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LOS NUEVE LIBROS DE LA HISTORIA TOMO 4 HERODOTO DE HALICARNASO Ediciones elaleph.com

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  • L O S N U E V E L I B R O SD E L A H I S T O R I A

    T O M O 4

    H E R O D O T O D EH A L I C A R N A S O

    Ediciones elaleph.com

    Diego Ruiz

  • Editado porelaleph.com

    2000 – Copyright www.elaleph.comTodos los Derechos Reservados

  • L O S N U E V E L I B R O S D E L A H I S T O R I A

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    LIBRO CUARTO

    MELPÓMENE.

    Refiere Herodoto en este libro las dos expedi-ciones de los Persas contra los Escitas y la Libia.-Origen de los Escitas; sus tradiciones y costum-bres. -Descripción geográfica del orbe conocido entiempos de Herodoto. -Ríos que bañan la Escitia;sacrificios y costumbres guerreras de aquellos habi-tantes; sus adivinos y entierros. -Expedición de Da-río contra los Escitas: puentes sobre el Bósforo y elDanubio. -Cobardía de los aliados de los Escitas.Episodio acerca de los Sauromatas y su casamientocon las Amazonas. -Estratagema de los Escitas yretirada de Darío. -Motivos de la expedición de losPersas contra la Libia. -Fundación de Cirene: reyer-tas de los Cireneos. -Descripción de la Libia y de

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    sus habitantes. -Perfidias de los Persas para apode-rarse de Barca, y venganzas de Feretima.

    Después de la toma de Babilonia sucedió la ex-pedición de Darío contra los Escitas, de quienes elrey decidió vengarse1, viendo al Asia floreciente asíen tropas como en copiosos réditos de tributos;pues habiendo los Escitas entrado antes en las tie-rras de los Medos y vencido en batalla a los que leshicieron frente, habían sido los primeros motoresde las hostilidades, conservando, como llevo dicho,el imperio del Asia superior por espacio de veintio-cho años. Yendo en seguimiento de los Cimerios,dejáronse caer sobre el Asia, e hicieron entretantocesar en ella el dominio de los Medos: pero al pre-tender volverse a su país los que habían peregrinadoveintiocho años, se les presentó después de tan lar-ga ausencia un obstáculo y trabajo nada inferior alos que en Media habían superado. Halláronse con

    1 Este era el pretexto de la guerra, el motivo pudo ser o el d-eseo de vengarse de la repulsa indecorosa con que el rey delos Escitas, según Justino, negó a Darío una hija por mujer, ola ambición de extender más bien la gloria que los interesesde su imperio con la conquista de una nación más belicosaque rica y abundante.

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    un ejército formidable que salió a disputarles la en-trada de su misma casa, pues viendo las mujeresEscitas que tardaban tanto sus maridos en volver, sehabían interinamente ajustado con sus esclavos, dequienes eran hijos los que a la vuelta les salieron alencuentro.

    II. Los Escitas suelen cegar a sus esclavos2, paramejor valerse de ellos en el cuidado y confección dela leche, que es su ordinaria bebida, en cuya extrac-ción emplean unos cañutos de hueso muy parecidosa una flauta, metiendo una extremidad de ellos enlas partes naturales de las yeguas, y aplicando la otraa su misma boca con el fin de soplar, y al tiempoque unos están soplando van otros ordeñando; ydan por votivo de esto, que al paso que se hinchande viento las venas de la yegua, sus ubres van su-biendo y saliendo hacia fuera. Extraída así la leche,derrámanla en una vasijas cóncavas de madera, ycolocando alrededor de ellas a sus esclavos ciegos,se la hacen revolver y batir y lo que sobrenada de la

    2 Plutarco, citando a Herodoto, da la razón de esta barbarie,la que se hacía, según los mejores intérpretes, para que losesclavos revolvieran la leche de sus amos, lo que se com-prenderá si suponemos que giraban incesantemente alrede-dor de las vasijas, con peligro de caer turbada la cabeza situvieran vista.

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    leche así removida lo recogen como la flor y nata deella y lo tienen por lo más delicado, estimando enmenos lo que se escurre al fondo. Para este ministe-rio quitan la vista los Escitas a cuantos esclavos co-gen, muchos de los cuales no son labradores, sinopastores únicamente.

    III. Del trato de estos esclavos con las mujereshabía salido aquella nueva prole de jóvenes, que sa-biendo de qué origen y raza procedían, salieron alencuentro a los que volvían de la Media3. Ante todo,para impedirles la entrada tiraron un ancho fosodesde los montes Táuricos hasta la Meotida, vastí-sima laguna; y luego, plantados allí sus reales, y re-sistiendo a los Escitas que se esforzaban para entraren sus tierras, vinieron a las manos muchas veces,

    3 Sin duda los Escitas invasores de Media, habiendo salidosin sus mujeres, pensaban volver en breve a su país, despuésde haber dejado en el Asia algunas colonias, y sin duda seapresuraron sus mujeres a unirse a los esclavos ciegos, puesaquellos hallaron ya a su vuelta una falanje de espurios tancrecida. Temerosas ellas por su infidelidad, contribuyeronacaso más que el látigo de los hombres a la reducción de losesclavos, en cuyo castigo se ensañaron cruelmente. Dos mo-numentos nos quedan de esta guerra servil: el uno la estatuaecuestre con el látigo en la mano que se ve en Novogorod,ciudad situada en la antigua Escitia; el otro la costumbre depresentar las Moscovitas a sus futuros esposos una varillaobra de sus manos.

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    hasta que al ver que las tropas veteranas no podíanadelantar un paso contra aquella juventud, uno delos Escitas habló así a los demás: -«¿Qué es lo queestamos haciendo, paisanos? Peleando con nuestrosesclavos como realmente peleamos, si somos venci-dos quedamos siempre tantos señores menoscuantos mueran de nosotros; si los vencemos, tan-tos esclavos nos quedarán después de menos cuan-tos fueren sus muertos. Oid lo que he pensado quedejando nuestras picas y ballestas, tomemos cadauno de nosotros el látigo de su caballo, y que blan-diéndolo en la mano avance hacia ellos; pues entanto que nos vean con las armas en la mano setendrán aquellos bastardos miserables por tan bue-nos y bien nacidos como nosotros sus amos. Perocuando nos vieren armados con el azote en vez delanza, recordarán que son nuestros esclavos, y co-rridos de sí mismos, se entregarán todos a la fuga.»

    IV. Ejecutáronlo todos los que oyeron al Escita,y espantados los enemigos por el miedo de los azo-tes, dejando de pelear, dieron todos a huir. De estemodo los Escitas obtuvieron primero el imperio delAsia, y arrojados después por los Medos volvieronde nuevo a su país; y aquella era la injuria para cuyavenganza juntó Darío un ejército contra ellos.

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    V. La nación de los Escitas es la más reciente ymoderna, según confiesan ellos mismos, que refie-ren su origen de este modo. Hubo en aquella tierra,antes del todo desierta y despoblada, un hombreque se llamaba Targitao, cuyos padres fueron Júpi-ter y una hija del río Borístenes4. Téngolo yo porfábula, pero ellos se empeñan en dar por hijo detales padres a Targitao, y en atribuir a ese tres hijos,Lipoxais, Arpoxais y Colaxais el menor de todos.Reinando estos príncipes, cayeron del cielo en suregión ciertas piezas de oro, a saber, un arado, unyugo, una copa y una segur. Habiéndolas visto elmayor de los tres, se fue hacia ellas con ánimo detomarlas para sí, pero al estar cerca, de repente eloro se puso hecho un ascua, apartándose el prime-ro, acercóse allá el segundo, y sucedióle lo mismo,rechazando a entrambos el oro rojo y encendido;

    4 El sabio Bayer, académico de San Petersburgo, quiere queeste origen de los Escitas se entienda de la época en queempezaron a formar una sociedad civil, época que coincidecon los últimos años de la esclavitud de los Hebreos enEgipto. El mismo conjetura que Targitao pudo ser un prín-cipe hijo de algún Papeo y de alguna princesa de los Cime-rios situados cerca del Borístenes; pero si estas fábulas sonsusceptibles de explicación histórica, no así de todas; pues¿qué verdad puede esconderse en los dones de oro de Arpo-xais?

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    pero yendo por fin el tercero y menos de todos,opagóse la llama, y él fuese con el oro a su casa. Alo cual atendiendo los dos hermanos mayores, de-terminaron ceder al menor todo el reino y el go-bierno.

    VI. Añaden que de Lipoxais desciende la tribu delos Escitas llamados Aucatas; del segundo, Arpo-xais, la de los que llevan el nombre de Catiaros y deTraspies, y del más joven la de los reales que se lla-man los Paralatas. El nombre común a todos los dela nación dicen que es el de Scolotos, apellido de surey, aunque los Griegos los nombren Escitas5.

    VII. Tal es el origen y descendencia que se dan así mismos; respecto de su cronología, dicen quedesde sus principios y su primer rey Targitao hastala venida de Darío a su país, pasaron nada más quemil años cabales. Los reyes guardan aquel oro sa-grado que del cielo les vino con todo el cuidado po-sible, y todos los años en un día de fiesta celebradocon grandes sacrificios van a sacarlo y pasearlo porla comarca; y añaden que si alguno en aquel día, lle-vándolo consigo, quedase a dormir al raso, ese tal 5 Escitas significa en su mismo idioma ballesteros, palabra queaun se conserva en las lenguas septentrionales de origen es-

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    muriera antes de pasar aquel año, y para precavereste mal señálase por jornada a cada uno de los quepasean el oro divino el país que pueda en un día irgirando a caballo. «Viendo Colaxais, prosiguen, lodilatado de la región6, repartióla en tres reinos, dan-do el suyo a cada uno de sus hijos, si bien quiso queaquel en que hubiera de conservarse el oro divinofuese mayor que los demás.» Según ellos, las tierrasde sus vecinos que se extienden hacia el viento Bó-reas son tales, que a causa de unas plumas que vanvolando esparcidas por el aire, ni es posible descu-brirlas con la vista, ni penetrar caminando por ellas,estando toda aquella tierra y aquel ambiente lleno deplumas, que impiden la vista a los ojos.

    VIII. Después de oír a los Escitas hablando de símismos, de su país y del que se extiende más allá,oigamos acerca de ellos a los Griegos que moran en

    cítico. Los Atenienses no dejaron de nombrarlos Scolotos oTolotas.6 Algunos comprenden el país de los Escitas entre el grado45 y 57 de longitud y el 47 y 55 de latitud; hay quien lo ex-tiende desde el grado 25 hasta el 110 de longitud. Estaenorme diferencia no es más que de palabra, según se coarteel nombre de Escitas, o se aplique a todos los pueblos des-cendientes de Jafet, establecidos en el Asia septentrionalhasta el Danubio.

