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M É X I C O LA PERPETUACIÓN DE LA TORTURA Y LA IMPUNIDAD junio de 1993 Índice AI: AMR 41/01/93/s Distr: SC/CO/GR SECRETARIADO INTERNACIONAL, 1 EASTON STREET, LONDRES WC1X 8DJ, REINO UNIDO TRADUCCIÓN DE EDITORIAL AMNISTÍA INTERNACIONAL, ESPAÑA

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M É X I C O LA PERPETUACIÓN DE LA TORTURA Y LA IMPUNIDAD

junio de 1993 Índice AI: AMR 41/01/93/s Distr: SC/CO/GR SECRETARIADO INTERNACIONAL, 1 EASTON STREET, LONDRES WC1X 8DJ, REINO UNIDO TRADUCCIÓN DE EDITORIAL AMNISTÍA INTERNACIONAL, ESPAÑA

Índice AI: AMR 41/01/93/s Amnistía Internacional, junio de 1993

M É X I C O LA PERPETUACIÓN DE LA TORTURA Y LA IMPUNIDAD Introducción En septiembre de 1991 Amnistía Internacional publicó un informe titulado México: Tortura e impunidad, Índice de AI: AMR 41/04/91/s, que resumía las preocupaciones de la organización con respecto a las prácticas extendidas de la tortura y los malos tratos perpetrados en México por los agentes encargados de hacer cumplir la ley. La publicación incluía, asimismo, una serie de recomendaciones a las autoridades mexicanas para poner fin a tales abusos. El informe

de Amnistía Internacional sirvió como punto de partida para el lanzamiento de una campaña contra la tortura y la impunidad en México. Desde la publicación del informe, el gobierno mexicano ha adoptado medidas legislativas y administrativas que, de haber sido puestas en práctica de manera eficaz, habrían satisfecho algunas de las recomendaciones que en él se formulaban. Entre las medidas adoptadas está la Ley de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, promulgada en junio de 1992, que estipula el rango constitucional de esa comisión y su independencia reglamentaria, así como la creación, dentro del plazo de un año, de otras comisiones similares en cada estado mexicano. Las medidas incluyen, asímismo, la reforma de la Ley Federal para Prevenir y Sancionar la Tortura. Por otro

lado, las autoridades mexicanas y el presidente Carlos Salinas de Gortari continúan haciendo declaraciones públicas comprometiéndose a frenar la práctica de la tortura y a poner fin a la impunidad de que se benefician los responsables. Sin embargo, y a pesar de estas medidas, han continuado recibiéndose de México denuncias de malos tratos y del uso generalizado de la tortura por parte de los agentes encargados de hacer cumplir la ley. Estas continuas violaciones de derechos humanos en México instaron al Comité Contra la Tortura de las Naciones Unidas, en su reunión de noviembre de 1992, a expresar fuertes críticas contra la trayectoria de los derechos humanos en México cuando este país

presentó su primer informe ante ese organismo y describió las medias adoptadas para poner en práctica la Convención Contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, de la ONU. Si bien el Comité recibió con agrado ciertas medidas adoptadas por México ─entre ellas la creación de la Comisión Nacional de Derechos Humanos─ observó que, no obstante, al parecer la tortura y la impunidad se habían extendido en México. El Comité hizo un llamamiento al gobierno para que tomase las medidas necesarias que permitiesen poner en vigor las reformas adoptadas. Amnistía Internacional ha continuado recibiendo pruebas del uso extendido de la tortura en México. Desde su publicación del informe México: Tortura e impunidad, la organización ha observado

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muy de cerca la situación de los derechos humanos en ese país y ha enviado dos delegaciones, una en febrero y otra en agosto de 1992, para investigar las denuncias continuas de tortura y de otras violaciones de derechos humanos. Los delegados que visitaron México en febrero de 1992 se trasladaron a zonas rurales muy remotas para investigar denuncias de torturas y otros abusos cometidos contra campesinos y miembros de comunidades indígenas. La segunda delegación se ocupó de investigar denuncias de tortura y otras violaciones relacionadas con la administración de justicia, y visitó varias cárceles del país. Ambas delegaciones encontraron pruebas que confirmaban las denuncias del uso continuo de la tortura y de

los malos tratos en México, y del hecho de que muchos de los responsables de estas prácticas no rinden cuentas ante la justicia del país. Reformas adoptadas para consolidar la prohibición del uso de la tortura en el sistema de justicia penal mexicano En diciembre de 1991 el gobierno mexicano aprobó una modificación a la Ley Federal para Prevenir y Sancionar la Tortura (véase la página 31 del documento México: Tortura e impunidad) en respuesta al creciente número de quejas ante su aparente ineficacia. Aparentemente nunca se había condenado a funcionario público alguno en aplicación de esa ley, pese a las numerosas denuncias de casos de tortura presentadas a las autoridades desde su promulgación.

Las reformas, que entraron en vigor en enero de 1992, han incorporado nuevas salvaguardias para proteger a los acusados de la tortura y de otras formas de coacción durante las investigaciones; las penas por el uso de la tortura han aumentado a un máximo de 12 años de encarcelamiento e incluyen cláusulas que estipulan el pago de indemnizaciones a las víctimas por parte de los culpables. Las medidas legislativas adoptadas por el gobierno mexicano para poner fin a las violaciones de derechos humanos, además de las reformas realizadas en el Código Penal y en el Código Penal del Distrito Federal, que entraron en vigor en 1991 y que, entre otras cosas, estipulan que a los acusados que no hablen español se les proporcione un intérprete, han ampliado las salvaguardias constitucionales contra la tortura. Limitaciones de las reformas Amnistía Internacional ha recibido con agrado las reformas legislativas y administrativas anunciadas por el gobierno mexicano, pero la organización expresa profunda inquietud por el hecho de que la tortura continúa siendo una práctica generalizada y porque raras veces se les exige a los torturadores rendir cuentas de sus acciones. Abusos cometidos por los agentes encargados de hacer cumplir la ley Casi todos los informes sobre tortura y otras violaciones de

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derechos humanos recibidos por Amnistía Internacional siguen estando relacionados con la administración de justicia, principalmente en las fases de investigación y procesamiento de los procesos penales (véase página 39 de México: Tortura e impunidad). Las etapas iniciales de investigación en México siguen siendo responsabilidad exclusiva del fiscal del Ministerio Público, que depende de la Procuraduría de Justicia. Por consiguiente, el Ministerio Público, que es responsable de la policía judicial, acapara el monopolio sobre los procesos penales en México: Tiene bajo su cargo la investigación y el procesamiento de los delitos bajo su jurisdicción; la consecución, la evaluación y posterior

presentación de las pruebas ante los tribunales; el solicitar que se impongan las condenas; y el asegurar que se respeten los derechos jurídicos y las garantías de los acusados, incluido el derecho a un procesamiento apropiado. El Ministerio Público tiene también bajo su cargo la investigación de las violaciones de derechos humanos, incluidas las cometidas por los funcionarios de policía que se encuentran bajo su responsabilidad, lo cual aparentemente imposibilita la objetividad de tales investigaciones. Según los informes que Amnistía Internacional recibe con regularidad, la tortura, los malos tratos y otras formas de coacción continúan utilizándose durante las etapas iniciales de la investigación como forma de obtener una confesión del acusado. Según los observadores de la situación de los derechos humanos en México,

