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LOS FRANCISCANOS EN LA FRONTERA CHICHIMECA Kieran R. MCCARTY The Catholic University of America EL PRESENTE estudio es una introducción a la labor misione- ra franciscana en la zona poco conocida del norte de la Nue- va España a mediados del siglo XVI. Las tribus más primiti- vas que habitaban esta franja norte de la civilización azteca presentaron un problema muy diferente a los misioneros. Sus hábitos nómadas y belicosos exigían un tipo singular de empresa misionera. Una de las primeras tribus del norte que tuvieron con- tacto con los misioneros fueron las cazcanes de la región que en la actualidad es el norte del Estado de Jalisco. Uno de los catequistas indios de fray Pedro de Gante trabajaba en esta región desde 1527. A partir de 1530 fray Martin de Jesús, fray Antonio de Segovia y otros monjes franciscanos trabajaron asiduamente con estas tribus. El más precioso fru- to de este esfuerzo fue el martirio del hermano lego francis- cano fray Juan Calero, en Tequila en junio de 1541, el pri- mer europeo martirizado en la historia de la Nueva España. Fray Antonio de Segovia y fray Miguel de Bolonia, fue- ron quienes más firmemente se establecieron entre las tribus del norte después de la guerra del Mixtón (1540-1542). Fray Miguel de Bolonia fundó el convento de Juchipila en el centro preciso de la zona rebelde. Juan de Tolosa, acompa- ñado de cuatro frailes franciscanos, utilizó este convento como base para descubrir las minas de Zacatecas en el verano de 1546. El primer virrey de la Nueva España, Antonio de Men- doza, ayudado por fray Juan de San Miguel en sus esfuerzos entre los guamares y guachichiles de esta región, por 1540 pudo impedir la repetición de lo sucedido en la rebelión del

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LOS FRANCISCANOS EN LA FRONTERA CHICHIMECA

Kieran R. MCCARTY The Catholic University of America

E L PRESENTE estudio es u n a introducción a la labor misione­

r a franciscana en la zona poco conocida del norte de la Nue­

v a España a mediados del siglo XVI. Las t r ibus más p r i m i t i ­

vas que h a b i t a b a n esta f r a n j a n o r t e de la civilización azteca

presentaron u n p r o b l e m a m u y diferente a los misioneros.

Sus hábitos nómadas y belicosos exigían u n t i p o s ingular de

empresa misionera.

U n a de las pr imeras t r i b u s del n o r t e que t u v i e r o n con­

tacto con los misioneros f u e r o n las cazcanes de la región

q u e en la a c t u a l i d a d es e l n o r t e de l Estado de Jalisco. U n o

de los catequistas indios de fray Pedro de Gante trabajaba

e n esta región desde 1527. A p a r t i r de 1530 fray M a r t i n de

Jesús, fray A n t o n i o de Segovia y otros monjes franciscanos

t r a b a j a r o n asiduamente con estas t r ibus . E l más precioso f r u ­

t o de este esfuerzo fue el m a r t i r i o del hermano lego francis­

cano fray J u a n Calero, en T e q u i l a en j u n i o de 1541, el p r i ­

m e r europeo m a r t i r i z a d o en la h i s t o r i a de la Nueva España.

Fray A n t o n i o de Segovia y fray M i g u e l de B o l o n i a , fue­

r o n quienes más f i r m e m e n t e se establecieron entre las t r i b u s

d e l norte después de la guerra de l M i x t ó n (1540-1542). Fray

M i g u e l de B o l o n i a fundó el convento de J u c h i p i l a en el

centro preciso de la zona rebelde. J u a n de Tolosa, acompa­

ñ a d o de cuatro frailes franciscanos, util izó este convento

como base para descubrir las minas de Zacatecas en el verano

de 1546.

E l p r i m e r v i r r e y de la N u e v a España, A n t o n i o de M e n ­

doza, ayudado p o r fray J u a n de San M i g u e l en sus esfuerzos

entre los guamares y guachichiles de esta región, por 1540

p u d o i m p e d i r la repetic ión de l o sucedido en la rebelión d e l

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M i x t ó n . Fray J u a n de San M i g u e l fundó el pueblo de San M i g u e l cerca de donde se asienta San M i g u e l de Al lende. L o sucedió en sus esfuerzos misioneros entre las t r ibus del norte f ray B e r n a r d o Cossin, q u i e n fue m a r t i r i z a d o al iniciarse la segunda m i t a d del siglo XVI.

E l segundo paso consistió en extender la f rontera misio­nera más allá de Zacatecas. O t r o val iente frai le , fray J u a n de T a p i a , perdió la v ida en este empeño, probablemente a finales de 1557. E n 1558 L u i s de Velasco, e l segundo v irrey de la N u e v a España, envió a tres frailes franciscanos a esas tierras, pero fue incapaz de completar su p l a n debido a las preocupaciones que le causó la expedic ión de Tr is tán de L u n a a la F l o r i d a en 1559. L a revuelta de los zacatecos o b l i ­g ó a l v i r r e y a l l a m a r a esos frailes hacia el f i n de 1560. Sin embargo, u n año después el p r i m e r g r u p o permanente de los frailes franciscanos apareció en escena en el lejano norte , m i s i o n a n d o hacia el oeste y a l noroeste de las minas de San M a r t í n , a l n o r t e de Zacatecas. E n t r e esos frailes se contaba fray Pedro de Espinareda, q u i e n después l legó a ser el p r i m e r g u a r d i á n de la Custodia franciscana de Zacatecas. Estos f ra i ­les t r a b a j a r o n con Francisco de I b a r r a en la fundación del r e i n o de N u e v a Vizcaya y en exploraciones posteriores a las t ierras del norte . L a Custodia de San Francisco Zacatecas fue f u n d a d a en la década de 1570-1580, en fecha no exacta­m e n t e conocida. Para 1585 la Custodia contaba ya c o n 10 conventos y unos cuarenta frailes.

E L E X C E L E N T E l i b r o de R o b e r t R i c a r d , La conquête spiri­tuelle du Mexique ha l legado a ser clásico para este tema. 1

C o n todo, se l i m i t a a lo que podría l lamarse la conquista es­p i r i t u a l de l núcleo. Se concentra en la cristianización de las t r i b u s a l tamente desarrolladas y sedentarias que compartían l a c u l t u r a mexica. A l avance e s p i r i t u a l al noroeste, a las tie­rras de las t r i b u s nómadas y salvajes, se refiere sólo breve­mente . L a cristianización básica de la región central ocurrió con asombrosa rapidez; a mediados del siglo XVI ya estaba l o g r a d a en su mayor parte. Por o t r o lado, R i c a r d se l i m i t a , casi siempre, a los sucesos ocurridos antes de la m i t a d de esa centur ia . A u n q u e pretende extender su estudio hasta 1572,

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a los sucesos ocurridos después de la segunda m i t a d del si­g l o XVI se refiere de u n m o d o m u y sumario.

E n relación con la conquista de la N u e v a España, el es­t u d i o de la f r o n t e r a sur ha atraído el interés de las inves­tigaciones históricas en Estados Unidos . L o m i s m o ha pasado e n l o tocante a l estudio de la conquista e s p i r i t u a l de la Nue­va España. E l interés ha recaído en la expansión misionera d e l noroeste, realizada p o r los jesuítas, i n i c i a d a en D u r a n g o a fines de l siglo XVI y que llegó a su p u n t o c u l m i n a n t e con l a conquista franciscana de la alta C a l i f o r n i a en el siglo XVIII. L a escuela de H e r b e r t Eugene B o l t o n , de la U n i v e r s i d a d de C a l i f o r n i a y otros grupos h a n destacado en el mism o cam­p o . L a conquista franciscana se extendió también a N u e v o M é x i c o y Texas. E l profesor France V . Scholes, de la U n i ­versidad de N u e v o México, ha estudiado esa zona. Part icu­larmente i m p o r t a n t e para e l conocimiento de ella, f u e r o n los estudios de Carlos E. Castañeda, de la U n i v e r s i d a d de Texas.

Es evidente, sin embargo, que entre la conquista i n i c i a l d e l M é x i c o centra l y la conquista de las lejanas fronteras existe u n a vis ible laguna de t iempo y t e r r i t o r i o . De poco t i e m p o a esta parte, u n pequeño número de historiadores h a comenzado a ocuparse en esta desdeñada región. E n t r e los investigadores de lengua inglesa que h a n estudiado este tema, destacan J . L l o y d M e c h a m , de la U n i v e r s i d a d de Texas y P h i l i p W a y n e Powel l , de la U n i v e r s i d a d de C a l i f o r n i a de Santar Bárbara. A u n q u e la act iv idad de M e c h a m en esta zona p a r t i c u l a r de estudio fue mayor antes de 1940, su obra (Francisco de Ibarra and Nueva Vizcaya, D u k e U n i v e r s i t y Press, 1927), es la fuente más i m p o r t a n t e para quienes tra­ba jan en este tema, prueba de que el p r o d u c t o de u n método histórico cuidadoso n u n c a pierde su u t i l i d a d . E n rea l idad, es tan vasto el acarreo que hizo M e c h a m de fuentes originales y oscuras, que se encuentra cierta fa l ta de coordinación en ellas. P h i l i p W a y n e Powel l ha c o n t i n u a d o el precedente de M e c h a m de u n a investigación exacta de las fuentes pr imar ias y actualmente es la a u t o r i d a d más destacada en esta mater ia en los Estados U n i d o s . 2 Powel l subraya los aspectos m i l i t a ­res de la conquista del n o r t e y, por consiguiente, no examina con d e t e n i m i e n t o la conquista espir i tual .

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La tierra y su pueblo. E l rasgo d o m i n a n t e de la topografía de México es u n vasto sistema de montañas en f o r m a de V , que f o r m a n u n a elevada cuña, como u n a especie de val le en el cual vive la mayor parte de la población de México . L a parte i n f e r i o r de la V comienza en el I s t m o de Tehuantepec; e l brazo i zquierdo de la V se extiende en dirección a l noroes­te y constituye la más larga cadena montañosa de M é x i c o , la Sierra M a d r e Occidental . E l brazo derecho de la g r a n V corre en dirección noreste. Este sistema montañoso de l este, aunque en sí m i s m o es m u y impresionante, carece de la vaste­dad y grandeza de la gran sierra occidental . E l valle f o r m a d o entre ambos sistemas montañosos se d i v i d e en dos secciones. L a del sur comprende l o que generalmente se conoce como México central , la del n o r t e el a l t i p l a n o septentr ional , esce­n a r i o de este estudio. 3

Los tlaxcaltecas, los zapotecas, los tarascos y, p o r supuesto, los aztecas, eran las t r i b u s más desarrolladas de la N u e v a Es­paña en el siglo XVI y todas ellas se localizan en lo que es actualmente e l área central del México moderno. Esas t r i b u s eran sedentarias y pract icaban la agr icu l tura . Las del nor te , en cambio, ejercían el nomadismo, la recolección y la caza. Las t r i b u s del V a l l e central p o r esa época estaban unidas p o r u n a tenue federación, rota , p o r supuesto, por guerras i n t e r m i t e n ­tes. A l n o r t e los lazos tribales, famil iares y demás nexos so­ciales eran crecientemente débiles. E n muchos casos la guerra era el único lazo de u n i d a d d e n t r o de la t r i b u . Estos contac­tos a u m e n t a r o n n o sólo debido a la educación i n t r o d u c i d a p o r los frailes y otras personas, sino también porque la opo­sición a las armas españolas unif icó más b i e n que separó a las naciones nómadas.

Estas tierras norteñas d u r a n t e la conquista t o m a r o n el n o m b r e de " g r a n chichimeca", o " t i e r r a de guerra" , y los nativos de ellas se conocieron con el n o m b r e de "chichime-cas" o "gente de guerra" . E l término chichimeca es de or igen oscuro. D u r a n t e el siglo XVI se usó e u n a m p l i o sentido para designar a los indios nómadas de las tierras norteñas, incluso a las que se extendían hasta la F l o r i d a . E n sentido estricto se usó solamente para d e n o m i n a r a las t r ibus que part ic ipa­r o n en la guerra chichimeca (1550-1600), que cubrió gene-

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ra ímente los declives de las dos grandes sierras y el norte del a l t i p l a n o . P h i l i p Wayne Powel l , q u i e n ha hecho u n impre­sionante estudio de estas naciones del norte , comenta que e l m o d o general de v i d a variaba m u y poco de t r i b u a t r i b u y de nación a nación. 4 Usaban poca o n i n g u n a ropa. E r a n m u y hábiles en el manejo de la flecha y el arco y soportaban las empresas más arduas. E n 1571, el cronista mayor de I n ­dias, J u a n López de Velasco, preparó u n cuestionario para e n v i a r l o a todas partes con miras a redactar u n i n f o r m e of i ­c i a l de la h is tor ia n a t u r a l y de las antigüedades de las Indias españolas. 5 Las respuestas a este cuestionario se conocen con e l n o m b r e de relaciones geográficas. Las respuestas corres­pondientes a la diócesis de Michoacán datan de 1579-158o.6

E l i n f o r m e d e l p u e b l o de A c á m b a r o nos da u n p r o f u n d o co­n o c i m i e n t o sobre las fronteras anteriores a la conquista entre los tarascos y los chichimecas. E l i n f o r m e habla de otomíes y chichimecas como vecinos de los tarascos. 7 Además de los otomíes, o tra nación, la p r o p i a m e n t e chichimeca, la forma­b a n los guamares. D e acuerdo con el i n f o r m e , guamares y otomíes estaban sujetos a l gran cacique tarasco Caltzonzi, a u n q u e ambos, además, tenían sus propios jefes. Sin embar­go, sin excepción n i n g u n a , de todos recibía algún t r i b u t o o servicio. Los otomíes y los guamares prestaban el de perma­necer en la f rontera frente a sus enemigos. 8 Esto nos da u n a clave del uso que los tarascos, a l i g u a l que otras tr ibus de la región central , hacían de las t r i b u s norteñas en sus fronteras q u e actuaban como defensa contra las bandas más belicosas d e l norte . Por otras fuentes, sabemos que los aztecas trata­b a n a sus vecinos norteños, los otomíes, con a m a b i l i d a d y respeto. 9 Por su ayuda contra los tlaxcaltecas, los aztecas, se­g ú n T o r q u e m a d a , los c o l m a r o n de honores y hasta ofrecieron sus hijas como esposas a los capitanes. 1 0

