Los Padres y Madres ante Las Drogas. Propuestas Educativas

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    Los padres y madresante las drogas en la adolescencia:

    propuestas educativas

    AMANDO VEGA FUENTE

    Confederacin Espaola de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos

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    Introduccin

    El problema, segn el diccionario de la Real Academia, es la "cues-tin que se trata de aclarar". Pero no resulta fcil dar respuesta aesta cuestin cuando de las drogas se trata, pues caben diferentesperspectivas segn el punto de mira que sirva de referencia, dada la

    variedad de elementos que interviene en este complejo fenmeno.Por simplificar, mientras unos se fijan en las sustancias, otros cen- tran su mirada en los condicionantes sociales prximos o en losremotos, mientras que para otros, importan las personas y susnecesidades. A partir de aqu, se entiende que haya respuestas para todos los gustos, lo que de fondo lleva tambin implcitas formasdiferentes de percibir la persona y la sociedad y, en consecuencia, elfenmeno de las drogas.

    El problema de las drogas, por otra parte, como construccin social,est sujeto a cambios en los avatares de la historia, con todos los ele-mentos que la van conformando. Es interesante, en esta lnea, ver

    cmo el Plan de Accin 2005-2008 del Plan Nacional sobre Drogasindica de forma expresa:

    "La sociedad debe construir en cada momento su manera de enten-

    der el fenmeno de las drogas y debe responder a las nuevas situa-

    ciones que producen los cambios sociales, demogrficos, econmi-

    cos, etctera. Se debe mantener un debate abierto que permita

    actualizar los planteamientos y las respuestas a este fenmeno tan

    complejo y donde interactan muy diversos intereses".

    Estos intereses, muchas veces ocultos, explican que el "problemade las drogas" est cargado no slo de incoherencias y contradic-

    ciones sino tambin de injusticias, exclusiones y sufrimientos detodo tipo, por lo que surgen nuevas preguntas a las que no resultafcil responder.

    Si se prohbe la industria de la droga, industria asesina, por qu

    no se prohbe la industria de armamentos, que es la ms asesina

    de todas?

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    Autora:Amando Vega

    Coordinan :Lola Abell Planas,Olga Patio Doval,Pablo Gortzar Daz

    Edita:CEAPAPuerta del Sol, 4 6 A28013 Madrid

    Primeraedicin:Diciembre 2006

    DepsitoLegal:Maquetacin :Gregorio Chacn

    Imprime:ROELMA, S.L.L.

    JUNTADIRECTIVADECEAPALola Abell, Mercedes Daz, Encarna Salvador, Antonio Soto,Jos Antonio Puerta, M Isabel Marteles, Isaac Morn,Fernando Martn, Domingo Monzn, Juan Antonio Vilches,Fernando Vlez, Jess Fernndez, Jos Luis Snchez, OlgaPatio, Jos Luis Pazos, Gins Martnez, Pedro Rascn,Francisco Martnez e Isabel M Vicent

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    so ms fuerte en la etapa de la ESO. La Ley Orgnica de Educacin,aprobada el da 6 de abril de 2006, asume que la finalidad de la edu-cacin secundaria obligatoria consiste en lograr que los alumnos yalumnas adquieran los elementos bsicos de la cultura, especial-mente en sus aspectos humanstico, artstico, cientfico y tecnolgico;desarrollar y consolidar en ellos hbitos de estudio y de trabajo; pre-

    pararles para su incorporacin a estudios posteriores y para suinsercin laboral y formarles para el ejercicio de sus derechos y obli-gaciones en la vida como ciudadanos. Estos objetivos no se podrnconseguir sin dar respuestas a los retos que las drogas plantean enla adolescencia.

    Pero la escuela poco puede hacer si no dispone de los recursos nece-sarios para llevar adelante una accin educativa que responda a lasnecesidades educativas de los educandos. En este sentido, habr quesuperar discursos ampulosos sobre la funcin educativa en general,para ofrecer respuestas realistas con los recursos pertinentes queposibiliten conseguir las grandes metas de la educacin.

    Vivimos momentos de gran preocupacin por la accin educativa en elmbito mundial, al entender que nuestro futuro depende precisamentede la formacin que ofrezcamos a los nios y nias de hoy. Los proble-mas que afectan a la humanidad no son ajenos a la accin educativa.Por sta razn, la Comisin Internacional para la Educacin en el SigloXX presidida por Delors (1996) en su informe "La educacin encierraun tesoro" recuerda los pilares bsicos de la educacin: aprender aconocer, aprender a hacer, aprender a ser y aprender a convivir. Sonlas metas bsicas de la accin educativa en general y, por esta razn,los objetivos prioritarios de la educacin sobre las drogas.

    Y en este marco educativo conviene analizar las cuestiones que lasdrogas plantean a los centros educativos, sin dramatismos pero conclaridad de ideas. El fenmeno de las drogas no se puede reducir acuestiones de legalidad o ilegalidad. Hay que tener en cuenta las con-secuencias personales provocadas por el uso inadecuado de esassustancias que pueden crear dependencia, incluidas las sustanciaslegales (alcohol, tabaco y medicamentos), desde las enfermedades

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    Con qu derecho los Estados Unidos actan como policas de la

    droga en el mundo, si ese pas es el que compra ms de la mitad de

    las drogas que se producen en el mundo?

    Por qu los medios masivos de comunicacin hablan tanto de la

    droga y tan poco de sus causas?

    Por qu se condena al drogadicto y no al modo de vida que multipli-

    ca la ansiedad, la angustia, la soledad y el miedo, ni a la cultura deconsumo que induce al consuelo qumico?

    Si una enfermedad se transforma en delito, y ese delito se transfor-

    ma en negocio, es justo castigar al enfermo?(Galeano, 2000: 134-135).

    Dentro de esta lectura contextual, conviene estar alerta tambinante el consumo de la prevencin con Arif (1981: 267-269), anali-zando posibles efectos colaterales como la sustitucin de drogas, elfomento del proveedor delincuente, convertir en delincuente al usua-rio de drogas, la inhibicin de las restricciones convencionales y ladescompensacin de determinados usuarios. Se puede comprobar

    as cmo la represin de ciertas sustancias alimenta el rechazo desus consumidores, favorece que la oferta quede en manos de losdelincuentes, inhibe a la personas a la hora de intervenir entendien-do que es una cuestin policial, favorece el consumo de drogas lega-les y provoca que ciertas personas estn abocadas a la marginalidad.

    Resulta, pues, muy difcil, por no decir imposible, responder con pre-cisin a los interrogantes planteados por las drogas y su consumo,aunque no faltan "expertos", polticos y personas de a pie, que lo tie-nen muy claro y disponen de respuestas contundentes para resolverel llamado problema de las drogas. Se trata de prohibir las sustan-cias y de castigar a los consumidores para que el problema desapa-

    rezca. Pero la historia muestra que las medidas represivas no slono han resuelto el problema sino que tambin han provocadomuchos otros.

    De todas formas, la cuestin de las drogas cuestiona a las familias ya las escuelas, por lo que urge dar respuestas educativas acordescon las necesidades que se planteen, tarea que tiene un compromi-

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    madres esperamos de la escuela, se puede traducir: queremos quenuestros hijos e hijas adquieran, sobre todo, un buen curriculum yque sean competitivos, o nos preocupa ms que se formen comopersonas y como ciudadanos y ciudadanas responsables en unasociedad compleja?

    La respuesta que demos a esta cuestin marca, en cierto modo, laatencin que prestemos a retos de gran calado educativo como pue-den ser las drogas y temas asociados como la salud, la autoestima,la toma de decisiones, etc. Debemos asumir la idea de que, con laeducacin obligatoria, estamos ayudando a configurarse a un serautnomo al que hay que darle grados adecuados de autonoma paraque sepa valorar la libertad y aprenda a usarla, como recuerdaGimeno (2000:118), por lo que:

    Hay que hacer de las actividades de aprendizaje ocasiones para que

    el sujeto se exprese en lo que hace, que se pueda distinguir de los

    dems, que se constituya como individuo singular. Para ello es preci-

    so una pedagoga, un clima de aprendizaje y unas instituciones quetoleren y estimulen la individualidad."

    1.- Adolescentes: entre la independenciay la busqueda de identidad

    La escuela es un lugar privilegiado en el que la cultura es disecciona-da, escrutada, analizada; es decir, "estudiada", recuerda Gimeno,(2000: 103). Y contina este autor: "No es el nico lugar donde esteaprendizaje reflexivo y crtico ocurre, pero s es un lugar donde puede

    hacerse para todos, a ritmos adecuados, con personas ms prepara-das y de acuerdo con las posibilidades del y de la estudiante. Creemosque sta debe ser la sntesis entre los compromisos que la escueladebe mantener con la autonoma del sujeto y con la cultura. Un equili-brio que nos har esquivar los peligros del fundamentalismo cultural(la cultura como esfera en la que quedar preso por considerarla unlegado intocable) y el academicismo de los aprendizajes superficiales".

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    fsicas hasta los problemas psquicos y las dificultades de relacincon el entorno que, en no pocas ocasiones, acaban en situaciones demarginacin, delincuencia, prostitucin, etc. Sin olvidar todos aque-llos factores sociales que posibilitan y provocan el consumo abusivocomo la produccin, comercio y trfico de las diferentes sustancias,la corrupcin poltica, la crisis econmica, el blanqueo de dinero, lasdesigualdades sociales, la manipulacin de los medios de comunica-cin, etc. Estamos ante un problema social con races profundas enla cultura, la economa y la poltica, aspectos que nunca se puedendejar de lado para comprender el abuso de las de las diferentes dro-gas en la adolescencia..

    Las drogas son mercancas que circulan en nuestra sociedad y losproblemas a ellas asociados preocupan a la ciudadana, preocupa-cin especialmente manifiesta en el caso de padres y madres conhijos e hijas adolescentes. De hecho, en los centros educativos no fal- tan sntomas relacionados con las drogas. La "movida del fin desemana", centrada para muchos y muchas jvenes en el consumo de

    alcohol y otras sustancias, constituye una manifestacin de estefenmeno de las drogas. Como lo es tambin el consumo del "porro"o del tabaco, consumo que suele empezar en esta etapa escolar,incluso a las puertas de los centros escolares. Y es aqu donde pue-den aparecer esas situaciones de riesgo que pueden envolver a laadolescencia y acabar en diferentes tipos de abuso de unas deter-minadas drogas, violencia u otras conductas problemticas.

