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LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX) Compiladores: Félix R. Huertas González, Ph.D. Juan E. Roque Rivera, Ph.D.

LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)gis.otg.pr.gov/Downloads/Informes/LosPueblosdelaRegion... · 2017. 6. 15. · 6 los pueblos de la regiÓn

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  • 1 LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)

    LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU

    HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)

    Compiladores:Félix R. Huertas González, Ph.D.

    Juan E. Roque Rivera, Ph.D.

  • Esta publicación es parte del proyecto Los pueblos de la región centro-oriental y su historia (siglos XIX y XX), subvencionado por la Fundación Puertorriqueña de las

    Humanidades (National Endowment for the Humanities)

    LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU

    HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)

    Compiladores:Félix R. Huertas González, Ph.D.

    Juan E. Roque Rivera, Ph.D.

  • 4 LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)

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    AGRADECImIENTOSDra. Sarai LastraVicerrectora Recursos de Información UTDra. Beatriz Cruz SotomayorDirectora Departamento de Idiomas UTVíctor m. PérezCoordinador Audio VisualBertha mercado VegeranoDirectora Programa Talent Search UTDamaris DelgadoCoordinadora Servicios Administrativos MCEHAnabelle m. SoláDirectora Mercadeo UTJoelis A. moralesOficial Admisiones y MercadeoDra. Lillian LaraCoordinadora Programa Educativo MCEHHIRO Historiadores de la Región Oriental

    AUSPICIADORESFundación Puertorriqueña de las HumanidadesMuseo y Centro de Estudios Humanísticos Dra. Josefina Camacho de la NuezVicerrectoría de Asuntos Estudiantiles, Oficina de Admisiones y MercadeoTalent Search

    © 2013 Universidad del Turabo, Sistema Universitario Ana G. Méndez, Gurabo, Puerto Rico

    ISBN 0-9823230-6-9

    Dr. Félix R. Huertas GonzálezDecanoDecanato de Educación GeneralDra. Carmen T. Ruiz de FischlerDirectora MCEHIvette Guzmán VegaDirectora Auxiliar MCEH

    Dr. Juan E. Roque RiveraDirector Departamento de Humanidades y SocialesDecanato de Educación GeneralIris N. SerranoDirectora Relaciones Públicas

  • 5 LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)

    CONTENIDO

    mENSAJE DEL RECTOR 5Dr. Dennis Alicea

    mENSAJE DEL DECANO DE EDUCACIÓN GENERAL 7Dr. Félix R. Huertas González

    mENSAJE DE LA DIRECTORA mCEH 9Dra. Carmen Ruiz de Fischler

    LA ETAPA FUNDACIONAL DEL PUEBLO DE PATILLAS 10Dr. Jalil Sued Badillo

    CATALINA DíAz, úNICA mUJER GUARDABARRERA EN LA HISTORIA DEL TREN EN PUERTO RICO (1943 - 1967) 26Dra. Ivonne Acosta Lespier

    LA ELITE PODEROSA EN SAN LORENzO (1873 - 1883) 38Dr. Félix R. Huertas González

    EL PAISAJE EN LA REGIÓN CENTRO-ORIENTAL DE PUERTO RICO 66Dra. Carmen T. Ruiz de Fischler

    LA CENTRAL AzUCARERA: ORIGEN Y ESTABLECImIENTO DE LA CORPORACIÓN THE JUNCOS CENTRAL COmPANY, 1905 - 1926 82Dr. Javier Alemán Iglesias

  • 6 LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)

    CENTRAL LAFAYETTE DE ARROYO: EJE ECONÓmICO Y DE CAmBIO SOCIAL EN EL SURESTE PUERTORRIqUEñO 103Dra. Gloria Tapia

    mODERNIzACIÓN EN CAGUAS A FINALES DEL SIGLO XIX: PROYECTOS, APOYOS Y RESISTENCIAS, 1878 - 1897 127Dr. Juan E. Roque Rivera

    LAS TRANSFORmACIONES TERRITORIALES EN EL mUNICIPIO DE CAGUAS DURANTE EL SIGLO XIX 151Dra. Katia Gil de Lamadrid

    DESARROLLO URBANO Y PODER EN CAGUAS: 1890 - 1930 166Prof. Juan David Hernández

    CONSTRUYENDO EL CAGUAS DEL SIGLO XXI: LA GESTIÓN DEL ALCALDE ÁNGEL O. BERRíOS DíAz 212Prof. José Gómez Blanco

    JUNCOS Y SU HISTORIA A TRAVéS DE LA FOTOGRAFíA Y LAS FUENTES DEL ARCHIVO HISTÓRICO DIGITAL 247Dr. Félix R. Huertas González

    BIOGRAFíAS DE LOS CONFERENCIANTES 251

  • 7 LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)

    Agradecemos a la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades (FPH) el apoyo dado al Decanato de Educación General y al Museo y Centro de Estudios Humanísticos Dra. Josefina Camacho de la Nuez por la aprobación de la propuesta Los pueblos de la región centro-oriental y su historia (siglos XIX y XX).

    Dicha propuesta logró reunir a distinguidos intelectuales e historiadores de la región entre los que se encuentran Jalil Sued Badillo, Ivonne Acosta Lespier, Félix R. Huertas González, Carmen T. Ruiz de Fishler, Juan E. Roque Rivera, Katia Gil de Lamadrid, Gloria Tapia Ríos, José Gómez Blanco, Javier Alemán Iglesias y Juan David Hernández.

    Las presentaciones cumplieron con el compromiso de nuestra universidad de desarrollar un debate académico serio y profundo sobre la historia y la cultura de nuestra región. El proyecto benefició a estudiantes y maestros de la región centro-oriental de Puerto Rico. Por lo cual, la Universidad del Turabo continúa logrando su propósito de fortalecer sus vínculos con las comunidades cercanas y fomentar la investigación y la divulgación de la historia regional.

    A todos los colaboradores nuestro sincero agradecimiento.

    Dennis Alicea, Ph.D.RectorUniversidad del Turabo

  • 8 LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)

  • 9 LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)

    El Decanato de Educación General y el Museo y Centro de Estudios Humanísticos Dra. Josefina Camacho de la Nuez agradecen a la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades (FPH) la aprobación de la propuesta Los pueblos de la región centro-oriental y su historia (siglos XIX y XX). Con dicho apoyo económico logramos cumplir con el propósito de reunir a un grupo de historiadores para que compartieran sus investigaciones más recientes con los estudiantes de las escuelas públicas y privadas, los maestros de Estudios Sociales e Historia del área centro-oriental de Puerto Rico, y el público en general.

    Este libro reúne las conferencias que fueron ofrecidas por estos historiadores que abordan temas tales como las transformaciones territoriales, el desarrollo urbano y la modernización en el Caguas decimonónico, la figura de Ángel O. Berríos en el Caguas moderno, el poder de los comerciantes y hacendados en San Lorenzo, la etapa fundacional de Patillas, el desarrollo de las centrales azucareras en Juncos y Arroyo, la participación de la mujer como guardabarreras en el tren de la Central Santa Juana y el desarrollo del arte regional.

    Nuestro más profundo agradecimiento a los estudiantes, maestros, historiadores y al personal del Museo y Centro de Estudios Humanísticos Dra. Josefina Camacho de la Nuez por hacer posible este proyecto.

    Félix R. Huertas González, Ph.D.DecanoDecanato de Educación GeneralUniversidad del Turabo

  • 10 LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)

  • 11 LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)

    El Museo y Centro de Estudios Humanísticos Dra. Josefina Camacho de la Nuez, y El Decanato de Educación General unieron sus esfuerzos para organizar unas conferencias sobre Los pueblos de la región centro-oriental y su historia (siglos XIX y XX). Las conferencias dieron la oportunidad para que los investigadores que estudian diferentes aspectos de la historia y el arte de la región, presentaran los resultados de sus más recientes investigaciones. Nos llena de gran satisfacción ver el producto de estos esfuerzos culminar con su publicación, que también es auspiciada, al igual que las conferencias, por la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades.

    El propósito del libro es que la información que contiene llegue a los maestros y estudiantes de las escuelas de nivel Superior para que conozcan más a fondo la historia de su región y los diferentes enfoques que brindan los investigadores en el desarrollo de sus temas. Según se hacen accesibles más documentos históricos en los archivos nacionales, municipales y en manos de coleccionistas particulares, se vuelve imperativo retomar los temas de la historia de Puerto Rico vistos desde nuestra región y poder llevar sus enseñanzas a la totalidad de la Isla. Esperamos que esta publicación pueda inspirar a nuestros jóvenes estudiantes a seguir por esos mismos pasos buscando nuevas fuentes de estudio y lanzando las teorías que ellos mismos puedan elaborar al respecto.

    Carmen T. Ruiz de Fischler, Ph.D.DirectoraMuseo y Centro de Estudios HumanísticosDra. Josefina Camacho de la Nuez

  • 12 LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)

    LA ETAPA FUNDACIONAL DEL PUEBLO DE PATILLAS

    Dr. Jalil Sued Badillo

    PARTICULARIDADES GEOGRÁFICAS DE LA REGIÓNPatillas, como la parte más oriental de los valles del sur, se reduce territorialmente para formar una topografía distinta a los sectores circundantes. Este hecho le implanta una personalidad geográfica propia que la convirtió en la región más fértil y de producción más variada del todo el llano costero insular por tres siglos. Su terreno montañoso que toca el corto llano costero, es irrigado por docenas de quebradas y riachuelos que hinchan sus tres ríos permanentes: el Patillas, el Jacaboa y el Chico. El mayor de estos, conocido anteriormente como río Guayama, es el único en la costa sur de recibir el apelativo de “Grande”. También se advierte en la región su temprano atractivo a la colonización económica o agrícola temprana por la introducción de frutos foráneos, como el cacao, las patillas, las uvas, la caña de azúcar, la malagueta, el café y muchos otros productos. Patillas fue sin dudas, una de las primeras regiones insulares en ser colonizadas agrícolamente.

    En Patillas, por otro lado, la precipitación anual es mayor que en Guayama o Arroyo, de los cuales forma parte. Este factor añadido a su cambiante topografía (llano corto, montañas cercanas, puerto) le imprimieron una personalidad geográfica y económica propias y distinta a sus regiones cercanas.

