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Ciencia y Mar Los Métodos de la Antropología 3 Escribe Peacock (1989) que en antropolo- gía hay tantas perspectivas como antropólogos, desde los que sitúan al informante y su relación en primer plano a los que lo desaparecen tras la erudición del análisis final. No es viable realizar la construcción de los métodos en historia de la antropología como si existiera un único método, ni siquiera el método comparativo -interpretado, criticado, difamado y utilizado desde los evolucionistas- o el trabajo de campo -interpreta- do, criticado, difamado y utilizado desde las pri- meras estancias de Boas-. La antropología ha bas- culado a lo largo de su historia, por citar algunos enfoques, entre lo nomotético y lo idiográfico, entre lo cualitativo y lo cuantitativo, entre el sig- nificado y el comportamiento, con muy pocos intentos de síntesis y sucesivas crisis disciplinares. Dos corrientes disciplinares paralelas has- ta los años cincuenta, la antropología cultural americana y la antropología social británica, más un buen número de antropologías nacionales, han trazado, además de las ambivalencias antedichas, las concepciones, los métodos y las técnicas de obtención de datos que hoy practicamos, necesa- riamente influidos por los desarrollos de otras Los Métodos de la Antropología Agustín Santana Talavera * Resumen Los métodos y las técnicas para la obtención de datos que llevan a cabo los antropólogos sociales y culturales son el reflejo de las distintas formas de contemplar e interpretar el mundo que, en cada momento histórico, les ha preocupado. A partir de las distintas corrientes y tradiciones nacionales se trata en este artículo de realizar un acercamiento a la problemática actual y a las diferentes formas de entender y practicar la antropología. disciplinas sociales y no tan sociales como la es- tadística matemática, los desarrollos informáticos o la misma biología. Sin pretender obviar la dificultad que su- pone recorrer el camino de la historia de los mé- todos y, necesariamente, de las disparidades de nuestra disciplina (incluso antes de emprender la tarea), planteamos el uso de lo que Stocking (1992), haciendo apología de Kuhn y su concep- ción epistemológica, denominó tradiciones paradigmáticas como hilo conductor de ésta expo- sición. Para ello hemos seguido un criterio no es- trictamente cronológico, puesto que lo que inte- resa en esta exposición es resaltar aquellos ‘mé- todos’ específicos con los que los antropólogos se acercan a su entorno y demarcan el objeto de estudio, cosa que no todos hacen explícitamente; una consecuencia inmediata es la necesidad de hacer breves referencias a algunos contenidos epistemológicos de las distintas corrientes al in- terior de la disciplina. Sin lugar a dudas, serían necesarios muchos volúmenes para que el reco- rrido fuera exhaustivo y lo que nosotros trata- mos de hacer es una aproximación a la proble- mática actual y a las diferentes formas de enten- der y practicar la antropología (para algunos sólo etnografía). * Laboratorio Antropología Social. Universidad de La Laguna (Islas Cana- rias,España) Abstract The methods and techniques of data gathering used by so- cial and cultural anthropologists reflect the various ways in which they perceive and interpret the world, object of their concern, in each particular moment in history. This article attemps to look at today´s problems, and the different ways in which anthropology is understood and practiced to approach them, from the stand point of various schools of thought and national traditions.

Los Métodos de la Antropología - :: Universidad del Mar ...a darwinista y, según Harris (1978), de la paleontología de Lyell y la prehistoria de Lubbock, se fundamentaba en la

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Escribe Peacock (1989) que en antropolo-gía hay tantas perspectivas como antropólogos,desde los que sitúan al informante y su relaciónen primer plano a los que lo desaparecen tras laerudición del análisis final. No es viable realizarla construcción de los métodos en historia de laantropología como si existiera un único método,ni siquiera el método comparativo -interpretado,criticado, difamado y utilizado desde losevolucionistas- o el trabajo de campo -interpreta-do, criticado, difamado y utilizado desde las pri-meras estancias de Boas-. La antropología ha bas-culado a lo largo de su historia, por citar algunosenfoques, entre lo nomotético y lo idiográfico,entre lo cualitativo y lo cuantitativo, entre el sig-nificado y el comportamiento, con muy pocosintentos de síntesis y sucesivas crisis disciplinares.

Dos corrientes disciplinares paralelas has-ta los años cincuenta, la antropología culturalamericana y la antropología social británica, másun buen número de antropologías nacionales, hantrazado, además de las ambivalencias antedichas,las concepciones, los métodos y las técnicas deobtención de datos que hoy practicamos, necesa-riamente influidos por los desarrollos de otras

Los Métodos de la Antropología

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Resumen

Los métodos y las técnicas para la obtención de datos quellevan a cabo los antropólogos sociales y culturales son elreflejo de las distintas formas de contemplar e interpretar elmundo que, en cada momento histórico, les ha preocupado.A partir de las distintas corrientes y tradiciones nacionalesse trata en este artículo de realizar un acercamiento a laproblemática actual y a las diferentes formas de entender ypracticar la antropología.

disciplinas sociales y no tan sociales como la es-tadística matemática, los desarrollos informáticoso la misma biología.

Sin pretender obviar la dificultad que su-pone recorrer el camino de la historia de los mé-todos y, necesariamente, de las disparidades denuestra disciplina (incluso antes de emprenderla tarea), planteamos el uso de lo que Stocking(1992), haciendo apología de Kuhn y su concep-ción epistemológica, denominó tradicionesparadigmáticas como hilo conductor de ésta expo-sición. Para ello hemos seguido un criterio no es-trictamente cronológico, puesto que lo que inte-resa en esta exposición es resaltar aquellos ‘mé-todos’ específicos con los que los antropólogosse acercan a su entorno y demarcan el objeto deestudio, cosa que no todos hacen explícitamente;una consecuencia inmediata es la necesidad dehacer breves referencias a algunos contenidosepistemológicos de las distintas corrientes al in-terior de la disciplina. Sin lugar a dudas, seríannecesarios muchos volúmenes para que el reco-rrido fuera exhaustivo y lo que nosotros trata-mos de hacer es una aproximación a la proble-mática actual y a las diferentes formas de enten-der y practicar la antropología (para algunos sóloetnografía).

* Laboratorio Antropología Social. Universidad de La Laguna (Islas Cana-rias, España)

Abstract

The methods and techniques of data gathering used by so-cial and cultural anthropologists reflect the various waysin which they perceive and interpret the world, object oftheir concern, in each particular moment in history. Thisarticle attemps to look at today´s problems, and the differentways in which anthropology is understood and practiced toapproach them, from the stand point of various schools ofthought and national traditions.

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Sirviéndonos como guía, varias han sidolas cronologías, atendiendo a diferentes aspectos,utilizadas para atender al desarrollo de la teoríaantropológica1. Por ejemplo, P. Bonte (1975) pre-senta la evolución de la antropología a través decinco “cortes históricos” (epistemológicos), loscuales contemplan una relación específica entreciencias e ideología y, por tanto, una configura-ción particular del saber. El primero, corte previoa la formulación del universo propio de la etno-logía, atañe al descubrimiento del “mundo sal-vaje” en el siglo XV; el segundo, en el que se rea-liza la crítica de los sistemas esclavistas a travésde la dicotomía conceptual “salvaje-civilizado”(siglo XVIII); el tercero (1850-1880) lo constituyela consolidación de la “ideología del evolucionis-mo”, repitiendo la dicotomía anterior y constitu-yéndose la etnología como disciplina indepen-diente de la historia; el cuarto, sustenta la críticaal evolucionismo y la constitución de la etnolo-gía clásica (1920-1930); y, el quinto (1950-1960),apuntaría simultáneamente a la investigación delos fundamentos de la antropología general y la“crítica radical” de la antropología moderna.

Más recientemente, Stocking (1982), conun enfoque epistemológico diferente pero conresultados similares y reconociendo que la do-minancia paradigmática y la temporalizaciónno siempre están implícitamentecorrelacionadas, elabora una cronología quedivide la historia de la antropología en cincograndes fases: la etnológica (1800-1860), laevolucionista (1860-1895), la histórica (1895-1925), la clásica (1925-1960) y la postclásica, sinpretender que los antropólogos de cada uno delos periodos compartan minuciosamente enfo-ques y perspectivas.

Siguiendo ésta última, mientras en losprimeros cuatro periodos paradigmáticos hayuna preponderancia bastante clara de un para-digma sobre otros, no ocurre así en la antropo-logía postclásica. Podemos considerar comointegradora la perspectiva estructuralista, peroa partir de ella nos encontramos con una an-tropología -y consecuentemente unos modosde practicarla- fragmentada y con paradigmasno definidos (procesual, interpretativa, marxis-ta, etc.), a lo cual hay que añadir el cambio depaisaje (Llobera, 1990) que supuso pasar deestudiar al Otro distante a un Otro más cerca-no (en ocasiones un Nosotros).

Es indudable que el choque cultural, elsentimiento de extrañeza, el afán comercial yla preocupación por las almas paganas promo-vieron un buen número de descripciones deta-lladas por viajeros, delegados reales y papales,misioneros, etc. escritos y narraciones que seelevaron al rango de míticas en la Europa ilus-trada de Locke, Voltaire, Montesquieu, Diderot,Mercier y Morelly, que crearon y recrearon su“salvaje”. El periodo ilustrado incrementó no-tablemente el cúmulo de conocimientos sobrelos humanos no europeos con fines no sólo di-rigidos al entendimiento de la diversidad, sinotambién orientados a legitimar y fomentar eldesarrollo emergente de la civilización indus-trial que superaba el estado feudal predomi-nante. Como hemos visto, algunos autores si-túan en esta época el nacimiento de las cues-tiones centrales de la antropología contempo-ránea y los primeros intentos, aunque fallidos,por formular las leyes que gobiernan el cursode la historia (Harris, 1978). Durante los siglosXVII y XVIII esos precursores de la antropolo-gía se interesaron únicamente por el estudioen la distancia física (espacial y temporalmen-te) de las “sociedades primitivas” y, sin negarla importancia que pudieran tener las obrasfundadoras de la ciencia de la sociedad (Saint-Simon, Adam Smith, Hume, etc.), considera-mos que no es hasta el siglo XIX cuando co-mienzan a desarrollarse verdaderamente lasteorías antropológicas y, sobre todo, a obtenerseinformación sobre “otras culturas” de manerasistemática, yendo más allá de lo exótico y lopeculiar.

1 Es de citar, siguiendo a F. Estévez (1987:24-25), por su importancia a lolargo de más de tres décadas la Historia de la Etnología, de R.H. Lowiepublicada en 1937 y que representaba el principal esfuerzo de síntesis desdela perspectiva boasiana de la unidad de la disciplina. Además de recopila-ciones tales como: de la American Anthropological Association, reali-zadas por F. de Laguna (1976 [1960]) para la etapa 1908-1920; G.W.Stocking, ed. (1976) con un análisis introductorio sobre la antropología delperiodo de entreguerras; R. Murphy (1976) sobre lo más destacado a partirde los años 40; también con Stocking como editor (1973) la History ofAnthropology Newsletter a la que hay que remitirse para una informaciónsistemática sobre todos los focos de investigación en historia de la antropo-logía. Dos obras fundamentales en los estudios historiográficos en antropo-logía son Race, culture, and evolution de G.W. Stocking (1982 [1968]) yEl desarrollo de la teoría antropológica de M. Harris (1978 [1968]),mostrando dos enfoques y formas de entender el pasado de la disciplinadiferentes.

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En 1800, siguiendo los patrones de ante-riores expediciones botánicas y zoológicas al Pa-cífico, el francés Boudin fue dotado de instruc-ciones para el registro de formas de vida de otrasculturas por Joseph-Marie Degérando, miembrode la primera sociedad “antropológica” la Sociétédes Observateurs de l’Homme. Instrucciones és-tas que incluyeron, además de una crítica a tra-bajos anteriores, una consideración sobre las difi-cultades y especial pericia que necesitarían pararecoger la información, así como sobre las cate-gorías de información a ser registradas. La expe-dición fracasó, pero las instrucciones dictadaspara ella tuvieron una importante influencia enposteriores cuestionarios que jugaron un papelimportante en la investigación etnográfica del si-glo XIX (Ellen, ed. 1984).

Lowie apunta en su “Historia de la Etno-logía” que para que la teoría pueda desarrollarseprecisa de una amplia base de datos recogidossistemáticamente y no es hasta la segunda mitaddel siglo XIX cuando se comienzan a fomentarlas instituciones etnológicas que, no sólo alenta-ban el debate, sino que además promovían lapublicación de nuevas informaciones sobre otrasculturas. Estas fueron, entre otras, la SociétéEthnologique de Paris (1839-1848), la EthnologicalSociety of London (1843-1871), la AmericanEthnological Society (1842-1870), aportando unabase firme para la construcción y distribución decuestionarios. Destacó por su importancia laRoyal Anthropological Institute con el cuestiona-rio “Notes and Queries on Anthropology”, queapareció en sucesivas ediciones entre 1874 y 1951,llegando a tener un impacto considerable sobreel estándar de cuestionario etnográfico hasta 1914.