    La meta de la enseanza obligatoria, sin embargo, no es otra que lainsercin social crtica y creativa en la sociedad actual. Y para con-seguir esta meta, la educacin es una de las respuestas a tener encuenta a la hora de prevenir los perjuicios del consumo de las dife-

    rentes drogas. Pero, antes de contemplar la accin educadora rela-cionada con las drogas, conviene plantearse el sentido que la educa-cin tiene en la sociedad actual. Es aqu donde conviene responderuna pregunta clave: "estn las escuelas para servir y reproducir sinningn tipo de critica la sociedad existente o para cuestionar el ordensocial con el fin de desarrollar y promover sus imperativos democr- ticos? (Giroux, 1997:319). Lo que aplicado a lo que los padres y

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    elementalidad, muchas veces se deja de lado: se empieza a interve-nir, a investigar, sin cuestionar los trminos del problema tal comovienen dados, es decir, a partir de los conceptos estigmatizados, delos estereotipos y de los prejuicios sobre "la droga". As, hay cantidadde investigaciones mdicofarmacolgicas, psicolgicas, socioestads-ticas o criminolgicas, algunas de las cuales pueden ser muy sofisti-cadas tcnicamente, pero que poco aportan desde el punto de vistaterico (es decir, que no explican gran cosa), si permanecen en el cr-culo cerrado de un terreno previamente acotado cuando, adems,pretenden dar explicaciones generales de la cuestin. Se puede aca-bar haciendo un discurso ideolgico-moral sobre las cualidades divi-nas del agua bendita en relacin con el agua destilada con gran tran-quilidad y encima con la autoridad de la ciencia de por medio.

    El fenmeno de las drogas es, pues, un conjunto de conceptos y deprcticas articulados de tal manera que constituyen un "fenmenosocial total", histricamente construido a travs de condicionamien-tos y procesos materiales y simblicos (econmicos, culturales, pol-

    ticos, sociales...). Lo que a su vez se convierte en "un conjunto de pro-cesos a travs de los cuales se expresan ciertos malestares ms omenos graves, que pueden tener causas diversas (as como otrasmanifestaciones), pero cuyo sntoma principal seria la organizacindel conjunto de la vida cotidiana de un individuo alrededor del consu-mo, ms bien compulsivo, de determinadas drogas" (Roman, 1999).

    El fenmeno de las drogas resulta, pues, mucho ms complejo de loque a simple vista pueda parecer, lo que ayuda a comprender ladiversidad de enfoques en su interpretacin, muchos de ellos parcia-les, cuando lo correcto es considerar todos los elementos que inter-vienen en este fenmeno..

    En este marco conviene analizar la gran variedad de usos y abusosque se dan en relacin con las diferentes sustancias que llamamosdrogas, desde consumos de tipo experimental hasta claros abusoscomo la sobredosis e incluso la dependencia de alguna sustancia.Por otra parte, existen ciertos fenmenos culturales en los que los ylas adolescentes y jvenes pueden estar inmersos.

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    Pero nuestra cultura es precisamente una cultura "adicta", dondeunas sustancias que denominamos drogas al mismo tiempo que per-miten no pocos beneficios a unos individuos, deterioran e impiden eldesarrollo personal y social de muchos otros. Y detrs de estos indi-viduos estn no pocas instituciones que "se aprovechan" de la situa-cin, mientras otras como la familia y la escuela sufren las dramti-cas consecuencias del abuso de diferentes drogas.

    Conviene conocer, por esto, el alcance del fenmeno drogas en surelacin con la ESO as como analizar las diferentes posibilidades deactuacin educativa en esta etapa educativa, dentro y fuera de laescuela. Si no se conoce la "realidad" del problema, difcilmente sepueden desarrollar medidas educativas que tengan sentido y contri-buyan al desarrollo de escuelas "saludables".

    "La droga", como seala Roman (1999), constituye un metalenguajea travs del que se han expresado y se intentan comunicar de mane-ra contundente, a partir de lo vivido personal y desde los niveles exis-

    tenciales ms individuales hasta los ms macro-grupales, aspectosmuy complejos, contradictorios y conflictivos relacionados con las pro-fundas transformaciones de todo tipo que viven nuestras sociedades. Y en unas sociedades tan heterogneas como stas, el reconoci-miento de aquello que se da por sentado, de aquello que se enmasca-ra bajo determinadas palabras, quizs permita explicarnos mejor,tanto las obviedades de la vida cotidiana como aquellos otros aspec-tos que se nos aparecen como ms extraos al discurrir de la misma.

    El nivel cultural (las simbolizaciones, los lenguajes, los discursos...), con-tina este mismo autor, no se puede entender si, a su vez, no se explo-ra qu tipo de articulacin se da entre ste y la organizacin social, la

    economa o la poltica. A partir de aqu se puede explicar (aunque seaprovisionalmente) la dinmica de la vida social, ya sea a escala gene-ral, ya en sus expresiones ms individuales de la vida de los sujetos.

    Desde esta perspectiva, superar estereotipos es la primera tarea arealizar por cualquier persona interesada por la accin educativa. Eneste sentido, este autor recuerda una cuestin, que a pesar de su

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    Estos autores identifican algunas de las caractersticas y necesida-des clave de los y las preadolescentes:

    Adaptarse a profundos cambios fsicos, intelectuales, socialesy emocionales.Desarrollar un concepto positivo de s mismos.Experimentar y crecer hasta conseguir su independencia.Desarrollar un concepto de identidad y de valores personales y

    sociales.Experimentar la aceptacin social, la identificacin y el afecto

    entre sus iguales de ambos sexos.Desarrollar enfoques positivos con respecto a la sexualidad,

    que incluyan y valoren la consideracin, el placer, la emocin yel deseo en el contexto de unas relaciones cariosas y respon-sables.Ser plenamente conscientes del mundo social y poltico que les

    rodea, as como de su habilidad para afrontarlo y de su capaci-dad para responder de forma constructiva al mismo.

    Establecer relaciones con adultos, en las que puedan tenerlugar dichos procesos de crecimiento.

    Ante esta compleja situacin en la que se entrelazan adolescencia ydrogas, aparece una tremenda ambigedad tanto de anlisis comode respuesta en la sociedad actual. Parece como si la sociedad estu-viera paralizada ante un fenmeno que si, por una parte, crea gravesproblemas a la misma, por otra, aporta no pocos beneficios de todotipo a los que no se quiere renunciar. Estas contradicciones socialesson las contradicciones que tienen la familia, la escuela o la adminis-tracin, que los y las adolescentes no dejan de percibir.

    Los padres y madres, no podemos, pues, permanecer al margen deeste fenmeno, que afecta de forma intensa a no pocos adolescen- tes. Sucede que a veces preferimos esconder la cabeza como elavestruz y, despus, cuando el problema se destapa, nos echamos lamano a la cabeza sin entender lo sucedido, incluso negndolo. Peroah estn los estudios que muestran la implicacin de los y las ado-lescentes en este tipo de conductas, sin que nadie pueda asegurar

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    El fenmeno del fin de semana asociado al consumo de alcohol y deotras sustancias no surge por generacin espontnea. Los cambiossociales y culturales de los aos 80, han provocado que la juventudhaya sido socializada en la cultura del fin de semana, cultura que hasido perfectamente utilizada en su beneficio por el marketing del alco-hol. Para Comas (1996), la comprensin ser completa cuando sea-mos capaces de integrar en el modelo, el proceso de mundializacin,la reestructuracin de los mercados y la divisin internacional del tra-bajo, procesos de los que forma parte la irrupcin histrica del fin desemana y la conformacin del mercado internacional del alcohol.Gran parte de la juventud ha sustituido las drogas por el alcohol, quetiene mejor imagen, al mismo tiempo, que su consumo no preocupa-ra tanto a educadores, educadoras, padres y madres.

    No podemos quedarnos encasillados en el consumo de las drogas,como si esta fuera la cuestin bsica. Las drogas no son el proble-ma, sino las consecuencias negativas que su consumo puede aca-rrear no slo por la sustancia, sino tambin por las caractersticas

    del sujeto consumidor y los condicionantes sociales. Importa, poresto, conocer el significado que el consumo tiene en el caso de los ylas adolescentes, movidos en unos casos por la curiosidad y el deseode nuevas experiencias y, en otros, por la presin del grupo y la ten-tacin de lo prohibido. Detrs de estos "motivos", sin embargo, seoculta un profundo malestar de una adolescencia incomprendidacuando no considerada peligrosa en una sociedad obsesionada porel orden y la seguridad ciudadana, y, al mismo tiempo, presionada alconsumo de unas determinadas sustancias..

    Hargreaves y otros (1998: 37) recuerdan que los y las preadoles-centes han terminado por verse atrapados en los cuernos de un dile-

    ma, por un lado, su necesidad de independencia, y por el otro, sunecesidad de seguridad. Las exigencias de los y las preadolescentesson complejas, cruciales y desafiantes para todos aquellos a quienesha sido encomendada la onerosa marca de satisfacerlas. El desafoconsiste en dar respuesta a sus necesidades personales sociales yde desarrollo, y en establecer las aplicaciones que tienen para ellos yellas sus experiencias educativas como futura ciudadana adulta.

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    consumo de alcohol y otras drogas, inicio precoz de relaciones sexua-les y escaso uso de anticonceptivos.

    2.- Los educadores:entre el miedo y la desesperanza

    Aunque la responsabilidad de esta situacin no se puede poner ni-camente en el profesorado o/y en los padres y madres, tampoco sepuede obviar la gran responsabilidad que a unos y otros compete. Almismo tiempo, padres y madres somos los mas interesados, pues lafamilia juega un papel clave en todas las cuestiones de salud. Pero noslo en lo referente al propio hogar, sino tambin de lo que sucedeen la escuela y en el propio medio.

    "Creo que las escuelas son las instituciones principales para educar

    a los alumnos para la vida pblica. Ms concretamente, creo que las

    escuelas deberan servir para proporcionar a los estudiantes el cono-cimiento, el carcter y la visin moral que edifique el coraje cvico"

    (Giroux, 1997: 319).

    Los centros educativos, sin embargo, no acaban de asumir su res-ponsabilidad en el tema como tampoco lo hace la familia. La existen-cia de abundantes datos sobre los efectos negativos de las diferen-tes drogas, en especial, del alcohol, en los y las adolescentes y jve-nes, no parece haber provocado en los educadores una plena con-ciencia sobre la gravedad de esta problemtica. Mitos relativos a labondad del alcohol como estimulante, recurso de comunicacin eincluso como medicamento, se mantienen todava en la familia, en la

    escuela y en toda la sociedad con el pleno apoyo de la publicidad y elmarketing. Y este mensaje se transmite a la infancia, adolescencia yjuventud con palabras y con hechos, sin plantearse problema algunoante las posibles consecuencias de esta droga.

