Madrid 1808_Guerra y Territorio

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    CIUDAD Y PROTAGONISTAS

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    Comisarios de la exposición

    Guerra y territorio

    Francisco Quirós

     Juan Carlos Castañón

    Ciudad y protagonistas

    Carmen del Moral Ruiz

     Museografía:

     Javier Pérez-Chirinos

     José Antonio del Pino

     Antonio Arroyo de Pablos

    © de los textos: sus autores.

    © de las imágenes: el propietario.

    © de la presente edición: Ayuntamiento de Madrid

    Depósito legal: M--

    ISBN: ---- (obra completa)

    ISBN: ---- (Guerra y territorio)

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    GUERRA Y TERRITORIO

    Mapas y planos 1808-1814

    M H 

    Madrid, de abril - de septiembre de

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     Ayuntamiento de Madrid

     Alberto Ruiz-Gallardón

     Alcalde de Madrid 

     Alicia Moreno

    Delegada de Gobierno del Área de las Artes 

     Juan José Echeverría 

    Coordinador General de Infraestructuras Culturales 

    Belén Martínez

    Directora General de Archivos, Museos y Bibliotecas

    Carmen Herrero

     Jefa del Departamento de Museos y Colecciones 

    M.ª Carmen Moral

     Jefa del Departamento de Archivos y Bibliotecas 

    Fernando Rodríguez 

     Jefe del Departamento Conde Duque 

    Gloria Esparraguera

     Asesora de las Artes 

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     Agradecimientos

    Biblioteca Nacional de España, Biblioteca de Koldo Mitxelena Kulturunea (Guipúzcoa),Instituto Geográfico Nacional (Madrid), Ministère de la Defense. Service Historique de laDéfense. Departement de l’Armée de Terre. Division Des Archives (Vincennes), Ministeriode Defensa. Archivo Cartográfico y de Estudios Geográficos (Madrid), Musée des Arts etMétiers, Musée National des Châteaux de Versailles et de Trianon, Museo Naval de Madrid,Real Academia de la Historia (Madrid), Real Observatorio Astronómico de Madrid.

    Rosa Abella Luengo; Manuel Abella Poblet; Javier Alcolea Jiménez; Pierre Arizzoli

    Clémentel; Virginia Armero; Jaime Armero; Rafael Bachiller; M.ª Carmen Bilbao Ariño;Manuela Cervantes; Louis de Contenson; Milagros del Corral; María Luisa Cuenca;Laure Chedal-Anglay; Luis M. Cuesta Cívis; Pedro Gallego Trabazos; Fréderic Lacaille;Miguel Ángel Ladero Quesada; Teodoro de Leste Contreras; José Antonio LópezGarcía; Carmen Líter; Pilar Lizán Arbeloa; Berta López Fernández; Luis MagallanesPernas; Jacques Maigret; Francisco Marín Perellón; Sergio Martínez Iglesias; Isabel deMiguel; Asunción Miralles; Marc Nolibé; Javier Ortega; Claude Ponnou; Denis Pruvrel;Pablo Ruiz Gil; Carmen Sanabria; Eva Sanz Murillo; Alberto Sereno Álvarez; Véronique deTouchet; Marie-Anne de Villèle; J. M. Vindel; José Zulueta y Artaloytia.

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    El Ayuntamiento de Madrid, consciente de la importancia que para la ciudad tiene el Bicentenario delDos de Mayo de , ha puesto en marcha un extenso programa cultural. Se trata de un conjunto deactividades con el que queremos dar a conocer un hecho que forma parte de nuestra memoria colectiva,y cuyos efectos cambiaron el rumbo de la Historia de España. Una de las convocatorias más importan-

    tes, de entre todas las vinculadas con este acontecimiento, es la exposición Madrid  . Esta muestra,ubicada en dos sedes —el Museo de Historia y Conde Duque—, ofrece una perspectiva global de aqueltiempo. Por un lado, muestra el ámbito geográfico donde tuvieron lugar los acontecimientos y, porotro, a los protagonistas, a los propios madrileños que actuaron, al mismo tiempo, como intérpretes yespectadores. El Ayuntamiento fue testigo de excepción de todo ese período. Prueba de ello es que lasinstituciones culturales municipales, como el Archivo de Villa, la Biblioteca Histórica, la HemerotecaMunicipal o el Museo de Historia cuentan con una gran riqueza patrimonial y documental, en muchoscasos inédita. Ahora, doscientos años después, este extenso y riquísimo legado sale a la luz para facilitara los ciudadanos del Madrid del siglo el conocimiento de una Historia de la que somos herederos.

     Así, el Museo de Historia, bajo el epígrafe Guerra y territorio, revela las aportaciones cartográfi-cas sobre la ciudad, producidas durante la Guerra de la Independencia, y entre las que se incluyenlas realizadas por el ejército francés. Precisamente Francia contaba desde hace tiempo con una gran

    ventaja en esta materia, cuyo desarrollo se aceleró como consecuencia de las ambiciones territorialesde Napoleón, que llegó a promover un gigantesco proyecto cartográfico europeo, imprescindiblepor razones militares y también para aplicar las nuevas formas de organización territorial del granimperio que soñaba con construir. Ése es el proyecto que comenzaron a aplicar en España desde elmismo momento de su entrada las primeras tropas en marzo de , que se caracterizaba por la mi-nuciosidad y riqueza del detalle, así como por su cuidada ejecución. El valor de este material históricoradica en su carácter, original e inédito, nunca exhibido hasta ahora, que dota de especial interés aesta exposición, en la que este apartado se completa con piezas de los fondos del propio museo, comola maqueta de Madrid de León Gil de Palacio. Se trata de un trabajo dirigido por los comisarios de laexposición y profesores de la Universidad de Oviedo Francisco Quirós y Juan Carlos Castañón, en elque también han participado, junto a un importante equipo de colaboradores, Javier Ortega, profe-sor de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, y el investigador Francisco Marín.

    Por su parte, la sede de Conde Duque, a través de Ciudad y protagonistas , brinda al visitante la posi-bilidad de tener una visión próxima de los sucesos políticos y de la sociedad que los vivió. Este apartado—Ciudad y protagonistas— es fruto del inmenso trabajo de Carmen del Moral, profesora de la Universi-dad Complutense de Madrid y otra de las comisarias de la exposición. En este espacio se nos presenta unaciudad confiada, embellecida con grandes edificios y avenidas, que trataba de asemejarse a otras capitaleseuropeas, aunque con una población que vivía sin alterar sus antiguas costumbres. Esta aproximación alos habitantes del Madrid de principios del siglo , desde la nobleza, el clero o la incipiente burguesíahasta las clases populares, nos permite conocer los contrastes y las coincidencias de una sociedad quecomenzaría una radical transformación a raíz de los intensos acontecimientos que se sucedieron durantela primavera de . Es entonces cuando Madrid se convierte en una ciudad llena de voces y rumores,en la que surgen los primeros enfrentamientos con los franceses que desencadenarán los sucesos del Dosde Mayo, cuando el heroísmo de los ciudadanos es combatido con una dura represión.

    Conocer mejor un pasado al que esta ciudad ni puede ni quiere renunciar es el fin último de unaexposición que al interés de sus contenidos suma el ser instrumento que contribuye a comprenderese de mayo de , en el que los ciudadanos de Madrid, movidos por un sentimiento común,decidieron luchar por la libertad de su Nación.

     Alberto Ruiz-Gallardón

     Alcalde de Madrid 

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     A lo largo del siglo la Guerra de la Independencia se convirtió en el referente básico de unahistoriografía nacional, a partir de una interpretación cuyo núcleo es la resistencia del puebloen armas frente al invasor. Un pueblo que toma conciencia de su papel como nación. Pueblono considerado en términos de una clase social precisa, sino como un colectivo que desarrollaestrategias de resistencia frente a la invasión francesa. El aglutinante de este colectivo es la in-vasión francesa que se transforma en guerra popular y nacional y, por tanto, de liberación frenteal expansionismo napoleónico. Asimismo, existe un consenso entre los historiadores de la con-temporaneidad en considerar la guerra como un proceso revolucionario que clausuró, o intentóclausurar, el Antiguo Régimen y alumbró un nuevo tipo de sociedad impregnada de los valores

    y principios del liberalismo. No es de extrañar que un individuo tan caracterizado entre lasélites políticas liberales del siglo como el Conde de Toreno, que a su vez dejó plasmada unavisión paradigmática de la guerra, titulara su libro Historia del levantamiento, guerra y revoluciónde España , y planteara que la guerra había abierto un cauce de crisis política e institucional quetuvo su gran exponente en la Constitución gaditana de .

    Pero todo empezó en Madrid. En una ciudad que, según la Demostración general de la población elaborada en , tenía . habitantes. Probablemente la cifra peca de escasezteniendo en cuenta la falta de operatividad estadística de la época, pero en cualquier caso setrataba de una ciudad de dimensiones reducidas donde casi todo el mundo se conocía o se te-nían fáciles referencias entre los vecinos, de los unos y los otros; es decir, un núcleo urbano en elque las relaciones personales y de proximidad eran dominantes, sobre todo con respecto a otrasgrandes urbes europeas como París o Londres en la misma época. En una ciudad de estas carac-

    terísticas, la población suele conocer a la perfección el espacio urbano, los múltiples recovecosde la ciudad. Casi podríamos decir que es fácil tener una valoración estratégica del espacio enel que se vive y en el que se convive. Llama la atención que, a pesar de la ausencia de medios yde instrumentos de información modernos, las gentes del Madrid de la época solían estar bieninformadas, ya que existían lugares en la ciudad especializados en estos fines, es decir, en latransmisión de noticias. Baste señalar la Puerta del Sol, auténtico mentidero de la Villa y Corte.

     Así, no extrañará que en los días inmediatamente anteriores al Dos de Mayo sean múltipleslos referentes que nos hablan de reuniones masivas de gentes en la Puerta del Sol o en el Pradoesperando las noticias que llegaban de Francia. Sin embargo, el que existiera una abundanteinformación no quiere decir que ésta fuera fehaciente. En efecto, la información exacta, elbulo y el rumor se entremezclan para elaborar unos discursos que en la mente de las personasgeneraba realidades, ficciones e interpretaciones subjetivas. En suma, estamos ante una ciudad

    que, por su contextura espacial, es fácilmente movilizable y hace muy ágil cualquier respuestamultitudinaria. En cambio, los recién llegados franceses no poseían las mismas cualidades en loque se refiere al control espacial de la ciudad.

