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Teorías psicoanalíticas II: Los Afectos en la enseñanza de J. Lacan. Versión no revisada por la autoraDoctora Diana Rabinovich Clase N° 1 – Sábado 20 de Agosto/2011
Los Afectos en la enseñanza de J. Lacan.
Clase Nº1.
Una aclaración que quiero hacerles: Yo el sábado que viene estoy de viaje, así
que quería avisarles ya que no voy a estar. Terminaremos un poco más tarde y
también voy a estar de viaje en septiembre y va a ver, por lo menos, dos sábados
que no voy a estar y lo pasaremos para diciembre. Bueno…
Respecto al tema de los Afectos en Lacan, tema poco trabajado en general, quería
marcar primero cómo vamos a trabajarlo. Vamos a hacer algunas de las…Para los
que ya me conocen desde hace mucho saben que doy mejor clase a la tarde que
a la mañana: en la mañana no es el momento más inspirado para dar clase, así
que tendrán que esperar que me ponga en marcha, lo cual toma un tiempo.
Quisiera dar clase a las diez de la noche, pero bueno…En esta zona es un poco
complicado en este momento.
Lo que les quería marcar era un poco una especie de mapa de lo que vamos a
recorrer. Les decía que es un tema poco trabajado, y es un tema donde no solo
existe un lugar común de que Lacan no se evita, no tiene una teoría de los
Afectos, cosa que es absolutamente incorrecta; sino que además Lacan tiene una
teoría muy original de los Afectos que se apoya en ciertos puntos freudianos y en
otros en sus propias elaboraciones, y en ciertas reinterpretaciones de algunos
autores clásicos como, por ejemplo, Aristóteles u otros más recientes como
Kierkegaard y Heidegger. Por un lado tenemos ese punto.
Hay un seminario fundamental que es el Seminario de la Angustia, que va a ser
uno de los ejes que vamos a trabajar. El otro eje es lo que hoy voy a desarrollar
sobre el Proyecto freudiano y algunas menciones específicas de Inhibición,
síntoma y angustia de Freud, porque creo es en esos textos en que Lacan se
apoya básicamente para sus propios desarrollos. Por un lado tenemos esto. El
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otro gran antecedente, lo vamos a desarrollar con más detalle y más calma: es el
Seminario de la Angustia, el Seminario X. El otro lugar donde hay un desarrollo
importante sobre los Afectos es en el Seminario de la Ética, Seminario VII.
Aunque yo hoy tome alguna referencia al X, es en el VII donde encontramos
algunos de los primeros desarrollos. Antes del VII en el II. Entonces el VII, luego
el II y luego hay un salto que va a dar Lacan donde hay referencias sueltas –y esto
también es importante– hay que recoger en el texto de los Seminarios y en
algunos textos de los Escritos las referencias de los Afectos que ahí se pasan por
referencias de Afectos específicos.
Algunos de ustedes habrán escuchado que yo trabajé sobre el pudor, la
vergüenza, pero hay más y otros que también valen la pena ser trabajados.
Tenemos eso por un lado y luego un salto que va sobre todo hacia los seminarios
R.S.I, Lacan va a introducir el término pathema, con un “th”, refiriéndose, haciendo
un juego al mathema y al pathema, que tendrían que ver con los Afectos. Vemos
que eso se retoma al final de la obra de Lacan con algunas referencias, luego
veremos en su momento, que son importantes en cuanto a la relación cuerpo-
Afecto como tal y que están básicamente en el Seminario R.S.I. Hay luego otras
referencias que vamos a ir viendo mucho más puntuales, pero creo la del
pathema, con “th”, desde ya, es quizá una la más importante.
De modo tal que si nosotros vamos siguiendo lo que Lacan va proponiendo acerca
de los Afectos, encontramos, sobretodo, una variedad de Afectos; que lo más
conocido, lo que está en el Seminario de la Angustia, famoso cuadro inicial al cual
me voy a referir hoy, de entrada, pero lo vamos a ver desde distintas perspectivas
porque un punto que yo quería señalar es que sencillamente Lacan siempre va a
considerar el Afecto como un efecto del significante sobre el cuerpo. Primer punto
sobre en el cual diría no hay mucha modificación. En este punto Lacan, no hay
duda, vamos a ver, muy freudiano. Entonces un significante produce un efecto que
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es el Afecto, pero por eso considero que el seminario central es el Seminario X. El
Afecto va a articularse –recuerdan el Seminario X, supongo que lo han visto;
ustedes ya están terminando la cursada de la maestría, lo tienen que haber visto
en distintos momentos o desde distintas perspectivas– pero el punto importante es
que en el Seminario X hay una articulación entre ese Afecto fundamental que es la
Angustia y el objeto. Entonces vamos a ver que hay una cierta relación de algunos
Afectos, básicamente con el objeto α, es decir, la articulación de los Afectos con lo
Real. En el Seminario IX el objeto α ya es tenido como Real. En el [Seminario] X
ya es tenido como Real. Estos Afectos aparecen articulados con lo Real, y esto es
algo que no suele enfatizarse, porque curiosamente en un sentido, es la relación
de un Real con otro Real. ¿Qué quiero decir con esto?: que así como el Afecto es
un efecto del significante que escapa al significante, es exactamente igual que el
α; efectos de significantes que escapa al significante.
Y mi idea es, un poco, al ir haciendo este recorrido, marcar también cómo desde
esta perspectiva podemos pensar la función que Lacan le da a los Afectos en la
clínica, que es una función particular y que habitualmente es confundida con que
los Afectos son lo Imaginario, y en la vía que son los Imaginario hay que tomarlo
con pinzas –pero hay que tomarlo con pinzas siempre. Pero hay una dimensión
del Afecto que Lacan vincula con lo Real. En esta dimensión de lo Real es donde
vamos a ver jugarse ciertas características de los Afectos en su articulación con lo
Real. Pero, en este sentido quería aclarar otra cosa más que se articula como lo
que acabo de decir, que es lo siguiente: Si bien tenemos una teoría de los Afectos
que se va construyendo progresivamente, si quieren una primera culminación en
el Seminario X, que retomará al final, con ciertos agregados importantes en el
Seminario: De un Otro al otro, -que vamos a ir viendo poco a poco- de todos
modos para Lacan el Afecto en tanto aparece como vinculado a algo significante,
en efecto el significante que escapa al significante, tiene una doble articulación:
Por un lado -dije- remite al objeto, por otro lado plantea el problema de su
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articulación con el deseo y con el goce. Diría finalmente que una de las cosas que
uno tendría que aclarar es que si el goce tiene algo que ver con una forma de
satisfacción, el Afecto no es una satisfacción. Vamos a decirlo así, siguiendo
incluso muy estrictamente a Freud: Freud habla de la dimensión de satisfacción de
la risa, pero la risa no es un Afecto. Entonces digamos que un Afecto pueda
devenir una forma de satisfacción; lo hace correr al nivel sintomático. Digamos, el
goce de algunos, con los Celos por ejemplo, hay gente que goza de ese par,
digámoslo así. Creo que no tengo necesidad del ejemplo: Todos en nuestra
cabeza podemos pensar en alguien o en alguna vez que nos pasó; es decir, todos
conocemos un poco la clínica de esto o la psicopatología de la vida cotidiana si
ustedes quieren. Entonces hay una articulación por hacer: Por un lado con el
deseo que es el objeto y por otro con cómo el Afecto se articula o no con las
satisfacciones, y cuándo el mismo Afecto puede devenir fuente de una
satisfacción.
Punto dos -Lacan en esto sigue a Aristóteles-: Los Afectos no son ni el placer ni el
displacer -digo, son puntuaciones que hay que ir haciendo. El placer y el displacer
se agregan a un tipo, si ustedes quieren a un color, que le va a dar, que le vamos
a dar a los Afectos. Hay Afectos placenteros y Afectos displacenteros, y el mismo
Afecto puede ser al mismo tiempo placentero y displacentero.