  • 13 LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)

    La existencia de su puerto en el Bajo igualmente le implicó una actividad comercial con el exterior muy temprano en el siglo XVI y cuyos efectos debieron sentirse temprano también en la transformación de su suelo. La demanda por sus maderas, tabaco y ganado, por ejemplo, implicó deforestación prematura, al menos en sus regiones costeras. Domínguez Cristóbal, en su importante estudio forestal de Puerto Rico, nos ilustra que para el siglo XVIII:

    Las especies madereras reportadas en contrabando así como los lugares donde este comercio se efectuaba poseían ciertas peculiaridades. Por Guayama se realizaba el mayor volumen de este comercio general. Guayama contrabandeaba la casi totalidad de la pimienta de Tabasco y asumía el liderato con el palo de mora (Manclura tintórea). Dicha especie representaba el 61.76% de ese tipo de comercio maderero.1

    No olvidemos que el Guayama de entonces es referencia a Patillas. Aunque la historia con el comercio de contrabando fue una práctica extensa que envolvió otros sectores insulares, las regiones que contaban con un puerto, como Patillas, fueron más fuertemente y más tempranamente involucradas. El viajero George Flinter alabó las ventajas del puerto de Jobos para el comercio de grandes barcos pero también señaló los factores que lo inutilizaban.2 En primer lugar los arrecifes a su entrada y en segundo lugar las marejadas a la boca entre los meses de junio a noviembre impedían su eficiente manejo. No obstante, Jobos siempre fue guarida para pequeños barcos de contrabandistas locales y del exterior. No olvidemos que fue en Jobos que la marina estadounidense capturó a Cofresí. De todos modos, el puerto del Bajo fue prácticamente el único en uso hasta llegado el de las Salinas de Coamo durante los primeros siglos coloniales y solos superados por Buenavista de Humacao. El puerto de Arroyo, como veremos más adelante, fue opción tardía en el siglo XVIII, afectado por la inferioridad de sus tierras todavía incultas y por su escasa población aunque al parecer se concentraba hacia Patillas. Geográficamente el valle de Guayama, es clasificado como parte de una continua llanura costera que corre ininterrumpidamente desde Peñuelas hasta Patillas, donde termina abruptamente la cuchilla de Pandura. Ese llano costero es, geológicamente, de suelos de aluvión 1 Carlos Domínguez, Panorama histórico forestal de Puerto Rico. (Río Piedras: Editorial de la Universidad de P.R., 2000), pág. 100.2 George Flinter, An Account of the Present State of the Island of Puerto Rico. London 1834. (Academia Puertorriqueña de la Historia, 2002), pág. 37.

  • 14 LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)

    y otros no consolidados, y además, de clima seco subtropical.3 Sin embargo, las diferencias locales son importantes. Los distintos sectores llaneros costeros no son de igual tamaño a lo largo de la franja sureña; la distancia de estos a las zonas montañosas tampoco, la relación de tierras a ríos y quebradas es muy variada, así como lo son sus costas vis a vis playas, mangles, puertos, etc. Y el drenaje subterráneo de las cordilleras no aflora en todos los llanos con igual distribución. En otras palabras, no todos los sectores de la misma región costera sirven para las mismas actividades económicas o de asiento poblacional. Si a las limitaciones o ventajas ambientales se les imponen actividades o determinaciones agravantes, los efectos serán adversos.

    La región de Patillas dentro del valle de Guayama, y aun dentro del más amplio llano costero del sur fue extremadamente rica en árboles, muchos de ellos madereros. Así lo deja constado el informe de Pedro Tomás de Córdoba en 1830. Mucha de esta riqueza se traficó clandestinamente a otras áreas del Caribe en los siglos anteriores al XIX por el puerto del Bajo. Las muy lucrativas colonias europeas en las Antillas menores no tenían recursos de bosques y consumieron muchas maderas finas de Puerto Rico para sus viviendas, construcciones comerciales y para leña. Lamentablemente, la introducción del cultivo de la caña de azúcar, como monocultivo de exportación, deforestó también mucha de la región y transformó su paisaje.

    La primera mención del nombre Guayama aplicado al río de Patillas es tan temprana como del año de 1526 –o muy próximo– y aparece en la obra del cronista Gonzalo Fernández de Oviedo: “las salinas e delante de ellas está el río de Guayama...” Para el 1537 el puerto del Bajo ya estaba en uso comercial –activo o esporádico– como lo demuestra el arribo de una carabela de García Troche, vecino y regidor de la capital y yerno de Juan Ponce de León, quien iba con destino a la isla perlera de Cubagua, frente a la costa de Venezuela. El dato es importante porque fija el puerto de Guayama, en el Bajo, como eslabón muy temprano en el tráfico con Tierra Firme, de donde se traían esclavos, sal, pescado y muchos otros artículos para la economía inicial de la isla.4

    El contrabando, que se convirtió en el medio más eficaz para abastecer la isla de mercaderías y darle vida a una economía estrangulada por el

    3 Tania López Marrero y Nancy Villanueva, Atlas ambiental de Puerto Rico. (U.P.R., 2006).4 Salvador Tió, Nuevas fuentes para la historia de Puerto Rico. (San Germán: Universidad Interamericana, 1961), pág. 443.

  • 15 LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)

    exclusivismo español, se afincó en sectores distantes de la capital. Patillas jugó ese papel durante los primeros 300 años de historia colonial. A finales del siglo XVIII los pueblos costeros de la isla estaban, como hemos visto, entretejidos con las redes del contrabando caribeño. Pierre Ledrú es enfático al declararlo:

    La mayoría de los habitantes, y en particular los del interior de la isla, no consumen otros artículos que los que produce el país, pero los que viven en las costas compran a los extranjeros harina, vino, aceite, aguardiente y salazones, así como telas de hilo y algodón, armas, quincallería, alhajas y los vestidos que usan… El contrabando se hace más frecuentemente con los puertos de Fajardo, Humacao, Guayama, Coamo, Ponce, Yauco, Cabo-Rojo…5

    En 1799, dos años después del ataque inglés a San Juan, el Cabildo capitalino continuaba acusando el tráfico ilícito de ganado señalando las regiones desde donde se exportaba como las de Loíza hasta Guayama, que de ninguna otra parte pueden tomar el ganado (el enemigo) que de esta isla y de la costa al sur desde Loíza hasta Guayama, donde se hacen continuos embarcos clandestinos con tolerancia de muchos de los jueces territoriales.6

    Resulta de particular interés el que el principal traficante era nada menos que el mismo Presbítero de Patillas, Nicolás Zengotita, sobrino del obispo, y lo dirigía desde su casa y punto en el Bajo.7

    La región insular del sureste, desde Fajardo en adelante, resultaban tierras distantes, poco pobladas y sujetas a frecuentes asedios de indios refugiados o del exterior y de corsarios extranjeros, pero estaban estratégicamente localizadas para los contrabandistas españoles y criollos. Eran tierras dedicadas mayormente a la crianza de ganado y frutos menores para el contrabando. En el siglo 18 la región de Patillas se destacó como productora de pimienta de Tabasco, o de Malagueta, y en la segunda mitad del siglo XVIII como productora de café. Pero estas actividades de recolección, más que de cultivo agrícola, siempre fueron secundarias ante la actividad principal que fue la ganadería. Porque la actividad económica más importante en la isla durante los siglos XVII y XVIII no fue agrícola, sino ganadera, es decir la crianza de ganado vacuno, caballar, porcino y lanar. Inicialmente su beneficio se

    5 André Pierre Ledrú, Viaje a la isla de Puerto Rico. 1797. (Instituto de Literatura de P.R. y Universidad de P.R., 1957), págs. 118 – 119. 6 Actas del Cabildo de San Juan.7 César A. Salcedo Chirino, “Estragos tropicales de la lujuria: las transgresiones venéreas del clero en Puerto Rico” Op. cit. Núm. 18. (2007).

  • 16 LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)

    derivaba de los cueros a exportarse a Europa clandestina y legalmente; más tarde se concentró la ganadería en la exportación de animales vivos, principalmente a las colonias no españolas del Caribe, y, por supuesto, el procesamiento de sus derivados. El ganado proliferó extraordinariamente en las llanuras costeras o sabanas y valles del interior de la isla, tierras con muy escasa población humana y con un buen mercado exterior para su producción. Nuestra región de Patillas fue una de las más tempranas en ver la ganadería desarrollarse económicamente. La existencia de estas manadas llevó al reparto de tierras desde el siglo 16 en unidades llamadas hatos, o ranchos muy grandes, algunos de cientos y hasta miles de cuerdas donde se concentraba ganado realengo y ganado doméstico.

    Las primeras descripciones documentales, hechas por viajeros durante la última mitad del siglo 18 destacaron las condiciones muy favorables de la región de Patillas y su contraste con el sector occidental del valle.

    …que entre los dos focos de población existía una riña por colindancias y traspasos indebidos. En la región de Patillas habitaban los hacendados más ricos y sus crianzas de ganado, entre ellos de caballos que afectaban los cultivos de los campesinos pobres. Estos se venían moviendo progresivamente hacia el oeste, hacia tierras arroyanas, cercanas al pueblo de Guayama allí. Pero cuando las tormentas afectaron el pueblo, los hacendados de Patillas, dirigidos por García Salinas entre otros, intentaron trasladar no solo la parroquia a Patillas sino el pueblo de Guayama mismo. 8

    En 1771 el valle de Guayama contaba con 8 hatos, 66 criaderos y 209 estancias dentro de un territorio que corría desde Jobos hasta Maunabo.

    Para fundar un pueblo las tierras no podían ser de propiedad privada, así que fundaciones y desmantelamientos de hatos iban de la mano. Ese importante trasiego de cambios en las clasificaciones territoriales que ocurrieron nos ayudarán a entender al menos los traslados de pueblos que también se efectuaron.

    En 1793 se funda el pueblo de Yabucoa y en 1799 se funda el pueblo de Maunabo, como comprobación del movimiento poblacional y los cambios territoriales a que aludimos.

