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Domicilio: Federico García Lorca, 7. 33007 OVIEDO. Apartado de Correos 233. 33080 OVIEDO Teléfono 98 527 97 00. Correo electrónico: [email protected] / [email protected] GIJÓN: Teléfonos: 98 534 24 73 - 98 535 61 45 / Fax 98 534 52 73 AVILÉS: Teléfonos: 98 552 06 88. / Fax 98 552 13 12 MIERES: Teléfonos: 98 546 14 16 - 98 545 24 21 / Fax 98 545 26 09 LANGREO: Teléfonos: 98 56736 75 - 98 569 76 57 / Fax 98 569 88 12 RECÍCLAME www.lne.es Oviedo Depósito Legal O-2-1958 (Edición General), AS-751-2001 (Edición de Gijón), AS-752-2001 (Edición de Avilés), AS-753-2001 (Edición de las Cuencas), AS-754-2001 (Edición del Occidente), AS-755-2001 (Edición del Oriente), AS-01235-2016 (Edición de Oviedo), ISSN 1131-8279 (Edición General), 1136-1557 (Edición de Gijón), 1131-8244 (Edición de Avilés), 1136-4955 (Edición de las Cuencas), 1577-4910 (Edición del Oriente), 1577-4902 (Edición del Occidente), 1577-5321 (Internet), 2445-4605 (Edición de Oviedo) Luis MEANA Occidente sueña cada noche con verse de nuevo en estado de inmunidad. Nuestra tranquilidad malherida anhela el pasado senti- miento de seguridad y detesta se- guir en manos del azar. O mi Rei- no por una vacuna. Pero la reali- dad, como las cebollas, tiene ca- pas. Esta pandemia supone la coincidencia de dos virus super- puestos: uno invisible que acaba en los pulmones y destruye el cuerpo, y otro muy visible que entra por los ojos y arrasa los ce- rebros: las “fake” (fake/noticias, fake/ideas, fake/argumentos), es decir, las mentiras. Entre esos dos virus ha habido secuencialidad y, en alguna medida, causalidad re- cíproca: el primero en aparecer fue el virus de la mentira (que lle- va años contagiando a nuestras sociedades) y después llegó el co- ronavirus. A nuestra época se la ha bautizado, no por casualidad, como Posverdad. Lo que signifi- ca un circo con cinco pistas: mu- chos tweets, muchos payasos y otras locuras, o sea, Trump, Bol- sonaro, B. Grillo, o Johnson, por citar solo foráneos. Tiene la épo- ca una evidente predilección por los histriones: espera de los frikis, las payasadas, los políticos inédi- tos y los timadores la “salvación” que no veía en los normales. Co- sa propia de las crisis: el pueblo se aficiona a los tahúres que lle- gan al casino y juegan a la ruleta (rusa). Hasta ahí todo medio nor- mal. Pero en España se nos está yendo la mano. Navegamos en el top mundial de fallecimientos por número de habitantes y en el top mundial de cuentos, falsedades y mentiras. La mentira como sistema Hace muchos años, el gran his- toriador de la ciencia Alexandre Koyré, francés de origen ruso, autor de celebrados libros sobre Galileo y Newton, afirmó esto: “Nunca se ha mentido tanto como en nuestros días, ni de manera tan desvergonza- da, sistemática y constante”. Como lo escribió en 1943, en medio de la aberración más grande que hayan visto los siglos, no tuvo ocasión de descubrir lo ilimitados que pueden ser los humanos en la utilización desvergonzada de la mentira. Se- gún Koyré, el engaño es el arma privilegiada de quien se siente in- ferior y la mentira el alimento que todo desalmado ofrece a las ma- sas. Por si no le habíamos entendi- do, añadió que la mentira es la puerta por la que a una sociedad le entra el espíritu totalitario. Según él, todo totalitarismo se funda en la primacía de la mentira. Máxima virtud en esos sistemas. En los que la hostilidad natural se trans- forma en odio sagrado, creando una especie de ferocidad biológi- ca. Y la fidelidad al propio grupo en deber único y supremo. O sea, obediencia “perinde ac cadaver” (es decir, ciega y muda como un cadáver). Además, ese espíritu to- talitario expande la “psicología del justo perseguido”, es decir, el perseguidor se disfraza ladina- mente de perseguido y emplea su vida en quejarse de que quieren destruirle, a él “pueblo elegido”. En resumen, la “kakistocracia”, o el gobierno de los más ineptos, incompetentes y cínicos. Una aristocracia de la mentira. Por supuesto, nada de esto es nuevo. La mentira tiene una lar- guísima historia. La colocaron en el proscenio político los peores sofistas griegos, cuya misión con- sistía en “convertir en sólidos y fuertes los argumentos más débi- les”. De esa forma, pensar se con- virtió en sinónimo de “embau- car”. Con sofismas utilizados pa- ra tapar la boca al adversario. De esa forma, la Verdad dejó de ser “adecuación o correspondencia con la realidad” para plegarse a lo que opinase la “mayoría”, o sea, los que opinan de todo. Como ad- virtieron alarmados los mayores pensadores griegos, eso supone convertir la opinión (y no el cono- cimiento) en criterio de Verdad. El más incansable combatiente contra eso fue Sócrates. Quien, se- gún su discípulo Platón, tuvo siempre esta convicción: al buen gobernante lo caracteriza “el ho- rror a la mentira, a la que negará toda entrada en el alma, al paso que habrá de tener un amor igual por la Verdad”. No le sirvió de mu- cho. Le dieron la cicuta. Gran lu- chador en esa guerra fue también San Agustín, quien escribió dos tratados sobre la mentira, en los que encontramos explicaciones como estas: mentir es “decir una falsedad con la voluntad de enga- ñar”; el pecado del mentiroso es el apetito insaciable de engañar. Por lo tanto, el mentiroso tiene “cora- zón doble”: en la interioridad de su alma piensa una cosa, sus labios expresan otra distinta. El “summum” de la mendacidad es mentir solo por el placer de men- tir y engañar. Siglos después, Lu- tero le dio al asunto un giro muy “actual”. Una especie de “teología de la mentira”, en la que, cuando se dice una gran mentira por amor y mejora de la Iglesia protestante, nada hay que reprochar pues con eso no se ofende a Dios. Por tanto, ancha es Castilla. Esa es la raíz que alimenta a los sofistas de este nuevo “protestantismo político”: impunidad por autoinmunización. El antídoto El Covid-19 ha sido el choque –violento– entre nuestras fabula- ciones modernas y la realidad. La “inconmensurabilidad” (Kierke- gaard) entre deseos subjetivos y realidad objetiva del mundo. Tras las prudentes cautelas de posgue- rra, Europa se entregó, hace unos treinta años, a la “filosofía Dis- ney”: sustitución de la realidad por la ficción almibarada y vir- tual. En la que nada tiene conse- cuencias. Las sociedades occi- dentales se han ido volviendo “románticas”: devotas de las fan- tasías y los misticismos más abs- trusos. Afirmó Novalis en una fra- se llena de peligros: “La poesía es lo absolutamente real, y las cosas son más verdaderas cuanto más poéticas son”. Dicho en lenguaje ciclista, estamos haciéndole la go- ma al 68: generación que lanzó aquel eslogan de “sous les pavés, la plage” (“por debajo de los adoqui- nes, la playa”). Pero debajo del “pavés” no ha habido nunca pla- yas, solo virus o gusanos. Por de- cirlo con un título de Nietzsche, eso es la conversión del mundo tal y como es en una fábula. Narracio- nes fabulosas que son el gran em- blema del Romanticismo, y, por lo que se ve, también el nuestro, o sea, el cacareado relato. En corres- pondencia, asistimos en los últi- mos años a la destrucción sistemá- tica –televisiones, universidades, élites e instituciones– de la herra- mienta más grande inventada por el hombre para defenderse de la Naturaleza y de la Historia: el Ar- te de Pensar. Vivimos en el despre- cio a los hechos, que gustan menos que las fantasías. En el desprecio a la Lógica, que gusta menos que las contradicciones. En el desprecio a la crítica, que gusta menos que la adulación. Y en el desprecio a la Verdad, que es mucho menos “ma- nejable” que la mentira. El antído- to contra todo eso está en una fra- se que se atribuye a Aristóteles: “Amigo de Platón, pero más amigo de la Verdad”. En cuanto a las men- tiras, Nietzsche, que era bastante escéptico en este asunto, hizo una distinción esclarecedora: hay men- tiras-sinceras y mentiras-indecen- tes (de falsario). No son lo mismo. Por lo demás, ninguna sociedad ha podido prescindir a largo plazo de la Verdad, ni ninguna ha perdurado sin ella. Como formuló Zubiri, “la suerte de la Verdad arrastra la suer- te del hombre”. Urge mucho, es evidente, la in- munización contra el virus, pero urge tanto inmunizarse contra la mentira. Verdadera termita de la li- bertad. La vacuna para eso es la ve- racidad, de fondo y forma. O por decirlo con el gastado mantra so- cialdemócrata de Habermas: inteli- gibilidad, verdad, veracidad y rec- titud. La clave ya nos la dio Sócra- tes hace más de dos mil años en su valiente defensa de la salud –física y política– de Atenas, su patria, atrevimiento que le costó la vida. El hombre es cuerpo y alma. El alma es espíritu pensante y razón ética. El Bien humano se produce por la armonía entre la salud física y espi- ritual. Armonía que está constante- mente amenazada por dos fuerzas sobrehumanas: la Naturaleza exte- rior que amenaza nuestro cuerpo (ejemplo, el coronavirus); la mala “polis” que infecta y acaba con la salud de nuestras almas. Quien ata- ca a la Verdad destruye el alma de los ciudadanos y con eso daña gra- vemente la democracia. Pero, por lo que se ve, hay élites y poderes que todavía no lo saben. Vivimos en el desprecio a los hechos, a la lógica, a la crítica y a la Verdad, mucho menos “manejable” que la mentira Según Koyré, el engaño es el arma privilegiada de quien se siente inferior y la mentira el alimento que todo desalmado ofrece a las masas, la puerta por la que a una sociedad le entra el espíritu totalitario LOS CLÁSICOS Y LAS EPIDEMIAS | 9 Salud del cuerpo, salud del alma Una internauta consulta información en el ordenador. | LNE 8 435102 100112 00621

