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LOS NUEVE LIBROS DE LA HISTORIA TOMO 2 HERODOTO DE HALICARNASO Ediciones elaleph.com

Los nueve libros de la Historia (libro II) - tabiblion.com - Los Nueve Libros... · LIBRO SEGUNDO. EUTERPE. ... HERÓDOTO DE HALICARNASO 4 y rey. ... VIII. De Heliópolis arriba es

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  • L O S N U E V E L I B R O SD E L A H I S T O R I A

    T O M O 2

    H E R O D O T O D EH A L I C A R N A S O

    Ediciones elaleph.com

    Diego Ruiz

  • Editado porelaleph.com

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    LIBRO SEGUNDO.

    EUTERPE.

    Antes de pasar Herodoto a referir la conquista deEgipto por Cambyses, hijo de Cyro, que reservapara el libro siguiente, traza en este segundo unadescripcin topogrfica del Egipto. -El Nilo, su ori-gen, extensin y avenidas. -Costumbres civiles yreligiosas de los Egipcios. -Hrcules. -Animales sa-grados. -Mtodos de embalsamar los cadveres.-Reyes antiguos de Egipto: Menes, Nitocris, Meris.Sesostris, sus conquistas, reparticin del Egipto. -Proteo hospeda en Menfis a Helena, robada porAlejandro, entretanto que los Griegos destruyen aTroya. -Rampsinito. -Quope obliga a los Egipciosa construir las pirmides. -Micerino manda abrir lostemplos. -Invasin de los Etopes. -Seton, sacerdote

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    y rey. -Cronologa de los Egipcios. -Divisin delEgipto en doce artes. -El Laberinto. -Psamtico seapodera de todo el Egipto: su descendencia: Neco,Psamis, Apres. -Amasis vence a Apres y con subuena administracin hace prosperar al Egipto.

    Despus de la muerte de Cyro, tom el mandodel imperio su hijo Cambyses, habido en Casanda-na, hija de Farnaspes, por cuyo fallecimiento, mu-cho antes acaecido, haba llevado Cyro y ordenadoen todos sus dominios el luto ms riguroso. Camby-ses, pues, heredero de su padre, contando entre susvasallos a los Jonios y a los Elios, llev estos Grie-gos, de quienes era seor, en compaa de sus de-ms sbditos, a la expedicin que contra el Egiptodiriga.

    II. Los Egipcios vivieron en la presuncin dehaber sido los primeros habitantes del mundo, hastael reinado de Psamtico1. Desde entonces, cediendoeste honor a los Frigios, se quedaron ellos en suconcepto con el de segundos. Porque queriendoaquel Rey averiguar cul de las naciones haba sidorealmente la ms antigua, y no hallando medio ni

    1 Reinaba Psamtico por los aos del mundo 3300, casi 700antes de Jesucristo.

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    camino para la investigacin de tal secreto, echmano finalmente de original invencin. Tom dosnios recin nacidos de padres humildes y vulgares,y los entreg a un pastor para que all entre susapriscos los fuese criando de un modo desusado,mandndole que los pusiera en una solitaria cabaa,sin que nadie delante de ellos pronunciara palabraalguna, y que a las horas convenientes les llevaseunas cabras con cuya leche se alimentaran y nutrie-ran, dejndolos en lo dems a su cuidado y discre-cin. Estas rdenes y precauciones las encaminabaPsamtico al objeto de poder notar y observar laprimera palabra en que los dos nios al cabo pro-rrumpiesen, al cesar en su llanto e inarticulados ge-midos. En efecto, correspondi el xito a lo que seesperaba. Transcurridos ya dos aos en expectacinde que se declarase la experiencia, un da, al abrir lapuerta, apenas el pastor haba entrado en la choza,se dejaron caer sobre l los dos nios, y alargndolesus manos, pronunciaron la palabra becos. Poco oningn caso hizo por la primera vez el pastor deaquel vocablo; mas observando que repetidas veces,al irlos a ver y cuidar, otra voz que becos no se lesoa, resolvi dar aviso de lo que pasaba a su amo yseor, por cuya orden, juntamente con los nios,

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    pareci a su presencia. El mismo Psamtico, queaquella palabra les oy, quiso indagar a qu idiomaperteneciera y cul fuese su significado, y hall porfin que con este vocablo se designaba el pan entrelos Frigios2. En fuerza de tal experiencia cedieronlos Egipcios de su pretensin de anteponerse a losFrigios en punto de antigedad.

    III. Que pasase en estos trminos el aconteci-miento, yo mismo all en Memfis lo oa de boca delos sacerdotes de Vulcano, si bien los Griegos, entreotras muchas fbulas y vaciedades, aaden quePsamtico, mandando cortar la lengua a ciertas mu-jeres, orden despus que a cuenta de ellas corriese

    2 Cuando este experimento tan raro no fuera tan fabulosocomo lo es a juicio de Herodoto el que refiero en seguida, nobasta a demostrar cul haya sido la nacin ms antigua delmundo. Es evidente que si los hombres tuviesen una lenguanatural, sera esta innata en todos los pueblos, como losafectos y pasiones: y no lo es menos que todo idioma es solouna invencin arbitraria y artificial, pues entre los objetos ylos sonidos con que el hombre los designa no hay otra rela-cin o correspondencia que la que los pueblos se convinie-ron en darle, si se exceptan las interjecciones comunes atodos y que por s no forman sentido. Djese a los antiguosfilsofos el investigar si el hombre sali mudo de la tierra ocul sera su idioma en el estado de naturaleza; pues absurdasson entre los modernos estas disputas, cuando la revelacinnos ensea que las lenguas han tenido dos veces a Dios porautor y maestro.

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    la educacin de las dos criaturas; mas lo que llevoarriba referido es cuanto sobre el punto se me deca.Otras noticias no leves ni escasas recog en Memfisconferenciando con los sacerdotes de Vulcano; perono satisfecho con ellas, hice mis viajes a Tebas y aHelipolis con la mira de ser mejor informado y versi iban acordes las tradiciones de aquellos lugarescon las de los sacerdotes de Memfis, mayormentesiendo tenidos los de Helipolis, como en efecto loson, por los ms eruditos y letrados del Egipto. Masrespecto a los arcanos religiosos, cuales all los oa,protesto desde ahora no ser mi nimo dar de ellosuna historia, sino slo publicar sus nombres, tantoms, cuanto imagino que acerca de ellos todos nossabemos lo mismo3. Aado, que cuanto en estepunto voy a indicar, lo har nicamente a ms nopoder, forzado por el hilo mismo de la narracin.

    IV. Explicbanse, pues, con mucha uniformidadaquellos sacerdotes, por lo que toca a las cosas p-blicas y civiles. Decan haber sido los Egipcios losprimeros en la tierra que inventaron la descripcindel ao, cuyas estaciones dividieron en doce partes

    3 Ignoro lo que pretenda significar el autor con estas pala-bras, sino que sea una misma la mitologa griega y egipcia, oque no sea dable a nadie penetrar el sentido de ella.

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    o espacios de tiempo, gobernndose en esta eco-noma por las estrellas. Y en mi concepto, ellosaciertan en esto mejor que los Griegos, pues los l-timos, por razn de las estaciones, acostumbranintercalar el sobrante de los das al principio de cadatercer ao; al paso que los Egipcios, ordenando do-ce meses por ao, y treinta das por mes, aaden aeste cmputo cinco das cada ao, logrando as unperfecto crculo anual con las mismas estacionesque vuelven siempre constantes y uniformes. De-can asimismo que su nacin introdujo la primeralos nombres de los doce dioses que de ellos toma-ron los Griegos4; la primera en repartir a las divini-dades sus aras, sus estatuas y sus templos; la primeraen esculpir sobre el mrmol los animales, mostran-do all muchos monumentos en prueba de cuantoiban diciendo. Aadan que Menes fue el primerhombre que rein en Egipto; aunque el Egipto todofuera del Nomo5 Tebano, era por aquellos tiempos unpuro cenagal, de suerte que nada pareca entonces

    4 Estos doce dioses, segn Ennio los comprende en dos ver-sos, son:

    Juno, Vesta, Minerva, Cres, Diana, Venus, Mars, Mercurius, Jove, Neptunus, Vulcanus, Apollo.5 Nomo equivala a provincia o distrito, y reciba el nombre desu metrpoli o capital

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    de cuanto terreno al presente se descubre ms abajodel lago Meris, distante del mar siete das de nave-gacin, subiendo el ro.

    V. En verdad que acerca de este pas discurranellos muy bien, en mi concepto; siendo as que saltaa los ojos de cualquier atento observador, aunquejams lo haya odo de antemano, que el Egipto esuna especie de terreno postizo, y como un regalodel ro mismo, no solo en aquella playa a dondearriban las naves griegas, sino aun en toda aquellaregin que en tres das de navegacin se recorre msarriba de la laguna Meris; aunque es verdad queacerca del ltimo terreno nada me dijeron los sacer-dotes. Otra prueba hay de lo que voy diciendo, to-mada de la condicin misma del terreno de Egipto,pues si navegando uno hacia l echare la sonda a unda de distancia de sus riberas, la sacar llena de lo-do de un fondo de once orgias6. Tan claro se deja verque hasta all llega el poso que el ro va depositando.

    VI. La extensin del Egipto a lo largo de suscostas, segn nosotros lo medimos, desde el golfoPlintinetes hasta la laguna Sorbnida, por cuyas cer-

    6 La orgia en Herodoto es medida de 4 codos o de 6 pies, yde 10 segn Plinio, quiz no se traducira mal por braza encastellano.

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    canas se dilata el monte Casio, no es menor de 60schenos. Uso aqu de esta especie de medida porcuanto veo que los pueblos de corto terreno suelenmedirlo por orgias; los que lo tienen ms conside-rable, por estados,7 los de grande extensin, por para-sangas, y los que lo poseen excesivamente dilatado,por schenos. El valor de estas medidas es el siguiente:la parasanga comprende treinta estadios, y el scheno,medida propiamente egipcia, comprende hasta se-senta. As que lo largo del Egipto por la costa delmar es de 3.600 estadios.

    VII. Desde las costas penetrando en la tierrahasta que se llega a Helipolis, es el Egipto un pasbajo, llano y extendido, falto de agua, y de suyo ce-nagoso. Para subir desde el mar hacia la dicha He-lipolis, hay un camino que viene a ser tan largocomo el que desde Atenas, comenzando en el Arade los doce Dioses, va a terminar en Pisa en el templode Jpiter Olmpico, pues si se cotejasen uno y otrocamino, se hallara ser bien corta la diferencia entrelos dos, como solo de 45 estadios, teniendo el queva desde el mar a Helipolis 1.500 cabales, faltando15 para este nmero al que una a Pisa con Atenas.