los miembros de la policía judicial a cargo de las investigaciones siguen utilizando la tortura y los malos tratos de manera frecuente. Entre los métodos de tortura que se denuncian con mayor frecuencia figuran los golpes y patadas; la introducción forzada de agua con gas por los orificios nasales de la víctima (Tehuacanazo); la semi-asfixia con bolsas de plástico (la bolsita); la inmersión forzada (pozole) y la intimidación de la víctima con amenazas de muerte. Amnistía Internacional ha recibido también denuncias sobre el uso de otros métodos, como las descargas eléctricas con picanas; la suspensión por las muñecas durante largos períodos, y la privación de alimentos. La policía coacciona de nuevo a muchas de las víctimas con amenazas de tortura para que confirmen la confesión forzada ante

el Ministerio Público y para que la firmen. Amnistía Internacional sabe de muchos casos en los que el fiscal del Ministerio Público ha pasado por alto estas prácticas y que, en algunas ocasiones, ha estado presente mientras se torturaba a los detenidos. Esta práctica la han confirmado a nuestra organización miembros de la policía judicial federal, de la policía judicial del Distrito Federal y de la policía del Estado entrevistados por delegados de AI durante su visita a México en agosto de 1992. La organización reitera, por consiguiente, sus recomendaciones al respecto a las autoridades mexicanas, incluidas en la página 49 del informe México: Tortura e impunidad, bajo el epígrafe "Separación de poderes entre la autoridad responsable de la detención y la responsable del interrogatorio de los detenidos".

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Abusos en la administración de justicia Pese a las reformas legislativas y administrativas adoptadas por el gobierno mexicano para impedir la utilización de confesiones forzadas durante el procesamiento, este tipo de confesiones obtenidas ilegalmente se siguen admitiendo como prueba en la mayoría de los tribunales pertinentes. Siguen sin modificarse las leyes mexicanas que dan prioridad a la confesión inicial de un detenido independientemente de las circunstancias bajo las cuales ésta se haya obtenido. En muchos casos de los que Amnistía Internacional

ha tenido conocimiento, los tribunales no han revisado las confesiones supuestamente obtenidas bajo coacción, a pesar de que las denuncias de tortura hechas por los acusados han sido apoyadas por certificados médicos que confirman las lesiones. FOTO 1 Por ejemplo, Pablo María Jonathan Molinet Aguilar, estudiante y poeta de 18 años de edad, fue arrestado sin mandamiento judicial el 24 de marzo de 1992 en Salamanca, Guanajuato, por miembros de la policía judicial del estado. Permaneció en régimen de incomunicación durante varias horas durante las cuales le dieron palizas, golpes en los oídos, recibió amenazas de muerte y le forzaron a firmar un documento en blanco. El Ministerio Público que fue testigo de su arresto arbitrario, desestimó sus denuncias

de haber sido torturado y, con el único fundamento de la confesión forzada, lo llevó ante los tribunales bajo una acusación de asesinato. El Ministerio Público no respetó el período máximo de detención prejudicial, que nunca debe exceder las 24 horas: Pablo Molinet no fue presentado ante los tribunales hasta el 26 de Marzo, 45 horas después de su arresto. Pablo Molinet llevó ante el juez la queja de haber sido mantenido incomunicado y torturado. Declaró ante el juez que le habían forzado a firmar un documento en blanco bajo tortura (que dos exámenes médicos independientes confirmaron). Pese a las graves y bien documentadas irregularidades que rodearon el arresto de Pablo Molinet, a su detención prejudicial, en la que se aplicaron en régimen de incomunicación y torturas, y a pesar

de la falta de pruebas, salvo su confesión forzada, que justificasen los cargos en su contra, se le mantuvo bajo custodia en la cárcel local en espera del juicio. ILUSTRACIÓN: Parte de una tira humorística representando el caso de Pablo Molinet Aguilar publicada en un número de la revista semanal mexicana Filo Rojo en noviembre de 1992. El texto subraya la contradicción entre la sofisticada estructura legal y la práctica brutal que se da en los casos de investigaciones penales. Hasta el momento de redactar este informe, Pablo Molinet Aguilar continuaba en la cárcel esperando sentencia. Pese a las

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denuncias presentadas ante las autoridades estatales y nacionales, los responsables de la tortura aún no han sido enjuiciados. En Marzo de 1992 se presentó en su nombre una denuncia ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos. El 5 de abril de 1993, más de un año después del incidente, la Comisión formuló una recomendación a las autoridades del estado de Guanajuato pidiendo que se efectuara una investigación sobre su arresto arbitrario y tortura. Amnistía Internacional aún no tiene conocimiento alguno de que se haya llevado a cabo esta recomendación. Otras reformas, los mismos abusos

También se incumplen con frecuencia otras reformas de la legislación mexicana que aparentemente se habían adoptado para asegurar la protección de los derechos del acusado, y especialmente las que pretendían impedir arrestos sin mandamiento judicial; proporcionar observadores a partir del momento del arresto e intérpretes a los acusados que no hablan español; proporcionar exámenes médicos a los detenidos; y desestimar las confesiones como única prueba en los procedimientos penales. Por ejemplo, Amnistía Internacional continúa recibiendo informes sobre acusados indígenas que no hablan español y que no tuvieron acceso a un intérprete durante el interrogatorio policial, durante sus declaraciones ante el Ministerio Público ni durante

audiencias posteriores ante el tribunal, pero que sin embargo fueron puestos bajo custodia formal con el único fundamento de sus presuntas confesiones. FOTO: Manuel Manríquez San Agustín El músico Manuel Manríquez San Agustín, miembro de la comunidad indígena Otomí, de Ranchería Piedra Blanca, Tutotepec, estado de Hidalgo, fue arrestado sin mandamiento judicial por la policía judicial del Distrito Federal en Ciudad de México el 2 de junio de 1990. Manuel Manríquez, que no hablaba español en el momento del arresto, permaneció bajo custodia policial en régimen de incomunicación durante cuatro días. Durante ese tiempo lo torturaron brutalmente con palizas, semiasfixia, quemaduras y descargas

eléctricas, y luego le forzaron a "firmar" unos papeles que no entendía. Se le acusó de asesinato y fue puesto a disposición de un juez quien, basándose en la "confesión firmada" del acusado, envió a Manuel Manríquez San Agustín al Reclusorio Preventivo Norte, una prisión en Ciudad de México, bajo acusación de asesinato. A pesar de la ilegalidad de su arresto y de las marcas apreciables de tortura, que un médico de la cárcel certificó con posterioridad, así como de la ausencia de pruebas que respaldasen las acusaciones, salvo sus declaraciones firmadas sin mediación de intérprete a Manuel Manríquez San Agustín se le condenó a 24 años de cárcel en julio de 1991. Esta sentencia fue ratificada en apelación en febrero de 1992 pese a la ausencia de cualquier otra prueba. Su caso también fue llevado ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos que hasta

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la fecha no ha emitido declaración alguna a su favor. Desde su arresto, Manuel Manríquez ha aprendido a hablar y a escribir el español y en septiembre de 1991 fundó, junto con otros presos indígenas, la Comisión de Defensa Campesina e Indígena del Comité Ricardo López Juárez, organización de defensa de los derechos humanos que lucha activamente a favor de los derechos de los indígenas y de los presos encarcelados en el Reclusorio Preventivo Norte y en otras cárceles mexicanas. ILUSTRACIÓN: El caso de Manuel Manríquez San Agustín ilustrado por sus compañeros de prisión.

