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logoterapia
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Elisabeth Lukas
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Equilibrio y Curacin
a travs de la
logoterapia
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Elisabeth Lukas
Equilibrio y Curacin
A travs de la Logoterapia
PAIDS
Mxico
Buenos Aires
Barcelona
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Ttulo original: Heilungsgeschichten. Wie Logotherapie Menschen hilft Publicado en alemn, en 2002, por Herder Verlag, Freiburg im Breisgau, Alemania
Traduccin de Hctor Piquer
Cubierta de Diego Feijo
Fotografa de la cubierta de Carmen Vicente
Primera edicin en Barcelona, 2004 Reimpresin, 2007 Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacin escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccin total o parcial de esta obra por
cualquier mtodo o procedimiento, comprendidos la reprografa y el tratamiento informtico,
y la distribucin de ejemplares de ella mediante alquiler o prstamo pblicos.
2002 Verlag Herder Freiburg im Breisgau 2004 de la traduccin, Hctor Piquer D.R. de
todas las ediciones en castellano,
Ediciones Paids Ibrica, S. A.
Diagonal 662-664, Barcelona D.R. de esta edicin,
Editorial Paids Mexicana, S.A.
Rubn Daro 118, col. Moderna
03510, Mxico D.F.
Tel.: 5579-5922
Fax: 5590-4361
ISBN: 978-968-853-559-2 Pgina web: www.paidos.com
Impreso en Mxico - Printed in Mxico
Dedico este libro a mi padre espiritual, Viktor E. Frankl
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Contenido Logoterapia: Una aproximacin introductoria al legado de Viktor E. Frankl
Hoy es el primer da del resto de mi vida
El poder de las influencias sugestivas
Ante tanta interpretacin de sueos, escepticismo
El recuerdo no es como una pelcula fotogrfica
Eres finalmente lo que eres?
De lo que la persona es capaz a pesar de todo
El difcil camino hacia la integracin
Sobre el dominio del estrs y el ocio
No slo para el pan vive el hombre
Dar un rodeo para encontrarnos
Hay que pensar finalmente en uno mismo?
Experimentar con la trampa de la crtica
Ampliar la trampa de la autocrtica
La llave que abre la trampa
Donde hay voluntad de sentido, hay un camino
La vida es como un mosaico
Los hijos no se merecen ningn sacrificio?
Lo han vuelto a intentar
El divorcio se ha aplazado
No ignorar ni sobrevalorar los sentimientos
Dos familias distintas
A cada miembro de la familia, su funcin llena de sentido!
En una orquesta, cada instrumento cuenta
Modular la actitud interior
Alejarse de las preguntas y acercarse a las respuestas
No temer la frustracin cotidiana
El suicidio es un no a la pregunta del sentido
Dos factores para una prevencin eficaz del estrs
Motivo de vida y valoracin de la situacin
Cundo vuelve en s la persona?
Qu hacer con los complejos de inferioridad?
Una receta til
La aplicacin prctica de esta receta
Dos clases de riqueza
La muda de un patito feo
Motivo de enfado o de alegra?
El humor salva abismos
Autorreflexin y falta de fundamento
El dibujo de un sueo como medicina
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Poner los detalles en su sitio
El oculto sentido del sinsentido
Dilogo con un psicoanalista
Jerarqua de valores y decisin
Escuchar la llamada de la trascendencia
Las cicatrices pueden formar un tejido slido
La superacin de un trauma
Deseos de venganzas inconscientes?
Conocimiento en vez de lamento
Profesin: ngel de la guarda
Formas de terapia de grupo dudosas
No estar libre de, sino ser libre de
Eleccin y responsabilidad
Rescribir la autobiografa
Fragmento 1 (extracto del escrito redactado por la paciente antes de iniciar la terapia)
Fragmento 2 (extracto del escrito redactado por la paciente despus de iniciar la terapia)
Los somnferos al cubo de la basura
La cuenta de la moribunda
El cielo sobre las ruinas
Poder decir s de verdad
Una seal de arriba?
El enfermo mental y su remedio
Una advertencia contra los remedios nocivos
Un resumen de los remedios saludables
La llave dorada del espritu humano
El asombro por un sentido inagotable
Apndice: Slo mutacin y seleccin?
El concepto de evolucin desde la perspectiva Logoteraputica
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Logoterapia: Una aproximacin introductoria al legado de Viktor E. Frankl
El 2 de septiembre de 1997 falleci en Viena el psiquiatra y neurlogo austraco Viktor E.
Frankl a la edad de 92 aos. Su muerte tuvo una gran resonancia entre el mundo cientfico
internacional. No en vano, Frankl fue uno de los ltimos padres fundadores de las distintas
orientaciones psicoteraputicas, concretamente de la logoterapia y el anlisis existencial, y
una personalidad mundialmente conocida por su experiencia como superviviente de cuatro
campos de concentracin y por los elevados honores con los que ha sido distinguido, entre los
que se cuentan veintinueve doctorados honoris causa. Con l finalizaba una era que, en lo tocante a las disciplinas de la psicoterapia y la psiquiatra, se caracterizaba ms por la
genialidad, el conocimiento antropolgico, la intuicin y la erudicin que por las tcnicas de
procedimiento, los escenarios artificiales y los controles estadsticos de eficacia. As, por
ejemplo, su libro El hombre en busca de sentido, cuya publicacin en Estados Unidos se cuenta por millones de ejemplares, ayud a ms personas en apuros psicolgicos de las que el autor
pudo tratar durante sus veinticinco aos de actividad profesional como jefe del departamento
de neurologa de la Policlnica de Viena. Segn una encuesta realizada por el New York Times en noviembre de 1991 acerca de cul era el libro que ms ha cambiado la vida de la gente y
en la que participaron miles de lectores, el de Frankl apareci entre las diez obras ms
beneficiosas e influyentes, concretamente, en noveno lugar (la Biblia ocupaba la primera
posicin).
Para describir brevemente la esencia del pensamiento logoteraputico, es necesario
elegir entre las muchas y variadas facetas que lo componen. Una faceta con denominacin de
origen es, con toda seguridad, su oposicin frente a las interpretaciones reduccionistas y limitadoras del ser humano. Ya en su poca de joven mdico, Frankl se sublev contra las tesis
de Sigmund Freud, su temprano mentor, segn las cuales la infancia traumtica o las pulsiones
reprimidas guiaran a la persona durante toda su vida. Igualmente, tambin hizo objeciones a
las tesis de Alfred Adler, segn las cuales el motor ms potente de los actos humanos deba
verse en el empeo por compensar los sentimientos de inferioridad arraigados en la persona.
Tras su separacin de Adler, Frankl desarroll una antropologa propia cuya declaracin principal rezaba: la persona se caracteriza por una dimensin existencial (es decir,
especficamente humana) que le diferencia del resto de seres vivos y a la que no se pueden
trasladar los diagnsticos del mbito biopsquico. Frankl la llam dimensin notica (del
griego nus: espritu, inteligencia). A partir de entonces, sus investigaciones se centraron en cmo fertilizar esta dimensin notica para aliviar y superar los trastornos mentales.
Pronto se demostrara que el mero acercamiento de los conceptos antropolgicos de
Frankl a los pacientes tena ya un efecto curativo. Los seres humanos vivimos en imgenes que
nos construimos de nosotros mismos, de nuestros congneres, del mundo y, dado el caso, de
Dios (lo cual no significa que tras esas construcciones no haya ninguna situacin real). Si
nuestras imgenes se llenan con esperanzas negativas, desvalorizaciones y deformaciones, nos
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encontramos mal. No nos gustamos ni nos gustan los dems, tememos a Dios y al mundo y
percibimos la vida como una carga constante. Si, por el contrario, las imgenes fueran
optimistas y positivas ante la existencia, nos alegraramos ms a menudo y nos resultara ms
sencillo superar las preocupaciones cotidianas.
Frankl bosquej en sus conferencias y escritos la imagen de un hombre libre que todava
puede adoptar interiormente una actitud o una conducta frente a cualquier hecho o
circunstancia de una manera elegida por l, incluso frente a su predisposicin gentica e
improntas condicionadas por el medio. El hombre, provisto de un poder de obstinacin del
espritu, no debe sucumbir a sus impulsos instintivos, sentimientos de inferioridad,
frustraciones, etc., porque es capaz de situarse espiritualmente por encima de ellos.
Hay determinismo dentro de la dimensin psicolgica y hay libertad dentro de la
dimensin notica, la cual se definira como la dimensin de los fenmenos especficamente
humanos. [...] Por tanto, la libertad es uno de los fenmenos humanos. Pero tambin es un
fenmeno demasiado humano. La libertad humana es libertad finita. El ser humano no est
libre de condiciones, sino que slo es libre de adoptar una actitud frente a ellas. Pero stas no
lo determinan inequvocamente, porque, al fin y al cabo, le corresponde a l determinar si
sucumbe o no a las condiciones, si se somete o no a ellas. Es decir, hay un campo de accin en
el que el ser humano puede elevarse sobre s mismo y levantar el vuelo hacia la dimensin
humana por excelencia1.
Frankl conect el aspecto de la libertad humana con el reverso de ese mismo aspecto, a
saber, con la responsabilidad humana. Responsabilidad de qu? Responsabilidad de la eleccin
ms llena de sentido en cada momento entre las circunstancias dadas, de la contribucin
personal al buen funcionamiento del conjunto.
La antropologa de Frankl se ampla aqu con puntos de vista psicolgicos. Segn stos, la persona es un ser orientado a un sentido y con una voluntad de sentido indeleble que le es inherente. Esta voluntad irrumpe en la pubertad con el completo despertar de la fuerza
espiritual humana como bsqueda vehemente de sentido e identidad, y acompaa al individuo
en todos sus caminos como primera motivacin para actuar. La voluntad de sentido induce a la
persona a dedicarse desde el compromiso y, en casos de necesidad, desde el sacrificio, a
tareas importantes, a servir a sus seres queridos, a crear obras por las que siente inclinacin,
a ocuparse en reas de su inters. Anclada en lo ms hondo de la persona, la voluntad de
sentido tampoco se desvanece en la vejez, sino que estimula hasta el final la bsqueda de las
ltimas posibilidades, reducidas pero todava existentes, de experimentar la belleza, hacer el
bien y ser til. Hasta aqu el esbozo de la personalidad adulta y sana. Sus efectos secundarios
(no intencionados) son, con toda probabilidad, momentos felices, xito demostrable, una
conciencia propia slida y, en general, la satisfaccin de haber cumplido en la vida. 1 Viktor E. Frankl, Der Wille zum Sinn. Ausgewahlte Vortrage ber Logot-herapie, Munich, Pieper, 1996, 3a ed., pg. 156 (trad. cast.: La voluntad de sentido: conferencias escogidas sobre logoterapia, Barcelona, Herder, 1994).
