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Resumen y consideraciones sobre el “Ensayo sobre los paradigmas de la psiquiatria moderna” de Lanteri-Laura Sebastián Waingarten En su articulo “Ensayo sobre los paradigmas de la psiquiatria moderna1 , el historiador francés Georges Lanteri-Laura plantea respecto de la medicina una cuestión original: desde sus inicios griegos, ésta no se refiere sino a la physis, entendida como la “naturaleza”, y todo lo que investiga y todo aquello de lo que se sirve sólo tiene que ver ésta; por supuesto que los griegos no rechazaban lo sobrenatural, ni a los dioses, pero el médico coloca todo esto entre paréntesis. El autor aporta un ejemplo: en la medicina griega, la frenitis, identificada como una afección debida a una intoxicación exógena o a una infección muy febril. Entonces, puede decirse que la medicina se ocupa de las enfermedades y no del Mal. La medicina se esfuerza en individualizar especies naturales que son las enfermedades, irreductibles entre sí. Por ello, el diagnóstico es ante todo diferencial, y el tratamiento es el de una enfermedad y no el de otra. Lanteri-Laura sitúa la patología mental en relación con esos rasgos formales, entendiendo a la Psiquiatría como la especialidad o rama de la medicina que tiene la pretensión de poder decir algo de lo que socialmente se considera como locura, ya que la patología mental presupone esa representación social, y no aparece sino tras una concepción cultural de la locura, que la precede. Es posteriormente y a partir de esto que la medicina se hace anatomoclínica y que la semiología se constituye en una disciplina sistemática y objetiva, constituyendo lo que Lanteri-Laura denomina un thesaurus semeioticus, un grupo de signos bien 1 Lanteri-Laura, Georges, Ensayo sobre los paradigmas de la psiquiatria moderna, Editorial Triacastela, Madrid, 2000.

Los Paradigmas de La Psiquiatría - Waingarten

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Resumen y consideraciones sobre el

“Ensayo sobre los paradigmas de la psiquiatriamoderna” de Lanteri-Laura

Sebastián Waingarten

En su articulo “Ensayo sobre los paradigmas de la psiquiatria moderna”1, el

historiador francés Georges Lanteri-Laura plantea respecto de la medicina una cuestión

original: desde sus inicios griegos, ésta no se refiere sino a la physis, entendida como la

“naturaleza”, y todo lo que investiga y todo aquello de lo que se sirve sólo tiene que ver

ésta; por supuesto que los griegos no rechazaban lo sobrenatural, ni a los dioses, pero el

médico coloca todo esto entre paréntesis. El autor aporta un ejemplo: en la medicina

griega, la frenitis, identificada como una afección debida a una intoxicación exógena o a

una infección muy febril.

Entonces, puede decirse que la medicina se ocupa de las enfermedades y no del

Mal. La medicina se esfuerza en individualizar especies naturales que son las

enfermedades, irreductibles entre sí. Por ello, el diagnóstico es ante todo diferencial, y

el tratamiento es el de una enfermedad y no el de otra.

Lanteri-Laura sitúa la patología mental en relación con esos rasgos formales,

entendiendo a la Psiquiatría como la especialidad o rama de la medicina que tiene la

pretensión de poder decir algo de lo que socialmente se considera como locura, ya que

la patología mental presupone esa representación social, y no aparece sino tras una

concepción cultural de la locura, que la precede.

Es posteriormente y a partir de esto que la medicina se hace anatomoclínica y que

la semiología se constituye en una disciplina sistemática y objetiva, constituyendo lo

que Lanteri-Laura denomina un thesaurus semeioticus, un grupo de signos bien

1 Lanteri-Laura, Georges, Ensayo sobre los paradigmas de la psiquiatria moderna, Editorial Triacastela,Madrid, 2000.

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definidos y separados entre sí, dotados de cierta entidad que permita identificarlos en el

caso de un paciente singular.