Por l o antes expl icado se advierte que fue u n segmento de los pueblos norteños en la f r o n t e r a chichimeca el que tuvo a l g ú n contacto c u l t u r a l con las t r i b u s más civilizadas del Mé­x i c o central . E n t r e ellas podemos considerar a los otomíes, los pames, los guamares y los cazcanes. Los otomíes tenían el contacto más directo con el centro c u l t u r a l de l Val le de Mé­xico . Sus tierras se local izaban alrededor de la actual pobla-

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ción de San J u a n del R í o y se extendían a l sur hasta Ji lote-pee, unos cuantos kilómetros al n o r t e de la c i u d a d de México . Practicaban u n poco la a g r i c u l t u r a y con frecuencia servían a los aztecas. E n real idad, t a n ínt imo fue el contacto que a lgún antropólogo c u l t u r a l n o los clasifica entre las t r i ­bus chichimecas del n o r t e . 1 1

Colocaremos a los pames en el siguiente rango c u l t u r a l . H a b i t a b a n las tierras situadas al noreste de los otomíes, y a u n l i n d a b a n con las tierras otomíes de Querétaro. T a m b i é n tenían contacto con los aztecas y con los tlaxcaltecas tanto directamente como a través de los otomíes, por lo que algu­nos antropólogos h a b l a n de la nación atomí-pame. E n los pr imeros días de la conquista se la conoció por sus incursio­nes de p i l l a j e . 1 2

Los guamares l i n d a b a n con las t r i b u s centrales a lo largo d e l río L e r m a , desde el lago de Chapala hasta Acámbaro. Estaban situados al oeste y al noroeste de los otomíes. Gonzalo de las Casas, que en este caso es u n testigo ocular, calif ica a l a nación de los guamares como la "más brava, más belicosa, más pérfida y destructora de todas las chichimecas" . 1 3 Como sus tierras estaban situadas en la r u t a de la plata entre Za­catecas y la C i u d a d de México, causaban daño a los transpor­tes españoles.

E l r ío L e r m a , a l este del lago de Chapala, es la f rontera sur de los guamares. Usando de nuevo a l lago de Chapala como p u n t o de p a r t i d a , si se sigue a l río Santiago a l noroes­te, cerca de Guadalajara, hasta su desembocadura en el Pací­fico, a l n o r t e de T e p i c , tenemos el l ímite sureño a p r o x i m a d o de la gran nación cazcana. Ésta h a b i t a b a al oeste de los guamares, en los valles y en los picos montañosos de la vasta Sierra M a d r e Occidental . Su t e r r i t o r i o estaba situado en la curva noroeste del lago de Chapala e incluía la zona de No-chistlán (famosa porque en ella ocurrió la guerra del M i x -tón), el va l le de T l a l t e n a n g o y, en l o a l to de las montañas, la a n t i g u a ciudad-santuario de T e ú l . Cosa extraña, aunque era u n a de las t r i b u s más alejadas del centro c u l t u r a l del Val le de M é x i c o , su lenguaje se asemeja m u c h o al mexicano. Ellos, a l i g u a l que otras t r ibus fronterizas, pract icaban la agricul­t u r a y se sentían más atraídos a la v i d a sedentaria. Sin

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embargo, los cazcanes del n o r t e presentaron u n a de las opo­siciones más feroces al avance español, del cual hablaremos a l referirnos a la guerra del M i x t ó n . Los cocas, tecueses y tepecanos se incluían en la nación cazcana. L a confusión de los nombres de las t r ibus es u n problema constante en el estudio del avance al norte de la N u e v a España. E n t r e los pueblos nómadas, cada p e q u e ñ o g r u p o móvi l tenía u n n o m ­bre p r o p i o , sea el del lugar de sus cuarteles de i n v i e r n o o el de algún jefeci l lo , y por esta razón los primeros cronistas c o n f u n d i e r o n estas designaciones con nombres tribales espe­cíficos. L a complicación llega a ser casi de imposible solu­ción cuando se trata de grupos y subgrupos que f o r m a b a n parte de conglomerados mayores.

R u m b o a l norte , más allá de las fronteras de estas nacio­nes se encuentran los guachichiles, en l o que ahora es el centro geográfico de México , Esta era la mayor y más feroz de todas las naciones y sus tierras se extendían desde el sur de San L u i s Potosí hasta Sa l t i l lo en el lejano norte. Vagaban r u m b o al oeste a la t ierra de los zacatecos, con quienes c o n t i ­nuamente luchaban, y a l este p o r la sierra or ienta l . D u r a n t e la guerra chichimeca, en la segunda m i t a d del siglo XVI, com­b a t i e r o n sin tregua. E r a n p a r t i c u l a r m e n t e peligrosas en la f rontera zacateco-guachichii en el oeste, pues se oponían t a n t o a los españoles como a los zacatecos.

Las tierras de los zacatecos f u e r o n famosas por los espec­taculares descubrimientos de la p la ta a mediados del siglo XVI. Los zacatecos también era u n pueblo m u y p r i m i t i v o , aun­que constituían u n segmento de t r i b u s que se a l i m e n t a b a n con el p r o d u c t o de la caza y de la recolección, también prac­t icaban, en corta escala, la a g r i c u l t u r a , compartían con los chichimecas su reputación de fiereza y se les acusó de haber p r e c i p i t a d o la guerra d e l M i x t ó n . Sus tierras se extendían a l norte hasta C u e n c a m é y M a z a p i l . Al sur, sus vecinos eran los cazcanes y a l este, como se ha dicho, los guachichiles.

Debe hacerse, cuando menos, u n a breve mención de los tepehuanes. E l i m p u l s o p r i n c i p a l del avance español no les afectó sino hasta la p r i m e r a m i t a d d e l siglo XVII, en el mo­m e n t o c u l m i n a n t e de su revuelta , de 1616-1617. E l estudio de los tepehuanes, s in embargo, debe hacerse en este trabajo.

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Sus tierras estaban situadas a l o largo de las vertientes del este de la Sierra M a d r e Occidental y detrás de la sierra mis­m a , desde Santa Bárbara a l norte , hasta más abajo de la ciu­d a d de D u r a n g o , en el sur. L a c u l t u r a tepehuana era seme­j a n t e a la de los zacatecos y a la de las otras naciones chi-chimecas más septentrionales.

El primer contacto franciscano con las tribus del norte (1527-154I). E l p r i m e r esfuerzo mis ionero de que se tiene not ic ia e n la f r o n t e r a chichimeca ocurrió en u n a lejana sección del oeste. Después de la conquista de C o l i m a por Gonzalo de Sandoval, H e r n á n Cortés envió a su par iente Francisco Cor­tés, a fines d e l verano de 1524, a e x p l o r a r a l norte de Co­l i m a . 1 4 Francisco Cortés recorrió l a r i b e r a sur del r ío Santia­go, s i tuado a l norte del cacicazgo de Ja l i sco , 1 5 donde encontró l o que buscaba. D o n H e r n a n d o d i o instrucciones a su parien­te Francisco para que investigara los rumores de la existen­cia de u n a t r i b u de amazonas en esa r e g i ó n . 1 6 L a base de ese r u m o r se encontraba en que el cacique de Jalisco era u n a m u j e r . 1 7 L a zona explorada p o r Francisco Cortés corresponde a l actual Estado de Jalisco. L a atracción que ella p r o d u j o a Francisco Cortés l o obl igó a regresar a l año siguiente, 1525. 1 8 L l e v ó encomenderos y cult ivó la t i e r r a . 1 9 Para 1527, o b t u v o los servicios de u n catequista, J u a n Francisco, fran­ciscano discípulo de fray Pedro de Gante en la c i u d a d de M é x i c o . 2 0

E n estas encomiendas, establecidas a l o largo de la r ibera sur d e l r ío Santiago, h a b i t a b a n algunas cazcanes, u n a de nues­tras t r i b u s norteñas. Se recordará que a l referirnos a este p u e b l o en páginas anteriores, se d i j o que el río Santiago sólo a p r o x i m a d a m e n t e era u n a f rontera . E n rea l idad, el cacicazgo i n d e p e n d i e n t e de Etzatlán era u n o de los terr i tor ios t r a d i ­cionales de los cazcanes,2 1 s i tuado a l sur del río Santiago. 2 2

Etzat lán puede considerarse como el p r i m e r p u n t o de contac­to de la cr i s t iandad con las t r i b u s del norte , de l mismo m o d o q u e a l franciscano J u a n Francisco como su p r i m e r misione­r o . E l padre T e l l o refiere que cuando N u ñ o de G u z m á n lle­gó en 1530 encontró a J u a n Francisco catequizando los i n ­d i o s . 2 3

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D u r a n t e e l gobierno de G u z m á n , éste y sus capitanes, p r i n ­c i p a l m e n t e Pedro Almendes Chir inos , cruzaron en repetidas ocasiones las sierras de los cazcanes, al n o r t e de Santiago, e n sus viajes de ida y vuel ta a Cul iacán. N o nos hemos refe­r i d o , hasta ahora, a los frailes que los acompañaron en esas expediciones. T a m p o c o h u b o , de acuerdo con l o que se sabe, n i n g u n o s intentos para cristianizar a los nativos. Por el con­t r a r i o , las expediciones de G u z m á n en las sierras de los caz-canes, se h i c i e r o n famosas p o r sus engaños y b r u t a l i d a d e s . 2 4

E l año de 1530, el p r o p i o G u z m á n visitó el s i t io en que se encontraba el a n t i g u o t e m p l o de T e ú l , que p r o n t o se con­virt ió en el p u n t o más septentr ional de los esfuerzos misio­neros entre los cazcanes.2 5

Usaremos a l padre T e l l o , prudentemente , en relación con e l p r i m e r establecimiento franciscano en esta zona, pues él m i s m o vivió en estos conventos, cien años después de que ocu­r r i e r o n los sucesos que ahora relatamos. T e l l o nos cuenta q u e fray M a r t í n de Jesús, u n o de los doce apóstoles de la N u e v a España y fray A n t o n i o de Segovia, a q u i e n se le co­noce como el apóstol de Jalisco, estaban t rabajando entu­siastamente en l a región de Guadalajara, en 1534. 2 6 E n ese m i s m o año e n v i a r o n a fray Francisco Lorenzo a pocas mi l las a l sur del río Santiago a la región de Etzatlán, con instruc­ciones de i n i c i a r los trabajos misioneros, previos a la funda­c i ó n de u n convento permanente en E t z a t l á n . 2 7 Por esa época, p o r supuesto, G u z m á n había despojado a los enco­menderos de Francisco Cortés y n o volvió a saberse más del franciscano J u a n Francisco. E l mismo año de 1524, los pa­dres Mart ín de Jesús y A n t o n i o de Segovia habían enviado a fray A n t o n i o de Cuél lar y a l hermano lego fray J u a n Ca­lero a i n i c i a r l a construcción de l actual convento franciscano de Nuestra Señora de la Concepción. Así pues, el padre Te­l l o da el año de 1534 como la fecha de fundación de ese c o n v e n t o . 2 8 E l padre Francisco Lorenzo, mientras tanto , ha­bía descendido p o r el río para i n i c i a r la obra mis ionera en l a región de A h u a c a t l á n . 2 9

A ú n más ambicioso fue el proyecto de 1536 de establecer u n centro m i s i o n e r o en las alturas de las sierras de los cazca­nes, a l n o r t e d e l Santiago, cerca de l a n t i g u o t e m p l o de T e ú l ,

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donde los cazcanes se habían refugiado a causa de las i n c u r ­siones de G u z m á n . 3 0 Fray J u a n Pacheco y el capitán J u a n J u a n Delgado e n t r a r o n en esta región en la fiesta de San J u a n Bautista, el 24 de j u n i o de 1536. 3 1 Puesto que l legaron en esta fecha p a r t i c u l a r y que tanto el f ra i le como los sol­dados estaban bajo el p a t r o c i n i o de San J u a n , no es extraño que baut izaran a u n a iglesia que construyeron, así como a la loca l idad que organizaron, con el n o m b r e de San J u a n Bau­tista de T e ú l . E l padre T e l l o nos refiere que t e r m i n a r o n la construcción de la iglesia ese año. 3 1 2 U n hecho inusi tado fue la llegada de u n anciano sacerdote del clero secular (eviden­temente n o había n i n g u n a diócesis local en esa época) de n o m b r e J u a n Lozano, q u i e n los ayudó en la empresa hasta su muerte , cinco días después de la dedicación de la ig les ia . 3 3

Fue especialmente úti l tanto a l padre Pacheco como a l padre Delgado, quienes sol ic i taron su a u x i l i o con m o t i v o del le­v a n t a m i e n t o de los cazcanes en T l a l t e n a n g o , una aldea veci­na situada a l noreste. 3 ' 4 E l padre Pacheco t u v o que abando­nar su iglesia de T e ú l tan p r o n t o como fue terminada, pues fue l l a m a d o para ejecutar otros trabajos . 3 5 Sin embargo, el padre T e l l o habla de otros dos frailes que l legaron a la re­gión, en 1539, para c o n t i n u a r la o b r a . 3 6 T r a b a j a r o n en 30 aldeas hasta entonces no visitadas p o r los españoles.

