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LOS TALLERES DE MIRÓ... MONT-ROIG I PALMA DE MALLORCA “Sueño con un gran taller” titulaba Joan Miró el texto que publicó en la revista “XXe siècle” núm. 2, del 1 de mayo de 1938. Desde París escribe: “Trabajo mucho, paso la mayor parte del tiempo en España, donde puedo concentrarme mejor en el trabajo. En Barcelona, trabajo en la habitación donde nací. En España, donde iba a menudo, nunca tuve un verdadero estudio... Mi sueño, tan pronto como me establezca allá donde pueda, es tener un taller bien grande, no por aquello de la iluminación, la luz del norte, etc., que me es indiferente, sino para tener sitio, muchas telas, porqué como más trabajo, más ganas tengo de trabajar. Quisiera probar la escultura, la cerámica... Intentar también superar, en la medida de lo posible, la pintura...”. Sus dos grandes talleres serán el de Mont-roig (1948) y el de Palma de Mallorca (1956). Este último es de su amigo Josep Lluís Sert; como también lo serían la Fondation Maeght en Saint Paul de Vence (1964) y la Fundació Miró de Barcelona (1975). El taller de Mont- roig parece que también lo tenía que hacer Sert. En una carta de la esposa de Miró, Pilar Juncosa, a la esposa del arquitecto (Moncha Sert), le decía: “Aquí (en Mont-roig) le falta aún el taller, pero si no hay novedad, en febrero se empezaran las obras, tanto como nos hubiera gustado, que fuera José Luis, quien las hubiera dirigido!...” (Mont-roig, 8 de setiembre de 1942). No sería tan pronto. Este texto intenta seguir las huellas de estos talleres mironianos, para lo cual he partido principalmente de las siguientes fuentes: las cartas publicadas en los libros “Epistolari Català de Joan Miró (1911- 1945)” de Editorial Barcino (2009) y “Miró / Sert. Segons ells matei- xos. Correspondència 1937-1980” de la Fundació Pilar i Joan Miró (2008). También las cartas que, a partir de 1945, pude consultar en la Fundació Miró de Barcelona en mi búsqueda (2010 i 2011) de información sobre el pintor para el libro en el que estaba trabajando sobre la relación de Miró con Mont-roig, y de la que publiqué una primera entrega: “Joan Miró i Mont-roig: Pal de ballarí (1911-1929)”, de Arola Editors (2012). He de añadir las informaciones fruto de las entrevistas que hice en agosto de 2009 a Mercè Calaf Domingo (hija de Pere Calaf Jofre) y a su marido Sebastià Javaloy Cánovas. Los “Calaf” fueron masoveros del Mas Miró del 1927 a octubre de 1955. Y, finalmente, otras infor- maciones de las hermanas Angelina y Teresa Rovira Bargalló, de les entrevistas realizadas en abril de 2009 y agosto de 2012. Estas son hijas de Eugeni Rovira Sastre y Teresa Bargalló Vidal que fueron los masoveros desde noviembre de 1955 al 1975. Haciendo un breve repaso a los talleres que tuvo Miró ante- riormente, cabe citar primero el de la calle Sant Pere Més Baix, que compartió con su amigo Enric Cristòfol Ricart (1916). Cuando este marchó a Paris (1918), quedó para él solo. Miró estaría allí hasta su primer viaje a París (1920). Aquí pintaría el cuadro “El balcó, Baixa de Sant Pere” (1917); y Ricart el cuadro “Joan Miró al taller que compartírem” (1917). Ricart lo describe en les sus “Memòries inèdites” (1938): “Era una sala inmensa... entarimada y con un desnivel con un peldaño en la mitad de la sala. Completaban el aspecto de fábrica de cami- setas dos columnas de hierro fundido. Ni gas, ni electricidad: cuatro sillas, una mesa... Los domingos también íbamos...”.

LOS TALLERES DE MIRÓ MONT-ROIG I PALMA DE MALLORCA · el 9 de julio de 1926, el padre del pintor, Miquel Miró Adzaries, moriría en el Mas de Mont-roig. A partir de 1927 estará

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LOS TALLERES DE MIRÓ... MONT-ROIG I PALMA DE MALLORCA

“Sueño con un gran taller” titulaba Joan Miró el texto que publicó en la revista “XXe siècle” núm. 2, del 1 de mayo de 1938. Desde París escribe: “Trabajo mucho, paso la mayor parte del tiempo en España, donde puedo concentrarme mejor en el trabajo. En Barcelona, trabajo en la habitación donde nací. En España, donde iba a menudo, nunca tuve un verdadero estudio... Mi sueño, tan pronto como me establezca allá donde pueda, es tener un taller bien grande, no por aquello de la iluminación, la luz del norte, etc., que me es indiferente, sino para tener sitio, muchas telas, porqué como más trabajo, más ganas tengo de trabajar. Quisiera probar la escultura, la cerámica... Intentar también superar, en la medida de lo posible, la pintura...”.

Sus dos grandes talleres serán el de Mont-roig (1948) y el de Palma de Mallorca (1956). Este último es de su amigo Josep Lluís Sert; como también lo serían la Fondation Maeght en Saint Paul de Vence (1964) y la Fundació Miró de Barcelona (1975). El taller de Mont-roig parece que también lo tenía que hacer Sert. En una carta de la esposa de Miró, Pilar Juncosa, a la esposa del arquitecto (Moncha Sert), le decía: “Aquí (en Mont-roig) le falta aún el taller, pero si no hay novedad, en febrero se empezaran las obras, tanto como nos hubiera gustado, que fuera José Luis, quien las hubiera dirigido!...” (Mont-roig, 8 de setiembre de 1942). No sería tan pronto.

Este texto intenta seguir las huellas de estos talleres mironianos, para lo cual he partido principalmente de las siguientes fuentes: las cartas publicadas en los libros “Epistolari Català de Joan Miró (1911-1945)” de Editorial Barcino (2009) y “Miró / Sert. Segons ells matei-xos. Correspondència 1937-1980” de la Fundació Pilar i Joan Miró (2008). También las cartas que, a partir de 1945, pude consultar en la Fundació Miró de Barcelona en mi búsqueda (2010 i 2011) de información sobre el pintor para el libro en el que estaba trabajando sobre la relación de Miró con Mont-roig, y de la que publiqué una primera entrega: “Joan Miró i Mont-roig: Pal de ballarí (1911-1929)”, de Arola Editors (2012). He de añadir las informaciones fruto de las entrevistas que hice en agosto de 2009 a Mercè Calaf Domingo (hija de Pere Calaf Jofre) y a su marido Sebastià Javaloy Cánovas. Los “Calaf” fueron masoveros del Mas Miró del 1927 a octubre de 1955. Y, finalmente, otras infor-maciones de las hermanas Angelina y Teresa Rovira Bargalló, de les entrevistas realizadas en abril de 2009 y agosto de 2012. Estas son hijas de Eugeni Rovira Sastre y Teresa Bargalló Vidal que fueron los masoveros desde noviembre de 1955 al 1975.

Haciendo un breve repaso a los talleres que tuvo Miró ante-riormente, cabe citar primero el de la calle Sant Pere Més Baix, que compartió con su amigo Enric Cristòfol Ricart (1916). Cuando este marchó a Paris (1918), quedó para él solo. Miró estaría allí hasta su primer viaje a París (1920). Aquí pintaría el cuadro “El balcó, Baixa de Sant Pere” (1917); y Ricart el cuadro “Joan Miró al taller que compartírem” (1917). Ricart lo describe en les sus “Memòries inèdites” (1938): “Era una sala inmensa... entarimada y con un desnivel con un peldaño en la mitad de la sala. Completaban el aspecto de fábrica de cami-setas dos columnas de hierro fundido. Ni gas, ni electricidad: cuatro sillas, una mesa... Los domingos también íbamos...”.

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A finales de febrero de 1920 Miró viajará per primera vez a París. En junio vuelve a Barcelona y en julio ya estaba en el Mas de Mont-roig. Estaría unos cuatro meses, hasta mediados de octubre. Pintará, entre otras naturalezas muertas, “La taula” (Natura morta del conill)”. Comenta a su amigo Josep Francesc Ràfols (15 de agosto de 1921): “No sé si Dalmau os ha contado alguna vez el respecto religioso que sobre esto tenía cuando trabajaba en la tela de La Taula, en su taller de la calle Perot lo Lladre...”. Era al lado de la calle de la Portaferrisa, donde había la Galeria Dalmau (núm. 18).

Miró vuelve a París en febrero de 1921. Explica (21 de febrero) al galerista y marchante Josep Dalmau: “En-contré una habitación en el Boulevard Pasteur (en el Hôtel Innova), cerca del taller...”. Miró alquilará el taller que el escultor Pablo Gargallo tenía en el 45 rue Blomet, que no utilizaba en invierno pues hacía clases en la Escuela de Artes y Oficios de Barcelona; solo iba los veranos, cuando Miró estaba en Mont-roig. Esto duró hasta 1925. En algunas épocas también fue su morada. En unas anotaciones en un de los cuadernos del 1924-1925, nos detalla cómo era: “Al entrar, como un vestíbulo, una estantería; encima un pequeño cántaro y una figura mallorquina (un “siurell”) y una calabaza. Encima del baúl una pecera con dos peces... conchas... Tenía un baúl para guardar la ropa y poner las telas cuando viajaba; me servía de mueble, lo cubría con unos manteles...”.