    En , este Madrid no era un núcleo mesocrático. Se trataba de una ciudad aquejadade los mismos síntomas de bipolaridad social que el conjunto español: élites, bien nobiliarias,administrativas o burguesas, y el pueblo, es decir, una amalgama de artesanos, criados, tende-ros, jornaleros, curas y mendigos. Éstos serán los protagonistas del Dos de Mayo.

    El Dos de Mayo de 1808

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    Los sucesos del Dos de Mayo de significan el arranque convencional de la Guerra

    de la Independencia que en términos militares se prolongaría hasta con el abandono

    francés de Cataluña. Este hecho representaba el inicio de la resistencia al proyecto napo-

    leónico de ocupación del territorio. Coinciden dos variables que se van alimentando mu-

    tuamente: un contexto exterior dominado por los planes de Napoleón en el que España era

    una pieza, y la crisis política e institucional interna española y, en sentido más profundo,

    la del Antiguo Régimen. Napoleón consideraba a España con un doble rasero. En el corto

    espacio de tiempo nuestra situación geográfica resultaba básica en su estrategia contra

    Inglaterra. Pero hay que tener en cuenta que en Napoleón se siente plenamente vic-

    torioso y considera a España, a medio y largo plazo, como la primera pieza de un sistema

    napoleónico para la Europa del futuro.

    Con respecto a España, Napoleón podía aprovechar las relaciones seculares que, salvo

    el breve paréntesis del período republicano de -, se habían mantenido durante

    decenios tomando como base los Pactos de Familia borbónicos. De todas formas estas re-

    laciones se vieron adobadas de suspicacias y recelos, sobre todo a partir de , momento

    en que Napoleón, ocupado en Jena, se sorprende de las posibles intenciones de Godoy en

    caso de un revés bélico. Era el momento culminante de la preponderancia del valido Go-doy en la Corte española, pero también de la acentuación de las resistencias a su política

    reformista entre las élites españolas más vinculadas a las estructuras del Antiguo Régimen,

    y, por tanto, de la aceleración de una crisis política que tendría su máximo exponente en

    marzo y abril de .

    Napoleón necesitaba a España en su política de bloqueo antibritánico de forma directa,

    pero también indirecta, como vía hacia Portugal. A pesar de las fisuras, decidió intentar el

    manejo de los hilos de trama interna española con el objetivo de soldar la pieza peninsular y

    lograr el éxito del bloqueo. Con las espaldas cubiertas con la alianza con Rusia después de la

    paz de Tilsit, Napoleón centró sus objetivos en Portugal con la colaboración española. Empezó

    a introducir tropas en España unos días antes de la cita de Fontainebleau.

    El de octubre de se firmaba el tratado de Fontainebleau por los representantes de

    Francia y España, el general Michel Duroc y Eugenio Izquierdo de Rivera y Lezama, respec-tivamente. El proyecto dividía Portugal en tres partes. En cualquier caso, los tres principados

    quedarían bajo la protección del rey de España. Era una hipótesis de reunificación peninsular

    muy bien acogida en la Corte de Madrid. Era otra de las piezas del reajuste del mapa europeo

    planeado por Napoleón. Pero, además, era instrumento y coartada de unos planes de mayor

    alcance: la ocupación militar de España, ya que el tratado permitía, es decir, sancionaba, una si-

    tuación ya de hecho: la libre entrada y acantonamiento de tropas francesas en territorio español

    como paso hacia Portugal. En un mes el ejército francés al mando del general Junot entraba en

    Lisboa, y el príncipe regente Juan de Braganza huía a Brasil. A pesar de la ocupación de Por-

    tugal, los ejércitos napoleónicos continuaron penetrando y asentándose en puntos estratégicos

    próximos a la frontera francesa.

    Las tensiones políticas con nudo en Palacio entre las élites españolas fueron adquiriendo

    mayores dimensiones para hacer crisis en la conjura de El Escorial en y el motín de Aran- juez en , de implicaciones institucionales. Este proceso forma parte de uno más general,

    el de la crisis del Antiguo Régimen y del rumbo que había tomado la monarquía borbónica

    de Carlos IV a partir de Godoy. Estos episodios son la cristalización del debate, rivalidad y,

    finalmente, conjura, que caracterizan el intento de reacomodo de las élites más tradicionales y

    sus posiciones en la Corte que habían visto mermadas sus atribuciones, poderes y privilegios

    por el control que ejercían Godoy y una cohorte de nuevos servidores del Estado. Así, buena

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    parte de la nobleza, clérigos y servidores de la Corte habían sido desplazados por la camarilla

    de Godoy cercana a los reyes.

    Estas élites buscan el apoyo del príncipe de Asturias, Fernando, como alternativa a

    Carlos IV y, sobre todo, a Godoy, con pretensiones de trono. Y en ello ponen empeño a

    partir de la conspiración, aprovechando y estimulando la impopularidad del valido. Por

    debajo de todo ello subyacen los temores colectivos de una época de crisis que abarcan al

    conjunto social y las dificultades de la política reformista para taponar la crisis del Antiguo

    Régimen. Política reformista y situación de crisis que ha ido despertando inquietudes y no

    sólo rivalidades de poder entre las camarillas cortesanas. La política religiosa que iba más

    allá del regalismo para plantearse los primeros intentos desamortizadores y el cuestiona-

    miento de la Inquisición. La crisis financiera de la monarquía que aumenta su déficit des-

    pués de la guerra con Gran Bretaña y amenaza con una reordenación impositiva o pérdida

    de privilegios. El deterioro del comercio con los territorios americanos en el contexto de

    la política de alianzas. Las crisis de subsistencias que desde han golpeado con mayor

    fuerza las capas populares. La pérdida a largo plazo de peso específico en la toma de de-

    cisiones de instituciones como los Consejos, sobre todo el de Castilla, y de sectores de la

    Grandeza de España, que no son sustituidos por una mayor flexibilidad de la maquinariadel Estado y sí por la concentración de poderes en la persona de Godoy, que además no

    era de origen noble para mayor recelo de la Grandeza de España.

    Godoy era el personaje con más poder, pero también el candidato más acreedor a la iden-

    tificación de las realidades y temores de una crisis global. Por eso es frecuente considerar la

    Guerra de la Independencia como la coyuntura que precipita un proceso de crisis de funcio-

    namiento del Antiguo Régimen, desvelada con la inoperancia de sus instituciones cuando

    comience el conflicto.

    Los antecedentes: la conjura de El Escorial y el motín de Aranjuez

    El proceso de El Escorial y el motín de Aranjuez, dos episodios de la misma trama, son unarevuelta de privilegiados, a modo de resistencias, pero como primer escalón de una crisis social.

    La conjura de El Escorial de , que intentaba situar a Fernando en el trono, fue descubierta,

    dando lugar a la instrucción de una causa de la que da noticia la Gazeta de Madrid  de de

    octubre, para concluir con el perdón del monarca para su hijo y la absolución judicial, pero con

    el destierro gubernativo de los implicados de la camarilla, que tenía como cabezas visibles a Es-

    coiquiz, al duque de San Carlos y al duque del Infantado. Un clérigo y dos Grandes de España.

    El primero era el preceptor del príncipe, consejero de notable influencia en sus decisiones. Fue

    precisamente Escoiquiz el que brindó a Napoleón una vía diplomática a partir de un arreglo

    dinástico entre el príncipe y un Bonaparte. Pero Napoleón había elegido la instrumentalización

    de Godoy y la vía de la fuerza. También los duques del Infantado y de San Carlos formaban

    parte del entorno muy próximo al príncipe Fernando, y los tres muy ligados en la trayectoria

    posterior del absolutismo de Fernando ya como rey.El siguiente intento se situó en el motín de Aranjuez la noche del de marzo de , pero

    esta vez adobado con una proyección popular. El origen, objetivos y personajes principales

    eran los mismos, a los que se añade ahora el descontento popular por la mayor actividad de

    las tropas francesas que ya revelan con una estrategia de ocupación sus auténticos planes para

    España. Detrás de Aranjuez vuelven a situarse la camarilla de Fernando y oficiales del ejército.

    La novedad reside en un nuevo actor en escena: el pueblo, cuyo descontento es canalizado e

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    instrumentalizado contra Godoy. Y esta vez, el éxito fue concluyente: además de la destitución

    del valido, el de marzo, Carlos IV renunciaba a la corona en favor del príncipe Fernando.

    No por ello la crisis política y dinástica quedó cerrada. La reacción fernandina consistió en el

    desplazamiento del séquito de Godoy y el abandono de cualquier veleidad reformista, como la

    suspensión de la tímida política desamortizadora. Con estos ingredientes internos, Napoleón

    seguirá actuando.

    En efecto, el de marzo, el mariscal de Francia Joachim Murat, Gran duque de Berg,

    lugarteniente del emperador en España y cuñado suyo, entraba en Madrid. En pocos días un

    total de . hombres fueron ocupando la ciudad y sus alrededores. Formaban parte del

    Cuerpo de Observación de las Costas del Océano, dividido en tres divisiones de infantería,

    una de caballería y varias compañías de artillería. Quedaron acuartelados en la Casa de Campo,

    en El Pardo, en el convento de San Bernardino, en la huerta de Leganitos, en Fuencarral y en

    los Carabancheles, es decir, rodeando la ciudad. El segundo contingente militar francés estaba

    formado por la Guardia Imperial, tan querida por Napoleón, en la que confiaba plenamente y

    a la que siempre demostró un especial afecto. La Guardia se repartió entre el convento de San

    Bernardino, El Retiro y varios cuarteles del interior de la ciudad. Murat estableció su cuartel

    general en el Palacio de Grimaldi. Es decir, la Guardia Imperial estaba preparada para unahipotética intervención inmediata si el caso se producía.