L a mención que hace el padre T e l l o del l e v a n t a m i e n t o de T l a l t e n a n g o en 1536, a l que describe como de gran i m ­portancia , nos da la clave de la extensión ele la guerra del M i x t ó n o revuelta cazcana, pues con todos esos nombres se la conoce. T e l l o concuerda con la explicación que López-P o r t i l l o y W e b e r da de este conf l icto que tuvo lugar entre 1536 y 1546.37 José López-Porti l lo y Weber ha estudiado a m p l i a m e n t e la h is tor ia y la c u l t u r a precolombinas de los cazcanes y l legado a la conclusión de que la revuelta caz-cana n o fue u n l e v a n t a m i e n t o esporádico de unas cuantas bandas dispersas de nativos o p r i m i d o s , más b i e n fue u n a resistencia organizada y consciente frente a la intrusión de las ideas y del poder europeos. L a base de esa lucha son las diferencias religiosas de las dos razas. C o n el avance europeo en esta zona n o ocurrió l o que con la conquista cortesiana.

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pues en él n o fueron ayudados, sino p o r el c o n t r a r i o obs­taculizados, p o r los dogmas religiosos indígenas . 3 8

M i e n t r a s tanto, los frailes habían permanecido en sus puestos en la región de Etzatlán. Para los sucesos que ocu­r r i e r o n posteriormente sólo se cuenta con la a u t o r i d a d de M e n d i e t a . 3 9 C o m o se d i j o antes, el padre Lorenzo, el f u n ­d a d o r de la misión, había avanzado al oeste para mis ionar entre los tecos de la región de Ahuacat lán. E n la pr imavera de 1541, el padre Cuél lar , en su carácter de guardián del convento de Nuestra Señora de la Concepción de Etzatlán, t u v o que asistir el Capí tu lo de Pentecostés de la Provincia en l a c i u d a d de México. Sólo se registran en esa época tres f ra i ­les en Etzatlán: Cuél lar , u n sacerdote de n o m b r e ignorado y e l h e r m a n o lego J u a n Calero. D u r a n t e su ausencia, el padre C u é l l a r encomendó a l o t r o franciscano la dirección del con­vento. U n o de los pueblos de vis i ta de este convento de Etzatlán, mientras tanto, se había u n i d o a u n g r u p o de caz-canes renegados de la sierra de T e q u i l a , situada al sur del r í o Santiago. C o m o el sacerdote que permaneció a l frente d e l convento ignoraba la lengua indígena, el hermano J u a n * Calero regresó para pacificarlos y fue m u e r t o cerca de la sie­r r a de T e q u i l a el 10 de j u n i o de 1541. 4 0 Fue el p r i m e r eu­ropeo m a r t i r i z a d o en la h is tor ia de la N u e v a España y el p r i m e r franciscano víctima de las t r ibus norteñas . 4 1 A me­diados del m i s m o mes, el padre Cué l lar regresó y continuó l a pacificación i n i c i a d a p o r fray J u a n Calero, pero el 12 de agosto de ese año de 1541 también fue m a r t i r i z a d o por las cazcanes cuando volvía de Ameca a E t z a t l á n . 4 2 Los padres M a r t í n de Jesús y A n t o n i o de Segovia, el apóstol de Guada-lajara, también se d i s t i n g u i e r o n en la guerra del M i x t ó n por sus intentos pacificadores, acompañando a las tropas en las activas campañas registradas a l n o r t e del río Santiago. 4 3

La señal oficial para el avance al norte, 1542-1550. De los registros de las visitas hechos p o r T e l l o de Sandoval, de la administración del v i r r e y Mendoza a l f i n de 1546, se des­p r e n d e con toda c lar idad que el v i r r e y estaba convencido de que la rebel ión de los cazcanes y de los zacatecos tenía o r i g e n r e l i g i o s o . 4 4 T a m b i é n es claro que Mendoza advir-

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tío en esta situación u n pe l igro mayor, n o sólo para la paz de la N u e v a Gal ic ia , sino para la seguridad de toda la N u e v a E s p a ñ a . 4 5 Por esta razón n o es de sorprender el que haya enviado frailes a las tierras norteñas, pagados por él mismo, con el objeto de prevenir futuros levantamientos de los caz-canes, zacatecos o de cualesquiera otras t r ibus norteñas . 4 6

N o hay pruebas documentales de que haya sido el v i r r e y q u i e n patrocinó las frecuentes "entradas" de fray A n t o n i o de Segovia y de fray M i g u e l de B o l o n i a a l t e r r i t o r i o cazcán y zacateco. F u e r o n estos dos frailes, sin embargo, quienes más c o n t r i b u y e r o n a la pacificación de las t r i b u s norteñas des­pués de la rebel ión del M i x t ó n . 4 7 E l padre T e l l o refiere que fue M i g u e l de B o l o n i a , l l a m a d o p o r Segovia d u r a n t e la rebe­l ión de l M i x t ó n , q u i e n fundó el convento de J u c h i p i l a en 1542, en p l e n o centro de la zona rebelde . 4 8 Desde aquí , los frailes t r a b a j a r o n toda la zona n o r t e y aún penetraron al t e r r i t o r i o zacateco. 4 9 Además, de la fundación de J u c h i p i l a se derivó el descubrimiento de las minas de Zacatecas.

Desde la época de l descubrimiento de las minas del Es­pír i tu Santo y Xaltepec, cerca de Compostela y u n poco des­pués de la rebel ión del M i x t ó n , Cristóbal de Oñate , el cual regía en la p r o v i n c i a de la N u e v a Gal ic ia como vicego­bernador, se interesó en el descubrimiento de las m i n a s . 5 0

O ñ a t e también se ocupó de la tarea de pacif icar la región, después de l v i o l e n t o f i n de la revuelta cazcana. 5 1 C o m b i n ó estos dos intereses comisionando a J u a n de Tolosa , veterano conquistador de la N u e v a Gal ic ia y combatiente d i s t i n g u i d o en la rebel ión de l M i x t ó n , para organizar u n a expedición con este p r o p ó s i t o . 5 2 L a expedición i n i c i a l n o avanzó más allá de la sierra de los cazcanes, pero Tolosa t u v o noticias en esta " e n t r a d a " de los ricos minerales existentes a l n o r t e de J u c h i p i l a , en el t e r r i t o r i o de los zacatecos.53 Entonces, organizó u n a expedic ión costeada por M i g u e l de I b a r r a , 5 4 con e l objeto de c o m p r o b a r la veracidad de estos r u m o r e s . 5 5 T o ­losa fue a c o m p a ñ a d o p o r u n p u ñ a d o de soldados españoles y u n c ierto n ú m e r o de indios aliados de T l a j o m u l c o , a l sur de Guadalajara, para prepararse contra u n posible ata­que en esas tierras ignotas situadas a l n o r t e de J u c h i p i l a . 5 6

C u a t r o frailes franciscanos cuyos nombres, desgraciadamente

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ignoramos, también acompañaron a la e x p e d i c i ó n . 5 7 E n agos­t o de 1546, la compañía rodeó el camino al norte de Guada-la jara , cruzó el río Santiago y los profundos valles cazcanes a l norte de J u c h i p i l a . 5 8 E n ese lugar, sabiendo que más a l n o r t e encontrarían a los poco conocidos zacatecos, p i d i e r o n a u n g r u p o de neófitos de J u c h i p i l a que los acompañaran en c a l i d a d de intérpretes. 5 9

E n la víspera de la fiesta de la N a t i v i d a d de Nuestra Se­ñora, el 8 de septiembre de 1546, el g r u p o explorador acam­p ó en la zona donde actualmente se asienta la c iudad de Zacatecas. 6 0 Debe recordarse que también los zacatecos se v i e r o n involucrados en la rebel ión del M i x t ó n . Por esta ra­zón, la p r i m e r a reacción de los nativos fue de temor, pues h a b í a n tenido noticias de las expediciones puni t ivas empren­didas a causa de la rebelión. Para ponerse a salvo se remon­t a r o n a la Bufa , la mayor de las montañas de esa zona. 6 1 A l d í a siguiente, los neófitos de J u c h i p i l a s irv ieron a l propósito a l que antes se ha hecho referencia, persuadiendo a los zaca­téeos a que descendieran y amistaran con los españoles. 6 2 E n g r a t i t u d p o r las atenciones y obsequios que Tolosa les ofreció, los zacatecos cooperaron como guías y de este m o d o e l descubrimiento de las minas de p l a t a y de la fabulosa r iqueza de Zacatecas se o b t u v o para la corona española en los años siguientes. 6 3

N o se sabe cuanto t i e m p o permanecieron los cuatro fran­ciscanos con Tolosa. Se i g n o r a si en esta aventura se les ofreció u n puesto permanente. M e c h a m o p i n a que ayudaron a Tolosa en sus esfuerzos p o r asentar a los indios en las zo­nas más inmediatas a Zacatecas. 6 4 Estamos seguros que n o establecieron n i n g u n a fundación permanente sino hasta al­gunos años más tarde. Después del p r i m e r año los colonos l legaron en t r o p e l y a ú n despoblaron otras fundaciones de la N u e v a G a l i c i a . 6 5 E n 1547 se estableció la diócesis de Nue­va G a l i c i a . 6 6 U n sacerdote d e l clero secular de la diócesis recientemente f u n d a d a fue enviado m u y p r o n t o para que atendiera a los españoles en Zacatecas. L a descripción o f ic ia l de la c i u d a d en 1608 refiere que la iglesia diocesana estaba en construcción. 6 7

Puede parecer sorprendente que los franciscanos n o or-

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ganizaran inmediatamente su centro m i s i o n a l . T a l vez no sentían la necesidad de consolidar sus posiciones a l o largo de esa l ínea de incipientes misiones, que se extendían del centro de la a u t o r i d a d franciscana, en la c i u d a d de México, r u m b o al oeste, hasta llegar a la costa del Pacífico. E n cuan­t o a Zacatecas, se convirtió en la sede del gobierno de la f u t u r a p r o v i n c i a franciscana del norte . Los frailes estable­c i e r o n u n convento permanente en Zacatecas. Jiménez M o ­r e n o asegura que se fundó en 1567. 6 8 Esto lo corrobora la frase de u n i n f o r m e of ic ia l de la diócesis de Nueva Gal ic ia e n 1570, que habla del "recientemente f u n d a d o ' ' convento franciscano de Zacatecas. 6 9

Volvamos de nuevo a los efectos inmediatos de la guerra d e l M i x t ó n y de la acción of ic ia l de l v i r r e y Mendoza para paci f icar las t r ibus norteñas. P h i l i p W a y n e Powel l o p i n a que a Mendoza le i n q u i e t a b a la f rontera chichimeca, la zona del r ío L e r m a antes descrita, pues temía perder las principales rutas de comunicación entre la c i u d a d de México y la Nueva G a l i c i a . 7 0 L a siguiente " e n t r a d a " de que trataremos, por consiguiente, es la de fray J u a n de San M i g u e l , en la zona d e l río L e r m a y alrededores de A c á m b a r o . H a y pruebas de q u e Mendoza la f i n a n c i ó . 7 1 Fray J u a n de San M i g u e l fue u n o de los pr imeros frailes que l legaron a la Nueva España, después de los l lamados doce apóstoles. E l padre Beaumont sitúa su l legada a la famosa misión en 1528. 7 2 E n 1542 lo encontramos como guardián del convento franciscano. 7 8 M e n ­cionamos este establecimiento u n poco antes en relación con la preconquista de la f rontera chichimeca. D e n t r o de u n a distancia razonable, a l norte de A c á m b a r o , este intrépido f r a i l e estableció su base de operaciones. Usando a los nativos neófitos de A c á m b a r o como levadura, el año de 1546 reunió a u n g r u p o de tarascos, otomíes y guamares en u n a funda­ción, a la que d i o el n o m b r e de San M i g u e l , cerca del sit io en el que actualmente se encuentra San M i g u e l A l lende . Este p u e b l o de San M i g u e l fue u n nexo valiosísimo en la r u t a de la p lata , entre Zacatecas y la c i u d a d de México . De él envió fray Juan misiones volantes al n o r t e y a l noroeste, a las tie­rras de los guamares, que l legaban hasta el t e r r i t o r i o de los guachichiles y a l noroeste y los pames, hasta la zona del río

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Verde. C o n la mayor c a n t i d a d de chichimecas que le fue posible, fundó, en su p u e b l o de San M i g u e l , u n a escuela para aquéllos, a la que l lamó el colegio de San M i g u e l .