Voy aclarando esto porque -no sé si se dan cuenta que hay que hacer una serie
de distinciones entre placer-displacer y Afectos, deseo y goce y Afectos, Síntoma
y Afectos- porque en el famoso ataque de pánico que está tan de moda ahora, que
no es más que un ataque de angustia, ¿qué es lo que vemos?: Lo que vemos es
algo que yo considero que es muy importante, lo que vemos es un Afecto (la
Angustia) que invaden al sujeto. Desde esa perspectiva diría que es un Afecto
displacentero; pero pensemos en aquellos que aman el riesgo y que llegan,
algunos llegan, a hacer cosas arriesgadas, donde la Angustia, para utilizar el
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término freudiano, está erotizada. Es decir que a priori ni siquiera la Angustia
podemos ubicarla claramente del lado del placer o el displacer, porque puede ir
del lado también del displacer. Lo que nos lleva a otro problema, que vamos a
tratar acá, que es el problema del dolor, ya que el dolor, sabemos, puede ser
erotizado o no. Entonces puede ser fuente de satisfacción o fuente de displacer.
Cualquiera de las dos es posible.
Les hago este recorrido global porque, bueno, esto es quizá un poco de lo que
vamos a ir viendo o desarrollando a lo largo de todo el curso. Quería empezar hoy,
entonces, una intersección, una pequeña ubicación de estas cosas, porque
algunas…este… [Ella corta aquí la idea].
Si ustedes recuerdan en el Seminario de la Angustia Lacan hace el famoso cuadro
de los Afectos, pero los dos ejes que lo ubican son respectivamente, por un lado
hacia abajo, descendente que es el movimiento, y en forma horizontal el eje de la
dificultad. Y ustedes recuerdan que él pone, en la primera estructuración que
hace, los tres términos freudianos: En forma descendente Inhibición, Síntoma y
Angustia. Pero vamos a ver, lo vamos a ver un poquito más adelante, que estos
dos ejes, “Movimiento” y “Dificultad”, ¿de dónde los toma Lacan?: de la Retórica
de Aristóteles. Uno dice: “¿de dónde los sacó?; no están en Freud”. Sí, Inhibición,
Síntoma y Angustia desde ya; pero “Movimiento” y “Dificultad” si hay una alusión
en Freud a la Inhibición como dificultad del movimiento, etc. Pero, eso quería
marcar, era precisamente que hay una alusión, él lo dice de pasada, habla de la
Retórica de Aristóteles y se ríe y sigue, y poca gente ha leído la Retórica de
Aristóteles, si uno va a la Retórica de Aristóteles se encuentra con que estos dos
parámetros están ahí en Aristóteles.
Pero, vamos a ir entonces al concepto de Afecto, que es en realidad sumamente
freudiano. Y digamos así que habitualmente lo que se suele enfatizar es que el
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Afecto está relacionado con la expresa: “cómo se vivencia la pulsión”, que tiene
por un lado Afecto y por otro lado Representación. Freud insistirá en que lo propio
del Afecto es estar – y es el término que también usa Lacan - desamarrado de la
pulsión; es decir, circular independientemente de las representaciones vinculadas
bajo la pulsión. Pero, me voy a centrar en algo anterior, que es en la definición de
los Afectos que aparece en el Proyecto. Es el primer punto que ustedes tienen en
Freud, en el programa.
Freud en el apartado del Proyecto de una psicología para neurólogos dedicado a
la experiencia de satisfacción, señala que se supone por lo general que ante el
crecimiento de la tensión de la necesidad, el hambre por ejemplo, es el ejemplo
más clásico, y la proximidad de lo que él ya llama (Freud) el objeto sexual (el
pecho en este caso), habría una “acción específica” –es un concepto, este, que
quiero subrayar– que es la que traerá la resolución de la tensión de la necesidad
instintiva que es el hambre. Freud dice que en primer tiempo el sujeto humano, el
“organismo humano como lo llama”, lo cito ahora: Es incapaz de realizar la acción
específica y la acción específica es suplida por una ayuda externa cuando la
atención de una persona experimentada se centra o es atraída por el estado del
niño y por la descarga que se produce por el cambio interno de éste. Así el
camino de la descarga adquiere una segunda función de mayor importancia que
es la función de comunicación frente, vamos a usar el término que usa Freud, el
desamparo del niño. El desamparo del niño dice Freud, frente a esta situación es
la fuente principal, primaria de todos los motivos morales. Entonces esto vamos a
ver cómo reaparece en el Seminario de la Ética, porque el Proyecto es uno de los
apoyos fundamentales del Seminario de la Ética.
Entonces Freud sigue diciendo: con la ayuda de esta persona externa que realiza,
lleva a cabo el trabajo de la acción específica, dar el alimento al niño, el niño logra
la satisfacción y esto constituye lo que Freud va a llamar la “experiencia de
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satisfacción”, que dice Freud, tiene efectos radicales en el desarrollo de la
persona. Entonces ¿cuál es el primero punto que vamos a ver acá?: Vamos a ver
cómo Freud a partir de la experiencia de satisfacción y la experiencia de
insatisfacción o de dolor, va a hacer una primera distinción. Primero que el Afecto,
(que no hay efecto), que aquello que queda como recuerdo de la experiencia de
satisfacción es lo que vamos a llamar “el deseo”, y aquello que queda como resto
de la experiencia de dolor o de insatisfacción él lo va a llamar “Afecto”. Por lo tanto
el Afecto es definido como huella mnésica de una experiencia. Observen esto
porque esto es Freud, y esta idea central tal como la presenta Freud, está
además… vuelve en Inhibición, síntoma y angustia. Yo estoy usando el apartado
II, el punto dos de Inhibición, síntoma y angustia, estoy usando la Edición Inglesa
de Strachey, donde Freud dice –algo que aparentemente en una época
metapsicológica había dejado de lado–, dice: La Angustia es reproducida como
estado afectivo, que está en acuerdo con la imagen mnémica existente. Y dice:
Los estados afectivos se han incorporado a la mente como precipitados de las
experiencias traumáticas primarias y cuando una situación similar ocurre son
revividos como símbolos mnésicos, Inhibición, síntoma y angustia de 1926. Es
decir que pasamos del Proyecto, fin de siglo XIX a 1926, donde Freud, retoma
exactamente la misma formulación. Y esta formulación primero de los estados
afectivos como huellas mnésicas nos traen un problema importante. Primero, en el
Afecto como huella, como forma de recuerdo, es una huella no significante,
producida por una experiencia significante digámoslo desde Lacan, pero no ella
misma significante, desamarrada del significante si ustedes quieren. Entonces si
el Afecto es una forma de recordar… y observen que lo que Freud llamaba en
1890, digamos, el Afecto o marca, huella de experiencia de dolor o de
insatisfacción, deviene en 1926 experiencia traumática. Uno puede, hacia atrás,
pensar que Freud ha repensado su teoría del trauma, evidentemente, y ahora
ubica claramente al Afecto como una forma de revivir algo que fue definido como
experiencia traumática. Y que lo importante, porque evidentemente Freud estaba
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tratando de dar una respuesta al problema de la Angustia, si ustedes recuerdan en
Inhibición, síntoma y angustia él liga con el trauma del nacimiento, ¿no es cierto?
Y ustedes saben que todo esto dio lugar a todo un debate sobre si podría llamarse
verdaderamente Angustia. Hubo un grupo grande de psicoanalistas que rechazó
esta formulación y luego tenemos la gran versión que es la de Melanie Klein que
sostuvo que la Angustia era la traducción directa del instinto de muerte, la pulsión
de muerte. Es decir, la transformación de ésta, económica, de la pulsión de
muerte. En realidad para Freud la Angustia no es pura economía, tiene una
dimensión económica, pero esa dimensión económica se acompaña de una
marca, de una huella que funciona como tal como recuerdo. Entonces ustedes
tienen desde ya una nueva forma de pensar lo traumático en relación al Afecto y
eso que Freud llamaba la experiencia de dolor, dejando como huella –las heridas
de dolor e insatisfacción– dejando como huella el Afecto. ¿Queda claro hasta
acá?
