarcados ese año hacia Argentina (153), y mucho más de
los que habían salido el año anterior por este puerto. Esta relación
con otros puertos se intensifica y extiende llegado el siglo XX. Al
parecer, y frente a la migración cualificada de técnicos británicos
residentes en Huelva a fines del siglo XIX, toma mayor entidad la
emigración de trabajadores naturales de la provincia que, por otro
rango de necesidades, salen hacia América. En 1920, año del
máximo emigratorio en Huelva, el 67,45 por 100 de los emigrantes
onubenses se embarcaron en Cádiz y el 29,78 por 100 a través de
puertos tan alejados como la Coruña y Pontevedra, tres vías
tradicionales hacia distintos destinos americanos. En suma, este
cambio de puertos entre el siglo XIX y el XX indica también un
TD- Francisco Contreras Pérez
476
cambio en los destinos y características de la emigración onubense,
que se incorporó tardíamente al éxodo exterior.
En el conjunto andaluz, también se observa esta creciente
importancia de los puertos gallegos como lugar de embarque hacia la
década de 1920. Ello se explica por el reajuste operado desde la
Primera Guerra Mundial en las grandes líneas del transporte
transoceánico de pasajeros en detrimento de los puertos andaluces.
A su vez, dicho reajuste está relacionado con la potencia de la
demanda de pasajes de la fuertemente realimentada migración
gallega, que suponía un mercado nutrido para las navieras.
En todo caso, la incorporación al éxodo exterior de Huelva,
Sevilla, Córdoba y Jaén sugiere el cambio de tendencia migratoria de
estas provincias, ya a la altura de la década de 1910. Tendencia que,
cerrado el paréntesis de la II Guerra Mundial, se confirmará
potentemente y tendrá como destino prioritario países de nuestro
entorno en proceso de reconstrucción. Así pues, y al menos para el
caso de Andalucía, el análisis de la emigración a partir de las
estadísticas del I.G.E. revela un estimable grado de sensibilidad a los
cambios en las tendencias migratorias.
Hacia una mayor integración en los mercados laborales
internacionales.
TD- Francisco Contreras Pérez
477
Siendo los emigrantes individuos en plena edad activa y
habiendo cumplido su proceso de formación en el país de origen,
pasan a aplicar sus habilidades en los países de destino, con lo que
contribuirán al reforzamiento de las nuevas economías más
competidoras. Así lo veía el periódico sevillano La Andalucía allá por
la primavera de 1889, en pleno debate público sobre la política
arancelaria canovista:
"Si el trigo vale en el Río de la Plata 20 reales la fanega
y la carne un real la libra, mientras en España, valga el uno 40
y la otra 4, no hay nada más fácil que un gobierno, ignorante
de la economía política y sus leyes inquebrantables, impida la
entrada del trigo y carne extranjeros en el país; pero lo que no
podrá evitar, es que los españoles se vayan allá a buscar lo
que no les deja traer aquí [...] Los españoles que vayan allá y
sepan cultivar viñas producirán vinos como harán los de Jerez,
que ya se han ido a la Jerez de Argentina, los que sepan
producir hierro, producirán hierro, los que sepan [...], y serán
otros tantos competidores que tendrán los de por acá para
poder entrar en el mercado mundo, y serán competidores con
TD- Francisco Contreras Pérez
478
ventaja, porque serán productores que coman carne y pan
más baratos [...]".325
En efecto, los andaluces partían hacia las nuevas república
latinoamericanas como nunca antes en época colonial o durante el
periodo isabelino. Aun en niveles generalmente modestos en
comparación con una región migratoria como Galicia, se produce un
proceso de difusión espacio-temporal de la idea de emigrar en
Andalucía de manera intensa durante el período de la Restauración
española.
Estos procesos resultaron de la acción conjunta y desigual de
varios canales de información, esto es, de vehículos de la idea de
emigrar (agentes de emigración y cadenas migratorias
interpersonales). Como en otras regiones europeas, la expansión de
esta idea hacía pensar en términos de contagio epidémico, por lo que
se llegó a hablar de "fever of emigration", "fiebre de la
emigración"326. Bajo esta expresión, subyace la idea de que la
difusión se realizaba a través de contactos interpersonales.
325 "Cuestiones económicas II", La Andalucía, Sevilla, 3 de mayo de 1889. 326 El Guadalete, Jerez de la Frontera, 21 de mayo de 1889.
