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Los Pequeños Burgueses Por Honore de Balzac

Los Pequeños Burgueses · 2020. 5. 20. · carecen de mérito. El salón recuerda el gran siglo, por su chimenea en mármol de Languedoc, el cielo raso, adornado en los ángulos,

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LosPequeñosBurgueses

Por

HonoredeBalzac

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La calle del Torniquete de San Juan, cuya descripción pudo parecerfatigante en su tiempo—al principio del estudio tituladoUna familia doble(verlasEscenasdelavidaprivada)—,eseingenuodetalledelviejoParís,sólotienehoyesaexistencia tipográfica.Paraconstruir laCasaAyuntamiento talcomoseencuentrahoysedestruyótodounbarrio.

En1830,lostranseúntespodíanaúnvereltorniquetepintadoenlamuestradeunvinatero;peroesacasafuederruidamástarde.Recordaresteservicionosignifica anunciar otro del mismo género. ¡Desgraciadamente el viejo Parísdesaparececonespantosa rapidez!Aquíyalláquedarán,oraun tipodecasamedieval, como la que fue descrita al comienzo de El gato que juega a lapelota, y de la que hoy subsisten uno o dos ejemplares; ora la casa quehabitabaeljuezPopinot,enlacalleFouarre,espécimendelaviejaburguesía.AquílosrestosdelacasadeFulbert;allálasorillasdelSena,construidasbajoCarlosIX.NuevaOldmortality,¿porquénohadesalvarelhistoriadordelasociedadfrancesaestascuriosasexpresionesdelpasado,imitandoalviejodeWalterScott,quereparabalastumbas?Ciertamente,dediezañosaestaparte,losgritosdelaliteraturanohansidovanos:elartecomienzaacubrirconsusfloreslasinnoblesfachadasdeesasquellamanenParísmaisonsdeproduit,yalasqueVíctorHugocomparaburlonamenteconcómodas.

Anotemosaquíque lacreaciónde laComisiónmunicipaldelornamento,deMilán,quecuidalaarquitecturadelasfachadas,alacualtodopropietariotiene obligación de someter sus planos, data del siglo XII. Y ¿quién no hacomprobado en esta bella capital el efecto del patriotismo de burgueses ynobles, al admirar sus edificios llenos de carácter y originalidad?La odiosaespeculación, desenfrenada, que de año en año estrecha los pisos, construyeunacasaenelespacioqueocupabaunsalónysuprimelosjardines,influiráundía en las costumbres deParís. Pronto las gentes se verán obligadas a vivirmásenlascallesqueensuscasas.Lasantavidaprivada,lalibertaddelhogar,¿dóndepuedeencontrarse?Desdecincuentamilfrancosderentaenadelante.Yaúnsonpocoslosmillonariosquesepermitenellujodeunhotelitoconunpatioalacalle,protegidodelacuriosidadpúblicaporunjardín.

Al nivelar las fortunas, la ley delCódigo que rige las herencias produjoesosfalansteriosdepiedraquealojanatreintafamiliasydancienmilfrancosde renta. Así, dentro de cincuenta años serán contadas en París las casassemejantes a aquella dondehabitaba la familiaThuillier en elmomentoquecomienzaestahistoria;casaverdaderamentecuriosayquemereceloshonoresdeunaexactadescripción,aunquenoseamásqueparacompararlaburguesíadeantañoalaburguesíadehoy.

Lasituaciónyelaspectodelacasa,marcodeestecuadrodecostumbres,tienen, además, un perfume de pequeña burguesía que atraerá o repelerá la

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atencióndeacuerdoconlascostumbresdecadauno.

ComencemosdiciendoquelamansiónThuilliernopertenecíaalseñornialaseñoradeestenombre.PertenecíaalaseñoritaThuillier,hermanamayordelseñorThuillier.

Esta casa, adquirida en los seis primeros meses que siguieron a larevolución de 1830 porMaría JuanaBrigitte Thuillier, está situada hacia elcentrodelacalleSaint-Dominique-d’Enfer,aladerechaentrandoporlacalledelEnfer,demaneraquelapartedeledificiohabitadaporlosThuilliereslasituadaalmediodía.

El movimiento progresivo que lleva a la población parisiense aestablecerse en lo alto de la orilla derecha del Sena, abandonando la orillaizquierda,perjudicabadesdehacíabastantetiempolaventadepropiedadesenel barrio llamadoLatino, cuando causas que se deducirán del carácter y lascostumbres del señor Thuillier decidieron a su hermana a adquirir uninmueble:porelpreciomínimodecuarentayseismil francosadquirióeste;los gastos menores alcanzaron la cifra de seis mil, lo que hace un total decincuentaydosmil francos.Una sintéticadescripciónde lapropiedady losresultadosobtenidosporelseñorThuillierexplicaránporquéenjuliode1830seelevarontantasfortunasmientrastantasotrassederrumbaban.

A la calle, la casa presentaba una de esas fachadas de cantería revocadaconyeso,ondeadaporeltiempoyrayadaporlapaletadelalbañilparaimitarlapiedratallada.EstetipodefachadaestancomúnenParísytanfeo,quelaAlcaldíadeberíaofrecerventajasalospropietariosqueconstruyanconpiedrayesculpanlasfachadas.Estefrentegrisáceo,consieteventanas,constabadetres pisos y terminaba en buhardillas cubiertas de tejas. La puerta cochera,gruesa,sólida,indicabaporsutipoyestiloquelacasahabíasidoconstruidabajo el Imperio, aprovechando una parte del patio de una vasta y antiguamansión,delaépocaenqueelbarriodelEnfergozabadeciertofavor.

A un lado se encontraba la habitación del portero, al otro la escaleraprincipaldeledificio.Dosconstrucciones,situadas juntoa lascasasvecinas,sirvieronenotrotiempodecochera,caballerizas,cocinasyretretesdelacasadelfondo;perodesde1830fueronconvertidasenalmacenes.

Elaladerechaestabaocupadaporuncomerciantedepapelalpormayor,llamadoMetivier, sobrino; el ala izquierdapor un librero apellidadoBarbet.Lasoficinasdeambosnegociantesocupaban lapartealtade sus respectivosalmacenes,habitandoellibreroenelprimerpisoyelpapeleroenelsegundode la casa que daba frente a la calle.Metivier,muchomás comisionista enpapeleríaquepapelero, yBarbet,muchomásprestamistaque librero, teníanvastos almacenes, el uno para guardar las partidas de papel compradas afabricantesnecesitados,yelotro,lasedicionesdeobrasdadascomogarantía

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desuspréstamos.

El tiburón de la librería y el sollo de la papelería vivían, en buenainteligencia, y sus operaciones, desprovistas del movimiento que exige elcomercio al detalle, traían pocos carruajes a aquel patio, habitualmente tandesierto, que el portero arrancaba la hierba de entre las losas. Barbet yMetivierestánaquíapenasencategoríadecomparsas.Laexactitudenelpagodelosalquilereslosclasificabaentrelosbuenosinquilinos,yalosojosdelasociedaddelosThuillierpasabanpormuyhonorablespersonas.

El tercer piso estaba dividido endos departamentos, unoocupadopor elseñor Dutocq, escribano en la justicia de Paz, antiguo empleado retirado yvisitante asiduo del salónThuillier; el otro por el héroe de esta escena. Portanto, hay que contentarse por el momento con conocer el precio de sualquiler: setecientos francos, y la posición que ocupara, en el centro de laplaza,tresañosantesdequeselevanteeltelónsobreestedramadoméstico.

El escribanoocupaba elmayorde losdosdepartamentosdel tercer piso;tenía a su servicio una cocinera y pagabamil francos de alquiler.Dos añosdespués de su adquisición, la señorita Thuillier recibía siete mil doscientosfrancosdeunacasaalaqueelanteriorpropietariohabíarestauradoycolocadopersianas y vidrieras sin conseguir venderla ni alquilarla, y los Thuillier,cómodamente instalados, disfrutaban de uno de los más bellos jardines delbarrio,cuyosárbolesdabansombraaladesiertacallejueladeSantaCatalina.

Esta casa, situada entre el patio y el jardín, parece haber sido obra delcapricho de un burgués enriquecido bajo Luis XIV, de un presidente delParlamentoobienlaviviendadeuntranquilosabio.Ensuhermosapiedradetalla,estropeadaporel tiempo,hayunciertoairedegrandeza luiscatorcesca(permitidmeestebarbarismo);lossoportesdelafachadaimitancolumnas;lasparedesdeladrillosrojosrecuerdanelcostadodelascaballerizasdelcastillodeVersalles; lasventanasconarcosseornanconmascaronesen la llavedelmarco y bajo el poyo. En fin, la puerta, de pequeños cristales en la partesuperior,atravésdeloscualessepercibeeljardín,esdeeseestilohonestoysin énfasis que se empleó amenudo para los pabellones de porteros en loscastillosreales.

Pudieraesepabellónserelrestodealgúngranhotel,peroconsultadoslosantiguos planos de París no se ha encontrado nada que confirmase estaconjetura;lostítulosdepropiedaddelaseñoritaThuiltierdanporpropietario,bajoLuisXIV,aPetitot,elcélebrepintordeesmaltes,quienasuvezteníaporantecesorenlapropiedadalpresidenteLecamus.Esposiblequeelpresidentevivieseenestepabellónmientrasseconstruíasufamosohotelde lacalledeThorigny.

Latogayelartehanpasadoporelpabellón.Perotambién…¡dequégran

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unióndenecesidadesyplaceres surgióel interior!A laderecha,enunasalacuadradaquehacedeantecámara,seencuentraunaescaleradepiedra,bajolacual está la puerta de la bodega (a la izquierda se hallan las puertas de unsalón), con dos ventanas que dan al jardín y un comedor al patio. EstecomedorcomunicaporunladoconunacocinaunidaalosalmacenesBarbet.Detrásdelaescalera,porlapartedeljardín,seextiendeunmagníficogabinetelargo, con dos ventanas. El primero y el segundo pisos hacen dosdepartamentoscompletos,ylasclaraboyasabiertasjuntoaltechodanluzalashabitaciones para los criados. Una magnífica estufa adorna la vastaantecámara y las dos ventanas la iluminan. Esta pieza, enlosada enmármolblancoynegro,sedistingueporuncielorasodegrandesvigas,enotrotiempopintadasydecoradas,peroque,sindudabajoelImperio,fueroncubiertasconuna capa uniforme de pintura blanca. Frente a la estufa hay una fuente, demármolrojo.Las trespuertasdelgabinete,delsalónydelcomedorostentansendos marcos ovalados en su parte superior, cuyas pinturas esperan unarestauraciónmásquenecesaria.Lasmaderassonpesadas,perolosadornosnocarecendemérito.Elsalónrecuerdaelgransiglo,porsuchimeneaenmármolde Languedoc, el cielo raso, adornado en los ángulos, y la forma de lasventanas.Elcomedor,quecomunicaconelsalónporunapuertadedoshojas,estáenlosadodepiedra;susmaderassonderoble,sinpinturas,yelatrozpapelmodernoreemplazaenélalastapiceríasdeantaño.Elcieloraso,denogal,agrandes cuadros, no ha sido profanado. En el gabinete, modernizado porThuillier, se dan cita todas las discordancias. El oro y el blanco de lasmoldurasdelsalónenvejecierontantoquehoysóloquedanunas líneasrojasen el lugar del oro, y el blanco, amarilleado, se descascara. Nunca la fraselatinaOtiumcumdignitatetuvomásbellocomentarioalosojosdeunpoetaqueestanoblehabitación.Losherrajesdelpasamanosdelaescalerasondeuncarácterdignodelmagistradoydelartista,peroencambio,paraencontrarhoylosrestosdelosbalcones,finamentetrabajados,sonnecesarioslosojosdeunobservador poeta. Los Thuillier y sus antecesores han deshonradofrecuentemente esta joya de alta burguesía con las costumbres y lasinvencionesdelapequeñaburguesía.Sillasdecrínennogaloscuro;unamesadecaobaconsuhule;aparadoresdecaoba;untapizdeocasiónsobrelamesa;lámparas de metal brillante; los execrables grabados a la manera negra ycortinasdeindianacongalonesrojos,¡enestecomedor,dondecelebraronsusfiestaslosamigosdelpintorPetitot!…¿Comprenderéiselefectoquehacenenelsalónlosretratosdelseñor,laseñoraylaseñoritaThuillier,ejecutadosporPierre Grasson, el pintor de los burgueses; lasmesas de juego que cuentanveinteañosdeservicio;lasconsolas,deltiempodelImperio;unamesadeté,quesoportaunagranlira;unmuebledemalacaoba,adornadoconterciopelopintado sobre fondochocolate; en la chimenea, un reloj, que representa a laBelonadelImperio;candelabrosdecolumnasacanaladas;cortinasdedamasco

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delanaydemuselinabordada,recogidasconembracesdecobreestampado?… En el suelo se extiende un tapiz de ocasión. En la bella antecámara,oblonga,haybanquetasde terciopelo,y lasparedes,demaderaesculpida,seocultan tras los armarios de diversas épocas, procedentes de todos losdepartamentos anteriormente ocupados por los Thuillier. Una tabla cubre lafuente,ysobreella luceunalámparahumeante,quedatade1815.Enfin,elmiedo,estaodiosadivinidad,hahechoadoptar,porloscostadosdeljardínyelpatio,puertasdobles,provistasdeláminasdehierroqueserepliegancontraelmuroduranteeldíaysecierranporlanoche.

Es fácil de explicar la deplorable profanación ejercida sobre estemonumentodelavidaprivadadelsigloXVIIporlavidaprivadadelXIX.Talvez, en el comienzo del Consulado, un maestro de obras que adquiriera elpequeñohotelconcibiólaideadesacarpartidoalterrenoquedabaalacalle,yprobablemente derruyó la hermosa puerta cochera, flanqueada por pequeñospabellones, que completaban el bello sejour, para emplear unapalabra de laviejalengua,ylaindustriadelpropietarioparisienseimpusosumarchitezenlafrentedeestaelegancia,igualqueelperiódicoysusprensas,lafábricaysusdepósitos, el comercio y sus tiendas reemplazan a la aristocracia, la viejaburguesía,lafinanzaylatogadondeestashicieronbrillarsuesplendor.¡Quécurioso estudio el de los títulos de propiedad en París! Una casa de saludfuncionaenlacalledelasBatallas,dondeestuvolacasadelcaballeroPierreBayardduTerrail;eltercerestadoconstruyólacalleenelemplazamientodelhotelNecker.ElviejoParís seva, siguiendoa los reyesque se fueron. ¡Poruna obra maestra de la arquitectura que salva una princesa polaca, cuántospalacetescaen,comolacasadePetitot,enmanosdeThuillier!HeaquíahoralasrazonesquehicieronalaseñoritaThuillierpropietariadeestacasa.

A la caída del ministerio Villèle, el señor Luis Jerónimo Thuillier, quecontabaentoncesveintiséisañosdeservicioenFinanzas,ascendióasubjefe,pero apenas gozaba de la autoridad subalterna de una plaza que, en otrotiempo,fuesumenoresperanza,cuandolosacontecimientosdejuliode1830le obligaron a retirarse. Él calculó, muy sagazmente, que su pensión seríahonorableyprestamentearregladaporgentesfelicesdetenerunaplazalibre,ytuvorazón:supensiónfueliquidadaarazóndemilsetecientosfrancos.

Cuando el prudente subjefe habló de retirarse de la Administración, suhermana,muchomáslacompañeradesuvidaquesupropiamujer,temblóporelporvenirdelempleado.

—¿Quéva a ser deThuillier?—fue la pregunta que se hicieron, conunmutuo temor, la señora y la señorita Thuillier, que habitaban entonces unpequeñotercerpisoenlacalledeArgenteuil.

—Elarreglodesupensiónloocuparáduranteuntiempo—habíadichola

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señoritaThuillier—,peroyopiensoencolocarmiseconomíasdemodoquesuadministración lo haga trabajar. Sí; regir una propiedad será para él casi laadministración.

—¡Oh, hermana mía; usted le salvará la vida! —exclamó la señoraThuillier.

—¡Pero si he pensado siempre en esta crisis en la vida de Jerónimo!—respondiólasolterona,conaireprotector.

La señorita Thuillier había oído decir muy a menudo a su hermano:«¡Fulanomurió!¡Nosobreviviódosañosasuretiro!»;muyamenudohabíaoído aColeville, el amigo íntimo de Thuillier, empleado como él, chancearsobre esta época climatérica de los burócratas, diciendo: «¡Ya llegaremostambiénnosotros!»,parapoderapreciarelpeligroquecorríasuhermano.Elpaso de la actividad al retiro es, en efecto, el tiempo crítico del empleado.Aquellosdeentrelosretiradosquenosabenonopuedensustituirconotraslasfuncionesqueabandonan,cambianextrañamente:algunosmueren;muchosseentregan a la pesca, distracción en la que el vacío es semejante al de sustrabajos en las oficinas; otros, hombres maliciosos, se hacen accionistas,pierden sus economíasy son felices al obtenerunaplaza en la empresaquetriunfa, después de un primer fracaso y una primera liquidación, guiada pormanosmáshábilesquelaacechaban;elempleadosefrotaentonceslassuyas,completamente vacías, diciéndose: «Yo había, sin embargo, adivinado elporvenirdeestenegocio».Perocasitodossedebatenconsusantiguoshábitos.

—Loshay—decíaColeville—quesondevoradosporelesplínparticularde los empleados; mueren indigestos de circulares, y padecen, no de lalombriz, sino de la carpeta solitaria. El pequeño Poiret no podía ver unacarpeta blanca forrada de azul sin que esta prisión bien amada le hiciesecambiardecolor:pasabadelverdealamarillo.

La señorita Thuillier pasaba por ser el genio de estemenaje fraternal, ycomo su historia particular lo demostrará, no le faltaban fuerza ni decisión.Estasuperioridad,enrelaciónconlosquelarodeaban,lepermitíajuzgarasuhermano,apesardequeellaleadoraba.Despuésdehabervistoderrumbarselas esperanzas que reposaban sobre su ídolo, quedaba en sus sentimientosmucho de maternidad para engañarse sobre el valor social del subjefe.Thuillier y su hermana eran hijos del primer conserje del Ministerio deFinanzas. Jerónimo había escapado, gracias a su miopía, de todas lasrequisicionesyalistamientosposibles.Elpadreambicionóhacerdesuhijounempleado.EnelcomienzodeestesiglohubodemasiadasplazasenlaArmaday, por tanto, hubo tambiénmuchas en las oficinas, y la falta de empleadosinferiorespermitióalgruesopadreThuillierhacerquesuhijofranqueaselosprimeros grados de la jerarquía burocrática. El conserje murió en 1814,

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dejandoaJerónimoenvísperasdesersubjefe,perosindejarleotrafortunaqueesta esperanza. El grueso Thuillier y su mujer, muerta en 1810, se habíanretiradoen1806conunapensiónquehacíatodasufortuna.ConellasostuvoasusdoshijosydioaJerónimolaeducacióndelaépoca.Esbienconocidalainfluencia de la Restauración sobre la burocracia. De los cuarenta y undepartamentos suprimidos volvió una masa de empleados honorablessolicitando plazas inferiores a las que habían ocupado. A estos derechosadquiridosseunían losderechosde las familiasproscritas,arruinadaspor laRevolución.Cogidoentreestosdosafluentes,Jerónimosesintióbienfelizdenoserdestituidoconcualquierpretextofrívolo.Sutemornoterminóhastaeldía en que, ascendido a subjefe por casualidad, se supo seguro de un retirohonorable. Este resumen rápido explica los pocos alcances y conocimientosdel señor Thuillier. En un tiempo había sabido latín, las matemáticas, lahistoria y la geografía que se aprenden en un pensionado, pero de la clasellamada segunda no había pasado, puesto que de allí le sacó su padre paraaprovechar una ocasión de hacerle entrar en el Ministerio, elogiando lasoberbiamanodesuhijo.Yasí,sielpequeñoThuillierescribiósusprimerasinscripcionesenelGranLibrodeBonosdelEstado,nohizo, encambio, suretóricanisufilosofía.Engranadoenlamáquinaministerial,cultivópocolasletrasyaúnmenoslasartes;delosuyoadquiriólosconocimientosrutinarios,ycuando,bajoelImperio,tuvoocasióndeentrarenlaesferadelosempleadossuperiores, tomó las formas superficiales que ocultaban al hijo del conserje,peroenespíritucontinuósinadquirirnada.Laignorancialeenseñóacallar,ysu silencio le fue útil; bajo el régimen imperial se habituó a esa obedienciapasiva que gusta a los superiores, y fue a esa cualidad a la que debió,mástarde, su promoción al grado de subjefe. Su rutina se hizo una granexperiencia, susmaneras y su silencio cubrieron su falta de instrucción.Talnulidadfueuntítulocuandose tuvonecesidaddeunhombrenulo.SetemiódesagradaradospartidosenlaCámara,cadaunoprotectordeunhombre,yelMinisteriosaliódeladificultadaplicandola leydeantigüedad.AsíascendióThuillierasubjefe.LaseñoritaThuillier,sabiendoquesuhermanoaborrecíalalectura y no podía reemplazar el tráfago de la oficina por ningún negocio,había, pues, sabiamente, resuelto lanzarlo en las preocupaciones de lapropiedad, en el cultivo de un jardín, en las infinitas pequeñeces de laexistenciaburguesayenlasintrigasdelavecindad.

LatrasplantacióndelafamiliaThuillierdelacalledeArgenteuilalacalledeSantoDomingodelInfierno;loscuidadosnecesariosparaunaadquisición,un portero conveniente que encontrar y los inquilinos a buscar ocuparon aThuillier de 1831 a 1832. Cuando el fenómeno de este trasplante huboterminado;cuando lahermanavioque Jerónimo resistía a estaoperación, leencontróotraspreocupaciones,comoseverámástarde,perotomandolabasepara ellas en el carácter mismo de Thuillier, carácter que no será inútil

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exponer.

AunquehijodeunconserjedeMinisterio,Jerónimofueloquesellamaunbellohombre;de tallaalgomásquemediana,esbelto,defisonomíabastanteagradable con sus lentes, pero horrible sin ellos, como sucede a muchosmiopes,pueslacostumbredemiraraltravésdeantiparrashabíadejadosobresuspupilasunaespeciedeniebla.

Entrelosdieciochoylostreintaaños,eljovenThuilliertuvoéxitoconlasmujeres,siempreenunaesferaquecomenzabaenlaburguesía,yterminabaenlosjefesdedivisión;masessabidoque,duranteelImperio,laguerradejabaala sociedad parisiense un poco desprovista, al llevarse a los hombres deenergíaal campodebatalla,ypuedeque,comohadichoungranmédico,aello sedeba lapoca consistenciade lageneraciónqueocupaelmedio sigloXIX.

Thuillier,obligadoahacersenotarporotrascualidadesquelasdelespíritu,aprendióavalsaryadanzar,hastaelextremodesercitadocomoejemplo;sele llamaba el bello Thuillier, jugaba al billar a la perfección, y su amigoColevilleleeducólavozlosuficienteparacantarlasromanzasdemoda.Deestas pequeñas sabidurías resulta esa apariencia de éxito que engaña a lajuventudylaanulaparaelporvenir.

La señorita Thuillier, de 1806 a 1814, creía en su hermano comomademoiselled’OrleánscreeenLuisFelipe;estabaorgullosadeJerónimoyloveíallegandoaunaDireccióngeneral,conlaayudadesustriunfosque,enesetiempo, le abrieron algunos salones donde ciertamente no hubiese nuncapenetrado sin las circunstancias que hacían de la sociedad, bajo el Imperio,unaensalada.

Mas los triunfos del bello Thuillier fueron, generalmente, de pocaduración; las mujeres se interesaban tan poco por retenerle como él porconservarlas; para el sujeto de una comedia tituladaEl don Juan a su pesarpodíaestudiárseleaél.EloficiodebellofatigóaThuillierhastaenvejecerle;sucara,cubiertadearrugascomoladeunaviejacoqueta,teníadoceañosmásquesuactadenacimiento.Desuséxitoslequedólacostumbredemirarseenlosespejos,oprimirselacinturaparadibujarlayponerseenposesdebailarín,queprolongó,despuésdelderechoasusventajas,elcontratoquehabíahechoconestesobrenombre:elbelloThuillier.

Laverdadde1806sehizodisparateen1826.ThuillierconservóalgunosvestigiosdelasropasdelosbellosdelImperio,quenoibamalporciertoaladignidad de un antiguo subjefe. Continuó usando la corbata blanca denumerosos pliegues, donde el mentón se hunde y cuyos dos extremosamenazan a los transeúntes a derecha e izquierda, mostrando un nudoregularmentecoqueto,enotro tiempohechopor lasmanosde lasbellas.Sin

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dejardeseguirlasmodasdesdelejos,lasadaptaasutalante,llevaelsombreromuyhaciaatrás,usazapatosycalcetinesfinosenverano;suslevitasalargadasrecuerdan las del Imperio; aún no abandona las pecheras de encaje y loschalecos blancos; continúa jugando con su bastoncillo de 1810 y caminamanteniéndose siempre derecho. Nadie, viendo a Thuillier pasear por losbulevares,letomaríaporelhijodeunhombrequepreparabalosalmuerzosalos empleados delMinisterio de Finanzas y llevaba la librea de Luis XVI:diríase un diplomático imperial, un viejo prefecto. Luego, no solamente laseñorita Thuillier explotó muy inocentemente la debilidad de su hermanolanzándole en un excesivo cuidado de su persona, lo que, en ella, era unacontinuacióndesuculto,sinoqueagregóaestoelregalodetodaslasalegríasdelhogar,trasplantandojuntoaellosaunafamiliacuyaexistenciahabíasidocasicolateralalasuya.

SetrataaquídelseñorColeville,elamigoíntimodeThuillier.PeroantesdepintaraPíladesesindispensableterminarconOrestes,puesdebeexplicarseporquéThuillier,elbelloThuillier,seencontrabasinfamilia,yaquelafamiliacomienzaaexistirconloshijos;yaquídebeaparecerunodeesosprofundosmisterios que quedan hundidos en los arcanos de la vida privada y del quesalenalgunosrasgosalasuperficie,enelmomentoenquelosdoloresdeunasituación oculta se hacen demasiado vivos; es de la vida de la señora y laseñoritaThuillier de loque se trata, yaque, hasta ahora, sólo sehavisto lavida,másomenospública,deJerónimoThuillier.

MaríaJuanaBrigitteThuillier,cuatroañosmayorquesuhermano, lefueenteramentesacrificada;eramásfácildarleunaposiciónaélqueunadoteaella. Lamala suerte, para ciertos caracteres, es un faro que les alumbra laspartesoscurasybajasdelavidasocial.

Superior a su hermano en energía y en inteligencia, Brigitte era uno deesoscaracteresque,bajoelmartillodelaadversidad,seconcentran,devienencompactos y de una gran resistencia, por no decir inflexibles. Celosa de suindependencia, quiso sustraerse a la vida de la portería y hacerse el únicoárbitrodesusuerte.

Catorce años tenía cuando fue a vivir retiradamente a una buhardilla,vecinadelaTesorería,situadaenlacalleVivienneynolejosdelacalledelaVrillière,dondesehabíaestablecidolaBanca.Allíseentregóanimosamenteauna industria poco conocida, privilegiada, gracias a los protectores de supadre,queconsistíaenfabricarsacospara losBancos,paraelTesoroyparalasgrandescasasdefinanzas.Altercerañodesupequeñaindustriateníaasuservidodosobreras.ColocandosuseconomíasenbonosdelEstado, teníaen1814 tres mil seiscientos francos de renta: sus ganancias de quince años.Gastaba poco; mientras su padre vivió, fue siempre a comer a su casa y,además, es bien sabido que las rentas, durante las últimas convulsiones del

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Imperio,alcanzaronacuarentaytantosfrancos;asíseexplicaesteresultado,enaparienciaexagerado.

Almorirelantiguoconserje,BrigitteyJerónimo—ellaconveintisieteyélcon veintitrés años— unieron sus destinos. El hermano y la hermana seprofesabanrecíprocamenteunexcesivoafecto.CuandoJerónimo,entoncesenplena época de éxitos, se veía sin dinero, su hermana, vestida con pañosgroseros y, los dedos rotos por el hilo y la aguja, le ofrecía siempre unosluises.AlosojosdeBrigitte,JerónimoeraelmásbelloyelmásencantadordeloshombresdelImperiofrancés.Llevarlacasadesuhermano,seriniciadaensussecretosdeLindoroyDonJuan,sentirseencriada,enperrillopreferido,fueelsueñodeBrigitte;yellaseinmolóaunídolo,alqueaumentaríaydelquesantificaríaelegoísmo.Entoncesvendióaunadesusobreras,enquincemil francos, su clientela, y vino a establecerse en la casa de la calle deArgenteuil, donde vivía su hermano, convirtiéndose desde entonces en lamadre, la protectora, la criada de este niñomimado de las damas. Por unaprudencianaturalenunamujerquedebíatodoasudiscreciónyasutrabajo,BrigittenohablóaJerónimodesufortuna;temía,sinduda,lasdisipacionesdeuna vida de hombre afortunado, y contribuyó solamente con seiscientosfrancos para la casa, lo que, unidos a los mil ochocientos de Jerónimo,permitíacubrirelaño.

Desde los primeros días de esta unión, Thuillier escuchó a su hermanacomo a un oráculo: la consultaba en sus menores asuntos, no le escondióninguno de sus secretos y comenzó así a hacerle gustar el fruto de ladominación,quedebíaserelpecadilloamadoporestecarácter.Asílahermanasacrificaríatodoporsuhermano;habiendodepositadotodosobresucorazón,por él vivía. El ascendiente de Brigitte sobre Jerónimo se corroborósingularmenteporelmatrimonioqueellaleprocuróhacia1814.

ViendoelmovimientodecomprensiónviolentaquelosreciénllegadosdelaRestauraciónhicieronenlasoficinas,ysobretodoalregresodelaantiguasociedad,querechazabaalaburguesía,Brigittecomprendió,mejordeloquesuhermano se la explicaba, la crisis social donde se apagaban sus comunesesperanzas.¡NomáséxitosposiblesparaelbelloThuillierconlosnoblesquesucedíanalosplebeyosdelImperio!

Thuilliernoeracapazdehacerseunaopiniónpolíticaysintió,comosentíapor él su hermana, la necesidad de aprovechar sus restos de juventud paraprepararseunfin.Enestasituación,unamujercelosacomoBrigittequeríaydebíacasarasuhermano,tantoporellacomoporél,puessóloellaeracapazdehacerfelizasuhermano,mientrasquelaseñoraThuilliernoseríamásqueunaccesorioindispensableparatenerunoomáshijos.SiBrigittenotuvotodoel espíritu necesario para su voluntad, tuvo, en cambio, el instinto de sudominación, y no teniendoninguna instrucción, se limitaba amarchar hacia

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adelante con la testarudez de una naturaleza habituada a triunfar. Poseía elgeniodelmenaje, el sentidode la economía, la comprensiónde lavidayelamoraltrabajo.AsísupoadivinarquenollegaríajamásacasaraJerónimoenunaesferamásaltaqueladeellos,dondelasfamiliasindagaríansobresuvidaprivadayseinquietaríanencontrandoyaunaseñoraenlacasa;buscóentoncesen la capa social inferior las gentes a quienes podía deslumbrar, y encontrócercaunpartidoconveniente.

Elmásantiguode losempleadosde laBanca,apellidadoLemprun, teníaunahijaúnica llamadaCeleste.CelesteLemprundebíaheredar lafortunadesumadre,hijaúnicadeungranjero,consistenteenunasfanegasde tierraenlosalrededoresdeParís,queelviejoexplotabasiempre;además,heredaríalafortunadelbuenodeLemprun,unhombresalidodelacasaThélussonydelacasaKellerparaentrarenelBancoNacionalcuandolafundación.Lemprun,ahora jefe de servicio, gozaba de la estima y de la consideración deladministradorydeloscensores.

Por ello elConsejode laBanca, al oír hablardelmatrimoniodeCelestecon un honorable empleado de Finanzas, prometió una gratificación de seismilfrancos.Estagratificación,unidaadocemildadosporLemprun,yadocemil por el señor Galard, granjero en Auteuil, elevaba la dote a treinta milfrancos.ElviejoGalardyelseñorylaseñoraLemprunestabanencantadosdetalunión; el jefede servicio tenía a la señoritaThuillierporunade lasmásdignasyprobasmujeresdeParís.BrigittehizorelucirsusinscripcionesenelGranLibrodeBonosdelEstado,confiandoaLemprunqueellanosecasaríanunca, y ni el jefe de servicio ni su mujer, gentes de la edad de oro, sehubieran permitido juzgar aBrigitte: lo quemás sorprendía y atolondraba aambos era el brillo de la posición del bello Thuillier, y el matrimonio secelebró,segúnunaexpresiónconsagrada,enmediodelageneralsatisfacción.

El administrador de la Banca y el secretario sirvieron de testigos a laesposa, y el señor de la Billardière —el jefe de división— y el señorRabourdin—jefedelaoficina—fueronlosdeThuillier.Seisdíasdespuésdelmatrimonio, el viejo Lemprun fue víctima de un audaz robo, del que seocuparon los periódicos de la época, pero rápidamente olvidado con losacontecimientos de 1815. Los autores del robo escaparon y Lemprun quisosaldar la diferencia, y aunque la Banca llevó este déficit a la cuenta depérdidas,elviejoLemprunmuriódelapenaquelecausaraestaafrenta.Veíatalgolpedemanocomounatentadoasuprobidadseptuagenaria.

LaseñoraLemprunabandonósuherenciaenmanosdesuhija,esposadeThuillier,yfueavivirconsupadreenAuteuil,dondeelviejoGalardmurióderesultasdeunaccidenteen1817.Asustadadetenerqueregentaroarrendarloshuertos y campos de su padre, la señora Lemprun rogó a Brigitte, cuyacapacidad y probidad lamaravillaban, que liquidara la fortuna de Galard y

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arreglaralascosasdemaneraquesuhijatomasetodo,asegurándoleaellaunarentademilquinientosfrancosydejándolelacasadeAuteuil.Loscamposdelviejo cultivador, vendidos por parcelas, produjeron treinta mil francos. LaherenciadeLemprunascendíaaotrotanto,yesasdosfortunas,reunidasaladote,hacían,en1818,ochentamilfrancos.

LadotesehabíacolocadoenaccionesdelaBanca,enunmomentoenqueestas valíannovecientos francos,Brigitte compró cincomil francosde rentapor los sesenta mil —el cinco por ciento estaba a sesenta— e hizo unainscripcióndemilquinientosfrancosanombredelaviudaLemprun.Así,alcomienzodelaño1818,lapensióndeseiscientosfrancospagadaporBrigitte,losmil ochocientos francos deThuillier, los tresmil quinientos de renta deCeleste y el producto de treinta y cuatro acciones de la Banca, daban a lafamiliaThuillier una entradadeoncemil francos, administrada sin consejosporBrigitte.Hasidonecesarioocuparsede lacuestiónfinanciera,ante todo,tantoparaprevenirlasobjecionescomoparadesembarazareldrama.

Brigitte comenzó por dar a su hermano una mensualidad de quinientosfrancosycondujolaBancademaneraquecincomilbastasenparaelgastodelacasa.Probándolequeaellaleeransuficientescuarenta,dabacincuentapormesasucuñada.Paraasegurarsudominaciónporelpoderdeldinero,Brigitteamasaba el sobrante de sus rentas; semurmuraba en las oficinas que hacíapréstamos usurarios por intermedio de su hermano, que pasaba porprestamista. Pero si de 1815 a 1830 Brigitte elevó su capital a sesenta milfrancos, la existencia de esta suma puede explicarse por operaciones de larentaquepresentabaunavariacióndel cuarentaporciento, sinnecesidadderecurriraacusacionesmásomenosfundadasycuyarealidadnoagreganadaalinterésdelahistoria.

Desdeunprincipio,BrigittehundióbajosufuerzaaladesgraciadaseñoraThuillier, por medio de los primeros espolazos que le dio, y por el duromanejodelfrenoquelehizosentirfuertemente.

Elexcesodetiraníaerainútil;lavíctimaseresignórápidamente.Celeste,bienestudiadaporBrigitte,desprovistadeespíritu,deinstrucción,habituadaaunavidasedentaria,aunaatmósferatranquila,teníauncarácterexcesivamentedulce;erapiadosaenel sentidomáscorrientede lapalabra;gustosamenteycon duras penitencias ella expiaría un error involuntario que hubiese hechomalasuprójimo.Acostumbradaaserservidaporsumadre,quehacíatodoenla casa, ignoraba los secretos de la vida, y su constitución linfática, que sefatigaba con elmenor trabajo, la obligaba al reposo; era el perfecto tipo demujer de ese pueblo de París, del que los hijos son raramente bellos, puesresultanelproductodelamiseria,del trabajoexcesivo,decasassinaire,sinlibertaddeacción,sinningunadelascomodidadesdelavida.

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Enelmomentodesumatrimonioeraunamujercitadeunrubioinsípido,gruesa, lenta y de aspecto atontado. Su frente, demasiado vasta, demasiadoprominente,semejabaladeunhidrocéfaloy,bajoestacúpuladeunmatizdecera,sucara,evidentementepequeñayterminadaenpuntacomoelhociquillode un ratón, hizo pensar a algunos que tarde o temprano terminaríaenloqueciendo.Susojos,deuncolorazulclaro,ysuslabios,dotadosdeunasonrisa casi fija, no desmentían esta suposición. El día solemne de sumatrimonio lo pasó envuelta en la actitud, el aire y las maneras de uncondenadoamuertequedeseaelrápidofinaldetodo.

—¡Esunpocotímida!…—habíadichoColevilleaThuillier.

Brigitte,quesehacíanotarporelmásviolentocontraste,era,sinduda,elpuñalquehabíadepenetrarenestanaturalezasindefensas.Notableporunabelleza regular, correcta, estropeada por los trabajos que desde la niñez lainclinaronsobretareasingratas,penosas,yporlasprivacionesqueellamismaseimpusoparareunirsupeculio.Supiel,oscurecidatempranamente,teníaunmatiz acerado. Un círculo negro, amoratado, rodeaba sus ojos castaños; ellabiosuperiorseornabaconunvellooscuro,comodehumo;loslabioseranpequeñosysufrenteimperiosaserealzabaporunacabellera,enotrotiemponegra,queahoratomabauntonodechinchilla.Majestuosamenteerguida,tododenotabaenellalacorduradesustreintaaños,susdeseosapagados.

ParaBrigitte,Celestefuesólounafortunaatomar,unamadrequehaceryunsujetomásensuimperio.Prontolereprochóelserfloja—unapalabradesuléxico—,yestacelosasolterona,aquienhubiesedesesperadounacuñadaactiva, gustó un salvaje placer estimulando la energía de tan débil criatura.Celeste,avergonzadadeverasucuñadadesplegarsubríodejacahaciéndolotodo,intentóayudarla,ycayóenferma;inmediatamenteBrigittesededicóencuerpo y alma al cuidado de la señora de Thuillier; la cuidaba como a unahermana bien amada, diciéndole delante de Thuillier: «¡Usted no tiene lafuerza necesaria; pues bien, no haga nada, querida!…». Así exponía laincapacidaddeCelesteconesefaustodeconsuelosqueposeenlasmujeresyqueconstituyensumododeloar.Luego,comoesasnaturalezasdespóticasquegustanejercersusfuerzas,peroestánllenasdeternuraparalosdoloresfísicos,supoatenderasucuñadadetalmodoquecuandolamadredeCelestevinoaverlasesintióconmovidaycontenta.

Cuando la señora Thuillier estuvo restablecida, Brigitte la llamó, demaneraqueellaseenterase,«emplasto,inutilidad,etc.».Celesteseencerrabaen su habitación a llorar, y cuando Thuillier la sorprendía secándose laslágrimas,excusabaasuhermanadiciendo:

—¡Si ella es excelente! Es su carácter, que es vivo; ella os quiere a sumanera;amímetrataigual.

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Celesterecordabaloscuidadosmaternalesquehabíarecibidoyperdonabaasucuñada.Brigitte tratabaa suhermanocomoal reyde lacasa:hablandocon Celeste, le elogiaba y hacía de él un autócrata, un Ladislao, un Papainfalible.LaseñoraThuillier,habiendoperdidoasupadreyasuabuelo,pocomenosqueabandonadapor sumadre,que sólovenía averla los jueves,y aquienellosibanavisitar,duranteelbuentiempo,losdomingos,noteníaotrapersona a quien querer que sumarido, primero, porque él era sumarido, yluegoporqueseguíasiendoparaellaelbelloThuillier.Sumujeral fin,él latratababienaveces,ytodasestasrazonesunidasselohacíanadorable.Ymásperfecto leparecía aún,puesque aveces tomaba sudefensa reprendiendoaBrigitte,noporinteréshaciasumujer,sinoporegoísmoyportenerpazenlacasalospocosmomentosquepermanecíaenella.

En efecto, el bello Thuillier venía a comer y regresaba a acostarsemuytarde; iba a los bailes, en sumundo, solo absolutamente, como si fuese aúnsoltero.Así lasdosmujeresestabancontinuamentesolas, frentea frente.Demodo insensible, Celeste adoptó una actitud pasiva y fue como Brigitte laquería: una ilota.La reina Isabel de la familia pasó de la dominación a unaespeciedepiedadporaquellavíctimacontinuamentesacrificada.Terminópormoderarsusairesaltivos,suspalabrascortantes,eltonodespreciativo,cuandoestuvoseguradequelafatigadetalsituaciónhabíarotoasucuñada.

Unavezquevioaparecerlasmarcasdelcollarenelcuellodesuvíctima,cambió completamente y Celeste conoció mejores tiempos. Comparando elprincipio a la continuación, llegó hasta sentir una especie de afecto por suverdugo. La sola probabilidad que la pobre ilota tenía de encontrar energía,defenderse y ser alguien en el seno de aquella familia, alimentada por sufortuna sin saberlo y recibiendo en cambio las migajas de la mesa,desapareció.EnseisañosCelestenotuvohijos.

Estaesterilidad,quedemesenmeshacíabrotardesusojos torrentesdelágrimas,conseguíamantenereldespreciodeBrigitte,quelereprochabaelnoservirparanada,nisiquieraparahacerhijos.Estasolteronaquehabíasoñadotanto con amar a un hijo de su hermano como si fuera suyo, no cesó hasta1820 de gemir sobre el porvenir de sus fortunas que, decía ella, irían alGobierno.

En el momento en que comienza esta historia en 1839, Celeste, quecontabaya cuarentay seis años,habíadejadode llorar, poseídapor la tristeseguridad de que no sería nunca madre. Y, ¡cosa extraña!: después deveinticinco años de esta vida, en los que la víctima había terminado pordesarmar, por romper el puñal,Brigitte amaba tanto aCeleste comoCelesteamabaaBrigitte.Eltiempo,lascomodidadesdelafortunayelperpetuorocedelavidadoméstica,suavizaronlosángulos,limaronlasasperezas,ydeotraparte,laresignaciónyladulzuradecorderopascualdeCelestetrajeronaquel

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otoño sereno. Además, unía a estas dos mujeres el único sentimiento queposeyólasdosvidas:laadoraciónporeldichosoyegoístaThuillier.

Y en fin, estas dos mujeres sin hijos, como todas las mujeres que handeseado vanamente un hijo, habían tomado cariño por un niño. Estamaternidad ficticia, pero igual en fuerza aunamaternidad real, necesitaunaexplicaciónque llevaráalcorazónmismode laescenayexplicaráelporquédelexcesodeocupacionesquelaseñoritaThuillierbuscaraasuhermano.

Thuillier entró en el retiro al mismo tiempo que Coleville, su íntimoamigo. Frente almatrimonio sombrío y desolado de Thuillier, la naturalezasocial colocó comoun contraste el deColeville, y si es posiblenoobservarqueestecontraste fortuitoespocomoral,esnecesarioagregarque,antesdejuzgar, se necesita ir hasta el fin de este drama, desgraciadamente bienhistóricoyalqueelhistoriadornoagreganada.

Colevilleeraelhijoúnicodeunmúsicodetalento,enépocadeFrancoeury Rebel, primer violín de la ópera. Coleville y Thuillier fueron amigosinseparables;sinsecretosentreambos,laamistadquecomenzaraalosquinceañoscontinuabaigualen1839.

Colevillefueunodeesosempleadosaquienesenlasoficinasselesllamapor burla acumuladores y se significan por una industriosa inventiva.Coleville,buenmúsico,debíaalnombreylainfluenciadesupadrelaplazadeprimer clarinete que ocupaba en laÓperaCómica.De soltero, siempremásprovisto de dinero que Thuillier, Coleville lo compartía a menudo con suamigo.AlcontrariodeJerónimo,Coleville secasóporamorcon la señoritaFlavia,hijanaturaldeunacélebrebailarinadelaóperaydecuyapaternidadsehacía responsable a Du Bourgnier, uno de los más ricos empresarios de laépoca,quienarruinadohacia1800,olvidóasupresuntahijaimpulsadoporsusdudassobrelafidelidaddelamadre.

