LOS VASCOS Y LA INSURRECCION DE CUBA EN 1868* …vascos+y+la+insurreccio… · gen de sus propósitos iniciales, ya que el problema cubano eraun tema hereda ... Se casó tres veces:

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  • Miguel Rodrlguez Ferrer (1873)1

    LOS VASCOS Y LA INSURRECCIONDE CUBA EN 1868*

    loseba Agirreazkuenaga ZigorragaUniversidad del Pas Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea

    ...ah est nuestra isla de Cuba. Cuando hace aos que yo por primera l'e: la vi-sitara, ya encontr en su capital, la Habana, que dos alaveses. un guipu:coano y unvizcano, eran los vecinos que en esta ciudad tenan la fama de sus mayores y mejorllevados ingenios por sus mquinas. su produccin y su fuer:a. Despus ya han lle-gado otros hijos de la misma isla a disputarles su inteligencia v sus resultados como elSr. Poey; pero entonces un Aldama y un Zulueta. alaveses; un Arriera. guipu:coano; vhoy un Duraona, vizcano; stos eran por aquel tiempo los que llevaban la primacade sus fortunas y conocimientos en este ramo por toda la isla ... El l"ascongado D.Ignacio Urquiola es la persona inteligente y el cultivador ms poderoso de otra de lasjurisdicciones de la Vuelta de Abajo. a cuyo fomento agrcola ha contribuido conmeritorio nombre. como a sus explotaciones mineras y al desarrollo de aquellas vegasde tahacos que yo un da recorr...

    El clima de democratizacin de la vida poltica a raz de los acontecimien-tos de 1868 sirvi en otras cosas para que se evidenciara una de las encrucija-das de la historia contempornea vasca, momento final de la prolongada crisisy transicin del Antiguo Rgimen. En fechas coetneas, 1868 significa en lahistoria contempornea de Cuba el despegue sin retomo del proceso de crea-

    * Este artculo es un resumen de una investigacin ms extensa realizada con una beca de la Funda-cin Banco de Vizcaya, programa Vascos y Amrica. Los captulos correspondientes a la coyunturapoltica. relaciones econmicas con Cuba. la preparacin y envo de la expedicin militar se publi-carn proximamente en los Cuadernos de Seccin de Historia de la Sociedad de Estudios l"aSCOS-Eusko Ikaskunt:a. 14.

    1 RODRIGL'EZ FERRER, M.: Los l"ascongados. su pas. su lengua, el prncipe L.L. Bonaparte,Bilbao, 1976 (facsmil), p. 340.

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  • Joseba Agirreazkuenaga Zigorraga

    cin de una nacin2 con aspiracin a una vida independiente frente a la situa-cin de excepcionalidad contemplada en la Constitucin espaola de 1837. Elobjeto central de nuestra investigacin reside en situar a los vascos en la di-mensin americana, cuando tocaba a su fin el tiempo de la revolucin liberal yapuntaba, por fin, el comienzo de su despegue industrial.

    Las expectativas de cambio alumbradas por la revolucin septembrina de1868 apenas tuvieron tiempo fsico real para su plena realizacin en el marcodel Estado: tres guerras en mayor o menor grado civiles o cuando menos end-genas explosionaron con virulencia: la guerra de Cuba, la guerra civil carlista yel levantamiento cantonalista. Cada una de ellas, al margen de su proyeccinpoltica estatal se hallaba enquistada en una de las reas definidas del Estado es-paol: la de Cuba, el Pas Vasco-Catalunya y el sudeste espaol.

    El anlisis socio-poltico del sexenio, como indicara el historiador Jover,resulta un perodo de anticipos en la historia social y poltica3. Quiz por ellolos planteamientos, actitudes y utopas que se manifestaron ejercen un poderaadido de atraccin. La guerra colonial en modo alguno fue un episodio adya-cente al devenir poltico. Contribuy sin duda a minar una de las reivindicacio-nes ms sentidas de las clases populares: la exencin de quintas. De esta mane-ra el programa y la accin de los nuevos gobernantes sufri un desgaste al mar-gen de sus propsitos iniciales, ya que el problema cubano era un tema hereda-do de la gestin poltica del moderantismo, enmarcado en una situacin deexcepcionalidad ininterrumpida, y con proyeccin inusitada en las polticas ex-teriores expansionistas de Estados Unidos y la Confederacin Alemana delNorte4. Las dos tendencias dominantes en la isla de Cuba, secesionistas y asi-milacionistas espaoles impedan una solucin intermedia de compromiso quepusiera fin a la sangra de la guerra. R. Carr afirma que el cncer de la Revo-lucin de Septiembre, que minaba su vitalidad, era la guerra de Cuba, legadode veinte aos de incuria libera15 Pero, ms aun, como ha demostrado M. Es-padas, hay un camino del movimiento restaurador que iniciado en Cuba semantiene vivo y actuante durante el sexenio y conduce al pronunciamiento deMartnez Campos6. En este contexto el problema cubano requiere su atencinen la coyuntura poltica del sexenio y en modo alguno resultaba un problema desegundo orden, constreido al anacronismo del esclavismo y su secuela de tr-fico negrero y de chinos.

    2TUON DE LARA, M.: Estudios sobre el siglo X/X espaol, Madrid, 1976, p. 2393JOVER, J.M.: Poltica, diplomacia y humanismo popular, Madrid, 1976, p. 3524 ALVAREZ GUTIERREZ, L.: La diplomacia bismarckiana ante la cuestin cubana, /868-1874,Madrid, 1988.5 CARR, R.: Espaa /808-1939, Barcelona, 1970, p.298.6 ESPADAS, M.: Alfonso XII y los orgenes de la Restauracin, Madrid, 1975, p. 295.

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  • Los vascos y la insurreccin de Cuba en 1868

    En la historiografa vasca reciente se han producido meritorias contribucio-nes al anlisis y estudio de las tendencias ideolgicas y el impacto de la Glorio-sa, as como la gnesis de una de las guerras, la carlista, y sus consecuencias7.

    Sin embargo, si bien en la accin de las corrientes polticas e ideolgicasobservamos la existencia del germen de lo que en el ltimo decenio se mani-festar como obrerism08, por un lado, y nacionalismo, pero de signo vascojunto al espaol, por otro, el trasfondo cubano y la intervencin de la adminis-tracin vasca en el contencioso apenas ha recibido la atencin de los historiado-res9. A nuestro juicio, su anlisis contribuye a la comprensin de la ideologade la clase dirigente y dominante vasca en relacin al problema colonial, o elesclavismo o la formulacin y el arraigo del nacional.ismo espaol en el PasVasco. As, abordaremos el discurso del nacionalismo espaol, y la personali-dad de la conexin vasca en Cuba, Julin de Zulueta, y reservamos para unprximo artculo el anlisis de la coyuntura econmica y poltica en el marco delas relaciones con Cuba y la creacin de los cuerpos expedicionarios. En elPas Vasco se crearon dos cuerpos expedicionarios de voluntarios bajo la deno-minacin de tercios vascongados para combatir la insurreccin cubana. Eneste caso, adems de motivaciones de ndole poltico-ideolgica, existan razo-nes econmicas objetivas10 en el sector naviero-comercial y en la industriaagroalimentaria para propiciar la intervencin militar directa que permitiera laconsolidacin del statu quo. Por ello resulta una situacin diferente a la de otrasguerras de prestigio o simblicas protagonizadas en el decenio de 1860. Loscomerciantes e industriales de Bizkaia fueron a travs de la Junta de Comercioy la Diputacin quienes con mayor protagonismo e mpetu arrastraron a Gi-puzkoa y Araba llevando a buen puerto la inicitiva de los comerciantes de San-tander. Pero su creacin responde tambien a un doble objetivo: el de mostraruna capacidad de movilizacin militar y el de congraciarse con el poder centralen la nueva coyuntura poltica, que se presentaba incierta para el statu quo pol-

    7 EXTRAMIANA, J.: Historia de las guerras carlistas, San Sebastin. 1980. RODRIGUEZ DEI CO-RO, F.: Guip~coa en la democracia rel'Olucionaria. Gnesis del nacionali5mo 1'a5CO. San Sebastin.1980. CASTELLS, L.: "El sexenio democrtico y su repercusin en Guipzcoa". en Svmbolaeludovico Mitxelena Septuagenario oblatae. Vitoria, 1985, pp. 1271-1289. HERBOSA. A.: "1868.ekoirau\tza Euskal Herrian. Bizkaiko kasu berezia" en Euskal Herriaren hi5toria~. Bilbo. 1985. pp. 253-266.