    El estudio de EDIS (1997) muestra la posicin ambivalente e inclusoparadjica de padres y madres ante el consumo de alcohol en la juven-

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    que nuestros hijos o hijas queden libres de estas conductas pro-blemticas en el futuro.

    En una sociedad "alcoholizada", resulta fcil entender que tambin losy las escolares lleguen al consumo y al abuso del alcohol, como con-firman no pocos estudios (Elzo y otros, 1996) y que este consumo seproduzca, sobre todo, durante el fin de semana en lugares pblicos(bares, discoteca, calle.) en tiempos de ocio plenamente controladospor el consumo. Se comprende tambin que este consumo y abuso,aparezca en poblacin cada vez ms joven.

    En una sociedad agresiva, no extraa que los y las adolescentesrecurran tambin a la violencia como recurso para expresar sumalestar, resolver sus conflictos de relacin personal o para llamarla atencin a una sociedad que los excluye, a veces con resultadosdramticos, como muestran los medios de comunicacin con ciertafrecuencia.

    En una sociedad excluyente, se comprende que los y las adolescen-tes manifiesten el rechazo y la intolerancia hacia otras personas. Side ellos dependiera, un 31% de los encuestados echara de Espaaa los gitanos, un 26% a los moros, rabes y turcos y un 13% a losjudos (El Mundo, 15 de marzo de 1998). As lo refleja una encuestarealizada entre 43.816 escolares de 13 a 19 aos de 21 pases,entre los que se encuentran 5.168 espaoles, por la UniversidadComplutense de Madrid.

    En una sociedad "erotizada", donde el sexo se utiliza para vender cual-quier producto, se entiende que tambin los y las adolescentes recu-rran a l como un recurso de libertad, juego, afecto, comunicacin...

    en un complejo revuelto donde siempre pierden los ms dbiles. Es loque muestra Domnguez (1996), en su tesis sobre los hijos e hijas demadres adolescentes. Las caractersticas familiares de las adoles-centes embarazadas son: pertenecer a un nivel cultural, econmicoy social deficiente. Las caractersticas personales, que constituyen unperfil de riesgo de embarazo y que cumplen el 83,5% de ellas son:ser solteras, abandono de los estudios, carecer de ocupacin, mayor

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    hace casi tres siglos"). Pero uno lee y se lleva la sorpresa ya que sonms que embajadores: "todos son pedagogos del vino"...toda la fami-lia cultiva la misma religin del vino aliado a la investigacin y al pro-greso que resume M. Torres: "El vino es cultura, es una manera deser, de vivir como mediterrneos. Se ha demostrado ya que bebido

    moderadamente, y siendo de calidad, el vino protege contra las enfer-

    medades cardiovasculares. Y otras investigaciones anularn los efec-

    tos actuales de los taninos y materias colorantes del vino, que harn

    que se recomiende beberlo como preventivo contra el cncer".

    La familia aparece inquieta por "ciertas extravagancias o, mejor,inculturas, propias del armatoste que es el aparato legislativo de losvino en Espaa y en otros pases europeos... su obsesin es una libe-ralizacin del sector " para adaptarnos cuanto antes a las perspecti-vas de un economa que se globaliza irremediablemente". Y senten-cia el articulista para terminar : 'En Espaa, filosofa y vinos. EnAmrica y en el mundo, los negocios'.

    Esta familia, como puede constatarse, tiene una posicin clara: elalcohol es para ella un negocio. Y por esta razn no quieren limita-ciones de ningn tipo para su negocio, amparados en la globalizacin,por supuesto, econmica.

    Pero esta globalizacin no creo que sea la de la mayora de lospadres y madres, que vemos cmo otra globalizacin cargada de pro-blemas relacionados con el alcohol pueden afectarnos, cuando noestn presentes ya en nuestros hogares o en nuestro entorno.Conviene recordar aqu el "intensivo marketing de bebidas alcohli-cas" apoyado en factores como la urbanizacin y la industrializacin,la emigracin y los cambios en la estructura familiar, el mayor mer-

    cado internacional, el creciente poder de compra y la reduccin realdel precio del alcohol y la sobreproduccin de vino, factores que siem-pre habr que tener en cuenta para entender la compleja problem-tica del abuso del alcohol entre la poblacin adulta y entre la pobla-cin ms joven as como sus creencias en torno a la problemtica delalcohol, aspectos que tambin hay que tener en cuenta al consideraral abuso de otras sustancias.

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    tud. As, mientras para el 83,4% de los padres y madres consultados,el abuso de alcohol afecta a bastante o a muchos jvenes, un 80,9%cree que el uso abusivo de esta sustancia es un hecho bastante o muygrave, y un 15% de sus propios hijos e hijas (entre 12 y 14 aos) esthaciendo un uso abusivo del alcohol, la cultura alcohlica est plena-mente integrada en los hbitos familiares (en el 67% de los hogaresse consume), al mismo tiempo que creen (63,8%) que el alcohol tienealgn tipo de beneficio de carcter orgnico, psicolgico o social.

    Los padres y las madres parecen conscientes, de todas formas, dela influencia de la publicidad, que un 82,6% consideran excesiva, almismo tiempo que son conscientes (30-60%) de que esta publicidadaparece en espacios y actividades que afectan a la infancia y a la juventud (lugares de deporte, programas de msica, publicacionesjuveniles, prendas de jvenes). Como tambin denuncian el fomentode estereotipos sexistas, falsa sensacin de seguridad o de valor,exceso de competitividad, superficialidad en las relaciones e irres-ponsabilidad, elementos a tener en cuenta tambin en la educacin

    sobre las drogas..

    De todas formas, no somos conscientes del peso de la cultura adic-ta en que vivimos, donde la pastilla aparece como la solucin mgicaa todo tipo de problemas personales, familiares, sociales.Precisamente, la publicidad constituye la manifestacin ms externay vistosa de un fenmeno complejo donde se entremezclan grandesintereses polticos y econmicos, sin olvidar los culturales. El consu-mo de diferentes sustancias entre la adolescencia constituye unamanifestacin ms del gran negocio de las drogas.

    El alcohol puede servir de ejemplo para comprender esta situacin. Los

    que saben de transversalidad prctica son las empresas de bebidasalcohlicas. Hasta los grandes productores aparecen ya en los medioscomo los "pedagogos del vino". Y la verdad es que lo hacen muy bien.

    En el Pas Semanal del 24 de Agosto (Fidalgo, 1997: 94-97) apare-ce un artculo sobre los avatares de la familia "Los Torres, embaja-dores del vino" ("por sus venas y sus viedos circula el vino desde

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    dentro de los contenidos transversales (en el 84,61% de los centros)y dentro de las tutoras. Son menos los centros que tambin desarro-llan los temas a travs de cursos y charlas puntuales (50% de los cen-tros). Sin embargo, la mayora de los centros no cuentan con una pro-gramacin planificada y sistematizada a este respecto, y por lo tanto noexiste una programacin de recursos, metodologa y medios paradesarrollar los temas de Educacin de la Salud. En un 76,92% de loscentros existe orientador, siendo ste quien se encarga de coordinar ypreparar los recursos y temas a tocar en la accin tutorial.

    La demanda de actuacin en prevencin de drogodependencias espalpable en la mayora de los centros, aunque es el personal docen-te quien tiene mayor inquietud en desarrollar estos temas dentro delcentro (en un 88,46% de los centros el profesorado manifiesta estapreocupacin). La demanda manifestada por parte de los padres ymadres es menor (slo es recogida en un 42,30% de los centros),aunque se supone que es mucho mayor la demanda no recogida. Lademanda manifestada por el alumnado es recogida en una mayor

    proporcin, expresada directamente en el 50% de los centros. Noobstante en todos los centros, aunque los y las estudiantes no tomenla iniciativa de manifestar sus necesidades respecto a estos temas,los acogen positivamente y de forma participativa cuando se les pro-pone en las tutoras.

    Los temas que en materia de salud se plantean mayoritariamente enlos centros para ser tratados desde los contenidos transversales son:

    Higiene y salud fsica: en un 30,77% de los centros.Alimentacin, nutricin y trastornos alimenticios: en un

    42,30% de los centros

    Sexualidad: en un 38,46% de los centrosPrevencin del SIDA: en un 26,92% de los centrosTabaco y alcohol: en un 30,77% de los centrosDrogodependencias: en un 26,92% de los centros.

    En cuanto al conocimiento, por parte de los centros, de los recursos yservicios existentes en el mbito municipal y comunitario, en la totali-

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    De todas formas, los padres y madres manifiestan criterios claros deaccin, segn las conclusiones del estudio de EDIS (1997). Hay quedesactivar los factores de riesgo, reforzando los factores de protec-cin. El abuso de alcohol es menor cuando el ocio es ms construc-tivo y participativo, cuando hay cierto control del dinero disponible yde las horas de llegar a casa, cuando el rendimiento escolar esbueno o no se est en paro, cuando los padres y madres dedicantiempo suficiente a dialogar con los hijos e hijas, cuando no hay con-flictos en la familia y cuando la edad de inicio en el consumo en elhogar es ms tarda.

    Entre las actuaciones a poner en marcha estn las propias de la fami-lia y la escuela, sin olvidar la "lucha contra la oferta de diversionesalcohlicas", el control efectivo de la venta de alcohol a menores, lamayor oferta de empleo juvenil, ayudas a las familias modestas, aseso-ramiento y apoyo a las familias con problemas de paro, econmicas, derelacin, de alcohol, etc. Porque, sin duda, "nos encontramos en unmomento crtico para agudizar la actual situacin de fractura, ponien-

    do a la opinin publica ante su propia cultura y conducta alcohlica, ayu-dando e informando a todos los. que quieran actuar en este campo, ypresionando a las instituciones para que adopten una actitud y unaactuacin enrgica y decidida ante este grave problema social".

    Pero, qu se est haciendo en los centros? Aunque resulta muy dif-cil valorar la prctica educativa actual, sobre todo, por falta de estu-dios en el tema, no faltan datos que, al mismo tiempo, que aportanunos datos, cuestionan el compromiso educativo. Las conclusionesde un estudio realizado en Vitoria (Denon Eskola, 1998) con entre-vistas en los 26 centros de ESO aportan datos de inters:

    Aunque la mayora de los centros visitados tienen el ProyectoEducativo de Centro elaborado, o estn elaborndolo, siendo unaminora los centros que no lo han elaborado, en ninguno de ellos serecoge mencin alguna a la prevencin de drogodependencias.

