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Los dieciséis relatos que componen

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Los dieciséis relatos que componen La reina de Chipre se publicaron porprimera vez en 1999 bajo un título diferente que Marian Izaguirre tomóprestado a Borges:Nadie es la patria. Ni siquiera el tiempo. Ahora, estaspiezasquecompartenlareflexiónsobreloslímitesdelespacio,deltiempoydelaliteraturaquetancaraesasuautoracomoloeraaBorges,cobrannuevavida tras casi dos décadas en el olvido. Su autora, al igual que CaterinaCornaroensucortedemujerrenacentistaycultivada,seharodeadoenellosde poetas, filósofos, pintores y músicos en un espacio construido solo conpalabrasenelquenohabitaeltiempo.Sololossueños.

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MarianIzaguirre

LareinadeChipreePubr1.0

Titivillus25.03.2020

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MarianIzaguirre,1999Editordigital:TitivillusePubbaser2.1

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NOTADELOSEDITORES

La reina de Chipre está formado por un conjunto de dieciséis relatos queMarianIzaguirreescribióalolargodeunadécada.En1999obtuvoelPremioCajaEspañade librosdecuentosy fuepublicadobajo el títuloNadiees lapatria.Nisiquieraeltiempo,unversodeJorgeLuisBorges.

Rescatado tras una difusión escasa y casi dos décadas fuera de laimprenta,loseditores,enconversaciónconlaautora,hemosqueridodarleunnuevoíndiceyunnuevotítulo,ydejarestanotaensuspáginasparanollamaraengañoatodosaquellosquetienenlaediciónde1999.

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PRIMERAPARTELAMUJERDEOGRÓDSASKI

(Elviaje)

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Cada país no es sino una continuidad de un espacio; delmismomodoque cadadía es una continuidaddel tiempoquenadatienequeverconladivisión,sinoconelacrecentamiento.

JOSEPHBRODSKY

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1LAMUJERDEOGRÓDSASKI

Alasdoceyunminutounamujeraprendeapronunciarsunombre.Temblorosayausentesueñaquelasueñaunreyrojoparapoderasí,incansablemente,vivir.

Alasdoceydosminutosesamujerpiensalalunablancamientrassedesnudaysevisteincansablemente.

TERESAAGUSTÍN

EstuveenVarsoviaaprimerosdeoctubre.Esunbuenmomento,porquemástarde,cuandoelinviernoseacerca,seconvierteenunaciudadfría,húmeda,llenadecorrientesdeairequepasansobreelríoconviolencia.

Noobstante,aquellaVarsoviasoleadayasombrosamentecálidaproducíaunasospechosasensacióndefrío.Eraunaépocadecambios.LospaísesdelEste se habían derrumbado sobre su propia fragilidad y por toda EuropaCentral había una trémula sensación de desconcierto. Los conflictosinterétnicos, las pugnas por antiguas reclamaciones territoriales y elresurgimiento de un nuevo nacionalismo voraz y destructor parecían losúnicos remedios para paliar la falta de identidad que sucedió a la caída delcomunismo.PoloniacontemplabaconasombrocómosuslímitesconlaURSSse transformaban en fronteras conLituania,Bielorrusia yUcrania,mientraslasdosAlemaniasseconvertíanenunayChecoslovaquiadesaparecíade lanochea lamañana.Soloelmarseguíaensusitio,enelnortegélidode losinviernos,soloélllamándosedelmismomodo,lamiendoelsuelopolacoconuna lengua salada y húmeda que prometía ser eterna. En tierra firme, lasfronteras amenazaban con sermás frágiles que nunca y las gentes parecíanestar esperando una señal que les indicara el territorio concreto de eso quellamamos país y que ahora se había quedado un poco hueco, carente designificado.Quizáyotambién,durantemiviaje,habíapercibidounaextrañaproliferacióndeespaciosvacíos,algoquenopuedoexplicarmuybienyqueme hacía recordar una gran sala repleta de gente desconcertada, en cuyo

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interior yo sentía palpitar la incómoda sensación de que nadie sabeexactamentecuálessusitio.

Precisamente fue allí, en las calles de Varsovia, durante esos cortos yextraños días llenos de incertidumbre, donde tuve la impresión de que laspersonas,igualquelasideas,podíancaerseporunenormeprecipicioquelassepultara para siempre entre tinieblas y silencio. Y desde ese día también,tratodeanotaralgunoshechosaparentemente irrelevantesenesospequeñoscuadernos que se amontonan sobremimesa y en los que, tiempo después,encuentroconsorpresamipropiaydesvanecidamirada.

No sé si les pasa a ustedes. Cuando viajo mi mente se ordena de otramanera. Desaparecen los códigos de la vida cotidiana y la capacidad deobservaciónsevuelvemáspermeable, casi esponjosa.Entonces, cosasa lasqueenunasituaciónordinarianoprestaríalamásmínimaatención,adquierenuna repentina importancia. Es un momento, luego se pierden sin remedio.Ocurredelmismomodoconlasciudades.Sí,tambiénunacalle,lafachadadeunacasaoeltroncocenicientodeunárbol,todoslospequeñosdetallesquesepuedenobservarcuandopasasporlugaresalosquenopertenecesy,enalgúncaso,jamásvolverás,entranaformarpartedeesegranmontóndenadaqueperderemos irremediablemente.Cuandoseviajaseestásiempredepaso,enunpermanenteyreconocibletránsitoquetieneunsignificadometafóricomuyevidente: viajar es como vivir, una reproducciónmimética de la existencia,fugaz,irrepetibleydesmemoriada.

Lamañanade laquehabloeraunade tantas.Me ibadeVarsoviaenelvuelodelasdocecuarenta.Dejéelequipajeenunrincóndellugagge-roomysalí adarunbrevepaseo.Frentealhotelhabíaunparqueyunmonumentofunerariocustodiadopormilitares.Díaynochehabíavistoarderlaluzdeunallamayahora,alacercarme,pudeleerenlasparedes,sobreelmármolnegro,losnombresdeaquellosmuertosquelaciudadqueríarecordarparasiempre.

Elparqueestababrumosoyel cielo ligeramenteamarillento.Enunodelos senderos de tierra, unamujer joven se paró y llamó a alguien. Por esegesto me fijé en ella. Llevaba una bufanda de angora tejida a mano ypantalonesvaquerosbajoelchaquetón.Suaspectoeraagradable.Miréamialrededorynoviunasolapersona.El trozodeparquequeseextendíaantemisojosestabavacío,tanvacíocomolasideasquemovieronEuropadurantelamayorpartedelsigloXX,perolamujerseguíahablandoenvozalta,repetíados o tres frases en polaco y sonreía sin importarle mi asombro. Penséfugazmentequepodía tratarsedeunaperturbada, aunquedesechéesta idea,ahoralosé,entoncestodofuetanrápidoqueyopodíahabermeolvidadode

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ellosinollegaaserporqueestáescritoenunodeesoscuadernosalosquemehereferido,justoacontinuacióndelasnotassobreelmausoleo,bajolasfrases en lasque tratéde reflejarmi asombropor esanecesidadhumanaderecordar a losmuertos.Lamujer estaba enmedio del camino, hablando enpolaco.Yyo, segúnme ibaacercandoa su lado, considerabaque laescenaestaba incompleta, tenía que suceder algo, porque era una mujer que separecía tanto a mí misma que no podía pensar que estaba allí, sin más,hablándole al aire. Efectivamente, por debajo de un seto salió un preciosoperrodecolorcanelaylosdos,lamujeryelperro,sealejaroncorriendo.Esolaconvirtióenotra,lediounsentidoymehizoreflexionar.

Hay personas a las que conocemos en unmomento dado, en la sala deespera de un aeropuerto o en el interior de un autobús, por lo que sea nosfijamosenellasdeformaespecial,ungesto,suformadevestir,avecesunasimpleprendacomounpañuelodecuelloounaboinagris,lasmiramosconesaatenciónsomnolientaconlaquesemiranlosárbolesdesdelaventanilladeuntrenporque,enesemomento,formanpartedeldecoradodeunsueño.Todos estos personajes tienen algo en común: están ligeramentedescolocados,comosiguardaranunextrañoequilibrioentrelaexistenciayelmiedoalamuerte,aladesaparición.Sonfronterizos,cambiantes,habitanunaquí y un ahora sin antes ni después. Esa es su gran singularidad. Luego,cuando la normalidad vuelve y recuperamos los rostros de siempre, loslugarescomunes,ynuestroentornopierdeesepequeñoe inestablehálitodeprecariedad,losolvidamos.

Después de que la mujer del perro desapareciera, con la eventualintranquilidaddelquehacetiempoparaemprenderelviajederegresoacasa,recordépor lomenosmediadocenadepersonasen lasquemehabía fijadoespecialmentedurante losdíaspasados enPolonia.Laniñaqueva conunamujerhombrunaysindientesporKrakowskiePrzedmiescie;caminaasuladoconpasosrápidosy,depronto,lamujerlemetelasmanosbajolafaldayríecon su horrible boca vacía que parece tragarse de un violento bocado lavergüenza de la niña, su sofoco, una reacción repentina en la que mereconozco al doblar el recodo más oculto del pasado. O esa anciana detobillos hinchados y titubeantes que arrastraba dos bolsasmuy pesadas porKonwiktorska,aquieninútilmenteintentéayudar.Penséquelaacompañabaasucasayellameinvitabaaentraryyoveíalafotodeunjovenaviadorpolacosobreunamesaoscura,queellaseacercabasonrienteyparlanchinaconunatazadetéyqueyoencontrabamuyagradablesuincomprensibleidioma,meparecíacálido,entrañableycercano.Pensabaquizáenmipropiamadreyen

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unaseriedesentimientosimprecisosquebordeanelafecto.Pensabaentodoesto, cuando laancianamemiróa losojosconunextrañoextravíoquemehizodardospasosatrásycruzarlacalleendirecciónopuesta.

Hayencuentroscondenadosdeantemanoalolvido.PeroenelparquedeVarsovia, todos estos anónimos seres que habían acompañadomis tiemposmuertos en esa ciudad y sobre los que había depositado unamirada atentaexistían. Existían con tanta fuerza como el Observatorio Astronómico o elmonumento a Chopin, como las casas de colores de Stare Miasto y sushermosos corredores de madera que cuelgan sobre el río. Como el propioOgród Saski, el parque de castaños y abedules por el que yo paseaba esamañanadeoctubre,cuandotuvelaimpresióndequesianotabasupresenciaenunblocdenotasquehabíaenmibolsillo,esoslugaresyesaspersonasnose desvanecerían. En un momento, pude recordar a otros muchos, mudosfantasmasdepositadosenel recuerdodeotras ciudades,yvinuevamentealhombrederostroturbadoqueseparójuntoaunrobleenKolómenskoye…olaexpresiónconfusayalgoincómodadeFidelCastrocuandovisitóLáncara,laaldeadesupadre…aKumari,lapequeñadiosaqueesperalamenarquia…y a tantos otros, gentes atrapadas por una ráfaga del pensamiento, que sequedandentrodelaconcienciacomolashojasmuertasenelbosque.Lalluviadeotoñolasconvierteenpolvoyunsoplodevientolashacedesaparecer.

EntreloscastañosdeOgródSaskielsoldibujabasombrasmóviles.Paséanteunbanco.Alguienmemiróuninstante.Mesentíatrapadaporesosojosy,unminutodespués,meinvadióunasensacióncomodemuerte,elvértigodecaerporunprecipiciooscurocaminodelolvido.

Unashorasdespuésmeencontrabaporfinencasa.Loprimeroquehicealllegar fue cambiarme de ropa. Me puse unos pantalones vaqueros y unchaquetón, tomé la bufanda de angora que había olvidado en el perchero ysalíalacalleconmiperro.Notéqueelcuerpoaúnnosehabíadeshechodelasensación tibiamentedesordenadaqueproducen losviajes.Apesarde todo,unacuriosapromesadepermanenciaflotabaamialrededor.Erasumamenteagradable encontrardenuevoel parque sumidoen esa suavepenumbra, laslucesdeloscomerciosalfondodelacalle,elboulevardvioletaeindecisoporel que ahora caminoconmisbolsas, los añoshan caídopesadamente sobremí, ha ocurrido en un instante, mis pies titubean tratando de encontrar elcaminocuandounamujerextranjerayjovensemeacercayyoleoensusojosel deseo de ayudarme, una especie de calor inesperado, la complicidad dequienhapasadoantesporelmismotrago,ytambiénlavergüenzadealgoquenoacabadetenerexplicación,latíaAnnalevantándomelasfaldasdelantede

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todosyriendoconesadesagradablerisahombruna,subocasindientesenlaqueseahogaunacarcajadaasmática,mientrasmivozdemujeradultacruzaelairedeOgródSaskiyrepiteesafraseenpolaco…

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2LATROCHADEMARIEL

Nosésilehabléalgunavezdemipadre.Vivióporlapartedeacá,aesteladodel pueblo. Su casa daba al camino grande, todavía puede verse el solar,aunqueyanoquedaenpiecasinada.Sederrumbóunbuendía,comoél,quetambiénsefuedeestemundohacetantotiempoquehastayoloheolvidado.

Lascasas soncomo lagente.Vandejando ruinasalládondeestuvieron.Mírelas.Cuatropiedrasllenasdemalezayeseolor,levementedescompuesto,quemerecuerdaalalmacéndeEusebioPereiraenHolguín.Lamemoriademipadrenoesmásqueeso:unrestoqueaúnnodesapareciódeltodoyquelaszarzasamenazanconsumirenelolvido.

Notengomuchosdatosdesuinfancia.Ustedsabemejorqueyocómosonlascosasenlaspequeñasaldeas.Lavidatranscurresinquesucedanadadignodemención,comonospasaahoraanosotros,austedyamí,quelosdíasseparecenentresídetalmodoquelosconfundimosymuchasvecesperdemoslanocióndel tiempo, creemosquehanpasadounaspocas semanasyyavaparatresañosquelleguéaLáncara.Igualdebiódepasarconmipadre.Desusaños infantiles solo conservo una imagen húmeda, verde, la imagen de unniño que desprende un fuerte olor a bosta de vaca pisoteada. En fin, quizátodo sea producto de mi cansada imaginación. A veces tengo pequeñosproblemasdememoria.Ustedyameentiende.

Puessí.ElcasoesquemipadrenohablabagrancosadesusañosmozosenEspañay, encambio, leoí contar cientosdehistorias sobre laguerradeCuba, la del 95, cuando formaba parte del Ejército Colonial. Era soldadotelegrafista,«rayadillo»como les llamabanen la islaa losespañoles,poreluniformedecampaña,¿sabeusted?,queeradeunatelaquellamanpercalysecomponíadechaquetaypantalónrayadoenazulclaro,aunqueenlaslíneascolonialistashabíaotrastropasyotrosuniformes,comolosbatallonesvascosycatalanes,ylosasturianos,quellevabanatuendostípicosdesusregionesenEspaña, a los vascos les decían chapelgorris por las boinas rojas, yo las hevisto, conservamos un uniforme de teniente en el Museo de la Guerra,siempremegustóestemuseo,noporqueyohayasidotambiénmilitar,ymehayabatido el bronce comoel primero, sinoporquehay algo en él quemerecuerda la época demi padre, a esos viejos que quedaron en la isla, unostiposconbarbalargaquesepasabaneldíasoñando.Amí,hedereconocerlo,mecaíanbienlosespañoles,lestuveley,eranmejorquelosjodidosyanquis,

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todoelmundolosabeenCuba,alosespañolesselesrecuerdaconrespetoapesardetodo.

Puescomoledigo,mipadrecontabamuchashistoriasdeaquellosaños.Realmenteeraunaguerradebroma,¿noleparece?Nada,comparadoconloquevinodespués.Elarmamentohaevolucionadomuchoenunsiglo.Avecespiensoqueloshombresponemosdemasiadoempeñoentodoloquetienequeverconlamuerte.Hayqueserviejo,comonosotros,paraentenderlo.Fíjeseen aquellos años, cuando mi pueblo luchaba por su libertad y el EjércitoColonial basaba su aparato en los viejos fusiles Remington del 69…Mástardeloscambiaron,enlaépocademipadre,porelmáuserespañol,unarmaresistente que yo mismo he llegado a manejar. Y luego la artillería decampaña con aquellas enormes piezas de retrocarga, cincomulas había quedisponer para trasladar cada una, total para nada, porque los mambisesresultaban inalcanzablespor cañonesymorteros, siempreemboscadosen lamanigua,quelastropasmambisaseranunejércitodehombresinvisibles,porno tenerno teníanniuniforme,soloelsombrerovolteadopordelantecomoúnicorasgodepertenencia,y tanprontopresentabancombatecomoibandeforrajeo por los poblados e ingenios sin fortificar. Aquella era una guerraperdida.Contodo,losespañolesteníanuncontingenteenormeenlaisla.LaArmada disponía de grandes barcos dotados con cañonesHontoria y torresartilleras en las que relumbraba la famosa ametralladora Maxim, quedisparaba hasta seiscientos tiros por minuto. A usted eso le parecerá unanadería, pero con ese arma se hicieron grandes masacres entre losindependentistasdelospueblosdelacostayenmipaístodoescosta,noloolvide usted, siete mil setecientos cuarenta y seis kilómetros de costas,doscientasbahíasycasitrescientasplayas,yaséqueleextrañarámimemoria,aveceses infalible, recuerdodatos,números,comoestode lascostas,y losnombres de viejos armamentos que se usaron en el siglo pasado y se meolvidacómosellamabamimadre,nopuedorecordarla,séqueeraunabuenamujer,quelaquise,perosuimagendesaparecedemirecuerdo,seborra,surostroysuvoz,inclusosunombreseva,ymedueleterriblementeverquemehagoviejo,porqueelolvidoesunsíntomainequívocodevejez,poresomegustarecordarlascosasquemecontabamipadre.

Élsiemprehablabadelaguerra.Desuguerra.Lesorprenderáaustedqueyoleestécontandocosasdecuandoaúnnohabíanacido,peroesquesiempreme impresionó saber quemi padre había peleado contra el pueblo cubano,contralosverdaderoscubanos,poresoquizáyohiceloquehiceynuncameencasquilléeneldebateyaguantétodoloquesepuedeaguantarhastaqueno

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quedó más remedio y tuve que regresar a la tierra fría de la que salió mipadre.

Entre él y yo, entre su destino y el mío hay más de una coincidencia.Señales.Vínculos.Verá,tengoquecontárseloparaqueustedloentienda.

Ya le he dicho que era telegrafista en las filas del Ejército Colonial.Estuvo en la construcción de la segunda trocha, la que iba de Mariel aMajana.LosespañolesqueríanembotellaralEjércitoLibertadorenPinardelRíoy seempeñaronencortar la isladenortea sur, comoenel68, cuandounieron Júcaro con Morón por medio de una franja llena de fuertes,trincheras,fososyalambradas.PeroladeMariellessirviódemuypoco.

Mi padre contaba que su escuadrón salió de un ingenio que había porCeibadelAgua,muycercadelatrocha,unodeesosingeniosdeazúcarquelosespañolesprotegieronconempalizadasyfortines,yenélsealmacenabanmunicionesyvíveresparalascolumnasdepaso.Esteingenioyotrosdelosalrededores se abastecían desde el mar, con los barcos que llegaban alSurgiderodeBatabanó.

Las tropasmambisas no podían hacer nada contra la poderosa Armadaespañola.Peroenlamaniguaeranlosamos.Losespañolesnopodíanoperarde noche fuera de los ingenios, porque su sistema de combate era rígido einadecuadoparaunpaísdenaturaleza tanexuberante.A los«rayadillos»selos comían los insectos, el paludismo y la malaria. Los mambises, por suparte, eran ágiles, conocían el terreno, eso les valió para hacerse con lavictoria, aunque llegado este punto yo nunca quise olvidar la ayuda querecibíandelexterior,delostabaquerosdesterradosdeCayoHuesoyTampa,queCubatuvosiempreunexilio,yaveusted,amímehundióla«gusanera»de Miami, siempre hay un grupo de disidentes tocando los cojones desdefueradelaisla.

Ya le digo, los independentistas sorprendían a los «rayadillos» en unaemboscada trasotray lasexpedicionesburlaban lavigilanciade losagentesespañolesonorteamericanos—queenestoestuvieronhastalosdetectivesdelafamosaagenciaPinkerton—ynohabíaformadequesequedaranaislados,que los mambises se reían del bloqueo desembarcando clandestinamenteequipos, medicamentos y armas para el Ejército Libertador. Yo aprendímuchodeestaguerra.Lashistoriasdemipadremesirvieronamíysirvieronamipaísdurantemuchosaños,todoesetiempoenelquefuimoselejemploylaesperanzade lospueblosoprimidos,amenazadospermanentementeporelcriminalacosoimperialista.

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Enfin,volviendoalonuestro,siempresedijo,mipadrenosecansabaderepetirlo,quelosespañolesestabanperdidosfueradesusfortificaciones.Poreso, los mambises procuraban sitiarles en lugares plagados de ciénagas ymosquitosdelosquesalíanenfermosydebilitados.Cuandoelescuadróndemi padre dejó el ingenio de Ceiba del Agua no sospechaban que la trochasería para ellos un cementerio. Murieron a miles. Las enfermedadestropicales, las epidemias y la fiebre, se les pegaron al cuerpo comocaránganos, de modo que los «pozos de lobo», fosos y alambradas de latrochamilitarquedaronsembradosdesuspropiasbajas.Mipadrehablabaconhorror de la trocha de Mariel, aunque fue allí donde cambió su destino ydondedealgúnmodosedecidieron,sinqueélpudierasospecharlo,losañosmásgloriososdelahistoriadeCuba,suverdaderaLiberación.

Puessí,enlatrocha,mipadretrabóamistadconuncivil,unespañolqueeradueñodeunalmacénenHolguín.SellamabaEusebioPereiraypertenecíaalCuerpo deVoluntarios.Usted no sabrá de qué le hablo.LosCuerpos deVoluntariosestabanformadosporbatallonesdeciviles,españolesresidentesen la isla que defendían así sus pequeños comercios y sus fincas de laamenaza independentista.Secuentanhistoriasconfusassobresupapelen lacontienda. Se les hace violentos y sanguinarios,muchomás que las tropasregulares, pues no estaban sujetos a la disciplina militar y practicaban elsaqueo,sobretodolosBatallonesdeColor,noesqueyotenganadacontralos«pardos»o los«morenos»,comonosotros,alláenCuba, lesdecimos,nadiepodrá decir que practiqué la discriminación racial, para mí un negro esigualito que un blanco y, es más, un hombre semejante a una mujer. Lodemostrécumplidamente,creo.Perobueno,enlaépocademipadre,cuandoconoció al mencionado Eusebio Pereira, los mestizos y los negros de losBatallones de Color estaban bien separaditos de los blancos, que diganustedesloquedigan, losespañolessiemprefueronunpuntoorgullosos,quemiraban por encima del hombro a cualquiera que tuviera una pizcamás demelaninaenlaepidermis,ytotal,despuésquellevodosañosaquí,noveoelmotivodelorgullo,queblancoscomolalecheperobienpobresymiserablessonalgunasdelasgentesquevivenenestosalrededoresymuyatrasadasmeparecenalgunasdesuscostumbres,quédiferencia,tendríaustedquever,conelaprovechamientoagrícolademipaísyconlaformaenlaqueseorganizanlaslaborescolectivas,laproducciónyelcooperativismo.Perobueno,todavíaes pronto para este tipo de reflexiones, porque estábamos contando quemipadre trabó amistad con uno de estos sujetos que se llamaban a símismosVoluntarios delMérito, que su nombre era Eusebio Pereira y que tenía un

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almacénenHolguín,en laprovinciadeOriente.Noséqué lecontaríaamipadre,soloséquelaguerraacabó,losespañolesregresaronasupaís,yquemipadre,segúnleoícontarennumerosasocasiones,pasóuntiempooyendola voz de este hombre que le animaba a establecerse en Cuba, hasta quefinalmentesedecidióaregresar,compróunafincaenBirán,enOriente,ysededicóalcultivodelacañayalacríadeganado.

EltalPereiraleayudóaestablecerse.CuandoyoeraniñoíbamosaveceshastaHolguín,averle.Enelalmacén,unlugarhúmedoyoscurocomoestatierra,quesiempreolíaavino,aceitesysalazón,ellosdoshacíancuentas,mipadre le pagaba una suma que a mí me parecía enorme y luego bebían yrecordaban los tiempos de la trocha de Mariel entre risas y guiños decomplicidad.

Esos viajes aHolguín duraron un tiempo, luego el españolmurió ymipadre empezó amejorar su situación financiera, demodo que llegó a teneruna finca de 10000 hectáreas y poco a poco dejó de recordar su guerra ycomenzóahablardecosasqueestabanmásatrás,cosasdesusabuelosaquíenGalicia, comoyo ahora, yaveusted, despuésde lo quehe sidoparamipueblo, le hablo a usted de la guerra de Cuba, unos recuerdos que no mepertenecenyquesolooíenbocademipadre.

Ahora que estoy aquí, en el pueblo donde nació, piensomucho en esapequeña franjade tiempo:elque transcurrióentreel finalde laguerray suregresodefinitivoalaisla.Eltiempoquepermanecióensupueblo.Séqueloviviócomoundestierro.Yomismomeencuentroenunasituaciónparecida.He perdidomi guerra y me han obligado a regresar al terruño familiar. Aveces, en lasoscurasyhúmedasnochesde invierno, cuando las lucesde laaldea se apagan por completo, me levanto de la cama, me visto el viejouniforme militar y salgo al camino. Pienso entonces en mi padre y estoysegurode sus sentimientos.Esta región fría, sin sol, estos lugares tristes, ledebieronparecer un infiernodespués de haber conocidoCuba, su clima, sumar y sus gentes. No sé si podrá creerme, pero en las noches solitarias,cuandovoyporelcaminodelpinarconmitrajedecampaña, losientotodomuy cerca, quizá porque a los viejos nos pasa a veces que no podemosrecordarloquehicimosayer,aquiénvimosoconquiénhablamos,yonosémuchasvecesdóndeestoy,nireconozcoalseñorManuely,sinembargo,creover por todos lados amis viejos camaradas, al rochoMiguel, a Turna o alÑato,disparandosusviejos«máuseres»heredadosdelaúltimaguerra,lademipadre,yyovoyconellosy,mientraspeleoenMatanzas,mihijanaceenelranchón,nolaveohastamuchotiempodespués,unanochesinlunaqueenvío

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aporellas,latraelamadreenlosbrazosy,alverla,elcorazónsemevuelvecomodeazúcar,blando,caliente,ymeduelede tantaemoción.Mihija.Laquefuecontramíenlosúltimosaños.Contrasupadre.Lomismoquemiotrohijo, Fidelito, que le tuve que cesar de su puesto en la Junta de EnergíaNuclear.Ustednosabecuántodueleeso.Verquetupropiasangretetraicionayquetushijosseconviertenengusanos.Esasnochesquevistodeuniformelosrecuerdosmepesanenelpechoysolodeseoolvidarmedetodo,comomipadre,quepocoapocofuedejandocaerenelolvidolaguerraqueletrajoaCuba y el espanto de la trocha de Mariel, yo también quiero quedar sinmemoria,asíquevistomiviejouniformeverdeyrecorroelcaminoquellevaal pinar, en el frío húmedo de las noches gallegas voy a encontrarme conErnesto en Playa Girón, o al norte de la Ciénaga de Zapata, voy porqueErnestomellamaalolejosyelairehueleavainillayapólvora,ydetrásdelmanglaroscuroytenebrososuenaelestruendodelaBahíadeCochinosylavoz de todos los que murieron en el 56 me reclama, como a mi padre lellamaba el tal Eusebio Pereira, les oigo gritar mi nombre y las viejasconsignas de la Revolución, imagino que estamos en SierraMaestra o quetratamosdevadearelríoparaalcanzarelcaseríodeLaVeguita,yPomboyMiguel se ahogan comoentonces, se los lleva la corriente, yaveustedquécosas recuerdo, tan sin fundamento,mientras escucho esas voces que salenpordetrásdelmanglar,todasmeparecenlavozdeEusebioPereirallamandoamipadre,«¡ÁngelCastro,vuelveaCuba!»,ylavozrecorrelaislaentera,desde San Antonio hasta Maisí, todo el pueblo cubano repite la consigna,«¡Vuelve, Fidel, regresa a tu casa!», y entonces yo tengo la certeza de queestaré aquí poco tiempo, comomi padre, y que pronto,muy pronto, ¿sabeusted?,regresaréparasiempre.

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3ELTESTIGOROJO

InmemoriamJulioCortázar

A los treinta años de Rayuela, con el asombro incontestable de los que noaciertanaencontrarsulugar

ParaLucía,laotraMaga

Cuando llegóa la isla,provenientedeEuropa,elcalor, lahumedadyelsonidodelmarquelollenabatodo,lehicieronrecordarlastardesdeveranoenPuntadelEste,cuandoaúneraunmuchachoylossueñosestabanpobladospor un misterio húmedo e inconcreto que hacía la vida mucho másinteresante.

Había ido a encontrarse con su hijo, el hijo que Lucía y él habíanconcebido una tarde de otoño, en un sucio hotel de la rueTournefort,muycercadelacasaenlaquemadameBertheTrépartasegurabavivirmientraslalluviaresbalabaporsucenicientacara,unhotelqueyanorecordabasiquiera,pero que permanecía escondido en su memoria como una sanguijuelahambrienta.

ElmuchachohabíacrecidoyélhabíaseguidovagandoporParís,porlosclubesdondetodavíahacíanbuenjazz,porlascallesllenasdeesosgatosdepelomiserable que ella acostumbraba a acariciar, esasmismas calles en lasque jugaban al encuentro cuando aún podían besarse con la boca llena deflores o de peces, a veces sumergidos de lleno en lamagia sedosa de unaincógnitaquesurgíademuydentro,callesdesilencionocturnoentreelolorviejo de las emociones y el rumor inquietante de sus propios pasos. Paríshabíasidounterritoriopalpitante,lleno,rotundo.Despuésellasefue,sellevóalchico,vagaronporvariospaíses,elmuchachoencontróunpadre,alguiencapazdedesempeñareseesclavizantepapelquereconciliaaloshombresconla sociedad, habían sido felices, eso creía, aunque le resultaba extrañoimaginaraLucíarecorriendolasesquinasdeEuropa, trazandocírculoscadavezmás amplios en torno a París, porque París seguía siendo el centro detodo,primeroMalta,Tánger,Estambul,yluego,amedidaqueloscírculosseexpandíanyelmarpenetrabaenellos,Venezuela,Beirut,Bombay.

Avecespensabaenella.La imaginabaenciudadesextrañas,bajoelsolradiante,unazonacolonialjuntoalbarriodiplomático,erafácilrescataruna

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imagen suya, una imagen inverosímil, la Maga convertida en una buenaesposa, sonriendo en las recepciones en las que unas mujeres caducas sesecabanelsudorconunpañuelodeencaje,yellatransformada,venciendoeldeseodesalircorriendo,deescaparparasiempre,eldeseoderegresaraParís,como si París pudiera ser una puerta de acceso a lo infinito, era fácilsuponerlaapuntodeingresarenladerivaynotarunalientocálidoqueescapade su boca en las siestas calurosas, cuando duerme en una espaciosahabitacióndeltrópico,laspersianasentornadassobrelainciertapenumbradesusueño todavíapobladodehumoyfósforosusados, lapielcontagiadadelmismovaporhúmedoquedesprendíaelJardindesPlanteslosdíaslluviososdeprimaverayelpeloenredadoenunaviejacancióndeJellyRoll.

También,aveces,pensabaconlamismaprecisiónabsurdaenelhijo.Leveíacrecerentreseresextraños,volversesilenciosoydistante,quizá tuvierauna enciclopedia ilustrada con animales mitológicos, posiblemente ella lecantarasuavescancionesojugaran,losdos,aesascosasabsurdasylocasquelaMaga inventaba de continuo, a veces los tres juntos, el falso padre, esesimulacrodesímismoquerecomponíasupropiofuturocomosisetrataradeunjeroglífico,loquehubieradebidoocurrir,elpapelqueél teníaquehabercumplido, un hombre seguro de poder afrontar las responsabilidades allídondeélsesentíaahogadoporunaopresióndeincertidumbrequeeracapazdetumbarleenmediodelring,asílostres,instaladosenelasientotraserodeun Chevrolet, cruzando la ciudad hacia Ensanche Piantini, ellos trescompartiendolamismasonrisa,mientraslosvendedoresdemangoslesmirantorvamenteylassicasasomansushojasverdesporlosjardines.

El hijo era lo peor de todo. Lo peor de la separación, de los años, delabandono. El hijo era un testigo rojo entre manchas negras, algo que serepetía de cuando en cuandoy se adueñabadel recuerdo, algoquebuscabasiemprelacontinuidaddesuvidayacababaporremontarsealoscomienzos,enPuntadelEste,cuandoBuenosAiresquedabadesiertoyseproducíaunamisteriosatravesíadelaquesiempreregresabaconlacertezadehaberdejadoatráslainfancia.Allí,enelrecuerdoconfusodelosveranosdePuntadelEste,eradondeelhijoencontrabasumejoracomodo,penetrabasinpermisoentresus propios recuerdos, los de su adolescencia, se recostaba silencioso ydesconocido sobre la historia y se dejaba mecer por una evocaciónimperfecta,llenadefantasías.Eratodocuantoteníadeél,imágenesborrosasestallándoleenelcerebroyunaestúpidasensacióndedesconciertoportodala cabeza. No se habían visto nunca. Él jamás le había escrito. Por eso le

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resultaba fácilcreerquenoexistíay recrear,almismo tiempo,supresenciaconstanteentrelosbrazosdeLucía.

AhoraParísestabalejos,alotrolado,fueradelmundo,porqueelmundoeraesto,lahabitacióndelhotelSheratonfrentealmalecón,unmuchachoquevendíacocosenunpequeñocarro,loscasinos,unTomCollinsenlamano,elcielodeslumbranteycálidocomounalientodegigante,yél,éltambiénenlaisla, en una ciudad desconocida a la que había ido para encontrarse con suhijo.

Sesentóenelbardelapiscinaycontemplódurantelargoratoaungrupodenorteamericanosquejugabanenelagua.Siemprelefascinabacomprobarque algunas personas se comportan eternamente como si aún fueranadolescentesyquepara ellosnunca termina la saltaderayelgriteríode losmuchachoscuandosemetenenunapileta.Alascuatro,treshorasantesdesucita, salió caminando del hotel. Un negro con el torso desnudo segabalentamente la hierba de un pequeño parterre junto a la acera. El Caribe leparecióunpozoazulquealguienhabíarecortadodeunapostalyluegohabíasido pegado en los bordes de la ciudad, sin ningún esmero, y acarició lasospecha de que el agua podía llegar a coagularse en cualquier momento.Reflexionó sobre este aspecto del mar, un plano inclinado que se volcabasobre el malecón, y cuyo extremo más próximo quedaba envuelto en unaabsoluta invisibilidad.Nuncahabía visto una cosa así.Era un efecto ópticoqueparecía surgir deuna extrañaposición aérea.Exactamentede lamismaformaquesepegalacortezaterrestreenlasventanillasdelavióncuandoseinclina sobre una de sus alas, el Caribe se pegaba a los ojos con engañosainsistenciavertical.Caminóduranteunbuen tramopor laavenidaAbrahamLincolnycontemplósininteréslasvallaspublicitariasqueanunciabanelronBermúdezylacompraventadebienesraíces,algoquenoconsiguióentender,aunqueporotraparteleimportababienpoco,lomirabatodocomosituvierala esperanza de que los datos se iban a organizar en su cabeza por meracasualidad,sinnecesidaddequeélhicieraelmásmínimoesfuerzo.Recorrióunpardekilómetrosmás,hastaquealcanzólagasolineradeVillaJuanaysearrimó a la barra del bar, donde unamuchacha le preparó el segundoTomCollins.LostalleresdereparaciónocupabantodalacalleylosviejosBuickseamontonabanalolargodelasaceras.Unviejopasóarrastrandouncarroderefrescos y la camarera le sonrió varias veces entornando sus pesadospárpados.