    7 El estadio consta de 125 pasos o de 625 pies.

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    VIII. De Helipolis arriba es el Egipto un an-gosto valle. Por un lado tiene la sierra de los montesde Arabia, que se extiende desde Norte al Medioday al viento Noto, avanzando siempre hasta el marEritrheo; en ella estn las canteras que se abrieronpara las pirmides de Memfis. Despus de romperseen aquel mar, tuerce otra vez la cordillera hacia lareferida Helipolis, y all, segn mis informaciones,en su mayor longitud de Levante a Poniente viene atener un camino de dos meses, siendo su extremi-dad oriental muy feraz en incienso. He aqu cuantode este monte puedo decir. Al otro lado del Egipto,confinante con la Libia, se dilata otro monte pedre-goso, donde estn las pirmides, monte encubierto yenvuelto en arena, tendiendo hacia Medioda en lamisma direccin que los opuestos montes de laArabia. As, pues, desde Helipolis arriba, lejos deensancharse la campia, va alargndose como unangosto valle por cuatro das8 enteros de navega-cin, en tanto grado, que la llanura encerrada entrelas dos sierras, la Lbica y la Arbica, no tendr a miparecer ms all de 200 estadios en su mayor estre- 8 Si el nmero de cuatro das no es error de los copistas, seruna equivocacin del autor, pues segn convence la expe-

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    chura, desde la cual contina otra vez ensanchndo-se el Egipto.

    IX. Esta viene a ser la situacin natural de aque-lla regin. Desde Helipolis hasta Tebas se cuentannueve das de navegacin, viaje que ser de 4.860estadios, correspondientes a 81 schenos: sumando,pues, los estadios que tiene el Egipto, son: 3.600 alo largo de la costa, como dejo referido; desde elmar hasta Tebas tierra adentro 6.1209, y 1.800, fi-nalmente, de Tebas a Elefantina.

    X. La mayor parte de dicho pas, segn decanlos sacerdotes, y segn tambin me pareca, es unatierra recogida y aadida lentamente al antiguoEgipto. Al contemplar aquel valle estrecho entre losdos montes que dominan la ciudad de Memfis, seme figuraba que habra sido en algn tiempo un se-no de mar10, como lo fue la comarca de Ilion, la deTeutrania, la de Efeso y la llanura del Meandro, sino desdice la comparacin de tan pequeos efectos riencia, se necesitan ms jornadas para recorrer lo angostodel pas.9 Esta suma, equivocada sin duda, debe ser 6.360 estadios.10 Tal opinin, si se atiende a la poca alteracin de aquel ter-reno en el espacio de 2.000 aos, debe reputarse por fbulaegipcia, y solo puede hallar cabida en la fantstica imagina-

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    con aquel tan admirable y gigantesco. Porque nin-guno de los ros que con su poso llegaron a cegarlos referidos contornos es tal y tan grande, que sepueda igualar con una sola boca de las cinco11 porlas que el Nilo se derrama. Verdad es que no faltanalgunos que sin tener la cuanta y opulencia del Ni-lo, han obrado, no obstante, en este gnero grandio-sos efectos, muchos de los cuales pudiera aqunombrar, sin conceder el ltimo lugar al ro Aque-lo, que corriendo por Acarnia y desaguando en suscostas, ha llegado ya a convertir en tierra firme lamitad de las islas Equinadas.

    XI. En la regin de Arabia, no lejos de Egipto,existe un golfo largusimo y estrecho, el cual se metetierra adentro desde el mar del Sud, o Erithreo12;golfo tan largo que, saliendo de su fondo ynavegndole a remo, no se llegar a lo dilatado delOcano hasta cuarenta das de navegacin y tanestrecho, por otra parte, que hay paraje en que se leatraviesa en medio da de una a otra orilla; y siendo

    cin del que se forje un mundo entero, viviente, expuesto acontinuas alteraciones y a palingenesias peridicas.11 El autor solo da al Nilo cinco bocas, omitiendo las dos queabri la industria del hombre.12 As es llamado entre los y antiguos el mar del Sud desde laArabia hasta la India.

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    tal, no por eso falta en l cada da su flujo y reflujoconcertado. Un golfo semejante a ste imaginodebi ser el Egipto que desde el mar Mediterrneose internara hacia la Etiopa, como penetra desde elmar del Sud hacia la Siria aquel golfo arbigo de quevolveremos a hablar. Poco falt, en efecto, para queestos dos senos llegasen a abrirse paso en susextremos, mediando apenas entre ellos una lenguade tierra harto pequea que los separa. Y si el Niloquera torcer su curso hacia el golfo Arbigo, quinimpidiera, pregunto, que dentro del trmino deveinte mil aos a lo menos, no quedase cegado elgolfo con sus avenidas? Mi idea por cierto es que enlos ltimos diez mil aos que precedieron a mivenida al mundo, con el poso de algun ro debiquedar cubierta y cegada una parte del mar. Ydudaremos que aquel golfo, aunque fuera muchomayor, quedase lleno y terraplenado con la avenidade un ro tan opulento y caudaloso como el Nilo?

    XII. En conclusin, yo tengo por cierta esta lentay extraa formacin del Egipto, no slo por el di-cho de sus sacerdotes, sino porque vi y observ queeste pas se avanza en el mar ms que los otros conque confina, que sobre sus montes se dejan ver

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    conchas y mariscos13, que el salitre revienta de talmodo sobre la superficie de la tierra, que hasta laspirmides va consumiendo, y que el monte que do-mina a Memfis es el nico en Egipto que se vea cu-bierto de arena. Adase a lo dicho que no es aquelterreno parecido ni al de la Arabia comarcana, ni alde la Libia, ni al de los Sirios, que son los que ocu-pan las costas del mar Arbigo; pues no se ve en lsino una tierra negruzca y hendida en grietas, comoque no es ms que un cenagal y mero poso que,trado de la Etiopa, ha ido el ro depositando, alpaso que la tierra de Libia es algo roja y arenisca, yla de la Arabia y la de Siria es harto gredosa y bas-tante petrificada.

    XIII. Otra noticia me referan los sacerdotes, quees para m gran conjetura en favor de lo que voydiciendo. Contaban que en el reinado de Meris, contal que creciese el ro a la altura de ocho codos,bastaba ya para regar y cubrir aquella porcin de 13 Las conchas halladas a gran distancia del mar; las plantasexticas petrificadas en pases diversos del que las produjo;los elefantes desenterrados en la Siberia, no son otros tan-tos testimonios permanentes que deponen a favor de la na-rracin de Moiss y del gran trastorno producido por eldiluvio universal? Pero los sabios del siglo desprecian la re-

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    Egipto que est ms abajo de Memfis; siendo nota-ble que entonces no haban trascurrido todava no-vecientos aos desde la muerte de Meris. Pero alpresente ya no se inunda aquella comarca cuandono sube el ro a la altura de dieciseis codos, o dequince por lo menos. Ahora bien; si va subiendo elterreno a proporcin de lo pasado y creciendo msy ms de cada da, los Egipcios que viven ms abajode la laguna Meris, y los que moran en su llamadoDelta14, si el Nilo no inundase sus campos, en lofuturo, estn a pique de experimentar en su paspara siempre los efectos a que ellos decan, porburla, que los Griegos estaran expuestos algunavez. Sucedi, pues, que oyendo mis buenos Egip-cios en cierta ocasin que el pas de los Griegos sebaa con agua del cielo, y que por ningn ro comoel suyo es inundado, respondieron el disparate, quesi tal vez les sala mal la cuenta, mucho apetito ten-dran los Griegos y poco que comer. Y con estaburla significaban, que si Dios no conceda lluvias aestos pueblos en algn ao de sequedad que les en- velacin, y van a buscar en las fbulas orientales la base deun nuevo sistema de la naturaleza.14 Delta es aquella porcin del Egipto desde el Cairo hacia elMediterrneo, encerrada en los dos brazos del Nilo que vanel uno a Alejandra y el otro a Damiata.

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    viara, pereceran de hambre sin remedio, no pu-diendo obtener agua para el riego sino de la lluviaque el cielo les dispensara.

    XIV. Bien est: razn tienen los Egipcios parahablar as de los Griegos; pero atiendan un instantea lo que pudiera a ellos mismos sucederles15. Si lle-gara, pues, el caso en que el pas de que hablaba,situado ms debajo de Memfis, fuese creciendo ylevantndose gradualmente como hasta aqu se le-vant, qu les quedar ya a los Egipcios de aquellacomarca sino afinar bien los dientes sin tener dndehincarlos? Y con tanta mayor razn, por cuanto nila lluvia cae en su pas, ni su ro pudiera entoncessalir de madre para el rico de los campos. Mas porahora no existe gente, no ya entre los extranjeros,sino entro los Egipcios mismos, que recoja con me-nor fatiga su anual cosecha que los de aquel distrito.No tienen ellos el trabajo de abrir y surcar la tierracon el arado, ni de escardar sus sembrados, ni deprestar ninguna labor de las que suelen los dems la-bradores en el cultivo de sus cosechas, sino que,saliendo el ro de madre sin obra humana y retirado 15 Nuestro autor participa ms del gusto y animacin de unviajante que de la seriedad de un historiador severo; y reina

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    otra vez de los campos despus de regarlos, se re-duce el trabajo a arrojar cada cual su sementera, ymeter en las tierras rebaos para que cubran la se-milla con sus pisadas. Concluido lo cual, aguardandescansadamente el tiempo de la siega, y trillada suparva por las mismas bestias, recogen y concluyensu cosecha.

    XV. Si quisiera yo adoptar la opinin de los Jo-nios acerca del Egipto, probara an que ni un pal-mo de tierra posean los Egipcios en la antigedad.Reducen los Jonios el Egipto propiamente dicho, alpas de Delta, es decir, al pas que se extiende a lolargo del mar por el espacio de cuarenta schenos,desde la atalaya llamada de Perseo hasta e1 lugar delas Taricheas Pelusianas y que penetra tierra adentrohasta la ciudad de Cercasoro, donde el Nilo se divi-de en dos brazos que corren divergentes hacia Pelu-sio y hacia Canopo; el resto de aquel reinopertenece, segn ellas, parte a la Libia, parte a laArabia. Y siendo la Delta, en su concepto como enel mo, un terreno nuevo y adquirido, que sali ayerde las aguas por decirlo as, ni aun lugar tendran losprimitivos Egipcios para morir y vivir. Y entonces,

    en su obra cierto tono de jocosidad que en algunos pasajeshe procurado conservar.

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    a qu el blasn o hidalgua que pretenden de habi-tantes del mundo ms antiguos? A qu la experien-cia verificada en sus dos nios para observar elidioma en que por s mismos prorrumpiesen? Masno soy en verdad de opinin que al brotar de lasolas aquella comarca llamada Delta por los jonios,levantasen al mismo tiempo los Egipcios su cabeza.Egipcios hubo desde que hombres hay, quedndoseunos en sus antiguas mansiones, avanzando otroscon el nuevo terreno para poblarlo y poseerlo.