    En la mayora de los centros, la Educacin de la Salud en general ascomo la prevencin de drogodependencias en particular se contempla

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    Slo el 24.8% de las actuaciones de prevencin, en alcohol ydrogas, en clase ha sido realizadas en el contexto de un pro-yecto de centro. El resto de las actividades, o bien se hicieroncon apoyo de agentes externos (5.1%) o bien fueron autosu-gestionadas en diversa forma (70.1%). Las actividades en elmarco de un proyecto de centro aumentan porcentualmenteen el nivel de enseanza primaria y, sobre todo, se ven positi-vamente afectadas cuando las actividades las realizan educa-dores formados previamente en prevencin (30.0%). Tambinestos educadores y educadoras formados acuden con ms fre-cuencia a la colaboracin de agentes externos (8, 6%).

    Y los padres y madres, qu hacemos? No hay estudios que mues- tren las tareas educativas que desarrollan los padres y madrescomo asociaciones tanto en la escuela como fuera de ella. Peroseguro que no faltan experiencias de actuacin ricas, que con- vendra conocer. De todas formas, el hecho de que dominen lasactuaciones puntuales en la accin educativa relacionada con las

    drogas, muestra que la comunidad educativa en su conjunto noacaba de asumir su compromiso, lo que significa que los padres ymadres tampoco hemos asumido nuestra responsabilidad en loscentros en relacin con las drogas. En lneas generales, parece quelos padres y madres no tomamos iniciativa alguna a la hora de llevaradelante una educacin coherente sobre drogas en los centros,ms all de organizar actividades puntuales o colaborar en la apli-cacin de ciertos programas.

    3.- La comunidad educativa como marco

    de accin ante las drogasSi nadie entiende que la educacin escolar en general se pueda llevara cabo a travs de campaas, sino que hace falta una poltica decidi-da apoyada en complejos planes adoptados con recursos materialesy humanos, en cambio, en la educacin sobre drogas de la infancia yadolescencia, no acaban de asumirse estos planteamientos dentro

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    dad de ellos se conocen estos servicios, aunque en la mayora de loscasos no se suelen utilizar. Slo uno de cada seis centros ha utilizadoestos servicios, o bien han participado en campaas dirigidas desdeestas instituciones, aunque manifiestan que la informacin remitidadesde estos servicios es abundante. Todos los centros mantienenrelacin con los servicios de asesoramiento psicopedaggico(COP) ascomo todos ellos utilizan el material remitido desde el Centro deOrientacin al profesorado, siendo comn recurrir a ste ante la nece-sidad de cualquier necesidad de material y documentacin.

    A la hora de valorar la creacin de una Comisin de la Salud dentrodel Consejo escolar, la opinin vara considerablemente: un 30,77%de los centros estn de acuerdo con su formacin; un 34,6% de loscentros consideran que sera positiva pero pondran ciertas condi-ciones a su creacin, para lograr que sta sea operativa y funcional.nicamente un 34,6% de los centros se manifiestan contrarios a suformacin, bien porque no la consideran necesaria, bien porque noven que sea operativa dentro del Consejo Escolar, organismo excesi-

    vamente formal en su opinin.

    El estudio sobre los docentes espaoles (Megas y otros, 1999) apor- ta nuevos datos para comprender lo que sucede en los centros.Como aspectos ms significativos en relacin con nuestro trabajorecoger aspectos relacionados con la prctica educativa en rela-cin con las drogas:

    El 68.8% del profesorado espaol ha abordado de algunaforma el tema de prevencin de alcohol y drogas en su clase, sibien tres cuartas partes de los mismos slo lo han hecho deuna forma puntual. En cuanto a la educacin para la salud, es

    un 80.7% el profesorado que la ha abordado y, de entre ellos,el 37.5%, de una manera sistemtica.

    Los perfiles del profesorado que trabaja en su aula la educacin parala salud se correlacionan de una forma ms intensa con mujeres, tra-bajadoras de enseanza primaria, en colegios del sector privado. Eltema de alcohol y otras drogas se aborda ms en secundaria.

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    Existen grandes posibilidades de colaboracin tanto dentro comofuera de los tiempos y los recintos escolares que no se pueden olvi-dar. En una escuela abierta y comprometida con la comunidad, todoes relativo, flexible, con tal de que los objetivos educativos se tenganen cuenta, sin evadir responsabilidades profesionales. Con una buenaconjuncin de servicios escolares y extraescolares ser ms fcilofrecer respuestas educativas adecuadas a las diferentes necesida-

    des dentro de un programa conjunto de prevencin y asistencia acualquier problema que el alumnado pueda presentar.

    Para los casos ms complejos y difciles, los centros educativos dis-pondrn del Proyecto Educativo Individualizado. Este Proyecto se con-cretar en programas individuales especficos que respondan anecesidades especficas. Se trata, con el programa educativo indivi-dualizado, de saber qu es lo que se precisa para concretar los obje-tivos a alcanzar as como las estrategias de accin a poner en mar-cha para conseguir el desarrollo integral ptimo de los estudiantes.Es un "sistema de tratamiento integrado" en el que estn coordina-

    dos todos los servicios disponibles.

    Y si este proyecto individualizado ha de estar integrado en el proyec-to educativo del centro, el proyecto de centro ha de estar integrado,siempre que sea posible, en programas comunitarios. Pues con laaccin comunitaria no slo se refuerzan los estilos de vida sanos sinoque tambin se puede ejercer mayor presin sobre la sociedad paraatacar aquellos factores que estimulan el consumo de las diferentesdrogas, como puede ser la publicidad, la inadecuada reglamentacinmunicipal sobre el tema, etc.

    En esta lnea, se pueden sealar, en sntesis apretada, tareas bsicas

    que corresponden a la comunidad educativa y, por consiguiente, a lospadres y madres y profesorado como equipo educador:

    conocer en profundidad la extensin y caractersticas del con-sumo de alcohol u otras drogas,disponer de un proyecto educativo que integre la problemtica

    de las drogas en todos sus niveles con respuestas adecuadas

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    del sistema educativo y surgen no pocas dificultades a la hora deponer en marcha y desarrollar de forma continua una accin educa-tiva conjuntada, como ya hemos sealado.

    Hay que tomar conciencia, por otra parte, no slo de las cambiossociales en torno al fenmeno de las drogas sino tambin de los"momentos crticos" que pueden aparecer a lo largo del proceso edu-

    cativo, como puede ser, en este momento, la transicin a la educa-cin secundaria, que puede exigir, no slo medidas de largo alcance(desactivar prcticas selectivas, superar "castas" profesionales...)sino tambin atender a las culturas juveniles y asistir al alumnado enzonas de riesgo (Gimeno, 1996).

    No extraa, pues, que la llamada "educacin sobre las drogas" seauna asignatura no fcil en la escuela, que el profesorado muestrecierto desencanto ante el tema, que los padres y madres valorencada vez menos la educacin para la salud en las escuelas y quemuchos nios, nias y adolescentes estn desprovistos de recursos

    que les permitan actuar de forma sana ante la constante oferta dediferentes drogas.

    Aqu habr que recordar la variedad de situaciones con las que laescuela se tiene que enfrentar, como puede ser la problemtica delos hijos e hijas de alcohlicos o la de adolescentes ya implicados enel abuso del alcohol u otras drogas. Esta respuesta educativa, pre-ventiva y teraputica al mismo tiempo, debe conjuntar el esfuerzo depadres y madres, educadores y profesionales de los servicios deapoyo que puedan existir en la propia comunidad: desde de los servi-cios de atencin primaria y servicios especializados hasta las asocia-ciones y organizaciones de voluntariado. Porque la actuacin del edu-

    cador slo tendr sentido y eficacia si est integrada en el ProyectoEducativo de Centro. En este proyecto, a partir de un conocimientode la realidad problemtica relacionada con las drogas en el propiomedio, se articularn estrategias y programas de actuacin en res-puesta a las necesidades existentes y de acuerdo siempre con ladinmica didctica y organizativa de cada centro.

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    do de responsabilidad individual, familiar y social en relacin con lasalud, que posibilita el pleno desarrollo fsico, psquico y social de los y las educandos, que favorece buenas relaciones entre todos losmiembros de la comunidad educativa y de sta con su entorno.Porque, en definitiva, se trata de volver a recuperar los grandes plan-teamientos y metas de la educacin de cara al pleno desarrollo de lapersona.

    De ah la necesidad de superar las ataduras del proyecto curriculary proyecto educativo de centro, que son medios para mejorar la prc- tica educativa, introducir en los centros una verdadera cultura dereflexin, definir una poltica y tica de valores educativos y asumir elpapel investigador del profesorado para conocer la realidad y dar lasrespuestas que convengan (Bonal, 1996).

    Porque, como recuerda Comas (1998), actuar en prevencin signifi-ca "asumir que se forma parte de un proceso de bsqueda, de cons-truccin de una teora y de una explicacin que aun no poseemos". Y

    recalca: "aquellos que exigen slo recursos prcticos, definicionesformales sobre lo que deben hacer, y siente desazn y vrtigo ante lareflexin que se les solicita deberan abstenerse de participar en pro-gramas de prevencin en drogodependencias".

    4.- Hacia un proyecto educativocomprometido

    El proyecto moderno de educacin parte de una cierta, aunque noexclusiva ni excluyente, especializacin de las escuelas en la funcin

    de penetrar y de mostrar reflexiva y crticamente el mundo, lo que hasido, cmo ha sido interpretado y cmo fue sentido, seala Gimeno(2000:103-105: ), tarea en la que tambin padres y madres esta-mos comprometidos. Esta misin la desarrolla, recuerda este mismoautor, gracias a la utilizacin de diferentes frmulas de comunicacinque actan de manera independiente o, ms frecuentemente, entre-lazadas unas con otras:

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    a las necesidades existentes entre la poblacin escolar, pre-ventivas, teraputicas o de reinsercin social.colaborar con los servicios de la propia comunidad de forma

    que la intervencin educativa escolar est integrada dentro delos esfuerzos de la comunidad tanto preventivos como terapu- ticos, con la conviccin de que los programas comunitariosofrecen mayores garantas de eficacia educativa.informar y asesorar a padres y madres y alumnado con pro-

    blemas de drogas,derivar los casos problemticos hacia los servicios adecuados,

    sin perder el contacto con estos individuos y colaborando siem-pre en la intervencin educativa propuesta,participar en las actividades de promocin de la salud dentro

    de la propia comunidad.coordinarse con las entidades pblicas y privadas de la comu-

    nidad para una mejor explotacin de los recursos preventivos yteraputicos de la comunidad,estimular y apoyar a padres y madres y alumnado para que se

    impliquen en actividades, servicios, asociaciones, programas,etc. orientadas a dar respuestas a los problemas de las drogas.

