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Los frutáles, la ardílla y el píno
«Y es que en el mundo traidor nada hay verdad ni mentira:
todo es según el color del cristal con que se mira.»
Ramón de Campoamor
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La cruz de la monéda
En un huérto había un olívo, un algarróbo y un alméndro que al estár plantádos en triángulo y muy cérca el úno del ótro, les permitía estár hablándo amistósamente de sus cósas.
Como cáda úno tenía frútos de diferénte típo,
atraían úna gran variedád de animáles, y así su vída pasába muy alégremente relacionándose con lo más variádo de la naturaléza.
Un día úna ardílla se subió al algarróbo pára
comér úna píña que de camíno había cogído y así escuchár a sus tres amígos conversár alégremente como siémpre lo hacían. Luégo pasaría por el alméndro pára comérse como póstre úna alméndra y dar por finalizádo su día.
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La ardílla comiéndo y escuchándo a sus amígos
Al ir comiéndo la píña, vió que ésta tenía
múchos piñónes, así es que decidió escondérla debájo de la tiérra en médio de los tres amígos, ya que de ésta manéra le sería fácil el volvérla a encontrár y comérse ótro día sus deliciósos frútos.
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Las ardíllas se cómen los piñónes y sólo déjan
el extrémo de la píña La llúvia del día siguiénte hízo que al póco
tiémpo úno de lo piñónes germinára y comenzáse a crecér en ése sítio.
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Píno recién nacído
A los tres amígos les encantó ver cómo éste
pequéño píno íba creciéndo y lo precióso y simétrico que éra.
A pesár del caríño que los tres le mostrában, el
píno no éra muy amáble y hablába póco. Un día el algarróbo sintió que álgo le tocába
úna de sus raíces y al ver que éran las del píno le comentó riéndo, que le hacían cosquíllas, que las enviará hácia ótro ládo ya que él, allí estába.
A partír de ése moménto, el píno se mostró
más antipático, más huráño, más egoísta, el
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alméndro y el olívo también se quejáron no ya de cosquíllas síno de dejárles póco espácio.
El píno les respondió que él necesitába crecér,
que todavía éra muy pequéño y que si necesitában más espácio se podían ir a ótra párte.
La ardillíta que escuchába ésta chárla, se dió
cuénta del terríble errór que había cometído al enterrár allí ésas semíllas.
El olívo, algarróbo y el alméndro prónto dejáron
de dar frútos por fálta de aliménto y como los animáles ya no venían ni a comér ni a anidár, las chárlas se redujéron, sus hójas en ótro tiémpo abundántes fuéron cayéndo póco a póco y los tres árboles tomáron un aspécto de tristéza y enfermedád.
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El álmendro muy enférmo
Prónto comprendiéron que si bién el píno
necesitába crecér, lo hácia sóbre tódo hácia éllos, enviába sus raíces horizontálmente en lugár de hácia el fóndo pára no dejárles que se alimentásen.
El píno comenzó a reír y cuando prodújo sus
priméras píñas, a sus piñónes los arrojába pára que creciéran en médio de éllos… La ardílla y sus
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ardillítas hacían lo posíble pára recogér tódos los piñónes pára comér y así evitár que germináran, péro éran demasiádos, y algúnas píñas muy grándes no las podían levantár.
Viéndo lo que las ardíllas estában tratándo de
hacér, el píno dejó caér la más gránde de sus píñas désde lo más álto de su cópa y aplastó a úna de las pequéñas ardíllas.
El todopoderóso píno
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La ardílla desesperáda y lléna de dolór por la
muérte de un híjo, comenzó a mordér al píno, y el píno se reía más y más.
Un día la ardílla encontró en el bósque un cáble
muy fuérte y con múcho cuidádo lo enrolló y ató fuértemente alrededór del píno. El píno seguía riéndo… el primér áño, el segúndo no tánto, el tercéro pidió que lo desatáran, que el cáble lo estába ahogándo y clavándose en su cuérpo.
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Ahogándo al cruél píno
Y la ardílla, ahóra ayudáda por los conéjos,
jabalís y ótros animáles que se alimentáron duránte áños de las frútas caídas del olívo, del alméndro y del algarróbo, íban royéndo la herída del píno, y cuando acabában, íban apretándo el cáble un póco más.