En 1925, hasta noviembre, estará en París. Después iría a Barcelona para pasar las fiestas de Navidad con la familia y, a continuación estará en Mont-roig. A París no volvería hasta finales de enero de 1927. En medio, el 9 de julio de 1926, el padre del pintor, Miquel Miró Adzaries, moriría en el Mas de Mont-roig. A partir de 1927 estará en el 22, rue Tourlaque, conocido como cité des Fusains; cerca del cementerio de Montmartre. Trabajará intensamente; vive encerrado en su taller y prácticamente no ve a nadie. Aquí se alojará, cuando resida en París, hasta mayo de 1929.

Miró se casa con Pilar Juncosa Iglesias el 12 de octubre de 1929. A inicios de diciembre ya estaban insta-lados en París, en el 3 rue François Mouthon. Está relativamente cerca del antiguo taller de la rue Blomet. Vivían modestamente. Miró tenía un pequeño taller en una de las habitaciones. Francisco Melgar, en una entrevista publicada a “Ahora” (24 de enero de 1931), con el título: “Los artistas españoles en París: Juan Miró” dice: “En lo alto de una de esas inmensas casas nuevas… ocupa Joan Miró una elegante habitación y es dueño de un diminuto taller. La casa es simpática, alegre…”. Miró li comenta: “Siempre trabajo, salvo cuando estoy de viaje. Trabajo aquí en este taller… y en… Mont-roig… Allá, en el retiro del campo, medito y pinto…”.

Situémonos unos años atrás. El padre de Miró había comprado en 1910 la finca del Mas d’en Ferratges, a Álvaro Roberto Ferrat-ges Domínguez (segundo Marquès de Mont-roig). Era una gran finca de unas 25 hectá-reas. Joan Miró fue por primera vez en 1911, probablemente en torno al mes de mayo. Tanto los padres como el propio Miró se alo-jaban en las habitaciones de detrás; en vera-no son más frescas, el sol da todo el día en la fachada. La habitación de Miró es la que da a Cambrils. Cuando rodé el documental “D’un roig encès: Miró i Mont-roig” (1979), me explicó que pintor el cuadro “Vinyes i oli-veres” (1919) mirando, desde la ventana de aquella habitación, los campos de detrás del Mas. Aún había, hasta hace unos años, una reproducción de este cuadro colgada en la pared, delante de aquella ventana.

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Pasados los años, Miró necesitaría más espacio y utilizó la habitación de delante (mirando frontalmente, la de la derecha, la que da al edificio contiguo, la casa de los masoveros). Será esta habitación la que citará Sebastià Gasch en el libre “Joan Miró” (Editorial Alcides, 1963) cuando hable, pág. 49, de la visita que hizo, con Joan Prats y Josep F. Ràfols, a Mont-roig “un domingo soleado del mes de octubre del año 1930”. Dice: “En esta masía había una habitación. Una habitación singular. El taller de Joan Miró... Su habitación de Mont-roig era... una cosa remar-cable. Unas grandes paredes blancas y lisas, que no habían estado violadas por cuadros, que Miró detestaba. Únicamente, enganchadas aquí y allá, algunas, muy pocas, de aquellas pequeñas soucoupes de cartón que po-nen en los cafés debajo los dobles de cerveza... Un cartel de boxeo – impresionante – redondeaba el conjunto... Fue en esta habitación singular donde Joan Prats, Josep F. Ràfols y un servidor vieron las esculturas de Joan Miró, las primeras esculturas que hacía Joan Miró... Juguetes confecciona-dos por Miró... Llaves, campanillas, muñecas de cartón desnudas, tro-zos de madera quemada, relojes desmontados, pequeñas cadenas, raíces y trozos de árbol encontra-dos en la playa de Mont-roig, to-dos estos objetos, dotados de una poesía casi irreal y montados so-bre pequeños cubos de modesta madera...”. Sobre estas “construc-ciones”, Gasch, volverá a escribir en la revista “Mirador” núm. 140 (8 de noviembre de 1931): “Miró no pinta únicamente. Su taller parece actualmente un almacén... Estos objetos – cada uno de los cuales, aislado, no es nada - ... adquieren al ser yuxtapuestos, una vida in-tensa y penetrante. Una vida nue-va...”. Es el inicio del camino hacía la escultura.

Sabemos que, en aquel 1930, el matrimonio Miró estuvo en Palma de Mallorca durante mayo y junio. En julio en Barcelona y, de agosto a finales de noviembre, en el Mas de Mont-roig. En octubre haría la primera exposición individual en los Estados Unidos, en la Valentine Gallery de Nueva York. En Barcelona vivían en el Passatge del Crèdit, en el piso de encima del que había estado de sus padres. “En Barcelona, trabajo en la habitación donde nací...” precisaba Miró en aquella revista “XXe siècle” (1 de mayo de 1938). El 17 de julio de 1930 nace en Barce-lona su hija Maria Dolors.

En enero vuelven a París, hasta mayo de 1931. En una carta a Manuel Trens (9 de mayo) comenta: “Pensamos estar de vuelta a primeros de junio, para ver la nueva República, que ya anhelo...”. A partir de entonces las tempo-radas en Barcelona y Mont-roig serían más largas. El “Glorioso Alzamiento Nacional” (18 de julio de 1936) lo sorprendió en el Mas y tubo que mar-char, primero a Barcelona y, a finales de octubre, a París. A mediados de diciembre llegan su esposa y hija. Lluís Permanyer especifica en su libro “La vida d’una passió” (Edicions de 1984, 2003), en la pág. 113, sobre aquellos momentos del golpe de estado militar: “A pesar de la gravedad de los acon-tecimientos que confirmaban las noticias... se quedó sin alterar su ritme de trabajo... Pasaron los días o quizás algunas semanas, y un día un amigo del pueblo le confió: Tienes que irte ahora mismo, los de la FAI quieren ma-tarte!. La sorpresa superó su temor, ya que siempre se había manifestado

“Object” (1931)“Relief construction” (1930)

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republicano y antiburgués...”. En aquellas semanas acontecieron sucesos graves y condenables. Los 23 y 27 de julio un grupo de anarquistes (del pueblo y venidos de fuera) quemaron la Iglesia (Vieja) y la ermita de la Mare de Déu de la Roca. El 13 de agosto asesinaron a nueve persones de derechas del pueblo. Miró explicaba: “Mi germana se había casado con Jaume Galobart... Yo fui a la boda (1923) y un diario local había publicado la lista de invitados, en la que figuraba yo...”. El 14 de agosto de 1936 mataron a Jaume Galobart Sanmartí en un Mas de Taradell. Era un importante propietario de la comarca, del Mas Riambau (Tona) y Quintanes de les Masies de Voltregà.

En París, la familia Miró, después de alojarse en diversos hoteles, estará en el 98 rue Au¬gus¬te Blan¬qui. Trabajará en una habitación de este piso y en el altillo de la Galerie Pierre, en el 13 rue Bonaparte. Es en este momento de sacudida personal (y colectiva) que Miró razona en aquel artículo en la revista “XXe siècle” (1 de mayo de 1938): “Sueño con un gran taller”. Es una clara declaración de intenciones: “... nunca tuve un verdadero estudio... Mi sueño, tan pronto como me establezca allá donde pueda, es tener un taller bien gran-de…Quisiera probar la escultura, la cerámica...”. Miró debe pensar en las dificultades de espacio que tuvo en aquella habitación del Mas, donde lo visitaron Gasch, Prats y Ràfols en aquel octubre de 1930. Cuando, acabada la Guerra Civil, pueda volver a Mont-roig y tan pronto como las condiciones económicas lo permi-tan, iniciará la construcción del taller de Mont-roig.

En agosto de 1939, Miró alquila una casa en Varangéville-sur-Mer, cerca de Dieppe, en la Alta Normandía. Había ido anteriormente invitado por el arquitecto americano Paul Nelson, vecino suyo del piso de París. Al estallar la Segunda Guerra Mundial, el 1 de setiembre, decide quedarse. Se había acabado la Guerra Civil en España, pero pensaba que aún era pronto per volver. En una carta a Josep Lluís y Moncha Sert (Varangévi-lle-sur-Mer, verano-otoño de 1939) explica: “Me he organizado una habitación como taller que da en frente de un campo de manzanos, donde continuamente hay vacas. Trabajo mucho, con mucha intensidad; hacía ya años, desde que estaba en Mont-roig que no trabajaba en el campo, ahora el trabajar de nuevo en contacto con la naturaleza es de una gran importancia para mí… Voy no obstante de tiempo en tiempo a Paris…”.