    8 A.G.I. Ultramar 500.

  • 17 LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)

    RESUmEN

    A manera de resumen, entonces, hasta entrado el siglo 19, cuando las nuevas fuerzas económicas internacionales orientaron la isla hacia la siembra de cañas de azúcar, hacia el uso del riego y hacia la intensa y extensa destrucción de los bosques costeros, el río de Guayama, hoy el Grande de Patillas, era una divisoria entre dos ambientes ecológicos distintos, como ya hemos visto. Las tierras superficialmente áridas, de arboleda espinosa y zarzales (aunque también de importantes fuentes de maderas muy útiles) y propensa a sequías prolongadas, cubrían mucho de las actuales municipalidades de Arroyo y Guayama. Mientras que la región de Patillas, con su caudaloso río y sus numerosas afluentes, su cercanía a las montañas, su mayor nivel de precipitación anual y su efectiva integración del recurso costero al interior, formó el ambiente más favorable para el acaparamiento y colonización temprana de la región.

    ACTIVIDAD ECONÓmICA Y LAS FUNDACIONES DE PUEBLOS

    En sociedades donde la ganadería fue la actividad económica principal –como en el Puerto Rico de los siglos XVII y XVIII– los pueblos, o caseríos formales eran poco importantes, secundarios e incluso indeseables para la inmensa mayoría de la población campesina, a menos que ofrecieran beneficios concretos como puertos o acceso a mercados. Los patrones de asentamiento o preferencias para establecerse eran de dispersión y unifamiliares. La gente vivía desparramada sobre la geografía regional, y las pretensiones estatales por controlar a los vecinos o reducir sus ilegalidades no fue muy exitoso. Solamente las exigencias religiosas implantaron un tipo de poblamiento precario, casi móvil, en torno a la asistencia a sus rituales en días de guardar. Por lo general, la mayoría de los llamados pueblos no fueron más que unos pocos bohíos y un débil templo que apenas soportaban una sequía prolongada o una tormenta. La gente residía en sus estancias y conucos, con sus cultivos y corrales dedicados a rutinas variadas en un aislamiento improductivo y embrutecedor. Esa incomunicación social fue una de las experiencias más formativas de la cultura e idiosincrasia criolla, como lo fueron también de su atraso material.

  • 18 LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)

    EL PUEBLO DE GUAYAmA EN ARROYO

    Después de esta extensa panorámica de los procesos sociales y naturales que ocurriendo en el valle de Guayama, podemos volver a contestarnos la pregunta: ¿Dónde estaba esa nueva población de Guayama que visitara el teniente a guerra de Coamo en 1750? Razonablemente el primer pueblo del valle de Guayama debió haberse formado en las tierras costeras de la Patillas actual. Era estratégicamente conveniente por su puerto, poblada nutridamente por siglos y agrícolamente muy apta. Creemos que no ocurrió porque sus tierras estaban convertidas en hatos privados dedicados a la crianza de ganado y no abiertas a uso público. Igual ocurría con el lugar donde actualmente está el pueblo de Guayama, como ya hemos documentado. Claramente, los focos poblacionales iniciales giraron en torno a sus puertos como primer factor. Así ocurrió con el caso del Bajo por siglos, y posteriormente con Arroyo. Si no se afianzaron como núcleos urbanos se debió a causas a veces fortuitas, como las inclemencias del tiempo o al control privado de los terrenos circundantes.

    La opción, claramente, fue un lugar intermedio, relativamente satisfactorio y posible, y con puerto también. En 1769, cuando Iñigo Abad visitó la región, no dejó duda alguna de la ubicación del pueblo de San Antonio de Padua de Guayama:

    Este PUEBLO de Guayama es el primero, por esta costa desde la ciudad de Puerto Rico, que tenga sus casas congregadas y serán hasta …200 formadas en un espacioso cuadro, dejando su plaza y iglesia en el centro; está situado en un arenal árido y estéril: el mar lo circunda por Oriente y Mediodía, por el norte las montañas de la cordillera y cabo de mala Pascua y por el poniente una dilatada llanura que solo produce arboles infructíferos y cubiertos de espinas, aunque de maderas muy sólidas y útiles; junto al pueblo corre el río de la Vigía de poco caudal.9

    Volviendo al pueblo de Guayama, de que nos desviamos, desembocan en su costa el río del Manglar, que es de poco caudal, y el de Guamaní, a una legua al Sudoeste; este terreno [alude al de Guamaní] está cubierto de palmas eminentes que forman un hermoso bosque…pasado este palmar empieza la playa del salitral de Aguirre.10

    9 Iñigo Abbad y La Sierra, Historia geográfica, civil y natural de la isla de San Juan Bautista de Puerto Rico. (Río Piedras: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1971), pág. 295.10 Ibid., pág. 299.

  • 19 LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)

    Los ríos que se denominan entonces como Vigía y Manglar son actualmente el Yaurel, también conocido como Niguas y el río Seco. Pedro Tomas de Córdoba señaló que al Yaurel le nutrían en su época diez quebradas.11 Ambos ríos están en Arroyo y el Guamaní, al lado del Guayama actual estaba entonces a una legua de distancia al sudoeste. La repetición de estos datos no deja margen de duda que Iñigo encontró el pueblo de Guayama en tierras del actual pueblo de Arroyo, que nosotros ubicaremos en el barrio que entrado el siglo 19 se llamó Sabana, luego Sabana Eneas y finalmente Cuatro Calles – Ancones. El Guayama actual no está situado en un arenal árido y estéril, sino en una meseta de suelos variados. Y por supuesto, por más que se extienda, su frontera oriental no la forma el Cabo de Mala Pascua. Más adelante en su viaje fray Iñigo deja unas descripciones sobre la construcción de las viviendas que obviamente las hizo mientras estaba en Arroyo y antes de la gran tormenta del mismo año en que visitó.

    El pueblo de Guayama se encontraba en las inmediaciones norteñas del actual pueblo de Arroyo, en medio de una ancha sabana que tenía contigüidad y continuidad con el valle patillense, su río grande y su puerto del Bajo. El camino que unía corría por el barrio actual de Ancones.

    Sabemos que la relación era claramente competitiva entre los dos focos poblacionales porque en 1774, en pleno apogeo del Guayama arroyano, se funda la ermita de San Benito Abad como Ayuda de Parroquia a la parroquia central que estaba en Arroyo. Eso quiere decir que la población en la región de Patillas continuaba pujante y la iglesia reconocía sus necesidades regionales también.

    LA ERmITA DE SAN BENITO ABAD EN PATILLAS

    En 1774 se funda la primera ermita de Patillas bajo la advocación de San Benito Abad. La funda durante su visita pastoral el Obispo Fray Manuel Jiménez Pérez quien llegó a la isla en 1772. La ermita funcionaria en calidad de Ayuda de Parroquia, o sea, subordinada a la parroquia del Partido de Guayama, que en ese momento se encontraba en la Sabana de Arroyo. La legitimación de ermita con ayudantía de parroquia reconocía la población y los recursos económicos existentes en Patillas y era un paso preliminar a ser una parroquia independiente en el futuro.

    11 Pedro Tomás de Córdova, Memorias geográficas, históricas y estadísticas de la isla de Puerto Rico. Tomo II. (San Juan: Editorial Coquí, 1968), pág. 273.

  • 20 LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)

    Los trámites para la fundación de pueblo y parroquia implicaban numerosos asuntos:

    PROCESO FUNDACIONAL: ¿qUé ImPLICABA FUNDAR UN PUEBLO?

    • Fianza hasta en cantidad de 1000 pesos a nombre de los pretendientes que exigirán no verificándose en el término de 2 años la expresada fundación.

    • Elección de demarcación y deslinde de terrenos y guardarrayas por los parajes que exponga el teniente a guerra.

    • Abrir camino real y público, cómodo para tránsito a la capital.• Aceptación de las pesas impuestas (impuesto sobre la crianza a llevar

    a San Juan).• Compromiso de acarrear otros frutos a la capital pero no navalmente.• Formar pueblo delimitando calles y plaza, levantando casas e

    iglesia decente habilitada para el culto. El cura determinará el sitio apropiado para erigir la iglesia y poner primera piedra. Casa del Rey.

    • Asegurar la renta para el párroco (congrua) y que este sea a la voluntad de los fundadores

    • Cárcel pública• Compañías de milicias. 2 por lo general. • Teniente a guerra de mandatario. 12

    EL TRASLADO DE LA PARROqUIA Y LA FUNDACIÓN DE PATILLAS COmO PUEBLO INDEPENDIENTE

    El proceso histórico que llevó a la fundación de Patillas como pueblo está, como hemos visto, íntimamente relacionado con los traslados y las ubicaciones del pueblo de Guayama, el primer pueblo en fundarse en el valle a principios de la cuarta década del siglo XVIII. La historiografía guayamesa repite incesantemente que su fundación fue en el 1736 pero no cuenta con documentación alguna que la avale, y la evidencia que lo cuestiona es abundante, empezando con el hecho de que sus libros parroquiales, sin los cuales no pudo existir legalmente un pueblo, comienzan todos a partir del 1746. Sin embargo, como ya hemos mencionado, documentos administrativos aluden a un pueblo ya en 1741.13 Así habría de ocurrir con la fundación de Patillas también, –años antes de formalizarse su fundación como pueblo independiente,– en los documentos se le

    12 A.G.I. SD 2361.13 A.G.I. EC131 A.

  • 21 LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)

    refiere como pueblo. Este es un hecho que ha confundido a muchos investigadores porque la fundación de un pueblo no es un evento fijo o aislado, sino un proceso que pudo tomar años.

    Como hemos ilustrado, una fundación tiene que cumplir con numerosos requerimientos que a grandes rasgos podríamos dividir en dos: los político-administrativos y los eclesiásticos. Ambos son de igual importancia y ambos procesos deben concluirse para que la fundación culmine. Por lo general se fundaba un pueblo y se fundaba una parroquia a la vez. En la investigación histórica, a veces no se conoce el desenlace de uno u otro proceso y se tiende a adjudicar fundación cuando aún no se han culminado las dos duraciones jurisdiccionales. En el caso de Guayama no existen documentos sobre ninguno de sus procesos fundacionales, ni siquiera conocimiento del lugar donde se fundó actualmente. En el caso de Patillas, presentaremos en su momento los datos que hemos identificado de su fundación.