Porsucaráctercomoporsuorigen,FlaviaestabadestinadaaunbientristeoficiocuandoColeville,visitanteasiduodelacasadelopulentoempresario,seenamoró de Flavia. El príncipe Galathione, que protegía, en septiembre de1815, a la ilustrebailarina, ya al final de subrillante carrera, dioveintemilfrancosdedoteaFlavia,ylamadreagregóunmagníficoajuar.Losamigosdelacasaycompañerosdelaóperahicieronregalosdejoyasyvajilla,resultandoelmatrimonioColevillemuchomás rico en cosas superfluasque en capital.Flavia, criada en la opulencia, tuvo al principio un piso encantador que eltapicerodesumadreamueblóydondereinabalajovenesposa,amantedelasartes,losartistasylaelegancia.

LaseñoraColevilleeraaunmismotiempobellaeinteresante,espiritualyalegre,simpática,enunapalabra,encantadora.Sumadre,yaenloscuarentaytres años, se retiró a vivir al campo, privándola así de los recursos que

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brindabaunaopulenciadisipadora.LaseñoradeColevilleteníaunacasamuyagradable pero excesivamente pesada. De 1816 a 1826 tuvo cinco hijos.Coleville,repartiéndosemilagrosamente—músicoporlanoche;llevandoloslibrosdeunnegocianteenlasmañanas,desieteanueve,parapoderestarensuoficinaalasdiez—alcanzabaunaentradaanualdesieteaochomilfrancos.

YlaseñoraColevillejugabaalamujerdesociedad:recibíalosmiércoles,dabaunconciertomensualyunacomidacadaquincedías.Asumaridonoleveíamásquealashorasdecomeryenlanochealahoradeacostarse.Comoleregalabanavecesentradas,ibaalteatroydejabaunanotaenlacasa,paracuando Coleville viniese a dormir, diciéndole que pasara a recogerla en talcasadondecenabaobailaba.En la casade la señoraColeville sehacíaunaexcelentecomida,y lasociedad,aunquemezclada,eramuydivertida;allíseencontraban actrices célebres, pintores, gentes de letras, algunos ricos. LaeleganciadeFlaviasepaseabaalpardeladeTullia,actrizdelaóperaaquienellafrecuentabamucho.PerosilosColevillegastaronsucapitalysillegaronapasar meses difíciles de terminar, nunca, en cambio, se endeudó Flavia.Colevilleerafeliz,amabaasumujerycontinuabasiendoparaellasumejoramigo.Siempreacogidopor afectuosas sonrisasyunaalegría comunicativa,cedíaa lasgraciasya las irresistiblesmanerasdeFlavia.La ferozactividadque desplegaba en sus tres empleos convenía a su carácter y a sutemperamento.Eraunbuenhombre,unpocogrueso,jovial,gastador,llenodefantasías.Endiezañosnohubounasolaquerellaenlafamilia.Enlasoficinaspasaba por un aturdido, como todos los artistas decían, pero las gentessuperficialestomabanlaprisaconstantedeltrabajadorporelvayvienedeunchismosoenredador.

Coleville tuvo la inteligencia de hacer un poco el tonto; alabando sufelicidad interior, sededicóa labuscadeanagramasa findeaparecercomoabsorbidoporestapasión.LosempleadosdesudivisiónenelMinisterio,losjefes de oficinas, hasta los jefes de división, venían a sus conciertos. Detiempo en tiempo, con cualquier motivo, regalaba entradas del teatro,buscandounaexcesivaindulgenciaquenecesitabaparasuseternasausencias.Los ensayos le tomaban lamitad del tiempo destinado a la oficina, pero lacienciamusical legadapor supadre era asaz real, lo bastante profundaparapermitirlenoasistirmásquealosensayosgenerales.Graciasalasrelacionesde Flavia, el teatro y elMinisterio se prestaban a las exigencias del dignoacumulador que, además, enseñaba minuciosamente a un jovencito, granmúsicofuturo,vivamenterecomendadoporsumujeryquelereemplazabaenlaorquestaconlapromesadelasucesión.Yenefecto,en1827el jovenfuenombradoprimerclarinete,cuandoColevillepresentósudimisión.

Toda la crítica sobre Flavia consistía en esta frase: «¡Es un poquitíncoqueta!». El mayor de los hijos de Coleville, nacido en 1816, era el vivo

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retratodesupadre.En1818,Flaviaconsideraba lacaballeríaporencimadetodo,lasartesincluidas,ydistinguíaentoncesconsuamistadaunsubtenientededragonesdeSaint-Chamans,eljovenyricoCarlosGondreville,quemuriómás tardeen lacampañadeEspaña;ellahabía tenidoyasusegundohijo,alque destinó desde entonces a la carreramilitar. En 1820miraba a la Bancacomolanodrizadela industria,elsosténdelosEstados,yelgranKeller,elfamosoorador,erasuídolo;entoncestuvootrohijo,Francisco,alqueresolvióhacermástardecomercianteyalquenofaltaríanuncalaproteccióndeKeller.Haciael finde1820,Thuillier,elamigoíntimodelmatrimonioColeville,eladmirador de Flavia, sintió la necesidad de descubrir sus dolores a estaexcelentemujer,ylerelatósusmiseriasconyugales:seisañosllevabatratandoinútilmentedetenerunhijo,yDiosnobendecíasusesfuerzos;lapobreseñoraThuillierhacíainútilessusnovenas.PintóaCelesteatodocolorylaspalabras:«¡PobreThuillier!»salierondelabiosdelaseñoraColeville,queporsupartese encontraba bien triste, sin ninguna opinión dominante en el momento, yvertióenelcorazóndeThuilliertodassuspenas.

El gran Keller, héroe de las izquierdas, estaba en realidad lleno depequeñeces; ella conocía el revés de la gloria, las tonterías de la Banca, lasequedaddeuntribuno.EloradorsólohablababienenlasCámarasysehabíaportadobienmalconella.Thuillierseindignó.«¡Sólolostontossabenamar,dijo: véame a mí!» El bello Thuillier pasaba entonces por cortejador de laseñora Coleville y era uno de sus atentos, una palabrita de tiempos delImperio.

—¡Ah!¡Tútambiénquieresamimujer!—ledijoriendoColeville—;tencuidado:ellateplantarácomoatodoslosotros.

Frasebienfina,por lacualColevillesalvóenlasoficinassudignidaddemarido.De1820a1821,Thuillierusódesu títulodeamigode lacasaparaayudar a Coleville, que le había ayudado tanto en otro tiempo, y durantedieciochomesesprestócercadediezmilfrancosalmatrimonioColeville,conlaintencióndenohablarmásdelasunto.Enlaprimaverade1821,Flaviadioaluzunaniña,quetuvoporpadrinosalseñorylaseñoraThuillieryllevólosnombresdeCeleste-Luisa-Carolina-Brigitte.LaseñoraThuillierquisodarunodesusnombresalaniña.

El nombre de Carolina fue un homenaje a Coleville. La vieja mamáLemprunseencargódeteneralavistalanodrizadelaniña,enAuteuil,dondeCeleste y su cuñada iban a verla dos veces por semana. Cuando la señoraColevilleserestableció,dijoaThuillier,francamenteyentonodeseriedad:

—QueridoThuillier:siqueremosseguirbuenosamigos,noseáisotracosaquenuestroamigo.Coleville lequiere;puesbien, esbastanteconunoen lafamilia.

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—¿Puedeexplicarme—preguntóelbelloThuillieraTullia,labailarina—por qué las mujeres no me aman mucho tiempo? Yo no soy un Apolo delBelvedere, pero en fin, tampoco soy un Vulcano; me parece que estoyaceptable;soyespiritual,fiel…

—¿Quiereustedlaverdad?—lerespondióTullia.

—Sí—dijoelbelloThuillier.

—Pues bien; si nosotras amamos a veces a un bruto, no podemos, encambio,amarnuncaauntonto.

EsafraseasesinóaThuillier;nocomprendía.Mástardetuvomelancolíasyterminóacusandoalasmujeresderarezas.

—¿No te había prevenido?—le dijo Coleville—. Yo puede que no seaNapoleón, querido, y hastame disgustaría serlo; ¡pero tengomi Josefina…,unaperla!

El secretario general del Ministerio, Des Lupeaulx, a quien la señoraColevillecreyómásdeloqueenrealidadera,ydequienmástardeelladecía:«Ése es uno demis errores…» fue entonces, durante algún tiempo, el granhombredelsalónColeville;masnotuvoelpoderparahacerpasaraColevillealadivisióndeBois-Levant,yFlaviatuvolabuenaideadedisgustarseporlasatenciones queDes Lupeaulx prestaba a la señoraRabourdin, esposa de unjefedeoficina,una ridículaafectada,quenunca lahabía invitadoyquedosvecescometiólaimpertinenciadenoasistirasusconciertos.

La muerte del joven Gondreville emocionó vivamente a la señoraColeville; inconsolable, decía sentir en ello la mano de Dios. En 1824 serecogió,hablódeeconomías,suprimiólasrecepciones,seocupódesushijos,deseandoserunabuenamadredefamilia,ysusamigosnoconocieronensucasa ningún favorito, pero en cambio iba a la iglesia, reformaba su tocado,ahora en colores grises, hablaba de catolicismo, de conveniencias… Estemisticismo produjo, en 1825, un niño encantador, a quien ella bautizóTeodore,estoes,presentedeDios.

Así,en1826,elbuentiempodelaCongregación,ColevillefuenombradosubjefeenladivisiónClergeot,yen1828preceptordeunbarriodeParís.Afin de poder un día educar a su hija en SanDionisio, obtuvo la Legión deHonor.LamediabolsaobtenidaporKellerparaCarlos,elmayordeloshijosdeColeville,en1823,fuedadaalsegundo;CarlospasóconunabolsaenteraalcolegioSanLuis,yeltercero,protegidoporladelfina,recibiótrescuartosdebolsaenelcolegioEnriqueIV.

En 1820, Coleville, que tenía la dicha de conservar todos sus hijos, fueobligado, por lealtad a la rama destronada, a presentar su dimisión.

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Hábilmente supo tratar el asunto y obtuvo una pensión de dos milcuatrocientosfrancos,debidaasutiempodeservicio,yunaindemnizacióndediezmil francos, ofrecida por su sucesor, y almismo tiempo fue nombradooficialde laLegióndeHonor.Sinembargo, llegóaencontrarseensituacióndifícil, y en 1832 la señorita Thuillier le aconsejó venir a vivir con ellos,haciéndoleentrever laposibilidaddeobtenerunaplazaen laAlcaldía;plazaquetuvoalosquincedíasyquedabamilescudos.

Carlos Coleville acababa de entrar en la Escuela Naval. Los colegiosdondeseeducaban losdospequeñosColevilleestabansituadosenelmismobarrio. El seminario de San Sulpicio, donde debía entrar un día el máspequeño, se encuentra a dos pasos del Luxemburgo. Al fin, Thuillier yColeville debían llegar juntos al término de sus días. En 1833, la señoraColeville,entoncesdetreintaycincoaños,vinoaestablecerseenlacalledelInfierno, en el ángulo de la calle deDos Iglesias, conCeleste y el pequeñoTeodoro.ColevilleseencontrabaaunadistanciaigualdesuAlcaldíaydelacalledeSantoDomingo.Estematrimonio,despuésdeunavidasucesivamentebrillante,desordenada,llenadefiestas,reposada,calma,seencontróreducidoalaoscuridadburguesayacincomilcuatrocientosfrancosderentaportodafortuna.

Celesteteníadoceañosyerabella;necesitabaprofesores;ibaacostar,porlomenos,dosmilfrancosalaño.Lamadreviolanecesidaddecolocarlabajolosojosdesuspadrinos.Habíaaceptadolasproposiciones,biencuerdas,porcierto,delaseñoritaThuillierque,sincomprometerseenlomásmínimo,hizocomprenderclaramentealaseñoraColevillequelasfortunasdesuhermano,sucuñadaylasuyapropiaestabandestinadasaCeleste.LaniñahabíavividoenAuteuilhasta laedaddesieteaños,adoradapor labuenaviejaLemprun,quemurióen1829,dejandoveintemilfrancosdeeconomíasyunacasaquefue vendida por la suma exorbitante de veintiochomil francos. La pequeñahabíavistopocoasumadreymuchoaloshermanosThuillier.De1829,añodesuentradaenlacasapaterna,a1833,cayóbajolainfluenciadesumadre,que se esforzaba entonces en cumplir bien con sus deberes, y que losexageraba,comohacentodaslasmujeresllenasderemordimiento.Flavia,sinser una madre cruel, guiaba severamente a su hija; recordaba su propiaeducaciónysejurósecretamentehacerdeCelesteunamujerhonesta,ynounamujer ligera.Para ello la llevaba a la iglesia, y así le hizohacer suprimeracomuniónconuncuradeParísquemástardefueobispo.Celestesehizoaúnmáspiadosaviendounasantaensumadrina,aquienadoraba;ellasesentíamásqueridadelapobremujerabandonadaquedesupropiamadre.

De1833a1839Celesterecibiólamásbrillanteeducación,segúnlasideasdelaburguesía.Losmejoresprofesoresdemúsicahicierondeellaunapasablepianista; era capaz de hacer correctamente una acuarela; bailaba

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maravillosamente; había estudiado y aprendido lengua francesa e historia,geografía, inglés, italiano, en fin, todo lo que compone la educación de unaseñoritadistinguida.Detallamediana,unpocogordayunpocomiope,noerani fea ni bonita; no le faltaban blancura ni apariencia; pero ignorabaenteramente la distinción. Su gran sensibilidad contenida hacía que todosestuviesen de acuerdo sobre un punto, el gran recurso de las madres: sucapacidaddecariño.Unadesusauténticasbellezaslaconstituíaunamagníficacabellera, fina, de un color rubio plomizo; pero las manos y los piesdenunciabansuorigenburgués.

Celeste estaba llena de virtudes preciosas: era buena, sencilla, sin hiel;amabaprofundamenteasuspadresygustosamentesehubierasacrificadoporellos.

Educadaenlamásprofundaadmiraciónporsupadrino,porBrigitte—quese hacía llamar de ella tía Brigitte—, por la señora Thuillier y su madre;atraídacadavezmásporelviejobellodelImperio,Celesteteníalamásaltaideadelexsubjefe.ElpabellóndelacalledeSantoDomingoleproducíaelefecto que produciría el castillo de las Tullerías a un cortesano de la jovendinastía.

Thuilliernohabíaresistidoalaacciónlaminadoraquegradúalamáquinaadministrativa,dondeunoadelgazaenrelaciónconsuextensión.Gastadoporunfastidiosotrabajotantocomosuséxitosgastaronalhombre,elexsubjefehabíaperdidotodassusfacultadesalveniralacalledeSantoDomingo;perosucarafatigada,dominadaporunairearrogante,mezcladoconciertaalegría,recordaba la fatuidad del empleado superior. Celeste amaba aquella caradescolorida,quelaimpresionabavivamente.Ellasesabíalaalegríadeaquellacasa.

LosColevillefueron,naturalmente,elcentrodelasociedadquelaseñoritaThuillier ambicionó agrupar alrededorde suhermano.Unantiguo empleadode ladivisiónLaBillardière, el señorPhellion,quehabitaba enel barriodeSaint-Jacques desde treinta años antes, jefe de batallón de la Legión, fuerápidamenteencontrado,porelantiguopreceptoryelexsubjefe,enlaprimerarevistadelaLegión.EstePhellioneraunodeloshombresmásconsideradosdelbarrio.Teníaunahija,antiguamaestradelpensionadoLagrave,casadaconuninstructordelacalledeSanJacinto,elseñorBarniol.

El hijo mayor de Phellion, profesor de matemáticas de un colegio real,daba al mismo tiempo lecciones, preparaba para exámenes y se entregaba,según la expresión de su padre, a las matemáticas puras. El hijo segundoestaba en la Escuela de Caminos y Puentes. Phellion tenía un retiro denovecientosfrancosyposeíamilypicoderenta,frutodesuseconomíasylasde sumujer en treinta años de trabajos y privaciones. Era propietario de la

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casita con jardín que habitaba en el callejón sin salida Fevillantines. (Entreinta años nunca dejó la expresión «callejón sin salida» para usar la másantiguaycomúncul-de-sac.)

Dutocq, el escribano de la justicia de Paz, antiguo empleado delMinisterio, sacrificado en otro tiempo a una de esas necesidades que seencuentran en el Gobierno representativo, había aceptado el papel decargaculpas (en unmomento crítico), y fue recompensado secretamente conuna suma suficiente para comprar su puesto de escribano. Este hombre, nomuy honorable por cierto, espía de las oficinas, no fue acogido por losThuillier como él esperaba serlo,mas la frialdad de sus propietarios le hizopersistirenvisitarles.

Soltero, llenodevicios,escondíacuidadosamentesuvidaysabía,consuadulación,mantenerseabienconsussuperiores.Eljuezdepazlequería.Pormedio de bajas y groseras adulaciones, que hacen siempre su efecto, estevergonzosopersonajesupohacersetolerarencasadelosThuillier.Conocíaafondo lavidadeThuillier, sus relacionesconColevilley, sobre todo,con laseñoraColeville; temíansuvenenosalengua,yporello,sin llevarlehastasuintimidad, le sufrían. La familia que se hizo la flor del salón fue la de unempleadillo, en un tiempo compasión de las oficinas que, impulsado por lamiseria,abandonólaAdministraciónen1827paralanzarsealaindustriaconunaidea.

Minard vio una fortuna en una de esas concepciones perversas quedesprestigiabanelcomerciofrancésyqueen1827nohabíaaúndestruidolapublicidad.Minardadquiriótéylomezclócontéyausadoypresecado;mástarde, ciertas alteraciones en los elementos del chocolate le permitieronvenderlo a precios económicos. Este comercio de géneros coloniales,comenzando con el barrio de SanMarcelo, hizo deMinard un negociante;llegóatenerunafábrica,ysusrelacioneslepermitieronllegaralafuentedelasmateriasprimas;entonceshizo,honorablementeyengrande,elcomercioqueenunprincipiohicieraindelicadamente.Sehizodestilador;susnegociosabarcaban cantidades enormes de géneros, y en 1835 pasaba por ser elnegociantemásricodelbarrioMaubert.CompróunadelasmásbellascasasdelacalleMaçons-Sorbonne;en1839fueelegidoalcaldedeunbarrioyjuezdel Tribunal de Comercio. Tenía coche, tierras cerca de Lagny, su mujerllevabadiamantesenlosbailesdelacorteyélseenorgullecíadesurosetadeoficialdelaLegióndeHonor.

Tanto él como su mujer eran excesivamente caritativos. Quizá queríandevolverpocoapocoalospobresloquehabíanestafadoalpúblico.Phellion,Coleville y Thuillier encontraron a Minard durante las elecciones, y delencuentro salió la íntimauniónde todos.ZelieMinardparecíaencantadadehacerasuhijaamigadeCelesteColeville,yfueenungranbailedadoporlos

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Minard donde Celeste hizo su entrada en sociedad, a los dieciséis años ymedio, vestida como pedía su nombre, que parecía profético para su vida.Contenta de la amistad de la señoritaMinard, cuatro años mayor que ella,Celeste obligó a su padre y a su padrino a frecuentar la casa Minard, desalones dorados y gran opulencia, adonde solían concurrir algunascelebridadespolíticasdeljustomedio:élseñorPopinot,mástardeministrodeComercio; Cochin, devenido barón Cochin; un antiguo empleado de ladivisión Clergeot del Ministerio de Finanzas, copropietario de una grandroguería,yquien,conelseñorAnselmoPopinot,constituíanlosoráculosdelbarrio de los Lombards y de los Bourdonnais. El hijo mayor de Minard,abogado,queaspirabaasucederalosquedesde1830abandonaronelforoporlapolítica,eraelgeniodelacasa,ysumadre,tantocomosupadre,aspirabanacasarlebien.ZelieMinard,antiguamenteobrera florista,eraapasionadadelasaltasesferas sociales, en lasquequeríapenetrarporel intermediode losmatrimoniosdesushijos,mientrasqueMinard,máscuerdoqueella,imbuidodelafuerzadelaclasemediaquelarevolucióndejuliointrodujoenlasfibrasdelpoder,pensabasolamenteenlafortuna.

Minard frecuentaba el salón de los Thuillier para informarse sobre lasfortunas a que Celeste podía aspirar. Él conocía, igual que Phellion y queDutocq, los rumoresquehabía levantadoantaño la amistaddeThuillier conFlavia,ycomprendióa laprimeramirada la idolatríade losThuillierpor suahijada. Dutocq, para ser admitido en la casa de Minard, aduló a esteprodigiosamente. Cuando Minard, el Rothschild del barrio, vino a la casaThuillier,Dutocq,muyfinamente,casilecomparóaNapoleón,alverlegordo,robusto,fresco,él,quelehabíaconocidoenlaoficinaflaco,pálido,débil.

—Cuandousted estaba en ladivisiónLaBillardière era comoBonaparteantesdel18Brumario,yahoramepareceveralNapoleóndelImperio.

MinardacogiófríamenteaDutocqynoleinvitó;asísehizounenemigomortaldelvenenosoescribano.

ElseñorylaseñoraPhellion,pormuydignosquefuesen,nopodíanevitarelhacersuscálculosytenersusesperanzas,pensandoqueCelestepodíamuybienserparasuhijoelprofesor.Así,paratenerunaespeciedepartidoenelsalónThuillier,presentaronasuyerno,elseñorBarniol,hombreconsideradoenelfaubourgSaint-Jacques,viejoempleadodelaAlcaldía,aquienColevillehabía relativamente quitado la secretaría en laAlcaldía, que esperaba comorecompensaasusveinteañosdeservicios.LosPhellionformabanunafalangecompuesta de siete personas asiduas; la familia Coleville no era menosnumerosa,demodoquealgunosdomingosllegabanhastatreintalosvisitantesdel salón Thuillier. Jerónimo reanudó su amistad con los Saillard, losBaudoyer,losFalleic,todasgentesimportantesdelbarriodelaplazaReal,yaquienesinvitóamenudoacomer.

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La señora Coleville era la figura más distinguida de aquella sociedad.MinardhijoyelprofesorPhellioneranloshombressuperiores.Losrestantes,sinideas,sininstrucción,salidosderangosinferiores,sintetizabanlostiposylas ridiculeces de la pequeña burguesía. A pesar de que todo advenedizosuponeunméritocualquiera,Minardnoeraotracosaqueunglobohinchado.Deshaciéndoseenfrasesvacías,tomandolaobsequiosidadporlacortesíaylafórmulapor laespiritualidad, lanzabasus lugarescomunesconunaplomoyunaredondezqueseaceptabancomoelocuencia.Esaspalabrasquenodicennada y responden a todo: progreso, vapor, asfalto, guardia nacional, orden,elemento democrático, espíritu de asociación, legalidad, movimiento yresistencia,intimidación,aparecíanencadafasedelapolítica,inventadasporMinard, que parafraseaba las ideas de su periódico. JulianMinard, el jovenabogado, tolerabaasupadre tantocomoeste tolerabaasumujer.Enefecto,conlafortuna,Zeliesellenódepretensionessinhaberpodidoaprendernuncaelfrancés,ysugorduralehacíasemejarsiempreaunacocineraquesehubiesecasadoconsuseñor.

Phellion, modelo del pequeño burgués, presentaba tantas virtudes comoridiculeces. Subordinado durante toda su vida burocrática, continuabarespetandolassuperioridadessociales.Así,delantedeMinardestabasiemprecallado.Eltiempocríticodelretirolohabíaresistidotranquilo.Heaquícómo.Nuncaestedignoyexcelentehombrehabíapodidoentregarseasusgustos.ÉlamabaParísyseinteresabaporlosembellecimientos,lasreconstrucciones,ygustaba detenerse frente a los edificios en demolición. Allí se le podía ver,intrépidamenteparado,narizhaciaelcielo,asistiendoalacaídadeunapiedraqueelalbañildesprendeconunapalancadesdeloaltodeunamuralla,ysindejarsulugarhastavercaerlapiedra;luegosemarchaba,contentocomounacadémicoloestaríadelacaídadeundramaromántico.Verdaderascomparsasde la gran comedia social, Phellion, Landigeois y sus parientes tenían a sucargolasfuncionesdelosantiguoscoros.Llorancuandolosdemáslloran,ríencuando hay que reír y cantan en retornelo los infortunios y las alegríaspúblicas;triunfanensurincónconlostriunfosdeArgelia,deConstantinopla,deLisboa,deUlloa;deploranlamuertedeNapoleón,lasfunestascatástrofesde Saint-Merry y de la calle Trasnonain, y lloran a los hombres célebres aquienesignoran.YPhellionofreceaúnunadoblecara:ladedividirseentrelasrazones de la oposición y las delGobierno. ¿Que las gentes se baten en lascalles?Phellionsepronuncia, llenodecoraje,al ladodesusvecinos.Luego,en la plaza de San Miguel compadecía al Gobierno, y así cumplía con sudeber.Antesydurantelasediciónsosteníaaladinastía,obradelmovimientode julio;perodesdequeelprocesopolíticocambiaba sepasabaal enemigo.Estaveleteríaasaz inocente sevolvíaaencontrar en susopinionespolíticas.Para todo aparecía en escena el coloso del Norte, especie de materialismoinglés. Inglaterra es para él, comopara el viejo constitucional, una comadre

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con dos ocupaciones: unas veces la maquiavélica Albión; otras, el paísmodelo; maquiavélica cuando se trata de los intereses de Francia y deNapoleón; paísmodelo cuando sehablade erroresdelGobierno.Él admite,con el periódico, al elemento democrático, pero rehúsa en la conversacióntodopactoconel espíritu republicano.El espíritu republicanoen1793es larevolución, el terror, la ley agraria. El elemento democrático es eldesenvolvimientodelapequeñaburguesía,elreinadodePhellion.

Este hombre vejete está siempre envuelto en dignidad; la dignidad sirvepara explicar su vida. Dignamente ha criado a sus hijos, a los ojos de loscuales sigue siendo el padre. En el hogar quiere que se le rindan honores,comoélrindealPoderyasussuperiores.Nuncahacontraídodeudas.Juez,suconciencialehacesudarsangreyaguasiguiendoeldebatedeunproceso,ynoríe nunca, aun cuando rían los magistrados, la Audiencia y el ministeriopúblico.Eminentementeservicial,dasusatenciones,sutiempo,todo,exceptosudinero.FélixPhellion,suhijo,elprofesor,essuídolo;paraél,hadellegarundíaalaAcademiadeCiencias.Thuillier,entrelaaudaznulidaddeMinardylarígidatonteríadePhellion,eracomounasustancianeutra,quetenía,sinembargo,deambospor sumelancólicaexperiencia.Así comosupeluquero,con arte infinito, le ocultaba la piel amarillenta del cráneo bajo las ondasfilamentosasdesuscabellosgrises,élocultabacontrivialidadeselvacíodesucerebro.

—Encualquieraotracarrera—decía,hablandodelaAdministración—,yohubiesesidootracosa.

Él conocía lo perfecto, posible en teoría e imposible en la práctica; losresultados contrarios a las premisas; relataba las injusticias, las intrigas, elaffaireRabourdin.

—Despuésdeesto,unopuedecreerentodoynocreerennada—decía—.¡Ah,escosabiengraciosaunaAdministración,yyoestoybiencontentodenotenerhijos,porqueasínolesveréseguiresacarrera!

Coleville, siempre contento, franco, buenazo, amigo del chiste, ocupadoconsusanagramas,siempreenmovimiento, representabaalburguéscapazyburlón, las facultades sinel éxito, el trabajo tenaz sin resultado,así como lajovial resignación, el espíritu sin alcance y el arte inútil, pues siendo unexcelentemúsiconotocabayamásqueparasuhija.

Esesalónera,pues,unaespeciedesalóndeprovincia,peroiluminadoporlos reflejos del continuo incendio parisiense: su mediocridad, susinsignificanciasseguíanlacorrientedelsiglo.Lafrasedemodayelsuceso:enParís la frase y el suceso son como el caballo y el jinete, y llegan siempresucesivamente.AlseñorMinardse leesperabasiempreparasaber laverdaden las grandes circunstancias. Las mujeres levantaban banderas por los

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jesuitas;loshombresdefendíanlaUniversidad,perogeneralmentelasmujeresse limitaban a escuchar.Unhombrede espíritu, dehaberpodido soportar elaburrimiento de estas veladas, se reiría como en una comedia de Moliere,oyendoalfinaldelargasdiscusionescosassemejantesaestas:«Larevoluciónde 1789, ¿podía haberse evitado? Los empréstitos de Luis XIV la habíanpreparado.LuisXV,unegoísta,hombredeespírituceremonioso,reydisoluto,¡ustedconocesuparquede losciervos!,contribuyóenmucho.MonsieurDeNecker, ginebrino mal intencionado, dio la sacudida. Los extranjeros hanodiadosiempreaFrancia.ElmáximumhizomuchodañoalaRevolución.Porderecho,LuisXVInohubiesesidocondenado;unjuradolohubieseabsuelto.Bonapartefusilóalosparisienses,yestaaudacialedioresultado.LuisFelipese apoyó en este ejemplo. ¿Por qué cayó Carlos X? Napoleón es un granhombre,y losdetallesquepruebansugenioestánenlasanécdotas:aspirabatabaco cinco veces en un minuto, sacándolo de bolsillos forrados de cueroadaptados a los bolsillos del chaleco. Él mismo llevaba las cuentas de susproveedores e iba a la calle SanDionisio para saber el precio de las cosas.Taima era su amigo, y de él aprendió los gestos; sin embargo, nunca quisocondecorar aTaima.El emperadormontó la guardiadeun soldadodormidoparaevitarleelserfusilado.Esascosaslehacíanseradoradoporsussoldados.LuisXVIII no fue justo al llamarlemonsieur deBuonaparte.El defecto delGobierno actual es el de dejarse llevar en vez de llevar. Se ha colocadodemasiadobajo.Tienemiedo(Minard)aloshombresdeenergía;debíahaberroto los Tratados de 1815 y pedir el Rin a Europa. Se juega demasiado alministerioconlosmismoshombres».

—Usted ya ha combatido bastante por el espíritu —decía entonces laseñoritaThuillier—;lamesaestápreparadaparaquejuguéisvuestrapartidita.

La solterona terminaba siempre con esta proposición las discusiones queaburríanalasmujeres.Sitodosloshechosylasgeneralidadesdescritashastaahoranoseencontrasenenformadeargumentoparapintarelcuadrodeestaescena y dar una idea del espíritu de la sociedad, hubiera redundado enperjuicio del drama. Este esbozo es, por cierto, de una fidelidadverdaderamentehistórica,ymuestraunacapasocialdebastante importanciaencuantoacostumbres,sobre todosisepiensaqueelsistemapolíticode laramaprincipalhizodeellasupuntodeapoyo.

Elinviernodelaño1839fueelmomentoenqueelsalóndelosThuillieralcanzómayoresplendor.LosMinardveníancasitodoslosdomingosapasarunahoracuandoteníanobligacióndeasistiraotrasveladas,yterminabanpormarcharse Minard con sus hijos, dejando en el salón a su esposa. Estaasiduidadde losMinard ladeterminóunencuentro, tardío,porcierto,de losseñores Metivier, Barbet y Minard, una noche que los dos importantesinquilinos estuvieron hasta más tarde que de ordinario charlando con la

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señoritaThuillier.MinardsupoporBarbetquelasolteronaletomabacercadetreintamil francosdevaloresacincoyseismeses,a razóndesieteymediopor ciento al año, y que tomaba aMetivier valores por una suma igual, demodoqueelladebíamanejar,porlomenos,cientoochentamilfrancos.

—Yohagoeldescuentodelalibreríaadoce,ysólotomobuenosvalores.Nadaesmáscómodo—terminóBarbet—.YdigoquetienecientoochentamilfrancosporquesólopuededaralaBancaefectosanoventadías.

—¿TieneustedcuentaenelBanco?—preguntóMinard.

—Yalocreo—respondióBarbet.

Amigo de un regente del Banco, Minard supo que la señorita Thuilliertenía un crédito de cerca de doscientos mil francos, garantizado por undepósitodecuarentaacciones.

—Esta garantía era —le dijeron— superflua; la Banca debía todas lasatencionesaunapersonaqueleerabienconocidayquedirigíalosasuntosdeCeleste Lemprun, la hija de un empleado que llevó tantos años de serviciocomo laBancadeexistencia.LaseñoritaThuillier, además,nohabíanunca,durante veinte años, pasado del alcance de su crédito. Ella enviaba siempresesentamilfrancosdeefectospormesatresmeses,loquehacíaalrededordecientosesentamil francos.Porello—dijoelcensor—,siellanosenviaraeltercermescienmil francosde efectos,nosotrosnodevolveríamosuno solo.Ella tiene una casa que no está hipotecada y valemás de cienmil francos.Además, que todos susvaloresvienendeBarbet ydeMetivier, lo quehacecuatrofirmas,lasuyacomprendida.

—¿Por qué la señorita Thuillier trabaja tanto? —preguntó Minard aMetivier.

—¡Oh!,sindudaparaestablecerasuCeleste.

—Perotodoesovendrá,alfin,apararamanosdeusted—dijoMinard.

—¡Oh!—respondióMetivier—, para mí es mejor negocio casarme conunademisprimas;mitíoMetiviermehahechosucesordesusnegocios;tienecienmilfrancosderentaysólodoshijas.

Pormuymisteriosa que fuese la señorita Thuillier, y a pesar de que nocontaba a nadie, ni siquiera a su hermano, sus inversiones; a pesar de queenglobabaenunasolamasalaseconomíashechassobrelafortunadelaseñoraThuillierysobrelasuyapropia,eramuydifícilqueaquellaluznoatravesaselascapasquecubríansutesoro.

Dutocq, que frecuentaba a Barbet, con quien teníamás semejanza en elcaráctery en la fisonomía,había calculado,más justamentequeMinard, laseconomíasde losThuillierencientocincuentamil francosen1838,ypodía

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seguirsecretamentelosprogresos,ayudadoporelsabioBarbet.

—Celeste tendrá de nosotros doscientos mil francos —había dicho lasolterona,enconfianza,aBarbet—,ylaseñoraThuillierquiereasegurarleconun contrato la propiedad de sus bienes. En cuanto amí,mi testamento estáhecho.Mihermanotendrátodomientrasviva,yCelesteserámiherederaconestareserva.ElseñorCardot,minotario,eselejecutortestamentario.

BrigitteThuillier hizo que su hermano reanudara sus antiguas relacionescon los Saillard, los Baudoyer, los Falleic, quienes ocupaban una situaciónanálogaaladelosThuillierylosMinardenelbarriodeSanMartín,delqueSaillarderaalcalde.

Cardot, el notario, presentó un pretendiente a la mano de Celeste en lapersona del señor Godeschal, procurador, sucesor de Dervill, hombre detreintayseisaños,inteligenteyque,habiendopagadocienmilfrancosporsuprocuraduría, salvaría una dote de doscientos mil francos. Minard hizodespedir a Godeschal, informando a Brigitte que, de casarse Celeste conGodeschal,tendríaporcuñadaalafamosaMariette,delaÓpera.

—Ellasale—dijoColeville,haciendoalusiónasumujer—,ynoescosadevolveraentrar.

—Además que Godeschal es demasiado viejo para Celeste —expusoBrigitte.

—Y—continuótímidamentelaseñoraThuillier—debemosdejarlaquesecaseasugusto,queseafeliz.

La pobre mujer había visto en Félix Phellion un verdadero amor porCeleste, un amor como una mujer anulada por Brigitte y herida por laindiferenciadeunmaridoquesepreocupabamenosdesuesposaquedeunacriada,podíasoñarlo;valienteenelcorazón,tímidofuera,segurodesímismoytemeroso,recogidoyescondidoparatodos,expandiéndoseenloscielos.Alosveintitrésaños,FélixPhellioneraunjovendulce,cándidocomolossabiosquecultivan lacienciapor laciencia.Educadosantamenteporunpadrequetomaba todo muy en serio, dándole buenos ejemplos acompañados demáximastriviales.Eradetallamediana,loscabellosdeuncolorcastañoclaro,ojosgrises, lapielcuajadadepecas,dotadodeunavozsimpáticaymanerastranquilas, poco gesticulador, soñador, diciendo siempre palabras sensatas,amigo de no contradecir a nadie y, sobre todo, incapaz de un pensamientosórdidoodeuncálculoegoísta.

—¡Así hubiera querido yo unmarido!—había pensadomuchas veces laseñoraThuillier.

Amediadosdelinviernode1839a1840,enelmesdefebrero,elsalónde

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los Thuillier contenía los diversos personajes cuyas siluetas acaban de sertrazadas.Seacercabaelfindelmes.BarbetyMetivier,teniendocadaunoquepedirtreintamilfrancosalaseñoritaThuillier,jugabanunwhistconMinardyPhellion.EnotramesaestabanreunidosJuliánelabogado,sobrenombredadopor Coleville al joven Minard; la señora Coleville, Barniol y la señoraPhellion.UnapartidadenaipesacincocéntimoslafichaocupabaalaseñoraMinard,quenosabíaotrojuego;dosColevilles,elviejoSaillardyBaudoyer,su yerno. Esperaban plaza Landigeois y Dutocq. Las señoras de Phellion,Baudoyer, Barniol y la señorita Minard jugaban un boston. Celeste estabasentadaalladodePrudenciaMinard.EljovenPhellionescuchabaalaseñoritaThuillier,mirando aCeleste.Al otro lado de la chimenea reinaba sobre unabutaca la reina Isabel, de la familia.Sus ropas eran tan simples ahora comohacía treinta años: ninguna prosperidad era capaz de hacerle cambiar suscostumbres.Sobresuscabellos,decolorchinchilla,portabaungorrodegasanegra, adornado con geranios Carlos X; el vestido, en estofa, color uva deCorinto,valíaquincefrancos;elcuellobordado,quenoalcanzabaaesconderel profundo surco que hacían los dos músculos que unen la cabeza a lacolumnavertebral,valíadiez.ElactorMouvel,encarnandoaAugustoensusúltimos días, no presentaba un perfil tan duro como el de esta autócrata,tejiendoloscalcetinesdesuhermano.Juntoalachimenea,depie,dispuestoasalira recibira losque llegasen,estabaThuillier,y juntoaélun jovencuyaentradaprodujeragransensacióncuandoelportero,que losdomingosvestíaconmejoruniforme,anunciaraalseñorOliverioVinet.

UnaconfidenciadeCardotalcélebreprocuradorgeneral,padredeljovenmagistrado, era la causa de esta visita. OliverioVinet acababa de pasar deltribunal deArcis al del Sena en calidad de sustituto del procurador del rey.Cardot, el notario, había reunido en una comida a Thuillier, al procuradorgeneral,quienparecía indicadoparaministrodeJusticia,yasuhijo.Cardotevaluabaensetecientosmilfrancos,porelmomento,lasfortunasquedebíantocar aCeleste.Vinet hijo pareció encantado de poder ir los domingos a lacasaThuillier.Lasgrandesdoteshacenhoycometergrandesestupideces,sinningúnpudor.

Diezminutosmástarde,otrojovenquecharlabaconThuillierantesdelallegadadelsustituto,elevólavoz,apasionandounadiscusiónpolítica,yobligóalmagistradoaimitarle,porlavivacidadquetomabaeldebate.Setratabadela votación por la cual la Cámara de diputados acababa de derrotar alMinisteriodel12demayo,negándosealadotaciónsolicitadaporelduquedeNemours.

—Sin duda —decía el joven—, que yo estoy lejos de pertenecer a laopinióndinásticaylejosdeaprobareladvenimientoalpoderdelaburguesía.Laburguesíanodebe,comoenotrotiemponolodebiólaaristocracia, tener

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todoelpoder.Pero,enfin,laburguesíafrancesaseencargódecrearunanuevadinastía,unarealezaparaella,¡yveacómolatrata!CuandoelpueblodejóaNapoleón elevarse hizo algo espléndido, monumental, y dio noblemente susangre y su sudor para construir el edificio del Imperio. Entre lasmagnificencias del trono aristocrático y las de la púrpura imperial, entre losgrandesyelpueblo,laburguesíaesmezquinaybajaelpoderhastaellaenvezdeelevarsehastaelpoder.Laseconomíasdecabodevelaensuscomerciosquiereejercerlassobresuspríncipes.Y loqueesvirtudensusalmacenesesfaltaycrimenalláarriba.Yoquisieramuchascosasparaelpueblo,peroyonohubieranuncacortadodiezmillonesalnuevopresupuesto.Alconvertirseencasi todo, la burguesía nos debía la felicidad del pueblo, el esplendor sinfaustoylagrandezasinprivilegios.

ElpadredeOliverioVineteraunodelosjefesdelacoalición.Laplazadeguardasellosrealnoacabadeserleconcedida.Eljovensustitutonosabíaquéresponderypensabaquelomejorseríaabandonarlacuestión.

—Usted tiene razón—dijo—, pero creo que antes de salir en parada degalatienelaburguesíadeberesquecumplirconFrancia.Ellujodequeustedhablavienedespuésdelosdeberes.Yesoquelehaparecidotanreprochablenohasidonadamenosque lanecesidaddelmomento.LaCámaraestámuylejosdetenersuparteenlosnegocios;losministrossonmenosdeFranciaquedelaCorona,yelParlamentohatratadodequeelMinisteriotenga,comoenInglaterra,unafuerzapropiaynounafuerzaprestada.EldíaqueelMinisterioobrepor símismoy represente en el poderEjecutivo a laCámara, como laCámararepresentaalpaís,elParlamentoserábienliberalconlaCorona.Ahíestálacuestión.Yolaexpongosindarmiopinión,puesquelosdeberesdemiministeriotienen,enpolítica,ciertafidelidadalaCorona.

—Fuera de la cuestión política —replicó el joven, cuya pronunciacióndenunciaba a un provenzal—, no es menos cierto que la burguesía no hacomprendido su misión; así podemos ser procuradores generales, primerospresidentesyparesdeFranciaqueviajanenómnibus,juecesquevivendesusueldo, prefectos sin fortuna, ministros endeudados. La burguesía, alapoderarsedeestospuestos,debíahonrarloscomoloshonróenuntiempolaaristocracia,yenvezdeocuparlosparahacerfortuna—segúnhandemostradoescandalososprocesos—,debíanocuparlosgastandoenellossusrentas…

«¿Quiénseráestejoven?—sepreguntabaOliverioVinetescuchándole—.¿Unpariente?Cardotdebióacompañarmeenmiprimeravisita.»

—¿Quiéneseseseñor?—preguntóMinardaBarbet—.Variasveceslohevistoaquí.

—Esuninquilino—respondióMetivier,dandolascartas.

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—Un abogado —dijo Barbet en voz baja— que ocupa un pequeñoapartamentoeneltercero…¡Oh!,noesgrancosaynoposeenada.

—¿Cómosellamaesejoven?—preguntóOliverioVinetaThuillier.

—TeodosiodelaPeyrade,yesabogado—respondióThuillieraloídodelsustituto.

Enaquelmomentolasmujeres,tantocomoloshombres,mirabanalosdosjóvenes,ylaseñoraMinardnopudocontenerseydijoaColeville:

—Esguapoesejoven.

—Yohicesuanagrama—respondióelpadredeCeleste—,ysusnombresy apellidos: Carlos María Teodosio de la Peyrade, profetizan lo siguiente:¡Eh!,elseñorpagará, ladote, lospatosyelcarro…Porlotanto,miqueridamamáMinard,guardaosbiendedarlevuestrahija.

—Hay quien encuentra a este hombre superior a mi hijo: ¿qué piensausted?

—¡Oh!, en lo que a lo físico se refiere, unamujer tendría quebalancearantesdeescoger—dijolaseñoradeColeville.

Entonces,contemplandoaquelsalónllenodepequeñosburgueses,eljovenVinettratódeobrarfinamenteexaltandoalaburguesíaysemostródeacuerdocon el joven abogado provenzal, diciendo que las gentes honradas con laconfianzadelGobiernodebíanimitaralrey,cuyamagnificenciasobrepasabaenmuchoa lade laantiguaCorte,yqueeconomizarelsueldodeunpuestoeraunatontería,porciertoimposible,sobretodoenParís,dondelavidahabíatriplicado de precio y donde el apartamento de unmagistrado, por ejemplo,costabamilescudos…

—Mi padre—dijo terminando—me damil escudos por año, y conmisueldoapenaspuedosostenermirango.