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En contraposicin a esta personalidad, la logoterapia define un modo de existencia
neurtica, con lo cual pasamos a la faceta de la etiologa de las enfermedades en psiquiatra. El enfermo psquico (que no psictico) yerra en su orientacin hacia el sentido. O bien ansia
directa y compulsivamente placer, poder, reconocimiento, dedicacin de los dems y otras
ventajas para l, lo cual pronto le har fracasar, o bien huye atemorizado de la falta de placer,
la renuncia, la vergenza y otras amenazas desagradables, lo cual le asla y debilita. El paciente
angustiado o atrapado en la neurosis gira con sus pensamientos y sentimientos en torno a s
mismo y a su estado anmico en lugar de abrirse al mundo con valenta y abstraccin y verter
en l todo lo mejor de s mismo. Quiere protegerse en vez de construir valores y se preocupa
por ser querido en vez de entregarse con amor. Su egocentrismo es la trampa en la que l
mismo se adentra a tientas, y su confianza innata perdida, por cuyo motivo se preocupa
constantemente de s mismo, es lo que le hace caer de forma definitiva en ella.
Frankl no perdi el tiempo en especular sobre qu era lo que haba podido arrebatar la
confianza innata a esta clase de enfermos mentales. El era consciente de lo estrechamente
entrelazados que estn los factores endgenos constitucionales con los factores exgenos
sociales en el desarrollo de la persona y siempre insista en la participacin de un tercer
factor: la fuerza del ser humano para dar forma a su propia vida. Nadie se hace nicamente,
sino que todos hacemos algo de nosotros mismos. Para Frankl, lo verdaderamente importante
eran los mtodos de recuperacin de la confianza innata y la escolta teraputica hacia un
estilo de vida orientado hacia el sentido.
Con el tema de los mtodos entramos en el mbito de intervencin psicoteraputica propiamente dicho de la logoterapia. All encontramos el genial complejo metodolgico de la
intencin paradjica, frecuentemente confundida, por desgracia, con las intervenciones
paradjicas de la terapia conductista, como la prescripcin sintomtica, que tan populares
se hicieron un cuarto de siglo ms tarde. En cambio, el mtodo de la intencin paradjica
tiene una caracterstica singular, porque moviliza las fuerzas de autodistanciamiento que tiene
la persona, tales como el humor, la osada, la fantasa y el consentimiento ldico de jugar la
carta de la angustia ms alta, instruyendo al paciente para que, de forma exagerada, desee
con fervor precisamente aquello que ms temor le produce. Por ejemplo, el deseo ridculo de
que los compaeros de trabajo se ran tanto de uno que las paredes de la oficina se tambaleen
por el sonido que provocan las risas saca de quicio al miedo ridculo a meter la pata. El
mtodo tiene muchas variaciones y registra elevados niveles de xito, sobre todo en casos de
trastornos de ansiedad y obsesivo-compulsivos. Estos ltimos, que, como es sabido, son muy
difciles de curar porque descansan sobre un afn de perfeccin defendido a ultranza por el
paciente, se disipan casi exclusivamente mediante la prctica continuada de intenciones en el
extremo opuesto paradjicas. El fantico del orden que, por ejemplo, se atreve en broma a
entablar amistad con el caos ms absoluto y, en consecuencia, mezcla salvajemente sus
utensilios encima de la mesa para demostrar esa amistad casi habr vencido su enfermedad.
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Tambin tenemos el complejo metodolgico de la desreflexin, cuya importancia, en un
primer momento, no se aprecia en su justa medida. A pesar de ello, y debido a que muchas
formas de trastornos mentales modernos estn acompaadas, cuando no provocadas, por
fuertes hiperreflexiones (Frankl), o sea, por cavilaciones permanentes en torno al bienestar
propio, la desreflexin es su contrapeso ms adecuado. Este mtodo intensifica la capacidad
de autotrascendencia del paciente, es decir, la capacidad de sentir y pensar ms all de s
mismo entregndose con inters afectuoso a objetos y sujetos valiosos de su entorno,
abstrayendo as su atencin enfermiza de su propio estado anmico, el cual se recupera de
manera inadvertida. Los grupos con problemas de sexualidad bloqueada o pervertida,
mecanismos motores autnomos alterados, ritmo del sueo alterado y enfermedades
psicosomticas, pasando por trastornos de la autoestima, necesitan con urgencia este tipo de
correcciones desreflexivas de la atencin, dado que tales trastornos se desarrollarn siempre
que se mantengan en el centro de la atencin del paciente. Ocurre como en la fbula del
ciempis que se atasca desesperadamente cuando quiere controlar de forma racional el
movimiento de cada una de sus numerosas patitas. De la misma manera, el bienestar anmico y
los ritmos biolgicos son, ante todo, productos complementarios de una manera de vivir llena
de sentido y no alcanzables voluntariamente per se.
Es del todo comprensible que algo como el sentido de la vida no se pueda recetar por
prescripcin mdica. No es tarea del mdico dar un sentido a la vida del paciente. Sin
embargo, en el transcurso de un anlisis existencial, s sera labor del mdico poner al paciente
en disposicin de encontrar un sentido en la vida, y yo considero precisamente que el sentido
siempre se encuentra, es decir, que no se puede introducir ms o menos arbitrariamente. [...]
Del mismo parecer es nada menos que Wertheimer, cuando habla de un carcter desafiante
inherente a cada situacin, es decir, del carcter objetivo de este desafo.2
El conjunto metodolgico ms amplio de la logoterapia est formado por un abanico de
ayudas, en gran parte filosfica, destinada a modular la actitud. La logoterapia es un ideario profundamente filosfico, y la modulacin de la actitud retoma el antiguo saber segn el cual no deciden tanto nuestras condiciones sobre la calidad de nuestra vida como nuestras
actitudes frente a estas condiciones. Quien dice: El accidente de coche ha arruinado mi vida
porque he perdido el brazo derecho y ya no podr volver a dibujar y pintar como antes, tiene
una alegra de vivir y un dominio del dolor considerablemente menores que otro que dice: He
tenido una enorme suerte en mi accidente de coche, porque podra haber muerto. Es cierto
que he perdido el brazo derecho, pero entretanto he podido volver a escribir
sorprendentemente bien con la prtesis.
Las distintas formas logoteraputicas de argumentacin para modular la actitud,
encabezadas por el dilogo socrtico, la preferida por Frankl, ayudan a los pacientes a cambiar
2 Viktor E. Frankl, rztliche Seelsorge. Grundlagen der Logotherapie und Existenzanalyse, Viena, Deuticke, 10a cd., 1982, pg. 236 (trad. cast.: Psicoterapia y existencialismo, Barcelona, Herder, 2001).
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las perspectivas desde las que interpretan acontecimientos o situaciones. Esta ayuda se
realiza sumergiendo los contenidos tratados en una luz llena de sentido y digna de aplauso,
salvaguardando as rigurosamente la afinidad entre sentido y verdad. No se trata de
interpretaciones de sentido paliativas, ni siquiera de subrogar un sentido, sino de encontrar el
sentido verdadero en cada situacin. Pero cmo se encuentra este sentido? Pensemos en
cmo se consigue encontrar algo. Cmo encuentra alguien un alfiler sobre la moqueta de su
habitacin? La respuesta es sencilla:
1.- Buscando. Sin buscar es imposible encontrar. (A menudo, las personas mentalmente enfermas han abandonado la bsqueda o buscan lo equivocado; por ejemplo,
embriagarse en vez de dar con soluciones razonables a los problemas, por lo que
habr que incitar de nuevo la bsqueda de sentido en estas personas.)
2.- Ampliando, si es necesario, el territorio de bsqueda. Expresado en los trminos de la metfora del alfiler, buscando no nicamente debajo de la mesa, sino tambin debajo
de los sillones. (Las personas mentalmente enfermas suelen limitarse a buscar en lo
que tienen inculcado de antiguo y en lo agotado en vez de ampliar el radio de accin,
por lo que habr que incitarlas a que asocien la bsqueda de sentido con atreverse a
indagar en lo desconocido.)
3.- Existiendo el alfiler realmente en la habitacin. Sin la existencia del alfiler hasta la bsqueda ms concienzuda resultara estril. (Las personas mentalmente enfermas
dudan a menudo del sentido de una bsqueda del sentido y, por consiguiente, buscan
siguiendo la ley del mnimo esfuerzo, sin aplicar todo su potencial. Es necesario
hacerles ver de manera fehaciente que no existe ninguna situacin en la vida, por muy
oscura que parezca, que no ofrezca una posibilidad de sentido.)
Para el tercer punto, el ms complicado de transmitir, Frankl esboz un sistema ideolgico que culmina en su brillante patodicea metaclnica (tratado sobre la pregunta por el sentido del sufrimiento), que explicaremos brevemente a continuacin.
El sentido se refleja en el hecho evidente e incuestionable de percibirse la persona como
afirmacin de su existir (o, como deca Frankl, como marcapasos del existir). Cuando, a
nuestro juicio, algo tiene sentido, entonces es bueno, es bello y est bien que exista. Cuando, a
nuestro parecer, algo tiene sentido, entonces debera suceder, merecera la pena hacerlo
realidad. El calificativo lleno de sentido indica que no da igual que lo calificado exista o no,
sino que su existencia es expresamente preferible a su rechazo.
Ahora bien, la Creacin encierra un componente indiscutiblemente trgico, tal como
simbolizan los antiguos mitos de la rebelin de los ngeles, la expulsin del Paraso, etc. La
Creacin se manifiesta en el principio natural agresivo de devorar y ser devorado, en la
sombra del hombre (C. G. Jung), en la mortalidad.
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El sufrimiento no slo tiene dignidad tica, sino tambin relevancia metafsica. Sufrir
hace clarividente al hombre y difano al mundo. El existir se hace transparente hasta llegar a
una dimensin metafsica. El existir se hace difano: el hombre lo comprende, y a l, al que
sufre, se le abren perspectivas al fundamento. Ante el abismo, el hombre mira a las
profundidades y lo que divisa en su fondo es la trgica estructura de la existencia. Descubre
que la existencia humana es, al final y en lo ms profundo, pasin; que la esencia del hombre es
ser un hombre doliente: Homo patiens?3
Para nosotros es absolutamente impensable una afirmacin de este componente trgico,
porque significa que un posible sentido de ese componente trgico se sustraera a cualquier
comprensin humana.