TD- Francisco Contreras Pérez
479
Siguiendo el método propuesto por J. D. Gould327, se puede
definir la difusión como el progreso a través del tiempo de las
intensidades emigratorias provinciales. Según dicho autor, este
incremento de la intensidad emigratoria regional no resulta de un
incremento uniforme de la intensidad en todas las provincias, sino de
un incremento desproporcionadamente mayor en las áreas que han
sido previamente menos afectadas, o no afectadas en absoluto, por
la emigración.
Estas nuevas provincias emigratorias llegan a "suplementar"
(sumarse), conforme pasa el tiempo, a las anteriores fuentes de
emigración. Cuando esto ocurre, tal que sucedió en 1900-14 en el
Sur y Este de Europa, se alcanza el momento de "saturación
emigratoria" o máxima difusión de la idea de emigrar.
En Andalucía, el incremento de las intensidades emigratorias
provinciales concluye con la cima emigratoria de 1911-13, esto es, el
mencionado momento de "saturación" emigratoria de Gould. O
quizás un primer momento, el tocante a la corriente americana y
norteafricana. Décadas más tarde se culminarían otros ciclos
migratorios que, antes de la Guerra Civil, venian poniendo sus bases
en el mercado laboral interno del país y con Europa.
327 GOULD, J. D.: "European Inter-Continental Emigration: The Role of ‘Diffusion’ and
‘Feedback’", The Journal of European Economic History, n.º 2, Roma, 1980, pp. 267-315.
TD- Francisco Contreras Pérez
480
Tasas de emigración media anual por provincias, Andalucía y Galicia
(‰ hab.). 1885-7 1911-3 Almería 23,60 37,39 Cádiz 2,84 9,73 Córdoba 0,14 0,61 Granada 0,98 7,37 Huelva 0,23 0,63 Jaén 0,25 1,09 Málaga 1,19 7,19 Sevilla 0,43 2,17 Andalucía 3,14 7,52 Galicia 5,21 28,33 Fuente: I.G.E.: Estadística de emigración... y Censo de población..., (varios años). Elaboración propia.
La transformación de las intensidades de emigración
provinciales entre 1885-87 y 1911-13 confirman el mayor
incremento relativo de las intensidades emigratorias en provincias
con menor tradición migratoria que Almería.
Efectivamente, las tasas de variación relativa de las otras
siete provincias llegaron a estar entre el 87% de Granada y el 63%
de Huelva. Así pues, el incremento de la intensidad emigratoria
andaluza en el siglo XX se debió a la acción suplementaria del
incremento relativo en las provincias de "nueva emigración", que
eran la mayoría en Andalucía al cambiar el siglo.
TD- Francisco Contreras Pérez
481
Por consiguiente, desde 1885-87 se da en Andalucía un
proceso de difusión de la idea de emigrar más intenso que antes y
que culmina con una etapa de "saturación" en 1911-13. En este
último período Andalucía alcanza su mayor tasa emigratoria (7,52
por 1000), gracias a un incremento relativo de las provincias que
menor intensidad emigratoria habían presentando a principios del
período observado.
Ahora bien, recordemos que, a pesar de ello, aumentaron las
diferencias entre Andalucía y Galicia a este respecto, prueba de que
no hubo en la corriente americana principalmente un proceso de
retroalimentación del flujo emigratorio de similares proporciones.
En todo caso, debemos añadir algunas precisiones. En
concreto, nos referimos a la primera oleada emigratoria andaluza de
1888-90, que adelantó masivamente el proceso que culminaría en
1911-13.
TD- Francisco Contreras Pérez
482
Emigración al exterior por provincias, 1885-7 y 1889-90.
Tasas de emigración media anual (‰ hab.) Tasas de emigración 1885-87 1888-90 Almería 23,60 23,89 Cádiz 2,84 10,42 Córdoba 0,14 0,30 Granada 0,98 3,93 Huelva 0,23 0,69 Jaén 0,25 0,24 Málaga 1,19 10,02 Sevilla 0,43 1,13 Andalucía 3,14 6,04 Galicia 5,21 9,03 Fuente: I.G.E.: Estadística de emigración..., y Censo de la población de España... (varios años). Elaboración propia.
Mientras la tradicionalmente emigratoria provincia de Almería
permaneció en una situación estable entre 1885-87 y 1888-90,
Málaga y Cádiz asistieron a una especie de aceleración del proceso
de difusión de la idea de emigrar (a América, en estos casos). Tanto
es así que, en comparación con las mismas tasas del período 1911-
13, estas dos últimas provincias muestran valores superiores ya a
fines del siglo XIX.