Cuandoelsustitutocabalgóporestecaminopantanosodondeelprovenzallo había finamente llevado, el joven La Peyrade cambió con Dutocq unamiradaquenadienotó.

—Ynecesitan tantas plazas—dijo el escribano—, que se habla de creardos justicias de paz por barrio, con el fin de tener doce escribanías más…Comosiestuvieranautorizadosparaatentarcontranuestrosderechoscreandoesasplazas,quesepaganaunprecioexorbitante.

—Yono he tenido aún el gusto de escucharle en laAudiencia—dijo elsustitutoalseñorDelaPeyrade.

—Yosoyelabogadodelospobresysólopleiteoenlajusticiadepaz—respondióelprovenzal.

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Oyendo la teoría del joven magistrado sobre la necesidad de gastar lasrentas, la señorita Thuillier había tomado un aire de ceremonia cuyasignificación era bien conocida del provenzal y de Dutocq. El joven VinetsalióconMinardyJuliánelabogado,yelcampodebatallaquedó,juntoalachimenea,paraLaPeyradeyDutocq.

—Laaltaburguesía—dijoDutocqaThuillier—seconducirácomoenotrotiempo la aristocracia. La nobleza quería hijas ricas para abonar sus tierras;nuestrosadvenedizosdehoyquierendotesparatenerrecursosconquecontar.

—Eso mismo me decía esta mañana el señor Thuillier —respondióatrevidamenteelprovenzal.

—Elpadre—continuóDutocq—secasóconunaseñoritadeChargebouefyadoptólasopinionesdelanobleza;ahoranecesitandineroa todacosta,sumujerllevauntrenreal.

—¡Oh!—dijo Thuillier, a quien la envidia de unos burgueses por otrosdespertaba—, quitadles sus puestos a esas gentes, y volverán adondesalieron…

Brigitte Thuillier tejía con un movimiento tan precipitado, que se diríaimpulsadoalvapor.

—Ledejolaplaza,señorDutocq—dijolaseñoraMinard,levantándose—.Tengo los pies fríos—agregó, acercándose al fuego, donde los oros de suturbantehicieronunefectodefuegosartificialesbajolaluzdelaEstrellaquehacíavanosesfuerzosporiluminarelsalón.

La señora Coleville examinaba al provenzal y le comparaba al jovenPhellion,quecharlabaconCelestesinocuparsedeloquepasabaalrededordeellos.HeaquíelmomentodepintaralextrañopersonajequedebíarepresentarungranpapelenlacasaThuillieryquemereceverdaderamentelacalificacióndegranartista.

Existe en Provenza, particularmente en Aviñón, una raza de hombres,rubiosocastaños,de tez suaveyojoscasi tiernos,depupiladulce, calmaolánguida, que vive ardiente y profundamente, como es bien corriente en losmeridionales.Hagamos observar de una vez que, entre los corsos, los tipossujetos a cóleras e irascibilidades peligrosas son a menudo rubios y deaparente tranquilidad. Esos hombres pálidos, robustos, de mirada un pocoturbia y ojos verdes o azules, son lo peor en Provenza; y Carlos MaríaTeodosio de la Peyrade era un bello ejemplar de esta especie, cuyaconstitución merece un cuidadoso examen de la ciencia médica y de lapsicología filosófica. A veces se remueve en ellos una especie de bilis, dehumor amargo, que les sube a la cabeza y los hace capaces de accionesferoces, en apariencia ejecutadas fríamente, que son el resultado de su

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ebriedad interior, incompatible con sus envolturas casi linfáticas y latranquilidaddesusmiradasbenévolas.

El jovenprovenzal,nacidoen losalrededoresdeAviñón,erademedianatalla,bienproporcionado,casirobusto,deuncolordepielindistinto,nilívido,nimate,nicoloreado,másbiengelatinoso:sóloestapalabrapuededarlaideade una piel lánguida e insípida bajo la cual se escondían nervios menosvigorososquesusceptiblesdeprodigiosaresistenciaenciertoscasos.Losojos,de un azul pálido y frío, tenían normalmente una especie de melancolíaengañadoraque,paralasmujeres,debíadetenergranencanto.Lafrente,bienmodelada, no exenta de nobleza, armonizaba con la cabellera fina, de colorcastañoclaro,ligeramenterizadoenlosextremos.Lanariz,exactaaladeunperrodecaza,chata,hundidaenlapunta,curiosa,inteligente,indagadora,enlugardelalógicaexpresiónalegre,erairónicayburlona;peroestasdosfasesdel carácter no se mostraban nunca y era necesario que el joven dejara deobservarse y entrase en furor para que salieran el sarcasmo y la ironía quemultiplicaban sus bromas infernales. La boca, de agradable sinuosidad, delabiosdeun rojogranada,eraelmaravilloso instrumentodeunórgano,casisuaveenlamediavozqueTeodosioconservabasiempreyque,alta,vibrabaenlosoídoscomoelsonidodeungong.Estefalseteeralavozdesusnerviosysucólera.Sucaraovaladacarecíadeexpresiónacausadeuníntimodeseodequeasífuese.Yenfin,susgestos,deacuerdoconlacalmasacerdotaldelacara,estaban llenosdereserva,deconveniencia,ysusmaneras,sin llegaralembeleso, poseían una cierta seducción que no se explicaba cuando él noestaba presente. La simpatía, si tiene su manantial en el corazón, dejaprofundashuellas;siesunproductodelarte,comolaelocuencia,producesólotriunfos pasajeros, y con ellos obtiene sus efectos. Pero en la vida privada,¿cuántosfilósofoshaycapacesdediferenciar?Casisiempre,paraemplearunaexpresiónpopular,eljuegoestáganadocuandolasgentesvulgarescomienzanaverlatrampa.

Todoenestejovendeveintisieteañosarmonizabaconsucarácteractual;obedecíaasuvocacióncultivandolafilantropía,únicaexpresiónqueexplicaal filántropo. Teodosio amaba al pueblo y separaba su amor del de lahumanidad. Semejante a los horticultores que se entregan a las rosas, lasdalias,losclavelesolosgeraniosynoprestanningunaatenciónalasespeciesnoelegidasporsufantasía,estejovenLaRochefoucauld-Liancourtpertenecíaa losobreros, a losproletarios, a lasmiseriasde losbarriosSaint-JacquesySan Marcelo. Al hombre fuerte, al genio acorralado y a los pobresvergonzantesdelaclaseburguesa,él losseparabadelsenodelacaridad.Entodos los maníacos el corazón es semejante a esas cajas con muchoscompartimientosdondeseguardanlasespecias;elsuumcuiquetribuereessudivisa ymiden la dosis para cada deber.Hay filántropos que no se apiadanmásquedeloserroresdeloscondenados.Lavanidadesciertamentelabase

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de la filantropía; en el joven provenzal era cálculo, hipocresía liberal ydemocrática,representadaconlaperfeccióndequeunactornoseríacapaz.Élnoatacabaalosricos:selimitabaanocomprenderlos,losadmitía;cadauno,decía,debegozardesusobras.HabíasidofervientediscípulodeSaint-Simon;pero esta falta, afirmaba, había que atribuirla a su extrema juventud: lasociedadmodernanopuedetenerotrabasequelaherencia.Católicoferviente,ibatodoslosdomingosamisayocultabasupiedad.Semejanteacasitodoslosfilántropos,eradeunaeconomíasórdidaynodabaalospobresmásquesusconsejos,su tiempo,suelocuenciayeldineroqueparaellosarrancabaa losricos.Lanaturalezahabíahechoungran favoraTeodosionodotándoloconesafinaymasculinabellezameridionalqueeranexigenciasdeimaginaciónenlosotrosyalascualesesmásquedifícilparaunhombreresponder,mientrasque a él le bastaba conpocopara satisfacer; a sugusto le juzgabanhombreguapo omuy ordinario. Nunca, desde su admisión en lamansión Thuillier,había osado, como durante esta noche, elevar la voz y colocarse tanmagistralmente como acababa de hacerlo con Oliverio Vinet. Pero quizáTeodosio de la Peyrade no estaba disgustado por haber ensayado salir de lasombra en que hasta entonces se mantuviera; además, era necesariodesembarazarse del jovenmagistrado, como losMinard eliminaron antes alabogadoGodeschal.Semejantealosespíritussuperiores,puesqueaélnolefaltaba superioridad, el sustituto no descendió hasta la zona desde donde sedistinguen los hilos de estas telas burguesas, y acababa de caer de cabeza,comounamosca,enlatrampacasiinvisibleadondeTeodosiolehabíallevado,con una de esas astucias de las que no hubieran desconfiado gentes máshábilesqueOliverio.

ParaacabarelretratodelabogadodelospobresseráconvenientehacerlahistoriadesupresentaciónenlacasadelosThuillier.

Teodosio había llegado a París hacia el fin del año 1837; licenciado enDerecho, preparó su graduación de abogado en París; pero circunstanciasdesconocidas,sobrelasqueguardabasilencio,leimpidieroninscribirseenelcuadro de abogados de París y aún continuaba en calidad de abogado nocolegiado.Perounavezinstaladoenelpequeñoapartamentodel tercerpiso,conlosmueblesrigurosamentenecesariosasunobleprofesión,exigidosporelColegio de Abogados, que no admite un nuevo compañero si no posee ungabinetedecente,unabibliotecayqueverificacosasylugares,TeodosiodelaPeyradefuehechoabogadoenlaCorterealdeParís.

Todoelaño1838loempleóenoperarestecambioensusituación,yllevóunavidaabsolutamenteregular.Estudiabaporlasmañanasensucasa,hastalahoradecomer;ibaavecesalaAudiencia,alosprocesosimportantes.EntablóamistadconDutocq,muydifícilmente,segúnéste,ehizoavariospobresdelbarrioSaint-Jacques,recomendadosporelescribanoasucaridad,elfavorde

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litigar por ellos en el Tribunal e hizo ocupar en sus asuntos a los abogadosque, según los estatutos del Colegio, hacen por turno el servicio de losindigentes;ycomonotomóparasímásquecausasenteramenteseguras, lasganó todas. Puesto en relación con algunos abogados, se dio a conocer alTribunal por esos rasgos dignos de elogio, y estas causas determinaron suadmisión, primero a la corporación de abogados no colegiados, luego suinscripciónenelcuadrodelColegio.

Desdeentonces,1839,fueelabogadodelospobresenlajusticiadePazycontinuó protegiendo a las gentes del pueblo. Los agradecidos de Teodosioexteriorizabansuagradecimientoysuadmiraciónenlasporterías,apesardelasrecomendacionesdeljovenabogado,ymuchosdeaquellosrasgosllegabanhasta los oídos de los propietarios. Así, durante este año, los Thuillier,encantadosdetenerensucasaunhombretanhonorableycaritativo,quisieronatraerleasusalóneinterrogaronaDutocqsobreél.Elescribanohablócomohablan los envidiososy, sin dejar dehacer justicia al joven, dijo que era denotableavaricia,«peropuedequeesoseaefectodesupobreza»,continuó.

—Yo tengo informes sobre él. Pertenece a la familia deLaPeyrade, delcondado de Aviñón; vino aquí en busca de un tío cuya fortuna pasaba porconsiderable,ynodescubriólacasahastatresdíasdespuésdesumuerte;conlos muebles se pagaron los gastos del entierro y las deudas. Un amigo deldifunto dio cien luises al pobre joven, comprometiéndole a terminar suDerechoyseguir lacarrerajudicial;conesoscienluisessedefendiódurantetresaños,viviendocomounmonje;peronopudiendoverniencontrarnuncaasu protector desconocido, el pobre estudiante llegado a París en 1829 seencontró en 1833 en gran miseria. Entonces se dedicó a la política y a laliteratura,yasícombatióuntiempocontralapobreza,sinesperarayudadesufamilia,puesquesupadre,elhermanomásjovendeltíofallecidoenlacallede los Gorriones, tiene once hijos que sostener allá en una finquitadenominada Les Canquoëlles. Luego entró en un diario ministerial dirigidopor el famoso Cerizet, tan célebre por las persecuciones que sufrió bajo laRestauraciónporsufidelidadalosliberales,yaquienlasgentesdelanuevaizquierdanoperdonanelhabersehechoministerial;ycomohoyelpodernodefiende a sus servidoresmás devotos—y ahí está para probarlo el affairePisquet—, los republicanos han terminado por arruinar a Cerizet. Y esto locuento para explicar por qué Cerizet es hoy copista demi escribanía. Puesbien:eneltiempoenqueflorecíacomodirectordeunperiódicoinspiradoporel Ministerio Perier contra la prensa incendiaria, como La Tribuna, etc.,Cerizet,queesunabuenapersona,peroquegustaunpocomásdelacuentadelasmujeres,labuenavidaylosplaceres,fuemuyútilaTeodosio,suredactorpolítico, y de nomorir Casimiro Perier, La Peyrade hubiera sido nombradosustitutodelprocuradorgeneralenParís.De1834a1835volvióacaerenlamiseria, a pesar de su talento, a causa del perjuicio que le ocasionó su

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colaboracióneneldiarioministerial.«Sinmisprincipiosreligiosos—medijoélentonces—,mehubieratiradoalSena.»Enfin,pareceserqueelamigodesu tíosupoqueseencontrabamaldenuevoyTeodosio recibió losuficienteparahacerseabogado;peroélsigueignorandoelnombreyladireccióndesumisteriosoprotector.Despuésdetodo,enesascircunstancias,sueconomíaesexcusable, y se necesita un gran carácter para rehusar lo que le ofrecen lospobresdiablosaquienessudevociónhaceganarpleitos.Es indignoverquehaygentesqueespeculanconlaimposibilidadenqueseencuentranlospobresdeadelantarlosgastosdeunprocesoqueselesentablainjustamente.¡Oh!,élllegará; yo no me asombraré de ver a ese muchacho en una posición muybrillante;estenaz,probo,valiente.Y,además,estudia,trabaja.

Apesardelasimpatíaconqueleacogieron,LaPeyradefueparcoensusvisitas a los Thuillier. Cuando le riñeron por sus ausencias, vino másfrecuentemente,yterminóporasistirlosdomingosyserinvitadoalascenasdeinvitados;llegóasertaníntimo,quesillegabaparahablaraThuilliersobrelas cuatro de la tarde, le obligaban sin ceremonias a merendar. La señoritaThuilliersedecía:

—¡Asíestamossegurosquecomebienelpobrejoven!

Unfenómenosocial,queseguramentehasidoobservado,masnohasidoformulado—opublicadosiqueréis,ymereceserindicado—eseldelretornode las costumbres, el espíritu y las maneras de su primitiva condición, enalgunaspersonasque,desujuventudasuvejez,seelevaronporencimadesuoriginaria situación. Así, Thuillier, que volvió a ser, moralmente hablando,hijodeportero,hadausodebromasychistesdesupadre.Enlasuperficiedesuvidareaparecíaalfinunpocodellimodelosprimerosdías.

Cinco o seis veces pormes, cuando la sopa se le antojaba buena, decíacomouna frase enteramente nueva, al dejar la cuchara sobre el plato vacío:«¡Esto es preferible a un puntapié en las piernas!…».Oyendo tal broma laprimera vez, Teodosio, que no la conocía, perdió su gravedad, y rio de tanbuenaganaqueThuillier,elbelloThuillier,sintióacariciadasuvanidadcomonunca.Luego,cuantasvecesserepitiólabroma,Teodosiolaacogióconfinasonrisilla. Este ligero detalle explica por qué la mañana que precedió a lavelada en que Teodosio sostuvo la discusión con el joven sustituto, elprovenzaldijoaThuillier,observandoelefectoquehacíansuspalabras:

—¡Ustedesmuchomásinteligentedeloquecree!

Yhabíarecibidodeélestarespuesta:

—En cualquier otra carrera, queridoTeodosio, yo hubiese sido una grancosa;perolacaídadelemperadormecortóelcamino.

—Aún es tiempo—respondió el abogado—. Y si no, dígame, ¿qué ha

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hechoesesaltimbanquideColevilleparaobtenerlaCruz?

ConestoLaPeyradepusoeldedoenlaheridaqueThuillierescondíahastaasupropiahermanayqueelprovenzal,interesadoenelestudiodetodosestosburgueses, adivinara: la secreta envidia que devoraba el corazón del exsubjefe.

—Siustedquiere hacerme el honor, usted tan experimentado, deguiarsepormisconsejosynohablarjamásdenuestropacto,nisiquieraasuexcelentehermana, a menos que yo consienta, me encargo de hacerle condecorar enmediodelasaclamacionesdetodoelbarrio.

—¡Oh,si loconsiguiéramos!—habíaexclamadoThuillier—,ustednoseimaginacuántoseloagradecería…

EstaconversaciónexplicaporquéThuillier rebosódesuficienciacuandoTeodosioosóopinarensunombre.

En las artes—y tal vezMolière colocó la hipocresía en el rango de lasartes, al clasificar a Tartufo para siempre entre los comediantes— hay unpuntodeperfeccióndespuésdel cual viene el talentoy al cual llega sólo elgenio. Es tan pequeña la diferencia entre la obra del genio y la obra deltalento, que sólo los hombresdel genio son capacesde apreciar la distanciaque separa, por ejemplo, aRafael delCorreggio, aTizianodeRubens.Másaún:elhombrevulgarseengaña.Lamarcadelgenioesunaciertaaparienciadefacilidad.Suobradebeparecerordinaria,enunapalabra,alprimeraspecto,afuerzadesersiemprenatural,aunenlossujetosmáselevados.

Muchas son las campesinas que cargan a sus hijos como la famosa,MadonadeDresdencargaelsuyo.Puesbien:elcolmodelarteenunhombredel valor de Teodosio es hacer que digan de él más tarde: «¡A cualquierahubieraengañado!».PeroenelsalónThuillierélveíalaoposiciónyadivinabaen Coleville el espíritu claro y crítico del artista fracasado. El abogado noignoraba ser antipático a Coleville quien, por circunstancias inútiles deexplicar, creía firmemente en la ciencia de los anagramas. Ninguno de lossuyoshabíafallado.MuchoseburlarondeélenlasoficinascuandoalpedirleelanagramadelpobreAugustoJuanFranciscoMinard,encontróéste:Yohicemi gran fortuna y, sin embargo, los hechos lo justificaban a diez años dedistancia.YelanagramadeTeodosioerafatal.Eldesumujerlohacíatemblarynuncalohabíadicho.FlaviaMinoretColevilledaba:LaviejaC…,nombremarchito,vuela.

VariasvecesTeodosiointentóhaceramistadconel jovialsecretariodelaAlcaldía, y siempre encontraba una frialdad poco natural en un hombre deordinariomuycomunicativo.Eljuegoterminado,ColevillearrastróaThuillieraunrincónyledijo:

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—Túdejastomardemasiadosvuelosentucasaaeseabogado;hoyhasidoélquienhallevadolaconversación.

—Gracias, mi amigo; hombre advertido vale por dos —respondióThuillier,riéndoseinteriormentedeColeville.

Teodosio, que en aquel momento charlaba con la señora Coleville yobservabaalosdosamigos,adivinó,conesaprescienciaqueusanlasmujerespara saber cuándo y cómo hablan de ellas, que Coleville trataba deperjudicarleenelespíritudébilysimpledeThuillier.

—Señora—dijoaloídode ladevota—,creedmequesihayalguienaquícapaz de apreciaros, ese soy yo.Usted es una perla caída enmedio de estefango;suscuarentaydosaños—unamujerno tienenuncamásedadque laque representa— valen más que los treinta de muchas que no puedencomparárseosydesearíantenervuestrotalleyesasublimecarapordondeelamorpasósinsatisfacerosnunca.UstedsehaentregadoaDios,losé,ysoylobastantepiadosoparaintentarserotracosaquevuestroamigo;peroustedsehaentregadoaélpornohaberencontradoanadiedignodemereceros.Yyoheadivinadoquesihabéissidoamada,nooshabéisnuncasentidoadorada…Pero¿porqué sumaridonoha sabidohacerosunaposiciónenarmoníaconvuestrovalor?Élmeodia,comosipensasequeestoyenamoradodeustedymeimpidedecirleloqueyocreohaberencontradoparacolocarosenlaesferaaqueestáisdestinada…No,señora—continuóenaltavoz, levantándose—,noeselabateGondrínquienpredicaráesteañoporcuaresmaennuestrapobreiglesiadeSaint-JacquesduHaut-Pas;eselseñord’Estival,compatriotamío,quiensehadedicadoapredicarenfavordelasclasespobres.Ustedoiráaunodelospredicadoresdemásunciónqueconozco;unsacerdotedeexteriorpocoagradable,peroencambio,¡quéalma!…

—Misdeseos serán,pues, cumplidos—dijo lapobre señoraColeville—;¡yonohepodidocomprendernuncaalospredicadoresfamosos!

UnasonrisasepaseóporloslabiossecosdelaseñoritaThuillier.

—Esqueseocupandemasiadodedemostracionesteológicas;hacemuchotiempoquesoydeesaopinión—dijoTeodosio—;peroyonohablonuncadereligióny,silaseñoradeColeville…

—¿EsqueenTeologíahaydemostraciones?—preguntóingenuamenteyaquemarropaelprofesordematemáticas.

—Yonocreo—continuóTeodosio,mirandoaFélixPhellion—queustedhagaestapreguntaseriamente.

—Mi hijo—atacó el viejo Phellion en socorro de su hijo y al ver unaexpresión dolorosa en la cara de la señora Thuillier—, mi hijo separa la

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religiónendoscategorías:él laconsideradesdeunpuntodevistahumanoydesdeunpuntodevistadivino:latradiciónyelrazonamiento.

—¡Quéherejía,señor!—respondióTeodosio—;lareligiónesunayquierelafeantetodo.

ElviejoPhellion,clavadoporestafrase,miróasumujer.

—Yocreoqueyaeshora,amigamía…

Ylemostróelreloj.

—¡Oh,Félix!—murmuróCelestealoídodelcándidomatemático—,¡porquénohadeserustedsabioypiadosocomoPascalyBossuet!

Los Phellion, al retirarse en masa, arrastraron a los Coleville; al pocotiemposóloquedabanDutocq,TeodosioylosThuillier.

Los elogios dirigidos por Teodosio a Flavia tienen el carácter del lugarcomún; pero hay que notar que el abogado semantenía a la altura de estosespíritusvulgares:navegabaensusaguas,leshablabasuidioma.SupintoreraPierreGrassonynoJosephBridau;sulibro,PabloyVirginia.Elmásgrandepoeta actual era Casimir Delavigne; a sus ojos, lamisión del arte era, antetodo, la utilidad. Parmentier, el autor de la patata, valía treinta rafaeles; elhombre de la capa azul le parecía una hermana de la caridad. EstasexpresionesdeThuillieréllasrepetíaaveces.

—EsejovenFélixPhellionesentodoeluniversitariodenuestrotiempo,elproductodeunacienciaquehaechadoaDiosaunlado.¡Diosmío!¿Dóndevamos?SólolareligiónpuedesalvaraFrancia,puessóloeltemoralinfiernonospreservadelrobodoméstico,perpetradoentodomomentoenelsenodelafamilia y que corroe las más potentes fortunas. Ustedes tienen todos unaguerraenelsenodelafamilia.

Trasestahábiltirada,quehizovivaimpresiónaBrigitte,LaPeyradesalióseguido de Dutocq, después de haber deseado las buenas noches a los tresThuillier.

—¡Esejovenestállenodecualidades!—dijosentenciosamenteThuillier.

—Sí,locreo—respondióBrigitte,apagandolaslámparas.

—Tienereligión—agrególaseñoraThuillier,retirándoselaprimera.

—Señor—decíaPhellionaColeville,despuésdeasegurarsequeestabansolos en la calle—,es costumbre enmí sometermisopiniones a losdemás;peroenestaocasiónnadiemeconvenceríadequeesejovenabogadonoestáhaciendodeamadecasadenuestrosamigoslosThuillier.

—Miopinión—continuóColeville,quecaminabajuntoaPhellion,detrás

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desumujer,deCelesteydelaseñoraPhellion—esqueesunjesuita,yamínome gustan esas gentes…Elmejor no vale nada. Paramí el jesuita es laperfidiaporlaperfidia;ellossonpérfidosporelplacerdeserpérfidosy,comosedice,paraocuparseenalgo.Ésaesmiopinión,yonomeandoconrodeos…

—Yolecomprendo—respondióPhellion.

—No, señor Phellion —interrumpió Flavia—; usted no comprende aColeville,peroyosébienloquequieredecir,yélharábienencallarse…Esascosasnosehablanenlacalle,alasoncedelanocheydelantedeunajoven.

—Tienesrazón,mujer—aprobóColeville.

Al llegar a la calle de las Dos Iglesias, por donde subía Phellion, sedespidieron,yFélixPhelliondijoaColeville:

—SeñorColeville,suhijoFranciscopodríaentrarenlaEscuelaPolitécnicasiseleempujasefuerte;yoleofrezcoprepararloparalosexámenesdeingresodeesteaño.

—Gracias, amigo, ya veremos. ¡Y esto no es rehusar! —respondióColeville.

—¡Muybien!—opinóPhellionpadre.

—Noestámal—exclamólamadre.

—Pero¿quépiensanustedes?—preguntóFélix.

—PuesquehaceslacortealospadresdeCeleste.

—¡Que no solucione mi problema si yo pensaba en eso!—exclamó eljovenprofesor—;hedescubierto, charlandocon lospequeñosColeville,queFranciscotienevocadónporlasmatemáticas,yhecreídomideberdecírseloasupadre…

—¡Bien, hijomío!—repitióPhellion—;yono te quisieradeotromodo.Mis deseos se han cumplido: tengo en mi hijo la probidad, el honor y lasvirtudesciudadanasyprivadasqueyoledeseaba.

LaseñoraColeville,cuandoCelestesehuboacostado,dijoasumarido:

—Coleville, no opines tan duramente sobre las gentes sin conocerlas afondo.Cuandotúdicesjesuitasyoséquepiensasenlossacerdotes,ymeharásel favor de guardarte tus opiniones sobre religión, siempre que esté tu hijadelante.Nosotros somosdueñosde sacrificar nuestras almas, perono las denuestros hijos. ¿Querrías tú por hija a una criatura sin religión?… Hoy,querido, estamos a merced de todos, tenemos cuatro hijos que mantener;¿puedestúasegurarqueundíanonecesitarásdeesteodelotro?Notehagasenemigos;túnolostienes,eresbueno,yesgraciasaestacualidad,queenti

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vahastaelencanto,comohemospodidovivirbastantebien…

—¡Basta,basta!—dijoColeville,quetirabasuchaquetaenunsillónysequitabalacorbata—;estoyequivocado;tútienesrazón,mibellaFlavia.

—Y en la primera ocasión, queridito mío —agregó la astuta mujeracariciandoasumaridolasmejillas—,tratarásdesercortésconelabogadito;esunperillánalquenecesitamosdenuestrolado.¿Queestárepresentandounacomedia?…Puesbien,represéntalaconél;déjateengañar,ysitienetalentoyporvenir, es tu amigo. ¿Crees que tengo ganas de verte para siempre en laAlcaldía?

—Venga usted, señora Coleville—dijo riendo el antiguo clarinete de laÓperaCómica,palmotándoselasrodillasparaindicarasumujerdóndedebíasentarse—,calentémonos lospiesyhablemos…Cuandotemiro,másymásmeconvenzodequelajuventuddelasmujeresestáensutalle…

—Yensucorazón…

—En uno y otro —continuó Coleville—; el talle ligero y el corazónpesado…

—¡No,animalito!…profundo.

—¡Lo que tú tienes más bello es el haber conservado tu blancura y nohaberengordado!…Mira,¿ves?…,tienespequeñitosloshuesos…Deveras,Flavia;detenerquecomenzarotravezlavida,noquisieraotramujerquetú.

—Túsabesquesiempretehepreferidoalosdemás…¡Quédesgraciaquemonseñorhayamuerto!¿Sabesloquequisieraparati?

—No.

—UnpuestoenlaAlcaldíadeParís,unaplazadedocemilfrancos,algoasícomocajeroenlacajamunicipaloenladePoissy.

—Todoesomegusta.

—Pues bien, si ese monstruo de abogado pudiese; es intrigante:manejémosle…Yolesondearé…Déjamehacer…y,sobre todo,noestorbessujuegoconlosThuillier…

TeodosiohabíatocadoelpuntodolorosodelcorazóndeFlaviaColeville,yesto merece una explicación, que tal vez tendrá el valor de una miradasintéticasobrelavidadelasmujeres.

Aloscuarentaaños,lamujer,ysobretodolaquehaprobadolamanzanaenvenenadadelapasión,sienteunmiedosolemne;esentoncescuandosedacuentadequehaydosmuertesparaella:lamuertedelcuerpoylamuertedelcorazón.Dividiendoalasmujeresendosgrandescategorías,segúnlasideas

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másvulgares,estoes,envirtuosasoligeras,sepuededecirque,apartirdeesaedad temible, experimentan un dolor vivo. Virtuosas y equivocadas en losdeseosdesusnaturalezas,seaquesehayansometido,seaquehayanenterradosusprotestasenelcorazónoalpiedelaltar,al llegaraestaedadnopuedenpensarsinterrorquetodohaterminadoparaellas.Estepensamientotienetanextrañasydiabólicasprofundidades,queenélpuedeencontrarse larazóndealgunas de esas apostasías que a veces espantan y sorprenden al mundo.Culpables, se encuentran entonces en esas situaciones vertiginosas que setraducen a menudo en locura, o terminan con la muerte o en pasiones tangrandescomolamismasituación.Heaquíelsentidodilemáticodelacrisis:obien han conocido la felicidad, se han hecho una vida voluptuosa y ya sólopueden respirar este aire cargado de inciensos, ymoverse en esa atmósferaflorida,dondelasadulacionessoncariciasy,¿cómorenunciaraesto?,obien,fenómeno más extravagante que raro, no han encontrado más que placeresfatigantesbuscandounafelicidadqueleshuía,sostenidasentanardientecazaporlasirritantessatisfaccionesdelavanidad,obstinándoseenesejuegocomounjugadorconsumartingala,puesqueparaellasesosúltimosdíasdebellezasonlaúltimafichaparaladesesperación.

Esta frase de Teodosio, acompañada de una mirada que leía, no en elcorazón, sino en la vida, era la respuesta a un enigma, y Flavia se sentíaadivinada.

El abogado había repetido unas cuantas ideas que la literatura ha hechovulgares; pero ¿qué importa de qué fábrica y especie es el látigo cuandogolpeaenellugarsensibledelcaballoderaza?LapoesíaestabaenFlaviaynoenlaoda,semejantealruidoquenoeslaavalancha,aunqueladetermina.

Unjovenoficial,dosfatuos,unbanquero,unjovenzuelotorpeyelpobreColevilleeranbientristesensayos.Unasolavezensuvidahabíaalcanzadolafelicidad sin saberlo; luego lamuerte se apresuró a romper la única pasióndonde Flavia encontrara encantos. La voz de la religión le decía desde dosañosantesquelaIglesiaylasociedadnohablandefelicidad,deamor,sinodedeberesyresignación,queparaesasdosgrandespotenciaslafelicidadestáenlasatisfaccióndeldebercumplidoyquelarecompensanoesdeestemundo.Peroellaoíadentrodesímismaotravozdistinta,ycomosureligióneraunamáscaranecesariaynounaconversión,nosedespojabadeella,yladevoción,fingidaoverdadera,eraunamaneradeser,apropiadaasuporvenir.PorellocontinuabaenlaIglesia,comoenelclarodeunbosque,sentadaenunbanco,leyendolasseñalesderutayesperandounazarmientrasllegabalagrannoche.

Eso fue lo que excitó su curiosidad hacia Teodosio al oírle formular susituacióníntima,sinaprovecharse,simplementeexponiéndolelaparteinteriorde su vida, prometiéndole la realización de un sueño siete u ocho vecesderrumbado.

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Desde el comienzo del invierno ella se sabía calladamente examinada afondo,estudiadaporTeodosio.Másdeunavezhabíavestidoconsusropasdemuarégris,consusencajesnegros,yhabíaostentadosupeinadoconfloresyencajesparamostrarsemáshermosa,yloshombressabensiemprecuándountocado se hace para ellos.El atroz bello del Imperio la asesinaba con bajoscumplidos,ellaera lareinadelsalón;peroelprovenzaldecíamilvecesmásconunasolamirada.

Flaviaesperabaunadeclaracióndedomingoendomingo,ysedecía:

«Élsabequeestoyarruinadayespobre;talvezsearealmentepiadoso».

Teodosio no quería apurar nada y, semejante a un músico hábil, habíamarcadolapartedesusinfoníaenquedebíadarelgolpedetimbal.CuandosevioperjudicadoporColeville,lanzósured,hábilmentepreparadadesdetresocuatromeses antes, empleados en estudiar a Flavia, y triunfó, como por lamañanatriunfaraconThuillier.

Mientrasseacostaba,pensaba:

—Lamujerestápormí;elmaridonomesoporta;enestemomentoriñenyyoseréelmásfuerte,puesellahaceloquequieredesumarido.

El provenzal se equivocaba en este punto, pues no había tenido lugar lamenordiscusión,yColevilledormíajuntoasuFlaviamientrasellapensaba:

—Teodosioesunhombresuperior.

Muchos son los hombres que, al igual que La Peyrade, sacan susuperioridad de lo audaz o lo difícil de una empresa; las fuerzas empleadashacencreerenlarobustezdesusmúsculos;luego,obtenidoeléxitootrasladerrota, las gentes se asombran de encontrarlos mezquinos o gastados.DespuésdesembrarenelespíritudelasdospersonasdequienesdependíalasuertedeCelesteunacuriosidadquedebíahacersefebril,Teodosiosehizoelhombreocupado:durantecuatroocincodíassalióde lamañanaa lanoche,para no encontrarse con Flavia hasta el momento en que el deseo llega alpuntoenquesaltasobrelasconveniencias,yparaobligaralviejobelloavenirasucasa.

EldomingosiguienteestuvocasisegurodeencontraralaseñoraColevilleenlaiglesia,y,enefecto,ambossalieronalmismotiempo,encontrándoseenla calle de Dos Iglesias. Teodosio ofreció el brazo a Flavia, y ésta aceptó,dejando a su hija caminar delante con su hermanoTeodoro.Éste, su últimohijo, destinado al seminario, contaba entonces doce años y recibía lainstrucciónelementalenlainstituciónBarniol,donde,naturalmente,elcuñadodePhellionhabíarebajadoelpreciodelamediapensión,enperspectivadelaesperadaalianzaentreelprofesorPhellionyCeleste.

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—¿Mehahechoustedelhonordepensarenloqueledijeelotrodía?—preguntó, en tono zalamero, el abogado a la bella devota, oprimiéndole elbrazo contra su corazón con un movimiento a la vez dulce y fuerte,conteniéndose para aparentar ser respetuoso a disgusto—. No se equivoquesobremis intenciones—continuó, recibiendo de la señora Coleville una deesas miradas que las mujeres habituadas a la pasión saben hallar, y cuyaexpresión conviene tanto a una severa reprimenda como a una confesióndesentimientos—. Yo la amo como se ama a un hermoso temperamentoprisionerodeladesgracia;lacaridadcristianaalcanzatantoalosfuertescomoa los débiles, y su tesoro pertenece a todos. Fina, graciosa, elegante, comoustedes;hechaparaadornodelmásaltomundo,¿quéhombrepuedeverossinsentir en su corazón una inmensa compasión, rodando entre esos odiososburgueses que ignoran todo de usted y ni siquiera comprenden el valoraristocrático de uno de sus gestos o de unamirada, de una de sus coquetasinflexionesdevoz?¡Ah,siyofueserico…,siyotuviesepoder,sumarido,queevidentementeesunbuendiablo,seríajefedecontribuciones,yustedleharíanombrardiputado!Peroyo,pobreambicioso,cuyoprimerdeberescallarmiambición,viéndomeenel fondodeun saco,comoelúltimonúmerodeunalotería de familia, no puedo ofreceros más que mi brazo, cuando quisieraofrecerosmicorazón.Todoloesperodeunbuenmatrimonioy,creedme,quenosolamenteharéamimujerfeliz,sinoqueharédeellaunadelasprimerasdel Estado, recibiendo de ella los medios para llegar… Hace un hermosotiempo,¿porquénovieneadarunpaseoalLuxemburgo?—agregócuandollegabanalacalledelInfierno,juntoalacasadelaseñoraColeville,frenteala cual hay un pasaje que conduce al jardín por la escalera de un pequeñoedificio,últimorestodelfamosoconventodelosCartujos.

La languidezdelbrazoquesostenía le indicóel tácitoconsentimientodeFlavia,ycomoellamerecíaelhonordeunaespeciedeviolencia,lacondujoconenergía,agregando:

—¡Venid,nosiempretendremostanbuenaocasión!¡Oh!—continuó—,sumaridonosobserva,estáenlaventana;caminemosdespacio…

—No temáis nada de Coleville —dijo Flavia, sonriendo—; yo soycompletamentedueñademisactos.

—¡Heaquí lamujerqueyohe soñado!—exclamóelprovenzal, coneseéxtasisyeseacentodequesólosoncapacesalmasy labiosmeridionales—.¡Perdón, señora!—dijo,moderándose y volviendo de unmundo superior alángel exilado, a quien miró piadosamente—. ¡Perdón!; vuelvo a lo quedecía…¡Cómonosersensiblealosdoloresqueunosufre,viéndolosenunseraquienlavidasólodebieratraeralegríayfelicidad!Vuestrossufrimientossonlosmíos,yyonoestoyenmilugar,comoustednoestáenelsuyo;ladesdichanoshahechohermanos.¡Ah,queridaFlavia!Elprimerdíaquetuvelasuerte

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deverlafueelúltimodomingodeseptiembrede1838…¡Quéhermosaestaba!Yolaverésiempreconaquelvestidodemuselinadelana,conloscoloresdeuntartándeyonoséquéclandeEscocia.Aqueldíayomedije:¿Porquéestamujer está en el salón de los Thuillier? Y, sobre todo, ¿por qué ha tenidorelacionesconunThuillier?…

—¡Caballero!—dijoFlavia, temerosadelgiroqueelprovenzaldabaalaconversación.

—Yolosétodo—exclamóél,acompañandoestafrasedeunmovimientodehombros—,ymeloexplicotodo…,ynolaestimomenosporeso.Nuncaseráéseelpecadodeunafeaodeunajorobada…¡Ustedtienequerecogerelfrutodesufalta,yyolaayudaré!Celesteserámuyrica,yahíestáparaustedtodoelporvenir;ustednopuedetenermásqueunyernositieneeltalentodeescogerlebien.Unambicioso seráministro,un insignificanteoshumillaráyhará a vuestra hija desgraciada, y caso de perder la fortuna, no sabrárecuperarla.Puesbien,yoosamo,yosamoconunafectosin límites;ustedestá por encima de una multitud de pequeñas consideraciones de que sepreocupanlostontos.Entendámonos…

Flaviaestabaasombrada,peronopudomenosdesersensiblealaexcesivafranqueza de tal lenguaje, y pensaba: «¡Éste no anda con secretitos!». Almismo tiempo que se confesaba no haber estado nunca tan emocionada yagitadacomoloestabaenaquelmomento.

—Caballero,yonoséquiénpuedehaberleinducidoenerrorsobremivida,yconquéderechousted…

—¡Ah,perdón,señora!—replicóél,conunafrialdadllenadedesprecio—.He soñado.Yo había pensado: «¡Ella es todo eso!», donde no haymás queapariencias.AhoraséporquéustedestaráparasiempreenelcuartopisodelacalledelInfierno.

Y Teodosio comentó su frase con un gesto enérgico, señalando a lasventanasdelapartamentodelosColeville,queseveíandesdelagrancalledeárbolesdelLuxemburgo,dondesepaseabansolos,eneseinmensocampopordondehandesfiladotantasjóvenesambiciosas.

—He sido franco y esperaba la reciprocidad.Yo he tenido días sin pan,señora;hesabidovivir, terminarmiDerecho,obtenerelgradode licenciadoenParíscondosmilfrancosportodocapital,habiendoentradoundíaporlapuertadeItaliaconquinientosfrancosenelbolsillo,jurándome,comounodemiscompatriotas,serundíaunodelosprimeroshombresdemipaís…Yelhombrequetantasvecesrecogiósualimentoenloscestosdondelosfondistasvacíanlassobrasquehandetirarasuspuertasalasseisdelamañana…,estehombrenoretrocederádelantedeningúnmedio…confesable.¿Mecreeusted

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elamigodelpueblo?—continuó,sonriendo—.Esqueelrenombrenecesitaunheraldo,porquenosehaceoírhablandoentredientes…;ysinrenombre,¿dequésirveeltalento?Elabogadodelospobresseráeldelosricos.¿Esbastanteya lo que me he abierto el pecho? Abridme vuestro corazón… Decidme:«Seamosamigos»,yseremostodosfelicesundía…

—¡Dios, mío!, ¿por qué vine aquí? ¿Por qué le he dado el brazo? —exclamóFlavia.

—¡Porque está en su destino! —respondió él—. ¿Es que —agregó,apretándole el brazo sobre su corazón—, mi querida y bien amada Flavia,esperaba usted demí vulgaridades?…Somoshermana y hermano…; eso estodo.

YcaminóhaciaelpasajeparavolveralacalledelInfierno.

Flaviaexperimentabaciertoterrorenelfondodelaalegríaquecausaalasmujeresunaemociónviolenta,ycreyósereste temorelmiedoqueocasionauna nueva pasión; pero se sentía encantada y caminaba guardando unprofundosilencio.

—¿Enquépiensausted?—lepreguntóTeodosio.

—Entodoloqueustedacabadedecirme—respondióella.

—Perosianuestraedadsesuprimenlospreliminares;yanosomosniños,yambosestamosenunaesferadondeunodebeentenderse.En fin,usted losabe—agregóalllegaralacalledelInfierno—.¡Asuspies!

Ysaludóprofundamente.

«¡Loshierrosestánalfuego!»,sedijo,siguiendoconlamiradaaestapresaaturdida.

Alregresarasucasa,Teodosioencontróeneldescansodelaescaleraaunpersonaje,enciertomodosubmarino,deestahistoria,queseencuentraenellacomo la iglesia enterrada bajo la fachada de un palacio. La vista de estehombre,quesindudaacababadellamarasupuertasinencontrarleyllamabaenladeDutocq,hizoestremeceralabogadoprovenzal,peroensímismo,sinquenadatraicionaseenelexteriorestaemociónprofunda.EstehombreeraelCerizet, de quien Dutocq hablara como de su copista en el salón de losThuillier.

Cerizet,quesóloteníatreintaynueveaños,representabacincuenta;tantolehabíanenvejecido todo loquepuedeenvejecera loshombres.Sucabeza,calva, mostraba un cráneo amarillento, mal cubierto por una pelucadescolorida; sucara,pálida,desmesuradamentearrugada, aparecía tantomáshorrible cuanto que tenía la nariz roída, pero no lo suficiente para poderreemplazarla con una falsa nariz: de la punta a la frente era tal cual la

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naturalezalahabíahecho;laenfermedadhabíacomidolasaletasydejadodoshuecos de forma rara, que viciaban la pronunciación y le estorbaban parahablar. Los ojos, en un tiempo azules, pero debilitados por todo género demiserias y por las noches en vela, eran rojos en los bordes y presentabanprofundas alteraciones, y la mirada, cuando el alma enviaba a ella unaexpresióndemalicia,hubieraespantadoa juecesocriminales,en fin,aesosquenoseespantandenada.

Laboca, donde sólo seveían algunosdientesnegros, era amenazadora aveces; aparecía en ella una saliva espumosa y rara, que no pasaba de loslabios, pálidos y delgados. Cerizet, pequeño de estatura,más bien disecadoqueseco,tratabaderemediarlasdesgraciasdesufisonomíaconsusropas,ysinoeraopulento,semanteníaenunestadodelimpiezaquehacíaresaltarmássumiseria.Todoenéleradudoso; todosemejabaasuedad,asunariz,asumirada: tanto podía tener treinta y nueve años como sesenta; era imposiblesabersisupantalónazul,desteñido,perobienajustado,estaríaprontodemodao si pertenecía a la del año 1835. Sus botas, cuidadosamente embetunadas,arregladasporterceravez,finasenuntiempo,habíanquizápisadoalfombrasministeriales. La levita, de galones lavados por los aguaceros, testimoniabauna elegancia desaparecida. El cuello-corbata, de satén, ocultaba la camisa,perodetrás seveíadeshilachadaporeluso,yel saténbrillabaporefectodeunaespeciedeaceitedestiladoporlapelucaenlostiemposdesujuventud;elchaleco no era viejo, pero era uno de esos chalecos de cuatro francos,procedentesdelasprofundidadesdelescaparatedeunatiendaderopahecha.Todoestabacuidadosamentecepillado,comoelsombrero,desedabrillanteyabollado. Todo se armonizaba y hacía aceptar los guantes negros queocultabanlasmanosdeesteempleadosubalterno,cuyavidaanteriorhelaaquíenunsolopárrafo.

