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MADERO, DEHESA Y EL CIENTIFICISMO: EL PROBLEMA DE LA SUCESIÓN GUBERNAMENTAL EN VERACRUZ, 1911-1913* Karl B. KOTH Okanagan University College LA REVOLUCIÓN MEXICANA CONTINÚA siendo un tema fascinante para los académicos. Aunque se han elaborado gran canti- dad de síntesis en años recientes, aún se sigue debatiendo acerca de uno de los grandes levantamientos del siglo XX. 1 Una de las dudas principales referente al curso de la Revo- lución es el conocimiento de las razones del fracaso del pre- sidente Madero para introducir la democracia a la vida política mexicana. ¿Acaso se le puede culpar por su inca- pacidad para aplicar prácticas democráticas, o sería él, a su vez, víctima de fuerzas fuera de su control? En mi opinión, hace falta un consenso ya que no se pueden dar respuestas generales sin saber más de la Revolución y de cómo surge en varios estados y regiones de la República Mexicana. Se han hecho varios estudios interesantes sobre distintos esta- * La presente investigación pudo realizarse gracias al apoyo de una beca otorgada por The Social Sciences and Humanities Research Coun- cil of Canadá. Además se recibió el apoyo de varios funcionarios de algu- nos repositorios documentales del Archivo Histórico de la Secretaría de la Defensa Nacional, del general Eulalio Fonseca Orozco; en Jalapa, reci- bí el apoyo de la directora del Archivo del Estado, maestra Olivia Domín- guez Pérez, en Condumex, del entonces director Juan Luiz Mutiozábal y de Josefina Moguel; del doctor Javier Garciadiego Dan tan de El Cole- gio de México, y en el Instituto Nacional de Antropología e Historia, de la gentil señora Alicia González Martínez. Mis agradecimientos también a la traductora Julieta Venegas. ^ BRADING, 1 9 8 0 ; GUERRA, 1 9 8 5 ; HART, 1 9 8 7 , y KNIGHT, 1 9 9 0 . HMex, XLVI: % 1996 397

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MADERO, DEHESA Y EL CIENTIFICISMO: EL PROBLEMA DE LA SUCESIÓN GUBERNAMENTAL

EN VERACRUZ, 1911-1913*

Kar l B . KOTH Okanagan University College

L A REVOLUCIÓN MEXICANA CONTINÚA siendo u n tema fascinante para los académicos . A u n q u e se han elaborado gran canti­dad de síntesis en a ñ o s recientes, a ú n se sigue debatiendo acerca de u n o de los grandes levantamientos del siglo X X . 1

U n a de las dudas principales referente al curso de la Revo­luc ión es el conocimiento de las razones del fracaso del pre­sidente Madero para i n t r o d u c i r la democracia a la vida pol í t ica mexicana. ¿Acaso se le puede culpar por su inca­pacidad para aplicar práct icas democrá t ica s , o sería él, a su vez, víct ima de fuerzas fuera de su control? En m i op in ión , hace falta u n consenso ya que no se pueden dar respuestas generales sin saber m á s de la Revoluc ión y de c ó m o surge en varios estados y regiones de la R e p ú b l i c a Mexicana. Se h a n hecho varios estudios interesantes sobre distintos esta-

* La presente investigación pudo realizarse gracias al apoyo de una beca otorgada por The Social Sciences and Humanities Research Coun-cil of Canadá. Además se recibió el apoyo de varios funcionarios de algu­nos repositorios documentales del Archivo Histórico de la Secretaría de la Defensa Nacional, del general Eulalio Fonseca Orozco; en Jalapa, reci­bí el apoyo de la directora del Archivo del Estado, maestra Olivia Domín­guez Pérez, en Condumex, del entonces director Juan Luiz Mutiozábal y de Josefina Moguel; del doctor Javier Garciadiego Dan tan de El Cole­gio de México, y en el Instituto Nacional de Antropología e Historia, de la gentil señora Alicia González Martínez. Mis agradecimientos también a la traductora Julieta Venegas.

^ BRADING, 1980 ; GUERRA, 1985 ; HART, 1 9 8 7 , y KNIGHT, 1990 .

HMex, XLVI: % 1996 3 9 7

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dos, 2 sin embargo, aún no se ha estudiado en detalle la his­tor ia de Veracruz entre j u n i o de 1911 y febrero de 1913.

E l p ropós i to de este trabajo es examinar el fracaso del proyecto político de Madero en Veracruz, por medio de u n examen de los problemas que enfrentó para escoger u n go­bernador que pudiera pacificar esa r eg ión de México . M i deseo es, por lo tanto, examinar solamente la efervescencia pol í t ica en esta entidad federativa durante ese per iodo, pa­ra así poder concluir c ó m o y por q u é Madero p e r d i ó su popular idad anterior y finalmente su vida. Enfocaré p r i n ­cipalmente la lucha por la o b t e n c i ó n de la gubernatura de Veracruz, especialmente en las maniobras polít icas de Ma­dero para relevar su aparente cambio de polít ica, de una revolucionaria a una conservadora.

Los problemas que tuvo con la gubernatura pudieron ha­berse derivado de que, en general, este estado nunca fue muy adepto al maderismo. 3 Hay algo de verdad en esta observa­ción. Entre ciertos sectores de las clases medias y entre la cla­se alta había , cuando mucho, u n apoyo moderado y se man­tenía una actitud de espera. Empero, el apoyo revolucionario que obtuvo abiertamente de otros sectores de la pob lac ión le p o d r í a n haber permi t ido llevar a cabo sus planes políti­cos iniciales para ese estado. M u y poca gente estaba cons­c iente de que n o lo h a r í a . E n genera l , la o p c i ó n de go­bernadores y adminis t radores era guiada p o r el debate silencioso pero constante y la ferviente lucha por restaurar los principios que hab ían guiado la pol í t ica porfirista. La lu ­cha pol í t ica se centraba en t o r n o de q u i é n elegir ía al go­bernador y, con esto, la admini s t rac ión del estado, ¿los re­vo luc ionar io s maderistas, los civiles, la legis latura, o el presidente? Ot ra parte de la lucha tenía que ver con la re­c reac ión de una a g r u p a c i ó n pol í t ica formada por la nueva élite de poder en la ciudad de M é x i c o . A u n q u e se integra­ba de gente nueva, sus polít icas eran muy similares a las de

2AGUILARCAMÍN, 1986 ; FALCÓN, 1 9 8 4 ; JACOBS, 1982;JOSEPH, 1982 ; LA FRUN­CE, 1 9 8 9 ; BENJAMÍN y WASSERMAN, 1990 ; WASSERMAN, 1 9 8 4 , y WOMACK, 1978 .

3 L . C. Nunn, cónsul británico en Veracruz ( 1 6 mayo 1 9 1 1 ) , F O , 3 7 1 / 1 1 4 7 # 2 8 2 .

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l a vieja élite de los "científicos". En l ínea con lo que serían las verdaderas metas de la Revoluc ión , la o p c i ó n de Madero para gobernador cambiaba de revolucionaria a conserva­dora , a medida que iba aumentando la inf luencia de su fa­m i l i a sobre él, especialmente de su hermano Gustavo. 4

U n estudio de la respuesta pol í t ica de Teodoro A. Dehe­sa, amigo de Madero en u n in ic io , revela la intr igante i n ­consecuencia entre las polít icas afirmadas por Madero y su apl icac ión final. Dehesa, el ú l t imo gobernador porfirista de Veracruz, fue u n jugador clave en estas luchas, ya que con­t inuó teniendo influencia en la política veracruzana después d e l derrocamiento de Díaz . 5 Su act i tud in ic ia l hacia Made­r o contrastaba claramente con la que demos t ra r í a en 1913, y es necesario estudiar esto por su potencial explicativo respecto a la restauración del cientif icismo. Fue una figura controvert ida en el porf i r ia to p o r su s imul t ánea devoción al presidente Díaz , y su host i l idad hacia los "científicos", el g rupo de hombres que Díaz escog ió para d i r ig i r México. La host i l idad de Dehesa hacia cualquier cont inuac ión o res­tauración de políticas cientificistas o de una élite de este tipo se mantuvo durante la presidencia de Madero, y es la razón p r i n c i p a l por la que Dehesa lo a b a n d o n ó .