Aqu, Frankl arremete cambiando la direccin de la bsqueda de sentido hacia la trada
trgica del sufrimiento, la culpa y la muerte: el alfiler se halla, en cierto modo, en un nicho
particular de la habitacin, a saber, en el espacio de nuestra propia respuesta a las tragedias
que nos ocurren. El sentido no se da (arbitrariamente), sino que es el propio afectado quien da
respuestas llenas de sentido. Podemos y debemos arrancarnos las respuestas ms razonables
que seamos capaces de dar tambin, y precisamente, al contrasentido y a lo aparentemente
carente de sentido de nuestro mundo para que la tragedia se convierta, por lo menos, en un
motivo para todo lo positivo, esperanzador y curativo que fluye con sentido y
retroactivamente a travs de ella.
Un grandioso ejemplo de ello nos lo brinda una idea que se discute en los grupos de
autoayuda para padres que han perdido a sus hijos y que siempre resulta convincente. Dicho
pensamiento dice que no hay que degradar a los hijos fallecidos a la excusa de catstrofe
familiar, sino que deberan seguir siendo fuente de alegra paterna y que, por tanto, los padres
tienen el deber de recordar con amor a sus hijos desaparecidos, pero tambin de seguir sus
propias vidas con entereza y compromiso. De la misma manera, un sentimiento de culpa puede
convertirse razonablemente en motivo de transformacin interior, o una enfermedad grave, en
impulso para distinguir lo esencial de lo relativo y entregarse a lo primero, etc. En la situacin
ms desesperada todava hay posibilidad para una reaccin heroica, tal como testimoni Frankl
en su papel de antiguo preso en los campos de concentracin.
Ahora bien, dado que un componente trgico fluye a travs de la Creacin, todas las
respuestas llenas de sentido que se puedan sugerir a personas enfermas o en estado de
necesidad psquica estarn dirigidas a la superacin a travs de la satisfaccin. La logoterapia
no versa sobre la satisfaccin de necesidades, sino sobre esta paz con uno mismo, con el
pasado, con el prjimo y, dado el caso, con Dios. Retomando la metfora anterior, encontrar la
aguja siempre significa, en cierta manera, desafilar un poco su punta: el amor alza el alfiler del
suelo para reducir dolores potenciales en el mundo. Cada sentido que se atiende hace al mundo 3. Viktor E. Frankl, Logotherapie und Existenzanalyse. Texte aus sechs Jahren, Munich, Quintessenz (extrado de Weinheim/Bergst., PVU),
1995, pgs. 163-137 (trad. cast.: Logoterapia y anlisis existencial: texto de cinco dcadas, Barcelona, Herder, 1990).
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ms humano y ms digno de vivir en l para todos. Siguiendo con el ejemplo de los padres
hurfanos de hijos: el ingeniero que empez por primera vez a proyectar la red de postes de
emergencia en las autopistas alemanas era un padre que estaba de luto. Su hijo se haba
desangrado en un accidente de circulacin porque la ayuda mdica no lleg a tiempo al lugar de
los hechos. El padre extrajo de su duelo la fuerza e iniciativa necesarias para aplicar sus
conocimientos en la prevencin de semejantes embates del destino. De esta manera, no slo ha
salvado incontables vidas humanas desconocidas para l, sino que tambin se salv a s mismo
de quedar estancado en su trauma.
La paz slo se obtiene transformando el sufrimiento en un logro humano (Frankl), pero
nunca desahogando simplemente el dolor, ni mucho menos demostrando a diestro y siniestro
una (auto-) agresividad que aumente todava ms la absurdidad de todo el suceso. Sobre esta
temtica, la logoterapia incluye una serie de visiones constructivas del dominio de la
frustracin que se pueden aplicar con la misma eficacia para prevenir crisis. Un ejemplo de un caso nos ayudar a ilustrarlo.
Una paciente de 39 aos buscaba apoyo logoteraputico a causa de su miedo a los
desmayos en situaciones de estrs. Aunque los desfallecimientos eran escasos, apenas una vez
al ao, el miedo a desmayarse le invada con frecuencia, sobre todo en la tienda donde
trabajaba como vendedora principal, y le causaba asfixias. Nunca se descubri ninguna causa
mdica que explicara los desmayos. Sin embargo, en su infancia se haba producido un grave
suceso que podra ser el desencadenante. Cuando era nia, tena un to predilecto a cuya casa
de veraneo le dejaban ir a pasar las vacaciones, hecho que ella relacionaba con recuerdos
extraordinariamente felices. A la edad de 10 aos le comunicaron, con suma delicadeza, que su
to haba muerto, pero sin decirle cmo haba sido. En las vacaciones siguientes, mientras jugaba con los nios del pueblo de su to, stos ignorantes del desconocimiento de la nia
le mostraron la rama de un rbol muy alto situado delante de la casa de veraneo y le explicaron
que su to se haba ahorcado all. La nia se desmay. Desde entonces, subsista en la paciente
un nexo perturbador de factores estresantes y funciones vegetativas lbiles que llevaba su
ansiedad anticipatoria a extremos insoportables.
En primer lugar, la paciente fue asistida logoteraputicamente con distintas
modulaciones de actitud. sta fue la actitud soportable (por estar llena de sentido) que
consigui adoptar:
a.- Con respecto a su to predilecto: Era bueno conmigo y le doy las gracias por aquellos
maravillosos veranos. En el final de su vida, el pobre deba de haber estado muy
desesperado o depresivo, pero eso no borra ninguno de los hermosos momentos que
pasamos juntos. Todo lo contrario. En tales circunstancias, su amorosa dedicacin
hacia m, su sobrinita, merece la mayor de las consideraciones. Todo lo que me regal
lo guardo para siempre en la valiosa paz de mi vida. Ojal prevalezca de largo por
encima de todos los proyectos que le hayan podido ir mal....
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b. Con respecto a los nios del pueblo: Eran nios y no eran conscientes del shock que me poda causar. No queran hacerme nada malo, sino que, probablemente, ellos
mismos estaban afectados por la tragedia y se vieron obligados a hablar de ella. De
todo ello puedo extraer algo importante para mi profesin. Con qu rapidez actuamos
mal sin quererlo ni saberlo! Hay que ser cauteloso en el trato con las personas y tener
capacidad de comprensin. Lo tendr en cuenta para m y, en un futuro, ir con ms
cuidado que antes cuando me comunique con el prjimo.
Tras este acto de tratado de paz interior, se instruy a la paciente en la prctica de
desmayos paradjicamente intencionados dicindole que cada da deseara sufrir, en broma,
un suave y prolongado sueecito de desmayo en el trabajo para escurrir el bulto en medio
del estrs de las ventas. Es decir, la paciente aprendi a rerse en la cara de sus miedos
con valenta en vez de entregarse a ellos con espanto y temblores. Los desmayos no volvieron a
producirse y su miedo a vivir se transform inmediatamente en satisfaccin paciente y
sosegada por vivir.
La logoterapia de Viktor E. Frankl es capaz de ayudar en un plazo relativamente corto,
pero tambin de mantener sus efectos durante mucho tiempo, hecho que la hace
extraordinariamente interesante para las necesidades de unas generaciones venideras que
tendrn que contar con recursos cada vez ms escasos y escalas de orientacin cada vez ms
difusas. Sirvan las experiencias prcticas y las historias de curaciones recogidas en este libro
para ilustrarlo.
Hoy es el primer da del resto de mi vida
Son el telfono. Una mujer de Berln quera hablar conmigo. Doctora me dijo, sufro
enormemente por mi insustancialidad, reprimo todas las cosas bonitas de mi vida y, en el trato con la gente, padezco regresiones... Qu puedo hacer? Yo no la conoca de nada, pero albergu una sospecha concreta. Ha ledo usted algn libro de psicologa? La mujer
confirm de inmediato mi suposicin. Tena 50 aos, era una antigua maestra, casada, con un
hijo ya mayor y en aquel momento se encontraba un poco en las nubes. Nunca haba
retomado su profesin, que haba abandonado haca aos; el hijo ya no formaba parte de sus
tareas educativas y, entretanto, el matrimonio haba perdido todo atractivo. Era una crisis
existencial de lo ms corriente, como tantas que aparecen y se pueden controlar buscando
nuevos contenidos en la vida y fijndose objetivos personales adecuados.
Pero la mujer haba buscado ayuda en lecturas psicolgicas, donde hall descripciones de
predisposiciones e infantilismos contraproducentes que la haban sumido en un estado de
angustia y temor. En consecuencia, cuanto ms empezaba a observarse a s misma, ms
parecan encajar aquellas lecturas en su propia situacin. Sigui comprando ms libros y cada
vez constataba ms anormalidades en su personalidad, hasta que perdi completamente la
seguridad en s misma sin saber ya el porqu. De ah su llamada de socorro: Qu debo
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hacer?.
Mi consejo slo poda ser el siguiente: Deje por un tiempo sus libros de psicologa en el
rincn ms apartado de su casa y olvide todo lo que ha ledo! No se preocupe por las in-
sustancialidades, regresiones y dems palabras grandilocuentes y deje de observarse a s
misma! Es mucho ms sensato empezar a organizarse la vida de manera constructiva, porque, si
lo piensa, hoy es el primer da del resto de su vida. Slo de usted depende lo que haga con ese "resto", es decir, si lo llena o no de tareas con sentido y llega a hacer de l el perodo ms
bello y adulto de su vida. Mire un poco a su alrededor, en el mundo exterior, en su crculo de
amistades. En todos los sitios la necesitarn si est dispuesta a abrirse en un acto de amor al
prjimo. En el campo educativo, en el campo musical, en todas partes hay posibilidades que, si
se fijara y dejara de roer destructivamente en su propio yo, le haran feliz!.
Por lo visto, la mujer logr seguir mi consejo, porque me llam una segunda vez para
expresarme su agradecimiento.