Cerizeteraunartistadelmal,aquienensupresentaciónelmalhabíadadoresultado, y quien, engañado por los primeros éxitos, continuaba urdiendoinfamias con aspecto legal. Hecho jefe de una imprenta por traicionar a suamo, había sufrido varias condenas como gerente de un diario liberal, y enprovincias, bajo la Restauración, se hizo una de las bestias negras delGobierno real el infortunadoCerizet, comoel infortunadoChauvet, comoelheroico Mercier. A esta reputación de patriotismo debió una plaza desubprefectoen1830;seismesesdespuésfuedestituido,peroélpretendíaquelehabían juzgadosinoírle,ygritó tantoque,bajoelministeriodeCasimiroPerier, fue hecho gerente de un diario contrarrepublicano pagado por elministerio. De ahí salió para dedicarse a negocios, entre los cuales seencuentra uno que le hizo ser condenado por la Policía de París.Aceptó sucondena,achacándolaaunavenganzaurdidaporelpartido republicanoque,decía, no le perdonaba haberle dado rudos golpes en su periódico. Luegoestuvountiempoenunacasadesalud.Elpoderseavergonzódeunhombre

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salido del hospicio y cuyas costumbres, casi crapulosas, cuyos vergonzososnegocios,hechosensociedadconunantiguobanqueroapellidadoClaparon,lellevaronaunabienmerecidadesconsideración.Así,Cerizet,caídodeescalónenescalónhastaelmásbajogradodelaescalasocialnecesitóunúltimorestodepiedadparaobtener laplazadecopistaen laescribaníadeDutocq.Enelfondodesumiseriaestehombresoñabaconundesquite,ynoquedándoleyanadaqueperderadmitíatodoslosmedios.Dutocqyélseencontraronunidosporsuscostumbresdepravadas.CerizeteraparaDutocqenelbarrioloqueelperro es para el cazador. Cerizet, conocedor de las necesidades de losmiserables,hacíaesausuradelarroyoquesellamaelpréstamoalasemana;compartíaconDutocq,yesteantiguopilluelodeParís,hechoelbanquerodelosverduleros,eraelinsectodevoradordelosbarrios.

—Bien—dijo Cerizet al ver a Dutocq que abría la puerta—, pues queTeodosioestáderegreso,vayamosasuapartamento.

Yelabogadodelospobresdejópasaraestosdoshombresdelantedeél.

Atravesaron una pequeña antecámara embaldosada en rojo, donde la luzrelucía, pasando al través de cortinas de percal, y permitía ver unamodestamesaredondadenogal,sillasdenogalyunaparadortambiéndenogal,sobreelquehabíaunalámpara.Deestaantecámarasepasabaaunpequeñosalón,amuebladodecaobayterciopelodeUtrecht;laparedfronterizaalasventanasla ocupaba una biblioteca llena de libros de jurisprudencia. La chimeneaestabaadornadaconobjetosvulgares:unrelojdecuatrocolumnasenmaderade caobayvarios candelabros.El gabinete, donde fueron a sentarse los tresamigosanteun fuegodecarbón,eraelgabinetedel abogadoquecomienza:unamesa,elsillóndebrazos,cortinasdesedaverdeenlasventanas,untapizverde, un archivero y unameridiana, por encima de la cual, en la pared, seveía un crucifijo de marfil sobre fondo de terciopelo. Evidentemente, lahabitacióndedormirylacocinadabanalpatio.

—Ybien—preguntóCerizet—,¿cómovanlascosas?¿Caminamos?

—Claroquesí—respondióTeodosio.

—Confesad que he tenido —exclamó Dutocq— una famosa idea alimaginarelmododehacernosdueñosdeesteimbécildeThuillier…

—Sí;peroyonomehequedadoatrás—interrumpióCerizet—.Yovengoestamañanaadaroslascuerdasparaesposaralasolteronaymoverlacomoaun títere… ¡No nos engañemos! La señorita Thuillier es el todo de estenegocio;tenerladesuparteestenerlaciudadconquistada…Hablemospoco,pero bien, como se debe hablar entre gentes fuertes. Mi antiguo asociado,Claparon,comoustedessaben,esunimbécil,ydebecontinuarsiendotodasuvidaloquehasidosiempre,unmaniquí.Ahorabien:élsirveenestemomento

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de testaferro a un notario de París, asociado con unos empresarios deconstrucción que, notario y empresarios, están en quiebra. Y ahora esClaparonquienlopaga:élnohabíaquebradonunca,peroatodosecomienza,yenestemomentoestáescondidoenmicovacha,enlacalledelasGallinas,dondejamásleencontrarán.MiClaparonrabia,estásindineroytiene,entrelascincooseiscasasquevanavenderse,una joyadecasa,bienconstruida,todaenpiedratallada,emplazadaenlosalrededoresdelaMagdalena,conunafachadabordadadeesculturaspreciosas;peroque,pornoestarterminada,serávendida,todolomás,porcienmilfrancos;gastandounosveinticincomilmássetendráunoscuarentamilderentadentrodedosaños.Haciendounserviciodeesegéneroa laseñoritaThuillier,unoseharásupreferido,yse ledaráaentender que todos los años pueden encontrarse ocasiones semejantes. Paraapoderarsedelosvanidososbastahalagarsuamorpropiooamenazarles;paraapoderarse de los avaros hay que atacar a su bolsa o llenársela. Y como,después de todo, trabajar para los Thuillier es trabajar para nosotros, esnecesarioaprovecharestegolpe.

—Yelnotario,¿porquédejaescapareso?—preguntóDutocq.

—¡Pero,Dutocq, si es el notario quien nos salva!Obligado a vender sunotaría, arruinadaporcierto, él se reservaestapartede los restosdelpastel.CreyendoenlaprobidaddelimbécilClaparon,lehaencargadodeencontrarleun comprador nominal, pues necesita tanta confianza como prudencia.NosotrosledejaremoscreerquelaseñoritaThuillieresunahonestamujerquepresta su nombre al pobre Claparon, y caerán en la trampa el notario yClaparon.EstajugarretalamereceporciertomiamigoClaparon,quemedejócargar con toda la culpa en el asunto de mi condena, donde Conture nosengañóaambos,y,enlapieldequienyonoosquisieraver—dijomientrasbrillaba en sus ojosmarchitos un relámpago de odio infernal—. ¡He dicho,señoresmíos!—agregó, alzando la voz, que pasó plenamente por las fosasnasales, y tomandounaactituddramática, restodeunmomentode excesivamiseriaenquesehabíahechoactor.

Elprofundosilencioconquefueacogidoesteúltimopárrafopermitióoírelruidodelllamador,yTeodosiocorrióalapuerta.

—¿Continuáis contento de él? —preguntó Cerizet a Dutocq—. Yo leencuentrounaire…,enfin,quesoyexpertoentraiciones.

—Está de talmodo entre nuestrasmanos, que no vale la pena vigilarle;aquí,entrenosotros,yonolecreíatanfuertecomoes…¡Creíamosmeterunalazán entre las piernas de un hombre que no sabía montar a caballo, y elbribónnosresultaunantiguojockey!Esoestodo.

—¡Que tenga cuidado! —dijo sordamente Cerizet—; yo puedo soplarcontraélcomocontrauncastillodenaipes.Encuantoausted,papáDutocq,

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usted puede ver la obra y observarlo en todomomento: ¡vigílelo! Además,tengo el medio de probarlo, haciendo que Claparon le propongadesembarazarsedenosotros,yasílejuzgaríamos.

—Estábieneso—dijoDutocq—;túnoteduermes.

—¡Esquesomosdelmismopaño!—respondióCerizet.

EstaspalabrasfuerondichasenvozbajamientrasTeodosiofuealapuertayvolvió.Cerizetexaminabaelgabinetecuandoelabogadoentró.

—EsThuillier.Esperabasuvisita;estáenelsalón,yesmejorquenovealalevitadeCerizet—agregó,sonriendo—;esosgalonesleinquietarían.

—¡Bah! Tú recibes pobres diablos, eso está en tu papel… ¿Necesitasdinero?—agregó,sacandocienfrancosdeunbolsillodelpantalón—.Toma,toma,estonotevendrámal.

Ylosdepositósobrelachimenea.

—Además—dijoDutocq—,podemossalirporlahabitación.

—Adiós, entonces —respondió el provenzal, abriéndoles la puerta quecomunicabaconlahabitación—.¡Entre,miqueridoThuillier!—gritóalbellodelImperio.

Ycuandolovioenlapuertadelgabinete,salióparaacompañarasusdossociosporlahabitación,elbañoylacocina,cuyapuertadabaalaescalera.

—Enseismeses,túseráselmaridodeCelesteyelamo…¡Eresbienfeliz;notehassentadodosvecesenlosbancosdelapolicíacorreccional…comoyo!Laprimeraen1824,porunaseriedeartículosquenohabíaescrito,ylasegunda por los beneficios de un negocio que nos pasó frente a las narices.Vamos, ¡arregla eso,bribón!, queDutocqyyo tenemosnecesidadde treintamil francos cada uno; buena suerte, amigo—terminó, tendiendo lamano aTeodosioyhaciendodeesteestrechóndemanosunaprueba.

Elprovenzal tendiósumanoderechayapretó ladeCerizetconcalurosaexpresión.

—Estate bien seguro, querido, de que en ninguna posición olvidaré yoaquella de que tú me has sacado para montarme a caballo aquí… Yo soyvuestroanzuelo;perovosotrosmedaislamejorparte,ysenecesitaríasermásinfamequeunforzadoquesehacedelatorparanojugarlimpio.

Lapuertacerrada,Cerizetmiróporelojode lacerradura,afindever lacara de Teodosio; pero el provenzal se había vuelto de espaldas para ir aencontrarse con Thuillier, y Cerizet no pudo ver la expresión que tomó lafisonomíadesusocio.

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Esta expresión no fue de disgusto ni de dolor, sino de alegría por verselibre. Teodosio veía crecer las probabilidades de éxito, y se alegraba dedesembarazarsedesusinnoblescompañeros,alosquedebíatodo.Lamiseriatiene profundidades insondables, sobre todo en París, fondos fangosos, ycuandounahogadoretornadeesefondoalasuperficie, traeinevitablementeel fango pegado al cuerpo o a las ropas. Cerizet, el amigo en un tiempoopulento,elprotectordeTeodosio,eralamanchafangosa,aúnimpresaenelprovenzal,yelantiguodirectoradivinabaquequeríacepillarsealverseenunaesferadondelaropalimpiaeraderigor.

—¡Ybien,miqueridoTeodosio!—comenzóThuillier—,hemosesperadoverle todos los días de la semana, y noche tras noche hemos visto nuestrasesperanzas defraudadas… Como este domingo es el de nuestra cena, mihermanaymiesposameencarganquelerueguequeasista.

—Hetenidotantoquehacer—replicóTeodosio—,quenohedispuestodedosminutosparanadie,nisiquieraparausted,aquiencuentoenelnúmerodemisamigosyconquienteníaquehablar.

—¡Cómo! ¿Pero usted piensa seriamente en lo queme dijo?—exclamóThuillier,interrumpiendoaTeodosio.

—Siustednohubieravenidopara tratardeello,yono loestimaría tantocomo leestimo—continuóLaPeyrade, sonriendo—.Ustedha sido subjefe;usted tiene, pues, un pequeño resto de ambición, muy legítima. ¡Por Dios!Aquí, entre nosotros, cuando vemos a un Minard, un becerro de oro, ir acumplimentaralreyypavonearseenlasTullerías;aunPopinotapuntodeserministro…; y usted, un hombre gastado en el trabajo administrativo, unhombrequetienetreintaañosdeexperiencia,quehavistopasarmásdeseisGobiernos… ¡Vamos, vamos!… Yo soy franco, mi querido Thuillier; yoquieroayudarleporqueustedmeayudarádespués…Heaquímiplan:sevaanombrarunmiembrodelConsejogeneralenestebarrio,y¡esnecesarioquesea usted! Y —continuó, recalcando la frase— ¡será usted! Un día serádiputadodelbarrio,cuandosereelijalaCámara,quenotardará…LosvotosquelehabíanelegidoparaelConcejomunicipalleelegiránparaladiputación.¡Confíeustedenmí!…

—Pero¿cuálessonsusmedios?…—exclamó,fascinado,Thuillier.

—¡Yalosconocerá;déjemeamíllevarestelargoydifícilasunto;siustedcometeuna indiscreciónsobre loquesedirá,se tramará,seconvendráentrenosotros,yoleabandono,ytanamigos!

—¡Oh!,ustedpuedecontarconlaabsolutadiscrecióndeunamigosubjefe;yoheguardadosecretos…

—¡Bien!Perosetratadeguardarsecretosconsumujer,consuhermana,

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conelseñorylaseñoraColeville.

—¡Niunsolomúsculodemicarasemoverá!—respondióThuillier.

—¡Bien!—continuóLaPeyrade—,yyovoyaprobaros.Paraserelegibleesnecesariopagarelcenso,yustednolopaga.

—¡Escierto!…

—Puesbien,yotengoporustedtalsimpatía,quevoyadarleelsecretodeun negocio que producirá treinta o cuarenta mil francos de renta, con uncapitaldecientocincuentamilfrancoscomomáximo.PerocomoensucasaesBrigittequien tiene ladirección,bienmerecidapor cierto,de los asuntosdeinterés, será bueno dejarme ganar su afecto y su amistad, proporcionándoleeste negocio. SiBrigitte no tuviese fe enmí, sufriríamos complicaciones; y¿serábuenoqueseaustedquiendigaasuhermanalodeponerelinmuebleasunombre?No;esmejorqueseayoquienlesugieralaidea.Tantoustedcomoellaseránlosjuecesdelnegocio.Encuantoamismedios,helosaquí:Phelliondisponedeunacuartapartedelosvotosdelbarrio;élyLandigeoisvivenaquídesdehacetreintaañosyselesescuchacomoaoráculos.Tengounamigoquedispone de otra cuarta parte, y el cura de Saint-Jacques, que tiene ciertainfluencia,debidaasusvirtudes,puedeobteneralgunos.Dutocq,relacionado,comoeljuezdepaz,conlosvecinos,meservirá,sobretodosiyonotrabajoparamí y, en fin, Coleville, como secretario de laAlcaldía, representa otracuartaparte.

—¡Claro,tieneustedrazón:yoseréelegido!—exclamóThuillier.

—¿Usted cree? —repuso La Peyrade con una voz de terrible ironía—.Bien,vayasolamentearogarasuamigoColevillequelesirva,yustedveráloque le dice… Nunca un triunfo electoral lo gana un candidato, sino susamigos. Jamás debe pedirse nada para sí; hay que hacerse rogar el aceptar,aparecersinambición.

—¡La Peyrade!…—exclamóThuillier levantándose y tomando lamanodeljovenabogado—,ustedesunhombreverdaderamentefuerte…

—No tanto como usted, pero tengo mis pequeños méritos —respondiósonriendoelprovenzal.

—Y si triunfamos, ¿cómo os recompensaré? —preguntó ingenuamenteThuillier.

—¡Ah!…Ustedvaaencontrarmeimpertinente,maspiensequehayenmíunsentimientoque loexcusa todo,puesesélquienmehadado fuerzaparaintentarlotodo.Yoamoyostomoporconfidente…

—¿Peroaquién?—dijoThuillier.

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—AsuqueridaCeleste—respondióLaPeyrade—,ymiamorrespondedemidevociónporusted;¡quénoharíayoporunsuegro!Esegoísmo,trabajarparamí…

—¡Chis!—exclamóThuillier.

—¡Ah, amigo mío! —dijo La Peyrade—, sí Flavia no estuviese de miparte,siyonolosupiesetodo,¿hablaríaasí?Solamente,óigameunacosa:deesteasunto,niunapalabraaCeleste.Yosoyde lamaderaque sehacen losministrosynoquieroaCelestesinmerecerla;ustedmeladarálavísperadelescrutiniodel que sunombre saldrá la cantidadnecesaria deveces para queseaelnombredeundiputadodeParís.Paraconseguir estohayque triunfarsobre Minard: hay que anular a Minard y guardar nuestros medios deinfluencia;paraobtenertalresultado,déjelesaCelestecomounaesperanzayselaharemosbuenaatodos…LaseñoraColeville,ustedyyo,seremosundíatres personajes. Pero no me crea usted interesado: yo quiero a Celeste sinfortuna,sóloconesperanzas…Vivirenfamiliaconustedes,dejarosmimujerenlacasa:éseesmiprograma…Yavequenotengosegundasintenciones.Yen cuanto a usted, seis meses después del nombramiento para el Consejogeneral, tendrá la Cruz, y cuando sea diputado, ustedmismo se hará haceroficial…¿LosdiscursosenlaCámara?¡Pueslosharemosjuntos!Talvezserábuenoqueseaustedelautordeunlibrograve,sobrecualquiermateriamitadmoral,mitadpolítica;porejemplo:losEstablecimientosdecaridad,desdeunpunto de vista noble, o la reforma delMonte de Piedad, cuyos abusos sonterribles.Pongámosleunapequeñailustraciónasunombre…,esovestirábien,sobretodoenestebarrio.Yolehedicho:«UstedpuedeobtenerlaCruzysermiembrodelConsejogeneraldelDepartamentodelSena».Puesbien,créame:no piense en permitirme la entrada en la familia hasta que no tenga lacondecoración en el ojal, y al día siguiente de aquel en que usted vuelvaelegidodelaAlcaldía.Yaúnharémás:ledarécuarentamilfrancosderenta…

—¡Por cada una de esas tres cosas solamente, usted tendría nuestraCeleste!

—¡Qué perla!—dijo La Peyrade elevando los ojos al cielo—; tengo ladebilidadderogaraDiosporellatodoslosdías…Esencantadora;tienealgodeusted,porcierto…Vaya,esamíaquienhabíaquehacerrecomendacionesde discreción. FueDutocq quienme lo contó todo.Bueno, ¡hasta la noche!Ahora voy a la casa de Phellion a trabajar por usted. ¡Ah!, no es necesarioindicarle que usted estámuy lejos de pensar enmí para Celeste…; de otromodo, se echaría todo a rodar. Silencio en este asunto, ¡hasta con Flavia!Esperequeellalehable.Phellionestanocheosobligaráaaceptarsuproyectodellevaroscomocandidato.

—¿Estanoche?—preguntóThuillier.

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—Estanoche—respondióLaPeyrade—,amenosquenoleencuentreencasa.

YThuilliersaliódiciéndose:

—¡He aquí un hombre superior! Nosotros nos entenderemos siempre y,verdaderamente, sería difícil encontrar nadamejor paraCeleste; vivirán connosotros,enfamilia;esungranmuchacho,buenapersona…

Para los espíritus del temple de Thuillier una consideración secundariatienelaimportanciadeunarazóncapital,yTeodosiosehabíaportadoconlamásencantadorabondad.

LacasaadondeelprovenzalsedirigíamomentosdespuéshabíasidoelhoceratinvotisdePhellionduranteveinteaños;perotantolacasadelosPhellioncomolosgalonesdelalevitadeCerizeteranlosadornosnecesarios.

Estaconstrucción, levantadacontraungranedificio,sinmásprofundidadqueladelashabitaciones,unaveintenadepies,seterminabaencadaextremopor una especie de pabellón de una sola ventana. Poseía como principalbellezaunjardínancho,deunastreintatoesasymáslargoquelafachada,yunbosquecillo de tilos más allá del segundo pabellón. El patio a la calle secerrabacondos rejas, enel centrode lascualeshabíaunapuertecitadedosbatientes.

Este edificio,dedospisos, estucadodeamarillo, teníapintadasdeverdelaspersianas,asícomolospostigosdelpisobajo.Lacocinaocupabaelbajodel pabellón, que daba al patio, y la cocinera, una mujer gruesa y fuerte,cumplía las funciones de portera. La fachada, de cinco ventanas, y los dospabellones salientes, de una toesa, eran de un estilo Phellion. Encima de lapuertaestehabíacolocadounaplaquitademármolblancoenlaqueseleíaenletrasdeoro:Aureamediocritas.Bajoelmeridiano trazadoenuncuadrodeesta fachada,Phellionhabíahecho inscribir esta cuerdamáxima:Umhameavitasit!

Lospoyosde laventanahabíansido recientemente sustituidosporpoyosdemármolrojoencontradosencasadeunmarmolista.Enelfondodeljardínse encontraba una estatua coloreada que hacía creer al transeúnte que unanodrizadabaelpechoaunniño.Phellionerasupropiojardinero.Elpisobajosecomponíaúnicamentedeunsalónydeuncomedorquelaescaleraseparabaycuyovestíbulohacíadeantecámara.EnelextremodelsalónseencontrabaunapequeñapiezaqueservíadegabineteaPhellion.

En el primer piso, las habitaciones de los esposos y del joven profesor;encima, la de los hijos y la del único criado de Phellion.A la izquierda, alentrar en el patio, se veían unas pequeñas habitaciones que servían paraguardar leñaydondeelanteriorpropietarioalojabaunportero.LosPhellion

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esperaban,sinduda,elmatrimoniodesuhijoelprofesorparaproporcionarseesteúltimoplacer.

Esta propiedad, durante mucho tiempo deseada por los Phellion, costódieciocho mil francos en 1831. La casa estaba separada del patio por unabalaustrada en piedras de talla, ornada de tejas en canal. Esta defensa deadornosedoblabaconunaringleraderosalesdeBengala,enelcentrodeloscualesseabríaunapuertademaderasimulandounareja,situadaenfrentedeladoblepuertadelacalle.

Los que conocen el pasaje desFeuillantines comprenderán cómo la casaPhellion,viniendoenángulorectoalacalle,estabasituadaenplenomediodíaydefendidadelnorteporelinmensomuroalcualestabaadosada.LascúpulasdelPanteónyelVal-de-Grâcesemejandosgigantesydisminuyendetalmodoelaire,quepaseándoseporel jardínunosecreeríaenunahabitación.Nada,además,esmássilenciosoqueelpasajedesFeuillantines.Taleraelretirodelgranciudadanodesconocidoquesaboreabalasdulzurasdelreposo,despuésdehaberpagadosudeudaalapatriatrabajandoenelMinisteriodeFinanzas,dedonde se retirara como copista de orden, después de treinta y seis años deservicio.

En 1832 había llevado su batallón de guardias nacionales al ataque deSaint-Merry;maslosqueestabanasuladovieronlaslágrimasensusojosporverse obligado a disparar contra franceses descarriados. Ya todo habíaterminadocuandosu legiónatravesabaapasodecargaelpuentedeNuestraSeñora.Esterasgolevaliólaestimadesubarrio,perolehizoperderlaLegióndeHonor;elcoroneldijoenvozaltaquebajolasarmasnosepodíaserliberal,frase deLuis Felipe a laGuardia nacional deMetz. Sin embargo, la piedadburguesadePhellionylaprofundaveneraciónqueseleprofesabaenelbarrio,lemantenían jefe de batallón desde hacía ocho años. Próximo a los sesentaaños,yviendollegarelmomentodedejarlaespadayelalzacuello,esperabaqueel reysedignaríarecompensarsusserviciosconcediéndole laLegióndeHonor;ylaverdadnosobligaadecir,apesardelamanchaqueestapequeñezimprimeatanbellocarácter,queelcomandantePhellionsehacíaverbienenlasrecepcionesdelasTullerías;secolocabaenprimerafila,mirabadesdelospasillos al rey-ciudadano mientras este comía en su mesa, en fin, intrigabasordamente,yaúnnohabíapodidoobtenerunamiradadelrey.LahonestidaddeestehombrenolepermitíapediraMinardqueintercedieraensufavor.

Phellion, el hombre de la obediencia pasiva, era estoico en cuanto a susdeberesydebronce en todo loque tocaba a la conciencia.Para acabar esteretratoconeldelfísico,aloscincuentaynueveañosPhellionhabíaespesado,para servirnos de este término de la lengua burguesa; su cara, acarnerada ymarcadadeviruelas,seconfigurócomoLunallena,demodoquesuslabios,enuntiempogruesos,aparecíannormalesahora.Losojos,debilitados,velados

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por los lentes, no mostraban ya la inocencia de su azul claro; los cabellosencanecidos, todo, en fin,habíahechograve loquedoceañosantes lindabacon la ingenuidad y se prestaba al ridículo. El tiempo, que cambia tanfatalmente las caras de rasgos finos y delicados, embellece a las que en lajuventudtienenformasgruesasytoscas:éstefueelcasodePhellion.AutordevariasobrasadoptadasporlaUniversidad,PhellionempleabaladesocupacióndesuvejezenescribiruncompendiodelahistoriadeFrancia.

CuandoLaPeyrade llegó, estaba toda la familia; la señoraBarniolhabíavenidoatraerasumadrenoticiasdeunodesushijos,queestabaenfermo.ElalumnodeCaminosyPuentespasabaeldíaenfamilia.Todosendomingados,sentados delante de la chimenea en sillones de caoba, temblaron al oír aGenovevaanunciaralpersonajedequienhablaban,apropósitodeCeleste,aquien Félix Phellion amaba hasta el punto de ir a misa por verla. El sabiomatemáticohabíahechoesteesfuerzoaquellamismamañana,yseburlabandeél,sindejardedesearqueCelesteysuspadresreconocieraneltesoroqueselesofrecía.

—¡Ay!, desgraciadamente, los Thuillier me parecen aficionados a unhombremuy peligroso—decía la señora Phellion—.Estamañana tomó delbrazoalaseñoraColevilleysefueronjuntosalLuxemburgo.

—Hay en este abogado—exclamóFélix Phellion—algo de siniestro; sihubieracometidouncrimen,nomeextrañaríanada…

—Vas muy lejos —opinó Phellion padre—; él es primo hermano deTartufo, esa inmortal figura fundida en bronce por nuestro honestoMolière,puesqueMoliere,hijosmíos,tuvolahonestidadyelpatriotismoporbasedesugenio.

EnestepuntoestabancuandoentróGenovevaparaanunciar:

—AhíestáelseñordeLaPeyrade,quesolicitahablarconelcaballero.

—¿Conmigo?—exclamó el señor Phellion—. ¡Hágale entrar! —agregóconesasolemnidadparalaspequeñascosasqueledabauntinteridículo,peroquehastaentoncesimpusieraasufamilia,dondeseleaceptabacomoaunrey.

Phellion,susdoshijos,sumujer,ysuhijasepusieronenpieyrecibieronelsaludocirculardelabogado.

—¿A qué debemos el honor de su visita, caballero? —preguntóseveramentePhellion.

—A su importancia en el barrio, mi querido señor Phellion, y a losnegociospúblicos—respondióTeodosio.

—Pasemosentoncesamigabinete.

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—No, no, amigo mío —dijo la seca señora Phellion, mujercita flaca yaplastadacomounaraya,queconservabaensucaralaseveridadmuequeantecon que enseñaba música en los pensionados de jóvenes—; nosotros osdejaremos.

Un piano de Erard, colocado entre las dos ventanas, denunciaba lasconstantespretensionesdeladignaburguesa.

—¿Seré yo tan desgraciado que os haga escapar? —dijo Teodosio,sonriendoconsimpatíaa lamadreya lahija—.Tienenustedesundeliciosoretiro—continuó—,ysóloosfaltaunabellanueraparaquepaséiselrestodevuestrosdíasenestaaureamediocritas,eldeseodelpoeta latino,yentre lasalegríasdelafamilia.Vuestrosantecedentesmerecenbientalesrecompensas,puesque,segúnloquesedicedeusted,miqueridoseñorPhellion,soisa lavezunbuenciudadanoyunpatriarca…

—Caballero—respondió Phellion, embargado—, caballero, he cumplidoconmideberynadamás.

LaseñoraBarniol,tansemejantefísicamenteasumadrecomopuedenserdosgotasdeaguaentresí,miróalaseñoraPhellionyaFélixcuandoTeodosiomanifestó sus buenos deseos empleando la palabra nuera, comopreguntándoles:«¿Nosengañaremos?».

Lasganasdehablardeesteincidentehizoqueloscuatrosalieranaljardín.

—Señorcomandante—comenzóTeodosio,unavezqueestuvosoloconeldigno burgués, a quien esa apelación de comandante enorgullecía—;comandante,puesqueyosoydevuestrossoldados,setratadelaselecciones…

—¡Ah, sí!, tenemos que nombrar un consejero municipal—interrumpióPhellion.

—Yesapropósitodeunacandidaturaporloqueyovengoaturbarvuestraalegríadominical;perotalveznosaldremosdelcírculofamiliar.

Ya era imposible a Phellion ser más Phellion de lo que Teodosio eraPhellion.

—Noledejarédecirunapalabramás—respondióPhellion,aprovechandola pausa que hacía Teodosio para ver el efecto de su frase—; tengo micandidato.

—¡Hemos tenido la misma idea! —exclamó Teodosio—; las gentes debienpuedencoincidirtantocomolasgentesinteligentes.

—Nolocreo—replicóPhellion—.EstebarriotuvoporrepresentanteenlaMunicipalidadalmásvirtuosode loshombres, almismo tiempoquealmásgrandedelosmagistrados,enlapersonadePopinot,muertosiendoconsejero

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enlaCortereal.Cuandosehatratadodesustituirle,susobrino,herederodesubondad,noeravecinodeestebarrio;peromástardecompróyvinoahabitarla casa donde vivió su tío en la calle de laMontaña SantaGenoveva; él esmédico de la Escuela Politécnica y de uno de nuestros hospitales; es unhombrehonradenuestrobarrio;porestosméritosyparahonrar lamemoriadel tío en la persona del sobrino, algunos vecinos del barrio y yo hemosresuelto llevar al doctor Horacio Bianchon, miembro de la Academia deCiencias,comoustedsabe,yunadelasjóvenesgloriasdelailustreescueladeParís…Unhombrenoesgrandeanuestrosojossolamenteporqueescélebre,yeldifuntoconsejeroPopinothasido,segúnyopienso,casiunsanVicentedePaúl.

—Unmédiconoesunadministrador—respondióTeodosio—,yademás,setratadeunhombreaquienvuestrosmásqueridosinteresesobliganahacerelsacrificiodeesasopinionescompletamenteindiferentesalacosapública.

—¡Ah,caballero!—exclamóPhellion,poniéndosedepieyposandocomoLafón representandoElGlorioso—, ¿me despreciáis lo suficiente para creerque los interesespersonalespodrían influirnuncaenmiconcienciapolítica?Encuanto se tratade la cosapública,yo soy tan sólociudadano,nimás,nimenos.

Teodosiosonreíaparasípensandoenelcombatequeibaadeclararseentreelpadreyelciudadano.

—No se comprometa así contra usted mismo, se lo ruego —dijo LaPeyrade—;piensequesetratadelafelicidaddesuqueridoFélix.

—¿Quéquierendeciresaspalabras?…—replicóPhellion,deteniéndoseenelcentrodelsalón, lamanoentre losbotonesdelchaleco,gestocopiadodelcélebreOdilonBarret.

—Puesqueyovengopornuestrocomúnamigo,eldignoyexcelenteseñorThuillier,cuyainfluenciaenlosdestinosdelabellaCelesteColevilleconocéisbien;ysi,comoyopienso,suhijo,un jovenqueharíaorgullosaacualquierfamilia y cuyos méritos son indiscutibles, corteja a Celeste con fineshonorables, usted no podría hacer nada mejor, para conseguir el eternoagradecimiento de Thuillier, que proponerle al sufragio de nuestrosconciudadanos. En cuanto a mí, recién llegado al barrio, a pesar de lainfluencia que me ha dado el bien hecho a la clase pobre, no podríaencargarmedeello,apartequeelserviralospobresproporcionapococréditocon los fuertes y de que la modestia de mi vida no se acomoda con esosbrillos. Yo me he consagrado al servicio de los pequeños, señor, como eldifuntoPopinot, hombre sublime, comousted decía, y si yo no tuviese estedestino, en cierto modo religioso y poco propicio a las obligaciones delmatrimonio,migusto,misegundavocaciónseríaporelserviciodeDios,por

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la Iglesia…Y no hago ruido, como los falsos filántropos; no escribo, obrosimplemente, porque soy un hombre buenamente dedicado a la caridadcristiana.MehaparecidoadivinarlaambicióndenuestroamigoThuillieryhequerido contribuir a la felicidad de dos seres hechos el uno para el otro,ofreciéndooslosmediosparaqueganéislaentradaenelcorazónunpocofríodeThuillier.

Esta tirada, admirablemente lanzada, confundió a Phellion; asombrado,cautivado, pero siempre Phellion, caminó al encuentro del abogadotendiéndolelamano.

Ambos se estrecharon las manos con uno de aquellos apretones que sedabanporagostode1830entrelaburguesíayloshombresdelmañana.

—Caballero —dijo el comandante, emocionado—, yo le había juzgadomal. Lo que usted me ha hecho el honor de confiarme morirá aquí… —continuó, señalando su corazón—.Usted esunode esoshombres comohaypocos, pero que consuelan de tantosmales, inherentes, por cierto, a nuestroestado social. El bien se ve tan raramente, que ya está en nuestra débilnaturalezadesconfiardelasapariencias.Ustedtieneenmíunamigo,siesqueme permite tener ese título… Pero usted va a conocerme: yo perdería mipropia estima proponiendo aThuillier.No,mi hijo no deberá su felicidad aunamalaaccióndesupadre…¡Yonocambiarédecandidatoporqueenellovayaelinterésdemihijo!…¡Lavirtud,señor,eseso!

La Peyrade sacó su pañuelo, se lo hundió en los ojos, hizo salir unalágrimaydijo,tendiendolamanoaPhellionyvolviendolacabeza:

—¡Oh,señor!Heaquíunidoslosublimedelavidaprivadaylosublimedelavidapolítica.Esteespectáculobastaparaquemivisitanoseainfructuosa…¡Quéquiereusted!…Ensu lugar,yoharía lomismo…Ustedpertenecea lomásgrandequeDioshahecho:¡loshombresdebien!¡Muchosciudadanosalo JuanJacobo!,ustedesunhombrea lo JuanJacobo,y laFrancia, ¡oh,mipatria,quénoseríastú!…Soyyo,caballero,quiensolicitaelhonordesersuamigo.

—¿Quésucede?—exclamólaseñoraPhellion,quecontemplabalaescenaporlaventana—;vuestropadreyesemonstruodehombreseabrazan.

Phellionyelabogadosalieronyvinieronalencuentrodelafamilia,eneljardín.

—Mi querido Félix —dijo el anciano, señalando a La Peyrade, quesaludabaalaseñoraPhellion—,muéstratebienreconocidoaestedignojoven;élteserámuchomásútilqueperjudicial.

El provenzal se paseó cincominutos con las señorasBarniol yPhellion,

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bajo los tilos sinhojas, y lesdio, en lasgraves circunstanciasque creaba latestarudez política de Phellion, un consejo cuyos efectos debían explotaraquella noche y cuya primera virtud fue la de hacer de las dos damas, dosadmiradoras de su talento, su franqueza, sus cualidades inapreciables. ElabogadofueacompañadoportodalafamiliahastalapuertaytodoslosojoslesiguieronhastaquedoblólacalledelbarrioSaint-Jacques.LaseñoraPhelliontomóelbrazodesumaridoparavolveralsalón,yledijo:

—Yqué,amigomío,tú,tanbuenpadre,¿vas,porexcesodedelicadeza,afrustrarelmejormatrimonioquepodríatenernuestroFélix?

—Querida—respondióPhellion—,losgrandeshombresdelaAntigüedad,comoBrutoyotros,noeranpadrescuandosetratabadeserciudadanos…Laburguesía tiene,más que la nobleza, a quien sustituye, la obligación de lasaltas virtudes. El señor de Saint-Hilaire no pensaba en su brazo arrancadodelante de Turena muerto… Nosotros tenemos nuestras pruebas que pasar:pasémoslasentodoslosgradosdelajerarquíasocial…¿Hedadoyoleccionesamifamiliapararenegardeellasenelmomentodeaplicarlas?…No,querida;llora, si quieres, hoy; ¡mañana me estimarás! —terminó, viendo a su secamitadconlaslágrimasenlosojos.

Estas grandes palabras fueron dichas junto a la puerta en la cual estabaescrito:Aureamediocritas.

—Yodebíponer:etdigna—agregó,mostrandolaplaca—;peroesasdospalabrasimplicaríanunelogio.

—Mipadre—dijoTeodoroMaríaPhellion,elfuturoingenierodecaminosypuentes,cuandotodalafamiliaestuvoreunidaenelsalón—,amímepareceque no es faltar al honor el cambiar de determinación a propósito de unaelecciónindiferenteporsímismaalacosapública.

—¡Indiferente, hijo mío! —exclamó Phellion—. Entre nosotros puedodecirlo, y Félix comparte mi opinión: ¡el señor Thuillier no tiene ningunapreparación,nosabenada! ¡HoracioBianchonesunhombrecapacitadoqueobtendrá mil cosas para nuestro barrio, mientras que Thuillier no obtendráninguna!Peronoolvides,hijomío,quecambiarunabuenadeterminaciónporotra mala, por motivos de interés personal, es acción infame que escapa alcontroldeloshombres,peroqueDioscastiga.Yoestoy,ocreoestar,limpiodetoda culpa antemi conciencia y debo dejarosmimemoria intacta. Por ellonadameharácambiardedeterminación.

—¡Oh,queridopapá!—exclamólaseñoraBarniol—,¡noquierassermáspapista que el Papa! Bastantes imbéciles y tontos hay en los Consejosmunicipales,sinquelaFranciaseresientadeello.ElbuenThuillieropinaráloque opinen los otros… Piensa que Celeste tendrá tal vez quinientos mil

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francos.

—¡Aunquetuviesemillones!—respondióPhellion—,aunqueyolosvieseaquí…, yo no propondría a Thuillier cuando debo a la memoria del másvirtuosodeloshombreselhacernombraraHoracioBianchon.¡Desdeloaltodeloscielos,Popinotmecontemplaymeaplaude!…—exclamó,exaltado—.EsconconsideracionessemejantescomolaFranciaseperjudicaylaburguesíasehacejuzgarmal.

—Mipadretienerazón—dijoFélix,saliendodeunaprofundaensoñación—,ymerecenuestrorespetoynuestroamorigualquedurantetodoelcursodesu vida modesta y honorable. Yo no quisiera deber mi felicidad ni a unremordimientodesualmalimpianialaintriga;yoamoaCelestetantocomoamo ami familia; mas pongo por encima de todo el honor demi padre, ydesdeelmomentoqueesunacuestióndeconcienciaenél,nohablemosmásdelasunto.

Phellion,losojosllenosdelágrimas,abrazóasuhijomayor,diciendoconvozahogada:

—¡Hijomío,hijomío!…

—Todo eso son estupideces—murmuró la señora Phellion al oído de laseñoraBarniol—;venavestirme,asíterminaráesto:yoconozcoatupadreyél está resuelto… Para poner en ejecución el medio que nos facilita esesimpáticoypiadosojoven,tengonecesidaddeti,Teodoro;prepárate,hijo.

EnestemomentoentróGenovevayentregóunacartaalseñorPhellion.

—Una invitación a comer para mi esposa y para mí, en casa de losThuillier—informó.

La magnífica, extraordinaria idea del abogado de los pobres habíatrastornadotantoalosThuilliercomotrastornabaalosPhellion,yJerónimo,sinconfiarnadaasuhermana,porhonordefidelidadhaciasuMefistófeles,lehabíadicho:

—Queridita (él la acariciaba siempre con esta palabra), hoy tendremosgentedealturaacomer;voyainvitaralosMinard:cuidadetumenú;ahoraescriboa losPhellion invitándoles; esunpoco tardía la invitación,peroconellos no importa… En cuanto a losMinard, hay que cegarles un poco, losnecesito.

—CuatroMinard,tresPhellion,cuatroColevilleynosotros;total,trece…

—LaPeyrade,catorce,ynoesinútilinvitartambiénaDutocq,quemehadeserútil;yoleavisaré.

—¿Quépreparastú?¡Quinceinvitados,cuarentafrancosporlomenosde

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gasto!

—No lo sientas, queridita y, sobre todo, muéstrate complaciente connuestrojovenamigoLaPeyrade.¡Éseesunamigo!…¡Tendráslaspruebas!…Simequieres,cuídalecomoalasniñasdetusojos.

YJerónimodejóaBrigitteestupefacta.

«¡Oh,sí,esperarélaspruebas!…—sedijoella—.¡Conbellaspalabrasnosemeconquista!…Esunmuchachoamable,peroantesdedarleentradaenmicorazóntengoqueestudiarleunpocomásdeloquelohemoshecho.»

Luegode invitar aDutocq,Thuillier arregladocomounAdonis, fuea lacallePhaçons-Sorbonne,alhoteldelosMinard,paraseduciralagruesaZelieydisfrazarloviolentodelainvitación.

Minard había comprado una de esas grandes y suntuosas casas que lasantiguasórdenesreligiosasconstruyeronalrededordelaSorbonney,mientrassubíalaescaleradegrandesescalonesdepiedraypasamanosdeunacerrajeríaqueprobabacuántoflorecieronbajoLuisXIIIlasartessecundarias,Thuillierenvidiabalacasaylaposicióndelseñoralcalde.

Estevastoedificio,situadoentrepatioyjardín,esnotableporelcarácteralavezeleganteynobledelreinodeLuisXIII,singularmentecolocadoentreelmalgustodelRenacimientoexpiranteylagrandezadeLuisXIVensuaurora.Esta transición se nota en muchos monumentos. Los caracoleos de lasfachadas, como la Sorbonne y las columnas rectificadas según las leyesgriegas,comienzanaaparecerenestaarquitectura.

Unantiguo tendero,undefraudadordichoso, reemplazabaenestacasaaldirector eclesiástico de una institución llamada antaño el Economato,dependiente de la agencia general del antiguo clero francés, fundación delgenioprevisordeRichelieu.ElnombredeThuillier lehizoabrir laspuertasdel salón donde reinaba, entre los terciopelos rojos y el oro, en medio demagníficas chinerías, una pobremujer cuya obesidad era unmotivo de risaparalospríncipesylasprincesasenlosbailespopularesdelCastillo.

—Eso, ¿no da razón a La Caricatura? —dijo un día, sonriendo, unaseudodama de cámara a una duquesa, que no pudo contener la risa ante elaspecto de Zelie, enjaezada con sus diamantes, roja como una amapola,apretada por un vestido laminado y rodando como un tonel de su antiguoalmacén.

—¿Meperdonaráusted,belladama—dijoThuillier,parándoseenlaposenúmerodosdesurepertoriode1807—elhaberdejadoesta invitaciónsobremi mesa, creyendo haberla enviado? Es para hoy; tal vez llego demasiadotarde…

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Zelieexaminólacaradesumarido,quellegabaparasaludaraThuillier,ydijo:

—Nosotrosdebíamosiraverunafincaycomerenunrestaurantalazar;pero renunciaremos a nuestros proyectos con tanto más gusto cuanto que,segúnyopienso,eshorriblementevulgarsalirdeParíslosdomingos.

—Haremos un pequeño asalto al piano para los jóvenes, si hay número,comopresumo…

—¿Esnecesariovestirse?—preguntólaseñoritaMinard.

—¡Ah,deningunamanera;nofaltabamás!—exclamóThuillier—.Ustedme haría sufrir un regaño de mi hermana… Estaremos en familia. Bajo elImperio, señorita, era bailando como se conocía la gente…En aquella granépocaseestimabatantoaunbuenbailadorcomoaunbuenmilitar.Hoysevademasiadoalopositivo.

—No hablemos de política —dijo, sonriendo, el alcalde—. El rey esgrandeyhábil.Yoadmiromiépocaylasinstitucionesquenoshemosdado.Elrey,además,sabebienloquehacealdesarrollarlaindustria:élluchacuerpoacuerpo con Inglaterra, a la que nosotros hacemos más daño con esta pazfecundaqueconlasguerrasdelImperio…

—¡Qué diputado hará Minard! —exclamó, ingenuamente, Zelie—; seensaya entre nosotros para hablar, y usted nos ayudará a elegirlo, ¿verdadThuillier?

—No hablemos de política—respondió Thuillier—; les esperamos a lascinco.

—El jovenVinet, ¿estará?—preguntóMinard—; él venía, sin duda, porCeleste.

—Puespuedeponersedeluto—respondióThuillier—.Brigittenoquiereoírhablardeeso.

ZelieyMinardcambiaronsonrisasdesatisfacción.

—¡Pensarquehayqueencanallarseconestasgentespornuestrohijo!—sedijoZeliecuandoThuilliersalióacompañadoporelalcalde.