En enero de 1940, en Varangéville-sur-Mer, Miró empieza la serie “Constel·lacions”. Razona a James John-son Sweeney, en la revista “Partisan Review” (1948): “Sentía un profundo deseo de escapar. Me encerraba deliberadamente en mi mismo. La noche y la música y las estrellas empezaron a tener un papel cada vez más importante en la sugestión de mis pinturas...”. Las primeras diez “Constel·lacions” las hará en Varangé-ville-sur-Mer (de enero a mayo). Pero empiezan los bombardeos alemanes sobre el norte de Francia y han de marchar a París (mayo de 1940) y desde allí a Perpinyà y a España (8 de junio). Miró lleva las “Conste-l·lacions” bajo el brazo.Se aíslan durante un tiempo en el Mas Quin-tanes de les Masies de Voltregà, que había sido de su cuñado Jaume Galobart. Final-mente, a finales de julio, van a Palma de Ma-llorca. Allá era “el marido de la Pilar” y podía pasar desapercibido. La represión franquista ya había comenzado en 1936, entonces era un lugar ya pacificado. Primero viven en casa de los suegros, en la calle Minyones núm. 11 (entresuelo izquierda), donde había nacido su esposa Pilar Juncosa. Después alquilan un piso en la calle de Sant Nicolau núm. 22. En agosto van a la casa del Passeig Marítim que tenía alquilada el suegro, Lambert Junco-sa Massip. Pilar Juncosa escribe a Joan Prats (14 de agosto): “Estamos instalados en una casa en las afueras de Palma con bajada al mar y una vista magnífica dominando toda labahía... cada mañana bajamos al mar a bañarnos... Juan trabaja mucho, tiene una habitación para él, no muy grande pero completamente aislada… (A) Palma vamos de vez en cuando…”. Miró pinta diez “Constel·lacions” más (de setiembre de 1940 a junio de 1941).

Núm.21 Núm.23

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En 1941, después de Pascua, vuelve a Barcelona. En junio va al Mas de Mont-roig, donde estará hasta oc-tubre. Pintará las tres últimas “Constel·lacions”: “Le bel oiseau déchiffrant l’inconnu au couple d’amoureux” (23-7-1941), “Le crépuscule rose caresse le sexe des femmes et des oiseaux” (14-8-1941) y “Le passage de l’oiseau divin” (12-9-1941). Parece como si Miró quisiera terminar la serie en Mont-roig. Sabía que estaba haciendo una obra importante. Pienso que es una situación parecida a la de la segunda vez que Picasso reside en Horta de Sant Joan (1909), cuando sabe que está a punto de iniciar el cubismo geométrico. Lo razonaba Palau i Fabre en mi documental “Horta: recapte picassiana” (2004): “Es una cosa voluntaria que hace... en el momento que siente que su arte está llegando a una culminación, a un lenguaje nuevo, y quiere que esto quede ligado a una tierra, a Horta...”.

Miró ha vuelto a Mont-roig después de cinco años muy duros. Nun-ca, desde 1911, había estado tanto tiempo lejos del Mas. Hasta 1976 iría regularmente. Termina las “Constel·lacions” y, en paralelo, inicia un proceso de reflexión sobre su obra que se concretará en un “Quadern de notes” que inicia (y precisa) con la frase “Comenzado en Mont-roig en julio 1941”. Es en Mont-roig donde volverá a iniciar todo, otra vez es un “pal de ballarí, como aquel del cuadro “Terra llaurada” (1923-1924).

(“Quadern de notes”) “Escultura y taller (I)”: “Es en la escultura que crearé un mundo verdaderamente fantasmagórico, de monstruos vivientes, lo que haré en pintura es más convencional. Construirme un gran taller, lleno de esculturas; que al entrar produzca una for-tísima impresión de encontrarse en un mundo nuevo... tienen que parecer monstruos vivientes, que viven en el taller...”. Miró tiene de-cidido encauzar su interés hacia la escultura y lo relaciona con la construcción de un “gran taller”.

Después, continua con la explicación en detalle de cómo piensa que ha de ser el taller: “Hacer que mi taller tenga un ambiente... buscar para las paredes una materia que se una y se relacione con la tierra y el paisaje,

como por ejemplo la construcción con piedras del Mas d’en Poca poniendo también un poco de blanco para que no se desligue totalmente de la ma-sía, como por ejemplo los contornos de la puerta y ventanas o bien algún volumen. Esto hará que al entrar en el taller me dará la sensación que entro dentro la tierra y mi obra surgirá más natural y espontánea. Poner alrededor alguna pita y chumbera, como también una rueda de carro vieja. El interior del taller que sea bien humano y propicio a la mi trabajo, las paredes blancas completamente y de una materia que permita clavar tornillos para colgar ob-

jetos que me interesen... Hacer el taller de una dimensión como la bodega. Hacer al lado una especie de cubierta para el carro para poner los trastos que no necesito... Para encontrar las les bellas materias para construir la parte exterior del taller, ir a Vilanova d’Escornalbou donde hay muchas casas hechas con piedra “Mas d’en Poca”

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y después enjalbegadas total o parcialmente... Allá donde he proyectado hacer el taller en Mont-roig no hará demasiado viento? Esto debe estudiarse...”. Habla del furioso “serè” (del viento mistral).

Vemos que sus referentes son muy claros: el Mas d’en Poca y algunas casas de Vilanova d’Escornalbou. Del Mas d’en Poca, además de estar situad al lado del Mas Miró, son los dibujos preparatorios que hizo Miró para el Mas que sitúa en el centro de “Terra Llaurada” (1923-1924). Sobre la vegeta-ción (o elementos) que quiere a su alrededor concreta: “algu-na pita y chumbera, como también una rueda de carro vieja”. La pita, como veíamos, es una planta importante para Miró; ya estaba en los paisajes de “Mont-roig, el pont” (1917) y “Les roderes” (1918), y en medio de las rocas rojas de “Mont-roig. Sant Ramon” (1916). También la sitúa en el camino central y al lado del tronco majestuoso del eucaliptus en “La masia” (1921-1922), resumen de la vida en el campo de Mont-roig. Y en la importante “Terra llaurada” (1923-1924), punto de in-

flexión en su obra, donde a la izquierda hay una notable pita con su augusto “pal de ballarí” levantándose majestuosamente, punto final de su ciclo vital e inicio (por las semillas que escampará a su alrededor) de un nuevo ciclo.

La chumbera seria para Miró el origen de las formas de algunas de sus esculturas. Lo encontramos detenién-dose y contemplando con delectación en algunas fotografías de Ernst Scheidegger en su libro “Huellas de un encuentro / Joan Miró a Catalunya” (Maeght Éditeur, 1993); por ejemplo, en la pág. 115, tenemos a Miró alar-gando el brazo y casi tocando una chumbera; es casi una de sus esculturas. De pitas y chumberas también encontramos en el libro de fotografíes “Joaquim Gomis / Joan Miró (Fotografías 1941-1981)”, pág. 86, 80 y 81.

Tanto en la pared del taller de Mont-roig como al lado del taller de Son Abrines, siempre asociadas a su lugar de trabajo, hay ruedas solitarias. La de Mont-roig está en unas fotografías de aquel libro “Huellas de un encuen-tro…”, pág. 66 y 67. La de Mallorca en el libro “Joaquim Gomis / Joan Miró...”, pág. 126. Es la constatación que detrás de sus obras, o en la construcción de sus talleres, hay una cuidada reflexión.

En su retorno a Mont-roig, después de la Guerra Civil

e inicio de la Segunda Guerra Mundial, relata a Joan Prats (8 de agosto de 1941): “Disfrutando viendo este paisaje tan fuerte y vigoroso, y trabajando todo el tiempo, en las cosas que viste empezadas… Pensamos permanecer aquí hasta mediados de setiembre…”. Está acabando la serie “Constel·lacions”. En octubre va a Barcelona, y de allí a Palma. Vuelve a escribir a Prats (12 de noviembre): “Como que estas pinturas están en Mont-roig, y debido a las incomodidades actuales en el viajar y a la edad de mi madre, no las confío a mi familia... si tú no tienes trabajo, podrías ir a buscarlas... esto te servirá de esparcimiento y para ver el paisaje de Tarragona en pleno otoño, que es admirable... Mi madre estará allí creo que todo el mes...”. Y una otra (8 de diciembre): “Por si aún no has ido a Mont-roig, debo decirte que mi madre ya ha vuelto a Barcelona, pero como que Peret, el masovero, y su familia son gente muy amable, os atendrán muy bien. La carpeta se encuentra en un anaquel de la mesa de madera blanca de mi taller...”.

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Este “Peret, el masovero” era Pere Calaf Jofre, casado con Carme Domingo Virgili. Los “Calaf” fueron ma-soveros del Mas Miró del 1927 a octubre de 1955), veintiocho años. Eren de Vila-rodona. Llegaron al Mas Miró con tres hijos: Josep, Ramon y Mercè; esta última tenía pocos meses de vida. Mercè Calaf Domingo me explicaba: “El señor Miró trabajaba en su taller, en la habitación de delante, la que da a la casa de los masoveros. A las seis de la mañana ya estaba allá; no entraba nadie, ni su mujer. Cuando había que entrar a limpiar nunca vi ningún cuadro, todos los tenía apilados cara la pared. También hacía aquellas esculturas. Después de una buena temporada, vino un camión gran a buscarlas”.