Desde su encarcelamiento, Manuel Manríquez se ha mantenido cada vez más activo en la lucha contra la tortura y las violaciones de derechos humanos en México. Por ejemplo, el 1 de abril de 1993 se unió a una huelga de hambre que llevaron a cabo más de 50 prisioneros en varias cárceles mexicanas. Los detenidos hicieron un llamamiento por el cese de la tortura y pedían juicios imparciales y sin demoras dentro del sistema mexicano de justicia penal. Violaciones de derechos humanos de los miembros de las comunidades indígenas Las víctimas de la tortura en México forman parte de todo el orden social, pero es más frecuente que pertenezcan a los sectores

más desfavorecidos de la población. Amnistía Internacional continúa recibiendo informes de tortura y de otras violaciones de derechos humanos cometidos contra campesinos y miembros de la comunidades indígenas que generalmente carecen del poder, del conocimiento o del asesoramiento que les permita defender sus derechos individuales ante las actuaciones abusivas de funcionarios. Son la víctima más frecuente de la ineficacia de las reformas emprendidas por el gobierno mexicano para evitar este tipo de abusos. Por ejemplo, el 29 de marzo de 1993, 13 miembros de la comunidad indígena Tzotzil de San Isidro el Ocotal, municipalidad de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, fueron arrestados de manera arbitraria por miembros del Ejército Mexicano, quienes afirmaron que los indígenas eran los responsables del asesinato, cometido

el día 20 de marzo de 1993, de dos miembros de las Fuerzas Armadas. Los detenidos estuvieron en régimen de incomunicación bajo custodia militar hasta su traslado a la sede del Ministerio Público en San Cristóbal de las Casas el día 30 de marzo, donde quedaron detenidos. Según un informe emitido por la VII Región Militar del Ejército Mexicano, el día 29 de marzo, antes de presentar a los detenidos ante las autoridades fiscales, éstos "confesaron" su participación en el secuestro y el asesinato de dos cabos del ejército quienes, supuestamente, habían descubierto un aserradero ilícito en los alrededores de San Isidro el Ocotal en un área donde la tala de árboles está prohibida, y de haber ayudado a ocultar los cuerpos.

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Pero según los detenidos, así como según los informes de miembros de la comunidad de San Isidro el Ocotal, de las organizaciones de derechos humanos locales y de Samuel Ruiz García, Obispo de San Cristóbal de las Casas y conocido luchador a favor de los derechos humanos, los trece indígenas detenidos por el Ejército fueron forzados bajo tortura, y sin la presencia de un intérprete, a confesar su participación. San Isidro el Ocotal es una colectividad campesina de 46 familias Tzozil. Según parece, en los días que siguieron al secuestro y la muerte de los dos oficiales del ejército, la comunidad fue

sitiada por una unidad del ejército que efectuó arrestos, registros domiciliarios sin mandamiento judicial, y varios miembros de la comunidad fueron torturados con el fin de obtener las confesiones de culpabilidad de los asesinatos. Según los informes, la tortura incluyó palizas y patadas, simulacros de ejecución delante de familiares y amenazas de violación. Después de una campaña llevada a cabo por activistas locales en pro de los derechos humanos, los 13 detenidos Tzozil fueron puestos en libertad el 31 de marzo por falta de pruebas que respaldaran la acusación de asesinato por parte del ejército. Según los informes, la mayoría de los detenidos mostraban lesiones en consonancia con sus denuncias de tortura. Amnistía Internacional no tiene conocimiento de que las personas responsables de los

arrestos ilegales y de la tortura y malos tratos infligidos a los 13 detenidos hayan sido procesados, ni de que las víctimas hayan sido indemnizadas, a pesar de las denuncias presentadas en su nombre ante las autoridades locales y nacionales. Ineficacia del recurso de amparo Según informes, el recurso de amparo (véase página 47 de México: Tortura e impunidad) continúa siendo ineficaz como instrumento que proteja a los detenidos de la tortura durante la fase inicial del arresto: esto se debe, aparentemente, a la lentitud inherente en el desarrollo de los trámites judiciales. También ha demostrado ser un método ineficaz para recusar las decisiones del tribunal basadas en confesiones forzadas. En el caso de Manuel Manríquez

San Agustín, mencionado con anterioridad, la víctima presentó en febrero de 1992 un recurso de amparo contra la decisión del Tribunal de Apelaciones que había confirmado su sentencia. En el momento de redactar este documento todavía se desconocen los resultados de su recurso de amparo. Manuel Manríquez San Agustín continúa en prisión en Ciudad de México y, pese a las pruebas de tortura y de que su detención fue ilegal, los responsables no han sido llevados ante la justicia, ni suspendidos de sus funciones. En el caso de Pablo Molinet Aguilar, igualmente mencionado con anterioridad, se presentó un recurso de amparo a su favor el 20 de abril de 1992. El juez dictó una sentencia favorable el 3 de agosto de 1992 y recomendó su libertad incondicional. La decisión

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se basaba en el hecho de que había sido arrestado sin una orden judicial y coaccionado por la policía para obtener una confesión de culpabilidad. Pese a este dictamen favorable, el tribunal que tiene a su cargo el caso de Pablo Molinet dictaminó en contra de su libertad y ordenó que continuase el juicio. El recurso de amparo continúa siendo, por tanto, inaccesible para un amplio sector de la población que carece de los medios y de la asesoría legal para ejercerlo. Tortura en las cárceles mexicanas

Amnistía Internacional ha continuado recibiendo informes de casos de tortura y malos tratos en las cárceles mexicanas. El 28 de junio de 1992, por ejemplo, Pablo Rodríguez Santoy, de 36 años, y Francisco Cejudo Pandilla, de 27, presidiarios en la cárcel estatal de San Luis Potosí y acusados de preparar su fuga, fueron golpeados y recibieron patadas y amenazas de "desaparición" por parte del director de la cárcel. El mismo, se dice, acusó a ambos presos de estar preparando su fuga, si bien nunca llegó a presentar una denuncia en su contra; en su lugar, ordenó el encarcelamiento de estas personas en celdas de castigo ("tapadas"), sin alimentos, instalaciones sanitarias ni atención médica. Ambos permanecieron tres días en estas condiciones y recibieron golpes de los carceleros. Se llegó a saber la condición en que estaban estos presos cuando

uno de los familiares solicitó una investigación el día 2 de julio. Los dos hombres fueron devueltos a sus celdas, pero los funcionarios de la cárcel, emtre ellos el personal del departamento de psicología de la misma, continuaron hostigándoles con la intención aparente de que cesasen sus quejas. El director de la cárcel fue destituido de su cargo tras fuertes protestas ciudadanas. La Comisión Nacional de Derechos Humanos también emitió una recomendación (97/1992) a favor de los dos reclusos exigiendo una investigación completa, así como el procesamiento de los culpables. Sin embargo, Amnistía Internacional no ha tenido noticia de que el director de la cárcel ni otros funcionarios de la misma que hubiesen participado en la tortura y los malos tratos de los presos, hayan sido llevados ante la justicia.