Tres tendencias políticas estuvieron presentes en Veracruz entre mayo de 1911 y febrero de 1913. Pr imero , la de los lí­deres revolucionarios maderistas, quienes quer ían poner en prác t i ca el Plan de San Luis; segundo, la de los dehesistas, m u y poderosos en el estado, quienes buscaban mantener el poder y excluir a sus rivales, los "científ icos" ; tercero, la de los propios "científicos", seguidores de Corra l , como Gui­l l e rmo Pous, quien se hab ía aliado con Gustavo A. Madero. Su candidato para gobernador i n t e r i n o en 1912 era Anto­n i o Pérez Rivera, miembro del Partido Católico apoyado por el exmaderista Gabriel Gavira, quien cambió de partido. Ma­dero d e s p u é s cayó en la misma t rampa que Díaz en 1910. O p t ó por el grupo equivocado entre las élites que luchaban p o r la gubernatura, escogiendo finalmente a la fuerza con

4CüMBERLAND, 1 9 5 2 , p. 37 . 5 FOWLER-SALAMINI, 1979 , p. 3 3 .

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menor popularidad, y que se consideraba que repetía el vie­j o modelo de los "científicos", es decir, centralizar el poder en las manos de una camarilla de la famil ia Madero que i n ­c luía a ex científicos, y que, s e g ú n se creía , estaba dir ig ida por su hermano Gustavo. 6

Teodoro Dehesa se las a r reg ló para mantener el poder p o r u n mes d e s p u é s de la renuncia de Díaz , y posterior­mente dec id ió retirarse de la pol í t ica activa, por lo menos de la que se hac ía abiertamente. R e n u n c i ó el 21 de j u n i o de 1911. 7 A l p r inc ip io , Dehesa apoyó a Madero quien "sos­tenía relaciones ínt imas con la famil ia Madero [ . . . ] " , y c o n o c í a bien a Francisco. 8 N o queda duda que Dehesa pro­teg ía a Madero durante sus viajes de c a m p a ñ a a Veracruz entre 1909-1910. T a m b i é n u r g i ó al presidente a mostrar m á s benevolencia hacia los antirreeleccionistas. 9 Induda­blemente, otras fuentes han comentado la incl inación de Dehesa por Madero . 1 0 Más grave a ú n , se acusó a Dehesa de estar ligado a los porfiristas de opos i c ión , incluyendo al mismo sobrino del presidente, Nacho M u ñ o z , quien veía en Dehesa el ún ico salvador, ya que Díaz era entonces se­n i l . 1 1 E l per iód ico semioficial El Germinal12 de Orizaba pu-

6 Esta era la opinión de Fortino B . Serrano Ortiz, un conocido anti-rreeleccionista, publicada en Ellmparáal Afirmaba que Madero ya estaba "rodeado de una camarilla de neocientíficos influidos por su familia y di­rigidos por Gustavo". Otro crítico importante era el jefe de la revolución de Madero en el centro y el sur, Alfredo Robles Domínguez, quien cen­suró severamente a Madero por incluir a tres "científicos" conocidos, ami­gos de Limantour, en su gabinete, a Rafael Hernández, Manuel Calero y Ernesto Madero. Véase Robles Domínguez et al, a Madero, AGN, ARD, t. 7 , exp. 3 6 , f. 1 . Véase también FERNÁNDEZ ROJAS, 1 9 1 3 , pp. 3 8 - 4 1 y El Ahuizote ( 1 7 dic. 1 9 1 1 ) , p. 7.

7 Circular núm. 2 1 ( 2 1 j u n . 1 9 1 1 ) , Leyes y Decretos, Estado de Veracruz, Llave, 1 9 1 2 .

8BEALS, 1932 , p. 4 1 5 9 Tower to Grey ( 2 0 j u n . 1 9 1 0 ) , FO, 3 7 1 / 9 2 8 , núms. 9-15. 1 0 ZILLI , 1943 , p. 117 ; Pedro MORA BERISTÁIN, en El Dictamen ( 8 feb.

1 9 4 4 ) , recorte archivado en el AGEVLL, ATD, c. 1 , Memorias. 1 1 Manuel García a Porfirio Díaz ( 1 4 feb. 1 9 1 1 ) , CPD, leg. 36 , cop. 6,

núm. 02943-44 . l2El Germinal ( 5 feb. 1 9 1 1 ) , en CPD, leg. 36 , cop. 2, núm. 8 6 9 ; sin

firma, para Díaz, n.d., CPD, leg. 3 6 , cop. 2 , núm. 8 6 8 .

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bl icó m á s de u n art ículo atacando al gobierno de Díaz i n ­directamente y en forma sutil apuntaba a Dehesa como su posible sucesor. A d e m á s , la noche de la renuncia de Díaz, e l 25 de mayo de 1911, mult i tudes marcharon, cantaron y g r i t a ron en protesta por las calles de la c iudad de México . U n observador perteneciente a las altas esferas, el juez Ra­m ó n Prida, c o m e n t ó que la mani fes tac ión h a b í a sido pa­gada por J o a q u í n McGregor, h i jo de Baranda, ex minis tro e ínt imo amigo de Dehesa. El mismo observador af irmó que "los l íderes de la mani fes tac ión eran muy conocidos, reyistas recalcitrantes, sirvientes del s eñor Dehesa, y exem­pleados de Félix Díaz . Todos estaban reunidos en esa oca­s ión para desahogar sus sentimientos g r i t a n d o " . 1 3 Varios extranjeros t ambién notaron que Félix Díaz , amigo ínt imo de Dehesa, hizo todo lo posible por proteger a los antirre-eleccionistas. 1 4

El hecho es que este grupo de porfiristas se unió a Dehesa para apoyarlo en su postura contra los "científicos". Además , estos hombres veían a Madero como representante de po­líticas muy cercanas a la pos ic ión que ellos mismos hab ían tomado del Plan de Tuxtepec de 1876. E n real idad Made­r o dec laró en el Plan de San Luis Potosí su opos ic ión a la o l i ga rqu ía científ ica y la traición a los Planes de La Nor ia y Tuxtepec . 1 5

Cuando Madero l legó a la c iudad de M é x i c o en j u n i o de 1911, E m i l i o Vázquez G ó m e z , entonces secretario del I n ­ter ior , te legraf ió a Dehesa d ic iéndo le que Madero quer í a discutir con él la o p c i ó n de u n nuevo gobernador para Ve-racruz. Dehesa r e s p o n d i ó y l legó con u n o de sus colabora­dores de Estado, Demetr io Salazar, como testigo. 1 6 Madero incluso permi t ió a Dehesa que permaneciera como gober­nador hasta el fin de ese mes.

1 3 PRIDA, 1914, p. 38. 1 4 Tower to Grey (24jun. 1910), FO, 371/926, núms. 42-46. 1 5 Para una discusión global de este asunto, véase K . B . KOTH, 1995 y

CÓRDOVA, 1973, p. 434. 16ElImparcial de Texas (19 feb. 1915), AGEVLL, ATD, c. 1 (abr. 1910

y j u n . 1911), pp. 3-4.

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Entre mayo de 1911 y febrero de 1913 hubo ocho gober­nadores en Veracruz, sin contar sus reemplazantes por l i ­cencias o ausencias. A l tratar de solucionar los problemas de la sucesión, Madero se enfrentó a una situación casi anárquica en Veracruz. H a b í a por lo menos tres facciones distintas exi­giendo su respuesta. Por u n lado, estaban los l íderes p r i n ­cipales del levantamiento maderista, revolucionarios como Ga­br ie l Gavira y C á n d i d o Agui lar , quienes insistían en una resolución que no se alejara de los objetivos del Plan de San Luis Potosí , una act i tud que ya h a b í a n demostrado d e s p u é s de liberar la c iudad de C ó r d o b a el 25 de mayo. Este grupo favorecía la candidatura de L e ó n Ai l l aud , conocido simpa­tizante maderista, quien h a b í a estado en contacto con Ga­vira en el mes de a b r i l . 1 7 Sus m é t o d o s de mano dura, a me­nudo enfrentados con la voluntad popular, ya habían causado estallidos sociales en algunos lugares como Amatlán. 1 8 Conta­ban con el apoyo de Alfredo Alvarez, u n destacado maderista j a l a p e ñ o que dec í a hablar en n o m b r e de Madero. Por o t ro lado, estaba la gente de Jalapa. Durante la noche del 20 de mayo se realizó una violenta mani fes tac ión contra el nuevo gobernador provisional , Delgado, u n conocido dehesista y en favor de E m i l i o Leycegui, supuesto simpatizante de Ra­m ó n Corral . A d e m á s estaba la legislatura, con la responsa­b i l idad legal de dar sat isfacción a todo el estado, pero que se encontraba entre la espada y la pared. Fi lomeno Mata, quien hab ía sido n o m b r a d o delegado de paz en Veracruz, tuvo que telegrafiar a Madero p i d i é n d o l e que fuera a la ca­pi ta l del estado a "calmar los á n i m o s " . 1 9 A d e m á s hab ía otros líderes, recién incorporados a las tropas maderistas, que que-