El hijo mayor de “Peret, el masovero”, Josep Calaf Domingo se casó con la sitvienta del Mas Miró, Maria Ele-na Sánchez, que murió al cabo de unos nueve meses en el parto de Josep Calaf Sánchez (1941). Después se volvió a casar con Teresa Robert Ferré, con la que tuvo a Carme Calaf Robert (1945).

El 26 de febrero de 1942 la madre de Miró enfermó gravemente y tuvo que ir a Barcelona para cuidarla. Vuelve a finales de abril a Palma y, con toda la fa-milia, se estará en Barcelona a inicios de julio, para ir a continuación a Mont-roig. En octubre, fueron a vivir (ya habitualmente) a Barcelona, al domicilio familiar del Passatge del Crèdit núm. 4. Allí estará hasta 1956, excepto las temporadas en Mont-roig, Palma y los viajes.

En una carta a Joan Prats (Palma de Mallorca, 27 de abril) precisa: “Me han dicho que las obras de mi futuro piso–taller del Passatge están muy avanzadas; el invierno próximo será cuestión de trabajar mucho...”. La primera planta era el piso de los padres, ellos vivirían en la segunda y la tercera sería el taller. Tenemos constancia visual de este taller por las fotografías de los libros “Huellas de un encuentro / Joan Miró a Catalunya” de Ernst Schei-degger (Maeght Éditeur, 1993), “Atmósfera Miró” aquel “Fotoscop” de Joaquim Gomis y Joan Prats (Editorial RM, 1959) y principalmente “Joaquim Gomis / Joan Miró (Fotografías 1941-1981)”. En otra carta, también a Prats (Palma de Mallorca, 29 de junio) dice: “Este invierno nos entretendremos arreglando todo el piso que me guardo para mí... Este verano no dejes de venir al Mas... Me permitiré también pedirte consejos para construir allí un gran taller, pues debo ocuparme ya de hacer estos proyectos... pues debo... cuando haya acabado esta terrible guerra (la Segunda Guerra Mundial)... esté ya en disposición de lanzarme a fondo en mi trabajo, consciente del papel de

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primer plano que entonces tendré...”. Quiero remarcar que Miró habla de “construir allí un gran taller” en Mont-roig, como ya hacía en el “Quadern de notes” de julio de 1941.

En una carta a Dolors Ferrà Oromí y Dolors Miró Ferrà, su madre y hermana, respectivamente (Palma de Mallorca, 1 de julio) anhela ya la próxima temporada al Mas: “...una vez en Barcelona... después podremos marchar al Mas, que tenemos muchas ganas todos. Dios haga que pasemos un verano lleno de salud, co-miendo buena fruta y uvas...”.

En una búsqueda sobre informaciones sobre la Guerra Civil y el primer franquismo que hice en el archivo del Ayuntamiento de Mont-roig, encontré un “Telegrama oficial postal” de la “Comisaría General de Abas-tecimientos y Transportes. Delegación Provincial de Zaragoza”, de data de 23 de julio de 1942 i número de registre 16520, dirigido al “Sr. Alcalde, Delegado local de Montroig” que dice: “Adjunto remito a Vd. conoci-miento de baja expedido a nombre de don Juan Miró Ferra y dos personas más, que trasladan su residencia a esa localidad”. Eran la esposa (Pilar Juncosa) y la hija (Maria Dolors). En una carta a Joan Prats (Mont-roig, 23 de julio) le explica que “no te había escrito antes porqué ha sido necesario organizar la cuestión de los víveres, sobretodo en lo referente al pan, que aquí hacía tres meses que no daban. Ahora... tendremos mucho gusto que vengas...”.

Es en este verano del 1942, en Mont-roig, cuando Pilar Juncosa escribe aquella carta a Moncha Sert, la esposa del arquitecto Josep Lluis Sert: “Aquí (a Mont-roig) le falta aún el taller, pero si no hay novedad, en febrero se empezaran las obras, tanto como nos hubiera gustado, que fuera José Luis, quien las hubiera dirigido!...” (8 de setiembre). Josep Lluis Sert López, sobrino del pintor Josep Maria Sert Badia, había acabado Arquitectura el 1929 y, a continuación, entró a trabajar en el estudio de Le Corbusier. Del 1930 al 1936, forma parte del grupo GAT-CPAC (Grup d’Arquitectes i Tècnics Catalans pel Progrés de l’Arquitectura Contemporània). El 1936-1937 proyecta el Pabellón de la República en la Exposición Internacional de París de 1937. Aquel Pabellón, donde estaría el “Guernica” de Picasso y donde Miró haría el mural “Pagès català en revolta”, después desapareci-do. El 1939 tuvo que marchar a Nova York. El régimen franquista lo condenó (1941) por su actividad política; además, lo declararon “inhabilitado para el ejercicio profesional” a España. No podrá volver hasta el 1946 con un permiso especial para ver su madre, que estaba en extrema gravedad. El 1953 sería el degano de la Escuela de Diseño de la Universidad de Harvard.

Diversas circunstancies retrasarán la construcción del taller de Mont-roig. En una carta a su hermana Dolors Miró Ferrà y a su cuñado Lluís G. Ylla (Barcelona, 2 de marzo de 1943) comenta: “Muy contento pensando aún en el corto tiempo que pasé con vosotros... y del... paseo por la vuestra bella ciudad (Vic)...”. Su ger-mana se había vuelto a casar. Lluís G. Ylla era un arquitecto de Vic, de una familia de constructores y muy

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relacionado con la Iglesia. Miró continua: “En Lluís G. debe ir poniéndose bien, ahora debe tener prudencia para no volver a recaer... La mamá ayer se puso en cama... He recibido una carta de Mossèn Josep, muy pesimista referente a los precios de los frutos que van bajando de una manera alarmante... Ante esto, y que el final de la guerra (la Segunda Guerra Mundial) no se vislumbra, me ha cogido pánico y creo que sería una imprudencia emprender las obras del taller, que son costosas... lo más prudente es aplazarlas hasta que la situación se aclare. Podríais escribir para anular los pedidos de material. Referente al único material que han entregado, ladrillos, dejo en la decisión de Lluís G. hacer lo que crea conveniente... Os agradeceré que escribáis unas palabras al “Frascuelo” indicándole lo que ha de hacer con los materiales...”.

Miró había decidido, a inicios de 1943, empezar las

obras del taller; hasta había hecho algunas com-

pras de material. Este “Mossèn Josep” era Josep Munté Ferrando, de “cal Panyero”. Vivía en la ac-tual calle de Francesc Riba i Mestre núm. 5, y tenía un Mas un poco más abajo del Mas Miró. Decía misa los domingos para los habitantes de la par-tida de tierra de Les Pobles (alejados unos cuatro quilómetros del pueblo), en la capilla (que hay al lado del edificio principal) del Mas Miró. Posterior-mente esta misa se haria en el “Mas d’en Romeu” (del 1952 al 1968), el Mas de “La casa de la palme-ra” (1918). Detalla Ferran Jové Hortoneda, sobre “Mossèn Josep”, en su libro “Estudi onomàstic de la vila i terme de Mont-roig del Camp” (1999), en la pág. 300: “Era un cura y hacía de payés y a menudo iba con la sotana arremangada con un cordel, con la azada al cuello y con la ropa sucia de trabajar”. La Mercè Calaf Domingo, hija de los masoveros del Mas Miró del 1927 al 1955, me explicaba que, en los años cuarenta, cuando había mucha gente para oír misa, se sacaba el altar a la porta de la capilla para qué la gente pudiese estar congregada afuera. Aquel constructor del que habla Miró, el “Frascuelo”, era Anton Martí.

Al día siguiente de la anterior carta, Miró precisa, también a la su hermana y cuñado (3 de marzo): “Te con-firmo mi carta de ayer referente a suspender por ahora las obras... (Sobre el material) Para el que hay allá, se podría mirar si la casa se lo puede quedar, ahora que todo esto es escaso... Te incluyo el albarán de les vigas...”. Pero, pasados unos meses, en otra carta a los mismos (Mont-roig, julio-agosto de 1943) parece que finalmente decide iniciar la construcción: “He visto Mossèn Josep y le he encargado que se cuide de encargar los ladrillos, ahora solo me falta ver el “Frascuelo” para aclarar lo de la factura...”. Y en una del 22 de setiembre: “Supongo que el “Frascuelo” ya habrá escrito referente a lo de las vigas. El, las ha visto y creo podrán servir, pero he preferido que se entienda directamente contigo. Tardó en venir porque tenía muchos empleados enfermos, ahora últimamente las fuertes lluvias le impidieron hacerlo. He ido mirando y estudian-do el plano, quedará muy bien, y voy pensando con ilusión que no tardaremos mucho tiempo, en poderlo empezar...”.El 27 de mayo de 1944 muere la madre de Miró, esto hace que, al heredar, mejore su situación económica. En verano, desde Mont-roig, escribe a su hermana y cuñado (julio de 1944):“Este año hace mucha calor, suerte que no ha granizado, como en muchos lugares, ahora lo que convendría sería una buena lluvia...”. Miró habla como un payés. Continua: “Cuando vengáis, me traes el dossier del taller... si tienes unos mo-mentos, hazme el cálculo de las carretadas y materiales que necesito para hacer los cimientos del taller, como también el presupuesto de estos primeros trabajos... Como primera etapa, antes de que empiecen los cimientos, después de la vendimia, ya encargaría las carretadas de material necesarias...”. Miró decía en la misma carta: “Ante la fulminante rapidez de los acontecimientos necesito tener todo esto...”. La Segunda Guerra Mundial entra en su fase final con el desembarco de Normandía (6 de junio) y la liberación de París

