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1 Los órganos de gobierno en la UNAM y lucha universitaria Francisco Javier Sainz Paz Antes que nada, tenemos que reconocer que la comunidad universitaria desconoce la forma en que está organizado el gobierno de la institución, prueba de ello es la baja participación de los comicios para elegir representantes a los distintos órganos. El mismo clima de desconfianza que hay sobre la Cámara de Diputados o puestos como el de gobernador, senador o presidente, se ciñe sobre los distintitos órganos de gobierno y autoridades universitarias. Con gran éxito las autoridades han alejado de estos espacios a la comunidad de la UNAM. Los han convertido en lugares donde se reproduce el grupo gobernante cooptando a jóvenes, profesores y estudiantes. Por otra parte la izquierda y sectores progresistas apenas han utilizado este espacio de representación; en sus mejores tiempos han logrado ocupar 10% de su composición, empero esto no es nada comparado a la avasallante mayoría que genera la hegemonía de las autoridades, además, la ausencia de organizaciones permanentes y democráticas a puesto contra la cuerdas y el rincón a la izquierda en la UNAM. Aún así, importantes participaciones se han tenido, pero siempre han sido para detener momentáneamente alguna reforma o imposición de las autoridades; nunca hemos estado en la posibilidad de estar a la ofensiva y concretar las aspiraciones de una universidad al servicio de la nación mexicana, abierta a toda su población, científica y humanística. Hasta ahora ha funcionado como un tribunal de denuncia, lo cual no es poca cosa, pero insuficiente dadas las condiciones que vivimos. La democracia en los órganos de gobierno, así como las formas de toma de decisión, no son distintas a como sucede en el resto del país. Por ejemplo tres son los principales órganos o puestos que rigen la vida universitaria, el Consejo Universitario (CU), La Junta de Gobierno (JG) y la Rectoría. El Consejo Universitario, actualmente (está a punto de ser aprobada un reforma a este órgano la cual será valorada más adelante), está integrado por profesores, alumnos, investigadores y autoridades; cabe destacar que las autoridades designadas por el rector y la junta de gobierno están más que representadas pues ocupan cerca del 50%; el CU se encarga de designar a los miembros de la JG, la cual está integrada por 15 personas que pueden ser o no pertenecientes a la UNAM, cuya función, entre otras, es designar al rector; el rector a su vez designa a los directores de todos los planteles (mismos que son consejeros). Un círculo vicioso de nunca acabar es lo que gobierna en la universidad. Una mirada a la siguiente tabla sobre la integración de Consejo Universitario, nos mostrara que los números son muy engañosos, pues aunque hay más representantes por parte de los alumnos, profesores e investigadores, no todos votan. Con derecho a voto hay 54 autoridades (una de ellas, el rector, tiene derecho a veto de cualquier propuesta), 30 estudiantes (que representan a más de 300,000), 27 profesores y 29 investigadores; además los trabajadores administrativos cuentan con un voto dentro del CU. Cabe destacar que 53 autoridades son designadas por el rector, es decir, que tiene asegurados 54 votos a favor para cualquier propuesta. Se podría pensar que una alianza entre estudiantes, profesores, investigadores y trabajadores podría imponerse frente a la

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Los órganos de gobierno en la UNAM y lucha universitaria

Francisco Javier Sainz Paz

Antes que nada, tenemos que reconocer que la comunidad universitaria desconoce la forma en

que está organizado el gobierno de la institución, prueba de ello es la baja participación de los

comicios para elegir representantes a los distintos órganos. El mismo clima de desconfianza que

hay sobre la Cámara de Diputados o puestos como el de gobernador, senador o presidente, se ciñe

sobre los distintitos órganos de gobierno y autoridades universitarias. Con gran éxito las

autoridades han alejado de estos espacios a la comunidad de la UNAM. Los han convertido en

lugares donde se reproduce el grupo gobernante cooptando a jóvenes, profesores y estudiantes.