    8 AGIRREAZKUENAGA. J.: "Euskal Herriko langileriaren historiaz. Lehen Internazionala eta la-naren elkarte internazionala (A.I.T.) hego Euskadin. 1870-1882", en Historia eta gizarte zientzienurtekaria,lruea, 1982, pp. 323-376.

    9 Unas valiosas notas de conjunto. a partir de la memoria personal que sin duda sera interesante quelas ampliara. en GALBIS, L "Basques in Cuba: The republican years", en First International basqueconference in IVorrh America (prnceedinfi51. Fresno. 1982, pp. 143-153

    10 MALUQUER DE MOTES, J.: "El mercado colonial antillano en el siglo XIX", en NADAL, J. YTORTELLA, G. (eds.): Agricultura. comercio colonial y crecimiellfo econmico en la Espaa con-tempornea, Barcelona, 1974, p. 347

  • Joseba Agirreazkuenaga Zigorraga

    tico de las provincias vascas, en cuyo marco, entre otras cosas, pudieron escu-darse de los vientos de laicidad que recorran el Estado

    Julin de Zulueta prototipo de los vascos en Cuba?

    Julin de Zulueta fue quien promovi la Comisin de festejos para prepa-rar y organizar el recibimiento al cuerpo expedicionario que financiaron las Di-putaciones vascas con el fin de intervenir directamente en la represin de la in-surreccin cubana de 1868. Estableci correspondencia con la Diputacin deAlava y en 1876 fue electo a las Cortes por ese territorio y al ao siguiente Se-nador vitalicio del Reino11 .

    Fue Julin de Zulueta personaje clebre en su poca y su figura aparecereiteradamente referida en todos los estudios sobre mediados del siglo XIX dela historia de Cuba. Distinguido ciudadano que prest notables servicios a es-ta ciudad [La Habana], y que debi ms a su civismo y perspicacia que a susmillones el ser llamado a desempear los ms honorficos cargos de repblicapara algunos12; pero tambin paradigmadel traficante de esclavos, promotor ypropietario de grandes ingenios azucareros 13, prototipo del hacendado reaccio-nario y conservador que encabezara la poltica continuista del statu qua, y porende de la frrea unin al Estado espaol y, en el supuesto que fuera preciso,proclive a la formacin de un ente autnomo para salvaguardarse de las tmidasreformas propugnadas por los nuevos gobernantes del sexenio democrtico.Pero su intervencin poltica no se limita al rea cubana, sino que desde La Ha-bana procur influir en los designios del Gobierno en Madrid, siempre desdeposiciones muy conservadoras, coqueteando con el carlismo de Carlos VII,ms tarde como baluarte de la Restauracin de Alfonso XII, siendo cualificadorepresentante de lo que M. Espadas ha denominado el trasfondo cubano de laRestauracin14.

    El negrero

    Julin Zulueta Amando naci en Ancita (Alava) el 9 de Enero de 1814.Se educ en Vitoria y lleg a Cuba hacia 1832 pobre y animado15. Trabaj

    11 Diario de Sesiones de las Cortes. Senado. Madrid, 1877, Tomo 1, p. 32 Y p. 3.12 CALCAGNO, F.: Diccionario biogrfico cubano [comprende hasta 1878], New York, 1978, p.721. Segn L. Marrero lleg a Cuba "pauprrimo y analfabeto" (MARRERO, L.: Cuba: Economa ySociedad. Azcar, ilustracin y conciencia (1763-1868), Madrid, 1987, vol. 13, p. 80).13 MORENO FRAGINALS, M.: El ingenio. Complejo econmico social cubano del azcar. 1760-1860, La Habana, 1979.14 ESPADAS, M.: Op. cit., pp. 271-299.15 CALCAGNO, F.: Op. cit., p . 721.

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  • Los vascos y la insurreccin de Cuba en 1868

    en casa de un to suyol6, del que recibi una cuantiosa herencia. Introducido enel comercio de vveres17 presumiblemente, muy pronto entrara en el comer-cionegrero a travs de la casa comercial Zulueta, con gran tradicin en Cdiz ydirigida por su primo Pedro de Zulueta en Londres, propietario de una navieray comprometido en el decenio de los aos cuarenta en la trata de negros.

    Se cas tres veces: elIde Octubre de 1842 con Francisca Dolores Sam yMota, natural de Badajoz, de la casa de los marqueses de Marianoa, hija de Jai-me Sam Mart, con quien comparta negocios de trfico de negros. Las otrasdos veces sucesivamente con dos sobrinas l8 . Acaban de publicarse interesan-tes y precisas investigaciones biogrficas de algunos miembros del clan finan-ciero Zulueta19 y Jos Luciano Franco tambin nos ha dejado una breve sem-blanza del Zulueta negrer020: El hombre que encam ese aspecto y dio, l ysu grupo de asociados, al rgimen colonial espaol hasta ms ac de la primeramitad del siglo XIX el carcter de ser el peor del mundo en el trfico y explota-cin negrera, se llam Julin de Zulueta y Amando. En Gran Bretaa era co-nocido como notorius slave dealer21 .

    Su primer matrimonio nos evoca tambin un mbito comn de relacionescon los ms conspicuos mercaderes de negros. As, una de sus fuentes de ri-queza probablemente la fund en el comercio clandestino de esclavos, en unapoca en la que Gran Bretaa decidi la aplicacin estricta de los tratados inter-nacionales que abolan la trata -Pars 1814, Viena 8-II-1815, pero en particularlos firmados entre Gran Bretaa y Espaa en 1817 y sobre todo el de 1835, enel que la prohibicin es determinante para los sbditos espaoles22_, pero para-djicamente, la fabulosa expansin del sistema de ingenios azucareros en Cubase realizaba en base a mano de obra barata, frente a otras alternativas de organi-zacin del sistema de produccin. Despus de la Guerra de Secesin America-na, el trfico negrero experiment un creciente inters en tanto que ms lucrati-vo si cabe an por las dificultades aadidas. Es la hora de Cuba como centropor antonomasia. El lder de la oligarqua negrera de 1860 fue Julin Zulueta,

    16 ESPADAS, M.: Op. cit .. p. 28I.

    17 CALCAGNO, F.: Op. cit.. p. 72I.

    18 La genealoga de la familia Zulueta. as como las informaciones referidas. en SANTA CRUZ.F.X.: Historia de familias cubanas. La Habana. 1943, vol. IV, pp. 448-452. La informacin delnombramiento de alcalde de La Habana en Biblioteca Nacional (B.N.). Mss. 20284-3.

    19 CAYUELA. J.G.: "Comportamiento inversor de la lite econmica antillana en Europa: laprogresin patrimonial de don Pedro Juan de Zulueta y Madariaga (1823-1877)", en Estudios dehistoria social. 44-47 (1988), pp. 191-211.

    20 FRANCO, J.L.: Comercio clandestino de esclavos, La Habana, 1980, pp. 247-252.

    21 Citado por BRETANCES, R.E.: L' Esclavage et la traite a Cuba, Paris, 1876; segn FRANCOJ.L.: Comercio clandestino... , p. 250.

    22 FRANCO. J.L.: Ensayos histricos, La Habana, 1974, p. 107. FRANCO, J.L.: Comercioclandestino ... , pp. 319 Yss.

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  • Joseba Agirreazkuenaga Zigorraga

    quien cont con la colaboracin de Gmez, Mart y Blanco, Bar y Blanchart,Salvador Sam, Jos Pascual Goicoechea, Duraona, Jos Mariano Borrell yLemus, Pedro Forcade, marqus de Prado Ameno, marqus de Crdenas, deMonte Hermoso, conde de la Reunin y otros23 . Adems de jefes de la tratailegal de esclavos, encabezaban el liderazgo poltico a travs del Casino Espa-ol como miembros de la corriente ms intransigentemente espaolista, enfren-tados a cualquier tipo de reformas en la realidad socio-poltica cubana.

