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Los paisajes agrarios extremeños 231 LOS PAISAJES AGRARIOS EXTREMEÑOS Felipe LECO BERROCAL (1) Antonio PÉREZ DÍAZ (1) Beatriz MATEOS RODRÍGUEZ (2) (1) Grupo de Estudios sobre Desarrollo Rural y Local en Espacios de Frontera (UEx) (2) Grupo de Investigación Geoambiental (UEx) [email protected], [email protected], [email protected] 1. INTRODUCCIÓN. Extremadura encierra en un territorio de más de 4.000.000 de ha una marcada diversidad de paisajes y economías agrarias. La conformación actual de los paisajes agrarios se debe básicamente a la interacción de factores humanos (se trata de una región intensamente explotada desde tiempos prehistóricos) y de factores físicos. El medio físico extremeño marca profundamente la tipología de paisajes, es así como podemos entender esa diversidad paisajística y la contrastada complejidad ecogeográfica que mantienen en la que los suelos, el clima, la orografía y la presencia del agua son factores físicos determinantes. A la hora de presentar este estudio sobre los paisajes agrarios en Extremadura nos surgió la duda de su dimensionamiento real. Muchas veces las fuentes estadístico-cartográficas no nos ofrecen datos fiables debido en parte a las distintas formas que tienen éstas de confeccionar las claves cartográficas de sus leyendas. Es por ello que para este estudio hemos empleado como base genérica el Mapa de Usos y Aprovechamientos del Suelo de Extremadura confeccionado a partir de imágenes Landsat ETM+ (2005) por el Grupo de Estudios sobre Desarrollo Rural y Local en Espacios de Frontera (GEDERUL, Universidad de Extremadura). Sin duda, las imágenes de satélite nos ofrecen de hecho posibilidades de mejorar sensiblemente la cartografía de una manera objetiva y práctica, sobre todo porque se eliminan en parte las interpretaciones subjetivas que un observador puede desarrollar en el trabajo de campo. Las diferencias básicas entre la clasificación realizada y otras como la del Programa Corine Land Cover estriban sobre todo en tres usos del suelo. Por un lado la clasificación propia con la clave “Bosque mediterráneo denso”, que engloba no sólo la superficies forestales de pináceas, caducifolias y otras frondosas sino también la superficie de “manchas” y matorral mediterráneo, asciende a 727.794 ha mientras que en el Programa Corine Land Cover asciende a 897.153 ha, por tanto una diferencia de 169.359 ha a favor de este último. Por otro lado, la superficie de “pastos” asciende a 579.235 ha en la clasificación digital mientras que en el Programa Corine esta superficie se eleva a 702.833 ha, una diferencia de 123.598 ha a favor de este último. Por último, la superficie de dehesas tiene una superficie de 1.425.827 ha en el modelo de clasificación digital por sólo 1.200.308 ha en el Programa Corine, una diferencia de 225.519 ha a favor del primero. Sin duda, esos datos reflejan que una buena parte de las dehesas extremeñas se encuentran clasificadas como “pastos” o como “bosque mediterráneo denso” (en sus diferentes claves) en el Programa Corine.

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Los paisajes agrarios extremeños

231

LOS PAISAJES AGRARIOS EXTREMEÑOS

Felipe LECO BERROCAL(1) Antonio PÉREZ DÍAZ(1)

Beatriz MATEOS RODRÍGUEZ(2)

(1) Grupo de Estudios sobre Desarrollo Rural y Local en Espacios de Frontera (UEx)

(2) Grupo de Investigación Geoambiental (UEx) [email protected], [email protected], [email protected]