“Mas Miró. Capella”

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(25 de agosto). Miró piensa empezar “después de la vendimia”, a finales de setiembre u octubre. Pero surge un nuevo tropiezo. Detalla a su hermana y cuñado (Mont-roig, 31 julio) que está “muy enfadado con la historia de la bomba, serán unas 5.000 ptas... (Sobre el taller) No hace falta decir que con este aguijonazo no haré nada, si no cambian las cosas. La cosecha espléndida, mucha vendimia y aceitunas, pero es necesario que llueva, lo que por ahora no hace...”. Tendría que sustituir la bomba del pozo que abastecía la llamada “bassa gran”. Me explicaba Angelina Rovira Bargalló, (hija de los masoveros del noviembre de 1955 al 1975) que esta suministraba agua a la finca, gran parte era de regadío. Estaba en un extremo de la finca, al lado del barranco de la Pixerota. Me decía que cuando se llenaba la balsa, con caigua fresca, en verano, daba gusto bañarse; normalmente lo hacían el señor Miró y su hilla Maria Dolors.

La Segunda Guerra Mundial acabará con la rendición de Alemania el 8 de mayo y la del Japón el 2 de setiembre de 1945. En verano, como casi siempre, estará en el Mas. Escribe a su hermana y cuñado (Mont-roig, julio): “Aquí hay mucha sequedad, pero a pesar de esto la viña no sufre y la cosecha se presenta bien. El motor afortuna-damente también rueda bien y el agua no se interrumpe, este verano por ahora no hay ningún contratiempo. A ver si el próximo verano puedo ya trabajar en el taller que te-niéndolo magnífico en Barcelona aquí me hace falta...”. Y a Joan Prats (15 de agosto): “Estoy trabajando mucho en escultura...”. Necesita el taller. Aún debe trabajar en la habitación del Mas.

Miró entiendo que es el momento de dar una nueva proyección a su obra. Razona a Pierre Loeb, que había sido marchante de Miró (Mont-roig, 30 de agosto): “Me alegrará mucho si le puedo ayudar a poner en marcha su vieja galería... Estos años han sido muy duros para mí... Tengo 52 años y he de pensar las cosas con se-riedad, de una manera clara y precisa, en plena consciencia de las responsabilidades que tengo en la vida... No me queden más que dos caminos a seguir dignes de mí: A: Conseguir una situación material como la que a mi edad tienen los artistas que representaban a la generación precedente... B: Vender una finca para pagar mis deudas y retirarme al camp donde continuaré trabajando con la misma pasión y entusiasmo de siempre, lo cual es mi razón de vivir, pero en el más completo aislamiento y silencio... Vivimos en el momento preciso en que hay que lanzar a fondo mi obra...”. Cuando dice “vender una finca” se debe referir a la casa del Passatge del Crèdit de Barcelona.

Desde Barcelona comenta a su germana y cuñado (17 de enero de 1946): “Ya he vuelto del Mas después de habernos puesto de acuerdo para plan-tar la parada de viña e ir poniendo arboles... En Peret (el masovero Pere Calaf Jofre) me advirtió que el pino había caído en mala luna y que temía que para hacer obres se carcomería; no se conservó tierno y se secó... Te mando una muestra para que veas si esta madera puede servir... para las obras...”. En verano del 1946 volverá a Mont-roig. Lo visitan las familias de Joan Prats y Joaquim Gomis. Este hará un conjunto importante de fotogra-fíes, que completará en posteriores visites. Miró hará su primera escultura: “Femme”. Anteriormente, en los años treinta, había iniciado el camino con las “construcciones” o los “objetos”.

““Femme” (1946)”

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En otra carta (Mont-roig, 24 de abril), especifica: “Hemos tenido muy mal tiempo y casi todos los días ha llovido, lo que acabará por perjudicar la tierra... He visto al albañil y me ha dicho que la fecha que fijamos -14 de mayo- le sería difícil venir, el proponía el primero de junio... Referente a los materiales dice que como que son de fácil transporte se pueden ir llevando a medida que trabajen. Lo que necesitamos, por si te conviene recordarlo es 30 m. cúbicos de piedra, 30 m. cúbicos de arena.... A mí personalmente me hace mucha ilusión comenzar estas obras lo más pronto posible. Antes de comenzar a trabajar tendremos que pasar un rato tu y yo mirando el lugar exacto del sitio, cosa muy importante...”. Y en una del junio-julio (?): “Siguiendo vuestras indicaciones he escrito al albañil para comenzar las obras el día 21... Ya era hora...”. Es curioso ver a Miró como, por un lado, se preocupa de la tierra y de las cosechas, y por otro, como organiza las necesidades del material para la construcción del deseado taller.

El diseño y la construcción del taller de Mont-roig lo hizo su cuñado Lluís G. Ylla Cassany. Otro inconveniente fue que este estaba delicado de salud, lo cual complicaba la dirección de la obra; moriría el 10 de enero de 1951. Sebastià Javaloy Cánovas, marido de Mercè Calaf Domingo (hija de los masoveros), me explicaba que trabajó de albañil en la construcción del taller. Fueron novios unos seis años, del 1943 al 1949. Añadía: “Este señor Ylla, que era un señor de mucha edad, estaba fatigado de los pulmones, muy delicado; en el Mas casi no se levantaba de la cama. Yo subía por la mañana a su habitación para preguntarle que había que hacer”. Según Sebastià Javaloy el taller es como una pequeña iglesia, con la planta y una especie de coro en un extremo. Me decía que Lluís G. Ylla Cassany era un arquitecto de iglesias. Concluye: “En el taller había originariamente una torre, de hecho la estructura está comenzada hasta el primer piso (el coro)”. También recuerda que en la construcción colaboró un señor de Figueres, que se llamaba Teixidor; era un “desterrado” por el franquismo. En los procesos de depuración que el franquismo hizo al terminar la guerra te podían con-denar a vivir a centenares de quilómetros del lugar habitual y durante unos años. Sebastià Javaloy continuó trabajando de albañil en el Mas cuando era necesario hacer alguna obra. Me explicaba que Miró hacía pintar, prácticamente cada año, la fachada; y que quería que se hiciera con cal, no con pintura plástica.

En febrero de 1947 Miró, con su esposa e hija, inicia un viaje de nueve meses en los Estados Unidos. Prime-ro van a Madrid y de allí a Lisboa, donde llegan el 5 de febrero. El día 8 habían de coger un avión de la Pan American hacía a Nueva York. Es el final de su aislamiento producido por la Segunda Guerra Mundial y el ré-gimen de Franco. Su esposa, Pilar Juncosa, decía en una entrevista, hecha per Cristina Ros en “La Vanguar-dia” (20 de deciembre de 1992): “Marchamos con Maria Dolors a Nueva York con la intención de pasar allí un mes, pero finalmente nos quedamos nueve meses, pues a Joan le encargaron un mural en Cincinnati…”.

Miró escribe a su hermana, Dolors Miró Ferrà (Lisboa, 6 de febrero): “Llegamos bien gracias a Dios, pero la travesía Barcelona Madrid fue un poco mala, la de Madrid a Lisboa un poco mejor… ahora falta lo principal, subir al Clipper y volar más de veinte horas…”. Entonces quedaba muy lejos Nueva York. Pero no salen el día

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8, Pilar Juncosa detalla a Joan Prats (Lisboa, 9 de febrero): “Teníamos fijada la salida para ayer a mediano-che… y a las 11,30 h. nos notificaban que no salíamos; imagínate nuestra nerviosidad… Nos han dicho que eso de suspender la salida ocurre con mucha frecuencia…”. Cuando lleguen a Nueva York, en el aeropuerto los espera Alexander Calder con barretina y con un impresionante coche descapotable. Miró, que venía de la España del racionamiento, debería quedar atónito.

Miró en Nueva York no se olvida del taller de Mont-roig y escribe a su cuñado (marzo-mayo de 1947): “Muy agradecido, Lluís, del interés que tomas para la construcción del taller...”. Y poco después (mayo): “Me habéis dado una gran alegría al ver que comienzan las obras del taller... En la casa de Peret haced lo que sea necesario también, el comedor, ducha, wáter y agua caliente. Os envidio estar entre los algarrobos del Mas, que a mí me interesan más que los rascacielos...”. Miró habla de la casa de los masoveros; se preocupa por ellos. El 10 de junio explica a Joan Prats: “No po-dremos pasar el verano en Mont-roig –esto lo añoramos mucho- pero en cambio espero poder estar en otoño, que es una cosa mara-villosa...”.