Pero el siglo XIX fue para la antropologíamás que la fundación de aquellas sociedades, ins-tituciones y museos. Esto sucedió en el contextode la expansión colonial europea y con la cristali-zación del pensamiento evolucionista como lateoría rectora. Entre 1860 y 1880 se publican lasque después se conocieron como las primerasgrandes obras de la antropología2 que exponíanlas proposiciones básicas del evolucionismo, en-tre las que resaltaba la propuesta de elaboraciónde una historia y una ciencia natural del hombre,estructurada en una escala jerarquizada de las

civilizaciones en cuyo nivel inferior estarían si-tuadas las “tribus salvajes” y en el superior las“naciones civilizadas”.

El más notable cuestionario de este perio-do fue la Circular (1862), originada en el interésque suscitó a Morgan las informaciones sobre lasrelaciones de parentesco entre los Iroqueses, abor-da las terminologías del parentesco y fue distri-buida por la Smithsonian Institution. Los resul-tados de esta encuesta fueron dobles: por unaparte la compilación del autor Sistemas de con-sanguinidad y afinidad en la familia humana(1869) y, por otra, el ánimo que infundió a variosde sus corresponsales para ocuparse de la inves-tigación etnográfica. Tanto en la Circular como elcuestionario realizado por Frazer en 1887, se re-conocieron pronto una serie de problemas respec-to a su aplicación. Pero ciertos individuos, corres-ponsales como A.W. Howitt, supieron corregir yelaborar nuevos cuestionarios.

La metodología seguida, el método com-parativo, en este periodo era una consecuenciade cómo se concebía el pasado y se encontrabainspirado en las premisas de la Ilustracióndieciochesca. Tomado, según Lowie (1974) de labiología darwinista y, según Harris (1978), de lapaleontología de Lyell y la prehistoria deLubbock, se fundamentaba en la creencia de quelos diversos sistemas socioculturales del presen-te tenían un cierto grado de semejanza con lasculturas desaparecidas. Para ello, se construyóuna secuencia ordenada de instituciones cultura-les contemporáneas por su creciente antigüedad,extrapolando y comparando equivalentementeesas formas de vida a modelos ya extinguidos enla suposición de que todos los grupos humanossiguen un desarrollo paralelo, desde el estadoprimitivo al civilizado, esto es, se construyerontablas de adhesiones (González Echevarría, 1990)o costumbres concomitantes, para inferir relacio-nes de dependencia entre ellas y formular hipó-tesis sobre las posibles causas.

2 El derecho materno (1861) de Bachofen; La Ley antigua (1861) de H.Maine; El matrimonio primitivo (1865) de McLenan; Sistemas de con-sanguinidad y afinidad en la familia humana (1869) de Morgan; Cul-tura Primitiva (1871) de Tylor; Principios de sociología (1876) deSpencer;Sociedad antigua (1877) de Morgan.

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Tylor denominó “supervivencias” (survivals)a los diferentes elementos socioculturales (que yahabían perdido su importancia específica) y a tra-vés de los cuales se trataban de reconstruir lasdistintas etapas del desarrollo (salvajismo, bar-barie, civilización), compartiendo con Morgan quese trataba de estadios sucesivos pero añadiendoque algunos de ellos pueden permanecer inva-riables y decaer posteriormente. Para nuestro in-terés, hemos de destacar el artículo de Tylor “Ona method of investigating the development ofinstitutions, applied to laws of marriage anddescent” (1889)3 en el que introduce para la etno-logía el método comparativo de base estadística,calculando el porcentaje de adhesiones (probabi-lidad) entre diferentes formas parentales, y con-virtiéndose de esta forma en antecesor de la obrade Murdock y de las Human Relations Area Files.

Armados con cuestionarios, corresponsa-les, alguna estancia personal (Morgan) y el méto-do comparativo, los antropólogos evolucionistasintentaban buscar analogías importantes entresociedades muy diversas y separadas espacial y/o temporalmente, aportando información y sis-tematización a la naciente antropología. Pero susconclusiones acabaron siendo imponderables einverificables, sus reconstrucciones históricas fue-ron conjeturales y su uso del método comparati-vo pecó en correlacionar datos etnográficos sinvalor cronológico, descontextualizados y sin con-trastar. A comienzos del siglo XX se le criticó aesta corriente su etnocentrismo, sus especulacio-nes de despacho y el postular un esquemaunilineal de desarrollo cultural.

Paralelamente, a finales del siglo XIX yprimeras décadas del XX, se formula el métodohistórico-cultural (difusionismo) destacando elpapel del contacto cultural y del ‘préstamo’ de lahistoria de manera intercultural, en oposición ala evolución paralela, en la formación de la histo-ria de la humanidad. No es esta una teoría uni-forme, puesto que generó versiones muy diver-

sas, pero concurría en que si algo es infrecuente alo largo de la historia de las culturas es la inven-ción independiente y paralela de diversos fenó-menos culturales (desde objetos a instituciones,pasando por rituales, creencias, etc.), en el recha-zo antedicho a la evolución paralela y en la noindivisibilidad de la cultura. El propio Morganincluyó explícitamente a la difusión entre losmecanismos que hacían posible la uniformidadsustancial de la evolución sociocultural.

La investigación difusionista se orientabapues a reconstruir la trayectoria histórico-geográ-fica de los rasgos y los complejos culturales y aestablecer sus zonas de expansión, es decir, setrataba de dilucidar la evidencia de los procesoshistóricos determinando las influencias que ha-bían coincidido en la formación de un área cultu-ral concreta. Este procedimiento antropológico noera nuevo para el folklore (Prats, 1986)4 que, deforma temporalmente paralela, desarrollaba elmétodo histórico-geográfico con aplicaciones a laliteratura y a la historia oral.

La escuela difusionista alemana (Ratzel,Schmidt, Gräebner, entre otros) postuló, sustitu-yendo a los esquemas evolucionistas, la existen-cia de unos pocos Kultur-Kreise (círculos cultu-rales o aglomerados de rasgos emergentes)5 quese mostraban como focos de la cultura formadospor rasgos; éstos eran transmitidos de formasdiversas, pudiendo perderse o sufrir adaptacio-nes. Con el paso del tiempo, los círculos en ex-pansión comienzan a encontrarse, a superponer-se, a mezclarse, con frecuencia a destruirse, ade-más de que los representantes de un círculo cul-tural empujan a los de otro u otros hacia zonasmarginales o de refugio. De ahí surge la concep-ción del marginalismo geográfico cultural y delmarginalismo dentro de una misma cultura comoexpresión de las formaciones más arcaicas y pri-mitivas. De esta manera cabría pensar que losgrupos con culturas menos desarrolladas habríansurgido de las culturas más antiguas y conserva-

3 Citado por Harris (1978:136).

4 La reconstrucción de los procesos históricos seguidos por los materiales tradicionales desde sus núcleos originarios fue, en cierto modo, la preocupaciónde las escuelas mitológica e histórica en el folklore europeo desde mitad del siglo XIX.

5La forma más extrema de la doctrina difusionista fue la adoptada por G. Elliot-Smith y W.J. Perry, que proponían a Egipto como el centro de toda civili-

zación, es decir, el origen de todo el inventario cultural del mundo.

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rían los rasgos primitivos, con lo que estudiandoa éstos y los contactos entre grupos se podría re-construir la cultura originaria.

Gräebner y otros antropólogos alemanesdesarrollan los criterios de forma (semejanza derasgos) y número de semejanzas para identificarel grado de difusión y contacto. Esto significaba,frente al evolucionismo, considerar las diferen-cias y la diversidad entre los pueblos como úni-camente de grado y equiparables si se dan cier-tas condiciones, así como que el estudio de la di-fusión conduciría a estos antropólogos a conocerlas particularidades con que cada pueblo dota asus manifestaciones culturales. Sin embargo, co-inciden con los evolucionistas en el uso sistemá-tico del método comparativo para aclarar el co-nocimiento de los orígenes y cambios sucesivosde culturas contemporáneas (Harris, 1978), lo cualera posible a partir de la enorme masa de datos y,desde la tradición folklorista, de innumerablesnarrativas (teniendo como fuente las historiasorales) acumuladas.

Franz Boas y su enfoque denominadoparticularismo histórico, representa la principalreacción contra los esquemas evolucionista ydifusionista, introduciendo una crítica sistemáti-ca a las posturas especulativas y abogando por lanecesidad de una infraestructura de investigación.Para él, había que preguntarse el porqué de lasdiferencias de tribus y naciones en el mundo ycuál había sido el proceso de desarrollo de talesdiferencias; y para responder a tales cuestiones,haciendo una resuelta defensa del empirismopositivista, considera que es necesaria la recons-trucción particular de cada cultura, afirmando queésta debe ser vista como un entorno que configu-ra la conducta y el pensamiento humanos.

Contra los estados fijos de evolución or-denados progresivamente, Boas opone la histo-ria, defendiendo que los desarrollos de la tecno-logía, religión, arte, organización social y lengua-je no siguen un cauce único y que, en todo caso,no iban de lo simple a lo complejo. Justifica quemuchas similitudes culturales eran debidas a la di-fusión más que a la coincidencia casual entre cultu-ras autóctonas aisladas, pero también advierte con-tra el abuso de esta perspectiva en tanto que las

explicaciones difusionistas no eran aplicables a to-das las semejanzas culturales, mientras no se de-mostrara la viabilidad de los contactos geográficos.Por otra parte, según su crítica, el argumentoevolucionista que postula que las semejanzas cul-turales eran el resultado de las mismas causas,dado que la mente humana reacciona de manerasimilar ante circunstancias ambientales semejan-tes, fue lo que apartó a los evolucionistas del usoracional del método comparativo.

Defiende así una visión histórica de lacultura, abogando por la investigación de los fe-nómenos culturales locales para establecer la com-paración a partir de ellos, esto es, la historia y elmétodo comparativo se complementan.

La constante preocupación de Boas eraque el desarrollo de los métodos se sometiese arigurosos criterios científicos, atendiendo a esta-blecer un cuerpo material de datos equivalenteal de la ciencia natural y la elaboración de leyesculturales (una perspectiva generalizadora). Porello criticó muchos informes etnográficos de es-tar llenos de descripciones que no podían ser ve-rificadas o por ser dependientes de opinionessubjetivas de los corresponsales, es decir, super-ficiales y no científicas. La única forma de evitaresto era a través del registro extensivo de textosen el lenguaje nativo (además de artefactos). So-lamente cuando tal material estuviera recogido,clasificado e impreso, la antropología podría te-ner datos adecuados sobre los que fundar un cam-po objetivo de estudio (o lo que es lo mismo, losdatos brutos eran necesarios antes de la teoría).

Aunque la intención de Boas sobre la re-colección etnográfica estaba clara, sus métodosexactos nunca fueron explícitos, si bien se podríareconstruir el perfil de las técnicas utilizadas. Boasrealizó, en cierta forma, observación participanteen las culturas que él estudiaba (al menos duran-te los primeros años de su trabajo), enfatizandola recolección de datos a través del uso intensivode informantes particulares, a los que alentaba aregistrar información de sus propias culturas enla lengua nativa. De esta aproximación a la in-vestigación etnográfica resultó una compilaciónmasiva de material, informes, textos y detallesde la cultura Kwakiutl densos y difíciles de ma-

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nejar, pero no informes generales o una descrip-ción de la vida diaria. La urgencia sobre el objetode estudio (la disciplina necesitaba la máximacantidad de datos de las distintas culturas queestaban en vías de desaparición) postergó el pasode los datos a la generalización.

Paralelamente al relativismo culturalboasiano, la otra gran reacción contra el evolu-cionismo y el difusionismo, tomo forma en laantropología social británica, más concretamen-te, en el funcionalismo que se caracterizó por serclaramente anti-historicista. Dicho brevemente,esta perspectiva estudia sincrónicamente la arti-culación de los diferentes elementos de una so-ciedad o de una institución entre sí, la maneracomo forman un sistema y la función que cadauno desempeña dentro de éste. Si bien se recono-ce a B. Malinowski (en el campo de la práctica) ya A.R. Radcliffe-Brow (en la teoría) como los pre-cursores del funcionalismo en antropología, laidea ya se encuentra en Durkheim, Boas, Mausse incluso Bachofen (Lowie, 1937) que habían pre-sentado «varios aspectos de la cultura en sus es-trechas relaciones e influencias mutuas» y, poraplicación, elaborado un principio que hicierainteligible los hechos sociales.