1. INTRODUCCIÓN. Extremadura encierra en un territorio de más de 4.000.000 de ha una marcada diversidad de paisajes y economías agrarias. La conformación actual de los paisajes agrarios se debe básicamente a la interacción de factores humanos (se trata de una región intensamente explotada desde tiempos prehistóricos) y de factores físicos. El medio físico extremeño marca profundamente la tipología de paisajes, es así como podemos entender esa diversidad paisajística y la contrastada complejidad ecogeográfica que mantienen en la que los suelos, el clima, la orografía y la presencia del agua son factores físicos determinantes. A la hora de presentar este estudio sobre los paisajes agrarios en Extremadura nos surgió la duda de su dimensionamiento real. Muchas veces las fuentes estadístico-cartográficas no nos ofrecen datos fiables debido en parte a las distintas formas que tienen éstas de confeccionar las claves cartográficas de sus leyendas. Es por ello que para este estudio hemos empleado como base genérica el Mapa de Usos y Aprovechamientos del Suelo de Extremadura confeccionado a partir de imágenes Landsat ETM+ (2005) por el Grupo de Estudios sobre Desarrollo Rural y Local en Espacios de Frontera (GEDERUL, Universidad de Extremadura). Sin duda, las imágenes de satélite nos ofrecen de hecho posibilidades de mejorar sensiblemente la cartografía de una manera objetiva y práctica, sobre todo porque se eliminan en parte las interpretaciones subjetivas que un observador puede desarrollar en el trabajo de campo. Las diferencias básicas entre la clasificación realizada y otras como la del Programa Corine Land Cover estriban sobre todo en tres usos del suelo. Por un lado la clasificación propia con la clave “Bosque mediterráneo denso”, que engloba no sólo la superficies forestales de pináceas, caducifolias y otras frondosas sino también la superficie de “manchas” y matorral mediterráneo, asciende a 727.794 ha mientras que en el Programa Corine Land Cover asciende a 897.153 ha, por tanto una diferencia de 169.359 ha a favor de este último. Por otro lado, la superficie de “pastos” asciende a 579.235 ha en la clasificación digital mientras que en el Programa Corine esta superficie se eleva a 702.833 ha, una diferencia de 123.598 ha a favor de este último. Por último, la superficie de dehesas tiene una superficie de 1.425.827 ha en el modelo de clasificación digital por sólo 1.200.308 ha en el Programa Corine, una diferencia de 225.519 ha a favor del primero. Sin duda, esos datos reflejan que una buena parte de las dehesas extremeñas se encuentran clasificadas como “pastos” o como “bosque mediterráneo denso” (en sus diferentes claves) en el Programa Corine.

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Felipe Leco Berrocal (et all.)

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Tabla 1. Usos y aprovechamientos del suelo, 2005

Superficie (ha) Usos del suelo

Claves leyenda CORINE Landsat ETM+

(2005) CORINE Land Cover (2000)

Infraestructuras urbanas SUBTOTAL 33.109 19.956 Ríos y láminas de agua SUBTOTAL 90.166 46.910

Matorrales subarbustivos o arbustivos muy poco densos

- 247.005

Grandes formaciones de matorral denso o medianamente denso

- 220.552

Matorral boscoso de transición 195.961 Otras frondosas de plantación - 85.359 Pináceas - 80.292 Caducifolias y rebollares - 52.399 Landas y matorrales templado oceánicos - 12.565 Bosque mixto - 2.700 Matorrales xerófilos macaronésicos - 320

Bosque mediterráneo denso

y/o matorrales

SUBTOTAL 727.794 897.153 Tierras de labor en secano 675.371 Olivares 185.675 Mosaico de cultivos permanentes 68.438 Viñedos 55.544 Mosaico de cultivos anuales con cultivos permanentes

32.020

Terrenos agrícolas, con espacios de vegetación natural

30.006

Mosaico de cultivos anuales con praderas y/o pastizales

15.019

Frutales en secano 3.440 Cultivos anuales asociados con cultivos permanentes

223

Cultivos agrícolas de secano

SUBTOTAL 1.066.709 1.065.736 Arrozales 12.245 Cultivos herbáceos en regadío 196.221 Frutales en regadío 34

Cultivos agrícolas en regadío

SUBTOTAL 248.669 208.500 Otros pastizales 674.908 Espacios orófilos altitudinales con vegetación escasa

17.085

Pastizales supraforestales 8.581 Praderas 2.215 Xeroestepa subdesértica 44

Pastizales

SUBTOTAL 579.235 702.833 Sistemas agroforestales 945.591 Perennifolias esclerófilas y quejigales 254.717