—¡Ah!, ¿tú quieres ser diputado?—pensaba Thuillier, descendiendo lasescaleras—.¡Nadalesbastaaestostenderos!¡Oh,quédiríaNapoleónviendoelpoderenmanosdeestasgentes!¡Yo,porlomenos,soyunadministrador!¡Quécontrariedad!¿QuédiráLaPeyrade?

ElambiciososubjefefuearogarsuasistenciaalaveladaatodalafamiliaLandigeois,ypasóporlacasaColevilleparaadvertiraCelestequefuesebienelegante.Flaviaestabamuypensativa;dudabasiirono,yThuillierhizocesar

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suindecisión.

—Miviejaysiemprejovenamiga—dijo,cogiéndolaporeltalle—;yonoquiero tener secretos para usted. Se trata de un gran asunto para mí… Nopuedodecirmás,peroleruegoserparticularmentesimpáticaconunjoven…

—¿Quién?

—EljovenLaPeyrade.

—¿Yporqué,Jerónimo?

—Tiene en sus manos mi porvenir; es un hombre de genio. ¡Oh, yoconozcoestosasuntos!¡Hayquehacerlenuestro,Flavia!…Y,sobretodo,sindejarle ver nada; no le demos el secreto de su fuerza…Con él yo seré dedandoydando.

—Pero¿deboserunpococoqueta?

—Nomucho,ángelmío—respondióThuillier,conairefatuo.

Y partió sin darse cuenta de la especie de estupor de que era víctimaFlavia.

—Esunapotenciaesejoven—pensaba—.Veremos.

Perosehizopeinarelegantementeyvistiósulindotrajerosagris,dejandover sus finoshombrosbajo lamantillanegra,ycuidódevestir aCelesteuntrajedesedaconcuellodegrandespliegues,peinándolaaloBerta.

AlascuatroymediaTeodosioestabaensupuestoconsuairebobalicónycasiservil,suvozdulce;peroantessalióconThuillieraljardín.

—Amigomío,yonodudodesutriunfo,perocreonecesariorecomendarosaún un silencio absoluto. Si le preguntan sobre cualquier cosa, sobre todosobre Celeste, responda de esa forma evasiva que deja en suspenso al queinterroga,yqueustedutilizóantañoenlasoficinas.

—¡Entendido!—replicóThuillier—.Pero¿tieneustedlacerteza?

—Ustedverá elpostreque lehepreparado.Seamodesto sobre todo.HeaquíalosMinard;déjemerecibirles…Tráigalesaquíyluegomárchese.

Despuésdelossaludos,LaPeyradeprocuróestarcercadelalcalde,yenunmomentooportunolellevóaparteyledijo:

—Señoralcalde,unhombredesuimportanciapolíticanovieneaaburrirseaquí sinalgúnproyecto;yonovoya juzgar losmotivos;no tengoelmenorderecho,ymipapel aquí abajonoes eldemezclarmeen los asuntosde laspotenciasdelaTierra;perdonadmiintromisiónydígneseescucharunconsejoqueosodarle.Siyolehagounserviciohoy,ustedestáenposicióndehacerme

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dosmañana;así,casodequehoylesirvaenalgo,sólolohagosiguiendolaleydelinteréspersonal.NuestroamigoThuilliersedesesperadenosernada,yhadecididosercualquiercosa,unpersonajeensubarrio…

—¡Ah!,¡ah!—dijoMinard.

—¡Oh, poca cosa! Él quisiera ser nombrado miembro del Consejomunicipal.YoséquePhellion,adivinandolainfluenciadesemejanteservicio,se propone designar a nuestro pobre amigo como candidato. Tal vez creeráusted necesario para sus proyectos adelantársele en esto. La elección deThuilliernopuedepormenosdeserosfavorable,agradable;élsabrácumplirsu cometido en el Consejo; los hay más flojos que él… Y ciertamente,debiéndoostalapoyo,veráporvuestrosojos,puestoqueosmiracomoaunadelasantorchasdelaciudad.

—Querido,seloagradezco—dijoMinard—;mehaceunservicioqueyosabrérecompensar,yquemeprueba…

—QuenomegustanesosPhellion—continuóLaPeyrade,aprovechandoun titubeo del alcalde, quien temía exponer una idea que el abogado podíainterpretarcomoundesprecio—;odioalasgentesquehacenprofesióndesuprobidadyalardeandesusbuenossentimientos.

—¡Los conoce bien!—dijoMinard—; sonunos sicofantas.Este hombreexplica toda su vida desde hace diez años con ese pedazo de cinta roja—agregóelalcalde,señalandoalojaldesusolapa.

—¡Tened cuidado! —dijo el abogado—; su hijo ama a Celeste y tieneocupadalaplaza.

—Sí,peromihijotienedocemilfrancosderenta.

—¡Oh!—interrumpióelabogadoconungestodeasombro—,Brigittedijoelotrodíaqueellaquería tuviese, almenos,esacantidadelpretendientedeCeleste. Y, además, antes de seis meses usted se enterará de que Thuillierposeeuninmuebledecuarentamilfrancosderenta.

—¡Ah,diantre;no losuponía!—respondióelalcalde—.Puesbien, ¡serámiembrodelConsejogeneral!

—En todo caso, no le habléis de mí —dijo el abogado de los pobres,apurándose a ir a saludar a la señora Phellion—. Y bien; mi bella señora,¿triunfóusted?

—Esperéhasta las cuatro; pero el dignoy excelentedoctorBianchonnomedejóterminar.Phellionrecibióunacartasuyaagradeciéndolelaintencióneinformándole que sus muchas ocupaciones le impiden aceptar, y que sucandidato es el señor Thuillier, en favor de quien empleará su influencia yrogándolehacerlomismo.

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—¿Quéhadichovuestroadmirableesposo?

—Hecumplidomideber;nohetraicionadoamiconcienciayahoraestoyaladisposicióndeThuillier.

—Puestodosehaarreglado—dijoLaPeyrade—;olvidadmivisita,paraquetengáistodoelméritodeestaidea.

YfuejuntoalaseñoraColeville,tomandounaactitudllenaderespeto.

—Señora —dijo—, tenga la bondad de traerme aquí a ese buen papáColeville; se trata de una sorpresa que dar a Thuillier y debe estar en elsecreto.

Mientras que La Peyrade se mostraba artista con Coleville, dejándosedeslizarenmuyespiritualesburlasalexplicarlelacandidaturadeThuillier,ydiciéndole que debía apoyarla, aunque sólo fuese por espíritu de familia,Flaviaoíaenelsalónlaconversaciónsiguiente,queladejabaatontada:

—QuisierasaberquédicenlosseñoresColevilleyLaPeyrade,parareírdeese modo —preguntaba tontamente la señora Thuillier, mirando por laventana.

—Dicen tonterías, como acostumbran a decir los hombres entre ellos—respondióBrigitte,quienporuninstintonaturaldesolteronaatacabaamenudoaloshombres.

—Élesincapaz—dijogravementePhellion—;elseñordeLaPeyradeesunodelosmásvirtuososjóvenesquehayaencontradonunca.Todossabenmiopinión sobre Félix; pues bien, yo lo coloco en lamisma línea y aúnmás;quisieraenmihijounpocodelapiedaddelseñorTeodosio.

—Es,enefecto,unhombredemérito,quellegarálejos—continuóMinard—.Pormiparte,mivoto,noconvienedecirmiprotección,lohaconquistado.

—Gastamásenaceitedelámparaqueenpan—dijoDutocq.

—Su madre, si él tiene la dicha de conservarla, debe de estar bienorgullosa—opinó,sentenciosamente,laseñoraPhellion.

—Paranosotrosesunverdaderotesoro—agregóThuillier—y¡siustedesconocieransumodestia!Nosedaningúnvalor.

—De lo que puedo responder —continuó Dutocq— es de que ningúnjovenhaconservadomásnobleactitudenlamiseria;triunfódeella;perohasufrido,seve.

—¡Pobrejoven!—exclamóZelie—.¡Oh,estascosasmehacendaño!…

—Se le pueden contar fortunas y secretos—dijo Thuillier—, y en estostiemposeslomejorquepuededecirsedeunjoven.

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—EsColevillequienlehacereír—exclamóDutocq.

Enaquelmomento,ColevilleyLaPeyradevolvíandelfondodeljardínlosmejoresamigosdelmundo.

—¡Señores—dijoBrigitte—,lasopayelreynodebenesperar;elbrazoalasdamas!

Cinco minutos después de esta broma de portería Brigitte tuvo lasatisfacción de ver la mesa rodeada por los principales personajes de estedrama; por su salón pasarían todos, con excepción del odioso Cerizet. Elretrato de esta antigua fabricante de sacos sería tal vez incompleto si seomitiese la descripción de una de susmejores comidas. La fisonomía de lacocinaburguesade1840esunodeesosdetallesnecesariosalahistoriadelascostumbres.No sehanhechoduranteveinte años sacosvacíos sinbuscar elmediode llenarunoscuantosparasí.YBrigitte teníaestodeparticular:quereunía la economía, a la que se debe la fortuna, con el conocimiento de losgastosnecesarios.Surelativaprodigalidad,cuandosetratabadesuhermanoodeCeleste,eraantípodadelaavaricia.Así,sequejabaavecesdenoseravara.Ensuúltimacomidahabíarelatadocómo,despuésdehabersufridomartirioydiscutido durante diezminutos, había terminado por dar diez francos a unapobreobreradelbarrioaquiensabíaenayunoforzosodesdehacíadosdías.

—Eltemperamento—dijoingenuamentefuemásfuertequelarazón.

La sopa era un caldo casi limpio, pues hasta en ocasiones como ésta lacocinerateníaordendehacermuchocaldo;lacarnedebíaserelalimentodelafamiliaaldíasiguienteyalotro;portanto,cuantomenosjugodabaalcaldomássustanciosaquedaba.Pocococida,laretirabansiempreaestafrase,dichaporBrigitte,mientrasThuillierlehundíaelcuchillo:

—Me parece un poco dura y, además, no importa, Thuillier; nadie lacomerá;tenemosotracosa.

Lasopaestaba,enefecto,rodeadadecuatroplatos,colocadossobreviejosportafuentes, y que en esta comida, llamada más tarde de la candidatura,consistían en dos patos con aceitunas, una empanada de albóndigas, unaanguilaalatártarayunfricandóconescarola.

Elsegundoservicioteníaporplatocentralunaocarellenadecastañas,unaensaladade berros adornada con rodajas de remolacha roja, tarros de cremafresca y nabos con azúcar y una cacerola de macarrones. Esta comida, deporteroquecelebrabodas,costabatodolomásveintefrancos,yconlosrestosse alimentaban los Thuillier durante dos días, lo que no impedía a Brigittedecir:

—¡Virgen santa! ¡Cuando hay invitados se va el dinero que es un

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escándalo!

Lamesaestabailuminadapordoshorriblescandelabrosdecobreplateado,decuatrobrazos,dondebrillabanlasbujíaseconómicasllamadasLaEstrella;laplatería,desigual,eralaherenciapaterna,frutodecomprashechasdurantelaRevoluciónporThuillier padre y que sirvieron en el restaurante anónimoque tenía en su portería, suprimido en 1816 en todos los Ministerios. Lacomidaestaba,pues,enarmoníaconelcomedor,conlacasa,conlosThuillier,que no podían elevarse de tal régimen y tales costumbres. Los Minard,Coleville y La Peyrade cambiaron unas cuantasmiradas de las que reflejanideas satíricas contenidas. Sólo ellos conocían el lujo superior. La Peyrade,sentadoalladodeFlavia,ledijoaloído:

—ConfiesequenecesitanquelesenseñenaviviryqueustedyColeville,en cambio, viven con privaciones, algo bien conocido por mí. Pero esosMinard, ¡qué odiosa avidez! Su hija se perdería para siempre; estosadvenedizostienenlosviciosdelosgrandesseñoresdeotrotiemposintenerlaelegancia.Elhijo,consusdocemilfrancosderenta,puedeencontrarmujerenlafamiliaPotassesinvenirapasaraquíelrastrillodesuespeculación.¡Quéplacerburlarsedeestasgentes!

Flavia escuchaba sonriendoy no retiró su pie cuandoTeodosiometió subotadebajo.

—Es para advertiros de lo que pase —dijo él—; entendámonos por elpedal;usteddebeconocermedememoriadespuésdeestamañana;yonosoyhombredepequeñasmalicias…

A Flavia no se le había dado ventaja en cuanto a superioridad; el tonocortante,laseguridaddeTeodosiodeslumbrabanaestamujer,aquienelhábilprestidigitador había presentado el combate forzándola a responder sí o no.Había que adoptarle o rechazarle absolutamente; y como su conducta era elresultado de un cálculo, él seguía con mirada tranquila los efectos de sufascinación. Mientras retiraban los platos del segundo servicio, Minard,inquietoporPhellion,dijoaThuillierconairegrave:

—MiqueridoThuillier,siheaceptadolainvitaciónacomerhasidoporquetenía algo muy importante que comunicaros y que os honra tanto que mecomplacíahacertestigosdeelloatodoslosinvitados.

Thuillierpalideció:

—¡Me ha conseguido la Cruz!…—exclamó, recibiendo una mirada deTeodosioyqueriendoprobarlequenolefaltabafinura.

—La tendráundía—respondióelalcalde—;porelmomentose tratadealgomejor. LaCruz es un favor debido a la buena opinión de unministro,

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mientrasqueahorasetratadeunaeleccióndebidaalasentimientodetodossusconciudadanos.Enunapalabra,unnúmerobastantegrandedeelectoresdemibarrio ha puesto sus ojos en usted y quiere honraros con su confianza alencargarosderepresentaraestebarrioenelConsejoMunicipaldeParísque,comotodoelmundolosabe,eselConsejogeneraldelSena…

—¡Bravo!—dijoDutocq.

Phellionselevantó.

—El señor alcalde se me ha adelantado—dijo con voz emocionada—;pero es tan halagador para nuestro amigo ser el designado por todos losbuenosciudadanosalavezyreunirlavozpúblicaentodoslosextremosdelbarrio,queyonopuedoquejarmede llegar en segundo lugary, además: ¡alpoder la iniciativa!… (Y saludó a Minard respetuosamente.) Sí, señorThuillier, varios electores pensaban en usted en la parte del barrio dondelevanto mis modestos penates, con la particularidad de haberles sidodesignado por un hombre ilustre… (¡sensación!), por un hombre en quiennosotrosqueríamoshonraraunodelosmásvirtuososvecinosdelbarrio,quefueduranteveinteañoselpadredetodos:merefieroaldifuntoseñorPopinot,envidaconsejerodelaCorterealynuestroconsejeroenelConsejomunicipal.Perosusobrino,eldoctorBianchon,unadenuestrasglorias…,hadeclinado,acausa de su absorbente labor, la responsabilidad de que se cargaría; alagradecernosnuestrohomenaje,élhadesignado,notadbienesto,alcandidatodelseñoralcalde,comoensuopinión,elmáscapaz,acausadelaplazaqueocuparaenuntiempo,deejercerlamagistraturadelaedilidad…

YPhelliontornóasentarseenmediodeunrumoraclamatorio.

—Thuillier,puedescontarcontuviejoamigo—dijoColeville.

En este momento todos los invitados fueron emocionados por elespectáculoquedaban la viejaBrigitte y la señoraThuillier.Brigitte, pálidacomo si fuera a desmayarse, dejaba correr por susmejillas lágrimas que sesucedían lentamente, lágrimasdeuna alegríaprofunda,y la señoraThuillierestabacomofulminada,conlamiradainmóvil.Depronto,lasolteronacorrióalacocina,gritandoaJosefina:

—¡Venconmigoalacueva,hijamía!…Vamosabuscarvinodelmejor.

—Amigosmíos—comenzóThuillierconvozemocionada—:ésteeseldíamáshermosodemivida,másbellodeloqueloseráeldemielección,siyoconsiento en dejarme designar al sufragio de mis conciudadanos (¡vamos,vamos!);me sientomuygastadopormis treinta años de servicio público, yustedes saben que un hombre de honor debe consultar sus fuerzas y suscapacidadesantesdeasumirlasfuncionesedilicias…

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—¡Yo no esperaba menos de usted, señor Thuillier!… —interrumpióPhellion—. ¡Perdón! Es ésta la primera vez en mi vida que interrumpo aalguien,yaunantiguosuperiornadamenos;perohaycircunstancias.

—¡Acepte,acepte!—exclamóZelie—;necesitamoshombrescomoustedparagobernar.

—Resígnese,jefe—dijoDutocq—,y¡vivaelfuturoconsejeromunicipal!…Masnotenemosnadaquebeber…

—Entonces, está dicho —continuó Minard—; ¿es usted, pues, nuestrocandidato?

—Creeusteddemasiadoenmí—respondióThuillier.

—¡Vamos!—exclamóColeville—.¡Unhombreque tiene treintaañosdegalerasenlasoficinasdefinanzasesuntesoroparalaciudad!

—Esusteddemasiadomodesto—opinóel jovenMinard—;sucapacidadnosesbienconocida,enfinanzashaquedadocomounprejuicio…

—¡Soisvosotrosquieneslohabéisquerido!…—aceptóThuillier.

—Elreyestarámuycontentodeestaelección—dijoMinard,hinchadodeorgullo.

—Señores—dijoLaPeyrade—, ¿queréis permitir a un joven vecino delbarrio Saint-Jacques una pequeña observación que no deja de tenerimportancia?

Laconcienciaquetodosteníandelabogadodelospobreshizounprofundosilencio.

—La influencia del señor alcalde del barrio limítrofe, inmensa en elnuestro, donde ha dejado tantos buenos recuerdos; la del señor Phellion, eloráculo,digamoslaverdad—observó,percibiendoungestodePhellion—,eloráculodesubatallón; lanomenospotentequeelseñorColevilledebeasufranqueza,asuurbanidad;ladelseñorescribanodelajusticiadepaz,quenoserá menos eficaz, y los pequeños esfuerzos que yo puedo ofrecer en mimodestaesferadeactividad,sonpromesasdetriunfo;¡peronoeseltriunfo!…Paraobtenerun rápido triunfo,debemos todoscomprometernosaguardar lamás profunda discreción sobre la manifestación que acaba de tener lugaraquí… Excitaríamos, sin saberlo y sin quererlo, la envidia, las pasionessecundarias, que nos crearían más tarde obstáculos que vencer. El sentidopolíticodelanuevacuestión,labasemismadesusíntomaylagarantíadesuexistenciaestánenunciertoreparto,enunalimitacióndelpoderconlaclasemedia, laverdadera fuerzade las sociedadesmodernas, elverdaderoasientode lamoralidad, de los buenos sentimientos, del trabajo inteligente;mas nopodemosocultarnosque la elección extendida a casi todas las funciones, ha

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dado lugar a que entren las preocupaciones de la ambición, el furor de seralgo, permitidme la frase, en profundidades sociales que no debieran agitar.Algunos ven unmal; otros, un bien; no es amí a quien pertenece juzgar lacuestión en presencia de espíritus ante cuya superioridad me inclino; mecontentoconexponerlaparahacerverelpeligroquepuedecorrerelestandartedenuestroamigo.LamuertedenuestrohonorablerepresentanteenelConsejomunicipal data apenas de ocho días, y ya el barrio está sublevado por lasambicionessubalternas.A todopreciosequiereestara lavista.Laordendeconvocatoriano tendráefecto, talvez,hastadentrodeunmes.Deaquíallá,¡cuántas intrigas!… No expongamos, yo os lo suplico, a nuestro amigoThuillieralosgolpesdesusadversarios;nolelibremosaladiscusiónpública,esta arpíamoderna, portavoz de la calumnia, de la envidia, el pretexto quetoman las enemistades, que disminuyen todo lo grande, ensucian todo lorespetable,quedeshonrantodolosagrado…;hagamosloqueeltercerpartidoenlaCámara;¡estemoscalladosyvotemos!

—Hablamuybien—dijoPhellionasuvecinoDutocq.

—¡Bienyllenodeideas!…

Deenvidia,elhijodeMinardestabaverdeyamarillo.

—¡Biendichoyverdad!—exclamóMinard.

—¡Adoptado por unanimidad! —agregó Coleville—; señores, somosgentesdepalabra,ybastaqueestemosdeacuerdoenesepunto.

—Quienquiereelfin,quierelosmedios—recitóenfáticamentePhellion.

EnestemomentoaparecióBrigitte,seguidaporsusdoscriadas,lallavedelacuevaen lacinturay tresbotellasdechampaña, tresdevino(viejo)de laErmita y una deMálaga fueron colocadas sobre la mesa; junto a ella, conatencióncasirespetuosa,colocóunabotellitaviejaydeforme.Enmediodelarisaprovocadaporestaabundanciadeexquisiteces,frutodelagradecimiento,que la pobre mujer, en su delirio, servía profusamente, llegaron numerososplatosdepostres:pirámidesdenaranjasymanzanas,quesos,confituras,frutasconfitadas procedentes de la profundidad de sus armarios y que, sin lascircunstancias,nohubieranfiguradosobrelamesa.

—¡Celeste,tevanatraerunabotelladeaguardientequemipadrecompróen 1802; haz una ensalada de naranjas! —gritó a su cuñada—. ¡SeñorPhellion, descorche el champaña!; esta botella para vosotros tres. ¡SeñorDutocq, tome esta otra! ¡Señor Coleville, usted, que sabe hacer saltar lostapones!…

Lasdoscriadasdistribuíancopasdechampaña,devinodeBurdeos.

—¡Del año del cometa! —exclamó Thuillier—. ¡Señores, han hecho

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ustedesperderlacabezaamihermana!

—¡Yestanoche,poncheypasteles!—dijoella—.Heenviadoabuscarté.¡Dios mío!, si yo hubiese sabido que se trataba de una elección —agregómirandoasucuñada—,hubierapreparadoelpavo…

Unarisotadageneralacogiólafrase.

—¡Oh!,perotuvimosunaoca—dijoriendoMinardhijo.

—¡Los carros se descargan!—exclamó la señora Thuillier viendo servirmarronsglacésymerengues.

Brigitte tenía lacara roja;nuncaelamordeunahermana tuvoexpresióntanfuribunda.

—Paraquienlaconoce,esemocionante—dijolaseñoraColeville.

Lascopasestabanllenas, todossemirabancomoesperandounbrindis,yLaPeyradedijo:

—¡Señores,brindemosporalgosublime!…

Todoelmundoquedóenunasombrosointerrogante.

—¡PorlaseñoritaBrigitte!…

Selevantaron,bebieronygritaron:

—¡VivalaseñoritaThuillier!

Tantoentusiasmalaexpansióndeunverdaderosentimiento.

—Señores—dijoPhellion,leyendoenunpapelescritoconlápiz—:«¡Porel trabajo,porsusesplendores,en lapersonadenuestroantiguocompañero,hoyunodelosalcaldesdeParís,porelseñorMinardysuesposa!».

Despuésdecincominutosdeconversación,Thuilliersealzóybrindó:

—¡Señores,porel reyde la familia real!Noagregonada;estebrindis lodicetodo.

—¡Porlaeleccióndemihermano!—dijolaseñoritaThuillier.

—Voyahacerosreír—dijoLaPeyrade,quenocesabadehablaraloídodeFlavia.

Yselevantó:

—¡Por las mujeres; por ese sexo encantador a quien debemos tantafelicidad,aexcepcióndenuestrasmadres,hermanasyesposas!…

Estebrindisprovocólahilaridadgeneral,yColeville,yaunpococontento,gritó:

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—¡Canalla!¡Merobastemifrase!

Elseñoralcaldesepusoenpie;reinóelmásprofundosilencio.

—¡Señores, por nuestras instituciones! ¡De ellas viene la fuerza y lagrandezadelaFranciadinástica!

Las botellas desaparecían en medio de las aprobaciones de vecino avecino,sobrelasorprendentecalidadylafinezadeloslíquidos.

CelesteColevillepidiótímidamente:

—Mamá,¿mepermitenhacerunbrindis?…

Lapobre jovenhabía visto la cara embrutecida de sumadrina, olvidada,ella,ladueñadelacasa,ofreciendocasilaexpresióndelperroquenosabeaqué dueño obedecer, pasando con la mirada de la fisonomía de su terriblecuñadaaladeThuillier;consultandolascaras,olvidándosedeellamisma;laalegríasobreestafazdeilota,habituadaanosernadie,acomprimirsusideas,sussentimientos,hacíaelefectodeunpálidosoldeinviernosobrelaniebla.Elbirretedegasaadornadoconfloressombrías,lanegligenciadelpeinado,elvestido color carmelita, cuyo corpiño tenía por único adorno una gruesacadenadeoro; todo,hastaelaspecto,estimulóelafectode la jovenCeleste,únicapersonaenelmundoqueconocíaelvalordeestamujercondenadaalsilencio,que conocía todo loque la rodeaba, sufríapor todoy se consolabaconellayconDios.

—Dejadlehacersubrindis—dijoLaPeyradealaseñoraColeville.

—¡Anda,hijamía!—gritóColeville—;¡aúntenemoselvinodelaErmitaparabrindar!

—¡Por mi buena madrina! —brindó la joven, inclinando su copa conrespetoyofreciéndosela.

Lapobremujer,espantada,miróalternativamente,altravésdeunvelodelágrimas,asucuñadayasuhermano,perosuposiciónenelsenodelafamiliaerabienconocida,yenelhomenajedelainocenciaaladebilidadhabíaalgotan bello, que la emoción fue general; todos los hombres se alzaron y seinclinaronantelaseñoraThuillier.

—¡Ah,Celeste!¡Yoquisieratenerunreinoquedepositarasusplantas!—ledijoFélixPhellion.

El buenPhellion enjugaba una lágrima, y hasta elmismoDutocq estabaemocionado.

—¡Quéniñaencantadora!—dijolaseñoritaThuillier,levantándoseparairabesarasucuñada.

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—¡Pormí!—dijo Coleville, adoptando una pose de atleta—. ¡Escuchadbien! ¡Por la amistad! ¡Vaciad las copas! ¡Llenad las copas! ¡Bien! ¡Por lasbellas artes!, la flor de la vida social. ¡Vaciad las copas! ¡Llenad las copas!¡Porunafiestaigualeldíasiguientealaelección!

—¿Dequéesesabotellita?…—preguntóDutocqaBrigitte.

—Es —respondió ésta— una de las tres botellas de licor de madameAmphoux;lasegundaesparaelmatrimoniodeCeleste,ylaúltimaparaeldíadelbautizodesuprimerhijo.

—¡Mihermanahaperdidolacabeza!—dijoThuillieraColeville.

LacomidaterminóconunbrindisdeThuillier,apuntadoporTeodosio,enelmomentoenquelabotelladeMálagabrillóenlascopitascomootrostantosrubíes.

—¡Coleville,señores,bebióporlaamistad;yobeboestevinogenerosopormisamigos!…

Un ¡hurra! lleno de calor acogió esta sentimentalidad; mas, como dijoDutocqaTeodosio:

—Es un crimen dar semejante vino de Málaga a paladares de últimaclase…

—¡Ah! ¡Si se pudiera imitar esto! —decía Brigitte, haciendo vibrar elcristalporelmododechuparellicorespañol—,¡quéfortunaseharía!…

Zeliehabíallegadoasumásaltogradodeincandescencia;estabahorrible.

¿Quépiensausted,hermanamía?¿Tomamoseltéenlasala?…

LaseñoraThuillierselevantó:

—¡Ah!,esustedunbrujo—dijoFlaviaColevilleaceptandoelbrazodeLaPeyradeparapasardelcomedoralsalón.

—Yyonoquiero—respondióél—embrujarmásqueausted;ycréame,esundesquite:¡estáustedhoymáshermosaquenunca!

—YThuillier—continuóellapara evitar el combate—,Thuillier se creeunhombrepolítico.

—Pero querida, en el mundo la mitad de los ridículos son fruto deconspiracionesdeestaclase;elhombrenoestanculpableenestoscasoscomosecree. ¡Encuántas familiasno sevealmarido, loshijos, los amigosde lacasa, persuadir a unamadremuy tontadeque es espiritual; a unamadredecuarenta y cinco años de que es joven y bella!… De ahí vienen lasincomprensionesde los indiferentes.Talhombredebesu fatuidadestúpidaaunaquerida, otro su fatuidaddemal rimador a los que fueronpagadospara

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hacerlecreerqueeraungranpoeta.Cadafamiliatienesugranhombre,ydeelloresultaloqueenlaCámara:unaoscuridadgeneralcontodaslasantorchasde Francia… ¡Y bien! Las gentes inteligentes ríen entre ellos. Usted es elespírituylabellezadeestemundilloburgués;esesoloquemehacededicarosun culto; mas mi segunda idea es la de sacaros de aquí, pues que la amosinceramente;ymásamistadqueamor,aunquesehayaescurridomuchoamor—agregó,apretándolacontrasí.

—La señora Phellion ocupará el piano —dijo Coleville—; ¡todo debebailarhoy:lasbotellas,laspiezasdeunfrancodeBrigitteynuestrashijas!Yovoyabuscarmiclarinete.

Ypasósu tazadecafévacíaa sumujer, sonriendoalverlaen tanbuenaarmoníaconTeodosio.

—¿Quélehahechoustedamimarido?—preguntóFlaviaasuseductor.

—¿Esnecesarioqueledigatodosmissecretos?

—¿Usted no me ama entonces? —respondió ella, mirándole con lacoqueteríadeunamujercasidecidida.

—¡Oh!,puesqueustedmedicetodoslossuyos—continuóél,dejándosellevar de esa exaltación cubierta de alegría provenzal, tan simpática y tannaturalenapariencia—,yonoquisieraocultarosnada…

Yllevándolajuntoaunaventana,ledijosonriendo:

—Colevillehavisto enmí el artistaoprimidopor todos estosburgueses,callandodelantedeellosporqueseríaincomprendido,maljuzgado,expulsado;peroélhasentidoelfuegosagradoquemedevora.Sí,yosoy—dijoconuntonodeconvicciónprofunda—artistade lapalabra,almododeBerryer:yopodríahacerlloraralosjuecesllorandoyo,quesoynerviosocomounamujer.Y este hombre a quien toda esta burguesía horroriza, se ha burladode ellosconmigo;comenzamoscontraellosriendoymeencontrótanfuertecomoél.Luego le conté todo el plan trazado para hacer algo de Thuillier, y le dejéentrever el partidoque él podía sacardeunmaniquípolítico: «Aunque sólofuese—le dije— para devenirM. de Coleville, y colocar a su encantadoraesposaenellugarqueellamerece,unadireccióndeimpuestos,porejemplo,desdedondeustedseharíanombrardiputado,puesque,parasertodoesoqueusted debe ser, bastaría con ir unos años a un rincón cualquiera de undepartamento—BajosoAltosAlpes,porejemplo—,dondetodoelmundolequiera, donde sumujer seducirá a todo elmundo…Y esto no le faltará si,sobretodo,daustedsuhijaCelesteaunhombrecapazdetenerinfluenciasenlaCámara…».Larazón,traducidaenbromas,poseelavirtuddepenetrarmásprofundamente en ciertos caracteres de lo que podría penetrar sola: asíColevilleyyosomoshoylosmejoresamigosdelmundo.Enlamesamedijo:

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«Canalla,merobastemifrase».Estanochenostutearemos…Mástarde,unajugadafinaalaqueyolearrastrarénosharáseriamenteamigos,talvezmásdelo que lo es con Thuillier, pues que le he dicho que Thuillier reventaría decelossilevieseconlarosetadelaLegión…Heaquí,adoradamía,todoloqueunsentimientoprofundodaelvalordehacer.¿NoesnecesarioqueColevillemeadopte,queyopuedaestarenvuestracasaporsudeseo?…¡Quéquiere!,¡por usted iría a lamer las llagas de los leprosos, comería sapos vivos,seduciría a Brigitte; sí, emplazaría mi corazón con ese granmástil si fueranecesarioservirmedeellocomodeunamuletaparaarrastrarmeasuspies!

—Estamañanaustedmeespantó…

—¿Y esta noche está usted segura?… Sí; nada malo podría sucederosjamásconmigo.

—¡Ah,ustedes,loconfieso,unhombrebienextraordinario!…

—No,no; losmáspequeños,al igualque losmásgrandesesfuerzos,sonlos reflejosde la llamaqueustedhaencendido;yoquiero ser suyernoparaquepodamosestar juntossiempre…Mimujer, ¡bah!,nopodráserotracosaqueunamáquinaparahacerhijos;peroelsersublime,ladivinidadserástú—lesusurróeneloído.

—¡EsustedSatanás!—dijoella,conciertoterror.

—No;soyunpocopoeta,comotodoslosdemipaís.¡SedmiJosefina!…Iré a verosmañana, a las dos; tengo el más ardiente deseo de saber dóndeduerme, ver sus muebles, el color de los paños, cómo están dispuestas lascosasasualrededor;ver,enfin,¡laperlaensuconcha!…

Ymuyhábilmentesealejódespuésdeestaspalabras,sinquererescucharlarespuesta.

Flavia,paraquiennuncaelamorhabíatomadoellenguajeapasionadodelanovela,quedósorprendida,perofeliz,elcorazónpalpitante,diciéndosequenadiepodíaescapardetalinfluencia.

PorprimeravezTeodosio sehabíapuestounpantalónnuevo,mediasdesedagrisyescarpines,unchalecodesedanegraylacorbatadesatén,tambiénnegra, en el nudo de la cual brillaba un alfiler de buen gusto. Llevaba unalevita negra a la nueva moda y guantes amarillos; era el único hombre demanerasfinas,buenporte,enmediodeaquelsalónquelosinvitadosllenabaninsensiblemente.

La señora Pron, de soltera Barniol, había llegado con dos pensionistasjóvenes,confiadasasusmaternalescuidadospordos familiasquehabitabanen Bourbon y en la Martinica. El señor Pron, profesor de retórica en uncolegiodirigidoporsacerdotes,pertenecíaa laclasede losPhellion,masen

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vez de aparecer a la superficie,mostrarse con frases, con demostraciones yponersesiempreenejemplo,erasecoysentencioso.ElseñorylaseñoraPron,las flores del salón Phellion, recibían los lunes; por medio de los BarniolhabíanligadoestrechaamistadconlosPhellion.Aunqueprofesor,elpequeñoPron bailaba. El gran renombre del Instituto Lagrave, al cual pertenecierondurante veinte años los Phellion, se acrecentó aún bajo la dirección de laseñoritaBarniol, lamáshábilylamásantiguadelassubdirectoras.ElseñorPron gozaba de cierta influencia en la parte del barrio circunscrita por elbulevarMontparnasse,elLuxemburgoylarutadeSèvret.Porello,desdequePhellionvioasuamigo,sinnecesitarconsejo,letomóporelbrazoparairaunrincónainiciarleenlaconspiraciónThuillier,ydiezminutosdespuéslosdosseacercaronaThuillier.Elpoyodelaventanaopuestaaaquellajuntoalaqueestaba Flavia escuchó, sin duda, un trío digno en su género, del de los tressuizosenGuillermoTell.

—¡Vea —vino a decir Teodosio a Flavia— al honesto y puro Phellionintrigando!…Dadleunarazónalhombreproboyseencharcaráperfectamenteen las más sucias estipulaciones; Phellion agarra a Pron, y Pron obedeceúnicamenteeninterésdeFélixPhellion,queacompañaenestemomentoasuCeleste…Cualquieralossepara…,hacediezminutosqueestánjuntosyqueMinardhijosepaseaalrededordeellos,comounbulldogirritado.

Félix, aún bajo la influencia de la profunda emoción producida por lagenerosa acción de Celeste, cuando ya nadie, excepto la señora Thuillier,pensaba en ello, tuvo una de esas finezas ingenuas que hacen el honestocharlatanismodelverdaderoamor.Seacercóa la señoraThuillier,pensandoen que ésta haría acercarse a Celeste, profundo cálculo de una profundapasión.

Este gesto fue aún más simpático a la señora Thuillier, viendo que elabogado Minard, que no veía en Celeste más que una dote, no tuvo talocurrenciaybebíasucafécharlandodepolíticaconLandigeois.

—¡QuiénpodríanoquereraCeleste!—dijoFélixalaseñoraThuillier.

—¡Queridapequeñitamía,nadiemásqueellamequiereenelmundo!—respondiólailota,reteniendosuslágrimas.

—¡Eh, señora, que somos dos a quererla!—respondió el cándido joven,riendo.

—¿Qué están diciendo ustedes? —se acercó a preguntar Celeste a sumadrina.

—Hijamía—respondió la piadosa víctima, acercando a su ahijada parabesarlaenlafrente—,éldicequesonustedesdosaquererme…

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—¡No se enoje por esta predicción, Celeste—dijo en voz muy baja elfuturocandidatoa laAcademiadeCiencias—;déjemehacer todo loposiblepara realizarla!… Qué quiere, yo estoy hecho así: la injusticia me sublevaprofundamente. ¡Oh, cuánta razón tuvo el Salvador de los hombres alprometer el futuro a los corazones dulces, a los corderos inmolados!… ¡Unhombrequesólolaamara,Celeste,laadoraríadespuésdesusublimeimpulsoen lamesa! ¡Perosóloa la inocenciacorrespondeconsolara losmártires!…¡Es usted una buena joven, y será una de esasmujeres que son a la vez lagloriaylafelicidaddeunafamilia!¡Felizquientengaladichadegustaros!

—Queridamadrina,¿quépiensademíelseñorFélix?…

—Élteaprecia,ángelmío,yyorogaréaDiosporvosotros…

—¡SiustedsupieracómomehacedichosoquemipadrepuedaprestareseservicioalseñorThuillier…,ycuántoyoquisieraserútilasuhermano!…

—Enfin—dijoCeleste—,¿amaustedatodalafamilia?

—¡Puessí!—respondióFélix.

Elverdaderoamorseenvuelvesiempreconlosmisteriosdelpudorhastaensusexpresiones,puesquesepruebaporsímismo;nosientelanecesidad,comoelfalsoamor,dehacerunincendio,yunobservador,sihubiesepodidoentrar uno en el salónThuillier, hubiera hechoun libro comparando las dosescenasyviendo lasenormespreparacionesdeTeodosioy tassimplicidadesde Félix: uno era la naturaleza, el otro la sociedad; lo verdadero y lo falsofrente a frente. En efecto, viendo a su hija contenta, exhalando el alma portodos losporosdesucaraybellacomouna jovencitacortando lasprimerasrosas de una declaración indirecta, Flavia tuvo un momento de celos, yacercándoseaCelesteledijoaloído:

—No te conduces bien, hija mía; todo el mundo os observa, y tú tecomprometeshablando tanto tiemposolaconel señorFélix, sinsabersiesonosconviene.

—¡Peromamá;mimadrinaestáconnosotros!

—¡Ah,perdón!,queridaamiga,nolaveía…

—Haceusted como todo elmundo—replicóFélix.Esta frasemolestó aFlavia, que la recibió como una flecha;mirando a Félix altivamente, dijo aCeleste:

—Venasentarteacá,hijamía.

SentóseellamismajuntoalaseñoraThuillierydesignóunasillaasulado.

—Yomematarétrabajando—dijoentoncesFélixalaseñoraThuillier—oserémiembrodelaAcademiadeCiencias,paraobtenersumanoafuerzade

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gloria.

—¡Ah!—sedijolapobremujer—,¡asíhubierayoquerido,unsabiodulceytranquilo,comoél!Habríavividotranquilamentebajounavidaensombra…¡Diosmío, túqueno lohasquerido, reúneyprotegea estosdosniños,quenacieronelunoparaelotro!

Yquedópensativa,escuchandoelruidoquehacíasucuñada,unverdaderocaballo en el trabajo, ayudando a sus dos criadas, retirando el servicio,desalojandoelcomedorparaprepararloalosbailarines,vociferandocomouncapitándefragatapreparándosealataque:

—¿Tenéis aún jarabe de grosella? ¡Id a comprar horchata! O: ¡No haybastantes copas; traigan esas seis botellas de vino ordinario que acabo desubir!¡CuidadqueCoffinet,elportero,nobeba!¡Carolina,hija;quédatetúenelbuffet!¡Osdaréunalascadejamónsiaúnsebailaalaunadelamañana!¡Noderrochéis;tenedcuidadodetodo!¡Damelaescoba…,echadaceiteenlaslámparas…,sobretodonorompannada…,arreglenlosrestosdelpostreparael buffet! ¡Llamen ami cuñada, para que ayude! ¡Yo no sé qué piensa esainútil! ¡Diosmío, qué calmosa es! ¡Bah!; ¡quiten las sillas, para hacermáslugar!

El salón estaba lleno por los Barniol, los Coleville, los Landigeois, losPhelliony todosaquieneselrumordeunafiestaen lacasade losThuillier,oídoenelLuxemburgoentre lasdosy lascuatrode la tarde,horaenque laburguesíadelbarriosepasea,habíaatraído.

—¿Yaestátodolisto?—preguntóColeville,irrumpiendoenelcomedor—.Sonlasnueve,yestántodosapretados,comosardinas,enelsalón.Cardot,sumujer, su hijo, su hija y su futuro yerno acaban de llegar, acompañados deljovensustitutoVinet.¿Pasamoselpianodelsalónaquí?

Ydiolaseñalensayandosuclarinete,cuyosalegressonesfueronacogidosconunhurraenelsalón.

Es inútil describir un baile de esta clase. Las ropas, las caras, lasconversaciones, todo estaba en armonía con un detalle que bastará a laimaginaciónmenosviva.Entodocaso,unsolodetallesirvedemuestra,porsucolorysucarácter:enbandejasdescoloridassepasabanvasoscomunesllenosdevinopuro,deaguaconvinoodeaguaazucarada.Lasbandejasdondeseveían vasos de horchata o de jarabe se ausentaban frecuentemente. ¡Habíacincomesasdejuego,veinticincojugadores,dieciochobailarines!Alaunadelamañanasecomenzóunaextravagantecontradanza,vulgarmentellamadalaBoulangère, donde tomaron parte la señora Thuillier, Brigitte, la señoraPhellionyPhellionpadre,yDutocqfigurabaconlacabezavelada,alamaneradelascabilas.Loscriadosqueesperabanasusamosylosdelacasahicieron

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de público, y como esta interminable contradanza duró una hora, se quisollevarentriunfoaBrigitte,cuandoéstaanunciólacena.

Tantosedivertíanlasmatronascomolasjóvenes,yThuillierdijo:

—¡Estamañananosabíamosquetendríamosunafiestasemejante!

—Nunca se divierte uno tanto—dijo el notarioCardot—como en estosbailesimprovisados.¡Nomehabléisdeesasreunionesdondecadaunovienepreparado!

Estaopiniónconstituyeunaxiomaenlaburguesía.

LaBoulangèreterminada,TeodosiosacóaDutocqdelbuffet,dondecomíaunsandwichdelengua,paradecirle:

—Vámonos;debemosestarmañanatempranoencasadeCerizetparatenertodos los detalles del asunto; hay que pensarlomucho, pues no es tan fácilcomopiensaCerizet.

—¿Porqué?—preguntóDutocq,viniendoacomersusandwichalsalón.

—¿Peroustednoconocelasleyes?…Yosélobastanteparaestarenteradode los peligros del negocio. Si el notario quiere la casa y nosotros se laquitamos, le queda el recurso de la subasta para readquirirla, y él podráesconderse bajo la piel de un acreedor inscrito. En la legislación actual delrégimenhipotecario,cuandounacasasevendeapeticióndeunacreedor,sielprecioquealcanzalaadjudicaciónnobastaparapagaratodoslosacreedores,éstos tienen derecho a sacarla a subasta, y el notario, una vez que se lahayamoshecho,sepreparará.

—¡Escierto!—dijoDutocq—.¡Bien;iremosaveraCerizet!

Estas palabras, «iremos a ver a Cerizet», fueron oídas por el abogadoMinard; pero no tenían ningún sentido para él.Ambos hombres estaban tanlejos de él, de su camino y de sus proyectos, que los escuchó sincomprenderles.

—Éstehasidounodelosmásbellosdíasdenuestravida—dijoBrigittecuandoseencontrósolaconsuhermanoenelsalóndesierto,alasdosymediadelamadrugada—.¡Quégloriaserasíescogidoporsusconciudadanos!

—Noteequivoques,Brigitte;todoesoselodebemosaunhombre…

—¿Aquién?

—AnuestroamigoLaPeyrade.