    En 1847 ya fue denunciado por Lord Palmerston, Ministro de RelacionesExteriores de Gran Bretaa, a los representantes diplomticos espaoles un de-sembarco de 419 negros consignados a Forcade, Zulueta y otros. En 1853 or-ganiz otra expedicin, por la que llegaron 1200 africanos. Las denuncias delcnsul ingls provocaron que el Capitn General Caedo ordenara su deten-cin. Pero al cabo de tres meses fue trasladado a su residencia y despus de unproceso de dos aos, absuelto. En 1853 exista en La Habana una coalicinformada por Calvo, Ramn Herrera y otra gente de mal vivir en expresinde Pezuela. Durante los mandatos del general Concha los negocios de la trataeran consentidos; pero cuando fue reemplazado por Juan Pezuela llevaba lamisin de acabar con la tratas y de moralizar el pas, tuvo necesidad de aconse-jar al Gobierno que para conseguir esto deban salir de all ciertos negreros ydems gentes de mal vivir [subrayado en el original], principales perturbadoresy agentes de los planes de Concha, entre los cuales figuraba nuestro D. Ra-mn Herrera; pero como la revolucin de 1854 trajo all por segunda vez alexpresado Concha, las propuestas de Pezuela, quedaron sin resolver24.

    En 1863 el nuevo Capitn General Dulce, en la toma de posesin, se diri-gi a la oligarqua negrera amenazndola en el caso de que perseverara en el ne-gocio de la trata. Lleg incluso a desterrar a tres importantes negreros. Pero se-gn testimonio del gobernador de Coln, Jos Agustn Argelles25 , distrito enel que se ubicaban los ingenios de Zulueta, le cogi a ste el 6 de noviembreuna expedicin de 1073 negros bozales, habiendo sido detenidos los conducto-res del alijo y entregados los negros al Gobierno. Curiosamente los adminis-tradores de Zulueta fueron puestos en libertad y durante todo el mes de di-ciembre Zulueta continu siendo el amigo predilecto de Dulce y en primeros deEnero apareci nombrado Alcalde de La Habana.

    Zulueta haba vuelto de Europa en septiembre con una buena recomenda-cin del general Jos de la Concha y alguna otra carta del general Lersundi,Ministro de la Guerra a la sazn, para el general Dulce a raz de la cual la amis-tad entre ambos fue grande y reconocida segn Argelles. Pero ms an, el 28

    23 Ibdem, p. 246.24 B.N., Mss. 14497, n 21.25 B.N., Mss. 20284-3: Los negreros. Asunto Zulueta, Navascus, Argelles. 1864.

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  • Los vascos y la insurreccin de euha ('/1 1868

    de Marzo de 1864 se desembarcaron en el mismo distrito 1600 negros bozales,conducidos por el mismo vapor, Cicern, propiedad de Zulueta.

    Argelles y Navascus fueron denunciados, el primero por prevaricacin,ya que de los negros apresados separ 140, dndolos oficialmente por muertospara luego venderlos, y denunciado, al parecer. por los propios armadores.Despus de arduas negociaciones se obtuvo-su extradicin de Estados Unidos.Navascus fue destituido por Dulce por haber mal interpretado una orden suyaal respecto, siendo desterrado por el Capitn GeneraP6. Pero la realidad y latrama parece que eran ms complejas a tenor de las informaciones que publi-caron ambos en la prensa. Argelles termina su exposicin planteando las si-guientes interrogantes:

    Qu fundamento puede tener el negrero d. Julin Zulueta, alcalde de LaHabana para asegurar a personas respetables, como lo est haciendo, que tieneque dar cien mil pesos por cada expedicin que entra? por qu los da y quinlos recibe? .. Por qu se desterr a Duraona y se absolvi y dieron pases aZulueta por iguales delitos, cometidos indistintamente a la vez?.

    Navascus en su defensa relata otra expedicin de setecientos y pico bo-zales desembarcada en la jurisdiccin de Cienfuegos que pertenecan, ademsde a Zulueta, a Jos Bar, Francisco Rosell, Jos Pascual, Jos Carreras Mar-celino Torres, a los que el general Dulce decidi concederles el pase, ante el te-mor de la propagacin de una epidemia y muerte de los mismos27 .

    Como podemos observar, se le atribua a Zulueta un intenso trfico de es-clavos, al menos desde 1840, cuando su reprobacin internacional creca da ada. Pero la participacin en este comercio tena tambin sus ramificaciones ybeneficiarios en la pennsula. Entre los puertos peninsulares es posible que elde Bilbao tuviera una cuota nada desdeable. Segn la documentacin aportadapor F. Barreda28 durante el siglo XIX se armaron desde Santander numerososbarcos con destino a la costa africana para transportar desde all negros haciaCuba. Algunos de stos estaban matriculados en Bilba029, siendo propiedad de

    26 MARTlNEZ DE LAS HERAS, A.: La crisis ellhl/a el/ el arral/'/lIe del sexe,o delllocrrieo. '-fa-drid. 1986, p. 60.

    27Segn se deca que vivan hacinado, en una especie de barraca, respirando una atmsfera eo-rrompida y expuestos por consiguiente a un tifus I B.N., Mss. 20284-3).

    28 BARREDA. F.: "La trata desde el puerto de Santander", Boletn de la Biblioteca Mennde:Pelmo. XXIX (1953). 1/2, pp. 5-22.

    29 Por ejemplo el bergantn "El tercer pjaro", matriculado en Bilbao, tena 120 toneladas y el ca-pitn solicit el 22 de Enero de 1820

  • Joseba Agirreazkuenaga Zigorraga

    comerciantes vascos; las novelas de Po Baroja tambin nos reflejan la atmsfe-ra del trfico negrero, en particular su novela Pilotos de altura3o.

    Por otra parte, entre los aos 1840-1845 se intent, bajo el nombre de co-lonizacin, impulsar una trata de blancos. Miguel Aldama propuso importarmano de obra de Bizkaia, pero el proyecto no prosper, porque quiz no eransusceptibles de ser utilizados como esclavos31 .

    Desde Julio-Agosto de 1847 Zulueta fue el promotor de otro comercio dehombres, la inmigracin de chinos, siendo ms tarde presidente de la Comisincentral de la colonizacin asitica32. Estos colonos asiticos, como ya se pusie-ra de manifiesto en el siglo XIX, quedaron sujetos a la legislacin esclavista yde los derechos civiles33 .

    Esta inmigracin segn Zulueta era Una de las cuestiones sociales que enel presente siglo ms han agitado los espritus, debi hacer pensar al Gobiernoy a los propietarios de la Isla de Cuba en la manera de reformar un sistema detrabajo que fue comn a toda la Amrica. A las formas empricas de proveer alas necesidades de trabajo sustituy otra mas cientfica y naci de aqu la ideade trasportar al pas colonos asiticos, decidindose la opinin por los de Chi-na... produce los hombres ms trabajadores y ms industriosos de Asia34.

    Julin Zu1ueta impuls desde el comienzo la experiencia y declaraba en1857 que el nmero de asiticos contratados para mis fincas ha sido de cua-renta en Julio y Agosto de 1847, cincuenta en 1852 y doscientos en 1856, entotal 29035 de una media de edad comprendida entre 18 y 30 aos, aunque ha-ba algunos mayores y menores. No contrat mujeres porque estaba prohibidasu salida. En cuanto a la fortaleza, confiesa que en general eran ms dbilesque los negros, aunque mejor preparados para los trabajos industriales y reali-zaban sus tareas con esmero. La continuacin en el trabajo hace desarrollar sufsico al cabo de dos o tres aos. En cuanto al carcter y el elevado porcentaje

    30 Julio Caro Baroja nos ha informado que para esta novela, tan precisamente documentada y quepuede ser considerada como autntico documento, dispuso Po Baroja de un diario del capitn Aba-roa en el que relataba sus viajes y los mecanismos del trfico negrero.31 MORENO FRAGINALS, M.: Op. cit., p. 149. Tal y como han sugerido algunos testimonios de laemigracin vasca, de ambas vertientes del Pirineo, no se puede descartar una prctica encubierta detrata blanca de los contingentes enviados hacia mediados del siglo XIX a Uruguay, Argentina, Chile.Laborde P.: "L' evo1ution de la popu1ation de la vallee d'Osses XIX-XX siec1es", Bulletin du MuseBasque, 52 (1971), p. 120.32 PEREZ DE LA RIVA, J.: Para la historia de las gentes sin historia, Barcelona, 1975, pp. 11-93.33 MESA, R.: El colonialismo en la crisis del XIX espaol, Madrid, 1967, pp. 196-198.34 Archivo Histrico Nacional, Ultramar, 87-6. La Junta de Fomento trajo dos expediciones de Amoy(Emuy) con 571. Hasta 1853 no lleg ningn otro contingente. Pero desde esta fecha hasta 1874arribaron 124.835 colonos en 344 expediciones. De Amoy 7.834, de Macao 95.631, de Pivatao13.394, de Hong Kong 1.245, Wampoa 2.347, Canton 3.762, Saigon 3.187, Manila 304, en buquesde Francia, Espaa, Inglaterra, Estados Unidos, Portugal, Holanda y Rusia.35 B.N., Mss. 13855.