    En la doble estrategia de Napoleón, la parte militar parecía concluida. Faltaba culminar

    la vertiente política cuyo fin último suponía el cambio de dinastía. De hecho, la actitud de las

    camarillas, tanto de Godoy como de Fernando, había convertido a Napoleón en el árbitro de

    una situación que ahora se dispone a rentabilizar. El primero a partir de la política de alianzas

    y su estrategia personal en Portugal. El segundo buscando el reconocimiento de su ascensión

    dinástica. Murat, al negar de hecho este reconocimiento, precipitó los acontecimientos. Na-

    poleón no quería a la familia real en América. La quería en Bayona, ciudad francesa donde

    legitimaría su propio proyecto como episodio final de la cuestión dinástica. Los hombres de

    la camarilla del nuevo rey Fernando VII, entre ellos nuevamente Escoiquiz, quien escribiría

    después Idea sencilla de las razones que motivaron el viaje del rey Fernando VII a Bayona , le acon-

    sejaron salir al encuentro de Napoleón para conseguir su apoyo. Tras las sucesivas citas fallidasde Burgos y Vitoria, llegó a Bayona el de abril. Godoy, quien también precisaba el concurso

    del emperador, se presentó en la ciudad francesa el de abril. A su vez, Carlos IV acudió a la

    cita el día . El resto de la familia real saldría de Madrid el de mayo.

    En los diez primeros días de mayo se sucedieron las abdicaciones de Bayona , con un esce-

    nario humillante de conflicto entre la familia real española ante Napoleón. La corona, como

    símbolo de legitimidad , pasó vertiginosamente por varias manos: Fernando VII retrotrae a

    Carlos IV, éste abdica en favor de Napoleón, quien, a su vez, eligió a su hermano Luis como rey,

    quien rechazó el ofrecimiento. La corona acabó en el primogénito de los Bonaparte, José, que,

    después de muchas dudas, la acabó aceptando. El de junio, José I se convirtió en el nuevo

    monarca de un país que así se incluiría en la red endogámica-familiar de Estados satélites que

    el emperador había diseñado para el futuro de Europa.

    El levantamiento y sus consecuencias

    El Dos de Mayo de no surgió de la nada, sino que fue la culminación de una secuencia

    que tiene varias dimensiones. En primer lugar, la crisis política aludida que tiene su culmi-

    nación en Bayona. Pero existe otra dimensión, más doméstica, más próxima al común de los

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    madrileños y mucho más emocional. Probablemente, el perfil dominante entre los habitantes

    del Madrid de la época no corresponde al de una cultura política madura, ni siquiera existía un

    gran interés por los acontecimientos políticos que eran considerados como asunto de las élites,

    pero sí existía un sentimiento de orgullo, una emoción casticista que hacía valorar al pueblo

    de Madrid la presencia francesa como algo indeseable. Las tropas francesas se presentaron con

    un espíritu altanero y con un sentimiento de superioridad, muy cultivado por Napoleón que

    transmitía continuamente a sus tropas que iban a España a redimir al pueblo de su ignorancia

    secular y de la indignidad de unas élites cortesanas tiránicas y de un clero supersticioso. Tenían

    asumida la creencia de ser soldados internacionales de la libertad y de la lucha contra los tira-

    nos del Antiguo Régimen. Baste como ejemplo el folleto impreso por Murat que se divulgó

    el de mayo con el título Carta de un oficial retirado en Toledo en el que se recomendaba a los

    españoles la conveniencia nacional de cambiar la rancia dinastía borbónica por la nueva de los

    Napoleones repleta de energía.

     Así, el día a día exasperaba a los madrileños. Siempre temerosos de la presencia extranjera

    que alteraba sus pautas cotidianas y sus tradiciones heredadas. Desde el de marzo de ,

    que entraron las tropas francesas en Madrid, hasta el de mayo los choques y las tensiones

    fueron en aumento, atizados, por otra parte, por individuos que hablaban en nombre de Fer-nando VII o de Carlos IV, entremezclándose la cuestión dinástica y el disgusto y la incomodi-

    dad por la presencia de las tropas francesas. Las disputas callejeras fueron constantes. Hasta el

    de mayo de un total de soldados franceses fueron ingresados en el Hospital General

    de Madrid.

    El Dos de Mayo de , los acontecimientos en Madrid frustraron la estrategia de sustitución

    dinástica de Napoleón. Un levantamiento popular inicia las resistencias que se convertirán en una

    larga guerra concebida y percibida en términos de independencia nacional. Con el Dos de Mayo

    fracasaba el proyecto global de Napoleón sustentado en un cambio dinástico sobre la base de un

    golpe militar, cuyo símbolo había sido la entrada de Murat en Madrid, y su logística la previa ocu-

    pación militar de lugares estratégicos del territorio español. No es de extrañar que la historiografía

    nacional del siglo elevara los sucesos de Madrid a la categoría de epopeya nacional. El emble-

    ma de la nación en armas. La legitimidad recobrada por el pueblo en uso de su soberanía. Aunquelos hechos en sí mismos hayan sido magnificados y mitificados, lo cierto es que sus dimensiones

    y consecuencias reales y percibidas fueron determinantes en el fracaso de Napoleón.

    Todavía es objeto de debate la naturaleza espontánea o conspirativa del Dos de Mayo, lo

    que no altera su importancia cualitativa y el efecto multiplicador que tuvo posteriormente. En

    principio, puede ser considerado como una continuación natural del motín de Aranjuez, con

    su componente popular. En el Dos de Mayo se entremezclan los restos de la cuestión dinástica,

    la culminación de un ambiente crispado contra los franceses, en una situación sensible a la

    propagación del rumor.

     Antes de salir para Bayona, Fernando VII había dejado formada una Junta de Gobier-

    no encabezada por el infante Antonio, que se pliega a Murat y colabora en la salida de los

    últimos miembros de la casa real hacia Francia, particularmente llamativa la del infante de

    doce años de edad Francisco de Paula. Las presiones de Murat el día doblegaron la oposi-ción de la Junta. Estas tensiones trascendieron a la calle en un día en que la ciudad estaba

    especialmente concurrida de forasteros por la celebración de mercado dominical. Mucha

    gente en la calle, muchos grupos esperando noticias de Francia en la Puerta del Sol, y una

    especial tensión entre españoles y franceses, configuran los preámbulos. En la mañana del

    día grupos de paisanos se congregaron a las puertas de Palacio. Para entonces había cuajado

    la idea del «secuestro» de la familia real, del «engaño francés». En la mentalidad popular de

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    una ciudad definida por sus relaciones clientelares, de subordinación y dependencia, la salida

    de la familia real era todo un símbolo de vacío. La chispa que actúa sobre la ciudad popular

    fue encendida por los servidores de palacio al grito de «traición», impidiéndose la salida del

    cortejo por un alboroto de considerables dimensiones que preludiaba la revuelta. La respues-

    ta desproporcionada de Murat, acorde con su altanería y habituado al éxito de sus presiones,

    consistió en disolver a la multitud con piezas de artillería y nutrida tropa, causando bajas,

    sobre todo, entre los servidores de Palacio.

     A partir de aquí, la revuelta se convierte en levantamiento generalizado, abandona el espa-

    cio próximo a Palacio para extenderse a lo largo y ancho de la ciudad. Las noticias corren como

    un reguero a través del rumor en un ambiente ya enrarecido respecto a la presencia de tropas

    francesas y sus relaciones con la población civil. Esta incomodidad de lo francés se transforma

    en «odio», y por añadidura la colaboración era ya entendida como invasión. Las actitudes de

    los soldados franceses percibidas como tropelías, sus ademanes y la distancia del idioma fun-

    cionaron como alteración de las pautas cotidianas de conducta, es decir, de la economía moral

    de la multitud . La idea de secuestro y la actitud de represión eran el punto culminante de estas

    alteraciones.

    La rápida intervención de las tropas francesas señala una preparación previa a los sucesos.Su estratégico acantonamiento en las afueras de la capital, circundando la ciudad, muestra

    la previsión ante un posible altercado. En muy poco tiempo Murat pudo intervenir. La mu-

    chedumbre fue arrinconada hacia otro espacio simbólico del Dos de Mayo: la Puerta del Sol.

     Allí se libró el grueso del desigual combate, con numerosas víctimas entre la población civil.

    Mientras tanto sorprende la pasividad del ejército español, alrededor de . hombres, que

    permanecía acuartelado y en gran medida desarmado, siguiendo las órdenes del capitán general

    Francisco Javier Negrete. Igualmente, la actitud de la Junta de Gobierno —algunos de cuyos

    miembros, como Azanza y O’Farril, formarían parte del Gobierno del futuro José I— y del

    Consejo de Castilla, temerosos de las dimensiones del alzamiento popular, apelaron a la calma

    y la colaboración. Al mismo tiempo, la cautela de las élites cortesanas y aristocráticas de postura

    ambivalente: sus criados luchan en las calles, pero también otean el horizonte de Bayona, lugar

    al que muchos de ellos acudirán a lo largo del mes de junio, para dar legitimidad al proyectoconstitucional de Napoleón: la Carta Otorgada de Bayona.

    Después de la Puerta del Sol, el espacio del conflicto se trasladó a los cuarteles de Monte-

    león. Allí la sublevación popular contó con la excepcional colaboración de algunos oficiales

    que rompieron con la tónica seguida por el grueso de la guarnición española. Se repitieron

    las escenas de resistencia lideradas por los oficiales Daoiz, Velarde, Goicoechea y Ruiz. A

    primeras horas de la tarde, la superioridad militar francesa acabó por imponerse. Comenza-

    ba una durísima represión entre el y el de mayo, que actuó de eco y de impulso de una

    cadena de levantamientos por todo el país. El espacio de la resistencia trascendía los límites

    de la capital. Con ocasión del primer centenario de , Pérez de Guzmán elaboró un inte-

    resante trabajo titulado El de mayo de en Madrid. Relación histórica documentada . En él

    se establece un riguroso inventario de las víctimas madrileñas. En total hubo muertos y

    heridos, de ellos mujeres muertas y heridas y niños muertos y heridos. Como escomprensible, la mayoría correspondía a las diversas categorías del colectivo pueblo. Por su

    parte, Murat calificó, en su bando fechado el mismo de mayo, a los participantes en el le-

    vantamiento como «populacho»; por su parte, un oficial del Estado Mayor de Murat escribía

    a su familia una carta el de mayo relatando los sucesos del día anterior. En ella insistía en

    las mismas ideas que Murat haciendo una valoración social del levantamiento. Relataba que

    la mayor parte de la oficialidad del ejército, los nobles y las clases acomodadas habían

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    colaborado para restablecer el orden, temerosos de que el levantamiento de la canaille  pudie-ra afectar a sus privilegios y propiedades.