La casa donde se dirigieron, no al día siguiente, lunes, sino el martes,DutocqyTeodosioesunode los rasgos salientes en la fisonomíadelbarrioSaint-Jacques,tanimportantecomolacasadeThuillieroladePhellion.Nose

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sabe (es verdad que no existe una comisión encargada de estudiar esefenómeno), no se sabe cómo ni por qué los barrios de París se degradan yencanallanmoralyfísicamente;cómoelasientodelaCorteydelaIglesia,elLuxemburgoy el barrioLatino, se convierten en loque sonhoy, apesardeunodelosmásbellospalaciosdelmundo,apesardelacúpulaaudazdeSantaGenoveva, ladeMausard,enelVal-de-Grâce,y losencantosdelJardin-des-Plantes; por qué la elegancia de la vida se va; cómo las casasVauques, lasPhellion,lasThuillier,pululan,conlospensionados,sobrelospalaciosdelosEstuardos,deloscardenalesMignon,Duferron,yporquéelfango,lasbajasindustriasylamiseriaseapoderandelcentroenvezdemostrarselejosdelavieja y noble ciudad… Una vez muerto el ángel cuya bondad protegía albarrio,llególausuradeúltimaclase.AlconsejeroPopinotsucedíaunCerizet,y cosa extraña, el efecto producido, socialmente hablando, era el mismo.Popinotprestabasininterésysabíaperder;Cerizetnoperdíanadayobligabaalosmiserables a trabajarmucho, a tener formalidad. Los pobres adoraban aPopinot, pero no odiaban a Cerizet. Aquí funcionaba la última rueda de lafinanza parisiense. Arriba, la casa Nucingen, los Keller, los Du Tillet, losMongenod; un poco más abajo, los Palma, los Gigonne, los Gobsek; másabajo aún, losSamanon, losChaboisseau, losBarbet; luego, en fin, despuésdelMontedePiedad,esereydelausuraquetiendesuslazosenlasesquinasdelascallesparaestrangulartodaslasmiserias,unCerizet.

Era ésta una casa devorada por el salitre, cuyos muros, manchados deverde, sudaban, apestaban como esos hombres, situada en la esquina de lacalledelasGallinas,ocupadaporuntabernerodeúltimaclase,cuyataberna,pintadaderojovivo,seadornabaconcortinas rojasy lucíaunmostradordeplomo,armadodeformidablesbarrotes.

Encimadelapuertadeunpasillohorriblesebalanceabaunfarol,sobreelque se leía: Hotel con pensión. La casa, medio en ruinas, pertenecía altabernero,queocupabalamitaddelpisobajoyelentresuelo.LaseñoraviudaPoiret dirigía el hotel, que ocupaba el primero, el segundo y el tercer piso,habitadoporlosestudiantesmáspobres.

Cerizet ocupaba una pieza en el bajo y una en el entresuelo, adonde sesubíaporunaescalerainterior,conventanasaunhorriblepatioenlosado,dedondesubíanoloresmefíticos.CerizetpagabacuarentafrancasalmesporsuscomidasalaviudaPoiret;haciéndosesupensionistaconsiguiólaamistaddelahotelera y la del tabernero, procurándole una venta enorme; beneficiosrealizados antes de levantarse el sol. La taberna del señor Cadenet se abríaantes que la oficina de Cerizet, que comenzaba sus operaciones los marteshacialastresdelamañanaenverano,hacialascincoeninvierno.

Lahoradelgranmercado,dondeibanmuchosdesusclientes,determinabaladesuvergonzosocomercio.Así,Cadenet,enconsideraciónaestaclientela,

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debidaenteramenteaCerizet,lecobrabasolamenteochentafrancosporañodealquiler,conuncontratodedoce,quesóloCerizetteníaderechoarompersinindemnización.Cadenetmismo traía todos los días una excelente botella devinoparalacomidadesupreciosoinquilino,ycuandoCerizetseencontrabasindinerolebastabadecirasuamigo:«Cadenet,préstamecienescudos».Perolosdevolvíasiemprereligiosamente.DecíasequeCadenet tenía lapruebadequelaviudaPoirethabíaprestadodosmilfrancosaCerizet,loqueexplicaríael progresode sus negocios desde el día enqueviniera a establecerse en elbarrio; con un último billete de mil francos y la protección de Dutocq.Cadenet,animadoporunaavariciaqueeléxitoaumentaba,habíapropuestoaCerizet desde principio del año una veintena de miles de francos. Cerizetrehusaba, con el pretexto de que se corrían riesgos cuyas desgracias seríancausadelitigiosentresocios.

—Lo único que puedo hacer es tomarlos al seis por ciento, y mejornegocio que ese lo hace usted por su cuenta —había dicho a Cadenet—.Asociémonosmás tardeparaunnegocio serio; perounabuenaocasiónvaleporlomenoscincuentamilfrancos;cuandotengaesasuma,hablaremos…

Cerizet había dado el negocio de la casa a Teodosio, después deconvencerse de que entre ellos tres, la viuda Poiret, Cadenet y él, jamáspodríanreunircienmilfrancos.

El prestamista tenía algunas mañanas hasta sesenta u ochenta personasesperandoenelcorredor,enlataberna,sentadosenlaescaleraoenlaoficina,dondeeldesconfiadoCerizetnoadmitíamásdeseispersonasdeunavez.Losprimerosllegadosconservabansupuesto,ycomonadiepasabamásqueporsunúmero,eltaberneroosumozonumerabanloshombresenelsombreroylasmujeresenlaespalda.

Los números primeros se vendían y cambiaban por los últimos. Ciertosdías en que los negocios del mercado exigían rapidez, un número de losprimeros se compraba por un vaso de aguardiente y cinco céntimos. LosnúmerosquesalíanllamabanalossiguientesalgabinetedeCerizet,ycuandoselevantabandisputas,Cadenetimponíasilenciodiciendo:

—Cuandohaganveniralapolicía,¿quéadelantarán?Éltendráquecerrar.

Él era el nombre de Cerizet. Si, durante el día, una pobre mujerdesesperada,sinpanenlacasa,veníaapedirunfranco:

—¿Estáél?—eralapalabraquedirigíaaltabernerooasumozo.

Cadenet,pequeñoygordo,vestidodeazulconmanguillonegroydelantalde tabernero,parecíaunángela losojosdeaquellaspobresmadres, cuandorespondía:

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—Él me ha dicho que usted es una mujer honrada y que le diera dosfrancos…

Y, cosa increíble, él era bendecido como bendecían en otro tiempo aPopinot.

Se le maldecía el domingo por la mañana al arreglar las cuentas; se lemaldecía en todo París, el sábado, cuando se trabajaba a fin de devolver lasuma prestada y el interés. Pero él era la providencia, Dios, del martes alviernesdecadasemana.

Lapiezaqueleservíadegabinetefue,enotrotiempo,lacocinadelprimerpiso.Eltecho,blancodecal,estabasuciodehumo.Losmuros,alolargodeloscualeshabíacolocadobancos,yelpisodeasperón,guardabanlahumedad.La chimenea había sido reemplazada por una estufa de hierro. Junto a lacampanadelaantiguachimeneaseextendíaunaespeciedetarimademediopiedealtoyunatoesacuadradadeextensión,dondehabíaunamesadeúltimacalidadyunsillóndemaderaycueroverde.

Enelfondodeestapieza,enunángulo,seveíaunaescalera,procedentedealgúnalmacéndemolidoyqueCadenetcompraraenlacalleChapon.Ajustadaenelpisodelentresuelo,suprimíatodacomunicaciónconelprimerpiso.Lapuerta del entresuelo que daba a la escalera fue tapiada por exigencia deCerizet.Así sudomicilioerauna fortaleza.Arriba,elcuartodeestehombreteníaportodomobiliariounaalfombracompradaporveintefrancos,unacamade pensionista, una cómoda, dos sillas, un sillón y una caja de hierro queservía de escritorio, construida por un excelente cerrajero y comprada deocasión.Cerizetseafeitabafrentealespejodelachimenea;poseíadosparesdesábanasdeindianayseiscamisasdepercal.UnaodosvecesCadenetvioaCerizet vestido elegantemente; él escondía, pues, en la última gaveta de lacómoda,undisfrazcompletoconelquepodíaalternar en sociedadyno serreconocido.

Loquemásagradabadeestehombreasuscompincheserasujovialidad,suschistes.Hablabasulenguaje.Cadenet,susdosmozosyCerizet,viviendoen el seno de las más horribles miserias, conservaban la indiferencia delsepultureroconlosdolientesodelosviejossargentosdelaguardiaenmediodelosmuertos.Yanoseenternecíanalescucharlosgritosdelhambre,deladesesperación,comonoseenternecenloscirujanosoyendoasuspacientesenloshospitales,ydecíancomolossoldadosolosenfermeros:«Tenedpaciencia;¡unpocodevalor!¿Dequésirvedesolarse?…Atodoseacostumbrauno;unpocoderazón»,etcétera.

ComoCerizetteníalaprecaucióndeescondereldineronecesarioparasuoperacióndelamañanaenundoblefondodesusillónynotenerenelbolsillomásquecienfrancosparalaoperacióndelmomento,noteníanadaquetemer

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de las diferentes desesperaciones, venidas de todas partes a estas citas dedinero.

Ciertamente, existen muchas maneras de ser probo o virtuoso, y laMonografíadelavirtudnotieneotrabasequeesteaxiomasocial.Elhombrefaltaa suconciencia, faltaa sudelicadeza—flordelhonorque,perdida,noacarreaaúnladesconsideracióngeneral—,falta,enfin,alhonoryaúnnovaalaPolicíacorreccional;ladrón,aúnnollegaalaAudiencia;yporfin,despuésde la Audiencia, puede ser honrado en la cárcel, si lleva esa especie deprobidad de los delincuentes, que consiste en no denunciarse, compartirlealmente,correr losmismospeligros.Puesbien:estaúltimaprobidad,cuyapráctica brinda todavía ocasiones de grandeza y de retomo al bien, reinabaabsolutamente entreCerizet y sus gentes.NuncaCerizet cometía errores, nisus pobres tampoco: nunca se negaban recíprocamente capital ni intereses.Variasveces,Cerizet,salidodelpueblo,habíarectificadounasemanadespuésunerrorinvoluntarioenbeneficiodeunapobrefamiliaquenosehabíadadocuenta.Asípasabaporunperro,perounperrohonrado;supalabra,enmediode esta ciudad doliente, era sagrada. Una mujer murió debiéndole treintafrancos:

—¡Veanmisganancias!—dijoasuasamblea—;ydespuéshabláisdemí.Sinembargoyonomolestaréalospequeños…YCadenetleshallevadopan.

Después de ese rasgo, hábil cálculo por cierto, se decía de él en los dosbarrios:

—¡Noesunmalhombre!…

El préstamo a la semana, entendido como lo entendía Cerizet, no es,guardando proporciones, una llaga tan cruel como la delMonte de Piedad.Cerizet dabadiez francos elmartes, a condiciónde recibir doce el domingopor lamañana. En cinco semanas doblaba su capital, pero en cambio hacíamuchas transacciones.Subondadconsistíaenno recobrardevezencuandomásqueoncefrancoscincuentacéntimos,dejandoelrestodelos interesesacobrar. Cuando daba cincuenta francos por sesenta a un pequeño frutero, ocienfrancosporcientoveinteaunverdulero,corríasusriesgos.

Llegando por la calle de Correos a la calle de las Gallinas, Teodosio yDutocqvieronungrupodehombresymujeres, a la luzde losquinquésdeltabernero, se espantaronde estamasade caras rojas, carcomidas, arrugadas,serias de sufrir,mustias, inquietas, calvas, gordas por el vino, enflaquecidaspor los licores, unas amenazantes, otras resignadas, otras burlonas, aquellasespirituales,esotrasatonadas,elevándoseporencimadeterriblesandrajosqueeldibujantenosobrepasajamásensusmásextravagantesfantasías.

—¡Me van a reconocer!—dijo Teodosio aDutocq—; hemos hecho una

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estupidezenvenirabuscarleenmediodesusfunciones…

—Yalgopeorquenorecordamos…Claparonestáensubuhardilla,cuyointeriornoconocemos.Escuche:hay inconvenientesparaustedyno loshayparamí,quepuedotenerquehablarconmicopista;yoiréadecirlequevengaacomerconnosotros;noscitaremosenlaChaumière,enunodelosgabinetesdeljardín…

—Malo;podemosseroídossindamoscuenta;mejorenelPetitRocher-de-Cancale:entraremosenunreservadoyhablaremosbajo.

—¿YsilevenconCerizet?

—¡Yasé!VayamosalChevalRougeenelmuelledelaTournelle.

—Esoesmejor;alassietenohabránadie.

Dutocqavanzósoloenmediodeaquelcongresodebribones,escuchandosu nombre al pasar; tan fácil era que él encontrase delineantes como queTeodosioencontraseclientes.

Enesosbarrios,eljuezdepazeselTribunalsupremo,ytodoslosasuntosterminan allí, sobre todo después de la ley que hace competente a esteTribunalenlosasuntosenqueelvalordel litigionopasedecientocuarentafrancos.Lasgentesabrieroncaminoalescribano,nomenostímidoqueeljuezde paz. En los escalones vio Dutocq mujeres sentadas: horrible exposiciónsemejantealadefloresexpuestasengradasyentrelascualeshabíajóvenes,pálidas,enfermas;ladiversidaddecolores,deboinas,deropas,dedelantales,hacíalacomparacióntalvezmásexactadeloquedebeserunacomparación.Dutocq casi se asfixió cuando abrió la puerta de la pieza por donde sesentapersonashabíanpasadodejandosusolores.

—¿Sunúmero?¿Elnúmero?—gritaronmuchasvoces.

—¡Cierren el pico!—gritó una voz enronquecida desde la calle—; es laplumadelajusticiadepaz.

Sehizoelmásprofundosilencio.Dutocqencontróasucopistavestidoconunchalecodepielamarillacomolosguantesdelosgendarmes.

—Nopuedeserasí,papáLantiméche—decíaCerizetaunviejoalto,comodesetentaaños,queleescuchabaconsuboinadelanarojaenlamano,alairela calva cabeza ymostrando al través de sumala blusa de obrero un pechocubierto de pelos blancos—; no puede ser; ¡póngame al corriente de lo quequierehacer!Cienfrancos,aunqueseaacondicióndedevolvercientoveinte,nosedejanirasícomoquiennolesdaimportancia…

Losotros cinco clientes, entre losquehabíadosmujeres, una tejiendoyotraamamantandoaunniño,rompieronareír.

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Al ver a Dutocq Cerizet se levantó respetuosamente para saludarle,agregando:

—Tienetiempodereflexionar.

YdirigiéndoseaDutocq:

—¡Esdemasiado!Cienfrancosquemepideunviejocamaradacerrajero.

—¡Perosetratadeuninvento!…—exclamóelviejoobrero.

—¡Un inventoypideden francos!…—dijoDutocq—.Ustedno conocelas leyes; hacen falta dos mil francos; la patente, se necesitanrecomendaciones…

—Es cierto—dijo Cerizet—. Escuche, papá Lantiméche, vengamañanapor la mañana, a las seis, y hablaremos: no se habla de un invento enpúblico…

YCerizetatendióaDutocq,cuyaprimerapalabrafue:

—¡Sielasuntoesbueno,apartesiguales!…

—¿Porquésehalevantadotantemprano?Supongoquenoseríaparaveniradecirmeeso—preguntóeldesconfiadoCerizet,molestoporaquelapartesiguales—.UstedpodríahabermevistoenelJuzgado.

Y miró desconfiadamente a Dutocq, quien a pesar de estar diciendo laverdad,hablandodeClaparonydelanecesidaddetrabajarrápidamenteenelnegociodeTeodosio,parecíavacilante.Luegosalió,despuésdedarlecita.

—De todos modos, podía haberme visto en el Juzgado… —respondióCerizet,acompañandoaDutocqhastalapuerta.

—¡Estetipo—sedecíamientrasvolvíaaocuparsupuesto—apagóelfarolpara que yo no vea!… Tendré que dejar mi puesto de copista… ¡Ah!, ¿esusted,mamaíta?—dijoenvozalta—;ustedinventahijos…¡Esdivertidoeso,aunqueeltrucoesbienconocido!

Seríainútilrelatarlaentrevistadelostressocios,puesloconvenidofuelabasedelasconfidenciasdeTeodosioalaseñoritaThuillier;peroesnecesariodecir que la habilidad desplegada por La Peyrade casi espantó a Cerizet yDutocq.Desdeestemomentoelbanquerodelospobrestuvoengermenensuconciencialaideaderetirarsedeljuego,alverseencompañíadejugadorestanfuertes.Ganarlapartidaatodacosta,triunfandosobrelosmáshábiles,aunqueseapormediodetrampas,esunainspiracióndelavanidadmuyparticularenlos amigos del tapete verde. De aquí vino el terrible golpe que La Peyradehabíaderecibir.

Élconocíabienasusdossocios,yporello,másquelaperpetuavigilancia

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de sus fuerzas intelectuales y que los cuidados que exigía el manejo de supersonaje de diez caras, le fatigaba el tratar con ellos. Dutocq era un granbribónyCerizethabíasidoactor;amboseranprácticosenelengaño.Unacarainmóvil, a lo Talleyrand, les hubiera hecho separarse del provenzal; paramoverseentreellossenecesitabaunatranquilidad,unaconfianzayunactuarfranco que es ciertamente el colmo del arte.Ganarse a los espectadores delpatiodebutacasesuntriunfodiario;peroengañaralaseñoritaMars,FedericoLemaître,Potier,TalaoMonroseeselcolmodelarte.

LaentrevistatuvoporresultadoprincipalelterriblemiedoquellenóaLaPeyradedurantelaúltimapartedeladifícilpartida.

Al día siguiente el provenzal fue a comer con los Thuillier, y bajo elpretexto vulgar de una visita a la señora de Saint-Fondrille, Thuillier semarchóconsuesposaparadejarsolosaTeodosioconBrigitte.

—Joven, no abuse de la inocencia de mi hermana, respétela —dijosolemnementeelviejobellodelImperioantesdesalir.

—¿Hapensadousted,señorita—comenzóTeodosio,acercandosusillónala butaca donde tejía Brigitte—, ha pensado usted en que el comercio delbarriocoopereeninterésdesuhermano?…

—¿Ycómo?—preguntóella.

—UstedestáenrelacionescomercialesconBarbetyMetivier.

—¡Ah!¡Tienerazón!¡Noesustedtonto!—respondióella,despuésdeunapausa.

—¡Cuando se ama a la gente, se la sirve! —respondió el provenzalsentenciosamente.

Seducir a Brigitte era, en esta larga batalla comenzada dos años antes,comoocuparelgranreductodelaMoscowa,elpuntoculminante.Perodeestasolterona había que posesionarse como el diablo en la Edad Media seposesionabadelasgentes:haciendoimposibleenellatododespertar.Tresdíasllevaba La Peyrade estudiando el asunto para llegar al conocimiento de lasdificultades.Laadulación,esemedioinfalibleenmanoshábiles,fracasabaconuna mujer que, desde mucho tiempo antes, sabía no tener ninguna belleza.Peroelhombredevoluntadnoencuentranadainexpugnable.Porelloesporloquenodebeomitirsenadadelosucedidoenlamemorableescena;cadacosaconsuvalor:laspausas,losojosbajos,lasmiradas,lasinflexionesdevoz.

—Mas…—respondióBrigitte—ustednoshaprobadoyaquenosquieremucho…

—¿Suhermanolehadichoalgo?…

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—No;élmedijosolamentequeustedteníaquehablarme…

—Sí,puestoqueesustedelhombredelafamilia;peropensándolobien,heencontrado demasiados peligros para mí en este asunto; sólo tratándose deíntimosamigospuedeunocomprometerseasí…Setratadetodaunafortuna,treinta o cuarenta mil francos de renta, y sin la menor especulación… ¡uninmueble!… La necesidad de dar a Thuillier una fortuna me convenció alprincipio…Estohacesospechar,comoledijeaél…puesque,amenosdeserimbécilunosepregunta:«¿Porquénosquierefavorecertanto?».Y,comoledije:trabajandoparaélséquetrabajoparamí.Siélquiereserdiputado,doscosas son absolutamente necesarias: pagar impuestos y hacerse un hombrerecomendableporunaespeciedecelebridad.Sillevomidevociónporélhastaelextremodepensarenayudarleahacerun librosobreelcréditopúblicoosobre no importa qué… tenía derecho también a pensar en ayudarle aconseguir una fortuna… y sería absurdo de vuestra parte el regalarle estacasa…

—¿Para mi hermano?… ¡Mañana la pondré a su nombre!…—exclamóBrigitte—.Ustednomeconoce…

—Yo no la conozco enteramente—dijo La Peyrade—, pero sé de ustedcosas queme han hecho lamentarme por no haberos puesto al corriente detodo en el momento en que concebí el plan al cual Thuillier deberá suelección.¡Aldíasiguientehabíacelososyportantohabíauntrabajorudoquehacer!

—Y en el negocio… —preguntó Brigitte—, ¿en qué consisten lasdificultades?

—Señorita, lasdificultadesvienendemiconciencia…yyonoharénadaen este asunto hasta no haber consultado con mi confesor… En lo quecorresponde almundo, ¡oh!, el negocio es perfectamente legal, y yo soyunabogadocolegiado,miembrodeunacorporaciónrígida,eincapazdeproponerunnegocioquedieselugaracríticas…Miexcusaprincipalseráladenoganarnadaconello…

Brigitteestabasentadasobreascuas:rompíalalana,laanudabaynosabíaquédecirnihacer.

—Hoynoseconsigue—opinóalfin—unarentadecuarentamilfrancosdeuninmueble,amenosdeintervenirunmillónochocientosmilfrancos…

—Yolegarantizoqueustedveráelinmueble,estimarálarentaprobableyquepuedohacerpropietarioaThuillierporcincuentamilfrancos.

—¡Ah,bien!Siustednoshaceobtenereso—exclamóBrigitte,llegadaalmásaltogradodeavaricia—,hágalo,queridoTeodosio,y…

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Sedetuvo.

—¿Qué,señorita?

—Talveztrabajaráparaustedmismo…

—¡Ah!, si Thuillier le ha dicho mi secreto, abandono la casainmediatamente.

Brigittelevantólacabeza.

—¿LehadichoqueamoaCeleste?

—¡No, palabra de mujer honrada! —gritó Brigitte—; pero yo iba ahablarosdeella.

—¡Ofrecérmela!…¡Oh!,queDiosnosperdone;yonoquierodeberlamásqueaellamisma,asuspadres,obiendejarqueellaescoja…No,yonoquierode ustedesmás que benevolencia, protección…Prométame, comoThuillier,porpagodemisservicios,suinfluencia,suamistad;dígamequeustedmehade tratar comoaunhijo…Yentonces,yoos consultaré…,aceptarévuestraopiniónynohablaréconmiconfesor.Hacedosañosqueobservo lafamiliadonde yo quisiera llevar mi nombre y mis energías… pues confío en mifuturo…, Posee usted una probidad como las de antaño, un juicio recto einflexible…Conocelosnegociosyaunolegustateneresascualidadesjuntoasí…Conunamadrecomousted,encontrarémividainteriordesembarazadadeunamultituddedetallesdefortuna,queestorbanelcaminoenpolíticacuandohayqueocuparsedeellos…Yolaadmirédeveraseldomingoporlanoche…¡Ah!¡Québienestuvousted!Endiezminutosyocreoqueestabaelcomedorpreparado…Y,sinsalirdelacasa,encontróustedcuantohagafaltaparalosrefrescos, para la cena… «He aquí, me decía yo, una verdadera mujeradministradora…»

Las narices de Brigitte se dilataron, respiraba las palabras del abogadomientras él la examinaba de reojo para ver el efecto de su triunfo. Habíatocadolacuerdasensible.

—¡Ah!—dijo—,estoyhabituadaalmenaje,soyprácticaeneso…

—¡Interrogar aunaconciencianetaypura!—continuóTeodosio—: ¡esomebasta!

Estabaenpie,tomóasentarseydijo:

—He aquí nuestro negocio, querida tía… porque usted será un pocomitía…

—¡Cállese,malapersona!…—dijoBrigitte—yhabledelasunto…

—Voy a decirle las cosas crudamente, y fíjese que me comprometo al

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decírselas, pues que esos secretos los debo a mi posición de abogado…¡Pienseustedquecometemosjuntosuncrimendelesogabinete!UnnotariodeParísseasocióconunarquitecto,compraronterrenosyconstruyeron;enestosmomentos hay un fracaso…; se engañaron en sus cálculos…; no nosocupemosdeesto…Entre lascasasquesucompañía ilícita—ilícita,porquelosnotariosnodebentenernegociosdeconstrucciones—construyó,hayunaque,pornoestar terminada,sufre tangrandepreciaciónqueserápuestaa laventa en cienmil francos, aunque el terreno y la construcción han costadocuatrocientos mil. Sólo faltan para terminar algunos interiores. Es fácilcalcular loquecostaría terminarlos,consultandoaunoscontratistas;perodetodosmodosnopasaránlosgastosdecincuentamilfrancos.Ahorabien:porsuposición, lacasarentarámásdecuarentamil francos, impuestospagados.Estodadepiedralabrada;lafachadacubiertadebellísimasesculturas;¡másdeveintemil francossegastaronenellas!; lasventanas,decristal,conherrajesdelnuevosistemallamadodecrémone.

—¡Ybien!,¿enquéconsisteladificultad?

—Hela aquí: el notario se ha reservado esta parte del pastel que se veobligado a abandonar, y él es, bajo el nombre de un amigo, uno de loslicitadores que concurren, al ser subastada por el síndico de la quiebra; lademandanoseentabló,cuestademasiadocaro,ysevendesobrepublicacionesvoluntarias;ahorabien:estenotariosehadirigido,parapoderadquirir,aunodemisclientespidiéndolesunombre;miclienteesunpobrediablo,ymedijo:«Hayunafortuna,quitándoleesenegocioalnotario…».

—¡Enelcomercioesosehace!…—dijovivamenteBrigitte.

—Sinohubiesemásqueesadificultad—continuóTeodosio—,esosería,como decía uno de mis amigos a un alumno suyo que se quejaba de lasdificultadesquepresentanlasobrasmaestrasdelapintura:«¡Ah,amigomío,sinofueseasí,lasharíanloslacayos!».Peroseñorita,siselograburlaraesteodiosonotario,quien,créalo,bienmereceserburlado,pueshacomprometidomuchasfortunasparticulares,comoesunhombremuyfino,serátalvezmuydifícil burlarlo dos veces. Cuando se compra un inmueble, si los que hanprestado dinero para construirlo no están contentos de perderlo por lainsuficiencia del precio, tienen el derecho, en un cierto plazo, a recurrir,ofreciendo mayor cantidad y quedándose con el inmueble. Si no se puedeengañaraesteengañadorhastaelfindelplazodadopararecurrir,esnecesariocambiar de astucia. Pero ¿es legal este negocio?… ¿Puede llevarse parabeneficio de la familia en la que se quiere entrar?… He aquí lo que mepreguntodesdehacetresdías…

Brigitte,hayqueconfesarlo,dudaba,yTeodosioutilizóentoncessuúltimorecurso.

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—Tomadlanocheparareflexionar;mañanahablaremos…

—Escuche,amigomío—dijoBrigittemirandoalabogadocondulzuracasiamorosa—,antesdenadahabríaqueverlacasa.¿Dóndeestá?

—¡En los alrededores de la Magdalena! ¡Ése será el corazón de Parísdentro de diez años! ¡Y, si usted supiera, desde 1819 se pensaba en esosterrenos! ¡La fortuna del banquero Du Tillet viene de ahí!… La famosaquiebra del notario Roguien, que sembró el pánico en París y dio tan rudogolpe al notario, golpe que arrastró al célebre perfumistaBirotteau, no tuvootracausa;ellosespeculabanunpocotempranosobreesosterrenos.

—Recuerdoeso—respondióBrigitte.

—Lacasapodrá,sinduda,estarterminadaparafindeaño,ylosinquilinospodránvenirdesdemediadosdelpróximo.

—¿Podemosirmañana?

—Bellatía,estoyasusórdenes.

—¡Ah!,cuidadoconeso;nomellaméisjamásasídelantedelagente.Encuanto al negocio—continuó—, no puede decirse nada hasta haber visto lacasa.

—Tiene seis pisos, nueve ventanas de fachada, un bello patio, cuatrolocalescomercialesyocupaunaesquina.¡Oh!,elnotarionoestonto,¡vayaaverla! Viene un acontecimiento político y las rentas y los negocios sederrumban.Ensu lugar,yovendería todo loqueposee la señoraThuillierytodoloqueustedposee,paracompraraThuillierestebelloinmueble;luegosereharíalafortunadeestapobredevotaconlasfuturaseconomías…Lasrentas,¿puedenirmásaltodeloqueloestánhoy?…¡Cientoveintidós!Esfabuloso;hayqueapurarse.

Brigittesechupabaloslabios,viendolamaneradeguardarsuscapitalesydeenriquecerasuhermanoacostadelaseñoraThuillier.

—Mihermanotienerazón—dijoaTeodosio—:esustedunhombreraro,eirámuylejos…

—¡Él irá delante de mí!—respondió Teodosio con una ingenuidad queemocionóalasolterona.

—Ustedserádelafamilia—dijoella.

—Habrá sus obstáculos—objetóTeodosio—; la señoraThuillier está unpocolocaynomequierebien.

—¡Ah!¡Nofaltabamás!…—exclamóBrigitte—.Hagamoselnegocio,siesfactible,ydejesusinteresesenmismanos.

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—Thuillier, miembro del Consejo general, propietario de un inmueblealquiladoencuarentamilfrancos,condecorado,publicandounaobrapolítica,grave, seria… será diputado en las elecciones de 1842. Pero entre nosotros,tiíta:unonopuedededicarseaunhombredeesemodosiestehombrenoesunverdaderosuegro.

—Tieneustedrazón.

—Si es verdad que yo no tengo fortuna, habré en cambio duplicado lavuestra;ysiestenegociosehacediscretamente,buscaréotrossemejantes…

—Mientras que yo no haya visto la casa no puedo inclinarme hacianadie…

—¡Muy bien! Tomad mañana un coche e iremos; yo conseguiré unpermisoparaverlacasa…

—Hastamañanahaciamediodía respondióBrigitte, tendiendo lamano aTeodosioparaqueestelaestrechase;peroelprovenzaldepositóenellaelbesomástiernoymásrespetuosoqueBrigitterecibierajamás.

—¡Adiós,hijomío!—dijoellacuandollegaronalapuerta.

Luegollamóaunadesuscriadas:

—Josefina,vayainmediatamenteacasadelaseñoraColevilleydígalequevengaahablarconmigo.

Un cuarto de hora después Flavia entraba en el salón donde Brigitte sepaseabapresadeterribleagitación.

—Querida, se trata de hacermeungran servicio que concierne a nuestraqueridaCeleste…UstedconoceaTullía, labailarinadelaópera;yoheoídohablarmuchodeellaamihermanoenuntiempo…

—Sí,querida;peroyanoesbailarina:ahoraeslaseñoracondesadeBruel.¿NoespardeFranciasumarido?…

—¿Esaúnamigavuestra?

—Hacetiempoquenonosvemos…

—Bueno,puesyoséqueChaffraroux,el ricocontratista,es tíodeella…—dijolasolterona—.Vayaaverasuantiguaamigayconsigaunacartaparasutío,enlaqueledigaqueseráprestarleungranservicioeldarleconsejosdeamigosobreelnegocioqueusted leconsultará,ymañanaa launa iremosaverleustedyyo.¡Peroquelasobrinarecomiendeelmásgrandesecretoasutío! ¡Id, hija mía! Celeste, nuestra querida hija, será millonaria y tendrá,conseguidopormí,unmaridoquelallevaráalpináculodelagloria.

—¿Quiereustedqueledigalaprimeraletradesunombre?

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—Diga…

—¡Teodosio de la Peyrade! Tiene usted razón. ¡Es ése un hombre que,sostenidoporunamujercomousted,llegaráaministro!…

—EsDiosquienlohatraídoanuestracasa—exclamólasolterona.

EnesemomentovolvíanelseñorylaseñoraThuillier.

Cinco días después, en el mes de abril, la orden que convocaba a loselectoresparaelegirmiembroalConsejomunicipalaparecióenelMonitor.

Desde un mes antes funcionaba el ministerio llamado del Primero deMarzo.Brigitteestabadelmejorhumordelmundo,pueshabíacomprobadolaverdaddelodichoporTeodosio.Lacasa,visitadadearribaabajoporelviejoChaffraroux,fuereconocidaporélcomounaobramaestradeconstrucción;elpobre Grindot, el arquitecto interesado en los negocios del notario y deClaparon,creyóquetrabajabaparaél;eltíodelaseñoradeBruelpensóquesetrataba de los intereses de su sobrina, y dijo que con treinta mil francosterminaría lacasa.Por todoesto,desdehacíauna semanaLaPeyradeeraeldios de Brigitte; ella le probaba, con los argumentos más ingenuamentedeshonestos,quealafortunahabíaquecogerlacuandosepresentaba.

—Ybien, si hay en esto algún pecado—le decía ella en el jardín—, seconfiesausted…

—¡Vaya,miamigo—exclamóThuillier—,quédiablos,unosedebeasusparientes!

—Yomedecidiré—respondióLaPeyrade, convoz emocionada—,peroconlascondicionesquevoyaponer.Noquiero,alcasarmeconCeleste,quese me pueda tachar de avidez, de avaricia… Si ustedes me hacen tenerremordimientos,hacedtambién,porlomenos,quesigasiendoloquesoyalosojosdelpúblico.NodéaCeleste,miviejoThuillier,másquelapropiedadsinrentasdelinmueblecuyaadquisiciónleproporciono.

—Nadamásjusto…

—Nosedespojedenada—continuóTeodosio—yquemiqueridatíahagalomismoenelcontrato.PonedelrestodeloscapitalesdisponiblesanombredelaseñoraThuillier,yellaharáloquequiera.Asíviviremosenfamilia,yyomeencargodehacermifortunaunavezqueestésin inquietudesrespectoalporvenir.

—Perfectamente—exclamóThuillier—.Asíhablaunhombrehonrado.

—Déjemeque le bese en la frente, hijomío—exclamóBrigitte—;mas,comoesnecesariounadote,nosotrosdaremossesentamilfrancosaCeleste.

—Parasuajuar—dijoLaPeyrade.

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—Los tres somos personas de honor —dijo Thuillier—. Ya está dicho;usted nos hace el negocio de la casa, escribiremos juntos mi obra sobrepolíticayustedhacelonecesarioparaconseguirmicondecoración.

—Todoesoserá,comoseráustedconsejeroel1demayo.Solamente,misbuenosamigos,guardadelmásprofundosecretoynoescuchéislascalumniasquemeasesinaráncuandotodosaquellosaquienesvoyaburlarserevuelvancontramí…Yoseréunmiserable,uncanalla,unhombrepeligroso,unjesuita,un ambicioso, un busca fortunas… ¿Oiréis vosotros todas esas acusacionesconcalma?…

—Estadtranquilo—dijoBrigitte.

DesdeestemomentoThuillierfuebuenamigo.Buenamigoeraelnombreque le dabaTeodosio, con inflexionesdevoz tan tiernas, que asombraban aFlavia.Perotiíta,elnombrequegustabatantoaBrigitte,nosedecíamásqueen familiayalgunasvecesdelantedeFlavia.LaactividaddeTeodosioydeDutocq,deCerizet,deBaret,deMetivier,delosMinard,delosPhellion,delosLandigeois,deColeville,dePron,deBarniolydesusamigosfueexcesiva.Grandes y pequeños ponían su mano en la obra. Cadenet consiguió treintavotos en su sección. El 30 de abril, Thuillier fue proclamado miembro delConsejogeneraldelSenaporimponentemayoría.Sólosesentavotosfaltaronparalaunanimidad.El1demayoThuillierseunióalcuerpomunicipalparaira las Tullerías a felicitar al rey conmotivo de su santo.Volvió feliz.HabíaentradoallísiguiendolospasosdeMinard.

Diezdíasdespués,unanuncioamarilloavisabalaadmisióndeofertasparala subasta de la casa, con un precio de setenta y cinco mil francos; laadjudicacióndefinitiva tendría lugarhada finesde julio.SobreestohubounconvenioentreCerizetyClaparon,porelcualCerizetaseguróaClaparonlasumadequincemilfrancos,depalabra,naturalmente,enelcasodequeesteengañasealnotariohastapasadoelplazopararecurrir.LaseñoritaThuillier,enterada por Teodosio, se adhirió completamente a esta cláusula secreta,comprendiendoquehabíaquepagara losautoresde tan infame traición.Lasumadebíapasarporlasmanosdeldignoabogado.ClaparontuvounacitaamedianocheenlaplazadelObservatorioconsucómplice,elnotario.

Estejoven,sucesordeLeopoldoHannequin,habíaqueridocorrerhacialafortunaenvezdecaminar.Enestaentrevistahabíallegadoaofrecerhastadiezmilfrancosparacomprarsuseguridadenelsucionegocio.EstehombresabíaqueestasumaeraelcapitalqueserviríaaClaparonpararehacersufortuna,ysecreyósegurodeél.

—¿Quién, en todo París, podría darme semejante comisión por talnegocio? —le dijo Claparon—. Duerme tranquilo; tengo por compradorvisible a uno de esos hombres de honor, demasiado brutos para tener ideas

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comolavuestra…Esunviejoempleadoretirado.

CuandoelnotariohizocomprenderaClaparonquenoobtendríadeélmásdediezmilfrancos,Cerizet leofreciódocemil,parapedir luegoaTeodosioquincemil,deloscualessóloentregóaClaparontresmil.

Todasestasescenasentreloscuatrohombresestuvieronsazonadasconlasmás bellas palabras sobre los sentimientos y la honradez, sobre lasobligacionesquetienenentresíloshombresquetrabajanjuntos.Mientrasqueestos trabajos submarinos se efectuaban en beneficio de Thuillier, a quienTeodosio se los detallaba,manifestando elmás profundo ascopor tener quehundirseentalescosas,losdosmeditabanjuntossobrelagranobraquebuenamigo debía publicar, y el miembro del Consejo General del Sena seconvencíadequenopodríajamásllegaranadasinestehombredegenio,cuyoespíritu y facilidad le maravillaban cada día más, hasta llegar a ver unanecesidadenhacerlosuyerno.DesdeelmesdemayoTeodosiocomíacuatrodelossietedíasdelasemanaconelbuenamigo.

Éste fue elmomento en que Teodosio reinó sin discusión en la familia;teníalaaprobacióndetodoslosamigosdelacasa.Heaquícómo.LosPhelliontemíanenojaraloshermanosThuillier,quecantabaneternamenteloselogiosdeTeodosio.ConlosMinardsucedíalomismo.Además,laconductadeesteamigode lacasafueconstantementeexcelente;desarmabaa ladesconfianzaporsumaneradenoaparecerennada;eracomounmueblemás;hizocreeralosPhelliony a losMinardque él había sidobienpesadoymedidopor losThuillierparaserotracosaqueunbuenjovenaquiensepodíaserútil.

—Élcreetalvezquemihermanalecitaráensutestamento;nolaconoce—dijoundíaThuillieraMinard.

Esta frase, obra de Teodosio, calmó las inquietudes del desconfiadoMinard.

—Nos quiere —dijo un día la solterona a Phellion—; pero también esverdad que nos tiene que estar reconocido: le damos su alquiler, casi sealimentaennuestracasa…

EstasalidadeBrigitte, inspiradaporTeodosio, repetidadeorejaenorejapor todas las familias que ocupaban el salón Thuillier, disipó todos lostemores, y Teodosio apoyó todas las frases escapadas a Thuillier y a suhermana con el más vulgar servilismo. En el whist justificaba las faltas debuenamigo.Susonrisa,benévolayfijacomoladelaseñoraThuillier,estabadispuestaparatodaslastonteríasburguesasdeloshermanosThuillier.

Así obtuvo lo que deseaba más ardientemente: el desprecio de susverdaderosantagonistas.Conellosehizounamantaparaocultarsupotencia.Durantecuatromesestuvolacaraadormiladadeunaserpientequedigieresu

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presa.CorríaaljardínconColevilleoFlaviaparareír,quitándoselamáscara,descansar junto a su futura suegra o dejarse arrastrar por sus impulsosnerviososyapasionados.

—¿No me tiene usted piedad? —le decía a Flavia la víspera de laadjudicaciónenqueThuillieradquiriólacasaporsetentaycincomilfrancos—. ¡Un hombre como yo, subiendo como un gato, callandomis epigramas,comiéndomelahiel…,ysufriraúnsusnegativas!

—¡Amigomío,hijomío!—decíaFlavia,desesperada.

Estas palabras son un termómetro que debe indicar a qué temperaturamanteníaestehábilartistasuintrigaconFlavia.Lapobremujervacilabaentresucorazónylamoral,entrelareligiónylapasiónmisteriosa.

Mientras tanto, Félix Phellion, con una constancia y devoción dignas deelogio,dabaleccionesaljovenColeville;prodigabasushorasycreíatrabajarparasufuturafamilia.Paraagradecersusatenciones,ysiguiendolosconsejosde Teodosio, se invitaba al profesor a comer los jueves en casa de losColeville, y el abogado no faltaba nunca. Flavia le hacía una cartera, unaspantuflas,unportatabaco,yelfelizjovenexclamaba:

—Yo estoy demasiado bien pagado, señora, con la felicidad queexperimentoalserosútil.

—Nosotros no somos ricos—respondíaColeville—; pero ¡qué diablos!,debemosseragradecidos.

El viejo Phellion se frotaba lasmanos al oír a su hijo cuando volvía deaquellasveladas,yleveíayaesposandoaCeleste.

Celeste,sinembargo,cuantomayorerasuamor,másseriaygravedeveníaconFélix,sobretododesdequeunanochesumadrelahabíasermoneadoenlasiguienteforma:

—NobrindesningunaesperanzaaljovenPhellion,hijamía;nitupadreniyo somos quién para casarte; hay esperanzas que dependen de ti; se tratamuchomenos de gustar a un profesor sin un céntimo que de asegurarte elafectodeBrigitteyelpadrino.Sitúnoquieresmataratumadre,ángelmío,sí,matarme…obedécemeenesteasuntociegamenteymétetebienenlacabezaquenosotrosqueremos,antetodo,tufelicidad.

Como la adjudicación definitiva estaba indicada para fines de julio,TeodosioaconsejóaBrigittetenerlotodoenregla;lavísperavendióestatodaslasaccionespúblicasdesucuñadaylassuyas.Lacatástrofedeltratadodelascuatropotencias,verdadero insultoaFrancia,esunhecho,histórico,peroesnecesario recordar que, de julio a fines de agosto, las rentas francesas,espantadasporlaperspectivadeunaguerra,alaqueseentregódemasiadoel

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señorThiers,cayeronenunosveintefrancos,yllegóaverseeltresporcientoasesenta.Esonofuetodo;estacaídafinancierainfluyósobrelosinmueblesdeParísdemaneradesagradable,ytodoslosqueestabanenventasevendieronenbaja.EstosacontecimientoshicierondeTeodosiounprofeta,unhombredegenio ante los ojos de Brigitte y de Thuillier, a quien la casa fuedefinitivamente adjudicada por setenta y cinco mil francos. El notario,complicado en este desastre político, se vio en la necesidad de ir al campounosdías,peroguardandoconéllosdiezmilfrancosdeClaparon.AconsejadoporTeodosio,ThuillierhizounesfuerzoconGrindot,quiencreíatrabajarparael notario terminando la casa; y como durante este período los trabajos sehabían suspendido, el arquitecto pudo acabar satisfactoriamente su obrapredilecta.

¡Porveinticincomilfrancosdorócuatrosalones!…Teodosioexigióqueelcontratodegastosfueseescritoysepusiesencincuentamilfrancosenvezdeveinticinco mil. Esta adquisición duplicó la importancia de Thuillier. Encuanto al notario, había perdido la cabeza frente a acontecimientos políticosquefueroncomounatempestadenmediodeundíaespléndido.Segurodesudominación,fuerteporlosserviciosprestadosydueñodeThuillierporlaobraque hacían en colaboración, pero admirado sobre todo de la discreción deBrigitte, no habiendo hecho nunca alusión a sus dificultades y no hablandojamásdedinero,Teodosiocomenzóatenerunaireunpocomenosservilquedeordinario.BrigitteyThuillierlehabíandicho:

—Nadapodrá hacer que le retiremos nuestra estimación; usted está aquícomoen sucasa; laopinióndeMinardydePhellion, a laqueustedparecetemer, tieneelvalordeunaestrofadeVictorHugoparanosotros.Por tanto,déjelosdecir…¡Alcelacabeza!

—¡AúnnecesitamosdeellosparalaeleccióndeThuillierenlaCámara!—dijo Teodosio—. Seguid mis consejos. Cuando la casa sea bien vuestra, lahabréis adquirido por nada, puesto que podréis comprar el tres por ciento asesenta francos, a nombre de la señora Thuillier, para reintegrarle toda sufortuna… Esperad solamente a la expiración del plazo para recurrir, ypreparadmelosquincemilfrancosparanuestrosbribones.