1 7 CORZO RAMÍREZ, GONZÁLEZ SIERRA y A l SKERRITT, 1986 , p. 23; El Diario ( 5 j u n . 1 9 1 1 ) , p. 1 , hizo notar el "inmenso júbi lo" del pueblo ante la noti­cia de que Gavira y Tapia venían a cambiar las autoridades; el periódi­co local El Cosmopolita ( 4 j u n . 1 9 1 1 ) , pp. 1-2, sin embargo, menciona el disgusto de maderistas al ver la remoción de las antiguas autoridades porfiristas para ser remplazadas con otros que no gozaban del apoyo po­pular y GAVIRA, 1933 , p. 35 .

1 8 Mayor J. García al secretario de Gobierno, Jalapa ( 1 5 j u n . 1 9 1 1 ) , AGN, COB, R

1 9 Mata a Madero ( 2 0 j u n . 1 9 1 1 ) , AFM, r. 18, núm. 264 .

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r í a n tomar c o n t r o l del gob ierno . 2 0 U n o de los llamados re­c ién llegados, Manuel Ramos —de los primeros rebeldes que entraron a Jalapa-—, había negociado la renuncia de Dehesa, aceptando a Eliezer Espinoza como gobernador i n t e r i n o . 2 1

Calmar los á n i m o s ser ía m á s fácil decirlo que hacerlo. Era obvio que habr í a confus ión en la toma que sobre­

v e n í a y que muchos la calif icarían como anarqu ía ; tal es el caso de Wilson, embajador de Estados Unidos . 2 2 T a m b i é n era obvio que los maderistas, para conservar el o rden , de­b í a n nombrar funcionarios municipales en el acto, gente en la que pudieran confiar, y esperar a que hubiera calma para realizar las elecciones. 2 3 Cambiar el personal era cla­ramente u n asunto muy delicado, no siempre tratado con el debido tacto. Reemplazos precipitados causaban confu­s ión y a veces violencia, como cuando Gavira qui tó al juez de Minatit lán, o r d e n á n d o l e que saliera de Coatzacoalcos, pero sin sustituirlo. El comandante mi l i t a r de la zona su­r e ñ a tuvo que quejarse de que las tropas del X X X bata l lón q u e d a r í a n comprometidas si los rebeldes intentaban so­breponerse a sus ó r d e n e s . 2 4 Sin embargo, es innegable que los civiles, representados por una manifestación de mujeres e n j a l t i p a n , demandaban el reemplazo ráp ido y efectivo de los viejos oficiales porfiristas . 2 5 D e s p u é s de por lo menos diez años de sentimientos repr imidos , la calma no regre­sar ía fác i lmente , en especial en capitales de estado como Jalapa, donde la c i u d a d a n í a estaba m á s cercana a los acon­tecimientos.

Así, el cambio de personal e m p e z ó de u n m o d o muy confuso. Dehesa se h a b í a tomado t iempo para discutir con Madero y el secretario de G o b e r n a c i ó n en la c iudad de

2 0 GAVIRA, 1933, 20, p.41. 21 El Diario del Hogar (5 j u n . 1911), p. 1. 2 2 Wilson al secretario de Estado, Knox (11 j u l . 1911), USDS,

812.00/2219. 2 3 General Merodio al secretario de Gobierno (21 j u n . 1911),

AHSDN, X I 481.5/311, C144, núms. 224-225. 2 4 Merodio al secretario de Gobierno (9 j u n . 1911), AHSDN, X I

481.5/311, C144, núms. 200-201. 2 5 Danie l González et al a Gobernación (5 jun. 1911), AGN, GOB, R

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México . Antes de irse hab ía presentado su renuncia a la Cá­mara de Diputados, negociada con Migue l Ramos, u n o de los l íderes rebeldes que hab ían entrado a Jalapa, qu ien acep tó a Eliezer Espinoso, secretario de gobierno, como gobernador provis ional . 2 6 E l 19 de j u n i o , Espinoso también fue l lamado a la c iudad de México para discutir con el nue­vo gobernador, y fue reemplazado por Francisco Delgado. Este era muy conocido en Jalapa ya que tenía u n p e q u e ñ o negocio de ca joner ía y buena reputac ión entre la clase me­dia local. Inmediatamente hubo una mani fes tac ión a su fa­vor, pero enfrentó otra igualmente fuerte en beneficio de L e ó n A i l l a u d . Sus simpatizantes i n v a d i e r o n el palacio de gobierno rompiendo ventanas. 2 7 Esa misma noche hubo otra mani fes tac ión aparentemente masiva; era t a m b i é n contra el gobernador i n t e r i n o Delgado, pero esta vez a fa­vor de Emi l io Leycegui. La m u l t i t u d fue a su casa y lo sa­caron para que los a c o m p a ñ a r a en su marcha alrededor de la ciudad. A l parecer lo forzaron a aceptar su n o m i n a c i ó n como candidato a la gubernatura provisional. E l delegado de paz, F i lomeno Mata, telegraf ió a Madero desde Jalapa para decirle que Al f redo Alvarez h a b í a visitado a varios d i ­putados de la legislatura veracruzana en su n o m b r e , ur-g i éndo le s que votaran por A i l l aud . La r e c o m e n d a c i ó n que Mata hizo a Madero fue que cualquier otra candidatura, ex­ceptuando la de Leycegui, p o d r í a causar "graves conflic­tos". 2 8 Parte del prob lema era que el mismo Delgado y quien él asignara como jefe pol í t ico del m u n i c i p i o de Ja­lapa, J o s é Mar í a Camacho, eran considerados dehesistas.

A l mismo t iempo, Madero intentaba poner las cosas en or­den. M a n d ó a Ai l l aud a reunirse con Alvarez, y aseguró a Cán­d ido Agui lar que el asunto sería resuelto def in i t ivamente . 2 9

Madero h a b í a telegrafiado a C á n d i d o Agui lar r o g á n d o l e

26El Imparcial de Texas (19 feb. 1919), p. 1 y El Dictamen (6 j u n . 1911), p. 1.

27ElDictamen (20jun. 1911), p. 1. 2 8 Mata a Madero (20 j u n . 1911), AFM, r. 18, núm. 264; EIDictamen

(21 j u n . 1911), p. 1. 2 9 Madero a Mata (20 j u n . 1911); Madero a Aguilar (21 j u n . 1911),

AFM, r. 18, núms. 263 y 265.