Ahora, este es el concepto que Lacan va a tomar. Es decir, el Afecto tiene una
dimensión de recuerdo de volver a algo que el sujeto que de alguna manera le
pasó, pero es un efecto que para producirse, ahora pasamos a Lacan, tiene que
ser efecto del significante pero que le escapa al significante. En Lacan –también lo
encontramos en Freud, vamos a ver posteriormente–, esta experiencia se articula
con el objeto, tal como lo plantea en el Seminario de la Angustia. Y en el
Seminario de la Ética va a estar planteado –como relación es el antecedente del
objeto como Real que es la Cosa–, en relación a la Cosa, a das Ding. Es decir,
como ustedes ven, hay un camino que se va haciendo en Lacan a partir del cual el
Afecto viene allí donde el efecto significante deja una huella que no puede ser
reabsorbida por el significante. Desde este punto de vista esta huella, –
llamémoslo huella para seguir hablando en términos freudianos, no vamos a
cambiar– está huella, no puede en cuanto tal, ser, digamos así, producida en
palabras. Pero tengamos claro una cosa: no es que el Afecto sea lo inefable que la
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palabra no traduce, sino que el Afecto es un efecto de palabra que escapa a la
palabra. No es más original que la palabra, depende de la palabra y el significante.
Y en esto, evidentemente, Lacan se acerca mucho a Freud del Proyecto y a Freud
en Inhibición, síntoma y angustia, mucho más que a toda la discusión que ustedes
pueden encontrar en la metapsicología freudiana sobre la carga afectiva, la
catexia que va, la catexia que viene; digamos que no es eso lo que le interesa a
Lacan. Lo que le interesa a Lacan es que es una forma de recuerdo, pero un
recuerdo que escapa al significante, pero efecto del contexto significante.
Finalmente ese Otro que viene a ayudar al niño en la acción específica que no
puede cumplir, no es más que el Otro con mayúscula. Y Freud lo llama, en el
Proyecto, “el otro inolvidable”, que viene a satisfacer al niño o que le ayuda a
crear la experiencia de satisfacción.
Si nosotros llegamos hasta aquí, ¿qué es lo que vemos en esta teoría de los
Afectos? Lo que vemos es dos problemas. Primero, puede haber un Afecto –
ahora estoy hablando de Lacan–, producido por el significante, que es una forma
de recuerdo –por eso uso la expresión “huella mnésica" de Freud para marcar que
es una forma de recuerdo–, pero es un recuerdo que escapa a la palabra y que
solo aparece como irrupción de Afecto.
Lacan en realidad lo trabaja por primera vez con mucha claridad en el Seminario
VII, donde Lacan dice… donde Lacan por primera vez introduce algo de lo que va
hacer luego... [Corta la idea porque alguien la interrumpe al entrar a clase].
Entonces Lacan va… cuando se refiere a das Ding, a la Cosa, va a hacer la
primera vez que va a introducir lo que es el antecedente del pathema, que es lo
que Lacan llama la causa pathómenon; y vamos a ver que ahí es donde se articula
como tal con das Ding, con la Cosa, y Lacan llamará a ese das Ding una forma de
la Causa.
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Piensen que estamos en el Seminario VII y es aquí donde empieza a esbozarse lo
que va a ser la causa del deseo en el Seminario X, y será antecedente en Lacan,
esta causa pathómenon, es el antecedente del objeto: la Cosa. Entonces Freud,
señala Lacan, señala que: das Ding, la Cosa, se articula con el prójimo, término en
que la función del juicio opera dividiéndolo en dos partes: Un conjunto permanente
que se ve ensamblado como Cosa, das ding, elemento que el sujeto aísla como
siendo de naturaleza extraña, extranjera, inasimilable y dos: Lo que en el prójimo
es cualidad y puede ser comprendido por la memoria a través de una remisión al
cuerpo propio, a la experiencia del sujeto. Esto es lo que es definido como
atributo. La Cosa, el atributo está articulado con las representaciones primitivas
alrededor de las cuales se juega el destino de las vías que permitirán tratar de
volver a encontrar el objeto, la antigua denegación de Freud es la referencia acá.
La Cosa está perdida y nunca más se la volverá a encontrar. Lacan dice, ahora lo
cito textual: Esta división señala la división originaria de la experiencia de la
realidad que no es una distinción entre bueno y malo, sino entre la Cosa y sus
atributos, lo bueno y lo malo. Sólo se encuentran, dice, das ding, ese Otro
absoluto del sujeto que no se volverá a encontrar, estamos en el Seminario VII,
que insisto ese “volver a encontrar” aparece en el artículo de la denegación de
Freud, sólo se encuentra como nostalgia, dice Lacan: se vuelven a encontrar sus
coordenadas de placer, pero no se vuelve lo vuelve a encontrar en tanto tal.
Subrayo de paso algo que en otras ocasiones cuando trabajé estos textos con
otra…con el estudio de otra cosa, saben que Nostalgia… Nostalgia es un Afecto.
Les pregunto: ¿La Nostalgia es un afecto?
Auditorio: Yo creo que sí.
D. R.: ¿Por qué sí?
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Auditorio: Porque es un signo del cuerpo. Y porque cuando uno habla de la
Nostalgia, es un especial estado de sentirse en relación a algo pasado, digamos;
esa sensación se siente en el cuerpo, no es una elaboración ideativa o intelectual.
D. R: Sí, pero no sólo se siente en el cuerpo, algunos lo sienten en el cuerpo y
otros lo sienten con ideación; pero tienen una referencia, como diría Freud: Olores
y sabores, cosas vistas, oídas y olfateadas muchas veces. Siempre tendemos a
dejar el olfato de costado –perdón por el caso, pero sí no me duermo [prende un
cigarrillo]; algo debo usar para despertarme a esta hora, ya les dije que la mañana
no es mi mejor momento–. Pero creo que lo importante… es que tomemos la
Nostalgia, lo marco porque Lacan dice: sólo se recupera el objeto bajo la forma de
la Nostalgia. Eso nunca lo volvemos a encontrar tal cual, eso que nunca
reproduce la primera vez. Creo que todos tenemos la experiencia de ir a un lugar
a comer una vez maravillosa y la segunda ya no es lo maravilloso que era la
primera, ¿no es cierto?, esto como para tomar un ejemplo banal. Y nos queda la
Nostalgia de lo que fue la primera vez, y bueno, todos sabemos que cada dos por
tres nos pasa a los humanos esto de que la segunda no es igual a la primera.
Entonces detengámonos en la Nostalgia, porque la Nostalgia va a volver a
aparecer muy pasada en el Seminario X y en distintos lugares; y es, si ustedes
quieren, el Afecto que marca lo imposible de la recuperación de una experiencia
plena, porque el significante nos la sacó para siempre. La Nostalgia marca,
justamente, aquello que no se puede recuperar; aquello que no se puede
recuperar, es en realidad –como siempre en Lacan–, es una construcción
retroactiva. ¿Qué quiero decir por retroactiva?: Quiere decir que solo se puede
configurar con la segunda vez, no se puede configurar con la primera. De la
primera sólo puedo tener Nostalgia la segunda o la tercera o la cuarta, no importa;
necesito la serie. Y este es mi primer esbozo de cómo empezar a pensar la
articulación entre los Afectos y la repetición –lo dejo porque lo vamos a ver más
adelante en los desarrollos más detallados sobre la repetición–.