Teniendo en cuenta las limitaciones de comunicación de la
época y las reducidas dimensiones relativas de los contingentes
anteriores, esta aceleración de la difusión provincial de la idea de
TD- Francisco Contreras Pérez
483
emigrar sólo es explicable teniendo en cuenta mecanismos extraños
a las cadenas migratorias, es decir, canales de difusión que sean
funcionales en lapsos menores de tiempo328. Esto confirma el papel
de los agentes oficiales de emigración, cuya labor permite potenciar
el ritmo de difusión de la idea de emigrar. Si hasta entonces Almería
poseía una potente corriente más antigua y aislada en gran parte del
resto de Andalucía hacia Argelia, las nuevas redes de agentes
americanos incidirán en otras provincias andaluzas de preferencia,
de lo que resultaría una mayor equidistribución espacial de la idea de
emigrar al exterior.
Ahora bien, si nos centramos en el estudio de la distribución
de la idea de emigrar a América, como segmento particular del
conjunto de la emigración exterior andaluza, observamos igualmente
una fuerte concentración. Pues en realidad, los agentes
concesionarios de los pasajes americanos llevaron a cabo su acción
de manera muy concentrada geográficamente, en tanto que en un
principio no debieron esforzarse demasiado en extender sus redes de
captación para encontrar individuos dispuestos a emigrar. Así pues,
328 J. D. Gould indica que la "difusión refleja el hecho que se requirió algún lapso de
tiempo para que la idea de emigración llegase a implantarse en las mentes de los miembros de una comunidad, para que su beneficio neto fuera firmemente demostrado por la experiencia de los que han partido primero, y para que estos pioneros pusieran en marcha el proceso de estímulo y ayuda financiera que forman los eslabones constituyentes de la llamada 'cadena migratoria'. En una pequeña comunidad rural la 'difusión' podría ocurrir muy rápidamente,...; pero entre comunidades [como sucede a nivel provincial] [...], el proceso fue más lento porque los eslabones eran relativamente menos numerosos". Ibídem, pp. 292-293 (traducción personal).
TD- Francisco Contreras Pérez
484
las localidades cercanas o con más expedito acceso a los puertos de
Cádiz, Gibraltar y Málaga serían lógicamente las más afectadas por
estas reclutas.
La intensidad emigratoria en Málaga y Cádiz descenderá con
posterioridad. De hecho, estas dos provincias presentan en 1888-90
intensidades emigratorias superiores a Galicia, pero hacia 1911-13
ya aparecen considerablemente distanciadas de los valores
presentados por esta última región.
Estimamos que esta evolución de la distribución de la idea de
emigrar no debe sugerir que se había alcanzado un hipotético nivel
de saturación emigratoria en fecha tan temprana como 1888-90 (la
primera fase de los ciclos masivos). Pues, en realidad, ni siquiera
Galicia lo consigue, a pesar de tener mayor potencia emigratoria
desde mediados del siglo XIX y haber recibido también parte de los
pasajes subsidiados argentinos.
A la luz de estos datos, lo que resulta bastante probable en el
caso andaluz es que, la voluminosa emigración de 1888-90 no
garantizó posteriormente una corriente de dimensiones
proporcionales a la gallega. Esta resultó ser mucho más sostenida
En suma, el proceso de difusión de las intensidades
emigratorias en esta última región no fue sostenido ni lineal. Aunque
la tendencia a la difusión provincial de la idea de emigrar es
TD- Francisco Contreras Pérez
485
evidente, dicho proceso presenta pues discontinuidades y
disfunciones, que confirman la incidencia puntual pero decisiva de
mecanismos ajenos a las cadenas migratorias y la debilidad relativa
de éstas hasta 1920 al menos. Por otra parte, esto significa que no
es posible hablar de una “vocación migratoria” todavía, sino más
bien de una mayor “propensión” (por utilizar los conceptos de M.
Carmagnani para el caso italiano)329, en tanto que el quantum de la
emigración andaluza se produjo en un período de tiempo
relativamente reducido (1889-1912), inferior al de una generación.