La legislación mexicana prohibe el uso de celdas de castigo en las cárceles o centros de detención, si bien Amnistía Internacional ha recibido varios informes de su existencia y de su uso en diversas cárceles de México. Los funcionarios de la cárcel de San Luis Potosí donde se encontraban Pablo Santoy y Francisco Pandilla habían, por ejemplo, han negado con anterioridad la existencia de celdas de castigo en esa prisión. Solamente llegó a reconocerse oficialmente este hecho al producirse un escándalo público a raíz del caso Santoy-Pandilla. Cuando Amnistía Internacional visitó la cárcel en agosto de 1992 y los delegados entrevistaron a Pablo Santoy y a Francisco Pandilla se acababa de pintar las "tapadas" y los funcionarios de la cárcel entrevistados negaron el uso de éstas como celdas de castigo.

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Inmunidad al enjuiciamiento Amnistía Internacional sigue creyendo que la razón principal del uso continuo de la tortura y de los malos tratos en México es la inmunidad de que disfrutan los agentes encargados de hacer cumplir la ley que llevan a cabo las torturas. Las autoridades mexicanas, incluyendo la Comisión Nacional de Derechos Humanos, han declarado que únicamente se investigarán las denuncias de tortura que estén ampliamente documentadas, dejando así de cumplir con su obligación de investigar en profundidad todas las denuncias de tortura, tal

como exigen los instrumentos internacionales de derechos humanos firmados y ratificados por México. La impunidad ha continuado, además, beneficiando a los responsables de ciertos casos que han sido ampliamente documentados y presentados al Ministerio Público y respaldados por las correspondientes recomendaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos del Gobierno de México. FOTO: Amir Aboud Sattar, momentos después de su arresto el 14 de junio de 1991. Amir Aboud Sattar fue arrestado sin orden judicial el 14 de junio de 1991 en su casa en San Luis Potosí, por funcionarios de la policía federal judicial y por un delegado de la Procuraduría General de la República. Durante su traslado a la cárcel recibió

golpes y patadas y se abusó sexualmente de él. Permaneció en la cárcel hasta el 27 de junio. Los primeros cuatro días estuvo en régimen de incomunicación encerrado en una celda de castigo. Ante el gran número de denuncias presentadas en relación a este caso, una delegación de la Procuraduría General de la República visitó San Luis Potosí el 19 de junio para investigar los hechos. La delegación entrevistó al preso y ordenó que se le hiciese una revisión médica que demostró la existencia de lesiones que confirmaban las denuncias de tortura formuladas por el preso. La delegación recomendó su libertad inmediata y el enjuiciamiento de los responsables de sus torturas. En agosto de 1991, Amir Aboud Sattar presentó una denuncia sobre su caso a la Comisión Nacional de Derechos Humanos que publicó una recomendación (39/92) en marzo de 1992, exigiendo que los responsables fuesen llevados ante la

justicia. FOTO: Amir Aboud Sattar fotografiado en agosto de 1992 en la oficina del Centro Potosino de Derechos Humanos, la organización de derechos humanos que ayudó a fundar. Pese a las denuncias presentadas contra los supuestos responsables de haber torturado a Amir Aboud Sattar y de los dos informes oficiales que confirman los alegatos del demandante, los responsables de su arresto ilegal y de la tortura que se le infligió no han sido llevados ante la justicia. Es más, el 8 de julio de 1992, la Procuraduría General de la República hizo una declaración pública que contradecía su informe inicial sobre el caso de Amir

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Aboud Sattar que estaba basado en investigaciones forenses y en varios testimonios. La nueva declaración negaba las denuncias de tortura de la víctima, alegando que éstas provenían de sus fantasías sexuales y anunciaba que la Procuraduría no enjuiciaría a los supuestos responsables. Al día siguiente, la Comisión Nacional de Derechos Humanos rechazó públicamente las declaraciones de la Procuraduría General de la República y exigió que la investigación siguiese adelante. Según la información de que dispone Amnistía Internacional, los responsables continúan sin ser enjuiciados. Amir Aboud Sattar se ha convertido en un renombrado activista

de derechos humanos en San Luis Potosí, donde ayudó a fundar la organización no gubernamental Centro Potosino de Derechos Humanos. El 25 de enero de 1992, la comunidad indígena Mixe y Zapoteca de Trinidad Yaveo, en el Estado de Oaxaca, fue atacada por varios miembros de la policía judicial del estado, quienes arrestaron a seis personas, amenazaron a otras, incluyendo a niños, y asesinaron de forma arbitraria a Tomás Diego García (véase México: Violaciones de derechos humanos contra miembros de la comunidad de indígenas Mixes y Zapotecas de La Trinidad Yaveo, Oaxaca, Índice AI: AMR: 41/01/92/s). Las personas arrestadas fueron torturadas y forzadas a firmar confesiones; todos excepto uno fueron puestos bajo custodia y acusados de asesinato. Las numerosas protestas públicas tuvieron como resultado el que las autoridades estatales dejaran a los

detenidos en libertad aunque hasta la fecha todavía no han puesto a disposición de la justicia a los responsables de la tortura de los miembros de la comunidad y de la muerte arbitraria de Tomás Diego García. El 26 de marzo de 1992 la Comisión Nacional de Derechos Humanos hizo pública la recomendación 52/92 a las autoridades estatales de Oaxaca exigiendo una amplia investigación del caso así como la comparecencia de los responsables ante la justicia. En un informe publicado en junio de 1992, la Comisión Nacional de Derechos Humanos alegó que las autoridades habían cumplido en parte con la recomendación 52/92, aunque no existían indicaciones de que se hubiese llevado ante la justicia a los funcionarios relacionados con la tortura y el homicidio. En octubre de 1992 la Comisión informó

a Amnistía Internacional que las autoridades estatales no habían sometido a juicio a los responsables del crimen de La Trinidad Yaveo porque las víctimas y sus familiares no habían presentado una demanda judicial. Esta explicación le resultó aparentemente satisfactoria a la Comisión, pese a las obligaciones que México ha contraído con la firma y ratificación de instrumentos internacionales de derechos humanos (entre ellos la Convención Contra La Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, de las Naciones Unidas) según los cuales debe investigar, sin tener en cuenta la existencia o la inexistencia de denuncias, todos los casos donde se sospeche el uso la de tortura o el homicidio por parte de funcionarios del Estado.