Con una finalidad más o menos clara ensalvar la herencia del cientifismo decimonónico,y liberándose de las regularidades diacrónicas, laescuela británica organizó estudios de campo in-tensivos en pequeñas y aisladas sociedades abo-rígenes, centrados en torno al tema de las relacio-nes funcionales sincrónicas (exploración de losrasgos sistemáticos de las culturas) y el análisisde los datos en ellos obtenidos, con el fin de bus-car las formas en que las estructuras y las institu-ciones de una sociedad se interrelacionan paraformar un sistema (Kaplan y Manners, 1979).

Este interés por la observación directa ysistemática de las sociedades aparece en GranBretaña ya a finales del siglo XIX (1898) con laexpedición de Haddon al estrecho de Torres, dela cual formaban parte también Rivers ySeligman, progenitores académicos de Radcliffe-Brown y Malinowski, respectivamente. FueHaddon quien, tomando el término del discursocientífico-natural, adoptó e introdujo “field-

work” como denominación del método en la an-tropología británica (Stocking, 1983), alentandoademás no sólo a la recolección urgente deespecímenes sino también a tomarse tiempo parasimpatizar con los nativos y conseguir obtenerde ellos el significado profundo del material re-cogido. Para ello tendrían que mantenerse en elcampo algunos individuos dirigidos por un in-vestigador especializado, que orientaría ademáslas prioridades a ser atendidas. Esto fue lo queHaddon denominó “estudio intensivo de áreaslimitadas”, pero no ésta claro que significaba paraHaddon estudio intensivo.

Por otra parte, mientras se llevaban a cabotest psicológicos en el Estrecho de Torres, se reco-gieron detalles sobre las relaciones de parentescoen forma de genealogías. Rivers, desde sus inte-reses difusonistas, reconoció que tal informaciónconstituía la base para la comprensión de la vidasocial de los nativos y que lo que se llamó méto-do genealógico era un medio por el que losantropólogos podían estudiar los problemas abs-tractos a través de hechos concretos, como si sólocon los estudios del parentesco se clarificara elentramado social. Para Rivers, sólo mediante elestablecimiento claro de metodologías y de unaterminología sistemática podría realmente la an-tropología tener estatus de ciencia, y el métodogenealógico era la forma de llevar a cabo el estu-dio intensivo, era el método concreto.

En la revisión de 1912 de Notes andQueries6 , que siguió apareciendo como dirigidoa viajeros y exploradores no especializados enantropología, se introduce la distinción lingüísti-ca entre estudio intensivo y “survey” (como tal,“registro”) y se comienza a dar importancia tan-to al lenguaje nativo y a la voluntariedad de losinformantes como a la necesidad de contrastar ocorroborar las informaciones verbales con más deun testimonio. Ello principalmente porque el in-vestigador, al menos para Rivers, era considera-do más un encuestador (“inquirer”) que un ob-servador, que tenía que desarrollar “simpatía ytacto”. En 1913 Rivers explicita las necesidades oprecondiciones necesarias para llevar a cabo un“estudio intensivo”, redefiniendo lo que por él6Realizada por un comité en el que se incluían Haddon, Rivers y Myers(posteriormente, también Seligman) (Stocking, 1983:89).

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se entiende, y cuál sería la labor del etnógrafo7 .Así, la estancia debe ser prolongada durante unaño y verificada por un sólo investigador espe-cialista en etnografía (evitando las disrupcionesen el mundo nativo ocasionadas por las expedi-ciones numerosas) e interesado por todos los cam-pos de la cultura (política, religión, educación, artey tecnología, pues éstos son interdependientes einseparables). La labor etnográfica, como su ob-jeto, es indivisible.

Sin embargo, fue Malinowski, en Losargonautas del Pacífico Occidental, quien real-mente ejecutó el primer trabajo de campo minu-cioso y quien propuso las condiciones y aspectosesenciales del método en la práctica, añadiendodiversas técnicas y procesos para la obtención dedatos. Para Malinowski la observación directa“sobre el terreno” es la única manera real de re-cabar esta información; había que renunciar abasar los escritos antropológicos en las cartas einformes de los corresponsales u observadoresinstruidos, quedando éstos relegados a un segun-do plano. Políglota y con una destreza especialpara el dominio de las lenguas, sólo llegó a serconsciente de la importancia del lenguaje a partirde su trabajo de campo en las Trobriand, centrán-dose en la lingüística (en la recopilación de textosindígenas) durante su segunda estancia. Peroanteriormente ya había tratado de penetrar en lascreencias nativas, yendo más allá de los hechos8

puros, a través de la interacción en el trabajo decampo, si bien aún ayudándose de intérpretes, einsistiendo en que «el trabajo de campo consistesola y exclusivamente en la interpretación de lacaótica realidad social» a partir de datos recogi-dos de primera mano. Es esto y su regreso a lasTrobriand lo más significante de la propuestametodológica malinowskiana: pasar de una situa-ción crítica de contacto o de datos de segunda

mano a una situación de contacto “integrativa”(que no lo fue tanto según su diario), donde pre-domina la observación sin renunciar a las vocesde los informantes y, sobre todo, elaborando co-nocimiento antropológico susceptible de ser re-visado temporalmente, tanto por el mismo inves-tigador como por otros.

Evans-Pritchard, discípulo de Malinowski,sintetiza los requisitos y características fundamen-tales del trabajo de campo: «el antropólogo debededicar un tiempo suficientemente largo a su es-tudio, desde el principio hasta el fin debe estaren contacto estrecho con la población que estáanalizando; debe comunicarse con ella solamen-te mediante el idioma nativo, y debe ocuparse desu vida social y cultural total» (1981).

En general, en cuanto a la metodología delfuncionalismo británico, Radcliffe-Brown sóloañade específicamente una pequeña nota sobreel registro de sistemas de parentesco, consistien-do su mayor logro en la insistencia en la necesi-dad de un claro y estandarizado sistema de ter-minología, además de continuar el uso del méto-do de Rivers. Ahora bien, Radcliffe-Brown y losteóricos de su perspectiva estructural-funcional,hacen hincapié en que es la estructura social elconjunto de variables que ha de orientar a la An-tropología Social. Por ello, la investigación ha deestar nomotéticamente dirigida, es decir, encami-nada a la definición de leyes generales que go-biernan la interrelación de las partesfuncionalmente integrantes de la estructura so-cial, y a partir de ahí explicar comparativamente(la antropología social era considerada como so-ciología comparada) las diferencias, más que lassemejanzas9, socioculturales de carácter sincró-nico. Esta elección epistemológica en torno alobjeto de la investigación antropológica permite

7 La definición de «trabajo intensivo» de Rivers fue: «in which the worker lives for a year or more among a community of perhaps four o five hundred peopleand studies every detail of their life and culture; in which he comes to know every member of the community personally; in which he is not content withgeneralized information, but studies every feature of life and custom in concrete detail and by means of the vernacular language» (cf. Stocking, 1983:92-93).

8 Malinowski considera el hecho social como un conjunto empírico conformado por un número limitado de elementos identificables, de ahí que entienda lacultura como un todo coherente e indivisible cuyas partes son sólo significativas dentro del todo en mutua interrelación, aún cuando guarden cierto grado deautonomía; la cultura es la respuesta humana a los imperativos naturales (Luque, 1990:106). Por ello, el objeto de estudio fundamental serán las institucionessociales, que satisfacen el requisito de ser una respuesta grupal del hombre a sus necesidades e intereses comunes.

9 Ante todo, lo que hay que comparar según Radcliffe-Brow son las diferencias porque lo que se debe comparar no son elementos culturales aislados perte-necientes a regiones diversas, sino sistemas sociales globales (Luque, 1990:192).

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una concreción y especialización “en el campo”que los estructural-funcionalistas creían imposi-ble a partir de los conceptos de cultura y funciónde Malinowski o el historicismo de Boas. Estoscambios en el interés etnográfico más que alterardrásticamente los métodos de campo, hicieronponer énfasis en la investigación y en la perspec-tiva generalizante de los datos. Adicionalmente,se reafirmó el espíritu positivista en la investiga-ción científica bajo la creencia de que los datos“objetivos” podrían recogerse mediante la utili-zación de rigurosas y nuevas técnicas (entre otraspara medir la inteligencia) (Nadel, 1937).

Pero, aún con ello, Radcliffe-Brown pres-cinde de la salvaguarda durkhemiana del méto-do genético (sólo es posible comparar pueblosde la misma especie cuando conocemos las espe-cies anteriores), es decir, se inclina por el “cómofuncionan” las sociedades (sincronía) antes del“cómo cambian” (diacronía). Aunque considerela mutua dependencia del método comparativoy los estudios intensivos de sociedades particu-lares, concibe el primero como el que garantizael carácter científico de la disciplina. Así, el mé-todo comparativo ha de clasificar (tipologizar),obtener regularidades y descubrir leyes univer-sales, especialmente de grupos territoriales, deparentesco y políticos10 .

La importancia del carácter comparati-vo a que se aspiraba y las leyes generales quese pretendían establecer configuró, como he-mos visto, la selección de las unidades de es-tudio, debiendo ser instituciones cuyos miem-

bros, como grupo delimitado, estuviesen con-trolados por ellas. La importancia de este usodel método comparativo, así visto, quedó re-flejada en el estudio de Evans-Pritchard yMeyer Fortes, Sistemas políticos africanos(1940), donde se intenta definir la estructurade los sistemas políticos de ese continente des-de una perspectiva estructural y sincrónica, demanera que tales sistemas se manifiesten comoestables y armónicamente integrados. La obra,además de surgir de ella la importante aporta-ción a la antropología social del concepto degrupo corporativo de descendencia unilineal11 ,es una restricción al presente etnográfico de losaños treinta, hecha en nombre del empirismo(Harris, 1978).

Las refutaciones a Radcliffe-Brown en elestudio histórico-cultural sobre institucionesafricanas, realizado por Murdock (1959), la re-visión diacrónica de Stevenson (1965)12 de loscasos etnográficos empleados por Evans-Pritchard y Meyer Fortes, y el cambio gradualde orientación de jóvenes antropólogos britá-nicos (tal vez influenciados por el propioRadcliffe-Brown después de su experienciaamericana (1931-1937), hacen inclinar el enfo-que hacia la diacronía, combinando viejos ynuevos intereses. Una suerte de combinaciónde los principios del funcionalismo estructuraly la documentación histórica preconizada porBoas se estaba dando en América con la obrade Fred Eggan, utilizando el método de com-paración controlada13 para el estudio de lasvariaciones de la terminología crow.

10 Van Gennep, antropólogo y folklorista, desintiendo de los funcionalistas, entre otras cosas, en tomar como objeto de estudio a las sociedades exóticas oprimitivas, lo cual asociaba con la búsqueda de las supervivencias evolucionista, propone paralelamente el método biológico. Un paralelismo entre los estudiosfolkloristas y la concepción funcionalista de la investigación, puede ser visto en que ambos rechazan el método histórico afirmando que los hechos vivos nopodían ser estudiados más que mediante la observación y la clasificación minuciosas, para lo cual eran necesarios instrumentos precisos, tales como detalladoscuestionarios y técnicas cartográficas. De igual forma, los hechos se presentan, para ambos, integrados en conjuntos complejos en los que cumplen funcionesespecíficas según las condiciones históricas. Desde el enfoque de Van Gennep, era necesario también estudiar las transformaciones (que concreta en susnociones de transición, secuencia y rito de paso). Al estudio de estas secuencias dedicó el autor su Manuel de folklore français contemporain, publicado encuatro volúmenes entre 1937 y 1958.

11 Este concepto analítico permitió abordar desde la perspectiva estructural-funcional, hasta principios de la década de los sesenta, el sistema social de lassociedades sin poder político centralizado y deducir unas reglas generales de funcionamiento. De la crítica del mismo surgió en la antropología socialbritánica una corriente que enfatizaba los procesos de intercambio, así como las redes sociales interpersonales y su activación selectiva y estratégica por partedel individuo (Narotzky, 1986:1374).

12 cf. Harris, 1978:466.

13 Este tipo de comparación se realiza con miras a garantizar que los distintos elementos comparados son efectivamente homogéneos. La historia de lacultura, o la reconstrucción histórica, atiende a un área geográfica específica y trata de controlar las variables que operan en ella a fin de asegurar que cadauna de ellas recibe la ponderación adecuada en el análisis global.