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" [ . . . ] abstenerse de poner obs táculos a la decis ión de la Le­gislatura [. .. ] " , en otras palabras, que no intentara imponer a A i l l a u d por la fuerza, y que aceptara a Leycegui como go­bernador . T a m b i é n p id ió a Alvarez que fuera a ver lo . 3 0

L a crisis estalló la noche del 21 de j u n i o y cobró muchas vidas inocentes. E l incidente e m p e z ó cuando las tropas de l e jérc i to federal, bajo las ó r d e n e s del general Garc ía P e ñ a de la Comis ión Federal Geográ f i ca sacaron varias cajas de munic iones de l palacio del gobernador. Les h ic ieron fren­te varios grupos maderistas, aunque con el apoyo de u n g r u p o que estaba bajo las ó r d e n e s de Esteban M á r q u e z (el p r i m e r grupo de rebeldes que entró a Jalapa). Esa noche, o t r o grupo de maderistas trataron de l iberar a algunos de sus c o m p a ñ e r o s presos. Dir ig idos por Agust ín Carmona p r e n d i e r o n fuego a la es tac ión de pol ic ía , lo que p r o v o c ó muchos heridos y muertos. Desafortunadamente, la gente celebraba esa noche la n o m i n a c i ó n de A i l l a u d con u n con­cierto de banda en u n parque vecino al palacio de gobier­n o . La m u l t i t u d q u e d ó atrapada en la balacera y hubo entre 60 y 100 muertos. E l e jército regular logró finalmen­te restablecer el o rden y la f racc ión d ir ig ida por M á r q u e z salió de la ciudad apresuradamente. 3 1 Alvarez m a n d ó u n te­legrama urgente a Madero d ic iéndole que los soldados ata­caban a los maderistas. Entonces Agui lar hizo una acusa­c i ó n similar, y el debate para esclarecer la verdad aún n o termina . E l relato m á s acertado proviene del general Pe­ñ a , quien repor tó que u n grupo de maderistas h a b í a ata­cado el palacio que estaba s iendo v ig i l ado p o r el g r u p o d i r i g i d o por M á r q u e z . Gritaban que se deshar í an de Ley­cegui a fuego y sangre, e i m p o n d r í a n a A i l l a u d . 3 2 A d e m á s , Agui l a r rogaba a Madero que ret irara las fuerzas federa-

3 0 Madero a Aguilar (21 j u n . 1911), AFM, r.18, núm. 265 y Mata a Madero, AFM, r.18, núm. 263. Véase PRIDA, 1914, p. 44.

3 1 "Events in Jalapa" (21 j u l . 1911), AGN, SC, 149/2; Nunn al emba­jador Hohler (3 j u l . 1911), FO, 371/1148, núms. 310-313.

3 2Alvarez a Madero (21 j u n . 1911), AFM, r. 18, núm. 85; Aguilar a Madero (22 j u n . 1911), AFM, r. 18, núm. 267; PRIDA, 1914, p.44, y Peña al secretario de gobierno (22 j u n . 1911), AHSDN, X I 481.5/311, C14, núm. 27-231.

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les. 3 3 I rón icamente , Madero no estaba dispuesto a entregar totalmente Jalapa y Veracruz a su prop ia gente. D e b í a i n ­tentar arreglar las cosas pensando en el fu turo .

Estos acontecimientos ilustran la gran i n q u i e t u d que ha­b ía en Jalapa, aunque en otras partes de Veracruz la si­tuac ión t ambién era delicada. N o obstante, lo m á s impor­tante era resolver los problemas pol í t icos revolucionarios. C ó m o se logró pacificar Veracruz y q u é facc ión pol í t ica lo hizo nos dice mucho acerca de la fo rma de pensar de Ma­dero, de sus cambios de op in ión o de su capi tu lac ión ante cierto grupo, como se le quiera llamar.

E l 22 de j u n i o la legislatura aún favorecía a Leycegui, mientras las tropas revolucionarias bajo el mando de Agui-lar, qu ien a su vez actuaba bajo las ó r d e n e s del jefe de la Re­volución en Veracruz, Gabriel Gavira, apoyaban aAil laud. Lle­g ó a la c iudad esa misma noche en medio de u n gran t u m u l t o . 3 4 U n vendedor ambulante intentó asesinarlo. E l agente local del per iódico corralista El Debate, Eucario Huer­ta, fue golpeado casi a muerte. El Diario in formó que las ma­nifestaciones a favor de A i l l a u d fueron las mayores vistas en muchos años . L o único que se puede concluir a part ir de los diversos reportajes per iodís t icos es que cada candidato reu­nió grandes cantidades de simpatizantes. 3 5

Madero entonces dec id ió ceder a los deseos de las fuer­zas revolucionarias m á s poderosas e insistentes, aquellas dirigidas por Gavira y Aguilar . A s e g u r ó a Agui lar que Filo­m e n o Mata h a b í a malentendido sus instrucciones, y que Madero no se o p o n í a a la n o m i n a c i ó n de A i l l a u d . 3 6 Esto significó que d e b í a asegurar la n o m i n a c i ó n de A i l l a u d p i ­d iendo a Leycegui que se retirara. A este ú l t imo f o r m u l ó todo t ipo de alabanzas, trató de explicarle que Leycegui ca­rec ía hasta de la m á s m í n i m a responsabilidad por los acon­tecimientos de l 21 de j u n i o , y que Alvarez y los maderistas no h a b í a n inic iado la balacera, sino p o r los dehesistas, y le

Aguilar a Madero (22 j u n . 1911), AFM, r. 18, núm. 265. ELDictamen (22jun. 1911), p. 1. EIDiaño (23 j u n . 1911), p. 1. Madero a Aguilar (22 j u n . 1911), AFM, r. 18, núm. 267.

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r o g ó que colaborara. 3 7 Este ú l t imo cargo, para culpar a los dehesistas, no se pudo corroborar con la d o c u m e n t a c i ó n existente. E l uso de violencia no era el estilo de Dehesa. La a c u s a c i ó n sí demuestra, por otra parte, que Madero era capaz de jugar de manera oportunista si sentía que eso ayu­daba a sus propós i tos . A l mismo t iempo trató de borrar su rastro al enviar a Aguilar una copia de u n telegrama que d i ­r ig ió a Mata en el que acusaba a éste de no entender su mensaje anterior. Madero no se h a b í a opuesto a la candi­datura de Ai l l aud , pero le h a b í a n llegado informes muy confiables de que Leycegui sería capaz de calmar el esta­d o . 3 8 Agradecido porque Leycegui facilitara su tarea, Made­r o aconse jó a Gavira que tratara b ien a Leycegui, ya que su s i tuac ión era algo anormal , s e g ú n palabras de Madero . 3 9

Para el 23 de j u n i o el o r d e n ya estaba restablecido, y A i ­l l a u d fue nombrado gobernador provisional el 24 de j u n i o . Se puede argüir que ésta no era la mejor o p c i ó n , dado que n o tenía n inguna experiencia de gobierno. Su trabajo co­m o apoderado de ferrocarriles no le daba la capacidad re­querida . En una entrevista in ic ia l con El Dictamen, A i l l aud a n u n c i ó los principios que guiar ían su gobierno. Estaban to­mados práct icamente al pie de la letra según el Plan San Luis Potos í . G o b e r n ó hasta el 12 de dic iembre, cuando la legis­latura lo removió en condiciones lamentables. Parte de las dificultades de A i l l a u d p r o v e n í a n de sus altercados con Ga­br ie l Gavira. 4 0 H a b í a sido propuesto para la gubernatura por su opos i c ión a Dehesa. Su creciente impopula r idad prove­n í a de que hab ía sido apoyado por varios miembros de la le­gislatura y por los jefes polít icos de la transición del rég imen, p o r lo que los radicales lo veían con sospecha. A i l l a u d era, sin duda alguna, u n maderista conservador. Rec ib ía el apo­yo de per iód ico s procient í f icos , como El Imparcial y El Dia­rio, y no era del aprecio de los maderistas más democrát icos 4 1

3 7 Madero a Leycegui (22 j u n . 1911), AFM, r. 18, núm. 266. 3 8 Madero a Aguilar (22 j u n . 1911), AFM, r. 18, núm. 267. 3 9 Madero a Leycegui (22 j u n . 1911), AFM, r. 18, núm. 266 y Madero

a Gavira (23jun. 1911), AFM, r. 22, núms. 3692-3693. 40PASQUEL, 1972, p. 20 41 La Nueva Era (15 oct. 1911), p. 1.

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A d e m á s , se abstuvo de responder las cartas del presidente y se negaba a reemplazar a los jefes polít icos desprestigiados, así como a renunciar a la gubernatura . 4 2 Para lograrlo, Ma­dero tuvo que aplicar una pres ión considerable. La respuesta de A i l l a u d fue renunciar , pero intentó dejar en la guber­natura a su secretario, H u i d o b r o de Azúa, quien no era muy popular . 4 3 Mientras tanto, la legislatura h a b í a programado las elecciones para el 26 de noviembre, pero se pospusieron hasta el 28 de enero a causa del desorden que reinaba en el estado, en particular los rumores persistentes de que Madero trataba de imponer sus propias opciones a los veracruzanos.4 4

El descontento creció a ú n m á s como resultado de la re­m o c i ó n de Ai l l aud , causando críticas contra Madero por negar aparentemente sus propios pr incipios de "sufragio efectivo". 4 5 De Azúa tampoco d u r ó m u c h o t iempo. Como gobernador in te r ino Madero apoyó la o p c i ó n de la legisla­tura a favor de Manue l Alegre, con el mandato específ ico de organizar elecciones para gobernador durante el resto del per iodo legislativo. Aunque era veracruzano, a Alegre se le c o n o c í a m á s como organizador del par t ido antirreeleccio-nista en la ciudad de México . Con todo, se pensaba que ha­bía sido dehesista, ya que e m p l e ó a u n n ú m e r o considerable de simpatizantes en su admini s t rac ión . De hecho, se tuvie­r o n que mandar tropas especiales a Jalapa, ya que el go­bierno temía manifestaciones durante la toma de poses ión. 4 6

H a b í a muchas quejas por parte de los maderistas de que el reloj pol í t ico p a r e c í a funcionar al revés.