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    el Ponto Euxino7. Cuentan que Hércules al volvercon los bueyes de Gerion llegó al país que habitan alpresente los Escitas, entonces despoblado: añadenque Gerion moraba fuera del Ponto o Mediterráneoen una isla vecina a Gades, más allá de las columnasde Hércules, llamada por los Griegos Erithrea, ysituada en el Océano, y que este Océano empezan-do al Levante gira alrededor del continente; todo loque dicen sobre su palabra sin confirmarlo real-mente con prueba alguna. Desde allá vino, pues,Hércules a la región llamada ahora Escitia, en dondecomo le cogiese un recio y frío temporal, cubriósecon su piel de león y se echó a dormir. Al tiempoque dormía dispuso la Providencia que desaparecie-ran las yeguas que sueltas del carro estaban allí pa-ciendo.

    IX. Levantado Hércules de su sueño, púsose abuscar a sus perdidas yeguas, y habiendo girado por

    7 Toda esta narración, a más de fabulosa, es singularmenteoscura. De la isla Erithrea no consta si era la de Cádiz u otraque el mar haya hecho desaparecer: de Gerion, no se sabe sivivía en el Epiro o en Cádiz: de Hércules no está averiguadosi era el Griego o el Fenicio. Querer además que Hércules devuelta de Cádiz tocase con sus rebaños en Escitia, es unerror inepto y grosero de los Griegos del Ponto, quienes sinembargo, a pesar de Herodoto, acertaban en decir que elOcéano rodeaba la tierra.

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    toda aquella tierra, llegó por fin a la que llaman Hi-lea8, donde halló en una cueva a una doncella de dosnaturalezas, semivíbora a un tiempo y semivirgen, mujerdesde las nalgas arriba, y sierpe de las nalgas abajo.Causóle admiración el verla, pero no dejó de pre-guntarle por sus yeguas sí acaso las había visto porallí descarriadas. Respondióle ella que las tenía en supoder; pero que no se las devolvería a menos queno quisiese conocerla, con cuya condición y prome-sa la conoció Hércules sin hacerse más de rogar. Yaunque ella con la mira y deseo de gozar por máslargo tiempo de su buena compañía íbale dilatandola entrega de las yeguas, queriendo él al cabo partir-se con ellas, restituyóselas y dijo: -«He aquí esas ye-guas que por estos páramos hallé perdidas; perobuenas albricias me dejas por el hallazgo, pues quie-ro que sepas como me hallo en cinta de tres hijostuyos. Dime lo que quieres que haga de ellos cuan-do fueren ya mayores, si escoges que les dé habita-ción en este país, del que soy ama y señora, o bienque te los remita.» Esto dijo, a lo que él respondió:-«Cuando los veas ya de mayor edad, si quieresacertar, haz entonces lo que voy a decirte. ¿Ves ese

    8 Hilea, así llamada por estar poblada de bosques, hoy díapequeña Tartaria.

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    arco y esa banda que ahí tengo? Aquel de los tres aquien entonces vieres apretar el arco así como yoahora, y ceñirse la banda como ves que me la ciño, aese harás que se quede por morador del país; pero alque no fuere capaz de hacer otro tanto de lo quemando, envíale fuera de él. Mira que lo hagas comolo digo; que así tú quedarás muy satisfecha, y yoobedecido.»

    X. Habiéndole hablado así, dicen que de dos ar-cos que Hércules allí tenía aprestó el uno, y sacandodespués una banda que tenía unida en la parte supe-rior una copa de oro, púsole en las manos el arco yla banda, y con esto se despidió. Después que ellavio crecidos a sus hijos, primero puso nombre acada uno, llamando al mayor Agatirso, Gelono alque seguía, y al menor Escita, teniendo despuésbien presentes las órdenes de Hércules, que pun-tualmente ejecutó. Y como en efecto no hubiesensido capaces dos de sus hijos, Agatirso y Gelono, dehacer aquella prueba de valor en la contienda, arro-jados por su misma madre partieron de su tierra;pero habiendo salido con la empresa propuesta Es-cita, el más mozo de todos, quedó dueño de la re-gión, y de él descienden por línea recta cuantos

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    reyes hasta aquí han tenido los Escitas9. Para me-moria de aquella copa usan los Escitas hasta hoy díatraer sus copas pendientes de sus bandas, y esto úl-timo fue lo único que de suyo inventó y mandó lamadre a su hijo Escita.

    XI. Así cuentan esta historia los Griegos colonosdel Ponto; pero corre otra a la que mejor me aten-go, y es la siguiente10. Apurados y agobiados en laguerra por los Masagetas, los Escitas nómadas opastores que moraban primero de asiento en elAsia, dejaron sus tierras y pasando el río Araxcs sefueron hacia la región de los Cimerios, de quienesera antiguamente el país que al presente poseen losEscitas. Viéndolos aquellos Cimerios venir contra 9 Véase en la Historia universal la serie de estos reyes, orde-nada tan bien como permite la falta de monumentos.10 Más oscuros que las tinieblas cimerias son el origen, la pri-mera situación, extensión y descendencia de los Escitas. Orase los haga descender de Jafet como una ramificación de losCeltas; ora de Cam e hijos de Cús, como lo persuade elnombre de Cush que lleva el país en que al principio mora-ban cerca del río Gihon; ya se coloque su cuna en Armenia,ya en la Media, parece que los Escitas eran un pueblo parti-cular distinto de las naciones del Asia septentrional, más bienque el conjunto de éstas y de los habitantes septentrionalesde Europa que se extendieron por la Polonia, Rusia, Siberia yTartaria, desde el Danubio hasta la China, pues no formaban

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    sí, entraron a deliberar lo que sería bien hacer sien-do tan grande el ejército que se les acercaba. Divi-diéronse allí los votos en dos partidos, entrambosrealmente fuertes y empeñados, si bien era mejor elque seguían sus reyes; porque el parecer del vulgoera que no convenía entrar en contienda ni expo-nerse al peligro siendo tantos los enemigos, y queera menester abandonar el país: el de sus reyes eraque se había de pelear a favor de la patria contra losque venían. Grande era el empeño; ni el vulgo que-ría obedecer a sus reyes, ni éstos ceder a aquél: elvulgo estaba obstinado en que sin disparar un dardoera preciso marchar cediendo la tierra a los que ve-nían a invadirla: los reyes continuaban en su resolu-ción de que mejor era morir en su patria con lasarmas en la mano, que acompañar en la huida a lamuchedumbre, confirmándose en su opinión alcomparar los muchos bienes que en la patria logra-ban con los muchos males que huyendo de ella co-nocían habían de salirles al encuentro. El éxito de ladiscordia fue que, obstinándose los dos partidos ensu parecer y viéndose igualas en número, vinieron alas manos entre sí. El cuerpo de la nación de los

    tantos pueblos una nación homogénea, sino muchas de muydistinta raza y carácter.

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    Cimerios enterró a los que de ambos partidos mu-rieron en la refriega cerca del río Tiras, donde tipresente se deja ver todavía su sepultura, y una vezenterrados salióse de su tierra.

    XII. Con esto los Escitas se apoderaron al llegarde la región desierta y desamparada. Existen enefecto aun ahora en Escitia los que llaman fuertesCimerios (Cimmeria Teichea); un lugar denominadoPorthimeia Cimmeria, pasajes Cimerios; una comarcaasimismo con el nombre de Cimeria11, y finalmente,el celebrado Bósforo Cimerio. Parece también quelos Cimerios, huyendo hacia el Asia, poblaron aque-lla península donde ahora está Sínope, ciudad grie-ga, y que los Escitas, yendo tras ellos, dieron porotro rumbo y vinieron a parar en la Media; porquelos Cimerios fueron en su retirada siguiendo siem-pre la costa del mar, y los Escitas, dejando el Cáuca-

    11 región, que llevaba también el nombre de Táurica, es lamoderna Crimea, y el Bósforo Cimerio el estrecho de Caffa.Si el principio del reino de los Escitas cerca del Boristenes secoloca con Herodoto mil años antes de Darío, la emigraciónde los Cimerios, sucedida apenas cien años antes, no puedeconvenir con el primer establecimiento de los Escitas, a noser que digamos que estos no echaron a los Cimerios sinomucho después de su llegada, o que la invasión de aquellospueblos en Media fue muy posterior a su expulsión de suprimitivo país.

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    so a su derecha, los iban buscando, hasta que inter-nándose en su vieja tierra adentro se metieron en elreferido país.

    XIII. Otra historia corre sobre este punto entreGriegos y bárbaros igualmente. Aristeas, natural deProconeso, hijo de cierto Caistrobio y poeta de pro-fesión, decía que por inspiración de Febo había idohasta los Isedones, más allá de los cuales añadía quehabitaban los Arimaspos, hombres de un solo ojoen la cara, y más allá de estos están los Grifes queguardan el oro del país, y más lejos que todos habi-tan hasta las costas del mar los Hiperbóreos. Todasestas naciones, según él, exceptuados solamente losHiperbóreos, estaban siempre en guerra con susvecinos, habiendo sido los primeros en moverla losArimaspos, de cuyas resultas estos habían echado alos Isedones de su tierra, los Isedones a los Escitasde la suya, y los Cimerios que habitaban vecinos almar del Sur, oprimidos por los Escitas, habían de-samparado su patria12.

    12 Este poeta viajante, más antiguo que Homero y quizá sumaestro, tenía mejores noticias que Herodoto, pues su rela-ción da a entender bastante la situación de estos pueblos y elmodo cómo unos a otros se impelían. Tomando el Araxespor el Volga según parece, los Isedones y Masagetas situadosen las llanuras entre Levante y Norte del mar Caspio, hasta

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    XIV. He aquí que Aristeas tampoco convienecon los Escitas en la historia de estos pueblos. Y yaque llevo dicho de dónde era natural el autor de lamencionada relación, referiré aquí un cuento que deél oí en Proconeso y en Cizico. Dicen, pues, queAristeas, ciudadano en nobleza de sangre a nadieinferior, habiendo entrado en Proconeso en la ofi-cina de un lavandero, quedó allí muerto, y que el la-vandero, dejándole allí encerrado, fue luego a darparte de ello a los parientes más cercanos del di-funto. Habiéndose extendido por la ciudad comoacababa de morir Aristeas, un hombre natural deCizico, que acababa de llegar de la ciudad de Arta-cia13, empezó a contradecir a los que esparcíanaquella nueva, diciendo que él al venir de Cizicohabía encontrado con Aristeas y le había hablado enel camino. Manteníase el hombre en negar que hu-

    dar con el río Oral o Yaik, lindaban por el Norte con losArimaspos, llamados monóculos por cerrar un ojo al hacer lapuntería; y no distante de los montes Rijeos u Outálicos, enel país de los Samoyedes, calan al Norte los Grifes, y dentrodel circulo polar los Hiperbóreos, cuyo sueño semestre, lomismo que el oro de aquellos, no son más que fábulas naci-das de la ignorancia.13 Artacia era una aldea de Bitinia: Proconeso, hoy día Már-mora; Cizico, poco distante de ella, se llama o Spiga o Pa-lermo.