    Napoleón no lo esperaba. Mucho menos las dimensiones de la respuesta y su naturalezapopular. El Dos de Mayo significaba el fracaso del golpe militar como punto decisivo en el

    proceso de sustitución dinástica. Quizás su gran error en la cuestión española  fue acudir al em-pleo de la fuerza y no agotar al máximo las vías de la gestión diplomática o las posibilidadesbrindadas por la crisis política en el seno de los Borbones españoles y la Corte. Seguramentesobre Napoleón actuaron dos referentes de su experiencia en Europa que a la larga resultaronequívocos. En el plano estrictamente dinástico, el fácil destronamiento de los Borbones deNápoles. En el plano militar y espacial, su rápida ocupación del territorio portugués sin apenasresistencia, salvadas las jornada del de diciembre en Lisboa. Era el espejismo napolitano y elespejismo portugués . Respecto al primero, Napoleón despreciaba a la Corte borbónica. Girotde L’ain, en , ponía en boca del emperador: «No supuse que fuera tan costoso cambiarel sistema de aquel país con un ministro corrupto, un rey débil y una reina disoluta y desver-gonzada». Respecto a lo segundo, Napoleón subestimó la capacidad de respuesta del puebloespañol. Cuando en Bayona recibió las noticias del Dos de Mayo, quedó «exasperado» y «aler-

    tado», descubriendo el sentimiento nacional en la Península. Sentimiento que había desveladola impericia de Murat en su gestión y represión del asunto español, y en su afán de postularsecomo candidato al trono de España. Napoleón tampoco entendía este rechazo de un pueblo alque los relatos de viajeros y los informes de los diplomáticos situaban en el umbral del atraso yla ignorancia. En la mente del emperador se había forjado la idea de salvador y reformador deEspaña, impregnada de presupuestos heredados de la secular política exterior francesa con sunoción de fronteras naturales que a los ríos Elba, Rin y Po añadía como frontera sur el Ebro.

    Para los españoles comenzaba una guerra de liberación nacional. La historiografía anglo-sajona lo ha entendido como mero episodio en el enfrentamiento franco-británico, protagoni-zado por Wellington en territorio peninsular, exceptuando interpretaciones como las de Lidde-le Hart y David Gates, que ponderan la importancia de la participación popular en la guerra.Por su parte, Jean Tulard, el principal biógrafo francés de Napoleón, no duda en calificar la

    actuación francesa en España con los términos de «patinazo» y «avispero». El propio Napoleónhablaría en su exilio de Santa Elena de su llaga española : «Cette malheureuse guerre d’Espagnea été une véritable plaie, la cause première des malheurs de la France».

     Ángel Bahamonde Magro Jesús A. Martínez MartínCatedrático de Historia Contemporánea Catedrático de Historia Contemporánea 

    en la Universidad Carlos III en la Universidad Complutense 

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    Índice

      Acerca del trabajo cartográfico de los oficiales franceses en España, 1808-1814Marie-Anne de Villèle

      La Guerra de la Independencia y la renovación del conocimiento cartográficopeninsularFrancisco Quirós Linares

      Cartografía del territorio español en el siglo XVIIIElia Canosa Zamora, Ángela García Carballo

      La cartografía realizada por el ejército napoleónico durante la Guerrade la Independencia

     Juan Carlos Castañón, Jean-Yves Puyo

      La herencia cartográfica y el avance en el conocimiento geográfico de España Juan Carlos Castañón, Jean-Yves Puyo, Francisco Quirós

      Catálogo    La precariedad de la cartografía en España a comienzos del siglo     Particularidades del territorio español y la Guerra de la Independencia

      La cartografía militar. Instrumentos y métodos cartográficos    Madrid en la cartografía de la guerra      Antecedentes cartográficos    El avance napoleónico sobre Madrid    La ocupación    Cartografiar para dominar    Madrid, objetivo estratégico    La herencia cartográfica.

      Bibliografía

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    * Service Historique de la Défense (Vincen-nes).1 Artículos 7 y 8 de la instrucción particu-lar enviada por el general Sanson, jefe delDépôt de la Guerre , al jefe de batallón Au-guste Chabrier, con fecha del 28 de febrerode 1808. Archivo del S.H.D., GR 3M 355.

    Cartografiar un país es una forma de poseerlo. Cuando en febrero de se constituyó en

    Bayona el Bureau topographique de l’Armée d’Espagne , el jefe de batallón Chabrier y sus cola-

    boradores, en torno a una decena de personas, tienen entre sus atribuciones todas las tareas

    que incumben a los ingenieros geógrafos en campaña, tal como están descritas en la «instruc-

    ción» del mes de Nivoso del año : participar en el establecimiento de las «rutas de etapas»,

    efectuando los reconocimientos necesarios; cartografiar los itinerarios recorridos y ofrecer su

    descripción militar; establecer planos de los campos de batalla y de las ciudades ocupadas, con

    sus contornos; hacerse con la documentación cartográfica y estadística a medida del avance de

    las tropas, y, por último, establecer, corrigiendo los mapas preexistentes, una cartografía puesta

    al día del conjunto del país ocupado por las tropas francesas. Deben, además, realizar copias

    de sus trabajos y expedirlas a París, proporcionando finalmente a los generales en campaña la

    documentación que les sea necesaria.

    Desde el mes de agosto del año anterior, el Dépôt de la Guerre , organismo encargado de

    proveer a los ejércitos de documentación cartográfica, geográfica e histórica, y de coordinar el

    trabajo de los ingenieros geógrafos distribuidos por los diferentes escenarios de operaciones,

    reunió todas las piezas existentes en Francia sobre España. Pero en lo referido a mapas graba-

    dos, no se dispone más que del mapa de España en nueve hojas de Chanlaire () y del de

    postas de Brion de la Tour. El Dépôt  posee igualmente un ejemplar incompleto de los mapas

    regionales del Atlas  de López, pero no de la edición más reciente; por otro lado, los mapas que

    lo componen muy pronto se vuelven defectuosos y no pueden ensamblarse para formar un

    único mapa que pudiera servir de base cartográfica. En compensación, el Atlas marítimo de las

    costas de España y Portugal , de Tofiño de San Miguel, cuya traducción había sido publicada por

    el Dépôt de la Marine  en -, es fiable. Por último, el mapa de los Pirineos de Roussel y

    La Blottière, publicado en , no había sido sustituido.

    En cuanto a los mapas militares manuscritos, se remontan en la mayor parte de los casos ala Guerra de Sucesión de España (-) y apenas son utilizables. Por otro lado, no cubren

    más que extensiones muy limitadas. Sucede lo mismo con los levantamientos topográficos

    realizados en por el general de Grandpré sobre la frontera de los Alduides.

    El general Sanson, jefe del Dépôt de la Guerre , insiste en sus instrucciones particulares sobre

    la colecta de material cartográfico:

    «La rareza de los materiales topográficos grabados sobre España impone a los ingenie-

    ros geógrafos del bureau topographique de l’armée  el deber urgente de recoger con toda la

    actividad posible y el más minucioso de los cuidados todo lo que puedan saber o sospechar

    que exista en los depósitos públicos tales como el Depósito de la Guerra y de la Marina en

    Madrid, los archivos de las sociedades científicas, [de las] universidades de provincias, [o]

    señoriales, eclesiásticos, etc. El mismo cuidado deberá ponerse en la colecta de los resultadosastronómicos y trigonométricos».

    Hay razones para sorprenderse de la producción cartográfica de esta decena de ingenieros dis-

    persos en un territorio de cerca de . kilómetros cuadrados, trabajando en medio de una

    población hostil. Ciertamente, no se encuentran, como para el resto de Europa, documentos

    acabados, apoyados en una triangulación científica y dispuestos para ser ensamblados entre sí,

     Acerca del trabajo cartográfico de los oficiales francesesen España, 1808-1814MARIE-ANNE DE VILLÈLE*

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    24  MARIE-ANNE DE VILLÈLE

    2  Como los croquis de reconocimientos mi-litares de carreteras en los alrededores de Jaén, Alcalá la Real, Loja, Murva, Jerez,Córdoba, etc., dibujados a lápiz en 1811por Laignelot y Richoux en un cuaderno de38 páginas de 14 por 22 cm. Archivo delS.H.D., GR 6M L12B3 38.3  Para la descripción de los fondos, véa-se en la Guide des archives et de la bi-bliothèque du Service historique , 2ª ed.,

    Château de Vincennes, 2001, el capítulo VIII dedicado a la serie M «Archives dudépôt de la guerre», pp. 161-190.4  Archivo del S.H.D., GR 1M 1339, pie-zas 3 a 13. La memoria de Fransure queacompañaba su mapa se conserva en elfondo de Mémoires et reconnaissances conla signatura GR 6M 1340, con un recono-cimiento de la carretera de Pamplona aEstella (9 páginas y 2 levantamientos «a la vista»). Podemos citar también la «Récon-naissance militaire des défilés et des cols(ou puertos) de Manzanal y Piedrafita, paroù passe la superbe chaussée d’Astorga àLéon [sic], pour servir au mémoire militairesur les routes qui se dirigent de la Galice,du royuame de Léon, de la province de Za-mora, etc., sur Oporto, ordonnée par SA leprince de Neuchâtel, vice connétable, ma-jor général, Benavente, le 4 janvier 1809»,por Chabrier.5  Como el texto del capitán Lapène titu-lado «Précis des événements militaires quiont amené et suivi le siège de Badajozpar l’armée anglo-portugaise et la batailled’Albuhera, dans la basse Estramadure en1811» (Archivo del S.H.D., GU 1M 769),publicado en 1823 en la obra titulada Laconquête de l’Andalousie, campagne de1810-1811 dans le midi de l’Espagne , pu-blicada por Anselin.6  Journaux des sièges faits ou soutenuspar les Français dans la péninsule de 1807à 1814. Rédigés d’après les ordres dugouvernement sur les documents existantaux archives de la guerre et aux dépôt desfortifications. Por J. Belmas, jefe de bata-llón del Génie , París, 1836-1837, F. Didotfrères et Cie., 4 vol. in 8. Planches in fol.Una publicación de este tipo dando cuentade las operaciones británicas en la «Penin-sula hispánica» apareció en 1840 en Lon-dres, editada por Wyld.