E l 8 de enero en el norte de Veracruz h a b í a u n alto gra­do de inconformidad , abundaban las amenazas revolucio-

4 2 Madero a Aillaud (22 nov. 1911), AGN, FMCA, c. 32, núm. 24353. 43 El Siglo Veinte (29 oct. 1911), p. 2 y La NuevaEra (16 oct. 1911),p. 1. 44 La Nueva Era (ISoct. 1911), p. 6; (10 oct. 1911), p. 1. 4 5 Ai l l aud a Madero (28 nov. 1911), AGN, GOB, R Aillaud solicitaba

a la Comisión Permanente del Congreso que convocara a una sesión especial del Senado para que tratara de su remoción. Aillaud a la Comi­sión Permanente, AGN, GOB, R, P , 911-2 (2) 1, núm. 921322; Madero a Alegre (5 ene. 1912), AGN, EMLC, núm. 180.

4 6 General García Peña al gobernador de Veracruz (12 die. 1911), AGEVLL, EE, c. 2.

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narias y se encontraban carteles que denunciaban la supuesta h i p o c r e s í a de Madero, hasta que se l legó al p u n t o de man­dar tropas federales. Los seguidores de Gavira hac ían lo su­yo como parte de la c a m p a ñ a a favor de su l íder. Todo el es­tado se encontraba en desorden. El descontento provenía de los reemplazos que Alegre hacía al cambiar empleados de gob ierno p o r dehesistas y designar a sus propios amigos co­m o jefes pol í t icos para garantizar su propia e l ecc ión . 4 7

Para mantener la Revolución en marcha, otros maderis­tas radicales, como el hermano de C á n d i d o Aguilar , Sil­vestre, je fe pol í t ico de C ó r d o b a , trataron de resucitar la fuerza armada de C á n d i d o , así como las polít icas maderis­tas radicales, a las que Madero mismo se o p o n í a entonces. Para combat ir a los maderistas radicales Alegre organizó u n a fuerza armada formada por voluntarios de clase media provenientes de los municipios para ayudar a la pol ic ía y a los rurales . 4 8 Esta polí t ica queda clara en una carta de Ale­gre a Madero en la que el gobernador comenta que en su o p i n i ó n Madero nunca l legó a hacer cosas revolucionarias, sino a ser patr iót ico y trabajar culturalmente. Cont inuó de­finiendo sus ideales y lo que él pensaba que d e b í a n ser los ideales revolucionarios, el respeto a la l ibertad públ ica y a la ley y la impart ic ión de jus t ic ia . 4 9 Quedaba en evidencia que la revolución social no era parte de sus ideales. Más a ú n , Madero nunca ob je tó la def inic ión ideo lóg i ca de Ale­gre. Así, Madero h a b í a pasado de la democracia radical en la lucha revolucionaria a apoyar fuerzas conservadoras, los dehesistas, que hab ían manejado el estado por tanto tiem­po. U n tercer viraje lo llevaría al campo de los científicos o neoc ient í f icos , lo que p r o n t o le costar ía la vida. En Vera-cruz ese cambio se c o n s u m ó mediante u n ex t raño giro en la po l í t ica local.

A finales de enero se realizaron las elecciones para go­bernador in te r ino . Los dos candidatos principales eran Ga-

4 7 M i l l e r al secretario de Estado de Estados Unidos (8 ene. 1912), USDS, 812.00 y El Siglo Veinte (7 ene. 1912), p. 3.

4 8 Alegre a Madero (9 ene. 1912), AGN, FMCA, c. 32, núm. 865/24093-5. 4 9 Alegre a Madero (9 ene. 1912), AGN, FMCA, c. 32, núm. 865/24093-5.

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b r i e l Gavira, u n fuerte revolucionario de izquierda, y Lagos C h á z a r o , u n hacendado "bohemio" , de derecha, qu ien ha­b í a sido miembro del Club Libera l , u n grupo antirreelec-cionista de Orizaba, antes de la Revoluc ión. H a b í a trabaja­do con Gavira, Agui lar y Tapia. Por lo menos desde este p u n t o de vista era u n candidato aceptable. La e lección dio pie a muchos abusos de ambas partes, pero al menos las d i ­ferencias ideológicas eran claras. Gavira tenía muchos se­guidores entre las clases trabajadoras, mientras Lagos era el candidato de las élites. 5 0 Los resultados de las elecciones, que lo mostraban como ganador, fueron u n desastre. El mismo Madero , en una carta d i r ig ida a Alegre, admite que los re­sultados favorecían a Gavira. En u n telegrama oficial en que hablaba de la l ibertad del proceso dec í a que Gavira era sin duda alguna el ganador. 5 1 L iber tad obviamente significaba la decis ión de la legislatura, no la de la poblac ión, y sólo cier­ta clase estaba representada en ese organismo.

Gavira estaba lívido. Dec l a ró que co lgar ía a todos los d i ­putados del ba lcón del palacio si no r e c o n o c í a n su victo­r i a . 5 2 D e s p u é s se retiró apresuradamente y se p r o n u n c i ó contra el gobierno del estado. Por a lgún t iempo se temió que C á n d i d o Agui lar se le uniera con los vazquistas que operaban en varios puntos de Veracruz, pero los temores resultaron infundados. De cualquier forma, el único de los viejos revolucionarios que n o d u d ó fue Rafael Tapia, jefe de los rurales, quien ya estaba listo para agrupar sus fuer­zas alrededor de C ó r d o b a por si Agui lar se rebelaba. 5 3 Gavi­ra fue aprehendido y enviado a San Juan Ulúa . Durante febrero y marzo en Veracruz h i c i e ron e rupc ión l iteral-

5 0 Canadá al secretario de Estado de Estados Unidos (8 ene. 1912), USDS, 812.00/2722.

5 1 Madero a Alegre (29 ene. 1912), AGN, FMLC 1, núms. 301-302; observadores y mayores contemporáneos, así como historiadores, pos­teriormente, sintieron lo mismo. Véase Enrique Lobo a Madero (29 ene. 1912), AGN, FMCA, c. 21, núm. 554-1/ 16697-8 y MELGAREJO VIVAN­DO, 1960, p. 197.

5 2 Raúl Argudín a Alegre (31 ene. 1912), AGN, FMCA, c. 32, núm. 865.

5 3 Tapia a Alegre (3 feb. 1912), AGN, FMCA, c. 32, núm. 865/24145.