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Por el afecto –tiene un rasgo [no se escucha lo que dice] –, vuelve, y vuelve
muchas veces al mismo lugar. Vuelve al mismo lugar en ciertas situaciones; hay
un Afecto que retorna, no importa cuál: puede ser la Nostalgia, puede ser el
Enojo, puede ser la Ira, puede ser la Vergüenza –no importa–, “puede ser el
Impedimento”, como dice Lacan –afecto que Lacan introduce en el Seminario X–.
Puede ser cualquier Afecto que ustedes quieran, pero que aparezca, que vuelva
en ciertas situaciones y que vuelva siempre al mismo lugar: es lo que nos dice que
es Real. Aparece una de las primeras definiciones de Lacan de lo Real: aquello
que vuelve siempre al mismo lugar. Es decir, que cuando un Afecto aparece
clínicamente –siempre en un lugar–, uno tiene que estar atento a sus
coordenadas, porque nos marca algo de lo Real que está escapando al
significante. Si ustedes quieren, es un indicador: algo de una experiencia está
volviendo vía el Afecto; aunque el sujeto no pueda decir: “siento miedo”, “siento
angustia”, “siento celos”, no me importa, pongan “siento…”, cada cual en cada
análisis se verá. Y entonces yo les diría que desde esta perspectiva la Nostalgia,
por ejemplo, es algo que nos acerca al Duelo; es algo que tiene algo del Duelo
incluido; es algo que tiene algo de lo imposible de recuperar, de algo perdido que
ya no recuperamos, porque en realidad, desde la perspectiva freudiana, la perdida
del objeto como imposible de volver a encontrar nos ubica para siempre en una
dimensión Nostálgica. Entonces la nostalgia está del lado –podríamos decir– del
deseo; también puede haber nostalgia de un goce, que ya no logramos reproducir
por ejemplo. Es decir que también lo podemos ubicar y articular con la experiencia
de una satisfacción que ya no se repite, o que no logramos. Pero, vuelvo a leer la
frase que dice Lacan, Lacan dice: Sólo das ding, ese Otro absoluto del sujeto,
aquello que hay que volver a encontrar sólo se lo encuentra como Nostalgia. Y
fíjense qué importante lo que Lacan dice después: Se vuelven a encontrar sus
coordenadas de placer, pero no se lo vuelve a encontrar en cuanto tal. Entonces,
esta aclaración de Lacan “coordenadas de placer”, va a algo que yo les decía
Teorías psicoanalíticas II: Los Afectos en la enseñanza de J. Lacan. Versión no revisada por la autoraDoctora Diana Rabinovich Clase N° 1 – Sábado 20 de Agosto/2011
antes: el Afecto no es ni placer ni displacer. En el caso de la Nostalgia,
evidentemente, aparece como un Afecto que marca que no se puede recuperar
una experiencia que fue placentera. Lo que se puede recuperar a veces son las
coordenadas –es decir: los parámetros–, algo de la situación en la que el placer se
produjo; y el sujeto va a buscar coordenadas de esa situación de placer, pero
nunca va a lograr recuperar la experiencia llamada “originaria”.
Ustedes saben que Lacan insistirá en que la experiencia del origen – ¿no es
cierto?– es siempre retroactiva; es el modelo –si ustedes quieren– que Lacan ya
establece en el estadio del espejo, es decir: sólo sé que estoy coordinado cuando
logro una unidad, y defino retroactivamente la incoordinación como tal. Sólo a
partir de la coordinación puedo, y de la unificación, puedo definir el cuerpo
fragmentado como algo a posteriori, retroactivo. Los Afectos… están. Sólo
aparece, una vez, –digamos así, algo así–, como una vez que yo definí, “las
coordenadas –y ahora aclaro– de placer o displacer”; porque la Nostalgia en
general no se aplica a situaciones displacenteras, pero sin embargo es coherente
con la definición del Afecto que Lacan da en el Proyecto como “forma de recuerdo
de la experiencia de dolor”, porque la Nostalgia es “el no haber recuperado aquello
que yo quería recuperar”. En ese sentido se ubica [la Nostalgia, se entiende], del
lado de las experiencias de dolor.
Entonces Lacan se refiere luego a la Cosa como “ese primer exterior inasimilable
para el sujeto y fuera del significado”, como algo que no tiene significación; y esto
–que yo he insistido en otros momentos–: lo Malo y lo Bueno como atributos son
significaciones. Entonces –otra distinción a hacer–, lo Bueno y lo Malo no son
Afectos, son elaboraciones, atributos que yo aplico a los Afectos o a cualquier otra
situación; porque a veces se tiende a confundir lo Bueno y lo Malo como Afecto,
cuando lo Bueno y lo Malo son juicios atributivos. Esto que experimento, no
importa si es Afecto u otra cosa, es Bueno o Malo; por eso Lacan dice –y les
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vuelvo a leer–: está la experiencia de das ding como ajena e inasimilable y aquello
que en el Otro es cualidad, en el prójimo aparece como lo Bueno y lo Malo, es
decir, como atributos. Por lo tanto, la Cosa como tal –insisto–, es inasimilable para
el sistema significante que la delimita; es algo, especialmente, que no entra en el
sistema significante y que se resiste –en realidad es un neologismo esto– a ser
significantizado. Pero esa Cosa –esto es importante–, se caracteriza por una
relación particular que Lacan califica de pathos, tomándolo de “Afectos” en griego.
Entonces los Afectos son la huella de la relación con la Cosa, y ese pathos, lo que
remite al Proyecto, asume la forma de Afecto primario; y éste es justamente…
Lacan retoma… como Lacan caracteriza la huella de experiencia de dolor en el
Proyecto como Afecto primario, y la de satisfacción como deseo. Lacan entonces
dice que “en el pathos el Afecto primario remite al dolor”; a una “experiencia de
dolor”, como lo había dicho Freud mismo. Y entonces –ahora sigo citando, son los
capítulos sobre “la Cosa” en el Seminario VII–, Lacan dice que das Ding es una
realidad muda como tal, es una trama significante pura –lo relaciona con Kant pero
no nos interesa–, y el Bien, lo Bueno, es una metáfora, un atributo.
Lacan dice: Todo lo que califica las representaciones en el orden del Bien está
preso en la reflexión, en el sistema de descomposición que le impone la estructura
de las facilitaciones inconscientes, se refiere al Proyecto, sólo así el sujeto se
relaciona con aquello que en el horizonte se presenta como su Bien. Su bien
propio es la resultante significativa de una composición significante, en el nivel
inconsciente allí donde no domina para nada las cargas, las direcciones que
dominan su conducta aparece la diferencia entre el Bienestar y el Bien. El
Bienestar es lo que conforta al sujeto en la medida en que das ding aparece en el
horizonte como su Bien. Ahí funciona el principio del placer que da una ley que se
resuelve en una carga ligada, según la fórmula freudiana, y Lacan llama a esta
carga ligada: “… [inaudible] velos logrados”.
