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ENSAYOS SOBRE EL REALISM0 [ 93 tr BALZAC: ILUSIONES PERD1DAS Balzac eseril:ió esta ,ovela cuando estaha en ra cumhre de s, ¡,adurez de escritor- .creó así un nuelro tipo de novera que ejer- ció una i.nfluencia decisiva sobre la evorución literaria -de tádo el siglo xrx: la novela de la tlesilusién; esto es, Ia novela que muestra eómo el falso concepto que er hombre de Ia societiad hurguesa se ha forjado necesariaiuente de su vida se quiebra rniserablemente, al chocar con Ia b*rtal prepotencia de Ia 'ida eapitalista. Naturalmente, la primeru upo.i"i8., en eI terreno tlc la novela moderna del naufragio de rás ilusiones no vino con Balzac. _La primera gran novelu-, dl Don euijote, es también una novela de ias «ilusiones perdidas>>. pero u, clro"rt.s, la societlad burguesa, en vías de formación, destruye las últimas ilusiones f¡t1fles,. en [anto q"e :l Balzac "u p"utiru-enre la concepci.ón del hombre, la concepción de la sociedad y del arte, etcÉtera, salidos de la evolución burguesa -el más alto prodrct, ffi;- gieo de la evolución revolucionaria Ilurguesa-, l-os que se red,- cen a meras ilusiones ar confrontafse con ra rearidaá de Ia eoo- nomía capitalista. También la novela del siglo xvrrr ha destruido algunas ilu- siones. Pero éstas no eran sino ra sobrevivencia der f"eudarismo en los sentimientos y en el pensamiento; o sea, eran ideas infun_ dadas de l¡aio niv-el y mal ancladas en el fondo d" lu "*utid"J, que fueron vencidas por. una conce¡lción Ífre, aun partiendo de s11 r1i¡mos-princ,ipios, se revelaba "o*o áá" ""-pi*rr.io*, *áu adherida a la realidad. En esta novela de Balzac resuena, por primera vez, la trágica carcajada de burla ar principar produito ideorógico ¿á l, ""1i"- ¡{rirr burguesa misma; en ella vemos por primera vez dr,' maner& toial cómo la economía capitalista lleva los ideales hurgueses a ttrr*r trágica situación. No obstante, la insuperable obra maeslra rlrr Diderot, El sobrino d.e Rameau, puede ser considerada como irr.!(:ursora ideológica de esta novela. li¡rlzac no es el único que, en esta época, encaró u¡l tern¿ de lrrl gónero. Había estado precedido por .Rojo y negro, dc Stendhal ¡ (im.fesiones d,e un lújo del siglo, de Musset. El argumeritr, estaba orr r:l aire, y no por e{ecto de una moda literaria^ sin,r nmrr¡ue crn ¡rroducto de la evolución social de Francia, el país tí¡rico de lr r:volución política de la burguesía. La Revol.ucién li'i'ari*e¡tr y Itt cra heroica de Napoleón habian desatado, acrecenfa¿l'l¡ y rrtovi- llsnrlo toda la soñolienta euergía de la clase burguesa' hlste pe' r{trlo épico había permitido a lo más exquisito de le cl¿se L¡ur'- grrr:sa realizar directamente su ideal heroico y organizar stl tida y srr muerte de acuerdo can este ideal. La caída de i§apoleón, ll¡ tteslauración y tamhién Ia revolución de julio seíralan el fin ilr, csa etapa exaltada; los ideales se volvían baratijas inútiles .v glnrnentos deeorativos de }a vida real; el sendero detr capitalismo, qlliurto por la revolución y por Napoleón, se había ensanc'liado al ¡runto de transformarse en una cómoda carretera accesiblc a l¡rrlos. fos heroicos pioneros debían retirarse, ceder el püesto a ftrrr oxplotadores, hurnanamente de menor valor, de ]a evc]ució¡: n los especuladores, La sociedad burguesa, en su chata realidad, hafría crea,{<¡ sus intérpretes genuinos y sus portavoces en las pevsonas de Say, de Cousin, de Roger'Collard, de Benjarnin Constant y de Guizot; sus verdaderos generalísimos residían en i.as escrilanías y la cabeza obesa de Luis XVII era su jefe político. (Marx.) Ill énfasis dc los ideales, producto necesario del peliodo pre" r,orlonte (necesariamente heroico), se volvía socialmerrte fllper- flur»; sus sostenedoreso la joven generación, crecida en la tradi' ririrr del período heroico, debía descXasarse. i l

Lukacs Sobre Balzac

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Page 1: Lukacs Sobre Balzac

ENSAYOS SOBRE EL REALISM0 [ 93

tr BALZAC: ILUSIONES PERD1DAS

Balzac eseril:ió esta ,ovela cuando estaha en ra cumhre de s,¡,adurez de escritor-

.creó así un nuelro tipo de novera que ejer-ció una i.nfluencia decisiva sobre la evorución literaria

-de tádo

el siglo xrx: la novela de la tlesilusién; esto es, Ia novela quemuestra eómo el falso concepto que er hombre de Ia societiadhurguesa se ha forjado necesariaiuente de su vida se quiebrarniserablemente, al chocar con Ia b*rtal prepotencia de Ia

'idaeapitalista. Naturalmente, la primeru upo.i"i8., en eI terreno tlcla novela moderna del naufragio de rás ilusiones no vino conBalzac.

_La primera gran novelu-, dl Don euijote, es también unanovela de ias «ilusiones perdidas>>. pero u, clro"rt.s, la societladburguesa, en vías de formación, destruye las últimas ilusionesf¡t1fles,. en [anto q"e :l Balzac

"u p"utiru-enre la concepci.ón

del hombre, la concepción de la sociedad y del arte, etcÉtera,salidos de la evolución burguesa

-el más alto prodrct, ffi;-gieo de la evolución revolucionaria Ilurguesa-, l-os que se red,-cen a meras ilusiones ar confrontafse con ra rearidaá de Ia eoo-nomía capitalista.

También la novela del siglo xvrrr ha destruido algunas ilu-siones. Pero éstas no eran sino ra sobrevivencia der f"eudarismoen los sentimientos y en el pensamiento; o sea, eran ideas infun_dadas de l¡aio niv-el y mal ancladas en el fondo d" lu

"*utid"J,que fueron vencidas por. una conce¡lción Ífre, aun partiendo des11 r1i¡mos-princ,ipios, se revelaba

"o*o áá" ""-pi*rr.io*, *áu

adherida a la realidad.En esta novela de Balzac resuena, por primera vez, la trágica

carcajada de burla ar principar produito ideorógico ¿á l, ""1i"-

¡{rirr burguesa misma; en ella vemos por primera vez dr,' maner&

toial cómo la economía capitalista lleva los ideales hurgueses attrr*r trágica situación. No obstante, la insuperable obra maeslra

rlrr Diderot, El sobrino d.e Rameau, puede ser considerada como

irr.!(:ursora ideológica de esta novela.