Pero la Historia de la psiquiatria forjada por este autor no es lineal, hay

discontinuidades o cortes. Para mostrarlo, Lanteri-Laura hace uso del concepto de

paradigma, elaborado por T. Kuhn en “La estructura de las revoluciones científicas”2 y

“La tensión esencial”3. Este autor denomina precisamente paradigma al conjunto de

conocimientos transmitidos que constituyen la ciencia normal. Durante la ciencia

normal, el progreso se limitará siempre a perfeccionar lo ya conocido, y a llevar a buen

término nuevas aplicaciones.

Pero las relaciones temporales en el interior de un período son de naturaleza muy

diferente a las que se dan entre un período y otro. Entre un paradigma y otro hay un

hiato. Diacrónicamente este hiato se presenta como una crisis. Durante la crisis, el

paradigma desaparece o queda obsoleto, y esta crisis no se resuelve hasta que un nuevo

paradigma viene a ocupar el lugar del antiguo y a prestar nuevos servicios a la

comunidad científica.

La sucesión de los paradigmas no da lugar a un encadenamiento antagónico, que

se irían enfrentando hasta el triunfo del que sea dialécticamente más eficaz que los

otros, pues los paradigmas no son conmensurables entre sí. El paradigma previo

respecto al nuevo no muestra ni un error puro y simple ni una aberración, sino que

simplemente no está capacitado para resolver los problemas que él mismo ha

contribuido a formular.

Lanteri-Laura utiliza este concepto para hilvanar una historia inteligible de la

psiquiatría, si bien reconoce que la psiquiatría no es evidentemente una ciencia sino “un

conjunto articulado de datos semiológicos y clínicos, correlacionados entre sí y con un

grupo de disciplinas heterogéneas, como la anatomía, la neurofisiología, el psicoanálisis

y la psicología experimental, y básicamente esta orientada por una praxis terapéutica”4.

El papel del paradigma en psiquiatría es pensado entonces como lo que unifica

durante un período de mayor o menor duración una serie de representaciones teóricas y

prácticas.

2 Kuhn, T., La estructura de las revoluciones científicas, Fondo de Cultura Economica, Mexico, 1987.3 Kuhn, T., La cuestión esencial, Fondo de Cultura Economica, Buenos Aires, 1995.4 Lanteri-Laura, op. cit.

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Hay una particularidad en la historia de la psiquiatría: un paradigma no desaparece

sino que pasa a un segundo plano, y sobrevive tras el siguiente de una manera más o

menos larvada, pudiendo reaparecer más adelante; Lanteri-Laura observa que cuando la

crisis da paso a un tercer paradigma, no solamente el primero conserva una existencia

en un plano posterior, sino que a veces también lo hace el segundo, y de tal forma que el

saber psiquiátrico se escribe al modo de un palimpsesto.

Lanteri-Laura elabora de este modo una explicación posible de este curioso

fenómeno:

“Lo que ocurre, probablemente, es que un paradigma en psiquiatría,

plantea una cuestión fundamental que es incapaz de resolver por sí mismo, e

intenta más tarde pasársela larvadamente al segundo paradigma e incluso al

tercero, a modo de una aporía persistente”5.

Desde el final del Siglo de las Luces hasta la mitad del XIX, el autor establece un

período durante el cual las distintas tradiciones psiquiátricas nacionales europeas, a

pesar de numerosas divergencias, establecen el “postulado” según el cual el campo de la

psiquiatría entraña una afección única. Phillipe Pinel propuso esto con éxito, al

denominar el campo de la psiquiatría como el de la alienación mental.

Una única afección generalizaba lo que hoy vemos como el amplio espectro de la

patología mental, lo que hoy veríamos como sumamente heterogéneo, a partir de la

herencia y la reforma llevada adelante por Pinel del dispositivo asilar, a partir de su

propuesta terapéutica conocida como “tratamiento moral”.

Esquemáticamente, el período en el que tiene vigencia el paradigma de la

alienación mental transcurre desde el momento en que la Comuna de París designa a Ph.

Pinel para el Hospicio de Bicetre, y culmina en 1854, cuando J.-P. Falret, adversario

indiscutible de la unidad de la patología mental, publica su artículo de ruptura, titulado

“De la non-existence de la monomanie”6.

5 Lanteri-Laura, op. cit.

6 Lanteri-Laura, op. cit.

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Por supuesto, el cambio no fue instantáneo y la comunidad psiquiatrica continuó

utilizando durante mucho tiempo el término de alienación mental, incluso cuando esta

palabra no tenía ya ningún significado.