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FOTO: Miembros de la comunidad indígena de La Trinidad Yaveo, Oaxaca, en reunión con los delegados de AI en febrero de 1992 para testificar sobre violaciones de derechos humanos. Seis miembros de la comunidad fueron arrestados arbitrariamente y torturados el 25 de enero de 1992, y a un séptimo, Tomás Diego García, lo mataron arbitrariamente unos miembros de la Policía Judicial del Estado que habían realizado una redada en la comunidad. Ni las víctimas ni la familia del difunto han recibido indemnización y los responsables aún no han sido llevados a juicio. Amnistía Internacional que en su informe México: Tortura e

impunidad había recomendado a la autoridades mexicanas que la ausencia de denuncias no fuese un obstáculo para emprender investigaciones penales sobre supuestas violaciones de derechos humanos está hondamente preocupada por la ausencia de procedimientos penales contra los responsables de la tortura brutal inflijida a seis miembros de la comunidad indígena La Trinidad Yaveo y por el homicidio arbitrario de Tomás Diego García. A la organización también le preocupa la ausencia de indemnización para las víctimas y para la familia del difunto de esta comunidad indígena. Amnistía Internacional continúa profundamente preocupada por la impunidad vigente que beneficia a muchos de los responsables de las graves violaciones de derechos humanos en México. Pese a informes recientes de las autoridades mexicanas según los cuales

varios miembros de las fuerzas de seguridad, especialmente de la policía judicial federal, han sido destituidos y procesados por delitos como la tortura y otras violaciones de derechos humanos, a finales de mayo de 1993 muchos funcionarios bajo investigación siguen libres y Amnistía Internacional todavía no conoce un solo caso de condena por tortura en México. En su informe México: Tortura e impunidad, Amnistía Internacional también recomendaba la suspensión inmediata de las funciones relacionadas con el arresto, custodia o interrogatorio a cargo de funcionarios de las fuerzas del orden público acusados del crimen de tortura. En agosto de 1992 el Director General de Prevención y Readaptación Social informó a los delegados de Amnistía Internacional que no existe un mecanismo eficaz dentro de las fuerzas

de seguridad mexicanas capaz de asegurar que los funcionarios destituidos por violaciones de derechos humanos no vuelvan a ser contratados para ejecutar tareas similares, especialmente en relación a los detenidos. La organización está profundamente preocupada por la inexistencia de despidos de funcionarios responsables de torturas y de otras violaciones de derechos humanos y por la incapacidad para impedir que otras agencias de seguridad gubernamentales les contraten de nuevo. Falta de indemnización eficaz para las víctimas Pese a las reformas jurídicas introducidas en las leyes federales para prevenir y castigar la tortura, que estipulan una

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indemnización para las víctimas, Amnistía Internacional sólo tiene conocimiento de un caso en el que una víctima de tortura y de craso error judicial haya recibido indemnización oficial satisfactoria: el de Joaquín Gallegos, también conocido como Joaquín Capetillo Santana, que fue arrestado por la policía en mayo de 1986 en la ciudad de Villahermosa a la edad de 13 años. Joaquín fué torturado brutalmente y detenido bajo acusaciones falsas basadas en su confesión forzada (véase página 11 de México: Tortura e impunidad). Nunca se le condenó, y permaneció en una cárcel de adultos hasta que fue puesto en libertad en noviembre de 1991 tras numerosas protestas públicas en contra de su dentención y tortura. La

organización está satisfecha por la decisión de las autoridades estatales de Tabasco de dejar en libertad a Joaquín sin acusacion y de darle una indemnización, aunque siente gran preocupación por el hecho de que los funcionarios responsables de su tortura y de cometer abusos graves contra las normas reconocidas internacionalmente para la administración de justicia, incluyendo el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, aún no hayan sido enjuiciados. FOTO Joaquín Gallegos, también conocido como Joaquín Capetillo Santana (a la izquierda) al poco tiempo de ser puesto en libertad sin acusaciones en noviembre de 1991. Fue arrestado en 1986 a la edad de 13 años, brutalmente torturado para que confesase su autoría en un crimen y permaneció en la cárcel en espera de juicio sin ser

condenado. En esta fotografía aparece con René Loyo Cárdenas, un periodista cuya campaña infatigable a favor de Joaquín ayudó a lograr su libertad. En la actualidad, ambos trabajan a favor de los derechos de los niños en México. Según varios grupos de derechos humanos y funcionarios estatales entrevistados por los delegados de Amnistía Internacional en México, la campaña de la organización en contra de la tortura contribuyó a que dejaran en libertad a Joaquín y a su posterior indemnización que consistió en una cantidad de dinero para asegurar un tratamiento adecuado para las lesiones y el trauma psicológico que padeció durante tantos años de encarcelamiento injustificado. Joaquín se encuentra actualmente trabajando a favor de los derechos de los niños en México.

Entre tanto, cientos de víctimas de tortura en México continúan sin recibir indemnización de tipo alguno, aún en los casos en que su tortura y malos tratos han sido reconocidos por las autoridades. Por ejemplo, Guadalupe López Juárez y su hijo Ricardo López Juárez fueron brutalmente torturados en junio de 1990 por miembros de la policía judicial del Distrito Federal acompañados de un procurador especial. Ricardo murió el 24 de junio de 1990 como consecuencia de las lesiones que sufrió bajo tortura (véase página 18 de México: Tortura e impunidad). Tres policías y el procurador fueron arrestados y juzgados por el asesinato de Ricardo pero, a pesar del reconocimiento oficial del secuestro y tortura infligidos

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a Guadalupe por la policía, nadie ha sido condenado por su tortura; ni ella ni el resto de su familia han recibido indemnización como medida de reparación por el asesinato brutal de Ricardo. En noviembre de 1990, el consejo municipal de la localidad donde reside le concedió una medalla a Guadalupe López Juárez por su lucha continua a favor de su hijo y en contra de las violaciones de derechos humanos en México. En 1990, un grupo de presidiarios en el Reclusorio Preventivo Norte, la cárcel de Ciudad de México donde Ricardo estuvo internado, fundó una comisión de derechos humanos a la que, en su honor, decidieron darle su nombre. Sin

embargo, la solidaridad pública hacia las víctimas no impidió que continuase el hostigamiento de la familia de Guadalupe. En julio de 1992, otro hijo de 14 años de edad, Julio Octavio, fue supuestamente secuestrado en las calles de Ciudad de México por unos desconocidos que le interrogaron con amenazas sobre las actividades de su madre a favor de Ricardo, pero nadie fue llevado ante la justicia por este incidente. Desde agosto de 1992 la familia no ha vuelto a ser hostigada, ni ha recibido nuevas amenazas. FOTO Guadalupe López Juárez La Comisión Nacional de Derechos Humanos

Amnistía Internacional está satisfecha con la decisión del gobierno mexicano de otorgar categoría Constitucional a la Comisión Nacional de Derechos Humanos y de crear oficinas parecidas en todos y cada uno de los estados. El Gobierno también le ha otorgado recursos importantes a la Comisión que incluyen más de 400 miembros de personal y un edificio moderno en las afueras de Ciudad de México. Sin embargo, Amnistía Internacional sigue profundamente preocupada por la continua falta por parte de las autoridades mexicanas de cumplir de manera debida con las recomendaciones de la Comisión. Por ejemplo durante sus dos primero años, la Comisión Nacional de Derechos Humanos recibió 10.244 denuncias de supuestas violaciones de derechos humanos y emitió 269 recomendaciones basadas en 235 casos. En su informe publicado en junio de 1992, la Comisión

expresó su preocupación por la falta de cumplimiento debido en el caso de 136 recomendaciones. La Comisión nuevamente hizo pública esta preocupación en su informe de Septiembre de 1992. Por otro lado, pese a que Amnistía Internacional está satisfecha con las declaraciones de la Comisión que exigen el cumplimiento debido de sus recomendaciones, a la organización le inquieta que en varios casos la Comisión haya informado que las recomendaciones se han cumplido a pesar de que existe evidencia que demuestra lo contrario. Por ejemplo, en el caso de Ricardo López Juárez anteriormente mencionado, la Comisión Nacional de Derechos Humanos publicó la recomendación 15/91, en la cual se exigía una investigación detallada que permitiese llevar a los responsables