    Pero los que determinaban dónde se establecería una población y una parroquia eran realmente los grupos influyentes de la región y no un plan estratégico del gobierno o del clero central. Este hecho, por supuesto, militaría contra otros sectores de la población afectados por las determinaciones hechas. Hasta la fundación de la parroquia de Guayama entre 1736 y 1740 los fieles tenían que viajar a Coamo para cumplir con sus preceptos religiosos, aunque hubo excepciones y se permitía ir al territorio de Caguas-Buenavista. Sin embargo, esas excepciones afectaban los aspectos económicos de las parroquias envueltas y generaban reclamos y pleitos.

    Los fieles no solo rezaban, también pagaban diezmos. La fundación del pueblo y parroquia de Guayama, la única existente entre la capital y Coamo no solo respondió al reclamo de los fieles sino también a los intereses económicos dominantes en la región. Y estos, pudieron ser principalmente los mayores terratenientes, dueños de los hatos ganaderos. Por eso no resulta sorpresivo el que fueran los hateros de la región guayamesa y los de San Germán los que más oposición levantaron a la demolición de sus hatos ni que la reacción en contra del traslado de la parroquia a Patillas haya alterado el ánimo a los habitantes de la Sabana arroyana.

    Ya hemos mencionado el conflicto entre criadores de ganado y sembradores que fue dividiendo las poblaciones en dos focos. No

  • 22 LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)

    conocemos todos los pormenores de aquellos conflictos o intereses, pero el primer pueblo –como hemos dicho antes– en fundarse y su primera parroquia debió ser en Patillas, la parte más poblada, y eso no ocurrió. Hemos ya informado sobre el asunto de la demolición de hatos en la segunda mitad del siglo XVIII, y visto, que aun cuando Guayama fue fundado en tierras del Arroyo actual, el foco de población de Patillas continuó con sus reclamos de parroquia propia y eventualmente de pueblo propio. El deterioro económico del Guayama arroyano, por causales climáticas o económicas, reactivó las demandas patillense.

    CONCLUSIÓN

    Con la fundación de Patillas se afirma también el asiento formal de Guayama en su localización actual y se resuelve el conflicto tradicional entre los dos núcleos poblacionales del valle. La ubicación de Guayama en la sabana de Arroyo fue temprana pero provisional en la ambivalente situación demográfica y climatológica del valle. No sabemos cuánto influyó en su ubicación final el augurio azucarero, el debilitamiento ganadero y las reformas agrarias, como la demolición de hatos, reparto de tierras realengas y aumento de inmigrantes extranjeros. La documentación apunta a que el lugar actual de Guayama fue determinación tardía, es decir, posiblemente entre 1795 y 1810.

    mUNICIPALIzACIÓN DE PATILLAS

    Con la caída temporera de la monarquía española(1808) y la creación de las llamadas Cortes de Cádiz, que proclamaron un régimen constitucional breve en la península, sus medidas también se extendieron a las colonias. Se ordenó elegir gobiernos municipales que hasta entonces eran regidos por los llamados tenientes a guerra que fueron personajes locales nombrados arbitrariamente por los gobernadores de turno. Los tenientes a guerra se elegían de los propietarios blancos más influyentes de cada localidad, irrespectivo de sus cualificaciones como administradores. Algunos fueron incluso analfabetas. Al no existir documentos administrativos de Patillas en 1811, es posible que la fundación del pueblo haya coincidido con el régimen Constitucional en España y su fundación coincida con su municipalización.

    La fundación de un pueblo, como hemos comprobado, es un proceso y no un evento. Hasta que todos los trámites, tanto eclesiásticos como políticos, se cumplieran no se daba la fundación por efectiva. Ese trámite

  • 23 LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)

    debió comenzar años antes de 1812. Ignacio García Salinas era el teniente a guerra de Guayama, cargo que se presume, gobernaba a Patillas hasta su desprendimiento oficial. El 13 de septiembre de 1812 se llevaron a cabo las elecciones para establecer el primer gobierno municipal, es decir, constitucional en Patillas. El primer alcalde electo de Patillas fue Manuel de Rivera. La Junta electoral fue presidida por Nicolás Uribe y Zengotita, teniente a guerra de Patillas, es decir, la figura política más importante del recién fundado pueblo. El siguiente documento revela las incidencias de tan importante ocasión:

    TESTImONIO PARA FORmAR AYUNTAmIENTO EN PATILLAS – 1812

    Sr Capitán General:Dirijo a la superioridad de VM mi testimonio que demuestra lo operado en este Partido para la formación de Ayuntamiento en él, en conformidad de lo que VS me manda, en su orden instructiva de fecha 1º del presente y su orden de 23 de Mayo del presente año que se envió acompañante.

    Dios salve a VS. Signo. Patillas, 28 de Septiembre de 1812 Nicolás de Uribe y Zengotita Al Sr Don Salvador Meléndez y Bruna.

    (Sello: ………doce reales, anos de mil ochocientos ocho y ochocientos nueve Valga para el reinado de SM el………….y para el año de 1812 y 1813)

    TESTImONIO

    En el partido de San Benito Abad de las Patillas, a los trece días del mes de septiembre de mil ochocientos doce, Yo don Nicolás de Oribe y Zengotita, Teniente a Guerra de el , debía de decir y digo que habiendo recibido en la tarde de este día unas instrucciones de Su Señoría el Sr Gobernador don Salvador Meléndez y Bruna en fecha primero del presente, a la cual acompaña el real decreto de las Cortes Generales y Extraordinarias de veinte y tres de Mayo del corriente año unos documentos prescriben y ordenan el modo y forma con que debe ser establecido el nuevo ayuntamiento de este Partido. Procederé, desde luego con entero cumplimiento, publicándose por vando y fijándose en el acostumbrado paraje la correspondiente copia del enunciado real decreto y a consecuencia entre los vecinos ciudadanos para que el domingo próximo

  • 24 LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)

    veinte de este mismo concurran a esta población a verificar el nombramiento de electores, y demás, que previendo las ya citadas instrucciones. Y por cuanto así lo proveí, mande’ y firme’, yo el expresado teniente a guerra por ante los testigos de que doy fe a Nicolás de Uribe… Juan María de Velasco, Julián Blanco – a los catorce días del mismo mes hice copiar el dicho decreto de veinte y tres de mayo y seguidamente publicar por vando, leyéndolo en alta voz en los cuatro… de la plaza de esta población, cuio..mendido quedo fijado en la casa del rey según costumbre y para mas constancia lo pongo por diligencias que firmo con los de asistencia de que doy fee: Uribe, Velasco, Blanco. En 17 del mismo mes y año hice citar a los ciudadanos por medio de listas que entregue y saque a los oficiales de urbanos don Juan Morales, don Mateo Ramos, Don Manuel Sintron, y don Juan Días. Pongo lo por diligencias para que conste. – --Uribe, Velasco, Blanco.

    En diez y siete del mismo mes y año hice citar a los ciudadanos por medio de listas que entregué y saqué a los oficiales de urbanos don Juan Morales, don Mateo Ramos, don Manuel Sintron, y don Juan Ortiz. Pongo lo por diligencia para que conste. Uribe= Velazco=Blanco

    En este pueblo de San Benito Abad de las Patillas. A los veinte días del mes de septiembre de mil ochocientos doce años, después de la misa mayor y en virtud de la citación que antecede se juntaron y congregaron en la sala de la casa del rey todos los vecinos ciudadanos de este partido y …habiendo sido instruidos por mí el nominado teniente a guerra de los fines a que se reducía esta reunión y enterados plenamente se procedió desde luego al nombramiento de nueve electores que se verifico’ a pluralidad… el comandante de cuartel real del regimiento de milicias don Manuel Alvares a quien le cometió la función de secretario; subdelegado de Marina don Nicolás Arias, capitán retirado del regimiento de milicias, don Ramón O fray, subteniente del mencionado regimiento don Francisco Goyne, don Eugenio Grau, don Andrés Lebrón, don Fernando García, don Severino de Rivera, y don José Antonio Delgado, quienes quedaron advertidos de su respectivo encargo y de que debían concurrir al siguiente domingo veintisiete del dicho mes a esta misma sala a realizar las elecciones ordenadas por el citado real decreto y superior gobierno, que ofrecieron cumplir, y en fe de ello lo firmo por ante el electo secretario de que da fe: Nicolás de Uribe y Zengotita. ANTE MI Manuel Alvares Secretario.

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    En el mismo pueblo y sala de la Casa del Rey, a veinte y siete del mismo mes, convocados ya los señores electores y precedido por el señor teniente a guerra para proceder a la elección de un alcalde, cuatro regidores y un procurador sindico, bajo las formalidades ordenadas en el artículo séptimo del decreto de Corte de veintitrés de mayo resultaron electos para alcalde don Manuel de Rivera con ocho votos, para regidores don Felipe Sintron con nueve votos, don Bernardino Lebrón con ocho, don Nicolás Rodríguez por uniformidad don Juan Fernández con seis, y para procurador sindico don José Ortiz con seis; Con cuyo hecho se disolvió la referida junta y dicho..Presidente, signo….testimonio de todas las precedentes diligencias y lo remito a su………… Nicolás de Uribe y Zengotita= ante mi Manuel Álvarez.

    En 28 días del referido mes y año en cumplimiento de lo mandado en el acta anterior compulsé testimonio integro de todo y cerrado lo entrego al Sr teniente a guerra para que por su conducto se remita al Tribunal Superior de gobierno, doy fe= Álvarez.

    Corresponde a la letra con el original de su contenido a que me referí, va cierto y verdadero, corregido y confrontado y en fe de ello lo firmo como acostumbro en este Partido de las Patillas a los 28 de septiembre de mil ochocientos y doce. Manuel Álvarez

    La figura política que encauzo a Patillas como pueblo fundado y pueblo municipalizado fue Nicolás Uribe y Zengotita y no Ignacio García Salinas como se había considerado.

    Otros pueblos de la isla que adquirieron su municipalización en ese mismo año fueron Cayey, Caguas, Juncos, San Lorenzo, Juana Días, Loiza, Maunabo, Toa Alta, Añasco, Cidra y Aguada.