El paradigma que viene a suceder al de la “alienación mental” es entonces el

“paradigma de las enfermedades mentales”. En él se postulan cierto número de

afecciones irreductibles entre sí, como un conjunto puramente empírico que escapa a la

unidad y a la unificación; uno de los motores de este paradigma es el rechazo a

constituir una extraterritorialidad respecto a la medicina, se quiere formar parte de ella

como el resto de sus ramas, en contra de lo que formulaba el paradigma anterior.

Varios autores de este paradigma constituyen un orden taxonómico a partir de lo

que denominan “mecanismos delirantes”, alteraciones de la función mental a partir de

las cuales pretendían representarse la vida psíquica de su paciente. Dentro de las

elaboraciones que Lanteri-Laura enumera y comenta respecto de este segundo

paradigma, vamos a citar a Ch. Lasegue y su delirio crónico de evolución progresiva,

en el que agrupa el delirio de persecución de H. Legrand du Saule, el delirio de

grandeza de A. Foville, el delirio de negación de J. Cotard y el delirio de celos de O.

Bombarda; mientras que, por su parte, Magnan describe el delirio crónico de evolución

sistemática.

Con esta misma perspectiva, P. Serieux y J. Capgras publican en 1909 su libro Les

folies raisonnantes, Le délire d’interpretation; y G Ballet describe la psicosis

alucinatoria crónica; enfermedad mental caracterizada por el hecho de que el paciente

se va “haciendo delirante” poco a poco, a medida que experimenta alucinaciones

auditivas, habitualmente peyorativas, y alucinaciones genitales, vividas “bien como

abominaciones o como satisfacciones inducidas”7.

Más adelante aparece el interés por el “mecanismo imaginativo”, con E. Dupré y

por los mecanismos del automatismo y las pasiones, de la mano de Gaetan Gatian de

Clérambault.

También K. Kahlbaum y E. Hecker identifican la catatonía en 1870, la hebefrenia

en 1871 y la heboidofrenia en 1890, como entidades autónomas y específicas que

7 Lanteri-Laura, op. cit.

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finalmente E. Kraepelin englobaría, junto con el delirio paranoide, en la entidad que

denomina dementia praecox.

Varios hechos propone Lanteri-Laura para explicar por qué este paradigma entra

en crisis: en primer lugar, por la multiplicación de las especies morbosas; luego, por el

cuestionamiento del concepto de localización cerebral; también por las consecuencias

de una epidemia de encefalitis a partir de la cual se observan emparentados varias de las

manifestaciones de distintas enfermedades mentales; y, por último, el alcance de cierta

evolución de las ideas de S. Freud.

De un modo un tanto “francocéntrico”, el final de este segundo paradigma para

Lanteri-Laura es en el año 1926, año en que se celebra, en Ginebra y en Lausana, el

congreso en el que E. Bleuler expone en francés su concepción sobre el grupo de las

esquizofrenias, que según el autor sólo puede abordarse a la luz del concepto de

“estructura”. Esto produciría una cierta reunificación de la dispersión reinante en el

paradigma anterior, mediante la formulación de las grandes estructuras

psicopatológicas.

El paradigma de las grandes estructuras psicopatológicas comporta una nueva

concepción de la semiología, que pasa a formar parte de un síntoma único, global y

totalizador, con las características de una “buena forma”. Como ejemplo paradigmático

Lanteri-Laura propone el análisis de L. Binswanger sobre la fuga de ideas, Ueber

Ideenflucht: no se trata ya de enumerar algunos síntomas clásicos del acceso maníaco,

sino de retener tan sólo uno que pertenecería al registro semiológico pero expresa la

totalidad propia del proceso.

En este tercer paradigma, la función del diagnóstico no desaparece sino que se

transforma radicalmente. La Psicopatología se vuelve predominante, introduciendo la

oposición entre las estructuras neuróticas y las estructuras psicóticas, que el

psicoanálisis había colocado en primer plano.

El concepto de diagnóstico estructural y el organodinamismo de Henri Ey son

ejemplos elaborados del empleo del punto de vista estructural.