Por otra parte la izquierda y sectores progresistas apenas han utilizado este espacio de

representación; en sus mejores tiempos han logrado ocupar 10% de su composición, empero esto

no es nada comparado a la avasallante mayoría que genera la hegemonía de las autoridades,

además, la ausencia de organizaciones permanentes y democráticas a puesto contra la cuerdas y

el rincón a la izquierda en la UNAM.

Aún así, importantes participaciones se han tenido, pero siempre han sido para detener

momentáneamente alguna reforma o imposición de las autoridades; nunca hemos estado en la

posibilidad de estar a la ofensiva y concretar las aspiraciones de una universidad al servicio de la

nación mexicana, abierta a toda su población, científica y humanística. Hasta ahora ha funcionado

como un tribunal de denuncia, lo cual no es poca cosa, pero insuficiente dadas las condiciones que

vivimos.

La democracia en los órganos de gobierno, así como las formas de toma de decisión, no son

distintas a como sucede en el resto del país. Por ejemplo tres son los principales órganos o puestos

que rigen la vida universitaria, el Consejo Universitario (CU), La Junta de Gobierno (JG) y laRectoría. El Consejo Universitario, actualmente (está a punto de ser aprobada un reforma a este

órgano la cual será valorada más adelante), está integrado por profesores, alumnos,

investigadores y autoridades; cabe destacar que las autoridades designadas por el rector y la junta

de gobierno están más que representadas pues ocupan cerca del 50%; el CU se encarga de

designar a los miembros de la JG, la cual está integrada por 15 personas que pueden ser o no

pertenecientes a la UNAM, cuya función, entre otras, es designar al rector; el rector a su vez

designa a los directores de todos los planteles (mismos que son consejeros). Un círculo vicioso de

nunca acabar es lo que gobierna en la universidad.

Una mirada a la siguiente tabla sobre la integración de Consejo Universitario, nos mostrara que losnúmeros son muy engañosos, pues aunque hay más representantes por parte de los alumnos,

profesores e investigadores, no todos votan. Con derecho a voto hay 54 autoridades (una de ellas,

el rector, tiene derecho a veto de cualquier propuesta), 30 estudiantes (que representan a más de

300,000), 27 profesores y 29 investigadores; además los trabajadores administrativos cuentan con

un voto dentro del CU. Cabe destacar que 53 autoridades son designadas por el rector, es decir,

que tiene asegurados 54 votos a favor para cualquier propuesta. Se podría pensar que una alianza

entre estudiantes, profesores, investigadores y trabajadores podría imponerse frente a la

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aplanadora de la rectoría, sin embargo, ellos tienen cooptados a buena parte de estos sectores.

Los consejeros que tienen una agenda independiente a la de las autoridades son muy pocos y

menos los que tienen una posición crítica. Es un hecho, las decisiones en la UNAM no se toman de

forma democrática ni consensada, es un grupúsculo alejado de la comunidad la que decide y luego

informa de la bondad de las reformas que hacen; empero no es la única estrategia , pues también

le apuestan a la desinformación y desinterés de la comunidad universitaria por sus órganos de

gobierno. Es así que también en este ámbito la izquierda universitaria está contra la esquina.

Integración del ConsejoUniversitario 

Número Con

derecho

a voto

Ex oficio Rector

(Presidente) 1 1

Directores defacultades 18 18

Directores deescuelas 6 6

Directores deinstitutos 29 29

Electos

Profesores defacultades,escuelas ycentros deextensión 54 27

Alumnos defacultades,escuelas y

programas deposgrado 60 30

Investigadoresde institutos 58 29

Personaladministrativo 2 1

Total  228 141

Secretario del ConsejoSecretarioGeneral 1

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Un nuevo escenario de lucha, un nuevo Consejo Universitario

En agosto del año en curso el Consejo Universitario aprobó la reforma a este órgano. La reforma

tiene bastante historia y data de finales de la huelga de 1999-2000, e inclusive de los acuerdos