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  • 28 LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)

    INTRODUCCIÓNAcabamos de celebrar la Semana de la Mujer y en este ensayo pretendo rescatar la historia de una trabajadora humilde de Gurabo que fue la única mujer que ejerció el oficio de guardabarrera en la historia del tren en Puerto Rico. Y lo ejerció aquí mismo, frente a donde están los portones de la Universidad del Turabo que era donde pasaba el tren que llevaba las cañas a la Central Santa Juana.

    Por suerte hoy día los historiadores e historiadoras atendemos temas que hubiesen sido imposibles en otras épocas. Este trabajo se enmarca en dos corrientes recientes de la historiografía puertorriqueña: los estudios de género y la microbiografía.

    En cuanto a lo primero, sigo lo establecido por María del Carmen Baerga en el libro La mujer en Puerto Rico, de que: “la meta de la disciplina de Estudios de la Mujer no es escribir la historia de las grandes mujeres como tradicionalmente se ha hecho con los grandes hombres.”1 La importancia fundamental del concepto del género como categoría es

    1 María del Carmen Baerga “La articulación del trabajo asalariado y no asalariado”, en La Mujer en Puerto Rico, Yamila Azize ed. (Río Piedras: Ediciones Huracán, 1987), 111.

    UNA VOz ALTERNA DEL PASADO: CATALINA DíAz, úNICA mUJER

    GUARDABARRERA EN LA HISTORIA DEL TREN EN PUERTO RICO (1943 - 1967)

    Dra. Ivonne Acosta Lespier

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    que permitió rescatar a la mujer de la invisibilidad en la cual se le había mantenido en la historia. Este esfuerzo a su vez ha sido posible gracias a tres aportaciones fundamentales de la historiografía contemporánea: (1) el incorporar temas del trabajo cotidiano, los afectos y la vida privada, (2) el énfasis en la historia oral como método cuando los récords escritos son silentes y (3) el haber privilegiado la biografía como género. 2

    El otro género historiográfico es la microbiografía o biografía de “personas que no han sido protagónicas” de acuerdo al historiador puertorriqueño Fernando Picó en su obra Contra la corriente. 3 La biografiada en este trabajo es una “voz alterna del pasado”, como describe Picó a los sujetos de estas microbiografías.

    A la señora Díaz no la hubiese descubierto nunca en documentos escritos pero lo peor es que ni siquiera la hubiese buscado. Presumía que en el trabajo del tren no había habido mujeres hasta que conocí el trabajo de Janis Palma sobre las cortadoras de caña. 4

    Fue en el proceso de investigar la historia de la Central Santa Juana de Caguas y de la finca Mano Manca para un documental auspiciado por la FPH, que luego publiqué en un libro de Editorial Cultural, que escuché el nombre de Catalina la guardabarrera por primera vez.

    Es en el contexto de la principal central cañera de Caguas, el gigante corporativo a la cual perteneció y el sistema ferroviario que era parte esencial de la industria cañera, que ubicamos la historia de Catalina Díaz. Veamos.

    CONTEXTO HISTÓRICO

    La historia de Puerto Rico durante las primeras cuatro décadas del siglo veinte giró en torno a la industria azucarera. Es bien conocido el hecho de que ya para la década del 30 cuatro corporaciones azucareras controlaban la mayor parte de esa industria y se habían “tragado” grandes extensiones de tierra.

    2 Bridget Brereton, “General Problems and Issues in Studying the History of Women”, en Gender in Caribbean Development. (Barbados: Canoe Press, 1999). 3 Fernando Picó, Contra la corriente: Seis microbiografías de los tiempos de España (Río Piedras: Ediciones Huracán, 1995), 19 y 27. 4 Janis Palma, “Vienen tumbando caña (todavía)”(ponencia presentada en la Tercera Reunión Anual de la APH, Río Piedras, PR, 6 de octubre de 1995).

  • 30 LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)

    La Central Santa Juana de Caguas fue, desde su fundación en 1906 por unos belgas franceses, hasta su cierre en 1967, una de las centrales más importantes no sólo de la región centro oriental sino del país. Esto fue así porque la Santa Juana formó parte de uno de los cuatro emporios más importantes: la United Porto Rican Sugar Company (1927-1934) y sobre todo la sucesora de ésta: la Eastern Sugar Associates (1934-1961).

    La Eastern Sugar llegó a controlar 51 mil acres de tierra que iban desde Cayey hasta Humacao e incluían terrenos en Vieques. Parte de esos terrenos era la finca Mano Manca de Gurabo, separada de los predios de la Santa Juana por el Río Grande de Loíza. Aquí tenían sus viviendas los administradores más importantes de la Santa Juana desde 1928 (y dos de las casas se siguen utilizando por la Universidad del Turabo). También aquí tuvo su casita Catalina Díaz.

    Además de beneficiarse del tren administrado por la American Railroad de Puerto Rico5, las principales centrales azucareras establecieron 5 El único trabajo sobre el tren en Puerto Rico que conozco es el video documental de Luis

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    sus propios sistemas de ferrocarril. Ya para la década del 30 se había establecido una división adicional en la industria azucarera en términos laborales: la de empleado de las vías ferroviarias.6

    La Eastern Sugar Associates había heredado de las compañías antecesoras un sistema ferroviario enorme que conectaba la central Santa Juana con las otras centrales de Juncos y Pasto Viejo además de circunvalar el valle del Turabo trayendo cañas sembradas por los colonos en los meses de zafra para ser molidas en la Central y llevando a los colonos bagazo (para abono) y mieles.

    En la Santa Juana, como en todas las centrales, había una división de trabajo correspondiente a las dos fases que caracterizaron a la industria cañera en el siglo veinte: la fase agrícola y la fase fabril o industrial. En las dos áreas el trabajo de la mujer era prácticamente inexistente o se escondía detrás del lenguaje masculino. La fase agrícola tenía un total de 30 oficios diferentes con diferentes salarios y de los cuales la mayoría eran los cortadores de caña. La fase industrial, en las centrales, tenía 79 diferentes ocupaciones que iban desde los químicos (bien especializados) hasta los obreros.

    En un cuadro estadístico Catalina Díaz estaba escondida detrás de “guardabarrera” porque no había diferenciación por género en ninguna de las listas de ocupaciones. Las mujeres que trabajaron en la Santa Juana las encontré a través de entrevistas a otras mujeres. Éstas eran las que hacían trabajos de servicio a los demás obreros: la administradora del hotel de la Central, las telefonistas, las que preparaban los filtros para colar el melao y por supuesto, las más invisibles todavía por lo obvias: las secretarias.

    Bajo el Vicepresidente de la Fase Fabril había un Superintendente de Ferrocarril y Marina y éste a su vez tenía bajo su cargo a cinco Superintendentes de Tráfico, uno por cada una de las centrales que administraba la Eastern Sugar. Cada uno de estos superintendentes a su vez tenía un Jefe de Tráfico y había uno en cada una de las centrales, excepto Cayey a la cual se llegaba por camión por lo montañoso del área.

    Molina Casanova Boleto de Ida de 1982 en el que se reseña el último viaje en septiembre de 1953.6 Toda la información sobre los oficios existentes en las centrales la encontré en el libro de Arthur D. Gayer et.al. The Sugar Economy of Puerto Rico (New York: Columbia University Press, 1938), 232-233.

  • 32 LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)

    El Jefe de Tráfico tenía un cuadro telefónico (que tenía dos mujeres trabajando: doña Lolita y doña Ramonita) para mantener comunicación con la Central Juncos y la Pasto Viejo. Por la noche el turno lo hacía el despachador. El Jefe de Tráfico controlaba el tráfico de locomotoras dándole instrucciones al conductor por teléfono para dar autorización de marcha. 7

    El señor Rafael Pancorbo Ortiz comenzó a trabajar como Jefe de Tráfico de la Santa Juana en 1945, en donde estuvo hasta el 1963. Pancorbo fue el jefe inmediato de doña Catalina Díaz.

    CATALINA DíAz: GUARDABARRERA

    Nació Catalina Díaz el 25 de noviembre de 1911 en Gurabo, en la “calle de las Habichuelas”, según su hija Gloria.8 Su nacimiento, como el de tantos hombres y mujeres en épocas pasadas, fue producto de la seducción de un rico hacendado a una joven de origen humilde. En este caso un tabaquero rico de apellido Marcano de Gurabo con Estervina Díaz, de origen desconocido por sus hijas. Al nacer los gemelos producto de esa unión, el señor Marcano se los quitó a su madre y los llevó a su casa. Allí se crió y trabajó en calidad de sirvienta Catalina. Como consecuencia, nunca pudo asistir a la escuela.

    Cuando tenía diecisiete años Catalina, que nunca utilizó el apellido Marcano y se puso siempre el de su madre, se fue a Santurce con una hermana. Allí conoció a Manuel Freijo que era de origen gallego y trabajaba en la Funeraria Buxeda como chofer de carros fúnebres. Se casaron en 1928 y a los cinco años nació Gloria y en 1936 su hermana Carmen. Seis meses después de ese nacimiento murió el señor Freijo.

    Al quedar viuda con una niñita de tres años y otra de meses, Catalina decidió regresar a Gurabo. En Mano Manca había una familia venezolana dispuesta a adoptar una de sus hijas. Catalina decidió irse a trabajar como “sirvienta” (como se decía, y era, en aquella época) con otra familia que vivía en el mismo sector de Mano Manca: los Mujica.

    7 Entrevista al señor Rafael Pancorbo Ortiz en marzo de 1996. Según don Rafael, en el tren había un “crew” de cuatro personas: el conductor, el maquinista (que conducía la locomo-tora), el fogonero (que se encargaba de la caldera pero ya en los 40 se usaba el petróleo) y el guardafreno (iba en la cola por si había alguna avería). 8 Entrevista a Gloria Freijo Díaz en su hogar en 1992 y 1996.

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    La casa de los Mújica quedaba frente a lo que se conocía como “cruce de Mano Manca” porque era el sitio preciso donde pasaba el tren hacia y desde la Central Santa Juana y también estaba la carretera que llevaba desde Caguas a Gurabo y otros pueblos cercanos. En aquel cruce había un letrero que avisaba con el R/R que debían ser cautelosos porque podía venir un tren y unas varetas levantadas para dejar fluir el tráfico de automóviles.

