Luis Ormachea Azpilcueta (Cuzco, 1974) es un destacado escritor y poeta, toda una promesa para las humanidades y ciencias sociales ya que sus escritos contienen un reflejo imaginario y creativo de la realidad. Ha publicado los poemarios; Índice (2004), Boveda (2005), Apología del absoluto cotidiano (2007), Tela de juicio (2008) y Palabra de hombres reunidos bajo árbol extranjero (2010).

La poética de Luis Ormachea es esencialmente este empuñar la palabra no como un arma, sino como una flor que nos revela una belleza intraducible, y por belleza no nos referimos a la contemplación estética de las cosas, sino a la revelación de aquello que nos estremece. “Si en lugar de canciones tu mano se iluminara con una jauría de rosas, o supieses”, entender no es una posibilidad, pues estamos ante la música de una poesía que se descubre en los colores, en un único color que estalla y nos invade como la ceguera o la primera vez que uno abre los ojos.

El autor nos pinta una imagen, una partitura solar, la gran partitura del universo donde el ser humano es una nota, un sonido o la interacción de distintos sonidos que se asemejan a un corazón o a la música plena de la ausencia que espera ser colmada. Es en el sonido, en la aparición de la música donde el silencio se presenta: “Silencio: has cerrado los cuerpos y las casas /Sombra y parábola del mar radiante”. El silencio adquiere así un rostro bifronte convirtiéndose en una gran parábola de la existencia humana cuya proyección solar produce a la vez la sombra que nos lleva a un estado de íntima agonía como si fuésemos una orquídea atacada. Esta agonía solo posee una respuesta avasallante: la desnudez del hombre, que se presenta como un campo minado de sentidos que posibilita la palabra, “porque en la desnudez renacen /los ríos primordiales, las palabras”, la palabra sería entonces carne, la materialización de la sensación, del roce, tanto en la exteriorización de nuestra distancia con el mundo, como en nuestra única posibilidad de encuentro.

María Miranda, crítica literaria Universidad de San Agustín