    Para llevar adelante esta tarea, tanto padres y madres como profe-sorado tenemos que ser conscientes de que la escuela tiene muchoscompetidores que antes no existan en cuestiones relativas a lasalud. En este sentido, destaca la influencia de los medios de comu-nicacin social, sobre todo de la TV, que promocionan unas formasde vida no precisamente saludables. Por otra parte, existe una "cul-tura juvenil", sobre todo en los fines de semana, muy ligadas al con-sumo de unas determinadas drogas, no dejan de afectar a nuestroshijos e hijas.

    A partir de aqu se comprende que la accin educativa relacionadacon las drogas ser compartida e interdisciplinar al mismo tiempoque potenciar la dimensin intercultural de la educacin. Desdeesta perspectiva, el marco ideal para la prevencin y el tratamientodel abuso de las drogas en centros educativos no es otro que el dela promocin de la salud, un marco de accin que desarrolla el senti-

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    conjunto de variables que intervienen en su elaboracin propiamentedicha como en la valoracin y revisin del mismo.

    Tiene que ser un proyecto participativo, apoyado en un profundo com-promiso de toda la comunidad educativa, ya que exige organizar,organizarse y evaluar, repartir responsabilidades, desarrollar com-petencias, reconocer y sentirse reconocido, motivar, informar y ser

    informado. Slo en este "clima participativo" existe la posibilidad devaloraciones adecuadas de los elementos que intervienen en el pro-yecto del centro para el compromiso educativo de toda la comunidad.No insisto sobre los aspectos a tener en cuenta en la planificacin delProyecto Educativo de centro, ya que existe abundante literaturasobre el tema (Vega, 1993).

    Las ventajas del planteamiento compartido entre todos los miem-bros de la comunidad educativa se pueden concretar en los aspectossiguientes:

    multiplica la eficacia al insistir educadores, padres y madresen las mismas ideas, actitudes y objetivos en relacin con lasdrogas,posibilita resaltar lo que es importante y dejar al margen lo

    secundario, sin incoherencias y contradicciones que resten efi-cacia a la tarea educativa,ayuda a eliminar errores, dramatismos no justificados, omisio-

    nes de aspectos importantes,permite que padres, madres y profesorado aprendamos unos

    de otros, compartamos experiencias, intercambiemos ideas ymateriales, nos apoyemos mutuamente..

    Tras el anlisis y discusin de las principales variables que intervienenen el Proyecto, se dispondr de un conocimiento de la realidad queposibilitar desarrollar la planificacin del mismo. A partir de aqu sepodr:

    Identificar las necesidades existentes as como los aspectospositivos del centro,

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    "La comunicacin interpersonal directa de experiencias, viven-cias y visiones personales, por medio de la narracin oral y deldilogo; tan til en el medio escolar como lo es fuera de l".

    "El contacto directo con la realidad natural, social y con los obje- tos creados es otra posibilidad de aprender cultura, la cualest presente en edificios, obras u objetos hechos por el hom-

    bre y en las realidades naturales modificadas por l".

    "La lecto-escritura, medio educativo por antonomasia para latransmisin de la cultura elaborada y codificada, que abre enor-memente la comunicacin en el tiempo, en el espacio y encuanto a la variedad de contenidos disponibles".

    Esta frmulas tambin se utilizan de forma contnua en el mbitofamiliar, sin que en muchas ocasiones tomemos conciencia deellas, y en no pocas ocasiones sirven para transmitir a nuestroshijos esa "cultura de drogas" a la que pertenecemos, que se pue-

    den manifestar, por ejemplo, en el recurso fcil a la "pastilla" parasolucionar cualquier malestar o no entender una celebracin o fies- ta sin el consumo de alcohol. En este sentido, a los padres ymadres tambin nos corresponde "penetrar y mostrar de formareflexiva y crtica el mundo" en el que vivimos tanto en la comuni-cacin interpersonal como en el contacto con el entorno, donde lasdrogas, esas sustancias que provocan dependencias, estn siem-pre presentes.

    El Proyecto Educativo de Centro, en esta perspectiva, no es ms nimenos que el compromiso de cada centro en respuesta a las nece-sidades de la propia comunidad educativa, concretado en un docu-

    mento en el que se asumen valores, se recogen objetivos, se repar-ten responsabilidades y se arbitran los medios para hacer educacin,en un trabajo conjunto de profesorado, padres y madres y alumnado.En este sentido, no es un proyecto mosaico(suma de diferentes pro- yectos) ni un proyecto impuesto ni un proyecto sin programacin.Elaborar un Proyecto Educativo, en este sentido, resulta una tareacompleja que exige tiempo y dedicacin, ya que tiene en cuenta el

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    escuela no puede seguir encerrada en s misma y, menos, ante unaproblemtica social como es la de las drogas con todos los elemen-tos asociados.

    Porque no se trata de hacer cosas, simplemente para calmar laangustia de los padres y madres, del profesorado o de la sociedad.Se trata de educar, es decir, de ofrecer ese conjunto de recursos

    que permitan a las personas tomar decisiones sanas ante unas sus-tancias que pueden crear dependencia. Y, en este sentido, corres-ponde a la comunidad educativa no slo analizar el problema de dro-gas sino integrar las respuestas ms adecuadas dentro de su pro-yecto educativo.

    No basta con la transmisin de informacin sobre las drogas y susefectos, pues de lo contrario se da a los conocimientos un valor"mgico", "una fuerza tal, una importancia tal que el "depositarlos" enlos educandos su fuerza opera en ellos el cambio esperado" (Freire,1994). Pero tampoco es suficiente una formacin "tcnica", que se

    concreta en la oferta de unas habilidades especficas relacionadascon situaciones prximas al consumo de drogas, si olvidamos la rea-lidad personal y social de los individuos.

    Desde una perspectiva crtica, la educacin sobre las drogas requiereque los valores educativos se recuperen y analicen crticamente en elcontexto y el momento presente, sin perder de vista la perspectivasocial e histrica. Pues no puede existir accin educativa sobre lasdrogas, sin recuperar los grandes planteamientos y metas de la edu-cacin, orientada al pleno desarrollo de la persona dentro de la socie-dad a la que pertenece. Y aqu necesitamos la esperanza crtica,"como el pez necesita el agua", pero a su vez "la esperanza necesita

    de la prctica para volverse historia concreta" (Freire, 1993).

    Una buena conjuncin de actuaciones en el medio escolar y en el sis-tema educativo en general, permite avanzar hacia una mejor educa-cin sobre drogas en las escuelas. Es la escuela en su conjunto la quepuede ofrecer una accin educativa coherente ante la problemticade drogas. Por esta razn, la transversalidad de las drogas, a travs

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    Concretar los objetivos generales a conseguir con la participa-cin de toda la comunidad educativa (alumnado, profesorado,padres y madres, etc.).Perfilar las actividades educativas, especficas e inespecficas a

    llevar a cabo dentro y fuera del recinto escolar.Precisar en el tiempo las acciones educativas propuestas para

    evitar incoherencias y conseguir la mayor coordinacin posible.Establecer las funciones de todos y cada uno de los miembros

    de la comunidad educativa as como las funciones de los profe-sionales que colaboren con el centro escolar.Delimitar los recursos necesarios para llevar a cabo la tarea

    educativa propuesta en el proyecto educativo.Precisar criterios de evaluacin para los programas as como

    para todo el proyecto educativos sobre drogas en su conjunto.

    Desde una reflexin profunda sobre la problemtica existente en rela-cin con las drogas as como sobre limitaciones y recursos existen-tes, se ver "qu se puede hacer", dentro y fuera del centro escolar.

    Y siempre se pueden desarrollar actividades educativas en relacincon las diferentes drogas, en muchas ocasiones sin necesidad dehablar de ellas, con los recursos ordinarios de la escuela.

    En este mismo marco, se podrn en marcha las estrategias necesa-rias para mantener el proyecto educativo asumido, dentro de un esp-ritu de revisin continua, lo que no resulta una tarea fcil. Una vezpasado el primer entusiasmo, aparecen dificultades que puedendejar en el abandono los aspectos relacionados con las drogas o sur-gir tensiones dentro de la comunidad educativa o en la relacin conlos servicios externos a la escuela, dificultades que conviene solven- tar lo antes posible. Porque, en definitiva, se trata de conseguir el

    compromiso de todos los miembros de la comunidad educativa paraofrecer la mejor respuesta posible a las necesidades descubiertas.

    Aqu habr que considerar aspectos muchas veces olvidados comopuede ser la propia formacin del profesorado y de padres y madres,la participacin del propio alumnado o la cooperacin con los pro-gramas y servicios ya existentes en la propia comunidad o regin. La

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    de aprendizaje en el aula, que disponen de poco tiempo para cubrirlas necesidades personales de la mayora del alumnado, y que tien-den a reaccionar de forma exagerada a los problemas que presen-tan una minora (mediante sistemas de castigo, terapia o normas decomportamiento). Algunas innovaciones especficas, como la ads-cripcin de un mentor o el aprendizaje asistido por compaeros ycompaeras, pueden contrarrestar estas tendencias hasta un cier-

    to punto, pero lo que ms importa en definitiva es la atencin que elalumnado recibe en el aula y las relaciones cotidianas entre profe-sorado y estudiantes.

    Atender estas necesidades exige, segn este autor, una reestructu-racin fundamental de la vida en la escuela, que permita al profeso-rado de aula de los preadolescentes conocer y atender mejor a susestudiantes y viceversa. Eso exige un menor nmero de contactosentre profesorado y alumnado, enfoques ms interdisciplinares ybasados en el trabajo en equipo con respecto a la enseanza y elaprendizaje, mayor importancia a la figura del orientador cuya labordeber desarrollarse principalmente en el aula, y profesorado de edu-cacin especial para intensificar la integridad, la flexibilidad y losrecursos humanos de los equipos, as como una mayor participacinen las aulas de personal no estrictamente docente: profesorado enformacin inicial, adultos de la comunidad y estudiantes mayores querealicen tareas de aprendizaje asistido, para conseguir que los equi-pos sean productivos y viables. Una vez que se aprecie la necesidadde estas medidas de reestructuracin, la atencin y el apoyo ya nosern mbitos independientes y especializados, que deban ser trata-dos con soluciones especficas.

    Aunque este autor no incluye en esta tarea a los padres y madres,

    est claro que, como miembros de la comunidad educativa, constitu-yen una parte bsica en el desarrollo del proyecto educativo. Es muyposible que la falta de participacin de los padres y madres haya con-tribuido, precisamente, a que en la prctica no se cuente con ellos. Yesta es precisamente la razn para reflexionar sobre estrategias aseguir en la educacin de nuestros hijos e hijas en colaboracin conla escuela.