(ignorados por las autoridades de entonces y de ahora) del Congreso Universitario de 1990. Al final

de la huelga de 1999, un acuerdo y propuesta del rector de la Fuente fue impulsar un Congresoresolutivo donde discutirían los planes y programas de estudios, la conformación de los órganos

de gobierno, los estatutos de contratación de los trabajadores académicos y administrativos, entre

otras cuestiones. En 2001 echó a andar una nueva estrategia: el congreso por etapas. Los temas

antes mencionados no serían discutidos ni al mismo tiempo ni por toda la comunidad, además de

que sería un proceso largo que actualmente está concluyendo. El órgano del que se valió de la

Fuente y que presidio el actual rector, José Narro, fue la Comisión Especial para la organización de

Congreso Universitario (CECU), el cual nació en 2001 y fue desintegrado, a base de la lucha de los

consejeros de izquierda de tres generaciones, en 2007.

Una década después el mayor avance de esta estrategia ha sido en el ámbito académico, pues

todos los planes de estudio de la universidad han sido “actualizados” de acorde a las normas del

Banco Mundial y otros órganos financieros externos. La gratuidad se ha mantenido pero esto es

debido a que les es más conveniente convertirla en la maquiladora científica de las empresas

neoliberales que en una institución elitista. De los estatutos de contratación de los trabajadores

académicos y administrativos, en la década pasada, las autoridades crearon un “claustro” donde

los profesores discutirían la forma de “actualizar” el Estatuto de Personal Académico (EPA), el

resultado fue la aplicación de las políticas laborales neoliberales, no obstante, lograron algunos

consejeros, en un primero momento, estancar la reforma, y posteriormente con un descontento

generalizado de los académicos, rechazarla. Respecto a los órganos de gobierno han dado un paso

gigantesco, pues han aprobado una nueva conformación del CU.

El nuevo CU está pensado para “darle voz” a sectores que antes “no lo tenían” o “ que se había

menguado su representación con el tiempo debido a las modificaciones de los setentas”. Esto es

falso y la modificación pertenece a otro orden, pero antes describiremos en qué consiste la

reforma.

Habrá 55 nuevos consejeros, es decir, pasará de 228 a 283 miembros. Se aumenta el

número de alumnos consejeros de bachillerato, de ocho a 16; de escuelas y facultades a

nivel profesional, de 44 a 52, y de 8 a 12 los que forman parte de los programas de

posgrado. Mientras, los profesores de bachillerato pasarán de 8 a 12, y los de escuelas y

facultades a nivel profesional, de 44 a 52. Se incorporan las figuras de representantes dedependencias universitarias, de los llamados “campus externos” (cuatro consejeros),

técnicos académicos (10), e investigadores de centros (cuatro). Crearon la figura de

invitado permanente para dar cabida a la participación adicional de cinco trabajadores con

voz y voto en las comisiones del CU, y voz en el pleno del mismo (así, sumarán siete).

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La propuesta asume que aumentando el número de consejeros, aumentará la

representatividad y legitimidad de este órgano, pero este problema no se resuelve de esta

forma, sino promoviendo la participación de la comunidad en sus órganos de gobierno,

pero como esto contraviene sus intereses, de exclusión y desinformación de la

comunidad, no es considerado como una solución. Una reforma real consideraría nuevos

mecanismos de comunicación entre representante y representados, e incluiría figurascomo revocación de mandato de las autoridades que sean irresponsables. Se acotaría la

representación de las autoridades, pues dentro del Consejo únicamente deberían estar los

sectores que la conforman: académicos (en su sentido más amplio del término),

trabajadores y estudiantes.