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A finales de los años cuarenta R. Firth cues-tiona el pilar funcionalista de la sincronía para elanálisis de los sistemas sociales, apuntando la ne-cesidad de estudiar no sólo la continuidad de lossistemas sociales, sino sus transformaciones, dan-do cabida a la explicación de las variaciones que sedaban en la conducta real de las personas en suadaptación a nuevas situaciones. A través del estu-dio sistemático de esas variaciones presentes en laorganización social14 podría, según Firth, llegarsea la formulación de una ley general del cambio delas estructuras sociales. Pero, como Leach señaló,ésta preocupación por intereses diacrónicos no tuvosu homónimo en la teoría diacrónica: «la mayoríade mis colegas están abandonando los intentos dehacer generalizaciones comparativas; en su lugarhan empezado a escribir etnografías históricas im-pecablemente detalladas de pueblos concretos»(Leach cf. Harris, 1978). En cualquier caso, se habíaabierto una importante brecha en el programafuncionalista estructural, entrando en una fase deconfusión y conflicto: desde el abandono de la pre-tensión científica de Evans-Pritchard (renuncia ex-presa a la concepción nomotética de la antropolo-gía) a la vuelta a una concepción nomotética(funcionalista) del hombre por Fortes, pasando porla crítica feroz que realiza Leach en su conversiónal análisis de la cultura como sistema simbólico almodo levi-straussiano.

Mientras esto sucedía en Europa, losantropólogos americanos no vivieron la revolución“paradigmática” en términos de una transforma-ción en los métodos de campo sino, más bien in-fluidos por la perspectiva boasiana, en términos demétodos de análisis y calidad del material recopila-do. Había una división clara entre recopiladores dedatos de campo y expertos en antropología queanalizaban los datos de primera mano (lo cual sehabía convertido en norma desde Boas). La esta-dística se convirtió en una herramienta importantepara el antropólogo (sobre todo en la antropologíafísica) y, si bien sólo Kroeber intentó aplicar técni-

cas estadísticas a los datos culturales en estudiosregionales, los lingüistas tuvieron que dominarlaya que se constituía para ellos en un elemento cla-ve para entender otras culturas, recoger textos yconstruir datos competentes para la disciplina.

La mayor parte de las investigacionesetnográficas en Norteamérica (Ellen, 1984) que sellevaron a cabo desde comienzos del siglo hasta laSegunda Guerra Mundial fueron realizadas indivi-dualmente y, dada la escasez material y temporal,centrando su labor sobre problemas concretos. Es-tas condiciones y el hecho de que las sociedadesindias al ser estudiadas sufrían cambios culturales,llevó a los antropólogos a trabajar a menudo conunos pocos individuos articulados, registrando entextos la memoria cultural de sus informantes másque participando en la vida diaria.

Por otra parte, la preocupación boasiana porla vida mental del hombre, ya por esta época cen-trada en los enlaces entre los procesos psíquicos ylos sistemas socioculturales, fue continuada por susdiscipulas Ruth Benedict y Margared Mead queencontraron en el psicoanálisis un bagaje teóricoque hacía posible su estudio. El psicoanálisis habíarenunciado ya a su evolucionismo y los instintosuniversales, postulando el relativismo cultural. Laconjugación de ambos dio origen a un nuevo enfo-que que, en términos genéricos, tomaba, de unaparte la personalidad como problema cultural y, porotra, la relación de causalidad entre estabilidad so-cial y cambio sociocultural como ejes principales.Precedida por el configuracionismo cultural (basa-do en la identificación de los rasgos culturales15 re-levantes y su presentación en un lenguaje psicoló-gico), se trató de la conocida como cultura y perso-nalidad.

Tal vez la obra más conocida delconfiguracionismo fue Patterns of Culture (1934),de Ruth Benedict, donde se trata de encontrar unprincipio integrador que explique los distintos orí-

14 Con su concepto de organización social, Firth trataba de lograr una mayor aproximación a la conducta real (ordenación de actividades individuales), enespecial a las variaciones que resultan ignoradas en las formulaciones estáticas de la estructura social. Este último término había sustituido al primero en elfuncionalismo estructural precisamente porque los grupos que se formaban a raíz de la organización de las actividades individuales, y las relaciones a quedaba lugar, no eran permanentes.

15 Ralph Linton (1972 [1936]), una de las figuras clave de cultura y personalidad, definió ‘rasgo cultural’ como la asociación de una forma y una sustanciaparticulares con una función sociocultural y también con el sentido que una entidad así tiene para las gentes entre quienes se manifiesta o que la usan.

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genes de los elementos que constituían la culturay la imagen totalizadora de la misma16 ; para locual se aplica a los zuñi (Nuevo México), los dobu(Nueva Guinea Orinetal) y a los kwakiutl(Vancouver) un modelo basado en pautas y con-figuraciones psicológicas y psicopatológicas do-minantes que, según la autora, podrían resumirla cultura. Dejando aparte la acomodación a so-ciedades no occidentales de una taxonomía psi-quiátrica (apolíneos, dionisíacos, introvertido,extrovertido, etc.) de universalidad no verifica-da, el principal problema de Benedict fue su aná-lisis poco crítico de las fuentes etnográficas conlas que trabajo en el método de biografía proyec-tada (según el cual las sociedades son la psicolo-gía individual proyectada sobre una pantalla,aumentada y prolongada a través del tiempo).

Pero fue Margaret Mead quién, en el movi-miento cultura y personalidad, prestó más atencióna los especiales problemas metodológicos vincula-dos a su perspectiva psicocultural. Si bien en susprimeros escritos hay muchos puntos de semejan-za metodológica con Benedict (como la exageraciónde la claridad con que pueden identificarse y con-trastarse los tipos de personalidad individual y cul-tural), en los primeros años de la década de lostreinta Mead apostó por métodos de campo simi-lares a los que propuso Malinowski. Al contrarioque la mayor parte de los discípulos de Boas, suprimera experiencia en el trabajo de campo latuvo fuera de Norteamérica, en Samoa, y en susiguiente trabajo en Melanesia fue influida porlas técnicas del trabajo de campo británico a tra-vés de su trabajo con Fortune y Gregory Bateson.

Su apuesta por técnicas de campo máscomprensivas acentuó la necesidad de la ob-servación participante y del registro de la vidacotidiana. Como respuesta a las críticas reali-zadas por algunos alumnos boasianos, centra-

da específicamente en el problema del lengua-je en el trabajo de campo, Mead argumento quelos antropólogos no necesitaban saber hablarla lengua de la gente que estudiaban sino sólocómo emplear ésta para comprender el discur-so cotidiano, establecer contactos y preguntarcuestiones básicas. Con aquello, afirmaba ca-tegóricamente, lo único que se consigue eshacer gala del virtuosismo lingüístico y, portanto, era algo erróneo el énfasis boasiano porel conocimiento del lenguaje nativo para cen-trarse en informantes individuales y la colec-ción de textos. Era más importante la observa-ción del fluir de la vida cotidiana.

Pero Mead, aún describiendo explícita-mente sus técnicas de campo y sus presupuestosmetodológicos (En Adolescencia, sexo y culturaen Samoa (1972) ya dedica un apéndice a ello),cae en la generalización etnográfica a partir de loque ella afirma esta ‘dentro de la cabeza de lagente’. En una postura opuesta a la de sus maes-tros Boas y Benedict, busca a través de la genera-lización los patrones universales, la humanidadcomún o el consenso de valores, como directricesgenerales que orientan la acción moral y que to-dos los miembros normales de todas las culturasconsideran obligatorias.

Arguyendo contra la relevancia de la es-tadística para un tipo de estudio que requiere in-formes situacionales y emocionales muy comple-jos, Mead comparaba su papel con el de un mé-dico o un psiquiatra que formula un diagnóstico,pero lo que realiza son saltos intuitivos ygeneralizantes evitando poner a prueba sus teo-rías de partida sobre la fuerza de la cultura por eluso de controles estadísticos.

Siguiendo en nuestro discurso a Harris(1978), la respuesta de Mead a las críticas contrasu metodología ha sido extremadamente comple-ja. Convencida en parte de que sus descripcionesno tenían validez demostrativa introduce (1936)el uso de medios tecnológicos, cámaras fotográfi-cas/cinematográficas y magnetófonos, para cap-tar los acontecimientos significativos en su con-texto situacional, publicando luego sus fotogra-fías acompañadas de descripciones verbales quereflejan la calidad de sus notas de campo17. Pese

16 Anteriormente Kroeber (1922) enmarcó la concepción inicial delo cultural como superorgánico (basándose en Durkheim) en la de los patro-nes (patterns) culturales, entendiendo por ello las distribuciones ordenadaso sistemas de relaciones internas que dan a cualquier cultura su coherenciay la diferencian de una mera acumulación aleatoria de fragmentos (Kroeber,cf. Luque, 1990:99). Esos ‘patrones’ abarcan más que la cultura de un gru-po humano pudiendo alcanzar el carácter universal pero, sin embargo,Kroeber rechaza con firmeza la perspectiva nomotética y suscribe la conclu-sión boasiana de que todas las generalizaciones resultaban por necesidadtriviales. De un modo diferente, Benedict contempla la cultura en la diver-sidad, es decir, se vinculan el relativismo metodológico y el holismo comototalidad organizada de los patterns, pero éstos son vistos como pensamientoy acción individual.

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a ello, el uso de la imagen que hicieron Mead yBateson no resolvió el problema metodológicoinmediato de documentar las diferencias de per-sonalidad intuidas en la estratificada poblaciónbalinesa. Los procesos selectivos para la toma defotografías hacen que no existan disparidadesimportantes entre los registros visuales y las ob-servaciones escritas, pero se obvia el problemade que los medios técnicos estaban siendo utili-zados con unos intereses concretos, es decir, al-guien enfocaba la cámara y la accionaba en unmomento y no en otro. Su valor demostrativoqueda así bien en entredicho.

Otro de los problemas planteados porlos críticos a los que se enfrenta Mead se con-centra en la representatividad de los informan-tes. El concepto de personalidad básica o modalfue hasta entonces aplicado en sociedades pe-queñas (‘sociedades primitivas’), pero las con-diciones de preguerra de la década de los trein-ta (y los encargos de proyectos concretos porel gobierno de los Estados Unidos de America)hicieron que distintos miembros de cultura ypersonalidad extendieran el ámbito de aplica-ción a sociedades de mayor complejidad, comolas naciones-estado, puesto que aparentemen-te constituían una herramienta precisa para tra-tar la mística del carácter nacional. Estos estu-dios fueron llevados a cabo mayoritariamentepor Geoffrey Gorer (Estados Unidos (1948),Rusia (1949) e Inglaterra (1955)), pero tambiénpor Ruth Benedict (Japón (1946)) y MargaretMead (Estados Unidos (1942 y 1949)). El resul-tado fue una gran cantidad de literatura encuya base estaban los medios para delinear laestructura básica o modal de la personalidadderivados de diversos materiales culturalescomo mitos, leyendas, cine, canciones popula-res, y formas institucionales, como la familia ylos patrones de socialización.

Todos ellos han sido atacados por su me-todología poco ortodoxa, siendo el aspecto másdestacable el uso de un pequeño número de in-formantes como base para la generalización so-

bre las intimidades del pensamiento nacional.Mead responde a estas críticas arguyendo quesiempre que se especifique cuidadosamente la po-sición social y cultural, un único informante pue-de constituir una fuente de información satisfac-toria sobre pautas sumamente extendidas. Mead,haciendo uso de la analogía lingüística, pretendeescapar de la exigencia metodológica delmuestreo a través de realzar, no la distribución ola incidencia de una pauta (lo que le obligaría aluso estadístico), sino la existencia misma de unapauta concreta y la forma en que se manifiesta.Esta forma de colocar las pautas culturales porencima de la necesidad de muestrasestadísticamente estructuradas, interpretándolascomo si de un sistema de comunicación se trata-ra, están plenamente vinculadas al conocimientode la estructura gramatical de un lenguaje, en tan-to que para ello supuestamente bastan muy po-cos informantes y más allá de estos lo único quese hace es contar con aseveraciones adicionales.Pero ni siquiera la lingüística renuncia alegremen-te a buscar las variaciones de la conducta verbaly, por supuesto, no afirma que tales variacionesno ayuden a la mejor formulación de las normasgramaticales.

La antropología cultural había desterra-do el método comparativo a través de la con-cepción relativista cultural (inspirada en elmétodo histórico). Desde esta perspectiva lassociedades se concibieron como únicas y lacomparación, visto ello, carecía de sentido. Perocontradictoriamente este particularismo alen-tó la recopilación de materiales descriptivos, ysu presentación estándar, basados en el traba-jo de campo. Si bien teóricamente la compara-ción no existía, en la práctica no hubo una inte-rrupción entre el comparativismo evolucionista18

y el Cross-Cultural Survey de Murdock en 1937.El propósito de Murdock era elaborar una teo-ría del comportamiento humano y de la cultu-ra a través de generalizaciones empíricas, paralo cual le era imprescindible la recopilación ycodificación de materiales etnográficos de ca-rácter intercultural.

17 Estos experimentos pioneros en el uso de medios técnicos para dotar a la etnografía de un fundamento documental pueden considerarse la contribuciónmás definitiva que Mead haya hecho al desarrollo de la antropología como disciplina.