Ahora que finalmente se inicia la construcción del taller, el está muy lejos, pero da instrucciones precisas en una carta a su hermana y cuñado (13 de junio): “Estupendo todo lo que me dicen del taller... Así acabándolo ahora, cuando yo venga podré hacer los últimos detalles... Es necesario partir de la concepción que el taller tiene que ser un lugar de trabajo, de la máxima seriedad en todo, como una celda de monje. La gran vidriera que esté colocada a una altura que permita ver bien el paisaje, como si uno se encontrara en pleno campo. Que haya también otros ventanales... que una escultura reciba toda la luz, como si fuese al aire libre... En los lados de la pila quisiera baldosas de Valencia, blancas, como si fuese un laboratorio. El mármol... no sé si ha-ría demasiado rico, yo quisiera que todo fuese hecho con gran austeridad, quizás buscando otras piedras... Para instalar el agua... yo necesitaré poca, no sé si poniendo un depósito en el exterior, que llenándolo un par de veces en verano con portaderas haya suficiente... Que el gran ventanal permita que se pueda abrir un poco... para poder tener ventilación fresca... Efectivamente será necesario dejar un lugar para instalar una estufa o hogar, si necesito trabajar en invierno...”. En la misma carta cita que el electricista es “Rodríguez”. Este era Salvador Rodríguez, que vivía en la plaza del Generalísimo (ahora Joan Miró, núm. 12). Mercè Calaf Domingo, hija de los masoveros, me decía que, en los años cuarenta, en su casa recibía la corresponden-cia, los diarios y revistas del señor Miró, y que este la bajaba en bicicleta al Mas. En una carta a Joan Prats (Mont-roig, 27 de setiembre de 1946), Miró, li da instrucciones: “el próximo jueves día 3 (de octubre) llegare-mos a Barcelona... Puedes decirle (al conserje)... que telefonee a “La Vanguardia”... y a “Destino”... para qué a partir de este día nos manden los diarios al Passatge...”.

En los Estados Unidos estará hasta octubre de 1947. Hará el gran mural del Hotel Terrace Plaza a Cincinnati. Recordaremos que antes (en 1937) había hecho el mural del Pabellón de la República, en París. En una entrevista de Francis Lee, publicada en “Possibilities” núm. 1, Nova York (1947 – 1948) comenta: “Si no pinto me preocupo, me siento muy deprimido, irritado... Aquí en Nueva York no puedo hacer la vida que quiero. Hay demasiadas citas, demasiada gente que ver, y con tantas cosas en marcha llego a estar demasiado cansado para pintar... Puedo concentrarme mejor en mi casa en el camp (en Mont-roig), donde nunca me interrumpen. En segundo lugar, en París, pero también en París hay distracciones...”.

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Llega la hora de volver de Nueva York. Pilar Jun-cosa comenta a Joan Prats (24 de setiembre): “Salimos de aquí, en el barco la “Habana”... Se-gún dicen, a los ocho días, llegaremos a Lisboa, estaremos dos días allí, luego iremos a Cádiz y a Barcelona… Llegaremos seguramente a últi-mos de mes… Nos hemos enterado que nues-tro cuñado de Vic sufrió un fuerte ataque en el corazón… tenían que ir al Mas para terminar el taller de Joan y lo han suspendido…”. Miró dirá a Sert (14 de octubre): “Mañana día 15 nos va-mos...”. Desde Barcelona le escribe (19 de no-viembre): “He estado, naturalmente, unos días en Mont-roig, el camp de Tarragona estaba más maravilloso que nunca... He pedido ya mi visa-do para ir a París...”. Irá en febrero de 1948, no había estado desde 1940. Son las temporadas en París para preparar exposiciones. Se alojará en hoteles.

Miró concreta a su hermana y cuñado (Barcelona, 26 de mayo de 1948): “Os esperamos el lunes noche para ir al día siguiente a Mont-roig... la Pilar se quedará aquí para preparar la marcha a París –todos tres- en los primeros días de junio. Realmente, ha sido una sacudida inesperada para mí esto de las 25.000 ptas., al mandar las ante-riores 15.000 ptas. me dijiste que creías que habría suficiente... Es necesario suprimir en el taller todo lo que sea decorativo o para hacer bonito, y concentrarse en el punto de vista inicial de considerarlo como un instrumento de trabajo... que conserve una severidad de celda de fraile, esto será paralelo a mi obra y a mi vida, que siempre he querido fuesen dentro la más gran austeridad, y sobretodo evitar, en los momentos actuales en que tantísima gente trabajando mucho, no pueden ni comer, el que tenga un aspecto de lujo, solo un aspecto severo de un lugar para trabajar...”. Podría ser una frase actual. Escribe a Joan Prats (Mont-roig, 28 de julio): “El taller está casi acabado y quedará muy bien. A pesar del calor de estos días se está muy fresco, debido al corcho que me propor-cionaste. Yo aún no he comenzado a trabajar...”. En otra, del 22 de agosto, también desde Mont-roig: “El próximo verano tendré el taller arreglado, con todas las coses populares, raíces de árbol, piedras...”.

En verano del 1949 ya trabajará en el taller de Mont-roig. Aquel que deseaba en el “Quadern de notes” de julio de 1941, que había de comenzar a inicios de 1943. Una im-portante colección de fotografíes de este taller la podemos encontrar en el libro “Joaquim Gomis / Joan Miró (Fotogra-fías 1941-1981)”.

Les hermanas Angelina y Teresa Rovira, hijas de los ma-soveros del noviembre de 1955 al 1975, me precisaban que, al lado del taller, había hecho plantar una higuera, pues al señor Miró le gustaban mucho los higos. “En agos-to, cuando había la principal cosecha, nuestro padre cada día por la mañana, a primera hora, iba a coger. Así el se-ñor Miró tenía para desayunar. Comenzaba con los higos y continuaba con el café con leche y tostadas con merme-lada y mantequilla... En el taller prácticamente no entraba nadie. Alguna de nosotras, tan solo para limpiar, per barrer “Foto J. Gomis”

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o quitar el polvo... Y, solo podíamos hacerlo cuando no había el señor Miró. Estaba lleno de carpetas, cuadros que parecían sin acabar... Y alguna vez había líneas de yeso en el suelo (como ahora hemos visto en alguna fotografía de Joaquim Gomis); entonces avisaba a nuestra madre: Teresa, no borres nada de lo que hay en el suelo”. La Teresa Rovira se refiere a la fotografía de la pág. 97 del libro “Joaquim Gomis / Joan Miró...”, donde en el suelo vemos dibujada con yeso la silueta de la escultura “Ocell solar”. Continua: “Sabíamos que aquellos cuadros estaban sin acabar porqué los dejaba de una temporada a otra, o a veces varios años. Alrededor del taller estaba lleno de las raíces que el señor Miró encontraba en la playa de la Pixerota. Cuando eran grandes y de mucho peso pedía a nuestro padre que fuese a recogerlas con el carro”.

En 1949 Miró continua viviendo en el Passatge del Crèdit, peró busca un nuevo domicilio. Continúa viajando, sobre todo a París. Y los veranos, a Mont-roig. A mediados de 1950 se trasladarán a un piso de la calle Folgueroles, en el número 9; cerca del Passeig de la Bonanova y de donde vivía su ami-go (y fotógrafo) Joaquim Gomis. Pero continuará teniendo el taller en el Passatge del Crèdit. En una carta, desde París, a su hermana y cuñado (6 de junio) comenta que “al llegar, que creo será allá el 15, tendremos que hacer el cambio de piso...”. En otra a Josep Lluís y Moncha Sert (Barcelona, 29 de enero de 1951) les dice: “Ahora vivimos aquí en Sant Gervasi, un ático en una casa nueva de lo más discreto que hay, con una terraza con una magnífica vista... Es un piso muy grande, yo he requisado la mitad para mí, guardando además el taller del Passatge para hacer telas de gran tamaño...”. Y, en verano (17 de julio): “Mont-roig es magnífico, ahora en verano estoy trabajando en una serie de esculturas, en un gran taller que me hice construir...”.

En junio de 1952 hará su segundo viaje a los Estados Unidos. En verano estará en Mont-roig, donde lo visitará el fotógrafo suizo Ernst Scheidegger. De ahí surgirá el libro “Huellas de un encuentro / Joan Miró a Catalunya”, en el que hay un conjunto de fotografías del tra-bajo de Miró en su taller de Mont-roig, pero también las excursiones al puerto de Cambrils, a la ermita de la Mare de Déu de la Roca, a la playa de la Pixerota... También hay fotografías de un viaje anterior a Barcelona, donde vemos el taller del Passatge del Crèdit. Explica Ernst Scheidegger: “Me habían reservado una habitación en la Casa Gatell, el único “Hotel” que se podía encontrar en treinta kilómetros alrededor. Había una cocina excelente y famosa pero las habitaciones (solo había seis) para los huéspedes se ocupaban muy raramente. Era allí donde Miró alojaba a sus invitados… Visité los alrededores…el pequeño pueblo de Mont-roig… Aquí se encontraban sus verdade-ras raíces... En Mont-roig, sus días eran muy largos, más que en Bar-celona. Trabajaba sin descanso… En la parte superior del estudio, en

“Foto J. Gomis”

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una especie de balcón (aquel altillo), había un pequeño despacho. Miró se retiraba de vez en cuando para tomar apuntes o para ocuparse de su corres-pondencia…”.