Teorías psicoanalíticas II: Los Afectos en la enseñanza de J. Lacan. Versión no revisada por la autoraDoctora Diana Rabinovich Clase N° 1 – Sábado 20 de Agosto/2011
Justamente si el Bien y el Mal no son más que metáforas o atributos, esto implica
que cuando Lacan habla en este Seminario de la causa pathómenon –para
oponerlo a la causa, jugando con la causa noúmenon de Kant–, la causa
pathológica –pero acá pathológico hay que ponerle la “h”–, la causa afectiva, es
una ley arbitraria, una ley de signos que la realidad podrá honrar o no. Piensen en
la experiencia de satisfacción: podrá venir algo a satisfacer al niño de la realidad o
no, esto habla de la realidad de signos que podrán satisfacer o no al sujeto y que
no da garantía alguna –esto es importante–. En el fondo es tanto el objeto Malo
como el Bueno, siempre a nivel de los atributos. Ahí no está das Ding ni como
Buena ni como Mala. Das Ding es el objeto, –digamos, para decirlo en términos
del 10 [Parece referirse al Seminario X] –; está en anterioridad lógica respecto de
lo Bueno y de lo Malo. Entonces aparece una referencia –que vamos a trabajar
más adelante– sobre el Bien y el Mal. Pero ¿qué es lo que quiero marcar con esto
que les marcaba aquí?: Que precisamente frente a esa Cosa inasimilable –es el
Otro con mayúscula en su primera versión– el Sujeto experimenta algo que Lacan
llama “maldición”, maldice a la Cosa; y “maldice” tomado en el sentido literal: dice-
mal. Maldecir es decir-mal; es decir, puede emitir imprecaciones, blasfemias
contra la Cosa, pero al punto en que esto “extraño”, “inasimilable” se expresa en
él, es a través, simplemente, de los Afectos –no tan simplemente–.
Hay reacciones de Afecto frente a esta Cosa, porque justamente marca una
reacción producida por la Cosa también efecto del significante, que escaparán al
significante. Un poquito más adelante –volvamos desde una vuelta, pero hoy
vamos a volver a todas estas cosas, simplemente es una primera presentación de
lo que hay–… En las dos últimas clases del Seminario de la Angustia, Lacan se
aleja, digamos así, de Freud en forma llamativa, porque da una definición
específica del Afecto que se suele obviar y dice que: “los Afectos son distintos
modos en que el sujeto padece de su relación con el deseo del Otro”. Esta
definición –no la van a encontrar en Freud, no la van a encontrar en ningún lado
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más que en Lacan–: El afecto como un padecer frente al deseo del Otro. Es decir
que los Afectos están estructurados por el deseo del Otro y ello implica porqué en
el cuadro –que vamos a trabajar la próxima vez, el cuadro del Seminario X que
está en la clase del 14 de noviembre de 1962–, no están presentes ni el placer ni
el displacer.
En este cuadro no hay ninguna alusión ni al placer ni al displacer. Lo que sí hay –y
creo que es importante– es que si no están presentes –esto les dice algo, que no
estaba explícito en el Proyecto; sí es explicito en la concepción de “trauma” que
está en Inhibición, síntoma y angustia que yo les leí: la articulación del Afecto con
la experiencia traumática– es que los Afectos están más allá del principio del
placer; que luego puedan ser por un sujeto domesticados al servicio del placer es
otra cosa, pero en sí, en efecto, marca algo que va más allá del principio del placer
en la medida en que siempre remite a esa huella mnemónica hostil que Freud
describe en el Proyecto.
También tenemos que contextuarlo en función de la importancia que esto tiene
para la clínica –ya que todo el Seminario de la Angustia es un Seminario de una
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gran riqueza clínica, quizá como pocos en la obra de Lacan–, porque lo que está
subyacente a los dos ejes de Movimiento y Dificultad que organizan el cuadro es
algo, que Lacan empieza a definir, que es el concepto de Acto. Ustedes recuerdan
la tradicional formulación del Seminario X, la idea de que el Acto tiene que ver con
la Angustia y la certeza; es como tal mostrarnos que esa serie que organiza en el
Seminario X –que es acting out, pasaje al acto, acto–, nos marca todo aquello que
viene a suplir la perdida de la acción específica –en la medida en que no hay
acción específica de los seres hablantes: sí hay Acto–. Y lo que caracteriza a esta
altura –después estará el Seminario del Acto, pero también nos vamos a referir– el
Acto como tal, es precisamente, la presencia del deseo. Es decir que Lacan
introduce el deseo en su relación con el Acto, ya en el Seminario X –es uno de los
ejes implícitos del Seminario X, Seminario de la Angustia–. ¿Por qué?: Porque el
primer punto, “Inhibición”, el primer punto –que ustedes recuerdan a esa edad que
coinciden Dificultad y Movimiento– marca precisamente que en el casillero de la
Inhibición es donde hay que situar el deseo; el deseo porque aquello que está
inhibido es el deseo. Si hay Inhibición es siempre Inhibición del deseo. Y casi
podríamos decir que la Inhibición esconde tras de sí al deseo y en la media en que
el deseo como tal es el motor del Acto. No sólo es el motor del acto en el sentido
freudiano, sino que precisamente un Acto para ser Acto es un Acto en que el
deseo está presente. Y tengan claro que eso restringe el concepto de Acto
notablemente en psicoanálisis, para el psicoanálisis.
Para el psicoanálisis, para Lacan el Acto es aquello en donde de alguna manera
está presente el deseo. Esto no va a cambiar en el Seminario del Acto, y esta
dimensión se le van a agregar otras, está presente. Y –creo que esto es lo
importante– si detrás de la Inhibición se esconde el deseo, en un sentido la
Inhibición es algo así, aquí está jugando algo así como el papel de una represión
primaria –es aquello que mágicamente….[inaudible]–. Este acto es para Lacan el
único correlato de la Angustia. Y entonces tenemos una serie implícita en el
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cuadro – tres series–: Inhibición, Deseo, Acto. Estamos en un momento anterior a
desarrollos muy importantes que Lacan va a hacer sobre el Acto, tanto en El acto
psicoanalítico como en La lógica del Fantasma, pero la definición que da es muy
precisa, dice: “El Acto es una manifestación significante en la que se inscribe”, lo
que dice en el Seminario X, “el estado del deseo”. El estado del deseo en este
caso ya no es la Inhibición. Por lo tanto un Acto para ser Acto –a la altura de este
Seminario– es inseparable del deseo, va a vehicular el deseo; ese deseo que a su
vez puede Inhibir el Acto. Entonces el deseo queda enmarcado en este Seminario
entre Inhibición y Acto, y entre ambos queda definido el campo del deseo. Es decir
que aquí Lacan fundamenta su definición de Acto en relación a la Inhibición –
vamos a ver que lo hace de una manera diferente en el Seminario sobre el Acto
psicoanalítico–.
El polo de la Angustia, ese es el polo que Lacan caracteriza como aparentemente
sin causa, pero no sin objeto. No sólo no es sin objeto, sino que es sin al objeto
más profundo, al objeto último –Lacan alude allí a la Cosa y a su desarrollo del
Seminario VII y su apoyo en el Proyecto–; y la Angustia remite a ese objeto que no
engaña, que brinda una certeza que es el objeto α. Entonces fíjense, porque
cuando uno empieza a trabajar estos términos se enfrenta con la necesidad de
hacer una serie de precisiones conceptuales importantes. La certeza no es un
Afecto, la certeza es un juicio: “Esto está bien, es esto lo que tengo que hacer”; no
admite dudas. En ese sentido, incluso podríamos colocarlo del lado de una
creencia: creo en la certeza vinculada a este objeto. Pero esto implica, esta
certeza –a diferencia de la certeza que buscaba Decart [Descartes] –, [que] es una
certeza absolutamente particular: porque es la certeza de cada sujeto, uno a uno,
sobre su Acto y su deseo. Por lo tanto no es una certeza generalizable. Esto es
importante porque uno a veces ve en la clínica que aparecen momentos en que un
Sujeto tiene que establecer certeza que no puede a veces justificar –no estoy
hablando de la psicosis, estoy hablando de la neurosis, dejemos la certeza
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psicótica afuera– y esta certeza tiene que ver con algo del orden del Acto en lo
individual, en lo particular. Por lo tanto, la otra cosa que tenemos que tener clara
en el acto de tal sujeto –voy a decirlo así– a diferencia del Acto psicoanalítico –
porque el Acto psicoanalítico es la definición de algo que vale para cada
psicoanálisis que se produce; por lo tanto, ese Acto se repetirá, digamos, de uno
en uno, de paciente en paciente de parte del analista, pero ahora estamos
hablando del Acto desde el punto de vista del sujeto analizante–: Ese acto, sí se
relaciona con una certeza que tiene que ver con la particularidad de su historia y
su relación con el objeto. Pero esa certeza, tengamos claro, es del orden de la
creencia, es del orden del juicio, absolutamente particular. Entonces tengo que
encontrar qué es lo que permite que yo pueda tener esa certeza o no. Entonces,
siguiendo con esto, la Angustia remite al objeto. Lacan dice: La Angustia es un
Afecto, es lo que no engaña y porque no engaña permite una certeza, es decir,
son dos pasos: [1] La Angustia no engaña, [2] por ende, ergo, permite una certeza.