Quedabapocotiempo.EnelpuenteDuartetomóuntaxi.Recorrieronunagran avenida y luego se adentraron en el barrio colonial, donde los patios

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dejabansuspuertasabiertasyloshabitantesdeambulabanporloscorredoresconciertodesmayo,comosiellostambiénarrastraranelpesodelosaños.Elchófer paró en una calle estrecha y pocos minutos después emprendió lamarcha,dejándolesudorosoyconfundidoporlaideadequefaltabantansolounos minutos para que el viaje tuviera sentido y veinte años de historiaquedaran engarzados entre los entresijos de una explicación razonable, unaexplicaciónque,porotraparte,élnosesentíacapazdeofreceranadie.

Unamujerlemirósincuriosidaddesdeelinteriordeunacasa.Reparóenla penumbra que envolvía la estancia y en la figura de un hombre grueso,ataviadoconunacamisetade tirantesyunpantalóndepijama.En lapuertahabíaunaplacadelatón:NEFTALÍGÓMEZ,ABOGADO,yallado,sobrelapared, un letrero: ENTRADA DE VEHÍCULOS LIVIANOS. Pensónuevamenteenelhijo,ahoracomosilotuvieradelante,visualizósuposiblerostro anticipándose al encuentro, y se sorprendió de que le resultaraasombrosamente familiar, los dos mirándose extrañados, los ojos del hijoveladosporalgoquepodíaseremoción,acasono,acasofueraelmismobrilloque siempre tenía la mirada de la Maga en el pont des Arts o su eternapredisposición al llanto que surgía sin saber por qué, siempre las lágrimasatrapándole por sorpresa, la culpabilidad reflejándose en ese espejo oscuroqueeransusojos,yahoraahíotravez,otravezlasensacióndemalentendido,odehaberprolongadoindefinidamenteeseParísqueeraunametáfora,paradarsedebrucesconunextrañoquedecíasersuhijo.

Caminóunosmetrosyllegóaunapequeñaplaza.Lospájarosalborotabanenlacopadelosárboles.RecordóqueLucíalehabíaescritounavez,duranteañoslemandabalargascartassinrespuesta,seguramenteparaqueélsupieradelhijo,selasenviabadesdelugareslejanosysiempredescribíauntrozoderealidadinvisible,algoquesoloellaeracapazdever.Enunadeesascartas,la última, le contó cómo era el olor del río en San Pedro de Macorís,descompuestoycálidocomoalgunosrecodosdelSena,yelestrépitode lasgarzascuandoveníanalatardecer,porquelasgarzasanidabanenlabocadelrío Chavón, justo ante sus ojos desmayados por la terrible voracidadcontemplada enLaCiénagao el desconciertodeun cauce seco cubiertodebasuraquerecorríaelHoyoChulín,barriosmiserablesporlosquetodavíalegustabacaminarcontemplandoalosmuchachitosharapientos,losvendedoresdemavisesyguarapodecañaqueatravesabanlascalles,lasmujeresfatigadasjunto al conuco en los pueblos del interior, todo le seguía asombrandomientraslasgarzasseadueñabandelosárbolesapocosmetrosdelasgrandesvillas,mientrasellayelchicosedejabanarroparporlaconfortablesituación

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de amparo que la vida finalmente les había proporcionado, la Maga sesorprendía con el recuerdo de sus orígenes en Montevideo y no podíarenunciar a ver toda esa pobreza, es demasiado inmensa, decía en su carta,porque laMagaeraasí,generosaydescontroladacon lasemociones,estabaatadaalpasadoynoeracapazdesacudírselodeencima,aunquetodohubieracambiadotanto,ellasedejaballevarporelruidodesuspropiospasoseneltiempo y nada, nada era capaz de apartarla de las calles y de la gente, nisiquieralasgarzascuandollegabanentreloscañaveralesparaadueñarsedeunpaisajeverdey limpio cercadel cielo, como si fueraun sueño,habíadichoella,unsueñoquenopuedeborrarlosdíasdeMontevideo,niParís,nopuededeshacer las presencias que están del otro lado porque solo es belleza sinalma,unapasióninútilquenotienelacapacidaddeconmover.

En lapequeñaplaza el tiempo sehabía congelado.Sabíaque la casa seencontrabaapocosmetros,peroelcuerponoleobedecíaycontinuóparadobajolosárboles,bajolospájaros,pensandoentodoesoyenlasgarzasdelríoChavón.

CuandollegóalhotelpensóquelegustaríaescucharunacancióndeEddieLang. Hizo las maletas con calma y después se tumbó sobre la cama,esperando la hora del vuelo. Trataba de no pensar en nada, pero era difícilmantenerseflotandosobreelvacío,encualquiermomentopodíaprecipitarsehaciaalgúnsiniestrohuecoenelqueleescocieranlasheridas.Habíadecididono verle, eso era todo. Una pasión inútil, había escrito Lucía en su últimacarta.Yeracierto.Paraél,almenos,eratotalmentecierto.

Elpilotohizoinclinarsealaparatohacialaderechayelmarsurgiótraslaventanilla. Un plano inclinado que parecía totalmente irreal. Pensó, condesgana, en la posibilidad de tomar otro Tom Collins y en París que,curiosamente,cadavezseencontrabamáslejos.

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4PORLASHÚMEDASCALLESDEROMAARodrigo

ElañoenquemispadressesepararonmimadredecidióllevarmeaRoma.Noséporquétomóesadecisiónnisécómosesentíarealmente.Yoestabacomociego,teníabastanteconlomío,conmipropiadesventura.Elmundoseabríaenmilpedazos,deprontoeraunlugarinhóspitoyplagadodepeligros.Nuncamis miedos fueron tantos y tan grandes, y nunca me he sentido másdesprotegidoqueduranteeseoscuroverano.

Elcasoesquemimadre,despuésdeunosmesesturbiosenlosquetratódemantenermealmargen,sinlograrlo,porquelasombradelacatástrofeseinstalóclandestinamenteentrelascuatroparedesdemihabitación,mimadre,como digo, compró dos billetes de avión para Roma y reservó doshabitacionesenunpequeñohotelcercadelaestacióndeautobuses.

Creorecordarcómoeraenaquellaépoca.Nuncahacambiadograncosa,adecirverdad.Unamujerpequeña,rubia,conelcabellocortoyunaspectocasiadolescente. Ella debía de tener entonces veintisiete o veintiocho años. Yoteníadiez.Nuncaconseguimosparecermadreehijo.Esaes,quizá, lacausade que nuestras relaciones sean como han sido. En Romame parecía máspequeña,másmenuda.Suimagen,sucuerpomoviéndoseamialrededorconunospantalonesblancosyunafinacamisadealgodónrosa,lollenantodoenmimemoria. No recuerdo nada de la ciudad. Apenas guardo imágenes delescenariodenuestrasvacaciones,perotengototalmentevivaslassensaciones,lossentimientosconlosquetuvequepelearmedurantelosdíasylasterriblesnochesinsomnesdeaqueldesconcertantemesdeagosto.

SegúnllegamosaRoma,ennuestroprimerrecorridoporlaciudad,melodijo. Hacía mucho calor. Un calor pegajoso y húmedo, desagradable.Habíamos visitado el Coliseo y yo quería subir en un tranvía. Era unasituación rara, turbia, preñada de extrañeza. Ella y yo solos, sin mi padre,tomandonuestraspropiasdecisionesysintiendo,almismotiempo,elhuecovacíoquehabíaanuestrolado.Ellalosentíatambién.Siemprehetenidoesacerteza. Era como si no pudiéramos decidirnos del todo, como si noestuviéramos en el lugar que nos correspondía. Queríamos comer ydudábamos entre la pizzería y el restaurante, queríamos descansar y nosabíamossi tomarunheladoosentarnosen lasviejassillasdehierrodeun

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café al aire libre. Siempre parecíamos esperar una tercera opinión, a unapersonaquenoestabaallí,peroquereclamabasuespacio.Éramoscomoalgoqueestásinterminar,unadeesasfigurasquesemueveninquietasenlabocadelmetro, consultando a cadaminuto el reloj, y que transmiten, si uno lasmira durante el tiempo suficiente, una tremenda angustia por la espera quesufren,hastaquesehaceinsoportableyacabamosdeseandoquelacitallegueabuen finy aparezcadeuna endiabladavez el otro esperado.CreoqueyodeseabaveraparecertrasunaesquinadeRomaamipadre.Entonces,eneseprimerpaseo,alasalidadeunadelasgaleríasdeaccesoalColiseo,unlugarterrosoymalolientesegúncreorecordar,melodijo.Metomóporunbrazo,hizoquemedetuviera,mecolocó suavemente frenteaella, el sol lediodepronto en la cara y yo vi que tenía unas pequeñas gotas de sudor bajo elnacimientodesucabellorubio,unasgotasdiminutas,inapreciables,redondasy firmes que surcaban la frente en sentido vertical. Su rostro caía, porentonces, a la altura del mío. La voz le salió serena, con una extrañatranquilidadneutraycálidaalmismotiempo.

—A partir de ahora será siempre así—dijo muy despacio—. Hay queacostumbrarse.

Luego,mepasóunamanoporelhombroymehizoemprenderdenuevolamarcha,quizáparanoverlaslágrimasenmisojosdeniño,yañadió:

—Noserádifícil,yaloverás.Desde esemomento la ciudad se enturbió como unos prismáticos a los

queselesvaelfoco.Pasé los días tratando de digerir nuestra nueva situación y las noches

agitado por una inquietud y una sensación de soledad y abandono quemeimpedía conciliar el sueño y que resucitó los viejos terrores nocturnos querecordaba vagamente de otros tiempos. Cada vez que me adormilabadespertaba sobresaltado por una sensación de vértigo. Soñé varias veces lomismo. Yo era muy pequeño, casi un bebé. Estaba sobre una superficiesatinada.De pronto, empezaba a crecer rápidamente, el plano se abría parahacer visible mi nuevo tamaño y descubría también el soporte que mesostenía,unasimplehojadepapel,unaviejafotografíaenblancoynegroenla que estábamos los tres sonrientes y mirando a la cámara. Yo seguíacreciendoy,sinningúnaviso,lafotografíaserasgabaseparandolaimagendemi padre. Perdía el equilibrio, corría hacia el otro lado en el que ya soloquedábamosmimadreyyo,perolafotoserasgabadenuevoymeprecipitabatambaleanteenelvacío.Eraunasensaciónespantosayatroz,quemellenaba

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la garganta de un ardor agudo y áspero, como el rescoldo de un gritoestranguladoamediocamino.

Y,apesardetodo,lafrasedemimadrehabíacomenzadoacambiarlascosas.Cuandoelmiedomeatenazabaenlaoscuridaddelcuartodelhotelysentía el deseo de llamarla ami lado, algomás fuerte que yome impedíahacerlo. Era su imagen, su rostro con la frente perlada de sudor, diciendoaquella frase que en principio me pareció tan cruel y que poco a pocoterminaríaporaceptarycomprender.Enlapenumbrademisnochesromanas,con las ráfagas de luz que se filtraban por las rendijas de la persiana y elinsistenterumormortecinoquelaciudadvomitabasobresímisma,imaginabaamimadreensucama,despiertatambién,enmanosdealgúnsecretoterrorintransferible y tratando de afrontar una nueva vida llena de interrogantes.Entoncesme sentíamejor y, no sé por qué extraña razón, siempre pensabaqueellayyoteníamoslamismaalturayqueeracapazdeverelsudorenlapartealtadesufrente.

Los años pasaron rápidoy nada fue tan terrible como el veranoparecíaanunciar.Mehicemayor,mipadreyellasiguieronformandopartedemividapor separado, pasaron a ocupar un espacio distinto al que habían ocupadohastaentoncesyarepresentarunpapelnuevo,ligeramenteescorado,peroenel que los afectos permanecían inalterables, milagrosamente vivos. Desdeentonces,desdenuestraestanciaenRoma,siempretuvelasensacióndequeyopodíaservirlesdealgosilascosasnoibanbiendeltodo,quelosdos,perosobre todo mi madre, eran también vulnerables y que en algún momentopodíanllegaranecesitarme.

Hacepocosdíascumplícuarentaycuatroaños.Unasemanaanteshabíamuerto mi madre, de repente, sin que fuera posible predecirlo ni evitarlo.Cuandolavienlacamadelhospitalteníaenlafrenteunaspequeñasgotasdesudor, apenas visibles.Me acerqué y pensé, después demucho tiempo, ennuestroviajeaRoma.Nuncahevueltoaesaciudad.Apenaslarecuerdo.Perolaveoaellacomoeraentonces,paseandoconunniñodediezañosporunascallesdesconocidasenlasqueambostratandedominarelmiedoytengolasensación de estar viendo una vieja película gastada por el tiempo, quetodavíaposeeelinquietantepoderdeemocionarme.

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5KUMARI,LADIOSAVIVIENTE

A comienzos de los años setenta, cuando Kathmandú era uno de esosparaísosposiblesque luego se extinguieron suavemente, comosi se tratarade un sueño arrebatado por la luz de la mañana, alguien me contó estahistoria.

Lo recuerdomuy bien. Era un sueco, alto y rubio que se llamaba Jan.Llevabaunaserpientevivaenunsacodelienzoyledabadecomerpequeñosratonesylagartijasqueélmismocazaba.Sealojóduranteunpardesemanasen mi casa. Isabela, la serpiente, se enroscaba a nuestros pies y yoencontrabaciertoplacerenacariciarsulomocurvoyseco,mientraselsuecocontaba loqueentoncesmeparecióunaprodigiosa invenciónyqueahora,pasados tantos años, debo reconocer como un acontecimiento sujeto a lainevitablecorporeidaddeloreal.

Tengo antemí un grueso cuaderno de papel de arroz. Las tapas estánforradasconunateladealgodón,similaralasquesirvenparaconfeccionaresaspequeñasgorrasquellevanloshombresenNepal.EncadahojahayunarudimentariaestampaciónenorodelosojosdeBuda,talcomopuedenverseenlastupadeSwayambunath,inquietantesymagnánimos,conelmisteriososímbolo «ek» amodo de nariz. La estampación preside el ángulo superiorizquierdo de cada uno de los pliegos cosidos entre sí por un cordoncilloblancoquesobresaleavecesdellomoyqueproduceelefectodequealguienhaarrancadocuidadosamentealgunadelashojas.Nadamásabrirloseleeen tipografía occidental: LOKESHOR.Writing Pad. Kathmandú, Nepal. Ydespués, en caracteres hasta hace muy poco para mí indescifrables, lasiguientefraseescritacontintaligeramenteazulada:EstosucedióenPatán,laantiguaLalitpur,laciudaddelosmiltemplos,ladelostejadosdorados,ellugar que se conoce como «la eternidad», bajo los ojos semientornados deBuda, y ocurrió porque la ciudad de Kathmandú robó a Patán uno de sustesoros y porque la envidia de los dioses a veces es superior a sumagnanimidad.

Hace cinco añosque se llevaron aShabkhan a lamoradade losdioses.Cadavezfaltamenosparaqueregrese.Yolasigoesperando.

Hoy,alamanecer,hedespertadobañadoensudor.Elsolseelevabasobreel valle. Al oeste de Kathmandú, sobre la stupa de Swayambunath, unas

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grandesnubesnegrasoscurecíanelhorizonte.Micorazónestabatambiénentinieblas.Hecrecido.Ya soyunhombre.Poresomeparecemásgrande suausencia.

Haydíasterriblescomoelrostrohonoríficodeundios.Precisamentehoy,alasdiezdelamañana,mipadremeanuncióquedebocasarme.Harávenirala muchacha de Bhadgaon y yo deberé aceptarla porque de lo contrario lavergüenzacubriráparasiempreelhonordemifamilia.Hedejadolacasayherecorridolascallesadornadasconfarolillosyguirnaldas.EslafiestaanualdelRojoMachhendranath.Todosparecenfelices.Laciudadenteraestávolcadaenundesconcertantejúbiloquenopuedoentender,porquefue,precisamenteenundíacomoeste,cuandoselallevaron.

ShabkhanyyohemosnacidoenLalitpur,laciudaddelosmiltejadosdeoro.Es laantiguacapitaldelreinoyel lugarmáshermosodelmundo,perodesdequeella se fueunvelode tristeza lacubreporcompleto.Yanoviveaquí.Nopuedever los patios empedrados del viejo palacio, ni laschaityasrepletasde reliquiasyofrendasquerodeanelcaminodeKathmandú.Ensunuevamorada,Sabkhanhabráolvidadoelcolordeloscamposdemostazayelverdeprofundodelascolinasquerodeanelvalle.Avecestemoquepuedaolvidarsetambiéndemí,queeltiempocieguesusojosconunvelodeplomoyquetodoloanteriorperezcaenlahuecaoscuridaddelolvido.

EnLalitpurnuestrascasasestabancercadelviejomonasteriodelosbudasmeditativos. Desde las ventanas del piso más alto podíamos ver el KwaBahal, escondido en el interior deunpatio, y sus tejadosdebroncedoradoquebrillanintensamentealatardecer.Muchasvecessubíamosalasterrazas,dondeelsolatraviesalamaderatalladaycreamilfigurasentrelassombras,yallí,enlapenumbra,nuestrosrostroselunocercadelotroynuestrosalientosuniéndose en el aire, yo le decía que la ciudad era un cofre repleto deriquezas.Porlasnoches,sobretodoenlaestacióndelosmonzones,cuandolahumedad entra en las casas y el calor hace difícil el sueño, bajábamos a laplaza con los otros niños y jugábamos en la oscuridad. Ella erami amada,nadie se atrevió nunca a discutirlo. Durante nuestros juegos infantiles nosdesposamosunainfinidaddeveces,convencidoslosdosdequenadaeramásfuerte que aquel compromiso que nos unía para siempre. Ahora dicen quenunca podré casarme con ella, dicen que ningún hombre debe atreverse adesposaraKumari,ladiosaviviente.

Cuando se llevaron a Shabkhan ella tenía seis años y yo diez. Durantetodo el invierno los mensajeros de la Kumari Ghar recorrieron el reino

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buscandocondesesperaciónunacandidata.Shabkhan,comoyo,perteneceala casta de los plateros reales. Esa fue nuestra gran desgracia, nuestraperdición, porque los estudiosos de las Cuatro Verdades eligen con sumocuidadoentre lashijasde losSakya, losorfebresbudistasquehabitansobretodoenlaviejaciudaddeLalitpur,yseleccionanalasquereúnenlasmejorescualidadesparaserdiosaviviente.Surostrohadeserhermosoyensucuerpono debe existir imperfección alguna, ninguna cicatriz o lunar que lo afee.Kumaridebeserigualmentebellapordentro.Valiente,bondadosa,inteligenteydiestraenlasbellasartes,eslaperfectaencarnacióndeTalejuBhawani,ladeidadqueadoraronhacemuchotiemponuestrosmayores,cuandoelmundoestaba cubierto de agua y los corales crecían en el fondo del valle deKathmandú.Porúltimo,Kumarihade ser impúber.Serádiosahastaque laprimerasangrefluyadesucuerpo.Luegoladejaránlibre.

Siempre ha sido así. Desde hace trescientos años, cuando el reyMayaJaya Prakash instauró el culto, los sacerdotes examinan con atención a lascandidatasylassometenalasmásdifícilespruebasdevaloreinteligencia.LaelegidaserállevadaalaKumariGharocasadeladiosavivienteyallíviviráapartadadetodoshastaquellegueparaellaeldíaseñalado.

YotemíaporSabkhan.Sabíaquenopodíaexistirningunamáshermosayque su carácter era capaz de colmar las aspiraciones del corazón másexigente.

Sucediódurante lacelebracióndelMachhendranath,enelmesdemayo.Dicen queMachhendra guarda el valle deKathmandú y que su rostro rojoconcedelaabundanciaylafelicidadasushabitantes.ParaSabkhanyparamí,la fiesta delMachhendranath fue el comienzode la desgracia, el dolor y ladesesperación.Nonossirviódegrancosa.

Recuerdoqueeraunatardecalurosaysofocante.Loshombresllevabanaldiosdentrodeesegigantescoconoderamasquemidemásdecuatropisosyquesedesplazapeligrosamentedeunaparedaotraentrelosgritosjubilososde lamultitud.La fiestaduravariassemanasen lasqueeldiosguardiándenuestrovalleviaja en suespectacular carro,debarrio enbarrio,decalle encalle. Por la noche se detiene y los vecinos del lugar hacen sus ofrendas yrezansusplegarias.Esatarde,elcarrodelRojoMachhendranathllegabaalaplazaSundhara, lugarenelqueseencuentrannuestrascasas.Muycerca,eltemplode losmilbudas tratabadecompetirconélendignidadyaltura.Lagrantorredebarrodeltemploreverberabaenladeslumbranteluzdeponienteylasimágenesdeterracotaquecubrensusparedesseconfundíanconelcielorojocomounrubí.Sabkhanestabamáshermosaquenunca.Llevabasusari

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verde,elcollardeturquesasycoralqueledieronalnacerydiezpulserasdevidrioa lo largodecadabrazo.Lanarizperforadaporunpequeñobrillanteque supadrehabíaengarzadoparaellay losojos rebosantesdeunaalegríalimpiaytransparentecomoelaguacuandobajadelascumbres.Deaqueldíarecuerdo,sobre todo, lasensacióndedichaqueme invadíaalcontemplarla.Heguardadoconmigocadadetalledesuatavíoycadaunodelosgestosqueentraronpormisojos.Mesentíarodeadodeunacuriosatransparenciaquemehacíapensarenmipropiocuerpocomoalgoinexistenteyestaembriagadorasensaciónmerodeabaporcompleto,igualqueelairecuandovienedelnorte,envuelto en un rumor de nieves eternas. Así la recuerdo. Sé que no meengaño. Sabkhan me parecía la esencia de lo que permanece a través deltiempo. La había visto crecer día a día y siempre, desde que mi memoriaalcanza, oí a nuestros padres hablar de matrimonio. Era, pues, mi destino:seguroyplacentero,comoelsueñodeBudasobrelaflordeloto.

En la fiesta del Rojo Machhendranath el barrio de los orfebres estabaadornado con guirnaldas de colores y sobre el rostro de los leones queguardanlaentradadeltemplohabíanpuestounagrancantidaddepolvorojo.Sabkhan también llevaba tika en la frente.Cuando el carro deMachhendrallegabaalaplaza,cientosdepersonasinvadieronlascalles.Nosepodíadarunpaso.Losvendedoresdetéymaízinstalabansuscarrosjuntoalospuestosde floresyguirnaldas.Lamuchedumbre rompiónuestra pazyyo tuve, porprimera vez, miedo a que alguien pudiera arrebatarla de mi lado. Era unmiedoirracional,peroasíy todolepropusequenosfuéramoslejos, losdossolos.Ellaaccediócomosiempreamisdeseos.Nosalejamoshaciaelviejomolino de arroz.Hacíamucho calor y Sabkhan corría cogida demimano.Cuando entramos en el molino, una bofetada polvorienta nos golpeó en elrostro.Estabaoscuro.Supequeñocuerposeapretócontraelmío.Erafrágilycálido.Ledijequeyaestábamoscasados,quepodíamoshacerlo.Enelsuelodel molino, entre los sacos de arroz acaricié a Sabkhan. Mi cuerpo seestremeció.Aúnahora,en lanoche,medespiertoconelmismosentimientoque tuve entonces por primera vez. Al crecer se ha hecho más fuerte ypoderosoyyoheaprendidoadoblegarlo.Peroesedíamedesconcertóenlomásprofundoymeparecióquealgomuyimportanteestabasucediendo.TuvelaimpresióndequeelpequeñocuerpodeSabkhanhacíaardermisentrañasyqueun fuego invisible se aferraba conviolencia a ese puntopor el quememojabaconunplacerdesconocidoyturbador.Sabkhanseburlódemí,perono me importó, el descubrimiento era maravilloso y yo sabía que esa

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desconcertante sensación era el comienzo de mi madurez. Acortabaprodigiosamenteelcaminoquenosseparabadelaunióntotalydefinitiva.

Regresamos al lugar de la fiesta. Me sentía feliz, inundado por unaprofunda calma.Mi cuerpo se encontraba relajado, sin fuerza, y mi menteparecía flotarentre lasnubesdePokhara.Apenasvia lamadredeSabkhanacercarse,tomarladelamanoyllevarlaalacasadondelossacerdotesdelaKumariGharesperaban.

Todosehizoensecreto.SellevaronaSabkhanporlanoche,sinqueyotuviera laoportunidaddeverlaporúltimavez.Durante todoeste tiempohesufrido su ausencia. Cada día, en cada instante, el recuerdo de Sabkhanestremecemicuerpoyrecorremisangre.Estádentrodemí.

HoyhecruzadoelríoBagmatiyhellegadoaKathmandúcuandoelsolyaestabaen lo alto.Apenasnosquedanunosdías.Mañana llega lamuchachaquemipadrehahechotraerparamídesdelasmontañas.Noquieroverla.NoquieroveranadiemásqueamiamadaSabkhan.Peromifamiliahatomadosudecisión.Dicenquenopuedodesposara laquehasidoKumari,queesonosdepararáunagrandesgraciaatodosyquemecausarálamuertetemprana.Yoséquenoescierto.

Mihermanamenorhasidomujeresteúltimoverano.TieneunañomenosqueSabkhan.ProntoencontrarámaridoentrelosjóvenesSakyayyocreoqueanosotrosnosasisteesemismoderecho.

En lascallesdeKathmandúhayunaespeciedeconmoción invisible,unrumorenterradotraslaspiedrasdelostemplosqueresbalalentamentesobretoda la ciudad.Quizá se trate demi propio temor.Al pasar por delante deHanuman,eldiosmono,hedepositadoasuspiesunaplegariaescritasobreunpequeño papel y lo he cubierto después con semillas demijo. Necesito suayuda.Esmiúltimaoportunidad.Dentrodeunosdíasnadiepodráhacernadapornosotros.

La casa de la diosa viviente estaba abierta. He aguardado junto a lafachadadeestuco,bajosuventana.Cuandounodelossirvientesseasomaledoyunasrupiasylacarta.

Enelpatiohacemuchocalor.Losniños juegan juntoa los leonesde laentrada. Una pequeña, con los ojos exageradamente pintados de kajal, seacercaymedice:«SoyKumari,soyKumari».Luegocomienzaatirarpiedrascontralasventanasdemaderatallada.

Alratoseoyeunextrañoalborotoenelinteriordelacasa.Losgritosylascarrerasdejanoírunavozalarmadaalotroladodelapuerta:

—¡AvisadalmédicodeJuddhaSadak!¡Kumaripierdemuchasangre!

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DoygraciasaHanumanporatendermis ruegos.Sabkhanpierdesangre.Ahoraescuestióndedías.Ledaránsudoteyladejaránlibre.

Pudeverlaporúltimavez.Lallevabanenuncarrocubiertodeflores.Nadamáscruzarlapuertade

losleones,Sabkhanlevantólamiradahaciamí,comosisecretamentesupieradóndemeencontraba.Entre todalaconfusióndejoyasyropajesyosentíelamadodestellodesusojos.Elcorazónmediounvuelcoenelpecho.Creíqueunacobramehabíamordidodentro.Ellaentoncesquisobajardesutronoylos guardianes del culto se lo impidieron. Los pies de la diosa viviente nodebentocarelsuelo.Pudeverlasgasasrojasdesangreyeltonoapagadodesusmejillas.Sabkhan llorabadébilmenteyyo la llaméunayotravezhastaquedesapareció.

Dicenquefuemicarta,lacartaenlaquelecontabamipróximaboda,loquelaobligóaproducirselasheridas.Dicenquefueellalaquesearrancólavida.YocreoqueHanumanacudióaverlayque,celosodesubelleza,melaarrebató.

Todavía la recuerdo.Avecesentroenelviejomolinodearrozy revivounaextrañasensación.Laveoconsusariverde,alegreyfelizenlafiestadelRojoMachhendranath,ymeconmuevoconsu inocencia.Luego recorro lascalles de Lalitpur y observo cómo va cambiando todo en nuestra queridaciudad. Presiento que Sabkhan se sumerge en el fondo del tiempo ydesaparece en un placentero reino de agua y coral en el que habitan desdesiemprenuestrosdioses.

Hastaaquíelcontenidodelcuaderno.Estáescritoensu totalidad,muyapretadamentehaciaelfinaldelaúltimahoja.AhoraséqueelautorutilizólalenguafrancadelosGurkas,elnepalí,aunqueexisten,alolargodeltexto,diversasexpresionesennewar,el idiomapropiodelvalledeKathmandú,yalgunos confusos términos de origen sánscrito que mi traductor aseguradesconocer.Haytambiénciertonúmerodepárrafosdefinitivamenteperdidosa causa del poder de absorción del papel de arroz que ha convertido laescritura en un grueso borrón de tinta azul en el que resulta imposiblereconocerunasolapalabra.

Durante casi veinte años ha permanecido en uno de los cajones demiescritorio. Inédito y misterioso, ha dormido el largo sueño de los objetosabandonados. El sueco se fue unamañana de enero, creo recordar que sedirigíaalasmontañasdeKetama.Aldespertarencontréjuntoamicamael

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saco blanco de lienzo en el que guardaba a Isabela. Estaba ligeramenteabultado.Loabrítemiéndomelopeor.Unahermosaserpientesindueño,porejemplo.Peroenel interiordelsacohabía tansoloungruesocuadernodepapeldearroz.Elmismoqueahorasostienemimanoyenelqueestáescritoloqueentoncesmeparecióunahistoriatotalmenteinverosímil.

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6ISLAKAMPA

Llegué a Praga con un único objetivo: entrevistarme con Josef Sedek.Despuésdetantosaños,elviejoSedekseguíavivoyeranecesariosaberquéintencionesalbergaba.

Laciudadmesorprendióconunclimabenevolenteyapaciblequeyonoesperabaencontraraesasalturasdelotoño.Recordabavagamente lascallesmal iluminadas y la vista de las incontables torres verdes que se podíancontemplar desde los alrededores del castillo. Viejos campanarios góticos,destellantescúpulasbarrocasytejadosdehierroforjadoquehabíanresistidoelimpactodelametrallayresurgidomilagrosamentedeladestrucción.

Viquetodoseguíaensusitio:elríocruzadoporsusquincepuentes,lascasas burguesas de Parízská y Jáchymova, construidas después delsaneamientodelbarriojudío,ylacolinadeVysehradconsusmuertosilustresdescansando plácidamente entre los abedules. En la ciudad vieja, cerca deMaléNámestí,lacasadondefuedetenidoNovákseguíatambiénenpie.Unamujer,enloaltodeunandamio,restaurabalaspinturasdelfrisorenacentista.Elmundoeraotro,lahistoriasehabíadeshechodesuspropiosrecuerdosy,sinembargo,Pragaseguíaintacta.

EstacertezasirvióparaqueaumentaramisprecaucionesrespectoaSedek.Él también podía encontrarse sometido a esa especie de nostálgicoembalsamiento que conservamilagrosamente las cosas a través del tiempo.Podía,portanto,resultarahoramáspeligrosoquenunca.

Encontré su pista entre los bastidores de un mortecino centro deinvestigación que dirigía una extrañamujer llamadaAnna Schaverova. Eraunaminúsculaypolvorientaoficinaenunedificiodeconstrucciónsoviética,sinmantenimientoalguno,yencuyointeriorlosrestosdehollínsepegabanalassuelasdeloszapatos.

AnnaSchaverovamerecibiófríamenteyescuchómispalabrassinningúntipode turbación.Eraunamujer joven,unpocomasculina.Llevabaelpelocorto,peinadohaciaatrásyalhablaremitíaunpequeñosiseoquemeresultómolesto.

—ElprofesorSedeknovieneporaquíúltimamente—dijoconuntonodevoztangélidocomosurostro—.Dehecho,creoquenisiquieraseencuentraenestosmomentosenPraga.

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No la creí. Inmediatamente percibí que detrás de sus gestos había algomásquetranquilidadeindiferencia.Porunmomentotuvelaimpresióndequehabíaoídominombreantesdequeyoselodijera.Aquellaconversacióneraunasimplefórmulavacía.SedekyasabíaqueyomeencontrabaenPraga.

Efectivamente,alaspocashorasmeentregaronunmensaje.Sedekqueríaentrevistarse conmigo. Me citó en el hotel Europa, en el corazón de unabulliciosa plaza llena de almacenes y puestos callejeros que yo recordabadesierta, atrincherada tras el silencio de las noches de antaño, cuando laspatrullaslacruzabanunayotravezhastaelamanecer.Llegópuntualmentey,noobstante,mesobresaltéalverle.Estabaviejo.Cojeaba.Susojosteníanunaespecie de vaho gris que diluía la dirección de su mirada. Me sorprendióencontrarmeconunhombreacabado.

Noquisosentarse.—Prefierocaminar,siesono lecausamolestia—medijo—.Amiedad

hayqueprocurarqueloshuesosnoseentumezcanparasiempre.Tomamos la acera de la izquierda y ascendimos hacia elmonumento a

San Wenceslao. Cerca de la estatua, en el suelo, los praguenses habíancolocadofotografíasdesusmuertos,esquelasdetodotipoytarrosdecristalllenosdeflores.JosefSedekmeseñalóellugar.

—Son las víctimas de las arbitrariedades comunistas —dijo con unasonrisa—.Unpequeñohomenajealarebeldía.

Caminamosduranteunbuenrato.Laciudadera,encompañíadeSedek,unestremecidoescenarioporelquediscurríaeltemor.Mitemoralrecuerdo.

Nosacercábamosalcentrodelaciudadvieja.Antesdellegar,sedetuvounos instantes ante un viejo edificio desconchado cuyos locales estabantapiados por planchas de madera. Del interior salía un penetrante olor amiseria.

—¿Por qué me buscan?—preguntó en voz baja—. Ahora solo soy unviejoprofesorretirado.Todoelmundosehaolvidadodemí.

—Nosotrosno—lerespondí.Teníacuriosidadporsabercuálseríasureacciónantemispalabras.Pero

Sedek mantenía los ojos bajos y parecía contemplar con indiferencia laszanjasdetierramalolientequeseabríanalolargodetodalacalleNekázanka,donde seis o siete hombres trabajaban afanosamente el subsuelo de dosedificiosdesilleríaqueestabanunidosentresíporarcadasvenecianas.

—Mi pueblo intenta reconstruir su presente —dijo señalándoles—.Estamos limpiandoelpaís.Transformándolo.Senecesitaalgún tiempoparaconseguirbuenosresultados.

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Luegoemprendiólamarchay,unospasosmásallá,sedetuvopensativo.—Eltiempoesunbuenaliado,¿nocree?Entendí que se refería a él y a mí, a nuestra propia supervivencia. El

tiempo,contra todopronóstico,noshabía respetado.PeroSedekpensabaenalgomuydistinto.

—Despuésdetantosaños,ustedesnohanpodidohacerseconelcorazóndeestaciudad—continuódiciendomientrascaminabaamiladoysucojerasemehacíamásymáshabitual,hastaqueacabéporignorarlatotalmente—.Nadielohaconseguidonunca.Praganoadmiteotradoctrinaquesupropioypeculiarculto.

NotéqueevitabaMaléNámestí.ElrecuerdodeladetencióndeNovákmeasaltó de nuevo. Dimos un pequeño rodeo para entrar en la ciudad judía.Sabiamentemecondujohacia el cementeriode la sinagogadePinkasymemostrólasdecenasdeturistasqueseagolpabanentrelastumbasyquehacíancolaenlaestrechaescaleradelmuseodondeesperabanverexpuestoelhorrordelexterminionazi.

—Mire —dijo con amargura—, esto es lo que quedará también denosotros.Unaimagendiabólica.ApocosmetrosdeaquíhayunaexposicióndedibujosinfantilessobreelcampodeconcentracióndeTerezín.Elhorrordelosnazishaceunabuena taquillacadadía.Elmundo lesha juzgado, leshacondenado, pero se resiste a olvidarles. Es la paradoja delmal.Uno nuncapuedelibrarsedesupeso.Amímecausaterroreseafándeloshombresporrememorarladesgraciayladesolación.