Podemos pensar que existen elementos razonables para
afirmar que los emigrantes andaluces del primer ciclo masivo no
asentaron redes sociales en América al menos proporcionalmente tan
potentes y definidas como las de gallegos. Ante la carencia relativa
de estos mecanismos posibilitadores de la emigración transoceánica,
es muy probable que persistiera una importante emigración potencial
o latente. Como segunda hipótesis que manejamos, podría
considerarse que algunos espacios urbanos regionales eran todavía
capaces de absorber parte del excedente de mano de obra rural, que
se estaba generando en el marco de los tímidos procesos de
modernización demográfica y económica de principios del siglo XX.
329 CARMAGNANI, M.: Emigración mediterránea y América. Formas y trasnformaciones,
1860-1930, Colombres, Archivo de Indianos, 1994, p. 26.
TD- Francisco Contreras Pérez
486
Excedente laboral que quizás no fuera excesivo en las primeras
décadas del siglo, por varias razones (debilidad del proceso de
transición demográfica, la posible presencia de un paro encubierto en
el sector agrario, relacionado con el régimen estacional del trabajo, y
por las virtuales esperanzas revolucionarias en una reforma agraria).
En todo caso, esta creciente emigración potencial sólo llegaría
a tener alternativa efectiva con el incremento de la demanda de
mano de obra en Cataluña y otras regiones europeas330, a raíz de la
acentuación de las desigualdades regionales, la modernización de
sector agrario andaluz y la frustración de las esperanzas de una
reforma agraria.
A este respecto Silvestre defiende la idea del retraso de
Andalucía en su integración en el mercado laboral nacional articulado
en tornos a los grandes centros industriales y urbanos de Madrid,
Barcelona y la cornisa cantábrica.331
Pero quizás los emigrantes andaluces tenían en América y en
el Norte de África, así como en los focos urbanos y mineros de su
interior, alternativas tan plausibles como, después de la Guerra Civil,
podría encontrar en otras regiones españolas. Más que de retraso,
330 GARCÍA FERNÁNDEZ, J.: La emigración exterior de España, Barcelona, 1965, Ariel, pp.
136-289. 331 SILVESTRE, J.: “Internal migrations in Spain, 1877-1930”, European
Review of Economic History, 9, 2005, [pp. 233-265]
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487
un lugar común historiográfico, cabría hablar de otras vías
migratorias interiores y exteriores, que tarde o temprano tenderían
eso sí a ser sustituidas por saturación o atractivo relativo.
TD- Francisco Contreras Pérez
488
CONCLUSIONES
Del análisis hasta aquí realizado, se derivan las siguientes conclusiones sobre la temprana emigración andaluza a América, y su posterior evolución finisecular, en el contexto de los flujos migratorios interiores y exteriores de la región:
1. A finales del XVIII, las provincias de Huelva y Cádiz eran las únicas que presentan valores positivos de manera clara; Almería podría encontrarse próxima al equilibrio. Respecto a Sevilla y Córdoba, como también Granada y Jaén, los resultados no nos merecen igual nivel de certidumbre más allá de situaciones próximas al equilibrio migratorio. Los valores negativos de Málaga, en todo caso, parecen revestirse de mayores incertidumbres, debido a la sobrestimación de la mortalidad real implícita en el modelo teórico empleado. En cualquier caso, es posible que ello derive también de un marcado comportamiento migratorio intraprovincial que impone descender en una escala de estudio por debajo de la provincial, ya comarcal o local.
2. Los saldos migratorios comarcales para el periodo 1860-1887 reflejan un trasfondo migratorio complejo. Con focos de emisión en la Andalucía interior y oriental, y focos de atracción en la Andalucía urbana, costera y minera correspondiente al cinturón de Sierra Morena y del Norte de Almería. La emigración exterior del periodo demostrará que una misma comarca puede ser a la vez destino del éxodo rural interior, y origen del éxodo exterior. Los entornos
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489
urbanos de la Bahía de Cádiz y Málaga pudieron actuar en este sentido como pasos intermedios en una emigración por etapas, como se ha detectado en otras urbano-portuarias europeas y españolas.
3. La corriente migratoria no quedó cercenada más allá de la coyuntura que rodeó la proclamación de la nueva República Argentina y las puntuales alteraciones del tráfico marítimo en el Atlántico de entonces. Pero siempre dentro de las modestas dimensiones cuantitativas que había caracterizado desde el XVIII el flujo migratorio entre Andalucía y Argentina.