18 Wheeler y Ginsberg (1915), The material culture and social institutions of simpler peoples; o Summer y Keller (1927), The science of society.

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Basándose en el Outline of CulturalMaterials y en la investigación pluridisciplinardel Instituto de Relaciones Humanas de la Uni-versidad de Yale, Murdock trata de conjugar larecopilación etnográfica con sus influencias detipo teórico19 .Pero no ha sido su componente teó-rico el que ha merecido la atención posterior porla antropología; más bien, se ha prestado espe-cial atención a su restauración nomotética en eluso de técnicas estadísticas para hacer generali-zaciones que puedan ser sometidas a verificación,generando, de otra parte, dos problemas esen-ciales: el primero en lo que respecta a su selec-ción muestral y, el segundo, al problema de lasunidades de comparación.

El Cross-Cultural Survey, pasó más tardea denominarse Yale Cross-Cultural Files y poste-riormente, una vez constituido en organizacióninter-universitaria, Human Relations Area Files(HRAF), conservando el sistema de clasificacióndel Outline of Cultural Materials. El propósitoinicial fue que las culturas archivadas constitu-yeran una muestra representativa de la variabili-dad cultural en todo el mundo, pero para ello eranecesario construir el universo de referencia, esdecir, una guía de las culturas del mundo, queconstituyó el Outline of World Culture deMurdock (1954). En la práctica, trataba de com-paginarse el inductivismo boasiano con los aná-lisis comparativos a gran escala evolucionistas, yel resultado fue una mala aplicación del métodocientífico que presuponía, por este orden, reco-ger hechos, clasificarlos y dejar que los mismoshechos sugirieran las leyes que los explican.Murdock trató de suplir, como se dijo, con teoríaestas deficiencias, estableciendo una serie de cri-terios a fin de evitar determinados sesgos en laselección de la muestra: tener en cuenta las áreasculturales; actuar a favor de la inclusión de fac-tores diferenciados (lengua, entorno, economía,filiación, política); actuar en contra de la existen-cia de grupos grandes, diversos y fragmentados;

no atenerse a ningún listado; no prestar especialatención a los pueblos típicos del trabajoantropológico anterior. A la vez que se renunciaa la muestra global y se trata de definir un uni-verso limitado. Pero tales criterios han sido con-siderados como puramente intuitivos y más quediscutibles (Luque, 1990).

Sin embargo, el problema más fuerte loconstituye el segundo de los mencionados, el delas unidades de comparación. Estas están consti-tuidas por grupos completos, no “sistemas so-ciales parciales” (Radcliffe-Brown), de entidad(número, entorno y forma) muy variada. Ello hasido abordado por los continuadores de la obra yse han tratado de definir nuevos criterios más ri-gurosos para determinar unidades culturales oétnicas, pero también se le resta importancia entanto que el investigador tiene que manejar losdatos que recogen cientos de trabajadores de cam-po. Da la impresión de que cada grupo existe enun aislamiento social y geográfico donde conser-van su entidad cultural y, de esta forma, la diver-sidad y el relativismo se mantiene a ultranza, ig-norando el componente difusionista. En suma,se da un valor extralimitado al formalismo esta-dístico frente a, y sin el menor reparo, cualquierpreocupación teórica o metodológica previa. Lasestructuras estáticas, al estilo funcionalista, pre-dominan aquí frente a los procesos que interesanen el análisis de los sistemas sociales.

De un modo diferente, las estructuras vana enmarcar el pensamiento de una corriente que,como la antropología cultural americana, a mi-tad del siglo recurre al modelo lingüístico. Levi-Strauss, con ocasión de su periplo norteamerica-no (1941-1945), había coincidido con los lingüístasRoman Jacobson y Nikolai Trubetzkoy que ya ha-bían aplicado el estructuralismo a la lingüística,con el logro de la demostración de la naturalezasemántica del conjunto de contrastes fonológicosempleados por cada lenguaje para construir su

19 Él, rechazando explícitamente cualquier influjo procedente del funcionalismo británico, reconoce influencias de la sociología de Keller ySummer, de Boas -aunque critica su asistemacidad y rechaza sus críticas al método comparativo-, de la psicología behaviorista de Hull y del psicoanálisis.20 Consistente en una matriz o red de oposiciones en la que las agrupaciones binarias de diferencias de sonido ocupan su posición en un espacio multidimensional.De esta forma, la variedad aparentemente infinita de sonidos únicos que caracteriza a los lenguajes queda reducida a un pequeño número de sistemas decontraste en los que las categorías generales de contraste sustituyen a los sonidos específicos.

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repertorio de sonidos significativos20 . Este des-cubrimiento de la estructura profunda (incons-ciente) bajo apariencias superficiales constituyeel modelo de objetivo científico que Levi-Straussse esforzaba ya por emular mientras preparabael estudio sobre Las estructuras elementales delparentesco (1949). Cabe recordar la fuerte influen-cia de M. Mauss, discípulo y colega de Durkheim,sobre el autor, tanto en la concepción psicologista(por otra parte, también influido por la tradiciónfreudiana) de representaciones arquetípicas y co-lectivas, como en el método, que reduce los fe-nómenos complejos a sus elementos subyacen-tes, en su caso inconscientes.

El estructuralismo levi-straussiano tomabásicamente tres elementos o reglas de la lin-güística (Levi-Strauss, 1987): la idea de sistema,la relación entre sincronía y diacronía, y la con-cepción de que las leyes lingüísticas conciernena un nivel inconsciente del espíritu. Pero es larevolución fonológica en lingüística lo que esteautor considera como el auténtico punto de par-tida para el estudio de los fenómenos culturalesy, por ende, del simbolismo, siguiendo aquí aLuque (1990). Sin plantear un reduccionismo lin-güístico21 , en tanto que parentesco, totemismo ymito son cómo el lenguaje productos de idénti-cas estructuras inconscientes, Levi-Strauss asu-me tres planteamientos del método fonológicode Troubetzkoy: que la fonología pasa del estu-dio de fenómenos lingüísticos conscientes al desu infraestructura inconsciente; la búsqueda derelaciones entre los términos en su estructura (re-chazo al tratamiento de los términos como fenó-menos independientes); y la pretensión por al-canzar el descubrimiento de leyes generales, yasea por inducción o por deducción.

Pero el traslado del método hay que rea-lizarlo con toda precaución, puesto que se dandiferencias fuertes entre la lengua y los dominiosde la cultura, teniendo éstos últimos un valor designificación que resulta parcial, fragmentario osubjetivo. La metodología estructuralista aportauna estrategia de investigación que debe ir aco-modando el método al objeto estudiado (Levi-

Strauss, 1987), para lo cual, sea cual fuere el fe-nómeno de estudio, la investigación atraviesa portres momentos: (1) la etnografía, como trabajo decampo, observación de los hechos sociales, reco-gida y clasificación de los datos y materiales quepermitan describir la vida de un grupo humanoo alguno de sus aspectos; (2) la etnología, nivelde sistematización, análisis y representación delos hechos sociales en forma de modelos -cons-trucción de modelos y experimentacióndeductiva de modificaciones o permutaciones enel mismo-, inicios de la labor comparativa; y (3)la antropología, que, a un nivel teórico, se ocupade las indagaciones que buscan elucidar princi-pios generales de aplicación a la interpretacióndel fenómeno, formulando las estructuras del sis-tema analizado -que se expresa mediante una leyinvariante respecto a la cual cada modelo sóloconstituye una variante transformacional-. Pos-teriormente se contempla un análisis comparati-vo de tales estructuras para construir nuevosmodelos que permitan sintetizar una “estructu-ra de estructuras”.

Curiosamente, a partir del postulado dela necesidad de trabajar con estructuras ya for-muladas de sistemas por vía comparativa, Levi-Strauss no realiza trabajo de campo en las so-ciedades que utiliza para sus estudios, lucien-do una criticada habilidad para pasar, en susanálisis mitológicos, de un área cultural a otra,de un tiempo cronológico a otro sin muchosmiramientos, en una búsqueda de las propie-dades universales del entendimiento humano(la estructura de estructuras del espíritu huma-no antedicha).

La clave del enfoque estructuralista re-side en la comprensión y categorización de loshechos socioculturales como signos y las reali-dades que subyacen y donde se producen esoshechos como estructuras. Por ello, analizar lasestructuras desde los hechos que las manifies-tan es una labor de interpretación o descifra-miento de códigos subyacentes, no del signifi-cado. Como argumenta Sperber (1974 cf.Luque, 1990), «la significación en Levi-Straussno es, en modo alguno, un concepto, sino unsímbolo» y el estudio del simbolismo propues-to por el autor se basa siempre en las caracte-

1 En todo caso intelectual, en cuanto metodología, y biológico, puesto que enúltimo término se depende de las relaciones físico-químicas cerebrales.

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rísticas dicotómicas que presente un elemen-to, esto es, no es posible la interpretación sim-bólica a no ser que exista oposición (sagrado/profano; central/periférico; soltero/casado).Por tanto, no importa la realidad empírica ensi misma, sino las correlaciones y oposicionesque tal realidad encubre en su superficialidady que es necesario poner de manifiesto a tra-vés de los modelos estructurales.

Siguiendo la inspiración de las técnicasutilizadas por los lingüistas, a mediados de siglose produjo en la antropología cultural un movi-miento consagrado a hacer más rigurosos los cri-terios de descripción y de análisis etnográfico,continuando la tradición del idealismo culturalen antropología (Harris, 1978), esta perspectivateórica concede importancia no ya al significadosino a la gramática, resaltando la figura del actordentro del sistema social. Se trató de la NuevaEtnografía o etnociencia, conocida también comoetnolingüística y etnosemántica, teniendo su ori-gen en Estados Unidos22 , consistía en una seriede principios, enfoques y métodos de recolecciónde datos que comparten el supuesto de que lacultura reposa en los conocimientos que debentenerse o aceptarse para comportarse adecuada-mente en el seno de una cultura dada, es decir,se interesa por la investigación de las ‘propieda-des racionales’ que subyacen a las prácticas de lavida cotidiana.

Desde el punto de vista del lingüista ins-pirador de este enfoque (deberíamos decir conci-liador de enfoques en tanto que en el se ponenen conexión escuelas tan diversas como laboasiana, cultura y personalidad, losfuncionalismos y el estructuralismo francés),Kenneth Pike (gramática descriptiva), los análi-sis étic no pueden llegar a resultados estructura-les, puesto que no es concebible un sistema ex-clusivamente étic de diferencias de sonidos. Enla extrapolación realizada al análisis de la cultu-ra, ésta ha de ser abordada desde la perspectiva

de uno de sus miembros (perspectiva émic), demanera que el etnógrafo utiliza el propio lenguajenativo como dato de la descripción más que comosimple herramienta para su obtención y se ex-cluyen las categorizaciones y preconceptos de losantropólogos acerca de los comportamientos noverbales, es decir, en concepto de dato sólo seusa la descripción realizada por el informante deese tipo de acto. El uso del lenguaje desplaza, deesta forma, el problema del significado necesa-riamente fuera de su estructura.

Su preocupación por el proceso de ob-tención de los mismos, considerando que enetapas anteriores las etnografías son sólo con-juntos de respuestas a determinadas pregun-tas no explícitas, hace que realicen informesdetallados donde se registran no sólo las res-puestas sino también, en su opinión para unamayor precisión, el estímulo o preguntadesencadenante. Pero además la Nueva Etno-grafía trata de dar un enfoque sistemático dela obtención de datos (análisis componencial),desarrollándola según una frecuenciapreestablecida: primero se pide al informanteque formule una pregunta pertinente a un temadado (generalmente sobre objetosterminológicamente diferenciados) y a partir deella el etnógrafo progresará conforme a otra se-cuencia de preguntas sustituyendo items con-cretos sobre el tema. Siguiendo aquí a Huntery Whitten (1981), las respuestas alternativasque puedan darse en contextos iguales debencontrastar (ser mutuamente excluyentes - pa-res de opuestos23 ) intrísecamente entre sí (enlos términos de la cultura en cuestión), puesde lo contrario no serían percibidas como al-ternativas, para constituir un conjunto contras-tado (como por ejemplo las terminologías deparentesco)24 . Las supuestas ventajas de estatécnica (también llamada semántica etnográfica)son, de una parte, la reducción de la compleji-dad manifiesta en los sistemas terminológicosa los principios lógicos subyacentes a los mis-

22 Entre sus máximos exponentes se encuentran Conklin, Goodenough, Berlin, Kay, D’Andrade y Tyler.

23 El análisis componencial se basa precisamente en el supuesto de que una cultura dada genera el menor número posible de dimensiones de contraste, cadauna de las cuales consiste idealmente en dos o más variables de contrastación.