—Usted sabe muy bien—le respondí— que todo esto no es más quepropaganda.Lasideassonloúnicoquerealmenteimporta.Nuestroproyectono merece desaparecer. Pasará el tiempo y alguien tendrá que devolver ladignidadaunacausaqueobtuvograndeslogros.

—Nomenecesitanparaeso—respondió—.Yoyanosoynadie.Supe entonces que había registrado perfectamente mi mensaje y que

tratabadeconvencermeparaquenollevaraacabomimisión.—Nos interesa saber quéha decididohacer con cierta información—le

aclaré.Comoenocasionesanteriores,Sedekparecióignorarmispalabras.—El olvido es mi única aspiración —confesó con tristeza—. He

conseguido sobrevivir a expensas demi propiamemoria. ¿Ha visto usted aesos hombres que estaban abriendo una zanja? Yo hago lo mismo. Cadamañanamelevantoymepongoacavar.Cavoincansablementeunazanjaqueesmipropiatumba.Lohagoconlaesperanzadepoderenterrarmeenellay

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quenadiemerecuerde.Eseesmiúnicodeseo.Desaparecer totalmente,quenopuedanvenirareclamarlosrecuerdosquevoysepultando.

Sedekhabíallegadoaunpactoconsupropiaconciencia.Peroalgoajenoaélmismoleimpedíaolvidar.

—Praga es una ciudad llena de fantasmas —me aclaró como si fueracapaz de descifrarmi pensamiento—. Sus calles, sus iglesias, sus plazas yrincones están hechos de historia. Son la historia misma. Aquí todo seconserva,nadaperece.

Habíamosllegadoalrío.CruzamosporKarlúvMostybajamoshaciaislaKampa, la zona situada a los pies del puente, donde el Vltava lame loscimientosdelascasas.

—Esosfantasmasrecorrenlaciudadincansablemente—dijoSedek—.Nosésiustedtambiénhapodidodarsecuentadesuexistencia.

Memiródefrente.ElsolcaíalentamentesobreelVltavaysuluzgranasedispersaba sobre laciudad, tiñendode rojo la cúpuladeSanSalvadory losdieciséis arcos del puente. El rostro de Sedek también parecía súbitamenteencarnado.

—Porqueunodeesosfantasmaslepertenece—dijoalfin.Novák apareció antemis ojos. Sedek debió de ver cómo asomaba ami

rostroelmiedo.Elsolsesepultódefinitivamentedetrásdeunhorizonteenelqueserecortaban,precisasydistantes,lassiluetasdemiltorresrepartidasporlaorilla izquierdadel río.Estábamosenelparquede la isla.Hacíaratoquecaminábamos en la temprana oscuridad de los jardines, bajo un pequeñobosquedecastaños.ElríodelDiablo,unodelosbrazosqueelVltavatiendesobre la orilla, discurría con calma.Pasamosunpuente y nos asomamos alcanal.Laoscuridaderamayoreneselugar.Sedekdijo:

—La noche en la que murió Novák yo estaba en su casa. Lo sabe,¿verdad? Usted siempre sospechó que alguien se ocultaba en la habitacióncontigua.

Un cisne blanco cruzó bajo el pequeño puente del canal,muy cerca dedondenosotrosestábamos.

—Pudeverle—continuó—.Vicómoponía las listas sobreelescritorio.Todosaquellosnombresseñaladospor lamuerte…Nováknuncaconociólaexistenciadeesospapeles.Simplemente,nolepertenecían.

Lasiluetanegradelpuentedepiedraperdíalentamentesuscontornos.Enlo alto, las estatuas permanecían visibles, como testigos mudos de unapeligrosaconversación.

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LanocheseadueñabadefinitivamentedePragayun repentinovacío, laimpresión de que el mundo había dejado de girar por unos instantes, seextendióporlaorilla,contagiándolotododeunmágicosilencio.

Sedekseguíaamilado.Enlaoscuridaddelparqueapenaspodíaverle.—LamuertedeNovákacarreóunamatanzainnecesaria.Noselimpióla

ciudad,nosecastigóalosculpables.Todoslosrepresaliadoseraninocentes.InclusoelmismoNovák.Éltambiénmurióinútilmente.Nuncapudeentenderquémotivosteníaustedparadesearaquellamasacre.

Bajo las piernas de Sedek se oía correr el agua. Bastó un instante, unsimpleempujón,yelcuerpocayóalcanalconunligerochapoteo.Sologritóunavez.Luego,comosi lopensaradenuevo,JosefSedeksehundióen lasoscurasytranquilasaguasdelríodelDiablo.Algomehizopensarquecaíaenuna profunda zanja y que su necesidad de morir era superior a la mía dematarle.

SubíhaciaMaláStrana.Desdeelpuente,alaalturadelatorremayor,measoméalVltava.Nohabíaluna,peroelaguadelríoreflejabaunasuaveluzdorada.

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7ELRECUERDODEGELLÉRT

Elolvidoesunaestrategiadelvivir.

J.MARSÉ

Nos encontramosdenuevo enBudapest.Gyulahabía cambiadomucho.Su rostro estaba terriblemente avejentado y sus grandes ojos negros meparecieronahorasinvida,cubiertosdearrugasyagotados.Apenashablamos.Noteníamosnadaquedecirnos.

Cuando le vi alejarse por el andén vacío de la estación del Este, meparecióuna sombraborrosa, el restoquequeda en el aire cuando alguien aquiencreemosreconocerpasarápidamentepornuestrolado,doblalaesquinasin que nos dé tiempo a identificarle y se pierde irremediablemente en laoscuridad. Gyula desapareció entre la multitud de la estación, un pobre yoscuroviejomásentrelosviejosquepasanallílasmañanas,enelbulliciodelosandenesylassalasdeespera,viejosamarillosqueaguardanlamuerteysesientanmientrastantoacontemplarelfarragosoiryvenirdelagente,viejosblancosytransparentes,llenosdenada,quevenllegarlostrenescargadosdegrisesfuncionariosycampesinos,ycasialmismotiempolosvenmarchardenuevo,viejosquecontemplanlosvagonesrepletosdepersonasdesconocidasa quien, sin embargo, parecen decir adiós con un oscilante balanceo decabeza. Gyula no me dijo adiós, pero yo me quedé en el andén con laimpresióndequeéltambiénsehabíaextraviadoenunplieguedeltiempo,enunintervaloruidosodondelostrenesllegabanymarchabansindescanso,unlugarperdidoenelqueyanadieleestabaesperando.

LeconocíenlosbañosdeGellért.Yoeramuyjoven.HabíamosvenidoaBudapest con la orquesta de Fiedrich Stein.Gyula era entonces un hombreatractivo, con el pelo casi gris, pero todavía se encontrabamuy lejos de lavejez.Guardoconmigoesaprimeraimagendesucuerporecostadosobreunadelascolumnasdelosbaños,mientraselaguainterponíaentrenosotrosunapenosasensaciónhúmeda.

Durante toda una semanaGyula vino a vernos actuar.Después, cuandoacababaelconcierto, tomábamoscualquiercosaconel restode laorquesta,bromeábamos y bebíamos durante un par de horas, hasta que nos dejaban

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solos.Gyulameacompañabaalhotel.CaminábamosporlaorilladelDanubioensilencio.Avecescruzábamosunodelospuentesypasábamosalotrolado,aÓbuda.Legustabapasearporlosmuelles,mientrashablabadelaciudad,desuvidaenBudapestydelmiedoque,poraquellosdías,comenzabaaaflorarentrelosjudíos.

Gyulasesentíaenpeligro.Aquelañode1935,cuandoGömbösganólaseleccionesdeabril, lashuestesdeFerencSzálasihabíanapedreadosucasa.LamadreyelhermanodeGyuladejaronBudapestyserefugiaronenelsur,enSzeged,aorillasdelríoTisza.Gyulanosabíaentoncesquejamásvolveríaaverlos.

Una noche, a la salida del teatro, le acompañé al viejo embarcadero.Recuerdo que se quedó durante largo rato mirando el cauce oscuro delDanubioyquedespuésdeunprolongadosilenciodijo:

—Mepreocupaelfuturo.Latoleranciaestádesapareciendodelafazdelatierraydentrodepoconohabrásitioparagentecomonosotros,noexistiráunespacio para la singularidad. A veces pienso que puedo desaparecer comoesasramassecasquearrastraelagua.

Lemirépreocupado.—Mirael río—medijo—.ElDanubio.Dosmilochocientoskilómetros

deaguaquehanservidodepuenteentreculturasopuestasydiferentes;peroélno pregunta, nunca lo hace, recorre la vieja Europa sin importarle que loshombres la llamenAlemania,Austria,HungríaoEslovaquia, todoes tierra,todolomismo,paraélnoexistenlasfronteras.

Sequedóensilencio,comosireflexionarasobreloqueacababadedecir.—Tengomiedo—añadió conpesadumbre—.Elmundoque conocemos

pareceestarpreparandosupropio fin.Yomismoestoycontaminadoporunsentimientoapocalíptico.Piensocadadíaenloquehabrádespués,porquenosoycapazdeimaginarlo.Nadiepuede.Portodosladosestapenosasensaciónde desconcierto que nos roba el futuro. A veces creo que la sociedadcentroeuropeaestáapuntodeperecer.

Gyula tenía razón. La guerra que vino después nos exterminó. Aunquecadaunoconsiguierasobrevivirasumanera,cuandovolvimosaencontrarnosno quedaba nada de aquellos días en los que paseábamos por la orilla delDanubio. Nada de nuestras ilusiones, ni de nuestros sueños. Tampoco elmundoeraelmismo.PeroGyulaquisofingirquetodavíaeraposibleesquivarlaspesadillasyrecorrerlasengañosasveredasdelanostalgia.

Habíantranscurridodiezañostansolo,perocuandolevolvíavertuvelaimpresióndequeestabaacabadoyqueelpresagiofunestoquesedesprendía

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de su voz durante la noche de 1935, cuando él y yo recorríamos la ciudadsiguiendo el inquietante y sombrío contorno de Óbudai-sziget, se habíacumplido.Todavía elEjércitoRojo no había tomadoBudapest y los judíosestaban siendo deportados en masa. Gyula permanecía a la espera de unvisadoquelepermitieraescapar.Nosvimosdenuevo,estavezenlaPuertadeViena, en la zona septentrionaldel castillo,desdedonde sepuedever elpaisaje de las colinas de Buda que por aquellos días la guerra habíaconvertido enunmontónde escombros cubiertosdenieve.Caminamosporlascallesquebordeanelcastillo.Unbombardeoacababadedestruirlaiglesiagótica de laMagdalena. La torre permanecía en pie, como vestigio de unavergonzosabarbarie.A su alrededor, el cieloparecíahabersederrumbadoyconvertidoinexplicablementeenunmontóndepiedrassinningunaconexiónquepudierapermitirnosreconstruirlabelleza.

Gyula me pidió ayuda, pero yo no me sentía en disposición de poderbrindársela.Tuvemiedo,aunquenoselodije.Creoquemeentendió,porqueel temor se había convertido en el único sentimiento permanente, algo quecompartíamosellosynosotrosporigual.

Pocotiempodespuéssupeque,aquellamismanoche,lehabíansacadodelDanubioyquehabíaestadoapuntodemorir.Ledeportaronauncampodeconcentraciónunosdíasantesdequelastropasalemanastratarandealcanzarla frontera con Austria. Solo unos pocos pudimos escapar. Gyula tambiénconsiguiósobrevivir.Peroniélniyoéramoslosmismos.

Duranteañosarrastrélavergüenzadehaberledejadomarchar.Quiseverledenuevo,añosmástarde,cuandolamemoriasehabíadisueltoyelrecuerdodemi pasado parecía enterrado. Por eso regresé a Budapest. Por eso quiserecuperarla imagendeGyulaquesentíaenelfondodeuntiempoinocente,cuandoyoeraeljovenmúsicoalemáninstaladoenelresbaladizobordedeunsueñoyélmellevabaporlaorilladelDanubio,mostrándomelabellezadeunterritoriocompartidoyeltemoraquetodoesosedisgregaseydesaparecieramisteriosamente.Deseaba rescatar su rostro, su cuerpo aprisionado entre lahumedad de los baños, antes de todo, cuando el dolor no eramás que unasospecha;queríarevivirelbienestarqueproducíaGellértenmimemoria, loquesignificaba.Perocuandoletuvefrenteamí,enlaestacióndelEste,notéquenomereconocía.Memiróconindiferenciayluegosealejóconelpasovacilantedelosmuertos.Supequehabíacometidounaestupidez,quehabíatratadoderecuperarunpedazoincompletodemivida.LosdíasdeGellértseborraron enmimenteydejaronpaso a un recuerdomuchomásdolorosoymásintenso.Penséunavezmásenlaguerra,enelolordelamuertequecreí

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haberolvidadoynadadeloquepudieraesgrimirsecomojustificación,nilahistoria,ni lascoartadaspersonales, fuesuficienteparaatenuareldesoladorresultadodelremordimientoyeldolor.Noéramossupervivientes,estábamosenpie,comolavieja torrede laMagdalena,pero lavidanoshabíaanuladopordentro.Mirarapordondemirara,soloeracapazdeverelvacío,unhuecoimposiblequejamássepodríarellenarconnuestraviejaidentidad.Solopodíarescatarsuspalabrasmásoscuras,aquellasquepronuncióconpesadumbreytemor a la orilla del Danubio y que, desgraciadamente, ahora se habíanconvertido en una cruel realidad cosida para siempre a la historia. EnBudapest no quedaba elmásmínimovestigio de nosotros.En ciertomodo,habíamosdesaparecido,noshabíanexterminado.

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8ELSUEÑODEALEXEISEFCHENKO

Nuestro pequeñoLyosha se casaba. Él yNadia, su joven esposa, quisieronhacerlo en una pequeña iglesia que hay a las afueras de Moscú. Habíanahorradodurantemásdecuatroaños,rublotrasrublo,conuntenazesfuerzoque convertía sumatrimonio en un empeño al que habían sacrificado otrasmuchas ilusiones.Cuandollegóeldía,unradiantesábadodelmesde junio,todos sabíamos que se habían cuidado del más insignificante detalle y yoesperaba en lomás profundo demi corazón que sus sueños se cumplieranfelizmente.Nuncapudesospecharqueprecisamenteesedía,eldelabodadeLyosha,nuestrafamiliasepudieraquebrarcomolohacenlasfinascapasdehielocuandoavanzalaprimaverayqueelcausantedeesedesastreibaaserprecisamenteyo.

Aprimerahorade lamañana Irina,mimujer,medespertó alegre comounaalondra.

—¡Despierta,Alexei!¡Miraquéhermosodía!Parecía una mujer dichosa.Me pregunté qué siente una madre en esas

circunstancias;porqueniIrinaniyoéramoslosverdaderospadresdeLyosha.Les recogimos, a él y a su pequeña hermana Olga, cuando se quedaronhuérfanos. Irina lescrioconel inmensoamorque solo lasmujeresestérilespueden poner en los niños. Esos dos pequeños se convirtieron en su únicapreocupacióny,pocoapoco,seapoderarondeelladetalmodoquelafuerondesdibujando como si crecieran alimentándose de su identidad y, con eltiempo,mimujerdesaparecióyyomeencontréviviendojuntoalamadredeOlga y Lyosha, una desconocida que de tarde en tarde me recordabavagamentelasreminiscenciasdeunamordesaparecido.

—¡Vamos,despierta!Noobstante,esamujereralamismaqueahoratirabacariñosamentedelas

sábanasyquesonreíaamilado,tratandodecompartirconmigosufelicidad.—¿Acasonorecuerdasquehoysecasatuhijo?—insistióapremiante—.

ElautocarquenosllevaráaKolómenskoyevaallegardeunmomentoaotro.Recordé que Lyosha y Nadia se casaban en Kolómenskoye, la antigua

haciendade los zares,yqueunautocar alquilado llevaría a los invitados allugardelaceremonia.Esunsitiomuyhermoso.LaiglesiadeSanJorge,ladelaAscensión,latorreVodovzvodnaya,lacasademaderaquePedroIteníaenArjánguelsk… Todo nos resulta maravillosamente familiar. Hemos pasado

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muchosdomingoseneselugar,enlosjardines,juntoallago,hemoscaminadoenotoñobajolosroblescentenariosacuyosdescomunalestroncosseabrazanlosmoscovitasintentandoqueelespíritudelatierrapenetreensusangreylesllenedeenergía.Sí,para loschicosyparamíeraun lugarpobladosolodebuenosrecuerdos.

El día de la boda de mi hijo, Kolómenskoye estaba más hermoso quenunca.Totalmenteverdes, las ramasde los tilos seperdían en lamagníficabóveda azulada que el cielo había extendido sobre nosotros. El aire estabalimpioyportodaspartesflotabaunabrillantesensaciónderegocijo.

Irina,mimujer, corría detrás de los novios por el camino de tierra quellevaalaiglesia.Nerviosa,agitada,preocupándosedetodocomosiellafuerala desposada, se alejó demi lado.Yo lamiraba y apenas la reconocía.Nopodíarecordarnuestrapropiaboda,quédíadelasemanaera,sicantabanlospájaroscomoahora,niloquesepodíacontemplardesdelasColinasdeLenin,dondebebimosunabotelladechampánconnuestrosamigos.TampocopodíarecordaraIrina.LaIrinadeentonces.Eltiemposelahabíatragado.

Mesentíterriblementesolo.Parecíaincreíblequehubieranpasadotantosañosdesdequelosdosniñosllegaronanuestracasa.

AhoraLyoshasecasaba.Elgrupodeinvitadosentrabaenelrecintoyyomeibaquedandoatrás,atrapadoporunaespeciedefuerzamagnéticaquemellevaba hacia el pasado. Miraba asombrado a mi alrededor, intentandoencontrarrespuestaaunapreguntaquenadie,aún,habíallegadoaformular,peroqueflotabaporKolómenskoyecomosiunpoderososecretoenterradoenelfondodelatierrasefueraabriendocaminohastamídeformainsoslayable.

FueenesemomentocuandoOlga,nuestraqueridahijaOlga, seacercó,mecogiódelbrazoycaminóami ladohastaquecruzamoselumbralde laiglesia.Me reconfortó descubrir que alguien estaba pendiente demí en esetorbellinodeentusiasmoajenoquecontrastabaprofundamenteconmiestadode ánimo. Encendió una fina vela y me la puso en la mano. Sus ojos memiraronconamorysuslabiosseextendieronenunacálidasonrisa.Olgaesunamuchachaseriaalaquetodoelmundoaprecia.Aveces,podríadecirsequeunaprofundatristezalaembarga,peroenelinteriordeltemploselaveíadistinta, iluminada por una emoción que le obligaba a suspirarimperceptiblementecuandoloscánticoscesaronylosinvitadoscayeronenunrespetuososilencio.

—Lyosha…—musitóenvozbaja.Yoasentísonriendo.Luegopasémibrazoporsuhombroyellasequedó

súbitamentequieta,comounpollueloalqueleapaganlaluz.

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—¿Recuerdas lo que nos solías contar? —me preguntó con la vozligeramentetemblorosa.

Irinanosreclamósilencioconungesto.—LahistoriadeKolómenskoye…—evocóOlgasinobedecer.Nomemiraba.Suspalabras,gravesyaterciopeladas,resbalabancomoel

musgo que crece junto a los torrentes. Tuve una curiosa sensación deprofundidad, como si repentinamentemehubieran obligado a entrar en unafosa marina. Un muchacho, vestido con una vieja casulla dorada, esparcíainciensoalrededordelosnovios.Elairesehizomásdenso.

—Laprimeravezquevine—recordóOlga, recorriendo con la vista lasparedesdeltemplo—habíanieveylasiglesiasestabancerradas.

Irinanoshizounnuevogesto.Variosinvitadosvolvieronlacabezahacianosotros.Sonreían.Aqueldíatodosestabancontentos.

—TúmecontastelahistoriadeKolomna—dijoellabajandolavoz—,laciudad quemada por Batú Kan.Durante mucho tiempo las cenizas de losmuertosflotaronenelairesinencontraracomodo…

—Sinsaberlo—continuéyocomplacidoporqueellahubieraguardadoensumemoriadeniñaaquellasviejaspalabras—,losrestosdelaviejaKolomnaviajabanhaciaaquí…

—Luego, un buen día —siguió ella—, el aire contuvo el aliento, lascenizas de la ciudad destruida cayeron sobre la tierra y de su contactosurgieronesosgigantescosárbolesa losque lagenteseabraza,elhielosefundió y formóun lago, los tilos crecierony loshombresdescubrieronqueeste lugar tiene una energía superior a la de cualquier otro punto de laciudad. Aquí se construyeron iglesias y residencias reales, porque enKolómenskoye hay una fuerza misteriosa que atrae la felicidad. Eso noscontabas.SiemprecreístequecumpliendoelritualdeabrazarnosalosviejosrobleslaenergíadeKolómenskoyepenetraríaennuestrointerior.

Olga se quedó pensativa. En ese momento los novios se tomaban lasmanos.

—Lyoshacreequecasándoseaquí—dijogravemente—todoleirábienyquesumatrimoniogerminarácomolascenizasdelamíticaKolomna.

Irina ya no nosmiraba.La ceremonia había terminado y su atención sedispersaba como el incienso.Olga y yonos quedamos en silencio.Vi amimujer entrar y salir varias veces. Pasaba de la luz a las sombras con unaextraña facilidad. Tuve la impresión de que estaba cruzando repetidamenteunafrontera.

—Túnolaquieres—dijodeprontoOlga.

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Los invitados fueron saliendode la iglesia.Unpequeñogrupo sequedójunto a los novios en la puerta. Nosotros dos, mudos y quietos,permanecíamosparalizadosenelinteriordeltemplo.Seoíanvocesyrisasenlo alto de la escalinata.A lo lejos, contra la luz, la joven esposa se secabatímidamenteunalágrima.Tuvelaimpresióndequetodoeraunsueño.

—Nolaquieres—repitióOlga.Lacogídelbrazo.—Túquésabes—dijedirigiéndomehacialapuerta—.Eressolounaniña.Se dejó llevar. Nos reunimos con los invitados. Alguien me golpeó

afectuosamenteenlaespalda.Yosonreíasinprestardemasiadaatenciónalasfrases de afecto que escuchaba alrededor. Al vernos, Irina se acercó anosotros.Estaba llorosay feliz.Nosbesó.Aunaciertadistancia,bañada laescena por el mismo efecto de irrealidad que me embargaba desde quecomenzóeldía,vicómounamujerleentregabaaLyoshaunatoalladelinobordadaycómomihijocubríaasuesposaconella.Meparecióunhermosogesto.

—¡Vamos!¿Quéospasa?—preguntóIrinaalegremente—.Noosquedéisaquí.Todosiránhaciaellago.

Olgaestabamuytensa,peromimujernosedabacuenta.Nuevamentenosquedamosalfinalde lacomitiva.Sinsabermuybienporqué,yomesentíaturbado.OílavozdeOlga,extrañamentesorda,contenida:

—Nosoyunaniña.Tengoveinteaños,losabesmuybien.Suinsistenciaerainquietante.Presentíquetratabadedecirmealgoqueyo

noqueríaescuchar.Noobstante,mipasoeracadavezmás lento.Creoqueuna fuerza misteriosa tiraba de mí en dirección opuesta a mis pasos y seempeñabaenmantenermeapartadodelosdemás.

—Para Irina y paramí—dije precipitadamente— serás siempre aquellaniñaquellorabaenlaoscuridad.Nuestrapequeñahija.

Olgamecogióbruscamenteporelbrazoymeobligóadetenerme.—Despierta y mírame. ¿Crees que te he visto alguna vez como a un

padre?Estábamos cerca de los robles.Yome encontraba aturdido, sin reflejos.

Olgacontinuó:—Desdeque tengomemoriasueñounayotravezcon lamismaescena.

Cadanochelamismaangustia,elmismodeseoinsatisfecho.Lamirépreocupado.Nosabíaqueerataninfeliz.Ellasesentóenunodelosbancos.Parecíamuycansada.Meacerquéasu

ladoyletomélamano.Estabafría.

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—Sueñocontigo—medijobruscamente.Luego se dejó caer en un repentino silencio en el que yo solo podía

escucharelaceleradolatirdemisangreentrandoachorrosporlasparedesdelcorazón.

—Estamosaquí—continuóellaalcabodeunoslarguísimosinstantes—,enKolómenskoye.Estamostúyyosolos.Nohaynadiemás.IrinayLyoshanoexisten.Yosientouna fuerteangustiaporquequierodecirteque te amo,perotúnomedejashablar.CuentasenvozmuyaltalaleyendadeKolomna,gritasparanooírmisprotestas.

Manteníamimanoentrelassuyas.—Tequierodesdequeeramuypequeña—añadióconamargura—.Toda

mivida…Retirélamano.Ellalasoltósinningunaresistencia.Estabaabatiday,no

obstante,continuabahablando.—¿Sabescómoeseldeseodeunaniñadediezaños?—mepreguntó—.

Es terrible, porque se tiene la certeza de que tus sentimientos estáncondenados a perecer. Crecer no me sirvió de nada. Cada noche duermoabrazadaaldeseo,díatrasdía,añotrasaño…Luego,aldespertar,siemprelatorturaylaculpa,lavergüenza…

Yonosabíaquédecir.Tratabadeencontrarunavíadeescapeporlaquesortearaquellarepentinalocura.

—Enmi sueño hay algomás—añadió Olga tristemente—.Miedo. Unterriblemiedoaquelosepasymeechesdetulado.Casiteagradezcoquemeimpidashablar,porqueesomepermitiráestarcontigoundíamás,undíamásen esa casa donde tengo unamadre queme cuida y ante la queme sientosiempreculpable.

Quise abrazarla.Me conmovía su dolor, su desesperación. Pero, en eseinstante,yotambiéndescubroelmiedoatenazandomis impulsos.Unmiedosecretoyantiguoquemeimpidecomportarmeconnaturalidad.

—Debistehablar antes—digopor fin—.Hasguardado los sentimientosen el fondo del corazón y allí, sin luz y sin aire, han germinado como lasmalassemillas,hancrecidohaciadentroysehanhechodurosygrandes.

—Sí—respondeella.Muycercadenosotros, los invitadosseabrazabanuno tras otro a los árboles centenarios. Olga les miró con tristeza—. HancrecidocomolosviejosroblesdeKolómenskoye.Susraícessonhondasysufuerzaenorme…

Eraeldíade labodademihijoyyoestabaescuchando laspalabrasdeOlga con la actitud de un náufrago tendido en un mar de cenizas. Mi

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capacidad de reacción flotaba por el aire de Kolómenskoye igual que laciudaddemiasombrosahistoria.Peroencualquiersituacióndeincertidumbrehayunmomentoenelquesucedealgo,unaclave,unaseñalquenosobligaadirigirnoshaciaunúnicolugar,aunaúnicasoluciónposible.Cuandosellegaaestepuntoyanoesposibleretroceder.

No sabría explicar cómo sucedió, pero de pronto la pequeña Olga sedesvanecióyensulugarsurgióunamujerdesconocida.Lamirécomosinosacabáramosdeconocereneseinstante.

Estabamuycerca.Olíabien.El asombro cedió de improviso y dejó paso a una extraña sensación de

placer. Me di cuenta de que podía recuperar el amor, un sentimientoinquietantequeyacasihabíaolvidado,ymevienelfondodeunsueñoquenospertenecíaporigual.Presentíquenoshabíamosencontradootrasveceseneste mismo lugar, durante la noche, en el territorio inconfesable de losanhelosnocturnos,queyoquería ignorarnuestrovínculo,peroquemientraslohacíaestabatratandodeganartiempo,quelosañospasaransobrenosotrosylaniñapudierallegaraconvertirseenestaradiantemuchachallenadeamorhaciamí…

Lossueños,aveces,tienenunaspequeñasfisurasporlasqueseescurren,comounababaviscosa,hacialarealidad.

Hice loúnicoquepodíahacer.Tomésucaraentremismanosy labeséapasionadamente en los labios. El sabor de su boca apenas colmaba mirepentinanecesidad.Esdifícildeexplicar,perounvendavaldeemocionessedesató en el interior de mi pecho, el cuerpo recuperó un calor tenso, puraenergía y deseo puro, que me atraparon por sorpresa y me obligaron acomportarme como si durantemiles de años hubiera estado esperando estemomento.Podíaestardormido.Podíatratarsedeunsueño,perolanecesidadde vivirlo crecía segundo a segundo sin que nada pudiera hacer yo porevitarlo.Mimanosedeslizóporelinteriordesublusaytorpemente,acuciadaporlaurgencia,buscósussenosmientrasmibocallenabatodasubocaylosojossecegabanahogadosconsupropioentusiasmo.

EntoncesOlgameapartóenérgicamente,sesecólaslágrimasconeldorsodelamano,ydijoalgoquetodavíaahora,despuésdetantotiempo,retumbaenmicabezacomosisetrataradeunecofalso.

—Me voy —la decisión estaba escrita en su cara—. Mi hermano semarcharáysinél,sinLyosha,nopodríaseguirenvuestracasa.Es loúnicoquesepuedehacer.

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Parecíaunacruelburla.—Nonosveremosmás—añadióconuna incomprensible serenidadque

yonoalcanzabaacomprender.Por un momento creí que se trataba de un juego, una absurda

representación del futuro que, evidentemente, se desarrollaba de formaequivocada. En otro espacio, otra dimensión, las cosas sucedían de muydistinta manera. Era necesario descubrir la puerta de acceso al otroKolómenskoye, el de nuestros sueños, antes de que se desvanecierandefinitivamente.

Olga se levantó. Yo la miraba atónito. Sentí que mis deseos quedabanatrapados entre la voluntad y un gesto incompleto, atragantado a mediocamino.Murmuró:

—DiaIrinaquesiemprelahequerido.Luego se alejó por el camino de tierra. Un rumor de pasos, apagado y

distante,lallevófueradeKolómenskoyeyladevolvióaesemundohostilyajenodelquenosotroslahabíamosapartado.

Momentosdespuésoíungemido.MevolvíycontempléaIrinaentrelosárboles.Quizánopudoescucharnuestraspalabras,peroeraevidenteque lohabíavisto todo.Muchomás lejos, endirecciónal lago,mihijoy su jovenesposasedespedíandelosinvitados.

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SEGUNDAPARTE

LAREINADECHIPRE(Eltiempo)

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Nadieeslapatria.Nisiquieraeltiempocargadodebatallas,deespadasydeéxodos,ydelalentapoblaciónderegionesquelindanconlaaurorayelocaso,yderostrosquevanenvejeciendoenlosespejosqueseempañan,ydesufridasagoníasanónimasqueduranhastaelalba,ydelatelarañadelalluviasobrenegrosjardines.

JORGELUISBORGES

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1LAÚLTIMANOCHEDEHENRYSTEINER

Henry Steiner murió en Europa. Tenía una casa en Francia, cerca deSaintJeandeMontbrison.Eraunhombreafable,bieneducadoaunquealgodistante,quesededicabaaescribirnovelasdemisterio.Vivíasolodesdequesumujer y él se separaron.Durante losdíasanterioresa sumuerte variaspersonaslevieronenlaciudad,vagandosinrumbo,peronadiepareciódarimportanciaaestehecho.

Cuandomurió,mellamaronparaqueexaminaraelcadáver.Loencontrétiradoenelcamino, juntoa la tapiadelhuerto,apocosmetrosde lacasa.Habíafallecidodeuninfarto.

Sumujerseencontrabajuntoalcuerpo.AcababadellegardeItaliatansolo unos días antes. Parecía destrozada. Cuando se lo llevaron nosquedamos solos en la casa y entonces me entregó unos folios escritos porHenrySteinerlamismanochedesumuerte.

Losleounayotravezsinencontrarlessentido.

Laprimeravezquemefijéenella,estabasumidoenunadelasfrecuentesdepresiones que me invaden cuando termino un libro. Había entregado elmanuscrito a mi editor y me sentía hueco por dentro, con una extrañaintranquilidadquelavidaenelcamponoconseguíamitigarenabsoluto.Esunmomentoespecialmentedoloroso,elvacíoyladesazónseadueñandemí,ynoconsigoencontrarlapazporningúnmedio.Doylargospaseos,caminohasta diez kilómetros diarios, cavo la tierra que rodea los frutales, bebo,intento leer, y solo consigo mover ligeramente de sitio la nube que llevodentrodelpecho.Voyalaciudadconcualquierdisculpaytratodeencontrarunpocodecompañíaparamiagobiantesensacióndesoledad,peroelmundoentero es insuficiente y nadie, ni siquieramismejores amigos,me sirve deconsuelo.Deberíaestar acostumbradoynoesasí.Sigoviviendoel finaldecada novela como si fuera un pequeño anticipo de la muerte, un espaciooscuro y misterioso en el que me tropiezo constantemente con la imagendesoladademímismo.

Notésupresenciaunamañanade invierno,cuandoviajabaenel trendelas once y cuarto. Había cerrado el periódico y lo había dejado sobre elasiento de enfrente. Puse los pies encima y cerré los ojos. Pensaba en mimujer. Un resto del sueño que había tenido esa misma noche vagaba

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desconcertado por el interior de mi pensamiento. Adela está en la ciudad,puedoencontrarmeconellaaldoblarunaesquinaycontemplareldesprecioen su rostro, el rencor que acompañó nuestra separación y el tormentoponzoñosodesusagriosreproches.Esepensamientomeobsesionaba.Conlosojos cerrados, Adela era en ese momento más poderosa que nunca, másposible desde su regreso.Enmi conciencia había dejado de ser una simplefiguralejanaqueviveenItaliaparaconvertirseenunaamenazaconcretayyoestabacondenadoaenfrentarmeconellatardeotemprano.

Supeenseguidaquehabíaalguiencercademí.Abrí losojosyvi aunamujermorena,jovenyhermosa,deunabellezatranquilaycasilunar.

—¿Mepermite?—dijosuavemente.Yoretirélospiesyelperiódicoprecipitadamenteyellaseacomodóenel

asiento.Primeromesentímolestoporsucaprichosadecisióndequererocuparese

preciso lugar. Luego, más tarde, cuando la miraba sin ningún tipo deprecaución y noté que su presencia había conseguido diluir la imagen deAdelaenlanada,mealegrédeesacasualidadymepreguntéquiénsería.

Permanecía ensimismada, replegada sobre sí misma, sin concederme lamásmínimaatención.Mirabahaciaelexteriorcomosiseencontrarasumidaenunsueñolargoyplacentero,atentatansoloaldevenirdesuspensamientosoalsonidodeunamúsicaqueúnicamenteellapodíaoír.Prontomedicuentadequeaparentabaignorarme.Parecíanorepararenmíy,sinembargo,entreella y yo se estaba produciendo una especie de comunicación inevitable.Éramoslosúnicospasajerosdelvagónyempecéanotarquesehabíanpuestoenmarchalosmecanismosdelaseducción.

Iba a intentar el acercamiento, una observación sin importancia, uncomentario de esos a los que siempre se contesta con otra afirmación, eltiempofríodelasmañanasdemarzoolapreguntainnecesariadeunaparadaeneltrayectopendiente,cuandoellaselevantóysedirigióhacialapuerta.Eltrenparóeneseprecisoinstante.Nosencontrábamosenmitaddelcampo,unpáramovacío por la derecha y, a la izquierda, las jaras polvorientas que seperdíanhaciaelpinarlejano.Lamujerseapeóenaquelextrañolugar,ylavialejarseporuncaminogrisquenoparecíaconduciraningunaparte.Cuandoeltrenemprendiódenuevolamarcha,sevolvióymemiróconunenigmáticogesto enelquecreíveruna sonrisa incipiente.No lo era.Noabiertamente.Más bien quería sugerir la promesa de otro encuentro, una invitación a lacontinuidad. Eso me pareció. Luego pude comprobar que no me habíaequivocado.