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    biera muerto. Los parientes del difunto fueron a laoficina del lavandero, llevando consigo lo que hacíaal caso para llevar el cadáver; pero al abrir las puer-tas de la casa, ni muerto ni vivo compareció Aris-teas. Pasados ya siete años, dejó verse el mismo enProconeso, y entonces hizo aquellos versos que losGriegos llaman arimaspos, y después de hechos desa-pareció segunda vez.

    XV. Esto nos cuentan aquellas dos ciudades; yosé aun de Aristeas otra anécdota que sucedió conlos Metapontinos de Italia, 340 años después de susegunda desaparición, según yo conjeturaba cuandoestuve en Proconeso y en Metapondo. Decían,pues, aquellos habitantes que habiéndoseles apare-cido Aristeas en su tierra, les había mandado erigiruna ara a Apolo y levantar al lado de ella una estatuacon el nombre de Aristeas el de Proconeso, dándo-les por razón que entre todos los Italianos ellos eranlos únicos a cuyo territorio hubiese venido Apolo, aquien él en su venida había seguido en forma decuervo el que era en la actualidad Aristeas. Habién-doles hablado en estos términos, dicen los Meta-pontinos que desapareció, y enviando ellos aconsultar a Delfos para saber del dios Apolo lo quesignificaba la fantasma de aquel hombre, les había

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    ordenado la Pythia que obedeciesen, que obedecerlaera lo mejor si querían prosperar, con lo cual hicie-ron lo mandado por Aristeas. Y en efecto, al ladodel mismo ídolo de Apolo está al presente una es-tatua que lleva el nombre de Aristeas, y alrededor deella unos laureles de bronce. Dicho ídolo se ve en laplaza.

    XVI. Baste lo dicho acerca de Aristeas, y vol-viendo al país de que antes iba hablando, nadie hayque sepa con certeza lo que más arriba de él se con-tiene. Por lo menos no he podido dar con personaque diga haberlo visto por sus ojos, pues el mismoAristeas de quien poco antes hice mención, en ha-blando como poeta, no se atrevió a decir en sus ver-sos que hubiese pasado más allá de los Isedones,contentándose con referir de oídas lo que pensabamás allá, citando por testigos de su narración a losmismos Isetones. Ahora no haré más que referirtodo lo que de oídas he podido averiguar con fun-damento acerca de lo más remoto de aquellas -tierras.

    XVII. Empezando desde el emporio de los Bo-ristenitas, lugar que ocupa el medio de la costa deEscitia, los primeros habitantes que siguen son losCalípidas, especie de Griegos Escitas, y más arriba

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    de estos se halla otra nación llamada los Alazones,que, siguiendo como los Calípidas todos los usos delos Escitas, acostumbran con todo hacer sementerasde trigo, del cual se alimentan, comiendo tambiéncebollas, ajos, lentejas y mijo. Sobre los Alazonesestán los Escitas que llaman labradores, quienes usansembrar su trigo, no para comerle, sino para ven-derle. Más arriba de éstos moran los Neuros, cuyaregión hacia el viento Bóreas esta despoblada dehombres, según tengo entendido. Estas son las na-ciones14 que viven vecinas al río Hipanis y caen ha-cia el poniente del Borístenes.

    XVIII. Pasando a la otra parte de Borístenes, elprimer país, contando desde el mar, es Hilea, másallá de la cual habitan los Escitas, labradores queviven cerca del Hipanis, a quienes llaman Baristeni-tas los Griegos, al paso que se llaman a sí mismosOlbiopolitas. Estos pueblos ocupan la comarca quemira a Levante y se extiende por tres jornadas con-finando con un río que tiene por nombre Pantica-

    14 Los Boristenitas eran algunos Griegos situados entre elDnieper y el Bog, o bien Hipanis; los Calípidas ocupaban laparte de la comarca de Barclao, en Podolia, y de Okzakow;los Alazones estaban en la Podolia hacia Kaminiak: los labra-dores ocupaban la Moldavia, la Valaquia y parte de Transilva-nia; los Neuros estaban en la Rusia Negra.

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    pes, y la misma hacia el viento Bóreas tiene de largoonce Jornadas navegando por el Borístenes arriba.Al país de dichos Escitas siguen unos vastos de-siertos; pasados éstos, hay una nación llamada losAndrófagos, que hace cuerpo aparte, sin tener nadacomún con los Escitas; pero más allá de ella no haysino un desierto en que no vive nación alguna.

    XIX. Al pasar el río Panticapes, la tierra que caeal Oriente de dichos Escitas labradores está ocupa-da ya por otros Escitas nómadas15 que como pasto-res nada siembran ni cultivan. La tierra que habitanestá del todo rasa sin árbol alguno, excepto la regiónHilea, y se extiende hacia Levante catorce días decamino, llegando hasta el río Gerro.

    XX. A la otra parte del Gerro yacen los camposo territorios que se llaman Régios, habitados por losmás bravos y numerosos Escitas, que miran comoesclavos suyos a los demás Escitas: confinan por elMediodía con la región Táurica, por Levante con elfoso que abrieron los hijos bastardos de los ciegos y

    15 No se nos da el nombre de los países ocupados por estosnómadas, aunque parece son los mismos de los Cosacos; loslabradores, distintos de los del mismo nombre, vivían alOriente del Dnieper, entre este río y el Bog hasta Kief; y porel Mediodía bajaban hasta el Panticapes, vecino al Sasuara oquizá el mismo.

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    con el emporio de la laguna Meótide, el cual llamanCremnoi, y algunos de estos pueblos llegan hasta elrío Tanis16. En la parte superior de los Escitas régioshacia el Bóreas viven los Melanclenos, naciónenteramente diversa de los Escitas; pero más arribade ella hay unas lagunas, según estoy informado, y elpaís está del todo despoblado.

    XXI. Del otro lado del Tanais ya no se halla tie-rra de Escitas, siendo aquel el primer límite del paísde los Saurómatas, quienes empezando desde el án-gulo de la laguna Meótis ocupan el viento Bóreaspor espacio de 15 jornadas todo aquel terreno quese ve sin un árbol silvestre ni frutal. En la regiónque sigue más arriba de ellos están situados los Bu-dinos, quienes viven en un suelo que llega a ser unbosque de toda suerte de árboles17.

    XXII. Sobre los Budinos hacia el Bóreas se hallaante todo un país desierto por espacio de ocho jor-

    16 La fosa comenzaba desde el Gerro y paraba en la lagunaBice. Estos Escitas regios poseían la parte oriental de la Cri-mea y el país de los Tártaros Nogayos. En cuanto a los Me-lanclenos, se les coloca en el territorio de Moscow.17 Los Saurómatas, diferentes de los Sármatas, ocupaban a suparte oriental del Tanais o del Don el país de la nueva Rusia,poco más al Septentrion, en los confines de Astracan,estaban al principio los Budinos, que en su emigraciónpasaron a la Polesia.

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    nadas, y después, inclinándose algo hacia el vientoSubsolano, están los Tissagetas, nación populosa eindependiente, que vive de la caza. Confinantes su-yos y habitantes de los mismos contornos son unospueblos que llaman Yurgas, y viven también de loque cazan, lo cual practican del siguiente modo: pó-nese en emboscada el cazador encima de un árbolde los muchos y muy espesos que hay por todo elterritorio; tiene cerca a su caballo, enseñado a aga-zaparse vientre a tierra a fin de esconder su bulto, ysu perro está a punto juntamente: lo mismo es des-cubrir la fiera desde su árbol que tirarle con el arco,montar en su caballo y seguirla acompañado delperro. Más allá, tirando hacia Oriente, viven otrosEscitas que sublevados contra los Régios se retira-ron hacia aquellos países18.

    XXIII. Toda la región que llevo descrita hastallegar a la tierra de estos últimos Escitas, es una lla-nura de terreno grueso y profundo; pero desde allí

    18 Los Tissagetas, colocados entre el Volga y el Don en elgrado 52 de latitud, corresponderán al gobierno de Borone-sis; y más al Mediodía y al Occidente del Don caerían losYurgas, y no los Tucas como leen algunos. Los Escitas su-blevados estarían hacia Casau.

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    empieza a ser áspero y pedregoso19. Después de pa-sado un gran espacio de este fragoso territorio, alpie de unos altos montes viven unos pueblos dequienes se dice ser todos calvos de nacimiento asíhombres como mujeres, de narices chatas, de gran-des barbas, sin pelo en ellas, y de un lenguaje parti-cular, si bien su modo de vestir es a lo Escita, y sualimento el fruto de los árboles. El árbol de que vi-ven se llama Pontico, y viene a ser del tamaño deuna higuera, llevando un fruto del tamaño de unahaba, aunque con hueso: una vez maduro, lo expri-men y cuelan con sus paños o vestidos, de donde vamanando un jugo espeso y negro, al cual dan elnombre de Aschi, bebiéndolo ora chupado, oramezclado con leche: de las heces más crasas del ju-go forman unas pastillas para comerlas. No abun-dan de ganado, por no haber allí muy buenospastos. Cada cual tiene su casa bajo un árbol quecubren alrededor en el invierno con un fieltro blan-co y apretado a manera de lana de sombrero, des-pojándola de él en el verano. Siendo mirados estospueblos como personas sagradas, no hay quien se

    19 No se halla país ninguno montuoso hasta los montes Ri-feos u Ouralicos que ciñen la Siberia. En cuanto a los Argi-peos, no distarían del país donde al presente está Oreubours.

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    atreva a injuriarles, en tanto grado, que aun de ar-mas carecen para la guerra, y son los que componenlas desavenencias entre los vecinos. El que fugitivose acoge a ellos o el reo que se refugia, seguro estáde que nadie le toque ni moleste. El nombre de estagente es el de Argipeos.