24 No hay dos objetos exactamente iguales en todos sus aspectos, de ahí que la clasificación por conjuntos implique una selección natural de sólo un número derasgos limitado, que se entienden significativos con miras a la contrastación de clases.

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mos y de otra, la repetibilidad, es decir, cual-quier otro antropólogo que trabaje sobre la mis-ma cultura puede, teóricamente, generar losmismos datos con técnicas idénticas.

A esta conceptualización podrían buscárseleparalelismos con la indagación de las estructurasmentales apriorísticas y universales de la gramá-tica transformacionista chomskiana o con las es-tructuras subyacentes y fundamentales delestructuralismo. Pero, frente a ellos, que tienencomo objetivo el descubrimiento y formulaciónde reglas o leyes, respectivamente, generales, elinterés de los etnocientíficos se focaliza directa-mente en la formulación de las reglas organiza-doras de los procesos de intercambio y búsquedade referentes que rigen cada cultura concreta (cla-ra influencia de la perspectiva boasiana (Pelto,1970)). El propio Conklin (en Llobera, J.R. (comp.),1975), haciéndolo extensivo a Frake y Goodenough,define la etnografía como «una gramática cultural,una teoría abstracta que proporciona reglas paraproducir, anticipar e interpretar adecuadamente loscomportamientos culturales dados».

El problema surge en que, en el fondo,es el investigador el que construye las catego-rías (pares opuestos y sólo del comportamien-to verbal) y no el informante; «nadie tiene unacceso directo al pensamiento de otra perso-na» (Kaplan y Manners, 1979), con lo que haymuy pocas esperanzas de corregir el exceso deacuerdo en las descripciones formales que seda entre los seguidores de la corriente por sim-ple repetición, como ellos sugieren, del trabajode campo y las entrevistas. Pero las críticas másserias ponen de relieve, por una parte, comocon excesiva frecuencia los datos han sido ob-tenidos de unos pocos informantes bien infor-mados, actores de tipo ideal dotados de con-ciencia (motivos culturales típicos para reali-zar una acción futura y motivos culturales tí-picos imputados a otros para comprender suacción); y, de otra, las carencias que presenta

para explicar como el problema del poder traspasaa las reglas que se relacionan específicamente enel contexto-escenario, es decir, las relacionesentre la vida cotidiana y las instituciones.

Con lo que se dio en llamar neoevolucionismo,y que Harris (1978) sugiere como estrategia tempra-na de un materialismo cultural, retorna al panora-ma de la antropología la generalización sincrónicay diacrónica, siendo su figura más relevante LeslieWhite. El enfoque evolucionista de White, con di-ferencias claras respecto al evolucionismo clásico,concibe la cultura como adaptación y como siste-ma de producción y control de energía, atendiendoa la evolución de la cultura global, frente a las cul-turas particulares. La cultura posee una propiedaddistintiva, su naturaleza superorgánica25, que tras-ciende las diferencias y variaciones locales, está com-puesta de rasgos y grupos de rasgos, e implica lasatisfacción de las necesidades físicas y espiritua-les, subsistiendo en la evolución de los sistemassocioculturales aquellos que mejor se adapten.

El estudio de estos sistemas, concebidoscomo cerrados, pasa por considerarlos como con-sistentes de tres partes: tecnoeconómica, social eideológica, unidas por relaciones de causalidaddonde el principal componente es el factortecnoeconómico: «Los sistemas sociales están, enconsecuencia, determinados por los sistemas tec-nológicos, y las filosofías y las artes expresan taly como viene definida por la tecnología yrefractada por los sistemas sociales», con lo que«la cultura evoluciona en la medida en que au-menta la energía del sistema» (White, cf. Harris,1978), es decir, cuanto mejor aprovechada esté laenergía, extraída de la naturaleza por medios tec-nológicos, y cuanta más energía se obtenga, másdesarrollada estará la cultura y, como resultado,tendrá una forma más evolucionada de ideolo-gía y organización social.

No será pertinente ni siquiera interesarsepor el influjo del entorno en la cultura, puesto

25 Compartiendo el concepto de la cultura como ‘superorgánica’, Kroeber mantiene una polémica con White en torno a la investigación histórica de la cultura.Resumiendola: para White, la evolución como objeto de estudio se diferencia de la historia en que aúna la visión generalizadora a la temporal; según Kroeber,la cultura no está sujeta a un desarrollo evolutivo unidireccional, ni tampoco determinado por el factor tecnológico. Cada estilo cultural concreto sigue supropia vía de evolución a la manera de los organismos vivos, por lo que se hace necesaria la descripción, clasificación e integración de cada cultura particularen una teoría del hecho cultural considerado en su totalidad.

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que ello sólo atañe a culturas concretas y depen-diendo del grado de desarrollo cultural, esto es,sólo bajo circunstancias muy especiales. White esun determinista cultural (la cultura del hombrese ve determinada por la cultura global sin queéste pueda controlar a aquella). Y dado que lacultura es un fenómeno que existe en su propioplano de realidad, debe ser estudiada, interpre-tada y explicada en términos propios, noreduccionistas; por esto, es necesario investigarcon una metodología específica y descubrir lasleyes que la rigen, es decir, que rigen el desarro-llo evolutivo

El punto más débil de su argumentaciónlo constituye precisamente el momento de anali-zar y entender los procesos característicos de unasociedad, o grupo social, en un escenario históri-co y una circunstacia-entorno geográfico dado26 .El problema inherente a semejante enfoque pro-viene de su intento de considerar la cultura comoun sistema cerrado, perspectiva difícil de encajarcon las observaciones sobre grupos reales en cir-cunstancias concretas.

Sobre este punto, la adaptación concreta(frente a la unicidad de las culturas y patrones cul-turales), incide Julian Steward que, mediante elmétodo ecológico-cultural, se interesó principal-mente por las adaptaciones ecológicas específicasy por el desarrollo de diferentes niveles de comple-jidad política en sociedades concretas. Para ello in-trodujo el concepto de niveles de integraciónsociocultural (Steward, 1977) que, discutiendo laevolución en términos de adaptación, correspon-derían a tipos culturales o modelos paralelos de de-sarrollo27 . El aspecto evolucionista multilineal desu pensamiento se centró en la demostración deque diferentes tipos de adaptación o de explota-ción (tipos culturales) podían manifestarse en elmismo entorno, considerado como dinámico, e in-cluso en el seno de una sociedad compleja única;

planteando de esta forma la posibilidad de solucio-nes múltiples de explotación del medio, con dife-rentes grupos étnicos que se adapten y ocupendiferencialmente sus nichos respectivos en el mis-mo escenario geográfico.

El método propuesto se basa en la supo-sición de que en el cambio cultural se dan regu-laridades significativas que pueden ser orienta-das hacia la determinación de leyes culturales.Para ello, hay que buscar semejanzas significa-tivas (prestando especial atención a aquellos“paralelos limitados”) entre culturas concretaspor medio de la comparación controlada, demanera que si se encuentran correlaciones (pa-ralelos significativos en la comparación de se-cuencias de distintas culturas) ello indica la exis-tencia actuante de un principio causal recurren-te que tendrá que ser formulado. Dentro de éstemétodo se incluirían los tres elementos funda-mentales del método de la ecología cultural(Steward, 1993): (a) el estudio de lasinterrelaciones entre el entorno y los sistemasde explotación y producción; (b) el estudio delos sistemas de comportamiento implicados enla explotación de un área determinada por me-dio de una tecnología; y (c) el análisis de la in-fluencia que estos sistemas de comportamientoejercen en otros aspectos de la cultura, en tantoque todos éstos eran funcionalmenteinterdependientes unos de otros.

Con una gran influencia en la obra de mu-chos antropólogos posteriores28 , en sus trabajoshizo resaltar las interacciones tecno-económicasy tecno-ambientales, es decir, aquellos aspectosde la cultura en los que aparece más claramenteuna relación de carácter funcional con el entornoy, por otra parte, trata de distinguir en el entornoaquellas variables (consideradas como indepen-dientes) que pueden tener importancia para laadaptación humana (Martínez Veiga, 1978.).

26 Algunos de los discípulos de White, tales como Sahlins y Service (1960), en un intento de suavizar estas rigideces, hacen una distinción entre evolucióngeneral (donde se hallan implícitos los principales estadios de la evolución cultural) y evolución específica (donde son consideradas las múltiples líneas dedesarrollo en sociedades particulares y otras variables como medioambiente, historia, ...).

27 Los tipos tienen validez para diferentes culturas y muestran las siguientes características: (a) se componen de elementos culturales seleccionados más queculturas como totalidades; (b) estos elementos culturales deben seleccionarse con relación a un problema y a un marco de referencia, y (c) los elementosculturales que se han seleccionado deben tener las mismas relaciones funcionales en cada cultura adaptándose al tipo. Algunos tipos culturales conocidos sonel feudalismo, el despotismo oriental y el grupo patrilineal.

28 Por citar algunos: Sidney Mintz, Eric Wolf, Morton Fried, Elman Service, René Milton, Robert Manners.

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Es esta línea de desarrollo la que le lleva adistinguir entre “núcleo cultural” (cultural core)y “rasgos secundarios”, incluyendo dentro delprimero los rasgos más estrechamente relaciona-dos con las actividades de subsistencia y lasordenaciones económicas (Steward, 1993), ade-más de otros como los sociales, políticos y reli-giosos que empíricamente se puede demostrarque están relacionados con los anteriores, y enlos segundos aquellos que están determinadospor factores puramente culturales o históricos(aquellos que el método no puede explicar), porprocesos de innovación o de difusión y, por ello,se muestran en una gran variedad. La causalidadde los procesos de cambio se explicará, entonces,atendiendo principalmente a las variaciones enel núcleo cultural, es decir, como una causalidadrecíproca entre entorno y cultura (con lo que seopone a la causalidad de la cultura por la culturade White), pero serán los rasgos o factores secun-darios los que determinaran el carácter distintivode culturas con núcleos semejantes.

Es al concepto de núcleo cultural y a suaplicación a lo que van dirigidas las objecionesmás importantes de Harris y Geertz, aunque ensentidos diferentes. Harris (1978) plantea su crí-tica basándose en dos aspectos intimamente li-gados: de una parte, Steward deja al juicio delinvestigador definir qué aspectos de la cultura seintegran en el núcleo, porque si bien afirma quehay que determinarlos empíricamente no indicasobre qué bases empíricas; por otra, el ‘core’ dauna cierta visión holística o superorgánica al esti-lo de Kroeber, en tanto que Steward no establecediferencias causales entre los diversos elementosque lo constituyen. Por su parte, Geertz afirmaque tomar el ‘core’ como la parte más importantede la cultura es un prejuicio que no se puede sos-tener a priori, y que es muy difícil de defendercon datos empíricos (Geertz, 1963 en MartínezVeiga, 1978).

Si bien Steward insistió más en los aspec-tos teóricos que metódicos de la ecología cultu-ral, en sus investigaciones parece prestar más in-terés a los factores ecológicos y tecnoeconómicos,con lo que coloca al entorno no como un elementopasivo sino como un verdadero factor creativo res-pecto a las posibilidades de desarrollo cultural,

favoreciendo a los rasgos o aspectos más eficaz-mente adaptativos (frente a las propuestasposibilistas de que el entorno juega un papel pa-sivo y que la cultura es una fuerza activa que lomodela), pero no cuenta con otros factores, comola religión o las fuerzas sociales, que en ocasio-nes van a tomar carácter regulador o adaptativofrente a ese entorno por encima de aquellos fac-tores tecnoeconómicos (Harris, 1978). De otraparte, pero partiendo de lo dicho, Steward no usala estadística y renuncia a ella explícitamentecomo herramienta para la generalización («elmétodo será el de analizar relaciones funcionaleso necesarias. No utilizará ni estadística ni corre-laciones» (Harris, 1978)), cayendo en afirmacio-nes conjeturales sobre lo conocido que nada tie-nen que ver con la generalización científica basa-da en las probabilidades.

A mitad de la década de los sesenta apa-rece de la mano de otras disciplinas el enfoquesistémico. Clifford Geertz, aunque no es recono-cido en el panorama de la antropología actualprecisamente por esto, parece ser el primerantropólogo que inicia expresamente la aplicacióndel enfoque sistémico con un interés ecológico,partiendo de la noción de ecosistema (la comuni-dad de organismos interrelacionados unos conrespecto a los otros junto con su hábitat) para suestudio de la involución agrícola en Indonesia(1963). El enfoque sistémico dirige la atenciónhacia las características del sistema como tal y dejade centrar el interés en la concepción de la natu-raleza y la cultura como dos realidades que estánen una relación uno a uno; se empieza a pensaren una causalidad recíproca, en los procesos deretroalimentación y en una causalidadmultivariada, con lo que ya no sólo se habla deadaptación sino también de mecanismos de con-trol. Es el conjunto de estos mecanismos, más quelos patrones de conducta concretos, los que pro-pone Geertz considerar como cultura.