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ante la justicia, incluyendo al director de la cárcel en la que había estado detenido Ricardo López Juárez y los médicos que falsificaron su certificado de defunción. Si bien Amnistía Internacional recibe con satisfacción la noticia de investigación del caso que permite confirmar la muerte de Ricardo López Juárez bajo tortura, la organización continúa profundamente preocupada por el hecho de que varios de los supuestos responsables aún no han sido llevados ante la justicia. Según informes recibidos, el director de la cárcel responsable de permitir que se torturase a Ricardo López Juárez, no sólo no ha sido juzgado, sino que a mediados de 1992 fue ascendido al cargo de Comandante Adjunto de la policía

federal del Distrito Federal. Con respecto a las posibles ejecuciones extrajudiciales de los tres hermanos Erik Dante, Jaime Mauro y Héctor Ignacio Quijano Santoyo y a la tortura de este último por miembros de la policía judicial federal de Ciudad de México el 14 de enero de 1990, la Comisión Nacional de Derechos Humanos envió dos recomendaciones (3/1991 y 50/1992) a la Procuraduría General de la República exigiendo una investigación exhaustiva y el enjuiciamiento de los responsables. Amnistía Internacional no ha tenido noticia de que se haya arrestado a ningún funcionario en relación a este caso. Las pruebas periciales de las violaciones de derechos humanos sufridas por los tres hermanos aparecieron por vez primera en el

informe de Amnistía Internacional México: Tortura e impunidad, que resumía las averiguaciones del examen pericial llevado a cabo por un experto forense contratado por la organización y que realizó su trabajo a partir de los informes de la autopsia y a fotografías de los cuerpos de las víctimas. Las averiguaciones de Amnistía Internacional que respaldaban las denuncias de tortura infligida a Héctor antes de su asesinato, se enviaron a la Comisión Nacional de Derechos Humanos a solicitud de la misma. Las autoridades mexicanas ordenaron en 1992 un segundo examen forense independiente que confirmó las averiguaciones de AI. A pesar de la clara evidencia de estas graves violaciones de derechos humanos, los responsables de la tortura de Héctor y del asesinato de los tres hermanos aún no han sido enjuiciados en el momento de redactar este informe. El padre de las víctimas, Francisco Quijano García, "desapareció"

de su hogar en Ciudad de México el 21 de junio de 1991. Su cuerpo fue hallado en la misma ciudad en marzo de 1992. Pese a informes según los cuales fue sido visto detenido en la Procuraduría General de la República después de su "desaparición", las autoridades sostienen que su secuestro y asesinato lo llevó a cabo un socio suyo por cuestiones de dinero y concluyeron las investigaciones. En otro caso, un comandante de la policía judicial federal supuestamente responsable del arresto ilegal de Salomón Mendoza Barajas y otras personas y de su tortura en la ciudad de Aguililla en mayo de 1990 (véase página 15 de México: Tortura e impunidad), así como la muerte bajo tortura de Pedro Yescas Martínez en Durango en octubre de 1990 (véase página 24 de México: Tortura e impunidad)

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permanece en libertad pese a las repetidas recomendaciones hechas por la Comisión Nacional de Derechos Humanos. En un informe especial emitido en septiembre de 1991, la Comisión Nacional de Derechos Humanos dijo en relación al asesinato de Pedro Yescas Martínez que el funcionario había sido despedido. No obstante, el 11 de febrero de 1992 la Procuraduría General de la República señaló que en realidad se le había trasladado y ascendido junto con otro funcionario también involucrado en casos de violaciones graves de derechos humanos. Amnistía Internacional cree que a menos que el Gobierno

Mexicano cumpla con su compromiso de enjuiciar a los responsables de casos de tortura y otras violaciones de derechos humanos perpetradas en México, la tortura seguirá siendo generalizada en ese país. Medidas efectivas para erradicar el uso de la tortura y otras graves violaciones de derechos humanos en México: Tal como hemos ilustrado anteriormente, las medidas adoptadas por el gobierno mexicano durante estos últimos años, si bien representan un paso hacia la prevención de las violaciones de derechos humanos, han resultado insuficientes para reducir de manera significativa este tipo de abusos en el país y menos aún para poner fin a los mismos. Su continuidad, así como la impunidad de que siguen

disfrutando sus perpetradores, deberían poner en tela de juicio la eficacia de las medidas tomadas hasta la fecha. Por tanto, Amnistía Internacional hace un llamamiento urgente al Gobierno Mexicano con el fin de que adopte y ponga en práctica de manera eficaz las siguientes recomendaciones. La mayoría de estas recomendaciones están incluidas en informes anteriores presentados al Gobierno por Amnistía Internacional, especialmente las incluidas en el documento México: Tortura e impunidad. Estas recomendaciones, sobre las que Amnistía Internacional continúa expresando su preocupación, también guardan relación con otras violaciones de derechos humanos, aparte de la tortura y de los malos tratos, como son las "desapariciones" y las ejecuciones extrajudiciales.

Recomendaciones: 1.Prevención de las detenciones arbitrarias -Se autorizarán los arrestos sólo en el caso de flagrante delito

o cuando existiera orden judicial. -Todas las detenciones deberán ser practicadas bajo estricto

control judicial y únicamente por personal autorizado. -Los funcionarios de orden público deberán identificarse

adecuadamente y exhibir el correspondiente mandamiento

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judicial en el momento de practicar la detención. -Todas las personas deberán ser informadas, en el momento de su

detención, de los motivos concretos de ésta. -Todos los detenidos deberán recibir, asimismo, una explicación

verbal y escrita, en el idioma que mejor entiendan, de cómo valerse de sus derechos legales, incluyendo el de presentar denuncias por malos tratos.

-Deberá prohibirse que las fuerzas armadas practiquen detenciones,

mantengan a personas detenidas bajo su custodia e interroguen a civiles.

-La conculcación de las anteriores salvaguardias deberá conllevar

la imposición de sanciones disciplinarias o, si corresponde, la comparecencia ante la justicia de los responsables.

2.Prevención de la detención en régimen de incomunicación -Todos los detenidos deberán ser presentados ante un juez a la mayor

brevedad tras su detención y sin sobrepasar el plazo que marca la ley.

-El gobierno deberá supervisar la eliminación efectiva en todas las cárceles de la República de las denominadas "celdas de castigo" y de otras medidas conducentes a tratamientos inhumanos, crueles y degradantes.