    XXIV. Hasta llegar a estos calvos son muy co-nocidas todas aquellas regiones con sus pueblos in-termedios, pues hasta allí llegan, tanto los Escitas dequienes es fácil tomar noticias, como muchos de losGriegos, ya del emporio del Borístenes, ya de losotros emporios del Ponto. Los Escitas que suelen ira traficar allá, negocian y tratan con ellos por mediode siete intérpretes de otros tantos idiomas.

    XXV. Así que el país hasta dichos calvos es unpaís descubierto y conocido; pero nadie puede ha-blar con fundamento de lo que hay más allá, porcuanto corta el país una cordillera de montes inac-cesibles que nadie ha traspasado. Verdad es que loscalvos nos cuentan cosas que jamás se me haráncreíbles, diciendo que en aquellos montes viven losEgipodas, hombres con pies de cabra, y que másallá hay otros hombres que duermen un semestreentero como si fuera un día, lo que de todo puntono admito. Lo que se sabe y se tiene por averiguado

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    es que los Isedones habitan al Oriente de los cal-vos20; pero la parte que mira al Bóreas ni los calvosni los Isedones la tienen conocida, excepto lo dicho,que ellos quieren darnos por sabido.

    XXVI. Dícese de los Isedones que observan unuso singular. Cuando a alguno se le muere su padre,acuden allá todos los parientes con sus ovejas, ymatándolas, cortan en trozos las carnes y hacentambién pedazos al difunto padre del huésped queles da el convite, y mezclando después toda aquellacarne, la sacan a la mesa. Pero la cabeza del muerto,después de bien limpia y pelada, la doran, mirándolacomo una alhaja preciosa de que hacen uso en losgrandes sacrificios que cada año celebran, ceremo-nia que los hijos hacen en honor de sus padres, almodo que los Griegos celebran las exequias aniver-sarias. Por lo demás, estos pueblos son alabados dejustos y buenos, y aun se dice que sus mujeres sontan robustas y varoniles como los hombres. De ellosal fin se sabe algo.

    20 Se coloca a los Egipodas en los montes Rifeos en 55 gra-dos longitud y 81 u 82 de longitud; los Isedones en los 52grados de latitud y 90 de longitud ocupan el país de Tobolsk.Hasta ahora no se ha conocido pueblo alguno bajo el mismopolo, único a quien correspondiera una noche de seis meses.

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    XXVII. De la región que está sobre los Isedonesdicen estos que es habitada por hombres monócu-los, y que en ella se hallan los Grifes guarda-oros. Estafábula la toman de los Isedones los Escitas que lacuentan, y de éstos la hemos aprendido nosotros,usando de una palabra escítica al nombrarlos Ari-maspos21, pues los Escitas por uno dicen arima, ypor ojo spu.

    XXVIII. Tan rígida y fría es toda la región querecorremos, que por ocho meses duran en ella unoshielos insufribles, donde no se hace lodo con elagua derramada, pero sí con el fuego encendido.Hiélase entonces el mar y también el Bósforo Cime-rio. Los Escitas que están a la otra parte del fosopasan a caballo por encima del hielo y conducen suscarros a la otra ribera hasta los Sindos22. En suma,hay allí ocho meses enteros de invierno, y los querestan son de frío. La estación y naturaleza del in-vierno es allí muy otra de la que tiene en otros paí-ses. Cuando paresce que debía llegar el tiempo de

    21 Entrambos pueblos, por más fabulosos que sean, se lescoloca en el grado 90 de longitud; a los Grifes en el 55 delatitud; y a los Arismaspos en el 52.22 Estaban en las costas del Ponto Euxino, cerca del BósforoCimerio. Herodoto había con más juicio que Aulo Gelio yMacrobio, que creían a todo mar incapaz de helarse.

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    las lluvias, apenas llueve en el país, pero en veranono cesa de llover. No se oye un trueno siquiera en lasazón en que truena en otras partes; y si sucede al-guna vez en invierno, se mira como un prodigio,pero en verano son los truenos frecuentísimos. Porprodigio se tiene del mismo modo si acaece en laEscitia algún terremoto, ora sea en verano, ora eninvierno. Sus caballos son los que tienen robustezpara sufrir aquel rigor del invierno; los machos y losasnos no lo pueden absolutamente resistir, cuandoen otras partes el hielo gangrena las piernas a loscaballos, al paso que resisten los asnos y mulos.

    XXIX. Ese mismo dolor del frío me parece lacausa de que haya allí mismo cierta especie de bue-yes mochos, a los cuales no les nacen astas, y enabono de mi opinión tengo aquel verso de Homeroen la Odisea23:

    «En Libia presto apuntan las astas al cordero.»

    Bien dicho por cierto, pues en los países calientesdesde luego salen los cuernos; pero en climas muyhelados, o nunca los sacan los animales, o bien los

    23 Lib. IV. v. 86.

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    sacan tarde y malo y así me confirmo en que el fríoes la causa de ello.

    XXX. Y puesto que desde el principio me toméla licencia de hacer en mi historia mil digresiones,dirá que me causa admiración el saber que en todala comarca de Elea no puede engendrarse un mulo,no siendo frío el clima ni dejándose ver otra causasuficiente para ello. Dicen los Eléos que es efectode cierta maldición de Enomao el que no se engen-dren mulos en su territorio; pero ellos lo remediancon llevar las yeguas en el tiempo oportuno a lospueblos vecinos, en donde las cubren los asnos pa-dres hasta tanto que quedan preñadas, y entonces selas vuelven a llevar.

    XXXI. Por lo que mira a las plumas voladoras,de que dicen los Escitas estar tan lleno el aire queno se puede por causa de ellas alcanzar con la vistalo que resta de continente ni se puede por allí tran-sitar, imagino que más allá de aquellas regiones debede nevar siempre, bien que naturalmente nevarámenos en verano que en invierno. No es menesterdecir más para cualquiera que haya visto de cerca lanieve al tiempo de caer a copos, pues se parece mu-

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    cho a unas plumas que vuelan por el aire24. Esa mis-ma intemperie tan rígida del clima es el motivo sinduda de que las partes del continente hacia el Bó-reas sean inhabitables. Así que soy de opinión quelos Escitas y sus vecinos llaman plumas a los coposde nieve, llevados de la semejanza de los objetos.Pero bastante y harto nos hemos alargado en referirlo que se cuenta.

    XXXII. Nada dicen de los pueblos Hiperbóreosni los Escitas ni los otros pueblos del contorno, ano ser los Isedones, quienes tampoco creo que nadadigan, pues nos lo repetirían los Escitas, así comonos repiten lo de los Monóculos. Hesíodo, con to-do, habla de los Hiperbóreos, y también Homero enlos epígonos, si es que Homero sea realmente autor detales versos.

    XXXIII. Pero los que hablan más largamente deellos son los Delios, quienes dicen que ciertasofrendas de trigo venidas de los Hiperbóreos atadas

    24 No dejó Bayer, el geógrafo de Escitia, de dar lugar fijo ensu mapa a esas plumas, haciéndolas volar más allá de Novo-gorod. Para expresar los copos de nieve, más propia que lametáfora de las plumas, parece la de lana. David ha dicho:Dat nivem sicut lanam, y Virgilio en sus Geórgicas:

    Tenuia neclanae per coelum vellera ferri

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    en hacecillos, o bien unos manojos de espigas comoprimicias de la cosecha25 llegaron a los Escitas, ytomadas sucesivamente por los pueblos vecinos ypasadas de mano en mano, corrieron hacia Ponientehasta el Adria, y de allí destinadas al Medodía losprimeros Griegos que las recibieron fueron los Do-doneos, desde cuyas manos fueron bajando al golfode Melea y pasaron a Eubea, donde de ciudad enciudad las enviaron hasta la de Caristo, dejando denviarlas a Andro, porque los de Caristo las llevarona Teno, y los de Teno a Delos: con este círculo in-menso vinieron a parar a Delos las ofrendas sagra-das. Añaden los Delios, que antes de esto losHiperbóreos enviaron una vez con aquellas sacrasofrendas a dos doncellas llamadas, según dicen, Hi-péroque la una y Laódice la ora, y juntamente conellas a cinco de sus más principales ciudadanos paraque les sirviesen de escolta, a quienes dan ahora elnombre de Perférees, conductores, y son tenidos en 25 No parece que estos Hiperbóreos fuesen una nación for-mada como algunos han creído, sino colonos griegos delPonto, más allá del monte Boras en Peonia, ultra e hiperBoream; de otro modo no comprendiéramos cómo hubieranhallado espigas en un país helado, ni menos hacerlas pasar aDelos. El uso de ofrecer las primicias, trasportado de Fenicia

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    Delos en grande estima y veneración. Pero viendolos Hiperbóreos que no volvían a casa sus enviados,y pareciéndoles cosa dura tener que perder cada vezmás a sus anuos diputados, pensaron con esta mirallevar sus ofrendas en aquellos manojos de trigohasta sus fronteras, y entregándolas a sus vecinos,pedirles que las pasasen a otra nación, y así corrien-do de pueblo en pueblo dicen que llegaron de Delosa su destino. Por mi parte, puedo afirmar que lasmujeres de Tracia y de la Peonia cuando sacrificanen honor de Diana la Régia hacen una ceremoniamuy semejante a las mencionadas ofrendas, em-pleando siempre en sus sacrificios los mismos heci-llos de trigo, lo que yo mismo he visto hacer.

    XXXIV. Volviendo a las doncellas de los Hiper-bóreos, desde que murieron en Delos suelen, así losmancebos como los jóvenes, antes de la boda cor-tarse los rizos, y envueltos alrededor de un huso, losdeponen sobre el sepulcro de las dos doncellas, queestá dentro de Artemisio o templo de Diana, a ma-no izquierda del que entra, y por más señas en él hanacido un olivo. Los mozos de Delos envuelventambién sus cabellos con cierta hierba y los deposi-

    por Cadmo, estaba muy en boga entre los Griegos, de quie-nes podían derivarlo los del Ponto.

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    tan sobre aquella sepultura. Tal es la veneración quelos habitantes de Delos muestran con esta ofrenda alas doncellas Hiperbóreas.