Espacios adehesados

SUBTOTAL 1.425.827 1.200.308 Zonas de extracción minera 1.492 Zonas industriales o comerciales 1.542

Áreas industriales

SUBTOTAL 573 3.034 Otros SUBTOTAL 0 25.134

TOTALES 4.172.082 4.169.564 (Fuente: Elaboración propia)

2. PAISAJES AGRARIOS DE MONTAÑA. Perfilados en las áreas del Sistema Central, los Montes de Toledo y Sierra Morena, los paisajes de montaña extremeños muestran pisos de vegetación y aprovechamientos agroganaderos influidos por las diferencias altitudinales, las fuertes pendientes, los suelos y las propias características climáticas matizadas, en estos casos, no sólo por la altura sino por la propia configuración orográfica. Sin duda alguna la orografía es uno de los factores físicos más limitantes a la hora de configurar una determinada tipología de paisajes agrarios. En Extremadura los relieves más accidentados y las mayores elevaciones se localizan en el Sistema Central, al norte de nuestra región. Se trata de una antigua cordillera herciniana que se levantó durante la

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Los paisajes agrarios extremeños

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orogenia alpina en la Era Terciaria. El Sistema Central se desarrolla, de este a oeste, desde la Sierra de Gredos, Tormantos y Tras La Sierra, hasta Las Hurdes y Sierra de Gata. Este territorio viene caracterizado por la presencia de grandes masas forestales en las que destaca la presencia de pinos, castaños y rebollos. Sin embargo, dados los obstáculos orográficos (altura y pendientes) la agricultura solamente se ha desarrollado en las áreas más favorables como es el caso de los valles y piedemonte. En la mayoría de las zonas de montaña extremeñas el desarrollo de la agricultura ha venido marcado por la fuerte presión demográfica en los fondos de valle que ha llevado a la expansión de los cultivos agrícolas hacia zonas más altas y con mayores pendientes. Esta situación fue marcando el desarrollo de aterrazamientos y abancalamientos que han dado lugar al desarrollo de cultivos sociales como el olivar en la Sierra de Gata, Las Hurdes o Tierras de Granadilla, el cerezo en el Valle del Jerte y otros frutales, más los anteriores, en el Valle del Ambroz y La Vera. En el centro de nuestra Comunidad encontramos, de este a oeste, las Sierras Centrales Extremeñas que son las estribaciones más meridionales de los Montes de Toledo, sirviendo de divisoria entre los dos grandes ríos: Tajo y Guadiana. Dentro de éstas podemos distinguir tres subconjuntos: - Las Villuercas. Las Sierras de Villuercas-Ibores, de dirección noroeste-sureste, son un magnífico ejemplo de relieve apalachense. En estas sierras encontramos una marcada diversidad paisajística, desde la vegetación boscosa de montaña (castaños, rebollos, pinos), hasta el bosque mediterráneo de encinas y alcornoques, pasando por paisajes agrícolas en los que, casi siempre, la referencia es el olivar. Estas sierras tienen continuidad por el llamado Arco de Cañaveral hasta la Sierra de la Garrapata, en sus estribaciones se encuentra el Parque Nacional de Monfragüe, verdadero ejemplo de bosque esclerófilo mediterráneo que además es Reserva Mundial de la Biosfera (116.000 ha). Encierra en su entorno miles de hectáreas de dehesa, paisaje y modelo de explotación típico del bosque mediterráneo que ensalza la acción humana sobre el medio por el mantenimiento a lo largo de los siglos alcanzando un nivel de equilibrio ecológico y económico que permite al mismo tiempo la explotación de los recursos naturales y el mantenimiento de la biodiversidad. Sin embargo, el tipo de explotación que mantienen los espacios adehesados, unido a la gran propiedad y a un modelo de explotación extensiva de los recursos naturales basado básicamente en el manejo ganadero y forestal, no acaba de representar un equilibrio social en el territorio. - La Sierra de Montánchez. Se encuentra localizada en el centro de la región, a continuación de las Sierras de Guadalupe. En sus estribaciones destaca el bosque mediterráneo de encinas y alcornoques formando amplias dehesas, además del cultivo del olivar y la higuera. - La Sierra de San Pedro. Prácticamente a continuación de la Sierra de Montánchez nos encontramos con la Sierra de San Pedro que se constituye en la barrera natural que separa las provincias de Cáceres y Badajoz. Se prolonga hasta Portugal para continuar en este país por la Sierra de San Mamede en un magnífico y espectacular ejemplo de bosque mediterráneo de encinas y alcornoques que, bajo explotación de dehesa, aúna la explotación ganadera extensiva de dehesas con la actividad cinegética de caza mayor en un espacio protegido que engloba cerca de 75.000 ha. Por último, al sur de la región se localizan las estribaciones más meridionales de Sierra Morena, ésta separa Extremadura de Andalucía. Se trata de una flexión de la penillanura que da paso al Valle del Guadalquivir en la que resalta la Sierra de Tentudía como punto más alto (1.104 m.s.n.m.). En sus faldas podemos encontrar vegetación arbórea de montaña