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  • Los vascos y la insurreccin de Cuba en 1868

    de suicidios comentaba Zulueta que siendo de carcter indolente, peculiar, declima clido de que proceden, desean cumplir su contrata para no trabajar en laagricultura y s dedicarse a mercaderes y tratantes. En los dos primeros aos nomuestran algunos de ellos mucha resignacin con su suerte, puesto que pro-penden al suicidio ahorcndose con frecuencia, creyndose que as van a supas, para lo que se habilitan de todo su equipaje y vveres como para hacer unlargo viage (sic); despus de pasados los dos primeros aos se muestran satis-fechos con su suerte y procuran cumplir con su obligacin, siendo raro que sesuiciden ni se fuguen.

    En cuanto a la religin afirma que no se les conoce que tengan ningunaidea religiosa, pues no dan muestras de prctica alguna de ella. No se ha inten-tado instruirlos en las macsimas (sic) de nuestra religin. En el trabajo procu-raba que hubiera un contramayoral blanco y otro chino. En cuanto a su relacincon los negros, apenas han existido matrimonios mixtos y los negros losconsideran inferiores; por el contrario, los chinos dado el estado de esclavitudque sufren y que son menos inteligentes se creen superiores. Concluye quenunca formaran liga una raza con la otra. Cumplidos sus contratos quedan enlibertad, aunque segn Zulueta muchos acepten continuar en la finca. No obs-tante en 1857 slo le quedan 6 de los introducidos en 1847. En suma, segnZulueta la colonizacin de los asiticos tal como es hoy (en 1857) es muyconveniente al pas, pues aunque insuficiente en su nmero ha contribuido alaumento de produccin de azcar en la Isla. Hoy desempean muchas ocupa-ciones que sin ellos tendran que hacerlas los negros y careciendo de stos dis-minuira rpidamente la produccin azucarera, porque en ltimo resultado sesacaran brazos de la agricultura para aplicarlos a otras industrias.

    Una sociedad con un desarrollo inusitado como veremos del monocultivodel azcar precisaba ampliar el sector servicios y sobre todo un sector difuso deindustria para lo cual demandaba mano de obra. Dada la creciente dificultad dela trata, la solucin china aparece como una reserva de mano de obra barata ex-celente y J. Zulueta fue una vez ms el abanderado y traficante mejor colocadoen este nuevo negocio.

    Promotor y propietario de ingenios

    Pero Zulueta diversific sus actividades y promovi varios ingenios azu-careros y ferrocarriles y era un personaje representativo de la clase ascendenteque fundaba su riqueza en azcar, lo cual demandaba mano de obra esclava. Enlas regiones de occidente y centro se obtena el 90 % de la produccin azucare-ra cubana. Entre 1840 y l868.se produjo el momento de la expansin del inge-nio, no solamente en trminos de extensin hacia el este de la isla, sino tambinen relacin a la produccin y productividad. En este contexto, analizado por Le

    lA"

  • Joseba Agirreazkuenaga Zigorraga

    A.H.N., Ultramar, 67/20

  • Los vascos y la insurreccin de Cuba en 1868

    Riverend y Moreno Fraginals entre otros. debemos ubicar la intervencin denuestro personaje36.

    En septiembre de 1844 Julin Zulueta compr grandes extensiones de te-rreno en Banguises, con el objeto de crear un ingenio de azcar, y en 1847fund su primer ingenio, denominado Alava. En la primera zafra obtuvo 6.000cajas, que segn memoria propia no haba alcanzado ningn otro ingenio. Alao siguiente, 9.000 cajas yen 1851 20.000 cajas37. A raz de esta experien-cia, fund nuevos ingenios, a los que denomin Vizcaya y Habana. Las m-quinas funcionaban por medio de vapor. Ms tarde procur dotar a sus inge-nios azucareros de rpidos y cmodos medios de comunicacin que pennitie-ran un transporte econmico de la caa de azcar (del orden de 40 a 50.000arrobas), del azcar y del combustible hasta el punto de batey. Construy fe-rrocarriles internos desde el batey del Alava hasta el campo de caa llamadoMarquesita y conducir al mismo tiempo los azcares a la estacin del ferrocarril

    . del Jcaro, cuya estacin ms cercana en 1847 era Pijun, a tres leguas del in-genio. Los carriles los importaba de Inglaterra. Con motivo de estas construc-ciones internas, en tanto que cruzaban la va frrea de la empresa del ferrocarrilde Crdenas y del Jcaro, hacia 1860-1862 sostuvo un contencioso con la em-presa, que impeda la construccin de sus vas frreas. As pues, en un cortolapso de tiempo desde 1844 construy tres grandes ingenios. Slo en el Alavase empleaban 600 esclavos38.

    Ms tarde, en un territorio no tan explotado para la produccin de caa,cerca de Placetas, jurisdiccin de Remedios, fund otro ingenio, el de Zaza. yel 25 de Agosto de 1877 construy el ferrocarril de Zaza a Caibarien. El ferro-carril cruzaba la calle Marina para entroncar con los Almacenes de Depsit03'!,lo cual gener diversos conflictos con la poblacin. Otro ingenio denominadoEspaa tambin era propiedad de Zulueta4o. Adems posea muelles propios enel puerto de Crdenas y una lnea de vapores que comunicaban Crdenas- LaHabana y Caibarien-Crdenas41 .

    Es la historia de un hombre emprendedor que supo combinar una serie deelementos. entre los que la trata constitua un aspecto aadido en su esquema

    36 LE RIVEREND. J.: Historia econmica de Cuba, La Habana, 1971, pp. 350 Y ss; MORENOFRAGINALS, M.: Op. cit., La Habana. 1978, vol. 1, pp. 137-163. Vase as mismo el sugestivoartculo de SAIZ PASTOR, c.: "El modelo colonial espaol durante el siglo XIX: un debate'". Estudosde Historia Social, 44-47 (1988), pp. 651-655.

    37 A.H.N.. Ultramar, 67/20. Segn Pezuela en los aos 1850 el "Alava" (Macagua) tenia 80caballeras y produca 12.000 cajas por zafra, siendo el de mayor produccin. LE RIVEREND. J.:Op. cit., p. 363.

    38 EL Y ROLAND, T.: Cuando reinaba su majestad el a:Lcar, Buenos Aires, 1963.

    39 A.H.N .. Ultramar, 200/19.

    40 "Noticia de dos ingenios y datos sobre la produccin azucarera de la isla de Cuba", citado enMARTINEZ DE LAS HERAS, A.: Op. cit., Madrid, 1986, p. 560, nota 175.

    41 A.H.N.. Ultramar, 20717.

    lAfl

  • 1

  • Los vascos y la insurreccin de Cuba en 1868

    productivo, para impulsar el crecimiento econmico desde una agricultura co-mercializada, a partir del complejo del ingenio. Sus ltimos aos no son msque la expansin espacial del modelo de los aos cincuenta, como si el destinoy bienestar de los cubanos estuviera indefectiblemente sometidos al triunfo detal esquema. La denominacin de los ingenios tambin nos muestra la evolu-cin de su universo simblico, desde el Pas Vasco a Cuba, para tenninar en laexaltacin nacionalista unitaria espaola.