    XXXV. Cuentan los Delios asimismo que poraquella misma época en que vinieron dichos con-ductores, y un poco antes que las dos doncellas Hi-péroque y Laódice, llegaron también a Delos otrasdos vírgenes Hiperbóreas, que fueron Agra yOpis26, aunque con diferente destino, pues dicenque Hipéroque y Laódice vinieron encargadas detraer a Ilitegia o Diana Lucina el tributo que allá sehabían impuesto por el feliz alumbramiento de lasmujeres; pero que Agra y Opis vinieron en compa-ñía de sus mismos dioses, Apolo y Diana, y a estasse les tributasen en Delos otros honores, pues en suobsequio las mujeres; pero que Agra y Opis vinie-ron en compañía de sus mismos dioses, Apolo yDiana, y a estas se les tributan en Delos otros hono-res, pues en su obsequio las mujeres forman asam-bleas y celebran su nombre cantándoles un himno,composición que deben al Licio Oten27, el cual 26 Algunos llaman Agra Ecaerge, y creen que estaba con sucompañera Opis en el mismo sepulcro que las dos vírgenesanteriores.27 Si Olen, como dice Suidas, fue inventor del verso épico,será preciso hacerle muy antertior a la guerra troyana,

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    aprendieron de ellas los demás isleños, y tambiénlos Jonios, que reunidos en sus fiestas celebran asi-mismo el nombre y memoria de Opis y de Agra.Añaden que Olen, habiendo venido de la Licia,compuso otros himnos antiguos, que son los que enDelos suelen cantarse. Cuentan igualmente que lascenizas de los muslos de las víctimas quemados en-cima del ara se echan y se consumen sobre el sepul-cro de Agra y Opis que está detrás de Artemisio,vuelto hacia Oriente e inmediato a la Hospederíaque allí tienen los naturales de Céo.

    XXXVI. Creo que bastará lo dicho acerca de losHiperbóreos, pues no quiero detenerme en la fábulade Abráis, quien dicen era de aquel pueblo, contan-do aquí cómo dio vuelta a la tierra entera sin comerbocado, cabalgando sobre una saeta. Yo deduzcoque sí hay hombres Hiperbóreos, es decir, más alládel Bóreas, los habrá también más allá del Noto oHipernotios28. No puedo menos de reir en este

    cuando ya parece que aquel verso era común en boca demuchos cantores.28 En esto decía verdad Herodoto, aunque refutado por Es-trabon, como lo prueba el descubrimiento de las tierrasAustrales. De las reflexiones que siguen, aunque erradas aveces, se colige que no era nuestro autor fácil en asentir a loque corría, por más que lo fuese en referirlo.

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    punto viendo cuántos describen hoy día sus globosterrestres, sin hacer reflexión alguna en lo que nosexponen: píntannos la tierra redonda, ni más ni me-nos que una bola sacada del torno; hácennos igual elAsia con la Europa. Voy, pues, ahora a declarar, enbreve cuál es la magnitud de cada una de las partesdel mundo y cuál viene a ser su mapa particular o sudescripción.

    XXXVII. Primeramente, los Persas en el Asiahabitan cerca del mar Noto o del Sud, que llama-mos Erithreo. Al Norte de ellos hacia el viento Bó-reas están los Medos; sobre los Medos viven losSáspires29, y sobre éstos los Colcos, que confinancon el mar del Norte o ponto Euxino, donde desa-gua el río Fasis; así que estas cuatro naciones ocu-pan el trecho que hay de mar a mar.

    XXXVIII. Desde allí, tomando hacia Poniente,del centro de aquellos países salen dos penínsulas ozonas de tierra extendidas hasta el mar, las que voya describir. La una por la parte que corresponde alBóreas, empezando desde el Fasis, se extiende porla costa del mar, siguiendo el ponto Euxino y elHelesponto hasta llegar al Sigeo, que es un pro-

    29 Estos Saspires no pueden ser otros que los pueblos deAlbania o de la Iberia.

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    montorio de Troya: la misma comenzando por laparte del Noto desde el golfo Miriandrico30, que estáen la costa de Fenicia, corre por la orilla del marhasta el promontorio Triopio. Treinta son las na-ciones que viven en el distrito de dicha comarca.

    XXXIX. Esta es la Primera de las dos zonas detierra; pasando hablar de la otra, empieza desde losPersas y llega hasta el mar Erithreo. En ella está laPersia, a la cual sigue la Asiria31, y después de ésta laArabia, que termina en el Golfo Arábigo o marRojo, al cual condujo Darío un canal tomado desdeel Nilo, si bien no concluye allí sí porque así lo hanquerido. Hay, pues, un continente ancho y muygrande desde los Persas hasta la Fenicia, desde lacual sigue aquella zona por la costa del mar Medite-rráneo, pasando por la Siria Palestina y por elEgipto, en donde remata, no conteniendo en suextensión más que tres naciones. Estas son las re-giones contenidas desde la Persia hasta llegar a laparte occidental del Asia.

    30 Así debe leerse en vez de Mariandino, pues este seno esta-ba en el Ponto, y el Miriandrico de Herodoto en las costasmeridionales de Fenicia cerca de Miriandros.31 Bajo este nombre parece que el autor comprende aquí alos Fenicios, Palestinos y Hebreos.

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    XL. Las regiones que caen sobre los Persas, Me-dos, Saspires y Colcos, tirando hacia Levante, sonbañadas de un lado por el mar Erithreo, y del ladodel Bóreas lo son por el mar Caspio y por el ríoAraxes, que corre hacia el Oriente. El Asia es unpaís poblado hasta la región de la India, pero desdeallí todo lo que cae al Oriente es una región desiertade que nadie sabe dar seguros indicios.

    XLI. Tales son los límites y magnitud del Asia:pasando ya a la Libia o África, sigue allí la segundazona, pues la Libia empieza desde el Egipto, y for-mando allá en su principio una península estrecha,pues no hay desde nuestro mar Mediterráneo hastael Erithreo32 más de cien mil orgias, que vienen acomponer mil estadios, desde aquel paraje se va en-sanchando por extremo aquel continente que sellama Libia o África.

    XLII. Y siendo esto así, mucho me maravillo deaquellos que así dividieron el orbe, alindándolo enestas tres partes, Libia, Asia y Europa, siendo nocorta la desigualdad y diferencia entre ellas; pues laEuropa, en longitud, hace ventajas a las dos juntas,

    32 Este nombre lo toma el autor en varias acepciones paradesignar ya el mar Rojo, ya el del Sud, ya el 0céano que ciñela Arabia y la Persia y la India.

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    pero en latitud no me parece que merezca ser com-parada con ninguna de ellas. La Libia se presenta alos ojos en verdad como rodeada de mar, menospor aquel trecho por donde linda con el Asia. Estedescubrimiento se debe a Neco, rey de Egipto, quefue el primero, a lo que yo sepa, en mandar hacer laaveriguación, pues habiendo alzado mano de aquelcanal que empezó a abrirse desde el Nilo hasta elseno arábigo, despachó en unas naves a ciertos Fe-nicios, dándoles orden que volviesen por las co-lumnas de Hércules al mar Boreal o Mediterráneohasta llegar al Egipto. Saliendo, pues, los Feniciosdel mar Eritreo, iban navegando por el mar delNoto: durante el tiempo de su navegación, así quevenía el otoño salían a tierra en cualquier costa deLibia que les cogiese, y allí hacían sus sementeras yesperaban hasta la siega33. Recogida su cosecha, na-vegaban otra vez; de suerte que, pasados así dosaños, al tercero, doblando por las columnas de Hér-cules, llegaron al Egipto, y referían lo que a mí no seme hará creíble, aunque acaso lo sea para algún 33 Debe disimularse a Herodoto que quiera pasar las miesesde Grecia a las costas africanas, como también el que no creaque los Africanos tienen al sol a mano derecha. En cuanto alviaje, no dudo que hubiese ya sido hecho en gran parte porlas célebres flotas de Salomón.

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    otro, a saber, que navegando alrededor de la Libiatenían el sol a mano derecha. Este fue el modo co-mo la primera vez se hizo tal descubrimiento.

    XLIII. La segunda vez que se repitió la tentativa,según dicen los Cartagineses, fue cuando Sataspes,hijo de Teaspes, uno dc los Aqueménidas, no acabóde dar vuelta a la Libia, habiendo sido enviado aeste efecto, sino que espantado así de lo largo delviaje como de la soledad de la costa, volvió atráspor el mismo camino, sin llevar a cabo la empresaque su misma madre le había impuesto y negociadopara su enmienda; he aquí lo que sucedió: HabíaSataspes forzado una doncella principal, hija de Zó-piro, y como en pena del estupro hubiese de morirempalado por sentencia del rey Jerges, su madre,que era hermana de Darío, le libró del suplicio consu mediación, asegurando que ella le daría un casti-go mayor que el mismo Jerges, pues le obligaría adar una vuelta a la Libia, hasta tanto que costeadatoda ella volviese al seno arábigo. Habiéndole Jergesperdonado la vida bajo esta condición, fue Sataspesal Egipto, y tomando allí una nave con sus marine-ros navegó hacia las columnas de Hércules; pasadaslas cuales y doblado el promontorio de la Libia quellaman Soloente, iba navegando hacia Mediodía.

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    Pero como después de pasado mucho mar en mu-chos meses de navegación viese que siempre le res-taba más que pasar, volvió, por fin, la proa yrestituyóse otra vez al Egipto. De allí, habiendo idoa presentarse al rey Jerges, díjole cómo había llegadomuy lejos y aportado a las costas de cierta región enque los hombres eran muy pequeños y vestían decolorado, quienes apenas él arribara con su navío,abandonando sus ciudades se retiraban al monte;aunque él y su comitiva no les habían hecho otrodaño al desembarcar que quitarles algunas ovejas desus rebaños. Añadía que el motivo de no haber da-do a la Libia una entera vuelta por mar, había sidono poder su navío seguir adelante, quedándose allícomo si hubiese varado. Jerges, que no tuvo porverdadera aquella relación, mandó que empaladopagase la pena a que primero le condenó, puestoque no había dado salida a la empresa en que aque-lla se le había conmutado. En efecto, un eunucoesclavo de Sataspes, apenas oyó la muerte de suamo, huyó a Samos cargado de grandes tesoros, loscuales bien sé quién fue el Samio que se los apro-pió, aunque de propósito quiero olvidarme de ello.