    reducidos y, finalmente, grabados para integrarse en el gran mapa de Europa con el que sueña

    el Emperador; pero la dispersión de las operaciones y de los materiales evitó la catástrofe car-

    tográfica que supuso, con ocasión de la retirada de Rusia, la desaparición del furgón que por

    doquier seguía al Emperador en campaña. La mayor parte de la producción de los ingenieros

    geógrafos adscritos a l’Armée d’Espagne  fue repatriada y se encuentra conservada en el Service

    Historique de la Défense  en Vincennes. Más de documentos cartográficos realizados al hilo

    de las campañas de los generales de Napoleón en la Península Ibérica han sido repertoriados,

    desde el cuaderno de campo o las copias sobre papel de calco inacabadas hasta las piezas de un

    mapa más general de Andalucía. Estos mapas están clasificados en dos series distintas: el Atlas

    historique , cuando ofrecen posiciones de tropas, y una serie geográfica, cuando son puramente

    topográficos. Las memorias descriptivas que los acompañaban han sido clasificadas en una

    tercera serie, llamada de Mémoires et reconnaissances . Es igualmente en esta última serie don-

    de se encuentran las traducciones de los documentos españoles que fueron utilizados por los

    cartógrafos franceses, como la Description historique et militaire des places fortes, postes fortifiés,

    côtes et frontières de l’Espagne, des îles Baléares et des présides d’Afrique  de don Juan José Ordovás,

    teniente coronel del Cuerpo de Ingenieros, traducción de un manuscrito español encontrado

    en la biblioteca del Príncipe de la Paz. Por último, se encuentran también en ella las relacionesde las campañas, bien las establecidas inmediatamente por los oficiales de Estado Mayor a tí-

    tulo de informe, bien las redactadas más tardíamente con objeto de una publicación histórica .

    Finalmente, otros documentos se encuentran en fondos privados, como los que se conservan

    en el Département des cartes et plans  de los Archives nationales , en el fondo Suchet.

    Por otro lado, los ingenieros geógrafos no son los únicos en producir mapas y planos. Desde

    siempre, los oficiales del Génie  (Cuerpo de Ingenieros) tienen entre sus atribuciones la repre-

    sentación cartográfica de las plazas fuertes y de su entorno inmediato, así como la realización

    de informes sobre el curso de los asedios. Se encuentran en los Archives du Dépôt des Fortifica-

    tions  varias decenas de planos conservados, bien en el artículo , «Places étrangères» (se trata

    entonces de los planos y los proyectos de fortificaciones existentes o en curso de realización),

    bien en el artículo , «Histoire militaire, campagnes et sièges» (siendo en ese caso planos que

    acompañan los diarios de asedio de las principales ciudades de España). Clasificados por ordenalfabético de lugares, estos documentos se intercalan con los planos de asedios de la Guerra

    de Sucesión de España y, en ciertos casos, con los de la expedición de . Estos materiales

    servirán para la publicación del atlas de la obra del jefe de batallón de Ingenieros J. Belmas en

    -.

    Una primera aproximación a un fondo consiste en examinar el tipo de documentos que

    contiene y en comparar su composición con la producción de los bureaux topographiques  del

    resto de la Europa napoleónica (Italia, Baviera, Suavia, etc.). Lo que llama la atención desde

    un principio es su aspecto poco elaborado. Por suerte, los documentos llegados a París fueron

    anotados a mano por el coronel, jefe interino del Dépôt de la Guerre ; sabemos cuáles pasaron

    de mano en mano, producidos por los ingenieros geógrafos, los oficiales de Ingenieros o los

    oficiales de Estado Mayor de uno u otro ejército y comunicados a unos o a otros. Esto nos

    permite igualmente darnos cuenta de la importancia del trabajo de copia y de difusión quefue efectuado durante todo ese período, con frecuencia en detrimento del trabajo cartográfico

    propiamente dicho.

    No resulta sorprendente encontrar un gran número de planos urbanos. En efecto, la mayor

    parte de las ciudades principales, con la notable excepción de Cádiz, fueron ocupadas en un

    momento u otro por el ejército francés y han sido objeto de planos más o menos detallados. Si

    bien ciertos planos de Madrid aquí presentados responden a consideraciones militares, concre-

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     ACERCA DEL TRABAJO CARTOGRÁFICO DE LOS OFICIALES FRANCESES EN ESPAÑA, 1808-1814  25

    7   Archivo del S.H.D., GR 6M L12B3 672, yGR 6M L12B3 59.8  Archivo del S.H.D., GR 1M 1340.9  Véase en especial la «Reconnaissancemilitaire de la frontière d’Espagne et dePortugal» efectuada en 1808 por Delaubrya la escala aproximada de 1:148.000. Ar-chivo del S.H.D., Gu 6M/L12B2 60.

    tamente dar cuenta del asedio de noviembre de , los planos de Burgos y Toledo responden

    tanto a objetivos políticos como cartográficos: ofrecer una representación topográfica fiel de

    una ciudad conquistada y su entorno es afirmar, más allá de una simple toma de posesión, que

    ya no tiene secretos para el conquistador y que la domina por completo. Es ahuyentar el es-

    pectro de la guerrilla urbana. Cuanto más bello es el plano, mejor cumple su función. El tercer

    plano de Madrid aquí presentado fue confeccionado para dar cuenta de las diferentes carreteras

    que salen de la capital y nos permite abordar el problema de las comunicaciones. En efecto,

    una parte considerable del fondo documental consiste en reconocimientos de itinerarios. Son

    a veces simples escalas en leguas sobre las que se ha indicado, perpendicularmente como en

    un portulano, los lugares habitados, las carreteras transversales, los puentes (de madera o de

    piedra), la naturaleza del revestimiento de la carretera y la del suelo o, finalmente, la simple

    mención de «subida» o «descenso». Entre estos documentos, podemos citar importantes por-

    ciones de los grandes itinerarios que unen Madrid con Cádiz, Badajoz o Barcelona. Otros han

    requerido auténticos levantamientos topográficos, como el reconocimiento de la carretera de

    Vitoria a Pamplona a escala :. por Defransure o la de los pasos de montaña entre Astorga

    y Lugo a escala :. por Chabrier. Defransure levanta igualmente la carretera de Madrid

    a Burgos en enero de y describe su itinerario en una memoria de páginas acompañadade un croquis. Por regla general, los levantamientos elementales son proporcionalmente más

    numerosos en este fondo que en los que representan los Países Bajos, Alemania e Italia. Ciertas

    porciones del Ebro, del Guadalquivir y del Tajo han sido reconocidas, pero ciertamente de

    modo menos completo que los afluentes del Rin y del Danubio. Por otra parte, si bien algunos

    pasos montañosos fueron cartografiados y descritos, principalmente alrededor de Pancorbo, no

    representan en la mayor parte de las ocasiones más que porciones ínfimas en medio de una in-

    mensidad desconocida en la cual los ingenieros geógrafos no podían aventurarse sin una sólida

    escolta. Los franceses nunca controlaron más que las carreteras principales, y aun así no del

    todo. No se encuentra traza alguna de trabajos geodésicos de conjunto y relativamente pocos

    levantamientos topográficos que representen una porción continua de territorio. En efecto, los

    ingenieros geógrafos, menos numerosos en España que en los otros escenarios de operaciones,

    nunca tuvieron oportunidad de organizarse en bureaux topographiques regionales: destacados lamayor parte del tiempo en diferentes cuerpos de ejército, desplazados con frecuencia, respon-

    dieron como buenamente pudieron a los encargos urgentes de los generales e hicieron frente

    a prioridades siempre cambiantes. La inseguridad del campo, la obligación de desplazarse en

    convoyes, el aspecto incoherente de las operaciones explican que prácticamente nunca tuviesen

    suficiente tiempo para pasar sus trabajos a limpio.

    Si agrupamos los documentos por provincias, nos damos cuenta de que, pese a la disper-

    sión, dos regiones están bien representadas, las provincias del Oeste y Andalucía.

    En un principio, la entrada de las tropas francesas en España tenía por objetivo Portugal,

    punto de resistencia al bloqueo continental y vía de acceso al continente para los británicos. No

    es, pues, sorprendente encontrar numerosos documentos que representan las regiones que de-

    ben atravesarse para llegar a Portugal, esto es, una parte de León y Extremadura. La cobertura

    topográfica de la zona fronteriza entre estos dos países es destacable

    . Es cierto que numerosasbatallas se desarrollaron tanto en torno a Salamanca, ciudad que controla el acceso a Portugal a

    través del curso del Duero, como en torno a Alcántara y Badajoz, claves para la entrada a través

    de los valles del Tajo y del Guadiana.

    La expedición del mariscal Soult en Andalucía en , seguida de la ocupación parcial del

    sur del país, proporcionó igualmente una nutrida cosecha de documentos cartográficos y se

    concretó en el inicio de realización de un mapa general de Andalucía a escala :.. Sin

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    26  MARIE-ANNE DE VILLÈLE

    10  Véase la signatura GR 6M L12B2 11.Once hojas están parcialmente realizadas y acompañadas de un cuadro de ensam-blaje.11  Mapa general de Espana y Portugal onuevo atlas compuesto en 63 pliegos, porel caballero Maria Antonio Calmet-Beau-voisin, official superior del Real cuerpo deingenieros de Francia y dedicada y presen-tada a su Alteza serenissima el conde de

     Artois, Hermano de S. Ma Luis XVIII , rey deFrancia, dressée d’après les observationsastronomiques communiquées par plu-sieurs membres des académies françaises,espagnoles, portugaises, particulièrementM. Arago et d’après les opérations géo-désiques faites récemment sur les lieux par

    l’auteur. Gravée par les frères Malo, élèvesdu Dépôt de la guerre .12 El mapa de Capitaine, derivado del deCassini, es el primero en ofrecer la divisiónde Francia en departamentos; revisado porBelleyme primero, y después por el Dépôtde la Guerre , fue publicado en 1822.

    embargo, sólo la hoja de Sevilla fue acabada . Las regiones del Este son menos ricas en docu-

    mentación cartográfica. Cataluña, que los franceses conocían bien tras la Guerra de Sucesión

    de España, está representada por una serie de hojas a una escala aproximada de :.

    conservadas en los Archives nationales  en el fondo Suchet. Desgraciadamente, la mayor parte de

    estas hojas apenas está esbozada.