-Todos los detenidos deberán tener acceso a familiares y abogados

sin demora tras su detención, y regularmente durante el tiempo que permanezcan detenidos o en prisión.

-El gobierno deberá proporcionar asesoramiento legal gratuito a

los encausados que no dispongan de medios. Además, deberá facilitar sin excepción los servicios de un intérprete a los encausados que no sean de habla hispana.

-Toda detención deberá comunicarse inmediatamente a los familiares o allegados del detenido, a quienes se mantendrá al corriente del paradero de éste en todo momento.

-Las resoluciones que se dicten en los recursos de amparo formulados

en los casos de detención, incluyendo los de detención no reconocida, irregular o arbitraria, deberán poder ejecutarse efectivamente en todo el territorio mexicano.

-Los detenidos y presos únicamente podrán estar en centros de

reclusión oficiales y conocidos, una lista de los cuales deberá difundirse ampliamente.

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-Todos los centros de detención deberán llevar un registro detallado y actualizado, encuadernado y con las páginas numeradas, de la hora de la detención y la identidad de quienes la practicaron, así como la hora en que el detenido compareció ante el agente del Ministerio Público y ante la autoridad judicial.

3.Control estricto de los procedimientos de interrogatorio -El interrogatorio deberá realizarse en presencia de un abogado

para asegurar que las declaraciones que se toman al detenido se prestan libremente y no como resultado de coacciones.

-Además del abogado, en el interrogatorio de mujeres detenidas

deberá estar presente una funcionaria. -Los niños sólo podrán ser interrogados en presencia de uno de sus

padres o de un familiar próximo y su abogado. -Deberá hacerse constar con claridad en un registro la fecha, hora

y duración de cada período de interrogatorio, así como los nombres de todas las personas presentes en el mismo. Estos registros estarán abiertos al examen judicial y

a la inspección de los abogados y familiares de los detenidos.

-El gobierno deberá publicar las directrices vigentes que rigen

los procedimientos de interrogatorio y revisar periódicamente tanto dichos procedimientos como la práctica, invitando a que colaboren y formulen recomendaciones los grupos de derechos civiles, los abogados defensores, los colegios de abogados y otras partes interesadas.

4.Separación de poderes entre la autoridad responsable de la

detención y la responsable del interrogatorio de los detenidos

-Deberá haber una separación clara y total de poderes entre las

autoridades responsables de la detención y las responsables del interrogatorio de los detenidos.

-Habilitar un organismo, que no intervenga en el

interrogatorio, supervise el estado y la seguridad física de los detenidos.

-Deberán revisarse de acuerdo a dichos principios las funciones

del Ministerio Público, actualmente responsable de la detención, y del interrogatorio del detenido y la apertura de actuaciones penales contra éste.

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5.Prohibición del uso de confesiones obtenidas bajo tortura -Nunca deberán admitirse en los procedimientos legales las

confesiones obtenidas mediante torturas, malos tratos o cualquier otra forma de coacción, salvo como prueba contra los autores de tales actos.

-Deberán revisarse los procesos y sentencias impuestas a los

encausados que fueron condenados sobre la base de

confesiones obtenidas bajo coacción. 6.Aplicación de salvaguardias judiciales -El gobierno deberá propiciar reformas efectivas en el campo

de la administración de justicia, tanto en lo que respecta a los códigos de procedimiento como a la provisión de recursos y a la selección, capacitación y supervisión del personal pertinente.

-Se exigirá que se respete la presunción de inocencia de los

detenidos a lo largo del proceso judicial.

-Los jueces deberán ser enérgicos a la hora de examinar la legalidad

de la detención y el estado físico del detenido, y de investigar todas las alegaciones de tortura.

-Deberán incorporarse a la legislación y a la práctica legal

mexicanas las normas internacionales relativas al poder judicial, incluyendo las contenidas en los Principios Básicos relativos a la Independencia de la Judicatura (ONU).

7.Aplicación de la supervisión judicial de la detención

-Cualquier forma de detención o prisión y todas las medidas que afecten a los derechos humanos del detenido o preso deberán ser sometidos al control efectivo de una autoridad judicial.

-El gobierno deberá prestar especial atención para asegurarse de

que los detenidos más vulnerables en razón de su edad, sexo u otra condición no sufran torturas, malos tratos ni hostigamiento.

-Deberá prohibirse estrictamente el internamiento de menores en

prisiones para adultos.

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-Todos los centros de reclusión deberán recibir la visita e inspección regulares de los representantes de un órgano independiente. Estos inspectores deberán efectuar sus visitas sin preaviso.

-Todo detenido o preso deberá tener derecho a comunicarse con entera

libertad y confidencialidad con los inspectores. Estos deberán tener acceso sin restricciones a todos los registros pertinentes y la facultad de recibir y tramitar las denuncias de los detenidos.

-El órgano de inspección deberá elaborar informes pormenorizados sobre los resultados de cada visita y asegurarse de que se tomen las medidas oportunas para subsanar todos los defectos relativos al trato de los detenidos y presos.

-El órgano de inspección deberá también formular recomendaciones

para mejorar las condiciones de reclusión, de conformidad con las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos (ONU).

8.Garantías médicas adecuadas -Deberá crearse un servicio médico forense independiente,

administrativamente autónomo, que provea dictámenes forenses en todo el ámbito nacional.

-Los detenidos y presos deberán ser sometidos a exámenes médicos

con regularidad, que realizarán profesionales independientes bajo la supervisión de una asociación profesional, de conformidad con los siguientes principios:

•Todos los detenidos deberán ser sometidos a un examen médico

sin dilación después de la detención, antes del interrogatorio y después del mismo.

•Los detenidos deberán recibir un examen médico cada 24

horas durante el periodo de interrogatorio; de forma frecuente y regular a lo largo del tiempo que permanezcan detenidos y presos; e inmediatamente antes de ser trasladados a otro centro o puestos en libertad.

•Dichos exámenes deberán ser realizados personalmente por el

médico autorizado, quien deberá explicar al detenido la importancia de que exista constancia completa y actualizada de su estado.

•Los detenidos deberán ser informados de la importancia de estos

exámenes médicos en la notificación escrita de sus

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derechos. •Los exámenes deberán ser efectuados en privado y exclusivamente

por personal médico, y se dispondrá de las salvaguardias adecuadas para el examen correspondiente de mujeres.

•Todo detenido deberá tener acceso a un médico en todo momento. •Deberá llevarse un control médico pormenorizado de los

detenidos en los que figurará su peso, estado

nutricional, señales visibles en el cuerpo, estado psicológico y sus quejas sobre su estado de salud o el trato recibido.

•Estas fichas deberán ser confidenciales, pero su contenido

se comunicará, a petición del detenido, a un abogado, a sus familiares o a las autoridades encargadas de investigar el trato de los reclusos.

•Todos los detenidos deberán tener derecho a recibir exámenes

médicos de su propio médico a petición del propio detenido o de su abogado o su familia.

-El examen médico de las presuntas víctimas de violaciones de

derechos humanos sólo deberá realizarse en presencia de testigos independientes: un profesional de la salud designado por la familia, el abogado de la víctima o un profesional designado por una asociación médica independiente.