    XLIV. Respecto al Asia, gran parte de ella fuedescubierta por orden de Darío, quien, con deseo

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    de averiguar en qué del mar desaguase el río Indo,que es el segundo de los ríos en criar cocodrilos,entre otros hombres de satisfacción que envió enunos navíos esperando saber de ellos la verdad, unofue Scilaces el Cariandense. Empezando estos suviaje desde la ciudad de Caspatiro34, en la provinciade Pactyca, navegaron río abajo tirando a Levantehasta que llegaron al mar. Allí, torciendo el rumbohacia Poniente, continuaron su navegación, hastaque después de treinta meses aportaron al mismositio de donde el rey del Egipto había antes hechosalir aquellos Fenicios que, como dije, dieron vueltapor mar alrededor de la Libia. Después que hubie-ron hecho su viaje por aquellas costas, Darío con-quistó la India e hizo frecuente la navegación deaquellos mares. De este modo se vino a descubrirque si se exceptúa la parte oriental de Asia, lo demáses muy semejante a la Libia. De aquí nació tambiénseñalar por límites de Asia al Nilo, río del Egipto, yal Fasis, río de la Colquide, si bien algunos ponen su

    34 Ignorándose la situación de esta ciudad, no van acordes loscríticos sobre el río por donde bajaron al mar aquellos nave-gantes. Unos pretendan que fuera el Ganges; otros el Hidas-pes, bajando por él al Zaradro, y de allí al Indo; otros, en fin,quieren que sea el mismo Indo.

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    término en el Tanais, en la laguna Meotis, y en losPortumeios Cimerios.

    XLV. Pero respecto de la Europa, nadie todavíaha podido averiguar si está o no rodeada de mar porel Levante, si lo está o no por el Norte35; sábese deella que tiene por sí sola tanta longitud como lasotras dos juntas. No puedo alcanzar con mis con-jeturas por qué motivo, si es que la tierra sea unmismo continente, se le dieron en su división tresnombres diferentes derivados de nombres de muje-res, ni menos sé cómo se llamaban los autores de taldivisión, ni dónde sacaron los nombres que impu-sieron a las partes divididas. Verdad es que al pre-sente muchos Griegos pretenden que la Libia sellame así del nombre de una mujer nacida en aquellatierra, y que el Asia lleve el nombre de otra mujeresposa de Prometeo. Pero los Lidios se apropian elorigen del último nombre, diciendo que lo tomó deAsias, hijo de Cotis y nieto de Manes, no de Asia lade Prometeo; añadiendo que de Asias tomó tam-bién el nombre una de las tribus de Sardes que lla- 35 Esto desacredita la opinión de los que creen que los Grie-gos debiesen su cultura y enseñanza a alguna nación septen-trional pues esta les hubiera instruido de que ningún marciñe a la Europa por Levante, y que el Boreal la ciñe por elNorte.

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    man la Asiada. Mas de la Europa nadie sabe si estárodeada de mar ni de dónde le vino el nombre, niquién se lo impuso, a no decir que lo tomase deaquella Europa natural de Tiro, habiendo antes sidoanónima como debieron también de serlo las otrasdos36. La dificultad está en que se sabe que Europano era natural del Asia, ni pasó a esta parte delmundo que ahora los Griegos llaman Europa, sinoque solamente fue de Fenicia a Creta y de Creta aLicia. Pero basta ya de investigaciones, y sin buscarusanzas nuevas, valgámonos da los nombres esta-blecidos.

    XLVI. La región del Ponto Euxino, contra la queDarío preparaba su expedición, se aventaja a lasrestantes del mundo en criar pueblos rudos y tardos,en cuyo número no quiero incluir a los Escitas, entanto grado, que de las naciones que moran cercadel Ponto, ninguna podemos presentar que sea algohábil y ladina, ni tampoco nombrar de entre todas

    36 Al principio de la dispersión de los hijos de Noé las pro-vincias repartidas llevarían el nombre de la familia o naciónque las ocupó; pero las tres partes serían entre tanto anóni-mas, o por mejor decir no existiría aun su división. Losnombres de Asia, Prometeo. etc., se cree que pertenecieran alos Celtas Domelianos establecidos al principio en la Frigia, yde allí extendidos en la mayor parte de la Europa.

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    un sabio, a no ser la nación de los Escitas y el céle-bre Anacarsis, porque es menester confesar que lanación escítica ha hallado cierto secreto o arbitrioen que ninguna otra de las que yo sepa ha sabidodar hasta ahora, arbitrio verdaderamente el másacertado, si bien por lo demás no tiene cosa que medé mucho que admirar. Y consiste su grande inven-ción en hacer que nadie de cuantos vayan contraellos se les pueda escapar, y que si ellos evitaren elencuentro no puedan ser sorprendidos. Unos hom-bres, en efecto, que ni tienen ciudades fundados nimuros levantados, todos sin casa ni habitación fija,que son ballesteros de a caballo, que no viven de sussementeras y del arado, sino de sus ganados y reba-ños, que llevan en su carro todo el hato y familia,¿cómo han de poder ser vencidos en batalla, u obli-gados por fuerza a venir a las manos con el enemi-go?

    XLVII. Dos cosas han contribuido para este ar-bitrio y sistema: una es la misma condición del paísapropiada para esto; otra la abundancia de los ríos,que les ayuda a lo mismo, porque por una parte supaís es una llanura llena de pastos y abundante deagua, y además corren por ella tantos ríos que noson menos en número que las acequias y canales en

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    Egipto. Quiero únicamente apuntar aquí los ríosmás famosos y navegables que desde el mar allí seencuentran, los cuales son el Danubio, río de sietebocas, el Tiras, el Hipanis, el Borístenes, el Pantica-pes, el Hipaciris, el Gerro y el Tanais37, cuyas co-rrientes voy a describir.

    XVIII. El Danubio o Istro, río el mayor decuantos conocemos, es siempre el mismo, así enverano como en invierno, sin disminuir nunca sucorriente. La razón de su abundancia es, porquesiendo el primero entre los ríos le la Escitia que lle-van su curso desde Poniente, entran en él otros ríosque lo aumentan, y son los siguientes: cinco quetienen su corriente dentro de la misma Escitia van adesaguar en el Danubio: uno es el que los naturalesllaman el Pórata y el Pireto; los otros son el Tia-ranto, el Araro, a Náparis y el Odreso38. El primeroque he nombrado de estos ríos es caudaloso, y co-

    37 No concuerdan los críticos en el nombre moderno de es-tos y otros ríos. El Tiras parece ser el Dnister o el Turia delos Turcos, Hipanis el Bog: Borístenes el Dnieper, Pantica-pes el Samara, Tanais el Don; acerca de Hipaciris y Pantica-pes se duda cuáles son.38 El Pórata es sin duda el Prut moderno, Tiaranto el Alaut,Arao el Moldava, llamado también Hierasto por Ptolomeo:Náparis el Janolitza, Odreso el Argisca, conocido entre losGriegos por Ardusco.

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    rriendo hacia Oriente desagua al cabo en el Istro:menor que este es el segundo de los dichos, el Tia-ranto, que corre inclinándose algo hacia Poniente:los otros tres, el Araro, el Náparis y el Odreso, tie-nen sus corrientes en el espacio intermedio de losotros dos, y van a dar en el mismo Danubio, y estosson, como dije, los ríos propios y nacidos de la Es-citia que lo acrecientan.

    XLIX. De los Agatirsos baja el río Maris39 y va aconfundir sus aguas con las del Danubio. Desde lascumbres del Hemo corren hacia el Norte tres gran-des ríos, que son el Atlas, el Auras y el Tibisis, y vana parar en el Danubio. Por la Tracia y por el país delos Crobizos, pueblos Tracios, pasan tres ríos, queson el Atris, el Noes, el Artanes, y desaguan tam-bién en el Danubio. En el mismo va a dar el Cio, elcual corriendo desde los Peones y del monte Ródo-pe pasa por medio del Hemo. El río Angro, quedesde los Isirios corre hacia el viento Bóreas y pasa 39 El Maris, vecino a sus fuentes, se llama al presente Ma-roch, y después pierde su nombre entrando en el Teisse: losAgatirsos estaban en la Transilvania Occidental. Dejo de darlos nombres modernos de los ríos que siguen, así por noentrar en disputas geográficas, no tan necesarias para el hilode la historia, como por no tener libros que pudiera consul-

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    por la llanura Tribálica, va a desaguar en el ríoBrongo; mas el Brongo mismo desemboca despuésen el Danubio, el cual recibe así en su lecho aquellosdos grandes ríos. A más de estos, paran también enel Danubio el Carpis y otro río llamado Alpis, quesalen de la región que está sobre el país de los Om-bricos, encaminando su corriente hacia el Bóreas.En suma, el gran Danubio va recorriendo toda laEuropa, empezando desde los Celtas, que excep-tuados los Cinetas40, son los últimos Europeos queviven hacia Poniente, y atravesada toda aquella partedel mundo, viene a morir en los confines y extre-midad de la Escitia.

    L. Así que, contribuyendo al Danubio con suscorrientes los mencionados ríos y otros muchosmás, llega aquél a formarse el mayor de todos; sibien por otra parte el Nilo le hace ventaja, si secomparan las aguas propias del uno con las propiasdel otro, sin contar la advenediza, pues que ni río nifuente alguna desagua en el Nilo para ayudarle acrecer. La razón de que el Danubio lleve siempre la tar. Haría un relevante servicio a las letras el que diese unageografía antigua con los nombres modernos al lado.40 Estos Cinetas o Cinesios estarían vecinos al cabo de Fi-nisterre. En el lib. II, pár. XXXIII, lleva vertidos los mismoserrores acerca del curso del Istro.

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    misma agua en verano e invierno paréceme quepuede ser la siguiente. En el invierno se halla en supropio punto de abundancia, y apenas sube un pocomás de lo regular, por razón de ser muy poca lalluvia que cae en aquellas regiones y por hallarsetodas cubiertas de nieve caída antes en invierno, yentonces deshecha corre de todas partes hacia elDanubio; de suerte que no solo lleva en su corrienteel agua de la nieve deshelada que va escurriéndosehacia el río, sino también las muchas lluvias ytemporales de la estación, lloviendo allí tanto en elverano. Y cuanto mayor es la copia de agua que elsol atrae y chupa en verano que no en invierno,tanto mayor es la proporción la abundancia de laque acude al Danubio en aquella estación que no esésta. Por lo que balanceada entonces la salida delagua como la entrada, vienen a quedar las aguas delDanubio igualadas en verano con las de invierno.

    LI. Además de este gran río poseen los Escitas elTiras, que bajando del lado del Bóreas tiene su na-cimiento en una gran laguna que separa la región dela Escitia de la tierra de los Neuros. En la emboca-

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    dura del mismo río habitan los Griegos que se lla-man los Tiriatas41.