El poder de las influencias sugestivas
Una cierta clase de literatura psicolgica ejerce un enorme poder de sugestin porque
habla de fenmenos que todo el mundo, por propia experiencia, conoce demasiado bien: deseos
y anhelos secretos, traumas e ilusiones, debilidades y dificultades psquicas, desengaos, odio,
ira, angustia, etc. Sin embargo, el poder de sugestin de persona a persona (de terapeuta a
paciente, por ejemplo) todava es mucho ms fuerte. Una madre me explic un episodio
realmente ilustrativo: un da, cuando su hijo todava era pequeo, tuvo que ir al mdico con el
nio porque no poda dejarlo solo en casa. El doctor, despus de atender a la madre, se
permiti hacer una broma al hijo: le vend el dedo y, con el rostro serio, le dijo que estaba
enfermo como su madre y que por ello tambin necesitaba tratamiento mdico. Cuando la
madre lleg a casa con el hijo, le quiso quitar la venda del dedo, pero el pequeo se neg.
Estaba plenamente convencido de su enfermedad y pidi que lo llevaran a la cama. Sin saber lo
que deba hacer, la madre acost al hijo y supuso que ya se cansara. Sin embargo, cuando
volvi para vigilarlo, el nio estaba a 38 y tuvo que llamar al pediatra, esta vez de verdad,
quien, sin poder establecer un diagnstico concreto, le recet supositorios para la fiebre. Al
da siguiente, todo volvi a la normalidad.
Este ejemplo ilustra la fuerza de una sugestin que no slo afecta a los nios. He
conocido a muchos adultos a quienes, como al pequeo del caso anterior, se les ha fijado un
rumbo patolgico e, inmediatamente, han cado en una verdadera enfermedad. No pocas veces,
el factor desencadenante que, por as decirlo, les ha envuelto el dedo con una pseudovenda, ha
sido, desgraciadamente, un psiclogo o un psicoterapeuta. Viktor E. Frankl acu en este
contexto el trmino neurosis iatrgenas para referirse a los trastornos psquicos
provocados exclusivamente cuando un o una especialista etiquetan a alguien de caso raro.
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A mucha luz, muchas sombras, dice un proverbio alemn, pero tambin expresa que
donde todo es sombro debe existir una luz potente. Puesta en las manos adecuadas y en el
momento preciso, la sugestin es una medida curativa y se puede incorporar con eficacia en el
proceso teraputico. Anlogamente, la literatura psicolgica ofrece la inmensa oportunidad
biblioteraputica de vacunar positivamente a sus lectores contra las corrientes nihilistas y
marcadas por la resignacin.
Las ciencias de la psicologa y la psicoterapia documentan las caractersticas de nuestra
sociedad, pero tambin sus ideales. Debido a ello, no slo estn para sealar sntomas, sino que, adems, estn invitadas a proporcionar terapia. Esto no puede hacerse describiendo constantemente las frustraciones en masa y los terrenos de las crisis actuales, sino
presentando soluciones a los problemas y salidas accesibles. En cualquier caso, entre los
mensajes de una psicologa consciente de su responsabilidad, siempre prevalecen las
posibilidades llenas de sentido de la vida humana ante los deslices emocionales.
Ante tanta interpretacin de sueos, escepticismo
Normalmente, el ser humano olvida los sueos de la noche anterior cuando despierta.
Los sueos ejercen una funcin relajadora biolgicamente importante. Hay experimentos
en los que se impide artificialmente soar, lo cual daa a los sujetos de experimentacin,
quienes, das despus, se sienten como hechos polvo. Un dficit de sueos parecido es el
que se provoca con los somnferos, lo cual ya es un argumento ms para evitarlos. Por tanto,
soar es importante y sano, y olvidar lo soado es igual de importante y sano, porque, de no ser
as, la naturaleza lo habra dispuesto.
En psicoterapia se suele proponer a los pacientes que registren sus sueos y que, junto
con el terapeuta, escudrien el material interpretable. Esto no slo genera trastornos en el
descanso nocturno, como est comprobado, sino tambin sueos ms frecuentes y angustiosos.
Algunas escuelas psicolgicas fomentan, con fines diagnsticos, un entrenamiento minucioso
del sueo con el que se provocan en el paciente las ensoaciones ms salvajes e increbles.
Por ejemplo, una vez me contaron que, tras una serie de sesiones de psicologa profunda,
un joven haba soado con unas cuchillas de afeitar situadas junto a una bolsa de tabaco. Ello
provoc un grito de jbilo en el terapeuta, porque como l mismo explicaba por fin se haba
manifestado de forma clara en el joven el complejo de castracin sospechado desde haca
tiempo por aqul. Segn el terapeuta, la bolsa de tabaco sera, naturalmente, el smbolo de la
masculinidad, y las cuchillas de afeitar seran la expresin del miedo reprimido a la
automutilacin masoquista. Las aseveraciones del joven negando que en su vida haba pensado
nada parecido no sirvieron de nada y se le diagnostic tenazmente un complejo de castracin.
Irritado por esta determinacin, el chico se encontr de repente en su vida amorosa con unas
serias dificultades que nunca haba conocido.
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En principio, ante esta clase de interpretaciones psicolgicas se plantea la cuestin de si
dan realmente en el blanco. Al fin y al cabo, las cuchillas de afeitar y las bolsas de tabaco son
simples objetos de uso cotidiano con los cuales uno puede soar casualmente, como tambin
sucede con otras cosas de cada da. Pero, sobre todo, se pone en cuestin algo totalmente
distinto, como es el beneficio que aportan esas interpretaciones. Qu sacaba el joven del
conocimiento de su complejo de castracin? Yo no pude distinguir en el relato del chico
ninguna ventaja o ningn progreso para su persona atribuible a este conocimiento.
La psicologa todava no ha superado las discutibles tendencias al desenmascaramiento.
Hace mucho tiempo, un colega se present en mi consulta para solicitarme un puesto de
colaborador. Le ped que me explicara algn suceso ocurrido en su prctica profesional y me
respondi que, ejerciendo de psiquiatra social, haba conocido a un hombre postrado en una
cama, gravemente enfermo. Aquel hombre confi a mi colega un sueo desagradable que haba
tenido. La muerte se le haba aparecido junto a la ventana de la habitacin del hospital y haba
intentado llevrselo. Yo estaba impaciente por conocer la reaccin de mi colega. Sin embargo,
qu fue lo que o? El psiclogo haba intentado persuadir al enfermo para que se sometiera a
una breve terapia psicoanaltica de dos aos de duracin con el objeto de descubrir el
origen de la fuerte pulsin de muerte que (presuntamente!) dominaba a aquel hombre...
El recuerdo no es como una pelcula fotogrfica
Las dudosas tendencias al desenmascaramiento no slo se presentan en relacin con los
sueos, sino que tambin los recuerdos de la primera infancia son un campo abierto para las
estrategias psicolgicas de descubrimiento. Y ello a pesar de que hoy sabemos, a raz de miles
de atestados policiales, que las declaraciones de testigos tras un accidente o un crimen
difieren sorprendentemente entre s y, a menudo, hasta se contradicen, incluso si se trata de
testimonios honrados o si el suceso en discusin se remonta a no mucho tiempo atrs. Los
recuerdos de la infancia son extraordinariamente ms difusos y subjetivos y, en consecuencia,
debern interpretarse con sumo cuidado.
Hace aos, en una residencia peditrica donde yo prestaba asesoramiento psicolgico,
estuve en contacto con cuatro hermanos, dos chicas y dos chicos, que tenan problemas
escolares y padecan deficiencias intelectuales. Mi tarea consisti en hacerles algunas pruebas
y recomendar a cada uno la mejor salida acadmica. Los hermanos, con edades comprendidas
entre siete y catorce aos, haban vivido con sus padres hasta haca tres aos y llegaron a la
residencia, de la noche a la maana, porque sus progenitores se haban separado y ninguno de
los dos poda hacerse cargo de ellos.
Durante las pruebas habl a solas con cada hermano y les ped que me explicaran sus
impresiones sobre la residencia y sobre las escasas visitas a casa. Cul fue mi sorpresa cuando
escuch de cada uno de ellos una descripcin de los padres y una justificacin de su conducta
totalmente distintas. Mientras una de las nias consideraba al padre extremadamente estricto
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lo cual, desde el punto de vista psicolgico, siempre parece delicado, la otra hermana, un
ao ms joven, opinaba que era ante todo simptico y siempre dispuesto a gastar bromas. Y
mientras el hermano mayor defina al padre como un hombre sumamente ocupado y sin tiempo
para jugar, el menor deca que slo su padre, y nadie ms, le haba comprado juguetes y le
haba enseado a jugar con ellos. Cada hijo guardaba un recuerdo distinto de la familia, y si
hubiera que contemplar tambin la posibilidad de que los padres se hubieran podido comportar
de manera distinta con cada hijo, es muy poco probable que hubieran tenido que desarrollar
tales conductas contrarias en el seno de la familia. Si tuviera que imaginar a estos cuatro
hermanos como pacientes adultos tumbados en un divn psicoanaltico y explicando sus
recuerdos de la infancia, cosa que, afortunadamente, no necesitan, no tendra ms remedio que
temer las peores interpretaciones errneas sobre su situacin original.
El recuerdo del ser humano no es como una pelcula fotogrfica que lo registra todo en
relaciones fieles a la realidad, sino una serie escogida de flashes sobre un nebuloso y oscuro
fondo olvidado. Dependiendo de los flashes que uno haya recopilado y de la direccin hacia la
que uno haya mirado principalmente, resultar en conjunto una secuencia de imgenes con
impresiones variopintas de uno u otro matiz. Por ello, hemos de moderarnos en las
interpretaciones psicolgicas de los sueos nocturnos y los recuerdos infantiles, porque nadie
sabe del todo qu se esconde realmente hay detrs y si eso es relevante para el presente.
Eres finalmente lo que eres?
Eres finalmente lo que eres.
Aunque te pongas pelucas con miles de rizos,
Aunque te pongas tacones de un codo de altura,
Seguirs siendo lo que eres.
Cuando Goethe puso en boca de su Mefistfeles estas palabras a Fausto no se imaginaba
que pona en boca de su espritu que siempre niega una opinin que an estara extendida en
el umbral del tercer milenio. Extendida y equivocada, porque precisamente en psicologa somos
testigos de todo lo contrario a las palabras de Mefistfeles. Somos testigos de que, al final,
una persona no es la misma que antes, sino que se ha convertido en otra distinta. Observamos
repetidamente que, tambin desde una situacin de debilidad, enfermedad y necesidad, es
posible un cambio interior, una maduracin y un crecimiento espiritual, y que, adems, estos
cambios se pueden alentar directamente desde esos estados.