    XVI. Al Egipto perteneca ya desde la antigedadla ciudad de Tebas, cuyo mbito es de 6.120 esta-dios. Yerran, pues, completamente los Jonios, si mijuicio es verdadero.

    Ni ellos ni los Griegos, aadir, aprendieron acontar, si por cierta tienen su opinin. Tres son laspartes del mundo, segn confiesan: la Europa, elAsia y la Libia16; mas a estas debieran aadir porcuarta la Delta del Egipto, pues que ni al Asia ni a laLibia pertenece, por cuanto el Nilo, nico que pu-diera deslindar estas regiones, va a romperse en doscorrientes en el ngulo agudo de la Delta, quedando 16 La Libia de Herodoto es el frica entera de los latinos,quienes slo daban el nombre de Libia a aquella porcin de

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    de tal suerte aislado este pas entre las dos partes delmundo con quienes confina.

    XVII. Pero dejemos a los Jonios con sus cavila-ciones, que para m todo el pas habitado por Egip-cios, Egipto es realmente, por tal debe ser reputado,as como de los Cilicios trae su nombre la Cilicia, yla Asiria de los Asirios, ni reconozco otro lmiteverdadero del Asia y de la Libia que el determinadopor aquella nacin. Mas si quisiramos seguir el usode los Griegos, diremos que el Egipto, empezandodesde ha cataratas17 y ciudad de Elefantina, se divideen dos partes que lleva cada una el nombre del Asiao de la Libia que la estrecha. Empieza el Nilo desdelas cataratas a partir por medio el reino, corriendo almar por un solo cauce hasta la ciudad de Cercaroso;y desde all se divide en tres corrientes o bocas di-versas18 hacia Levante la Pelusia, la Canobica hacia

    la pennsula que desde la Etiopa se extiende hacia el OcanoAtlntico y mar Mediterrneo.17 Los antiguos contaban dos de estos altos derrumbaderospor donde se precipita el Nilo: la catarata menor cerca deElefantina en el confn de Egipto, y la mayor dentro de laEtiopa.18 No es fcil concordar las descripciones de los antiguos,acerca de la madre principal del Nilo y de sus cauces natura-les y artificiales, y sustituir con los nombres modernos losque entonces tenan. Sbese nicamente que la boca Canobi-

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    Poniente, y la tercera que siguiendo su curso recta-mente va a romperse en el ngulo de la Delta ycortndola por medio se dirige al mar, no pocoabundante en agua y no poco clebre con el nombrede Sebennitica: otras dos corrientes se desprendende esta ltima, llamadas la Saitica y la Mendesia; lasdos restantes, Bucolica y Bolbitina, ms que caucesnativos del Nilo, son dos canales artificialmente ex-cavados.

    XVIII. La extensin del Egipto que en mi dis-curso voy declarando, queda atestiguada por unorculo del dios Amon que vino a confirmar mi jui-cio anteriormente abrazado. Los vecinos de Apis yde Marea, ciudades situadas en las fronteras confi-nantes con la Libia, se contaban por Libios y no porEgipcios, y mal avenidos al mismo tiempo con elritual supersticioso del Egipto acerca de los sacrifi-cios, y con la prohibicin de la carne vacuna, envia-ron diputados a Amon, para que, exponiendo quenada tenan ellos con los Egipcios, viviendo fuerade la Delta y hablando diverso idioma, impetrasen lafacultad de usar de toda comida sin escrpulo ni ca fue la nica primitiva del ro, siendo las dems de la in-dustria o efecto de la inundacin anual por tantos siglos

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    excepcin. Mas no por eso quiso Amon concederlesel indulto que pedan, respondindoles el orculoque cuanto riega el Nilo en sus inundaciones perte-nece al Egipto, y que Egipcios son todos cuantosbeben de aquel ro, morando ms abajo de Ele-fantina.

    XIX. No es slo la Delta la que en sus avenidasinunda el Nilo, pues que de l nos toca hablar, sinotambin el pas que reparten algunos entre la Libia yla Arabia ora ms, ora menos, por el espacio de dosjornadas. De la naturaleza y propiedad de aquel ronada pude averiguar, ni de los sacerdotes, ni de na-cido alguno, por ms que me deshaca en pregun-tarles: por qu19 el Nilo sale de madre en elsolsticio del verano? por qu dura cien das en suinundacin? por qu menguado otra vez se retira alantiguo cauce, y mantiene bajo su corriente por to-do el invierno, hasta el solsticio del esto venidero?En vano procur, pues, indagar por medio de los

    continuada. Actualmente las de Damiata y Roseta son lasdos nicas de consideracin.19 Estos fenmenos antiguos del Nilo se observan todava,aunque se ignor la razn de ellos hasta la entrada de losPortugueses, que la descubrieron en las copiossimas lluviasque caan en la Etiopa, y que acrecentaban el Nilo, comosucede en la India con el Indo y Ganges.

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    naturales la causa de propiedad tan admirable quetanto distingue a su Nilo de los dems ros. Ni me-nos hubiera deseado tambin el descubrimiento dela razn por qu es el nico aquel ro que ningnsoplo o vientecillo despide.

    XX. No ignoro que algunos Griegos, echndolade fsicos insignes, discurrieron tres explicaciones delos fenmenos del Nilo; dos de las cuales creo msdignas de apuntarse que de ser explanadas y discuti-das. El primero de estos sistemas atribuye la pleni-tud e inundaciones del ro a los vientos Etsias20,que cierran el paso a sus corrientes para que no de-sagen en el mar. Falso es este supuesto, pues queel Nilo cumple muchas veces con su oficio sinaguardar a que soplen los Etsias. El mismo fen-meno debiera adems suceder con otros ros, cuyasaguas corren en oposicin con el soplo de aquellosvientos, y en mayor grado aun, por ser ms lngui-das sus corrientes como menores que las del Nilo.Muchos hay de estos ros en la Siria; muchos en laLibia, y en ninguno sucede lo que en aquel.

    XXI. La otra opinin, aunque ms ridcula y ex-traa que la primera, presenta en s un no s qu de

    20 Parece que estos vientos anuales son principalmente loscierzos o los del Poniente.

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    grande y maravilloso, pues supone que el Nilo pro-cede del Ocano, como razn de sus prodigios, yque el Ocano gira fluyendo alrededor de la tierra.

    XXII. La tercera, finalmente, a primera vista lams probable, es de todas las ms desatinada; puesatribuir las avenidas del Nilo a la nieve derretida,son palabras que nada dicen. El ro nace en la Libia,atraviesa el pas de los Etopes, y va a difundirse porel Egipto; cmo cabo, pues, que desde climas ardo-rosos, pasando a otros ms templados, pueda nacerjams de la nieve deshecha y liquidada?

    Un hombre hbil y capaz de observacin pro-funda hallar motivos en abundancia que lo pre-senten como improbable el origen que se supone alro en la nieve derretida. El testimonio principal serel ardor mismo de los vientos al soplar desde aque-llas regiones; segunda, falta de lluvias o de neva-das21, a las cuales siguen siempre aquellas con cincodas de intervalo; por fin, el observar que los natura-les son de color negro de puro tostados, que nofaltan de all en todo el ao los milanos y las golon- 21 Los modernos descubrimientos han demostrado la ine-xactitud de estas observaciones de Herodoto, habindosevisto que los Andes en la zona trrida estn siempre corona-dos de nieve, y que la lluvia dura todas las noches bajo lostrpicos por algunos meses continuos.

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    drinas, y que las grullas arrojadas de la Escitia por elrigor de la estacin acuden a aquel clima para tomarcuarteles de invierno. Nada en verdad de todo estosucediera, por poco que nevase en aquel pas dedonde sale y se origina, el Nilo, como convence conevidencia la razn.

    XXIII. El que haga proceder aquel ro del Oca-no, no puede por otra parte ser convencido de fal-sedad cubierto con la sombra de la mitologa.Protesto a lo menos que ningn ro conozco con elnombre de Ocano22. Creo, si, que habiendo dadocon esta idea el buen Homero o alguno de los poe-tas anteriores, se la apropiaron para el adorno de supoesa.

    XXIV. Mas si, desaprobando yo tales opiniones,se me preguntare al fin lo que siento en materia tanoscura, sin hacerme rogar dar la razn por la queentiendo que en verano baja lleno el Nilo hasta re-bosar. Obligado en invierno el sol a fuerza de lastempestades y huracanes a salir de su antiguo giro yruta, va retirndose encima de la Libia a lo ms altodel cielo. As todo lacnicamente se ha dicho, pues

    22 Los Egipcios, segn Diodoro Sculo, llamaban ro Ocanoal Nilo. Herodoto niega la existencia del Ocano como ro,no como mar.

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    sabido es que cualquier regin hacia la cual se acer-que girando este dios de fuego, deber hallarse enbreve muy sedienta, agotados y secos los manantia-les que en ella anteriormente brotaban.

    XXV. Lo explicaremos ms clara y difusamente.Al girar el sol sobre la Libia, cuyo cielo se ve en to-do tiempo sereno y despejado, y cuyo clima sin so-plo de viento refrigerante es siempre caluroso, obraen ella los mismos efectos que en verano, cuandocamina por en medio del cielo. Entonces atrae elagua para s; y atrada, la suspende en la regin delaire superior, y suspensa la toman los vientos, y lue-go la disipan y esparcen; y prueba es el que de allsoplen los vientos entre todos ms lluviosos, elNoto y el Sudoeste. No pretendo por esto que elsol, sin reservar porcin de agua para s23 vayaechando y despidiendo cuanta chupa del Nilo entodo el ao. Mas declinando en la primavera el rigordel invierno, y vuelto otra vez el sol al medio delcielo, atrae entonces igualmente para s el agua detodos los ros de la tierra. Crecidos en aquella esta-cin con el agua de las copiosas lluvias que recogen,empapada ya la tierra hecha casi un torrente, corren

    23 Alude a la opinin comn de que el sol se alimenta de losvapores atrados.

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    entonces en todo su caudal; mas a la llegada del ve-rano, no alimentados ya por las lluvias, chupados enparte por el sol, se arrastran lnguidos y menosca-bados. Y como las lluvias no alimentan al Nilo24, ysiendo el nico entre los ros a quien el sol chupe yatraiga en invierno, natural es que corra entoncesms bajo y menguado que en verano, en la poca enque, al par de los dems, contribuye con su agua a lafuerza del sol, mientras en invierno es el nico ob-jeto de su atraccin. El sol, en una palabra, es en miconcepto el autor de tales fenmenos.