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    de la salud como valor y objetivo, debe estar presente en los objeti-vos e intenciones de carcter general, en las seas de identidad delcentro, en la seleccin de contenidos (conceptuales, actitudinales yprocedimentales), en la metodologa, en la programacin de actua-ciones y en la evaluacin.

    Precisamente el fracaso de la educacin sobre drogas en los centros

    educativos se debe tanto a la falta de reflexin sobre la problemticade las drogas en toda su complejidad como a la rutina en las actua-ciones educativas, ms pendientes de informar que de responder anecesidades educativas detectadas de la forma ms conveniente, sinolvidar la cesin de propia responsabilidad en manos de voluntarios,asociaciones o profesionales "especialistas".

    Si el problema de las drogas es un problema social, constituye tam-bin, por esta misma razn, un problema educativo que comprome-te de lleno a toda la comunidad educativa. Y, precisamente, desde lacomunidad educativa concreta a la que se pertenece, habr que ofre-cer las acciones educativas adecuadas en un marco de continuareflexin y pleno compromiso. Este planteamiento slo encuentracabida en un proceso innovador, que haga salir de la rutina y estimu-le el reto del cambio.

    Padres y madres y profesorado no podemos olvidar, como concluyeen su libro Hargreaves (1996) sobre el profesorado y la postmoder-nidad que "las reglas del mundo estn cambiando", por lo que "eshora de que las reglas de la enseanza y del trabajo de los docentesvaren con ellas", reflexin que lgicamente ha de extenderse a la par-ticipacin de los padres y madres.

    Una de las reformas fundamentales que necesita la educacinsecundaria es la de lograr que las escuelas se conviertan en comu-nidades que proporcionen atencin y apoyo a le gente joven, sealaeste autor. Tradicionalmente, las escuelas superiores grandes obien han descuidado estas necesidades, o bien las han canalizadohacia sistemas especializados de orientacin y atencin pastoral,que dejan intacto el sistema acadmico y las pautas prevalecientes

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    po, que el consumo de drogas legales e, incluso, de alguna ilegales,no parece manifestar mayor gravedad. Estaramos aqu ante la nece-sidad de respuestas educativas propiamente preventivas, conscien-tes de que cualquier individuo puede llegar al consumo y al abuso delas diferentes drogas.

    La comunicacin educativa sobre drogas en el marco familiar exige,

    por supuesto, la existencia de un clima de respeto y de dilogo dndecada uno pueda expresarse con libertad al mismo tiempo que "escu-cha" a los dems. Al mismo tiempo, ser necesario que los padres ymadres tengan tanto o ms informacin que los hijos e hijas en rela-cin con la problemtica de las drogas. O, al menos, que sepan adnde recurrir cuando necesiten informacin o pautas de interven-cin educativa, para as buscar la formacin adecuada.

    Los padres y madres no pueden permanecer indiferentes ante la ava-lancha de informacin que llega a su familia a travs de los medios decomunicacin social, los compaeros u otros medios. No hablar supo-ne o implica aceptar la informacin que los hijos e hijas reciben,muchas veces sin conocer su valor positivo o negativo. Los padres ymadres han de poner alerta a los hijos sobre los peligros de las dife-rentes drogas, ya desde la primera infancia, con palabras y con hechos.

    Como principios bsicos de orientacin para los padres y madres, sepueden recordar aqu, entre otros:

    ser conscientes de que ninguna familia est "inmunizada" antelos problemas de las drogas;considerar la educacin sobre drogas como hablar "con" y no "

    a" los hijos e hijas sobre la problemtica de las drogas, con

    informacin realista y objetiva;aceptar, por principio, que el consumidor de drogas no es un

    enfermo mental o un degenerado, sino una individuo con pro-blemas, dentro de una problemtica social ms amplia;participar en la propia comunidad en un compromiso por bus-

    car soluciones a los diferentes problemas sociales implicadoso relacionados con las drogas;

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    5.- Que pueden hacer los padres ymadres en el propio hogar?

    No trataremos aqu sobre la responsabilidad de la familia y de lasimplicaciones que su conducta tiene en el consumo de los hijos ehijas, al existir abundante literatura en este campo. No faltan estu-dios donde, de una forma o de otra, aparece la influencia familiar

    (Comas, 1990, Elzo, 1996, etc.) La familia constituye el primer recur-so a tener en cuenta en los programas educativos. Sin olvidar la posi-ble influencia de la familia en el consumo de las diferentes drogas,conviene resaltar aqu la importancia de su colaboracin en cualquiercompromiso preventivo o teraputico se lleve a cabo en la escuela ofuera de ella.

    Pero los padres y madres no podemos ser autnticos educadores sinuna formacin en este campo. No se trata de conseguir que lospadres y madres sepan ms que sus hijos e hijas, sino de que tenganlos conocimientos elementales, al menos, para poder establecer undilogo mnimo y dar o buscar la respuesta adecuada a cada situacindel hijo o hija. Por esta razn, urge ante todo en los padres y madresuna personalidad madura y equilibrada que d el tono y estilo adecua-do a cada informacin, coherente con actitudes y hbitos sanos.

    Aunque son muchas las situaciones que se pueden presentar, cadauna de ellas con sus propios matices, simplificar conscientementeestas diferencias para sealar dos situaciones generales, segn exis- ta o no consumo de sustancias, para aportar unos criterios bsicosque puedan servir de orientacin general. De todas formas, existenservicios pblicos y privados con personas experimentadas que pue-den orientar a padres y madres hacia los servicios adecuados segn

    las necesidades planteadas, sin olvidar documentos elaborados por lapropia CEAPA que pueden ayudarnos en esta cuestin de las drogas.

    5.1. Ante el hijo o hija no consumidor de drogas

    La abstinencia en el consumo de drogas ilegales suele ser la con-ducta ms extendida entre la poblacin infanto-juvenil, al mismo tiem-

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    reencuentro entre un padre o madre responsable y un hijo o hija dro-godependiente

    Por lo dems, los padres y madres nunca deberan dejarse llevar porel pnico cuando se les da una informacin clara y objetiva. Todos losy las jvenes no estn amenazados, pero la posibilidad de llegar a ladependencia no se puede negar cuando existe determinado consu-

    mo de ciertas sustancias.

    Cuando el hijo o hija est en tratamiento, los padres y madres debencolaborar con los profesionales que le atienden. Pero el papel de lospadres y madres no termina con la cura de desintoxicacin, ya que elabandono de la droga es muy duro y expuesto a frecuentes recadas. Eljoven intoxicado tiene necesidad, ms que nunca, del afecto y el apoyode su entorno para tomar conciencia de sus motivaciones e integrarseen la sociedad. Es una tarea difcil y dura que debe ser apoyada pormdicos, educadores, padres y madres de amigos y compaeros.

    Dentro de una postura realista y educativa, los siguientes principiospueden ayudar en el trato con el hijo o hija drogodependiente:

    No dejarse llevar del pnico: la reaccin alarmista impedir unaaccin razonable. La precipitacin y el exceso de la emocinnos llevar a grandes errores. Hay que tomarse tiempo. Qupeligro existe?. Primero tomar consejo y despus actuar.Formarse a s mismo: uno no conoce todos los hechos refe-

    rentes a las drogas, pero s debera conocer los principiosbsicos de sus efectos y la forma de tratar el tema con loshijos e hijas.Aprender a comunicarse: el amor paternal a los hijos e hijas

    debe expresarse en tiempo, inters, en conversaciones y accio-nes. Todo esto ayudar a prevenir una escalada en el problemadel abuso de la droga.Evaluar el problema: es un problema de la escuela, del grupo

    de compaeros o expresa alguna enfermedad?, envuelve ladroga un peligro particular en s o en el mtodo de uso?. cules el dao actual y futuro?.

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    aceptar que la educacin de los hijos e hijas exige tanto hechoscomo principios;valorar la importancia de ofrecer alternativas ms interesan-tes que las propias drogas tanto para prevenir como para tra-tar los problemas de drogas ya existentes;

    No olvidemos que se educa ms por lo que se hace que por lo que se

    dice. Importa tambin, en este sentido, crear un clima sano, alegre,equilibrado en el hogar que favorezca la plena expansin de los hijose hijas y una comunicacin abierta que permita plantear cualquierpreocupacin.

    5.2. De la relacin con el hijo o hija consumidor

    La situacin de los padres y madres con un hijo o hija consumidor,sobre todo si ya existe dependencia, es francamente difcil. No existeuna receta vlida para todos los casos. No es slo el drogodepen-diente quien corre peligro: sus padres y madres estn igualmenteamenazados.

    Tras el problema de las drogas se esconde una profunda problem- tica que oculta una larga evolucin. Por ello, los padres y madresdebern analizar de la forma ms objetiva posible su propia situacinfamiliar. En este sentido, el educador puede serles de una granayuda. El dilogo con otros padres y madres que viven o han vividouna situacin parecida ser tambin de mucha utilidad. Esta comuni-cacin puede canalizarse a travs de diferentes asociaciones queintentan la mutua ayuda y el intercambio de experiencias a travs deescuelas de padres y madres, grupos de autoayuda, etc.

    Al mismo tiempo, hay que mantener el dilogo con el hijo o hija. Latarea es difcil, pero posible hasta llegar a unos resultados positivos.La obra de Guilln(1979), "Ese chico que se droga es mi hijo", pre-senta la confesin de un padre enfrentado al problema de un hijodependiente de la droga. Al final, "despus de seis aos en el infier-no", el padre ha podido decir: "el hijo ha aprendido tanto del padrecomo el padre del hijo". Podemos ver en este libro cmo es posible el

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    puede llegar a dictarse una condena judicial de crcel por "delitocontra la salud pblica". Traficar da pie a una condena de un juez, yfumar un chino en la calle da lugar a una multa administrativa,recuerda Segovia (1996).

    El caso ms frecuente es que la polica ha encontrado al adolescen-te consumiendo o llevando drogas en pblico. Se inicia, entonces, un

    expediente sancionador (igual que las multas de trfico en carretera)en el cual el adolescente ha podido presentar pruebas en contra delo que afirmen los policas. Finalmente el Gobierno Civil ha resueltoimponer la multa de 300.51 Euros (infraccin administrativa). Aqulos padres y madres tendrn presente que si el chico o chica esmayor de edad, l o ella es el nico responsable de sus actos ante laley, por tanto, la multa administrativa se dirige nica y exclusivamen-te contra el hijo o hija y sus bienes.