Las primeras "entradas" al norte de Zacatecas, L a década 1550-1560 es de confusión en el norte , o a l menos aparece confusa para las investigaciones históricas actuales. Los elementos que supone el avance al norte ofrecen u n a enorme var iedad. U n a audiencia se estableció en Compos-tela, en N u e v a Gal ic ia , en 1548. 7 4 L a mayor parte de las tierras del n o r t e estaban bajo su jurisdicción, a l menos no­m i n a l . Por t a n t o , era de esperarse que en 1552 esta audien­c ia de la N u e v a Gal ic ia comisionara u n a expedición a l m a n d o de Ginés Vázquez del Mercado para conquistar las tierras más septentrionales. 7 5 Esta expedición tuvo poco éxito, aun­q u e llegó hasta los aledaños de la actual c i u d a d de D u r a n -g o . 7 6 N o hay noticias de que capellanes o misioneros hubie­r a n p a r t i c i p a d o en ella, n i de que se h u b i e r a hecho esfuerzo a l g u n o para catequizar a los indios de esas regiones. C o m o esa expedición fue diezmada p o r los ataques de los indios y de ella no resultó el establecimiento de n i n g u n a fundación m i n e r a (aunque muchos sitios después l legaron a ser famo­sas minas), la nueva audiencia de Compostela se desanimó. Para aumentar sus problemas los oidores p r o n t o se s i n t i e r o n frustrados y confusos p o r los muchos obstáculos puestos a sus poderes. Por e jemplo , se les negó el derecho de sellar sus do­cumentos con el sello r e a l . 7 7 L a A u d i e n c i a n i s iquiera t u v o su p r o p i o presidente local. E l v i r r e y de la c i u d a d de M é x i c o poseía plenos poderes como presidente de e l l a . 7 8 E n u n i n ­tento por a d m i n i s t r a r jus t ic ia d e n t r o de su jurisdicción y en e l norte y proveer para las obras de exploración y expan­sión, a veces estableció alcaldías mayores en los te rr i to r io s norteños, pero con frecuencia d o n Francisco de I b a r r a ( q u i e n l levaba autorización del v i rrey) c o n t r a d i j o la a u t o r i d a d de esos alcaldes. 7 9

L a situación eclesiástica era igualmente confusa. Las "entradas" de los misioneros estuvieron a cargo de los f ra i ­les franciscanos que actuaban independientemente de la cus­t o d i a de Michoacán y Jalisco, a l margen de la p r o v i n c i a del

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Santo Evangelio en la c i u d a d de M é x i c o y esto para no ha­b l a r de los sacerdotes del clero secular de la recién f u n d a d a diócesis de la Nueva Gal ic ia , que acompañaban a las expe­diciones de exploración y colonización. Debería notarse en esta ocasión que cuando la p r i m e r a p r o v i n c i a franciscana se organizó en 1535, p r i n c i p a l m e n t e la p r o v i n c i a de l Santo Evangel io en la c i u d a d de México , el área misionera de M i -choacán-Jalisco constituyó u n a custodia, d is t inta en varios aspectos, pero bajo la dirección y protección de la p r o v i n c i a d e l Santo Evange l io . 8 0

E l p r i m e r avance franciscano a l n o r t e de Zacatecas no sa­l ió de Guadalajara, como podría esperarse; fue u n a cont i ­nuación del proyecto i n i c i a d o p o r fray J u a n de San M i g u e l a l o largo de la sección centra l de la f rontera chichimeca. Este cambio inesperado se debió a los heroicos esfuerzos de fray Bernardo Cossin, u n francés de la p r o v i n c i a franciscana de A q u i t a n i a , q u i e n reemplazó a fray J u a n de San M i g u e l hacia 1550 como mis ionero de l p u e b l o de San M i g u e l . 8 1 Pro­bablemente el proyecto más i m p o r t a n t e de todos fue la cons­trucción de u n a carretera que comunicara directamente las minas de Zacatecas con la c i u d a d de México . Antes de que se construyera, las conductas de la p l a t a tenían que hacer u n largo rodeo p o r el camino de Guadalajara. L a nueva fundación de San M i g u e l estaba directamente a la derecha de la nueva carretera. E l n o m b r e del padre Bernardo apare­ce repet idamente en los documentos oficiales empeñado en la construcción de u n mesón en San M i g u e l para hospedar a los v ia jeros . 8 2 Fray Bernardo Cossin tomó ejemplo de su predecesor fray J u a n de San M i g u e l y realizó u n gran núme­r o de jornadas misioneras en los desconocidos terr i tor ios norteños, aunque se i g n o r a la fecha exacta de ellas. E n u n a ocasión entró a la región de r ío Verde y hay constancias de que bautizó a muchos de los nativos de e l l a . 8 3 Podría supo­nerse que su úl t ima entrada fue la más larga, pues avanzó hasta el noroeste, construyendo algunas pequeñas capillas provisionales en los lugares más poblados que v is i tó . 8 4 E n esta histórica marcha mis ionera estableció u n a práctica que c o n t i n u a r o n las posteriores misiones de los jesuitas, la de de­j a r algunos jóvenes neófitos como catequistas, cuando pasaba

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de u n a fundación a la s iguiente . 8 5 F i n a l m e n t e el padre Cossin l l egó hasta Zacatecas donde pasó varios días en las cercanías d e las minas del Pa|nuco. 8 6 Entonces de nuevo volvió r u m b o a l norte . E n esa ocasión l legó hasta las proximidades de las minas de San Martín, que u n documento califica de " t o ­d a v í a n o descubiertas", 8 7 lo que nos conduce a situar la fecha d e esta " e n t r a d a " antes de 1554. 8 8 Cerca de la aldea zacate­ca de Z a i n , fue m a r t i r i z a d o p o r indios enemigos. 8 9 Se tra­t a b a probablemente de u n a banda n ó m a d a de guachichiles q u e l u c h a b a n contra los españoles y sus amigos los zaca­tecos. E l hecho ocurrió cerca de la t i e r r a de nadie entre las dos t r i b u s , a la que se ha hecho referencia páginas atrás. B e r n a r d o Cossin fue el p r i m e r mártir de la Nueva Vizcaya.

Después de la muerte del padre Cossin, aparece u n j o v e n vasco en el país del norte , d o n Francisco de I b a r r a , que con e l t i e m p o dominaría el escenario norteño d u r a n t e cosa de dos décadas. Su i m p o r t a n c i a se expl ica p o r las conexiones q u e tenía t a n t o en la N u e v a Gal ic ia como en la c i u d a d de M é x i c o . Su tío abuelo, M i g u e l , fue el capitán M i g u e l de Iba­r r a , e l cual se hizo famoso en la guerra del M i x t ó n y en el d e s c u b r i m i e n t o de las minas de Zacatecas. Su tío, Diego de I b a r r a , la m a y o r parte del t i e m p o radicó en la c i u d a d de Mé­x i c o y fue con él con q u i e n el j o v e n Francisco vivió cuando l legó a l N u e v o M u n d o a m u y t e m p r a n a edad. D o n Diego fue para su sobrino, en la mayor parte de su carrera, algo así como padre y consejero. L a tía de Francisco, esposa de d o n Diego, fue doña A n a Velasco, h i j a del v irrey , t u v o p a r a él cuidados maternales d u r a n t e esos años. N o es de sorprender, p o r consiguiente, encontrar al j o v e n d o n Fran­cisco t r a b a j a n d o como paje del v i r r e y d u r a n t e los pr imeros años de la administración del p r i m e r o de los Velasco. 9 0

E n los comienzos de su administración como v i rrey de la N u e v a España, d o n L u i s de Velasco solicitó el permiso real p a r a e x p l o r a r las tierras norteñas, con el objeto de " loca l i ­zar sitios para f u n d a r ciudades y para buscar m i n a s " . 9 1 Cuan­d o se concedió el permiso real n o es extraño que el joven d o n Francisco fuera escogido para encabezar las expedicio­nes. Gracias a estos íntimos lazos con la corte v i r r e i n a l

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Francisco fue elegido, prefiriéndole a hombres de la t a l l a de J u a n de Tolosa, Cristóbal de Oñate, o aún de su p r o p i o tío d o n Diego, o de su tío abuelo, M i g u e l de I b a r r a , todos con gran experiencia de la v i d a de la f rontera. Esto es espe­cialmente c ierto si se considera que el j o v e n d o n Francisco sólo tenía 15 o 16 años de edad cuando emprendió esta empresa en 1554. 9 2

D o n Francisco de I b a r r a y u n pequeño g r u p o , de acaso 20 a 30 hombres, en septiembre de 1554, salieron de Zacatecas para e x p l o r a r las tierras del norte en busca de m i n a s . 9 3 L a expedic ión duró tres meses y l legó hasta e l val le de San J u a n , en el n o r t e de D u r a n g o . 9 4 Nuestro interés p a r t i c u l a r en esta " e n t r a d a " estriba en J u a n García, l icenciado, de q u i e n se sabe que predicó y bautizó a los i n d i o s . 9 5

Sé i g n o r a si este l icenciado García había rec ib ido o n o las órdenes sagradas. Fue práctica común en el N u e v o M u n d o , desde los t iempos del p r o p i o C o l ó n , que quienes carecieran de las órdenes sagradas catequizaran y baut izaran a los n a t i ­vos en casos de necesidad. Por sólo su t ítulo puede inferirse que García tenía a lguna preparación en materias teológicas; s in embargo, nosotros suponemos que el c i tado Garc ía fue u n sacerdote. Jiménez M o r e n o l o inc luye en u n a l ista con el carácter de V i c a r i o de l a N u e v a Fundación de San M a r t í n , en 156o. 9 6

Para que n o se piense que los franciscanos f u e r o n los úni­cos promotores de la conversión de las t r i b u s norteñas, en los años siguientes se hará u n a digresión para resaltar la i m p o r ­tancia del papel desempeñado p o r el clero secular de la recién f u n d a d a diócesis de N u e v a Gal ic ia . N o sólo a tendieron cui­dadosamente a los fieles españoles, que era la p r i m e r a de sus obligaciones, sino que en muchos casos a p r e n d i e r o n las len­guas nativas y c u i d a r o n con g r a n empeño a los indios . Por 1570 había 8 sacerdotes diocesanos, sólo en el n o r t e de Zaca­tecas. 9 8

Volvamos de nuevo a la década 1550-1560, a la sorpren­dente obra que los franciscanos de Guadala jara h i c i e r o n d u r a n t e la p r i m e r a parte de esa década. ¿Por qué n o h u b o más "entradas" misioneras a las tierras d e l norte? L a res­puesta la da u n p r o b l e m a de organización. .Ya mencionamos

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e l desaliento de la audiencia de la Nueva Gal ic ia después de l fracaso de la expedición de Vázquez de l Mercado. A esto se a ñ a d e que el v i r r e y escribió a l Rey en febrero de 1554 ( q u i e n l e había p r o h i b i d o nuevas expediciones a l norte de Guada-la jara) , con el objeto de "establecer ranchos o m i n a s " . 9 9 Los establecimientos misioneros servían poco para ese propósito, a menos que los siguieran colonos.

T a m b i é n había otras dif icultades. Los franciscanos de Guadala jara dependían de la c i u d a d de México. Sus supe­r iores de la P r o v i n c i a del Santo Evangelio de la c i u d a d de M é x i c o enviaban a Guadalajara sólo el personal sobrante, después de satisfacer plenamente sus propias necesidades.

E n mayo de 1557 el Padre guardián y e l d e f i n i t o r i o de la custodia de Jalisco, que p o r esa época parecen haber logrado u n a cierta independencia de la custodia de Michoacán, es­c r i b i e r o n a l rey pidiéndole más frailes para su custodia, p o r c u a n t o algunos de ellos h a b í a n descubierto nuevas tierras a l n o r t e , con t a n grandes poblaciones indias que requerirían cosa de veinte conventos para c u i d a r l o s . 1 0 0 E l documento ref iere que los frailes de la custodia se r e u n i e r o n en capítulo, en esa ocasión, para escribir la c a r t a , 1 0 1 en la cual es percep-t i b l e su gran entusiasmo. Los dos frailes de quienes se dice q u e acababan de volver de u n a entrada misionera son sin d u d a f r a y J u a n de T a p i a y su " p a d r e c o m p a ñ e r o . 1 0 2

M e n d i e t a sitúa el comienzo de la j o r n a d a misionera de f r a y J u a n de T a p i a y su compañero en 1556. 1 0 3 T a p i a entró a l val le de l n o r t e de Zacatecas procedente de la costa or ien­t a l . De la región costera, s i tuada a l n o r t e de T e p i c , avanzó a l va l le de Acaponeta, a l noroeste, sobre la gran sierra madre y, f i n a l m e n t e , l legó a l val le de Guadiana. T a p i a denominó a este val le con el n o m b r e de San Francisco y construyó en él u n p e q u e ñ o convento p r o v i s i o n a l . E l padre T a p i a , pues, fue e l p r i m e r franciscano que trabajó en l o que más tarde sería asiento de la c i u d a d de D u r a n g o , capi ta l de la N u e v a Vizcaya. Después regresó atravesando el val le de Acaponeta hasta la re­g ión costera y prosiguió a la costa o r i e n t a l de México , en u n a j o r n a d a de tres días, hasta l legar a l n o r t e de Mazatlán. E n su p r o p i o i n f o r m e o " c u e n t a " de esta ambiciosa j o r n a d a , refiere q u e predicó a los nativos, bautizó a mi l lares de ellos y cons-

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truyó varias iglesias. 1 0 4 M e n d i e t a también habla del fran­ciscano Lucas que ayudó a T a p i a en sus apostólicas empresas entre los chichimecas, aunque no especifica en qué ocasión p a r t i c u l a r . 1 0 6 Lucas debe haber sido de u n gran valor para T a p i a , especialmente en esta p r i m e r a "entrada" , pues M e n ­dieta refiere que tenía reputación de conocer bastante b i e n los dialectos chichimecas. 1 0 7 B i e n p u d o haber sido él el " p a d r e compañero" a q u i e n se refiere T a p i a en su " c u e n t a " . 1 0 8

Fray J u a n de T a p i a regresó de su p r i m e r a "entr a da " , refie­re M e n d i e t a , mientras u n capítulo de la custodia t r a b a j a b a . 1 0 9

Este dato coincide exactamente con l o que se sabe de la re­u n i ó n del capítulo de la custodia de Jalisco, en mayo de 1557. Para impres ionar a sus superiores sobre la necesidad de conti­n u a r sus esfuerzos, T a p i a llevó a Guadala jara u n considerable n ú m e r o de sus neófitos chichimecas. T a p i a impresionó tanto a aquéllos, según cuenta M e n d i e t a , que le concedieron permiso para regresar al campo de sus trabajos. 1 1 0 Fray J u a n de T a p i a fue m a r t i r i z a d o p o r los guachichiles, a esca­sas 4 leguas de Zacatecas. 1 1 1 C o m o éste no era el t e r r i t o r i o de los guachichiles T a p i a , al i g u a l que Cossin antes que él, fue v íct ima de u n a p a r t i d a que avanzó hasta la t ierra de nadie en la f r o n t e r a zacateco-guachichil.