    El poltico

    Julin Zulueta tambin despleg una intensa vida social y poltica ejercien-do numerosos cargos pblicos. Su actividad poltica se desarroll como Cn-sul Primero del Real Tribunal de Comercio, Coronel de Milicias, Consejero deAdministracin de Hacienda y Regidor del Ayuntamiento los aos 1860, 1862,1864, 1866, 1868, 1870, 1874 Y 1876, Teniente Alcalde Municipal en 1862,1870 y 1874 y Alcalde en 1864 y 1876. Bajo su mandato se derribaron las mu-rallas que rodeaban a la ciudad de La Habana. En 1875 le concedieron los ttu-los de Marqus de Alava y de Vizconde de Casa-Blanca. Pero su proyeccinpoltica creci a raz de la guerra de los diez aos, desde la presidencia del Ca-sino Espaol.

    En 1854 fue uno de los que reclam para Cuba unos derechos y represen-tacin42 y en 1855 fue creado un cuerpo annado, denominado chapelgorris deGuamutas, probablemente por iniciativa suya, pues se hallaba en el rea de sustres ingenios Alava, Vizcaya y Habana. Prest servicios de rondas, patrullas yconducciones de presos y en 1868 los reorganiz con mayor vigor si cabe43 . El10 de febrero de 1869, cuando estall la insurreccin en Jagey, fueronquienes con su inmediata participacin abortaron el intento44. Segn RamiroGuerra, estos chapelgorris (apelativo euskrico para denominar a los miquele-tes de las Diputaciones forales) reconocan como jefes superiores a Julin Zu-lueta y otros prohombres45 .

    Al igual que otros ricos hacendados, Julin Zulueta fue Coronel del 2Batalln de Voluntarios de La Habana, y en los primeros aos de la insurrec-cin los voluntarios cubanos fueron quienes vertebraron la oposicin annada ala insurreccin, con unos postulados eminentemente conservadores, reacciona-

    42 CALCAGNO, F.: Op. cit., p. 721.

    43 RIBO, J.1.: Historia de los voluntarios cubanos. Hechos ms notables en que ha tomado parleaquel benemrito cuerpo,fines de su creacin, refutacin de los cargos dirigidos al mismo y apuntesbiogrficos de sus principales jefes, Madrid, 1872-1876, vol. 11, p. 450.

    44 Ibdem, p. 451.

    45 GUERRA, R.: Guerra de los 10 aos, La Habana, 1972, vol. 1, p. 150.

    ''''

  • .Toseba Agirreazkuenaga Zigorraga

    EXMO. SR IJ. JULIAN ZULUETA,Coronel del 2 Bala/ion de Voluntarios de la Habana.

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  • Los vascos y la insurreccin de Cuba en 1868

    rios y espaolistas. Cuando lograron la destitucin del General Dulce, al que leacusaban por su tendencia a la reforma y el entendimiento poco menos que deconnivencia con la rebelin46, el protagonismo de los voluntarios lleg a unpunto lgido desde el que se constituyeron en el baluarte de la resistencia a losinsurrectos.

    Julin Zulueta particip activamente en la creacin del Casino Espaol,centro desde el que se dirigi la poltica de los grandes hacendados y esclavis-tas del partido espaol, si bien al comienzo gentes pertenecientes a las clasesmedias urbanas fueron quienes ocuparon los puestos directivos47. Pero prontoJulin de Zulueta asumira su presidencia.

    Finalmente nos preguntbamos hasta qu punto las actitudes, opciones ytendencias polticas de Julin de Zulueta son representativas del colectivo vascoen Cuba, empleado, segn informaciones recogidas hasta el presente, preferen-temente en actividades relacionadas con los servicios. Resulta de momento po-co menos que imposible ponderar las tendencias mayoritarias. Existe otro pro-totipo, el de Miguel Aldama, hijo del vasco Domingo Aldama, que lleg a serun gran hacendado del departamento occidental. Participaba desde Nuevay ork, donde se exili. Nombrado en 1869 agente de la Repblica de Cspe-des, se separ de l en 1872. Preconizaba la anexin a Estados Unidos y dife-ra de Cspedes en proyectos tales como la abolicin inmediata de la esclavitud.No hay que olvidar que Aldama era un gran propietario de esclavos. El Alda-mismo era una opcin diferente entre el espaolismo de Zulueta y el indepen-dentismo y abolicionismo esclavista de Cspedes48.

    Por ltimo es tambin probable que entre los insurrectos participaran tam-bin vascos de origen o de primera generacin, o educados en el Pas Vasco.En una carta fechada en La Habana el 15 de abril de 1869 y reproducida en elperidico lrurae bat del 6 de Mayo se cuenta lo siguiente: Hace dos das sesuicid en sta un caballero muy conocido, hijo de Bilbao segn mis noticias,y padre de dos jvenes a quienes conocisteis que se educaron en el Colegio de

    46 RIBO, ].J.: Op. cit., p.358. El peridico Irurae har de Bilbao. uno de los diarios peninsularesms ledos, relata un altercado entre los voluntarios del hatalln cuarlo. que mandaba J. Zulueta )'Dulce, porque ste orden la puesta en libertad de un preso que segn el sumario que se instruyresult inocente al pasar por el cuerpo de guardia en compaa de Zulueta. ste dio el grito de vivael general Dulce. pero ni uno solo contest y s en cambio dieron el de mueran los traidores ...Mientras esto suceda en la Habana. en La Cabaa y El ~orro los voluntarios. viendo que habansoltado al preso, arrojaron las escarapelas o insignias diciendo que no queran pertenecer a unbatalln cuyo jefe era el cortesano Zulueta. quien fue la causa de que se soltase al preso. Eltruraehat del 16 de Mayo juzgaba que son lamentables la exageracin y la saa con que algunos o algncuerpo de voluntarios de La Habana entienden el cumplimiento de su deber patritico... En estesentido es digna de aplauso la energa que ha desplegado el general Dulce con el segundo batalln.mandado por el Sr. Zulueta.

    47 MARTINEZ DE LAS HERAS, A.: Op. cit., p. 290.

    48 CEPERO BONILLE, P.: Azcar y aholicin. Barcelona, 1976 (1948), p. 182.

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  • Joseba Agirreazkuenaga Zigorraga

    Vizcaya. La causa de este acto de desesperacin parece ser la inmensa pesa-dumbre que experimentaba el pobre padre de ver a sus amados hijos en las filasde la insurreccin.

    La cuestin cubana como manifestacin seera del nacionalismoespaol en el Pas Vasco

    A mediados del siglo XIX el nacionalismo espaol se manifiesta en elmarco ideolgico y la practica poltica del moderantismo y de la Unin Liberal,como ha sealado 1.M. 10ver49, cuyas manifestaciones mas sobresalientes se-ran la difusin del concepto de historia general como configuracin de unpasado unificado y espaol, una poltica exterior fundada en expediciones mili-tares como medio de cohesin interna y prestigio nacional por encima de objeti-vos de inters econmico en un momento de exaltacin imperialista de los esta-dos europeos -en particular la Francia de Napolen 111-, y la emergencia en elpensamiento poltico espaol de la idea federal plasmada en la construccin deuna "Unin Ibrica", con arraigo en los medios progresistas

    En este contexto de renovacin, con nuevos discursos y contenidos delnacionalismo espaol en el siglo de los grandes nacionalismos europeos, la vo-luntad emancipadora cubana -con races sociales, en tanto contemplaba asimis-mo la abolicin de la esclavitud- contribuy a la expansin de la sociabilidadnacionalista entre todas las clases. Si la guerra de Africa sirvi para enardecerlos nimos patriticos y cohesionar la sociedad en tomo a un tipo de naciona-lismo, en particular entre las nacientes clases medias, la guerra de Cuba lleg arepresentar su consolidacin. Los liberales espaoles, en una poca en la que elcolonialismo desde una perspectiva econmica y eurocentrista era idea comn yapenas discutida, se resistan a contemplar la secesin de unos territorios que,al margen de la famosa caja de ultramar que tanta maniobrialidad confera ala poltica financiera de los gobiernos, se haban convertido en mercados reser-vados de los productos peninsulares5o. Incluso ms de uno soaba con la recu-peracin en lo posible de los territorios perdidos para sostener y propulsar unnacionalismo con proyeccin exterior51 . La guerra de Cuba fue un hito extraor-dinario para crear un sentimiento nacionalista espaol instrumentalizado por lasburguesas comerciantes. Y en relacin al Pas Vasco, constituy, junto a laGuerra de Africa, uno de los momentos lgidos de la manifestacin de patrio-tismo espaol en el siglo XIX.