    El o la joven no puede ser detenido por impago de una multa admi-nistrativa. Y si no tiene bienes propios ni patrimonio a su nombre noocurrir nada. Sin embargo los padres y madres pueden aprovecharesta circunstancia "estratgicamente". La ley establece que las mul-tas se dejarn sin efecto si el chaval inicia y se mantiene en un pro-grama de tratamiento. Puede ser por tanto una ocasin "estratgi-ca" no para resolver la papeleta, sino para plantear al hijo o hija lasalternativas: "que se busque la vida y pague la multa, que no la paguey asuma las consecuencias o que inicie un programa de tratamientocon la posibilidad de que se cancele la sancin".

    En el caso de multa judicial, impuesta por un juez en sentencia firme,tras un proceso penal, lo mejor es mantenerse en contacto con elabogado. El no pagar supone la conversin de la multa en arresto

    sustitutorio que se puede cumplir tanto en la crcel como en rgi-men de arresto domiciliario. Con el Nuevo Cdigo penal se puede sus-tituir la multa por trabajos en beneficio de la comunidad.

    Para obtener la libertad provisional el juez puede pedir una fianzacomo garanta antes que decida la libertad de un preso preventivo.Ese dinero se recupera en todo caso con la comparecencia a juicio y

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    Acompaar siempre al hijo o hija: esto depende del problema,pero los padres y madres deberan ser capaces siempre deacompaar al hijo con una mejor comunicacin, con la ayudaen los problemas de cada da y colaborando en el tratamiento.

    Al mismo tiempo, se debe continuar con la tarea preventiva, que seha de introducir en la conducta siguiente:

    Educar a los hijos o hijas, no slo con hechos sino tambin conprincipios.Dar buen ejemplo: Qu pasa con el tabaco, el alcohol, etc.?Tratar el problema de las relaciones entre padres y madres e

    hijos e hijas.Proporcionar alternativas interesantes y constructivas al con-

    sumo de drogas.Dar tiempo al tiempo.

    Educar, por supuesto, no es fcil ni es algo que se puede improvisarcuando surgen los problemas. La educacin de los padres y madresante el problema del hijo o hija drogodependiente implica todo sudesarrollo personal. Nadie puede dar lo que no tiene. Pero tambines verdad que nunca como hoy disponemos de medios educativospara encontrar soluciones.

    5.3. Cuando aparece la multa o el delito

    La toxicomana no es delito, y el drogodependiente por el hecho deserlo no es ningn delincuente, aunque pueden surgir delitos paramantener su hbito (robos, falsificaciones etc.), sin olvidar que el tr-fico de drogas ilegales est expresamente penado.

    El consumo en lugares pblicos no constituye un delito, pero spuede dar lugar a una sancin administrativa. El llevar droga tam-poco es delito, aunque la sustancia ser desde luego incautada porlos agentes de la autoridad, previa entrega de un recibo al portador,dando lugar a una sancin administrativa. Sin embargo, si por lacantidad de drogas puede pensarse que iba destinada al trfico

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    6.- Qu pueden hacer los padres ymadres en la escuela?

    No creo que sea el momento para analizar con amplitud las funcionesde las APAs en el mbito educativo, tema tratado y desarrollado conamplitud por la CEAPA en diferentes documentos. Por otra parte,cada da existe mayor conciencia sobre el potencial educativo de los

    padres y madres a la hora de la prevencin de las drogodependencias,por lo que desde la escuela habr que potenciar diferentes formas decolaboracin entre los padres y madres y la escuela.

    Desde este planteamiento, creo que se pueden considerar una seriede tareas bsicas que pueden llevar a cabo las APAs, por supuesto,con otros servicios del sistema educativo y de la comunidad, temaque ya desarroll en un trabajo anterior y que retomo aqu de nuevo.

    6.1. Analizar la realidad de la problemtica de las drogas

    Conocer el problema de las drogas constituye el primer paso en labsqueda de las soluciones. Sin embargo, no resulta fcil disponer deinformacin precisa sobre lo que acontece en nuestro entorno socialen relacin directa e indirecta con las drogas. Los estudios ofrecenaproximaciones al conocimiento de una realidad compleja en conti-nuo movimiento, donde se entrelazan sustancias, personas y dife-rentes contextos sociales. Los y las especialistas ofrecen una lecturasiempre subjetiva, por ms que se apoyen en datos concienzudos yen una larga carrera profesional. La experiencia personal de cadauno siempre resulta muy limitada, con aportaciones que no se pue-den generalizar. Los medios de informacin de masas con sus inte-reses particulares contribuyen ms a la desinformacin de la pobla-

    cin que al conocimiento de la realidad. Es muy posible que los tpi-cos sobre las drogas dominen tambin en el propio entorno de lacomunidad escolar.

    Las APAs tienen aqu una primera responsabilidad de conseguir lainformacin ms adecuada posible sobre la problemtica real de dro-gas o con posibilidades de existir entre la comunidad educativa a la

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    la sentencia, absolutoria o condenatoria. Naturalmente tambin cabeutilizacin "estratgica" de la fianza, sugiere Segovia (1996): "notendra mucho sentido hacer ese esfuerzo si vuestro hijo o hija noest dispuesto a dar determinados pasos".

    En el caso de que exista detencin, lo mejor es llamar por telfono alas Comisaras de Polica o cuartelillos de la Guardia Civil donde

    parezca ms lgico que se encuentre el detenido. En el peor de loscasos, como la asistencia de ahogado es obligatoria, se puede tele-fonear al servicio de asistencia al detenido del colegio de Abogadoscorrespondiente. De todas formas lo normal es que, si el hijo o hija loha solicitado, la propia polica os comunique la detencin y el lugardonde est. Por ltimo, conviene preguntar cundo le van a tomardeclaracin pues slo a partir de ese momento suelen permitir la visi-ta. No conviene olvidar los derechos del detenido.

    En estos casos conviene saber cmo actuar, tema sobre el que tam-poco falta documentacin orientativa como la propuesta por Segovia(1996), "Lo que los padres y madres tienen derecho a saber y debensaber sobre drogas y el derecho", de la que precisamente he recogi-do estas ltimas observaciones en relacin con la multa o el delito.Desde luego conviene asesorarse por el abogado.

    La ltima orientacin viene tambin de Segovia: "tener un hijo conproblemas de drogas no es algo de lo que tengis que sentir vergenza o culpabilidad... No seis tontos y poneos en contactocon personas que puedan ayudaros. Colectivos y profesionalespodrn echaros no pocas manos. Incluso cuando vuestro hijo noquiere dejarlo se pueden hacer muchas cosas. Slo si os dejis ayu-dar las descubriris. All os seguirn explicando todas las posibili-

    dades de ese "uso estratgico" del derecho que slo hemos apun-tado. El futuro nos regala siempre mucho ms de lo que el presen-te oscurece"

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    Conviene estar alerta tambin ante la prdida de confianza en la edu-cacin para la salud por parte de los padres y madres que apareceen la II encuesta de la CEAPA (EDIS, 1995) donde se reduce en casi6 puntos la valoracin de la educacin para la salud en las escuelascomo medida de actuacin, desde el ao 1989 al 1995. De todasformas, cuando se plantea el tema de los medios que habra quepotenciar para luchar contra la droga, los programas de salud pre-

    ventiva aparecen en tercer lugar (18,5%), despus de los centrosespecializados en toxicomanas (27,5%) y de la familia (19,9%).

    Otro dato que llama la atencin es la poca importancia dada a la pro-blemtica del alcohol, como antes seal. Estos datos concuerdancon los aportados por otros estudios. As, en el estudio delAyuntamiento de Vitoria (1995) sobre el consumo de alcohol en losmenores, los padres y madres dan escasa relevancia al papel del sis-tema educativo en la educacin sobre el alcohol (0,9%).

    Tambin conviene conocer el papel "educativo" de los medios decomunicacin de masas en el propio entorno. En el estudio referidoa la Comunidad Autnoma Vasca, aunque los medios informativos demasa son valorados positivamente por el 28% de los adolescentes ala hora de decir cosas importantes sobre la vida, los periodistas ocu-pan el ltimo lugar como fuente adecuada de informacin (9%). En elestudio anterior, aunque se reconoca a los medios de comunicacinde masas (radio, prensa, TV) como informador principal para el 69%en el ao 1987 y el 48%, en el ao 1991, pero esta valoracin des-cenda cuando se preguntaba sobre el informador adecuado, con un31% en el ao 1987 y un 16%, en el ao 1991 (Vega, 1996).

    Conviene analizar, por otra parte, las carencias organizativas de la

    intervencin educativa escolar, en no pocas ocasiones centrada enactividades puntuales, externas a la dinmica escolar, en manos de"especialistas" no integrados en la comunidad educativa y sin cone-xin con el entramado educativo escolar. No porque se aplique en elcentro escolar un "buen programa", la educacin sobre las drogas esuna realidad.

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    que pertenece. Lo que implica que conviene conocer lo que sucedeno slo en los centros escolares sino tambin en las familias y en lasociedad en general.

    Sin olvidar la importancia de las opiniones de la poblacin, informa-cin relativamente fcil de recoger, convendra disponer de los datosms objetivos posibles, utilizando para ello las tcnicas de investiga-

    cin mas adecuadas, en un trabajo continuo de bsqueda y reflexin.

    Llama la atencin, segn diferentes estudios (Vega, 1996), la pocaconfianza prestada por los estudiantes al profesorado como fuenteinformativa en el tema de las drogas, aspectos que sera interesanteestudiar con detenimiento para conocer los factores que provocanesta situacin. Est informado el profesorado sobre las drogas?Sabe tratar los temas relacionados con las drogas de acuerdo conla psicologa del adolescente? Hay en la escuela el clima de comuni-cacin adecuado que permita tratar con libertad y confianza las preo-cupaciones del adolescente? Son preguntas que habra que plantearjunto a otras, para llegar a un anlisis ms profundo del fenmeno delas drogas dentro de la escuela y poder as poner en marcha la accineducativa ms adecuada a las necesidades existentes.

    Por lo que a la informacin se refiere, segn el estudio realizado enel Pas Vasco entre adolescentes (Elzo y otros, 1996), los consumi-dores de drogas prefieren a los exdrogadictos como fuente infor-mativa sobre las drogas, mientras que para los no consumidoresson los padres y madres y hermanos quienes han de aportar estainformacin. En el caso del porro, aparece con toda claridad la dife-rencia de posiciones de acuerdo con el consumo o no consumo deesta droga. Los resultados obtenidos en cuanto a las preferencias

    de los informantes se distribuyen as: padres y madres y hermanos,59%, expertos, 56%, exdrogadictos curados, 56%, instituciones ofi-ciales, 32%, profesorado, 25%, amistades, 23%, periodistas, 9%.En este caso, los adolescentes parecen confiar en los padres ymadres, lo que posiblemente no sucede en todos los lugares, por loque conviene disponer de datos precisos sobre esta cuestin bsi-ca para la accin educativa.