    LII. El tercer río que corre por la Escitia es elHipanis, salido de una gran laguna42, alrededor de lacual pacen ciertos caballos salvajes y blancos, lagunaque se llama con mucha razón la madre del Hipanis,que naciendo de ella, corre cinco días de navega-ción, conservándose humilde y dulce, pero despuésacercándose al mar es extremadamente amarga porel espacio de cuatro jornadas. Causa de esto daño esuna fuente que le rinde su agua, en tal grado amarga,aunque por sí nada copiosa, que basta para inficio-nar con su sabor todo el Hipanis, río bastante gran-de entre los secundarios. Hállase dicha fuente en lafrontera que separa la tierra de los Escitas labrado-res de la de los Alzones; su nombre y el de la co-marca donde brota es en lengua de los Escitas

    41 Los Tiriatas estaban donde al presente se hallan Rielogordy Butziaki. La laguna de donde sale el Tiras o Dnister está enla Rusia Roja entre Presmilia y Leopolis.42 En la Podolia de Polonia. Lo que añade el autor acerca de140 caballos salvajes, puede ser una prueba de la fundadaopinión de Bayer, de que la población de los paísesseptentrionales de Europa es la más moderna de ella,habiendo sido lenta la emigración de los hijos de Jafet hacialos climas más fríos del Norte. Sospéchase si la fuente queamarga al Hipanis sería el riachuelo Sanauda.

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    Exampeo, que en griego corresponde a Irai Odoi, víassacras. En el país de los Alazones poco trecho de-jan, intermedio el Tiras y el Hipanis, pero salidos deallí van en su curso apartándose uno del otro y de-jando más espacio entre sí.

    LIII. El cuarto de dichos ríos y el mayor de to-dos después del Istro es el Borístenes, río a mi ver elmás provechoso, no solo entre los de Escitia43, peroaun entre todos los del mundo, salvo siempre elNilo del Egipto, con quien no hay alguno que enesto se lo pueda comparar. Pero de los demás es sinduda el Borístenes el más feroz y fructuoso; produ-ce los más bellos y saludables pastos para el ganado;lleva muchísima y muy singular y escogida pesca;trae un agua muy delicada al gusto y muy limpia, apesar de los vecinos ríos que corren turbios. Lascampiñas por donde pasa dan las mejores mieses, yallí donde no siembran crían los prados una altísimahierba. En su embocadura hay mucha sal, que el

    43 El Dnieper o Borístenes sale de unos pantanos en el go-bierno de Smolensk: después de un curso de casi 200 leguas,en el cual se cuentan 13 cataratas, entra en el Mar Negroentre Otzankon y Kinbourn. En cuanto a la riqueza de esterío tan ponderado por el autor, no creo que lo cada en ella elVolga, que mantiene más de un millón de vecinos ocupadosen su pesca.

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    agua va cuajando por sí misma: críanse en él unosgrandes pescados sin espina que llaman Antáceos, apropósito para salarlos; son mil, en suma, las mara-villas que el Borístenes produce. Navégase por elespacio de 40 días hasta un lugar llamado Gerro, yse tiene sabido que corre desde el Bóreas; pero deallí arriba nadie sabe porqué lugares pasa; solo pare-ce que corriendo por sitios despoblados baja a latierra de los Escitas Georgos o labradores, quieneshabitan en sus riberas el espacio de 10 días de nave-gación. Las fuentes de este río, lo mismo que las delNilo, ni yo las sé, ni creo que las sepa Griego algu-no. Al llegar el Borístenes cerca ya del mar, júntaseleallí el Hipanis, entrando los dos en un mismo lago.El espacio entre estos dos ríos, que es una puntaavanzada hacia el mar, se llama el promontorio deHipelao, donde está edificado un templo de la Ma-dre44, y más allá de él, vecinos al Hipanis, habitanlos Boristenitas.

    44 Madre de los dioses, sería Cibeles, adorada no de los Es-citas, sino de los Griegos Boristenitas, o quizás Céres, de-biéndose leer Demeter.

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    LIV. A estos ríos, de los que bastante hemos di-cho, sigue el quinto, llamado Panticapes45, que bajadel Norte saliendo de una laguna; y en medio deéste y del Borístenes viven los Escitas Georgos.Entra en la Hilea, y habiéndola atravesado, desaguaen el Borístenes, con el cual se confunde.

    LV. El sexto es el Hipaciris, que saliendo tam-bién de una laguna y corriendo por medio de losEscitas nómadas, desagua en el mar cerca de la ciu-dad de Carcinitis46, dejando a su derecha la Hilea yel lugar que llaman el Dromo de Aquiles.

    LVI. El sétimo río, el Gerro47, empieza a sepa-rarse del Borístenes en aquel sitio, desde el cual esteúltimo se halla descubierto y conocido, sitio que sellama también Gerro, trasmitiendo su nombre al río.Encaminándose hacia el mar, separa con su co-

    45 Este río que Bayer llama el Samara, creen otros que sea elConscavada, y otros el Vorsklo nacido en Moscow, y quecorre por Polonia y Ucrania hasta entrar en Dnieper.46 No existe esta ciudad; el golfo donde estaba entre losTártaros de Precop y los Nogayos se llama golfo deNigropolis, y la larga península titulada Dromo de Aquiles,es ahora Fidomii. El río Hipaciris quieren algunos que sea elDegua de la Ucrania.47 El Gerro parece ser el Sem, que corre por el distrito deKief, cerca de la ciudad de Gloskof.

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    rriente la región de los Escitas nómadas de la de losEscitas regios, y por último entra en el Hipaciris.

    LVII. El Tanais es el octavo río, que saliendo deuna gran laguna48 en las regiones superiores, va aentrar en otra mayor llamada la Meótida, que separalos Escitas Régios de los Sauromatas. En estemismo río entra otro, cuyo nombre es el Higris.

    LVIII. Estos son los ríos de que los Escitas estánbien provistos y abastecidos. La hierba que nace enla Escitia para pasto de los ganados es la más amar-ga de cuantas se conocen, como puede hacerse laprueba en las reses abriéndolas después de muertas.

    LIX. Los Escitas, pues, abundan en las cosasprincipales o de primera necesidad; por lo tocante alas leyes y costumbres, se rigen en la siguiente for-ma. He aquí los únicos dioses que reconocen y ve-neran: en primer lugar y con más particularidad, a ladiosa Vesta49; luego a Júpiter y a la Tierra, a quienmiran como esposa de aquél; después a Apolo, Ve-nus Celeste, Hércules y Marte; y estos son los diosesque todos los Escitas reconocen por tales; pero los 48 Esta laguna, llamada Ivan, no está lejos de Toula, en elgobierno de Veroneie. El Hipris será probablemente el Donpequeño llamado Sevierski.49 Parece que miraban por reina propia a su diosa Tabita, laHistia de los Griegos y la Vesta de los Latinos.

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    Régios hacen también sacrificios a Neptuno. Losnombres escíticos que les dan son los siguientes: aVesta la llaman Tabiti; a Júpiter lo dan un nombre elmás propio y justo a mi entender, llamándole Papeo;a la Tierra la llaman Apia; a Apolo Etosiro; a VenusCeleste Artimpasa; a Neptuno Tamimasadas. Noacostumbran erigir estatuas, altares ni templos sinoa Marte únicamente.

    LX. He aquí el modo y rito invariable que usanen todos sus sacrificios. Colocan la víctima atadaslas manos con una soga; tras de ella está el sacrifica-dor, quien tirando del cabo de la soga da con la víc-tima en el suelo, y al tiempo de caer ella, invoca y laofrece al dios a quien la sacrifica. Ya luego a atarcon un dogal el cuello de la bestia, y asiendo de unavara que mete entre cuello y dogal, le da vueltashasta que la sofoca. No enciende allí fuego, ni ofre-ce parte alguna de la víctima, ni la rocía con licores,sino que ahogada y desollada va luego a cocerla.

    LXI. Siendo la Escitia una región sumamentefalta de leña, han hallado un medio para cocer lascarnes de los sacrificios50. Desollada la víctima,

    50 En vez de los calderos usaban los antiguos Escoceses depellejos para cocer la carne, como lo hacen los Beduinos ylos Tártaros en el día. La falta de leña en Escitia deberá en-

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    mondan de carne los huesos, y si tienen allí a manociertos calderos del país, muy parecidos a los pero-les de Lesbos, con la diferencia de que son muchomás capaces, meten en ellos la carne mondada, yencendiendo debajo aquellos huesos limpios y des-nudos, la hacen hervir de este modo; pero si no tie-nen a punto el caldero, echan la carne mezclada conagua dentro del vientre de la res, en el cual cabe to-da fácilmente una vez mondada, y encienden debajolos huesos, que van ardiendo vigorosamente: conesto, un buey y cualquiera otra víctima se cuece porsí misma. Una vez cocida, el sacrificador corta porprimicias de ella una parte de carne y otra de las en-trañas, y las arroja delante de sí. Y no solo sacrificanlos ganados ordinarios, sino muy especialmente loscaballos.

    LXII. Este es el rito de sus sacrificios, y estas lasvíctimas que generalmente sacrifican a todos susdioses; pero con su dios Marte usan de un rito par-ticular. En todos sus distritos, contando por curias,tienen un templo erigido a Marte, hecho de un mo-do extraño. Levantan una gran pira amontonando

    tenderse, no de lo interior del país, lleno de bosques, sino dela costa marítima en la pequeña Tartaria, o en el territorio delos Circasios y Cosacos.

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    faginas hasta tres estadios de largo y de ancho, perono tanto de alto; encima forman una área cuadradaa modo de ara, y la dejan cortada y pendiente portres lados y accesible por el cuarto. Para la conser-vación de su hacina, que siempre va menguandoconsumida por las inclemencias del tiempo, la vanreparando con 150 carros de fagina que le añaden; yencima de ella levanta cada distrito un alfange dehierro, herencia de sus abuelos, y éste es el ídolo oestatua de Marte51. A este alfange levantado hacensacrificios anuales de reses y caballos, y aun se es-meran en sacrificar a éste más que a los demás dio-ses; y llega el celo a tal punto, que de cada cienprisioneros cogidos en la guerra le sacrifican uno, yno con el rito que inmolan los brutos, sino con otrobien diferente. Ante todo derraman vino sobre lacabeza del prisionero; después le degüellan sobre un

    51 Esta narración parece fabulosa o al menos exagerada: niesas descomunales piras convienen con la escasez de leña enEscitia poco ha mencionada. Tal vez Herodoto, mal infor-mado, convirtió en hacinas de leña los grandes bosques queconsagraban los Escitas a sus dioses, caso de que no cono-ciesen los templos: aunque si es verdad que los Esclavonesfueron de origen escítico, se habrá de decir que con el tiem-po Introdujeron el uso de edificarlos, pues la religión de losantiguos Rusos está llena de ídolos, de templos y de bosquessagrados.