LOS CLÁSICOS Y LAS EPIDEMIAS | 9 Salud del cuerpo, salud ... · Pero la reali-dad, como las cebollas, tiene ca-pas. Esta pandemia supone la coincidencia de dos virus super-puestos:

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Page 1: LOS CLÁSICOS Y LAS EPIDEMIAS | 9 Salud del cuerpo, salud ... · Pero la reali-dad, como las cebollas, tiene ca-pas. Esta pandemia supone la coincidencia de dos virus super-puestos:

Domicilio: Federico García Lorca, 7. 33007 OVIEDO. Apartado de Correos 233. 33080 OVIEDO Teléfono 98 527 97 00. Correo electrónico: [email protected] / [email protected]

■ GIJÓN: Teléfonos: 98 534 24 73 - 98 535 61 45 / Fax 98 534 52 73 ■ AVILÉS: Teléfonos: 98 552 06 88. / Fax 98 552 13 12 ■ MIERES: Teléfonos: 98 546 14 16 - 98 545 24 21 / Fax 98 545 26 09 ■ LANGREO: Teléfonos: 98 56736 75 - 98 569 76 57 / Fax 98 569 88 12

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Depósito Legal O-2-1958 (Edición General), AS-751-2001 (Edición de Gijón), AS-752-2001 (Edición de Avilés), AS-753-2001 (Edición de las Cuencas), AS-754-2001 (Edición del Occidente), AS-755-2001 (Edición del Oriente), AS-01235-2016 (Edición de Oviedo), ISSN 1131-8279 (Edición General), 1136-1557 (Edición de Gijón), 1131-8244 (Edición de Avilés), 1136-4955 (Edición de las Cuencas), 1577-4910 (Edición del Oriente), 1577-4902 (Edición del Occidente), 1577-5321 (Internet), 2445-4605 (Edición de Oviedo)