    Al lado de la vía del tren había una casita pequeña y vivía un joven que trabajaba como guardabarrera. Su nombre era Obdulio Torres y le decían “Yuyo el Corino” por un defecto en una pierna. Catalina conoció al joven, se enamoraron y se casaron (por lo Católico en Gurabo en 1940 apunta su hija Gloria). Vivieron en la misma casita la cual agrandaron debido a que nació una tercera hija: Irma. 9

    Catalina comenzó a trabajar como guardabarrera para ayudar a su esposo: en lo que él descansaba ella hacía turnos y en el tiempo de zafra 9 De acuerdo a Gloria Freijo su padrastro fue un hombre muy bueno y recordó que las tres hermanas se quedaron con él mientras Catalina estuvo muy mala en el hospital al dar a luz unos gemelos que no sobrevivieron.

  • 34 LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)

    ella trabajaba de día y él de noche. Pero a los pocos años de casados, en 1943, al señor Torres le dio un ataque y según expresión de la época, “se volvió loco” y fue recluido en el manicomio. En ese año fue que Catalina Díaz comenzó a trabajar a tiempo completo en sustitución de su marido.Su jefe inmediato, Rafael Pancorbo se lo permitió porque “ella lo necesitaba para mantener a sus tres hijas”.

    Tuvo suerte Catalina porque para esta época en la Central Santa Juana quienes administraban eran casi todos puertorriqueños. Se había regresado al paternalismo que había caracterizado las relaciones entre los trabajadores y patronos antes de que se estableciera el sistema gerencial estadounidense con la United Porto Rican Sugar Company. 10 Tuvo suerte además porque el señor Pancorbo fue un ser humano de una calidad extraordinaria. Fue el único puertorriqueño que quedó en la Santa Juana cuando los hawaianos de la C. Brewer la compraron a la Fajardo Eastern Sugar en 1961. La razón para mantenerlo fue la excelente relación que tenía con los obreros pues lo necesitaban para negociar los convenios colectivos.

    Catalina quedó viuda nuevamente a los 31 años con tres niñas que sostener y educar como ella nunca tuvo la oportunidad. ¿Por qué no regresó al trabajo doméstico que estaba disponible y era seguro y protegido? De acuerdo a su hija mayor, Catalina ya se había acostumbrado a tener su espacio privado en su casita en Mano Manca y sobre todo sin jefes inmediatos supervisándola, o peor, dándole órdenes.

    Aunque Gloria no lo dijo en nuestra entrevista, estoy segura de que había otra razón y es que en esa época éste era un trabajo humillante, como el mismo nombre con el que se denotaba indica: “sirvienta”. Helen Icken Safa dice en un ensayo que de todos los trabajos destinados a las mujeres en la clase trabajadora, el servicio doméstico es sin duda el más humilde, “buscado solamente por mujeres a quienes no les queda otra alternativa”. 11 Obviamente Catalina pensaba que tenía otra alternativa.

    Su jefe, Rafael Pancorbo, se confrontó con dos problemas para mantener a Catalina como guardabarrera al quedar viuda. En primer lugar, tan

    10 La relación tipo vertical que tenía Catalina con su jefe inmediato no impidió, sin embargo, que años más tarde ella ingresara en la C.G.T. como los demás obreros de la Santa Juana. Ello demuestra una conciencia de clase y de lo que eran sus derechos que le permitió ir por encima del “agradecimiento” que sentía por el buen trato de Pancorbo. 11 Ver: Helen Icken Safa, “Conciencia de clase entre las trabajadoras en Latinoamérica: un estudio de casos en Puerto Rico”, en Edna Acosta Belén, La mujer en la sociedad puertorriqueña (Río Piedras: Ediciones Huracán, 1980), 165.

  • 35 LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)

    pronto murió Torres había mucha gente entre los trabajadores de la Santa Juana pidiendo el trabajo que quedaba vacante. Para los trabajadores de la caña, sometidos anualmente al ritmo de la corta zafra y el largo tiempo muerto, el trabajo de guardabarrera era de los pocos que era permanente. Se trabajaba todo el año.

    Estaba también el problema de que cuando Torres vivía (pero estaba recluido en el manicomio) Catalina hacía los dos turnos (de día y de noche) durante los tres meses de la zafra y le pagaban a los dos. Ahora el Departamento del Trabajo prohibiría que se pagasen los dos turnos a una sola persona.

    Pancorbo decidió mantener a Catalina sola como guardabarrera por encima de los reclamos de otros trabajadores y por encima de los señalamientos de que era una mujer a quien se lo daba. Las razones de don Rafael iban más allá del afecto que había desarrollado por Catalina y sus tres hijas o del sentimiento de pena el “ay bendito”- tan común en nuestra gente. Ante todo Pancorbo tenía que considerar la eficiencia porque se trataba de un trabajo sumamente serio y de mucha responsabilidad. En sus propias palabras: “Catalina tenía mi admiración por su dedicación al trabajo. Nunca tuvo un accidente. En otros cruces de trenes hubo accidentes serios, muchas muertes. En el cruce de Mano Manca nunca hubo un accidente y se lo debíamos a Catalina. Fue una persona con un grado excepcional de responsabilidad y con un carácter muy fuerte, todo el mundo la respetaba. Yo me acostaba tranquilo porque sabía que no iba a pasar nada”.

    No le fue difícil a Pancorbo convencer a su jefe de que mantuviese a Catalina como guardabarrera en forma oficial. Los primeros complacidos con su trabajo eran los administradores de la Central que vivían en Mano Manca y eran testigos de su trabajo.

    Hay otro detalle sobre la calidad del trabajo de Catalina Díaz que apunta a una diferencia en los sexos: “no faltaba nunca a su trabajo” mientras que los trabajadores varones en la Central faltaban mucho más. ¿Y cómo resolvieron el asunto del pago doble en tiempos de zafra? Don Rafael Pancorbo admitió con una sonrisa de complicidad: “clandestinamente se le pagaba por dos turnos”.

    El caso de Catalina Díaz como trabajadora es una prueba más de lo que dice Helen Safa sobre las mujeres que son cabeza de sus hogares: “están

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    más inclinadas a desarrollar un compromiso más fuerte hacia su rol de trabajo, porque ellas se convierten en las principales aportadoras dentro de la familia”. 12

    EL TRABAJO COmO GUARDABARRERA

    Los guardabarreras existían solamente en el sistema de trenes de las centrales azucareras pues el tren comercial tenía varetas automáticas en los cruces. El problema era que cuando se iba la luz no funcionaba el sistema.

    En la Santa Juana los guardabarreras estaban situados en los cruces más peligrosos: uno en el de Mano Manca y en Pasto Viejo y dos en el de Bairoa en Caguas porque era el más peligroso de todos. En otros cruces el personal mismo del tren cubría la necesidad de subir y bajar las varetas. El cruce de Mano Manca era peligroso por ser a la vez una pendiente y una curva en el último trayecto de todos los trenes hacia la Central Santa Juana.

    El trabajo del guardabarreras consistía en estar pendiente de la llegada de un tren para de inmediato cerrar el tránsito a los vehículos. La única señal de que se acercaba el tren era el pito que el conductor sonaba tres veces cuando el tren estaba como a 500 metros de distancia del cruce. Esto le daba unos quince minutos al guardabarreras para bajar las varetas si era de día. De noche tenía que utilizar linternas: roja de aviso de no pasar y blanca permitiendo el paso.

    Según recordaron sus hijas en nuestra entrevista, cuando sonaba el tren, a la hora que fuese, Catalina tenía que correr a una caseta pequeña que había fuera de su casita en Mano Manca. En esa caseta había lo siguiente: una macana (para protegerse de noche), las dos linternas, una bandera blanca y una bandera roja de peligro.

    Además de los trenes cuyo paso no tenía horario fijo, había que dar paso a las brigadas de reparaciones que pasaban por la vía y también había que bajar las varetas para evitar un choque con los automóviles. Las brigadas tenían una hora fija: salían a las 7:30 de la mañana y regresaban a las 3:30 de la tarde. Catalina ponía una alarma de un “reloj matraca” para saber a qué hora tenía que bajar las varetas. Según la otra hija, Sor Gloria: “cuando mami se iba a bañar ponía a las hijas a velar”.

    12 Helen Icken Safa, op. cit., 168.

  • 37 LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)

    El problema grande era en los meses de zafra porque el tráfico era constante y casi no podía descansar pues había que hacer dos turnos. En la noche tenía que quedarse en la caseta fuera de su casa porque era continuo el paso de trenes. A veces tenía tres trenes a la vez pendientes de cruzar.

    Al principio había dos varetas que bajar y luego volver a subir, pero en los 50 se ensanchó la carretera y añadieron cuatro varetas. Gloria recordó a su madre haciendo el trabajo de esta forma: “En medio de la carretera ella movía la bandera roja para dar aviso a los carros de que no podían pasar. Una vez pasaba el tren sacaba la bandera blanca y se iba a levantar la vareta. Los carros de la derecha esperaban a que ella les diera paso y luego los de la izquierda hacían lo mismo. ¡Ay del que no le hiciera caso, se lo comía vivo!”.

    Obviamente eran otros tiempos muy diferentes a los de ahora en cuanto a seguridad personal pues ninguna mujer hoy día se atrevería a quedarse sola en una caseta de noche, ni con una ametralladora. Catalina lo único que tenía era una macana y nunca nadie se metió con ella, ni siquiera un borracho.

    Gloria recordaba que desde pequeña le tocaba ir los sábados a la casetita de pago tan pronto veía pasar al “pagador” en una teresina por la vía del tren hacia la Central- y que Catalina le decía “el parol” y allí le daban el sobrecito de pago. Contrario a lo que ocurre casi siempre en trabajos similares que realizan hombres y mujeres, a Catalina le siguieron pagando lo mismo que se le había pagado a su esposo. El salario en 1955 llegó a ser $676.26 al año.

    Catalina trabajó en el “paso nivel” hasta que la Central Santa Juana fue cerrada en 1967. Con ese trabajo había impulsado a sus tres hijas a ser mujeres de provecho, como ella, pero que distinto a ella pudieron educarse. Gloria vive cerca de los predios de lo que fue la Central Santa Juana, Irma ingresó al convento y se le conoce como “Sor Gloria” y Carmen trabajó como secretaria de la Policía y se casó con uno. Las tres son sumamente religiosas y han dicho que lo deben a su madre que también era muy católica. Son muy unidas y es evidente el amor y respeto con que hablan de su madre aunque admiten que era bien severa, tenía casi un régimen militar en la casa.