Al respecto, fueron asimismo cruciales, según nuestro autor, los aportes

“extrínsecos” a la psiquiatría de la Gestalttherie, que postulaban que sólo podía

conocerse al hombre considerándolo en su totalidad, que el menor de sus gestos o de sus

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propósitos manifestaría, añadiendo a su vez que la patología mental es una característica

esencial de la existencia humana.

Esta exigencia de unidad y de jerarquía que comporta el paradigma de las grandes

estructuras psicopatológicas, se hallaba en íntima correspondencia con los medios

terapéuticos existentes. Entre los años 1930 y 1950 Lanteri-Laura enumera la cura de

Sakel, la terapia convulsivante, la cura de sueño y al psicoanálisis clásico, de tal modo

que la distinción de las grandes estructuras concernía a las indicaciones y

contraindicaciones de cada tratamiento.

El autor describe de la siguiente manera la evolución histórica que sucedió a este

periodo:

“La introducción de la Clorpromazina en la terapéutica psiquiátrica,

a pesar de la innovación capital que supuso, permitía mantenerse todavía

dentro de él; sin embargo, la multiplicación de los neurolépticos, entre

ellos las butirofenonas, después la aparición de los timolépticos, los

ansiolíticos y las moléculas de acción prolongada, así como las

numerosas variantes del tratamiento ortodoxo en psicoanálisis, las

terapias de grupo y otro buen número de técnicas, precisaba volver a

considerar cierto número de variedades clínicas (…) El paradigma de las

grandes estructuras psicopatológicas ha dejado de prestar un gran

servicio y ha comenzado a mostrarse un tanto convencional, y, por así

decir, demasiado acomodaticio: si todo iba a parecer estructural, era que

ese concepto había perdido su vigor, y que, al emplearlo para todo, no

llegaba a ser de utilidad para nada. (…) Esta locución la totalidad del

hombre nos parece más ambiciosa que racional, y por encima de toda

argumentación rigurosa, tan imposible de establecer como de refutar. A

menos que uno se sitúe desde el principio en un cuerpo de afirmaciones

metafísicas que excluyan de antemano todo posible cuestionamiento”8.

8 Lanteri-Laura, op. cit.

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Como fecha de finalización de este último paradigma el autor propone el otoño de

1977, después de las prestigiosas Journees de Bonneval sur l’inconscient, organizadas

por su maestro Henri Ey.

Al final del tercer paradigma, y como se hizo evidente para el autor a partir de ese

congreso, tenemos distintas “psicopatologías regionales”, y donde ninguna es válida

para el conjunto de la psiquiatría. Como bien sostiene el autor, las referencias

psicopatológicas se han multiplicado sin que ninguna haya podido imponerse a las el

psicoanálisis, la psiquiatría dinámica, la fenomenología, el conductismo, las teorías de

la comunicación, el cognitivismo, sin olvidar “las generalizaciones, que no han dejado

de establecerse, a partir de los efectos terapéuticos de los neurolépticos, los ansiolíticos

o estabilizadores del ánimo”9. Ninguna de estas perspectivas ha logrado reemplazar a

las demás, y ninguna podría funcionar como un metalenguaje del que los otros discursos

de la psiquiatría podrían construir el lenguaje- objeto.

Como bien destaca el autor, su propia posición se ubica en este devenir histórico.

Él vive en carne propia la caída en la obsolescencia del paradigma de las grandes

estructuras psicopatológicas, y no es capaz de definir claramente, aunque sí de

vislumbrar, cual sería el paradigma que lo reemplace10.

En tiempos de la redacción del ensayo que nos ocupa, el DSM-III se presentaba

con pretenciones de ser ateórico y proceder sólo de la observación de la realidad clínica,

si bien es resultado de la historicidad que estamos presentando, y su enfoque se

postularía ya en esos tiempos como el cuarto paradigma de la psiquiatría moderna. Sin

embargo, se plantea la pregunta de si la psiquiatría clínica puede prescindir de toda

referencia a una psicopatología, postulando una especie de empirismo radical.