Brigitte no esperó: empleó todo su capital, excepto ciento veinte milfrancosy,haciendoeldescuentodelafortunadesucuñada,compródocemilfrancos de renta al tres por ciento, a nombre de la señora Thuillier, pordoscientoscuarentamilfrancos;diezmilfrancosderenta,enelmismofondo,asunombre.Asíproporcionaríaasuhermanocuarentamilfrancosderenta,además de su retiro; doce mil de renta a la señora Thuillier, y para elladieciochomil,loquehacíauntotaldesetentaydosmilfrancosporañoylosalquileres,queellacalculabaenochomilfrancos.

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—¡AhoravalemostantocomolosMinard!…—exclamóella.

—No cantemos victoria—le dijo Teodosio—; el plazo para recurrir noexpirahastadentrodeochodías.Yohehecho todosvuestrosnegociosy losmíosestánbienmal…

—¡Perohijomío,ustedtieneamigos!…—exclamóBrigitte—ysinecesitaveinticincoluises,aquíloshabrásiempreparausted…

AestafraseTeodosiocambióunamiradasonrienteconThuillier,quienlollevóaparteparadecirle:

—Excuse a mi pobre hermana; ella ve el mundo por el hueco de unabotella…Perosiustednecesitaveinticincomil francos,yose losprestaré…demisprimerosalquileres—agregó.

—Thuillier,tengounacuerdaalcuello—dijoTeodosio—.Desdequesoyabogadodebounasletrasdecambio…¡peromotus!…—agregó,temerosodehaberdejadoescaparelsecretodesusituación—.Estoyentrelasgarrasdelosbribones…,peroquieroburlarlos…

Al decir su secreto, Teodosio tenía dos motivos: probar a Thuillier yprevenir un golpe funesto que podía llegarle en la lucha sorda y siniestraprevistadesdemuchoantes.Condospalabrasseexplicarásusituación.

Cuandomásprofundaerasumiseria,Cerizetvinoaverleasubuhardilla,en época de gran frío. Estaba acostado, sin ropas. Sólo le cubría la camisa.Llevabatresdíasviviendoconunpandelquecortabapedazosdiscretamente,mientrassepreguntaba:«¿Quéhacer?»,cuandoapareciósuantiguoprotector;veníade laprisión.Losproyectosqueaquellosdoshombresdesenvolvieronjunto al fuego, uno cubierto con las sábanas de su patrona y otro con suinfamia,es inútil relatarlos.Aldíasiguiente,Cerizet,quedurante lamañanahabía visto a Dutocq, le llevó un pantalón, un chaleco, una chaqueta, unsombrero,zapatos,yleinvitóacomerenlacasadePinson,enlacalledelaAntiguaComedia,lamitaddeunmenúquecostócuarentaysietefrancos.Enlospostres,entredosvinos,Cerizetdijoasuamigo:

—¿Quieres firmarme letras de cambio por cincuenta mil francos, poradquirireltítulodeabogado?…

—Túnoconseguirásconellocincomilfrancos…—respondióTeodosio.

—Eso no importa: tú las pagarás íntegramente; ésa es la parte del señorqueteayuda,ylamía,enunnegocioenquenoarriesgasnadaydondetendráseltítulodeabogado,unabuenaclientela,lamanodeunachicajovenyricayde veinte a treinta mil francos de renta por lo menos. Ni Dutocq ni yopodemos casamos con ella; por eso debemos equiparte, darte el aire de unhombre honrado, alimentarte…Nos hacen falta, pues, garantías.No lo digo

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por mí, yo te conozco, pero no así el señor de quien soy el testaferro…¡Nosotros te equipamos corsario, para hacer la trata de blancas! Si nocapturamos esta dote haremos otras expediciones… Entre nosotros no haynecesidad de agarrar las cosas con pinzas, desde luego… Te daremos lasinstrucciones; el negocio debe ser trabajado largamente…He aquí el papelsellado…

—¡Camarero,unaplumaytinta!—dijoTeodosio.

—¡Asímegustanloshombres!—exclamóDutocq—.Firma:«Teodosiodela Peyrade» y pon tú mismo: «Abogado, calle de Santo Domingo delInfierno»,bajolaspalabras:Aceptadapordiezmil.

Aldía siguientede suaceptación,el alguacilde la justiciadepazhizoaCerizetelfavordecontinuarlasdiligenciassecretamente,yporlanochevinoa visitar al abogado, poniendo todo en regla sin ninguna dificultad. Es bienconocidalarigidezdelosReglamentosdelConsejodeOrdendelosAbogadosdel Tribunal de París. Este Cuerpo y el Colegio de abogados ejercen unadisciplina severa con susmiembros. Un abogado susceptible de ir a Clichyserá borrado del Colegio de abogados. Por ello Cerizet, aconsejado porDutocq, había tomado contra su maniquí las únicas medidas que podíanasegurarlesacadaunoveinticincomilfrancosdeladotedeCeleste.Alfirmaraquellasletras,Teodosionohabíapensadomásqueensuvidaaseguradayenla posibilidad de hacer algo; mas a medida que el horizonte se aclaraba, amedida que representando su papel subíamás ymás escalones en la escalasocial, susdeseosdedesembarazarsedesusasociadosaumentaban.Alpedirlosveinticincomil francosaThuillier lohacíacon la intenciónde tratarconCerizetlacompradesusletrasauncincuentaporciento.

Desgraciadamente,esta infameespeculaciónnoesunhechoexcepcional;demasiadocorrientementeybajoformasmásomenosagudas,sucedetalcosaen París para que el historiador la olvide en una pintura exacta y fiel de lasociedad. Dutocq, libertino impenitente, debía aún veintemil francos de sunotaríay,conlaesperanzadeléxito,intentabaalargarelpagohastafinesdelaño1840.Hastaestemomento,ningunodelostrespersonajeshabíarugidonisaltado. Cada uno sentía su fuerza y conocía el peligro. Igual era ladesconfianza, igual la observación, igual la aparente confianza, igualmentesombríos el silencio o lasmiradas cuandomutuas sospechas florecían en lasuperficiedelasmejillasoenlasconversaciones.Sobretododesdedosmesesantes, la posición de Teodosio adquiría una fortaleza de fuerte avanzada.DutocqyCerizetteníanbajosuesquifeunbarrildepólvora,ylamechaestabacontinuamente encendida, pero el viento podía apagar el fuego o el diablomojarlapólvora.

El momento en que los animales feroces van a coger su alimento ha

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aparecidosiempreelmáscrítico,yestemomentollegabaparaestostrestigreshambrientos.CerizetdecíaavecesaTeodosio,conesamiradarevolucionaria,queenestesiglohanvistolossoberanosdosveces:

—Yotehehechoreyyyonosoynada.Elnoserlotodoequivaleanosernada.

Una reacción de envidia se desarrollaba en Cerizet. Dutocq estabadominadoporsucopistaenriquecido.Teodosiohubieraqueridoquemarasusdos comanditarios y sus papeles en dos incendios distintos. Los tresestudiantes sabían demasiado cómo esconder sus pensamientos para noadivinarlos.Teodosio llevaba una vida infernal pensando en el dorso de suscartas, en su fuego, en su porvenir. Su frase a Thuillier fue un grito dedesesperación; al echar la sonda en las aguas del viejo burgués no encontrómásqueveinticincomilfrancos.

—Y—pensabaalregresarasucasa—,dentrodeunmes,talveznada.

CobróalosThuillierunodioprofundo.PeroaThuillierloteníaagarradoconunarpónentradohastaelfondodelamorpropio,conlaobratituladaDelimpuesto y de la amortización, donde había coordinado todas las ideaspublicadas en El Globo saint-simoniano, coloreándolas con un estilomeridional,llenodefuerza,ydándolesformasistemática.LosconocimientosdeThuillier en lamateriahabían ayudadomuchoaTeodosio.Asidode estacuerda,resolviócombatirconestapobrebasedeoperaciones:lavanidaddeuntonto.Segúnloscaracteres,estapuedeserdegranitoodearena.Despuésdereflexionarlo,sealegródesuconfidencia.

—Alverqueleasegurosufortunaentregandosusquincemilfrancos,enunmomentoenquetengotantanecesidaddedinero,metendráporelDiosdelaprobidad.

He aquí cómoClaparon yCerizet entretuvieron al notario la antevísperadeldía enqueexpirabaelplazopara recurrir.Cerizet, aquienClaparondiotodoslosinformeseindicóelretirodelnotario,fueaverleyledijo:

—Unodemisamigos,Claparon, aquienustedconoce,meha rogadoosvengaaver;élleesperaaustedconlosdiezmilfrancospasadomañanaporlanoche, en el lugar designado; tiene el papel que usted espera, pero yo deboestarpresenteenlaentregadelasuma,puessemedebencincomilfrancos…yyoleprevengo,señor,queelnombredelacontraletraestáenblanco.

—Iré—dijoelexnotario.

Estepobrediabloesperóhasta lasalidadel sol,yunodesusacreedores,conquienCerizetseentendiómedianteelrepartodeladeuda,lehizoarrestaryrecibiólosseismilfrancosaqueascendíasudeuda.

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—Con estos mil escudos —pensó Cerizet— haré dejar el campo aClaparon.

Cerizetvolvióaveralnotarioyledijo:

—¡Claparon es un miserable, señor! Ha cobrado quince mil francos alcomprador, quien quedará de propietario… Amenazadle con descubrir suescondite a sus acreedores, acusadle de bancarrota fraudulenta y os dará lamitad.

Enmediodesufuria,elnotarioescribióunacartafulminanteaClaparon.Éste, desesperado, temió un arresto, yCerizet se encargó de conseguirle unpasaporte.

—Tú me has hecho muchas trastadas, Claparon —dijo Cerizet—, peroescucha, vas a ver quién soy.Tengo por toda fortunamil escudos… ¡Voy aregalártelos!Vete aAmérica, y trata de hacer allá tu fortuna comoyo hagoaquílamía…

Porlanoche,Claparon,disfrazadodeviejaporCerizet,salióparaElHavreen diligencia. Cerizet era dueño de los quince mil francos exigidos porClaparonyesperabaaTeodosio, tranquilamente, sinprisas.Estehombre,deinteligenciaverdaderamenterara,habíarecurridoanombredeunacreedordedos mil francos, idea de Dutocq que él se había apresurado a poner enejecución.En este asunto veía un suplemento de sietemil francos, cantidadquenecesitabapara terminarunnegocioabsolutamente igualaldeThuillier.Se trataba de una casa situada en la calle deGeoffroy-Marie, que debía servendidaenlacantidaddesesentamilfrancos.LaviudaPoiretleofrecíadiezmil,eltabernerootrotantoycréditospordiezmil.Estostreintamilfrancosylo que debía recibir, unidos a seis mil que poseía, le permitían tentar a lafortuna,conmuchamásrazónpuestoquedabaporseguroslosveinticincomildeTeodosio.

—Elplazopara recurrir estávencido—sedecíaTeodosiomientras ibaapediraDutocqqueavisaseaCerizet—;¿siensayaseadesembarazarmedemisanguijuela?…

—Ustednopuede tratarestenegociomásqueencasadeCerizet,puestoqueClaparonestáallá—lerespondióDutocq.

Teodosiofue,pues,entrelassieteylasochoalacovachadelbanquerodelospobres,aquienelescribanohabíaprevenidodelavisita.

La Peyrade fue recibido por Cerizet en la horrible cocina donde seguisabanlasmiserias,dondesecocíanlosdoloresydondeellossepaseabancomodosbestiasenjauladas,representandolaescenaquesigue:

—¿Traeslosquincemilfrancos?

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—No,perolostengoenmicasa.

—¿Porquénoentubolsillo?—preguntómuyásperamente.

—Vas a saberlo en seguida —respondió el abogado, que en el caminohabíatrazadosuplan.

Este provenzal, al retorcerse en la parrilla en que le colocaron sus doscomanditarios,tuvounabuenaideaquebrillóentreloscarbonesencendidos.El peligro tiene relámpagos que iluminan. Contaba con la potencia de lafranquezaquemuevea todoelmundo,hastaa losbribones.Molestacuandounadversariosedesnudaelpechoenelduelo.

—Bueno—dijoCerizet—,comienzanlasfarsas.

Esta frase siniestra pasó por la nariz de Cerizet, tomando un horribleacento.

—Tú me has colocado en magnífica posición y yo no podré olvidarlonunca,amigomío—continuóTeodosioemocionado.

—¡Oh!,¡québienestáeso!…—dijoCerizet.

—Escucha:¿túnodudasdemisintenciones?

—¡Oh!,¡sí!—replicóelprestamista.

—¡No!

—Túnoquieressoltarlosquincemil…

Teodosio alzó los hombros ymiró fijamente a Cerizet que, inquieto porestosdosgestos,quedósilencioso.

—¿Vivirías en mi posición, sabiéndote frente a un cañón cargado, sinsentireldeseodeterminar?…Escúchamebien.Túhacesnegociospeligrososyestaríascontentodetenerunasólidaprotecciónenelcorazóndelajusticiade París… Puede que yo sea un día, si continúo mi camino, sustituto delprocuradordelrey,talvezabogadodelreydentrodeunostresaños…Hoyteofrezco una parte de amistad ferviente que indudablemente te servirá mástarde,aunquenoseamásqueparareconquistarunasituaciónhonorable.Éstassonmiscondiciones…

—¡Condiciones!—exclamóCerizet.

—Dentrodediezminutostetraigoveinticincomilfrancosacambiodelaentregadetodaslasletrasquetienescontramí.

—¿YDutocq?¿YClaparon?…—exclamóCerizet.

—¡Losmandasapaseo!…—dijoTeodosioaloídodesuamigo.

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—¡Québien,québonito!—respondióCerizet—.¡Yacabasdeinventaresocuandotienesenelbolsilloquincemilfrancosquenosontuyos!…

—Yoagregodiezmil…Pero,además,nosotrosnosconocemos…

—Si tienes poder para sacarles diez mil francos a tus burgueses—dijovivamenteCerizet—,lespedirásveintemilmás…Portreintamil,soytuyo…Franquezaporfranqueza.

—¡Tú pides lo imposible!—exclamó Teodosio—. En este momento, situvierasquetratarconClaparon,tusquincemilfrancosestaríanperdidos,puesquelacasayaperteneceaThuillier…

—Voyadecírselo—replicóCerizetsubiendoalcuartodedondeClaparonacababadesalirdiezminutosantesdelallegadadeTeodosio.

Losdosadversarioshabíanhabladoenvozbajay,cuandoTeodosioalzólavoz,ungestodeCerizetdioaentenderalabogadoqueClaparonpodíaoírles.Los cincominutos durante los cualesTeodosio escuchó el rumor de las dosvoces fueronun suplicioparaél, puesque se jugaba suvida.Cerizetvolviójuntoasusocio,lasonrisaenloslabios,losojosbrillantesdeinfernalmalicia,estremecidodealegría,horribleLucifercontento.

—¡Yono sénada!…—dijo alzando loshombros—;peroClaparon tieneamigos, ha trabajado para banqueros de categoría, y se ha echado a reír,diciendo:«¡Yalopensabayo!…».Estarásobligado,hijitomío,atraermelosveinticincomilfrancosquemeofrecesyademástendrásquepagartusletras.

—¿Yporqué?…—preguntóTeodosio,sintiendoquesucolumnavertebralselicuabacomosiunadescargainteriordefluidoeléctricolahubiesefundido.

—¡Porquelacasaesnuestra!

—¿Ycómo?

—Claparon ha recurrido en nombre de un capataz, el primero que lepersiguió, un canalla nombrado Sauvaignou; Desroches, el procurador, seencargódel negocio;mañanapor lamañana recibirás el aviso…El negociovalía lapenaparaqueClaparon,Dutocqyyonosocupáramosdeél…¿QuéhubierahechoyosinClaparon?…Poresoleheperdonado…Leperdono,ytalveztúnomecreas,pero¡loheabrazado!Cambiatuscondiciones…

Estaúltima frase fueespantosamentedicha, sobre todocomentadapor lafisonomíadeCerizet.

—¡Oh! ¡Cerizet!… —exclamó Teodosio—, ¡yo que trataba de hacertetantobien!

—¡Yaves,querido,entrenosotrosesnecesarioesto…!—Ysegolpeabaenelcorazón—.Túno tienes.Desdequecrees tenerganada lapartida,quieres

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aplastarnos…¡Yotehesacadode losharaposyde loshorroresdelhambre!Tú te dejabasmorir como un imbécil… ¡Nosotros te colocamos frente a lafortuna,tepusimosunabellacortezasocial,tesituamosdondehabíaalgoquecoger…yestoesloqueresulta!Ahora,yateconozco;iremosarmados.

—¡Esoeslaguerra!—dijoTeodosio.

—Túhasdisparadoprimerosobremí—contestóCerizet.

—¡Pero si ustedes me destruyen, adiós las esperanzas! y si no medestruyen,¡tienenenmíunenemigo!…

—EsoesloqueyodecíaayeraDutocq—replicófríamenteCerizet—;mas¡qué quieres!, escogeremos entre los dos…, iremos con las circunstancias…Yosoybueno—continuódespuésdeunapausa—:tráemetusveinticincomilfrancos mañana a las nueve y Thuillier se quedará con la casa…Continuaremossirviéndoteynospagarás…Despuésdeloqueacabadepasar,¿noesestomuygentilpormiparte?…

—¡Pues bien!, dame plazo hasta mañana a mediodía —respondió elprovenzal—,puescomotúdices,hayquepensarelasunto…

—TratarédedecidiraClaparon;¡estáapuradoelhombre!

—¡Bien, hasta mañana! —dijo Teodosio con aire de hombre que hatomadounadecisión.

—Buenas noches,mi amigo—respondió Cerizet con un tono nasal quedeshonrabalamásbellapalabradelidioma.

CuandoTeodosiodoblóporlacalledelCorreo,siguióconunandarrápidorumboalacasadelaseñoraColeville,exaltadohastaelextremodehablarasolas.Elfuegodesuspasionesdespertadasyesaespeciedeincendiointeriorquemuchosparisiensesconocen—estassituacionessonfrecuentesenParís—le llevó a un cierto frenesí, a una especie de elocuencia queuna frasebastaparahacercomprender.LlegandoalacallejueladelasDosIglesias,exclamó:

—¡Lomataré!…

—¡Unoquenoestácontento!—comentóunobreroquepasaba.EstaburlacalmólalocuradequeeravíctimaTeodosio.

AlsalirdelacasadeCerizetlohabíahechopensandoenconfiarseaFlaviay confesarle todo. Las naturalezas meridionales son fuertes hasta llegar aciertaspasiones,dondetodosederrumba.Cuandoentró,Flaviaestabasolaensuhabitación;alveraTeodosioseviovioladaomuerta.

—¿Quélepasaausted?—exclamó.

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—Yo…¿Meamausted,Flavia?

—¡Oh!,¿puedeusteddudarlo?

—¿Meamausteddetodosmodos…,hastasisoyuncriminal?

«¿Habrámatadoa alguien?»,pensóella.Y respondióconungestode lacabeza.

Teodosio, feliz de agarrarse a esta rama, pasó de su silla al canapé deFlavia,yallídostorrentesdelágrimascorrierondesusojos,entreundiluviodesollozoscapazdehacerlloraraunjuezviejo.

—¡Noestoyparanadie!—fueadecirFlaviaasucriada.

Luego cerró las puertas y vino a sentarse junto a Teodosio, sintiéndoseconmovida en su más alto grado maternal. El niño de la Provenza estabareclinado,lacabezaentrelasmanos,llorando.CuandoFlaviaquisoquitarleelpañuelo,pesabadelágrimas.

—Pero¿quépasa?—preguntóella.

La naturaleza, más penetrante que el arte, servía admirablemente aTeodosio, que esta vez era sincero; era élmismo; estas lágrimas, esta crisisnerviosaerancomolafirmadesusprecedentesescenasdecomedia.

—¡Es usted un niño!—dijo con voz dulce, acariciando los cabellos deTeodosio;enlosojosdeéstesesecabanlaslágrimas.

—¡No tengo más que a usted en el mundo! —exclamó besando casirabiosamentelasmanosdeFlavia—,ysiustednomeabandona,siustedmeacompaña como el cuerpo al alma, como el alma al cuerpo—continuó coninfinitagracia—,puesbien,tendrévalor.

Selevantóypaseóporlahabitación.

—Sí;lucharé,¡volveréatenerfuerzas,comoAnteo,albesarasumadre!,¡yahogaréconmisbrazosaesasserpientesquemeenlazan,quemedanbesosde serpiente y me babean las mejillas, que quieren chupar mi sangre, mihonor!¡Oh!,¡lamiseria!…¡Oh!,¡quéfuertes,quégrandessonlosquesabenmantenersedepie, la frente levantada!…¡Yodebídejarmemorirdehambresobremicamastrohacetresañosymedio!…¡Elataúdesunlechobiendulceencomparaciónconlavidaquellevo!…¡Hacedieciochomesesquecomodelosburgueses!…y,enelmomentodealcanzarunavidahonrada,feliz,cuandotengo un magnífico porvenir; en el momento en que me adelanto parasentarmeenlamesadelfestínsocial,elverdugometocaenunhombro…¡Sí,elmonstruo!,mehatocadoenunhombroymehadicho:«¡PagalaprimadelDiabloomuere!…».¡Ynopodrévencerles!…;¡ynolehundirémibrazoenelhocico hasta llegarle a las entrañas!… ¡Oh!, sí, ¡lo haré!…Dígame, Flavia,

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¿tengosecoslosojos?¡Ah!,ahorarío,sientomifuerzayvuelvoaencontrarmipotencia.Dígamequemeama, ¡vuélvaloadecir!Esoesparamíenestemomentocomoparaelcondenadoamuertelapalabra«¡Gracia!».

—¡Es usted terrible!…, ¡amigo mío!… —dijo Flavia—. ¡Oh!, me hadestrozado.

Ellanocomprendíanada,perocayósobreelcanapécomomuerta,agitadaporelespectáculo.Teodosiosearrodillójuntoaella.

—¡Perdón!…,¡perdón!…—dijo.

—Pero,porfin,¿quélepasa?…—preguntóella.

—¡Me quieren hundir! ¡Oh!, ¡prométame a Celeste y verá de qué bellavidalaharépartícipe!…Siustedduda…quieredecirqueserámía,¡queloes!…

Ehizounmovimientotanviolento,queFlavia,asustada,selevantó.

—¡Oh!,¡ángelmío!,¡asuspies!…¡Quémilagro!¡Ciertamente,Diosestáconmigo!Veoclaro.¡Hetenidodeprontounaidea!…¡Oh!,¡gracias,mibuenángel,granTeodosio!…¡Mehassalvado!

Flavia admiraba a este ser camaleonesco; rodilla en tierra, las manoscruzadas sobre el pecho y los ojos alzades al cielo, en éxtasis religioso,recitabaunaplegaria; era el católicomás ferviente;hizo la señalde la cruz.TodoestoresultabatanbellocomolacomunióndesanJerónimo.

—¡Adiós!—dijoélconunavozmelancólicaqueseducía.

—¡Oh!—exclamóFlavia—,déjemeesepañuelo.

Teodosiobajólasescalerascomounloco,salióalacalleycorriórumboalacasadelosThuillier;alvolverlacabezavioaFlaviaenlaventanaylehizounsignodetriunfo.

—¡Quéhombre!…—pensóella.

—Buen amigo —dijo él con un tono dulce y tranquilo, cuando estuvojuntoaThuillier—,estamosentrelasmanosdeatrocesbribones,peroyovoyadarlesunaleccioncita.

—¿Quépasa?—preguntóBrigitte.

—Puesquequierenveinticincomilfrancos,yparaobligamosadarlos,elnotario o sus cómplices han recurrido: tome cinco mil francos y vengaconmigo Thuillier, voy a asegurarle su casa… ¡Haciendo esto me hago deenemigos implacables!… —exclamó—, que tratarán de asesinarmemoralmente.Con tal que ustedes resistan a sus infames calumnias y que nocambien nunca para mí; eso es todo lo que pido. Después de todo, ¿qué

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significaestoparavosotros?Sitriunfo,habréispagadocientoveinticincomilfrancosenvezdecientoveintemil.

—¿No se repetirá esto?—preguntó Brigitte, inquieta, los ojos dilatadosporviolentotemor.

—Sólolosacreedoresinscritostienenderechoarecurriry,comosóloestehausadodetalderecho,podemosestartranquilos.Ladeudaessólodedosmilfrancos, pero es necesario pagar a los abogados en estos negocios y saberdeslizarunbilletedemilfrancosenlasmanosdelacreedor.

—Anda, Thuillier—dijo Brigitte—, coge tu sombrero y tus guantes; eldineroloencontrarásdondetúsabes…

—Como yo he tirado los quincemil francos sin éxito, no quiero que eldinero pase más por mis manos… Thuillier pagará directamente —dijoTeodosio cuando estuvo a solas conBrigitte—.Usted se ha ahorradoveintemilfrancosconGrindotquecreíatrabajarparaelnotario;suinmueble,dentrodecincoañosvaldráunmillón.¡Esunaesquinadebulevar!

Brigitte le escuchaba inquieta, semejante a un gato que oye andar losratones bajo el piso. Le miraba a los ojos y, a pesar de lo justo de susobservaciones,dudaba.

—¿Quélepasa,tiíta?…

—¡Oh!Estarémortalmenteinquietahastaqueseamospropietarios…

—Usted daría bien veinte mil francos porque Thuillier fuera lo que sellamapropietarioinmutable,¿noescierto?;puesbien,noolvidequeyolesheganadodosvecesesafortuna…

—¿Dóndevamos?…—preguntóThuillierregresando.

—¡AcasadeGodeschal,queseránuestroprocurador!…

—¡PerosilohemosrechazadoparaCeleste!…—exclamólasolterona.

—Precisamenteesporesopor loquevoy—respondióTeodosio—;lehejuzgadobien:esunhombredehonoryleseráagradablehacerosunservicio.

Godeschal, sucesor de Derville, había sido durante diez años primerescribanodelaprocuraduríadeDesroches.Teodosio,queconocíaestedetalle,oyó el nombre pronunciado por una voz interior, en medio de sudesesperación,yvislumbrólaposibilidaddehacercaerdemanosdeClaparonel arma con que Cerizet le amenazaba. Ante todo el abogado debía ir algabinete de Desroches e informarse de la situación de sus adversarios.ÚnicamenteGodeschal,acausadelaintimidadquesubsisteentreelescribanoyelpatrón,podíaguiarle.

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EntrelosprocuradoresdeParís,cuandolesuneunaamistadcomolaqueuníaaGodeschalyDesroches,vivenenverdaderaconfraternidad,de laqueresulta cierta facilidad para solucionar los asuntos solucionables. Obtienenunosdeotros,a títuloderevancha, lasconcesionesposibles,poraquellodelproverbio:Préstameelruibarboqueyoteprestaréelsen,seguidoyusadoentodas lasprofesiones, entre losministros, enel ejército, entre los jueces, loscomerciantes,portodaspartesdondelaenemistadnohalevantadomuyaltasbarrerasentrelospartidos.

«Mishonorarios sonbuenos en esta transacción» es unpensamientoquenonecesitaserexpuesto;estábienvisibleenelgesto,elacento,lamirada.Y,comolosprocuradoressereencuentranfatalmenteenesteterreno,elasuntosearregla. El contrapeso de esta camaradería está en eso que llamaremos laconciencia del oficio.Unprocurador deParís dice a su colega: «Nopuedesobtener eso, mi cliente está rabioso» como puede decirle: «¡Bien, bien;veremos!».

LaPeyrade,hombre fino, sabíahastadóndepodíanayudarasuproyectolascostumbresjudiciales.

—Espereenelcoche—dijoaThuillieralllegaralacalleVivienne,dondeGodeschal era jefe después de haber hecho sus primeras armas—; usted nobajarásiélnoseencargadelasunto.

Eran las once de la noche; La Peyrade no se había engañado en suscálculos al pensar que un procurador de título reciente estaría a esa horaocupadoensubufete.

—¿A qué debo la visita de un abogado? —dijo Godeschal saliendo alencuentrodeLaPeyrade.

Losextranjeros, losprovincianos, lasgentesde sociedad, ignoran talvezque el abogadoes al procurador loque es el general almariscal; existeunalíneadeexcepciónseveramentemantenidaentrelosabogadosyelColegiodeprocuradores de París. Por muy venerable que sea un procurador, porinteligenciaqueselereconozcadebeiraveralabogado.Elprocuradoreseladministrador que traza el plan de campaña, recoge lasmuniciones, preparatodo; el abogado libra la batalla. El Colegio de abogados prohíbe a susmiembroshacernadaqueconciernaa losprocuradores.Esmuy raroqueungran abogado vaya a una procuraduría; procurador y abogado se ven en eltribunal;sóloencasosdeurgenciaunabogadovaenbuscadeunprocurador.

—¡Ah!—dijoLaPeyrade—,setratadeunasuntograve,ysobretododeunacuestióndedelicadezaquedebemosresolverentrelosdos.Thuillierestáabajoenuncoche;yovengocomoamigodeThuillier,nocomoabogado.EnsusmanosestáelprestaraThuillierun inmensoservicio,yyohedichoque

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ustedtieneunalmademasiadonoble(poralgoeselsucesordelgranDerville)paranoponerasuservidotodavuestracapacidad.Heaquíelasunto.

Despuésdehaberexplicado,siempreasufavor,todalatramacanallescaaquehabíadehacerfrenteconhabilidad—losprocuradoresencuentranmuchosmás clientes embusteros que veraces—, el abogado resumió su plan decampaña.

—Usted debería ir esta noche a ver aDesroches, ponerle en autos de latrama;queélllamemañanaporlamañanaasucliente,eseSauvaignou;entrelostresloconfesaremosysiquiereunbilletedemilfrancosmáselimportedesu deuda, se lo daremos, además de los quinientos francos por vuestroshonorariosyotrostantosparaDesroches…EseSauvaignou,¿quéquiere?¡Sudinero! Pues bien, no resistirá al cebo de un billete de mil, aunque sea elinstrumentodeunaavariciaescondidatrasél.Eldebateentrequieneslehacenmoverynosotrosnosimportapoco…SaqueusteddeesteapuroalafamiliaThuillier…

—VoyacasadeDesrochesenseguida—dijoGodeschal.

—No;noantesdequeThuillierlefirmeunpoderyleentreguecincomilfrancos.Enestoscasoseldinerodebeirpordelante…

Después de una entrevista en la que Thuillier se encontró molesto, LaPeyrade llevó a Godeschal en un coche hasta la calle de Béthisy, dondehabitabaDesroches,pretextandoqueteníanquepasarporallí,yaldespedirsealapuerta,LaPeyradelecitóparaelsiguientedía,alassiete.

El porvenir y la fortuna de La Peyrade dependían del éxito de estaentrevista.Porellonodebemosasombrarnosdeverlepasarporencimadelascostumbres de los abogados y venir a casa de Desroches, estudiar aSauvaignou,mezclarseenelcombate,apesardelpeligroquecorríaalponersebajolosojosdelmástemibledelosprocuradoresdeParís.

Desde elmomento en que entró, comenzó a estudiar aSauvaignou.Ésteera, como el nombre lo hacía presumir, un marsellés, un obrero colocado,comosunombredecapatazindica,entrelosobrerosyelmaestrocarpinterodelasobras,paravigilarlaejecucióndelostrabajos.Elbeneficiodelcontratistalo hace la diferencia entre el precio del capataz y la suma dada por elconstructor que, deducción hecha de losmateriales, se reduce a lamano deobra.

Elmaestrocarpinteroenquiebra,Sauvaignousehizoreconocer,porjuiciodelTribunaldeComercio,acreedordelinmueble,ysehabíainscritocomotal.Este pequeño asunto había determinado la catástrofe; Sauvaignou, pequeño,regordete,vestidoconunablusagris,tocadoconunagorra,estabasentadoenunsillón.Tresbilletesdemilfrancos,colocadosfrenteaél,sobrelamesade

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Desroches, hicieron comprender a La Peyrade que la proposición se habíahecho y no había sido aceptada. Los ojos de Godeschal lo decían bien. Lamirada que Desroches dirigió al abogado de los pobres fue como unazadonazo en una fosa. Estimulado por el peligro, el provenzal estuvomagnífico; puso lamano sobre los billetes demil francos y los dobló paraguardarlos.

—Thuilliernoquiereya—dijoaDesroches.

—¡Muybien!;estamosdeacuerdo—dijoelterribleprocurador.

—Sí;suclientevaaabonarnossesentamilfrancosdegastoshechosenelinmueble, segúnel contrato firmadoentreThuillieryGrindot.Yono ledijeestoayer—agregó,volviendohaciaGodeschal.

—¿Oyóustedeso?…—dijoDesrochesaSauvaignou—.Éseeselobjetodeunprocesoqueyonoharésingarantías…

—Pero, señoresmíos—dijo el capataz—, yo no puedo decir sin hablarantesconesebuenhombrequemehadadoquinientos francosa cuentaporfirmarleunpapeldeprocuración.

—¿Tú eres de Marsella? —preguntó La Peyrade en dialecto deSauvaignou.

—¡Oh!, ¡si lo discute en dialecto está perdido! —dijo en voz bajaDesrochesaGodeschal.

—Sí,señor.

—Pues bien; pobre diablo—continuó Teodosio—, te quieren arruinar…¿Sabesloquedebeshacer?Cogeesostresmilfrancosycuandoelotrovenga,agarrauna reglaydaleunabuenapalizadiciéndolequeesunsinvergüenza,quetequeríaexplotaryquetúrevocarástuprocuraduríayqueledevolverássu dinero la semana de los tres jueves. Luego, con esos tresmil quinientosfrancosytuseconomíastevasaMarsella.Ysitepasaalgo,venaveraesteseñor…Élsabráencontrarmeyyotesacarédeapuros;yavesqueyosoynosolamente un buen provenzal, sino que también soy uno de los primerosabogadosdeParís,yelamigodelospobres…

Cuandoelobreroencontróenuncompatriotaunaautoridadparasancionarlas razones que tenía de traicionar al prestamista de su barrio, capituló,pidiendotresmilquinientosfrancos.

—Unabuenapaliza,bienlamerece,ydebíairalapolicíacorreccional…

—No,nopeguessinocuandotedigatonterías—lerespondióLaPeyrade—,queentoncesseráendefensapropia…

CuandoDesrochesleafirmóqueLaPeyradeeraunabogado,Sauvaignou

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firmó la renuncia, dándose por recibido del interés y capital de su deuda,hecha por acta doble entre Thuillier y él, ambos asistidos por sus abogadosrespectivos,conelfindequeestapiezatuvieselavirtuddeterminarlotododeunavez.

—Les dejamos losmil quinientos francos—dijo La Peyrade al oído deDesrochesyGodeschal—,peroacondicióndequemedeislarenuncia;voyahacerlafirmarporThuillier,quenohadormidoentodalanoche,encasadeCardot,sunotario.

—¡Bien!—dijoDesroches—.Yapuedeestarcontento—agregóhaciendofirmaraSauvaignou,dehaberganadofácilmentemilquinientosfrancos.

—¿Sonbienmíos…señorprocurador?…—preguntóelcapataz, inquietoya.

—¡Oh!, bien legítimamente —respondió Desroches—. Solamente queustedvaanotificarasumandatariounarevocacióndepoderes,confechadeayer;pasealestudio,poraquí…

Desrochesdijoasuprimerescribanoloqueteníaquehacer,encargandoaunempleadodeocuparsequeelalguacilfueseacasadeCerizetantesdelasdiez.

—Muchas gracias, Desroches —dijo La Peyrade dándole la mano alprocurador—;hapensadoustedentodo,yonoolvidaréesteservicio…

—NolleveelactaacasadeCardothastadespuésdemediodía.

—¡Eh,paisano!,¡paséatetodoeldíay,sobretodo,novayasatucasa!…

—¡Entendido—dijoSauvaignou—,hastamañana!

—Algohaybajotodoesto—decíaDesrochesaGodeschalenelmomentoenqueestevolvíadelestudioalgabinete.

—Que los Thuillier adquieren un magnífico inmueble por nada, eso estodo—dijoGodeschal.

—LaPeyradeyCerizetmehacenelefectodedosbuzosqueluchanbajoelmar.¿QuédiréaCerizetquemehadadoesteasunto?—preguntóalabogado,queregresaba.

—QuehasidoobligadoporSauvaignou—replicóLaPeyrade.

—¿Yustednotemenada?—preguntóaquemarropaDesroches.

—¡Oh,yotengociertasleccionesquedarle!

—Mañana losabré todo—dijoDesrochesaGodeschal—.¡Nadieesmáshabladorqueunvencido!

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LaPeyrade salió llevando su acta.A las once estaba en la audiencia deljuezdepaz,tranquilo,decididoy,alverllegaraCerizet,pálidoderabia,losojosllenosdeveneno,ledijoaloído:

—¡Querido, yo soy buena persona también! Tengo a tu disposiciónveinticincomilfrancosenbilletesqueteentregaréacambiodetodaslasletrasquetienescontramí…

Cerizetmiróalabogadosinencontrarquéresponderle.¡Estabaverdecomosiabsorbieralabilis!

—¡Soypropietarioinmutable!…—exclamóThuillieralregresardelacasadeJacquinot,elcuñadosucesordeCardot—.Ningunapotenciahumanapuedequitarmemicasa.Ellosmelohandicho.

Losburguesescreenmuchomásaloquelesdicenlosnotariosquealoqueles dicen los procuradores. El notario está mucho más cerca de ellos quecualquierotrorepresentantedelForo.ElburguésdeParísnovasinmiedoacasade suprocurador, cuyaaudaciabeligerante le inquieta,mientrasquevasiempreconnuevogustoaverasunotario,dequienadmira lacordurayelsentidocomún.

—Cardot, que busca una buena casa, me ha pedido uno de losdepartamentosdelsegundopiso—continuó—;siquiero,élmepresentaráunsubarrendador que propone un contrato de dieciocho años, a cuarenta milfrancos,conlosimpuestosasucargo…¿Quépiensastú,Brigitte?

—Hay que esperar—respondió ella—. ¡Ah!, ¡nuestro querido Teodosiomehahechopasarungransusto!…

—¡Oh, querida!; Cardot, al preguntarme quién me había proporcionadoeste negocio, me dijo que debía hacerle un regalo lo menos de diez milfrancos.¡Yenverdad,ledebotodo!

—Pero si él es el hijo de la casa—respondió Brigitte—. A este pobremuchachohayquehacerlejusticia;élnopidenada.

—¡Eh!,¿quétal,buenamigo?—dijoLaPeyradealregresar,alastres,delajusticiadePaz—.¡Yaestáustedriquísimo!

—Yporti,miqueridoTeodosio…

—Ya usted, tiíta, ¿le ha vuelto ya la vida?… ¡Ah!; ustedes no tuvierontantomiedocomoyo…Vuestrosinteresesvanantesquelosmíos.Hastahoyalasoncenoherespiradoconlibertad;ahorayaestoysegurodetenertrasdemídos enemigos mortales en las dos personas que he engañado por vosotros.Mientras venía ahora para acá, pensaba cuál ha sido vuestra influencia parahacerme cometer esta especie de crimen; y si la felicidad de pertenecer avuestra familia, de devenir vuestro hijo, lavara lamancha que veo sobremi

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conciencia…

—¡Bah!,yateconfesarás—dijoThuillier.

—Ahora —dijo Teodosio a Brigitte—, usted puede pagar sin temor elpreciodelacasa,ochentamilfrancos;lostreintamildeCardot;entotal,conlosgastos,cientoveintemil francos,queconestosúltimosveintemilhacencientocuarentamil.Siustedesalquilanaunsubarrendador,pídanleelúltimoañoadelantado;yresérvenos,paramimujeryparamí,todoelprimerpisoenel entresuelo. Aun con esas condiciones, encontrarán un contrato para doceaños por cuarentamil francos. Si ustedes quieren dejar este barrio para ir ahabitar al de la Cámara, tendrán bastante con ese vasto primero que tienecochera, caballeriza y todo lo que requiere una gran existencia. ¡Y ahora,Thuillier,voyaconseguirlelaLegióndeHonor!

Aestasúltimaspalabras,Brigitteexclamó:

—De veras, hijo mío, que usted ha hecho tan perfectamente nuestrosnegocios,queledejoterminareldelacasaThuillier…

—¡Noabdique,bella tía—dijoTeodosio—,yDiosmeguardededarunsolopasosinusted,queeselgeniotutelardelafamilia!YopiensosolamenteeneldíaenqueThuillierseadelaCámara.Dentrodedosmesesustedcobrarácuarentamilfrancos.YestonoimpediráqueThuilliercobresusdiezmildealquilerdelprimerplazo.

Despuésdehaberdadoestaesperanzaalasolterona,sellevóaThuillieraljardín,yallí,sinvacilar,ledijo:

—Buenamigo;buscalamaneradepedirdiezmilfrancosatuhermana,yqueellanosepajamásquesonparamí;dilequeestasumaesnecesariaenlasoficinasparafacilitartunombramientocomocaballerodelaLegióndeHonor,yquetúsabesentrequiénesdebesdistribuirestasuma.

—Muy bien —dijo Thuillier—; además, yo se los devolveré de misalquileres.

—Consíguelaestanoche,buenamigo;voyasalirparaasuntosdetuCruz;mañanasabremosaquéatenemos…

—¡Quéhombreeres!—exclamóThuillier.

—ElministeriodelPrimerodemarzovaacaer;esnecesarioobtenerestodeél—respondiófinalmenteTeodosio.

ElabogadocorrióalacasadelaseñoraColevilleparadecirle:

—Hevencido; tendremosparaCelesteun inmueblequevaleunmillónycuyapropiedad,sinlasrentas,leserácedidaporThuillierenelcontrato;peroguardemosestesecreto;sisesupiera,hastalosparesdeFrancialapediríanen

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matrimonio. Ahora, prepárese; vamos a casa de la condesa de Bruel; ellapuedeconseguirlacruzparaThuillier.Mientrasustedseviste,yovoyahacerunpoquitíndecorteaCeleste;yahablaremosenelcoche.

LaPeyradehabíavistoenelsalónaCelesteconFélixPhellion.Despuésdelgranéxitoobtenidoporlamañana,Teodosiocomprendíalanecesidaddecomenzar a enamorar a Celeste. Había llegado la hora de disgustar a losenamorados, y sin vacilar un instante, acercó el oído a la puerta del salón,antes de entrar, para saber qué letra del alfabeto del amor pronunciaban. Acometer este crimen de educación le impulsó un elevarse de voces que leindicaba una discusión. El amor, según uno de nuestros poetas, es unprivilegioquedosseresseotorganparadisgustarserecíprocamenteacausadenada.

UnavezelegidoFélixensucorazónparacompañerodesuvida,Celestetuvomenosdeseodeestudiarlequedeunirseaélconesacomunióndealmasde donde nacen todos los afectos y que, en los espíritus jóvenes, trae unexameninvoluntario.LadiscusiónqueTeodosioescuchabateníasuorigenenundisentimientoprofundo,nacidodíasantesentreelmatemáticoyCeleste.

Esta hija, fruto moral de la época en que la señora Coleville quisoarrepentirsedesusfaltas,eradesólidapiedad;pertenecíaalverdaderorebañode fieles y, en ella, el catolicismo absoluto, templado por elmisticismoquetantoagradóa lasalmas jóvenes,eraunapoesía íntima,unavidaen lavida.Lasjóvenespartendeahíparallegaramujeresexcesivamenteligerasosantas.Pero durante este hermoso período de su juventud tienen en el corazón unpoco de absolutismo en sus ideas, siempre como modelo la imagen de laperfección,yparaellastododebeserceleste,angelicalodivino.Fueradesuidealnadaexiste,todoesfangoymancilla.Yestaideahaceque,jóvenesquemástardehandeadorarbaratijas,rechacenlosfalsosdiamantes.

Celestehabíavisto,nolareligión,sinolaindiferenciadeFélixenmateriareligiosa. Como la mayor parte de los geómetras, químicos, matemáticos ygrandes naturalistas, había sometido la religión a la razón: en ella veía unproblema tan insoluble como la cuadratura del círculo. Deísta in petto,pertenecía a la religión de la mayoría de los franceses sin darle másimportanciaquealanuevaleyaparecidaenjulio.HacíafaltaDiosenelcielocomounbustodelreysobreunpedestaldelaAlcaldía.FélixPhellion,dignohijodesupadre,nohabíacolocadoningúnvelosobresuconcienciaydejabaaCelesteleerenellaconelcandoryladistraccióndeunmatemático:lajovenmezclabalacuestiónreligiosaconlacuestióncivilysentíaunprofundohorrorporelateísmo;suconfesorledecíaqueeldeístaeselprimohermanodelateo.

—¿Pensó usted en hacer lo queme prometió, Félix?—preguntóCelesteinmediatamentequeFlavialosdejósolos.

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—No,querida—respondióFélix.

—¡Oh,faltaraunapromesa!—exclamóelladulcemente.