li¡rlzac no es el único que, en esta época, encaró u¡l tern¿ de

lrrl gónero. Había estado precedido por .Rojo y negro, dc Stendhal

¡ (im.fesiones d,e un lújo del siglo, de Musset. El argumeritr, estaba

orr r:l aire, y no por e{ecto de una moda literaria^ sin,r nmrr¡uecrn ¡rroducto de la evolución social de Francia, el país tí¡rico de

lr r:volución política de la burguesía. La Revol.ucién li'i'ari*e¡tr y

Itt cra heroica de Napoleón habian desatado, acrecenfa¿l'l¡ y rrtovi-

llsnrlo toda la soñolienta euergía de la clase burguesa' hlste pe'

r{trlo épico había permitido a lo más exquisito de le cl¿se L¡ur'-

grrr:sa realizar directamente su ideal heroico y organizar stl tiday srr muerte de acuerdo can este ideal. La caída de i§apoleón,

ll¡ tteslauración y tamhién Ia revolución de julio seíralan el finilr, csa etapa exaltada; los ideales se volvían baratijas inútiles .v

glnrnentos deeorativos de }a vida real; el sendero detr capitalismo,qlliurto por la revolución y por Napoleón, se había ensanc'liado

al ¡runto de transformarse en una cómoda carretera accesiblc a

l¡rrlos. fos heroicos pioneros debían retirarse, ceder el püesto a

ftrrr oxplotadores, hurnanamente de menor valor, de ]a evc]ució¡:n los especuladores,

La sociedad burguesa, en su chata realidad, hafría crea,{<¡

sus intérpretes genuinos y sus portavoces en las pevsonas

de Say, de Cousin, de Roger'Collard, de Benjarnin Constant

y de Guizot; sus verdaderos generalísimos residían en i.as

escrilanías y la cabeza obesa de Luis XVII era su jefe

político. (Marx.)

Ill énfasis dc los ideales, producto necesario del peliodo pre"

r,orlonte (necesariamente heroico), se volvía socialmerrte fllper-flur»; sus sostenedoreso la joven generación, crecida en la tradi'ririrr del período heroico, debía descXasarse.

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El inevitable crujido, el completo agotamiento de las energia.creadas por la revolución y la época de Napoleón, es el tema co-

rnún de las novelas del desengaño de ese período y la comíriracusación contra Ia prosaica podredumbre de la Restauración r,

de la monarquía de Julio. Balzac, no obstante ser monárquic,,y legitimista, ve y anota con despiadada perspicacia este carácteide l'a époea de la Restauraoión. En esta novela dice:

Nada condena tanto la esclavitud en gue la restauraciúr¡arroja a la joven generaeión. Los jévenes, no sabienrl,,cómo emplear su energía, la han encauzado no sólo en o.l

periodismo, en la conjuración politica y en el arte, 6in,,también en las extravagancias disolutas... Si trabajaba,;,pretendían en cambio poder y placer: los arfistas deseabairriquezas, los ociosos gandules buscaban emociones cambia¡.tes: de un modo u otro exigían un puesto y la política r:,rquería concedérselo.

Era la tragedia de una generación íntegra. Su reconocimieni¡y su ilustración no se encuentra sélo en la obra de Ba1zae, sirrotaunt¡ién en la de sus mayores y menores contemporáneos.

No ohstante, en la producción francesa de entonces, las Jl,r-sianes perd,idds ocupan un puesto insuperado, únieo. En realid;rrlBalzac no se detiene aquí, no se contenta con reconocer e ilustr:¿,resta trágica o tragicdmica situación social. Su mirada peneil.;ren esttatos más profundos, afronta problemas más serios. Advieri,'que el fin del períoclo heroico de la evolución burguesa de Frant i,r

es a1 mismo tiempo también la iniciación del ascenso del capii r-

lismo francés. En casl todas sus novelas, Balzac ilustra esta ir.

censión del capitalismo moderno? muestra cómo el vertiginr-,raumento del capital monetario desangra la ciudad y eI cam¡,,,cómo las tradicionales formas e ideales sociales se baten en reíirada ante la marcha triunfal del eapitalismo. En el cuadro tl,,este proceso, Ilusiones perdiilas es un poema tragicómico que tr;r-ta de Ia «capitalización del espíritu». La novela muestra córi¡,la literatura (y con ella toda ideología) se reduce poco a pocrl ir

f-'

ENSAYOS SOBRE EL REALTSNIO n 95

ltlnlurrrcía, a obieto de cambio, e ilustrando la acaecida capitali-

larrhirr del espíritu en todos los campos, eotroca la tragedia gene"

lrl rk: Ia generación posnapoleónica en un cuadro §ocial, diseñado

Élrr rnflyor profundidad de todo lo que ha heeho el más grande

rruulcrnporáneo de Balzac: Stendhal.

I,lsle proceso de transformación de la literatura en objeto de

frÉulhi(,, 1o ilustra Balzac en toda su complejidad: de los valores

ñ lnx r:onvicciones, a las ideas, a los sentimientos de los escritores,

lorhr sr: vuelve mercancía. Y no se satisface eon definir genéri'Irslu(\nte la eonsecuencia del predominio del capitalismo, sino queFl l(xlos los campos singulares (periodismo, teatro, editoriales)irnr.in luces sobre el proceso conereto y sus factores determinan-lc¡ rlo la capitalización. «¿Qué cosa es la gloria?», pregunta elatlllor Dauriat. «Artículos periodísticos de doce mil francos yi,orrrirlu de tres mil francos...>¡ Y comenta sus principios así:

-No me pasa por la mente arriesgar por un libro dos mil

francos, para guardatme tan sólo otro tanto. Yo especulo

con la literatura pu,blicando cuarenta volírmenes a Ia vez,

¿t diez mil copias el volumen... Mi autoridad y los artículos

Ircriodísticos que hago publicar me procuran un negoeio de

lrcscientos mil francos et7. vez de los miserables dos mil. EIrnanuscrito que eompro por cien mil francos, cuesta menosr¡ue el manuscrito de un autor desconocido, por eI cualrkrsembolso, no obstante, seiscientos francos.

Y r:omo los editores, del nnismo modo piensan los escritores:

¿Usted cree de veras en lo que escribe? -preguntó¡¡rrcásticamenls Vs1¡6¿-. Pero nosotros no somos más que

lorncrciantes de las palabras y hablamos de nuestro negocio,,,I,os artículos que el público lee hoy y olvida mañana noliorrcn para mí más que un solo sentido: que me sean

¡rn¡¡ados.

Arlr.rriis los periodistas y los escritores son explotados, .cu ta-lelrl,, x,.' ha vuelto una mercancía, materia de especulación del

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'capitalismo literario. Son explotados, pero explotados prostituidos;también ellos quieren ser a su vez explotad.ores, o al meuos coll-trolar la explotación. Antes que Lucien de Rubempré se hagaperiodista, su colega y m.entor Lousteau le da las siguientes ins-trueciones:

-Vale decir, mi muchacho: el secreto del éxito no est¿'r

en e} trabajo, sino en Ia explotación del trabajo ajeno. Lolpropietarios de los periódicos son los empresarios del ecli-ficio, nosotros somos los que llevamos los ladrillos.»I\'f;ís mediocre se es, y más fácilmente se llega a la meta,porrTue en caso de necesidad se está dispuesto a caer en li¿rampa, y a eonsentir a todo, a lisonjear las pasiones de iosper;ueños sultanes literarios. Hoy tenéis todavia escrliputrclp{}rqlle tenéis conciencia, pero mañana vuestra eoncier¡.ci¿,

. se postrará ante aquellos que os sacan de las rmanos eltriunfr-r, que con una sola palabra pueden daros la vidr^irero que? esa sola palabra, ,á lu p*or,rncian. porque, creér.-rnei.o, el escritor en boga es rnás altivo y duro frente a i:L

r1ue,1{} gcneración que el más desangrador de los editote:,,B¡nde el editor no ve rnás que la pérdicla, el autor en boÉ:lrte:¡re al rival; el editor reehaza al"trlrincipiante, el autor r,,I:rgr lc humilla.