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Alospocosdías,laencontréenelandéndelaserradero.Sueloserelúnicopasajero de esta parada. Mi casa está a unos diez kilómetros de la viejaindustria maderera. Cruzo el camino de los pinares, paso por el puente depiedrayenmenosdeveinteminutosllegoconmicochealapeadero.Hayunaestaciónenelpueblo,peromegustavenirhastaaquí,contemplarlostroncosreciéncortadosysentirelolorcálidoypenetrantedelamadera.Esunlugarbello, perdido en el tiempo, silencioso y solitario como el interior de unsueño. Por eso me sorprendió que estuviera allí. Ella y yo en el pequeñoandén vacío. Supuse que aquello facilitaba las cosas.Me acerqué despacio.Pero,cuandomeencontrabaaescasadistancia,ellasubióalvagóndeuntrenqueyonohabíasentidollegare,inexplicablemente,viqueambossealejabanmientras yo quedaba paralizado por la sorpresa y el desconcierto. Miré elreloj. Faltaban tres minutos para las once y cuarto. A esa hora,asombrosamentepuntual,llegóeltrenquecreíhaberperdido.

Nohicenadadeloquepensabahacer.Deambulécomounimbécilporlaciudad sin poder apartarla de mi imaginación. Recordaba el colorprofundamente oscuro de sus ojos, el trazo de su labio superior, el brilloazuladodelcabello,laformaenlaquemovíalasmanosyeltamañoexactodesucintura.Visualizabasucuerpoconunaconcrecióncasiobscena,losmásmínimosdetallesdeunaanatomíaquemeparecíahaberacariciadoenmásdeuna ocasión, un cuerpo reconocible y próximo, una envoltura carnal quealguien había deshabitado para alojar en él otra presencia misteriosa yfantasmal.

Esa misma noche, antes de tomar el último tren que se detenía en elaserradero, pregunté si habían cambiado el horario o incrementado lafrecuencia.

—Nopuedehaberpasadoningúntrenaesahora—asegurótajantementeeljefedeestación—.Enelapeaderosolotieneparadaeldelasonceycuarto.

Sabíaquenopodíasery,noobstante,recorrícadavagónconlaesperanzade encontrarla de nuevo. Esa mujer no existía realmente. Era, sin duda,productodemi imaginación,podía convocarla en elmomentoquequisiera.Caminodemicasa,llevandomuydentrolaangustiosasensacióndesoledadqueme atrapa cuando viajo de noche y sé que nadieme espera,mi últimanovelaenellimbonebulosoquevadesdesuescriturahastalapublicación,unterritorioimprecisoenelqueyanopuedohacernaday,sinembargo,sientolaresponsabilidad de lo escrito y el temor de haber alumbrado algo que tienepropiedades monstruosas y que está a punto de multiplicarse tantas vecescomosemultiplicaycrecemiangustia,ellaeralasoluciónperfecta,laúnica

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solución para esa noche. Encontrarla en un vagón desierto, hacer quedescendieraconmigoenelapeadero, tumbarnosentre lasvirutasyelserrín,buscar lacalmaensucuerpo,elcalorensusbrazos,dejarmeinvadirporsuluz lunar y esperar despiertos y en silencio a que el sol volviera a salir denuevo.

Eltrenibacasivacío,peroellanoseencontrabadentro.Cuandodescendí,elaserraderoestabasumidoenlamásabsolutaoscuridad.Lalunatratabadeelevarsepordetrásde lospinos, redonda, llena,perosin fuerza todavía.Mequedé en el andén durante unos instantes y encendí un cigarrillo. Unmurciélago pasó por encima de mi cabeza y cruzó la vía. En uno de losbarracones habían dejado encendida una bombilla. Su luz era solo unapequeñamancha blanquecina sobre la pared de cemento. En esemomento,otro tren pasó sin detenerse. En el último vagón, viajaba ella. Me miróduranteunsegundo,ysolopudecomprobarquesealejabasonriendo.

Dormímal.Aldespertar,teníalaextrañasensacióndequehabíaalguienenlacasa.Algosobrenaturalflotabaporelambiente.Estabasegurodequelamisteriosamujerdeltrenhabíaestadoallí.Nopuedoexplicarlo.Nosepuedenexplicarlassensacionesimprecisasqueemergendesdeelinconscienteyqueacaban por convertirse en certezas. No quise demorar por más tiempo lasolución del enigma. Sabía que ellame esperaba en el aserradero. Cuandollegué, el andén estaba vacío. El viento de la sierrame golpeó la cara condureza. Subí al tren con la sensación de quemis esperanzas se agrietaban,dispuestas a desvanecerse definitivamente. No apareció. Pasé el día en laciudad,sinveranadie,callejeandoporuncaprichosotrayectoquemehacíadarvueltasymásvueltas, sinpermitirmeunsegundodepaz.Alanochecer,volvíalaestación.Estabacansado.Cansadoyaburridodemímismo.Apoyélacabezaenelcristalde laventanaymequedédormido.Minutosantesdeque el tren se detuviera en el aserradero, desperté malhumorado y con elestómagorevuelto.

La misma luna mortecina y enorme de la noche anterior trataba dealcanzarlacopadelospinosmásaltosconsuluzlevementeanaranjada.Micocheestabaaparcadojuntoalavallametálica,alpiedelsenderodegravilla.Oíunladridolejanocuandocruzabaelrío.Elcaminomepareciómáslargoquenunca.Recuerdoquereduje lavelocidady, finalmente,nerviosoporunextraño malestar que me oprimía el pecho, decidí detenerme durante unosminutos.Bajédelcoche.Lalunahabíaempequeñecidoybañabaelcaminodetierraqueconduceamicasaconunaluzintensamenteazulada.Ellaapareciódeprontoantemisojos,elcabellonegrolecaíasobrelaespaldaysufigurase

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recortabamajestuosasobreunfondoañilyplata.Medicuentadequeestabacompletamentedesnuda,talcomoyolahabíaimaginado.Caminabadespacioy el movimiento ondulante de su cuerpo, visto por detrás, me resultabafantásticamentefamiliar,cálido,cercano.Sindarmecuentadeloquehacía,laseguí.Elmalestarquemehabíaobligadoadetenerelcocheaumentabaacadaminuto.Noobstante,pudellegarhastalatapiadelhuertoyviqueellaabríalapuerta y entraba en mi propia casa. Las luces se encendieron. Yo sentí elestallidotórridodeunfuegoquecrecíaenmipechoymeabrasabalaespalda.Todavíacaminéunosmetros.Enelporche,conlamanotenazmenteaferradaaltiradordelapuerta,medesplomé.Ellasalióalinstante,seinclinósobremí,ymerodeóconsusbrazos,todadulzura,sinningúntipodesobresalto.Cerrélos ojos y me perdí en la suavidad sedosa de su piel, que me envolvíatotalmenteymeproducíaunmaravillosobienestar.Respiréhondo.Erafeliz.Por unmomento, creí quemehabía tragado la luna de unbocadoy que latenía dentro, muy dentro. Era mía y el mundo entero se quedó,repentinamente,aoscuras.

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2LADONCELLADETHOURAINE

Elvientoera lopeorde todo.Cuandosoplabaelviento, las laderas rocosasperdíansucomplejaarmonía, temblaban,sesumergíanen laconfusión,y lacasa era sacudida de talmodopor el vendaval que parecía a punto de salirvolando.Eracomosiunagarrainvisiblepudieraarrancarladeraízysepararladelatierrasobrelaquehabíasidoconstruida,parasepultarlabruscamenteenlosagitadosbajíosdelCanal.

No hay noticias sobre la estancia del viejo en esta zona deNormandía,todos los libros hablan de Étretat y de Pourville, pero nunca mencionanThouraine.Yel caso esquevivió allí duranteun largoverano, solo, sin sufamilia.Solamenteyoleacompañaba.Alquilólacasa,unaespeciedecabañasobreelacantiladodeLaBécasse,cercadelviejocementerioabandonado,yserefugióentresuscuatroparedes,sinpintarunsolocuadro,solomirabaelpaisaje, lo estudiaba con sus meticulosos ojos de artista. Luego se sentabafrente a la chimenea y se ponía a llorar, presa de un ataque demelancolía.Solía padecer este tipo de dolencias de vez en cuando. Yo estabaacostumbrado a ellas y él buscabami cuidado por encima del que pudieraprestarle cualquiera, incluida su familia. Cuando estábamos en París o enArgenteuily leacometía laangustia,dejabadepintarydesaparecíadurantevariosdías, sinquenadie consiguiera saber si estabavivoomuerto.Luegoregresaba a casa.Nodaba explicaciones, cogía el lienzoy el caballete y seinstalaba en el jardín como un escrupuloso padre de familia. Más tarde,cuandopasaronlosaños,lascrisissefueronhaciendomuchomásespaciadasy también más intensas. Así tenía que ser, pues un cuerpo robusto y sanocomo el suyo encuentra la forma de escamotear con mil defensasinconscienteslamalasaluddelalma.Hastaquellegaunmomentoenelqueno puedemás, el organismo flaquea en su pertinaz lucha y cede, sucumbecomounpajarilloalqueabatieranenplenovuelo.

Aquelañode1882fuecomplicadodesdeelpuntodevistaeconómico.LaprimeraesposadelseñorhabíamuertotresañosantesymadameHoschedéysusseishijosvivíanenlacasadesdeentonces.Cuandonostrasladamostodosa Poissy, supe que el viejo tenía una nueva esposa, aunque ella siguieracasadaconsuanteriormaridoynadiesemolestaraenaclararlascondicionesdeaquellainapropiadaconvivencia.Tengoquereconocerqueningunodelosdoshizoelmásmínimogestoparaintentarponerlascosasensusitio;niél,ni

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ella,quealfinyalcaboeralamásafectadaporloirregulardelasituación.Pero es justo añadir quemadame era una señora, en todo el sentido de lapalabra. No sería leal pormi parte criticarla como hicieron algunas de susamistades. Siempre estuvo al lado del viejo, aguantó mucho, comoaguantamos todos, tambiénhayquedecirlo, pero ella permaneció imbatiblehastaelfinal.Enfin,enaquellaépoca,yotodavíanolaapreciabademasiado,porqueno laconocíabien.Madameeraunpocodistante,no legustabaquelos demás hurgaran en sus sentimientos. Sí, fue un año malo. MonsieurDurand-Ruel,elmarchantedelseñor,sufriógrandespérdidasy laeconomíafamiliarseresintió.Habíamuchasnecesidadesypocosingresos,peronunca,nienesosdelicadosmomentos,seplanteóelseñorprescindirdemí.Aunqueescasoydeformairregular,siemprecobréunmodestosueldo.

Sin duda, fueron todas estas preocupaciones lo que provocó la crisis demelancolíaenlaquesesumióeseverano.DejamosdefinitivamentelacasadePoissyy fuimosaPourville,enNormandía,dondeelviejohabíaestadoesemismoañohospedadoenunhotelquesellamabadeunmodoraroypeculiar,untantorebuscadosihededecirlaverdad,ÀlaRenomméedesGalettes,eseera el nombre, y al parecer los dueños habían tratado muy bien al señor,porque les pintó un cuadroy se quedó allí hasta bien entrada la primavera.Habíamosalquiladounabonitacasaparatodalafamilia,madameHoschedéylossuyos,elseñor,lastrespersonasquecomponíanelservicio,unacasaconunhermosoparque llenode árboles y unmuro de piedra que terminaba enuna verja de hierro, al estilo normando, es decir,musgo y óxido creciendoentre lasgrietasyeldeterioro.Siemprehesostenidoquepara losmalesdelalma, lamejormedicina es el sol y la brisa delmarMediterráneo, el señorteníaquehaberidoeseveranoaItaliaoaNiza,sehabríasentidomejor,libredetodasesaspreocupaciones,estoysegurodequeelcalorylaluzlehabríaborradolassombrasdelacabezaylosmaloshumoresdelalma.Peroparecequelaeconomíafamiliarnoloaconsejabaasí,oquizánadiepensóqueseríaconveniente poner distancia por medio, el caso es que aterrizamos enPourville un día, y al siguiente, casi sin tiempo de deshacer lasmaletas, alseñorlesobrevinounadesuscrisisdeánimo.Metuvocorriendodepuebloenpuebloduranteochodías largosynoseparóhastaque llegamosal infiernoventosode losacantiladosnormandos, al salientecabodondeseencuentrantodas las tempestadesynaufragan todos losbarcos:Thouraine.Nunca supequé ibabuscando, ni entendí qué atractivopodía encontrar en aquel paisajedeprimente y nuboso, donde el aire soplaba con tanta violencia que ni los

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pájarosseatrevíanavolarsobreél.Mepidióqueleacompañaraylohicedebuengrado,porqueeramideber,aunquemeibaaarrepentirmásdeunavez.

Es curioso, en todos los libros que he leído se dice que el señor y sufamiliapasaronelveranode1882enPourville.Noescierto.Durantecasidosmesesestuvimosviviendoacienkilómetrosdeallí,enunaprimitivacabañaque se encontraba situada sobre el acantilado de LaBécasse.Y fue en esedesapaciblelugardondeocurriótodo.Apesardelosañosquehanpasado,nolohepodidoolvidar.Creoqueelseñortampoco,aunquenuncaleoíhablardeello.

Ya he dicho que lo peor era el viento. Pero también estaba la terriblesoledaddelparaje.Poreso,cuandovialamujerenelbosque,mecausótantaextrañezaquecasidoyungrito.Elviejo todavíadormía.Yohabía salidoabuscar leña aunbosquedepinosquehabía aunosquinientosmetrosde lacabaña. La leña de pino no dura mucho, pero arde pronto, aunque estéhúmeda,porqueenaquelendiabladolugartodoestabahúmedo,yporesoyohacía esemismo recorrido cadamañana, para encender la lumbre con unascuantasramasdepinoantesdequeelseñorselevantara.Eraunamañanadeverano,oscura,sinsol.Todavíalasnubesestabanagarradasalosacantiladoscomo un niño a las faldas de sumadre. No hacía tanto viento como otrasveces, sobre todoamedidaqueunoseseparabadelbordedelmar.Cuandoestaba llegando al pinar todo cambió de repente. Se levantaron las nubes ysalió el sol, suave, tímido, como siempre que lucía en Thouraine. Su luzamarillentase filtrabaa travésde las ramasy lasagujas,que lo rompíanenmil pedazos diminutos y contiguos, sin que uno pudiera discernir de aquelmaravilloso conjunto lo que era sombra de lo que era luz. Pensé que seríamuyhermosoqueelseñorvieraesto.Seguroqueseinspirabaparaunodesuscuadros. Seguí avanzando por el interior del pinar donde la luz habíacambiado nuevamente, el sol teníamás fuerza a cada segundo y sus rayosbañaban la tierramusgosa, cubiertadehelechos, cuandodeprontovi aunamuchacha que se había detenido justo en el centro de uno de esos rayosluminosos.Elsolledabadirectamenteenelrostroyellaofrecíalacaraaesetibio roce, que poco a poco la fue envolviendo por completo. Era lamujermás hermosa que he visto nunca. Me paré en seco, paralizado por estadesconcertantevisión.Entoncesella,ignorandomipresencia,searropóconlaluzcomosifueraunabrigohechoconlamássuaveycostosadelaspieles,giró,ycomenzóadesvestirse, lentamente,ofreciendocadapalmodepielalsol,contaldeleiteyconcentración,quemásparecíaqueestuvierarealizandoun secreto y ancestral rito pagano. Quedé maravillado por la escena. A la

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bellezadelamuchachaseuníanlaarmoníadelaluzylaturbacióndeestarcontemplándolaensecreto.Cuandosedespojódetodassusropasyeljovencuerpoquedócompletamentealdescubierto,antemisojos, sentíde lleno lallamadadelacarne,deunaformarepentina,brutal,misentrañasardieronconun fuego que yo creía dormido, se inflamó mi sangre, se nubló mientendimiento yme vi a punto de cometer una torpeza de la queme iba aarrepentir sinduda.Avancéunospasos.Entonces ellamevio.Nogritó, nointentó cubrirse, ni siquiera pareció sorprendida. En su rostro había otraexpresión, algo que nunca he acertado a definir certeramente, pero que separecíaalamiradaintemporaldelosniñosodelosviejos.Setumbósobreloshelechos y permaneció muy quieta, en una actitud que tenía mucho deofrenda.

Noséloqueocurriódespués.Nuncahepodidotenerlacertezadequeesetibio contacto de su piel desnuda fuera real, no sé si me precipité en susbrazoso salí huyendo comoalmaque lleva al diablo.No consigo recordar.Todolosucedidoenaquelrecododelbosqueesunenigma,loveocomoenunsueño,laluzatravesandolasramasdelosárbolesyellatendidasobreloshelechos.Recuerdo,esosí,quealcabodemuchotiemposelevantó,recogióunaporunatodaslasprendasdelasquesehabíadespojadoy,sincubrirse,sealejóporelbosque,caminodelviejocementerio.

No dije nada de aquello al señor. Decidí que sería mi secreto. Cadamañanaacudíaalpinar;peroyanobuscabaleña,soloqueríavolveraveralamuchacha,hablarconella.Díatrasdía,conunempeñofebril,laesperaba,labuscaba entre los árboles, incluso traté de encontrar sus huellas bajo loshelechos, su olor, allí donde ella había estado. Me acostaba sobre la zonahendida por el peso del cuerpo, me adaptaba a la forma de su silueta ypermanecíaallí,enlatierrahúmeda,reconfortado,comosireposaraenelmáscálido de los lechos. La busqué en los prados del interior, en las aldeasvecinas,enlassolitariasplayas…Tratédesonsacaraloslugareños,perofueinútil:nadielahabíavisto.

Poco a poco, y por causa de una mujer con la que no había cruzadopalabra y de la que nada sabía, me entró también a mí la melancolía. Miánimosequebrócomolohaceunacapadehielocuandollegalaprimavera.Pasaba las mañanas en el pinar y las tardes en el interior de la cabaña,silenciosoyhuraño,incapazdebuscarconsueloamifaltadeánimo.

Esoescosadelpaisaje,decíaelviejo;peroélestabacadadíamásalegreyyocadavezmástriste.Inclusohabíaempezadoapintardenuevo.Sealejabaporelsenderode lacostadebuenamañanaynoregresabahasta lahorade

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comer.Llegabapletóricodeenergía,hambriento,mostrandounasatisfacciónyunbienestarqueamímeresultabanterriblementeofensivos.¿Nohabíamosvenido a este siniestro lugar por su causa? ¿Por qué, entonces, me tratabacomo si fuera yo el enfermo y él quien debía mostrar paciencia ante lasrarezasdeuncriadolocoylastimero?

Hedereconocerqueyomismodesconocíalaverdaderanaturalezademimal.Achacabamisdesvelosaunaenfermizaatracciónpor lamuchachadelbosque,peroaunestoeradifícildeaceptar,porcuantoyonohabíasidonuncaunhombreenamoradizoypuedo jurarquesiempre tuve lacabezasobre loshombros,inclusoensituacionesenlasquecualquierotrolahabríaperdidosinremedio.Peroescierto,aquellamisteriosamujersehabíaconvertidoenunaverdaderaobsesiónparamí.

Todavía la vi una vez más, una mañana brumosa en la que volvía delbosquedesoladoporsuausencia.Lavia lo lejos, sobreelacantilado,enelcamino del viejo cementerio.Llamarlo así es excesivo.No esmás que unapequeña senda jalonada de brezo que realmente no lleva a ninguna parte.Surge, comopor encanto, paralela a la verja dehierrodel camposantoy sepierde pocos metros más allá, justo en el saliente rocoso desde el que sepueden ver los arrecifes. La muchacha estaba asomada sobre un mardestemplado, su figura se recortaba sobre el agua profunda y sus ropasondeabanalviento.Corríhaciaella.Perocuandomeencontrabamuycerca,casitantoquemimanopodíatocarla,elladiounpasoalfrenteydesapareciódemivista,precipitándoseenelvacío.Measoméhorrorizadoalprecipiciocon la terrible seguridad de que vería su cuerpo destrozado entre las rocas,arrastradoporlamarea,empujadoporlastemiblesolasunayotravezsobrelapareddepiedra…Nofueasí.Alpiedelacantiladoestallabanenormesolasyelaguasedeshacíaenminúsculaspartículasdeespuma…Ningúncuerpo…Ningún rastro…Era como si lamuchacha hubiera desaparecido en el aire,antesdellegaralsuelo.

Esemismo día nos fuimos de Thouraine. El verano tocaba a su fin. Elseñorhabía terminadoelcuadroquelemanteníaocupado.Yonisiquiera lovi, tal era mi falta de entusiasmo por cualquier otra cosa que no fuera elmisterioenelquemehabíavistoimplicado.

Casi olvidé a lamuchacha del bosque. Pero un día, al cabo demuchosaños,estábamospasandouna temporadaen laciudaddeElHavre,dondeelseñor se había criado, ymadameHoschedéme pidió que la acompañara alpuertoantiguo.MadamequeríaadquirirunapiezadeteladelasquetraíanlosbarcosatracadosenelmuelledelComercio.Fuiconella.Compramoslatela

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aunmarineronormandoqueacababadellegarenunvelero.Eraunhombrede rostromalencaradoymirada taciturna,pero lapiezadesedaeradeunaexcelentecalidadylavendíapormenosdelamitaddesuprecio.Madamenoera la única compradora.En los soportales deLeBassin duComerce habíaotrastresmujeresquehicieronconelmarineroparecidotrato.Luego,cuandoelhombresefue,lesoícomentarenvozbaja:

—Esél,elhombreporelquemurióladoncelladeThouraine.Al oír el nombre de aquel lejano lugar en el que habíamos pasado el

verano de 1882, quise saber a qué se referían. Una de ellas nos explicó amadameyamílaterriblehistoria:

—Sucedióhacealgunosaños,enunaaldeadelacosta,unlugardelque,sinduda,ustedesnohabránoídohablarjamás:Thouraine.Estemarineroeraun hombre joven y, como todos los jóvenes, gustaba de alardear de susconquistas. Dicen que durante una noche de borrachera se jactó de haberdeshonradoaunadelasmuchachasdelpueblo,quediotodotipodedetalles,dijoquehabíasidoenelbosque,undíasoleado,yqueamboshabíanyacidojuntos sobre los helechos. Todavía borracho, el marinero se embarcó y nopudodesmentirloqueeraunavergonzosainfamia.Lahonradelamuchachaquedó,portanto,enentredicho;perocuandoelmarinerovolvió,elladecidióvengarse. Le citó en el viejo camposanto, tratando de que el pueblo enterosupieradelacita.Lachicaleesperójuntoalacantiladoycuandoélseacercó,saltó sobre el vacío y se estrelló contra las rocas. Nadie creyó esta vez almarinero;aunquenohabía testigos, todoelpueblosospechóquequizáél lahabía empujado. Luego se supo, no me pregunten ustedes cómo, que lamuchachahabíamuertosiendodoncella.

—¿Y el marinero? —preguntó visiblemente impresionada madameHoschedé.

—Yalehanvisto—respondió lamujer—.Lleva laamarguray laculpaescritasenelrostro.

Regresamosacasa.Durantelacena,madamelerefirióalseñorlahistoria.Yoguardabaunpertinazsilencio,peroelviejonodejódeobservarmedurantetodalavelada.Encuantopudemeretiréamicuarto,metendíenellechoyevoqué con placer la visión de la muchacha entre los helechos. Por unmomento,tuvelaimpresióndequeesaimagenperduraba,sehabíahechorealyestabaescondidaenalgúnlugardeestemundo.

Al día siguiente le pregunté al señor qué había pintado durante aquelveranoenThouraine.Elviejoserioconunaestruendosacarcajadaymehizosubiraldesván.Buscóentrelosviejoslienzosenvueltosenpapeldeestraza.

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Al final lo encontró, lo abrió y me lo mostró: era cierto, allí estaba ella,desnuda, hermosa, inocente y tentadora, sobre un mar de helechos verdes.Miré sus ojos.Ahorame daba cuenta.No eran los de un niño o los de unviejo:eranlosojoscansadosdelosmuertos.

Estaeslatranscripciónliteraldeunaentrevistarealizadaen1922porelperiodistaholandésChristianMemlincaGeorgeRastat,sirvientequefuedelfamosopintorimpresionistaClaudeMonet.Nuncasepublicó.Aparecióañosdespués, cuando Memlinc había muerto, entre sus papeles personales y amuchoskilómetrosdelaviejaNormandía.

El cuadro titulado Desnudo de mujer entre los helechos no estácatalogado como una de las obras de Monet. Los especialistas dicen queMonet no pintaba desnudos. De hecho todo el mundo sabe que era unpertinaz paisajista. Por otra parte, parece comprobado que Monet nuncaestuvo en Thouraine. Es más, en la costa de Normandía no existe ningúnlugarllamadoThouraine.

Hasta aquí todo resulta comprensible. Podemos asegurar con relativacerteza que esta entrevista tiene todas las características de una pieza deficción,noesreal,setratadeuninvento,loqueenartellamaríamosnounafalsificación, pero sí una esmerada copia. Y, no obstante, hay un hechoextraño que enturbia esta certeza: en un viejo edificio deElHavre que entiemposhabíapertenecidoa la familiaMonet,eneldesván, seencontróunlienzo sin firma que representaba a una mujer vuelta casi de espaldas ysentadasobreunsuelollenodehelechos.Esunaobrarealmentesingular.Elsolestáescondidoentrelasramas,enelángulosuperiorderecho,ysureflejocubreelcuerpodelamujer,rompeenélcomosifueraunaola,ysedispersaporelrestodellienzollenándolotododeunaluzterriblementehiriente.Estecuadro, realizado con una depurada técnica impresionista, no lleva firma.Ningunodeloscríticosomarchantesconsultadospudoidentificarasuautor.Desde luego, todos negaron que pudiera haberlo pintado, en ningúnmomento,monsieurMonet.

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3MICASA

YonacíenBilbao,unaciudadhúmeda,oxidadayduracomoelmineraldehierro. La mayor parte de mi vida la pasé allí, pero desde muy joven hesentido una secreta fascinación por las ciudades andaluzas. Recuerdo laprimeravezqueestuveenCórdoba.Eraunanochedeagosto,sofocantecomopocas.Elolorajazminesinvadíalaciudademborrachandolossentidosyportodaspartesseveíangentesaplacadasporelbrutalcalor,sentadasalapuertadelascasas,consussillasysusimprovisadosabanicos,mujeresconlalaboren el regazo, tejiendo desmayadamente, hombres en camiseta que mirabanconojossoñolientoselvacíodeunanochesinsueño.Yapesardetodaesavigiliael silencio resultabasobrecogedor.Yopaseabaensolitario,bebiendocon deleite toda aquella extraña dimensión nocturna, en la que había unaterriblepugnaentreelinsomnioyelsueño.Aveces,alpasarfrenteaunareja,seoíadentroelrumordeuncuerpoagitándoseentrelassábanas,algúnbreveronquido, la respiración entrecortada de alguien que lucha con un mundorecóndito e inconfesable.Recuerdo queme detuve ante un patio.La puertaestabaentreabierta.Measoméempujadaporlacuriosidad.Dentrobrotabaelagua de una pequeña fuente de piedra. La luna iluminaba el interior conreflejos azulados y por las paredes encaladas se veía corretear a unasalamanquesa.Enunrincóndelpatioviaunamujermayorquesebalanceabasuavemente en una mecedora de mimbre. Al notar mi presencia se volvióhacialapuerta.Sequedóobservándomeensilenciocomosiesperaraalgodemí.

—Disculpe —dije con un hilo de voz. Recuerdo que me sentí muyavergonzadapormiintromisión—.Pasabaporlacalleyhevistoelpatio.Mehaparecidotanhermosoquenohepodidoresistirlatentacióndeasomarme.Perdóneme,noqueríamolestar.

Lamujerseincorporóydijo:—No sepreocupe, nomemolesta en absoluto.Esunpatiomuy alegre,

¿verdad?Asentíconungesto.Habíajazmines,buganvillas,grandeshibiscusrojos

comolasangreymacetasdegeraniosyazaleas.Alaizquierdaviunpequeñonaranjo de frutos verdosos y un aguamanil en cuyo lavabo se habíansembradovariosramilletesdeflorescolorvioleta.

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—¿Quiere usted pasar?—dijo ella al cabo de unos instantes—. Puedoofrecerleunvasodelimonada.

Parecíaunapersonamuycordialyaceptéencantada.Meofrecióasientoasuladoymesirviódeunajarraheladaenlaqueflotabanrodajasdelimónyhojasdehierbabuena.Hablamosdelcalor,delodifícilqueresultaconciliarelsueñoenestasnochestórridasdeverano,ydelasventajasdetenerunpatiocomoaquelenlacasa.

—Permitequecirculeelairey teneralgunasplantas.Porque lasplantasmitiganmuchoelcalor,¿nocree?Sinofueraporellas,no tendríanadiedequienocuparme.Yovivosola,¿sabe?

Eraunamujerencantadora,vivaylocuaz,aunqueenalgúnmomentomepareció también algomelancólica. Se interesó por elmotivo demi visita aCórdoba.

—HevenidoaconsultarelArchivodelaCiudad—ledije—.Mededicoalapaleografía.

—Ah—exclamó ella aparentemente interesada—. Ustedes son los quedescifranviejasescrituras,¿noeseso?Peroparecedemasiadojoven.Siempreme imaginé que los paleógrafos eran sesudos ancianos de ojos fatigados ybarbablanca.

—Oh no, ese no es el requisito principal—respondí riendo—. Yo soyespecialistaen textosárabes.Estoy investigandosobre laépocadeuncalifacordobés, Al-Hakam II, y concretamente sobre las mujeres copistas que elcalifateníaasuservicio.Lashabíamuysabiasycapacestambiénenaquellaépoca.

Ellasonrióunpocodesconcertadaymemirócomopidiendodisculpasporsuobservación.Yoledevolvíungestoamableconelquepretendíadecirquenoteníaningunaimportancia.Entonceslamujerseincorporóligeramenteenlamecedorademimbreymepreguntó:

—Entonces ¿usted podría descifrar cualquier cosa que esté escrita enárabe?

—Creo que sí —respondí—. Sobre todo si pertenece a la época delCalifato,queeslaquemáshetrabajado.Peronoresultafácil.Sehanperdidolamayorpartedelosdocumentosescritosylosqueseconservanestánmuydeteriorados,tienenmanchasdehumedadolesfaltanpáginas,latintatiendeadesaparecer,enfin,esunprocesobastantecostoso.Loslibrossoportanmalelpeso de los años. Ahí tiene usted la Mezquita. Cualquiera puede verla yhacerseunaideadeloquefueenotrotiempo.Conlosdocumentosnopasa

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eso. Son frágiles, escasos, y a veces su contenido nos resulta bastanteconfuso.

Me había escuchado atentamente, sus viejos ojos clavados en losmíos,como si quisiera animarmea continuar.Despuésdeunos instantes volvió abalancearselentamenteensumecedoraypreguntósonriendo:

—Amaustedsuprofesión,¿noeseso?—Desde luego—respondíde inmediato.Eraextrañoestarhablandoasí,

pero recuerdo que las palabras se encadenaban unas a otras con insólitafacilidadyquesentíaunfuertedeseodeconfiarlemissentimientos—.Verá,últimamente pienso mucho en ello. Tengo la impresión de estarcontribuyendo de algún modo, una forma humilde sin duda, a que no sedesvanezcadeltodoelpasado.Estaideameobligaaseguiradelante.Muchasveceshe sentidodeseosdedejarlo, dehacer algomáspráctico,más acordecon las necesidades de nuestro tiempo, no sé, dedicarme a la enseñanza ohacerunasoposicionesabibliotecaria;peronopuedoabandonar.Nosémuybiensiacertaréaexplicárselo.Creoqueesmiobligación.Tengolacertezadeque voy a encontrar algo que se ha perdido hace tiempo, algo que estáenterradoenlaoscuridadyquesoloyopuedodevolveralaluz.Pensaráustedque es muy presuntuoso de mi parte, estoy de acuerdo, pero no puedodeshacermedeesasensación.

—Ya —murmuró ella pensativa—. Entiendo perfectamente lo que leocurre.Veráusted,enciertosentidoamímesucedealgoparecido.¿Veestacasa? He nacido en ella.Mi madre también nació aquí. Y su madre. Y lamadredesumadre.Esunacuriosatradición.Siemprelaheredanlashijas.Hapertenecidoamifamiliadesdehacesiglos.Soloesunviejocaserónllenodeproblemas,peroyotambiénsientolaobligacióndeconservarla.Yaquíestoy,viendollegarlavejezconlaangustiadenohabersidocapazdetenerunahijaquelaherede.Pero,enfin,nonospongamostristes.Venga,quieroenseñarlealgo.

Selevantóylaseguíhaciaunadelashabitacionesdelfondo.Abrióunapuerta, pesaday recia como los siglos, y entramos enunpasillooscuro, deparedesdesteñidas,quedabapasoaotropatiomásgrandeydescuidado.

—Estoeraelhuerto—dijoella—.Nosirveparanada,perolosárbolesmegustan.

Observé que había unos cuantos limoneros y un granado, una parra dehojas densas y, al fondo, junto a la tapia, una enorme higuera cuyas ramassobresalíanporencimadelmuro.Másallá,enlainclementeoscuridaddelanoche, se alzaban otras innumerables casas, con sus muros y sus patios,

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construyendouncomplicadoenjambreenelqueeramuydifícilreconstruireltrazadodelascalles.Lamujermeindicóconungestounlugarqueapenassepodíadistinguir.

—Ahí estaba el pozo —murmuró, señalando unas cuantas piedrasenterradasbajounacapadecemento—.Tuvequecegarlohacemuchosaños.Erapeligroso.Yanoteníaagua.

Luegomellevóhaciaunrecododelhuerto,abriócondificultadlacanceladeunapesadarejaybajamosaloqueenuntiempodebiódeserlabodega.Habíaunpequeño rellanoque, al parecer, continuabamás abajo.Huboquedescorrerunnuevocerrojo.Eseespaciointerior,oscuroyhúmedo,exhalabaunalientodeterribleabandono.Encendimosunpardevelas.

—Fíjese en esa pared —dijo mi anfitriona—, es un resto de muralla.Venga,vengaporaquí,ytengacuidadoconlosescalones,estánenmuymalestado.

Avanzamosenlapenumbra,bajandoporunarudimentariaescalera,hastaque tropezamos con el desnivelado suelo de tierra.Ella caminaba con pasoseguro, como si conociera el lugar exacto donde debía poner los pies. Laseguía lo largodelsótano,hastaqueseparóenun tramoangostoyoscurocomounpozo.

—Justoencimadenosotrasseencuentraelpatio.Lacasa,ustedsehabrádadocuenta,esdelsigloXVIII,peroestesótanodebedesertanantiguocomolaciudaddeCórdoba.Mire,mireahí,eneserincón.

Señalóunafranjadetierraenelmuro,porlaqueasomabanrestosdeuncapitelenterradoentreladrillosycascotes.Encimadeesacolumnadepiedrablanca,sepodíaverundoblearcoenformadeherraduraquesesujetabaalmenos en otros dos pilares exactamente iguales. Me asombró suponer quedebajo del patio visible hubo antes otro patio más antiguo y que bajo laviviendaactualestabanenterradosunnúmero indeterminadodecolumnasyarcosdelaépocamusulmana.Miréalamujerconojosatónitosyellasonrió,haciendoungestoambiguo.Luegodijo:

—Ya sé que debe de ser muy antiguo y que es una lástima quepermanezcaenesteestadodeabandono,peronuncahedejadoquenadie lovieraporque tengomiedodequevengan,seponganaexcavaryderrumbenmicasa.Eslacasademimadre.Ydelamadredesumadre.Creoqueustedentiendeperfectamenteloquequierodecir.

Asentí en silencio, todavía fascinada por aquel insólito descubrimiento.Mepreguntéporquémelohabíamostradoprecisamenteamí,peronotuvequeesperarmuchoparasaberlo.Viqueacercabalavelaaunodelosmurosy

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queconlamanoretirabaelpolvoterrosoquecubríapartedeunainscripciónescritaencaracteresarábigos.

—Hequeridoqueloviera—dijoentonceslamujer—,porquesiemprehetenidodeseosdesaberloquesignificanesaspalabras.Ustedmehadichoqueesespecialistaentextosárabes.Quizásepaloqueponeaquí.