    49 JOVER, J.M.: "Caracteres del nacionalismo espaol, 1854-1874", Zona Abierta, 31 (1984),pp. 1-22.

    50 MALUQUER DE MOTES, J.: Op. cit., p. 347.

    51 CIRUJANO, P., ELORRIAGA, T. y PEREZ GARZON, J.S.: Historiografia y nacionalismoespaol. 1834-1868, Madrid, 1985, pp. 189 Y ss.

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  • Los vascos y la insurreccin de Cuba en 1868

    J. Extramiana se pregunta Qu es del sentimiento nacional espaol en elPas Vasco del siglo XIX?52, del que apenas se habla pero cuya presenciahistrica, como apunta A. Elorza, es innegable53.

    Los documentos polticos que justificaron la expedicin militar a Cuba, laideologa que subyace en los mismos y en los elaborados por los vascos resi-dentes en Cuba nos permiten un acercamiento certero al discurso poltico ideo-lgico dominante durante los decenios de transicin, entre 1839 y 1876, Yconmanifiesta perdurabilidad. Puesto que, como sealamos al comienzo, fue unapoca de anticipos. Ademas, el discurso ideolgico conservador, al que veni-mos refirindonos, haba recibido en Pars la sancin de una corriente sociol-gica, la auspiciada por Le Play54. En suma, la cuestin cubana de 1868 propi-ci la manifestacin de nacionalismo espaol desde la peculiaridad poltica einstitucional que significaba un tipo de "autogobiemo foral", con una prcticapoltica que trasluca una aspiracin estatal, muy en lnea por cierto con otrasprcticas auspiciadas por los legitimistas, por ejemplo en Francia55.

    Los versos publicados aos antes con motivo de la guerra de Africa expli-citaban el paradigma del discurso ideolgico en cuestin con repetitivas alusio-nes a la tradicin inventada y fijada durante los ltimos siglos56.

    Veamos en primer lugar las constantes del discurso de algunos de los vas-cos residentes en Cuba, precisamente los que representaban al partido espaolintransigente, cuya ms granada representacin y manifestacin se refleja en elAlbum homenaje a los "Tercios vascongados"57. Las guerras cntabras, "las

    52 EXTRAMIANA. J.: "Region~lismo y prenacionalismo en el Pas Vasco del siglo XIX" enIndustrializacin y nacionalismo. Anlisis comparatil'Os. Barcelona. 1985. p. 400.

    53 ELORZA. A.: "Ideologa nacionalista y Antiguo Rgimen. Elementos para una comparacin".en Industrializacin \' nacionalismo ... p. 402.

    54 TRUEBA, A.: Bosquejo de la organizacin social de Vizcaya, Bilbao. 1870.

    55 FITZPATRIC, K B.: "Rf1exions sur le "Royaume du Midi" en 1815", Memoire, V. pp. 71-90.

    56 A modo de ejemplo reproducimos la siguiente estrofa:Cure euskaldun maiteak,orain dLJ denbora.esan biotzetikan"Espaolak gera;gerra gustokua deguguztiok bateraalon (Allons). bada, mutillaksegitu aurrera"

    (Queridos vascos, es el momento para gritar de todo corazn "somos espaoles. nos gusta la gue-rra. vayamos adelante muchachos") ZAVALA, A.: Afrikako gerra (/859-1860), Tolosa, p. 43.

    57 Album vascongado. Relacin de los festejos pblicos hechos por la ciudad de La Habana en losdas 2, 3 y 4 de Junio de 1869 con ocasin de llegar a ella los tercios voluntarios enviados acombatir la insurreccin de la isla por las MN. y M.L. provincias de Alava, Cuipzcoa y Vizcaya,La Habana, 1869.

  • Joseba Agirreazkuenaga Zigorraga

    glorias cntabras", son uno de los referentes inexcusables, intrepretndose s-tas como "glorias espaolas" o "glorias nacionales", antecedentes inmediatosde las que deban protagonizar los recin llegados tercios vascongados. La uni-dad de la "comn madre Patria" ser otro de los conceptos bsicos. Se admirany se reconocen las instituciones legadas por sus mayores y que han hecho lafelicidad del pas sobre la base de la ms leal y decidida unin a Espaa58.Las referencias a personajes tales como San Ignacio de Loyola, Miguel Oquen-do, etc. son frecuentes para justificar y emular sus "hazaas" en el nuevo mar-co cubano.

    Las litografas editadas son buena muestra del ostentoso recibimiento delque fueron objeto a su llegada los tercios vascongados, en el que se subraya elregionalismo como caracterstica del Estado Espaol; cda regin portaba suestandarte. En el discurso de rigor el coronel Antonio Garca Rizo traz un re-corrido historicista desde las guerra cntabras y los Seores de Bizkaia Lope deHaro, etc. y grandes personajes histricos vascos, Elcano, Ignacio de Loyo-la... , para concluir que sin necesidad de consultar vuestro pasado, ah est lahistoria contempornea que habla de vuestra fortaleza y de vuestro herosmomucho ms all de lo que humanamente puede exigirse.

    La referencia al idioma diferencial introduce un rasgo evidente de peculia-ridad: pero como los lazos de comunidad que a vosotros nos unen son msfuertes y dicen ms que el espritu de provincialismo ante la unidad majestuosade la Nacin, objeto sagrado de todos nuestros esfuerzos y sacrificios59.

    Juan Mara Elzegui, que llevaba residiendo en Cuba 43 aos y era Co-mandante del Estado Mayor General de Voluntarios, se dirigi en la lenguaeuskara y su texto fue de los pocos textos euskricos publicados en el diarioIrume bato de Bilbao, uno de los peridicos peninsulares de mayor difusin enCuba6o. No hay apenas variaciones en el contenido de su discurso. Insiste enla espaolidad de la isla de Cuba y que deber regirse bajo el dominio de Espa-a. El referente espaol es el ms citado y el Pas Vasco y las hazaas de sushombres se engloban en la bandera espaola y su defensa61 . El grito final porantonomasia no era otro que el de Viva Espaa.

    En el desfile organizado con motivo del recibimiento, los estandartes delas distintas regiones y provincias de Espaa, que conferan una atmsfera de

    58Ibdem, p. VI.59 Ibdem, p. 8.60 FERNANDEZ SEBASTIAN, J.: "La difusin de la prensa vasco-navarra a mediados del sigloXIX. Una aproximacin cuantitativa", Ernaroa. Revista de Historia de Euskal Herria, 5 (1988), p.184.

    61 Denbora gucietan euscal-errico semeaz izan dirade ala ichasoz nola 1urrez, gai gaeco gudarileia1ac, portitzac, eraniac, alaiac, ga1antac eta prestuac, jaquin izandutenac Ezpaiaco banderagarbia ificen GARAILARI (Album vascongado... , p. 9).

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  • Espaa es Cuba y el que osado atenteContra este pabelln, que adora el almaCaiga execrado a los fogosos gritosDe Mueran los traidores' VIVA E5PA:\A'"

    Los vascos y la insurreccin de Cuba en 1868

    diversidad y unidad, fueron paseados por los distintos batallones de volunta-rios y chapelgorris de la isla. Conviene subrayar el uso del euskera que hacanlos miembros de la Comisin, quiz en un afn de subrayar que era posible launidad desde la diversidad y un culto emblemtico a la lengua vasca, que sim-bolizaba la tradicin62. Con motivo del recibimiento se compusieron tambindiversas obras poticas y en el teatro de variedades del guipuzcoano Jos Albi-su se represent la zarzuela Soy mi hijo y se leyeron poesas a la bandera espa-ola de Muoz y Garca63 .

    Cantaron el Gernikako arbola, adoptado ya como himno de los vascos, ascomo un zortziko compuesto por Juan Mara Elzegui bajo el ttulo Emenguztioc bat (Aqu todos unidos), con referencias a la lucha desencadenada enCuba y la defensa de la espaolidad cubana, para la que haban sido llamadoslos vascos64.