Si, por ejemplo, un hijo no ha sido deseado, no es lcito extraer de ello ninguna clave para
explicar la posterior relacin madre-hijo. Tras los primeros aos de vida, la madre no tiene por
qu ser la que era durante la gestacin. Su amor hacia el hijo puede haber prosperado y su
antiguo rechazo puede haber quedado muy relegado. Finalmente, con el tiempo, la madre se
sentir dichosa con su hijo. Tambin Fausto, a pesar de los pronsticos de Mefistfeles,
creci con sus dudas y su pesada culpa, y quiz fue eso lo que el anciano Goethe quera
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proclamar en su retrato de la humanidad. El hombre no debe quedarse como es: ni como
criminal, ni como enfermo ni como anciano. Siempre tendr la capacidad de transformarse.
Bajo este prometedor punto de vista, algunos subterfugios de la psicologa popular se
desmoronan. Un hombre se enfada por culpa de su jefe, debe por ello descargar su ira en su
mujer y sus hijos? Una mujer era muy tmida en el colegio de nia, debe por ello no atreverse
a hacerse respetar en la vida laboral? Una mujer que ha sido prostituta se casa un da con un
hombre bueno, debe por ello ser incapaz de demostrarle ternura? Un joven ha tenido una
educacin autoritaria, debe por ello arremeter ahora contra sus subordinados por cualquier
cosa? Debe ser todo esto as? Eres finalmente lo que eres; no lo puedes remediar... Qu excusa tan cmoda y qu perspectiva tan poco esperanzadora! No se trata tanto de
interpretaciones psicolgicas errneas como de disculpas psicolgicas utilizadas con
demasiada ligereza por legos en la materia y, tambin, por quienes no lo son. Por desgracia, el
supuesto de Mefistfeles (en trminos tcnicos: determinista) segn el cual el espacio de
reaccin espiritual de una persona sera, por as decirlo, igual a cero porque su pasado habra
marcado totalmente su vida y su conducta es sostenido por ciertos expertos en el alma
deseosos por liberar a sus pacientes de desagradables sentimientos de culpa, sin tener en
cuenta algo que Viktor E. Frankl expres con una hermosa frase: Cuando se quita la culpa a la
persona, se le quita tambin la dignidad.
Porque la dignidad se compone tambin, y sobre todo, de ese pequeo espacio de libre
configuracin que la persona tiene permanentemente garantizado en cada momento
consciente, en virtud de su condicin de ser humano.
De lo que la persona es capaz a pesar de todo
He conocido a personas a quienes el destino les ha impuesto una enorme carga y no las he
visto desfallecer. He conocido a otras que no cargaban con ningn peso a sus espaldas y, sin
embargo, las he visto arrodillarse, simblicamente hablando. La psiquiatra contempla
enfermedades graves que escapan a la voluntad de los pacientes. A pesar de ello, a stos
todava les queda la minieleccin de adoptar una actitud positiva o negativa frente a la
propia enfermedad y, a veces, esta pequea fisura en la pared psictica es suficiente para
conseguir un cambio a mejor.
Una vez conoc a una mujer con una depresin (endgena) de gravedad moderada que
haba aceptado su dolencia y estaba interiormente preparada para soportar con paciencia los
ciclos recurrentes de fases depresivas. La mujer haba pintado un cartel que colocaba sobre la
mesilla de noche durante los inmotivados episodios de llanto convulsivo y melancola, en el que
pona lo siguiente: Peor ya no puedo estar!. Todo el que la visitaba no poda evitar soltar una
carcajada al leer el cartel y as, a pesar de que ella misma era incapaz de rer, al menos vea de
vez en cuando caras sonrientes, tal como ella explicaba.
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Qu actitud tan sublime refleja esta situacin a pesar de los factores del destino! Estoy
segura de que esta mujer, slo por su actitud valerosa, ha logrado llevar una vida
completamente normal y sosegada en las fases intermedias entre depresin y depresin, cosa
que pocos enfermos depresivos (endgenos) consiguen. De este ejemplo se desprende que
muchas veces no es posible vencer una enfermedad o evitar un obstculo a base de voluntad,
pero que casi siempre se puede pensar en una mejora de la actitud de cada uno frente a la
enfermedad o al obstculo.
En una carta privada, Viktor E. Frankl me escribi las siguientes palabras: Cuando una
situacin sin salida no se deja dominar externamente, slo queda la huida hacia arriba, hacia la
autorrealizacin, hacia el crecimiento interior junto a la situacin desesperada en cuya vctima
indefensa uno se ha convertido. Por ello, siempre acostumbro a recordar que los rboles que
se agolpan en un bosque frondoso estn obligados, ms que nunca, a crecer a lo alto!.
Como amante de la naturaleza, puedo confirmar que, en los oquedales de mi patria
austraca, los abetos ms bellos y altos se encuentran all donde se apretujan tanto que ni los
rayos de luz pueden llegar hasta las profundidades del suelo ni los excursionistas abrirse
camino a travs del bosque. De la misma manera, como psicloga, puedo asegurar que las
personas ms conmovedoras que he tenido la oportunidad de conocer, y a las que profeso una
profunda veneracin, se encuentran entre las que sufren, y dentro de stas, entre las que se
han visto afectadas por golpes del destino tan bajos que se podra haber pensado que tendran
que haber perdido necesariamente cualquier esperanza. Pero ocurri lo contrario: sumidas en
esta situacin, empezaron a crecer por encima de s mismas.
Por ejemplo, en uno de mis grupos teraputicos haba una seora que padeca una
enfermedad incurable. Ella me apoyaba en mis esfuerzos para ofrecer estmulos en las
conversaciones de grupo y, a menudo, consegua hacer que los deprimidos participantes
percibieran algo positivo o valioso en su entorno. Un da habl con ella a solas y le di las gracias
por su colaboracin casi coteraputica, a lo que me respondi: Sabe? Desde que vivo con mi
enfermedad y sus apreciables consecuencias, vivo con muchsima ms intensidad que antes. Es
como si hubiera vuelto a nacer. Veo las cosas bellas que me rodean y que antes nunca haba
percibido. Escucho atentamente las palabras de los dems y me alegro de cada da que pasa.
Doy gracias a Dios por todo lo que todava puedo hacer. Cuando estaba sana, pasaban los das
como si estuviera sorda o ciega. Ahora, cada momento es un lujo para m, y por ello me duele
observar cmo otras personas desperdician sus vidas con mal humor. Me gustara ayudarles,
recordarles el increble regalo que es vivir, antes de que sea demasiado tarde. Yo slo poda
asombrarme ante la valenta de esta mujer. Sobraban las palabras y, enmudecida, le estrech
la mano. Esta mujer era una prueba de lo que el ser humano an es capaz en una situacin
irreversible.
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El difcil camino hacia la integracin
A veces, una experiencia dolorosa representa un motivo de peso para apreciar en su justa
medida las condiciones de vida favorables del presente y alegrarse por ello, en vez de sufrir a
solas y generar ms problemas. Esto es especialmente aplicable a los refugiados, inmigrantes u
otros grupos amenazados por el aislamiento social. A estos colectivos les sera til pensar en
todas las cosas dignas de ser aceptadas que, a diferencia de antes, poseen ahora. Los
trabajadores extranjeros de otras culturas, por ejemplo, huyen a menudo de las malas
condiciones econmicas de su pas y reciben a cambio unos ingresos modestos, aunque pagando
el precio de tener que adaptarse. Pero incluso la necesaria adaptacin, como es, por ejemplo,
aprender un idioma nuevo, se puede entender desde la perspectiva de una actitud positiva
como algo aceptable (como una oportunidad para ampliar los conocimientos o conocer un mundo
nuevo que, de otro modo, no se habra presentado).
Un trabajador extranjero con esta actitud interior, es decir, que valore la seguridad
poltica, su puesto de trabajo o una buena educacin para sus hijos, se mover en su nuevo
entorno con un espritu abierto y pronto dejar de ser realmente extranjero. Con su
agradecimiento ganar alegra, con su sensibilidad ganar amigos, y ambas cosas le ayudarn a conseguir el requisito ms importante para la integracin social: la tolerancia.
Ello no significa que el pas de inmigracin est exento de contribuir en la solucin del
problema. Esta solucin tambin depende de la actitud interior de las personas que viven en el
pas. Si calculan egostamente, rechazarn a sus invitados como si fueran cuerpos
extraos. Sin embargo, tambin pueden considerarlos como una inyeccin de sangre nueva e
ideas frescas capaz de evitar el envejecimiento social propio y la degeneracin en la mera
repeticin de las tradiciones transmitidas. En tal caso, si el pas levanta el aislamiento a sus
cuerpos extraos evitara un futuro aislamiento propio en la evolucin de la historia de los
pueblos.
El camino del politesmo a la creencia en un dios nico que rene todo lo que al espritu humano se le escapa desde sus limitaciones ha sido largo y espinoso, y todava no ha acabado
en todas las partes del mundo. El camino del egosmo nacional al conocimiento de una nica humanidad no es menos largo y espinoso, y tampoco ha acabado todava en ninguna parte.
Puede ser que la mezcla de pueblos, aunque acarree asperezas y sentimientos de extraeza
inevitables, sea un requisito indispensable para que este camino se haga cada vez ms
transitable. Si se trata de hallar un sentido vlido para todos escribi Viktor E. Frankl1 a
este respecto, ahora, miles de aos despus de haber creado el monotesmo, la creencia en
un nico dios, la humanidad debe dar un paso ms: el reconocimiento de una nica humanidad.
Hoy, ms que nunca, necesitamos un monoantropismo. Unas palabras profticas!
1. Viktor E. Frankl, Der leidende Mensch, Berna, Huber, 1996, 2a ed., pg. 41 (trad. cast.: El hombre doliente, Barcelona, Herder, 1994).
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Sobre el dominio del estrs y el ocio
Arthur Schopenhauer sostena que la vida humana oscila constantemente entre dos
extremos: la necesidad y el aburrimiento. Nosotros, desde la prctica psicoteraputica, somos
conscientes de la certeza de esta hiptesis, porque ambos extremos pueden arrastrar a la
persona a situaciones de malestar: la necesidad, a la supuesta falta de esperanza, y el
aburrimiento, a la supuesta falta de sentido. Si hacemos caso a las estadsticas, cerca de un
20% de la poblacin europea actual adolece tanto de lo uno como de lo otro; de la frustracin
de tener que preocuparse continuamente por la propia existencia o de la frustracin
existencial definida por Frankl, es decir, del vaco interior y la saturacin en la falta de
preocupaciones materiales.