4. Estimamos que pueden interpretarse como indicios de que en el segundo tercio del XIX ya se están gestando ligeros cambios en las pautas migratorias de la región, si atendemos a la tasa de emigración que cuantifica la frecuencia del recurso a la emigración entre los andaluces. Ahora bien, la comparación con otros espacios emigratorios, como el gallego al final del periodo, nos permite adjetivar como menos importantes esos incrementos positivos. Esta comparación sitúa los valores andaluces también por debajo de la media española. Todo ello no permite afirmar que exista una neta vocación emigratoria en la región hasta el segundo tercio del XIX al menos; la región todavía no se ha decantado por su futuro papel de proveedora de trabajo a mercados externos.
5. Las redes comerciales en torno a la exportación de vinos de Cádiz y Málaga estuvieron asociadas a las pautas migratorias o viceversa, ya protagonizando el flujo de personas ligadas a estas actividades, ya precediendo futuros contingentes migratorios cuando la crisis económica expulse población de sectores ocupacionales distintos de la propia ciudad y su entorno agrario. Al comerciante como protagonista de una tipo de emigración heredada del XVIII se unirán el comercio relacionado con la exportación de producciones locales como canal de información y el puerto más cercano como materializador de alternativas factibles para las masas potencialmente emigratorias del entorno comarcal y provincial.
6. La comparación con el caso gallego nos permite conocer que, en Andalucía, la alternativa migratoria de Argentina, destino protagonista de la emigración finisecular en la región desde finales del XIX, presenta todavía un cierto retraso como mercado laboral en expansión. Galicia ya enviaba allí el 10,3 % de sus emigrantes a América, frente a sólo el 2 % de Andalucía. La modesta cuantía de este porcentaje, unos 34
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individuos, nos indica un pequeño flujo de personas ligadas a actividades comerciales de representación más que a un proceso de trasvase de mano de obra y población entre mercados laborales de ambas orillas con los perfiles sociales de las migraciones masivas posteriores.
7. En los últimos años del virreinato del Plata (Argentina, Uruguay y Paraguay) este grupo de Países del Plata venía concentrando más proporción de la emigración regional en 1765-1824 (13,3 %) de lo que ahora suman los porcentajes de la República Argentina y Montevideo, como equivalentes geográficos en la serie de destinos de 1860-1861 (2,0 % + 0,5 % respectivamente). Se trata de un ajuste relativo a una sexta parte del anterior nivel. Además los pasaportes con estos destinos emitidos en Andalucía presentan un diferencial negativo bastante abultado respecto al conjunto español: -8,3 puntos porcentuales.
8. las dimensiones del aporte demográfico andaluz en Cuba se incrementaron a lo largo del segundo tercio del XIX, y se hizo de manera significativa con respecto al periodo anterior a 1824. Junto a ello, la Isla también se convertirá en el principal destino indiscutible para los emigrantes andaluces, en mucha mayor medida que cuando el Imperio en la América continental. Pero esto se produjo en un contexto de incremento de los aportes migratorios desde otras regionales. En resumidas cuentas, y desde este enfoque cuantitativo, Cuba era hacia 1860 más importante para los emigrantes andaluces que éstos para la población de origen peninsular de la Isla.
9. El Río de la Plata irá consolidando su preeminencia como destino de las migraciones masivas contemporánea a lo largo del XIX. Si bien con Cuba persistían las estructuras políticas coloniales, no ocurría así en el Cono sur, donde los flujos migratorios quedan al albur de las decisiones de particulares. Los Países del Plata parecen presentar un mayor dinamismo como destino de las migraciones en los años previos a la independencia. Como otro elemento que apuntalan las tesis no rupturistas, la República Argentina surgida del extinto virreinato del Plata no sólo sobreviviría como destino emergente desde 1830, sino que sería, junto con Brasil, el destino protagonista de la eclosión de las migraciones masivas trasatlánticas en nuestra región cincuenta años después. Rivalizando con Brasil y Argelia a finales del XIX, Argentina por el contrario tendría un más largo recorrido en
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el siglo XX, pues seguiría perfilando el horizonte migratorio de los andaluces hasta la década de 1940-1950.
10. En definitiva, por la R.O. de 1853 se venía a reconocer una situación de facto, dando nombre de ley a un fenómeno social, con lo que comenzó al marco legal que el liberalismo generaría en España en tema de emigración. Este factor institucional actuó sin duda como un determinante no explicativo pero tampoco desdeñable en la coyuntura de los procesos migratorios, en la medida que la prohibición por ley primero o la mera regulación burocrática después suponen un incremento de costes de distinta índole (buscar puertos extranjeros, burocracia...), añadidos a los propios del transporte y la estancia en el barco durante varias semanas (suspendiendo la actividad laboral).