    Este breve examen no hace sino confirmar la primera impresión de una masa de docu-

    mentos repletos de valiosa información, pero que no fue explotada por falta de tiempo. Sin

    embargo, los trabajos realizados por los ingenieros geógrafos militares del comandante Cha-

    brier y por oficiales del Génie  no quedaron sepultados por demasiado tiempo en los archivos

    del Dépôt de la Guerre . Desde aparecen las primeras hojas de un atlas realizado por el jefe

    de batallón del Génie , Calmet-Beauvoisin. En agosto de , el Dépôt de la Guerre  queda

    encargado de prolongar hacia España el Mapa de Capitaine a la escala de una línea por

    toesas, esto es, :., teniendo en cuenta los cálculos del meridiano realizados por Méchain

    en entre Perpiñán y Barcelona. En aparece bajo la dirección del general Guilleminot

    un mapa itinerario de España y Portugal a escala :.. Estos dos oficiales habían servido

    en España. En ese mismo año, una expedición francesa, bajo mandato de la Santa Alianza, se

    dirige a Cádiz. Para los ingenieros geógrafos que forman parte de ella es la ocasión de completarlos levantamientos efectuados entre y , pero esta vez en colaboración con sus colegas

    españoles. Algunos de ellos se quedarán hasta en los bureaux topographiques  de Barcelona,

    Madrid y Cádiz, para colaborar en la realización de un mapa topográfico de España. Pero ese

    es el comienzo de otra historia.

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    * Departamento de Geografía, Universidadde Oviedo.

    La exposición  Madrid, . Guerra y territorio: mapas y planos (-)  tiene por objeto

    mostrar las aportaciones cartográficas al conocimiento de la ciudad y su región producidos

    por los ejércitos en liza a lo largo de los casi seis años de duración de la que conocemos como

    Guerra de la Independencia.

    Cuando nos fue ofrecida la oportunidad de intervenir en esta exposición conmemorativa,

    por propia iniciativa llevábamos tres años trabajando pausadamente sobre la cartografía napo-

    leónica de la Guerra de la Independencia y de la posterior expedición de los Cien Mil Hijos de

    San Luis. Obviamente, aportar algo sobre ese asunto nos resultaba asequible, y también, aun-

    que en menor medida, sobre la cartografía española de la misma época. No ocurre lo mismo

    con los mapas y planos posiblemente hechos por militares portugueses o británicos, asunto que

    nos resulta desconocido, y para aproximarse a él sería necesario un tiempo incompatible con el

    plazo fijo que toda exposición implica.

    Por todo eso, la parte sustancial de nuestro trabajo está referida a la cartografía del ejército

    napoleónico. Trato de privilegio bien justificado, pues no en vano España era vista por Napo-

    león como una parte de su Imperio, lo que, en primer lugar, significaba insertarla en el marco

    de la Carte de l’Empereur  y, en segundo, dotarla de una división administrativa en prefecturas y,

    por tanto, de un mapa administrativo, ya concluido en . Eso sin contar la enorme cantidad

    de cartografía para fines militares.

    Las carencias de la cartografía española a comienzos del siglo  XIX 

    En tiempo de Felipe V se organizó en España el Cuerpo de Ingenieros Militares, el cual, ade-

    más de las obras de construcción, tendría también a su cargo la elaboración de cartografía. Pero

    imbuidos de la doctrina de Vauban, y, por tanto, con una concepción estática de la defensa, losingenieros militares no estuvieron interesados en la visión de un sistema defensivo extenso ni,

    en consecuencia, en la representación del territorio, y menos aún en un proyecto cartográfico

    global.

    Por su propia práctica profesional, y por su formación matemática, la capacidad para per-

    cibir y representar espacios de gran amplitud era más propia de los oficiales de Marina, por lo

    que no es de extrañar que la idea de formar un gran mapa de España basado en la triangulación

    geodésica partiera de Jorge Juan, con el apoyo del marqués de la Ensenada, cuya salida del po-

    der abortó el proyecto (Alonso Baquer, : -; Cabezón Arribas, : -). Así se llegó a

    los finales del siglo , cuando, al crearse en el Cuerpo de Ingenieros Cosmógrafos del

    Estado, se le encomendó la organización del Observatorio Astronómico de Madrid, la confec-

    ción de la Carta Geométrica del Reino, y la de cualquier otra que se decidiera. Pero ese cuerpo

    fue suprimido en .También hay que tener presente que desde la época de Felipe V la Península no fue vista

    como un posible escenario de guerra, lo que desde un punto de vista militar no hacía urgente

    ningún proyecto de envergadura, de tal modo que hasta no se creó una Comisión de Lí-

    mites, conjunta con Francia, para delimitar la frontera pirenaica; comisión que interrumpiría

    sus trabajos en agosto de , al comenzar la guerra con la República Francesa. Se trataba de

    ejecutar, mediante triangulación, un mapa a una escala equivalente a :.. Así, al acabar el

    La Guerra de la Independencia y la renovación del conocimientocartográfico peninsularFRANCISCO QUIRÓS LINARES*

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    28  FRANCISCO QUIRÓS LINARES

    Detalle del mapa de la provincia

    de Madrid de Tomás López (1773).

    Escala aproximada 1:263.700.

    siglo España no contaba con más cartografía general

    del país que las hojas del Atlas de España  de Tomás López

    (la primera de ellas se publicó en ), quien se había for-

    mado como grabador de mapas en París. Las hojas repre-

    sentaban circunscripciones administrativas o eclesiásticas,

    no tenían escalas uniformes, y sus informaciones proce-

    dían de encuestas y de la comparación de mapas anterio-

    res, conteniendo errores notables y una representación del

    relieve de nulo valor.

    El modelo napoleónico de guerra era el de una gue-

    rra de movimientos, que exigía un conocimiento riguroso

    del territorio, del ámbito en el que habían de moverse

    los ejércitos, con representación adecuada del relieve, de

    las vías de comunicación, de las masas de vegetación, etc.

    Se requería información cartográfica territorial a escala

    adecuada, pues sin ella no podían formarse «cuadros de

    marcha», es decir, de tiempos, esenciales en una guerrade movimientos, y la cartografía podía acompañarse de

    «itinerarios descriptivos» que incluyeran la información que no era susceptible de representarse

    cartográficamente. Nada de eso existía en España al comenzar la Guerra de la Independencia.

    Itinerarios españoles

    Una vez iniciada la guerra con Napoleón, como las funciones asignadas al Cuerpo de Ingenie-

    ros no eran adecuadas para satisfacer las necesidades cartográficas del tipo de guerra planteado

    por el enemigo, en se creó el Cuerpo de Estado Mayor, el segundo de cuyos negociados

    o ayudantías, denominado de «Geografía y Topografía», estaba encargado de recibir y copiar,

    para remitirlos a donde fuese oportuno, planos y descripciones topográficas, así como, tam-bién, de observar y rectificar los errores de los mapas; por último, debía estudiar las rutas (Puer-

    ta Navarro, : ). La cuarta ayudantía, llamada «Archivo», era el Depósito de la Guerra,

    cuya misión consistía en la conservación del material cartográfico, descripciones topográficas,

    memorias, rutas, etc., debidamente clasificado para «encontrar estos papeles cuando sea preciso

    enviarlos a un Ejército o presentarlos al Gobierno» (Alonso Baquer, : -).

    Pero al final de la guerra sólo los cuerpos de Artillería e Ingenieros incluían en sus planes de

    estudios la Topografía, de manera que, según Alonso Baquer (: ), «el nivel cartográfico

    militar era bajísimo».

    Una de las tareas principales del Cuerpo de Estado Mayor fue la de conseguir el conoci-

    miento previo del terreno y el de sus recursos, lo que en la última fase de la guerra se tradujo en

    la confección de los primeros itinerarios de marcha («itinerarios de longitud») hechos de forma

    sistemática. De ellos se conoce la ejecución de en las provincias vascas y en Navarra; al-gunos de ellos es probable que se hicieran después de la batalla de Vitoria ( de junio de ),

    para el avance de las tropas del .º Ejército, mandado por el general Freire, como preparación

    de la batalla de San Marcial, que pondría fin a la ocupación francesa.

    En su formación intervinieron conocedores del país, ya que por una ordenanza de

    se había dispuesto que el Cuartel General contara, de forma permanente, con una «Compa-

    ñía de Guías», cuyas plazas se ocupaban con oficiales y soldados conocedores del país, la cual

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    LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA Y LA RENOVACIÓN DEL CONOCIMIENTO CARTOGRÁFICO PENINSULAR   29

    suministraría guías a las unidades en marcha; Compañíaque se suprimió al término de la campaña, lo mismo queel Estado Mayor.

    Los itinerarios en cuestión, muy minuciosos, expresan

    el nombre de los pueblos y su vecindario, las distanciasen minutos de camino a pie y a paso de marcha (dife-renciándose tiempos de subida, de bajada y en llano), in-flexiones del camino tomadas con brújula, resumen totalde tiempos en horas y minutos, descripción topográficadel camino, y recursos de todas clases (carros, acémilas,alojamientos, etc.).

    Otros itinerarios afectan ya al departamento francés delos Bajos Pirineos y responden a la persecución de las tropasde Soult hasta el de abril de , fecha de la última batallade la guerra (García Baquero, : -). En cualquier caso,todos estos itinerarios carecen de cartografía.