Ilsie a:::plitutl del argurrento (la eapitalización de todos t¡r,,

el-err:enios de la literatura, desde la fabricación de los valor:,,,,h¿reta etr sentirniento lírico) determina también, coino siemrpi,.en Balzae, Xa forma de Ia construcción artística. La amistad rL.David Séeirard y I-ucien de Rubempré, las ilusiones desvanecid;rsde slr coimíln entusiasmo juvenitr, eI contraste de sus caracteLt'r:.son éstcs los elementos que constituyen, a grandes rasgos, r{cuadro de la acción. La genialidad de Balzac se manifiesta .,,,rr

en este primer esquema fundamental de la composición. Crr,,,figuras en las cuales, por una parte, la tensión implícita en r,l

argumento se expresa bajo la forma de pasiones humanas, ,i,.aspiraciones individuales: David Séchard es uu inventor que dcs-cubre el modo de producir papel a más bajo costo, pero ei exp1,,"

ENSAYOS SOBRE EL REALTSMO n 97

trrdo por los capitalistas; Lucien lleva al mercado del capitalismoporisiense el lirismo más puro y deücado. Por otra parte, en las{utítesis de los dos caracteres se manifiesta con humana plasti.citlad el más extremo contraste entre las diversas maneras eonr¡ue el individuo singular puede reaccionar ante la monstruosidaddol capitalismo" David Séchard es un estoico puritano, mientrasI¡ucien personifica la hipersensible avidez de placer, el refinadoo¡licureísmo de la generación posrevolucionaria.

La construcción en Balzac no es uunea pedante, nunca se

l,rcsenta con eI árido «cientificismo» de sus sucesores. Los pro-hlemas materiales son elucidados siempre en indestructible fu-¡ión con Ia consecuencia de las pasiones individuales de sus

hóroes. Y detrás de esta construeeión, ÍIue aparentemente sefrtndamenta sólo sobre hechos individuales, se oculta no obstantet¡n conocimiento más profundizado de las conexiones sociales,ttlrs valoración más exacta de las tendencias de la evoluciónrocial, que en el pedantesco «cientificismo» de los realistas pos-toriores. Balzac compone su novela de modo de coloear en eloontro de la acción la suerte de Lucien, y junto con ésta la trans-forrnación de Ia literatura en mercancía, en tanto gue la capita-lkación de la construcción material de la literatura, la explota-rrión capitalista del progreso técnico, constituye un episodio quesirve de acorde final. Este modo de componer, que aparentementevuolve del revés el nexo lógico y objetivo entre la base materialy la superestructura, es inteligente en máximo grado, no sólo¡ltvqde el punto de vista artístico, sino también desde eI de la crí-lkru social. Desde el punto de vista artístico, porque la rica va-rlnrlad que caraeteriza la vida de L¡rcien en el curso de su lucha

¡ror la gloria ofreee un conjunto mucho más colorido y dinámicor¡tto I,a mezquina, despreciable lucha de los capitalistas de provin-¡ltt por realizar el engaño en perjuicio de David Séehard. Desdeal ¡runto de vista de la crítica social? en tanto, porque el destinorle [¡rcien pátentiza en toda su complejidad el problenra de lalail,rucción de la cultura realizada por eI capitalismo. El resig-ttarlo Séchard advierte muy justamente que, en el fondo, lo que¡tnl¡orta es Ia explotación material del invento, mientras gue el

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hecho de haber sido engañado no es más que su desdicha ,,¡,, ,

sonal». Por el contrario, el colapso de Lucien pone en evidcirla oprobiosa prostitucién de la literatura.

EI contraste entre los dos protagonistas expresa óptimamerrlas dos tendencias principales de la reacción frente u lu t*u,,formacién de la ideología en mercancía. La línea de Séchr,,., l

es la de Ia «resignación». En la literatura burguesa del siglo rr .

la resignación tiene una parte notable. El viejo Goethe es el 1,,,mero sn tocar la cuerda de la resignación, como tono del nur:ri ,

período de la evolución burguesa. En sus utópicas novelas did¿iticas, Balzac sigue, la mayoría de las veces, las huellas de Goeth,solamente quienes han renunciado o han debido renunciar a .: r,

felicidad personal persiguen en Ia sociedad burguesa fines soci,rles no egoístas. La resignación de Séchard tiáne naturalmenr,.otro carácter. Él desiste de la lucha, renuncia a la realizaeirlrrde sus fines y quiere vivir tranquilo y retirado en su felicidrr,lpersonal. Quien quiere permanecer puro debe retirarse de li,"intrigas del capitalismo: en este sentido

-no irónico y mer¡¿,.aún yolteriano* Séchard se dedica a «cultivar el propio jardinr,.

Lueien, por el contrario, se entrega a la vida parisiense iquiere conquistar a todo costo et derecho y eI poder de la r<poesí,,pura)). Con esta lucha se tranforma en uno de los jóvenes de i,rgeneración posnapoleónica gue desde la Restauración permanecr:r,espiritualmente incontaminados, o se arruiñan, on adaptándose ;

Ias seducciones de la época privada de heroísmo, hacen carrerir.Los compañeros de Lueien (en la literatura) son Julien somlRastignac, De Marsay, Blondet y otros parecidos. Pero Lucielocupa en esta fila un puesto del todo independiente. Balzac plarma con extraordinaria fineza y ardor el nuevo tipo característicl.me_nte burgués del poeta: el tipo del poeta que es arpa eólica d,todos los vientos y de todas las tempestades de la sociedad: r¡,,nudo de nervios, frágil, desorientado, hipersensible. Es éste t¡,itipo de poeta que en aquel período no aparecía más que esporii,dicamente, pero que será extraordinariamente característico ri,.rdesarrollo posterior (de Verlaine a Rilke) de Ia poesía burguesi,Este tipo contrasta vivamente con lo que Balzac ixige de lá Urn,

ENSAYos sotsRE EL REALTsMo tr 99

rrrlulr. Lo que Balzac desea de la literatura lo presenta en estatrnrlrr, casi como un autorretrato, en la figura de D'Arthé2.

lrrrr'(» un carácter como el de Lucien no tiene por sí solarnentel¡ r'¡,I rnordinaria verdad del tipo, sino que of,rece también IaIrrr'.jor lrase para elueidar todos los aspectos de la antinomia querrlnrp¡ríia la capitalizaeión de Ia literatura. El contraste íntimo¡r¡tlr.cl talento poético y la flaqueza humana de Lucien lo reduceI,lu¡lucte en rnano de todas aquellas tendencias poéticas y lite-rrrli;rs tlue están al servicio del capitalismo. Es una rnezcla dellnr¡rrr.za y de ambición, una rnezcolanza de aspiraciones a Ia pu-!i.lr y a una vida proba y honesta con una ambición desmesurada

1' rl'sorientada y con una refinada e hipersensible avidez de goce:

¡ r'rlo hace posible, ya sea la brillante carrera de Lucien, ya sea

"rr rrilrido prostituirse y, en fin, su vergonzosa derrota. Balzac nor,u¡rrliruenta sus héroes con salsa moral: presenta una dialécticatlr.ictiva de su ascensión y de su colapso, haciéndolos derivar detn lotalidad de su carácter, de las recíprocas relaciones entre estalolrrlirlad con la totalidad de las circunstancias objetivas, y no detr¡rr valoración aislada de su «buena¡: o <rmala» cualidad.