En otoño de 1952 Miró visita Gallifa, donde se había instalado hacía un año Josep Llorens Artigas. Al siguiente año se produce el encuentro de ambos en el Mas de Mont-roig. Parece como si Miró pensase que su nuevo camino en el mundo de la cerámica había de tener les raíces en “su” pueblo. Dice Francesc

Miralles en el libro “Llorens Artigas. Catàleg d’obra” (Edicions Polígrafa, 1992), en la pág. 72: “Comenzaron a tra-bajar el 1953. En Mont-roig. Allí decidieron lo que harían. Allí sabían que querían crear nuevas formas a partir de las formas inspiradas en elementos naturales conectando con las numerosas esculturas que Miró había hecho recientemente...”. Serán frecuentes los viajes a Gallifa, y las visitas de Artigas al Mas Miró. Comenta Sebastià Gasch en su libro “Joan Miró” (Editorial Alcides, 1963), pág. 65: “El problema del traslado de las esculturas origi-nales a su versión en cerámica se resolvió satisfactoriamente... El 25 de febrero del 1954 se hicieron las primeras cocciones en el horno de Gallifa...”.

En una carta a Artigas (Barcelona, 9 de junio de 1954) le explicará: “Mañana marcho con Pilar a Palma de Mallor-ca para resolver lo del terreno...”. Quería comprar la finca de “Son Boter”, que era de un descendiente del barón Münchhaussen, pero este rechazó la venta. Sí consiguió la finca del lado, “Son Abrines”, en el barrio de Gènova. Eran unos parajes campesinos alejados de Ciutat de Mallorca. Finalmente, el 1959, comprará “Son Boter”. Miró ha decidido que hará un taller. Los veranos continuará yendo a Mont-roig. Su hija se casará con David Fernández el 12 de octubre y vivirán en Palma. En 1955 nacería, en Palma, su primer nieto, David Fernández Miró.

En una carta a Josep Lluís Sert (Palma de Mallorca, 5 de noviembre de 1954) le dice: “He mirado detenida-mente el plano del taller sobre el terreno... con ganas de poder trabajar pronto allí. Enric lo ha visto también y tiene una idea bien clara, se inquieta no obstante por la solución de la bóveda, dice teme que siendo de cemento natural, delgadas, no sean suficiente-mente aislantes del frio y del calor, tu esto ya lo habrás previsto y podrías darle algunas explica-ciones técnicas. El poder ver desde el balcón el espacio del taller con las telas me parece muy acertado...”. Desde un inicio se plantea que haya un altillo dese donde poder ver el taller; como el “coro” del taller de Mont-roig. Más tarde, desde Barcelona, el 21 de diciembre, le dice: “Muy con-tento de tus actividades haciendo los planos... Lástima que el ingeniero se retrase por no ha-ber hecho los cálculos... Enric me ha escrito, va haciendo los cimientos...”. Es Enric Juncosa Igle-sias, su cuñado.

“E. Scheidegger”

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En 1955 continua viviendo en Barcelona y va a menudo a Gallifa para colaborar con Llorens Artigas prepa-rando las piezas de cerámica para la exposición “Terres de Grand Feu”. Viaja frecuentemente a Palma para ver la evolución de las obras (de la casa y del taller). Dice a Sert (Barcelona, 19 de febrero de 1955): “Ahora se trabaja duro en Palma...”; debe referirse a la construcción de la casa. Y desde París (5 de marzo): “Estare-mos dos meses aquí, puedes dirigirte a Enric para las obres...”. Y continúa el 24 de abril: “Nos acaba de es-cribir la Maria Dolors (su hija) que han recibido tu maqueta, dice que es magnífica... Creo que esta maqueta permitirá, al tenerla delante, hacer que Enric y el contratista aceleren el ritmo de trabajo... Este verano ya nos instalaremos provisionalmente en Palma, esto nos permitirá vigilar los últimos trabajos de las obras...”. Y el 7 de junio: “Acabemos de llegar a Palma. Lo primero que he visto ha sido la maqueta, que es sensacional... yo creo que con los planos solamente iban un poco perdidos, pero ahora lo ven claro y activan los trabajos. Es estupendo que vengáis a pasar las vacaciones aquí... tu presencia dará un gran impulso. Estaremos so-lamente unos días aquí, después... a Mont-roig para cambiar de masoveros...”.

En otra a Josep Llorens Artigas (Palma de Mallorca, 18 de agosto) le comenta: “Estos días ha estado aquí Sert para dirigir la construcción del taller. Ha dicho que las partes hechas con cemento no sean cubiertas con yeso, emblanqueciendo directamente el cemento, como materia prima, para de esta manera respetar la textura de este, que hubiera sido sacrificada al cubrirla con yeso. Esto me ha llevado a pensar que nosotros enriqueceríamos la materia dejando tú una pieza sin cocer... (yo llenaría) ciertas superficies con una ligera capa de color al barniz, esto nos permitiría conservar la materia en su estado puro...”. Miró acababa de recibir el encargo de hacer los dos grandes mural cerámicos para la UNESCO, en París.

Habíamos visto como en una carta a Sert, del 7 de junio,

lo avisaba que tendría que ir a Mont-roig para “cambiar de

masoveros”. Ahora otra a Àngel Juncosa Iglesias, su cuñado,

del 30 de octubre y desde Mont-roig, le dirá: “Estos días he-

mos estado muy ocupados con el cambio de masoveros, han

venido muchos que lo desearían y ha sido difícil de escoger,

por fin nos hemos decidido por unos que parecen muy buena

gente y trabajadores y de quien tenemos buenos informes,

son familia numerosa como es necesario para ocuparse de

la finca. Mañana empiezan y hoy se ha ido Peret (el “Peret,

el masovero”, Pere Calaf Jofre), hemos pasado días de una gran emoción y Dios quiera que hagamos acertado.

Aquí hasta ahora ha hecho muy buen tiempo, pero ahora ha comenzado a llover...”. Y, el 8 de noviembre, escribirá

a Josep Llorens Artigas: “Marcharemos el jueves hacía Barcelona...”.

Los Miró habían hecho el cambio de los masoveros. A los Calaf, después de veintiocho años (del 1927 al 1955) los substituirán el matrimonio Eugeni Rovira Sastre y Teresa Bargalló Vidal, que estarán veinte años (hasta 1975). Podéis encontrar la familia al completo en la fotografía de la pág. 102 del libro “Joaquim Gomis / Joan Miró (Fotografías 1941-1981)”. Me cuentan Angelina y Teresa, hijas de aquel matrimonio: “Las costum-bres de los payeses en estas comarcas es que el cambio de masoveros en una finca se haga en noviembre,

“Família Rovira. Foto de J. Gomis”

Page 17: LOS TALLERES DE MIRÓ MONT-ROIG I PALMA DE MALLORCA · el 9 de julio de 1926, el padre del pintor, Miquel Miró Adzaries, moriría en el Mas de Mont-roig. A partir de 1927 estará

con el fin del ciclo de los frutos. Por ejemplo, las patatas las ha de recoger (en mayo o junio) quien las sembró en enero; a continuación, se sembraba el trigo, que se recolectará en setiembre. Estas eran las dos cose-chas más importantes del Mas Miró. Al arrancar el trigo era necesario empezar a preparar el campo para las patatas. En noviembre se compraba la semilla. Detrás del Mas había viña (es el paisaje del cuadro “Vinyes i oliveres”, 1919). Se empezaba a vendimiar el día siguiente de la Mare de Déu de la Roca, el 9 de setiembre; después se recogía el maíz. La algarroba la recogíamos a finales de setiembre, y la aceituna en diciembre”. Continúan: “El señor Miró conectó con nosotros gracias a Salvador Rodríguez (aquel electricista de Mont-roig que le bajaba las cartas y diarios al Mas). Nuestro padre, que era el Presidente del Sindicato del Prat (Pratdip), y el mo-sén del pueblo iban los lunes al mercado de Reus y allá conoció a Salvador Rodríguez. También nos conocía y dio buenas referencias Robert Roigé Huguet, que era el masovero del Mas d’en Poca, al lado del Mas Miró”.

Josep Lluís Sert está preocupado, le expone (Cambridge, 11 de desembre): “Hace tiempo que no tenemos noticias. Cómo va el estudio?, no sé nada de Enric, ni de la cubier-ta... Estoy impaciente por saber cómo van las obras...”. Miró le responde pocos días después (Barcelona, 24 de diciembre): “Este año voy absolutamente como un torbe-llino, lanzado de pleno a la cerámica... me paso casi todo el tiempo viviendo en Gallifa... Hace tiempo que no he estado en Palma... Escribiré a Enric para que te mande unas palabras... A mí me ha escrito que la casa ya está casi lista, y que el taller está bastante avanzado y que es magnífico...”. Le envía otra, desde Barcelona, el 22 de febrero de 1956: “Me paso casi todos los días en Gallifa... He escrito también a Enric para que enviase fotos del ta-ller...”. Tal como decíamos, en Gallifa estaba preparando la exposición “Terres de Grand Feu”; la última hornada fue el 10 de mayo de 1956. La exposición se hizo en la Galerie Maeght de París (junio y agosto de 1956) y en la Pierre Matisse de Nueva York (diciembre).