    Cuando se vendió Mano Manca en el mismo año que cerró la Santa Juana, Catalina y sus hijas ofrecieron comprar la propiedad, pues habían

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    mejorado su casita y tenían siembras y gallinas alrededor. Pero los nuevos dueños les dijeron que se tenían que ir y les dieron $300 por la casita que luego tumbaron. Catalina, entonces, después de tantos años de gozar de libertad y de su propio espacio en su casita de Mano Manca, tuvo que ir a vivir con su hija mayor.

    Al cumplir los setenta años, una vez más demostrando su temple, Catalina se matriculó para hacer su primer grado y se graduó con toda la parafernalia, como demuestra una foto de ese día en que proclamaba que dejaba de ser analfabeta.

    Catalina también vio su vida coronada por un reconocimiento. En 1982, en celebración del “Año en Homenaje a la Vejez”, se le otorgó un certificado que decía en parte: “En reconocimiento y como recordatorio a la extraordinaria labor desempeñada por usted en la época de nuestro ferrocarril”.13

    Catalina Díaz había llegado a proclamar que el espacio del cruce de Mano Manca era de ella: “ese paso a nivel es mío” decía evidenciando el orgullo que sentía en su trabajo y la fortaleza de su carácter. El hecho es que cuando hice entrevistas en Gurabo muchas personas se refirieron al cruce de Mano Manca como “el cruce de Catalina”. Estoy segura, sin embargo, que nunca pensó que su vida pudiese ser tema para un trabajo académico presentado en la Universidad fundada en su querida Mano Manca.

    Fernando Picó señala que de aquí a cien años se sabrá mucho menos de nosotros que lo que sabemos de los puertorriqueños de siglos pasados.14 Aunque resulta sorprendente esta aseveración en esta era de la informática y la tecnología, es un hecho que las fuentes escritas son cada vez más fragmentadas y efímeras. Ni siquiera se escriben cartas que siempre constituyeron una fuente importante para las biografías.

    Quisiera pensar que esta microbiografía quede como una “voz alterna del pasado” para dar a conocer una mujer trabajadora en el siglo veinte cuya vida y obra no pasará a ningún libro de historia.

    13 Certificado otorgado por la Comisión Puertorriqueña de Gericultura del Departamento de Servicios Sociales, pertenencia de Gloria Feijo de Peña. 14 Picó, op.cit., 28.

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    BIBLIOGRAFíAAcosta, Ivonne. Santa Juana y Mano Manca, Auge y decadencia del azúcar en el valle del Turabo en el siglo XX. Río Piedras: Editorial Cultural, 1995.

    Baerga, María del Carmen. “La articulación del trabajo asalariado y no asalariado”. La Mujer en Puerto Rico, Yamila Azize ed., 111. Río Piedras: Ediciones Huracán, 1987.

    Brereton, Bridget .“General Problems and Issues in Studying the History of Women”. En Gender in Caribbean Development. Barbados: Canoe Press, 1999.

    Gayer, Arthur D., Homan, Paul T., James, Earle K. The Sugar Economy of Puerto Rico. New York: Columbia University Press, 1938.

    Palma, Janis. “Vienen tumbando caña (todavía)”. Ponencia presentada en la Tercera Reunión Anual de la APH, Río Piedras, PR, 6 de octubre de 1995.

    Picó, Fernando. Contra la corriente: Seis microbiografías de los tiempos de España. Río Piedras: Ediciones Huracán, 1995.

    Safa, Helen Icken. “Conciencia de clase entre las trabajadoras en Latinoamérica: un estudio de casos en Puerto Rico”. La mujer en la sociedad puertorriqueña, Edna Acosta Belén ed. Río Piedras: Ediciones Huracán, 1980.

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    En Puerto Rico han surgido estudios sobre la situación socioeconómica de la Isla durante el siglo XIX. Con una visión innovadora, estos análisis han abordado diferentes temas: desde las conspiraciones de esclavos, los conflictos de clases, el poder de los hacendados y de los comerciantes, la inmigración y su influencia en el desarrollo de algunos municipios, hasta la vida de pequeños agricultores y jornaleros. Son precisamente estas temáticas las que sirven de base para esta investigación, cuyo propósito principal consiste en identificar a los miembros de la élite de comerciantes y hacendados de San Lorenzo de Hato Grande, entre los años 1873-1883.

    Por otra parte, este estudio también se propone establecer la relación entre el poder socioeconómico y político de los comerciantes y hacendados; analizar la compra y venta de propiedades y el dominio del crédito utilizado por los comerciantes para controlar a los productores; y, finalmente, investigar la composición social de la élite samaritana, para demostrar el dominio de los peninsulares en la economía del Puerto Rico decimonónico.

    LA éLITE PODEROSA EN SAN LORENzO (1873-1883)

    Dr. Félix R. Huertas González

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    A continuación se enumeran algunos ejemplos de este tipo de práctica historiográfica. “Comercio y hegemonía social: Los comerciantes de Arecibo (1857–1887)”, efectuada por la Dra. Astrid Cubano Iguina, en la que establece que los extranjeros, especialmente los peninsulares, dominaron el comercio a través del control que tenían sobre el crédito.1 De igual forma, los pequeños comerciantes peninsulares se veían obligados a buscar préstamos que sufragaran los costos de la siembra y la recolección de sus productos. Esta instancia en particular trajo como consecuencia que los grandes comerciantes peninsulares controlaran la vida económica arecibeña.

    Curiosamente, otras investigaciones consultadas revelan ese mismo patrón en Ponce, Humacao, Naguabo, Lares, Yauco, San Juan y Utuado. De aquí que Francisco A. Scarano, en Inmigración y clases sociales en el Puerto Rico del siglo XIX destaque el control de los extranjeros peninsulares en la primera mitad del siglo XIX en Ponce. Éstos, como propietarios de las haciendas más grandes, controlaban el desarrollo económico de la localidad.2

    Por su parte, Cruz M. Ortiz Cuadra, en “Crédito y azúcar: Los hacendados de Humacao ante la crísis del dulce (1865-1900)”, subraya el hecho de que la mayoría de los hacendados productores de azúcar provenían de la Península y que las grandes casas comerciales de la región oriental fueron controladas por una minoría de hacendados catalanes emparentados entre sí.3

    En el caso de Naguabo, Maribel Cintrón Ferrer concuerda con Ortiz Cuadra cuando muy acertadamente plantea que en este pueblo, las casas comerciales estuvieron controladas, en su mayoría, por peninsulares.4 Mientras que en la zona central de la Isla, los estudios de Laird Bergad muestran el impacto de los inmigrantes corsos en el desarrollo y

    1 Astrid T. Cubano, “Comercio y hegemonía social: Los comerciantes de Arecibo (1857-1887)”. (Tesis de Maestría, Río Piedras, Universidad de Puerto Rico, Departamento de Historia), 1979.2 Francisco A. Scarano ed., Inmigración y clases sociales en el Puerto Rico del siglo XIX. (Río Piedras, Puerto Rico: Ediciones Huracán, 1989). 3 Cruz M. Ortiz Cuadra, “Crédito y azúcar: Los hacendados de Humacao ante la crisis del dulce (1865-1900)”. (Tesis de Maestría Universidad de Puerto Rico, Departamento de Historia, 1985).4 Maribel Cintrón Ferrer, “Los grandes comerciantes de Naguabo de 1865-1875: dominio económico extranjero”, (Tesis de Maestría Universidad de Puerto Rico, Departamento de Histo-ria, 1990).

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    expansión del comercio y la agricultura de Yauco, así como en el renglón económico de Lares.5

    De igual modo, Hilda Martínez Ortiz señala la estrecha relación entre el aspecto económico y el político en San Juan, en donde los socios de la principales firmas comerciales llegaron a ser los principales funcionarios del gobierno municipal.6 Posteriormente, Fernando Picó, en uno de los capítulos de Al filo del poder: subalternos y dominantes en Puerto Rico (1739-1910), destaca el dominio económico y político alcanzado en Utuado por una élite de comerciantes y hacendados desde el siglo XVIII hasta finales del siglo XIX.7

    Ahora bien, en lo que a esta investigación respecta, los Protocolos Notariales del municipio de San Lorenzo en la segunda mitad del siglo XIX, constituyeron la evidencia fundamental para el análisis de todas las transacciones mercantiles llevadas a cabo por los comerciantes y hacendados desde 1873 a 1883 en esta localidad. En adición, se examinaron los escritos disponibles en el Fondo de Gobernadores Españoles, Fondo de Obras Públicas y el Fondo de Diputación Provincial. Dichos documentos revelan los debates en la Junta Municipal, las nuevas obras en construcción, la influencia de comerciantes y hacendados dentro del gobierno municipal y las comunicaciones efectuadas entre el gobierno central y municipal, sólo por citar algunos.

    LAS SOCIEDADES mERCANTILES EN SAN LORENzO 1873-1883

    Las reglas para el intercambio mercantil en Puerto Rico fueron establecidas en el Código de Comercio de 1829. Entre sus disposiciones, se estableció como edad mínima los 20 años para participar en el comercio. En adición, se les permitió a los extranjeros naturalizados ejercer libremente esta actividad y se clasificó a las sociedades mercantiles en tres tipos.8 El primer tipo era la sociedad regular colectiva. En dicha sociedad los socios aportaban capital o su trabajo personal. El segundo

    5 Laird W. Bergad, Coffee and Growth of Agrarian Capitalism in 19th. Century-Puerto Rico, (Princeton: Princeton University Press, 1983).6 Hilda Martínez Ortiz, “Las sociedades mercantiles en San Juan: 1870-1880”, Anales de Inves-tigación Histórica Vol. I, no. 2, (1974).7 Fernando Picó, Al filo del poder: subalternos y dominantes en Puerto Rico (1739-1910), (Río Piedras: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1993).8 Astrid T. Cubano, “Comercio y hegemonía social...”, pág. 57. Era la práctica común en Puerto Rico evitar que los extranjeros no naturalizados o avecindados participaran en el comercio.