    En el terreno cartográfico, Francia tenía, desde un si-glo antes, una ventaja adquirida, que se vio aumentada

    por las ambiciones territoriales de Napoleón. Para dominar era preciso conocer, y de ahí su gi-gantesco proyecto cartográfico europeo, necesario por razones militares y también para aplicarlas nuevas formas de organización territorial del Imperio soñado. Basta con recordar la nuevadivisión de España que pretendía implantar José I.

    Como prueba de la continuidad del interés de Francia por la cartografía, desde , uncuerpo militar, el de ingénieurs pour les camps et armées , ya había pasado a ocuparse específica-mente de los trabajos topográficos, y menos de un siglo después, en , se estableció en elpaís vecino el cuerpo de ingenieros geógrafos militares. Éste conocerá numerosos vaivenes enlos años que van de la Revolución al Consulado, pero se consolidará en los primeros años delImperio, estabilizándose definitivamente a raíz de las instrucciones dadas por Napoleón desde

    Burgos, en noviembre de .Por otro lado, ya desde existía el Dépôt de la Guerre , cuya finalidad era reunir y con-

    servar toda la información histórica y cartográfica de interés militar, estando encargado decoordinar en consecuencia el trabajo de los ingenieros geógrafos.

    No menos importante es la adopción oficial a comienzos del siglo de nuevos métodoscartográficos y su eficaz difusión mediante libros y publicaciones periódicas. La principal deéstas, el Mémorial topographique et militaire  recogerá en las conclusiones de los trabajosde una Comisión Topográfica compuesta por reconocidos cartógrafos militares y civiles y cuyamisión era «simplificar y hacer uniformes los signos y las convenciones en uso en los mapas,planos y dibujos topográficos». Entre las directrices emitidas por la comisión, reunida entreseptiembre y noviembre del citado año, cabe reseñar el uso de unidades métricas, el estableci-miento de las altitudes tomando como referencia el nivel del mar, la adopción de escalas deci-

    males, su adecuación a los diferentes tipos de documentos cartográficos, la normalización delempleo del color en los mapas, la propuesta de signos convencionales unificados y el rechazode una representación cartográfica del relieve que hasta finales del siglo fue muy frecuente,mediante montículos vistos en perspectiva, proponiendo como alternativa la representaciónmediante sombreado y líneas de máxima pendiente.

    Mientras que Napoleón disponía de instituciones cartográficas adecuadas, y con larga expe-riencia, nuestra Corona, sorprendida por el conflicto, no podía improvisarlas, y nuestros ingenieros

    Fragmento del «Croquis geográfico

    del País comprendido entre Madrid,

    Toledo, la orilla del Tajo, hasta

    Extremera y Guadalaxara», copiado

    en 1811 por Anastasio de Navas,

    alumno de la Real Academia Militar,

    a partir del original realizado

    por Tomás Maupoey, capitán de

    Ingenieros. Escala equivalente a

    1:240.000. (Ministerio de Defensa,

    Archivo Cartográfico y de Estudios

    Geográficos, Ar. E-T.10-C.única-9).

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    30  FRANCISCO QUIRÓS LINARES

    militares tuvieron que limitarse a trabajos más o menos de urgencia para responder a las necesidades

    del momento, en tanto que el ejército napoleónico podía aplicar un modelo ya experimentado que,

    por otra parte, le era imprescindible, dado que desconocía el país y que no se disponía de mapas

    satisfactorios, pues el Atlas de España de Tomás López era escasamente riguroso.

    Cuando las tropas napoleónicas entran en España, se encuentran, en efecto, con que los

    pocos mapas y libros geográficos referidos a nuestro país adolecen de graves deficiencias; de ello

    nos informa detalladamente el coronel Berthaut en un voluminoso estudio publicado en

    sobre los ingenieros geógrafos militares franceses (Berthaut, ). En agosto de , poco

    tiempo antes de que el ejército francés pisara suelo español para invadir Portugal, el Dépôt de

    la Guerre   intentó reunir todos los mapas disponibles sobre la Península. Entre los específica-

    mente relacionados con España, aparte de varias hojas del atlas de Tomás López presentes en

    el Dépôt , sólo pudo disponerse en aquel momento del mapa de España y Portugal en nueve

    hojas, realizado por Chanlaire y Mentelle a una escala próxima a la :... Ambas obras

    cartográficas compartían un mismo modo de representar el relieve que, como ya se ha dicho,

    era muy común en la época, mediante alineaciones de montículos vistos en perspectiva, que

    por añadidura, se encontraban dispuestos de un modo bastante arbitrario. El mapa de Chan-

    laire y Mentelle estaba, además, confeccionado sobre la base del atlas de López, del que habíantratado de eliminar sus numerosos errores, pero utilizando a su vez fuentes poco fiables, salvo

    en el caso de la línea de costa, rehecha de acuerdo con los mapas de Tofiño.

    La organización de los militares cartógrafos franceses en España:la puesta en práctica de los nuevos métodos

    Como demostración de la voluntad de cubrir la carencia de mapas útiles del país, el Bureau

    Topographique de l’Armée d’Espagne  fue constituido en Bayona el de febrero de por

    orden de Napoleón, quedando establecido ya en junio de en Madrid, aunque su actividad

    estaría siempre dificultada por los azares de la guerra y la falta de continuidad en la ocupación

    de la capital.

    En cualquier caso, debido a la penuria cartográfica y a la necesidad urgente de mapas, en los

    primeros meses de la ocupación los ingenieros geógrafos adscritos al Bureau estarán dedicados a

    la labor de búsqueda de todo tipo de información geográfica y cartográfica relativa a España. El

    tiempo invertido en esta búsqueda, tan necesario, por otra parte, para los propios levantamien-

    tos topográficos, no resultó en absoluto rentable, ya que apenas fue posible conseguir más que

    algunos ejemplares suplementarios de los mapas ya citados. Por esa razón, a finales del verano

    de , el Depósito de la Guerra francés decidió la urgente ejecución de un mapa de España

    a escala :., realizado fundamentalmente sobre dichas bases cartográficas. La calidad de

    esta obra, concluida tan sólo seis semanas más tarde, no podía sino defraudar a los militares

    que habían de utilizarla. No es de extrañar entonces que, como respuesta a la carta enviada el

    de octubre por el general Sanson, director del Dépôt , a Chabrier, jefe del Bureau Topographique

    de l’Armée d’Espagne , recriminándole no haberse hecho cargo de este trabajo, este último lereplicará en otra carta fechada el de noviembre:

    «En cuanto a los trabajos de los que me he ocupado desde que estoy en España, éstos

    han sido más útiles al Ejército que el de reducir el mapa de López; y ciertamente, lo confieso,

    estaría molesto de haberlo hecho, pues es en España donde se reconoce al fabulador López y

    no en un gabinete en París».

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    Las necesidades cartográficas sólo podían ser cubiertas mediante levantamientos topográficos

    propios. Por eso, desde su entrada en la Península en marzo de , los ingenieros geógrafos, y

    otros oficiales, fueron levantando cartografía a medida que avanzaban y tratando de reconocer

    las fortificaciones más significativas, lo que, antes de que el conflicto se explicitase en la fecha

    simbólica del Dos de Mayo, ya había dado lugar a muestras de hostilidad popular: en aquel

    mismo mes de marzo los oficiales franceses que cartografiaban los alrededores de Burgos eran

    apedreados a diario.

    Hay que tener además en cuenta que, como consecuencia de la precariedad del personal

    adscrito propiamente al Bureau, estos trabajos cartográficos son en bastantes ocasiones el fruto

    de reconocimientos relativamente rápidos, ejecutados con frecuencia no por ingenieros geógra-

    fos, sino por oficiales del cuerpo de Ingenieros o del Estado Mayor, con la lógica merma en la

    calidad cartográfica, ya que estos últimos no tenían una formación cartográfica tan sólida como

    la de aquéllos.

     Aun así, entre y , año en el que los ingenieros geógrafos dejan de trabajar en nues-

    tro país, el Bureau envió al Dépôt de la Guerre  en París una gran cantidad de mapas y planos,

    realizados a pesar de «la hostilidad casi continua de las poblaciones, las privaciones y enferme-

    dades, y la insuficiencia del personal» (Berthaut, : II, ), causada con frecuencia por losnumerosos traslados debidos al vaivén de la ocupación o a las necesidades existentes en otros

    países ocupados por los ejércitos napoleónicos.

    Esos trabajos topográficos incluían operaciones de diversa naturaleza y objetivos: repre-

    sentación de cursos fluviales, itinerarios de marcha, reconocimientos topográficos de lugares y

    comarcas, planos de poblaciones, cartografía de batallas, mapas topográficos a escalas :.

    y :., etc. Entre otras, se emprendieron varias obras cartográficas de gran interés, como

    un frustrado mapa de España a escala :., cuyos trabajos empezaron en marzo de ,

    o el de Andalucía a escala :., comenzado durante el verano de . Aunque muchos

    de estos mapas quedaron inconclusos, las campañas bélicas en España proporcionaron a los

    archivos del Dépôt  una gran cantidad de documentos cartográficos, si bien al fin de la guerra

    eran notables las dificultades para ensamblarlos entre sí, a falta de mediciones geodésicas sufi-

    cientes, ya que en el número de puntos determinados geodésicamente sólo era de paratoda la Península. Por esa razón, el viejo proyecto de mapa de España aún habría de esperar

    varios años.

    Madrid en la cartografía de la Guerra de la Independencia

    Por lo que a Madrid en concreto se refiere, para el ejército francés la ciudad era clave, pues

    sin su dominio la corona de José Bonaparte quedaba en entredicho; desde los comienzos

    de fue un objetivo prioritario para el ejército invasor, el cual puso particular interés

    en reconocer las circunstancias del camino que desde Bayona conducía a la Corte y sus

    posibles dificultades, como, por ejemplo, el desfiladero y fuerte de Pancorbo, la guarni-

    ción y castillo de Burgos, o el paso del puerto de Somosierra. Hasta nosotros han llegadomuestras, de gran interés y belleza, de la forma en la que los ingenieros geógrafos franceses

    representaban esos posibles obstáculos.