-Los médicos forenses deberán poseer la formación y disponer de

los recursos necesarios para poder diagnosticar todas las formas de tortura y malos tratos.

-En todos los casos de muerte bajo custodia, las investigaciones

forenses deberán ser conformes con las normas internacionales, incluyendo los Principios sobre la Eficaz Prevención e Investigación de Ejecuciones

Extralegales, Arbitrarias y Sumarias (ONU). 9.Investigación de todas las denuncias de tortura -Todas las denuncias o informes de posibles casos de tortura o malos

tratos deberán ser investigadas exhaustiva e imparcialmente.

-Cuando el detenido alegue que su confesión se obtuvo bajo tortura,

dicha denuncia será inmediata e incondicionalmente investigada por un cuerpo independiente del denunciado.

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-La autoridad investigadora deberá tener facultades para obtener toda la información necesaria para sus averiguaciones, los medios económicos y técnicos suficientes para realizar una investigación efectiva, y autoridad para obligar a quienes sean acusados de torturas a que comparezcan y testifiquen.

-Todo funcionario del gobierno que sospeche que se han cometido

torturas deberá denunciarlo a las autoridades competentes, que deberán investigar exhaustivamente dichas denuncias.

-La ausencia de denuncia por parte de la víctima o de sus familiares

no deberá impedir la investigación de los hechos. -Deberá investigarse exhaustiva e imparcialmente la participación

o complicidad de los profesionales de la salud en actos de tortura o de malos tratos. Deberán incoarse medidas disciplinarias contra todo el personal médico que infrinja los Principios de Ética Médica (ONU).

10.Comparecencia de los torturadores ante la justicia -Todo agente encargado de hacer cumplir la ley o persona que actúe

bajo su dirección que sea sospechosso de haber participado en torturas o de haber ordenado, fomentado o consentido la práctica de la tortura deberá comparecer ante la justicia.

-Todo agente encargado de hacer cumplir la ley acusado en relación

con un delito de torturas deberá ser suspendido inmediatamente en aquellas de sus funciones directamente relacionadas con la detención de personas y con la custodia e interrogatorio de detenidos. Si es declarado culpable, será relevado automáticamente de sus funciones, independientemente de las penas que imponga el tribunal.

-La acción penal emergente del delito de torturas no deberá estar sujeta a prescripción.

-Las decisiones de suspensión o exhoneración de los agentes del

estado acusados o condenados a violaciones a los derechos humanos se harán públicas.

-Se establecerá un sistema de información efectivo destinado a

impedir que agentes del estado exhonerados por violaciones a los derechos humanos sean reasignados a tareas similares en otras jurisdicciones o reparticiones.

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11.Protección de víctimas y testigos -El gobierno deberá asegurarse de que se tomen todas las medidas

necesarias para prevenir los ataques y amenazas contra víctimas de la tortura y sus familiares, los testigos de violaciones de derechos humanos y los activistas de derechos humanos de México, y de que todos los responsables de tales actos comparezcan ante la justicia.

12.Indemnización a las víctimas de la tortura -Todas las víctimas de la tortura deberán recibir el tratamiento

médico y la rehabilitación necesarios, así como una indemnización económica por los abusos de que hayan sido objeto.

-Cuando se demuestre que la muerte de un detenido se produjo a

consecuencia de torturas o malos tratos, los familiares del fallecido deberán recibir una indemnización por daños compensatorios y ejemplar.

13.Promoción del respeto a los derechos humanos -Todos los centros de reclusión del país deberán exhibir en lugar

visible la prohibición absoluta de la tortura y de los malos tratos como delitos tipificados en las leyes nacionales.

-El gobierno deberá adoptar y promulgar un código de conducta para

todos los agentes encargados de hacer cumplit la ley con facultades para detener y mantener recluidas a las personas. Dicho código deberá ser conforme al Código de conducta para funcionarios encargados de hacer cumplir la ley (ONU) y a los Principios Básicos sobre el empleo de la fuerza y de armas de fuego por los funcionarios

encargados de hacer cumplir la ley (ONU). -Además de prohibir categóricamente el uso de la tortura y de los

malos tratos, el código penal correspondiente deberá asegurar como derecho y deber de los agentes encargados de hacer cumplir la ley que estos se opongan al uso de la tortura y de los malos tratos, negándose en caso necesario, a ejecutar órdenes de inflingir tales tratos a los detenidos, y que denuncien todo abuso de autoridad de este tipo a sus superiores y, en caso necesario, a las autoridades que según la ley tengan facultades de revisión o reparación.

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-Toda infracción del código deberá conllevar la aplicación de sanciones disciplinarias específicas y la apertura de actuaciones penales contra los agentes implicados.

-El gobierno deberá asegurarse de que todos los agentes del orden

público y miembros de las fuerzas armadas reciban la formación adecuada relativa a las normas de derechos humanos, tanto nacionales como internacionales, y a los medios para su protección.

14.Cumplimiento del derecho internacional -La legislación y la práctica nacionales deberán ser plenamente

conformes a los instrumentos internacionales de derechos humanos, incluyendo las convenciones de derechos humanos ratificadas por México, así como el Conjunto de Principios para la protección de todas las personas sometidas a cualquier forma de detención o prisión (ONU) y los Principios sobre la Eficaz Prevención e Investigación de Ejecuciones Extralegales, Arbitrarias y Sumarias (ONU).

15.Reconocimiento de los procedimientos internacionales para la

protección de los derechos humanos -El gobierno deberá ratificar el (primer) Protocolo Facultativo

del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que permite que todo individuo que alegue haber sido objeto de una violación de cualquiera de los derechos enumerados en este Pacto y que haya agotado todos los recursos internos disponibles someta una comunicación escrita a la consideración del Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

-El gobierno deberá declarar, en virtud del artículo 22 de la

Convención contra la Tortura y Otros Tratos y Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes (ONU), que reconoce la

competencia del Comité contra la Tortura para recibir y examinar las comunicaciones enviadas por personas que aleguen ser víctimas de una violación de las disposiciones de la Convención y que hayan agotado todos los recursos legales internos.

-El gobierno deberá reconocer asimismo la competencia de la Corte

Interamericana de Derechos Humanos sobre todos los casos relativos a la interpretación o aplicación de las garantías de los derechos humanos contenidas en la Convención Americana sobre Derechos Humanos.

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16.Investigaciones efectivas sobre "detenidos-desaparacidos" -El gobierno deberá impulsar las investigaciones en curso con

respecto a los casos de desapariciones forzadas de personas cuyas víctimas continúan en calidad de "desaparecidos", a los fines de llevar ante la justicia a los responsables de esos hechos y aclarar el destino de las víctimas.

17.Protección de los derechos de migrantes y potenciales refugiados

-El gobierno deberá establecer mecanismos efectivos que garanticen

a los potenciales refugiados su calificación de tales. -Las autoridades deberán establecer mecanismos efectivos de control

en los centros de retención de inmigrantes ilegales a fin de evitar los tratos crueles, inhumanos y degradantes de los mismos.

-El gobierno deberá ratificar el Convenio sobre el Estatuto de los

Refugiados (ONU) y el Protocolo Facultativo de esta Convención.