Itastignac, que avanza hacia lo alto, no es del todo más inmo-lal rlue Lucien, pero en Rastignac obra <<otra;r mezcla do talento¡ rlo inmoralidad, y en consecuencia Rastignac se vuelve el sabiorrtilizador de esa misma realidad contra la cual Lucien, no obs-lrirllo su maquiavelisrno inmoral, sufre, tanto interior como ex-lr,r'ionnente, un catastrófico naufragio. El rnordaz aforismo dellrrlzrrc, formulado en su relato ll{elmoth, según el cual los hom-lrlrs o son cajeros o son ladrones, vale deciro o bestias de cargaIrorrcstas o sinvergüenzas, se muestra verdadero en una infinidadrlr, vrriaciones en este poema tragicómico de la capitalización delr,slí ritu.

l,l[ verdadero principio que, en última instancia, determinal,r rrnidad de la novela es eI desarrollo de la evolución social. Lar,'rtlldera acción de la novela consiste en eI ascenso y el triunforh,l capitalismo. La principal verdad de la quiebra individual del,rtcicn es que, en el capitalismo evolucionado, taI quiebra es eL

rl,rlino típico que le toca al poeta puro, al poeta de verdadero

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100 n GEoRG LUKÁcs WWT'talento. Pero ni aun en este aspecto la composición de Balzac

tiene un carácter abstractamente objetivo. Esta novela no es la

novela en torno a un «argumento)), no es la novela de un <rsec-

tor» de la sociedad, como las novelas de los escritores sucesivos"

No obstante, Balz,ac, con el ordenamiento más refinado de laacción, moviliza todos los fenómenos de la capitalización de Ialiteratura, haciendo obrar sobre la escena <<solamente» estos fenó'menos dei capitalismo. Fero el momento «social general»

-enBalzac no es lamás puesto directamente en primer p1ano. Los

personajes de Balzac no son jamás simples «piezas» que repre-

sentari ciertos aspectos de la crisis social que se propone tratar"'fodo eI complejo de los componentes sociales se expresa en eI

orden de las pasiones personales y de los aconteeimientos contir-gentes de un modo desigual, confuso, complieado y no exento tlecontradicciones. Las personas singulares y las situaeione§ son

determinadas siempre por el complejo de las fuerzas sociales de-

cisivas, pero jamás de modo simple y directo. Por eso, esta nG-

vela, tan profundamente <<universal>> es también Ia novela de

un singular personaje particular. Sobre la eseena, Lucien dr

Rubempré obra nen apariencia» independientemente, luchantlr'

contra aquellas fuerzas interiores y exteriores que dificultan s*

ascensión y que «eu apariencia» son Ia consecuencia de circuns'

tancias o putiorr"t personales contingentesr pero flt*, 9' formas'

siempre diver"ur, to*g"o consecuentemente del suelo de aquelfr'

misma existencia social que determina también las aspiracionc.

de Lucien.Esta mriltiple unidad es la peculiaridad de la grandeza poéf:ic;r

de Balzac. Y ,al mismo tiempo es la prueba poética de cuán just"y de vasta concepción es su visión sobre el movimiento sociai

Balzae, en contraste con tantos otros grandes novelistas, rro tielt.«mecanismos>r. (Piénsese en la torr:e de los áños de aprend,izni"

de Withelm Meister.) Cada rueda del «mecanismo» de la accitjn

balzaciana es un personaje, una figura humana completa y vir"r

con sus intereses específicos, con sus pasiones, su tragedia y srr

cornedia. Un solo elemento de1 íntegro complejo vital y utenl;rl

de una determinada figura de Ia uovela, relaciona a esta figrrr"

ENSAYOS SoBRE EL REALTSMO tr 101

con el comp§o de la aeción de la novelar pero exclusivamentecomo conseeuencia de sus propias aspiraciones vitales. La rela-ción se desarrolla, en efecto, orgánicamente, de los intereses y dehs pasiones de la figura, que por eso es viva y necesaria. pero laplenitud y riqueza de vida provienen de aquella más vasta nece-r¡idad íntima que preserva esa relación de tádo carácter mecánicoy de toda función deliberadamente subordinada a ra casualidad.concel¡idas de ese modo, las figuras balzacianas se <<evaden>¡ ¿lekrsr límites de la contingencia. Por mucho que la eontingenciarlc B¿Izac sea vasta y amplia, en eIIa obra una tan grandJmasarlo figuras, y precisamente de figuras que viven una vida lanr:«rmpleja, que en una contingencia sola alguna de ellas puedenralizarse plenamente.

_ Esta aparente deficiencia de la construccióno de la cual surgel' exuberante vitalidad de las novelas balzacianas, lleva a Baklcttccesariamente a la forma «cíclica». Aguellas figuras relevantesy rípicas flue en una determinada novéla no pieden desplegarmás- gue_ episódicamente aspectos singulares de iu, caracteiesf seovnden de la novela exigiendo para sí mismas una nueva repre-rrtntación en la que, acción y argumento, le permitan estar ei el.!.rtro y_realizar plenamente su cualidad y posibilidad intrín.r'i:c¿l'. (En esta novela reaparecen en el trasfdodo las siguientesfiguras, que encontramos en pleno desarrollo en otras áovelas:Illondet, Rastignac, Nathan, Mi"hel Chrestien. etcétera.) De talrttrxlo la- concepción cíclica nace en Balzac de la exigencia delrli¡círo de los caracteres, y por eso no es jamás árida*mente pe-rl,rr1e, como en la mayor parte de las otras cíclicas de otrosc¡rrritores igualmente importantes. Porgue en Balzac la parte sin-grrlnr del ciclo no está determinada por elementos externos; noro lrata, por consiguiente, de una disposición puramente crono^lrlgir:n o puramente basada sobre argumentos.

I ¡r «universal» es por consiguiente en Balzac siempre con-rurito, real, vivo. En primer lugar eso es debido al hecho de quellnl'¿nc concibe en sus figuras singulares el momento típico detllr modo más profundo. Tanto es así que, mientras que el mo-tirerlr¡ «individual» no empalidece del todo (antes bien, por eL

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102 ü cEoRG LUKrics

contrario, se acentúa y se hace más concreto), por otra parte la

relación de la figura singular con el ambiente social que Ia cir-

cunda, del cual es un produeto, en el cual y contra el cual obra,

es mucho más complicada, pero todavía clara y perspicua"

Es siempre un carácter íntegro, plásticamente cerrado, qutobra en una concreta y compleja realidad social, y es siempre eI

«conjunto» de la evolución social que está en relación con e]'

«conjunto» del carácter. La genial fantasía de Balzac se revel¿r

precisamente en el hecho de que escoge y rrrueve a sus figura"-

áe modo que el centro de la acción se encuentra siempre en

aquellas "rrulidud"t

indivirluales que son las más aptas para il*minar el aspecto más esencial del proceso social, del modo már

courpleto y con una transparente couexién con el conjunto del

proceto mismo. Las partes singulares del ciclo adquieren, pues'

,ridu " independencia propias, eomo acontecimientos particularesde los destinos más individuales. Pero esta individualidad resull'isiempre 1o socialmente «típico», el momento socialmente «universal¡> que sólo eI análisis posterior puede distinguir de Ios 1¡r'

chos individuales. En la obra misma están indisolublemente fu-

sionados como el fuego con el calor que irradia. Tal es, en eslir

novela, la fusión entre el carácter de Lueien y la capitalizaciór'

de la literatura.Este método de construcción presupone una fundamentacirírr

extraordinariaurente amplia de Ia caracterización y del desamoli"de la acción. La amplitud es necesaria también para quitar a lir

casualidad, en eI enlace de personas y acontecimientos (casuali

darl de la que Balzac, como todo épico verdaderamente grantl' .