    XXVI. Al mismo sol igualmente atribuyo el ridoclima y cielo de la Libia, abrasando en su giro a todala atmsfera, y el que reine en toda la Libia unperpetuo verano25. Pues si trastornndose el cielo setrastornara el orden anual de las estaciones; si dondeel Breas y el invierno moran se asentaran el Noto y

    24 Antes bien en lo interior del frica son muchos y caudalo-sos los ros: ni es verdad tampoco que no se conozcan alllos vientos y las tempestades, pues stas son recias y vanacompaadas a veces con piedra y granizo, y los vientostemplan el calor y hacen la regin habitable. Todo este pasajefue ya refutado por Plutarco, Diodoro Sculo y otros.25 Los Abisinios tienen cuatro estaciones no menos que nos-otros, que llaman el Matzau, el Tzadai, el Hagai y el Gramt.Su Matzau o primavera empieza el 23 le Setiembre, y cadaestacin ocupa tres meses.

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    el Medioda; o si el Breas arrojase al Noto de sumorada con tal trastorno, en mi sentir, echado el solen medio del cielo por la violencia de los aquilonessubira al cenit de la Europa, como actualmente sepasea encima de la Libia, y girando, asiduamentepor toda ella, hara, en mi concepto, con el Istro loque con el Nilo est al presente sucediendo.

    XXVII. Respecto a la causa de no exhalarse delNilo viento alguno, natural me parece que falte steen pases calurosos, observando que procede dealguna cosa fra en general. Pero, sea como fuere,no presumo descifrar el secreto que sobre estepunto hasta el presente se mantuvo.

    XXVIII. Ninguno de cuantos hasta ahora trat,Egipcio, Libio o Griego, pudo darme conocimientoalguno de las fuentes del Nilo26. Hallndome enEgipto, en la ciudad de Sais, di con un tesorero delas rentas de Minerva, el cual, jactndose de conocertales fuentes, cre querra divertirse un rato yburlarse de mi curiosidad. Decame que entre laciudad de Elefantina y la de Syena, en la Tebaida, sehallan dos montes, llamado Crophi el uno y Mophiel otro, cuyas cimas terminan en dos picachos, y que

    26 A los misioneros portugueses se debi el descubrimientode las fuentes del Nilo.

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    manan en medio de ellos las fuentes del Nilo,abismos sin fondo en su profundidad, de cuyasaguas la mitad corre al Egipto contraria al Breas, yla otra, opuesta al Noto, hacia la Etiopa27. Ycontaba, en confirmacin de la profundidad deaquellas fuentes, que reinando Psamtico en Egipto,para nacer la experiencia mand formar una soga demillares y millares de orgias y sondear con ella, sinque se pudiese hallar fondo en el abismo. Esto decael depositario de Minerva; ignoro si en lo ltimohaba verdad. Discurro en todo lance que debeexistir un hervidero de agua que con sus borbotonesy remolinos impida bajar hasta el suelo la sondaechada, impelindola contra los montes.

    XXIX. Nada ms pude indagar sobre el asunto;pero informndome cuan detenidamente fue posi-ble, he aqu lo que averigu como testigo ocularhasta la ciudad de Elefantina, y lo que supe de odassobre el pas que ms adentro se dilata28. Siguiendo,

    27 No carece de fundamento que un brazo del Nilo desde laEtiopa tome su curso hacia el Ocano y forme el Nger, roen todo parecido al del Egipto.28 La brillante y animada narracin que sigue mereci loselogios de Longino. No ves, dice el crtico ms juicioso delos antiguos, cmo Herodoto, cogindote por la mano, telleva consigo por aquellos lugares, y hace que veas lo que

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    pues, desde Elefantina arriba, dars con un recuestotan arduo, que es preciso para superarlo atar tu bar-co por entrambos lados como un buey sujeto porlas astas, pues si se rompiere por desgracia la cuer-da, irase ro abajo la embarcacin arrebatada por lafuerza de la corriente. Cuatro das de navegacincontars en este viaje, durante el cual no es el Nilomenos tortuoso que el Meandro. El trnsito quetales precauciones requiere no es menor de doceschenos. Encuentras despus una llanura donde elro forma y circuye una isla que lleva el nombre deTacompso, habitada la mitad por los Egipcios y lamitad por los Etopes, que empiezan a poblar el pasdesde la misma Elefantina. Con la isla confina unagran laguna, alrededor de la cual moran los Etopesllamados nmadas. Pasada esta laguna, en la que elNilo desemboca, se vuelve a entrar en la madre delro: all es preciso desembarcar y seguir cuarentajornadas el camino por las orillas, siendo imposiblenavegar el ro en aquel espacio por los escollos yagudas peas que de l sobresalen. Concluido portierra este viaje y entrando en otro barco, en doce

    habas de oir? Esta traduccin la tomo de la que hice del mismoautor, cuyo traslado limpio y casi perfecto se me qued en Tarragona.

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    das de navegacin llegas a Mroe29, que este es elnombre de aquella gran ciudad capital, segn dice,de otra casta de Etopes que solo a dos dioses pres-tan culto, a Jpiter y a Dioniso, bien que mucho seesmeran en honrarlos: tienen un orculo de Jpiterall mismo, segn cuyas divinas respuestas se deci-den a la guerra, hacindola cmo y cundo, y endnde aquel su dios lo ordenare.

    XXX. Siguiendo por el ro desde la ltimaciudad, en el mismo tiempo empleado en el viajedesde Elefantina, llegas a los Automolos, que enidioma del pas llaman Asmach30, y que en el griegoequivale a los que asisten a la izquierda del rey. Fueronen lo antiguo31 veinticuatro myriadas de soldadosque desertaron a los Etopes con la ocasin quereferir. En el reinado de Psamtico estaban en trespuntos repartidas las fuerzas del imperio; en

    29 Mroe, ms bien pennsula que isla, formada por el Nilo yotros ros que all concurren, tenla una ciudad de su mismonombre, que tom de la hermana de Cambyses que en ellamuri, habiendo sido Saba quiz su nombre primitivo, y suactual Baroa. Tacompso o Metacompso es otra pennsula enlos confines de la Etiopa, llamada hoy Asuan. La antiguaElefantina parece ser Monfaluo.30 Otros leen Ascham, que sera quiz Achum o la famosaAuxumis de los Griegos.31 Cada myriada se compona de ms de 10.000 soldados.

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    Elefantina contra los Etopes, en Dafnes dePelusio32 contra los rabes y Sirios, y en Mreacontra la Libia, los primeros de los cuales conservanlos Persas fortificados en mis das, del mismo modoque en aquel tiempo. Sucedi que las tropas egip-cias, apostadas en Elefantina, viendo que nadievena a relevarlas despus de tres aos deguarnicin, y deliberando sobre su estado,determinaron de comn acuerdo desertar de supatria pasando a la Etiopa. Informado Psamtico,corre luego en su seguirniento, y alcanzndolos, lesruega y suplica encarecidamente por los diosespatrios, por sus hijos, por sus esposas, que tanqueridas prendas no consientan en abandonarlas. Esfama que uno entonces de los desertores, con unademn obsceno le respondi, que ellos, segneran, donde quiera hallaran medios en s mismos detener hijos y mujeres. Llegados a Etiopa, y puestosa la obediencia de aquel soberano, fueron por lacogidos y aun premiados, pues les mand enrecompensa que, arrojando a ciertos Etopesmalcontentos y amotinados, ocupasen sus campos yposesiones. Result de esta nueva vecindad y aco-

    32 Ciudad fuerte poco distante de la actual Damiata, la mismaque llaman Tafra las Santas Escrituras.

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    gida que fueron humanizndose los Etopes con losusos y cultura de la colonia egipcia, que aprendieroncon el ejemplo33.

    XXXI. Bien conocido es el Nilo todava, ms alldel Egipto que baa, en el largo trecho que, ya portierra, ya por agua se recorre en un viaje de cuatromeses; que tal resulta si se suman los das que seemplean en pasar desde Elefantina hasta los Auto-molos. En todo el espacio referido corre el ro des-de Poniente, pero ms all no hay quien diga nadacierto ni positivo, siendo el pas un puro yermoabrasado por los rayos del sol.

    XXXII. No obstante, o de boca de algunos Ci-reneos que yendo en romera al orculo de Amon,haban entrado en un largo discurso con Etearco,rey de los Amonios, y que viniendo por fin a recaerla conversacin sobre el Nilo, y sobre lo oculto ydesconocido de sus fuentes, les cont entoncesaquel rey la visita que haba recibido de los Nasano-nes, pueblos que ocupan un corto espacio en la

    33 Puede dudarse que los Etopes debiesen su civilizacin aesta colonia de desertores, porque hubieran podido apren-derla mejor de los Egipcios, en el tiempo que los dominaronantes de Psamtico, y porque la nacin Etipica, coloniaquiz de los rabes, exceda en ciencia, segn Luciano, a lasdems naciones.

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    Sirte y sus contornos por la parte de Levante. Pre-guntados estos por Etearco acerca de los desiertosde la Libia, le refirieron que hubo en su tierra cier-tos jvenes audaces e insolentes, de familias las msilustres, que haban acordado, entre otras travesurasde sus mocedades, sortear a cinco de entre ellos pa-ra hacer nuevos descubrimientos en aquellos de-siertos y reconocer sitios hasta entonces no pene-trados. El rigor del clima los invitara a ello segura-mente, pues aunque empezando desde el Egipto, ysiguiendo la costa del mar que mira al Norte, hastael cabo Soloente34, su ltimo trmino, est la Libiapoblada de varias tribus de naturales, adems delterreno que ocupan algunos Griegos y Fenicios; contodo, la parte interior ms all de la costa y de lospueblos de que est sembrada, es madre y regin defieras propiamente, a la cual sigue un arenal del todorido, sin agua y sin viviente que lo habite. Em-prendieron, pues, sus viajes los mancebos, deacuerdo con sus camaradas, provistos de vveres yde agua; pasaron la tierra poblada, atravesaron des-

    34 Este cabo, de que se habla en el periplo de Hanon,corresponde al Cabo Blanco en la Nigricia.

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    pus la regin de las fieras35, y dirigiendo su rumbohacia Occidente por el desierto, y cruzando muchosdas unos vastos arenales, descubrieron rboles porfin en una llanura, y aproximndose empezaron aechar mano de su fruta. Mientras estaban gustandode ella, no s qu hombrecillos, menores que losque vemos entre nosotros de mediana estatura, sefueron llegando a los Nasamones, y asindoles delas manos, por ms que no se entendiesen en suidioma mutuamente, los condujeron por dilatadospantanos, y al fin de ellos a una ciudad cuyos habi-tantes, negros de color, eran todos del tamao delos conductores, y en la que vieron un gran ro quela atravesaba de Poniente a Levante, y en el cualaparecan cocodrilos.

    XXXIII. Temo que parezca ya harto larga la f-bula de Etearco el Amonio; dir solo que aada,segn el testimonio de los Cireneos, que los descu-bridores Nasamones, de vuelta de sus viajes, dieronpor hechiceros a los habitantes de la ciudad en quepenetraron, y que conjeturaba que el ro que la atra- 35 Esta regin poblada no puede ser otra que la modernaBerbera, y la de las fieras el desierto de Zahara. En cuanto alos negros pigmeos de que habla luego, confiesan los viajerosque se encuentran en aquel pas habitantes de estatura menosque regular.