Si permite una certeza y la Angustia no engaña, hay algo importante que es que
en ciertas circunstancias, válido para la Angustia y valido para otros Afectos, los
Afectos no engañan. Ya Freud lo había dicho. Este carácter de brújula de los
Afectos, en lo que hace a la certeza subjetiva. Esta Angustia sabemos que remite
siempre al deseo del Otro con mayúscula y Lacan va a insistir en la función
angustiante del deseo del Otro, que reside justamente en que no sé qué clase de
objeto soy para ese Otro con mayúscula, qué clase de objeto α soy para el Otro.
Ahora bien… Vamos a cortar unos minutos porque estamos desde las 9.30.
Retomamos en 15 o 20 minutos.
Segunda parte
Les pediría que traigan el seminario, por favor, porque es más fácil de seguir.
Vamos a ver la primera clase, la del 14 de noviembre de 1962; la clase del 21 de
noviembre de 1962, y luego nos vamos hacia el final y vamos a ver la clase XXII
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que es del 12 de junio de 1963. Quedan tres clases de ahí, ésta y dos más; vamos
a ver las últimas tres clases, donde retoma el cuadro y trabaja la relación con el
deseo del Otro. Este va a hacer lo que vamos a empezar a trabajar la próxima. Lo
digo para que por favor traigan el Seminario. La versión vieja de la Escuela
Freudiana de Buenos Aires, una versión traducida por Irene M. Agoff, es a mi
juicio la mejor, mejor que la de paidós que tiene algunas cosas cuestionables en
cuanto a interpretación. Entonces ya saben esto. Le vamos a dedicar bastante
tiempo a este Seminario y luego vamos a ir hacia atrás hacia atrás al Seminario
VII más en detalle.
Bien. Entonces Lacan alude en estos Seminarios al termino pathos –como yo les
decía en griego– y a su plural páthē [escribe en la pizarra]. Pathos y páthē;
Singular y plural. Si recordamos, entonces, esto es coherente con el desarrollo de
Freud en el Proyecto. Si el Afecto es la huella de la experiencia de dolor, el deseo
no es entonces en sentido estricto un Afecto, ya ni quisiera en Freud. ¿Qué es la
importancia del término griego que Lacan elige traducir por Afecto? Digo porque
otros traducen emoción ahí, algunos traducen incluso sentimiento, hay distintas
traducciones, Lacan va a elegir el término Afecto. Digamos, uno de los puntos
importantes es que el término griego tiene la connotación, entonces, de algo
padecido por el sujeto, de algo en lo cual el sujeto no es activo, sino que el sujeto
experimenta pasivamente. Por ejemplo: el sujeto que cae en la experiencia de
dolor en medio de su desamparo, en Freud, no decide acerca de esta experiencia;
la experiencia le acontece, debe padecerla. Desde esta perspectiva los Afectos
son páthē, es lo mismo que decir que son “padecidos”, es decir, que son un
padecer. En la medida en que traen dolor, no son solidarios con el principio del
placer, sino que, como dije, están del lado del displacer. Estos Afectos cuando
alcanzan cierta intensidad llevan al sujeto al más allá del principio del placer.
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Los Afectos no implican la homeostasis que puede a veces producir la satisfacción
del deseo, es decir, en última instancia algo que Lacan va a calificar como –en el
Seminario VII ya–: como el deseo, como un punto, como una cierta forma de
defensa frente al goce. El deseo que se instala como defensa. Lo vamos a ver
más en detalle cuando veamos el Seminario VII. Ahora yo decía antes que en su
desarrollo Lacan sigue a Aristóteles como tal, y hace referencia al Libro II de la
Retórica de Aristóteles.
Ahora bien, Aristóteles descubre dos sentidos fundamentales. Por un lado, como
yo les dije, los páthē no son lo mismo que el placer y el dolor –aunque lo
encuentren así en muchas traducciones de los clásicos griegos–; se acompañan
para Aristóteles ya, de placer o dolor, es decir: no son idénticos a él. Para
Aristóteles lo que agita el Alma, lo que la conmueve no es algo que sea
homogéneo entre sí, pero él va a enfatizar dos Afectos –piensen que la Retórica
está muy centrada en el tema de la tragedia– que son: el miedo o el temor y la
compasión –ahí tienen dos Afectos más que agregar a la lista–. Y estos son los
dos Afectos que deben ser suscitados por la experiencia de la tragedia.
Justamente el espectáculo trágico suscita… y es el miedo que es vivido –este es
un término de Aristóteles– como una fantasía. Pero aclaro que el término
“fantasía”, igual que el término “fantasma” viene del griego [φάντασμα]
“fantasma”1; y que algunos de los desarrollos de Lacan tienen algo que ver con lo
que los filósofos clásicos griegos trabajaron sobre el fantasma, no sólo Aristóteles,
sino también, por ejemplo, los estoicos. Entonces justamente ese fantasma es de
un daño inminente para nosotros mismos: de miedo o de temor. Y dice que en la
vida cotidiana la fantasía nos trae miedo a los dolores, a los males o a la
destrucción inminente. El temor, en la tragedia, para Aristóteles, está suscitado por
un pathos que implica una acción destructiva o mala dirigida hacia el sujeto, y que
es especialmente peligrosa cuando viene de alguien “amigo”; es decir, cuando
1 Que literalmente significa: “aparición”.
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viene de alguien a quien uno le tiene cariño, amor, en griego philoi2; es decir,
aquellos que son amigos o incluso familiares. Los Afectos para Aristóteles se
dividen en dos –y entonces nos da una clave de cómo Lacan organiza su cuadro,
pues–: Están los Afectos que nos paralizan y los Afectos que nos movilizan en
Aristóteles; es decir, lo que nos ponen en movimiento y los que nos producen –
términos de Aristóteles– “diversos grados de dificultad que impiden el movimiento”.
Ahí tienen los dos ejes del cuadro de Lacan claramente tomado de Aristóteles. Y
precisamente el punto máximo de Inhibición, de freno del movimiento, es la
Inhibición. Recuerden que se ha escrito mucho acerca de la influencia, a través de
Brentano, de Aristóteles sobre las tesis freudianas –uno acá puede hacer una
larga disquisición sobre cómo Brentano entiende los afectos, pero por el momento
lo vamos a dejar–.