hace uso con ilimitada li-bertad), el carácter casual; esto es, piir';r

hacer a la casualidad, de algún rnodo, necesaria. Sólo la vigorc'.',,

riqueza de las conexiones crea eI espacio suficiente, a fin de q,r,'

el acaso pueda obrar felizmente sobre la poesía y deje de ',,',

un puro acaso. <<En París pueden contar con lo imprevisto sol,,

mente aquellos que tienen contacto con muehísimas persorll ',más rrumerosas son tus relaciones, y mayores son tus perspectir;r,del suceso: también el azar favorece a lbs batallones más fuertt'."El rnodo I¡alzaciano de destronar poéticamente el acaso es taml:i,:r,

ENSAYOS §OBRE EL REALTSM0 n 103

ol «viejo estilo» y se distingue esencialmente del método de los¡rootas más rnodernos. En el prefacio escrito para lVlonhattan'l'runsfe,r de Dos Passos, Sinclair Lewis eritica Jl «viejo modo»rkr conducir el relato. La mayoría de las veces habla de Dickens,lroro su crítica toca también a Balzac. Iil escribe:

El método clásico, oh sí, es un procedimiento bien fati-goso. Por una desafortunada casualidad, míster ]ones hasalido en la misma diligencia que rníster Smith, y sólo asíha podido aeaecer esa eosa mucho más penosa y rnucho másinteresante que ha sucedido. En Manhattan Transfer laspersonajes no se encuentran del todo, o su eucueRtro sucededel modo más natural del mundo.

Este método moderno imflica una concepción adialéctica deln casualidad y de la contingencia (en la noayor parte de los es-oritores, naturalmente, esto está implícilo inconscientemente).In casualidad es contrapuesta al nexo causal y se cree que la ca-¡ualidad deja de serlo en el momento en que su causa «inme-diuta» es explicada segrín las leyes de Ia easualidad. Pero conertcy la motivacién artístiea gana poco o rada. fmaginemos enlruak{uier situación trágica la intervencirín de un heoho, aunq'ueldr.n motivado desde el punto de vista de la causaliCad. Eso noproduce más gue un efeeto grotesco y no existe concatenaciónnurral que pueda dar a tal caso un earáeter de neeesariedad. Niei¡tr Ia mejor y más escrupulosa descripción dol terreno que se

¡rueda imaginar, podría explicar por gué Aquiles, persiguiendoI llóctor, se rompe una pierna: ni aun el más brillante diagnós-ll'o médico haría admisible que Antonio, en la víspera de su gran¡ll¡curso en el foro, fuese ataeado de ronquera. Mientras por eI¡t¡lrlrario, en la eatástrofe de Julieta y Romeo, ni siguiera la ca-¡unliclad toscamente adornada y a duras penas motivada hace eIefrrrlr¡ de pura contingencia.

¿Por que?

Nnturalmente, porque la necesidad que elimina esa casualid.adBorr¡iste en las complieaeiones y entrelazamientos de todo un sis-tslna cle concatenaciones causales: porflue solamente la neoesidad

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104 tl cEoRG LUKÁcs

de una íntegra <<línea evolutiva» crea la <<necesidad poética». Losamores de Juüeta y Romeo deben terminar trágicarnente, y sólbesta <<necesidad>l privará de su caráeter contingente a Ias etapassingulares, a las <<ocasiones» singulares del desarrollo de la ac-ción. Si, en fin, las ocasiones singulares

-consideradas aisla-

damente- han sido motivadas y hasta qué punto han sido moti-vadas, es un problema secundario. Una-ocasión no es más favo-rable que otra y el poeta tiene el derecho de escoger entre lasocasiones, todas del mismo modo puramente casuáIes, la máspoética. Y Balzac hace uso también de esta libertad con la másgrande prodigalidad, al igual que el propio Shakespeare. En Bal-zac Ia necesidad poética nace del hecho de que conelbe y crea, delmodo más amplio y profundo, la línea ev-olutiva, de ia cual eIargumento .tratado es la encarnación concreta. Con Ia densa yarrplia concepeión de sus caracteres, con la profundidad y vastedadde sus visiones sociales, con las refinadas y múltipres áonexionesde sus personajes con Ia base social y con el amliente de susaceiones, Balzac crea un vasto campo, dentro del cual contenaresy centenares de casualidades pueden entrecruzarse, y su efectoeomplejo dará siempre la impresión de una profunda necesidacl.

La verdadera necesidad en €sta novela es que Lucien debaarruinarse en París. Todos los pasos, todos los mome,tos de láascensión y de la decadencia de la trayectoria de su vida hacenaparecer siempre nrás profundos los factores sociales y psicoló-gicos de este proeeso necesario. Segrin el plan de h návih balzaciana, «todas» las casualidades condueen a esta meta y todofenórneno «singular» que contribuye a esta necesidad, es por símismo casual.

. La rcás profunda necesidad social qr Balzac se constituyesiempre,por medio de la «aeción», por medio de la intensu p"á"cución de los acontecimientos que ta mayoría de las yeces ,á

"or-centran sobre eI eamino de la catástrofe. Esa amplia I ,minuciosa

$e31in1lón gue Balzac hace de una ciudad o dei arreglo de unahabitación o de un restaurante y ![ueo a veces, asumen Iu, propor-ciones de verdaderas disertaciones, rro son jamás mera. áuráip-aiones. Cou eso Balzac crea Ia esoena inüspánsable para el iles"i-

ENSAyos soBRE EL REALTSMo n l0S

volvimiento de la «catástrofe». La catástrofe es casi siempre «im-ptovista», pero el imprevisto que aIlí se descubre es sélo aparente.En efecto, en medio de la catástrofe, adquieren un extraoidinariorolieve algunos trazos, que ya habíamos notado, sin embargo, cuan-do tenían todavía mucha menor importancia. Es muy caralterísticofluer en esta uovelao dos hechos decisiúos sucedan al cabo de pocosdías; eu realidad, de pocas horas. Algunos días bastan puri q.r*Lucien de Rubempré y Louise de Bárgeton se reconozcan recí-procamente como provincianos y por eso se den vuelta la espalda.La «eatástrofe>> acaece en ocasiin-de una noche en el teatroi Aúnfirds «catastrófica» es la carrera periodística de Lucien. una cles-graciada tarde, le lee sus poesías al periodista. Lousteau, y éstelo lleva al editor, al directár del diario, al teatro. Lucien ácriberu printera crítica de teatro; y aI día siguiente se despierta perio-dista eélebre. La verdad de tales catáitrofes

", orrá ,erdád d"oontenido social: se oculta en las eategorías sociales que, en últi-nra^ instancia, provocan inevitablemenle aquellas caiástrofes. yla forma «catastrófica» elucida la fuerza concentrada de los com-Ponentes psenciales, exoluyendo el inútil amontonamúento departicularidades no esenciales.

- EI otro aspecto del problema literario de Ia <<casuaridad» esol problema de lo «esencial» y de lo <rno esencial». En el sentidoliterario, son casuales todas las cualidades de un purro"u¡",- *r.meros trazos accidentales todos los objetos en los suales Iá cone-xión decisiva se elpresa de modo no'poético; vale decir, no seGxpresa a través de la aeción. Por eso el amplio basamento de ]asüovelas de Balzac no está €n contraste

"on "l dinamismo de susaocioneso con los saltos precipitados de una catástrofe a otra. Forol contrario, la acción _baláciana presupone ese arnplio basa-mento, porque su entrelazamiento y su tensión? que áescubrende-!re nuevos trazos de la figura singular, no prásentan jamás¡rovedades radieales, sino que manifiestán en forda de acciéL esoque implícitamente ya estaba contenido en la vasta base. por eso,*bajo el aspecto poético- en los personajes de Balzac no se venlrazos casuales. Eu efecto, ellos no tienen ninguna cualidad, aun-flue sea puramente exterior, que en algún punto de la acción no

)

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l0ó Ll cEoRc LUKrics

srrr.ia con importancia decisiva. Precisameute por eso las descrip-ciones de Balzae no producen jamás un «ambiente» en el sentidode la posterior sociología positivista, y sus diminutas descripcionesde ha-bitaeiones no dan jamás la impresión de elementos puramenteaccidentales.