    En otra composicin euskrica, firmada por Eusealdun hatee se da la bien-venida a los recin llegados, calificndolos una vez ms de herederos legtimosde quienes combatieron a los romanos o vencieron en Pava a los franceses ose batieron en Trafalgar, para finalmente introducir la figura del Dios todopode-roso al que se le solicita bendicin y ayuda para vencer a los enemigos, que enel contexto general subliminarmente aparecen como enemigos de la religin.He ah una sugerencia religiosa, la nica por cierto, para teir con impronta de

    62 En el Album se infonna que

  • Joseba Agirreazkuenaga Zigorraga

    "cruzada" el combate contra la insurreccin, referente aqul sin duda de granpoder de convocatoria65 .

    El artculo escrito en el Diario de la Marina por Ramn Mara Araiztegui,que ocupaba una plaza de funcionario en la capitana general de Cuba, es el quemejor expresa la utilizacin de las fuentes romnticas de las historias legenda-rias, resumidas y divulgadas por Araquistain y Goizueta66, cuyas obras Lastradiciones vasco-cntabras y Leyendas vascongadas respectivamente las citaen el curso de su discurso, para elaborar a partir de ellas los fundamentos delnacionalismo espaol que justifique, desde las provincias vascongadas, la in-tervencin armada contra los insurrectos de Cuba.

    No se trata en modo alguno de una guerra en tierra extraa sino en sueloespaol, surcada de numerosas influencias vascas, en la que los vascos sonconsiderados como gente honrada por antonomasia.

    Vuestra raza, siempre espaola, repasad en vuestra memoria la historiade las glorias vascas, glorias espaolas, porque los Vascongados han queridoser y han sido siempre espaoles sobre todo. En todas las ocasiones, y no hansido pocas, en que el extrangero, halagndolos con la promesa de respetar suamada autonoma ntegra ha intentado arrancarlos del suelo espaol, han con-testado: No; antes espaoles que Vascongados; las Provincias Vascongadasson hermanas de las dems Espaolas, y lo sern siempre.Esta es la tesis que resume el ncleo de los presupuestos ideolgicos e in-terpretativos de la realidad sociopoltica vasca, y para ello hace un recorridodesde las guerras cntabras hasta la de la Convencin francesa, subrayando el

    65 Guezurra diyot? Ez dituzuteEuscal-azam.: aditu?Cein litzaque ara biurtu!An Lecobide ta guero LartaunErnio-mendi-aundian,Aimbeste-Errornar, dituztela artzenosoro-euren mempian

    Alcartuaz ba, guacen anayacguacen ausariz jantziricEcaitz-turmoyac, amildu arrenez da guretzat etsairicEUSCAL- ERRIEN, JAINCO ANDIA !ZUGAN DAUCAGU ALMENA:LAGUN IGUZU : guacen anayacgurea da garaimena

    (Acaso miento? Desconoceis las hazaas vascas? Quin pudiera retroceder en el tiempo, all conLecobide y Lartaun en el monte Emio cuando dominaron a un sinfn de romanos. Unos hermanos ydotados de valor aunque se precipiten rayos y tormentas. Dios todopoderoso de los pueblos vascos,confiados en ti aydanos. Vayamos, que la victoria es nuestra). Album vascongado... pp. 48-49.

    66 ARAQUISTAIN. J.V.: Tradiciones Vasco-Cntabras, Tolosa, 1866. GOIZUETA. J.M.: Leyen-dasvascongadas. Madrid, 1851. Para un anlisis global de este tipo de literatura, vase JUARISTI, J.: Ellinaje de Aitor. La invencin de la tradicin vasca, Madrid. 1987.

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  • Los vascos y la insurreccin de Cuba en 1868

    influjo vasco en el nuevo continente. Resulta curioso que el autor cite una posi-ble tendencia centrfuga en el Pas Vasco, quiz para reforzar su lnea argumen-tal respecto a la intervencin de los vascos contra la insurreccin cubana, oquiz tambin porque un nuevo paradigma interpretativo del pasado vasco, enclave nacionalitaria vasca, comenz a difundirse con arraigo creciente en elmarco del discurso de los tradicionalistas, uno de cuyos exponentes era preci-samente Ortiz de Zrate y su concepto de poltica vascongada67.

    En definitiva nos hallamos ante una tradicin construida o inventada paraargumentar y legitimar la lgica del nacionalismo espaol de los vascos, con locual observamos la ambivalencia de la literatura legendaria y su acerbo interpre-tativo que tan hondo cal en la conciencia de los vascos, ya que como han su-brayado Elorza, Corcuera o Juaristi, estas tradiciones tambin sirvieron parasustentar las races del corpus ideolgico del nacionalismo vasco aranista.

    Otro personaje, Pedro de Lemonaura, protagonista de la tendencia liberalprogresista en Bilbao y Diputado en la Diputacin vizcana durante la Regenciade Espartero, residente en La Habana, escribi en trminos similares otro art-culo en La prensa. en el que insiste en que sin embargo de tan marcada dife-rencia en las condiciones de su ser, ese pueblo ha sido, es y ser espaol... lahistoria antigua as lo atestigua; la moderna toda rebosa en espaolismo, quees, entre las glorias del pueblo Vascongado, la de su mayor estima y apre-cio68. Conducta ejemplar y digna de imitacin para los cubanos que aspirabana la separacin de la metrpoli69.

    En el Pas Vasco los manifiestos de la Junta de Comercio de Bilbao y de laComisin Agregada son los textos por antonomasia que se enmarcan en la es-fera del nacionalismo espaol, as como los que aducen las diputaciones gene-rales para justificar el cuerpo expedicionario. En ambos manifiestos aparecencombinadas razones materiales inherentes a las estrechas relaciones econmicasentre Bizkaia y Cuba, con considerandos ideolgicos tales como Todas lasclases del Seoro se hallan grandemente interesadas en la pacificacin de Cu-ba, la propiedad, la agricultura, la industria, el comercio y las artes, pues que atan fundamentales intereses afecta el malestar de aquella preciosa regin; y loque es ms, importa a la honra nacional, que est sobre todos los intereses70.

    Otro manifiesto de la Junta de Comercio y la Comisin Agregada al efectoafirmaba que Vizcaya espera slo la voz de que ha llegado el momento para

    67 EXTRAMIANA, R.: "R. Ortiz de Zrate precurseur du nationalisme basque", en Hommage aHenry Bonnel'ille, Grenoble. 1982, pp. 103-125.68 Album ~'ascongado... , p. 44.

    69 No hemos tenido la fortuna de encontrar un ejemplar de su libro sobre los Fueros editado en LaHabana en 1869, a partir del cual esperbamos evaluar la evolucin de su pensamiento poltico.70 Archivo de la Casa de Juntas de Gernika, Guerra de Cuba, reg. 1, lego 2: Circular de la Junta deComercio a los alcaldes de Bizkaia.

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  • Joseba Agirreazkuenaga Zigorraga

    cumplir esta vez como siempre los deberes que le marcan sus gloriosas tradi-ciones. Vizcaya enviar sus valientes tercios a Cuba y con ellos una muestra desu ardimiento y del vigor y pujanza de sus hijos.

    Aparece aqu la apelacin a la tradicin histrica como elemento legitima-dor de la accin poltica y social, al margen de la opinin de los ciudadanos.Estos manifiestos tuvieron amplio eco en el peridico ms importante del PasVasco, el Irurae bat71 . Adscrito a la tendencia demcrata, y por ende impulsorde las iniciativas del gobierno, fue el que conform una ideologa con relacinal problema colonial desde la perspectiva vasca.

    En principio no consideraba correcto el calificativo de colonias para lasAntillas espaolas, pero extraa que el Irurae bat no se hiciera eco del proyectode autonoma para Cuba ni del partido autonomista como posible alternativa:

    As en el terreno cientfico como en el jurdico es muy fcil defender yprobar que las provincias de Cuba y Puerto-Rico, poltica y etnogrficamenteconsideradas, forman parte integrante inseparable, no slo del estado espaol,sino de su nacionalidad y de su raza, y que las pretensiones de autonoma y deseparacin de los rebeldes no tienen otro fundamento ni otra base que la ingra-titud y la desnaturalizacin y que la guerra que hoy nos hacen es hija de losperversos instintos de la rebelin domstica. De facilsima comprensin es elconcepto de la nacionalidad en este caso: la identidad de raza hiere la vista y tanespaoles son sino ms los cubanos que los andaluces, los asturianos y losvascongados. El nombre no corresponda perfectamente al concepto, cuando sedesignaba a esas provincias antillanas con el nombre de colonias72.