Según el análisis de Lanteri-Laura, el Diagmostic and Statistic Manual subvierte

el concepto de síndrome tradicional en medicina, que implica aliquid pro aliquo, es

decir, una cosa en lugar de otra. Es decir, que una ocasión regular de síntomas,

correlacionados entre sí, hace referencia a otra cosa distinta de ella misma, y esa otra

cosa no depende del campo semiótico.

9 Lanteri-Laura, op. cit.

10 Como afirma el autor: “El tercer paradigma no puede cumplir ya su papel, tampoco nos proporcionanningún elemento consistente para imaginarnos cómo ha de ser el cuarto”, Lanteri-Laura, op. cit.

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En el DSM tendríamos en cambio una situación aliquid pro eodem, ya que el

síndrome no se refiere más que a la afirmación de sí mismo.

Como subraya Lanteri-Laura, durante el paradigma de la alienación mental, la

homogeneidad de la patología está confirmada por la de la terapéutica, pero también por

la práctica penal, en la medida que la alienación mental implica entonces, de manera

casi necesaria, el estado de demencia.

A nuestro entender, si queremos establecer algunos lineamientos de aquello que

constituiría el paradigma actual, debemos trasladar nuestra perspectiva un poco “más

acá” de las cuestiones puramente académicas, y considerar como los actuales sistemas

diagnósticos en disputa funcionan en la praxis contemporánea de los psiquiatras, esto

es, de un modo indisolublemente ligado a una psicofarmacología.

El antropólogo ingles Andrew Lakoff acuña el término “Razón Farmacéutica”,

para referirse a la racionalidad subyacente a la intervención farmacológica en la nueva

psiquiatría biomédica11: la estandarización diagnóstica y la generación de protocolos

clínicos con el objetivo de ligar directamente el fármaco al diagnóstico, de manera que

el tratamiento así direccionado reestablezca la normalidad de la cognición, el afecto y la

voluntad.

Las técnicas clasificatorias actuales funcionan simplificando, estratificando y

estandarizando la clínica, generando de esta manera un estado de “liquidez”12. Los

estándares logrados por los manuales diagnósticos de clasificación son objetos que

pueden viajar y atravesar distintas fronteras manteniendo una suerte de identidad

constante. Esta identidad es lo que permite que el DSM funcione como un “tejido

conectivo” entre el dominio clínico, de la investigación científica, el de las aseguradoras

de salud, y el jurídico-legal.

Para este autor, que nos parece interesante tomar, los modelos predominantes en

Salud Mental en la Argentina están ligados tanto a proyectos políticos de modernización

como a la tarea ética de auto-transformación. Aquí, el desarrollo de un sistema de salud

11 Lakoff, Andrew, Pharmaceutical Reason, Knowledge and Value in Global Psychiatry, CambridgeUniversity Press, 2005, no hay traducción al español.

12 El término “liquidez” es tomado por el Andrew Lakoff del campo de las finanzas, aludiendo a laproducción de equivalencia entre conjuntos dispares de valores, a través de la regulación social y lanegociación política.

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orientado hacia lo público, más que a la medición de la eficiencia en términos de

mercado, ha posibilitado una cultura profesional relativamente autónoma en las

instituciones, donde el psicoanálisis sigue teniendo una fuerte presencia no solo como

intervención en salud, sino como proyecto ético y político de inclusión social. Estos

elementos hacen que los profesionales sean más capaces de resistir la incursión

hegemonizante del paradigma biomédico que en los países del Norte.

Resta para cada psiquiatra entonces tomar posición, más acá de los “consensos”

internacionales, respecto de la definición de su rol como profesional médico.

Retomando el planteo de los primeros párrafos de este trabajo, está pendiente

retomar un concepto propio de la physis que no excluya ni se oponga a una antiphysis,

tal como nos fueran legado por el pensamiento griego.

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Bibliografía

Kuhn, T., La estructura de las revoluciones científicas, Fondo de Cultura Economica, Mexico, 1987.

Lakoff, Andrew, Pharmaceutical Reason, Knowledge and Value in Global Psychiatry, Cambridge

University Press, 2005.

Lanteri-Laura, Georges, Ensayo sobre los paradigmas de la psiquiatria moderna, Editorial

Triacastela, Madrid, 2000.