Es interesante especular sobre l o que p u d o haber o c u r r i d o , si la custodia de Jalisco h u b i e r a sido capaz de c o n t i n u a r sus planes de expansión al norte . C ier tamente se encontraba en u n a m e j o r situación geográfica, para enviar misioneros, que los cuarteles generales de la c i u d a d de México . A l año siguiente, 1558, de nuevo actuando con independencia, tanto de las autoridades eclesiásticas como de las civiles de la Nueva Gal ic ia , el v i r r e y tomó este asunto a su cuidado, como se verá poco más adelante. T o d a v í a p o r 1583 la custodia de Jalisco i n t e n t a b a i n c o r p o r a r la zona norteña y l legar a ser p r o v i n c i a franciscana d i s t i n t a . 1 1 2

Los pioneros de la custodia, 1558-1560. L a paradoja de este estudio radica en que mientras más frailes penetraron a l área norteña y más progresaron en su apostolado, menos documentos pueden encontrarse de su empresa. Esto puede p a r c i a l m e n t e explicarse. C o m o los t e r r i t o r i o s del norte lle-

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g a r o n a ser más autónomos, los franciscanos establecieron sus p r o p i o s archivos locales all í; además, nunca se conoció la estabi l idad en esta salvaje región. Pueblos enteros f u e r o n abandonados a l irse descubriendo nuevas minas. Centros ecle­siásticos se destruyeron en muchos levantamientos nativos. G r a n parte de este m a t e r i a l fue concentrado en el convento de Zacatecas, u n a vez que éste l legó a ser el cuartel general de l a custodia y después de la p r o v i n c i a . Desgraciadamente, el 7 d e dic iembre de 1648, el convento de Zacatecas fue destruido p o r el f u e g o . 1 1 3

Por esa m i s m a época hay u n a laguna en nuestro conoci­m i e n t o de las autoridades civiles de la región. A u n de las expediciones de Francisco de I b a r r a poco se sabe, hasta la fecha en que se le n o m b r a gobernador de la N u e v a Vizcaya e n 1562. 1 1 4 U n a buena razón que explica este hecho fue la preocupación v i r r e i n a l p o r F l o r i d a . Esto, a su vez, reflejaba u n a ant igua preocupación real . Las costas orientales de Flo­r i d a eran, evidentemente, vulnerables a la expansión extran­j e r a , p a r t i c u l a r m e n t e a la francesa. Fel ipe I I escribió a l v i rrey , a este respecto, en d ic iembre de 1557, ordenándole que entrara en a c c i ó n . 1 1 5 Poco menos de u n año después, en septiembre de 1558, Velasco hizo u n i n f o r m e sobre los pro­gresos de este proyecto y reveló que había estado conside­r a n d o u n avance a l n o r t e de las minas de San Mart ín , pero q u e l o había pospuesto hasta que lo de F l o r i d a p u d i e r a ponerse en marcha. Sin embargo, envió a tres religiosos, que, j u n t o con los que ayudaban a los sacerdotes seglares, b a u t i ­zaron u n b u e n n ú m e r o de indios a l norte de San Mart ín . E n t r e esos sacerdotes diocesanos debió haber estado el l icen­ciado J u a n García . Los tres religiosos m i s i o n a r o n a l n o r t e de San Mart ín y s i rv ieron como u n pequeño avance de l g r u p o e x p l o r a d o r de l fabuloso r e i n o de C o p a l a , 1 1 6 que n u n c a en­c o n t r a r o n , p o r la sencilla razón de que Copala n o existía. Esta población sólo v ivió en u n relato b r i l l a n t e y célebre, recogido p o r J u a n de T o l o s a y otros, en la p r i m e r a expedi­c ión de d o n Francisco de I b a r r a . 1 1 7 A pesar de las adverten­cias recogidas de esas f u e n t e s , 1 1 8 Velasco continuó creyendo en C ó p a l a hasta 1563. 1 1 9

Los nombres de los tres religiosos n o se consignan en los

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informes gubernamentales. Nuestra fuente p r i n c i p a l y única, sobre el aspecto religioso de esta operación, es la memorable carta de fray Jacinto de San Francisco a Felipe I I , fechada e l 20 de j u l i o de 1 5 6 1 . 1 2 0 Esta carta es memorable p o r varias razones. I m p o r t a m u c h o más para este estudio, por contener la biografía de u n o de los personajes más atrayentes de la N u e v a España en el siglo XVI. De acuerdo con u n a biografía, breve pero of ic ia l , escrita d e n t r o de los veinte años que siguie­r o n a su muerte , fray Jac into de San Francisco, p o p u l a r m e n t e conocido como Fray Cintos , m u r i ó en el norte unos cinco años después de haber sido escrita esta c a r t a . 1 2 1 A los 60 años de edad comenzó su ardua empresa misionera en el norte . É l m i s m o coloca su llegada a l N u e v o M u n d o en 1515. 1 2 2 L a fundación de L a H a b a n a en ese m i s m o año, p u d o m u y b i e n haber c o i n c i d i d o con su llegada. Por otra parte, re­f iere que formó parte de la expedic ión de G r i j a l v a a las costas de l G o l f o en 1518. 1 1 2 3 V o l v i ó a México con Cor­t é s , 1 2 4 y participó en la conquista de la Nueva España, desde e l comienzo hasta e l f i n . 1 2 5 T o m ó parte activa en las expediciones de descubrimiento d e l M a r del Sur, después de la caída de T e n o c h t i t l á n . 1 2 6 T a m b i é n nos habla de las encomiendas, repar t imientos y esclavos que se le concedieron y de cómo en m e d i o de todo esto exper imentaba u n a com­pleta conversión a D i o s . 1 2 7 L l e g ó a ser hermano lego fran­ciscano en el convento grande de San Francisco de la c i u d a d de M é x i c o , antes de 1528. 1 2 8 E n ese lugar sirvió como portero d u r a n t e muchos a ñ o s . 1 2 9 L a carta de Fray Cintos n o está escrita c o n u n espíritu jactancioso, n i él pretendía obtener favores ulteriores. Más b i e n fue l a expresión conmovida de la devoción de u n español a su Dios y a su rey.

Fray Cintos expl ica a m p l i a m e n t e esta empresa, que aco­metió como mis ionero v o l u n t a r i o en el norte , pese a su avanzada edad. Refiere (esto ocurrió dos años antes de que escribiera la carta) que el v i r r e y l o envió j u n t o con otros dos frailes en búsqueda del N u e v o M é x i c o . 1 3 0 Esto colocaría su j o r n a d a a fines de 1558 o a p r i n c i p i o s de 1559, lo que coincide exactamente con l a observación del v i r rey (en su carta antes citada del 30 de septiembre de 1558) a l rey, de que envió tres religiosos en busca de Copala. Fray Cintos confiesa

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q u e la m a y o r alegría de su v i d a fue e l haber t e n i d o opor­t u n i d a d de atestiguar la conquista e s p i r i t u a l de M é x i c o , 1 3 1

e n la que soñaba con p a r t i c i p a r a c t i v a m e n t e . 1 3 2 De nuevo evoca las observaciones de la carta de Velasco de 1558, p o r c u a n t o re lata e l p l a n de l v i r r e y para que a esta " e n t r a d a " e s p i r i t u a l s iguieran pequeños grupos de colonos españoles, a los que e l v i r r e y confiaba atraer mediante el señuelo de t ierras agrícolas y de minas de o r o y p l a t a que segura­m e n t e descubrirían en ese l u g a r . 1 3 3 Fray Cintos añade, s in embargo, q u e los colonos nunca l legaron, puesto que la aten­c i ó n y los recursos d e l v i r r e y los absorbió t o t a l m e n t e la aven­t u r a de F l o r i d a , 1 3 4 Calcula que avanzaron algo así como 15o leguas a l n o r t e de la c i u d a d de M é x i c o . 1 3 5 Asegura haber s ido b i e n recibidos p o r los nativos, quienes más adelante les l l e v a r o n sus niños para b a u t i z a r l o s . 1 3 6 Por l a carta de Velas­co de 1558, se sabe que esta expedición centró su ac t iv idad a l n o r t e de las minas de San Mart ín . Jiménez M o r e n o concluye q u e t r a b a j a r o n en la región occidental de San M a r t í n , abarcando las inmediaciones de l a reciente funda­c ión de D u r a n g o 1 3 7

C o m o se h a mencionado antes, m u y poco se sabe sobre los detalles de las actividades de I b a r r a en esta época. N o hay n i n g u n a constancia d e l contacto entre esos tres frailes y el f u t u r o gobernador de la N u e v a Vizcaya. Fray Cintos habla de q u e rec ibió órdenes del p r o v i n c i a l de la Provinc ia de l Santo Evangel io y de l v i r r e y Velasco para regresar a la c iu­d a d de M é x i c o . L a razón fue e l temor p o r la seguridad de los tres frailes, más la incapacidad d e l v i r r e y para que grupos de colonos s iguieran a las "entradas" de los m i s i o n e r o s . 1 3 8

Esto situaría l a revocación de la o r d e n a Cintos n o más allá de fines de 1560, cuando empezaron a aparecer señales de i n q u i e t u d entre los zacatecos, lo que c o n d u j o a su revuelta de 1 5 6 1 . 1 3 0 Fray C i n t o s también se refiere a este desasosiego entre los nat ivos, pero menciona que apareció después de la p a r t i d a de los frailes y da a entender que la salida de éstos fue u n o de los factores que m o t i v a r o n e l desagrado de los i n d i o s . 1 4 0 T a m b i é n hace dos observaciones veladas que dejan la impresión de que v i o con a lguna simpatía esta rebelión i n d i a . 1 4 1 P o r otras fuentes se sabe que algunos de los p r i m e -

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ros fundadores de San Mart ín , a l i g u a l que u n cierto n ú m e r o de los pr imeros acompañantes de d o n Francisco de I b a r r a , f o r m a r o n u n g r u p o i m p o r t a n t e , a u n antes de que l legaran a las tierras n o r t e ñ a s . 1 4 2

Jiménez M o r e n o sugiere que el segundo m i e m b r o del trío franciscano p u d o haber sido fray Jerónimo de M e n d o z a . 1 4 3

L a única constancia contemporánea, f u n d a m e n t a l , que existe de fray Jerónimo de Mendoza procede de la p l u m a de su cofrade y tocayo fray Jerónimo de M e n d i e t a . 1 4 4 M e n d i e t a refiere que fray Jerónimo estaba emparentado, en cierto modo, con el p r i m e r v i r r e y de la N u e v a España, d o n A n t o ­n i o de Mendoza; que Jerónimo v i n o a l N u e v o M u n d o n o en cal idad de f ra i le sino de lego y que, a causa de su pa­rentesco con el v i rrey , se le confió u n a posición de cierta responsabil idad. E l p r o p i o M e n d i e t a refiere que el j o v e n Mendoza l levaba u n a v i d a desordenada cuando se convirt ió y entró a la o r d e n franciscana en el convento de San Francisco de la c i u d a d de M é x i c o . 1 4 5 A l i g u a l que su compañero en los viajes norteños, e l h e r m a n o lego Fray Cintos, fray Jerónimo de Mendoza se graduó en artes y teología y o b t u v o el tí­t u l o de p r e d i c a d o r . 1 4 6 Es presumible , p o r consiguiente, de acuerdo con las costumbres actuales y de entonces, que haya sido sacerdote. M e n d i e t a resume las experiencias del padre Mendoza en e l n o r t e dic iendo, s implemente, que deseaba tra­bajar entre las t r i b u s barbaras del n o r t e y que en esta empresa caminó muchas leguas r u m b o a Cópala .

U n a serie de informes, que estamos tentados a cal i f icar de legendarios, h a n aureolado la f i g u r a de fray Jerónimo de Mendoza. Estos dudosos informes n o h a n nacido de las fuentes contemporáneas que hemos estudiado, más b i e n co­mienzan con u n cronista franciscano que escribió a p r o x i m a ­damente dos siglos después. Los pr imeros cronistas, como T o r q u e m a d a y T e l l o , copian f u n d a m e n t a l m e n t e el tes t imonio de M e n d i e t a . 1 4 7 E l misterioso cronista es fray José A r l e g u i , q u i e n comenzó su crónica en n o v i e m b r e de 1734. 1 4 8 E n su capítulo sobre e l padre M e n d o z a , 1 4 9 l l a m a a éste el p r i m e r misionero que descubrió la p r o v i n c i a apostólica de Zacatecas. Precisa que fray Jerónimo fue sobrino del p r i m e r v i r r e y y que este ú l t imo l o hizo su capitán de la g u a r d i a v i r r e i n a l .

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D e c l a r a que fray Jerónimo fue u n o de los cuatro franciscanos q u e acompañaron a J u a n de Tolosa en el descubrimiento de las minas de Zacatecas, en el verano de 1546, y que de nueva c u e n t a fue enviado a Zacatecas en 1553, en esta ocasión p o r e l p r o p i o v i rrey , para resolver ciertas querellas civiles. E n consecuencia, asegura que el padre Mendoza continuó su obra m i s i o n e r a en la región de San M a r t í n y del occidente; fundó u n convento en N o m b r e de Dios y que todo esto ocurrió m u c h o antes de la llegada de los tres frailes enviados p o r el v i r r e y Velasco. E l padre A r l e g u i n o ofrece n i n g u n a prueba d e su re lato. Por nuestra parte, nosotros n o hemos encon­t r a d o n i n g ú n documento o crónica anteriores a él que corro­b o r e n n i n g u n o de esos detalles. Es m u y signif icat ivo que e l padre Beaumont , cronista de la p r o v i n c i a franciscana de M i c h o a c á n , comente la obra de A r l e g u i y revele u n a a c t i t u d d u b i t a t i v a sobre cómo esta detal lada información, oculta d u r a n t e doscientos años, p u d o aparecer r e p e n t i n a m e n t e . 1 5 0

C o m o fray José A r l e g u i escribió la crónica of ic ia l de la pro­v i n c i a de Zacatecas, es o p o r t u n o aclarar aquí que A r l e g u i es m u c h o más agudo, d e n t r o de los límites del estilo y crítica d e su época, sobre los asuntos que o c u r r i e r o n después de 1580. E n los sucesos ocurridos antes de esa fecha se equivoca f recuentemente en lo tocante a fechas. Esto es especialmente l a m e n t a b l e , p o r cuanto que los historiadores contemporáneos l e h a n concedido gran a u t o r i d a d p o r ser el cronista o f ic ia l d e la p r o v i n c i a de Zacatecas, l o que ciertamente es exacto. C o n seguridad puede decirse que todas las fuentes secunda­rias (de los últimos doscientos años) que estudian esta región y época part iculares h a n d e p e n d i d o de A r l e g u i en gran m e d i d a .