Las alternativas a ello existen, por supuesto. Ambos extremos pueden contemplarse
tambin como estmulos para movilizar las fuerzas espirituales y, al ejercer esta funcin,
pueden desarrollar el potencial humano en lugar de entorpecerlo. As, la necesidad puede
convertirse en impulso si el afectado concentra todas sus capacidades para superarla, y el
aburrimiento puede ser un impulso para romper definitivamente las ataduras de la pasividad y
volver a ser consciente de que la vida se caracteriza por plantear unas tareas en virtud de las
cuales tenemos el encargo, por as llamarlo, de desempear lo mejor de nosotros. La accin no
est para escapar del aburrimiento escribi Viktor E. Frankl4, sino que el aburrimiento
est para que escapemos de la inaccin y satisfagamos el sentido de nuestra vida.'
Los dos extremos se pueden definir con los vocablos estrs y ocio. Cualquier forma
de carga o sobrecarga psquica produce estrs, mientras que las formas de alivio crtico y
ausencia de estrs estn generalmente asociadas a un exceso de ocio. Desde el punto de vista
psicohiginico, hay una regla sencilla a este respecto que dice: El estrs necesita un futuro y el ocio un pasado para poder dominarlos. Por qu?
Trabajar, prestar un servicio y, en general, los procesos creativos y productivos, ya sean
manuales o intelectuales, estn orientados hacia el futuro. Incluso en el complicado
funcionamiento de una empresa, cada trabajador tiene el aliciente de satisfacer determinados
deseos de futuro: asumir una tarea de responsabilidad, obtener reconocimiento o,
simplemente, ganarse el pan de cada da. En el terreno privado, los objetivos marcados son
ms concretos. El que se hace sus propios muebles de madera o el que escribe la crnica de su
familia quiere producir algo en el futuro, y el pensamiento en el retoque final de su obra da
sentido a su actividad presente. En esta orientacin hacia el futuro, el estrs no se percibe
tanto como una carga. En cambio, cuando un agente exterior altera el trabajo orientado al
futuro, el estrs se experimentar ms bien como algo irritante. Por ejemplo, un pintor que
trabaja en un retrato puede enojarse si se ve obligado a dejar el pincel para atender una
4 Viktor E. Frankl, rztliche Seelsorge. Grundlagen del Logotherapie und Existenzanalyse, Francfort del Meno, Fischer, 1998, T ed., pg. 148
(trad. cast.: Psicoterapia y existencialismo, Barcelona, Herder, 2001).
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obligacin externa. Esta persona se halla interiormente entregada a una tarea que le impulsa a
su conclusin, y le gusta trabajar a pesar de tener que perseverar durante horas en su
produccin.
Algo muy distinto ocurre con el tiempo de ocio, el cual, comprensiblemente, no puede
estar orientado al futuro. Es una pausa entre perodos de produccin que sirve para esparcirse
y recogerse interiormente. Sin embargo, el tiempo consumido ociosamente tambin necesita
una conexin de sentido con una actividad anterior que se haya interrumpido o que haya
finalizado. El mejor ocio es aquel que sigue a una fase de trabajo intenso que haya dado un
buen resultado final o provisional. La satisfaccin por la obra hecha y por uno mismo ilumina la
pausa posterior que uno se merece para reponer fuerzas. Quien llega cansado a casa tras una
jornada de trabajo disfrutar de una tarde tranquila. El pintor que ha acabado su retrato se
arrellanar en su silln, quizs agotado, pero emocionado. El amante del bricolaje que ha
conseguido construir su propio mobiliario se pasear lentamente por las habitaciones, orgulloso
de haber llevado a cabo su proyecto.
Sin embargo, las cosas toman otro cariz cuando el estrs no tiene futuro y el ocio carece
de pasado. Si el trabajo no tiene rumbo, si, por ejemplo, consiste en una mera repeticin
rutinaria, y si la pausa (a menudo como consecuencia del trabajo, pero tambin en casos de
desempleo) no entraa ninguna relacin satisfactoria con la actividad anterior, entonces el
estrs se hace insoportable, porque uno no sabe para qu se mata trabajando, y los ratos de ocio se vuelven terriblemente aburridos, porque uno no sabe de qu est descansando. Arrancados de su entramado de sentido, ambos polos pierden su efecto dinamizador y de
recreo, y siempre queda la cantidad pura de tensin o relajacin que, a partir de determinado
volumen, resulta patgena.
No slo para el pan vive el hombre
Decamos que la salud mental requiere un ritmo equilibrado de carga y descarga, de
estrs y ocio. Cuando una persona no halla absolutamente ninguna satisfaccin en su trabajo
diario y slo lo realiza para ganar dinero, existe un truco teraputico (que se explica a veces
a los pacientes durante la fase de convalecencia) que proporciona un poco de alivio. En l, el
tiempo libre se divide funcionalmente, una vez ms, en una parte activa y una contemplativa. La
parte activa est destinada en realidad a compensar la falta de un trabajo lleno de sentido y
dirigido a un objetivo, mientras que la parte contemplativa conserva la funcin original del
tiempo libre como depsito de tranquilidad y relajacin. Si la divisin funciona, el afectado
disfrutar con su eficacia (en el mejor sentido de la palabra) en la parte activa y, en
consecuencia, tambin hallar satisfaccin por la obra acabada en la posterior parte
contemplativa, durante la cual vuelve a cargar las pilas. Por tanto, la situacin natural y
agradable de contraste entre trabajo realizado con sentido y recreo baado por la emocin se
genera artificialmente despertando un compromiso dentro del tiempo libre vaco que, si bien
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reduce la pausa, permite vivirla con mayor satisfaccin que antes.
Una vez conoc a una paciente con una depresin psicgena grave que, en su letargo, se
pasaba los das sumida en el aburrimiento, hasta que la casualidad quiso que se levantara un
campamento de refugiados extranjeros cerca de su casa. La mujer empez a mostrar inters
por la construccin de aquel campamento y, especialmente, por la colecta de juguetes para los
hijos de los refugiados. A todos sus conocidos les mendigaba ropa usada y juguetes, y se
pasaba las noches despierta para arreglar los objetos y devolverles un buen aspecto. El
resultado, no esperado ni deseado, de su intensa actividad fue que el estado depresivo que no
haba remitido durante aos desapareci de golpe y la mujer no volvi a aburrirse ms. No se
concedi ni un momento de respiro y, a pesar de ello, valor de repente su tiempo libre como
algo que le daba alas.
Otro ejemplo parecido es el de una funcionara soltera que estuvo a punto de echar su
vida por la borda porque se consideraba a s misma intil y superflua. El trabajo diario era
montono y su tiempo libre careca de profundidad y contenido. En el transcurso de nuestras
conversaciones de orientacin, se le ocurri la idea de ofrecer cursos gratuitos de formacin
para gente joven, sobre todo para principiantes en la carrera de la funcin pblica. Como puso
mucho empeo para que los cursos fueran dinmicos y variados, la respuesta fue en gran
medida positiva y se vio contagiada por la constancia y el entusiasmo de sus alumnos. Su vida
gan un sentido completamente nuevo, la mujer colm de actividad sus noches y fines de
semana y nunca ms volvi a pensar, ni siquiera remotamente, en querer morir.
No slo de pan vive el hombre. Esta conocida frase tambin se puede reformular del
siguiente modo: No slo para el pan vive el hombre! El individuo necesita un campo de accin personal donde realizar claramente lo suyo y donde l, por tanto, sea irreemplazable. Que el
momento ms adecuado para ello sea el tiempo de servicio, el tiempo libre o, en el mejor de
los casos, ambos, es algo que cambia segn la persona o la situacin, pero si no se reserva
absolutamente ningn momento para ese campo de accin, el alma no descansar. La paz
verdaderamente profunda la creamos nicamente desde la satisfaccin con nosotros mismos, y
sta es, a su vez, la recompensa por nuestra intervencin constructiva y positiva en el lugar
donde nos ha tocado estar. Especialmente la experiencia de sentido o de ausencia de sentido
en el tiempo libre se asemeja, en cierto modo, a la experiencia de sentido o de ausencia de
sentido en el conjunto de nuestra visita por este mundo como invitados. Porque tambin
el hecho de morir, de deslizarse hacia el ms profundo y definitivo de los descansos, es
amargo cuando tenemos que echar la vista atrs hacia una vida desaprovechada y vaca, y es
dulce y benigno cuando est iluminado por la satisfaccin de una vida plenamente realizada.
Dar un rodeo para encontrarnos
Quien suele ir a pasear al parque para dar alpiste a los pajarillos conoce perfectamente
ese misterio que Viktor E. Frankl redescubri en su logoterapia, a saber, que ciertos lujos no
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se consiguen por la va directa y es necesario dar un rodeo. En cualquier caso, el amante de las
aves sabe que no puede extender la mano a sus queridos animales, es decir, que si intentara
tocarlos, los ahuyentara y no los volvera a ver. Pero tiene paciencia y es capaz de esperar con
el alpiste en sus manos extendidas; tarde o temprano, un pequeo hroe plumado se atrever a
posarse sobre su palma y le escamotear la ofrenda.
Lo mismo le sucede al hombre moderno en relacin con su fervientemente anhelado
autoencuentro que se escabulle de cualquier intento de acceder a l directamente. Llevo
veinte aos buscndome a m misma y no he encontrado nada, se quejaba en mi consulta una
paciente con mucha experiencia en grupos de autoconocimiento y encuentro. Mi tarea consisti
en hacerle atractivo el rodeo, un rodeo por exterior del yo. Mire a su alrededor. Qu ve?
La paciente todava segua ciega con respecto a sus semejantes, al mundo exterior y al
entorno. Sin embargo, la conversacin logoteraputica le agudizara los sentidos y le aclarara
la visin. Hablamos de otras personas y de sus experiencias. Tambin hablamos de cambios
objetivos que pudieran aportar algo de futuro all donde hasta ahora slo iban a parar
callejones sin salida. Poco a poco, la mujer fue capaz de seguirme. Se puso de manifiesto que
haba descuidado muchos bienes iniciales de su vida: las antiguas amistades, tocar en familia la
msica que tanto le gustaba, la irrefrenable creatividad de su adolescencia. Cmo ha podido
pasar?, me pregunt. Convenimos en formular la pregunta de otro modo: Cul puede ser el
sentido de que esto haya pasado?. La mujer se figur la respuesta. El sentido poda
encontrarse en el hecho de pensar en todo ello.
Para empezar, se fijaron tres proyectos en el programa teraputico:
1.- Mantener un trato afable con otra persona. Poda consistir tambin en un trato
imaginario, un saludo escrito o una conversacin telefnica. En este trato, la paciente
deba dirigirse conscientemente al otro, percibirlo, reflexionar sobre su situacin y
elegir las palabras adecuadas para l.