—Setratabadeunaprofanación—respondióél—.Yolaquierotantoyconternuraincapazdeoponerseasusdeseos,queprometíunacosacontrariaamiconciencia.Laconciencia,Celeste, esnuestro tesoro,nuestra fuerza,nuestroapoyo.¿Cómoqueríaustedqueyofueseaunaiglesiaaarrodillarmeanteunsacerdoteenquiennoveomásqueunhombre?…Mehubieseisdespreciadodehaberobedecido.

—Entonces,miqueridoFélix,¿noquiereiralaiglesia?…—dijoCelestemirandoasuamadoconlosojoscuajadosdelágrimas—.Siyollegaseasersuesposa,¿medejaríairsola?…¡Ustednomequierecomoyolequiero!…,puesquehastaelpresentehetenidoenmicorazón(paraunateo)¡unsentimientocontrarioaloqueDiosquieredemí!

—¡Un ateo! —exclamó Félix Phellion—. ¡Oh, no! Óigame, Celeste…IndudablementehayunDios,peroyotengodeÉlmáshermosasideasdelasquetienensussacerdotes;yonolerebajohastamí;yointentoelevarmehastaÉl…Escucholavozquehapuestoenmí,esoquelasgenteshonradasllamanconciencia,ytratodenooscurecerlosdivinosrayosquelleganamí.Porellono haré nuncamal a nadie, y no haré nada contra los mandamientos de lamoral universal, que fue lamoral deConfucio, deMoisés, de Pitágoras, deSócrates tanto como la de Jesucristo… Seré siempre puro ante Dios; misacciones serán mis plegarias; no mentiré jamás, mi palabra será sagrada ynuncaharénadabajonivil…Ésassonlasenseñanzasdemivirtuosopadreylasquelegaréamishijos.Todoelbienquepuedahacer,loharé,auncuandoparaellotengaquesufrir.¿Quémáspuedepedirseaunhombre?…

EstaprofesióndefedePhellionhizobajarlacabezatristementeaCeleste.

—¡Leaconatención—dijoella—laImitacióndeJesucristo!…EnsayedeconvertirsealasantaIglesiacatólica,apostólicayromana,yreconocerácuánabsurdassonsuspalabras…Escúcheme,Félix:elmatrimonionoes,segúnlaIglesia,unasuntodeundía,lasatisfaccióndenuestrosdeseos;sehaceparalaeternidad…¿Cómoseríaposible?;¡estaríamosunidosnocheydía,deberíamosformar una sola carne, un solo verbo, y tendríamos en nuestro corazón dosidiomas, dos religiones, una causa de disentimiento perpetuo! ¡Usted mecondenaríaalloraraescondidasporvuestraalma,yyonopodríadirigirmeaDios viendo constantemente sumano armada contra usted!… ¡Su sangre dedeístaysusconviccionespodríananimaranuestroshijos!…¡Oh,Diosmío!¡Cuántasdesgraciasparaunaesposa!…No,esasideassonintolerables…¡Oh!¡Félix,hágasedemifeyaquenopuedoserdelasuya!Noabraabismosentrenosotros…¡SiustedmequisierayahabríaleídolaImitacióndeJesucristo!…

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LosPhellionnoamabanelespírituclerical.Félixcometiólaimprudenciaderesponderaestaespeciedeoraciónsalidadeunalmaardiente.

—Ustedrepite,Celeste,unaleccióndesuconfesorynadaestanfácilparalafelicidad,créame,comolaintervencióndelossacerdotesenlasfamilias…

—¡Oh, usted nome ama!—exclamó indignada Celeste, a quien sólo elamorhabíainspirado—.¡Lavozdemicorazónnovaalsuyo!Ustednomehacomprendido,puesquenomehaescuchado,yyoleperdonoporqueustednosabeloquedice.

Yseenvolvióenunsilenciosoberbio,mientrasFélixfueatamborilearconlosdedosenuncristaldelaventana:músicafamiliardelosqueseentreganareflexiones dolorosas. En efecto, Félix se exponía a estas singulares ydelicadascuestionesdeconcienciaphellionesca.

«Celeste es una rica heredera y, cediendo a sus ideas, en contra de mireligiónnatural,yoloharíapensandoenhacerunmatrimonioventajoso:actoinfame. Yo no debo, como padre de familia, dejar que los curas tengan lamenorinfluenciaenmicasa;siyocedoenestohoy,cometounactodébilqueserá seguido demuchos otros perniciosos para la autoridad del padre y delmarido…Todoestoesindignodeunfilósofo…»

Yvolviójuntoasuamada.

—Celeste,yose losuplicoderodillas,nomezclemosloquela leyensusabiduría ha separado. Vivimos para dosmundos, la sociedad y el cielo. Acadaunosucaminoparaconseguirlasalvación;masencuantoalasociedad,¿noesobedeceraDioselobservarlasleyes?ElCristodijo:«DadalCésarloque es del César». César es el mundo político… ¡Olvidemos esta pequeñaquerella!

—¡Unapequeñaquerella!…—exclamólajoven—.¡Yoquierodarostodomicorazón,comoquierotenertodoelvuestro,yustedhacedospartes!…¿Noesunadesgracia?Ustedolvidaqueelmatrimonioesunsacramento…

—¡Su clerigalla le envenena las ideas! —exclamó impaciente elmatemático.

—¡SeñorPhellion—dijoCelesteinterrumpiéndole—,bastadeesteasunto!

Aestafrase,Teodosiocreyónecesarioentrar,yencontróaCelestepálidayaljovenprofesorinquietocomounamantequehadisgustadoasuquerida.

—He oído la palabra basta. ¿Había, pues, demasiado?—dijomirando aambos.

—Hablábamos de religión… —respondió Félix— y yo le decía a laseñoritacuánfunestaeslainfluenciareligiosaenelsenodelafamilia.

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—Nosetratabadeeso,señor—dijoagriamenteCeleste—,sinodesabersielmaridoy lamujerpueden formarun solo corazón siendouno ateoyotracatólica.

—¿Peroesquehayateos?…—exclamóTeodosiofingiendounaprofundaestupefacción—.¿Esqueunacatólicapuedecasarseconunprotestante?¡Nohay perfección posible entre dos esposos si no existe entre ambos unaconformidadabsolutaencuestióndeopiniones religiosas!…Yo,quesoy,enverdad,delCondado,ydeunafamiliaquetieneunPapaentresusantecesores—nuestrasarmassongulesconllavedeplata,ylossoportesdelescudosonunmonjecargandounaiglesiayunperegrinoconbordóndeoroyestaspalabraspordivisa:Yoabroyyocierro—,soyenestascuestionesdeunabsolutismoferoz. Pero hoy, ¡gracias al moderno sistema de educación, no me pareceextraordinario hablar de estas cuestiones!… Yo no me casaría con unaprotestante aunque tuvieramillones…, ¡y aunque la amara locamente!La fenosediscute.Unafides,unusDominus,esaesmidivisaenpolítica.

—¿Oyeusted?…—exclamótriunfalmenteCelestemirandoaPhellion.

—Yonosoyundevoto,voyamisaalasseisdelamañana,cuandonadiemeve;ayuno losviernes;en fin, soyunhijode la Iglesiaynoemprenderíanada serio sin rezar antes, a la vieja moda de mis antecesores. Nadie seapercibedemireligión…Durantelarevoluciónde1789sucedióenmifamiliaun caso que nos unió aún más estrechamente con nuestra santa madre laIglesia.UnapobreseñoritadeLaPeyrade,delaramamayor,laqueposeeelpequeño dominio deLaPeyrade—somosPeyrade desCanquoelle, pero lasdos ramas heredan una de otra—, esta señorita casó, seis años antes de laRevolución,conunabogadoque,segúnlamodade laépoca,eravolteriano,estoes, incrédulo,odeísta,si loprefieren.Cayóenlas ideasrevolucionariaspara llegar a esas lindezas que ustedes saben: el culto de la diosaLibertad-Razón.Volvióanuestropaís imbuido, fanáticode laConvención.Suesposaeramuy bella y él la obligó a representar el papel de la Libertad; la pobreinfortunadasevolvióloca…¡Murióloca!¡Ybien:enlostiemposquecorrennoesdifícilverunnuevo1793!…

Estahistoria,creadaasugusto,hizotalimpresiónenlaimaginaciónfrescay jovendeCeleste,quese levantó, saludóa losdos jóvenesy se retiróa suhabitación.

—¡Ah, señor!, ¿qué ha dicho usted?…—exclamóFélix alcanzado en elcorazónporlamiradafríaqueCelesteacababadelanzarlealpasar,afectandouna profunda indiferencia. Ella se cree ya transformada en diosa de laRazón…

—¿Dequésetrata,pues?—preguntóTeodosio.

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—Demiindiferenciaenmateriadereligión.

—Lagranplagadelsiglo—respondióTeodosioconairegrave.

—Aquíestoy—dijolaseñoraColevilleapareciendoelegantementevestida—.Pero¿quélepasaamihija?,estállorando.

—¡Está llorando, señora!… —exclamó Félix—; dígale queinmediatamentecomenzaréaestudiarlaImitacióndeJesucristo.

YFélixbajóconTeodosioyFlavia,aquienelabogadoapretabaelbrazoparadarleaentenderqueenelcocheleexplicaríalademenciadeljovensabio.

Una hora después, Flavia, Celeste y Teodosio entraban en casa de losThuillier.TeodosioyFlaviallevaronaThuillieraljardín,yelabogadoledijo:

—Bueno, amigo, tendrá laCruz dentro de ocho días.Mira, esta queridaamigavaarelatartenuestravisitaalacondesadeBruel…

YTeodosio dejó a Thuillier al ver aDesroches acompañado deBrigitte.Empujadoporunhorriblepresentimiento,salióalencuentrodelprocurador.

—Queridodoctor—dijoDesrochesaloídodeTeodosio—,vengoaversipuede procurarse veintisiete mil seiscientos ochenta francos con sesentacéntimos…

—¿EsustedelprocuradordeCerizet?—exclamóelabogado.

—Él ha entregado los documentos a Louchard y usted sabe lo que leespera, después de un arresto. ¿Cerizet se engaña al creer que tiene ustedveinticincomilfrancos?Ustedselosofrecióyélencuentramuynaturalelnodejarlosenvuestracasa…

—Le agradezcomucho su informe—dijoTeodosio—; yo había previstoesteataque…

—Entrenosotros—respondióDesroches—,usted leha fastidiadobien…Eltiponoreculaantenadaparavengarseyperderátodosiustedquierejugareltodoporeltodoydejarseencarcelar…

—¡Yo!—exclamóTeodosio—.¡Yopagaré!…Peroéltienecincoletrasdecincomilfrancoscadauna:¿quépiensahacer?

—¡Oh!,despuésdelasuntodeestamañana,nopuedodecirnada,peromiclienteesperrofinoytienesusproyectos.

—Veamos,Desroches—dijoTeodosioechandolamanosobreloshombrosdelflacoysecoDesroches—:¿lasletrasestánaúnensucasa?

—¿Quiereustedpagar?

—Sí;dentrodetreshoras.

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—Muybien;vengaamicasaalasnueve;recibirélosfondosyleentregarélasletras;peroalasnueveymediaestaránencasadeLouchard…

—¡Bien!;estanochealasnueve…—dijoTeodosio.

—Hasta lasnueve—respondióDesroches,cuyamiradahabíaabarcadoatodalafamiliareunidaeneljardín;Celeste,conlosojosenrojecidos,charlabaconsumadrina,ColevilleyBrigitte,FlaviayThuillier.

Mientras subían la escalera que bajaba de la sala de entrada al jardín,DesrochesdijoaTeodosio:

—¡Bienpuedeustedpagarsusletras!

Con aquella sola mirada, Desroches, que acababa de hacer hablar aCerizet,habíavistolosinmensostrabajosdelabogado.

Aldíasiguiente,muydemañana,Teodosiofueacasadelprestamistaaverelefectoquehabíaproducidoensuenemigoelpagoefectuadopuntualmentelavísperayhacerunaúltimatentativaparadesembarazarsedesutábano.

ElprovenzalencontróaCerizetenconferenciaconunamujer.Desdelejos,el prestamista hizo imperativamente una seña para que no se acercase. Elabogado tuvo que limitarse a hacer conjeturas sobre la importancia de estamujer que preocupaba al prestamista. Teodosio tuvo el presentimiento,excesivamentevago,dequeelobjetodeestaconferenciaibaainfluirsobrelasdecisionesdeCerizet.La fisonomíadeestepresentabaesecambiocompletoqueproducelaesperanza.

—Pero,miqueridamamáCardenal…

—Sí,miqueridoseñor…

—¿Quéquiereusted?

—Hayquedecidir…

Estos comienzos o fines de frases eran los únicos relámpagos que de laconversación animada y en voz baja llegaban hasta el testigo inmóvil quefijabasuatenciónenlaseñoraCardenal.

LaseñoraCardenal,pescadera,eraunadelasprimerasclientasdeCerizet.Silosparisiensesconocenbienestascasicreacionesparticularesdesuciudad,los extranjeros en cambio no sospechan siquiera la existencia, y la madreCardenal merecía todo el interés que excitaba en el abogado. El transeúnteencuentra tantas mujeres de este tipo en la calle que ya no les presta másatenciónquelaqueseprestaalostresmilcuadrosdeunaexposición.Peroenestecaso, laCardenal teníatodoelvalordeunaobramaestraaislada.Eraeltipocompletodesuespecie.

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Dentrode laszuecasenlodadasseveíanunosescarpinesy laspiernas secubríanconlargasmediasnegras.Suvestidodeindianaserematabaconunafalbaláde lodo.Lapiezaprincipal de sus ropas eraun chal de los llamadoscachemiradepieldeconejo.Unagroserateladealgodónqueservíadeblusa,dejabaveruncuellorojoyrayadocomoelestanquedelaVilletedespuésdehaberse patinado en él. A la cabeza llevaba un pañuelo de seda amarilloanudadodemodopintoresco.

Baja y gorda, su tez rica en color decía que lamadreCardenal bebía suvaso de aguardiente por las mañanas. Había sido hermosa. El Mercado lereprochaba,consulenguajedeimágenesatrevidas,habersalidoalabúsquedadesujornal,másdeunavez,denoche.Suvoz,paracolocarseeneldiapasóndeunaconversacióndecente,estabaobligadaaahogarsuviolentasonoridad;entonces brotaba espesa y gruesa de aquel gaznate acostumbrado a lanzarhastaelfondodelasbuhardillaselnombredelpescadodecadaestación.Lanariz fina, la boca bien dibujada, los ojos azules, todo lo que en un tiempoconstituyera su belleza, se hundía entre pliegues de grasa vigorosa quehablabandeunavidaalairelibre.ElvientreylossenossedistinguíanporunaabundanciaaloRubens.

—¿Yquiereustedqueyomequedesinnada?…—decíaaCerizet—.¿QuémeimportanlosPoupillier?…¿NosoytambiénunaPoupillier?¿DóndequiereustedquetiremosalosPoupillier?…

Esta salvaje salida fue reprimida por Cerizet con uno de esos chisprolongadosalosqueobedecentodoslosconspiradores.

—Bueno,vayaaverloquehay—dijoCerizetempujandoalamujerhacialapuertaydiciéndoleunaspalabrasenvozbaja.

—Ybien,queridoamigo—dijoTeodosioaCerizet—,¿recibistetudinero?

—Sí—respondió éste—; hemosmedido nuestras garras; son de idénticadureza,delmismolargo,deigualfuerza…¿Yahora?

—¿DebodeciraDutocqquerecibisteayerveintisiete?…

—¡Oh!, ¡mi querido amigo, ni una palabra!…, ¡si me quieres!… —exclamóCerizet.

—Escucha—continuóTeodosio—;esnecesarioqueyosepadeunavezloque túquieres.Tengo la formal intencióndenoestarveinticuatrohorasmássobre la parrilla en que me habéis colocado. Que engañes a Dutocqme esperfectamente indiferente, pero quiero que nosotros nos entendamos…Veintisietemilfrancosesunafortunaentusmanos,agregadosaunosdiezmilquedebesdetener,productodetunegocio;conestohaybastanteparahacerseunhombrehonrado.Cerizet simedejas tranquilo, sinoestorbasmisplanes

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para llegar a ser elmarido de la señorita Coleville, yo seré un día algo asícomo el abogado del rey; nada será mejor para ti que asegurarte unaprotecciónenestaesfera.

—He aquímis condiciones, que no admiten discusión; las aceptas o lasdejas.TúharásqueyoseaelsubarrendadordelacasadelosThuillier,conuncontrato por dieciocho años y te entregaré una de las otras cinco letras decambio.Desaparecerédetucamino;paralasotrascuatroletrasteentenderásconDutocq…Élnotienefuerzasparalucharcontigo…

—Consiento si estás dispuesto a dar cuarenta y ocho mil francos delalquilerdelacasa,elúltimoañoadelantadoydatarelcontratodesdeelmesdeoctubrepróximo.

—Sí,perodaré solamentecuarentay tresmil francosenefectivo;con tuletra, son los cuarenta y ocho. He examinado bien la casa; la estudié; meconviene.

—Unaúltimacondición—dijoTeodosio—:túmeayudaráscontraDutocq.

—No—respondióCerizet—;élestáyabiencocidoparatisinqueyovayaafreírloaúnmás.Hayqueserrazonable.Esehombrenosabecómopagarlosúltimos quincemil francos de su deuda, y es bastante para ti saber que conquincemilfrancospuedescomprartusletras.

—¡Bien!Damequincedíasparaconseguirteelcontrato.

—¡Nomástardequeellunespróximo!Elmartestuletraseráprotestada,amenosquepaguesellunesoqueThuilliermedéelcontrato.

—Sea;ellunes…—dijoTeodosio—.¿Somosamigos?…

—Loseremosellunes—respondióCerizet.

—Bien,hastaellunes;¿meinvitarásacomer?—dijoriendoTeodosio.

—En el Rocher-de-Caucale, si tengo el contrato. Dutocq vendrá…, nosreiremos…Hacetiempoquenomerío…

TeodosioyCerizetseestrecharonlasmanos,diciéndose:

—¡Hastapronto!

AquellarápidacalmadeCerizetteníasurazón.Primeroporque,segúnlafrase de Desroches, «la bilis no facilita los negocios», y el usurero habíacomprendido su exactitud; y de allí su resolución de sacar partido a suposiciónyaexprimir(lapalabratécnica)albribónprovenzal.

—Esunarevancha—lehabíadichoDesroches—;esehombreestáensusmanos.Extráigalelaquintaesencia.

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Cerizet había visto, en los últimos diez años, varias personas que seenriquecenconaqueloficiodesubarrendador.Elsubarrendadores,enParís,alospropietariosdecasa,loquesonloscolonosalospropietariosdetierras.

Cerizet, a caza de negocios, examinó las oportunidades de ganancia quepodíaofrecerelalquilerdelacasarobadaaThuillier,comodecíaaDesroches,yhabíavisto laposibilidaddesacarlemásdesesentamilfrancosalcabodeseisaños.

Cerizet esperaba ganar una decena demiles de francos por lomenos, alaño,durantedoce años, sin contar las eventualidadesy los regaloshechos acada renovación de contrato por los comercios que se establecieran y a loscuales no daría en un principiomás que seis años de contrato. Además, seproponíavendersunegociodeusuraalaviudadePoiretyaCadenetporunosdiez mil francos; su fortuna alcanzaba a otros diez mil; estaba, pues, ensituacióndedarelañoadelantadoquelospropietariosexigencomogarantíaalos subarrendadores. Cerizet había pasado una noche feliz, durmiéndoseacariciando un hermoso sueño, y se reía a punto de comenzar un oficiohonrado,dedevenirburguéscomoThuillier,comoMinard,comotantosotros.

Renunciaba a la adquisición de la casa en construcción de la calleGeoffroy-Marie.PerotuvoquedespertarinesperadoalencontraralaFortunajunto a él, vertiendo en catarata su cuerno dorado, en la persona de laCardenal.

Él habíaguardado siempre consideraciones a estamujer, ydesdeun añoantes le estaba prometiendo la suma necesaria para comprar un asno y unpequeñocarro,afindequeellapudierahacersucomercioengrandeyendodeParísalosalrededores.LaCardenal,viudadeuncargadordelmercado,teníauna hija cuya belleza fue elogiada a Cerizet por otras comadres. OlympiaCardenalcontabatreceañoscuando,en1837,Cerizetcomenzóelpréstamoenelbarrioy,conunfindelibertinajeinfame,colmódeatencionesalaCardenal;éllahabíasacadodelamiseriaesperandohacerdeOlympiasuquerida;peroen1838lachicahabíaabandonadoasumadreyhacíasindudalavida,paraemplear la expresión con que el pueblo parisiense designa el abuso de lospreciososdonesdelanaturalezaylajuventud.

BuscaraunamuchachaenParísequivaleabuscarunasardinaenelSena:hacefaltaelazardeungolpedecaña.

Este azar había llegado. La madre Cardenal, que para festejar a unacomadre la había llevado al teatroBobino, había encontrado a su hija en lapersona de la primera actriz, a quien el primer actor cómico tenía bajo sudominiodesdetresañosantes.Lamadre,orgullosaenunprincipiodeverasuhijavestidaconuntrajelaminado,peinadacomounaduquesa,conzapatosdesatén,yqueeraaplaudidaalaparecerenescena,habíaterminadoporgritarle

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desdesulocalidad:

—¡Vasarecibirnoticiasmías,asesinodetumadre!…¡Yovoyaenterarmesi bribones canallas tienen el derecho de venir a corromper niñas de treceaños!…

Quisoesperarasuhijaalasalida,perolaprimeraactrizyelprimeractorcómico salieron sin duda entre el público en vez de salir por la puerta deartistas, donde lamadre Cardenal y la madreMahondeau, su buena amiga,armabanunescándaloinfernalquedosguardiasmunicipalesseencargarondeapagar. Esta augusta institución, ante quien las dos mujeres bajaron eldiapasóndesusvoces,hizoobservaralamadrequealosdieciséisañossuhijateníalaedadreglamentariaparaelteatro,yqueenlugardegritarenlapuertallamando al director, debía citarla por medio de la justicia de Paz o de lapolicíacorreccional.

Al día siguiente mamá Cardenal se proponía consultarle, pues que éltrabajabaenla justiciadePaz;Perrache,elporterode lacasadondevivíaelviejoPoupillier,sutío,ladejócomoheridaporelrayoalinformarlequeasutíonolequedabandosdíasdevida.

—¿Yustedquéquierequehaga?—respondiólaviudaCardenal.

—Contamosconusted,queridamamáCardenal;ustednonosolvidaráporelbueninformequevamosadarle.Heaquílacosa:Enlosúltimostiempos,supobretío,queyanopodíamoverse,meconfióeliracobrarlosalquileresdesu casa de la calle Nuestra Señora de Nazareth, y los intereses de unainscripciónderentaquetienesobreelTesoro,demilochocientosfrancos…

Aestaspalabras,losojosdelaCardenal,erranteshastaentonces,quedaronfijos.

—Sí, querida amiga—continuó el señor Perrache—, y en vista de queusted era laúnicaque se acordabade él, que le llevabadevez envezunospescados y que le visitaba, quién sabe si hará testamento a su favor…Mimujer,enestosúltimosdíaslehacuidadoylehahabladodeusted,peroélnoqueríaqueustedsupieraqueestabatanenfermo…Yahorayaeslahoradeir.¡Virgensanta!Hacedosmesesquenovaasunegocio.

—Confiese, mi viejo rastacuero —decía la mamá Cardenal al portero,zapatero de oficio, mientras corrían casi, rumbo a la calle de Honorato-Chevalier,dondevivíasutíoenunahorriblebuhardilla—;¡confiesequepodíacrecermepeloenlapalmadelamanoantesdequeyopudieseimaginaresto!… ¡Qué!; ¡mi tío Poupillier rico!; ¡el buen limosnero de la iglesia de SanSulpicio!

—¡Ah!—dijoelportero—,élsealimentababien…,seacostabatodaslas

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nochesconsubuenaamiga,unagranbotelladevinodelRosellón.Mimujerloprobó;anosotrosnosdecíaqueeravinodetreintacéntimos.El tabernerodelacalleDesCanettesesquienselovendía.

—No hable nada de esto, buen hombre—dijo la viuda Cardenal—,meacordarédeustedes…,sihayalgo.

Este Poupillier, antiguo tambor mayor de la Guardia francesa, habíapasado,dosañosantesde1789,al serviciode la Iglesiaal llegara suizoenSanSulpicio.LaRevolución lehabíaprivadode supuestoyhabíacaídoenunaespantosamiseria.Entoncessehizomodelo,favorecidoporsuinteresantefísico.

Con el renacimiento del culto recuperó su alabarda, pero en 1816 fuedestituido,tantoporsuinmoralidadcomoporsuedadmuyavanzada;pasabapor ser septuagenario; sin embargo, como retiro, se le permitía estar a lapuerta,dondedabaelaguabendita.En1820suhisopoexcitólaenvidia,yéllocedióacambiodequeselepermitieraestar,encalidaddepobre,alapuertadelaiglesia.En1820,desesentaycincoañoscumplidos,seconcediónoventayseisycomenzóeloficiodecentenario.

En todo París era imposible encontrar barba y cabellos como los dePoupillier.Curvadocasiendos,portabaelbastónconmanotemblorosa,unamano cubierta de ese liquen que se ve en el granito, y tendía el sombreroclásico,grasiento,deanchasalas,enelquecaíanabundanteslaslimosnas.Suspiernas,envueltasenpañosyharapos,arrastrabanhorriblesalpargatas,dentrode lascualesadaptabaexcelentesplantillasdecrin.Se salpicaba lacaraconingredientesquesimulabanmanchasdeenfermedadesgraves, rugosidades,yrepresentabaadmirablemente la senilidaddeuncentenario.Apartirde1825tuvocienaños;realmenteteníasetenta.Eraeljefedelospobres,elamodelaplaza, y todos los que venían a mendigar bajo las arcadas de la iglesia, alabrigo de la persecución de los agentes de policía y bajo la protección delsuizo,deldonadordeaguabenditaydelaparroquia,lepagabanunaespeciedediezmo.Cuando,al salirunmatrimonioounpadrino,decía:«¡Vayaparatodos!»,Poupillier,designadoporelsuizosusucesor,guardabaparasílastrescuartaspartesydabalaotracuartaparteasusacólitos.En1820,laavariciayla pasión por el vino eran sus únicos sentimientos; reguló el segundo y seentregócompletamentealprimero,sindescuidarporellosubienestar.Bebíaporlanoche,despuésdecerradalaiglesia.Asísedurmióduranteveinteañosenbrazosdelaborrachera,suúltimaquerida.

Por lamañana tempranoestabaensupuesto.Hasta lahorade lacenaselimitabaaroercortezasdepanportodoalimento,ylasroíacontanartísticaresignación,quelaslimosnaslecaíanenabundancia.Elsuizoyeldonadordeaguabendita,conquienestalvezestabaencombinación,decíandeél:

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—EselpobredelaIglesia;conocióalpadreLanguet,queconstruyóSanSulpicio; fue suizo durante veinte años, antes y después de la Revolución;tienecienaños.

Esta pequeña biografía, conocida de todos los devotos, era su mejoranuncio,yningúnsombrerofuemásfavorecidoentodoParísqueelsuyo.En1826 compró la casa, y en 1830 los valores. La casa le costó cuarentamilfrancosy larentacuarentayochomil.Lasobrina,engañadaporel tío igualquelosporteros,lospequeñosfuncionariosdelaiglesiaylasalmasdevotas,lecreíamásmiserablequeella,ycuandoteníapescadosyapocofrescosselosllevaba.

Ellacreyójustosacarpartidodesusmercancíasydesupiedadporuntío,quedebíatenerunamultituddeparientesdesconocidos:eralatercerayúltimahijadePoupillier,teníacuatrohermanosvaronesysupadrelehablabaensuniñezdetrestíasycuatrotíos.

Despuésdehabervistoasutío,volvióconelmismogalopeparaconsultara Cerizet, contándole cómo había encontrado a su hija y las razones, lasobservaciones, los indiciosquelehacíancreerquesutíoPoupillierescondíaun montón de oro en su camastro. Mamá Cardenal no se creía lo bastantecapazparaapoderarsede lafortunadelpobre, legalo ilegalmente,yveníaaponerseenmanosdeCerizet.

El usurero de los pobres, como los albañaleros, encontraba por findiamantesenel fangodondechapoteabadesdehacíacuatroaños,esperandovigilantelaaparicióndeunazardeesosque,dícese,seencuentranenmediodelosbarriosdedondesalenherederasquecalzanzuecos.Ésteeraelsecretodesubondadconelhombreaquienhabíajuradolaruina.PuedeimaginarsecuálerasuansiedadmientrasesperabaelregresodelaviudaCardenal,aquiental tejedor de tramas tenebrosas había indicado losmedios de confirmar sussospechas sobre la existencia del tesoro, y a quien en su última frase habíaprometidotodosiellaqueríadejarleaéllarecoleccióndelacosecha.Cerizetno era hombre que reculase ante un crimen, sobre todo cuando veíaoportunidaddehacerlocometerporotroyrecogeréllosbeneficios.YaseveíapropietariodelacalleGeoffroy-Mariey,porfin,burguésdeParís,capitalistayensituacióndeemprenderbellosnegocios.

—¡Querido Benjamín!—dijo la pescadora, abordando a Cerizet, con lacarainflamadaporelcorrerylaavaricia—,¡mitíoestáacostadosobremásdecienmilfrancosdeoro!…,yestoyseguradequelosPerrache,conelpretextodecuidarle,sehanolidoelmontón.

—Esta fortuna, repartida entre cuarenta herederos —dijo Cerizet—, nodaríagrancosaacadauno.Escuche,mamáCardenal,yomecasoconsuhija:deleelorodesutío,yyoledejoaustedlosvaloresylacasa…enusufructo.

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—¿Nocorremosningúnriesgo?

—Ninguno.

—¡Aceptado! —dijo mamá Cardenal—; ¡qué buena vida con seis milfrancosderenta!

—¡Yconunyernocomoyo!—exclamóCerizet.

—¡Yoseré,pues,burguesadeParís!—dijolaCardenal.

—Ahora—continuóCerizetdespuésdeunapausaenquesuegrayyernosebesaron—deboiraestudiarelterreno.Nosemuevadeallí,ydígalesalosporterosqueesperenalmédico;elmédicoseréyo,yustednomeconoce.

—¡Qué listoeres,bribón!—dijomamáCardenaldándoleungolpeenelvientre,aguisadedespedida.

Una hora después, Cerizet, todo vestido de negro, disfrazado con unapeluca rubia y desfigurado por una cara artísticamente dibujada, llegó encochealacalleHonoratoChevalier.PidióqueleindicaranlahabitacióndeunpobrellamadoPoupillieralportero,yesteleinterrogó:

—¿ElseñoreselmédicoqueesperalaseñoradeCardenal?

YaungestoafirmativodeCerizet,lecondujoalaescaleradeservicio,pordondesesubíaalabuhardillaocupadaporelpobre.

Perrachesalió,yelcochero, interrogadoporél,confirmólacualidadqueCerizetfingía.

La casa donde habitaba Poupillier es una de esas que están obligadas aperder lamitad de su profundidad en virtud del plan de alineación, pues lacalle Honorato Chevalier es una de las más estrechas del barrio de SanSulpicio. El propietario, a quien la ley prohibía construirmás pisos o hacerreparaciones, seveíaobligadoaalquilar esta casuchaenel estadoenque lacomprara. El edificio, excesivamente feo de fachada, se componía de unprimerpisorematadoporbuhardillasyunpisobajo.Elpatioseterminabaenunjardínllenodeárbolesquedependíadelprimerpiso.Estejardín,separadodel patio por una verja, habría permitido a un propietario rico vender a laciudad la casa y construir otra en el terreno que ocupaba el patio, pero nosolamente el propietario era pobre, sino que había alquilado el primer piso,conuncontratopordieciochoaños,aunpersonajemisteriososobrequiennohabíapodidomorderlacuriosidaddelporteroniladelosotrosinquilinos.

Este inquilino, entonces de unos setenta años, había, en 1829, hechoadaptarunaescaleraalaventanaquedabaaljardín,parabajarypasearsesinpasarporelpatio.Lamitaddelpisobajo,alaizquierda,estabaocupadaporunencuadernadorque,desdediezañosantes,habíatransformadolascocheras

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y las caballerizas en talleres, y la otra mitad por un empastador. Elencuadernadoryelempastadorocupabancadaunolamitaddelasbuhardillasque daban a la calle. Las de la derecha dependían del apartamento delmisteriosopersonaje.Enfin,Poupillierpagabacienfrancosporlabuhardillaquecoronabaelalaizquierda.

Cerizet se agarró a una cuerda que servía de pasamanos a la especie deescaleraqueconducíaalahabitacióndondeagonizabaelcentenarioydondeleesperabaelhorribleespectáculodeunafingidamiseria.

EnParís,todoloquesehaceapropósitosaleadmirablemente.Lospobresestán en esto tan fuertes como los comerciantes en sus vitrinas o los falsosricosquequierenobtenercréditos.

Elpisonosehabíabarridojamás;laslosasdesaparecíanbajounacapadebasuras,polvo, lodosecoydetodoloquetirabaPoupillier.Unamalaestufaadornaba esta covacha, en el fondo de la cual había un camastro concolgadurasdesargaverdetransformadasenencajesporlapolilla.Laventana,casicegada, tenía sobre susvidriosuna teladepolvoygrasaqueevitabaelponercortinas.Losmuros,decal,teníanuntintefuliginosoproducidoporelhumo de la estufa. Sobre una chimenea condenada se veían una jarradescascarada, dos botellas y un plato roto. Una mala cómoda carcomidacontenía la ropa blanca y los trajes limpios. El mobiliario consistía en unamesa de noche de lasmás vulgares, unamesa barata y dos sillas de cocinadeterioradas. El tan pintoresco traje del centenario estaba colgado de unosclavos, y las informes alpargatas que le servíande zapatos bostezaban en elsuelo.Suprestigiosobastónysusombreroestabancercadelacama.

Al entrar, Cerizet contempló al viejo. Reposaba este su cabeza en unaalmohadanegradegrasa,sinfunda,ysuperfilanguloso,semejanteaesequehicieronenelsiglopasadounosgrabadoresyquetieneporfondounpaisajedegrandesrocasamenazadorasyvemoshoyenlastiendasdegrabadosdelosbulevares, se dibujaba en negro sobre el fondo verde de las colgaduras.Poupilliermirabafijamenteaunobjetoidealynosemovióaloírrechinarlapesadapuertadegrancerraduraquecerrabasólidamentesudomicilio.

—¿Tiene conocimiento? —dijo Cerizet, ante quien la Cardenal reculó,reconociéndolesóloporlavoz.

—Casi—dijoesta.

—Vengaalaescalera,nadienosoirá.Ésteeselplan—continuóCerizet,hablandoaloídodesufuturasuegra—.Poupillierestámuydébil,perotienebuenacaraylequedanlomenosochodías.Voyabuscarunmédicoquenosconvenga.Volveréelmartesconseisadormideras.Enelestadoenqueestá,uncocimiento de adormideras lo hundirá en profundo sueño. Os enviaré una

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camaplegableconelpretextodepasarlasnochesvelándole.Letrasladaremosdesucamastroalacamaplegabley,cuandohayamosexaminadolasumaquecontiene el precioso mueble, ya encontraremos manera de transportarle. Elmédiconosdirásipuedeviviraúnalgunosdíasy,sobretodo,sipuedetestar…

—¡Hijomío!…

—Perohayqueenterarsedequiénessonlosinquilinosdeestabarraca.LosPerrachepuedendarlaalarmayhabrátantosespíascomoinquilinos.

—¡Bah!,yoséyaqueelseñorDuPortail,elinquilinodelprimero,cuidadeunalocaaquiendesdeestamañanaoigollamarLidia;estávigiladaporunaviejanombradaKatt.Esteviejotienecomoúnicocriadounayudadecámara,Bruno,quehacetodo,exceptolacocina.

—Pero el empastador y el encuadernador trabajan desde por lamañana.VamosalaAlcaldía;necesito,paralapublicacióndelosedictos,elnombreylos apellidos de su hija y el lugar de nacimiento, para buscar las actasnecesarias.¡Delsábadopróximoenochodías,elmatrimonio!

—¡Ve!, ¡ve!, ¡bribonazo! —dijo mamá Cardenal, empujando por unhombroasupeligrosoyerno.

Albajar,CerizetsesorprendióalveraltalviejoDuPortailpaseándoseporeljardínencompañíadeunodelosmásimportantespersonajesdelGobierno,el conde Marcial de la Roche-Hugón. Cerizet se detuvo en el patioexaminandolaviejacasa,construidabajoLuisXIV;mirabalosdostalleresycontaba los obreros. La casa era silenciosa como un claustro. Al sentirseobservado, Cerizet se marchó pensando en todas las dificultades quepresentabalaextraccióndelasumaescondidaporelmoribundo,auncuandofueraunpequeñovolumen.

—¿Llevárselo por la noche? —pensaba—; los porteros están a laexpectativa; durante el día uno sería visto por veinte personas… Es difícilllevarconsigoveinticincomilfrancos…

Lassociedades tienendos finesdeperfección:elprimeroeselestadodeunacivilización,dondelamoral,igualmenteinfusa,alejalaideadelcrimenylos jesuitas alcanzaban ese fin sublime que presentó la Iglesia primitiva; elsegundo es el estado de una civilización donde la vigilancia de unosciudadanos por otros hace imposible el crimen, ese término que busca lasociedadmodernadondeelcrimenpresentatantasdificultades,quesenecesitanorazonarparacometerlo.Enefecto,ningunadelasiniquidadesquelaleynocastiga queda impune, y el juicio social es más severo aún que el de lostribunales.Seamañauntestamentosintestigos,comohizoMinoret,eljefedeCorreosdeNemours,yelcrimensefrustraporelespionajedelavirtud,comoel robo es vigilado por la policía. Ninguna indelicadeza pasa inadvertida, y

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dondequiera que hay lesión aparece el síntoma. Ya no se pueden hacerdesaparecerbienesopersonascuando—enParís,sobretodo—lascosasestánnumeradas,lascasascuidadas,lascallesobservadas,lasplazasvigiladas.Paraexistir, el delito necesita una sanción como la donada por los clientes deCerizet, que no se quejaban y hubiesen temblado al saber que no leencontraríanmásensucovacha.

—Ybien,señor—dijolaportera,acercándoseaCerizet—,¿cómoestáeseamigodeDios,elpobrehombre?…

—YosoyelencargadodelosnegociosdelaseñoraCardenal—respondióCerizet—;acabodeaconsejarleeltraerunacamaparaquedarseporlasnochesavelar a su tío, y voy a enviarle unnotario, unmédicoyunamujer que lecuide.

—¡Ah!,yopuedocuidarle—expresólaPerrache—;yohecuidadoavariasparturientas.

—¡Bien!,veremos—continuóCerizet—;yoarreglaréeso…¿Quiéneselinquilinodelprimero?

—El señorDuPortail… ¡Oh!, hace ya treinta años que vive aquí; es unrentista, un ancianomuy respetable…Usted sabe, los rentistas vivende susrentas…Élhatenidonegocios.Prontoharáonceañosquetratadedevolverlelarazónalahijadeunodesusamigos, laseñoritaLidiadelaPeyrade.Ellaestámuybiencuidada;lacurandosfamososmédicos,perohastahoynadahapodidodevolverlelarazón.

—¡La señorita Lidia de la Peyrade!—exclamó Cerizet— y ¿está ustedbienseguradelapellido?

—La señora Katt, su gobernanta, que hace también la cocina, me lo hadichomil veces, aunque en general ni la señoraKatt niBruno, el ayuda decámara,me hablan. Es hablarle a paredes querer saber nada de ellos. Haceveinteañosquesomosporteros,ynuncahemossabidonadasobreelseñorDuPortail.Mástodavía,señor,élespropietariodelacasitadeallado,¿veusted,aquelladelapuertafalsa?;puesbien,élpuedesalirasugustoyrecibiraquienquiera sinquenosotros sepamosnada.Nuestropropietariono sabemásquenosotrossobreesto;cuandollamanalapuertafalsa,elseñorBrunoesquiensaleaabrir…

—¿Entonces?—dijoCerizet—,¿ustednohavistopasar a ese señor conquienelancianomisteriosohablaenestemomento?

—¡Yaveusted!,no…

—Es la hija del tío de Teodosio—se decía Cerizet al subir al coche—.¿SeráDu Portail el protector que hace tiempo envió los dosmil quinientos

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francosamiamigo?…¿Siyoleenviaseunacartaanónimaparaanunciarleelpeligro que hacen correr al joven abogado veinte mil francos en letras decambio?

UnahoradespuésllegóunacamaplegableparalaseñoraCardenal,aquienlacuriosaporteraofrecióservirlacomida.

—¿Quiereustedveralseñorcura?—preguntómamáCardenalasutío,aquienelmontajedelacamapreocupaba.

—¡Yoquierovino!—respondióelpobre—,ynootromedicamento.

—¿Cómosesienteusted,papáPoupillier?—inquiriólaportera.

—Nomesiento—contestóél,sonriendo—;hacedocedíasquenovoyaminegocio…

La mendicidad religiosa, su puesto en la puerta de la iglesia de SanSulpicioeraelnegocio…

—Vuelveensí—dijomamáCardenal.

—Ellosmeroban,noseocupandemí—continuabaél,lanzandomiradasamenazadoras—. ¡Ah!, hete aquí, mi querida Cardenal, un nombre deiglesia…

—¡Quégustodeverosmejorar!—exclamólaCardenal.

Elcentenariohabíavueltoarecaer.

—Dalomismo;élpodrátestar,comodicemimono—elpueblodaalasgentesdenegocioselsobrenombredemonos.Estenombreselodantambiénaloscontratistas.

—Ustednomeolvidará—dijo laportera—;fuiyoquiendijeaPerrachequefueseabuscarla.

—¡Olvidaros!;yoolvidaríaalbuenDios,hijamía…Tanverdad,comoquemellamoPoupillier,queledarélobastanteparahacerestallareldelantal…

Cerizetregresóalcomienzodelanochedespuésdehaberhechotodaslasdiligencias para conseguir las actas necesarias para su matrimonio y hacerpublicarlosedictosenlasdosAlcaldías.Unasolatazadeaguadeadormiderashabía hundido en profundo sueño al viejo Poupillier. La sobrina y Cerizettrasladaron al centenario de una cama a la otra. Después, con impúdicarapidez, deshicieron la cama y hundieron la paja del colchón, la caja decaudalesdelosmendigos.Elcolchónestabavacío,peroelcamastroteníaunfondo de madera, semejante a una gaveta, y la pesadez del camastro, queaquella mañana mamá Cardenal no había podido mover, se explicó por símismacuandolosdosherederossedieroncuentaqueexistíaundoblefondo.

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Afuerzaderebuscar,Cerizetterminópordescubrirqueeltravesañodelanteroestaba escondido por medio de una tapa ajustada como las que cierran lascajas de dominós.Cerizet tiró de esta lengüeta y vio cuatro cajones de trespulgadasdeespesor,completamentellenosdepiezasdeoro.

—Losreemplazaremosconpiezasdediezcéntimos—dijotocandoconelcodoamamáCardenal.

—¿Cuántotieneahí?

—Noventa mil francos; por lo menos treinta mil por caja —respondióCerizet—;eldotedevuestrahija.Perovolvámosleasucama;nadaserá tanfácilcomoexplotarestaminaunavezconocidoelingeniososecreto…

—Debe de haber comprado esta cama de avaro en casa de algúncomerciantedemuebles…—exclamólaCardenal.

—Veamos si puedo llevar mil piezas de cuatro francos —dijo Cerizet,llenando de oro los dos bolsillos de su pantalón, donde pudo guardartrescientaspiezas; losdosbolsillosdesuchaleco,dondemetiódoscientas,ylosdosdesulevita,dondeguardódoscientascincuenta;dentrodelpañuelo,ydoscientas cincuenta en el demamáCardenal—. ¿Tengo aspecto de irmuycargado?—preguntó,caminandoporlabuhardilla.

—¡No!…

—Puesbien;encuatroviajes,elorodeloscajonesestaráenmicasa.

El viejo, dormido, fue de nuevo colocado en su cama, yCerizet caminóhastalaplazadeSanSulpicio,dondetomóuncochequelecondujoasucasa.Para no despertar sospechas, volvió una segunda vez acompañado de unmédicodelbarrioSanMarcelo,queestabaacostumbradoavisitaralospobresyconocíasusenfermedadesylaconsultaestabaterminadahacialasnueve.Elmédicodeclaróqueelviejonopasabadetresdíasalverletanprofundamentedormido por el efecto de la taza de adormideras; en seguida que elmédicohubosalido,Cerizettomóuna…

(AquíterminaeltextodejadoporBalzac.)

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