Acerqué también mi vela, para poder ver de cerca la lápida. Tuve queretirarconlosdedoslatierraquesehabíaquedadoadheridaaciertostrazos,hastaquepuderecomponerlatotalidaddelpárrafo.

—Pareceunainvocación—dije.Luego me alejé unos metros, mientras ella alumbraba la lápida con su

vela.Alverlaallí, losenvejecidosrasgostemblandolevementeporelefectode lasoscilacionesde la llama, imaginéque sentíaunaemociónmáshondaquelamía,quehabíaaguardadoquiénsabecuántosañosparaconocerloquedecían esas enigmáticas palabras. Por un momento sentí cierto temor alpensarquepudiéramosencontrar algomuydistintode loqueella esperaba,que podía hallarme frente a un hecho inquietante que desvaneciera de ungolpe la tranquilidad de todos esos años en los que ella había imaginadoposeerunsecretotesoroesculpidosobreunalosadepiedra;peronofueasí,lainscripcióneraunasimpleplacadeesasquetodavíahoyseponenalaentradadelascasas.Sinningunadificultad,leíenvozalta:

Sea esta casa fuente de todo gozo y alegría. Nunca pierdan sus moradores elabrigodesusmuros.Fluyaelaguadesuspozos,ardaelfuegoensushogares,paraquepermanezcaenelTiempo,pueselFuturoyahasidosembradoenelPresente.

Noté la gran satisfacción que sintió cuando escuchómis palabras. No dijonada, pero se quedó mirando la lápida como si encontrara un misteriosoplacerencontemplaresossignosincomprensibles.Luegoseacercóamíymecogióconfuerzalamanoenseñaldeagradecimiento.

Subimos los peldaños lentamente, creo que las dos estábamos un pocoimpresionadas,ycuandosalimosdenuevomiréelcieloqueestabacuajadodeuna infinidad de estrellas. A través del corredor regresamos a la serenaquietuddelpatio.Sedejócaerenlamecedorademimbreyyomesentéasulado, sin decir palabra. Pasaron unos minutos en los que las imágenes delsótano se fueron desvaneciendo lentamente, para dejar paso a una curiosasensación de calma que se extendía por la casa y que nos tocaba con sualiento cálido. Por fin habló y, cuando lo hizo, comprendí que no deseabahacerningunareferenciaaloquemehabíaenseñado.

—Haceunanochetanmaravillosa…¿Notaustedqueharefrescado?EslabrisadelGuadalquivir.Todoslosdíassucedelomismo.Demadrugada,entra

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esteairecillotanreconfortantequerecorrelaciudadcomosifueraunduende.Si se va ahora hacia su hotel, cuando llegue podrá conciliar el sueño sindificultad.

Mepuseenpie.Habíadecididoolvidartodoloquehabíavistoesanoche.Supe que ella lo esperaba así y que no hacía ninguna falta exponer misintenciones.Habíasurgidoentrelasdosunacuerdomutuo,quesepodíaverensusojosyen losmíos,sin lamásmínimaduda,unacuerdosilenciosoyveraz.Lamujermeacompañóhastalacalle.

—Vuelvaavermeotrodía—dijodesdelapuerta—.Hayalgoquedeseopedirle.

Abandoné la casa con una íntima sensación de bienestar que, por lamañana,mientras trabajabaconlosdocumentosdelarchivo,mehizopensarmásdeunavezenellayenaqueltesoroqueseescondíabajoelpatio.Devezen cuando, apartaba mis papeles para recorrer mentalmente la casa y mepareció un verdaderomilagro que todo pudiera sobrevivir de aquella formaespontánea y atemporal. Recordé las dificultades demimadre para reparartejadosycubrirlasgrietasennuestracasadeBegoña,laeternaluchaconlascañeríasylosdesagües,elenfoscadodelafachada,siemprecubiertodeunapátina negra, y el afán que poníamos las dos en conseguir que las cosasfuncionaran. Pensé en que era muy difícil luchar contra ese estado depaulatina descomposición que impone el transcurrir del tiempo. A veces,contratodopronóstico,surgeunmilagro,algoparecidoaloquehabíapodidocontemplarlanocheanteriorenelsótanodeaquellacasa,eltiempodoblegasuespíritudestructorylahuelladelpasadopervivecomosifueraunoscurosortilegioparaquepodamoscontemplarlahistoriaentodosuesplendor.Mealegrédeverqueaquellamujerlohabíaconseguido,aunquenotuvieranadieaquiendejarsuherencia.

Por la tarde, cuando se fue el sol, di un breve paseo por las calles querodean laMezquita. Estaba trabajando en los últimos tiempos del Califato,una época en la que Córdoba contaba con seiscientas mezquitas y tantoszocoscomooficios.Soloenlaciudad,sepublicabanalañomásdecincuentamil libros, eso sin contar los que venían de Oriente o delMagreb, que sevendían rápidamente y alcanzaban precios exageradamente altos. En lasmezquitas,enlospalacios,enlascasasdelosnotablesmusulmanesyenlasbibliotecas de los ricos comerciantes judíos, los copistas se afanaban enreproducir con solemnidad miles y miles de palabras en árabe, hebreo oromance.Enelarrabaldelosescribashabíacasidoscientasmujerescopiandomanuscritos.Nadadeestomeeratotalmentedesconocido,perohastaesedía

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notuvelaimpresióndequealgo,unahuelladeesepasadoesplendorpersistíaaún en el ambiente. Era como si toda la ciudad estuviera sumergida en unhechizo capaz de conservarla en un milagroso estado intemporal.Evidentemente estas sensaciones no eran visibles, de la época califalquedabanpocascosasreales,peroyomeprecipitabaenunaseriedeimágenesmentalesenlasqueseconfundíamitrabajoconloquehabíavistolanocheanterior. Por un momento creí oír el susurro de los siglos, el rumor depalabraspronunciadasentresidiomassimultáneos,creísentirelaromadelasespecias, el olor acre de los curtidos, el desorden de un laberinto lleno decallejones,derecónditasplazasydesecretosvergelesquecrecendetrásdelosmuros de argamasa, para prolongarse unos metros más allá, entre losmisteriososyenigmáticosadarvesrodeadosdepenumbra.

Sindarmecuentahabíallegadoalacasademiamiga.Tratédeasomarmealpatio,peroelportónde laentradaestabacerrado.Tambiénloestabanlasventanasdelafachada.Traslashermosasrejasdehierroforjado,seveíanloscristales,suciosyopacos,yluegounaspesadascontraventanasqueimpedíanacceder al interior. De lo alto, en lo que imaginé era el hueco del huerto,llegabaunestridentealborotodepájarosocultos.Llamévariasvecesalportóndelaentradaperonadiemeabrió.Noquiseinsistirymealejédeallíconunaincómodasensaciónquemeacompañódurantevariosdías.

Volví cuatroo cincovecesmásy siempreera igual, la casapermanecíacerrada, día tras día, sin que se viera la más mínima señal de vida en suinterior.Lavísperademipartidalointentédenuevo.Eramediatarde.Habíaconseguido terminar mi trabajo en el archivo y me sentía feliz. Queríadecírselo,queporfinhabíacompletadomisinvestigacionessobrelaépocadeAl-HakamII,yqueahoramepreparabaparavolveracasa,alotoñolluviosodemiciudady,seguramente,acompartirconmimadrelosdesvelosporunaviejacasacomolasuya,quenosocasionabatantosquebraderosdecabeza,sinque hubiera ningún secreto histórico que los justificara. Pensé que debíadespedirmedeella,verlaunavezmás.Tambiénhabríaqueridoverporúltimavezelpatio,elsótanoyaquellosarcosycapitelesenterradossobrelosquesehabía construido la vivienda.Llamé a la puerta varias veces, pero como enocasiones anteriores no obtuve respuesta. Finalmente, cuando iba amarcharme, noté que la pequeña contraventana que tapaba la rejilla parecíaentreabierta yque empujándola conunobjeto algomás largoquemimanoconseguiríaquizáabatirlahaciaunlado.Lohiceasí.Cogíunbolígrafodemibolso y di un golpe seco sobre la madera. Desde este pequeño orificio sepodría contemplar el zaguán y, un poco más allá, una de las esquinas del

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patio. Me asomé con la esperanza de ver a la mujer en su mecedora demimbre o, almenos, alguna señal quemehiciera pensar que se encontrababien.Todoestabadesierto.Unenormesilencioretenidoseprecipitósobremícon la brutalidaddeun cataclismo, veníadedentro, flotabapor las paredesconunafuerzasobrenatural,detalmodoqueporunmomentomeparecióquelacasayyonoshabíamosprecipitadojuntasbajotierra.Casisentímiedodemirar.Talcomohabíasupuestosepodíaversindificultadunapartedelpatio,pero ahora era muy difícil reconocer aquel lugar. Parecía sumido en unestremecedor abandono: las plantas estaban secas, las paredes mostrabandesconchonesenormesy lamecedorademimbreyacía sobreelpolvorientosuelo,rota,desvencijada,comouncadáverdescompuestoporeltiempo.

Penséqueocurría algo.Algoextrañoe incomprensible.Mequedéen laacera, incapaz de dar un solo paso, contemplando la fachada, las rejas, eltejado, tratandodeadivinar loquehabíapasado.Nopodíacreerlo.Lacalleestabaenpenumbra.Lanocheandabacerca.Porelfondodelaúltimacallejaentrabaunrescoldodeluzgrana,restosfogososdeunsolquemoríaentrelashuertas del río. Al otro lado de la calle una mujer abrió la ventana. Meacerquéaellay lepreguntésisabía loquelehabíapasadoa ladueñadelacasa.

—Ahí no vive nadie —respondió con desconfianza—. Esa casa estácerradadesdehacemuchosaños.

Luegoellatambiéncerrólaventana.Pasaron los años.Volví aCórdoba enmuchas otras ocasiones. En cada

nuevoviajemeacercabaa lacasay lacontemplabaensilencio,comosi setratara de un sueño. Poco a poco se convirtió en una obsesión para mí,siempre cerrada, siempre inaccesible, hastaquemuriómimadrey entoncesdecidí realizar las gestiones necesarias para comprarla. No fue fácil. Nadiequiere vivir en un viejo caserón del siglo XVIII, pero la codicia de lospropietarios se despertó cuando vieronmi interés. Tardémucho tiempo enconseguirquevendieranypaguéporellaunpreciomuchomásaltodeloqueme permitían mis escasas posibilidades. Afortunadamente, casi al mismotiempo, pude vender la casa de Bilbao a una empresa constructora que laderribó inmediatamente para edificar una torre de pisos. Con elladesaparecieron todos los recuerdos que me ataban a esa ciudad húmeda,oxidadayduracomoelmineraldehierro,ypudeinstalarmeenCórdoba.

Ahora vivo aquí. También yo estoy totalmente sola. Durante lassofocantes noches de verano me quedo en el patio hasta altas horas de lamadrugada,sobrelamecedorademimbre,ycontemploelcieloestrelladode

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unaciudadquetodavíaconservaalgúnmisteriobajosuscimientos.Avecesalguienpasaporlacalleysequedamirandoelpatioconcuriosidad.Entonceshagounesfuerzoyleinvitoaentrar,leofrezcounvasodelimonadayesperoatentamenteunaseñal.

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4YOLLEVABAAQUELABRIGOCLAROYUNAENORMEBUFANDAROSAALREDEDORDELCUELLO…

AJusto,

micompañerodeviaje

EsnuestroprimerdíaenBuenosAires.Javieryyohemosdecididodarunpaseo,poresorechazamoseltaxialapuertadelhotelyporesocruzamoslaavenida del Libertador con esa confusa turbación que los viajeros llevaninstaladaenelrostrocuandodesciendenaunaciudadquehabíanimaginadolargo tiempo y que ahora amenaza con desvanecerse sacudida por eldesconcertanteabrazodelarealidad.

Esunamañanafría.Lanieblasurgedelríoyavanzaporlosparquescomosi fuera un aliento contenido que miles de bocas hubieran expulsado confuerzasobreestapartedelaciudad.Séquelosdiquesdelpuertoestáncercayquelasdársenasalbergantingladosymercancíasquecruzaránohancruzadoyaunocéanodedimensióninciertaparaloshabitantesdeunmundollenodeaviones.Elmarhadesaparecidodenuestrasvidas,lasrutasmarítimassehanperdidoenelfondodelrecuerdoypermanecenallí,infranqueables,ignotaseimprecisas, comouna leyendamurmuradaal calorde la lumbre.Sientounadesconcertantecalma,unaespeciedeperezaquemitigacualquierexpectativade reconocimiento. Javier camina a mi lado y adivino en él la mismadesconcertadasensación,quizáelrecuerdodenuestracasaenMadrid,elcalornocturnodelveranoadheridoalasparedes,losrecipientesdeaguadejadosenlabibliotecaparaquelamaderanosufra,losaspersoresregandolamontañaderocallapocoantesdelamanecer,fantasmales,aguasindueñoqueobedecealmandatodeunprogramadorinstaladoenelgaraje,nuestrascosasperdidasdespuésde tantosdíasdeviajeporuncontinenteque separeceaEspañayque no lo es, en absoluto lo es, eso lo desmienten constantemente estosárboles invernales que contemplamos sin hojas y este frío húmedo ydesapaciblequenuncahabíamostenidolaoportunidaddesentirenplenomesdeagosto.Apenasnosmiramos.Vamosavanzandoporlaciudadconelpasosegurodelacostumbre, tomamosporArroyo,nuestroritmoseacomodasindificultad al ritmo del otro, cruzamos la avenida 9 de Julio, a veces nos

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paramosdelantedeunavitrina,comentamosalgosobreelpreciodeunpardezapatos,Javiersesorprendedequetodosepuedacompraraplazosyyomesiento insegura y extraña, sí, terriblemente alejada de todo cuanto veo, ypienso entonces en ese cuento de Cortázar que se titula precisamente así,Lejana,yensuprotagonista,AlinaReyes,yrecuerdoesafraseinconclusaqueCortázarhacíaconelnombredemujer,eslareinay…Yotambiéntengounnombreconelquehaceranagramas,unnombrequesepuedeconvertirenunaestúpidafrase,razarigemiruina,oacasourgíamiraraízen…

Repitoesaspalabrassinsentido…urgíamiraraízen…mientrasrecuerdoelpuentedeBudapestsobreelqueJavieryyotambiénhemoscaminadounamañana de invierno como esta, cuando la nieve se agolpaba sucia de hieloderretidobajolasbarandillasyelDanubioseagitabaentrepequeñosbloquesdehielo,cuandolosbarcosturísticosfondeabansusoledadsinclientesenlaorilla y nosotros nos queríamos tanto. Tenemos una foto en nuestrodormitorio,sonrientessobreelpuente,conlaciudadblancaanuestraespalda,el edificio del Parlamento insinuándose a lo lejos, cubiertos hasta las cejasparaprotegernosdelfrío,muertosdeganasdecorreralhotelypasarlashorasmuertasen lacama.Todoesosehaevaporado.Comoelveranoquehemosdejado atrás tan solo unos días antes, para hacer este viaje absurdo yencontrarnos con elmismo desapego amiles de kilómetros de casa.No sécómo nos ocurrió. Nunca se sabe, lo he oído decir cientos de veces,simplementelarutinasecometusesperanzasytusanhelos, teacomodas, teacostumbras a repetir los mismos gestos, un comportamiento determinadoparalaalegría,otroparalatristeza,paraelenfado,paraunacenaconamigosel sábadopor la noche, te habitúas a esconder tus sentimientosy a dejar alotroaparcadoparamástarde,comosisepudiera,comosiesofueraposible,quenoloes,elotrosiguesuvida,fabricasusmentirasyvivesusmiedosalmargen de ti, se despereza por la mañana con el gesto fastidiado deencontrartesiempreaeseladodelacama,tecontemplasinternuramientrastúllorasenelcinecuandoveisunapelículadeamoryluego,cuandolleganlas vacaciones, buscáis juntos un lugar nuevo que os pueda devolver laemocióndeestarynoestaralmismotiempo.Asíescomounbuendíatevesen Buenos Aires, haciendo absurdos anagramas, mientras Javier toma unainfusiónymiraatravésdelaventanadeunhermosocafédeLavalle,esquinaLibertad.

—Hace un frío que pela —recuerdo que murmuró sin mirarme—.TeníamosquehaberidoalCaribe.

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—OaBudapest—respondíautomáticamente—.AhoraestaríamossobreelpuenteaquelenelqueAlinaReyesporfineslareinay…

Ahí es donde se vuelvehaciamí ymemira como simehubiera vueltoloca.Nodicenada.Solomemira.Yyome siento fuerte, reforzadapormirepentina excentricidad de mujer que recuerda una lectura antigua y larevierte sinnostalgia sobreelpresente.Ahí esdonde ledevuelvo lamiradahuecaypregunto:

—¿Sabesquésepuedehacerconlasletrasdeminombre?Por supuesto, no esperaba ninguna respuesta en ese momento. Quería

pronunciar en alto aquella absurda frase que palpitaba dentro demi cabezadesdehacíarato.Ahíesdondedigo:

—Escucha:urgíamiraraízen…¿Creesquetienesentido?—Desdeluegoqueno—respondióél.Aesasalturasdelaconversaciónyaempezabaairritarse.—Ysifueranecesario,sifueraurgente—proseguí—quealguienmirara

esa raíz del mismomodo que tú miras por la ventana, tranquilamente, sindesasosiego,conlamismacalma,¿dóndecreesquedebíamosbuscar?

—Buscar¿qué?—exclamamalhumorado.—Nosé,quizá loquehabíaesedíaenelpuentedelDanubio…Loque

entoncesnopudimosver.Yotambiénteníanieveenloszapatos.Él podía haber dicho: «Sí, lo recuerdo, estabas tan bonita… Llevabas

aquelabrigoclaroyunaenormebufandarosaalrededordelcuello…».Perono, no dijo eso, ni cualquier otra cosa que hiciera sospechar que guardabaaquel día en lamemoria.No era pedirmucho.Al fin y al cabo era nuestralunademiel.Yonoloheolvidado.Recuerdocadaminutodeesedía.Avecesme duermo pensando en ello y luego sueño con situaciones que ya handesaparecidodelarealidadhacetiempoysolopuedorecuperargraciasalossueños.Soncosasquepermanecenvivasdentrodemí,dealgúnmodosehanarrinconado, sentimientos y emociones que podrían haberse desvanecido yquesinembargomantengoguardadasconesmeroenalgúnlugarincierto.Yolorecuerdo.¿Porquéélno?

Javierselevantócongestotensoysefueallavabo.Yomequedésolaennuestramesa,mirandoporlaventana.Urgíamiraraízen…Penséquequizádeberíahacerlo,deberíamirarenlaraízdeesemalquenosconsumíayquenosestabaconvirtiendoenextraños.

Ese día me sentía tan rara que supe de inmediato que podía tomardecisiones, aunque ello llevara implícita la posibilidad de una irreparableequivocación. Cualquier decisión. Podía, por ejemplo, imaginar que me

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levanto también y decido salir a la calle dejando a Javier en el lavabo,encerrado con su indiferencia ante nuestros problemas, mirándoseseguramente en el espejo, contemplando su rostro huraño y ensayando uncomportamientodevarónofendidoquenovaateneroportunidaddeesgrimirantemí, porqueme he ido del café y estoy caminando sin rumbo por estaciudadqueseparecetantoaEspaña.

No lo hice.Me quedé sentada, esperando una señal que me permitieracompletar ese torpe pensamiento incompleto: urgíamira raíz en… CuandoJaviervolviódellavabo,traíaungestoprovocadoramenteamable,unamiradadebuenapersonaquetratadenoamargarselasvacaciones.

—Vamos a algún sitio —dijo cogiendo el abrigo—. Hay que conocerBuenosAires.

Y eso hicimos. Recorrer una ciudad invernal por la que deambulamoscomobuenosturistas,ahorael teatroColón,después laplazadeMayo,mástardeelcementeriodeRecoletay,alcaerlatarde,LaBocayelpuertoviejodelosinmigrantes,dondedocenasdevisitantescomonosotrosseagolpabanenunaminúsculacallejuelapeatonal llenadepintores típicamenteporteños,vendedoresdesouvenirsycantantesquecongregabana lamultitudconunainevitablecancióndeGardel.Lagenteaplaudíaemocionadaal reconocer lacalle,Caminitoqueeltiempohaborrado,quejuntosundíanosvistepasar…,comosiesoleshicieraprotagonistasdeunsecularadiósqueseextendíamásalládeloreal,porununiversocomúndeamoresydesengaños.Recuerdoquetodomeresultabaextrañamentefalso,comosifueraundecorado,quecompréparamipadreuncenicerodecerámicaconelescudode losBocaJuniorsyque nos sentamos en una de las típicas tabernas en las que servían sidrahelada.Javiermehizounafotoconlasviejascasasdelosmarinosgenovesescomo fondo. Las fachadas de hojalata pintada en vivos colores y la ropatendidaenlasminúsculasventanas,todotanvistoso,yyosentadaenunasilladetijera,mientrasunamultitudinformepululabaanuestroalrededor.Séqueahíesdondesientounaconfusasensacióndecercanía,ycuandoJavierdejalacámara sobre lamesa pongomimano suavemente sobre la suya, pensandoqueesélquienmeprovocaestaíntimaseguridaddenoestardefinitivamentesola. Ahí es donde aparece otra vez la misteriosa certeza de que hay otrocorazón que se acomoda a los latidos del mío, otros ojos me observan ensilencio y que ese alguien se encuentramuy cerca.Ahí es donde cedo a lacostumbre, creyendo haberme deshecho una vez más de esta espantosa einútilinquietud.

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Luego continuamos el viaje tal como estaba previsto y, solo de vez encuando,en lasmañanasgélidasdelparquePalermooen lasoscurasnochesdelcaféTortoni,volvíasentirlaimpresióndeseryoyotrapersonaalavez,volvíarecordarqueconlasletrasdeminombresepodíaconstruirunoscuromantra que se enunciaba a la vez en presente y en pasado:urgíamira raízen…DespuésvinoelfinaldelasvacacionesyelregresoaEspaña.

Los días, con sus rutinas y sus tácitos acuerdos gobernados por lacostumbre,pasaronlentamente.Meencontrabarara,sumidaenunaespeciedeextrañodesasosiegoqueme tenía dandovueltas por la casa desdeprimerashorasdelamañana.MelevantabapocodespuésdequeJaviersalieraparaeldespacho, desayunaba, leía la prensa en el jardín, como antes de lasvacaciones,repitiendolosmismosgestosreconociblesdemividadiaria,perotodolohacíadeunaformacompulsiva,comosiestuvieraesperandoalgoqueno terminaba de llegar. Al leer el periódico, por ejemplo, pasaba por losartículos de opinión, que siempre son los que más me interesaron, a todaprisa, ojeaba los titulares, todos, incluidos los de economía, buscando unanoticia inéditaquenopudeencontrar.Estecomienzoseñalabaelcaminodetodas las horas siguientes. Me encerraba en el estudio y pasaba horasinvestigandounaforma,tratandoderesolveralgúnaspectoirrelevanteenunaportada,dibujandomaquetasqueno llegabaaconcluirnunca.Nohubounosolodeloslibrosdelabibliotecaquenorevisara,pasabalashojascomosimehubiera dejado en ellas una carta comprometedora o un billete antiguo deincalculablevalor.DurantetodoesetiemponodejédepensarenBudapest,enel puente sobre el Danubio y en Cortázar. La absurda frase que se podíaconstruir con las quince letras de mi nombre seguía apremiándome: urgíamira raíz en… Al cabo de mes y medio, decidí llevar las fotos de lasvacacionesarevelar,másquenadaporquenecesitabacerrareseepisodiosinsentido,dejarloreducidoaunaimagenfijaalaquesepuedeponerunmarcoyquesepuedecolocarsobrelamesacamilladeldormitorio.Lasrecogídosdías más tarde y las dejé sobre una cómoda. Luego me fui a ver a unosclientesyalmorcéenlaciudad.Teníalaimpresióndequeesesimplegestodecancelación ponía fin a una etapa llena de inseguridades. Ese día firmé unimportantecontratoquemeasegurabaeltrabajoparaelrestodelañoy,porlatarde,cuandoJavierllegóacasa,miramoslasfotosconlainevitablenostalgiadequienesseencuentranlejos,muylejosdetodosesoslugaresqueeltiempoamenazaconborrarcomosifueranlaletraolvidadadeuntango.Unabonitaperspectiva del obelisco, un ficus centenario frente a la iglesia del Pilar, latorre de los Ingleses, Javier comprando un tres cuartos de piel en el Patio

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Bullrich, los dos en el ruedo de un asador de carne, esa espantosa vacaHereford disecada en la puerta del establecimiento, y luego La Boca, lasprecariascasasdecolores,lastabernasdelpuerto,lospintores,loscantantesde tangos, todas las siluetas anónimas que servían de fondo en ese paisajeimprecisoquesedesvanecelentamenteenelrecuerdo…Ahíesdondelaveo,enel instantequeJavieraprietaelobturador,ellaestásituadaamiespalda,allídetrás,consusojosatentosyelabrigoclaro,conlaenormebufandarosaalrededordelcuello…AhíescuandosentíquenoestabasolaytomélamanodeJavierconuna íntimaconvicciónqueseparecía tantoalagradecimiento,ahíesdondeurgíamiraraízen…dondeelfuturosiguesucursoyyopierdolaúltimaoportunidaddesaber.

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5LACARTAPERDIDA

En 1964, cuando compré la biblioteca que había pertenecido a una ilustrefamiliavasca,nadieen laciudaddeBilbao recordabahaberoídohablardelfantasmadelteatroArriaga.Ysinembargo,acomienzosdesiglo,mientraslaciudad hervía de agitación industrial y el progreso económico crepitaba aambosladosdelaría,losrumoressobrelaexistenciadeunsupuestofantasmaquehabitabaeltorreóndetramoyarecorrieronlaciudaddenorteasur,yendodebocaenbocayachicandodetemorloscorazones.

LoslibrosdelafamiliaAlzólasevendieronenunúnicolote,alguienlosmetió en noventa cajas de cartón y solo algún tiempo después, cuando losexaminé atentamente con ánimo de hacer una valoración más detallada,encontrécasualmenteunviejorecortedeprensaalquelefaltanalgunosdatos,talescomoelnombredelperiódicoenelquefuepublicadoylafecha,aunqueesdesuponerquefueescritodíasantesdel incendiode1914.ContieneunaextensaydetalladacrónicasobrelahistoriadelteatroArriagay,solamentealfinal,hacemenciónaloshechosquenosocupan.Diceasí:

El teatro Arriaga es uno de los edificios más destacados de la ciudad. Seconstruyóentre1885y1890,justoenelsolarqueanteriormenteocupabaelantiguoteatro Principal. Este hecho guarda gran importancia, pues el viejo teatro queanteriormenteproyectaranEscondrillasyDíazseincendióyesofueloquemotivóalacorporaciónmunicipalaconstruirotroensulugar.Eraunaépocapróspera.Laexplotaciónde la cuencaminerageneraba casi cuarentamillones de toneladasdemineralylasexportacionesdehierroagranescalahabíancreado,enmenosdedosdécadas, grandes fortunas entre la poderosa burguesía bilbaína. Con el capitalprocedente del comercio se creaban bancos, astilleros, se construían modernospuertosyse invertíaen lacreacióndeunaprometedora industriasiderúrgica,quepudiera competir en poco tiempo con la alemana o la británica. Por esa mismaépocaselevantaronportodalaciudadimportantesedificioscivilesylaviejavilla,que solounosañosanteshabía sufridoelasediocarlistahastaquedar seriamentedañada,adquirióunnuevoaspectoprósperoyelegante,enelquenopodíafaltarunlugar de cita para lucir tanto esplendor, vanidad y riqueza. El antiguo teatroPrincipal,desobrioestiloneoclásico,noresultabaadecuadoparaalbergarellujoyla ostentación que aquella floreciente época exigía. Era viejo y resultabafastidiosamente caduco. Así pues, se aprovechó un incendio mal sofocado, paraconstruirensulugarunnuevoedificiocontantosvestíbulos,salonesygalerías,quemásparecíacasinoqueteatropropiamentedichoyenelquetanimportanteeravercomoservisto.

LacorporaciónmunicipalencargóelproyectoalsantanderinoJoaquínRucoba,quedosañosanteshabíadiseñadocongranéxitoelAyuntamientodelavilla.EradonJoaquínhombremuyestimado,teníaobraenMálagayenMadridypusotodosuceloenlaconstruccióndeestenuevoteatroquellevaríaelnombredelmaestro

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Arriaga. Rucoba abordó la construcción con entusiasmo y diseñó un edificio degrandesdimensiones,muyoriginal,pues laplateaestabaenun tercerpiso,siendolosdos inferiores—plantade calle y entresuelo—pensadospara instalar en ellosunaBolsadeValores,asícomounrestauranteyuncafé.Deestemodo,elcapitalburgués ocuparía el edificio durante el día y, por la noche, los prominentes de laciudad acudirían al moderno teatro de la Ópera para reunirse de nuevo. Esteproyecto nunca llegó a cumplirse y la planta de calle se limitó a albergar unhermosoyampliocaféque,noobstante,restabaespacioalvestíbuloyempobrecíalallegadadelasdamasconsuslujososropajes.

Se diseñó el nuevo teatro almodo de los existentes en las capitales europeas,peroRucobasupodarunasoluciónprácticaalimportanteproblemaqueplanteabanestos grandes edificios: su frecuente siniestralidad. Los incendios constituían elprincipalpeligroparalasviejasestructurasdemadera.Yaquíentramosdellenoenel tema que nos ocupa, porque a pesar de losmodernosmedios utilizados por elarquitectoRucoba—murosdecargaenfábricadeladrilloysillería,vigasdeaceroycolumnas interioresde fundición—, todavíahayquiendicequeel teatroArriagacorrepeligrodeincendiarse.

En estemismoartículo, unos cuantos párrafosmás arriba, hemos hablado delincendioenelquedesaparecióelanteriorteatro,instaladoenestemismosolar,ydelosrumoresexistentessobre ladesidiade lasautoridadesporsofocarel fuego.Sedijo que habían dejado quemar impunemente el viejo teatro Principal, que lasgrandes familias mercantiles necesitaban un edificio que respondiera mejor a sunecesidad de ostentación y esparcimiento. Según los rumores que circulan por laciudad desde hace tiempo, en el incendiomurió unmuchacho, un joven violinistaque en esos momentos ensayaba entre bastidores. Algunos testigos presencialesconfesaron con espanto haber oídounamúsicamientras las llamas salíanpor lasventanaslateralesydevorabanlafachada,unamúsicaquesiguiósonandocuandoelinteriordelteatroquedóreducidoacenizasyquenadiepodíaexplicardedóndeprocedía.Personas versadas en lamateria dicen que era elConcierto para violínn.º 1 en la menor de Bach. Algún tiempo después, cuando Rucoba inició laconstruccióndelnuevoteatroconmaterialesdederriboprocedentesdelanterior,losbilbaínosqueaúnno sehabíandesprendidodel temorqueprodujeraaquel insólitohecho, comenzaron a hablar de la existencia de un fantasma y muchas personasaseguraronhaber oído lamismamúsicadurante el tiempoqueduró la edificación.Luego,afortunadamente,todoseolvidó.ElteatroArriagafueinauguradoen1890ylashermosaslámparasdecristaldeBohemiaeliminaronconsuluzlasombradeestesupuestofantasma.Duranteañoshemosvividoenpaz.Nuestraciudadesunadelasmás hermosas y las más prósperas de España, nuestra banca la más poderosa yacaudalada, nuestra industria la más boyante, en nuestros astilleros se construyencrucerosde faja acorazadayen losAltosHornos trabajanactualmentemásdedosmilobreros.Bilbaoeslaciudaddelprogresoydeldesarrollo,elmejorejemplodeloqueestenuevosiglopromete.Desgraciadamenteaúnnonoshemosdesprendidodelas necedades del pasado, de los atávicos y oscurantistasmiedos, y quizá por esemotivosehanvueltoaescucharlasvocesqueanuncianunnuevoincendio,lasquehablandelavueltadelfantasmadelteatroArriaga.Hayquienaseguraqueeljovenmúsico que pereció durante el siniestro del viejo teatro Principal vuelveperiódicamente para pedir venganza. Según dicen estos imprudentes que fabricanhistoriasdemiedoconobjetodeamedrentaralapoblación,seoyemúsicadurantelanoche sin que nadie la toque y están sucediendo pequeños accidentes de escasaimportanciaquetienenmuypreocupadaalagerenciadelteatro.Endíaspasadoshacaído sobre el escenario una gruesa viga que estaba bien sujeta en el torreón detramoyay loscristalesdelmiradorovaladode la fachadaprincipalhansaltadoporlos aires sin motivo aparente. Hay rumores, toda la ciudad se hace eco de ellos,

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aunqueamuchosnosresultetodoestounaverdaderaestupidez;perolagentetemequealgosucedaduranteelmesdediciembre,fechaparalaquesehaprogramadounimportanteciclomusical,conrepresentacióndelasmásimportantesóperas,yenlaqueseesperaunagranafluenciadepúblico.ElpresidentedelaDiputaciónhatenidoquetomarcartasenelasuntoyelpropioalcaldesehavistoobligadoapronunciarunbando llamando al ordenypidiendo a los ciudadanosqueno escuchen todas estastonteríasquepuedencausarmásdañoqueotracosa.Pornuestraparte, sentimos laresponsabilidad de hacer lo propio y queremos recordar a los bilbaínos que no esmomentoparafantasmas,sinoparapreocuparnosmuyseriamentedelosobrerosdeOrtuella, Matamoros y La Arboleda, en huelga desde hace dos semanas, o de laepidemiade tifusquehacausadoyamásde treintamuertes.Dejemosenpaza losmuertosyempleemoseltiempoensermáscaritativosconlosvivos.

Deboconfesarmiabsoluta indiferencia sobreaquelamarillentoartículoquealguien,quiénsabeporquémotivo,habíaguardadocuidadosamenteduranteaños. En aquellos momentos consideré todo el asunto como una anécdotaanacrónica y apartada de la realidad. Digamos, para ser absolutamentesincero,quesonreísarcásticamentealencontrarunevidenteparalelismoconciertoargumentodecarácterfolletinescosobreelquesehabíanhechovariaspelículasyescritoalgunasmalasnovelas.Porotraparte, el inventariode labibliotecade losAlzóla colmó totalmentemi interésdebibliófilo.Encontrévarios ejemplares que podían considerarse auténticas joyas bibliográficas ycasi un centenar de volúmenes verdaderamente interesantes.Respecto a lospapelesquehabíadescubierto,deboconfesarquelosolvidéporcompleto.

Pasaron varios años. Ya me había deshecho de la mayor parte de labibliotecayobtenidoconellounconsiderablebeneficio,cuandosucedióalgoquemeperturbó profundamente.Unbuen día recibí un libro y una escuetacartadeuntipoquemeeratotalmentedesconocido.Ellibroeraunaprimeraedición fechadaen1885, seencontrabamagníficamenteconservadoyhabíasido escrito por el políticoEmilioCastelar.No se trataba de susDiscursosparlamentariosypolíticos,comohabríacabidoesperar,odeningunodesuseruditos tratados de historia. Era una de las novelas posrománticas queCastelar había escrito pormero divertimento, la tituladaFra Filippo Lippi,cuyaexistenciayoconocíadeantemano,aunquenuncahabíatenidoocasióndehacermeconunejemplar.Meparecióundescubrimientointeresante,peroasí,sinmás,yonohabríadadodosdurosporél.Fueel tonode lacarta,suangustiadaurgencia,loqueprovocóenmíunaespeciedeextrañocontagioymecausóunasorprendenteagitación.Nodecíaunasolapalabraqueindujeraapensarquesetratabadeunapropuestadeventa,peroporotroladotampocopodía tratarsedeunregalosinmás.Cuandofuiconscientedequeallíhabíaalgo raro,decidí tomarmeel asuntoconcierta cautelayestudiar el libroentodossusdetalles.