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    viesa poda ser el mismo Nilo36. No fuera difcil, enefecto, pues que este ro no solo viene de la Libia,sino que la divide por medio; y deduciendo looculto por lo conocido, conjeturo que no es el Niloinferior al Istro37 en lo dilatado del espacio que re-corre. Empieza el Istro en la ciudad de Pireno desdelos Celtas, los que estn ms all de las columnas deHrcules, confinantes con los Cinesios, ltimo pue-blo de la Europa, situado hacia el Ocaso, y despusde atravesar toda aquella parte del mundo, desaguaen el ponto Euxino, junto a los Istrienos, colonosde los Milesios.

    XXXIV. Mas al paso que corriendo el Istro porTierra culta y poblada es de muchos bien conocido,nadie ha sabido manifestarnos las fuentes del Nilo,que camina por el pas desierto y despoblado de laLibia. Referido llevo cuanto he podido saber sobresu curso, al cual fui siguiendo con mis investigacio-nes cuan lejos me fue posible. El Nilo va a parar al

    36 Es ms verosmil que el ro encontrado por losNasamones fuese el Niger o el Gambra, pues caminabanhacia Poniente, dejando a la izquierda la Etiopa, donde naceel Nilo. Acerca del curso y origen del Niger poco se haaveriguado ms desde Herodoto.37 Herodoto ha errado acerca del Istro, sin que la tortura quedan los crticos a su texto baste a salvarle del error.

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    Egipto, pas que cae enfrente de Cilicia la montuosa,desde donde un correo a todo aliento llegar en cin-co das por camino recto a Sinope, situada en lasorillas del ponto Euxino, enfrente de la cual desaguael Istro en el mar. De aqu opino que igual espacioque el ltimo recorrer el Nilo atravesando la Libia.Mas bastante y harto se ha tratado ya de aquel ro.

    XXXV. Difusamente vamos a hablar del Egipto,pues de ello es digno aquel pas, por ser entre todosmaravilloso, y por presentar mayor nmero de mo-numentos que otro alguno, superiores al ms altoencarecimiento. Tanto por razn de su clima, tandiferente de los dems, como por su ro, cuyas pro-piedades tanto lo distinguen de cualquier otro, dis-tan los Egipcios enteramente de los dems pueblosen leyes, usos y costumbres. All son las mujeres lasque venden, compran y negocian pblicamente, ylos hombres hilan, cosen y tejen, impeliendo la tra-ma hacia la parte inferior de la urdimbre; cuando losdems la dirigen comnmente a la superior38. Alllos hombres llevan la carga sobre la cabeza, y las 38 La tejedura moderna solo se diferencia de la de los Egip-cios en ser horizontal. Las dems naciones tejan la trama enpie, colocando rectos los hilos del urdimbre y dejando laobra hecha en la parte de arriba; los Egipcios, sentados, ladejaban en la parte baja.

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    mujeres sobre los hombros. Las mujeres orinan enpie; los hombres se sientan para ello. Para sus nece-sidades se retiran a sus casas, y salen de ellas co-miendo por las calles, dando por razn que lo inde-coroso, por necesario que sea, debe hacerse a es-condidas, y que puede hacerse a las claras cualquiercosa indiferente. Ninguna mujer se consagra all porsacerdotisa a dios o diosa alguna: los hombres sonall los nicos sacerdotes. Los varones no puedenser obligados a alimentar a sus padres contra su vo-luntad; tan solo las hijas estn forzosamente sujetasa esta obligacin39.

    XXXVI. En otras naciones dejan crecer su cabe-llo los sacerdotes de los dioses; los de Egipto lo ra-pan a navaja. Seal de luto es entre los puebloscortarse el cabello los ms allegados al difunto, yentre los Egipcios, ordinariamente rapados, y lo esel cabello y barba crecida en el fallacimiento de lossuyos. Los dems hombres no acostumbran comercon los brutos, los Egipcios tienen con ellos plato ymesa comn. Los dems se alimentan de pan detrigo y de cebada; los Egipcios tuvieran el comer del por la mayor afrenta, no usando ellos de otro pan

    39 Esta ley proceda de que el trfico y los negocios andabanen Egipto en manos de las mujeres.

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    que del de escancia o candeal. Cogen el lodo y aunel estircol con sus manos, y amasan la harina conlos pies. Los dems hombres dejan sus partesnaturales en su propia disposicin, excepto los queaprendieron de los Egipcios a circuncidarse40. EnEgipto usan los hombres vestidura doble, y sensillalas mujeres. Los Egipcios en las velas de sus navescosen los anillos y cuerdas por la parte interior, encontraposicin con la prctica de los dems, que loscosen por fuera. Los Griegos escriben y mueven losclculos41 en sus cuentas de la siniestra a la derecha,los Egipcios, al contrario, de la derecha a la sinies-tra, diciendo por esto que los Griegos hacen a zur-das lo que ellos derechamente.

    XXXVII. Dos gneros de letras estn all en uso,unas sacras y las otras populares42. Supersticiosospor exceso, mucho ms que otros hombres

    40 No consta que las otras naciones aprendiesen la circunci-sin de los Egipcios, ni que stos la tomasen de los Hebreos,quienes la usaron por precepto divino; en los dems pueblosno tuvo al parecer otro origen que el aseo, tan necesario enpases clidos.41 Eran los clculos ciertas piedrecitas de que se valan en suscmputos los antiguos.42 Parece que los jeroglficos egipcios eran un tercer gnerode letras diferente del sagrado y del popular. El alfabetocopto, sacado del griego, no es la antigua letra del Egipto.

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    cualesquiera, usan de toda especie de ceremonias,beben en vasos de bronce y los limpian y friegancada da, costumbre a todos ellos comn y deninguno particular. Sus vestidos son de lino ysiempre recin lavados, pues que la limpieza lesmerece un cuidado particular, siendo tambin ella laque les impulsa a circuncidarse, prefiriendo ser msbien aseados que gallardos y cabales. Lossacerdotes, con la mira de que ningn piojo u otrasabandija repugnante se encuentre sobre ellos altiempo de sus ejercicios o de sus funciones religio-sas, se rapan a navaja cada tres das de pies a cabeza.Tambin visten de lino, y calzan zapatos de biblo,pues que otra ropa ni calzado no les es permitido; selavan con agua fra diariamente, dos veces por el day otras dos por la noche, y usan, en una palabra,ceremonias a miles en su culto religioso. Disfrutanen cambio aquellos sacerdotes de no pocasconveniencias, pues nada ponen de su casa niconsumen de su hacienda; comen de la carne yacocida en los sacrificios, tocndoles diariamente acada uno una crecida racin de la de ganso y debuey, no menos que su buen vino de uvas; mas elpescado es vedado para ellos. Ignoro qu preven-

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    cin tienen los Egipcios contra las habas43, pues nilas siembran en sus campos en gran castidad, ni lascomen crudas, ni menos cocidas, y ni aun verlaspueden sus sacerdotes, como reputndolas por im-pura legumbre. Ni se contentan consagrando sacer-dotes a los dioses, sino que consagran muchos acada dios, nombrando a uno de ellos sumo sacer-dote y perpetuando sus empleos en los hijos a sufallecimiento.

    XXXVIII. Viven los Egipcios en la opinin deque los bueyes son la nica vctima propia de suEpafo44, para lo cual hacen ellos la prueba, pues en-contrndose en el animal un solo pelo negro, ya nopasa por puro y legtimo. Uno de los sacerdotes esel encargado y nombrado particularmente para esteregistro, el cual hace revista del animal, ya en pie, yatendido boca arriba; observa en su lengua sacndolahacia fuera las seas que se recibieren en una vcti-ma pura, de las que hablar ms adelante; mira yvuelve a mirar los pelos de su cola, para notar si es-tn o no en su estado natural. En caso de asistir albuey todas las cualidades que de puro y bueno le 43 Esta abstinencia, tan ridcula como supersticiosa, la adoptdespus Pitgoras.

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    califican, mrcanlo por tal enroscndole en las astasel biblo, y pegndole cierta greda a manera de lacre,en la que imprimen en su sello. As marcado, loconducen al sacrificio, y ay del que sacrificara unavctima no marcada! otra cosa que la vida no lacostara. Estas son, en suma, las pruebas y los reco-nocimientos de aquellos animales.

    XXXIX. Sguese la ceremonia del sacrificio45.Conducen la bestia ya marcada al altar destinado alholocausto; pegan fuego a la pira, derraman vinosobre la vctima al pie mismo del ara, e invocan sudios al tiempo de degollarla, cortndole luego la ca-beza y desollndole el cuerpo. Cargan de maldicio-

    44 Epafo lo mismo que Apis. En cuanto a los requisitos deuna vctima pura, vase lib. III, pr 28.45 Los sacrificios expiatorios se fundan en el principio dereparacin del ofensor al ofendido, dictado por la razn sola,y as es que desde el principio del mundo se usaron en todaslas naciones con la inmolacin de vctimas y la libacin delicores, aunque manchados a veces por ritos impos y su-persticiosos. Por esto la cabeza del buey egipcio echado alro, y el cabrn emisario de los Judos cargados con los pe-cados del pueblo, aunque procedentes de un mismo princi-pio, no son imitacin uno de otro. Seguir esta comparacin,no menos del pueblo hebreo que la del ayuno de que se ha-bla ms abajo entre las costumbres e instituciones reveladaso sancionadas por Dios, y los usos de los dems pueblosmanchados con tantas supersticiones, es inexacto no menosque peligroso.

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    nes a la cabeza ya dividida, y la sacan a la plaza,vendindola a los negociantes griegos, si los hay alldomiciliados y si hay mercado en la ciudad; de otromodo, la echan al ro como maldita. La frmula deaquellas maldiciones expresa slo que si algn malamenaza al Egipto en comn, o a los sacrificadoresen particular, descargue todo sobre aquella cabeza.Esta ceremonia usan los Egipcios igualmente sobrelas cabezas de las vctimas y en la libacin del vino,y se valen de ella generalmente en sus sacrificios,naciendo de aqu que nunca un Egipcio coma de lacabeza de ningn viviente.

    XL. No es una misma la manera de escoger yconsumir las vctimas en los sacrificios, sino muyvaria en cada una de ellos. Hablar del de la diosa desu mayor veneracin y a la cual se consagra la fiestams solemne, de la diosa Isis. En su reverencia ha-cen un ayuno, le presentan despus sus oraciones ysplicas, y, por ltimo, le sacrifican un buey. Deso-llada la vctima, le limpian las tripas, dejando las en-traas pegadas al cuerpo con toda su gordura;separan luego las piernas, y cortan la extremidad dellomo con el cuello y las espaldas. Entonces embu-ten y atestan lo restante del cuerpo de panales pur-simos de miel, de uvas o higos pasos, de incienso,

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    mirra y otros aromas, y derramando despus sobrel aceite en gran abundancia, entregando a las lla-mas. Al sacrificio precede el ayuno, y mientras estabrasndose la vctima, se hieren el pecho los asis-tentes, se maltratan y lloran y plaen, desquitndosedespus en esplndido convite con las partes que dela vctima separaron.