2.- Realizar una actividad til. No hizo falta cavilar mucho acerca del significado de
til, porque la paciente lo comprendi perfectamente: una actividad que tenga un
sentido y que conduzca a algo positivo; un acto para el cual se necesiten ideas, pero
tambin esfuerzo, perseverancia y, si es necesario, superacin.
3.- Hacer una pausa tranquila y llena de meditacin, pero una meditacin objetiva. Haba
que contemplar algo y sentirlo. El cielo rojizo del atardecer era lo ms adecuado, as
como el tronco nudoso del rbol frente a la ventana o las flores de la planta de
navidad del escaparate. Se trataba de meditar enlazando el sujeto con el objeto.
Los proyectos resultaron difciles, pero realizables al fin y ni cabo, y despus se dedic
un tiempo al reaprendizaje curativo. Cuando la mujer volvi a la consulta, le pregunt: Qu
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ha visto con sus "ojos espirituales"?. La paciente no dej de explicarme cosas. Haba
recuperado las viejas amistades, haba retomado los ejercicios olvidados de acorden y su
sensibilidad hacia el mundo haba aumentado. Al poco tiempo ya no necesit fijarse ningn plan
diario porque el contacto humano, las actividades tiles y las pausas pensativas se haban
convertido para ella en algo natural. Incluso celebraba veladas musicales en casa cada semana.
Me encuentro mejor que nunca me dijo; es como si hubiera vivido una pesadilla.
Pensativa, la observ y saqu el tema tab por ltima vez: Y cmo lleva la bsqueda de s
misma?. La mujer sonri: Es curioso, pero cuando dejo de buscarme, empiezo a
encontrarme....
Hay que pensar finalmente en uno mismo?
Busqu a Dios y no lo encontr.
Me busqu a m mismo
y tampoco me encontr.
Busqu al prjimo
y encontr a los tres.
Extracto del Talmud
Las personalidades ms dignas de admiracin son aquellas que se entregan a un ideal de
tal manera que se olvidan de s mismas. Las personas que ms xito obtienen son aquellas que
no se preocupan en absoluto por el xito, sino que tienen ante s un objetivo lleno de sentido
en el que aplicarse. Uno de mis pacientes curados me escribi una carta de agradecimiento en
la que haba una frase muy ilustrativa: Desde que todo lo que yo crea importante para m ya
me da igual, es como si el xito me persiguiera.... Las personas ms felices son aquellas que no
derrochan un solo pensamiento en la expectativa de felicidad, sino que se entregan a la alegra
del momento. Quien extiende la mano al xito y a la felicidad se encuentra irremediablemente
con el vaco, o, tal como lo formul Frankl: la voluntad de poder se perjudica a s misma
tanto como la voluntad de placer. En cambio, quien ansia, espera, combate y soporta la cosa
por s misma obtendr a cambio xito y felicidad.
Conozco el caso de una enfermera ya mayor que ejerca su profesin de forma abnegada
y siempre haca por los enfermos un poco ms de lo que era su obligacin. En su rostro se
reflejaban incontables noches en vela y su espalda estaba curvada por el constante ajetreo,
pero la mujer aventajaba en perseverancia, energa y bondad a las chicas ms jvenes de su
unidad.
Un da, las enfermeras internas fueron llamadas a participar en unas sesiones semanales
de supervisin. El objetivo de las sesiones consista en explicar al supervisor cules eran los
conflictos insuperables que ms desanimaban a las enfermeras en su trabajo diario. Tambin
tenan que confesarse mutuamente los sentimientos de envidia, antipata o celos que ms les
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molestaban. Como la enfermera veterana consideraba irrelevantes estas sesiones de
supervisin y manifest que prefera dedicar su tiempo a los enfermos, fue clasificada como
neurtica y calificada de ejemplo tpico de persona que padece un sndrome del ayudante
y que piensa de manera compulsiva que debe socorrer permanentemente a los dems. La
enfermera fue obligada, con buenas palabras, a someterse a tratamiento psicoteraputico.
Durante el tratamiento se escudri el historial de la enfermera para encontrar
disfunciones neurticas, con lo cual se puso el acento en el hecho de ser soltera y de no vivir
con ningn hombre. Cuando sta declar que su amado haba muerto en la guerra y que haba
mantenido su recuerdo quedndose soltera, se le diagnosticaron complejos sexuales que
habran conducido a una satisfaccin sustitutiva en el trabajo. La enfermera se negaba a
aceptarlo y opinaba, simplemente, que el trabajo con personas siempre le haba proporcionado
alegras, pero su rplica se interpret como una prueba ms de su trastorno mental.
Al final, el tema central de la terapia consisti en recordar insistentemente a la
enfermera que deba dejar de pensar en los dems y empezar a pensar en ella misma. Le
dijeron que tena que explorar sus necesidades ms ntimas y reflexionar sobre sus sueos
ms secretos para descubrir hacia qu satisfaccin le empujaba principalmente todo aquello.
De tanto especular acerca de s misma, la mujer acab muy confusa y pronto dud de todos
sus actos y motivaciones anteriores. Se volvi triste, negativa y reservada, ya no sonrea a los
enfermos de su unidad y dej de infundirles nimos. Todo le resultaba sospechoso de ser una
expresin de complejos inconscientes y, cuanto ms cavilaba sobre los motivos de cada uno
de sus actos, ms sombra y desperdiciada le pareca de repente su vida. La profunda
tristeza que le invadi se interpret como una depresin neurtica y, al poco tiempo, surgi
la cuestin de si todava estaba a la altura del ajetreo de la clnica o si era mejor que se
jubilara. En tal caso, tendra ms tiempo para s misma que bajo el estrs constante del
trabajo. La enfermera no quera ninguna jubilacin anticipada, pero, sumida en el letargo y la
inseguridad, cedi a las propuestas externas.
Una persona que durante dcadas se ha visto necesitada por otros individuos y ha
encontrado ah su satisfaccin personal, no se recuperar sentndose de repente a solas en su
casa y reflexionando sobre s misma, no necesitada por nadie y sin una ocupacin llena de
sentido. Despus de un ao de retiro y falta de alicientes, la enfermera jubilada muri sin una
causa fisiolgica seria. Habra vivido ms si no hubiera asistido nunca a aquellas
incompetentes sesiones de supervisin y terapia? Quin sabe.
Experimentar con la trampa de la crtica
La eleccin de a qu prestamos preferentemente nuestra atencin es un acto del que
dependen muchas cosas, tal como se demuestra en el pequeo experimento de la psicologa
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conductista que presentamos a continuacin.5
Eran las 9.20 de la maana en una clase de nios de enseanza primaria; cuarenta y ocho
alumnos y dos profesores. El aula dispona de dos espacios con una pared corredera en medio.
Las mesas estaban distribuidas en seis grupos de ocho nios cada uno. Los alumnos haban
recibido unos deberes que deban realizar en su sitio, mientras los dos profesores, jvenes y
capacitados, enseaban a leer por separado en grupos reducidos.
Los observadores entraban en el aula, se sentaban y, durante los veinte minutos
siguientes, iban anotando, a intervalos de diez segundos, el nmero de nios que no estaban en
su sitio. El estudio se prolong durante seis das. Los observadores tambin anotaban la
frecuencia con que los profesores pedan a los nios que se sentaran o que volvieran a su sitio.
Durante estos primeros seis das, se registraron tres nios alejados de su silla cada diez
segundos, mientras que los profesores dijeron sentaos unas siete veces durante los veinte
minutos de observacin.
Entonces ocurri algo sorprendente. Se pidi a los profesores que dijeran sentaos a
los nios con ms frecuencia. Durante los doce das siguientes, los maestros dijeron 27,5
veces sentaos en cada intervalo de veinte minutos, y hubo ms nios levantados (una media
de 4,5 cada diez segundos). Hicimos otra prueba. Durante los ocho das siguientes, los
profesores volvieron a decir slo 7 veces sentaos en los veinte minutos. La cantidad de
alumnos que abandonaron su silla volvi a la media de tres cada diez segundos. Entonces,
volvimos a pedir a los profesores que dijeran sentaos ms a menudo (28 veces en veinte
minutos). Los nios volvieron a levantarse otra vez con ms frecuencia, 4 veces cada diez
segundos.
Finalmente, pedimos a los profesores que se abstuvieran completamente de decir
sentaos y, en su lugar, elogiaran el hecho de trabajar y de quedarse sentado. Lo hicieron
bien, y menos de dos nios se levantaron cada diez segundos (la cifra ms baja de todas las
observaciones).
Lo que qued comprobado en este experimento fue la llamada trampa de la crtica, es
decir, que, en la mayora de casos, lo que hace la crtica reforzada es provocar realmente la
conducta que se critica. Y como la conducta perturbadora que se critica se ve reforzada,
entonces se critica ms todava, y esta crtica vuelve a reforzar la conducta, a no ser que se
reduzca la crtica a pesar de la conducta perturbadora repetida y se dirija la atencin hacia lo positivo, lo cual, en la vida real, fuera de un marco experimental, no resulta fcil. A ello se
aade el agravante de que la crtica obtiene a menudo un xito a corto plazo que hace olvidar
el mecanismo fundamental de la trampa. As, el sentaos de los profesores en el da a da
escolar antes citado hace que los nios se sienten momentneamente aunque despus se 5 Extrado de Wesley C. Becker, Spiegelregeln fr Eltern und Erzieher, col. Leben lernen, n 9, Munich, J. Pfeiffer, 1977.
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vuelven a levantar con una frecuencia todava mayor, y aquel sentarse momentneo puede
crear la ilusin de que la crtica era correcta y oportuna. Sin embargo, su efecto final es el
contrario, porque obliga a los profesores a fijarse en lo negativo y no en lo positivo, y porque
aquello en lo que nos fijamos mentalmente siempre experimenta un refuerzo. Veamos cunto
se puede reforzar lo negativo si slo nos fijamos en l:
En un experimento, transformamos una clase buena en una clase mala por unas
semanas. Sugerimos al profesor que no elogiara ms a sus alumnos. Cuando dej de elogiarlos,
la conducta perturbadora no deseada aument de un 8,7% a un 25,5%. El profesor reprob el
mal comportamiento y se abstuvo de elogiar la conducta de los nios que estaban haciendo sus
deberes.