Fensemos solamente en la importancia que asum€n, en la pri-mera catástrofe parisiense, los cuatro trajes de Lucien. Dos los hatraído consigo de Angulema, y aun eI mejor ha resultado, des-pués del primcr paseo parisiense? un traje imposible. Su primertraje hecho en París es una coraza defectuosa y agujereada en laprimera batalla que debe sosteuer con la sociedad parisiense, enel palco de la marquesa de Espard. En cuanto al segundo trajeparisiense, cuando está prcparado ya es demasiado tarde parael momento de la acción, en tanto que en eI período ascético delpoeta, va a terminar en el armario, de donde después, en oca-siones de tros acontecimie,ntos periodíisticos, es sacado afuerapor poco tiempo. Y una parte similar activamente drarnática, car-gada de conexiones íntimas y eseneiales, es reservada a todos losotros objetos que Balzac r<describe».

Balzac pone sus acciones sobre una base más amplia que cual-r¡uicra de los autores que lo preeedieron o 1o sucedieron, peroen él todo dcsemfioca en la acción. La impresión compleja deiconjunto, asi completamente determinadao corresponde pe#ec-larnente a Ia estructura de la realidad objetiva, que nosotros

-_con nuestro modo de pensar demasiado abstracto, siempre de"masiado rígido y lineal, demasiado unilatoral- no esta;rnos jamásen grado de considerar y concebir adecuadamente en toda su ri-queza. La complejidad balzaciana se aproxima mucho más a larealidad que cualquier otro modo de representación. Pero cuandomás cercano está el método balzaciano a la realidad objetiva, tantomás se aleja de Ia «descripción directa» menuda, cotidiana, halli-1ual, de ia realidad objetiva. El método balzaciano suprime los lími-tes restringidos, consuetudinarios, mezquinos, de la descripción di-recta. y turbando por eso la comodidad de Ia habitual manera tlo'

lrer las cosas es considerado por muchos como «exagerado» 1,

.lembarazoso». Precisamente la grandeza del realismo balzaciano

ENSAYOS SOBRE EL REALTSMO tr 107

egtá en que se opone resueltamente aI modo de pensar y de vertle una época que renuncia cada vez más al reconocimiento de larcalidad. objetiva y no concüe nuestra participación en la realidadtnás que en la forma de las sensaciones inmeüatas o en la de lascxperiencias exageradas hasta Ia proporción de un mito.

No sólo con la amplitud, con la densidad, con la cornplejidadde su manera de dar la realidad supera Balzac el plano de la in.mediatez. Ni siquiera en su modo de expresarse se queda dentrorle los límites de la realidad media. D'Arthéz (Balzac) dice en esta¡rovela: «¿Qué es el arte? Nada más que la naturaleza concen-trada.» Pero esta coneentración no es de carácter formal. Por elcontrario, es la máxima intensificación de contenido de Ia esenciasocial y humana de cualguier situación. Balzac es uno de los auto-rcs más espirituales del mundo. Pero su espíritu no se li:rrita atlescubrir sutilezas, sino que se manifiesta en el modo sorpren-dente y eficaz por el cual, en sus narraciones, lo «esenciatr»ontra en escena con toda la extrema tensión de la propia con-lradictoriedad. Lucien, al principio de su carrera, debe escribirun artículo contra la novela de Nathan, que tiene muy en cuenta.l)espués de algunos días, en un segundo artículo, debe polemizarcontra- su propio artícuJ.o prgcedente. Ante esta situación, Lucien,¡rcriodista principiante, queda perplejo. Primero Lousteau, des-

¡rués Blondet le dan instrucciones. En los dos casos, Balzac ofrecel¡r'illantes disertaciones, espléndidamente motivadas desde el puntorle vista literario y estético. Lucien queda impresionado con laspalabras de Lousteau. «Pero esto que dices ahora

-exclamó- es

jrrsto y razonable.»

«¿Serías tú, de otro rirodo, eapaz de censurar tan ásperarnenteo[ libto de Nathan?», le preguntó Lousteau. Tarnhién después del|¡llzai muehos escritores han descrito la falta de principios del pe-riodismo, han mostrado cómo nacen los artículos contra Ia con-vicción del autor, pero solamente Balzac cava tan hondo, hastaln m¿ís profunda raíz del sofisma periodístico, porque presentaItrs principales argumentos en pro y en corztrd, de modo fasci-luünte y burlón, independiente de cualquier convicción, y si.¡uiendo solamente los reclamos del ambiente saturado de corrup-

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L08 n cEoRG Lurrlics

ción; porgue muestra artísticamente las esplénüdas dotes de losescritores corrompidos por el capitalismo, y hace ver al mismotiernpo cómo consiguen transformar en una iudustria rentabley en un mero virtuosismo su propios solismas; esto es, su capa.cidad de deci¡ en todo problema el pro y eI contra, de modoatrayente y persuasivo, segrin las üversas exigencias del momento.

Con una representación tan significativa, eI mercado intelec.tual ilustrado por Balzac se presenta como una profunda tragi-comedia del espíritu de la clase burguesa. Mientras los escritoresroalistas posteriores descri.ben Ia ya .realizada capitalización delespíritu burgués, Balaac ilustra la acumulación primitiva contoda la lúgubre pompa de su sordidez. En la novela de Balzacno es todavía obvio y comúnmente notado que el espíritu se haeonvertido en mercancia y no se ha hecho todavía sentir el fas-tidio de la mercancía mecánicamente producida. La t¡ansforma-ción del espíritu en mercancía surge ante nuestros ojos eomoun hecho nuevo pleno de tensiones dramáticas. Lousteau y Blon-det eran ayer eso en que Lucien se transformara en el cursode Ia novela: escri'tores forzados y resignados al hecho de que suarte y sus convicciones se reduzcan a mercaneía. Y son la florde la clase intelectual posrevolucionaria estos hombres que hacenobjeto de tráfico la parte mejor de sus sentimientos y de suspensamientos, la bellísima segunda florescencia de aquellos pen-samientos y sentimientos que la espiritualidad burguesa habíaproducido desde el Renacimiento en adelante. Y esta seguuda flo-rescencia es aut6ntica, no epigónica. EI espíritu de las figurasbalzacianas es ágil, pero sólidamente fundado: está lejos de todaslas angustias provincianas. Y precisamente porf[ue en esta no-vela la flor espléndida del espíritu es, al mismo tiempo, tamhiénla flor cenagosa de la corrupciéno de la autoprostitución, Ia tra-gicomedia quo se dosarrolla delante nuestro es de una profun-didad taI, como no encontramos otrri en Ia historia de la li-teratura burgueea.