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Felipe Leco Berrocal (et all.)

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como castaños, pinos y rebollos, generalmente por encima de los 800 m, pero también el bosque de encinas y alcornoques adehesados, además de ejemplos magníficos de olivares de media montaña. 3. PAISAJES AGRARIOS DE REGADÍO. Otro factor de diferenciación espacial y paisajística en Extremadura viene marcado por las dos grandes cuencas hidrográficas, la del Tajo (Cáceres) y la del Guadiana (Badajoz). El río Tajo se encaja profundamente en la penillanura lo que facilitado la construcción de embalses pero, sin embargo, ese encajamiento ha dificultado el asentamiento de población en sus orillas. Las fuertes pendientes de sus riberos en todo caso sólo permiten un aprovechamiento ganadero extensivo siendo éstas un obstáculo físico para el desarrollo de la agricultura. Aunque, por otro lado, sobre el valle del Tajo hay una serie de cuencas sedimentarias, topográficamente más deprimidas y colmatadas de sedimentos, que dan lugar, de este a oeste, al Valle del Tiétar y Campo Arañuelo (37.618 ha); a las Vegas y Tierras de Granadilla (1.143 ha), ocupadas en parte por el embalse de Gabriel y Galán; a la Vega de Coria (44.679 ha), regada por el río Alagón y, por último, a la Vega de Moraleja (13.605 ha), regada por el río Árrago. Estas vegas son propicias para el cultivo del tabaco, el pimiento, el espárrago, el maíz y, en menor medida, el tomate. En cambio, el río Guadiana discurre por vegas y poco encajado, salvo su entrada en la provincia de Badajoz por las Hoces de la Sierra de la Umbría. Una vez superado este obstáculo el río Guadiana se encuentra prácticamente embalsado en todo su recorrido. Esa disposición menos encajada ha hecho que en sus orillas históricamente se hayan asentado importantes poblaciones que han dado lugar a núcleos de población como Villanueva de la Serena, Don Benito, Mérida, Badajoz u Olivenza. En su transcurrir hay que diferenciar dos unidades estructurales bien diferenciadas, las Vegas Altas (101.117 ha) y las Vegas Bajas (47.636 ha). En los campos de regadío de las Vegas del Guadiana destacan los cultivos del arroz, el tomate, el maíz y los frutales. En el suroeste de la provincia de Badajoz encontramos también los regadíos cercanos a Jerez de los Caballeros que suponen algo más de 2.000 ha. 4. PAISAJES AGRARIOS DE SECANO. 4.1. Dehesas. Los paisajes ganaderos extensivos cobran un protagonismo fundamental en Extremadura, siendo la dehesa uno de ellos. La dehesa es por excelencia uno de los paisajes agrarios en el que mejor podemos describir la cultura de una sociedad determinada que ha crecido en valores a lo largo de la Historia. La explotación agrícola, ganadera, forestal, unida a otras actividades tradicionales como la recolección de productos silvestres (bellotas, espárragos, setas y champiñones, criadillas, cardillos,…), la caza o la pesca han llevado consigo el mantenimiento de un agrosistema que es el corolario de años de experiencia atesorada y que, gracias a la interacción entre la explotación y los propios recursos naturales y el medio ambiente, han sido más o menos productiva de manera sostenida a lo largo de la Historia. Esa experiencia es aquella que ha posibilitado poner en práctica diferentes formas de gestión y manejo, desarrollando en todo caso estrategias de uso múltiple. Por tanto, estamos ante un conocimiento empírico de los sistemas agrarios a través de la experiencia. En Extremadura los espacios de dehesa ocupan una superficie de 1.425.827 ha, que se localizan en amplias zonas del sur y suroeste de la región en el entorno de las Sierras de Jerez de los Caballeros, Fregenal de la Sierra y Monesterio en la que podemos encontrar los ejemplos más sobresalientes de los paisajes de dehesa en Extremadura, en los que