Entonces, insisto, los Afectos son: [1] aquellos que nos frenan y [2] aquellos que
nos ponen en movimiento, para Aristóteles. Entonces están las patologías del
freno y las patologías de la puesta en movimiento. Cuando el freno es excesivo y
cuando el movimiento es excesivo terminan funcionando en contra del sujeto y no
a su favor; es decir, lo alejan, de distintas maneras, de la satisfacción o implican el
establecimiento de satisfacciones que van en contra del sujeto desde una
perspectiva, llamémosla, convencional o normativa. Aristóteles describe al temor
como paralizante, y señala que el eje del movimiento, que lo que mueve por
excelencia, es el deseo. El deseo para Aristóteles, sin embargo, estaba excluido
de alguna manera, y es considerado mucho más animal que humano: Es algo que
hay que dominar, que hay que controlar. No es la satisfacción del deseo freudiano
la que está aquí, pero sí la idea del deseo como motor. El deseo, entonces, es
aquello que va a ser frenado o impulsado de distintas maneras de padecer,
recordando lo que yo dije antes del Afecto como padecer. Incluso podría uno
traducir el pathos como un padecer, en castellano, en la que somos pasivos, en la
que padecemos tanto los Afectos como el deseo que nos nueve. 2 Plural de Philos
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El deseo –esta es una aclaración, pero pasemos de vuelta a Freud; después
vamos a ver más en detalle… les voy a traer más para… una clase para ubicar
temas–, el deseo en Lacan, y en Freud igual, no es hacer lo que se me da la gana:
el deseo no es el capricho. Esa es la confusión que a veces se da con mucha
facilidad. Diría que, si alguien piensa que hacer el deseo, que realizar el deseo es
“hacer lo que a uno le canta”, como se dice comúnmente, está muy equivocado,
eso es más bien del orden del capricho. Entonces ¿qué es lo que vemos?: que
puede haber obstáculo al deseo del lado del movimiento… tanto del lado del freno
como del lado del movimiento, porque puede haber un movimiento que vaya en
contra del deseo. No sólo el freno, no sólo la Inhibición es algo que va en contra
del deseo.
Volviendo a lo que yo les decía antes, a la originalidad de Lacan cuando articula
los Afectos con el deseo del Otro, como padeceres ante el deseo del Otro, la
originalidad de Lacan reside en que no sólo hace esto, sino que lo articula a los
Afectos, que experimentamos frente al deseo del Otro, con una teoría del Acto.
No lo dije, pero creo que queda obvio, que es una teoría del Acto y no de la acción
en Lacan.
El acto humano está siempre en una trama de lenguaje, en una trama significante,
nunca es pura motricidad o puro reflejo, sino que implica un compromiso del deseo
en lo que hacemos. Es decir, aclaro, un compromiso del deseo inconsciente, no un
compromiso del yo quiero consciente –esta también es una confusión que a veces
vemos–. Por eso Lacan va a decir no sólo aquí sino también en el Seminario del
Acto psicoanalítico, que el Acto se lee, también, retroactivamente. El Acto se lee
por sus consecuencias, no por su intencionalidad. Piensen que Lacan siempre
enfatiza el hecho de que el Acto no se lee por lo que yo intento hacer sino por las
consecuencias de ese Acto, que marcará si es un Acto acorde con el deseo
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inconsciente o no. Y aclaro: que las consecuencias de actuar según su deseo no
siempre son felices, pueden ser nefastas. Es un poquito ingenuo pensar que es un
cuento de hadas: actúo según mi deseo y todo termina bien. Puede ser que actúe
según mi deseo y todo termine muy mal, lo cual muestra que hay que pensar muy
bien... por eso Lacan aconseja una enorme prudencia en lo que hace a cómo se
lleva a cabo el Acto. El Acto puede a veces llevar, parafraseando un Seminario de
Lacan, a “lo peor” (…Ou Pire). Entonces no es tan simple pensar la realización del
deseo tipo Hollywood; no es así, sino hay que pensarlo… y a veces puede ser
más bien cercano al humor negro. Entonces si volvemos a este punto en que los
Afectos son padeceres en la relación con el deseo del Otro –desde ya con
mayúscula; no estamos hablando del otro imaginario–, que yo les decía es la
novedad grande que introduce Lacan, en ese contexto la Angustia tiene un lugar
privilegiado.
Una aclaración –que no vamos a hacer hoy pero que lo vamos a tomar– es: ¿qué
diferencia hay entre el Afecto y la pasión?, porque Lacan habla, por ejemplo, de la
pasión por la ignorancia. Entonces, un punto, vamos a ir a ver las veces que
Lacan habla de la pasión, a veces en relación a otras cosas –pero lo más famoso
es su cita en relación a Nicolás de Cusa de la pasión de la ignorancia–, porque
esto nos lleva a un problema que también va a ser tratado también acá en detalle
–estoy haciendo como un mapa de los temas que vamos a tratar–, que es: ¿es el
Amor un Afecto? No es fácil de contestar. ¿Es el amor un afecto? Porque es el
gran excluido de todos lo que yo dije que estaban. Porque es más claro con el
Odio
Auditorio: Claro, el odio es una pasión.
D. R: Es decir, cuando uno dice “Odio” todo el mundo inmediatamente piensa en
un Afecto, pero ¿el Amor dónde está? ¿Está del lado del deseo? No, el amor no
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es el deseo. ¿Es un Afecto? Es también, podríamos decir, es un Afecto en la
medida en que todo Amor hay algo de un recuerdo en juego, en el sentido de la
contingencia del encuentro con algo del objeto, como dirá Lacan más adelante, el
encuentro en el Amor implica algo del recuerdo. Encuentro que puede ser, como
dice Lacan, puede ser feliz o infeliz. Desde esta perspectiva vamos a ver que el
amor nos plantea una serie de problemas, pero muy particulares, incluso porque
existe el amor pasión.
Entonces la diferencia y la distinción entre la pasión y el Afecto; entre dónde se
ubica el amor, que puede –según distintas formulaciones de Lacan– circular cerca
de la pasión, circular cerca del Afecto, circular como algo que no es ni
exactamente ni Afecto ni pasión. Tomemos lo clásico de Lacan, lo del primer
Lacan: “el amor es lo que se tiene”. Desde ahí no parece un Afecto. Parece algo
más cercano al Acto o una forma de acto... Hay algo que nos resulta claro, para ir
ubicando las cosas, el amor está del lado de la Demanda. Lacan siempre articuló
al amor con la demanda, no con el deseo; incluso en su diferencia primera entre
necesidad, demanda y deseo el amor queda siempre del lado de la demanda de
amor; y entonces viene algo importante –que lo diferencia al amor tanto del Afecto
como recuerdo de la experiencia traumática, como del deseo como recuerdo de la
experiencia de satisfacción–, que es que: el amor puede ser articulado. Porque en
la medida en que se articula con la demanda, es articulado, es articulable; o sea,
que el deseo no es. Es decir, puede haber palabras de amor. Importante esto,
porque esto lo saca de ese punto en el cual algo no puede ser dicho o escapa al
significante. Parecería que el amor es algo que cabalga, digamos así, cercano al
deseo, al Afecto a veces, cercano a la pasión, acorde con el deseo a veces, a
veces en desacuerdo con él, varía según los casos.
La definición que a mí me hace pensar que no es un Afecto es cuando Lacan en el
seminario Encore (Aun o en cuerpo) Seminario XX, dice: El amor es volver lo
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contingente necesario. Lo indica en un modo lógico. Con lo cual parecería –no se
podría decir esto de ninguno de los otros Afectos, esta característica del amor de
hacer lo que es un encuentro contingente en función de nuestra historia– esta idea
de volver necesario el encuentro. Desde ese punto de vista el amor es por
excelencia, –no hay que ir a Lacan, está en Freud– es por excelencia engañoso,
en el sentido en que si vuelve necesario lo que es la contingencia del encuentro
con alguien, que tiene algún rasgo de ese objeto perdido, evidentemente el amor
aparece como una modalidad lógica vinculada a la demanda. Y si está vinculada
a la demanda está vinculado al lenguaje. No sé si queda claro el problema que
enfrentamos.