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Asílohice.Aprimeravistaparecíaunejemplarauténtico.Encuadernadoamediapasta,conlomodepielytapasdechagrín,seencontrabaenperfectoestadodeconservación.Examinélaspáginasinterioresyviconasombroqueenlashojasdeguardaalguienhabíaescritoconplumaágilyletradelicadalasiguiente dedicatoria: Para Joaquín, como muestra de mi inevitable amor,estelibroquedebesercontempladosegúnlacostumbre.LofirmabaunatalBeatrizAlzóla.Me sorprendió enormemente.Aquel apellido… era el de lafamilia a la que años antes yo había comprado la biblioteca. Traté deencontrar algún sentido a esta curiosa coincidencia, pero no pude sinoachacarloalasimplecasualidad.

LanoveladeCastelarpretendíaestarambientadaenlaItaliadelsigloXVy debo confesar que literariamente no despertaba en mí el más mínimointerés.Unaprosapulcra,avecesestimulante,peroesoera todo.Lefaltabaesealientomágicoqueposeenlasgrandesobras.Asíytodo,consideréqueellibro me interesaba, aunque solo fuera porque un día pudo haber formadoparte deunabibliotecaqueyano existía y queyohabía vendidopiezaporpieza.

Decidí que compraría el libro sin regatear ni una peseta del precio.Mepareciólojusto.Peropasaronlosdíasysudueñonodioseñalesdevida.Yaestabafirmementedecididoaquedarmeconellibro,asíquelollevéaltallercon el fin de hacer unas rutinarias comprobaciones técnicas sobre laautenticidad de la edición y encontré algo realmente sorprendente. En elanverso de la tapa y aparentemente escondido en ella, sobresalía un bulto.Despegué con sumo cuidado la contracubierta y aparecieron dos cuartillasescritas con lamisma letra de la dedicatoria.Rápidamentemedi cuenta deque era algo más que una carta de amor y que había sido dictada por laurgencia,puesnollevabafechaylatintadiscurríavelozytemblorosaporelajadopapel.Decíalosiguiente:

QueridoJoaquín:teescriboestanotarápidamente,porqueesgraveloquetengoquedecirte.TuvidapeligrasiacudesanuestracitaenelteatroPrincipaltalcomo,ensecreto, acordamos ayer. Escucha con atención: acabo de presenciar unaconversación que me ha causado vergüenza y pavor. No te diré quiénes eran losprotagonistas, perohe sabidoque estanoche,despuésdel ensayo, cuandoel teatroquedevacío,alguienvaaprovocarunincendio.Nodebesir.Teaseguroquehabloenserio.Nadapuedeevitarqueestosmiserablessesalganconlasuya.Seríancapacesdeprenderfuegoalteatroconnosotrosdosdentro.

Escondoestacartaenelinteriordelastapas,comoyahemoshechootrasveces,pues no confío en la discreción de la criada y el asunto me parece terriblementedelicadoparaqueojosajenoscontemplenloqueacabodereferirte.

Sé prudente y prométeme que guardarás todo esto en secreto hasta que nosveamos.Promételopornuestroamor.Tequiere,

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BEATRIZ

Lacarta temblaba enmismanos,mientrasmi cerebro tratabade ajustar losdatosmedianteunalógicaqueresultabaincompatibleconlagravedaddelosacontecimientos.Entoncesrecordéeltrozodeperiódicoquehabíaencontradoytratédeimaginarloquehabíasucedido.Elamante,unjovenmúsico,acasofatalmentedistraídomientrasensayabaconsuviolín,no recibióa tiempoelmensaje,onosupodescubrir lacartaensuescondrijo,aguardóasuamadaentre las sombrasdel teatrovacíoypereció en el incendio.Me resistía contodasmis fuerzas a creer en la existencia de un fantasma, pero estamuertetuvo que suceder con anterioridad a 1885, fecha en la que se empieza aconstruir el actual teatro.Y si fuera cierto que sumúsica se siguió oyendomuchos años después, hasta las vísperas del incendio de 1914 tal como elrecorte de prensa daba a entender, ¿qué pasómientras tanto con la joven?¿Qué fuedeella?Micuriosidadporencontrarunsentidoa lahistoria,hizoque me dirigiera por carta al Archivo Municipal de Bilbao, solicitandoinformación sobre el caso. A vuelta de correo recibí una escueta nota quedecía:

BeatrizAlzóla,pertenecienteaunadelasmásilustresfamiliasdeBilbao,muriótrágicamentealaedaddecuarentaysieteañosduranteelincendioqueseprodujoenelteatroArriagaen1914.Conellaperecieronsuesposo,donAmadorOlavarría,sushijosylamayorpartedesufamilia.

Mi celo investigador no llegó más allá. Debo confesar que temí seguiradelante.Cuandolosobrenaturaldesciendesobrenuestralimitadaconcienciahumana nos sentimos terriblemente amenazados. Entonces uno puedereaccionar tratando de encontrar una explicación razonable o, simplemente,ignorandoaquelloquesehavisto.Yooptéporestasegundaposibilidad.

Pasó el tiempo. Varios años después, una tarde lluviosa, cuandocasualmente me encontraba en Bilbao por motivo de negocios, quisecontemplar el lugar donde había sucedido todo. Bajé hasta el paseo delArenal. El teatro Arriaga se alzaba, solemne y ecléctico, sobre su propiahistoria.Lalluviacaíaconfuerza.Habíasubidolamareayelcauceviolentode la ría parecía a punto de desbordarse. Una penosa sensación húmeda ydesapaciblemeinvadiómientraspermanecíafrentealteatro.

—Curiosafachada,¿verdad?—dijounavozamilado.Mevolvísorprendido.Nohabíanotadoquenadieseacercara.Elhombre

estabaaunosdiezpasos,protegidocomoyoporunoscuroparaguas.—Observeesasfigurasdecorativas.¿Nosonimpresionantes?

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Enlascornisas,sobrelosfrisos,enhornacinas,habíaungrannúmerodeesculturasdedistintotamaño,todasellassosteniendocolumnas,enmarcandobóvedasoconvertidasendecorativoscapitelessuperpuestosalafachadaqueahoraborrabaunadensa cortina de agua.Durante unbreve instante tuve lasensacióndequeenalgúnlugarseoíaunasuavemúsica,peronomeextrañó,impresionado como estaba por la visión repentina de todos aquellos seresesculpidosenpiedra.Realmenteresultabaninquietantes.

—Parecenfantasmas—dijetratandodebromear.Miacompañanteañadiócontonosombrío:—Todoesposible.Estamosenunlugarsiniestro…Unlugarmaldito.Laobservaciónmehabríaparecidototalmentefueradelugarsinollegaa

serporqueamítambiénmeembargabaunapoderosasensacióndefatalidad.No supe qué decir. Se hizo un violento silencio. La música se oía ahoraclaramenteenelinteriordelteatro.Mirémispies.Elpavimentoestaballenode grandes charcos y yo tenía los zapatos empapados. La lluvia seguíacayendoconfuerza.Elhombreechóhaciaatráselparaguas,nodeltodo,perolosuficienteparaqueyomevieraobligadoahacerlopropio.

—¿Cree usted que hay lugares predestinados, igual que hay personaspredestinadas?—preguntóconunavozquemeresultóextrañamentelejana.

Surostropermanecíasemiocultoporlassombras.Hiceungestoambiguo,dandoaentenderquenoteníaunaopinióndemasiadoclaraalrespecto.

—Y,sinembargo—continuóél—,aquí,enestemismolugarhabíaantesotroteatro.

—ElteatroPrincipaldeEscondrillasyDíaz—respondíautomáticamente.Imaginé que se sorprendería pormi erudición. Pero nomostró ninguna

sorpresa.Nisiquieramemiró.—Era un edificio de dos plantas—dijo con una repentina nostalgia—.

Cuandohabíaunconciertotodoelteatrobrillaba…Observéqueletemblabalavoz.—Hace mucho tiempo de eso, ¿no cree? —dije tratando de no darle

importancia—.MetemoquedelviejoteatroPrincipalyanoquedanada.—Seequivoca—respondióél—.Paralaconstruccióndeesteedificioque

usted admira hoy se usaronmateriales de derribo. Las piedras, amigo. Ahíestán.Alaspiedrasnolasdestruyeelfuego.

Me sentía incómodo con aquella extraña conversación, pero allíseguíamos los dos, bajo la lluvia, mientras la noche arrojaba toda suinclemenciasobrenosotros.Notéqueelhombresehabíaquedadoensilencio,

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como si estuviera recordando algo muy importante. Al cabo de un ratomurmuró:

—Yoveníacadanoche…Ellatambiénlohacía.Legustabaescucharmimúsicaenlapenumbra…soloslosdos…

Sentíunescalofrío.Enalgúnmomento,alleerlacartadeBeatrizAlzóla,yohabíaconstruidoesamismaescenaenmipensamiento.Asíeracomolosamantesseveíanantesdequesedesencadenaralatragedia.

—¿Quiénesusted?—meatrevíapreguntarconunhilodevoz.Él no me respondió. Se volvió y avanzó en dirección al antiguo

fondeadero.Tratédeseguirle.Unalenguadeaguahabíaabandonadoelcaucede la ría y penetraba en el muelle, justo debajo del puente. El hombre sesumergió en esa humedad hasta los tobillos. Visto así, en la distancia,resultaba un poco espectral. Caminaba con el agua abrazando sus piernas,lentamente,mientrasyotratabadeseguirsuspasosatravésdelaoscuridadyla lluvia. Sorteó el puente por debajo y salió a la luz de nuevo. Lamareaseguía subiendo y el Nervión aumentaba su caudal convertido en unacorriente rápida y voraz que arrastraba todo aquello que se cruzaba en sucamino.AlaalturadelmuelledeRipa,laríahabíaborradosuslímites.Todoeraaguaturbia,barroyconfusión.Penséqueseavecinabauncataclismo.Estaveznosetratabadeunincendio,sinodesumásfirmeoponente:elagua.Elhombreapenassedistinguíaenladistancia.Caminabalentamente,comosiladesesperaciónguiarasuspasos.Duranteuninstantetuvelasospechadequesedirigíaalreinodelosmuertosyquepretendíaarrastrarmeconél.Entoncesocurrió.Un remolinomehizoperder pie y la riadame revolcó entre restossólidos y fango durante unos metros, hasta que, de forma absolutamentemilagrosaycasual,pudeasirmeaunadelasbarandillasdehierroquerodeanel Arenal, ponerme en pie y salir de aquel abismo de turbulencia yaniquilación.Mimisteriosoacompañantehabíadesaparecido.Puedojurarquejusto en ese momento comenzó a sonar de nuevo una música y que losinconfundiblesacordesdelConciertoparaviolínn.º1en lamenordeBachremontaroneltorrencialfragordeladesgracia.

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6HOTELAMÉRICA

Mihermanomuriócuandoteníacuarentaydosaños.Nosehabíacasado.Apesar de susmuchas aventuras, siempre yendo y viniendo, de Bolivia a laIndia,deMozambiqueaNicaragua,mihermanomuriósolo,sinqueestuvierapresenteningunadelasmuchasmujeresconlasquehabíacompartidoretazosdesuvida.Noteníahijos,almenosquesesupiera,por loquefuiyoquienheredóelpequeñoyruinosohotelqueregentaba.

Meavisaronencuantosucedió.Uncamionerolehabíaencontradomuertosobreelsillóndeunminúsculocuartointeriorqueleservíadedespacho.Nohabía sangre, ningún signo de violencia, tan solo un corazón todavía jovenque,inexplicablemente,sehabíaparado.

Cuandolleguéallugarenelquehabíantranscurridolosúltimosdosañosde su vida, me sentí profundamente desolada. El hotel América era undestartaladoedificiodedosplantasquesealzabaenmediode la llanura,alborde de la antigua carretera general, un lugar incierto por el que apenaspasaba un alma y que seguramente alguien le vendió haciendo gala de unaimaginacióntaninteresadacomofalsa.Nopodíaentenderporquéhabíaidoapararjustamenteallí,aeselugarapartadodelmundo,lejosdetodo,dondeunhoteldecarreterahacíatantafaltacomounvagóndetrenenunsuelosinvías.Yprecisamenteesoera loquevi frentea lapuertadeentrada:unvagóndemadera,reluciente,reciénbarnizado,conloscristaleslimpiosylosescalonesdehierrobruñidosconunabsurdoesmero.Supusequeerauncaprichomás.Al fin y al cabo, durante años le había intentado convencer de que eranecesarioasentarseenunlugar,tenerunaprofesiónyunafamilia,queríaquemihermanodejaradeserunodeesosvagabundosdelsigloXXa losque lagentellamaviajeroshaciendogaladeundesconocimientoyunaconcepciónexcesivamenterománticas.Siempresupequenoqueríaconocerningúnlugaren especial, que loúnicoquepretendía era escapar de loquehabía sido suvida,de losrecuerdosydeldolorque todoesto leproducía.Jamásmehizocaso. No le interesaban las mismas cosas que a mí, eso era evidente, novalorabalaseguridad, teníamiedodepararse,miedodetenerquepensarenciertascosas,sentíavértigoante la ideade tenerhijos,decrearunafamilia.Muchasveces,cuandoregresabadealgunodesusviajesysequedabaunosdíasencasa,yoveíaesemiedoensusojos,mirabaamishijosyamimaridocomosisintieraunoscuroterrorenelfondodesualma.Alaspocassemanas

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desaparecíaotravez,sinrumbo,embarcándosedenuevoenlaprimeralocuraqueselepresentaba.Enfin,asíeraél.Yyonuncapudehacernada.

Recuerdomuybien loquesentícuandoentréenelhotel.Penséquemehabía equivocado de lugar, de país. No era el tipo de hotel que se esperaencontrarenunsitiocomoaquel.Por todasparteshabíacartelesdegrandesmotos, de camiones, estantes abarrotados de trenes enminiatura, coches delos años sesenta y, al fondo del vestíbulo, junto a la puerta por la que seaccedíaa lashabitacionesde laplantabaja,unadeesasmáquinasdediscosque salen en las películas americanas.Desde luego, hay que reconocer quehabíaconseguidocrearunambientequeseadecuabaalnombredelhotelconabsoluta fidelidad. La recepción era un pequeñomostrador de formica, conlos bordes mellados y un grueso rodapié más mellado todavía. Al fondo,sobrelapared,habíauncajetíndemaderaenelqueseguardabanlasllavesdelas diez habitaciones y una puerta lateral que conducía al pequeño cuartodonde mi hermano había muerto. Entré allí con el corazón encogido,temiendo verle de un momento a otro. Pero en el cuarto solo estaban suscosas, eso era todo. Una cama abatible, una mesa vieja con una lámparaamarilla y el sillón tapizado en el que había decidido sentarse amorir.Mequedéallíunbuenrato,sindarunpaso,mirandoaquellosobjetoscomosiyotambién buscara algo intangible, algo queme pertenecía y que él se habíallevado.Sobrelamesahabíavariasfacturas,unacajetilladetabaco,unagomadeborraryunoscuantos lápicesdecoloresquenadiehabíausado.Toméelpaquetedecigarrillos sin sabermuybienporqué lohacía, soloeraeso,ungesto inconscienteque se aferra a unobjeto cualquiera con la esperanzadequemihermanohubieradejadoallíunahuella,unaexplicación,elporquédetantos silencios mantenidos durante años. Debajo del paquete había unpequeñocuaderno.Loabrí.Estabaescritoconunaletranerviosayrápidaqueinmediatamente reconocí como la suya. Dentro de ese cuadernillocuadriculadomihermanoPedrohabíaescritoestahistoria:

Salieron por la puerta sin que nadie les prestara atención. La calle estaba casidesierta. Eran las siete de la mañana de un oscuro mes de diciembre y todos loscochesteníanunagruesacapadehieloenloscristales.

Sobre el banco del parque estaban amontonados los bultos del ciego que pidelimosna en la esquina de la panadería. Un perro viejo olía con desconfianza eldesteñido exterior de una de las bolsas de plástico. El mendigo yacía en la caratrasera del banco, enterrado en una inmensidad de ropajes imprecisos. La nochecomenzabaailuminarseconunapequeñaluzmalvaquellegabaporelhuecoorientaldelaciudad.

Remediosmiróhaciaelcielo,mientrascaminabamuydespacio,yapretólamanodesuhermano.

—¿Tienesfrío?—lepreguntó.

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Elniñonegócon lacabeza.Peroella,apesarde todo, lecolocó labufandadelanasobrelaboca.

Pasaronpordelantede laCajadeAhorrosysedirigieronhacia laestación.LacalledelVientoestabaoscura.Unasolafarolailuminabaelúltimotramo,destacandolas fachadas amarillentas que hay junto a la plaza.Desde la estrechez de la aceraapenassedistinguíanlosárbolesdesnudos,peroRemediospudoverunpájaronegroygrandequerevoloteabauninstantesobrelacopafantasmalqueserecortabaenlasuaveclaridaddelamanecer.Elaleteoprodujounruidosimilaralastapasdeunlibroalcerrarse.Laniñaseestremeció.Unescalofríolerecorrióelcuerpo.

Cruzaronelrío.Elaguabajabaturbiayrápida.Untroncoleñososedetuvoenlaorilla, debajo mismo del puente, culebreó unos instantes entre los matorrales y,finalmente,sedejóarrastrarporlafuerzadelacorriente.Remediosrepitió:

—Pedro,¿tienesfrío?Elniñonocontestó.Labufandasehabíaaflojadoydejabaelcuellodelgadode

pollueloreciénnacidoaldescubierto.AlfinaldelpuenteestabaelcuartelillodelaGuardiaCivil.Apretaronelpasoy

llegarona laestacióncuandoelsol,mortecinoydébil,asomabaporencimade lostejadosdelpueblo.

Había una luz encendida junto a la puerta grande. Todo estaba desierto,silenciosoyvacío,en laestación.Remedios llevóasuhermanohastaelbancodelfondo,lesoltólamanoyleobligóasentarse.Elniñolaobedecíasinpensar.Teníalosojosperdidos,lamiradaausente,enterradaenuntorbellinodeimágenesconfusaseinexplicables.

Elruido.Loprimerofueelruido.Loestabaoyendoensueños,antesinclusodequelasvocesledespertaran.Eraungolpe.Ungolpequeserepetíacomounaseñalcifrada.Luegolesoyó,losgritosledespertaron,yvioaRemediosincorporadaeneljergón,concaradesusto,lamismaexpresiónconlaqueélhabíasidoarrancadodelsueño. Pero el ruido seguía en su cabeza, el golpe de algo contundente sobre unasuperficiedemadera,dosbatientesquecierranconfuerza,elestrépitodeunbarcoque se estrella contra las rocas, una y otra vez, el mismo ruido repetido en eltormentodesusueño,elpuñosobreunapuertacerradaqueéltienequeabriraunquenoquiere,sabequenoquieredespertarparanotenerquecomprobarquelosgolpessonelmensajebrutaldetantasytantasotrasnoches.

Losgritos.Luegofueronlosgritos,cuandosuhermanayélyaestabandespiertosyenesaextrañaposicióndeniñosaterrorizadosquenopuedenintervenirysienten,noobstante,laangustiosanecesidaddequetodoseacabepronto.

Después hubomás ruido.Cristales rotos ymuebles que caían en la habitacióncontigua.Y,porfin,elsilencio.Unsilenciohechodeplumasqueflotanenelaire.Unsilenciodetiempoestancadoenlagrutaoscuradelanoche.

Remediosselevantódelacamaysaliódelpequeñocuartodondedormían.Viosuspiesdescalzosenelsuelodeterrazoy laenaguaamarillentaqueteníaelborderotoalaalturadelasrodillas.

Eran los mismos pies delgados que regresaban minutos más tarde. Él seguíasentado sobre la manta, desahuciado del sueño con los ojos abiertos y la bocafirmementeapretada.Remediosllorabadespacio.

—Vístete—ledijomuybajo.Leayudóaponerseeljerseyylospantalones,leatóloscordonesdeloszapatosy

luego le obligó a pasar por delante del cuerpo de lamadre.La vio apenas.Estabarota, en el suelo, junto a la mesa. No se movía y el camisón estaba cubierto degrandesmanchasdecolorgrana.

—Hasidoél—dijoRemedios.«Él»eraelpadre.Cadavezqueveníaporlacasahabíagolpes,escozoryheridas.

TambiénhabíaelrastrodeunalientoalcohólicoqueaPedrolerecordabaelolordel

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candildecarburoconelqueRemediosibaabuscarlalechecadanoche,unalientoqueéltardabamuchosdíasenolvidar.

Remediosleobligóaponerselabufandasobrelaboca.Teníaganasdegritarylabufandaleparecióunamordaza.Losgritosselehabíanestranguladoenlagarganta,eran agujas clavadas en el final de la lengua. El ruido de un golpe, un puñogolpeandolapuerta,retumbabatodavíaenelinteriorconfusodesupequeñacabeza.

Se quedaron un rato sentados en el banco de la estación. Cerca de las ocho,cuandoentraronlosprimerosviajeros,Remediossacólasmonedasquellevabaenelbolsillo,seacercóalataquillaycompródosbilletesparaFuentes.

ElhombredelaventanillaavisóalaGuardiaCivil.Tuvoqueserél.Eltrenarrancóalasochoydiez.Pedronoteníasueño.Elcampoestabaheladoy

lospostesdelaluzpasabanunotrasotropordelantedelosojos.Remedioscerrabalossuyosdecuandoencuando,perotampocopodíadormir.

Cuando llegaran a Fuentes, pensaba la niña, descansarían los dos. La tíaMercedesestabaallí.Allíestabalacasa,cercadelafronteraportuguesa,yelestancoenelquehabíajugadoconsusprimoscuandolatíacerrabalapersianadehierroylaúnicacalledelpueblodesaparecíadetrásdeella.Entonces,elinteriordelestancoseconvertíaenunbazarrepletodetesoros,ellospodíansalirdelatrastiendayayudarconlospaquetesdetabaco,lossellosylasotrascosas.Elolordeltabacoeradenso,unpocopicante,peroresultabaagradable.Pensabamuchasvecesquecasisepodíacomerdericoqueera.Ylossellos,rojos,verdes,morados,conlacaradeeseseñordelbigotequesaleenelNo-Do…Perolomejordetodoeranloslápicesdecolores,las gomas de nata y los sacapuntas, cada cosa en su caja, todo nuevo, perfecto yabundante.En el estanco, en casade la tíaMercedes las cosas estaban siempre enorden.Remediosrecordóeltiempoquepasóallí,duranteloslargosmesesquedurósuenfermedad,latuberculosis,leshabíaoídodeciralasvecinasenvozbajacomosihubieracometidoalgúndelitoinexplicable,esosmesesenlosquelatíaseofrecióacuidardeellaporquePedroeramuypequeñoypodíacontagiarle,esetiempoqueseconvirtióenlomejorquelehabíaocurridohastaentonces.

Eranlasdiezdeunamañanafríaydesapaciblecuandoeltrensequedóvaradoenelandéndeunaestaciónsinnombre.Laparejadeguardiascivilessubióyrecorrióconcalmalosvagones.

—Vosotros—dijoelmásjovendirigiéndosealosniños—.Aver…Adóndevaisyconquién.

Ellosnosupieronquédecir.Estabanmudos,laspupilasdilatadasporelmiedoylabocaapretadaypálida.

Pedrooyódenuevoelruido.Retumbóenelinteriordesucerebrocomoeltañidode una gigantesca campana. Quiso salir corriendo, pero él, el hombre vestido deverdequeseparecíaasombrosamenteasupadre,leagarróporlasorejasylesacudióvariasveces.Acercólacara.Elolor.Eloloracarburoquesalíaporsubocaeraelmismo. Sintió pánico. No podía ser. Volvió la cabeza hacia su hermana, vio laslágrimas y la decepción instaladas en su rostro y tuvo la certeza de que ya nuncapodríanescapar.

Así terminaba la historia.Así era como había terminado todo para él, hacemuchos años, justo cuando yo pensaba que Pedro era demasiado pequeñoparaacordarsede losucedido;pero lohabíaguardadoensu interior,detalletrasdetalle,conunaprodigiosafidelidadqueahorametraíanuevamentealamemorialoqueyohabíatratadodeenterrarcontantoempeño.

Lodejétodocomoestabaymefuideallí.AlpasarjuntoalvagóndetrenquehabíajuntoalaentradapenséqueelhotelAméricaeraunsitiocomootro

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cualquieraparaencontrarlapaz…oelsilencio.

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7ELCABALLODEÉBANO

Aquellatarde,cuandovisitéaLeonoraMeyerensucasadelacosta,cercadelaciudadpolacadeGdansk,tuvelasensacióndequereproducíamosunritualviejo y desconocido. Nos sentamos junto a la ventana. Tomamos café ydespués una copa de licor. Elmar era gris. El cielo era gris. Hasta el aireparecía haberse vuelto dolorosamente gris. Desde el pequeño salón delmirador,eselugarqueellasiempresereservayqueraravezcomparteconsusvisitantes,elpaisajesemostrabaconunadestemplanzacasihostil.LosojosazulesdeLeonorareflejabanesamismadestemplanza.Tuvemiedodehaberhechoaquellavisitarepentina,miedoderesultar inoportunaydeobligarlaarecordar.

Leonora se había retirado a esta humilde casa después de haber vividodurante muchos años en París. Éramos viejas amigas. Nuestra amistad seremontabaalostiemposdeladictadurafranquista,cuandomeviobligadaapasar una larga temporada en Francia. Leonora me acogió en su casa, unsencillo apartamento en el corazón de Le Marais, en el que yo asistíaasombradaaunasinterminablesreunionespolíticasque,porlodemás,nuncallegaronanada.Despuésdejamosdevernos.EllasiguióviviendoenParísyyo regreséaEspaña,donde,alcabodemucho tiempo,cuandoyamehabíadejado atrapar por esta profesión que me mantiene viva, la escritura, uncurioso ejercicio en el que pongo la misma pasión inútil que entoncesponíamosennuestrasreunionespolíticas,mellegaronnoticiasdequeaquellamujermaduraycerebrala laquesiempreadmirépor su fortalezaespiritualhabíadejadoParísporcausadeunadesgraciadahistoriadeamor.Novolvíasaberdeellahastaque,pormotivodeunviajeaVarsovia,decidívisitarlaenellugarquehabíaelegidoparaaislarsedelmundo.

Lafechanolarecuerdoconprecisión,perocreoquedebíamosdeestarafinalesdeseptiembreoenlosprimerosdíasdeoctubre.Eraundíahúmedoydesapacible.Leonoraempezóacontarsuhistoriayyomefuisumergiendoenella lentamente, sin darme cuenta. Lo que en principio me pareció elinevitablediscurso radical de los intelectuales franceses se convirtiópoco apocoenunacrónicatristeydesolada,enlaqueelamoryeldeseofallecíanacadapalabra.

Recuerdo que su voz se confundía con las notas de una melodíaasombrosamenteimprecisa.Alotroladodelcristalelmundosedesvanecióy

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laniebla,quepocoapocoseadueñabadelpaisaje,lodejóconvertidoenunespacioilusorioyreferencial.

Fue un suceso trágico, doloroso, aunque se veía venir. Cuando sucediópenséqueerainevitableymedicuentadequehabíaestadoesperandoenesaposibilidad sin querer reconocerlo, que había algo dentro de mí que meobligaba a considerar su desgracia como algo lógico, irreparable, que nopodíaterminardeningunaotramanera.

Creo que se conocieron en España. Ella estaba pasando unos días devacacionesenelsur.Escurioso.Larecuerdocomounamujersinatractivo,vulgaryunpocotímida.Erarubia,derostroredondoysonrosado,eltipodefrancesaquepuededeslumbraralosárabes.Trabajabaenunbancoydebíadeteneralgomásdetreintaañosporaquellaépoca.Vivíaenunapequeñaciudaddelinterior,cercadeBrevin…yasabes…unodeesoslugaresapaciblesqueacabanporparecersea los cementerios.Creoque loshombresno lahabíantratadomuy bien hasta entonces. Se rumoreaba que había tenido unamalaexperiencia:unnoviazgoeternoconunamigodelainfanciaqueterminódelanochealamañana,cuandoélladejóporotra.Esascosassuceden.Supongoqueseencontróenplenamadurezsola,envueltaenunaabsurdaprecariedadafectivayconlaideadefuturototalmentedistorsionadaporlasoledad.Luegohizoeseviaje a la costa españolayallí, enel centrodeunanochecálidayembrujadaporlosjazmines,aparecióAmín.Pensémuchasvecesenellos,encómoseríasuprimerencuentro…EllaestálejosdeThuille,supueblo…Lasparejas se besan a su alrededor. Nada es habitual. El aire se le pega a lossentidoscomosifueraunagasaperfumada…Estásola…Nadiepregunta,anadieleimportaloquehaga…Deprontosefijaenunnorteafricano,unárabejoven que se encuentra sentado unos metros más allá y que la mirainsistentemente, con una sonrisa abierta y radiante a la que no estáacostumbrada.Lapequeñaprovincianafrancesasesientehalagada.Sonríeasuvez.Olvidaporunmomentosumodestoaspectodemujersinencanto,esetono deslucido que tienen los que no se gustan a sí mismos, y entra en eljuegodeljoven,admiteparticiparenunasilenciosaconversaciónsinpalabras,hecha de risas,miradas y susurros que le hacen hervir la sangre hasta queasoma,incontenibleysinpudor,asusmejillas.Severegresaralpasado,allídonde su cuerpo todavía nohabía sidodespreciado, al tiempo en el quenohabíaheridaalgunasobrelapieldelalmaysuorgullodehembrapermanecíaintacto… Se deja seguir por la calle hasta el hotel, acariciando estareconfortantesensacióndehaberrecuperadounparaísoperdidoypiensaquenotieneporquérenunciar.

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Noesdifícilimaginarquesucedióasíodeunmodoparecido,elcasoesque esa noche se sacudió el polvo de encima y se libró de su anodinaexistenciaenlosbrazoscomplacientesdeAmín.

Secasaronal cabodeunosmesesy se fueronavivir aThuille.Aél leconocíenesaépoca,cuandoacababandellegaraFrancia.Eraterriblementeseductor. Bello como un príncipe, hermosos ojos negros, piel morena ycabello muy corto. Bastante más joven que ella, amaba la civilizaciónoccidental, la libertad y el progreso de los países europeos y lamentaba eltremendo atraso en el que se encontraba supueblo.Creía que los franceseseranlosseresmásafortunadosdelplanetaypensabaenlaigualdadyenlosderechoshumanoscomosisetrataradelsecretodeunalquimista,algoquenoestabadeningúnmodoasualcance.

Desdeelprimermomentomefascinósuinocencia.Teníaalgo,nosé,unbrillo especial en los ojos y una curiosa forma de sonreír que le hacíaterriblemente atractivo para las mujeres. Recuerdo haber pensado en élmuchas veces durante aquellos meses, con una ambivalencia extraña. Ensecreto,envidiabaasupequeñae insignificantecompañeraymeparecíaenmuchos sentidos superior a ella. El caso es que, cuando ocurrió todo, yoestabaclaramentedepartedeAmín,algoquemisamigosfrancesesnopodíanentender,yciertamenteeracomplicadodeexplicar.

Élencontrótrabajoenuntallermecánico.Vivíanconlospadresdeella,enunacasahumildeydemasiado llenadehijos,unacasaen laque todoelmundogritabayenlaquelaescasezderecursoscrispabalosánimoscuandola palabra dinero hacía su aparición.Tuvo que hacer grandes esfuerzos poradaptarse a una sociedad llena de prejuicios, dondenadie eramejor que él,peroenlaquetodossesentíansuperiores.SupongoqueleheríanlasbromasyquelavidacotidianaentrepersonasdeunnivelyunaeducacióntanajenaasusdeseoslefuerondejandosinlossueñosdelibertadconlosqueabandonóMarruecos.Lascosassepusierondifíciles.Explotaciónlaboral,marginaciónpermanente… Ya sabes, esa especie de cruel acogida con la que Franciarecibe a los extranjeros, sobre todo cuando huelen a pobreza y tienen unligerotonocobrizoenlapiel.

Ellatambiéndebiódesufrir.Tambiénsussueñosseevaporaronsinquesediera apenas cuenta.Amín se llevabamal con la familia.No tenía amigos.Carecían de intimidad para resolver sus conflictos y, cuando se quedóembarazada, él le pidió que regresaran a Marruecos. Era una situacióninexplicable, una claudicación.Sé loquedebióde costarle.Tambiénpuedo

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suponerloquesignificabaparaella.PeroCeciliaeraunapersonasincarácteryelembarazosupusounanuevainseguridad.Sedejóconvencer.

No supe nada más de ellos hasta que un día encontré a Ceciliaesperándomeeneldespacho.HabíavenidoaParís intentandoescapardesumarido,peroéllahabíaseguido.Parecíamuertademiedo.MepidióconsejosobreunposibledivorcioymesuplicóquehablaraconAmín.Yo ignorabaque hubieran regresado deMarruecos. Al parecer, allí las cosas les fueronpeor todavía, porque en su país Amín se volvió celoso y malhumorado.Entoncesellaescapóconelniñoqueacababadenacer.Yempezóelauténticodrama.Amínvinotrasellos.Laencontró,comoeradeesperarenThuille,encasa de sus padres. Amín quería regresar a Marruecos, pero Cecilia habíavuelto aterrorizada, contando tantas cosas atroces de aquel país, que sufamiliasenegóadejarlamarcharconél.Hubounapelea.Amínrecibióunabrutalpaliza.Nosesabequiénoquiénesfueron,élnoquisoponerningunadenuncia,peroyoestoyseguradequeloshermanosdeCeciliatuvieronalgoqueverenelasunto.Amínseofuscóydecidióquenodejaríacrecerasuhijoenmediodeaquellabrutalidad.LamadreyelniñovinieronaParís,acasadeunosparientes,élseenteróylessiguió.Fueentoncescuandovolvíaverle.

Recuerdo que nos citamos en un bar de la rueMouffetard, una semanamástardedequeCeciliamehubierasuplicadoquehablaraconél.Amínnoparecíaelmismo.Habíaperdidopartedesuinocencia,eldolorhabíapuestoun rictus violento en aquel rostro antes lleno de luz, pero seguía siendoterriblemente seductor. Hablamos durantemucho tiempo.De Thuille, de lamezquindaddelosfranceses,delasoberbiaydelainjusticiaconlaqueestáconstruidoelmundoactual.AmínpensabaquenohabíaenThuilleunasolapersona que pudiera comprender lo que significaba haber nacido en elMagreb.Mehablóde lasnochesdeRamadán,de la ciudad sacudidapor elgritodelalmuédanocuandocaeelsol,delosminaretesocresprotegiendoelhorizonte,delospalmerales,deloszocosperfumados,delosvestidostejidosporlasmujeresconhilosdeoro,delsabordelacomida,delcalor,delasuavesensación de limpieza que proporcionan las abluciones en el patio de lamezquita antes de la oración… Me habló de la certeza reconfortante deperteneceraunlugar,detenerunaidentidad,consuhistoria,sustradicionesysu sabiduría secular… Me habló del agua circulando bajo los suelosempedrados,delosoasis,delosviejoscaravasaresenlasrutasdeldesierto…Me habló, sobre todo, del placer, del gozo, de la alegría, de la risa y delsosiego…detodoloquehabíaperdidoalveniraFrancia.Creoquefueesatardecuandomeenamorédeél.

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Eraunaverdaderacatástrofe, losé.Totalmente impropiodemí;peronopude hacer nada por evitarlo. Amínme hechizó de talmodo que no podíapensar,nopodíatrabajar,casinopodíaponerunpiedetrásdelotrosiesonomeservíaparaencontrarmeconél,sinoeraparaacudirasuencuentro.Nosveíamos en una buhardilla que le habían prestado, cerca de la place de laContrescarpe,cadadíaalacaídadelatarde,cuandolosestudiantesacudíanalos cafés y los restaurantes argelinos llenaban el aire con el olor de lasespecias. Nos amábamos con la ventana abierta, oliendo, escuchando,envueltosenhumo,vocesycompañía.Nuncahesidotanfeliz.