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    Los nuevos planteamientos del sistema educativo ofrecen nuevosposibilidades de actuacin educativa dentro de un proyecto partici-pativo de la comunidad educativa, donde con una adecuada organi-zacin se pueden explotar tanto los recursos internos (aportacionesdel profesorado, alumnado, padres y madres...) como los externos(servicios sanitarios, servicios sociales, asociaciones, etc.). De estaforma, el compromiso con la educacin sobre las drogas, en lugar de

    ser una carga ms, se convierte en un elemento de innovacin esco-lar y de compromiso social, para ayudar a nuestro alumnado a "vivire integrarse en la sociedad de forma crtica y creativa", como sealael Diseo Curricular Base de Enseanza Primaria (MEC, 1989:78),tarea que lgicamente ha de continuar en la Educacin Secundaria,dado su sentido educativo y social (Gimeno, 2000).

    En este marco, cobran un relieve especial los consejos escolares, enlos que conviene:

    construirse la accin reflexiva que detecte las necesidades ybusque respuestas a las expectativas de cada agente de lacomunidad educativa.

    impulsar y evaluar la mejora en la calidad de las relacioneshumanas, el clima y estilo pedaggico del centro.

    motivar y apoyar la creacin de actuaciones programadaspara la prevencin o tratamiento de los problemas existentes

    y la coordinacin de todas las actividades a poner en marchadentro del proyecto educativo de cada centro.

    Las dificultades que surjan a la hora de llevar adelante un proyecto con-juntado relacionado con la educacin para las drogas, se solucionarnmejor con un trabajo conjuntado de la comunidad educativa. Si resultacomplicado elaborar un proyecto educativo en el centro, no lo es menosmantenerlo, pues exige un compromiso continuo tanto de todos los pro-fesionales como de padres y madres, de forma que se busque solucina todos los problemas que se vayan planteando en el devenir escolar.

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    La actuacin educativa encuentra su pleno sentido, como antes seindic, dentro de un proyecto participativo de la comunidad educati-va, donde con una adecuada organizacin se pueden explotar tantolos recursos internos(aportaciones del profesorado, alumnado,padres y madres...) como los externos(servicios sanitarios, serviciossociales, asociaciones, etc.).

    6.2. Participar en la planificacin y el desarrollo del proyecto edu-cativo de centro

    Una vez conocido el problema, se pueden concretar las actividadeseducativas a poner en marcha, en un marco de colaboracin con elprofesorado de la escuela. Pero aqu surgen las cuestiones queFernndez Enguita (1993) al tratar de la participacin de los padresy madres en los centros educativos considera como "historia de undesencuentro". Y plantea una cuestin bsica: "Es posible otra rela-cin entre los enseantes y su pblico, en particular los padres ymadres del alumnado?"

    Seala este autor que la profesionalizacin del docente no debe venirde la definicin de un campo formal de competencias exclusivas, sinodel logro de un conjunto real de capacidades, conocimientos, tcni-cas y formas de saber hacer que le permitan dominar intelectual-mente su actividad. "Los docentes se muestran tanto ms celosos desus competencias formales cuanto menos seguros estn de suscapacidades reales".

    Desde la formacin de padres y madres antes sealada ser msfcil la colaboracin con el profesorado y con el alumnado del centroa la hora de concretar e l compromiso educativo del centro, en cone-

    xin, como he sealado, con otros servicios de la comunidad, sinnegar la posibilidad que las APAs se conviertan en un elemento dina-mizador y, en ocasiones, reivindicativo de una tarea educativa que nose puede marginar. As ser posible una mejor participacin en losplanes de prevencin y una coordinacin ms eficaz con otros colec-tivos sociales, demandas planteadas por las APAs (EDIS, 1995).

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    trabajo autnomo, por lo que el dominio de correctos hbitos de estu-dio independiente aparece como algo fundamental para todos."

    Entre los recursos humanos estn, en primer lugar, el profesoradocomprometido con la tarea educativa, quienes con facilidad, una vezcomprendido el problema educativo de las drogas, pueden integrar laeducacin sobre drogas dentro de sus actividades cotidianas, de

    acuerdo con el planteamiento de las lneas transversales. As lohacen muchos profesores y profesoras, como puede verse en dife-rentes publicaciones (Bas, 1994...).

    En segundo lugar, aparecen todos los profesionales de los recursosde apoyo que el sistema educativo tiene en funcionamiento, comoprofesorado de apoyo, consultores, orientadores, tcnicos de adap-tacin social, etc. Todos estos profesionales pueden tratar diferentesaspectos relacionados con las drogas desde su propio campo deintervencin.

    En tercer lugar estn los padres y madres como miembros de la

    comunidad educativa. Su participacin puede ser tanto personalcomo en grupo a travs de canales diversos. Aqu conviene tener encuenta su aportacin a la propia familia como la que puedan llevar acabo en la propia escuela o en su entorno social. Como recursos msestructurados aparecen las escuelas para padres y madres, gruposde estudio, etc.

    Los mismos estudiantes, finalmente, pueden ser otro gran recurso a lahora de animar actividades preventivas relacionadas con el deporte, eltiempo libre, la cultura, etc. del mismo modo que pueden apoyar el tra-tamiento y la reinsercin de compaeros que tengan problemas con

    las drogas. Como resaltaba en un trabajo anterior (Vega, 1994), elgrupo de compaeros "puede y debe convertirse en un instrumentoeducativo". En el estudio sobre adolescentes y drogas en el Pas Vasco,las amistades obtienen un gran protagonismo (51%) como espacio valorado porque all se dicen cosas importantes de la vida (Vega,1996), lo que invita a los educadores a promover y apoyar la participa-cin de los y las adolescentes en la accin educativa sobre las drogas.

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    Precisamente el poco xito obtenido hasta ahora en los programaseducativos escolares, incluso en los mejor elaborados, se puedeachacar tanto a la falta de un compromiso total de la comunidad edu-cativa como a la falta de apoyo y de continuidad en el medio socio-cultural que envuelve a la escuela. La educacin sobre las drogas seconvierte as en algo puntual, sin autntica conexin con la vida de laescuela y de nuestra sociedad. Incluso esta intervencin educativa,

    sobre todo cuando se habla directamente de drogas, se puede con-vertir en una tarea contrapreventiva al despertar mayor curiosidad ydeseos de experimentar con esas sustancias que uno puede encon-trar fcilmente fuera de la escuela.

    6.3. Optimizar los recursos escolares y poner en contacto la comu-nidad educativa y el mbito comunitario

    El sistema educativo tiene a su disposicin ms recursos a utilizaren diferentes mbitos de lo que a simple vista parece. En este sen-tido, el sistema educativo ofrece tres grandes marcos de actuacincomo son la educacin especial, la educacin para la salud y la orien-

    tacin psicopedaggica, en los que se puede llevar a cabo no pocasactividades educativas relacionadas con la problemtica de las dro-gas en general.

    Existen, por otra parte, no pocas alternativas orientadas a una tran-sicin a la secundaria como las propuestas por Gimeno (1996) "quepueden ser actuaciones inespecficas para abordar las dificultadesde la transicin".

    Aqu puede tener un inters especial la asistencia a los estudiantesen zonas de riesgo, por otra parte, pues, "la transicin puede supo-

    ner procesos de desajuste personal, es fuente de inseguridad y deansiedad y motivo de fracaso escolar para algunos estudiantes. Unefecto que seala este autor es el de "frenado en las calificaciones",lo que significa arrastrar a la zona de riesgo al alumnado ms dbil."Est claro, pues, dnde hay que actuar si se desea hacerlo. En cual-quier caso, todos los estudiantes van a verse afectados por el incre-mento de la presin acadmica y se les van a reclamar ms dosis de

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    6.4. Coordinarse con otros agentes sociales

    Las APAs pueden convertirse en un mediador precioso entre laescuela y otros servicios de la comunidad. Como la escuela, en gene-ral, no trabaja en sintona con los programas propios de la comuni-dad, la colaboracin de las APAs permite un trabajo conjuntado mseficaz dentro de la comunidad, con la coordinacin demandada con

    otros colectivos sociales (EDIS, 1995). Sus actuaciones no quedanreducidas a la accin preventiva estricta, sino que tambin colaboranen actividades de tratamiento e insercin social, conscientes quetambin stas ltimas son preventivas, al romper el crculo del con-sumo y del trfico de drogas.

    Este marco de colaboracin y participacin exige, entre otros aspectos:

    descubrimiento de intereses mutuos y metas comunes (com-partiendo pensamientos y sentimientos diversos),eleccin de caminos y mtodos comunes (admitiendo enfoques

    alternativos),actuacin sobre la base de los recursos compartidos (mate-

    riales y humanos).

    Aqu convendra tener en cuenta los servicios propios de la educacinsocial, por ejemplo, los educadores de calle, los centros de da... quepodran servir de puente entre la escuela y la comunidad de cara aintervenciones educativas adecuadas para los colectivos con dificul-tades sociales (Vega, 1994). Otros recursos son los servicios socia-les, los servicios sanitarios, los servicios de tiempo libre, etc.

    Desde esta perspectiva comunitaria, se podran delimitar, entre

    otras, las funciones siguientes a desarrollar por las APAs:

    colaborar con los servicios de la propia comunidad de formaque la intervencin educativa escolar est integrada dentro delos esfuerzos de la comunidad, con la conviccin de que los pro-gramas comunitarios ofrecen mayores garantas de eficaciaeducativa.

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    Por otra parte, hoy existe una abundante oferta de servicios, progra-mas y materiales didcticos, dirigidos al alumnado, a los padres ymadres y al profesorado, aunque no resulta fcil tomar decisiones alrespecto. De todas formas, las aportaciones de la comunidad atravs de todo tipo de personajes, asociaciones e instituciones pue-den ocultar los intereses ms dispares ajenos al compromiso edu-cativo, sin olvidar la evasin de la propia responsabilidad educativa en

    los mbitos de su competencia: el mundo del trabajo, de la economa,de los medios de comunicacin social, etc.

    Por otra parte, estas aportaciones ofrecen un flaco favor a la escue-la, al cubrir un espacio educativo al que no llegan y evitan por otraparte que la propia comunidad educativa asuma su propia responsa-bilidad. Mientras se organizan actividades de todo tipo para el alum-nado, los padres y madres o el profesorado, con la esperanza mgi-ca de que con la abundancia de folletos, campaas, programas, etc.todo el mundo ser inmunizado de la "droga", pero con los resultadosprcticos de escucha pasiva de los mensajes, cuando no de rechazoo de provocacin al consumo.

    Las asociaciones juvenile