Es pues por la profundidad de su realismo que Balzac esfiitan lejos de una reproducción fotográfica de la realidad med.ia.En efecto, auu sin ningrin accesorio romáutico, la concentraciórr

ENSAYOS SOBRE EL REALTSMo tr 109

dol contenido confiere a todo eL euadro un carácter lúgubre yhorrendamente fautástico. En sus obras más i-fortantes- y *áslogradas sólo en este sentido sufre Balzac la influencia del ro.&unticismo, sin volverse, no obstante, un ¡omántico. El elemento

lrntástico de Balaac deriva solamente del hecho de que penetraI¡dicalmente hasta el fondo las leyes de Ia realidad social, ele-

vdndose sobre los límites de la vida de todos los días, y así sobre

t¡ efectividad misma. Puede servir de ejemplo eI relato Melmoth,0n eI cual Balzac hace de la salvación del alma un título de bolsa,lil cuyo curso, sigui,endo a la excesiva oferta, comienza a pre.0lpitarse vertiginosarneute.

Ls figura de Vautrin €s una concentración del elemento fan.ll¡tico balzaciano. Evidentemente no es pura casualidad qde este

iCromwell de las prisiones» figure precisamente en aquellas no-

Sclse donde vemos cómo Ia joven generación posrevolucionaria,$ aleja de los ideales para pactar con la realidad. Vautrin está

en la pequeña pensión donde Rastignac pasa el períodd6u arisis ideológica y aparece también al final de llusinnes

cuando Lucien, desesperado, al borde de la ruina ma-y espiritualr {uiere quitarse la vida. Vautrin aparece delmodo imprevisto y misterioso en que apareoe Mefistófeles

Fousto de Goethe o Lucifer en Caín de Byron. Y la funciónVautrin en la Co¡nedia humana de Balzac es idéntica a laIVlefistófeles o Lueifer en los misterios de Goethe y Byron.

los tiempos distintos no sólo han privado al diablo, espíde la negación, de su grandeza superhumana, reduciéndotro

uü ser de esta tierra, sino que tamhién han modificado laión y el método de la tención. A los ojos de Goethe

bien su vejez se prolongaba hasta la época posrevoluciona-y había tratado del modo más profundo los más grandes pro-

de aquella época- la gran transfo mación del mundo deldel Renacimiento en adelante tenía un valor positivo

ilIofistófeles'no era mrís gue ((una parte de esa fuerza quesiempre eI Mal, pero haee siempre el Bien». Para Balzac

Bien no vive ahora más gue eu los sueños de Ia fantasía,

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110 tr cEoRG LUKr(cs

El razonamiento mefistofélico de Vautrin no es más que la for-urulación bnrtal y cínica de eso f[ue en este mundo todos hacen,todos deben hacer si no quieren perec,er.

-Tú no tienes nada [dice Vautrin a Lucien]. Tú estásen las cpnüciones de los Médici, de los Richelieu, de losNapoleón al principio de sus cartreras, todos los cuales hanpagado su porvenir cou la ingratitud, con la traición y conla más evidente de las autocontradicciones. Quien todo quie-re, a todo dg'!e atreverse. Reflexionemos un poco: cuandouno está en la rnesa de juego, ¿le viene a la cabeza discutir"las reglas del juego? Las reglas del juego son lo que son y'

se Ias acepta.

De estas coneesiones sociales no sólo el contenido es profun-damente cínico. Contenidos de tal género han sido expresadosaLrn antes de Balzac. Lo que es esencial en la tentacién de Vau.trin es que esta sabiduría, común a toda persona sensata? c:r

enunciada desnuda y cruda, sin revestirla de ilusiones y sin or',

namentos ideológicos. La «tentación» se oculta en la cirour:stancia de que la sabiduria de Vautrin es idéntica a la sabidurí''de las figuras más puras y santas del mundo balzaciano.

He aquí un ejemplo: en aquella famosa carta que la <<santn

Madame de Mortsauf escrüe a Félix de Vandenesse se d-ice r,i,

Ia sociedad lo siguiente: <<Para mí la existencia de la sociedLari

no es dudosa, Apenas, en vez de vivir fuera de ella, usted i',

acepte, deberá súbitamente creer óptimos los principios fundr,mentales. Por así decir, mañana, usted deberá pactar con e!la.Esto es expresado de una manera más bien mitica y porítica. Fer',,el sentido desnudo de estas palabras es idéntico aI de las qri,Vautrin üce a Lucien. También Rastignac comprueba mar','villado que la sabiduría de Vautrin tiene un contenido idénti,,,al de los aforismos fascinantes y geniales de la vizeondesa rl,'Beauséant. Este profundo acuerdo en el juicio de la realidad ,,pitalista, este acuerdo entre la {lor de la inteligencia aristocráti,,y el galeote evadido, suple la falta de atrilutos teatralmc r r r ,

místicos en su contenido mefistofélico. No en vano Yautrin ,

ENSAYOS SoBRE EL REALTSMo t] 111

llurnado ,Engaña-muerte e$ Ia jerga de la galera y d" Io, "rpii,rft,, la policía. Vautrin está efectivamente en el Gólgota de la

-g1o-

riosa y plurisecular evolución de las ilusiones eon el signo satá.¡¡ico de la amarga sabiduría balzaciana: los hombres son tontosrr pícaros.

. P"lg este, lóbrego cuadro no significa todavía pesimismo, entrl .qentido dado más tarde a esa palabra. Los grandeJ poetas y pen-,r¡dores d.e este período de desarrollo de h ólase buiguesa ,""t u-,un con una ardiente c¡ítica eualquier apología del progeso gra_rlr¡al e indudable. La profundidad y la complejidad d" ,o p.oru-triento los lleva a una posición contradictoria: reconociend.o crí-li., y orgullosamente las contradicciones de la evolución capita.liuta y acogiéndolas en el plano poetico e ideotrógico, ,o p,rid"i,r,vitar, no obstante, las ilusiones infundadas. En nuestra novelala encarnación poética de estas ilusiones es el grupo de D'Arthé2,.r,nro en El sobrino de Rameau lo es el propio DiJerot, que oficiarlrr interlocutor. En todos estos casos la

"probio." rearidai se con.

l*rpone poéticamente a una realidad mejor. La debilidad de talergumentación poética ya ha sido incisivamente revelada porllcgel en un análisis de la obra maestra de Diderot: ul-a

"Áti"tlntl .niversal del obrar pervertido del mundo r.ea1 en su conjunto,r,rt el que este ejemplo constituye simplemente algo completa-.r.rte singularizado, una especie, y mostrar la existencia del bieny r.lo la nobleza como una anécdota singular, sea imaginada ovnrrludera, es la peor cosa que se pueda d.eeir.¡>* Hegel ve clara.alronte, ya en el caso de Diderof, que la verdadera voz de la evo-lrrrririn histórica universal se reveia en Io que es negativo, mar-tarlr», arrevesado, y no en una aislada representación del bien.t{ngrin Hegel, la conciencia arrevesada se da cuenta de las co-I*xi,nes, o al menos del carácter contradictorio de las couexio-tla*. rnientras el ilusorio bien se limita a una particularidad se-perrr«la y aislada del conjunto. «El contenido, por lo tanto deltllrt'urso que eI espíritu tiene de sí mismo y sobre sí mismo es

La Phénonrenologie de l'esprit. Traducción de Jean Hippolite, Tomoll, ¡r. 82. Aubicr, Paris. (fl. det T.)

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112 n cEoRc LUKics

el arrevesamiento de todos Ios conceptos y de todas las realida'des, un engaño general de sí mismo y de los otros; y Por eso

el descaro gue denuncia este engaño es la más grande verdad.»