Luis MEANA Occidente sueña cada noche

con verse de nuevo en estado de inmunidad. Nuestra tranquilidad malherida anhela el pasado senti-miento de seguridad y detesta se-guir en manos del azar. O mi Rei-no por una vacuna. Pero la reali-dad, como las cebollas, tiene ca-pas. Esta pandemia supone la coincidencia de dos virus super-puestos: uno invisible que acaba en los pulmones y destruye el cuerpo, y otro muy visible que entra por los ojos y arrasa los ce-rebros: las “fake” (fake/noticias, fake/ideas, fake/argumentos), es decir, las mentiras. Entre esos dos virus ha habido secuencialidad y, en alguna medida, causalidad re-cíproca: el primero en aparecer fue el virus de la mentira (que lle-va años contagiando a nuestras sociedades) y después llegó el co-ronavirus. A nuestra época se la ha bautizado, no por casualidad, como Posverdad. Lo que signifi-ca un circo con cinco pistas: mu-chos tweets, muchos payasos y otras locuras, o sea, Trump, Bol-sonaro, B. Grillo, o Johnson, por citar solo foráneos. Tiene la épo-ca una evidente predilección por los histriones: espera de los frikis, las payasadas, los políticos inédi-tos y los timadores la “salvación” que no veía en los normales. Co-sa propia de las crisis: el pueblo se aficiona a los tahúres que lle-gan al casino y juegan a la ruleta (rusa). Hasta ahí todo medio nor-mal. Pero en España se nos está yendo la mano. Navegamos en el top mundial de fallecimientos por número de habitantes y en el top mundial de cuentos, falsedades y mentiras.

La mentira como sistema Hace muchos años, el gran his-

toriador de la ciencia Alexandre Koyré, francés de origen ruso, autor de celebrados libros sobre Galileo y Newton, afirmó esto: “Nunca se ha mentido tanto como en nuestros días, ni de manera tan desvergonza-da, sistemática y constante”. Como lo escribió en 1943, en medio de la aberración más grande que hayan visto los siglos, no tuvo ocasión de descubrir lo ilimitados que pueden ser los humanos en la utilización desvergonzada de la mentira. Se-gún Koyré, el engaño es el arma privilegiada de quien se siente in-ferior y la mentira el alimento que todo desalmado ofrece a las ma-sas. Por si no le habíamos entendi-do, añadió que la mentira es la puerta por la que a una sociedad le entra el espíritu totalitario. Según

él, todo totalitarismo se funda en la primacía de la mentira. Máxima virtud en esos sistemas. En los que la hostilidad natural se trans-forma en odio sagrado, creando una especie de ferocidad biológi-ca. Y la fidelidad al propio grupo en deber único y supremo. O sea, obediencia “perinde ac cadaver” (es decir, ciega y muda como un cadáver). Además, ese espíritu to-talitario expande la “psicología del justo perseguido”, es decir, el perseguidor se disfraza ladina-mente de perseguido y emplea su vida en quejarse de que quieren destruirle, a él “pueblo elegido”. En resumen, la “kakistocracia”, o el gobierno de los más ineptos, incompetentes y cínicos. Una aristocracia de la mentira.

Por supuesto, nada de esto es nuevo. La mentira tiene una lar-guísima historia. La colocaron en el proscenio político los peores sofistas griegos, cuya misión con-sistía en “convertir en sólidos y fuertes los argumentos más débi-les”. De esa forma, pensar se con-virtió en sinónimo de “embau-car”. Con sofismas utilizados pa-ra tapar la boca al adversario. De esa forma, la Verdad dejó de ser “adecuación o correspondencia con la realidad” para plegarse a lo que opinase la “mayoría”, o sea, los que opinan de todo. Como ad-

virtieron alarmados los mayores pensadores griegos, eso supone convertir la opinión (y no el cono-cimiento) en criterio de Verdad.

El más incansable combatiente contra eso fue Sócrates. Quien, se-gún su discípulo Platón, tuvo siempre esta convicción: al buen gobernante lo caracteriza “el ho-rror a la mentira, a la que negará toda entrada en el alma, al paso que habrá de tener un amor igual por la Verdad”. No le sirvió de mu-cho. Le dieron la cicuta. Gran lu-chador en esa guerra fue también San Agustín, quien escribió dos tratados sobre la mentira, en los que encontramos explicaciones como estas: mentir es “decir una falsedad con la voluntad de enga-ñar”; el pecado del mentiroso es el apetito insaciable de engañar. Por lo tanto, el mentiroso tiene “cora-zón doble”: en la interioridad de su alma piensa una cosa, sus labios expresan otra distinta. El “summum” de la mendacidad es mentir solo por el placer de men-tir y engañar. Siglos después, Lu-tero le dio al asunto un giro muy “actual”. Una especie de “teología de la mentira”, en la que, cuando se dice una gran mentira por amor y mejora de la Iglesia protestante, nada hay que reprochar pues con eso no se ofende a Dios. Por tanto, ancha es Castilla. Esa es la raíz

que alimenta a los sofistas de este nuevo “protestantismo político”: impunidad por autoinmunización.