N o hay constancias de la i d e n t i d a d de l tercer m i e m b r o del trío franciscano. Puede especularse sobre la base de los que aparecieron cuando los frailes regresaron después de la revuel­ta a Zacatecas. Sobre este supuesto, se advierte que fray Pedro de Espinareda t u v o la posición más i m p o r t a n t e u n c o r t o t i e m p o después de l regreso. P u d o m u y b i e n haber estado con e l padre Mendoza en la p r i m e r a "entrada" . Siendo Fray C i n t o u n h e r m a n o lego, n o r m a l m e n t e M e n ­doza debe haber sido el superior del g r u p o . Espinareda

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era re lat ivamente nuevo, había l legado a la N u e v a España en mayo de 1554, con la misión de fray Francisco de T o r a l . 1 5 1

La formación de la custodia, 1561-1585. Por octubre de 1561, las tropas del capitán Pedro de A h u m a d a h a b í a n d o m i ­nado la rebel ión en la región oeste de San Mart ín , donde trabajaban los tres f r a i l e s . 1 5 2 E n j u n i o de l año siguien­te (1562) Francisco de I b a r r a escribió a su tío d o n Diego desde las minas de A v i ñ o , el p u n t o más septentr ional de l a f r o n t e r a en esa época, describiéndole u n a " e n t r a d a " de cosa de 100 leguas r u m b o a Copala, acompañado p o r Fray Cintos y o t r o f r a n c i s c a n o . 1 5 3 Por ese t iempo Francisco de Sosa era alcalde de A v i n o y refiere u n a expedición de I b a r r a a través de la alcaldía, en la cual part ic ipaba Fray C intos y u n Fran­cisco de G u z m á n . 1 5 4 Este úl t imo detal le es el resultado de l a investigación de J . L l o y d Mecham. A u n q u e M e c h a m poco se ocupa de la v e r o s i m i l i t u d de l n o m b r e del segundo frai le , asegurando que aparece en todos los documentos relacio­nados con e l norte , esto es algo más que u n detal le significa­t i v o , puesto que h u b o u n fray Francisco de G u z m á n que trabajó en l a p r o v i n c i a del Santo Evangel io a mediados de esa c e n t u r i a . 1 5 5 I b a r r a informó a su tío, en e l f i n a l de la carta, que dejó a dos frailes en u n fértil va l le que i d e n t i f i c a como parte de Copala, asentando a los indios en ese l u g a r . 1 5 6

Escribe que e l val le era u n a excelente región agrícola para abastecer las minas situadas a l sur y que los nat ivos de ese lugar poseían u n a c u l t u r a re lat ivamente avanzada, cul t iva­b a n e i r r i g a b a n con métodos que podr ían r iva l i zar con los de c u a l q u i e r o t r o p u e b l o de la t i e r r a . 1 5 7

Por la m i s m a fecha en que I b a r r a escribió su carta desde A v i n o , Espinareda progresaba r u m b o al oeste de San Mart ín , acompañado de u n p e q u e ñ o g r u p o de m e x i c a n o s . 1 5 8 U n a vez más encontramos a la audiencia de la N u e v a G a l i c i a exten­diendo su i n f l u j o para r iva l i zar con I b a r r a . T e l l o i n f o r m a que Espinareda pasó p o r Guadalajara en a lguna fecha n o precisada de l año de 1562, probablemente cuando i b a de la c i u d a d de M é x i c o r u m b o a l n o r t e . 1 5 9 E n esa ocasión con­sultó con la audiencia sobre la p o s i b i l i d a d de f u n d a r u n a v i l l a en e l va l le Poana, como u n ventajoso p u n t o para

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atraer a los chichimecas, que h a b i t a b a n a l oeste de San M a r t í n , con el objeto de asentarlos en ese l u g a r . 1 6 0

E n cuanto a la cuestión de cuáles frailes f i g u r a r o n en esta segunda " e n t r a d a " en el n o r t e y de cuándo l legaron, Jiménez M o r e n o asegura que f u e r o n cuatro, Pedro de Espinareda, Jerónimo de Mendoza, Jac into de San Francisco y Diego C o r n e j o (también conocido como Diego de la C a d e n a ) . 1 6 1

Jiménez M o r e n o n o se esfuerza p o r expl icar la v e r o s i m i l i t u d d e l n o m b r e de Francisco de G u z m á n mencionado en el i n ­f o r m e de Sosa, pero establece que l legaron en el advien­t o del año de 1561 y avanzaron directamente a San M a r ­t ín . Después de la n a v i d a d f u e r o n a u n pequeño hospicio d e l valle de Guadiana , que h a b í a n construido en la p r i m e r a " e n t r a d a " . 1 6 2 Desde ahí pasaron a las minas de A v i n o . Fray Jerónimo de Mendoza —asegura Jiménez M o r e n o — dejó a l g r u p o en ese p u n t o e hizo u n a " e n t r a d a " lateral a l noreste y a la región de P e ñ ó n B l a n c o . 1 6 3 Jiménez M o r e n o n o hace n i n g u n a mención u l t e r i o r d e l padre Mendoza. T a m p o c o se ref iere a la af irmación d e l v i r r e y (en u n a carta que en m a y o de 1563 dir igió a l rey), poco después de u n año de los sucesos antes descritos, de que el padre Mendoza h a b í a regresado a España con el comisario general fray Francisco de Bustamante, para informarse de las condiciones e n el n o r t e . 1 6 4

E n el m i s m o año de 1562, Diego Garc ía de C o l i o fue n o m ­b r a d o alcalde m a y o r de San M a r t í n , p o r la audiencia de la N u e v a Gal ic ia , para reemplazar a l c o r r o m p i d o gobierno de J u a n Vázquez de U l l o a . 1 6 5 T e l l o refiere que Espinareda n o re­c ib ió autorización personal para f u n d a r la v i l l a al or iente de San Mart ín , que había propuesto a la audiencia de la Nue­va Gal ic ia . Más b i e n fue encargado de dar esa comisión a l recién i n t a l a d o C o l i o . 1 6 6 Por esta razón parecería que Espinareda trabajó más de cerca con C o l i o y con la audien­cia de l a N u e v a G a l i c i a que con I b a r r a y el v irrey .

E n j u n i o d e l año de 1562, como ya se d i j o , el padre Espi­nareda trabajó a l oeste de San Mart ín , buscando u n s i t io para u n a nueva fundación. Mexicanos, tarascos y chichimecas se o c u p a r o n de la construcción de l nuevo p u e b l o . 1 6 7 E n marzo de 1563, l a t i e r r a situada alrededor de l actual sit io de N o m -

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bre de Dios, fue d i v i d i d a entre esos tres g r u p o s . 1 6 8 Según los documentos, Fray Cintos aparece desempeñando u n papel m u y p r o m i n e n t e en l o que se refiere a N o m b r e de Dios en esa é p o c a . 1 6 9 Evidentemente, había regresado de la aven­t u r a de I b a r r a a l norte de A v i n o , descrita páginas atrás y entonces empezaba a trabajar con Espinareda. E l u b i c u o franciscano Lucas también aparece en los documentos en ca l idad de intérprete de los m u y variados elementos que c o n s t i t u i a n el p r i m i t i v o p u e b l o de N o m b r e de D i o s . 1 7 0 Su a c t i v i d a d como intérprete terminó e inició la más i m p o r t a n t e de catequista, la que ejerció j u n t o con Fray C i n t o s . 1 7 1 Debe recordarse que Lucas acompañó a la expedición de Coro­n a d o unos veinte años antes y trabajó con fray J u a n de T a p i a en l a década anter ior a la fundación de N o m b r e de Dios.

E l 6 de octubre de 1563 el v i r r e y autorizó a Espinareda a establecer u n convento franciscano permanente en N o m b r e de D i o s , 1 7 2 que fue el p r i m e r o con ese carácter, de la f u t u r a custodia y posterior p r o v i n c i a de San Francisco de Zacatecas. M i e n t r a s tanto , los frailes de N o m b r e de Dios n o habían permanecido inactivos. Se había establecido u n a capi l la cer­ca del lugar de la actual c i u d a d de D u r a n g o , a la que l l a m a r o n San J u a n de Analco, dependiente, por supuesto, de N o m b r e de D i o s . 1 7 3 Se acredita a Fray Cintos la fundación de esa capi l la , a u n q u e su n o m b r e f i g u r a u n i d o con el de l padre Cadena en algunos de los pr imeros d o c u m e n t o s . 1 7 4 Esto es m u y comprensible si se recuerda que Fray Cintos era sólo u n h e r m a n o lego y p o r esta razón m u y p r o n t o u n sacerdote se le debe haber u n i d o para a d m i n i s t r a r los sacramentos y decir misa.

E l 24 de j u l i o de 1562, d o n Francisco de I b a r r a había sido f o r m a l m e n t e n o m b r a d o gobernador y capitán general de la nueva p r o v i n c i a de la N u e v a Vizcaya p o r el v i rrey Velasco. 1 7 5

Para n o v i e m b r e de 1563, el gobernador I b a r r a fue a N o m b r e de Dios y of ic ia lmente estableció la p r i m e r a v i l l a española en su recién f u n d a d a p r o v i n c i a . 1 7 6 U n mes después, siguiendo los pasos de los frailes, fundó la c i u d a d de D u r a n g o o de G u a d i a n a como se conoció en u n p r i n c i p i o . 1 7 7 Fue en ese l u g a r donde estableció su residencia y cuarteles para el go-

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b i e r n o de la N u e v a V i z c a y a . 1 7 8 E n 1566, Fray Cintos m u r i ó a consecuencia de u n a p icadura de e s c o r p i ó n . 1 7 9 H a b í a soña­d o con t o m a r parte activa en la conquista e s p i r i t u a l del vastísimo n o r t e , pero n o vivió l o suficiente para ver la cul­minación de su obra con la fundación de la custodia. L a m e m o r i a de su santidad p e r d u r a en esa región. T o r q u e m a d a expl ica los métodos catequísticos de Fray Cintos. Todas las noches, antes de retirarse, convocaba a los indios a cantar sus oraciones, t e r m i n a n d o con e l Pange Lingua. Los indios conservaron estas prácticas d u r a n t e muchos años después de l a santa m u e r t e del f ra i le . T o r q u e m a d a concluye con u n a d i v e r t i d a anécdota. U n testigo, d i g n o de crédito, le informó q u e en u n a ocasión los indios , m u y a l n o r t e de la zona del P e ñ o l Blanco, permanecieron j u n t o s cantando todas las no­ches sus oraciones antes de retirarse, t e r m i n a n d o con el Pange Lingua, exactamente como Fray Cintos les había en­señado y pese a l hecho de que of ic ia lmente se encontraban e n rebelión contra los españoles en esa é p o c a . 1 8 0

N o m b r e de Dios y su " v i s i t a " a San J u a n de A n a l c o f u e r o n los únicos establecimientos que permanecieron en poder de los franciscanos situados a l norte de Zacatecas, p o r e l resto de esa década. Puede preguntarse p o r qué n o se e n v i a r o n más h o m ­bres a ayudar a Espinareda y a sus compañeros en esta i m p o r t a n t e empresa. E l padre M i g u e l N a v a r r o , p r o v i n c i a l de la p r o v i n c i a d e l Santo Evangelio, nos da la razón de este hecho en u n i n f o r m e que envió a l v i rrey a fines de 1568. 1 8 1

Refiere que l a p r o v i n c i a había sufr ido u n a disminución de misioneros d u r a n t e diez años. Esto ocurrió por dos razo­nes. Los cuidados de los pioneros de la conquista e s p i r i t u a l de la N u e v a España estaban l legando a su f i n en esa época. E n segundo lugar , n o h u b o u n a sola f lota que dejara San J u a n de U l ú a r u m b o a España en la que n o v i a j a r a n algunos frailes. Según él, la razón de esto úl t imo fue el m a l t r a t o que habían r e c i b i d o de los obispos, la audiencia y los visitadores de E s p a ñ a . 1 8 2 L a d isputa sobre la secularización de las d o c t r i ­nas también t u v o i m p o r t a n c i a .