11. Comparando los mapas del XVIII y del XIX de la emigración al Río de la Plata, se debe subrayar que un grupo de al menos diez municipios, de los 21 andaluces consignados como lugar de naturaleza en el censo bonaerense de 1855, cuentan con antecedentes emigratorios, de diversa envergadura, a la luz de las licencias emitidas en el siglo XVIII para el antiguo virreinato del Río de la Plata. De nuevo, se trata de cuatro grandes poblaciones de la provincia de Cádiz: la propia Cádiz junto al Puerto de Santa María, Jerez de la Frontera, San Fernando y Algeciras, más las capitales de Sevilla, Málaga, Granada y Córdoba; como única excepción netamente rural, hay que contar con San Bartolomé de la Torre (Huelva)
12. Del análisis del tiempo de residencia de los andaluces en Buenos Aires hacia 1855, se infiere que, siendo el aporte andaluz un componente no nuevo en la ciudad de Buenos Aires, como cabía suponer por su vieja relación colonial, este aporte regional se ha multiplicado por 2 en los años inmediatamente anteriores a la realización de este censo de mediados del XIX.
13. Esta renovación de la colonia andaluza se refleja especialmente entre los malagueños, con un menor peso relativo de individuos con extensos años de residencia frente al más antiguo componente gaditano (sin duda, en este último también se detectan aportes igualmente recientes).
14. la experiencia de la reemigración no era extraña entre los andaluces de Buenos Aires en la primera mitad del XIX. La presencia de hijos nacidos en terceros países constituye un indicio de las reemigraciones previas de algunas de estas unidades familiares compuesta por andaluces, y como vemos
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se producían fundamentalmente en el ámbito del Río de la Plata aunque también entre Brasil y Argentina. Grosso modo, y si extrapolamos estos datos, pudo haber afectado a casi una décima parte de los emigrantes andaluces en Buenos Aires.
15. El componente masculino era el mayoritario en la corriente emigratoria de Andalucía a Argentina en las décadas del segundo tercio del XIX, encajando en lo previsto por los modelos generales y los estudios sobre españoles para unas fechas coetáneas; dicho lo cual, también debemos puntualizar que el componente femenino en dicho trasvase poblacional muestra una impronta más visible que en otros casos, siempre sin salir de su carácter minoritario.
16. El perfil del emigrante andaluz del Buenos Aires de la primera mitad del XIX no el del varón casi adolescente, sino un joven adulto (20-29 años) y, por tanto, en un punto de su ciclo vital plenamente productivo y en el que se formaban los nuevos agregados familiares; algunos de estos emigrantes, en una proporción comparativamente alta a la luz de estos perfiles, implementarían mecanismos de arrastre de la unidad familiar en origen (esto último explicaría esa cierta presencia de la mujer en esta migración regional y a la vez su menor tiempo de residencia en destino respecto al hombre.
17. La relación migración-estado civil actúa de manera distinta o resulta menos decisiva entre los hombres que entre las mujeres. La mujer como emigrante contra se haya más ligada a su estatus de esposa. No podemos decir taxativamente que estamos ante el emigrante joven y soltero; sino de nuevo ante el resultado en la pirámide de edades por sexo de un modelo migratorio diversificado, dominado por jóvenes adultos y, en el caso de los malagueños, a veces casados que han llegado en los últimos ocho años anteriores al censo.
18. Los emigrantes casados y arribados en los cinco años anteriores al censo muestran que el matrimonio antecedía a la emigración en ambos sexos. En virtud de los lapsos de tiempos estimados, la emigración se confirmaría así, según ello, como un recurso adaptativo propio de los primeros años de vida de la nueva unidad familiar. Y esa emigración a su vez se ejecutaría, confirmando lo ya visto, mediante un mecanismo por fases, por el que el hombre arrastraría a su esposa, y eventualmente algún primer hijo o hija del matrimonio.
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19. toda vez que hemos considerado que los hombres antecedían a las mujeres como en las migraciones familiares en toda época, hemos estimado que para el caso andaluz a mediados del XIX lo hacían unos tres años antes que aquellas. En consecuencia, resulta razonable admitir que este trienio era el periodo empleado por término medio por el cabeza de familia (o el “first comer”) para el asentamiento en destino y el ahorro del capital necesario de cara a llamar y financiar el viaje de la esposa y el resto de la unidad familiar dejada en origen, si la hubiere y de activar dicho mecanismo de arrastre.