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mente los movimientos revolucionarios, a pesar de los i n ­tentos tardíos del gobierno por d i s tr ibuir la t i e r ra . 5 4

Lagos Cházaro tomó el poder como gobernador el 15 de febrero, mientras el estado continuaba en ebul l ic ión. Ga-viristas, vazquistas, y orozquistas, así como todo t ipo de gru­pos, a d e m á s de los bandidos, plagaban el estado. 5 5 Las c o m p a ñ í a s petroleras se v ieron obligadas a pedir ayuda al gobierno para vigilar sus propiedades. 5 6 E n marzo, el pe­r iód ico La Nueva Era afirmaba que Madero h a b í a compro­met ido la Revoluc ión. A ú n quedaban muchos de la vieja guardia; de hecho, no hab ía ocurr ido n i n g u n a revolu­c i ó n . 5 7 U n a so luc ión creativa propuesta por algunos vera-cruzanos influyentes planteaba r e u n i r a todas las clases pobres y laboriosas en distintos cines de la c iudad para dar­les conferencias y lecturas sobre la s i tuación po l í t i ca . 5 8 La so luc ión del gobernador, empero, no era pol í t ica n i peda­góg ica , sino mi l i tar . Se recurr ió r á p i d a m e n t e al uso de las fuerzas voluntarias . 5 9

A esta caldera revolucionaria se le a g r e g ó una c a m p a ñ a electoral en la cual participaban no menos de nueve can­didatos; inc lu ían a Gui l l e rmo Pous, Alegre, el candidato dehesista, H i l a r io Rodr íguez Malpica, oficial naval y jefe del personal presidencial, el m i l l o n a r i o T o m á s Braniff , quien compraba votos abiertamente y A n t o n i o Pérez Rivera, can­didato del Partido Catól ico , u n desconocido que h a b í a fungido como jefe pol í t ico de Jalapa bajo el mando de De­hesa. La c a m p a ñ a se caracterizó desde u n p r i n c i p i o por el desorden y las acusaciones de c o r r u p c i ó n e in t romi s ión . 6 0

Para esas fechas, Dehesa h a b í a cambiado de bando e i n i -

MLaNuevaEra ( l 2 mar. 1912), p. 2. 5 5 Varios informes de Cantons (23 y 28 feb. 1912), AGEVLL, TP, c. 6. 5 6Lagos Cházaro a Madero (2 mar. 1912), AGN, FMCA, c. 32, núm.

865/24175. 57 La Nueva Era (24 feb. 1912), p. 3. 58 La Nueva Era (29 feb. 1912), p. 6. 5 9Lagos Cházaro a Madero (2 mar. 1912), AGN, FMCA, c. 32, núm.

865/24175. 6 0 Madero a Lagos Cházaro (7 j u n . 1912), AGN, FMCA, c. 32, núm.

865/24200-02.

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ciado una fuerte c a m p a ñ a contra Madero . 6 1 Brani f f acusa­ba al presidente de estar met ido en los asuntos de Vera-cruz, acusac ión que llevó a reemplazar temporalmente a Lagos Cházaro por M a n u e l L e v i . 6 2 Por ese entonces se acu­saba a Lagos C h á z a r o de haber tomado dinero de Brani f f para arreglar la e l e c c i ó n . 6 3 Fue l lamado a Chapultepec y se le dio licencia por enfermedad. Se trataba de una comedia. Para el 1 Q de j u l i o , el conservador desconocido Pérez Ri­vera iba ganando. Con d inero que debe haber recibido de fuentes externas, h a b í a establecido m á s clubes pol í t icos que cualquier o t ro candidato . 6 4 L o obvio deb ió haberlo sido t ambién para C á n d i d o Agui lar , quien pidió l icencia por t iempo i l imi tado y se le c o n c e d i ó . 6 5 T o d o t ipo de evi­dencias muestran que h u b o fraude en las elecciones, u n hecho no pasado por alto por los c o n t e m p o r á n e o s . 6 6

U n o de los cambios m á s sorprendentes fue el compor­tamiento de Gabriel Gavira, qu ien antes fuera u n revolu­cionario radical. Deb i l i t ándose en pr is ión, casi todos los candidatos lo h a b í a n consultado para solicitarle su apoyo. Finalmente, dec id ió respaldar a Pérez Rivera, a quien con­sideraba honesto. 6 7 L o cierto, en parte, es que Pérez Rive­ra era gente de Gustavo A. M a d e r o ; 6 8 y t ambién era del Partido Catól ico . Este se alió a los "científ icos" en el se­nado tras la apertura de l congreso el 14 de septiembre de 1912. 6 9

El conjunto de estos factores explica el comportamiento de Dehesa. El , al igual que otros anticientíficos, veían en Pé-

61 La Nueva Era (23 jun. 1912), p. 6. 62 La Nueva Era (23jul . 1912), p. 3. 6 3 BONILLA, 1922, p. 24. 6 4 Informes a la Secretaría de Gobierno ( P j u l . 1912), AGEVLL, PP, c. 1. 6 5 Informe (12 j u l . 1912), AGN, CR, 38/429; el cónsul estadouni­

dense sentía lo mismo. Relata el incidente en la zona norte del estado, donde la J P disparó contra varios ciudadanos que exigían su derecho a elegir a su propio candidato. Véase Canadá al secretario de Estado de Es­tados Unidos (23 ago. 1912), USDS, 812.00/4779.

mLaNuevaEra (29jul . 1912), p. 1. 6 7 GAVIRA, 1933, p. 68. 68PASQUEL, 1972, vol. 2, p. 54. 6 9 WOMACK, 1988, vol. 9, p. 91.

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rez Rivera u n enemigo, y viceversa. Hizo todo lo posible por­que Manue l Alegre quedara como gobernador en lugar de Pérez Rivera. 7 0 Este, a su vez, h a b í a acusado a Dehesa de ha­ber tomado d inero del munic ip io , acusac ión que nunca fue comprobada . 7 1 Posiblemente Dehesa veía a Pérez Rivera, si n o como u n "científico", por lo menos como u n cercano co­laborador de ellos. Para entonces, la actitud de Dehesa hacia el presidente hab ía cambiado tornándose en una hosti l idad considerable. Como su p lan h a b í a fallado, Dehesa se ret iró al exil io a ú n protestando no haber obstruido a Madero , pe­r o af irmando que su gobierno era c o r r u p t o . 7 2

Félix Díaz , sin embargo, tenía otros proyectos. Esperaba contar con el apoyo de viejos porfiristas. 7 3 E l 16 de octubre inició su rebe l ión contra Madero tomando la c iudad de Ve-racruz para d e s p u é s luchar contra el gobierno del estado. 7 4

Era u n conocido anticientíf ico y amigo cercano de Teodo­r o Dehesa. A u n q u e J o h n Womack a d u c í a que los "científi­cos" h a b í a n organizado esta rebe l ión , no se han encon­trado evidencias que sustenten esto. 7 5 A l a n K n i g h t l lama a la revuelta solamente como conservadora y obviamente lo era, 7 6 aunque t ambién era m á s que eso. E l verdadero ideal detrás de esta rebe l ión era el anticientif icismo. De lo con­trario, es poco probable que Dehesa la hubiera apoyado. A l regresar de su exi l io en Nueva York se e n t e r ó de l alza­miento de Fél ix Díaz , aunque, prudentemente , no h a b í a tomado parte activa en é l . 7 7 El mismo Díaz era muy cono-

7 0 Onés imo P. Salazar a Madero ( 2 0 ago. 1 9 1 2 ) , AGN, FMCA, c. 2 0 , núm. 5 0 4 / 1 5 6 8 6 .

7 1 Dehesa a García Peña ( 1 1 nov. 1 9 1 2 ) , AGEVLL, ATD, c. 1 , núms. 2148-2150 .

7 2 Dehesa a Carda Peña ( 2 6 sep. 1 9 1 2 ) , AGEVLL, ATD, c. 1 , núms. 2126-2128 .

7 3 HENDERSON, 1 9 8 1 , p. 5 0 . 74La Nueva Era ( 1 2 nov. 1 9 1 2 ) , p. 3. 75WOMACK, 1 9 8 8 , p. 9 1 ; algunos observadores contemporáneos

obviamente sintieron lo mismo, aunque no se tienen evidencias direc­tas. Véase Domingo León a Sánchez Azcona ( 1 8 feb. 1 9 1 2 ) , AGN, FMLC, c. 2, núms. 2 2 - 2 3 / 7 7 - 8 0 .

7 6 KNIGHT, 1 9 9 0 , vol. 1 , p. 4 7 5 7 7 HENDERSON, 1 9 8 1 , p. 6 6 .