Siguiendo a Martínez Veiga (1978), es apartir del trabajo de Geertz en Indonesia, de losestudios de Vayda y otros en Melanesia y de larecepción de las teorías de Wynne-Edwards (1962y 1965) cuando se empieza a aplicar el punto devista sistémico en Antropología Ecológica. Lasaportaciones de Vayda y Rappaport, en las que

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plantean que los rituales pueden también jugarun papel relevante en la adaptación y ésta noviene sólo condicionada por la cultura, perfilanun tipo de estudio antropológico en el que setoma en consideración el entorno al tratar de ana-lizar los fenómenos culturales, dando significa-ción biológica a los términos básicos utilizados(tales como adaptación, equilibrio, funcionamien-to). Para ello toman como unidades de estudiolas poblaciones (los organismos individuales quepertenecen a un área dada), las comunidades (to-das las poblaciones que viven en un área dada) ylos ecosistemas (aclarando la definición antedi-cha, el conjunto de relaciones existentes entre losorganismos individuales, poblaciones o comuni-dades y el entorno no vivo), delimitadas de for-ma variable, según el problema particular a ana-lizar, tanto espacial como temporalmente.

Desde esta concepción, la cultura (los ras-gos culturales) deja de ser un fenómenosuperorgánico y arbitrario pasando a ser explica-dos por sus relaciones y su papel funcional en elsistema, dejando de ser relevante el porqué de suexistencia y centrándose en cómo actúa (Vayday Rappaport, 1968). De esta forma, es posibleconstruir modelos acerca de las influencias quehan favorecido la aparición, desarrollo y funcio-namiento (interrelaciones de variables, formas deactuación y cambios de valor para mantener losvalores de otra en condiciones específicas -meca-nismos de feedback o mecanismos compensatorios)de determinados rasgos o instituciones culturalesque, trabajando como simuladores, convengan ala acción predictiva de la antropología. Según esteplanteamiento neofuncional, las variables inser-tas en dichos modelos tienen una referencia em-pírica y, si se explicitan las reglas, han de sermedibles.

Sin embargo, la complejidad del ecosistemase presenta como un fuerte handicap para su aná-

lisis, ya que es prácticamente imposible el estu-dio preciso y satisfactorio de cada variable, decada factor actuante. A pesar de que la poblaciónlocal es la unidad de estudio básica, ésta es difícilde delimitar, especialmente cuando están impli-cadas en redes más amplias de relaciones políti-cas, económicas y sociales. Pero una de las críti-cas más serias al enfoque neofuncional se centraen su especial hincapié en el equilibriohomeostático29 (frente al equilibrio estático), man-teniendo a las poblaciones en o bajo la capacidadde carga30 . Se argumenta entonces que quizásfavorezca el análisis de sistemas culturales aisla-dos, pero no ayudan demasiado a estudiar losmecanismos de cambio y de evolución cultural acorto plazo, es decir, aquellas cuestiones o pro-blemas que puedan derivar en modificaciones dela sociedad en su adaptación a factores limitantesexternos al flujo de energía.

En este sentido, Bennett (1976) sugiereprestar atención al papel de los individuos en latoma de decisiones, para el análisis de socieda-des complejas (institucional y tecnológicamente),puesto que las metodologías propuestas hastaentonces serían sólo válidas para el estudio delas sociedades tribales (más encadenadas a losdeterminantes impuestos por el entorno). Paraello desarrolla lo que se puede llamar enfoque delas «estrategias adaptativas»31 (Martínez Veiga,1978). Según éste, los actores sociales tienen posibi-lidades de opción dentro de los condicionamientoscambiantes que hacen que los subsistemas des-aparezcan o cobren vigor, dando flexibilidadadaptativa al sistema entero (Bennett, 1973), enlo que a largo plazo puede ser considerado por unobservador externo como «proceso adaptativo».Es decir, generalizaciones acerca de los cambiosdebidos al uso de estas estrategias durante pe-ríodos relativamente largos (Bennett, 1976), pu-diendo, fruto de la opción, coexistir de forma co-etánea en una sociedad estrategias individuales

29 La homeostasis significa un equilibrio dinámico que se mantiene entre unos límites determinados (Martínez Veiga, 1978:95).

30 Harris (1981:200) ofrece una definición de carrying capacity en estos términos: «factores como la abundancia de caza, calidad de los suelos (...) fijan ellímite superior a la cantidad de energía que se puede extraer de un determinado medioambiente con una tecnología concreta de producción energética. Ellímite superior de la producción de energía fija, a su vez, otro límite máximo al número de seres humanos que pueden vivir en este medio ambiente. Este límitesuperior de la población se denomina capacidad de sustentación (carga)”.

31 Por estrategia adaptativa se entienden aquellos aspectos o actos que son elegidos por el sujeto en un proceso de decisión y que tienen un determinado gradode éxito o, como la define Bennett (cf. McCay, 1978:403) «los patrones formados por los numerosos ajustes separados que la gente desarrolla en orden aobtener y usar recursos, a resolver problemas inmediatos enfrentándose a ellos”.

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contradictorias (que en último término minimi-zan los riesgos adaptativos).

Teniendo en cuenta la inmensa posibili-dad de optar, punto de partida de la flexibilidady generalidad del comportamiento humano,Vayda y McCay (1975, 1977), desde la teoría de laflexibilidad, en términos procesualistas planteanhacer girar el análisis en torno a la delimitaciónde las interacciones complejas entre los fenóme-nos sociales, biológicos y físicos, identificandoproblemas y oportunidades ambientales princi-pales y examinando las respuestas a los mismos.A continuación se deberían emplear hipótesis afin de establecer predicciones acerca de las rela-ciones entre las características del entorno y elcomportamiento (McCay, 1981), siempre toman-do como unidad de estudio, en primera instan-cia, a los actores, a la gente («people ecology» fren-te a «systems ecology») y a los grupos formadospor ellos. Son los individuos o diferentes unida-des de adaptación los que responden a las distin-tas perturbaciones o riesgos planteados por elentorno, caracterizado éste como una serie deinteracciones entre la gente y otras variables nonecesariamente controladas (tanto de carácternatural como fruto de acciones antrópicas).

Otro punto de vista muy afín a la antro-pología ecológica es el del materialismo cultural,representado principalmente por las propuestasy análisis de la obra de Marvin Harris. SegúnHarris (1982), «el materialismo cultural es, o as-pira ser, una estrategia de investigación32 cientí-fica. Esto significa que los materialistas cultura-les deben ser capaces de proporcionar los crite-rios generales que permitan distinguir a la cien-cia de otros modos de conocimiento y diferenciarunas estrategias de investigación de otras», res-tringiendo la investigación a aquellas entidadesy acontecimientos observables, así como las rela-ciones que se pueden llegar a conocer por medio

de procedimientos u operaciones lógico empíri-cas, deductivo-inductivas, cuantificables y públi-cas que puedan ser mejoradas por la contrastaciónempírica de observadores independientes.

Para ello hay que elaborar una teoría dela evolución sociocultural, de enfoque simultá-neo sincrónico-diacrónico, análoga a la evoluciónde las especies establecida por Darwin, que pro-ponga la explicación de las transformaciones através de las ventajas adaptativas que ciertas in-novaciones particulares incluidos los cambios enel entorno) pueden conferir a las entidadessocioculturales. De esta forma, hay que distin-guir dos tipos de entidades socioculturales: laconstituida por los movimientos corporales jun-to con los efectos ambientales producidos porellos, y la del mundo de los pensamientos, senti-mientos, creencias, etc. La distinción entre estosdos campos (Martínez Veiga, 1978) se comprue-ba fácilmente si se tiene en cuenta que las opera-ciones necesarias para descubrir lo que acontece«dentro de las cabezas de los actuantes» de unacultura son distintas de las que son necesariaspara descubrir lo que ocurre en la corriente delcomportamiento. A las primeras operaciones seles llama émic y a las segundas étic.

Las proposiciones émic (Harris, 1978) serefieren a sistemas lógico-empíricos cuyas distin-ciones fenoménicas o cosas están hechas de con-trastes y discriminaciones que los actores mismosconsideran significativas, con sentido, reales, ver-daderas o de algún otro modo apropiadas, esdecir, a cómo un miembro de una sociedad orga-niza su experiencia. El descubrimiento de estosprincipios se realiza por medio de una interacción,fundamentalmente lingüística, entre el etnógrafoy el informante durante el trabajo de campo.

El punto de vista émico, como hemos vis-to, ha sido frecuentemente usado por losantropólogos, dando como resultado la construc-ción de modelos del comportamiento de carácterformal y mecánico, más que modelos estadísti-cos o probabilísticos, tras recurrir al informanteexperto en las pautas o reglas como fuente pri-maria y, a partir de ello, considerar como resi-dual para el análisis de la cultura el comporta-miento no lingüístico.

32 El término estrategia de investigación, frente a ‘programa’ (Lakatos) y‘proyecto’ (Maxwell) no denota una adhesión rígida a una seriepreestablecida de observaciones y experimentos, y, frente al ‘paradigma’kuhniano o a la ‘tradición’ de Laudan se muestra como una adopción cons-ciente y explícita. Por estrategia de investigación Harris entiende «un con-junto explícito de directrices relativas al estatuto epistemológico de las va-riables a estudiar, las clases de relaciones o principios sujetos a leyes queprobablemente manifiestan tales variables, y el creciente corpus de teoríasinterrelacionadas a que la estrategia ha dado lugar hasta el presente»(1982:42).

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En contraposición con esto, las proposi-ciones étic «dependen de distincionesfenoménicas consideradas adecuadas por la co-munidad de los observadores científicos» (Harris,1978), es decir, lo que interesa es la corriente decomportamiento y dentro de ella los aconteci-mientos se clasifican en base a su capacidad paraexplicar y cambiar los pensamientos y las activi-dades sociales. Estas proposiciones quedan veri-ficadas cuando varios observadores independien-tes, usando operaciones similares, están de acuer-do en que un acontecimiento dado ha ocurrido.

El proceso etnográfico se considera bási-camente (Martínez Veiga, 1978) como una obser-vación de lo que la gente hace, y el punto de par-tida es la observación de los movimientos corpo-rales y sus efectos en el entorno. Éstos han declasificarse no según la importancia o significa-ción que tienen para los actores, sino según loscriterios de la estrategia que guíe al investigador(semejanza, diferencia y relevancia, según Harris),teniendo en cuenta, para su interpretación, elentorno como elemento constrictor de la acción.En este sentido, los datos etnográficos son unconjunto de variaciones continuas a los que hayque aplicar modelos estadísticos, en tanto que loque interesa no son los códigos o patrones com-partidos sino las variaciones y conflictosintraculturales e individuales que tienen lugardentro de unas constricciones medioambientales(en el sentido amplio del término) consideradasdiacrónicamente.

La crítica más fuerte realizada al mate-rialismo cultural de Harris está dirigida contrael determinismo tecno-demo-económico y am-biental, antidialéctico y aparentementemecanicista. Deudor expreso del enfoque ma-terialista de Marx (Harris, 1982), reniega explí-citamente del materialismo dialéctico y su con-cepción de la historia que sustituía la búsque-da del conocimiento objetivo empirista-positi-vista por la argumentación y la búsqueda de laverdad en las ideas dominadas por los

preconceptos. Por otra parte, aunque estrecha-mente vinculado con lo anterior, Harris admi-te el determinismo de la infraestructura étic,esto es, sistemas de producción o de subsisten-cia -factores tecnológicos- y los modos de re-producción -factores demográficos y sus con-troles, sobre la estructura (economía domésti-ca y economía política) y sobre la superestruc-tura (producción no dirigida a la subsistencia),pero es éste un determinismo de carácterprobabilístico, multifactorial y algorítmico, queevalúa los pesos causales33 en cada paso de lainvestigación.

Evidentemente, desde el punto de vistade los materialistas dialécticos se acusa a esta es-trategia, de aproximarse a las culturas como si demeros sistemas de adaptación se tratase, despre-ciando cualquier concepción de las mismas comosistemas de ideas, de intelección, valoración yregulación normativa del hombre. En este senti-do, el uso antes citado del término «ecosistema»(con sus amplias implicaciones sistémicas) porGeertz no deja de ser más metafórico que real,puesto que renegando de los intereses generalesdel tipo de la ciencia experimental, su propósito,y el que atribuye como objetivo del análisisantropológico, parece ser el descifrar o interpre-tar el sentido de los símbolos en un planosemiótico, con vistas a procurar y legitimar unnuevo concepto de cultura, definida ésta, siguien-do la idea weberiana, como tramas de significa-ción (Geertz, 1987) que el propio hombre ha teji-do y entre las que se encuentra entrelazado. Deesta forma, tanto las culturas como los elementosque las integran son para Geertz sistemas simbó-licos, lo cual no representa (hasta cierto punto)nada nuevo, puesto que ello fue sugerido tam-bién, entre otros, por los estructuralistas y la an-tropología simbólica34 . Pero Geertz se diferenciaclaramente de ellos por la importancia que otor-ga al significado, alejándolo de la exclusividaddel informante que los enuncia, le da un carácterpúblico y a través de ello la misma cultura espública.

