Los roles espaciales.

Cierto día del año 2112 partió de cierta compañía de viajes interespaciales una expedición científica formada por un hombre, llamémosle Marc, una mujer, Lucy, y tres magníficos ejemplares de mono beduino, Jimmy, Timmy y Tipsi. Marc era un hombre fuerte, inteligente e increíblemente mañoso, pero a pesar de ello, nunca había conseguido despegar como cocinero ni se había independizado del todo. Por eso es que Lucy formaba parte de la tripulación, era una mujer responsable y trabajadora, y además, sus dotes en biología ayudarían a la expedición que trataba de montar una base para el estudio de los seres vivos en la Luna.

El día 130 de la expedición mientras, como de costumbre, Marc capitaneaba la nave espacial, llegaron a la Luna. Justo en el momento en el que aterrizaban, justo cuando la primera base de la nave había topado con tierra lunar, una serie bruscos movimientos se sucedió en el vehículo y todos los tripulantes dieron con sus carnes en el suelo. Además, por una brecha en la parte superior de la nave apareció la cabeza de una extraña criatura, un alien sin duda, con puntiagudos dientes y perversas intenciones reflejadas en sus ojos. Fue así como se encontró Marc la situación cuando abrió los ojos. Decidido se dirigió con una barra de metal a por el alien, le dio un golpe, y cerró la brecha con la barra. Al girarse, vio por la ventanilla como el alien huía y vio con una torcida sonrisa como se desmayaba Lucy, no del susto como creyó Marc, si no por falta de oxígeno, como le pasó al segundo a él.

Cuando Marc despertó se notaba en el ambiente que algo había cambiado. ¿El qué?, no lo sabía. En cualquier caso, Lucy ya estaba despierta y le había preparado unas crujientes, (delicada forma de decir quemadas), tortitas, y le informó que dos de los monos habían desaparecido junto a sus trajes espaciales. Marc, impetuoso como siempre, se dispuso a reparar el bispider, el vehiculo para desplazamiento sobre la Luna, para buscar a Jimmy y Timmy. Cuando creía que lo había reparado, salió a buscarlos mientras Lucy trataba de calmar a la asalvajada Tipsi. No dio dos pasos cuando se le caló el vehículo. Cuando llegó otra vez a la estación y Lucy le preguntó qué había pasado éste le respondió, “Si hicieses tu trabajo y silenciases al mono a lo mejor me podría concentrar”. Estaba realmente enojado, pero enojado consigo mismo, ¿por qué no le salía ahora nada de lo que antes normalmente no le hacia falta ni intentar? Pero no sólo él estaba enfadado, Lucy, enojada, salió a reparar la moto, y, para su sorpresa, la reparó y sin pensarlo dos veces, partió a buscar a Jimmy y Timmy. Mientras tanto, Marc, agobiado por los llantos de Tipsi, salió de su habitación y empezó a acunar a la mona hasta que, sorprendentemente, mudó el llanto por una acompasada y susurrante respiración. Estaba dormida.

Al rato, cuando Lucy llegó, se encontró así la escena y al cruzar la mirada ella y Marc, entendieron lo que había sucedido. Lucy había encontrado a Timmy, y este les hizo un dibujo donde aparecía el monstruoso y vil alien en una cueva junto a Jimmy, quien, curioso y haciéndose el valiente, entró en el habitáculo. Inmediatamente, los dos adultos partieron en busca del mono, y dejaron a cargo de los monos a un deteriorado robot que traían con la tripulación, aunque fueron los monos los que más bien cuidaron al robot. Durante el trayecto, encontraron unos hongos lunares que Lucy identificó como somníferos, y ya en la cueva Marc construyó una trampa simple en la que pusieron los hongos bañados en sangre de mono. Cuando el alien lo vio, se abalanzó a por ellos, y al rato cayó fulminado. Cuando exploraron la cueva, encontraron que el mono estaba muerto, la curiosidad le mató, pero sin embargo llegaron a tiempo para liberar a unos duendecillos con quienes celebraron la caída del vil alien.

Ariadna Parra Asunción. Víctor del Moral Ronda.