    XLI. A cualquiera es permitido all el sacrificiode bueyes y terneros puros y legales, mas a ningunoes lcito el de vacas o terneras, por ser dedicadas aIsis, cuyo dolo representa una mujer con astas debuey, del modo con que los Griegos pintan a Io;por lo cual es la vaca, con notable preferencia sobrelos dems brutos, mirada por los Egipcios con ve-neracin particular. As que no se hallar en el pashombre ni mujer alguna que quiera besar a un Grie-go, ni servirse de cuchillo, asador o caldero de algu-no de esta nacin, ni aun comer carne de buey,aunque puro por otra parte, mientras sea trinchadapor un cuchillo griego. Para los bueyes difuntos tie-nen aparte sepultura; las hembras son arrojadas alro, pero los machos enterrados en el arrabal da ca-da pueblo, dejndose por seas una o entrambas desus astas salidas sobre la tierra. Podrida ya la carne yllegado el tiempo designado, va recorriendo las ciu-

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    dades una barca que sale de la isla Prosopitis, situa-da dentro de la Delta, de nueve eschenos de circun-ferencia. En esta isla hay una ciudad, entre otrasmuchas, llamada Atarbechia donde hay un templodedicado a Venus, y de la que acostumbran salir lasbarcas destinadas a recorrer los huesos de los bue-yes. Muchas salen de all para diferentes ciudades;desentierran aquellos huesos, y reunidos en un lu-gar, les dan a todos sepultura; prctica que observanigualmente con las dems bestias, enterrndolascuando mueren, pues a ello les obligan las leyes y arespetar sus vidas en cualquier ocasin46.

    XLII. Los pueblos del distrito de Jpiter Tebeo,o mas bien el Nomo Tebeo, matan sin escrpulo lascabras, sin tocar a las ovejas, lo que no es de extra-ar, por no adorar los Egipcios a unos mismos dio-ses, excepto dos universalmente venerados, Isis y

    46 La razn de estas supersticiones, si es que alguna pudohaber, se funda o en el error de la trasmigracin de las almashumanas a los cuerpos de los brutos, o en la opinin delalma universal del mundo repartida en todos los vivientesreputada por naturaleza divina, o en la fbula de que los dio-ses bajo la forma de animales se haban escapado de las ma-nos de los hombres. Venerbanlos adems por ser imgenesde los dioses, por ser tiles a la vida humana, por ser em-blema simblico de alguna perfeccin divina, y por ser insig-nia de los estandartes militares.

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    Osiris, el cual pretenden sea el mismo que Dioniso.Los pueblos, al contrario, del distrito de Mendes odel Nomo Mendesio, respetando las cabras, matanlibremente las ovejas. Los primeros, y los que comoellos no se atreven a las ovejas, dan la siguiente ra-zn de la ley que se impusieron: Hrcules quera vera Jpiter de todos modos, y Jpiter no quera abso-lutamente ser visto de Hrcules. Grande era el em-peo de aqul, hasta que, despus de larga porfa,torna Jpiter un efugio: mata un carnero, la quita lapiel, crtale la cabeza y se presenta a Hrcules dis-frazado con todos estos despojos. Y en atencin aeste disfraz formaron los Egipcios el dolo de Jpi-ter Caricarnero47, figura que tomaron de ellos losAmonios, colonos en parte Egipcios y en parteEtopes, que hablan un dialecto mezcla de entram-bos idiomas etipico y egipcio. Y estos colonos, ami entender, no se llaman Amonios por otra raznque por ser Amon el nombre de Jpiter en lenguaegipcia. He aqu, pues, la razn por qu no matanlos Tebeos a los carneros, mirndolos como bestiasagrada. Verdad es que en cada ao hay un da se-alado, o de la fiesta de Jpiter, en que matan a gol-

    47 Siguiendo la analoga castellana, me valgo de esta palabracompuesta, tan conforme al genio de la lengua griega.

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    pes un carnero, y con la piel que le quitan visten eldolo del dios con el traje mismo que arriba men-cion, presentndole luego otro dolo de Hrcules.Durante la representacin de tal acto lamentan lospresentes y plaen con muestras de sentimiento lamuerte del carnero, al cual entierran despus en lu-gar sagrado.

    XLIII. Este Hrcules oa yo a los Egipcioscontarlo por uno de sus doce dioses, pero no pudeadquirir noticia alguna en el pas de aquel otroHrcules que conocen los Griegos. Entre variaspruebas que me conducen a creer que no deben losEgipcios a los Griegos el nombre de aquel dios,sino que los Griegos lo tomaron de los Egipcios, enespecial los que designan con l al hijo de Amfi-trion, no es la menor, el que Amfitrion y Alcmena,padres del Hrcules Griego, traan su origen delEgipto48, y el que confiesen los Egipcios que ni aunoyeron los nombres de Posideon o de Dioscuros49;tan lejos estn de colocarlos en el catlogo de ss

    48 Amfitrion descenda de Danao, venido de Egipto a ocuparel trono de Argos.49 Los latinos dan a Posideon el nombre de Neptuno, y a losDioscuros el de Castor y Polux. No disto de creer que Nep-tuno, quiz el Neptuim de la Escritura, fuese una divinidadnumdica distinta del Posideon Griego.

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    dioses. Y si algn Dios hubieran tomado losEgipcios de los Griegos, fueran ciertamente los quehe nombrado, de quienes con mayor razn seconservara la memoria; porque en aquella pocatraficaban ya los Griegos por el mar, y algunoshabra, segn creo sin duda, patrones y dueos desus navos; y muy natural parece que de su bocaoyeran antes los Egipcios el nombre de sus diosesnuticos que el de Hrcules, campen protector dela tierra. Declrese, pues, la verdad, y sea Hrculestenido, como lo es, por dios antiqusimo del Egipto;pues si hemos de oir a aquellos naturales, desde lapoca en que los ocho dioses engendraron a losotros doce, entre los cuales cuentan a Hrcules,hasta el reinado de Amasis, han trascurrido nomenos de 17.000 aos.

    XLIV. Queriendo yo cerciorarme de esta materiadonde quiera me fuese dable, y habiendo odo queen Tiro de Fenicia haba un templo a Hrculesdedicado, emprend viaje para aquel punto. Lo vi,pues, ricamente adornado de copiosos donativos, yentre ellos dos vistosas columnas, una de oroacendrado en copela, otra de esmeralda, que de no-che en gran manera resplandeca. Entr en plticacon los sacerdotes de aquel dios, y preguntndoles

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    desde cuando fue su templo erigido, hall quetampoco iban acordes con los Griegos acerca deHrcules, pues decan que aquel templo haba sidofundado al mismo tiempo que la ciudad, y nocontaban menos de 2.300 aos desde la fundacinprimera de Tiro. All mismo vi adorar a Hrcules enotro edificio con el sobrenombre de Tasio, lo queme incit a pasar a Taso, donde igualmenteencontr un templo de aquel dios, fundado por losFenicios, que navegando en busca de Europaedificaron la ciudad de Taso, suceso anterior encinco50 generaciones al nacimiento en Grecia deHrcules, hijo de Amfitrion. Todas estas averigua-ciones prueban con evidencia que es Hrcules unode los dioses antiguos, y que aciertan aquellos Grie-gos que conservan dos especies de heraclios o tem-plos de Hrcules, en uno de los cuales sacrifican aHrcules el Olmpico como dios inmortal, y en elotro celebran sus honores aniversarios como los delhroe o semidios.

    XLV. Entre las historias que nos refieren losGriegos a modo de conseja, puedo contar aquellafbula simple y, desatinada que en estos trminos

    50 Parece que el nmero de cinco debe corregirse con el deocho.

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    nos encajan: que los Egipcios, apoderados de Hr-cules que por all transitaba, le coronaron cual vc-tima sagrada, y le llevaban con grande pompa ysolemnidad para que fuese a Jpiter inmolado,mientras l permaneca quieto y sosegado como uncordero, hasta que al ir a recibir el ltimo golpejunto al altar, usando el valiente de todo su bro ydenuedo, pas a cuchillo toda aquella cohorte deextranjeros. Los que as se expresan, a mi entender,ignoran en verdad de todo punto lo que son losEgipcios, y desconocen sus leyes y sus costumbres.Dganme, pues: cmo los Egipcios intentaran sa-crificar una vctima humana cuando ni matar a losbrutos mismos les permite su religin, exceptuandoa los cerdos, gansos, bueyes o novillos, y aun stoscon prueba que debe preceder y seguridad de supureza? Y cabe adems que Hrcules solo, Hrcu-les todava mortal, que por mortal lo dan los Grie-gos en aquella ocasin, pudiera con la fuerza de subrazo acabar con tanta muchedumbre de Egipcios?Pero silencio ya: y lo dicho, segn deseo, sea dichocon perdn y benevolencia as de los dioses como -de los hroes.

    XLVI. Ahora dar la causa por qu otros Egip-cios, como ya dije, no matan cabras o machos de

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    cabro. Los Mendesios cuentan al dios Pan por unode los ochos dioses que existieron, a su creencia,antes de aquellos doce de segunda clase: y los pinto-res, y estatuarios egipcios esculpen y pintan a Pancon el mismo traje que los Griegos, rostro de cabray pies de cabrn, sin que crean por esto que sean talcomo lo figuran, sino como cualquiera de sus diosesde primer orden, bien s el motivo de presentarloen aquella forma, pero guardarme de expresarlo51.Por esto los Medesios honran con particularidad alos cabreros, y adoran sus ganados, siendo aun me-nos devotos de las cabras que de los machos de ca-bro. Uno es, sin embargo, entre todos elprivilegiado y de tanta veneracin, que su muerte sehonra en todo el Nomo Mendesio con el luto msriguroso. En Egipto se da el nombre de Mendes asal dios Pan como al cabrn. En aquel Nomo suce-di en mis das la monstruosidad de juntarse en p-blico un cabrn con una mujer: bestialidad sabidade todos y aplaudida.