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encinas y alcornoques albergan una cabaña ganadera en la que, además del bovino y el ovino, el porcino ibérico es la estrella de este ecosistema. A estas zonas adehesadas hemos de añadirle otros espacios adehesados muy significativos como las dehesas de Alburquerque y Sierra de San Pedro, la Sierra Grande de Hornachos, las dehesas de Monfragüe y su entorno, las dehesas del Campo Arañuelo o las dehesas de las estribaciones más meridionales de los Montes de Toledo. 4.2. Pastizales extensivos. En el centro-norte de la región cobra protagonismo la penillanura en la que el zócalo paleozoico se convierte en el soporte de todo el relieve, con una topografía suavemente ondulada y ríos muy encajados (Almonte, Salor o Ayuela). En la penillanura central distinguimos los Llanos de Cáceres y Brozas (centro-oeste) que tienen una superficie de pastos que asciende a 193.490 ha y, por otro lado, los Llanos de Trujillo (centro-este) con una superficie de pastizales de 102.446 ha. En ella podemos encontrar un paisaje agrario de dedicación básicamente ganadera y en régimen extensivo en el que predominan las grandes explotaciones dedicadas a la ganadería (bovino y ovino), intercalándose grandes extensiones de pastizales desarboladas con pequeñas áreas de dehesa. En su conjunto Llanos de Cáceres-Brozas y los Llanos de Trujillo engloban un total de 301.596 cabezas de ovino lo que supone el 9% del total de la cabaña extremeña y 98.440 cabezas de bovino que significa el 16,6% del conjunto de la cabaña bovina en Extremadura. A esta zona hemos de añadirle la comarca de La Serena (162.711 ha de pastos) que, localizada geográficamente en el centro-este de la provincia de Badajoz, entre los ríos Zújar y Guadámez, se asienta sobre materiales pizarrosos que ponen en contacto la penillanura extremeña con la manchega, en ella se da cita una gran parte de la cabaña ovina en Extremadura. Esta cabaña ovina es explotada en régimen extensivo en la comarca, intercalándose a veces con cultivos cerealícolas y olivares. Es de destacar la arraigada orientación ovina de La Serena desde tiempos históricos, esta tradición ha llegado a nuestros días de tal manera que en la actualidad más del 17% de la cabaña ovina extremeña se localiza en este territorio, con aproximadamente 561.839 cabezas. En el resto de Extremadura la superficie de pastos restante asciende a 120.587 ha, con una distribución heterogénea en su conjunto. 4.3. Olivar y viñedo. En el centro-sur de Extremadura encontramos pequeñas depresiones colmatadas de arcillas (barros miocenos), caso de la Tierra de Barros y los Llanos de Matanegra, ejemplo de un paisaje agrario dominado por los cultivos del olivar y del viñedo con una amplia extensión y continuidad espacial. Este conjunto territorial engloba el 73% de la superficie de viñedo de Extremadura, si bien en el caso del olivar, dada su amplia ocupación superficial en la región extremeña, éste sólo representa el 19%. En todo caso se trata de un olivar muy productivo y con elevados rendimientos anuales. Por un lado, el cultivo del olivar en el territorio extremeño representa un total de 260.000 ha, según los datos oficiales de la Junta de Extremadura (según el Programa Corine esta superficie sólo asciende a 185.675 ha) que, en sus 116 almazaras registradas en la Agencia del Aceite de Oliva (74 en Badajoz y 42 en Cáceres), produjeron en la campaña 2008/09 un total de 44.615 toneladas de aceituna de producción propia, sólo superado en España por Andalucía y Castilla-La Mancha. Uno de los grandes problemas del olivar extremeño es la enorme atomización de sus explotaciones, sirva de ejemplo que el tamaño medio de