D u r a n t e esta década se estableció con el carácter de pro­v inc ia franciscana la región de Michoacán-Jalisco, bajo el n o m b r e de p r o v i n c i a de los Santos Apóstoles San Pedro

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y San Pablo, independiente de la p r o v i n c i a matr iz del Santo Evangel io de la c i u d a d de M é x i c o . 1 8 3 Aprovechando las ven­tajas de la independencia que t a n t o necesitaba, la nueva p r o v i n c i a de Michoacán-Jalisco extendió su i n f l u j o a l n o r t e con el f o r m a l establecimiento de u n convento franciscano en la c i u d a d de Zacatecas en 1567. 1 8 4 N o m b r e de Dios y su " v i s i t a " de San J u a n de A n a l c o había permanecido hasta esa fecha como u n o de los conventos oficiales de la p r o v i n c i a d e l Santo Evangelio. S in embargo, este mismo año de 1567, pasaron a l a de Michoacán-Jal i sco . 1 8 5 E l p r o v i n c i a l de la P r o v i n c i a d e l Santo Evangel io da como razón de este acto, n o la p r o x i m i d a d de N o m b r e de Dios a los otros conventos de l a p r o v i n c i a h i j a y e l n a t u r a l m e j o r a m i e n t o en la administra­ción, sino más b i e n la escasez de personal a que se ha hecho referencia en el párrafo anter ior . E n rea l idad, la p r o v i n c i a d e l Santo Evangel io fue forzada a ceder Querétaro en esa época p o r la m i s m a razón, siendo así que Querétaro era t a n accesible de la c i u d a d de M é x i c o como de la sede de la p r o v i n c i a de Michoacán-Ja l i sco . 1 8 6

A u n q u e n o se recibió n i n g u n a ayuda de la c i u d a d de M é x i c o d u r a n t e esta década, Espinareda continuó extendien­d o su i n f l u j o e s p i r i t u a l . Se sabe de u n relato, escrito p o r el padre Espinareda, en enero de 1567, a l l icenciado Orozco, o i d o r de la audiencia de l a N u e v a Gal ic ia . E n él refiere Espinareda su histórico viaje de las minas de San Mart ín en e l año a n t e r i o r de 1566. 1 8 7 L a j o r n a d a fue especialmente i m p o r t a n t e p o r cuanto se t ra ta de la p r i m e r a " e n t r a d a " en q u e se estableció u n a conexión directa entre las minas nor­teñas y las costas de l este.

E n Espinareda puede observarse, a l lado de su evidente celo mis ionero, u n a cierta astucia polít ica; desde u n p r i n c i p i o l o hemos visto favoreciendo a la audiencia de la Nueva G a l i ­cia. Pocos años después, en 1574, u n decreto real transfirió la a u t o r i d a d a d m i n i s t r a t i v a de la N u e v a Gal ic ia del v i r r e y en la c i u d a d de M é x i c o a la audiencia l o c a l . 1 8 8

De nuevo nos encontramos frente a la desafortunada con­fusión de la cronología en l a crónica o f i c i a l de la p r o v i n c i a de Zacatecas de l padre A r l e g u i , sobre los primeros años de esta p r o v i n c i a y de nuevo ocurre l o m i s m o tratándose de los

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autores modernos, dependiendo vis iblemente de él, con la n o t a b l e excepción de Jiménez M o r e n o . A r l e g u i n o sólo ase­g u r a que se establecieron cinco conventos en la zona de la f u t u r a custodia d u r a n t e esta década 1560-1570, sino también declara que l a custodia misma fue f u n d a d a en 1566. 1 8 9 Es c l a r o , sin embargo, de acuerdo con las pruebas antes e x h i b i ­das, que n o exist ieron más de dos conventos en la zona de l a f u t u r a custodia a l f i n de esa década, que ambos conventos es tuv ieron incorporados a la p r o v i n c i a de Michoacán-Jalisco y , f i n a l m e n t e , que u n o de ellos, e l establecido en la c i u d a d d e Zacatecas, fue f u n d a d o independientemente de la obra del p a d r e E s p i n a r e d a . 1 9 0

C o m o se h a expl icado páginas atrás, nuestras fuentes pa­recen d i s m i n u i r en la m e d i d a en que progresa la forma­c i ó n de la custodia. E n n i n g ú n m o m e n t o esto es más exacto q u e d u r a n t e los siguientes quince años, 1570-1585. Estamos seguros de nuestro p u n t o de p a r t i d a , el f i n de la década 1560-1570. E l i n f o r m e m o n u m e n t a l de 1585 sobre la situación d e l a p r o v i n c i a de l Santo Evangel io nos da u n a not ic ia breve, pero suficiente, de la situación general de la custodia d e Zacatecas a l f i n de este p e r i o d o . 1 9 1

Ya hemos t e n i d o ocasión de m e n c i o n a r a fray M i g u e l N a v a r r o , q u i e n fue e l p r o v i n c i a l de la p r o v i n c i a del Santo Evangel io en 1567-1570. 1 9 2 Después de conc lu ida su tarea c o m o p r o v i n c i a l , e l padre N a v a r r o regresó a España para r e c l u t a r nuevos miembros con el objeto de c o n t i n u a r la con­q u i s t a e s p i r i t u a l de la Nueva España. U n a real cédula, fe­chada e l 2 de enero de 1573, autorizó a fray M i g u e l N a v a r r o y a u n a mis ión de 23 frailes el necesario sustento, equipo y pasaje a la N u e v a España, todo a costa de la c o r o n a . 1 9 3 Em­b a r c a r o n en España para San Salvador, el 28 de j u n i o de ese m i s m o año de 1573. 1 9 4 Jiménez M o r e n o o p i n a que fray M i ­g u e l N a v a r r o y su misión de 1573 h i c i e r o n posible la funda­c i ó n de la custodia de San Francisco de Zacatecas entre 1570-158o. 1 9 5

L a m e n t a m o s decir que los detalles completos de la f u n ­d a c i ó n de la custodia, sus miembros originales y las fechas exactas d e l establecimiento y de algunos de sus pr imeros con­ventos, depende de u n a f u t u r a investigación en los archivos.

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Jiménez M o r e n o , apoyándose en fuentes aún inéditas, sitúa el año a p r o x i m a d o de la fundación f o r m a l de la custodia en 1574 y nos asegura que Espinareda fue su p r i m e r guar­d i á n . 1 9 6 Jiménez M o r e n o también parece estar seguro de que e l número de conventos de la custodia, en la fecha de su fundación, n o p u d o exceder de c i n c o . 1 9 7

E n cuanto a la m u y discut ida fecha de la incorporación del convento de Zacatecas á la custodia, A r l e g u i sugiere que ocurrió en 1578 y hay otros que piensan que en 1576. 1 9 8 U n a vez más dudamos de su e x a c t i t u d cuando añade que la t r a n ­sacción se hizo p o r m e d i o de u n convenio entre las provincias d e l Santo Evangel io y la de Michoacán-Jalisco, la p r i m e r a recibió Zacatecas para añadirla a los conventos de su nueva custodia y Michoacán-Jalisco recibió Querétaro (de la p r o v i n ­cia del Santo Evangelio) como u n a compensación p o r haber p e r d i d o Zacatecas. 1 9 9 Poco antes hemos mostrado que la p r o v i n c i a d e l Santo Evangel io ya había dado el convento de Querétaro a la recién f u n d a d a p r o v i n c i a Michoacán-Jalis­co en 1567.

Estamos seguros de que la nueva custodia fue f u n d a d a dependiente de la p r o v i n c i a m a t r i z del Santo Evangel io. T a m b i é n estamos seguros que en 1585 la custodia de Za­catecas estaba b i e n establecida. Comprendía diez conven­tos con unos cuarenta f r a i l e s . 2 0 1 De nuevo los detalles sobre este asunto deben esperar u n a posterior investigación en los archivos. Sin embargo, l a fecha exacta y la f o r m a de la fundación de la custodia y después p r o v i n c i a de San Fran­cisco de Zacatecas, servirían como puerta a las fronteras más septentrionales para las frecuentes "entradas" misioneras a Texas y a N u e v o México , hasta el f i n del p e r i odo co­l o n i a l .

N O T A S

1 Robert RICARD, La conquête spirituelle du Mexique; essais sur l'apostolat et les méthodes missionnaires des Ordes Mendiants en Nou­velle-Espagne de 1523-24 a 1572 ("Travaux et Mémoires de l ' Ins t i tu t d'Ethnologie", X X , Paris, 1933).

2 Además de sus numerosos ar t ículos , algunos de los cuales se inc lu-

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yen en la bibl iograf ía de este trabajo, la m á s importante con t r ibuc ión de Ph i l i p W A Y N E P O W E L L es su l ibro ,Soldiers, Indians and Silver (Ber­keley-Los Angeles: University of California Press, 1952).

3 Para u n estudio más completo de la topograf ía de México véase: J. L L O Y D M E C H A M , Francisco de Ibarra and Nueva Vizcaya (Durham, N . O : Duke University Press, 1927), pp. 7-9; véase t amb ién , José LÓPEZ P O R T I L L O Y WEBER, La conquista de la Nueva Galicia (México, 1935), p p . 13-16.

4 Phi l ip W A Y N E POWELL, Soldiers, Indians and Silver, cap í tu lo I I I : Warr iors i n the N o r t h , pp. 32-54; t a m b i é n Ph i l ip W A Y N E POWELL, "The Chichimecas: Scourge of the Silver Frontier i n Sixteenth Century Mex­ico", The Hispanic American Historical Review, X X V (agosto, 1945), PP- 315-338-

•5 Relaciones geográficas de la diócesis de Michoacán, 1579-1580, ed. José Corona N ú ñ e z (2 vols.; Guadalajara 1958), I I , 5.

6 Ibid. 7 Ibid., p . 6o. 8 Ibid. 9 Fray Juan de TORQUEMADA, Monarquía Indiana (3 vols.; terce­

ra ed., México, 1943), I , 20o. •10 Ibid., p . 203. 11 George C. V A I L L A N T , Aztecs of Mexico (New York, 1941), p . 75. 12 POWELL, Soldiers, Indians and Silver, p . 37. Powell cita a Gonzalo

de las Casas en este punto. 1 3 ibid., p . 38. 1 4 Henry R . W A G N E R , The Rise of Fernando Cortés (Los Angeles,

1944), p . 421. 1 5 Ibid. En u n pr incipio Cacicazgo era una región polí t ica, dir igida

por u n cacique. Véase LÓPEZ-PORTILLO Y W E B E R , op. cit., p. 43. 1 6 WAGNER, op. cit., p . 421.

1 7 Ibid. 18 Ibid., p . 422. 1 9 Fray Antonio T E L L O , Crónica miscelánea de Jalisco, ed. José Cor­

nejo Franco (Guadalajara, 1945), I V , p. 27. 20 Ibid. 21 LÓPEZ-PORTILLO Y WEBER, op. cit., p . 43.

22 Ibid., p . 40. 23 T E L L O , op. cit., I V , 28.

24 j . H . PARRY, The Audiencia of New Galicia in the Sixteenth Century (Cambridge University Press, 1948), pp. 21-22.

25 Ibid. 2 6 T E L L O , op. cit., I V , 27.

27 Ibid. 28 Ibid., pp . 27-28.

29 Ibid., pp . 28, 88.

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30 ibid., p . 37. 31 I b i d , p . 38. 32 Ibid. 33 Ibid. 34 Ibid. 35 Ibid., p . 39. 36 Ibid. 37 L Ó P E Z - P a R T I L L O Y WEBER, O p .cit., p . 38.

38 L Ó P E Z - P o R T i L L O Y WEBER, La rebelión de la Nueva Galicia (Pu­

blicaciones del Insti tuto Panamericano de Geografía e Historia, n . 37; México, 1939), p . 352.

39 Fray J e r ó n i m o de MENDIETA, Historia Eclesiástica Indiana, ed. Joa­q u í n G a r í a Icazbalceta (4 vols.; México, 1945), I V , 191-198.

TO Ibid., p . 195. 41 Ibid., p . 191. 42 ibid., p . 196. 43 A r t h u r Scott A I T O N , Antonio de Mendoza: First Viceroy of New

Spain (Durham, N . C.: Duke University Press, 1927), p p . 142-144. 44 "Fragmento de la visita hecha a Don Antonio de Mendoza",

Colección de documentos para la historia de México, ed. J o a q u í n García Icazbalceta (2 vols.; México, 1866), I I , 102-103.

45 Ibid., p . 118. 46 A I T O N , op. cit., p . 156, nota 38.

47 T E L L O , op. cit., I I , 472-475.

48 ibid., p p . 473-474-49 ibid., p p . 474-475-50 M E C H A M , Francisco de Ibarra and Nueva Vizcaya, p . 35. 51 Ibid. 52 Ibid., p p . 39-40. 53 Ibid., p p . 40-41. 54 Ibid. 55 Ibid. 56 Ibid. 57 Ibid. 58 Ibid. 59 Ibid. CO Ibid. p . 41. 01 Ibid. 62 Ibid., p p . 41-42. 63 Ibid. 64 Ibid., p . 43. 65 Ibid., p . 46.

66 Ibid. p . 36.

67 "Descr ipc ión de Nuestra Señora de los Zacatecas", Colección de documentos inéditos de Indias, ed. Luis TORRES DE MENDOZA, I X (Madr id , 1868), 191.

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68 Wigberto J I M É N E Z MORENO, " L O S orígenes de la Provincia Fran­ciscana de Zacatecas", Memorias de la Academia Mexicana de la Historia, X I (enero-marzo, 1952), 29-30.

69 "Informe al Rey por el Cabildo Eclesiástico de Guadalajara acerca de las cosas de aquel Reyno, 1570", Colección de documentos para la historia de México, ed. J o a q u í n Garc ía Icazbalceta (México, 1866), I I , 499.

70 P O W E L L , Soldiers, Indians and Silver, p . 4.

71 Ibid., pp . 7-8; t a m b i é n A I T O N , Antonio de Mendoza, pp. 156-157, y la nota n ú m e r o 38.

72 Fray Pablo B E A U M O N T , Crónica de Michoacán, ed. Rafael López (3 vols.; Publicaciones del Archivo General de la Nación , nos. 17-19; México , 1932), I I , 136.

73 Wigberto J I M É N E Z M O R E N O , " L a colonización y evangelización de Guanajuato en el siglo XVI", El norte de México y el sur de los Estados Unidos (Tercera r e u n i ó n de mesa redonda sobre problemas antro­pológicos de México y Centro Amér ica ; México: Sociedad Mexicana de Ant ropo log ía , 1943), p . 28.