    Pero además de estos trabajos producidos principalmente en los primeros meses de la inva-

    sión, en el curso de la guerra, Madrid, más allá de lo simbólico, tuvo también un papel estraté-

    gico, como paso necesario desde Bayona hacia Andalucía, o desde el centro hacia Extremadura,

    por ejemplo. Ese papel se expresó en batallas dadas no en los contornos de la ciudad, sino en el

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    Detalle del reconocimiento de la

    carretera de Burgos a Somosierra,

    a escala 1:50.000, realizado por

    De Fransure (o Defransure) en enero

    de 1809.Archivo del S.H.D., 6M L III 129 (10).

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    territorio dominable desde ella, lo que se plasmará en representaciones cartográficas coetáneasde batallas como la de Ocaña, dibujada por los ingenieros geógrafos Richoux y Simondi, o la

    de Talavera, obra de Bentabole de singular interés y calidad gráfica.

    En cuanto a la ciudad en sí misma, dado que disponía de planos de notable calidad para la

    época, el ejército francés no tuvo necesidad de levantarlos desde cero, limitándose a adaptarlos

    para fines concretos, como el que representa el ataque de Napoleón sobre Madrid en diciembre

    de , dibujado poco tiempo después () por el ya citado ingeniero geógrafo Bentabole

    y litografiado en , y cuyo original manuscrito se expone por primera vez en nuestro país.

     A eso hay que añadir la existencia de un plano impreso hasta ahora desconocido: años después

    de acabada la guerra, uno de los oficiales franceses que participó en ella, Calmet-Beauvoisin,

    inició la publicación de un atlas de España editado por hojas, entre las que se encuentra la de

    Madrid. La obra fracasó sin llegar a publicarse sino un reducidísimo número de hojas, hoy

    difícilmente encontrables. Por un feliz azar este plano de la ciudad podrá incorporarse a lacartografía madrileña.

    No obstante, el mayor esfuerzo del ejército napoleónico se dirigió no a la ciudad en sí,

    sino a sus contornos en un sentido amplio, desde la Sierra hasta el valle del Tajo, como ám-

    bito cuyo conocimiento le resultaba especialmente necesario. El resultado de estos trabajos

    cartográficos realizados entre junio de y julio de , y de las posteriores campañas

    de la década de , fueron dos excepcionales mapas: uno a escala :., coloreado

    Detalle del campo de batallade Talavera, plano realizado

    por Bentabole entre septiembre

     y octubre de 1809 a escala

    1:20.000. Archivo del S.H.D., 6M

    LIII 540.

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    a la acuarela (del que hasta hoy sólo se conocían superficialmente los calcos realizados en

    y que actualmente forman parte de la cartoteca del Centro Cartográfico del Ejército,

    en Madrid) y otro, totalmente desconocido, a escala :., que representa los alrededo-

    res de la ciudad; dos mapas que introducen para Madrid la modernidad topográfica, tanto

    por la forma de representación del relieve como por la adopción de la escala métrica o por

    los signos convencionales y los colores utilizados.

    La herencia cartográfica y sus consecuencias en el conocimiento geográficode la Península Ibérica

    La infinidad de materiales cartográficos elaborados, salvo raras excepciones, no tuvo ocasión de

    convertirse en mapas impresos, por lo que, hasta hoy, permanecen casi desconocidos; pero las

    huellas que indirectamente han dejado son numerosas.

    Detalle del mapa de

    Madrid a escala 1:100.000

    iniciado en 1809 por los ingenieros

    geógrafos franceses. Archivo del

    S.H.D., 6M L12 B3 343.

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     Así, conviene recordar que el reconocimiento continuo del país, dentro de lo que las cir-

    cunstancias permitían, y la especial formación geográfica de algunos de los oficiales franceses,

    permitieron la elaboración de obras innovadoras como la Guide du voyageur en Espagne , de

    Bory de Saint-Vincent, en la que se sistematiza por primera vez la nomenclatura de las unida-

    des físicas peninsulares. Por ejemplo, fue entonces cuando la cordillera situada al norte de Ma-

    drid, carente de nombre general, recibió el de Cordillera Carpetovetónica. Y a una escala aún

    mayor, fue también entonces cuando se introdujo el nombre de Península Ibérica para definir

    al conjunto peninsular de España y Portugal; bautismo que hasta ahora se venía datando en

    , atribuyéndolo erróneamente a Alejandro de Humboldt, cuando entre los ingenieros fran-

    ceses estaba ya introducido en (en el Mémorial Topographique et Militaire , t. V, p. xxxiii,

    ya se habla de la «presqu’île Ibérienne»).

    En lo más directamente relacionado con la cartografía hay que tener en cuenta que existe

    una clara continuidad entre los trabajos de la Guerra de la Independencia y los llevados a cabo

    en los años veinte y treinta del mismo siglo. De tal manera que, cuando en , las tropas

    francesas entran de nuevo en nuestro país (ahora para apoyar a Fernando VII) pueden reunir

    los materiales elaborados durante la Guerra de la Independencia, que son copiados a mano e,

    incluso, litografiados, y que sirven de base para los planos y mapas levantados con ocasión deesta segunda campaña militar.

    Por otro lado, el contexto político es ahora bien distinto al de la Guerra de la Independen-

    cia, de tal manera que, aunque los recelos populares a la presencia de las tropas extranjeras si-

    guen siendo importantes, el apoyo prestado por la Corona española favorece una colaboración

    entre los cartógrafos militares de ambos países. Esa colaboración se plasmará a partir de octubre

    de en un acuerdo por el cual la labor cartográfica de los franceses recibirá apoyo material

    por parte española a cambio de la transferencia al Depósito de la Guerra español de una copia

    de los trabajos realizados por los oficiales franceses. Gracias a ello, los archivos militares españo-

    les disponen hoy de copias manuscritas de los mapas de los alrededores de Madrid realizados a

    las escalas :. y :., que deben ser entendidos como fruto de la continuidad de los

    que se habían iniciado diez años antes. Esos trabajos ya no serán realizados mayoritariamente

    por los ingenieros geógrafos, que al poco de llegar a nuestro país fueron reclamados desde Paríspara la ejecución del nuevo mapa de Francia, sino por oficiales de Estado Mayor. No obstante,

    su calidad y su anclaje en una primera red geodésica los hizo imprescindibles para la ejecución

    de los futuros trabajos cartográficos modernos que se llevarían a cabo más tarde en España,

    como el Atlas de España (-) de Francisco Coello, muchos de cuyos mapas y planos con

    frecuencia se apoyan, en alguna medida, en los realizados por los militares franceses, como,

    por ejemplo, el mapa de los alrededores de Madrid que figura en la hoja correspondiente del

    citado atlas.

    En conclusión, puede decirse que el análisis de la escasamente conocida aportación francesa

    a la cartografía madrileña y española de comienzos del siglo tiene un doble valor: descubrir

    piezas cartográficas inéditas y conocer los antecedentes de trabajos posteriores de gran trascen-

    dencia para el conocimiento geográfico de nuestro país.

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    La necesidad de dominar el terreno, siempre importante para determinar las operaciones mili-

    tares, se convierte, con la modernización de los ejércitos en época de Napoleón en algo esencial

    (Martínez Teixidó, : ). El incremento de los ejércitos, gracias a las levas en masa, y su

    organización en campaña en grandes unidades de maniobra, exigen previsiones fundamentadas

    que garanticen la adecuación de sus desplazamientos o de su estacionamiento. La improvi-

    sación no tenía cabida en una estrategia imperial basada en la capacidad de desplazamiento

    rápido del recién creado cuerpo de ejército, autosuficiente y capaz de combatir aisladamente

    o de concentrarse con otros rápidamente. Otro componente novedoso aportado a la guerra,

    igualmente exigente en cartografía, fue el desarrollo de la artillería ligera, que debía marchar

    conjuntamente con la infantería y mantener cierta movilidad hasta entonces desconocida du-

    rante el combate (Medina, : ). La mayor libertad de movimientos dependía también

    de las posibilidades de abastecimiento en un territorio amplio. Era necesario conocer las ap-

    titudes del terreno, el poblamiento y los caminos, sobre todo, en la Península, donde existen

    espacios tan contrastados como Galicia, Extremadura o Valencia. También para un correcto

    conocimiento y defensa de las líneas de comunicación, garantes del contacto entre los cuerpos

    de ejércitos y con el Gobierno, era imprescindible la cartografía.

     A comienzos del siglo , sin embargo, los únicos mapas disponibles de España para todos

    los ejércitos contendientes, por tratarse de material impreso, proporcionaban una imagen muy

    poco precisa del territorio. El material más completo correspondía a las ediciones regionales

    iniciadas en la segunda mitad del siglo por Tomás López y su mapa de España de . Sus

    errores y deficiencias fueron criticados duramente por sus contemporáneos, a pesar de servir

    de base, no obstante, a los mapas sobre la Península publicados tanto en Inglaterra, por John

    Stockdale en , como en Francia por Chanlaire y Mentelle en (Robertson, : ).

    Las quejas a este respecto, formuladas por parte de militares franceses e ingleses, son cono-

    cidas. Ambos ejércitos deberán llevar a cabo, durante su estancia, una labor de acopio, cuandofue posible, y, sobre todo, de realización de su propia cartografía. Realmente el levantamiento

    de nuevos mapas se convirtió en el mecanismo más eficaz y seguro de disponer de material de

    calidad, que requería incluso mediciones geodésicas propias. Durante su ejecución, las enfer-

    medades y ataques dificultaron los trabajos, aportando una cuota de heroísmo adicional a estas

    labores.

    Los franceses intentaron reunir, poco antes de su entrada en la Península, en el Dépôt de

    la Guerre , todos los mapas disponibles, que fueron muy pocos. Finalmente conseguirían una

    buena colección, producto del esfuerzo de muchos oficiales de Estado Mayor, algunos con

    poca experiencia en los levantamientos cartográficos (Castañón, Quirós, : ). Durante

    los años de guerra, existen múltiples testimonios acerca de la indefensión a la que se abocaban

    las tropas en terrenos desconocidos. Alonso Baquer (: ), utilizando memorias escritas

    por soldados franceses, cita, entre otras, las protestas de Rocca al atravesar la provincia de So-ria, donde emplearon nueve horas para recorrer kilómetros. Puede haber imprudencia en

    el movimiento sobre terrenos acerca de los cuales apenas se tenía información, pero también

    pudieron cometerse errores