ElbarriodeAmínfuemibarriodurantevariosmeses.Paseábamosporlarue Rollin, por Saint-Médard, comíamos carne de cordero adobada en elpequeñobistrotdelpassagedesPostes, comprábamosdátilesen lospuestoscallejerosde la rueMouffetard…EnelmercadoafricanodeDaubenton losargelinos y los senegaleses nos saludaban como a viejos conocidos.Aparentemente todoeraperfecto,pero labatalla legal entreAmínyCeciliaseguíasucurso.Prontohubounasentencia:elniñoquedaríabajolacustodiade lamadre, en Francia.Amín estaba desesperado. Esemismo día, cuandocruzamoslarueDaubentoncompróenunpuestocallejerounhermosocaballodeébano.

—Esparamihijo—murmuró.Luego,cuandosubimosalahabitación,locolocóenunarepisaencalada

quehabíajuntolacama.Esa noche me leyó una historia sobre un caballo mágico. Recuerdo su

voz,susojosbrillantescomolasnochesdeldesierto,ylailusióninfantilconlaqueleíaaquelviejoejemplardeLasmilyunanoches:

Secuentaqueeneltiempomásantiguovivíaungranreymuypoderoso.Teníatreshijassemejantesaunpleniluniosinnubes,ajardinesenflor.Tenía,además,unhijovarónqueeracomolalunallena.Ciertodía,mientrasestabasentadoeneltronodesuimperio,sepresentaronanteéltressabios.Elprimerollevabaunpavodeoro;elsegundo,unatrompetadebronce,yeltercero,uncaballodemarfilyébano.Elreyles preguntó: «¿Qué significan estas cosas? ¿Qué utilidad tienen?». El dueño delpavoexplicó:«Estepavogritayagitasusalasacadahoraquetranscurre,seadedíao sea de noche». El dueño de la trompeta dijo: «Si esta trompeta se coloca en lapuertadelaciudad,haceeloficiodeguardián,yaquesientraenellaunenemigo,latrompeta da la alarma, lo reconoce y lo pone en retirada». El dueño del caballoexplicó: «¡Señormío!Si unhombremonta en este caballo, será conducido al paísquedesee».

Luego se durmió abrazado a la figura de ébano como si fuera un náufragoaferrándosealtrozodemaderaquelepuedesalvar.

Elcaballoestuvoallídurantevariosdías.Mientrastanto,CeciliavolvióaThuilleconsusentenciadedivorcioyunhijoqueAmínsolopodíavisitardos

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vecesalmes, locualeracomodecirunhijosinpadre.Thuilleestaba lejos,muylejosdeParís…YAmínsolopodríacumplirelrégimendevisitassisetrasladabaavivirallí.Porotraparte,laideaderegresaraMarruecoscadavezeramásfuerte.

Comenzó a comportarse de una manera extraña. Miraba el caballo deébano como si hubiera puesto en él todas sus esperanzas, como si aquellapequeña figura demadera pudiera llevarlemontado sobre su lomo lejos deParís,lejosdeFrancia…

Una tarde le sorprendí llorando.Estaba echado sobre la camadeshecha,vueltohacialapared.Suvozsonóterriblementecompungida:

—Losfrancesesnoconocenlaverdaderaalegría—dijoconamargura—.Matanlarisaenlosojosdelosniños.

Luego se incorporó lentamente, cogió el caballo y lo acarició con sushermosasmanosdeámbar.

—Losniños francesesno sabenmirar—añadió—.Tienenojosdeviejocansado…Noquieroquehaganesoconmihijo…

Aquellos fueron días difíciles para los dos. Pormotivos de trabajo tuvequeausentarmedeParísduranteunasemana.Cuandoregresé,loprimeroquehicefuecorrerasuencuentro.

Algohabíacambiadodurantemiausencia.Elbarrioeraelmismoy,sinembargo,amímeparecíadistinto.Elolordelacarneadobadameresultabaexcesivo y los puestos africanos de la rue Daubenton se me antojaronabsurdos,excéntricos,sinningunarelaciónconmigo.Poruninstante tuve laimpresión de que yo no debía estar allí. En la place Maubert alguien mellamó:

—Bonjour,madame.¿Yasabelabuenanoticia?Eraunode losamigosdeAmín,uncompatriotaque teníauna tiendade

frutas.Medetuveasulado,sinsabermuybienloquehacía.—Ah… Es afortunado Amín, madame —dijo su amigo con los ojos

veladosporlanostalgia—.ÉlvuelvemañanaaMarruecos…consuhijo…Elchicocreceráennuestropaís.

Supequealgohabíaocurrido.NiporuninstantepenséenqueCeciliayélsehubieranreconciliado.Rápidamentemedirigíasucasa.Subídedosendoslosescalones.Lapuertadelabuhardillaestabaentreabierta.Entré.Lasangreseparalizóenmisvenas.SobrelacamayacíaelcuerposinvidadeAmínyasuladoelniño,tambiénmuerto,abrazadoslosdos,próximossusrostros,losojos cerrados…Ambos tenían la más bella expresión de serenidad que hevisto nunca. Miré con espanto a mi alrededor, pero no había huellas de

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violenciaenelcuarto.Todoestabaenorden.Soloelcaballodeébanohabíadesaparecido. Sobre la repisa encalada, todavía se podían ver las huellaspolvorientasdesuscuatropatas.

Cuando Leonora Meyer finalizó su relato era muy tarde. La lluviagolpeabaconfuriaelmirador,arañandoloscristalesconsusdedosdeagua.Algo en aquella historia me resultaba terriblemente familiar, como si yomisma les hubiera visto alguna vez… como si hubiera reparado apenas enellos,esosdesgraciadospersonajesdeunatrágicahistoria…Casualmente.Alcruzarunacalle,oenelinteriordeunodeesostrenesenlosqueviajodevezen cuando…Mi propio espíritu estaba conmocionado por el sufrimiento ydoblegado por la fatalidad. No conseguía entender por qué la historia meresultabatanfamiliar.

—Losmilagrosnoexisten,¿verdad?—preguntóLeonoraami lado.Nopodíaverbiensurostro,perosuvozsonabaprofundaytriste—.Oquizásí.Avecesimaginoqueeseabsurdocaballo…

No siguió adelante. Era difícil verbalizar la creencia de que existe unafórmulamágicaparadeshacerloslímitesdelespacio,sobretodocuandoesafórmulatrasciendeloconvencional.Leonoraseretiróyyomequedéallí,enla oscuridad de la noche durante un buen rato todavía. Seguí tratando derecordardóndehabíaleídoalgoparecidoaloqueacababadeescuchar…Ydeprontolesvi.

Lentamentemeacerquéalmirador.Elmarsehabíadesvanecido.Todoloque quedaba de él era una misteriosa mancha oscura, sin dimensión, unamancha en la que la realidad podía estarmuy lejos…o tan próxima comopara hacernos notar su frío aliento en la frente. Me sentía triste,profundamente tristeporalgoqueno teníanadaqueverconmigo,peroquehabíaconseguidoremover todos los resortescon losquesolíacontrolarmisemociones.Amín…Cecilia…Lesrecordéconunanitidezclarayprecisa.Yotambiénleshabíaconocido.Unavez.Hacemuchotiempo.LeonoraMeyernopodía saberlo.Nadie podía saberlo, porque durante un tiempo yomisma lohabíaolvidadoporcompleto.Eraunsimplerecuerdoperdidoenelfondodelamemoria, pero se había conservado perfecto, incólume, diáfano, con esaluminosidad portentosa que solo tienen los sueños y la verdad. Les vi unanoche,mefijéenellos,reparéenlamuchachafrancesadeairedeslucidoqueestásolayquecruzadosotresmiradasconunjovenárabedesonrisaradiantey ojos inocentes que se encuentra sentado tres mesas más allá. El aire sepegabaalossentidoscomosifueraunagasaperfumada.Sí,allíestabanAmínyCecilia,conelfuturointacto,esperandovivirsupenosahistoria,dosseres

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anónimos en un bar español, una noche cálida, yo sentada en una mesapróxima, viéndolesmarchar e imaginandoqué les reservaba el futuro…Mifantasía les dio un destino, incierto, dudoso… Recuerdo haber pensado enescribir sobre esos dos jóvenes que se encuentran, sobre dos culturaspoderosamenteirreconciliables.Nolohice.Simplementemeolvidédeellos.Ningúnrecuerdoposteriorparaaquellos rostros ilusionadosyexpectantes…Luego la nada… que desembocaba milagrosamente en la voz cansada deLeonoraMeyer.

Toda la certeza moral de la escritura se desvaneció y por mi mentecomenzaronatransitarotrosrostrosanónimosalosquemipobreimaginaciónhabíadadoefímeravidaduranteunosinstantes…loshabitantesdeuntiempocontinuo,loscompañerosfortuitosdeuneternoviaje…Todoslospersonajesdeunfantásticoeinconclusolibroquesoloexistíaenmicabeza.

Comencéaescribirallímismo,frentealmirador.Leonorahabíalogradosupropósito.Alotro ladode laventanameparecióoír la risa lejanadeunniño… surcando el aire… entre los gruesos nubarrones invisibles que sedirigíanvelozmentehaciaelsur.

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8LAREINADECHIPRE

Estoyaquí,enestacasa.Siempreestoyaquí.Mehehechoviejaescribiendohistorias que luego los demás interpretan como quieren, historias que otroscompran y venden, absurdas historias que, sin embargo, hacen la vidamásllevadera.Lamíaesunahermosaprofesiónhechadesombrasysilencio.

Hacesieteañosquevivoenelmásabsolutoretiro.CuandomurióMarioelmundo se derrumbó bajomis pies yme aferré a la soledad como si esafuera laúnicaherenciaqueélmehabíadejado.Cerré lacasaquecon tantailusión habíamos comprado en la isla deMallorca y regresé al norte, amitierra,aunaapartadaaldeadondevivodesdeentonces.Elmundoseconvirtióenunrecuerdolejano,tanbrumosoeinexistentecomolosdesoladospaisajesde agua que se pueden contemplar desde mi ventana. A veces me quedomirando el horizonte y siento añoranza del sol y de los lugares en los quehabíatranscurridomividacuandoeravida,ynountorpesimulacrohechotansolodepalabras.DesdequemurióMarioescribocomounaautómata,conunaextrañapulsiónquenaceenalgúnrincónocultodemicerebroylohagosobrehechos que poco tienen que ver con la realidad, escribo sobre historiasposibles,sobretiemposentrecruzados,sobrelamuerteyeldolordelosotros,mis personajes, que propagan y enmascaran mi propio dolor con unaimposturaasombrosaqueproduceelefectodeunsedante.Nosalgo,noveoanadie,durantedíasydíasnopronunciounasolapalabraquevayadestinadaaotrosoídosquelosmíos.Avecesmiroimágenesqueserepartenportodalacasa, cuadros, fotografías, libros de arte, viejas postales con paisajesdesconocidos, y eso me relaja, es una ventana abierta al exterior, al únicotrozoderealidadquequierover:mudo, fijo,silencioso,hechodeencuadresplanos,sindimensiónreal.

Por eso la llegada de esamujer se convirtió en un acontecimiento cuyaimportancia no alcancé a imaginar entonces. Sucedió hace casi un año. Lorecuerdotodoconlanitidezdelpresente.Cuandollamóalapuertayoestabadesesperada, tratando inútilmente de encontrar una vía de avance para lahistoriaqueestabaescribiendo.Mesentíaterriblementeextraviada,comounniñoquepierdeasumadreentrelamuchedumbre.Depronto,lospersonajeshabíanenmudecido,sehabíanquedadosingestosy,comoyomisma,sinunespacioenelqueseguirexistiendo.¿Quéhacerentonces?Enesosmomentosmehabríagustadoestarenunaciudadcualquiera,mirandoalostranseúntes,

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espiandosusgestos,sucomportamiento.PenséenlasfotosdeDoisneauoenlas de Lisette Model, en los rostros callejeros y anónimos que el objetivoinmortalizó para siempre.Una escena, un encuadre, unmovimiento precisosobre el obturador, y ya está, ese viejo anciano que leía el periódico en laRiviera francesa dormita ahora bajo el suave sol primaveral, esos jóvenesamantesqueesperabanparacruzarlacallesebesandelmismomodoqueloharíansiseencontraranasolas,ylosclientesdelbardeSammyconsumensuvaso de cerveza sin importarles que durante años y años, durante toda unaeternidadvergonzante,seguiránbebiendoybebiendo,besándoseybesándose,dormitando hasta el infinito… Quizá es esto y no otra cosa lo que hacenaufragar un relato: el miedo del autor a su propia omnipotencia, lainsoportable ligereza con la que fabrica vidas, inventa peripecias y justificacomportamientos morales. Pensé que así era. Mis personajes se habíanrebelado contra esta angustiosa promesa de vida eterna. Seguramenteconsideraban totalmente abominable la posibilidad de llegar a ser comoEmmaBovaryoJuliánSorel,muñecosanimadosquerepitenunayotravezlosmismosgestos,conlosmismossufrimientos,serescasivivosquepadecenregularmentelasmismascalamidadesycuyaposibleredenciónnoexiste,nose pueden liberar, del mismo modo que los involuntarios modelos deDoisneau o Lisette Model quedaron petrificados para siempre cuando lacámara les enfocó.Ya sé, ya sé que parece algo exagerado; pero escuchenustedesestainquietantehistoriayluegomediránsinotengorazón.

Bien, quedamos en que mi actividad sufría un parón, yo me habíaquedadoenblancoyentoncessonóel timbre.Dejéelestudioy fuihacia lapuertaprincipal.Allíestabaesamujer,sonriente,complacida,comosivermefueraparaellalamejordelasnoticias.

—¡Ah,querida señora!—exclamóconevidente satisfacción—.Nosabecuántomealegraencontrarla.Regresohoymismoa Italiay temíanopodercumplir un encargo que me hicieron hace tiempo. Le traigo una carta deGentileBellini.

Esperó mi reacción al oír ese nombre. Pero, aunque me sonabaremotamente familiar, no pude recordar de qué podía yo conocer al talBellini.

Cogíelsobreconungestodeextrañezaylocontemplédudandosidebíaabrirloenesemomento.Ellamemiróconunasonrisayasintióensilencio,comosiquisieraanimarmeaquelohiciera.Penséquesedespediríaentonces,pero permaneció en la puerta, muy quieta, inmóvil, mientras su rostroexpresabalafirmedeterminacióndequedarse.Eraunamujerdeedadmadura,

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algogruesa,deaspectoalegreyunpocovulgar,aunquesucomposturaysusademanes reflejaban un espíritu cultivado y sus ojos tenían el brilloinequívoco de las personas inteligentes. Se presentó a sí misma comoCaterina Cornaro y añadió que era italiana, lo que resultaba totalmenteinnecesario, pues su acento era tan inconfundible como su desenvoltura.Naturalmente,lainvitéapasaryleofrecíasientojuntoaunpreciosomiradordesdeelquesepuedenver,enlosdíassinniebla,losacantiladosabruptosquedescienden sobre elmar.Se acomodóymiró a través de la ventana.El solacababadecaerbajolalíneadelhorizonteyunalevemanchagranatrazabaunhaloimaginarioentreelcieloylasoscurecidasaguasdelCantábrico.Yolaobservabacon interés.Eraunamujercuriosa. Inclusofísicamente.Debíaderondarlossesentaaños,aunquesurostroconservabaintactalatersura,yesoledabaelaspectoylaexpresióndealguienextremadamentejovial,sinedad,unapersonafelizysatisfechadesímisma.Ibavestidaconuntrajeextraño,unpocoanticuado,quehabíasidoadornadoconunapreciosatirabordadaenhilo de oro, y llevaba al cuello, sobre el generoso escote, un medallón deámbardelquecolgabaunagranperlablanca.Dicenquetantoelámbarcomolasperlassonaderezosquepuedenatraerlamalasuerte.Nuncalohecreído,peroenelcasodeCaterinaCornaromenostodavía.Nohabíamásquemirarlapara darse cuenta. Imaginé que era una de esas personas aquejadas de unoptimismoenfermizo.Teníaesaextrañaactitudquesiempre tuvoMario,unimpulso vital y complacido que yo no poseo, pero que sé reconocer en losdemásdeinmediato.Hayseresprivilegiadosporsucapacidadparadisfrutarde lospequeñosdetalles,gozadores instintivosqueconvierten lamás trivialde lascircunstanciasenalgoplacenteroyquesoncapacesdedesdeñar,conuna indiferencia ofensiva, la lóbrega llamada de la desgracia o el inestablesoplodelainfelicidadquenosafligeyatemorizaalrestodelosmortales.Yosiempre me he debatido en una estéril batalla para no caer en los brazososcurosy retorcidosdeldesánimooeldesconsuelo.Asípues, trasunbrevefuego cruzado de palabras corteses y aspavientos más o menosconvencionales,decidíqueCaterinaCornarodebíade serunodeesos seresafortunadosqueatraensobresílosbuenossentimientosyrepelenlosmalos,porquesupresenciaintrodujoenmicasaunairedeoptimismoyalegríaquehacíatiempoechabaenfalta.

Tomamos un té y charlamos de Italia, de Venecia, de donde dijo seroriunda, y de ciertos gustos comunes que nos sorprendieron a las dos.También ella, como yo, era aficionada a coleccionar imágenes: viejasfotografías, láminas de cuadros, reproducciones de grabados, bocetos…

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Hablamos de los paisajes de Monet, de las veintinueve obras que habíapintado sobre la ciudad de Venecia, de Modigliani, por quien ambassentíamos una secreta debilidad, concretamente por esos retratos de JeanneHébuterne antes de que se suicidara, y lemostré con orgullo unos bocetosoriginalesdeBakstparaLabelladurmientedeTchaikovsky,queMariomehabía regalado.Los compramos enBudapest, durante nuestra luna demiel.Fue siempre el regalo más preciado para mí, el que me recordabapermanentemente cómo éramos en aquella época feliz, lo que sentíamos elunoporelotro,elsabordenuestroscuerpos,elolorcerradodeunaalcoba,ladesnudez resbalando entre las sábanas blancas de una cama de hotel y losbocetosesparcidosporelsuelodelahabitación,convertidosporuninstanteenmudostestigosdeunamorqueparecíaeterno.

Noséporquéseloconté.Supongoqueyomesentíaprofundamentesolayellateníaeseaspectomaternalycomprensivo…Observéquemeescuchabaconagrado.Elcasoesque,alcabodeunrato,meencontrabahablandoconestamujerdesconocidadelosaspectosmáspersonaleseíntimosdemivida.Lecontécómomehabíaquedadoviudayloduraqueresultabalasoledadenestacasaalaquehabíadecididoretirarmehaceyademasiadotiempo.

—Durantemuchosañosviví enMallorca—leexpliqué—.Mimaridoyyo teníamos una villa preciosa, sobre una colina, dominando un paisajesiempreluminosoyvivo…

Ellamemiróconcomprensión.Yoproseguíensimismada:—Eraunlugarhermosísimo.Enlasladerascrecíanmultituddeplantas.A

vecestodavíamesobresaltocuandovuelvoasentiresosolores.Meproduceun insólitobienestar.Había aromasde espliego,de tomillo, de romero…Yflores. Muchas flores. Era como un sueño. La vieja colina sembrada decipreses. Los viñedos. Las tardes de verano y el calor de un soldeslumbrante…

CerréconfuerzalosojosyviaMario,alolejos,consusombrerodepaja,el torso desnudo, hermoso, cálido, tentador…De pronto oí que la extrañamujerdecíaenvozbaja:

—Guardeesasimágenescomoelmejordelostesoros.Noestánimpresas,pero sonmás fuertes ymás verdaderas que una fotografía o que un cuadrocolgadoenunmuseo.Sonsuyas.Yestándibujadassobreunlienzoindeleble:suspropiossentimientos.

Lamiréconagradecimiento.Porun instantesentíquehabíamosentradoenunaespeciedecomuniónespiritualque lepermitíaentendercadaunademis emociones.Yo todavíano estabapreparadapara comprender las suyas.

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Porque en ese mismo instante, cuando albergaba la esperanza de haberencontradounalmagemela,ellacambiódetonoyconunarisaexcesivamentedespreocupada,preguntó:

—¿Porquénosevadeestelugar?Esdemasiadogris,tantosytantosdíascubiertosporlaniebla,porlalluviayporelviento…¿Noechaenfaltalaluzmediterránea?

—Quizá—respondímolesta—. Pero este ambiente sombrío hace juegoconmissentimientos.

—¡Eso es absurdo! —dijo ella—. Usted es una de las personas másafortunadasqueconozco.

—Noseburledemí—dijecontristeza—.Meconsueloconelrecuerdodeuntiempoyunosrostrosqueyanoexisten,unavidaquefuelamíayquesehaperdidoparasiempre.

Miacompañanteriodenuevo.—¿Hapensadoustedenlasuertequetienealpoderconservarintactossus

recuerdos? —dijo—. La memoria es su gran aliado, querida señora, lepermitirálucharcontraesegranespejismoqueeseltiempo.

—¿Espejismo, dice? —respondí con amargura—. El tiempo es miprincipalpesadilla.Amedidaquediscurre,mealejadetodoloquehevivido.MealejadeMario,desurecuerdo,desuvozquecadadíaesmástenue,desurostroquevaestandomásymásdesdibujado.Hayvecesenlasquenoséporquésigoadelante,porquétengoqueconsumirlapocavidaquemequeda.Mepareceunsimplerestosobrante,sinningunafunciónysinningúninterés.Lagentesiempresequejadeque tienepoco tiempo.Yo tengo la impresióndetenerdemasiado.Loquenotengoesvida.

—Vuelvahaciaatrás.Recupereloquehaperdido.—Ojalá pudiera. Ojalá pudiera invertir la dirección del tiempo y

sumergirmedenuevoenelpasado.—Bien—dijoella—.Esomeparecebastanteposible.¿Porquénohabía

deocurrir?—Esdemasiadotarde—respondí.Memiróconunasonrisadematernalcondescendencia.—Entonces¿escierto?—exclamósorprendida—.¿Ustedcreetodavíaen

esascosas?Pusosumanosobrelamíayañadió:—El tiempo, querida señora, es un enigma, y como todo enigma

eternamenteirresoluble,enalgúnmomentodebemosempezarapensarquenoexiste.

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—¿Cómopuededecireso?—preguntéasombrada.—Ustedesescritora,trabajaconmundosdondetodoesposible.Sinduda

conoceeseespacio fronterizodondeconvergenmisteriosamente lo realy loimaginario. No le será difícil admitir que alrededor de esa frontera sedesvanecenalgunasdenuestrasmássólidascertidumbres.

Hiceunvagogestodeasentimiento.Noobstante,dije:—Pero el tiempo existe. Cuando me miro en el espejo apenas puedo

reconocerme.El tiempodeja sobreel rostro lashuellasde supaso:arrugas,manchas,señales.Sellevaalapersonaquefuimosynosdejaunenvoltoriodecrépito,llenodetorpezaymansedumbre.

CaterinaCornarosoltóunanuevacarcajada.Eraunarisafrancayabierta.—Usted habla de otra cosa, querida amiga. Esas no son las huellas del

tiempo.Sonlasdelavida.—Paramísonunamismacosa.Lamedidadeltiemponoestásoloenlos

calendarios.Estátambiénenloscuerpos,enlosobjetos,enlanaturalezayenelalma.Eldevenirdeltiemposellevaalaspersonasunatrasotra.Siempre.Es un camino estrecho que conduce inevitablemente a lamuerte. Nadie sepuede salir de ese sendero. Eso es realmente el tiempo, una medida, untrayecto,loquesetardaenllegaralpuntofinal.

Ellarespondió:—Esposible.Peronohaynadaquenosobligueapensarquediscurreen

unaúnicadirección.—Todo el mundo sabe que los días pasan uno después de otro, y los

meses,y losaños.Asíhasidodesdeelprincipioyasíseráhastaelfinal—dijeconamargura.

—Se equivoca—objetó ella conuna inusitada rapidez de reflejos—.Eltiemponoesuncontinuo,estáhechodepequeñasunidadesindivisiblesque,comúnmente,llamamosmomentos.

Observéungestodeseriedadensurostro.Actoseguido,seinclinóhaciamí,bajólavozquesetornómásgraveyprofunda,yañadió:

—Esosmomentos,quepertenecena lapercepcióndel individuoya suscaracterísticasgenéticas,lasvivecadaespeciedeformamuydistinta:loquepara un caracol o una tortuga resulta veloz, para un jaguar no lo sería enabsoluto. La vista, los músculos, el olfato del jaguar, están codificadosgenéticamente para enfrentarse amomentos de un tamaño o una duraciónmucho menores que los de la tortuga o el caracol, que tiene un signomoménticode1/4segundos.Paralaespeciehumanalavelocidadmoménticaesde1/18segundos:18fotogramasporsegundosepercibenenelcinecomo

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una imagen en movimiento, 18 golpes por segundo se perciben como unsonido continuo. Ni nuestra vista, ni nuestro oído están preparados paraestablecerdiferenciasmoménticaspordebajodeesafrecuencia.¿Sigueustedcreyendoqueeltiempoesalgoobjetivo,algoaloquepodemosenfrentarnosconnaturalidad?

Hiceungestodeimpotencia.Ellacontinuó:—Elsignomoménticomásbajodelaespecieanimal,1/50desegundo,lo

ostentaunpez llamadoel luchadordeSiam.¿Cómocreeustedquepercibeeste pez nuestros días y nuestras noches, nuestros torpes movimientos ynuestro sentido de la fugacidad? Frente a nuestro 1/18 de segundo, ¿creeposible seguirhablandodeun tiempo realyobjetivo?¿Creeque todavíaesadmisible ese caduco concepto de realidad que se apoya sobre lo que vennuestros ojos o lo que oyen nuestros oídos?No, amigamía, la realidad, lomismoque ese absurdo concepto que usted llama tiempo, no existen.Se loaseguro. El tiempo es un simple espejismo, una fábula inventada por loshombres para explicar un misterio que nadie ha sido capaz de definir conacierto.Nilosfilósofos,niloscientíficos.

Sequedópensativa,conlamiradaperdidaenalgúnpuntodelpaisaje.—Peroustedparecedespreciar siglosy siglosdepensamiento—dije—.

Nosepuedenegarelpasodeltiempo.Nadielohahecho.Sevolvióhaciaellugardondeyoestabayañadió:—Nosésiestáustedfamiliarizadaconciertasteoríasfilosóficas,peroes

untemaqueamí,personalmente,meapasiona.Todoslosgrandesfilósofosseocuparondel asunto, intentaronexplicar lanaturalezadel tiempoyentraronenunfarragosomardecontradicciones.Aristótelesentendíaeltiempodeunamanera parecida a como lo ha descrito usted, como «una medida delmovimientosegúnelantesydespués».Pero¿porquéesemovimientohadeiren una única dirección? ¿Por qué no podemos pensar en el movimientocontinuo,eneltiempocircular?Yasabe,cosasquevuelven,quedanlavueltayregresanasulugardeorigen.

Lamirécontalasombroqueellasoltóunanuevacarcajada.—Bueno, no necesito que me dé la razón—dijo—, solo le ruego que

reflexione sobre ello. Déjeme continuar. Hay diferentes definicionesfilosóficas.Verá,paraPlatón,eltiempoes«laimagenmóvildelaeternidad».Muy visual, pero no explica su naturaleza, su comportamiento, suesencialidad. San Agustín, un poco más hábil, optó por una definiciónescéptica:«Sinemoexmequaerat,scio;siquarentiexplicarevelim,nescio».Estoes:«Sinadieme lopregunta, losé; siquisieraexplicarloalqueme lo

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pregunta,no lo sé».ParaKant,«el tiempoes lacondición subjetivabajo lacual tienen lugar todas nuestras intuiciones». Observe que he dicho«condiciónsubjetiva».Lalluviaesagua,elpolvoestierra,nuestroscuerpossonhuesos,músculosyvísceras;peroeltiempo¿quées?,¿quécomposiciónfísica tiene?, ¿de qué está hecho? Quisiera que pensara en una cosa: ¿quéseríadel tiempo sinnuestraobservación?Sinceramente,muchosotros se lohanpreguntadoantes.Yhayrespuestasparatodoslosgustos,comomuybienhabrápodidoobservar.Porejemplo,Newtoncreíaenuntiempo«verdadero,absolutoymatemático»,mientrasAlbertEinsteinechapor tierra todasestasconclusiones al enunciar su famosa teoría de la relatividad, con la que eltiemposesitúaenunplanorelativoquedependedelsistemadereferenciadelespectador.¿ConoceustedelejemplodelamanzanadeNewton?Bien,puesimaginequeladichosamanzanaestácayendodelárbol.Paraalguienqueestéquieto,observandoelacontecimientodesdealgúnlugarpróximo,lamanzanacaerá; pero si ese observador se encuentra dentro de un ascensor que vabajando a lamisma velocidad de aceleración que lamanzana, esta no cae,sinoquepermaneceensuspenso.Laveráalaalturadesusojosdurantetodoeltiempoquedurelacaída.Eselsistemadereferencialoquenoshacecreeruna cosa u otra, el punto donde, como observadores, nos encontremossituados.Todoconsisteensalirdeunlugarinadecuadoycolocarnosenotroque nos permita observar correctamente. Dígame ahora, ¿qué le hace teneruna opinión tan pesimista sobre el paso del tiempo? Todos esos hombresintentaronexplicarloyno loconsiguieron.Nisiquieraconsiguieronponersede acuerdo a la hora de definir una cosa aparentemente tan sencilla. ¿Nosienteunapequeñaduda?

Nosupequédecir.Mesentíaabrumadaporaquelcomplicadoalardedeerudición. Durante unos instantes permanecí en silencio, observando a esaextrañamujer.Susmanosjugabaninsistentementeconelcollardeámbar.Eracurioso.Porunapartemeparecíaterriblementelejana, tandistantecomounfantasma. Pero al mismo tiempo, su presencia resultaba envolvente ycorpórea, más próxima que la de cualquier otra persona que yo hubieraconocidoconanterioridad.

Leservíunpocodelicoryobservéqueestabaanocheciendo.Alotroladodelmirador,lassombrashabíanganadolabatallayelmar,grisymortecino,parecíaungran trozodemetaldeslizándoseporunplano inclinado.BusquélosojosdeCaterinaCornaroenlapenumbradelahabitaciónyviqueerandelmismocolorqueelmar, acasode lamismamateria.Porunmomento sentíque nuestro encuentro era una proyección irreal de algo que nunca había

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sucedido.Comosihubiera leídoenel interiordemimente,dijoalzandosucopa:

—No tengamiedo,queridaamiga.Lamayorpartede las cosasquenossucedenadiariosontambiénunailusión.Eltiemponopasa,loquepasaeslavida.

Notéquealgohabíacambiadodentrodemí.Nosécómofue,oporquémotivosucedió,peropuedoasegurarqueunapazhastaentoncesdesconocidamesosególentaeinexplicablemente.

Las horas pasaron rápidas y el sobre que aquellamujer había venido atraerme permanecía sin abrir, olvidado, sobre la mesa. Cuando miacompañantedecidióquedebíaseguirsuviaje,sepodíanverlaslucesdelosgrandes barcos que salían al anochecer camino de Plymouth, Dover oSouthampton. Insistí mucho en que se quedara a pasar la noche, pero ellarechazóunayotravezmiofrecimiento.Alsalirpor lapuertahizoungestoseñalandolacartaydijo:

—Noolvideelsobre.Creoquecontienealgoquelepuedeinteresar.Nos despedimos de una forma un tanto forzada, aunque ella insistió

muchoenque,seguramente,nosveríamosenalgunaotraocasión.Cuandosefue,lacasaestabaaoscurasyamímepareciómásgrandey

mássolitariaquedecostumbre.Enmediodeesaoscuridadsolosepodíanverlas luces del ferry, avanzandopor elCantábrico, comouna lejana serpienteluminosa…

Esanochedormímal.Durantehoras,medebatíconlosfantasmasdeunsueñoqueparecíasermásrealque lapropia realidad.Estabadormida,peroalgo ajeno a mi voluntad me mantenía alerta. Las imágenes avanzaban aempellones sobre mi conciencia. He escrito ese sueño hoy, mucho tiempodespuésdequesucedieratodo.Nohasidodifícil.Teníatantafuerzayeratannítido que, aún hoy, lo recuerdo con absoluta claridad. Sé que solo tendrávalorsirelatoalmismotiempoelrestodelahistoria.Poresoloescribo.Paraqueellasepaquehecomprendido.

AristótelesestásentadosobreunbancodepiedradelGimnasiodeAtenas.Enloscorredoresyenelpaseoquerodeanelcampodedeportesseoyeunagran algarabía de estudiantes. El viejo filósofo está solo. Recoge sobre elbrazosutúnicablancayapoyalacabezasobrelapalmadelamano.Alolejossedistingue,bañadoporlaluzdelamañana,levementeamarillento,eltemplodeApoloLikaios.

Hoy su ánimo se encuentra muy alterado. Ha estado pensando enNicómaco,supadre,enloslejanostiemposenlosqueaúnvivíacomomédico

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del rey Amyntas deMacedonia, y en el viejo maestro de la Academia deAtenas,Platón,acuyoladopasólosmejoresañosdesuvida.Imágenesclarasde la niñez y la juventud, imágenes precisas, tan vivas como si sucedieranahoramismo.Tienenelcalordeloscamposabrasadosporelsol,lalimpiezadeunavisiónreal.AhíestánlastardesrojizasdelacalurosaciudaddeAssosysuprimeraesposa,Pithia,ahijadadelreyHermias;ahíestánlosañosfelicesque Aristóteles pasó en Pella, junto al pequeño hijo del rey Filipo. Todosestosrecuerdoslehanembargadohoy,sinexplicación,sinorden,sinlógica.Han dejado en su espíritu un oscuro velomelancólico y una preocupaciónincierta.

Porelfondodelaestanciaentraunodelosguardabosquesdelemperadorysedirige,consupesadajaulademadera,al lugarenelqueserecibenlosanimalesqueconstantemente llegande todoel imperio.Unode losmuchosayudantes delmaestro le acompaña. Dentro de la jaula un grifón ruge conmíticafiereza.

AristótelesseponeenpieysedirigehaciaelpaseodelLiceoenelqueleesperansusdiscípulos.

El filósofo es un macedonio de rostro severo y ojos penetrantes queparecenmirarhaciael fondodel tiempo.Acabadecumplir cincuentaydosaños.Sutúnicaarrastraunodelosbordesporelsueloyremueveunapequeñacapa de polvo ocre. En su mente, esa misma nube polvorienta enturbialevementelaconciencia.

Hace mucho tiempo que se ocupa del arte de la lógica y que supensamiento se enriquece con experimentos y comprobaciones. ¿Por qué,entonces, siente esta inquietud, estemiedo? ¿Por qué se deja invadir por laterrible sensacióndeque se acercan acontecimientos inesperados? ¿Por quésiguen vivos en su recuerdo todos los seres queridos desaparecidos ya, lastardes de primavera en la Academia, el placer de aquellos días en los quediscutía con Platón y combatía con pasión su punto de vista, él, un simplediscípulo, o la turbia relación con Speusipo, sobrino de Platón, cuando sequedóencargadodecontinuarenladireccióndelaAcademia,ytodoesolovetanclaro,aveces,comosisucedieraahoramismo?Elcálidosentidodelaamistadyelácidosabordelrencorpermanecenenlamemoria,detenidosenun lugar desconocido que se asemeja al límite oscuro del tiempo, del queparecen venir ambos, como las nubes que llegan delmar empujadas por elvelozCéfiro.

Conestasreflexionesseacercaelmaestroasusalumnos.

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Es un día caluroso. El sol brilla con fuerza. La escuela, situada en lasafueras de la ciudad, está rodeada de campos de olivos diseminados por elpequeño valle que preside, en lo alto de una pequeña colina, el templo deApolo. Los jóvenes discípulos le esperan junto al comienzo de uno de loscorredores.

Aristótelessedetienejuntoaellos.Sonjóvenes.Susrostrossonjóvenes.Suscuerpossonjóvenes.Sumirada,

sus ideas, sus gestos imprecisos, todo en ellos es joven, nuevo,maravillosamenteinexperto.Estánapuntodevivir.Llenosdecuriosidad,deafánporexplorarcadaunodelosplieguesdelavida.Yél,elviejomaestro,con toda su sabiduría acumulada en largos y pesarosos años, ha perdido elfuturo. Se le ha evaporado como se extingue la lozanía de una cortesanacubiertaporelmantodelavejez.