20. Unas pautas más exogámicas entre los andaluces de Buenos Aires, junto al menor tamaño de la colonia con respecto a otros grupos regionales, no coadyuvarían a la recreación colectiva en destino de señas de identidad étnica o regional, lo que se relacionaría a su vez con cierta inhibición en la visibilidad institucional y formal de las mismas (asociaciones, periódicos...).
21. El hogar solitario constituye un rasgo distintivo de la comunidad de emigrantes que adquiere relevancia si tenemos en cuenta que el hogar tipo de la población regional de origen era el hogar simple. Esta categoría mayoritaria en origen, compuesta por el núcleo familiar, pasa a ocupar el segundo lugar de prevalencia en el hogar del emigrante a bastante distancia del hogar solitario. Por otra parte, y como inciso, la escasa relevancia porcentual del hogar con un padre ausente, por ejemplo por realizar actividades estacionales en otro punto del territorio, no avala la existencia de mecanismos migratorios que condujeran a estos emigrantes fuera del mercado laboral bonaerense.
22. la emigración no sólo seleccionaba a los individuos por edad, sino que en el caso andaluz ejercía el mismo efecto selectivo en el mercado laboral de origen sobre las ocupaciones urbanas y con un relativamente alto grado de cualificación como son los artesanos y comerciales (“dependientes”, “comerciantes” y “artesanos”). Estos podía permitirse pagar el pasaje, tanto por poseer un patrimonio con que financiarlo, como por las redes mercantiles previamente establecidas al otro lado del Océano. Y no hay que olvidar que los naturales de zonas portuarias como la Bahía de Cádiz y Málaga tenían acceso a la información privilegiada que llegaba con esos intercambios mercantiles y el arribo de navíos, como es la relativa a las oportunidades que el mercado laboral de Buenos Aires podía ofrece a gentes con cualificaciones muy
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demandadas en los mercados laborales de espacios urbanos en expansión como era el Río de la Plata.
23. Así pues, como recapitulación más destacada de lo hasta aquí dicho sobre la emigración del periodo isabelino, el andaluz que emigró a Buenos Aires fue un joven adulto, soltero, procedente de un espacio urbano y portuario (la Bahía de Cádiz y la ciudad de Málaga), alfabeto, que se ocupa en pequeñas actividades comerciales y otros oficios artesanales, integrados en los escalones intermedios de la estructura sociolaboral de la sociedad de destino.
24. Comparando estos resultados de la emigración temprana con la posterior emigración en masa de la Restauración, hay que señalar el fortalecimiento de Argentina como destino y la aparición potente de Brasil, como otra alternativa competitiva a aquel otro y las colonias francesas norteafricanas.
25. Los niveles emigratorios se intensificarían en Andalucía de manera exponencial en 1889-90, y retomar una nuevo cénit en 1910-12. En esos años estuvieron en tasas anuales próximas a las regiones españolas más emigratorias. La acción de los pasajes “subsidiados” de los gobiernos argentino y del Estado de Sao Paolo con campañas de recluta masivas explica estas repuntes tan destacados, seguidos de una moderación de los niveles.
26. Esos pasajes iban dirigidos fundamentalmente a la selección de familias de origen agrario, con objeto de aprovisionar de factor trabajos las economías exportadoras americanas en plena expansión. En el nuevo mapa de la emigración la provincia de Cádiz de mantiene como uno de los focos emisión, al igual que Málaga, para posteriormente sumarse con fuerza la emigración almeriense al Cono Sur, habiendo estado ausente de estos destinos durante todo el siglo XIX en gran medida.
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APÉNDICE
CENSO DE BUENOS AIRES DE 1855.CWK
1.1. CITA:
1.1.1. Censo de Buenos Aires de 1855, filmado por la Sociedad Genealógica de Utah, Salt Lake City, varios años (varios carretes de microfilme). Archivo del Centro de Historia de la Familia de Buenos Aires.
1.1.2. Censo de Buenos Aires de 1855: Parroquia de S. Miguel, filmado por la Sociedad Genealógica de Utah, Salt Lake City, 1971, 2 carretes de microfilme, 35 mm. Ref: Centro de Hsitoria de la Familia, Buenos Aires, "ARGENTINA, DISTRITO FED., BS.AS.- CENSO 760006 [cód. SGU]>>6207 [cód. CHF]. Otra filmación: 1154368 ítem 1º".