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El píno prometió tódo, hásta desviár sus raíces pára no molestár, péro sus fuérzas ya no le permitían movérse.
Un día frío de inviérno trájo úna terríble neváda
y por el péso del píno nevádo y la fuérza del viénto, el píno por la herída que le producía la cuérda se rompió.
Y póco a póco, muy léntamente los tres amígos
se recuperáron y volviéron a dar frútos, y las ardíllas y ótros animáles de por allí, jamás volviéron a enterrár los piñónes cérca de los amígos.
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La algarróba, frúto del algarróbo
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Las aceitúnas
Las alméndras
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* * *
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La cára de la monéda
Nuéstra ardillíta
Úna píña es comída por úna ardílla y un pinón cáe y créce muy cérca de un olívo que también había sído plantádo allí hacía algún tiémpo.
El olívo cúida, protége y resguárda del frío al
píno, y éste y el olívo crécen y se hácen buénos amígos.
Qué de áños de chárlas y de veládas
agradábles pasában los dos amígos.
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Tus piés ya están tocándo a los míos, comentába alégremente el olívo al píno.
El píno llamába al olívo, su hermáno adoptívo. Péro las raíces del píno sin querérlo van
rodeándo al olívo y extráen tódo el aliménto de la tiérra de la que dispóne el olívo.
El píno tráta de alimentárse lo ménos posíble...
aléja las raíces del olívo péro es inútil, está creciéndo múcho y debájo de él sólo tiéne dúras rócas y allí no puéde alimentárse y crecér.
No te muéras hermaníto, le decía el píno al
olívo, aguánta: que las priméras llúvias nos traerán suficiénte aliménto.
Y tódo el bósque se enteró del probléma y tódo
el bósque habló pára encontrár úna solución. * * *
Un día úna trómba de água hízo úna zánja jústo en médio de los dos árboles, destapó múcha tiérra y se púdo ver el lío de raíces entrelazádas que había del olívo y del píno.
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Viéndo cuál éra el probléma, húbo úna llamáda generál al bósque, los jabalíes hiciéron el trabájo más dúro, escarbándo más la zánja hiciéron un súrco alrededór del píno, las ardíllas, conéjos y múchos pájaros fuéros deshaciéndo el lío de raíces.
Qué de rísas, qué de cosquíllas, algúna quéja
cuando úna raíz se rompía… péro el bósque éra úna fiésta. Y hásta las hormígas íban retirándo las más pequéñas raíces y piédras.
Al finál con la ayúda de tódos, lográron
desplazár el píno a úna distáncia prudenciál del olívo.
Lo plantáron en tiérra muy buéna en donde
pudiéra hundír sus raíces sin hacér peligrár la vída del olívo. Allí había múcha tiérra hácia el fóndo, ¡lo habían confirmádo las hormígas!
Sí, es verdád, tenían que hablár un póco más
fuérte pára entendérse ya que estában más léjos y los días de múcho viénto no se oían. Prónto nos harémos más grándes y nos oirémos mejór decían.
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Y tódos los animáles del bósque siémpre fuéron bienvenídos a su protección, cobíjo y a sus aceitúnas y piñónes.
* * * F I N
Por Emílio Vilaró Éste documénto está disponíble en formáto .PDF, .ePUB y .MOBI en nuéstra página Web: Mi blog literário. https://cosasdeemilio.wordpress.com Más de ciénto véinte cuéntos, relátos, ensáyos, recétas y novélas en: www.evilfoto.eu Comentários a: [email protected]
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Nóta del Autór: —Ésta óbra está tildáda, o séa: las palábras llévan la tílde (´), en el sítio en donde está el acénto. Después de míles de lectúras de óbras así escrítas y leídas, podémos asegurár, que su lectúra es la normál, y al leér así, no hay ningúna diferéncia de pronunciación a la habituál. Si deséa sabér los motívos, ¿cómo se puéde tildár de fórma automática? Y qué ventájas e inconveniéntes tiéne éste tildádo, puéde leér éste documénto: http://www.evilfoto.eu/pagina_cuentos/cuentos_21.htm
Modificaciónes a 1124w: 2011-08-18, 2015-08-23, 2015-09-03, 2015-10-10, 2015-10-26, 2015-11-15, 2016-03-10, 2017-06-15, 2017-06-17, 2018-01-24, 2019-07-07