    XLVII. Los Egipcios miran al puerco comoanimal abominable, dando origen esta supersticin aque el que roce al pasar por desgracia con algn

    51 Son frecuentes estas frases en Herodoto, harto supersti-cioso para historiador.

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    puerco, se arroje al ro con sus vestidos para purifi-carse, y a que los porquerizos, por ms que seannaturales del pas, sean excluidos de la entrada y dela comunicacin en los templos, entredicho que seusa con ellos solamente, excedindose tanto en estaprevencin, que a ninguno de ellos dieran en ma-trimonio ninguna hija, ni tomaran alguna de ellaspor mujer, vindose obligada aquella clase a casarseentre s mutuamente. Mas aunque no sea lcito ge-neralmente a los Egipcios inmolar un puerco a susdioses, lo sacrifican, sin embargo, a la luna y a Dio-niso, y a estos nicamente en un tiempo mismo, asaber, el de plenilunio, da en que comen aquellaespecie de carne. La razn que dan para sacrificaren la fiesta del plenilunio al puerco que abominanen los dems das, no ser yo quien la refiera, por-que no lo considero conveniente; dir tan slo elrito del sacrificio con que se ofrece a la luna aquelanimal. Muerta la vctima, juntan la punta de la cola,el bazo y el redao, y cubrindolo todo con la gor-dura que viste los intestinos, lo arrojan a las llamasenvuelto de este modo. Lo restante del tocino secome en el da del plenilunio destinado al sacrificio,nico da en que se atreven a gustar de la carne refe-rida. En aquella fiesta, los pobres que faltos de me-

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    dios no alcanzan a presentar su tocino, remedanotro de pasta, y lo sacrifican, despus de cocido, conlas mismas ceremonias.

    XLVIII. En la solemne cena que se hace en lafiesta de Dioniso acostumbra cada cual matar sucerdo en la puerta misma de su casa, y entregarlodespus al mismo porquerizo a quien lo comprpara que lo quite de all y se lo lleve. Exceptuadaesta particularidad, celebran los Egipcios lo restantede la fiesta con el mismo aparato que los Griegos.En vez de los Phalos usados entre los ltimos, haninventado aquellos unos muecos de un codo dealtura, y movibles por medio de resortes, que llevanpor las calles las mujeres moviendo y agitando obs-cenamente un miembro casi tan grande como lorestante del cuerpo. La flauta gua la comitiva, y si-gue el coro mujeril cantando himnos en loor de Ba-co o Dioniso. El movimiento obsceno del dolo y ladesproporcin de aquel miembro no dejan de serpara los Egipcios un misterio que cuentan entre losdems de su religin52.

    52 Lo que el autor calla por escrpulo lo callar por pudor, nomenos que la versin vulgar del Falo, etc. Esta costumbreobscena duraba an entre las naciones cultas en el siglo III.

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    XLIX. Parceme averiguado que Melampo, elhijo de Amiteon, no ignorara, sino que conoceramuy bien, esta especie de sacrificio, pues no slofue el propagador del nombre de Dioniso entre losGriegos, sino quien introdujo entre ellos asimismoel rito y la pompa del Phalo, aunque no dio enteraexplicacin de este misterio, que declararon, mscumplidamente los sabios que lo sucedieron. Me-lampo fue, en una palabra, quien dio a los Griegosrazn del Phalo que se lleva en la procesin de Dio-niso, y el que les ense el uso que de l hacen53; yaunque como sabio supo apropiarse el arte de laadivinacin, de discpulo de los Egipcios pas amaestro de los Griegos, ensendoles entre otrascosas los misterios y culto de Dioniso, haciendo enl una pequea mutacin. Porque de otro modo nopuedo persuadirme que las ceremonias de este diosse instituyesen por acaso al mismo tiempo entreGriegos y Egipcios, pues entonces no hubiera raznpara que no fueran puntualmente las mismas enentrambas partes, ni para que se hubieran introdu- 53 Melampo, hijo de Amiteon, insigne mdico que por habersanado a las hijas de Preto, rey de Argos, obtuvo de ste unaparte de su reino, pudo aprender de los Egipcios descen-dientes de Danao y establecidos en Argos, mejor que losFenicios de Cadmo, los misterios de Dioniso.

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    cido en la Grecia nuevamente, siendo improbable,por otro lado, que los Egipcios tomaran de losGriegos esta o cualquier otra costumbre. Verosmiles, en mi concepto, que aprendiese Melampo todolo que a Dioniso pertenece, de aquellos Feniciosque en compaa de Cadmo el Tirio emigraron desu patria al pas de Beocia.

    L. Del Egipto nos vinieron adems a la Grecialos nombres de la mayor parte de los dioses; puesresultando por mis informaciones que nos vinieronde los brbaros, discurro que bajo este nombre seentiende aqu principalmente a los Egipcios. Siexceptuamos en efecto, como dije, los nombres dePosideon y el de los Dioscuros, y adems los deHera de Hista, de Temis, de las Chrites y de lasNereidas54, todos los dems desde tiempo inmemo-rial los conociera los Egipcios en su pas, segndicen los mismos; que de ello yo no salgo fiador. Encuanto a los nombres de aquellos dioses de que noconsta taviesen noticia, se deberan, segn creo, alos Pelasgos, sin comprender con todo al de 54 Conservo en la traduccin los nombres griegos de los dio-ses, pues creo que la confusin de la mitologa procede dehaberlos acomodado los pueblos cada cual a su idioma. Enlatn Hera es Juno, Histia es Vesta, Temis es Astrea y Criteslas Gracias.

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    Posideon, dios que adoptaran stos de los Libios,juntamente con su nombre, pues que ningn pueblosino los Libios se valieron antiguamente de estenombre, ni fueron celosos adoradores de aquel dios.No es costumbre, adems, entre los Egipcios eltributar a sus hroes ningn gnero de culto.

    LI. Estas y otras cosas de que hablar introduj-ronse en la Grecia tomadas de los Egipcios; pero alos Pelasgos55 se debe el rito de construir las esta-tuas de Hermes con obscenidad, rito que aprendie-ron los Atenienses de los Pelasgos primeramente, yque comunicaron despus a los Griegos: lo que noes extrao, si se atiende a que los Atenienses, aun-que contndose ya entre los Griegos, habitaban enun mismo pas con los Pelasgos, que con este moti-vo empezaron a ser mirados como Griegos. No po-dr negar lo que afirmo nadie que haya sido iniciadoen las orgas o misterios de los Cabiros, cuyas cere-monias, aprendidas de los Pelasgos, celebran los

    55 Mucho se ha disputado acerca el nombre y origen de esteantiguo pueblo. Hay quien cree su nombre derivado de Pelas;vecino otros de Phaleg, descendiente de Sem: otros de losPhilistines o Phelasges, primero establecidos en Creta. Estoshombres, errantes por naturaleza, se derramaron unos por laArgolide y la Tesalia, y otros pasaron a Italia, donde se mez-claron con los Umbros y Lidios de Toscana.

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    Samotracios todava, como que los Pelasgos habita-ron en Samotracia antes de vivir entre los Atenien-ses, y que ensearon a sus habitantes aquellas orgas.Los Atenienses, pues, para no apartarme de mi pro-psito, fueron discpulos de los Pelasgos y maestrosde los dems Griegos en la construccin de las es-tatuas de Mercurio tan obscenamente representadas.Los Pelasgos apoyaban esta costumbre en una ra-zn simblica y misteriosa, que se explica y declaraen los misterios que se celebran en Samotracia.

    LII. De los Pelasgos o decir igualmente en Do-dona que antiguamente invocaban en comn a losdioses en todos sus sacrificios, sin dar a ninguno deellos nombre o dictado peculiar, pues ignorabantodava cmo se llamasen. A todos designaban conel nombre de Theoi (dioses), derivado de la palabraThentes (en latn ponentes), significando que todo loponan los dioses en el mundo, y todo lo colocabanen buen orden y distribucin. Pero habiendo odocon el tiempo los nombres de los dioses venidos delEgipto, y ms tarde el de Dioniso, acordaron con-sultar al orculo de Dodona56 sobre el uso de nom-

    56 El orculo de Dodona, fundado por los Pelasgos, fue ante-rior al tiempo de Deucalion, y es famoso por sus encinasparlantes, dentro de cuyo tronco hueco se metan los que

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    bres peregrinos. Era entonces este orculo, reputa-do ahora por el ms antiguo entre los Griegos, elnico conocido en el pas; y preguntado si sera bienadoptar los nombres tomados de los brbaros, res-pondi afirmativamente; y desde aquella poca losPelasgos empezaron a usar en sus sacrificios de losnombres propios de los dioses, uso que posterior-mente comunicaron a los Griegos.

    LIII. En cuanto a las opiniones de los Griegossobre la procedencia de cada uno de sus dioses, so-bre su forma y condicin, y el principio de su exis-tencia, datan de ayer, por decirlo as, o de pocosaos atrs. Cuatrocientos y no ms de antigedadpueden llevarme de ventaja Hesiodo y Homero, loscuales escribieron la Teogona entre los Griegos, die-ron nombres a sus dioses, mostraron sus figuras ysemblantes, les atribuyeron y repartieron honores,artes y habilidades, siendo a mi ver muy posterioresa estos poetas los que se cree les antecedieron. Estaltima observacin es ma enteramente; lo dems eslo que decan sacerdotes de Dodona.

    daban las respuestas, y por sus calderas de bronce, una de lascuales, herida, comunicaba el sonido a todas las restantes. Entiempo de Augusto este orculo haba ya enmudecido.

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    LIV. El origen de este orculo y de otro queexiste en Libia lo refieren del siguiente modo losEgipcios: Decanme los sacerdotes de Jpiter Teboque desaparecieron de Tebas dos mujeres religiosasrobadas por los Fenicios, y que segn posterior-mente se divulg, vendidas la una en Libia y enGrecia la otra, introdujeron entre estas naciones yestablecieron los orculos referidos. Todo esto queaadan respondiendo a mis dudas y preguntas, nose supo sino mucho despus, porque al principiofueron vanas todas las pesquisas que en busca deaquellas mujeres se emplearon.

    LV. Esto fue lo que o en Tebas de boca de lossacerdotes; he aqu lo que dicen sobre el mismo ca-so las Promntidas57 Dodoneas. Escapronse por losaires desde Tebas de Egipto dos palomas negras, delas cuales la una lleg a la Libia y la otra a Dodoria,y posada esta ltima en una haya, les dijo, en vozhumana, ser cosa precisa y prevenida por los hadosque existiese un orculo de Jpiter en aquel sitio; ypersuadidos los Dodoneos de que por el mismo 57 Promntidas es la palabra griega que equivale a profetisa, lascuales sucedieron en su empleo a tres profetas. El nombreque da a aquellas el autor es apelativo, pues Preumenia signifi-ca benvola, Timareta honra de la virtud, y Nicandra victoriade los hombres.

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    cielo se les intimaba aquella orden, se resolvierondesde el instante a cumplirla. De la otra paloma queaport a Libia, cuentan que orden establecer all elorculo de Amon, erigiendo por esto los Liblos aJpiter un orculo semejante al de Dodona. Tal erala opinin que, en conformidad con los misterios deaquel templo, profesaban las tres sacerdotisas Do-doneas, la ms anciana de las cuales se llamabaPromenia, la segunda Timareta y Nicandra la me-nor.