Cuando pedimos al profesor que, en lugar de 5 veces en veinte minutos, reprobara a sus
alumnos 16 veces en veinte minutos, la conducta perturbadora aument todava ms. Subi
hasta una media de 31,2% y se mantuvo durante unos das por encima del 50%. La mala
conducta an se acentu ms por la atencin que se le prestaba a la misma. Cuando los nios
volvieron a ser elogiados, retorn la predisposicin al trabajo.
El experimento muestra cmo una conducta perturbadora no deseada de un grupo de
nios puede aumentar, en pocas semanas, de un 8,7% a la alarmante cifra de 50%. Y slo con
la atencin que se presta a esta conducta!
Ampliar la trampa de la autocrtica
Examinemos ahora una ampliacin de la trampa de la crtica que, en no pocas ocasiones,
hace perder la paciencia a adultos con un trastorno mental. Esta trampa fue investigada por
Viktor E. Frankl y es una combinacin de tres factores: egocentrismo, negatividad e
hiperreflexin. Veamos qu significa esto.
El egocentrismo no es lo mismo que el egosmo, aunque existen ciertos paralelismos entre ambos. Egocentrismo no significa necesariamente que se pretenda conseguir una ventaja
personal, incluso a costa de los dems. Se trata, simplemente, de una atencin excesiva hacia
el propio yo, frente a la cual todo lo que hay alrededor se desvanece vagamente; significa una
ocupacin excesiva con uno mismo.
La negatividad tampoco es lo mismo que el pesimismo, aunque tambin se puedan reconocer paralelismos. Sin embargo, as como la actitud pesimista dibuja el futuro con los
colores ms oscuros, lo que hace la negatividad es atenuar el colorido de todas las imgenes y
momentos. La negatividad siempre hace ver lo malo, el pelo en la sopa, y, de este modo, crea
una visin del mundo en la que todo parece exageradamente negativo, pernicioso y triste.
La hiperreflexin se puede definir como una cavilacin compulsiva y perjudicial alrededor
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de una nica cosa. Es como quedarse encallado en algo que atrapa al afectado y ya no lo deja
en paz. Es prcticamente una sobrevaloracin de un hecho individual de la vida que es izado al
primer plano del pensamiento, dejando que los otros contenidos vitales se sumerjan en un
segundo plano.
El denominador comn de los tres fenmenos es obvio. Limitan, cada uno a su manera, la
percepcin espiritual del individuo y lo centran en s mismo, en lo negativo que le rodea y en un
detalle que absorbe toda su atencin. Combinados, los tres centran a la persona en una notoria
insatisfaccin con un determinado asunto desagradable de su vida en torno al cual giran todos
los pensamientos y aspiraciones, como una aguja pegada a un surco de un viejo disco rayado,
repitiendo eternamente unos cuantos acordes desentonados.
Una vez tuve un paciente cuyo problema principal era el mal empleo que haca de su
tiempo. En vez de llevar a cabo, desde el placer o la razn, lo que corresponda a cada
momento, el hombre siempre se pona a pensar largo y tendido sobre lo que iba a hacer o sobre
lo que debera haber hecho haca tiempo. Esto le llevaba a mostrarse completamente incapaz
de realizar cualquier cosa. Malgastaba la mayor parte del tiempo en cavilaciones estriles y
cuando, al final, comprobaba una vez ms que no haba adelantado nada, incurra en violentos
reproches hacia su persona, los cuales, de nuevo, le volvan a costar tiempo y fuerzas y le
impedan actuar con sentido. De vez en cuando, tena momentos lcidos en los que tomaba la
decisin de poner definitivamente orden en el caos de sus asuntos, pero esos momentos slo
daban resultados a corto plazo, como sucede con los nios del experimento citado con
anterioridad, que slo se sientan provisionalmente tras los reiterados requerimientos de sus
profesores. A largo plazo, el hombre reaccionaba siempre con una nueva indecisin pasiva,
porque, debido a su permanente autocrtica, se calificaba a s mismo de incapaz de emplear
su tiempo y consideraba sus esfuerzos intiles por adelantado. La autocrtica debilitaba su
resistencia a la debilidad criticada.
Sin embargo, aparte de los problemas, en la vida de este hombre tambin haba parcelas
sanas e intactas desde las que poder generar esperanza. Una era un oficio que le gustaba y en
el que su labilidad no le supona ningn obstculo, porque tena un ritmo de trabajo impuesto
con exactitud. La otra era una esposa que le apoyaba generosamente. Su problema slo se
volvi peligroso cuando, un da, dej de hallar sostn en las parcelas intactas de su vida,
porque las dos desaparecieron casualmente una temporada. El matrimonio estaba de
vacaciones en un balneario y la mujer se fue a casa con motivo de una celebracin familiar. Por
tanto, el hombre no tena nada especial que hacer y se qued a solas con su incapacidad para
estructurar el tiempo libre. A los pocos das dej de levantarse pronto, no aprovechaba el sol
que se introduca cordialmente por la ventana ni las exquisitas ofertas curativas del lugar, y no
poda pensar en otra cosa que no fuera su indecisin con respecto a cualquier iniciativa que se
le exigiera. Su desesperacin aument hasta tal punto que el mdico del balneario lo mand a
mi consulta.
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La llave que abre la trampa
La logoterapia de Viktor E. Frankl dispone de una llave especial llamada desreflexin para abrir la trampa aqu descrita.
Retomemos brevemente el experimento de la psicologa conductista con la clase de
escolares para explicar el funcionamiento de la desreflexin. Hemos llegado a la conclusin de
que el elogio es mejor que el castigo, como reza una de las mximas de la terapia conductista.
En su arte de la observacin, la logoterapia va un paso ms all y pregunta por los motivos
humanos originales, por la voluntad de sentido. Cundo le parece a un profesor que es razonable censurar o castigar? Suponemos que cuando percibe un comportamiento negativo de
los alumnos. Y cundo le parece que es razonable elogiar y apreciar? Suponemos que cuando
percibe un comportamiento positivo de los alumnos. Por tanto, si los alumnos de comportan
alternativamente de forma favorable o desfavorable, como corresponde a la realidad, la
inclinacin del profesor a elogiar o castigar depender esencialmente de su inclinacin a
percibir lo positivo o lo negativo. Aquello a lo que l preste principalmente su atencin ser lo
que desencadene su reaccin. Dicho de otro modo: la eleccin que el maestro hace a la vista de
la impresin general de la clase decide sobre la eleccin que l hace en su propia conducta. Un
profesor que se fija preferentemente en el buen comportamiento de sus alumnos y pasa por
alto el malo, hallar, naturalmente, ms motivo para el elogio que un profesor que no pierde de vista (y guarda en su mente) ante todo la conducta mala de sus escolares.
Por consiguiente, nuestra percepcin espiritual es una sonda para el bien y el mal que
decide cul de las dos cosas nos importa definitivamente, es decir, determina la calidad de los
impulsos que llegan a nuestra ms ntima capacidad de pensar, sentir y comprender, que
estimulan nuestro obrar y que seleccionan nuestro caminar. Quien, con sus ojos espirituales,
mira ms lo agradable, tiene motivos para estar alegre; quien slo mira lo deplorable,
tiene motivos para estar triste.
Al final de la descripcin del experimento aparece una frase muy instructiva: Cuando los
nios volvieron a recibir elogios, retorn tambin su disposicin al trabajo. Volver a elogiar no
resulta difcil en un ensayo: se castiga o se premia segn lo indique el director del
experimento. Sin embargo, qu sucede en la realidad? Supongamos que una clase est
realmente viciada y los alumnos registran una conducta perturbadora media del 31,2% que,
en determinados das, llega a superar el 50%. Cmo puede el profesor volver a elogiar a sus
alumnos? Ningn maestro se alegra de tener a una cuadrilla de nios desobedientes y
alborotados que se levantan constantemente de su sitio. Con toda probabilidad, el profesor se
enfadar con vehemencia. Y tiene entonces que ponerse a elogiar de repente? Exactamente
esto es lo que les sucede a los pacientes cautivos en la trampa de la autocrtica. Tienen
enormes problemas con ellos mismos y, a pesar de ello, deben abandonar su egocentrismo y su
negatividad y ocupar sus pensamientos con algo completamente distinto; con cualquier cosa
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menos lo negativo que les afecta a ellos mismos. Pero pueden hacerlo?
S pueden. Los profesores tambin pueden elogiar a los alumnos malos... cuando lo
merezcan. Los egocntricos tambin pueden percibir afectuosamente al prjimo, los
pesimistas tambin pueden desarrollar optimismo... pero deben corregir un poco la percepcin
espiritual. La sonda para el bien y el mal debe reorientarse del bien hacia el mal, hacer
olvidar lo negativo y acentuar lo positivo. Debe contraponer a la parcialidad anterior una
parcialidad opuesta conscientemente perseguida que genere un equilibrio sano: esto es la
desreflexin.
Por ello, mi irresoluto paciente necesitaba una tarea a la que poder entregarse por
completo durante el tiempo libre (a pesar de su problema de empleo del tiempo). Una actividad
que se impusiera sobre sus pensamientos, abriera su corazn y le hiciera levantarse de la cama
de un salto con la esperanza puesta en su realizacin. Y tambin un profesor que debe ensear
a leer a los alumnos que empiezan necesita una tarea ms all de la actividad cotidiana, una
obra en cuya evolucin l pueda medir sus fuerzas, y si los alumnos son traviesos, con ms
razn todava. Una tarea dotada de un profundo sentido rene en s misma todos los criterios
que impiden el egocentrismo, la negatividad y la hiperreflexin, y conduce ms all del yo,
porque siempre incluye una parte del mundo exterior a la que hay que dar forma. Esta tarea se
experimenta en todo momento como positiva, porque, si no fuera as, tampoco tendra sentido,
y requiere toda la concentracin de quien se dedica a ella, lo cual impide cualquier
hiperreflexin en torno a un pequeo problema marginal. Por ello, en el proceso curativo de la
desreflexin tan slo se necesita descubrir una tarea llena de sentido y dedicarse a ella con
entrega intensa. Acto seguido, el cerrojo de la trampa de la autocrtica se abrir y volver a
liberar al alma preocupada.
Donde hay voluntad de sentido, hay un camino
Una tarea se considera llena de sentido en funcin de las circunstancias existentes en
cada caso. Un profesor podra, por ejemplo, fijarse el objetivo de detectar y estimular los
principales rasgos de aptitud y talento de los nios que tiene a su cargo. Esto significa que l,
aparte de las materias del plan de estudios que debe impartir, incluira en la clase es