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las parcelas dedicadas a este cultivo es de una hectárea, y que más del 80% de las explotaciones son inferiores a 5 ha. Por tanto, el olivar extremeño se caracteriza por su “minifundismo”, todo ello influye negativamente en la competitividad y la rentabilidad de las explotaciones. En este sentido cabe señalar que el 95% del olivar extremeño es extensivo con una producción media de 1,5 toneladas de aceituna por hectárea. almazaras, en el caso de la provincia de Cáceres al tratarse de un olivar asociado territorialmente a la montaña y a la media montaña el total de sus 42 almazaras sólo producen 6.636 toneladas, esto es, una media de 158 toneladas de aceite de oliva por almazara. Uno de los grandes retos de futuro en incrementar las hectáreas de olivar en riego. Por otro lado, la superficie de viñedo en Extremadura en 2008 ascendía a 88.178 ha según la Encuesta sobre Superficies y Rendimientos de Cultivos (ESYRCE) efectuada por el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (MARM), (según el Programa Corine esta superficie sólo asciende a 55.544 ha). El Observatorio Español del Mercado del Vino (OEMV) destaca a Castilla-La Mancha con 580.000 ha (51% de la superficie de viñedo total), seguida de Extremadura, la Comunidad Valenciana (75.903 ha), Castilla y León (68.313 ha), Cataluña (61.117 ha) y La Rioja (49.672 ha). Igual que sucede con el olivar, uno de sus problemas esenciales es la atomización de las explotaciones, si bien en este caso el sector vitivinícola se enfrenta en la actualidad a un problema más grave como es el enorme stock de sus producciones y por los efectos de la reforma de la OCM del vino.� 4.4. Los cultivos cerealícolas. En el conjunto territorial extremeño la superficie dedicada a los cultivos herbáceos asciende a 675.371 ha, según los datos del Programa Corine. Su distribución territorial es heterogénea si bien algunas comarcas de la provincia de Badajoz acaparan una buena de estos cultivos. Es así como, en primer lugar, destaca La Campiña, comarca a caballo entre La Serena y Sierra Morena, que engloba 150.835 ha de cultivos herbáceos (un 22,3% sobre el total), a continuación se sitúan las comarcas de La Serena (86.625 ha), Tierra de Barros (78.209 ha), Matanegra (46.067 ha), Llanos de Olivenza (45.577 ha), Vegas Altas del Guadiana (43.327 ha) y Llanos de Fuente de Cantos-Monesterio (35.116 ha). En conjunto estas comarcas encierran el 72% de toda la superficie de cereales de Extremadura. En el resto de Extremadura la superficie cerealícola se encuentra muy distribuida pero con poca importancia debido a su escaso rendimiento. En todo caso, el desacoplamiento de las ayudas a los cultivos herbáceos está marcando una tendencia al abandono del cultivo no sólo en las zonas menos productivas de Extremadura sino en otras más productivas y rentables. Ello es debido no sólo a los elevados costes de producción y a los escasos rendimientos de los últimos años, sino que ese desacoplamiento supone que el agricultor tenga asegurado el cobro de las ayudas desvinculado de la siembra. 5. CONCLUSIONES. En líneas generales, los paisajes agrarios de Extremadura se pueden agrupar temáticamente en los siguientes grupos: - Paisajes agrarios de regadío. Ligados básicamente a los ríos Árrago, Alagón, Jerte y Tiétar en la cuenca del Tajo y las Vegas, Altas y Bajas, del Guadiana. Mantienen una estructura de la propiedad en la que predomina la mediana explotación, combinándose distintos regímenes de tenencia de la tierra, desde la propiedad hasta la aparcería o la medianería. Estos paisajes engloban una buena parte de la población extremeña en núcleos como Navalmoral de la Mata (17.099