Ningúnmaestropuedeenseñaresto.Espatrimonioexclusivode lavida.Unalecciónquecadaunotienequeaprenderasolas.Nadieseconformaconlamuerte.Nadieaceptaelolvido.

—Regresemos al punto en el que nos quedamos ayer. El conocimientosensitivo lo proporcionan los sentidos. Ellos nos permiten adquirir lainformaciónquellegasistemáticamentedelmundocorpóreo.

UnodelosestudiantessedetieneunmomentojuntoaAristóteles.Esunjovendecabellonegrocomolasalasdeuncuervoymiradaagudaybrillante.

—Maestro—pregunta.Suvozesclara,suportenoble—,hayalgoquenopuedocomprender.¿Cuáldelossentidoseselquehacedesfilaresenúmeroingentede imágenesquehabitanuestropensamiento?¿Cómoseorganizan?¿Aquéleyesobedecen?¿Quéson,queridomaestro:fantasíaosaber?

Aristótelessequedapensativo.Sobreelpequeñomontículoenelqueseencuentra el templo se extiende un cielo limpio y azul. Alrededor de lascolumnasrevoloteanlosvencejos.Entranysalen,lasrodean,comosijugaranconellasyseburlarandesuincomprensibleinmovilidad.Elalegrealeteodelos pequeños pájaros negros traza, visto desde lejos, una doble elipseinvisible,unavolutaenformadelazoqueenvuelvelascolumnas.Aristótelestiene, por un momento, la extraña sensación de que esa figura inciertarepresentaelinfinito.

—Observen el vuelo de los pájaros —dice extendiendo el brazo endirección al templo—. Observen el movimiento. Díganme, después deobservarlo,quéven.

Losjóvenessequedanensilencio.

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—Trazan un rizo entre las columnas —dice el muchacho del cabellonegro.

Aristótelessedirigeentoncesalrestodelosalumnos:—Ustedes ¿ven realmente ese rizo? —les pregunta—. Cuando cesa el

movimiento del pájaro, cuando finaliza su vuelo, ¿pueden seguircontemplando la voluta que trazara en el aire? ¿Pueden asegurar suexistencia?

Ellos, todos a un tiempo, responden negativamente. El rizo solo existemientrasduraelmovimiento.

—Bien—reflexionaelmaestro—.Esetrazoapenasvisible,esedibujoenel aire que con tanta rapidez se desvanece, es una información que nuestravistanosproporciona.Ahorabien,supongamosqueeselazo,suforma,existeennuestrapercepcióndeotrosmomentos,quetenemosenlamemoriavariasrepresentaciones de su tacto, de su materia. ¿No serán esa serie deinformaciones acumuladas las que nos permiten reconstruir una figura quecarecedemateriaconcreta,queestáhechasolamentedeaire?¿Nohabráotrosentidoqueunifiquelascualidadessensiblesaprehendidas,unsentidocomúnque las comunique, que ponga orden en las representaciones de nuestraimaginación?

Todos callan. Junto al camino de tierra hay un joven atleta lanzando eldisco.Tensaelcuerpo,alargaelbrazo,ylaruedavuelacentelleantehastaqueseestrelladosvecescontralatierraesponjosayroja.Aristóteleshablaahoraconlosojosnubladosporlaexcitación.Tienelavistafijaenelsuelo.

—Imaginemosquehubieradoscategoríasdesentidos:losexternos,entrelos quepodríamosmantener la clasificaciónquehicimos ayer (gusto, tacto,oído, vista y olfato), que proporcionan un número limitado de informaciónsensorialyquesolofuncionanenpresenciadeobjetossensibles.Yotros,quepodríamos llamar sentidos internos, que funcionan en ausencia de dichosobjetosyquenoproducensoloimágenesdelamemoriaorepresentacionesdelafantasía,sinoquesirvenparareconstruir,paraformar,paradarcohesión.

Elmaestrohaceunapausa.Luego,comosihablaraparasímismo,dice:—Eselazorepresentamuchascosas.Eselvuelodeunpájaro,elespacio

existente entre las columnas y, también, nuestra propia capacidad paraestablecer uniones. Es una forma en movimiento. Y es, precisamente, elmovimiento lo que la hace existir y, al mismo tiempo, dejar de existir. Elmovimientoesunproblemabásicodelsaber.

Elgrupohallegadoahoraalfinaldeunodelossenderos.Elsolcalientaenloalto.Entranenlosumbríospabellonesbotánicos.Elolordelasplantas

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aromáticasyelsuavefrescordelagrannaveconfortanalmaestro.—Todas las cosas se tocan en todos sus puntos y pertenecen a un

movimientocontinuo,uniforme.Perosoloelmovimientocircularpuedesercontinuo.Nuestramenteformapartedealgomásgrandequenossobrepasayfuncionacomoel restode lascosas:ensentidocircular.Lospájarosnoshahechover,enestaocasión,unaformaqueteníamosenelpensamiento.

Luegocallasúbitamente.PiensadenuevoenPlatónyenlainmortalidaddelespíritu.

Despide al grupo de alumnos. Desea permanecer un momento a solas.Tiene la impresión de que la vida del hombre, su propia vida, es como laimagenefímeraquetrazaelvuelonegrodeunpájaro:unarepresentación,unaconjeturarecompuestaenunespejodebarro.Todolovivido,supasoporestemundo,seleantojainconsistente,taninaprensiblecomoelrizoquetrazaranlosvencejosen tornoa lascolumnasdel templo.¿Dóndehaquedado todo?Fuerade los librosque susalumnos leayudana llenarde reflexiones, ¿quéquedaráenelfuturo?Cuandoelpasodelahistoriasumerjasuexistenciaenelolvido, cuando el pájaro ya no vuele entre las columnas, ¿quién será él?¿Cómopervivirá?Ellazofiguradonoexistesinojoquelovea.¿Quéojoserácapazdemirarleenellejanotiempoquequedaporvenir?

EljovenAlbertabandonólaOficinadePatentesalasdiezymediadelamañana.Saliódeledificioapenascomenzaba la jornada laboral.Llevabasutrajenuevodecuadros:solapascortas,botonaduraalta,chalecodelamismatelaasomandoporlapartemásaltadelpecho.Elpelooscuroyrizadolehacíaparecermuypocogermánico.Ensuaspecto,quizáporsumododeandar,opor la formanerviosa en quemovía continuamente la cabeza, se observabaunainquietudanormal.

Entró en un café de la avenida Schaffhausen. Sacó papel y lápiz delpequeñomaletínenelque llevabasusúltimos trabajosyescribióunpardecartas.Laprimeraeraparasuesposa.

QueridaMileva:Salgoenestemomentocondestinoallugardelquetehablé.Acabodesaberque

debopartirinmediatamente.Esperoquetodovayabiendurantemiausencia.Tuesposo,

ALBERT

LaotracartaeraparaMauriceSolovineyparaConradHabicht.Berna,

22deoctubrede1905

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Estimadosamigos:Motivosqueahoranopuedoexplicarmeobliganaausentarmeporuntiempoque

desconozco,peroqueesperosealomásbreveposible.Lamentotenerquesuspendernuestras queridas reuniones de la «AcademiaOlímpica» y espero quemuy prontopodamosreanudarnuestrasdiscusiones.

Os ruego, a los dos, que cuidéis de Mileva mientras dure mi ausencia y quevisitéismicasacomosiestuvierayoenella.

Vuestroamigo,

ALBERTEINSTEIN

Después,abonólacuentaconprecipitaciónycorrióhacialaparadadecochesquehabíaenlaesquinadelacalleKroneckmann.

EinsteincogióelavióndeZurichymástarde,enesaciudad,cambiódevuelorumboaAtenas.Cuandoestesegundoavióndespegóyseapagaronlasluces de «no smoking», una azafata rubia y muy sonriente se acercó y leayudóadesabrocharseelcinturóndeseguridad.Paraentonces,supelonegrosehabíavueltoasombrosamenteblancoy losojos,quesiemprehabíansidounpocooblicuos,estaban rodeadosdeunapielminuciosamentecubiertadearrugas.Noobstante,pesealavejez,seguíaluciendosobreellabiosuperiorsubigotedesiemprequeparecíaenmascararlasonrisatraviesadeunniño.

EnAtenas hacía unamañana cálida y soleada. La luz eramuy fuerte yEinsteinsedesabrochólachaquetadeltrajeconelquesalieradeBernayqueahoraleparecíaextremadamenteestrechoeincómodo.Subióauncocheysequitó el chaleco y la corbata. A los diez minutos de camino, el conductordetuvoelcocheyunindividuoextrañosesubióaél.Llevabaunoszapatosdetelacongrandeshebillascubiertosdepolvoylucíaunaenormeylargapelucamarrónquelecaíasobreelpecho.

Alacomodarsedejóescaparunprolongadosuspirodefatiga.—EslargoelviajedesdeWoolsthorpe—dijo.Einsteincomprobóqueaúnteníaunaspequeñashojaspegadasalaparte

superiordesuespaldayesehecholehizosonreírparasusadentros,puesleimaginódurmiendobocaarribabajounárbol,lagruesapelucaapoyadaeneltronco y un libro desmayado en el regazo. Como si hubiera adivinado suspensamientos,elhombresacódesubolsadeviajeungruesolibroescritoenlatínycomenzóaleerensilencio.Einstein,entonces,lereconoció.

—MellamoAlbertEinstein—sepresentó.Elingléslevantólacabezadesulecturaydijoescuetamente:—SoyIsaacNewton.Esunplacer.—Siempre quise saber si la historia que contaba Voltaire sobre la

manzanaesciertaosetratasolodeuntrucoliterario.NewtoncerrómolestolastapasdesuPrincipia.

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—Caballero—susurró algo irritado—, hace tiempo que he decidido nohacer públicas manifestaciones sobre mis descubrimientos. Si es ustedcientífico, como sospecho, he de manifestarle mi total desagrado por laspolémicasenlasque,muyamipesar,sehanvistoenvueltosmuchosdemistrabajos.Nodeseo repetir la enojosa experiencia que tuveque soportar conLeibnitz.

Einstein calló tímidamente. Pero, al cabo de unos minutos, volvió ahablar.

—Estabaustedequivocado.Duranteañoselmundoestuvoequivocado.Eltiempoabsolutonoexiste.Eraunahipótesisfalsa.

—Hypothesesnonfingo—contestóNewtonaltaneramente.Luegolemiródesoslayo,conlabarbilladignamenteelevada,ypreguntó:—¿Niegaustedlaexistenciadeltiempomatemático?¿Creeusted,acaso,

que el tiempo verdadero es ese artilugio convencional quemide la hora, eldía, el mes y el año? ¿Sabe que, después de doscientos años, misdescubrimientos sobre la gravitación siguen siendo válidos y que losestudiantesaprendenlasleyesdeluniversosegúnmiconcepcióndelsistemaplanetario? ¿O es que cree todavía en la explicación del charlatán deDescartesporlaquelaLunaylosplanetasflotaneneléterysonextrañosymágicosremolinoslosquelosmantienenensuórbita?

Einsteindudóuninstanteyluegorespondió:—No he querido ofenderle. Pensé que en el lugar al que nos dirigimos

estas cosas se podían comentar sin prejuicios, sin que nadie se sintieraaludido.Simplemente,hetrabajadodurantemuchosañosconelmundofísicoqueustednos legóyhe llegadoaotrasconclusiones.Nosési sonciertasofalsas,yomismo lodudoaveces,peroséqueun razonamientoeshermosocuandoresultaconvincente.Miteoríasobrelarelatividaddeltiempoloes.Eltiempodependesiempredelsistemadereferenciadelobservador.

Newton, visiblemente interesado, con una sonrisa maliciosa en elsonrosadorostro,sevolvióhaciasuacompañante.

—¿Ustedcree?—dijoenseñandolosdientes—.¿Esustedcapazdenegarque existe un tiempo eterno y uniforme que transcurre con totalindependenciadecualquiersucesoexterior?

—Sí—contestósencillamenteEinstein.Newtonserevolviónerviosamenteensuasiento.—¿Enquésigloviveusted?—preguntó.—Enel sigloXX—respondióEinstein—.Sabemosquehayunamedida

para la velocidad de la luz, que tiene un límite: 300000 kilómetros por

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segundo. Es constante, no varía. Eso hace que el tiempo y el espacio seconviertanenvaloresrelativos.

Newtonsacóunpequeñopañuelodeencajedelbolsillodesuchalecoysesecóconéllafrente.Miróasucompañerocondesconfianzaydijo:

—Tendráqueexplicarmeustedesomásdespacio.Creoquepuede tenercierto interés. Espero que podamos discutirlo en una situación menosincómodayapremiante.

En ese instante, el conductor detuvo el coche a la entrada de un lugarpolvorientoyruinoso.Alolejosseveíanlosrestosdeloquedebiódeseruntemplo.

EinsteinyNewtonbajarondelvehículo,miraronasualrededorytratarondebuscaruncaminoporelquecontinuar.

—¿Pordónde…?—preguntódesconcertadoNewton.Eltaxistasequitólagorrayserascó,pensativo,lacabeza.Elpelo,negro

yensortijado,selequedórevueltoenlacoronilla.—Creo que es aquí —dijo el hombre—. Aquellas deben de ser las

columnasdeltemplodeApoloLikaios.Einsteinsacóunviejopantalóndesumaletayallímismo,delantedelos

otros,sedesprendiódefinitivamentedelaúltimaprendadeltrajedecuadroscon el que saliera esa misma mañana de la oficina de Berna en la quetrabajaba.Máscómodo,estiróvariasveceslaspiernasyseatóelpantalónconla corbata. Luego repitió un cómico gesto, encogiendo los hombros variasveces,comosiestuvieraespantandoelincómodoataquedevariasdocenasdeinsectos.Newtonlemiróymoviólacabezaenseñaldereprobación.Peroéltambién se había desprendido de la peluca y su auténtico cabello, fino yblanco,lehacíaparecermenosaltivoyunpocomáscortodeestatura.

El taxista les hizo una seña desde la entrada a lo que parecían unosantiguos jardines. Los dos se acercaron. Junto a una fuente seca, había uncarteldemadera.

—«El tiempo es la imagen móvil de la eternidad»—leyó Einstein sindificultad,apesardequeeltrozodemaderaestabadeslucidoylaampulosafraseescritaengriegoantiguo.

Newtonlemirósatisfecho.Levantóeldedoíndice,señalandoeltextodelcartel,comosivinieraadarlelarazón.

—Pura filosofía—dijo Einstein—. Eso, como usted bien sabe, lo dijoPlatónhaceunainfinidaddeaños.

IbaacontestarNewton,cuandovieronaparecerunalargafiladefiguras,aparentemente humanas si no fuera por el sepulcral silencio con el que

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parecían entablar una profunda discusión, que penetraban por el fondo delruinoso recintoyque sedirigíanhaciaun arco semiderruidoquehabía a laderecha.Dudaron si debían aproximarse.Volvieron la vista hacia donde seencontrabasuguía,peroeltaxistahabíadesaparecido.

Einsteinentróprimero.Seacercó,conpasoscortosyrápidos,aunjudíode largabarbaqueparecía, comoellos,unpocoperplejo.Alver aEinsteinhablóenárabe:

—Yoquisehacerunaexposiciónsistemáticadela teología.Soloeso.Siquieressaberalgomás,preguntaalobispodeHipona.

Einsteinseencogiódehombros.—DebedeserMaimónides—dijoNewtonenvozbaja—.Siempre tuvo

problemasparaconciliar la filosofíadeAristótelesy la interpretación literaldelAntiguoTestamento.

El viejo judío siguió a la comitiva, el rostro bajo y ensimismado, y losojosinsistentementeclavadosenelempedradocamino.

—Laverdad—musitómientrassealejaba—esinalcanzable.EinsteinyNewtonsemiraronextrañados.Unjovenderostrogótico,quellevabaunaenormemitradoradasobresu

cabezayqueposeíaunosbellosojosalmendrados,seacercóaellos.—Másfácilmentedudaríadequevivo,quenodequeexistelaverdad—

dijotajantemente—.Laverdadeseterna,necesariaeinmutable.—Nosotros —dijo Einstein humildemente— buscamos una solución

física,nounaexplicaciónfilosófica.Hemos traídoaesteencuentronuestrasinvestigacionessobreeltiempo,perosonsimplesfórmulasmatemáticas.

—¡Ah,eltiempo!—exclamóeljovenobispo—.Sinemoexmequaerat,scio;siquaerentiexplicarevelim,nescio.Eltiemposolotienesentidocuandodejadeser.Estáhechodemuchosinstantesquenuncasedantodosalavez.¿Pueden, acaso, estar presentes cien años? ¿Un año? ¿Unmes?No, solo elinstanteespresente.Ydejadeserloconrapidez,conlamismarapidezconlaque seconvierteenpasado.El tiempoesdifícildemedir,muydifícil.Solopuede sentirse cuando está fluyendo en el alma, ella es la única que puedeabarcarelpasadoconlamemoriayelfuturoconlaprevisiónylaesperanza.Si todo estuviera quieto, si no se produjeran cambios, sucesos, no podríahablarsedeltiempo.Enlaeternidadnadacambiaporquetodoestápresente.

—¿Lediceaustedalgoelconceptodeeternidad?—preguntóNewton.—No estoy seguro —respondió Einstein—. Creo que es un tema

excesivamentemetafísico.

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SanAgustínmetiólasmanosenlacasullaylesdiolaespalda.Elcaminoseguíasiendounaespeciedeprocesióninsonoraysilente.

—¿Vamos?—preguntóNewton.Einsteinlesiguió.

Aristóteles estaba sentado en la misma posición que tomara cuandodespidióasusdiscípulos.

—Perdón, caballero—dijocortésmenteNewton—.¿Esusted lapersonaconlaquedebemoshablar?

—Somosfísicos—añadióEinstein.—¿OshanindicadoquebuscaraisaAristóteles?—preguntóelanciano—.

Siesasí,creoqueyalehabéisencontrado.—Susojosteníanunvelogrisqueloshacíaparecerextrañamentedescoloridos.

—Nosabemossunombre.Soloquedebemosencontraraquiénentregarunostrabajossobreeltiempo.

—Nosé…—Elancianodudó—.Eltiempoesalgomuyconfuso.—Usted—aventuróNewton—hizounadelasprimerasdefiniciones.—Norecuerdo.Escribíalgosobreeltiempo…Sihagounesfuerzo,creo

quelodefinícomonúmerodelmovimientosegúnelantesyeldespués.Perosehanperdidotantascosas…ConelincendiodelaBibliotecadeAlejandría,ya no tengo conciencia de lo que queda para las generaciones posteriores.Dediqué toda mi vida a escribir los tratados. Cientos de tablillas que sealmacenabanenelLiceo…Yahorasolopuedorecordarpasajesdemipropiaexistencia, sensaciones. Me cuesta un enorme trabajo recomponer mipensamiento.Mimemoriaparecenoquererocuparsedeotracosaquenoseaelmundoemocionalqueestádefinitivamenteperdidoparamí.Soyunpobreviejoenmanosdemistorpesrecuerdos.

—Claro, si hubieras resuelto tu pensamiento en una ley, nada de estoocurriría.Unaleyesalgocontundente,definitivo.

Un hombre extraño le dirige estas palabras.Newton cree que le resultavagamente familiar. Tiene el gesto hosco y los pliegues de sus mejillasenmarcan verticalmente la boca. Luce una singular barba entrecana queparecelaprolongacióndesucabelloporlapartedelanteradelasorejasyqueledalaaparienciatemibledeunosoenfadado.

—¿Quiénerestú?—preguntaAristóteles.—SoyelhijodeGiuliaAmmannati.—¿Ytupadre?—Mipadreessolountenderoquetemeasumujer.—¿Quéquieres?

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—ExplicartequeluchécontratienPisa.—¿Porqué?—La catedral de Pisa tiene una lámpara muy hermosa. Una mañana,

estabayoenel interior,cuandosemeocurriócomprobarladuracióndesusoscilaciones.Eramiprimerañoenlauniversidaddeesaciudad.Estudiabaelarte de lamedicina. Experimenté, experimenté y experimenté.Creo que nopuedehabercienciasinoserealizanexperimentos.

—Esonomedicegrancosa—seextrañóAristóteles.—En aquellos tiempos, la física aristotélica era la base de la tradición

científica.Todosurgíadetiyseorganizabaenti.Aristóteles miró el cielo azul. Los vencejos habían abandonado las

columnas del templo de Apolo. La vida parecía haber desaparecido hacesiglosdeaquellugar.Todoerairreconocible,unvahoirrealrecorríaelviejoLiceo. Solo el cielo parecía el mismo: limpio, azul, luminoso ytremendamentebello.

—Pero yo no estaba de acuerdo. Demasiada especulación filosófica—continuóelitaliano.

—Nuncasupehacerotracosa—dijoAristóteles.Parecía cansado de aquel enfrentamiento.Miró a su contendiente y vio

ante sí a un ancianodegestohuraño, casi ciego,muymermadopor algunaenfermedad degenerativa y que, no obstante, se comportaba como si aúntuviera el espíritu fuerte y vigoroso de su juventud. Hablaba con una granfaltaderespeto,lafaltaderespetoquesoloesgrimenloshombrescuandosondescaradamente jóvenes y el tiempo les permite cometer cualquier clase deerrores.Parecíaalgoviolento.

—Tengo el carácter demi madre—dijo como si hubiera descifrado elpensamientodeAristóteles.

Newton lemirabacongran interés.El italianocontinuabahablando.Erauntorrentedepalabrasyparecíatenerunadeudapendienteconelmacedonio.

—Tudoctrinaestabaduramenteaferradaalateología.Poreso,traspasólaoscura EdadMedia y pervivió durante siglos. Por eso, y porque lo dejastetodomuy bien organizado.Y los hombres son terriblemente perezosos a lahora de investigar. Carecen de curiosidad. Encuentran más grato repetir elpensamientoantiguoquedescifrarlomisteriosoconlapropiaexperiencia.

—Estoytotalmentedeacuerdo—aseguróNewton.Einsteinseencogiódehombrosnuevamente.Comosiaquelladiscusiónle

interesasemuypoco,sacódelbolsillodelpantalónuna libretaycomenzóa

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escribirfórmulasymásfórmulas,hastaquelaprimerahojaquedócubiertadeunaletraapretadaymenuda.

Enunmomentodado, levantó la vista de supequeño cuaderno,miró alviejoyceñudoitaliano,ydijo:

—Usted tenía razón, en parte. La Tierra se mueve. Pero eso no tieneimportancia.

—¿No tiene importancia?—aulló el anciano—.Mecondenaronpor esamalditaafirmación.

Newton,entonces,reconocióaGalileo.—¡Es usted! —exclamó admirativamente—. Debí imaginarlo. Kepler,

ustedyyomismo,fuimoslosqueconseguimosunacosmovisióndistintadeladelosgriegos.

—Y tú ¿quién eres?—preguntó Galileo, achicando los ojos, hasta quequedaron reducidosaunasimple líneaalimentadapor la luzazuladade suspupilas.

—Me llamo Isaac Newton. Nací el mismo año en el que usted murió.Formalicélaleydelainercia.CombinandolosdescubrimientosdeCopérnicoyKepler sobreel sistemasolarconsus leyesdelmovimiento,establecíunaúnicaleyfundamental:ladelagravitaciónuniversal.

Elitalianonoleprestóatención.SevolviófuriosohaciaEinsteinydijo:—LaTierrasemueve.Yesoesunacuestióndelamáximaimportancia.Einstein guardó su libreta en el bolsillo trasero del ancho pantalón y

sonrió con sus pequeños ojos judíos. En ese momento, tenía un aireciertamentemalicioso.

—Nohayningúnmovimientoabsoluto.LaTierragiraoestáenreposo.Elfirmamento gira o permanece estático. Es un problema de elección decoordenadas.

VolviéndosehaciaNewton,quelemirabaconojosatónitos,continuó:—Ylamanzanapuedepermanecerflotandosielquelamiraestácayendo

a la misma velocidad que ella, con la misma aceleración. La fuerzagravitatoriadependedelestadodemovimientodelobservador.

Elitalianoyelingléssemiraronfuriosos.Aristóteles,algoconfundido,dijotímidamente:—Habláis de cosas extrañas. ¿No os habéis fijado nunca en la serena

quietuddelasestrellas?—Nada es sereno en el universo —dijo gravemente Galileo—. Yo lo

demostré con mi «viejo descubridor», el telescopio que fabriqué con estasmanos.

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Mostrólasviejasmanosconlaspalmashaciafuera.Teníaunairedeniñodesamparado.Luego,sedirigióaEinstein,yañadió:

—Hiceloquepude.Usépéndulos,construítelescopios,experimentéconlos cuerpos en movimiento, proyecté máquinas militares y, sobre todo, lesdemostré que sus creencias eran una patraña: el universo no permanece enreposo;esunagigantescamáquinaquesemueveysemueve…

Newtonsevolvióhaciaelcientíficojudíoydijoamediavoz:—Fueungranfísicoyuneminentematemático.Elmundocambióconél.Einsteinmovióafirmativamentesucabezablancayobservóqueelviejo

italianoseinflabasatisfecho,comounpavorealapuntodeextenderlacola.Mientras tanto, Aristóteles paseaba pensativo alrededor del banco de

piedra. De pronto, se paró en seco y, como si hubiera recuperadomilagrosamentelamemoria,preguntó:

—¿Quéhacéisvosotrosaquí?Lostrescientíficoslemiraronasombrados.—¿Cómohabéispodidollegar?Lapreguntasequedósuspendidaenelairemortecinodeunintervalo.En ese momento los vencejos volvieron a volar, los atletas lanzaron

nuevamentesusdiscosyelguardabosquesdelemperadorsaliódelLiceo,consupesadajaulavacía.Aristóteles,juntoalbancodepiedra,comprobóquelosextrañosvisitantesdelamemoriafuturahabíandesaparecido.Pensóquetodohabía sido producto de su vieja y fatigada imaginación.Un sueño absurdo.Levantó la vista hacia los campos amarillentos donde la mies tapizaba elsuelo con un baño dorado y entonces lo vio: el cuaderno de aquel ridículohombrecillo del bigote estaba allí, sobre el banco, llenode incomprensiblessignosqueel tiempohabía respetado.Esehombreexistía.Enalgún lugar…muchos años después… Era real. Iba a ser real en el futuro. Y todos losdemás. Un día, en un recodo del tiempo, habían podido contemplarsemutuamenteyescucharaquelloquepensaban.Asombrado,recordóundichomacedonioquehabíaoídomuchasvecesdelabiosdesupadre:eltiemponopasa,loquepasaeslavida.Despuéssedirigióconpasosegurohaciaeloeste,el lugarpordondeseocultael sol,con laesperanzadever, siquieraporunbrevesegundo,elrostrodelfuturoreflejadoenunespejodebarro.

Me desperté con una extraña sensación de angustia, como si en eltranscurso del sueño hubiera perdido algún detalle importante en el queresidía laúnicaexplicaciónposiblesobremipropiavida.Eranlas tresdelamañana.Me levantéymeasoméa laventana.A lo lejos, sobre elmar, lasluces del último ferry todavía permanecían visibles. Hacía frío. Busqué el

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sobredeGentileBellini,queyomismahabíadejado sobre lamesa la tardeanterior,ynoloencontré.Juroquehabíadesaparecido.Ensulugar,sobrelavieja bandeja de plata en la que deposito el correo, había un medallón deámbardelquependíaunahermosaperlablanca.

Durantemesesllevéaquelmedallónsobreelpechocomosisetrataradeun talismán. Solía pensar que Caterina Cornaro lo había olvidadopremeditadamenteyqueelsimplehechodeponérmelopodíaayudarmeasermás fuerte y más feliz. También durante meses tuve la impresión de queíbamosavernosdenuevo.Memanteníaenunestadoexpectanteyunpocoirreal,ysolíamirarlasiluetaagrietadadelosacantiladosconlaesperanzadeverlaaparecerencualquiermomento.

El tema sobre el que habíamos hablado aquella tarde me rondaba lacabeza y con frecuencia me veía invadida por una serie de ensoñacionesimprecisasquesiempreconducíanalmismolugar:laposibleinexistenciadeltiempo.Escribívarioscuentosalrespecto.Enunodeellos,unamujerquesehabíaadueñadodemisrecuerdosinfantiles,laviejacasadeBegoñaqueluegosederribóparahacerunbloquedepisos,llegabaaCórdobaysequedabaallí.Enotro,habíaalguienquepaseabaporunpuentesobreelDanubiodurantesuviajedenovios,conelabrigoblancoylabufandarosaqueyollevabasiempreen aquella época feliz en la que también era una recién casada. Imaginé aMonet en Pourville y relaté la muerte de un escritor, Henry Steiner, cuyocuerpoapareciójuntoalmurodesucasaenunanochedelunallena.Eralaprimeravezqueescribíasobreacontecimientossobrenaturales,apariciones,oloquefueraaquello,yyomismamesorprendí,porquenocreoenabsolutoenese tipo de cosas; pero noté que los cuentos mostraban de una manerabastante fiel el estadodedudaqueCaterinaCornaro sehabía empeñadoendespertar enmí.Todo era ficticio y almismo tiempo real.La escritura nospermite fabricarunmundoa lamedidadenuestrosmásoscurossueños, loshace visibles como si abriera una profunda grieta por la que se filtran lashumedades y la viscosidad de algo que aparentemente no existe y que, sinembargo, está ahí. Guardé aquellos cuentos con la absoluta certeza de quenuncaselosdaríaaleeranadie.Enelfondomesentíaavergonzada,comosihubiera traicionado ciertos principios de coherencia y racionalidad, aunquedeboconfesarqueuna íntimasatisfacciónmeinvadíacadavezquepensabaenellos.

Tiempodespués,unatardebrumosadeinvierno,mientrasrevolvíaenmibiblioteca, yo también encontré la carta perdida. Igual que en uno de esos

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cuentosquehabíaescrito.Enmicasonoestabaescondidaenlacubiertadeunviejolibro,nimelahabíanenviadodeformaanónima.

ElsobredeGentileBellini,cuyadesapariciónyohabíaqueridoatribuiraunmisteriosodesignio,aparecióentre losbocetosdeLabelladurmientedeBaskt. Recordé aquella tarde lejana, el orgullo con el que se los habíamostrado a Caterina Cornaro, y las confidencias que le hice después.Seguramente, obcecada por mis propias emociones, debí de recoger losbocetossinverlo.

Entoncespenséenelmedallónysentíunaterriblevergüenza.Todohabíasido un malentendido, una estúpida confusión.Me había quedado con unajoya que no eramía y que, seguramente, ella deseaba recuperar. Sentí unaterrible vergüenza. Pensé que debía devolvérselo como fuera, pero recordéqueCaterinaCornarosehabíamarchadosindejardirecciónalguna.

Abrí el sobre con la esperanza de hallar algún indicio queme indicaracómohacérselo llegar.Noencontrénadaparecido.Solouna invitaciónparaasistir a la exposición de pintura veneciana que se iba a celebrar en elSzépmüvészetiMúzeumdeBudapest.Penséqueeraunacasualidadterrible.Allí era dondeMarioy yohabíamospasadonuestra lunademiel y allí eradonde habíamos conseguido los bocetos de Baskt. Por causa de estosrecuerdoshabíaempezadomiconversaciónconCaterinaCornaro.

La invitación venía dirigida ami nombre con una notamanuscrita quefirmabaGentileBellini, al que seguía sin poder recordar, pero que imaginéera el comisario de la exposición o el director del museo, o cualquierespecialista en arte que me conocía personalmente de algún encuentroanterior.Lamuestra, prevista al parecer con excesiva antelación, aún no sehabíaclausurado.Faltabanapenastresdíasparaquefinalizara.

Noséloquemeimpulsóair.Mentiríasidijeraquesolodeseabaentregarelmedallóndeámbarasulegítimadueña.Enelfondodeseabaesclarecermisdudas, y acaso apurar la sensación de que estaba viviendo una historiainquietante y misteriosa, como en los relatos fantásticos que me habíaempeñadoenescribirdurantelosúltimosmeses.

LleguéaBudapestelúltimodíadelaexposición.Fuidirectamentedesdeelaeropuertohastaelmuseoydejélamaletaenlataquilla,alcuidadodeunamatrona húngara que apenas podía comprender mi rudimentario ingléscuandopreguntésipodíanavisaralseñorBellini.Memirócomosiestuvieraloca.Noquiseinsistir.Compréelcatálogoydejéunagenerosapropina,conla esperanza de que esa pequeña venalidadme permitiera recorrer las salastranquilamente, a mi aire, incluso después de que la mayor parte de un

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público obediente y silencioso abandonara el museo por indicación de losconserjes.Tenía la certeza de que elmisterioso autor de la invitación daríaseñalesdevidatardeotemprano.Peronofueasí.Cuandohabíavistoapenaslamitaddelasobrasexpuestas,aquellospreciososretratosdeLorenzoLotto,Giorgione o Romanino, de una intensidad inquietante y serena al mismotiempo, o las grandiosas interpretaciones bíblicas de Tintoretto y Veronés,quetetransportabaneneltiempoycreabanenelánimounasensaciónsimilara lade los sueños,uncorpulentoguardiánuniformadomeobligóaseguirlehacialasalida.Protestéentodoslosidiomasqueconocía,peronoseinmutó,me condujo hasta la puerta a través de un laberinto de salas vacías,imperturbableytenazcomosololosvigilantesjuradossabenserlo.Lamujerde la taquillameesperaba con lamaleta.Señalaba insistentemente su reloj,peroyonoteníalamásmínimaintencióndeirmesinencontrarloquehabíavenido a buscar a Budapest. Porfié con ambos durante unos minutos,intentando hacerles comprender que había venido desdemuy lejos para veresoscuadros.Nohubomanera.DeprontorecordélainvitaciónmanuscritadeGentileBelliniqueestabadentrode lamaletay la saqué.Se lamostré a lamujer. Ella no me comprendía y yo no paraba de insistir, Gentile Bellini,misterBellini,please,quieroveraGentileBellini…Alfinmeentendió.Hizoungestodeimpacienciaymellevóhastaunadelassalasquetodavíayonohabíapodidover.Separójuntoaunaparedymeseñalóconojosfuriososuncuadro.

En el fondo sospechaba que iba a ocurrir algo así. El cuadro que lahúngaramemostrabalohabíapintadoGentileBellinientre1429y1507.SetitulabaLa reina de Chipre, y representaba a unamujermadura, de rostroserenoymiradainteligente,quellevabaunpreciosovestidorenacentistayunmedallón de ámbar del que colgaba una gran perla blanca. Me acerqué alpequeñocartelquehabíasobrelaparedyleílasiguienteexplicación:

LareinadeChipre,CaterinaCornaro,muertaenelaño1510,fueunadelasmásilustres figuras femeninas del Renacimiento italiano. Bisnieta del dux MarcoCornaro,secasóconJacoboII,reydeChipre,yenviudópocomástarde,gobernandola isla hasta que tuvoque renunciar a la corona.Rodeadade poetas y hombres deletras, llevóhastasumuerteunavida retiradaenel señoríodeAsolo,alpiede losAlpesylejosdesuVenecianatal.FuepintadaporTiziano,VeronésyBellini.Hayvariasóperasdedicadasaella,entrelasquedestacanlasdeHalévyyDonizetti.

Nosentípreocupación,nielmásmínimovestigiodetemor,deboconfesarlo.Aúnhoy,alcabodetantotiempo,recuerdoestesucesoconunasorprendentetranquilidad de ánimo. Podía haber sido un sueño, pero no lo fue. Podíatratarse de una mala jugada de mi imaginación, pero ella había estado

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realmenteenmicasa,habíamoshabladodelainexistenciadeltiempo,delosespacios fronterizos donde lo real se confunde con lo imaginario, deAristótelesyEinstein,sumanosehabíaposadocálidamentesobrelamía,yluegoyohabíasoñado.Sucedióasí.Simplemente.

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