Muchas son las aristas que se podrían discutir al respecto, como lo es la distinción, creada

por Guillermo Soberón, entre investigadores y profesores que dividió a este sector de

trabajadores académicos con el fin de dividir al movimiento sindical que buscaba crear en

los setentas un sindicato único y crear un sector susceptible de cooptar, debido a sistema

de “puntitis” que creó; o la representación de los trabajadores que serán “invitados

especiales” pero no miembros del Consejo, lo cual tiene que ver con la dirección charra

del STUNAM a cargo de Agustín Rodríguez, que prefiere pactar con el rector que luchar

por una representación real; o la figura de técnico académico que mantiene una gran

ambigüedad en cuanto a sus funciones debido a que unas veces su desempeño es

académico y otras de administrativo o combinaciones raras; entre otras; en otra ocasión

trataremos de abordarlas.

Es cierto que un grupo de consejeros bien intencionados pueden hacer la diferencia,

empero siembre serán dominados por el número de votos que tendrán en contra, de la

misma forma en que un movimiento que decida no utilizar una táctica, como lo es el

ocupar el CU u otro órgano, por un principio “ético” (por decirle de alguna forma),

favorece en la correlación de fuerzas a su adversario. Se necesita una estrategia

combinada, que el CU y otros órganos de gobierno sirvan a la comunidad, pero esto será

logrado cuando el movimiento universitario lo utilice como medio para tener un mayor

repercusión mediática y le dispute la hegemonía a las autoridades. Vivimos un momento

diferente donde las autoridades ya no lanzan reformas en paquete sino a cuenta gotas, lo

cual ha hecho muy difícil la respuesta de todos los sectores; nuevas estrategias

requerimos pero todas deben ir enfocadas a la disputa de la hegemonía y consenso

creados por las autoridades.

Otra tarea es la de construir organización estudiantil permanente que haga frente a las

estructuras profesionales de las autoridades, de las cuales se vale para construir su

hegemonía, es decir, federaciones estudiantiles. Lo que ha reinado en la praxis política de

la “izquierda” universitaria es la de concebir la política como algo ajeno a ellos, pues se

cierran en las teorías ,que han convertido en dogmas; la política no puede ser la aventura

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de un grupo, sino el medio para conseguir mejores condiciones de vida y una mejor

correlación de fuerzas.

Las autoridades han movido sus piezas, el rector Narro está a punto de reelegirse sin la

menor oposición justo como en los tiempos donde los candidatos priistas no tenían que

compartir los puestos de gobiernos para mantenerse en el poder. Nada raro que Narropertenezca a este partido, nada raro que, así como el PRI “criticó” los dos sexenios de

gobiernos panistas, lo hayan realizado Juan Ramón de la Fuente y ahora José Narro. En el

escenario de incertidumbre, desesperación y violencia donde nos han metido, “lo menos

peor” parece la respuesta obvia para algunos, mientras que para la ultraizquierda “todos

son iguales”. Sin embargo la realidad es más compleja que esto y todos los que tienen una

posición intermedia son tachados de locos por un bando y otro.

¿Qué hacer ante esto? ¿Sumarse al bloque ahora dirigido por José Narro en la defensa

externa de la UNAM omitiendo las dolosas reformas que ha aplicado? ¿Condenar a todas

las autoridades de ser enemigas y reprobar cualquier política que hagan? La respuesta no

es fácil ni se encuentra en el terreno de la teoría sino de la praxis política real; se requiere,

antes que nada, que los estudiantes ganen el consenso entre sus iguales, que generan

auto-organización que vaya más allá de las coyunturas, que su política no sea un veleta

ante el mar embravecido sino un faro, una estrella que nos guie. Que los profesores e

investigadores también salgan del control de la APAUNAM que desde su formación fue un

instrumento del priismo en la UNAM para evitar la construcción del sindicato único. Que

los investigadores ganen mayor autonomía para que no sean presionados por los sistemas

de subsueldo, que critiquen este sistema que ha demostrado acotar las capacidades de la

investigación misma. Mucho se podría decir de qué es lo que se debe hacer, pero la

realidad es que es sólo por medio de una real política de alianzas entre los sectores

progresistas, que trascienda los marcos coyunturales e intereses inmediatos, es que, almenos, se podría elevar el nivel de la oposición al bloque gobernante en la universidad.

7 de noviembre de 2011.