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habitantes), Talayuela (10.432 habitantes), Jaraíz de la Vera (6.647 habitantes), Plasencia (39.785 habitantes), Coria (12.901 habitantes), Moraleja (7.904 habitantes), Miajadas (10.106 habitantes), Villanueva de la Serena (24.932 habitantes), Don Benito (34.051 habitantes), Mérida (53.915 habitantes), Montijo (15.648 habitantes), Badajoz (143.748 habitantes) u Olivenza (11.512 habitantes), presentando dinámicas demográficas progresivas. - Paisajes agrarios de secano. Por un lado, aquellos de dedicación básicamente ganadera como los pastizales (Llanos de Cáceres, Brozas, Trujillo en Cáceres; La Serena en Badajoz) y las dehesas (Dehesas de Monfragüe y su entorno, Sierra de San Pedro, Sierras Centrales de Badajoz, Dehesas del Suroeste de Badajoz). Tanto en los pastizales como en las dehesas predomina la explotación de la gran propiedad, bien en régimen de propiedad bien en régimen de arrendamiento. En este caso, salvo algunos núcleos de población como Jerez de los Caballeros (9.778 habitantes), Fregenal de la Sierra (5.275 habitantes), Trujillo (9.770 habitantes), Castuera (6.645 habitantes), Arroyo de la Luz (6.572 habitantes), Valencia de Alcántara (6.102 habitantes), Alburquerque (5.656 habitantes), San Vicente de Alcántara (5.825 habitantes), Oliva de la Frontera (5.657 habitantes) o Cabeza del Buey (5.559 habitantes), el resto de núcleos, sobre todo aquellos de menos de 2.000 habitantes presentan dinámicas demográficas regresivas. Por otro lado, aquellos otros paisajes de orientación básicamente agrícola, caso de la Tierra de Barros y Matanegra, donde predominan amplias extensiones de olivar y viñedo y, La Campiña, con una dedicación básicamente cerealícola, presentan una propiedad de tipo medio en régimen de explotación directo. Al mismo tiempo, engloban núcleos de población de tamaño medio pero con dinámicas de población progresivas, caso de Almendralejo (30.741 habitantes), Villafranca de los Barros (13.056 habitantes), Los Santos de Maimona (8.036 habitantes), Guareña (7.350 habitantes), Fuente del Maestre (6.900 habitantes), Aceuchal (5.518 habitantes), Fuente de Cantos (5.050 habitantes), Azuaga (8.536 habitantes) o Llerena (5.836 habitantes). - Paisajes de montaña: En líneas generales, estos paisajes agrarios de montaña presentan una estructura de la propiedad en la que predomina el minifundismo en el terrazgo agrícola y una mediana y gran propiedad (pública o privada) en las zonas más altas de dedicación forestal y ganadera. Hemos de reseñar, en este sentido, que en los paisajes adehesados citados anteriormente predomina la explotación ganadera extensiva de especies como el bovino, el porcino y, en menor medida, el ovino. Las dinámicas demográficas que presentan son, en líneas generales, regresivas y con poblaciones ciertamente envejecidas. Sólo algunos núcleos de población como Hervás (3.924 habitantes), Jarandilla de la Vera (3.043 habitantes), Losar de la Vera (3.026 habitantes), Fuentes de León (2.643 habitantes), Valverde del Fresno (2.576 habitantes), Aldeanueva de la Vera (2.304 habitantes), Guadalupe (2.206 habitantes), Cabezuela del Valle (2.198 habitantes), Villanueva de la Vera (2.113 habitantes) y Navaconcejo (2.081 habitantes) tienen más de 2.000 habitantes. Hemos de significar que más del 66% de los municipios de montaña tienen menos de 1.000 habitantes.

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Felipe Leco Berrocal (et all.)

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