En febrero de 1956 hubo una importante helada (en Mont-roig principalmente los días 12 al 14). Me dicen Teresa y Angelina: “se quemaron muchos algarrobos... incluso, en el Mas Miró se tuvo que hacer una car-bonera”.

Miró escribe a Sert (Barcelona, 21 de mayo de 1956): “Acabamos de estar unos días en Palma, el taller está ya casi acabado, es... de verdad impresionante...”. El verano lo pasará entre Mont-roig y Palma. Vende la casa del Passatge del Crèdit y el piso de la calle Folgueroles y hace los preparativos para la mudanza del piso de Barcelona a la nueva casa de Palma, donde se instala en octubre. En setiembre comienza los trabajos para los dos murales de la UNESCO. Miró comenta a Joan Prats (Palma de Ma-llorca, 9 de noviembre): “Ya vivimos en la nueva casa... cuesta llegar a organizarse y poner orden...”. Y, también el mismo día, a Sert: “El taller está completamente terminado y es extraordinariamente magní-fico, estoy deseando empezar a trabajar, pero me contengo porqué de hacerlo me lanzaría demasiado a fondo y no acabaría de poner nunca en orden la casa y fundamentalmente la biblioteca... Yo no puedo trabajar con seriedad sin haber previamente creado un ambiente propicio...”.

“Passatge del Crèdit”

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El 1957 desde Palma irá a menudo a Gallifa para trabajar en los murales de la UNESCO y, en verano, a Mont-roig. Comenta a Sert (Palma de Mallorca, 30 de marzo de 1957): “Entre una cosa y otra aún no he podido normalizar mi ritmo de trabajo y de vida. Un intervalo así, de larga y callada reflexión... me convenía. De esta saldré con un nuevo impulso de renovación y potencia-lidad. Voy poniendo cosas de alfarería popular y de pescador en el taller y patio, todo queda gran-dioso...”. Alguna cosa “de pescador” es un cesto de pescado como el que usaban los pescadores de Cambrils, como el que hay en unas fotografíes de la pág. 61 del libro “Huellas de un encuentro / Joan Miró a Catalunya” de Ernst Scheidegger (Maeght Édi-teur, 1993); como el que vemos en la pág. 183 en el altillo del taller de Mont-roig. Como el que tenemos en el Centre Miró. Y el 18 de abril: “Este mes terminan los albañiles, estaremos tranquilos! Yo ya me empiezo a organizar, y podré comenzar a trabajar...”. En otra a Moncha Sert (5 de noviembre): “Estoy muy cansado, he tenido un mes a (Jacques) Dupin que está trabajando en el catálogo general de mi obra... Me ha dejado muy cansado, ahora marchamos a Mont-roig para descansar... A la vuelta pondré orden en el taller...”.

El 1958 nace el segundo nieto de Miró, Emili Fernández Miró. Viaja frecuentemente a París. Continua sin pintar. Se dedica a la cerámica y al gravado. El 29 de mayo se hará en Gallifa la última hornada para el Mural de la UNESCO, que se inaugurará en noviembre en París. En una carta a Sert (Mont-roig, 9 de octubre de 1959) le explica: “Una vez allí (en Palma) comenzaré a trabajar a fondo... Acabo de adquirir Son Boter, la magnífica casa que estaba detrás de la nuestra. Esto... me pone fundamentalmente al abrigo de cualquier vecino molesto. Me servirá para hacer teles y esculturas monumentales...”.

“Centre Miró”

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En una entrevista de Rosamond Bernier, en “L’Oeil” núm. 79-80, con el título “Propos de Joan Miró” (Pa-ris, 1961), dice: “En el nuevo taller, por vez primera tenía espacio. Podía desembalar cajas que contenían obras hechas durante años y años. No las había vis-to desde que dejé París y el bulevard Blanqui antes de la guerra. Cuando llegaron los alemanes estaban embaladas en la casa Lefebvre-Foinet... Fue un cho-que... Destruí muchos cuadros, y fundamentalmente dibujos. Miraba toda una serie, ponía a un lado un lote para quemarlo... He hecho dos o tres purgas así en unos años...”.

Su esposa, Pilar Juncosa, decía a Cristina Ros a “La Vanguardia” (20 de diciembre de 1992): “Su recorrido diario se limitaba al corto trayecto que comunica el ta-ller con la casa… Periódicamente, cuando él no esta-ba en el taller, una mujer que me ayudaba y yo entrá-bamos para hacer la limpieza…”. En la casa mandaba Pilar, pero el taller era su territorio. Su esposa no se atrevía a entrar; lo llamaba para ir a comer desde la puerta. Como pasaba en el taller de Mont-roig.

El 1960 Miró continúa yendo a Gallifa, para ha-cer el Mural de Harvard. El verano, como siempre a Mont-roig, y el 5 de octubre visita per vez pri-mera la “Casa Aymat” de Sant Cugat del Vallès, una importante manufactura de alfombras y ta-pices del matrimonio Miquel Samaranch y Mer-cè Viñas. Haciendo el documental “Sant Cugat i l’Escola Catalana de Tapís” (2009) encontré en el archivo de la família Samaranch Viñas un álbum de fotografías de aquella visita de Miró a la Casa Aymat. De aquí saldrá, años más tarde, el primer tapiz de Miró, el “Tapís de Tarragona” (1970), que ahora está en el Museu d’Art Modern de Tarrago-na. Mercè Viñas era sobrina del famoso Dr. Josep Trueta Raspall y, este, amigo de Miró. Peor esta ya es otra historia...

“Tapís de Tarragona” (1970)”

“Taller de Palma. Rodatge de “D’un roig encès...”

“Taller de Mont-roig. A la dreta, fotografia de Joan Prats”

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Sebastià Gasch, en su libro “Joan Miró” (Editorial Alcides, 1963), pág. 75, reproduce unes declaraciones de Joan Miró a Maria Dolors Serrano de la revista “Gaceta ilustrada” (“Los 75 años de Miró”, núm. 602 del 21 de abril de 1968): “Es la llamada de la tierra: Tarragona – Mallorca. O a la inversa, es igual: Mallorca – Tarragona, Mont-roig – Palma. Yo siento Mallorca desde que tenía dos o tres años y m enviaban a pasar la Navidad con mis abuelos Josepa y Joan (Josepa Oromí y Joan Ferrà Santandreu)... En mi pesó mucho Mont-roig. Mallorca es la poesía, es la luz... Hasta que he llegado a establecer el equilibrio entre Mont-roig y Mallorca no he entrado a la madurez...”.

El marte 26 de junio de 1979 fuímos a Palma de Mallorca, al taller de Son Abrines, a rodar para mi docu-mental “D’un roig encès: Miró i Mont-roig”. Fue emotivo el largo plano donde Miró recorre, poco a poco, su taller, mirando detenidamente y con ternura los cuadros que había esparcidos por doquier; alargaba la mano como si se despidiese. Después, llega a la empinada escalera de madera que lo llevará al altillo; allí, pasando con cuidado entre les mesas llenas de dibujos, se acerca hasta la barandilla y se detiene a contemplar, con delectación, el conjunto del taller. Este plano de ha reproducido en muchos otros documentales.

El 2002 hice el documental “Mont-roig: tornaveu mi ronià”, donde personas de Mont-roig que lo conocieron (i apreciaron) hablaban sobre nuestro pintor universal.

Además, rodé imágenes del taller de Mont-roig. Estaba, supongo, como lo dejó el último verano que estuvo en el Mas: algún dibujo en la pared, raíces escultóricas, calabazas de mango en la estantería al lado del hogar, una fotografía de Picasso encima de esta y otra (enmarcada) en la pared de la escalera que sube al altillo, libros, tinteros, botes de pintura... Tres cintas de colores con la glosa “Record de N. S. De La Roca”. Entrando, en la esquina de la pared de la izquierda con la del fondo, la de los ventanales, una gran fotografía de su amigo Joan Prats alzando el brazo izquierdo y con la mano expresivamente abierta en un contexto indeterminado. Cuando hice el documental “Francesc Català-Roca: Apunts” (1989), aproveché para pregun-tarle si tenía fotografías hechas en Mont-roig y me comentó que solo había hecho una a Prats y Miró a la fachada de la catedral de Tarragona. En la de Miró lo vemos alzando su brazo izquierdo hasta coger el pica-porte de la catedral. De esta fotografía nació la exposición de fotografías de picaportes de Esther Bargalló en el Centre Miró (2014).

En la pared izquierda del taller de Mont-roig aún había colgado un calendario con la hoja de setiembre de 1976. Después ya solo volvería para recibir el homenaje popular del 29 de abril de 1979. Moriría, en Palma, el 25 de desembre de 1983.

Martí Rom (març de 2014)