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cido como anticientíf ico, siendo éste uno de los mér i tos de la r e b e l i ó n . 7 8

En Veracruz hubo u n sentimiento específ ico que se interpretó como apoyo hacia Díaz y que otra vez se h a b í a centralizado estrechamente el poder y, por supuesto, las posibilidades de ventajas personales en una familia, los Ma­dero . 7 9 Esto se reflejaba en polít icas similares a las mane­jadas por los "científicos" porfiristas, contra los que Dehesa hab ía debido luchar: central ización del poder en la c iudad de México , y c o n t r o l del desarrollo nacional por u n pe­q u e ñ o grupo para su beneficio personal. En el puerto mis­mo, la revuelta de Díaz tr iunfó con rapidez y faci l idad porque casi toda la c iudad y sus autoridades eran felicistas y de incl inación fuertemente anticientífica, incluyendo al per iód ico local El Dictamen.80 La revuelta coincidía , ade­más , con considerables d e s ó r d e n e s armados en el estado. Ignacio Peláez e n t r e g ó T u x p a n a los felicistas, e invadió Tampico; los rebeldes eran muy activos en Zongolica; Gui­l le rmo Pous se hab ía rebelado en Sotavento a causa de irregularidades en las elecciones para gobernador; u n tal coronel Ortega y Rivera dir ig ía una banda de rebeldes en el corazón de la r e g i ó n de Dehesa, el m u n i c i p i o de Ozu-luama, y el viejo porfir ista coronel Gaudencio de la Llave de Orizaba m a n d ó u n emisario a Félix Díaz para delinear el p lan de u n a acc ión m i l i t a r . 8 1 N o a lbergó n i la m e n o r duda de que para los veracruzanos el tema pr inc ipa l de la revuelta de Díaz era el anticientif icismo, a excepc ión de al­gunos como Gaudencio de la Llave y el oportunista H i g i -n io Aguilar , quienes ten ían sus propios motivos y carec ían de gran capacidad de aná l i s i s . 8 2

7 8 "Basis and Opinions of Gen. F. Diaz's Revolt in Veracruz", sin nom­bre AFD, c. L n ú r n . 82.

7 9 HENDERSON, 1981, p. 47. 8 0 Domingo León a Sánchez Azcona (28 oct. 1912), AGN, FMLC, c. 2,

núms. 22-23/753-754; Mexican Herald, AEM, t. 2, num. 50. 8 1 HENDERSON, 1981, pp. 56-57; alcalde municipal, Xoxocotla a jefe po­

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82GARCIADIEGO, 1992.

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E l final de esta revuelta no marcaba el fin de los proble­mas n i en Veracruz n i en el país . La atención se centró en la c iudad de México , donde continuaba el drama polít ico. Era obvio, tanto para observadores locales como extranjeros, que el gobierno de Madero era extremadamente impopu la r y que sólo bastaba esperar que fuera reemplazado. Quizás to­dav ía no quedaba claro el grado de odio a finales de 1912. Sin embargo, esta s i tuación durar í a sólo dos meses más .

C o n el derrocamiento de Madero por el general Huer­ta e n febrero de 1913, el gobernador de Veracruz Pérez Ri­vera recibió licencia por incapacidad y prác t i camente fue puesto bajo arresto domic i l i a r io en la ciudad de M é x i c o . 8 3

Fue sustituido por u n viejo maderista, el general Eduardo Cauz. Pérez Rivera huyó de ahí a Estados Unidos , hacien­do una parada tardía en San A n t o n i o para contactar osten­siblemente a los constitucionalistas. Pero no pudo entrar al movimiento , y no volvió a Méx ico sino hasta 1920.

CONCLUSIÓN

E l acceso de Madero al poder se facilitó gracias a una alian­za inconclusa en Veracruz entre la élite anticientíf ica d i r i ­g ida por Teodoro Dehesa y los maderistas revolucionarios bajo las ó r d e n e s de Gabriel Gavira y C á n d i d o Agui lar . E l presente estudio se c o n c e n t r ó en aquel p r imer grupo, así como en otras élites, ya que éstos eran los ún icos protago­nistas polít icos d e s p u é s del despido de L e ó n A i l l a u d . Mas, ¿ q u é fue de los revolucionarios que ayudaron a Madero a hacer la Revoluc ión? ¿Por q u é se les marginaba tan fácil­mente? ¿La revoluc ión en Veracruz fue sólo una quimera o se fundaba acaso en bases sólidas? ¿Cuál era su base po­lítica potencial? Para responder estas preguntas necesita­mos hacer algunos comentarios acerca de la naturaleza de la revolución mexicana en Veracruz, especificando las fuer­zas y clases con que contaba. Y d e s p u é s necesitamos hacer conclusiones acerca de las intenciones polít icas de Made-

83PASQUEL, 1972, vol. 2, p. 55.

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ro en Veracruz, así como su fracaso de poner en práct ica una democracia polít ica.

Para apreciar plenamente las manifestaciones de la Re­volución en Veracruz, y para eso, en cualquiera de los es­tados mexicanos, es menester hacer algunas distinciones cruciales. Es imposible juzgar la p ro fund idad de una revo­lución por las acciones sólo de los combatientes. E l cam­pesinado, o cualquier otro grupo social que tenía quejas sustanciales contra el r é g i m e n de Porf i r io Díaz y que no se un ió al movimiento maderista en el combate, se pudo abs­tener de unirse por ser potencialmente revolucionario, pero en el sentido estricto de la palabra, o sea que desea­ba una revolución social y, por lo tanto, desconfiaba de las promesas de Madero. Es necesario admi t i r que el Plan de San Luis era muy vago en cuanto a la t ierra, lo que preocu­paba a m u c h í s i m o s mexicanos. El tema requiere de u n estudio sistemático, así como de la apl icación de metodolo­gías nuevas que revelarían la presencia de una menta l idad revolucionaria muy profunda entre los no combatientes o u n comportamiento revolucionario no m i l i t a r . 8 4

A pesar de la ausencia de u n estudio detallado, la inves­t igación indica que la naturaleza de la Revoluc ión en Ve­racruz era social y que la i n c o n f o r m i d a d llegaba al fondo de la sociedad veracruzana. A ú n más , sus aspectos físicos eran violentos, globales y complejos. K n i g h t se equivoca al sugerir que la revolución en Veracruz era débi l y que solo dio muestras de fuerza d e s p u é s de mediados de mayo. En efecto, se concluye tentativamente que h a b í a u n movimien­to revolucionario social muy considerable tras la apariencia de u n levantamiento antiporfirista en el estado. Veracruz fue la ún ica entidad de la Repúbl ica con u n movimiento so­cial revolucionario cont inuo cuatro a ñ o s antes del Plan de

8 4 Estrictamente hablando, estoy siguiendo la definición de Jack GOLDSTONE, 1994, p. 38ff. Para una discusión de los revolucionarios anti­maderistas, véase Glen David Juecker, "Land, Oi l and the Transiórma-tion of Space in the Formation of Regional Identity in Northeastern Veracruz", documento presentado a la reunión anual de la Asociación Canadiense de Historia de la Learned Societies Conference, en Calgary, Alberta, Canadá (13jun. 1994), inédito.

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San Luis Potosí . L o in ic iaron numerosas fuerzas sociales d e s p u é s de 1906 en demanda de cambios profundos de la é p o c a porfirista, o lo que el historiador K n i g h t l lama una verdadera revolución social 8 5 de larga d u r a c i ó n . 8 6 Las pro­mesas implícitas de que se rest ituirían las tierras tomadas p o r los campesinos durante la é p o c a porfirista, no ser ían cumpl idas . 8 7

Dado que, como todo parece indicar , la intención de Madero no era operar una revolución social, sería injusto acusarlo de haber fallado en ese sentido. Por otra parte, su in tenc ión de establecer una verdadera democracia políti­ca, como declarara en La sucesión presidencial y, de spués , en e l Plan de San Luis Potosí , p a r e c í a ser clara e indebati-ble . Desafortunadamente, su práct ica polí t ica en Veracruz muestra muy poca s imi l i tud con sus declaraciones iniciales. Desde fuera, Madero p a r e c í a nervioso e indeciso para apo­yar a los revolucionarios que lo h a b í a n llevado al poder y n o se diga poner en práct ica cualquiera de las ideas por las que hab ían luchado.

Es claro que gente como Gavira, Tapia y Agui lar h a b í a n tomado las declaraciones de Madero muy en serio. Estos hombres lucharon por las ideas contenidas en el Plan de San Luis Potosí . Pronto se enteraron, no obstante, que esos pr inc ip ios no ser ían aplicados. Entonces, ¿por q u é permi-

8 5 Karl B. Koth, "Precursor or First Shot: The Acayucan Uprising of 1 9 0 6 " , sometido a The Americas, para su publicación; KNIGHT, 1990 , vol. 1 , pp. 7 8 y 2 0 4 .