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    vaso en que chorree la sangre, y subiéndose con ellaencima del montón de sus haces, la derraman sobrelos alfanges. Hecho esto sobre el ara, vuelven al piéde las faginas y de las víctimas que acaban de dego-llar, cortan todo el hombro derecho juntamente conel brazo, y lo echan al aire; por un lado yace el brazoallí donde cae, por otro el cadáver. En dando fin alas demás ceremonias del sacrificio, se retiran.

    LXIII. A esto, en suma, se reducen sus sacrifi-cios, no acostumbrando inmolar lechones, y lo quees más, ni aun criarlos en su tierra.

    LXIV. Acerca de sus usos y conducta en la gue-rra, el Escita bebe luego la sangre al primer enemigoque derriba, y a cuantos mata en las refriegas y bata-llas les corta la cabeza y la presenta después al sobe-rano: ¡infeliz del que ninguna presenta! pues no lecabe parte alguna en los despojos, de que solo parti-cipa el que las traiga. Para desollar la cabeza cortadaal enemigo, hacen alrededor de ella un corte pro-fundo de una a otra oreja, y asiendo de la piel laarrancan del cráneo, y luego con una costilla debuey la van descarnando, y después la ablandan yadoban con las manos, y así curtida la guardan co-mo si fuera una toalla. El Escita guerrero ata de lasriendas del caballo en que va montado y lleva como

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    en triunfo aquel colgajo humano, y quien lleva oposee mayor número de ellos es reputado por elmás bravo soldado: aun se hallan muchos entreellos que hacen coser en sus capotes aquellas pieles,como quien cose un pellico. Otros muchos, deso-llando la mano derecha del enemigo, sin quitarle lasuñas, hacen de ella, después de adobada, una tapapara su ataba; y no hay que admirarse de esto, puesel cuero humano, recio y reluciente, sin duda ado-bado saldría más blanco y lustroso que ninguna delas otras pieles. Otros muchos, desollando al muertode pies a cabeza, y clavando en un palo aquellamomia, van paseándola en su mismo caballo.

    LXV. Tales son sus leyes y usos de guerra; peroaun hacen más con las cabezas, no de todos, sino desus mayores enemigos. Toma su sierra el Escita ycorta por las cejas la parte superior del cráneo y lalimpia después; si es pobre, conténtase cubriéndolocon cuero crudo de buey; pero si es rico, lo dora, ytanto uno como otro se sirven después de cráneocomo de vaso para beber52. Esto mismo practican 52 Esta moda bárbara y delicada crueldad parece haber sidocomún a las naciones de origen turco y tártaro. Seguíanle losIsedones, y del mismo modo los Hunos, Longobardos, Ava-ros, Búlgaros y otros pueblos septentrionales, esparcidosmás tarde por el Imperio romano.

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    aun con las personas más familiares y allegadas; siteniendo con ellas alguna riña o pendencia, logransentencia favorable contra ellas en presencia del rey.Cuando un Escita recibe algunos huéspedes a quie-nes honra particularmente, les presenta las tales ca-bezas convertidas en vasos, y les da cuenta de cómoaquellos sus domésticos quisieron hacerle guerra, yque él salió vencedor. Esta, entre ellos, es la mayorprueba de ser hombres de provecho.

    LXVI. Una vez al año, cada gobernador de dis-trito suele llenar una gran pipa de vino, del cual be-ben todos los Escitas bravos que han muerto en laguerra algún enemigo; pero los otros, que no hanpodido hacer otro tanto, están allí sentados como ala vergüenza, sin poder gustar del banquete, no ha-biendo para ellos infamia mayor. Pero los que hu-bieren sido muy señalados en las matanzas dehombres, se les da a cada cual dos vasos a un tiem-po, y bebe uno por dos.

    LXVII. No faltan a los Escitas adivinos en grancantidad, cuya manera de adivinar por medio devaras de sauce explicaré aquí: Traen al lugar dondequieren hacer la función unos grandes haces demimbres, y dejándolos en tierra los van despuéstomando una a una y dejando sucesivamente las

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    varillas, y al mismo tiempo están vaticinando, y sincesar de murmurar vuelven a juntarlas y a componersus haces; este género de adivinación es heredadode sus abuelos. Los que llaman Enarees, que son loshermafroditas o afeminados, pretenden que la diosaVenus los hace adivinos, y vaticinan con la cortezainterior del árbol teia o tilo, haciendo tres tiras deaquella membranilla, envolviéndolas alrededor desus dedos, y adivinando al paso que las van desen-volviendo.

    LXVIII. Si alguna vez enferma su rey, hace lla-mar a los tres adivinos de mayor crédito y fama, loscuales del modo arriba dicho vaticinan acerca deaquella enfermedad. Por lo común, salen con decirque uno u otro, nombrando a los sujetos que lesparece, juraron falso por los lares regios; pues quecuando los Escitas quieren hacer el juramento másgrave y más solemne de todos, casi siempre les obli-gan las leyes a jurar por los hogares o penates delrey. Al punto, pues traen preso al sujeto que dicenhaber perjurado, y allí le reconvienen los adivinos,diciendo que el rey está enfermo porque él, comoparece por los vaticinios, fue perjuro violando loshogares y penales regios. Suele acontecer que, eno-jado el preso, desmiente a los adivinos, diciendo que

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    no hubo tal perjurio. Entonces llama el rey otrostantos adivinos, y si éstos, observando el modo quese guardó en la adivinación, dan al reo por convictodel perjurio, sin más dilación le cortan la cabeza, ylos primeros adivinos se reparten todos sus haberes.Pero si los segundos absuelven al pretendido perju-ro, llámanse de nuevo otros, y después otros, y sisucede que los más den al hombre por inocente, lapena decretada por las leyes es que mueran los pri-meros adivinos.

    LXIX. El género de muerte es el siguiente: llenanun carro de haces de leña menuda; atan al yugo losbueyes; luego meten en medio de los haces a losadivinos con prisiones en los pies, con las manosatadas atrás y con mordazas en la boca; pegan fuegoa la fagina, y espantando a gritos a los bueyes, leshacen que corran. Sucede que muchos de los bueyesquedan abrasados en compañía de los falsos profe-tas, pero muchos otros, cuando la lanza del carro seacaba de abrasar, escapan vivos, aunque bien cha-muscados. Del mismo modo queman también vivospor otros delitos a sus adivinos, llamándolos falsos.

    LXX. Si el rey manda quitar la vida a alguno desus vasallos, no la perdona a sus hijos, obligando a

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    todos los varones a morir con su padre53, si bien alas hembras ningún daño se les hace. La solemnidaden los contratos y alianzas de los Escitas con cual-quiera que los contraigan, es la siguiente: colocan enmedio una gran copa de barro, y en ella juntamentecon vino mezclan la sangre de entrambos contra-yentes, que se sacan hiriéndose ligeramente el cuer-po con un cuchillo o con la espada54. Después deesto, mojan en la copa el alfanje, la segur, las saetasy el dardo, y hecha esta ceremonia, pasan a sus vo-tos y largas depredaciones, tras de las cuáles bebendel vino ensangrentado, así los actores principalesde la confederación, como las personas más respe-tables de su comitiva.

    LXXI. La sepultura de los reyes está en el lugarllamado Gerro, desde donde comienza el Borístenesa ser navegable. Luego que muere un rey, abren allíun foso cuadrado, y prevenido éste, toman el cadá-ver, al cual antes han abierto y purgado el vientre, y 53 Si no se supone que los Griegos mintieron mucho porodio al describir los usos de sus enemigos los Escitas, serápreciso confesar que la justicia y virtud pública que los anti-guos atribuían a estos, tenía más de bárbaro que de humano,como se ve en el acto de castigar los hijos inocentes de unpadre culpado.

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    llenado después de juncia machacada, de incienso,de alinea, de semilla de apio y de anís, y volviendo acoser la abertura lo enceran todo por fuera. Puestosobre un carro, lo llevan a otra nación o provinciade su imperio, y los que en ella reciben el cadáverdel rey le hacen el mismo luto que los Escitas regiosque se lo condujeron, el cual consiste en cortarse unpoquito de las orejas, en quitarse las puntas de loscabellos, en abrirse la piel alrededor de sus brazos,en llagarse la frente y narices, y en traspasarse lamano izquierda con sus saetas. Desde allí llevan elcadáver en su carro hasta otra nación de su domi-nio, sin que dejen de acompañar al muerto aquellosEscitas que fueron los primeros en recibirlo de losRégios. Por fin, después que los conductores pasea-ron al difunto por todas las provincias, se detienenen los Gerros, vasallos lo más apartados de todos, allado de la misma sepultura. Primero ponen el cadá-ver dentro de su caja sobre un lecho que está enaquella hoya; después clavan al uno y al otro ladodel difunto unas lanzas, y sobre ellas suspendenpalos para hacerle una enramada de mimbres. En elcontorno espacioso del arca encierran una de las

    54 Ceremonia semejante practicaban los Medos y Lidios (Lib.I, párr. LXXIV) y los Árabes (Lib. III, párr. LXXXII).

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    concubinas reales, sofocándola primero, como tam-bién un copero, un cocinero, un caballerizo, uncriado, un paje de antesala para los recados, unoscaballos, las primicias más delicadas de todas lascosas, y unas copas de oro, pues entre ellos no estáintroducido el uso de la plata y del bronce. Despuésde esto, todos a porfía cubren con tierra el difunto,empeñados en levantar sobre él un enorme túmulo.

    LXXII. Al cabo de un año después del entierro,vuelven de nuevo a practicar la siguiente ceremonia.Escogen de los criados del difunto rey los más lin-dos y bellos, quienes suelen ser Escitas libres y biennacidos, pues allí son criados del rey los ciudadanosque él mismo elige, no habiendo entre ellos el usode comprar esclavos: escogidos, repito, cincuenta deentre ellos, los ahogan y juntamente cincuenta caba-llos de los más hermosos. Sácanles a todos las tripasy les limpian las entradas llenándolas después depaja y cosiéndoles el vientre. Toman después unmedio cerco, a manera de un aro de cuba, y clavansus dos extremas en dos palos que se levantan desdeel túmulo; a poca distancia clavan otro medio arodel mismo modo, y otros muchos así. Hechos aque-llos arcos, desde la cola de cada caballo hasta el cue-llo meten un palo recio, y suben el cadáver sobre los

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    aros, de suerte que los primeros sostienen sus es-paldas, y los postreros sus muslos y vientre, que-dando suspenso el caballo sin tocar en el suelo nicon las manos ni con las piernas, levantado así, leponen su freno y brida atada a un palo que está allídelante. Sobre cada uno de l