1.1.3. Censo...: Parroquia de S. Pedro González Telmo, filmado por..., 1971, 1977, 2 carretes de microfilme,... Ref:..., 76007 ítem 2º>>6208. Otra film: 1154368 ítem 3º.
1.1.4.Censo...: Parroquia Catedral Norte, filmado por..., 1971, 1977, 2 carretes de microfilme,... Ref:..., 0760007 ítem 1º>>6208. Otra film: 1154368 ítem 2º. (antes de 1830, Parroquia de La Merced).
1.1.5. Censo...: Parroquia Catedral Sud, filmado por..., 1971, 1977, 3 carretes de microfilme, ... Ref:..., 0759529>>6193, y 0759521>>6195 (incluye también: "Censo de individuos que habitan establecimientos públicos", "Censo eclesiático", "Censo militar" y "Censo marítimo").
1.1.6. Censo...: Parroquia de Nuestra Señora de Montserrat, filmado por..., 1971, 1977, 3 carretes de microfime,... Ref:..., 0759517>>06191, y 0759518>>06192. Otra film: 1154372.
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1.1.7. Censo...: Parroquia de la Inmaculada Concepción,..., 1971, 1977, 3 carretes de microfilme,... Ref:..., 0760011>>6212, y 0759514>>6188. Otra film: 1154376 ítem 2º.
1.1.8. Censo...: Juzgado de Barracas Norte,..., 1971, 1977, 2 carretes de microfilme,... Ref:..., 79520>>06194. Otra film: 1144374 ítem 1º.
1.1.9. Censo...: Parroquia de Nuestra Señora de Balvanera,..., 1971, 1977, 3 carretes de microfilme,... Ref:..., 0760008>>06209, y 0760009>>06210. Otra film: 1154369 ítem 1º.
1.1.10. Censo...: Parroquia de Nuestra Señora de la Piedad, filmado por..., 1971, 1977, 2 carretes de microfilme,... Ref:..., 0759515>>06189. Otra film: 1154371 ítem 2º.
1.1.11. Censo...: Parroquia de Nuestra Señora del Socorro, filmado por..., 1971, 1977, 2 carretes de microfilme,... Ref: 0759516>>06190. Otra film: 1154371 ítem 1º.
1.1.12. Censo...: Parroquia de S. Nicolás, filmado por..., 1971, 1977, 2 carretes de microfilme,... Ref: 0760009>>06210 ítem 3º, y 0760010>>06211. Otra film: 1154370 ítem 1º.
1.1.13. Censo...: Parroquia de Nuestra Señora del Pilar, filmado por..., 2 carretes de microfilme,... Ref:..., 0760009>>06210 ítem 2º. Otra film: 1154364 ítem 2º.
1.2 Formato original del censo: 1. Debajo núm. y calle. Se apuntará si son de azotea, teja, paja y de 1, 2 o 3 pisos: 1.1. Núm, 1.2. Calle.- 2 Nombre de los habitantes.- 3. ¿Qué es del dueño o de la dueña de la casa?.- 4. Estado.- 5. Sexo.- 6. Edad.- 7. ¿Si sabe leer o escribir?.- 8. ¿En dónde nació?.- 9. Extranjero, ¿qué tiempo hace que está en el país?.- 10. ¿En qué se ocupan? ¿Qué son? ¿En qué trabajan?
1.3. Características de la base de datos:
803 (registros) * 19 (campos) = 15.257 ítems.
1.4. Toponímicos: Villanueva = Villanueva del Río, prov. Se: 1111 hab en 1910.- S. Bartolomé = S. Bartolomé, prov. H: 528 hab en 1910.- Arcol de E = ?, ESP.- Bega = ?, ESP.- Real Carolina = La Carolina, prov J.- Vizcania = prov Vizcaya.-
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Bayona = ?, FRA.- Las Vacas = ?, URU.- S. Pedro = ?, ESP.-Cuando se apunta como natural de Cádiz - sin indicar prov-, ¿se refiere a la capital o a la provincia?
1.5. Observaciones: Estudiar la aceptación de la reciente división provincial y la pertenencia a un conjunto regional.- Estudiar los recorridos migratorios a través de los lugares de nacimiento de esposa e hijos.
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BIBLIOGRAFÍA
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