8 6 KNIGHT, 1990 , vol. 1 , pp. 205-206. Knight llegó a esta conclusión cen­trándose exclusivamente en declaraciones malinterpretadas de revolu­cionarios como Tapia y Gavira, quienes participaban en el centro del estado. Aun así, su investigación queda lejos de ser exhaustiva. Tampo­co examinó la revolución en el sur del estado, mencionando el nombre de Salas sólo una vez y sin siquiera recordar el de Padua. Este autor está actualmente en vías de preparar una monografía sobre Veracruz du­rante la revolución mexicana. Provisionalmente propone la conclusión de que la revolución allí fue tan intensa como extendida. En todo caso, no fue momentánea. Véase CORZO RAMÍREZ, GONZÁLEZ SIERRA y SKERRITT, 1 9 8 6 ; FALDÓN, 1977 ; FALCÓN y GARCÍA MORALES, 1986 ; FOWLER-SALAMINI, 1 9 7 1 ; FOWLER-SALAMINI, 1 9 9 3 , pp. 99-117 , y PASQUEL, 1 9 7 2 .

87SHADLE, 1994 , p. 4 6 . Véase WOMACK, 1978 , pp. 7 0 y 75 .

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t i e ron a Madero seguir en el poder? ¿Por q u é le permit ie­r o n manipular el devenir pol í t ico de Veracruz? Parte de la respuesta debe estar en el hecho de que n i n g u n o de ellos tenía experiencia gubernamental . Este grupo, que realizó casi toda la lucha en Veracruz, provenía de la p e q u e ñ a bur­gues ía . Eran artesanos productores de sillas de montar como Tapia, contadores como Jara, carpinteros como Gavi-ra, o rancheros como Aguilar. Los hacendados como Lagos C h á z a r o eran la excepc ión y éstos, en cualquier caso, no tu­v ie ron inconveniente para alinearse con otros grupos bur­gueses d e s p u é s del derrocamiento de Díaz .

U n o de los argumentos m á s convincentes que Madero p u d o fo rmular para explicar el retraso en la ap l icac ión de los pr incipios revolucionarios lo e x p r e s a r í a M a n u e l Alegre por separado. Alegre just i f icó la contra tac ión de antiguos dehesistas argumentando que sab ían administrar. Los ex­revolucionarios no p o d í a n ver claramente lo que suced ía desde sus ventajosos puntos de vista p o r fuera de la admi­nistración. Así, l legaron a confiar en Madero y a darle tiem­po para que arreglara la s i tuación, con la esperanza de que cuando Madero lograra pacificar el estado sus aspiraciones ser ían satisfechas. Los meses de j u n i o de 1911 a febrero de 1913 fueron de gran tumul to . Era fácil convencerse de que Madero necesitaba pacificar p r i m e r o al pa í s antes de guiar­lo p o r u n camino de democracia. Así que se dedicaron a ayudarlo para lograr ese objetivo. Tapia sirvió como jefe de rurales en Veracruz y Aguilar, qu ien se h a b í a convertido en u n hábi l comandante mil i tar , estaba a cargo de varios asun­tos difíciles. Más importante a ú n , n i n g u n o de los l íderes maderistas en Veracruz, de los cuales casi todos pertenecían a la p e q u e ñ a burgues í a , buscaba realizar una revolución social completa movilizando a los campesinos, trabajadores mil i tantes e ind ígenas . Por lo tanto, su base pol í t ica estaba l imitada .

La ú n i c a opos i c ión pol í t ica real de Madero provenía del sector de la b u r g u e s í a capaz de asesorar su viraje a la dere­cha, hacia las pol í t icas del cientif icismo. C o l o c a r í a a los suyos, p r i m e r o a Félix Díaz, y d e s p u é s al general Huerta . Si n o h ic ie ron nada por ayudar a este ú l t imo, y no hay eviden-

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cia de que Dehesa lo haya hecho era por su prudencia, y que no q u e r í a n tomar n i n g ú n riesgo notor io . Para hacer­le just ic ia a Dehesa, hay que decir que favorecía soluciones pol í t icas , n o militares, a los problemas del estado. Por otra parte, este grupo no hizo nada por ayudar a Madero, cre­yendo que éste se p r o p o n í a i n t r o d u c i r polít icas opuestas a sus intereses, o pensando que no era lo suficientemente fir­me para tratar con las clases bajas. Peor aún , la pe rcepc ión de que Madero estaba siendo manipulado por su famil ia para restaurar una s i tuación que ellos, los veracruzanos, ve ían como similar a la propuesta por los c ientí f icos , 8 8 lo cual significaba que p o d r í a n hacer poco o nada para evitar su derrocamiento .

E l fracaso de Madero estaba ligado a la naturaleza de la Revoluc ión. La esperanza de una revolución social para mu­chos veracruzanos era la p r o b l e m á t i c a pr inc ipa l tras su i n ­capacidad para encontrar u n gobernador adecuado. Una se­gunda prob lemát i ca era c ó m o complacer a las élites, las que apoyaban distintas fracciones políticas. Por lo tanto, Madero o p t ó por abandonar las urnas y manipular el resultado de las elecciones para la gubernatura de Veracruz. Esto dice mu­cho de sus verdaderas intenciones y su filosofía polít ica.

Si basamos nuestra aprec i ac ión en las declaraciones po­líticas de Madero, como los pr incipios enunciados en el Plan de San Luis Potosí , pisaremos t ierra firme para juzgar las razones de su fracaso pol í t ico. La pregunta principal , de si Madero trató de llevar a cabo una revolución democrá­tica, merece una respuesta negativa. N o fueron las fuerzas de o p o s i c i ó n o las circunstancias en que se encontraba Ve­racruz las que i m p i d i e r o n la real ización de la revolución d e m o c r á t i c a , sino el p r o p i o presidente Madero. Es menes­ter par t i r del reconocimiento de que, aparte de Ai l l aud , Madero no intentó encontrar u n gobernador capaz de me­d ia r c o n é x i t o entre los revo luc ionar io s maderistas y la b u r g u e s í a . Hay pruebas consistentes de que, de cualquier forma , Madero no q u e r í a n i n g ú n t ipo de med iac ión , sino só lo que la gente se plegara a sus propias ideas, las cuales

88 El Dictamen, "El Latrocientificismo, júnior" (15jul . 1911), p. 1.

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diferían de las de los revolucionarios. ¿Cuáles eran esas ideas? Pr imero , que las cosas cont inuaran como siempre; segun­do, de ser posible la democracia política sería puesta en prác­tica. Empero, no era la pr imera opc ión , y se le veía como al­go que era prescindible. Madero no quer ía provocar la cólera de su propia clase, por lo que cons ideró conveniente recu­r r i r a los m é t o d o s que poco antes h a b í a tachado de antide­mocráticos : manipulac ión, uso de los jefes políticos para im­poner candidatos y manejar los asuntos electorales, en otras palabras, las más corruptas prácticas porfiristas. Mientras tan­to, sus ex c o m p a ñ e r o s de armas, como Gavira, Aguilar , Ta­pia y Jara, paulatinamente serían alejados de la toma de de­cisiones polít icas de Veracruz.

Las políticas de Madero eran las causas principales del des­contento del estado y del país . N o tenía nada que ofrecer a las clases bajas; marginaba a los mismos revolucionarios que lo h a b í a n llevado al poder; tejió alianzas con las propias éli­tes que, s egún muchos, q u e r í a derrocar, pero m á s que con cualquiera, con los "científ icos" . Así, Madero p r e p a r ó a Ve­racruz y a México para entregarlos al general H u e r t a . 8 9

E n 1910, Veracruz estaba listo para una revolución. La ma­yoría de la c i u d a d a n í a buscaba cambios social y polít ico y lo que obtuvieron en vez de esto fue u n a revolución polít ica m a n i p u l a d a que r e d u n d ó e n las mismas p r á c t i c a s p o r f i ­ristas pero con otro n o m b r e . La naturaleza radical de las polít icas seguidas en Veracruz en las siguientes décadas con­f i r m a esta conclus ión .

Traducción de Julieta VENEGAS

SIGLAS Y REFERENCIAS

AEM Archivo Espinosa de los Monteros, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México.

8 9 Madero estaba consciente de todas las críticas, pero negaba que se basaran en algo más que la imaginación de editores exagerados. Véase Madero a gobernadores, borrador, día desconocido (dic. 1911), AGN, EFM, c. 1, 15/358.

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