El antídoto El Covid-19 ha sido el choque

–violento– entre nuestras fabula-ciones modernas y la realidad. La “inconmensurabilidad” (Kierke-gaard) entre deseos subjetivos y realidad objetiva del mundo. Tras las prudentes cautelas de posgue-rra, Europa se entregó, hace unos treinta años, a la “filosofía Dis-ney”: sustitución de la realidad por la ficción almibarada y vir-tual. En la que nada tiene conse-cuencias. Las sociedades occi-dentales se han ido volviendo

“románticas”: devotas de las fan-tasías y los misticismos más abs-trusos. Afirmó Novalis en una fra-se llena de peligros: “La poesía es lo absolutamente real, y las cosas son más verdaderas cuanto más poéticas son”. Dicho en lenguaje ciclista, estamos haciéndole la go-ma al 68: generación que lanzó aquel eslogan de “sous les pavés, la plage” (“por debajo de los adoqui-nes, la playa”). Pero debajo del “pavés” no ha habido nunca pla-yas, solo virus o gusanos. Por de-cirlo con un título de Nietzsche, eso es la conversión del mundo tal y como es en una fábula. Narracio-nes fabulosas que son el gran em-blema del Romanticismo, y, por lo que se ve, también el nuestro, o sea, el cacareado relato. En corres-pondencia, asistimos en los últi-mos años a la destrucción sistemá-tica –televisiones, universidades, élites e instituciones– de la herra-mienta más grande inventada por el hombre para defenderse de la Naturaleza y de la Historia: el Ar-te de Pensar. Vivimos en el despre-cio a los hechos, que gustan menos que las fantasías. En el desprecio a la Lógica, que gusta menos que las contradicciones. En el desprecio a la crítica, que gusta menos que la adulación. Y en el desprecio a la Verdad, que es mucho menos “ma-nejable” que la mentira. El antído-to contra todo eso está en una fra-se que se atribuye a Aristóteles: “Amigo de Platón, pero más amigo de la Verdad”. En cuanto a las men-tiras, Nietzsche, que era bastante escéptico en este asunto, hizo una distinción esclarecedora: hay men-tiras-sinceras y mentiras-indecen-tes (de falsario). No son lo mismo. Por lo demás, ninguna sociedad ha podido prescindir a largo plazo de la Verdad, ni ninguna ha perdurado sin ella. Como formuló Zubiri, “la suerte de la Verdad arrastra la suer-te del hombre”.

Urge mucho, es evidente, la in-munización contra el virus, pero urge tanto inmunizarse contra la mentira. Verdadera termita de la li-bertad. La vacuna para eso es la ve-racidad, de fondo y forma. O por decirlo con el gastado mantra so-cialdemócrata de Habermas: inteli-gibilidad, verdad, veracidad y rec-titud. La clave ya nos la dio Sócra-tes hace más de dos mil años en su valiente defensa de la salud –física y política– de Atenas, su patria, atrevimiento que le costó la vida. El hombre es cuerpo y alma. El alma es espíritu pensante y razón ética. El Bien humano se produce por la armonía entre la salud física y espi-ritual. Armonía que está constante-mente amenazada por dos fuerzas sobrehumanas: la Naturaleza exte-rior que amenaza nuestro cuerpo (ejemplo, el coronavirus); la mala “polis” que infecta y acaba con la salud de nuestras almas. Quien ata-ca a la Verdad destruye el alma de los ciudadanos y con eso daña gra-vemente la democracia. Pero, por lo que se ve, hay élites y poderes que todavía no lo saben.

Vivimos en el desprecio a los hechos, a la lógica, a la crítica y a la Verdad, mucho menos “manejable” que la mentira

Según Koyré, el engaño es el arma privilegiada de quien se siente inferior y la mentira el alimento que todo desalmado ofrece a las masas, la puerta por la que a una sociedad le entra el espíritu totalitario

LOS CLÁSICOS Y LAS EPIDEMIAS | 9

Salud del cuerpo, salud del alma

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