    LVI. Y si me es lcito en este punto expresar miopinin, y siendo verdad que los Fenicios vendie-ran, de las dos mujeres consagradas a Jpiter queconsigo traan, la una en Libia, y en Hlada la otra,no disto de creer que llevada la segunda a los Tes-protos de la Hlada, regin antes conocida con elnombre de Pelasgia, levantara a Jpiter algn san-tuario, acordndose la esclava, como era natural, deltemplo del dios a quien en Tebas haba servido y dedonde proceda; y que ella contara a los Tesprotos,despus de aprendido el lenguaje de estos pueblos,cmo los Fenicios haban vendido en la Libia otracompaera suya.

    LVII. El ser brbaras de nacin las dos mujeres yla semejanza que se figuraban los Dodoneos entre

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    su idioma y el arrullo o graznido de las aves, prestmotivo, a mi entender, a que se les diese el nombrede palomas58, diciendo que hablaba la paloma envoz humana cuando con el trascurso del tiempopudo aquella mujer ser de ellos entendida, cesandoen el brbaro e ignorado lenguaje que les haba pa-recido hasta entonces la lengua de las aves. De otromodo, cmo pudieron creer los Dodoneos que leshablase una paloma en voz humana? El negro colorque atribuan al ave significaba sin duda que eraEgipcia la mujer.

    LVIII. Parecidos son en verdad entrambos or-culos, el de Dodona y el de Tebas en Egipto, siendonotorio, adems, que el arte de adivinar en los tem-plos nos ha venido de este reino. Indudable es asi-mismo que entre los Egipcios, maestros en estepunto de los Griegos, empezaron las procesiones,los concursos festivos, las ofrendas religiosas, sien-do de ello para m evidente testimonio que talesfiestas, recientes entre los Griegos, no parecen sinomuy antiguas en Egipto. 58 Disptase entre los crticos la razn de haber dado a stasmujeres el nombre de palomas; algunos creen que la voz paloma, significaba profetisa; otros que equivalea viejas, otros, en fin, que se les llamaba as por valerse en susorculos del agero de las palomas.

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    LIX. No contentos los Egipcios con una de estassolemnidades al ao, las celebran muy frecuentes.La principal de todas, en la que se esmeran en em-peo y devocin, es la que van a celebrar en la ciu-dad de Bubastis en honor de Artemide o Diana.Frecuntase la segunda en Busiris, ciudad edificadaen medio de la Delta, para honrar a Isis, diosa quese llama Demeter en lengua griega, y que tiene en laciudad un magnfico templo. Renese en Sais el ter-cer concurso festivo en honra de Atenea o Minerva,el cuarto en Helipolis para celebrar al sol; en Bu-tona el quinto para dar culto a Latona, y para honrara Ares o Marte celbrase el sexto en Papremis59.

    LX. El viaje que con este objeto emprenden aBubastis merece atencin. Hombres y mujeres vanall navegando, en buena compaa, y es espect-culo singular ver la muchedumbre de ambos sexosque encierra cada nave. Algunas de las mujeres, ar-madas con sonajas, no cesan de repicarlas; algunosde los hombros taen sus flautas sin descanso, y laturba de estos y de aquellas, entretanto, no paran un 59 Bubastis es la moderna Aziot; Busiris se llama ahora Baha-beit; Helipolis es la On de la Biblia, llamada hoy Aiu Kesus.Butona y Sais estaban dentro de la Delta, la primera vecina aSamanuo y la segunda a Roseta. En cuanto a Papremis, seignora su situacin.

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    instante de cantar y palmotear. Apenas llegan depaso a alguna de las ciudades que se ven en el cami-no, cuando aproximando la nave a la orilla, conti-nan en la zambra algunas de las mujeres; otrasmotejan e insultan a las vecinas de la ciudad conterrible gritera; unas danzan; otras, puestas en pie,levantan sus vestiduras. Y esto se repite en cadapueblo que a orillas del ro van encontrando. Llega-dos por fin a Bubastis celebran su fiesta ofreciendoen sacrificio muchas y muy pinges vctimas queconducen. Y tanto es el vino que durante la fiesta seconsume, que excede al que se bebe en lo restantedel ao, y tan numeroso el gento que all concurre,que sin contar los nios, entre hombres y mujeresasciende el nmero a 700.000 personas, segn dicenlos del pas. He aqu lo que pasa en Bubastis.

    LXI. En la fiesta que, segn antes indiqu, cele-bran los Egipcios en Busiris para honrar a Isis, aca-bado el sacrificio, millares y millares de hombres ymujeres que a l asisten prorrumpen en gran llanto yse maltratan excesivamente, cuya costumbre proce-de de una causa que no me es lcito expresar. Enesta maceracin excdense los Carios entre cuantosmoran en Egipto, llegando al punto de lastimarse lafrente con sus sables y cuchillo, de suerte que basta

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    para distinguir a estos extranjeros de los Egipcios elrigor con que se atormentan.

    LXII. En cierta noche solemne, durante los sa-crificios a que concurren en la ciudad de Sais, en-cienden todos sus laminarias al cielo descubierto,dejndolas arder alrededor de sus casas. Sirven deluces unas lmparas llenas de aceite y sal, dentro delas cuales nada una torcida que arde la noche enterasobre aquel licor. Esta fiesta es conocida con elnombre peculiar de Licnocria o iluminacin de laslmparas. Los dems Egipcios que no concurren ala fiesta y solemnidad de Sais, notando la noche deaquel sacrificio, encienden igualmente lmparas ensu casa, de modo que, no solo en Sais, sino en todoEgipto, se forma semejante iluminacin. Entre susmisterios y arcanos religiosos, sin duda les ser co-nocido el motivo que ha merecido a esta noche lasuerte y el honor de tales luminarias.

    LXIII. Dos son las ciudades, la de Helipolis y lade Butona, en cuyas fiestas los concurrentes se li-mitan a sus sacrificios. No as en la de Papremis,donde adems de las vctimas que como en aquellasse ofrecen, se celebra una funcin muy singular.Porque al ponerse el sol, algunos de los sacerdotesse afanan en adornar el dolo que all tienen; mien-

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    tras otros, en nmero mucho mayor, apercibidoscon sendas trancas, se colocan de fijo en la entradamisma del templo, y otros hombres, hasta el nme-ro de mil, cada cual as mismo con su palo, juntosen otra parte del templo, estn haciendo sus depre-caciones. De notar es que desde el da anterior de lafuncin colocan su dolo sobre una peana de made-ra dorada, hecha a modo de nicho, y lo trasportan aotra pieza sagrada. Entonces, pues, los pocos sacer-dotes que quedaron alrededor del dolo vienenarrastrando un carro de cuatro ruedas, dentro delcual va un nicho, y dentro del nicho la estatua de sudios. Desde luego los sacerdotes, apostados en laentrada del templo impiden el paso a su mismodios; pero se presenta la otra partida de devotos alsocorro de su dios injuriado, y cierran a golpes conlos sitiadores de la entrada. Armase, pues, ua bravapaliza, en la que muchos, abrindose las cabezas,mueren despus de las heridas, a lo que creo, porms que pretendan los Egipcios que nadie muere delas resultas.

    LXIV. El suceso que dio origen a la fiesta y alcombate lo refieren de este modo los del pas: Vivaen aquel templo la madre de Marte, el cual, educadoen sitio lejano y llegado ya a la edad varonil, quiso

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    un da visitarla; pero los criados de su madre no leconocan y le cerraron las puertas sin darle entrada.Entonces Marte va a la ciudad, y volviendo connumerosa comitiva, apalea y maltrata a los criados, yentra luego a ver a su madre y conocerla. Y en me-moria de tal hecho, en las fiestas de Marte suele re-novarse la pendencia. De observar es que losEgipcios fueron los autores de la continencia reli-giosa, que no permite el uso de conocer a las muje-res en los lugares sacros, y no admite en los templosal que tal acto acaba de cometer, sino purificadocon el agua de antemano, al paso que entre todas lasnaciones, si se excepta la egipcia y la griega, sejunta cualquiera con las mujeres en aquellos lugares,y entra en los templos despus de dejarlas, sin cu-rarse de bao alguno, persuadidos de que en estepunto no debe existir diferencia entre los hombres ylos brutos, los que, segn cualquiera puede ver, enespecial todo gnero de pjaros, se unen y mezclana la luz del da en los templos de los dioses, cosaque stos no permitieran en su misma casa si lesfuera menos grata y acepta. De este modo defien-den su profanacin; aunque en verdad ni me placeel abuso, ni me satisface el pretexto.

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    LXV. Son los Egipcios sumamente ceremonio-sos en sagrado, y en lo dems supersticiosos porextremo. Su pas, aunque confinante con la Libia,madre de fieras, no abunda mucho en animales; pe-ro los que hay, sean o no domsticos y familiares,gozan de las prerrogativas de cosas sagradas. Nodir yo la razn de ello, por no verme en el extre-mo, que evito como un escollo, de descender a losarcanos divinos, pues protesto que si algo de ellosindiqu, fue llevado a ms no poder por el hilo demi narracin. Segn la ley o costumbre que rige enEgipto acerca de las bestias, cada especie tieneaparte sus guardas y conservadores, ya sean hom-bres, ya mujeres, cuyo honroso empleo trasmiten asus hijos. Los particulares en las ciudades hacen alos brutos sus votos y ofrendas del modo siguiente:Ofrcese el voto al dios a quien la bestia se juzgaconsagrada, y al llegar la ocasin de cumplirlo, rapacada cual a navaja la cabeza de sus hijos, o la mitadde ella, o bien la tercera parte; coloca en una balanzael pelo cortado, y en la otra tanta plata cuanta pesael cabello, y en cumplimiento de su voto, la entregaa la que cuida de aquellas bestias, la que les compracon aquel dinero el pescado, que es su legtimo ali-mento, cuidando de partrselo y cortarlo. Triste del

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    Egipcio que mate a propsito alguna de estas bes-tias! No paga la pena de otro modo que con la ca-beza; mas si lo hiciere por descuido, satisface lamulta en que le condenen los sacerdotes. Y ay delque matare alguna ibis o algn gaviln! Sea deacuerdo, sea por casualidad, es preciso que muerapor ello.

    LXVI. Grande es la abundancia de animales do-msticos que all se cran; y fuera mucho mayor sinlo que sucede con los gatos, pues notando los Egip-cios que las gatas despus de parir no se llegan ya alos gatos y repugnan juntarse con ellos por ms quelas busquen y requiebren, acuden al consuelo de losmachos, quitando a las hembras sus hijuelos y ma-tndolos, si bien estn muy lejos de comerlos. Conesto, aquellas bestias, muy amantes de sus cras yvindose sin ellas, se llegan de nuevo a los gatos, de-seosas de tener nuevos hijuelos. Ay de los gatosigualmente si sucede algn incendio, desgracia paraellos fatal y suprema cuita! Porque los Egipcios, queles son supersticiosamente afectos, sin ocuparse enextinguir el fuego, se colocan de trecho en trechocomo centinelas, con el fin de preservar a los gatosdel incendio; pero estos, por el contrario, asustadosde ver tanta gente por all, cruzan por entre los

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