    Tambin resulta chocante que el Irurae bat apenas trate un tema tan can-dente como el de la esclavitud, al menos en 1869, cuando en otro momento, entiempos de la guerra civil americana, se posicionaba frente a los sudistas escla-vistas, cuyos postulados fueron asumidos y defendidos por su contrincante elperidico Eusealduna73.

    En los numerosos espacios destinados a la cuestin de Cuba no se analizaun tema de tanta trascendencia, lo que nos obliga a pensar que, en realidad, alrespecto defendan el statu qua, quiz con algn atemperamiento. Sin embargoel 23 de Julio de 1869 reaccionaron frente a un folleto, publicado en series deartculos sucesivos, en el que se justificaba la trata de negros, porque se trata-

    71 !rurae bat, 3-I1I-1869.

    72 !rurae bat, 27-Il-1869.73 FERNANDEZ SEBASTIAN, J.: "El Euscalduna: del moderantismo al carlismo. La intlexin ideo-lgica de un peridico bilbano: 1858-1873", La prensa de los si-glos XIX y XX, Bilbao, 1986.

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  • Los vascos y la insurreccin de Cuba en 1868

    ba en realidad de prisioneros que los reyezuelos africanos venden a los de latrata... lo cual ha sido en cierto modo favorable a la humanidad, ya que se lesofertaba otra realidad alternativa a la del cautiverio. Despus de admitir que laexistencia de la esclavitud es un contrasentido en los pases regidos por leyesdemocrticas... la abolicin inmediata de la esclavitud, fuera no slo una injus-ticia sino una insensatez y hasta una crueldad, porque se destruye la riquezacreada en Cuba (

  • Joseba Agirreazkuenaga Zigorraga

    los voluntarios77 . Curiosamente no hay mencin alguna a su poltica represivade la trata de negros.

    En definitiva, el Irurae bat apoy de forma incesante una poltica de inter-vencin directa desde el Pas Vasco, la creacin de lo que llam la Legin Vas-ca para reHrimir la insurreccin, con un discurso ideolgico prximo al del gru-po de peninsulares de Cuba, aunque a nivel de intervencin tctica apoyara lasiniciativas del gobierno. Estima que el problema cubano afecta a todas las cla-ses: todo el mundo est obligado moralmente en el pas vascongado, no hayque disimularlo, a hacer un esfuerzo supremo para salvar a Cuba. A las razo-nes de ndole econmica aade otras de coyuntura poltica: Este es el da deprobar a la nacin y al mundo que somos buenos hijos de Espaa, celosos desu honra, avaros de sus glorias, interesados en conservar intacto el sagrado de-psito de sus tradiciones.

    Parece que se sienten obligados a presumir de aquello que ms carecen oal menos de lo que otros les reprochan. La historia, el esplendor de sus tim-bres militares, martimos y cientficos... todo cuanto constituye la existenciamoral y material de un pueblo reclama pronto y valioso concurso del patriotis-mo vascongado... presencia de sus paisanos armados ... tremolando la hermo-sa bandera del Lauburu78, porque ya el problema cubano se haba reducido aun problema de fuerza. Este prrafo sintetiza la postura ideolgica y poltica delIrurae bat y la ideologa de la burguesa comercial e industrial en ciernes delproceso de despegue industrial que va a protagonizar. Observamos una exalta-cin nacionalista espaola, desde el particularismo poltico institucional vasco,creando una armonizacin entre el patriotismo vasco y el nacionalismo espaolen base a la tradicin legendaria e histrica vasca y a una peculiar adaptacindel fuerismo poltico al marco constitucional, aunque, repetimos, carente de to-da legitimidad constitucional. Este punto de conexin quebr a lo largo del se-xenio para desembocar en una nueva guerra civil.

    Desde la Cuba de los voluntarios de La Habana y peninsulares del partidoespaolista parece que sugeran o al menos ideolgicamente pregonaban la de-fensa de la tradicin y el statu qua en un discurso que recuerda el estilo y la fra-seologa de los dirigentes vascos de la poca en tanto realidad diferencial, aun-que en el caso cubano la religin no adquiera ninguna funcin especfica ni jue-gue un papel importante. Basta analizar el lenguaje y mensaje del manifiesto delos voluntarios de La Habana en relacin con el motn contra el general Dulce:Esta Isla tiene su manera de ser especial, sus usos, sus costumbres, sus tradi-ciones, que constituyen su organizacin social y poltica. Toda reforma que seintente ha de ajustarse al pasado, que no es posible desatender la razn histri-

    77 Irurae bat, 26-XI-1869.

    78 Irurae bat, 1O-Il-1869.

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  • Los l'ascos y la insurreccin de Cuba en 1868

    ca de las leyes al legislar para un pueblo. Por esto los espaoles insulares yeuropeos que habitan en esta provincia han clamado siempre por que no se in-troduzcan sin detenido estudio y el convencimiento de su conveniencia las re-formas que en la madre patria se hubieron ensayado79. Este discurso parecesacado de cualquiera de los anales de los tradicionalistas vascos o promotoresde los que defendan la poltica vascongada o poltica foral. Los liberalesvascos sancionaran el texto en el supuesto de una mayor valoracin de los de-rechos derivados de la Constitucin. El pasado, el uso y la costumbre se con-vierten en la principal fuente de legitimacin poltica y social del presente, en lams pura tradicin poltica del Antiguo Rgimen. Obviamente en el caso cuba-no significaba seguir con la situacin de excepcionalidad, el esclavismo y de-ms formas despticas de poder poltico y econmico. Al igual que sucedieraen las provincias vascas de Bizkaia y Araba, las autoridades locales trataron deencauzar desde el statu qua la energa renovadora del cambio de 1868, coloni-zando desde su interior las instituciones legtimas, sujetas a un mero cambionominal. Pero en Cuba dicho proceso fracas porque la opcin independentistay de transformacin de la sociedad esclavista se encontraba en un perodo demaduracin, ante la ceguera de la administracin espaola, que segua con tratode excepcionalidad tutelada.

    Al final, en el Pas Vasco tambin se precipit el enfrentamiento armado,que terminara en guerra civil abierta, pero con unos signos diferentes, en losque la cuestin religiosa y su intemalizacin fueron sin duda el motivo o una delas causas que propici la generalizacin social del conflicto, entremezclndoseotra serie de motivaciones, que conservadas en el acrisolado estuche de la tradi-cin irrumpieron en las ansias de una nueva sociedad de rasgos utpicos cierta-mente a la luz de los acontecimientos que preparaban el despegue industrial,pero de plena vigencia y justificacin desde el punto de vista de quienes se alis-taban en el bando insurrecto en pos de parasos ms habitables que el conoci-do, aunque objetivamente la va por la que optaron jams podra conducirles,en tanto que se hallaba agotada. La mirada retrospectiva no garantiza la posibi-lidad de la igualdad pretendida y la instauracin del ejercicio de libertades. Po-dra entenderse como quiz una resistencia y un nuevo intento por controlar unproceso que escapaba a las clases incapaces de frenar el cambio sociaL econ-mico y poltico.

    En el caso cubano, con la Paz de Zanjn alcanzaron una victoria que la po-dramos calificar de prrica, ya que, como se puso de manifiesto en los aosposteriores, desde el punto de vista geopoltico hasta de estructura social inter-na, la insurreccin y un nuevo estatus de soberana para Cuba parecan inevi-tables.

    79 RIBO, J.],: Op, cit" Madrid, 1876, vol. 1, p, 358,

    IfC\

  • Joseba Agirreazkuenaga Zigorraga

    En el Pas Vasco el cambio interpretado y dirigido desde la tradicin en loque beneficiaba a los intereses de las nuevas clases dominantes y dirigentessirvi para su integracin en el sistema instaurado por Cnovas. Pronto surgi-ran nuevas frmulas alternativas que deslegitimaran socialmente el proceso,hasta el punto de que un grupo, que pronto llegara a representar una de las co-rrientes ms influyentes en el siglo XX, celebr en 1898 la independenciacubana.

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