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    tipo era conocido como en comandita. Esta se creaba cuando uno o más socios aportaban determinado capital al fondo común de la sociedad, sin participar directamente en el manejo de los negocios y el tercero y último era la anónima. Se establecía cuando se creaba un fondo común por los asociados divididos en acciones determinadas.9

    Independientemente el tipo de sociedad que establecieran los comerciantes, estos siempre se beneficiaban, por cuanto controlaban

    9 Ibid., pág. 57.

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    el comercio y las facilidades de crédito. Prestaban dinero en efectivo, suministros, así como la maquinaria necesaria para mantener el funcionamiento de las haciendas. Todo quedaba garantizado bajo hipotecas de tierras o propiedades.

    Según, Annie Santiago de Curet, los préstamos agrícolas, las tierras y las cosechas se convertían en la garantía de los comerciantes, fenómeno conocido como refacción.10 Estos préstamos refaccionarios se mantenían casi siempre por un año. En ese año, o en los que se extendiese, los prestamistas facilitaban semanalmente el capital necesario para mantener la cosecha. En adición, les suministraban a los hacendados provisiones tales como herramientas, bueyes, tablas, semillas, ropa y alimentación para los esclavos. A cambio, los hacendados tenían que comprar todos los artículos al prestamista y entregar toda la cosecha de ese año en forma de pago. De esta forma garantizaba todo con la hipoteca de las tierras y las cosechas del deudor. Finalmente, ese producto, elaborado por el hacendado, era vendido por el comerciante para cubrir la deuda quien a su vez cobraba el 2.5 por ciento de comisión por dicha venta. María Isabel Bonín comenta en su investigación:

    Para el comerciante el refaccionismo era doble negocio: por un lado sus productos de almacén tenían una salida segura al mercado al hacendado tener que tomar fiao todo lo necesario para el mantenimiento de su obra, además del material necesario para el fomento de su hacienda. Al mismo tiempo, estos préstamos en mercancías y metálico acumulaban intereses del 12 al 18% anual, aumentando las ganancias para el comerciante. Así mismo el comerciante tenía productos seguros para la explotación y venta cobrando a su vez una comisión de 2.5% sobre el valor total.11

    En San Lorenzo de Hato Grande se establecieron alrededor de 7 casas de comercio entre 1873-1883, la mayoría de ellas de tipo regular colectiva. Pero de éstas, cuatro lograron acumular gran poder económico. Sus miembros ocuparon posiciones de mucho poder político. A continuación, se analizarán cuatro casas comerciales más importantes de San Lorenzo.

    10 Annie Santiago de Curet, Crédito, monedas y bancos en Puerto Rico durante el siglo XIX, (Río Piedras: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1989), pág. 51.11 María Isabel Bonín, “Los contratos de refacción y el decaimiento de la hacienda tradicional en Ponce (1865-1880)”, Boletín del Centro de Investigación Históricas núm. 3, (1987-1988), págs. 134-135.

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    SOCIEDAD mERCANTIL SEñORES CANALS Y VILÁ

    Una de las casas comerciales activas en San Lorenzo desde el 1873 fue la Sociedad Mercantil Señores Canals y Vilá. Sus socios principales fueron los catalanes Don Gerardo Canals y su sobrino Don Jaime Vilá, siendo este último el representante de la firma. Sus primeras transacciones fueron refacciones y la compra de una casa de comercio.

    Para el mes de enero de 1873, esta compañía hizo tres transacciones importantes. La primera fue una refacción al agricultor Don Francisco Pagán, por la cual éste recibiría 500 escudos, moneda corriente de la firma.12 El préstamo fue otorgado para atender una tala de tabaco que tenía el Sr. Pagán en el barrio de Florida. Como en todo tipo de refacción, el agricultor comprometió la cosecha con sus prestamistas, y tuvo que pagar la cantidad adeudada con el dinero que adquiriría del producto de la misma durante el mes de mayo. En el contrato se enfatizó ese punto de esta manera:

    No se puede disponer ni una sola hoja hasta no tener solventada dicha cuenta en tabaco de capal, tripa y capa, tripa y boliche y en rollo puesto en la casa de comercio de los prestamistas con preferencia a dichos señores sobre la venta del tabaco.13

    O sea, que el Sr. Pagán, no sólo podía disponer de su cosecha hasta cumplir con su compromiso de pago, sino que tenía que cumplir con unas especificaciones sobre el tipo de tabaco a vender. De este modo, la firma aseguraba su parte del negocio. Tanto es así, que si el agricultor rompía el pacto o acuerdo, sus bienes, en este caso la cosecha, quedaban en manos del prestamista.

    12 A.G.P.R., Protocolos Notariales (citado en adelante como P.N.) de José Avelardo Cajas, San Lorenzo (Hato Grande), 15 de enero de 1873.13 Ibid.

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    La segunda transacción de enero fue con otro comerciante establecido en San Lorenzo de Hato Grande, de nombre Don Fernando Marceau. Los señores Canals y Vilá le compraron una casa de comercio en 4,000 escudos, moneda corriente. El Sr. Marceau tuvo que vender porque adeudaba varias sumas de dinero a diversos acreedores.Además, se encontraba en muy mal estado de salud. En la tercera transacción del mes, volvieron a prestar dinero a otro agricultor para atender una tala de tabaco de dos cuerdas en el barrio Quebrada.14 Nuevamente se llevó a cabo el mismo procedimiento, quedó hipotecada la cosecha a los prestamistas hasta pagar con el producto el dinero adeudado.

    La Sociedad Mercantil Canals y Vilá no sólo trató de obtener tierras, cosechas y dinero a través de sus transacciones, sino que intentó monopolizar el negocio de las panaderías del pueblo. En septiembre de 1873, Don Jaime Vilá, en representación de la firma mercantil Canals y Vilá, formalizó un contrato con el comerciante Don Fernando Sánchez.15 El objetivo del compromiso era no hacerse daño en sus negocios, pues ambos poseían panaderías por separado. Por lo tanto, ambos elaboraron un acuerdo con el que obtendrían el monopolio del mercado de panaderías en el pueblo.

    Para eso, establecieron una serie de estipulaciones en el contrato. Entre éstas, se distingue que el Sr. Sánchez no podía hacer en su panadería ni pan ni galletas de hilaza por un término de 6 meses. Sólo se le permitía la elaboración de galletas de dulce o huevo. Tampoco podía alquilar su horno durante el término del contrato. Por su parte, Canals y Vilá se comprometían a darle 6 reales extranjeros diarios por los beneficios que le debían tocar al Sr. Sánchez.16 Además, el contrato quedaría sin efecto inmediatamente, si se establecía otra panadería en el término del contrato.

    De esta forma aseguraban su monopolio y se protegían en caso que surgiera otra panadería con mejores precios. Pero, ¿cómo podría surgir una competencia inesperada, si Vilá ocupaba posiciones importantes en el ayuntamiento de San Lorenzo de Hato Grande durante la década del 1870? A través de su posición en el ayuntamiento tenía conocimiento de lo que iba a ocurrir en el municipio. Por lo tanto, trataría de evitar cualquier competencia innecesaria. En 1874 muere el Sr. Canals, y deja a

    14 A.G.P.R., P.N. de José A. Cajas, San Lorenzo (Hato Grande), 16 de enero de 1873. 15 A.G.P.R., P.N. de José A. Cajas, San Lorenzo (Hato Grande), septiembre de 1873. 16 Ibid.

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    sus familiares la herencia; y a su sobrino y socio, Don Jaime, la potestad para representar los bienes dejados junto con parte del comercio. En ese año se comenzó a liquidar la Sociedad Mercantil, transacción que duró varios años. Mientras continuaba ese proceso, Vilá decidió unir la parte de su negocio con otro poderoso comerciante peninsular e influyente político, Don Francisco Méndez.17

    La firma se conoció bajo el nombre de Señores Méndez y Vilá. Duró alrededor de un año y hemos encontrado que se dedicó al refaccionismo. A principios de 1875 por ejemplo refaccionaron 10 ½ cuerdas de tabaco, propiedad de Doña Juana Torres en el barrio Jagual, por la cantidad de 800 escudos. En este negocio, Doña Juana se comprometió a cubrir los gastos que se originaran en el corte, secadura y recogido de la rama, entregando a los compradores dicho tabaco en su casa de campo. Es importante señalar que la representación de la firma en esta transacción estuvo a cargo de Don Celestino Méndez.18 Este era hermano de Don Francisco y al igual que él, un poderoso comerciante peninsular que llegó a ocupar importantes cargos en el ayuntamiento. La firma debió haber hecho otras transacciones en el 1874, pero como señaláramos anteriormente, no encontramos el protocolo de ese año.

    La firma de los señores Méndez y Vilá se disolvió el 15 de septiembre de 1875.Sin embargo, ninguno de los dos desapareció de la vida política y económica de San Lorenzo de Hato Grande. Vilá traspasó la parte de su negocio a los hermanos Méndez por la cantidad de 3,000 pesos.19 Los hermanos Méndez, a su vez, formalizaron otra sociedad mercantil.20 En los años posteriores, Vilá siguió organizando sus negocios. En el caso de la firma Méndez y Vilá fue notable el poder que adquirieron juntos para la época. Observamos que el Sr. Méndez fue síndico en 1869 y 1871-72, alcalde desde 1874-1875 y primer teniente en el 1877.21 Mientras el Sr. Vilá participó en los ayuntamientos de 1870 y 1874 como regidor; y 1877 como concejal. Esto es significativo porque en el ayuntamiento se tomaban decisiones administrativas importantes que tenían que ver directamente con el desarrollo económico del municipio. Por lo tanto, es evidente que tenían poder decisional.

    17 Aunque no existe el protocolo de 1874 encontraremos la información en a discuciónque se hace de asuto en A.G.P.R., P.N. de José A. Cajas, San Lorenzo (Hato Grande), 15 de septiembre de 1875.18 Ibid.19 Ibid.20 En el próximo tema ampliaremos sobre la sociedad de los hermanos Méndez.21 A.G.P.R., Fondo de Gobernadores Españoles, Serie Hato Grande, caja 468, Fondo Diputación Provisional, caja 431 y Fondo Obras Públicas,