33 Para escapar del eclecticismo que supondría la causación de todo por todo, Harris plantea el problema de los pesos causales. De manera que lo más probablees que los cambios en la infraestructura causen cambios en la estructura, etc. Es menos probable que los cambios en la estructura produzcan cambios en lainfraestructura y superestructura, y mucho menos probable que cambios en la superestructura produzcan cambios en la estructura y en la infraestructura(Martínez Veiga, 1978:45).

34 Véase por ejemplo las clases y contenidos de los símbolos del sistema cultural en Turner (1980).

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Utilizando como términos intercambiables‘signo’ y ‘símbolo’ (ambos portadores de signifi-cado), la principal característica de los fenóme-nos simbólicos es precisamente la antedicha, sucarácter público. De esta forma el fenómeno sevuelve tangible como acción simbólica, alejándo-se de aquellos que la consideran como algo quesólo «existe en la cabeza y en el corazón de loshombres», que es «lo que uno tiene que saber ocreer para actuar de modo aceptable»(Goodenough) o como «fenómeno mental quepuede analizarse mediante métodos similares alos de la matemática o la lógica» (Stephen Tylor)o como la contempla la psicología introspectiva.Las polémicas sobre el estatus ontológico de lasrealidades culturales pierden sentido cuando seconsidera la conducta humana como acción sim-bólica; lo importante es lo que se dice a través deellos, es decir, el símbolo tomado como «fuenteextrínseca de información» (Banton, cf. Luque,1990). Los elementos característicos de lo huma-no no sólo se encuentran en lo esencial o estruc-tural de cada cultura concreta, sino también encada tipo de individuo que vive en ella, por loque hay que estudiar en detalle las vidas socialesde tales personas.

La labor del antropólogo, como quedódicho, consiste en interpretar los significados cul-turales, para lo cual Geertz (1987) propone tratarla cultura de los pueblos como un conjunto detextos que forman conjuntos ellos mismos. Estarealidad textualizada ha de interpretarse como side textos se tratase y tales textos incorporan tan-to un sistema ideativo abstracto como las activi-dades cotidianas que implican cualquier acciónsimbólica; para lo cual, el etnógrafo ha de “con-versar” (en sentido amplio) con los nativos y “nosólo con extranjeros”. Ese trabajo etnográfico ven-drá definido por la descripción densa (thickdescription frente a thin description35 ), la cual hade fijar su atención tanto en la acción simbólica (ouso social de los símbolos a modo de textoescenificado), como en el contexto multidimensionalen que tal acción tiene lugar, realizando una espe-culación elaborada.

La descripción densa ha de tratar con todolujo de detalles, al modo que lo hiciera el autoren su estudio de las peleas de gallos en Bali, losaspectos legales, relacionales, la autoridad y lasubordinación, el prestigio y el desprestigio, lariqueza, las metaforizaciones y sus aspectos, etc.En suma, se ha de registrar por el método pro-puesto cada aspecto o matiz asociado o vinculadodirecta o indirectamente, expresa o implícitamen-te con el argumento central, desarrollando argu-mentos secundarios que se interrelacionen crean-do el contexto que da valor de sentido y significa-do sociocultural al argumento primario; y, con todoello, el etnógrafo “inscribe” discursos sociales, lospone por escrito, apartándose del hecho pasajero(aunque en realidad es la síntesis o modelo de unmás o menos extenso número de fenómenos si-milares percibidos, vividos y registrados por eletnógrafo) y pasándolo a una relación que puedevolver a ser consultada. En último término, lo pro-puesto por Geertz significa reducir la antropolo-gía al campo de la experiencia del investigador y,reduciéndola a la etnografía (aunque sea ‘densa’),la disciplina quedaría condenada a un encuentroconstante con el/los otros sin transcendencia teó-rica. La interpretación etnográfica es, sin duda, deun valor incalculable para la disciplina, pero no sepuede olvidar que ésta es sólo una de las fuentesutilizadas para la construcción teórica.

En los orígenes de este discurso, elpostmodernismo (nacido del postestructuralismo),se encuentran las tesis de Foucault (escepticismohacia el uso de las categorías analíticas, tanto enlas ciencias sociales como en la ciencia en gene-ral), que resaltan la relatividad y el carácter cons-truido de las nociones básicas usadas por elantropólogo, es decir, la arbitrariedad de losepistemes36 . La multiplicidad de éstos es la quecondiciona la verdad, disolviéndola entre otrasmuchas verdades, también válidas, dándole uncarácter extremadamente relativo. Pero si estaconcepción fue heredada del frances Foucault, sedeben a Derrida los principios metodológicos yla técnica por excelencia utilizada por lospostmodernos, la deconstrucción.

35 Geertz (1987:20) achaca a toda la antropología social que lo que practican es etnografía (y no deja claro si thick o thin) y con ello como apunta Llobera(1990:39) «dos siglos de antropología como ciencia son arrojados por la borda sin contemplación alguna».

36 Los epistemes definen lo que es pensable y lo que no, siendo coherentes consigo mismo y autónomos, definiendo los objetos, las ideas más importantes decada época (Reynoso, 1991:17).

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La deconstrucción como un método ne-gativo, muchas veces oculto bajo el interés porlos aspectos literarios de la escritura etnográfica,a modo de crítica separa profundamente a quiénemite el juicio de aquel que formula el objeto re-cusado, atacando específicamente ya no la for-ma, las inferencias o las hipótesis específicas, sinolos cimientos mismos, la premisas, los supues-tos no declarados y las epistemes desde las queel autor deconstruido o por deconstruir habla. Ladeconstrucción, en suma, permite, según su pro-ponente, hablar cuando todo el discurso se haconsumado, cuando no hay nada que decir.

De la lectura de los postestructuralistas,de la extrapolación antropológica que se realizaen Estados Unidos de sus principios, se han de-rivado tres grandes líneas semi-autónomas (entanto que se superponen) en la antropologíapostmoderna, la meta-etnografía (J. Clifford, G.Marcus, D. Cushman, M. Strathern, M. Fischery, más recientemente, Cl. Geertz), la antropolo-gía experimental, incluyendo la dialógica (V.Crapanzano, K. Dwyer, P. Rabinow, D. Tedlock);y la vanguardia postmoderna (la que yo deno-mino antropología apocalíptica) que proclama lacaducidad y la crisis de la antropología en parti-cular y la ciencia en general (S. Tyler, M.Taussing). Si bien las tres corrientes están afecta-das, igual que el resto de la disciplina, pordisensos y refutaciones, podrían situarse en unalínea (Reynoso, 1991) que va desde la situaciónde la escritura etnográfica como problema al es-tallido de los géneros literarios académicos, pa-sando por la práctica o el programa de nuevasmodalidades de escritura.

Continuaremos aquí, por interés metodológico,en la que se dio en llamar antropología experimental ysus evoluciones como dialógica, en tanto que ha veni-do a ser la que proporciona el material a la meta-antro-pología, redefiniendo las prácticas de trabajo de cam-po y plasmando, por definición, esa práxis enmonografías etnográficas37. Es en esta perspectiva don-de el etnógrafo (narrador y autoridad) se compartecon el informante, cede la palabra estableciendo undiálogo, frente al monólogo etnográfico tradicional,

no sólo sobre el objeto de estudio sino también so-bre la epistemología del trabajo de campo y suestatus como método (Cátedra, en el prólogo a laedición española de Rabinow, 1992). Es precisamen-te el diálogo antropológico, superando la observa-ción silenciosa, el que distingue a la antropologíade las ciencias naturales y algunas sociales.

De esta forma se trata de romper el mitodel etnógrafo (recopilador y salvador de las cul-turas en proceso de desaparición) y la mono-grafía (presentación del método y los datos ob-tenidos), sólo expresión de la autoridad en tan-to que “estar allí”; el informante que se buscaya no es el nativo puro, tradicional, prístino,sino un individuo vivo que modifica su cono-cimiento del mundo en contacto con eletnógrafo. Por tanto el investigador tiene quediferenciar el informante oficial (el contador dehistorias locales) del informante clave que “tra-duce” su propia cultura. Frente a la monogra-fía clásica, Rabinow propone una nueva formade la misma que refleje la actitud vital, reem-plazando la textualidad de Geertz o Clifford,por una verdadera interpretación que incluyalas reflexiones del propio antropólogo en el con-texto y con los informantes. A esta actitud vi-tal Rabinow la denomina cosmopolitanismocrítico, intentando situar a la ética como valorprimordial.

Visto así, el investigador es un observa-dor de su propia circunstancia como si la mira-ra desde fuera, como el sofista interesado enlos sucesos cotidianos pero irónicamente dis-tante de ellos (Reynoso, 1991); el antropólogoes entonces, por principio, cosmopolita y ex-cluido de cualquier régimen universal ygeneralizante. Se trata, en suma, de una nuevaversión del relativismo cultural, si se quiere,más refinado.

Todo es cuestión de tiempo y grado. Elhecho de que el investigador y su bagaje esténpresentes a lo largo de su trabajo, o que se citey utilicen las palabras de los informantes, noha de implicar que esto se convierta en un finen sí mismo, es decir, que el principio orienta-dor del trabajo de campo y los encuentros seaestablecer, únicamente, los diálogos que han de

37 Bahr, D. et. al. (1974); Rabinow, P. (1977); Dumont, J.-P.(1978); Crapanzano, V. (1980); Taussing, M. (1980 y 1986); Dwyer, K.(1982), entre otras.

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expresarse posteriormente por escrito (por otraparte literariamente llamativos). La antropolo-gía, como indicábamos en las páginas inicialesha de explicar y predecir en el marco de unacultura dada, así como ser capaz, necesaria-mente, de establecer modelos de funcionamien-to de los diferentes subsistemas.

Para ello, una alternativa, quizás una sín-tesis, viene representada por el punto de vistasistémico, en conjunción sincrética con elprocesual. Y esto en un sentido: nadie ha negadoque las culturas evolucionen, ni que los sistemassocioculturales sufran cambios acumulativos o‘revolucionarios’ dependiendo de sus contextosy las épocas, pero la antropología ha tenido comoobjetivo teórico central la búsqueda del orden,del equilibrio, en medio del caos de nuestros sen-tidos y de la historia. El enfoque procesual invier-te el planteamiento y el equilibrio (estáticamenteentendido) se convierte en una excepción dentrode la complejidad diacrónica donde hay que des-tacar el papel del cambio, el acontecimiento pun-tual y la adaptación (si se quiere, el equilibriohomeostático), sin necesidad de reduccionismosa principios inmutables y elementales, tanto desistemas generales como de estrategias indivi-duales.

Siguiendo a Martínez Veiga (1985), paraque un sistema exista ha de darse una conexiónrelativa entre sus elementos, éstos tienen queestar en una relación funcional entre ellos y elentorno y, por último, es necesario considerarel grado de apertura de los sistemas mismos.En este sentido, han de delimitarse, además delas conexiones entre los elementos, los nexosde relación de los sistemas y su entorno espe-cífico, lo cual puede establecerse basándonosen un análisis empírico que comparta su aten-ción entre el sistema (relaciones desubsistemas) y los comportamientos individua-les (estrategias adaptativas y su aplicabilidad,condicionadas a su vez, que no determinadas,por el sistema) como respuestas, en sentidoamplio, al ambiente en que están inmersos.

Los estudios, pues, han de partir de lasestrategias individuales y racionales, marcadas porel punto de vista económico, para ampliarse poste-

riormente hacia las implicaciones de las mismas(éstas ya no controladas individualmente) para elsistema. Es en este paso donde los procesos de re-troalimentación cumplen su papel de ajuste ycontrol de las diferentes opciones u optatividadde las unidades de análisis. El enfoque, por tan-to, ha de ser complementado por el análisis delos procesos diacrónicos y la atención a los con-textos limítrofes, en muchos casos, aparentemen-te no implicados. Asimismo, será preciso deter-minar la existencia, puesta en funcionamiento yconfrontación de las estrategias adaptativas, pre-cisando la posibilidad de que unas puedan pre-dominar sobre otras (Orlove, 1980).

Es esta perspectiva de la que parte nues-tra propuesta del sistema turístico como un obje-to de estudio para la antropología, sirviéndonoscomo base para el análisis del fenómeno desdeun punto de vista integrador e interdisciplinar.

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