Pero naturalmente, no obstante sus ilusiones, sería injustoconsiderar al Diderot de El sobrino de Ramea¿ o aI D'Arthéz-Balzae de esta novela como eI polo opuesto al mundo negativopoéticamente expresado. La contradicción fundamental es lfreBalzac, con todas sus ilusiones, ha escrito, sin embargo, Il,usia-nes perdiilas. La conciencia de Diderot y de Balzac comprende,pu€s, tanto el momento positivo como el negativo del mund.o porellos presentado, tanto Ias ilusiones como el naufragio de lasilusiones er eI mundo capitalista. Porgue la creación poética re-presénta Io que es eI mundo capitalista, algunos po€tas se elevanno srílo por sobre las ilusiones que algunos de sus personajes pro-claman en su nombre, sino 1¿mhién sobre el sofístico cinismo delos verdaderos representantes del capitalisrmo por ellos descritos"La afirmación de 1o que existe significa eI supremo gtado deconocimiento alcanzable por un pensador o un poeta burgués,hasta tanto la evolución social no le permita abandonar el camptrde la clase burguesa. Naturalmente también en esas afirmacio-nes queda siempre inextirpable eI germen de las ilusiones idea-listas. Hegel, al final de su análisis de Diderot, resume la si-tuación afirmando que el claro reconocimiento de las contradic-ciones significa que el espíritu ya las ha superado: «La crisis dr¡

la conciencia que se conoce y se expresa es el signo del despreci,rde la conciencia tanto sobre la existencia como sobr.e Ia eaótic¡rconfusión del Todo y de sí misma, y aI propio tiempo la resonan-cia;de esa confusién que se siente todavía a sí misma.» Es una tí-pica y notable ilusión idealista la de ereer que Ia perfecta compren-sión de algo equivale a su real superaeión. Y, por lo tanto, fa su-peración puramente ideal de las contradicciones que no son to-davía superables en la realidad se presentará siempre eomo unnilusión. Pero esas ilusiones que acogen contenidos vueltos bann-les en 'sus e*presiones y sistiematizaciones concretas, contenidr¡pmás o menos reaccionarios, son socialmente necesarias en cuantodan un fundamento a la afirmacién, socialmente necesaria y pro.

pue{e estar absolutamente privad.o de oentido, y que los esfuer-los heroicos del progreso humano del Renacimiántol hasta eI IIu-Pinismo y la Revolución Francesa no pueden desembocar enh victoria definitiva dc Nucingen y compañía. EI hecho de queBalzac, como Engels justamenL p*o d.' relieve, había descrito.foon pasión y sin velos>> a los enemigos de esa sociedad, losbdroes _republicanos del convento de Sa-int-Merry, es la prueha

ayllslan_te del-germen fecuudo oculto en esa fe en Ii posi.rd del desarrollo de la humanidad, a pesar del pesimismo

gu. muldo artístico y do tod.as las inevitables ilusion-es propiasla condición histérica en la gue se encontraba.Pero tales ilusiones, aunque por motivos erróneos, exigen

oontinuación de-la gran lucha por Ia libertad del género f,u.En Balzac la búsqrreda de la verdad, búsquedla desespe.

ansiosa de penetrar hasta las raíces, es un trágico puro rig-cativo grado de humanismo. En las luces

"."pur"ü1u.u, j,"

época de transición, en la cual el sol del hu*ulir-o revolu-rio de Ia burguesía estaba ya en eI ocaso y el calor del na-) nuevo humanismo democrático y proletario no eta arin vi-esa forma de la crítica del capitalismo era la vía más so_

para conservar la gran hereneia burguesa-humanista y sal-en su mejor parte para el polvenir de la humanidad.

Con llusianes peñidas Balzac ha creado un nuevo tipo de no-, de. las desilusiones, pero su obra supera de lejos

'la forma

osté tipo de novela ha creado en el siglo ,rx. i" d.ifereneiatiene toda la obra de Balzao y flue ,r"gr"u a esta novela

puesto único en la literatura mundial, "u

.rru difere,cia dotraleza histórica. Balz.ae muestra allí er proceso de formaciónoapitalismo en el campo del espíritu, mientras sus sucesores?ol más grande, Flaubert, se encuentran frente a un hecho

ENsayos soBRE EL nEALrsMo n IIB

todos los valores humanos están ahora incluidos en Iacapitalista entre mercancía y mercancía. En Balzac ve-

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114 n GEoRc LUK(cs

rnos la tragedia carnbiante de los orígenes; en sus epígonos, eltrrecho muerto de la realización, un dueJo lírico e ir¿"iá por eltrrecho acabado. Ba1zac describe la última baralla en gran estilocontra la degradación capitalista del hombre; sus sucesores des-gi,ben el mundo _capitalista ya degradado. El romanticismo queBalzac ha superado y que es en éi solamente un mqmento _éli-minado y superado- de su visión general del mundo, en los su,ce_sor-es de Balzac no está del todo suprimido, sin emh¿¡g6; a tra_vés del lirismo y de la ironía se infiltra en el realismá y .rp"-rándolo cubre las grandes fuerzas motrices de la evorucióri: ofre"cen solamente emociones o impresiones elegíacas o irónicas y noel objetivo dinárnico de los hechos. La combativa participació,en la gra, lucha po' la }i-bertad humana se degrada hasta trans-formarse en un canto fúnelrre sobre la esclavitud capitalista: elfuror de la lucha contra la depravaeión da lugar a una ironínirnpotente y altiva que se inclina al aislamiento. Así Balzac nc,sólo ha creado_el tipo de novela del desengaño, sino que ha ago-tado también la más alta posibilidad. Sus sucesores,

-qu" odeir-

rrollaron» este género literario, aunque eran efectivaürente gran-des poetas, representaron un descenso del nivel artístico alcanzadcpor Balzac; pero, desde el punto de vista social e histórico, estcdescenso era inevitable.

I ] LA POLÉMTCA ENTRE BALZAC Y STENDHAL

lrll 25 de setiembre de 1840, Balzac, en el apogeo de su fama,

¡rrrlllica una crítica entusiasta y extraordinariamente profunda deln cartuja de Parru.a de Stendhal, autor aún desconocido en aque-lll rlpoca. A fines de octubre, Stendhal responde a la crítica con

rurrr Iarga carta. Define los puntos sobre los que acepta la criticarl¡r Bal2ac y aquellos puntos frente a los cuales clefiende contraIlnlzac el propio método creativo. El encuentro entre los dos másgrnndes escritores de la prirnera mitad del siglo xrx €n el campotl¡ Ia historia literaria es extremadamente signi.fiqativo, si bien

- como veremos en seguida- la carta de Stendhal es algo re.¡r'rvada: no manifiesta abiertamente sus objeciones como lo hacellllzac en sus confrontaciones. No obstante esto vemos claramen-l¡ (lue los.dos grandes escritores están sustancialmente de acuel-rlo cn eI juicio de los problemas centrales del gran realismo y,¡l rnismo tiempo, aun en la consideracién de los caminos diver-gorrles, en los cuales uno y otro han buscado el gran realismo.

l,a crítica de Balzac es un modelo de análisis concreto de lasglnndes obras maestras. En toda la literatura c¡ítiea son pocosIn¡ casos en los que la más esencial belleza de una obra de artepr rcvelada y tratada con cálida profundidad, con tanta sensi-hilirlad afectuosa y congenial. Es un rnodelo de crítica hecha

tt(,r un gran artista y pensador que conoee su oficio. Y en nadatllarlrinuiremos la importancia de esta crítica si en el curso deililfistras consideraciones señalamos que, no obstante Ia maravi-llrsu agudeza con que Balzae busca eomprender las intencionesrlc Stendhal y de explicárselas aI lector, permanecerá ciego ante