74 PARRY, The Audiencia of New Galicia, p . 31. 75 M E C H A M , Francisco de Ibarra and Nueva Vizcaya, p . 55. 76 Ibid., p . 56. 77 c . H . H A R I N G , The Spanish Empire in America (New York: Ox­

ford University Press, 1947), p . 80. 78 Ibid. 79 M E C H A M , op. cit., p . 93.

so MENDIETA, op. cit., I I I , p . 25.

81 Lázaro de ASPURZ, O. F. M . Cap., La aportación extranjera a las misiones españolas del patronato regio (Madr id : Consejo de la Hispani­dad, 1946), p . 113. T a m b i é n P O W E L L , Soldiers Indians and Silver, p . 22.

82 P O W E L L , Ibid.

83 Primo Feliciano VELAZQUEZ, Historia de San Luis de Potosí (4 vols.; México, 1946-1948), I , p . 358.

84 Ibid. 85 J I M É N E Z MORENO, "La colonización y evangelización de Guanajuato

en el siglo XVI", op. cit., p . 30. Véase t amb ién , W i l l i a m Eugene SHIELS, S. "Gonzalo de Tap ia (1561-1594), Jesuit Pioneer i n New Spain", Greater America: Essays in Honor of Herbert Eugene Bolton (Berkeley and Los Angeles: University of California Press, 1945), p. 131.

86 VELAZQUEZ, op. cit., p . 359.

87 Ibid. 88 Las minas de San M a r t í n se descubrieron hacia 1554. Véase

MECHAM, op. cit., p . 66. 89 VELAZQUEZ, op. cit., p . 359.

90 M E C H A M , Francisco de Ibarra and Nueva Vizcaya, p . 7.

91 Ibid. p . 58. 92 Ibid.

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93 Ibid., p . 59. 94 ibid., p . 68.

95 Ibid., pp. 61-62, 66.

96 J I M É N E Z MORENO, " L O S orígenes de la Provincia Franciscana de Zacatecas", op. cit., p . 27.

97 "Informe al Rey por el Cabildo Eclesiástico de Guadalajara acerca de las cosas de aquel Reyno, 1570", op. cit., pp. 495-497.

98 Ibid. 99 "Carta de Don Luis de Velasco I a Felipe I I , México, 7 de fe­

brero de 1554", Documentos inéditos del siglo XVI para la historia de México, ed. Genaro Garc ía (México, 1914), p . 215.

100 "Carta a S. M . del Cap í tu lo de 20 de mayo de 1557 de la Custodia de Jalisco sobre las deficiencias, defectos y males que señalen en perjui­cio de la santa fe católica y del servicio de S. M . " , Colección de docu­mentos históricos, inéditos y muy raros, referentes al arzobispado de Guadalajara, ed. Francisco Orozco y J iménez (Guadalajara, 1926), V , 121-124.

101 Ibid. 102 M E C H A M , op. cit., p . 84.

1 0 3 M E N D I E T A , op. cit., I V , 203.

104 M E C H A M , op. cit., pp. 84-85.

105 Ibid. 106 M E N D I E T A , op. cit., I V , 203.

107 Ibid., I I I , 99.

108 M E C H A M , op. cit., p . 84.

109 M E N D I E T A , loc. cit.

110 Ibid. 1 1 1 Ibid. 112 "Exposic ión a S. M . sobre la conveniencia de fundar una nueva

Provincia con los conventos de Nueva Galicia, a f in de atender mejor la conversión de los indios: T z a y a l á n , 23 de marzo 1583", Archivo Ibero-Americano, X I X (marzo-abril, 1923), 264-266.

1 1 3 T E L L O , op. cit., I I , 885.

1 1 4 M E C H A M , op. cit., p . 79, nota 47.

l i o Herbert Ingram PRIESTLEY, Tristán de Luna: Conquistador of ihe Old South (Glendale, California: A r t h u r H . Clark Company, 1936),

P- 56. 1.16 "Extracto de una carta de Don Luis de Velasco a S. M . , México,

30 de septiembre de 1558", The Luna Papers: Documents relating to ihe Expedition of Don Tristán de Luna y Arellano for the Conquest of Florida in 1559-1561, ed. Herbert Ingram PRIESTLEY, I I (Deland: Florida State Historical Society, 1928), 260-261.

117 M E C H A M , op. cit., p . 68. 118 Ibid., p. 75, nota 36. 1 1 9 "Carta de Don Luis Velasco a S. M . , México, 26 de mayo de 1563",

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Colección de documentos inéditos de Indias, ed. Luis Torres de Men­doza, XVI (Madr id , 1870), 553.

120 "Carta de Fray Jacinto de San Francisco al Rey Felipe I I , San Francisco de México , 20 de ju l i o de 1561", Códice Franciscano, ed. Joa­q u í n Garc ía Icazbalceta (Nueva Colección de Documentos para la His tor ia de México, I I ; México, Editor Salvador Chávez Hayhoe, 1941), 217-228.

121 "Fray Pedro Oroz, Fray J e r ó n i m o de Mendieta, Fray Francisco Suárez , 'Re lac ión de la descripción de la Provincia del Santo Evangelio que es en las Indias Occidentales que l laman la Nueva España hecha el a ñ o de 1585'", ed. Fidel J. Chauvet, O . F . M . , Anales de la Provincia Franciscana del Santo Evangelio de México, I V (abri l- junio, 1947), 182.

122 Fray Jacinto DE SAN FRANCISCO, op. cit., p. 221. 123 Ibid., p . 217. 124 Ibid. 125 Ibid. 126 Ibid., p . 218.

127 Ibid., p . 219. 128 Ibid. 129 OROZ, M E N D I E T A , SUÁREZ, op. cit., p . 181.

130 Fray Jacinto de SAN FRANCISCO, op. cit., p . 2 2 2 . 131 Ibid. 132 Ibid. 133 T h e Luna Papers, op. cit., pp. 260-261.

134 Fray Jacinto de SAN FRANCISCO, op. cit., p. 223. 135 Ibid., p, 222.

136 Ibid., p . 223. 137 J I M É N E Z MORENO, " L O S orígenes de la Provincia Franciscana de

Zacatecas", op. cit., p . 28. 138 Fray Jacinto de SAN FRANCISCO, op. cit., p . 223. 139 J I M É N E Z MORENO, " L O S orígenes de la Provincia Franciscana de Za­

catecas", op. cit., p . 28. 140 Fray Jacinto de SAN FRANCISCO, loe. cit. 141 Ibid. 142 T E L L O , op. cit., I I , 571-574, 580-585. 143 J I M É N E Z MORENO, op. cit., p. 28.

144 M E N D I E T A , op. cit., I V , 174-175. 145 ibid. 148 La t r aducc ión l i tera l de "Predicador" del español es "Preacher".

E l uso españo l , sin embargo, significa algo más . U n predicador es u n religioso de la orden de los predicadores, que ha completado sus estudios en arte y teología y ha sido declarado oficialmente "Predicador" (por u n Cap í tu lo Provincial) . (Véase Fray Pedro Joseph Parras, Gobierno de los regulares de la América, Madr id , 1783, I I , II). En efecto, significa que la persona que posee ese t í tu lo tiene la a p r o b a c i ó n para pronunciar

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sermones formales que comprendan los puntos más delicados del dogma y de la moral , generalmente a las congregaciones de españoles. No todo sacerdote se prepara con este objeto y, por tanto, no todos son predica­dores. Por otra parte, no era necesario ser sacerdote, mucho menos "pre­dicador", para misionar entre los indios. En realidad, algunos de los m á s grandes misioneros eran hermanos legos. Fray Cintos sería u n buen ejemplo de esto. Los hermanos legos con frecuencia catequizaban, bauti­zaban (si un sacerdote no se p o d í a obtener fácilmente) y a ú n continuaban una ins t rucción más avanzada después del bautismo. Véase Parras, op. cit., pp. 127-128.

147 TORQUEMADA, op. cit., I I I , 560-561. T a m b i é n T E L L O , op. cit.,

I I I , 44-45-

148 Fray José ARLEGUI , Crónica de la Provincia de N. S. P. San Fran­cisco de Zacatecas (2a ed. México, 1851), p . 3.

140 Ibid., pp. 242-248. 150 Fray Pablo B E A U M O N T , Crónica de Michoacán, ed. Rafael López

(3 vols., Publicaciones del Archivo General de la Nación, nos. 17-19, Méxi­co, 1932), I I I , 176-178.

151 Fr. José CASTRO SEOANE, O. de M . , "Aviamiento y catá logo de las misiones que en el siglo XVI pasaron de España a Indias y Fil ipinas según los libros de la Con t r a t ac ión" , Missionalia Hispánica, X I V (1957), 446, 452-453-

152 P O W E L L , Soldiers, Indians and Silver, pp. 75-85. 153 M E C H A M , op. cit., p . 8o.

154 ibid., p . 79. 1 5 5 "Carta de Fray Francisco de G u z m á n a S. M . , Toluca, 10 de mar­

zo de 1551", Documentos inéditos del siglo XVI para la historia de Mé­xico, ed. Genaro Garc ía (México, 1914), pp. 167-169.

156 M E C H A M , op. cit., p . 81.

157 Ibid. 158 "Memor ia l of the Mexicans concerning their services, Nombre

de Dios, 1591", Nombre de Dios, Durango, ed. R. H . Barlow and George T . Smisor (Sacramento, California: The House of Tlaloc, 1943), p. 64.

159 T E L L O , op. cit., I I , 581.

1 6 0 ibid. 161 J I M É N E Z MORENO, "Or ígenes de la Provincia Franciscana de Za­

catecas, op. cit., p . 29. 1 6 2 La actual ciudad de Durango se encuentra en el Valle de Gua­

diana. 1 6 3 J I M É N E Z MORENO, loc. cit.

1 6 4 "Carta de Don Luis de Velasco a S. M . México, 26 de mayo de 1563", Coleción de documentos inéditos de Indias, ed. Luis Torres de Mendoza, X I V (Madr id , 1870), 553.

165 T E L L O , op. cit., I I , 580-581.

166 Ibid.

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167 "Memor ia l of the Mexicans concerning their services, Nombre de Dios, 1591", op. cit., p . 65.

168 Ibid. 169 Ibid., pp . 65-66. 170 Ibid. 1 7 1 M E C H A M , op. cit., p . 77. T a m b i é n : Torquemada, op. cit., I I I , 345. 172 M E C H A M op. cit., p . 121.

173 J I M É N E Z MORENO, "Los or ígenes de la Provincia Franciscana de Zacatecas, op. cit., p . 29.

174 M E C H A M , op. cit., p . 123. T a m b i é n J I M É N E Z MORENO, op. cit.,

p . 31, y véase "Re lac ión de Fray Migue l Navarro al Virrey, 1568", Cartas de religiosos de Nueva España, ed. J o a q u í n Garc ía Icazbalceta (Méxi­co: Edi tor ia l Salvador Chvez Hayhoe, 1941), p . 58.

175 M E C H A M , op. cit., p . 102.

176 Ibid., p . 122. 177 ibid., p . 123. 178 Ibid. 179 OROZ, M E N D I E T A , SUAREZ, op. cit., p . 182.

180 T O R Q U E M A D A , op. cit., I I I , 345.

1 8 1 "Re lac ión de Fray Miguel Navarro al Virrey, 1568", op. cit.,

P P - 53-63

182 Ibid. , p . 54. 183 De acuerdo con Mendieta, la zona Michoacán-Jal isco, fue con­

siderada como una parte de la custodia general de la Nueva España du­rante los años de 1525-1535. Cuando la Provincia del Santo Evan­gelio se estableció en la ciudad de México en 1535, Michoacán-Jal isco l legó a ser una custodia separada, dependiente, sin embargo, de la Pro­vincia matriz del Santo Evangelio. Finalmente, en el Cap í tu lo general de los frailes menores reunido en Val ladol id , España , en 1565, se es tableció con el carácter de independiente la Provincia de Michoacán-Jalisco. Mendieta, op. cit., I I I , 25.

184 Véanse notas 68 y 69. 185 "Re l ac ión de Fray Miguel Navarro al Vir rey , 1568", op. cit., p. 58. 186 Ibid. 187 M E C H A M , op. cit., p . 191.

188 PARRY, The Audiencia of New Galicia, pp. 131-132.

189 A R L E G U I , op. cit., pp. 38-39.

190 A d e m á s de la prueba ya aducida, hay el informe preparado por los frailes de la zona de Jalisco en noviembre de 1569, en el que dan una lista completa de todos los conventos de la diócesis de la Nueva Galicia. Nombre de Dios y Zacatecas son los únicos conventos que se mencionan de las lejanas tierras no r t eñas . Véase: "Re lac ión de los Fran­ciscanos de Guadalajara de los conventos que ten ía su Orden y de otros negocios generales del nuevo reyno de Galicia, 1569", Códice Francis­cano, ed. J o a q u í n Garc ía Icazbalceta (México: Edi tor Salvador Chá-vez Hayhoe, 1941), p . 152.

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191 OROZ, MENDIETA, SUÁREZ, op. cit.

192 Fray Agust ín de VETANCOURT, Menologio Franciscano (México, 1871), p . 475.

193 Fr. José CASTRO SEOANE, O . de M . , "Aviamiento y catálogo de m i ­siones que en el siglo XVI pasaron de España a Indias y Filipinas, según los libros de la Con t ra t ac ión" , Missionalia Hispánica, V I (1959), p . 181.

194 Ibid., p . 182. 195 J I M É N E Z MORENO, " L O S orígenes de la Provincia Franciscana de

Zacatecas", op. cit., p . 30.

196 Ibid. 197 Ibid. 198 ARLEGUI , op. cit., p. 40.

199 Ibid. 200 OROZ, M E N D I E T A , SUÁREZ, op. cit., p . 43.

201 Ibid.