Por otro lado a veces, evidentemente, el amor es sentido, y uno podría decir: ¿el
amor es un sentimiento y quizá no un Afecto? Lacan en el Seminario XX parece
inclinarse a eso y dice esa famosa frase: “es un senti-miento”, que al igual que en
castellano tiene la palabra mentir ahí. De algún modo tiene algo de engañoso, que
es esto de volver necesario lo contingente. Es decir que esta dimensión donde el
amor, aun así sea lógicamente, tiende a oscurecer la falta –vamos a decirlo así: a
hacer que la falta no esté–, es un poco contradictorio con la definición de: dar lo
que no se tiene. Ahora ¿qué es lo que da que no se tiene?: Se da lo que no se
tiene en el sentido de aquello sobre lo cual no hay certeza, sobre lo cual siempre
está ahí que es la falta, porque el dar lo que no se tiene es dar la falta. En ese
sentido el amor es como un mixto raro, una mixtión rara, entre distintas posiciones
donde alternativamente puede parecer un Afecto, una pasión, una forma de la
demanda, una forma lógica de la demanda; y nos marca, es algo para pensar,
evidente sí el amor puede ser auténtico en la medida en que su estructura lógica
es la de disfrazar la contingencia. Esto va contra muchas de las concepciones de
nuestra sociedad Occidental, pero de algún modo Lacan le da una cierta solución
cuando en ....Ou Pire o el saber del psicoanalista que es la otra mitad del
Seminario XIX, escribe a-mour, a-muro, que en francés es más o menos
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homofónico, no del todo con amour. Nosotros no tenemos forma, porque lo
tenemos que traducir amuro, y amuro y amor no nos permite ningún juego. ¿Por
qué?, porque lo que sí no engaña es el a-mour, es decir, “el amor al muro”,
entiéndase al muro que no se puede saltar desde la contingencia de la diferencia
de sexos, etc.
De modo tal que uno de los temas que vamos a ir tocando y del que Lacan habla
en este Seminario es el amor. Precisamente en la medida en que el amor tiene un
común estatuto distinto. Podríamos decir que quizá lo más adecuado sería
ubicarlo del lado del sentimiento, junto con el odio. Por algo Lacan va a hablar,
también en Seminario XX, de “odioenamoramiento”, en una sola palabra, como
diciendo que son dos caras de la misma moneda. Y vamos a ver una referencia
específica que me parece interesante que es la que hace Freud en Pulsiones y
sus destinos cuando habla del amor. No sé si lo recuerdan, donde le da un
estatuto particular en su relación con el odio. Digo porque estos son unos de los
tantos problemas que uno enfrenta. Porque uno ingenuamente diría que “el amor
es un Afecto”, en el sentido en que uno lo padece. En ese sentido podemos decir:
“sí, es un Afecto”. Un afecto que alternativamente puede ser placentero o
displacentero, puede variar fácilmente de casillero. Puede rápidamente pasar de
lo placentero a lo displacentero. Pero hay un punto que si es cierto: Uno es
poseído por el Amor, más que uno posee al Amor. Desde ese punto,
evidentemente, tiene algo en común con los páthē, porque es padecido, pero tiene
un estatuto particular, precisamente en la medida, en que es algo padecido sobre
lo cual se puede decir mucho, pero no se puede muchas veces decir el a-muro. El
amor encubre el a-muro, en el sentido en que el a-muro marca la contingencia del
encuentro; porque es el objeto α, lo que Lacan está marcando ahí. Vamos a verlo
también en el Seminario XIX.
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Entonces si lo pensamos desde esta perspectiva, vemos que tenemos muchas
complicaciones. ¿Por qué decimos que el Odio es un Afecto?, ¿por qué nos sale
tan fácil?: porque es padecido por un lado, pero por otro lado –Lacan es una de
las pocas veces cuando se refiere al Odio en que dice algo muy especifico que no
dice de otros Afectos–, que es que el Odio está dirigido al Ser del Otro. Algo
específico del Odio dirigido al Ser del Otro. Es un ataque al Ser supuesto del Otro,
no importa, no hay un Ser, pero el intento es atacar el Ser del Otro. Entonces la
primera vez que encontramos un “Afecto”, entre comillas, al cual Lacan le da una
finalidad, le da una meta, la meta es atacar al Ser del Otro.
Y el amor, vamos a ver la otra cara, también tiene que ver con una relación con el
Ser supuesto del Otro; en realidad tendríamos que decir en los dos casos con el
Ser supuesto al Otro. Como ven no es fácil. Estoy pensando en términos de los
datos que encontramos en la clínica y de lo que es común en la clínica y más bien
que el amor desempeña un papel fundamental. Pero habría que ubicarlo, igual que
el Odio, en este punto en el cual tienen un lugar privilegiado que Freud mismo
articuló en una época y luego corrigió, en el sentido de vincular al odio con el
Tánatos y al amor con Eros. Distinción que Lacan también cuestiona, que no sólo
cuestionó Lacan sino que varios otros hicieron una cuestión al respecto. Entonces,
desde esa perspectiva, fíjense que vamos a tener que pensar la diferencia entre
Afecto y Pasión, vamos a tener que pensar la diferencia entre –me estoy refiriendo
al Afecto y Pasión en Lacan, no en general porque vamos a hacer una serie de
distinciones desde la psicología y la filosofía importante–, pero desde lo que Lacan
dice sobre el Afecto y la Pasión, por un lado. Por otro lado tenemos que pensar
cuál es el estatuto del Amor y el Odio: ¿Son afectos?, ¿no son afectos?, ¿dónde
están ubicados? Vamos siguiendo cómo Lacan los va pensando y después vamos
a ver cuáles son los Afectos que Lacan jerarquiza. Están los que ustedes
encuentran en este cuadro, y hay otros, muchos, que aparecen a lo largo de su
obra como: la Nostalgia, que yo les mencioné en el Seminario VII; la Vergüenza y
Teorías psicoanalíticas II: Los Afectos en la enseñanza de J. Lacan. Versión no revisada por la autoraDoctora Diana Rabinovich Clase N° 1 – Sábado 20 de Agosto/2011
el Pudor; también el Asco, que aparece por ejemplo en relación a Joyce. Uno de
los ejes del examen que Lacan hace de Joyce es el Asco, de la relación de Joyce
con su propio cuerpo, por ejemplo, si recuerdan cuando cae el cuerpo, cuando
deja caer el cuerpo. Y así vamos a encontrar una cantidad de Afectos
aparentemente poco notables: Los Celos, y un gran ausente: la Envidia; que a
veces en francés se puede confundir con los celos porque la palabra “envie” en
francés es envidia y ganas, entonces no se usa en el sentido en que se usa, por
ejemplo, en castellano o en inglés, “envy”, es claramente la envidia con la que
trabajamos. Ustedes saben que quien más trabajó ese Afecto particular fue
Melanie Klein. Me parece que la envidia es una especie de gran falta en la teoría
lacaniana dado que es un existente cotidiano en nuestras vidas. Después vemos
cómo él trató en parte de resolverlo, pero nunca se centró claramente en la
envidia.
Bueno, entonces, si vemos más o menos el área grande que tenemos que
recorrer… Hay otra cosa que me parece importante que es el ver cómo se
articulan, básicamente, para el… la relación… –esa es la otra–, tenemos la
relación de los Afectos con el objeto, y luego tenemos que plantearnos la relación
de los Afectos con el sujeto barrado, que es quien los padece en realidad y
podríamos decir, en realidad, y sería un error ubicar los Afectos sobre el impacto
sobre el sujeto únicamente a nivel del moi, tenemos que pensarlos en su
articulación con el sujeto del Inconsciente, y es ahí donde van a jugar, quizás, una
función en su relación con el Acto.
Bueno, vamos a cortar acá porque lo que hoy quería decirles está dicho. Y la
próxima empezamos, ya les dije, con la clase uno y dos, y después las clases 23,
24 y 25 del Seminario de la Angustia. Les pido que traigan el Seminario porque lo
vamos a comentar en detalle.
Teorías psicoanalíticas II: Los Afectos en la enseñanza de J. Lacan. Versión no revisada por la autoraDoctora Diana Rabinovich Clase N° 1 – Sábado 20 de Agosto/2011
El sábado yo no estoy, hasta dentro de quince días: El sábado 13. El próximo no
vengo, no hay clase.